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EL CIUDADANO OLVIDADO

MENSAJE DE MARIA MONTESSORI A LA UNESCO

EN OCASIÓN DEL TERCER ANIVERSARIO DE LA

DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Educadores Sin Fronteras

Burgos, España, 2004

Título original: The Forgotten Citizen. Message by María Montessori to


UNESCO on the occasion of the third anniversary of the
Declaration of Human Rights.

Traducción de María Guadalupe Llerandi.


El 10 de diciembre de 1951, alrededor del mundo y en un esfuerzo para evocar la
adherencia moral y el compromiso de aquellas responsabilidades en las áreas de política,
educación y cultura, se celebró el tercer aniversario de la “Declaración de Derechos
Humanos” para asegurar que los principios de la Declaración llegarían a ser una herencia
común y crecerían en la práctica diaria.

La Dra. María Montessori fue invitada por la UNESCO para enviar un mensaje al mundo
que subrayara la particular importancia de este evento. En este mensaje reclama derechos
para los niños que habrían de tomar cuatro décadas para ser declarados y denuncia una
situación que ha empeorado a través de los años.

Desde el gran disturbio surge una visión de paz y justicia y, cuando ha terminado, muchas
personas unidas para tomar medidas que aseguren que nunca más habrá diferencias entre
los hombres que provoquen un desastre de estas proporciones, que nunca más las
tormentas del egoísmo, el odio, la crueldad inconcebible y el terror volverán a pasar, que
nunca más se necesitará de la destrucción como desesperada defensa de los ideales
humanos.

Desde este concierto entre personas surge la Declaración que celebramos el día de hoy.

La gente se ha apartado siempre de los horrores, ha huido de ellos por su propia familia,
por su propio grupo y su propio país. Cada uno busca la salvación e inmunidad de la
enfermedad a través del aislamiento. Como Boccaccio describió: “...estaban aquellos que
pensaban que se podían esconder de la plaga escapando con una indulgencia. Cualquier
cosa que pasara mas allá de los confines los llenaría de gratitud hacia Dios por protegerlos
de tan tremendo castigo”.

Sin embargo, no había muros que pudieran mantener fuera la plaga y no existían tratos que
pudieran prevenir los horrores de la guerra; y estos horrores compartidos perforaron los
caparazones de indiferencia que envolvían sus almas y los rendían inmunes al sufrimiento
de otros. Todo el sufrimiento fue experimentado como un sufrimiento común, tanto para los
presentes como para los ausentes, para los cercanos y los lejanos, para los de la misma
raza y para los de razas distintas.
La humanidad encontró su alma y el hombre reorganizó en cada individuo los sentimientos
que tenía para sí mismo. El resultado de esta guerra fue la Declaración de los Derechos
Humanos.

En el pasado, la Caridad se daba con amor altruista hacia los esclavos, los pobres y los
viejos. Para proveerlos de consuelo y alivio, esfuerzos aislados fueron repetidos durante
siglos; sin embargo, las reformas sociales chocaron contra los muros de la indiferencia y la
ignorancia. Entro los innumerables sufrimientos, los pocos beneficiados recibían ayuda con
humildad y gratitud como quien recibe una dádiva; un regalo de un Dios misericordioso.

De este modo, después de la tempestad, las personas se encontraron y lo que hasta


entonces era Caridad se convirtió en un Derecho.

Y el sol brilló para las víctimas del abandono y la injusticia.

La Declaración no fue un llamado de piedad al fuerte y poderoso con mandamientos como


el de “No matarás”, “No robarás”, sino un llamado a aquellos que estaban caminando en la
debilidad, en la miseria o tortura: “Tienen el derecho a ser protegidos”, “Si no tienen el
poder para ganarse su propia libertad, tienen el derecho a ser alimentados”

El viejo vio la luz y también lo hicieron los esclavos, las madres abandonadas y los niños
inocentes; y donde habían sido lastimados, renació la alegría y una nueva fe brilló.

Una mera declaración habría sido una pequeña cosa. Muchas declaraciones habían sido
hechas en el pasado y nunca dieron frutos. Sin embargo, esta declaración fue puesta
inmediatamente en acción; la UNESCO fue fundada y, de todas partes del planeta fueron
mandados expertos para implementar las reglas de esta nueva hermandad. Estos expertos
se aplicaron para romper las barreras de la indiferencia y el prejuicio.

Desde entonces, en cualquier lugar en el que haya un llamado, ellos atienden el llamado,
pero también están pendientes en donde no hay llamadas porque las necesidades muchas
veces no son vistas por la propia miseria que las rodea.

A pesar de que mucho ha sido hecho en estos tres años, el horizonte aún es oscuro. Con
una simple “declaración” no podemos transformar a la humanidad con corazones dañados
y desconfiados, de la misma forma en la que una declaración no puede regresar la vista a
un ciego o curar a un discapacitado. Pero el día vendrá en el que las madres que ahora
elevan a sus hijos ante la imagen de Cristo habándoles de Él y rezándole, pondrán la
Declaración de los Derechos Humanos a un lado del icono y se las leerán a sus hijos. De
la misma manera las madres hindúes, musulmanas, budistas y todas las madres de la tierra
que hoy, con su simple fe e intuición de madres, traen a sus recién nacidos, que aún no
entienden sus palabras, al símbolo que para ellas representa la Divinidad.

Del mismo modo en que hoy los niños inconscientemente encarnan las ideas religiosas de
sus grupos, los niños del mañana harán suya la Declaración de los Derechos Humanos. La
palabra que encierra esculpirá sus almas como los Mandamientos de Dios fueron
esculpidos sobre la piedra.

El manto de la caridad y de la fraternidad será el símbolo de una nueva Humanidad.


Llegará a ser el estandarte que las Naciones Unidas ya han levantado para sostener los
derechos de los seres humanos.

Serán los niños quienes desarrollarán este gran proyecto, a pesar del hecho de que, en su
concepción, la dignidad de los niños no está reconocida. En realidad, la Declaración de los
Derechos Humanos parece estar dedicada exclusivamente a la sociedad adulta.

En los treinta artículos que analizan los derechos de la humanidad, sólo se hace referencia
al niño en el segundo párrafo del Artículo 25: “La maternidad y la infancia tienen derecho a
una asistencia especial”

Una referencia realmente pequeña, porque, a pesar de ser especial, esta asistencia está
incluida en la que se otorga al discapacitado, al infortunado o al anciano. El único derecho
que ha sido otorgado específicamente a los niños, es que deberán tener igualdad de
protección social sean considerados hijos legítimos o ilegítimos. El niño como tal no ha
sido tomado en cuenta. Continúa siendo visto como un ser débil, sin significado para el
destino del ser humano; un apéndice relegado a la madre o a la Naturaleza.

El rol del niño en la humanidad, el rol que le ha dado en nombre de “padre del hombre” y
“fuerza que dirige la formación del hombre” parece permanecer ignorada por completo.

No se han dado cuenta de que hay dos fuerzas poderosas en la vida humana: aquella que
dirige la formación del hombre (infancia) y la que maneja la construcción de la sociedad
(adultez) Estas dos fuerzas están tan finamente entretejidas que, si una se descuida la otra
no puede ser obtenida. No hay conciencia de que los derechos del adulto dependen
necesariamente de los derechos del niño.

Los intereses sociales o derechos, o declaraciones no pueden considerar factores aislados


que están relacionados tan de cerca. Si continuamos a dirigirnos exclusivamente a las
necesidades del adulto, el vacío que es una de las causas principales de los desequilibrios
sociales de la actualidad será perpetuado.

Los adultos no pueden saltar a la vida como paracaidistas listos para conquistar tierras
extranjeras. Las generaciones que se siguen unas a otras no son una secuencia de
adultos maduros cayendo como la lluvia sobre la tierra. Cada ser humano se ha
desarrollado de un niño: las energías que mueven a la humanidad vienen de la expansión
de energías latentes en el niño.

El primer Derecho del Hombre, el Derecho Fundamental del hombre, debería reconocer el
derecho que tiene el niño a ser ayudado para vencer los obstáculos que pueden obstruir,
reprimir o desviar sus energías constructivas; negándole la seguridad de convertirse en un
adulto eficiente y centrado.
El niño tiene un rol fundamental en la construcción del ser humano. Si la dignidad y los
derechos del trabajador son reconocidos, así deberían serlo la dignidad y los derechos del
trabajador que produce al hombre. Basado en la afirmación de la dignidad del niño,
tenemos que asegurar los derechos del niño: la libertad de crecer y desarrollarse
íntegramente, de tal manera que pueda contribuir al progreso humano con todas sus
facultades y de esta manera completar la tarea que la naturaleza le ha asignado.

Si el hombre se forma de ese ente que es el recién nacido, será durante su ciclo formativo,
la infancia, cuando requerirá de la debida protección otorgada por el hombre.

La cuestión de educación es fundamental porque es una exigencia común de todos los


seres humanos en la tierra.

Si realmente queremos alcanzar igualdad y armonía entre los seres humanos, no debemos
descuidar el tiempo de la vida cuando las diferencias sociales, de ideales y lingüísticas que
separan a la humanidad no existen todavía.

Si deseamos hacer el esfuerzo de unificar a la sociedad humana, debemos conocer al


individuo y considerar al ser humano como tal desde el momento de su nacimiento.

Tenemos que ver al recién nacido para comprender el secreto de nuestra vida. Tenemos
que estudiar cómo este ser humano que en su nacimiento es incapaz de comprensión y
carece de autonomía, que no tiene ni memoria ni voluntad, se convierte en ser inteligente.

¿Cómo es que el niño, nacido mudo es capaz de usar correctamente la gramática del
lenguaje para expresar deseos y pensamientos que se levantan en el gran misterio de su
construcción?

¿Cómo es posible que un niño de dos años use el lenguaje que encuentra en su ambiente,
a pesar de las dificultades que pueda encontrar, sin ayuda de un maestro?

¿Cómo es posible que si en el momento de su nacimiento sus órganos de movimientos


voluntarios eran incapaces de soportarlo y obedecerlo, el niño de repente se levanta y
comienza a caminar? Realmente se comporta como si quisiera conquistar el mundo y
después, entre la edad de 3 y 6 años, sus juegos lo proveen de esas experiencias que lo
harán un individuo conciente.

Es el momento de grandes poderes y misterios profundos; el ser humano desarrolla una


especie de semilla escondida en la tierra que germina y crece hasta convertirse en espiga
de trigo.

No lo era, pero se convierte.

Las células germinadas generan en secreto el embrión y el cuerpo del recién nacido, con
todos los órganos complejos, destinados a funcionar por el resto de su existencia. Del
mismo modo, el recién nacido genera al hombre completo.
En el recién nacido, otro proceso embrionario comienza y continúa durante los años que le
toman convertirse en hombre terminado, con una psique y un espíritu.

Único entre las especies, el ser humano tiene un doble período embrionario: uno prenatal
en el que el cuerpo se construye y otro postnatal en el que el espíritu humano se desarrolla.

Aquí no hay diferencia de castas, posiciones o razas. Toda la humanidad se construye de


la misma manera: cada espíritu embrionario absorbe las características de su ambiente y
las recrea para él mismo. Si los hombres crecen para ser diferentes unos de otros es
porque los niños que les han dado origen los diseñaron de acuerdo con el momento y el
lugar en el que nacieron.

Mientras continuemos a buscar exclusivamente las debilidades del recién nacido, mientras
continuemos considerándolo psicológicamente incapacitado, estaremos perdiendo el
secreto más importante: la energía en la vida humana. La lluvia de las nuevas almas en
continua renovación se perderá en el océano de indiferencia y opresión, en lugar de guiar
hacia la salvación de los espíritus áridos que languidecen en el desierto de nuestra
inconsciencia.

En la declaración de los Derechos Humanos, ¿qué se le ofrece al niño?

Asistencia especial a la maternidad y a la infancia. ¿Qué implica eso? ¿Jardines de


Niños? ¿Remediar posibles injusticias causadas por leyes injustas o prejuicios sociales?

Si, estos aspectos son indudablemente de primera importancia, pero son únicamente
medidas de primeros auxilios, necesarias por el hecho de que el progresos de la civilización
ha agravado las condiciones para los niños más pequeños.

El niño ha sido siempre el ciudadano olvidado.

Mientras que la evolución de la civilización ha producido progresivamente algunas mejoras


en las condiciones de vida de los adultos, las condiciones de los niños se han deteriorado.
Para el niño la vida es más y más insalubre, el tiempo que pasa con su madre decrece
consistentemente, su libertad de acción disminuye y su participación en la vida de los
adultos se acorta hasta desaparecer.

Si los derechos del hombre son proclamados y el niño es reconocido como su constructor,
la sociedad debería hacer algo mucho más importante que hacer pruebas pequeñas y
esporádicas que tienden a multiplicar instituciones indiscriminadamente.

¡Miren lo que se ha podido hacer para el adulto! Mientras que la civilización se ha vuelto
más complicada, nuevas demandas se han levantado. Aunque se hayan reducido al envío
de algunas cartas, transmisión telegramas o aumentar la velocidad de la comunicación a
través de las máquinas, se ha vuelto necesario crear Ministerios específicos para
administrarlas. Hoy es mucho mayor la necesidad de crear un Ministerio de los Niños para
conocer las necesidades que presionan más en nuestros días: el cultivo de la humanidad.
Este Ministerio debería cuidar de la infancia, considerada hoy día indigna aún por los
Ministerios de la Educación: instituciones que en la actualidad representan en muchos
países la amenaza de una obscuridad que ofusca al humanismo y a la democracia, al
tiempo que sus prácticas no están inspiradas por los elementos requeridos para el
desarrollo del espíritu humano ni por los derechos humanos, ni por la democracia en sí.

El hacedor del hombre psíquico ni siquiera es tomado en cuenta por los Ministerios de la
Educación. ¿Quién está más abandonado y más necesitado que él?

No soy la única que proclama esto. Hoy, la necesidad de ayudar a la infancia es percibida
a gran escala. De hecho, un estudio profundo del desarrollo del niño está evolucionando
por todo el mundo.

Los experimentos que mis colaboradores y yo hemos hecho alrededor del mundo en este
campo durante los últimos cuarenta años, demuestran que el niño, cualquiera que sea su
origen, si es educado durante el primer período de su desarrollo, mostrará características
muy superiores a las que comúnmente se le atribuyen.

Nos encontramos en un momento en el que la vida espiritual es desatendida y el


materialismo es exaltado como si fuese una virtud; un momento en el que los poderes
físicos de los seres humanos han sobrepasado lo natural y en el que vislumbramos los
horrores de la destrucción universal. Por todo esto, proclamamos que el desarrollo de
energías creativas, de las características más altas de los seres humanos, es una de las
necesidades más urgentes de nuestra vida social.

María Montessori,
Roma, 31 de octubre de 1951

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