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Revista Jurídica Cajamarca

Algunos apuntes acerca del delito d


lesiones graves en el Código
Penal peruano
Carlos Shikara Vásquez Shimajuko (*)

Art. 121 C.P. : El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud
reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres
de ocho años. Se consideran lesiones graves:

1.- Las que ponen en peligro inminente la vida de la víctim

2.- Las que mutilan un miembro u órgano principal del cue


hacen impropio para su función, causan a una persona inc
para el trabajo, invalidez o anomalía psíquica permanente
desfiguran de manera grave y permanente.

3.- Las que infieren cualquier otro daño a la integridad co


la salud física o mental de una persona que requiere treint
días de asistencia o descanso, según prescripción facultati

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y si e


pudo prever este resultado, la pena será no menor de cinco
de diez años.

1.- Introducción.- Los delitos contra el cuerpo y la salud ocupan, en nues


segundo lugar dentro en el orden axiológico que ha seguido el legislador,
inmediatamente después de los delitos contra la vida. Ello supone que los
lesiones constituyen intervenciones gravemente desvaloradas en la esfera
de la víctima, por comprometer bienes jurídicos de primer orden. Sin emb
obstante a su innegable importancia valorativa, en doctrina, existe una gra
en cuanto al bien jurídico penalmente tutelado en el delito de lesiones, en
de si éste está constituido por un único interés o si en él se integra un bien
dual. Por otro lado, con respecto al tema del consentimiento en las lesione
en la doctrina nacional, una sensación de vacío en su tratamiento. Y, final
se ha determinado con precisión el alcance de cada una de las modalidade
lesiones graves, previstas en los tres incs. del art. 121 C.P. Por ello, en el p
trabajo, he intentado contribuir a la discusión con algunos apuntes relacio
los tres puntos arriba aludidos, tratando de verter mis conclusiones, abarca
detalle los aspectos más problemáticos de cada uno de ellos, sin pretender
sea un desarrollo definitivo sobre el tema.

2.- El bien jurídico en el delito de lesiones graves: ¿bien jurídico único


jurídico dual?.- Existe una discusión en la doctrina nacional y extranjera
cuál es el bien jurídico-penalmente protegido en el delito de lesiones. Así,
un sector sostiene que éste está representado por la salud de las personas,
como un supraconcepto que englobaría tanto a la integridad corporal com
misma (ausencia de enfermedad física o psíquica)[1], el otro grupo opina
jurídico protegido en este ilícito es doble y estaría configurado por la integ
corporal, por un lado, y la salud física y psíquica, por otro[2].

La primera corriente doctrinal sostiene que el bien jurídico tutelad


delitos de lesiones es únicamente la salud individual y considera que la in
física sólo puede ser protegida en la medida que su menoscabo importe un
salud de la víctima. Sólo de esa manera –según estos autores– podrían ten
explicación como conductas no constitutivas de lesiones los supuestos de
intervenciones quirúrgicas con finalidades curativas en las que se produce
mutilaciones de miembros u órganos (amputar un brazo gangrenado), sup
que, no obstante a que se ocasiona un daño a la integridad física, no tienen
repercusiones negativas en la salud del individuo intervenido, sino que, po
contrario, generan un beneficio para la misma[3].

El problema con el que tropieza esta posición se presenta cuando s


conclusiones se pretenden aplicar a los supuestos de incapacidad para el tr
invalidez o desfiguración[4], que contempla el art. 121 C.P., modalidades
evidentemente, no se manifiesta un atentado contra salud, pero sí contra la
física. Son, pues, casos de lesiones que afectan estrictamente la integridad
Frente a esto, se ha dicho que, si bien es cierto que los casos de desfigurac
parecer no manifiestan un menoscabo a la salud individual, sí constituyen
de lesiones, por cuanto supone un atentado a la salud en su sentido amplio
como posibilidad de participación en el sistema social; o, en todo caso, qu
considerarse el daño psíquico producido al sujeto lesionado como resultad
desfiguración. Sin embargo, estas afirmaciones no son correctas. En prim
porque la indicación que hace este sector a la “posibilidad de participación
sistema social” sólo hace referencia a una concepción sociológica del bien
nada dice respecto al alcance de la salud como el bien jurídico protegido e
de lesiones –también la vida y el patrimonio posibilitan la participación en
social. En segundo lugar, porque puede suceder que un daño a la integrida
no importe un atentado a la “posibilidad de participación en el sistema soc
la presencia de una gran cicatriz en el rostro de un avezado delincuente, q
obstaculizar su participación en dicho sistema, la posibilite eficazmente. Y
lugar, porque en muchas ocasiones un menoscabo a la integridad física no
consigo un daño a la salud psíquica del sujeto pasivo, como es el caso del
anterior, en el que la gran cicatriz tenga un significado de hombría y mayo
peligrosidad en el mundo de la delincuencia.

Por mi parte, considero que el bien jurídico que trasciende al delito


lesiones es dual y está conformado por la salud (física y psíquica) y la inte
física; ésta última referida sólo a una integridad corporal funcional y/u ob
estética, en el sentido de estéticamente armónica, como lo veremos más ad
Esta posición de bien jurídico doble en el delito de lesiones se fundamenta
las consideraciones dogmáticas descritas anteriormente, sino también en e
que el legislador ha denominado al Capítulo III Título I de la Parte Especi
nuestro C.P., “Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud”[5], afiliándose,
manera, a la tesis que aquí defendemos.

La problemática del bien jurídico en las lesiones no se agota en la


doctrinal acerca de la cuestión aludida en líneas precedentes. Más allá de
la cual he tomado posición líneas arriba– surgen otros problemas dogmáti
torno al bien jurídico, como son los temas referidos al consentimiento en l
al tratamiento médico-quirúrgico y a las lesiones deportivas.

a.- El consentimiento en las lesiones: ¿atipicidad o justific


consentimiento del titular del bien jurídico[6] es la última causa de e
responsabilidad penal que contempla el art. 20 C.P. y sobre la cual rec
discusión en torno a su ubicación sistemática. Así, la doctrina tradiciona
mayoritaria sostiene que el consentimiento se manifiesta en dos ámbitos:
de atipicidad y como causa de justificación[7]. En el primer caso, la
tipicidad de la conducta estaría condicionada a la existencia de determi
penales construidos sobre la base de una acción típica realizada contra, o
de, la voluntad de la víctima (el delito de violación sexual exige que la
sexuales se realicen mediante violencia o amenaza, la violación de domici
que el extraño penetre sin derecho en morada ajena) o, en todo caso, por
de tipos en los que se da por supuesto dicha ausencia de voluntad (en el hur
debe apoderarse del bien sin consentimiento de la víctima). Por s
consentimiento operaría como causa de justificación cuando, no ob
presencia, la lesión perduraría en el objeto de la acción (los daños y
permanecerían a pesar que el titular del bien jurídico prestase su consentim
posición se fundamenta, evidentemente, en la distinción que efectúan sus
entre el bien jurídico protegido y el objeto material sobre el que recae la a
Por otro lado, una segunda corriente doctrinal considera que el con
actuaría, siempre y en todos los casos, como una causa excluyente de la
la conducta[9]. Ello radicaría en una concepción liberal de bien jurídico
como referencia primordial a la persona humana y que encuentra apoyo co
en nuestra norma fundamental. Sus partidarios afirman que si los bien
sirven para el libre desarrollo de la persona humana, entonces cualquier i
en éstos con el consentimiento de su titular no puede importar una le
mismos, pues se trataría de una expresión de ese desarrollo. Esta es, a m
tesis correcta. Ello, porque la protección del Derecho Penal no tiene e
substrato material de los bienes jurídicos, sino que recae sobre la
disponibilidad existente entre el objeto de la acción y el titular del bi
relación de disponibilidad que asegura las condiciones mínimas de partici
sistema social. El substrato material por sí mismo carece de relevancia jur
pues el bien jurídico no es un concepto estático, sino, por el contrario,
adquiere su real dimensión para el Derecho Penal por su referencia con e
titular. Así, si el propietario de un árbol solicita a un leñador la tala de m
hecho no podrá configurar un tipo penal de daños, pues, en este supuesto,
del leñador no supone una restricción de la relación de disponibilidad del
del árbol ni un menoscabo al libre desarrollo de su personalidad, sino que
implica una manifestación de su poder de disposición y de su libre
Asimismo, y adelantado nuestra opinión sobre el tema que expondremos m
quien, a solicitud de su mejor amigo, le causa menoscabos en su integrida
la intención de que éste se gane la compasión de una bella dama y pueda c
realizará el tipo de lesiones, toda vez que quien consiente en ello no puede
se le haya restringido o vulnerado la disposición de su propio cuerpo.

Ahora bien, la lesión del substrato material del bien jurídico puede
consecuencia la destrucción o inutilización del objeto material de la
destrucción de un artefacto, la amputación de una pierna, etc.); sin emba
supone una restricción o anulación de la capacidad de disposición del bi
pues dicha capacidad fue ejercida para la destrucción o inutilización, seg
del objeto de la acción y opera independientemente del arrepentim
posteriormente, el titular del bien jurídico puede experimentar. De esta ma
solicita, sin indicación médica previa y sin ningún motivo razonable, el cer
de un dedo que le parece antiestético, dispone en aquel momento del b
integridad física, ejerce su derecho al libre desarrollo de la personal
consiguiente, es imposible que el comportamiento de quien realiza el cer
sea abarcado por el art. 121 C.P., aunque en el futuro ello le impida de
como pianista. El sujeto que consiente, en estos casos, ha echado mano de
disposición sobre el bien jurídico.

Pues bien, para que el consentimiento despliegue su eficacia como


de la tipicidad de la conducta debe reunir una serie de requisitos. Así, en p
el sujeto debe poseer capacidad para consentir y para ello es suficiente l
natural de discernimiento. En este sentido, quien consiente deberá com
trascendencia, el sentido y las consecuencias del acto de disposición. Por
no es necesario que el titular del bien jurídico posea capacidad jurídic
celebrar negocios jurídicos[10], pues el consentimiento constituye una
autónoma del Derecho Penal, en la que se discute la relevancia jurídico-p
determinada conducta y no la validez jurídico-civil de los actos. Además, d
en cuenta que el carácter de ultima ratio del Derecho Penal, en virtud
apelación a mecanismos penales de protección sólo se legitima cuand
instancias jurídicas o extrajurídicas de protección son ineficaces, aconsej
sólo en supuestos que constituyan graves atentados contra intereses ajeno
bastará, en estos casos, una protección extrapenal para los casos en los q
consentimiento penalmente válido –pero no jurídico-civilmente eficaz–,
puede brindar el Derecho Civil (indemnización por daños y perjuicios,
acción pauliana, etc.). Sin embargo, en algunas circunstancias, será la ley l
límite mínimo de edad para consentir, como sucede con el delito de viol
interpretación sistemática del tipo penal exige que la víctima sea mayor
años. El consentimiento de un sujeto de catorce años excluye el delito de vio
sin perjuicio de que se configure un delito de seducción. Con todo, cabe
que, en aquellos casos en los que falte la capacidad para consentir, deberá
la voluntad de los representantes legales.

En segundo lugar, es necesario la manifestación del consentimien


manera, frente a la teoría de la declaración, que requería la manifestac
debido a que concebía al consentimiento como un negocio jurídico, por u
la teoría de la dirección de la voluntad, para la cual bastaba con la conform
del titular de quien consiente, por otro, se requiere que el consentimiento s
o exteriorice de cualquier forma. Esta es la denominada tesis in
mediadora[12]. Así las cosas, el consentimiento puede ser expreso o tácit
otro lado, no es determinante el conocimiento de quien actúa, pues a
desconozca la existencia del acto de disposición, su conducta será atípica
estos casos, una tentativa imposible, debido a la ausencia del bien j
eventualmente pueda ser agredido.

En tercer lugar, para la exclusión de la tipicidad del comport


consentimiento deberá abarcar tanto a la acción como al resultado, toda vez
son elementos constitutivos del tipo[13].

En cuarto lugar, el consentimiento deberá recaer exclusivamente s


jurídicos disponibles y, en principio, todos los bienes jurídicos individua
tal característica. Si bien en ciertos tipos se ha consagrado la irrel
consentimiento, como sucede con el homicidio a petición, ello no significa
humana independiente no sea un bien disponible desde una perspectiva
Esta decisión del legislador, plasmada en el art. 112 C.P., no obedece a
rigor dogmático, sino a decisiones políticas o coyunturales.

En quinto lugar, el consentimiento deberá manifestarse con anter


realización de la conducta y puede ser revocado en cualquier momento. S
para una eficaz revocación del mismo se exige su exteriorización.

En sexto lugar, el consentimiento debe ser libre. Esto implica q


prestado sin la presencia de vicios de la voluntad que afecten sustancialm
de disposición y que éste se presente como manifestación de su libre desa

Con todo, el tema del consentimiento es uno de los más polémicos


dogmática jurídico-penal y posee gran trascendencia práctica en el delito
lesiones[15]. Nuestra legislación, a diferencia de la española, guarda silen
tratamiento del consentimiento en las lesiones, limitándose a señalar, en e
inc. 10 C.P., que “está exento de responsabilidad penal el que actúa con
consentimiento válido del titular de un bien jurídico de libre disposición
cuestión central radica, entonces, en determinar si la salud y la integridad
bienes jurídicos disponibles.

A mi juicio, no existe ningún impedimento normativo para afirmar


salud y la integridad física son bienes jurídicos disponibles, por dos razon
primer lugar, porque si bien el art. 2 inc. 1 C.P.E. prescribe que toda perso
derecho a la integridad física y psíquica y el art. 7 C.P.E. establece que to
derecho a la protección de su salud, la legislación ordinaria, encargada de
la regulación principista de la Constitución, no muestra regulación expres
materia del consentimiento en las lesiones, lo cual constituye una condició
favorable para sostener la tesis de disponibilidad de esos bienes jurídicos.
pues, regulación en contra. Así, nuestro ordenamiento constitucional cons
regulación de un orden social estructurado sobre la base de la defensa y pr
de los intereses individuales, los mismos que se encuentran por encima de
intereses colectivos. De esta manera, trascender la importancia de la salud
integridad física al nivel social implicaría imponer una seria restricción a
individual e imponer a su vez un deber de estar sano y físicamente íntegro
de contradecir y cuestionar otros derechos fundamentales, como el libre d
la personalidad[16] y, en algunos casos, la libertad de creencia religiosa. Y
segundo lugar, porque si la previsión, en nuestro C.P., del delito de instiga
ayuda al suicidio nos conduce a admitir que –por lo menos, normativamen
humana no es un bien jurídico disponible, una interpretación contrario sen
lleva a la conclusión de que la falta de regulación de una “instigación y ay
autolesiones” indica que la salud y la integridad física son bienes jurídicos
susceptibles de disposición por parte de su titular[17]. En conclusión: la s
integridad corporal son bienes jurídicos disponibles y, siguiendo lo desarr
anteriormente, el consentimiento, en nuestro ordenamiento jurídico-penal
las lesiones, como una causa de atipicidad[18]. Esta conclusión no sólo se
los bienes jurídicos salud e integridad física, sino que es extensible a la to
los bienes jurídicos individuales tutelados en nuestro C.P. que no prevean
disposiciones normativas en contra de su libre disposición, como es el cas
con respecto al art. 112 C.P.

En nuestro país, BRAMONT-ARIAS/GARCÍA CANTIZANO se


esta posición y, sobre una base hermeneútica, señalan que el consentimien
posee relevancia en los supuestos de lesiones culposas con resultado leve[
124 C.P. primer párrafo). Los citados autores parten de la interpretación d
C.P., que prevé la acción privada para estos casos y consideran que ello d
que el consentimiento sólo es relevante en los delitos de lesiones culposas
resultado leve. Ello, a mi parecer, no es correcto. La acción privada previs
estos supuestos no puede indicar que el consentimiento sólo sea relevante
antes mencionados casos, pues la naturaleza y el radio de acción de cada u
instituciones son totalmente disímiles y sus puntos de coincidencia sólo p
presentarse excepcionalmente. Así, en primer lugar, para la apreciación de
consentimiento se requiere que el sujeto pasivo haya prestado su conform
anterioridad al hecho y la renuncia al ejercicio de la acción penal sólo pue
después de realizado el comportamiento lesivo. Y, en segundo lugar, la re
ejercicio de la acción penal puede presentarse aún cuando el sujeto pasivo
consentido la lesión de sus propios bienes jurídicos o, incluso, cuando con
se ejercite, posteriormente, la acción penal. Estas dos consideraciones nos
conclusión que la previsión que ha realizado el legislador en el art. 124 C.
materia del ejercicio privado y de oficio de la acción penal nada dice sobr
disponibilidad de la salud y la integridad física y, por consiguiente, de la r
irrelevancia del consentimiento. Por ello, la opinión de BRAMONT-
ARIAS/GARCÍA CANTIZANO no me parece convincente.

b.- El tratamiento médico-quirúrgico.- Un segundo punto a desarrollar


referido al bien jurídico en el delito de lesiones está determinado por el tra
médico-quirúrgico, ya que, en muchos de estos supuestos, se ponen en jue
jurídicos de primera importancia, como sucede con la integridad física e, i
vida del paciente. Las soluciones que se han dado a la problemática de las
el ámbito del tratamiento médico-quirúrgico son dispares y varían de acue
sistemática que se siga en orden a la teoría del delito.

En lo que respecta a las intervenciones médicas curativas, la doctri


tradicional entendía que, en estos casos, la conducta del médico siempre e
constitutiva de lesiones y dicho comportamiento sólo podría ser justificad
de la eximente del ejercicio legítimo de un oficio (art. 20 inc. 8 C.P.). Esta
sólo era comprensible bajo una concepción causalista-naturalista del delit
la descripción típica de la conducta preveía causaciones ciegas de resultad
alejados totalmente de referencias materiales o valorativas. El mantenimie
dolo en la culpabilidad abogaba por este razonamiento al dejar el tipo con
sólo por la parte externa del comportamiento delictivo hasta el extremo de
elemento objetivo se resumía en una relación de causa-efecto[20].

Por su parte, la doctrina moderna, que considero correcta, sostiene


intervenciones médico-quirúrgicas con finalidades curativas son atípicas d
puesto que, en estos casos, no existe el dolo de lesionar del actor,
independientemente de que el resultado sea positivo o negativo para el pa
siempre y cuando la intervención se realice en observancia de la lex artis[
fundamento de dicha conclusión radica en que la intención del médico es
ningún modo, causar un daño en la salud o la integridad física. El animus
vería neutralizado por el ánimo de mejorar la salud, toda vez que éste es e
elemento incompatible con el aspecto subjetivo de las lesiones[22].

Situación distinta es el caso de que la intervención del facultativo s


en violación de las reglas de la lex artis, puesto que aquí no hay duda de c
un delito de lesiones culposas, si el resultado es fallido; sin embargo, si la
inobservancia de aquellas reglas no se materializa en un resultado negativ
por el contrario, la intervención médica es favorable, el comportamiento e
toda vez que en las conductas culposas no basta el proceder contrario al d
cuidado, sino que es necesario que dicho actuar se plasme en un resultado
bienes jurídicos.

Problemas especiales se presentan cuando las intervenciones médi


tienen finalidad curativa, como puede suceder con la cirugía transexual[23
donación de órganos y la cirugía estética. Con relación a este último grupo
autores, entre los que cabe mencionar a JORGE BARREIRO, ROMEO
CASABONA, GÓMEZ BENÍTEZ y GARCÍA VITORIA, consideran que
intervenciones son comparables con los tratamientos médico-quirúrgicos
curativos[24] al implicar un mejoramiento en la salud psicológica del indi
embargo, esta opinión parece absolutizar la cirugía estética, entendiéndola
intervención dirigida sólo a mejorar el aspecto físico del intervenido, y olv
muchas veces ésta puede ser utilizada para cambiar la apariencia de delinc
la finalidad de evadir a la justicia. En estas circunstancias, la cirugía realiz
rostro de estos personajes, aunque los libre de permanecer algunos años e
puede generar un sentimiento de rechazo a su nueva apariencia, generando
menoscabo en su salud psíquica, lo que bien podría encuadrarse dentro de
lesiones. A mi juicio, la cirugía podría ser típica de lesiones (en su aspecto
menoscabo a la integridad física), independiente de si trastocó o no la salu
del paciente, sólo cuando afecte la armonía corporal del sujeto intervenido
llevaría a afirmar que ya no se trata de una cirugía “estética”). Si la cirugí
afectar la estética, la mejora en su armonía, entonces no se podría pensar s
su tipicidad como lesión a la integridad física (desfiguración), aunque se r
consentimiento del sujeto, pues ésta se protege en razón a que es objetivam
estética, en el sentido de objetivamente armónica. En casos de cirugía esté
resultado positivo (armónico) efectuadas sin consentimiento cabe un delit
coacciones, más no un delito de lesiones.

Con todo, la discusión acerca de los tratamientos médico-quirúrgic


presenta en torno la eximente que opera en estos casos. Un sector de la do
opina que la intervención del médico, aunque típica, estaría justificada, en
ejercicio legítimo de un oficio[25], siempre que exista consentimiento del
pasivo, pues, de lo contrario, no podría tratarse de un “legítimo” ejercicio
profesión médica. Sin embargo, a mi juicio, no es necesario recurrir a esta
para fundamentar la ausencia de responsabilidad penal del médico. Esta p
basarse, con mejor criterio dogmático, en el consentimiento del paciente,
de esta manera se estaría adecuando una solución en este sentido a los line
de un Estado Social y Democrático de Derecho, al otorgar la debida relev
actuación del titular del bien jurídico, como una manifestación del libre de
su personalidad. Lo que exime de responsabilidad penal en las intervencio
médicas no curativas no es, pues, la autorización sin más del ejercicio de u
determinado oficio, sino que dicha justificación halla su fundamento en el
consentimiento prestado para que efectúen una intervención sobre el cuerp
presta el consentimiento, en la disposición del propio cuerpo que el pacien
Prueba de la importancia del consentimiento en este grupo de casos reside
hecho de que quienes sostienen, en estos supuestos, la operatividad del eje
legítimo de un oficio, requieren el consentimiento del paciente como pres
esta eximente. Esta conclusión (el consentimiento como causa de atipicida
intervenciones médicas no curativas) tiene la ventaja de abarcar todos los
de intervenciones sin finalidad curativa, pues también estarían incluidos a
sujetos que, sin poseer título profesional ni dedicarse habitualmente a ello
tales operaciones con resultado positivo, como puede ser el caso de un est
medicina del último año, supuestos éstos en los que no podría operar el ej
legítimo de un oficio.

Hasta aquí hemos hecho referencia al consentimiento prestado p


pasivo con respecto a una eventual lesión (mutilación del órgano r
extracción de un riñón, etc.). ¿Qué sucede, entonces, con aquellas int
médicas que implican una alta probabilidad de que el paciente muera
operación y tanto éste como el profesional acepte dichos resultados? En
sólo en estos casos, la actividad médica no sería atípica, sino que estaría am
la eximente del ejercicio legítimo de un oficio[26]. Así, el médico
cumplimiento del deber de información, interviene a un paciente en un
altamente arriesgada, aceptando la posibilidad de que suceda la muerte de
típicamente pero de manera justificada, si se verifica luego un menoscabo
titular del bien jurídico. Con todo, cabe precisar que el consentimiento del
médicamente debe alcanzar dichos resultados para excluir al médico de
responsabilidad penal, pues, de lo contrario, no podría tratarse de un legítim
de la actividad médica.

Lo correcto, entonces, para solucionar estos casos es trasladar al


consentimiento desde el lugar en el que ha sido colocado por un sector de
(presupuesto del ejercicio legítimo de un oficio) hacia su verdadero ámbit
de la categoría de la tipicidad, como causa de exclusión del tipo.

c.- Las lesiones deportivas.- Es indudable que las prácticas deportivas oc


lesiones o colocan en riesgo de ser lesionados a quienes los realizan, como
por ejemplo, en el boxeo, el karate o en el fútbol. Frente a este panorama
cuestión referida a cómo fundamentar la ausencia de responsabilidad pena
deportistas. La doctrina ha intentado llegar a esta conclusión por distintas
ejercicio legítimo de un oficio (en el caso de deportistas profesionales) o s
base del ejercicio legítimo de un derecho (en los supuestos de prácticas no
profesionales), la desuetudo[27], el consentimiento como causa de justific
la adecuación social[29], la tipicidad conglobante[30] y el riesgo permitid

A diferencia de lo que he manifestado con respecto a las intervenc


médicas no curativas, la ausencia de responsabilidad penal en estos casos
descansar sobre la base del consentimiento como causa de exclusión de la
tipicidad[32] y no sólo con respecto a las lesiones inferidas en el ejercicio
prácticas deportivas, sino también aquellas que eventualmente se deriven
actividad. Así, en mi opinión, la exención de responsabilidad penal por la
lesión de bienes jurídicos en el marco de las prácticas deportivas se funda
mejor criterio, en que dichas actividades se enmarcan dentro del riesgo pe
Por el contrario, el consentimiento no podría abarcar todos los supuestos q
presentan en el tema de las lesiones deportivas, pues, en muchas ocasione
acontecer que el deportista preste su consentimiento sólo para el peligro d
sus propios intereses y no con respecto al resultado lesivo de los mismos.
permitido, por tanto, se constituye como el criterio que puede englobar tod
casos.

Finalmente, cabe mencionar que las prácticas deportivas en las que


ocasionen o puedan derivarse lesiones no están restringidas a su ejercicio
sino también a la no oficial, siempre que se respeten las normas elemental
deporte en cuestión.
3.- La acción típica en el delito de lesiones graves.- La acción típica con
causar un grave daño en el cuerpo o en la salud de la víctima.

Por daño en el cuerpo se entiende toda modificación negativa en la


corporal; toda mutilación, destrucción o inutilización, más o menos durad
estructura física del sujeto pasivo Este daño puede ser externo (mutilar o i
miembro, desfigurar el rostro, etc.) o interno (inutilizar, destruir o extraer
no siendo necesario, para ser considerada como tal, que importe una reduc
integridad corporal de la víctima, sino que basta con su modificación, com
cuando, mediante un golpe en el rostro, se dobla la nariz del contrincante.
no se exige para la configuración de un menoscabo en la integridad física
sujeto pasivo experimente sensaciones de dolor al ser lesionado[33], ni ta
requiere la emanación de sangre de la herida ocasionada[34]. Así, serán co
de daños al cuerpo la mutilación de una pierna a quien ha perdido (sólo) l
sensibilidad de la mitad inferior del cuerpo (desfiguración o, si persiste la
funcionalidad del miembro, mutilación) o la ruptura de un hueso sin mani
exterior.

Entre la doctrina existen opiniones encontradas al momento de det


pueden ser consideradas lesiones aquellas conductas que recaen sobre par
constitutivas del cuerpo, como el cabello o las uñas. Un grupo de autores,
de la idea de que también forman parte de la integridad física, no tiene du
incluir a tales comportamientos entre las lesiones[35]. Por otro lado, otros
lo contrario, afirmando que las lesiones, conceptualmente, son afectacione
eficacia vital de las personas y, en tal sentido, en estos casos, no se estaría
dicha eficacia vital[36]. Esta es la tesis que considero correcta.

Como ya lo hemos anotado al definir a las lesiones, es necesario q


menoscabo en la estructura corporal de la víctima sea más o menos durad
decir, que se requiere para la tipicidad de este delito que la acción origine
situación de modificación, mutilación, destrucción o inutilización de la ar
corpórea del sujeto pasivo. Por lo tanto, la torcedura de un brazo o una fue
no son típicas, pues una vez interrumpida la causa que los genera, el cuerp
a su estado normal[37].

En la doctrina se ha sostenido, también, que es necesario que el da


cuerpo se plasme en un perjuicio estructural de la víctima. Por ello, según
serían típicas de lesiones la extirpación de una verruga que desmejora la e
rostro o la corrección del tabique nasal como consecuencia de un golpe de
En estos casos, según algunos autores, la tipicidad hallaría su fundamento
vulneración del “derecho de cada persona a conservar su estructura corpo
defectuosa que sea, como objeto de protección”[38]. A mi parecer, esta op
insostenible, pues la integridad corporal, como bien jurídico protegido en
lesiones, está referida a una integridad física objetivamente estética (objet
armónica). Así, quien, debido a un fuerte golpe en la espalda que le propin
jorobado, logra que éste camine erguido, no cometerá lesiones, pues, en c
atentar con su integridad, la mejora. A idéntica solución deben llevarse lo
antes enunciados de la verruga que afea el rostro o del tabique nasal desvi
otro lado, los bienes jurídicos tutelados en el delito de lesiones son la inte
corpórea y la salud y, de ningún modo, el derecho a conservar la integrida
ésta resulta afectada, como puede ocurrir también cuando se somete, en co
voluntad, a una cirugía estética de la nariz a quien la tiene desviada por ca
lesión, no se atentaría contra el mencionado bien jurídico, sino que se esta
vulnerando la libertad y, por ende, la conducta encuadraría en el tipo de
coacciones[39].

Por daño en la salud se entiende a toda modificación negativa del e


funcional actual, físico o mental, del organismo. Al exigirse que el daño a
importa una modificación negativa al actual equilibrio funcional del organ
serán consideradas lesiones todo comportamiento dirigido al empeoramie
salud de un sujeto, aún cuando éste se encuentre previamente enfermo.

No es necesario que el daño a la salud altere la totalidad del funcio


físico o mental del organismo; basta que se genere un desequilibrio de alg
funciones para ser considerado típico. Así, por ejemplo, quien administra
sustancia que cause la disfunción de los riñones debe ser considerado auto
delito de lesiones. Ahora bien, la disfuncionalidad del organismo como un
salud puede provenir de la transmisión de una enfermedad, como puede o
el contagio de tuberculosis, sífilis, gonorrea[40] o del SIDA[41]; así como
puede caracterizarse por un simple debilitamiento ajeno a proceso patológ
alguno[42].

Es necesario que el daño a la salud tenga una duración más o meno


prolongada para constituir un delito de lesiones. Así, las sensaciones de co
duración, como suele ocurrir con los mareos, náuseas, dolores, repugnanc
pueden ser típicas de lesiones. Por el contrario, si dichas sensaciones adqu
duración más o menos prolongada, entonces sí podrá imputarse como deli
vez que sólo de esta manera podrá hablarse de una verdadera modificació
equilibro funcional de la víctima[43].

Los medios que puede utilizar el autor son variados. Así, se podrá
lesiones en el cuerpo mediante el uso de medios físicos (palo, piedra, etc.)
mecánicos (disparo con arma de fuego), químicos (ácido sulfúrico, ácido
etc.), térmicos (fuego, vapor, objetos calientes, etc.), etc. Asimismo, debid
configuración del delito de lesiones como un ilícito que puede vulnerar ta
salud psicológica de la víctima, se admiten los medios morales. En este se
palabras insultativas o degradantes o la utilización de métodos psicológico
a la causación de fobias prolongadas, angustias o depresiones, son medios

4.- Las modalidades de las lesiones graves.- El legislador ha establecido


121 C.P. diferentes modalidades de lesiones graves, las mismas que desa
a continuación.

a.- Lesiones que ponen en peligro inminente la vida de la víctima.- El


art. 121 C.P. prevé, mediante el empleo de una cláusula abierta, todas aqu
lesiones que pongan en peligro la vida de la víctima. Tal descripción perm
una serie de comportamientos que no necesariamente supongan la utilizac
medios materiales, sino que también abarca a toda clase de conducta que a
empleo de medios morales, siempre que éstas traigan consigo una puesta
inminente de la vida del sujeto pasivo, situación sobre la cual recae el fun
su inclusión en el delito de lesiones graves. El peligro mismo para la vida
pues, una mayor desvaloración jurídico-penal frente a aquellas conductas
no tienen dicha característica.

Se discute en la doctrina si para la apreciación de esta modalidad d


sólo es necesario que exista una idoneidad genérica de peligro para la vida
contrario, el tipo exige un peligro efectivo de la misma. La doctrina mayo
correcta en mi opinión, rechaza la idea de que el peligro de la vida se fund
pronóstico de su existencia, debido a que éste depende de las valoraciones
variables del médico, lo que hace incierta su aplicación en el caso concret
el contrario, sostiene que, para la configuración de esta modalidad de lesió
peligro corrido debe ser efectivo[44]. Y esta conclusión no viene obligada
juicio, por la presencia del término “inminente” que califica al peligro par
esta modalidad, puesto que “inminente” significa que algo “está por suced
prontamente”. En este sentido, un análisis literal del precepto facultaría sa
bajo esta modalidad a lesiones que simplemente crearan la posibilidad de
para la vida y no sería necesario la generación de un efectivo peligro para
exigencia de un peligro efectivo viene dada, pues, por la gravedad que rev
agresión de tal magnitud con respecto a otras que sólo pueden crear posib
peligro (es mucho más grave disparar contra otro, comprometiéndole un ó
ocasionando una fuerte hemorragia que ponga en peligro su vida –peligro
efectivo– que disparar contra otro y no ocasionarle otra lesión que el solo
del proyectil, pero pasando éste a escasos milímetros del corazón –posibil
peligro para la vida). Es evidente que la pena impuesta para las lesiones g
aconseja reducir esta modalidad a peligros efectivos.
Por otro lado, no debe tenerse en cuenta para la configuración de e
modalidad, la idoneidad general de la lesión para poner en peligro la vida
víctima, pues el resultado de un corte en una persona normal no es idéntic
hemofílico; es preciso que la peligrosidad de la lesión sea apreciada en el
concreto. Asimismo, debe tenerse en cuenta que no se verificará esta mod
lesiones si el peligro es producto del comportamiento negligente del mism
como cuando es la víctima quien no se administra a sí mismo –o no permi
administren– los medicamentos que le han sido recetados. En estos casos,
un aumento del riesgo que no es imputable al autor de la lesión inicial.

b.- Mutilación de un miembro u órgano principal.- Esta modalidad de


presenta dos supuestos: la mutilación de un miembro y la mutilación de u
ambos principales.

“Mutilar” significa separar o destruir, total o parcialmente, del cue


parte de él. En este sentido, para la configuración de este tipo delictivo es
la separación del cuerpo de un miembro o de un órgano principales con su
correspondiente función, como lo veremos más adelante.

Por miembro debe entenderse toda extensión articulada con el cue


sirva para las actividades de relación[45]. Estos son de dos clases: superio
torácicos e inferiores o abdominales. Los primeros están conformados por
antebrazos y las manos y, los segundos, por los muslos, las piernas y los p
cabeza y el pene no pueden ser considerados miembros. La pérdida de aqu
debido a las importantísimas funciones que desempeña, implicaría un aten
la vida de la víctima y no simplemente una lesión. Por su parte, el pene es
considerado, tanto desde un punto de vista médico como jurídico, como u
Con todo, no debe perderse de vista que los miembros son protegidos desd
perspectiva orgánico-funcional, esto es, atendiendo a su funcionalidad com
la estructura corporal de la víctima. Así, la mutilación de un miembro que
su movilidad no podrá ser calificada como perteneciente a esta modalidad
grave, sin perjuicio de que dicha conducta pueda ser reconducida a la mod
la desfiguración.

El término “órgano” a que alude el precepto está referido al conjun


tejidos que cumplen determinada función. Así, el corazón, en tanto cumpl
función cardiovascular, los riñones, por cuanto desempeñan la función de
las toxinas a través de la orina, etc., son órganos. Ahora bien, un gran sect
doctrina sostiene que el término “órgano” a que hace alusión el inc. 2 art.
no debe ser determinado en un sentido estrictamente anatómico, sino desd
de vista puramente funcional[46].
Siguiendo esta línea de pensamiento, en nuestro país, BRAMONT
ARIAS[47] y PEÑA CABRERA[48] sostienen que, en supuestos en los q
determinada función orgánica sea cumplida por órganos pares, la destrucc
de ellos (por ejemplo, la pérdida de uno de los dos ojos, de uno de los dos
uno de los dos testículos, etc.) no acarrea la subsunción de tal comportam
esta modalidad de lesiones. En estos casos, a juicio de estos autores, se co
un debilitamiento de la función orgánica en cuestión, pero de ninguna ma
desaparición de la misma. Sin embargo, a mi parecer, este planteamiento
correcto. Si bien es cierto que en la descripción típica se está refiriendo no
estructura corporal del órgano, sino también a su capacidad funcional[49]
sigue, por lo tanto, un criterio corporal-funcional–, esta capacidad debe se
en cuenta individualmente, en caso de que los órganos sean pares, pues el
está haciendo referencia a “un (solo) órgano”. Esta indicación del art. 121
importa que, en nuestro ordenamiento jurídico-penal, se protege la integri
en tanto exista el funcionamiento de cada órgano, independientemente de
cumple de manera individual o como parte de un sistema. Así, la extracció
riñón es una lesión grave, por cuanto se está eliminando totalmente la fun
de éste, aunque subsista el otro que pueda continuar desempeñando el suy
Cabe resaltar que no es necesario que la función sea deficiente, pues la ley
la mutilación de un órgano (o miembro) que cumpla determinada función

Por otro lado, la posición de BRAMONT ARIAS y PEÑA CABRE


haber sido extrapolada de la doctrina argentina, la misma que, bajo la inte
de dos preceptos ubicados dentro del rubro de las lesiones, llega a las mis
conclusiones que los citados autores. Así, teniendo en cuenta que el art. 90
argentino, por su parte, prevé como modalidad de lesiones graves a la deb
un órgano o miembro[51] y, por otro, el art. 91 del mismo cuerpo normati
prevé la pérdida de los mismos como una lesión gravísima[52], la doctrin
considera que existirá debilitamiento si uno de dos órganos pares es destru
contrario, si los dos son mutilados, entonces podrá constituirse una lesión
gravísima[53]. Con todo, en nuestro país, no tenemos siquiera una base le
llegar a tal conclusión. Siguiendo esta línea de razonamiento, cabe resalta
tampoco me parece acertada la interpretación de la doctrina argentina por
razones que he expuesto contra la tesis de BRAMONT ARIAS y PEÑA C

La ley hace referencia que el órgano o miembro objeto de la mutil


revestir el carácter de “principal”. Esta característica debe ser determinada
base de juicios valorativos, lo que trae consigo la variabilidad de este conc
doctrina y la consecuente inseguridad jurídica. Así, para determinar el car
“principal” se han sostenido diferentes criterios: que “sea funcional”[54],
vital, pero no esencial para la existencia”[55], que “sea esencial, pero no v
que implique “la imposibilidad de valerse por sí mismo o de ejecutar las f
naturales que antes ejecutaba”[57], que “depende de las creencias y valore
dominantes en cada sociedad concreta”[58], etc. Adelantando nuestra opin
que lo correcto es seguir los lineamientos de un criterio objetivo[59], en v
cual se establezca el carácter de “principal” de un determinado miembro u
con independencia de las características o profesión de la víctima. Ello, a
evitaría la dificultad de diferenciar esta modalidad delictiva con la de inca
para el trabajo.

Con todo, creo que el criterio decisivo para determinar cuándo un


miembro es principal se presenta cuando el objeto material del delito pose
“independiente y relevante actuación funcional para la salud o para el nor
desenvolvimiento del individuo”[60]. Así, son órganos principales un pie,
la lengua, etc. La destrucción de un ojo, a mi parecer, encuadra con mejo
supuesto de desfiguración grave, pues la descripción del tipo de lesiones g
obliga a considerar la pérdida de un órgano dentro de la modalidad de mu
con excepción de aquella pérdida de órganos que impliquen desfiguración
conclusión se arriba mediante una interpretación sistemática entre las dos
modalidades en cuestión.

La pérdida de los dedos no puede ser considerada dentro de esta m


delictiva, independientemente de que pueda encuadrar en un supuesto de i
de la función, por cuanto la mano cumple la función de aprehensión. De c
forma, todos los miembros son considerados principales, sin necesidad de
cuenta el trabajo habitual del sujeto pasivo. La mutilación del antebrazo y
pierna, aunque es una separación parcial de un miembro, también está inc
esta figura.

Es irrelevante para los efectos de la tipicidad la utilización de apar


ortopédicos.

c.- Lesiones que hagan impropio para su función un miembro u órgan


principal.- En nuestro ordenamiento jurídico-penal, se ha equiparado en g
mutilación de un miembro u órgano principal con las lesiones que generen
inutilización de los mismos. A diferencia de la modalidad estudiada anteri
caracterizada por la separación o destrucción de la estructura corporal del
miembro y de su correspondiente función, en estos supuestos, no se produ
cercenamiento alguno, sino que el objeto materialmente subsiste, siendo l
que cumple la perjudicada.

Aunque algunos autores consideran que esta figura sólo queda con
cuando se produce una total incapacidad del objeto material del delito[61]
impropio para su función” significa, a mi juicio, causar un considerable m
en la capacidad funcional del miembro u órgano involucrado. De esta man
configurará esta modalidad tanto cuando la capacidad funcional es anulad
completamente como cuando se produce una seria disminución de ella[62
típica de esta modalidad, la pérdida de la movilidad de las extremidades, l
impotencia, la esterilidad[63], la disminución seria de la visión, etc. Ya he
anotado en líneas precedentes que la pérdida de los dedos de la mano pued
inmersa dentro de esta figura delictiva.

Es irrelevante para los efectos de la tipicidad el sometimiento de e


terapéuticos que hagan recuperar la función perdida o menguada.

d.- Lesiones que causan incapacidad para el trabajo.- Una cuarta moda
lesiones graves está dada por aquellas que causan en la víctima una incapa
el trabajo. Sobre lo que se entiende por el término “trabajo” no hay mayor
problemas para considerar que dicho término alude tanto al trabajo físico
trabajo intelectual. Sin embargo, existe discusión entre los diversos autore
nacionales acerca de si la ley hace referencia a todo tipo de trabajo o si, po
contrario, se refiere al trabajo habitual del sujeto. Las opiniones sobre este
están divididas. Así, BRAMONT ARIAS[64] y PEÑA CABRERA[65] se
por la primera opción[66]; mientras, BRAMONT-ARIAS TORRES/GAR
CANTIZANO[67] y VILLA STEIN[68], por la segunda.

A mi parecer, el trabajo al que alude el inc. 2 art. 121 C.P. está lim
actividad a la que habitualmente se dedica el sujeto pasivo. Esta conclusió
obligada por la existencia de la modalidad de la “invalidez” dentro de las
graves, pues una interpretación sistemática con la referida modalidad cond
ineludiblemente a considerar a que, si la invalidez supone que la víctima h
todas sus facultades físicas para valerse por sí mismo y, a la vez, ha perdid
capacidad de desarrollar casi todo tipo de actividades laborales –pues un i
también puede desempeñarse en determinadas labores–, el término “traba
puede ser otro que el desarrollado habitualmente; de lo contrario, habría u
superposición de ambas figuras delictivas con el consecuente desuso de u
Esta conclusión, aunque acorde con la construcción típica de las diferente
modalidades de las lesiones graves y teóricamente correcta, tropieza con n
dificultades en su aplicación práctica de cara al principio de proporcionali
demostrarlo, basta con un ejemplo: la fractura de dos dedos de la mano de
o de los dedos de los pies de un jugador de fútbol (siempre que no requier
treinta días de asistencia médica), podría considerarse como lesión grave,
estaría incapacitando a estos sujetos para desarrollar su trabajo habitual.

Para no tropezar con este problema, la doctrina nacional ha venido


interpretando la modalidad de la incapacidad para el trabajo como una les
característica de permanencia[69], no obstante a que la redacción del inc.
C.P. nos conduce, por su expresa indicación, a restringir la permanencia d
sólo a los casos de anomalía psíquica y de desfiguración. En la redacción
lesiones graves en el C.P. 1924 no se presentaban mayores inconvenientes
exigir que la incapacidad para el trabajo sea permanente, pues dentro del p
las lesiones graves (art. 165)[70] se hallaba el término “permanentes” lueg
descripción de las modalidades de incapacidad para el trabajo, invalidez y
enfermedad mental, lo que indicaba que dicha característica era extensible
tres referidas modalidades. La situación es, evidentemente, diferente en el
C.P., en el que, además de que el término “permanente” no está gramatica
vinculado a la incapacidad para el trabajo, la doctrina no ha precisado el t
duración de la lesión para configurar esta modalidad. Por ello, se torna, en
opinión, necesario modificar el inc. 2 art. 121 C.P. en dos sentidos. Por un
variar el término “permanente” por “permanentes” a fin de que ello sea ex
a la modalidad en estudio como a la invalidez; y, por otro, determinar exp
dentro de la descripción típica, el límite temporal mínimo para que pueda
permanente incapacidad para el trabajo. A mi juicio, bien podría consider
días como el umbral mínimo, ya que el legislador ha considerado que la g
las lesiones también puede ser determinada teniendo en cuenta el tiempo d
curación[71]; específicamente, 30 días de asistencia o descanso médico en
art. 121 C.P. Una decisión legislativa en tal sentido estaría totalmente aco
principio de fragmentariedad. Con todo, conforme aparece redactado actu
art. 121 C.P. –y específicamente su inc. 3– y sin perjuicio de una reforma
precepto, para determinar la permanencia de una lesión será preciso echar
límite de los 30 días.

Además de que el trabajo debe ser el habitualmente desarrollado p


víctima, para la configuración de esta modalidad delictiva es necesario qu
lícito[72], pues la ley no puede amparar las actividades realizadas al marg
ley. Así, no será constitutiva de lesiones graves la fractura de los dedos de
del falsificador de billetes o del terrorista encargado, dentro de la organiza
construcción de las bombas, sin perjuicio de configurar otra modalidad típ

Debido a que el fundamento de esta figura no radica en el perjuicio


económico ocasionado por la lesión ni en el beneficio patrimonial dejado
como consecuencia del delito, no son abarcadas por esta modalidad aquel
como los complejos psíquicos o las preocupaciones estéticas, que generan
sujeto pasivo la negativa de continuar con su trabajo habitual. El fundame
agravación se halla, por tanto, en la gravedad misma de la lesión, esto es,
causación de una incapacidad para el trabajo[73].

e.- Lesiones que causan invalidez.- Nuestro C.P. contempla, también, a l


dentro de las diferentes modalidades de lesiones graves. Este supuesto im
lesión que reviste mayor gravedad que la anteriormente analizada. Ya ade
líneas arriba que, sobre la base de una interpretación sistemática entre la i
para el trabajo y la invalidez, ésta última supone la incapacidad para desem
cualquier tipo de actividad laboral, además de la incapacidad de valerse p
mismo, entendida esta última como la capacidad para desempeñar normal
funciones[74]. El sujeto pasivo, como consecuencia de la lesión, deberá a
ayuda de terceras personas o de artefactos mecánicos para el desempeño d
mismas. De esta manera, podrán ser incluidas en esta figura aquellas lesio
causen hemiplejía o parálisis general.

f.- Lesiones que causan anomalía psíquica permanente.- El C.P. vigen


mejor criterio que el C.P. 1924, ha incorporado, dentro de las lesiones gra
agresiones que causan en el sujeto pasivo una anomalía psíquica permane
165 C.P. derogado hacía referencia a la enfermedad mental generada por u
y, en consecuencia, el tenor literal de dicho dispositivo impedía la inclusió
anomalías psíquicas que no eran consideradas por la Psiquiatría como enf
mentales. Anomalía psíquica, a la que se refiere el art. 121 C.P., supone to
alteración negativa en el funcionamiento de las facultades psicológicas de
Importa, por consiguiente, tanto las alteraciones de origen patológico (enf
como las que no tienen dicho origen.

Para los efectos de la tipicidad de esta modalidad, la anomalía psíq


poseer la característica de permanente, esto es, que debe tener una conside
duración en el tiempo. No es necesario que sea incurable, sino sólo durabl
esto, el Código no ha determinado expresamente qué duración debe tener
psíquica para tratarse de una lesión de carácter permanente. Por ello, a mi
debido a la sola referencia a la permanencia de la lesión, la previsión del i
121 C.P. que ha efectuado el legislador –con la indicación de treinta o má
asistencia facultativa o descanso médico–, conduce, con mejores resultado
inaplicabilidad de esta modalidad. Con la frase “cualquier otro daño en la
mental” se estaría abarcando a toda alteración producida en la psiquis de l
En la práctica, la operatividad de “cualquier otro daño en la salud mental”
inc. 3 C.P.) traería consigo menos problemas de aplicación que la modalid
estudio, no sólo porque, simplemente, toda lesión a la salud mental abarqu
cualquier clase de anomalía psíquica[75], sino porque, además, se estable
temporal mínimo de duración de la lesión (30 días), favoreciendo de esa m
seguridad jurídica y al principio de fragmentariedad que debe regir toda in
punitiva.

g.- Lesiones que causan desfiguración grave y permanente.- Otra mod


lesión grave contemplado por nuestro C.P. es la desfiguración. A diferenc
textos de nuestro entorno cultural –como el argentino[76]–, el nuestro no
la desfiguración del rostro. Esta característica ha llevado a la doctrina nac
considerar que la desfiguración no sólo tiene como objeto las lesiones pro
esta parte del cuerpo con la intención de cambiar su armonía, sino que se
cualquier parte de la integridad corporal[77]. Esta es la posición que estim
Pues si el legislador hubiese estimado correcto incluir sólo a la deformaci
dentro de esta modalidad de lesiones, habría procedido de la misma mane
han hecho otras legislaciones, es decir, consagrándolo expresamente. Por
el significado filológico de “desfigurar” coincide con “cambiar la figura”,
evidentemente, se extiende a cualquier parte del cuerpo, con la condición
modifique la figura humana. Estas dos razones son suficientes para fundam
interpretación que ha venido realizando la doctrina peruana, y ya no sería
echar mano al argumento, válido también, de que la deformación de algun
de la integridad física puede equipararse valorativamente a una desfigurac
rostro.

Con todo, la delimitación de esta modalidad de lesión grave requie


valoración estética, debiendo tenerse en cuenta las particulares de la víctim
raza, sexo, etc.). Así, por desfiguración debe entenderse todo daño en la in
corporal que afecte la armonía del cuerpo de un modo anormal o no conve
bien en reposo o bien en movimiento. La determinación de dicha afectació
valorarse desde un punto de vista objetivo (objetivamente armónica) y no
necesario que ésta cause desagrado o repugnancia[78]. Sin embargo, es ne
que sea visible[79]. Las consecuencias traumáticas para el bienestar psico
sujeto pasivo son irrelevantes para la apreciación de esta modalidad.

El precepto establece dos características de la desfiguración: la gra


permanencia. Por grave debe entenderse la afectación profunda de la sime
cuerpo humano. Una cicatriz en el rostro dejada por el uso de una navaja n
suficiente para afirmar una desfiguración; es indispensable algo más: la al
la armonía (un corte que comprometa al párpado de tal manera que la sutu
permita que éste cubra totalmente el ojo)[80]. Permanente es toda lesión q
una duración más o menos prolongada. El legislador, al igual con las otras
modalidades estudiadas, utiliza el adjetivo “permanente” sin establecer el
mínimo de tiempo, ocasionando problemas para su determinación. Con to
entender, la permanencia, por las razones antes expuestas, debe entenders
duración mínima de 30 días.

Finalmente, para la configuración de la desfiguración no juega nin


la posibilidad de que la lesión pueda ser reparada mediante intervenciones
quirúrgicas o la utilización de prótesis[81].

h.- Lesiones que infieren cualquier otro daño a la integridad corporal


salud física o mental de una persona que requieran treinta o más días
asistencia o descanso, según prescripción facultativa.- La imposibilida
toda la gama de modalidades de lesiones presentes en la realidad ha llevad
legislador a optar por establecer una cláusula general, en virtud de la cual
abarcarse otras conductas materialmente similares. En este sentido, como
anotamos en líneas anteriores, se ha seguido el criterio del tiempo de asist
médica o descanso que requieren las lesiones inferidas, basándose, probab
en la idea de que la gravedad de las mismas es, en gran parte, medible por
que requiere la recuperación de la víctima[82].

5.- Tipo subjetivo.- Para la configuración de las diferentes modalidades d


graves previstas en el art. 121 C.P. es necesario que el agente actúe con do
bien, partiendo de la literalidad del precepto que prevé las diferentes mod
lesiones graves, se concluye que para su configuración subjetiva es indife
sean realizadas con dolo directo, dolo indirecto o dolo eventual. No obstan
apariencia pacífica del tema, en doctrina se analizan básicamente dos pun
primer lugar, la cuestión de si es exigible un dolo indeterminado de lesion
el contrario, se requiere un dolo específico; y, en segundo lugar, si la difer
existente entre el dolo de matar (animus necandi) y el dolo de lesionar (an
laedendi) es de orden cualitativo o cuantitativo.

Un sector de la doctrina considera que para la existencia de un del


lesiones graves es suficiente un dolo indeterminado de lesionar[83]. Segú
razonamiento, no interesa, para efectos de la tipicidad subjetiva, que el au
tal o cual finalidad (es irrelevante si quiso inferir lesiones que requieran m
treinta días de asistencia o descanso, o si quiso causar la desfiguración de
basta que tenga intención de dañar gravemente la salud o la integridad físi
otro lado, otros autores sostienen que es siempre necesario que el agente p
finalidad determinada, esto es, que quiera inferir una lesión específica (o b
intención de causar lesiones que requieran más de treinta días de asistenci
descanso o bien quiere desfigurar)[84]. A mi juicio, es inaceptable la prim
posiciones. Admitir tal conclusión (tesis del dolo indeterminado) supondr
evidentemente, vulnerar el principio de culpabilidad y, en consecuencia, d
la proscripción de la responsabilidad objetiva, prevista, en nuestro ordena
jurídico-penal, en el art. VII T.P.C.P. Ello sin contar que dicha posición te
consecuencia obligada la atribución de resultados producidos por azar. Cr
estas consideraciones, que el animus laedendi siempre debe estar referido
lesión específica.

En cuanto a la discusión presente en la doctrina acerca de la relaci


entre el dolo de matar y el dolo de lesionar, quienes se adhieren a la tesis d
exclusión han dicho que entre ambos existe una diferencia cualitativa, lo q
afirmar que mientras el primero consiste, básicamente, en la mera intenció
causar la muerte, el segundo importa una intención de lesionar sin causar
muerte[85]. Según esta teoría, ambos elementos subjetivos se excluyen
recíprocamente.
Por su parte, quienes se decantan por la tesis de la unidad sostiene
el animus necandi y el animus laedendi sólo existe una diferencia cualitat
manera, el dolo de matar equivaldría a un dolo de lesionar más intenso, to
así como, desde el punto de vista del tipo objetivo, es impensable causar l
sin unas lesiones previas, entre ambos momentos internos se estructura un
de continuidad[86]. Esta es, a mi parecer, la tesis correcta. De lo contrario
de optar por la teoría de la exclusión, se tendría que dejar impunes a las le
producidas en supuestos de desistimiento de un asesinato[87]. Por ello, es
dogmáticamente correcto, en caso de duda, calificar de lesiones graves, po
el hecho de haber efectuado, con la no probada en juicio pero existente in
matar, un disparo hacia el corazón, que fue desviado por la estructura ósea
torácica, colocando a la víctima en un peligro inminente para su vida por
hemorragia interna sobrevenida.

La teoría de la unidad, que aparece, a todas luces, como dogmática


acertada, halla apoyo legal en la regulación que brinda el C.P. en su art. 1
desistimiento cuando prescribe que “si el agente desiste voluntariamente
proseguir los actos de ejecución del delito o impide que se produzca el re
será penado sólo cuando los actos practicados constituyen por sí otros de

NOTAS:

[1] En esta línea, BUSTOS RAMÍREZ, JUAN, Manual de Derecho Penal, Parte Es
Barcelona, 1991, pp. 56-57; BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, IGNACIO, Delitos
salud personal: las lesiones, en Temas de Derecho Penal, Lima , 1993, 167-168; CAR
MATEU, J.C./GONZÁLEZ CUSSAC, J.L., en VIVES ANTÓN/BOIX REIG/ORTS
BERENGUER/CARBONELL MATEU/GONZÁLEZ CUSSAC, Derecho Penal, Part
Valencia, 1996, pp. 116; GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL
(Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO
NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte E
Madrid, 1996, pp. 140; TAMARIT SUMALLA, JOSÉ MARÍA, en QUINTERO OLIV
(Dir.)/MORALES PRATS/VALLE MUÑIZ/PRATS CANUT/TAMARIT SUMALLA
ALBERO, Comentarios a la Parte Especial del Código Penal, Pamplona, 1996, pp. 82
PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, T. I, Lima, 199
BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA D
CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, Lima, 1998, pp. 97-99. Vid., as
SCS del 15 de Agosto del 2000, en ROJAS VARGAS, FIDEL, Jurisprudencia penal y
penal, T. I, Lima, 2002, pp. 451-455. Sostiene que se protege la integridad física y men
personas, QUERALT JIMÉNEZ, JOAN J., Derecho Penal español, Parte Especial, B
1996, pp. 57. En Argentina, siguen una opinión semejante al sostener que el bien jurídi
incolumidad material de la persona, en su doble aspecto físico y psíquico, NUÑEZ,
RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, T. III, Buenos Aires, 1961, pp.
CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, T. I, Buenos Aires, 1990, pp. 79.
[2] En este sentido, ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal peruano, Parte Especial
1986, pp. 300 y 304; VILLA STEIN, JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, T. I-A,
pp. 185. En la doctrina española, BAJO FERNÁNDEZ, MIGUEL, Manual de Derecho
Especial, Madrid, 1989, pp. 172; RODRÍGUEZ DEVESA, JOSÉ MARÍA/SERRANO
ALFONSO, Derecho Penal español, Parte Especial, Madrid, 1994, pp. 132; MUÑOZ
FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, Valencia, 1996, pp. 97; SERRANO GÓ
ALFONSO, Derecho Penal, Parte Especial, T. I, Madrid, 1996, pp. 118. Considera qu
jurídico protegido es la integridad y la salud personales, DÍEZ RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS
de lesiones, Valencia, 1997, pp. 22 y 25. Vid., también, la SCS del 7 de Setiembre del
ROJAS VARGAS, FIDEL, Jurisprudencia penal y procesal penal, cit., I, pp. 456.
[3] Vid., en este sentido, PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Pa
cit., I, pp. 242; CARBONELL MATEU, J.C./GONZÁLEZ CUSSAC, J.L., en VIVES
ANTÓN/BOIX REIG/ORTS BERENGUER/CARBONELL MATEU/GONZÁLEZ
CUSSAC, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 129; GONZÁLEZ RUS, JUAN JO
DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEV
NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte E
I, pp. 140; TAMARIT SUMALLA, JOSÉ MARÍA, en QUINTERO OLIVARES (Dir.
PRATS/VALLE MUÑIZ/PRATS CANUT/TAMARIT SUMALLA/GARCÍA
ALBERO, Comentarios a la Parte Especial del Código Penal, cit., pp. 82; BRAMON
TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA DEL CARMEN, Man
Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 98.
[4] En España, la discusión se centra en la previsión de la deformidad del antiguo ar
art. 149 del C.P. español de 1995.
[5] Cfr., en este sentido, PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Pa
cit., I, pp. 240; BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZA
DEL CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 98.
[6] El legislador peruano ha procedido correctamente al referirse al “titular del bien
el art. 20 inc. 10 C.P., pues, en estos casos, es imposible hablar de sujeto pasivo, víctim
como lo hacen algunos autores. Vid. al respecto, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Der
T. I, Buenos Aires, 1939, pp. 567 (ofendido); CUELLO CALÓN, EUGENIO, Derecho
General, México D.F, 1970, reimp., pp. 352 (ofendido); STRATENWERTH, GÜNTE
Penal, Parte General, T. I, trad. de Gladys Romero, Madrid, 1982, pp. 125 (lesionado)
CARLOS, Derecho Penal, Parte General, Buenos Aires, 1994, pp. 310 (ofendido); RO
DEVESA, JOSÉ MARÍA/SERRANO GÓMEZ, ALFONSO, Derecho Penal español,
General, Madrid, 1994, pp. 506 (ofendido); VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, FERNAND
Penal, Parte General, Santa Fe de Bogotá, 1995, pp. 381 (sujeto pasivo); COBO DEL
MANUEL/VIVES ANTÓN, TOMÁS, Derecho Penal, Parte General, Valencia, 1996
(sujeto pasivo), MIR PUIG, SANTIAGO, Derecho Penal, Parte General, Barcelona, 1
(víctima).
[7] En la doctrina alemana, WESSELS, JOHANNES, Derecho Penal, Parte Genera
Conrado A. Finzi, Buenos Aires, 1980, pp. 98 y ss.; STRATENWERTH, GÜNTER, D
Penal, Parte General, cit., I, pp. 125 y ss; JESCHECK, HANS-HEINRICH, Tratado d
Penal, Parte General, trad. de José Luis Manzanares Samaniego, Granada, 1993, pp. 3
España, CEREZO MIR, JOSÉ, Curso de Derecho Penal español, Parte General, T. II
1990, pp. 80-86; RODRÍGUEZ DEVESA, JOSÉ MARÍA/SERRANO GÓMEZ,
ALFONSO, Derecho Penal español, Parte General, cit., pp. 506-507; CASAS BARQ
ENRIQUE, La importancia del consentimiento en la teoría general del delito, en Mate
Enseñanza, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1995, pp. 334 y ss.; QU
OLIVARES, GONZALO, Curso de Derecho Penal, Parte General, Barcelona, 1996,
aunque considerándolo, en el aspecto justificante, como presupuesto del ejercicio legít
derecho; COBO DEL ROSAL, MANUEL/VIVES ANTÓN, TOMÁS, Derecho Penal
General, cit., 451-452, como justificante, operando como presupuesto del ejercicio leg
derecho; MUÑOZ CONDE, FRANCISCO/GARCÍA ARÁN, MERCEDES, Derecho P
General, Valencia, 1998, pp. 383. En Chile, COUSIÑO MC IVER, LUIS, Derecho Pe
T. II, Santiago de Chile, 1979, pp. 512 y ss.; CURY URZÚA, ENRIQUE, Derecho Pe
General, T. I, Santiago de Chile, 1982, pp. 321. En la doctrina nacional, VILLAVICEN
TERREROS, FELIPE, Lecciones de Derecho Penal, Parte General, Lima, 1990, pp. 1
CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte General, Lima, 1995, pp. 384-3
BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Parte Ge
2000, pp. 227.
[8] Cfr. DE VICENTE REMESAL, JAVIER, Consentimiento y acuerdo: ¿causa de
la ticipidad o de la antijuridicidad?, en Problemas actuales de la teoría del delito, Sant
Puig/Diego-Manuel Luzón Peña (Dirs.), Madrid, 1999, pp. 127-128; ROXIN, CLAUS
Penal, Parte General, T. I, Madrid, 1997, pp. 517; BACIGALUPO, ENRIQUE, Princ
Derecho Penal, Madrid, 1997, pp. 200.
[9] En este sentido, JIMÉNEZ DE ASÚA, LUIS, Tratado de Derecho Penal, T. IV,
Aires, 1952, pp. 579 y 595; GÓMEZ BENÍTEZ, JOSÉ MANUEL, Teoría jurídica del
Madrid, 1998, pp. 421 y 422; MAURACH, REINHART/ZIPF, HEINZ, Derecho Pena
General, T. I, trad. de Jorge Bofill Genzsch y Enrique Aimone Gibson, Buenos Aires,
286; MAIWALD, MANFRED, El consentimiento del lesionado en el Derecho y en la
penal alemanas, en Justificación y exculpación en Derecho Penal (Coloquio Hispano-A
Derecho Penal), Albin Eser/Enrique Gimbernat/Walter Perron (Edits.), Madrid, 1995,
LUZÓN PEÑA, DIEGO-MANUEL, Curso de Derecho Penal, Parte General, T. I, Ma
pp. 567-568; el mismo, Causas de atipicidad y causas de justificación, en Causas de ju
de atipicidad en Derecho Penal, Diego-Manuel Luzón Peña/Santiago Mir Puig (Coords
1995, pp. 30-31; ROXIN, CLAUS, Derecho Penal, Parte General, cit., pp. 517 y ss.;
BACIGALUPO, ENRIQUE, Principios de Derecho Penal, cit., pp. 201 y ss.; el mismo
consentimiento del lesionado en el Derecho y en la dogmática penal españoles, en Jus
exculpación en Derecho Penal (Coloquio Hispano-Alemán de Derecho Penal), Albin E
Gimbernat/Walter Perron (Edits.), Madrid, 1995, pp. 109 y ss.; DE VICENTE REMES
JAVIER, Consentimiento y acuerdo: ¿causa de exclusión de la ticipidad o de la antiju
cit., pp. 149-153.
[10] Considera que, en el ámbito de los delitos patrimoniales, se requiere la capacid
civil, MAIWALD, MANFRED, El consentimiento del lesionado en el Derecho y en la
penal alemanas, cit., pp. 135.
[11] JIMÉNEZ DE ASÚA, LUIS, Tratado de Derecho Penal, cit., IV, pp. 597, sost
los casos en que la ley guarde silencio respecto a la edad mínima para consentir, deber
criterio de la imputabilidad, que, en nuestro Derecho Penal, es de dieciocho años.
[12] Este es el parecer de la doctrina moderna; vid., en este sentido, WESSELS,
JOHANNES, Derecho Penal, Parte General, cit., pp. 103; JESCHECK, HANS-
HEINRICH, Tratado de Derecho Penal, Parte General, cit., pp. 343; MAURACH,
REINHART/ZIPF, HEINZ, Derecho Penal, Parte General, cit., I, pp. 298; CASAS BA
ENRIQUE, La importancia del consentimiento en la teoría general del delito, cit., pp.
PUIG, SANTIAGO, Derecho Penal, Parte General, cit., pp. 526; ROXIN, CLAUS, D
Penal, Parte General, cit., I, pp. 532-533.
[13] Así, JESCHECK, HANS-HEINRICH, Tratado de Derecho Penal, Parte Gene
344; MAURACH, REINHART/ZIPF, HEINZ, Derecho Penal, Parte General, cit., I, p
En contra, MIR PUIG, SANTIAGO, Derecho Penal, Parte General, cit., pp. 524. Sost
los delitos culposos, es suficiente que el consentimiento recaiga sólo sobre la acción co
deber de cuidado, BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, IGNACIO, El consentimient
lesiones, en Temas de Derecho Penal, Lima, 1993, pp. 235.
[14] Sobre esta cuestión, ampliamente, ROXIN, CLAUS, Derecho Penal, Parte Ge
pp. 544-552.
[15] Es necesario anotar que, en la doctrina española, la discusión del consentimient
lesiones está influenciada por la regulación que recibe esta institución en el nuevo Cód
Por esta razón, la relevancia o irrelevancia que le concedan los autores españoles al co
en las lesiones no puede seguirse acríticamente, pues en nuestro C.P. no existe regulac
[16] De esta manera, GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL
(Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO
NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte E
I, pp. 141.
[17] Sobre esto, el argumento de Quintano Ripollés, cfr. BAJO FERNÁNDEZ,
MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 156.
[18] A favor de esta tesis, PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, P
Especial, cit., I, pp. 248; VILLA STEIN, JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit
190. También, aunque desde la perspectiva española que, como ya señalamos, es susta
distinta a la nuestra, BAJO FERNÁNDEZ, MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Part
cit., pp. 158; GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMO
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 141; MUÑ
CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 103.
[19] BRAMONT-ARIAS, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA DE
CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 100-101.
[20] Esto es lo que, en la doctrina, se le ha denominado el “dogma causal”. Al respe
MARTÍNEZ ESCAMILLA, MARGARITA, La imputación objetiva del resultado, Ma
pp. 4-11.
[21] En contra, BAJO FERNÁNDEZ, MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Parte
pp. 164, para quien el resultado negativo es suficiente para admitir la tipicidad de lesio
independientemente de su carácter antijurídico o la culpabilidad del autor.
[22] Así, GÓMEZ BENÍTEZ, JOSÉ MANUEL, Teoría jurídica del delito, cit., pp.
[23] La cirugía transexual, si bien es cierto que podría tener consecuencias favorabl
psíquica de quien se somete a dicha intervención, también pueden darse casos de herm
en los que es necesario un cambio de sexo por indicación médica sin que ello repercuta
favorablemente en un bienestar del paciente.
Otras cuestiones a resolver en los casos de cirugía transexual se presentan en torno a
personas pueden ser sujetos pasivos de un delito de violación. Aceptando esta posibilid
doctrina nacional, únicamente, VÁSQUEZ SHIMAJUKO, CARLOS SHIKARA, El d
violación en el Código Penal peruano: apuntes acerca del acto sexual, acto sexual aná
violencia y la amenaza típicas, en Normas Legales, T. 292, Setiembre-2000, Trujillo, 2
18 – B-19.
[24] Cfr. GONZÁLEZ RUS, JOSÉ MANUEL, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CAR
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, 147-148. En e
también, TAMARIT SUMALLA, JOSÉ MARÍA, en QUINTERO OLIVARES (Dir.)/M
PRATS/VALLE MUÑIZ/PRATS CANUT/TAMARIT SUMALLA/GARCÍA
ALBERO, Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., pp. 106.
[25] De esta opinión, PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte
I, pp. 253. En la doctrina española, de esta opinión, CARBONELL MATEU, J.C./GON
CUSSAC, J.L., en VIVES ANTÓN/BOIX REIG/ORTS BERENGUER/CARBONELL
MATEU/GONZÁLEZ CUSSAC, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 129 y 131;
RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁL
RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, C
Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 150. Cabe resaltar que, en España, e
está obligada por la regulación legal que establece la irrelevancia del consentimiento e
[26] Esta conclusión viene obligada por la disposición normativa expresa de que, en
ordenamiento jurídico, la vida no es un bien jurídico de libre disposición (art. 112 C.P.
[27] Cfr. GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMO
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 150.
[28] Así, BAJO FERNÁNDEZ, MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Parte Espec
167.
[29] MUÑOZ CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit, pp. 106.
[30] ZAFFARONI, EUGENIO RAÚL, Manual de Derecho Penal, Parte General, T
1986, pp. 470-471; PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Espe
pp. 255-256.
[31] Sostiene que la solución no debe basarse en un criterio único y excluyente, sino
combinación de los diversos criterios enunciados, GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en
ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/PO
NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte E
I, pp. 151.
[32] En contra, BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, IGNACIO, El consentimient
lesiones, cit., pp. 244-245.
[33] En este sentido, FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal
Especial, T. IV, Buenos Aires, 1965, pp. 258; ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal p
Especial, cit., I, pp. 301; BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, T. II, L
pp. 37.
[34] De esta manera, FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal
Especial, cit. IV, pp. 258; BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., I
[35] Así, entre otros, CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp.
[36] NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, cit., III, pp. 18
punto de vista de la salud como único bien jurídico, BRAMONT-ARIAS TORRES, LU
ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA DEL CARMEN, Manual de Derecho P
Especial, cit., pp. 98.
[37] FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal, Parte Especial,
258; ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal peruano, Parte Especial, cit., I, pp. 301; B
ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 37.
[38] Esta es la opinión de CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I
[39] Es necesario mencionar que en la conducta de corregir, mediante un golpe, el ta
alguien que lo tiene desviado faltará ya la tipicidad de la desfiguración. Y en muchos c
cirugías realizadas en contra de la voluntad del intervenido se daría esta misma situació
por ejemplo, en eliminar, mediante cirugía, una cicatriz dejada en el brazo por una que
no habría un delito de lesiones, porque no se estaría afectando la integridad física.
[40] En este sentido, FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal
Especial, cit., IV, pp. 260; MEZGER, EDMUND, Derecho Penal, Parte Especial, trad
A. Finzi, Buenos Aires. 1959, pp. 72; ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal peruano,
Especial, cit., I, pp. 302; BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II
CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 82.
[41] La previsión de una “grave enfermedad” en el C.P. español de 1995 como mod
delito de lesiones hace posible considerar a la transmisión del VIH como conducta típi
GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 167; MUÑ
CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 113; QUERALT JIM
JOAN J., Derecho Penal español, Parte Especial, cit., pp. 78; TAMARIT SUMALLA
MARÍA, en QUINTERO OLIVARES (Dir.)/MORALES PRATS/VALLE MUÑIZ/PR
CANUT/TAMARIT SUMALLA/GARCÍA ALBERO, Comentarios a la Parte Especi
Derecho Penal, cit, pp. 85; DÍEZ RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS, Los delitos de lesiones, cit
Asimismo, se ha manifestado en este sentido el Tribunal Supremo español en su senten
Noviembre de 1991. Acerca de los problemas de tipicidad del contagio de SIDA en nu
vid. VÁSQUEZ SHIMAJUKO, CARLOS SHIKARA, Responsabilidad penal por tran
VIH: Problemas de ubicación típica, tesis de licenciatura, Universidad Privada Anteno
Trujillo, 2002.
[42] CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 81.
[43] De esta manera, FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal
Especial, cit., IV, pp. 260; ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal peruano, Parte Espe
pp. 302; BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 38. En cont
RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, cit., III, pp. 188. Sostiene que e
ser considerado una lesión si tiene consecuencias en la estructura corporal de la víctim
EDMUND, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 71.
[44] Vid. GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho Penal, T. II, Buenos Aires, 193
FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., IV
MEZGER, EDMUND, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 74; NUÑEZ, RICARD
Penal argentino, Parte Especial, cit., III, pp. 210-211; CREUS, CARLOS, Derecho Pe
Especial, cit., I, pp. 90; BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II,
CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 259; VILLA
JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I-A, pp. 192.
[45] En contra, GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CA
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 165, quien
que miembro es “toda parte del cuerpo dotada de funciones propias y no sólo las extrem
unidas al tronco”. Bajo este pensamiento, el pene también sería considerado un miemb
que por miembro debe entenderse a “la parte corporal diferenciada que es susceptible,
del órgano, de directa percepción visual como algo claramente delimitado del tronco”,
RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS, Los delitos de lesiones, cit., pp. 88.
[46] Vid., en Argentina, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho Penal, cit., II, pp
FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., IV
NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, cit., III, pp. 206-207;
CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 86. En España, RODRÍGUEZ DE
JOSÉ MARÍA/SERRANO GÓMEZ, ALFONSO, Derecho Penal español, Parte Espe
134. En Perú, BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 45; PE
CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 261. Esta e
posición de DÍEZ RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS, Los delitos de lesiones, cit., pp. 91.
[47] BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 45.
[48] PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I,
[49] Esto significa que, en estos casos, la integridad física se protege en la medida d
órganos cumplan su función. Si ya no la cumplen, su extracción contra la voluntad del
sería típica de lesiones, aunque sí de coacciones.
[50] Aunque no muy clara, ésta parece ser la opinión de VILLA STEIN, JAVIER, D
Penal, Parte Especial, cit., I-A, pp. 192. En la doctrina española, MUÑOZ CONDE,
FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 112.
[51] El art. 90 C.P. argentino establece: “Se impondrá reclusión o prisión de uno a s
lesión produjera una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un órgano,
miembro o de una dificultad permanente de la palabra o si hubiera puesto en peligro la
ofendido, le hubiera inutilizado para el trabajo por más de un mes o le hubiera causado
deformidad permanente en el rostro”.
[52] El art. 91 C.P. argentino prescribe: “Se impondrá reclusión o prisión de tres a d
lesión produjera una enfermedad mental o corporal, cierta o probablemente incurable,
permanente para el trabajo, la pérdida de un sentido, de un órgano, de un miembro, del
órgano o miembro, de la palabra o de la capacidad de engendrar o concebir”.
[53] Vid., al respecto, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho Penal, cit., II, pp.
FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., IV
NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, cit., III, pp. 206-207;
CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 86. En España, sigue esta línea, Q
JIMÉNEZ, JOAN J., Derecho Penal español, Parte Especial, cit., pp. 78.
[54] BUSTOS RAMÍREZ, JUAN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., p
BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA D
CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 104.
[55] GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 165.
[56] MUÑOZ CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit, pp. 112.
[57] BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 46.
[58] TAMARIT SUMALLA, JOSÉ MARÍA, en QUINTERO OLIVARES (Dir.)/M
PRATS/VALLE MUÑIZ/PRATS CANUT/TAMARIT SUMALLA/GARCÍA
ALBERO, Comentarios a la Parte Especial del Derecho Penal, cit., pp. 95.
[59] Sostiene un criterio objetivo, QUERALT JIMÉNEZ, JOAN J., Derecho Penal
Parte Especial, cit., pp. 76.
[60] Esta es la posición del Tribunal Supremo español plasmada en su sentencia del
de 1989, cfr. GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMO
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 165. En P
esta tesis, PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit.,
[61] Así, RODRÍGUEZ DEVESA, JOSÉ MARÍA/SERRANO GÓMEZ, ALFONSO
Penal español, Parte Especial, cit., pp. 133; GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, COBO
(Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO
NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte E
I, pp. 165.
[62] En este sentido, PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte
I, pp. 262; SERRANO GÓMEZ, ALFONSO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, p
RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS, Los delitos de lesiones, cit., pp. 91.
[63] MUÑÓZ CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 112
[64] BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 48.
[65] PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I,
[66] En la doctrina argentina, se inclinan a favor de esta opción, GÓMEZ, EUSEBI
Derecho Penal, cit., II, pp. 179, NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte
cit., III, pp. 213. Aunque contradictorio, también puede considerarse a CREUS, CARL
Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 88. Adopta un criterio mixto, dependiendo si la víctim
ocupación habitual, FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal, Pa
cit., IV, pp. 273.
[67] BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, M
CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 104.
[68] VILLA STEIN, JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I-A, pp. 193.
[69] Vid. PEÑA CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, ci
BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA D
CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 104; VILLA STEIN,
JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I-A, pp. 193.
[70] Art. 165: Se impondrá penitenciaría no mayor de diez años, o prisión no mayor
años ni menor de seis meses:
1.- Al que, intencionalmente, infiriere una herida a una persona de manera que pusie
su vida;
2.- Al que, intencionalmente, mutilare el cuerpo de una persona, uno de sus miembr
importantes o hiciere impropio para su función uno de sus miembros u órganos import
causare a una persona incapacidad para el trabajo, invalidez o enfermedad mental perm
desfigurare a una persona de manera grave y permanente;
3.- Al que, intencionalmente, infiriere cualquier otro daño grave a la integridad corp
salud física o mental de una persona.
La pena será de penitenciaría, si la víctima hubiere muerto a consecuencia de la lesi
delincuente pudo prever este resultado.
[71] Así, VILLA STEIN, JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I-A, pp. 19
[72] En este sentido, CUELLO CALÓN, EUGENIO, Derecho Penal, Parte Especia
465; NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, cit., III, pp. 215-
BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 49, BAJO FERNÁN
MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 180; RODRÍGUEZ DE
MARÍA/SERRANO GÓMEZ, ALFONSO, Derecho Penal español, Parte Especial, ci
[73] Cfr. NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, Parte Especial, cit., III, p
[74] En este sentido, VILLA STEIN, JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit.,
BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA D
CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit, pp. 105. Sostiene que esta f
de objeto, pues su alcance ya está determinado por la incapacidad para el trabajo, PEÑ
CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 264.
[75] El inc. 2 art. 121 sólo podría tener sentido si el C.P. se hubiese referido, con res
modalidad, a una enfermedad mental en lugar de anomalía psíquica. De esta manera, la
“cualquier otro daño en la salud mental”, aunque más amplia, se reduciría, por interpre
sistemática, a las lesiones que causaran cualquier tipo de anomalía psíquica.
[76] Vid., en la doctrina argentina, GÓMEZ, EUGENIO, Tratado de Derecho Pena
183-187; FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual de Derecho Penal, Parte Especi
pp. 274-278; NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, cit. III, pp. 217-220; CR
CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 89.
[77] Vid. ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal peruano, Parte Especial, cit., I, pp
BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 51; PEÑA CABRER
RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 265; VILLA STEIN,
JAVIER, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I-A, pp. 193-194; BRAMONT-ARIAS T
LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZANO, MARÍA DEL CARMEN, Manual de Dere
Parte Especial, cit., pp. 105. La doctrina española está condicionada por el término “de
vid. CUELLO CALÓN, EUGENIO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 467; B
FERNÁNDEZ, MIGUEL, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 181; GO
RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁL
RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, C
Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 166, MUÑOZ CONDE, FRANCISC
Penal, Parte Especial, cit., pp. 112, QUERALT JIMÉNEZ, JOAN J., Derecho Penal e
Especial, cit., pp. 76.
[78] De esta opinión, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho Penal, cit., II, pp. 1
RICARDO, Derecho Penal argentino, cit., III, pp. 219; FONTÁN BALESTRA, CAR
de Derecho Penal, Parte Especial, cit., IV, pp. 275; CREUS, CARLOS, Derecho Pena
Especial, cit., I, pp. 89. En contra, ROY FREYRE, LUIS, Derecho Penal peruano, Pa
cit., I, pp. 315; BRAMONT-ARIAS TORRES, LUIS ALBERTO/GARCÍA CANTIZA
DEL CARMEN, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 105.
[79] En contra, GONZÁLEZ RUS, JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CA
SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/POR
CONTRERAS, Curso de Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 166.
[80] En este sentido, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho Penal, cit., II, pp. 1
RICARDO, Derecho Penal argentino, cit., III, pp. 219. Así, también, vid. la SCS del 1
Noviembre de 1996, en ROJAS VARGAS, FIDEL, Jurisprudencia penal, cit., I, pp. 3
Excluyendo otros receptores sensoriales, como el tacto, DÍEZ RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS
de lesiones, cit., pp. 106.
[81] Este es criterio casi unánime; vid. FONTÁN BALESTRA, CARLOS, Manual
Penal, Parte Especial, cit., IV, pp. 278; BRAMONT ARIAS, LUIS, Temas de Derech
II, pp. 52; CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 90; GONZÁL
JUAN JOSÉ, en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ
RUS/MORILLAS CUEVA/POLAINO NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, C
Derecho Penal español, Parte Especial, cit., I, pp. 166; QUERALT JIMÉNEZ, JOAN
Penal español, Parte Especial, cit., pp. 77.
[82] Vid. nota Nº 71.
[83] En este sentido, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho Penal, cit., II, pp. 1
CABRERA, RAÚL, Tratado de Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 244. Tambi
QUERALT JIMÉNEZ, JOAN J., Derecho Penal español, Parte Especial, cit., pp. 71.
[84] De esta opinión, BAJO FERNÁNDEZ, MIGUEL, Manual de Derecho Penal,
Especial, cit., pp. 182-183; RODRÍGUEZ DEVESA, JOSÉ MARÍA/SERRANO GÓM
ALFONSO, Derecho Penal español, Parte Especial, cit., pp. 153; GONZÁLEZ RUS,
en COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILL
CUEVA/POLAINO NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Pe
Parte Especial, cit., I, pp. 155; MUÑOZ CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Par
cit., pp. 113-114; DÍEZ RIPOLLÉS, JOSÉ LUIS, Los delitos de lesiones, cit., pp. 111.
también, CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 84-85.
[85] Defienden la tesis de la exclusión, GÓMEZ, EUSEBIO, Tratado de Derecho P
pp. 155; CUELLO CALÓN, EUGENIO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., I, pp. 38
NUÑEZ, RICARDO, Derecho Penal argentino, cit., III, pp. 192; ROY FREYRE, LUI
Penal peruano, Parte Especial, cit., I, pp. 307; CREUS, CARLOS, Derecho Penal, Pa
cit., I, pp. 84; GANZENMÜLLER, CARLOS/ESCUDERO, JOSÉ FRANCISCO/FRIG
JOAQUÍN, Homicidio y asesinato, Barcelona, 1996, pp. 45; GONZÁLEZ RUS, JUAN
COBO DEL ROSAL (Dir.)/CARMONA SALGADO/GONZÁLEZ RUS/MORILLAS
CUEVA/POLAINO NAVARRETE/PORTILLA CONTRERAS, Curso de Derecho Pe
Parte Especial, cit., I, pp. 53 y 155-156. Aparentemente, BRAMONT ARIAS, LUIS
ALBERTO, Temas de Derecho Penal, cit., II, pp. 41-42. Esta también ha sido la orien
Corte Suprema en algunas sentencias; vid. la SCS del 24 de Setiembre de 1997, en RO
VARGAS, FIDEL, Jurisprudencia penal, cit., I, pp. 309-311; SCS del 6 de Mayo de 1
Diálogo con la Jurisprudencia, Año 6, Nº 23, Lima, 2000.
[86] Así, BAJO FERNÁNDEZ, MIGUEL, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp.
MUÑOZ CONDE, FRANCISCO, Derecho Penal, Parte Especial, cit., pp. 115; MAPE
CAFFARENA, BORJA, Entre el homicidio y las lesiones, en RPCP, T. V, Año III, Lim
220-224.
[87] Piénsese, por ejemplo, en un sujeto que alevosamente le administra un veneno
enemigo (asesinato por alevosía) y luego, arrepentido de su proceder, lo conduce a un
donde, no obstante salvarle la vida, permanecen las lesiones producidas por la acción c
sustancia administrada. De acuerdo a la tesis de la exclusión, el sujeto no respondería n
tentativa de asesinato –debido a los efectos del desistimiento– ni por lesiones –pues ac
con animus necandi y no con intención de lesionar–.

(*) Abogado. Profesor de Derecho Penal en la Universidad de Chiclayo


E-mail: carlos_shikara@hotmail.com; shikara-vash@hotmail.com

http://www.derechoycambiosocial.com/rjc/Revista12/lesiones.htm

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