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ESTUDIOS BÍBLICOS

SOBRE EL LIBRO

DEL PROFETA HAGEO

Por Pedro PUIGVERT

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INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS PROFETAS POSTEXÍLICOS

1. CRONOLOGÍA DEL PERÍODO POSTEXÍLICO

Esdras 1-4 536-520 a. C. Primer regreso de Babilonia.


Reconstrucción del templo.
Interrupción de los trabajos.

Hageo, Zacarías, Esdras 520-515 a. C. Profetas usados por Dios para


5-6 guiar al pueblo en la
construcción del templo.

Ester 484-465 a. C. Persecución de los judíos que


quedaron en el exilio.

Esdras 7-10 458-457 a. C. Segundo regreso de Babilonia


y reforma religiosa.

Nehemías 445-433 a. C. Reconstrucción de las murallas


de Jerusalén.

Malaquías 433 (?) a. C. Último profeta del A. T. antes


de Juan el Bautista.

2. Trasfondo histórico
Cuando Nabucodonosor emprendió la conquista de Judá, llevó al pueblo al cautiverio babilónico
en tres etapas, 606 a. C., 597 a. C. y 586 a. C., año en que fue destruido el templo de Jerusalén.
Curiosamente el regreso del exilio se llevó a cabo también en tres tiempos. El primer retorno tuvo
lugar poco después que Ciro conquistara Babilonia en el 538/537 a. C. (Esd. 1:1), el cual fue
dirigido por Sesbasar (Esd. 1:8). El segundo retorno se efectuó unos ochenta años más tarde, en el
séptimo año del rey Artajerjes Longimano, el 458 a. C. (Esd. 7:7) bajo la dirección de Esdras. El
tercer retorno se produjo trece años después, en el vigésimo año del mismo rey, el 445 a. C. (Neh.
2: 1) bajo el mando de Nehemías.
Ciro rey de Persia, después de conquistar Babilonia dio permiso a los judíos para que regresasen
a su tierra en el primer año de su reinado. Promulgó un edicto autorizándoles la marcha (Esd 1: 2-
4, 6: 3-5) con el deseo expreso del monarca de que se reconstruyera el templo de Jerusalén con
cargo a la tesorería real. Ciro fue un emperador con una gran visión para la política. Con su gesto
de permitir a los pueblos deportados que estaban en Babilonia que regresaran a sus tierras de origen
se granjeaba su confianza y en cualquier momento serían sus aliados para hacer frente a una
invasión. Además, respetaba sus creencias religiosas y otorgaba cierta autonomía a los gobiernos
locales, aunque mantenía un férreo control de todo el imperio por medio de su ejército y de un
sistema de gobierno muy organizado bastante complejo.
Aquellos que decidieron regresar sumaron un total de 49.897, compuestos de la congregación,
siervos y siervas, y cantores y cantoras (Esd. 2:64-65) Aunque era una cantidad respetable,
representaba solamente una parte de los exiliados, ya que medio siglo más tarde, en tiempos de
Ester, había una numerosa colonia que todavía residía allí, los cuales pudieron matar a 75.000
enemigos en dos días de lucha (Est. 9:16). El que no marchara la mayoría puede ser debido a que
habían conseguido una situación económica bastante holgada y deseaban permanecer allí aunque
se les facilitara el regreso. Debemos tener en cuenta que muchos de ellos habían nacido en
2
Babilonia, una nueva generación de judíos que no tenía las mismas raíces que sus padres y, por
tanto, tampoco el deseo de iniciar una nueva vida en medio de la incertidumbre. La fe de segunda
generación nunca es tan fuerte como la primera.
Los que regresaron lo hicieron con el propósito de reconstruir el templo. Primero restablecieron
el altar para efectuar los sacrificios prescritos por la ley, después iniciaron las obras de desescombro
y echaron los cimientos, lo cual celebraron entre el gozo por un lado y el desaliento por otro al
compararlo con el templo edificado por Salomón. A partir de ahí empezaron los problemas, ya que
a la desidia del pueblo se sumó la oposición de los samaritanos (Esd. 4:1-5). En lugar de emplear
sus esfuerzos en la edificación del templo se dedicaron a reconstruir sus propias casas abandonando
así el objetivo principal de su retorno. Yahweh levantó entonces a los profetas Hageo y Zacarías los
cuales llamaron al pueblo a la obra de edificación del templo, emprendiéndose las actividades en el
520 a. C. y concluyeron en el 515 a. C.
Transcurridos casi ochenta años, en el séptimo de Artajerjes Longinamo (458 a. C.) se produjo
el segundo regreso bajo la dirección de Esdras, el cual había alcanzado cierto relieve en la corte
imperial y pudo convencer al rey para que le permitiera viajar a Jerusalén con el fin de realizar las
reformas necesarias. Obtuvo del mandatario persa algunos privilegios, como por ejemplo, llevar
consigo a todos los judíos que quisieran volver a su tierra y recibir ayuda económica de las arcas del
imperio y de los judíos residentes para comprar lo necesario para ofrecer culto a Dios y completar
los utensilios del templo. Cuando llegó a Judá, Esdras tuvo que afrontar el grave problema de los
matrimonios mixtos de judíos con mujeres de los pueblos vecinos y tomar la decisión de despedir
a las mujeres extranjeras.
El tercer regreso tuvo lugar trece años más tarde (445 a. C.) bajo el mando de Nehemías a la
sazón copero del rey, del que había obtenido su favor facilitándole una escolta para el camino, cartas
para que los gobernadores le franquearan el paso hasta Jerusalén y madera para arreglar el palacio
y los muros de la ciudad. Después de casi cien años del primer retorno, la ciudad santa estaba todavía
sin amurallar y con este objetivo viajó el dirigente judío a su tierra. Allí se encontró también con la
oposición de los samaritanos, pero con determinación pudo alcanzar su propósito.

3. CRONOLOGÍA DE LOS REYES MEDOPERSAS

CIRO (539-530) ► Hijo de Cambises rey de Persia y sobrino de Cyaxares


rey de los medos.
Después de conquistar Asia occidental, invadió
Babilonia al 538 a. C. derrotando a Nabonido y enviando
a Gobryas a que ocupara todo el país. Unió a medos y
persas formando un gran imperio.

CAMBISES II (530-522) ► Conquistó Egipto en el 525 A. C. Se cree que es el


Artajerjes de Esd. 4:7-11. Se suicidó. Durante su reinado
se suspendieron las obras del templo.

GAUMATA (522) ► Fue un usurpador que se hizo pasar por Smerdis, un


hijo de Ciro hecho asesinar por Cambises. Pertenecía a
la casta de los magos. Reinó siete meses.

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DARÍO I (522-486) ► Hijo de Histaspes. Acabó con la insurrección de
Gaumata al que derrotó y ejecutó. El imperio logró su
organización definitiva y su mayor estabilidad y
extensión. Autorizó la terminación del templo (Esd. 6:
15). Hizo la famosa inscripción de Behistún, en persa,
elamita y babilónico, resaltando sus conquistas y las
glorias de su reinado.

JERJES I (Asuero) (486-465) ► Fue el marido de Ester, y Mardoqueo su primer


ministro. Destruyó Babilonia en 482 a. C. Fue célebre
por sus guerras con Grecia.

ARTAJERJES I (465-424) ► Se enfrentó a una rebelión en Egipto durante seis


años. Favoreció a los judíos. Autorizó a Esdras y
Nehemías a viajar a Judá.

DARÍO II (424-404) ► Obtuvo el control del Asia Menor después de la


guerra del Peloponeso.

ARTAJERJES II (404-358) ► Hijo del anterior. Venció a su hermano Ciro el cual


aspiraba al trono.

ARTAJERJES III (358-338) Reconquistó Egipto. Fue un rey despiadado.

DARÍO III (336-331) ► Último rey aqueménida. Derrotado por Alejandro


Magno se refugió en las provincias orientales donde fue
asesinado por un sátrapa.

4. HAGEO
El nombre hebreo Haggay significa “festivo”, ya que posiblemente nació en un día de
fiesta. Un nombre de carácter similar era “Sabetay” (Esd. 10:15) que significa
“nacido en Sabat” y hay otras conmemoraciones similares en el AT, tales como
“Haguía” (1Cr. 6:30) y “Haguit” (2S.3:4). No se conocen las circunstancias
familiares o sociales del profeta, ni siquiera tenemos el nombre de su padre. Aparte
del libro que lleva su nombre, solamente aparece en dos ocasiones más en toda la
Biblia (Esd. 5:1, 6:14), en donde se destaca la relevancia de su predicación. Hageo
fue uno de los judíos que regresó del destierro bajo Zorobabel, el gobernador civil
del pueblo y Josué el sumo sacerdote, representante religioso, en el año 536 a.C.
bajo el reinado de Ciro. Aunque no podemos asegurarlo con certeza, se supone que
igual que Zacarías, nació en Babilonia durante el cautiverio y regresó a Jerusalén
siendo niño acompañando a sus padres en la expedición de Zorobabel. Entonces,
pudo vivir los años de la restauración desde el principio, dándose cuenta de la
decadencia de la vida espiritual de Judá y así señalar los pecados del pueblo. Su
predicación tiene como centro la reconstrucción del templo después del exilio. El
pueblo, mientras tanto, prefería arreglar sus casas. El llamamiento del profeta a
emprender las obras resulta eficaz.
1. Su estructura
a) Introducción (1:1)
b) Primer mensaje (1:2-15)
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c) Segundo mensaje (2:1-9)
d) Tercer mensaje (2:10-19)
e) Cuarto mensaje (2:20-23)
2. Sus características
a) La fecha. No hay duda que es el libro mejor fechado de la Biblia. Con exactitud
da las fechas de las cuatro profecías que constituye el libro. La primera de las
profecías (1:1) está fechada el primer día del mes sexto del segundo año de Darío
(520 a.C.), que según la costumbre de la época se tomaba como referencia el año
del reinado del monarca, en este caso del emperador medo-persa. Corresponde al
mes hebreo de Elul que pertenece a una parte de agosto y septiembre para nosotros.
Reprende al pueblo por su apatía en edificar el templo, pues estaba todavía en
ruinas. Les advierte que las cosas les van mal porque no honran a Dios dejando de
edificar su casa. Como resultado de su predicación, veinticuatro días después
comenzaron las obras (1:12-15). La segunda profecía (2:1) tuvo lugar en el
vigésimo primer día del séptimo mes, el mes hebreo de Ethanim o Tisri que
corresponde a parte de nuestros septiembre y octubre. Predice la gloria del nuevo
templo, que sería mayor que la de Salomón. El pueblo no debía desalentarse por el
menor esplendor externo que tendría en comparación con el anterior y que había
llevado a los más ancianos a llorar al recordarlo (Esd. 3:12-13). La tercera profecía
(2:10) fue proclamada el vigésimo cuarto día del noveno mes, Quisleu para los
hebreos y que corresponde a parte de noviembre y diciembre para nosotros.
Empieza por mencionar que deben librarse de sus errores pasados, en relación
con el cumplimiento externo de las prácticas religiosas para limpiarse del pecado
de la desobediencia cometido al no reedificar el templo. Sin embargo, ya habían
reunido los materiales para la construcción, tiempo desde el cual en adelante, Dios
promete bendecirles. La cuarta profecía (2:20) lleva la misma fecha que la anterior
y va dirigida a Zorobabel como representante del pueblo teocrático.
b) La situación histórica. El rey Ciro, actuando según su costumbre de cambiar
lo que habían hecho asirios y caldeos, permite el regreso a Jerusalén de los judíos
exiliados en Babilonia y juntamente con ellos una parte de los utensilios que
Nabucodonosor había saqueado del templo. Cuando llegaron a Jerusalén para
emprender el trabajo de su reedificación, se encontraron con el ofrecimiento de
ayuda de los samaritanos, negándose los judíos a permitirla por ser aquellos
vecinos una raza mezclada e impura. El pueblo samaritano se había formado con
gentes procedentes de otras naciones que los asirios habían dejado allí y se
mezclaron con los israelitas que permanecieron en su tierra (2 R. 17:24-41). Al
verse rechazados, obstaculizaron la obra de construcción del templo, aunque
durante el reinado de Ciro no fue posible interrumpirla. Pero consiguieron de los
sucesores de Ciro la prohibición y las obras se paralizaron por espacio de quince
años, sumado al poco interés del pueblo en esta obra, dedicándose a arreglar sus
propias casas. Mediante el ministerio de Hageo y Zacarías, el pueblo tomó
conciencia de su responsabilidad y reemprendieron la obra. En vez de buscar que
Darío revocara del edicto de Artajerjes, fueron sus adversarios a cuya cabeza iba
Tatnai, los que quisieron indisponer a Darío contra ellos con una carta que era un
informe de su visita a Judá y no lo lograron. El monarca confirmó el decreto de
Ciro y ordenó que fuese dada toda la ayuda necesaria para la edificación del templo
(Esd. 5:3-6:22). Mientras las obras estuvieron paralizadas el celo del pueblo se
enfrió. La tierra empobrecida que habían encontrado a su regreso y las dificultades
para edificar el templo, les llenaron de desasosiego, desconfianza y escepticismo,
dejándose guiar por motivos mundanos y sobre todo por la avaricia dando prioridad

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a sus casas en lugar de la de Dios. En realidad, la interrupción de la obra fue debida
más bien a su enfriamiento espiritual que al edicto de Artajerjes. Los judíos se
dejaron intimidar por los samaritanos porque de haber tenido un deseo auténtico,
sus vecinos no hubieran podido hacer gran cosa contra ellos. No hay constancia
que con anterioridad a los mensajes de los profetas hubieran intentado la
revocación del edicto.
3. Su mensaje
Hageo es una profecía en que el pueblo es instruido sobre Dios:
a) Su nombre es Yahweh de los ejércitos. Tal es el nombre escogido por Hageo
para designar a Dios, un título que evoca su grandeza. Es el Dios todopoderoso que
hace temblar a las naciones y es más rico que la tierra misma (1:2, 7, 9, 14; 2:6-9,
11,23).
b) Es un Dios exigente. Cualquiera que sea la situación del pueblo, Dios quiere
ocupar el primer lugar en la vida de cada uno. Él exige también la pureza (1:2,3,
2:10-14).
c) Dios tiene bajo su control las condiciones económicas. Hageo explica al
pueblo que sus escasas cosechas no habían sido por causas naturales o por un
destino ciego, sino que por medio de los tiempos difíciles, el Dios vivo buscaba
establecer un contacto con él. Dios se sirve de las condiciones económicas para dar
lecciones espirituales (1:5-11).
d) Dios cumple sus promesas. El profeta anima al pueblo a creer que Dios está
con él: se puede esperar en él y cumple sus promesas (2:5).
e) Es un Dios vivo. Numerosas personas asociaban a Dios con el antiguo templo
que había sido destruido. Estas parecían olvidar que era un Dios vivo obrando hoy
y reservando grandes cosas para el futuro. Yahweh no estaba unido en ninguna
manera con los “museos espirituales” de ayer (2:3-9).
f) Dios quiere bendecir a su pueblo. El único impedimento es la impureza de
Judá. Pero ahora que él ha puesto los fundamentos del nuevo templo, reúne las
condiciones para recibir las bendiciones de Dios (2:10-19).
g) Dios se ocupa de las personas. La última profecía de Hageo es un gran
mensaje que va dirigido a una persona, Zorobabel. Aunque las naciones vayan a sufrir
trastornos, él será salvado y elevado a una posición de autoridad y de servicio. La atención
que Dios tiene por los asuntos de las naciones no le hará olvidar a los hombres.
4. Exposición del texto
4.1. Introducción (1:1). Ya hemos considerado la fecha, así que nos
ocuparemos de Darío. Este emperador es conocido en la historia como Darío I o Darío el
Grande, hijo de Histaspes, rey medopersa, el tercer gran imperio mundial de la historia.
En sus luchas contra los griegos, fue vencido en la famosa batalla de Maratón; (fue un
enfrentamiento armado que definió el desenlace de la Primera Guerra Médica. Ocurrió el
12 de septiembre del 490 a. C. y tuvo lugar en los campos y la playa de la ciudad
de Maratón, situada a unos 38 kilómetros de Atenas, en la costa este de Ática. Enfrentó
por un lado al rey persa Darío I, que deseaba invadir y conquistar Atenas por su
participación en la revuelta jónica, y, por otro lado, a los atenienses y sus aliados -
de Platea, entre otros-. Una proeza recordada en esta batalla fue la de Filípides, que
recorrió, diferente a lo que se cree, el camino de Atenas a Esparta -240 km en dos días-
para pedir ayuda al ejército espartano, pues la amenaza persa se cernía sobre el mundo
griego. Esparta rehusó ayudar a los atenienses, alegando encontrarse en fechas de
celebraciones religiosas).

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Los judíos, como en este tiempo no tenían rey, fechaban sus escritos de acuerdo con los
reyes imperiales a los que estaban sometidos. Darío era un nombre común de los reyes
persas como Faraón en Egipto o César en Roma. Su nombre en las inscripciones
cuneiformes (pictogramas) halladas en Persépolis era Dayrau’us de la raíz Darh
(preservar), o sea Conservador. Herodoto le llama Coercedor. La fecha armoniza con la
que tenemos en Esd. 4:24. El mes sexto, Elul, que corresponde a nuestro
agosto/septiembre, está calculado de acuerdo con el calendario hebreo, no del reinado de
Darío (Zac. 1:7, 7:1-3, 8:19). Elul seguía a Ab, mes en que Nabucodonosor se apoderó de
Jerusalén y destruyó el templo. En el mes de Ab, los judíos se reúnen en el muro de las
lamentaciones, en la actualidad, para lamentar la caída del templo. Cuando los romanos
destruyeron el templo del que habla esta profecía, que Herodes había embellecido,
sucedió en el mes de Ab del año 70 d.C. Dos meses más tarde Zacarías empezó a
profetizar, secundando la labor de Hageo (Zac. 1:1). Incluso especifica el día, el primero
del mes, era un día santo de luna nueva (Sal. 81:3, Is. 1:13, Ez. 46:1,6), un día que, como
el de reposo era apropiado para escuchar a los profetas (2 R. 4:23), cuando vino palabra
de Yahweh, que es una frase sinónima de así ha hablado Yahweh (v.2) que también hemos
encontrado en otros profetas. Enfatiza que se trata de un mensaje recibido de parte de
Dios. Incluye la idea de revelación a su profeta Hageo y, por tanto, no era un mensaje
inventado por el enviado, sino que la palabra vino de Yahweh. El hecho de mencionar el
nombre personal de Dios, indica que se trata de Dios del pacto y expresa su inmutabilidad,
además de tener la garantía de su fidelidad en guardar las promesas hechas a su pueblo.
Los destinatarios son el dirigente civil Zorobabel y el religioso, Josué, gobernador y sumo
sacerdote respectivamente. En cinco ocasiones los dos nombres aparecen juntos en este
libro (1:1, 12, 14, 2:2, 4). En 2:2 y 4, el mensaje se dirige también al pueblo y no solo a
sus representantes.

Los dirigentes:
Zorobabel. Era hijo de Salatiel o Sealtiel y nieto del rey Joaquín. Había sido el dirigente
desde el regreso del exilio, por decreto de Ciro (538 a.C. (Esd. 2:1-2). Al ser
descendiente de David, su condición regia fue determinante en el liderazgo y destaca
también el carácter mesiánico de su nombre (2:20-23). Es llamado Sesbasar en Esd.
1:8,11: 5:14-16, puesto que se atribuye la misma obra a este personaje que en 3:8 a
Zorobabel. Sin embargo, no hay unanimidad entre los eruditos sobre este asunto: unos
identifican el personaje con dos nombres y otros dicen que Zorobabel regresó bajo
Sesbasar. Sesbasar es posiblemente su nombre caldeo, como Beltsasar era el de Daniel.
El nombre hebreo Zorobabel significa “uno nacido en Babilonia”. Su nombre aparece
en las genealogías de Mt. 1:12 y Lc. 3:27, asimismo en 1 Cr. 3:17-19. Cotejando estos
textos observamos que en Crónicas, Zorobabel es llamado hijo de Pedaías (hermano de
Salatiel) y nieto de Jeconías (Joaquín). En Lc. 3:27, dice que es hijo de Salatiel y nieto
de Neri. Aquí entramos en el terreno de la conjetura, ya que la explicación generalizada
es que era hijo de Pedaías, pero fue adoptado por su tío Salatiel a la muerte de su padre.
En consecuencia, Neri sería su abuelo natural y como el rey Joaquín no tenía hijos, lo
adoptó. Zorobabel es llamado gobernador (pehah, Esd. 6:7) de Judá, pero dependía del
gobernador de la provincia del otro lado del río, Tatnai, que a su vez era el responsable
ante los sátrapas del imperio (Esd. 5:3).

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Josué. Era hijo de Josadac. Es llamado Jesúa en Esd. 2:2 y Neh. 7:7. Su padre Josadac
o Josadec (1 Cr. 6:15) fue uno de los cautivos que fue llevado a Babilonia por
Nabucodonosor y su abuelo Seraías fue ejecutado por el mismo monarca en Ribla (2
R. 25:18-21). Notemos que a Seraías se le llama “primer sacerdote”, mientras que
Josué lleva el título de “sumo sacerdote”, un nombramiento que predomina en los
profetas postexílicos. Josué es un nombre propio masculino derivado del hebreo
Yehoshua y significa Yahweh (YHWH) salva. Tiene el mismo origen que el
nombre Jesús.

4.2.Primer mensaje (1:2-15).


Dios toma la iniciativa y dirige su palabra al pueblo poniendo al descubierto las
débiles excusas que presentaban por no haber empezado la reconstrucción del
templo. Es Dios mismo el que toma las palabras del pueblo para echarles en cara
su negligencia.
4.2.1. Dios rebate las excusas del pueblo (vv.2-5).
v.2. A Dios se le llama Yahweh Shebaot, Yahweh de los ejércitos, un título que significa
Señor de los poderes del cielo y de la tierra o jefe de las huestes celestiales. Es una frase
que se utiliza en este libro en doce ocasiones. Es un título que nunca se adopta en el
Pentateuco, pero en los profetas postexílicos aparece en más ochenta ocasiones. Un texto
que ilustra su significado es Is. 13:4-5. Los ejércitos pueden ser de ángeles, de estrellas,
o de la nación de Israel. Dios tiene el control de todos. Yahweh llama a la nación de
manera despectiva “este pueblo”, en vez de “mi pueblo”. Porque Judá era un pueblo
perezoso y egoísta que había descuidado el servicio a Dios. No merecen ser llamados su
pueblo porque habían pecado. El Señor toma sus propias palabras referidas a la
reconstrucción del templo y las usa como acusación contra ellos. La excusa en que se
amparaban era que no había llegado aún el tiempo. Quizás pensaban que no era el tiempo
oportuno debido a la situación económica y a la oposición de sus enemigos vecinos. Otro
argumento, que incluso tenía peso bíblico, era que como había sido destruido en el 586
a.C. y como Jeremías había profetizado una cautividad de setenta años, todavía quedaban
cuatro años para hacer la reedificación. Dios les mostrará las verdaderas causas.
v. 3. Este versículo es una repetición del primero. La única diferencia es que en 1:1 las
palabras iba dirigidas a Zorobabel y a Josué y estas directamente al pueblo, como
consecuencia de lo que se dice en el v. anterior y una llamada de atención para preparar
el siguiente.
v. 4. Al templo se le designa casa en ocho ocasiones, mientras que dos veces se denomina
hekal, templo o palacio (2:15,18). Hekal se deriva de una antigua palabra sumeria que
literalmente significa casa grande. Con gran fuerza expresiva Yahweh refuta sus
argumentos. No había llegado el tiempo de redificar la casa de Dios, pero sí era tiempo
para edificar y habitar sus propias casas. El egoísmo del pueblo se pone en evidencia por
la doble mención del pronombre “vosotros”. Esta repetición muestra el contraste
vergonzoso entre su preocupación por sí mismos y su desinterés por Dios. Se diferencia
de David, que según 2S. 7:2, vivía en una casa de cedro y deseaba construir una casa para

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Dios, de estos judíos que solamente vivían para sí mismos. Las casas artesonadas o
enmaderadas, se refiere tanto a las paredes como a los cielos rasos. El artesonado está
relacionado con el lujo, el confort y con el modo de edificar sus palacios los reyes (1 R.
7:3,7, Jer. 22:13-14). Aunque no se especifica el tipo de madera que usaron para los
artesonados, lo más probable es que se tratase de cedro, pues el término traducido por
artesonadas, literalmente significa “cubierta”. Algunos autores especulan con que al haber
comprado madera de cedro para el templo y no usarse para su fin la aprovecharon para
sus propias casas antes que se estropease. Sin embargo, esto es una conjetura cuya base
está en que cuando se pusieron manos a la obra ya tenían parte de los materiales
preparados.
v.5. La primera parte del versículo expresa la misma idea que los vv. 1,2,3, y la segunda
parte es una sentencia invitando a la reflexión: meditad bien sobre vuestros caminos.
Literalmente: poned vuestro corazón sobre vuestros caminos. El plural indica dos formas
de entender la frase, en activa o en pasiva. Por la primera, sería una consideración acerca
de lo que habían hecho, como en Lm. 3:40 y por la segunda una referencia a lo que habían
soportado. La invitación divina a considerar sus caminos, consistía en ver si ellos habían
ganado algo en buscar lo suyo propio, abandonando lo que correspondía a Dios. El
llamamiento a la reflexión sobre sus caminos errados, encierra asimismo la idea de
arrepentimiento y conversión. Su negligencia les había servido solamente para acarrearse
males. El término corazón para los hebreos no tiene el mismo significado que para
nosotros, puesto que se refiere a la mente. Aunque el corazón es el asiento de la
personalidad que incluye los sentimientos y las emociones, generalmente está relacionado
estrechamente con el aspecto intelectual del ser humano.
4.2.2. Llamamiento a la edificación (vv. 6-11).
v. 6. Después de la invitación a meditar en sus caminos, Dios les señala que la situación
en que están es debido a sus deseos egoístas. Por tanto, deben considerar los motivos de
no haber prosperado y por qué estaban en aquella situación económica. Habían
descuidado sus deberes hacia Dios. El castigo corresponde al pecado. Ellos pensaban
evitar la pobreza dejando de edificar el templo y guardarse el dinero para gastarlo en
beneficio propio. Sin embargo, Dios les dio la pobreza por no haber edificado (Pr. 13:7,
11:24, Mt. 6:33). En lugar de engañar a Dios, no hacían otra cosa que engañarse a sí
mismos. Las consecuencias del pecado, tiene un carácter marcadamente inflacionario.
Todos los esfuerzos que hacían resultaban desvalorizados. Los verbos en hebreo están en
infinitivo para expresar un estado continuado. Aunque sembraban abundantemente, la
cosecha era escasa. La misma idea se repite en 1:10-11 y2:15-17 y de ahí se deduce que
las cosechas habían sido pobres desde tiempo atrás. No podían obtener lo necesario para
vivir. Los que trabajaban como empleados recibían su jornal como en saco roto o en trapo
horadado. Esta frase es un proverbio casi universal que significa que el dinero obtenido
del trabajo era gastado sin obtener ningún provecho (cf. Zac. 8:10, Is. 55:2, Jer. 2:13). Por
vía de contraste tenemos la enseñanza de Cristo en Lc. 12:33. Por causa de la carestía de
la vida y sobre todo de las cosas necesarias, los que trabajaban a jornal se desprendían de
él al momento, como si lo hubieran puesto en una bolsa con agujeros.
vv.7 y 8. En primer lugar hay una reiteración del mandamiento del v. 5, para que tomaran
una decisión rápida de ponerse a trabajar. Por eso siguen otros imperativos: subid al monte

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y traed madera. Como la palabra monte está en singular, algunos comentaristas han
sugerido que se trata del monte Moriah y para otros la cordillera del Líbano. Hay un
registro de la compra de madera de cedro del Líbano cuando regresaron a Jerusalén la
primera vez (Esd. 3:7) y puede que la hubieren usado para sus propios fines y ahora tenían
que traer más. Sin duda, el Líbano era un lugar apropiado para traer madera, debido a la
calidad de sus montes repletos de cedros. Si se interpreta en que debían traer madera de
un monte alrededor, se tendría que admitir que en aquella época estaría cubierto de
bosques cuyos árboles habrían crecido durante los setenta años de la cautividad. El apoyo
para esta interpretación lo tenemos en Neh. 8:15, pero allí no se nombra a los cedros, que
era la madera más apropiada para una obra como el templo. La mención a traer madera
es porque era la necesidad primaria y no quiere decir que no hiciera falta también piedra.
La frase incluye a todos los materiales imprescindibles para que el templo fuera
reedificado. La construcción del templo era para la gloria de Dios. Glorificar a Dios es
honrarle y él sería propicio a los que rueguen en su casa (1 R. 8:30). Dios demanda un
honor mayor por cuanto la reedificación del templo significaría la consolidación de la
nación una vez habían vuelto del exilio. Un templo restaurado y en pleno funcionamiento
era la manera más evidente de glorificar a Dios delante del mundo. Si querían ser
bendecidos debían obedecer el mandamiento de reedificar la casa.
v. 9. Parece que volvemos atrás, a la descripción de los motivos por los que el pueblo
estaba privado de las bendiciones materiales. Buscaban mucho, pero hallaban poco. La
frase buscáis mucho, literalmente es “mirabas a fin de volver los ojos a mucho”. Igual
que en el v. 6, el verbo en hebreo está en infinitivo y expresa un buscar continuado.
Esperaban tener los depósitos repletos de muchos frutos de la tierra, pero hallaban poco
porque habían descuidado que su objetivo al volver era reedificar el templo. Su esperanza
de obtener magníficas cosechas era grande, pero los resultados escuálidos. Cuando más
grande era su codicia, tanto más amargo su desengaño, pues eran más pobres que nunca
o sea hallaban poco. Hasta la exigua cosecha que traían a sus graneros, Dios la
desvanecería, porque encerraban en casa y él la disiparía de un soplo. La idea que se
halla detrás de la metáfora del soplo, tiene el sentido de “arrojar fuera”. Dios la esparciría
con su aliento, como grano marchito. Yahweh haría todo esto porque su casa en contraste
con la casa de cada uno de ellos, estaba desierta. Esta frase es una reiteración enfática
del v. 4, pero con la diferencia en que aquí pone en primer lugar el templo y en segundo
término las casas de ellos a las que corren, un verbo que denota entusiasmo en mejorarlas.
Cada uno perseguía sus propios intereses egoístas. Por contraste con su apatía veamos
otras formas de correr: (Sal. 119:32, Pr. 1:16). La verdadera razón de los judíos al
abandonar la obra, era que habían perdido interés por la casa de Dios dejándola desierta
y habían corrido a disfrutar de sus propias casas. Daban más importancia a los valores
pasajeros y engañadores de este mundo, que a los intereses de la obra de Dios, efectuando
una inversión de valores.
v. 10. El cielo en este versículo es una personificación de la naturaleza inanimada, la cual
obedece a la voluntad de Yahweh. Ofendida por la desobediencia del pueblo de Dios,
aparta sus bendiciones de ellos (Jer. 2:12-13). La primera parte del versículo puede
traducirse mejor “los cielos rehusaron daros el rocío”. El hebreo dice rocío que era un
medio para regar de manera casi tan abundante como la lluvia. Cuando no había una cosa
ni la otra se consideraba una gran maldición o castigo (1 R. 17:1). David en su endecha
por Saúl y Jonatán oró que las montañas de Gilboa no recibieran rocío ni lluvia (2 S.
10
1:21). El verbo detener (se detuvo) aparece dos veces en este versículo, una con relación
a los cielos y otra a la tierra, la lluvia por un lado y los frutos por otro. El mismo verbo
se utiliza en Gn. 8:2 para referirse a la detención de la lluvia del diluvio. En Génesis se
ponía fin a la maldición, en Hageo se señala el principio del castigo. Toda desobediencia
tendrá como consecuencia la maldición de la tierra y de las cosechas, castigo que ya había
sido advertido por Dios (Lv. 26-19-20, Dt. 11:17, 28:23-24).
v. 11. Lo que en el versículo anterior hicieron los cielos y la tierra, que serían las “causas
segundas”, como instrumentos visibles de Dios, Yahweh que es la “causa primera”
invisible, el cual declara ser obra suya, manda venir la sequía y en consecuencia el
hambre, como instrumentos de su ira o juicio (2 R. 8:1, Sal. 105:16). Es notable el
contraste entre la obediencia inmediata de los agentes materiales inanimados y la perezosa
desobediencia del pueblo de Dios que estaba vivo. La palabra sequía significa
“sequedad” y también “desertización, ruina”. Es un término que está relacionado con la
palabra utilizada para describir al templo desolado (vv.4, 9). Si habían escogido dejar el
templo en ruinas, merecían también ser arruinados. El hebreo shoreb, parecido al sonido
shareb, que significa desechar, sugiere la correspondencia entre el pecado y el castigo.
Ellos habían permitido que la casa de Dios estuviera asolada o desechada (desierta) y
Dios iba a enviar sobre todos ellos una desoladora sequedad. Esta afectaría a los montes,
el trigo, el vino, el aceite, cosechas básicas de la tierra de Judá, a los hombres y al ganado
que perecerían por falta de alimentos. Todo trabajo de manos se refiere a todos los frutos
de la tierra, huertas, viñas, es decir, todo lo que obtenían por la labor de sus manos (Dt.
28:22, Sal. 78:46). Trabajo, se puede referir tanto al trabajo en sí como al rendimiento
del mismo, es decir, el producto o los beneficios. Sin embargo, mientras no reedificaran
el templo, todo el esfuerzo que hacían resultaba inútil, porque todo se secaría.
4.2.3. La respuesta del pueblo (vv.12-15)
El mensaje profético era muy incisivo y ponía al descubierto la desobediencia del pueblo,
de manera que este debía elegir entre ignorar la palabra de Dios, no haciendo caso al
profeta, o por el contrario reconocer su pecado y ponerse a reedificar el templo.
v. 12. Los responsables, civil y religioso oyeron la voz de Yahweh, es decir, la palabra de
Dios, porque oir (modismo hebreo) es mucho más que escuchar al implicar obediencia.
El resto del pueblo, eran todos aquellos que habían regresado del exilio (Zac.
8:6).Observamos que a diferencia del v. 1, aquí no se nombra el oficio de Zorobabel y sí
el de Josué, quizás porque al tratarse del templo el sumo sacerdote tenía una
responsabilidad mayor. En esta profecía, resto o remanente se refiere a todos los que
habían vuelto del destierro y que debían haber sido señalados como fieles o justos. Pero
solamente a partir del momento en que empezaron a manifestar un comportamiento
correcto podían ser reconocidos como el resto fiel. La voz de Yahweh se identifica con
las palabras del profeta en conformidad con lo que Dios le había ordenado que hablase.
En consecuencia, el pueblo temió en la presencia de Yahweh, Se habían dado cuenta que
debían reverenciar a Dios, porque es imposible temer a Dios sin obedecerle.
v. 13. A Hageo se le nombra como enviado (mensajero) de Yahweh, título con que
también se designa a los sacerdotes (Mal. 2:7), además de los profetas (2 Cr. 36:15), los
cuales son llamados por mandato de Yahweh con la autoridad y comisión del Señor (Gá.
4:14, 2 P. 1:21). La frase yo estoy con vosotros, dice Yahweh, nos recuerda la pronunciada

11
por el Señor Jesucristo antes de ascender al cielo (Mt. 28:20). Al mostrar el pueblo su
poca disposición a la obediencia y aún antes que empezaran a trabajar, Dios cambia el
tono y pasa del reproche a la ternura. Se apresura, como si olvidara la infidelidad del
pueblo, a asegurarles que por su obediencia él está y estará con ellos. El hebreo es enfático
aquí: ¡Yo con vosotros! La presencia de Dios es la mejor de las bendiciones, porque
incluye todas las demás. Esta es la garantía segura de su éxito por muchos que sean los
enemigos (Ro. 8:31). Con relación a esto dijo Calvino: “nada inspira a los hombres y los
despierta del letargo, que la necesidad de tener que echar mano de las promesas de ayuda
divina, la esperanza segura de un resultado feliz”.
vv. 14,15. Dios les dio rapidez y perseverancia en la buena obra, porque por sí mismos
eran lentos en ejecutarla. El triple despertar del espíritu de los dirigentes juntamente con
todo el pueblo. Despertó el espíritu es un modismo hebreo, el mismo que en Esd. 1:5,
cuando Dios motivó a los jefes de las casas paternas, a los sacerdotes y a los levitas para
que dejaran sus hogares y marcharan a Jerusalén para construir el templo. Capacitados
por Dios, vinieron y trabajaron en la casa de Yahweh de los ejércitos, su Dios. Reunieron
la madera y las piedras, junto con los demás materiales para la obra. Es decir, no
reconstruyeron inmediatamente la casa, sino hasta tres semanas más tarde, exactamente
al cabo de 23 días. Lo que hicieron ahora fue preparar los materiales necesarios para dar
inicio a la obra. Tuvieron que contratar a algunos artesanos (Esd. 3:7). La fecha que se
menciona en el v.15 es la única de este libro que no está relacionada con la palabra de
Yahweh.
Cuestionario para reflexión y aplicación
1. ¿De qué manera afectó al pueblo su desobediencia?
2. ¿Qué excusas presentaron para justificar su negligencia?
3. El cuadro general de esta profecía refleja el estado de la Iglesia, en su apatía,
enfriamiento progresivo, mundanalidad, desasosiego, vanidad y avaricia.
4. ¿Qué ocurre cuando nos esforzamos en trabajar al margen de Dios y descuidamos
su obra?
5. ¿Cómo utiliza Dios la naturaleza para hacer cumplir sus propósitos?

4.3.Segundo mensaje (2:1-9)


La obra de reedificación del templo se reanudó, pero en cuanto el pueblo se apercibió de
las dimensiones de los fundamentos y los materiales dispuestos para su utilización,
empezó a decaer el ánimo al establecer una comparación con el esplendor y suntuosidad
del templo de Salomón. La magnificencia del primer templo se nos describe en 1 R. 6 y
7; 1 Cr. 22:14, 29:4-7 y 2 Cr. 3 y 4. La fecha de la segunda profecía coincidía con la
celebración del último y gran día de la fiesta de los Tabernáculos (Lv. 23:34-43),
festividad marcada por grandes sacrificios y ofrendas de agradecimiento al Señor por las
cosechas obtenidas. Pero como hemos visto en la primera profecía, las últimas cosechas
no habían sido abundantes, provocando en ellos un sentimiento de tristeza, el cual se
incrementaba por una falta de comprensión de las profecías de Isaías y Ezequiel que
anunciaban la gloria del futuro templo que sería superior al primero y en cambio estaban

12
viendo que el que estaban edificando no llegaba siquiera a la altura del primero. De ahí
que el pueblo necesitaba ser corregido y alentado.
4.31. Menosprecio de la obra (vv. 1-3)
vv. 1,2. El mes séptimo era el mes de Tishri o Etanim que caía entre septiembre y
octubre nuestros, un mes importante desde el punto de vista religioso. El segundo año era
del reinado de Darío I. Había transcurrido casi un mes desde que iniciaron la obra. Este
segundo mensaje fue dado muy poco tiempo antes que el de Zac. 1:1. La fiesta de los
Tabernáculos o de las Cabañas, era una de las tres fiestas anuales de peregrinación que
duraba desde el 15 al 21 del mes. Conmemoraba la peregrinación de Israel por el desierto
después de su salida de Egipto y celebraba también la recolección de las cosechas del
verano. Como la sequía había arruinado sus cosechas, se hallaban desmoralizados;
además, sabían que Salomón había dedicado el templo en esta fiesta (1 R.8:2). El mensaje
va dirigido a los mismos destinatarios de 1:1-2, solamente cambia que antes había usado
la expresión este pueblo y ahora el resto del pueblo siendo el objetivo estimularles en su
obra de reedificación. Las palabras del v. 2 las hallamos repetidas en 1:12 y 14.
v. 3. El profeta formula una serie de preguntas para poner al descubierto el problema de
fondo mientras iba avanzando la edificación, pues era inevitable formular comparaciones
con el templo salomónico. El primer templo había sido destruido hacía sesenta y seis años
y muchos ancianos presentes en el acto de echar los cimientos del segundo templo y que
habían visto el primero en toda su gloria, estaban decepcionados (Esd. 3:12-13). Se
pusieron a llorar ante el contraste de la poca prometedora apariencia de este en sus
comienzos. Desde la destrucción del templo de Salomón (586 a.C.) por Nabucodonosor,
hasta concluir la edificación del nuevo templo transcurrieron setenta años (Zac. 1:12) y
también fueron setenta desde la primera deportación (606 a.C.) hasta el regreso ordenado
por Ciro (536 a.C.), (Jer. 29:10, 25:11, Dn. 9:2, 2 Cr. 36:21). Por otro lado, desde la
demolición del primer templo hasta el fin de la cautividad en el primer año de Ciro (538
a.C.) pasaron 48 años, de modo que los ancianos podían recordar fácilmente el esplendor
de aquella magnífica obra. Los judíos notaban que había cuatro cosas que destacaban su
inferioridad en la comparación, por ausencia de: a) El fuego sagrado¸ que tenía un papel
muy importante en el culto, tanto en el tabernáculo como en el templo porque se requería
en el altar del incienso y en el de los holocaustos; b) La Shekinah, el resplandor de la
gloria de Dios, su presencia, guiando y morando en medio de su pueblo); c) El arca del
pacto y los querubines, era una caja rectangular de madera de acacia cubierta de oro. La
tapa era el propiciatorio, una plancha de oro con dos querubines colocados uno frente al
otro con las alas extendidas; d) El Urim y el Tumim, según Esd. 2:63, los sacerdotes
después del exilio se vieron excluidos del sacerdocio hasta que pudieran consultar el Urim
y Tumim, el cual formaba parte del pectoral del Sumo Sacerdote y se había usado para
conocer la voluntad de Dios, pero no hay testimonios que confirmen su uso desde la
implantación de la monarquía ni tampoco después del exilio. Estos aspectos se
compensan sobradamente en que el segundo templo estará relacionado con el Mesías. Y
¿cómo la veis ahora? Para ellos era como nada delante de sus ojos, pero la manera en
que Dios contempla las cosas es completamente diferente a nuestras apreciaciones (Zac.
8:6, 1 S. 16:7). Al establecer la comparación se daban cuenta que exteriormente era
inferior, pero Dios ve más allá de la valoración externa de los hombres (Zac. 4:10, 1 Co.
1:27-28).

13
4.3.2. Llamamiento al trabajo (v. 4)
Además de la negligencia del pueblo, Esdras explica que hubo oposición para evitar la
reedificación de parte de Titnai gobernador de la provincia del otro lado del río (Esd. 5:1-
6:13). Dieciséis años antes los enemigos de Judá habían detenido la obra, pero esta vez
Titnai, Setarboznai y los demás gobernadores escribieron una carta a Darío, que estudió
el decreto de Ciro y autorizó la finalización del templo. Hageo no dice nada sobre la
oposición, pero es evidente que necesitaban ser alentados, instándoles al trabajo en un
renovado entusiasmo por la obra, mediante tres palabras de denuedo: esfuérzate, cobrad
ánimo y trabajad. La primera palabra va dirigida a Zorobabel y a Josué, y las dos
siguientes a todo el pueblo. Pero la mayor fuerza era tener a Yahweh con ellos.
4.3.3. La gloria futura del templo (vv.5-9)
v. 5. Sigue el argumento pues al decir, según, lo relaciona con el versículo anterior, pues
Yahweh estará con ellos en conformidad al pacto que hizo con Israel cuando lo liberó
de Egipto. Yahweh les recuerda las promesas del pasado, con lo que quiere reforzar sus
palabras de aliento para el presente. El trato sobre la base del pacto es que lo destaca
aquí. Literalmente: la palabra que yo corté con vosotros. La expresión cortar un pacto
(karat berith) es un modismo hebreo que significa hacer un pacto. En lugar de “pacto” en
Hageo se usa el término “palabra” porque quiere enfatizar la declaración verbal. Desde la
era patriarcal se cortaba un animal en dos partes durante el acto de ratificación del pacto,
como un signo que correría aquel que rompiese los términos del pacto (Gn. 15:8-18).
Según la comprensión de la palabra griega diatheke, la creación de un pacto ya no aparece
como un proceso entre dos partes con paridad de derechos, sino como una disposición
exclusivamente divina, que el hombre debe aceptar tal como ha sido establecida. El pacto
de la promesa de Dios al pueblo elegido en el Sinaí es un motivo adicional para que el
pueblo perseverase en la reedificación del templo. Así, o en consecuencia, mi Espíritu
estará en medio de vosotros. Tiene por objeto el fortalecer al pueblo para la obra. Esta
mención paralela con el v. 4, ahora a la presencia del Espíritu, está recogida también
por el profeta contemporáneo Zacarías (Zac. 4:6). El Espíritu permanecía con sus profetas
y con su pueblo, como había estado con Moisés e Israel en la antigüedad (Esd. 5:1, Is.
63:11). Por este motivo, no deben tener temor.
v. 6. Nuevamente aparece la frase, porque así dice Yahweh de los ejércitos que se repetirá
en este epígrafe en cinco ocasiones. El objetivo es mostrar la autoridad del profeta como
transmisor de un mensaje divino y no alguien que hablaba por su propia cuenta. El resto
de la frase se podría traducir por “hay aún un poco de tiempo” o también por “hay ya
solamente un corto plazo”. Un solo espacio breve hasta que vayan a empezar una serie
de movimientos o de sacudimientos de los cielos y la tierra, que han de terminar con el
advenimiento del reino mesiánico. Continúa con las referencias al éxodo de Egipto y las
promesas relacionadas con el pacto del Sinaí, en donde la voz de Yahweh provocó
truenos y relámpagos y una espesa nube amenazó lluvia (Éx. 19:16-20). También en el
Sal. 68:8-9 hay una referencia a la tierra temblando y abundante lluvia con relación a la
experiencia en el Sinaí.
v. 7. El sacudimiento de las naciones anuncia juicios de ira sobre los enemigos del pueblo
de Dios que precederán al reino. Los reinos del mundo son el andamiaje que prepara el
glorioso futuro. Los judíos de aquel tiempo vacilaban en llevar adelante la obra por causa

14
del temor mundial del imperio medo persa, influidos por la astucia de los samaritanos. El
profeta asegura la inestabilidad de los reinos de este mundo, frente al reino futuro del
Mesías. Al igual que en He. 12:26, que alude a este versículo, pero tomado de la
Septuaginta, se trata de la obra de Dios que hace temblar y destruye todo lo que no está
fundado y apoyado en él y que tendrá su manifestación final cuando este mundo sea
regenerado (Mt. 19:28) dando paso a un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap. 21:1). A
continuación tenemos la frase vendrá el Deseado de todas las naciones, que tal como se
ha traducido en la RVR60 se ha interpretado como referida a Cristo. Sin embargo, la
construcción de la frase comporta más bien una idea plural y femenina tal como hacen
otras traducciones: “Vendrán entonces los tesoros de las naciones” (BJ); “las
preciosidades” (NC); “los tesoros más preciados” (nota al margen (RV77); “afluirán los
tesoros de todas las naciones” (Herder); “sus riquezas llegarán aquí” (NVI); “aquí afluirà
el bo i millor de cadasquna” (BIC);”vingui la riquesa de tots el pobles” (IBEC); “vendrán
entonces los tesoros de todas las naciones” (LBLA); “…las naciones, y traerán sus
riquezas” (DHH); “vendrán los tesoros deseados de las naciones” (RVA); “…naciones
con sus valiosos tesoros” (BLP); “sus riquezas llegarán hasta aquí” (NBD). Como
podemos observar, la RVR60 se ha quedado sola, lo cual es obvio. La mejor traducción
es “las cosas más preciadas de las naciones” porque respeta el femenino plural y refleja
un sentido semejante a Is. 60:5c, Dn. 11:43. Aparte de la cuestión puramente gramatical,
tenemos el apoyo bíblico de Is. 49:7, donde al Mesías se le designa como el
menospreciado del alma, y abominado de las naciones, que en ningún modo puede ser
considerado como el Deseado de las naciones, sino todo lo contrario.
El versículo, aunque no se refiere a Cristo, tiene un contenido mesiánico, pero en un
sentido mucho más amplio y profundo. Como resultado de las conmociones naturales y
políticas de las naciones, vendrían a sumarse las riquezas más preciosas para la
edificación del templo. Pero esto no puede limitarse a un momento particular de la
historia, ya que las conmociones tendrían lugar de manera continua. Por lo tanto, podemos
ver ya un cumplimiento literal de esta profecía en los tesoros del rey Artajerjes y sus
consejeros que ofrecieron unos setenta años más tarde a Esdras para el templo (Esd. 7:15
y ss.) cuando regresó con un segundo contingente de judíos. También podría incluirse el
mandamiento del rey Darío, no solo por permitir la reconstrucción del templo, sino
también de poner a disposición de los ancianos todo lo que hiciera falta para la obra y los
sacrificios, utilizando el dinero de los impuestos (Esd. 6:6-10). Sin embargo, el alcance
de esta profecía es extenso todavía. Si el pueblo lloró, fue posiblemente, no tanto porque
el nuevo templo fuera simplemente inferior al anterior, sino porque la pobreza que los
judíos veían, ponía de manifiesto la aparente situación desastrosa del reino de Dios. Pero
ahora Dios les daba una promesa de que engrandecería de gran manera la gloria de su
reino. Esta exaltación y glorificación empezó con la venida de Cristo y su proclamación
del reino de los cielos, que desde entonces se está extendiendo a todas las naciones y que
culminará al final de los tiempos en la gloriosa nueva Jerusalén.
Otras evidencias vienen a mostrarnos que no se trata de una referencia explícita a Cristo.
La principal de ellas se halla en el significado original de la palabra jemdath en femenino,
que se puede traducir por “deseo” y en la Septuaginta, “lo escogido”. Pero al no concordar
con el verbo que está en plural y significa “vendrán”, algunos eruditos suponen que
originalmente el término era jemdoth, “cosas deseables”, pero no hay apoyo en ningún
manuscrito. Por todo lo expuesto, llegamos a la conclusión que se trata de las cosas
15
valiosas o deseables, que las diferentes naciones llevarían al templo y eso es algo que se
cumplió. La traducción de la frase en RVR60, es como alguien ha dicho: “una mala
traducción exquisita”. Esto fue debido al uso que hizo Jerónimo de la palabra latina
Desideratus para traducir jemdath. La frase completa en la Vulgata es: Et veniet
Desideratus cunctis gentibus.
v.v.8, 9. Los judíos estaban desilusionados por la ausencia de estos preciosos metales en
el adorno de este templo en comparación con el primero y Yahweh si quisiera lo podría
adornar con dichos metales, pero lo adornará con una gloria superior. La gloria de la
redención obrada por Cristo, sobrepasa en mucho a todo lo que tiene que ver con el
templo. Así, en el caso del creyente pobre, si Dios quisiera podría darle oro y plata, pero
él concede tesoros mucho mejores, cuya posesión podría peligrar por la propiedad de
aquellos. La gloria del nuevo pacto en la sangre redentora de Cristo, es mucho mayor
que toda la magnificencia de los rituales mosaicos. Y daré paz en este lugar, El reino de
Dios aporta paz entre el hombre y Dios y sus últimas consecuencias serán también la paz
entre el hombre y el hombre. El sentido de la palabra Shalom se refiere tanto a la paz en
sí, como a “una ofrenda de paz”. El lugar es la ciudad de Jerusalén. Después de haber
mencionado el temblor de las naciones y la gloria del templo, viene la paz. La violencia
y la destrucción tendrán fin (Is. 60:18) y los extranjeros nunca más invadirán la tierra (Jl.
3:17). Asimismo, podemos incluir la paz espiritual, pero igualmente la paz en la tierra se
realizará de manera plena. Con esta nota de júbilo, termina la segunda profecía.
Cuestionario para reflexión y aplicación
1. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? ¿Qué dice Dios?
2. ¡Cómo debemos esforzarnos en la obra de Dios?
3. ¿Cuál es la relación entre el antiguo y el nuevo pacto? ¿Cómo interviene el
Espíritu Santo?
4. ¿Qué nos enseñan los grandes acontecimientos de la historia?
5. ¿En qué sentido es superior la gloria postrera a la primera del templo?

4.4. Tercer mensaje (2:10-19)


El profeta debe formular una serie de preguntas a los sacerdotes como expositores
autorizados de la ley. El objetivo era hacer comprender al pueblo que a causa de su
negligencia en trabajar en la obra del templo, contaminaban el sacrificio por su pecado,
haciéndolo completamente ineficaz a los ojos de Dios. Los dos principios generales
básicos que se destacan son: a) una cosa santificada no puede hacer que algo neutro o
contaminado sea purificado; b) una cosa contaminada sí puede hacer perder la pureza a
lo santificado y corromperlo. Ahora que el pueblo se había vuelto de su desobediencia
pasada, necesitaban comprender que si la razón de sus desgracias tenía que ver con su
pecado, su nueva actitud de obediencia les llevaba a ser bendecidos por Dios en aquellas
cosas en que habían sido castigados, aún a pesar de no haber señales palpables de que
esto iba a suceder.
4.4.1. Infidelidad del pueblo (vv. 10-14).
Como las anteriores, esta profecía también está fechada. Sucedió dos meses y tres días
después de la segunda, en el mes de Quisleu (v.10), que corresponde a una parte de

16
nuestros noviembre/ diciembre. Observamos que la fórmula de la fecha en que el profeta
recibe la palabra de Yahweh introduce cada sección. Después viene la censura del
comportamiento anterior del pueblo y una invitación a meditar en su corazón. Las
condiciones de pobreza económica debido a la escasez de las cosechas es el castigo divino
por haber pecado, pero también Yahweh revertirá la situación bendiciéndoles si
obedecen. Hageo debe plantear a los sacerdotes una cuestión sobre la ley (v.11), ya que
ellos eran sus expositores autorizados (Lv. 10:11, Dt. 33:10, Ez. 44:23, Mal. 2:7).
La pregunta sobre la carne santificada (v.12). La carne de un sacrificio (Jer. 11:15) hace
santa la “falda” en que se lleva; pero esa “falda” no puede impartir santidad a cosa alguna
fuera de sí misma, como por ejemplo, el pan, vianda, vino, aceite, etc. (Lv. 6:27). Se
menciona todo esto para ilustrar el principio que un sacrificio, santo, al envolver cosas
divinas –lo mismo que la falda es santa cuando envuelve carne santificada- no puede por
su eficacia inherente u opus operatus hacer santa a una persona cuya desobediencia, como
la de los judíos al descuidar la casa de Dios, la hace profana e impía. Una cosa
contaminada puede comunicar su contaminación a otra a través del contacto. En otras
palabras, una cosa santificada no puede hacer que algo neutro o contaminado sea
purificado, mientras que lo contaminado sí puede hacer perder su pureza a lo santificado
y corromperlo.
La pregunta sobre la persona inmunda (v.13). Una persona inmunda según la ley,
imparte impureza a cualquier cosa, mientras que una cosa santa según la ley, no puede
conferir su santidad a una persona inmunda (Nm. 19:11, 13, 22). La santidad, según la
ley, no se comunica tan pronto como la impureza legal. De la manera que los caminos
hacia el pecado son múltiples, la senda para la santidad es una y el camino difícil. Una
gota de suciedad contaminará un vaso de agua; pero muchas gotas de agua clara no
pueden purificar la inmundicia de un vaso de agua sucia. Se puede coger el resfriado de
otra persona por contagio, pero no se puede coger la salud de una persona sana cuando se
está enfermo. Este principio viene de muy lejos, pues en la esfera moral y espiritual, la
Biblia nos enseña que el pecado de nuestros primeros padres ha contaminado a toda la
humanidad, pero los padres creyentes no pueden transmitir la salvación a sus hijos.
La condición inmunda del pueblo (v.14). La réplica del profeta a los sacerdotes es la
aplicación de los principios mencionados. Todavía Judá no está obedeciendo, pues
todavía es llamado por Yahweh “este” pueblo y no “mi” pueblo, aunque puede usarse
tanto el presente “es” como el pasado “era”. En el segundo caso se referiría a su
inmundicia antes de ponerse a trabajar de nuevo. Por el primer caso este pueblo no es
santo por lo que aquí ofrecen, es decir, sobre el altar levantado al aire libre bajo Ciro
(Esd.3:3), aunque el sacrificio ritual por lo general puede santificar exteriormente tanto
cuanto alcance (He. 9:13), como la carne que santificaba la falda. Pero no puede hacer
aceptables a Dios a los oferentes, sus personas y todas sus obras, porque les falta el
espíritu de obediencia (1 S. 15:22), descuidando la edificación de la casa de Yahweh. Por
el contrario, en el segundo caso, ellos hacían impuras sus mismas ofrendas porque eran
impuros a causa de la desobediencia, lo mismo que la persona impura que entraba en
contacto con un cadáver, impartía su impureza a todo lo que tocaba (He. 9:9). La
aplicación se hace por lo que habían sido, no por lo que son ahora, ya que habían
empezado a obedecer. El propósito es para preservarles de apostatar de nuevo. El vocablo
aquí señala el altar que probablemente estaba a la vista del auditorio del profeta.

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4.4.2. Las consecuencias del pecado (vv.15-17)
v. 15. El ahora pues, señala las consecuencias de lo que precede, con una nueva invitación
a meditar en su corazón, es decir, a comprobar sus experiencias “desde entonces hasta
aquí”, comparando los males que les sobrevinieron antes de empezar la obra, con el
tiempo presente cuando la iniciaron nuevamente y en consecuencia Dios promete
bendecirles. Así, pues, pueden percibir los males de la desobediencia y las bendiciones
de la obediencia. La idea expresada en este versículo, no es que los judíos debían meditar
en su conducta antes de ponerse a trabajar en la obra, sino más bien que debían meditar
sobre el pasado, considerando lo que ocurrió desde antes que se pusiera piedra sobre
piedra en el templo. La intención, pues, era que el pueblo meditase de ahora en adelante,
sobre su pasado, volviendo su vista hacia atrás cuando habían dejado la obra y se podría
traducir literalmente: “meditad desde el no poner piedra… en adelante”. Otras
traducciones: “Ahora bien, desde hoy en adelante, reflexionad. Antes que vosotros
pusierais piedra sobre piedra en la casa del Señor” (NVI). “Ahora bien, considerad desde
aquel día atrás, desde antes que se pusiera piedra sobre piedra en la casa de Yahweh”
(BT). “Ahora pues, considerad bien esto de hoy en adelante: antes que se pusiera piedra
sobre piedra en el templo del Señor (LBLA).
v.16. Antes que sucediesen estas cosas, se refiere a aquellos días en que habían
descuidado la obra de reedificación del templo, antes que la obra se reemprendiese, antes
de 1:14-15, lo que se ajusta perfectamente con la interpretación del v. anterior.
Seguidamente describe lo que ocurría: venían al montón de veinte efas, esto es, al montón
de trigo del que se esperarían encontrar veinte medidas de grano y no había más que diez.
El “efa” era una medida básica de capacidad que servía para medir los áridos y equivalía
a 37 litros. A continuación se menciona a las medidas de capacidad de líquidos, venían
al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había veinte. Un cántaro era un bato cuya
capacidad equivalía a veintidós litros. Por lagar se pueden entender varias formas de
albergar productos líquidos. En algunas traducciones se lee “medidas de vino”,
simplemente “medidas” (Septuaginta), “frascos” (Vulgata) etc. Aparte de estas
cuestiones, lo que realmente quiere resaltar el texto es la consecuencia inflacionaria de
sus cosechas de trigo y vino. Estas expresiones ilustran la desilusión y frustración que
debían sentir los judíos al ver que sus cosechas daban más o menos la mitad de lo que
esperaban en condiciones normales.
v. 17. Este versículo está tomado de Am. 4:9, lo que es un apoyo de la canonicidad de
este profeta. Estas aflicciones no fueron consideradas como castigos de Dios, hasta que
el profeta se lo hiciera comprender al pueblo en la primera profecía. El viento solano, es
el que venía del oriente, de donde sale el sol y de ahí solano, un azote que procedía del
desierto y producía el marchitamiento de lo sembrado cuando ya había crecido y como
resultado tenían una excesiva sequía. El tizoncillo es un parásito frecuente en los cereales,
especialmente en el trigo, de modo que el grano sale raquítico. El granizo, es una mención
muy apropiada aquí debido a que Dios lo utilizaba para destruir los viñedos y en el
versículo anterior vimos que tenían escasez de vino. Desde que llegaron y no habían
trabajado en la casa de Dios, él había enviado estos juicios, pero el pueblo no se convirtió
a Yahweh.
4.4.3. Promesa de bendición (vv.18-19)

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Una vez se han puesto manos a la obra, la situación de juicio ha finalizado y dejado paso
a una vida nueva de obediencia al Yahweh en que el profeta les anuncia que serán
bendecidos.
v. 18. Este versículo es un resumen del v. 15.Después de los dos versículos precedentes
a este, la bendición del versículo siguiente aparece con un contraste más marcado con
la maldición de los ya citados. De nuevo se menciona un día, que es el que se echó el
fundamento para la construcción del templo, en el año 536 a.C. Aquí también la idea es
de meditar sobre lo que había ocurrido en el pasado desde los días de Ciro, cuando se
echaron los cimientos del templo, hasta aquellos días (Esd. 3:10-12). Es una última
invitación a considerar las aflicciones pasadas, antes de dirigir la atención del pueblo
sobre las bendiciones venideras que se anuncian en el versículo siguiente. Una lectura
superficial podría dar la impresión que los cimientos se echaron el día 24 del noveno mes.
Sin embargo, debemos fijarnos en la preposición “desde” con relación a los cimientos del
templo, la cual se refiere a un tiempo pasado que nos guía hacia el presente. Se podría
traducir así: “Meditad, pues, en vuestro corazón, desde los días en que se echaron los
cimientos del templo de Yahweh, hasta ahora (el 24 del noveno mes)”.
v.19. La pregunta al principio de este versículo tiene una respuesta negativa. Los árboles
que se citan no habían dado todavía sus frutos porque no era el tiempo. La simiente de
los cereales que habían sido sembrados en aquel mes todavía no podían dar señales de
tener una buena cosecha, ni mucho menos que fuera guardada en los graneros. En
principio la pregunta y las negaciones siguientes, evidencian los efectos de la maldición
que había caído sobre ellos y las cosechas de cereales y árboles frutales. Ellos habían
vuelto a Yahweh en los últimos meses, pero no podían esperar obtener ninguna cosecha
de manera inmediata. Las consecuencias del pecado tardarían aún un tiempo en
desvanecerse. Con todo, Yahweh les promete que les bendecirá desde este día, haciendo
hincapié, al repetir esta frase y conectar la bendición con el día de la obediencia de ellos.
Lo que se quería señalar el profeta es que la bendición sería debida a Yahweh y no a la
naturaleza. Nosotros podemos creer en las promesas de Dios de bendecirnos, aunque
todavía no veamos las señales manifiestas de su cumplimiento.
Cuestionario para reflexión y aplicación
1. ¡Qué ocurre cuando ofrecemos culto a Dios bajo el signo del ritualismo
desprovisto de espiritualidad? ¿Es el sacramentalismo nuestro pecado también?
2. ¿Qué nos advierte el principio que hemos visto aquí, que el pecado es fácilmente
transmisible, mientras que la santidad no se puede contagiar?
3. ¿Por qué a veces no somos capaces de ver las consecuencias del pecado y
buscamos justificarnos a nosotros mismos y delante de los demás?
4. ¿Por qué muchas personas que sufren echan la culpa a Dios de su situación en
lugar de arrepentirse de sus pecados?
5. ¿Tenemos plena confianza en que lo que Dios ha prometido lo cumplirá, aunque
en el tiempo presente no veamos que dicha promesa se realice?

4.5. Cuarto mensaje (2:20-23)

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La última profecía fue pronunciada el mismo día que la anterior y dirigida a Zorobabel,
como representante del pueblo al que ha guiado en obediencia a la palabra de Dios. El
anuncio de los grandes acontecimientos en 2:6-7, se repite aquí. La explicación de esto
podría estar en que, probablemente, el pueblo se sintiera desalentado en cuanto a su
futuro, ante las perspectivas de vivir en medio de terribles conmociones en todas las
naciones. Por ello, había necesidad de calmarles mediante la confirmación del puesto que
ocupaba Zorobabel y lo que significaba tener seguridad, desechando cualquier temor.
Esta profecía, no solo halla cumplimiento en Zorobabel, sino que se extiende al futuro,
ya que se refiere más bien al puesto de gobernador que a su persona, como representante
de la colectividad. Con esta profecía, el libro llega a su culminación con un enfoque
escatológico.
4.5.1. Promesa de seguridad (vv. 20-23)
v. 20. La segunda vez del mismo día veinticuatro del noveno mes, vino palabra de
Yahweh a Hageo, la cuarta y última revelación al profeta que lleva el libro a su cima, al
mostrar como las bendiciones prometidas en el versículo anterior, tendrán su
cumplimiento a su debido tiempo.
vv. 21-23. A diferencia de los dos primeros mensajes, este va dirigido exclusivamente a
Zorobabel. Posiblemente, ante la inquietud del pueblo, Zorobabel había preguntado sobre
las convulsiones predichas en 2:6-7, siendo la respuesta como sigue: los judíos habían
sido inducidos a temer que estas convulsiones destruirían su existencia nacional. A
Zorobabel, por tanto, como dirigente civil y representante del pueblo va destinada la
profecía y no a Josué su jefe religioso. Zorobabel es tipo del Mesías su representante y
rey nacional, con quien Dios el Padre establece el pacto, en quien aquellos que se
identifican con él, se les asegurará la protección del amor electivo de Dios. Las violentas
convulsiones políticas vendrán acompañadas de prodigios físicos, porque Yahweh hará
temblar los cielos y la tierra y los demás reinos mundiales han de ser derribados para dar
lugar al reino universal de Cristo. Los carros es una alusión a los carros de guerra. En
aquel día, es el día de las conmociones que cita, Yahweh tomará a Zorobabel bajo su
protección en una promoción de honor juntamente con todo el pueblo. En una preciosa
frase usando un simil, Yahweh le pondrá como anillo de sellar.

Se puede traducir también por sello, porque el sello de una persona en la antigüedad
era su firma. Era el símbolo legal del dueño, generalmente hecho de piedras preciosas y
oro. Llevado en un dedo era una posesión inestimable, porque en cierto modo era el
representante legal de un hombre, como en la actualidad la firma electrónica. El sello de

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un monarca oriental era el signo de su autoridad delegada (Est. 3:10-11). Por estos
motivos, lo guardaban muy cuidadosamente. La impresión del sello real en una carta daba
validez a la autoridad de su contenido (1 R. 21:8). Un sello podía usarse también como
prenda de garantía de un pago diferido (Gn. 38:18). En Cantares (6:8), el sello es la
sulamita que desea estar grabada en el brazo y el corazón de su amado, ella desea ser el
centro vital de su esposo. En Jer. 22:24-25 tenemos la clave para la aplicación de esta
figura a Zorobabel, pues su abuelo, el rey Joaquín (Conías) es arrancado del dedo como
un anillo de sellar y entregado en manos de Nabucodonosor. Además del exilio en
Babilonia, Joaquín recibió la maldición de que ninguno de sus descendientes reinaría
sobre el trono de David (Jer. 22:30). Pero en Mt. 1:12, Jeconías (otro nombre de Joaquín)
aparece en la genealogía de Cristo juntamente con Zorobabel. Quizás, el texto de Hageo
pueda ser un restablecimiento de la familia de Joaquín si vemos este versículo como una
anulación de la maldición que hemos contemplado en Jeremías, como sugiere algún autor.
Sin embargo, creo que es preferible verlo de un modo distinto, pues Zorobabel no llegó a
ocupar el trono como rey. Mientras Dios derribaría a las naciones, trataría a Zorobabel y
a su pueblo del que es representante, como su tesoro más preciado, como un anillo de
sellar, dándole una posición de privilegio en que quedaría inseparablemente unido a
Yahweh. Se vislumbra aquí a Cristo y al pueblo de los redimidos, la Iglesia, siempre
triunfante atravesando victoriosamente las peores catástrofes que puedan azotar al
mundo. Al hacer de Zorobabel un anillo de sellar, puede significar que este dirigente
judío es una prenda o garantía de la dinastía davídica de la que iba a venir el Mesías. En
el NT tenemos la enseñanza que Dios nos ha sellado y nos ha dado las arras del Espíritu
Santo en nuestros corazones (2 Co. 1:22. Por otro lado, hemos sido sellados por el Espíritu
Santo como señal de que un día Dios entrará en plena posesión de la propiedad que ya le
pertenece (Ef. 1:13-14).
Conclusión
Cuando Hageo terminó de escribir esta profecía, el templo todavía no estaba construido
en su totalidad, pero habían progresado considerablemente. El profeta había dado al
pueblo un mensaje motivador, señalando el pecado que estaban cometiendo por haber
dejado de lado la casa de Dios. También les dio promesas con lo que quedaría asegurado
que la obra de Dios llegaría hasta el final por medio de un pueblo obediente a Yahweh.
Lo que al principio del ministerio del profeta se veía como una posibilidad desde el
principio del ministerio de Hageo, un ministerio fructífero superior a muchos de los
profetas, ahora era casi una realidad. Esto nos enseña que cuando el pueblo de Dios se
moviliza en obediencia a su palabra y lleva a cabo la voluntad de Dios es muy bendecido
por el Señor.
Cuestionario para reflexión y aplicación
1. A pesar de todas las convulsiones y contratiempos que la Iglesia ha pasado a lo
largo de la historia y está pasando todavía, sigue invencida de acuerdo con la
promesa del Señor (Mt. 16:18).
2. Podemos esperar un futuro con las convulsiones que existieron en el pasado, pero
no olvidemos que todos los acontecimientos que suceden forman parte de los
propósitos redentores de Dios.

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3. Somos posesión adquirida por Dios, sellados por el Espíritu Santo y en esta
promesa podemos descansar seguros aguardado firmes el porvenir con la
seguridad en nuestros corazones.
4. ¿Qué significado tenía para los orientales el anillo de sellar?
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