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Educación sexual y de género en Chile, la base para la inclusión social

Por: Isabel Álvarez.

Chile ha tratado a la sexualidad de una forma más acotada y oculta en el ámbito público, en
donde se le relaciona completamente con el área de la salud y lo biológico. A pesar de que
en los últimos años la educación sexual en los colegios ha ido creciendo exponencialmente
en su implementación, aún no es obligatoria ni universal. Por otro lado, hablar de género aún
no es comprendido en su totalidad, ya que no se enseña ni se define correctamente en los
establecimientos educacionales, quizás por priorizar otras asignaturas o por no comprender
su importancia dentro del análisis de las sociedades. Además, de que definir sexualidad o
género es completamente subjetivo, ya que su concepción es totalmente personal y construida
por la sociedad en la que hemos vivido.
Una educación sexual y de género correcta y obligatoria en Chile, cambiaría y nutriría en
gran medida el pensar de los chilenos, disminuyendo la discriminación hacia las mujeres,
homosexuales, hasta a hacia aquellos hombres con nuevas masculinidades. Además, se
desarrollaría una comprensión más intensa de nuestra historia, logrando visualizar la
trazabilidad de nuestra sociedad actual, enfatizando en por qué hoy en día Chile es uno de
los países con mayor desigualdad de Latinoamérica, tanto económicamente como
socialmente.
Si bien, es innegable afirmar que hemos avanzado en términos de concepción de sexualidad
y género, siendo considerada cada vez más abierta y libre. Seguimos estancados en polarizar
la sexualidad con la moral, en prohibirla y normatizarla, además de que esta se manifiesta
distinta tanto en lo económico, político y social.
“Es nuestro deber, como Ministerio de Educación, garantizar una educación
que permita alcanzar el pleno desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo,
intelectual, artístico y físico de nuestros estudiantes…resguardando su
autonomía y en articulación y coherencia con su Proyecto Educativo
Institucional.” (Ministerio de Educación, 2017).

Si la educación en Chile ya es desigual según el estrato económico y social al que se


pertenezca, la educación en sexualidad y género también lo será. Un típico colegio de la elite
chilena, católico y conservador, enseñará a sus alumnos a sexualidad completamente distinta
a la de una escuela rural. Una adolescente del colegio católico, su clase de sexualidad la
conceptualizará como algo prohibido y que debe cuidar, en donde el sexo antes del
matrimonio sería pecado, contradiciendo sus deseos propios de su ser. En cambio, la
adolescente de la escuela rural, su clase de sexualidad será más neutra, enfocada en lo
biológico y en simples palabras entenderá la sexualidad como sexo y cuidarse del embarazo.
En ambos casos, la educación de la sexualidad y de género es totalmente subjetiva y llevada
a la distinta realidad de ambos estratos, sin ahondar en la literatura y en los distintos enfoques
que se le puede dar.
Si al niño no le gusta jugar futbol y le gusta saltar la cuerda en el recreo, es considerado como
“marica”. El discurso heteronormativo disciplina los cuerpos en base a una forma ideal y
ficticia de “ser hombre“ y “ser mujer“ (Butler, 1990). Si a la adolescente se le enseña que
debe ser femenina, pura y madre, es porque no hay una educación de género, aumentando los
estereotipos de este y aceptando el binarismo.
“Llamar a alguien marica, maricueca o maricón no es simplemente describirlo
o informar sobre un aspecto de su vida, es un ejercicio de poder-y control-
sobre esa persona. El mecanismo más parecido de estigmatización es llamar
puta a una mujer; en ambos casos, el sexo está involucrado y en ambos casos,
también, el margen defensivo es estrecho y desigual” (Contardo, 2011, p.
117).

Si se implementara, por ejemplo, en la asignatura de historia, el género como base del análisis
podríamos comprender desde pequeños que nuestra concepción del género es totalmente
construida por nuestra sociedad. “Eva y María, por ejemplo, como símbolos de la mujer en
la tradición cristiana occidental-, pero también mitos de luz y oscuridad, de purificación y
contaminación, inocencia y corrupción”. (Scott, 1986).
El niño trans que se siente mujer y quiere ser llamado y visto como mujer, no es aceptado
por sus propios profesores y ridiculizado por sus compañeros, es porque no hay educación
en diferencia sexual, de distintas sexualidades, de la teoría queer, o de la inclusión en
términos generales. De la gran variedad de sexualidades que existen, solo se conoce la
heterosexualidad y homosexualidad (si es que) en los colegios.
Además, de que la desinformación y poca educación en comunidades LGTBIQ+, aumenta el
riesgo de enfermedades sexuales. Según United Nations Programme on HIV/AIDS (2017),
entre 2010 y 2016 Chile fue el país con el mayor cambio porcentual en nuevas infecciones
por VIH, aumentando en un 34%. La educación sexual debe ser dirigida a todas las
sexualidades, comprendiendo sus diferencias y educando los métodos y cuidados para
disfrutar y vivir su sexualidad de la mejor manera posible.
Si dentro de la educación de género se hablara de feminismo, no tratarían de “feminazi” a la
adolescente que hace respetar sus derechos. O quizá la adolescente del colegio católico
entendería que su propósito de ser mujer no es solo ser madre. “Una no nace, sino que se
convierte en mujer”, (Beauvoir, 1949). Esta frase se sale del límite biológico que le da a la
sexualidad y género la educación chilena.
Aunque es bien sabido que la educación parte de la casa, la desinformación actual es un
circulo vicioso. Esto es por que nuestros abuelos y padres tuvieron una educación de la
sexualidad y de género totalmente normada y en muchos casos inexistente. En los colegios
no se hablaba de sexo, y todo se aprendía a través del secreto a voces. Por lo tanto, la
educación de la sexualidad y género hoy es fundamental en nuestra sociedad, ya que no solo
los niños aprenden, sino que muchos de estos niños les llegan a enseñar a sus padres en la
casa. Un niño educado en términos de sexualidad y género enfocado a la inclusión, no le
parecerá extraño o malo ver a dos hombres de la mano, y esta mentalidad sorprende mucho
a sus padres, dándoles una lección de vida.
Y como sociedad es nuestro deber fomentar y respaldar la educación de género, si vemos a
un niño en la tienda de juguetes comprando el set cocina, no debería parecernos raro, es más
deberíamos felicitar a su madre o padre por darle la confianza y enseñanza de que el género
no es algo natural, no nacemos con un género definido y que tampoco existen cosas para
hombres o exclusivas para mujeres. Además, el que te llamen “niñita”, que no sea
considerado como una ofensa, ya que hombres y mujeres no debemos sentirnos disminuidos
por el otro.
En términos de educación en general estamos al debe, sin embargo, incluir una educación de
sexualidad y género facilitará las relaciones sociales que tenemos hoy en día los chilenos,
con un alcance indefinido. El niño que fue educado en conceptos de género y que hoy en día
es gerente de una empresa, entenderá y les pagará equitativamente a sus trabajadores, sean
hombres o mujeres. La niña que fue educada en conceptos de género y sexualidades y que
hoy es ministra, sabrá que el aborto libre es un derecho para todas las mujeres, por que nadie
tiene derecho a influir o normar nuestro cuerpo. El niño que fue educado en sexualidad y
género y que hoy es padre y marido, no “ayudará” en las tareas domésticas, si no que
entenderá que tanto para el y su esposa, es su deber cocinar, planchar o cuidar a los hijos. Por
lo tanto, una educación de género y sexualidades desde la base de nuestra vida, construye
nuevas masculinidades, aumenta la inclusión y disminuye la violencia, discriminación,
avanzando como país en infinitos ámbitos.
BIBLIOGRAFÍA

Butler, J. (1999). Gender Trouble. Femnism and the Subversion of Identity. Nueva York:
Routledge.

Connell, W. (1995). The Social Organization of Masculinity. Estados Unidos: Universidad


de California.

Contardo, O. (2011) Raro, una Historia gay de Chile. Santiago: Editorial Planeta

De Beauvoir, S. (2013) El segundo sexo. Buenos Aires: Debolsillo.

Fiedler, S. (2015). Derechos humanos, diversidad sexual y políticas públicas en América


Latina. Chile: ed. LOM.

Ministerio de Educación. (2017. Educación en sexualidad, afectividad y género. Santiago:


MINEDUC.

Scott, Joan. (1986). "Gender: A Useful Category of Historical Analysis". Estados Unidos:
American Historical review.

Weeks, J. (1998). Sexualidad. México D.F.: Paidós, PUEG, UNAM.

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