Вы находитесь на странице: 1из 27

EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Resumen

El fenómeno del terrorismo, debido a los acontecimientos vividos hasta la fecha, tiene

gran importancia y relevancia por lo que su explicación desde la Psicología es esencial

para su comprensión y afrontamiento. Por consiguiente, el presente documento tiene el

objetivo de dar una visión general del fenómeno a partir de una revisión bibliográfica que

aporte diferentes datos acerca de la explicación del terrorismo. Para ello, el siguiente

estudio se centra en el análisis de la conducta terrorista desde dos perspectivas diferentes:

la psicosocial y la psicopatológica. Partiendo de la premisa de la influencia del contexto

como factor ligado al cometido de dichos actos. De esta forma, se ha querido justificar la

implicación grupal y sentido moral como dimensiones aclarativas del terrorismo. Por otro

lado, desde un punto de vista psicopatológico, no se han encontrado conclusiones claras

al respecto, a independencia del “actor solitario” o “lobo solitario”, terrorista que según

las investigaciones no se encuentra desligado de una posible enfermedad mental. Otros

autores prefieren abogar por la conceptualización del terrorismo bajo los términos de

patología social o política, al margen de la alegación mental.

Palabras clave: terrorismo, psicosocial, psicopatología, perfil, grupo, moral, mental.

3
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

INTRODUCCIÓN

El terrorismo es considerado una forma de opresión de carácter tanto social como político,

llevado a cabo por medio de acciones puntuales de carácter violento hacia la población

civil y cuyos resultados atentan ante cualquier derecho humano (de la Corte, 2009).

Numerosos estereotipos han sido plasmados a la hora de intentar establecer el perfil del

terrorista como son: suicida psicópata o mentalmente enfermo, pobre, ignorante, fanático,

desesperado, marginal, etc., (de la Corte y Gimenéz – Salinas, 2009).

Al margen de esto, el perfil común del terrorista abarca las características de varón joven,

veinteañero y cuyo estado civil, por lo general, es de soltero. La explicación que se ha

atribuido a estos factores viene determinada por dos variables; en primer lugar, una mayor

disponibilidad de tiempo y; en segundo lugar, una notable propensión al riesgo, asociada

a la rebeldía estereotípica de esta etapa.

En cuanto a la menor presencia del sexo femenino en estos grupos, son dos las

explicaciones que se atribuyen: la primera de ellas se asocia con una menor tendencia

agresiva de la mujer frente al hombre; la segunda está determinada por

4
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Razones culturales islamistas, cuya visión social aboga por un papel de inferioridad de la

mujer con respecto al hombre (Gutiérrez, 2011).

Según la bibliografía revisada indican que los sujetos con este tipo de características

presentan mayor vulnerabilidad y son más susceptibles que la norma a establecer procesos

de socialización con grupos de marcado carácter religioso o político. Es decir, las redes

terroristas ven como blanco fácil de captación e influencia a personas jóvenes. Respecto

a la clase social no existe un prototipo fijo, aunque en su mayoría los grupos terroristas

más exitosos están formados por sujetos de clase social baja, concretamente de los

sectores marginales de la sociedad (Musitu, 1997 y Gutiérrez, 2011).

En cuanto al lugar de captación cabe señalar que, según los estudios, en muchas ocasiones

ésta se produce en centros como universidades, fraternidades y asociaciones religiosas

(Gutiérrez, 2011). Uno de los ejemplos más claros es el de las escuelas coránicas, también

conocidas como Madraza, donde los niños más pobres acuden con la intencionalidad o

propósito de sacrificar su vida por una religión más propia de otra época que una adaptada

a nuestros tiempos (Musitu, 1997).

La reciente ola de terrorismo islámico que sacude en el presente a Europa y al resto del

mundo hace que surja en las personas y víctimas, tanto directas como indirectas, un

sentimiento de inseguridad que les lleva a buscar explicaciones de por qué otro ser

humano cometería un acto tan atroz.

La dificultad a la que nos enfrentamos hoy en día se relaciona con la generalización de

un perfil único de terrorista. La divergencia de perfiles es de gran índole como

consecuencia de las características personales y la clase de terrorismo a la que nos


5
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

enfrentemos. Las motivaciones y circunstancias culturales que motivan a un terrorista

perteneciente a ETA o a un grupo islamista discrepan ampliamente. Sin embargo, surge

un interés común a la hora de elaborar un entramado de causas que conduzcan a una

persona al cometido de acciones tan violentas (Gutiérrez, 2011).

Por ello dada la relevancia de este tema, el objetivo del presente estudio consiste en

realizar una revisión de aquellas teorías de naturaleza psicosocial y patológica que

pudiesen explicar aquello que mueve y motiva a estas personas a cometer este tipo de

acciones.

PERSPECTIVA PSICOSOCIAL DEL TERRORISMO

El contexto es primordial para el desarrollo humano. Analizar el terrorismo desde una

perspectiva ecológica permite entender el medio en el que se desenvuelve. Es decir, las

dimensiones propias del microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema (Post,

1992 y Bandura, 1992 citado en Musitu, 1997).

Dentro de la perspectiva psicosocial del terrorismo se ha hecho énfasis en los aspectos de

pertenencia al grupo e ideales morales como explicación y sentido de

6
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

estas organizaciones. Se han podido determinar distintas teorías, perfiles y estereotipos

recurrentes para su explicación.

El aspecto mejor estudiado del terrorismo es el grupo, el cual otorga al terrorista un

sentido de “pertenencia” (Silva, n.d.). La teoría que hace hincapié en este aspecto es la de

“La fusión de la identidad”. Desde dicho modelo se atiende a la explicación de la

vinculación de la persona con un grupo, por el cual está dispuesto a la realización de

acciones de índole violenta. Dicha teoría aboga por la percepción unificadora del “yo

personal”, la identidad propia, con el “yo social” o identidad del grupo (Gómez, López –

Rodríguez, Vázquez, Paredes, y Martínez, 2016). La pertenencia al grupo permite la

reestructuración de la autoestima por medio de la vivencia de vinculación de uno mismo

con una parte de la sociedad (Musitu, 1997).

Autores como Ángel Gómez et al, 2016, ponen de manifiesto el importante sentimiento

de los lazos familiares o de hermandad de la persona con el grupo, incrementándose la

disposición de llevar a cabo cualquier tipo de práctica y acción por los mismos. “La teoría

de la Identidad Social” de Hogg y Vaugham, 2005 y Tajfel, 1984, establece una

despersonalización del individuo en la medida en la que establece una dependencia

psicológica a través de la relación con su grupo u organización (de la Corte y Giménez-

Salina, 2009).

La consecución de actos violentos viene explicada ante la existencia de amenazas que

atientan contra la identidad grupal, dando lugar a conductas de carácter compensatorio a

favor del grupo (Gómez et al. 2016). Se han atribuido los ataques suicidas a una cierta

presión grupal y, pese a que no se pueda obviar un tipo de influencia de índole normativa

e informativa, tampoco es posible explicarlos exclusivamente debido a esta coacción (de


7
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

la Corte y Giménez- Salina, 2009).

Un ejemplo de esto viene determinado por el perfil que estableció Durkheim de

“Terrorista Altruista”, es decir, aquel que lleva a cabo conductas autodestructivas unidas

a los deseos y propósitos colectivos. Sin embargo, tampoco se debe descartar la posible

influencia de motivos personales (en forma de incentivos y beneficios psicosociales,

religiosos y espirituales, materiales, etc.) (de la Corte y Giménez- Salina, 2009).

Otros autores como Greene, Krcmar, Walters, Rubin y Hale, 2000, sostienen que las

acciones violentas cometidas por miembros de estos grupos vienen determinadas por un

sentimiento de invulnerabilidad y, por consiguiente, de menor percepción de riesgo ante

las consecuencias de sus actos violentos (Gómez et al. 2016).

Otro de los aspectos psicosociales influyentes a la hora de entrar en el ámbito terrorista

viene explicado por la finalidad moral atribuida a las acciones ya sea de carácter religioso

o político (Silva, n.d.). Se plantea el ultraje moral como vía de acción del terrorismo,

resumiéndose dicho fenómeno en una hostilidad cognitiva, afectiva y comportamental

hacia miembros de una comunidad que han peligrado los valores sagrados (Gómez et al.

2016).

“La teoría de los valores sagrados” es otra de las concepciones que respaldan las

acciones del Estado Islámico. En el momento en el que para una persona o grupos

8
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

de personas un valor comienza a considerarse sagrado, las acciones orientadas a su

defensa adquieren un valor extremista. Esto implicaría entender la legitimación de las

ideas o creencias que hacen las personas que operan en identificación con el Daesh

(Gómez et al. 2016), abogando por el respeto y la protección de los mismos ante todo y

todos (Ginges y Atran, 2014 citado en Gómez et al, 2016).

Los últimos acontecimientos que han azotado a Europa sesgan nuestra concepción hacia

la influencia de los valores religiosos como responsable de los mismos. No obstante,

resulta necesario ser prudentes a la hora de establecer relaciones de tipo causal entre la

religión y la violencia (Gore, 2017).

Los “Fanáticos Religiosos” son una imagen estereotipada que surge en base a dicha

percepción social. Kimbi y Even, 2004, los definen como individuos fuertemente

creyentes e influenciados por aquellas personas a las que idolatran por sus actitudes y

conocimientos religiosos. Pese a que esto presenta cierta base real, puede conducir a

errores y sesgos cognitivos. Por un lado, exagera la relación entre religión y violencia

terrorista, considerándola como inseparable. Sin embargo, esta relación no se puede

considerar de simbiosis total, pues la religión no es determinante para la realización de

campañas terroristas como es el caso de los fanáticos nacionalistas. Estos son definidos

por Kimbi y Even, 2004, como individuos fuertemente comprometidos con la causa

política hasta el punto de sacrificarse por el bien común (de la Corte y Giménez- Salina,

2009).

Sprinzak en 1992, considera que “la gran transformación personal que tiene lugar en gran

parte de los terroristas que, en muchos casos los conduce al nihilismo, a la desesperación

y al temor extremo ante el castigo del grupo, puede arrastrarlos al suicidio” (Musitu,
9
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

1992).

Por otro lado, la utilización del término “fanatismo” podría sugerir que se trata de un

comportamiento irracional. Esto tampoco puede considerarse de tal manera, pues los

atentados están llenos de sentido para sus perpetradores (de la Corte y Giménez- Salina,

2009).

El último modelo psicosocial que aporta una visión hacia la explicación del terrorismo es

“El modelo de los actores violentos”. Este modelo respaldándose en las afirmaciones

anteriores trata de aunar, por un lado, la fusión a un grupo con la consagración de valores.

Es decir, se parte de la idea de que compartir ideas o creencias con aquellas personas a

las que uno se asocia es un aliciente a la hora de desarrollar vínculos de filiación. En este

caso, las personas actúan ante el riesgo que padecen alguno de estos dos aspectos por

medio del sacrificio. El sentimiento de protección de valores y de compromiso con los

mismos aumenta en la media en la que quedan definidos en la identidad del grupo (Gómez

et al. 2016).

Es relevante atender como el comportamiento de personas pertenecientes a grupos

terroristas no estaría determinado tanto por un balance a nivel de costes o consecuencias

de sus acciones, sino de compromiso hacia lo establecido como acertado a través de los

valores del grupo (Gómez et al. 2016).

10
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Sin embargo, las concepciones acerca del terrorismo no se limitan únicamente a aspectos

de carácter psicosocial, pudiéndose aportar una visión psicopatológica hacia dicho

problema.

PERSPECTIVA PATOLÓGICA DEL TERRORISMO

¿Es la enfermedad mental asociada al terrorismo una realidad o un mito confabulado?

(Rayo, n.d.). Tras un atentando resulta clave preguntarse si aquel que lo cometió padece

alguna afectación a nivel mental (Gore, 2016).

El terrorismo queda definido por Humberto Trujillo Mendoza como un “fenómeno

poliédrico”, en la medida en la que intervienen múltiples factores de índole social,

histórica, económica, política, religiosa y psicológica. Dar explicaciones de que un

terrorista padece una enfermedad mental o es un psicópata, implicara mermar un

fenómeno tan complejo (del Charco, 2015).

Se niega la exclusividad por parte de algunos autores, como Rasch, Ferracuti, Bruno y

Corrado, de un modelo de salud mental como factor explicativo del fenómeno terrorista

(Del Charco, 2015). No se han encontrado alteraciones psicológicas significativas entre

los terroristas. De hecho, aquellas que han sido encontradas, no son útiles a la hora de

explicar las causas del terrorismo (Retamal, 1993). Lo cual no implica negar que muchos

miembros sean sensibles a presentar algún tipo de psicopatología o déficit cognitivo y

que explique parcialmente el origen o mantenimiento de pertenencia a estos grupos (del

Charco, 2015).

11
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Es decir, la estereotipada relación entre enfermedad mental y terrorismo contradice los

numerosos estudios que se han llevado a cabo en este ámbito y, que muestran que la

mayoría de terroristas se les puede describir como “mentalmente estables”. Esto tiene

sentido, pues gran parte de los líderes terroristas enfatizan la importancia del

conocimiento ideológico y religioso, así como la saludable capacidad mental de poder

desarrollar ciertas habilidades especializadas en sus cometidos. Sin embargo, esta visión

parece cambiar cuando se trata del terrorismo islámico, cuyos líderes tienden a considerar

que cualquiera (ya se trate de sujetos mentalmente estables o no) puede llevar a cabo una

acción terrorista (James y Pisoiu, 2016).

La relación entre enfermedad mental y terrorismo no se debe limitar únicamente a

trastornos clínicos. En muchos casos, el proceso de radicalización de los individuos se

entiende mejor desde una perspectiva que considera los traumas personales y emocionales

como factores determinantes (James y Pisoiu, 2016). La agresividad, su control y

regulación, también ha sido un aspecto clave en el estudio del terrorismo. Perspectivas

muy divergentes como el modelo psicodinámico y el cognitivo – conductual han apuntado

esta línea explicativa. Paola Yael Expirel, da una explicación comportamental hacia estas

conductas terroristas, aunando un instinto agresivo, con la capacidad meticulosa de

planificación y aspectos del aprendizaje vicario (Del Charco, 2015). Asimismo, el

terrorismo sería la vía de canalización de su propensión violenta (Retamal, 1993).

12
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

A nivel de psicología clínica, obviamos la existencia de un trastorno específico para el

terrorista. A su vez, se niega que puedan ser considerados como psicótico (Rayo Bauza,

n.d.). Uno de los estereotipos más utilizados es el de “islamo-psicóticos”, término, que

por otra parte, es contradictorio pues en la mayoría de los casos los psicóticos no son

considerados responsables y conscientes de sus actos (Gore, 2016), lo que implicaría que

actúan en ausencia de su voluntad (Rayo Bauza, n.d). Además, la religión en sí misma

como fuente de motivación de sus acciones sería irrelevante (a no ser que su

interpretación radical se considerase como un síntoma de su enfermedad) (Gore, 2016).

Diversas teorías han intentado establecer las causas del comportamiento terrorista. Varias

de ellas apelan a la psicopatía, clasificada por el DSM-IV como un trastorno antisocial

de la personalidad. Sus características principales podrían resumirse en la ausencia de

empatía en sus relaciones, así como la ausencia de culpa o remordimiento, por causa

biológica (Silvana Santoro, Centro de Psicología Clínica, Laboral y Forense). Esto

podría ser comprensible si atendemos a la forma en que los terroristas tratan a sus víctimas

como si de objetos se tratasen. Sin embargo, parece que estos individuos sí la manifiestan

en otros ámbitos de sus vidas, como podría ser el familiar. Por tanto, esta falta de empatía

hacia sus víctimas no se explica por una incapacidad de manifestar dicho sentimiento,

sino porque no les consideran como iguales (Silva, n.d. y Gutiérrez, 2011).

La ejecución liberal de sus acciones puede explicarse a través de la organización cognitiva

que se forman del significado de sus cometidos (Bandura, 1992 citado en Musitu, 1997).

Esto podría verse explicado por el fenómeno que en psicología se conoce como “visión

en túnel”. Un entramado de presión física y mental como consecuencia de un peligro

hace que la persona enfoque sus conductas de categoría extremista hacia el objeto que

considera peligroso, en este caso la sociedad de Occidente (Rayo Bauza, n.d.).


13
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Los mecanismos proyectivos pueden considerarse como otro fenómeno psicológico que

justifica desde una perspectiva patológica la acción terrorista. Esto implicaría entender su

acción como consecuencia de un fenómeno por medio del cual el culpable para ellos es

la población desligada a sus ideas, respaldándose, de esta manera, una ausencia de

culpabilidad y remordimiento (González, 2016).

En base a las distintas entrevistas que se han realizado a presos terroristas, se ha podido

estimar sus tendencias proyectivas. Esta propensión psicológica se caracteriza por una

idealización de la propia imagen consolidada bajo los cimientos de una sociedad culpable.

Esta dualidad de “bueno y malo” distorsiona una concepción verosímil de la realidad

social. Así como también se tiende hacia una magnificación negativa del otro, al cual se

le responsabiliza de los propios actos (Retamal, 1993). Es decir, se ha considerado la

utilización de dicho mecanismo de defensa propio de una psicopatología limítrofe de

personalidad o narcisista, a partir del cual, se buscan causas externas a su propia

problemática. Concretamente, recurren a la proyección como medio de justificación ante

los peligros externos, optando por el papel de víctima de la sociedad (Retamal, 1993).

14
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Una personalidad narcisista, concuerda con la imagen del terrorista en la medida en la

que se desvincula de la carga y el peso de sus cometidos, resguardándose en una imagen

de superioridad frente al otro. Sin embargo, esta tendencia egoísta podría entenderse

como incompatible con la causa por la que luchan. En la medida en la que son capaces de

anteponerla a su propia vida (Gutiérrez, 2001).

Otras explicaciones psicopatológicas que intenta ilustrar las causas que llevan a estos

individuos a cometer esta clase de actos aluden a la paranoia y al trastorno del control

de los impulsos (Gutiérrez, 2011).

La paranoia, es comúnmente caracterizada por “la presencia de claras ideas delirantes o

alucinaciones auditivas, en el contexto de una conservación relativa de la capacidad

cognoscitiva y de la afectividad” (texto revisado DSM-IV-TR, López- Ibor et al. 2002).

El trastorno de control de los impulsos, queda definido en el “Manual de diagnóstico y

estadístico de los trastornos mentales IV-texto revisado (DSMIV-TR) [….] como la

dificultad para resistir un impulso, una motivación o una tentación de llevar a cabo un

acto perjudicial para la persona o para los demás” (Grau- López y Casas, 2009).

En ambas patologías se da una falta de control por parte de los sujetos sobre sus acciones

y conductas. Por consiguiente, son precisamente estas características las que descartan

esta hipótesis, pues las reacciones inesperadas de los individuos con estos trastornos

pondrían en peligro a las propias organizaciones terroristas (Gutiérrez, 2011).

Por otra parte, parece que los denominados “Actores Solitarios” o “Lobos

Solitarios” tienen más probabilidades de presentar signos de enfermedad mental que

aquellos extremistas que forman parte de un grupo (James y Pisoiu 2016). Bajo dicho
15
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

término se reúnen a las personas que cometen actos terroristas sin el amparo de una red

más grande como el Isis. Investigaciones realizadas entre el 2000 y el 2015 por la Interpol

sugieren que más de un tercio de aquellos que actúan bajo dicha predisposición poseían

algún trastorno de índole psiquiátrica (Gore, 2016).

Por último, es interesante determinar cómo algunos autores prefieren optar por acuñar, a

los responsables de actos terroristas, bajo una patología social o política, en la cual se

consideran mártires de sus ideologías (Rayo Bauza, n.d.).

En definitiva, aunque la enfermedad mental no suele ser muy común en la muestra

terrorista analizada, muchos estudios sugieren que ésta presenta cierta relación con la

probabilidad de cometer acciones violentas. Es por ello, que no se debe dejar de lado

otros factores como el abuso de sustancias o el historial criminal de los individuos a la

hora de investigar las posibles causas que les llevan a cometer tan violentas actuaciones

(James y Pisoiu, 2016).

16
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

PSICOLOGÍA EN INTELIGENCIA

Los adecuados desarrollo e implementación de capacidades, procedimientos y medios de

inteligencia son considerados hoy en día claves para el afrontamiento exitoso del terrorismo

global a largo plazo (Montero, 2003b; Lamo, 2004). Aunque no existe una definición unívoca

de la inteligencia humana o de sus componentes, desde las ciencias psicológicas el concepto

puede identificarse con el constructo habilitado para denotar a las capacidades y aptitudes

dedicadas a conocer, analizar, comprender y, en definitiva, a lograr un ajuste adaptativo y

resolutivo del individuo en el entorno (Andrés Pueyo, 1997). Sin embargo, el psicológico-

disciplinar no es el único ámbito en donde encontramos un constructo dedicado a la

inteligencia. En las modernamente denominadas ciencias de la seguridad, la inteligencia

comprende las actividades, procesos e instituciones dedicadas a la obtención, tratamiento y

difusión de información sobre áreas u objetivos de interés para la seguridad de las naciones.

Es este último espacio en donde centraremos la propuesta, taxonómica si se quiere, para una

presencia regular de la psicología en tanto disciplina especializada de conocimiento.

De nuevo, a pesar de que no se ha encontrado acuerdo en torno a la noción de inteligencia

para la seguridad, Esteban Navarro (2004) considera, junto a Troy (1991), a la inteligencia de

seguridad como a la poseedora de tres rasgos distintivos: la amenaza a la seguridad como

objeto; la conversión, mediante análisis, de información recolectada a través de una variada

aplicación de instrumentos y fuentes; y su carácter secreto, a pesar de que muchas de las

fuentes informativas sean de procedencia pública. En el ámbito de las ciencias de la

seguridad, en aplicación al sector público o al privado, la inteligencia de seguridad estaría

conformada por una doble conceptuación: la inteligencia como proceso y la inteligencia como

producto. En tanto proceso, inteligencia de seguridad sería aquel conjunto de operaciones

destinado a tratar la información relacionada con un entorno de seguridad. El tratamiento de

17
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

esta información atraviesa todo un ciclo autoalimentado, el proceso de inteligencia, que

partiendo de planes directivos que marcan los objetivos informativos, pasa por la puesta en

marcha de recursos destinados a la obtención de información sobre todos los factores

relacionados con los objetivos de información, para posteriormente dedicar capacidades

analíticas a la elaboración de esa información en bruto hasta convertirla en inteligencia. En

los subprocesos de elaboración de información, se somete a las piezas informativas obtenidas

a diferentes técnicas de sistematización, integración y análisis cuantitativo y cualitativo, de

manera que se establezcan relaciones descriptivas entre elementos que posibiliten la

generación de hipótesis de trabajo y la extracción de conclusiones a partir de mecánicas

inductivas y deductivas de razonamiento. La fase final de este proceso, la difusión de la

inteligencia de seguridad, entronca con la naturaleza de producto de esa inteligencia. De este

modo, el producto de inteligencia es consumido por personas u órganos a quien se difunde en

apoyo, habitualmente, a estratos de toma de decisiones. A riesgo de simplificar, es válido

concluir que el producto de la inteligencia de seguridad sirve a personas situadas en niveles

de decisión para optar entre una o varias de las alternativas de respuesta ante un determinado

espacio problema.

En este marco encontramos diversos planos de acoplamiento, tanto en creación teórica como

en praxis o en investigación, de las áreas de conocimiento y subdisciplinas de la psicología.

Al objeto de sistematizar la exposición, comenzaremos adscribiendo la psicología a las

divisiones estructurales y funcionales apreciables más visibles actualmente aun en las

distintas concepciones de la inteligencia contraterrorista. Así, consideramos cuáles son las

aplicaciones eventuales de la psicología y sus profesionales en los siguientes capítulos: 1)

agentes y procesos humanos involucrados en la obtención de información destinada a ser

procesada como inteligencia; 2) etapas del análisis y tratamiento de la información; y 3)

18
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

personalidad institucional de los órganos públicos dedicados a la producción de inteligencia

de seguridad. Las dos primeras serían, aunque comunicados, aspectos verticales, mientras que

la tercera podría considerarse una dimensión horizontal o longitudinal estructural para ambos.

Psicología y agentes humanos de obtención de información

Evidentemente, la función de los servicios de inteligencia y seguridad descansa sobre cuadros

de recursos humanos, que a su vez hacen uso de procedimientos, metodologías e instrumental

tecnológico avanzado y, lo que es más relevante a nuestro propósito, dinámicas complejas de

procesamiento de información. A efectos expositivos, bien a pesar de que la labor de análisis

de información supone, desde una óptica psicológica, la puesta en práctica en el analista de

mecanismos de procesamiento que involucran aptitudes, capacidades cognitivas e

intersecciones emocionales, influencias de contexto y anclaje en una estructura con su propia

personalidad institucional, es en la implicación de personal técnico en obtención de

información donde encontramos toda una serie de escenarios psicológicos que se extienden

transversalmente a lo largo de varias subdisciplinas psicológicas, desde la clínica hasta la

investigación básica. La obtención de información por medios humanos es, además, el

capítulo que más recursos de toda índole suele demandar de las infraestructuras de los órganos

públicos de inteligencia y seguridad. También, de alguna manera y de un tiempo a esta parte,

un dossier bastante descuidado a pesar de su valor (Montero, 1998).

Sin ánimo de exhaustividad pero con intención de delinear un mapa de los intereses de la

psicología como ciencia, en el área de obtención de un servicio de inteligencia contraterrorista

podemos identificar tres componentes principales de intervención. El primero, vendría desde

el seguimiento del estado psicológico de los agentes de inteligencia ante el afrontamiento de

situaciones y dinámicas de estrés. El segundo, de la preparación de los agentes para

19
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

operaciones especiales. El tercero, la participación del psicólogo en la selección de personal

para cometidos específicos.

Algunos de los más consolidados servicios de inteligencia tienen psicólogos en plantilla

dedicados a ejercer función de counselling a demanda de sus agentes o de las propias

instituciones. Esta figura puede extenderse a los servicios de inteligencia contraterrorista, la

mayoría de ellos de naturaleza policial, como es el caso español. Es un campo conceptual y

estructuralmente ya desarrollado y con historia, dependiente en su implantación para la

mayoría de los casos de adscripciones presupuestarias. El grueso de las policías con unidades

contraterroristas tienen servicios psicológicos, no especializados en la problemática de estos

agentes sino, en general, dedicados a ofrecer una variedad de soluciones clínicas para los

trastornos asociados a la actividad policial, que en su mayoría caen en las cuadros de ansiedad

y de las disfunciones en el estado de ánimo. De esta manera, y puesto que nuestro objeto no

es detallar los servicios psicológicos ligados a la institución policial sino centrarnos en las

especificidades de la inteligencia contraterrorista, mencionaremos únicamente la idoneidad

genérica que se supone a los clínicos en plantilla institucional para tratar las demandas de

seguimiento y, eventualmente, tratamiento.

En cuanto a la participación del psicólogo en procesos de selección de personal y,

frecuentemente, de su especialización a través de programas de capacitación, viene siendo así

mismo una práctica reconocida y en creciente extensión en lo relativo a actividades generales

de seguridad pública, aunque de débil implantación todavía en unidades contraterroristas. En

primera instancia, los organismos de inteligencia y seguridad no han llegado a plantearse, a

escala directiva o de planificación, la necesidad de disponer de un filtrado psicológico que

optimice la selección de personal para labores estables de inteligencia contraterrorista. En

20
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

términos amplios, esta selección está ligada al curriculum especializado de capacitación

eliminatorio que atraviesan los candidatos a integrarse en la función contraterrorista. De esta

forma, la superación del programa formativo, en donde se combinan contenidos teóricos con

una intensa actividad práctica ligada a la ejercitación de las habilidades requeridas para

convertirse en un agente de inteligencia, supone la acreditación, por vía de la praxis, de unas

determinadas capacidades operativas. En este punto, suele observarse una diferencia entre los

servicios contraterroristas policiales y los grupos especializados dentro de los centros

estatales de inteligencia general, articulándose en éstos un mínimo perfil psicológico

mediante instrumentos psicométricos específicos para resultar en una aptitud para el trabajo

de inteligencia entre los candidatos externos a la institución, mientras en aquéllos la vía de

selección suele combinar la aptitud policial ya acreditada por los profesionales optantes a ser

agentes contraterroristas con la acreditación cunicular ya mencionada.

La presencia de los psicólogos en estos procesos suele ser marginal, limitándose, cuando

existe, a la administración de unas pruebas psicométricas de screening que no suelen provenir

de ningún planteamiento institucional sobre si puede haber unas características psicológicas

más interesantes que otras para ejercer funciones de obtención de información. Bien es cierto

que la tradición de la selección de personal en estos órganos especializados de inteligencia ha

venido funcionando, aunque también lo es que no se ha contrastado su eficiencia con respecto

a ningún escenario alternativo.

En lo que respecta al rol de la psicología científica en el diseño, ejecución y seguimiento de

operaciones especiales de inteligencia, el panorama de carencias no se aleja demasiado de la

general indiferencia hacia estas cuestiones por parte de las autoridades policiales y de

inteligencia, sobre todo en los países fuera del ámbito anglosajón. Dentro de estas

21
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

denominadas operaciones especiales, por su eficacia y complejidad sobresalen en inteligencia

contraterrorista los dispositivos de infiltración de agentes de inteligencia o policía en bandas

criminales, de un lado, y la captación de informadores en el propio interior del grupo delictivo

organizado, de otro.

La infiltración de agentes de inteligencia en grupos terroristas es una de las técnicas de

obtención de información más complejas y arriesgadas. De hecho, supone preparar a un ser

humano, habitualmente un oficial de policía o inteligencia, para adentrarse en un entorno

grupal netamente hostil, y permanecer en él simulando de manera sostenida una identidad

ficticia. Esta identidad, en infiltraciones a largo término, sería la traducción no sólo de una

simulación documental, sino la adopción de actitudes, motivaciones, emociones y pautas de

conducta diferentes a las correspondientes a la personalidad del agente de inteligencia pero

necesarias para fingirse la persona que aparenta ser ante el grupo criminal.

En esquemas de infiltración contraterrorista, la intervención de la psicología científica podría

sostenerse desde la misma fase inicial de selección de recursos humanos de inteligencia para

este tipo de cometidos. Sin entrar en pormenores que superarían la intención de esta revisión,

podemos apuntar a varios estratos en donde la implementación de técnicas de psicología

profesional optimizaría determinados aspectos de un proceso de infiltración policial o de

inteligencia en grupos terroristas. En una primera etapa de reclutamiento, la psicología puede

diseñar un perfil prototípico del candidato basado en un marco previo de parámetros, de

características, que añadirían valor al recurso humano susceptible de convertirse en un agente

infiltrado.

El eje de referencia central sobre el que canalizar el procedimiento de selección de un


22
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

candidato, al contrario de lo que suele ser la creencia más extendida en este tipo de

situaciones, no es la estructura de la personalidad en sí misma, sino las capacidades de

procesamiento de información del agente, sus potencialidades cognitivas, no evaluadas

aisladamente sino integradas en el complejo triple sistema de respuesta cognitivo-

fisiológico/emocional-conductual. La relevancia de evaluar, de medir, los potenciales de

procesamiento de información del candidato vienen determinadas por la circunstancia

excepcional de que, en el esquema táctico de una infiltración, el agente de inteligencia se

convierte en una suerte de equipo transmisor de información sensible desde el interior del

grupo criminal hacia la institución de inteligencia o seguridad. El objetivo de esta etapa inicial

de reclutamiento, al igual que el seguimiento psicológico de fases posteriores, será garantizar

que ese "transmisor" cuenta con las mejores propiedades posibles y funciona dentro de unos

márgenes de efectividad. La relevancia de la psicología en este punto es tan evidente como el

hecho de que la máquina de transmisión que estamos utilizando para rentabilizar el

procedimiento de infiltración, si se nos continúa permitiendo el símil, es un ser humano, y

por tanto sus condiciones de procesamiento dependen de una multiplicidad de estados

emocionales, cognitivos y conductuales en interacción.

23
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

CONCLUSIÓN Y DISCUSIÓN

Pertenecer a un grupo terrorista implica ser capaz de cometer una serie de actos que

atenten contra los derechos humanos. Hoy en día resulta interesante preguntarse el por

qué determinadas personas son capaces de actuar de esta manera. El terrorismo se ha

considerado un fenómeno muy complejo, influido por múltiples variables de índole

contextual y personal que obligan a llevar a cabo una revisión desde una perspectiva

psicosocial y psicopatológica.

Se han encontrado distintos procesos psicosociales explicativos de dicho fenómeno que

ponen índole en la pertenencia al grupo y el sentido moral de determinadas ideas. Diversas

teorías como la de la fusión de la identidad y de la identidad social abogan por la unión

con el grupo y el establecimiento de vínculos relacionales con los miembros como factor

motivacional a la hora de llevar a cabo conductas extremistas de defensa. La perspectiva

moral hace hincapié en la teoría de los valores sagrados, la cual cree que el sentido de la

acción terrorista viene de la mano del sacrificio por determinados ideales considerados

incuestionables. El modelo de los actores devotos surge de la unión de ambos aspectos,

relacionales y morales. Desde este enfoque el sacrificio por los valores aumenta en la

medida en la que configuran la identidad del grupo. Sus integrantes reaccionan de esta

manera de forma desmedida.

Existen, sin embargo, otros autores que han tratado de comprender las causas de estos

comportamientos desde un punto de vista psicopatológico. Si bien es cierto, que se ha

podido observar por los estudios establecidos por diversos autores, que no existe una

alteración psicopatológica que desencadene en este tipo de actos. Sin embargo, no se

niega que este tipo de actores puedan y, así es en su mayoría, presentar algún tipo de

24
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

perturbación psicológica. A veces la desestabilidad emocional o mental viene dada por

un trauma personal, siendo la agresividad y la violencia el modo de reprimirlo. Es por

esto, por lo que muchos autores han centrado su atención en este factor. Se niega así la

opción de que el perfil del terrorista encaja con el de un psicótico, psicópata, paranoico,

o que padece de un trastorno del control de impulsos. En cambio se podría pensar que, si

pudiese presentar un trastorno de la personalidad limítrofe o narcisista, aunque también

existen acontecimientos que niegan esta posibilidad, debido a la incompatibilidad entre

teoría y aplicación práctica. Cabe resaltar como el terrorista que actúa de manera

independiente, “actor solitario” o “lobo solitario”, no se encuentra desligado de una

posible enfermedad mental, no habiendo sido la misma concretada por ninguno de los

autores que respaldan esta teoría.

Como ya se ha comentado anteriormente en este artículo, la principal dificultad a la hora

de estudiar el fenómeno del terrorismo ha sido unificar las distintas teorías y perspectivas

que se han analizado a lo largo de los años, con el objetivo de poder llegar a establecer un

perfil único de terrorista. A su vez, esto ha supuesto una limitación en los distintos

intentos que se han llevado a cabo para instaurar medidas de prevención y detección

temprana de posibles perpetradores o atentados.

25
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

No obstante, atendiendo a la diversidad de factores que parecen tener cierta influencia en

las personas a la hora de decidir integrarse en dichas organizaciones terroristas, podrían

sugerirse en líneas generales, algunas medidas de protección. Por ejemplo, Misitu (1997)

y Gutiérrez (2011) establecen que las redes terroristas ven como “blancos fáciles” a

aquellos individuos pertenecientes a clases sociales más bajas o marginales, por lo que la

sociedad y cuerpos de seguridad deben prestar atención a estos sectores.

Por otro lado, otros puntos donde se producen mayor número de casos de captación son

los colegios y las universidades. Por ello, el personal educativo y docente jugaría un papel

muy relevante a la hora de identificar tanto a aquellos individuos más vulnerables, como

a los que muestren conductas extremistas.

Por último, se ha descubierto que la agresividad es un importante factor, pues en muchas

ocasiones es canalizada a través de acciones terroristas, especialmente por jóvenes y

adolescentes varones. Por ello, se propone la implantación de programas de prevención

de la agresividad con el objetivo de ofrecer otras vías para gestionarla y canalizarla.

Asimismo sería conveniente que se fomentase un trabajo interdisciplinar formado por

psicólogos, trabajadores sociales, criminólogos, educadores, cuerpos de seguridad y

miembros del cuerpo de protección civil, para que contribuyesen unidos en la prevención

de la captación, mantenimiento y, finalmente, conseguir la erradicación de estos grupos

terroristas.

26
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

ANEXOS

27
EESTP – SAN BARTOLO INTEGRIDAD

Bibliografía

Del Charco Olea, B. (2015). ¿Terrorismo=patología? [Blog] viendo terapia. Recuperado


de: http://blog.aprendeviendoterapia.com/terrorismopsicopatologia/ [Accessed 7 Feb.
2017].

De la Corte, L. (2009). Terrorismo: un campo de estudio en expansión. Revista de


Psicología Social, 24(2), 115-118.

De la Corte, L. y Giménez- Salina, A. (2009). Motivos y procesos psicosociales que


promueven la violencia y el terrorismo suicidas. Revista de Psicología Social, 24 (2), 217
– 240.

González, A. (2006). Terrorismo: consideraciones psicopatológicas. Medwave, Revista


Biomédica Revisada por Pares, 6(7). doi: 10.5867/medwave.2006.07.2282

Gómez, A., López – Rodríguez, L., Vázquez, A., Paredes, B. y Martínez, M. (2016).
Morir y matar por un grupo o unos valores. Estrategias para evitar, reducir y/o erradicar
el comportamiento grupal extremista. Anuario de Psicología Jurídica, 26, 122–129.

Gore, W. (25 de julio de 2016). Mental illness has become a convenient scapegoat for
terrorism – but the causes of terror are rarely so simple. Independet. Recuperado de:
http://www.independent.co.uk/voices/german-terror-attacks- mental-illness-religion-
isis-terrorism-scapegoats-a7155366.html

Grau-López, L., y Casas, M. (2009). Trastornos del control de impulsos y


tratamiento con antiepilépticos. Actas Españolas de Psiquiatría, 37(4), 205-12.

Gutierrez Gutierrez, A. (2011). El perfil del terrorista ¿Por qué se integran en la


organización?, 7-10.

James, P.A. y Pisoiu, D. (6 de julio 2016). Mental Illness and Terrorism. START.
Recuperado de: http://www.start.umd.edu/news/mental-illness-and-terrorism

López-Ibor, J.J. y Valdés-MIyar, M. (2002). DSM-IV-TR Manual Diagnóstico y


Estadítico de los Trstornos Mentales (texto revisado). Madrid: Masson.

Musitu Ochoa, G. (1997). Violencia y terrorismo: un análisis desde la perspectiva


ecológica. Alternativas. Cuadernos de trabajo social, (5), 37-56.

Rayo Bauza, A. (n.d.). El perfil psicológico típico del terrorista ¿Por qué hay personas
que se dejan arrastrar por grupos terroristas y criminales?. Psicología y Mente.

Retamal, P. (1993). Psicopatología del terrorismo. Rev. chil. neuro-psiquiatr, 31(1). 53-
60

Silva Haro, A. (n.d.). Psicología del terrorista. [Blog] Alerta internacional 360.

28

Вам также может понравиться