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La responsabilidad por el tratamiento de las aguas residuales domésticas, por ser una
actividad complementaria del servicio público de alcantarillado, es de las
administraciones municipales, de forma que éstas deben velar por la disminución del
impacto sobre el medio ambiente, encargándose, directamente o a través de las
entidades prestadoras de los servicios públicos, de la construcción, operación y
mantenimiento de los sistemas de tratamiento y disposición adecuada de las aguas
residuales domésticas. En el caso de aguas de origen industrial los dueños de la
industria deben tener su propio plan de gestión de residuos en el que debe incluir su
tratamiento y disposición final.
Todo proceso de gestión de aguas residuales parte del hecho de identificar qué tipo de
agua se va a manejar, para así definir todas las medidas técnicas y administrativas
necesarias para alcanzar un óptimo resultado. Esto quiere decir que la gestión de las
aguas residuales demanda conocer todo lo que sea necesario para identificar su origen
y composición.
Las últimas instancias de gestión de los residuos líquidos (tratamiento y disposición) son
esenciales para evitar la degradación y contaminación ambiental. De esta forma, en la
etapa previa de la disipación de las aguas residuales (es decir el tratamiento) se busca
separar de ellas la mayor cantidad de sólidos que permita que los que queden no
interfieran con la calidad ambiental del medio receptor.
REFERENCIAS