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CASA BOKER

MARIANA ARANA TREJO

CASA BOKER

Es el siglo XIX, para la historia de México, un siglo en el que tienen lugar acontecimientos
políticos de extrema importancia, que van a ser determinantes en las formas de vida y en las
formas culturales.

En el primer cuarto del siglo tiene lugar la guerra que culmina con la independencia de la
corona española, de los territorios que colindaban al sur con la Capitanía General de
Guatemala y al norte con la Luisiana y las antiguas posesiones inglesas que habían dado
origen a partir de 1782 a los Estados Unidos de Norteamérica. Años más tarde, la guerra de
Texas, que trae como consecuencia la trágica pérdida de gran parte de las Provincias
Internas de Oriente y de Occidente reduciendo el territorio nacional a poco menos de la
mitad en su superficie; el establecimiento del Segundo Imperio por el archiduque
Maximiliano de Austria con el apoyo de Napoleón III de Francia, el triunfo de la
República, la Reforma y la interminable serie de luchas y de revoluciones internas, que
culminarían con la instauración de la dictadura del general Porfirio Díaz al declinar el siglo.
Es éste el tiempo en el que se desarrolla una arquitectura en la cual se verán reflejadas todas
esas circunstancias.

Dentro del siglo XIX, la época porfiriana representa un tercer periodo arquitectónico los
que corresponden estilísticamente a las supervivencias del neoclasicismo. Las
comunicaciones alcanzan un gran desarrollo, conectan grandes regiones del país y facilitan
el intercambio de productos

Al aumentar la producción y las comunicaciones también aumentó el comercio exterior y,


con él, el contacto con los países productores más importantes, sobre todo con Francia, que
en poco tiempo se convierte en el modelo que hay que imitar.

La arquitectura neoclásica concluye en México con la consumación de la Independencia.


Va a ser el año de 1843 la fecha que marca el renacimiento artístico, ya que por un decreto
del presidente Antonio López de Santa Anna se ordena la reorganización de la desaparecida
Academia, a la que van a ingresar maestros que se buscan en Europa

A partir de ese momento, la influencia europea en la arquitectura es categórica, ya que,


además, a los alumnos más distinguidos se les pensiona en Italia o en Francia trayendo a su
regreso los tratados franceses de arquitectura que estaban de moda. Además de la influencia
europea se dio la integración de usos y costumbres, además de manufacturas de todo tipo,
procedía de diversas regiones industrializadas del mundo, incluyendo Estados Unidos.

Es muy fácil distinguir las variadas raíces estilísticas de la arquitectura de esta época. Es de
interés el señalar también la aparición de los nuevos materiales de construcción, que
modifican los viejos sistemas constructivos; el hierro y el cemento, que al combinarse darán
por resultado el concreto armado con todas las posibilidades que hoy conocemos.

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Algunas novedades para la arquitectura, como materiales y técnicas constructivas, además


de inventos como la iluminación eléctrica, el ascensor o el teléfono, fundamentales en el
desarrollo de tipos arquitectónicos como el rascacielos o las grandes tiendas de artículos de
importación, implicaban el encuentro de elementos de diversa procedencia.

El hierro se empleó bajo la forma de fundición, el llamado “hierro colado”, a partir de


mediados del siglo XIX. Primeramente el hierro, usado al principio sólo para sustituir la
madera en vigas que soportaban las techumbres, después en estructuras completas y luego
el concreto, ayudaron a la arquitectura.

Aparecen en esta época los edificios comerciales, ya sean propiedad de un establecimiento


o con despachos para alquilar. Es un fenómeno característico de este periodo, que sigue la
tradición de las grandes tiendas francesas. Los edificios comerciales presentan una solución
más variada. No tienen una fuente de inspiración tan directa como las grandes tiendas. Pero
en todos ellos se trata de aprovechar al máximo el terreno, siempre volviéndose hacia la
fachada en lugar de hacia los patios interiores. Estas fachadas se convierten, entonces, en
un elemento monumental, símbolo de la compañía que los ocupa.

El edificio de la Casa Boker (1898) encargado a los arquitectos de origen alemán Theodore
Wilhelm Emile De Lemos and August Wilhelm Cordes, con sede en Nueva York,

La construcción de la Casa Boker se incorporaba a la experimentación estadounidense de


los edificios comerciales. Su ubicación se encontraba entre las casas comerciales más
poderosas de la capital, calle16 de septiembre. Su construcción se inició en 1898 y duró 15
meses. inaugurado el 3 de julio de 1900 por el presidente de aquel entonces , Don Porfirio
Díaz.

La Casa Boker fue una de las primeras construcciones que se edificaron en México bajo el
sistema Chicago; de estilo ecléctico, presenta en su fachada principal dos columnas de
granito de Nogales, Sonora, posee amplios escaparates y es rematada por un torreón que
corona la esquina. La crestería de lámina de latón que remata la fachada, los balaustres, las
guirnaldas, las cornisas y relieves decorativos, Este edificio fue diseñado expresamente
para ventas en los tres pisos construido con columnas y trabes metálicas, La fachada de la
Casa Boker es de una sólida estructura metálica, cubierta con elegante cantera de Pachuca.
Destacan como elementos decorativos los soportes con cerramiento de arco que abarcan
doble altura.

El Edificio Boker, de aproximadamente 1.800 m2 , representaba un nuevo punto de partida


para una ferretería. Construido a partir del modelo de las tiendas departamentales de

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Chicago y Nueva York, el edificio rivalizaba con el Palacio de Hierro, tanto en su atractivo
como en la presentación de la mercancía

Tres entradas llevaban a los clientes a un gran cubo de ventilación, en donde una enorme
vitrina redonda, rodeada por un mostrador, exhibía las famosas cuchillerías. En el primer
piso, los clientes podían encontrar artículos de cocina, lámparas y artículos de piel. Una
escalera imponente (hecha de mármol importado exento de impuestos, debido a la
colaboración del régimen de Díaz) los conducía al piso de arriba, bien iluminado por
grandes ventanales. Desde ahí, una serie de escaleras más pequeñas llevaban al tercer piso.
Cada piso tenía altos techos de 4 a 5 metros de altura. El segundo piso albergaba muebles y
accesorios de oficina y objetos de arte, mientras que los carruajes y la maquinaria agrícola
se exhibían en el tercer piso. Para transportar las mercancías pesadas a los pisos más
elevados, Friederichs había instalado un elevador, uno de los primeros de su clase en
México.

Roberto Boker, propietario de este inmueble, llegó a México en 1865 procedente de


Alemania. El 1 de Noviembre de 1865, abrió una modesta tienda llamada “Roberto Boker
& Cía”. Ofrecía al público todo tipo de herramientas producidas por las empresas de la
familia en Alemania. Al ver el éxito que tuvo con esta ferretería compró los dos edificios
anteriores y fundó su tienda que hasta hoy pertenece a dicha familia.

Durante muchos años la empresa fue muy exitosa, vendiendo los productos de Alemania,
más otros artículos norteamericanos que había conocido durante su estancia en Nueva York
Introdujo en México marcas y productos como carros a vapor, máquinas de escribir. En
vista de que el almacén en el local arrendado del negocio no podía crecer y ya no cabía la
mercancía, para el año 1898 se habían adquirido varios predios para construir el magnífico
edificio que conocemos hoy en día

Al excavar el terreno para colocar la cimentación, se encontraron dos piedras, una de origen
prehispánico que representa un águila decapitada y la otra virreinal, de la que se piensa que
era el escudo del primer propietario del predio. La de origen prehispánico fue donada al
Museo de Antropología y la otra se extravió durante la Segunda Guerra Mundial, periodo
en que el negocio fue intervenido.

La Casa Boker vendía tanto productos estadounidenses y británicos como alemanes Se


convirtió en uno de los primeros negocios de propietarios extranjeros que reinvertía la
mayor parte de sus ganancias en México. Su rápido desarrollo muestra que en el siglo XIX
los comerciantes extranjeros en México gozaban de una posición prominente. Estos
comerciantes aprovecharon la debilidad de la élite de la ciudad de México después de las
guerras de independencia.

La compañía sobrevivió a la Revolución Mexicana, así como a las dos Guerras mundiales y
varias crisis económicas; gracias al arduo trabajo, el profundo conocimiento del mercado y

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los productos. Las principales razones de su éxito eran sus relaciones comerciales
internacionales, su flexibilidad para enfrentar los cambios políticos y una visión de largo
alcance que aseguraba futuros éxitos con ganancias de corto plazo.

A principios del año 1975 sufrió un gran incendio que destruyó todo el interior del edificio.
Gracias a haber tenido asegurada la propiedad, se pudo iniciar la reconstrucción, reforzando
las columnas y trabes metálicas con varillas y concreto, lo benefició posteriormente a
resistir los fuertes terremotos de septiembre de 1985 y 2017.

Durante las décadas de los 60s y 70s en que las importaciones estuvieron restringidas, por
lo que se adoptaron crecientes relaciones con la mayoría de los fabricantes mexicanos de
herramientas y de cuchillería.

El edificio ha visto pasar silenciosamente la historia y lo ha sobrevivido todo; el final de


porfiriato, la Revolución Mexicana, el Maximato y hasta la Segunda Guerra
Mundial; época en la que el negocio fue clausurado por el conflicto que había entre
México y Alemania.

Francisco Boker, el hijo de Roberto superviso el proceso de construcción del edificio


(1898-1900) y trabajó hasta mediados de los años 30; su hijo Gunther llegó a trabajar en
1933 hasta su retiro en 1986. Hoy en día conducen las compañías los miembros de la 4ta.
generación, Pedro Roberto, responsable de Compras, la operación y ventas, y Klaus
responsable de Finanzas, Cobranza y Contabilidad.

El edificio que aloja además de la tienda, oficinas y un Sanborn’s, cuenta con una señorial
entrada. La inauguración la hizo el presidente Porfirio Díaz en 1900 y ha sido declarado
Monumento Histórico Nacional.

Pedro Dirige una de las ferreterías más emblemáticas del Centro, Casa Boker, cuyo edificio
lleva 116 años en la calle 16 de septiembre.

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Bibliografía

 SILVA CONTRERAS, MÓNICA. “Arquitectura y materiales modernos: funciones


y técnicas internacionales en la ciudad de México, 1900-1910”, Boletín de
monumentos históricos UNAM 22 (2011) pag. 181-207.

 Saldaña Solís, Marcela. “Ejemplos y usos del hierro industrial en la obra del
ingeniero y arquitecto Emilio Dondé. Ciudad de México (1870-1902)”. Boletín de
monumentos históricos INAH 36 (2016) PAG. 97-115

 PIÑA DREINHOFER, AGUSTÍN. “SIGLO XIX: ARQUITECTURA


PORFIRISTA”, Material de Lectura, Serie Las Artes en México, núm. 6, de la
Dirección de Literatura de la UNAM (2013)

 Buchenau, Jürgen. “Una empresa mercantil alemana en la ciudad de México, 1865-


1900: la Casa Boker, la globalización y el inicio de una cultura de consumo”,
Preubischer kulturbesitz (2013) pag. 145-169

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