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ersal y longitudinal, y tomando aquéllos como punto de partida de OQ
,osteriores y sucesivas investigaciones. empíricas3i. Capítulo XVI:
No cabe, desde luego, cuestionar ya en nuestros días la necesidad de
ina Criminología «interdisciplinaria». Pretender, sin embargo, la satis- Escuela de Chicago y teorías ambientales (II)
actoria «integración» de los datos procedentes de disciplinas afines en
na instancia distinta y superior, armonizar los misIn_na. desde una
ptica criminológica privativa a fin che s^:rar un nucleo de conocí 1. ESCUELA DE CHICAGO: SOCIOLOGÍA URBANA Y
i g y experiencias «es • ecífic . oa •
ritos *e inológicos» no parece em-
ECOLOGÍA SOCIAL
resa via e orno no convence, tampoco el proyectodecar la
turn a modo de superinstancia o metadisciplina que traslada al 'k La Escuela de Chicago constituye, desde los años veinte, uno de los
ampo específico del delito y verifica las teorías y experiencias acuñadas focos de expansión más poderosos e influyentes de la moderna Sociología
a los restantes campos del saber científico. En ambos casos probable- criminal."
tente se exacerbe el problema de la autonomíá de la Crimiriblog-ía: en
primero, por exceso; por defecto, en, el segundo32. La concepción plural del orden social que profesaron sus represen-
tantes, y, siWro-do7Falictitud de sincera apertura y compromiso con los
Ndobstante, y dado que los planteamientos y opcionet-metodológicos problemas sociales del momento, hicieron que la significación de la
te se analizan no afectan a la teoría criminológica o explicaciones que misma exceda con mucho la de una mera teoría de la criminalidad.
in a la criminalidad unos y otros (cuestión básica y prioritaria), baste
)n las observaciones anotadas. `<4 En cuanto teoría de la criminalidad, resaltó la importancia etiológica,-- e l °r 1:ft
tor ambiental (environmental factor) y su estrecha correlación con ,,,,`1"•
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las clracterísticas físicas y sociales de t.5
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urbanoss-d- rna ciudad industrial
Respecto a la valiosa aportación de H. GOPPINGER, formula SCÍINEIDER, H. J.,
- Iiia.dad y exPb"FiiJ,Tidernás, la distribución geoo-ráfica del )'
7-orrá -c.-r-iim
rtelitzriscirárein-v'iór-M-fs7..tá la _Escuela de
algunos reparos metodológicos, que coinciden con los que dirige, en general, elautor
a todas las investigaciones orientadas por el principio plurifactorial (Kriminolcgie,
cit., pág. 403 y ss.): 1) Que GOPPINGER compara «reclusos» y «rio reclusos•, en
lugar de «delincuentes» y «no delincuentes», con lo que desconoce la importancia
efectiva y el carácter selectivo del «filtro» que recluta la población penitencia.-ia.
Esta es el subproducto final y constituye una muestra no siempre representativa
Sobre la Escuela «ecológica» de Chicago, vid. MORRIS, T., The Criminal As-ea. A
de la delincuencia real; 2) Las investigaciones de GOPPINGER, tanto si se
contemplan desde un punto de vista etiolózico, como de diagnóstico y ProÇnosis, se Study in Social Tic olog,y (prologado por II. MANNHEIM), London, 1957 (Routledge,
orientan exclusivamente hacia la periel infractor. No reparan en aspectos Legan Paul). págs. 1 y ss.; VOLD, G. 13., Theoretical Criminology, cit., págs. 181 a
200; S IEGEL, L. J., Criminology, cit., págs. 170 a 174; MATZA, D., El proceso de la
relacionados con la víctima o con la propia sociedad ni en el momento de explicar
la génesis del delito, ni a los efectos de su prevención o tratamiento. Clasifican y desviación, cit., p'igs. 28 y ss.; GARRIDO GENOVÉS, V., Delincuencia y sociedad,
estigmatizan al infractor valiéndose de valoraciones sociales pretendidamente Madrid, 1984 (Mezt:uita), págs. 142 a 226; TA_TViAR PITCH, Teoría de la desviación
social. Lditorial Nueva Imagen (1984), México, págs. 51 a 59; SNODGRASS J., C.,
neutras, cuando, en puridad, proceden de decisiones subjetivas e incluso arbitra.
rias. De suerte que propician estereotipos sobre el delincuente ajenos a coda Shaw and H. D. McKAY, Chicago Criminolog-ists, en: British Journal of
verificación («círculo vicioso») y generan una peligrosa dinámica (•profecías de Criminolog-y. 16 (1), 197(1, págs. 1 a 19: JONASSEN, C. T., A Reevaluation and
aut ocumplimiento»); 3) Los métodos típicos de diagnóstico y pronóstico qus propog- Critique of the Logic and Some MAhods of Shaw and NI.olíAY, en: Anierican
na GOPPINGER adolecen de unos elevados niveles de inseguridad, con el consi- Sociological Review, 34 (1949), págs. 60:-.5a 617; SHORT, á. F., Delinquency. Crime
guiente riesgo de subjetivismo y ausencia de rigor científico en el uso de las diversas and Society, Chicago (1976), University of Chir:ago Press; HAWLEY, Amostt.,
categorías criminológicas 4) La información que suministran las investigaciones ele Human Ec oing,Y, en: International Encyclopedia of the Social Sciences, New York
(1968), Macmillan and the Free Press, vol. IV, págs. 328 a 337; ALIHAN, NI A.,
GOPPINGER tienen escasa aplicabilidad en orden a la prevención del delito y a la
terapia del delincuente. Social Ecoiogy. A Critica' Ana iysis, 19:38. Columbia; P OBINSON. Sophia. M., Can
Cfr. KAISER, (1, Krirninologie, cit., págs. 11 y ss. Delinquency Be Measured?, New York, 1936 !Columbia University Press).
Vid. VOLD, G. 13., Theoretical Criminology, cit., pág. 181.

748 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 749

de Pittsburgh (1914) 27 , que contemplan la desviación «desde fuera», RAWSON, FLETCHER, MAYHEW, etc.), responden en buena medida
conformándose con atribuir los problemas sociales a las deficientes a un enfoque «ecológico». En todo caso, tres datos concretos permiten
condiciones de vida (tui___po121-e círculo cosas establecer un razonable paralelismo entre la Estadística Moral y la
:malas resultan de las malas condiciones») 28 , la Escuela de Chicago Escuela de Chicago: ambas contemplan el crimen como fenómeno social,
procuro eníéM i dentrai, esto es, colectivo; la cuantificación de los datos relativos al delito y al delincuente
tratando de comprenderlo desde el «mundo del ciesv-ládj:, -de- áa-e la óptica les permite ilustrar variaciones cualitativas, en orden a las variables de
del sujeto mismo, «tal y corno se le aparece a éste» 29 . Porello, si bien no tiempo y de lugar; y conceden rran_relevancia etiológica a los factores
llegó a superar la actitud correccionalista propia de toda movimiento de socioeconómicos objetivos, tal como la poLreza, educación, densidad de
reformadores sociales, fue capaz de penetrar profunda y- delicadamente población, etc., en la génesis del comportamiento crimina132.
en el interior del fenómeno examinado, de captar su sentido y sintonizar b) Pero, sin duda, el antecedente próximo de la Escuela de Chicago se
con sus protagonistas, potenciando la apreciación, la empatía e impri- encuentra en la obra de THOMAS, W. I., y ZNANIECKI, F., «The Polish
miendo a las investigaciones un giro sub'etivista lleno de realismo, que Peasant in Europe and America» (1918), valioso análisis de los proble-
constituye tal vez su más vaTICToegado3°. mas de integración a la sociedad norteamericana de una comunidad
c) Pero es el sustrato ecológico el que diferencia el método de aproxi- polaca que emigró al nuevo mundo. Dicha obra formula ya el concepto de
mación de la Escuela de Chicago al mundo del desviado frente a las más desoigan]. zación social corapeu'licaciónúltima de la conducta desviada
vagas concepciones «subculturales»: la hipótesis de que los «desviados» y proclama la necesidad de conocer ésta «desde dentro»; enfoque
se concentran en uw<espacio particular» -de determinadas característi- iii-e-lidoT61-1Wque harán suyoTo7 s «patólogos sociales» al examinar los
cas creando un «área cultural aislada» en -el seno de la gran urbe. La problemas de integración y adaptación, y que daría lugar, posteriormen-
significativa obra de ANDERSEN sobre los «hom' bres sin hogar» («The te, a una rica gama de investigaciones de «campo», que constatarán el
Hobo», 1923) refleja la mezcla de naturalismo y espíritu correccional que hecho de la diversidad cultural"3.
caracteriza a la Escuela de Chicago; y, ante todo, la feliz síntesis de dos • Para THOMAS Y ZNANIECKI, la génesis de la conducta antisocial de estas
perspectivas aparentemente contradictorias que la misma consigue: la minorías polacas t i ene su origen en el Oesmoronamiento_delPS..WOCuí0.1comunita-
Etnografía y la Ecolog-ía31. riosque eran lá..pase de la organización social originaria cuando se -insertan-en un
sistema capitalista desarrOriacIO cuyos objetivos y pautas prevalecensolX.11.OS viejos
yalor. e.s ligados , aLlIspírjtu dil.?-1couilJriidad FI control socia/ primario, entonces, se
debilita y los instintos naturales del individuo, no controlados ni canalizados hacia
j o otro sistema de normas considerado también válido, dan paso a la conducta
irregular. Si la Integracióndei individuo en torno a valores compartidos es el elemento
3. PRECURSORES Y PIONEROS DE LA ESCUELA DE distintivo de un grupo social, la idea de !a desorganización causa y efecto de
CHICAGO comportamientos inconformistas, expresa el proceso contrario: «una disminución de
la influencia de las reglas de conducta existentes sobre los miembros individuales
a) Muchas de las investigaciones sociológicas llevadas a cabo en el del grupo•. Por ello, según niomAs Y ZNAMECKI, la única estrategia eficaz
siglo XIX por la denominada Estadística Moral (QUETELET, GUER RY, respecto a dicha patología social es incidir positivamente en las «actitudes» de las
minorías desintegradas, generando un «reacondicionamiento » de !as mismas que
origine un nuevo «instinto» social, un nuevo impulso hacia la « solidaridad » activa.


27
The Pittsburgh Survey, New York (1914), Survey Associates. Russell Sage
Foundation (editor Paul Kellog). Cfr. MATZA, D., El proceso de desviación, cit., pág. 32
Sobre el paralelismo existente entre la Estadística Moral y la Escuela de Chicago,
33 y ss.
vid. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., pág. 42.
28 Cfr. MATZA, D., El proceso de desviación cit., págs. 33 y ss.
29
:33
Cfr. TANIAR PITCII, Teoría de la desviación social, cit.. págs. 51 y ss. Sobre el
Así, MATZA, D., El proceso de desviación, cit., pág. 37.
30
concepto de «desorganización social», vid. SCHNEIDER H. J., Kriminologie, cit.
Cfr. MATZA, D., El proceso de desviación, cit., págs. 36 y ss.
31
págs. 419 y ss.
Cfr. MAT A, 1., El proceso de desviación. cit., pág. 38.
750 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA 1 TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 751

Pues, en último término, el problema del emigrante no es otro que el de quien se su hábitat un equilibrio natural, dinámico. R. PARK fue el primer autor que aplicó este
encuentra en un nuevo escenario sin una guía moral por desconocer el «contrato esquema ecológico a la comunidad humana".
social» o no. haberlo interiorizado plenamente34.
Para PARK, la ciudad no es un mero ámbito geográfico, sino un
4)recursores, también, de la Ecología Humana pueden ser consiclexa- »organismo» en el que pueden apreciarse áreas naturales habitadas por
dos SIMMEL (1893) y WEBER (1899). tipos humanos diferentes y distintos modos de vida. Estos encuentran
El primero, por haber resaltado desde un enfoque psico/ógico las tensiopes que en la gran urbe un ambiente favorable para desarrollar sus disposicio-
padece el individuo en la gran ciudad; la actitud de despego ante los muchos nes particulares. Las «áreas naturales» o «morales» constituyen una
estímulos de la vida urbana; el' r‘eConocimientb obligdo del valor' del dineáig- «unidad orgánica», un factor de integración, operando como impulso
tilidad .er ónal • - • .9 - os- y la pugna inevitabie entré - el deseo de anonimato
y la necesidad de reconocimiento serían, a juicio de SIMMEL, tres factores de la vida aglutinador de las mismas bien un componente étnico o racial (China
urbana que exigirían significativos ajustes psicológicos del resident&s. Town, Black Belt, etc.), bien ocupacional (business áreas) o físico-
Por su Parte, WEBER puso el acento en la movi/idad ciálai cOnstaLar que los geográfico (accidentes geográficos, vías de comunicación artificiales,
emigrantes de núcleos rurales se veían obligadds a residir en las áreas 'máS'Oobres etc.). Pero, en todo caso, pueden constatarse en tales áreas los mismos
de las ciudades, desplazándose con el tiempo algunos de ellos y sus descendientes
a otras zonas mejor acondicionadas cuando prosperaban económjcamente?",.
procesos simbióticos de la vida vegetal y animal: de las distintas áreas
naturales entre sí, y, a su vez, de las áreas naturales y la ciudad".
c) La Escuela de Chicago aparece estrechamer mida al Departa- PARK toma igualmente de la Ecología los conceptos de invasión, a'ominación y
mento de Sociología de esta ciudad, fundado•or A. W. SMALL, sucesión, para explicar la propia historia de América y el proceso de expansión de
sus grandes uroes.
entre cuyos escolares más distinguidos figuran W. I. THOMAS.,R...E. La historia americana reflejaría el proceso de invasión, dominación y sucesión del
PARK y E. W. hombre blanco que penetra en el territorio del indio, al que desplaza progresivamente.
De igual modo, en el ámbito urbano, el crecimiento de la gran ciudad industrial
Simultáneamente en 1892, DURKHEIM se convertía en el primer Doctor en responde a la fuerza expansiva de su zona de negocios y riqueza que invade los
Sociología -de la Universidad de París, con su obra. La división.de/ trabajo en barrios residenciales, de acuerdo con un modelo «radial» de desarrollo en forma de
sociedaa'
círculos concéntricos40.
PARK, BURGESS y McKENZIE trazaron las directrices básicas del BURGESS, siguiendo esta imagen «ecológica» anticipada por
modelo ecológico. RECKLESS, THRASHER, SHAW y McKAY, sobre PARK, trazaría el modelo teórico de desarrollo de la ciudad norteame-
todo, aplicaron el mismo al análisis de la delincuencia. ricana que puede estimarse representativo de la Escuela de Chicago41.
La Ecología es una rama de la biología que contempla las plantas y los animales
en sus relaciones recíprocas con su hábitat natura:. La vida vegetal y enimdl se 38 PARK traslada el modelo «ecológico» a las comunidades humanas partiendo de un
muestra como un todo complejo o entramado en el que cada parte depende de las
concreto modo de organización política de la sociedad: el del laissezfaire. Cfr.
otras en algunos aspectos de su existencia. Para sobrevivir, el o. ganismo busca en
VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., pág. 182; MORRIS, T., The Criminal
Area, cit., pág. 13.
39 PARK, R. E., Human Communities, cit., pág. 118. Véase, también: McKENZIE, The
Concept of Dominance and World Organisation, 1927; y en: Human Ecology
34
Resaltando la conexión del análisis de THOMAS y ZNANIECKI con el pensamiento Encyclopedia of the Social Sciences, 1942). Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area,
de DURKHEIM, TAMAR PITCH, Teoría de la desviación social, cit., págs. 52 y ss. cit., págs. 6 y ss: En sentido crítico, ABBOTT, E. The Tenements of Chicago, 1908-
35
SIMMEL, G., The metropolis and mental life (1893), en: The Sociology of G. Simmel, 1935 (Chicago, 1936).
Free Press, Glencoe, 1950 (edit. K. Wolfe). Cfr. GARRIDO GENOVÉS, V., Delin- 40 Sobre el enfoque ecológico de PARK, R. E., vid., VOLD, G. B., Theoretical Criminology,
cuencia y sociedad, cit., pág. 183. cit., págs. 183 y 184; MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs. 11 y ss. Referencia
36
WEBER, A., The Growth of the city in the n' neteent.h century: A Study in statistics a otros autores (Chamberlain, Colbert, Homer Hoyt, etc.) que siguen una orienta-
(original de 1899), New York, 1963, Cornell Press, Ithaca. Cfr. GARRIDO GENO- ción semejante en: MORRIS, T., The Criminal Ares, cit., pág. 14.
VÉS , V., Delincuencia y sociedad, cit., págs. 183-184. 41 Vid. BURGESS, E. W., The Growth of the City, en: PARK, BURGESS, McKENZIE
(The City), Chicago, 1928, The Unive.rsity of Chicago Press, págs. 51 y ss. Vid. infra.,
37
Cfr. RAISER, TH.. Das Lebende Recht. Rechtssoziologie in Deutschland. Baden-
Baden, 1995. el modelo de crecimiento urbano de Burgess (gráfica).
754 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 755
Este modelo radial del crecimiento de la gran ciudad (axiate Growth), social). Decrecen progresivamente con el distanciamiento de tales áreas
cuya representación gráfica en forma de mapas (mapas radiales) carac- porque los roles facilitadores del sistema trófico gratifican con seguridad
teriza a la Escuela de Chicago, guarda, según ésta, una estrecha relación económica y estatus al individuo cuyo nivel adquisitivo le permite
con la distribución geográfica de la criminalidad por áreas o zonas mudarse a zonas mejores que, por tanto, cobijarán a clases sociales
(«áreas criminales») y su dinámica. menos conflictivasm.
Existiría en todo núcleo urbano industrializado un determinado Dicho esquema, conocido con el nombre de gradiente ecológico (gradient), fue
«espacio», geográfica y socialmente delimitado —una zona de transición formulado ya por McKENZIE y responde a la concepción de la ciudad como
o terreno entremedias, de nadie"— donde se concentrarían las tasas más «organismo» vivo cuya actividad —como la de cualquier otro ser vivo— irradiaría
elevadas de la criminalidad. Áreas a la sombra de grandes edificios .de desde un foco neurálgico central (la City, el distrito de los negocios) hacia su periferia
(zonas residenciales)s2.
oficinas y almacenes de la City, que constituye el emplazamiento y base
de operaciones propicio de las bandas criminales (Glangland) 49 . El
descubrimiento de estas «zonas de tránsito» altamente deterioradas y
con pésimas condiciones de vida e infraestructura, residencia forzosa de
las clases sociales más conflictivas (minorías, emigrantes, étc.) explica- 4. ALGUNAS INVESTIGACIONES SOBRE ÁREAS CRIMI-
ría el debilitamiento del control social y lbs índices alarmantes de NALES DE LA ESCUELA DE CHICAGO: C. SHAW, R. D.
delincuencia apreciados en las mismas. MCKAY Y F. M. THRASHER
Dato que conduce, según BARNES y TEETERS, a una de las hipótesis de la
Escuela de Chicago: la criminalidad surge en los confines de la civilización y de las Chicago contaba ya, desde 1899, con el primer Tribunal Tutelar de
esferas de buena reputación, y en municipios que muestran insuficiencias en las Menóres de su época: el de Hull House. La ciudad, además, acusó de
condiciones de vida50. modo muy especial durante los años veinte la resistencia a la «ley seca».
Tal vez por ello, la delincuencia juvenil y la criminalidad organizada
De otra parte, los primeros, ecologistas de la Escuela de Chicago polarizaron el interés de los investigadores sociales de la Escuela de
relacionaron directamente la oscilación de las tasas de criminalidad con Chicagon.
la aproximación o distanciamiento de los grupos humanos respecto a
a) Uno de los primeros estudios de área fue debido a dos mujeres
dichas zonas de transición. En una hipotética área metropolitana, y a
estrechamente vinculadas al movimiento de reformadores sociales en la
tenor de la síntesis de sus axiomas espaciales y conductuales, las tasas Universidad de Chicago: «The Delinquent Child and the Home» (1912),
de conducta desviada aumentan conforme nos aproximamos a aquéllas
y decrecen en 11 medida en que nos distanciamos de las mismas. de ABBOT y BRECKINRIDGE 54 . Aun carente de una sólida base teórica
y referido al Chicago de principios de siglo, marcó ya la pauta de
Alcanzan sus niveles más elevados en la zona de transición, donde se
encuentran las peores viviendas de emigrantes y clases bajas que no posteriores investigaciones. Las autoras centraron nció
problemas sociales de las pob aciones emigrantes, si bien concluyeron
llegan a adaptarse al hábitat urbano e industrial y carecen de medios que el factor determinante de la criminalidad es más la privación
económicos para escapar a otras zonas menos deterioradas (movilidad
económica propia de sus bajos status que la inadaptación urbana y
cultura155.

as SHAW, CL., las denominaba «interstitial arcas», por encontrarse entremedias de 5i Cfr. GARRIDO GENOVÉS, V., Delincuencia y sociedad, cit., págs. 189 y 190 (el
las áreas naturales organizadas. Cfr. VOLD, G. B., Theoretical Crionnology, cit.,
pág. 195. «gradiente ecológico»).
52 Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs. 7 y 8.
49
Así, THRASHER, F. M., The Gang, cit., que hablaba del «área de las bandas» 53 Vid. VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., pág. 186. Sobre la incidencia de la
(Gangland). Cfr. GOPPINGER, H., Criminología, cit., pág. 40.
50
BARNES, H. E., y TEETERS, N. K., New Horizons in Criminology, 5" ed. (1963), Volsteati Act (Prohibition): MORRIS, T., The Criminal Arca, cit., págs. 70 y ss.
sa Cfr. MORRIS, T., The Criminal Asea, cit., págs. 67 y ss.
Englewood Cliffs, N..1., pág. 155. 55 Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs. 67 y ss.
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42 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA

.ersal y longitudinal, y tomando aquéllos como punto de partida de


,osteriores y sucesivas investigaciones empíricas3t. Capítulo XVI:
No cabe, desde luego, cuestionar ya en nuestros días la necesidad de
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ECOLOGÍA SOCIAL
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tente sé exacerls¿f, el problema de la autonomía de la Crimitiología: en
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No"Obstante, y dado que lbs planteamientos y opciones metodblógicos problemas sociales del momento, hicieron que la significación de la
le se analizan no afectan a la teoría criminológica o explicaciones que misma exceda con mucho la de una mera teoría de la criminalidad.
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Respecto a la valiosa aportación de H. GOPPINGER, formula SCHNEIDER,H. J.,
algunos reparos rnetodológicos, que coinciden con los que dirige, en general, el autor .ina-s--relev -ant de la _Escuela de
a todas las investigaciones orientadas por el principio plurifactorial (Ki•iminolegie, '13fi",r-7-7g7.1/
cit.; pág. 403 y ss.): 1) Que GOPPINGER compara «reclusos» y “ no reclusos•, en
lugar de « delincuentes• y «no delincuentes», con lo que desconoce la importancia
efectiva y el carácter selectivo del «filtro» que recluta la población penitenciagia.
Esta es el subproducto final y constituye una muestra no siempre representativa
de la delincuencia real; 2) Las investigaciOnes de GOPPINGER, tanto al se Sobre la Escuela ' ecológica» de Chicago, vid. MORRIS, T., 'Che Criminal Area. A
contemplan desde un punto de vista etiológico, corno de diagnóstico y p' rolnoáis, se Study in Social Ecology (nrologado por 11. MANNHEIM), London, 1957 (Routledge,
orientan exclusivamente hacia la p>"nrtfri"&1 infractor. No reparan en aspectos ICegan Paul). págs. 1 y se.; VOLD, G. 13., Theorctical Crirninology, cit., págs. 181 a
relacionados con la víctima o con la propia sociedad ni en el momento de explicar 200; S IEGEL, L. J., Criminology, cit., págs. 170 a 174; MATZA, D., El proceso de la
la génesis del delito, ni a los efectos de su prevención o tratamiento. Clasifican y desviación, cit., p'igs. 28 y ss.; GARRIDO GENOVÉS, V., Delincuencia y sociedad,
estigmatizan al infractor valiéndose de valoraciones sociales pretendi(larnente Madrid, 1984 (Mezcuita), págs. 142 a 226; l'AMAR PITCH, Teoría de la desviación
neutras, cuando, en puridad, proceden de decisiones subjetivas e incluso arbitra- social. Editorial Nueva Imagen (1984), México, págs. 51 a 59; SNODGRASS •., C.,
rias. De suerte que propician estereotipos sobre el delincuente ajenos a roda and H. D. McKAY, Chicas o Criminologists, en: British Journal of
verificación («círculo vicioso») y generan una peligrosa dinámica («profecías de Criminology. 16 (1), 197n, págs. 1 a i9: JONASSEN. C. 'T., A Reevaluation and
aut ocumplirniento»); 3) Los métodos típicos de diagnóstico y pronóstico qt, propug- Critique, of the Logic and Some Methorls of Shaw nd MeKAY, en: American
Sociologica "Review, 14 (1949), págs. 608 a 617; SHORT, J. Delinquency, Crime
na GOPPINGER adolecen de unos elevados niveles de inseguridad, con el consi-
guiente riesgo de subjetivismo y ausencia de rigor científico en el uso de las diversas and Society, Chicago 11976), Universit y of Chicago Presa; HAWLEY, Amostt.,
categorías criminológicas 4) La información que suministran las investigaciones de 1-Juman Ecoinf-Y, en: International Ericyclopedia of the Social Sciences, New York
GOPPINGER tienen escasa aplicabilidad en orden a la prevención del delito y a la (1968), Macmillan and the FrPe Press, vol. IV, págs. 328 a 337; ALIVIAN, M. A.,
terapia del delincuente. Social Ecoioo. A Critica] Analysis, 1938. Columbia; r 'QBINSON, Sophia, M., Can
Cfr. KAISER, G., Kriminologie, cit., págs. I 1 y ss. Delinquency Be IVIeasured?, New York. 1036 (Columbia University Press).
Vid. VOLD, G. 13., Theoretical Criminology, cit., pág. 161.
744 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 745

r" "Ahora bien, los «pioneros» de la Escuela de Chicago matizan la pieklifa el camino_a las_postexiores teoría.s_._dera p r_endizaj e_de_ las
releVancia criminógena del factor «espacial» con un característico en fo- subculturas y del conflicto; concepciones éstas que, en buena medida, no
¡ que ecológico. La imagen de la «ciudad» corno « rnacroort,__ii_____
r ar m», a , son sino «diversificaciones» del tronco común5.
semejanza de cualquier ser vi vn--1i 1 -TóTitinua referencia a conceptos ),
procesos orgánicos y biológicos (simbiosis, equilibrio biótico, invasión,
:_dominación, sucesión, áreas naturales, etc.); y el propio rn.odelo de ..,
«crecimiento radial» (axiate Growth) de las, grandes urbes del,medio
oeste norteamericano, divididas en zonas concéntricas que irradian su 2. OBJETO Y MÉTODO DE LA ESCUELA DE CHICAGO
actividad desde un centro neurálgico hacia la periferia (gradient of a) Desde 1860 numerosos grupos de emigrantes de todos los lugares de Europa
activity), evidencian el trasfondo «ecológico» de dicha teoría espacial o llegan a Norteamérica y se asientan en las ciudades del medio oeste. El impacto de
ambienta13. .. .
tales movimientos migratorios se hace sentir especialmente en Chicago, que cuenta
con 110.000 habitantes en 1860 y- rebasa los 2.000.000 en 1910. 1,a inmigración
De este modo, la Sociología urbana deviene Ecología humana y social másiy_ayr91 proceso vertiginoso de industrializació n crean un nuevo tipo de habitat 8 ,
t
t,‹
(Human Ecology). de oroanización, estructuralmente distinto dei tradicional. La gran ciudad se convier- -
n,¿
te en « crisol » (me/tino pot/ de etnias, religiones, culturas y cosmovisiones. Pero
ó ( (o)
Por ello —y no sin razón— suele asociarse a la Escuela de Chicago con , también en un preocupante foco de proNemas socia/es, derivados del cambio social o
la Ecología Social y con su llamativo análisis topográfico que-pone y dei conflicto cultual: pobreza, marginación, suicidio, alcoholismo, prostitución,
rt.

h definitiva, elpr b "IN. de I • ración a la socieda 1 111 11.•11 1 111.

especial énfasis en el imnactcP'Crifiiinógeno de • la- :«desorganilacióh _r


1"
cana de ‹,c ulturas» cnn personalidad prooia: el de la adaptacion conflictiva a una
urbana», así como; en determinados modelos de distribución del delito nueva estructura urbana e industrializada de grupos muy heterogéneos (costum- 4•(1 >

_por áreas o zonas de la gran ciudad'S . in embargo, como se apuntó,.sería bres, lengua, educación, riqueza, raza, etc.) y móviles'.
incorrecto —excesivamente simplificador— identificar la Escuela . de
Chicago con la denominada «teoría ecológic57.757T rque Escuela
la de Este trasfondo explica el particular énfasis —desmedido, a juicio de
1-
7ITCW7jsFnas que una teoría dea
--1—crii i ad, más incluso que una algunos— que puso la Escuela de Chicago en el cambio del entorno
escuela sociológica: constituye el germen y el crisol de las más relevantes. espacial, ambiental (environment) y la impronta subjetivista de las
concepciones de la Sociología Criminal. Atenta al impacto del .cambio i teorías «ecológicas »9 . Que se manifestara, fundamentalmente, como
social, particularmente acusado erdassrades niirt-e-J;i— ner rca- 1 _ ciáj2----Ispec os r" Y corictelos y externos
---E--1.----
Sociología urbana, preocupa
na.sclesde la segunda mitad delpasado siglo (indús n itzacióTr,-iniffig-ra-1 el crecimiento de las ciudades, la expan-
ción, conflictos cultural es d^llizid wat norte_a=dcano i° :
e interesaa por los grupos),¿71'Irti
¿tis sión de la industria y el ferrocarril, el mosaico de razas y nacionalidades,
'ninoritarios y conflictivos, supo sumergirse en el corazón de la gran el movimiento de la población, la distribución de los servicios, la
7.iudad; conocer y comprender «desde dentro» el mundo de los desviados, anatomía de ciertos barrios y ghetos (China Town, Little Italy, Chicago's
ius formas de vida y cosmovisiones, y trató de analizar los mecanismos North Side, etc.), las formas de vida de determinadas minorías y tipos
le aprendizaje y transmisión de dichas culturas asociales4. ___/
humanos (el hubo, los bum, los trump, etc.). Pues la «Ecología humana»
Heredera, pues, del espíritu de los « reformadores sociales» europeos
/ americanos del siglo XIX, la Escuela de Chicago esboza, insinúa y
s Cfr. BALAN SON1.0, K., Subcultura y delito, en: Delincuencia. Teoría e investiga-
ción, cit., pág. 145 y ss. También. VARONA MARTÍNEZ, O.: La mediación
reparadora, cit., pág. 45 y ss.
Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs. 7 y ss.; VOL!), G. B., Theoreticai Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs 2 a 4.
Criminology, cit., págs. 181 y ss.; PARK, R. E., Ruco and Culture, en: Collected Cfr. TAMAR PITCH, Teoría de la desviación social, cit. págs. 56 y ss.
Papers of R. E. Park, vol. 1 (edit. 1-1. Glencoe, III), 1950, pág. VIII (la ciudad como Así, refiriéndose a la obra de THOMAS y ZNANIECKI, PITCH. T., La teoría de la
« organismo» social).
desvia,...ión social, cit., pág. 47.
Vid. TAMAR PITCH, Teoría de la desviación social, cit. págs. 57 0 59; M ORRIS. T.• Vid. MORRIS, T., The Criminal Area, cit.., pág. 4.
The Criminal Area, cit., págs. 2 ss. y ss.
10
Cfr• ., AJARAN, M. A., Social Ecology. A Critica! Analysis. cit.. págs. 6

748 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 749

de Pittsburgh (1914) 27 , que contemplan la desviación «desde fuera», RAWSON, FLETCHER, MAYHEW, etc.), responden en buena medida
conformándose con atribuir los problemas sociales a las deficientes a un enfoque «ecológico». En todo caso, tres datos concretos permiten
condiciones de vida (y.n_p_o_bre círculcioso tactológiccr:---«las--cesas establecer un razonable paralelismo entre la Estadística Moral y la
( malas resultan de las malas condiciones») 28 , la\nscuela de Chicago Escuela de Chicago: ambas contemplan el crimen como fenómeno social,
procuro en ren ars a r-i5 ema e a • esvintoriirde—sde dentro ;esto,es-; colectivo; la cuantificación de los datos relativos al delito y al delincuente
tratando de comprenderlo desde el «mundo del desviado», de- — s de- la óptica les permite ilustrar variaciones cualitativas, en orden a las variables de
del su_ mismo, «taly_corno se le_aparece a .éste» 29 . Por ello, si bien no tiempo y de lugar; y conceden an a 10 factores
llegó a superar la actitud correccionalista propia de todo movimiento de socioeconómicos objetivos, tal como la poLreza, educación densidad de
reformadores sociales, fue capaz de penetrar profunda y delicadamente población, etc., en la génesis del comportamiento criminal".
en el interior del fenómeno examinado, de captar su sentido y sintonizar b) Pero, sin duda, el antecedente próximo de la Escuela de Chicago se
con sus protagonistas, potenciando la apreciación, la empatía e impri- encuentra en la obra de THOMAS, W. I., y ZNANIECKI, F., «The Polish
miendo a las investigaciones un giro su_12Letizista lleno de realismo, que Peasant in Europe and America» (1918), valioso análisis de los proble-
5 constituye tal vez su más valioso legado". mas de integración a la sociedad norteamericana de una comunidad
Pero es el sustrato ecológico el que diferencia el método de aproxi-1 polaca que emigró al nuevo mundo. Dicha obra formula ya el concepto de
mación de la Escuela de Chicago al mundo del desviado frente:a las más des_o1 -gaBizaciónsociaLcnrn o e xplicación última de la corlducta desviada
vagas concepciones «subculturales»: la hipótesis de que los «desviados» , — y proclama la necesidad de conocer ésta «desde dentro» . enfoque
se concentran en un «espacio particulatterminada característi- metodológico q- 171liarán suyo los «patólogos sociales» al examinar los
cas creando un «área cultural aislada» en el seno de la gran urbe. La problemas de integración y adaptación, y que daría lugar, posteriormen-
significativa olira de ANDERSEN sobre los «hoinbres sin hogar» («The te, a una rica gama de investigaciones de «campo», que constatarán el
Hobo», 1923) refleja la mezcla de naturalismo y espíritu correccional que hecho de la diversidad cultural".
caracteriza a la Escuela de Chicago; y, ante todo, la feliz síntesis de dos Para THOMAS Y ZNANIECKI, la génesis de la conducta antisocial de estas
perspectivas aparentemente contradictorias que la misma consigue: la minorías polacas tiene su origen en el_desmoronamiento.de.losmíficuMs.comunila-
Etnografía y la Ecología3'. dos que eran la base de la organización social originaria cuando se ins_gpan_en un
sistema capitalista desarrollado cuyos objetivos y pautas prevalecen sotnlos viejos
valoresiidados:at -ItPiritu:diS—c9InunTriad El control ciá/ primario, entonces, se
debilita y los instintos naturales del individuo, ro controlados ni canalizados hacia
otro sistema de normas considerado también válido, dan pa so a la conducta
L) irregular. Si la integracióndel individuo en torno a valores compartidos es el elemento
3. PRECURSORES Y PIONEROS DE LA ESCUELA DE distintivo de un grupo social, la idea de la desorganización causa y efecto de
CHICAGO comportamientos inconformistas, expresa el proceso contrario: «una disminución de
'a influencia de las reglas de conducta existentes sobre los miembros individuales
a) Muchas de las investigaciones sociológicas llevadas a cabo en el del grupo». Por ello, según THOMAS Y ZNANIECKI, la única estrategia eficaz
siglo XIX por la denominada Estadística Moral (QUETELET, GUERRY, respecto a dicha patología social es incidir positivamente en las «actitudes» de las
minorías desintegradas, generando un «reacondicionamiento» de las mismas que
origine un nuevo «instinto» social, un nuevo impulso hacia la «solidaridad» activa.


27 The Pittsburgh Survey, New York (1914), Survey Associates. Russell Sage
Foundation (editor Paul Kellog). Cfr. MATZA, D., El proceso de desviación, cit.. pág. 32 Sobre el .paralelismo existente entre la Estadística Moral y la Escuela de Chicago,
33 Y SS.
vid. MORRIS, T., The Criminal Arca, cit., pág. 42.
28 Cfr. MATZA, D., El proceso de desviación cit., págs. 33 y ss.
Cfr. TAMAR PITCH, Teoría de la desviación social, cit., págs. 51 y ss. Sobre el
29
Así, MATZA, D., El proceso de desviación, cit., pág. 37. concepto de «desorganización social», vid. SCHNEIDER 11. J., Kriminologie, cit.
30
Cfr. MATZA, D., El proceso de desviación, cit., págs. 36 y ss. págs. 419 y ss.
3i Cfr. MAT' , fa., El proceso de desviación, cit., pág. 38.
750 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 751

Pues, en último término, el problema del emigrante no es otro que el de quien se su hábitat un equilibrio natural, dinámico. R. PARK fue el primer autor que aplicó este
encuentra en un nuevo escenario sin una guía moral por desconocer el «contrato esquema ecológico a la comunidad humana".
social» o no_ haberlo interiorizado plenamente"
Para PARK, la ciudad no es un. mero ámbito geográfico, sino un
)4recursores, también, de la Ecología Humana pueden ser considera- «organismo» en el que . pueden apreciarse áreas naturales habitadas por
dos SIMMEL (1893) y WEBER (1899). tiPOS- hiimános diferentes y distintos modos de vida. Estos encuentran
El primero, por haber resaltado desde un enfoque psicológico las tensiones que en lá . gran 'tirbeiiri ambiente favorable para desarrollar sus disposicio-
‘7
.
padece el individuo en la gran ciudad; la actitud de despego ante los muchos nes particulares. Las «áreas naturales » o «morales» constituyen una
estímulos dé la vida urbana reconocimiento obligado del valor del dine:Lój «unidad orgánica», un factor de integración, operando como impulso
tilidad •ser g rial • • • • os' y la pugna inevitable entre - el deseo de anonimato
y a necesidad de reconocimiento serían, a juicio de SIMMEL, tres factores de la vida
aglutinador de las mismas bien un componente étnico o racial (China
urbana que exigirían significativos ajustes psicológicos del residente". Town, Black Belt, etc.), bien ocupacional (business áreas) o físico-
Por su parte, WEBER puso el acento en la movilidao' cia/al constara!' que los geográfico (accidentes geográficos, vías de comunicación artificiales,
emigrantes de núcleos rurales se veían obligadoS a residir en las áreas .máS!pobres etc.). Pero, en todo caso, pueden constatarse en tales áreas los mismos
de las ciudades, desplazándose con el tiempo algunos de ellos y sus descendientes
a otras zonas mejor acondicionadas cuando prosperaban económicamente:''...!
procesos simbióticos de la vida vegetal y animal: de las distintas áreas
naturales entre sí, y, a su vez, de las áreas naturales y la ciudad39.
, .
PARK torna igualmente de la Ecología los conceptos de invasión, dominación y
' •

c) La Escuela de Chicago aparece estrechame • nida al Departa-


sucesión, para explicar la propia historia de América y el proceso de expansión de
mento de Sociología de esta ciudad, fundado•or A. W. SMALL, sus grandes uroes.
entre cuyos escolares más distinguidos figur n W. I. THOMAS,,R..E. La historia americana reflejaría el proceso de invasión, dominación y sucesión del
PARK y E. W. 13.1.1RCE-88 hombre blanco que penetra en el territorio del indio, al que desplaza progresivamente.
De igual modo, en el ámbito urbano, el crecimiento de la gran ciudad industrial
Simultáneamente en 1892, DURKHEIM se convertía en el primer Doctor en responde a la fuerza expansiva de su zona de negocios y riqueza que invade los
Sociología de la Universidad de París, con su obra: La división del trabajo en /a barrios residenciales, de acuerdo con un modelo «radial » de desarrollo en forma de
sociedad". círculos concéntricos"

PARK, BURGESS y McKENZIE trazaron las directrices básicas del BURGESS, siguiendo esta imagen «ecológica» anticipada por
modelo ecológico. RECKLESS, THRASHER, SHAW y McKAY, sobre PARK, trazaría el modelo teórico de desarrollo de la ciudad norteame-
todo, aplicaron el mismo al análisis de la delincuencia. ricana que puede estimarse representativo de la Escuela de Chicago".
La Ecología es una rama de la biología que contempla las plantas y los animales
en sus relaciones recíprocas con su hábitat natural. La vida vegetal y animal se 38 PARK traslada el modelo «ecológico» a las comunidades humanas partiendo de un
). muestra como un todo complejo o entramado en el que cada parte depende de las concreto modo de organización política de la sociedad: el del laissez-(aire. Cfr.
otras en algunos aspectos de su existencia. Para sobrevivir, el o, ganismo busca en
VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., pág. 182; MORRIS, T., The Criminal
Area, cit., pág. 13.
39 PARK, R. E., Human Communities, cit., pág. 118. Véase, también: McKENZIE, The
Concept of Dominance and World Organisation, 1927; y en: Human Ecology
34
Resaltando la conexión del análisis de THOMAS y ZNANIECKI con el pensamiento (Encyclopedia of the. Social Sciences, 1942). Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area,
de DURKHEIM, PITCH, Teoría de la desviación social, cit., págs. 52 y ss. cit., págs. 6 y ss: En sentido crítico, ABBOTT, E. The Tenements of Chicago, 1908-
SIMMF,L, G., The metropolis and mental li fe (1893), en:The Sociology of G. Simmel, 1935 (Chicago, 1936).
Free Press, Glencoe, 1950 (edit. K. Wolfe). Cfr. GARRIDO GENOVÉS, V., Delin- 40 Sobre el enfoque ecológico de PARK, R. E., vid., VOLD, G. B., Theoretical Criminology,
cuencia y sociedad, cit., pág. 183. cit., págs. 183 y 184; MORRIS, T., The Criminal Aren, cit., págs. 11 y ss. Referencia
36
WEI3ER, A., The Growth of the city in the n neteenth century: A Study in statistics a otros autores (Chamberlain, Colbert, Horner Hoyt, etc.) que siguen una orienta-
(original de 1899), New York, 1963, Cornell Press, Ithaca. Cfr. GARRIDO GENO- ción semejante en: MORRIS, T., The Criminal Area, cit., pág. 14.
VES , V., Delincuencia y sociedad, cit., págs. 183-184. 41
Vid. BURGESS, E. W., The Growth oí the City, en: PARE, BURGESS, McKENZIF,
37
Cfr. RAISER, TH., Das Lebende Rech t. Rechtssoziologie in Deutschland. Baden- (The City), Chicago, 1928, The University of Chicago Press, págs. 51 y ss. Vid. 1 11 fra.,
Baden, 1995. el modelo de crecimiento urbano de I3urgess (gráfica):
752 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGIA 753

McKENZIE, las «áreas naturales» de la ciudad se caracterizan más por


el dato «cultural» (población, raza, lengua, movimientos migratorios,
etc.), que por el estrictamente geográfico 43 ; y la propia ciudad, siguiendo
la imagen ecológica, impulsa su «actividad orgánica » desde un foco
central a la periferia".
De hecho, el autor propuso una división de la metrópolis en cinco
zonas concéntricas para ilustrar el proceso de crecimiento y expansión
de la misma: diseño semejante a los anillos que se forman cuando
arrojamos una piedra al agua45.
La Zona /—e% ....Loop-- es el distrito central, el área de los negocios; zona de
intensa actividad comercial, política y social, dominada por profesionales y corpora-
ciones que pueden pagar elevadas rentas.
La Zona 1/, generalmente la parte más antigua de la ciudad, es un área de
« transición- ;invadida por la fuerza expansiva de la zona central (I). Se halla habitada
por las clases más pobres y por emigrantes, que no pueden pagar mejores viviendas,
siendo muy elevado el nivel de deterioro de su distrito residencial.
La Zona II/ es el área de los hogares de los trabajadores que consiguieron
escapar de la deteriorada zona de «transición" (II) al mejorar sus niveles adquisitivos
(Workingrnen's liomes).
La Zona /Ves el distrito residencial de las clases medias, integrada por viviendas
familiares y costosos apartamentos. (Residen/la/ Zone).
La Zona V(CommutersZone)cornprende las áreas «suburbanas" de las afueras
de la gran ciudad y las « ciudades satélite-, que ocupan las clases más adineradas4".

PARK, BURGESS y sus seguidores analizaron, de acuerdo con este


modelo, la ciudad de Chicago y sus problemas. Partiendo de una imagen
móvil, dinámica, de las citadas «zonas», que se ajustaría a los procesos
de «invasión», «dominación» y «sucesión» propiciados por factores de la
Gráfico del crecimiento de la gran ciudad
más diversa índole en cada caso, trataron de explicar cómo se produce
y conserva el equilibrio «biótico» y «social» y cómo se opera la transición
Fuente: E. W. BURGESS (en: The Growth of the City. Por: PARK-BURGESS-McKENZIE,
de un orden relativamente estable a otro distinto cuando aquél se
Chicago, 1928. The University of Chicago Press, pág. 51).
deteriora''.

c) Este sería, también, el punto de partida de McKENZIE, para quien «el


conocimiento de los procesos ecológicos resulta básico en todas las ciencias 43
ps g. E, The M
c)KEN
1McKENZIE, etropolitan Community, cit., en The Criminal Area (MORRIS,
sociales, por cuanto las instituciones políticas y sociales tienen un sustrato 9.
44 McKENZIE, The Concept of Dominance and World Organisation (1927), cit. Cfr.
espacial», de suerte que la estabilidad de aquéllaá se halla fuertemente MORRIS, T., The Criminal Arce, cit., pág. 8.
condicionada por la estabilidad de las relaciones espaciales". Según 45 McKENZIE, en: The Neigbourhuod. A Study of Columbus Ohio, cit. Cfr. MORRIS,
T., The Criminal Area, cit., pág. 8.
Vid. MORRIS, T,, The Criminal Area, cit., pág. 8; VOLD, G. B., Theoretical
42
M
cKENZIE, en: Human Ecology (Encyclopedia of the Social Sciences), cit., Cfr. Crirninology, cit., págs. 184 y ss.; GARRIDO GENOVÉS, V., Delincuencia y
MORRIS, T., The Criminal Area, cit., pág. 6. sociedad, cit., págs. 184 y 185.
47
BURGESS, E. W The Growth of the City, (‘ t., pág. 62.
754 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 755
Este modelo radial del crecimiento de la gran ciudad (axiate Growth), social). Decrecen progresivamente con el distanciamiento de tales áreas
cuya representación gráfica en forma de mapas (mapas radiales) carac- porque los roles facilitadores del sistema tráfico gratifican con seguridad
teriza a la Escuela de Chicago, guarda, según ésta, una estrecha relación económica y estatus al individuo cuyo nivel adquisitivo le permite
con la distribución geográfica de la criminalidad por áreas o zonas mudarse a zonas mejores que, por tanto, cobijarán a clases sociales
(«áreas criminales») y su dinámica. menos conflictivas51.
Existiría en todo núcleo urbano industrializado un determinado Dicho esquema, conocido con el nombre de gradiente ecológico (grao'lént) fue
« espacio», geográfica y socialmente delimitado —una zona de transición formulado ya por McKENZIE y responde a la concepción de la ciudad como
o terreno entremedias, de nadie"— donde se concentrarían las tasas más " organismo» vivo cuya actividad —como la de cualquier otro ser vivo— irradiaría
desde un foco neurálgico central (la City, el distrito de los negocios) hacia su periferia
elevadas de la criminalidad. Áreas a la sombra de grandes edificios ,de
(zonas residenciales)".
oficinas y almacenes de la City, que constituye el emplazamiento y base
de operaciones propicio de las bandas criminales (Glangland)". El
descubrimiento de estas «zonas de tránsito» altamente deterioradas y
con pésimas condiciones de vida e infraestructura, residencia forzosa de
las clases sociales más conflictivas (minorías, emigrantes, étc.) explica- 4. ALGUNAS INVESTIGACIONES SOBRE ÁREAS CRIMI-
ría el debilitamiento del control social y lOs índices alarmantes de NALES DE LA ESCUELA DE CHICAGO: C. SHAW, R. D.
delincuencia apreciados en,.las mismas. MCKAY Y F. M. THRASHER
Dato que conduce, según BARNES y TEETERS, a una de las hipótesis de la
Escuela de Chicago: la criminalidad surge en los confines de la civilización y de las
Chicago contaba ya, desde 1899, con el primer Tribunal Tutelar de
esferas de buena reputación, y en municipios que muestran insuficiencias en las Menóres de su época: el de Hull House. La ciudad, además, acusó de
condiciones de vidas°. modo muy especial durante los años veinte la resistencia a la «ley seca».
Tal vez por ello, la delincuencia juvenil y la criminalidad organizada
De otra parte, los primeros, ecologistas de la Escuela de Chicago polarizaron el interés de los investigadores sociales de la Escuela de
relacionaron directamente la oscilación de las tasas de criminalidad con Chicago".
la aproximación o distanciamiento de los grupos humanos respecto a
a) Uno de los primeros estudios de área fue debido a dos mujeres
dichas zonas de transición. En una hipotética área metropolitana, y a
estrechamente vinculadas al movimiento de reformadores sociales en la
tenor de la síntesis de sus axiomas espaciales y conductuales, las tasas Universidad de Chicago: «The Delinquent Child and the Home» (1912),
de conducta desviada aumentan conforme nos aproximamos a aquéllas
y decrecen en la medida en que nos distanciamos de las mismas. de ABBOT y BRECKINRIDGE 54 . Aun carente de una sólida base teórica
Alcanzan sus niveles más elevados en la zona. de transición, donde se y referido al Chicago de principios de siglo, marcó ya la pauta de
posteriores investigaciones. Las autoras centraron s • nció s
encuentran las peores viviendas de emigrantes y clases bajas que no problemas sociales de las pob aciones emigrantes, si bien concluyeron
llegan a adaptarse al hábitat urbano e industrial y carecen de medios que el factor determinante de la criminalidad es más la privación
económicos para escapar a otras zonas menos deterioradas (movilidad
económica propia de sus bajos status que la inadaptación urbana y
cultura155.

4r1
SHAW, CL., las denominaba ,nnterstitial arcas», por encontrarse entremedias de 51 Cfr. GARRIDO GENOVÉS, V., Delincuencia y sociedad, cit., págs. 189 y 190 (el
las áreas naturales organizadas. Cfr. VOLD, G. B., Theoretical Crinnology, cit.,
pág. 195. «gradiente ecológico»).
49 52 Cfr. MORRIS, T., The Criminal Arca, cit., págs. 7 y 8.
Así, THRASHER, M., The Gang, cit., que hablaba del «área de las bandas» 53 Vid. VOLD, G. 13., Theoretical Criminology, cit., pág. 186. Sobre la incidencia de la
(Gangland). Cfr. GCIPPINGER, FI., Criminología, cit., pág. 40.
50 Volsteod Act (Prohibition): MORRIS, T., The Criminal Arca, cit., págs. 70 y SS.
BARNES, H. E., y TEETERS, N. K., New Horizons in Criminology, ed. (1963),
Englewood Cliffs, N. J., pág. 155.
54
Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs. 67 y ss.
55
Cfr. MORRIS, T., The Criminal Arca, cit., págs. 67 y ss.
752 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 753

McKENZIE, las «áreas naturales>, de la ciudad se caracterizan más por


el dato «cultural» (población, raza, lengua, movimientos migratorios,
etc.), que por el estrictamente geográfico"; y la propia ciudad, siguiendo
la imagen ecológica, impulsa su «actividad orgánica» desde un foco
central a la periferia".
De hecho, el autor propuso una división de la metrópolis en cinco
zonas concéntricas para ilustrar el proceso de crecimiento y expansión
de la misma: diseño semejante a los anillos que se forman cuando
arrojamos una piedra al agua45.
La Zona 1—el .loop-- es el distrito central, el área de los negocios; zona de
intensa actividad comercial, po l ítica y social, dominada por profesionales y corpora-
ciones que pueden pagar elevadas rentas.
La Zona //, generalmente la parte más antigua de la ciudad, es un área de
« transición » ,.invadida por la fuerza expansiva de la zona central (I). Se halla habitada
por las clases más pobres y por emigrantes, que no pueden pagar mejores viviendas,
siendo muy elevado el nivel de deterioro de su distrito residencial.
La Zona /// es el área de los hogares de los trabajadores que consiguieron
escapar de la deteriorada zona de «transición » (II) al mejorar sus niveles adquisitivos
(Workingmen's homes).
La Zona /Ves el distrito residencial de las clases medias, integrada por viviendas
familiares y costosos apartamentos. (Residentia/ Zone).
La Zona V(CommutersZone)comprende las áreas «suburbanas » de las afueras
de la gran ciudad y las «ciudades satélite » , que ocupan las clases más adineradas`6.

PARK, BURGESS y sus seguidores analizaron, de acuerdo con este


modelo, la ciudad de Chicago y sus problemas. Partiendo de una imagen
móvil, dinámica, de las citadas «zonas», que se ajustaría a los procesos
de «invasión», «dominación» y «sucesión» propiciados por factores de la
Gráfico del crecimiento de la gran ciudad
más diversa índole en cada caso, trataron de explicar cómo se produce
y conserva el equilibrio «biótico» y «social» y cómo se opera la transición
Fuente: E. W. BURGESS (en: The Growth ofthe City. Por: PARK-BURGESS-McKENZIE,
de un orden relativamente estable a otro distinto cuando aquél se
Chicago, 1928. The University of Chicago Press, pág. 51).
deteriora'.

c) Este sería, también, el punto de partida de McKENZIE, para quien «el


conocimiento de los procesos ecológicos resulta básico en todas las ciencias 43 McKENZIE. The Metropolitan Community, cit., en The Criminal Area (MORRIS,
sociales, por cuanto las instituciones políticas y sociales tienen un sustrato T.), pág. 9.
McKENZIE, The Concept of Dominante and World Organisation (1927), cit. Cfr.
espacial», de suerte que la estabilidad de aquéllaS se halla fuertemente MORRIS, T., The Criminal Area, cit., pág. 8.
condicionada por la estabilidad de las relaciones espaciales". Según McKENZIE, en: The N.eigbon rhood. A Study of Columbus Ohio, cit. Cfr. MORRIS,
T., The Criminal Area, cit., pág. 8.
46 Vid. MORRIS, T., The Criminal Area, cit , pág. 8; VOLD, G. B., Theoretical
42
McKENZIE, en: Human Ecology (Encyclopedia of the Social Sciences), cit., Cfr. Criminology, cit., págs. 184 y ss.; GARRIDO GENOVÉS, V., Delincuencia y
MORRIS, T., The Criminal Aren, cit., pág. 6. sociedad, cit., págs. 184 y 185.
47
BURGESS, E. W., The Growth uf the City, c't., pág. 62.
784 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA

La intervención ha de diseñarse, a diferencia de lo que suele


reprocharse a los programas puramente conductistas, para prever la Capítulo XVII:
generalización
La intervención contemplará activamente variables de tipo legal, Teorías estructural-funciolialistas
sociológico, político, económico y organizacional'53.
(de la anomia) y sistémicas' (III)
Suelen distinguirse dos clases de programas comunitarios, en sentido
estricto: los psicológico-legales y los psicológico-ambientales. Entre los
primeros figuran los « diversion-programs», los sistemas deapoyo
( « advocacy») y los « reintegration-programs», basados en técnicas de 1. TEORÍAS DE LA «ANOMIA» Y CONCEPCIONES
asesoramiento ( « counseling»). Los programas mecánicos o psicólógicos- .«SISTÉMICAS»
ambientales presentan también, úna rica variedad d modelos:
« Defensible Space» (NEWMAN), morfología urbana (dEQÚGES- Se examinan en este capítulo un conjunto relativamente homogéneo
ABEYIE), estudios sobre el mapa cognitivo del infractor (que . poseen de cohstrucciones doctrinales que contemplan el crimen (»conducta
carácter de prevención primaria), etc. Un análisis pormenorizado de los
mismos corresponde a la literatura especializada)".
Sobre el estructural-funcionalismo, vid. Annales de 1'Université de París, n 2 1
(1960). Centenario del nacimiento de E. DURKHEIM, con trabajos de: DAVY, G.;
LALANDE, A.; ARON, R.; GURVITCH, G.; LEW-BREHL, H.; LEBRAS, G., y
LEVI-STRAUSS, CL.; ARON, R., Les étapes de la pensée sociologique. París, 1967,
Editions Gallimard; BARATFA, A., Criminologia liberale e ideologia della difesa
sociale, en: Estratto da: La Questione Criminale, 1(1975), Bologna, II Molino, págs.
16 y ss.; del mismo: Integración-prevención: una «nueva» fundamentación de la
pena dentro de la teoría sistémica, en: Cuadernos de Política Criminal, 24 (1984),
págs. 533 a 553; BARNES, H. E., Durkheim's Contribution to the Reconstruction
of Political Theory, Polit. Sci. Ouart. Vol. 35 (1920), págs. 236 a 254; BLUMSTEIN,
A., y COHEN, J., A Theory of the Stability of Punishment, en: Journal of Criminal
Law and Criminology, 64 (1973), págs. 198 a 207 (una reinterpretación de las tesis
de DURKHEIM sobre la base de datos extraídos de la sociedad norteamericana y
de la noruega); CUNARD, M. B., edit., Anomie and Deviant Behavior, The Free
Press, New York, 1964 COHEN, A. K., Abweichung und Kontrolle, 1968 (München),
págs. 131 y ss., DUVIGNAUD, J., Durkheim, sa vie, son oeuvre, París, P. V. F.,
1965; EISENBERG, U., Kri ► inologie. Heymanns Verlag K. G., Kóln-Berlin-Bonn-
München, 1979, págs. 66 y ss.; GARCÍA-PABLOS, A., La normalidad del delito y
el delincuente, en: Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense,
11 (1986), págs. 325 a 346; GEHLKE C. E., E. Durkheim's Contributions to Social
Theory, en: Studies in History..., vol. LXIII, n 9 1. Columbia University, 1915;
GERHARDT, U., Rollenanalyse als Kritische Soziologie; Soziologische Texte, 72,
Berlín (1971), Neuwied, págs. 47 y ss.; GOPPINGER, H., Criminología, Madrid
(Reus), 1975 (traducción de M' L. Schwarck e Ignacio Luzárraga) páginas 41 y ss.
(y bibliografía allí citada); GRAZIA, S. DE, The Political Community, A study in
Anomie, Chicago, 1948; HAFERKAMP, H., Kriminalitátist normal, 1972 (Stuttgart),
153 págs. 48 y ss. LA CAPRA, D., E. Durkheim, Sociologist and Philosopher, Cornell
Sobre estas cinco directrices, vid. NIETZEL, M. T., Crime and its modification: a
social learning perspective. cit., pág. 12. Cfr. CLEMENTE DÍAZ, M., op. cit., pág. University Press, Ithaca, 1972; LUNDEN, W. A., »Emite Durkheim», en Pioneers
393 y ss. in Criminology (dirigido por H. ISLA.NNHEIM), Patterson Smith, 1972, Montclair,
154 Vid. CLEMENTE DÍAZ, M., op. cit., pág. 393 y ss. págs. 385 a 399 y bibliografía allí citada (sobre la obra de DURKHEIM); MOYA, C.,
Emite Durkheini: lit autonomía metodológica de la sociologia y los orígenes del

786 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA


TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 787
desviada») como fenómeno social, normal y funcional, cuya génesis y
etiología guarda estrecha relación con la estrucluaugrado de desarrollo 2. TEORÍAS DE LA «ANOMIA»: SUS DIVERSAS FOR-
del propio sistema social. En ello difieren, precisamente, de las explica- MULACIONES !,
ciones biopsicológicas (individualistas) del positivismo criminológico,
así como de otras teorías sociológicas. El término «anomia» suele empleatse—paraclIlignar_ciertosesadós
de'vacío o carencia de normas en una sociedad • ue • roducen, entre otros
Especial consideración merecerá el pensamiento academicista de E. e ectos, uno especi ico: generar conductas desviadas en sus miembros.
DURKHEIM (1858-1917); el de R. MERTON, que revisa la teoría de la —DTCha situación de «crisis» guardaría estrecha relación con la estructu-
anomia del autor francés para ajustarla a las, ,características muy ra, organización y grado de desarrollo del tipo social.
singulares de la sociedad norteamericana 2 ; y la moderna teoría sistém ica
(LUHMANN, AMELUNG, OTTO, JAKOBS, etc.), variante fünciona lista A) Este enfoque macrosociológico surge con la obra de E. DURKHEIM
de particular proyección en la sociología europea desde la década de los en un concreto contexto histórico: el de la sociedad francesa del siglo XIX,
setenta. convulsionada por dos «revoluciones» 3 e inmersa en un acelerado proce-
so de industrialización y cambio social.
Se analizarán, a continuación:
Teorías de la anomiade DURKHEIM y MERTON, y posteriores revisiones de Una sociedad, como advierte NISBET, que intuye la crisis de valores históricos
la misma (CLOWARD, OHLIN, COHEN, etc.). —y, con ellos, la desaparición de la «era de las seguridades » —, de la «tiranía » , de
Postulados filosóficos, criminológicos, jurídico-penales y político-criminaies la «desigualdad » ; pero presiente también, el advenimiento de nuevos poderes,
del pensamiento fundonallsta (tardofuncionalista), incluida la «teoría sistérnica» inseguridades y tiranías'.
(alemana) y algunas variantes del mismo en la doctrina norteamericana
C) Reflexiones críticas al funcionalismo. DURKHEIM contempló el nuevo marco estructural impuesto por la
industrialización con las mismas pretensiones que animaran a Comte,
fundador de la moderna sociología: construir una sociedad racional y
solidaria de las ruinas de la sociedad tradicional, mediante un análisis
científico del monumental cambio social experimentado. La «regenera-
análisis estructural funcional, en: Revista Española de Opinión Pública, 8 (1967). ción social» de una sociedad, como la francesa, altamente «desintegrada»,
NISBET, R. A., The Sociology of E. Durkheim, Oxford University Press, New York, «insolidaria», constituía un objetivo prioritario'.
1974; del mismo: Emile Durkheim, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, 1965 (que
contiene trabajos de otros autores sobre la aportación de DURKHEIM); OPP, K. D., Del problema sa ocupó DURKHEIM en su primera obra: De la
Kriminalitat und Gesellschaftsstruktur, 1968 (Berlín), Neuwied, páginas 109 y ss., división del trabajo social, publicada en 18936.
PARSONS, T., Theories of Society, Londres, 1965 (Collier McMillan); del mismo:
The Structure of Social Action, New York, 1937, págs. 301-472; SIEGEL, L. J., 1') Para DURKHEIM, el proceso de cambio social debe examinarse a
Criminology, West Publishing, 1983, St. Paul, págs. 163 a 196 y bibliografía allí la luz de las diversas «formas» históricas de organización social y de
citada; SOREL, G., Les Théories de E. Durkheim, en: Le Devenir Social, 1845; división del trabajo; de la estructura social, por tanto, su evolución y
SOROKIN, P.A., Contemporary Sociological Theories; New York, 1927; STOETZEL,
J., Sociology in France, en: Modem Sociological Theory, edit. por Beeker, H., y
grado desarrollo.
Boskoff, A., New York, 1957; VIALATOL'X, J., De Durkheim a Beergson, París
1939, Bloud et Gay; VOLD, G. B., Theoretical Criminology, 1979 (2 4 edición), Oxford
University Press, New York, págs. 201 a 228 y bibliografía allí citada, WOLFF, K.
H., y otros: E. Durkheim 1858-1917. A collection of essays, Colurnbus, Ohio
University Press, 1960; GARCÍA-PA13LOS, A., Explicaciones estructural- 3 A las dos «revoluciones» --la política, de 1879, y la socioeconómica, esto es, el
funcionalistas del delito, en: Delincuencia. Teoría e investigación, cit., páginas 165 vertiginoso proceso de industrialización en que se vio incursa la sociedad france-
a 193; SCHNEIDER, H. J., Kriminologie, cit., págs. 429 y ss. sa-- se refiere, por ejemplo VOLD, G. B., Theoretical Criminology, ed., 1979, Pág.
22 la teoría de la anomia en Durkheim y Merton, vid.: ORTMANN, R., 202.
Abweichendes Verhalten und Anomie. Entwicklung und Veránderung abweichenden NISBET, R. A., Emile Durkheim. Prentice Hall, Englewood Cliffs, 1965, pág. 20.
Verhaltens im Kontext der Anornietheorien von Durkheim und Merton. l"reiburg, En este sentido, LA CAPRA, D., E. Durkheim, Sociologist and Philosopher, Cornell
2000. University Press, I thaca, 1972, pág. 41. Cfr. VOLD, G. 13., Theoretical Criminology,
cit., página 202.

788 ANTONIO GARCÍA-1'AB LOS DE MOLINA


TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 789
Existirían, a su juicio, dos formas de sociedad: lá 'mecánica y la
or 2') La tesis durkhaniana de la normalidad del delito, ya paradigmática,
es sugestiva en su fundamentación y fecunda en consecuencias político-
La primera responde a los estadios más primitivos de la evolución social. Es una criminales. El símil del «dolor » como síntoma de «enfermedad » constitu-
sociedad autosuficiente, monolítica, uniforme. Cuenta con una mínima división del
trabajo e idénticos valores compartidos por todos sus miembros. La solidaridad ye su punto de partida s y puede sintetizarse en dos proposiciones:
social descansa en la uniformidad, y los grupos que la integran se hallan relativamen-
Prím- eiLLa posibilidad de que se produzcan conductas «desviadas»
es Cri edta 61e. , desde el momento en que la «convivencia social» se concibe
te incomunicados entre sí.
Por el contrario, la sociedad « orgánica» —más compleja, dinámica y evolucio-
nada— acusa una notoria división del trabajo: sus diferentes segmentos.dependen como convivencia «reglada» (las «reglas» sociales sólo son susceptibles de
unos de otros. La solidaridad social se obtiene de la diversidad de funciones que un cumplimiento parcial).
desempeñan aquéllos.
Segunda. Las formas de la conducta «anómica » están predetermina-
A juicio de DURKHEIM, el Derecho cumple una distinta función en das, caso a caso, por el tipo social dominante y su estado de desarrollo°.
cada uno de 3stos modelos de séciedasty_el crimen, en consecuencia, Toda sociedad, advierte DURKHEIM, mantiene su cohesión interna
requiere, también, una va oración distinta. («solidaridad social») mediante la presión que ejerce la conciencia
sociedad «mecánica> Ja le eserva la solidaridad social reforzan- colectiva (uniformidad) sobre sus individuos (diversidad). Dicha presión
admite los más diversos grados: desde la mera reprobación «moral» de
do a uniformi•ad de sus miembros en torno al o. Por ello, la función la conducta a la imposición de una «pena». Pero inevitablemente siem-
- del Dereer7s-WEa-efiTán e to a conducta ue se desvíe
de las pre existirá un grupo de personas, más o menos numeroso, pero en todo
normas vigentes en un momento determinado. n la « orgánica por el caso identificable, que no satisfará las exigencias de uniformidad de
sg_ri tr a ri o el rol del Derecho consiste en regular la
Alqualbinterqcción de
los grupos que a componen, arbitrando los oportunos mecanismos
- restitutorios ante eventuales sucesos intolerables; .
Por ello, según DURKHEIM, en tanto una sociedad permanec \ reglas del método sociológico (traducción de A. Ferrer y Robert), Akal Editor, 1978;
í
),‘- forma « mecánica» el c e' n su El suicidio (introducción y estudio previo de L. Díaz Sánchez), Akal Editor, 1982.
rimen de reputarse «norrnal» en el sent:d de (y la enfermedad) y el
• ue su ausen a si _ificaría un supercontrol patoló ico; pero cuando 9 DURKHEIM traza un llamativo paralelismo entre el «dolor »
delito (y la salud social). El delito no es signo incontestable de patología social, del
alcanza su posterior estadio «organico», a etiología y significado de\ mismo modo que el dolor no demuestra inequívocamente la presencia de una
aquél requieren un análisis distinto, pues guardarla una relación enfermedad: hay graves enfermedades que no conllevan dolor físico, mientras leves
directa con determinada situación de « crisis» ( « anomia») que 'genera disfunciones pueden ocasionar un verdadero suplicio; a veces, incluso, la falta de
dolor —y hasta el placer— son indicios de enfermedad; mientras, por el contrario,
toda suerte de disfunciones sociales: entre otras, el propio delito. Ambas
ideas, la « normalidad» del crimen y la «anomia», serían desarrolladas el sufrimiento acompaña (necesariamen te ) ciertos estados que, como el hambre, el
cansancio o el parto, no son fenómenos patológicos, sino «fisiológicos » (Cfr., Las
por el autor en dos de sus obras más conocidas, «Las reglas del método reglas del método sociológico, cit., págs. 73 y ss.). La experiencia demuestra, según
sociológico» (1895) y «El suicidio» (1897), respectivamente8. DURKHEIM, que el crimen se halla unido a las condiciones de toda vida colectiva;
que no es monopolio cie las sociedades primitivas o menos avanzadas. De ahí que
afirmar su carácter patológico significaría tanto como confundir lo «patológico» y lo
«fisiológ:co » (Cfr. Las reglas del método sociológico, cit., págs. 85 y 86).
10 Cfr. KONIG, R. Soziologie; Das Fischer Lexikon, tomo 10 (1968), Frankfurt, págs.
DURKHEIM, E., De la Division du travail Social, Etude sur l'organisation des 23 y ss. Véase, también, GOPPINGER, H., Criminología, Madrid, 1975 (Reus), pág.
sociétés supérieures, 1893, París. Sobre el trasfondo intelectual de la obra de 41. Sobre los postulados fundamentales de DURKHEIM, vid.: BLUMSTEIN, A.,
DURKHEIM, vid.: LUNDEN, W. A., E. Durkheim, en: Pioneers in Criminology Stability ef Funishment. What Happened and What Next?, en: Punishment and
(Edil y prologado por MANNHEIM, H., Londres, 1960 Stevens/Sons Ltd.), págs.
303 y ss. Social Control. Essays in Honor of Sheldon L. Messinger, 1995, New York. (Aldine
Vid. VOLD, G. B., Theoretical Crirninology, cit., págs. 203 ss. de Gruyter), pág. 259. Cfr . VARONA MARTÍNEZ, G., La mediación reparadora,
8
Les Régles de la Méthode, París, 1895; Le Suicide, Etude du Sociologie, París, 189,7. cit., pág. 47. También: SPITZER, St., Punishment and Social Control: A Study of
Durkheim's Theory of Penal Evolution, en Law and society Review, 1975 (9), págs.
En el presente trabajo se utilizan dos traducciones al castellano de las mismas: Las
613 y ss.
790

ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGIA 791

aquélla. El costo que el resto de los ciudadanos paga al atender las gravedad .. intrinseca » de la acción, sino la que le presta la conciencia c omún) . así.
una aparente desaparición del crimen conllevaría la definición como tal de conductas
demandas de la «conciencia colectiva» será un decisivo factor de integra- que antes no merecían dicho rango por su escasa relevancia, del mismo modo que
ción social, según DURKHEIM. Porque, de este modo, adquieren una en un convento o en una sociedad de santos las faltas más insignificantes se juzgan
conciencia de identidad colectiva; y, sobre todo, porque al alinearse con una severidad que el común de la gente reserva para los actos en verdad
frente a los infractores, experimentan un sentimiento de superioridad criminales."
respecto a éstos, identificándose con lo considerado como «bueno y
correcto». Lo normal, pues, es que exista cierto volumen de criminalidad,
variable según el tipo social de que se trate. Porque una ausencia total
En consecuencia, razona DURKHEIM, la criminalidad cumple un de crimen sería «patológica». Cuando la presión de la conciencia colecti-
importante rol en el mantenimiento de la «solidaridad social». De modo va asfixia la «diversidad» individual, crea un marco de sociedad unifor-
que el propio castigo del delito se justifica no ya por razones de me que hace imposible el progreso y el cambio social. En buena medida,
retribución o de prevención como por evitar la deSmoratización dél ciertos comportamientos desviados anuncian o anticipan el cambio, lo
ciudadano honesto. La pena hace vera éste la utilidad de sus'sacrificios; allanan; el ejemplo de SOCRATES —y el de otros tantos— avala la
mantiene su confianza y lealtad en el sistema; identifica corrió inferiores función «innovadora» del crimen, factor indispensaole de la normal
al grupo criminal y refuerza el sentimiento de superioridad , del grupo, evolución de la moral v el derecho".
funciones trascendentales todas ellas que explican lá necesidad de la
Una cita de DURKHEIM resume gráficamente el pensamiento del autor:
pena". «Clasificar el crimen entre los fenómenos de la Sociología normal no significa
Pero, además, según DURKHEIM, el crimen es normal en cuanto solamente que sea un fenómeno inevitable, aunque sensible, debido a la incorregi-
ble maldad humana, sino que equivale a afirmar que constituye un factor de la salud
manifestación de la «divez= sidad», inevitable incluso en una sociedad pública, una parte integrante de toda sociedad sana...»'5
« mecánica» y «uniforme». No es imaginable ninguna sociedad sin delito. «En oposición a las ideas dominantes, el criminal ya no se nos manifiesta como
La distinción entre conductas «criminales» y conductas «inmorales» o de un ser radicalmente insociable, algo así como un elemento parásito, como un cuerpo
«mal gusto» es relativa, circunstancial; no existen unos límites fijos extraño e inasimilable introducido en el seno de la sociedad, sino que es un agente
preestablecidos, sino variables (auténticos vasos comunicantes) en regular de la vida social»''.
función de las exigencias históricas de la conciencia colectiva.
3') DURKHEIM utiliza el concepto de anomia para caracterizar la
Para que en una sociedad dada dejaran de cometerse delitos sería crisis de la sociedad francesa de su tiempo, cuyo vertiginoso proceso de
necesario que los sentimientos que éstos ofenden se encontrasen arrai- industrialización y consiguiente división del trabajo destruyera, a su
gados en todas las conciencias individuales, sin excepción, y con el grado juicio, la solidaridad tradicional de la misma basada en la uniformidad.
de fuerza necesario para contener los sentimientos contrarios'2.
Períodos cíclicos de superproducción seguidos de graves depresiones
Ahora bien, aun suponiendo ello posible, el crimen no desaparecería, económicas; huelgas y violencia laboral; y alienación del trabajador
cambiaría sólo de forma, pues la misma causa que cegaría las fuentes de individual serían síntomas de profundas disfunciones estructurales de
la criminalidad haría surgir inmediatamente otras nuevas.
No puede olvidarse, añade DURKHEIM, que al vigorizarse la «conciencia
colectiva» se eleva también el nivel general de exigencias (lo decisivo no es la
13 En cuanto a diversos intentos de verificación empírica —y cuantitativa— de las
tesis de DURKHEIM. vid.: LISKA, A. E., A Critical Examination of Macro
Cfr. VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., págs. 204 y ss. Perspectives on Crime Control, En: Ann.Rev.Sociol., 13 (1987), pág. 73; GIBBS. <I.
12
Este punto de vista de DURHKEIM ha influido poderosament2 un la tesis de P., I,aw as a Means of Social Control, en: Social Control Views from the Social
BRALTHWAITE y PETFIT quienes sugieren la prevención del delito a través de la Sciences, edil. Gibbs. Beverly Hills: Sage, 1982, pág. 96.
«construcción de la conciencia» (Criminalisation, Decriminalization and Republican 14 DURKHEIM, E., Las reglas del método sociológico, cit.. págs. 86 a 93
Theory. En: Anales Internacionales de Criminología, 32 (1994(, 1/2, págs. 62 y ss. 15 Las reglas del método sociológico, cit., pág. 86 y nota 10.
Cfr. VARONA MARTÍNEZ, G., La mediación reparadora, cit., pág. 78. lti Las reglas del método sociológico, cit., pág. 90.
792 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 79:3
una sociedad incapaz de regular satisfactoriamente las relaciones entre la religión consolaba a los obreros, enseñándoles a contentarse con su suerte; les
«productores-consumidores» y «empresarios-asalariados, obreros»; o de mostraba que el orden social es providencial y les hacia esperar de un mundo futuro
definir el significado del trabajo para el individuo''. las justas compensaciones a las desigualdades de éste. Moderaba, por otra parte,
a los patronos, recordándoles que los intereses terrenos deben subordinarse a otros
En su obra posterior, El suicidio, DURKHEIM desarrolla la teoría de más elevados. El propio poder tempora/, por la supremacía que ejercía sobre la
la anomia al constatar estadísticamente que las tasas de suicidio se actividad económica, convenía su desarrollo...; y las corporaciones de los diversos
incrementan de modo significativo tanto en períodos de depresión como oficios, al reglamentar los salarios, el precio de los productos y la producción misma,
fijaban indirectamente el nivel medio de las rentas, nivel éste que, por fuerza, permite
de prosperidad económica; aparente contrasentido que atribúye a la en buena medida regular las necesidades.
trascendencia no ya de la efectiva regulación social de las interacciónes
económicas de los diversos grupos, sino de cómo percibe el individuo sus En la moderna sociedad, dichos «poderes morales» han experimenta-
necesidades y el modo en que son satisfechas. El 'suicidio (anómicb) no
do una profunda crisis, desmoronándose e' entramado de reglamenta-
tiene su origen en la pobreza —la miseria protege Contra el ciones que aportaban coherencia y equilibrio a sus miembros. La religión
sino en una situación de crisis o de desorganización colectiva; cuandó la ha perdido su imperio. Los poderes públicos asumen y practican el
sociedad no está en condiciones de ejercer el necesario «poder regulador» ideario del laissez faire, dando rienda suelta a las incontroladas apeten-
que sirve de límite y moderación a lás pasiones y expectativas. individúa-
• cias de las fuerzas económicas, que se ven liberadas de todo límite. Dejan
les, pero que hace posible, también, la satisfacción de las mismas en un de ser un factor regulador y moderador de la vida económica para
contexto general de equilibrio y arrnonía.'8. convertirse en instrumento y servidor de ésta. Explosiona la «apoteosis
La felicidad de los seres vivos, argumenta DURKHEIM, descansa en el equilibrio del bienestar», convertido en fin supremo de los individuos y sociedades.
entre necesidades y mediosde satisfacerlas. Los animales consiguen el mismo con
De este modo, se genera un estado de crisis permanente que deviene
una espontaneidad automática porque dependen de condiciones puramente «ma-
teriales». No así el hombre, cuya sensibilidad es un abismo sin fondo que nada normal (anomia)21..
puede colmar. Ni en la constitución orgánica, ni en la psicológica, del ser humano se Por ello, según DURKHEIM, la anomia es un factor regular y
encuentran límites a sus pasiones. Sólo, pues, un poder regulador moral y externo
al individuo es capaz de «limitar» las « necesidades» de éste, de «moderarlas»,
específico de suicidios: una de las fuentes que alimenta su contingente
poniéndolas en armonía con los « medios» y haciendo factible la satisfacción de las anual. Suicidio —el anómico--• que difiere, por su etiología, de otras
mismast". modalidades de suicidio (el egoísta y el altruista) de distinta estructura.
El suicidio «egoísta», afirma DURKHEIM, se debe a que los hombres no perciben
La sociedad, en efecto, ha trazado históricamente diversos modelos de ya la razón de estar en la vida; el «altruista » , a que esta razón les parece encontrarse
« reglamentación», modelos más o menos satisfactorios, pero en todo caso fuera de la misma vida; el «anémico » , del sufrimiento que produce una vida
«útiles», porque cuando se limitan las expectativas, dice DURKHEIM, desorganizada; esto es, no de la manera de estar ligados los individuos a la
sociedad, sino del modo en que ésta disciplina sus vida22.
«cada uno, por lo menos en general, está entonces en armonía con su
condición y no desea más que lo que puede legítimamente esperar»20:
B) Teoría anórnica de MERTON
La sociedad trao'icional, añade DURKHEIM, había conseguido dicho equilibrio
mediante un sistema de «poderes morales» que disciplinaban la vida humana en Robert K. MERTON, en un conocido trabajo publicado en 1938, que
todos sus ámbitos. En las relaciones socioeconómicas e industriales, por ejemplo, después revisaría y ampliaría23 , desarrolló la teoría de la anomia

21
DURKHEIM E., El suicidio, cit , págs. 272 a 277.
17
Cfr. VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., págs. 208 y 209, citando a 22
DURKHEIM, E., El suicidio, cit., pág. 277.
DURKHEIM. 23
Utilizo el trabajo de MERTON, R. K., «Estructura social y anomia: revisión y
18
DURKHEIM, E., El suicidio, cit., págs. 255 a 278, especialmente, páginas 261, 265 ampliación» (publicado en: FROMM, E.; HORKHEIMER, M.; PARSONS, T., Y
y 271 y ss. otros: La Familia, Edit. Península, 1972, Barcelona, págs. 67 a 107), que revisa y
19 DURKHEIM, E., El suicidio, cit., págs. 262 a 265. amplia profundamente el del mismo autor aparecido en 1938 (American Sociological
20
DURKHEIM E., El suicidio, cit., págs. 267 y 273. Review. 3, págs. 672 a 682).
794 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 795

sometiendo a un severo análisis las contradicciones estructurales de la material como meta máxima y obligada para todos los ciudadanos,
sociedad norteamericana industrial. mientras la estructura social restringe a ciertos grupos de la población
el acceso efectivo por vías institucionales lícitas a dichas aspiraciones'.
Según IVIERTON, existía una acusada tendencia en la teoría psicoló-
gica y sociológica de los dos últimos deceniás a atribuir el funcionamien- Así fundamenta MERTON las dos proposiciones básicas de su teoría
to defectuoso de las estructuras sociales a las deficiencias dél control de la anomia:
social sobre los impulsos biológicos imperiosos del hombr,:. A su juicio, 1'. Las contradicciones de la estructura cultural (objetivos) y la
sin embargo, la frecuencia variable de la conducta disconforme o desvia- estructura social (medios institucionalizados) producen una tendencia
da y el hecho comprobado de que ésta sigue pautas y formas distintas en a la anomia en la sociedad americana que afecta con particular intensi-
las diferentes estructuras sociales contradicen tal hipótesis.. dad a las clases bajas.
Para MERTON, la conducta «desviada» es una- reacción • normal Toda sociedad traza los objetivos y metas culturales que constituyen
(esperada) a laSContradiccioneS delas estructuras socialeá. • el marco de referencia de las expectativas y ambiciones de sus miembros.
La estructura social ejerce; una:presión definida sobre:los:miel:Oros Pero al propio tiempo define, también, regula y controla los modos
de la sociedad que les induce , a adoptar comportamientos «disconformes». admisibles de alcanzar aquéllos: cauces institucionalizados que suelen
Pero las tasas más elevadas, de é . stos se concentran en determinados coincidir con los sentimientos de la mayoría, no regidos necesariamente
grupos, lo que demuestra que no dependen de las tendencias biológicas por la idea de eficacia, sino por representaciones axiológicas, de «va-
individuales, sino del .impacto diferencial de dicha «presión», que; _se im,26.
experimenta en función de las,,respectivas situaciones sociales. El adecuado equilibrio entre las dos fases de la estructura social, propio de una
conducta desviada, por tanto, es la reacción normal: , un !nodo- ;de sociedad bien integrada, puede quebrarse en dos supuestos limite: cuando se
adaptación individual a las contradicciones de la estructura,socia12.4. concede una importancia casi exclusiva a la obtención, a toda costa, de los objetivos
• culturales sin el correlativo respeto de los procedimientos institucionalizados que
Su diagnóstico, como veremos, discrepa en diversos , extremos del análisis delimitan el acceso legitimo a los mismos (el caso, según MERTON, de la sociedad
durkhaniano. Las « necesidades» del individuo que la sociedad no es capaz de norteamericana); o cuando, en sentido contrario, se olvidan aquéllos y la adhesión
« satisfacer » , no son necesidades « naturales» —como entendiera DURKHEIM- estricta a la conducta institucionalme n te prescrita se convierte en un rito (sociedad
sino culturales, creadaS e impuestas por la propia estructura ' cultural. La -cultura», tradicionalista «neofóbica- que hace del conformismo y la estabilidad su meta
por tanto, en lugar de limitar y moderar dichas apetencias, las incita y provoca, de máxima).
modo que la conducta desviada aparece como mecanismo de adaptación normal del
individuo a disfunciones estructurales en el seno de la misma sociedad. Por otra A juicio de MERTON, la cultura norteamericana exalta como valor
parte, mientras DURKHEIM veía en la « anomia » una situación de crisis transitoria
del poder social de regulación, debida al acelerado y desorganizado cambio socia! supremo la acumulación de riqueza, símbolo de éxito y prestigio, de
impuesto por el proceso de industrialización, MERTON define aquélla como una status :social.
disfunción estructural endémica, crónica, estable, inherente a cierto modelo de
El dinero, por su carácter altamente abstracto, anonimo e impersonal, es el
sociedad (la norteamericana), cuyas contradicciones internas producen una tenden- criterio más adecuado para expresar esa meta: no importa de qué forma se ha
cia a la misma, que incide de modo desigual en los diversos grupos sociales.

La causa última de la situación endémica reside, según MERTON, no


ya en el derrumbamiento de ciertos valores, sino en el hecho de que la 25 En este sentido, VOTA), G. B., Theoretical Criminology, cit., págs. 212 y 214. Vid.
y 87.
estructura cultural entroniza el objetivo de la acumulación de riqueza MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., especialmente, págs. 86
26 MERTON, R. K , Estructura social y anomia, cit., pág. 70: «A veces, entre los
procedimientos proscritos hay algunos que serían eficaces para el grupo mismo...,
porque el criterio de admisibilidad no es la eficacia técnica, sino los sentimientos
cargados de valores (sustentados por la mayor parte de los miembros del grupo o por
los que pueden promover estos sentimientos mediante el uso combinado del poder
MERTON, K. K., Estructura social y anomia, cit., págs. 67 a 69. 21 En este sentido,
VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., págs. 212 y 214. Vid. MERTON, R. K.. y de la propaganda). En todos los casos, la elección de expedientes para luchar por
Estructura social y anomia, cit., especialmente, páginas 86 y 87. la obtención de objetivos culturales esta limitada por normas institucionalizadas.«
796 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA 797
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

obtenido (lícita o ilícita), ni cómo se va a utilizar; no pone limites ni fronteras al «sueño


norteamericano». Modos de adaptación Objetivos culturales Cauces
institucionales

Esta parte, además, de una atractiva ideología « igualitaria» y «opti-


mista», que convierte en «deber» ciudadano la consecución de aquellas Conformidad
nietas y condena el fracaso. Innovación
Ritualismo
-Cualquiera puede llegar a presidente»; « Sé un rey en tus sueños. Dite a tí
Retraimiento
mismo: mi lugar está en la cumbre»; «El delito no es el fracaso, sino la limitación de
las aspiraciones», reitera el manifiesto cultural con sus s/ogans yprototipos. 5. Rebelión

La familia, la escuela y la organización laboral disciplinarán psicoló- Como el propio MERTON advierte, su análisis no pretende explicar la génesis de
gica y sociológicamente al ciudadano medio para que siga confiando en todas !as conductas que en uno u otro momento la ley prohíbe como criminales, sino
unos objetivos siempre fuera de su alcance y en unas promeSas de llamar la atención sobre el impacto de la presión de la estructura social y sus
contradicciones con la estructura cultural en las conductas desviadas de los diversos
recompensas que nunca se cumplen 27 , observa MERTON. grupos y situaciones sociales (igualdad de oportunidades) 29 . Por otra parte, las cinco
La enfatiznción cultural (idiosincrática) del éxito económico, advierte «respuestas » (que no «tipos de personalidad » o de «carácter » ) lo son a cada
MERTON, induce lógicamente a los hombres a retirar todo su apoyo «actividad social » , por lo que un mismo individuo podría adoptar actitudes distintas'',
según los ámbitos o esferas de actuación de que se trate.
emocional alas normas institucionales: ala propia «ética protestante del
trabajo» que ensalza el trabajo duro, la honestidad, la educación, etc., y Circunscribiendo su estudio a la «actividad económica»" —y excluida
condena la violencia y eifraude como métodos eficaces pero ilícitos para
conseguir la riqueza. Importa conseguir el éxito: no interesa cómo. la primera de ellas («conformidad » ) por razones obvias—, valora MERTON
asilos 'diferentes 'módos de adaptación:
¿Qué consecuencias tiene para la conducta de personas situadas en ., a') Innovación.—Significa el uso de medios institucionalmente pros-
niveles diversos de una estructura social una cultura que atribuye cada critos, pero eficaces para alcanzar, por lo menos, el simulacro del éxito:
vez más importancia a los objetivos de éxito y en la que pr')gcesivamente
la riqueza y el poder, lo que sucede cuando el individuo ha asimilado la
cuenten menos los procedimientos institucionalizados para' acceder al importancia cultural atribuida a este objetivo sin interiorizar con la
mismo? ¿Cómo reacciona el individuo en este marco cultural? misma intensidad las normas institucionales que regulan los medios de
2'. Cinco respuestas individuales típicas y normales de adaptación28. alcanzarlo.
Según MERTON, la presión de la estructura social sobre el individuo Tal actitud puede encontrarse en todos los estratos sociales: la
da lugar a cinco «tipos de adaptación», que, salvo el primero de ellos historia de las grandes fortunas norteamericanas y la criminalidad de
(conformismo), representan otras tantas modalidades de conductas
« desviadas» (no necesariamente « criminales»):
innovación, ritualismo,
retraimiento y rebelión. El criterio rector de dicha tipología es la 29MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., pág. 106. El propio autor advierte
« aceptación» (+), el «rechazo» (-) o el «rechazo y sustitución» (±) de 'os que en su trabajo no incluye un análisis detallado de los elementos estructurales
objetivos culturales y de los cauces institucionalizados, según el siguien- que fomentan una de las reacciones posibles —no otra— de los individuos que viven
te cuadro: en una estructura social desequilibrada. Ni entra a fondo en el examen de la
indudable relevancia de los procesos social-psicológicos que determinan la inciden-
cia específica de estas reacciones. Sólo le interesaría contemplar las «funciones
sociales de la conducta desviada » , prescindiendo de cualquier enfoque «valorativo»,
«moralista• (op. cit., pág. 105).
27 MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., pág. 81.
MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., págs. 74 y ss. (especialmente, 75, 31 Una clarificación de la teoría de MERTON, tomando como ejemplo el mundo del
78 y 79).
28 deporte en: VOLD, O. B., y BERNARD, Th. Theoretical Criminolo gy , cit. (1979),
INIERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., págs. 79 y ss. págs. 271 y ss. Cfr. SCHNEIDER, H. J.. Kriminologie, cit., págs. 433 y ss.
798 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 799
«cuello blanco» demuestran que no es exclusiva de las clases bajas. Pero, parte de un individuo que, sin embargo, permanece sumiso a las normas
aun a pesar de la «ideología de clases abiertas» de la sociedad americana, institucionalizadas. Consciente de la imposibilidad de acceder a aquél y
la presión de la estructura social es más acusada en estas últimas, de los riesgos de frustración de las «altas aspiraciones», el individuo
porque encuentran obstáculos insalvables para acceder a los objetivos
neutraliza la intensa ansiedad por el status rebajando el nivel de sus
culturales. Por ello, también, el comportamiento «innovador» se concen- propias aspiraciones (renuncia o autorreducción de las metas cultura-
tra prioritariamente en la «lower class». Cuando los canales de movili- les): opta por la seguridad que le reporta el férreo y rutinario acatamien-
dad vertical se cierran en una sociedad que exalta la opulencia económi- to de las normas institucionalizadas y se aferra ciegamente a éstas.
ca y el ascenso social de todos sus miembros, la conducta desviada se
convierte en la «reacción normal» de los estratos menos favorecidos32. La reacción ritualista, aun cuando no suela contemplarse como «problema
social», responde a la estructura del comportamiento desviado. El individuo se
Este análisis teórico explica, según MERTON, las diversas correla- convierte en un «virtuoso de la burocracia», sometiéndose de modo tan extremo a
ciones entre la delincuencia y la pobreza. las reglamentaciones por el profundo complejo de culpa que genera su no confor-
midad con los objetivos culturales. El ritualismo social, además, puede incubar
« La pobreza no es una variable aislada que opere de la misma manera en todas agudas respuestas de genuina «rebeldía», ya que periodos prolongados de intensa
partes; es una más dentro de un complejo de variables sociales y . culturales sumisión desencadenan, a menudo, explosiones de rechazo de los propios cauces
interdepándientes e identificables como tales. La pobreza en sí y la,cOnsiguiente institucionalizados (rebeldía).
limitación de las oportunidades no bastan para producir un alto índice de conducta
criminal. Ni siquiera la notoria pobreza en medio de la abundancia, conduce
necesariamente a este resultado. Pero cuando la pobreza y las desventajas que Los individuos de Ja clase media se hallan significativamente repre-
comporta en la competencia por los valores culturales aprobados por todos los sentados en este modo de adaptación, ya que las pautas de socialización
miembros de la sociedad van unidas a un gran énfasis cultural en-el éxito pecuniario de aquélla fomentan la estructura caracterológica más predispuesta al
como objetivo dominante, los elevados índices de conducta criminal son el resultado ritualismo: es en la clase media baja donde los padres ejercen una
«normal». Las estadísticas elementales (y no necesariamente fidedignas) de la
delincuencia indican que la pobreza tiene menos relación con la delincuencia en la
presión más continua y eficaz sobre sus hijos para que acepten los
Europa sudoriental que en los Estados Unidos. Las posibilidades económicas de los imperativos de éxito y ascenso social.
pobres en dichas zonas europeas parecen más limitadas incluso que en los Estados
Unidos, de modo que ni la pobreza ni la correspondiente festricción de las oportu-
c') Retra.imiento 35 .—Se trata de una respuesta estrictamente «indivi-
nidadeS bastan para explicar la diferencia de la correlación. Sin embargo, cuando dual» y «minoritaria» caracterizada por el rechazo simultáneo de los
tenemos en cuenta la configuración general —pobreza, limitación de oportunidades objetivos culturales y de los medios institucionalizados. Quienes optan
y asignación de objetivos culturales— parece posible encontrar una explicación de por ella (psicóticos, parias, vagabundos, proscritos, drogodependientes,
por qué en nuestra sociedad existe una mayor correlación entre la pobreza y la etc.), constituyen, en términos sociológicos, un verdadero «cuerpo extra-
delincuencia que en otras sociedades caracterizadas por una estructura de clases
rígida y por símbolos del éxito diferentes para cada ciase»33. ño», están en la sociedad pero no forman parte de la sociedad. La
sociedad, además, les rechaza porque no aportan nada positivo a la
b') Ritualismo 34 .—Este modo de adaptación implica una actitud de misma.
rechazo de los elevados objetivos culturales del éxito económico- por En efecto, el «conformista» contribuye al buen funcionamiento del engranaje
social: el «retraído», por el contrario, parece un «riesgo improductivo». El «innova-
dor » tampoco acata los «medios institucionalizados » , pero, al menos, es «listo» e
intenta, a toda costa, acceder a los objetivos culturales, mientras aquél ni siquiera
atribuye valor al éxito: como el «ritualista» el «retraído» rechaza, también, las
32
MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., págs. 82 a 86. aspiraciones- que define la estructura cultural, pero el primero respeta las costum-
33
MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., pág. 88. Para otras explicaciones bres, el retraído» presta escasa atención a las prácticas institucionales.
teóricas sobre la incidencia de la pobreza en la criminalidad, vid. SCHNEIDER, H.
J., Kriminologie, cit., págs. 404 y ss. Sobre la correlación «nivel socioeconómico» y
« delincuencia», vid. GARRIDO GENOVES, V., y SANCHÍS MIR, .J. R. (Nivel
socioeconómico y delincuencia), en: Delincuencia. Teoría e inves t igación, cit., págs.
237 y ss.
34
Vid. MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., págs. 92 a 96. "2 Vid. MERTON, R. K.. Estructura social y anoinia, cit., págs. 96 a 100.
800 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 801

Desde un punto de vista etiológico, el retraimiento expresa: una vagancia y demás manifestaciones evasivas del individuo. La trascen-
conducta evasiva, de derrotismo, quietismo y. resignación, ante , un dencia criminal del tipo rebelión será más frecuente, sobre todo cuando
conflicto: es un mecanismo de huida. El individuó lucha entre dos se matice políticamente e implique la ejecución de actos en sí mismos
opciones contrapuestas: acatar la obligación 'moral interiorizada,: ;si- delictivos. Por último, la reacción innovadora no debe reputarse por
guiendo las vías legales que conducen de hecho al fracaso, o dejarse fuerza criminal, aunque lo será si los procedimientos «eficaces» que
llevar por las presiones que le sugieren el uso de medios eficaces, pero escoge el desviado en lugar de los institucionalizados tienen tal carácter.
ilegales, ya que no puede acudir a procedimientos a la vez legítimos y En el caso particular de las altas finanzas no siempre será fácil delimitar
exitosos. El conflicto se resuelve entonces de modo drástico: abandonan- un «buen negocio» de una «colosal defraudación»".
do tanto los objetivos culturales como los medios institucionalizados, con Recientemente se ha acudido al expediente teórico de la anomia para explicar
una huida completa. No esperará ya ninguna de las recompensas del el perfil y tendencias muy singulares de la criminalidad en los antes llamados «Países
sistema, pero se librará de las frustraciones inherentes a una búsqueda del Bloque del Este » cuando a finales de la década de los ochenta y comienzos de
continua y estéril de aquéllas. los noventa pasaron de forma súbita y acelerada dei modelo socialista a la economía
de mercado y al régimen de las libertades sin un período de transición que permitiera
En todo caso, el retraimiento es un modo de adaptación «individual» y realizar previamente los cambios y reajustes imprescindible que tan radical convul-
personalísimo, no colectivo. Incluso cuando este « desviado» entre en contacto con sión política, social y económica reclamaba, en la sociedad y en sus ciudadanosm.
otros y participe de sus subculturas, no cabe la unificación con éstos bajo la égida Ei sentimiento de desorientación, inseguridad y frustración que experimenta el
de un nuevo credo cultural. ciudadano como consecuencia del repentino derrumbamiento de los valores tradi-
cionales explicaría según este enfoque teórico el alarmante incremento de los
d') Rebelión 36 .—Como tipo de adaptación colectiva, lleva a lo indivi- í ndices de criminalidad y el perfil de ésta.
duos situados fuera de la estructura social ambiental a imaginar y tratg.r
de conseguir un nuevo orden social. Un orden social radicalmente
distinto, dotado de normas culturales y representaciones, del .éxito, más
satisfactorias que establezca una correcta correspondencia entre las 3. CONEXIÓN DE LA TEORÍA DE LA ANOMIA CON OTROS
ideas de mérito, esfuerzo y recompensa. MODELOS
A diferencia del mero «resentimiento», la rebelión reclama un verda-
dero cambio de valores. La teoría de la anomia ha sido objeto de numerosas formulaciones que
desarrollan y enriquecen el esquema inicial de DURKHEIM y MERTON.
Desde un punto de vista «dinámico», la rebelión tiene dos momentos: en el
primero, se niega la adhesión a la estructura social, declarando al sistema barrera Pero, también, constituye el punto de partida de otras teorías ajenas
u obstáculo insalvable para la satisfacción de objetivos legitimados; en el segundo, al estructural-funcionalismo. Parece necesario resaltar aquí su co-
se transfiere dicha adhesión a nuevos grupos poseedores de nuevos mitos. El
«mito», por ello, cumple una doble función: atribuye a la estructura social la causa
nexión con el enfoque subcultural y el giro psicosociológico que experi-
de todas las frustraciones y presenta a los ciudadanos capaces una alternativa viable
menta en la obra de CLOWARD y OTEAN, sin perjuicio de que tanto las
a aquélla. teorías subculturales (COHEN), como las del aprendizaje
(SUTHERLAND) o la de la «oportunidad diferencial» (CLOWARD y
La relevanciapenal de los cinco «modos de adaptación» es, lógicamen-
te, diversa. La respuesta «conformista» no plantea problemas. Tampoco
la ritualista, por su rígido apego a las normas institucionalizadas. La
opción del retraimiento puede adquirir connotaciones criminales en la 37

38
Cfr. VOLD, G. B., Theoretical Criminology, cit., pág. 217.
Vid. FRANKOWSKI, S. y WASEK, A., Evolution of the Polish criminal Justice
medida en que la ley penal contemple y prohiba la drogadicción,
system after world war two. A.n overview. En: European Journal of crime, criminal
law and criminal justice, 2 (1993), págs. 143 y ss.; Cfr., por todos, KURY, H.,
OBERGFELL-FUCHS, J. y FERDINAND, Th., Desarrollo de la sociedad y evolu-
ción de la delincuencia: una comparación internacional, en: Revista de Derecho
36 Vid. MERTON, R. K., Estructura social y anomia, cit., págs. 100 y ss. Penal y Criminologia (2'' Epoca), Uned, n' 6 (Julio del 2000), págs. 312 y 317.
Capítulo XXV.'

Problemas y tendencias de la Criminología


actual'

I. RECAPITULACIÓN

Se han analizado en capítulos anteriores las principales teorías de la


criminalidad, esto es, las hipótesis biológicas, psicológicas y sociológicas
más conocidas en torno al fenómeno delictivo.
De dicha exposición tal vez puedan desprenderse dos conclusiones
muy significativas.
En primer lugar, que la Criminología occidental ha utilizado prácti-
camente todos los esquemas teóricos imaginables para ofrecer una
1.7
explicación generalizadora y convincente del delito. Con razón se ha
dicho que frente al monolitismo metodológico de la Criminología de los
países socialistas, la occidental ha hecho gala hasta nuestros días de un
pluralismo casi errático' en el momento de sentar las bases y trazar las
coordenadas de la investigación científica. Se han intentado todos los
caminos, se han verificado, con mayor o menor éxito, las hipótesis más
dispares, heterogéneas y controvertidas, desde las diversas áreas del
saber. Probablemente sólo ha faltado una instancia superior integradora
capaz de coordinar la infbrmación procedente de los distintos campos
científicos que evitase los celos exclusivistas y la «barbarie de los
especialistas». Pero lo cierto es que parece haberse agotado ya el arsenal
de explicaciones teóricas del crimen. Como afirma KUTSCHINSKY3:
existe la impresión de que estarnos «retornando al punto cero del saber
criminológico».

Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., Hacia una revisión de los postulados de la Criminología


tradicional, La Ley. 18 de marzo de 1983.
Así, KAISER, G., Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos,
cit., página 49.
Cfr., KAISER, G., Criminología. Una introducción..., cit., pág. 20, 161. El mismo,
Krimitiologie. Ein Lehrbuch. cit.. pág. i 14. •
1166 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1167

Pero de un análisis crítico y objetivo de las teorías de la criminalidad ' las tendencias y orientaciones que pueden reputarse dominantes. Y las
mencionadas parece inferirse, en segundo lugar, otro dato: que nuestros respuestas actuales a tres interrogantes que subyacen a la secular
conocimientos actuales sobre el delito, el delincuente, la víctima y el contienda doctrinal: ¿es el delincuente una persona distinta del indivi-
control de la criminalidad son todavía escasos, fragmentarios e insegu. Y' q. . duo que cumple las leyes, anormal en algún sentido?; ¿es la criminalidad
ros. Es decir, que sabemos aún muy poco del hecho criminal y de sus un fenómeno patológico?; ¿cuál debe ser la actitud de la sociedad ante el
protagonistas. Que, como manifestaba LANGE hace unos años: el ';V! crimen?
crimen sigue siendo hoy un acertijo 4. El secular enfrentamiento de
teorías y modelos recomienda a todo científico una actitud de moderad
reserva y escepticismo. Carecemos de un núcleo de conocimien
definitivamente asegurados sobre el delito. El saber sobre el hombut 2. TENDENCIAS Y ORIENTACIONES DE LA MODERNA
la sociedad es siempre relativo, parcial, provisional. La experiencia CRIMINOLOGÍA
demostrado, por ejemplo, que las brillantes teorías monocausales
antaño carecían de todo fundamento, siquiera porque el hombre y Aun a riesgo de incurrir en inevitables simplificaciones e inexactitu-
conducta responden a claves mucho más complejas, enigmáticas a ve des, puede afirmarse que se acusan, como dominantes, las siguientes
De lo que debieran tomar nota también quienes propugnan pretencios. tendencias y orientaciones en la Criminología contemporánea:
esquemas sistémicos y totalizadores de cualquier signo s , desconOcien
o menospreciando los esfuerzos de quienes les precedieron, como Cabe apreciar, en primer lugar, un movimiento que reivindica
tuvieran el monopolio de la ciencia o ésta exigiera empezar siempre legítimamente mayores cotas de autonomía para las ciencias
cero. criminológicas. Mayores cuotas de autonomía frente al Derecho Penal.
La moderna Sociología criminal, por ejemplo, se presenta como una
La creciente «problematización» y «relativización» del concep teoría radical y absoluta de la desviación: corno una teoría crítica del
criminológico de «delito» y de la propia «reacción social» son un cl ti control social'. El problema, pues, no es tanto un problema «orgánico»,
exponente del realismo que en nuestros días caracteriza a la escarme profesional, como ideológico, sustantivo.
tada doctrina criminológica. Realismo del que se hace eco el misma
Se cuestiona el papel tradicionalmente «auxiliar» asignado al saber criminológico.
lenguaje de ésta, no tan ambicioso y grandilocuente, 1..1 sustituir térm.b:-." al servicio del Derecho Penal, que encontraba en las valoraciones legales —no
nos de las ciencias exactas, como el de «causa», por otros menos cuestionadas— una pauta segura y firme. Esta pretensión de autonomía corre
simplistas... (factor, correlación, conexión, covariante, etc.), en cono=,:. paralela, naturalmente, con un significativo desplazamiento del centro de gravedad
nancia con las exigencias de un paradigma científico distinto: el que de las investigaciones y problemas hacia la Sociología, hacia las ciencias sociales,
los sistemas sociales (terreno, por otra parte, nada pacífico en nuestros días).
reclaman las ciencias sociales y las ciencias de la conducta.
Parece, pues, que es el momento adecuado para recapitular, para En segundo lugar, puede constatarse un claro rechazo hacia lo que
hacer balance. podríamos denominar abreviadamente modelo positivista de Ciencia
Veamos cuál es el resultado de la confrontación teórica de los dos Criminológica (causal-explicativo). Y sobre la caracterización de ésta
modelos criminológicos fundamentales: el tradicional (positivista) y el como mera disciplina «académica» y «descriptiva». Al igual que en el
que se autodenornina «crítico». Cuáles son los esquemas y postulados,

En este sentido, expresamente, ANIYAR DE CASTRO, L., Conocimiento y orden


4
LANGE utiliza el término «Ratsel. (enigma, acertijo, etc.). Cfr. KAISER, G., social: criminología corno legitimación y criminología de la liberación. Universidad
Criminología, cit., pág. 153. de Zulia, 1981, pág. 48. Propugnando una «teoría radical de la desviación. por todo:
Cfr. TIEDEMANN, K., Estado actual y tendencias de la ciencia jurídico- pe na_1 y de TAYLOR, P. WALTON y J. YOUNG, Criminología crítica en Gran Bretaña;
la Criminología en la República Federal Alemana, en: Cuadernos de Política reseña y perspectivas, er : Criminología Crítica, siglo XXI Editores, 1977 (cit.), pág.
Criminal, n. 14 (1981), página 276, en el sentido del texto. 21.
1168 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE ;MOLINA 1169
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

mundo del Derecho —e incluso en la propia « dogmática penal»— se Interesa penetrar en las entrañas del crimen, conocerlo desde dentro,
ha
operado un giro hacía lo concreto y lo real, hacia lo sedal y lo estructural,
captar el sentido que atribuye al mismo el propio delincuente; en
en la moderna Criminología puede observarse un fenómeno paralelo. definitiva, no tanto «explicar» el hecho criminal acudiendo a modelos
Se denuncia, por ejemplo, la función meramente «
legitimadora- que ha
penado el saber criminológico auxiliar e « integrador«. Éste —se dice— no ha deserri.*
teóricos y generalizadores, como comprenderlo. Y para ello resulta
hi stóricamente más que reforzar y ratificar con su
hecho. imprescindible una nueva actitud en el observador. No sólo de «neutra-
lidad » , de «objetividad», que le libere de prejuicios y descalificaciones
louch o/ science. decis ionai5
político-criminales adoptadas de antemano: el empirismo cumpliría, en
simple y pobre función de coartada, amparándose en su cientifisrno y
tonces, una
respecto a la realidad que examina, sino de aprecio, de «interés», de
aparente
neutralidad.
empatía, hacia el propio problema criminal. Sólo entonces estará en
condiciones de captar la esencia del hecho criminal, de conocerlo desde
Por ello se reivindica un mode.o criminológico « crítico» frente dentro, desde el propio submundo del desviado, de entenderlo.
bases axiológicas mismas del propio sistema y « autónomo» respecto a
La observación parficipativa propugnada por la Escuela de Chicago y los
valoraciones y definiciones legales. La moderna Criminología quiere '14" enfoques subculturales, la propia empatía que reclama el denominado
«neonaturismo » , o la introspección simpa/ética
sólo una teoría radical de la desviación, una teoría crítica del con del interaccionismo simbólico res-

social y no un refrendo pseudocientífico de las definiciones leg a ponden, sin duda, al nuevo enfoque rnetodológico comentado.

oficiales, ni un instrumento refinado para perpetuar el injusto star.


quo a través del suministro de valiosas informaciones e) En quinto lugar, junto a este esfuerzo significativo de la actual
y técnicas
control a los poderes públicos. Criminología por acotar su propio objeto, con plena autonomía frente a
las definiciones legales y el sistema oficial, cabe anotar una progresiva
Esta redefinición o autodefinición de su cometido, funcion¿at, ampliación de aquél: una notoria ampliación de su objeto 9. Tradicional-
objeto ha precipitado el mencionado desplazamiento de la investigacid+ mente, los criminólogos centraban sus investigaciones en la persona del
criminológica desde perspectivas biológicas o psicológicas a plan delincuente. Éste ocupaba un claro protagonismo casi excluyente. En las
mientos socio-criminaless.
más recientes orientaciones criminológicas ha cedido el protagonismo
La tendencia, probablemente parcial y arriesgada, a configurar la Criminolog del delincuente y, en general, el de las investigaciones sobre la persona-
como un apéndice de la Sociología es muy acusada en las más modemal., lidad'''. En el análisis criminológico se incluyen, hoy día, temas como el
orientaciones de signo crítico; tentativa que, por otra parte, pugna con la necesidad de la víctima del delito, denunciante, Policía, marcha del procedimiento
ampliamente sentida de plantear el control del comportamiento desviado como m
interdiscO/inar e interprofesiona/ coordinada. penal, etc. Desde los años sesenta cobra progresivo interés para la
Criminología el estudio de los procesos y mecanismos de control social.
Consecuencia de tal rechazo del modelo « positivista» de ciencia Con el auge de las ciencias sociales y el acusado giro hacia lo estructural, la
criminológica es la necesidad, ampliamente sentida en la doctrina Criminología moderna tiende a convertirse, según conocida expresión de KAISER",
en la «ciencia universal de :a realidad para el Derecho Penal". A ello ha contribuido
moderna, de aproximarse al problema criminal con una actitud que ha destacado hasta
pretensiones distintas a las del investigador tradicional. decisivamente el labaíng o socia/ reaction approach,
términos incluso ro deseables el valor y significado de la “reacción social » en la
configuración de la crimina l idad, y el modo concreto de actuar de ios procesos de
selección y criminalizaciónr2.

Una denuncia radical de la función « legitimadora» de la Criminología tradicional:. Así, KAISER, G., Criminología, cit., pág. 157.
ro Como reconoce, también, KAISER, G., Criminología, cit., pág. 154 y 160, aunque el
en: ANIYAR DE CASTRO, L., Conocimiento y orden social, cit., pág. 21 y bibliogra' propio autor resalta el interés de los ..estudios longitudinales" sobre la personalidad
fía allí citada. Desde una perspectiva ideológica distinta, rechazando la actitud del delincuente que se llevan a cabo en la actualidad (op. cit., pág. 154).
criminológica meramente defensora dei status quo a que conduce, por ejemplo la
Criminología, cit.. pág. 157.
tesis de LEFERENZ: KAISER, G., Criminología, cit., pág. 25. por todos, vif. BERGALLI, R., La recaída en el delito:
12
Sobre el loheling approach,
Sobre el giro hacia la Sociología, cfr. KAISER, G., Criminología, cit., págs. 154 y159. 1 y ss. Aceptando lo que
modo de reaccionar contra ella, Barcelona ( 1980), págs. 22 .
1170 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA 1171
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

f) El creciente protagonismo de la víctima es otra de las constantes de g) Una sexta característica muy acusada en el moderno pensamiento
la moderna Criminología. La víctima ha dejado de ser un mero objete; criminológico es la relativización y problematización del concepto de
pasivo y fungible, ajeno a la dinámica del crimen y a cualquier programé'
«delito » (se prefiere hablar del «comportamiento desviado»), e, igual-
de prevención del mismo, para definir progresivamente su rol en 1a: mente, el hecho de que se cuestione la propia reacción social y su
Criminología, en la Política Criminal y en el sistema legal (Derech incidencia supuestamente favorable desde el punto de vista de la
Penal, Derecho Procesal, etc.). Los pioneros de la Victimología llamare' prevención general y de la prevención especial. Ya no se aceptan, sin
la atención sobre la inescindible unidad del binomio «delincuen discusión —como antes— el concepto de delito y las instituciones del
« víctima» y los mecanismo de interacción existentes, sin duda al"1,-
, control del mismo".
entre los dos miembros del mismo, sobre las diversas formas de paríz,a
pación (inconsciente) de la víctima en su propia victimización; sob La problematización del concepto de «delito» 14 trasciende el dato
vulnerabilidad específica o riesgo de victimización que exhiben cie histórico, fácilmente constatable y constatado, de la circunstancialidad
individuos y colectivos, por razones personales, psicológicas, socio] y aleatoriedad de algunas figuras penales. La denuncia es mucho más
cas, situacionales, etc.; sobre la incidencia en el proceso psicológi profunda. Se trata, en puridad, de una grieta que han abierto en el
deliberación del infractor (técnicas de neutralización) que tiene edificio lógico y monolítico tradicional las modem '.as concepciones de las
diversas clases de víctima y la correlación que existe entre :d «subculturas » , del «conflicto», del «psicoanálisis » y del labeling approach.
éstas (víctimas colectivas, despersonalizadas) y determinadas mariifei Con ellas se degrada el principio de «culpabilidad » , que fundamenta el
taciones de la criminalidad de nuestro tiempo (los mal llamados «déh27,i' propio ilícito penal; se critica y cuestiona la legitimidad de las definicio-
sin víctima»: delitos contra intereses generales o supraindividualy nes legales, presuntamente dirigidas a la protección de intereses gene-
delitos de «cuello blanco», etc.). Investigaciones victimológicas rales; y se desmitifican dogmas como el de la «igualdad» ante la ley,
recientes parecer perseguir tres objetivos prioritarios: prevencionis invocando la actuación altamente selectiva de los mecanismos e instan-
asistenciales y de mejora del sistema. Esto es, se trata deprevenit.-00 cias del control social y del control penal. El concepto tradicional de
crimen operando no ya sobre el infractor potencial exclusivamente;r: « delito» se relativiza. Deviene «problemático».
través de un contraestímulo psicológico (vg., la pena), sino, tarnbiéN Los autores más críticos se refieren a la >lotería penal » y al delito como mera
sobre la víctima potencial o colectivos sociales que exhiben un elevad «etiqueta » , destacando que la ilicitud pena: no es la «cualidad negativa » inherente
a un comportamiento, sino una valoración social «atribuida » al mismo, y que el
riesgo de victimización. En segundo lugar, interesa diseñar progra castigo no es la consecuencia lógica de una conducta contraria a la ley, sino el
realistas y eficaces para compensar los perjuicios que el delito ocasion4.« resultado, incluso caprichoso, de la actuación selectiva de las instituciones y
a la víctima (victimización primaria), evitando, en todo caso, los adició?, procesos de criminalización. La etiqueta de «delincuente » , para los partidarios de la
nales que el propio sistema legal suele añadir durante la investigació._ teoría del ./abeting, no es más que un « bien negativo » ; bien negativo que la sociedad
distribuye con arreglo a los mismos criterios con que reparte los otros bienes
y el proceso a los padecimientos d e aquella (victimización secundaria"
«positivos » : el status social, el rol, etc.'', Esta crítica desmitificadora termina por
La víctima, por último, se ha manifestado como un excelente inforrnadoll censurar la metáfora clásica que veía en el Código Penal el «mínimo ético»
y control del grado de efectividad del sistema legal y del funcionarnien tó indispensable y que establecía el conocido correlato entre los preceptos de aquél y
de éste. Puede ofrecer datos valiosos sobre diversas variables de
criminalidad real que no captan las estadísticas oficiales («encuestas da.
victimización»). Pero además, las actitudes de la víctima hacia loVo,
agentes del sistema legal (Policía, Jueces, Abogados, etc.) —y el modo
que percibe la actuación de éstos-- no sólo es un buen test para verifica tiene de positivo el labeling approach, vid. KAISER, G., Criminolo
gía , cit., págs. 24
la confianza del ciudadano en el sistema y mejorar el comportamiento de y 88 y ss. págs. 24 y ss.
éste, sino un auténtico indicador de la cooperación —imprescindibl e , poJ 13
Sobre el problema, cfr. GARCIA-PABLOS, A., El actual saber, cit., pág. 14.
cierto— que puede esperar el sistema legal de quienes tienen en 54,5' Sobre el tema, cfr. KAISER, G., Criminología, cit., pág. 24 y ss.
vid. BARATTA, A.,
manos (denuncia) la propia puesta en marcha del sistema. ls Ponderando la aportación valiosa del labeling approach,
Criminologia liberale, cit., pág. 33. Del mismo, Criminología y dogmática penal, cit.,
pág. 33, nota 30.
1172 ANTONIO GARCÍA-PA.BLOS DE MOLINA

1173
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

el Deculogo''. En tal contexto es lógica la supremacía del paradigma de


sobre el funciona/propio de la Criminología tradicional'. conflicto Estas reflexiones críticas, muy positivas, conducen sólo a una minoria radical a
propugnar !a «no injerencia penal" del Estado, la «teoría y praxis de la calma » o el
denominado «catecismo de la no intervención » ". El pensamiento mayoritario sigue
Pero la propia reacción social también se cuestiona y pro siendo consciente de que la pena —hoy por hoy— es una , <amarga necesidad » , pero
la moderna Criminología. blematiza exi- ha comprendido la necesidad histórica de enfrentarse al problema humano y social
del castigo con realismo, sin prejuicios ni metáforas sublimes. La idea de que una
Para la Criminología tradicional no era un hecho desconocido sociedad moderna debe ir renunciando progresivamente a la pena, sustituyéndola
eventual impacto negativo de la pena. Pero se concebía como por otros controles sociales menos destructivos y estigmatizadores, gana día a día
aislado, circunstancial, y, en todo caso, incomparable con el efes terreno".
bienhechor (por razones de prevención general y especial) atribuido a
reacción social, que, en sí misma, n o se discutía". En las investigacion h) En séptimo lugar, creo puede resaltarse la preferencia temática del
criminológicas contemporáneas parece concluirse todo lo contrario actual pensamiento criminológico por ciertas formas de delincuencia y
operándose un importante proceso clarificador y desmitificadorJ criminalidad. Formas inevitablemente unidas a los modos de vida y
cuanto a la incidencia de la pena en el hombre concreto que la experim signos de nuestro tiempo y, por ello, no analizadas por la Criminología
ta, resulta obvio que aquélla no resocializa, sino que estigmatiza. tradicional (como puede ser la llamada «criminalidad del bienestar » , del
a menudo, es más el hecho de haber sufrido una « pena» —y no el «progreso » , de la «sociedad de consumo » o «del ocio»). O bien, manifesta-
cometido el delito— lo que descalifica socialmente al individuo. Por otrl ciones delictivas que responden a la sugestiva «criminalidad expresiva»,
parte, contemplado el problema desde una perspectiva « social», nO'l objeto de análisis preferente por parte de la moderna Criminología.
extraño que los sectores doctrinales más avanzados afirmen que Esta estudia, por ejemplo, con más interés el crimen de los poderosos" que el
llamado «crimen utilitario » o convencional. O el «delito sin víctima ,
'" que el atentado
reacción social no resuelve los conflictos, sino que los exacerba, 1. contra el patrimonio. La obsesión casi romántica por la «desviación expresiva»"
mantiene y acentúa, potenciando la desviación 19 ; y que la actuaci
conduce a un análisis interesado de los nuevos tipos sociales «desviados » o
selectiva de los procesos de criminalización genera, a su vez, las etiologí. «marginados » , de ciertas minorías". Lógicamente, a los sectores doctrinales más
positivistas que pretenden combatirse, perpetuando al desviado en su radicales, preocupa más el problema de las drogas que el de la protección del
condición o rol de ta1 2 °. Los trabajos, ya numerosos, sobre la denominada..
« desviación secundaria» demuestran hasta qué punto el penado'
interioriza y asume el estigma de la pena, identificándose en lo sucesivo,.
con el «rol» (delincuente) que se le asigna21. 22 Así, E. M. SCHUR, Radical non intervention, Englewood Cliffs, N. J. Prentice Hall,
1973.
23 A la «teoría y práctica de la calma» se refería, en términos caricaturescos,
GOULDNER cfr. J. YOUNG, Criminología de la clase obrera, cit., pág. 99.
24 Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., El actual saber, cit., p . " g. •12.
16 25 Vid. Los crímenes de los poderosos, por F. PEARCE, Nueva Criminología, siglo XXI,
Sobre el problema, y refiriéndose a las obras de WÜRTENBERGER, von WEBER, 1980; ANIYAR DE CASTRO, L., La realidad contra los mitos, reflexiones críticas
LANGE y otros, vid. KAISER. G. Criminología cit., pág. 24; véase la nota
108 de este en criminología, Maracaibo, 1982, págs. 123 y 153.
mismo capítulo.
17 Invocando la supremacía del « paradigma del conflicto», de base existencial, vid- 26 Sobre el denominado «crimen sin víctima», vid. J. YOUNG. Criminalidad de la clase
Criminología crítica, cit. (Introducción), pág. 17; vid. infra, nota 108 matizando las obrera, cit., pág. 98 y nota 20. También: I. TAYLOR, J. YOUNG y P. WALTON,
justas críticas al modelo de consenso. Criminología crítica en Gran Bretaña, cit., pág. 34.
18
Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., El actual saber, cit , pág. 14 y ss.
27 Sobre la de iorninada «desviación expresiva » que la Criminología califica de
19
En este sentido, J. YOUNG, Criminología de la clase obrera, en: Criminología «antiutilitaria,, (de la teoría déla desviación) y su tendencia a sustituir el enfoque
crítica, cit., pág. 95. científico y empírico del conocimiento por la búsqueda «intuitiva » del significado de
20
Así, J. YOUNG, Criminología de la clase obrera, cit., págs. 95 los fenómenos, cfr. I. TAYLOR, J. YOUNG y P. WALTON, Criminología crítica en
y 96. Gran Bretaña, cit., págs. 34 y ss.
21
Sobre la « desviación secundaria», vid. BERGALLI, R., La recaída en el delito, cit.,
páginas 267 y ss. También, con completa indicación bibliográfica, BARAT. TA, 28 La teoría de la desviación pone el acento en el análisis significativo de ciertos tipos
Criminología y dogmática penal. Pasado y futuro del modelo integral de la Ciencia sociales «desviadoss , minoritarios coo/ cats, becas, swingers, hippies, acid heads,
P. WALTON, Criminología crítica en
Penal, en: Papers, Revista de Sociología, núm. 13 (1980), pág. 23 drop-ouf, etc. Cfr. I. TAYLOR, J. YOUNG y
y nota :30. Gran ilretnita, cit.. pág. 33.
1174 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA

1175
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

patrimonio; más el fenómeno social de la prostitución, que la pr función de sucedáneo, de coartada de decisiones ideológicas; y en una crítica
oblemática de los 5-
delitos contra la vida; más los cuadros psicopáticos y esquizofrénicos, que las sistemática del statu quo, particularmente acusada en las corrientes ociológicas34.
neurosis e histerias".
Tal actitud crítica, por otra parte, puede entenderse como reacción frente a la
denunciada «función legitimadora » del saber criminológico tradicional, que, ampa-
La criminalidad de los poderosos, la criminalidad de la ganancia rándose en su supuesta neutralidad y cientifismo, vino a reforzar el statu quo.
(sobre todo, la figura del « delincuente de cuello blanco»), o con abuso legitimando el sistema de definiciones y valoraciones legales oficiales con el
cargo público, la denominada « criminalidad desconocida u olvidada» ci, respaldo «ontológico » de su empirismo 35 . Es más, el giro sociológico y el sesgo
político de las modernas orientaciones son una respuesta o rechazo contundentes
1
de la «sociedad de consumo», el delito «masa», son manifestacione:i a los planteamientos abstractos y ahistóricos de la Criminología tradicional. Pues
delictivas objeto de examen preferente en las más modernas investigás- ésta decía perseguir un examen «objetivo » , que negaba toda significación al
ciones3°. comportamiento desviado; y, sobre todo, desdeñaba el análisis de la sociedad
global, enfocando el significado «subjetivo> , de la desviación con un detallismo
i) Lógicamente, la elección de esta temática y el interés que la microscópicom.
revela, descubre una clara actitud de crítica política hacia el modelo Es lógico, pues, que la moderna criminología, se inserte en el marco de una
la sociedad capitalista, y una preocupación muy acentuada «teoría social » y en unas concretas coordenadas históricas y locales. Que se
presente, en sus formulaciones más progresivas, como una teoría radical de la
sectores doctrinales radicales por comprometerse en la transformad desviación o como una «teoría crítica del control socia137.
de las estructuras sociales; mas aun incluso que por la mera búsqtk"
de la verdad y la ampliación de conocimientos 31. 1f > j) En los últimos decenios se constata, también, un prudente escepti-
t
Esta « polarización» producida en las ciencias criminológicas es co cismo en cuanto a la posibilidad de explicar científicamente el compor-
secuencia inevitable de la problematización del concepto de «delito» y de tamiento desviado, y de controlarlo de forma eficaz. Los planteamientos
« control» del mismo; y de la enfatización en los últimos decenios de clásicos, simplistas y esterotipados se han problematizado, resaltando
análisis crítico de la « práctica» y la « política» como objetivos preferentá las más modernas investigaciones la complejidad del tema y la necesi-
de la Criminología, que conducen a propugnar un cambio profundo dele, dad de una experiencia más dinámica e interaccionista.
relaciones sociales32. El esquema tradicional, predisposición-med i o ambiente, se ha visto
En nombre de una Criminología «sin intereses» —según fórmula de SACK4— superado desde los años cincuenta 38 . Lo mismo que los pretenciosos
se incurre, a veces, en excesos sectarios, cumpliendo el empirismo una pobre paradigmas «causalistas » . Porque en el propio mundo empírico ya no se
busca la «certeza», sino la «probabilidad » . Se resalta la neutralidad y
ambivalencia de todo «dato» —necesitado siempre de una teoría, de una
interpretación—, apuntándose la doctrina a explicaciones mucho más
29
Sobre el tema, gráficamente, J. YOUNG, Criminología de la clase obrera, cit., págs. complejas del fenómeno criminal. En ciertos sectores, incluso, cunde el
97 y 98, quien resalta el « antiutilitarismo», « romanticismo» y «voyeurisrno» de la
teoría de la desviación partidaria más de lo « expresivo» y «significativo>, que de lo
útil y práctico. I. TAYLOR, J. YOUNG y P.
WALTON advierten cómo la teoría de . ---
la desviación hace revivir la tradición romántica que ve en h s marginados
( « lumpen-burguesía» o « Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., págs. 158 y 159.
lumpen-proletariado») seres existencialmente superiores, Segun BARATTA, el saber criminológico sirvió para dar un fundamento «ontológico»
más puros y auténticos (Criminología crítica en Gran Bretaña, cit., pág. 35). 35
sistematización que llevaba
30
Sobre la «delincuencia de cuello blanco» y la llamada por VERSEI>E «cifras y «naturalista» a la tarea de construcción conceptual y
a cabo la dogmática partiendo de las decisiones y valoraciones de la ley positiva
doradas» de la delincuencia, vid. ANIMAR DE CASTRO, L. La realidad contra los
(Criminología y dogmática penal, cit., página 15).
mitos, reflexiones críticas en criminología, Maracaibo, 1982, pág. 18.
31 En este sentido crítico, vid. I. TAYLOR, J. YOUNG y P. WALTON, Criminología
La « politización» de la filosofía social es uno de los signos más destacados de nuestro
tiempo segú n se recoge en la Introducción de la obra tantas veces citada: Criminología crítica en Gran Bretaña, cit., pág. 24.
En este sentida («acceder a una teoría social de la conducta desviada»), en nuestra
Crítica (pág. 15). Ponderando las ventajas e inconvenientes de tal politización, doctrina: GROSSO GALVAN, M., Nueva Criminología y Dogmática jurídico-penal,
KAISER, G., Criminología, cit., página 158.
32
Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., pág. 158. en . CPCr (1980), número 10, pág. 73. Resaltando la función «crítica» de la moderna
dogmática penal, cit., págs. 26 y 27.
33 Criininología, BARATTA, A., Criminología y
Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., pág. 158.
38 Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., pág. 152.
1176 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1177
pesimismo, hasta el punto de que algún autor afirma que estamos agentes. de indudable relevancia en la dinámica delictiva: el medio físico,
llegando al nivel cero en el conocimiento criminológico, y que el delito el medio ambiental, la víctima, el propio penado, etc., como han puesto
sigue siendo hoy un enigma, un acertijo39. de relieve las teorías espaciales y ambientalistas, la Victimología y los
Las corrientes radicales no imputan a la sociedad —y a sus estructuras— . kél.fl: programas sustitutivos de la pena privativa de libertad. Por otra parte,
causalidad del comportamiento desviado, sino que renuncian, incluso, a los esqui-7'41 el perfeccionamiento del control social formal no es ninguna panacea:
mas « etiológicos » . Aunque no sea una tendencia mayoritaria, sí puede constatarte leyes más severas, más Policías, más jueces, más sentencias... significa
en estos sectores una sustitución de las teorías de la « criminalidad,, (etiológicas) por
las de la «criminalización» (interaccionistas y definitoriales). En el resto dé la doc.! más reclusos, pero no necesariamente menos delitos. Diseñar y poner en
parecen imponerse concepciones « plurifactoriales» que renuncian, en todo caso práctica programas de prevención (primaria; secundaria o terciaria) es
una explicación «causal» del complejo y pluridimensional fenómeno delictivo40. uno de los objetivos de la actual Criminología.
k) La Criminología «positivista», tradicional, respondía al mode 1) En cuanto a la lucha —mejor control— contra la criminalidad,
también cabe anotar un cierto cuerpo de doctrina mayoritariamente
causal-explicativo, etiológico; esto es, prima en la misma el objetivo compartido por el pensamiento criminológico contemporáneo.
explicar científicamente el delito. La moderna Criminología acusa:
interés muy significativo por su prevención: le preocupa no sólo po4 Pues, en principio, sólo desde la teoría oficialista de los «rudimentos»
se produce el crimen, sino cómo evitarlo. Para la Crirninología tradioi, o de la «desviación ideológica. » , se ve en el «crimen» una consecuencia
nal, individualista, el crimen debía atribuirse a alguna patoldgin histórica y accidental, inherente a determinadas estructuras
disfunción en la persona del hombre delincuente. De tal pre socioeconómicas (las de la sociedad capitalista), extirpable, por comple-
(diversidad del delincuente) deriva su correccionalismo, la importan to, cuando se instaure un nuevo orden (socialistas)41.
de su enfoque clínico y el papel secundario que se otorga a los progral Una acentuación, tan simplista y utópica, de lo «estructural» no es
de prevención, que se limitan a intervenir en la persona del infra* compartida por el pensamiento criminológico occidental. Se piensa, por
en perfeccionar la operatividad de las agencias del control socia.. el contrario, que si determinadas estructuras tienen un innegable efecto
moderna Criminología acentúa la importancia de la prevención'.` « criminógeno» (las capitalistas, sin duda), de algún modo todo modelo
delito. Parte de la «selectividad» de éste (el crimen escoge su víctim.a,,, social genera su propia y específica delincuencia. El crimen, como
lugar, el tiempo y las circunstancias más propicias para aparecer en fenómeno social, es inseparable del hombre; es la otra cara inevitable de
forma concreta en que lo hace) y de la posibilidad comprobada" la convivencia. No se puede eliminar, ni siquiera es legítimo y deseable
neutralizado anticipadamente. Pero no al estilo convencional (operan, hacerlo, porque sólo la «paz de los cementerios» (o de las estadísticas
en el proceso de deliberación del infractor potencial, contramotivándp1 falsas) de una sociedad intransigente y uniforme es capaz de terminar
o disuadiéndole con la amenaza de la pena; ni perfeccionand44 con el comportamiento «desviado »42 . La utopía, en este campo, desconoce
técnicas del control social), sino poniendo en práctica la informad que la libertad tiene su precio. Es más, que un alto nivel delictivo puede
acumulada por la experiencia empírica y los conocimientos actuales. ser « índice del bienestar», del mismo modo que existe una criminalidad
pena, en cuanto contraestímulo «psicológico», es una estrategia ins e specífica del «desarrollo y de la abundancia». Que hay que aceptar un
ciente para contrarrestar los factores criminógenos de naturaleza soci budges des crimen constante o incluso en aumento». Que la lucha más
Su eficacia, incluso, con relación a los factores estrictamente individ eficaz contra la delincuencia implica un control social más intenso, de
les y psicológicos es muy inferior a la que suele suponerse. PrevenLt'H fo rma que si el modelo utópico es un todo cerrado que no quiere saber de
crimen incidiendo sólo en el infractor potencial —y en la forma cribes «conflictos>, y «problemas», se concebirá al «desviado» como algo patoló-
da— supone desconocer la posibilidad de hacerlo sobre otros natich

41.
39
GOPPINGER, H., Criminología, cit., págs. 36 y ss.; KAISER, O., Criminología,
Sin compartir tal pesimismo, KAISER, G., Criminología, cit., pág. 161.
.40 cit.,. páginas 48 y SS.
Cfr. GOPPINGER, H., Criminología, cit., págs. 54 y ss. 49.
Cfr. GARCÍA-PABLOS A., El actual saber, cit., pág. 21.
1178 ANTONIO GARCIA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1179

gico ajeno al sistema y se potenciarán las instancias del control social Por ello, incluso desde las posturas más radicales de la Criminología crítica se
ha revisado el rechazo indiscriminado de las estadísticas oficiales. Éstas —se dirá—
hasta límites asfixiantes, próximos al terror4". proporcionan un cuadro •borroso, pero útil» del grado de respeto por la propiedad
Considero, pues, mayoritaria la tesis de quienes propugnan un control racional y del alcance de la desorganización social y el conflicto en la sociedad en cuestión,
de la criminalidad, manteniendo a ésta dentro de cuotas que hagan tolerable la aunque deban analizarse con cautela, porque, en definitiva, son «el resultado final
convivencia. Y, sobre todo, un control «racional» que vaya sustituyendo pr ogresiva- del despliegue de las instituciones de control social por los poderosos» y nunca
mente la pena por otros instrumentos y resortes menos estigmatizadores. captarán « el significado del delito para el agente, ni mucho menos el contexto
etiológico del acto'''.
m) En la actual Criminología se aprecia también —y ello en el ámbitok-
metodológico y en el instrumental— una contemplación crítica y mati:' De las más recientes investigaciones sobre «estadística criminal» y
zada de las estadísticas oficiales sobre el delito. Se trata, probablemente n . delincuencia registrada»"; y sobre el «campo oscuro» de la criminali-
de una orientación conciliadora, realista, que aparece como síntesis dad" y la «cifra negra», se desprende de forma meridiana la complejidad
de una polémica tensa y conflictiva. De una postura equidistante entr del problema. Realizar e interpretar una estadística es cometido prác-
la fascinación por el dato de la Criminología positivista y el rech ticamente reservado a los especialistas.
indiscriminado del empirismo tradicional de la llamada teoría de Por otra parte, principios o postulados r omo el de la «normalidad» del
desviación. delito, la «ubicuidad» y «funcionalidad» del comportamiento desviado y
Esta última criticó severamente el pseudocientifismo con que la Administrad la «cifra negra», obligan a una lectura e interpretación mucho más
tradicional arropaba sus decisiones ideológicas, acudiendo a la coartada deslut,Ñ,. cautelosa y modesta de las estadísticas oficiales, sin las pretensiones y
brante de las estadísticas. Para J. I. KITSUSE y A. V. CICOUREL", por ejemplo, la&' simplismos de otros tiempos, y a completar éstas, en todo caso, con otras
estadísticas oficiales de la criminalidad son « imposturas» que. en el mejor de los'` prospecciones y análisis expresivos que reflejaran algo más que la
casos, nos ofrecen un cómputo cuantitativo de quien han resultado, de hecho
etiquetados; y, en el peor, según J. DOUGLAS, no hacen sino refrendar y confirmW»
insuficiente faceta «cuantitativa» del crimen".
mistificaciones del Estado, que encubren la inexistencia de norma generaliza En todo caso, el interés que despierta la «criminalidad oculta» —no
alguna capaz de generar esas cifras con algún significado".
«registrada» pero «real»— explica el éxito de determinadas técnicas de
estimación de las mismas («encuestas de victimización», «informes de
Sin embargo, el rechazo global de las estadísticas descalifica absur- autodenuncia») cada vez más sofisticados y fiables.
damente al teórico de la desviación para participar en la controversia
sobre el significado de la tasa de la criminalidad, su aumento o descenso n) Corno balance final, puede afirmarse, con KAISER 51 , que el
y su consiguiente control; o para investigar cualquier problema, com- 1•
pensamiento criminológico se ha hecho más dinámico e interaccionista
parativamente, dentro de unas coordenadas temporales o culturales; 4 en sus conceptos fimdamentales, enfoques e investigación empírica.
le deja desprovisto de todo dispositivo conceptual en la discusión sobra Que dicha tendencia puede constatarse por la mayor integración de una
las tasas de «criminalidad» extraoficial o de la criminalidad de loa problemática que afecta a las relaciones víctima-delincuente, el campo
poderosos. Curioso sociólogo industrial —se ha advertido irónicam en oscuro, y la denuncia, los modelos de actuación de la Policía y los
-te
46— sería el que rechazara las cifras sobre huelgas, alegando que ,nci.3% problemas de selección en el procedimiento penal. Pero que también
son sino pruebas de etiquetamiento y reacción social.

47 Así, J. YOUNG, Criminología de la clase obrera, cit., págs. 121 y 122.


48
Cfr. KAISER, G., Criminología; cit., págs. 119 y ss.
49
43 Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., págs. 136 y ss.
En este sentido, KAISER, G., Criminología, cit., págs. 55 y 56. 50
44 Vid. ponencia presentada por C. VILADAS al IX Coloquio de Criminología,
The social organisation ofjuvenile justice, New York, John Wiley, 1968.
celebrado en Madrid los días 18 a 20 de noviembre de 1982, preparatorio del de
45
Cfr. J. YOUNG, Criminología de la clase obrera, cit., pág. 96, nota 16.
46 Viena.
Criticando el radicalismo de la teoría de la desviación, J. YOUNG, Criminología 51
Así, KAISER, G., Criminología. Una Introducción..., cit., págs. 160 y 161.
la clase obrera, cit., págs. 102 y 103.
1180 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA 1181
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

ideas sociológicas básicas, como socialización y control social, h az fronteras, quiere presentarse como una teoría absoluta y radical de la
enriquecido la discusión criminológica. Como contrapartida, sin embar desviación53.
go, se han vuelto poco seguros el pronóstico criminal y los medios
terapia. Y han tenido efecto correctivo la posible autodinámica de d Durante mucho tiempo se concibió el crimen como mero conflicto individual con
1 la norma, propio de una minoría asocial y desviada. El delincuente era el «otro » , una
predicciones sociales (las llamadas self fulfilling prophecy) y los procesos persona distinta de las demás, en términos cualitativos, un producto ajeno a la propia
de estigmatización, así como la defectuosa eficacia de la terapia jurídic. sociedad y externo a la misma; procedente, desde luego, de las clases de más baja
criminal. Con el autor, hay que reconocer que el pehsamient extracción social". Las causas del comportamiento criminal se buscaron siempre en
determinados factores individuales biof ísicos" o biopsíquicos, sin que sea necesario
criminológico se ha hecho más rico, amplio, variado, dinámico, socio recordar ahora el conocido estereotipo lombrosiano de delincuente. El crimen
gico y político. Y que ha progresado notablemente en los últimos luS4. aparecía, naturalmente, como comportamiento disfuncional, nocivo, patológico —
a pesar de que la persona del delincuente haya pasado a un segun fruto, incluso, de la propia «patología social »"— que la sociedad tenía que extirpar
plano en la investigación criminológica, y las investigaciónes como cuestión de supervivencia.
«campo oscuro» de la criminalidad y los « procesos de selección Hoy día, sin embargo, se piensa de un modo bien distinto. La delincuencia de
menten una comprensible actitud de escepticismo y relativización:. cuello blanco, la de tráfico, la problernatización creciente del campo oscuro de la
criminalidad y el incremento de la criminalidad juvenil, evidencian que cada vez es
mayor el número de ciudadanos «normales » que trasgreden la norma". El crimen
se caracteriza como comportamiento desviado, pero «normal » : la otra cara de la ley,
la sombra inevitable de la convivencia humana. Un fenómeno social—un «problema
social » según el significado que cobra este término en Ovcharchyn-Dewitt y otros
3. CRIMINOLOGÍA « POSITIVISTA» VERSUS CRIMIN, teóricos de las ciencias sociales— más que individual, mayoritario y esparcido en
LOGÍA «CRÍTICA»52 todas las capas de la pirámide social (ubicuo); unido inseparablemente a las
estructuras de cada forma de sociedad y capaz de cumplir, incluso, importantes
funciones en el equilibrio y desarrollo de aquélla. Hasta el punto de que algún autor
Las tendencias de la actual Criminología reseñadas en el apartádflix. ha recordado que cada sociedad suele tener «la delincuencia que necesita y
anterior son el precipitado o síntesis de un abierto enfrentamiento 1:19. merece»". Por otra parte, es difícil cuestionar en nuestros días que el único objetivo
concepciones ideológicas. Concepciones del hombre, de la Sociedad, del., racional y posible, desde un punto de vista de política criminal, no es aniquilar la
Derecho, tan irreconciliables y antagónicas que demuestran la existenr/ delincuencia, sino controlarla y someterla a índices tolerables.
cia de una profunda crisis de valores. Vivimos momentos de crisis, es:
decir, de cambio.
Se ha experimentado un giro importante en las concepciones tradi=v,
cionales sobre el crimen, que coincide con la crisis de los presupuestos
ideológicos y de los valores de la llamada «sociedad del Derecho y el Matizando el trasfondo ideológico y criminológico que subyace a la imprecisa teoría
Orden». Asistimos al declive de la Criminología tradicional, que era una. de la «desviación", y en términos muy críticos: LÓPEZ-REY, M., Criminología, 11
Criminología volcada hacia el delincuente y sometida al sistema o marco (Criminalidad y planificación de la política criminal , Madrid (Aguilar), 1978, págs.
legal positivo; Criminología que cede, poco a poco, ante una nueva:- 12 y ss.
Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., El actual saber jurídico-penal y criminológico, en:
concepción del saber, celoso de su propia autonomía frente al sistema Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. n.'
legal; que no se resigna a desempeñar el papel meramente auxiliar de 63. págs. 9 y ss. Cfr. ANIYAR DE CASTRO, L.,
Conocimiento y orden social:
los modelos integradores y correccionales y que, en su idealismo sin criminología como legitimación y criminología de la liberación, Universidad de
Zulia, 1981, pág. 15.
55 Sobre las teorías biológicas, en general, vid. LOPEZ REY, M., La Criminalidad, un
estudio analítico, Madrid (Tecnos), 1976, págs. 205 y ss.
52
56
Sobre patología social y delito, vid. LÓPEZ REY, M., La Criminalidad, cit., págs.
Sobre el problema, rnás detalladamente vid. GARCÍA-PABLOS, A. La normalidad
del delito y el delincuente, en: Estudios de Derecho Penal en homenaje al profesor 166 y ss.
s. Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., págs. 152 y 153. Cada vez son más los
Luis Jiménez de Asúa, Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad ciudadanos s•normales” que trasgreden la norma.
Complutense, Monográfico, nY 11 (1986), páginas 325 a 346. Si, Así, SCIIUR. en: Abweichendcs Verhaiten. I (1975). Frankforl, pag. 73.
1182 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1183
Pero veamos cómo pueden contraponerse los dos modelos tiempo «real» tendría significado «causal», situándose en los traumas o
criminológicos cuyas directrices acabo de apuntar, y el estado actual de privaciones del pasado del individuo, que operan repetidamente sobre
la polémica.
su futuro. El tiempo «presente», sin embargo, sólo importaría en cuanto
A) La Criminología tradicional parte de tres postulados: el de la portador de unas circunstancias que desencadenan las «predisposicio-
diversidad del delincuente (el delincuente es, cu alitativamente, nes » del sujeto. De este modo, al presente se le concede una importancia
un
ciudadano distinto, responde a un determinado prototipo, es un stlje tangencial, a lo sumo; mientras que la explicación del crimen se
asocial, que pertenece a una minoría), el del carácter patológico individualiza y proyecta en la historia pretérita del agente mirado corno
crimen (éste tiene siempre un impacto negativo en el cuerpo socialbf . ser solitario, hasta el punto de que la opción del individuo dentro del
del paradigma etiológico (la función científica consiste en inda mundo social se reduce a propensiones fijas, psicológicas, fisiológicas o

causas del comportamiento criminal). Profesa, además, desde un p genéticas, y la desviación se convierte en producto de tales «esencias»,
de vista ideológico, una «imagen consensual» del orden social, careciendo de todo significado fuera de una estructura psíquica o
autodefine como un todo armónico, monolítico, unitario, previ• e. somática atomizada.
dado en virtud de una especie de pacto social, de llamativo acuerdo : Por ello mismo, la Criminología tradicional conduce a un notorio
las definiciones de lo « convencional» y de lo « desviado», sólo cuestio :
por una minoría rebelde y hostil a dichos valores general divorcio entre el «agente» y su «víctima». Aquél se encuentra impulsado
incuestionados. La « desviación», en consecuencia, es el comportarai,› por sus tendencias esenciales, mientras la víctima es el primer átomo
social con el que, accidentalmente, choca. Pero nada puede pretender
anornial de un grupo marginado, que opera en los confines de la soC1::.
y se identifica con sus más bajos estratos. Pero ni el «delito», .14.r,, «racionalmente » el desviado de su víctima, pues queda descartada de
antemano la hipótesis de cualquier posible «conflicto» entre ambos".
«reacción social» tienen carácter problemático59.
La Criminología tradicional contempla al sujeto desviadó domo Finalmente, el «correccionalismo » de la Criminología tradicional
obliga a ésta a exaltar el cientifismo de los análisis «causales» del
ducto patológico de una insuficiente socialización, que le deja fuer, comportamiento desviado y el carácter terapéutico y bienhechor de la
consenso y le relega al mundo de lo asocial. Por ello, el comportamiel
del «desviado» carece de sentido —ninguna persona «normal» lo CO reacción social.
prendería—, no procediendo de una «opción» genuina y válida La reacción social pretende y consigue un efecto terapéutico y bien-
mismo, sino fatalmente impuesto a aquél, que se verá impelido hechor en el desviado. Porque se prescribe «científicamente» y pondera
desviación". como resultado de una evaluación neutra sin condicionamiento alg-uno".
Por otra parte, el denominado « paradigma etiológicu» positivis4 Sintetizando, puede afirmarse que los presupuestos ideológicos de la Criminología
acentúa la importancia de la « socialización primaria» en el momento tradicional se resumen en seis pf/J/4)/os.
El delito significa un daño incuestionable para la sociedad. El delincuente es
explicar el propio comportamiento desviado y sus raíces últimas. un factor negativo y disfuncionai en el sistema socia l . Por tanto, el comportamiento
desviación estaría determinada, fundamentalmente, por factores 4:11i. delictivo representa el «mal-, la sociedad, el «bien».
operan desde el pasado remoto del individuo, trazándose con ello una'. Principio de culpabilidad.--El hecho punible es la expresión de una actitud
brecha muy significativa entre el tiempo real y el tiempo presente. interior reprobable del sujeto, quien pudiendo y debiendo ajustar su conducta a las
exiaencias de la norma jurídica infringe, conscientemente, los valores sociales que
aquélla tutela.

59
Cfr. YOUNG, Criminología de la clase obrera, en7 Criminología crítica,
TAYLOR, P. WALTON y J. YOUNG, Editores, Siglo XXI, págs. 91 y ss. SobtB
modelo consensual», por oposición al de «conflicto» de la moderna criminología»,
SZABO, D., Criminología y política en materia criminal. Siglo XXI. Edit., 1 61 Cfr. GARCIA-PABLOS, A., El actual saber, cit., págs. 10 y SS.
págs. 44 y ss. 62 Cfr. YOUNG, op. cit., pág. 93. Resaltando la función «real» de la «reacción social»,
co reproduciendo y consolidando el sistema, a través de las «everday theories•, vid.
Cfr. YOUNG. op. cit., págs. 91 y ss.
ANIYAR DE CASTRO, L., op. cit., págs. 16 y 17.
re

1184 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1185


Principio de legitimidad.—El Estado, como expresión de la s ociedad, se se está desplazando de perspectivas jurisdiccionales —de la pena— a los controles
encuentra legitimado para reprimir la criminalidad. Tal represión se lleva a cabo sociales y al campo previo de la prevención: del delincuente potencial a las
través de las instancias oficiales de control del Derecho Penal ( l egislación, Policia¿
relaciones sociales criminógenas. El propio Derecho acusa también este giro hacia
Magistratura, instituciones penitenciarias), instancias que interpretan fi elmente lo social. De una contemplación tradicional estática como «ordenamiento » , es decir,
el
sentido comunitario y representan la legítima y necesaria reacción social, dirigida al como conjunto de normas, se ha pasado hoy día a una perspectiva atenta más a la
rechazo y condena del comportamiento desviado individual y a la reafirmación de la, dinámica de los sistemas sociales, concibiéndose como complejo de estrategias,
valores y normas sociales. mecanismos y controles sociales. Y, por ello, frente a un Derecho Penal clásico que
Principio de igualdad.—El Derecho Penal es igual para todos. La rea mira sólo al pasado y agota las relaciones individuales entre autor y victima, se
penal se aplica de igual manera a todos los autores de delitos. propugna en nuestros días un Derecho Penal que mire al futuro e incida positivamen-
Principio del interés social y del delito natural.—El núcleo central de los delitos te en aquéllos: no un Derecho Penal autónomo y monopolizador de la respuesta del
previstos en todos los códigos, entraña, por definición, un atentado insoportable Estado al crimen, sino un Derecho Penal inserto en el Derecho de planificación
las condiciones esenciales de la existencia de cualquier sociedad. El ordenamiaRt9' social, que arbitre los mecanismos de compensación de ese doloroso accidente
penal protege intereses comunes a todos los ciudadanos, aceptados saciaban social que es el delito.
como tales. Solamente una parte muy reducida de los hechos penales tipificad-4a
los Códigos responde a la conveniencia de determinados grupos políti
económicos, o se orienta a la consolidación de ciertas estructuras (delitos «ato Algo semejante ha sucedido con la Criminología. La moderna
les»). Criminología ha ampliado y redefinido su propio objeto, buscando la
Principio de la prevención.—La pena no tiene exclusivamente la funCiÓ
« retribuir», sino también la de « prevenir» el crimen. Es un resorte justo y
independencia del mismo frente a las definiciones legales y ampliando
Como sanción abstracta prevista en la ley, persigue crear una correcta y adecul
su centro de investigación a los controles sociales, procesos de selección,
« contramotivación» al comportamiento delictivo. Pero, como sanción concej& etc.; ha problematizado el propio concepto de delito y el de la reacción
ejercita una función « resocializadora» del delincuente63. • social; y reclama para sí no una función puramente auxiliar y legifámadora
del sistema oficía1 65 sino una función crítica, en el marco del análisis del
B) La moderna Criminología, sin embargo, no puede ser ajena a. comportamiento desviado, abandonando los esquemas causales y
actuales concepciones metodológicas, que se han ido imponiendo? positivistas de otros tiempos. Quiere ser no una disciplina académica, de
otros sectores del saber científico, como consecuencia, fundamentalm profesores, sometida a la dogmática positivista, refugiada en las estadís-
te, del auge de las ciencias sociales. ticas oficiales y en los siempre equívocos «datos», sino una teoría social
Ya en el ámbito penal se ha experimentado un giro estructural, sociológico!im.: de la desviación, científica, crítica, autónoma e interdisciplinaria.
giro hacia lo concreto". En la « teoría de las normas», por ejemplo, conce^. La moderna Criminología parte, por ello, de otros postulados. Por de
tradicionalmente como teoría de la estructura, origen e interpretación de éstas;
cibernética y el funcionalismo han puesto el acento más en la dinámica de la non/11:
pronto, sustituye la imagen consensual del orden social de la Criminología
que en la norma misma; en su proceso de concreción a la realidad en el marcx) «positivista» por una visión «plural» del mismo.
los sistemas sociales, en lugar de apelar a la interpretación de la norma, entendida' Como se ha dicho": mientras el criminólogo ortodoxo ha tendido a caracterizar
como operación lógico-formal de subsunción. También en la teoría de la pena se el orden social como consensual y monolítico, con una minoría de individuos en los
experimentado una evolución paralela hacia lo real, hacia el hombre concreto. Hoy titt márgenes de la sociedad, el teórico de la desviación sostiene !a existencia de una
no interesa tanto la pena como consecuencia jurídica de un hecho pasado, inserta diversidad de valores ubicados en la plétora de subculturas que existen en el seno
en la teoria de las normas, sino como control social y pieza maestra de una polítiC, de una sociedad industrial. El orden social, en esta nueva concepción, aparece.
social que mira al futuro. No preocupan tanto, por ello, sus fines abstracto s, Sy:. pues, como una «colección de ghetos normativos, que tratan de abrirse paso a
fundarnentación teórica, como sus efectos, sus limites, su proceso de ejecución 8` empellones para conseguir su espacio social » , aunque sólo uno de ellos consiga
individualización, su incidencia real en el hombre concreto y su posible sustitución: finalmente imponer a los demás sus propios valores. Se propugna, en consecuencia,
por otros controles sociales menos estigmatizadores. Esto es, el centro de grav
como modus vivendipara esta sociedad estructuralmente antagónica y estratificada

63
Así, BARATTA, A., Criminología y dogmática penal. Pasado y futuro del mod
integral de la ciencia penal, en Papers. Revista de Sociología publicada por Sobre la función «legitimadora» de la Criminología tradicional, cfr. ANIMAR DE
Universidad de Barcelona (1980), núm. 13, págs. 17 y ss. CASTRO, L., op. cit., págs. 9 y ss. y 21 y ss., quien resalta cómo la Criminología
64 Cfr. GARCÍA-PABLOS. A., El actual saber, cit., págs. 33 y ss. tradicional aporta al sistema oficial ese ..touch of science» que le legitima y refuerza.
TAYLOR, WALTON, YOUNG, Criminologia crítica, cit., pág. 22.
1186 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1187

una «cultura de la civilidad», que permita y tolere la diversidad esencial de los grupos mientras la desviación trata de resolver los conflictos sociales, la
que la componen: una especie de «contrato social» integrado al servicio de la reacción los mantiene y exacerba, los acentúa. El control estatal del
-diversidad- y la «coexistencia»67.
comportamiento desviado es intrínsecamente irracional en su modo de
operar y, de hecho, produce el impacto contrario al realmente deseado.
En este marco, la desviación tiene un sentido bien diferente. Pierde,
naturalmente, su significado «patológico» tradicional, desde el momento En primer,'ugar, porque lejos de eliminar el crimen, de prevenirlo y de resociatizar
al delincuente, no suele hacer otra cosa que estigmatizar al desviado, potenciar la
en que en una sociedad pluralista todas las personas están potencial,í desviación y fijar al agente en su «status» de «desviado». Pero, además —y sobre
mente «desviadas»", todas experimentan «impulsos desviados». Ca todo—, porque la selección de «chivos expiatorios» que llevan a cabo los mecanis-
vez son más los ciudadanos «normales» que infringen las no mos e instancias crimindizadoras es claramente arbitraria y discriminatoria. Operan
penales". según falsos prejuicios positivistas, olvidando que el comportamiento desviado se
encuentra en todos los tramos y sectores de la estructura social (principio de la
En último término —se piensa por el sector más radical— la desviación no pu «ubicuidad » del crimen) y que el estereotipo criminal que así se genera —como
entenderse como inherente al comportamiento realizado. No tiene un sustrx. individuo perteneciente a los estratos sociales menos dotados— poco tiene que ver
«real», «ontológico», sino «definitorial». No es la «cualidad» (negativa) que apertír,'y con la tendencia «real» al crimen. Con el ulterior inconveniente de que de este modo
necee a ciertas acciones (delitos), sino la que se «atribuye» a las mismas a,tra- se engendran, paradójicamente, las etiologías positivistas que se querían atacar, y
de ciertos mecanismos y procedimientos sociales de «definición» y «selecCióñk,.. los mecanismos de control social se dirigirán de forma preferente a las personas que
Delincuente no es todo aquel (cualquiera que) que infringe la ley, sino sólo aquércle. ostenten las características del estereotipo criminal mencionado, creándose un
es etiquetado como tal por las instancias criminalizadoras y adquiere dicho .51.4 inadmisible «círculo vicioso»".
Pero, en definitiva, una persona como las otras, normal. No responde a ning0A
prototipo, determinado cualitativamente, ni a un sector minoritario o anormal 00
población" En la moderna teoría de la desviación, el tiempo presente y la
socialización diferencialdel «desviado» desplazan del centro de investi-
Si la Criminología moderna relativiza y «problematiza» el concepto d gación al examen de la socialización «primaria» y al de las «causas»
delito « , puede afirmarse, también que problematiza la propia «reaéci:, determinantes del comportamiento desviado. El tiempo presente pasa a
social». Esta deja de ser incuestionable. Antes bien, se considera ¿pub un primer plano. El pasado del agente, su propio cuerpo, se desvanece.
Su conciencia de sí mismo, por el contrario, adquiere una gran continui-
dad con su medio ambiente subcultural. Porque el desviado es un
67
individuo racional y consciente, libre de todo determinismo físico o
Cfr. YOUNG op. cit. pág. 94.
ss Cfr. YOUNG op. cit. pág. 94.
psíquico por acontecimientos pretéritos y enclavado en una subcultura
69
Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., pág. 152; TIEDEMANN, K., Estado actual).. homogénea y normativamente coherente. No posee ningún rasgo «esen-
tendencias de la ciencia jurídico-penal y de la Criminología en la República Federal cial» que le predisponga a la desviación, sino que su comportamiento es
Alemana en CPCr, núm. 14 (1981), páL,. 275, insistiendo en la «cifra negra• corno • teleológico, abierto a todas las posibilidades y no puede reduc:ise a
expresión de la «normalidad» y «ubicuidad» del crimen. Sobre la «criminalidad
meros procesos somáticos o subconscientes.
desconocida», cfr. LÓPEZ REY, M., La Criminalidad cit., págs. 33 y ss.
70
Cfr. GARCÍA - PABLOS, A., El actual saber, cit., pág. 14 y nota 20. Sobre la conexión En consecuencia, más que la socialización imperfecta o el concepto do «desor-
del pensamiento de DORADO MONTERO con las teorías criminológicas de la ganización social» importará destacar la diferente socialización de los individuos,
„ criminalización», vid. COBO DEL ROSAL-BACIGALUPO, Desarrollo histórico de que dependerá de su proximidad o pertenencia a una determinada organización
la Criminología en España; en CPCr, n. 7 11, (1980), págs. 34 y 35. social normativa, dentro de !a pluralidad de organizaciones que componen la
71
De algún modo, estas ideas se mantuvieron ya, entre nosotros, por DORAD° sociedadR.
MONTERO y SALILLAS, corno han demostrado COBO DEL ROSA L Y
BACIGALUPO (op cit., págs. 34 y 39).
72
Como gráficamente afirma RUTHER, W. (la criminalidad... a través de las defini-
ciones sociales..., CPCr, 1979 (8), pág. 53): «No hay criminalidad como existe
trozo de hierro, pues éste se presenta como un objeto físico, independien te dell
valoracióny la descripción..., la criminalidad, en cambio, existe preponderadamenta n Cfr. YOUNG. op. cit., págs. 94 a 96; ANIYAR DL CASTRO. L., op. cit., págs. 15 y
en los presupuestos normativos y valorativos de los miembros de la sociedad....,

ss.
74
ANIYAR DE CASTRO. L., op cit., pág. 6. Cfr. YOUNG, op. cit., pág. 96.
1188 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1189
En la moderna Criminología el delincuente cede su p rotagonismo a la Presenciamos, pues, la sustitución de las teorías de la «criminalidad»
conducta desviada, a la socialización y a los controles sociales". y 104, tradicionales por las de la «criminalización » de las metodologías
esque.nas «funcionalistas» de la Criminología ortodoxa a los del «cordlictP; interaccionistas81.
de la teoría de la desviación y de la subcultura, desplazándose el centro
A ello han contribuido, ante todo, las ciencias sociales, destacando las funciones
gravedad desde tesis biológico-criminales a perspectiviO, «reales» que cumple el crimen; el modo de operar de los mecanismos
psicológicocriminales, sociopsiquiátricas y sociológico-criminales'''. Sep'''a` sociopedagógicos de aprendizaje e interiorización de las normas y la «efectiva»
fesa una concepción idealista y romántica del universo social. Se exalt.11 desigualdad del ciudadano en los procesos sociales. Esa desigualdad que permitió
imagen del hombre «bueno», la «autenticidad» de las subculturas'-' afirmar, con amarga ironía, a ANATOLE FRANCE: «La ley penal, en su majestuosa
igualdad, prohibe por igual al rico corno al pobre robar pan para alimentarse, pedir
reniega de las estadísticas oficiales; y, al destacarse el carácter arbi
limosna para comer, o dormir bajo el puente»82.
y criminógeno de la propia reacción social, se predica el catecismo (11
intervención; la no injerencia del Estado; en definitiva, la teoría y p
la calma, propias de una auténtica «cultura psicodélica».
Por otra parte, la moderna Criminología traslada su centro de investiga
denominado crimen utilitario o convencional a la « desviación expresiva»: ipt . GESTACIÓN DE LA CRISIS: LA REVISIÓN DE LOS POS-
más el consumo de marihuana que el hurto; la prostitución que el homl TULADOS CRIMINOLÓGICOS TRADICIONALES
psicopatía y la esquizofrenia que la neurosis y la histeria, poniéndose el a
como gesto de altruismo, en el crimen «sin víctima«" y 78. Pero este cambio esencial de las concepciones criminológicas, prece-
dido naturalmente de-una correlativa «relativización » en el inundo de los
De este modo, la moderna Criminología propugna un método ,i;it atores, es fruto de un lento proceso y de aportaciones científicas de muy
tivo» con el que pueda comprenderse el contenido y autenticidad cle verso origen y procedencia 83 ; aportaciones que, debidamente coordina-
respectivas subculturas; y al propio hombre, cuya imagen más cab, das, han ido desmoronando, poco a poco, los pilares sobre los que se
se dirá en una actitud verdaderamente romántica— se encuentra ellipir cimentaba el majestuoso edificio de la Criminología «tradicional». Pien-
confines y márgenes del mundo social". Idealismo, pues, relativiáníV, so, concretamente, en la Sociología, en la Psicología, el Psicoanálisis, en
sociologismo, antiutilitarismo, serán características inseparableá.dii las ciencias penitenciarias, etc. Pero veamos el significado de algunas de
una nueva actitud criminológica, que terminará por superar no ya 1 ellas" y cómo contribuyen a la imagen más dinámica e interaccionista
esquemas naturalistas —monocausales o plurifactoriales- de la Criminología actual85:
propio «paradigma etiológico», esto es, la preocupación de indaga 18.
«causas» del crimen80.

75
Sobre la contraposición: teorías de la criminalidad-teorías de la criminalización,
Cfr. KAISER, G., Criminología, cit., págs. 157 y 160. Resaltando, también, cfr., NAUCKE, W., Las relaciones entre la Criminología y la política criminal, .en:
progresiva menor incidencia del examen de la personalidad del delincuen t4- • CPCr, n. » S (1978), pág. 95 y ss. ANIYAR DE CASTRO, L., op. cit., pág. 5 y ss.
TIEDEMANN, K., Estado actual cit., pág. 276. Una concepción de la Criminologlas,: Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., El actual saber, cit., pág. 16.
como «teoría crítica del control social» en ANIYAR DE CASTRO, L., op. cit., pág. Así, por ejemplo, la importancia de la «cifra negra» o de la «desigual » aplicación
76 Así, KAISER, G., Criminología, cit., pág. 154.
77
efectiva de la ley penal o de la delincuencia «no convencional » , se destacan por
Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., El saber actual, cit., págs. 34 y 35. Con razón lamen LOPEZ REY, sin necesidad de compartir las p-emisas ideológicas y metodológicas
LÓPEZ REY, el olvido tradicional por parte de los «criminólogos» de concrete-é' de la denominada «criminología crítica» (vid. La Criminalidad, cit., págs. 33 y ss.;
sectores de la delincuencia afirmando que en cierto sentido aquéllos se ocuPandei y Criminología, II, págs. 10 y ss. y 230 y ss., respectivamente).
crimen menos aún que los juristas (Criminología, cit., 11, págs. 9 y 10). Muchas de estas tesis son de clara procedencia marxista. Tal vez por ello cobra
78
De particular interés, sobre la criminalidad no convencional, cfr., BERIST sentido la paradoja resaltada por LÓPEZ REY: que precisamente en paises
IPINA, A., La Criminología comparada y su aportación a la política criminal: un/ comunistas no sean aceptadas por la doctrina oficial (concretamente, respecto a la
reflexión tercermundista; en CPCr, 10 (1980), pág. 102. teoría de la desviación, vid. Criminología, cit., II, pág. 13).
79
YOUNG, op. cit., págs. 96 y 97. Corno advierte G. KAISER (Criminología, cit., pág. 160), refiriéndose a las carac-
80
Cfr. RUTHER. W., La criminalidad, cit.. págs. 51 a 53. terísticas de la Criminología actual.
1190 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGIA 119 1

a) Las teorías funcionalistas, en primer lugar, han cuestionado


esencialmente, el principio «clásico» del «bien y del mal», afirmando en una sociedad pluralista, como la actual, altamente estratificada y
las causas de la desviación no deben buscarse en la patología social que' antagónica, no existe un único código normativo, sino una multiplicidad
ni en de subórdenes axiológicos, todos ellos legítimos, que el individuo
la patología individual: el crimen no es un comportamiento «patológica., .4-,
interioriza, además, a través de los mismos mecanismos de socialización
sino un comportamiento «normal», « mayoritario» e « inherente» a -
estructura social sana, intacta, y en buen estado de funcionamiento.- y aprendizaje que explican la interiorización y asunción de los valores
mayoritarios del grupo por los ciudadanos no desviados. Como, por otro
más, un comportamiento que cumple importantes funciones ení
estabilidad y evolución de aquélla, por su naturaleza innovado lado, qUeda fuera del poder la decisión del individuo —y, por tanto, de
su «responsabilidad moral—, el hecho de participar o no en una u otra
siempre que no rebase ciertos límites (teoría de la anomia)86. determinada subcultura, aprendiendo el correspondiente sistema de
Es cierto que las teorías funcionalistas no siempre ofrecen una expli valores o los modelos de comportamiento desviado y técnicas de neutra-
satisfactoria del complejo fenómeno criminal, sobre todo en el caso de determ
manifestaciones singulares del mismo, que se comprenden mejor a la luz dOr'
lización alternativas 80 a los criterios oficiales, resultarían desmentidos
esquemas teóricos. Como toda « macroteoría» no pueden evitar ciertas do los presupuestos de la ficticia concepción normativa de la culpabilidad.
abstracción y ambigüedad, arropadas con formulaciones descarnadas Las teorías subcuiturales están llamadas a explicar, fundamentalmente, ciertas
criptolenguaje equivoco y enigmático. El neutralismo sociológico, por otra formas concretas de la criminalidad (de los grupos marginales, minorías, jóvenes,
prescindir a menudo de toda referencia a « valores», corre el riesgo de p etc.); de la llamada «desviación expresiva » , ante todo. No parece satisfactoria la
como «normal» cualquier conducta desviada; e incluso de no poder expl generalización de sus postulados mas allá del ámbito específico al que deben
cambio social. La estrecha conexión de la criminalidad con las estructuras circunscribirse. Ahora bien, en éste son insustituibles. ¡Cómo puede desconocerse,
no siempre aclara el porqué ni el para qué de la función « integradora» que 4 por ejemplo, que en el mundo de las subculturas la desviación no se explica por una
sin duda, cumple; ni es viable, a priori, determinar la relación existente entr supuesta ausencia o derrumbamiento de valores, sino porque el desviado proyecta
determinada estructura social y la desviación inherente a la misma". Ahora y afirma los suyos propios a través de su conducta irregular! ¡Y que la subcultura es
existencia de la desviación a partir de procesos sociales ordinarios, cotidi.' una cultura de «recambio » —una reacción negativa a la cultura oficial, o una evasión
el marco de un orden social « intacto» —no anómico— es una aportación décisív4, positiva frente a ésta— con la que el desviado compensa su falta de participación en
funcionalismo (normalidad, funcionalidad y ubicuidad del crimen). Y, aunquO la misma; en definitiva: un mecanismo sustitutivo! 9 '. Aunque de aquí no pueda
concepciones funcionalistas no son excluyentes (no prejuzgan la eventual rel desprenderse, sin más, la legitimidad de todas las subculturas ni el tratamiento de
cia, en el caso concreto, de otros factores de la desviación), constituyen, a mi ju las mismas, su recta comprensión obliga a considerar, como punto de partida, estas
un valioso punto de partida. F undamentalmente, si se admite que la criminalidad no.
explicaciones analizadas.
es sólo un enfrentamiento individual y aislado con la norma, sino un fenómeno
complejo, dinámico y colectivo.
c) Las concepciones psicoanalíticas de la criminalidad 92 , por otro lado,
b) Las teorías de las subculturas criminaces 88, por su parte, han contribuido eficazmente a minar el soporte mismo del principio de
dirigido sus críticas al principio de « culpabilidad» 89 . Según estas teorías, « legitimidad» sobre el que descansaba la ideología penal tradicional.
Pues, en efecto, sostienen que la reacción penal no cumple la función real
es
de eliminar la criminalidad, sino la de satisfacer ciertas necesidades
Sobre el posible entronque del pensamiento de DORADO MORENO y sALELLAs.
con la concepción del crimen como hecho «normal», cfr. COBO DEL ROSAL",
BACIGALUPO, Desarrollo histórico, cit., páginas 34 a 39. En cuanto a la tesi3
DURKHEIM, vid. La sociología y reglas del método sociológico Santiago de Chile.
1937, pág. 215. Cfr. M. GROSSO GALVÁN, «Nueva criminología y dogmátici imputabilidad a la luz de la teoría de las subculturas y la psiquiatría alternativa'»,
jurídico-penal», en CPCr, 10 (1980), págs. 57 y ss.; S. LAMNEK, Teorías del! en Derecho Penal y Ciencias Sociales, Barcelona, 1982 (ed. S. Mir), págs. 191 y ss.;
criminalidad, Nueva Criminología, Siglo XXI, 1980, págs. 38 y ss. A. GARCÍA-PABLOS, El actual saber, cit., pág. 17 y nota 35; S. LAMNEK, Teorías
87
Cfr. H. GOPPINGER, Criminología, cit., págs. 44 y sigs. de la criminalidad, Siglo XXI, edit., 1980, págs. 26 y ss.
SS
En cuanto a la posibilidad de encontrar en el pensamiento de SALILL AS %um. Sobre tales ,técnicas de neutralización » , cfr. A. BARAV1'A, refiriéndose a las
aportaciones de G. M. SYKES y D. MATZA (en Crirninologia liherale e ideología
antecedente de las teorías de las subculturas, vied. COBO DEL ROSA.
BACIGALUPO, Desarrollo histórico, cit., página 39. della difesa sociale, extracto de «La (cuestione crimi cite». núm. 1, 1975, Bolonia,
89
Cfr. A. BARA'ITA, Criminología y dogmática penal, cit., pág. 20 y nota 12. Sobre págs. 21 y ss. ).
subculturas criminales, vid. J. BUSTOS RAIVIÍREZ, -Revisión crítica 91 Cfr. por todos, H. GÓPP1NNGER, Criminoiogía, cit., pags. •7 y ss.
92 Cfr. M. LOPEZ REY, 1.a criminalidad. cit., págs. 196 y ss.
1192 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1193

sociales; y que el compor tamiento desviado es, por tanto, útil, necesario dad » , al poner de manifiesto que la desviación. y la criminalidad no son
inextirpable, dados los cometidos que desempeña. El crimen —se dirá entidades ontológicas preconstituidas —cualidades negativas de la
realiza una «función liberadora» y « consolidadora». La sociedad necesita acción criminal en sí, inherentes a la misma—, sino etiquetas que
del no integrado, para descargar sobre él —con ind e p endencia de determinados procesos de definición y selección, altamente
ló&
méritos reales del delincuente— su agresividad y frustraciones («cáda discriminatorios, por cierto, colocan a ciertos sujetos, de forma muy
sociedad tiene la delincuencia que necesita y merece»). Aquél –414 desigual y a través de complejos mecanismos de interacción, que siguen
desviado— no es más que la víctima fungible y aleatoria, los mismos ci iterios de distribución de los restantes bienes sociales
manipula
de pseudorracionalizaciones de fenómenos que subyacen en la psi' positivos: el «rol», el «status»; y sin que el concreto comportamiento del
humana yen la « sociedad sancionadora». Con ello, pues, es evidente' estigmatizado explique el desencadenamiento de aquellos procesos, ni
estos mecanismos de « proyección» y « expiación» (la proyeccióffid merezca la etiqueta recibida 97 . Dado, pues, que la reacción social desem-
culpa y del mal en el chivo expiatorio), contradicen el fundamen4 peña una función «constitutiva » y «configuradora » de la propia crimina-
y la finalidad preventiva de la función penal93. lidad 98 ; que la «minoría» criminal no es sino el resultado de unos procesos
:4» .
La rica gama de teorías psicoanalíticas han problematizado la reflexión ciii/licig
de definición y selección —oficiales y no oficiales— claramente desigua-
sobre el fenómeno crimina'. Pienso, sin embargo, que las más divulgadas es (el crimen es un comportamiento «mayoritario», pero las chances de
por ejemplo, las del llamado « control interior94 y otras afines— son paradójiclitlfk llegar a ser «etiquetados » se distribuyen de forma muy discriminatoria
las de menor interés para los fines de este trabajo. Bien porque no Ipóstiür y selectiva), la negación del principio de «igualdad » se halla en la propia
explicaciones del crimen privativas del psicoanálisis, bien porque puedan di
las mismas las objeciones que estimo válidas con relación a otras teorías. Pra
esencia de la metodología del labeling approach>.
resaltar, por ello, corno aportación básica del Psicoanálisis el examenvcill Una radical sustitución —corno pretende el labellngapproach—de las teorías de
«psicología de la sociedad sancionadora», y de la « función estabilizadota." la «criminalidad » por las de la «chrninalización” no se comparte por !a doctrina
crimen y su castigo. En todo caso, soy consciente de las críticas que criminológica mayoritaria, porque probablemente empobrecería la investigación
formularse a aquél. Pues, aunque demuestre que la sociedad necesitar científica. En efecto, el labeling approach no contempla, siquiera, la «desviación
integrado, y haya propiciado una actitud crítica y humanitaria al desenin
. primaria-. No ofrece respuesta al problema de la desviación misma, desde una
que de irracional y arbitrario hay en el castigo, deja sin explicar convincenternOr perspectiva etiológica. Ni se preocupa por problemas básicos, como los del control
por qué funcionan de hecho, cómo lo hacen —en la forma en que lo haceii--; y prevención del delito o la resocialización del delincuente. Parece interesada, tan
concretos procesos de proyección y selección. Y trata por igual, sin disting03. sólo por describir y criticar la acción del control penal y de sus instancias
cualquiera de las formas de manifestación de la criminalidad. En e! pensarnleittO,': criminalizadoras, prescindiendo de toda referencia vaiorativa y matizada al muy_
sacro y mágico de la Antigüedad, era el -destino» o la « fatalidad» quienes decidla.ft distinto significado de los hechos que desencadenan aquel. No obstante, y a pesar
e! envio de la -víctima» al desierto; en la Criminología « tradicional», el desvaior.. de una imagen tan desesperanzado ra, el labebhgapproachcontiene un principio de
ontológico de su « acción»; o la propia « personalidad» patológica y diferencial £440, investigación válido y una poderosa y fecunda instancia crítica. Ha provocado la
autor (en el positivismo criminológico). El Psicoanálisis no da contestación alguna.1.-- irreversible ampliación del objeto de investigación criminológica, tradicionalmente
circunscrito a la persona del delincuente, demostrando que no se puede prescindir
d) Las teorías del e tiquetarniento 96 o de la reacción social (labelíng ya del análisis de la propia reacción social (aunque no se quiera atribuir a ésta el valor
approach) han refutado, ante todo, la vigencia del principio de «i

Una reseña bibliográfica sobre estas tesis en A. GARCÍA-PABLOS, El actual saber,


93 XXI,
Cfr. A. GARCÍA-PABLOS, El actual saber, cit., págs. 17 y ss. (y nota 36). D. L cit. páginas 18 y 19, nota 37; S. LAMNEK, Teorías de la criminalidad, Siglo
PEÑA, «Prevención general y psicoanálisis», en Derecho Penal y Ciencias So¿a168, 1980, págs. 56 y ss.
Barcelona, 1982 (edit. S. Mir), págs. 141 y ss. «Es el control social el que lleva a la desviación o la crea», y no a la inversa. Cfr., M.
94
Para su exposición y crítica, cfr. H. GOPPINGER, Criminología, cit., págs. GROSSO GALVAN, Nueva criminología, cit., pág. 62, citando a WALTON y L.
95 51 3'0'
Cfr. G. KAISER, Criminología, cit., pág. 150. ANIMAR DE CASTRO, op. cit., pág. 5.
96
Sobre el «constructivismo social», en general, vid., M. GROSSO GALVAN, Nue" Aunque desde otros postulados y premisas se puede llegar a conclusiones semejan-
criminología, cit. págs. 61 y ss., exposición y crítica del labeling approachi tes. Así DORADO MONTERO partía de la realidad del «delito» como realidad
CUELLO CONTRERAS, La definición de « criminalidad». Competencias del «impuesta» (cfr. COBO DEL ROSAL-BACIGALUPO, El desarrollo histórico, cit.
cho penal y de las ciencias, en CPCr, núm. 15 (1981), págs. 445 pág. 35).
y ss.
1194 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1195
« constitutivo» que pretende el labeling a,oproach). Que no hay -criminalidad» sir comportamientos desviados. Todo lo contrario: que la pena no resocializa,
« crirninalización». Y, sobre todo, ha denunciado con rigor y acierto la actuación
altamente selectiva del control social penal, evidenciando la afectiva desigualdad
sino que estigmatiza; no limpia, sino mancha (¡como tantas veces se
real del ciudadano ante la ley'". recordó a los expiacionistas!). Y que, a menudo, es más el hecho de haber
cumplido una pena que la propia comisión del delito lo que implica el
e) Las teorías de la criminalidad que, orientadas sobre la base dá mayor demérito a los ojos de la sociedad. Que debía ser ésta, en puridad
conflicto' 01 , se desarrollan a partir del labeling approach han atacad y no el delincuente, la necesitada de resocializacióni".
duramente el principio de los intereses sociales y del delito naturafr En definitiva, pues, y a modo de síntesis, puede afirmarse que las
localizar las variables del proceso de definición en las relaciones de >414- teorías funcionalistas, subculturales y psicoanalíticas; las teorías de la
de los grupos sociales, tomando en cuenta la « estratificación socialÍzloi "reacción social y las investigaciones empíricas realizadas en los últimos
«conflictos de intereses». En efecto, en tales relaciones han pretelidi442. años sobre la efectividad del Derecho Penal y sus consecuencias (pena
encontrar estas teorías no ya la base de la desigual distribución ¿Ir- privativa de libertad, reincidencia, desviación secundaria, etc.) han
«status» de criminal, sino también la de la desigual distribución en'')xi contribuido decisivamente a la crisis de los pilares ideológicos de la
diversosgrupos sociales del poder de definición, del cual aque Criminología tradicional, desmitificando algunos de ellos y poniendo de
«status» y las propias «definiciones» legales dependen. Según estole
1:relieve, en todo caso, la necesidad de replantear sobre nuevas bases y a
origen de los procesos de criminalización «primaria» (creación de 'la luz de nuestros conocimientos actuales los problemas básicos de la
y « secundaria» (aplicación de la misma), no habría intereses gene) cuestión criminal.
fundamentales para todos los ciudadanos y para la sociedad mismaY"'
intereses de los grupos en conflicto que detentan el poder («polític+534 41r;)'
serían todos los delitos y no sólo los «artificiales» )102. zz.r.

f) Finalmente, las numerosas investigaciones llevadas a calxl. re 4'1. 5. PILARES DE UNA NUEVA CONCEPCIÓN CRIMINOLÓGICA
últimos años sobre la efectividad del Derecho penal y sus consecuen w Concretamente, la concepción monolítica y consensual del orden
jurídicas 103 —ante todo, sobre la pena privativa de libertad— («desvía ' social, el principio de diversidad del delincuente, el carácter patológico,
ción secundaria», « reincidencia», etc.), han desmitificado el supuea disfuncional, de la desviación y la naturaleza minoritaria del comporta-
impacto bienhechor, rehabilitador y resocializador de la pena reinal,, miento desviado, son cuatro de los postulados convencionales más
con él, el principio de prevención de la Criminología tradicional. T
cuestionados.
investigaciones han demostrado, antes bien, que no castigamos p
resocializar. Que no es éste el motivo de que se criminalicen En el siguiente sentidor":
a) Crisis de la concepción monolítica y consensual del orden social, que da paso
a una comprensión pluralista, conflictiva, antagónica y estratificada del mismo, más
acorde con la esencia de la sociedad dinámica y democrática de nuestro tiempo'".

10° Cfr., G. KAISER, Criminología, cit., págs. 85 y as.


101
Sobre el modelo de «conflicto», vid., A. BARATTA, «El modelo sociológico' • Sobre la problemática de la resocialización, vid. A. GARCÍA-PAI3LOS, «La supues-
conflicto y las teorías del conflicto acerca de la criminalidad», en Doctrina Penal, ta función resocializadora del Derecho penal: utopía, mito y eufemismo » , en
1979, págs. 3 y ss. (traducción de J. Gutiérrez, revisada por R. Bergalli); Anuario de Derecho Penal v Ciencias Penales, )(L'u ( 1979), págs. 680 y ss.; J. L.
D. SZABO, Criminología y política en materia criminal, Siglo XXI. edit., 1980, Págii DE LA CUESTA, El trabajo penitenciario resocializador. Teoría y regulación
52 y ss. positiva, San Sebastián, 1982 (edit. Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa); F.
MUÑOZ CONDE, •‹La resocialización del delincuente, análisis y crítica de un mito»,
102
Cfr., A. GARCÍA-PABLOS, El actual saber, cit., págs. 19 y ss. Sobre la influen",
de ciertos grupos de presión, como objeto de examen preferente en la moda 15, en CPCr (7). 1979, págs. 91 v ss.
criminología, cfr., K. TIEDEMANN, Estado actual, cit.. pág. 276. Vid. GARCÍA-PABLOS, A., Problemas actuales de la Criminología, cit., págs. 105
103
La moderna criminología tacha de « subalterna» e «insuficiente» la atención y ss.
había prestado a este problema la Criminología tradicional. Cfr. K. TIEDErv1A ► Sobre la imagen plural del orden social, vid. A. GARCÍA-PABLOS, El actual saber,
El Estado actual, cit., página 275. cit., página 13.
1196 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

Esto no significa necesariamente que el «


paradigma del conflicto- se ace Crisis del principio de diversióadde/delificue nte, que ve en éste una persona
unánimemente por el pensamiento criminológico contemporáneo, pero sí que hay distinta de los demás ciudadanos „normales», desde un punto de vista cualitativo,
ganado terreno frente al « funcionalista» de la Criminología « y le identifica con los sectores sociales de más baja extracción. Hoy, por el contrario,
ortodoxa» . o oroue
moderna Criminología no cree ya en esa supuesta armonía entre el sistema o la ,,problernatización » del concepto de delito expresa la evidencia de que el crimen
y los valores éticos de la comunidad que se pensó aportaba la teoría . no descansa, en general. en ningún defecto genéticamente prefijado de la persona-
c onvencí
del delito y su configuración como claro correlato a las infracciones del Decál• lidad, sino que es la sociedad estataimente organizada la que determina qué
Antes bien, las actuales investigaciones empíricas parecen demostrar todo comportamiento nocivo para la misma debe ser enjuiciado como cloiito'". Do modo
contrario: que el tipo de legitimación que obtiene el sistema de Derecho que toda teoría del crimen presupone, de algún modo, una teoría de la
penal rx criminalización"°. Es más, la experiencia diaria demuestra que cada vez son más los
medio de las valoraciones y de las actitudes de la opinión pública no es ni total
homogénea con respecto a los diversos grupos sociales. Y que dicha legi ciudadanos socialmente integrados —«normales » — que infringen la legalidad.
dista mucho de ser un consenso válido basado en el conocimiento Prueba de ello son los índices de delincuencia de tráfico, la delincuencia juvenil, la
reat, de cuello blanco, la elevada cifra negra de ciertos crímenes, etc."'.
actuación efectiva del sistema y en su valoración racional. Por el contrario,
Codinb
Crisis del carácter necesariamente «patológico » y «cAsluncional-
demostrado POPITZ w , suele asentarse en una « de la
ausencia de conocimientO%
imágenes parcialmente ficticias del sistema. La denominada « teoría exore desviación. La contraposición clásica: delincuente-sociedad, o si se prefiere, de los
Derecho penal, por tanto—propia más de la ideología de la defensa social—, principios del «mal y del bien», respectivamente, también se halla cuestionada. Sin
actualmente una clara reacción critical". necesidad de aceptar, sin más, posiciones funcionalistas" 2 , ni postulados de la
teoría de la desviación, con su romántica llamada a la criminalidad «expresiva » o al
significado de ciertas minorías''', io cierto es que hoy es ampliamente compartida la
tesis de que el comportamiento desviado —y su control— dan claridad a la norma
y contribuyen de forma positiva ala estabilidad social"'. Carece de sentido cualquier
107 H. POPITZ, «Uber die Praventivwirkung des Nichtwissens. Dunkelfeldziffe;,, declaración, indiscriminada y sin matizar, de guerra contra toda conducta
Norrn und Strafe», en Recht und Staat, fascículo 350, Tübingen, 1968, págs. 17 y ss.,-
108 Cfr. A. BARATTA, Criminología y
dogmática penal, cit., pág. 44. Personalmente
estimo que ni el modelo « consensual>, ni el modelo de «conflicto-
—en 61.111
formulaciones más radicales— se avienen a la realidad. por los diversos subgrupos sociales (vg., estudiantes, policías, delincuentes etcéte-
Los teóricos del « consenso>, desconocen los evidentes conflictos que dinamitan ra) —algunos son ya clásicos en la materia (entre otros muchos los de: SELLIN y
antilla*
veces, perturban, otras, el orden social. Y, sobre todo: pretenden legitimar un WOLFGANG, NORMANDEAU, AKMAN-NORMANDEAU y TURNER, ROSSI y
determinado orden social en abstracto desentendiéndose y despreciando toda otros, CULLEN-LINK y POLANZI, THOMAS-CAGE y FOSTER, KVALSETH,
valoración sobre su funcionamiento efectivo. Por ello, cuando apelan a un consenso SANCHÍS y GARRIDO, etc.)— llega a la conclusión de que existe evidencia
tácito de la comunidad respecto a los valores y definiciones del sistema, afirman qué empírica a favor del modelo de consenso. A su juicio, de esta resulta: 1) Existe un
se trata de una verdad parcial. Si existe dicho consenso —que, como vereme4 amplio acuerdo sobre las definiciones de delito, sin que las variables: sexo, edad,
parece que existe— dicho consenso hace referencia a los valores nominales del -9'1
clase social o residencia alteren significativamente el mismo; 2) Contra lo que
sistema, a sus fundamentos axiológicos, sin que, por tanto, deba desprenderse del suponen los teóricos del conflicto, los sujetos menos severos en la imposición de
mismo legitimación alguna respecto al concreto modo de funcionar de aquel. Pus penas y respuesta al crimen son las clases sociales más elevadas, esto es: quienes
entre las declaraciones formales del sistema y su concreta vigencia práctica s• tienen supe, >ores niveles educativos, sociales y económicos; 3) Los delincuentes
producen desviaciones relevantes: sea o no sea consciente de ello la comunidad. La tienen idénticas --o muy parecidas— actitudes respecto al crimen que los no
puntualización de POPITZ parece irrefutable . delincuentes.
Por su parte, los teóricos del conflicto confunden la merecida crítica del funcion a :os Sobre el problema del alcance de la teoría de la «configurabilidad> , del delito, vid. G.
en torno-mientodlsac upestinxcadoslgun KAISER Criminología, cit., pág. 24.
a ciertos valores y definiciones. En lo que tampoco creo les asista por completo 11 110 Así, G. KAISER, Criminología cit., pág. 24.
razón ya que la experiencia empirica parece demostrar que la mayoría de lá 111 Así, G. KAISER, Criminología cit., pág. 152.
sociedad comparte determinadas definiciones básicas sobre la conducta delictiva.Y 112 Sobre el significado de las conce p ciones funcionalistas, cfr. A. BARATTA, Crimina-
la desviada, consenso —pienso yo— p erfectamente compatible con una concien:ta lidad y dogmática penal, cit., pág. 20; A. GARCÍA-PA_BLOS, El actual saber, cit.,
crítica sobre el grado de vigencia y aplicación fiel de tales definiciones a la realidad. págs. 16 y 17 y bibliografía allí citada; M. GROSSO GALVÁN, Nueva criminología,
Con relación a las mencionadas investigaciones empíricas, véase SCHNEIDER> cit.., págs. 57 y ss. En general, sobre las tesis de DURKHEIM y MERTON, vid. H.
J., Kri inologie, cit., pág. 449 y ss. (que cita los traba'ns, entre otros; de GRAEME GOPPINGER, Criminología, cit., págs. 41 y ss.; R BERGALLI, La recaída en el
NEWMAN, CH. W. THOMAS, R. J. CAGE, S. C. FOSTER, etc.)
y GARRI, .,,„ delito, cit., pág o. 185 y ss.
GENOVÉS, V., en: Psicología social y sistema penal, cit., págs. 45 y ss. («Re lac ión 113 Cfr. J. YOUNG, P. WALTON e 1. TAYLOR, Criminología crítica en Gran Bretaña,
entre la sociedad y el sistema legal», págs. 48 y ss.). GARRIDO (;ENOVÉS, después cit., págs. 33 a 35.
de revisar los trabajos existentes sobre la percepción d, las conductas criminar 114 Por todos, C. KAISER, Criminología, cit., pag. 56.
1198 ANTONIO GARCÍA•PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1199

-innovadora». El crimen, en definitiva, es un comportamiento « normal•, la otra cara No en vano se ha reconocido que la Criminología crítica vive aún su
inevitable de la convivencia. Su completa erradicación no es posible sin i mponer
un - T. infancia" 8 . Como tampoco se puede ignorar que, a diferencia de lo que
sistema de terror.
Principio de ubicuidad del crimen. Frente al estereotipo de delincuente
sucedía con la Criminología «correccionalista » , la más moderna «teoría
elaborado por el positivismo, parece hoy obvio, por el contrario, que el delito es un,,;
de la desviación», por ejemplo, ha producido escasos manuales como
comportamiento localizable en cualquier segmento de la pirámide social y
no.
indicaciones valiosas para una lucha práctica y eficaz contra el delito"9
privativo ni especifico, desde luego, de las clases sociales menos privilegiadas. Otta: y que sirviera de base a una praxis coherente y de orientación a una
cosa muy distinta es que las personas de hecho estigmatizadas, etiquetadas como. compleja acción policial. A veces el análisis teórico conduce a un no
« delincuentes», pertenezcan preferentemente a aquéllas, como consecuencia
dela, intervencionismo que deja demasiados problemas sin resolver, o a una
conocida actuación selectiva de los mecanismos e instituciones del control social,
delito es « ubicuo» 115 porque la infracción de la ley lo es también. Precisamente llamada angustiosa a la reforma de las estructuras que tarda demasiado
esta
contradicción, constatable en todos los países y sistemas, explica los esfuerzos. en llegar.
la moderna Criminología por examinar la criminalidad de /os poderosos, de 14'
clases privilegiadas, denunciando la vigencia meramente formal del principi0
igualdad. Se trata, de algún modo, de restablecer el principio de «igualdach
oportunidades» y de ampliar el círculo de personas tradicionalmente afectadas
el Derecho penal'''. De ahí el auge e interés de las investigaciones sobbl:' 6. VALORACIÓN FINAL
denominada « delincuencia de cuello blanco»"7.
*MI(
Estos nuevos postulados implican, por su parte, la profunda reviskkidé
principios básicos para la Criminología tradicional de corte positivista. Del princi
Parece obvio poner fin a esta obra con unas sucintas reflexiones sobre
de culpabilidad, de igualdad ante la ley, de legitimidad del castigo, de los intereses el problema criminal y las tendencias de la moderna Criminología.
generales, de prevención y resocializacióri. Las modernas orientaciones antn
expuestas (teorías del conflicto, de las subculturas, funcionalistas, psicoanalíti
Desde el punto de vista metodológico. se consolida definitivamente
interaccionistas y del tabellng approach, etc.), han desmitificado, unas vec*.S.kb el empirismo y la interdisciplinaried ad de la Criminología como ciencia.
desmoronado, otras, viejos principios y convicciones, trazando una drástica tronter Dicho principio metodológico se proyecta sobre todos los ámbitos de ésta:
entre el «deber ser» y la amarga realidad. Será necesario replantear, desde nueval• sobre el causal-explicativo (elaboración de modelos teóricos), sobre el
perspectivas y partiendo de un saber interdisciplinario y totalizador, los problema•.
de siempre.
preventivo y sobre el estrictamente operativo (intervención en el proble-
ma criminal y el infractor mismo).
No obstante, sería ingenuo desconocer el carácter fundamentalmente:1- Elpluralismo metodológico es otra de las señales de identidad de esta
«sectorial» de muchas de las investigaciones que se enmarcan en lzc joven disciplina. Se trata, en definitiva, de una consecuencia de su
denominada «Criminología crítica» o «Nueva Criminología»: la ausen- naturaleza interdisciplinaria, al propio tiempo, expresión y garantía del
cia, en definitiva, de un sistema completo, del que, desde luego, no Progreso científico y de la conocida interdependencia «objeto»-«método».
carecía la represiva y mitificadora Criminología positivista. Descendiendo al terreno más concreto de las técnicas de investiga-
ción, asistimos al éxito clamoroso de los métodos cuantitativos, y en
particular, de las encuestas sociales que siguen causando fascinación. Lo
que se comprende, por el giro «social » de la ciencia criminológica, y
115
Sobre la «ubicuidad» del crimen como comportamiento «mayoritario», vid. F. SACK,
«Neuen Perspektiven in der Kriminalsoziologie», en F. SACK y R. KONIG (edit.), porque estos métodos cuantitativos han significado, tradicionalmente,
Kriminalsoziologie, Frankfurt a. M., pág. 463.
116 Así, refiriéndose a la finalidad real del concepto de
« delincuente de cuello blanco»,
el test más representativo del cientifismo. Todavía no ha llegado el
G. KAISER, Criminología, cit., pág. 211. momento de los métodos y técnicas más «finos», cualitativos.
117
Sobre la «delincuencia de cuello blanco» en Latinoamérica, vid. L. ANIYAR DE
CASTRO. «El delito de cuello blanco en América Latina. Elementos para una
investigación comparada», en: La realidad contra los mitos, cit., págs. 15:3 y ss. En
general, una reseña bibliográfica sobre el problema en A. GARCÍA ,PABLOS,
Maquinaciones para alterar el precio de las cosas, cit., pág. 222 nota 9. Sol.re este 118 Criminología crítica, cit. (Introducción ) , pág. 19.
, cit., pág. 98. El autor utiliza el
tema, véase el capitulo IV, y nota 5, de la obra Estudios Penales (Barcelona, Bosch. 116 J. YOUNG, «Criminología de la clase Obrera »
1984) del autor citado. término ..voyeurismo» para caracterizar a la «teoría de la desviación».
1200 ANTONIO GARCÍA-P.kBLOS DE MOLINA
TRATADu DE CRIMINOLOGÍA 1201
3. El paradigma « causal-explicativo» de ciencia,
del que eran fiel patibles con los conocimientos científicos actuales que conducirían
exponente las « ciencias del dato», las otrora « ciencias e
xactas», ha además a una política criminal de injustificable y desmedido rigor.
entrado en franca crisis. También la Criminología, por tanto, ha bajado
el listón convencional de sus exigencias como disciplina científica. El La víctima del delito ha cobrado en las últimas décadas, un lógico
saber y la experiencia criminológica se apartan por ello de la seguridad y merecido protagonismo escénico. Ya no es el personaje olvidado del
y certeza que el paradigma de ciencia exigía en otros tiempos, tanto en drama criminal —mero objeto pasivo, fungible, aleatorio, que por
lo que se refiere a la explicación científica del crimen, como a su fatalidad experimenta las consecuencias del delito— sino un protagonis-
prevención o intervención en el mismo. En coi.secuencia, entre el ta activo, dinámico, en la escena del delito. Asistimos, pues, al
desarrollo de las teorías criminológicas y la seguridad del conocimiento «redescubrimi( nto» de la misma. El nuevo rol de la víctima tiene su
empírico existe en la actualidad un significativo abismo. Los esquemas expresión o correlato metodológico en el auge de ciertas encuestas
« monocausales» han sido sustituidos por planteamientos plurifactoriales?;:;,;.,: sociales encuestas de victimización) que aportan una valiosísima infor-
más relativizadores y modestos; y la explicación causal por «teorías», mación sobre determinadas variables del crimen real u oculto al que no
« hipótesis», « relaciones», « conexiones», « covariantes», términos má tiene acceso el aparato estadístico oficial. Pero también en otros ámbitos
aptos para analizar los fenómenos de las ciencias humanas y sociale y dimensiones: en el estrictamente etiológico (interacción delincuente-
que solo garantizan unos saberes mínimos. La ciencia criminológica víctima y contribución de ésta al proceso de autovictimización), en el
cada vez más social, dinámica e i nteraccionista, es, por utilizar una' preventivo, político-social (reparación, programas de ayuda a la víctima,
denominación ya convencional, una ciencia «blanda». etc...), en el procesal, etc. ... No obstante, y al propio tiempo, se ha cobrado
El crimen, para la moderna criminología, pierde sus connotaciones. conciencia de los riesgos y excesos a que puede conducir, en materia
p atológicas, y se contempla como «problema» social y comunitario político-criminal, una desmedida participación de la víctima: nada más
con preocupante para la proporcionalidad de la respuesta al delito— y para
todas sus consecuencias e implicaciones. No es por tanto, un tumor ni el irrenunciable marco de garantías en la que ésta debe insertarse —que
una epidemia, una lacra; ni una cifra o guarismo, ni el frío supuesto de:. una política criminal fiel a los solo dictados de la víctima del delito—.
hecho de la norma j urídico-penal. Es, antes bien, un conflicto
interpersonal, un doloroso problema social y comunitario de todos, de la - El giro sociológico de la moderna Criminología se ha traducido en
comunidad, que nace en la comunidad y debe resolverse por ella. El una ampliación, enriquecimiento y progresiva problematización de su
crimen, en consecuencia, rescata su dimensión humana, interpersonal, objeto. Muestra de tal evolución es el éxito que ha obtenido la teoría del
doméstica. En términos estadísticos —estadísticos, no valorativos— se control social hasta el punto de que conocidos sectores doctrinales
trata de un fenómeno « normal», cotidiano, esto es, arroja un volumen definen la Criminología como teoría radical de la desviación y el control
constante y su presencia inexorable trasciende variables temporales o social. No obstante, el mayor desarrollo y elaboración teórica correspon-
espaciales. de al llamado control social «informal » , ya que una de las metas del
pensamiento utópico y radical consiste precisamente en sustituir el
La moderna criminología empírica parte del postulado de la control social formal por otros controles informales y proactivos capaces
« normalidad» del delincuente. La rancia teoría de la «diversidad» ha
de resolver efectivamente los conflictos, sin el elevado coste social y
quedado definitivamente desterrada, como vestigio de una etapa efecto estigmatizador atribuido a las agencias oficiales del sistema legal.
precientífica henchida de dogmas y prejuicios insostenibles. El infrac-
tor, por tanto, se convierte en delincuente porque delinque, no a la 8 . La moderna CriMinología empírica contempla con mayor realismo
inversa; esto es, no delinque porque reúna ciertas características que le el hecho delictivo viendo en el mismo no un mero reto simbólico o
predestinen fatal e inexorablemente al delito. El delincuente es, en todo enfrentamiento formal entre infractor y Estado, sino un suceso concreto
caso, un hor..ibre de su tiempo, uno más, como los otros hombres. En e histórico, un conflicto interpersonal que tiene lugar bajo específicas
consecuencia, su dignidad de persona, pugna con ciertos clichés coordenadas temporales y espaciales, en un escenario y en una sociedad
esteorotipos de infractor ( « enfermo», «loco», « endiablado», «enemigo del determinada que profesa cierta escala de valores, oficiales o subterrá-
pueblo», « menor o inválido», «víctima», «animal peligroso», etc...) incom- neos. El crimen, en definitiva, no es un fenómeno casual, o fortuito,
caprichoso, sino altamente selectivo, que no en vano, como demuestran
1202 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA 1203
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA

las estadísticas, se concentra significativamente en torno a muy p solo sería posible acudiendo a técnicas de control alternativo, pero con
reci-
sas variables personales, espaciales, temporales, etc. El duelo, por tanto ello, nos adentraríamos en el peligroso mundo de la utopía. De la utopía
d elincuente-víctima ofrece una imagen ficticia de la realidad criminal>
que no se aviene a aceptar la experiencia; que agudiza, ciertamente, la
ya que desconoce la necesaria mediación de la comunidad, y el marco o conciencia del problema y relativiza la realidad, pero termina exhortan-
escenario histórico donde dicho conflicto interpersonal acaece. do —y sólo exhortando—, a una mejora del mundo que tarda demasiado
9. La elaboración de modelos teóricos explicativos del crimen como,,-“, en llegar o no llega nunca. El pensamiento utópico, sin duda, es
objetivo obsesivo de la ciencia criminológica, ha pasado a un segunclo...' importante motor del progreso, pero cuando no quiere saber de proble-
plano, cobrando creciente interés, por el contrario, el diseño de progra:' . mas, crea entorno a si mismo un mundo rígido y de terror, elevando a
mas de prevención del delito, de intervención positiva en la persona tensiones asfixiantes el impacto de las instancias del control social. No
del
infractor, y de respuesta pacificadora y solución de los conflictos sociales es difícil captar las actitudes y conciencia jurídica del ciudadano diri-
Prima, pues, la prevención y la intervención en el problema crirniníti - giendo atentamente los procesos de socialización. De este modo, se
sobre la explicación de éste. En todo caso, los modelos teóricos explic.i- t L A? reduce, drásticamente, el riesgo de desviación, y las tasas de criminali-
tivos devienen progresivamente más complejos e integrados. Se abandt115-.:1; dad. Sin embargo, se paga por ello un elevadísimo precio, el de la libertad
nan las explicaciones monocausales y los esquemas pretendidamente. conduciendo, además, este proceso, a un modelo general de sociedad
generalizadores, de validez universal, buscándose por el contrari uniforme y uniformada no deseable.
explicaciones ad hoc, específicas para grupos o familias de delato/3
(diversificación versus g eneralización). El indiscutible giro sociológic11, La teoría —y la praxis-= de la prevención del delito cobra
progresivo interés. Pero la prevención rectamente entendida, en un
de los modelos explicativos actuales no permite prescindir del soport' sentido etiológico, que atiende a las raíces Ul timas del problema que el
entramado biológico y psicológico del comportamiento humano. crimen exterioriza (prevención primaria), no en el sentido puramente
c
Se reivindica, acertadamente, por la doctrina la función práctica-:.#7.1 disuasorio, intimidatorio, cuasipolicial, ni como mera estrategia
del saber científico, y en concreto, de la experiencia criminológica, en el obstaculizadora, que aplaza o desplaza la manifestación criminal. La
sentido más profundo (Welzeliano), de este término. Porque el.saber vasta experiencia acumulada a lo largo de los últimos decenios, apunta
científico no se agota en una mera elaboración i,eórica, academicistá. 7" hacia un nuevo modelo de prevención, a medio o largo plazo; positiva, no
Nace del análisis empírico la realidad concreta y está llamado, por intimidatoria, basada, pues, en prestaciones sociales; pluridireccional,
vocación, a volcarse de nuevo sobre dicha realidad para explicarla, y de fuerte componente comunitario. La genuina prevención en conse-
comprenderla y transformarla en interés del hombre. La objetividad, cuencia exige un sincero compromiso de la comunidad; la implicación
distancia y neutralidad del investigador no contradice la función social solidaria de ésta, movilizando todos sus resortes y efectivos en aras a la
de la Ciencia. solución del. problema criminal.
Admitido el postulado de la normalidad del crimen, fenómeno Resocialización y tratamiento son conceptos que han recibido toda
consustancial a la convivencia humana otra cara de ésta»—, suerte de reproches y descalificaciones, no siempre justificados.
inextirpable, forzoso es renunciar a trasnochados prejuicios y ambicio- A quienes condenan dogmáticamente cualquier intervención en el
sas metas político criminales. Carecen de sentido las «cruzadas» contra infractor, alegando su ilegitimidad, conviene advertir que las revolucio-
el delito, y los vanos intentos de erradicarlo de la faz de la tierra, nes tardan mucho en llegar —o no llegan nunca— y mientras, no es justo
« extirparlo» definitivamente. Antes bien una sociedad más libre, racio- abandonar a su suerte a la población reclusa, sin esperanza, ni otra
nal y tolerante, debe asumir una dosis mayor de comportamiento
expectativa que el cumplimiento de la pena. El nihilismo, la teoría y
desviado del consenso general, como hecho que pertenece a la sociología praxis de la no intervención, ofrece una engañosa faz de progreso y
de la normalidad. No existe, por tanto, otro objetivo legítimo y viable que humanismo. Sin embargo. la historia demuestra que utópicos y radica-
el de un control racional y razonable de la criminalidad, con el menor
coste social posible. La paz de una sociedad sin crimen es la paz de los les solo siembran la semilla del progreso y del cambio social; pero éste,
el progreso, se construye día a día y a pie de obra por los reformadores
cementerios o de las estadísticas falsas. Eliminar por com pleto el delito que se comprometen con la realidad y la transforman.
1204 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA •I'RATADO DE CRIMINOLOGÍA

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La supuesta inefectividad de todo tratamiento es otra falacia que Pero, carecemos, aun de respuestas alternativas válidas y eficaces. El
alimenta, eso sí, la virtualidad de conocidas «profecías» y círculos incipiente y poco definido modelo de «justicia restaurativa » concita
viciosos. Pero tiene que enfrentarse a la evidencia científico empírica con,- justificadas esperanzas. Ahora bien, es imprescindible, para su progre-
escaso éxito. Cabe cuestionar, desde luego, la viabilidad de un de terrrii- siva consolidación, depurar, previa verificación empírica, el mismo. ErO
nado tratamiento rehabilitador, o la de cualquier intervención en ciertos"( primer lugar, sus presupuestos, pues ni razones de prevención general
casos o grupos de infractores. Pero negar, de antemano, la p osibilidad deY3' permiten la aplicación de éstas fórmulas sustitutivas del enjuiciamiento
llevar a cabo un impacto positivo y bienhechor en la población reclusa; convencional a delitos de especial gravedad (quiebra, pues, la pretendi-
científicamente programado, es tanto como negar la realidad diaria,.1. da aplicación universal de tales procedimientos), ni tendría sentido
Ahora bien, el ideal resocializador sigue siendo aún muy ariligu'i? circunscribirla a conflictos de importancia nimia, como si se tratara de
impreciso. La polémica doctrinal y normativa antes referida 'Pone una mera reparación del daño o conciliación civil. Otros muchos parti-
descubierto la existencia de demasiados interrogantes sobre la rde culares, relevantes de estos modelos demuestran la ambigüedad e
final, los objetivos intermedios, los procedimientos y los mismos líau indefinición de los mismos, sólo superable con el tiempo, y una actitud
- et,4"
de tan ambiciosos programas. Afortunadamente, la investigación erall realista, que someta al análisis empírico la evaluación de los resultados
rica y la praxis clínica han despejado ya muchas inc ignitas sobrOl que en cada caso unas y otras opciones deparen (relación de estos
tratamiento del infractor. Hoy la ciencia puede delimitar, con milit procedimientos con el sistema legal convencional, grado de autonomía
precisión, el contenido de la intervención, lo que es —y lo que no es --1i orgánica y funcional de los mismos, perfil y rol del mediador, concreto
tratamiento; sus objetivos y estrategias, según las características dé procedimiento de intervención en el conflicto, etc...).
cada caso o grupo de casos; las técnicas concretas de intervención Otros modelos radicales, de corte abolicionista, basados en una
recomendables; los resultados que cabe esperar de las mismas, sus justicia participativa, lega, comunitaria, orientada más a la reparación
perspectivas, etc. El ideal resocializador dejará de ser un mito o un lemas del daño que al castigo, carecen todavía de la virtualidad indispensable
vacío de contenido cuando, después del oportuno debate científico, se'71-t- que exige por imperativos del realismo, el problema criminal.
alcance un elemental consenso en torno, al menos, a tres cuestiones 15. Por último, en el control racional del crimen corresponde al
básicas: qué objetivos concretos se pueden perseguir con relación a cada
grupo o subgrupo de infractores, qué medios y técnicas de intervención Derecho Penal un papel secundario, subsidiario, conforme al principio
se estiman en cada caso idóneos y eficaces y qué límites no debe superar de la llamada intervención mínima. Centra lo que pudiera parecer, el
crimen es un fenómeno altamente selectivo, escoge el espacio físico, el
jamás cualquier suerte de intervención.
momento, la víctima más propicia. Su estructura, fenomenología y
14. Una respuesta cualitativamente satisfactoria al problema crimi- dinámica dista mucho del azar, de la casualidad. Por ello, los poderes
nal debiera perseguir como objetivos la efectiva solución del conflicto que públicos deben abordar el problema criminal científicamente, aprove-
el delito exterioriza (resolver el conflicto no exclusivamente castigar al Chando la valiosa información que hoy suministran diversas disciplinas
culpable del mismo), la conciliación de las partes implicadas en el empíricas. Y sobre todo, servirse de ios medios más adecuados y eficaces
mismo, y la pacificación de las relaciones sociales generales y del propio que impliquen el menor coste social. Buscar en las prohibiciones penales
clima social. Todo ello, desde luego, con el menor coste social posible. la solución al problema del crimen es una ingenuidad. Considerar al
El modelo clásico de justicia penal se halla en crisis. Castiga al Derecho Penal la respuesta natural, primaria y más eficaz, una absurda
culpable, o procura, al menos, hacerlo, pero no resuelve los conflictos. crueldad propia del despotismo no ilustrado Antes bien, desde un punto
Hace caer el peso y las iras de la Ley, e impone la fuerza victoriosa del de vista político criminal, el control racional de la delincuencia reclama
Derecho, pero no es capaz de conciliar a las partes enfrentadas ni de el previo desarrollo de una justa y eficaz política social que incida a
pacificar unas relaciones sociales. La imagen simbólica de una diosa tiempo en los factores que favorecen y configuran el crimen y busque la
sorda, muda y ciega, que ciñe o empuña espada, refleja, sin duda, la instauración (le una sociedad más sana. Una sociedad que al enfrentarse
percepción social negativa del actual modelo de justicia cri mina!. a sus conflictos y contradicciones eduque a sus 01 iembros más en el
respete a 1, bienes joraiicos, en la solidaridad y en la tolerancia de la
744 . ANTONIO GARCIA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRINIINOLOG IA 745

'l'Ahora bien, los «pioneros» de la Escuela de Chicago matizan la prepara el camino a las _posterinres_ teorías _cleLaPr_enclizaie,._de las
relevancia criminógena
,.., del factor «espacial» con un característico en/;)- su-hcult uras_y del con flicIto; concepciones éstas que, en buena medida, no
que ecológico. La imagen de la «ciudad» como « rnacroorganismo», a son sino «diversificaciones » del tronco común'.
semejanza de cualquier
--.—=-v.i-v-cr;-1
sez 17--
.1 continua- referencia a conceptos y
procesos orgánicos y biológicos (simbiosis, equilibrio biótico, invasión,
dominación, sucesión, áreas naturales, etc.); y el propio Modelo de
«crecimiento radial» (axiate Growth) de las, grandes urbes del,.medio
oeste norteamericano, divididas en zonas concéntricas que irradian su 2. OBJETO Y MÉTODO DE LA ESCUELA DE CHICAGO
actividad desde un centro neurálgico hacia la periferia (gradient of a) Desde 1860 numerosos grupos de emigrantes de todos los lugares de Europa
activity), evidencian el trasfondo « ecológico» de dicha teoría espacial o llegan a Norteamérica y se asientan en las ciudades del medio oeste. E! impacto de
ambiental'. tales movimientos migratorios se hace sentir especialmente en Chicago, que cuenta

con 110.000 habitantes en 1860 y rebasa los 2.000.000 en 1910. La inmigración ic----
_<
De este modo, la Sociología urbana deviene Ecología humana y social rnásivproceso vertiginoso de industriailzacióncrea n un nuevo tipo deliábitat 6 , t(-: x/P
(llaman Ecology). de oroanizz
_ estructuralmente distinto dei tr adicional. La gran ciudad se convier-
te en «crisol .' (meiling por/ de etnias, religiones, culturas y cosmovisiones. Pero Q`-;,(-.
(3 11 ' /(n)
'>.
''Por ello —y no sin razón— suele asociarse a la Escuela de Chicago con !, también en un preocupante foco de problemas sociales, derivados del cambio social
la Ecología Social y: con sullaniativo análisis topográfico que- pone y dei conflicto ouiluu pobreza, marginación, suicidio, alcoholismo, prostituci3h, f
"`'
ia Lautteatnwi:,
crirraTidáZt7E—ridefinitiva, pLotjprria d11111_¿.0.1w-sción a las95.Lgcs
,
especial énfasis en el impacto- Criniinógeno de la «desorganizáci'ón ron pprÇnn2lidad Proolá: el de la adaptación conflictiva a unaj
urbana», así comyen determinados modelos de, distribución del delito cana de
nueva estructura urbana e industrializada de grupos muy heterogéneos (costum- "E.5 re
por áreas o zonas de la gran ciudad''Sin embargo, como se apuntó, sería bres, lengua, educación, riqueza, raza, etc.) y móviles'.
incorrecto —excesivamente simplificador— identificar la Escuela dé
Chicago con la denominada «teoría ecológica>TP-o-rque la .Escuela de Este trasfondo explica el particular énfasis ---desmedido, a juicio de
WiTag-jjáfrias que una teoría délácTírnir —ilffd- -ad, más incluso que una algunos— que puso la Escuela de Chicago en el cambio del entorno
escuela sociológica: Instituye el germen y el crisol de las más relevantes espacial, ambiental (environment) y la impronta subjetivista de las
concepciones de la Sociología Criminal. Atenta al impacto del cambio
sor
teorías «ecológicas» 9 . fue se manifestara, fundamentamente,omo c
_ iál, particularmente acusado e s ciudades nodeamerica- e ós nluy c_gricietos y externos
Sociología urbana, preocupap
9~de la segunda mitad del asado siglo (indús el crecimiento de las ciudades, la expan-
ión, conflictos culturales, etc. e interesa a por los grupo.s372WinTis sión de la industria y el ferrocarril, el mosaico de razas y nacionalidades,
minoritarios y conflictivos, supo sumergirse en el corazón de la gran el movimiento de la población, la distribución de los servicios, la
1:iudad, conocer y comprender «desde dentro» el mundo de los desviados, anatomía de ciertos barrios y ghetos (China i r own, Little Jtaly, Chicago's
sus formas de vida y cosmovisiones, y trató de analizar los mecanismos North Side, etc.), las formas de vida de determinadas minorías y tipos
le aprendizaje y transmisión de dichas culturas asociales'. humanos (el bobo, los hum, los tramp, etc.). Pues la «Ecología humana»
Heredera, pues, del espíritu de los «reformadores sociales» europeos
americanos del siglo XIX, la Escuela de Chicago esboza, insinúa y
------- ---
en: Delincuencia. Teoría e investiga-
s Cfr. BALAN SONI.0, K., Subcultura y delito,
ción, ci é , pág. 145 y as. También. VARONA MARTINEZ, G.: La mediación
reparadora, cit., pág. 45 y as.
Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs. 7 y ss.; VOLD, G. B., Theoreticat Cfr. MORRIS, T., The Criminal Area, cit., págs 2 a 4.
Criminology, cit., págs. 181 y ss.; PARK, R. E., R.ace and Culture, en: Collected Cfr. TAMAR P1TCH, Teoría de la desviación social, cit. págs. 56 y SS.
Papers of R. E. Park, vol. I (edit. H. Glencoe, III), J.950, pág. VIII (la ciudad como
« organismo» social).
Así, refiriéndose a la obra de THOMAS y ZNANIECKI, PITCH. T., La teoría de la
desviacioa social; cit., pág. •7.
Vid. TAMAR PITCH, Teoría de la desviación social, cit. págs. 57 a 59; MORRIS. T.. Vid. MORRIS, T., 'r he Criminal Arca, cit., pág. 4.
The Criminal Area, cit., págs. 2 ss. 10 Cfr., ALIHAN, M. A., Social Ecology. A Critical Analysis. cit.. págs. 6 y ss.

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