Вы находитесь на странице: 1из 28

MODULO 3: ¿COMO PRESENTAR CASOS ANTE EL SISTEMA

INTERAMERICANO DE PROTECCION?

UNIDAD 7: ACCESO Y PROCEDIMIENTO PARA LA TRAMITACION DE


PETICIONES INDIVIDUALES ANTE LA CIDH

7.1. Amplitud del acceso individual al Sistema Interamericano tipos de


peticionarios y casuística [1]

El acceso de las personas al Sistema Interamericano es uno de los más


amplios que existen, a diferencia del sistema europeo y de los mecanismos
convencionales de Naciones Unidas en que se examinan quejas individuales,
pues para dirigir peticiones a la Comisión Interamericana no es preciso (como
sí en aquellos), acreditar la condición de víctima de la violación de derechos
humanos que se alega[2].

En el Sistema Interamericano, cualquier persona, grupo de personas o entidad


no gubernamental legalmente reconocida en uno o más Estadosde la OEA,
puede dirigirse a la Comisión Interamericana por la pretendida violación de
derechos consagrados en la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del hombre, la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
conocida también como Pacto de San José (ambos términos serán utilizados
en la unidad), u otros tratados interamericanos que así lo habiliten [3].

El artículo 23 del nuevo Reglamento de la Comisión Interamericana, en vigor


desde el 1 de mayo de 2001, hace referencia expresa a otros instrumentos
interamericanos además del Pacto de San José. En concreto, establece que la
CIDH puede recibir peticiones, referentes a la violación de alguno de los
derechos humanos reconocidos en: la Declaración Americana; el Protocolo
Adicional a la Convención sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales;
el Protocolo relativo a la Abolición de la Pena de Muerte; la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura; la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas; la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer; y, conforme a sus respectivas disposiciones, el Estatuto de la Comisión
y su Reglamento.

El alcance de los derechos cuya violación pueden invocar las personas


peticionarias, dependerá pues del nivel de compromiso con el Sistema que
haya alcanzado el Estado denunciado[4]; esto es, entre otros factores, de los
instrumentos interamericanos de los que dicho Estado sea parte.

En cualquier caso, por la protección que brinda la Comisión Interamericana en


aplicación de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre,
las personas sometidas a la jurisdicción de un Estado americano que no haya
ratificado ningún tratado del Sistema, también podrán acudir a dicho órgano en
denuncia de la violación de los derechos que aquella consagra. Esta posibilidad
refuerza la nota de amplitud del acceso interamericano, en razón de la materia
por la que pueden dirigirse quejas individuales por violación de derechos
humanos a la Comisión.
De esta forma, resulta que, como bien la califica Francisco Cox [5], la Comisión
Interamericana es la "puerta de acceso" al Sistema para los particulares que
acuden a presentar sus quejas.

Recordemos que este órgano tiene formalmente atribuida la competencia de


examen de reclamaciones individuales desde 1965, por obra de la Segunda
Conferencia Extraordinaria de Río de Janeiro, en la que se entendió que era
aconsejable dotar a la Comisión de tal competencia a título provisional, en tanto
era adoptada una Convención[6].

Tipos de peticionarios interamericanos

Reiteramos que tres son las categorías de peticionarios que pueden acudir al
Sistema Interamericano de protección de los derechos humanos, a saber:
cualquier persona; grupo de personas; una entidad no gubernamental
legalmente reconocida en uno o más Estados miembros de la OEA.

Con relación a las dos primeras categorías no se plantean interrogantes


distintos a las cuestiones que abordaremos en el siguiente ítem; sí existe un
requisito para las entidades no gubernamentales, y es que sólo podrán dirigir
quejas individuales al Sistema si están legalmente reconocidas “en uno o más
Estados de alguno de los Estados miembros de la Organización”.

Sin embargo, la formalidad impuesta es bastante moderada, ya que en ningún


caso se exige que la entidad reclamante se encuentre acreditada o reconocida
en el Estado demandado por la misma, sino en cualquiera de los que integran
la OEA. Al respecto afirma Mónica Pint “Resulta indudable que la fórmula
traduce la convicción de que, en determinadas circunstancias, los Estados no
son proclives a este tipo de entes. Sin perjuicio de ello, el pragmatismo de la
Comisión reduce a “grupos de personas” a las organizaciones no
gubernamentales cuyo reconocimiento no sea fácilmente verificable” [7].

Como explica Cristina Cerna: “en la mayoría de casos presentados a la


Comisión, el demandante es la víctima, un miembro de su familia o un
representante de la víctima, generalmente un abogado de una organización no
gubernamental. No obstante, existen casos sometidos a la Comisión por
personas o grupos que no tienen contacto con la víctima, y aunque la Comisión
está autorizada a abrir esos casos, su seguimiento es comprensiblemente
dificultoso”[8].

Tampoco la nacionalidad o el lugar de residencia de la víctima o el


demandante, limitan la competencia de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos para conocer de las demandas individuales que se le
plantean [9].

Por último, las demandas individuales también pueden iniciarse por la Comisión
Interamericana, pues tiene la facultad reglamentaria de iniciar “motu propio" la
tramitación de una petición que contenga, a su juicio, los requisitos para tal fin
(ver artículo 24 del Reglamento CIDH). Como se ha afirmado, la cláusula de
referencia es “una disposición peculiar - es la única de este tipo en el contexto
de las normas reglamentarias de los organismos de control - y controvertida,
que ha sido implementada en muy contadas ocasiones” [10].

Actio popularis ante la CIDH: la no exigencia de la cualidad de víctima

En el Sistema Interamericano existe una verdadera actio popularis porque no


se exige para accionar frente al mismo la condición de víctima del peticionario,
ni que el representante haya de actuar necesariamente en nombre de la
víctima, ni que se encuentre relacionado directamente con la misma o que
cuente con su tácito o expreso consentimiento. Como indica Hector Faúndez:
“Esta circunstancia reviste extraordinaria importancia en los casos en que la
víctima haya sido objeto de presiones para no denunciar el caso ante
instancias internacionales permitiendo que lo haga un tercero, aun en contra de
la voluntad de la persona directamente afectada”.[11].

Efectivamente, tal como afirma la profesora Pint “A diferencia de lo que sucede


en otros esquemas de control, el Sistema Interamericano ha establecido una
clara distinción entre el peticionario y la víctima. Ello se comprueba por el
reconocimiento de la calidad de reclamante de las organizaciones no
gubernamentales y también por el hecho de que no se exige vínculo alguno
entre la víctima y el peticionario cuando éste es una persona o grupo de
personas”[12].

Si bien el Sistema no requiere la cualidad de víctima al peticionario, sí que la


víctima presunta de la violación sea una persona física. Ello porque los Estados
se comprometen a respetar los derechos consagrados por el Pacto de San
José a toda persona sometida a su jurisdicción (artículo 1), pero dicho
instrumento establece que “persona es todo ser humano” (artículo 2) [13].

Así pues, la noción de víctima en el Sistema está restringida a personas físicas,


también con base en la propia Declaración Americana que no consagra sino
derechos y deberes "del hombre"[14]. Por ende, las personas jurídicas tienen
vedado el acceso a la Comisión y no se entienden englobadas ni en el
concepto persona, ni en el de grupo de personas.

Ello no obsta para que en algún caso la Comisión haya, según Cox, “caído en
el error de brindar protección a una persona jurídica”[15]. Pero es excepcional,
por cuanto la auténtica regla es que las peticiones formuladas por personas
jurídicas son inadmitidas[16]. Sin embargo, conviene tener en cuenta que “en
la medida que un perjuicio ocasionado a una persona jurídica sea la causa de
la violación de los derechos humanos de una persona natural, ésta no está
impedida de recurrir a los órganos de la Convención”[17].

Desde hace un tiempo, en la Organización de los Estados Americanos se


debate la posibiliad de reformar el Sistema Interamericano; y la mayoría de la
doctrina está de acuerdo en que los cambios que se introduzcan no deben
suponer en ningún caso la restricción del acceso de los particulares al Sistema,
ni exigiéndoles la cualidad de víctima para peticionar, ni restringiendo los tipos
de peticionarios que pueden acudir ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos[18].
¡Ojo al dato! Sugerencia para la práctica

 Cualquier persona, grupo de personas u organización no gubernamental


legalmente reconocida en uno o varios países miembros de la OEA pueden
dirigir quejas individuales a la Comisión Interamericana. Este denunciante será
conocido como peticionario.
 Las ONG,s son los mayores peticionarios ante el sistema hasta el momento y
cumplen un rol esencial en el mismo. También es deseable que gracias a la
promoción del Sistema en el continente, cada vez acuda un mayor tipo de
personas y entidades al mismo.

 No es necesario que quienes peticionan ante la Comisión Interamericana sean


las víctimas de la violación denunciada, aunque conviene en la práctica que
exista el mayor contacto posible entre la parte peticionaria y víctima de la
violación que se alega, en caso de que no coincida.

 En el Sistema Interamericano sólo se consideran violaciones de derechos


humanos contra personas físicas, siendo excepcional, y limitado a los derechos
de los seres humanos que las integran, el tratamiento de peticiones referidas a
personas jurídicas.

7.2. Requisitos de admisibilidad de las peticiones

En todos los sistemas internacionales (universal y regionales) de protección de


los derechos humanos que tienen previsto el mecanismo de queja individual, se
han estipulado ciertas condiciones de admisibilidad de las comunicaciones
sometidas a examen por los particulares[19]. Lato senso, puede definirse la
admisibilidad de una denuncia “como la declaración que efectúa el órgano de
control señalando que una petición o comunicación reúne los requisitos para
que pueda ser considerada”[20].

En la Convención Americana de Derechos Humanos, la cuestión de la


admisibilidad está reglada en los artículos 46, 47 y 48; los requisitos de
admisibilidad son comunes a las peticiones individuales y a las comunicaciones
interestatales.

La admisibilidad de las peticiones es también regulada en los interna corporis


(Estatuto y Reglamento) de la Comisión Interamericana. Así, el Estatuto de la
Comisión Interamericana se refiere indirectamente al tema, en los artículos 19,
20 y 23. Por su parte, el Reglamento de dicho órgano contiene disposiciones
precisas sobre la cuestión en su Título II, exigiendo las mismas condiciones de
admisibilidad a las peticiones dirigidas contra Estados partes de la Convención
Americana[21], que a las referentes a Estados que no sean partes en la
misma[22].

El artículo 27 del Reglamento de la CIDH establece claramente que es


condición indispensable, para que la Comisión tome en consideración las
peticiones sobre presuntas violaciones de los derechos humanos consagrados
en la Convención Americana u otros instrumentos aplicables, con relación a los
Estados miembros de la OEA, que se cumplan los requisitos establecidos en
tales instrumentos, en el Estatuto y en el Reglamento.
Las peticiones habrán de cumplir ciertos requisitos para ser admitidas, tanto de
índole formal, como sustancial [23]. En líneas generales, los de carácter formal
comprenden el modo de la presentación (generalmente por escrito), así como
el contenido imprescindible de la misma. Los requisitos de naturaleza
sustancial son, enunciados: efectuar la presentación dentro del plazo
establecido en el Sistema, el previo agotamiento de los recursos internos; y que
el mismo caso no haya sido presentado ante otra instancia internacional o haya
sido ya examinado o resuelto por el Sistema Interamericano.

Requisitos formales de admisibilidad

Según la Convención Americana, en su artículo 46.1.d señala que la petición


habrá de contener: “el nombre, la nacionalidad, la profesión, el domicilio y la
firma de la persona o personas o del representante legal de la entidad que
somete la petición”. El Reglamento de la Comisión Interamericana es más preciso
aún.

Reglamento CIDH

Artículo 20. Requisitos para la consideración de peticiones

Las peticiones dirigidas a la Comisión deberán contener la siguiente información:

a. el nombre, nacionalidad y firma de la persona o personas denunciantes o, en el caso de que el


peticionario sea una entidad no gubernamental, el nombre y la firma de su representante o
representantes legales;

b. si el peticionario desea que su identidad sea mantenida en reserva frente al Estado;

c. la dirección para recibir correspondencia de la Comisión y, en su caso, número de teléfono,


facsímil y dirección de correo electrónico;

d. una relación del hecho o situación denunciada, con especificación del lugar y fecha de las
violaciones alegadas;

e. de ser posible, el nombre de la víctima, así como de cualquier autoridad pública que haya
tomado conocimiento del hecho o situación denunciada;

f. la indicación del Estado que el peticionario considera responsable, por acción o por omisión,
de la violación de alguno de los derechos humanos consagrados en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y otros instrumentos aplicables, aunque no se haga una referencia
específica al artículo presuntamente violado;

g. el cumplimiento con el plazo previsto en el artículo 32 del presente Reglamento;


h. las gestiones emprendidas para agotar los recursos de la jurisdicción interna o la
imposibilidad de hacerlo conforme al artículo 31 del presente Reglamento;

i. la indicación de si la denuncia ha sido sometida a otro procedimiento de arreglo internacional


conforme al artículo 33 del presente Reglamento.

La generalidad de las peticiones se presentan en forma escrita. El anterior


Reglamento de la CIDH contenía una disposición (artículo 27.1.), que
expresamente exigía la forma escrita, pero el Reglamento vigente ha suprimido
esa exigencia, que si bien se entiende implícita en la mayoría de los casos
siempre ha conocido excepciones. En la práctica la CIDH, ha aceptado
denuncias que le llegan por otros medios, incluso telefónicamente[24],
atendidas la urgencia y gravedad del caso presentado, así como la credibilidad
que ofrece quien efectúa la petición.

En tal sentido, en el formulario de denuncias preparado por la CIDH, que


estudiaremos en el último item de esta unidad, se afirma que: “Se pueden
registrar las quejas por carta, por teléfono, por telex o facsímile. Las quejas
incompletas pueden ser suplementadas posteriormente. En el caso de que
alguna información dada no se pueda conseguir o no exista, escríbase “no se
aplica” o “ninguna”, según proceda”.

Todo indica pues, que el Sistema y concretamente su órgano de acceso (la


Comisión Interamericana), trata de facilitar la entrada de los demandantes
individuales y no sobrecargarles con exigencias formales que limiten sus
posibilidades de acudir a la protección internacional que brinda. En la práctica,
sin embargo, la selección de casos tiene mucha relación con la forma en que el
peticionario presenta su caso[25].

Requisitos sustanciales de admisibilidad

A continuación serán examinadas las cuestiones relativas al agotamiento de los


recursos internos, al plazo para interponer la petición y a la coexistencia de
procedimientos en sede internacional, esto es: los requisitos sustanciales que
han de cumplir las peticiones individuales en el Sistema Interamericano para
superar la fase de admisibilidad.

1. Agotamiento de los recursos de la jurisdicción interna

Es una regla del Derecho Internacional general, que antes de acudir a una
instancia internacional, han de agotarse los recursos que ofrece la jurisdicción
interna del Estado contra el que se pretende dirigir una queja. Y es que las
jurisdicciones nacionales son las primeras llamadas a reparar las violaciones
de derechos humanos que comprometen la responsabilidad del Estado, por lo
que las vías internacionales de protección son subsidiarias de las nacionales a
la hora de tutelar debidamente los derechos fundamentales de sus habitantes.
La necesidad de acudir previamente a la jurisdicción nacional se conoce como
"regla de agotamiento de recursos internos", y es -con pocas excepciones[26]-
una condición de admisibilidad de quejas individuales en los sistemas
internacionales de protección de los derechos humanos.

Hay que tener presente pues, que de entre las herramientas legales a
disposición de las mujeres para defender sus derechos, las primeras que hay
que utilizar son las disponibles en el país. Como reiteradamente ha sostenido la
CIDH, el Sistema Interamericano tiene el carácter de "coadyuvante o
complementario" de los sistemas nacionales y la regla de agotamiento de los
recursos internos "permite a los Estados solucionar previamente las cuestiones
planteadas dentro del marco jurídico propio antes de verse enfrentados a un
proceso internacional"[27].

Ahora bien, a esa obligación de la parte peticionaria de agotar los recursos de


su jurisdicción nacional antes de acudir a la instancia internacional, se
corresponde el deber del Estado de proveer tales recursos [28]. De ahí que se
haya dicho que "el agotamiento de recursos internos también puede percibirse
como un beneficio del individuo, en cuanto un más eficiente funcionamiento del
sistema jurídico del Estado (...) y no como una medida dilatoria o un mero
privilegio a disposición del Estado."[29]

Además de conocer el enunciado de la regla, es necesario que las personas o


entidades que pretendan dirigir peticiones individuales a los órganos
internacionales de protección, tengan muy presente el alcance y calidad que
caracterizan a los recursos internos desde el marco normativo internacional de
los derechos humanos; esto es, qué recursos exige agotar cada sistema para
que una petición sea admitida.

Lo primero a tener presente es que los recursos a agotar son los de la


jurisdicción interna, que como aclara Hector Faúndez, son aquellos “cuyo
conocimiento corresponde a una autoridad judicial, de acuerdo con un
procedimiento pre-establecido y cuyas decisiones poseen fuerza
ejecutoria"[30].

En líneas generales, la práctica jurisprudencial de los órganos internacionales


de protección, ha girado principalmente en torno al criterio de eficacia en
cuanto a los recursos internos que deben ser agotados. En el Sistema
Interamericano, la obligación de la parte peticionaria de agotar recursos
internos, pasa concretamente por la determinación de que el recurso en
cuestión: exista, sea adecuado, y resulte efectivo.

Como la Corte Interamericana tiene establecido “Que sean adecuados significa


que la función de esos recursos, dentro del sistema del derecho interno, sea
idónea para proteger la situación jurídica infringida. En todos los
ordenamientos internos existen múltiples recursos, pero no todos son
aplicables en todas las circunstancias. Si, en un caso específico, el recurso no
es adecuado, es obvio que no hay que agotarlo. Así lo indica el principio de
que la norma está encaminada a producir un efecto y no puede interpretarse
en el sentido de que no produzca ninguno o su resultado sea manifiestamente
absurdo o irrazonable"[31].

La Corte también sostuvo que para considerar que un recurso es eficaz, el


mismo ha de tener la capacidad de “producir el resultado para el que ha sido
concebido”; señalando además que un recurso puede convertirse en inefectivo
“si se le subordina a exigencias procesales que lo hagan inaplicable, si, de
hecho, carece de virtualidad para obligar a las autoridades, resulta peligroso
para los interesados o no se aplica imparcialmente”[32].

Siguiendo los criterios fijados por la doctrina y jurisprudencia internacional,


habrá de evitarse el agotamiento de recursos innecesarios, como las meras
gestiones administrativas o los recursos judiciales extraordinarios que no sean
aptos para remediar la pretendida infracción. De hacerlo podemos poner en
riesgo la posibilidad de acudir a la vía internacional, por ejemplo, dejando que
transcurra el plazo de seis meses que en el Sistema Interamericano se
establece como regla general[33].

En el Sistema Interamericano, el artículo 46.1.a de la Convención Americana


sobre Derechos Humanos [34] establece que, para que una comunicación sea
admitida por la Comisión, se deberán haber “interpuesto y agotado los recursos
de jurisdicción interna, conforme a los principios del Derecho Internacional
generalmente reconocidos”. Dicho artículo prevé en su segundo párrafo
excepciones al agotamiento, en caso que: "a) no exista en la legislación interna
del Estado en cuestión el debido proceso legal para la protección del derecho o
derechos que se alega han sido violados; b) no se haya permitido al presunto
lesionado en sus derechos el acceso a los recursos de la jurisdicción interna, o
haya sido impedido de agotarlos, y; c) haya retardo injustificado en la decisión
sobre los mencionados recursos."

El artículo 31 del Reglamento de la CIDH es concordante con esas


disposiciones y además contempla en su párrafo 3, la inversión de la carga de
la prueba del agotamiento de los recursos internos, correspondiéndole al
Estado demostrar que los mismos no se han agotado, cuando el peticionario
alega la imposibilidad de comprobar el cumplimiento del requisito[35]. Esto ha
dado lugar en muchos casos a la consideración de que cuando el Estado no
objeta nada acerca del agotamiento de recursos internos, la Comisión en su
informe de admisibilidad considere que existe una renuncia tácita de su parte
al derecho de cuestionar la admisibilidad del caso sobre esa base[36].

Excepciones a la regla de agotamiento interno de los recursos, han sido


contempladas en la jurisprudencia constante de los diferentes órganos
internacionales de protección [37]. Ello indica que la regla del agotamiento
también se caracteriza por la flexibilidad en su aplicación, que busca: "revertir
la balanza a favor de la parte ostensivamente más débil, las supuestas
víctimas, y buscar una mayor equilibrio procesal entre las partes, para lograr
soluciones más equitativas y justas a los casos de derechos humanos" [38].

2. El plazo para interponer la petición


El artículo 46.1.b. de la Convención Americana establece que para que una
petición sea admisible, habrá de serle sometida a la Comisión en el plazo de
seis meses, “a partir de la fecha en que el presunto lesionado en sus derechos
haya sido notificado de la decisión definitiva”.

Similar previsión contiene el Reglamento de la Comisión en el artículo 32.1; sin


embargo, en el segundo punto del mismo artículo se establece que, en caso de
que sea de aplicación alguna de las excepciones al requisito de agotamiento de
los recursos internos, el plazo para presentar una petición:“será un plazo
razonable, a criterio de la Comisión. A tal efecto, la Comisión considerará la
fecha en que haya ocurrido la presunta violación de los derechos y las
circunstancias de cada caso” [39].

La Comisión dispone pues de un marco reglamentario sobradamente amplio


para apreciar el cumplimiento del requisito de acudir a la Comisión en
determinado plazo, pues no se ha establecido más que una holgada fórmula de
razonabilidad, que dicho órgano puede interpretar en cada caso.

3. Coexistencia de procedimientos
El artículo 46.1.c. de la Convención Americana establece que, para que una
comunicación sea admitida por la Comisión, se requerirá que “la materia de la
petición o comunicación no esté pendiente de otro procedimiento de arreglo
internacional”. Seguidamente, el punto d. del mismo precepto establece que la
Comisión declarará inadmisible toda petición que ”sea sustancialmente la
reproducción de petición o comunicación anterior ya examinada por la
Comisión u otro organismo internacional”.
En concordancia, el artículo 39 del Reglamento de la Comisión Interamericana,
establece en su primer punto que: “La Comisión no considerará una petición si
la materia contenida en ella: a. se encuentra pendiente de otro procedimiento
de arreglo ante un organismo internacional gubernamental del que sea parte el
Estado aludido; b. reproduce sustancialmente otra petición pendiente o ya
examinada y resuelta por la Comisión u otro organismo internacional
gubernamental del que sea parte el Estado en cuestión”.
La fórmula se amplía con lo dispuesto en el mismo artículo, en su punto 2,
donde se prevé que: “La Comisión no se inhibirá de conocer las peticiones a
las que se refiere el párrafo 1 cuand a. el procedimiento seguido ante otra
organización u organismo se limite a un examen general sobre derechos
humanos en el Estado aludido y no haya decisión sobre los hechos específicos
que son objeto de la petición ante la Comisión o no conduzca a su arreglo
efectivo; b. el peticionario ante la Comisión sea la víctima de la presunta
violación o su familiar y el peticionario ante el otro organismo sea una tercera
persona o una entidad no gubernamental, sin mandato de los primeros.”
Sobre el tema, Cox afirma que: “La Comisión ha tenido un criterio bastante laxo
en relación con este requisito”, y “ha seguido conociendo de casos en los
cuales no obstante que la misma situación histórica está siendo conocida por
otro organismos internacional, la resolución de éste ... no conlleva ningún
efecto jurídico vinculante, ni pecuniario-restrictivo, o de carácter indemnizatorio
por parte del Estado...”[40].
También ha continuado conociendo asuntos cuando pese a estar éstos
pendientes ante otro organismo, los derechos que se consideran violados son
distintos; o cuando no existe identidad entre las personas solicitantes. En
suma, para que se considere el incumplimiento del requisito objeto de análisis
ha de existir una triple identidad: la cosa pedida, la causa de pedir y quién lo
pide.
4. Otras causas de inadmisibilidad
El artículo 47 del Pacto de San José incorpora otras dos causas de
inadmisibilidad de las peticiones, también establecidas en el Reglamento de la
Comisión Interamericana, a saber: que no se expongan hechos que
caractericen una violación de los derechos garantizados en dicha Convención,
y que la comunicación resulte manifiestamente infundada o sea evidente su
total improcedencia. De esta forma, la Convención establece una distinción
entre peticiones incompatibles y manifiestamente mal fundadas. En similar
sentido el Reglamento de la CIDH, en su última versión, también incluye una
causal relativa a que la inadmisibilidad o la improcedencia resulten de una
información o prueba sobreviniente presentada a la Comisión" (ver artículo 34
del Reglamento).
Es claro que las causales de inadmisibilidad relativas al fundamento o
compatibilidad material de la queja, no se refieren a la forma de las
comunicaciones, pues se hace necesario un pre-examen del fondo de la
petición de que se trate en la propia etapa de admisibilidad, para determinar
que no es manifiestamente mal fundada, ni incompatible materialmente.
Siguiendo la clasificación de Santoscoy, en la práctica la Comisión ha
rechazado peticiones por considerarlas manifiestamente mal fundadas en
cuatro situaciones: a) cuando la violación no es imputable a un órgano del
Estado o a agentes que actúan bajo su autoridad; b) en caso de que la
violación sea atribuible a un Estado que no es parte en el Pacto de San José, ni
miembro de la OEA; c) porque la violación no se refiere a derechos
garantizados por la Convención o la Declaración Americanas; 4.- cuando la
denuncia es extremadamente vaga o confusa [41].

Ir a ejercicio de aprendizaje Nº 1
7.3. Aspectos relevantes para completar peticiones

Existe un formulario de denuncias preparado por la propia Comisión “para


facilitar la tarea de las organizaciones de derechos humanos y
otras de ayuda a las víctimas y a los miembros de las familias de
las víctimas, en la presentación de quejas.”

En las instrucciones de dicho formulario, la Comisión hace constar que si bien es

importante facilitar todos los detalles reales posibles, “en casos de emergencia en

que la vida o salud de la presunta víctima pueda estar en peligro”, no debe vacilarse
en “registrar la queja incluso si falta alguna información no esencial”. Ello también

es importante para no perjudicar el éxito procesal de la petición, desde el punto de

vista del plazo de los seis meses.

De la previsión que venimos analizando, es curiosa la indicación de que las quejas

deben ser redactadas “en forma sencilla y directa, sin retórica de carácter político”.

Y una previsión de importancia para las mujeres, especialmente en casos de

menores o de violaciones a la libertad sexual, es la posibilidad de mantener en

reserva la identidad frente al Estado, información ésta que debe hacerse constar en

la misma petición inicial (ver artículo 28 b del Reglamento CIDH).

Ir a ejercicio de aprendizaje Nº 2

7.4. Procedimiento de examen de peticiones individuales ante la CIDH

Los Reglamentos de la Comisión y Corte Interamericanas son los instrumentos

procesales por excelencia del Sistema y desarrollan las disposiciones del Pacto de

San José. Ambos han sido objeto de una importante reforma en el año 2001, que,

como veremos, tienen consecuencias trascendentales para el acceso y el papel de

víctimas y partes peticionarias en el Sistema.

El Capítulo I del Título II del Reglamento, contiene una serie de disposiciones

generales aplicables a todas las peticiones. EL Capítulo II del mismo Título regula el

procedimiento relativo a las peticiones referentes a la Convención Americana y

otros instrumentos aplicables. A continuación, el Capítulo III contienen dos

disposiciones que regulan el régimen procesal de las peticiones referentes a

Estados que no han ratificado la Convención Americana, remitiendo a los capítulos

anteriores en la medida que les son aplicables, concretamente las disposiciones


generales contenidas en el Capítulo I del Título II, así como los artículos 28 al 43 y

45 al 47 del Reglamento.

De esta forma, en el seno de la CIDH conviven dos procedimientos diferenciados

pero similares, en función de la competencia material de dicho organismo respecto

del país contra el que se dirige la petición.

Las peticiones se examinan a través de un procedimiento contradictorio (las partes

se encuentran enfrentadas procesalmente ante el órgano jurisdiccional que dirime

el caso, e impulsan el debate presentando por igual sus argumentos y pruebas) y

confidencial, que atraviesa distintas etapas: inicial, de admisibilidad y decisoria. A

través de ellas analizaremos el desenvolvimiento de las quejas individuales ante

dicho órgano de acceso al Sistema.

La CIDH, además de ser la puerta obligada para los peticionarios interamericanos,

en muchos casos es el único órgano que llega a conocer la petición: bien porque es

interpuesta contra un Estado que no ha ratificado el Pacto de San José o que no ha

aceptado la competencia contenciosa de la Corte Interamericana, bien porque una

vez que el trámite finaliza ante la Comisión, no es elevado al entendimiento de la

Corte por los legitimados para ello. Pero con la reforma al Reglamento de la CIDH,

cada vez serán más los casos que arriben a la Corte Interamericana y que por ende

finalicen con una sentencia de dicho órgano. (ver acápite 7 de esta unidad)

La competencia de la Comisión para conocer de las quejas individuales encuentra

su base en el artículo 41.f. de la Convención Americana[42], y en el artículo 19.a.

[43] de su Estatuto, respecto a los Estados miembros de la OEA que han ratificado

dicha Convención. En relación con los Estados que no son partes en la misma, el
artículo 20.b. del Estatuto de la Comisión, faculta a dicho órgano para “examinar las

comunicaciones que le sean dirigidas y cualquier información disponible”[44].

El curso procesal de las demandas individuales está reglado en el Pacto de San

José[45] y en el Reglamento de la Comisión Interamericana, para los Estados que

han ratificado el primero. Para los Estados que no son parte de la Convención, la

base legal procedimental es el citado Reglamento.

Las denuncias individuales se tramitan ante la Comisión Interamericana a través de

un procedimiento en esencia contradictorio, cuyo propósito es la investigación de

los hechos que según la parte peticionaria podrían violar algún derecho protegido

en el sistema. Como veremos, la contradicción va matizándose a medida que

avanza el procedimiento, y al final del mismo el peticionario llega a perder

formalmente el contacto con su asunto.

Etapa inicial: registro y preadmisibilidad

La Secretaría Ejecutiva de la CIDH es la responsable del estudio y tramitación inicial


de las peticiones que se dirigen al sistema. Cuando una petición arriba a la Comisión
Interamericana, la Secretaría Ejecutiva registra la misma por orden de llegada y le
asigna un número de petición[46]. Si la petición no reúne todos los requisitos de
admisibilidad, la Secretaría puede solicitar a quien efectúa la petición que los
complete.

Cuando la Secretaría Ejecutiva tiene dudas en relación con el cumplimiento de los requisitos,
deberá consultar a la Comisión. (ver artículo 25 del Reglamento CIDH)

Artículo 29. Tramitación inicial

1. La Comisión, actuando inicialmente por intermedio de la Secretaría


Ejecutiva, recibirá y procesará en su tramitación inicial las peticiones que le
sean presentadas, del modo que se describe a continuación:

a. dará entrada a la petición, la registrará, hará constar en ella la fecha de


recepción y acusará recibo al peticionario;
b. si la petición no reúne los requisitos exigidos en el presente Reglamento,
podrá solicitar al peticionario o a su representante que los complete conforme al
artículo 26(2) del presente Reglamento;

c. si la petición expone hechos distintos, o si se refiere a más de una persona o


a presuntas violaciones sin conexión en el tiempo y el espacio, podrá ser
desglosada y tramitada en expedientes separados, a condición de que reúna
todos los requisitos del artículo 28 del presente Reglamento;

d. si dos o más peticiones versan sobre hechos similares, involucran a las


mismas personas, o si revelan el mismo patrón de conducta, las podrá
acumular y tramitar en un mismo expediente;

e. en los casos previstos en los incisos c y d, notificará por escrito a los


peticionarios.

2. En casos de gravedad o urgencia, la Secretaría Ejecutiva notificará de


inmediato a la Comisión.
Admisibilidad

Anteriormente en esta unidad hemos tratado los requisitos de admisibilidad que han de
reunir las peticiones individuales para ser acogidas por el Sistema. Ahora
analizaremos la cuestión desde otro punto de vista, a saber, ateniéndonos a los
aspectos procesales más relevantes que surgen a la hora de examinar la admisibilidad
de este tipo de comunicaciones.

Cuando la Comisión Interamericana recibe un asunto, lo primero que hace es


determinar su competencia sobre el mismo, ratione personae, materiae y temporis; así
como dilucidar si se cumplen los requisitos de admisibilidad ya analizados.

Una vez que la petición ha sido registrada y su admisibilidad verificada prima facie, se
transmite al Estado en cuestión “las partes pertinentes de la petición” , y el Estado
deberá enviar su respuesta en dos meses. Con esta información la CIDH se pronunciará sobre la
admisibilidad pudiendo también, si lo entiende necesario, invitar a las partes a presentar
observaciones adicionales, bien de forma escrita o en una audiencia.
Artículo 30. Procedimiento de admisibilidad

1. La Comisión, a través de su Secretaría Ejecutiva, dará trámite a las


peticiones que reúnan los requisitos previstos en el artículo 28 del presente
Reglamento.
2. A tal efecto, transmitirá las partes pertinentes de la petición al Estado en cuestión.
La identidad del peticionario no será revelada, salvo su autorización expresa. La
solicitud de información al Estado no prejuzgará sobre la decisión de admisibilidad que
adopte la Comisión.
3. El Estado presentará su respuesta dentro del plazo de dos meses contados desde la
fecha de transmisión. La Secretaría Ejecutiva evaluará solicitudes de prórroga de
dicho plazo que estén debidamente fundadas. Sin embargo, no concederá prórrogas
que excedan de tres meses contados a partir de la fecha del envío de la primera
solicitud de información al Estado.

4. En caso de gravedad o urgencia o cuando se considere que la vida de una persona


o su integridad personal se encuentre en peligro real o inminente, la Comisión
solicitará al Estado su más pronta respuesta, a cuyo efecto utilizará los medios que
considere más expeditos.

5. Antes de pronunciarse sobre la admisibilidad de la petición, la Comisión podrá invitar


a las partes a presentar observaciones adicionales, ya sea por escrito o en una
audiencia, conforme a lo establecido en el Capítulo VI del presente Reglamento.

6. Recibidas las observaciones o transcurrido el plazo fijado sin que sean recibidas, la
Comisión verificará si existen o subsisten los motivos de la petición. Si considera que
no existen o subsisten, mandará a archivar el expediente.

En el seno de la CIDH existe un Grupo de trabajo sobre admisibilidad, que se


reúne con anterioridad a cada período de sesiones “a fin de estudiar la
admisibilidad de las peticiones y formular recomendaciones al plenario de la
Comisión”(ver artículo 36 del Reglamento CIDH).

Tras examinar las posiciones de las partes, la CIDH va a pronunciarse sobre la


admisibilidad del asunto en un informe separado y público. Es al dictarse esa
decisión cuando la petición se registra como caso y se da inicio al
procedimiento sobre el fondo, sin que la declaración de que un asunto es
admisible suponga un prejuzgamiento sobre el fondo del asunto.

Excepcionalmente, la CIDH puede unir el tratamiento de la admisibilidad con el


debate y decisión sobre el fondo del asunto.
Artículo 37. Decisión sobre admisibilidad

1. Una vez consideradas las posiciones de las partes, la Comisión se


pronunciará sobre la admisibilidad del asunto. Los informes de admisibilidad e
inadmisiblidad serán públicos y la Comisión los incluirá en su Informe Anual a la
Asamblea General de la OEA.
2. Con ocasión de la adopción del informe de admisibilidad, la petición será
registrada como caso y se iniciará el procedimiento sobre el fondo. La
adopción del informe de admisibilidad no prejuzga sobre el fondo del asunto.
3. En circunstancias excepcionales, y luego de haber solicitado información
a las partes de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 30 del presente
Reglamento, la Comisión podrá abrir el caso pero diferir el tratamiento de la
admisibilidad hasta el debate y decisión sobre el fondo. La apertura del caso se
efectuará mediante una comunicación escrita a ambas partes.

Como ya indicamos, un matiz procesal de importancia en la etapa de


admisibilidad es el referido a inversión de la carga de la prueba en cuanto al
agotamiento de los recursos internos, toda vez que cuando la parte peticionaria
afirma la imposibilidad de comprobar tal requisito “corresponderá al Estado en
cuestión demostrar que los recursos internos no han sido agotados, a menos
que ello se deduzca claramente del expediente”(ver artículo 31.3 del
Reglamento CIDH).

La falta de agotamiento de los recursos internos es la defensa más común que


oponen los Estados, resultando de la práctica del Sistema que tal defensa
“debe ser interpuesta por el Estado en la primera oportunidad procesal y que a
él incumbe la carga de la prueba sobre la existencia de recursos internos
efectivos sobre el caso de especie”[47].

Fondo

Al decretar la apertura de un caso, la CIDH concederá un plazo de dos meses


a la parte peticionaria para presentar sus observaciones adicionales sobre el
fondo; transmitiéndose las partes pertinentes de tales observaciones al Estado
para que presente las suyas en igual plazo de dos meses.

Antes de tomar su decisión sobre el fondo, la CIDH dará la oportunidad a las partes de
manifestarse sobre su interés en iniciar el procedimiento de solución amistosa, al que
nos referiremos posteriormente. También podrá invitarlas a que amplíen sus
observaciones y, si lo estima necesario, convocar una audiencia.
Artículo 38. Procedimiento sobre el fondo
Con la apertura del caso, la Comisión fijará un plazo de dos meses para que los
peticionarios presenten sus observaciones adicionales sobre el fondo. Las partes
pertinentes de dichas observaciones serán transmitidas al Estado en cuestión a fin de que
presente sus observaciones dentro del plazo de dos meses.

Antes de pronunciarse sobre el fondo de la petición, la Comisión fijará un plazo para que las
partes manifiesten si tienen interés en iniciar el procedimiento de solución amistosa previsto
en el artículo 41 del presente Reglamento. Asimismo, la Comisión podrá invitar a las partes
a presentar observaciones adicionales por escrito.

Si lo estima necesario para avanzar en el conocimiento del caso, la Comisión podrá


convocar a las partes a una audiencia, conforme a lo establecido en el Capítulo VI del
presente Reglamento.

La Comisión, de cara a obtener la necesaria evidencia para el establecimiento de los


hechos, puede acudir a: “i) la información que le proporcionen las partes en la
controversia; ii) la evidencia obtenida en las audiencias, privadas o públicas, en
presencia de las partes, convocadas para examinar una petición o comunicación; y iii)
la investigación directa de los hechos, incluyendo la posibilidad de realizar visitas al
territorio del Estado en que supuestamente se ha cometido la violación”[48]

Según el Reglamento de la Comisión, se presumirán verdaderos los hechos alegados


en la petición, si el Estado no suministra información relevante para controvertirlos en
el plazo otorgado, siempre que de otros elementos de prueba no resulte una
conclusión distinta(ver artículo 39 Reglamento CIDH). Sin duda, la claúsula obedece a
la desatención continuada de algunos Gobiernos a los pedidos de información de la
Comisión; y es una práctica que ayuda a salvar las dificultades probatorias de la parte
peticionaria, notablemente más débil en el proceso por comparación con las
posibilidades que ofrece el aparato estatal, en caso de falta de colaboración del
Estado en el proceso interamericano,

Además, si se considera necesario y conveniente, la CIDH puede realizar una


investigación in loco, para lo cual solicitará las facilidades necesarias al Estado en
cuestión (ver artículo 40 del Reglamento CIDH)

En sus deliberaciones e informe sobre el fondo, la CIDH debe considerar los alegatos
y pruebas suministradas por las partes, la información obtenida en las audiencias y
observaciones in loco, así como otra información pertinente de público conocimiento.
Las deliberaciones de la CIDH sobre el fondo de los casos se harán en privado, siendo
el debate confidencial en todos sus aspectos.(ver artículo 42 Reglamento CIDH).

Seguidamente, la CIDH dictará su informe sobre el caso. Los informes que el vigente
Reglamento señala, constituyen la reglamentación procesal de los artículos 50 y 51 del
Pacto de San José, preceptos que han generado una enorme polémica doctrinal y
jurisprudencial en la historia del Sistema [49]
Artículo 50 Convención Americana o Pacto de San José

1. De no llegarse a una solución, y dentro del plazo que fije el Estatuto de la Comisión,
ésta redactará un informe en el que expondrá los hechos y sus conclusiones. Si el
informe no representa, en todo o en parte la opinión unánime de los miembros de la
Comisión, cualquiera de ellos podrá agregar a dicho informe su opinión por separado.
También se agregarán al informe las exposiciones verbales o escritas que hayan
hecho los interesados en virtud del inciso 1.e. del artículo 48.

2. El informe será transmitido a los Estados interesados, quienes no estarán facultados


para publicarlo.

3. Al transmitir el informe, la Comisión puede formular las proposiciones y


recomendaciones que juzgue oportunas.”

Artículo 51 Convención Americana o Pacto de San José

1. Si en el plazo de tres meses, a partir de la remisión a los Estados interesados del


informe de la Comisión, el asunto no ha sido solucionado o sometido a la decisión de
la Corte por la Comisión o por el Estado interesado, aceptando su competencia, la
Comisión podrá emitir, por mayoría absoluta de votos de sus miembros, su opinión y
conclusiones sobre la cuestión sometida a su consideración.
2. La Comisión hará las recomendaciones pertinentes y fijará un plazo dentro del cual el Estado debe tomar las medidas que le
competan para remediar la situación examinada.

3. Transcurrido el período fijado, la Comisión decidirá, por la mayoría absoluta de votos


de sus miembros, si el Estado ha tomado o no medidas adecuadas y si publica o no su
informe.

Informe preliminar

Tras deliberar y votar sobre el fondo de un caso, la CIDH dicta un informe. El


artículo 43 del Reglamento de la CIDH, establece los diferentes
caminos procesales que puede seguir el informe sobre el fondo. Si
se establece que no hubo violación, se manifestará en el informe,
este será transmitido a las partes, es decir, tanto al Estado como a
la parte peticionaria, y publicado en el Informe Anual de la CIDH a
la Asamblea General de la OEA.

De establecerse una o más violaciones, se prepara un informe preliminar que


será transmitido únicamente al Estado y no es susceptible de
publicación por el mismo, en el cual se otorga un plazo al Estado
para que informe sobre las medidas adoptadas para cumplir las
recomendaciones de la CIDH.
En este último caso se notificará a la parte peticionaria la adopción del informe y su

transmisión al Estado, no así la integridad del informe. Si bien es un avance


procesal de importancia respecto al régimen anterior, que la parte peticionaria

conozca al menos la situación procesal en que se encuentra “su” caso, sigue

quedando espacio para la crítica tras la reforma procesal del Sistema; pues la

transmisión exclusiva al Estado del informe íntegro dictado por la Comisión en los

términos del nuevo artículo 43, sigue constituyendo una clara prebenda a favor de

aquel, que le juega en contra a la parte peticionaria, ya que le mantiene en una

especie de limbo respecto a su propio asunto, en la etapa más importante de un

proceso en el que ha participado plenamente hasta entonces. Esperemos que las

próximas reformas del Sistema solucionen por fin este desequilibrio procesal, que

atenta contra el buen proceso interamericano.

En la misma notificación, la CIDH va a preguntar a la parte peticionaria sobre su

interés en elevar el caso al conocimiento de la Corte Interamericana, en el supuesto

de que el Estado haya ratificado el Pacto de San José y aceptado la competencia

contenciosa de la Corte(ver artículo 43 Reglamento CIHD).

De la redacción del mencionado artículo 43, parece desprenderse que en los casos

en que no se constata la violación de un derecho protegido por el Sistema, el caso

terminará con la decisión de la Comisión, pues el precepto calla respecto a la

consulta de la parte peticionaria que sí explicita cuando se trata de un informe de

violación de derechos. Sin embargo, es precisamente en esos casos en los que la

CIDH debería reenviar automáticamente el caso a la Corte Interamericana, tal cual

hacía la antigua Comisión Europea. En cualquier caso, será la práctica sostenida

del sistema tras la reforma, la que despejará el alcance de esta disposición.

Asimismo, el Reglamento vigente ha eliminado de su letra la posibilidad de que se

reconsideren los Informes relativos a Estados que no han ratificado el Pacto de San

José, algo previsto en el artículo 54 del antiguo interna corporis.


Si dentro del plazo de tres meses, el caso es derivado a la Corte por la Comisión o

el Estado, este será el único informe que dicte la Comisión.

Informe definitivo

Ahora bien, si dentro del plazo de tres meses tras la transmisión del informe

preliminar, el asunto no ha sido solucionado por el Estado en cuestión, o no ha sido

sometido a la jurisdicción de la Corte en el supuesto de que esto fuera posible, la

CIDH tiene la facultad de dictar un informe definitivo, por mayoría absoluta de votos.

Dicho informe contendrá la opinión, conclusiones finales y recomendaciones de la

CIDH. Dicho informe será transmitido a las partes, que deberán presentar en el

plazo señalado informaciones sobre su cumplimiento; y en función de que se

cumplan sus recomendaciones, la CIDH decidirá la publicación del informe

definitivo (ver artículo 45 Reglamento CIDH)

En el Reglamento reformado de la CIDH se ha introducido una importante cláusula

de seguimiento de las recomendaciones que la Comisión efectúe, en sus informes

de solución amistosa o de fondo (ver arículo 46 Reglamento CIDH). La parte

peticionaria deberá tener muy en cuenta este precepto y hacerlo valer en relación

con su contraparte estatal ante la CIDH.

7.5. Derivación del caso a la Corte

A partir de la importante reforma al Reglamento de la Comisión en vigor desde el 1

de mayo de 2001, las personas usuarias del sistema han dado un paso importante

hacia el examen de sus casos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos,

una vez concluido el trámite ante la Comisión. Ello se ha logrado por la nueva

redacción del artículo 44 de dicho Reglamento, que objetiva los criterios de la CIDH

para el envío de casos a la Corte, que antes eran discrecionales.


De esta forma, cuando la Comisión considere que el Estado no ha cumplido con

sus recomendaciones, y siempre y cuando el mismo haya reconocido la

competencia contenciosa de la Corte, someterá el caso a la misma, salvo que la

mayoría absoluta de la Comisión por decisión fundada acuerde lo contrario[50].

Como reza dicho artículo "la CIDH considerará fundamentalmente la obtención de

justicia en el caso concreto", teniendo en cuenta, entre otros, una serie de

elementos, a saber, la posición de la parte peticionaria; la naturaleza y gravedad de

la violación; la necesidad de desarrollar o aclarar la jurisprudencia del Sistema; el

eventual efecto de la decisión en los ordenamientos jurídicos de los Estados

miembros; y la calidad de la prueba disponible.

Con esta reforma, se posibilita que lleguen más casos a la Corte Interamericana de

Derechos Humanos, lo cual es muy positivo para el Sistema y en el caso concreto

de los derechos humanos de las mujeres, puede ser un gran estímulo para la

consolidación progresiva de una jurisprudencia judicial interamericana con real

perspectiva de género.

Las relaciones entre Comisión y Corte, han sido reguladas además en los artículos

71 a 74 del Reglamento de la CIDH, a cuya lectura remitimos.

7.6. Institutos procesales de particular importancia en el procedimiento

ante la CIDH

Medidas cautelares

Al igual que el anterior, el vigente Reglamento de la Comisión prevé la posibilidad

de que, de oficio o a instancia de parte, la Comisión efectué las acciones que


considere precisas para ejercer sus funciones. Así, en caso de urgencia y de

gravedad, a fin de evitar daños irreparables para las personas, puede la Comisión

pedir al Estado la adopción de medidas cautelares, sin que su otorgamiento ni

adopción prejuzguen en relación con la decisión final art 25.

Esta posibilidad es muy importante para la protección de los derechos de las

víctimas que acuden al Sistema y debe ser tenida especialmente en cuenta en

casos sobre violencia contra las mujeres, cuando la vida o integridad física de la

mujer corra peligro. Las medidas cautelares pueden ser solicitadas en la propia

petición o a lo largo de la tramitación del procedimiento ante la CIDH, en el

momento que surja una situación que las haga necesarias, la cual debe ser

debidamente argumentada.

Artículo 25. Medidas cautelares

1. En caso de gravedad y urgencia y toda vez que resulte necesario de


acuerdo a la información disponible, la Comisión podrá, a iniciativa propia o a
petición de parte, solicitar al Estado de que se trate la adopción de medidas
cautelares para evitar daños irreparables a las personas.

2. Si la Comisión no está reunida, el Presidente, o a falta de éste, uno de


los Vicepresidentes, consultará por medio de la Secretaría Ejecutiva con los
demás miembros sobre la aplicación de lo dispuesto en el párrafo anterior. Si
no fuera posible hacer la consulta dentro de un plazo razonable de acuerdo a
las circunstancias, el Presidente tomará la decisión, en nombre de la Comisión
y la comunicará a sus miembros.

3. La Comisión podrá solicitar información a las partes interesadas sobre


cualquier asunto relacionado con la adopción y vigencia de las medidas
cautelares.

4. El otorgamiento de tales medidas y su adopción por el Estado no


constituirán prejuzgamiento sobre el fondo de la cuestión.

Ir al ejercicio de aprendizaje Nº 3
Solución Amistosa

También existe posibilidad de que las partes alcancen una solución amistosa sobre

el objeto de la litis, para lo cual la Comisión se pone a disposición de aquellas

durante la tramitación de la petición[51].

La importancia de esta etapa procesal es enorme, pues supone un enorme avance

respecto a la concepción clásica del Derecho Internacional ya que, como afirma

Kiss: “el individuo puede no solamente quejarse de actos de su Estado ante una

instancia internacional, sino que puede también entablar verdaderas negociaciones

con su propio gobierno”[52].

La Comisión Interamericana, en cualquier etapa del examen de una petición, está

facultada para ponerse a disposición de las partes (a petición de cualquiera de ellas

o por iniciativa propia) para facilitar una solución amistosa del asunto, a partir del

consentimiento de las partes[53]. Ahora bien, si la Comisión advierte durante la

tramitación del asunto, que el mismo no es susceptible de una solución amistosa, si

alguna de las partes no consiente en la aplicación de tal procedimiento, o no

muestre voluntad de llegar a una solución amistosa basada en el respeto de los

derechos humanos, podrá dar por concluida su intervención como órgano de

conciliación.(ver artículo 41,4 Reglamento CIDH)

En todos los casos, la solución amistosa “deberá fundarse en el respeto de los

derechos humanos reconocidos en la Convención Americana sobre Derechos

Humanos, la Declaración Americana y otros instrumentos aplicables” (artículo 41.5

Reglamento CIDH)
Si se alcanzase el arreglo amistoso, la Comisión emitirá un informe, con una breve

exposición de los hechos y de la solución lograda, el cual se transmitirá a las partes

interesadas y será publicado[54].

Mucho se ha discutido sobre la naturaleza obligatoria o facultativa del trámite de la

solución amistosa ante la Comisión Interamericana; esto es, si se trata de una

etapa procesal obligada para dicho órgano en el tratamiento de demandas; o sólo

se produce cuando una de las partes lo solicita y la contraria no se opone, o si la

propia Comisión lo entiende procedente.

En las sentencias de Excepciones Preliminares de los tres primeros casos que

entendió la Corte Interamericana, conocidos como los “casos hondureños”, se

establece: “Desde un punto de vista literal, la frase utilizada por el artículo 48.1.f) de

la Convención, la Comisión “se pondrá a disposición de las partes interesadas, a fin

de llegar a una solución amistosa”, parece establecer un trámite obligatorio. Sin

embargo, la Corte considera que una interpretación, de acuerdo con el contexto de

la Convención, lleva al convencimiento de que esa actuación de la Comisión debe

intentarse sólo cuando las circunstancias de una controversia determinen la

necesidad o la conveniencia de utilizar este instrumento, supuestos sujetos a la

apreciación de la Comisión”[55].

Una interpretación de la Corte en relación con el artículo 45.2. del Reglamento de la

Comisión (actual artículo 41) estableció que dicho precepto pone de relieve que: “la

Comisión posee facultades discrecionales, pero de ninguna manera arbitrarias,

para decidir, en cada caso, si resulta conveniente o adecuado el procedimiento de

solución amistosa para resolver el asunto en beneficio del respeto a los derechos

humanos”[56].
Al hilo del precedente criterio de la Corte, se ha recordado que: “la distinción

cardinal entre peticionario y víctima que establece el Sistema Interamericano puede

conducir a la virtual imposibilidad de intentar una solución amistosa cuando el

primero carece de mandato suficiente para negociar en nombre de la persona

afectada en sus derechos”[57].

En la actualidad, la Comisión Interamericana ha acuñado la práctica de ponerse a


disposición de las partes, en aras de lograr la solución amistosa del asunto como
principio general en todos los casos que se encuentra tramitando[58].

Artículo 41. Solución amistosa

1. La Comisión se pondrá a disposición de las partes en cualquier etapa del


examen de una petición o caso, por iniciativa propia o a solicitud de cualquiera
de ellas a fin de llegar a una solución amistosa del asunto fundada en el
respeto de los derechos humanos establecidos en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, la Declaración Americana y otros instrumentos
aplicables.

2. El procedimiento de solución amistosa se iniciará y continuará con base en el


consentimiento de las partes.

3. Cuando lo considere necesario, la Comisión podrá encomendar a uno o más


de sus miembros la tarea de facilitar la negociación entre las partes.

4. La Comisión podrá dar por concluida su intervención en el procedimiento de


solución amistosa si advierte que el asunto no es susceptible de resolverse por
esta vía, o alguna de las partes no consiente en su aplicación, decide no
continuar en él, o no muestra la voluntad de llegar a una solución amistosa
fundada en el respeto de los derechos humanos.

5. Si se logra una solución amistosa, la Comisión aprobará un informe con una


breve exposición de los hechos y de la solución lograda, lo transmitirá a las
partes y lo publicará. Antes de aprobar dicho informe, la Comisión verificará si
la víctima de la presunta violación o, en su caso, sus derechohabientes, han
dado su consentimiento en el acuerdo de solución amistosa. En todos los
casos, la solución amistosa deberá fundarse en el respeto de los derechos
humanos reconocidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
la Declaración Americana y otros instrumentos aplicables.

6. De no llegarse a una solución amistosa, la Comisión proseguirá con el


trámite de la petición o caso.
Ir al ejercicio de aprendizaje Nº 4
Desistimiento

El desistimiento puede suponer la terminación anticipada del proceso ante la CIDH.

Se produce cuando la parte peticionaria declina de proseguir con la defensa de su

caso ante la CIDH. Pero la voluntad de parte no es determinante de la decisión que

adopte la Comisión, toda vez que pese al desistimiento de la parte peticionaria, la

CIDH puede decidir proseguir con la tramitación del caso cuando entienda que la

protección de algún derecho está en juego. (ver artículo 35, Reglamento CIDH)

Audiencias

Tanto por iniciativa propia como a solicitud de parte interesada, la Comisión


podrá celebrar audiencias. El Presidente de la Comisión, a propuesta del
Secretario Ejecutivo, adoptará la decisión de celebrarlas (ver arículo 59,
Reglamento CIDH).

Varios pueden ser los objetivos de las audiencias, como recibir información de
las partes con relación a alguna petición, caso en trámite ante la Comisión,
seguimiento de recomendaciones, medidas cautelares, o información de
carácter general o particular relacionada con los derechos humanos en uno o
más Estados miembros de la OEA (ver artículo 60, Reglamento CIDH).

Las personas que acudan a una audiencia o que durante ella suministren a la
Comisión informaciones, testimonios o pruebas de cualquier carácter, deben
recibir todas las garantías pertinentes del Estado, que no podrá enjuiciar a los
testigos ni a los peritos, ni ejercer represalias contra ellos o sus familiares, a
causa de sus declaraciones o dictámenes rendidos ante la Comisión (ver
artículo 61, Reglamento CIDH)

En las audiencias sobre peticiones o casos, la CIDH recibe exposiciones


verbales y escritas de las partes sobre hechos nuevos e información adicional a
la que ha sido aportada durante el procedimiento. Dicha información puede
referirse a cualquiera de las etapas procesales del trámite de un caso:
admisibilidad; inicio o desarrollo del procedimiento de solución amistosa;
comprobación de los hechos; fondo del asunto; seguimiento de
recomendaciones; o cualquier otra cuestión relativa al trámite de la petición o
caso.(ver artículo 63.1)
Artículo 62. Audiencias sobre peticiones o casos

1. Las audiencias sobre peticiones o casos tendrán por objeto recibir


exposiciones verbales y escritas de las partes sobre hechos nuevos e
información adicional a la que ha sido aportada durante el
procedimiento. La información podrá referirse a alguna de las
siguientes cuestiones: admisibilidad; inicio o desarrollo del
procedimiento de solución amistosa; comprobación de los hechos;
fondo del asunto; seguimiento de recomendaciones; o cualquier otra
cuestión relativa al trámite de la petición o caso.

2. Las solicitudes de audiencia deberán ser presentadas por escrito con una
anticipación no menor a 40 días del inicio del correspondiente período
de sesiones de la Comisión. Las solicitudes de audiencia indicarán su
objeto y la identidad de los participantes.

3. Si la Comisión accede a la solicitud o decide celebrarla por iniciativa propia,


deberá convocar a ambas partes. Si una parte debidamente
notificada no comparece, la Comisión proseguirá con la audiencia. La
Comisión adoptará las medidas necesarias para preservar la identidad
de los peritos y testigos, si estima que éstos requieren tal protección.

4. La Secretaría Ejecutiva informará a las partes acerca de la fecha, lugar y


hora de la audiencia, con una anticipación no menor a un mes de su
celebración. Sin embargo, dicho plazo podrá ser menor si los
participantes otorgan a la Secretaría Ejecutiva su consentimiento
previo y expreso

La CIDH también celebra audiencias de tipo general, en las que,


principalmente a través de organizaciones no gubernamentales y
personas defensoras de derechos humanos, recaba información
sobre la situación de derechos humanos en uno o más Estados. Ya
alguna de estas audiencias ha girado en torno a la situación de los
derechos humanos de las mujeres en el continente, como las
celebradas en el 113 y 114 periodo de Sesiones de la CIDH en los años
2002 y 2003 (ver información en Lecturas Básicas). Con seguridad
seguirán produciéndose periódicamente, siendo una gran
oportunidad para las ONG de llevar sus preocupaciones al Sistema.

Artículo 64. Audiencias de carácter general


1. Los interesados en presentar a la Comisión testimonios o informaciones
sobre la situación de los derechos humanos en uno o más Estados, o sobre
asuntos de interés general, deberán solicitar una audiencia a la Secretaría
Ejecutiva, con la debida antelación al respectivo período de sesiones.

2. El solicitante deberá expresar el objeto de la comparecencia, una síntesis de


las materias que serán expuestas, el tiempo aproximado que consideran
necesario para tal efecto, y la identidad de los participantes.

El procedimiento ante la CIDH es de naturaleza confidencial, por ello que la


asistencia a las audiencias está limitado a los representantes de las partes, la
CIDH y el personal de su Secretaría Ejecutiva. La decisión sobre la presencia
de otras personas corresponderá exclusivamente a la Comisión, que deberá
informar al respecto a las partes antes del inicio de la audiencia, en forma oral
o escrita.

En cuanto a los gastos que genera la producción de pruebas en una audiencia,


correrá por cuenta de la parte que la proponga. (ver artículos 66 y 67,
Reglamento CIDH)

Ir al ejercicio de aprendizaje Nº 5

Вам также может понравиться