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Introducción
Y segundo, porque los cuatro documentos que recoge esta obra, me suman a la
inquietud del autor: a saber, la necesidad de “plantear una amplia discusión sobre
la necesidad de transformar el sistema político y de partidos, así como las
prácticas de negocios que imperan en la nación”.
I. Tesis
Al discernir la idea o tesis central de la obra que nos ocupa, permítanme recordar una de
las tantas frases lapidarias del apóstol cubano, José Martí.
Así como Martí habló y escribió sobre Estados Unidos, porque había vivido en “las
entrañas del monstruo”, de igual manera Pelelgrín Castillo encara el mundo político
dominicano gracias, no sólo a su capacidad discursiva, sino a la experiencia de primera
mano que ha acumulado desde su atalaya, es decir, su militancia política y su bancada en
el Congreso Nacional. Desde ahí reconoce y denuncia el mal que padece el cuerpo social
dominicano:
Las cosas así a nadie extraña la falta de estabilidad en las funciones públicas, el pseudos-
derecho a la expoliación, el tráfico de influencias, la más variadas formas de corrupción,
y la ineficiente y siempre creciente burocracia estatal que Pelegrín Castillo denuncia
como rasgos dominantes del sistema político dominicano.
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El reverso de este modus operandi político es el rentismo en los negocios. Las grandes
sumas de dinero invertidas por empresarios y grupos empresariales en la política y en
políticos particulares incuba desde las campañas electorales una serie de asociaciones
más o menos subrepticias
“que luego se reflejan en las decisiones y políticas públicas con unos altos costos
sociales: desde grandes obras de dudosa utilidad, hasta la concertación de
préstamos leoninos, siempre para atender las perentorias necesidades populares”.
En efecto, no es viable, no tanto por motivos de ética social o por la disciplina que
conlleva la apertura de los mercados y la integración pleno derecho a la economía
internacional, sino porque la práctica de los negocios rentistas genera unos costos tan
elevados que impiden el funcionamiento adecuado de la nación en el orden institucional,
económico y social.
Por tal razón, ha llegado la hora de cambiar un sistema que no da más de sí.
“En la medida en que las clases medias que están pagando duramente el precio de
la crisis en términos fiscales, y los sectores productivos que están convencidos de
que su futuro se encuentra en los mercados exteriores en esta hora de crisis
nacional profunda, asuman una actitud de cuestionamiento y rechazo al orden
clientelista-populista-rentista establecido, demandando firmemente de los actores
políticos un cambio que no han sido capaces de percibir y realizar por ellos
mismos.”
Nótese detenidamente lo que ahí se dice, la luz de esperanza proviene de la clase media y
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Pero no más de eso pues, los actores políticos no han sido capaces de percibir y realizar
por ellos mismos las transformaciones requeridas.
III. Conclusión
A. La dinámica social.
B. La información
La forma más idónea para propiciar la movilización de todas las clases y grupos sociales
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No obstante, todos lo sabemos, el secreto socava la democracia. Y por eso, tal y como
escribe Joseph E. Stiglitz, “sólo puede haber responsabilidad democrática si aquellos ante
los que son supuestamente responsables las instituciones públicas, nacionales e
internacionales, cuentan con buena información sobre lo que están haciendo”.
C. Desafíos conceptuales
Recordemos que en el pasado Adam Smith aportó un modelo que defendía los mercados
y el afán de lucro, en tanto que normados por el Estado. Marx, consciente de los efectos
adversos que el capitalismo parecía ejercer sobre los trabajadores del siglo XIX, presentó
un modelo alternativo. El modelo marxista, una vez petrificado en el régimen imperante
en la ex Unión Soviética, expiró en la década de los noventa del siglo pasado.
Claro está, no hay un solo modelo de mercado. Y por eso, entre nosotros también es
impostergable la discusión teórica sobre cuál debe ser el valor del Estado nación y qué
papel debe cumplir él y las fuerzas políticas para que cualquier sociedad y cualquier
economía funcionen de manera justa, eficiente y más humana.
Por añadidura, los documentos en cuestión no dan luz alguna sobre el valor del Estado
nación en la era de la globalización, a pesar de las referencias a Haití y a la apertura de
mercados.
D. La justicia.
Si algo sorprendió mi lectura del documento es la notoria ausencia del papel de la Justicia
en un tiempo en que se imponen cambios radicales para la nación y el Estado
dominicano.
Sin embargo, me pareció indispensable afirmar de la mano de Eric Weil que el punto de
reconciliación entre la movilización social y la concepción de nuevos modelos de
organización depende, en primer y último lugar, del papel asignado a la autonomía y
desempeño del Poder Judicial.
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Precisamente, eso es lo que hace falta para revalorizar y construir nuestra nacionalidad. Y
por eso es tan bienvenida la discusión a la que nos invita el licenciado Pelegrín Castillo
Semán, como su realista declaración de principios:
Ante tal confesión de fe, sólo me resta felicitar al autor y exhortarlos a ustedes a intentar,
con el mismo entusiasmo y vigor que Pelegrín Castillo Semán lo que a muchos
ciertamente parecerá imposible pero que para todos no debe ser más que el esfuerzo
propio de quienes saben que la Patria es lugar común de sacrificios e inmolación.
Fernando I. Ferrán
Santo Domingo,
16.3.2006