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Psicoanálisis

El Psicoanálisis y las nuevas formulaciones psicoanalíticas: la búsqueda


de la causa inconsciente de la conducta.
El psicoanálisis es una teoría desde la que se consideró que la historia del
individuo, sobre todo los primeros años, es esencial para comprender el
funcionamiento adulto. Para Freud, padre del psicoanálisis, los primeros
conflictos determinan en parte el funcionamiento adulto. El psicoanálisis
supuso una ruptura con la línea dominante, al considerar que para
interpretar nuestros actos hay que considerar un conjunto de mecanismos
inconscientes.

Para Freud el psicoanálisis no


constituye una búsqueda científica
imparcial, sino que es un acto
terapéutico cuyo objetivo es
modificar el comportamiento.
Posteriormente añadió que la
elaboración y extensión de la teoría
hace que el psicoanálisis sea,
además de una técnica terapéutica
y de una teoría auxiliar de la
patología, una teoría del psiquismo
humano. El carácter general de la
teoría lo reafirmó cuando insistió en la identidad de los contenidos
psíquicos de los individuos neuróticos y sanos: los primeros fracasan
donde los segundos consiguen resolver los conflictos.

Autores como Moscovici (1961) han señalado que visión del ser humano
propuesta por el psicoanálisis forma parte de las representaciones
mentales de las personas.

La teoría psicoanalítica basa su información en tres fuentes de


información: la observación directa, los recuerdos infantiles y las
interpretaciones. Sin embargo, la observación no era suficiente pues
chocaba con la actitud que los adultos tenían respecto a la sexualidad
infantil, por esto Freud no comunicó jamás sus observaciones sobre el
comportamiento infantil, a excepción del juego de la bobina de su nieto y
de las observaciones procedentes del análisis del pequeño Hans.

El niño de la teoría psicoanalítica era una


elaboración teórica basada en las
interpretaciones que hace el psicoanalista de los
recuerdos infantiles; es reconstrucción más que
construcción, lo que plantea numerosos
problemas de validez. Esta situación cambió con
los trabajos de autores como A. Freud, Hartmann, Winnicott, Kris, Erikson,
Spitz o Mahler que introdujeron la observación directa como método para
validar, corregir o completar las reconstrucciones de la teoría
psicoanalítica.

Al analizar la concepción del desarrollo de Freud hay autores, como Zukier


(1985) , que afirman que no hay un concepto del desarrollo en él salvo la
compulsión a la repetición; sin embargo, hay otros, como Morss
(1996) que señalan que Freud rompe con un desarrollismo uniforme. A
pesar de planteamientos como los de Zukier, podemos establecer algunas
tendencias generales en la evolución del individuo tal y como lo concibió
Freud:

a. La sucesión de las fases del desarrollo de la sexualidad tiene una base


biológica, pero existen múltiples maneras de resolver los conflictos
presentes, tanto las pulsiones del Yo (autoconservación) como diferentes
factores externos pueden jugar un papel decisivo.
b. Estas fases son cualitativamente diferentes, es decir, no presentan
semejanza alguna.
c. La evolución normal puede dar lugar a desvíos, dominados por dos
mecanismos fundamentales, por un lado la fijación de la libido en fases u
objetos anteriores en el desarrollo, y por otro la regresión o tendencia a volver
a las fases no superadas.
d. Los conflictos entre las pulsiones y el Yo constituyen un factor dinámico de
gran importancia tanto en el desarrollo normal como en las desviaciones
patológicas; es la manera de resolverlos lo que determina una u otra
dirección.
e. El proceso de individuación es una larga evolución que va desde una
indiferenciación primitiva, en la que no hay represión diferenciada ni
separación entre acción y percepción (narcisismo primario), a un estado de
diferenciación progresiva (narcisismo secundario) que desemboca en la
elección objetal.

Además, en la concepción del desarrollo de la teoría psicoanalítica hay


dos conceptos que juegan un papel central: la represión y el conflicto
psíquico. La represión es el proceso que tiene lugar cuando una pulsión
(de naturaleza sexual o agresiva) se enfrenta a resistencias del individuo
que la privan de su satisfacción por considerarla peligrosa. Esta pulsión,
con sus aspectos emocionales, perceptivos y representativos, permanece
en el inconsciente y es olvidada. El proceso de oposición entre pulsión y
resistencias se traduce en un conflicto en el que interviene la conciencia.
En el caso normal se resuelve del conflicto cuando la pulsión es apartada
y su energía eliminada, pero en otros casos el Yo reprime el conflicto
impidiéndole su realización, la emoción reprimida que acompaña la pulsión
guarda su fuerza energética y el Yo tiene que luchar de manera
permanente contra ella; el elemento reprimido, que se ha vuelto
inconsciente puede buscar soluciones para su realización que darán lugar
a los síntomas neuróticos.

Por otro lado, con respecto al desarrollo sexual, Freud propuso que
cualquier individuo atraviesa una serie de fases en su desarrollo sexual,
cada fase se caracteriza por una zona erógena, zona del cuerpo que
produce la satisfacción de la libido) y el desplazamiento de estas zonas
dominantes conlleva la sucesión de una fase a otra. Cada fase se
caracteriza por un tipo de relaciones objetales y de mecanismos psíquicos
que nos indican la evolución de la personalidad del individuo y de su
socialización progresiva. Estas fases reciben el nombre de oral, anal,
fálica, de latencia y genital.

Para entender el concepto de sexualidad de Freud hay que entender que


él la consideró en un sentido amplio, de manera que, como indicó en su
libro Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, la sexualidad es una
función corporal que persigue la obtención de placer y que no se halla
reducida a los órganos genitales, por esto consideró que los bebés nacen
con necesidades sexuales. Esta idea de considerar la infancia como la
sede de complejas pulsiones sexuales chocó con la imagen de la imagen
de la infancia considerada como un periodo de inocencia y armonía (Martí,
1991) .

La teoría psicoanalítica ha sido enjuiciada resaltando los aspectos


positivos y negativos. Bradley (1992) señaló tres inconvenientes en la
teoría de Freud:

a. Las dificultades admitidas por Freud para explicar los deseos y el desarrollo
mental de las mujeres (como confesó al final de su vida consideraba
particularmente difícil de entender el desarrollo psicológico de las niñas). El
autor relacionó de una manera arbitraria la masculinidad y la feminidad con
la actividad y la pasividad, además consideró que tanto varones como
mujeres eran bisexuales, sin embargo, la tendencia general en su
pensamiento era considerar a las mujeres como más pasivas y menos
capaces que los hombres, tanto desde una perspectiva intelectual como
moral. Para Bradley, Freud describe la sexualidad infantil basándose en el
desarrollo del niño varón; el control paterno del hijo se reafirma a partir de la
comprensión del hijo de que el padre es capaz de castrarlo y el niño cree que
esto es posible porque como las niñas carecen de pene ya han sido
castradas; en esta descripción del género, la niña va a rivalizar con el padre
por la posesión sexual de la madre, pero las diferencias anatómicas le
obligan a darse cuenta que ya ha sido castrada, por lo que se enfrenta a la
madre por no haberle dado un pene y se vuelve hacia el padre para que le
de uno. La represión de la niña de su deseo de tener relaciones con su padre
es menos fuerte que en el niño ya que la niña no tiene nada que perder, al
tener menos incentivo para identificarse con el padre carece de un superyo
fuerte y como resultado tiene un menor sentido de la moralidad y la justicia y
es menos capaz de pensar objetivamente.
b. Los defectos en los datos de la observación y en el apoyo lógico a la teoría
freudiana de las pulsiones. Como señaló M. Klein (1928) el complejo de
Edipo tiene lugar mucho antes de lo que Freud había pensado, incluso
durante el primer o segundo año de vida.
c. Las dudas acerca de la relación causal entre los relatos de los pacientes
sobre su infancia y sus neurosis. Ya Freud en 1897 había sospechado que
las descripciones de los adultos de sus sentimientos infantiles podrían tener
más que ver con sus propios deseos y preocupaciones actuales que con lo
que realmente había sucedido en el pasado.
d. Además de estas críticas, también se le ha criticado al psicoanálisis la
tendencia hacia la normalización, es decir, la prescripción normativa de
formas particulares de relación o modelos de cambio. Por último, también se
ha tildado de no ser científica y no preocuparse por la verificación de
hipótesis.

Como autores más significativos, además de S. Freud, dentro de esta


teoría destacamos: Lacan, Erikson, Klein, Mahler y Winnicott.

En primer lugar, Lacan en el artículo titulado: el


estadio del espejo como formador de la función
del yo, tal como se nos revela en la experiencia
psicoanalítica, nos explica como cambian y
maduran los bebés, describiéndolos como
psíquicamente fragmentados. El recién nacido
tiene un conocimiento mínimo del yo, hay una
falta clara de los límites entre su propio cuerpo y el mundo, y este cuerpo
es experimentado como fragmentado y anárquico. La etapa del espejo
aparece durante el primer año de vida, la experiencia del bebé de verse
en un espejo es un paso evolutivo crucial; el reflejarse es en algún sentido
reconocido como siendo el yo, pero también es reconocido como siendo
otra cosa que el yo. Además para este autor el lenguaje se conexiona con
el género, la entrada en el mundo del lenguaje (mundo simbólico) es
también una entrada a un mundo dividido en el género de los sujetos.

En segundo lugar, Erikson con su teoría epigenética estudió el papel de la


realidad social, centrándose en la relación del Yo con las exigencias
sociales y culturales y la evolución a lo largo de todo el ciclo vital (de la
infancia a la senectud). El desarrollo lo describió en una sucesión de ocho
estadios cada uno caracterizado por dos polos opuestos que muestran las
nuevas capacidades y necesidades del Yo en respuesta a ciertas
demandas sociales. Los estadios se caracterizan por un sentimiento de
crisis que puede ser vivido como un conflicto entre tendencias opuestas.
Los estadios son los siguientes:

1. Confianza elemental vs. desconfianza.


2. Autonomía vs. vergüenza y duda.
3. Iniciativa vs. culpa.
4. Laboriosidad vs. inferioridad.
5. Identidad vs. confusión de identidad.
6. Intimidad vs. aislamiento.
7. Generatividad vs. estancamiento.
8. 8. Integridad vs. desesperación.

Por último, indicó que cada sociedad satisface cada fase del desarrollo de
sus miembros por medio de instituciones específicas (cuidados parentales,
escuela, maestros, ocupaciones, etc.).

En tercer lugar, señaló que es necesario examinar el mundo interior del


individuo a través de los objetos interiores, fantasmas y mecanismos de
defensa. Existen dos posiciones que definen las relaciones de objeto, no
son fases sino formas de funcionamiento psíquico: la posición
esquizoparanoide y la posición depresiva. En la primera, que se
corresponde con el primer trimestre de vida aunque puede persistir o
resurgir en otras fases de la vida, el individuo se relaciona con objetos
parciales, siendo el pecho materno el principal para el lactante. En la
segunda, en la que se toma conciencia del objeto total y único (la madre),
se inicia en el individuo el sentido de la realidad, la comunicación con los
demás o la capacidad para la identificación con el otro.

Por su parte, Mahler, cuyas ideas provienen de las observaciones directas


de niños y niñas normales y psicóticos (autistas), señaló que la evolución
de la relación objetal se lleva a cabo en tres fases. La primera fase es la
denominada autística, durante las dos primeras semanas de vida, y en ella
no se hace distinción entre uno y los demás. En el segundo mes comienza
la fase simbiótica en la que el bebé, confusamente, se hace consciente del
hecho de que la reducción de sus tensiones viene del exterior, en tanto
que la tensión se origina en él. La tercera etapa llamada reacercamiento,
hasta el final del segundo año, se caracteriza por un claro conflicto entre
el movimiento que empuja al sujeto a la exploración del mundo y la
creciente atención que demanda a su madre.

Y por último, para Winnicott habría esencialmente dos estadios: el de la


dependencia absoluta, cuyo fin es que el proceso de desarrollo no sea
turbado y el de la dependencia relativa en el que el lactante comienza a
ser consciente de su dependencia. Además propuso el concepto de objeto
transaccional.
¿Qué es el conductismo?
El conductismo es una corriente de la Psicología que se centra en el estudio de
las leyes comunes que determinan el comportamiento humano y animal. En su
origen, el conductismo tradicional deja de lado lo intrapsíquico para
focalizarse en la conducta observable, es decir, prioriza lo objetivo por encima
de lo subjetivo. Esto opone el conductismo a planteamientos previos como
los psicodinámicos y los fenomenológicos. De hecho, desde la perspectiva
conductista aquello que solemos entender como "mente" o "vida mental" es tan
solo una abstracción de lo que realmente debería estudiar la psicología: los
vínculos entre estímulos y respuesta en contextos determinados.

Los conductistas tienden a concebir a los seres vivos como “tabulas rasas”
cuya conducta está determinada por los refuerzos y castigos que reciban más
que por predisposiciones internas. El comportamiento, por tanto, no depende
principalmente de fenómenos internos, como los instintos o los pensamientos
(que no dejan de ser, por otra parte, conductas encubiertas) sino más bien del
entorno, y no podemos separar ni la conducta ni el aprendizaje del contexto en
que tienen lugar.

De hecho, aquellos procesos que ocurren en el sistema nervioso y que para


muchos otros psicólogos son la causa de cómo actuamos, para los conductistas
no son más que otro tipo de reacciones generadas a través de nuestra interacción
con el entorno.

El concepto de "enfermedad mental" visto por los


conductistas
Los conductistas a menudo han sido vinculados al mundo de la psiquiatría por su
utilización del método experimental para obtener conocimientos, pero esta
asociación no es acertada, ya que en muchos aspectos, los conductistas se
diferencian claramente de los psiquiatras. Una de estas diferencias es la oposición
del conductismo al concepto de enfermedad mental.

Desde esta filosofía aplicada a la psicología, no pueden existir conductas


patológicas, ya que estas son juzgadas siempre según su adecuación a un
contexto. Mientras que las enfermedades deben tener causas biológicas
relativamente bien aisladas y conocidas, los conductistas señalan que no hay
suficiente evidencia a favor de la existencia de estos biomarcadores en el caso de
los trastornos mentales. Por consiguiente, se oponen a la idea de que el
tratamiento de problemas como las fobias o el TOC deba centrarse en
psicofármacos.

Conceptos básicos del conductismo


A continuación definimos los principales términos de la teoría conductista.

1. Estímulo
Este término se refiere a cualquier señal, información o evento que produce una
reacción (respuesta) de un organismo.

2. Respuesta
Cualquier conducta de un organismo que surge como reacción a un estímulo.

3. Condicionamiento
El condicionamiento es un tipo de aprendizaje derivado de la asociación entre
estímulos y respuestas.
4. Refuerzo
Un refuerzo es cualquier consecuencia de una conducta que aumenta la
probabilidad de que ésta vuelva a darse.

5. Castigo
Opuesto al refuerzo: consecuencia de una conducta que disminuye la
probabilidad de que vuelva a darse.

Wundt: el nacimiento de la Psicología Experimental


Wilhelm Wundt (1832-1920), considerado por muchos “el padre de la
Psicología”, sentó las bases de lo que acabaría siendo el conductismo. Creó el
primer laboratorio de Psicología científica y utilizó de forma sistemática
la estadística y el método experimental para extraer reglas generales sobre el
funcionamiento de los procesos mentales y la naturaleza de la conciencia.

Los métodos de Wundt dependían en gran medida de la introspección o


autoobservación, técnica en la que los sujetos experimentales proporcionan datos
sobre su propia experiencia.

Watson: la Psicología vista desde el conductismo


John Broadus Watson (1878-1958) criticó el uso de la metodología
introspectiva de Wundt y sus seguidores. En una conferencia en 1913 que se
considera el nacimiento del conductismo, Watson afirmó que para ser
verdaderamente científica la Psicología debía centrarse en la conducta
manifiesta en lugar de en los estados mentales y conceptos como “conciencia” o
“mente”, que no podían ser analizados de forma objetiva.
Watson también rechazaba la concepción dualista que separaba el cuerpo y la
mente (o el alma) y planteaba que la conducta de las personas y la de los
animales debía ser estudiada del mismo modo ya que, si se dejaba de lado el
método introspectivo, no había una diferencia real entre ambas.

En un conocido y controvertido experimento Watson y su ayudante Rosalie


Rayner consiguieronprovocar una fobia a las ratas a un bebé de nueve meses
(“el pequeño Albert”). Para ello emparejaron la presencia de la rata con sonidos
fuertes. El caso del pequeño Albert demostró que la conducta humana no sólo es
predecible sino también modificable.

 Artículo relacionado: “Los 10 experimentos psicológicos más perturbadores


de la historia”

La caja negra
Para Watson los seres vivos somos “cajas negras” cuyo interior no es
observable. Cuando los estímulos externos llegan a nosotros damos respuestas en
consecuencia. Desde el punto de vista de los primeros conductistas, si bien se dan
procesos intermedios dentro del organismo, al ser inobservables deben ser
ignorados al analizar el comportamiento.

Sin embargo, a mediados del siglo XX los conductistas matizaron esto y, sin
desdeñar la importanca de los procesos no onservables directamente que ocurren
en el interior del cuerpo, señalaron que la psicología no necesita dar cuenta de
ellos para aportar explicaciones sobre las lógicas que rigen la conducta. B. F.
Skinner, por ejemplo, se caracterizó por dar a los procesos mentales exactamente
el mismo estatus que la conducta observable, y por concebir el pensamiento
como conducta verbal. De este autor hablaremos más adelante.
Algunos neoconductistas como Clark Hull y Edward Tolman sí incluyeron
procesos intermedios (o variables intervinientes) en sus modelos. Hull incluía el
impulso o motivación interna y el hábito, mientras que Tolman afirmaba que
construimos representaciones mentales del espacio (mapas cognitivos).

Watson y el conductismo en general fueron influidos de forma clave por dos


autores: Ivan Pavlov y Edward Thorndike.

Condicionamiento clásico: los perros de Pavlov


Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) era un fisiólogo ruso que se dio cuenta,
mientras realizaba experimentos sobre secreción de saliva en perros, de que los
animales salivaban de forma anticipada cuando veían u olían la comida, e
incluso simplemente cuando se acercaban los encargados de darles de comer.
Posteriormente consiguió que salivaran al oír el sonido de un metrónomo, de una
campana, de un timbre o de una luz por asociar estos estímulos con la presencia
de comida.

A partir de estos estudios Pavlov describió el condicionamiento clásico, un


concepto fundamental en el conductismo, gracias al cual se desarrollaron las
primeras intervenciones basadas en las técnicas de modificación de la conducta
en seres humanos. Ahora bien, para entender cómo funciona el condicionamiento
clásico primero hay que saber con qué estímulos se trabaja en él.

Un estímulo incondicionado (es decir, que no requiere aprendizaje para provocar


una respuesta) provoca una respuesta incondicionada; en el caso de los perros, la
comida causa salivación de forma espontánea. Si se empareja repetidamente el
estímulo incondicionado (la comida) con un estímulo neutro (por ejemplo la
campana), el estímulo neutro acabará produciendo la respuesta
incondicionada (salivar) sin necesidad de que esté presente también el estímulo
incondicionado.
Para Pavlov no es necesario el concepto de mente ya que conceptualiza las
respuestas como reflejos que se dan después de la aparición de estímulos
externos.

El experimento del pequeño Albert de Watson y Rayner es otro ejemplo de


condicionamiento clásico. En este caso la rata es un estímulo neutro que se
convierte en un estímulo condicionado que provoca la respuesta de miedo por
asociación con el ruido fuerte (estímulo incondicionado).

Los animales en el conductismo


Los conductistas clásicos empleaban frecuentemente animales en sus estudios.
Los animales son considerados equivalentes a las personas en cuanto a su
conducta y los principios de aprendizaje extraídos de estos estudios se
extrapolan en muchos casos a los seres humanos; eso sí, siempre procurando
respetar una serie de presuposiciones epistemológicas que justifiquen esta
extrapolación. No hay que olvidar que entre especies hay muchos aspectos del
comportamiento que varían.

La observación sistemática de la conducta animal daría paso a la Etología y


la Psicología Comparada. Konrad Lorenz y Niko Tinbergen son dos de los
representantes más importantes de estas corrientes.

Condicionamiento instrumental: los gatos de


Thorndike
Edward Lee Thorndike (1874-1949), contemporáneo de Pavlov, realizó diversos
experimentos con animales para estudiar el aprendizaje. Introdujo gatos en
“cajas-problema” para observar si conseguían escapar de ellas y de qué modo.
En las cajas había varios elementos con los que los gatos podían interactuar,
como un botón o una anilla, y sólo el contacto con uno de estos objetos podía
hacer que se abriera la puerta de la caja. Al principio los gatos conseguían salían
de la caja por ensayo y error, pero a medida que se repetían los intentos cada vez
escapaban con más facilidad.

A partir de estos resultados Thorndike formuló la ley del efecto, que afirma
que si una conducta tiene un resultado satisfactorio es más probable que se
repita, y que si el resultado es insatisfactorio esta probabilidad disminuye.
Posteriormente formularía la ley del ejercicio, según la cual los aprendizajes y
hábitos que se repiten se ven reforzados y los que no se repiten se debilitan.

Los estudios y las obras de Thorndike introdujeron el condicionamiento


instrumental. Según este modelo el aprendizaje es consecuencia del
reforzamiento o el debilitamiento de la asociación entre una conducta y sus
consecuencias. Esto sirvió como base para formular propuestas más tarde, en el
surgimiento del verdadero conductismo, tal y como veremos.

El conductismo radical de Skinner


Las propuestas de Thorndike fueron el antecedente de lo que conocemos como
condicionamiento operante, pero este paradigma no se desarrolló de forma
completa hasta la aparición de las obras de Burrhus Frederic Skinner (1904-
1990).

Skinner introdujo los conceptos de refuerzo positivo y negativo. Se denomina


refuerzo positivo al hecho de premiar una conducta dando algo, mientras que el
refuerzo negativo consiste en la retirada o la evitación de un evento desagradable.
En ambos casos, la intención es la de aumentar la frecuencia e intensidad de
aparición de una conducta determinada.
Skinner defendía el conductismo radical, que mantiene que todo el
comportamiento es resultado de asociaciones aprendidas entre estímulos y
respuestas. El enfoque teórico y metodológico desarrollado por Skinner se
conoce como análisis experimental de la conducta y ha sido especialmente eficaz
en la educación de niños con discapacidad intelectual y del desarrollo.

 Artículo relacionado: “Las 37 mejores frases de B. F. Skinner y el


conductismo”

Desarrollo del conductismo: la revolución cognitiva


El conductismo entró en declive a partir de los años 50, coincidiendo con el auge
de la psicología cognitiva. El cognitivismo es un modelo teórico que
surgió como reacción al énfasis radical del conductismo en la conducta
manifiesta, dejando de lado la cognición. La inclusión progresiva de variables
intervinientes en los modelos conductistas favoreció en gran medida este cambio
de paradigma, conocido como “revolución cognitiva”.

En la práctica psicosocial, las aportaciones y principios del conductismo y el


cognitivismo acabarían confluyendo en lo que conocemos como terapia
cognitivo-conductual, que se centra en encontrar los programas de tratamiento
más avalados por la evidencia científica.

Las terapias de tercera generación desarrolladas en los últimos


años recuperan parte de los principios del conductismo radical, reduciendo la
influencia del cognitivismo. Algunos ejemplos son la Terapia de Aceptación y
Compromiso, la Terapia de Activación Conductual para la depresión o la
Terapia Dialéctica Conductual para el trastorno límite de la personalidad.
¿Qué es la Psicología Humanista?
Las primeras pistas a la hora de situar la Psicología Humanista en el mapa de las
corrientes psicológicas las encontramos en uno de sus principales
abanderados: Abraham Maslow (el creador de la Pirámide de Maslow de las
necesidades humanas). En su libro La Personalidad Creadora, Maslow habla de
tres ciencias o grandes categorías aisladas desde las que se estudia la psique
humana. Una de ellas es la corriente conductista y objetivista, que parte del
paradigma positivista de la ciencia.

En segundo lugar se encuentra lo que él llama "las psicologías freudianas", que


ponen énfasis en el papel del subconsciente para explicar el comportamiento
humano y, especialmente, la psicopatología.

Finalmente, Maslow habla de la corriente a la que él se adscribe: la Psicología


Humanista. Esta tercera corriente, sin embargo, tiene una peculiaridad. La
Psicología Humanista no niega los dos enfoques anteriores, sino que los
abarca partiendo de otra filosofía de la ciencia. Más allá de ser una serie de
métodos a través de los cuales estudiar e intervenir sobre el ser humano, tiene su
razón de ser en una manera de entender las cosas, una filosofía singular.
Concretamente, esta escuela se fundamenta en dos movimientos filosóficos: la
fenomenología y el existencialismo.

¿Fenomenología? ¿Existencialismo? ¿Qué es eso?


No es sencillo describir en unas pocas líneas dos conceptos sobre los que se ha
escrito tanto. En primer lugar, y simplificándolo todo un poco, la concepción de
la fenomenología puede ser abordada explicando la idea de fenómeno.De
hecho, el filósofo alemán Martin Heidegger lo define como "aquello en que
algo puede hacerse patente, visible en sí mismo". Para la fenomenología, pues, lo
que percibimos como lo real es la realidad última.

Fenomenología
Desde la fenomenología se remarca el hecho de que nunca somos capaces de
experimentar "la realidad en sí" de manera directa (ya que nuestros sentidos
actúan como filtro de esta información), mientras que ocurre lo contrario con
aquellos aspectos subjetivos de los que somos conscientes. Es decir, se apela a
la experiencia intelectual y emocional como las fuentes legítimas de
conocimiento, una reivindicación que recoge también la Psicología Humanista.

Existencialismo
Por su parte, el existencialismo es una corriente filosófica que propone una
reflexión sobre la propia existencia humana. Dos de sus postulados que más
influyen sobre la Psicología Humanista son los siguientes:

1. La existencia humana es reflexiva gracias a la consciencia. De la consciencia


surge la angustia vital de buscarle un sentido a la existencia.
2. La existencia del ser humano es cambiante y dinámica por su propia
naturaleza, es decir, se va desarrollando. A través del desarrollo de la
existencia, concretado en su toma de decisiones, se llega a la esencia, que puede
ser auténtica o inauténtica dependiendo de su congruencia con el proyecto de
vida de la persona.

En definitiva, tanto la fenomenología como el existencialismo ponen el énfasis en


la consciencia y la capacidad del hombre para decidir, en todo momento, qué
hacer, movido en última instancia por su intencionalidad y no por su biología o
entorno, apartándose así del innatismo y el ambientalismo. La Psicología
Humanista recoge esta herencia y la orienta al estudio e intervención sobre la
toma de decisiones, la capacidad para crear un proyecto de vida consistente, la
consciencia humana y la reflexión a partir de esta experiencia, que es subjetiva en
parte.

Además, como esta corriente de psicólogos asimila ideas como la búsqueda


existencial, su discurso suele hacer referencia a las "potencialidades" del ser
humano, es decir, aquellas etapas de su desarrollo que lo separan del estado al
que aspira. La naturaleza de este desarrollo no es biológica, sino bastante más
inefable: se trata de una progresión de estados subjetivos en los que la persona
se pregunta constantemente el por qué de lo que le ocurre, el significado de lo
que está viviendo, y qué puede hacer para mejorar su situación.

Teniendo en cuenta que "lo que está viviendo" es algo totalmente privado y fuera
del alcance de miradas ajenas, se entiende que desde una perspectiva
humanista esta búsqueda existencial sea responsabilidad del propio sujeto
que la experimenta y que el psicólogo tenga un papel secundario como
facilitador del proceso. ¿Complicado, verdad? Pues este es el animal en busca
de significado al que se enfrenta la Psicología Humanista.

Resumiendo
Así pues, la Psicología Humanista toma características del existencialismo y
la fenomenología y propone un estudio del ser humano entendiéndolo como un
ser consciente, intencional, en constante desarrollo y cuyas representaciones
mentales y estados subjetivos son una fuente válida de conocimiento sobre sí
mismo.

Un psicólogo que se adscriba a esta corriente muy probablemente negará que el


estudio del pensamiento tenga que partir sólo de la materia y la experimentación,
ya que esto supondría una dosis inasumible de reduccionismo. En cambio,
seguramente pondrá énfasis en la variabilidad de las experiencias humanas y en
la importancia del contexto social en el que habitamos. Al acercar la psicología a
lo que se ha dado a conocer como ciencias sociales, se puede decir que la
Psicología Humanista admite la conexión entre filosofía, teoría moral,
ciencia y técnica, y rechaza la visión de la ciencia como algo neutral alejado
de cualquier posicionamiento ideológico o político.

Un manifiesto
La Psicología Humanista puede entenderse como un fruto inevitable del cambio
de mentalidad que supuso el siglo XX o, más concretamente, una especie
de psicología de la posmodernidad. Comparte con la filosofía posmoderna la
negación de un discurso hegemónico (el enfoque materialista propio de la
ciencia moderna) que pretenda explicar toda la realidad, o, al menos, aquellos
ámbitos de la realidad sobre los que merece la pena formar expertos.

La ciencia heredera del positivismo de August Comte, señalan los psicólogos


humanistas, es de utilidad para describir la realidad, pero no para explicarla.
El ser humano, al contrario de lo que ocurre con los instrumentos científicos,
experimenta la realidad aportándole sentido, creando ficciones y formas de narrar
que ordenan los hechos según una serie de creencias e ideas, muchas de ellas
difícilmente expresables verbalmente e imposibles de medir. Por lo tanto, una
disciplina que pretenda estudiar la manera de pensar y de experimentar del
ser humano tendrá que adaptar su metodología y sus contenidos a esta
dimensión "significadora" del ser humano. Deberá, en definitiva, estudiar y
aportar contenido acerca de la búsqueda existencial que nos caracteriza.
Varias limitaciones del modelo humanista
De este "manifiesto" de la Psicología Humanista nacen también sus
limitaciones.

Estos psicólogos se enfrentan a retos a los que muchos otros científicos renuncian
desde un inicio: por una parte, la necesidad de conjugar el conocimiento acerca
de los aspectos medibles de la psicología humana con los fenómenos subjetivos,
y por otra, la difícil misión de crear un corpus teórico sólido a la vez que se
renuncia a la pretensión de universalidad de sus explicaciones. Esto último es
importante, ya que nuestras experiencias subjetivas se caracterizan por estar
ligadas a la cultura que habitamos, pero también a un montón de variables que
nos hacen únicos. Quizás por eso hoy en día resulta prácticamente imposible
hablar de modelos concretos del funcionamiento del pensamiento humano
sostenidos por la Psicología Humanista.

Cada autor de esta corriente presenta sus propios contenidos diferenciados según
la idiosincrasia de su pensamiento y el ámbito del que se ocupa y, de hecho, es
difícil saber qué psicólogos abrazan totalmente la Psicología Humanista y cuáles
están influidos sólo en parte por ella. Si bien hay autores cuyas ideas son
recurrentes en la literatura de otros psicólogos, tal y como ocurre con Abraham
Maslow y Carl Rogers, las propuestas de otros autores se encuentran más
"aisladas" o son demasiado específicas para ser extrapolables a otros ámbitos.

El arte de complicarse la vida


En definitiva, si la ciencia se ocupa de responder a la pregunta "¿cómo?", la
búsqueda existencial a la que se enfrenta la Psicología Humanista está formada
por una multitud de preguntas mucho más complicadas: "¿por qué?". No
renunciar a nada, en ciertos aspectos, equivale a complicarse la vida; puede que
esta búsqueda de significado sea, de hecho, un viaje sin retorno, pero la
perspectiva de vagar eternamente por los páramos de la duda existencial no
parece amedrentarnos.

De hecho, algunas veces marcharemos a través de sus rutas imaginarias aunque


ello pueda conllevarnos más problemas que beneficios desde una perspectiva
puramente económica y racional, y aunque el trilema de Agripa nos vigile de
cerca durante esta progresión de preguntas y respuestas. Por eso, por muy
discutibles que sean sus contenidos desde la óptica científica (y, en algunas
ocasiones, desde el propio criterio de cada uno), es bueno saber de la existencia
de psicólogos que se han planteado la necesidad de complicarse la vida tal y
como lo hacen las personas a las que pretenden estudiar y servir.

Puede que la gente adscrita a Psicología Humanista carezca del aval del que
disfruta la psicología cognitivo-conductual o la neurología. Pero, desde luego,
no se les puede acusar de partir desde una situación ventajosa.

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