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Liceo Nº 9 I.D.E.A. 1º bachillerato FILOSOFÍA Prof.

Goycoechea

ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Naturaleza y Cultura

“Todo lo que es biológico en el hombre está al mismo tiempo embebido, enriquecido, mezclado de cultura, y
forma parte de la cultura: comer, beber, soñar, aparearse, nacer, morir. Se puede decir incluso que lo más
irremediablemente biológico es al mismo tiempo lo más irreductiblemente cultural: el nacimiento, el
matrimonio, y sobre todo la muerte.

Para nosotros ya no hay nada que sea puramente natural. Todo acto humano es totalmente biológico y
totalmente cultural, todo acto humano biológico, incluido el defecar, todo acto cultural, incluido el meditar,
es un acto bio-cultural.

Por ello no hay que intentar romper el nudo gordiano entre bios y antropos, naturaleza y cultura.

Morin, Edgar. El Método, Tomo II.

“La muerte de los otros implicaba para sus deudos formas de la fiesta: el estar en comunidad y no solos; el
ocio y no el trabajo; la abundante comida y no el ayuno; el abuso de la bebida y no la abstinencia; la
exhibición y no el ocultamiento; en el caso del velorio de los niños, el baile y los requiebros amorosos, y no la
quietud, el silencio, y la contención impuestas al cuerpo y la sexualidad; el nexo entre muerte y alegría y no la
identificación absoluta de la muerte con lo majestuoso, lo triste y lo respetable, con una de las formas del
Poder, en otras palabras.

En los velorios, los amigos y parientes eran invitados con mates amargos y dulces, chocolate con bizcochuelo,
puchero, etc., todo regado, sobre todo en campaña, con “libaciones” de caña (algunos de los alimentos
ofrecidos dependían, claro está, de la categoría social del difunto). En muchas ocasiones, después del sepelio,
los asistentes eran invitados a comer a la casa de duelo o a un almacén próximo, al grado que, en enero de
1841, el rico comerciante Mateo Magariños invitó a los funerales de su esposa Manuela H. de Cerrato con
una esquela que llamó de “convite”. Las concurrencias eran tan numerosas, las reuniones tan amplias, que
las familias de clase media debían pedir a sus vecinos desde sillas hasta loza para cumplir con este servicio.”

Barrán, José Pedro. Historia de la sensibilidad en el Uruguay, Tomo I, La cultura “bárbara” (1800 - 1860).

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