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1. Introducción
El Código regula cómo se logra la oponibilidad del derecho real de prenda a los terceros
interesados de buena fe. Para ello establece una exigencia adicional a la publicidad derivada
del traspaso posesorio: que su contrato constitutivo se documente en instrumento público o
privado de fecha cierta. El artículo establece también cuál es el contenido mínimo del contrato
de prenda.
2. Interpretación
La ley exige que el contrato de prenda se otorgue por escrito. Sin instrumento, público o
privado, no hay constitución válida de prenda y, por lo tanto, no hay título suficiente para que
se configure este derecho real.
La oponibilidad del derecho de prenda a los terceros interesados de buena fe no se logra por el
solo desplazamiento de la cosa (publicidad posesoria), sino que se requiere, además, el
cumplimiento del requisito de la fecha cierta del instrumento portante de su acto constitutivo
(art. 317 CCyC). El cumplimiento de uno solo de esos requisitos es insuficiente para la
oponibilidad de la prenda, la que puede oponerse recién desde el momento que se cumplan
ambos recaudos. Si el contrato de prenda se instrumenta por escritura pública, esta última,
por ser instrumento público, hace plena fe de la fecha de su otorgamiento (art. 296, inc. a,
CCyC).
El artículo exige que, en el contrato de prenda, se haga constar el importe del crédito. Se trata,
en rigor, de la estimación en dinero del monto de la garantía, mediante la expresión del monto
máximo del gravamen por todo concepto (capital, intereses, costas, multas, etc.). El tema es
tratado al comentar el art. 2189 CCyC, al que nos remitimos.
2.2.2. Especialidad en cuanto al objeto
Como del contrato de prenda no surge el derecho real mismo, sino la obligación de dar, la
individualización detallada del objeto cobra particular relevancia entre las partes, a fin de
precisar cuál es la cosa sobre la que recae la obligación de dar, a los efectos previstos en los
arts. 868 (requisito de identidad del objeto del pago) y 731 CCyC (liberación del deudor por
cumplimiento exacto de la obligación). El principio bajo análisis apunta a posibilitar a los
terceros interesados la constatación de la identidad del objeto mencionado en el contrato con
el que efectivamente se dio al acreedor. Si el objeto difiere, no hay derecho de prenda y, por lo
tanto, el supuesto acreedor prendario no es tal, es decir, no cuenta con el privilegio que deriva
de la prenda, pues ella no existe.
Puede constituirse una nueva prenda sobre el bien empeñado, a favor de otro acreedor, si el
acreedor en cuyo poder se encuentra consiente en poseerlo para ambos o si es entregada en
custodia a un tercero en interés común. La prioridad entre los acreedores queda establecida
por la fecha de su constitución. No obstante, las partes pueden, mediante declaración de su
voluntad formulada con precisión y claridad, sustraerse a los efectos de esta regla y
establecer otro orden de prelación para sus derechos, a fin de compartir la prioridad o
autorizar que ésta sea compartida.
1. Introducción
En este artículo el Código permite expresamente que concurran dos o más prendas sobre la
misma cosa y prevé una pauta para determinar el rango o prioridad de estas. No obstante, esta
pauta legal, se permite la celebración de convenios sobre el rango, es decir, la prioridad puede
ser modificada convencionalmente siempre que no se vulnere la regla de orden público del
rango legal de avance potencial, que rige en materia de derechos reales.
2. Interpretación
Si bien el Código expresa que puede constituirse una nueva prenda sobre el bien ya
empeñado, el artículo no debe interpretarse en el sentido que prohíbe constituir más de una
nueva prenda. Siempre puede constituirse otra prenda, si quien detenta la cosa gravada
acepta poseerla en nombre del nuevo acreedor. El primer acreedor que detenta la cosa
difícilmente preste su consentimiento dado que ello lo obliga a cumplir las obligaciones de
depositario ante el nuevo acreedor. Si es un tercero quien detenta la cosa, no es necesaria la
conformidad del primer acreedor para la constitución de la nueva prenda dado que tal acto, no
lo perjudica, y puede actuar en virtud de la preferencia que emana de su prenda, como si la
segunda prenda no existiera, dado que le es inoponible (art. 1886 CCyC). El propietario
conserva las facultades de dueño, que son compatibles con los derechos del titular de la
primera prenda constituida, y la constitución de una nueva prenda implica —de su parte— el
ejercicio de la facultad dispositiva que no afecta, de ninguna manera, los derechos del primer
acreedor. Quien detente la cosa, sea el acreedor o un depositario, no está obligado a aceptar
detentarla en nombre del nuevo acreedor, a menos que se haya obligado de antemano en el
contrato de prenda o de depósito. El Código prevé que la prioridad entre los acreedores
prendarios queda establecida por la fecha de su título. Pero, como el derecho real de prenda
se configura por título y modo, la prioridad no se rige exclusivamente por la fecha del título,
sino que también está influenciada por el principio de la buena fe y por el derecho de
preferencia, propio de los derechos reales, regla receptada en el art. 757 CCyC: si los
acreedores que concurren son de buena fe tiene mejor derecho el primero que recibió la
tradición (o desplazamiento vía traditio brevi manu), y si ninguno adquirió aún el derecho real
—por no haberse cumplido el modo—, recién entonces la prioridad debe establecerse
atendiendo a la fecha cierta del título constitutivo. Si las dos prendas nacen en el mismo
momento no habrá preferencia de uno sobre el otro, ambos acreedores comparten la
prioridad y, en consecuencia, si el producido de la venta de la cosa empeñada es insuficiente
cobran a prorrata (art. 2586, inc. f, CCyC).
La última parte del artículo explicita la posibilidad de que los acreedores prendarios celebren
convenios sobre el rango (posposición, permuta, etc.). Si bien el Código autoriza los convenios
“entre los acreedores”, lo que se justifica por estar ubicado el artículo en el capítulo
correspondiente a la prenda, no media obstáculo para que se celebren entre titulares de
derechos que no sean de la misma especie, por ejemplo, entre el acreedor prendario y el
usufructuario.
Prenda de créditos
1. Introducción
La “prenda de crédito” devendrá por subrogación en “prenda de cosa” cuando el deudor del
crédito pignorado pague, es decir, cuando cumpla su obligación.
2. Interpretación
El artículo comentado establece que la prenda de crédito no requiere que el crédito esté
“incorporado” al instrumento. Basta que el instrumento pruebe la existencia del crédito, sin
necesidad de que lo “corporice”, “cosifique” o “materialice”. Se resuelve así una discusión
anterior en la materia, quedando atrás la postura que entiende que la prenda de crédito solo
puede constituirse sobre títulos en los que se “corporicen” los créditos objeto del gravamen,
por entender que solo en tal caso puede tener lugar el “desplazamiento” que exige la ley. Es,
en rigor, la notificación del contrato de prenda al deudor, y no la entrega del instrumento, lo
que provoca el “desplazamiento del crédito”.
Tampoco es una exigencia en el nuevo régimen que el instrumento del crédito sea un
documento de legitimación para el ejercicio del derecho pignorado; es decir, no es un requisito
para la procedencia de la prenda de crédito que el instrumento probatorio del crédito
pignorado presente la nota de “necesidad” propia de los títulos valores cartulares (art. 1830
CCyC). Basta con el que instrumento pruebe suficientemente el crédito, aunque pueda
probarse por otros medios y aunque el instrumento no porte la causa-fuente del crédito
pignorado.
Solo pueden prendarse los créditos que sean transmisibles, que estén en el comercio y que
sean embargables. La regla es que, cumplido el requisito de su instrumentación, todos los
créditos pueden ser objeto de prenda. Sin embargo, el art. 2188 CCyC exige que el objeto de
todo derecho real de garantía sea actual, lo que podría interpretarse como un obstáculo para
la viabilidad de la prenda de créditos que no sean actuales. Se contrapone con dicho principio
el enunciado específico que contiene, en la materia, el artículo comentado: pude prendarse
“cualquier” crédito instrumentado que puede ser cedido. Es decir, basta con que sea
transmisible para que pueda ser prendado y siempre que haya instrumentación suficiente. Por
lo tanto, cabe interpretar que estamos ante una excepción al citado principio general de
actualidad; de lo contrario, la utilidad de la figura quedaría injustificadamente menguada y se
desvirtuaría la finalidad de que sirva como un instrumento de fomento de créditos
importantes o para facilitar la financiación de emprendimientos económicos vinculados con la
contratación de servicios y obras. Sería un despropósito interpretar la ley de manera que la
figura quede a contrapelo de los usos y prácticas en los negocios.
Sin embargo, sí que es preciso, para que la prenda nazca, que el crédito futuro o eventual
resulte de una convención concluida y que pueda probarse, por medio de un instrumento que
exista actualmente, que indefectiblemente debe ser entregado para que la prenda nazca. Por
lo tanto, el crédito futuro o eventual debe surgir de una causa actual al momento de
constituirse la prenda.
a) los derechos de usufructo (sin perjuicio de que el usufructuario puede constituir anticresis),
uso y habitación, así como las servidumbres e hipotecas;
b) las indemnizaciones que corresponden al constituyente por daño moral y por daño material
derivado de lesiones a su integridad psicofísica;
c) la indemnización por alimentos que corresponde al cónyuge, al conviviente y a los hijos con
derecho alimentario, en caso de homicidio; y
d) los demás bienes declarados inembargables o excluidos por otras leyes (art. 744, inc. h,
CCyC).
La hipoteca no se puede prendar, pero sí el crédito garantizado con hipoteca, siempre que esté
instrumentado. Como los cheques son instrumentos de pago y no de crédito, admitir la
constitución de prenda sobre los mismos implicaría su desnaturalización.
La prenda de créditos se constituye cuando se notifica la existencia del contrato al deudor del
crédito prendado.
1. Introducción
Aquí se establece la notificación de la existencia del contrato de prenda al deudor del crédito
pignorado como un requisito esencial para el nacimiento de la prenda de crédito.
2. Interpretación
Para que nazca la prenda sobre el crédito es necesario que se cumplan los siguientes
requisitos:
a) que las partes otorguen el contrato de prenda por instrumento público o privado, que para
ser oponible a terceros debe tener fecha cierta;
b) que el crédito pignorado esté instrumentado, que pueda evidenciarse o probarse por medio
de un instrumento, y el constituyente entregue los mismos al acreedor prendario o al tercero
designado por las partes; y
c) que se notifique, por instrumento público o privado de fecha cierta, la existencia del
contrato de prenda al deudor del crédito pignorado (arg. art. 1620 CCyC).
Si no se cumple alguno de dichos requisitos no nace el derecho real de prenda (aunque sí el
contrato de prenda) ni siquiera entre las partes y, por lo tanto, el acreedor no puede invocar
frente a terceros las ventajas que derivan del mismo. La entrega del instrumento probatorio
del crédito pignorado cumple una doble función: además de un requisito constitutivo de la
prenda, es una medida de seguridad tendiente a evitar que el constituyente cobre o remita el
crédito. Integra el modo suficiente para el nacimiento de este derecho real.
En la prenda de crédito el modo suficiente está integrado tanto por la entrega del instrumento,
como por la notificación de la existencia del contrato de prenda al deudor del crédito
pignorado.
Si se trata de un instrumento privado el constituyente debe entregar todos los ejemplares que
estén en su poder, con todos sus anexos, complementos, modificaciones, accesorios, etc. De
manera que el acreedor prendario, y no el constituyente, quede en situación material de
poder perseguir el cobro del crédito pignorado. Por lo tanto, el constituyente también debe
entregar todos los documentos, boletos, contraseñas, fichas u otros comprobantes que sirvan
para identificar a quien tiene derecho a exigir la prestación que en ellos se expresa o a que
ellos dan lugar, o a permitir la transferencia del derecho pignorado sin la observancia de las
formas propias de la cesión (art. 1835 CCyC). Si el crédito prendado consta en escritura
pública, el constituyente debe entregar la copia vigente (art. 308 CCyC) que el escribano
autorizante haya expedido para él.
Cuando la exigibilidad del crédito pignorado depende de una opción o declaración del
constituyente, el acreedor prendario puede hacer la respectiva manifestación, por su sola
cuenta si su propio crédito es exigible, y de común acuerdo con aquél en caso contrario.
En estos artículos se establecen las facultades-deberes del acreedor prendario con respecto a
la conservación, cobranza, exigibilidad y realización del crédito prendado, y al incumplimiento
del titular del crédito prendado con las obligaciones que resultan del contrato del cual emana
dicho crédito. De tal manera, el Código establece cuál es el contenido del derecho real de
prenda de crédito, lo organiza y lo dota de un estatuto legal propio completo, que armoniza los
intereses del titular de la prenda y del titular del crédito prendado. Los deberes que se
mencionan son facultades del titular de la prenda que emanan de su derecho real, pero que
debe ejercer tanto en interés propio como en el del titular del crédito gravado.
2. Interpretación
El Código establece en estos artículos cuál es el contenido del derecho real de prenda de
crédito, lo organiza y lo dota de un estatuto legal propio completo, que armoniza los intereses
del titular de la prenda (acreedor) y del titular del crédito prendado (constituyente). Las
conductas del acreedor referidas en estos artículos como “deberes”, analizadas y ponderadas
exclusivamente desde el lado del prendario, deben considerarse como “facultades” que
emanan de su derecho real, pero —evaluadas desde la posición del titular del crédito— deben
considerarse como “deberes” del prendario, a fin de evitar que su ejercicio menoscabe los
derechos del titular del crédito.
El prendario debe ejercer sus facultades de manera muy cuidadosa, procurando no causar
lesión al crédito pignorado. Debe adoptar, cumplir o solicitar —según el caso— toda medida y
acto conservatorio tendiente a la preservación del crédito prendado, evitando su menoscabo,
extinción o caducidad, o la prescripción de las acciones respectivas. Así, por ejemplo:
a) en los casos en que la mora del deudor no se produce automáticamente debe interpelarlo
para constituirlo en mora; si la obligación de la que resulta el crédito prendado está sujeta a
plazo indeterminado propiamente dicho, debe solicitar judicialmente la fijación de plazo;
b) debe rehusar el pago que intente hacer el deudor del crédito prendado que no reúna los
requisitos de identidad, integridad, puntualidad y localización, y adoptar todas las medidas
conservatorias tendientes a un cobro que reúna dichos requisitos;
c) el acreedor prendario no puede otorgar al deudor del crédito prendado quitas ni esperas sin
la conformidad del titular del crédito;
e) el prendario debe cumplir, por su sola cuenta, o de común acuerdo con el titular del crédito
si la ley o la convención prendaria así lo exigen, los actos que sean necesarios para evitar que
el titular del crédito sea constituido en mora.
El art. 2234 CCyC establece que deben aplicarse las reglas del mandato; en él, el titular del
crédito es el mandante y mandatario, el acreedor prendario, quien en interés común y por
imperativo legal debe conservar y cobrar el crédito pignorado. Se trata de un mandato sin
representación, salvo que el titular del crédito le confiera el poder al prendario. Las reglas del
mandato que deben aplicarse son, obviamente, las que sean compatibles con el derecho real
de prenda de titularidad del mandatario (comentario al art. 1319 CCyC y ss.). Cabe advertir, no
obstante, la aplicación de dichas reglas, que las facultades que mencionan estos artículos, el
acreedor prendario las tiene y las ejerce a título propio y no como mandatario; las mismas
proceden directamente de su derecho real de prenda, o de la ley si se quiere, y no del
mandato o del poder de representación que le dé el titular del crédito.
Si lo que debe cobrarse es un derecho real sobre un inmueble (por ejemplo, prenda de boleto
de compraventa inmobiliaria) y el contrato de prenda no se otorgó en escritura pública, es
necesario que el titular del crédito prendado apodere al acreedor prendario por escritura
pública para que, en su nombre, pueda otorgar la escritura de compraventa y cumplir el modo
que hagan adquirir al titular del crédito el dominio del inmueble.
Como el inmueble no es objeto idóneo del derecho real de prenda él se extingue y solo le
queda al acreedor el derecho de retención y el privilegio que de él emana. La extinción de la
prenda no afecta la existencia del crédito que estaba garantizado con ella (art. 2186 CCyC).
La exigibilidad y el cobro del crédito prendado no producen per se la exigibilidad del crédito
garantizado con la prenda, por lo que el acreedor prendario debe primero cobrar el crédito
prendado por cuenta del constituyente, y luego, esperar que se produzca la exigibilidad de su
propio crédito para poder reclamarlo por la vía que corresponda.
Si luego del cobro del crédito pignorado la prenda subsiste por subrogación real (devenida
en prenda de cosa), una vez producida la exigibilidad del crédito garantizado deben aplicarse
los dos últimos párrafos del art. 2234 CCyC, con respecto al producido de dicho cobro.
En los casos en que el crédito garantizado con prenda es exigible con anterioridad al crédito
prendado, el acreedor prendario puede, sin estar obligado a ello, ejercer sus facultades
ejecutorias y adjudicarse o enajenar forzadamente vía cesión, el crédito prendado conforme al
procedimiento legal o especial convenido en el contrato de prenda. Si opta por no ejecutar la
prenda y esperar a que se produzca la exigibilidad del crédito prendado debe cumplir con su
deber de conservar y cobrar, aun judicialmente, el crédito prendado.
El art. 2235 CCyC regula el caso de que la exigibilidad del crédito prendado dependa de una
opción o declaración que deba efectuar alguna de las partes de la relación obligacional de la
cual proviene el crédito pignorado; piénsese, por ejemplo, en las obligaciones de género (art.
762 CCyC), alternativas (art. 779 CCyC), facultativas (art. 786 CCyC), o en un contrato de opción
(art. 996 CCyC), u otra.
Dicho artículo dispone que, si la opción o declaración debe hacerla el deudor del crédito
prendado, debe comunicarla tanto al titular del crédito prendado como al acreedor prendario,
que es un acreedor de su acreedor.
Si la opción o declaración debe hacerla el titular del crédito prendado el artículo distingue:
Lo previsto en el art. 2236 CCyC para el caso de incumplimiento del titular del crédito
prendado, debe aplicarse igualmente en caso de que dicho titular manifieste su decisión de no
cumplir el contrato del cual emana el crédito prendado. Tal actitud lo hace incurrir en mora y
consecuentemente lo obliga a pagar a la contraparte intereses moratorios (art. 768 CCyC), lo
que puede considerarse como una disminución del valor de la garantía; ante esta situación se
torna aplicable lo previsto en el art. 2195 CCyC, a cuyo comentario remitimos. Ante el
incumplimiento del contrato del cual proviene el crédito prendado, el acreedor prendario
puede optar por ejecutar la prenda.
Respecto de la prestación incumplida por el titular del crédito prendado, el acreedor prendario
es un tercero interesado, por lo que él puede cumplirla, aún contra la oposición individual o
conjunta de las partes del contrato (art. 881 CCyC). La ejecución de la prestación por el
acreedor prendario inhabilita el ejercicio de la facultad resolutoria por la contraparte y
preserva el valor de la garantía y del crédito garantizado. Salvo pacto en contrario, tal
conducta heroica del acreedor prendario depende de su propia decisión y no puede serle
exigida por el titular del crédito prendado ni por la contraparte del contrato del cual proviene
el crédito prendado.
Extinguida la prenda por cualquier causa sin haberse extinguido el crédito dado en prenda, el
acreedor debe restituir el instrumento probatorio del crédito prendado y notificar la
extinción de la prenda al deudor del crédito prendado.
1. Introducción
En este artículo el Código establece cuáles son los deberes que debe cumplir el acreedor
prendario en caso de extinción de la prenda sin haberse extinguido el crédito prendado.
Simétricamente a lo establecido para provocar el desplazamiento, se impone el deber de
notificar la extinción de la prenda al deudor del crédito pignorado.
2. Interpretación
Extinguida la prenda, cesa el derecho de poseer del acreedor prendario, cuya relación de
poder se convierte en tenencia y, consecuentemente debe restituir todos los respectivos
instrumentos que estén en su poder. Además, el prendario debe notificar la extinción de la
prenda al deudor del crédito pignorado, a efectos de que lo pague al titular (arg. art. 877
CCyC).
La restitución del instrumento y la notificación al deudor no son requisitos para que opere la
extinción de la prenda, sino que son deberes que surgen de la extinción, impuestos por la ley al
extitular de la prenda para que el titular del crédito quede en la misma posición en la que con
respecto al crédito gravado estaba antes de prendarlo. La entrega del instrumento sí es un
requisito indispensable para que opere la extinción de la prenda en el caso de la remisión de la
prenda (art. 954 CCyC, a cuyo comentario remitimos).