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En la cosmología moderna, el origen del Universo es el instante en que surgió toda la materia y
la energía que existe actualmente en el Universo como consecuencia de una gran expansión. La postulación
denominada teoría del big bang (gran explosión) es aceptada por la mayoría de los científicos, y postula que
el Universo podría haberse originado hace unos 13 730±120 millones de años, en un instante definido. 12 En
la década de 1930, el astrónomo estadounidense Edwin Hubble confirmó que el Universo se estaba
expandiendo, fenómeno que el sacerdote y astrofísico Georges Lemaître describió en su investigación sobre
la expansión del Universo (big bang), basado en las ecuaciones de Albert Einstein, y con la teoría de la
relatividad general. Sin embargo, el propio Einstein no creyó en sus resultados, pues le parecía absurdo que
el Universo se encontrara en infinita expansión, por lo que agregó a sus ecuaciones la famosa
"constante cosmológica" (dicha constante resolvía el problema de la expansión infinita), a la cual
posteriormente denominaría él mismo como el mayor error de su vida. Por esto Hubble fue reconocido como
el científico que descubrió la expansión del Universo.
El Origen del Universo, es uno de los temas más importantes de la Cosmología y continúa siendo uno de los
misterios más grandes de la ciencia.
T. Creacionista
El creacionismo es la creencia religiosa de que el Universo y la vida se originaron «de actos concretos
de creación divina».123 Para los creacionistas de la Tierra joven, esto incluye una interpretación bíblica
literal de la narrativa acerca de la creación presentada en el Génesis (el primer libro de la Biblia) y el
rechazo de la teoría científica de la evolución.4 Mientras la historia del pensamiento evolutivo se
desarrollaba a partir del siglo XVIII, varias posturas apuntaron en reconciliar las religiones
abrahámicas y el Génesis con la biología y otras ciencias desarrolladas en la cultura occidental.56
Aquellos que sostenían que las especies se habían creado por separado (como Philip Gosse en 1857)
eran llamados comúnmente "partidarios de la creación" pero también "creacionistas", como se lee en la
correspondencia privada entre Charles Darwin y sus amigos. Mientras la controversia creación-
evolución se desarrollaba, el término "antievolucionistas" se hizo común. En 1929 en los Estados
Unidos, el término "creacionismo" se asoció originalmente con el fundamentalismo cristiano,
específicamente con su rechazo de la evolución humana y la creencia en una Tierra joven (con una
edad entre 5700 y 10 000 años). No obstante, este uso estuvo disputado por otros grupos, como los
creacionistas de la Tierra antigua y los creacionistas evolutivos, quienes albergan conceptos diferentes
de creación, como la aceptación de la edad de la Tierra y la evolución biológica entendida por
la comunidad científica.
En uno de los brazos de esa galaxia se condensó una estrella, nuestro Sol,
hace unos 4.540 millones de años. A su alrededor se formaron, girando,
diversos cuerpos, entre ellos nuestro planeta, la Tierra.
La generación espontánea
La teoría de la generación espontánea afirmaba que algunas formas de vida
(animales y vegetales) surgían de forma espontánea a partir de materia orgánica,
inorgánica, o una combinación de ambas.
Se conocía que se producía la reproducción en los animales más comunes, que
venían del cuerpo de una hembra o de los huevos, pero se creía que los seres
más simples podían surgir de la materia no viva, como los gusanos que
"aparecían" en la carne en descomposición.
Esta creencia estuvo muy arraigada en la Antigüedad, admitida por importantes
pensadores como Aristóteles, René Descartes, Francis Bacon o Isaac
Newton. Por ejemplo, Aristóteles afirmaba que los seres vivos provenían del
barro, del estiércol y de otras materias inertes.
Esta idea se mantuvo hasta final de la Edad Media, donde también se creía en el
origen divino de la vida y se acusaba de herejes a los que trataban de cuestionar
el origen de la vida.
Actualmente está totalmente refutada, está teoría se empezó a cuestionar en el
siglo XVII, cuando el italiano Francesco Redi, en 1668, ideó un experimento
sencillo para tratar de refutar esta idea.
Experimento de Pasteur
Pasteur demostró con su experimento, además de la no existencia de la
generación espontánea, que los microorganismos se encontraban por todas
partes y que eran los causantes de la descomposición de los alimentos y de
muchas enfermedades humanas.
Pasteur utilizó dos matraces de cuello de cisne, que tienen forma de S, en los
que introdujo caldo de carne. Hirvió el líquido de cada matraz para eliminar los
posibles microorganismos presentes. Como los matraces tenían forma de S, el
aire podía entrar, pero los microorganismo se quedaban en la parte más baja del
tubo. Después de dejarlos reposar durante un tiempo, observó que ninguno de
los dos caldos tenía microorgansimos, y cortó el tubo en forma de S de uno de
los matraces.
Después de un tiempo, el caldo del matraz sin cuello se había descompuesto,
mientras que el caldo del matraz que tenía su cuello intacto, seguía sin
descomponerse.
Así demostró Pasteur que los microorganismos tampoco aparecían por
generación espontánea, y que los microorganismos estaban en el aire, adheridos
a las partículas de polvo. Cuando pasaba el aire por el cuello con forma de S de
los matraces, el polvo se depositaba en el primer codo y no pasaban los
microorganismos, pero cuando se rompía, los microorganismos llegaban al caldo
y lo descomponían.
Experimento de Redi
Redi trató de demostrar que los insectos no surgían de la materia en
putrefacción. Quería demostrar que si las moscas adultas no entraban en
contacto con la carne, no se desarrollaban larvas de moscas.
Puso carne en un frasco abierto y en un frasco cerrado y dejó pasar el tiempo. En
el frasco abierto entraban y salían moscas, no en el cerrado porque no podían
entrar. Después de un tiempo, sólo había gusanos (larvas de mosca) en el frasco
abierto, por lo que llegó a la conclusión de que los gusanos sólo aparecían en la
carne en descomposición si las moscas antes habían puesto sus huevos en la
carne.
Sus opositores criticaron el experimento alegando que la ausencia de gusanos se
debía a que no se había permitido que entrara aire en el frasco, lo que impedía la
generación espontánea.
Redi rediseñó su experimento y utilizó gasas para tapar los frascos pero
permitiendo la entrada del aire pero no la de las moscas. Al final, no aparecieron
gusanos en la carne del frasco tapado con una gasa, por lo que se demostró que
no era cierta la generación espontánea.
El fijismo y el evolucionismo
El fijismo considera que las especies han permanecido invariables desde la creación, negando un parentesco
entre ellas. Los científicos más destacados que apoyaron esta imagen inmovilista de la naturaleza fueron Linneo y
Cuvier.
El evolucionismo considera la existencia de un proceso de evolución mediante el cual los seres vivos se han ido
diversificando a partir de un antepasado. La teoría de la evolución constata el hecho de la evolución, relata su
historia e intenta explicar sus causas, descifrando los mecanismos biológicos que actúan en la misma. Todos los
científicos aceptan hoy en día la teoría de la evolución; la discusión, por tanto, no reside en si hay o no evolución,
sino en cómo se produce.
El evolucionismo según Lamarck
La primera teoría evolucionista suficientemente elaborada fue presentada por el francés Jean-Baptiste de Monet,
caballero de Lamarck, en 1809. Las principales ideas lamarquistas pueden resumirse en:
El ambiente produce modificaciones de los caracteres: las condiciones ambientales varían a lo largo del
tiempo.
La función crea el órgano: los nuevos hábitos permiten el desarrollo de determinados órganos.
Herencia de los caracteres adquiridos: estas modificaciones, inducidas por el ambiente, son transferidas a la
descendencia.
Lamarck, por tanto, creía que era la necesidad la que producía los cambios evolutivos. Una vez que tenían lugar, dichos
cambios serían heredables.
La corriente lamarquista del siglo XX (neolamarquismo), intenta conciliar los principios de la herencia de los caracteres
adquiridos con la genética: las mutaciones no se producen al azar, sino que están relacionadas con los cambios
producidos por el esfuerzo para adaptarse al ambiente. Sin embargo, la mayoría de los científicos actuales considera
inviable que un carácter adquirido mediante el esfuerzo individual pueda alterar el ADN y hacerse hereditario.