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Lo que invierten las empresas en los proyectos en millones, es dinero que se gastará en
maquinarias que generalmente se exportan de otros países e infraestructura, el aporte final al
país es una cifra más reducida de la que se ofrece en las propagandas. Y los miles de puestos
de trabajo que se anuncia como trabajo directo e indirecto se dividen entre subcontratos que
recortan derechos laborales a los trabajadores y supuestos empleos que no se generan con la
llegada de la mina, como los taxistas, restorantes, etc. Que existen desde siempre y que el
incremento de la demanda que pueda resultar de la estadía de la empresa no garantiza
ninguna estabilidad, puesto que el proyecto no es eterno.
Otra idea que esconde es que nos hacen creer que antes de la minería no habían otras
opciones de empleos en la zona, y que las zonas en las que se establecen son pobres y que
nuestra última opción, por tanto, es aceptar la minería.
Todo proyecto minero, por más tecnología moderna que use tiene un impacto ambiental, que
pueden ser: 1) la destrucción del entorno y fuentes de agua; 2) la contaminación; 3) la
acumulación de varios proyectos en una misma zona. La técnica que se utiliza actualmente es
el tajo abierto donde se procede a través de voladuras hacer un gran hoyo que quedará así
luego de finalizar el proyecto, el otro ataque son las cabeceras de cuenca, las fuentes de agua
que requerirá la minera que puede así acabar con lagunas, bofedales o reducir el nivel de napa
freática(al bombear agua subterránea) además de destruir ecosistemas enteros matando
diversidad de especies de plantas y animales.
Para extraer el mineral, se remueve la tierra la cual se mezcla con agua y sustancias químicas y
de resultado tenemos botaderos de tierras infértiles que cubren muchas hectáreas y donde los
residuos y sustancias toxicas son almacenados eternamente en depósitos que con el paso del
tiempo o las lluvias ocasiona derrames contaminando así las aguas y suelos. Y hay regiones que
tienen más de un proyecto extractivista en sus tierras que multiplica en daños estos impactos
anteriormente descritos.
Por último, los EIA (Estudios de Impacto Ambiental) carecen de credibilidad puesto que son
realizados por la misma empresa minera y que para abaratar costos se sirven de fuentes
secundarias para estos estudios, donde es posible que el equipo de investigación jamás haya
pisado el terreno que a veces es de difícil acceso.
La legislación con la que cuenta el país no obliga a ningún tipo de consulta a la población local;
solo se plantea la figura de “informar” a través de audiencias públicas en el marco de la
realización de los EIA. Pero ni siquiera la Ley de Consulta Previa garantiza que la opinión de los
pueblos indígenas consultados sea considerada, pues se establece que la decisión final la toma
el Estado.
Lo que se ve es más bien la imposición por todos los medios de, por parte del Estado y las
empresas, de imponer estos proyectos llegando a usar a las “fuerzas del orden” y los estados
de emergencia para ello.
Y existen registros de denuncias de que estas audiencias públicas son copadas por personal de
la misma empresa y/ “portátiles” de personas pagadas por las mineras para apoyar el proyecto,
donde por esto se les ha restringido el ingreso a los pobladores de las comunidades, donde ya
era sabido que existían una negativa al proyecto.
Es sabido que en muchas de las regiones donde se asientan las mineras ya ha habido un
desarrollo de otros tipos de economías como es el de la agricultura, que genera mayor número
de puestos de trabajo.
Y que hay comunidades que usan la economía de tipo autosustentable, lo necesario para la
vida respetando el agua y la tierra.
Y que las propuestas de desarrollo son tan diversas que toca preguntarle a cada población que
entiende por desarrollo. Si desarrollo significa talar árboles frutales de la selva para construir
carreteras para que pueda fluir el comercio de objetos que no necesitamos? Entonces, ¿cómo
queremos el desarrollo? ¿cómo queremos desarrollarnos en nuestras comunidades?