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“Llegó un hombre de Baalsalisá trayendo al hombre de Dios el fruto de las primicias: veinte panes de cebada y espigas nuevas en su alforja.
Eliseo ordenó: Dáselo a la gente para que coma. ” Su criado le contestó: ¿Cómo voy a dar de comer con esto a cien hombres? Replicó Eliseo:
Dáselo, porque el Señor dice: «Comerán y sobrará». Él se lo sirvió, comieron y sobró, según la Palabra del Señor”.
La acción es muy similar a la escrita en los evangelios: alguien ofrece unos pocos panes de cebada, se ordena a un discípulo que lo reparta,
el discípulo hace una objeción, se repite la orden, y finalmente todos reciben su alimento.
Pero también se puede encontrar una vislumbrar en el éxodo, cuando cae el maná. Jesús también va a recurrir a este pasaje para dar su
explicación sobre el signo.
El pan era el alimento por excelencia. Será uno de los dos elementos materiales que Jesucristo elegirá para constituir el sacramento de la
eucaristía.
Los peces son el fruto del trabajo de los discípulos, muchos de los cuales eran pescadores. Serán la materia de otro milagro de donación: la
pesca milagrosa. El pez fue luego el signo que utilizaron los primeros cristianos para simbolizar a Jesucristo.
Simbolismos
Los números suelen tener un sentido simbólico en la Biblia. Los Padres de la Iglesia interpretaron en sentido espiritual los cinco o siete
panes, los dos peces, los cinco mil hombres y las doce o siete cestas llenas de los trozos sobrantes:
· Los dos peces representan a las predicaciones de los profetas y de Juan (o bien a los profetas y los salmos).
· El número de los convidados representa al de los futuros creyentes. Según el Capítulo 4 de los Hechos de los Apóstoles, del gran número
del pueblo de Israel que se hallaba presente, creyeron cinco mil hombres.
· Las doce canastas representan a las doce tribus de Israel y a los doce Apóstoles, es decir a todo el pueblo de Dios. El nuevo Israel en su
totalidad ha quedado saciado y la abundancia permanece.
· Los siete panes y las siete espuertas es una señal de plenitud.
Los propios evangelistas, y posteriormente los Padres de la Iglesia, vieron en el pan multiplicado por Jesús una prefiguración y
preparación de la Eucaristía. El evangelio de Juan desarrolla esta idea en el discurso sobre el pan de vida. Los evangelios sinópticos, en
cambio, relacionan la multiplicación de los panes y la Última Cena por medio de un rito común a ambos acontecimientos: la fracción del
pan. La acción de partir el pan era entre los judíos un rito doméstico que inauguraba la comida familiar. El padre de familia tomaba el pan,
recitaba la bendición, lo partía con las manos y distribuía los trozos a los comensales. Se constituía así la comunidad de mesa: los
comensales formaban una unidad y Dios se consideraba presente. La bendición manifestaba que se recibía de Dios el alimento necesario
para la vida. Era una oración de acción de gracias. En los evangelios se narran los gestos sucesivos de este rito inaugural de la comida en
los relatos de la multiplicación de los panes, de la Última Cena y de la aparición del Resucitado a los discípulos de Emaús.