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Resumen
En este artículo publicado en la Memoria Anual de Oxfam América Buscando el cambio: Apuestas
para un Perú más inclusivo informe anual Perú 2013 / 2014, Pedro Ferradas, gerente del programa
de Gestión de riesgos de Soluciones Prácticas, describe los retos de la gestión de riesgo y
adaptación al cambio climático en una de las zonas más vulnerables altoandinas de Perú. Asimismo
presenta una reflexión en torno al hecho de que un nuevo marco legislativo encierra la promesa de
generar cambios importantes desde el Estado en prevención y reducción de riesgos, en especial,
en lo que respecta a la participación ciudadana y de los gobiernos locales; sin embargo, su exitosa
implementación dependerá, en gran medida, de aprender de las experiencias de diversos actores,
mejorar los sistemas de información existentes y precisar mejor las responsabilidades.
1
La nueva legislación sobre desastres en el Perú, en particular, la ley de creación del Sistema
Nacional de Gestión de Riesgos, tiene una perspectiva más integral que la anterior ley, Ley del
Sistema Nacional de Defensa Civil. Ello, por un hecho simple, pero importante: ahora se parte del
análisis de las causas de los desastres para buscar la prevención y reducción de riesgos, en lugar de
buscar únicamente dar respuesta a las emergencias. Sus principios –plasmados en algunos de los
artículos de la ley– consideran la participación ciudadana y de la sociedad civil como un aspecto
fundamental de la prevención, y atribuyen un papel central a los gobiernos locales y regionales.
Gráfico 1. Impacto de las heladas en el año 2008 / pérdidas por cultivos y promedio
19.89%
Promedio de pérdidas 25.49%
37.29%
43.40%
44.04%
Apurímac 38, 54%
65.06%
15%
20,32%
Ayacucho 16,83%
32,17%
16,67%
44,44%
Huancavelica
34,44%
53,40%
Cusco 34,33%
43,64%
54,81%
44,43%
Arequipa 18,18%
22,73%
34,28%
Puno 32,11%
35,72%
51,20%
Fuente: FAO.
2
Gráfico 2. Impacto de las heladas en el año 2008 / pérdidas y daños en ganadería
Muertos Enfermos
Fuente: FAO.
heladas, debido, en parte, a la dificultad para obtener información; pero también, porque
los criterios para la evaluación de daños tendían a soslayar las pérdidas en los medios de
vida. Desde el año 2002 en adelante, ya se cuenta con información del impacto de las
heladas que incluye el número de hectáreas agrícolas afectadas. Sin embargo, para los años
2002 y 2004 (años durante los cuales se produjeron heladas catastróficas), la información
no incluye las pérdidas porcentuales a las que hace referencia Klaren.
En el año 2008 (otro año de heladas catastróficas), los registros de la FAO (ver gráficos 1 y 2)
hacen referencia a los porcentajes de pérdida de cultivos como consecuencia de los eventos
climáticos: se perdió el 19,89% de los pastos naturales por encima de los 3.500 msnm, que son
el principal alimento de ovinos y camélidos; y entre el 25% y el 43,4% de los principales cultivos
altoandinos. Además, en Apurímac se perdió el 65,06% de la cosecha de papa. En cuando al
ganado, los animales muertos o enfermos superaban el 29,5 % del total.
En el año 2013, las heladas afectaron nuevamente las regiones altas del centro y sur del
país, y dejaron 83.444 personas afectadas por la pérdida de cultivos y más de 25.000
cabezas de ganado muerto, aunque, nuevamente, se carece de una evaluación de daños
que tenga en cuenta el porcentaje de pérdidas.
El hecho de que la información esté disponible solo a partir del 2002, y que de ella se
excluya reiteradamente los porcentajes de pérdida en relación con la propiedad, así como
3
referencias al incremento de tales pérdidas relacionadas con las de años normales, constituye
una limitación para evaluar y comparar los impactos de dichos fenómenos.
Un análisis de vulnerabilidad de las comunidades frente a las heladas, que tome en cuenta
las relaciones y diferencias señaladas, así como la accesibilidad a los mercados, tiene el
potencial de mejorar la evaluación de daños y necesidades –y, por tanto, de mejorar también
las estrategias de respuesta. Adicionalmente, la preparación y respuesta a las emergencias
generadas por las heladas y otros fenómenos climáticos extremos podría ser más adecuada
si se toman en cuenta las siguientes propuestas:
1
Indeci, op.cit.
2
El Minagri, por ejemplo, estima en 30% las muertes de alpacas durante los friajes, pero no hay referencia a las pérdidas en periodos normales. Ver Presidencia de
Consejo de Ministros (2012).
3
Valdivia et al. (2012).
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1. La preparación debe ser dirigida prioritariamente a los gobiernos locales y
líderes comunitarios.
3. El gobierno central debe, en lo posible, entregar la ayuda o los recursos para tal fin
con la debida anticipación a las autoridades regionales y locales, para que estas la
distribuyan en coordinación con los líderes comunitarios en caso de ocurrencia de
heladas u otros fenómenos que generen situaciones de desastre. Los almacenes para
atender emergencias deben ser mejor abastecidos en las zonas más propensas al
aislamiento y donde los desastres sean más recurrentes.
5. A través de las plataformas de Defensa Civil, normadas por la nueva ley, se debe
establecer mecanismos que permitan identificar, propiciar y contar con los recursos y
capacidades de instituciones y empresas locales, las mismas que deben constituir parte
de los planes de respuesta.
• La vulnerabilidad ante las heladas está asociada con las condiciones de vida de
una población y con su capacidad de recuperarse. Por ejemplo, el acceso a una
vivienda segura y saludable; la calidad y cantidad adecuada de alimentación, la
información y educación; las relaciones y organización comunitaria; el acceso a
servicios básicos, incluidos los de respuesta a emergencias; y la transferencia de
riesgos (seguro catastrófico).
5
incrementarse debido a nuevas inversiones y generar una disminución del agua
disponible para las personas, lo que las hace más vulnerables ante las sequías.
Para ello, es preciso tomar en cuenta las experiencias tanto de instituciones privadas como estatales.
En el caso de las experiencias desarrolladas por diversas ONG, merece destacarse:
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• Introducción y mejora de sistemas de riego. Esta tecnología permite reducir la
intensidad del trabajo agropecuario y mejorar la productividad, con lo cual, por
tanto, se mejoran también los ingresos que permiten a las familias recuperarse
ante situaciones de desastre. Los pequeños reservorios ubicados en laderas para
almacenar el agua de lluvia y distribuirla por gravedad permiten, además, contar con
agua suficiente para asegurar la producción ante la variabilidad climática extrema.
• Construcción de almacenes de semillas, alimentos y medicinas naturales. Este es
el caso de una experiencia en Áncash, donde fueron construidos sobre la base de
la recuperación de conocimientos tradicionales relacionados con la alimentación
y la curación en situaciones de sequía o heladas, así como con los medios para
sembrar luego de tales fenómenos.7
• Construcción de invernaderos para proteger cultivos de autoconsumo ante la
variabilidad climática extrema; también, destinar parcelas para diversificar y mejorar
la dieta alimenticia en las comunidades, y con ello, la seguridad alimentaria.
• Capacitación de campesino a campesino, como es el caso de los yachachiq y
kamayocs8 en Cusco.
• Fortalecimiento de la organización comunitaria y de la participación de la sociedad
civil a través de los Grupos Impulsores de Gestión de Riesgo (Grides)9.
• Monitoreo de las políticas de gestión de riesgo desde la perspectiva comunitaria y
local (Visión de Primera Línea).10
7
Proyecto “Nidos de Almacenamiento y Conservación de Alimentos”, que promueve tecnología ancestral para conservar alimentos en situaciones de sequía, heladas
o aluviones.
8
Dos modalidades diferentes de promotores campesinos que vienen sustituyendo a los promotores externos.
9
Los Grides parten del reconocimiento de que existen potencialidades y capacidades locales y subnacionales para la gestión del riesgo. Por ello, están constituidos por institu-
ciones interesadas en incorporar la gestión de riesgo en sus actividades y en las políticas locales y regionales. Incluyen representantes de universidades, ONG, organizaciones
gremiales y organismos públicos con presencia local. Durante los últimos años, se han constituido Grides en algunas regiones del sur andino, como en Cusco y Apurímac.
10
Visión de Primera Línea es un instrumento para monitorear los avances de las políticas de gestión de riesgo desde una perspectiva local y de sociedad civil. Este instrumento
ha permitido elaborar informes de avance que luego son presentados a las autoridades e incorporados en los informes alternativos de Naciones Unidas en sus reuniones bianuales
para monitorear el avance en la aplicación del Marco de Acción de Hyogo.
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Los tambos (del quechua tampu) eran albergues y centros de acopio distribuidos a lo largo del Camino Inca cada 20 o 30 kilómetros; de este modo, en épocas de penuria
climática o desastres, los tambos proveían materiales para la supervivencia a las aldeas más cercanas. Bajo el programa señalado, en enero dle 2013, se habían construido 76
tambos y habían 101 en construcción en 15 departamentos.
12
Presidencia de Consejo de Ministros (2012).
7
1. La principal razón para priorizar estrategias de adaptación al cambio climático en las
comunidades altoandinas es su gran vulnerabilidad, la cual está determinada por las
precarias condiciones de vida; el recurrente impacto de los desastres, que deteriora
mucho más tales condiciones; y la gran dependencia de los medios de vida con
respecto a la variabilidad climática, pues se carece de sistemas de riego y de una
protección adecuada de las actividades agropecuarias. Es importante resaltar que
los mercados locales también son altamente sensibles a las heladas e inundaciones.
8
zonas altoandinas; asimismo, incluir en el análisis del riesgo la vulnerabilidad
social y las capacidades y percepciones de las comunidades. La evaluación de
daños y necesidades debe tener en cuenta el porcentaje de la producción que se
pierde y diferenciar las pérdidas que ocurren en años considerados “normales”.
Bibliografía
Comunidad Andina (2009). “Cuando hiela: pérdidas históricas”. En Atlas de la Dinámicas del
Territorio Andino: población y bienes expuestos a amenazas naturales.Caprade. Lima. Disponible
en <http://www.comunidadandina.org/predecan/atlasweb/ chapters/cuando_hiela/4.html>.
Presidencia de Consejo de Ministros – PCM. (2012). Plan Nacional de Intervención para Enfrentar
los Efectos de la Temporada de Heladas y Friaje 2012. PCM. Lima.
9
Soluciones Prácticas. (2011). “El Proyecto de Visión de Primera Línea”. En Redes de gestión de
riesgo y adaptación al cambio climático. Soluciones Prácticas, Oxfam, Grides y Christian AID.
Lima. Pp. 47-50.
Valdivia, G.; Cruz, M. y de la Torre C. (2012). Los desafíos de la adaptación al cambio climático
en comunidades rurales altoandinas. Oxfam y Soluciones Prácticas. Lima.
10