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INFORMES SOBRE PALUDISMO EN CARTAGENA, 1879 Y 1884

[Reproducidos de Álvarez Gómez, Juan Ángel. Ciencia y tecnología en la Cartagena del


siglo XIX : la academia médico-farmacéutica de Cartagena : su restauración en el siglo
XXI como academia de farmacia. Tesis Doctoral. Universidad Politécnica de Cartagena.
Departamento Ingeniería Química y Ambiental. 2009. Disponible en
http://repositorio.upct.es/handle/10317/994, consultado 5/9/2017].

[El Eco de Cartagena 28 de noviembre, inserta el informe, fechado en Cartagena el 6 de


noviembre de 1879 y firmado por Juan Mínguez, Antonio Oliver, Leopoldo Cándido,
Esteban Mínguez, Manuel Mª Casado, José Vidal Martínez, Antonio Ferery. Indicando,
aprobado por unanimidad de la Junta General Extraordinaria de la Asociación Médico-
Farmacéutica de Cartagena celebrada el día 22 de noviembre de 1879. Visto Bueno del
Presidente Mínguez. El Secretario Dr. Leopoldo Cándido].

“A continuación insertamos el informe presentado al Excelentísimo Ayuntamiento por la


Asociación Médico-Farmacéutica, sobre la desecación del Almarjal. Los que suscriben
nombrados por la Asociación médico farmacéutica de esta ciudad, para emitir un informe
razonado que el Excelentísimo Ayuntamiento solicita a esta Corporación, sobre las causas
que contribuyen de pocos años a esta parte al desarrollo de fiebres intermitentes en este
término Municipal y medios que pueden adoptarse para evitarlas, podemos exponer las
consideraciones siguientes:
La constitución médica que más constantemente reina en esta ciudad y sus inmediaciones
es el paludismo en sus manifestaciones más variadas, una febriles, otras aparentemente
inflamatorias, algunas congestivas, de forma larvada otras, presentándose algunas veces
como una perturbación tan profunda de las funciones más importantes del organismo que
es incompatible con la vida, constituyendo las calenturas perniciosas.
Todas ellas tienen en común el carácter típico que es el patognomónico y esencial de la
enfermedad; y aun cuando por sus manifestaciones presenten un cuadro sintomático
completamente distinto, reconocen una misma causa; la absorción de miasmas palúdicos,
por lo que están incluidos en la clase de enfermedades específicas y en el orden de las
miasmáticas. Estos miasmas palúdicos se forman y desprenden principalmente en los
terrenos bajos, poco ventilados o encajados entre cordilleras que retienen aguas casi
constantemente y en las cuales existen sustancias orgánicas que por la humedad, el calor
y el tiempo suficiente entran en descomposición desprendiéndose efluvios que se
extienden a más o menos distancia según los vientos reinantes en la localidad.
Sentados estos preliminares hemos de venir en conocimiento de las causas más probables
de la enfermedad que desde hace algunos años viene reinando de una manera
verdaderamente endémica en esta población y sus inmediaciones. Existe al N. y N.O. de
esta ciudad, un terreno cuya extensión es de unos dos kilómetros en cuadro que reúne las
condiciones más abonadas, para el desarrollo de los miasmas referidos, pues este terreno
se halla tan bajo que no pasará del nivel del mar, está surcado por acequias sin desnivel
suficiente para dar curso y salida a las aguas que procedentes de lluvia o de filtración se
estancan en dichos cauces y aún en las capas más superficiales de terrenos. Dichas tierras
son ligeras y se hallan sobre una capa arcillosa impermeable, que no permite la filtración
del agua teniendo forzosamente que desaparecer ésta por evaporación, lo cual hace que
el terreno conserve constantemente gran humedad y adquiera las condiciones de un
verdadero pantano. La vegetación que en él se desarrolla da origen a detritus que
producen los miasmas palúdicos. Además se engendran un gran número de infusorios,
insectos, reptiles y otra multitud de animales que se reproducen y mueren en un breve
término y sus cadáveres mezclados con los restos de vegetales forman una capa de cieno
que por la acción del calor y del aire fermentan con rapidez dando origen a los efluvios
palúdicos y producen las endemias de fiebres intermitentes. Deduciendo de todo lo
expuesto que las condiciones del terreno pantanoso llamado Almarjal (citado como
Armajal en todo el texto), deben reconocerse como la causa más importante y más
abonada para producir, desarrollar y sostener endémicamente la enfermedad reinante en
esta población y sus inmediaciones constituyendo las calenturas de tan diferentes tipos y
formas como se observan diariamente y demás padecimientos infebriles de carácter
intermitente.
Existen además otras causas que explican el que se padezcan hoy las fiebre intermitentes
con más intensidad y frecuencia que en otras épocas más lejanas, porque a pesar de haber
existido siempre el sitio pantanoso llamado Almarjal nunca ha habido tanto riego en este
campo de por sí árido y seco. En efecto, los agricultores sin cuidarse para nada de observar
las reglas de una buena higiene, han abierto infinidad de pozos, han construido balsas y
norias estableciendo riegos, pero tan miserables que no haciéndose en las condiciones
apropiadas, contribuyen a la fermentación pútrida del légamo que hay en el fondo de
dichos terrenos balsas y de aquí la formación de pequeños pero numerosos focos de
miasmas palúdicos.
Por último, pueden contribuir como causas ocasionales de la endémica enfermedad que
nos ocupa además de la falta de policía en las norias, balsas y playas, la impregnación de
las aguas de las fuentes en estos miasmas, por recorrer las cañerías el terreno pantanosos
y hallarse sucias y tal vez destruidas por algunos puntos.
Además de las causas ocasionales o productoras del paludismo que dejamos consignadas,
se encuentran otras predisponentes las cuales son también de fácil corrección, observando
las más rigurosas prescripciones higiénicas. Sabido es que así como hay enfermedades
que dejan una especie de inmunidad en el individuo a volverlas a padecer, el paludismo
es el polo opuesto a aquellas, dejando el organismo que las padece predispuesto a
frecuentes recidivas y a esto contribuyen muy principalmente la mala alimentación, el
temperamento linfático, el habitar en sitios bajos, húmedos y poco ventilados y en las
inmediaciones de los pantanos y como generalmente la clase pobre es la que habita en
estos lugares, de aquí que sus individuos son los que padecen con más persistencia esta
enfermedad la cual por la frecuencia con que residirá destruye los organismos y las
generaciones, criándose entecos, escrofulosos y desarrollándose en ellos las afecciones
consecutivas producidas por el empobrecimiento de la sangre y caquexia palúdica.
Enumeradas ya las causas productoras de las fiebres intermitentes y las que contribuyen
a su sostenimiento, llegamos a la parte esencialmente práctica y de inmediata aplicación
de nuestro trabajo, cual es proponer los medios suficientes, en nuestro concepto, combatir
el mal que desde muy antiguo pero con creciente intensidad aqueja a casi todo el término
municipal de esta ciudad con notable resentimiento de la salud pública. Anteriormente ha
quedado establecido que uno de los principales focos en que se produce la malaria
probablemente el más importante de todos ellos, es ese terreno bajo y húmedo conocido
con el nombre de Almarjal y cuya composición ya se ha indicado que circunda en gran
parte el perímetro de esta ciudad y el barrio extramuros de San Antonio Abad, en el que
ejerce sobre todo su perniciosa influencia; y concretando a él preferentemente nuestra
atención indicaremos los siguientes medios como los más convenientes para sanificarlo:
Primero. Evitar la acumulación de las aguas pluviales en dicho sitio, objeto que se
conseguirá por medio de la desviación de las ramblas que a él afluyen.
Segundo. Que por ser el Almarjal una superficie casi horizontal que no tiene por lo tanto
el suficiente desnivel para que no se produzcan encharcamientos y está al mismo tiempo
compuesto de tierras arcillosas que tan ávidas son de la humedad y con tanta tenacidad la
retienen, se proceda a su aterramiento con el objeto de obtener el mencionado desnivel.
Tercero. Que se coloque lo más bajo posible una red de tubos de drenaje
convenientemente dispuesta par a dar salida a las aguas de las filtraciones, evitando de
este modo la formación de un pantano subterráneo.
Cuarto. Que se construya un pozo artesiano en el sitio más elevado del cauce que desde
el Almarjal va a desembocar en la Algameca para activar el curso de sus aguas.
Quinto. Que se revista la parte inferior de dicho cauce de una argamasa capaz de evitar
infiltraciones.
Sexta. Que se hagan en la nueva superficie del Almajal numerosas plantaciones de sauces,
girasoles y de eucaliptus glóbulos.
Sétimo. Que se proceda a la monda y limpieza frecuentemente renovada de los cauces del
repetido Almarjal.
Estas medidas aplicadas todas a un solo foco que hemos considerado como de gran
importancia, producirá seguramente, así lo consideramos por lo menos, una notable
disminución en la intensidad de la endemia reinante próximo a su desaparición completa;
porque como más arriba dejamos indicado no es este el solo sitio en que se desarrolla el
miasma palúdico. Hay otros en efecto, que aunque de menos importancia, es la bastante
para que les atribuyamos una gran parte de las enfermedades cuyas causas nos
proponemos evitar. Los terrenos dedicados al riego, los lavaderos públicos y privados,
las balsas, los vegetales marinos arrojados por las olas sobre determinados puntos de la
costa sírvennos para testificar de la verdad de nuestras aserciones. En su consecuencia
indicaremos aunque muy sucintamente la medidas que deben adoptarse para contener la
producción de los efluvios pantanosos en todos estos sitios.
Primero. Para evitar la acumulación excesiva del agua de riego en los campos dedicados
a esta clase de cultivo, acumulación tan perjudicial a la salubridad, como a las mismas
plantas, debe aconsejarse o exigirse en determinados casos a los propietarios la
colocación de tubos de drenajes que faciliten el derrame de las aguas sobrantes para el
cultivo.
Segundo. La limpieza periódica y frecuente de las balsas, norias, estanques, acequias y
de los sitios de la costa en que deposita el mar crecida cantidad de sustancias vegetales
que más tarde entran en descomposición.
Tercero. Recomponer si necesario fuese, las cañerías que conducen el agua destinada a
las fuentes públicas de la población.
Cuarto. Hacer observar en todos sitios y establecimiento públicos, como lavaderos,
mataderos, escuelas, etc. las prescripciones de una buena higiene suficientemente
conocida de todos.
Por último las autoridades deben ejercer una exquisita vigilancia y esto nunca lo
recomendaremos bastante para todo género de alimentos y bebidas impidiendo las
frecuentes adulteraciones con que el comercio de mala fe pretende obtener nuevas
ganancias. Es cuanto podemos exponer a la consideración del ilustrado criterio de
nuestros compañeros en cumplimiento de la comisión que nos confiaron”.

Informe sobre las causas que determinan las fiebres intermitentes en el partido judicial de
Cartagena, y remedio eficaz para evitarlas, La Unión de las Ciencias Médicas, 4 (1884),
355-358.

La Unión de las Ciencias Médicas de septiembre de 1884 . En el número 23 del Tomo II,
en la sección científica aparece un Informe sobre las causas que determinan las fiebres
intermitentes en el partido judicial de Cartagena y remedio eficaz para evitarlas, remitido
al Sr. Gobernador Civil de la provincia por el Dr. D. Leopoldo Cándido y Alejandre,
Subdelegado de Sanidad de Cartagena.

“En contestación al oficio que por acuerdo del Excmo. Sr. Ministro de la Gobernación se
han servido V.S. dirigirme con fecha 8 del actual, para que informe acerca de las causas
que determinan las calenturas intermitentes de los pueblos de este partido judicial,
exponiendo su historia y medios más apropiados para evitarlas, debo manifestar a V.S.:
Que el estudio escrupuloso que tengo hecho de este género de fiebres, tanto en esta ciudad
como en los de más pueblos comarcanos, resulta como hecho cierto e innegable, que las
causas productoras del referido padecimiento son los focos de infección originados por
vegetales putrefactos, ora sean procedentes de pantanos que esté al descubierto, ora
dimanen de los llamados subterráneos, bien de lugares o parajes cuya flora descanse sobre
un lecho cenagoso, bien de terrenos removidos que escondan en su seno partículas
orgánicas en descomposición.
En las localidades donde concurran cualquiera de estas desfavorables condiciones, o
todas a la vez, la endemia palúdica se establece y desarrolla, dando origen a las fiebres
intermitentes palustres con todas sus fatales consecuencias, estando en razón directa, la
gravedad de las mismas, con la extensión y abundancia de los focos infectantes. Empero,
aunque esto sea un hecho demostrado en la ciencia y solidariamente aceptado por los
médicos de todos los tiempos, es lo cierto, que según los adelantos modernos llevados a
cabo a favor del microscopio, la verdadera causa del paludismo, aquella que pudiéramos
llamar determinante de la afección, consiste en el desarrollo de un parásito especial que
germina y vive en esos focos putrefactos; parásitos que han sido reconocidos por
multiplicado número de micrógrafos, y cuyo valor etiológico en la génesis de estas
fiebres, ha merecido la sanción de casi todos los sabios contemporáneos. Así pues, el
paludismo es de índole parasitaria y sea cualquiera el parásito generador de este estado
patológico, esto no invalida los hechos observados y comprobados mediante una
experimentación atenta y rigurosa.
Como corolario de este hecho, se desprende necesariamente, que los efluvios
miasmáticos, procedentes de los lugares pantanosos, de las pocilgas cenagosas, los que
se originan en la confluencia de los ríos con los mares, aquellos que emanan de las capas
profundas de la tierra, cuando son removidas, no representan otro papel que el de vectores
del agente parasitario, que desarrollado allí por encontrar condiciones apropiadas a su
vitalidad, espera el oportuno momento, para hacer sus excursiones atmosféricas, y
penetran en el organismo de los que respiran la viciada atmósfera que los contiene y
transporta. No decimos con esto, que la puerta de entrada del elemento palúdico
morbígeno, sea siempre la mucosa del árbol respiratorio, pues se tiene averiguado, que
las aguas usadas como bebida cotidiana, pueden también conducirle, penetrando entonces
por distinta vía.
Como dado el carácter de este escrito, nos es imposible extendernos en largos
razonamientos sobre este punto controvertible y litigioso, concretaréme a los expuesto,
afirmando que las causas ocasionales del paludismos, están representadas por todos esos
focos de infección que en algunas localidades abundan, como pantanos naturales
descubiertos y subterráneos, albuferas con costas bajas y cubiertas de algas marinas,
depósitos de aguas pluviales estancadas, mezclas de aguas saladas y dulces, remoción de
tierras húmedas cargadas de restos orgánicos en descomposición, alcantarillados de difícil
desagüe y suelo cenagoso, deltas de ríos y ensenadas o puertos sucios, etc. etc. y las
determinantes lo están a su vez, por el desarrollo en esos lugares de esas partículas
microscópicas, originadas por una fermentación rápida o lenta, cuyo descubrimiento ha
venido a esclarecer las nebulosas sombras que cubrían el horizonte de la ciencia, acerca
de la naturaleza de estos procesos infecciosos.
Ahora bien, si esta es la verdad averiguada por la ciencia, si estas son las observaciones
que tiene recogidas, el paludismo en esta localidad y en todo su término municipal y
pueblos cercanos, tiene forzosamente que constituirse en endémica a juzgar por la
abundancia de los focos infectivos enclavados en su suelo y por lo abandonada que se
encuentra la higiene respecto al saneamiento de esos lugares, cuyos deletéreos efluvios
infeccionan la atmósfera que continuamente se respira.
Circunscribiéndome a los puntos que V. S. se ha servido indicarme.... saneando los
múltiples focos de infección que por aquí existen, las consecuencias higiénicas han de
tocarse desde luego en bien de la salubridad pública, que es una de las bases principales
de la prosperidad de los pueblos. Colindando con las murallas que cercan a esta ciudad,
existe una extensión de terreno considerable denominado Armajal... Como es
consiguiente, cuando los rayos solares calientan la tierra, aumentando la evaporación de
esas aguas estancadas, los gérmenes palúdicos hacen su emigración por la atmósfera,
dando lugar al desarrollo de fiebres intermitentes de tan diversas formas y tipos, que
afectando de forma larvada unas veces y la perniciosa en otras, ocasiona numerosas
victimas. Queda, pues, sentado, que la existencia del repetido pantano, llamado Armajal,
es la causa principal que motiva la aparición de las intermitentes en Cartagena y barrios
extramuros. En el resto del término municipal , existen otras causas no menos importantes
para el desarrollo de la endemia de naturaleza bien distinta”.
[Y continúa pormenorizando las razones por las que se produce la endemia en otros
puntos del término municipal, tanto por la acumulación de aguas debido a la actividad
agrícola, como a la minera, la presencia del mar menor y zona anejas de poco desnivel
que acumulan agua en tiempos de lluvia, en Fuente Álamo, en la zona cercana al río
Guadalentín, a sus crecidas, que producen la aparición de aguas estancadas, y los vientos
fuertes de levante que arrastran las miasmas palúdicos, indicando cómo incluso en zonas
secas y elevadas se padece la endemia palúdica, achacando al arrastre por el viento de
estas miasmas desde el punto de origen pantanoso. Pasando a continuación a relatar los
efectos del paludismo en la población, tanto por el número de víctimas que ocasiona,
como por los efectos sobre las poblaciones, indicando que disminuye su densidad, su
fuerza y duración, para pasar a proponer determinadas medidas para solucionarlo con los
siguientes párrafos introductorios:]
“Siendo así, pues, que las fiebres de malaria, son una amenaza constante para la salud del
individuo, un obstáculo serio para el desarrollo de las poblaciones y una causa que
amengua y aniquila la vida media de las colectividades humanas, máxime cuando en su
curso y desarrollo despliegan esos síntomas alarmantes característicos de la
perniciosidad; el saneamiento de los lugares endémicos, se impone como necesidad
incuestionable, si hemos de conseguir que la mortalidad decrezca, que las poblaciones se
desarrollen y que la salubridad del país no se vicie y altere, con el sostenimiento de una
endemia tan perjudicial y nociva, como le es, la que en esta provincia desgraciadamente
se observa. La higiene, esa rama de los conocimientos médicos cuyas aspiraciones tienden
a liberar a la humanidad en lo que sea posible del azote de las enfermedades, a preservarla
del influjo de las causas morbíficas, velando por la salud del hombre y el mejoramiento
de su especie cuenta con sobrados recursos para la consecución de los fines que se
proponga. Como medida general debe cuidarse de la limpieza periódica y frecuente de
balsas, norias, cauces, estanques y de los sitios de la costa en que deposita el mar crecida
cantidad de sustancias vegetales, que más tarde entran en descomposición; y hacer
observar en todos sitios y establecimientos públicos, los preceptos de una buena higiene
conocida de todos, ejerciendo las autoridades la más exquisita vigilancia sobre todo
género de alimentos y bebidas impidiendo sus frecuentes adulteraciones”.
[Pasando a continuación a enumerar las medidas concretas a realizar en el término
municipal de Cartagena, que podemos resumir en:
1.-Proceder al saneamiento del Al marjal, evitando la acumulación de aguas de lluvia,
desviando las ramblas que a él afluyen, soterrando el terreno con materiales calizos,
cubriendo el fondo del vaso con argamasa para evitar infiltraciones, favoreciendo la
entrada de las aguas al mar por la Algameca y procediendo a la plantación en los terrenos
soterrados de árboles resinosos, indicando sauces, girasoles y eucaliptos globosus.
2.-Exigir a los dueños de los terrenos agrícolas la colocación de redes de drenaje que
faciliten el derrame de las aguas sobrantes de los riegos.
3.-Desviar el río Guadalentín y vigilar e impedir el estancamiento de las aguas.
4.-Debido “a la poca altura que tienen la atmósfera palúdica y la fácil detención de las
corrientes mefíticas” propone realizar plantaciones de “árboles antipalúdicos” en las
zonas periféricas de las poblaciones, citando entre ellos, “álamos blancos, sauces, fresnos
y sobre todo eucaliptos que por más que su acción no sea hasta hoy reconocida como
febrífuga, impide también la difusión del mefitismo”. Finalizando el informe diciendo]
“Es cuanto se ocurre al que suscribe informar a V.S. en cumplimiento de la honrosa
misión que se dignó confiarle. Dios guarde a V.S. muchos años.- Cartagena 30 de
septiembre de 1884”, La Unión de las Ciencias Médicas de noviembre de 1884.

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