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Trataré de organizar mis ideas de la mejor manera.

Se trata de lo siguiente:
En un estado reciente de Leonardo Guzmán, alguien expresó su opinión en un
comentario. (Corrijo la puntuación)

"Siempre he opinado exactamente lo mismo; simplemente estás interpretando algo


que alguien más hizo. Para mí, el buen guitarrista -y es una opinión personal-, se
conoce cuando compone o cuando improvisa".

Me asaltan varias dudas. Pero antes de exponerlas, diré que me parece que la
opinión de esa persona, es el reflejo de lo que muchas personas piensan
actualmente. Me da la impresión -y esto también es una opinión muy personal, ya
que no he realizado encuestas ni nada por el estilo-, de que actualmente se tiene
en muy alta estima a la improvisación y a quien puede improvisar con elocuencia,
independientemente del género del que se trate. No estoy seguro de poder afirmar
que, incluso, se sobreestima o sobrevalora dicha forma de hacer música. Sin
embargo, me da la impresión de que algo así ocurre.
A mí me toca el tema, ya que como bien sabes, nunca me he dedicado a estudiar
improvisación. Sin embargo, considero que puedo apreciar el valor estético y
comunicativo que tiene la improvisación, es decir, me gusta ver y/o escuchar a
alguien improvisar.
Pero, ¿por qué sesgar la definición de lo que es un buen músico
(independientemente del instrumento al cual se dedique), basándose en si domina
-a determinado nivel- el arte de la improvisación?
Ahora que me refiero a la improvisación como un arte por separado, se me ocurre
que podríamos referirnos también a muchas otras formas de hacer música de la
misma manera. Ejemplo:
-El arte del contrapunto
-El arte de la orquestación
-El arte de la composición
-El arte del canto
-Etc

Creo que ya empecé a esbozar las dudas a las cuales me referí un par de líneas
arriba. Trataré de exponerlas con mayor claridad.
¿Es realmente la improvisación y/o la composición la mejor vara para medir el
potencial, talento o madurez de un músico?
Creo que es sabido por muchos que, un gran porcentaje de los grandes maestros
de la música, han sido brillantes improvisadores. Creo también que ha sido así en
todas las épocas y prácticamente en todos los géneros.

Entonces, me asalta otra duda: ¿fue o es así en todos los casos?

Me asalta otra duda: ¿hasta qué punto es sensato adjudicarle valor a la


interpretación de las ideas de los otros? Me refiero al estudio y/o montaje de obras
ya escritas o grabadas (independientemente del género).
Me pregunto si enaltecer los méritos de la improvisación o de la interpretación, se
trata de un asunto que tiene ver con el hecho de hacer el comentario desde
determinada zona de confort. Ejemplo:

-Un músico que se dedica a tocar música que ya está escrita (llámese músico
clásico, de salsa, etc) y que no se ha dedicado a fortalecer su habilidad para
improvisar, podría aducir que un músico que sí improvisa, pero que no está
acostumbrado a montar/memorizar grandes repertorios, tiene una debilidad.

-Y el caso contrario.

El primero se puede pasar dos horas improvisando y el segundo puede pasar dos
horas tocando piezas escritas.
Es probable que el primero no sea capaz de hacer lo que hace el segundo.

Ahora, lo ideal sería fortalecer ambos aspectos del quehacer musical.


Sin embargo, hay carreras dedicadas a la interpretación. Y otras a la composición.

Han existido grandes compositores, que no eran grandes improvisadores.


Personas a las que les tomaba tiempo plasmar en el papel la idea final, la cual
resultaba siendo una obra de arte. Esto por falta de manejo de la improvisación, o
por falta de seguridad, por neurosis, por perfeccionismo, etc.

Me pregunto también si se trata de mostrarse a sí mismo por medio de la


improvisación, a través de lo improvisado.

¿Es una cuestión de valorización de la identidad de cada quién?

¿Se trata de darle valor a la originalidad?


De ser así, ¿qué se debería entender por originalidad en el arte?

Me pregunto a veces si es que el mundo va tan rápido (me refiero en parte al


mundo de Facebook y Youtube), que nadie tiene tiempo de escuchar un cd
completo, ver un concierto completo, una ópera completa (en la cual por cierto, los
músicos no improvisan), etc... que terminan desarrollando el gusto por ver y
escuchar solos 'improvisados' a diestra y siniestra.

¿Se trataría entonces de una cuestión de tiempo?

¿Será el resultado de que pocos tengan tiempo para escuchar una pieza larga no-
improvisada y a su vez pocos tengan el tiempo para estudiarla/montarla?

¿Será que es el reflejo de lo que aparentemente vamos queriendo como sociedad:


trozos de información cortos y elocuentes, construidos en el azar del momento
como si se tratara de un tweet musical?

Hay mérito en todo ello, lo comprendo. No me excluyo de esa dinámica.


Pero, ¿qué tanto trascienden las ideas expresadas de ese modo? Ya sean ideas
musicales o no.

¿Será que ya no se le adjudica valor al trascender en el plano cultural, global?

¿Será que ahora se trata de una cuestión de trascendernos a nosotros mismos


como individuos (que hacen parte de una sociedad cada vez más turbia, al fin y al
cabo?

¿Será que ya no se persigue la idea de trascendencia de ninguna manera?

Saliéndome de la vecindad de la música, y hablando de las vecindades de la


literatura, oralidad, dramaturgia, actuación, pintura, etc, expondré un par de ideas
mías.

Creo que la improvisación en la música, sobre todo en conjunto (grupos,


ensambles, etc) independientemente de si se trata de un solo hecho por varios
músicos o por uno solo, se podría entender como el momento en el cual los
músicos dialogan entre sí. De tal forma que se podría decir que es el resultado de
manejar los elementos del lenguaje musical de manera tal que se pueda elaborar
un discurso sobre la marcha.

De ser así, ¿cómo se entendería el concepto de un buen artista en otras


disciplinas considerando su habilidad para improvisar?

Se me ocurre que un gran actor puede darles vida magistralmente a los


personajes que le corresponda interpretar, sin necesidad de ser un gran
improvisador. Aun manejando los elementos del lenguaje actoral.

Un escritor hace uso del lenguaje que todos usamos y puede componer grandes
obras, sin embargo puede ser una persona poco dada a la conversación. Ya sea
porque no le agrada, porque no se ha ejercitado lo suficiente, etc.

Un cuentero puede improvisar un cuento o puede prepararlo y luego contarlo.

A un pintor no se le pide que salga a la calle a pintar una obra en 5 minutos.

A un caricaturista no se le pide que pinte un cuadro digno de estar en un museo


en 5 minutos.

Uno mismo, de quien se supone que maneja el lenguaje, a veces habla


torpemente, con menor coherencia que al hacerlo de forma escrita, cuando se
tiene, a lo mejor, un poco más de tiempo para pensar/escoger cada palabra.

Me pregunto si esos solos 'improvisados' son el equivalente musical de las


opiniones en redes sociales.
Muchos quieren ser expertos en dar opiniones elocuentes y brillantes elaboradas
en cuestión de 5 minutos, o en el acto.

Probablemente haya pisado y/o mezclado arena de terrenos un poco alejados (por
lo menos en apariencia). En últimas, esto que te escribo es, a su vez, escrito un
poco sobre la marcha y a las carreras.

Sería bueno profundizar.

(Me pregunto si lo haré alguna vez).

Quedo atento a tus impresiones.

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