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Contenido 1.
INTRODUCCIÓN. ............................................................................................................... 3
2. LO QUE ES LA BIBLIA. ................................................................................................. 4
3. LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA. ............................................................................... 6
4. LA VERACIDAD DE LA BIBLIA .................................................................................. 9
5. LA ESCRITURA DE LA BIBLIA. ................................................................................. 12
6. LA FORMACIÓN DE LA BIBLIA. ............................................................................... 15
7. LA BIBLIA Y SUS DIVISIONES. ................................................................................. 18
8. LAS VERSIONES. .......................................................................................................... 21
9. LOS MEDIOS DE TRANSMISIÓN. .............................................................................. 24
10. EL PODER DE LA BIBLIA. ......................................................................................... 27
INTRODUCCIÓN BÍBLICA.
1. El concepto bíblico de Dios. El pueblo de Israel entendió que Dios es uno; en contraste al
politeísmo de los pueblos que estaban a su alrededor. Deut 6:4.
2. El concepto bíblico del hombre. (Dios diseñó y formó al hombre) a) El hombre como un
ser dependiente de Dios; desde la época de Adán
b) El hombre como pecador; Desde la caída del hombre tiene la tendencia a hacer lo malo, a
cumplir sus propios deseos.
c) El hombre redimido por Dios, la promesa de redención se da desde la misma creación del
hombre, Dios provee los recursos para la salvación.
2. LO QUE ES LA BIBLIA.
Objetivo: Entender por qué la Biblia siendo una colección de libros, es la regla de fe y
conducta del cristiano. Saber por qué creemos en ella y cuál es la base en que descansa
nuestra fe.
Introducción. Para todos los que creemos en Dios, podemos decir como el apóstol Pablo
que: “...Toda Escritura divinamente inspirada es útil... para que el hombre de Dios sea
perfecto”. (1ª Timoteo 3:16,17). ¿Qué son las Escrituras? Antes de que cualquier
persona acepte la Biblia como regla de fe y conducta, tiene que saber por qué cree esto y
cuál es la base en que descansa su fe. Consideraremos que la Biblia es la colección de libros
escritos por “los hombres santos de Dios” que “hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo” (2ª Pedro 1:20,21). Lo que es la Biblia:
A. La Biblia. 1. Nombre. Biblia viene del griego “Biblos”, y significa «Los Libros». La
designación bíblica es de «la/s Escritura/s» y, en un lugar, «Las Santas Escrituras» (Rom.
1:2). Estos escritos son, pues, los libros por excelencia. El nombre Escritura, en singular
como en plural, permite hacer la misma constatación, hecho tanto más notable cuanto que
aparece frecuentemente en el Nuevo Testamento (Mateo 21:42; Hechos 8:32). Por otra parte,
el plural neutro de este último término tiene un sentido colectivo, marcando el importante
hecho de que la Biblia no es meramente un libro, sino una gran cantidad de libros. 2. Su
singular origen a. La Biblia fue escrita por muchas y diversas personas. Generalmente los
libros son escritos por una sola persona la cual debe poseer aptitudes literarias. Una
enciclopedia moderna, sin embargo, puede requerir el concurso de muchos escritores; pero
todos ellos deben ser personas de vastos conocimientos en las materias de su competencia.
Además son todos contemporáneos cuyos trabajos coordina y arregla una casa editora. Al
contrario, los aproximadamente cuarenta y cinco escritores de la Biblia vinieron de los más
variados estratos sociales y culturales. Se cuenta entre ellos con estadistas, sacerdotes, reyes,
profetas, campesinos, funcionarios, eruditos, pescadores, poetas, filósofos. Algunos de ellos
fueron hombres de gran talento, como Moisés, Salomón, Daniel y Pablo; otros fueron
hombres sencillos, "sin letras y del vulgo', como Am6s, Pedro y Juan. Vivieron en diferentes
períodos históricos. Su aporte literario no fue coordinado ni arreglado por ningún jefe de
redacción. b. La Biblia fue escrita en diferentes estilos y géneros literarios. Una obra literaria
muestra en su estilo el sello de su autor. Pero en la Biblia son tan diversos como los
escritores mismos los estilos que caracterizan a estos hombres. Además son múltiples los
géneros literarios en
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que se expresaron. Entre estos últimos hallamos leyes, crónicas, poesías, máximas,
profecías, biografías y cartas. B. Principales divisiones:
El nombre Biblia, no se halla en la Biblia misma, donde dichos escritos se llaman
simplemente la Escritura o las Escrituras (Hechos 8:32; 2ª Timoteo 3:16). Sólo el Antiguo
Testamento es aceptado por los judíos, y lo dividían en tres secciones: la «Ley», o sea el
Pentateuco; los «Profetas», en que ponían algunos de los libros históricos, los profetas
mayores (menos Daniel y Lamentaciones) y los doce profetas menores; y los «Escritos»,
donde colocaban todos los demás. Se atribuye a Esdras haber dado su forma final al Canon
judío, con un total de 39 libros. Los 27 del Nuevo Testamento fueron escritos por los
apóstoles o por autores íntimamente asociados con ellos. 1. El Antiguo y Nuevo
Testamentos: a. Los nombres «Antiguo Testamento» y «Nuevo Testamento» se usan desde
el final del siglo II, con el fin de distinguir entre las Escrituras cristianas y las judías. La
mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en hebreo, pero algunas porciones pequeñas
están en arameo (Esdras 4:8-7:18; 7:12-26; Jeremías 10:11; Daniel 2:4-7:28). El Nuevo
Testamento, con excepción de unas pocas palabras y oraciones que se escribieron en arameo,
fue escrito en el griego común del mundo helénico. La Biblia protestante contiene 66 libros,
39 en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento. b. Completa o en parte, la Biblia
ha sido traducida a más de mil idiomas, y provee la base doctrinal a centenares de iglesias en
culturas y situaciones muy diversas. Conclusión. De todos los libros que la Humanidad ha
conocido, ninguno ha ejercido tanta influencia como la Biblia. El primer libro editado en la
imprenta fue la Biblia, marcando así el paso a la Era Moderna. Autores famosos han tomado
de ella tema para realizar sus creaciones. Obras de teatro, grandes músicos y literatos,
programas de cine y televisión tienen por tema la Biblia o en ella encuentran inspiración.
Complejos movimientos filosóficos se basan en la Biblia, libro inmortal que ha enjugado las
lágrimas del triste e iluminado la risa del alegre. Ella ha dado el material para las grandes
catedrales de la Edad Media y ha sido la base de innumerables empresas misioneras
alrededor del mundo. Tarea: Memorizar los libros del Antiguo Testamento.
3. LA INSPIRACIÓN DE LA BIBLIA.
Definir las características de la inspiración, algunas de las teorías sobre ella y descubrir el
criterio que nosotros tenemos de la inspiración.
Introducción: Es necesario entender cómo es que la Biblia tiene autoridad sobre todos los
demás libros. La pregunta obligada para ello es ¿De dónde la Biblia toma autoridad? ¿Qué
es lo que la hace un libro con autoridad espiritual? y ¿Cómo puedo confiar en su contenido?
Sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios y que Él es quien respalda cada una de las
promesas y palabras que ella contiene, y que ella fue escrita por hombres de Dios. Por ello es
necesario conocer el fondo y propósito del corazón de Dios y de los hombres que recibieron
la dirección para escribir los textos que la componen. Por ello es necesario estudiar este tema
de la inspiración.
A. Inspiración Natural. Esta teoría identifica la inspiración con el genio en grado superior.
Niega que haya algo sobrenatural, misterioso o especial en el modo de obrar del Espíritu en
y sobre los escritores de la Biblia. Según ella, no estuvieron más inspirados que
Shakespeare, Mahoma o Confucio. Rechazamos por completo esta teoría. Porque si fuera así
el carácter de la inspiración que poseyeron los escritores bíblicos, ¡nada nos podría dar
seguridad de que no estuvieran sujetos a los mismas errores, a enseñar las mismas falsas
opiniones sobre la vida! (1ª Cor. 2:13)
C. Inspiración Mecánica o Dinámica. Esta teoría hace caso omiso por completo de la
instrumentalidad humana, y pretende que los escritores fueron instrumentos pasivos, meras
máquinas, tan insensibles a lo que estaban realizando como lo son las cuerdas de la guitarra
a la música de quien las toca.
D. Inspiración Verbal. Esta sostiene que el Espíritu Santo inspiró las mismas palabras de la
Escritura; que los escritores no tuvieron libertad alguna para elegir las palabras que habían
de usar.
E. Inspiración Parcial. La manera favorita de expresar esta teoría es: “La Biblia contiene la
Palabra de Dios”. Esta afirmación implica que contiene mucho que no es la Palabra de Dios,
es decir, que no ha sido inspirado.
F. Inspiración Divina, Verbal y Plenaria. Teoría del cristianismo que sostiene que la Biblia
es inspirada por Dios y no por los hombres, que esta inspiración abarca las palabras de la
Biblia y no tan sólo los pensamientos de los escritores sagrados y que todas las partes de la
Biblia son igualmente inspiradas, incluyendo su historia, poesía, profecía, y doctrina.
Conclusión: ¿Qué sucede en tu interior al saber que la Biblia es inspirada de Dios? ¿Cómo
defines que Dios haya usado la personalidad y el lenguaje de los escritores sin permitir en
ellos errores doctrinales o históricos? ¿Qué necesitamos los cristianos de hoy para entender
la Palabra de Dios?
4. LA VERACIDAD DE LA BIBLIA
OBJETIVO: Que el alumno reciba la revelación de que lo que la Biblia dice es verdad.
Introducción: Notas leídas en diapositivas. La infalibilidad bíblica acompaña
necesariamente a la inspiración y a la unidad de la Escritura. La Biblia no contiene error
alguno; ella está correcta en todo lo que declara. Ya que Dios no miente ni se equivoca y que
la Biblia es su Palabra. LA INFALIBILIDAD de la Escritura se refiere a una incapacidad
para errar – la Biblia no puede errar. INERRANCIA, por otro lado, enfatiza que la Biblia no
se equivoca. La primera hace alusión al potencial, mientras que la última se dirige al estado
real de las cosas. Estrictamente hablando, infalibilidad es la Palabra más fuerte, ella acarrea
necesariamente la inerrancia, sin embargo, a veces son intercambiables en el uso. Es
posible que alguien sea falible pero que produzca un texto que sea libre de error. Las
personas que son capaces de cometer engaños, a pesar de todo, no se equivocan
constantemente. Hay aquellos que rechazan la doctrina de la inerrancia pero al mismo
tiempo desean afirmar la perfección de Dios y de la Biblia como su palabra, y como
resultado, mantienen la imposible posición de que la Biblia es de veras infalible pero con
errores. A veces, lo que ellos quieren decir es que la Biblia es infalible en un sentido, tal vez
en lo que se relaciona a las cosas espirituales, mientras que contiene errores en otro sentido,
tal vez en lo que toca a los acontecimientos históricos. Las afirmaciones bíblicas sobre las
cosas espirituales están inseparablemente unidas a las declaraciones bíblicas sobre la
historia, de forma que es imposible afirmar una mientras rechaza a la otra. Por ejemplo nadie
puede separar lo que la Escritura dice sobre la resurrección como un evento histórico y lo
que ella dice sobre su significado espiritual. Si la resurrección no aconteció como dice la
Biblia lo que ella dice sobre su significado espiritual no puede ser verdad. El desafío para
aquellos que rechazan la infalibilidad y la inerrancia bíblica es que ellos no tienen ningún
principio epistemológico autorizado por el cual puedan juzgar una parte de la Escritura como
cierta y la otra no. Ya que la Escritura es la única fuente objetiva de información a partir de
la cual todo el sistema cristiano es construido, alguien que considere cualquier porción o
aspecto de la Escritura como falible o con errores debe rechazar todo el cristianismo.
Nuevamente, ese es el por qué cuando no hay un principio epistemológico más alto para
juzgar una parte de la Escritura como cierta y otra como errada. No se puede cuestionar o
rechazar la autoridad última de un sistema de pensamiento y al mismo tiempo alegar lealtad
a él, ya que la autoridad última en cualquier sistema define el sistema entero. Una vez que
una persona cuestiona o rechaza la autoridad última de un sistema, él no es más un adepto de
él, por el contrario, es alguien que adhiere al principio o autoridad por el cual él cuestiona o
rechaza la autoridad última del sistema al cual acaba de dejar atrás. Tener otra autoridad que
no sea la Biblia es rechazarla, ya que la propia Escritura reivindica su infalibilidad y
supremacía. Alguien que rechaza la infalibilidad y la inerrancia bíblica asume la posición
intelectual de un incrédulo y debe proseguir para defender y justificar su cosmovisión
personal contra los argumentos de los creyentes a favor de la veracidad de la fe cristiana.
La confusión influye en el estado psicológico que prevalece en el medio teológico de hoy;
luego, es mejor afirmar tanto la infalibilidad como la inerrancia bíblica y explicar lo que
queremos
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decir con esos términos. Dios es infalible y, ya que la Biblia es su Palabra, ella no puede
contener ningún error. Nosotros afirmamos que la Biblia es infalible en todo el sentido del
término y, por lo tanto, ella también debe ser inerrante en todo el sentido del término. La
Biblia no puede y no contiene errores, sea hablando de cosas espirituales, históricas o de
cualquier otro tipo. Ella es correcta en todo lo que afirma. Spurgeon decía en un sermón
de una serie titulada “Spurgeon y la Biblia” en Exeter Hall, Strand, Londres, el domingo 18
de marzo de 1855, cuando tenía 21 años de edad. “Acérquense ustedes, críticos, y
encuéntrenle alguna falla; examínenla desde su Génesis hasta su Apocalipsis, y encuéntrenle
un error. Esta es una veta de oro puro sin mezcla de ninguna sustancia terrena. Esta es una
estrella sin mancha, un sol de perfección, una luz sin sombra, una luna sin su palidez, una
gloria sin penumbra.” “¡Oh, Biblia!, no se puede decir de ningún otro libro que sea perfecto
y puro; pero nosotros podemos declarar de ti que toda la sabiduría se encuentra encerrada en
ti, y no hay ninguna partícula de insensatez. Este el juez que pone fin a toda discusión allí
donde la inteligencia y la razón fracasan. Este libro no tiene mancha de error; sino que es
puro, sin mezclas, la verdad perfecta. ¿Por qué? Porque Dios lo escribió. “ “¡Caballeros!,
eliminen el terciopelo de sus bocas, y prediquen la Palabra de Dios; no necesitamos ninguna
de sus alteraciones” “Oh, ustedes, que sienten aversión por ciertas porciones de la Santa
Escritura, tengan la certeza que su gusto es corrompido y que la voluntad de Dios no se
sujeta a la pobre opinión de ustedes.”
b. Confirmada por la arqueología: ciencia que estudia los monumentos y restos materiales de
la antigüedad.
c. Vindicada por la paleografía: ciencia que estudia los libros y documentos antiguos.
2. CIENCIA. a. El origen común de la naturaleza y la Biblia.
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5. LA ESCRITURA DE LA BIBLIA.
Objetivo: Tener un acercamiento a la Biblia, por medio de descubrir cómo la influencia del
lenguaje permitió su transición, y que de la versatilidad de estos idiomas, se valió Dios para
trasmitir principios universales y prácticos para el bienestar de la vida y de su revelación al
mundo. Introducción: Antes de empezar nuestro estudio, será necesario analizar dos grandes
familias lingüísticas que se definieron en el transcurso de la historia de la escritura de la
Biblia. La lengua semítica: Es una lengua “estacionaria”; no evolucionó, se quedó “estática”.
Y esto es importante para la comprensión de la Biblia, porque al ser escrita en hebreo,
arameo y griego koiné, las cuales son “lenguas muertas”, es decir semíticas, esto nos indica
que en ellas no hubo variación. Así que, lo que significó cuando se escribió, sigue siendo lo
mismo hoy (con su debida interpretación histórico-gramatical y contextual). Y Las lenguas
Indo-europeas: Son lenguas que han evolucionado mucho, en relación con el significado de
términos. Por ejemplo el español, no significa lo mismo hoy que hace un siglo, porque esta
lengua ha evolucionado constantemente y varía mucho según la región donde se hable.
I. LAS LENGUAS DE LA BIBLIA Un estudio a fondo de la Escritura exige el sólido
conocimiento de las lenguas en que sus libros fueron escritos, pues ninguna traducción
puede expresar toda la plenitud de matices de los textos originales. Los grandes exégetas
bíblicos han de ser verdaderos lingüistas que dominen el hebreo, el arameo y el griego. Hay
un nivel inferior en el campo de la interpretación en el que no se precisa ser especialista en
filología semítica o clásica. Pero aún en planos más modestos es importante conocer algunas
peculiaridades de los idiomas de la Biblia que han de ser tenidas en cuenta en el momento de
leer, estudiar o interpretar. A. El hebreo. 1. En esta lengua está escrito todo el Antiguo
Testamento con excepción de algunas porciones escritas en arameo (Esd. 4:8-6:18; 7:12-26;
Jer. 10:11 y Dan. 2:4b-7:28). Pertenece el hebreo al grupo de lenguas semitas, más
concretamente a la rama cananea, lo que explica su estrecha relación con las lenguas
ugarítica, fenicia moabita y edomita. 2. Se distingue por su plasticidad. El pensamiento
hebreo no era abstracto, como el de los griegos, sino concreto. Lo inmaterial a menudo se
expresa por medio de lo material; el sentimiento, mediante la acción, y la acción, mediante
el instrumento. De ahí el uso frecuente de antropomorfismos. Estas expresiones y muchas
otras análogas no son meras metáforas propias del lenguaje poético en cualquier literatura.
Para los israelitas tenían un significado más literal que para nosotros, ya que ellos no hacían
una distinción absoluta entre la naturaleza animada y la inanimada. El mundo natural
constituye un todo del que el hombre forma parte (véase Sal. 104:23 a la luz del contexto).
En el pensamiento hebreo, el hombre se naturaliza, y la naturaleza se “personifica”. La
diferencia entre prosa y poesía no es tan marcada como en otras lenguas, pero la prosa
contiene muchas de las cualidades poéticas. Esto debe ser tomado en consideración al
interpretar textos del Antiguo Testamento; sobre todo en el momento de decidir sobre la
literalidad de un pasaje.
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3. Las primeras particularidades que llaman la atención y que distinguen al hebreo de las
lenguas indoeuropeas, son que los textos escritos se leen de derecha a izquierda y del final
hacia el principio y que todas sus letras son consonantes. Esta última característica llegó a
originar problemas en el transcurso del tiempo. En el período intertestamentario, el hebreo
fue sustituido por el arameo como lengua del pueblo. Pese a ello, la pronunciación de los
textos sagrados era cuidadosamente preservada y transmitida de generación en generación en
las sinagogas y escuelas rabínicas. 4. El plural hebreo a menudo expresa más que una idea
de pluralidad de individuos, la de plenitud, superabundancia o majestad. Por ejemplo, la
primera palabra del Salmo 1 es un nombre en plural. Literalmente habría de traducirse “las
bienaventuranzas del hombre", con lo que se quiere exaltar la suprema dicha del hombre que
“no anda en consejo de malos, etc.”. La palabra vida en el Antiguo Testamento está
frecuentemente en plural, como en Gn. 2:7. “Sopló en su nariz soplo de vidas”. De igual
modo, en el versículo 9 hallamos “árbol de vidas”. 5. El verbo se caracteriza por su raíz de
tres sílabas en todos los casos. En su conjugación se distinguen no sólo número y persona,
como en español, sino también género. No puede hablarse propiamente de tiempos, sino más
bien de estados del sujeto y de lo completo e incompleto de la acción, idea que debe
deducirse del contexto. 6. Este modo de comprender y expresar los hechos es sumamente
valioso para captar la perspectiva gloriosa de las obras de Dios a lo largo de la historia. La
forma de pretérito perfecto se usa también al hablar de cosas que han de realizarse de modo
cierto en el futuro. En tales casos, el acontecimiento futuro se concibe como algo ya
consumado; se ha convertido en una conclusión anticipada y un propósito de Dios
asegurado. Así, por ejemplo en el texto hebreo de Gn. 17:20 se lee: “En cuanto a Ismael,
también te he oído y he aquí que le he bendecido y le he hecho fructificar y le he
multiplicado mucho en gran manera”. Todo esto habla de realizarse en el futuro, pero aquí es
presentado como algo ya concluido. Estaba determinado en el propósito divino, y desde un
punto de vista ideal el futuro era visto como algo que ya había acontecido. 7. Teniendo en
cuenta los rasgos distintivos del hebreo, es evidente que esta lengua constituía el medio más
adecuado para comunicar de modo sencillo los grandes hechos de Dios y su mensaje
registrado en el Antiguo Testamento.
B. El griego 1. Como es bien sabido, el griego del Nuevo Testamento no es el de la literatura
clásica, sino el koiné o dialecto común, hablado desde los tiempos de Alejandro Magno
(siglo IV a. de C.) hasta los de Justiniano (siglo VI d. de C.) aproximadamente. Era la lengua
del pueblo y se usaba en todo el mundo mediterráneo. El koiné era el único medio de
comunicación entre todas ellas; venía a ser como un puente entre las diferentes islas
lingüísticas. 2. Desprovisto de las sutilezas y convencionalismos literarios del griego clásico,
el koiné era una lengua viva vigorosa, con el sabor de la vida cotidiana. Se distingue por un
estilo claro, natural, realista, a menudo vehemente, que facilita la identificación del oyente o
lector. 3. Hace uso de pocas conjunciones. La más frecuente es kai (y); pero ésta abunda, lo
que hace que las cláusulas coordinadas excedan con mucho a las subordinadas. En este
aspecto se asemeja al hebreo. Todo ello hace del koiné un idioma de fácil comprensión. En
el koiné del Nuevo Testamento conviene, sin embargo, tener en cuenta las raíces hebraico-
arameo-cristianas que contiene.
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6. LA FORMACIÓN DE LA BIBLIA.
Objetivo: Conocer de manera general la formación del canon de la Biblia, con el fin de
aceptar el testimonio histórico, profético y espiritual que la Biblia trae para la vida del que la
estudia, reconociendo el accionar de Dios en la formación de dicho canon. I. EL CANON
DEL ANTIGUO TESTAMENTO. No es fácil trazar la historia del canon hebreo, sobre todo
durante el largo período que precedió al cautiverio en Babilonia. Podemos, no obstante,
tener una idea general de su formación gracias a ciertos indicios que nos proporcionan el
mismo Antiguo Testamento y la subsiguiente historia de Israel. A. Los libros canónicos y la
literatura hebrea. 1. Al tratar sobre la formación del canon, es preciso tener presente que los
judíos nunca equipararon los libros canónicos con las demás obras de su literatura, sino que
siempre los consideraron como una parte especial de ella. Además de los libros canónicos
hubieron muchos otros, tales como el de "las batallas de Jehová", "los hechos del rey
Salomón" y "las crónicas de los reyes de Israel", para mencionar sólo algunos (Números
21:14; 1º Reyes 11:41; 2º Reyes 15:31). Dichos libros, sin embargo, jamás fueron tenidos
por libros inspirados que merecieran ser coleccionados y conservados. Existen testimonios
históricos de que el canon estaba compuesto por tres secciones desde antes del año 100 de
nuestra era y hasta quizás el año 200 a.C. Es más, hay evidencias de que los libros sagrados
fueron incorporados en el canon a medida que se escribían. 2. Desde luego, el canon
comenzó con los libros escritos por Moisés, la Ley, aproximadamente por el 1500 a.C. Al
principio fue una compilación conocida como "el libro de la ley", el que los sacerdotes
conservaron junto al arca del pacto cuando Moisés vivía aún (Deuteronomio 17:18; 31:26).
Posteriormente fue guardado en el templo de Jerusalén. Que existía desde unos mil años
antes del siglo IV a. C. y siempre se le consideró canónico; está suficientemente atestiguado
por los demás escritores del Antiguo Testamento. 3. Los profetas. La sección de los
profetas está constituida por dos grupos, que son: libros históricos y libros proféticos. La
característica sobresaliente de los libros históricos es que los últimos se refieren a hechos
relatados en los que los preceden, dando testimonio así de la antigüedad y canonicidad de
éstos. En efecto, Jueces se refiere a sucesos relatados en el libro de Josué (Jueces 1:20, 21;
2:8). Rut alude a "los días en que gobernaban los jueces" (Rut 1:1). Y los dos libros de
Reyes (un solo libro en la Biblia hebrea) consignan el cumplimiento de una profecía
registrada en el libro de Josué y varias veces se refieren a David, cuya vida se narra en 1 y 2
Samuel (1 Reyes 16:34; 3:14; 9:5; 2 Reyes 18:3). 4. También. los libros proféticos se
refieren a los que los anteceden. Así Miqueas cita a Isaías o viceversa, y Jeremías a Miqueas
(Miqueas 4:1-3; Isaías 2:1-4; Jeremías 16:18). Daniel, cuyo libro también forma parte ahora
de los escritos de la Biblia hebrea. 5. Los escritos. Lo que se ha dicho de la ley y los
profetas. ¿Puede decirse también que los escritos deben estar en el canon? Rotundamente sí.
Una vez más los libros de los profetas dan testimonio de la existencia y canonicidad de
algunos de ellos desde antes del siglo IV a, C. Ezequiel menciona a Job (Ezequiel 14:14,
20). Samuel incluye el Salmo 18 (2 Samuel 22:1-51). B. Determinación del canon del
Antiguo Testamento.
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Según una tradición judía, que para algunos es de escaso valor histórico, fue Esdras quien
con la ayuda de los hombres de la Gran Sinagoga coleccionó y revisó por el 400 a.C. los
libros canónicos que hasta entonces se habían escrito. Aunque la tradición tiene algunas
cosas fabulosas, puede que Esdras y los hombres que le siguieron hayan realizado la labor
que se les atribuye. Algunos años después de Esdras, se incorporó al canon Malaquías, el
último libro del Antiguo Testamento. Otros años más tarde se interpolaron algunas palabras
en Crónicas y Nehemías, con lo cual se completó el canon hebreo. C. Confirmación del
canon del Antiguo testamento. 1. El primer testimonio histórico que tenemos del canon del
Antiguo Testamento se halla en el prologo del libro apócrifo Eclesiástico, escrito alrededor
del 132 a.C. El autor se refiere aquí a la ley, los profetas y los otros libros; pero no enumera
los libros que lo constituyen. 2. Sumamente importante es el testimonio de Jesús con
respecto a la integridad del canon hebreo. En sus disputas con los judíos atacó duramente sus
tradiciones pero nunca el canon de las Escrituras. No hay el menor indicio de que los acusara
de haber añadido o quitado alguna parte de la palabra de Dios. En realidad, Jesús se refiere a
todo el Antiguo Testamento con la frase "desde la sangre de Abel hasta la sangre de
Zacarías" (Mateo 23:35). Estos dos mártires se mencionan en Génesis 4:8-11 y 2 Crónicas
24:21, respectivamente. Génesis es el primer libro del canon hebreo, y Crónicas el último. 3.
En resumen, hay abundante testimonio de que el canon del Antiguo Testamento está
completo y contiene sólo libros inspirados.
II. EL CANON DEL NUEVO TESTAMENTO. A diferencia de lo que sucede con el canon
del Antiguo Testamento, para trazar el desarrollo del canon del Nuevo Testamento contamos
con un arsenal de datos valiosos. A. Hay dos razones específicas en relación con la
necesidad de un canon del Nuevo Testamento. 1. Era preciso saber cuáles libros constituían
la norma de fe y conducta porque algunas iglesias usaban libros apócrifos en la lectura
bíblica y en la enseñanza. 2. Otra necesidad urgente era la de contar con el verdadero canon
del Nuevo Testamento para contrarrestar el efecto pernicioso de las enseñanzas heréticas. B.
Evidencias de la formación de un canon. 1. Un estudio cuidadoso del Nuevo Testamento
nos mostrará que, al igual que con el canon del Antiguo Testamento, los libros canónicos
fueron reconocidos a medida que se escribían, de tal modo que por el año 100 el canon del
Nuevo Testamento ya estaba completo. Entre las evidencias de un canon en formación se
destacan las siguientes: 2. Desde una época relativamente temprana hubo una selección de
los hechos y dichos de Jesús que serían consignados. Por lo que declara el apóstol Juan,
Jesús hizo muchas cosas que no están escritas en su Evangelio; pero sin duda tampoco están
en los otros (Juan 20:30; 21:25). Y que los evangelios no registran todos los dichos de Jesús
es obvio por uno que cita Pablo en Hechos 20:35. 3. Los apóstoles ordenaron que las iglesias
leyeran sus cartas (Colosenses 4:1.6; 1ª Tesalonicenses 5:27; Apocalipsis 1:3). Como en las
sinagogas se leían la ley y los profetas, esto indica que ya en
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ese tiempo los escritos apostólicos eran considerados al mismo nivel de las Escrituras del
Antiguo Testamento (Hechos 13:15) 4. Las iglesias debían creer y obedecer las palabras
escritas por los apóstoles. 5. Una vez leídos, los escritos apostólicos debían circular entre las
iglesias mediante un sistema de canje. 6. Las iglesias debían conservar los escritos de los
apóstoles, (2 Pedro 1:15; 3:1). C. Confirmación del canon. Durante el siglo II prominentes
escritores cristianos, como Policarpo, Justino Mártir, Ireneo y Clemente de Alejandría
citaron o aludieron a casi todos los libros del Nuevo Testamento, dando testimonio de su
canonicidad.
CONCLUSIÓN. La dificultad que enfrentaron algunos libros para ser aceptados por toda la
iglesia da testimonio del cuidadoso escrutinio a que eran sometidos los libros canónicos. En
realidad, los dirigentes eclesiásticos de aquellos tiempos tenían más y mejores elementos de
juicio que algunos "eruditos" de nuestros días para determinar si un libro era canónico o no,
puesto que contaban con evidencias que las persecuciones y la acción del tiempo
destruyeron posteriormente. Así que; ¡Amemos el trabajo de aquellos que dirigidos por el
mismo Espíritu que inspiró los libros, los guió a formar lo que ahora tenemos como EL
CANON infalible de fe y conducta, La Biblia!
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Libro profético (1 libro): Apocalipsis. Podemos notar que los libros de la Biblia no están
arreglados cronológicamente, pero en algunas secciones sí se puede ver tal orden.
III. Otras divisiones Con algunas excepciones, los escritores sagrados no dividieron sus
escritos en secciones menores como capítulos y párrafos, lo cual es común en la literatura
moderna. Pero siglos después los copistas comenzaron a hacerlo principalmente para
facilitar la lectura y estudio de la Biblia. A. Los capítulos: 1. Entre las divisiones naturales
de los escritos originales podemos mencionar los Salmos, si bien el libro no es una obra
continua dividida en I50 partes, sino más bien una colección de 150 poemas. Pero sí vemos
algunas divisiones en el Salmo 119 y en Lamentaciones, las que se indicaron con letras. 2.
Se cree que fue Esteban Langton, profesor de la Universidad de París v después Arzobispo
de Canterbury, quien primero dividió toda la Biblia en capítulos por el año 1227 d.C. Pero
otros sostienen que fue el Cardenal Hugo de San Cher hacia mediados del siglo XIII. B. Los
versículos: Indicios de versículos se ven en los manuscritos del Antiguo Testamento, los que
aparecen como simples espacios entre palabras, ya que éstas no se separaban en la escritura.
Más adelante se agregaron algunas marcas para distinguirlos. Pero fue en 1551 cuando
Roberto Stephanus, impresor parisiense, publicó el primer Nuevo Testamento griego con
versículos y en 1555 la primera edición de la Vulgata con capítulos y versículos. C. Los
párrafos: Varias ediciones modernas de la Biblia, entre ellas la versión de Reina-Valera,
revisión de 1960, viene divididas en párrafos, además de estarlo en capítulos y versículos.
Los párrafos traen su respectivo título y le permiten al lector captar la unidad de
pensamiento de los pasajes bíblicos, unidad que a veces ha sido destruida por una
desacertada división de capítulos.
Conclusión: Muchas Biblias llevan, además del texto sagrado, algunas notas y referencias al
centro o al pie de la página, las que sirven de ayuda al estudiante de las Escrituras. Las notas
son comentarios breves que generalmente explican el significado de ciertas palabras. Las
referencias son indicaciones de otras partes No solamente fueron necesarias la inspiración,
conservación y colección de los libros de la Biblia, sino que hacía falta también copiarlos y
traducirlos con objeto de que también otros pueblos y las generaciones siguientes tuvieran
acceso a las verdades que Dios había revelado. A este proceso de copiar y traducir las
Escrituras se le llama transmisión de la Biblia.
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8. LAS VERSIONES.
Objetivo: Tener un conocimiento general sobre cómo se clasifican las versiones y
traducciones; y determinar un criterio correcto para seleccionar las Biblias más fieles al
texto. Introducción: Durante siglos la trascripción de manuscritos fue la única manera de
transmitir las Escrituras. Pero cuando el Dios verdadero vino a ser conocido y adorado por
pueblos que no entendían los idiomas originales de los escritos sagrados, fue necesario
también traducir éstos a otras lenguas. Así se originaron las versiones, nombre con el que se
conocen las traducciones de la Escritura. I. Definiciones relativas a las versiones. Antes de
avanzar en nuestro estudio de las versiones, nos conviene conocer algunas definiciones que
tienen relación con ellas.
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E. Adaptación. Es la sustitución de ciertas ilustraciones de una obra original por otras más
comprensibles a los lectores de una traducción de esa obra. Los escritores sagrados se
valieron de excelentes ilustraciones para comunicar las verdades divinas a sus
contemporáneos. Muchas veces, sin embargo, estas ilustraciones son oscuras para los
lectores de una versión algo literal de la Biblia. ¡Se hace necesario entonces “ilustrarlas” a su
vez para hacerlas inteligibles! Sin duda Isaías no se habría referido a la “grana” ni a la
“nieve” si hubiera escrito para un pueblo, como algunos de la actualidad, que no conocen ni
una ni otra (Isaías 1:18). F. Traducción libre. Es la que transmite el sentido general del
texto original en vez de cada una de sus palabras. Es por lo tanto la antítesis de la traducción
literal. La traducción libre incluye expresiones equivalentes, interpretaciones y adaptaciones.
II. Imperfección de las versiones. Debido a diversos factores, algunos de los cuales
acabamos de considerar, las traducciones son generalmente imperfectas. Uno de estos
factores, si acaso no el principal, es la dificultad de hallar expresiones equivalentes entre las
lenguas de pueblos que son culturalmente diferentes entre sí. Y esta dificultad se acrecienta
en el caso de las versiones. Por lo mismo, los creyentes deben evitar las posiciones extremas
en sus críticas a determinadas versiones, En caso de discrepancias con una versión, lo mejor
es asegurarse del sentido del pasaje en discusión en las lenguas originales de la Escritura.
III. Clasificación de las versiones A. Versiones parafraseadas o paráfrasis. Son las que
contienen una traducción libre y frecuentemente amplificada del texto original con el fin de
hacerla más inteligible. Un ejemplo bien conocido de versión parafraseada es La Biblia al
Día. (Otros la conocen como: La Biblia Viviente). B. Versiones revisadas o revisiones. Se
les da este nombre a las versiones que luego de una cuidadosa revisión han sido corregidas,
por lo cual debieran llamarse más bien versiones corregidas. La revisión de Cipriano de
Valera y las que le han seguido, incluso la de 1960, son ejemplos de revisiones de la versión
de Casiodoro de Reina. C. Versiones críticas. Se llaman así, a las traducciones del texto
crítico de las Escrituras, es decir el texto Alejandrino. Esta versión resulta del estudio
comparativo de los manuscritos bíblicos. Un ejemplo de esta versión es la Nueva Versión
Internacional. D. Versiones populares. A diferencia de las versiones críticas, las versiones
populares son traducciones libres de la Escritura. Su lenguaje es sencillo y claro con el fin de
que todo lector pueda entender el mensaje
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de Dios Un ejemplo de este tipo de versión es el Nuevo Testamento Dios; llega al hombre
(La Biblia completa en esta versión salió en 1979 con el título Dios habla hoy. E. Versiones
directas. Son aquellas cuyo texto ha sido traducido directamente de sus lenguas originales,
como la versión de Casiodoro de Reina y algunas actuales. F. Versiones indirectas. Son
traducciones de otra traducción. De esta clase son muchas de las versiones católicas
romanas, pues están basadas en la Vulgata de Jerónimo, el cual tradujo al latín los textos
originales. G. Versiones antiguas. Se conocen con este nombre todas las versiones que
antecedieron a la invención de la imprenta (siglo XV). H. Versiones Modernas. Son todas
las traducciones de la Biblia hechas desde la invención de la imprenta hasta nuestros días. I.
Versiones parciales. Se llaman versiones parciales las traducciones de una parte de la
Biblia. J. Versiones completas. Son las traducciones de toda la Escritura. Por ejemplo las
traducciones que se hacen a las diferentes lenguas autóctonas en México. Conclusión: Puesto
que actualmente contamos con una variedad de versiones, cabe hacernos la siguiente
pregunta: ¿Cuál o cuáles son las mejores? La respuesta depende del criterio con que las
juzguemos. Nosotros usamos la Versión Reina-Valera, revisión 1960. Porque es traducida de
los textos Bizantinos. Pero si además queremos una versión clara, es mejor una versión
popular. Y si preferimos una versión bella, no hay como las versiones tradicionales. Algunas
de éstas son obras clásicas en sus idiomas. Tarea: Hacer una lista de las Biblias que tiene en
su casa, anotando la versión correspondiente.
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Objetivo: Reconocer las formas en que evolucionaron los medios, por los cuales el mensaje
de Dios ha llegado hasta nosotros, ya que la voluntad de Dios ha intervenido de manera
directa para que su mensaje sea guardado fiel. Introducción. No solamente fueron necesarias
la inspiración, conservación y colección de los libros de la Biblia, sino que hacía falta
también copiarlos y traducirlos con objeto de que también otros pueblos y las generaciones
siguientes tuvieran acceso a las verdades que Dios había revelado. A este proceso de copiar
y traducir las Escrituras se le llama “transmisión de la Biblia”. Para transmitir las verdades
divinas los hombres de Dios se valieron de tres medios, que son: las lenguas, la escritura y
los materiales e instrumentos de escribir. I. Las lenguas A. La importancia del lenguaje. El
lenguaje es el medio que más utilizan los hombres para comunicarse entre sí. Aunque no es
perfecto, nadie ha inventado otro mejor. No es de extrañar, pues, que en su sabiduría Dios
haya utilizado este mismo medio para comunicarse con los hombres. Lo demuestra el hecho
de que desde el principio les habló y sigue haciéndolo mediante la profecía y las lenguas
(Génesis 2:16, 17; 3:8-79; 1ª. Corintios 12:70, 11). Dios se comunica existencialmente con
el hombre, prescindiendo del lenguaje por lo imperfecto que es éste como medio de
comunicación. El lenguaje fue también el medio que utilizaron los profetas y apóstoles para
transmitir a sus semejantes las verdades que Dios les comunicaba. Fue asimismo el medio de
que se valieron los copistas y traductores para transmitir a otros pueblos y generaciones lo
que habían dicho los primeros. B. Las lenguas de la Biblia. El lenguaje humano, que
originalmente estaba constituido por “una sola lengua y unas mismas palabras” se ha
fragmentado a través de milenios hasta comprender hoy más de 3.000 idiomas y dialectos
(Génesis 11:1). De estas muchas lenguas Dios escogió tres en los días antiguos para que en
ellas se consignaran sus palabras, a saber: el hebreo, el arameo y el griego. II. La Escritura.
A. La escritura fue el segundo medio que emplearon los hombres de Dios para transmitir las
verdades que Él les había revelado, como lo demuestra la existencia de numerosos
manuscritos bíblicos antiguos. Nada sabemos en cuanto al origen de la escritura; pero sí
sabemos algo sobre su desarrollo, el cual comprendió tres etapas principales, a saber: la
escritura pictográfica, la ideográfica y la fonética. B. La escritura alfabética se derivó
probablemente de la egipcia, cuyos jeroglíficos se componían de ideogramas y fonogramas
silábicos. Por lo que sabemos hasta ahora, los primeros que usaron un
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alfabeto fueron los pueblos semíticos de la región noroeste del Medio Oriente. Entre éstos se
cuentan los fenicios, a quienes se atribuye la invención del alefato o alfabeto de 22 letras. C.
La necesidad de la escritura. Habiendo considerado el desarrollo y la antigüedad de la
escritura, cabe preguntarnos por qué empleó Dios este medio para transmitir su mensaje. Al
menos tres razones son notorias: 1. La preservación del mensaje. Aunque Dios mandó que
sus palabras fueran repetidas oralmente, también ordenó que sé escribieran (Deuteronomio
6:6,7; 11:19; 6:8,9; 11:18,20). 2. La propagación de1 mensaje. Es evidente que la palabra
escrita tiene la facilidad de llegar adonde no llega la palabra oral. A Jeremías se le prohibió
entrar en la casa de Jehová, pero pudo enviar el mensaje de Dios al pueblo por medio de un
escrito (Jeremías 36:5-21). 3. La fidelidad en la transmisión. Por lo general la copia de un
escrito es más fiel que la recitación de una tradición, puesto que hay más probabilidades de
alterar lo que se ha oído que lo que se ha copiado. (Juan 21:20-23). III. Los Libros. A.
Dentro de los materiales de escribir que se emplearon en los libros; la forma más antigua de
éstos fueron las tablillas, de las cuales se han excavado bibliotecas enteras en los países del
Medio Oriente. Con el uso del papiro y el cuero se iniciaron los rollos o volúmenes, siendo
ésta sin duda la forma que tuvieron los libros escritos por los profetas. Hasta ahora los judíos
han conservado los libros sagrados en forma de rollos, como lo demuestran las copias de las
sinagogas y los hallazgos de Qumrán. B. La forma actual de los libros se inició con la
invención de la imprenta. A la Biblia le cupo el honor de ser el primer libro impreso, pues
hasta entonces todos eran manuscritos. Los primeros libros impresos, conocidos como
incunables, fueron simples imitaciones de las miniaturas; pero a contar del siglo XVI
comenzaron a aparecer con las características con que los conocemos hoy. C. De los
instrumentos utilizados para escribir que utilizaron los antiguos, los escritores sagrados
mencionaron los siguientes: 1. El estilo. Consistía en un punzón especial para escribir sobre
la arcilla o la cera. En Jeremías 17:1 se le llama “cincel”. 2. El cincel. Llamado “hierro” en
Josué 8:31, se lo usaba para grabar inscripciones en piedra (Job 19:24). 3. La pluma. Las
primeras plumas consistían en un trozo de caña de cálamo (planta que crece junto a los ríos)
recortada especialmente en uno de sus extremos para escribir sobre papiro, cuero o
pergamino. Después se usó con el mismo fin la pluma de ganso (3ª Juan 13). 4. El plomo. Se
lo usaba derretido para rellenar las inscripciones en piedra. Algunos creen que también se
empleaba un martillo de plomo para golpear sobre el cincel (Job 19:24). 5. El cuchillo.
Llamado “cuchillo de escriba” en Jeremías 36:23, se lo usaba para aguzar la pluma que se
había gastado. 6. La tinta. Se la menciona en Jeremías 36:18 y era de color negro, como lo
indica su nombre en griego (2ª Cor. 3:3; 2ª Juan 12; 3ª Juan 13). Se hacía basado en carbón,
goma y agua. 7. El tintero. Lógicamente era una vasija para contener la tinta y se lo
menciona en Ezequiel 9:2,3,11.
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IV. Los Manuscritos Bíblicos. Antes de la invención de la imprenta todos los libros y
documentos, incluso los de la Biblia, eran escritos a mano. Los documentos relativamente
breves y grabados en piedra, arcilla o metal reciben el nombre de inscripciones. Los que
están escritos en papiro, cuero o pergamino se llaman manuscritos. Un grupo especial de
estos últimos lo constituyen los manuscritos bíblicos. A. Clasificación de los manuscritos
bíblicos Los manuscritos bíblicos son ejemplares o fragmentos de la Biblia escritos en las
lenguas originales de ésta. Constituyen valiosos testimonios de la transcripción de las
Escrituras. B. Originales y copias. Según su procedencia, los manuscritos bíblicos pueden
ser originales o copias. Se llaman originales o autógrafos las obras escritas directamente por
su autor (Gálatas 6:11). 1. Se llama copia a toda reproducción de un escrito original,
reproducción que antiguamente estaba a cargo de expertos llamados copistas. En Israel los
copistas encargados de transcribir los manuscritos bíblicos se llamaban escribas. La
transcripción de las Escrituras parece haberse iniciado en una época muy antigua de la
historia de Israel 2. Actualmente no existe ningún manuscrito original de las Escrituras, pero
tenemos muchísimas y excelentes copias de ellas. · C. Manuscritos del Antiguo Testamento.
La principal clasificación de los manuscritos bíblicos se divide en dos, a saber: los del
Antiguo Testamento y los del Nuevo. Los primeros se clasifican a su vez en oficiales y
privados. Los manuscritos oficiales eran para el uso de la sinagoga. Los manuscritos
privados eran para el uso particular de quien los adquiría. D. Manuscritos del Nuevo
Testamento Los manuscritos de Nuevo Testamento se subdividen en dos grupos: unciales y
minúsculos. Los manuscritos unciales están escritos en letras mayúsculas, las cuales se
usaron hasta más o menos el siglo X de nuestra era. Los manuscritos minúsculos son los que
están escritos solamente en letras minúsculas. Se llaman también cursivos, porque las letras
están ligadas entre sí. Generalmente son menos antiguos que los manuscritos unciales.
Conclusión. La autoridad de un manuscrito consiste en el crédito que se le da en razón de
sus méritos. En el caso de los manuscritos bíblicos, estos méritos son la antigüedad y la
calidad. Otras veces un manuscrito puede ser relativamente reciente y, sin embargo, tener
mucha autoridad si se trata de una buena copia, es decir, si su texto no difiere mayormente
de los manuscritos más antiguos y de reconocida autoridad. Por lo general la autoridad de
los manuscritos depende de su antigüedad y de su calidad en la transmisión fiel del mensaje.
Objetivo: Entender, aceptar y vivir el poder y la autoridad que tiene la Biblia. Y reflexionar
en qué influencia tiene por ser la Palabra de Dios en nuestra vida. Introducción: Nuestro
gran y sabio Dios nos muestra su amor mediante los suministros que ha hecho. Ha dado
provisión para nuestra supervivencia física, emocional y espiritual, Él nos ha dejado conocer
su poder y su voluntad, así como sus propósitos de manera confiable por medio de su
Palabra escrita. Cuando podemos ver manifestaciones hechas por diversos poderes o
personas, deberíamos preguntarnos si ¿esto es de Dios o no? Y la manera correcta de
analizar es por medio de la Biblia. Si las enseñanzas o manifestaciones están de acuerdo con
lo que Dios nos ha revelado en su Palabra. Este principio nos ayudará a no ser sorprendidos
o llevados por señales, milagros, maravillas o simples entretenimientos falsos. I. La Palabra
de Dios es el principal medio para conocer la gracia: La Palabra de Dios es el principal
medio por el cual la gracia de Dios es revelada al hombre (2ª. Timoteo 3:15; Juan 20:21).
Sin duda alguna la Biblia es un medio indispensable para la salvación. La verdadera fe jamás
ha existido ni puede existir donde las verdades bíblicas sean desconocidas. En este punto es
necesario señalar que las Escrituras, como medio de revelación de la gracia, se hacen
eficaces para conducir a la fe y la conversión sólo cuando están acompañadas de la obra del
Espíritu Santo en el corazón de los pecadores. “Aparte de la operación del Espíritu sobre los
corazones de los hombres, la Palabra carece de poder. Deriva su eficacia como medio de
gracia sólo cuando viene a ser el instrumento del Espíritu”. II. Dios provee una revelación
escrita de sí mismo La mayoría tenemos muy mala memoria. Si Dios se nos revelara cara a
cara en un punto específico de nuestra vida, muy pronto estaríamos inseguros de algunos
detalles de su revelación. Al poco tiempo nuestra memoria comenzaría a borrarse. Quizá
podríamos recordar vívidamente algunas partes de su revelación, pero estoy seguro de que
los detalles serían vagos y nada confiables. Si les repitiéramos todos los detalles a alguno de
nuestros hijos inmediatamente después de la revelación, no sería muy probable que él
recordara todo lo que le dijéramos, si él tuviera que trasmitir esa información a sus hijos
años después, con el paso del tiempo su memoria no funcionaría cabalmente y distorsionaría
la historia. Como puede observarse, ese método de compartir la revelación de Dios no sería
muy confiable. Si Dios hizo tan cuidadosa provisión para nuestra naturaleza física, de seguro
no espera que resolvamos nuestros problemas espirituales sin ayuda alguna. Sin la
revelación de Dios; el hombre natural no estaría consciente de su condición desesperanzada
ni de su necesidad de ayuda.
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III. La interpretación de las escrituras. Quizá al leer las Escrituras hayas observado que
algunos versículos y porciones aparentemente no enseñan con claridad los actos y propósitos
de Dios. Tampoco revelan lo que Él espera del hombre. Todas las Escrituras deben ser
analizadas e interpretadas a la luz de la enseñanza de la Biblia como un todo. Si aprendemos
y aplicamos este principio, edificaremos nuestra vida cristiana sobre una base sólida. No nos
atrevamos a basar nuestra vida y acciones en algún versículo o texto aislado. Si no seguimos
este principio, experimentaremos serias dificultades. IV. La autoridad de las Escrituras.
Desde muy temprano en su comunicación con la gente, Dios reveló su voluntad y propósito.
También les dio a conocer que esperaba que conocieran sus mandamientos y actuaran de
acuerdo con ellos: “Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello
quitarás” (Deuteronomio 12:32). Incluso dijo que los probaría para ver si comprendían su
palabra y la obedecían (Deuteronomio 13:3). El continuar nuestra relación con Jesucristo
consiste en vivir por su Palabra: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi
amor” (Juan 15:10). Podemos demostrar nuestro amor a Cristo por nuestra obediencia a su
voluntad revelada: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis 1o que yo os mando” (Juan 15:14).
La Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17). Por tanto, debemos tomarla como nuestra
autoridad suprema en lo que toca a nuestra vida personal y la iglesia. “Porque has
engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas” (Salmo 138:2). El poder de la
Palabra para la salvación del ser humano. La Palabra declara que si un hombre cree con su
corazón que Dios levantó a Cristo de los muertos, y confiesa con su boca que le acepta como
Señor, será salvo y se convertirá en una Nueva Creación (Romanos 10: 9-10). Conclusión:
Hemos visto a miles de personas cuyas vidas han sido transformadas instantáneamente al
actuar de acuerdo con esta Palabra. El poder del pecado ha sido quebrantado en ellos. Han
sido liberados de hábitos que los habían mantenido en esclavitud años y años. Los viejos
deseos han desaparecido, y las cosas que antes amaban ahora las aborrecen, y aquello que
antes odiaban ahora lo aman, y todo es por creer en la Palabra; aquí es donde está el secreto.
Tarea: Memorizar los siguientes versículos: Juan 15:10; 15:14; 17:17.