Вы находитесь на странице: 1из 5

Reconcíliate con tu infancia

Desde el inicio me gusta del libro cómo empieza a expresar la idea de que
nadie, o pocos, han vivido una infancia ideal. Todos hemos vivido diferentes
cosas y para la psicología, se plantea que la infancia es una época vital que deja
huellas permanentes en nosotros el resto de la vida. Sin embargo, Ulrike
menciona que no es tanto lo que hayamos vivido, sino más bien el cómo nos
relacionamos con eso que vivimos.

Otra parte importante es que los recuerdos de nuestra infancia


dependerán en gran medida del estado de ánimo que tengamos en el momento
que recordamos. Si al estar triste buscas en el pasado: encontrarás recuerdos
tristes; si estas feliz: encontrarás recuerdos felices. También habla de que al
recordar también cambiamos el recuerdo, agregamos cosas nuevas y casi
siempre logramos recordar con más facilidad las cosas negativas.

Ahora, sí hablamos de los problemas que día a día podemos observar que
somos nosotros mismos quienes los creamos de manera inconsciente. Esto
sería de ayuda tenerlo en cuenta ya que si nosotros los creamos también los
podemos destruir y solucionar. Lamentablemente tendemos a poner la culpa de
nuestros problemas en agentes externos que no van a proveer ningún tipo de
solución. Nosotros terapeutas no podemos aceptar “encargos de asesino
mafioso” para deshacernos de los problemas; hay toda una experiencia,
aprendizaje y un proceso necesario que se perderían. También es importante
distinguir entre problemas y restricciones: los primeros tienen solución, mientras
que los segundos no se pueden modificar. Las debilidades no siempre son
malas, detrás de cada una de ellas se puede siempre obtener algo de provecho,
sólo hay que saberlo buscar.

Nuestra personalidad, como otros sistemas, está formada por pequeños


subsistemas. Estos subsistemas serán llamados de voces internas. Estas voces
operan de manera autónoma, por ejemplo: el Ambicioso Interno afirma que todo
es posible con esfuerzo; el Sibarita busca motivos de diversión y alegría. Esta
idea es de ayuda ya que, al enfrentar algo que no nos agrada podremos decir
que no nos agrada a nosotros por entero, sino a una parte de nosotros.

Todo este sistema de voces internas fue creado para proteger a nuestro
Niño Interno. Ningún ser viviente es tan vulnerable como el ser humano. Para
protegernos una de las primeras voces que surge es el Protector-Controlador,
por un lado, nos protege de agresiones y rechazos; por el otro es nuestro
guardián y limita nuestra personalidad e individualidad.

Además del Protector-Controlador surgen otras voces para ayudarnos a


adaptarnos. Entre ellas el Ambicioso Interno: nos ayuda a tener reconocimiento
y estimación; el Crítico Interno: al desviarnos de las normas nos critica; el
Adulador Interno: nos hace conceder importancia a las necesidades de otras
personas. Estas pueden llamarse voces primarias, nos ayudan a proteger al Niño
Interno, siempre van a actuar en nuestro bien.
También existen voces que reprimimos: son todas aquellas conductas que
tratamos de esconder porque no nos gusta, aquellas conductas por las que nos
regañaron. Sin embargo, por más que se trate de esconder no es posible hacerlo
siempre y entre más fuertemente se esconda más fuertemente hará acto de
presencia en nuestra vida. Dentro de cada una de las cosas que rechazamos
porque son mal vistas, se puede encontrar un gran tesoro y herramientas útiles
para la vida.

Dentro de nosotros, el yo consciente es quien dirige a unas y otras voces.


Él no hace distinción entre ellas. En la medida de lo posible tratará de buscar un
equilibrio entre lealtad y autonomía. Esto con el fin de que estemos atendidos en
nuestras necesidades básicas, pero también de sabernos relacionar con otras
personas. Es, a veces, difícil mediar entre una parte y otra. Cada una reclama
toda la atención, pero es el yo consciente quien fomentará una relación afectuosa
y comprensiva entre las dos partes.

El niño que un día fuimos sigue viviendo en nosotros, lo podemos negar,


pero ocuparnos de él tiene muchas ventajas. Muchas personas tienen miedo de
ocuparse de su Niño Interno ya que sus deseos pueden contradecir los deseos
de un adulto. Mientras que el niño puede querer estar en familia, descansar o
divertirse, el adulto busca estabilidad económica en un trabajo que al Niño
Interno no le agrade.

Hay muchas figuras de Niño Interno. Por un lado tenemos al niño


juguetón, es el motivo de alegría en nuestra vida; el niño mágico, nos permite
acceder al mundo de la fantasía y espiritualidad; el niño amable y obediente, ha
aprendido a adquirir atención a cambio de buen comportamiento y tiene un buen
olfato para detectar las necesidades de otras personas; el niño primero de la
clase, es el modelo que sale a relucir en las fiestas familiares; el niño vulnerable,
es la parte más íntima de nuestro ser y la que más a menudo se reprime. Es
importante que mantengamos una relación fluida con nuestro Niño Interno. El
reprimirlo causa dolor en nuestras vidas y el dejarlo tomar el control causa
problemas.

Si nunca crecemos y seguimos siendo niños lo que causaremos es que


seamos irresponsables e insensibles. En las relaciones de pareja no tendremos
éxito. Con los padres podremos tener una relación ambivalente: por un lado,
intentaremos ser justos con ellos, pero por otro les reclamaremos su atención
todavía. Sentiremos siempre que somos las víctimas y nunca tomaremos la
iniciativa. Las personas que estén a nuestro alrededor buscarán hacerse
responsables de nosotros.

Además de esto, también una de las señales que manifiestan que el Niño
Interno ha tomado el control es por medio de colapsos y enfermedades. Esto ya
sea con el fin de poder descansar o bien porque de niño se tuvo la experiencia
que al estar enfermo se le prestaba atención. Al ser esto agradable se buscará
repetir en diversas ocasiones. Esto causa que a largo plazo las personas de
alrededor se cansen y terminen por irse.
Otro problema llega a ser la baja tolerancia y la impulsividad. Todo se
quiere en el momento sin importar mucho si se lastima a alguien para tenerlo. El
no obtener lo que se desea causa enojo y no hay culpa por el mal cometido.

Los celos y querer tener siempre el control reflejan igualmente una mala
relación con el Niño Interno. Experiencias negativas en la infancia podrían causar
que se busque el control para aliviar el miedo al abandono y al rechazo. Esto
afecta principalmente en las relaciones de pareja, dónde se busca tener
controlado al otro de diversas maneras para evitar el ser dejado atrás.

Otra de las formas es el replegarse en sí mismo. No querer entrar en


contacto con las emociones y sentimientos de otros porque de niños se nos
enseñó a no hacerlo con nosotros mismos. Esto ocurre principalmente entre los
hombres por la cultura machista en la que vivimos.

Con el fin de eliminar todo lo negativo de nuestras vidas y sólo vivir lo


positivo es fácil caer en las adicciones. Estas nos ofrecen la salida fácil a
nuestros problemas, pero al pasar el efecto nos sentimos igual o peor que antes.
La adicción es la manera de acallar nuestra parte necesitada de afecto.

Si aún nuestro Niño Interno busca obtener reconocimiento y amor se


expresará en perfeccionismo. Esto es perfectamente demostrado en el ámbito
laboral. Además, es difícil encontrar una pareja ya que los estándares buscados
son muy altos.

Si a lo largo de nuestra vida planeamos cosas por hacer, fijamos metas


de logros que queremos alcanzar, pero nunca lo podemos lograr; nuestro Niño
Interno está actuando nuevamente. Al haberse fijado estándares muy altos
desde muy pequeño, el niño se revela para no hacer más nada. Los niños
necesitan ser guiados mas no forzados a seguir un camino.

Por estas y por muchas razones más es importante mantener un buen


diálogo con nuestro Niño Interno. Para hacerlo existen muchas formas, desde
escribir cartas hasta soñar con él. Todas estas formas de comunicarnos nos
ayudarán a actuar con mayor decisión en nuestras vidas, tomando verdadero
control sobre ellas.

El crítico interno es aquella voz en nuestra cabeza que nos recuerda


cuando algo no lo hemos hecho bien o que nos recuerda nuestras
imperfecciones y defectos. Como una estación de radio está siempre buscando
el momento para achacarnos algo nuevo. Es un peón del Protector-Controlador,
al momento de dejar de atender a las voces primarias escucharemos al Crítico.
Esto puede causar hondas heridas en nuestro Niño Interno.

Al inicio de nuestras vidas nuestros padres querían lo mejor para nosotros


y para lograrlo se valían de las herramientas que ellos tenían. Nos mostraban los
valores que para ellos eran importantes. Al hacer algo que no estaba acorde a
sus ideales no reprendían, a veces con regaños y otras con una simple mirada.

Lo cierto es que las intenciones del Crítico Interno son siempre


protegernos. Tal vez la forma que tiene de decirnos las cosas nos lastime, pero
hay que aprender también a tratar con él para que sus críticas sean constructivas
y nos ayuden a crecer, ya que si lo dejamos ser voraz podrá causar heridas que
no tienen fácil curación.

Es verdad que no es fácil puesto que la enfermedad, en los momentos de


estrés o cuando estamos cansados el Crítico tendrá mayor oportunidad de actuar
y nosotros menos fuerza para resistir sus duras críticas. Es, por tanto, necesario
aprender a llevar bien las cosas con él y entender que lo único que quiere es
protegernos y que no salgamos lastimados por otras personas.

De las coas que adora criticar una de ellas es nuestra apariencia. Las
mujeres lo viven más frecuentemente. Suele ser un experto en cuestionar la
forma en que dirigimos nuestras vidas, que si no tenemos más tiempo libre, que
si nos debemos relacionar con cierto tipo de personas, que si no dedicamos
suficiente tiempo a una actividad; constantemente tendrá algo que decir por lo
que hacemos, no hacemos, decimos o no decimos.

En nuestras relaciones hará igual acto de presencia con aquella pregunta


del ¿qué dirán sí…? Es por esto que no debemos tratar de contentarlo, siempre
tendrá algo que decir y nunca estará del todo satisfecho.

Necesitamos llevar una buena relación con él. Para esto necesitamos un
yo consciente firme que sepa guiarlo. Necesita comprensión, como ya he
mencionado, de sus verdaderas intenciones. Detrás de cada critica realizada
podremos encontrar sus bondadosas intenciones.

Una parte importante para poder llevar una buena relación con nuestro
Niño Interno es entendiendo las propias infancias de nuestros padres. Muchas
veces vivimos maldiciendo la infancia que nuestros padres nos hicieron pasar,
que si nos dieron mucho de esto o que si nos dieron en cambio muy poco de
aquello. Es importante recordar que nuestros padres también son seres
humanos y que a su vez ellos también tuvieron su propia infancia.

Nuestros padres lo que buscaban era sólo nuestra felicidad, como bien se
dice: nadie nace sabiendo cómo ser padre o madre. Ser padres es un proceso
que se va aprendiendo a prueba y error. Si los métodos que utilizaron fueron o
no los indicados debe quedar atrás. No hay que guardar rencor por las faltas
cometidas ya que sólo nos aprisionaría y no nos dejaría seguir adelanta.

Si nuestros padres no fueron lo que nos hubiera gustado que fueran


nosotros mismos podemos llegar a convertirnos en nuestros propios padres.
Podremos nosotros actuar con nuestro Niño Interno de la manera en que nos
hubiera gustado ser tratados de niños.

Una de las cosas fundamentales que todo niño necesita, es amor. El amor
es la fuerza que cura todo. El Crítico Interno puede impedirnos amar, es por eso
importante que nos distanciemos de él. Puede llegar a ser difícil el aceptar todos
los sentimientos que emanan de nuestro niño ya que algunos serán de miedo,
indigencias y debilidades. Al negar esto lo único que causaremos será aislarnos
más y afondarnos en nuestra propia soledad.
En segundo lugar, también es importante dedicar tiempo y dar atención a
nuestro Niño Interno. Muchas veces nos enseñaron a no ser egoístas y a no
pensar tanto en nosotros, pero no es egoísta aquel que se preocupa por sus
propias necesidades, al contrario, es benéfico hacerlo. El no dedicarle tiempo
puede ser debido a miedo de lo que implica, pero si dejamos ese miedo de lado
y ponemos en verdad atención a sus necesidades muchas cosas positivas
volverán a nosotros y nos harán nuevamente personas plenas.

Muchas veces de niños nuestros padres no supieron imponer límites de


manera adecuado. Esto puede ser debido a que imponer límites es visto como
algo negativo, sin embargo, hay que destacar que libertado y autonomía no es
lo mismo que ausencia de reglas y orden. Debemos ocuparnos de manera sana
de nuestros niños, pero tampoco dejándonos llevar por ellos.

En algunos casos los padres pueden llegar a culpar a los niños por haber
arruinado sus vidas, por llegar sin ser planeados, pero esta culpa no es de ellos
y no se les debe de imputar. Esta culpa no es nuestra y no debemos cargar con
ella. Debemos dejar esta culpa a quien le pertenece.

Nosotros mismo seremos responsables de nuestra propia felicidad o


tristeza. Nosotros tenemos las herramientas para poder salir adelante. Debemos
aceptar las cosas que ya pasaron, perdonar los daños que nos hicieron y seguir
nosotros nuestra propia vida. Nadie más se puede hacer cargo de nuestra vida.

Debemos igualmente se optimistas, no estar siempre alegres y ver el lado


bonito de todo; sino, hay que saber que hay altas y bajas, ver los problemas
como desafíos que dan frutos positivos en nuestra vida. No debemos
permanecer ni mucho tiempo en el pasado, ni mucho tiempo en el futuro. La vida
y todo lo que pasamos pasa en presente, nada puede pasar en el pasado y nada
ha pasado en el futuro.

En otras palabras, para poder vivir una vida plena debemos: debemos
aprender a relacionarnos con nosotros mismo, amarnos tal cual somos;
debemos aprender a relacionarnos con las demás personas, amarlas como nos
amamos, respetarlas, crear lazos unos con otros; encontrar el sentido de nuestra
vida, encontrar eso que nos da orientación y un objetivo en la vida; por último,
encontrar algo en lo que nosotros podamos contribuir para hacer mejor este
mundo y hacerlo.

Вам также может понравиться