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Desde el inicio me gusta del libro cómo empieza a expresar la idea de que
nadie, o pocos, han vivido una infancia ideal. Todos hemos vivido diferentes
cosas y para la psicología, se plantea que la infancia es una época vital que deja
huellas permanentes en nosotros el resto de la vida. Sin embargo, Ulrike
menciona que no es tanto lo que hayamos vivido, sino más bien el cómo nos
relacionamos con eso que vivimos.
Ahora, sí hablamos de los problemas que día a día podemos observar que
somos nosotros mismos quienes los creamos de manera inconsciente. Esto
sería de ayuda tenerlo en cuenta ya que si nosotros los creamos también los
podemos destruir y solucionar. Lamentablemente tendemos a poner la culpa de
nuestros problemas en agentes externos que no van a proveer ningún tipo de
solución. Nosotros terapeutas no podemos aceptar “encargos de asesino
mafioso” para deshacernos de los problemas; hay toda una experiencia,
aprendizaje y un proceso necesario que se perderían. También es importante
distinguir entre problemas y restricciones: los primeros tienen solución, mientras
que los segundos no se pueden modificar. Las debilidades no siempre son
malas, detrás de cada una de ellas se puede siempre obtener algo de provecho,
sólo hay que saberlo buscar.
Todo este sistema de voces internas fue creado para proteger a nuestro
Niño Interno. Ningún ser viviente es tan vulnerable como el ser humano. Para
protegernos una de las primeras voces que surge es el Protector-Controlador,
por un lado, nos protege de agresiones y rechazos; por el otro es nuestro
guardián y limita nuestra personalidad e individualidad.
Además de esto, también una de las señales que manifiestan que el Niño
Interno ha tomado el control es por medio de colapsos y enfermedades. Esto ya
sea con el fin de poder descansar o bien porque de niño se tuvo la experiencia
que al estar enfermo se le prestaba atención. Al ser esto agradable se buscará
repetir en diversas ocasiones. Esto causa que a largo plazo las personas de
alrededor se cansen y terminen por irse.
Otro problema llega a ser la baja tolerancia y la impulsividad. Todo se
quiere en el momento sin importar mucho si se lastima a alguien para tenerlo. El
no obtener lo que se desea causa enojo y no hay culpa por el mal cometido.
Los celos y querer tener siempre el control reflejan igualmente una mala
relación con el Niño Interno. Experiencias negativas en la infancia podrían causar
que se busque el control para aliviar el miedo al abandono y al rechazo. Esto
afecta principalmente en las relaciones de pareja, dónde se busca tener
controlado al otro de diversas maneras para evitar el ser dejado atrás.
De las coas que adora criticar una de ellas es nuestra apariencia. Las
mujeres lo viven más frecuentemente. Suele ser un experto en cuestionar la
forma en que dirigimos nuestras vidas, que si no tenemos más tiempo libre, que
si nos debemos relacionar con cierto tipo de personas, que si no dedicamos
suficiente tiempo a una actividad; constantemente tendrá algo que decir por lo
que hacemos, no hacemos, decimos o no decimos.
Necesitamos llevar una buena relación con él. Para esto necesitamos un
yo consciente firme que sepa guiarlo. Necesita comprensión, como ya he
mencionado, de sus verdaderas intenciones. Detrás de cada critica realizada
podremos encontrar sus bondadosas intenciones.
Una parte importante para poder llevar una buena relación con nuestro
Niño Interno es entendiendo las propias infancias de nuestros padres. Muchas
veces vivimos maldiciendo la infancia que nuestros padres nos hicieron pasar,
que si nos dieron mucho de esto o que si nos dieron en cambio muy poco de
aquello. Es importante recordar que nuestros padres también son seres
humanos y que a su vez ellos también tuvieron su propia infancia.
Nuestros padres lo que buscaban era sólo nuestra felicidad, como bien se
dice: nadie nace sabiendo cómo ser padre o madre. Ser padres es un proceso
que se va aprendiendo a prueba y error. Si los métodos que utilizaron fueron o
no los indicados debe quedar atrás. No hay que guardar rencor por las faltas
cometidas ya que sólo nos aprisionaría y no nos dejaría seguir adelanta.
Una de las cosas fundamentales que todo niño necesita, es amor. El amor
es la fuerza que cura todo. El Crítico Interno puede impedirnos amar, es por eso
importante que nos distanciemos de él. Puede llegar a ser difícil el aceptar todos
los sentimientos que emanan de nuestro niño ya que algunos serán de miedo,
indigencias y debilidades. Al negar esto lo único que causaremos será aislarnos
más y afondarnos en nuestra propia soledad.
En segundo lugar, también es importante dedicar tiempo y dar atención a
nuestro Niño Interno. Muchas veces nos enseñaron a no ser egoístas y a no
pensar tanto en nosotros, pero no es egoísta aquel que se preocupa por sus
propias necesidades, al contrario, es benéfico hacerlo. El no dedicarle tiempo
puede ser debido a miedo de lo que implica, pero si dejamos ese miedo de lado
y ponemos en verdad atención a sus necesidades muchas cosas positivas
volverán a nosotros y nos harán nuevamente personas plenas.
En algunos casos los padres pueden llegar a culpar a los niños por haber
arruinado sus vidas, por llegar sin ser planeados, pero esta culpa no es de ellos
y no se les debe de imputar. Esta culpa no es nuestra y no debemos cargar con
ella. Debemos dejar esta culpa a quien le pertenece.
En otras palabras, para poder vivir una vida plena debemos: debemos
aprender a relacionarnos con nosotros mismo, amarnos tal cual somos;
debemos aprender a relacionarnos con las demás personas, amarlas como nos
amamos, respetarlas, crear lazos unos con otros; encontrar el sentido de nuestra
vida, encontrar eso que nos da orientación y un objetivo en la vida; por último,
encontrar algo en lo que nosotros podamos contribuir para hacer mejor este
mundo y hacerlo.