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SINTOMAS POST-TRAUMATICOS

El acontecimiento amenaza la seguridad y bienestar de la persona, dado que se sienten


abrumadas e incapaces de hacerle frente a la experiencia.

Trauma es el daño físico o herida con impacto psicológico, que pasa alguna circunstancia que atento
contra la integridad física o mental de un sujeto.

Trastorno agudo, duración de 1 a 3 meses.

Tronaron crónico, más de 3 meses.

Incluso hay casos donde se presenta de manera retardada, pueden pasar años para que el sujeto se
dé cuenta de que padece de ello.

Se caracteriza de forma general, por la existencia de un antecedente personal de exposición a un


acontecimiento vital excepcionalmente estresante, agudo o mantenido, que es capaz de provocar
una reacción de estrés o un cambio vital significativo que conduce a la re-experimentación del
acontecimiento altamente traumático, síntomas debidos al aumento de la activación (arousal) y
comportamientos de evitación a los estímulos relacionados con el trauma. Todo ello ha de provocar
interferencia en los mecanismos de adaptación normal y un malestar clínicamente significativo y/o
deterioro en las áreas vitales del sujeto.

Según lo anterior, y comparativamente con otros trastornos y en relación con la presencia de


factores de estrés y con la reacción de la persona implicada en ellos, es necesario que exista un
factor estresante grave de intensidad tal que incluya la existencia de peligro para la integridad física
y/o psíquica de la persona, la cual va a reaccionar psicológica y clínicamente con posterioridad a él.
El trastorno es inicialmente una respuesta natural ante de estrés ante un evento extraordinario ante
el cual la persona busca una solución, pero no dispone en su repertorio de una respuesta inmediata y
certera, la búsqueda patológica de una solución la lleva a extenderse en el tiempo la señal de alerta
(estrés) de forma sostenida, así altera crónicamente su funcionamiento químico, emocional y
muscular.

Desde este punto de vista lo relevante, para el trastorno de estrés postraumático, no son las
características individuales del sujeto, su personalidad, su vulnerabilidad, sus mecanismos
habituales de adaptación, etc, sino el acontecimiento estresante en sí mismo, de forma tal que si
dicho estrés traumático no hubiese estado presente el trastorno no hubiese aparecido, sin embargo
tales características individuales no son excluyentes consideradas.

Pueden alterar las funciones racionales, emotivas, corporales y químicas de un sujeto, generando un
trastorno de estrés agudo, que si persisten en el tiempo se convertirán en un estrés postraumático,
trastorno que se manifiesta en formas como angustia o ansiedad, miedos, tensión muscular, como
dolor en la cabeza o en otras partes del cuerpo, agotamiento y deterioro en el rendimiento en
actividades físicas o mentales, hipervilancia, insomnios, olvidos, dificultades para concentrase,
irritabilidad, recuerdos, sueños y pesadillas recurrentes, ver de pronto imágenes del suceso, malestar
ante los estímulos del trauma, deterioro social, laboral o de otras áreas importantes.

Ante un evento traumático, hay un estrés agudo (disociación) que si no se trabaja adecuadamente
en la cuestión psicológica puede pasar a un estrés postraumático a una depresión, durante los tres
primeros meses que se presenta un evento traumático, es normal que se pueda tener ciertos
síntomas, como miedo, pero después de esos tres meses, ya tendría que ir disminuyendo, si persisten
los síntomas después de este tiempo con la misma intensidad, ya se puede hablar de un trastorno de
estrés postraumático o de ansiedad generalizada.

EL TRASTORNO POST-TRAUMATICO DE ESTRES

"neurosis traumática" (Eulenburg, 1895)

Diatesis y factores de riesgo.

Como en toda condición patológica, además del agente externo causal hemos de
considerar la vulnerabilidad o diatesis individual. En el caso del SEPT (o TEPT), esta
diatesis no solo es variable entre sujetos, sino que también parece depender en un
mismo sujeto de su estado psicofisiológico en el momento del trauma.

La diatesis individual explica la existencia de casos extremos de sujetos


excepcionalmente resistentes y otros extremadamente susceptibles a la traumatización
psiquica.

PATOGENIA

Como en la mayoria de los transtornos psiquiátricos, los mecanismos de producción


del SEPT (o TEPT) pueden considerarse bajo un triple punto de vista: Psicodinámico,
Neurobiológico y Conductal. La consideración psicodinámica inicial en este caso fué,
curiosamente, una versión incipiente de la hipótesis neurobiológica, hasta el punto de
que, cien años después, un grupo de neurocientificos norteamericanos ha decidido
rendir tributo a los conceptos básicos de Freud sobre la energia y el trauma psíquicos,
reformulándolos de manera actualizada y completándolos en base a recientes
descubrimientos sobre procesamiento cerebral de la información (Bider, 1998). Algo
parecido ha ocurrido con el punto de vista conductista, inicialmente basado en
estudios sobre condicionamiento de neurosis experimentales o inducción condicionada
de respuestas emocionales con alto componente vegetativo. Partiendo de sus propios
estudios sobre la respuesta emocional condicionada, Kolb (1987) fue el primero en
formular una hipótesis neuropsicológica para explicar los trastornos de estrés
posttraumático. Según esta hipótesis, el trastorno se desarrolla, básicamente, en dos
fases: La primera, en el momento del trauma, con desregulación de las pautas de
neurotransmisión cortico-limbica y limbo-talámica, por hiperestimulación
sensibilizadora excesiva y prolongada; la segunda, un poco más tardia, con
desregulación del sistema agonista de control cortical de estructuras diencefálicas
relacionadas con la agresión y con el ritmo sueño-vigilia. Estudios recientes con
Resonancia Magnetica Cerebral confirman la presencia de alteraciones hipocámpicas
estructurales, con disminución de volumen del orden del 5% , más frecuentes y/o
marcadas en el hemisferio izquierdo (Rauch, 1998). Esta misma autora, en estudios de
estimulación mental imaginativa, ha demostrado, durante la visualización mental de
escenas relacionadas con el trauma en veteranos de guerra, aumento del flujo cerebral
sanguíneo regional en la amígdala y cortex orbitofrontal medio derecho, el cortex
insular derecho el polo temporal anterior derecho y el cortex sensorimotor bilateral.
Este aumento de actividad en estructuras limbicas y paralimbicas derechas es
consistente con su papel en la regulación emocional, y el de la amigdala en las
memorias emocionales, descrito por LeDoux (1992). También se observa activación
del cortex visual derecho, al que Rachman atribuye al aumento de la visualización
espontánea de escenas traumáticas, e inhibición de la actividad en el cortex frontal
inferior izquierdo, o área de Broca, lo cual es consistente con la dificultad en referir o
describir coherentemente los acontecimientos traumáticos.

EPIDEMIOLOGIA

Dada la impredictabilidad de sus factores etiológicos, la incidencia y prevalencia


generales del síndrome no son bien conocidos. Por el momento, sólo existe un estudio
epidemiológico a gran escala en la población general (Helzer, 1987), que, a pesar de
su innegable valor, ya ha sido sujeto a diversas criticas metodológicas (Kolb, 1989).
Según Helzer, la prevalencia del SEPT (o TEPT) es del orden del 1% en la población
general del área de Missouri en Estados Unidos, es decir, aproximadamente la misma
prevalencia que la de la esquizofrenia. Como el desarrollo del SEPT (o TEPT)
requiere un trauma antecedente, las cifras en población general son indicativas de dos
cosas diferentes: Por un lado, de la frecuencia de Traumas Severos en esa población,
y, por otro, de la proporción de sujetos expuestos que desarrollan el Síndrome.

Considerando el estudio de Helzer por grupos específicos, el SEPT (o TEPT) afecta al


3.5% de los civiles que han sufrido un ataque o accidente fisico, y a 20% de los
soldados que sostuvieron heridas de combate. Sin embargo, los criterios etiológicos
innecesariamente restrictivos de la DSM-III americana, junto con la falta de
preparación generalizada de los psiquiatras civiles para reconocer formas menores o
retrasadas del SEPT (o TEPT) dan, probablemente, una impresión de prevalencia que
es menor que la real. Davidson (1991) realizó un estudio similar en Carolina del
Norte, con resultados ligeramente superiores, estimando la prevalencia-vida del
trastorno en el orden del 3.4%, teniendo en cuenta las formas menores del síndrome.
Usando instrumentos más refinados y especificamente diseñados para detección del
TEPT, y teniendo además en cuenta la ampliación del criterio etiológico introducido
por el DSM-IV, Breslau (1998) ha encontrado cifras muchos mayores en estudios
comunitarios en Detroit, del orden de 10.2 % en hombres y 18.3% en mujeres,
diferencias que probablemente se deben a la ampliación del rango de acontecimientos
traumáticos de consideración diagnóstica que autoriza el DSM-IV. La definición del
síndrome en base a sus caracteristicas clínicas y el reconocimiento de que los factores
traumatizantes que afectan a la población general son probablemente más que los
aceptados por el DSM-III, permitirá sin duda establecer en el futuro las verdaderas
dimensiones epidemiológicas de este cuadro clíni
En los estudios entre personal militar norteamericano, se ha demostrado una
prevalencia general del SEPT (o TEPT) en 15% de los hombres y 9% de las mujeres
que actuaron en la guerra del Vietnam (CDC, 1988). El grado de exposición al estrés
del combate es determinante en la aparición del SEPT (o TEPT), con frecuencias de
SEPT (o TEPT) 5 a tres veces más elevadas entre aquellos que estuvieron en las zonas
de intensidad máxima comparativamente con los que estuvieron en las de minima. Las
diferencias entre sexos desaparecen al corregir por grado de exposición al estrés
traumático. Kolb (1989), basándose en su experiencia clínica en la segunda guerra
mundial y en la guerra del Vietnam, considera que las cifras reales son,
probablemente, mucho mayores. Algunas de las razones para esta insuficiencia
diagnóstica, además de las ya mencionadas más arriba, son 1) la propia naturaleza de
la psicopatologia del SEPT (o TEPT), que lleva al sujeto a evitar hablar de sus
síntomas y de sus experiencias traumáticas, 2) la irritabilidad y agresividad
sobreañadidas, que pueden confudir el diagnóstico e incluso al propio paciente, que no
se considera enfermo sino enfadado, y 3) las multiples complicaciones del SEPT (o
TEPT), como alcoholismo, dificultades psicosociales, suicidio, propensión a
accidentes y violencia, y otra psicopatologia sobreañadida, que pueden nuevamente
tambien confundir el diagnóstico y evitar su reconocimiento y atención por los
dispositivos sanitarios.

CLÍNICA

La síntomatologia del SEPT (o TEPT) incluye alteraciones en el funcionamiento


cognitivo, la expresión emocional, la actividad neurovegetativa y las relaciones
interpersonales. El cuadro clínico ofrece algunas variaciones según el estadio de su
evolución y, como veremos a continuación, según las diferentes formas clínicas. El
síntoma más caracteristico, específico y llamativo del SEPT (o TEPT) es la intrusión
persistente y repetitiva de imágenes, recuerdos, estados somáticos y fuertes emociones
relacionados con el trauma, tanto de manera espontánea como desencadenados por
asociacion mental con eventos no traumáticos de la vida cotidiana. Coherentemente, el
signo más tipico del SEPT (o TEPT) es una alteración cognitiva con constricción y
pérdida de la plasticidad de las asociaciones, que se puede interpretar como una
función defensiva para evitar el desencadenamiento incontrolado de la repetición
mental del trauma.

Esta constricción cognitiva habitualmente se asocia con constricción o


entumecimiento emocional, consistente en pérdida de la resonancia afectiva y
capacidad de experimentar afecto. Otros signos clinicos importantes incluyen
hipervigilancia, exagerada respuesta de orientación, con sobresalto fácil, insomnio de
conciliación y despertares frecuentes, generalmente por el efecto ansiógeno de
pesadillas, asi como tendencia a la irritabilidad, poca tolerancia a la frustración y,
ocasionalmente, pobre control de los impulsos.
FORMAS CLÍNICAS
El síndrome puede presentarse bajo tres formas principales: 1) forma aguda, 2) forma
crónica o síndrome postraumático propiamente dicho y 3) formas atipicas. A ellas se
podrian añadir 4) los síndromes retardados o de presentación tardia, que comienzan
después de un periodo de varios meses o incluso años de aparente normalidad,
aunque, una vez establecidos, no suelen diferir clínicamente del síndrome clásico.

1) La forma aguda, Reacción aguda de estrés o síndrome del desastre, conocida por
los médicos militares como Reacción al estrés de combate ('combat stress reaction') o
"shock del combatiente", se produce durante la exposición al trauma e inmediatamente
después. Las primeras manifestaciones consisten en marcada disminución en la
eficacia y de la capacidad de iniciativa, seguidas por pérdida del propósito de la
conducta, inhibición psicomotriz (o, por el contrario, hiperactividad inapropiada),
dislalia, estupor, ensimismamiento, confusión, temblor e hiperactividad simpática con
alteración de la sintonia neurovegetativa. Además del cuadro psíquico, la disfunción
neurovegetativa provoca nauseas, vómitos, diarrea, taquicardia, disnea y otras
alteraciones, pudiendo llegar en los casos extremos a la muerte súbita por parada
cardiaca (McMahon, 1975) Al parecer, la pérdida de eficacia puede afectar hasta 80%
de los participantes en un combate o en una catástrofe, y el síndrome completo entre
10 y 25%, dependiendo de la intensidad de la situación. Aunque los síntomas tienden
a desaparecer o atenuarse marcadamente con el tiempo, persiste en estos sujetos una
mayor predisposición al desarrollo posterior de un síndrome postraumático crónico o
subcrónico. Inmediatamente después de la situación traumática, al menos 30% de los
sujetos que no presentaron un síndrome agudo en el momento, desarrollan un cuadro
con insomnio, ansiedad, pesadillas y alteraciones digestivas, que suelen mejorar en
pocas semanas de manera espontánea (Hocking,1971; Solomon, 1989; Glass, 1959;
Weisaeth, 1989a). Actualmente, tanto la CIE-10 de la OMS como la DSM-IV de la
APA reconocen una entidad diagnóstica de Reacción aguda de estrés o Trastorno de
estrés agudo, que presenta notable solapamiento con ésta forma clínica aguda y que
presentaré a continuación.

2) Forma crónica, síndrome crónico por estrés traumático o síndrome


postraumático de estrés propiamente dicho. Los primeros síntomas, singularmente
el entumecimiento psíquico, pueden presentarse poco después del suceso causal,
instaurándose los demás de forma progresiva, insidiosa o repentina, generalmente en
un lapso de tiempo no superior a unos pocos meses. El cuadro clínico completo se
caracteriza en esencia por la triada: entumecimiento psíquico, tendencia involuntaria a
revivir el trauma e hiperactividad simpática neurovegetativa. Cada uno de estos
síntomas generales tiene distintas facetas, grados de intensidad y modos de
manifestación:

El entumecimiento psíquico puede presentarse en su grado minimo como una leve


sensación de atontamiento o ensimismamiento, que progresa hacia la constricción
afectiva, con desinterés, apatia, dificultades de concentración, amnesia y alteraciones
disociativas de la conciencia. Puede haber una inhibición de la actividad intelectual,
con disminución del rendimiento, y, sobre todo en los niños, retrocesos del desarrollo,
con perdida de habilidades como lenguaje o control de esfinteres. En las relaciones
interpersonales, este síntoma se manifiesta como desapego y desinterés por los demás,
pérdida de la capacidad empática y amorosa e inhibición de la experiencia de
intimidad. Como parte de este síntoma se observa también una alteración de las
perspectivas temporales, con pérdida de la visión de futuro, desinterés por planes,
metas y propósitos y abandono de expectativas gratificantes, como enamorarse,
situarse profesionalmente, etc.

La tendencia involuntaria a revivir el trauma reviste varias modalidades, siendo la más


simple y generalizada la intrusión obsesiva de ideas, imágenes y recuerdos
relacionados con el trauma, tanto durante el estado vigil, como durante el sueño en
forma de pesadillas recurrentes. En ocasiones, la revivencia es mucho más dramática,
con episodios alucinatorios o pseudoalucinatorios y flashbacks disociativos, que llevan
al sujeto a reaccionar y comportarse como si estuviera de nuevo en medio de la
situación traumatizante. Estos fenómenos de revivencia global se presentan con mayor
facilidad durante estados alterados de conciencia, como al despertarse, bajo la
influencia de algunas drogas y en el curso de intentos terapeúticos con relajación,
hipnosis o técnicas similares. Perceptualmente, la tendencia a revivir el trauma se
traduce en incremento de la presión pseudoperceptiva, (Gonzalez de Rivera, 1984) con
frecuentes ilusiones y reconocimientos erroneos que convierten los objetos y
acontecimientos más banales en otros relacionados con la situación traumática. De
manera análoga, hay un trastorno cognitivo con desviación de la inercia asociativa
hacia contenidos traumáticos, de una manera que recuerda la clásica presentación
psicopatológica de las ideas sobrevaloradas. La palabra "bomba", por ejemplo, puede
desencadenar toda una serie de asociaciones terrorificas en un ex-combatiente, una
victima de un asalto callejero puede temblar ante el sonido de voces juveniles o un ex-
prisionero puede presentar todo un flashback disociativo ante una artisitica reja
andaluza.

Como consecuencia de este síntoma, y claramente con objetivos defensivos, aparecen


obvias conductas de evitación de todo lo que pueda recordar el suceso traumático o ser
asociado con él, siendo con frecuencia el paciente capaz de conservar una relativa
salud si lo consigue, y recayendo precisamente al fallar estas conductas de evitación
(Weisaeth, 1989). Obviamente, este tipo de defensa puede agravar otros aspectos del
síndrome, al favorecer un mayor retraimiento, aislamiento social y abandono de las
actividades profesionales.

La hiperactividad autonómica simpática se acompaña de aumento generalizado de la


vigilancia, predisposición a las reacciones de sobresalto, especialmente ante señales
acústicas, dificultad para conciliar y mantener el sueño, irritabilidad, sensación de
angustia y tendencia a disfunciones vegetativas como diaforesis, taquicardia y diarrea.
Pitman (1987) ha objetivado mediante técnicas psicofisiológicas este aumento
generalizado de la reactividad autonómica simpática, que se acentua al ser leido a los
sujetos cortas descripciones de actividades relacionadas con el trauma.
Junto a estos tres complejos sintomáticos caracteristicos, se encuentran con frecuencia
otros síntomas añadidos, mas o menos específicos a las diferentes posibilidades de
acontecimientos traumáticos. Asi, en mujeres violadas se describe un severo
componente sobreañadido que puede llegar a alterar de manera importante el perfil
patoplástico del SEPT (o TEPT), consistente en sentimientos de verguenza y culpa,
frigidez e ideas de suicidio (Rose, 1986; Dahl, 1989). Los supervivientes de accidentes
industriales parecen desarrollar un síndrome bastante puro, con predomino de los
elementos fóbicos (Weisoeth, 1989), mientras que las victimas de tortura y campos de
concentración desarrollan, además de sentimientos de culpa, aspectos paranoides
(Malt, 1989). Las descripciones de las caracteristicas clínicas de SEPT (o TEPT) en
ex-combatientes varian según el tipo e intensidad de las operaciones en que
participaron, pero la excesiva irritabilidad y tendencia a la agresividad fisica parecen
ser un denominador común en todos ellos (Van der Kolk, 1984; Solomon, 1989). Los
supervivientes de catástrofes naturales muestran un predominio de fenómenos de
disrupción cognitiva, con intrusión de estados semiconfusionales y tendencias
disociativas (Rangell, 1976). Ultimamente, al realizarse más y mejores estudios de
seguimiento sobre la evolución del SEPT (o TEPT), se ha puesto de manifiesto un
nuevo rasgo, al parecer más frecuente entre supervivientes de catástrofes y sobre todo
entre ex-combatientes: La traumatofilia, que se manifiesta como atracción hacia
situaciones arriesgadas o peligrosas y predisposición a protagonizar accidentes y actos
de violencia. Este factor es decisivo a la hora de explicar la mayor mortalidad y
morbilidad por otras causas que presentan los enfermos de SEPT (o TEPT), y puede
muy bien constituir un cuarto complejo sintomático general poco reconocido del SEPT
(o TEPT) (Rangell, 1976; Leufer, 1984; Kolb, 1989)

3) El SEPT (o TEPT) atipico. De reciente descripción, esta forma clínica sólo se


diferencia de la habitual en que los fenómenos de repetición involuntaria de la
experiencia traumática no son de tipo cognitivo o emocional, sino somático
(Schottenfeld, 1985). El trauma causante suele ser una intoxicación involuntaria
severa, un accidente laboral o, incluso la exposición repetida pero poco intensa a
toxicos industriales (Schottenfeld, 1985; Lopez-Ibor, 1985). En lugar de los
caracteristicos "flashbacks", rumiaciones e intrusiones obsesivas, el paciente re-
experimenta estados somáticos y síntomas fisicos que estuvieron presentes en el
momnento de la intoxicación o lesión original. Con frecuencia, estos pacientes
desarrollan una incapacidad laboral secundaria, y son erróneamente diagnosticados de
"Transtorno somatoforme". Una proporción importante de los enfermos considerados
como afectos de Neurosis de renta (Guimón, 1975) pueden en realidad pertenecer a
esta nueva categoria diagnóstica. Por otra parte, la forma atipica del SEPT (o TEPT)
muestra la conexion del cuadro con los transtornos somatoformes, además de la ya
puesta de manifiesto relación con los transtornos de ansiedad.

4) El SEPT (o TEPT) retardado En ocasiones, una circunstancia traumática puede


no ejercer efectos inmediatos, provocando sin embargo una intensa reacción tardia. De
hecho, la latencia de los tratornos de estrés en general y de estrés posttraumático en
particular puede ser incluso de años. El SEPT (o TEPT) tardio obedece
fundamentalmente a dos tipos diferentes de mecanismo: El primero, y el más simple,
que denominamos por trauma retrospectivo consiste en la retención en la memoria de
un suceso en apariencia banal, pero dotado en realidad de un gran poder
traumatizante, que permanece oculto y no es comprendido hasta más tarde. Un
ejemplo clínico es el caso de un militar que atraviesa, con entero descuido y
desconocimiento, un terreno minado. Al tomar contacto con sus compañeros, se entera
de las condiciones en que estaba el campo que habia recorrido tan alegremente, y,
tiene oportunidad de observar como, en efecto, el fuego de artilleria hace explotar las
minas, convirtiendo el placido entorno en un auténtico infierno. Pocos dias después,
empieza a experimentar los primeros síntomas de angustia somatizada, y acaba por
desarrollar un síndrome postraumático completo, con pesadillas, intrusiones obsesivas
y accesos de pánico.

El segundo mecanismo que actua en la producción tardia del SEPT (o TEPT) es por
trauma postpuesto, que consiste en la represión masiva, inmediata y persistente de la
calidad traumática del acontecimiento. Aunque, en realidad, los efectos del trauma
están presentes desde el primer momento, la reacción psicológica no sera aparente
hasta después de un cierto tiempo, que puede oscilar entre pocos dias y muchos años.
En el proceso de respuesta habitual ante situaciones traumáticas intensas, la
integración cognitiva de una situación altamente inusual se acompaña de unos
instantes de inhibición, tras los cuales el sujeto despliega sus respuestas
caracteristicas, que podrán ser apropiadas, inapropiadas o patológicas. En los traumas
de efecto retardado, la intensidad y la duración del estadio inicial de shock son tan
exageradas que el sujeto no parece reaccionar, y en ocasiones adopta un aire distraido
e indiferente. Es muy frecuente que las personas que atienden o acompañan al sujeto
confundan este bloqueo de la respuesta normal con valor o entereza, lo cual dificultará
más adelante el aporte del apoyo social necesario para la superación del trauma, y que
hubiera estado sin duda presente en condiciones normales. En mi experiencia, las
situaciones de duelo son generadoras frecuentes de esta situación, y debemos siempre
sospechar una inhibición del proceso de neutralización traumática cuando el sujeto o
alguno de sus allegados nos relata ejemplos de su "entereza ante la desgracia". Las
representaciones mnémicas de la experiencia, en estos casos, permanecen
encapsuladas fuera de la consciencia, sin provocar ninguna reacción, hasta que un
fallo de los mecanismos de represión enfrenta bruscamente al sujeto con los aspectos
traumáticos reprimidos. Son precisamente estos pacientes los que suelen presentar
reacciones ansiosas paradójicas a los tratamientos simples de relajación, necesitando,
como veremos más adelante, técnicas más cuidadosas.

EVOLUCIÓN Y PRONOSTICO

Aunque en los estudios de seguimiento de grandes masas de población sometidas a


situaciones de estrés traumático muestran una disminución gradual con el tiempo de
los efectos del estrés, en la clínica del paciente individual no se observa con tanta
claridad esta relación inversa entre severidad de la patologia y el paso del tiempo.
Probablemente, una proporción aun no bien determinada de sujetos, especialmente
entre aquellos que desarrollan formas menores o incompletas del SEPT (o TEPT),
experimenta una remisión espontánea o, al menos, una reducción de síntomatologia
que hace el cuadro compatible con la vida normal. Sin embargo, un buen numero de
los enfermos que desarrollan el SEPT (o TEPT) tienden a seguir un curso crónico, con
pocos cambios clínicos, según se demustra en estudios de seguimiento a 10 años
(Kolb, 1989). Las complicaciones del SEPT (o TEPT) crónico son graves desde el
punto de vista psicosocial, ya que estos enfermos presentan altos indices de
alcoholismo, adicción a drogas, suicidio, divorcio y paro laboral (CDC, 1988; Kolb,
1989). Algunas evidencias indirectas sugieren también que los sujetos afectos de SEPT
(o TEPT) crónico tienen mayor tendencia a sufrir graves accidentes de trafico, siendo
esta una de las causas de la mayor mortalidad a diez años entre soldados que
participaron en combates, comparativamente con aquellos que no lo hicieron (Hearst,
1986). Estas observaciones tienen importancia para la psiquiatria preventiva y para la
medicina forense, siendo preciso estar atento a la detección del SEPT (o TEPT) en
toda victima de accidentes, violencia o cualquier otro tipo de situación traumática, con
objeto, entre otras cosas, de recomendar las medidas preventivas y terapeúticas
adecuadas.

TRATAMIENTO

Desde los tiempos de las primeras descripciones del SEPT (o TEPT) han sido
aplicados numerosos tratamientos, con fortuna mas bien diversa. Inicialmente, se
describieron algunos éxitos mediante hipnosis o relajación, especialmente cuando
resultaba favorecido el proceso de catarsis (Freud, 1919; Ferenczi, 1921). El
narcoanalisis, introducido después de la segunda guerra mundial, induce con mayor
regularidad y eficacia el proceso de catarsis, y se sigue de mejorias sintomáticas
importantes en muchos casos de neurosis traumática (Glez. de Rivera, 1980). Pronto
se puso de evidencia, sin embargo, que la eficacia de estas técnicas quedaba reducida
a los casos agudos, detectados muy precozmente y tratados de forma muy intensa. Al
parecer, una vez que se instaura el SEPT (o TEPT) crónico se producen alteraciones
más o menos persistentes en los sistemas de neurotransmisión noradrenérgica cerebral,
que precluden la acción benéfica de la catarsis (Kolb, 1987). El entrenamiento
autógeno y sus métodos derivados más avanzados, como la Neutralización Autógena
(Luthe, 1970) ofrecen en estos casos, teoricamente, una mejor promesa terapeutica, al
facilitar no solamente la descarga emocional, sino también modificaciónes progresivas
en la reactividad neurovegetativa y en los procesos de conexion cerebral
interhemisférica (Gonzalez de Rivera, 1987). Otra nueva técnica prometedora, que se
halla aún en un estadio experimental, es la "desensibilización y reprocesamiento por
movimientos oculares" creada por Francine Shapiro (1995), que parece operar a través
de la inducción de estados alterados de conciencia o estados oniroides, en los que se
facilita la microabreacción de engramas de las vivencias traumáticas..

Uno de los pioneros en el estudio actual del SEPT (o TEPT), Mardi Horowitz, ha
descrito una técnica ecléctica ("Crisis Oriented Psychodynamic Therapy" - Terapia
psicodinámica orientada a la Crisis), en la que se tienen en cuenta tanto el estadio de
desarrollo del Síndrome como los diferentes estilos de la personalidad previa del
paciente. Según Horowitz (1974), dichos estilos de personalidad se corresponden con
una patoplastia o "síndrome de respuesta al estrés" caracteristica, con matices también
caracteristicos en la relación medico-enfermo. Por el momento, no está claro hasta que
punto los indudables resultados obtenidos por este investigador dependen de la
eficacia de la técnica en si o de variables no descritas del entorno terapeutico en que
se aplica o de la propia personalidad del terapeuta.

La interesante interpretación de algunos de los síntomas del SEPT (o TEPT) como el


resultado de una respuesta emocional condicionada (Kolb, 1982) ha llevado a la
aplicación de tecnicas conductistas, especialmente la desensibilización sistemática, en
el tratamiento de este síndrome, con resultados, como reconoce su propio introductor,
desalentadores (Kolb, 1984; Kolb, 1987). Recientemente, se ha introducido una nueva
técnica llamada de desensibilización por movimientos oculares (Shapiro, 1995), que, a
pesar del nombre, pertenece más bien al grupo de terapias por inducción de estados
alterados de conciencia que al de las terapias de la conducta.

En cuanto al tratamiento farmacológico, los intentos iniciales con benzodiazepinas y


otros sedantes similares han demostrado muy pobres resultados a medio y largo plazo,
ofreciendo solamente un mediano control de las crisis de ansiedad y agitación
emocional. Los resultados son ligeramente mejores con los antidepresivos triciclicos y
mucho mejores con inhibidores de la MAO, que consiguen un importante alivio
sintomático a partir de la tercera semana de tratamiento a dosis entre 45mg y 75mg/dia
(Hogben, 1981). Basándose en la presencia de un estado de hiperdinamia
noradrenérgica, Kolb (1984) ha introducido el tratamiento con betabloqueantes, como
el propanolol, y bloqueantes de los receptores alfa-2 adrenérgicos, como la clonidina,
con excelentes resultados a los seis meses de tratamiento, empleando altas dosis y
asociando un programa psicoterapeútico. Finalmente, y teniendo en cuenta que
algunos de los síntomas básicos del SEPT (o TEPT) (intrusiones mentales
inaceptables, involuntarias y repetitivas) revelan un proceso psicopatológico similar al
de la neurosis obsesiva, se inició hace tiempo el uso de fármacos como la
clorimipramina o los inihibidores selectivos de la recaptación de serotonina, con
resultados bastante satisfactorios, aunque suele ser necesario emplear dosis altas, del
orden de 60-80 mg/dia de fluoxetina o equivalente. Los resutados con tratamiento
farmacológico, de todas formas, parecen ser insuficientes sin concomitante apoyo
psicoterapeútico apropiado (Friedman, 1988,1993)

ntre otros síntomas presentes en el estrés postraumático pueden destacar: hiperalerta,


inquietud, pesadillas o miedos a que la situación pueda repetirse, y flashbacks o
imágenes recurrentes. Para los supervivientes de acontecimientos traumáticos, el
malestar viene marcado especialmente por el hecho de que se trata de una muerte
totalmente imprevista, para los que no se han generado mecanismos para poder
afrontarlo. En el caso concreto de los accidentes de tráfico están frecuentemente
implicadas personas jóvenes, y para un padre es muy difícil asimilar que su hijo ha
muerto antes que él. En estos casos, una actitud frecuente es la negación de la pérdida,
la no aceptación, y la tristeza, que en ocasiones la depresión.

Este trastorno se manifiesta a través de tres síntomas:


Repetición de la vivencia - Recuerdos o pesadillas repetidas
sobre el evento que les causó tanta angustia. Algunos pueden
tener "flashbacks", alucinaciones u otras emociones vívidas de
que el evento está sucediendo o va a suceder nuevamente.

Evasión - Evitan las cosas que les recuerdan el evento


traumático, como pensamientos, sentimientos o
conversaciones sobre el incidente y también actividades,
lugares o personas que les recuerdan el incidente. Otras
personas podrían manifestar falta de interés en las actividades
que les eran importantes antes del evento, se sienten alejadas
de los demás, sienten una gama de emociones más limitada y
no tienen esperanzas sobre el futuro.

Aumento de excitación emocional - Dificultades para


conciliar o mantener el sueño, irritabilidad, dificultad para
concentrarse, permanecer hiperalertas o cautelosos sin una
razón clara, nerviosismo o facilidad para asustarse.
Desde la perspectiva victimológica es mucho lo que se ha estudiado y
escrito sobre este trastorno y como el lector sabrá existen tres clases de
victimización tradicionalmente reconocidas por las ciencias sociales. La
primaria que es la padecida por la persona objeto del delito. La secundaria
que es la causada por el Estado al realizar una atención inadecuada hacia
la víctima primaria, se le estigmatiza, se duda de su testimonio, se le
desinforma y se le ignora. Y la terciaria que es la que padece la víctima por
el abandono del estado tras haber sido victimizado, no se le brinda
asistencia básica, ni tratamiento.

Sin embargo la autora insiste en que existen niveles cuarto y quinto de


victimización, que incluyen tanto a las personas cercanas a la víctima que
padecen con ella indirectamente del delito, como son sus familiares,
parejas y amigos cercanos, vgr. la familia del secuestrado que padece
intensamente el cautiverio y manifiesta elevados grados de alteración bio-
psico-social. Vale la pena anotar acá que prestigiosos victimólogos como el
Dr. Antonio Berinstain, han insistido que estas personas deben incluirse
dentro del grupo de víctimas primarias y han luchado porque los tipos
penales se describan señalando a las víctimas en plural y no en singular,
no obstante existe fuerte resistencia de los legisladores colombianos por
aceptar esta posición.

Y en otro nivel especial de victimización, se encuentran los profesionales


que trabajan para el aparato administrador de la justicia y lo padecen, pues
laboran expuestos a unos factores de riesgo psicosocial bien identificados
lo cual deteriora significativamente su salud ocupacional. Manifiestan
síntomas de desgaste integral por trabajar expuestos a estas
problemáticas, padecen síndrome de burnout, fatiga crónica y
probablemente de estrés postraumático. Esta es precisamente la
justificación del presente estudio, que pretende investigar si este trastorno
se asocia a policías y militares que laboran en grupos de delitos
especializados.

La autora relacionó este trastorno con grupos de profesionales


contemporáneos colombianos que se enfrentan a la guerra, que
permanecen en combate, que planean y realizan rescates a secuestrados,
que compiten contra el crimen organizado y los grupos al margen de la ley
que utilizan el secuestro como una forma de financiación; debido a que
este fenómeno del EPT surgió porque comenzó a asociarse con frecuencia
al grupo de ex-combatientes de Vietnam, pues del 15 al 30 % de los tres
millones y medio que habían combatido lo padecían; por lo cual se le
conocía como "neurosis o fatiga de guerra".

No obstante evidencias empíricas también reforzaron esta hipótesis, pues


durante las asesorías realizadas a estos grupos especializados, varios
profesionales manifestaron necesidad de psicoterapia a raíz de situaciones
traumáticas experimentadas en actividades laborales. "Desde que vi hace
4 años como mataron a mis compañeros en una emboscada subversiva
me siento muy nervioso", "En un operativo de secuestro extorsivo tuve que
dar de baja a un delincuente y desde entonces no duermo bien"…
La autora tras haber realizado estas asesorías individuales propuso una
evaluación del grupo en general, con el objetivo de prevenir e intervenir en
esta problemática, en la comprensión de que una intervención eficaz es
parte de una actuación social responsable.

Para recibir un diagnóstico de trastorno por estrés postraumático, un adulto debe tener todos
los siguientes síntomas durante al menos un mes:

⊲ Al menos un síntoma de reviviscencia ⊲

Al menos un síntoma de evasión ⊲

Al menos dos síntomas de hipervigilancia y reactividad ⊲


Al menos dos síntomas cognitivos y del estado de ánimo Síntomas de reviviscencia ⊲

Volver a vivir mentalmente el acontecimiento traumático (“flashbacks”) una y otra vez, incluso

con síntomas físicos como palpitaciones o sudoración ⊲ Pesadillas ⊲ Pensamientos

aterradores
Los síntomas de reviviscencia pueden causar problemas en la rutina diaria de quien los
presenta. Estos síntomas se pueden generar de los pensamientos y los sentimientos de la
propia persona.
Las palabras, los objetos o las situaciones que hacen recordar el episodio también pueden
desencadenar síntomas de reviviscencia.
Síntomas de evasión
Mantenerse alejado de los lugares, los acontecimientos o los objetos que traen recuerdos de la
experiencia traumática

⊲ Evitar los pensamientos o los sentimientos relacionados con el acontecimiento traumático

Aquellas cosas o situaciones que hacen recordar la experiencia traumática pueden


desencadenar síntomas de evasión. Estos síntomas pueden hacer que la persona cambie su
rutina personal. Por ejemplo, después de un accidente grave de automóvil, alguien que
generalmente conduce puede evitar conducir o montarse en un automóvil.
Síntomas de hipervigilancia y reactividad:
Sobresaltarse fácilmente
Sentirse tenso o “con los nervios de punta”
Tener dificultad para dormir o arrebatos de ira
Los síntomas de hipervigilancia suelen ser constantes, en lugar de ser ocasionados por algo
que trae recuerdos de la experiencia traumática. Estos síntomas pueden hacer que la persona
se sienta estresada y enojada. También pueden dificultar las tareas diarias, como dormir, comer
o concentrarse.
Síntomas cognitivos y del estado de ánimo:
Problemas para recordar detalles importantes de la experiencia traumática
Pensamientos negativos sobre uno mismo o el mundo
Sentimientos distorsionados de culpa o remordimiento
Pérdida de interés en las actividades placenteras
Los síntomas cognitivos y del estado de ánimo pueden comenzar o empeorar después de la
experiencia traumática. Estos síntomas pueden hacer que la persona se sienta aislada o
distanciada de sus amigos o familiares.
Después de un acontecimiento peligroso, es natural tener algunos de los síntomas que se
mencionaron anteriormente. A veces estos síntomas pueden ser muy graves, pero desaparecen
después de unas semanas. Esto se conoce como trastorno por estrés agudo. Si los síntomas
duran más de un mes, afectan gravemente la capacidad de una persona para funcionar y no se
deben al consumo de sustancias, alguna enfermedad física, o ninguna otra cosa que no sea la
situación traumática en sí, es posible que la persona tenga el trastorno por estrés
postraumático. Algunas personas con este trastorno no muestran ningún síntoma por semanas
o meses. A menudo, el trastorno por estrés post s postraumático viene acompañado de
depresión, drogadicción, y uno o más trastornos de ansiedad

Hay varias razones posibles: Motivos Psicológicos • El recordar las cosas con claridad
después de un shock puede ayudar a entender lo que pasó y, en determinadas circunstancias, a
sobrevivir.
Los flashbacks obligan a pensar en lo que ha sucedido y se puede decidir qué hacer si ocurre
de nuevo.
La evitación y el embotamiento ayudan a frenar el cansancio y la angustia de recordar el
trauma. Esto mantiene el número de "repeticiones" a un nivel manejable. • Estar «en guardia»
lleva consigo poder reaccionar rápidamente si ocurriera otra crisis. Esto puede dar la energía
necesaria para seguir adelante. Motivos Físicos • Los recuerdos vívidos de lo sucedido
mantienen los niveles de adrenalina elevados y uno se siente tenso, irritable e incapaz de
relajarse o de dormir bien. • El hipocampo es la parte del cerebro que procesa la memoria. En
el TEPT, los niveles elevados de las hormonas de estrés, como la adrenalina, pueden detener el
procesamiento de los recuerdos de

s un evento que involucra directamente haber experimentado o presenciado una amenaza


inmediata a la vida propia, de otra persona, la violación de la integridad física, moral propia o
de otra persona; incluyendo asalto, abuso sexual o físico2,6,7

Criterio A: está dividido en dos partes que incluye tanto una definición del factor de estrés
traumático llamado Criterio A1 y una respuesta subjetiva en el momento o poco después de
miedo extremo, impotencia u horror llamado Criterio A2 que en los niños puede ser expresado
como un
comportamiento agitado.
• Criterio B: requiere la persistencia de recordar y experimentar el estrés traumático en al
menos 1 de 4 formas: • B1: Recuerdos del evento traumático que son recurrentes, intrusivo y
angustiante. En los niños el juego repetitivo reproduce temas o aspectos del trauma. •
B2: Repetición de sueños angustiantes del evento traumático. : En los niños, puede haber
sueños aterradores sin reconocer el contenido. • B3: Actuación como si el evento traumático
estuviese ocurriendo de nuevo, en los niños la recreación del trauma específico puede ocurrir.
• B4: Angustia severa cuando recuerda el acontecimiento traumático: intenso malestar
psicológico en la exposición a eventos que simbolizan o recuerdan un aspecto del
acontecimiento traumático, incluyendo aniversarios. • Criterio C: los síntomas de
Embotamiento emocional: • C1: esfuerzos para evitar pensamientos o sentimientos asociados
con el evento traumático. • C2: esfuerzos para evitar actividades o situaciones que evocan
recuerdos del evento. • C3: incapacidad para recordar un aspecto importante del evento
(amnesia psicogénica). • C4: interés marcadamente disminuido en actividades significativas
(anhedonia), que en los niños pequeños pueden tomar la forma de una regresión en las
habilidades de desarrollo previamente establecidos, tales como el control de esfínteres o
lenguaje receptivo o expresivo. • C5: sentirse emocionalmente distante o alejado de la gente
(desapego social). • C6: capacidad limitada o no pueda sentir la mayoría de las emociones,
tales como sentimientos amar (embotamiento emocional). • C7: sentido de un futuro limitado.
• Criterio D: Aumento de la excitabilidad en al menos dos de los siguientes: • D1: dificultad
para conciliar o mantener el sueño. • D2: irritabilidad o ataques de ira. • D3: problemas con la
concentración. • D4: sensación de alerta y en guardia incluso cuando no es necesario
(hipervigil)

• D5: reacción física y de comportamiento exagerado ante algún evento. • D6: físicamente
reactivo a los recordatorios del evento estresante. • Criterio E: Requiere que la B, C y D sean
experimentados por un período de por lo menos 30 días; no todos los síntomas se debe
experimentar todos los días durante este período de hecho, algunos de los síntomas pueden
ocurrir con tan poca frecuencia como una sola vez, siempre que la suma total de los síntomas
causa deterioro en el funcionamiento en esa duración. • Criterio F: Requiere que los síntomas
tengan un efecto adverso sobre la actividad social, laboral u otros aspectos importantes de la
capacidad de la persona para tener una exitosa y satisfactoria vida o sea sobre su
funcionamiento6

victimización en la adultez (44). Además del TPEP, los niños pueden tener mayor probabilidad
de tener otras condiciones psiquiátricas después de la exposición a un evento traumático,
debido a que el cerebro en desarrollo es más sensible a las agresiones traumáticas que afectan
la maduración neurobiológica, que puede resultar en una producción sintomática más general
y convincente (48). A la fecha, se desconoce cómo interactúan los factores del desarrollo con
otros factores de riesgo para producir constelaciones diversas de síntomas (48). Del mismo
modo, en la adultez, la exposición al evento traumático no se restringe al desarrollo
exclusivamente del TPEP. Las experiencias traumáticas se han asociado con el desarrollo de
otras condiciones psiquiátricas, como trastornos afectivos (34) y de ansiedad (p. ej., trastorno
de angustia o de ansiedad generalizada) (41).
Tabla 1. Propuesta para los criterios diagnósticos del Trastorno de Estrés Postraumático
DSM-V (2010) A. La persona ha estado expuesta a: muerte o amenaza de muerte o peligro de
daño grave, o violación sexual real o amenaza, en una o más de las siguientes maneras: 1)
Experimentar uno mismo el acontecimiento. 2) Ser testigo del acontecimiento que le ha
ocurrido a otro. 3) Tener conocimiento de un acontecimiento que le ha ocurrido a alguien
cercano o a un amigo. 4) Experimentar exposiciones repetidas o de extrema aversión a detalles
del acontecimiento (por ejemplo personal de emergencias que recoge partes de cuerpo;
agentes de policía expuestos repetidamente a detalles sobre abuso infantil). B. Síntomas
intrusivos que están asociados con el acontecimiento traumático (iniciados después del
acontecimiento traumático), tal y como indican una (o más) de las siguientes formas: 1)
Recuerdos dolorosos del acontecimiento traumático, espontáneos o con antecedentes
recurrentes, e involuntarios e intrusivos. 2) Sueños recurrentes angustiosos en los que el
contenido y / o la emoción del sueño están relacionado con el acontecimiento. 3) Reacciones
disociativas (por ejemplo, flashbacks) en el que el individuo se siente o actúa como si el
acontecimiento traumático estuviese ocurriendo (estas reacciones pueden ocurrir en un
continuo, en el que la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del
entorno). 4) Malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que
simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático. 5) Importantes respuestas
fisiológicas al recordar el acontecimiento traumático. C. Evitación persistente de estímulos
relacionados con el acontecimiento traumático (iniciados después del acontecimiento
traumático), a través de la evitación de una (o más) de las siguientes formas: 1) Evitación de
recordatorios internos (pensamientos, sentimientos o sensaciones físicas) que estimulan
recuerdos relacionados con el acontecimiento traumático. 2) Evitación de recordatorios
externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que estimulan
recuerdos relacionados con el acontecimiento traumático. D. Alteraciones negativas en las
cogniciones y del estado de ánimo que se asocian con el acontecimiento traumático (iniciadas
o empeoradas después del acontecimiento traumático), tal y como indican tres (o más) de las
siguientes formas: 1) Incapacidad para recordar un aspecto importante del acontecimiento
traumático 2) Persistente y exageradas expectativas negativas sobre uno mismo, otros, o sobre
el futuro 3) Culpa persistente sobre uno mismo o sobre los otros sobre la causa o las
consecuencias del acontecimiento traumático. 4) Estado emocional negativo generalizado- por
ejemplo: miedo, horror, ira, culpa o vergüenza. 5) Reducción acusada del interés o la
participación en actividades significativas. 6) Sensación de desapego o enajenación frente a los
demás. 7) Incapacidad persistente para experimentar emociones positivas E. Alteraciones en la
activación y reactividad que están asociados con el acontecimiento (iniciadas o empeoradas
después del acontecimiento traumático), tal y como indican tres (o más) * de las siguientes
formas: 1) Comportamiento irritable, enojado o agresivo. 2) Comportamiento temerario o
auto-destructivo. 3) Hipervigilancia. 4) Respuestas exageradas de sobresalto. 5) Dificultades
para concentrarse. 6) Trastornos del sueño - por ejemplo, dificultad para quedarse o
permanecer dormido. * Los síntomas necesarios para el cumplimiento de este criterio serán
contrastados con datos a nivel empírico. F. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C,
D y E) se prolongan más de 1 mes. G. Estas alteraciones provocan malestar clínico
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del
individuo. H. Los problemas no se deben a efectos fisiológicos directos de una sustancia o a
una condición médica general.

CRITERIOS LINICOS DE DIAGNÓSTICO.

Supone la existencia de las siguientes condiciones:


1. Existencia de un acontecimiento traumático excepcionalmente grave.

2. Participación en dicho acontecimiento:

2.1. Exposición directa por la persona a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático


que presenta un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física:

- Combates en el frente de guerra.

- Ataques personales violentos.

 * agresión sexual.

 * agresión física.

 * atracos.

 * robo de propiedades.

- Secuestro.

- Ser tomado como rehén.

- Tortura.

- Encarcelamiento como prisionero de guerra.

- Internamiento en campo de concentración.

- Desastres provocados por el hombre.

- Accidente automovilístico.

- Diagnóstico de enfermedad grave.

- Experiencias sexuales inadecuadas a la edad (niños).

2.2. El sujeto es testimonio de un acontecimiento donde se producen muertes, heridos o existe una
amenaza para la vida de otras personas, pero no es una exposición con participación directa.

- Observación de accidentes graves.

- Observación de muerte no natural de otros por causas de:

 * guerra.

 * accidente.

 * ataque violento.

 * desastres.

 * testigo inesperado de muertes.

 * testigo de amputaciones.

 * testigo de fragmentación del cuerpo.

2.3. El individuo recibe información, o conoce a través de otros acontecimientos que implican
muertes inesperadas o violentas, daño serio o peligro de muerte o heridas graves.

- Actos terroristas.

- Accidentes graves.
- Heridas de envergadura de un familiar o amigo cercano.

- Constancia de que el propio hijo tiene una enfermedad muy grave.

3. La respuesta del sujeto ante este acontecimiento es de temor, desesperanza y horrores intensos.
Esta respuesta puede estar modulada por los mecanismos de adaptación del sujeto, vulnerabilidad
específica, factores orgánicos, fatiga, etc.

3.1. En el caso del trastorno por estrés agudo o reacción a estrés agudo las respuestas sintomáticas
del sujeto han de ser contingentes en el tiempo y de forma inmediata al trauma. Se acompañan de
forma conjunta de depresión, ansiedad, ira, desesperación, aislamiento o hiperactividad siendo
síntomas sin predominio en el tiempo. La duración es breve entre horas y algunos días, dependiendo
de la permanencia del sujeto en la situación estresante o por la naturaleza de ésta.

3.2. En el caso del trastorno de estrés postraumático el inicio de la respuesta es tardía o diferida a
un acontecimiento estresante o a una situación excepcionalmente amenazante o catastrófica.

4. Re-experimentación persistente del acontecimiento traumático.

4.1. Recuerdos recurrentes, intensos e intrusivos que incluyen imágenes, pensamientos o


percepciones.

4.2. Sueños, pesadillas o sueños terroríficos recurrentes sobre la repetición el hecho.

4.3 Estado disociativo en los que se reviven aspectos del acontecimiento y la persona se comporta
como si en ese momento se encontrara en él, de forma que pueden presentar ilusiones,
alucinaciones y episodios disociativos de flashback.

4.4. La exposición a estímulos externos o internos relacionados simbólicamente o como recuerdo


con el acontecimiento genera malestar psicológico intenso o respuestas psicofisiológicas.

5. Evitación persistente a estímulos asociados al acontecimiento.

5.1. Esfuerzo por evitar caer en pensamientos, sentimientos, conversaciones que provoquen el
recuerdo del suceso.

5.2. Eluden actividades, lugares, situaciones o personas que provoquen el recuerdo.

5.3. Amnesia total sobre un aspecto concreto puntual del acontecimiento.

5.4. Amnesia completa o parcial del episodio.

6. Embotamiento de la capacidad de respuesta del individuo también demoninada "embotamiento


psíquico" y/o "amnesia emocional", ello supone una reducción del campo de la consciencia,
estrechamiento de la atención, incapacidad para asimilar estímulos y desorientación.

6.1. Aparece poco después del acontecimiento traumático.

6.2. Disminución de la reactividad al mundo exterior.

6.3. Desrealización.

6.4. Despersonalización.

6.5. Acusada disminución del interés o participación en actividades anteriormente gratificantes.

6.6. Sensación de desapego, alejamiento o enajenación frente a los demás.

6.7. Acusada disminución de la capacidad para sentir emociones (intimidad, ternura, sexualidad,
amor).

6.8. Sensación de futuro desolador (trabajo, matrimonio, vida normal).

6.9. Amnesia disociativa.


7. Síntomas de activación (arousal) persistente no existentes previos al trauma:

7.1. Dificultades para iniciar el sueño.

7.2. Dificultades para mantener el sueño.

7.3. Pesadillas recurrentes sobre el acontecimiento.

7.4. Hipervigilancia.

7.5. Respuesta exagerada de sobresalto.

7.6. Irritabilidad.

7.7. Ataques de ira.

7.8. Dificultades de concentración en tareas.

7.9. Presencia de agitación, hiperactividad.

7.10. Reacciones de huida o lucha.

7.11. Signos vegetativos de crisis de pánico (taquicardia, sudoración y rubor).

8. El inicio, la duración y curso de los síntomas determina el tipo y subtipo del trastorno, bien
trastorno por estrés agudo o postraumático, agudo, crónico o retrasado.

8.1. El Trastorno por estrés agudo supone que la duración suele ser de horas o días o menor a un
mes, también se ha denominado como crisis aguda de nervios, reacción aguda de crisis, fatiga de
combate, y "shock" psíquico.

8.2. El Trastorno por estrés postraumático supone siempre un inicio demorado y una respuesta
tardía, a partir del mes posterior al acontecimiento traumático y raramente se inician pasados seis
meses tras el trauma, pero pueden iniciarse.

8.2.1. El trastorno por estrés postraumático agudo supone una duración, de los síntomas, de al
menos un mes y menor a tres meses.

8.2.2. El Trastorno por estrés postraumático crónico supone una duración de los síntomas mayor a
tres meses.

8.2.3. El Trastorno por estrés postraumático retrasado o demorado supone el inicio de los síntomas a
partir de los seis meses posteriores a la ocurrencia del acontecimiento traumático.

8.3. El curso del trastorno es fluctuante, generalmente existe recuperación pero por otro lado puede
permanecer en el tiempo durante años o provocar una modificación persistente de la personalidad
en el paciente.

9. Presencia de malestar clínicamente significativo.

10. Deterioro en áreas vitales, tanto social, laboral, etc e interferencia en la capacidad para llevar a
cabo actividades indispensables.

11. El riesgo de presentar el trastorno, la intensidad y/o duración pueden depender de que el agente
estresante sea provocado por la naturaleza, el hombre, en grupo o individualmente, de la intensidad
del acontecimiento, de la proximidad física sobre el individuo, de factores orgánicos (edad del sujeto,
mayor riesgo a mayor edad) o de existencia de agotamiento físico. Del mismo modo, factores de
vulnerabilidad, capacidad de adaptación individual.

12. No se debe a los efectos fisiológicos de una enfermedad médica o de sustancias psicoactivas, a
la excacerbación de un trastorno mental clínico o de la personalidad anterior o a una psicosis
reactiva breve (en el caso del trastorno por estrés agudo).

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Como se ha mencionado anteriormente hay que tener en cuenta variados trastornos que son
factibles de ocurrir ante un factor de estrés ante los que se habrá de diferenciar.

Así pues ha de tenerse en cuenta la exclusión de trastornos o comportamientos como los siguientes:

1. Trastorno adaptativo, donde el factor de estrés no es extremo.

2. Respuestas de evitación previas.

3. Embotamiento emocional previo.

4. Aumento de la activación previo.

5. Otros trastornos mentales que pueden aparecer consecuentemente a un factor de estrés extremo
y que pueden ser diagnosticados conjuntamente con el de estrés postraumático.

6. Trastorno obsesivo-compulsivo en el que las ideas invasivas no están relacionadas con


acontecimientos traumáticos.

7. Ilusiones, alucinaciones y otras alteraciones perceptivas.

8. Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

9. Trastornos del estado de ánimo con síntomas psicóticos.

10. Trastornos relacionados con el uso de sustancias.

11. Trastornos psicóticos asociados a enfermedad médica.

12. Simulación.

13. Trastornos disociativos.

14. Desrealización.

15. Despersonalización.

En cuanto al Trastorno obsesivo-compulsivo, dichas ideas obsesivas no se relacionan con un


estresante intenso.

Es de destacar la importancia del diagnóstico diferencial respecto a la Simulación y el Trastorno


Facticio. En ambos casos se ha de tener en cuenta el contexto en el que se produce la evaluación
de la persona.

Las características generales del Trastorno Facticio son el fingimiento y/o la producción intencionada
de signos o síntomas físicos o psicológicos, con los que el sujeto busca asumir el papel de enfermo y
que al tiempo no existen incentivos externos para el comportamiento, como p.ej. una ganancia
económica, evitar una responsabilidad legal o mejorar el bienestar físico. En este sentido la
ganancia es psicológica y no material. El fingimiento supone una sintomatologia inventada,
autoinflingida, exagerada o exacerbada de un síntoma o trastorno preexistente, puede ser la
combinación de lo anterior.

En el caso de la Simulación predomina la producción intencionada de síntomas físicos o


psicológicos desproporcionados o falsos, cuya motivación es la obtención de incentivos externos,
materiales, no psicológicos. Esta simulación se ha de tener en cuenta en los contextos médico-
legales; cuando hay una discrepancia acusada entre el estrés o la alteración explicados por la
persona y los datos objetivos de la exploración médica o psicológica; y cuando existe una falta de
colaboración durante la valoración diagnóstica e inclumplimiento del régimen de tratamiento
aplicado.

FINICIONES
Este trastorno se caracteriza por la aparición de una serie de síntomas característicos, que se
dan tras la exposición a un acontecimiento altamente traumático. Normalmente, tras la vivencia
de un suceso traumático , las personas desarrollan una serie de síntomas de ansiedad que van
disminuyendo paulatinamente con el paso del tiempo; pero si esos síntomas perduran con la
misma intensidad transcurrido un mes, se considera que se ha desarrollado un trastorno de
estrés postraumático.

El factor estresante , que produce este trastorno, reviste suma gravedad. Los ejemplos más
típicos de este tipo de situaciones son:

 accidentes
 desastres naturales (terremotos, inundaciones, huracanes…)
 atentados
 inesperadas muertes de alguien cercano
 asaltos, delitos o violaciones
 abusos sexuales o físicos durante la infancia
 secuestros
La respuesta de la persona a este tipo de sucesos tiene que incluir gran temor , terror y
desesperanza .

SINTOMAS
Los síntomas característicos se pueden agrupar en tres grupos:

Re-experimentación del evento traumático. Aquí se da el recuerdo recurrente del


acontecimiento, las pesadillas y las reacciones desproporcionadas al exponerse a estímulos que
recuerdan algún aspecto del acontecimiento traumático; todo ello produce un gran malestar.

Incremento de la activación. Son frecuentes la dificultad para conciliar el sueño, la irritabilidad y


agresividad, la dificultad para concentrarse y las respuestas exageradas de sobresalto.

Conductas de evitación. Normalmente se empiezan a evitar actividades o personas que puedan


recordar el acontecimiento traumático. También se hacen esfuerzos por evitar pensamientos o
conversaciones sobre el suceso. En muchas ocasiones, se observa un bloqueo emocional y una
incapacidad para recordar algún aspecto importante del trauma.

COMPLICACIONES
Relación con otro tipo de problemática

 Los trastornos de sueño son muy característicos dentro de este trastorno.


 Ataques de pánico. Pueden darse cuando la persona es expuesta a alguna situación que
le recuerde al suceso traumático. Entre los síntomas característicos, están las taquicardias,
sudoración, temblores etc.
 Depresión. En muchas ocasiones, por ejemplo tras un accidente, la persona se puede
sentir tremendamente culpable por haber sobrevivido cuando otros han perdido la vida.
 Abuso de alcohol y otras sustancias, para tratar de huir del dolor asociado.
 Agorafobia.

SINTOMA

INTRUSION
Recuerdos repetitivos
Sueños
Revivir el suceso
Malestar psicológico
Reacciones fisiológicas

EVITACION
Evitar pensamientos
Evitar lugares, situaciones
Amnesia psicógena
Perdida de interés
Sentimientos de lejanía
No sentir emociones
Preocupación por el futuro

EXCITACION INCREMENTADA
Dificultades para dormir
Irritabilidad y enojo
Dificultad para concentrarse
Hipervigilancia
Sobresaltos (sustos)

SINTOMAS ASOCIADOS
Síntomas depresivos
Síntomas de ansiedad
Consumir OH y drogas
Síntomas somáticos

OTROS SINTOMAS
Sentimientos de culpa
Perdida de confianza
Obsesivos

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