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La acción redhibitoria se puede extinguir por tres formas distintas, y son las
siguientes:
2- Ventas Forzadas:
La venta forzada es aquella que un juez obliga a realizar, existe toda una regulación
procesal y civil de estas compraventas. ¿Cómo denomina procesalmente esa regulación?
En el Código de Procedimiento Civil, es posible encontrar todo un procedimiento para
llegar a la realización del bien. En tanto, la parte sustantiva de la venta forzada se
consagra en el Código Civil. Las ventas forzadas involucran una mixtura del área civil y
procesal.
Cuando la venta es forzada, hay ciertas instituciones y cuestiones del Derecho Civil
que no se aplican a la misma, y por lo tanto, sólo se aplican cuando la venta es voluntaria.
Por ejemplo, tanto la lesión enorme como la acción redhibitoria por vicios ocultos no
proceden en las ventas forzadas. En concreto, si se compra un bien en un remate, en
virtud de una regla civil, no se puede reclamar en caso que el objeto venga malo. Esta
situación se grafica en que cada vez que hay un remate, es una obligación que antes de
la fecha prefijada se efectúe una exhibición de las mercaderías a rematar, con el objeto
de que el futuro postor examine las cosas que quiere comprar, y así después no exista el
derecho a reclamo (www.rematesgoncar.cl).
El ART. 1865 expresa lo siguiente; “La acción redhibitoria no tiene lugar en las ventas
forzadas hechas por autoridad de la justicia. Pero si el vendedor, no pudiendo o no
debiendo ignorar los vicios de la cosa vendida, no los hubiere declarado a petición del
comprador, habrá lugar a la acción redhibitoria y a la indemnización de perjuicios”.
La disposición anterior, faculta a pedir por el comprador que se declare de parte del
vendedor si el objeto tenía o no vicios ocultos. Si la cosa tenía vicios ocultos y el vendedor
no los declara, procede la acción redhibitoria en la venta forzada.
3- Prescripción Extintiva:
En esta última causal de extinción de la acción redhibitoria, hay que realizar una
distinción entre la “acción redhibitoria propiamente tal” que busca la resolución del
contrato, y la “acción quanti minoris” que busca la rebaja del precio.
“La acción redhibitoria durará seis meses respecto de las cosas muebles y un año
respecto de los bienes raíces, en todos los casos en que leyes especiales o las estipulaciones
de los contratantes no hubieren ampliado o restringido este plazo. El tiempo se contará
desde la entrega real”.
“Si los vicios ocultos no son de la importancia que se expresa en el número 2° del
artículo 1858, no tendrá derecho el comprador para la rescisión de la venta sino sólo para
la rebaja del precio”.
“La acción para pedir la rebaja del precio, sea en el caso del artículo 1858, o en el del
artículo 1868, prescribe en un año para los bienes muebles y en dieciocho meses para los
bienes raíces”.
Como ya se sabe, las obligaciones del comprador son dos y se trata de las siguientes:
1.- La obligación de pagar el precio por la cosa vendida y; 2.- La obligación de recibir la
cosa vendida.
1- Visión Tradicional:
Según esta corriente, para que proceda el ART. 1827 es necesario aceptar la idea de
que esta es realmente una obligación para el comprador. Ergo, es una obligación y no un
simple deber. El comprador tiene que recibir la cosa vendida, y por el contrario, no tiene
el deber de recibir la cosa vendida. Como ya se sabe, la obligación y el deber no son lo
mismo. Cuando el comprador no cumple con la obligación de recibir, el Código Civil no
exime de responsabilidad al vendedor en el sentido de que se extingue su obligación de
entregar. Dicho de otra forma, si el comprador no recibe por su propia culpa, el vendedor
de igual forma continúa estando obligado a entregar. En consecuencia, el
incumplimiento de esta obligación no concluye en un asunto de liberación de
responsabilidad, ni tampoco es una causal de extinción de la misma.
Ahora bien, como la obligación de entregar por parte del vendedor subsiste, la
responsabilidad que éste aprecia en el cuidado del objeto disminuye, e incluso en
circunstancias que haya habido una cláusula expresa. Por mandato de la ley, el vendedor
en la compraventa responde hasta por la culpa leve, y por lo tanto, el cuidado debe ser
medio, pero como en este supuesto se reduce la responsabilidad, pasa a responder por
la culpa grave, es decir, tiene que apreciar un cuidado menor. Es oportuno recordar que
pasar de la culpa leve a la culpa grave, significa rebajar la responsabilidad porque los
términos están al revés. Si antes se exigían cinco cosas al vendedor para cuidar el objeto
debido, ahora sólo se exigen dos. En suma, se trata de exigirle menos diligencia al
deudor/vendedor en el cumplimiento de su obligación de entregar. Cuando el
comprador no cumple con su obligación de recibir la cosa vendida, el vendedor pasa a
responder por culpa grave en su obligación de entregar la misma.
Asimismo, cabe la posibilidad de que por culpa o dolo del comprador en cuanto a
negarse a recibir la cosa vendida, el vendedor haya debido incurrir en gastos
extraordinarios para poder cumplir a posteriori con su obligación de entregar. Por
ejemplo, el vendedor tuvo que incurrir en gastos de almacenaje, de arrendamiento de
bodegas frigorizadas, uso de graneros y almacenes, etc. Los gastos extraordinarios
causados imputablemente por el comprador, deben ser indemnizados por éste al
vendedor.
2- Visión Moderna:
Desde esta óptica, el ART. 1827 lo que expresa es que el cumplimiento de una
obligación no es sólo una actividad exclusiva del deudor. Hay ocasiones en que cumplir
también depende de una actividad del acreedor. A esta situación, se le conoce como los
“deberes colaborativos del acreedor”. En este sentido, es necesario fijarse en el
contenido de la prestación, porque no siempre el acreedor va a tener que cumplir con
actitudes colaborativas. Igualmente, hay que determinar quién es el que imposibilitó el
cumplimiento de la obligación de entrega por el vendedor, puesto que, sólo si quién lo
impide es el comprador se va a aplicar el ART. 1827. En cambio, si es un tercero el que
impide la entrega, no se aplica la norma anterior y se entiende que quién incumple es el
vendedor. Por ejemplo, no llega a tiempo el operario de la grúa contratada por el
vendedor para efectuar la entrega del objeto, razón por la que éste no puede entregar
en tiempo y forma al comprador por negligencia suya.
El comprador tiene que pagar todo el precio de una sola vez y en el mismo acto, en
el lugar, tiempo y forma convenidos, y en la unidad monetaria acordada. Como se
aprecia, son aplicables todas las normas del pago. La dificultad se presenta en virtud del
ART. 1872, en otras palabras, cuando el comprador no paga el precio. El estudio de la
obligación de pagar el precio se reduce a aprender qué sucede cuando no se paga el
precio por parte del comprador, ya sea total o parcialmente.
La norma anterior nos podría entregar los remedios que ella consagra ante el
incumplimiento de la obligación del pago del precio, ya que ésta emana de un contrato
bilateral. La complicación surge porque el ART. 1489 es una norma general y en el
contrato de compraventa coexiste una norma especial, que es el ART. 1872.
En consecuencia, el ART. 1489 es aplicable como norma de aplicación general, y por
supuesto, concurriendo los requisitos propios de cada remedio que consagra la norma.
Por ejemplo, no todo incumplimiento en el pago del precio da derecho a la acción
resolutoria, porque si la parte que no se paga es ínfima, el remedio no va a proceder
debido a que el requisito de la magnitud en el incumplimiento quedaría descartado.
Para estos efectos, el segundo supuesto es el que importa, este es que el vendedor
de mala fe no dio conocimiento al comprador de la preexistencia “de un litigio sobre el
objeto”, y por supuesto con posterioridad al contrato, el comprador está siendo
perturbado en su posesión. La solución normativa es bastante simple y consiste en que
la obligación de pagar el precio por el comprador no se extingue, pero se realiza bajo la
modalidad por consignación. En la práctica, el comprador solicita el pago de esta forma
y, por orden y autorización del juez el dinero se consigna. En otras ocasiones, puede
pasar que el deudor consigne el dinero en la tesorería y se le haga entrega de un
comprobante, para eludirse de cualquier responsabilidad. Por ejemplo, el deudor dice
que debe $100 y el acreedor afirma que lo debido son $120, por lo tanto, se consignan los
$100 y la diferencia será materia de juicio entre las partes.
c) Pacto Comisorio:
Dicho de otra forma, hay que diferenciar si hubo o no alguna convención especial
entre las partes, relativa a lo que va a ocurrir si no se paga el precio.
En este supuesto, no se aplica la excepción del inciso segundo del ART. 1872, y por lo
mismo, no hay una justificación por no haberle pagado el precio al vendedor. El ART. 1873
se asimila bastante al ART. 1489 porque concede al vendedor la acción resolutoria, el
cumplimiento forzado y la indemnización de perjuicios.
“Si el comprador estuviere constituido en mora de pagar el precio en el lugar y tiempo
dichos, el vendedor tendrá derecho para exigir el precio o la resolución de la venta, con
resarcimiento de perjuicios”.
¿Es realmente el ART. 1873 una reiteración del ART. 1489? Se trata de una norma
especial en donde cambia la hipótesis. El ART. 1489 se aplica en el incumplimiento de
cualquier obligación – en cambio – el ART. 1873 se aplica en el incumplimiento de la
obligación para el pago del precio en la compraventa. Ahora bien, el ART. 1489 no exige
literalmente el requisito de la mora para que procedan los remedios, pero el ART. 1873 sí
requiere de la mora en el comprador respecto del pago del precio, para la procedencia
de los tres remedios consagrados.
¿Según visión tradicional, para que procedan los remedios del ART. 1489, no se exige
mora del deudor? Igualmente se exige pero por aplicación del ART. 1552, que pide en el
fondo la ausencia de mora en la contraparte.
“En los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora dejando de
cumplir lo pactado, mientras el otro no lo cumple por su parte, o no se allana a cumplirlo
en la forma y tiempo debidos”.
Así las cosas, cabe sostener que según la doctrina moderna el ART. 1873 contempla
tres remedios autónomos, cada uno con sus requisitos propios y la elección de uno u
otro va a depender del incumplimiento y sus requisitos, y del interés del vendedor. No
obstante, en este punto cobra fuerza para el vendedor un remedio en concreto que es
la acción resolutoria.
Ahora bien, la situación anterior va a ser así solamente cuando el vendedor no quiera
obtener nada por parte del comprador, pero podría suceder que se hizo entrega de la
cosa objeto del contrato al comprador y posteriormente éste no pagó el precio,
surgiendo la necesidad para el vendedor de resolver el contrato. ¿Cómo sería el
escenario si se desarrollara de forma verbal y formal? El vendedor le informa al
comprador que está resuelto el contrato entre los dos por el incumplimiento de este
último, y por lo tanto, el comprador ya no le debe el precio al vendedor, y viceversa, el
comprador tiene que hacer devolución de la cosa vendida. Claramente, está la
posibilidad de que el comprador no genere problemas y le entregue voluntariamente la
cosa al vendedor, pero si se niega y persiste en el incumplimiento, el vendedor estará
obligado a demandar, ya no siendo una simple comunicación formal, sino que por el
contrario, una acción judicial en la que el juez ordenará la devolución de la cosa al
vendedor en virtud del efecto retroactivo de la acción resolutoria.
Volviendo al foco principal, esta última hipótesis dice relación con que existió entre
las partes de la compraventa un pacto comisorio. El Código Civil regula de forma
expresa el pacto comisorio en la compraventa, y privativamente lo hace en la misma
con ocasión de una obligación específica incumplida, que es el pago del precio. De todas
formas, la doctrina ha hecho extensivo este pacto en la compraventa por el
incumplimiento de otras obligaciones distintas al no pago del precio, como también, en
diversos contratos.
Adhiriendo a la visión tradicional, ésta siempre ha señalado que existen dos tipos de
pacto comisorio en la compraventa por no pago del precio, estos son, el simple y el
calificado.
“Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido, se resuelva ipso facto
el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo subsistir, pagando el
precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial de la
demanda”.
Sin embargo, la visión contemporánea sugiere releer el artículo para darle otra
interpretación, y ésta tendría lugar para darle cabida a lo que realmente las partes
querían, esto es, que se acabe el contrato sin un juicio intermedio por el no pago del
precio, lo que por cierto, sería posible si se acepta que al día de hoy, la resolución no es
una acción obligatoria, sino que es la potestad de poner término al contrato de manera
unilateral pero justificada.
Si se acoge lo que dicen las partes, habrá que hacerse cargo de la literalidad de la ley,
puesto que, ella habla de la acción resolutoria y de la posibilidad de enervar la misma,
pero tal efecto legal sólo va a ocurrir en los casos en que el vendedor obligatoriamente
tuvo que demandar de resolución, como por ejemplo, cuando había entregado la cosa y
el comprador no se la quiso devolver voluntariamente.
“La resolución de la venta por no haberse pagado el precio, dará derecho al vendedor
para retener las arras, o exigirlas dobladas, y además para que se le restituyan los frutos,
ya en su totalidad si ninguna parte del precio se le hubiere pagado, ya en la proporción
que corresponda a la parte del precio que no hubiere sido pagada/El comprador a su vez
tendrá derecho para que se le restituya la parte que hubiere pagado del precio/Para el
abono de las expensas al comprador, y de los deterioros al vendedor, se considerará al
primero como poseedor de mala fe, a menos que pruebe haber sufrido en su fortuna, y sin
culpa de su parte, menoscabos tan grandes que le hayan hecho imposible cumplir lo
pactado”.
A continuación, se expondrán los efectos que se siguen de la resolución del contrato
de compraventa por no pago del precio en relación al ART. 1875, y son los siguientes:
Por ejemplo: Eugenio le vende y entrega un auto especie o cuerpo cierto a Jorge
en $5.000.000. Jorge no le pagó nada del precio a Eugenio y tuvo el auto en su
poder durante un año y medio, que por cierto, sufrió de bastantes deterioros.
¿Jorge le debe algo a Eugenio por los deterioros? Cabrá distinguir si ellos fueron
imputables o a raíz de un caso fortuito. ¿Qué pasa si los deterioros fueron
ocasionados por un caso fortuito? Nunca hay que olvidar, que estando en mora
el caso fortuito no libera de responsabilidad, a menos que, éste haya sido de
aquellos que hubiera sobrevenido igualmente en manos del acreedor.
5- Este último efecto, a diferencia de los anteriores que se dan entre las partes, dice
relación respecto de terceros cuando se ha enajenado el bien. No está
comprendido dentro del ART. 1875, sino que se contempla dentro de los ARTS.
1490 y 1491. El supuesto es que el comprador ha enajenado el bien objeto del
contrato a un tercero. ¿Cuál es el efecto? Se faculta al vendedor para reivindicar
en manos de un tercero la cosa vendida, siempre y cuando, procedan los
requisitos de los artículos anteriores.
El profesor Eugenio nos dice que nunca olvidemos la frase “por la boca muere el pez”.
Por regla general, si el vendedor dijo que estaba pagado el precio no se puede desdecir,
y por lo tanto, no tiene la posibilidad de demandar por incumplimiento con ocasión de
que no se ha pagado el precio, ya que, expresamente ha sostenido que sí se ha pagado
íntegramente.
Esta disposición es un poderoso argumento para sostener que Andrés Bello recogió
la conocida “teoría de los actos propios”. Bajo esta premisa, nadie puede actuar en
contra de sus propios actos, es una declaración de voluntad que produce efectos
respecto de terceros, ya no es solamente un asunto entre privados. ¿En qué sentido? Si
el vendedor afirma que se ha pagado el precio, ello le dará seguridad a los terceros que
quieran comprarle la cosa vendida al comprador inicial, puesto que, de esa forma no se
arriesgan a que otro les quite el bien.
Ahora bien, el ART. 1876 establece una posibilidad excepcional de ejercer las acciones
correspondientes por el no pago del precio, pero sólo cuando el vendedor demuestre
judicialmente que la cláusula incorporada al contrato era nula por haber mediado algún
vicio del consentimiento al respecto. Si se anula la cláusula, se entiende que ésta nunca
existió, y por lo tanto, nunca se expresó por el vendedor que el precio se encontraba
pagado, en consecuencia, éste recuperará la posibilidad de ejercer las acciones que
estime convenientes. Por cierto, el ámbito de aplicación del inciso segundo del ART. 1876
sólo es procedente cuando la cláusula se ha incorporado en la escritura pública. En
resumen, en estos supuestos el vendedor siempre debe preguntarse en dónde hizo
constar la declaración, para verificar si puede hacer uso de este caso excepcional.
En esta hipótesis, las partes acuerdan que no se transferirá el dominio del vendedor
al comprador mientras no se pague efectivamente el precio.
Según el ART. 1874; ¿Se da eficacia a la cláusula deseada por las partes? Aunque las
partes pacten la cláusula en comento, igualmente se entiende que hubo transferencia
del dominio en virtud de la disposición anterior, y por ende, no se confiere el efecto que
las partes buscaban.
“La tradición puede transferir el dominio bajo condición suspensiva o resolutoria, con
tal que se exprese/Verificada la entrega por el vendedor, se transfiere el dominio de la
cosa vendida, aunque no se haya pagado el precio, a menos que el vendedor se haya
reservado el dominio hasta el pago, o hasta el cumplimiento de una condición”.
La dificultad se presenta cuando se contrapone el ART. 1874 con el ART. 680 del
Código Civil. El inciso segundo del ART. 680 sí entrega el efecto querido por las partes.
En síntesis, se trata de una antinomia, esto es, una misma situación normada en distintos
artículos con soluciones diferentes. Se tiene que descartar el principio de la especialidad,
porque a pesar de que existe norma especial en la compraventa, la disposición general
consagrada en la tradición también se refiere al contrato de compraventa. ¿Cómo
solucionamos esta discusión? ¿Cuál es la norma que prevalece por sobre la otra? ¿Qué
artículo debe ser aplicado?
*Ahora bien, se presenta un asunto vinculado al precio y dice relación con una
cláusula que no se encuentra expresamente regulada en el Código Civil, pero que sí se
utiliza muchísimo en la práctica. En términos generales, las partes acuerdan que el precio
no se va a pagar, es decir, no se le hará entrega material del dinero al vendedor, si éste
no inscribe la propiedad a nombre del comprador. Se trata de una cláusula bastante
usual y completamente distinta a la cláusula de no transferirse el dominio, puesto que,
en estos momentos no se pacta la no transferencia del dominio, sino que se acuerda que
el precio no se entregará si es que no se realiza la inscripción del dominio a nombre del
comprador. De forma predominante, la cláusula en comento es empleada en los
contratos de compraventa de inmuebles, en donde se dejan instrucciones especiales al
notario que va a autorizar la escritura pública de compraventa y a su vez el comprador le
hace entrega material del “documento representativo del dinero a pagar por el precio”,
que en el 99% de las oportunidades corresponde a un vale vista, con la orden de que sólo
puede entregárselo al vendedor si éste le exhibe una copia de la inscripción
conservatoria a nombre del comprador. En la práctica, es lo que más se maneja en
materia de compraventa de bienes inmuebles, ya que probablemente es una de las
mejores garantías para el vendedor.
1- Pacto Comisorio:
2- Pacto de Retroventa:
b) Hay que fijar un precio para recuperar el objeto vendido; El precio para recuperar
la cosa se tiene que decir y por lo general es un valor mucho más alto que al de
venta. Ahora bien, si existe pacto de retroventa y las partes no han dicho nada,
se entiende que han acordado el mismo que el de la compraventa.
c) Las partes deben fijar un plazo de recuperación del objeto; Según el ART. 1885,
el tiempo en que se podrá intentar la acción de retroventa no podrá pasar de
cuatro años contados desde la fecha del contrato (plazo de caducidad).
¿Cuáles son los efectos del pacto de retroventa? Bajo este supuesto, se interpreta
que el pacto ha sido ejercido, y por lo tanto, habrá que distinguir entre las partes y
respecto de terceros.
ii. Respecto de terceros; Se aplicará cuando proceda lo previsto por los ARTS.
1490-1491 del Código Civil.
3- Pacto de Retracto:
El pacto de retracto se encuentra previsto en el ART. 1886, el cual expresa que; “Si se
pacta que presentándose dentro de cierto tiempo (que no podrá pasar de un año),
persona que mejore la compra se resuelva el contrato, se cumplirá lo pactado; a menos
que el comprador o la persona a quien éste hubiere enajenado la cosa, se allane a mejorar
en los mismos términos la compra/La disposición del artículo 1882 se aplica al presente
contrato/Resuelto el contrato tendrán lugar las prestaciones mutuas, como en el caso del
pacto de retroventa”.
En ningún momento se debe olvidar que para nuestro Código Civil y puntualmente
para Andrés Bello, la lesión enorme era un vicio del consentimiento, se dice que al día de
hoy esta situación ya no es así puesto que no existe nada subjetivo de por medio, pero
de lo anterior se abstraen dos consecuencias importantes:
(1) La sanción cuando hay lesión enorme; Por cierto, que sólo nos estamos refiriendo
al contrato de compraventa, el castigo es uno solo y dice relación con la rescisión
de la compraventa. Únicamente, se presenta un castigo posible ya sea para el
comprador o el vendedor que sufre de la lesión enorme y es que se puede
demandar la nulidad relativa. Ahora bien, sólo cuando el juez haya concedido la
nulidad, la ley le da opción al demandado para elegir entre: 1.- Mantener la nulidad
y devolverse todo lo que se haya dado por el contrato o; 2.- Completar o devolver
lo que falte o exceda del justo precio. Por ejemplo: El comprador que compra
pagando $200 por lo que en verdad valía $30, no puede demandar en lo principal
la devolución de $100, ya que el Código Civil no concede tal acción directa al que
padece la lesión enorme, y por tanto, en un primer momento sólo se puede
demandar la nulidad. Más tarde, si el juez acoge la nulidad, la contraparte recién
podrá escoger entre perseverar con la nulidad o solicitar el dinero que falte o
sobre. El hecho y/o circunstancia de que la única acción que proceda sea la
rescisión, es porque fue vista en su momento como un vicio del consentimiento
y éstos tienen por sanción como regla general la nulidad relativa.
(2) A nadie en su sano juicio se le ocurriría vender una propiedad a un muy bajo
precio; Se concebía como un vicio del consentimiento, porque muchas veces
podía haber un motivo psicológico que llevara al vendedor a vender a un precio
excesivamente bajo. Por ejemplo: El vendedor tenía un hijo enfermo y para su
tratamiento se necesitaba con urgencia $50.000.000, al mismo tiempo, el
vendedor era propietario de una casa avaluada en $100.000.000 pero que por
apuros fue vendida en $50.000.000. La enfermedad terminal del hijo del
vendedor sería aquello que lo llevó subjetivamente a vender a un precio muy
inferior de lo que realmente era, por ese motivo se entiende que es una
circunstancia que influye de forma tal en la psiquis de un sujeto, que Andrés Bello
sostuvo que correspondía a un vicio del consentimiento. Sin embargo, los sujetos
honorables de la época excluyeron a la lesión enorme como vicio del
consentimiento.
Visto lo anterior, no se tiene que olvidar que en toda compraventa existe lesión, ya
que es algo natural y normal, en virtud de que la compraventa es un contrato oneroso
conmutativo, así que la desproporción de las prestaciones se ajusta al interés de las
partes. Sin perjuicio de lo anterior, hay ocasiones en que siendo natural la desproporción
en las compraventas, el Código Civil reacciona y lo observa como algo anormal que no
debería suceder, por lo tanto, se entromete en tales casos pero sólo cuando la lesión es
enorme o grosera, y por cierto que, tampoco hay intromisión en todas las compraventas
sino que sólo en aquellas que son voluntarias de bienes raíces. Ergo, no hay lesión en la
venta forzada de un bien raíz, ni tampoco en la venta de cosas muebles.
A continuación, se leerá el ART. 1889 el cual señala lo siguiente; “El vendedor sufre
lesión enorme, cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa
que vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa
que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella/El justo precio se refiere al
tiempo del contrato”. La disposición enunciada es la más importante para comenzar a
estudiar la materia de la lesión.
Del artículo anterior, es posible obtener un par de consecuencias, así por ejemplo que
el Código Civil toma un precio base para estas ventas y se denomina “justo precio”, que
no es el avalúo fiscal de las propiedades, sino que el avalúo comercial.
¿Cómo se obtiene el justo precio? Se tiene que recurrir al menos a dos peritos
tasadores, que por lo general, son corredores de propiedades con certificación especial.
Los peritos avalúan y el promedio de las dos o tres avaluaciones realizadas
corresponderá al justo precio. Si el asunto fuera judicial, el justo precio se determinaría
por un perito. Ahora bien, el justo precio nunca será el valor con que los bancos
comerciales tasan el inmueble, puesto que, los bancos tasan la propiedad a un 75% de su
valor comercial, y cuando prestan dinero lo hacen respecto de esa cifra. ¿Qué se debe
hacer? Habrá que comprar el justo precio con el valor que pagó el comprador, o bien,
con el valor que recibió el vendedor. En suma, se trata de verificar si se pagó más del
doble, o bien, se pagó menos de la mitad, sólo es una regla matemática. La lesión
enorme la puede sufrir tanto el comprador como el vendedor. ¿Cuáles son los efectos
que se siguen de la lesión enorme? La consecuencia es única debido a que sólo procede
la rescisión de la compraventa – esto por supuesto – en el entendido que se agotaron
las vías extrajudiciales para componer el problema, y pronunciada que sea la rescisión,
el demandado puede consentir en ella, o bien, devolver si era el vendedor o completar
si era el comprador, la diferencia al justo precio aumentada o disminuida en un diez por
ciento, según sea el caso.
Si el resultado del litigio fue la nulidad, el demandado no debe devolver los frutos que
percibió en el tiempo intermedio (comprador), salvo los que haya percibido después de
la contestación de la demanda. El vendedor tiene derecho a exigirle al comprador que le
abone los deterioros en el inmueble, pero siempre y cuando se hubiere aprovechado de
ellos. Asimismo, el vendedor no tiene acción reivindicatoria en contra de terceros
adquirentes, pero si el comprador vendió a un tercero en un precio superior al que pagó
por la cosa vendida, existe derecho a exigir ese disvalor. Por último, la prescripción de
la acción rescisoria por lesión enorme es de cuatro años, contados desde la fecha de
celebración de la compraventa (ART. 1896).