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Notas

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César Herrero Hernansanz
Mi psicólogo se llama Jesús

Carlo Nesti

Ediciones Paulinas, 3ª edición, 2011, 109 páginas

Notas
César Herrero Hernansanz

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COMENTARIO

Les ofrezco mis notas del libro Mi psicólogo se llama Jesús, de Carlos Nesti. Su
veintena de capítulos, confluyendo en el Padrenuestro, son otros tantos caminos para
comprender, interiorizar y seguir a Jesús, que enriquecen nuestra fe y nuestra vida. Su
sencillez nos invita a gestionar nuestros tesoros, nuestra identidad, en el horizonte
humano y divino desde nuestro amor; a abrir nuestro nuestra vida y amor al amor de
Dios; finalmente, nos va llevando en silencio a que gestionemos nuestra vida, imitando
a Jesús con la formidable contraseña jesuítica tan actual, que el Papa Francisco
aconseja estos días a los jóvenes: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?
Los textos en rojo son aportaciones mías con el fin de precisar o ampliar su
sentido. Si después de leer mis notas desean profundizar en algún asunto, les
recomiendo recurrir al texto del libro. Los textos bíblicos son de la Biblia de Jerusalén.
Asimismo, les adjunto índice y paginación de mis notas, sincronizado con el del
texto original, para que puedan percibir a vista de pájaro una panorámica del libro.
Índice y paginación, que les facilitarán la búsqueda fácil de temas de su interés y
ubicación.

Que disfruten estas notas.

César Herrero Hernansanz


Murcia, enero 2018

ÍNDICE

Introducción ………………………………………………………… 4 11 Autoestima ……………………………………………………………….. 16


1 Oración ……………………………………………………………. 5 12 Juicio ………………………………………………………………………… 17
2 Transformación ………………………………………………… 6 13 Perdón ………………………………………………………………………… 18
3 Presente ………………………………………………………….. 8 14 Necesario ……………………………………………………………………. 19
4 Misión ……………………………………………………………… 9 15 Superfluo ……………………………………………………………………. 20
5 Talento …………………………………………………………….. 10 16 Espíritu ……………………………………………………………………… 21
6 Pensamientos …………………………………………………… 11 17 Muerte ……………………………………………………………………… 22
7 Desapego …………………………………………………………. 12 18 Miedo ……………………………………………………………………….. 23
8 Ser …………………………………………………………………… 13 19 Amor ………………………………………………………………………… 24
9 Voluntad ……………………………………………………………. 14 20 Síntesis ………………………………………………………………………… 25
10 Tránsito ………………………………………………………….. 15 Conclusión ……………………………………………………………………… 26

ÍNDICE
Introducción

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo


estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si
la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!, Mt 6, 22-23.
La vida es como una comedia: no importa lo larga que sea, sino cómo se
recita, Lucio Anneo Séneca.

No soy sicólogo ni teólogo, sino periodista, un observador que ha


encontrado en el cruce de esos dos caminos un modo para vivir mejor mi
relación con Dios. En este caso, la curiosidad tiene valor incalculable, porque
me ha llevado al Evangelio y a buscar en las palabras de Jesús orientaciones
para revolucionar mi existencia. He decidido que sea mi sicólogo y el vuestro.
Mi curiosidad es la del alumno estudiante, que pone sus apuntes al
servicio de otros estudiantes. Tarde o temprano, todos tenemos que
enfrentarnos a la pregunta: ¿qué sentido tiene nuestra vida?, porque llevamos
en nuestro ADN su sentido y búsqueda. Lo único que da sentido a nuestra vida
es precisamente su contrario: la muerte. Dependiendo de cómo la enfoquemos,
se volverá absoluta o relativa, transitoria. Si valoramos que tras la muerte no
existe nada, buscaremos el máximo de satisfacciones posibles. Si la muerte no
tiene la última palabra sobre la vida, existe otra vida y otra felicidad, la vida en
el mundo será relativa.
La fe es la respuesta a:
1 Búsqueda de Dios y felicidad que llevamos impresa.
2 Presencia de Dios en el mundo.
3 Jesús y su Evangelio
4 Signos extraordinarios de Dios en la humanidad.
La humanidad se divide en tres categorías:
1 Increyentes.
2 Creyentes no consecuentes con su fe.
3 Creyentes consecuentes con su fe: proyectan su vida tras la muerte. Pag 9-
12.

4
1 Oración

Cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la


puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará. Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que
se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos,
porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo, Mt 6, 6-8.
Quien lee la Palabra de Dios sin intentar comprender su significado,
meditarla y practicarla en su vida es estúpido. Porque obrando así, la Palabra
de Dios resbala por él como agua por un canalón, sin penetrar ni dejar huella,
Teófanes, el Recluso.

Antes de leer es fundamental aprender a leer para asimilar lo que se


enseña. En la Lectio divina aprendemos a leer la Escritura con espíritu de
oración, Carlo María Martini: Dios me habla y yo le hablo, que hoy diríamos
lectura interactiva.
La oración representa encuentro con el Señor. Jesús nos exhorta a
cerrar la puerta: aislarnos del mundo y nos invita a no perdernos en palabras,
porque la oración es silencio y escucha. Desde fuera, desde la periferia, nos
llegan multitud de estímulos que invaden sensaciones y emociones de nuestros
sentidos, que debemos evitar para que no afecten a nuestro centro: alma,
espíritu, corazón, a los debemos descender al encuentro con Dios. Descenso
que tiene cuatro etapas:
1 Lectio, releer, moler la Palabra. Genera Consolatio: gozo y serenidad, como
quien prepara leña para el fuego o se lleva la Palabra, el alimento a la boca.
2 Meditatio, actualizar la Palabra y aplicárnosla. Genera discretio,
discernimiento: llegar a ver la vida desde la visión de Dios, como quien
enciende el fuego o mastica la Palabra.
3 Oratio, transformar la Palabra en oración, encontrarse con Dios, porque la
Palabra es comunicación con Dios. Genera deliberatio, decisión para
convertirla en acción, como quien alimenta la llama o gusta el sabor de la
Palabra.
4 Contemplatio, oración del corazón, la Palabra se hace adoración, amamos a
Dios y nos dejamos amar por Él. Genera actio, que se traduce en acción, como
quien incendia el corazón o asimila la Palabra.
Resumiendo: saber llevar a la boca, masticar, gustar y asimilar el alimento de la
Palabra. Pag 13-16.

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2 Transformación

Les dijo Jesús: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá
hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me
habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que
venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que
me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo
resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que
vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día, Jn
6, 35-40.
Perdona si no te he reconocido, es que he cambiado mucho, Oscar
Wilde.

Vivimos en medio de una enorme paradoja. Como creyentes sabemos


qué recordar, sin embargo, olvidamos lo fundamental que es no olvidar. Nos
entregamos a la distracción, que condiciona nuestro nivel de conciencia.
Olvidamos que Dios existe. Por tanto, es necesario que veamos la realidad con
lentes adecuadas, que nos las proporcionan Jesús y su Palabra: Todo el que
vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna. Para conseguirlo es preciso creer,
que implica transformación, comportarnos como creyentes.
En el mundo oriental, la espiritualidad está presente en la vida cotidiana,
influye decisivamente en pensamientos y acciones. En el occidental,
consumismo y medios de comunicación, basados en racionalidad y
competitividad, ocultan nuestros valores más profundos, vivimos en el plano
horizontal del ser. Miramos hacia delante, atrás, derecha, izquierda, debajo …
olvidando la dimensión vertical, que nos llevaría a mirar hacia arriba: a lo alto,
al cielo, a la luz. La consecuencia de vivir exclusivamente el sentido horizontal
del ser humano es que desequilibramos el humanismo, sublimándolo en
antropomorfismo, el hombre en el centro de todo y exigencias inmediatas y
temporales. En cambio, viviendo también el sentido vertical del ser humano
equilibraríamos los humanismos, poniendo al hombre en su lugar y a Dios en el
centro de todo, relacionándonos con Él, cultivando las necesidades del espíritu.
Supone auténtica liberación vivir al margen de juicios humanos dictados
por egoísmo, envidia, celos y cinismo, lo que no debería impedir discernirlo,
preguntándoselo a Dios por medio de nuestra conciencia. Proceso que resulta
factible cuando tenemos conocimiento de lo que Dios nos pide, para lo cual
tenemos Sagradas Escrituras e Iglesia. Sería demasiado cómodo cerrarnos en
nosotros mismos, valorándonos exclusivamente por nuestro instinto e interés
personal.

6
Entrar en la dimensión vertical significa ser sabiamente previsores: vivir
en función del máximo objetivo, situado después de la muerte física. Para
conseguirlo es necesario adquirir tres niveles de conciencia.
a Conciencia de cuerpo con sentidos y movimientos.
b Conciencia de mente con pensamientos y emociones.
c Conciencia de espíritu, con la parte divina en nosotros, que nos une a Dios.
Si queremos vivir como cristianos debemos relacionar entre sí los tres
componentes.
Si dedicáramos toda la atención al cuerpo, acabaríamos siendo esclavos
de estética y hedonismo. Si la dedicáramos a la psique, acabaríamos siervos
de individualismo y racionalidad. Si la dedicáramos al espíritu, perderíamos el
sentido de la encarnación, de la vida como don de Dios. Tenemos que lograr
que cuerpo, mente y espíritu dialoguen con la supremacía final del espíritu, al
que corresponde la última palabra. Así, la verticalidad del ser asume la guía de
la existencia, con Dios como navegador entre satélites, capaz de indicarnos la
ruta perfecta, Pag 17-20.

7
3 Presente

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué


vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se
afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad
de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os
darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se
preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal, Mt 6, 31-
34.
¿Amas la vida? Pues no malgastes el tiempo, porque es la sustancia de
la que está hecha la existencia, Benjamín Franklin.

Hemos acomodado la famosa máxima de Horacio: Carpe diem quam


minimum credula postero, aprovecha cada día, no te fíes del mañana, a nuestros
intereses oportunistas y hedonistas, dejando al olvido la segunda parte. La
máxima, como Jesús subrayaría después: Cada día tiene bastante con su
propio mal, pretende sugerirnos que nos concentremos en el presente,
distanciándonos de pasado y futuro, porque es el único momento real que
poseemos. El día, desde que me despierto hasta que me duermo es el tiempo
sobre el que trabajar con responsabilidad para garantizar la intensidad de la
existencia como cristianos.
No se trata de negar importancia al pasado, que nos ha hecho ser lo que
somos o al futuro, cuyos proyectos nos ayudan a ser lo que seremos. Sin
embargo, el presente es el único momento, en el que podemos actuar,
modificando la realidad y orientándola como queremos. Las penas del presente
son suficientes como para que los lamentos del pasado o las ilusiones del
futuro nos lleven a descuidar, abandonar y administrar el presente.
Aliviar a la mente del sufrimiento pasado, que ya no podremos cambiar
como quisiéramos, y las ansias del futuro, cuyos deseos son meras hipótesis,
es la mejor manera de reservar nuestras energías para la única realidad: el
presente. En tales procesos puede ayudarnos considerar que cuanto ha
sucedido forma parte de la Providencia, de la que debemos aprender, y ayuda
a nuestro crecimiento. Con tiempo perdido o sin perder, necesitamos
pacificarnos con Dios y nosotros mismos, para ocuparnos del presente en
sentido constructivo.
Aprender a saborear las pequeñas cosas nos ayuda a vivir plenamente.
Hacer cada día algo agradable a Dios, nos acerca a Él. Es importante sentir la
cercanía de Dios, porque estamos a su lado. Centrando la atención en el
presente nos descubrimos más serenos y realizados. En esta dinámica, un día
cualquiera, no es tan cualquiera, porque no lo vivimos de cualquier manera,
sino con finalidad precisa. Pag 21-24.

8
4 Misión

Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: Una vez salió un


sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del
camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde
no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra;
pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras
cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en
tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga
oídos, que oiga, Mt 13, 3-9.
Actúa como si todo dependiese de ti, aunque todo dependa de Dios, San
Agustín.

¿Cómo evaluaría Jesús mi práctica de su Palabra? Seguro que


obtendría respuesta en la parábola del sembrador. Puedo ser:
1 La Palabra cae sobre camino. Los pájaros: el maligno, se llevan la semilla,
arrebatando incluso la posibilidad de dar fruto. Es un final anunciado. Este
camino es el corazón de agnósticos y ateos, que, convencidos que Dios no
existe, no se esfuerzan en comprender la Palabra.
2 La Palabra cae sobre pedregal, que no permite echar raíces. La Palabra en
pedregal crea en el corazón una fe tan débil que basta un mal viento, el menor
contratiempo, para que se seque.
3 La Palabra cae entre abrojos, que la sofocan. Al principio echa raíces,
ilusiona el corazón, se ponen buenas intenciones, pero mundo y riquezas
acaban por asfixiarla.
4 La Palabra cae en tierra buena, que da fruto en distintas proporciones. La fe
ha echado raíces, tiene cuerpo y vigor, aunque hay tierras y cuidados varios.
¿Dónde me encuentro yo? Sin embargo, este donde esté, la vida es un
laberinto, donde caminas, te reflejas, aceleras, chocas, caes, te levantas … Lo
importante es continuar siempre en el camino de su Palabra y reemprender la
marcha hacia meta. Nos anima saber que Dios nos ama. Nos deja libres para
equivocarnos, pero siempre está dispuesto a acogernos de nuevo. Es
fundamental este convencimiento y confianza, porque independientemente de
nuestro pasado y en cualquier momento, podemos comenzar o reanudar
nuestro camino de su Palabra. Pag 25-28.

9
5 Talento

Otra parábola les propuso: El Reino de los Cielos es semejante a un


grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es
ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor
que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo
vienen y anidan en sus ramas, Mt 13, 31-32.
Lo que somos es el don que Dios nos ha hecho. Lo que llegaremos a ser
es el don que nosotros le hacemos a Dios, André Malraux.

No existen dos personas iguales, somos únicos e irrepetibles y podemos


hacer lo que ningún otro es capaz de hacer. Ante Dios, cada persona tiene una
misión, que cumplir. Cada hombre y mujer tienen unas capacidades más o
menos evidentes, que descubrirán antes o después o tal vez nunca: trabajo,
ciencia, deporte … Es como disponer de una capacidad interior, que cada uno
tiene que aprovechar.
Los talentos son dones de Dios, que debemos aprovechar, orientándolos
en el crecimiento adecuado. La vida nos ofrece ocasiones para poner a prueba
los talentos, vinculándolos a acontecimientos y personas, porque Dios nunca
se revela abiertamente, pero se deja encontrar en quienes están cerca de
nosotros para desarrollar nuestra misión.
La fe es el grano de mostaza, que puede transformarnos en árbol
grande. Con Dios junto a nosotros, cada día puede crecer, si aprovechamos las
circunstancias. En el mundo no tenemos por qué hacernos alguien, sino
nosotros mismos. Y para conseguirlo no tenemos que competir con nadie, sino
poner voluntad en afirmarnos espiritualmente. Es un proceso que no requiere
estrés. Nadie va a pedirnos que cultivemos la fe más que fulano o mengano.
Precisamente porque somos únicos e irrepetibles, el espíritu, la parte
divina e inmortal de nosotros, no se puede comparar con ningún otro. Es una
fuerza que sólo requiere energía vertical, no sólo horizontal, que nos acerca
gradualmente a Dios.
El mundo del trabajo nos hace sentir simples números al servicio de
patrimonios inaccesibles; sinsentido, que nos sumerge en un sinsentido
existencial. En cambio, en la dimensión espiritual nos sentimos amados,
elegidos por Dios, que conoce la diferencia de nuestra personalidad. Cada
pensamiento y acción tienen un valor, porque pueden entrar en ese encargo
especial, que se nos ha confiado desde lo alto.
Dios no es un Ser lejano, sino el Padre, que siempre está junto a mí.
Cuanto hago lo realizo con Él a mi lado, pues espera mucho de mí: sería
imperdonable defraudar sus expectativas. Pag 29-32.

10
6 Pensamientos

¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y


luego se echa al excusado? En cambio lo que sale de la boca viene de dentro
del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón salen
las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos
testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin
lavarse las manos no contamina al hombre, Mt 15, 17-20.
La mayor parte de los seres humanos es feliz en la medida en que
decide serlo, Abraham Lincoln.

Somos lo que pensamos. Nuestros pensamientos son decisivos en


nuestra calidad de vida, que precisa dominarlos y no dejarse dominar por ellos,
de cuyo ejercicio depende nuestro equilibrio. Por eso, Jesús nos invita a no
preocuparnos tanto de lo que nos llega de fuera y de otros. Los pensamientos
malvados proceden de nuestro interior, pueden contaminarnos, enfermarnos y
herir a los demás, pues los pensamientos se traducen en palabras y acciones.
Si nos identificamos con tales pensamientos destructivos expresaremos
prejuicios y asumiremos actitudes, que provoquen que los acontecimientos
acaben en masoquismo. Además, ver todo negro tiene graves repercusiones,
porque pondremos en circulación una especie de veneno, que infecta a la
esfera sicológica y corporal: nos malhumoramos, somatizamos daños físicos …
Con estado de ánimo bajo estaré amargado, porque amargo será el
gusto de pensamientos y alimentos. Nos deprimiremos, dispersaremos, no
saldremos del aciago camino, ni recibiremos la señal de Dios que nos ayudaría
a salir. Aunque en ciertos momentos podría ser un desahogo necesario, no
dejemos que se conviertan en victimismo crónico, porque más allá de ciertos
límites la amargura nos arruina el día o la vida a cambio de nada.
Nuestra mente es como un ordenador. Si el programa no es correcto su
interpretación es errónea, confusa. Es necesario reprogramarlo, configurando
de nuevo lo que estaba memorizado. Es el único modo de vivir de verdad y no
sobrevivir. Este proceso de conversión, sustitución de pensamientos negativos
por positivos, sólo requiere buena voluntad al alcance de cualquiera para
cambiar la observación de la realidad. Observación y realidad, cuya imagen
perfecta es la del vaso medio lleno o medio vacío.
Por otra parte, nos encontraremos con dos realidades: no podemos
cambiar el curso de los acontecimientos y la vida es una serie de obstáculos a
superar; sin embargo, sí podemos decidir su interpretación. Siempre
deberemos tener presente que somos amados y elegidos por Dios, que nos
proporciona constantemente su visión esperanzadora para ver la realidad. ¡Esa
es nuestra fortaleza! Pag 33-36.

11
7 Desapego

Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no


estéis inquietos. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y
ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. Buscad más bien su
Reino, y esas cosas se os darán por añadidura. No temas, pequeño rebaño,
porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino. Vended
vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro
inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla; porque donde
esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón., Lc 12, 29-34.
A veces los pensamientos son como las infecciones, para algunos son
verdaderas epidemias, Wallace Stevens.

Jesús elige para meditar aislamiento: noche, desierto, montañas … La


mejor condición para orar es la soledad, silencio y desapego de rutinas. El
retiro espiritual es propio de santos, personajes de otras religiones como
Mahoma, Buda y grandes pensadores, que tuvieron necesidad de aislarse del
mundo exterior para encontrarse consigo mismos.
Además, Jesús predicaba el desapego de la dimensión horizontal:
bienes materiales, pensamientos y sentimientos negativos … para buscar el
tesoro inagotable, relacionado con el mundo interior.
Para mantener un sano equilibrio es necesario a nivel humano:
relativizar problemas; trabajar con fantasía pensamientos negativos; relajación;
visión adecuada de la realidad; tomar distancia de focos; afrontar situaciones
con desapego; querer ser uno mismo y luchar por nuestro derecho a serlo;
control personal; afirmarnos en autosuficiencia y alejarnos de indiferencia … A
nivel de fe: silencio personal; concentración; relajación y vida no tensionada;
buscar a Dios; escuchar su Palabra en Sagradas Escrituras y en cualquier
circunstancia; fe, esperanza y confianza plenas en Dios harán el milagro de
alejarnos de focos, relativizar, autorrealización … Pag 37-40.

12
8 Ser

Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo
a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme. Al oír
estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Yo os aseguro que un rico difícilmente
entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello
entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos,
Mt 19, 21-24.
Las únicas riquezas que tendrás para siempre serán las que has dado,
Marco Valerio Marziale.

En el discurso de Jesús tener es serio obstáculo para el camino


espiritual de quien vive en abundancia, porque le complica su camino al
paraíso. Buscar la felicidad fuera de nosotros a base de poder, riquezas y éxito
centra nuestra felicidad en este mundo, limitando la vida espiritual. Tener y
hacer no tienen relación con ser, nivel en el que Dios espera que nos
realicemos. Poseer supone un gozo momentáneo, por lo cual necesitamos
buscar en seguida algo nuevo, con lo que gozar de nuevo. No llena.
Vida competitiva y vida espiritual se fundamentan en culturas opuestas.
La primera rechaza el sufrimiento sin discriminar momentos y circunstancias, la
segunda discierne el sufrimiento y puede aceptarlo, mediante el cual
comprendemos los valores de oración, sencillez, amor, amistad, altruismo,
perdón …
Quienes no tienen, ni hacen dialogan con el corazón a nivel superior.
Pag 41-44.

13
9 Voluntad

Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque


todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay
acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le
pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!, Mt 7, 7-11.
Lo que hace al hombre grande o pequeño es la voluntad, Johann
Christoph Friedrich von Schiller.

Jesús no concibe a la persona, ni aun en la voluntad del Padre, pasiva,


estática y resignada. Él mismo es ejemplo sublime de querer algo, predicar en
cualquier situación para convertir. Sin embargo, en la existencia humana es
necesario comprender los tiempos, en que discurren las cosas: Quien busca
encuentra, búsqueda limitada a lo que podemos modificar con nuestra
voluntad, aceptando cuanto está fuera del alcance de nuestra intervención.
Podemos imaginar nuestra voluntad como un arco y las diversas
circunstancias como flecha disparada al cielo. Nosotros controlamos la primera
parte de su trayectoria, la ascendente, en función de dirección del arco, fuerza,
habilidad, momento del disparo de la flecha … La segunda parte de la
trayectoria, la descendente, no depende de nuestro arco, flecha u otras
circunstancias personales, sino de condiciones del espacio, circunstancias del
objetivo, reacciones … Debemos observar y esperar los acontecimientos con la
humildad de haber hecho cuanto estaba en nuestra mano.
Por otra parte, hay acontecimientos, que originamos nosotros mismos,
que nos permiten cierta capacidad de intervención y otros, que tenemos que
resignarnos a padecerlos. Aun así, la fe nos enseña que somos capaces de
colaborar al buen desenlace de los acontecimientos y, como cristianos,
tenemos el deber de realizarnos en ellos. Jesús no nos acepta resignados ante
los acontecimientos.
La clave de la existencia es discernir cuál es el momento en que ya no
podemos luchar y acogernos a la voluntad de Dos, conscientes de que los
episodios negativos siempre tienen sentido, aunque no lo comprendamos de
inmediato. Lo importante es situarnos adecuadamente frente a la adversidad.
Debemos aprender a sustituir la pregunta ¿Por qué tenía que tocarme a mí?
por ¿Qué querrá decirme con esto el Señor? Encontraremos la paz del alma
cuando creemos y confiamos de verdad que nada es fortuito, sino que todo se
presenta necesario y bajo el designio de Dios, a lo que la inteligencia no puede
acceder por ningún medio.
Es esencial que por querer no se entienda desear, sino decidir, porque la
voluntad no admite término medio: se tiene o no se tiene, lo cual diferencia a la
persona extraordinaria de la común. Pag 45-48.

14
10 Tránsito

Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso


el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas
¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos
son los que lo encuentran, Mt 7, 13-14.
Las espinas de esta vida serán las flores de la eternidad, San Juan
Bosco.

La existencia es tránsito imperfecto, carrera de obstáculos con altibajos,


en cuya dinámica es preciso aprender que los acontecimientos negativos
enseñan lecciones para el futuro, incluso más preciosas que los éxitos. Jesús,
con la metáfora de la puerta estrecha nos enseña dos conceptos
fundamentales: que el sufrimiento es inevitable e indispensable para acceder a
la felicidad eterna, ya que las adversidades, que dificultan el camino, son
condición indispensable para realizarnos; que la puerta estrecha actúa de
selección natural, porque el Reino de los Cielos no es una conquista fácil.
La diferencia entre quienes viven una vida horizontal y quienes la viven
vertical se confirma en el peso de las caídas. Para los primeros las desventuras
son oportunidades perdidas, que hay que olvidar en seguida; en cambio, para
los segundos tienen valor decisivo ante el Señor, que nos valora en la
dificultad.
Hay quienes encuentran insoportable dolor, desilusión, aburrimiento … y
buscan refugio en alcohol, droga, lujo, sexo, violencia … En cambio quienes se
esfuerzan por comprender que la vida de dificultades ofrece más opciones para
conducirnos al paraíso disponen de una ventaja sicológica inmensa. Al hacer
en nuestra vida balance de bien y mal debemos obviar dos errores frecuentes:
por una parte, anticipar demasiado conclusiones, porque lo que parece
desventura puede dar un giro inimaginable, ya que el futuro es imprevisible,
concienciando que lo esencial es gestionar bien los acontecimientos; por otra,
no conceder mayor consideración a acontecimientos negativos que a positivos
y viceversa, agradeciendo a Dios cuanto nos ofrece en la vida.
Tal vez la mejor manera de entender la existencia es interpretándola
como un viaje del nacimiento a la muerte, conscientes de que no pertenecemos
a este mundo, sino que partimos de Dios, de quien somos criaturas,
desarrollamos una misión y volvemos a Dios.
La paz interior no proviene de la capacidad de evitar problemas y
satisfacer necesidades. Afrontar problemas significa ser personas responsables
y reconocer falsas necesidades, personas equilibradas: nunca escapar y nunca
desesperar. Pag 49-51.

15
11 Autoestima

Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los


saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de
ponerle a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley? Él le
dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante
a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos
penden toda la Ley y los Profetas, Mt 22, 34-40.
Qué debo hacer para amar a mi prójimo?, preguntó el discípulo al
maestro. Le respondió: Deja de odiarte a ti mismo, Anthony de Mello.

Jesús nos exhorta a amar al prójimo y amarnos a nosotros mismos. El


desprecio e infravaloración de sí mismos o deficiencia de autoestima rebaja el
entusiasmo para dar a los demás; en acontecimientos difíciles nos hace
sentirnos incapaces; nos acompleja, sintiéndonos vencidos antes de gestionar;
predisposición en la que el ambiente exterior se hace más fuerte e influyente.
La impronta cultural actual nos encamina a dos problemas de
autoestima: por una parte, hace que estemos mal acostumbrados por los
demás al amor y estima condicionados, te quiero si haces esto … ; por otra,
instintivamente los demás nos obligan a prestar más atención a nuestros
defectos que a nuestras capacidades a través de errores, rabia y sentimiento
de culpa que transmiten tensión insoportable, convirtiéndose en ansia y
depresión.
La sana autoestima, a medio camino entre la infravaloración de quienes
nos consideran poco y la sobrevaloración de quienes nos exaltan demasiado,
determina que es imposible ser perfectos. Debemos buscar nuestro equilibrio,
valorando virtudes y encauzando debilidades. Si nos equivocamos, seamos
objetivos con las situaciones sin enfadarnos, circunscribiendo el error a una
determinada circunstancia, sin más, sin generalizar.
Con buen conocimiento de nosotros mismos y sabiduría crítica
podremos desembarazarnos de la esclavitud del juicio ajeno. Tengamos
presente que caer es normal; lo importante es caer y levantarse en seguida,
dispuestos a ponernos en camino: el error debe servir para superar el
acontecimiento. Por otro lado, la convicción de que Dios nos ama y está
siempre dispuesto a perdonarnos es un paso decisivo en la desaparición de
complejos de culpa.
Para evitar frustraciones y vivir equilibradamente es importante:
distinguir y discernir entre ser percibido y ser ideal, alejándonos de sueños
imposibles e integrándonos en realismo y metas asequibles; esforzarnos en
buscar el encuentro entre deber y querer, deberes y derechos. Pag 53-56.

16
12 Juicio

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que
juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo
es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga
que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque la
brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu
ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano, Mt 7, 1-
5.
Cuídate, mientras vivas, de juzgar a las personas por la apariencia, Jean
de la Fontaine.

Cada cual tenemos el impulso de ver la paja en el ojo ajeno y no darnos


cuenta de la viga en el nuestro, parecido al prejuicio de que la hierba del vecino
siempre es más verde que la nuestra. Por tanto, nuestro instinto oscila entre
crítica y envidia, sin término medio. En ninguno de los dos casos somos
objetivos, porque creemos ver cosas, personas y acontecimientos con ojos
limpios, pero están condicionados. El filtro que distorsiona la visión está dentro
de nosotros y se llama insatisfacción: lente oscura y engañosa, a la que
sometemos cuanto vemos. El error de visión se traduce en colorear de
monocolor: blanco o negro; simpático o antipático; integrista o progresista;
agradable o desagradable … Cuando en realidad su universo tiene múltiples
matices y colores, que componen realidades o personalidades, muy diferentes
y hasta opuestas a las que percibimos.
Es preciso detenernos antes de entrar en el mundo privado de las
personas. Por tanto, al discernir lo que vemos, es preciso ahondar en la
verdad, preguntándonos si sólo percibimos virtudes o defectos u observamos
desequilibrios notables, porque como nosotros tenemos carácter de matriz
mixta, rica en claroscuros, los demás también lo tienen con las mismas
características. La invitación de Jesús mediante la metáfora de la paja y la viga
hace tambalear los fundamentos de nuestros mas media.
Por otra parte, al experimentar sentimientos negativos hacia otra
persona, de hecho estamos concediéndole demasiada importancia, porque se
adueña en parte de nosotros mismos. Por tanto, aun desde la óptica práctica y
egoísta, las actitudes de rencor y envidia nos perjudican, llevándonos a nuestro
malestar y desequilibrio. Y desde el amor ¡los beneficios son tan inmensos!
Para conocer bien a una persona es fundamental la primera impresión:
si es de simpatía, tenderemos a percibir sus virtudes y no defectos; y viceversa.
Por tanto, este nivel de conocimiento es superficial y peligroso. Simpatía,
antipatía e indiferencia suelen ser recíprocas con la otra persona, comportando
actitudes análogas a las nuestras. La antipatía se puede convertir en simpatía y
la indiferencia en interés con comprensión y amor. Debemos trabajarlas hasta
saber apreciar virtudes y defectos ajenos en su justa medida. Pag 57-59.

17
13 Perdón

Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el


despacho de impuestos, y le dijo: Sígueme. El, dejándolo todo, se levantó y le
siguió. Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de
publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus
escribas murmuraban diciendo a los discípulos: ¿Por qué coméis y bebéis con
los publicanos y pecadores? Les respondió Jesús: No necesitan médico los
que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a
justos, sino a pecadores, Lc 5, 27-32.
Errar es humano, perdonar es divino, Alexander Pope.

Tenemos una visión negativa de Dios, que oscurece y relega a segundo


plano la visión positiva. Y debería ser al contrario. Jesús no vino para castigar,
sino para salvar. Encarnación y cruz tienen significados muy precisos. Jesús
entró en la historia por nosotros, encarnándose y sacrificándose; quiso vivir con
todas sus consecuencias; comprender temores y oscuridades de nuestra
existencia; la angustia de pagar por traiciones, malos pensamientos y acciones.
Somos como un automóvil con frenos bloqueados y carburante escaso y
de baja calidad, que quisiéramos acelerarlo al máximo hacia el gozo de vivir,
arriesgándonos a quemar su motor. Jesús, nuestro Padre y Hermano, vino para
liberar el lastre de nuestros frenos, suministrándonos gratis carburante de
calidad sin límites. Podía haberse quedado junto al Padre, prescindir de la
suerte de las criaturas. En cambio, antepuso nuestra liberación a lo demás, lo
cual se llama Misericordia. Y así, la vida de imposible de vivir pasó a ser vital,
con la posibilidad de eliminar los pecados y empezar de cero en el instante.
El sacramento de la Penitencia, Confesión o Reconciliación nació para
limpiar el alma y liberarnos de enredados nudos y remordimientos. Jesús no
nos juzga, sino que nos ama y si lo elegimos libremente nos perdona. Es
esencial entender la lógica en sus milagros para comprender la importancia
que el Señor atribuye a nuestro arrepentimiento: su preocupación esencial no
es la enfermedad, sino la profundidad de su fe y liberación espiritual y social.
Sólo curando el alma se puede curar el cuerpo, lo cual depende de la
voluntad de quien está ante Jesús: extraordinario ejemplo de libre albedrío;
salvarnos depende de nosotros, de un sí al Señor. Dos letras, que valen el
destino de la humanidad: elegir el bien o el mal. Si Jesús ha dado importancia
universal al perdón, cuánta dará a nuestro perdón, que es la capacidad de ver
su rostro, incluso en quienes detestamos. Perdón difícil para la sensibilidad
humana, que no es simple opción, sino mandato de amor. Puede ayudarnos
imaginar a estas personas como niños: que un día gritaron en la cuna como
nosotros; jugaron como angelitos como nosotros … Descubrir su pasado puede
abrirnos camino al perdón. Pag 61-64.

18
14 Necesario

Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente
monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también
una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as.
Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: Os digo de verdad que esta viuda
pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues
todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo
que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir, Mc 12, 41-44.
Algunos deseos son naturales y necesarios. Otros naturales, pero
innecesarios. Otros, por fin, ni naturales, ni necesarios, Epicuro.

El mundo acostumbra a valorar en dar más cantidad que calidad.


Valoración que Jesús, gran contestador de tópicos, invierte, y a cuya actitud
acompaña la dignidad. Las dos monedas de calderilla de la viuda del
Evangelio, no es que valgan más, sino que suponen inmensamente más que
las riquezas de los ricos; Jesús no quiere valorar el dinero en sí, sino su actitud,
que en la viuda es de: amor, compartir, servicio, entrega, sacrificio, esfuerzo,
don … que dan verdadero sentido al dinero.
Nos impresionan quienes rebuscan en contenedores de basura. Su
análisis nos lleva a las siguientes deducciones: lo que para unos es superfluo
para otros es necesario; la continua evolución de sus conceptos hace que los
límites entre lujo y necesidad sean caprichosos y borrosos; conciencia y ética
adormecidas; es incomprensible que un objeto útil no haya pasado de las
manos de quien tiene mucho a quien tiene poco, sino por medio de un
deshecho; … Lo que deriva en ausencia de humanismo, dignidad y amor,
injusticia, insolidaridad …
Los conceptos y situaciones de mundo rico y pobre han evolucionado
constantemente a través de la historia: ricos y pobres; hombres y mujeres; ricos
y viudas, huérfanos y enfermos; nobles y plebeyos; amos y esclavos; castas
sociales; Norte y Sur, primer mundo, Occidente, países en vías de desarrollo,
tercer mundo; países desarrollados y subdesarrollados; países colonizadores y
colonizados; estados capitalistas, socialistas y proletarios …
En cualquier caso, la viuda del Evangelio simbolizaría la indigencia
colonizada, los pobres, preferidos de Jesús. Por tanto, caritas no es simple
limosna, sino ayuda que se da a los predilectos de Dios: acto fundamental del
cristiano, que exige privarse de lo superfluo y necesario. Nadie puede juzgar a
los demás al privarse; es inútil establecer medidas cuantitativas para
tranquilizar conciencias. Antes al contrario, sería buen examen de conciencia
discernir nuestras obligaciones ante la miseria de los demás y Dios.
Tal vez debamos buscar el límite entre superfluo y necesario más en el
tiempo que dedicamos a quienes nos necesitan, que también es caritas, que en
privaciones materiales. También existen necesidades inmateriales, Pag 65-68.

19
15 Superfluo

Dijo también al que le había invitado: Cuando des una comida o una
cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus
vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa.
Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los
ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te
recompensará en la resurrección de los justos, Lc 14, 12-14.
La gentileza de las palabras crea confianza. La gentileza de los
pensamientos crea profundidad. La gentileza del donar crea amor, Lao Tzu.

Hay quien tiene lo superfluo material y carece de lo necesario inmaterial;


puede ser rico económicamente y pobre humanamente o viceversa. Hoy,
además de las ya mencionadas, existen variadas formas de pobreza: falta de
salud: enfermedades, deficiencias físicas, mentales e intelectuales …; falta de
afecto: emigrantes, presos, separados, repudiados, rechazados …; falta de
confianza en sí mismos, en prójimo, incapaces de afrontar los desafíos de la
vida, entregados a drogas …; falta de esperanza: ancianos, excluidos de la
sociedad, emigrantes, personas sin formación ni profesión …También nos pide
Jesús que les invitemos al banquete, sin recibir nada a cambio.
Las privaciones llevan a limitaciones de pobreza, consecuencia de
nuestra civilización del bienestar. Quien califique al supermercado como
catedral del bienestar, se equivoca, porque la opulencia no resuelve los
verdaderos problemas de la humanidad. El Sur ofrece amplia pobreza material
más próxima a los tiempos de Jesús; en cambio, en el Norte hay menor
pobreza material y abunda la pobreza inmaterial, relacionada más con mente y
corazón que con estómago, a la que Dios también llama a socorrer.
Podemos sentir la tentación del aislarnos, lejos de problemas de mundo
y de los demás. Aislamiento, que debe ser momentáneo, como cuando Jesús
elegía desierto, noche, montañas o se aislaba para orar, recobrando fuerzas
para afrontar nuestras responsabilidades y dificultades. Es indispensable
meditar, cargar baterías y retornar al recorrido existencial, no dando la espalda
a quienes salen a nuestro encuentro, pidiendo ayuda. Es nuestro camino
imitando a Jesús. Pag 69-72.

20
16 Espíritu

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le


acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los
pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. … Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la
misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros, Mt 5, 1-12.
Pobres de espíritu son los que viven en la conciencia de haber recibido
todo de las manos de Dios como un don gratuito, y que dan valor a todo bien
recibido, Juan Pablo II.

Las mentes más excelsas a lo largo de la historia se han ido


confrontando frente a las Bienaventuranzas. En cualquier circunstancia Jesús
nos pide humildad. La parábola de pelar la fruta podría aportar luz a la
bienaventuranza pobres de espíritu: somos una fruta, que el Señor nos pide
que despojemos cuanto está alrededor de la pulpa; se trata de empobrecernos,
despojarnos, autilimitarnos de cuantos lastres materiales e inmateriales
llevemos encima, para reservar espacio a la Palabra y tomar posesión de
nosotros. Es como si dijéramos a Jesús: procuro eliminar cualquier filtro que la
existencia haya colocado en mis ojos, para ver con mayor nitidez y dejarme
guiar por ti. Naturalmente hay filtros materiales e inmateriales. La propiedad
nos envilece; la muerte dota de sentido al uso de las cosas durante la vida.
El leitmotiv de nuestra existencia debe ser observar las exigencias de la
Palabra de Dios y ayudar a los demás en cuanto seamos capaces; el recto uso
de nuestros bienes es secundario. Postura a años luz de nuestra mentalidad
individualista, que concede prioridad al prójimo ante nosotros. No
encontraremos pasaje del Evangelio, en el que Jesús aparezca en posesión de
algo; Jesús es la privación máxima de cosas materiales.
Los filtros intelectuales llevan a la presunción de saber todo y no
necesitar a Dios. No se nos pide que seamos ignorantes, pero es esencial no
alejarnos de la autenticidad no mancillada, sencillez y espontaneidad de
pensamiento natural de los niños.
La liberación de preocupaciones, maldad, aburrimiento, problemas,
desilusiones … aporta ojos nuevos, apreciando cuanto nos rodea,
considerándolo don magnífico de Dios. Proceso, que no es difícil: todo depende
de lo que permitamos al Señor dentro de nosotros.
Jesús nos dice que no seamos indiferentes con el amor del prójimo,
dando prioridad absoluta al amor y seguimiento del Reino frente a cualquier
miembro de nuestra familia. No podemos olvidar nunca camino, viaje y misión
que nos espera, permaneciendo alerta a las personas, que limiten nuestro
crecimiento espiritual. Jesús establece en el Evangelio la jerarquía,
confirmando que nos tiene a nosotros y nos elige individualmente, aunque
cualquiera puede decidir marcharse. ¡Dios nos pide adhesión libre!, Pag 73-76.

21
17 Muerte

Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho
fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi
cosecha? Y dijo: Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré
otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma:
Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come,
bebe, banquetea. Pero Dios le dijo: ¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el
alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán? Así es el que atesora
riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios, Lc 12, 16-21.
Haced que la muerte os encuentre vivos, Jiddu Krishnamurti.

Lo único que da sentido a la vida es su opuesto: la muerte. Si la


tomamos como punto de llegada, todo en la vida será decisivo, no podremos
dejar nada para después. Si por el contrario, la tomamos como punto de
partida, en esta vida todo será provisional y relativo, porque tras la muerte de la
carne, existe la felicidad eterna del alma. La resurrección de los muertos es el
fundamento de nuestra fe. Nosotros también resucitaremos, porque Jesús
resucitó de entre los muertos.
Como consecuencia del pecado original, de la traición a la confianza que
Dios había puesto en nosotros, el ser humano debe soportar la muerte. Jesús
en la cruz cambió radicalmente el escenario. Su sacrificio nos ha garantizado la
posibilidad de salvación. Con su muerte venció a la muerte. Así, cuando
nuestro corazón se para, seguimos viviendo con una vida transformada.
Cuando morimos el alma no perece, es separada del cuerpo; y al final del
mundo, el alma recuperará el cuerpo. Con la resurrección de la carne, se
tratará de un cuerpo espiritual incorruptible: será el epílogo de la evolución
como hijos de Dios. Resucitarán todas las personas sin excepciones con
destinos diversos: El juicio de Dios determinará resurrección de vida para unos
y resurrección de condena para otros.
Por tanto, la muerte es el final de la dimensión terrena; nuestras vidas
serán sometidas a la medida del tiempo, que será aleatoria e indescifrable. Así,
pues, no podemos perder tiempo al margen de la fe y Dios, porque ignoramos
el tiempo a nuestra disposición para crecer.
La parábola del Evangelio explicita las inquietudes de quien no planifica
más allá de la muerte, pretendiendo disfrutar sus beneficios como pensionista.
Los cristianos debemos recorrer el camino de la preparación espiritual.
Debemos realizarnos: aprovechar al máximo el tiempo a nuestra disposición,
entrar en sintonía con el Señor, para no perder el sentido de la vida. Debemos
estar preparados; entonces la vida adquiere el sentido de alegre espera,
porque al final del camino nos espera Dios. Pag 77-80.

22
18 Miedo

Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice


a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allá a orar. Y tomando consigo a
Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dice: Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y
velad conmigo. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así:
Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo
quiero, sino como quieras tú. Mt 26, 36-39.
El miedo no puede estar sin esperanza, y ninguna esperanza sin miedo,
Baruch Benedetto Spinoza.

Este pasaje del Evangelio nos muestra la fragilidad de Jesús y la


profundidad de su miedo ante la muerte. Es un temor tan fuerte, que le causa
tristeza y angustia hasta inducirle a pedir al Padre, que cambie su destino. Sin
embargo, superado ese momento en la oración, vuelve a la voluntad del Padre:
Pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú. La clave está en la
capacidad de anteponer a Dios a cualquier exigencia personal. El miedo de
Jesús ante la muerte nos hace sentirle más próximo a nuestra debilidad; no se
muestra impávido ante la amenaza; más bien, parece decirnos que la vida es
una difícil carrera de obstáculos.
Las cosas capaces de minar nuestra felicidad son: mal, enfermedad,
sufrimiento, dolor, muerte … Desde niños nos cuesta controlar temores, en los
que nos tranquilizan y protegen padres, héroes de fantasía, religión, juego …
En edad adulta abandonamos esas protecciones e intentamos gestionarlos con
éxito variopinto. Por una parte, el mundo de hoy se encuentra con un
pensamiento insatisfactorio: es inútil preguntarnos por el sentido de la vida,
porque carece de sentido, pudiendo darle el sentido que queramos. Por otra, la
profundidad del ser humano es más fuerte que el pensamiento, llevando a
miles de millones de personas a diversos caminos de espiritualidad para dar
sentido a la muerte.
Quien no encuentra dicho sentido vive esclavo, en tinieblas, pendiente
de las ocurrencias del momento o dándose sentido al enigma de la muerte. El
miedo de muchas personas es, como en Adán: miedo a la muerte y miedo a
Dios. Miedo a un Dios celoso de sus privilegios; insobornable; hasta el punto de
querer llegar a ser como Él. Los creyentes debemos recordar cuántas veces
Jesús en el Evangelio, mientras curaba, decía a los enfermos: no temáis. Juan
Pablo II utilizó mucho e hizo suya, esta expresión evangélica. Además, al creer
y confiar en la vida que nos espera tras la muerte, el miedo se disipa. La
salvación de la cruz produce confianza absoluta. Pag 81-84.

23
19 Amor

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.


Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre
malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os
aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los
publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de
particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed
perfectos como es perfecto vuestro Padre Celestial, Mt 5, 43-48
Que el amor lo es todo, es todo lo que sabemos del amor, Emily
Dickinson.

Nuestra respuesta al comportamiento de los otros admite tres opciones:


a Devolver mal por bien: crueldad sin justificación alguna. Caso del pecador,
que genera mal.
b Devolver bien por bien y mal por mal: ley del talión, habitual en la sociedad,
donde se desenvuelve la justicia civil, que pone límites.
c Devolver bien por mal: amor absoluto contrapuesto a lo demás. Es la
respuesta de Jesús, que procura eliminar el mal. Jesús nos pide un cambio
radical: la misericordia del Creador que perdona, debe convertirse en nuestra
misericordia, perdonando a los demás.
Podría parecer que las palabras del Evangelio están al margen de la
realidad terrena y ligadas a utopías paradisíacas. Sin embargo, seamos
realistas: en las otras dos opciones: la violencia engendra violencia, no
consiguiendo los objetivos esperados, por lo que en el mundo hay demasiada
injusticia y violencia. Por tanto, para disminuir el mal y aumentar el bien es
necesario un plus de bondad y amor por nuestra parte. Así pues, lo que parecía
utopía se convierte en solución del problema.
Por otro lado, amar al enemigo no es rendirse a sus exigencias, sino
responder a mal con bien, manteniendo nuestra identidad, valores, fe,
humanismo, objetivos … sin retirarnos, dejar campo libre o cerrar puertas,
porque también el enemigo podría esperar la vuelta a la serenidad y
normalidad. Analicemos el ejemplo de Jesús: fuse insultado, perseguido, y
crucificado, sin optar jamás por reacciones violentas, sabiendo que podría
haber destrozado a sus enemigos con solo quererlo. En el proceso puede
ayudarnos considerar a los enemigos como niños sin maldad, que han jugado,
reído … ayudando a otros a ser felices; asimismo, nos facilita el camino orar
por nuestros enemigos, como nos manda también el Señor.
¡Jesús nos pide olvidar el mal y amar a los enemigos!, Pag 85-88.

24
20 Síntesis

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra
como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras
deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos
dejes caer en tentación, mas líbranos del mal, Mt 6, 9-13.
Las palabras de los libros humanos se comprenden, se sopesan. La
Palabra de Dios nos sopesa a nosotros, nos modifica, requiere obediencia.
Entre la Palabra de Dios y nuestra voluntad ha de establecerse un pacto de
vida, Madeleine Delbrêl.

No hay mejor oración que el Padrenuestro, síntesis perfecta de cuanto


predicó Jesús; cada vez que volvamos a él, descubriremos nuevas
perspectivas, luz y caminos. El Padrenuestro es oración inacabada, en
continuo proceso; sugiere qué sentir, pensar y hacer; define la oración del
corazón; nos sugiere cambiar prioridades. Meditando, observamos:
1 Marco:
1.1 Padre nuestro. Dios es nuestro Padre, Abbà, como un niño llama a su
padre; clima de infinita dulzura y ternura; Dios es de todos; todos somos
hermanos, hijos de Dios y orgullosos de nuestra paternidad …
1.2 Que estás en los cielos. Asumimos la inmensidad de Dios y su
omnipotencia; Dios nos posee; nadie le posee; es infinito; nunca acabaremos
de conocerle; en cambio, Dios conoce a todos y penetra los abismos …
2 Peticiones y compromisos. Dios nos invita a dar y pedir ayuda.
2.1 Santificado sea tu nombre. Santificar su nombre nos sugiere
reconocimiento, agradecimiento, adoración, amor y testimonio; que Dios es
admirable y merece ser alabado; vida de comunión y hacernos como Él;
santificar su presencia en los demás …
2.2 Venga tu Reino. Nos sugiere fidelidad a Dios; nuestra transformación; que
toda persona entre en posesión de Dios; vivir el amor de Dios …
2.3 Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Prioridad de Dios;
anteponer su voluntad a la nuestra; profunda humildad; Jesús nos precede …
2.4 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy. Pan material, espiritual, fe, confianza ...
2.5 Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores. Perdonar como Dios nos perdona; ejercer la misericordia …
2.6 Y no nos dejes caer en tentación. La vida es lucha continua y prueba
constante; la fe deviene más fuerte que cualquier otra realidad en la vida …
2. 7 Mas líbranos del mal. Debilidad y mal siempre nos acechan; plena
confianza en Dios; no seremos tentados sobre nuestras fuerzas … , Pag 89-92.

25
Conclusión

Los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había
indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó
a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id,
pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo
os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo, Mt 28, 16-20.
La conciencia es la percepción interior de la ley moral de Dios, Oswald
Chambers.

He escrito este libro como uno de vosotros, haciendo el camino hacia la


meta. La plaza virtual me permite ofreceros mis reflexiones. Soy un creyente
más, que busca explicarse a sí mismo y a los demás la manera de realizarse
cada día como cristianos, pretendiendo que cada capítulo sea un atajo a Dios.
La verdad de la vida se me antoja como molécula de la felicidad eterna.
Si acogiéramos a Jesús en nuestra conciencia, nuestra existencia
cambiaría; su presencia nos liberaría, porque ha venido para liberarnos y
salvarnos. Sin embargo, por una parte, el proceso es difícil en nuestros días
por diversas circunstancias: intereses personales, económicos y de todo tipo,
humanismos desorientados, rechazos, egoísmos … ¡Los impulsos horizontales
acaparan el interés! Por otra, Jesús sugiere e invita, pero no fuerza … espera
a nuestra decisión y que le facilitemos el acceso a nuestra conciencia. Por otro
lado, para escuchar a Dios basta comenzar e insistir.
Jesús es el sicólogo, que nos acoge y cura con su Palabra, cimentando
nuestra fe; entra en nuestra apatía, ansiedad, miedo, dolor … para sacarnos de
ellos; nos lleva a alegría, gozo, euforia, dando a nuestros sentimientos la
dimensión correcta; y finalmente, nos abre el camino a la felicidad eterna: Yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Es su promesa, Pag
93-96.

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