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del er humano
CCRD-CUBA
RNPS 0274
PREÁMBULO / 17
La ética / 18
La bioética / 18
La estética / 19
LA AUTOESTIMA Y LA ASERTIVIDAD / 33
Las potencialidades humanas / 33
La autoestima / 34
Formas en que la autoestima se manifiesta exteriormente / 36
La falsa autoestima o pseudoautoestima / 36
Factores que pueden contribuir a aumentar la autoestima / 37
La asertividad o comunicación con los demás / 37
Reuniendo las cosas / 40
LA DESNUDEZ / 43
“CONÓCETE A TI MISMO” / 49
Erotismo individual / 51
IX
Juguetes sexuales / 53
ESPIRITUALIDAD Y MORAL EN LA SEXUALIDAD / 55
Espiritualidad / 55
Moral / 56
TABÚES Y FALSEDADES / 59
ADORNOS CORPORALES / 77
LA MASCULINIDAD / 85
Definamos conceptos / 86
Formación y desarrollo de la masculinidad / 89
La salud de los varones / 91
La familia / 91
La sociedad / 92
Masculinidad y falo / 94
El falo / 94
Diferencias entre el hombre y la mujer / 94
Homosexualidad y masculinidad / 95
La andropausia / 96
Definición / 96
Causas / 96
Causas anatomofisiológicas / 97
Causas psicosociales / 97
El factor cultural / 97
Síntomas y consecuencias / 98
Medidas preventivas / 100
La andropausia, una mirada esperanzadora / 101
La masculinidad de Jesucristo / 102
X
La prostitución / 126
¿Cómo se cae en las redes de la prostitución? / 127
Otros problemas que acompañan a la prostitución / 127
¿Trabajadores y trabajadoras sexuales? / 128
La explotación sexual y comercial infantil / 130
Aportadores de soluciones / 133
XI
El ciclo de la vida / 169
Lo que no se puede, no se puede / 169
Un proyecto de vida / 170
Valórense a sí mismos / 170
La falta de creatividad sexual / 170
Las enfermedades, los accidentes y las discapacidades / 171
El buen humor en la pareja / 172
Lo espiritual / 172
La religión y la pareja / 173
Otras consideraciones / 174
ANEXOS / 193
I. ¿Hay que regular la prostitución? / 194
Algo no cuadra / 196
II. Citas de la Biblia / 199
III. Citas de varios autores / 201
IV. ¿Qué es ser soltero o célibe? / 205
V. Sobre la prostitución y la pornografía / 206
BIBLIOGRAFÍA / 207
XII
PRÓLOGO
XIII
blico, de los institutos socializadores de la personalidad y
su contribución a la calidad de vida de las personas.
• La crítica a la violencia en todas sus manifestaciones, a la
prepotencia y la autosuficiencia como elementos presen-
tes o contenidos en determinadas sexualidades.
• El análisis de la triada autoestima, asertividad, sexualidad.
Su valoración como conocimientos y habilidades en fun-
ción de la plenitud humana.
• La necesidad de rescatar la naturalidad de los seres huma-
nos (a través del ejemplo de la desnudez) desde una posi-
ción de respeto a la diferencia con sentido ético y estético.
• La relación erotismo-egoísmo y su expresión en el vínculo
sensualidad-sexualidad.
• La nociva influencia de los tabúes y otras falsedades vin-
culadas con la sexualidad y su impronta en los estados de
coherencia e incoherencia de los seres humanos.
• La valoración acerca del concepto género. Las diferencias
entre hombres y mujeres. Lo natural y culturalmente
construído al respecto.
• La masculinidad hegemónica y otras variantes de mascu-
linidad según la orientación sexual. La homosexualidad:
causas, tratamiento social y efectos en la salud humana.
• El análisis de la relación comercio, publicidad, sexualidad.
Sus causas y consecuencias. La prostitución asociada a
las enfermedades, el desamor y la falta de comunicación a
nivel de parejas.
• La violencia. Su expresión en la sexualidad de mujeres, hom-
bres, homosexuales, travestis, transexuales, transgéneros,
prostitutas y prostitutos. Ámbitos más frecuentes de la violen-
cia sexual y sus efectos.
• Asuntos relativos a la cotidianidad de las relaciones de pa-
rejas. Lo personal, lo íntimo, la importancia de los proyec-
tos de vida, del humor y la espiritualidad.
• El envejecimiento como proceso. Sus manifestaciones en
hombres y mujeres. La sexualidad en la vejez, entre otros.
El autor, con un lenguaje claro, sencillo y dialógico logra
el propósito de motivar a los lectores a desentrañar el conte-
nido enajenante de esas asignaciones culturales, que consti-
tuyen toda una carga que pesa sobre nuestras vidas. Ello es
también resultado de los sistemáticos vínculos de retroali-
mentación que el creador de esta noble propuesta ha sosteni-
do durante años con la ciudadanía, facilitando espacios de
reflexión dedicados a la temática de la sexualidad humana,
XIV
que seguramente han servido de base a la elaboración de pro-
yectos de vida personales y colectivos, a través de los cuales
muchas personas se han emancipado y dignificado.
Por ello me alegra y satisface que este libro sea también
un puñado de presencias (implícitas) que fijan a la institu-
ción que el Rev. Raimundo García Franco dirige, el Centro
Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba, cuya sede está en Cár-
denas, en la memoria colectiva de su pueblo.
Amigo(a) lector(a):
La sexualidad en el misterio del ser humano cuenta
con 214 páginas cuya lectura resultará fácil y amena. Se
trata de un abordaje amplio e integral de la sexualidad como
hecho social, con importantes citas y referencias, un equili-
brado testimonio gráfico y actualizada y diversa bibliografía
que, posiblemente, lo (a) atrapará a usted entre sus versículos,
canciones, poemas, profundas reflexiones y sobre todo
orientadoras interrogantes. Para mí ha sido un placer leerlo.
Ojalá usted sienta lo mismo.
XV
PREÁMBULO
19
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
La ética
Es la “ciencia encargada del estudio de la moral [...] significa no
sólo lo que somos, sino también lo que querríamos ser; no genera
moral, sino que trata sobre ella. Está presente en todas las ramas
del saber: la biología, la psicología, la economía, la política, el dere-
cho, la educación, la sociología, el arte, etc. [...] Todas ellas necesi-
tan ser justificadas por la ética” (Díaz Canals, 23).
La bioética
Según Jaime Escobar Triana “La bioética como ética por la vida es
abarcadora de todas las éticas” (Acosta y otros, 129) .
La bioética es el diálogo moral, con las ciencias humanas, a
favor de la dignidad, la salud integral de las personas y de la vida en
general.
Esto trae como primera consecuencia para la ética, el estar al tanto de
los avances científicos. Pero sobre todo lleva a la reflexión moral a
preguntarse: ¿qué es lo que se debe hacer para ser más humano? Este
es, quizá, el primer criterio ético a tenerse en cuenta. Se trata del
sentido de humanización y crecimiento de la persona, de ver si tal
comportamiento o intervención humaniza o deshumaniza; si ayuda a
[…] realizarse como persona (Alburquerque, 18-19).
Entre los años 460-377 a. C. vivió Hipócrates, médico considerado el
padre de la medicina al que se le atribuye el siguiente juramento:
Y ME SERVIRÉ, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que
tienda al beneficio de los enfermos, pero me abstendré de cuanto
lleve consigo perjuicio o afán de dañar.
Y NO DARÉ ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni
sugeriré un tal uso, y del mismo modo, tampoco a ninguna mujer
daré pesario abortivo, sino que, a lo largo de mi vida, ejerceré mi
arte pura y santamente.
Y NO CASTRARÉ ni siquiera (por tallar) a los calculosos, antes bien,
dejaré esta actividad a los artesanos de ella.
Y cada vez que entre en una casa, no lo haré sino para bien de los
enfermos, absteniéndome de mala acción o corrupción voluntaria,
pero especialmente de trato erótico con cuerpos femeninos o mas-
culinos, libres o serviles.
20
La sexualidad en el misterio del ser humano
La estética
La estética estudia el arte y la belleza. El arte es un tipo de comu-
nicación por medio del cual la verdad es expresada a partir de la
interpretación espiritual de quien lo crea. La belleza, aunque con-
dicionada en buena medida por la cultura, es la expresión de verda-
des espirituales que denotan la esencia más profunda de los seres y
las cosas.
Es por ello que ahora existen cuestionamientos que no pue-
den ser respondidos a la ligera y algunos de estos son:
¿Qué representa para un ser humano una “regulación menstrual”,
o sea, el aborto usado como anticonceptivo? La criatura que
está en el seno materno no es un renacuajo sino que lo que
estamos eliminando es un futuro hombre o mujer con todas
las posibilidades y potencialidades posibles. Madres, padres,
jóvenes, médicos y enfermeras no pueden obviar esto.
¿Qué representa un aborto? ¿Quién debe decidir y cuáles son
los factores a tomar en cuentan en dicha decisión? ¿Cómo
actuarían las mujeres embarazadas por un violador o aque-
llas para las cuales el mantener el embarazo es un riesgo
para su vida o…?
¿Qué significa una relación sexual sin la suficiente madurez físi-
ca o psíquica por parte de los adolescentes?
¿Cuánto puede dañar física, psíquica y espiritualmente la rela-
ción sexual sin amor y con muchas parejas?
¿Puede vivirse saludablemente sin tener pareja?
¿Cuánta violencia sexual se está ejerciendo contra los niños y
las mujeres aun dentro de la propia familia?
¿A qué tipo de frustración se ven sometidos los varones por una
cultura que en apariencia les da la ventaja?
21
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
22
La sexualidad en el misterio del ser humano
SEMBRANDO
CASTILLOS EN EL AIRE
23
Mas extendió las alas hasta el cielo
y poco a poco fue ganando altura
y los demás quedaron en el suelo
guardando la cordura.
Y construyó castillos en el aire
a pleno sol con nubes de algodón
en un lugar adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.
Y construyó ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color
y convocó al duende de las rosas
que tiene mucho que ver con el amor.
Y en los demás al verlo tan dichoso
cundió la alarma, se dictaron normas
no vaya a ser que fuera contagioso
el atardecer feliz de aquella forma.
La conclusión es clara y contundente:
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente
vestido de cordura.
Por construir castillos en el aire
a pleno sol con nubes de algodón
en un lugar a donde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.
Por construir ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color,
y convocar al duende de las rosas
que tiene mucho que ver con el amor.
Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, por el aire libre
quiso volar igual que las gaviotas
pero eso es imposible...
¿O no?
ALBERTO CORTÉS (canción)
EL AUTOR
24
TENEMOS LA SENSACIÓN VIVA Y, AL MISMO TIEMPO, OSCURA, DE QUE
LA SEXUALIDAD PARTICIPA EN UNA RED DE PODERES CUYAS ARMONÍAS
CÓSMICAS SE OLVIDAN, PERO NO SE ANIQUILAN; DE QUE LA VIDA ES
MUCHO MÁS QUE LA VIDA –ES DECIR, MUCHO MÁS QUE LA LUCHA
CONTRA LA MUERTE O QUE DEJAR PASAR EL TIEMPO CUANDO HAY QUE
PAGAR LA DEUDA; QUE LA VIDA ES ÚNICA, UNIVERSAL, TODO EN TODOS,
Y QUE EL GOZO SEXUAL NOS HACE PARTICIPAR EN ESTE MISTERIO; QUE
EL SER HUMANO NO SE HACE UNA PERSONA ÉTICA Y JURÍDICAMENTE
HASTA QUE NO SE SUMERGE DE NUEVO EN EL RÍO DE LA VIDA–; ESTA
ES LA VERDAD DEL ROMANTICISMO Y TAMBIÉN LA VERDAD DE LA
SEXUALIDAD.
PAUL RICOEUR
LA SEXUALIDAD EN EL MISTERIO
DEL SER HUMANO
Vamos avanzando por la senda que descubre los secretos
del universo y sin embargo hemos perdido el camino
hacia nosotros mismos.
R. G. F.
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La sexualidad en el misterio del ser humano
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La sexualidad en el misterio del ser humano
La sexualidad
Todo el sistema cósmico ha sido edificado sobre la unión y que los
seres vivos se aproximan, se unen y se reproducen con el fin de
prolongar no solo la existencia de la especie sino para proteger todo
lo que a través de ellos se ha ido ganando en unidad, conciencia y
espiritualidad en el universo, y que al llegar al ser humano tiene
lugar una síntesis necesaria entre los principios masculino y feme-
nino de la edificación de la personalidad, en una interacción que
sugiere la búsqueda de la totalidad por nuestro ser incompleto.
La multiplicación humana cubre toda la tierra y su desarrollo
multifacético da lugar a que la reproducción deje de ser el factor
principal de la relación masculino-femenina, sin dejar de ser im-
portante. En su maduración la humanidad sobrepasa las fronte-
31
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
32
La sexualidad en el misterio del ser humano
33
alegría, paz, paciencia, generosidad, compasión, fe, humildad,
autocontrol (cf. Gálatas 5: 22 y 23), y no podría terminar sin men-
cionar la ternura.
Contraria a esta actitud es la violencia en todas sus manifesta-
ciones, como la prepotencia y la autosuficiencia, de las cuales la
sexualidad humana está sembrada de una punta hasta la otra. Ellas
dan otro tipo de frutos, tales como la desigualdad de derechos en-
tre los sexos y la violación en todas sus formas (dentro y fuera de la
familia, en individuos y grupos).
La plenitud humana se obtiene siendo y no teniendo. Se es en
la bondad de nuestra existencia mostrada en frutos, que cuando
crecen, rompen el egoísmo humano para luego alimentar la digni-
dad y la alegría.
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LA AUTOESTIMA Y LA ASERTIVIDAD
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La sexualidad en el misterio del ser humano
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La sexualidad en el misterio del ser humano
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Campo de naturistas o nudistas.
LA DESNUDEZ
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luz; pero si son malos, tu cuerpo estará en la oscuridad. Ten cuidado
de que la luz que hay en ti no resulte oscuridad. Pues si todo tu cuerpo
tiene luz y no hay en el ninguna oscuridad, lo verás todo claramente,
como cuando una lámpara alumbra con su luz (Lucas 11: 33-36).
La vida vale más que la comida y el cuerpo más que la ropa (12: 23).
Se dice: -–Yo soy libre de hacer lo que quiera–. Es cierto, pero no todo
conviene. Sí, yo soy libre de hacer lo que quiera, pero no debo dejar
que nada me domine […] el cuerpo no es para la prostitución, sino
para el Señor, y el Señor es para el cuerpo (I Corintios 6: 12-13).
[…].
¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que
Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? (6: 19).
El primer versículo tiene una importancia indiscutible por consti-
tuir el centro de lo que es el mandamiento de la Santa Cena o
Eucaristía. Aquí no cabe duda de que Jesús no tuvo reparo alguno
en referirse a su cuerpo humano –igual al nuestro– como algo digno.
En el segundo pasaje se habla específicamente de los senti-
mientos y emociones desde los cuales apreciamos la realidad que
nos rodea, nuestros ojos en cierta forma filtran esa realidad y a
partir de cómo la vemos entonces reaccionamos, ya sea con envi-
dia, malicia, amor, compasión, respeto, etcétera. Si nosotros perci-
bimos las cosas apreciándolas correctamente entonces nuestro
cuerpo –en este caso la persona– no estará a oscuras sino que verá
las cosas bien iluminadas y tales como son. El hecho de que en esta
metáfora se utilice la palabra cuerpo, destaca que el cuerpo en sí
no es malo sino que depende de en función de qué actuemos.
La tercera referencia no hace más que confirmar el valor del
cuerpo, pues en cierta forma lo equipara con la vida.
El cuarto segmento bíblico confirma que nuestro cuerpo y lo
que hagamos con él tiene un profundo significado espiritual que
tiene que ver con nuestra relación con Dios.
El quinto elemento destaca, ni más ni menos, que el cuerpo
ha de ser el templo del Espíritu Santo antes de la muerte, y des-
pués de ella tendremos un nuevo cuerpo, pero ya en la plenitud
del Reino de Dios.
Todo lo expresado en este capítulo sobre el cuerpo confirma,
como he explicado antes, que la persona es una unidad de que se
puede hablar indistintamente como cuerpo o como espíritu y nin-
guno de los dos términos cede en dignidad ante el otro.
50
“CONÓCETE A TI MISMO”*
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REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
52
La sexualidad en el misterio del ser humano
sotros y aun con Dios, esto es eros. Ágape preside pero eros es el
poderoso vínculo perfecto.
En la progresión de la revelación divina los profetas dieron a
conocer la esencia de la relación entre Dios y su pueblo, usando
para ello el criterio de lo que resultaba ser el nexo más perfecto
conocido: ¡la relación matrimonial!, la relación esposo-esposa con
todas sus contradicciones y defectos, pero en la cual, por sobre
todo, podía y puede constituirse el ámbito donde se manifiestan
el cariño inmensurable y el deleite del placer de los enamora-
dos –eros otra vez–. Esto llegó a ser tan importante y evidente que
la palabra verith pasó a usarse tanto para describir la alianza o
pacto entre Dios y los seres humanos como también la alianza
o pacto matrimonial.
A través de Eros, la religión muestra su aspecto secreto, el más verda-
dero. Y se afirma como proyecto de vida (eros) para triunfar sobre la
muerte (thanatos). Esta dimensión profunda es la que hace del amor
un verdadero misterio religioso (Hortelano, 416).
Ni la sensualidad ni la sexualidad (eros) son contrarios a la fe y a la
espiritualidad, sino un ámbito propicio para su realización, a menos
que el hedonismo (hacer del placer un fin en sí mismo y llegar a él
por cualquier medio) y la pérdida de referencia a ágape, lo haga
dañino como cualquier otra potencialidad humana cuando es mal
usada.
Erotismo individual
Una de las más antiguas y erróneas interpretaciones acerca de eros
es el mal llamado autoerotismo, pésimamente concebido y expre-
sado en la palabra masturbación y luego en mejoradas, pero nunca
bien aplicadas versiones como son los vocablos: autoplacer,
autoalivio, autocomplacencia y otras.
En primer lugar debemos aclarar una vez más que no existe en
la Biblia señalamiento alguno acerca de que el erotismo individual
sea pecado; donde únicamente se le menciona es al mismo nivel
que una relación sexual normal de pareja, pues a ambas se les cali-
fica como impurezas porque de acuerdo con las concepciones anti-
guas y primitivas, las manifestaciones sexuales eran fuerzas
misteriosas y hasta peligrosas. Esto las convertía en un tabú, des-
ajustadas si recordamos el hecho de que Dios había señalado su
creación como buena y que por otra parte los profetas se pronun-
ciaron con mucha energía contra ese formalismo externo, en que
cayó el judaísmo mientras se descuidaba la pureza interna y moral
(cf. Oseas 6: 6; Amos 4: 4; 5: 21-25; Isaías 1: 10-17; Miqueas 6: 6-8;
Jeremías 7: 21-23). A lo mismo se refiere Jesucristo en Mateo
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REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
(23: 25-27) y Marcos (7: 1-13). Con ello trazaba Jesús el límite en-
tre lo moral y lo ritual, liberando a la religión de todo lo externo y
de falsa ceremonia que oprimía y estrechaba el judaísmo. Las leyes
sobre la pureza son los “elementos flacos y míseros (Gálatas 4: 9) a
los que estaba sometido el judaísmo (Gálatas 4: 3) y de los que nos
liberó Cristo (Gálatas 5: 1). En la economía de salud instituida por
Cristo, nada es de suyo, impuro (cf. Romanos 14: 14, Hechos 10: 15
y 11: 9 y Tito 1: 15)” (Haag y otros, 1612). Tampoco a este erotismo
personal se le menciona entre las prohibiciones de carácter sexual
en Levítico (18: 1-23).
Al examinar este asunto se evidencia que se relaciona con el
egoísmo, o mejor dicho, con un amor egoísta que distorsiona o
impide la verdadera sensualidad y sexualidad, que supuestamente
debe reservarse para la relación con la pareja, incluso cuando se
realice dentro de estas mismas relaciones.
El conocimiento individual de eros se inicia dentro del vientre
de nuestra madre, pues se sabe que el feto comienza en alguna
medida a autoconocerse y a percibir realidades exteriores desde
allí. Después del nacimiento, el niño o la niña, en el ejercicio cre-
ciente de sus sentidos, va tomando conocimiento de su entorno y
de su propio cuerpo incluyendo, por supuesto, la exploración del
placer en sí mismo. Está demostrado también que realmente el
erotismo individual no cesa a lo largo de toda la vida a no ser por las
características propias de cada persona, prejuicios religiosos y mo-
rales infundados o la falta de deseo sexual por cualquier motivo.
Investigaciones recientes muestran que el placer erótico provoca-
do por la misma persona se da en un porcentaje mayor en las pare-
jas que se aman y tienen una buena relación sexual.
De tal modo, el erotismo individual ejercido a solas o junto
con la pareja no constituye normalmente un sustituto de la rela-
ción sexual sino un complemento y en la ausencia de pareja es
una realización adecuada de la sexualidad, que encauza el deseo y
la tensión sexual. Esto no constituye adición o perversión alguna;
solo las personas aquejadas de ciertos problemas psíquicos –entre
ellos alguna neurosis– pierden el control.
Las enseñanzas inadecuadas y la ignorancia provocan que mu-
chas parejas nunca descubran, dentro de la intimidad y la fidelidad,
los placeres que el otro o la otra tienen en sí mismos y que pueden
aportar en el desinhibido ámbito que es el sagrado recinto del ma-
trimonio. También el erotismo individual evita infidelidades cuan-
do los miembros de las parejas deben separarse temporalmente
por razones ajenas a su voluntad, cuando alguno de los dos está
aquejado por algún padecimiento o cuando por alguna razón el
deseo sexual es disparejo.
54
La sexualidad en el misterio del ser humano
En cuanto a las personas que optan por ser célibes, o sea por
no tener pareja, se debe admitir que la fuerza de eros no es igual
en todas y que también Dios otorga a algunas el don o la caracterís-
tica de tener un eros más tranquilo; por lo que cada una, conocién-
dose a sí misma, sabrá sus posibilidades. Estas posibilidades deben
ser respetadas en personas religiosas y no religiosas.
Por último debo mencionar que los terapeutas sexuales hacen
uso del erotismo individual en muchos casos con gran éxito.
Juguetes sexuales
Sobre los juguetes sexuales como ayuda o complemento en la ex-
perimentación del placer, sabemos que su uso se remonta a una
lejana antigüedad y que los primeros que se usaron fueron produc-
tos de la naturaleza que rodeaba a las personas y luego también
fruto de la inventiva y técnicas humanas. No hay que relacionarlos
siempre con la degradación y el vicio, solo han sido y son ayudas
sexuales; su relación con la moralidad y la inmoralidad depende del
contexto de su uso. En la actualidad lo peor que tienen en su con-
tra es el haber sido sometidos al dominio de un mercado, cuya ley
siempre es la ambición de ganancias superiores, sin considerar la
mayoría de las veces razones éticas porque –en cierta medida– la
imagen de estos juguetes ha sido secuestrada por quienes promue-
ven el lado oscuro de la sexualidad, planteándola como desenfreno
y corrupción.
“Los frutos y las buenas cosas dependen del buen árbol y del
buen corazón de las personas” (cf. Mateo 12: 33 y 35) ¿Qué tiene
de dañino el hecho de que una persona o una pareja usen algún
tipo de juguetes sexuales para enriquecer su vida erótica? No me
refiero a las excentricidades y a las exageraciones que el mercado
ofrece como alimento a las desviaciones sexuales, sino a aquellas
cosas que no dañan al cuerpo, ni a la mente ni al espíritu porque
amplían horizontes, aumentan ciertas posibilidades dentro del
ámbito íntimo y guardan el pudor al mismo tiempo que, en el caso
de los matrimonios, contribuyen a vencer la rutina.
Los juguetes usados más comúnmente son los llamados
vibradores y los dildos, construidos en diferentes formas, materia-
les, colores y tamaños. Los primeros, como su nombre lo indica,
llevan un pequeño mecanismo en su interior, que activado por elec-
tricidad o baterías, produce una vibración placentera que puede
ser controlada a voluntad de quien los use en diferentes partes del
cuerpo. A diferencia de los vibradores, los dildos no vibran sino que
dependen del movimiento y la posición que la persona decida usar.
El uso de estos artículos, y de otros tipos de juguetes sexua-
les, se ha ido extendiendo y son bastante bien conocidos por los
55
jóvenes y las personas adultas de todas las edades. En muchos paí-
ses se venden en las tiendas de artículos sexuales, situadas en áreas
comerciales muy concurridas y a las cuales puede tener acceso cual-
quier persona mayor de dieciocho años. En otros países esas tien-
das son conocidas, pero están en lugares menos públicos y su fachada
es más disimulada y en algunos casos prejuiciadamente ridícula,
pues están pintados de colores oscuros, sobre todo en color negro,
como señalando algo prohibido y dañino. Las ventas de estos artí-
culos también han alcanzado un gran auge por internet.
Hay países, cada vez menos, en los que dichas tiendas no exis-
ten. Allí las personas usan toda una serie de vías para adquirir los
juguetes sexuales y muchas otras siguen usando los antiguos recur-
sos: frutos y objetos escogidos por su forma o funcionalidad. En estos
países son prejuicios culturales y religiosos los que mayormente im-
piden su adquisición de manera natural; se ataca por algunos secto-
res el uso de estos juguetes, mientras que por otra parte la corrupción,
la explotación del ser humano, en particular la prostitución, son cosa
corriente, pero ¿ilegal?
Es bueno saber también que algunas mujeres, con motivo de
infecciones vaginales y que han requerido de tratamiento quirúrgi-
co y radioactivo, deben –como parte de su terapia rehabilitadora–
usar alguno de estos objetos.
Cada persona debe decidir responsablemente acerca del uso o
no uso de los juguetes sexuales, dependiendo de sus criterios, prin-
cipios y gustos, aunque existen recomendaciones específicas sobre
el uso de los juguetes sexuales que cada persona debería de conocer.
Uno de los problemas más serios que apreciamos es la poca o nin-
guna preparación de grandes sectores de la Iglesia para enfrentar ade-
cuadamente estos retos, originando muchas veces condenaciones
innecesarias y que muchos creyentes hagan caso omiso a recomenda-
ciones morales de la Iglesia sobre estos asuntos, actuando con criterio
propio, lo cual es bueno; no obstante debería haber un acuerdo cons-
tructivo entre fe y conducta en estos asuntos.
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ESPIRITUALIDAD Y MORAL
EN LA SEXUALIDAD
Espiritualidad
EL ESPÍRITU es la mismidad, lo más personal, esencial, genuino e ínti-
mo de mí mismo, mi yo, es la concreción de lo que he llegado a ser
como persona, por lo tanto, no existe nada más valioso en mi ser que
mi espíritu.
Mi espíritu se ha formado a partir de que Dios me dio un tú o
personalidad única, la conciencia de mí mismo y la posibilidad de
conocer hasta el horizonte e ir más allá de él. Yo me hago a mí mismo
enriqueciéndome o empobreciéndome. Mi espíritu es mi obra de
arte exclusiva, que logro en interacción con el Espíritu Santo, con
la variedad de mis semejantes, con el cosmos o naturaleza y conmi-
go mismo. Mi espíritu es lo que me relaciona con lo más valioso y
sagrado.
Mi espíritu es mi persona, mi cuerpo, es la energía innombrable
que ha adquirido forma y conciencia como ser humano, hasta que
mi vida se centre en el punto de la muerte y el fallecimiento no
será el final sino mi transformación más radical, para la cual, cons-
ciente o inconscientemente, habré estado preparándome para
entregar a Dios todo lo que fui. En ese instante Él recibirá y solo Él
comprenderá el amor que en la complejidad de mi existencia, me
tuve a mí mismo y a todos, luego podré conocer y experimentar la
plenitud del misterio en el Reino de Dios, por obra y gracia de nues-
tro Señor Jesucristo. Entonces y solo entonces estaré diciendo:
“¡En tus manos encomiendo mi espíritu!” (Lucas 23: 46), y habré
llegado a la meta y se habrá consumado la fe y estaré al amparo de
la misericordia divina.
Toda persona y toda comunidad o pueblo tienen su propia espi-
ritualidad y la misma expresará lo que se es y para lo que se esfuerza
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REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
Moral
Es la conducta o forma de proceder de individuos y grupos, de acuer-
do a los valores culturales que tengan, los que pueden ser diversos,
aun dentro de una misma nación, e influirán en nuestros pensa-
mientos, palabras, gestos y hechos.
En nuestra moral inciden nuestros genes, la cultura en la cual
nos hemos formado, lo que hayamos estudiado, la fe que tengamos y
las decisiones que tomemos. Es nuestra síntesis personal y espiritual
expresada en nuestra conducta, aunque la misma no siempre mani-
fiesta lo que somos ya que podemos enmascararlo. Solo Dios sabe quién
es quién y también Él puede cambiar el curso de nuestras vidas.
Es condición indispensable un determinado grado de libertad
para poder asumir nuestra responsabilidad moral y podemos asu-
mir este cometido aun bajo el riesgo del sufrimiento y de la muer-
te. La no responsabilidad moral puede ser producto de la incapacidad
mental o psíquica, en dependencia de que la persona pueda distin-
guir entre un acto bueno y uno malo, o voluntario, que depende
de que la persona pueda o no decidir por sí misma de acuerdo a la
situación o contexto en que se encuentra.
Afirmar que existe una doble moral sería un eufemismo para
ocultar un comportamiento hipócrita.
Dentro del ámbito religioso se habla muchas veces de la incli-
nación al mal o al pecado lo cual constituye una tentación o posi-
bilidad ante la cual tenemos que decidir. No tenemos una
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de amor y respeto. Por eso es que el apóstol tradujo del hebreo
el verbo yadá al griego ginostein que significa: el conocimiento
más intimo que pueden llegar a tener dos personas, la relación
sexual bien comprendida. A ese conocimiento se refieren Gé-
nesis (4: 1) y otros pasajes de la Biblia. Esto explica por un lado
por qué la sexualidad es usada en la Biblia para referirse a las
relaciones entre Dios y los seres humanos, lo cual ilumina la
espiritualidad cristiana, y por otro lado muestra a la sexualidad
entendida como mero ejercicio del placer y sin la profundidad
amorosa necesaria. Conocemos verdaderamente el amor en
el placer, el sufrimiento, en las diferencias, cuando valoramos el
cuerpo, rehacemos o reproducimos nuestra vida y cuando apre-
ciamos la inmortalidad.
Tanto la espiritualidad como la moral de los cristianos se basan en
el seguimiento a Jesucristo, quien siendo humano fue semejante
a nosotros en todo menos en el pecado (cf. Hebreos 4: 14-15), y por
lo tanto experimentó las dudas, la soledad, la impotencia, el miedo,
la ira, el deber, la sexualidad y aun la muerte en sus pensamientos,
sentimientos, palabras, acciones y relaciones, desde la fe y un amor
inclusivo, que profundizaba en lo verdadero y lo justo de las perso-
nas en sus múltiples y complejas relaciones.
Jesús apreció los corazones sinceros y arrepentidos (cf.Lucas
15: 11-32), aconsejó no juzgar a los demás (cf. Mateo 7: 1-5), ni
odiar (cf. I Juan 3: 14-19) y se apartó de los hipócritas que no ama-
ban a Dios (cf. Mateo 10: 17-31). Él prefirió a los pobres y margina-
dos (cf. Marcos 2: 15-16; Lucas 7: 36-50) porque eran como ovejas
sin pastor (cf. Ezequiel 34: 1-12; Juan 10: 11-16).
Consideremos las siguientes preguntas:
¿Cómo se vive la espiritualidad?
¿Es la moral solo un freno o un molde caprichoso?
¿Qué tienen que ver con la espiritualidad y la moral las ciencias y las
técnicas, el arte, la religión, el deporte, las artes, etcétera?
¿Cómo exteriorizamos el amor a los demás y en general a todo lo
creado: a lo bello, verdadero y justo, y por tanto digno en un
ambiente comercializado e injusto?
¿Pueden ser la sexualidad y, en particular, lo erótico parte de la
espiritualidad de las personas?
¿Pueden haber espiritualidad y verdadero placer erótico en la pare-
ja sin igualdad de género?
¿Puede una persona heterosexual, célibe (soltero o soltera), ho-
mosexual (gay o lesbiana) vivir con dignidad?
¿Puede la moral contribuir a guiar nuestra vida en un desarrollo
multifacético y ascendente de amor personalizado y
personalizante?
¿Puede ser genuina la sexualidad despojada de amor, de espiritua-
lidad, intimidad y ternura?
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TABÚES Y FALSEDADES
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Estoy seguro de que muchas personas que hayan leído este capítulo
podrán añadir otros tabúes y falsedades que conozcan. Lo importante
será que usted reflexione con calma sobre estas cosas y si tiene alguna
duda o algún problema –relacionado con lo expresado– acuda a quien
pueda estar verdaderamente capacitado para orientarlo. No sufra por
ignorancia o por miedo.
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ADORNOS CORPORALES
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b) Si va a usar cuchillas u hojas de afeitar, estas deben ser nuevas.
c) Depilar por la tarde, de manera que pueda permanecer en
casa con la comodidad de no usar ropa interior después de la
depilación.
d) Si es posible tomar un baño caliente antes de depilarse, para
que el vello se suavice.
e) Depilar en dirección al crecimiento del pelo.
f) Después de depilarse, untar crema de bebé para evitar la irri-
tación de la piel.
g)Usar un buen espejo y buena luz.
h)No usar ropa muy apretada al principio.
i) Algunas personas usan la crema neosporin. Siempre y cuando
no le esté contraindicada, su uso pude evitarle irritaciones y
pequeñas infecciones.
j) En caso de que al empezar a crecer los vellos, alguno se le
encarna en la piel, no lo apriete o rasque con dureza, sino que
debe apartar la pequeña capa de piel que cubre al vello con
delicadeza.
Como conclusión podemos decir que el uso de los tatuajes, los
piercing o la depilación no tiene por qué ser motivo de condena o
exclusión; pero sí cada cual debe considerar cuidadosamente la
decisión que toma, pues pudiera traer consecuencias para su vida
personal o social, ya que las circunstancias de nuestra existencia
cambian y lo que hoy nos parece adecuado mañana pudiera no
serlo.
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LA MASCULINIDAD
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Definamos conceptos
Primero debemos detenernos ante el concepto de género. No na-
cemos con un género –masculino o femenino–. La casi totalidad
de nosotros venimos al mundo ostentando nuestro sexo: las hem-
bras su vulva y los varones el pene y el escroto con los testículos
dentro.
Generalmente damos como un hecho que el sexo (los órganos
sexuales) determina el género, que es nuestra forma de compor-
tarnos como hembras o como varones; mas no es así. El sexo es lo
que diferencia a unas personas de otras por sus características físi-
cas, pero estas divergencias no determinan nuestra conducta como
mujeres o como hombres, ni nuestra preferencia erótica por otra
persona.
Teniendo vulva, o pene y testículos la persona puede llegar a
ser:
• Una mujer con gestos varoniles sin ser lesbiana (heterosexual).
• Un hombre afeminado sin ser gay (heterosexual).
• Un hombre que quiera tener relaciones sexuales con una mu-
jer o una mujer con un hombre (heterosexuales).
• Un hombre que prefiera tener relaciones sexuales y amorosas
con otro hombre (homosexual o gay).
• Una mujer que prefiera tener relaciones sexuales y amorosas
con otra mujer (homosexual o lesbiana).
• Mujeres y hombres que escogen tener relaciones con hom-
bres y mujeres (bisexuales).
• Hombres a los que les gusta vestirse de mujeres y que no son
gays (travestis heterosexuales).
• Hombres a los que les gusta vestirse de mujer y son gays (travestis
homosexuales).
• Mujeres a las cuales les gusta vestirse de hombres sin ser
lesbianas (travestis heterosexuales).
• Mujeres a las cuales les gusta vestirse de hombre y son
lesbianas (travestis homosexuales).
• Hombres que no aceptan ni su sexo ni su cuerpo porque su
psique (mente) es la de una mujer (transexual masculino).
• Mujeres que no aceptan ni su sexo ni su cuerpo porque su
psique es la de un hombre (transexual femenino).
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de la vida, que debe ser guiada y estar al servicio del hombre e inclu-
so existen sectores que han sostenido que la mujer es perversa y
vehículo del mal. Todo esto ha dado lugar a que se sostengan false-
dades y prohibiciones que han hecho sufrir a través de los siglos a
las mujeres hasta el presente y, no obstante la existencia de leyes
que protegen los derechos femeninos, se han mantenido estas in-
fundadas creencias por medio de elementos culturales que las
condenan a violencias físicas y psíquicas.
Estereotipos o rasgos que se van aprendiendo y luego se fijan
Femenino Masculino
Debilidad Fuerza
Sensibilidad Dureza
Pasividad Actividad
Contención Empuje
Receptividad Arrojo
Fragilidad Invulnerabilidad
Sentimiento Pensamiento
Emoción Racionalidad
Recompensa Castigo
Protección Exigencia
Cuidado Provisión
Reposo Impulso
Prudencia Coraje
Nutrición Resistencia
Comprensión Ira
Interioridad Exterioridad
Lo privado Lo público
Convencer Imponer reflexión
Intuición Razonamiento
Pedir Ordenar
Los efectos negativos y duraderos de esta formación son:
• Las emociones –respuestas subjetivas o internas ante estímu-
los externos: alegría, interés, excitación, sorpresa, tristeza, có-
lera, disgusto, desprecio, miedo, vergüenza...– se reprimen más
en los varones que en las hembras, por el medio social y las
enseñanzas que reciben las personas del sexo masculino.
• Esta represión emocional, que empieza con la niñez, crea un
creciente y sostenido estado de ansiedad que puede llegar a
crear conductas exageradas de masculinidad. Por esconder sus
miedos algunos niños adoptan una postura más agresiva y vio-
lenta contra las mujeres y los homosexuales (homofobia).
• Entre los cuatro y cinco años, el niño generalmente deja la
intimidad con su madre, porque al ser varón debe aprender la
masculinidad y alejarse de las cosas de las mujeres. Muchas
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• Los hijos y las hijas se ven privados muchas veces de las expre-
siones cariñosas de parte del padre porque este generalmente
se comporta más “seco” y distante.
• La mayoría de los padres no se sienten capaces de asumir la
educación sexual de sus hijos e hijas y como máximo desarrollan
una caricatura de educación con respecto a los varones: el pa-
dre replica los patrones aprendidos por él, en el sentido de que
“usen” sexualmente a las hembras y les impongan su volun-
tad, y prefiere dejarle esta tarea a la madre, quien muchas ve-
ces por desconocimiento y tabúes tampoco educa a los hijos de
manera adecuada y también cae en el error de continuar una
enseñanza machista.
• Muchos son los hombres que nunca ayudan a las mujeres en
las labores hogareñas, lo cual provoca que la esposa esté siem-
pre más cansada y por lo tanto más irritada y menos dispuesta
para una relación íntima.
• Muchos padres tratan de solucionar los problemas disciplina-
rios del hogar con insultos y golpes, lo cual da lugar a traumas
mentales en los hijos e hijas y les incorporan un patrón de
conducta completamente inadecuado para el futuro.
• Algunos varones sienten temor de comprometerse a fondo con
una mujer porque ello podría resultar un peligro para su inde-
pendencia en cuanto a las relaciones sexuales promiscuas y por-
que creen que ello puede comprometer su triunfo en la vida;
esa es la razón por la que rompen con frecuencia sus relaciones
matrimoniales.
La sociedad
Las emociones son reacciones internas, positivas o negativas, con
carácter brusco y duración breve que surgen como respuesta ante
objetos o acontecimientos externos o internos. Los afectos van di-
rigidos hacia personas, animales o cosas y son productos de nuestro
medio social; esto significa que la valoración de lo que nos agrada o
desagrada procede del medio en el cual vivimos. El varón muchas
veces se confunde porque se deja llevar por sus expectativas socia-
les (afectos) creyendo que son emociones y necesidades, y esto
provoca que no se conozca a sí mismo lo suficiente. Así el poder y el
éxito o la apariencia de los mismos serán muchas veces guía, estí-
mulo y medida de su valor como persona.
• La agresividad y la competitividad dan por resultado un mayor
número de heridos y muertos por accidentes y por la violencia
entre los varones.
• La historia prueba que la inmensa mayoría de los enfren-
tamientos armados y las guerras son consecuencia de la
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El falo
El falo o el pene erecto es el símbolo de la masculinidad. Desde
épocas muy antiguas y en diferentes regiones de nuestro planeta,
se han erigido falos que incluso han sido objeto de veneración reli-
giosa en algunas culturas, en menos grado también lo ha sido la
vulva.
El falo significa tamaño, dureza, fuerza, penetración, orgullo e in-
mortalidad. Nuestro lenguaje y gestos comunes están llenos de alu-
siones al falo y para un hombre es muy importante expresar de una
forma u otra que tiene un falo, erecto y potente. Es por eso que
perder la capacidad de erección significa para la gran mayoría de los
hombres una tragedia, que han buscado solucionar de alguna ma-
nera; la pérdida de la erección se oculta aunque se siga haciendo
alusión a ella.
Contrario a la sobrevaloración del falo está el menosprecio por
el pene, que es lo no erecto, lo escondido y por tanto simboliza lo
débil, oscuro y perecedero. Esto nos lleva, a los hombres, a conver-
tir la sexualidad en un acto genital –donde el falo siempre tiene
que tener la parte central– y a no prestar atención a la gran rique-
za de una sexualidad de todo el cuerpo, en la cual el falo lleve un
papel menos protagónico. La sexualidad genitalizada no es tan pla-
centera para las mujeres ni la más placentera para los hombres,
aunque creamos lo contrario.
También debemos entender la conexión que existe entre esto
y nuestra espiritualidad, pues hemos hecho de nuestros genitales,
especialmente del falo, un ídolo, signo y símbolo de nuestro poder
humano. La espiritualidad fálica es expresión de la autosuficiencia
y de la arrogancia humanas.
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La sexualidad en el misterio del ser humano
Homosexualidad y masculinidad
Sobresale el hecho de que en nuestra cultura patriarcal y por lo
tanto masculina, se trata generalmente a los gays igual o peor que a
las mujeres; o sea, que se establece una relación de poder con ellos y
se marca la diferencia entre hombres “activos” y hombres “pasivos”.
El hombre “activo” es el macho que somete al homosexual, lo domi-
na, lo penetra y hasta lo explota desde su masculinidad que se consi-
dera vencedora y hasta acrecentada. El hombre “pasivo” pierde
masculinidad –hombría– y se feminiza. Lo que resulta muy intere-
sante en todo esto es que en realidad el hombre “activo” es también
homosexual o bisexual, sin lugar a duda, y su postura masculina, en
este caso, no es más que una fachada de sus sentimientos eróticos
hacia el mismo sexo. Lo que sucede es que la sociedad tiene una
moral tendiente a proteger a los hombres “activos” y a denigrar a los
“pasivos”. Todo esto viene a ser como una caricatura de la realidad.
La masculinidad, que se asocia con el poder, presenta una hi-
pócrita imagen de sí misma con respecto a la homosexualidad (tan-
to masculina como femenina); por un lado genera una visión y una
acción permisiva acerca de este último, razón por la cual abundan
las películas y los espectáculos pornográficos lesbianos disfrutados
por los hombres. Se explotan sin misericordia las imágenes lesbianas
como fuente de estímulo y placer sexual, fenómeno comprobable
en la cantidad de películas y espectáculos pornográficos de este
tipo que existen dirigidos para hombres. Por otra parte, es ilusorio
presentar a todos los gays como personas débiles y feminizadas ya
que grandes figuras históricas –guerreros como Alejandro Magno y
Augusto César– fueron por lo menos bisexuales aunque con prefe-
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La andropausia
Sobre este tema tan importante se habla poco y se conoce menos,
porque ni los hombres ni las mujeres estamos preparados para asu-
mirlo. Debemos reconocer lo positivo de las diferentes etapas de la
vida, y no dejarnos llevar por razones culturales erróneas acerca de
la vida y de la sexualidad humanas.
Definición
La andropausia también es conocida como menopausia masculi-
na, climaterio masculino o viropausia. Algunos no se ponen de
acuerdo sobre el nombre y otros simplemente niegan su existen-
cia; pero las evidencias están ahí para probar que ya, seamos hom-
bres o mujeres, los ciclos de nuestra vida van cambiando, vamos
madurando y fructificando hacia la plenitud total.
La andropausia es un proceso largo y paulatino de cambios
que experimenta el hombre y que en sus inicios no se le recono-
ce ni se le da importancia debido a que en la edad que comienza,
el varón está ocupado con muchas cosas que para él son impor-
tantes en la existencia y también porque los cambios son tan len-
tos que al principio resultan casi imperceptibles. Pueden comenzar
–en la minoría de los casos– de los 30 años en adelante, aunque
generalmente comienzan a partir de los 45 a los 50 años.
Causas
Los cambios a los cuales nos referimos dependen de cada persona y
de varios factores interrelacionados, entre los reconocidos hasta
ahora como más importantes están:
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La sexualidad en el misterio del ser humano
Causas anatomofisiológicas
• La reducción del número, la funcionalidad y la capacidad de las
células para ser reparadas o sustituidas. Por ejemplo, cada año
el varón puede ir perdiendo durante esta etapa más o menos
seis millones de células productoras de hormonas, lo cual varía
según la persona.
• Disminución de la producción de andrógenos (hormonas mas-
culinas) y de estrógenos (hormonas femeninas), producidos
también aunque en menor cantidad por los hombres.
• Disminución del caudal sanguíneo que alimenta los testículos.
• Cambios en el cerebro, especialmente en el hipotálamo
hipofisiario.
• Deterioro de algunos neurotransmisores (mensajeros cerebrales).
• Hipertensión arterial.
• Niveles altos de insulina en la sangre.
• Enfermedades crónicas u ocasionales.
• Baja concentración del colesterol HDL o “bueno”.
• Aumento del colesterol LDL o “malo”.
• Fumar o beber en exceso o consumo de alguna otra droga.
Causas psicosociales
• El impacto que causa la enfermedad o muerte de los padres.
• La perturbación que causa la separación de los hijos del hogar
cuando asumen su independencia.
• La nueva experiencia del comienzo de la menopausia en la cónyuge.
• La tristeza causada por la enfermedad y muerte de amigos y
otros seres queridos.
• La presión que produce la competencia con las personas más
jóvenes.
• Disminución de la esperanza acerca del trabajo y del futuro.
• Reducción de la autoestima y de la asertividad.
• Falta de conocimiento y de consejería sobre este asunto.
• Traumas familiares e infantiles: haber recibido poco afecto de
los progenitores y especialmente del padre, así como la separa-
ción de otros seres queridos.
• Fallas o éxitos en la profesión u oficio que nos presionan.
• El estrés (como factor emocional es muy importante en este
proceso).
• Experimentar situaciones límites.
El factor cultural
El desconocimiento y los prejuicios existentes, dentro de nuestra
cultura, acerca de los cambios que ocurren en los hombres ejercen
una gran influencia. Se destacan los siguientes criterios:
• Creer que las personas de más edad, es decir, las que llegaron
a la etapa del ancianismo o edatismo, no tienen derecho a una
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Medidas preventivas
¿Puede una persona prepararse para lo que no se puede evitar...?
¡Podemos decir que sí! Tanto a la menopausia como a la andropausia
llegamos como se llega a la segunda adolescencia; el adolescente
está dejando de ser niño para arribar a una juventud que está llena
de oportunidades y también de riesgos; eso hace que los adoles-
centes busquen afirmar su personalidad y su seguridad, aunque
sea en formas inconvenientes; sin embargo, es su forma de decir:
“¡Ahora no sé realmente quién soy!” y “¡Tengo miedo ante el mun-
do de los adultos y no puedo impedir llegar a él!”
La andropausia y la menopausia enfrentan a las personas a una
nueva etapa ineludible y que inconscientemente nos provoca temor.
Algunos, como ciertos adolescentes, prefieren no llegar nunca.
Vamos a sugerirles algunos consejos para cruzar –despacio o
rápidamente– el puente entre un período y otro, también para
permanecer en la orilla que ya le corresponde:
Haga algún tipo de ejercicio físico diariamente, aunque sea cami-
nar un rato.
Trate de no aumentar de peso y si resulta conveniente baje algu-
nas libras.
Reduzca o cese el consumo de tabaco, alcohol o alguna otra droga.
No se recete usted mismo medicinas ya que lo pueden perjudicar,
para eso están los médicos y especialistas.
Busque algún tipo de recreación o esparcimiento y si ya tiene algu-
no puede mejorar su forma de participar.
Comience a estudiar algo que le interese; hoy en día hay mayores
facilidades para ello.
Si puede viaje un poco y tenga la experiencia de cosas nuevas e
interesantes y si por alguna razón no puede viajar físicamente,
hágalo por medio de los libros, programas de televisión o
internet.
Descubra nuevas amistades. Es muy posible que en alguna congre-
gación o comunidad religiosa descubra nuevos horizontes.
Realice algún trabajo social a favor de quienes tienen grandes ne-
cesidades. Este es un mundo con sectores que acumulan po-
breza y sufrimientos. Ayudar a los demás nos ayuda a nosotros
mismos.
Si es creyente ore o ruegue diariamente por diferentes personas y
causas... y por usted.
Decida sus prioridades.
Si tiene familiares allegados, hágales saber de alguna forma que los
ama.
Acuda a un médico apropiado que pueda ponerle un tratamiento
para aliviar sus problemas.
Incremente la comunicación con su pareja acerca de estas dificul-
tades, porque entre ambos pueden disminuirlas o anularlas.
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La masculinidad de Jesucristo
Después de haber pasado revista a una serie de aspectos sobre la
masculinidad uno se pregunta si podría existir otro tipo de mascu-
linidad. La respuesta es que sí existe otro tipo, pero en realidad se
percibe mucho menos.
Jesús expresó algo sumamente importante cuando en medio
de una gran conmoción pública, donde estaban en juego la verdad
y el poder, le contestó a Pilatos: “–Mi Reino no es de este mundo.
Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para
que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí.
Entonces Pilatos les dijo: –¿Luego tú eres rey? Jesús respondió: –Sí,
como dices, yo soy rey. Yo para eso he nacido y para eso he venido al
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YO TE FUI DESNUDANDO...
Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los “tús” superpuestos que la vida
te había ceñido...
Te arranqué la corteza –entera y dura–
que se creía fruta, que tenía
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la forma de la fruta.
Y ante el asombro vago de tus ojos
surgiste con tus ojos aún velados
de tinieblas y asombros...
Surgiste de ti mismo; de tu misma
sombra fecunda –intacto y desgarrado
en alma viva...–
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¿DIVERSIDAD O CORRUPCIÓN?
Quisiera escribir este capítulo con el mismo sentir del apóstol Pablo:
humilde, tímido y tembloroso. Y mi palabra y mi predicación no se
apoyaban en persuasivos discursos de sabiduría, sino en la demostra-
ción de su Espíritu y de su poder [...] (I Corintios 2: 3-4).
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Diversidad
Podemos aceptar sin lugar a duda, que la complementación mu-
jer-hombre u hombre-mujer es la que con mayor certeza consti-
tuye no solo el patrón general de la vida en sus capas superiores
sino también la voluntad de Dios, quien nos creó varón y hembra
con un propósito determinado, no solo la reproducción, sino tam-
bién el placer compartido, el mutuo conocimiento de los valores
que cada cual tiene y un desarrollo en la complementación amo-
rosa. Pero es innegable que la diversidad de la vida en general, de
muchos animales y del propio ser humano se da en un por ciento
de casos, que no responden a ese patrón general, pero que no por
ello son indeseables o desechables sino que son simplemente di-
ferentes, que no amenazan el equilibrio de la vida y aun de la
moral, a menos que por alguna razón, siempre posible, tratemos
de invertir las cosas haciendo de lo general lo particular o viceversa.
El origen de la diversidad sexual en cuanto a la orientación
erótica que le demos se pierde en una maraña bastante compleja
sobre la que se mantienen diversas teorías.
Teorías biológicas
Según algunos investigadores ciertas de las estructuras cerebrales
pueden no ser iguales en determinadas personas, lo que establece-
ría la diferencia. Para otros lo que causa la diferencia está en los
genes, mientras otros sostienen que la diferencia es provocada
debido a factores hormonales.
Teorías psicosociales
La teoría psicoanalítica de Freud planteó que el ser humano nacía
con un potencial bisexual y que la orientación erótica de dicho
potencial dependía de cómo la persona resolvía el complejo de Edipo
o de Electra. La seducción como aprendizaje sostiene que si un
niño o una niña son usados para llevar a cabo experiencias sexuales
continuadas que no se correspondan con su sexo, entonces su con-
ducta sexual se orientará de acuerdo a lo que ha aprendido, ya que
le ha faltado el modelo correcto. La teoría de las experiencias nega-
tivas se refiere al hecho de que si en la adolescencia un varón o
una hembra tienen experiencias desagradables en sus relaciones
heterosexuales y por el contrario tiene algún tipo de relación que
le sea placentera, con alguien de su mismo sexo, podría cambiar su
orientación sexual. Una dinámica familiar perturbada, con una
madre dominante y sobreprotectora y un padre débil y alejado de
sus hijos podría confundir la orientación sexual de sus niños y adoles-
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Teorías biosociales
En De lo exótico a lo erótico, Daryl Bem afirma que la constitu-
ción biológica predispone al niño hacia la agresividad y niveles de
actividad altos, y a la niña hacia la pasividad y un nivel de actividad
más bajo; pero si un niño es poco agresivo y activo le será más fácil
relacionarse con las niñas, y si una niña es más agresiva y activa
preferirá relacionarse con los varones. Eso los hace sentirse con-
fortables y provoca que al llegar a la adolescencia este niño o niña,
algo exóticos o diferentes desde el punto de vista de su cultura
social, se sientan ansiosos; el aumento de dicha ansiedad crea
una atracción erótica hacia los de su propio sexo. John Money
propone una teoría integrada, según la cual factores prenatales
genéticos y hormonales, junto con factores psicosociales en los
procesos de socialización y aprendizaje, tienen una influencia di-
recta en la sexualidad de la persona.
Como conclusión podemos sostener que la orientación sexual
o erótica de la persona es un proceso en el que interactúan cau-
sas diversas y cuyo resultado generalmente produce un ser hete-
rosexual, pero no siempre es así: esta es la razón por la cual
naturalmente existe una variedad dentro de lo sexual humano.
Hasta este momento los científicos no se han puesto de acuerdo
sobre los factores que provocan esta diversidad.
Las posturas más contradictorias son que la no heterosexualidad
es producto de:
a) La selección voluntaria de las personas.
b) Factores biológicos sobre los cuales la persona no tiene op-
ción.
c) La persona no madura lo suficiente y por ello no acepta la orien-
tación erótica hacia el sexo contrario o complementario.
Algunos autores plantean que entre los dos y tres años ya se
puede detectar en algunos niños y niñas cierto tipo de conducta
que no se corresponde al patrón genérico heterosexual. Antes de los
diez años se pueden apreciar variaciones en la tendencia sexual, pero
solamente hacia los 17 o 18 años es cuando la persona toma verdade-
ramente conciencia de sus preferencias en materia de sexualidad.
En cuanto a la homosexualidad
(gays y lesbianas)
La palabra homosexual surgió en Alemania por primera vez cuando
un escritor y jurista de origen húngaro nombrado Kart María
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Moral y religión
Reafirmo, sin lugar a duda, como ya lo expresé anteriormente, que
Dios creó al ser humano varón y hembra, nos hizo diferentes para
que con fidelidad del uno hacia el otro aprendiésemos a amarnos,
con nuestras diferencias orgánicas y psíquicas; para que nos com-
pletemos, para que crezcamos sumando lo que somos y multipli-
cándonos. Creo que al tener semejanza con Dios (Génesis 1: 27), al
ser también poderosos (Salmo 8: 5) y al haber puesto bajo nuestra
administración el sistema de vida del cual formamos parte (Géne-
sis 1: 28) Dios nos concedió espacios de libertad y por ello de res-
ponsabilidad, razón por la que siempre debemos estar respondiendo
a dos preguntas esenciales: ¿dónde estás tú? (3: 9) y ¿dónde está
tu hermano o tu hermana? (4: 9).
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Denuncia sobre comercio de pornografía infantil en
los Estados Unidos.
Comercio y publicidad
Los antecedentes más lejanos del comercio se dan en el intercam-
bio de productos, cuando los seres humanos tomaban parte de lo
que habían recolectado, cazado o producido para obtener en cam-
bio otras cosas que necesitaban. Luego quienes lograban por algún
medio tener más de lo que necesitaban para vivir lo canjeaban por
otros productos que deseaban aunque no fueran imprescindibles,
entonces, el tener se fue haciendo poder y se fueron alimentando
la ambición y el egoísmo humanos. También las personas fueron
degradadas al nivel de cosas u objetos, que podían ser también
intercambiados y vendidos, y surgió la esclavitud de niños, niñas,
hombres y especialmente de las mujeres.
La aparición del dinero amplió las posibilidades del comercio ya
que se convirtió en una medida de valor mercantil aceptada como
medio de pago; en otras palabras, el dinero representa hasta hoy
las riquezas de quien o quienes las tienen, es de fácil manejo y
transporte. Últimamente el sistema comercial y financiero trabaja
con el dinero virtual o electrónico, pues las transacciones no re-
quieren del traslado inmediato del dinero real (billetes o monedas)
sino que son transacciones complejas, por medio de los sistemas
mundiales de comunicación y computación, con un alto grado de
complejidad, seguridad y rapidez.
La ley del comercio siempre ha sido obtener la ganancia máxi-
ma. El dinero no es sinónimo de poder, pero es uno de sus pilares
principales y se ha convertido en un dios o en un fetiche. El comer-
cio ha convertido al mundo entero en lo que alguien ha llamado un
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Sexualidad de mercado
La sexualidad humana sucumbió muy temprano al comercio por
las siguientes razones: la pobreza, la falta de valores y la ambición.
Acceso a los deseos sexuales del otro para sobrevivir, promiscuidad
para gozar, seducir sexualmente para ascender social o económica-
mente.
En la actualidad dos ejemplos bastan para mostrar la gigantes-
ca proporción a que ha llegado el comercio sexual: la revista Times
cita las palabras de Larry Flynt, editor de Hustler, una de las revistas
pornográficas norteamericanas de mayor tirada en el mundo y tam-
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La pornografía
El objetivo de la pornografía es provocar excitación sexual manipu-
lando los pensamientos, las emociones, el sistema nervioso central
y los neurotransmisores. Para ello se usan el lenguaje, la escritura,
los sonidos y cualquier medio visual para dar a conocer una sexuali-
dad carente de sentimientos legítimos, sin privacidad y sin ningún
cuidado por el daño que se le pueda hacer a quienes la realizan,
como a las que reciben su mensaje.
Resulta muy importante apreciar que aún las personas más
conocedoras de la sexología y con un pensamiento muy abierto o
liberal no defienden la pornografía y algunas son muy cautelosas al
recomendar un uso limitado y hasta terapéutico de ella. Seymour
Fesbach y otros, quienes fueron los mayores promotores de la por-
nografía por considerar que tenía un valor educativo, porque con-
tribuiría a disminuir la violencia, las desviaciones sexuales y los
sentimientos de culpabilidad, ante las evidencias de los resultados
se retractaron años más tarde.
Sé que los adolescentes y los jóvenes, en algún momento sien-
ten la curiosidad de contemplar algún tipo de material pornográfi-
co por dos razones:
Primero, porque desean contemplar a personas completa-
mente desnudas, pues debido a una mala educación familiar se
les ha restringido la posibilidad de ver con naturalidad el cuerpo
desnudo de sus progenitores, de sus hermanos y hermanas. Se
crea una expectativa de lo oculto y prohibido, que produce
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La prostitución
La palabra prostitución viene del término latino prostituire, cuyo
significado es comerciar, traficar. Así podemos definir la prostitu-
ción como la comercialización de la persona que ofrece actividades
o servicios sexuales que van dirigidos tanto a los sentidos como el
olfato, la vista, el oido, el gusto y el tacto, como también la manipu-
lación psíquica de personas o de grupos.
La prostitución femenina es la más conocida y antigua, no por-
que las mujeres fueran peores que los hombres, sino porque los
hombres hemos sido peores que las mujeres. La prostitución
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Aportadores de soluciones
Los que pueden contribuir a solucionar los problemas que hemos
descrito son: los tomadores de decisiones políticas internacionales
y nacionales, quienes con su voto contribuyen a aprobar leyes apro-
piadas para estos asuntos, los padres y otros familiares, los profesio-
nales de la comunicación, los educadores, las iglesia y otros grupos
religiosos y la sociedad civil en general. Dios nos ayude a todas y a
todos para sentirnos incluidos a ser parte de la solución.
El Primer Foro Sobre Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adoles-
centes tuvo como lema:
HAY SILENCIOS QUE NO PUEDEN QUEDAR EN SILENCIO.
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Mujer golpeada por su esposo.
SEXUALIDAD Y VIOLENCIA
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Ella realmente quería tener sexo, así que estuvo bien utilizar la fuerza.
Todos tenemos el derecho de decir NO o de cambiar de opinión. No
importa qué pasó antes del “NO”.
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Psíquicas y sociales:
depresión;
falta de apetito;
pesadillas;
falta de sueño;
afectación de la autoestima;
daño al desarrollo de la personalidad;
falta de control de las emociones;
afectación de las relaciones interpersonales con la pareja, la
familia y otras personas;
sentimientos de culpa;
desprecio del cuerpo propio;
afectación de la capacidad para el aprendizaje;
disfunciones sexuales como la falta de deseo sexual y la aver-
sión a la sexualidad;
dependencia del alcohol y de otras drogas;
tendencia al suicidio.
Corporales:
falta de lubricación vaginal;
inflamaciones pélvicas;
trastornos cardíacos;
problemas urinarios;
colon irritable;
dolores de espalda;
jaquecas.
Algunos de los efectos de violencia sexual
contra los menores
Psíquicas y sociales:
trastornos del sueño: pesadillas, dificultad para dormir o difi-
cultad para despertarse;
culpa y vergüenza;
ansiedad;
baja autoestima;
conducta autodestructiva;
agresividad dentro y fuera de la familia;
en la escuela: comportamiento antisocial, retraimiento, pro-
blemas con el aprendizaje, fugas;
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fugas de la casa;
automutilaciones;
crueldad;
conductas delictivas;
comportamientos regresivos como la enuresis (incontinen-
cia de la orina), encopresis (incontinencia fecal), rabietas y
gimoteos;
trastornos por estrés postraumático;
trastornos neuróticos;
intentos de suicidio.
Corporales:
laceraciones o abrasiones en las partes genitales y extragenitales;
infecciones de transmisión sexual;
infecciones en el conducto urinario;
dolor o prurito rectal o genital;
embarazo adolescente.
A largo plazo se pueden presentar algunos de los siguientes problemas:
depresión;
baja autoestima;
sentimientos de culpabilidad y desamparo;
miedos y rechazos;
conducta antisocial;
alcoholismo o drogadicción;
hostilidad no solo hacia el abusador sino también hacia los
padres, porque piensa que no lo protegieron lo suficiente;
ansiedad ante la experiencia de una intimidad física;
intentos de suicidio;
la persona puede convertirse en un abusador de los demás,
incluido el abuso sexual;
posible abandono temprano del hogar, al decidir vivir con otras
personas o casarse;
convivencia con parejas o personas violentas;
falta de deseo sexual;
promiscuidad sexual;
homosexualidad (masculina o femenina);
falta de deseo sexual y de orgasmos;
abandono de la pareja;
prostitución;
trastornos de la personalidad.
VICTIMARIOS Y CÓMPLICES
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Son muy pocos los datos que hemos encontrado porque este fenóme-
no, debido a razones culturales se trata muy poco. De todas formas se
sabe que es mucho más frecuente y numeroso entre los hombres que
lo que se piensa y que les provoca traumas psíquicos y físicos.
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Ejemplos estadísticos
Violencia física de los esposos contra la mujer
70 67
60 58,8
60 56,7
53
50
50 46
44,2
42 42
40
30
23
20
10
10
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13
1. BEIJIN 8. JAPÓN
2. UGANDA 9. MÉXICO (CAMPO )
3. TANZANIA 10. MÉXICO (CIUDAD)
4. KENYA 11. ESTADOS UNIDOS
5. SRI LANKA 12. CANADÁ
6. PAPUA NUEVA GUINEA
151
- El 40 % de las mujeres golpeadas por su compañero, llevan por
lo menos veinte años soportando este tipo de abusos, con las
marcas físicas, emocionales y psíquicas que esto significa.
- En el ámbito laboral uno de cada cinco días laborales que pier-
den las mujeres están relacionados con la violencia doméstica.
- Las golpizas son la mayor causa de heridas en las mujeres y son
más frecuentes en ellas que el total de los accidentes automo-
vilísticos, asaltos y violaciones que sufren.
- Cada año dos millones de niñas sufren mutilaciones genitales.
- El maltrato ocurre en todas las culturas, edades, nacionalida-
des y niveles socioculturales.
- Por causa de la violencia más de sesenta millones de mujeres y
niñas sufren cada año.
152
CALMA LA SED CON EL AGUA
DE TU PROPIO POZO
La sexualidad implica placer e intensidad erótica, pero también
expresa capacidad de juego, ternura y un sentido generalizado de
bienestar […]
La afirmación positiva de nuestra sexualidad conduce a la
comprensión de que, cuando abusamos de nuestra sexualidad, no
es porque hayamos sido demasiado libres o demasiado permisivos
o espontáneos, sino porque nuestra capacidad de intimidad y de
comunicación sensual ha sido forzada o deformada por modelos
de relación manipuladores y no recíprocos. Si no podemos tolerar
la comunicación en el respeto mutuo y la realización mutua, si
preferimos los modelos relacionales de conquista o subordinación,
sadismo o masoquismo, o si estamos bloqueados en modelos de
acción compulsivos, inapropiados y repetitivos, es porque no
hemos sido capaces de encontrar el poder positivo de nuestro propio
ser como personas sexuales.
BEVERLY WILDUNG HARRISON
153
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¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos creó un mismo Dios? [...]
cubren el altar del Señor de lágrimas, llantos y lamentos, porque él no
se fija en su ofrenda ni la acepta de sus manos. Preguntan ¿por qué?;
porque el Señor juzga tu causa con la mujer de tu juventud, a la que le
fuiste infiel, aunque era compañera tuya, esposa por medio de un pacto o
alianza. Uno sólo os ha hecho de carne y de espíritu, ese uno busca
descendencia divina; contrólense y no sean infieles (Malaquías 2: 10-15).
Frente a esta enseñanza uno puede hacerse varias preguntas y tomar
algunas opciones:
Creer que el ser humano es solo un producto de lo biológico y
sociocultural y que entonces no depende de ningún ser supe-
rior o divino, pues nuestros límites existenciales están dados
por nuestra propia capacidad o incapacidad y por la muerte.
Creer que somos producto de una creación, que tenemos una vo-
cación y una responsabilidad hacia lo divino.
¿Tuvo Dios algún propósito específico al crear a las personas varón y
hembra, más allá del sobrevivir de la especie?
¿Por qué Dios repite una y otra vez que el matrimonio monógamo
es signo y símbolo de la relación entre lo humano y lo divino?
Lo anterior queda abierto a la reflexión de los lectores.
Se unirán y serán uno solo es el punto focal de este capítulo.
Cuando Dios habla de unidad se refiere a la unidad en el amor, la
diversidad y la igualdad de posibilidades. Dios es uno en el consejo de la
Santísima Trinidad: Yahvé, Jesucristo y el Espíritu Santo.
Además del propósito de Dios, la pareja humana para poderse rea-
lizar debe abrirse camino a través de dos cosas: la cultura y la posibili-
dad o imposibilidad de la contribución de cada uno de sus integrantes.
Cultura es lo que el ser humano es capaz de hacer y transfor-
mar para bien o para mal; cultura son el arte, los deportes, las cien-
cias, las técnicas, la filosofía, el derecho, la moral, la familia, la
sociedad civil, el estado, la religión...
Todo tiene su tiempo y razón, todas las tareas bajo el sol:
tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de destruir, tiempo de construir;
tiempo de llorar, tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras;
tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse;
tiempo de buscar, tiempo de perder;
tiempo de guardar, tiempo de desechar;
tiempo de romper, tiempo de coser;
tiempo de callar, tiempo de hablar;
tiempo de amar; tiempo de odiar;
tiempo de guerra, tiempo de paz. (Eclesiastés 3: 1-8)
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La conflictividad en la pareja
Debe quedar claro desde el principio que un conflicto tiene su base
en la interdependencia de las partes, o sea, que debe haber algún
tipo de relación para que las acciones de una parte afecten a la otra.
Los conflictos son naturales y hasta necesarios. Muchos sur-
gen en la subjetividad de cada persona, entre dos personas y entre
colectivos humanos de diversa índole; pueden contribuir al desarro-
llo o a la destrucción según nuestra capacidad o incapacidad de
manejarlos adecuadamente. Los conflictos pueden tener una base
objetiva o subjetiva, o ambas, dependiendo de si existe un choque
de intereses o lo que tenemos es una interpretación errónea de lo
que está sucediendo. Las necesidades y los temores son dos de los
motivos principales para el surgimiento de los conflictos.
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La otra o el otro
Ninguna pareja está exenta de que aparezca una tercera persona
que pueda dañar o romper la unidad existente. Esto ocurre porque
las relaciones sociales nos están poniendo en contacto con otros y
otras, porque existen personas que nos atraen por su belleza y su
comportamiento, porque algunas veces existen grietas en nuestro
matrimonio o nuestro hogar que nos hacen pensar en nuevas posi-
bilidades, y porque nuestros valores morales y espirituales no están
lo suficientemente fuertes como para defenderse ante la tenta-
ción.
Sea lo que fuere, lo que no contribuye a mantener a la pareja
unida son los celos y las peleas, que causan malestar y deseo de
separación. Una buena pareja debe estar atenta para cerrar las grietas
que se formen y crear un clima donde ambos se sientan bien; en-
tonces es poco probable que la irrupción de alguien ajeno cause
una ruptura, aunque esto siempre es una posibilidad.
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El triángulo
Si en una relación de dos existen complicaciones, entonces en
una relación donde por parte del hombre o de la mujer exista
“alguien más”, se incrementan las tensiones de quienes viven
esa relación colateral, pues tendrán que compartir no solo el
tiempo y las energías, sino que también llegará el momento de
decidir cuál de las dos personas con la que se está relacionado
tiene mayor importancia, sin mencionar lo que ello puede sig-
nificar para el hogar.
La cultura, a la cual nos referimos tantas veces, crea una
especie de permisividad para los hombres en este sentido, aun-
que ya las mujeres no se van quedando demasiado atrás en algu-
nas regiones. De todas formas, la infidelidad cobra su precio al
destruir relaciones buenas y familias bien constituidas. Como
dice la doctora Marcela Lagarde:
Las mujeres tenemos que ponerle un alto a los triángulos. No pode-
mos ser cómplices de la destrucción de otras mujeres, no podemos ser
vehículo del machismo de los hombres, no podemos ser constructoras
de supremacía sexual de ningún tipo [...] Los triángulos pueden ser
vividos con una gran pasión y pueden llevar a goces intensos, pero son
relaciones basadas en injusticias, que producen grandes lastimaduras y
conducen a celos enormes. Resultan funcionales al orden patriarcal
que fomenta la poligamia [...] (Lagarde, 101).
168
La sexualidad en el misterio del ser humano
Lo biológico
Resulta fundamental para que la vida logre existir y desarrollarse,
que los seres vivientes puedan alimentarse, reproducirse, comuni-
carse y tener un cierto grado de protección contra las amenazas a
su existencia. Esto es lo básico existencial, pero al ser humano la
capacidad para pensar sobre sí mismo –reflexión–, más su creativi-
dad, le dan una libertad y un poder que pueden ser usados para el
bien y para el mal. Precisamente es en lo humano donde se mues-
tra sin duda aquello que es psíquico y espiritual.
Es por eso que cuando nos referimos a la relación de pareja
debemos tener en cuenta el abismo que separa la relación afecti-
vo-sexual que puede darse entre los animales y la que se da en el
ser humano.
La vivienda
Un problema muy común en los países menos desarrollados es la
carencia de viviendas, hecho que perjudica directamente a las nue-
vas parejas que se forman, que se ven obligadas a convivir con otros
familiares, y les quita la oportunidad de entenderse y acomodarse
el uno al otro; falta la privacidad para discutir sus asuntos y para sus
relaciones sexuales. Esto ocasiona en muchos casos que la pareja
no pueda sobrevivir. Las cosas se agravan aún más cuando los fami-
liares o algún familiar en particular “aconsejan” o discuten con
motivo de los asuntos de la pareja.
169
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO
La privacidad
Aunque ya mencioné algo de esto en el párrafo anterior debo seña-
lar que la pareja, viviendo con otros familiares o no, y como es natu-
ral, con los hijos, en caso de que los tengan, debe preservar una
habitación en la casa para su descanso y relaciones sexuales, por-
que no hacerlo conspira contra su salud psíquica y contra la necesi-
dad de estar libres, para disfrutar de una intimidad que les permita
tener una sexualidad desinhibida. Esto contribuye también a una
educación y maduración correcta de los hijos.
Lo psíquico
Lo fundamental en cuanto a la psiquis de las personas es que sean
capaces de autodeterminar y autoexpresar su vida; esa es una auto-
nomía que siempre está amenazada por factores internos de la
persona y por el medio que la rodea.
Los factores internos, según algunos autores son: el estrés, la neu-
rosis, la psicosis, las perversiones y la sublimación. Frecuentemente se
da un proceso psíquico que consiste en negar problemas evidentes
de la pareja y al mismo tiempo aferrarse a ilusiones construidas por
uno de sus miembros o por los dos. También influye en la relación
el clima opresivo que las personas experimenten al tener que sen-
tir siempre lo mismo el uno por el otro, en un compromiso perma-
nente de los sentimientos.
Los factores externos más importantes se dan en el ámbito
social, cultural, económico político y espiritual. Es evidente que
estos factores contribuirán o entorpecerán el desarrollo de nues-
tra personalidad, ya que se hacen necesarios el acceso a una infor-
mación objetiva –de manera que podamos formarnos juicios propios
y correctos–, una cultura que admita la diversidad y que cree valo-
res, la posibilidad de tener acceso a decisiones comunitarias y una
economía que nos permita vivir (aunque sea con lo más elemen-
tal). Cuando nos vemos sometidos o autosometidos a condiciones
en las cuales nuestra liberación interior, nuestra autonomía y nues-
tro desarrollo no son tales, se perjudican la convivencia familiar y,
en particular, la pareja.
La economía
Conspiran contra la estabilidad de la pareja los continuos proble-
mas económicos, que llegan a convertirse en un foco de tensión,
capaz de deteriorar y hasta destruir su relación. A esto puede su-
marse el hecho de que el capitalismo actual, con su creciente énfa-
sis en el mercado y el consumo, no solo pone a las mujeres y a los
170
La sexualidad en el misterio del ser humano
La autonomía
El comienzo y la estabilidad de la vida en pareja son reconocidos
por las personas y la sociedad como un espacio de autonomía, que
da derecho a la no interferencia en los asuntos internos de la mis-
ma. El problema surge cuando, basándose en esta “privacidad”, el
más fuerte de la pareja abusa de la vulnerabilidad del más débil para
oprimirlo.
El ciclo de la vida
“Todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar abriendo
caminos [...]”, como dijo el poeta, y así ocurre en la existencia de
cada persona, ya que tenemos un ciclo de vida en el que se produ-
cen cambios (psíquicos y físicos) en nosotros mismos y en nuestra
pareja. Los debemos comprender y aceptar no solo en el ciclo de
vida normal de cada persona, sino también en la manera de pensar
y de vivir, que debemos afrontar y resolver.
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Un proyecto de vida
Cada pareja debe crear un proyecto común de vida, para el cual
ambos harán aportes. Se trata de planear los objetivos y contenidos
por los cuales los dos se van a esforzar: si van a tener hijos y cuán-
tos, qué deben hacer con respecto a la vivienda en caso de que no
la tengan, la relación con los familiares cercanos de cada cual, los
asuntos económicos, etcétera.
Algunos piensan que un proyecto de vida solo incluye lo rela-
cionado con los hijos o que es algo que cada cual debe hacer por su
lado o que un miembro de la pareja aporte a las carencias del otro
miembro. Cuando una pareja carece de este proyecto se agota en
lo cotidiano, porque no tiene un horizonte común por el cual es-
forzarse, o simplemente en un momento de crisis se queda sin
alternativas por no haber pensado en ellas desde antes.
Valórense a sí mismos
Este tema no puede ser evadido por el bien de la pareja, porque la
carencia del reconocimiento a nuestros propios valores en uno o
en los dos componentes es causa muy frecuente de incomprensiones,
sufrimientos y rupturas. Un miembro de la pareja, con un concep-
to disminuido de sí mismo, muchas veces busca compensar sus sen-
timientos de inferioridad tratando de humillar a su pareja para que
la misma se sienta menos capaz de lo que es, o se deprima por su
supuesta incapacidad. También esto puede llevar al sometimiento
de una persona a la otra, de tal forma que se le imposibilite su
maduración y desarrollo. No son raros los casos en que él o ella
sacrifican libertad y desarrollo, con tal de mantener la seguridad
dentro de la pareja. Cuando esto sucede la personalidad de quien
lo hace resulta mutilada o destruida y en estas ocasiones se efec-
túa una gran contradicción entre la creación y variación que da la
libertad y el repetir los mismos sentimientos o cosas, que es el
precio de la permanencia.
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La religión y la pareja
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ANTES DE LA PLENITUD TOTAL
Aprender a envejecer
Respondió Jesús y le dijo:
–En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede
ver el Reino de Dios.
Nicodemo le dijo:
–¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar
por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? (Juan 3: 3-4.)
De lo primero que debemos de hablar es del envejecimiento, pues-
to que no lo entendemos. Envejecer es la vida que crece y madura,
lo que comienza desde que nacemos y este es un proceso que no
se alcanza teniendo esto o aquello, sino siendo, aunque general-
mente en nuestras sociedades “uno es lo que produce, logra, tiene
y mantiene. De este modo aquellos que se ven obligados por la
edad y/o jubilación a abandonar sus deseos de adquirir más propie-
dades o mayor poder, son dejados de lado por haber pasado la etapa
de la productividad” (Nouwen, 26). Pero la vejez es una senda que
todos recorremos y nuestra mayor equivocación, a cualquier edad,
es pretender que somos inmortales; mientras envejecemos nues-
tras vidas deben ir obteniendo una mayor plenitud, dejando atrás
las cosas que cada vez tienen menor importancia para ir alcanzando
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Madurar
Madurar es como dar vueltas a la rueda: la gradual realización de la
vida en la que el fruto de recibir es dar, y vivir le da valor a la muer-
te. No se necesita esconder o negar la vejez, sino que se la puede
entender, afirmar y experimentar como un proceso de crecimien-
to en el que el misterio de la vida nos es lentamente revelado
(Nouwen, 12).
En la llamada época victoriana se consideraba que la función
sexual del hombre terminaba a los cuarenta años y la de la
mujer al llegar la menopausia, lo cual era un gran error. De
acuerdo a largas y profundas investigaciones los sexólogos y
otros científicos han llegado a la conclusión de que para el
hombre y la mujer la edad en sí no constituye un límite para
las relaciones sexuales, pues generalmente se mantiene la fun-
ción sexual aunque pueda quedar interrumpida la capacidad
para tener hijos. Las personas de edad avanzada por lo común
mantiene también la necesidad fisiológica, psíquica y espiri-
tual de la realización sexual.
Los diversos factores de los cuales depende la actividad sexual
en la madurez avanzada son:
• Dependencia de factores genéticos o hereditarios puesto que
dichos factores pueden en un sentido u otro contribuir en cierta
medida a mantener nuestra capacidad sexual, aunque el factor
psicológico es más fundamental.
• Guarda relación con la frecuencia de las relaciones sexuales en
los primeros años del matrimonio. Mientras mejor haya sido la
sexualidad en los años anteriores a esta época de la vida, más
satisfactoria será la sexualidad en la edad madura avanzada.
• Tiene que ver con los condicionamientos psicosociales negati-
vos que crean una mentalidad de rechazo al sexo en la edad
avanzada. Dentro de estos condicionamientos se pueden men-
cionar una cultura que ha asimilado un patrón juvenil y de
ciertas características físicas, lo que se refleja en el arte, en el
mercado con sus anuncios y en un pensar despectivo hacia la
sexualidad en la tercera edad, hecho asimilado muchas veces
por los afectados.
• Mantiene una relación con las condiciones de salud de la perso-
na. Algunas enfermedades crónicas afectan más que otras, pero
definitivamente la gran mayoría de ellas no impiden una sana
relación sexual, como muchos piensan.
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La sexualidad en el misterio del ser humano
Tabla 1
PORCENTAJES POR PAREJA QUE REALIZAN EL COITO
DOS VECES POR SEMANA
menos de 30 años 38 %
de 30 a 40 años 33 %
de 40 a 50 años 25 %
de 50 a 60 años 20 %
más de 60 años 6%
COITO ENTRE LOS 60 Y 65 AÑOS COITO CON MÁS DE 78 AÑOS
mujeres 49 % mujeres 22 %
hombres 69 % hombres 30 %
Fuente: Datos tomados de William Masters y otros La sexualidad humana, ed.
cit. en la bibliografía.
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70 a 79 29, 5 % 49, 1 %
80 a 81 45, 8 % 34, 5 %
Fuente: Datos tomados de William Masters y otros. La sexualidad humana,
ed. cit. en la bibliografía.
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La higiene y el comportamiento
La higiene y el comportamiento de las personas de madurez avan-
zada que conservan interés por el sexo, son dos aspectos de suma
importancia que no podemos dejar de mencionar en este capítulo.
Toda persona, en cualquier época de su vida, debe mantener bue-
nos hábitos de limpieza para su cuerpo y sus habitaciones.
Con la edad y por diferentes motivos aparecen olores desagra-
dables, que generalmente se deben al descuido de la higiene de
nosotros mismos y que si persisten pese a nuestro cuidado debe-
mos acudir al médico o al dentista.
Debemos tener sumo cuidado en la limpieza de la piel, la cabe-
za, la boca y especialmente la región genital y el ano. Así como
también debemos cuidar de que nuestra ropa interior y exterior
estén limpias en todo momento. El jabón, las colonias y otros per-
fumes y el talco son indispensables.
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Plenitud
Comienzo por decirles que es prácticamente imposible llegar a
un consenso sobre la interpretación en lo que atañe a la sexuali-
dad, tanto en la Biblia como en la Teología, porque existen diver-
sas opiniones en las distintas confesiones o denominaciones
cristianas, y aun dentro de una misma denominación religiosa.
Es interesante constatar cómo el judaísmo (religión del pue-
blo hebreo), según se aprecia en el Antiguo Testamento, tenía con-
ciencia de las diferencias que debían mantener en cuanto a la
conducta sexual en relación con los demás pueblos.
De manera general y de acuerdo con la Biblia se puede soste-
ner lo siguiente:
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La sexualidad en el misterio del ser humano
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Se mi roca de refugio,
alcázar donde me salve,
pues tú eres mi peña y mi alcázar [...].
Pues tú eres mi esperanza, Señor,
mi confianza desde joven, Yahvé.
En ti busco apoyo desde el vientre,
eres mi fuerza desde el seno materno.
¡A ti dirijo siempre mi alabanza! [...].
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ANEXOS
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La sexualidad en el misterio del ser humano
lanas, donde en menos de dos kilómetros los Mossos han llegado a contabi-
lizar 10 prostitutas.
Entre las finalidades de esta ley destaca el proteger la salud y la seguri-
dad de las profesionales del sexo. Es, de hecho, una prioridad irrenunciable.
Adentrarse en un bosque espeso, en plena noche, en el vehículo de una
persona de la que nadie te podrá proteger; subirse a la cabina de un camio-
nero del que nada sabes son situaciones que conforman una cotidianidad que
debe erradicarse. Acabar con la prostitución de carretera es una obligación
que los poderes públicos no podemos aplazar.
Se trata de que las prostitutas ejerzan
su profesión con libertad y garantías.
Las vemos cuando circulamos por carretera. Les prestamos una atención
relativa y al cruzar las miradas algunos pensamos en lo duro que ha de ser
aguantar el tipo en medio de la nada. Nos alejamos pero ellas permanecen
allí, punteando con el seco rímel de su muda presencia nuestras carreteras.
Nos alejamos y las dejamos en compañía de peligros. Los relacionados con el
tránsito son solo algunos. En muchas ocasiones, las prostitutas se encuentran
en caminos cuyos accesos no tienen buena visibilidad: acceder y volver a
incorporarse a la vía entraña un riesgo evidente. Evidente y objetivo es,
también, el peligro que existe cuando posibles clientes realizan maniobras
bruscas para detener el vehículo y poder contactar con ellas. Asimismo, los
informes de los Mossos d’Esquadra nos advierten de que la integridad de
estas mujeres se ve continuamente en peligro por las coacciones y amenazas
de sus proxenetas. Las agresiones físicas y sexuales consumadas tanto de
proxenetas como de clientes forman parte, desgraciadamente, de su
cotidianidad laboral. Cotidianidad en la que también se registran robos con
intimidación y violencia, dada la vulnerabilidad que supone su presencia en
lugares solitarios, así como detenciones ilegales y agresiones de clientes y
proxenetas de otras prostitutas.
Este es el escenario real en el que trabajan, hoy, algunas de las prostitu-
tas en nuestro país. Acabar con él es uno de los objetivos, no el único, de la
ley que prepara la Generalitat. Existen otras prioridades; entre ellas, garan-
tizar su dignidad y derechos, así como su autonomía, capacidad de decisión
y libertad ambulatoria; evitar su estigmatización, desarraigo y exclusión so-
cial; establecer controles sanitarios adecuados y evitar perturbaciones y
molestias en el entorno social de las comunidades cercanas a los estableci-
mientos donde se prestan estos servicios.
El de los establecimientos es uno de los aspectos en los que la ley hace
mayor hincapié. Prohibir y sancionar la presencia de la prostitución en la vía
pública implica regular el funcionamiento de las distintas modalidades de
locales y establecer un régimen sancionador. El texto prevé que los esta-
blecimientos, que nunca podrán estar en comunidades de vecinos, estén
expresamente autorizados y dispongan de una licencia específica y no trans-
misible que tendrá una validez muy limitada. Las prostitutas, por su parte,
podrán beneficiarse de derechos laborales, salariales y tendrán obligaciones
tributarias como cualquier trabajador. Tendrán derecho, también, a ser aten-
didas de sus patologías específicas por el sistema de salud pública.
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Algo no cuadra
GEMMA LIENAS
Desde hace un cierto tiempo y cada vez con mayor insistencia, en España se
escuchan voces que defienden la regularización del comercio sexual, según
parece con tres objetivos: reconocer los derechos individuales de las perso-
nas que ejercen la prostitución considerando su trabajo una actividad econó-
mica más, erradicarlas de calles y carreteras, y censarlas. Pese a que, en
principio, las medidas parecen servir los intereses de quienes se prostituyen
–mayoritariamente mujeres–, algo no acaba de encajar en este postulado.
En primer lugar, quienes más han insistido en la necesidad de regular la
prostitución han sido los empresarios del sexo –antes llamados macarras o
proxenetas–, de modo que podemos imaginar que, si defienden esa idea,
será porque su consecución les reportaría algún tipo de beneficio. Tanto se
han empecinado que, de regularse la prostitución, los proxenetas, erigidos
en guardianes de la moral familiar y callejera, habrían conseguido que sus
negocios fuesen reconocidos como lugares de ocio de pleno derecho. En
cambio, las prostitutas que van por libre y, sobre todo, las más desamparadas
se verían barridas de calles y carreteras, e incluso de pensiones y pisos.
También resulta sospechoso que los empresarios del sexo manifiesten
ese deseo perentorio por pagar impuestos a las arcas estatales y dejar, así, de
tener un negocio que es simple economía sumergida. Desde luego, les hon-
ra esa insistencia, aunque nos permitimos dudar de su honradez. Pero, sobre
todo, lo que causa perplejidad es la pretensión de que las trabajadoras del
sexo no puedan erigirse en empresarias de su propio negocio y montarse un
chiringuito donde les plazca, máxime cuando actualmente, sin leyes que lo
regulen, las que dicen haber elegido libremente vender su cuerpo –un 5 %–
pueden darse de alta de autónomos en otras profesiones.
En segundo lugar, también parece que se beneficiarían de la disposición
los prostituidores, llamados eufemísticamente clientes. Para ellos –uno de
cada cuatro ciudadanos españoles–, la medida supondría mayor impunidad al
utilizar los servicios de una prostituta o al hacer turismo sexual. Si ahora y
pese a que la ONU considera la prostitución una forma de esclavitud y de
maltrato, comprar el sexo de una mujer puede ser relatado como una hazaña
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II
Citas de la Biblia
“¡No hay ni uno solo que sea justo!
No hay quien tenga entendimiento;
no hay quien busque a Dios.
Todos se han ido por mal camino;
todos por igual se han pervertido.
[...].
Su garganta es un sepulcro abierto,
su lengua es mentirosa,
sus labios esconden veneno de víbora
y su boca está llena de maldición y amargura.
Sus pies corren ágiles a derramar sangre;
destrucción y miseria hay en sus caminos,
y no conocen el camino de la paz.
Jamás tienen presente que hay que temer a Dios”.
ROMANOS 3: 10-18
¿No saben acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No se
engañen! Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homo-
sexuales, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni ultrajadores, ni explotado-
res heredarán el Reino de Dios.
I CORINTIOS 6: 9-10
El que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple
perfectamente la ley.
ROMANOS 13:10
Una vez que han muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué
sujetarse, como si aún estuvieran en el mundo, a preceptos como “no to-
ques”, “no pruebes”, “no acaricies”, cosas todas destinadas a perecer con el
uso, y conforme a preceptos y doctrinas puramente humanos? Tales cosas
tienen una apariencia de sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones
y su rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la insolencia de la
carne.
COLOSENSES 2: 20-23
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Como el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el
celestial, así son también los que son celestiales
Y tal como hemos traído la imagen terrenal, traeremos también la imagen
celestial [...].
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto
mortal se vista de inmortalidad.
Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal
se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está
escrita: devorada ha sido la muerte en victoria.
¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu aguijón?
[...] pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro señor
Jesucristo.
I CORINTIOS 15: 37, 42, 44, 48-49, 53-55, 57
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La sexualidad en el misterio del ser humano
III
No permitas que el pasado te domine, pero permite que sea parte de ti.
AUTOR DESCONOCIDO
Cuando alguien busca [...] suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello
que andan buscando, ya no logra encontrar nada ni se vuelve re-
ceptivo a nada porque solo piensa en lo que busca, porque tiene un
objetivo y se haya poseído por él. Pero encontrar significa ser libre,
estar abierto, carecer de objetivo.
HERMAN HESSE
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La sexualidad en el misterio del ser humano
Una vida larga me hace sentir más cercana a la verdad, y sin embar-
go no puedo expresarlo en palabras así que ¿cómo puedo explicar-
lo? No puedo y quiero. Quiero decir a la gente que se está acercando,
y quizás temiendo a la vejez, que este es un tiempo de descubri-
miento por nosotros mismos, de lo contrario no sería un descubri-
miento.
FLORIDA SCOUT-MAXWELL
Se fiel a ti mismo.
AUTOR DESCONOCIDO
205
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¡Uf! ¡Dejemos que las mujeres digan cómo es, en lugar de que
todos los hombres nos digan cómo debería ser.
SHERE HITE
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La sexualidad en el misterio del ser humano
IV
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