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La exualidad en el misterio

del er humano

REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

CCRD-CUBA

CÁRDENAS, MATANZAS 2007


Esta tirada ha sido revisada de nuevo por el autor y por la doctora Ada C.
Alfonso Rodríguez del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).

Edición y corrección: Asunción Rodda Romero


Diseño y realización: Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo

© Derechos reservados sobre la presente edición:


Rev. Raimundo García Franco, 2007
© Sobre la presente edición:
Ediciones Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, 2007

Prohibida su reproducción, total o parcial por


cualquier medio, sin autorización del autor.

RNPS 0274

Céspedes 1210 e/ 25 y 26 Cárdenas, Matanzas, Cuba


Código postal: 42100
Apartado postal: 5363
Correo electrónico: ccrd@enet.cu

Estimado(a) lector(a), este libro ha sido escrito con el propósito de


que reflexione sobre su contenido con sabiduría y no para que acepte
todo lo expresado en el mismo: “Examínenlo todo, y retengan lo
bueno” (San Pablo. I Tesalonicenses 5: 21).
Agradeceríamos su criterio a través de nuestra dirección postal
o electrónica.
A todos mis congéneres, los hombres, quienes por su
incomprensión, ignorancia, violencia y autosuficiencia
sobre muchas cosas, pero particularmente en cuanto a
la sexualidad, continúan haciendo sufrir a las mujeres y a
otras personas más. Somos hijos de nuestra cultura, pero
no debemos ser esclavos de ella. Eso solo lo lograremos
creando algo mejor.
También lo dedico a mis padres Enrique García Odio y
Bárbara Franco Rojas; mi padre que pese a lo poco que pudo
estudiar y tener, me enseñó con su ejemplo a no rendir-
me frente a las dificultades: gracias papá; mi madre, a
pesar de su poca escolaridad insistió mucho para que mi
hermano y yo estudiásemos. Ambos tuvieron una sexua-
lidad feliz hasta edades avanzadas.
Agradecimientos

Este libro ha sido posible por el intenso trabajo colectivo aportado


por Rita Morris Cabrero, Mayra Navia Gutiérrez y Yulisa González
Lorenzo del departamento de publicaciones del Centro Cristiano
de Reflexión y Diálogo-Cuba. También agradezco los valiosos apor-
tes de la Dra. Ada C. Alfonso Rodríguez del Centro Nacional de
Educación Sexual (CENESEX); de las psicólogas Yenia Pupo Cruz,
Grisel A. Castillo Velazco, Virginia María Leroux Batte y la psiquia-
tra María Caridad Pérez Santana; a la Lic. Asunción Rodda Rome-
ro por su esmerado trabajo de edición. A mi hija Rebeca Elizabeth
que me facilitó una gran cantidad de información de Internet. Y a
todas las personas que me alentaron a seguir escribiendo sobre
este tema.
ÍNDICE GENERAL

PRÓLOGO, del Dr. Ramón Rivero Pino / XIII

PREÁMBULO / 17
La ética / 18
La bioética / 18
La estética / 19

LA SEXUALIDAD EN EL MISTERIO DEL SER HUMANO / 25


¿Qué es el ser humano? / 25
La sexualidad / 29
Los dones y los frutos / 31

LA AUTOESTIMA Y LA ASERTIVIDAD / 33
Las potencialidades humanas / 33
La autoestima / 34
Formas en que la autoestima se manifiesta exteriormente / 36
La falsa autoestima o pseudoautoestima / 36
Factores que pueden contribuir a aumentar la autoestima / 37
La asertividad o comunicación con los demás / 37
Reuniendo las cosas / 40

LA DESNUDEZ / 43

“CONÓCETE A TI MISMO” / 49
Erotismo individual / 51

IX
Juguetes sexuales / 53
ESPIRITUALIDAD Y MORAL EN LA SEXUALIDAD / 55
Espiritualidad / 55
Moral / 56

TABÚES Y FALSEDADES / 59

ADORNOS CORPORALES / 77

LA MASCULINIDAD / 85
Definamos conceptos / 86
Formación y desarrollo de la masculinidad / 89
La salud de los varones / 91
La familia / 91
La sociedad / 92
Masculinidad y falo / 94
El falo / 94
Diferencias entre el hombre y la mujer / 94
Homosexualidad y masculinidad / 95
La andropausia / 96
Definición / 96
Causas / 96
Causas anatomofisiológicas / 97
Causas psicosociales / 97
El factor cultural / 97
Síntomas y consecuencias / 98
Medidas preventivas / 100
La andropausia, una mirada esperanzadora / 101
La masculinidad de Jesucristo / 102

¿DIVERSIDAD O CORRUPCIÓN? / 107


Aclaración de algunos conceptos / 107
Diversidad / 110
Teorías biológicas / 110
Teorías psicosociales / 110
Teorías biosociales / 111
En cuanto a la homosexualidad (gays y lesbianas) / 111
De acuerdo a las relaciones de pareja / 112
De acuerdo al grado de satisfacción o remordimiento / 112
De acuerdo a las prácticas eróticas / 113
Moral y religión / 114

LA SEXUALIDAD Y EL COMERCIO / 119


Comercio y publicidad / 119
Sexualidad de mercado / 120
La pornografía / 122

X
La prostitución / 126
¿Cómo se cae en las redes de la prostitución? / 127
Otros problemas que acompañan a la prostitución / 127
¿Trabajadores y trabajadoras sexuales? / 128
La explotación sexual y comercial infantil / 130
Aportadores de soluciones / 133

SEXUALIDAD Y VIOLENCIA / 135


Víctimas de la violencia sexual / 137
Algunas realidades y suposiciones sobre la violación sexual / 138
Manifestaciones de violencia sexual contra las mujeres / 139
Manifestaciones de violencia sexual contra los hombres / 142
Manifestaciones de violencia sexual contra los menores / 142
Manifestaciones de violencia sexual contra homosexuales
(gays o lesbianas), travestis, transexuales y transgéneros / 143
Manifestaciones de violencia sexual contra
prostitutas y prostitutos / 143
Manifestaciones de violencia sexual contra
la mujer adulta mayor o anciana / 143
Consecuencias de la violencia sexual / 144
Ámbitos más frecuentes de la violencia sexual / 147
Ejemplos estadísticos / 149
Estrategias contra la violencia / 150

CALMA LA SED CON EL AGUA DE TU PROPIO POZO / 151


La dimensión personal de la sexualidad en la pareja / 156
La dimensión de la intimidad en la pareja / 157
La conflictividad en la pareja / 158
Las falsas expectativas / 160
Las críticas / 161
Las discusiones / 161
La pareja y el poder / 162
El trabajo / 163
El espacio de cada cual / 164
La comunicación / 164
Las relaciones sexuales como evasión / 165
La otra o el otro / 165
El triángulo / 166
Las sustancias psicoactivas y adictivas / 166
El hombre o la mujer / 167
Lo biológico / 167
La vivienda / 167
La privacidad / 168
Lo psíquico / 168
La economía / 168
La autonomía / 169

XI
El ciclo de la vida / 169
Lo que no se puede, no se puede / 169
Un proyecto de vida / 170
Valórense a sí mismos / 170
La falta de creatividad sexual / 170
Las enfermedades, los accidentes y las discapacidades / 171
El buen humor en la pareja / 172
Lo espiritual / 172
La religión y la pareja / 173
Otras consideraciones / 174

ANTES DE LA PLENITUD TOTAL / 177


Aprender a envejecer / 177
Madurar / 180
Lo que le ocurre a la mujer / 181
La sexualidad puede continuar / 182
La higiene y el comportamiento / 186
El ancianismo o edatismo y otros problemas / 187
Plenitud / 191

ANEXOS / 193
I. ¿Hay que regular la prostitución? / 194
Algo no cuadra / 196
II. Citas de la Biblia / 199
III. Citas de varios autores / 201
IV. ¿Qué es ser soltero o célibe? / 205
V. Sobre la prostitución y la pornografía / 206

BIBLIOGRAFÍA / 207

XII
PRÓLOGO

La lectura de La sexualidad en el misterio del ser humano,


libro escrito por el Rev. Raimundo García Franco, desde el
principio, me hizo recordar la frase de Antoine de Saint-
Exupéry: “Vea usted, Robineau, en la vida no hay soluciones.
Hay fuerzas en marcha; hay que orientarlas y entonces las
soluciones surgen.” (Vuelo nocturno. Editora del Consejo
Nacional de Cultura. Editorial Nacional de Cuba. La Haba-
na, 1964, p. 11), pues se trata de reflexiones que tienen la
intención de promover la conciencia crítica de creyentes y
no creyentes, acerca de un conjunto de elementos relaciona-
dos con la sexualidad humana instituidos distorsionadamente
en nuestra cotidianidad: de pautas de idealidad y disposicio-
nes de necesidad encontrados en vínculos íntersubjetivos que
reproducen estereotipos y tabúes asociados a la práctica de
la sexualidad y generadores de malestares y sufrimientos que
lamentablemente en muchas ocasiones se asumen como nor-
males, acríticamente.
Esta obra es esencialmente una invitación a pensar la
sexualidad humana desde el lado de la responsabilidad, la
ética, la dignidad, la justicia, la equidad y el amor. Desde esta
perspectiva se someten a examen aspectos de gran relevan-
cia para la vida social:
• La superación de las fronteras del fenómeno reproductivo
por parte de hombres y mujeres como hecho que expresa
madurez, orientación axiológica y crecimiento amoroso
en salud.
• La comprensión del alcance de la sexualidad más allá del
mundo privado de los seres humanos. La fuerza de lo pú-

XIII
blico, de los institutos socializadores de la personalidad y
su contribución a la calidad de vida de las personas.
• La crítica a la violencia en todas sus manifestaciones, a la
prepotencia y la autosuficiencia como elementos presen-
tes o contenidos en determinadas sexualidades.
• El análisis de la triada autoestima, asertividad, sexualidad.
Su valoración como conocimientos y habilidades en fun-
ción de la plenitud humana.
• La necesidad de rescatar la naturalidad de los seres huma-
nos (a través del ejemplo de la desnudez) desde una posi-
ción de respeto a la diferencia con sentido ético y estético.
• La relación erotismo-egoísmo y su expresión en el vínculo
sensualidad-sexualidad.
• La nociva influencia de los tabúes y otras falsedades vin-
culadas con la sexualidad y su impronta en los estados de
coherencia e incoherencia de los seres humanos.
• La valoración acerca del concepto género. Las diferencias
entre hombres y mujeres. Lo natural y culturalmente
construído al respecto.
• La masculinidad hegemónica y otras variantes de mascu-
linidad según la orientación sexual. La homosexualidad:
causas, tratamiento social y efectos en la salud humana.
• El análisis de la relación comercio, publicidad, sexualidad.
Sus causas y consecuencias. La prostitución asociada a
las enfermedades, el desamor y la falta de comunicación a
nivel de parejas.
• La violencia. Su expresión en la sexualidad de mujeres, hom-
bres, homosexuales, travestis, transexuales, transgéneros,
prostitutas y prostitutos. Ámbitos más frecuentes de la violen-
cia sexual y sus efectos.
• Asuntos relativos a la cotidianidad de las relaciones de pa-
rejas. Lo personal, lo íntimo, la importancia de los proyec-
tos de vida, del humor y la espiritualidad.
• El envejecimiento como proceso. Sus manifestaciones en
hombres y mujeres. La sexualidad en la vejez, entre otros.
El autor, con un lenguaje claro, sencillo y dialógico logra
el propósito de motivar a los lectores a desentrañar el conte-
nido enajenante de esas asignaciones culturales, que consti-
tuyen toda una carga que pesa sobre nuestras vidas. Ello es
también resultado de los sistemáticos vínculos de retroali-
mentación que el creador de esta noble propuesta ha sosteni-
do durante años con la ciudadanía, facilitando espacios de
reflexión dedicados a la temática de la sexualidad humana,

XIV
que seguramente han servido de base a la elaboración de pro-
yectos de vida personales y colectivos, a través de los cuales
muchas personas se han emancipado y dignificado.
Por ello me alegra y satisface que este libro sea también
un puñado de presencias (implícitas) que fijan a la institu-
ción que el Rev. Raimundo García Franco dirige, el Centro
Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba, cuya sede está en Cár-
denas, en la memoria colectiva de su pueblo.
Amigo(a) lector(a):
La sexualidad en el misterio del ser humano cuenta
con 214 páginas cuya lectura resultará fácil y amena. Se
trata de un abordaje amplio e integral de la sexualidad como
hecho social, con importantes citas y referencias, un equili-
brado testimonio gráfico y actualizada y diversa bibliografía
que, posiblemente, lo (a) atrapará a usted entre sus versículos,
canciones, poemas, profundas reflexiones y sobre todo
orientadoras interrogantes. Para mí ha sido un placer leerlo.
Ojalá usted sienta lo mismo.

DR. RAMÓN RIVERO PINO

XV
PREÁMBULO

El Primer Pacto, dado a conocer en la Biblia y que Dios establece


con el ser humano es poco mencionado pero esencial ya que ES EL
PACTO POR Y PARA LA VIDA Y LA DIVERSIDAD EN EL PLANETA (cf. Génesis 9: 8-17)
y guarda una estrecha relación con el pacto realizado por medio de
Jesucristo pues
El futuro de Jesucristo, hecho presente dentro de la historia por la
Resurrección, es el futuro de la humanidad (Boff, 25).
El ser humano nace, crece, se desarrolla, madura, envejece y muere.
Comienza su vida con un enorme potencial dinámico que, sin embar-
go se desgasta a medida que va envejeciendo; es la curva biológica
caracterizada por una pérdida progresiva e irreversible de material
energético. Ya el niño es suficientemente viejo para morir. La muerte
no llega desde afuera o al final de la vida biológica. Coincide con la
vida. El ser humano va muriendo a plazos cada segundo y cada minuto
suponen algo de vida que se ha gastado. La vida del hombre es una
vida mortal o, si se quiere, una muerte vital. A la vez, la vida tiende a
mantenerse en la supervivencia: afirma constantemente el yo biológi-
co. A pesar de ello se ve constantemente despojada del tener hasta
que se queda vacía de energía vital. Entonces el ser humano acaba de
morir. Es la curva biológica del ser humano exterior.
Y sin embargo el ser humano no se agota en esa determinación. Todo
lo contrario; existe en él otra curva de la vida, la personal. Esta se
plantea bajo un signo inverso al precedente: comienza pequeña como
un germen, y va creciendo indefinidamente. El ser humano comienza
a crecer en su interior: florece la inteligencia, se perfila la voluntad,
rasga horizontes, abre el corazón al encuentro con el tú y con el mun-
do. Si la curva biológica está centrada egoístamente sobre sí misma
(defenderse contra las enfermedades, luchar por la vida), la curva per-
sonal, interior al ser humano, se abre en la comunión y en la donación

19
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

de sí mismo. Descentrándose de sí mismo, yendo al encuentro de los


demás, es como va construyendo su personalidad (Boff, 37- 38).
Por esta razón es que asomarnos a la sexualidad en el misterio del
ser humano nos conduce a otros temas que son insoslayables por
lo que debemos mencionarlos aunque sea brevemente.

La ética
Es la “ciencia encargada del estudio de la moral [...] significa no
sólo lo que somos, sino también lo que querríamos ser; no genera
moral, sino que trata sobre ella. Está presente en todas las ramas
del saber: la biología, la psicología, la economía, la política, el dere-
cho, la educación, la sociología, el arte, etc. [...] Todas ellas necesi-
tan ser justificadas por la ética” (Díaz Canals, 23).

La bioética
Según Jaime Escobar Triana “La bioética como ética por la vida es
abarcadora de todas las éticas” (Acosta y otros, 129) .
La bioética es el diálogo moral, con las ciencias humanas, a
favor de la dignidad, la salud integral de las personas y de la vida en
general.
Esto trae como primera consecuencia para la ética, el estar al tanto de
los avances científicos. Pero sobre todo lleva a la reflexión moral a
preguntarse: ¿qué es lo que se debe hacer para ser más humano? Este
es, quizá, el primer criterio ético a tenerse en cuenta. Se trata del
sentido de humanización y crecimiento de la persona, de ver si tal
comportamiento o intervención humaniza o deshumaniza; si ayuda a
[…] realizarse como persona (Alburquerque, 18-19).
Entre los años 460-377 a. C. vivió Hipócrates, médico considerado el
padre de la medicina al que se le atribuye el siguiente juramento:
Y ME SERVIRÉ, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que
tienda al beneficio de los enfermos, pero me abstendré de cuanto
lleve consigo perjuicio o afán de dañar.
Y NO DARÉ ninguna droga letal a nadie, aunque me la pidan, ni
sugeriré un tal uso, y del mismo modo, tampoco a ninguna mujer
daré pesario abortivo, sino que, a lo largo de mi vida, ejerceré mi
arte pura y santamente.
Y NO CASTRARÉ ni siquiera (por tallar) a los calculosos, antes bien,
dejaré esta actividad a los artesanos de ella.
Y cada vez que entre en una casa, no lo haré sino para bien de los
enfermos, absteniéndome de mala acción o corrupción voluntaria,
pero especialmente de trato erótico con cuerpos femeninos o mas-
culinos, libres o serviles.

20
La sexualidad en el misterio del ser humano

Y SI EN MI PRÁCTICA médica, o aun fuera de ella, viviese u oyere, con


respeto a la vida de otros hombres, algo que jamás deba ser revela-
do al exterior, me callaré considerando como secreto todo lo de
este tipo. Así pues, si observo este juramento sin quebrantarlo,
séame dado gozar de mi vida y de mi arte y ser honrado para siem-
pre entre los hombres; más, si lo quebranto y cometo perjurio,
sucédame lo contrario.
Como podemos apreciar algunos principios de dicho juramento
están vigentes.
Sabemos que las actividades científico-técnicas se ven presio-
nadas muchas veces por intereses económicos y políticos, y que los
avances médicos son tales que ahora debemos responder a pregun-
tas que nunca antes habían sido hechas, sobre todo en los campos
de la biogenética y la biotecnología; eso no cambia el hecho de la
centralidad del ser humano y su salud obligatoriamente integral:
corporal, psíquica y espiritual.

La estética
La estética estudia el arte y la belleza. El arte es un tipo de comu-
nicación por medio del cual la verdad es expresada a partir de la
interpretación espiritual de quien lo crea. La belleza, aunque con-
dicionada en buena medida por la cultura, es la expresión de verda-
des espirituales que denotan la esencia más profunda de los seres y
las cosas.
Es por ello que ahora existen cuestionamientos que no pue-
den ser respondidos a la ligera y algunos de estos son:
¿Qué representa para un ser humano una “regulación menstrual”,
o sea, el aborto usado como anticonceptivo? La criatura que
está en el seno materno no es un renacuajo sino que lo que
estamos eliminando es un futuro hombre o mujer con todas
las posibilidades y potencialidades posibles. Madres, padres,
jóvenes, médicos y enfermeras no pueden obviar esto.
¿Qué representa un aborto? ¿Quién debe decidir y cuáles son
los factores a tomar en cuentan en dicha decisión? ¿Cómo
actuarían las mujeres embarazadas por un violador o aque-
llas para las cuales el mantener el embarazo es un riesgo
para su vida o…?
¿Qué significa una relación sexual sin la suficiente madurez físi-
ca o psíquica por parte de los adolescentes?
¿Cuánto puede dañar física, psíquica y espiritualmente la rela-
ción sexual sin amor y con muchas parejas?
¿Puede vivirse saludablemente sin tener pareja?
¿Cuánta violencia sexual se está ejerciendo contra los niños y
las mujeres aun dentro de la propia familia?
¿A qué tipo de frustración se ven sometidos los varones por una
cultura que en apariencia les da la ventaja?

21
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

¿Cómo pueden unirse sin contradicciones la sexualidad y la espiri-


tualidad?
¿Cómo podemos llegar a un consenso para una moral sexual pú-
blica?
¿Cómo mejorar la educación sexual en las familias y en las es-
cuelas?
La diferencia más sustancial entre mi libro anterior Porque es
tan fuerte el amor como la muerte y el presente libro, es que el pri-
mero puede considerarse como una introducción a la sexualidad
humana y en el segundo trato de abarcar asuntos más profundos y
controversiales sobre los cuales todos necesitamos mayor claridad.
El ser humano, como individuo y ser social, está potencialmen-
te capacitado para decidir el camino que debe tomar en cada en-
crucijada, aunque muchos no sabemos qué hacer y otros están
abrumados por las manipulaciones y diversas circunstancias.
Asomarse a determinados aspectos de la sexualidad humana,
nos llena de una profunda reverencia ante algo tan poderoso, bello
y placentero pero que puede ser muy destructivo por diversos
factores.
Por el profundo respeto que siento hacia mis semejantes, debo
expresar que para la escritura de este libro me he nutrido de una
amplia bibliografía, es decir, del conocimiento científico de quie-
nes han estudiado e investigado hondamente estos temas, pero
no ha sido mi intención describir el caso de alguna persona en
particular. La publicación de este texto no tiene interés comer-
cial sino el de contribuir –como otros– a que seamos capaces de
encontrar el sentido de la vida y defender siempre la dignidad
que nos corresponde como seres humanos (cuando no se conoce
al autor de un texto se rubrica con autor desconocido, y los datos
bibliográficos de tomos o páginas de las citas se indican directa-
mente en ellas).
Es muy significativo que algunos de los esposos o compañe-
ros de las mujeres que han asistido a nuestros cursos sobre sexua-
lidad o leyeron mi anterior libro se mostraron extrañados y
confusos cuando sus cónyuges trataron de ser más comunicativas
y abiertas con ellos sobre la sexualidad. Unos preguntaron con
desconfianza, si estaban aprendiendo con otro hombre y otros
dijeron que no necesitaban saber nada nuevo, pues con lo que
ellos sabían era suficiente. En los cursos que hemos impartido
sobre sexualidad ha sido interesante observar los rostros y gestos
de los hombres, quienes daban a entender que estaban asistien-
do a algo innecesario y pocos eran los que se atrevían a pregun-
tar para no mostrar su ignorancia. ¡Qué lástima, se pierden una
sexualidad más placentera con sus esposas o compañeras y matri-
monios más felices!

22
La sexualidad en el misterio del ser humano

Esto me hace recordar una antigua fábula –cuyo autor he olvi-


dado– que trata sobre las avispas y las abejas. Las primeras se dieron
cuenta de que sus primas las abejas fabricaban unos panales mejo-
res que los suyos y que además eran alimenticios, por lo que deci-
dieron preguntarles la técnica que usaban para obtener tan buenos
resultados. Las abejas, que recibieron muy amablemente a sus pri-
mas, les dijeron que con mucho gusto las enseñarían y comenza-
ron de inmediato a hacerlo. Cada vez que una abeja le decía a una
avispa: “Mira, esto se hace así y así...”, y quería darle el ejemplo, la
avispa contestaba de inmediato: “Ya sé, ya sé”. Siempre que las pa-
cientes abejas querían que ellas comprendieran cada uno de los
pasos para elaborar un panal de miel ocurrió igual... Al fin las abejas
se cansaron de tanta autosuficiencia y les dijeron a las avispas: “Bue-
no, ya que ustedes lo saben hacer todo, entonces no tenemos nada
más que enseñarles”. El resultado ha sido que hasta hoy las avispas
solo saben hacer panal de tierra y sin miel. Moraleja: “A quien le
sirva la vestimenta que se la ponga”.
Presento aquí dos selecciones de lecturas incluidas en el libro
de Rita Morris Cabrero, Recursos litúrgicos y devocionales, que me
parecen muy apropiadas para la ocasión:

SEMBRANDO

¡Hay que luchar por todos los que no luchan!


¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser como abejas que en la colmena
Fabrican para todos dulces panales.
Hay que ser como el agua que va serena
Brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
Lo mismo en la montaña que en la llanura:
Y hay que vivir la vida sembrando amores,
Con la vista y el alma siempre en la altura.
MARCOS R. BLANCO BELMONTE (fragmento)

CASTILLOS EN EL AIRE

Quiso volar igual que las gaviotas


libre en el aire, por el aire libre
y los demás dijeron: pobre idiota
no sabe que volar es imposible.

23
Mas extendió las alas hasta el cielo
y poco a poco fue ganando altura
y los demás quedaron en el suelo
guardando la cordura.
Y construyó castillos en el aire
a pleno sol con nubes de algodón
en un lugar adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.
Y construyó ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color
y convocó al duende de las rosas
que tiene mucho que ver con el amor.
Y en los demás al verlo tan dichoso
cundió la alarma, se dictaron normas
no vaya a ser que fuera contagioso
el atardecer feliz de aquella forma.
La conclusión es clara y contundente:
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente
vestido de cordura.
Por construir castillos en el aire
a pleno sol con nubes de algodón
en un lugar a donde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.
Por construir ventanas fabulosas
llenas de luz, de magia y de color,
y convocar al duende de las rosas
que tiene mucho que ver con el amor.
Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, por el aire libre
quiso volar igual que las gaviotas
pero eso es imposible...
¿O no?
ALBERTO CORTÉS (canción)

EL AUTOR

24
TENEMOS LA SENSACIÓN VIVA Y, AL MISMO TIEMPO, OSCURA, DE QUE
LA SEXUALIDAD PARTICIPA EN UNA RED DE PODERES CUYAS ARMONÍAS
CÓSMICAS SE OLVIDAN, PERO NO SE ANIQUILAN; DE QUE LA VIDA ES
MUCHO MÁS QUE LA VIDA –ES DECIR, MUCHO MÁS QUE LA LUCHA
CONTRA LA MUERTE O QUE DEJAR PASAR EL TIEMPO CUANDO HAY QUE
PAGAR LA DEUDA; QUE LA VIDA ES ÚNICA, UNIVERSAL, TODO EN TODOS,
Y QUE EL GOZO SEXUAL NOS HACE PARTICIPAR EN ESTE MISTERIO; QUE
EL SER HUMANO NO SE HACE UNA PERSONA ÉTICA Y JURÍDICAMENTE
HASTA QUE NO SE SUMERGE DE NUEVO EN EL RÍO DE LA VIDA–; ESTA
ES LA VERDAD DEL ROMANTICISMO Y TAMBIÉN LA VERDAD DE LA
SEXUALIDAD.

PAUL RICOEUR
LA SEXUALIDAD EN EL MISTERIO
DEL SER HUMANO
Vamos avanzando por la senda que descubre los secretos
del universo y sin embargo hemos perdido el camino
hacia nosotros mismos.
R. G. F.

¿Qué es el ser humano?


No podemos entender nuestra sexualidad si no entendemos a nues-
tro cuerpo y no podemos concebir qué es nuestro cuerpo si no
aclaramos qué es el ser humano. Ello es tan necesario que las dife-
rentes culturas, religiones y proyectos políticos y sociales se basan
siempre –con mayor o menor claridad– en una visión de lo que
entiende por ser humano, aunque sea un mito, una teoría científi-
ca o una fe. De todas formas nuestra respuesta nunca ha podido
ser completa por lo que nos debatimos entre la realidad y la espe-
ranza o entre la realidad y la utopía, lo cual me recuerda unas pala-
bras del escritor Eduardo Galeano:
Ella estaba en el horizonte. Me acerco dos pasos, y ella se aleja dos
pasos. Camino dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la uto-
pía? Para eso sirve: Para caminar.
Quiero llamar la atención de ustedes hacia la interpretación que
da Pierre Teilhard de Chardin, quien explica que el ser humano ha
iniciado sobre el planeta una nueva etapa siguiendo la evolución,
pero que inauguró no solo una nueva fase sino que dio lugar a una
clara ruptura o salto entre él y todo lo que le precedió. Es algo
novedoso porque con las personas aparece el conocimiento racio-
nal (la autorreflexión) por medio del cual ha podido hacer lo que
otras especies no pudieron: llegar a todos los puntos cardinales del
planeta, crear una sociedad planetaria, inventar, construir y mane-
jar los objetos que necesita –desde un cuchillo hasta un aparato
para volar–, comunicarse de manera múltiple y compleja con sus

27
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

semejantes, y manipularlos con fines egoistas. Sin agotar esta lista


podemos mencionar también que cada individuo tiene conciencia
de ser semejante a los demás, pero al mismo tiempo se sabe dife-
rente y único con respecto a ellos, pues cada cual tiene su propio
yo; en estas condciones puede darse el surgimiento del espíritu
como estado superior de la materia.
Esto constituye un reto sin precedentes para la ciencia y las
perspectivas que tenemos al evaluarnos como humanos para en-
tender por qué espíritu y materia no son excluyentes ni antagóni-
cos entre sí y para advertir por qué no podemos reducir simplemente
lo espiritual a la subjetividad y a la creatividad humanas.
Son estas razones las que mueven al ser humano –como ente
social e individual al mismo tiempo– a la reconstrucción
antropológica e histórica del pasado, buscando respuesta a las si-
guientes preguntas: ¿De dónde provengo? ¿Quién soy en el uni-
verso? ¿Hacia dónde me dirijo?
Una y otra vez tenemos que enfrentar dos posibles respuestas:
1) La materia evolucionó en múltiples direcciones durante millo-
nes de años hasta dar lugar a la primera y simple forma de vida,
que se perfeccionó lentamente en diferentes trayectorias; una
de las cuales es el ser humano. Somos pues, el extraordinario
producto de una asombrosa cadena de casualidades y
causalidades. Nuestro fin, como el de toda materia, es la trans-
formación continua por medio de la reproducción, y como so-
ciedad la humanidad continuará su desarrollo, a menos que se
extinguiera –debido a un accidente cósmico o terrestre, o de-
bido a irresponsables y deliberadas acciones nuestras– y todo
empezará de nuevo, como sostienen algunas teorías científi-
cas.
2) El ser humano es una creación, evolutiva o no, resultado de la
voluntad y la acción creadora de alguien más inteligente y po-
deroso que nosotros, pues, como sostienen muchos científi-
cos, no es posible pensar en el universo sin sospechar que hay
una voluntad creadora detrás de todo. No existe otra forma de
creer, por ahora, que esto es así sino por medio de la fe, descri-
ta como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve [...] Por la fe comprendemos que el universo fue he-
cho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho
de lo que no se veía” (Hebreos 11:1-2). A lo cual podemos aña-
dir: “En el principio era el Verbo [Jesucristo], el Verbo estaba
con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con
Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él
nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y
la vida era la luz de los seres humanos. La luz resplandece en

28
La sexualidad en el misterio del ser humano

las tinieblas y las tinieblas no lo dominaron” (Juan 1: 1-5). “Creó,


pues Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo
creó, varón y hembra los creó” (Génesis 1: 27 [la aclaración
entre corchetes en las citas son siempre del autor]).
Estas dos concepciones, en realidad no son tan antagónicas como
parecen, cuando religiones diversas, y hasta personas no creyen-
tes, se unen en los principios de una ética para defender la vida y
comprobados valores humanos –que contribuyen a la salud integral
y a la dignidad de las personas– por medio del amor-justicia. Supues-
tamente siempre deberíamos huir del sufrimiento y la muerte y
buscar lo que nos mantiene vivos y nos da placer, pero como dijo
José Martí: “El hombre [ser humano] es un magnífico combatien-
te, lanzado a la tierra, armado de todas las armas, a la conquista de
sí mismo” (José Martí, 14: 180) . “El primer trabajo del hombre [ser
humano] es reconquistarse” (14: 451). Por esta razón muchos es-
tamos dispuestos a sacrificarnos en la búsqueda de un futuro me-
jor en el cual todas las riquezas que podamos lograr, físicas, psíquicas
o espirituales sean para todas y todos o al menos para la mayoría;
otros solo quieren llegar a tener el mayor poder posible, expresado
en muchas formas, a costa de la desolación de los demás y aun de
su autodestrucción. ¿Acaso esto es solo el producto de unos seres
que viven en un planeta que es como un grano de arena en la suma
de todas las playas del mundo?
Nuevamente Teilhard de Chardin le añade interés a todo esto
cuando escribe que la materia en evolución presenta un interior y
un exterior y que ahora se hace evidente en el ser humano: lo
interior es el contenido, lo exterior es la forma.
¿Qué somos entonces, cuerpo corruptible condenado a desapare-
cer o personas con la posibilidad de trascender a la muerte para encon-
trarnos con una realidad soñada, simbolizada y mitificada desde el
amanecer humano?
Una segunda encrucijada debemos enfrentar para poder des-
entrañar el misterio del ser humano y de la sexualidad:
Filósofos griegos: entre ellos Sócrates, Platón y Aristóteles llega-
ron a la conclusión de que en el ser humano podían ser reco-
nocidas dos realidades: el cuerpo y el alma. Como alma se ha
entendido por lo común, algo inmaterial e incorpóreo creado
por Dios y dado al ser humano. Como cuerpo se ha mantenido
lo material y corpóreo. El alma sobrevive a la muerte y el cuer-
po se descompone y se reintegra a la tierra como parte de la
misma. A esto se puede añadir lo que sostenían los gnósticos,
quienes decían que los sentimientos y las pasiones eran algo
malo; y los maniqueos calificaban al cuerpo humano y a la sexua-
lidad como malos. Erróneamente estos conceptos fueron re-
cogidos por sectores importantes de la Iglesia Cristiana y se le

29
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

añadieron otros que implicaban al género, como la calificación


de la mujer como reservorio de maldad. Es lamentable que
muchos de estos conceptos persistan todavía en diferentes
culturas y en esferas de la Iglesia.
Cultura hebrea: esta cultura, permeada por la fe judía o judaica y que
también es aceptada por la Iglesia Cristiana, sostiene un concep-
to holístico del ser humano, lo cual significa que la persona ha
de ser entendida como un todo inseparable y que esa realidad
es superior o diferente a la suma de sus partes y no solo como la
suma de sus componentes minerales, orgánicos, gases y ener-
gías. Esto quiere decir también que no podemos separar al ser
humano en cuerpo y alma o en cuerpo y espíritu sino que este
ser formado por los elementos que integran el planeta, más el
aliento de vida que Dios le concedió, es una persona o ser vi-
viente, pero con la categoría de hijos e hijas de Dios. Como
tales, poseen una dignidad que superan y pueden administrar
todo lo creado en la tierra antes que ellos, hecho también de
un valor muy grande pues formamos parte de un sistema lla-
mado vida, lo que merece nuestro respeto y cuidado.
No somos cuerpos sino personas en las cuales se produce una
singularidad única, porque en cada uno de nosotros se interrelacionan
de una manera original los componentes genéticos, socioculturales,
educacionales y la capacidad de proyectarnos al pasado y al futuro,
individualmente o como seres sociales, mediante el recuerdo, la ima-
ginación, la premonición científica y las ciencias.
Solo la muerte –por ahora, y no como enemiga, sino como
transformación, salto o cambio– permite que demos el siguiente
paso con la potencialidad que intuimos y tenemos en nosotros. La
muerte nos faculta o habilita el poder entrar en el Reino de Dios,
cuya evidencia es Jesucristo. El apóstol Pablo escribió:
Pues si hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual. En
efecto, así es como dice la Escritura: fue hecho el primer ser humano
Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida. Más no es lo
espiritual lo primero que aparece, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer ser humano, salido de la tierra, es terrestre; el segundo
viene del cielo. Como el hombre terrestre, así son los hombres te-
rrestres; como el celeste, así serán los celestes (I Corintios 15: 45-49).
También nuestro Señor Jesucristo aclaró:
Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen
a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de
entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden
ya morir, porque son como los ángeles, y son hijos de Dios por ser
hijos de la resurrección [...] Dios no es un Dios de muertos, sino de
vivos, porque para Él todos viven (Lucas 20: 34; 36 y 38).
José Martí sentenció: “La muerte no es verdad cuando se ha cum-
plido bien la obra de la vida [...]” (O.C., 6: 420).

30
La sexualidad en el misterio del ser humano

El teólogo Leonardo Boff sostiene:


La resurrección no ha de ser interpretada como reanimación de un
cadáver y vuelta a una vida mortal, sino como la realización total y
exhaustiva de las posibilidades latentes en el ser humano, posibilidades
de unión íntima e hipostática con Dios, comunión cósmica con todos
los seres, superación de todas las esclavitudes y alienaciones que es-
tigmatizan nuestra existencia terrena en proceso de gestación (24).
Y añade:
El nudo de relaciones en todas direcciones puede ahora actuar libre-
mente, porque con la muerte han cesado todas las limitaciones de
nuestro ser-biológico en el mundo (42).
La resurrección es:
la realización exhaustiva de las capacidades del ser humano cuerpo-
alma. Como decía el conocido teólogo húngaro L. Boros: “Mediante la
resurrección todo se volverá inmediato al ser humano: el amor flore-
ce en la persona, la ciencia se convierte en visión, el conocimiento
se transforma en sensación, la inteligencia se hace audición”. Des-
aparecen las barreras del espacio: la persona humana existirá inmedia-
tamente allí donde está su amor, su deseo y su felicidad (43-44).
Y es concluyente cuando afirma:
Al morir cada uno conseguirá el cuerpo que merece; éste será la ex-
presión perfecta de la interioridad humana [...] El cuerpo glorioso
tendrá las cualidades del ser humano-espíritu como son la universali-
dad y la ubicuidad [...] Existe con todo una muerte que no es floración
ni transfiguración. Es la segunda muerte de aquellos que se concen-
traron en sí mismos y se negaron a la apertura a la luz [...] Al finalizar
su vida terrena el ser humano deja tras de sí un cadáver. Es como el
capullo que hizo posible el emerger radiante de la crisálida y de la
mariposa (45- 46).

La sexualidad
Todo el sistema cósmico ha sido edificado sobre la unión y que los
seres vivos se aproximan, se unen y se reproducen con el fin de
prolongar no solo la existencia de la especie sino para proteger todo
lo que a través de ellos se ha ido ganando en unidad, conciencia y
espiritualidad en el universo, y que al llegar al ser humano tiene
lugar una síntesis necesaria entre los principios masculino y feme-
nino de la edificación de la personalidad, en una interacción que
sugiere la búsqueda de la totalidad por nuestro ser incompleto.
La multiplicación humana cubre toda la tierra y su desarrollo
multifacético da lugar a que la reproducción deje de ser el factor
principal de la relación masculino-femenina, sin dejar de ser im-
portante. En su maduración la humanidad sobrepasa las fronte-

31
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

ras del fenómeno reproductivo: requiere que el hombre y la mu-


jer descrubran sus valores personales y reciprocos y para siempre,
al crearse una necesaria y especial unidad de amor. Esta contribui-
rá a un final, que se producirá en la consumación del ser humano
con Dios en Jesucristo, quien como Punto Omega nos ha estado
atrayendo. El amor –cuya función es esencialmente personalizante–
hace crecer la plenitud del ser humano, quien deberá ser cada vez
más espiritual en la relación profunda y radical en la pareja y en la
pluralidad humana.
Vale la pena comentar que en el pasado, de la cantidad de hijos
que pudieran lograrse, en especial si eran varones, dependía la su-
pervivencia de los pueblos. Entre ellos se destacaban los hebreos,
que además de la causa mencionada tenían, ¿y tienen?, dos razo-
nes para considerar la fertilidad femenina como una bendición y la
infertilidad como una maldición. La primera consistía en que por
tener la convicción de ser el pueblo escogido por Yavé, Dios debía
de mantenerse como nación por medio de la descendencia; la se-
gunda, era su firme creencia de que en algún momento nacería el
Mesías, posibilidad contra la cual atentaba cualquier acto de
evitar un nacimiento. Hoy en día algunas naciones, sobre todo
las desarrolladas, experimentan lo que se llama el crecimiento cero,
pues su población no crece aunque el Estado y organizaciones no
gubernamentales incentiven los nacimientos; en general este fe-
nómeno se está solucionando por medio de las migraciones desde
pueblos más numerosos y pobres.
Resulta interesante que en la primera mitad del siglo pasado
ya algunos investigadores de la psiquis humana comenzaron a te-
ner evidencias de que la sexualidad estaba relacionada con algún
tipo de energía. Eso llevó a Wilhelm Reich a ponerle el nombre de
ORGÓN O ENERGÍA ORGÓNICA a un fenómeno, que se presentaba tanto
en el hombre como en la mujer y que el científico describió como
una energía biológica. Con posterioridad, poniendo a un lado otras
teorías y conceptos de Reich, se ha redefinido la sexualidad como
una energía que dinamiza el núcleo de la persona humana, de la
cual no podemos prescindir, sino solamente encauzarla. Esto no
significa que –como en determinados momentos algunos enten-
dieron– se debe acceder a una sexualidad permisiva, sin límites.
Debo señalar, como el mismo Reich opinaba, que la represión
de esta energía disminuye la eficiencia de la persona en correspon-
dencia con sus capacidades, pues se producen síntomas y rasgos de
carácter neurótico. Él proponía como cura eliminar las fijaciones
infantiles, los traumas de la primera infancia, los tabúes antisexuales
y la ansiedad genital. Con posterioridad se descubrió que algunas
personas podían reencausar esa energía por medio de la llamada
sublimación de la sexualidad, que explica la capacidad en ciertas

32
La sexualidad en el misterio del ser humano

mujeres y hombres de voluntariamente prescindir de las expresio-


nes genitales de la sexualidad y encauzar la energía ya mencionada
hacia fines de ayuda a otros seres humanos, en lo que se ha llama-
do el celibato voluntario y la sublimación.
La sexualidad va más allá de lo privado, pues la realización de
sus manifestaciones biológicas, psíquicas, socioculturales, éticas y
religiosas contribuyen a la calidad de vida de las personas de ambos
sexos, de la familia y de la sociedad en sus diferentes ámbitos, cons-
tituyendo un proceso de maduración que abarca todos los aspectos
del ser humano. Esto se debe a que las transformaciones psicosexuales
del individuo tienen un fundamento esencial en los procesos de
aprendizaje que impulsan en cada etapa la maduración de la sexua-
lidad.
En cada persona la sexualidad tiene un modo propio de mani-
festarse, de comunicarse y de experimentarse, mas para ser verda-
dera tiene que –al ser expresión de amor– revelarse como placer,
caricia, cariño y disfrute compartido. La genitalidad que ha sido tan
magnificada solo constituye una pequeña expresión de la sexuali-
dad en general.
Los dones y los frutos
El ser humano solo es un peregrino aquí en la tierra (cf. Levíti-
co 25: 23; Hebreos 11: 1- 2 y 13), no en el sentido de pasar y nada
más, sino que es parte de un asombroso proceso universal y su
razón de existir consiste en amar a Dios, a su prójimo y a sí mismo
(cf. Mateo 22: 37-39). Separados de Dios perdemos el valor y la orien-
tación de la existencia; incapacitados de amarnos a nosotros mis-
mos no comprendemos la dignidad de nuestras personas, y
resultamos indiferentes a nuestro prójimo, tanto individual como
socialmente, y también al sistema que llamamos vida, cuya esencia
es el amor; si por alguna razón nos viéramos en las situaciones an-
tes descritas, es porque todo lo anterior ha perdido para nosotros
su significado. El ser humano es un ente que no ha llegado a la
perfección; tiene por ello, delante de sí, retos frente a los cuales
debe decidir constantemente entre el bien y el mal: podemos ser
templo del Espíritu Santo o guarida de demonios.
El ser humano ha sido dotado de capacidades por medio de las
cuales supera una y otra vez las metas a las que llega (tanto en las
ciencias como en la técnica, el deporte, el arte y otras actividades) y
el lema de los Juegos Olímpicos así lo define: “Más rápido, más alto,
más fuerte”. En la Biblia esas potencialidades son concebidas como
dones o regalos del Espíritu de Dios al ser humano, pero si dones
tenemos, también se exigen frutos: los frutos del espíritu. De ellos
tenemos una larga lista y como muestra señalo los siguientes: amor,

33
alegría, paz, paciencia, generosidad, compasión, fe, humildad,
autocontrol (cf. Gálatas 5: 22 y 23), y no podría terminar sin men-
cionar la ternura.
Contraria a esta actitud es la violencia en todas sus manifesta-
ciones, como la prepotencia y la autosuficiencia, de las cuales la
sexualidad humana está sembrada de una punta hasta la otra. Ellas
dan otro tipo de frutos, tales como la desigualdad de derechos en-
tre los sexos y la violación en todas sus formas (dentro y fuera de la
familia, en individuos y grupos).
La plenitud humana se obtiene siendo y no teniendo. Se es en
la bondad de nuestra existencia mostrada en frutos, que cuando
crecen, rompen el egoísmo humano para luego alimentar la digni-
dad y la alegría.

34
LA AUTOESTIMA Y LA ASERTIVIDAD

Jamás debemos consentir en arrastrarnos cuando sentimos


el impulso de volar.
HELLEN KELLER

Cuando nuestro Señor Jesucristo resumió toda la moral obligato-


ria de la Ley del pueblo hebreo y los consejos y advertencias de los
profetas, en dos mandamientos, el segundo de ellos resulta parti-
cularmente interesante porque expresa: “Ama a tu prójimo [o a tu
semejante] como a ti mismo” (Mateo 22:39 [las cursivas en las citas
del texto son siempre del autor]), o sea, para amar a tu prójimo o a
los que te rodean, tienes que aprender a amarte a ti mismo. Esto
parece algo egoísta pero no lo es porque si usted no reconoce y
crea sus valores, tampoco será capaz de reconocerlos y contribuir a
crearlos en los demás.

Las potencialidades humanas


Las potencialidades humanas son las capacidades o aptitudes con
las que casi todas las personas nacen y pueden desarrollar, por muy
disminuidos y diferentes que sean los individuos. Este desarrollo
puede ser para el bien o para el mal; tanto la autoestima como la
asertividad van a crecer o estrecharse dentro de las dimensiones de
estas potencialidades.
1) La capacidad de poder reflexionar, o sea, de pensar y valorar acer-
ca de nosotros mismos, de nuestro presente, pasado y futuro.
2) La capacidad de aprender como ningún otro ser viviente cono-
cido ha podido hacerlo.
3) La capacidad de poder decidir.
4) La capacidad de amar, pensando y obrando el bien, al cuidar del
sistema que llamamos vida, hasta el supremo hecho de dar la
nuestra por el bienestar de los demás.

35
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

5) La capacidad de pensar y obrar el mal hasta el hecho de la auto-


aniquilación.
6) La capacidad de crear y desarrollarnos por medio de las cien-
cias, las técnicas, los deportes, las artes, etcétera.
7) La capacidad de nuestra sexualidad, que permite autoconocernos
y comunicarnos en formas muy especiales. Podemos reproducir-
nos, sentir placer, y en la relación de pareja, descubrir profundos
secretos del ser y desarrollarnos como personas.
8) La capacidad de ser religiosos, cualidad única entre los seres
vivientes conocidos, que posibilita una aspiración consciente a
la trascendencia frente a la muerte y la vocación irrenunciable
a la unión con otra y superior dimensión de la existencia, que
permite conocer seres diferentes.
La autoestima
La autoestima es la capacidad que puede tener la persona o un
colectivo humano para afrontar los desafíos de la vida, eliminando
los temores y la agresividad, confiando en sus capacidades, arriban-
do a objetivos que le permitan sentirse dignos ante sí mismos y sus
semejantes.
Los pilares sobre los cuales descansa la autoestima, dadas sus
dimensiones psíquicas y espirituales son los siguientes:
• La seguridad que podemos albergar en lo más profundo de
nuestro ser acerca de valores por los cuales merezca la pena
existir, aunque para ello haya que enfrentar dudas y sufrimien-
tos. Un ser humano no existe simplemente debido a sus carac-
terísticas biológicas como cualquier otro ser viviente, por muy
adelantado que sea. Tanto el individuo como los grupos huma-
nos viven por y para algo, ya que en última instancia solo somos
capaces de escoger a quién o a qué vamos a servir.
• La autoestima requiere de manera indispensable del amor ha-
cia nosotros mismos, lo cual no tiene nada que ver con el egoís-
mo. Amarnos a nosotros mismos significa que cada persona es
algo más importante que la más exquisita de las obras artísti-
cas, la sabiduría más profunda alcanzada y la técnica más com-
pleja y efectiva que hayamos podido experimentar. Se podrá
clonar o copiar el cuerpo de una persona pero no su personali-
dad que es el resultado de lo que ha aprendido y descubierto
en conjunción con sus sentimientos y emociones, esa mezcla
es única en cada ser. “Yo soy yo y mis circunstancias”, dijo el
filósofo Ortega y Gasset, pero yo o tú, teniendo el valor de lo

36
La sexualidad en el misterio del ser humano

único, somos más que las circunstancias; yo soy yo y tu eres tú,


productos ambos de la interrelación con las circunstancias, pero
yo no podré ser tú, ni tú ser yo y no puede ser de otra manera.
Esta es la razón por la que cada cual debe conocerse a sí mismo
–como sentenció Sócrates– y ello lleva consciente o incons-
cientemente a una valoración o evaluación de nosotros mis-
mos. Tú serás lo que sean tus valores.
• La autoestima requiere una gran confianza en las capacidades
que tenemos para analizar, comprender y decidir. No puedes
considerarte inferior a ninguna otra persona, solo somos dife-
rentes, y tus potencialidades diferentes tienen un potencial
valioso y único en ti.
• El otro pilar de la autoestima es la seguridad de que cada perso-
na tiene una dignidad por el hecho de ser humano, y que cons-
ciente de dicha dignidad tiene derechos y deberes. Pero aquí
puntualizo los derechos: a la vida, a conocer y a experimentar
lo bello, lo bueno, el placer y la felicidad.
Nuestro mundo tiene mucho odio y parcialidad, mas dentro de
cada persona está la semilla del amor, de la justicia y de la verdad;
tenemos la obligación de conservar y de cultivar esto, porque es
esencial y porque es autoestima.
Según Nathaniel Branden, una de las personas que más ha
estudiado y escrito sobre tal asunto:
La noción según la cual somos simplemente peones formados y deter-
minados por nuestro medio no puede sustentarse científica ni filosófi-
camente. Somos agentes causales en el drama de nuestras vidas;
creadores y no simplemente individuos que reaccionan o responden
(Branden, El poder de la Autoestima, 33).
La autoestima requiere que seamos formadores de valores en todos
los aspectos posibles, siempre y cuando no dañemos a los demás di-
recta o indirectamente. Crearemos valores cuando contribuyan a la
dignidad de los demás, a la justicia, la reconciliación, la paz y a una
mejoría que tenga en cuenta a las mayorías y no solo a las minorías
privilegiadas.
La importancia de la autoestima radica en que es esencial para
la existencia humana, al contribuir decisivamente a que las perso-
nas sobrevivan –en medio de los peores desastres personales o los
que se den en su entorno– al desarrollo de la vida.
Algunas de las características de las personas con una
autoestima correcta son: autonomía personal, confianza en sí mis-
mo, capacidad para llevar adelante iniciativas, posibilidad de tener
criterios independientes, asumir responsabilidades, crear valores.

37
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Formas en que la autoestima se manifiesta exteriormente


Actitudes generales:
• Rostro, gestos y maneras de hablar que reflejen seguridad y
alegría de vivir.
• Dar y recibir con la mayor naturalidad, cumplidos, expresiones
de afecto, aprecio, etcétera.
• Aceptar críticas y sugerencias ya que siempre debemos pensar
que somos perfectibles.
• Mantenernos serenos y espontáneos al hablar, puesto que
no tenemos razones para sentirnos incómodos con noso-
tros mismos.
• Oportunidad de sentir menos intimidación fastidio y abrumo si
surgen sentimientos de ansiedad o inseguridad, puesto que no
suele ser difícil aceptarlos, dominarlos y eliminarlos.
• Capacidad para gozar –en nosotros mismos y en los demás– los
aspectos humorísticos de la vida.
• Flexibilidad para responder a situaciones y desafíos desde una
manera de pensar creativa y optimista.
• Mantener una actitud afectiva para con los demás y nosotros.
• En momentos de preocupación y tensión, mantener nuestra
armonía interior y nuestra dignidad.
• Caminaremos con pasos sueltos y decididos, pero sin arrogan-
cia ni violencia.
• Debemos hablar con claridad y con una intensidad adecuada,
pero sin gritos ni apresuramientos.
La falsa autoestima o pseudoautoestima
La autoestima se construye, es nuestra, no la podemos recibir ni
dar, aunque sí podemos contribuir a que los demás descubran cómo
cultivarla en sí mismos.
Por otra parte, existe una autoestima falsa que no se basa en
valores propios ni en una sana confianza en nosotros mismos y que
se caracteriza por:
• Ser solo una ilusión de nuestra autodi gnidad y autoeficacia.
• Resultar una falsa protección para tratar de disminuir nuestra
ansiedad e inseguridad.
• Intentar sustituir la verdadera autoestima con la popularidad,
cierto tipo de prestigio social, adquisiciones materiales, proe-
zas sexuales y cosas semejantes, muestra solo de jactancia y
arrogancia.
• Simular mediante una forma hipócrita hacer el bien a los demás.

38
La sexualidad en el misterio del ser humano

• Pertenecer, por creerse superior, a grupos selectos, a una igle-


sia determinada, a un partido político.
• Manifestar una lealtad ciega a un grupo determinado.
• Manipular a otras personas.
• Intentar alimentar el yo mediante la comparación con los
demás.
• Creer que los problemas de la vida no nos afectarán.
• Rechazar que se tiene una autoestima baja cuando así sea.
• Temer la desaprobación de otras personas.
• Sentir rechazo o vergüenza por lo que fuimos en el pasado, sin
apreciar que desde allí partimos y podemos sentirnos conten-
tos por lo que hemos progresado.
• Creer que estamos ante una situación sin salida ante los pro-
blemas.
• Eludir responsabilidades acusando a otros, gritando o fingien-
do estar confusos.
Factores que pueden contribuir a aumentar
la autoestima
Los principales factores que pueden contribuir al aumento de nues-
tra autoestima son:
• La confianza e n nosotros mismos, tarea de nuestro propio
aprendizaje.
• El cultivo de valores, principios y normas.
• La aceptación de sí mismo (saber quién se es para luego
cambiar y mejorar).
• La responsabilidad por las propias elecciones y acciones.
• La disciplina como capacidad de organizar nuestra conducta.
• La integridad, o sea, la no contradicción entre el saber, el
decir, el creer y el hacer propios.
• La veracidad ante uno mismo.
• La admisión de nuestra culpabilidad.
• La asimilación de los fracasos.
• La posibilidad de asumir el sufrimiento como parte de la
madurez humana.
• El aceptar la depresión que surge de diferentes tipos de pro-
blemas.
La asertividad o comunicación con los demás
La asertividad es el sistema de convicciones y habilidades que per-
miten a una persona sentirse segura de sí misma, y expresarse

39
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

frente a los demás con palabras y acciones, de manera desen-


vuelta pero con respeto y amabilidad.
Como solemos repetir “nadie es perfecto”, y por lo tanto,
nadie será intachablemente asertivo o asertiva; quien lo sea en
menor grado podrá mejorar, si comprende lo que esto significa
y busca, de necesitarla, ayuda profesional.
La persona no asertiva generalmente no es respetada, no se
respeta a sí misma y por supuesto es insegura. Teme a los otros
y su respeto a ellos no nace del aprecio o la valoración; tampoco
es asertiva la persona agresiva que desconoce los sentimientos
y necesidades de aquellos con los cuales se relaciona de una u
otra manera.
Las causas de la falta de asertividad son:
a) No haber aprendido lo suficiente o nada sobre este asunto.
b) Conocer lo que se debe hacer, pero la ansiedad le impide
llevarlo a cabo.
c) Rechazar o desconocer nuestros derechos.
d) Mantener patrones irracionales de comportamiento.
La asertividad o no asertividad de cada quien se muestra en
su conducta, expresada en comportamiento externo, sentimien-
tos, emociones y patrones de pensamiento.
El comportamiento externo es la forma en que usemos la
voz y la actitud corporal que asumamos; depende de nuestra cultu-
ra y de la educación –tanto familiar como social– que hayamos
recibido y de cómo la hayamos interiorizado. La persona no
asertiva puede pensar que siempre hay que ganar, o que hay
mucha gente mala que merece un castigo o que la persona solo
se debe ocupar de sus intereses, etcétera. Hablará bajo y con
inseguridad o hablará alto y precipitadamente; retará con la mi-
rada al otro, pondrá tensos el cuerpo y el rostro, se mostrará
nervioso... Al contrario, la persona asertiva hablará con seguri-
dad, sin tonos desafiantes y con una postura relajada; también
será capaz de hablar con honestidad, podrá expresar con liber-
tad sus pensamientos, aceptará sus errores y sabrá decir que no
cuando lo considere necesario.
Los sentimientos y emociones en la persona no asertiva pue-
den ser de ansiedad, depresión, ira, soledad, falta de control,
frustración y otros. Estos no aparecen en los asertivos, quienes
no se sentirán ni superiores ni inferiores ante los demás porque
tienen una buena autoestima.
Los patrones de pensamiento en los no asertivos pueden
llevar a pensar constantemente que no se les tiene en cuenta,

40
La sexualidad en el misterio del ser humano

se les manipula y no los comprenden. También algunos piensan


que son “sacrificados”, o que todo el mundo los tiene que que-
rer, entre otras cosas.
Un gran psicólogo, en la segunda mitad del siglo pasado,
hizo una lista que ejemplificaba las “convicciones” influyentes
en muchas personas, capaces de llevarlas a cometer múltiples
errores. Recordamos a continuación la lista de ideas irracionales
elaborada por Albert Ellis:
1) La persona tiene que ser muy competente y saber resolver-
lo todo si quiere considerarse necesaria y útil.
2) Toda persona debe ser querida y aceptada por todos los demás.
3) Es una verdadera desgracia que las cosas no sean como a
uno les gusta.
4) Uno debe estar siempre preocupado por los problemas de los
demás.
5) En el mundo hay personas malas que deben ser castigadas.
6) Resulta más fácil evitar algunas dificultades que enfrentarse a
ellas.
7) Si algo malo me ocurrió en el pasado me seguirá afectando
siempre.
8) Es muy difícil controlar los trastornos y disgustos porque la
desgracia humana es regida por un destino.
9) Más que confiar en uno mismo hay que confiar en alguien
más inteligente y fuerte.
10) Hay que preocuparse mucho y en todo momento por cual-
quier cosa que pueda hacernos daño.
Mi asertividad me da el derecho de ser:
a) Independiente.
b) Exitoso.
c) Cometer errores (falible).
d) Tomado en serio y ser escuchado.
e) Tratado con respeto y dignidad.
f ) Capaz de negarme a hacer algo sin sentirme culpable.
g) Dueño de tener y expresar mis derechos y opiniones.
h) Cambiable.
i ) Informado.
j ) Capaz de superarme, aun por encima de los demás, sin sen-
tir que estoy haciendo algo indebido.
k) Receptor y dador de placer y alegría sin dañarme y sin dañar.
l ) Analítico sobre mis necesidades, decidir mis prioridades y
tomar las decisiones que estime conveniente.

41
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

m) Recompensado con el descanso.


n ) Retribuido con la calidad y las garantías necesarias por lo
que he pagado.
ñ ) Dueño de mi propio espacio de aislamiento, cuando lo esti-
me conveniente.
o ) Capaz de decidir lo que hago con mi propio cuerpo.
p ) Comprensivo ante otras personas que pueden decirme “no”.
q ) Propietario de mis bienes.
r ) Administrador de mi tiempo.
s ) No asertivo.

Reuniendo las cosas


Si la autoestima es la autoafirmación de nuestro yo –lo más ín-
timo y genuino de cada cual– y es también una lectura optimis-
ta de nuestro futuro, si la asertividad constituye la capacidad de
relacionarse con los demás desde nuestras convicciones y habi-
lidades, y la sexualidad es una energía que puede contribuir a la
plenitud humana fomentando el amor y la unidad, entonces
podemos encontrar una cadena de relaciones necesarias que
unen esas tres cosas.
¿Cómo podrá realizarse sexualmente una persona que sea
insegura de sí misma, que tenga una visión pesimista de la vida
y que no tenga una buena capacidad de relacionarse con los
demás ya que vive a la defensiva? Aquí encontramos algunas de
las razones principales que llevan a la frecuente separación de
las parejas, a la gran extensión de la violencia familiar y sexual, y
a que tantas personas –de todas las edades y orientaciones sexua-
les– vivan tan insatisfechas sexualmente.
Para abrirnos al amor debemos ser capaces de apreciar las
buenas cualidades de los demás, reconocer sus valores como per-
sonas y respetarlas. El otro o la otra no son instrumentos para
satisfacer nuestras necesidades y en particular las sexuales; ¿cómo
confiar en el otro o en la otra si no confiamos en nosotros mis-
mos? Si creo que no soy lo suficientemente capaz –como perso-
na– para que me amen, entonces trataré a la otra persona con
desconfianza y recelo. Nuestra inseguridad solo logrará engran-
decer los pequeños problemas: entonces cualquier inconvenien-
te en la pareja provocará un enfrentamiento.
“Nuestras acciones tienden a producir resultados que afir-
man continuamente el concepto que tenemos de nosotros mis-

42
La sexualidad en el misterio del ser humano

mos” (Branden. La autoestima de la mujer, 66). Vale la pena


que revisemos en qué estado se encuentran nuestra autoestima
y nuestra asertividad y cuál es nuestro concepto acerca de la
sexualidad. A partir de lo que encontremos, emprenderemos el
camino para rectificar lo que dificulta una mejor manera de vi-
vir, que nos lleve a saber resolver nuestros conflictos, saber plan-
tearnos nuestros objetivos, tener la capacidad de perseverar sin
rendirnos y desarrollar virtudes positivas.

43
Campo de naturistas o nudistas.
LA DESNUDEZ

La belleza se nos revela sentada en trono de gloria; pero


nosotros nos acercamos a ella en nombre de la lujuria, la
despojamos de su corona de pureza y manchamos su
vestidura con nuestra perversidad.
KHALIL GIBRÁN

Toda nuestra cultura, esa que nos impregna a partir de nuestro


nacimiento, primero a través de nuestra familia y luego por medio
de nuestro contexto social tiene muchos elementos negativos para
el buen desarrollo de nuestra personalidad y de nuestras relacio-
nes interhumanas; pero la mayoría de las veces los aceptamos sin
ninguna o muy poca reacción crítica que nos permita defendernos
ya sea debido a que no nos damos cuenta, no estamos claros cómo
debemos enfrentarlos o porque no nos esforzamos lo suficiente.
La cultura es el conjunto de elementos espirituales, morales,
filosóficos, científicos, técnicos, artísticos y religiosos que confor-
man concepciones de la existencia, y que son expresiones de la
búsqueda, los logros y los fracasos del ser humano. Es todo lo que
las personas y la sociedad han logrado crear bueno o malo.
La sexualidad humana se ha visto condicionada por el sistema
patriarcal y por concepciones dualistas que denigran a las personas
y en particular al cuerpo humano.
El patriarcado que se desarrolló y se ha extendido por toda la
tierra se basa en concepciones socioeconómicas y también religio-
sas que sostienen la superioridad de los hombres sobre las muje-
res; se considera que la mujer es menos capaz en todos los aspectos
de la vida, que debe ser guiada y estar al servicio del hombre e
incluso existen sectores que han sostenido que la mujer es perver-
sa y vehículo del mal. Todo esto ha dado lugar a que se sostengan
falsedades y prohibiciones que han hecho sufrir a través de los si-
glos a las mujeres hasta el presente y, no obstante la existencia de
leyes que protegen los derechos femeninos, se han mantenido estas
infundadas creencias por medio de elementos culturales que las
condenan a violencias físicas y psíquicas.

45
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Muy temprano en la cultura humana surgieron grandes pensa-


dores; algunos de ellos gestaron y desarrollaron la idea de que lo
material y, por tanto, el cuerpo son malos, en oposición a lo espiri-
tual y al alma que son buenos. El estoicismo, el neoplatonismo, el
gnosticismo y el maniqueísmo fueron, entre otras, las doctrinas
que sostuvieron esta posición y que lograron irse introduciendo
entre los cristianos, razón por la cual, hasta el día de hoy, sectores
de la Iglesia cristiana sostienen dichas ideas.
Es interesante conocer que en el antiguo templo de Jerusa-
lén, los sacerdotes tenían que usar calzoncillos de lino y para llegar
a los lugares más santos o venerados se construían rampas en
lugar de escalones, y todo con tal de impedir el sacrilegio de ver el
sexo de la persona (cf. Éxodo 19: 15; 28: 42-43) sin embargo, cuan-
do uno confronta esa actitud con el poema de la creación (libro de
Génesis), es totalmente claro que el estar desnudos no constituía
para Dios, ni para Adán y Eva, ningún tipo de reserva ni de proble-
ma: quienes habían sido creados por Dios como una obra buena
“Estaban completamente desnudos, pero no se avergonzaban el
uno del otro” (Génesis 2: 25). Pero más aún: estando desnudos,
Dios se comunicaba con ambos directamente. Y lo que llama la
atención al Creador es el cambio de actitud o de conducta de Adán
y Eva al ponerse ropas:
Oyeron [Adán y Eva] luego el ruido de pasos de Yavhé Dios que se
paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y la mujer se
ocultaron de la vista de Yavhé Dios entre los árboles del jardín. Yavhé
Dios llamó al hombre y le dijo: –¿Dónde estás? Este contestó: –Te he
oído andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy desnudo; por
eso me he escondido. Él [Dios] le replicó: –¿Quién te ha hecho ver
que estabas desnudo? [...] (3: 8-11).
La desnudez, aparte de cualquier problema de temperatura oca-
sionada por el clima, fue natural hasta que se introdujo el pecado y
con él la malicia y la lujuria, desde entonces los seres humanos
hemos elaborado todo un código de prohibiciones contra la desnu-
dez, excepto en determinadas comunidades que mantienen la cul-
tura de estar desnudos y si lo hacen solo usan un taparrabos casi
simbólico. Una prueba bíblica de lo que menciono se encuentra
también en el libro de Génesis, donde se nota el cambio de una
mentalidad sana hacia una corrompida, aun en personas por las
cuales Dios había mostrado un interés notable:
Para Dios la tierra estaba llena de maldad y violencia, pues toda la
gente se había pervertido [...] (Génesis 6: 11). Un día Noé bebió vino
y se emborrachó y se quedó tirado y desnudo en medio de su tienda de
campaña. Cuando Cam [así le decían al hijo] […] vio a su padre des-
nudo, salió a contárselo a sus hermanos. Entonces Sem y Jafet toma-
ron una capa, se la pusieron sobre sus propios hombros, y con ella

46
La sexualidad en el misterio del ser humano

cubrieron a su padre. Para no verlo desnudo, se fueron caminando


mirando hacia otro lado. Cuando Noé despertó de su borrachera y
supo lo que su hijo menor había hecho con él dijo: –¡Maldito sea
Canaán! ¡Será el esclavo más bajo de sus hermanos! (9: 21-25).
Este pasaje es ya otro aspecto de la realidad después de pasado el
tiempo pues en la tierra, “llena de maldad y de violencia”, Noé no
escapa de estar envuelto en los tabúes y falsedades de la cultura
patriarcal, ya que en su época ver desnuda a otra persona –peor aún
si era el padre o la madre– era algo tan terrible que merecía la maldi-
ción de su propio hijo, incluso cuando el responsable en última ins-
tancia era el mismo Noé por haberse emborrachado; claro, el patriarca
no podía ser tocado y siempre tenía la razón, pero no ante Dios. En
Levítico (18: 7-17) se aprecia con claridad el hecho de que lo antina-
tural se hace natural y hasta obligatorio. Supuestamente para prote-
ger a las personas, se crea un tabú o prohibición, pero eso no
solucionaba el problema de la malicia y la lascivia. ¿Qué quedaba a
esas alturas de la mentalidad sin depravación representada por Adán
y Eva ante el hecho de haberse desviado del verdadero camino de la
existencia? ¿Qué subsistía de la familiaridad transparente entre Dios
y los seres humanos? Debo mencionar aquí de manera muy enfática
que el concepto de lo puro y de lo impuro, de lo contaminante y no
contaminante en referencia a Dios es aclarado por Jesucristo y otros
escritores del Nuevo Testamento, lo puro –incluyendo la sexualidad,
por supuesto– no depende de lo ritual o externo, sino de lo espiri-
tual y moral (cf. Mateo 5: 8; Marcos 7: 14-23).
En la presentación de mi anterior libro sobre esta materia, el
doctor René Castellanos Morente, con cerca de noventa años, y la
mente clara, maestro de varias generaciones de pastores y que ha
dejado una estela de generosidad, sabiduría y castidad, dijo, entre
otras cosas, que en nuestro país se echaba de menos que no hubie-
ra un campo de nudistas. ¡Sorpresa y risas! A lo cual él añadió: “Es-
toy hablando en serio, la desnudez no es una perversión sino todo
lo contrario; lo pervertido ha sido que siempre estemos cubiertos
de ropa porque no hemos podido vivir con naturalidad, sin malicia”.
¿Interesante, verdad? Esto no significa que estemos adoptando una
liberación o revolución sexual, como la que se produjo a partir de
los años sesenta del siglo XX en muchas partes del mundo y cuyo
objetivo fue liberar a la sexualidad de toda regla moral. Ella trajo
como consecuencia el replanteo de patrones injustificadamente
restrictivos, pero también se obtuvo una gran frustración, ya que
una sexualidad vivida solo por y para el placer –usando al otro como
un objeto– a fin de cuentas no satisface ni dignifica.
Existen en el mundo grupos o asociaciones de nudistas o
naturistas y lo digno de destacar de la mayoría de ellos es que no

47
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

son personas corrompidas y lujuriosas que practiquen intercam-


bios de parejas, orgías y otras cosas por el estilo sino que en sus
campamentos además de estar denudas personas de todas las eda-
des, razas, etnias y profesiones no se permiten escenas sexuales en
público, ni faltas de respeto, allí acuden también familias enteras.
Ellos lo que desean es el contacto directo de sus cuerpos con la
naturaleza y convivir sin malicia; se dedican a pasear, a jugar, a escu-
char música y otras actividades sociales. Otro tipo de “nudismo” se
practica en lugares en los cuales la sexualidad no tiene restricción
alguna. No son iguales.
La variedad y cambios en el aspecto de nuestros cuerpos en
razón de las razas, las culturas, las etnias, las edades y las decisiones
personales, han de ser no solo respetados sino también apreciados
en sus expresiones de bellezas diferentes, pues el intento de hacer
un patrón que sirva para todos, generalmente juvenil y esbelto,
nos priva de una pluralidad, al igual que si quisiésemos que todos
los paisajes fueran iguales a pesar de su edad, configuración, flora y
fauna. Concebir el cuerpo y la desnudez como malos es una ofensa
al Creador; lo malo son nuestros prejuicios, lascivias o lujurias.
Una de las cosas que más afecta a nuestros niños y jóvenes es la
falta de capacidad de las familias, sobre todo de los padres, para dar
una educación sexual adecuada, la que no solo incluye decirles lo
que deben saber en el momento oportuno, sino también el que los
padres (cuando el niño pasa de ser casi un bebito) ya no quieren
dejarse ver desnudos por niñas y niños –no me refiero a la relación
sexual–, esto crea en los hijos una morbosidad o curiosidad malicio-
sa acerca de la desnudez, los sexos y la sexualidad que luego puede
tener muy malos resultados. Con nuestra actitud les estamos di-
ciendo que el cuerpo y la sexualidad son malos, porque no ven con
naturalidad las características de los cuerpos de sus padres, ni se les
da explicaciones sencillas y oportunas que los preparen para la vida
y para una sana sexualidad.
El cuerpo humano tiene grandes potencialidades y una de ellas
es la de ser un comunicador. Por medio de él, recibimos muchas de
nuestras sensaciones y transmitimos también lo que pensamos y
sentimos; no solo son los ojos “el espejo del alma” sino que el cuer-
po entero lo es. De Andrés Montero-Gómez de la Sociedad Españo-
la de Psicología Contra la Violencia tomamos la idea de que el cuerpo
es nuestro límite íntimo, el espacio que nos acoge y dentro del
cual nos sentimos a resguardo del entorno; es un territorio donde
nadie debe mirar si no queremos, donde nadie puede entrar sin
que le otorguemos nuestro permiso y solo la persona que acojamos
tendrá el beneplácito para conocer nuestra esencia más genuina,

48
La sexualidad en el misterio del ser humano

independientemente de la imagen que hayamos construido para


los demás y aun para nosotros mismos. Somos soberanos dentro de
la frontera de nuestra propia piel.
Uno de los más serios problemas que tenemos hoy consiste en
que, por motivos sobre todo comerciales, se ha hecho un mito de
cierto tipo de cuerpo, representado generalmente por los artistas
de cine y los modelos, como ejemplos de belleza para todas y to-
dos. Esto ha ocasionado que muchas personas, tanto mujeres como
hombres, se sientan disgustados con su propio cuerpo por no corres-
ponder con el que representa la perfección. Debemos de cuidar la
estética y la salud de nuestro cuerpo, aunque es verdad que exis-
ten muy diferentes tipos y medidas del mismo y sus partes; pero
hay belleza en la diversidad, que debe ser reconocida por cada cual,
por unas y otros. No caigamos o sigamos dentro de la trampa de un
tipo de belleza fabricada, como si todas y todos tuviésemos que ser
iguales: nosotros somos lo que somos y algún tipo de belleza tene-
mos dentro de la gran diversidad humana.
A pesar de que la discriminación de los cuerpos creada por la
cultura tradicional y la sociedad de mercado, nos han impuesto
patrones sobre lo que debe ser un cuerpo bello, toda persona debe
sentirse bien con el tipo de cuerpo que tiene y todos debemos
apreciar la belleza de los diferentes tipos, pues el límite para la
belleza del cuerpo debe ser su mayor salud posible, incluyendo a
los diferentemente capacitados.
La desnudez de Cristo en la cruz –pese a que una tradición
maliciosa ha tratado de dibujarlo y pintarlo siempre con un “pudo-
roso” paño que tapa sus órganos genitales– no puede ser ocultada,
porque ella expresa la realización de la santidad del cuerpo en el
segundo Adán, o sea, el ser humano rehabilitado por la gracia de
Jesucristo y el poder del Espíritu Santo.
El pudor es bueno y necesario, lo que no es bueno ni necesario
es que nuestro cuerpo y nuestra desnudez estén teñidos por nues-
tra malevolencia, nuestra lujuria y nuestra hipocresía; el mal no
está en nuestros cuerpos sino en nuestras mentes y espíritus
entenebrecidos cuando vemos en el otro o la otra solo un objeto de
codicia sexual, o sea un objeto de placer que no toma en cuenta el
valor de lo humano y de la persona.
Para concluir este capítulo, he de hacer un breve comentario sobre
los siguientes pasajes bíblicos:
Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y les dio, di-
ciendo: –Tomen, este es mi cuerpo […] (Marcos 14: 22).
Nadie enciende una lámpara y la pone en un lugar escondido, ni bajo
un cajón, sino en alto, para que los que entran tengan luz. Tus ojos son
la lámpara del cuerpo; si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendrá

49
luz; pero si son malos, tu cuerpo estará en la oscuridad. Ten cuidado
de que la luz que hay en ti no resulte oscuridad. Pues si todo tu cuerpo
tiene luz y no hay en el ninguna oscuridad, lo verás todo claramente,
como cuando una lámpara alumbra con su luz (Lucas 11: 33-36).
La vida vale más que la comida y el cuerpo más que la ropa (12: 23).
Se dice: -–Yo soy libre de hacer lo que quiera–. Es cierto, pero no todo
conviene. Sí, yo soy libre de hacer lo que quiera, pero no debo dejar
que nada me domine […] el cuerpo no es para la prostitución, sino
para el Señor, y el Señor es para el cuerpo (I Corintios 6: 12-13).
[…].
¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que
Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? (6: 19).
El primer versículo tiene una importancia indiscutible por consti-
tuir el centro de lo que es el mandamiento de la Santa Cena o
Eucaristía. Aquí no cabe duda de que Jesús no tuvo reparo alguno
en referirse a su cuerpo humano –igual al nuestro– como algo digno.
En el segundo pasaje se habla específicamente de los senti-
mientos y emociones desde los cuales apreciamos la realidad que
nos rodea, nuestros ojos en cierta forma filtran esa realidad y a
partir de cómo la vemos entonces reaccionamos, ya sea con envi-
dia, malicia, amor, compasión, respeto, etcétera. Si nosotros perci-
bimos las cosas apreciándolas correctamente entonces nuestro
cuerpo –en este caso la persona– no estará a oscuras sino que verá
las cosas bien iluminadas y tales como son. El hecho de que en esta
metáfora se utilice la palabra cuerpo, destaca que el cuerpo en sí
no es malo sino que depende de en función de qué actuemos.
La tercera referencia no hace más que confirmar el valor del
cuerpo, pues en cierta forma lo equipara con la vida.
El cuarto segmento bíblico confirma que nuestro cuerpo y lo
que hagamos con él tiene un profundo significado espiritual que
tiene que ver con nuestra relación con Dios.
El quinto elemento destaca, ni más ni menos, que el cuerpo
ha de ser el templo del Espíritu Santo antes de la muerte, y des-
pués de ella tendremos un nuevo cuerpo, pero ya en la plenitud
del Reino de Dios.
Todo lo expresado en este capítulo sobre el cuerpo confirma,
como he explicado antes, que la persona es una unidad de que se
puede hablar indistintamente como cuerpo o como espíritu y nin-
guno de los dos términos cede en dignidad ante el otro.

50
“CONÓCETE A TI MISMO”*

Conocí mi segundo nacimiento cuando mi alma y mi cuerpo


se amaron y se casaron.
AUTOR DESCONOCIDO

El amor es uno solo y tiene su origen en Dios porque Él es amor


(cf. I Juan 4:8). El amor no es solo un ser o un estar, sino que al
mismo tiempo es la forma esencial de toda relación de cada perso-
na con sí misma y con los demás. Por ello es que el apóstol Pablo
nos ofrece algunas orientaciones acerca de su naturaleza:
El amor es paciente, amable, decoroso, se alegra con la verdad; todo
lo excusa, lo cree, lo espera, lo soporta; no es envidioso, jactancioso,
ni engreído, tampoco es rencoroso ni se alegra de la injusticia, ade-
más, nunca se acabará (I Corintios 13: 4-7).
En el Nuevo Testamento o Nuevo Pacto, que se encuentra en la
Biblia, encontramos cuatro palabras que tratan de expresar este
único amor desde perspectivas o enfoques diferentes; las palabras
griegas que se usan para ello son: ágape, philia, storge y eros.
Ágape tiene una connotación muy especial dentro de la fe cris-
tiana y hasta podríamos decir que ocupa un lugar central, desde el
cual llegan a entenderse mejor las otras tres. Este concepto –como
sustantivo y como verbo (ágape y agapán)– expresa lo más
cercanamente posible la forma de amor revelada en Jesucristo, pues
es un amor que se extiende a todas y a todos derribando cualquier
barrera de género, condición social y económica, raza, etnia, y aun
alcanza a los enemigos. Este es un amor inclusivo, incondicional y
perdonador, al mismo tiempo que sabio. Jesucristo mostró su cari-
ño por todos y su sabia crítica fue para los arrogantes, que creían
saberlo todo o poderlo todo, para quienes juzgaban muy duro a los
demás y no perdonaban.

* Frase que estaba esculpida a la entrada del templo de Delfos.

51
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Philia y philein expresan el profundo cariño que puede darse


entre amigos y en los esposos o pareja. Aquí se unen la admiración,
el respeto y la confianza: son dos espíritus que se han fundido en
uno solo. Puede incluir o no el amor sexual.
Storge y stergein se refieren al amor que le tenemos a la fami-
lia, especialmente entre padres e hijos; a un buen gobernante; a
una nación y al Dios que veneramos.
Eros y eran, cuyos significados principales están conectados con
la sensualidad y la sexualidad humanas, son los conceptos que
más queremos destacar, pues han sido mal entendidos y hasta deni-
grados a través de los siglos, en particular dentro de la cristiandad.
Los pensadores griegos que crearon esta idea querían expresar
la existencia de una fuerza o poder misterioso, hasta un dios –con
un poder universal, apasionado e invencible– que se manifestó entre
los elementos primordiales del cosmos, contribuyendo al orden,
pues coordinaba y perpetuaba la vida. Si suprimimos la referencia a
un dios, entonces nos damos cuenta de que la sabiduría alcanzada
por aquellos pensadores había facilitado que estos percibieran la
existencia y la necesidad, en el origen de todo, de un amor cuyo
poder no conociera límites, indispensable para la vida en general y
para la existencia humana en particular. Resulta significativo que
el apóstol Pablo cuando se dirigió a los griegos de Atenas vinculara
a Yavé* y a Jesucristo con el “Dios no conocido” (Hechos 17: 22-34)
que ellos veneraban.
La revelación de Dios –tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento o Nuevo Pacto– expresa claramente que el placer sen-
sual y el sexual son creación de Yavé Dios y por lo tanto son buenos.
El propósito de la sensualidad y de la sexualidad es precisamente la
percepción y el disfrute del placer ético, estético y sensorial o lo
que es lo mismo: “todo cuanto hay de verdadero, de noble, de jus-
to, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y valor
[...]” (Filipenses 4: 8); deberá estar presente en nosotros mismos,
en lo que nos rodea y en las relaciones que establecemos y desarro-
llamos. Lo que podemos ver, oír, gustar, tocar, oler y compartir den-
tro del respeto y la dignidad y el bien humanos, esto es eros. Los
paisajes y las actividades que podemos apreciar, la música, el canto
y las palabras que escuchamos, los sabores de comidas, bebidas y
hasta del ser que amamos, lo que percibimos por nuestra piel y mem-
branas mucosas, los perfumes de las flores y de tantas otras cosas,
las variedad de relaciones agradables que establecemos entre no-

* El nombre en hebreo YHWH (Dios), algunas versiones de la Biblia lo traducen:


Jehová, Yavé o Yahveh (cf. La Biblia de las Américas, The Lockman
Foundation, CA, EE. UU., 2000).

52
La sexualidad en el misterio del ser humano

sotros y aun con Dios, esto es eros. Ágape preside pero eros es el
poderoso vínculo perfecto.
En la progresión de la revelación divina los profetas dieron a
conocer la esencia de la relación entre Dios y su pueblo, usando
para ello el criterio de lo que resultaba ser el nexo más perfecto
conocido: ¡la relación matrimonial!, la relación esposo-esposa con
todas sus contradicciones y defectos, pero en la cual, por sobre
todo, podía y puede constituirse el ámbito donde se manifiestan
el cariño inmensurable y el deleite del placer de los enamora-
dos –eros otra vez–. Esto llegó a ser tan importante y evidente que
la palabra verith pasó a usarse tanto para describir la alianza o
pacto entre Dios y los seres humanos como también la alianza
o pacto matrimonial.
A través de Eros, la religión muestra su aspecto secreto, el más verda-
dero. Y se afirma como proyecto de vida (eros) para triunfar sobre la
muerte (thanatos). Esta dimensión profunda es la que hace del amor
un verdadero misterio religioso (Hortelano, 416).
Ni la sensualidad ni la sexualidad (eros) son contrarios a la fe y a la
espiritualidad, sino un ámbito propicio para su realización, a menos
que el hedonismo (hacer del placer un fin en sí mismo y llegar a él
por cualquier medio) y la pérdida de referencia a ágape, lo haga
dañino como cualquier otra potencialidad humana cuando es mal
usada.

Erotismo individual
Una de las más antiguas y erróneas interpretaciones acerca de eros
es el mal llamado autoerotismo, pésimamente concebido y expre-
sado en la palabra masturbación y luego en mejoradas, pero nunca
bien aplicadas versiones como son los vocablos: autoplacer,
autoalivio, autocomplacencia y otras.
En primer lugar debemos aclarar una vez más que no existe en
la Biblia señalamiento alguno acerca de que el erotismo individual
sea pecado; donde únicamente se le menciona es al mismo nivel
que una relación sexual normal de pareja, pues a ambas se les cali-
fica como impurezas porque de acuerdo con las concepciones anti-
guas y primitivas, las manifestaciones sexuales eran fuerzas
misteriosas y hasta peligrosas. Esto las convertía en un tabú, des-
ajustadas si recordamos el hecho de que Dios había señalado su
creación como buena y que por otra parte los profetas se pronun-
ciaron con mucha energía contra ese formalismo externo, en que
cayó el judaísmo mientras se descuidaba la pureza interna y moral
(cf. Oseas 6: 6; Amos 4: 4; 5: 21-25; Isaías 1: 10-17; Miqueas 6: 6-8;
Jeremías 7: 21-23). A lo mismo se refiere Jesucristo en Mateo

53
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

(23: 25-27) y Marcos (7: 1-13). Con ello trazaba Jesús el límite en-
tre lo moral y lo ritual, liberando a la religión de todo lo externo y
de falsa ceremonia que oprimía y estrechaba el judaísmo. Las leyes
sobre la pureza son los “elementos flacos y míseros (Gálatas 4: 9) a
los que estaba sometido el judaísmo (Gálatas 4: 3) y de los que nos
liberó Cristo (Gálatas 5: 1). En la economía de salud instituida por
Cristo, nada es de suyo, impuro (cf. Romanos 14: 14, Hechos 10: 15
y 11: 9 y Tito 1: 15)” (Haag y otros, 1612). Tampoco a este erotismo
personal se le menciona entre las prohibiciones de carácter sexual
en Levítico (18: 1-23).
Al examinar este asunto se evidencia que se relaciona con el
egoísmo, o mejor dicho, con un amor egoísta que distorsiona o
impide la verdadera sensualidad y sexualidad, que supuestamente
debe reservarse para la relación con la pareja, incluso cuando se
realice dentro de estas mismas relaciones.
El conocimiento individual de eros se inicia dentro del vientre
de nuestra madre, pues se sabe que el feto comienza en alguna
medida a autoconocerse y a percibir realidades exteriores desde
allí. Después del nacimiento, el niño o la niña, en el ejercicio cre-
ciente de sus sentidos, va tomando conocimiento de su entorno y
de su propio cuerpo incluyendo, por supuesto, la exploración del
placer en sí mismo. Está demostrado también que realmente el
erotismo individual no cesa a lo largo de toda la vida a no ser por las
características propias de cada persona, prejuicios religiosos y mo-
rales infundados o la falta de deseo sexual por cualquier motivo.
Investigaciones recientes muestran que el placer erótico provoca-
do por la misma persona se da en un porcentaje mayor en las pare-
jas que se aman y tienen una buena relación sexual.
De tal modo, el erotismo individual ejercido a solas o junto
con la pareja no constituye normalmente un sustituto de la rela-
ción sexual sino un complemento y en la ausencia de pareja es
una realización adecuada de la sexualidad, que encauza el deseo y
la tensión sexual. Esto no constituye adición o perversión alguna;
solo las personas aquejadas de ciertos problemas psíquicos –entre
ellos alguna neurosis– pierden el control.
Las enseñanzas inadecuadas y la ignorancia provocan que mu-
chas parejas nunca descubran, dentro de la intimidad y la fidelidad,
los placeres que el otro o la otra tienen en sí mismos y que pueden
aportar en el desinhibido ámbito que es el sagrado recinto del ma-
trimonio. También el erotismo individual evita infidelidades cuan-
do los miembros de las parejas deben separarse temporalmente
por razones ajenas a su voluntad, cuando alguno de los dos está
aquejado por algún padecimiento o cuando por alguna razón el
deseo sexual es disparejo.

54
La sexualidad en el misterio del ser humano

En cuanto a las personas que optan por ser célibes, o sea por
no tener pareja, se debe admitir que la fuerza de eros no es igual
en todas y que también Dios otorga a algunas el don o la caracterís-
tica de tener un eros más tranquilo; por lo que cada una, conocién-
dose a sí misma, sabrá sus posibilidades. Estas posibilidades deben
ser respetadas en personas religiosas y no religiosas.
Por último debo mencionar que los terapeutas sexuales hacen
uso del erotismo individual en muchos casos con gran éxito.

Juguetes sexuales
Sobre los juguetes sexuales como ayuda o complemento en la ex-
perimentación del placer, sabemos que su uso se remonta a una
lejana antigüedad y que los primeros que se usaron fueron produc-
tos de la naturaleza que rodeaba a las personas y luego también
fruto de la inventiva y técnicas humanas. No hay que relacionarlos
siempre con la degradación y el vicio, solo han sido y son ayudas
sexuales; su relación con la moralidad y la inmoralidad depende del
contexto de su uso. En la actualidad lo peor que tienen en su con-
tra es el haber sido sometidos al dominio de un mercado, cuya ley
siempre es la ambición de ganancias superiores, sin considerar la
mayoría de las veces razones éticas porque –en cierta medida– la
imagen de estos juguetes ha sido secuestrada por quienes promue-
ven el lado oscuro de la sexualidad, planteándola como desenfreno
y corrupción.
“Los frutos y las buenas cosas dependen del buen árbol y del
buen corazón de las personas” (cf. Mateo 12: 33 y 35) ¿Qué tiene
de dañino el hecho de que una persona o una pareja usen algún
tipo de juguetes sexuales para enriquecer su vida erótica? No me
refiero a las excentricidades y a las exageraciones que el mercado
ofrece como alimento a las desviaciones sexuales, sino a aquellas
cosas que no dañan al cuerpo, ni a la mente ni al espíritu porque
amplían horizontes, aumentan ciertas posibilidades dentro del
ámbito íntimo y guardan el pudor al mismo tiempo que, en el caso
de los matrimonios, contribuyen a vencer la rutina.
Los juguetes usados más comúnmente son los llamados
vibradores y los dildos, construidos en diferentes formas, materia-
les, colores y tamaños. Los primeros, como su nombre lo indica,
llevan un pequeño mecanismo en su interior, que activado por elec-
tricidad o baterías, produce una vibración placentera que puede
ser controlada a voluntad de quien los use en diferentes partes del
cuerpo. A diferencia de los vibradores, los dildos no vibran sino que
dependen del movimiento y la posición que la persona decida usar.
El uso de estos artículos, y de otros tipos de juguetes sexua-
les, se ha ido extendiendo y son bastante bien conocidos por los

55
jóvenes y las personas adultas de todas las edades. En muchos paí-
ses se venden en las tiendas de artículos sexuales, situadas en áreas
comerciales muy concurridas y a las cuales puede tener acceso cual-
quier persona mayor de dieciocho años. En otros países esas tien-
das son conocidas, pero están en lugares menos públicos y su fachada
es más disimulada y en algunos casos prejuiciadamente ridícula,
pues están pintados de colores oscuros, sobre todo en color negro,
como señalando algo prohibido y dañino. Las ventas de estos artí-
culos también han alcanzado un gran auge por internet.
Hay países, cada vez menos, en los que dichas tiendas no exis-
ten. Allí las personas usan toda una serie de vías para adquirir los
juguetes sexuales y muchas otras siguen usando los antiguos recur-
sos: frutos y objetos escogidos por su forma o funcionalidad. En estos
países son prejuicios culturales y religiosos los que mayormente im-
piden su adquisición de manera natural; se ataca por algunos secto-
res el uso de estos juguetes, mientras que por otra parte la corrupción,
la explotación del ser humano, en particular la prostitución, son cosa
corriente, pero ¿ilegal?
Es bueno saber también que algunas mujeres, con motivo de
infecciones vaginales y que han requerido de tratamiento quirúrgi-
co y radioactivo, deben –como parte de su terapia rehabilitadora–
usar alguno de estos objetos.
Cada persona debe decidir responsablemente acerca del uso o
no uso de los juguetes sexuales, dependiendo de sus criterios, prin-
cipios y gustos, aunque existen recomendaciones específicas sobre
el uso de los juguetes sexuales que cada persona debería de conocer.
Uno de los problemas más serios que apreciamos es la poca o nin-
guna preparación de grandes sectores de la Iglesia para enfrentar ade-
cuadamente estos retos, originando muchas veces condenaciones
innecesarias y que muchos creyentes hagan caso omiso a recomenda-
ciones morales de la Iglesia sobre estos asuntos, actuando con criterio
propio, lo cual es bueno; no obstante debería haber un acuerdo cons-
tructivo entre fe y conducta en estos asuntos.

56
ESPIRITUALIDAD Y MORAL
EN LA SEXUALIDAD

Si se considera el sexo como una pura actividad de tiempo


libre, ya no importa con quien se tiene, porque ha quedado
privado de su significado de afirmación personal y sexual.
JACK DOMINAN

Espiritualidad
EL ESPÍRITU es la mismidad, lo más personal, esencial, genuino e ínti-
mo de mí mismo, mi yo, es la concreción de lo que he llegado a ser
como persona, por lo tanto, no existe nada más valioso en mi ser que
mi espíritu.
Mi espíritu se ha formado a partir de que Dios me dio un tú o
personalidad única, la conciencia de mí mismo y la posibilidad de
conocer hasta el horizonte e ir más allá de él. Yo me hago a mí mismo
enriqueciéndome o empobreciéndome. Mi espíritu es mi obra de
arte exclusiva, que logro en interacción con el Espíritu Santo, con
la variedad de mis semejantes, con el cosmos o naturaleza y conmi-
go mismo. Mi espíritu es lo que me relaciona con lo más valioso y
sagrado.
Mi espíritu es mi persona, mi cuerpo, es la energía innombrable
que ha adquirido forma y conciencia como ser humano, hasta que
mi vida se centre en el punto de la muerte y el fallecimiento no
será el final sino mi transformación más radical, para la cual, cons-
ciente o inconscientemente, habré estado preparándome para
entregar a Dios todo lo que fui. En ese instante Él recibirá y solo Él
comprenderá el amor que en la complejidad de mi existencia, me
tuve a mí mismo y a todos, luego podré conocer y experimentar la
plenitud del misterio en el Reino de Dios, por obra y gracia de nues-
tro Señor Jesucristo. Entonces y solo entonces estaré diciendo:
“¡En tus manos encomiendo mi espíritu!” (Lucas 23: 46), y habré
llegado a la meta y se habrá consumado la fe y estaré al amparo de
la misericordia divina.
Toda persona y toda comunidad o pueblo tienen su propia espi-
ritualidad y la misma expresará lo que se es y para lo que se esfuerza

57
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

o no se esfuerza por llegar a ser, por eso es que la espiritualidad de las


personas y de las comunidades puede ser buena y menos buena,
abundante o escasa. Esto es así porque el ser humano tanto como
todo lo que crea o transforma es esencialmente espiritual.
[…] también tienen espíritu los que no tienen nuestro espíritu. Tam-
bién tienen espiritualidad los que no tienen una espiritualidad cristiana
e incluso los que dicen rechazar las espiritualidades (Casaldáliga, 26).
La calidad de nuestra espiritualidad depende del objetivo que se
persiga y de la calidad del mismo y que puede ser trascendente o
no trascendente (con o sin la aceptación de una realidad y presen-
cia divina).
Cuando más conscientemente vive una persona (o comunidad), cuan-
to más cultiva sus valores, su ideal, su mística, sus opciones profundas,
su utopía [...] más espiritualidad tiene, más profunda y mas rica es
[...] Su espiritualidad será la talla de su propia humanidad (27).
Personas espirituales, desde el punto de vista cristiano, son aquellas
que están llenas del Espíritu de Cristo y lo están de una manera viva y
constatable, puesto que la fuerza y vida de ese Espíritu invade toda su
persona y toda su acción (Floristán y otros, 302).

Moral
Es la conducta o forma de proceder de individuos y grupos, de acuer-
do a los valores culturales que tengan, los que pueden ser diversos,
aun dentro de una misma nación, e influirán en nuestros pensa-
mientos, palabras, gestos y hechos.
En nuestra moral inciden nuestros genes, la cultura en la cual
nos hemos formado, lo que hayamos estudiado, la fe que tengamos y
las decisiones que tomemos. Es nuestra síntesis personal y espiritual
expresada en nuestra conducta, aunque la misma no siempre mani-
fiesta lo que somos ya que podemos enmascararlo. Solo Dios sabe quién
es quién y también Él puede cambiar el curso de nuestras vidas.
Es condición indispensable un determinado grado de libertad
para poder asumir nuestra responsabilidad moral y podemos asu-
mir este cometido aun bajo el riesgo del sufrimiento y de la muer-
te. La no responsabilidad moral puede ser producto de la incapacidad
mental o psíquica, en dependencia de que la persona pueda distin-
guir entre un acto bueno y uno malo, o voluntario, que depende
de que la persona pueda o no decidir por sí misma de acuerdo a la
situación o contexto en que se encuentra.
Afirmar que existe una doble moral sería un eufemismo para
ocultar un comportamiento hipócrita.
Dentro del ámbito religioso se habla muchas veces de la incli-
nación al mal o al pecado lo cual constituye una tentación o posi-
bilidad ante la cual tenemos que decidir. No tenemos una

58
La sexualidad en el misterio del ser humano

responsabilidad moral por las necesidades y pulsiones que experi-


mentamos como personas, pero sí tenemos responsabilidad moral
cuando accedemos a realizar deseos y pulsiones dañando a otras
personas y a nosotros mismos espiritual, psíquica o corporalmente.
También es importante que consideremos los hábitos que se
adquieren por la repetición de actos o acciones, pues tienen una
gran trascendencia para la formación del carácter. El carácter es el
conjunto de reacciones, hábitos y aptitudes que junto con el com-
portamiento configuran o dan la especificidad a cada persona ha-
ciéndola única o irrepetible. Somos una obra de arte exclusiva
producto de lo que cada quien piense, sienta y decida en medio de
las circunstancias en las cuales vive.
Los rasgos fundamentales del carácter se fijan entre la niñez y
la adolescencia, por eso son tan decisivos el medio familiar y social
en el cual se desarrollen los niños y adolescentes y la educación
que reciban.
La vida es un valor supremo así como lo son también lo huma-
no-personal y nuestra realización social ya que encabezamos el fu-
turo de nuestro planeta para bien o para mal y esta es una
responsabilidad que debemos conocer y asumir. Toda persona es
importante y su falta de realización constituye una gran pérdida y
son muchas veces los factores familiares y sociales los que deciden
nuestro futuro, razón por la cual el amor-comunicación, el amor-
justicia, el amor-perdón y el amor-reconciliación han de estar pre-
sentes en toda construcción y reconstrucción social, económica,
política y aun religiosa. La espiritualidad potencia la moral y la mo-
ral debe contribuir a encaminar nuestra existencia hacia lo más
digno y pleno, pues hacia ella somos atraídos por Jesucristo.
Sobre la base de lo antes expresado y sabiendo que la sexuali-
dad humana es parte del valor en la persona, debemos destacar lo
siguiente:
1) La calidad de la sexualidad es responsabilidad, primeramente
de la familia, y también de las escuelas, círculos o guarderías
infantiles y otras instituciones estatales y de la sociedad civil
incluyendo a las instituciones religiosas.
2) Cada persona ha de ser consciente de que puede sumar o restar
a la calidad de su vida y, en particular, de su sexualidad por la
forma en que piense, sienta o haga por mucho que no quiera
asumir dicho compromiso. Todos podemos equivocarnos pero
también todos podemos rectificar.
3) “Lo que quiero es conocer a Cristo, sentir en mí el poder de su
resurrección y la solidaridad en sus sufrimientos; haciéndome
semejante a Él en su muerte” (Filipenses 3: 10) el apóstol Pa-
blo no se refiere aquí a un conocimiento científico, tampoco
se trata de una especie de sueño mágico sino que puntualiza
que es un acto de la íntima confianza y entrega mutua, lleno

59
de amor y respeto. Por eso es que el apóstol tradujo del hebreo
el verbo yadá al griego ginostein que significa: el conocimiento
más intimo que pueden llegar a tener dos personas, la relación
sexual bien comprendida. A ese conocimiento se refieren Gé-
nesis (4: 1) y otros pasajes de la Biblia. Esto explica por un lado
por qué la sexualidad es usada en la Biblia para referirse a las
relaciones entre Dios y los seres humanos, lo cual ilumina la
espiritualidad cristiana, y por otro lado muestra a la sexualidad
entendida como mero ejercicio del placer y sin la profundidad
amorosa necesaria. Conocemos verdaderamente el amor en
el placer, el sufrimiento, en las diferencias, cuando valoramos el
cuerpo, rehacemos o reproducimos nuestra vida y cuando apre-
ciamos la inmortalidad.
Tanto la espiritualidad como la moral de los cristianos se basan en
el seguimiento a Jesucristo, quien siendo humano fue semejante
a nosotros en todo menos en el pecado (cf. Hebreos 4: 14-15), y por
lo tanto experimentó las dudas, la soledad, la impotencia, el miedo,
la ira, el deber, la sexualidad y aun la muerte en sus pensamientos,
sentimientos, palabras, acciones y relaciones, desde la fe y un amor
inclusivo, que profundizaba en lo verdadero y lo justo de las perso-
nas en sus múltiples y complejas relaciones.
Jesús apreció los corazones sinceros y arrepentidos (cf.Lucas
15: 11-32), aconsejó no juzgar a los demás (cf. Mateo 7: 1-5), ni
odiar (cf. I Juan 3: 14-19) y se apartó de los hipócritas que no ama-
ban a Dios (cf. Mateo 10: 17-31). Él prefirió a los pobres y margina-
dos (cf. Marcos 2: 15-16; Lucas 7: 36-50) porque eran como ovejas
sin pastor (cf. Ezequiel 34: 1-12; Juan 10: 11-16).
Consideremos las siguientes preguntas:
¿Cómo se vive la espiritualidad?
¿Es la moral solo un freno o un molde caprichoso?
¿Qué tienen que ver con la espiritualidad y la moral las ciencias y las
técnicas, el arte, la religión, el deporte, las artes, etcétera?
¿Cómo exteriorizamos el amor a los demás y en general a todo lo
creado: a lo bello, verdadero y justo, y por tanto digno en un
ambiente comercializado e injusto?
¿Pueden ser la sexualidad y, en particular, lo erótico parte de la
espiritualidad de las personas?
¿Pueden haber espiritualidad y verdadero placer erótico en la pare-
ja sin igualdad de género?
¿Puede una persona heterosexual, célibe (soltero o soltera), ho-
mosexual (gay o lesbiana) vivir con dignidad?
¿Puede la moral contribuir a guiar nuestra vida en un desarrollo
multifacético y ascendente de amor personalizado y
personalizante?
¿Puede ser genuina la sexualidad despojada de amor, de espiritua-
lidad, intimidad y ternura?

60
TABÚES Y FALSEDADES

Es difícil combatir al enemigo atrincherado en tu cabeza.


RALLY KEMPTON

La palabra TABÚ tiene su origen en las islas de la Polinesia y signifi-


ca algo sagrado o prohibido que forma parte del misterio de la
existencia. La desobediencia o violación de un tabú, por una per-
sona entre los pueblos primitivos y aún en culturas que existen
en la actualidad, es reconocida como algo peligroso o dañino para
la comunidad, razón por la cual se toman medidas. Estas pueden
ir desde amenazas a la persona, su aislamiento social, castigos
corporales, ritos para su purificación y hasta la muerte. La perso-
na que comete o viola un tabú queda sometida también a una
gran presión psíquica.
La obligación en culturas orientales actuales de que las muje-
res deben taparse la cabeza, usar velo y vestidos largos; el corte del
clítoris a niñas y adolescentes, el asesinato de una mujer adúltera,
etcétera, son cosas que ocurren diariamente.
En libros sagrados de diferentes religiones son mencionados
variados tipos de tabúes. Particularmente de la Biblia podemos sa-
car algunos ejemplos, entre muchos: la grasa y la sangre de los
animales sacrificados a Yavé no podían ser comidos por los seres
humanos (cf. Levítico 3: 17), nadie podía tomar bebidas alcohólicas
si iba a entrar al lugar santísimo (10: 9), ninguna mujer recién
parida podía acercarse a cosa sagrada alguna hasta transcurridos
treinta y tres días (12: 3-4), “el afectado por la lepra llevará la ropa
rota, y su pelo permanecerá desgreñado, se tapará la cara hasta la
altura de la nariz e irá gritando: –¡Impuro, impuro!– Todo el tiem-
po que le dure la llaga quedará impuro. Es impuro y vivirá aislado,
fuera del campamento” (13: 45-46). “Cuando un hombre duerma
con una mujer y tenga emisión de semen, ambos se lavarán con

61
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

agua, y quedarán impuros hasta la noche” (Levítico 15: 18). “El


que toque a un muerto, cualquier cadáver humano, quedará impu-
ro siete días” (Números 9: 11).
Podemos entonces redefinir los tabúes en general como pro-
ductos de culturas y sectores religiosos alienantes –sufridos por
personas y comunidades– y que pueden causar daño físico, o psí-
quico o espiritual o todos a la vez.
Los homicidios y los asuntos relacionados con la sexualidad han
sido para los pueblos primitivos los tabúes más importantes debido
a su relación con el misterio de la vida.
Según expresa Jiménez Hernández:
La sexualidad se ha vivido siempre, a lo largo de la historia, en un
clima de misterio y como una realidad asombrosa y fascinante, que ha
provocado una doble actitud paradójica. Produce instintivamente una
dosis de miedo, recelo y sospecha, y despierta al mismo tiempo, la
curiosidad, el deseo y la ilusión de un acercamiento. Es un hecho
constatable en cada persona, donde aparece, si no ha habido una fuer-
te, represión, esta doble tendencia. Se busca, se desea e incomprensi-
blemente se le teme. Si el ser humano no puede acercarse a la realidad
de una manera fría y aséptica, mucho menos podrá hacerlo cuando se
encuentra con el fenómeno sexual. Se trata de una esfera de la vida
humana cargada de riqueza simbólica y emotiva (130-131).
Añade también el autor:
El tabú se opone al NOA (lo que es vulgar y ordinario) y significa que
determinadas cosas no pueden ser utilizadas con normalidad, sin una
serie de precauciones. Quedan elevadas a un rango superior, sagrado,
y encuentran por ello una amenaza para quienes las utilicen
indiscriminadamente. Como zona arriesgada y peligrosa por su aspec-
to misterioso, en torno al sexo se han levantado una serie de vallas
protectoras. Es una actitud de alejamiento respetuoso, y hasta carga-
do de temor, ante un misterio inexplicable (132).
Desde la más remota antigüedad los seres humanos han detectado
el misterio que rodea a la sexualidad, han tenido la intuición de que
no es algo banal o irrelevante, por lo que en algunos casos ha llegado
a ser parte de los cultos religiosos, como el de Afrodita y otros.
Por otro lado debemos destacar que la revelación de Dios nos
ilumina como creación suya, pues ello no debe ser objeto de culto
o adoración en ninguna forma pues ello constituiría una idolatría.
Sin embargo queda en la penumbra, repito, de un misterio que
requiere respeto a la dignidad humana, aunque dicha considera-
ción no debe conducir a conductas que atenten contra la salud y la
plenitud de las personas y las comunidades.
Los pueblos primitivos, en su razonamiento precientífico des-
conocían y malinterpretaban muchas cosas acerca de la sexualidad

62
La sexualidad en el misterio del ser humano

y además, en un pasado no tan remoto, se crearon y mantuvieron


conceptos equivocados. Todo eso se ha trasladado dentro de la cul-
tura humana, de generación en generación, sin tomar en cuenta
los avances de la ciencia y también nuevos estudios que se han
hecho en el campo religioso, como las investigaciones bíblicas y el
desarrollo de la teología, que han avanzado cautelosamente pero
con muy buenos resultados en el marco de la fe cristiana, lo que ha
contribuido a superar muchos tabúes y tengamos una visión más
clara y saludable acerca de la sexualidad humana. El hecho de que
desde nuestra más temprana infancia asumamos temores infunda-
dos y aprendamos muchas cosas inapropiadas –con respecto a la
sexualidad– ha provocado en la mayoría de las personas inhibicio-
nes y ansiedades, que luego, en las etapas de la juventud y la adultez
producen frutos dañinos, enemigos de una apropiada vida sexual.
A continuación podrán ustedes conocer algunos de los tabúes
y falsedades que todavía continúan dañando a las personas:
Los afrodisíacos logran que la persona reprimida se excite: falso.
Hasta ahora no se ha probado que los llamados afrodisíacos pro-
voquen en las personas mucho más que lo que ella pueda espe-
rar de sí misma; lo que brinda es una ilusión y una excusa. El
mejor afrodisíaco es una receta que incluye amor, intimidad,
cariño, caricias, comunicación y buenas iniciativas –no falla.
El alcohol, las drogas y algunos medicamentos contribuyen a una
mejor sexualidad: falso. El alcohol y las drogas hacen que la per-
sona sea más desinhibida o atrevida, pero llegan a afectar las
erecciones masculinas y la respuesta sexual de la mujer. Muchos
medicamentos tienen contraindicaciones o efectos secundarios
negativos y es por ello que las personas no deben recetarse ellas
mismas medicamentos ya que no conocen las contraindicacio-
nes que muchos de ellos tienen y que puede afectar su vida
sexual. Algunas personas ingieren bebidas alcohólicas o drogas
para ser más potentes sexualmente y luego siguen drogándose
o alcoholizándose porque ya no tienen erecciones en el caso del
hombre y en el caso de la mujer porque ya algo les falla en su
realización sexual.
El condón se puede lavar y usar otra vez: falso. Los condones de-
ben ser desechados de manera cuidadosa después de usados ya
que el uso los deteriora.
Usar dos condones en vez de uno protege más: falso. En ocasiones esto
provoca que se rompan, generalmente los condones son de la me-
jor calidad posible y hasta ahora el material más efectivo para produ-
cirlos es el latex. Para las personas alérgicas al latex existen algunas
otras posibilidades siempre y cuando sirvan de barrera a las in-
fecciones. El condón no es ciento por ciento efectivo durante una
relación sexual contra las infecciones sexuales, lo más seguro es la
fidelidad –absoluta– de la pareja.

63
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

El condón causa irritación y dolor: falso. Esto pudiera ser así en


personas que sean alérgicas al latex o que tengan alguna enfer-
medad en sus órganos genitales. La persona que tenga este
problema debe consultar a un médico especialista.
Usar condón evita todos los contagios de transmisión sexual: falso.
Durante la relación sexual quedan expuestos al contagio otras
zonas del cuerpo que no están cubiertas por el condón como
por ejemplo las manos, con las cuales podemos trasladar de un
lugar a otro los fluidos del cuerpo de ambos.
Las personas de edad madura avanzada no tienen deseos sexuales ni
necesitan ninguna realización sexual: falso. En general y a no ser
por causa de alguna enfermedad, las personas de edad madura
avanzada pueden disfrutar de la sexualidad recordando que cada
etapa del ciclo de la vida tiene sus peculiaridades.
Con poca o ninguna erección por parte del hombre ya se acaba el
placer sexual en la pareja: falso. Como ya mencionamos ante-
riormente la relación sexual de la pareja no depende de la erec-
ción del hombre. El hombre puede tener eyaculación sin
erección y la mujer puede obtener placer sin el pene erecto
del hombre. Es cuestión de ponerse de acuerdo.
Las mujeres no deben practicar el autoplacer, el autoerotismo o el
erotismo individual:* falso. Ello es tan normal para los hom-
bres como para las mujeres, pero la cultura patriarcal (machis-
ta) lo condenó injustamente mientras lo aceptaba como natural
en los hombres. Cada cual debe decidir si lo hace y cómo lo
hace.
El erotismo individual deforma los órganos genitales: falso. Cuan-
do el erotismo personal se practica sin acudir a objetos que
causen daño no perjudica los órganos genitales.
El erotismo individual no es bueno dentro de las relaciones de pa-
reja: falso. Esta práctica ya sea individual o en compañía de la
pareja es parte de una normal y satisfactoria relación sexual.
El erotismo individual provoca que se pierda el interés en las rela-
ciones sexuales con la pareja: falso. Esta es una expresión váli-
da de la sexualidad que puede realizarse a solas o con la pareja.
Reprimir el deseo sexual cuando no se tiene pareja puede da-
ñar y si se inicia otra relación puede ser incluido en la misma.
No es una acción que normalmente provoque exclusividad.
La autoestimulación sexual durante el juego sexual de la pareja es
mala: falso. No solo no es mala sino aconsejable en muchas
ocasiones.
El erotismo individual no ayuda a las mujeres para mejorar su
capacidad orgásmica: falso. Precisamente una de las terapias
más efectivas para desarrollar la capacidad orgásmica es a tra-
vés de este tipo de erotismo, orientado por una persona espe-
cialista.

* Erotismo individual, antes mencionado como masturbación.

64
La sexualidad en el misterio del ser humano

La autoexploración sexual no es importante para nuestra sexuali-


dad: falso. Una persona no puede compartir bien cuando no
sabe lo que tiene; la exploración sexual capacita tanto a la mu-
jer como al hombre para conocerse a sí mismos y para poder
guiar a su pareja con respecto a sus zonas erógenas y preferen-
cias sexuales.
Tener eyaculaciones cuando uno duerme no es bueno: falso. Las
eyaculaciones durante el sueño son parte de una sexualidad sana.
Las fantasías sexuales no son buenas: falso. Para todas las perso-
nas llega el momento en que comienzan las fantasías sexuales
en las cuales se imaginan las más diversas cosas y hasta con las
más diversas personas, pero podemos controlar esas fantasías y
conducirlas por senderos que no nos inquieten, sobre todo
cuando estemos pensando en la persona indebida. Las fanta-
sías se pueden encauzar a través de la persona a quien ama-
mos, con ella podemos imaginar todas las cosas y por cierto
muchas de ellas serán realidad. En cuanto a las cosas que nos
imaginemos, son como los sueños, sueños son.
Nadie debe practicar el sexo anal: falso. Esto es una opción que
depende de la decisión de cada uno de los miembros de la pare-
ja. Nadie debe ser obligado.
A todas las personas les gusta el sexo oral: falso. Ni a todos los
hombres ni a todas las mujeres les gusta el sexo oral y esas son
opiniones que deben ser respetadas. La sexualidad es amplia y
tiene muchos caminos, por lo que no debemos empecinarnos
en alguno de ellos.
Los gays y las lesbianas son todos pervertidos e inmorales: falso.
La opción por la homosexualidad es una seria y decisiva orien-
tación de la sexualidad cuando está instalada en lo más pro-
fundo de la persona. Aparte de dicha opción esa persona puede
llevar o no una vida moral, tal como los heterosexuales.
La impotencia sexual solo la padecen los débiles y raquíticos: falso.
Todo hombre y a cualquier edad puede padecer en algún mo-
mento de impotencia en determinado grado. La facultad de
la erección se va perdiendo con la edad, ocasionalmente o
por un padecimiento físico o psíquico, este último es el más
común. Lo que siempre debemos recordar que la sexualidad
no depende totalmente de la erección del pene.
Las personas que usan juguetes sexuales son unas depravadas:
falso. Desde épocas muy antiguas se tienen evidencias del uso
de los juguetes sexuales, los cuales, bien usados, constituyen
una ayuda sexual satisfactoria tanto para las personas solas como
para las parejas. El uso de los mismos depende de los criterios
de cada persona.
Durante la menstruación no se deben tener relaciones sexuales:
falso. La menstruación no es una enfermedad y por lo tanto el
tener relaciones sexuales o no depende de los deseos y gustos
de la pareja.

65
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Con la primera menstruación ya la adolescente pasa a ser mujer:


falso. Con la primera menstruación el cuerpo comienza mos-
trar algunas señales de maduración, pero se es mujer cuando
se está psíquica y físicamente preparada para asumir ese papel
y a ello no todas las adolescentes llegan a la misma edad.
La menstruación en la mujer es como una enfermedad: falso. La
menstruación en la mujer solo es parte de un maravilloso pro-
ceso que la capacita para ser madre y que como ser humano
esto va más allá de lo orgánico, ya que ella tiene cambios psíqui-
cos provocados por los cambios hormonales y también por el
significado de su existencia.
La mujer, por naturaleza, siente menos el deseo sexual o los hom-
bres tienen más deseos eróticos que las mujeres: falso. La mu-
jer “decente” ha sido durante muchos años obligada por la
cultura a no mostrar su deseo sexual, pero su deseo puede ser
igual y algunas veces mayor que el del hombre lo cual es natu-
ral y sano.
La mujer es más lenta que el varón en alcanzar el orgasmo: falso.Eso
depende de la persona, las circunstancias y de la comunicación
que logre con su pareja. La sexualidad no es igual en todos sino
muy personal, razón por la que cada cual y su pareja deben
aprender cuáles son sus peculiaridades.
Las mujeres sienten envidia del pene del hombre ya que ellas no lo
tienen: falso. Tener pene no significa ninguna ventaja, la mujer
tienen vulva y vagina que son también valiosas, bellas y atracti-
vas.
Todas las mujeres tienen más de un orgasmo durante una relación
sexual: falso. Eso depende también de las características y del
conocimiento de la persona sobre su sexualidad. Unas mujeres
tienen más de un orgasmo, pero otras que solo tienen uno
quedan también muy complacidas. Esto no debe ser motivo de
preocupación.
Si una mujer permanece virgen durante mucho tiempo eso puede
ocasionarle infertilidad y disfunciones sexuales: totalmente
falso. La virginidad es deseable en tanto no se alcance una
madurez física y psíquica adecuada, y también mientras la per-
sona así lo desee sin aceptar presiones de ningún tipo.
Cuando una mujer dice que no quiere tener relaciones sexuales, sí
quiere: falso. Cuando una mujer expresa que no desea tener
relaciones sexuales, aun con su pareja, debe ser respetada o de
lo contrario se produce una violación.
Las mujeres consiguen mayor satisfacción sexual solo si el hom-
bre es capaz de tener varios coitos en una sola noche: falso. Eso
puede ocurrir en ocasiones y a determinadas edades, pero una
relación sexual satisfactoria no depende tanto de la cantidad
de coitos como de la ternura y ayuda mutua de la pareja.
La mujer siente mayor satisfacción cuando no se usa condón: fal-
so. Muchas mujeres disfrutan más su sexualidad cuando no están

66
La sexualidad en el misterio del ser humano

en peligro de salir embarazadas ni de contraer una enferme-


dad de transmisión sexual.
Tocar los senos, los glúteos u otras partes de una mujer o hablarle
sobre asuntos sexuales sin su consentimiento es solamente
un juego y no un abuso sexual: falso. Eso sí constituye un abu-
so sexual que puede ser penado por la ley. En muchos casos las
empresas hacen firmar a sus empleados, como parte del conve-
nio de trabajo, un documento por medio del cual las personas
se comprometen a no realizar este tipo de actos. Esto es bas-
tante frecuente en centros de trabajo y de estudio.
Una mujer muy joven no debe salir embarazada: falso. Si sus órga-
nos reproductores están bien desarrollados y sanos sí puede
salir embarazada. En el caso de la adolescente es diferente ya
que su madurez corporal y psíquica no está completa. Pero
existe el caso probado de una niña de nueve años que quedó
embarazada por una violación.
La eyaculación del hombre es muy importante para el placer de las
mujeres: falso. Para algunas mujeres esto es agradable y para
otras no es tan significativo, lo más importante para una mujer
es sentirse amada y acariciada de manera adecuada.
Hacerse un lavado o ducha vaginal después de una relación sexual
previene el embarazo: falso. Una ducha vaginal, a menos que
tenga productos anticonceptivos probados nunca garantizará
la anticoncepción. En general las duchas vaginales, a menos
que sean recomendadas por un médico, no son buenas porque
alteran el funcionamiento normal de la vagina.
Para que la mujer salga embarazada tiene que adoptar ciertas posi-
ciones sexuales: falso. En algunos casos esto es recomendable,
pero generalmente no es necesario debido a la capacidad de
los espermatozoides para trasladarse al útero y a las trompas
de Falopio.
A las mujeres les gustan los penes grandes: falso. Generalmente el
tamaño del pene no es fundamental para una buena relación
sexual, lo penes grandes pueden causar molestias a algunas
mujeres.
La mujer tiene la obligación de complacer sexualmente a su pareja
en todo lo que esta exija: falso. Ello puede provocar el deterioro
de la relación. Dentro de una pareja debe existir tal comunica-
ción que ambos, conociendo las características y preferencias de
cada cual, puedan complacerse mutuamente.
Cuando la mujer no obtiene el orgasmo en la relación sexual, debe
simularlo: falso. Se simula el orgasmo cuando no hay suficien-
te confianza y comunicación entre ambos. El orgasmo puede y
debe lograrse de algún modo en la relación sexual, cuando esto
no ocurre no deben vacilar en consultar a un especialista. Si-
mular el orgasmo daña la realización sexual de la mujer.
Una mujer no casada es una mujer fracasada: falso. Nuestra cultu-
ra ha creado la falsa impresión de que una mujer o un hombre

67
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

sin casarse están incompletos y algo deben tener de malo. Una


persona debe sentirse en la libertad de permanecer sin pareja
cuando no encuentra a alguien que satisfaga sus expectativas
realistas, “más vale estar solo que mal acompañado”; una per-
sona puede realizar a plenitud su vida sin “necesidad” de tener
pareja.
Después de la menopausia la mujer no tiene satisfacción sexual:
falso. Muy por el contrario una gran cantidad de mujeres dis-
fruta mucho más de la sexualidad después de la menopausia,
entre otras cosas, debido a que ya no teme quedar embarazada
y también porque ya los hijos son mayores.
Cuando una mujer está embarazada no siente deseo sexual o no
necesita realizarlo: falso. Por el contrario, muchas mujeres sien-
ten mayor deseo sexual durante el embarazo e incluso poco tiem-
po antes del parto. Solo debe tener en cuenta cualquier
indicación del médico en caso de que sea necesario y también le
ayudará a conocer posturas sexuales más convenientes.
La mujer de senos grandes es más placentera sexualmente: falso.
La preferencia por los senos grandes solo son parte de culturas
o modas. Una mujer de senos muy pequeños puede ser tan
placentera como cualquier otra, incluso la reacción de sus se-
nos a la excitación sexual es muchas veces más intensa.
Las mujeres de senos grandes son prostitutas: falso. El hecho de que una
mujer tenga senos grandes no la hace tener menos valores morales.
Si la mujer no es bonita como las modelos, entonces no puede
tener un buen disfrute sexual: falso. El disfrute sexual no de-
pende de un patrón de belleza ya que existen muchas bellezas
diferentes. La autoestima es lo más importante. Una mujer
limpia y arreglada siempre tiene atractivos.
Las mujeres no deben hablar con su pareja acerca de sus preferen-
cias sexuales: falso. Por el contrario, es lo que deberían hacer.
El problema consiste en la intimidad, pues cuando no hay una
pareja estable entonces no es posible compartir los secretos de
nuestra vida ni del corazón, y si lo hacemos entonces pagamos
con desilusiones y frustraciones. También los hombres deben
de hablar con su pareja acerca de sus preferencias sexuales.
Aclaración: siempre y cuando las preferencias sexuales no da-
ñen física ni psíquicamente.
A las mujeres les gusta que las maltraten: falso. Una mujer sufre
mucho cuando la maltratan, solamente les gusta el maltrato a
las mujeres masoquistas, lo cual es una desviación sexual que
debe ser tratado por especialistas.
Ninguna mujer tiene eyaculación: falso. Está comprobado que al-
gunas mujeres sí la tienen y sale por la uretra; esa eyaculación
no contiene espermatozoides y para quien la tiene es normal y
saludable. Otras mujeres no tiene eyaculación y también es
normal y saludable.
El punto G no existe: falso. Por supuesto que sí existe, pero no
todas las mujeres se exploran hasta conocerlo y otras no lo

68
La sexualidad en el misterio del ser humano

llegan a encontrar. En ambos casos es normal, recordemos que


cada persona tiene sus características muy particulares.
La lubricación vaginal es suficiente señal para saber que la mujer
ya está bastante dispuesta para realizar el coito: falso. Una
mujer puede tener más o menos lubricación vaginal, pero no
siempre ello es señal de una alta excitación sexual ya que en
razón de la edad, medicamentos y hasta por razones psíquicas
no existe una buena lubricación. Cuando no existe una buena
lubricación un médico puede decir la razón y mandar un trata-
miento apropiado. La pareja siempre debe de tener algún lu-
bricante a mano, ya que lo que no debe hacerse es una
penetración sin lubricación.
Si la mujer no tiene orgasmos, debe resignarse a ello: falso. De nin-
guna manera, la mujer debe atreverse a entrevistarse con un
especialista que seguramente la ayudará.
La mujer siempre debe aceptar la relación sexual cuando se lo pro-
ponga su pareja: falso. Ni la mujer ni el hombre están obliga-
dos a aceptar una relación sexual cuando no lo desean ya que
eso puede ir creando una indisposición que conspira contra
la sexualidad entre ambos. Siempre puede existir una rela-
ción sexual aun cuando uno de los dos no participe activamen-
te: puede darse el caso de que uno de los dos sea el actor y el
otro el espectador complacido, esto ayuda a evitar crisis y pro-
blemas en la pareja.
La mujer debe fingir algún padecimiento cuando no desea la rela-
ción sexual con su pareja: falso. Dentro de una pareja siempre
debe existir la confianza y comunicación necesarias como para
no tener que acudir a excusas.
Cuando la mujer acepta que la acaricien debe aceptar también el
coito: falso. La mujer puede aceptar algunos tipos de caricias
pero no desear el coito o penetración vaginal y debe ser res-
petada si esa es su voluntad por muy excitado que esté el
hombre.
Todas las mujeres quedan satisfechas siempre con un orgasmo:
falso. Una regla no sirve para todas, ello dependerá de las cir-
cunstancias y de la personalidad de la mujer. Ella es la que
sabe y es la que puede decidir lo que quiere.
El maltrato a la mujer por parte del hombre es un asunto privado
en el que nadie se debe involucrar, pues “Entre marido y mu-
jer, nadie se debe meter”: falso. La violencia nunca debe tener
lugar y las leyes la condenan, por lo tanto nadie puede usar la
intimidad del matrimonio para maltratar a su pareja ya que
ello afecta en lo más profundo las relaciones de pareja.
Una mujer que desee el placer sexual es una pervertida: falso. Nada
más lejos de la verdad, eso es lo más legítimo que puede desear
una mujer con su pareja.
Las mujeres no pueden tener orgasmos cuando están dormidas:
falso. Las mujeres y los hombres pueden tener sueños eróti-

69
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

cos y orgasmos aunque en algunas ocasiones no recuerden lo


que soñaron.
A la mujer le gusta más la cantidad de relaciones sexuales que la
calidad de las mismas: falso. Es totalmente lo contrario.
La mujer no debe nunca depilarse el vello genital: falso. Ello de-
pende de su libre decisión pues no hay nada de malo en ello.
La virginidad en la mujer es un requisito para el matrimonio:
falso. La virginidad de muchas mujeres no es muy fácil de
demostrar, pero eso no es lo más importante sino los valo-
res de la persona. Cada mujer debe decidir responsablemente
cuándo y con quién tendrá relaciones sexuales que impli-
quen la penetración del pene en la vagina y ello dependerá
de sus creencias religiosas, sus valores morales y su sentido
de responsabilidad para consigo misma y su futuro. Hoy en
día cada vez se toma menos en cuenta la virginidad, pero
siempre es necesario pensar que las relaciones sexuales
implican mucho más que un ejercicio placentero ya que la
sexualidad es un valor de la persona.
La mujer debe tener relaciones sexuales con su pareja porque
es un deber: falso. El único deber para la pareja es amarse y
tener ambos un buen disfrute sexual, entre otras cosas va-
liosas. Si las relaciones sexuales se convierten en un deber,
es como si le cortásemos las alas al viento –ya no será el
mismo–, nosotros volamos con las alas de nuestra libertad y
de nuestra realización psíquica y espiritual, si ello se hace
una obligación caemos en tierra. La mujer no tiene ningun
deber en ese sentido, ella debe tener su espacio de libertad
aun dentro del matrimonio.
Si la mujer no es bella se ve obligada a ser promiscua: falso. En
razón de lo dicho en el párrafo anterior y también porque
los valores morales no están en relación directa con el as-
pecto físico de la persona.
La mujer siempre es la que trata de seducir: falso. La mujer puede ser
atractiva pero eso no significa que sea una “cazadora de hom-
bres”.
Si la mujer practica el erotismo individual sus hijos nacen defor-
mes: falso. El erotismo individual no tiene nada que ver con
la deformidad fetal.
La mujer debe darle “una prueba de amor al hombre” teniendo
relaciones sexuales con él: falso. El amor no está obligado a
mostrarse de esta manera. La mujer debe decidir responsa-
blemente acerca de sus relaciones sexuales sin dejarse pre-
sionar.
Tener una relación sexual con niños, niñas o adolescentes
tempranos puede curar de una enfermedad de transmisión
sexual: totalmente falso. Eso es una ignorancia fatal, tanto
los niños como las niñas o los adolescentes pueden padecer y
transmitir enfermedades sexuales si han sido expuestos a las
mismas, y esto siempre constituye un abuso sexual.

70
La sexualidad en el misterio del ser humano

Cuando el adolescente tiene la primera emisión de semen ya es un


hombre: falso. Al adolescente todavía le falta madurez física y
psíquica y no se puede forzar este tránsito.
Las personas que abusan sexualmente de menores de edad son
siempre desconocidos: totalmente falso. Está comprobado que
en la gran mayoría de los abusos sexuales, tanto violaciones
como caricias en diversas partes del cuerpo y conversacio-
nes sobre algunos asuntos sexuales, cometidos contra ni-
ñas, niños y adolescentes son familiares y otras personas
allegadas los que cometen tal atropello.
A los niños y adolescentes no se les debe hablar sobre la sexuali-
dad: falso. Los padres deben de ser muy comunicativos y con-
tribuir a que los niños conozcan, de acuerdo a su edad, los
asuntos relacionados con la sexualidad. El no hacerlo contribu-
ye no solo a la ignorancia sino también a una mala sexualidad y
también a que los menores no sepan defenderse de algunos
abusadores. Si ellos no reciben la educación sobre la sexuali-
dad y los valores relacionados con ella cometerán más errores,
sufrirán más y harán sufrir más a otro.
El orgasmo en la pareja debe ser al unísono para que se produzca
una mayor satisfacción: falso. Muchos hombres y mujeres se
sienten insatisfechos porque piensan que han hecho algo mal
si ambos a la vez no sienten esta satisfacción, en realidad no
debe ser este el objetivo de la relación sexual sino que ambos,
de una forma u otra, queden complacidos.
La falta de orgasmo no tiene remedio: falso. Si acude a un especia-
lista no será difícil resolver este problema. Algunas mujeres
sienten vergüenza en buscar ayuda, pero deberían atreverse a
hacerlo para tener una vida más satisfactoria.
Los orgasmos, tanto en el hombre como en la mujer, siempre tie-
nen la misma intensidad: falso. Cada orgasmo es único para la
persona que lo disfruta y su intensidad puede variar por muy
diversas causas que pueden ir desde el cansancio físico, el estrés,
el lugar, etcétera.
No existe la violación sexual dentro del matrimonio o pareja: falso.
La relación sexual debe ser con el consentimiento de ambos,
en caso contrario se está produciendo una violación que en
algunos casos es sancionada por la ley o tenida en cuenta por
los tribunales como un acto de violencia matrimonial. La viola-
ción dentro de la pareja generalmente se produce por parte
del hombre y esto humilla a la mujer y le hace perder sus de-
seos sexuales.
Cuando una pareja lleva años de casada siempre las relaciones
sexuales se hacen aburridas: falso. Esto no tiene que ser nece-
sariamente así. Toda pareja debe de buscar y encontrar nuevos
incentivos en su vida sexual y estos no faltarán nunca si hay
deseos e imaginación. Tanto el hombre como la mujer deben
de interesarse en ello.

71
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Dentro de la pareja no debe estarse buscando nuevas iniciativas


para la relación sexual: falso. En la intimidad y privacidad de la
pareja todo es permitido excepto lo que pueda causarles daño
físico o psicológico. Ambos deben de tener iniciativas al mismo
tiempo que deben de respetarse. No consideramos iniciativas
el compartir la pareja ni la cama con otras u otros.
Si la pareja no nos produce placer sexual es que no nos quiere: falso.
Nuestra pareja puede querernos, pero no se ha hecho lo sufi-
ciente como para descubrir las preferencias y la creatividad sexua-
les. Deben abrirse a una franca y divertida conversación en la
cual todo lo necesario salga a relucir. Si se aman, es posible.
En el matrimonio la que debe estar enamorada es la mujer: falso. No
se puede pedir que un columpio funcione bien si solo está en él
una persona. El amor es para la pareja. Si alguien se ama a sí
mismo es porque es capaz de amar a la otra o al otro. No se
puede soportar una larga relación íntima sin amor.
Las mujeres y los hombres con menos educación gozan más de la
sexualidad: falso. Esto es circunstancial, pero, como dijimos
antes, el sexo se aprende o, lo que es lo mismo, el sexo se
educa para bien o para mal, sí podemos aprender cómo disfru-
tar más de la relación sexual.
Ni la mujer ni el hombre necesitan educación sexual para llegar al
matrimonio: falso. Ojalá que todas las personas pudieran tener
aunque sea un poco de buena educación sexual antes de casar-
se para que no tengan que llegar ignorantes y desconcertados
por la cantidad de conocimientos inútiles y hasta dañinos.
Las mujeres y los hombres deben ser siempre jóvenes y hermosos
para tener buenas relaciones sexuales: falso. La belleza exte-
rior de una persona depende de las diferentes culturas y de los
gustos de las personas.
La pornografía, en cualquiera de sus expresiones, sirve para la edu-
cación y el aprendizaje sexual: falso. Esto fue sostenido hace
años, pero los mismos promotores abandonaron la idea cuando
se comprobó que no era cierto.
Los asuntos sexuales son tan privados que no deben tratarse con
especialistas en la materia, ya que esto resulta penoso: falso.
Los asuntos relacionados con la sexualidad son tan importan-
tes que siempre deberíamos pensar en ir a un especialista si
nos hiciera falta.
Un hombre y una mujer “liberados mentalmente” pueden tener rela-
ciones con cualquiera: falso. Pues como dice el apóstol San Pablo:
“No usen la libertad para dar rienda suelta a sus instintos”
(Gálatas 5: 13). La persona más libre no es la que hace de todo
sino la que sabe, entre todas las cosas, seleccionar sabiamente
aquello que le hace ser mejor. La promiscuidad o permisividad
sexual no son lo más satisfactorio sino el amor y el cariño en una
pareja de largo recorrido. La infidelidad en la pareja siempre hace
daño.

72
La sexualidad en el misterio del ser humano

Lo más aceptable en la relación sexual es el coito vaginal: falso. Una


relación sexual no es solo el coito vaginal, en ella debe haber amor,
ternura, caricias y comunicación teniendo en cuenta las preferen-
cias de cada uno de los integrantes de la pareja. En una relación
sexual hasta se puede prescindir del coito vaginal.
No son importantes el amor, la ternura y las caricias para las relacio-
nes sexuales: falso. Por el contrario, son lo más importante.
Para la relación sexual de la pareja es mejor la oscuridad: falso. Las
relaciones sexuales requieren de todos nuestros sentidos: la
vista, el tacto, el olfato, el gusto y el oído. Dos seres que se
aman ponen sus sentidos en función de conocerse y estrechar
sus lazos. La ternura es como el caldo en el que nadan todas
esas cosas. Algunas personas en razón de traumas o una mala
educación sexual tiene pena de mostrar su cuerpo o de mani-
festar plenamente sus emociones a la vista de su pareja. Por
eso es que en la pareja si se quiere disfrutar más debe haber
fidelidad y larga duración. Los cuerpos tienen diferencias, por
ejemplo: una mujer puede tener un seno más grande que otro
y el pene de un hombre puede tener cierta curvatura, esas
cosas son normales y no tenemos por qué avergonzarnos de
ellas pues nuestra pareja lo aceptará.
La actividad sexual disminuye el rendimiento deportivo e intelectual:
falso. En el pasado se consideraba que los atletas no debían tener
emisiones seminales antes de las competencias, pero actualmen-
te hasta es recomendable una plena realización sexual con su pa-
reja ya que el bienestar que es provocado por la relación íntima de
dos seres que se aman sirve de incentivo no solo para los deportes
sino para la vida en general.
Si se practica el coito interrumpido (sacar el pene antes de eyacu-
lar dentro de la vagina) no hay posibilidad de que la mujer sal-
ga embarazada: falso. Antes de la eyaculación salen del pene
del hombre pequeñas cantidades de un líquido emitido por las
glándulas de Cooper o parauretrales junto con el cual pueden
salir también espermatozoides y producirse el embarazo.
Una persona con creencias religiosas no debe gozar de la sexuali-
dad o debe limitarla mucho: falso. Incluso las estadísticas mues-
tran que cuando una persona religiosa no está sometida a tabúes
ni prohibiciones innecesarios disfruta más la sexualidad que
quienes no lo son.
Si la persona es creyente religiosa no será un abusador o abusadora
sexual: falso. Lamentablemente también entre supuestos cre-
yentes religiosos existen muchas personas que, alimentadas
por ideas desacertadas, practican el abuso sexual de una u otra
forma.
La extracción del útero (histerectomía) reduce o acaba la capaci-
dad para el placer sexual en la mujer: falso. Lo que se afecta es
la capacidad reproductiva de la mujer y es muy importante
que cuando la mujer tenga que someterse a este tipo de ope-

73
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

ración sepa que es incierto que el placer sexual se termine


para ella. Personalmente conozco mujeres que han tenido una
larga vida de disfrute sexual después de su operación. Los espe-
cialistas pueden aclarar sus dudas.
Luego de una colostomía no se puede tener relación sexual: falso. Con la
paciencia y cuidado debidos la pareja puede ajustar su vida sexual.
Si la persona no disfruta del sexo es porque está enferma: falso. No
necesariamente hay que estar enfermo para no disfrutar de la
sexualidad, también podemos estar no enamorados.
Cuando una persona tiene problemas en el corazón no puede tener
relaciones sexuales: falso. Eso solo lo puede determinar un
cardiólogo y en muchos casos las relaciones sexuales pueden
llevarse a cabo.
La sexualidad no puede aprenderse ni sus trastornos curarse por-
que es instintiva: falso. Lo instintivo de la sexualidad es lo pura-
mente biológico, que es lo que hacen los animales, pero en el
ser humano la sexualidad se aprende, mejora y hasta se pueden
curar sus trastornos, como las parafilias y otros traumas psíqui-
cos, con un tratamiento adecuado.
La sexualidad es siempre, para todas y todos, agradable: falso. Trau-
mas físicos y psíquicos, enfermedades, violencias, explotación,
conocimientos deficientes, falsedades y otras muchas cosas más
pueden hacer que la sexualidad sea en realidad algo muy des-
agradable para muchas y muchos.
La iniciativa sexual siempre es cosa del varón y no de la mujer:
totalmente falso. La iniciativa debe ser de ambos y el hacerlo
contribuye a una mejor felicidad conyugal.
Los varones deben probar muchas vaginas para saber las que les
convienen: falso. La sexualidad no es solo un ejercicio corporal
y ni el tipo de vagina o pene son lo fundamental en una rela-
ción amorosa de pareja. Lo fundamental son el amor, el cariño
y la fidelidad.
El hombre no debe ayudar en los quehaceres de la casa: falso. La
pareja y la familia se construyen con el amor que también se
expresa como solidaridad. Los quehaceres de la casa son res-
ponsabilidad tanto del hombre como de la mujer.
Para ser un verdadero hombre no se deben tener relaciones sexua-
les usando condón: falso. La hombría no se muestra en esto
sino en la responsabilidad que asumen los hombres para prote-
ger a su pareja de enfermedades de transmisión sexual y de
embarazos no deseados. (La Iglesia católica no acepta este cri-
terio y eso lo respetamos.)
Los hombres deben tener orgasmos y eyaculaciones, pero las mu-
jeres no lo necesitan: falso. Para las mujeres es normal y acon-
sejable tener orgasmos y se ha comprobado que algunas pueden
tener cierto tipo de eyaculación, como se dijo antes.
El hombre siempre conoce cuando la mujer tiene un orgasmo: fal-
so. Las mujeres pueden fingir perfectamente un orgasmo.

74
La sexualidad en el misterio del ser humano

Cuando el varón eyacula se debilita: falso. La eyaculación no debi-


lita al hombre porque el organismo no sufre para nada la pérdi-
da del semen. Lo que ocurre es que en muchas mujeres y en
muchos hombres (no en todas ni todos) y como resultado del
orgasmo sustancias neurotransmisoras en el cerebro provocan un
estado de laxitud o adormecimiento pero esto no es debilidad.
Es natural que el hombre insulte y golpee a la mujer porque eso es
lo que ella necesita: falso. Cualquier tipo de violencia destruye
el amor y la buena relación sexual en la pareja, a menos que
compartan una desviación sexual o parafília.
El hombre casado no tiene nada más que aprender sobre la sexuali-
dad con su esposa: falso. Como dice el refrán “Cada persona es un
mundo”, yo diría más, cada persona es un universo. Si somos cui-
dadosos y pacientes siempre descubriremos cosas nuevas en nues-
tra pareja. Lo que pasa es que en la sexualidad de la pareja, como
en la buena cocina, siempre se aprenden nuevas recetas o renova-
dos condimentos.
Si el hombre no es el que toma la iniciativa siempre en la cama es
porque es poco masculino: falso. El que ambos tomen la inicia-
tiva cuando lo deseen no hace al hombre menos hombre ni a la
mujer menos mujer.
A un hombre normal nunca le falla la erección: falso. Al más nor-
mal y competente de los hombres le ocurre de vez en cuando
y no debe preocuparle mucho pues se recuperará, mientras
tanto como “el amor todo lo puede...” la pareja deberá de ex-
presarse todo su cariño en otras formas y... todo se arreglará de
nuevo. De ser necesario no sienta temor ni pena en visitar a un
especialista.
El hombre debe ser rudo y no estar demostrando mucho cariño:
falso. Mientras más tierno y cariñoso sea con su pareja mejor
será la relación.
La única zona erógena del hombre está en sus genitales: falso. Tan-
to en el hombre como en la mujer todo el cuerpo es un mapa
de zonas erógenas o de excitabilidad sexual, pero hay que bus-
carlas. Concentrarse en una sexualidad genital reduce las op-
ciones y empobrece la relación.
El hombre es el que debe disfrutar plenamente del sexo, la mujer
no: falso. Esos tiempos ya van quedando atrás aunque todavía
quedan zonas en el mundo y pequeñas parcelas, en las cuales
la mujer sigue siendo una esclava sexual, algo meramente usable
por el hombre. Desgraciadamente todavía hay muchas muje-
res que soportan esta situación que las hace infelices. Todos
debemos contribuir para que ello cambie de manera que la
mujer pueda también disfrutar plenamente de la sexualidad.
Todos los hombres son bruscos y agresivos con las mujeres: falso. Solo los
hombres mal educados y mal informados proceden de esa manera.
El hombre es siempre un agresor sexual: falso. No todos los hom-
bres ni en todos los lugares el hombre se comporta agresiva-

75
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

mente, aunque por razones de la cultura patriarcal y machista


todavía hay muchos hombres que agreden de una forma u otra
a las mujeres.
Poseer un pene pequeño es señal de que uno no podrá embarazar
a la mujer: falso. Un pene pequeño no tiene nada que ver con
el embarazo, además, la pareja puede adoptar posiciones que
permitan una introducción más profunda del pene.
Si el hombre no tiene relaciones sexuales su pene se ocultará y
luego será imposible: falso. Esa es una creencia sin fundamen-
to alguno que se ha mantenido por muchos años en países
asiáticos y cuyo nombre es koro. El pene de un hombre no
sufrirá cambios por falta de relaciones sexuales.
Si al hombre le practican una vasectomía (esterilización masculi-
na) quedará impotente: falso. La vasectomía no tiene nada que
ver con la potencia sexual del hombre, ya que solo impide su
capacidad para tener hijos, pero no la satisfacción sexual.
El vigor sexual del hombre está en relación con el tamaño de su
pene: falso. Un pene más pequeño puede ser tan o más efecti-
vo para proporcionar placer que uno más grande, pues la sensi-
bilidad de la vagina está en su primer tercio y no en la
profundidad. El tamaño del pene no determina su erección y
duración más prolongadas. Solo a algunas mujeres no les mo-
lesta un pene muy grande.
Los hombres que se operan de hernia escrotal (intestinos introdu-
cidos en la bolsa donde se encuentran los testículos) pierden la
erección del pene: falso. Por el contrario, al cesar las molestias
la erección resulta ser más fácil y placentera.
Todos los hombres que son operados de la próstata pierden su
capacidad sexual: falso. El médico cirujano que atiende a los
hombres con este problema podrá liberarlos de esta duda.
Aconsejamos a los hombres que desde los 30 años presten
atención al cuidado de la próstata para prevenir problemas
que puedan llegar a ser graves.
Debe evitarse toda relación social o amistosa con personas que
padecen de VIH-SIDA: falso. Son conocidas las vías por medio
de las cuales se contagia el virus de inmunodeficiencia huma-
na (VIH) por lo cual se pueden mantener las relaciones norma-
les con dichas personas, y aún más, debe constituir un deber el
darles el apoyo que merecen y necesitan. Mañana podríamos
estar en la misma situación que ellos.
Con una sola relación genital no existe peligro de contagio de VIH-
SIDA: totalmente falso. Basta una sola vez, para que una rela-
ción sexual no protegida pueda causar el contagio.
Con el sexo oral no existe peligro de contagio con el VIH-SIDA: falso.
Es posible el contagio porque se están exponiendo las mucosas de
la vulva, de la vagina y de la boca lo que hace posible el intercam-
bio de fluidos e incluso de sangre ya que puede existir alguna
pequeña lesión, tanto en la boca como en los órganos sexuales.

76
La sexualidad en el misterio del ser humano

Violar a una mujer es señal de ser poderoso: falso. Por el contrario,


la violación es señal de debilidad por parte del agresor al no
considerarse capaz de enamorar a una mujer y por tener una
baja autoestima. Puede ser también la expresión de un proble-
ma psíquico serio.
Solamente una mujer que sea virgen puede reclamar al ser viola-
da: falso. Una mujer es violada cuando es obligada a tener una
relación sexual de cualquier tipo sin su consentimiento.
La mujer que es violada es porque ella lo provocó o porque lo quiso:
totalmente falso. Eso es una excusa, ninguna mujer provoca que la
violen. El ser bella, vestir de cierta forma y ser agradable no consti-
tuye una provocación. Sostener esto solo es una excusa.
La mayoría de las violaciones ocurren cuando la mujer está sola y
en la calle de noche: falso. La mayoría de las violaciones ocurren
de día, en los hogares, en los centros de estudio, en los centros de
trabajo o en algún otro lugar en el cual la víctima no pueda pedir
ayuda o que la ayuden a escapar del agresor.
La violencia doméstica y sexual solo ocurre en una pequeña parte
de la población: falso. La violencia doméstica y sexual está to-
davía muy extendida por todo el mundo, tanto en países desa-
rrollados como en los menos desarrollados.
Son los pobres los que más practican la violencia doméstica y sexual:
falso. Este tipo de violencia se lleva a cabo en todas las capas sociales.
Todas las personas que practican el abuso sexual tienen problemas
mentales: falso. La mayoría de las personas abusadoras sexuales
no tienen problemas mentales y pasan totalmente inadvertidos
tanto en la familia como en sus relaciones sociales.
Los abusadores y abusadoras sexuales nunca pueden cambiar: falso.
Existe tratamiento para ellos, aunque con algunos no dará resul-
tado.

Estoy seguro de que muchas personas que hayan leído este capítulo
podrán añadir otros tabúes y falsedades que conozcan. Lo importante
será que usted reflexione con calma sobre estas cosas y si tiene alguna
duda o algún problema –relacionado con lo expresado– acuda a quien
pueda estar verdaderamente capacitado para orientarlo. No sufra por
ignorancia o por miedo.

77
ADORNOS CORPORALES

No hay religión ni ciencia más allá de la belleza.


AUTOR DESCONOCIDO

El ser humano, desde las épocas más remotas, se ha caracterizado


por una creatividad solo superada por la crueldad hacia sí mismo y
al medio del que forma parte y que le ha permitido ser lo que es.
Una de las muestras de esto ha sido la modificación de su propio
cuerpo, mediante los dibujos tatuados, las perforaciones, las
incrustaciones, las deformaciones y la depilación, para expresar sus
pensamientos y sentimientos.
Los tatuajes son dibujos en alguna parte del cuerpo o en todo
el cuerpo, realizados introduciendo tintes por medio de agujas de-
bajo de la epidermis. Los tintes eran naturales en un inicio y las
agujas, confeccionadas de diversos materiales duros como el hue-
so, la madera y metales.
Los tatuajes más antiguos encontrados tienen una edad de
sesenta mil o más años (período neolítico, cuando existía el prede-
cesor del ser humano moderno, llamado de Neandertal). En épo-
cas posteriores se han encontrado evidencias de tatuajes en momias,
figuras dibujadas en obras de cerámica y en libros de viajeros.
Prácticamente se han encontrado pruebas de la existencia de
tatuajes e incrustaciones en todas las regiones del mundo: Asia,
África, Europa, Oceanía, Norteamérica, América del Sur y América
Central y aun en el Polo Norte. En los países orientales y de Oceanía
es donde los tatuajes alcanzaron su mayor expresión artística.
Algunos estudiosos sostienen que la palabra tatuaje proviene
de la cultura polinesia y significa golpear: Ta o golpear con un hue-
so una aguja –del mismo material– para efectuar el tatuaje: Tau-
tau; otros entendidos en la materia creen que es un derivado de la
palabra estigma, cuyo significado sería: dibujo corporal que contie-
ne un mensaje secreto o encubierto.

79
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

En el siglo XVIII marineros europeos descubrieron el uso de los


tatuajes en la Polinesia y los reintrodujeron a Europa, sobre todo
entre la gente de mar y marginales. Durante la guerra civil en Esta-
dos Unidos los tatuajes proliferaron.
Se reconoce a C. H. Fellows como uno de los primeros tatuadores
profesionales que surgieron en el siglo XIX y también se considera
que, posiblemente, el primer estudio o taller para efectuar tatua-
jes fue abierto en Nueva York por un inmigrante alemán llamado
Martín Hildebrant. La primera máquina de tatuar fue fabricada por
Samuel O’Reilly en 1891. Al inicio del siglo XX ya existían lugares
para efectuar tatuajes en casi todas las ciudades importantes de
Estados Unidos y el mercado de este tipo de actividad tuvo durante
casi cincuenta años preferencia por los temas patrióticos, religio-
sos y románticos. Las innovaciones introducidas por Charles Eagner
posibilitaron lo que hoy se conoce como tatuaje cosmético, tanto
para personas como para animales.
Hasta los años sesenta del siglo XX, los tatuajes se mantenían
restringidos a miembros de sociedades secretas minoritarias y perso-
nas que se dedicaban al comercio sexual. Luego se incrementó el
uso de los tatuajes como señal de rebeldía por parte de los jóvenes y
algunos otros sectores de la sociedad. Ya en los años setenta y ochen-
ta del mismo siglo, la cultura del tatuaje se incrementó dentro de
sectores de la clase media alta europea, como una forma de llamar la
atención y también como parte de sectores culturales como el rock,
el heavy, el punk y otros, que muchos jóvenes siguieron.
Hoy en día se usan también las henna y las pegatinas. Las henna
son polvos que se disuelven en agua y luego sirven para hacer dibujos
semejantes a tatuajes en la piel, pero que se pueden quitar luego de
algunos días; las pegatinas son dibujos, hechos en plástico, que se ad-
hieren a la piel y permanecen allí un día o dos.
Los objetos prendidos e incrustados se colocan en diversas par-
tes del cuerpo de acuerdo con las más variadas tradiciones. Hoy día a
este tipo de actividad se le llama piercing, palabra de origen inglés y
que significa literalmente agudo, penetrante, desgarrador. Los es-
quimales llamaban labrets a este tipo de actividad.
Algunos ejemplos sobre su uso se encuentran entre las muje-
res de Nueva Guinea, quienes se atraviesan las aletas de la nariz
con una espina de pescado, las mujeres de la tribu tinglits se aguje-
rean el cuerpo como señal del paso de la pubertad a la madurez y
los antiguos mayas se incrustaban joyas en los labios, nariz y orejas.
Los objetos que se prenden o se incrustan en el cuerpo tienen una
historia similar a la de los tatuajes.
Muchos tatuajes y objetos que se prenden o incrustan al cuerpo
pueden ser considerados obras de arte, aunque algunas religiones y
culturas, o sectores dentro de las mismas, rechazan su uso.

80
La sexualidad en el misterio del ser humano

En el siglo XX y ahora en el XXI, muchas personas jóvenes y no tan


jóvenes han acudido a los tatuajes y los piercing por razones no muy
diferentes a las de los antiguos; pese a los avances de la ciencia y la
técnica para muchos este es un mundo donde la vida carece de sen-
tido, está lleno de amenazas, existe un desafío sordo y generalizado
contra la alienación a que somos sometidos, y la esperanza de lo
trascendente es algo turbio. Muestra de ello son el suicidio, el alco-
holismo, las drogas, la sexualidad sin orientación y frenos; en la base
de todo están la explotación, la pobreza, la violencia (en todas sus
manifestaciones) y una gran pérdida de valores. A todo ello debe
añadirse el efecto del comercio, que ha visto posibilidades lucrativas
de estas actividades, incentivadas por medio de concursos y propa-
gandas.
Los tatuajes y piercing tienen diversos significados de acuerdo
a la cultura donde se originan o al uso que se les ha querido dar.
Entre las motivaciones para realizar estas expresiones están:
Poder y prestigio: en las sociedades primitivas y aun en la actualidad
han sido usados para señalar la posición social de los individuos
o el rango dentro de una determinada organización.
Valor: también se han usado para demostrar valentía ante el dolor.
Temor: en la antigüedad se usaron por algunas tribus guerreras
para amedrentar a los enemigos.
Sentido de pertenencia: en general han servido para indicar la per-
tenencia a un determinado lugar, etnia, tribu, familia u otro
tipo de agrupación. Lo más antiguo que se conoce es la marca
que identificaba a una persona con una tribu o un tótem. Pese
a que el cristianismo prohibió esta práctica y el emperador
Constantino emitió un decreto en su contra por considerarla
supersticiosa e idólatra, con posterioridad los cruzados y otras
personas que visitaban Jerusalén se tatuaban crucifijos, para
identificar su fe, demostrar haber visitado los lugares conside-
rados santos y también, por si morían, que sus cadáveres pudie-
ran ser reconocidos y recibir una sepultura cristiana. Al surgir
los gremios de artesanos en la Baja Edad Media, las personas se
tatuaban para identificar su membresía a uno de ellos; en la
Primera y Segunda Guerras Mundiales muchos soldados lo ha-
cían para definir a qué bando pertenecían y su ubicación mili-
tar. Actualmente los usan también con sentido de pertenencia
organizaciones de delincuentes como los yacuzas japoneses, las
tríadas chinas y las pandillas o maras juveniles, tanto en países
desarrollados como en los menos desarrollados.
Creencias religiosas: muchas tribus los usaron para exorcizar o ale-
jar a los demonios y también para ayudar al alma en su viaje a
través de la muerte.
Sexualidad: en la antigüedad los egipcios consideraban el tatuaje
relacionado con la sexualidad y la sensualidad; era practicado
casi exclusivamente por mujeres. Hoy día los tatuajes y piercing

81
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

eróticos retan a los prejuicios y tabúes con sus variadas formas y


usos en los genitales, aunque la mayor muestra se da en los
femeninos.
Señalar a los excluidos de la sociedad: los romanos y luego otras
culturas usaron los tatuajes como un estigma o señal para
marcar a los esclavos, criminales y los que habían cometido sa-
crilegios.
Resaltar etapas de la vida: algunas culturas los han usado y los usan
como parte de rituales para señalar el paso de la niñez a la
pubertad.
Sexo y género: las diferencias de sexo y género quedan demostra-
das también en estas actividades por medio de los tipos de di-
bujo, las formas de los objetos y la localización.
Estética: algunas culturas los han considerado como un instrumento
para aumentar la belleza de las personas.
El psiquiatra y psicólogo Carl Gustav Jung señaló la existencia
de un inconsciente colectivo que podría explicarse como una cultu-
ra mundial, escondida en el inconsciente humano, engendrada
desde los orígenes por medio de fábulas, mitos, leyendas y arte
popular. Ellos se expresan a través de imágenes y símbolos, dando
lugar a los arquetipos que conforman las actitudes y creencias de
carácter universal. Esto no quiere decir que todo sea producto de
nuestra invención: la imaginación es solo la reproducción mental
de algo que puede haber sucedido, pero que al no comprenderse
total o parcialmente se evoca de una manera fantástica.
La brevedad del tratamiento de este asunto no debe impedir
que mencionemos su relación con los adolescentes. Como es sabido
la adolescencia es un momento muy importante como puente que
une la niñez con la etapa de la vida adulta, cuando se deben asumir
nuevas responsabilidades. El adolescente abandona un mundo –donde
en general ha sido protegido por los padres y otros familiares– para
adentrarse en otro donde debe asumir responsabilidades que incons-
cientemente le atemorizan. Se producen en él cambios psíquicos y
hormonales que debe afrontar y para los cuales muchas veces los
padres y otras personas no están suficientemente preparados para
ayudarlos. Varones y hembras, ante tamaño reto, se agrupan con los
de su misma edad por medio de intereses comunes que pueden ser
la manera de vestir, la música, etcétera. Y en esos grupos comparten
sus preocupaciones, sueños, temores y resentimientos. Este es un
tiempo en el cual esos adolescentes pueden buscar algún tatuaje o
piercing, a fin de confirmar su identidad con una marca o señal y
también para expresar el inconsciente colectivo, inaccesible cuando
eran niños, y que ahora se les revela de forma misteriosa en los pasi-
llos secretos de su subconsciente.
Sin descalificar a quienes usan algunas de estas manifestaciones es
necesario señalar que no están carentes de dolores y peligros como son:

82
La sexualidad en el misterio del ser humano

• Las infecciones locales causadas al perforar la epidermis, la


boca, los pezones, los labios menores de la vulva, el clítoris y
el pene, zonas de tejido muy sensibles al dolor y que pue-
den servir de puerta a enfermedades de transmisión sexual
y de otro tipo.
• Se ha comprobado que los piercing dentro de la boca contri-
buyen a desarrollar cáncer en ella.
• También pueden ocurrir infecciones de transmisión sexual
y de otro tipo, como las hepatitis B, C y D, y el VIH-SIDA,
transmitidas por virus. Además el tétanos, otras bacterias y
los hongos pueden hacer estragos.
• En algunos casos pueden ocurrir desgarramientos y queloides
(cicatrices gruesas).
• Las personas que tienen hemofilia, insuficiencia renal, enfer-
medades cardiacas congénitas, epilepsia, diabetes, quienes
usan marcapasos, y las que tengan herpes u hongos en deter-
minadas zonas, no deben usar ni tatuajes ni aditamentos.
• Algunas señales en nuestro cuerpo resultan luego muy
difíciles y dolorosas de quitar. Son muchas las personas
para quienes lo que en un momento resultó interesante
o conveniente, luego no lo es: entonces tienen que afron-
tar dificultades consigo mismas, con su pareja o con la
cultura de la cual forman parte. La precaución que algu-
nos han tomado es no acudir a las perforaciones, ni a los
tatuajes sino a los aditamentos temporales que no perfo-
ran la piel.
• Las alergias causadas por los colorantes usados para tatuar o
los metales utilizados para los piercing, han de ser tenidas
muy en cuenta. Dichos colorantes son: sulfato rojo de mer-
curio, cromo (dicromato potásico) para el color verde, sales
de cobalto para el azul, óxido de hierro para el ocre, óxido
de titanio y óxido de zinc. Se pueden añadir otros pigmentos
orgánicos, azoicos y derivados de las plantas. Los metales
más usados son: derivados del níquel, titanio, niobio, etcé-
tera. La alergia al níquel y a la bisutería puede afectar a un
45 por ciento de quienes los usan.
• Otros peligros son las perforaciones que pueden dañar los
dientes, los nervios –como puede ser en el caso del clítoris y
otros lugares–, en cuanto a los pezones se han originado
daño a las glándulas mamarias, productoras de la leche ma-
terna. Los piercing en la boca pueden traer: inflamaciones,
dolor, sangrado prolongado, lesión en las encías, entumeci-
miento permanente, pérdida del sentido del gusto y proble-
mas con la higiene bucal.

83
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

• En el caso de las llamadas “perlas” en el pene, además de lo


expresado anteriormente, diremos que no aumenta la satis-
facción de las mujeres, pero sí el desmedido valor que los
varones le conceden a su pene y a la erección, fenómeno que
no es de buena ayuda para una satisfactoria relación sexual.
• Generalmente el hacerse un tatuaje o ponerse un piercing pro-
duce dolor, que en algunos lugares puede ser muy intenso.
• Las pistolas perforadoras son muy peligrosas para la salud por-
que no pueden ser desinfectadas.
Para evitar problemas, el personal que realice los tatuajes, las
perforaciones y las incrustaciones debe ser calificado. El material no
desechable que se use debe haber sido esterilizado a 121 grados
Celsius durante 15 minutos o lavado y mantenido en líquido esterili-
zador (clorhexidina o alcohol de 70 grados). La manipulación debe
ser hecha con guantes desechables estériles.
Han de considerarse dos cosas más: que los tatuajes pasan a ser
marcas corporales, que deben de ser declarados como parte de la
identificación personal, y que la eliminación de los tatuajes hasta el
momento es difícil y dolorosa y puede dejar cicatrices permanentes.
El 17 por ciento de las personas que se ponen uno o más piercing
tienen problemas de rechazo o infecciones, aunque el porciento
disminuye en relación con los tatuajes.
La depilación genital, o sea, quitar de manera total o parcial o
disminuir la vellosidad que en alguna medida cubre los órganos
genitales de los hombres y de las mujeres, es una práctica muy anti-
gua que se ha usado en muchas culturas por diversas causas, aunque
también otras la han rechazado.
Se depilan los hombres a los cuales no les gusta el exceso de
vello por razones higiénicas, prácticas y estéticas. Generalmente
se han rasurado los nadadores, los bailarines, los fisioculturistas
(personas que desarrollan una gran masa muscular), ciclistas, mo-
delos y otros. Hoy día se va generalizando ese uso entre los hom-
bres jóvenes.
Las mujeres de nuestra cultura se han depilado las cejas, las
piernas y las axilas con el propósito de lucir mejor y también por
motivos de higiene. Algunas se han depilado otras partes del cuer-
po para evitar una vellosidad excesiva, que les parece poco atractiva.
Tal práctica comenzó con el uso de trusas cada vez más pequeñas y
de la minifalda. En algunos países árabes, como Arabia Saudita, tra-
dicionalmente las mujeres se han depilado todo el cuerpo.
En el pasado a las mujeres que iban a parir se les depilaba la
región de la vulva, pero ahora se considera innecesario, debido a que
las excoriaciones que ocasiona la depilación pueden producir un mayor
riesgo para la adquisición de gérmenes (peligroso para la parturien-
ta), a quien por lo general solo se le practica una pequeña herida

84
La sexualidad en el misterio del ser humano

(rafia) que facilita el parto. También para algunas otras operaciones


en esta zona, se evita la depilación.
Cada vez gana más adeptos y adeptas la depilación genital, por
resultar más higiénica (se acumula menos sudor y cualquier otro
residuo que pueda causar mal olor, o contribuir a alguna enferme-
dad) y más sensual (los órganos sexuales tanto del hombre como
de la mujer quedan más expuestos para la propia persona y para el
compañero o la compañera). Aquello que pudo haber sido solo una
moda hoy se ha convertido en una tendencia.
Se han sostenido motivos religiosos y sanitarios para oponerse
a esta práctica, aunque no son muchos los sectores religiosos que
se oponen. Los motivos higiénicos quedan descartados debido a
que:
• Fue necesario cuando las personas andaban desnudas y con
conocimientos muy rudimentarios sobre la higiene. Las condi-
ciones sanitarias del presente y la ropa interior y exterior –que
generalmente usamos– son una barrera adecuada si las man-
tenemos limpias.
Una observación: las prendas interiores de algodón son más
apropiadas debido a que absorben mejor la transpiración y son
más frescas.
• Existen grupos humanos que tienen muy poco o ningún vello
en sus genitales, lo cual no les ha provocado daño en particu-
lar. Si nos fijamos en determinadas especies de monos vere-
mos que algunas de las monas tienen bien descubiertas sus
vulvas, sin que se creen mayores problemas.
Cada persona debe decidir por voluntad propia si se depila o no, de
acuerdo con su gusto y su comodidad.
Existen varios métodos para la depilación. Quien decida depi-
larse o quien busque un método que le resulte apropiado, debe
tenerlos en cuenta. Ellos son hasta el momento:
1) Rasurado con cuchilla o navaja de afeitar. Para ello generalmen-
te se usa la piel enjabonada, con espuma o gel de afeitar, e
incluso con acondicionador de pelo, que suaviza el vello y facili-
ta el corte.
2) Depilación eléctrica (forma mecánica que arranca los vellos de
raíz).
3) Depilación con cera.
4) Depilación por medio de rayos láser.
Con el fin de evitar mayores molestias puede tenerse en cuen-
ta lo siguiente:
a) Si se va a rasurar por primera vez es preferible que comience
recortando el vello púbico con una tijera o con una maquinita
eléctrica, como las que se usan para cortar el pelo o la barba.

85
b) Si va a usar cuchillas u hojas de afeitar, estas deben ser nuevas.
c) Depilar por la tarde, de manera que pueda permanecer en
casa con la comodidad de no usar ropa interior después de la
depilación.
d) Si es posible tomar un baño caliente antes de depilarse, para
que el vello se suavice.
e) Depilar en dirección al crecimiento del pelo.
f) Después de depilarse, untar crema de bebé para evitar la irri-
tación de la piel.
g)Usar un buen espejo y buena luz.
h)No usar ropa muy apretada al principio.
i) Algunas personas usan la crema neosporin. Siempre y cuando
no le esté contraindicada, su uso pude evitarle irritaciones y
pequeñas infecciones.
j) En caso de que al empezar a crecer los vellos, alguno se le
encarna en la piel, no lo apriete o rasque con dureza, sino que
debe apartar la pequeña capa de piel que cubre al vello con
delicadeza.
Como conclusión podemos decir que el uso de los tatuajes, los
piercing o la depilación no tiene por qué ser motivo de condena o
exclusión; pero sí cada cual debe considerar cuidadosamente la
decisión que toma, pues pudiera traer consecuencias para su vida
personal o social, ya que las circunstancias de nuestra existencia
cambian y lo que hoy nos parece adecuado mañana pudiera no
serlo.

86
LA MASCULINIDAD

Mientras el poder de un [ser humano], es decir, su


capacidad de realizar lo que lleva en la mente se halle
vinculado a esta meta, a la obra, a la vocación, un poder,
considerado en sí mismo, no es ni bueno ni malo, sino un
instrumento adecuado o inadecuado.
Pero una vez que se afloja la vinculación a la meta, una
vez que este hombre entiende el poder no como capacidad
de hacer algo sino como posición, es decir, el poder en sí y
por sí, sin duda que entonces su poder, abstraído, que se
satisface a sí mismo, es malo; es el poder que se sustrae
a la responsabilidad, el poder que traiciona al espíritu, el
poder en sí. Es el gran aguafiestas de la historia universal.
MARTIN BUBER
Haber sido creado a imagen y semejanza de Dios no solo permite al
ser humano obtener conocimientos sino lo que es más importan-
te: la sabiduría.
La sabiduría constituye un regalo de Dios y es principalmente razón
práctica, inteligencia, previsión, prudencia; es un arte de vida que
procura asegurar o salvar la dicha de vivir [...]; es a la vez una doctrina
ética [...] que está animada por el espíritu religioso, de suerte que
coinciden –sabiduría virtud y sabiduría compasión [...] (Haag y otros,
1743-1744),
Por ella el ser humano queda capacitado para recibir y entender
la salud integral u holística que Dios propicia en Jesucristo.
En este capítulo debemos examinar un tema de gran impor-
tancia, que ha sido, hasta ahora, la fuente de grandes y prolonga-
dos sufrimientos tanto para hombres como para mujeres: la
masculinidad. Es imprescindible que las personas creyentes como
no creyentes examinemos este grave asunto con el fin de hacer
retroceder, aunque sea un poco, un mal que nos asedia.
Cuando nos referimos a la masculinidad lo primero y lógico es
pensar que es lo opuesto a la feminidad o lo femenino. Lo masculi-
no y lo femenino, así de simple, ¿por qué?; se es hombre o se es
mujer, ¿así nada más?; se nace hembra o se nace macho, ¿es lo ele-
mental?; unos tienen un sexo y las otras otro, ¿así queda todo arre-
glado?; los hombres son fuertes y las mujeres son débiles, ¿esto
parece una conclusión?
Tengo a mi lado un libro que he leído y subrayado, tiene tres-
cientas cincuenta y seis páginas y supuestamente de él se han ven-
dido diez millones de ejemplares. Trata de explicar las diferencias y

87
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

problemas entre los hombres y las mujeres y cómo superarlas; pero


en realidad, a pesar de sus muchas repeticiones, no explica el origen
del problema. Resulta ser otro tipo de aspirina que calma algunos
dolores y que no cura las enfermedades. Este libro, como muchos
otros, nos permite conocer algo más, pero no incrementa nuestra
sabiduría.

Definamos conceptos
Primero debemos detenernos ante el concepto de género. No na-
cemos con un género –masculino o femenino–. La casi totalidad
de nosotros venimos al mundo ostentando nuestro sexo: las hem-
bras su vulva y los varones el pene y el escroto con los testículos
dentro.
Generalmente damos como un hecho que el sexo (los órganos
sexuales) determina el género, que es nuestra forma de compor-
tarnos como hembras o como varones; mas no es así. El sexo es lo
que diferencia a unas personas de otras por sus características físi-
cas, pero estas divergencias no determinan nuestra conducta como
mujeres o como hombres, ni nuestra preferencia erótica por otra
persona.
Teniendo vulva, o pene y testículos la persona puede llegar a
ser:
• Una mujer con gestos varoniles sin ser lesbiana (heterosexual).
• Un hombre afeminado sin ser gay (heterosexual).
• Un hombre que quiera tener relaciones sexuales con una mu-
jer o una mujer con un hombre (heterosexuales).
• Un hombre que prefiera tener relaciones sexuales y amorosas
con otro hombre (homosexual o gay).
• Una mujer que prefiera tener relaciones sexuales y amorosas
con otra mujer (homosexual o lesbiana).
• Mujeres y hombres que escogen tener relaciones con hom-
bres y mujeres (bisexuales).
• Hombres a los que les gusta vestirse de mujeres y que no son
gays (travestis heterosexuales).
• Hombres a los que les gusta vestirse de mujer y son gays (travestis
homosexuales).
• Mujeres a las cuales les gusta vestirse de hombres sin ser
lesbianas (travestis heterosexuales).
• Mujeres a las cuales les gusta vestirse de hombre y son
lesbianas (travestis homosexuales).
• Hombres que no aceptan ni su sexo ni su cuerpo porque su
psique (mente) es la de una mujer (transexual masculino).
• Mujeres que no aceptan ni su sexo ni su cuerpo porque su
psique es la de un hombre (transexual femenino).

88
La sexualidad en el misterio del ser humano

• Hombres que conservan sus genitales masculinos, pero


feminizan sus cuerpos con hormonas e implantes (homosexua-
les o transexuales).
• Hombres o mujeres que nacen con ambos sexos (hermafroditas,
ocurre muy pocas veces).
• Hombres y mujeres que nacen con un sexo y con la apariencia
del otro (pseudohermafroditas, ocurre muy pocas veces).
• Hombres y mujeres que nacen sin alguna parte de sus genitales
externos o internos (agenesia).
En los últimos años han aparecido nuevas definiciones sobre la
sexualidad en algunos grupos sociales, los cuales pueden ser
heterosexuales, homosexuales y bisexuales, como son el metrosexual,
retrosexual, tecnosexual y übersexual. Estas clasificaciones se refie-
ren, sobre todo, a la apariencia física, modales y éxito profesional,
reales o parentes, de las personas que generalmente viven en las
grandes ciudades.
Como apreciamos, el panorama es complejo y las respuestas,
por mucho que nos esforcemos, no son tan sencillas. Tal vez al-
guien de inmediato responda: el tercer caso es el único válido. Se-
ría bueno que todo fuera tan simple y claro. Ya veremos.
El género no está determinado por las características del sexo, o
sea, que comportarse como varón –masculinamente– o como hem-
bra –femeninamente– no depende de haber nacido sexualmente
macho o hembra, sino que el comportamiento que asumimos es
una construcción histórico-social y específicamente cultural, que nos
es transmitida desde el nacimiento por nuestra familia y por la
interrelación que mantenemos con los usos y costumbres de las
personas y de los colectivos de los cuales formamos parte.
Es sumamente interesante constatar cómo los niños, adoles-
centes y jóvenes, son moldeados o manipulados consciente e incons-
cientemente, para que actúen de acuerdo con los intereses morales
que son a su vez consecuencia de la política, la economía, la religión
y otros factores, en una determinada sociedad. La individualidad o
personalidad de cada cual tiene algunos rasgos propios, pero mu-
chas de las condicionantes que determinan la conducta son en una
mínima parte resultado de nuestros genes y en una mayor parte
consecuencia del medio cultural en el cual nos desarrollamos.
la cultura, entendida en un sentido amplio y no limitada al campo
artístico exclusivamente [es] la dimensión más integradora y perma-
nente del desarrollo, dimensión en la que se articula la subjetividad
social, la producción simbólica, psicológica e ideológica y la material,
y en la que se conforman, por tanto, las significaciones vitales de los
acontecimientos sociales (Ovidio D’Angelo Hernández).
A través de la historia y en diferentes regiones del mundo ha exis-
tido una gran diversidad de costumbres, algunas de las cuales nos

89
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

resultan muy extrañas a nosotros, como les resultarían las nues-


tras muy extrañas a ellos.
Desde las sociedades primitivas se fueron definiendo ciertas
líneas con respecto al género: cuando las mujeres debían quedarse
en la aldea a causa de la maternidad y cuando más tarde se ocupa-
ron –junto con los ancianos y los niños– de las labores domésticas,
del cuidado de los cultivos y de los animales. Fue un asunto coyuntu-
ral y económico, relacionado con la administración de los recursos
humanos y materiales en una situación determinada.
La acumulación originaria, que consistió en la apropiación –por
una minoría– de los sobrantes (alimentos, vestuario...) producidos
por la comunidad, añadió un factor importante que no era ya solo un
asunto de poder de los más hábiles y fuertes, sino que también se
sumaba algo más como resultado del egoísmo humano: el poder de
los que acumulaban bienes y la dependencia a la que se tenían que
someter los demás para vivir.
En el matriarcado las mujeres tuvieron, por una razón u otra,
el poder. Existió en alguna que otra época y región, pero tal vez por
un poder corporal mal entendido y mal usado los hombres fueron
tomándolo hasta constituir el patriarcado.
Por PATRIARCADO se entiende el dominio de los hombres sobre las
mujeres, las propiedades y sobre otros hombres que por una razón
u otra han perdido su poder en la sociedad. Varones y hembras son
reconocidos como hijos del padre, aunque se tenga en cuenta a la
madre; las propiedades pasan generalmente de padres a hijos varo-
nes y de manera especial al primogénito.
Resulta sumamente interesante examinar la cultura hebrea
como modelo de sociedad patriarcal para no perder de vista que
Dios no solo revela verdades por medio de los buenos ejemplos sino
también a través de los malos ejemplos. Así podemos apreciar a los
reyes con sus mujeres y concubinas y que el concubinato en gene-
ral era aceptado para los hombres, como en el caso de Ruth la
Moabita que busca la manera de insertarse nuevamente en una
familia por medio de un hombre, Booz. El nombre de las personas
era generalmente seguido por una referencia al padre y no a la
madre: “Simón hijo de Jonás [...]” (Mateo 16: 17). Y no sorprende
que aun en los Diez Mandamientos aparezca algo tan interesante
como: “No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer
de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni
cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20: 17). El prójimo era el varón
y tenía el derecho social y legal sobre su casa, y en su casa la mujer
era una propiedad suya junto con los animales, criados o esclavos.
La MASCULINIDAD es una identidad y un conjunto de prácticas so-
ciales que los hombres han desarrollado y que les permite ejercer

90
La sexualidad en el misterio del ser humano

el poder (repito) sobre las mujeres, los adolescentes, los jóvenes y


también sobre otros hombres.
Como identidad, lo masculino se da a conocer positivamente
como lo que tiene dominio en inteligencia y fuerza, que puede
llegar a la violencia, que le permite proveer, proteger y destruir.
También se da a conocer negativamente como lo que no es mujer o
femenino y por lo tanto, según este concepto, lo dominado, margi-
nado y débil.
El patriarcado no es por esencia un asunto de sexo o de género
sino de PODER SOBRE LOS DEMÁS, especialmente sobre las mujeres. Así,
desde hace muchos siglos, se ha constituido la sociedad, pero no
porque Dios la haya hecho así, sino porque los seres humanos he-
mos creado estos disparates y, salvo excepciones muy puntuales,
las mujeres y los hombres han sido sometidos a este poder. El eje
del patriarcado se basa en dicho poder y la masculinidad le ha dado
la posibilidad de reproducirse a través de los siglos.
Dicho poder tiene una especial connotación y por eso algunos
especialistas le llaman el “poder suma cero”, lo que significa que se
supone que solo existe una cantidad limitada de poder disponible:
cuanto más poder consigue una persona o un grupo, menos queda
para otras personas o para otros grupos. Este poder no contribuye
a las buenas relaciones porque es unilateral y no recíproco. El ideal
de este poder es el control que se logra influyendo y manipulando
a los demás y evitando ser influido y manipulado por otros. Esto se
percibe como tamaño y fuerza.

Formación y desarrollo de la masculinidad


Las influencias socioculturales, históricas y psicológicas son las que
dan lugar a la masculinidad, que es una de las categorías existentes
para diferenciar en la sociedad a las personas estableciendo su je-
rarquía. Otras categorías han sido: la edad, la raza, la clase
socioeconómica, la nación, etcétera. El medio sociocultural repro-
duce la identidad masculina por medio de la familia, la escuela, los
sectores religiosos, los grupos de amigos y los medios de comunica-
ción, reforzado todo por el comercio que se aprovecha de estas
condiciones para ampliar el mercado.
Cuando nacemos y tal vez antes, se establece de que los varo-
nes deben manifestar su masculinidad con palabras y hechos que
muestren poder y dominio. El niño es orientado para que se compor-
te “como un hombre” y evite lo que se concibe como femenino.
El patriarcado que se desarrolló y se ha extendido por toda la
tierra se basa en concepciones socioeconómicas y también religio-
sas que sostienen la superioridad de los hombres sobre las muje-
res; se considera que la mujer es menos capaz en todos los aspectos

91
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

de la vida, que debe ser guiada y estar al servicio del hombre e inclu-
so existen sectores que han sostenido que la mujer es perversa y
vehículo del mal. Todo esto ha dado lugar a que se sostengan false-
dades y prohibiciones que han hecho sufrir a través de los siglos a
las mujeres hasta el presente y, no obstante la existencia de leyes
que protegen los derechos femeninos, se han mantenido estas in-
fundadas creencias por medio de elementos culturales que las
condenan a violencias físicas y psíquicas.
Estereotipos o rasgos que se van aprendiendo y luego se fijan
Femenino Masculino
Debilidad Fuerza
Sensibilidad Dureza
Pasividad Actividad
Contención Empuje
Receptividad Arrojo
Fragilidad Invulnerabilidad
Sentimiento Pensamiento
Emoción Racionalidad
Recompensa Castigo
Protección Exigencia
Cuidado Provisión
Reposo Impulso
Prudencia Coraje
Nutrición Resistencia
Comprensión Ira
Interioridad Exterioridad
Lo privado Lo público
Convencer Imponer reflexión
Intuición Razonamiento
Pedir Ordenar
Los efectos negativos y duraderos de esta formación son:
• Las emociones –respuestas subjetivas o internas ante estímu-
los externos: alegría, interés, excitación, sorpresa, tristeza, có-
lera, disgusto, desprecio, miedo, vergüenza...– se reprimen más
en los varones que en las hembras, por el medio social y las
enseñanzas que reciben las personas del sexo masculino.
• Esta represión emocional, que empieza con la niñez, crea un
creciente y sostenido estado de ansiedad que puede llegar a
crear conductas exageradas de masculinidad. Por esconder sus
miedos algunos niños adoptan una postura más agresiva y vio-
lenta contra las mujeres y los homosexuales (homofobia).
• Entre los cuatro y cinco años, el niño generalmente deja la
intimidad con su madre, porque al ser varón debe aprender la
masculinidad y alejarse de las cosas de las mujeres. Muchas

92
La sexualidad en el misterio del ser humano

madres contribuyen a que esto sea así. Esto crea un desarraigo


psíquico a la vez que confirma la estrechez emocional en que
debe vivir porque “los hombres no lloran”, ni muestran sus
sentimientos, y además, deben subordinar a las mujeres.
Lo anterior se resume en:
1) Un desarrollo desmesurado del yo exterior que se muestra como:
hacer, lograr y actuar; lo que genera un permanente estado de
alerta y competencia, pues cada cual quiere ser en una forma u
otra un ganador.
2) La restricción emocional (mencionada anteriormente) que los
lleva a esforzarse por no mostrar sus sentimientos, mantener
la intimidad, no mostrar sus afectos, disminuir la comunica-
ción con su pareja, no expresar debilidad, en lo posible no pedir
ayuda y asumir una conducta social limitada.
Las expresiones de masculinidad y virilidad no son iguales de-
bido a los cambios culturales, sociales, económicos y otros, así
como de las características individuales. También se puede apre-
ciar que cada cultura tiene un ordenamiento jerárquico en las
masculinidades. Indudablemente este modelo patriarcal de la mas-
culinidad resulta ser dañino para la salud de los varones, la fami-
lia y la sociedad.
La salud de los varones
• La represión emocional contribuye, sin lugar a duda, a generar
trastornos psicosomáticos que producen disturbios mentales,
problemas cardiovasculares, úlcera y cáncer gastroduodenal;
también puede inclinar a los hombres a beber, a fumar en ex-
ceso y a usar drogas ilícitas.
• Las características de la masculinidad contribuyen en general
a que los varones soliciten menos ayuda médica, lo que se tra-
duce en un mayor peligro y deterioro de su estabilidad física y
mental: el cuidado de su salud significa para muchos hombres
un signo de cobardía y debilidad.
• La actividad generalmente más promiscua y descuidada de los
varones da lugar a un mayor número de infecciones de transmi-
sión sexual, el VIH-SIDA incluso, y de embarazos no deseados.
Las estadísticas prueban todo lo antes señalado, razón por la
cual los hombres viven como promedio menos que las mujeres.
La familia
• Las posibilidades de comunicación con la esposa, los hijos e hijas y
otros miembros de la familia se reducen, lo cual afecta, en parti-
cular, un mejor desenvolvimiento de la pareja y sus relaciones
sexuales, situación que muchos hombres no quieren reconocer.

93
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

• Los hijos y las hijas se ven privados muchas veces de las expre-
siones cariñosas de parte del padre porque este generalmente
se comporta más “seco” y distante.
• La mayoría de los padres no se sienten capaces de asumir la
educación sexual de sus hijos e hijas y como máximo desarrollan
una caricatura de educación con respecto a los varones: el pa-
dre replica los patrones aprendidos por él, en el sentido de que
“usen” sexualmente a las hembras y les impongan su volun-
tad, y prefiere dejarle esta tarea a la madre, quien muchas ve-
ces por desconocimiento y tabúes tampoco educa a los hijos de
manera adecuada y también cae en el error de continuar una
enseñanza machista.
• Muchos son los hombres que nunca ayudan a las mujeres en
las labores hogareñas, lo cual provoca que la esposa esté siem-
pre más cansada y por lo tanto más irritada y menos dispuesta
para una relación íntima.
• Muchos padres tratan de solucionar los problemas disciplina-
rios del hogar con insultos y golpes, lo cual da lugar a traumas
mentales en los hijos e hijas y les incorporan un patrón de
conducta completamente inadecuado para el futuro.
• Algunos varones sienten temor de comprometerse a fondo con
una mujer porque ello podría resultar un peligro para su inde-
pendencia en cuanto a las relaciones sexuales promiscuas y por-
que creen que ello puede comprometer su triunfo en la vida;
esa es la razón por la que rompen con frecuencia sus relaciones
matrimoniales.
La sociedad
Las emociones son reacciones internas, positivas o negativas, con
carácter brusco y duración breve que surgen como respuesta ante
objetos o acontecimientos externos o internos. Los afectos van di-
rigidos hacia personas, animales o cosas y son productos de nuestro
medio social; esto significa que la valoración de lo que nos agrada o
desagrada procede del medio en el cual vivimos. El varón muchas
veces se confunde porque se deja llevar por sus expectativas socia-
les (afectos) creyendo que son emociones y necesidades, y esto
provoca que no se conozca a sí mismo lo suficiente. Así el poder y el
éxito o la apariencia de los mismos serán muchas veces guía, estí-
mulo y medida de su valor como persona.
• La agresividad y la competitividad dan por resultado un mayor
número de heridos y muertos por accidentes y por la violencia
entre los varones.
• La historia prueba que la inmensa mayoría de los enfren-
tamientos armados y las guerras son consecuencia de la

94
La sexualidad en el misterio del ser humano

conducta masculina, lo que por supuesto tiene como retribu-


ción una inmensa cuota de heridos, mutilados y muertos en la
población general y específicamente en los varones.
• Cabe aquí mencionar que la masculinización de la sociedad,
según el investigador Joyce McDougal, crea una tendencia ha-
cia la homosexualidad por parte de los adolescentes que son
formados en el rechazo a la feminidad; entonces buscan el
amigo perfecto en alguien del mismo sexo, que se convierte
en cierta medida en su objeto amoroso. Los varones general-
mente muestran su amistad en público con un fuerte estre-
chón de manos, con golpes afectivos en ellas o abrazándose de
la cintura para arriba mientras se golpean la espalda.
• El patrón de la cultura varonil ocasiona que se pierda mucho de
una sana intimidad entre hombres en un cincuenta por ciento
aproximado de la población mundial, que no tiene que ver nada
con la homosexualidad, y el otro cincuenta por ciento se pierde
en la mala relación con las mujeres. ¿Triste, verdad?
• Existe una gran inseguridad social para los hombres debido a la
cada vez más acentuada competencia por el éxito. Esto provo-
ca en los varones falta de comunicación, silencio, impulsividad,
prepotencia, pobreza en la empatía, bloqueo emocional y cor-
poral y una mayor sexualización en las relaciones que le impiden
una mejor relación con las mujeres y un peor conocimiento de
su propia sexualidad.
Los hombres se comportan en la sociedad usando cuatro tipos
de poder:
1) Para mantener a las mujeres en un papel secundario y perma-
necer como centro de atención y poder usan todas sus habili-
dades.
2) Acosan psíquicamente a las mujeres que los aman (cerca de un
noventa por ciento en una investigación realizada).
3) Controlan a las mujeres dentro de la cultura existente mani-
pulando la comunicación y el lenguaje.
4) Mediante una manipulación social, económica y política man-
tienen a las mujeres en una situación de inferioridad:
a) Cuando examinamos los actos públicos, resulta muy intere-
sante darnos cuenta de la medida en que están controlados
por la masculinidad: gestos, palabras y símbolos aparecen ahí
para decirnos que este es un mundo masculino, en el cual las
demostraciones de fuerza son imprescindibles. Eso se mues-
tra en los desfiles militares, en la dureza del lenguaje, en la
forma en que se entregan o se reciben algunos premios y
símbolos, en la poca capacidad que se muestra para el perdón
y la reconciliación, en las ofensas, etcétera.

95
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

b) También es muy importante tener en cuenta la desigual pre-


sencia femenina en los parlamentos y demás instituciones
estatales y gubernamentales, así como dentro de la religión y
otros organismos.
Masculinidad y falo

El falo
El falo o el pene erecto es el símbolo de la masculinidad. Desde
épocas muy antiguas y en diferentes regiones de nuestro planeta,
se han erigido falos que incluso han sido objeto de veneración reli-
giosa en algunas culturas, en menos grado también lo ha sido la
vulva.
El falo significa tamaño, dureza, fuerza, penetración, orgullo e in-
mortalidad. Nuestro lenguaje y gestos comunes están llenos de alu-
siones al falo y para un hombre es muy importante expresar de una
forma u otra que tiene un falo, erecto y potente. Es por eso que
perder la capacidad de erección significa para la gran mayoría de los
hombres una tragedia, que han buscado solucionar de alguna ma-
nera; la pérdida de la erección se oculta aunque se siga haciendo
alusión a ella.
Contrario a la sobrevaloración del falo está el menosprecio por
el pene, que es lo no erecto, lo escondido y por tanto simboliza lo
débil, oscuro y perecedero. Esto nos lleva, a los hombres, a conver-
tir la sexualidad en un acto genital –donde el falo siempre tiene
que tener la parte central– y a no prestar atención a la gran rique-
za de una sexualidad de todo el cuerpo, en la cual el falo lleve un
papel menos protagónico. La sexualidad genitalizada no es tan pla-
centera para las mujeres ni la más placentera para los hombres,
aunque creamos lo contrario.
También debemos entender la conexión que existe entre esto
y nuestra espiritualidad, pues hemos hecho de nuestros genitales,
especialmente del falo, un ídolo, signo y símbolo de nuestro poder
humano. La espiritualidad fálica es expresión de la autosuficiencia
y de la arrogancia humanas.

Diferencias entre el hombre y la mujer


Además de las características corporales y sexuales que conocemos
entre el hombre y la mujer resulta interesante conocer otros con-
trastes:
• Los embriones humanos luego de la unión del óvulo con el
espermatozoide son todos hembras; después de transcurridas
seis o siete semanas y a consecuencia del cromosoma Y, que

96
La sexualidad en el misterio del ser humano

facilita la producción de la testosterona en una cantidad ma-


yor, capaz de cambiar las características de la nueva criatura, se
constituye un varón. Se puede decir que la hembra es el pro-
yecto básico del ser humano.
• El varón tiene el cerebro mayor que la hembra, aunque este
disminuye de tamaño a medida que envejece. Las mujeres tie-
nen fibras mayores que el hombre en el cuerpo calloso, conexión
del hemisferio derecho con el hemisferio izquierdo del cerebro.
• Algunos investigadores sostienen que en la maduración del
cerebro masculino interviene más el efecto de la testosterona,
posible razón para que entre los varones se encuentren más
zurdos, miopes, alérgicos, disléxicos, tartamudos y hasta
síndromes sexuales anormales que entre las mujeres.
• Se ha comprobado también que los varones tardan más en
recuperarse de golpes que afectan su cerebro.

Homosexualidad y masculinidad
Sobresale el hecho de que en nuestra cultura patriarcal y por lo
tanto masculina, se trata generalmente a los gays igual o peor que a
las mujeres; o sea, que se establece una relación de poder con ellos y
se marca la diferencia entre hombres “activos” y hombres “pasivos”.
El hombre “activo” es el macho que somete al homosexual, lo domi-
na, lo penetra y hasta lo explota desde su masculinidad que se consi-
dera vencedora y hasta acrecentada. El hombre “pasivo” pierde
masculinidad –hombría– y se feminiza. Lo que resulta muy intere-
sante en todo esto es que en realidad el hombre “activo” es también
homosexual o bisexual, sin lugar a duda, y su postura masculina, en
este caso, no es más que una fachada de sus sentimientos eróticos
hacia el mismo sexo. Lo que sucede es que la sociedad tiene una
moral tendiente a proteger a los hombres “activos” y a denigrar a los
“pasivos”. Todo esto viene a ser como una caricatura de la realidad.
La masculinidad, que se asocia con el poder, presenta una hi-
pócrita imagen de sí misma con respecto a la homosexualidad (tan-
to masculina como femenina); por un lado genera una visión y una
acción permisiva acerca de este último, razón por la cual abundan
las películas y los espectáculos pornográficos lesbianos disfrutados
por los hombres. Se explotan sin misericordia las imágenes lesbianas
como fuente de estímulo y placer sexual, fenómeno comprobable
en la cantidad de películas y espectáculos pornográficos de este
tipo que existen dirigidos para hombres. Por otra parte, es ilusorio
presentar a todos los gays como personas débiles y feminizadas ya
que grandes figuras históricas –guerreros como Alejandro Magno y
Augusto César– fueron por lo menos bisexuales aunque con prefe-

97
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

rencia homosexual. En el presente se dan a conocer voluntaria-


mente gran cantidad de gays con cuerpos atléticos, jugadores de
deportes rudos, ejecutivos de éxito, policías y militares que no se
dejan manipular.
Dentro de la masculinidad ya se identifica el movimiento del
orgullo gay, consistente en el autorreconocimiento como hombres
de los homosexuales y bisexuales y al mismo tiempo en la defensa
de sus derechos por la preferencia sexual o erótica.
Todo lo expresado anteriormente son verdades y hechos que
nos hablan del derrumbe gradual de la sociedad patriarcal y ma-
chista; aunque la sociedad nueva que está emergiendo no es muy
esperanzadora tampoco, porque dentro de ella ya surgen renova-
das versiones de poder que se da entre los gays, las lesbianas y los y
las bisexuales.

La andropausia
Sobre este tema tan importante se habla poco y se conoce menos,
porque ni los hombres ni las mujeres estamos preparados para asu-
mirlo. Debemos reconocer lo positivo de las diferentes etapas de la
vida, y no dejarnos llevar por razones culturales erróneas acerca de
la vida y de la sexualidad humanas.

Definición
La andropausia también es conocida como menopausia masculi-
na, climaterio masculino o viropausia. Algunos no se ponen de
acuerdo sobre el nombre y otros simplemente niegan su existen-
cia; pero las evidencias están ahí para probar que ya, seamos hom-
bres o mujeres, los ciclos de nuestra vida van cambiando, vamos
madurando y fructificando hacia la plenitud total.
La andropausia es un proceso largo y paulatino de cambios
que experimenta el hombre y que en sus inicios no se le recono-
ce ni se le da importancia debido a que en la edad que comienza,
el varón está ocupado con muchas cosas que para él son impor-
tantes en la existencia y también porque los cambios son tan len-
tos que al principio resultan casi imperceptibles. Pueden comenzar
–en la minoría de los casos– de los 30 años en adelante, aunque
generalmente comienzan a partir de los 45 a los 50 años.
Causas
Los cambios a los cuales nos referimos dependen de cada persona y
de varios factores interrelacionados, entre los reconocidos hasta
ahora como más importantes están:

98
La sexualidad en el misterio del ser humano

Causas anatomofisiológicas
• La reducción del número, la funcionalidad y la capacidad de las
células para ser reparadas o sustituidas. Por ejemplo, cada año
el varón puede ir perdiendo durante esta etapa más o menos
seis millones de células productoras de hormonas, lo cual varía
según la persona.
• Disminución de la producción de andrógenos (hormonas mas-
culinas) y de estrógenos (hormonas femeninas), producidos
también aunque en menor cantidad por los hombres.
• Disminución del caudal sanguíneo que alimenta los testículos.
• Cambios en el cerebro, especialmente en el hipotálamo
hipofisiario.
• Deterioro de algunos neurotransmisores (mensajeros cerebrales).
• Hipertensión arterial.
• Niveles altos de insulina en la sangre.
• Enfermedades crónicas u ocasionales.
• Baja concentración del colesterol HDL o “bueno”.
• Aumento del colesterol LDL o “malo”.
• Fumar o beber en exceso o consumo de alguna otra droga.
Causas psicosociales
• El impacto que causa la enfermedad o muerte de los padres.
• La perturbación que causa la separación de los hijos del hogar
cuando asumen su independencia.
• La nueva experiencia del comienzo de la menopausia en la cónyuge.
• La tristeza causada por la enfermedad y muerte de amigos y
otros seres queridos.
• La presión que produce la competencia con las personas más
jóvenes.
• Disminución de la esperanza acerca del trabajo y del futuro.
• Reducción de la autoestima y de la asertividad.
• Falta de conocimiento y de consejería sobre este asunto.
• Traumas familiares e infantiles: haber recibido poco afecto de
los progenitores y especialmente del padre, así como la separa-
ción de otros seres queridos.
• Fallas o éxitos en la profesión u oficio que nos presionan.
• El estrés (como factor emocional es muy importante en este
proceso).
• Experimentar situaciones límites.
El factor cultural
El desconocimiento y los prejuicios existentes, dentro de nuestra
cultura, acerca de los cambios que ocurren en los hombres ejercen
una gran influencia. Se destacan los siguientes criterios:
• Creer que las personas de más edad, es decir, las que llegaron
a la etapa del ancianismo o edatismo, no tienen derecho a una

99
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

sexualidad placentera. Al adulto mayor masculino a veces se le


califica como “viejo verde”, “rabo verde”, “viejito carcamal”, “ce-
bollón”, libidinoso, etcétera. Esto no se le dice por algún com-
portamiento social irrespetuoso, sino que se le aplica como una
descalificación y se le niega algo que le corresponde.
• También existen personas de alrededor de cincuenta años o
más con un gusto exacerbado por mujeres mucho más jóve-
nes (incluso adolescentes), como una forma de demostrarse
a ellos mismos y a los demás su poder sexual.
• En la mayoría de los casos las familias y en una buena parte de
la sociedad se desconoce que algunas personas, hombres y
mujeres, tienen una sexualidad muy duradera, que puede lle-
gar hasta los 80 y 90 años, lo cual produce experiencias muy
desagradables cuando se le niega privacidad en el hogar y el
derecho a continuar siendo sexualmente activos.
Síntomas y consecuencias
Ni los síntomas ni las consecuencias se presentan a la vez y con la
misma intensidad en todos los hombres.
1) Problemas orgánicos o físicos:
aumento de la glucosa sanguínea;
presión sanguínea;
peso o gordura;
la grasa corporal en las región abdominal, las caderas y en las
tetillas o mamas;
disminución del HDL o colesterol bueno;
aumento del LDL o colesterol malo;
desarrollo de enfermedades del corazón;
aparición de hemorroides;
mala circulación en las piernas y aparición de várices;
tobillos hinchados frecuentemente;
problemas con la agudeza visual, dificultades para leer la letra
pequeña (presbicia);
piel seca o arrugada por la disminución de la producción de
las glándulas sebáceas;
calambres en las piernas;
problemas con la próstata, lo cual da lugar a orinar frecuentemente
o tener dificultad para hacerlo;
desarrollo de osteoporosis o artritis;
enrojecimiento de la cara y del cuello cuando tiene emociones
fuertes;
sentir un gran calor con sudoración de vez en cuando;
disminución de la energía física.
2) Problemas relacionados con la sexualidad en particular y dismi-
nución:
del tamaño de los testículos;

100
La sexualidad en el misterio del ser humano

de la cantidad y calidad de los espermatozoides;


de la producción de la hormona masculina o testosterona,
a partir de los 50 o 60 años, y también de los estrógenos;
de la fuerza y duración de las erecciones matutinas;
en general, de la fuerza y duración de las erecciones, por lo
que necesita más tiempo de estimulación física para lograrla;
del deseo sexual;
de la cantidad de semen que se eyacula;
de la intensidad de los orgasmos y por lo tanto también de las
contracciones musculares que la acompañan;
de pensamientos, sentimientos, fantasías y reacciones sexuales;
con la estimulación sexual los testículos se elevan más lentamente
y menos antes de la eyaculación;
se prolonga el período refractario, o sea, el hombre necesita
más tiempo para lograr una nueva erección;
se pierde el rubor sexual en la piel durante la estimulación
sexual;
desarrollo de algún grado de impotencia (aproximadamente
el tres por ciento de los hombres de 40 años);
el 70 por ciento son impotentes a los 70 años.
3) Problemas en los músculos:
dolores musculares y en las articulaciones;
disminución de:
la facilidad para mover el cuerpo,
la masa muscular,
la fuerza muscular,
del tono muscular en general,
dolores en la espalda y el cuello (pueden ser también producidos
por problemas en las articulaciones).
(Lo anterior se manifestará con un menor rendimiento físico, en
particular en los deportes.)
4) Cambios psíquicos o neurológicos:
fatiga mental o falta de concentración;
somnolencia o cansancio por la tarde o por la noche;
disminución de la atención;
posible disminución de la creatividad;
disminución del interés por los pasatiempos o entretenimientos;
cambios en la memoria (se tornan olvidadizos);
depresión;
disminución del interés por competir;
sensación de que el trabajo y el matrimonio han perdido sig-
nificado;
irritabilidad;
insomnio;
comportamiento escapista: ante algunas de las manifestacio
nes de la andropausia, el hombre suele cambiar de trabajo,
de pareja, de casa y hasta de estilo de vida.

101
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Medidas preventivas
¿Puede una persona prepararse para lo que no se puede evitar...?
¡Podemos decir que sí! Tanto a la menopausia como a la andropausia
llegamos como se llega a la segunda adolescencia; el adolescente
está dejando de ser niño para arribar a una juventud que está llena
de oportunidades y también de riesgos; eso hace que los adoles-
centes busquen afirmar su personalidad y su seguridad, aunque
sea en formas inconvenientes; sin embargo, es su forma de decir:
“¡Ahora no sé realmente quién soy!” y “¡Tengo miedo ante el mun-
do de los adultos y no puedo impedir llegar a él!”
La andropausia y la menopausia enfrentan a las personas a una
nueva etapa ineludible y que inconscientemente nos provoca temor.
Algunos, como ciertos adolescentes, prefieren no llegar nunca.
Vamos a sugerirles algunos consejos para cruzar –despacio o
rápidamente– el puente entre un período y otro, también para
permanecer en la orilla que ya le corresponde:
Haga algún tipo de ejercicio físico diariamente, aunque sea cami-
nar un rato.
Trate de no aumentar de peso y si resulta conveniente baje algu-
nas libras.
Reduzca o cese el consumo de tabaco, alcohol o alguna otra droga.
No se recete usted mismo medicinas ya que lo pueden perjudicar,
para eso están los médicos y especialistas.
Busque algún tipo de recreación o esparcimiento y si ya tiene algu-
no puede mejorar su forma de participar.
Comience a estudiar algo que le interese; hoy en día hay mayores
facilidades para ello.
Si puede viaje un poco y tenga la experiencia de cosas nuevas e
interesantes y si por alguna razón no puede viajar físicamente,
hágalo por medio de los libros, programas de televisión o
internet.
Descubra nuevas amistades. Es muy posible que en alguna congre-
gación o comunidad religiosa descubra nuevos horizontes.
Realice algún trabajo social a favor de quienes tienen grandes ne-
cesidades. Este es un mundo con sectores que acumulan po-
breza y sufrimientos. Ayudar a los demás nos ayuda a nosotros
mismos.
Si es creyente ore o ruegue diariamente por diferentes personas y
causas... y por usted.
Decida sus prioridades.
Si tiene familiares allegados, hágales saber de alguna forma que los
ama.
Acuda a un médico apropiado que pueda ponerle un tratamiento
para aliviar sus problemas.
Incremente la comunicación con su pareja acerca de estas dificul-
tades, porque entre ambos pueden disminuirlas o anularlas.

102
La sexualidad en el misterio del ser humano

Los especialistas que más pueden ayudar en estos asuntos


son: andrólogos, urólogos, endocrinólogos y también los
psicoterapeutas y consejeros.
Después de haber examinado todo lo anterior, debemos advertir
que las diferencias que existen entre la menopausia y la andropausia
son los siguientes:
• En la mujer, a determinada edad o como resultado de la extirpa-
ción de los ovarios, los cambios que se producen en su organis-
mo son muy rápidos.
• Estos cambios suceden dentro de un período previsible.
• La mujer pierde su capacidad reproductiva al final de los cam-
bios.
La andropausia, una mirada esperanzadora
Cuando usted haya terminado de leer el capítulo, quizás se pre-
gunte ¿por qué estamos obligados a la disminución, el sufrimiento
y la muerte?
La vida, si la entendemos, es una escuela de humanidad donde
la asignatura principal es el amor. De tal manera la andropausia
puede ser un curso de:
Espiritualidad.
Aprendizaje del autocontrol.
Conocimiento mayor de los demás y de otras cosas que forman
parte de la vida, a las que no hemos dado importancia.
Admisión de la diversidad.
Ternura o cariño.
Tranquilidad.
Mejoramiento como pareja y como familiar.
Para muchos hombres llega a existir un “ayer” de la juventud y el
“hoy” de la adultez mayor. El ayer fue el del disfrute sexual, el de tener
un mayor número de eyaculaciones/orgasmos posibles, el de la ansie-
dad por quedar bien con la compañera sexual o consigo mismo y de la
urgencia por eyacular. El “hoy” es donde la sexualidad revela otros
aspectos como la ternura, un mayor intercambio de caricias, un pre-
ocuparse más por la satisfacción y la participación sexual de su pa-
reja. Crecen en profundidad los sentimientos sexuales y se descubre
que tal vez se perdieron años importantes en la relación con su
pareja por el apresuramiento juvenil.
Generalmente los hombres se definen de acuerdo al “poder”
que tienen y también muchos desconocen la importancia de una
buena comprensión de la espiritualidad. La cultura ha enseñado
a los hombres que uno de sus “poderes” es el falo o pene erecto,
por lo que sin la erección sentimos una especie de orfandad, de
vacío: nos invade no solo una impotencia sexual sino también una

103
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

impotencia mental y espiritual. Hemos hecho del falo un mito y


hasta un dios, pero el mito se desvanece y el dios no responde,
razón por la cual se pueden llegar a tener diferentes reacciones
negativas. La importancia espiritual de este asunto reside en que
al quedar disminuida la importancia del falo, puede abrirse un ho-
rizonte más amplio y bello de lo que habíamos imaginado jamás,
solo que debemos ir a su encuentro.
Los hombres en esta etapa, hayan concluido su vida laboral o
no, pueden reevaluar el sentido de su vida y de su sexualidad. La
experiencia que hemos adquirido tiene un valor incalculable y cuan-
do a ella le agregamos el sentido del bien, podemos convertirnos
en sabios, capaces de transmitir a las nuevas generaciones los valo-
res que realmente son indispensables para la existencia.

Cuando envejecemos, los seres humanos


anhelamos la integridad.
Anhelamos que las partes de nosotros mismos
que han estado en las sombras encuentren la luz,
y que aquellas que estaban quemadas por el sol hallen sombra.
Anhelamos que las partes de nosotros mismos
que han estado subdesarrolladas crezcan,
y que aquellas que estaban hiperdesarrolladas se reduzcan.
Anhelamos que las partes que han estado guardando silencio
hablen,
y que aquellas que eran ruidosas guarden silencio.
Anhelamos que las partes que han estado solas busquen compañía,
y que aquellas que han estado atestadas de gente busquen soledad.
Anhelamos vivir nuestras vidas no vividas.
MARK GERZON (“Atendiendo a la mitad de la vida”)

La masculinidad de Jesucristo
Después de haber pasado revista a una serie de aspectos sobre la
masculinidad uno se pregunta si podría existir otro tipo de mascu-
linidad. La respuesta es que sí existe otro tipo, pero en realidad se
percibe mucho menos.
Jesús expresó algo sumamente importante cuando en medio
de una gran conmoción pública, donde estaban en juego la verdad
y el poder, le contestó a Pilatos: “–Mi Reino no es de este mundo.
Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para
que no fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí.
Entonces Pilatos les dijo: –¿Luego tú eres rey? Jesús respondió: –Sí,
como dices, yo soy rey. Yo para eso he nacido y para eso he venido al

104
La sexualidad en el misterio del ser humano

mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la ver-


dad, escucha mi voz” (Juan 18: 36-37).
Entiendo que cuando Jesús dice “Mi Reino no es de este mun-
do”, no se está refiriendo simplemente a una existencia en otra
parte, sino a la calidad de una existencia, a otro tipo o estilo de
existencia que no es la que los seres humanos hemos estado vivien-
do y que por supuesto no es el estilo patriarcal y masculino. El “otro
mundo” que señala Jesús se aprecia en su manera de hablar y de
vivir relacionándose con los demás, dando y recibiendo, influyendo
y siendo influido, no quería tomar todo el espacio ni el poder para él
sino que lo compartía con hombres, mujeres y niños. El poder que
muestra Jesús no es cerrado y por lo tanto no es egoísta ya que él
había renunciado a todo (cf. Filipenses 2: 7) sin dejar de ser él mis-
mo. La grandeza que él enseña es la de la inclusividad y el compar-
tir, es la libertad y el desarrollo propio que se enriquece con la
libertad y el desarrollo de los demás.
Jesús rescató el significado del verdadero amor como ágape y
como eros. Ágape es el amor capaz de entregarse por el bien de los
demás. Eros es el amor que nos relaciona con los demás.
El concepto de tamaño en la espiritualidad de Jesús se puede
entender según la descripción de Loomer:
Tamaño significa [...] la estatura del alma de una persona, el rango y la
profundidad de su amor, de su capacidad para las relaciones. Significa
el volumen de la vida que puede asumir en su ser, pero manteniendo
la integridad y la individualidad, la intensidad y la variedad de perspec-
tivas que puede abrigar en la unidad del ser sin estar a la defensiva o
sentirse insegura. Significa la fortaleza del espíritu para alentar a otros
a ser libres en el desarrollo de su diversidad y unicidad. Significa el
poder de aguantar tensiones más complejas y enriquecedoras. Signifi-
ca la magnanimidad para crear condiciones que permitan a otros cre-
cer [...] (James B. Nelson y Sandra P. Longfellow, 327).
La plena humanidad de Jesús nos permite apreciar lo inclusivo de
Dios y no la dualidad de Dios, pues en Jesucristo “ya no hay judío ni
griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que ustedes son
uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3: 28). Jesucristo no fue un modelo
de varón o de hombre, sino un modelo de persona frente al cual las
diferencias de género mantenidas debían y deben cambiar. El po-
der de Dios se muestra participativo y no autoritario, sin dejar de
ser Yavé el creador y sustentador del universo.
No es necesario que el hombre se feminice ni que la mujer se
masculinice, sino que ambos se desarrollen a plenitud aun dentro
de sus diferencias; no hace falta que se dominen sino que se com-
prendan, compartan los espacios y disfruten de la riqueza que
unos y otras pueden aportar. Si la mujer es verdaderamente mujer y

105
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

el hombre es verdaderamente hombre entonces, bajo la luz de Je-


sús y con la ayuda del Espíritu Santo, seremos verdaderamente amo-
rosos, libres y responsables. Seremos verdaderamente humanos.
La sexualidad de Cristo ha sido disimulada u ocultada, hecho
que es un gran error. Cristo como persona ha de haber experi-
mentado la sexualidad, lo que significa que desde su sana niñez
(Lucas 2: 40) conoció lo que era la erección, al pasar a la adoles-
cencia seguramente conoció lo que era la eyaculación y es muy
natural que se haya sentido atraído por las mujeres, pues se ve
que disfrutaba la compañía de ellas. Al mismo tiempo, él se en-
frentó a la cultura de su tiempo cuando escogió ser célibe, opción
que era rechazada en las Escrituras y en la realidad. La sexualidad
de Jesús, mostrada en su desnudez en la cruz, evidencia su plena
humanidad, la espiritualidad de la sexualidad y la seguridad de
nuestra redención.
Se debe de pensar muy seriamente en el significado espiritual
de las diferentes expresiones corporales de nuestra sexualidad.
Creo que Jesús [...] tampoco intentó monopolizar la realida crística
(la comunión íntima de lo divino y lo humano). Su autocomprensión y
su misión eran precisamente lo contrario. No intentó controlar y acu-
mular la posibilidad crística, sino que quiso entregarla a todos y com-
partirla con todos. Su unidad no reside en tener dos naturalezas, una
divina y otra humana, combinadas milagrosamente, sino que poseía la
misma naturaleza humana que tenemos todos nosotros, pero remarcable
y plenamente abierta en reciprocidad con el poder del amor de Dios.
Podríamos recordar que incluso el Evangelio de Juan, que contiene
una visión exaltada de Jesús como Cristo, mantiene que a todos los
que creen en Él (todos los que están abiertos a su mensaje de la
presencia de Dios) se les da el poder de ser hijos e hijas de Dios. Lo
auténticamente humano y la presencia de lo verdaderamente divino
están, por consiguiente, más cerca de lo que habíamos imaginado.
Cuando nos adherimos a Dios, nos adherimos a quien no es extraño a
nuestra esencia humana, sino que nos hace a nosotros más verdadera-
mente humanos (Loomer. Sexualidad, 335).
La poetisa Dulce María Loynaz (37) descubre y desarma una
rígida e inoperante masculinidad para construirla como “alma viva”,
por lo tanto sensible, amorosa y comunicativa, algo así como un
nuevo nacimiento de los hombres reconstruidos desde una mujer.

YO TE FUI DESNUDANDO...
Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los “tús” superpuestos que la vida
te había ceñido...
Te arranqué la corteza –entera y dura–
que se creía fruta, que tenía

106
La sexualidad en el misterio del ser humano

la forma de la fruta.
Y ante el asombro vago de tus ojos
surgiste con tus ojos aún velados
de tinieblas y asombros...
Surgiste de ti mismo; de tu misma
sombra fecunda –intacto y desgarrado
en alma viva...–

107
¿DIVERSIDAD O CORRUPCIÓN?

Más que aceptación y tolerancia, debemos respetar y


conceder espacios válidos y legítimos dentro de la dignidad
humana.
R. G. F.

Quisiera escribir este capítulo con el mismo sentir del apóstol Pablo:
humilde, tímido y tembloroso. Y mi palabra y mi predicación no se
apoyaban en persuasivos discursos de sabiduría, sino en la demostra-
ción de su Espíritu y de su poder [...] (I Corintios 2: 3-4).

Aclaración de algunos conceptos


HOMOSEXUALIDAD CELIBATO/SOLTERÍA HETEROSEXUALIDAD
BISEXUALIDAD

Hombres 5-10 % x Hombres 90-93 %


Mujeres 2-3 % x Mujeres 97-98 %

Conductas homosexuales no permanentes en la adolescencia y situa-


ciones de aislamiento:
Hombres 37 % Mujeres 6-13 %
Siglas que se utilizan en este libro para identificar la orientación sexual:
HsH / MsM= hombres que tienen relaciones sexuales con hombres /
mujeres que tienen relaciones sexuales con mujeres
(homosexuales gays y lesbianas).
HsM / MsH= hombres que tienen relaciones sexuales con mujeres /
mujeres que tienen relaciones sexuales con hombres
(heterosexuales).
HsMsH / MsHsM = hombres que tienen relaciones sexuales con mujeres
y también con hombres / mujeres que tienen relaciones
sexuales con hombres y también con mujeres (bisexuales).

109
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

A. C. Kinsey y otros investigadores han dado a conocer que la


homosexualidad y la heterosexualidad no son categorías ni com-
portamientos opuestos sino dos extremos de una línea de relación:
de un lado, la conducta exclusivamente heterosexual, y por el otro
la conducta exclusivamente homosexual.
La ciencia es el tipo de conocimiento, saber o erudición, arti-
culado y sistemático, que se esfuerza por conocer las leyes que rigen
los fenómenos de un determinado sector de la realidad, luego de
haber categorizado en el pasado, rígida y arbitrariamente, la sexuali-
dad humana, en la actualidad reconoce que las conductas sexuales,
así como otras expresiones del comportamiento humano son el
resultado de la interacción de factores orgánicos o biológicos con
los psicológicos y sociales; entre los orgánicos se incluyen el
genético, el hormonal, las estructuras cerebrales y los neurotrans-
misores; entre los psicológicos y sociales están principalmente las
experiencias personales, la cultura en la cual se ha desarrollado el
individuo y la familia, y las decisiones que tome cada sujeto en un
momento y circunstancias determinados.
La cultura es todo lo que el ser humano ha creado a través de
su existencia como ser social, en interrelación con el sistema del
cual formamos parte y que llamamos vida y con especiales apor-
tes de algunas personas en particular. La cultura es heterogénea,
diversa o polimorfa debido a que diferentes grupos humanos y
naciones han hecho creaciones culturales propias. Todas las crea-
ciones de la cultura dan como fruto una cultura mundial aunque
algunos aportes culturales por sus características tienen una acep-
tación global. La cultura incluye los conocimientos en general,
las artes, las creencias religiosas, los mitos, las leyes, los deportes,
las costumbres y las múltiples concepciones morales. Como toda
creación humana, existen aspectos de la cultura que contribu-
yen a mejorar al ser humano, mientras que otros atentan contra
él; esto es evidente en cuanto a los roles de género, ya que algu-
nos de ellos nos han dañado profundamente tanto a los hombres
como a las mujeres, aunque más a las hembras que a los varones.
En gran medida tanto lo masculino como lo femenino ha sido
trastornado o dislocado, provocando más desencuentros que en-
cuentros, más enfrentamiento que reconciliación y más separa-
ción que complementación.
El concepto de sexo registra las características externas e in-
ternas que en el cuerpo humano identifican al varón y a la hembra.
El varón tiene pene, escroto, próstata, etcétera; la hembra tiene
vulva, vagina, útero, ovarios, etcétera.
El género se diferencia del sexo en que no es una característica
física o corporal sino que es la construcción histórica y cultural de cada
persona, por lo tanto corresponde al orden de lo psicológico y lo social

110
La sexualidad en el misterio del ser humano

–psicosocial–. El género es la forma de actuar o de comportarnos


que nos han enseñado: lo hemos aprendido y aceptado de acuerdo
con lo que estime la cultura en la cual nos desarrollemos, qué debe
ser lo correcto para el varón o para la hembra.
La identidad sexual es aquella en que la persona se reconoce y
acepta como hembra si sus órganos sexuales externos e internos
son femeninos y como varón, si sus órganos sexuales externos e in-
ternos son masculinos. Como veremos más adelante, existen per-
sonas que no aceptan por alguna razón su propio sexo.
La orientación sexual u orientación erótica se refiere al hecho de
que nuestra atracción romántica, deseo sexual y actividad sexual pue-
de encauzarse hacia el sexo complementario (HsM) a lo cual se llama
heterosexualidad; hacia el propio sexo (HsH o MsM) que se reconoce
como homosexualidad (gay o lesbiana), según sea el caso, o hacia
más de un sexo (HsMsH/MsHsM) que es definido como bisexualidad.
Muchas de estas personas están conformes con el sexo al cual perte-
necen y lo que cambia es la orientación sexual. En estos casos no
existe ningún problema con la identidad sexual.
Transgéneros se refiere a las personas que no se ajustan a las
definiciones que generalmente se asignan a un varón o a una hem-
bra; se reconocen varios trastornos o confusiones de la personali-
dad asociados a la identidad de género, como los transexuales,
travestis y fetichistas.
La transexualidad entra dentro de la categoría de los transgé-
neros y describe a aquellas personas que no aceptan su propio sexo
sino que se sienten atrapados dentro de él; lo que desean es que se
les someta a una cirugía de reasignación de sexo, que pueda corregir
este problema. Ya en algunos países es bastante común convertir
corporalmente a un hombre en mujer y una mujer en hombre, aun-
que para ello existen una serie de requisitos que comienzan con un
tratamiento psicológico y psiquiátrico que comprueba si la persona
en verdad es transexual y está apta para una reasignación de sexo. En
los casos de travestis, fetichistas intensos y algunos varones homo-
sexuales, entre otros, esta cirugía no es necesaria aunque algunas
personas se las realizan total o parcialmente.
La homosexualidad masculina o femenina puede ser o no acep-
tada por la persona. En caso de no ser aceptada se convierte en una
homosexualidad egodistónica, que da lugar al sufrimiento de la
persona, con la posibilidad de que adquiera algún trastorno de su
personalidad. Algunos especialistas sostienen que la orientación
sexual no es un patrón fijo sino que en algún momento de la vida y
por algunas circunstancias puede cambiar, como es el caso de mu-
jeres y hombres maduros heterosexuales que asumen la homose-
xualidad o de gays y lesbianas que dejan de serlo. Hay personas que
no se identifican como homosexuales, etcétera, aunque lo sean.

111
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Diversidad
Podemos aceptar sin lugar a duda, que la complementación mu-
jer-hombre u hombre-mujer es la que con mayor certeza consti-
tuye no solo el patrón general de la vida en sus capas superiores
sino también la voluntad de Dios, quien nos creó varón y hembra
con un propósito determinado, no solo la reproducción, sino tam-
bién el placer compartido, el mutuo conocimiento de los valores
que cada cual tiene y un desarrollo en la complementación amo-
rosa. Pero es innegable que la diversidad de la vida en general, de
muchos animales y del propio ser humano se da en un por ciento
de casos, que no responden a ese patrón general, pero que no por
ello son indeseables o desechables sino que son simplemente di-
ferentes, que no amenazan el equilibrio de la vida y aun de la
moral, a menos que por alguna razón, siempre posible, tratemos
de invertir las cosas haciendo de lo general lo particular o viceversa.
El origen de la diversidad sexual en cuanto a la orientación
erótica que le demos se pierde en una maraña bastante compleja
sobre la que se mantienen diversas teorías.

Teorías biológicas
Según algunos investigadores ciertas de las estructuras cerebrales
pueden no ser iguales en determinadas personas, lo que establece-
ría la diferencia. Para otros lo que causa la diferencia está en los
genes, mientras otros sostienen que la diferencia es provocada
debido a factores hormonales.

Teorías psicosociales
La teoría psicoanalítica de Freud planteó que el ser humano nacía
con un potencial bisexual y que la orientación erótica de dicho
potencial dependía de cómo la persona resolvía el complejo de Edipo
o de Electra. La seducción como aprendizaje sostiene que si un
niño o una niña son usados para llevar a cabo experiencias sexuales
continuadas que no se correspondan con su sexo, entonces su con-
ducta sexual se orientará de acuerdo a lo que ha aprendido, ya que
le ha faltado el modelo correcto. La teoría de las experiencias nega-
tivas se refiere al hecho de que si en la adolescencia un varón o
una hembra tienen experiencias desagradables en sus relaciones
heterosexuales y por el contrario tiene algún tipo de relación que
le sea placentera, con alguien de su mismo sexo, podría cambiar su
orientación sexual. Una dinámica familiar perturbada, con una
madre dominante y sobreprotectora y un padre débil y alejado de
sus hijos podría confundir la orientación sexual de sus niños y adoles-

112
La sexualidad en el misterio del ser humano

centes, tal y como planteó Irving Bieber en una teoría psicoana-


lítica moderna.

Teorías biosociales
En De lo exótico a lo erótico, Daryl Bem afirma que la constitu-
ción biológica predispone al niño hacia la agresividad y niveles de
actividad altos, y a la niña hacia la pasividad y un nivel de actividad
más bajo; pero si un niño es poco agresivo y activo le será más fácil
relacionarse con las niñas, y si una niña es más agresiva y activa
preferirá relacionarse con los varones. Eso los hace sentirse con-
fortables y provoca que al llegar a la adolescencia este niño o niña,
algo exóticos o diferentes desde el punto de vista de su cultura
social, se sientan ansiosos; el aumento de dicha ansiedad crea
una atracción erótica hacia los de su propio sexo. John Money
propone una teoría integrada, según la cual factores prenatales
genéticos y hormonales, junto con factores psicosociales en los
procesos de socialización y aprendizaje, tienen una influencia di-
recta en la sexualidad de la persona.
Como conclusión podemos sostener que la orientación sexual
o erótica de la persona es un proceso en el que interactúan cau-
sas diversas y cuyo resultado generalmente produce un ser hete-
rosexual, pero no siempre es así: esta es la razón por la cual
naturalmente existe una variedad dentro de lo sexual humano.
Hasta este momento los científicos no se han puesto de acuerdo
sobre los factores que provocan esta diversidad.
Las posturas más contradictorias son que la no heterosexualidad
es producto de:
a) La selección voluntaria de las personas.
b) Factores biológicos sobre los cuales la persona no tiene op-
ción.
c) La persona no madura lo suficiente y por ello no acepta la orien-
tación erótica hacia el sexo contrario o complementario.
Algunos autores plantean que entre los dos y tres años ya se
puede detectar en algunos niños y niñas cierto tipo de conducta
que no se corresponde al patrón genérico heterosexual. Antes de los
diez años se pueden apreciar variaciones en la tendencia sexual, pero
solamente hacia los 17 o 18 años es cuando la persona toma verdade-
ramente conciencia de sus preferencias en materia de sexualidad.

En cuanto a la homosexualidad
(gays y lesbianas)
La palabra homosexual surgió en Alemania por primera vez cuando
un escritor y jurista de origen húngaro nombrado Kart María

113
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Kertbeny (1824-1882) hizo una carta pública al ministro de justicia,


con motivo del debate existente acerca de mantener o no para la
Federación del Norte de Alemania el antiguo código prusiano, don-
de era un delito la relación entre las personas del mismo sexo.
Se calcula estadísticamente que los gays y lesbianas constituyen
entre el dos y el diez por ciento de la población, correspondiendo a
las mujeres entre un dos a un cuatro por ciento y a los hombres de
un cuatro a un diez por ciento, aunque algunos investigadores con-
sideran que la cifra es algo menor. También el número puede variar
de un lugar a otro de acuerdo a diversos factores.
La homosexualidad masculina es más frecuente que la femenina.
Algunos autores han llegado a catalogar por grupos diferentes
a los gays y a las lesbianas:
De acuerdo a las relaciones de pareja
Emparejados cerrados: cuando viven en pareja en una relación casi
matrimonial, sugún el tipo de vínculo.
Emparejados abiertos: su característica principal es que no les sa-
tisface vivir en parejas y por lo general tienen muchas relacio-
nes promiscuas.
De acuerdo al grado de satisfacción o remordimiento
Funcionales o egosintónicos: no sienten remordimientos por su
condición y se desenvuelven bien dentro de la familia y la so-
ciedad. Unos admiten abiertamente su condición y otros no.
Disfuncionales o egodistónicos: se sienten muy apesadumbrados
por su condición, son más dados a las disfunciones sexuales y
tratan de ocultar su condición por medio del casamiento, algu-
na práctica religiosa, etcétera.
Asexuales: tienen una autoestima muy baja, poca actividad sexual
y muchos problemas sexuales.
Homosexualidad latente: es aquella en que la persona siente pre-
ferencia por la relación homosexual, pero debido a la repre-
sión social o sentimientos homofóbicos no asume una
conducta homosexual.
Homosexualidad transitoria: se refiere a una conducta homo-
sexual que se lleva a cabo por curiosidad, deseo de experi-
mentar todo tipo de placer y por estar recluida la persona en
una cárcel o confinamiento, donde solo tiene relación con
personas de su mismo sexo.
Homosexualidad secuencial: ocurre cuando la persona cambia su
conducta heterosexual por homosexual en la tercera edad;
esto generalmente se debe a una homosexualidad latente,
que en las nuevas circunstancias cambia.
Homosexualidad exclusiva: se refiere a la persona que solo ha
tenido en su vida relaciones homosexuales.

114
La sexualidad en el misterio del ser humano

De acuerdo a las prácticas eróticas


Homosexuales completos: son aquellos que se dejan penetrar
analmente y también penetran.
Homosexuales pasivos: se dejan penetrar analmente, pero no penetran.
Homosexuales activos: solamente penetran, pero no se dejan pe-
netrar.
Aquí debemos hacer la aclaración de que generalmente las
lesbianas cambian mucho menos de pareja que la generalidad de
los homosexuales.
Según Lucisano, en el momento que el gay o la lesbiana se dan
cuenta de su diferencia con el patrón heterosexual, comienza un
cambio evolutivo, a menudo doloroso, en el cual se reconocen cua-
tro etapas:
1. Toma de conciencia de ser diferente, con la ansiedad consiguien-
te, que afecta toda la atmósfera de sus sentimientos y relaciones.
2. Acentuación de la depresión psíquica y el sentido de soledad,
con una profunda sensación de desprecio y persecución por
parte de la misma familia.
3. Acercamiento a otras personas gays y lesbianas, integrándose
así a un grupo de “diferentes”.
4. Desarrollo de reacciones agresivas hacia quienes hacen respon-
sables de su marginación social.
El aislamiento en el grupo homosexual (gays y lesbianas), a menu-
do fruto del rechazo por parte de la sociedad, conlleva a reforzar y
a exasperar más esta tendencia.
Por lo que concierne a los síntomas típicos de la homosexuali-
dad masculina, se registra ansiedad –sobre todo en el adolescente–
por el desagradable descubrimiento de ser diferente. La reacción
depresiva es más frecuente en el adulto, acompañada de un senti-
miento de culpa, aun sin mantener una relación sexual. Esta per-
sona tiene por lo general, tendencia a la agresividad y un fuerte
apego a la madre. Los hombres homosexuales cambian más de pa-
reja que los heterosexuales.
Las lesbianas tienen características análogas, con depresión,
ansiedad e inseguridad, aunque falte en la mayoría la agresividad.
Las llamadas disfunciones sexuales se dan en el mismo por cien-
to tanto en las personas heterosexuales como en las gays y lesbianas.
Según el Nuevo Informe Kinsey:
La única diferencia importante entre las actividades homo y
heterosexuales es que los homosexuales no pueden practicar el coi-
to pene-vagina con un miembro de su mismo sexo. Todos los otros
sentimientos y actividades pueden producirse: los besos, las caricias,
los abrazos, la estimulación de los pezones y otras actividades no

115
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

genitales o juego previo, y las actividades oral-genital, manual-geni-


tal y anal-genital. Como los heterosexuales, los homosexuales usan
posiciones para lograr satisfacción sexual; no todas las parejas usan
ni gozan de todos los comportamientos posibles.
Los hombres homosexuales suelen tener orgasmos por medio del
sexo oral o la manipulación mutua de los genitales.
Contrariamente al mito popular, no todos los homosexuales mas-
culinos practican el coito anal. Otra creencia común es que las
lesbianas se insertan objetos fálicos en la vagina; la investigación
muestra que solo algunas usan esa técnica.
La investigación comparativa entre las reacciones sexuales de homo
y heterosexuales ha establecido que la fisiología básica de la reac-
ción sexual es la misma en ambos grupos (deseo sexual, excitación,
meseta, orgasmo y resolución).
La homosexualidad no es una enfermedad, y se considera que
existen situaciones de homosexualidad transitoria, como son algunas
experiencias sexuales de niños y adolescentes, personas encarceladas
o aisladas por algún motivo, en personal de las fuerzas armadas y otras.
El amaneramiento extremo o el comportamiento antisocial o
escandaloso de algunos gays y lesbianas constituye la mayoría de las
veces, una respuesta al rechazo social y en otras ocasiones respon-
den al hecho de que –por el rechazo social– caen en manos de otros
gays y lesbianas manipuladores, con comportamientos degradantes
para ellos y la sociedad.
Si en la actividad, ante todo laboral, productiva, el homosexual se ma-
nifiesta como individuo normal, y con su aporte contribuye a la
creación de condiciones para la reproducción a escala social del propio
ser humano, se puede concluir que lo esencial y genérico que se desa-
rrolla históricamente se mantiene y despliega (Pérez Cruz, 63).

Moral y religión
Reafirmo, sin lugar a duda, como ya lo expresé anteriormente, que
Dios creó al ser humano varón y hembra, nos hizo diferentes para
que con fidelidad del uno hacia el otro aprendiésemos a amarnos,
con nuestras diferencias orgánicas y psíquicas; para que nos com-
pletemos, para que crezcamos sumando lo que somos y multipli-
cándonos. Creo que al tener semejanza con Dios (Génesis 1: 27), al
ser también poderosos (Salmo 8: 5) y al haber puesto bajo nuestra
administración el sistema de vida del cual formamos parte (Géne-
sis 1: 28) Dios nos concedió espacios de libertad y por ello de res-
ponsabilidad, razón por la que siempre debemos estar respondiendo
a dos preguntas esenciales: ¿dónde estás tú? (3: 9) y ¿dónde está
tu hermano o tu hermana? (4: 9).

116
La sexualidad en el misterio del ser humano

Si los padres, demás familiares y lo más valioso de nuestra so-


ciedad no comprenden, apoyan y contribuyen a formar los mejores
valores morales y espirituales en los no heterosexuales y, por el
contrario, los rechazan y maltratan cuando más lo necesitan, pro-
vocamos que muchos de ellos sean presa fácil de pervertidos y tra-
ficantes, que los dañarán en todas las formas posibles.
Se ha creado una fuerte polémica alrededor del tema que esta-
mos tratando y en particular dentro de la Iglesia. Se esgrimen argu-
mentos bíblicos muy variados que nos llevan hasta el punto de
preguntarnos: ¿qué es lo que nos guía, la letra o el Espíritu? (cf. II
Corintios 3: 4-6). ¿Estamos los cristianos cayendo nuevamente en lo
que una y otra vez Jesús criticó a quienes pretendían cumplir la Ley,
prescindiendo del amor –que es respeto y compasión–, como el que Él
manifestó con fariseos como Nicodemo, publicanos como Saqueo, la
adúltera, las prostitutas, los bebedores, los leprosos rechazados por
todos y también por sus discípulos, los apóstoles, quienes mostraron,
entre otras cosas, cobardía y ambición en un momento determinado?
¿Acaso nosotros, que pretendemos ser cristianos –y si lo so-
mos es únicamente por la gracia de nuestro Señor Jesucristo– no
recordamos haber estado incluidos entre las personas que no tie-
nen piedad y que con la injusticia detenemos la verdad? (cf. Roma-
nos 1: 18). ¿Quién sabe si estábamos entre quienes cambiaban a
Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes
que al Creador? (1: 25). ¿Qué ha pasado que estamos examinando
con tanta atención la hierba en el ojo ajeno? (cf. Lucas 6: 41).
La ciencia no concluirá nunca su búsqueda de lo que no cono-
ce, porque las diferencias y variedades son prácticamente infinitas.
¿Por qué no vamos a aceptar esas mismas variedades y diferencias
en lo sexual, dentro de normas de convivencia y respeto, si acepta-
mos otras variedades, potencialidades y creatividades humanas?
Yo no voy a negar que la Biblia tiene palabras de condenación
para lo que no es heterosexual, pero al mismo tiempo ¡hay tantas
condenaciones para nosotros, los heterosexuales, y por muy dife-
rentes razones! El rechazo social en el cual ha participado la Iglesia
contra los no heterosexuales los ha incluido en la categoría de
escorias, delincuentes, corrompidos... y esto mancha, perturba,
deforma. Pero seguimos haciéndolos culpables a ellos de tantas
cosas. ¿Culpables de qué?, ¿de haber nacido con esa tendencia o
de haber sido inclinados por una u otra razón a esa tendencia?
Nosotros, ¿no somos culpables de haberlos excluido y de haberlos
tratado como basura?
Cuando el apóstol Pablo se refiere a las pasiones degradantes o
vergonzosas en Romanos (1:18-32) y en I de Corintios (6:1-11) no se
está refiriendo solamente a los no heterosexuales sino a la condición
humana, en la cual tenemos parte. Las pasiones vergonzosas son

117
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

actividades nacidas de mentes corrompidas, que actúan conscien-


temente, haciendo el mal en todas sus variantes y quienes piensan
y actúan de esta forma no serán los herederos del Reino de los
Cielos. En particular el apóstol Pablo se está refiriendo a los
heterosexuales, que en razón de un hedonismo a ultranza llegan a
realizar también prácticas homosexuales, como si la relación
sexual fuese un juego, un deporte o un entretenimiento superfi-
cial, donde usar al otro o a la otra para obtener placer es la meta.
Pablo también puntualiza el tipo de homosexualidad que era parte
de algunos cultos paganos.
Encontré un buen ejemplo de una sexualidad desprovista de
sentido en un texto del escritor Pedro Juan Gutiérrez, tres de cu-
yas conclusiones son:
Los seres humanos debemos extirparnos los sueños, poner los pies
en la tierra y decir: –¡c..., ahora sí! Estoy bien anclado en la tierra.
Que vengan las ventoleras– así es como único se puede llegar al final
con un mínimo de averías y sin hacer mucho agua, o por lo menos
sólo con un poco de agua sucia en la sentina (67).
Desde entonces me molestan mucho esas dos palabras: atinado y sen-
sato. Son falsas y pedantes. Sirven para ocultar y mentir. Todo es des-
atinado e insensato. Toda la historia, toda la vida, todas la épocas han
sido desatinadas e insensatas. Nosotros mismos. Cada uno de nosotros,
por naturaleza, es desatinado e insensato, sólo que nos reprimimos
para retornar al redil como buenas ovejas, y nos ponemos riendas y
mordazas [...] Lo cierto es que no me interesa nada que sea lineal,
recto. No me interesa nada que avance limpiamente de un punto a
otro, y se sepa perfectamente que esa línea comenzó aquí y terminó
allí. No. No hay que pretender nunca ser atinado y sensato y llevar una
vida lineal y exacta. La vida es muy azarosa (50).
El sexo no es para gente escrupulosa (11).
Lamento no poder tener respuestas para todo, pero me atrevo a
dejar algunas preguntas que debemos contestarnos con limpia con-
ciencia ante Dios:
¿Por qué hemos puesto tanta pasión y por qué hemos sido tan
violentos con los que son diferentes a los heterosexuales?
¿Qué es lo que nos molesta realmente de ellos aunque son una
minoría?
¿Por qué se han llegado a considerar casi como un crimen estas
conductas diferentes?
¿Por qué consideramos que estas personas no tienen dignidad?
¿No creen ustedes que deberíamos diferenciar entre los no
heterosexuales que viven una existencia corrompida y los que
no lo son?
¿Cuál es realmente la diferencia moral entre los heterosexuales y
los que no lo son y por qué?
¿Por qué la Iglesia en general ha sido tan dura con ellos?

118
La sexualidad en el misterio del ser humano

¿Causan mayores problemas los gays y las lesbianas que los


heterosexuales?
¿Qué aceptación podemos dar a una pareja estable de gays o de
lesbianas?
¿En qué forma estamos contribuyendo a la violencia psíquica y cor-
poral contra los “diferentes”?
¿Qué moral tenemos cuando se mantiene un silencio cómplice
ante la cantidad de niños y niñas que son violados y usados
sexualmente, sobre todo dentro de la propia familia?
¿Qué decir del hecho tan generalizado de haber convertido a la
sexualidad en un ídolo comercializado, lo cual es sin duda un
nuevo tipo de paganismo perverso?
¿Cómo podemos evaluar la adopción de niños por parte de parejas
de gays o la fertilización, por cualquier vía, en el caso de las
parejas de lesbianas?
¿Es apropiado el matrimonio de gays o de lesbianas por la Iglesia o
algún tipo de matrimonio civil?
¿Pueden tener los gays y las lesbianas algún tipo de liderazgo en la
Iglesia y bajo qué condiciones?
¿Por qué numerosos sectores de la Iglesia niegan una verdadera
pastoral de acompañamiento y consolación a muchos no
heterosexuales, que lo necesitan aunque no cambien su ma-
nera de ser? ¿Qué hubiera hecho Cristo en nuestro lugar?
Con todo el respeto y la consideración que se merecen de mi
parte me atrevo, como pastor, a rogarles a los heterosexuales y a los
no heterosexuales lo siguiente: ¡no permitan que les dañen su
autoestima y no pierdan su dignidad de seres humanos, hijos e
hijas de Dios, una cosa es la diversidad y otra la depravación!
Al igual que sobre otras tantas cosas, este asunto será materia
de una discusión que no debe convertirse en disputa, pero en todo
momento recordemos ese pasaje bíblico que es fundamento de
nuestra manera de pensar y de obrar: el amor (cf. I Corintios 13).
¿Quién lanza la primera piedra después de haber examinado
nuestras propias vidas? ¿Bueno?, solo uno, Dios (cf. Mateo 19: 17).
La contemporaneidad ha sido una época de radicales cuestionamientos
a las tradiciones sexuales, sin que se hayan elaborado nuevos refe-
rentes de cómo se piensa, se siente, y se vive la sexualidad hoy. Esto,
unido al modelo de sujeto ideológico que se intenta globalizar, por-
tador de frivolidad, consumismo desbordado, sin compromisos y que
tiende a romper con la temporalidad pone, a la sexualidad, en un
vacío moral lleno de incertidumbre y confusión. Estas contradiccio-
nes, no siempre visualizadas, no pueden encontrar soluciones ni en
los viejos esquemas explicativos, ni en los nuevos absolutismos; es
necesario buscar estilos de vida que admitan y den participación a
opiniones, sentimientos y comportamientos diversos, alternativos
(Castro Espín, 4-9).

119
Denuncia sobre comercio de pornografía infantil en
los Estados Unidos.

Anuncios sobre prostitución publicados en la prensa


de algunos países.
LA SEXUALIDAD Y EL COMERCIO

El hombre más digno de lástima es el que convierte sus


sueños en oro y plata.
AUTOR DESCONOCIDO

...la pornografía es la negación directa del poder del


erotismo, pues representa la supresión del verdadero
sentimiento. La pornografía pone el acento en la sensación
sin sentimiento.
ANDRÉ LORDÉ

Comercio y publicidad
Los antecedentes más lejanos del comercio se dan en el intercam-
bio de productos, cuando los seres humanos tomaban parte de lo
que habían recolectado, cazado o producido para obtener en cam-
bio otras cosas que necesitaban. Luego quienes lograban por algún
medio tener más de lo que necesitaban para vivir lo canjeaban por
otros productos que deseaban aunque no fueran imprescindibles,
entonces, el tener se fue haciendo poder y se fueron alimentando
la ambición y el egoísmo humanos. También las personas fueron
degradadas al nivel de cosas u objetos, que podían ser también
intercambiados y vendidos, y surgió la esclavitud de niños, niñas,
hombres y especialmente de las mujeres.
La aparición del dinero amplió las posibilidades del comercio ya
que se convirtió en una medida de valor mercantil aceptada como
medio de pago; en otras palabras, el dinero representa hasta hoy
las riquezas de quien o quienes las tienen, es de fácil manejo y
transporte. Últimamente el sistema comercial y financiero trabaja
con el dinero virtual o electrónico, pues las transacciones no re-
quieren del traslado inmediato del dinero real (billetes o monedas)
sino que son transacciones complejas, por medio de los sistemas
mundiales de comunicación y computación, con un alto grado de
complejidad, seguridad y rapidez.
La ley del comercio siempre ha sido obtener la ganancia máxi-
ma. El dinero no es sinónimo de poder, pero es uno de sus pilares
principales y se ha convertido en un dios o en un fetiche. El comer-
cio ha convertido al mundo entero en lo que alguien ha llamado un

121
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

megamercado como parte de un natural proceso de globalización,


mundialización o socialización, como producto del desarrollo de las
comunicaciones y de los necesarios intercambios de todo tipo, que
por supuesto unos son provechosos y otros no.
El comercio ha alcanzado su instrumento más útil en la publici-
dad dentro de los medios de comunicación social o masiva (publica-
ciones escritas, la radio, la televisión y las redes de comunicación
electrónica por medio de computadoras, incluso internet). Hoy en
día acudimos a comprar orientados por los anuncios que son parte
del negocio publicitario multimillonario, con sus campañas basadas
en cuidadosos estudios hechos por expertos. Tal negocio no solo nos
permite comprar con más facilidad sino que crea en nosotros necesi-
dades que nos compulsan a adquirir aun lo que no necesitamos. Lo
más importante es comprar y así nos convertimos no en los benefi-
ciarios del mercado sino en sus instrumentos, en un nuevo tipo de
esclavitud de la que generalmente no nos damos cuenta. Por su-
puesto que la publicidad no solo es servidora del comercio y el mer-
cado sino que puede contribuir, para bien o para mal a otros fines
como son: la política, la ecología, la salud, la religión y muchos más.
En cuanto a la sexualidad, por una parte la publicidad se dirige
generalmente al uso de anticonceptivos y al problema de las enfer-
medades de transmisión sexual, especialmente el VIH-SIDA; por
otra parte:
Todo se ha sexualizado hasta convertir la sexualidad en un artículo
comercial. La publicidad, los espectáculos, etc. Se sirven de la sexua-
lidad para fines lucrativos degradándola hasta rebajar a la persona hu-
mana a objeto o medio para la venta de cosas e ideas [...] A todos es
patente la utilización del sexo como factor de atracción y mistificación
para la venta de cualquier producto. En todo producto que se lanza al
mercado, la propaganda le adiciona un tinte erótico y le extrae el
erotismo que lleva latente. El erotismo es el gancho que nuestra so-
ciedad de consumo utiliza para sus múltiples fines de tipo comercial
(Hernández, 133).

Sexualidad de mercado
La sexualidad humana sucumbió muy temprano al comercio por
las siguientes razones: la pobreza, la falta de valores y la ambición.
Acceso a los deseos sexuales del otro para sobrevivir, promiscuidad
para gozar, seducir sexualmente para ascender social o económica-
mente.
En la actualidad dos ejemplos bastan para mostrar la gigantes-
ca proporción a que ha llegado el comercio sexual: la revista Times
cita las palabras de Larry Flynt, editor de Hustler, una de las revistas
pornográficas norteamericanas de mayor tirada en el mundo y tam-

122
La sexualidad en el misterio del ser humano

bién de otros tipos de pornografía, quien expresó: “Los entreteni-


mientos o pasatiempos XXX (entiéndase comercio sexual) son un
negocio que produce entre 9 billones a 14 billones de dólares y que
se lleva a cabo con la misma manera de pensar y la misma atención
a los detalles que usted puede encontrar en General Electric, Mattel
o la compañía Tribune” (Times, 3 de mayo de 2002, 17). En un
informe elaborado por la experta sueca Marianne Ericsson para la
Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Oportunidades
del Parlamento Europeo, en noviembre de 2003, se afirmaba que
en dicha región del mundo la industria del sexo suponía un movi-
miento de unos cinco mil millones a siete mil millones de dólares
anuales. Tanto es el dinero involucrado en este asunto que la Orga-
nización Internacional del Trabajo (OIT) ha recomendado su inclu-
sión en la contabilidad oficial de gobiernos nacionales y regionales.
¿Qué se incluye dentro de este enorme mercado?: la prostitu-
ción en todas sus variantes, la pornografía en todas las formas y
para todos los gustos, todo tipo de ayudas sexuales y por supuesto
la relación con otros tipos de negocios como son casinos de juego,
teatros, cines, recintos para el desnudismo masculino y femenino
(streptease), salas privadas de tele-video o tele-DVD, tiendas de vi-
deos, CD y DVD, numerosos sitios en internet (se calcula que vein-
ticinco millones de personas navegan entre una y diez horas
semanales por sitios pornográficos), llamadas telefónicas obscenas,
cierto tipo de música, cirugías estéticas, medicamentos, etcétera.
Podemos decir que casi todo en este mercado es dañino, aunque
también es justo reconocer que hay algunos servicios y productos
que pueden contribuir a una sexualidad sana y por lo tanto benefi-
ciosa, me estoy refiriendo a algunos juguetes sexuales, lubricantes,
entre otros, las terapias sexuales y algunas cirugías estéticas.
No pueden quedar fuera de esta sección la mención de los clien-
tes, quienes son los que demandan este tipo de mercado y su am-
plitud; no son casos excepcionales y no se les puede calificar en su
gran mayoría de perversos y pervertidos. Ellos y ellas son personas
de todo tipo, edad, nivel económico, diferentes etnias y religiones,
emigrantes y hasta trabajadores y trabajadoras sexuales también;
entre ellos hay heterosexuales, homosexuales (gays y lesbianas),
bisexuales, travestis, transexuales y transgéneros. Cada vez son más
las mujeres que van a otros países como turistas a comprar servi-
cios sexuales y también se han sumado a estas actividades comer-
ciales parejas y matrimonios heterosexuales.
Los beneficiarios de esta gran industria son empresas aéreas,
empresas de telecomunicaciones, empresas de seguridad, produc-
tores de bebidas y tabacos, agencias de viajes, compañías de coches
de alquiler y taxis, proxenetas, médicos, camareros y camareras,
modistos y modistas, peluqueros y peluqueras, funcionarios de

123
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

gobierno corruptos, propietarios y gerentes de otros tipos de ne-


gocios, como hoteles, restaurantes, pistas de baile y otros muchos.
Son numerosas las familias que viven de toda esta industria y sus
conexos. Son varios millones de personas las que se benefician con-
tinuamente en este megamercado.
Brevemente quiero referirme a otros de los grandes proble-
mas de este mercado que son las migraciones. Cientos de miles de
mujeres, niños y niñas se ven sometidos a lo que la Organización
Internacional del Trabajo describió como organizaciones clandesti-
nas que dirigen con implacable eficacia y a menudo con conexio-
nes oficiales, redes para reclutar, secuestrar y vender mujeres y
niños fuera de las fronteras nacionales. Estas migraciones se
enmarcan dentro de la globalización, pero con la característica de
que estas personas no se quedan fijas en un lugar, sino que por
conveniencia propia o forzada por sus patrones van de un lugar a
otro ofreciendo sus servicios. La mayoría de estas personas proce-
den de los países más pobres.

La pornografía
El objetivo de la pornografía es provocar excitación sexual manipu-
lando los pensamientos, las emociones, el sistema nervioso central
y los neurotransmisores. Para ello se usan el lenguaje, la escritura,
los sonidos y cualquier medio visual para dar a conocer una sexuali-
dad carente de sentimientos legítimos, sin privacidad y sin ningún
cuidado por el daño que se le pueda hacer a quienes la realizan,
como a las que reciben su mensaje.
Resulta muy importante apreciar que aún las personas más
conocedoras de la sexología y con un pensamiento muy abierto o
liberal no defienden la pornografía y algunas son muy cautelosas al
recomendar un uso limitado y hasta terapéutico de ella. Seymour
Fesbach y otros, quienes fueron los mayores promotores de la por-
nografía por considerar que tenía un valor educativo, porque con-
tribuiría a disminuir la violencia, las desviaciones sexuales y los
sentimientos de culpabilidad, ante las evidencias de los resultados
se retractaron años más tarde.
Sé que los adolescentes y los jóvenes, en algún momento sien-
ten la curiosidad de contemplar algún tipo de material pornográfi-
co por dos razones:
Primero, porque desean contemplar a personas completa-
mente desnudas, pues debido a una mala educación familiar se
les ha restringido la posibilidad de ver con naturalidad el cuerpo
desnudo de sus progenitores, de sus hermanos y hermanas. Se
crea una expectativa de lo oculto y prohibido, que produce

124
La sexualidad en el misterio del ser humano

entonces una cierta e innecesaria morbosidad, que los com-


pulsa a ver la desnudez.
Segundo, porque de los padres, de otros familiares, en el am-
biente escolar y en la calle, escuchan una y otra vez sobre las rela-
ciones sexuales de una manera deformante, que se centra en los
órganos sexuales; porque se las hace ver como una cacería del pla-
cer y en particular de la mujer y se crean otras expectativas, más
bien fruto de la ignorancia y la incapacidad. Todo ello, unido mu-
chas veces a la falta de privacidad en los hogares, da lugar a que los
niños puedan asomarse prematuramente a la sexualidad de sus
padres y provoca también una acentuada curiosidad por ver actos
sexuales.
También los adultos que han pasado por una niñez o una ado-
lescencia como la que he descrito, y que también por mantener
una mala educación sexual llena de tabúes, se acercan a la porno-
grafía en algún momento para ver “lo real”.
Lo riesgoso es que la mayoría de las veces no tenemos noción
del peligro que nos acecha; entonces nos damos cuenta demasiado
tarde o no nos damos cuenta nunca del daño que nos ha producido
y que constituye una deformación de nuestra vida sexual, que nos
limita grandemente.
Los materiales que he consultado para este capítulo han arro-
jado el resultado que les doy a conocer a continuación y para el
cual pido la mayor atención de quienes estén leyendo:
Una experimentada sexóloga clínica canadiense, la doctora
Marie-Paul Ross, señala que la sexualidad surge desde una profun-
da interioridad personal, pero que a fuerza de contemplar determi-
nadas prácticas sexuales y también tratarlas de experimentar la
gente piensa que esa es la verdadera, originándose que las perso-
nas se vayan disociando de la realidad. Entonces, lo que al principio
parecía malo llega a causar placer, aun cuando las prácticas sexua-
les que se ven en los materiales pornográficos vayan en contra de
los valores humanos. Esto trae como consecuencia que nos vaya-
mos deshumanizando.
La autora del libro Love Doesn’t Harm, afirma que la pareja,
antes de compartir la experiencia de ver la pornografía debe hacer-
se tres preguntas: ¿Compartir la pornografía con mi pareja es tam-
bién compartir placer en la relación? ¿Cómo puedo dañarme menos
a mí y a mi pareja? ¿El usar la pornografía puede dañarlo a uno
mismo y a su pareja? Eso me recuerda el caso de una señora que no
llegaba todavía a los cuarenta años y me vino a ver, debido a que su
matrimonio se estaba desintegrando; entre las cosas que mencio-
nó sobre el cambio de conducta en su marido estaba la experiencia
de que un día él le pidió sumarse en casa de unos amigos a un
grupo de parejas para ver una película pornográfica, hecho que le

125
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

hizo ver el grado de insensibilidad al que su marido había llegado


hacia ella, tratando de llevarla a una sexualidad compartida.
Mary Lou Paget, quien ha escrito varios libros sobre la sexuali-
dad humana y enfoca con mucha amplitud estos asuntos, opina en
su libro How to be a Great Lover lo siguiente:
La pornografía masculina –revistas, películas– es problemática [...]:
Primero, la mayoría de las revistas y películas pornográficas son crea-
das con el factor estímulo-fantasía sexual como un factor forzado lo
cual no es realista. Segundo, al programar al hombre para lo que no es
realista en el sexo, éste se disgusta cuando su mujer o cuando los
cuerpos de ambos no pueden hacer lo mismo(8).
[...]
La pornografía solo presenta el punto de vista de los hombres tratan-
do de excitarlos [...] las mujeres no son tenidas en cuenta.
[...]
El hombre que usa la pornografía como guía sexual hace algo no sólo
inadecuado sino que provoca risa.
[...]
En la pornografía la mujer sólo es un objeto sexual, lo cual destruye la
sensación de intimidad que debe estar presente en el acto sexual
(11).
La pornografía es incorrecta porque insiste en despistar ya que no
tiene en cuenta muchas de las verdaderas zonas erógenas.
Otras opiniones tomadas tanto de hombres como de mujeres
que han investigado el tema son las siguientes:
• Describe una sexualidad sin valores espirituales ni morales, solo
busca provocar cierto tipo de placer.
• Despoja al hombre y a la mujer de su dignidad.
• Hace del hombre y de la mujer solo objetos sexuales.
• Se realiza casi en su totalidad con actores profesionales entre-
nados y con todos los técnicos y facilidades para lograr su obje-
tivo: hacer dinero. Es imposible en la vida real competir con
esos actores, las condiciones que facilitan su labor y la técnica
de cortes de las escenas, con lo cual se logra un trucaje que
nos hace ver una realidad ficticia.
• La mayoría de las posiciones sexuales usadas en la pornografía
no resultan cómodas ni placenteras para una relación sexual
normal y especialmente para la mujer.
• Se muestran un placer sexual y orgasmos fingidos y otros tru-
cos, como el de eyaculaciones cuyo semen procede de “bancos
de semen” u otro líquido parecido, y no del artista.
• El placer sexual se produce casi únicamente en los órganos
genitales, típico de una sexualidad errónea.

126
La sexualidad en el misterio del ser humano

• Generalmente nunca hay ternura, un componente esencial


en la relación sexual.
• Se practican penetraciones vaginales y anales aparentemente
sin preparación ni lubricación previa, esto es un truco; si se
hace igual en la vida real provoca dolor y daño.
• Algunas veces aparecen en algunas películas, escenas o foto-
grafías de actores no profesionales que son personas necesita-
das de dinero y acuden a ello para sobrevivir unos días, aun
soportando la mayor de las vergüenzas.
• Todo este material se hace sin referencia alguna a las responsa-
bilidades familiares y sociales.
• La moral que se afirma es solo el derecho individual de hacer lo
que se quiera y con quien se quiera, sin referencia al futuro.
• Llega a crear una adicción o parafilia llamada pornofilia.
• Los adolescentes, jóvenes y otras personas inexpertas de am-
bos sexos que tratan de instruirse con los materiales pornográ-
ficos, lo que hacen es confundirse al aprender cosas que no les
servirán para una sexualidad sana.
• Minimiza la violación haciéndola parecer normal y cotidiana.
• Atenta contra la autoestima del hombre y la mujer normales,
al presentar como modelos cuerpos esculturales y rostros es-
cogidos.
• Favorece el autoplacer compulsivo por oposición al autoplacer
como desarrollo y autosatisfacción normales.
• Se ha comprobado el hecho de que los violadores en serie, los
criminales sexuales y otros delincuentes violentos son adictos
a la pornografía.
El problema fundamental de la pornografía es que hace del
ser humano un simple objeto sexual despojado de dignidad.
En uno solo de los países desarrollados se estima que se venden
un millón y medio de películas pornográficas por año en formato de
videos y DVD.
En un documento publicado por el Vaticano (SS, 21) se afirma:
El legítimo derecho a la libertad de expresión y de información, debe
ser respetado, pero también los derechos de los individuos, las fami-
lias y la sociedad a la privacidad, intimidad, decencia pública y protec-
ción a los valores básicos.
La Comisión Meese en Estados Unidos rindió un informe en 1986
en el cual se afirmaba que las estadísticas mostraban un aumen-
to de la violencia sexual donde la pornografía era tolerada y ex-
tendida.
La pornografía tiene una variedad enorme y en su afán co-
mercial trata de promover todo tipo de curiosidades y adicciones.
Puede ser suave y violenta, heterosexual, homosexual (gay y

127
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

lesbiana), de grupos, sadomasoquista, con animales (bestialismo),


infantil.
Podemos arriesgarnos a reconocer la existencia de la porno-
grafía blanda, la pornografía dura y la pornografía extrema.
La primera tiene un argumento, en algunos casos semeja
una película romántica, pero con escenas de sexo explícito y
generalmente heterosexual. Las mujeres aceptan más este tipo
de película y dentro de este negocio se está tratando de asegu-
rar un mercado para el sexo femenino.
La segunda presenta escenas sobre la sexualidad sin argumento
alguno o con un argumento tan pobre, solo para justificar una se-
cuencia de imágenes. Este tipo de pornografía puede ser hetero-
sexual, lesbiana, gay, sexo en grupos, etcétera, y no hay en ella ninguna
sensibilidad hacia la dignidad de las personas, ya que todo lo que se
practica es algún tipo de sexualidad que trata de mostrar placer:
muestra acciones repetidas sin ningún tipo de veracidad, y solo trata
de excitar a quien la ve. Esta es una pornografía generalmente dirigi-
da hacia el sexo masculino y casi no gusta a las mujeres.
La tercera corresponde a una sexualidad extrema que inclu-
ye a personas sumamente gordas, enanas, de edad avanzada. Este
tipo de pornografía incluye también el sadomasoquismo, esce-
nas con animales, pornografía infantil y hasta el llamado snuff
(pornografía en la cual se humilla hasta el extremo a la persona,
por lo común a mujeres, que son maltratadas con gran violencia
y hasta asesinadas).
El muestrario es verdaderamente enorme, casi sin límites,
que va concordando cada vez más con las parafilias.
Existen festivales de filmes pornográficos y “estrellas”, así
como también algunas escuelas e instructores que se encargan
de formar a algunos de los actores o actrices que llegan a hacer-
se famosos. También existe una producción de películas con in-
térpretes y estudios improvisados, que tratan de sacar tajada de
un mercado que se ve cada vez más abarrotado.

La prostitución
La palabra prostitución viene del término latino prostituire, cuyo
significado es comerciar, traficar. Así podemos definir la prostitu-
ción como la comercialización de la persona que ofrece actividades
o servicios sexuales que van dirigidos tanto a los sentidos como el
olfato, la vista, el oido, el gusto y el tacto, como también la manipu-
lación psíquica de personas o de grupos.
La prostitución femenina es la más conocida y antigua, no por-
que las mujeres fueran peores que los hombres, sino porque los
hombres hemos sido peores que las mujeres. La prostitución

128
La sexualidad en el misterio del ser humano

masculina también es antigua, pero menos extendida, aunque des-


de hace unos años alcanza cada vez más relevancia y también la
prostitución infantil está desarrollándose vertiginosamente.
Se calcula que solo en Tailandia existen seis mil prostíbulos
donde trabajan alrededor de un millón de prostitutas, de las cuales
el 40 por ciento son menores de edad; en Francia existen de diez
mil a doce mil proxenetas. Asia, América Latina, el Caribe y África
se destacan en cuanto a la cantidad de personas dedicadas a la pros-
titución, pero no se quedan muy atrás los países desarrollados. Se
calcula que este negocio mueve unos cincuenta y dos mil millones
de doláres al año.
¿Cómo se cae en las redes de la prostitución?
La pobreza, para algunas familias o personas, define su sobrevivencia
con una terrible claridad: prostitución o muerte. Eso lleva en cier-
tos hogares a vender a alguno de sus hijos o hijas a los comercian-
tes de sexo, o simplemente los dejan salir para que ejerzan como
trabajadores sexuales.
El incesto, o sea, el abuso sexual de familiares mayores y allega-
dos a los menores (más frecuente de lo que se cree) es una condi-
ción reconocida para que luego la persona abusada se incline a la
prostitución.
También la desintegración familiar y las migraciones contribu-
yen para que muchas personas lleguen a esta situación.
Otros problemas que acompañan a la prostitución
Además de los problemas antes mencionados, la industria del
sexo aporta significativamente infecciones de transmisión
sexual, hecho comprobado en las estadísticas de los lugares don-
de están más extendidas, a una emigración ilegal llena de enga-
ños y abusos para complacer a campamentos de soldados, de
mineros y a otras poblaciones de hombres aislados, y a la inmer-
sión de un gran número de personas dentro de un mundo de
explotación, ignorancia, depresión, insatisfacción y falta de va-
lores y de sentido existencial, que lleva a muchas de ellas al alco-
holismo y a las drogas.
Si pensamos en el valor de las personas en relación con la pros-
titución, tanto las que la ejercen como las que usan de sus servi-
cios, encontramos los siguientes problemas capitales:
1) La relación entre las personas por medio de la prostitución es
un acto que carece de amor, es un uso mutuo y desechable,
es un encuentro para obtener una ganancia de una parte y
de la otra, un desahogo o satisfacción momentánea.

129
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

2) La prostitución despoja a la sexualidad de una de sus cualidades


esenciales y bellas: la relación de entendimiento y crecimiento
mutuo de la pareja, por lo que se convierte prácticamente en
una actividad inhumana.
3) La prostitución tiene un alto índice de incidencia en la prolife-
ración de infecciones de transmisión sexual y en particular del
VIH-SIDA.

¿Trabajadores y trabajadoras sexuales?


Este fenómeno está tan extendido que se le reconoce como LA
INDUSTRIA DEL SEXO, y ha dado lugar a que surja un fuerte debate
acerca de los derechos que pueden tener o no quienes practi-
can esta labor.
Prostitutas, prostitutos (se ha hecho común llamar gigolo y
scort a los jóvenes acompañantes de mujeres adultas) y algunas
organizaciones sociales y políticas exigen que se les reconozca como
trabajadoras y trabajadores, con derecho a la seguridad social y a
la jubilación; ellas y ellos reclaman protección de todo tipo ante
los abusos a que son sometidos por quienes los controlan, por
clientes y por las autoridades. Este es un mundo donde existe el
secuestro de personas, que son obligadas a ejercer la prostitu-
ción, manteniéndolas encerradas y sin documentos. También abun-
dan las amenazas, los golpes, la coerción y el asesinato.
La Coalición Internacional Contra el Tráfico de Mujeres sos-
tiene diez razones por las cuales no se debería legalizar la prosti-
tución:
1) La legalización / despenalización de la prostitución es un rega-
lo para los proxenetas, los traficantes y la industria del sexo.
2) La legalización / despenalización de la prostitución y de la in-
dustria del sexo promueve el tráfico sexual.
3) La legalización / despenalización de la prostitución no supone
un control de la industria del sexo, la expande.
4) La legalización / despenalización de la prostitución aumenta la
prostitución clandestina ilegal y la prostitución de la calle.
5) La legalización de la prostitución y la despenalización de la in-
dustria del sexo promueve la prostitución infantil.
6) La legalización / despenalización de la prostitución no protege a
las mujeres que están en la prostitución.
7) La legalización / despenalización de la prostitución aumenta la
demanda de la prostitución. Incentiva a los hombres a comprar
a las mujeres por sexo, en un entorno social más permisible y
de mayor aceptabilidad.
8) La legalización / despenalización de la prostitución no promue-
ve una mejora de la salud de las mujeres.

130
La sexualidad en el misterio del ser humano

9) La legalización / despenalización no aumenta las posibilidades


de elección de las mujeres.
10) Las mujeres que están dentro de la prostitución no quieren
que se legalice o despenalice la industria del sexo.
Con gran tristeza se debe reconocer la variedad de circuns-
tancias que se dan en este mercado para las prostitutas y los
prostitutos:
• Algunos de ellos escogen libremente el trabajar en este mer-
cado por falta de valores morales y espirituales, ocasionada por
diversas razones.
• Otros llegan a alcanzar ingresos y condiciones de trabajo muy
buenos.
• Coacciones y engaños llevan a algunos jóvenes y mujeres a ser
una especie de esclavos, que sufren explotación y abusos ex-
tremos.
• La pobreza extrema obliga a muchos a introducirse en este
mercado, cuando no se tienen nivel educacional ni oficios.
Generalmente en este caso y en el anterior las personas pro-
ceden de zonas rurales o pueblos pequeños.
• La Organización Internacional del Trabajo ha recomendado re-
conocer la variedad de circunstancias y proceder de manera
que –para los adultos que han escogido libremente trabajar en
el sector del sexo– la preocupación política debería centrarse
en mejorar sus condiciones de trabajo y de protección social, a
fin de garantizar que gocen de los mismos derechos laborales y
de los mismos beneficios que los demás trabajadores y trabaja-
doras. Para quienes han sido sometidos a la fuerza, el engaño o
la violencia, la prioridad debería ser rescatarlos de esa situa-
ción, rehabilitarlos y reintegrarlos a la sociedad.
La Organización Internacional del Trabajo aconseja en su sección
The Sex Sector:
Centrarse en las estructuras que sostienen la prostitución, no en
las prostitutas: cualquier enfoque razonable del sector sexual no
puede centrarse solo en las prostitutas consideradas individualmen-
te. Una respuesta eficaz requiere medidas dirigidas a los funda-
mentos económicos y sociales del fenómeno. La cruda realidad es
que el sector del sexo es un gran negocio, bien atrincherado en las
economías nacionales y en la economía internacional, con estruc-
turas notablemente organizadas y con vínculos con otros tipos de
actividad económica legítima. La prostitución también está
enraizada en un doble rasero de moralidad para los hombres y para
las mujeres, así como en el sentimiento de gratitud o de obligación
que los hijos tienen hacia sus padres.

131
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

La OIT sugiere que el reconocimiento oficial de la prostitución,


incluyendo el registro de quienes se dedican a esta actividad, sería
sumamente útil para valorar, por ejemplo, la problemática sanitaria
del sector, decidir el alcance y la magnitud de las políticas de mer-
cado necesarias para tratar con quienes trabajan en él y estudiar
las posibilidades de extender la fiscalización a muchas de las lucra-
tivas actividades asociadas al sector del sexo. Asimismo es impor-
tante reconocer que las políticas para la promoción del turismo, la
exportación de mano de obra femenina a otros países en busca de
empleo, la promoción de las migraciones del campo a la ciudad para
proporcionar una mano de obra barata a una industrialización orien-
tada a la exportación, etcétera, combinadas con las crecientes des-
igualdades de las rentas y la falta de redes de seguridad social,
pueden estar contribuyendo indirectamente al crecimiento del
sector del sexo.
La OIT advierte que las dimensiones sanitarias del sector del sexo
son demasiado graves y urgentes para ignorarlas. Si bien se ha de-
sarrollado una alta conciencia de la amenaza del VIH-SIDA, los or-
ganismos estatales pueden que sigan ignorando aún el sector del
sexo. Cualquier programa sanitario dirigido al sector no puede li-
mitarse a las prostitutas. Deberían abordarse también medidas orien-
tadas a sus clientes, teniendo en cuenta que la cadena de
transmisión –desde el sector del sexo a la población– incluye perso-
nas que practican el sexo sin protección alguna con sus esposas o
con otras personas (vea http://www.ilo.org).

La explotación sexual y comercial infantil


Este tipo de comercio se ha convertido en una verdadera epidemia
mundial, que introduce a personas de todas las clases sociales.
Parece increíble, pero no lo es, el hecho de que tantos seres huma-
nos se involucren en este tipo de actividad, es una muestra más de
hasta qué punto puede llegar la bajeza humana.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poder tra-
bajar sobre este y otros asuntos relacionados con los menores, con-
sidera la etapa infantil desde el nacimiento hasta los dieciocho años.
Las niñas y los niños son usados tanto para la pornografía como
para la prostitución.
Se calcula que en la actualidad existen cien millones de meno-
res sometidos a esta explotación y que esta cifra va en aumento; las
regiones que aportan la mayor cantidad de ellos son el sudeste
asiático, África, América Latina y el Caribe. Como ejemplo signifi-
cativo citaremos la cantidad de niñas y niños que son explotados en
algunos países: Países Bajos, mil; India, entre cuatrocientos mil a

132
La sexualidad en el misterio del ser humano

quinientos mil; Tailandia, más de ochenta mil; Filipinas, setenta y


cinco mil; Bogotá, capital de Colombia, tres mil; República Domini-
cana, veinticinco mil cuatrocientos; París, tres mil (niñas solamen-
te); Chile, cuatro mil; y Sri Lanka, veinte mil. Las regiones campesinas,
debido a la ignorancia de sus pobladores, son las más afectadas (tan-
to por la pobreza que obliga a algunas familias a dar sus hijos para
poder sobrevivir o pagar las deudas, como por el hecho de ser some-
tidos los familiares a engaños sobre el futuro de sus hijos e hijas).
Prácticamente ningún país se libra de este problema, que se ha con-
vertido también en un fenómeno global.
Existe un gran tráfico internacional de menores con o sin el con-
sentimiento de sus familiares, incluso mediante la violencia y el se-
cuestro. También voy a ejemplificar esto con algunas cifras y lugares:
de los niños que ejercen el comercio sexual en Tailandia el 63 por
ciento son producto del tráfico nacional y el 37 por ciento del tráfico
internacional; en India el 20 por ciento, de ciento cincuenta y tres
mil niños, son producto del tráfico con países cercanos como Nepal
(los estudios permiten conocer que han sido sacados de allí entre
cien mil y doscientos mil); Colombia, Venezuela y República Domi-
nicana son países que también aportan a este tráfico, entre otros
muchos.
Las principales causas de este desastre son: la pobreza junto
con la falta de oportunidades, disparidades económicas; estructu-
ras socioeconómicas injustas; carencia de educación; la creciente
cultura del consumismo; migración del campo a la ciudad; discrimi-
nación hacia el género femenino; desintegración familiar; guerras;
carencias de estructuras de servicio social; violencia sexual familiar
y extrafamiliar; pérdida de valores morales; el consumo de drogas;
conducta sexual masculina irresponsable; turismo sexual; prácticas
tradicionales nocivas; existencia de la delincuencia que se dedica a
los niños; las redes delictivas regionales y mundiales entre cuyos
objetivos se encuentran las niñas y los niños; corrupción y colusión
de funcionarios estatales; insuficiencia de leyes adecuadas y la flo-
jedad con que se aplican las existentes. Además, existen abundan-
tes pruebas de la participación de las familias en esta explotación.
Hay cientos de sitios en internet dedicados a la pornografía
infantil y ya no es sorpresa la cantidad de centenares de miles de
personas de todo tipo que visitan dichos sitios.
Los lugares donde se practica la prostitución infantil son: ca-
lles, carreteras; algunas escuelas e instituciones de asistencia so-
cial, públicas y privadas; supermercados, parques, plazas, casas de
citas, moteles, centros para dar masajes, saunas, restaurantes, ba-
res y discotecas, entre otros. También existe la modalidad de chicas
y chicos de compañía, quienes supuestamente acompañan a “fa-
miliares” y “amigos” en viajes y vacaciones.

133
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

En algunas partes del mundo los turistas sexuales y otras per-


sonas tienen la falsa creencia de que tener sexo con los menores es
más seguro, pues no serán contagiados con una enfermedad de
transmisión sexual, e incluso ciertas personas buscan niñas que
sean vírgenes, lo que supone una seguridad mayor. Todo esto lleva
a que los precios suban y además, a que las personas sean engaña-
das, porque los negociantes someten a algunas niñas durante va-
rias ocasiones a cirugías de himen, para alquilarlas una y otra vez
como vírgenes. Lo que tampoco saben estos clientes es que los
niños son físicamente más vulnerables a las infecciones de trans-
misión sexual, debido a que por lo común sufren lesiones internas,
porque los clientes los obligan a tener sexo sin condón y porque
sus jóvenes membranas son más porosas y por tanto más suscepti-
bles a infectarse. La Organización Mundial de la Salud estima que
hay más de un millón de niños padeciendo de VIH-SIDA.
Las consecuencias físicas, psíquicas, espirituales y morales que
la explotación sexual trae a los niños involucrados son gravísimas,
ya que sufren maltratos verbales y físicos (golpes, quemaduras, tor-
turas, falta de alimentos...), los circunscriben a espacios cerrados y
sin luz, que los llevan hasta sufrir discapacidades físicas. Se suman
la exposición a las infecciones de transmisión sexual, entre ellas el
VIH-SIDA; en la hembra el cáncer cervical, los embarazos precoces
y la mortalidad materna. Todos pierden su infancia, su dignidad y
su futuro, además de cargar con el estigma social de lo que han
hecho. Al perder una etapa formativa tan importante y sufrir todo
tipo de agresiones, para las cuales no tienen madurez, pierden su
autoestima, desaparece la confianza en los adultos y el trauma que
han sufrido lleva a muchos de ellos a desarrollar depresión, volverse
agresivos, perder el control de sí mismos, inclinarse a la
automutilación y con frecuencia llegan al suicidio. Esto posibilita
que también sean sometidos a otros tipos de explotación. Es muy
difícil, cuando no imposible, la rehabilitación de la mayoría de estos
niños y niñas.
Algunas de las instituciones reconocidas por luchar contra este
negocio son: ECPAT Internacional, Defense of the Child International,
Fundación Red Solidaria Azul y Blanca, Basta de Pornografía, UNICEF.
A continuación, aparecen unos fragmentos de la ley de Protección
a las Víctimas del Tráfico de Seres Humanos y la Violencia, aprobada
por el Congreso de Estados Unidos en el año 2000:
(1) Al comenzar el siglo XXI la degradante institución de la esclavitud
subsiste en todo el mundo. El tráfico de seres humanos es una forma
moderna de esclavitud y es la mayor manifestación de la esclavitud
actualmente [...].
(2) Una gran parte del tráfico de seres humanos tiene como fines el
comercio sexual internacional frecuentemente impuesto por la fuer-

134
La sexualidad en el misterio del ser humano

za, el engaño o la coerción. La industria del sexo se ha extendido


rápidamente durante las últimas décadas. Esta comprende la explota-
ción sexual de personas, predominantemente mujeres y niñas, en acti-
vidades relacionadas con la prostitución, la pornografía, el turismo
sexual y otros servicios comerciales de índole sexual. La baja condi-
ción en que se encuentra la mujer en muchas partes del mundo ha
contribuido al florecimiento de esta industria de tráfico de seres hu-
manos [...].
(4) Las víctimas de los traficantes son principalmente mujeres y niñas,
quienes se ven afectadas en forma desproporcionada, por la pobre-
za, la falta de acceso a la educación, el desempleo crónico, la discrimi-
nación y la ausencia de oportunidades económicas en los países de
origen. Los traficantes atraen a las mujeres y las niñas para atraparlas
en sus redes, con promesas falsas de condiciones decentes de trabajo
y remuneración relativamente buena como nodrizas, sirvientas, baila-
rinas, trabajadoras en fábricas o restaurantes, vendedoras y modelos.
Los traficantes también compran niños de familias y los venden para la
prostitución, varios tipos de trabajo forzoso o servidumbre.
(6) A las víctimas a menudo se las fuerza por medio de la violencia
física, a realizar actos sexuales o someterse a trabajar como esclavas.
Este uso de fuerza incluye violación y otras formas de abuso sexual,
tortura, hambre, prisión, amenazas, abuso psicológico y coerción.
Cada vez con mayor frecuencia el tráfico de seres humanos lo realizan
grupos criminales organizados y refinados. Este tipo de tráfico es la
fuente de ingreso de más rápido crecimiento para el crimen organiza-
do en todas partes del mundo [...].
(11) Este tráfico expone a las víctimas a graves riesgos de salud. Las
mujeres y los niños que son objeto del tráfico en la industria del sexo
están expuestos a enfermedades fatales, incluso el VIH y el SIDA.
Algunas veces las víctimas de este tráfico sucumben al exceso de tra-
bajo o al maltrato físico [...].

Aportadores de soluciones
Los que pueden contribuir a solucionar los problemas que hemos
descrito son: los tomadores de decisiones políticas internacionales
y nacionales, quienes con su voto contribuyen a aprobar leyes apro-
piadas para estos asuntos, los padres y otros familiares, los profesio-
nales de la comunicación, los educadores, las iglesia y otros grupos
religiosos y la sociedad civil en general. Dios nos ayude a todas y a
todos para sentirnos incluidos a ser parte de la solución.
El Primer Foro Sobre Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adoles-
centes tuvo como lema:
HAY SILENCIOS QUE NO PUEDEN QUEDAR EN SILENCIO.

135
Mujer golpeada por su esposo.
SEXUALIDAD Y VIOLENCIA

Cada uno de nosotros puede utilizar un proceso perverso [...]


Un individuo perverso, en cambio, es permanentemente perverso;
se encuentra fijado a ese modo de relación con el otro y no se
pone a sí mismo en tela de juicio en ningún momento.
Aún cuando su perversidad pase desapercibida durante algún
tiempo, se expresará en cada situación en la que tenga que
comprometerse y reconocer su parte de responsabilidad, pues le
resulta imposible cuestionarse a sí mismo. Estos individuos solo
pueden existir si desmontan a alguien: necesitan rebajar a los
otros para adquirir una buena autoestima y, mediante esta, adquirir
el poder, pues están ávidos de admiración y de aprobación.
No tienen ni compasión ni respeto por los demás, puesto que su
relación con ellos no les afecta. Respetar al otro supondría
considerarlo en tanto que ser humano y reconocer el sentimiento
que se le inflige.
MARIE-FRANCE IRIGOYEN

Existen en la Biblia dos relatos paralelos interesantes y a la vez


muy trágicos que se encuentran en Génesis (19: 1-28) y en Jueces
(19: 22-30). Ambas narraciones se refieren a extranjeros que viajan
y que son invitados a pasar la noche en hogares hospitalarios, pero
un grupo mayoritario de hombres de la comunidad irrumpe frente
a las viviendas para exigir el tener relaciones sexuales con los visi-
tantes masculinos. En el primer caso el padre de familia, para evitar
la infamia contra los hombres que cobija, ofrece a sus hijas para
que estos sacien sus deseos sexuales. Finalmente esta situación
fue evitada y con posterioridad todos los habitantes del lugar y el
lugar mismo fueron arrasados por fuerzas no humanas. El segundo
incidente le ocurrió a un hombre que viajaba con su concubina y la
diferencia consistió en que para evitar que el hombre fuese viola-
do, la mujer que le acompañaba fue empujada fuera de la casa y en-
tregada al deseo desenfrenado de quienes la abusaron sexualmente
toda la noche. Al amanecer ella llegó agonizante al portal de la
casa donde murió; entonces su amante la cortó en pedazos y la
envió a sus coterráneos, quienes se vengaron con crueldad de sus
agresores.
Estos dos textos han sido usados como argumentos contra los
hombres homosexuales: en el primero de los casos porque trata-
ron de violar a los visitantes masculinos y en el segundo, en el que
los ofensores resultaron ser bisexuales pues violaron a la mujer,
para sostener que no se trató de intentos de violación homosexual

137
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

sino de una falta grave a la cultura establecida contra la hospitali-


dad que era un mandamiento por parte de Dios.
A mí me llama mucho la atención el hecho de que quienes
sostienen una cosa o la otra no descubren lo más obvio y esencial
que es la violencia sexual y de género que evidencian ambos rela-
tos, aunque no se pueda ocultar la conducta homosexual y bisexual
de los hombres de ambas poblaciones. Violencia sexual porque se
trataba de actos sexuales sin consentimiento de una de las partes y
violencia de género porque en ambos casos las mujeres fueron ofre-
cidas como objetos sexuales para salvar a los hombres. Además, la
venganza que se realiza en el segundo episodio tiene como motivo
el ultraje que había sufrido el hombre cuando abusaron sexualmente
de su concubina y provocaron su muerte. Hubo más, el hombre
cortó en pedazos a su amante y dichos pedazos fueron usados como
mensajes de su furia al serle amenazada su integridad y violada su
propiedad. Quizás la mención de que dicha concubina le hubiera
sido infiel una vez, sirve para justificar en parte lo que ella tuvo que
sufrir, pues indudablemente una mujer que engañaba a su marido
o a su amante estaba condenada a muerte.
Aunque para algunos resulte sorprendente y hasta desagrada-
ble, la Biblia, como parte de lo que Dios revela, descubre la manipu-
lación de que fue objeto, tal vez inconscientemente, aun por
quienes trataron de conservar sus verdades, pero fallaron al querer
reconocer una cultura patriarcal y violenta como parte de dicha
revelación. Esa es la razón por la cual hay que cernir bien fino y
examinar con acertada visión, las impurezas que se dan en uno u
otro lugar de las Sagradas Escrituras, pero que finalmente confir-
man el hecho irrefutable de que la maldad humana no debe sor-
prendernos comoquiera y dondequiera que aparezca.
En la Biblia encontramos muchos textos que justifican la vio-
lencia sexual y de género, lo que constituye una evidencia muy
clara de lo que no debe ser y que sin embargo los seres humanos
realizamos, entre otras cosas, y que se evidencian en la injusticia
del patriarcado. Sirva para demostrar lo que sostengo, entre otros,
los siguientes textos bíblicos: sobre la creación del hombre y la
mujer existen dos versiones, una en Génesis (1: 27) donde se habla
de la creación del hombre y de la mujer en condiciones de igual-
dad, y (2: 21-23) la creación de ambos seres se expresa sobre la
base de la desigualdad y dominación del hombre sobre la mujer;
otro texto significativo está nada más y nada menos que en los Diez
Mandamientos y sitúa a la mujer como una esclava o una cosa más
cuando dice: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la
mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su
burro, ni nada que sea de tu prójimo” (Éxodo 20: 17), el prójimo es

138
La sexualidad en el misterio del ser humano

definido aquí como un hombre, lo cual por cierto no coincide con


la definición que de él hace Jesucristo (cf. Lucas 10: 25-36).
En realidad la base del conflicto es que la violencia en el ámbito
de la sexualidad se produce también e inexcusablemente como
producto de la aspiración al poder y su ejercicio de una manera
injusta, sin misericordia o compasión, hecho que degrada a los más
débiles o sometidos. La contrapartida de la ambición de poder y del
poder mal usado, aquello que lo rectifica, domina, guía y derrota si
es necesario, es precisa y únicamente el amor, pese a que el prime-
ro en repetidas ocasiones trata de disfrazarse como si fuera el se-
gundo. ¿Qué lo desenmascara? Siempre lo manifiesta la evidencia
de si lo que hace contribuye o no al bienestar somático (físico o
corporal), psíquico y espiritual de las personas, pues los ámbitos
sociocultural, económico, político y religioso son condicionantes,
pero nunca sustituyen a las personas en importancia. Lo que le
ocurra a las personas será la prueba de lo bueno de su condición o
del poder que podamos ejercer sobre ellas.
La violencia en el ámbito de la sexualidad, a pesar de los múlti-
ples esfuerzos que se realizan por descubrirla, queda oculta en la
política, la economía, la cultura, la religión y otros muchos campos
de la creatividad y acción humanas. Destruye personas, hogares y
familias; pero se le trata como algo de índole personal y hasta natu-
ral dentro de las relaciones entre las personas. Mientras las guerras
y el terrorismo ocupan en los medios masivos de comunicación un
lugar relevante, la violencia a la cual nos referimos queda reducida
a ámbitos especializados y a la crónica roja que crea y atrae con un
sadomasoquismo complaciente:
A lo largo de la vida, mantenemos relaciones estimulantes que nos
invitan a dar lo mejor de nosotros mismos, pero también mantenemos
relaciones que nos desgastan y que pueden terminar de destrozarnos.
Mediante un proceso de acoso moral, o de maltrato psicológico, una
persona puede hacer pedazos a otra. El ensañamiento puede conducir
incluso a un verdadero asesinato psíquico. Todos hemos sido testigos
de ataques perversos en uno u otro nivel, ya sea en la pareja, en la
familia, en la empresa, o en la vida política y social. Sin embargo
parece como si nuestra sociedad no percibiera esa forma de violencia
indirecta. Con el pretexto de la tolerancia nos volvemos indulgentes
(Irigoyen, 11).

Víctimas de la violencia sexual


Las víctimas de la violencia sexual son:
tanto las mujeres casadas como las solteras, adolescentes y
niñas;
hombres adultos, adolescentes y niños;

139
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

gays, lesbianas, transexuales, transgéneros y travestis;


prostitutas y prostitutos.
Un informe publicado por el Foro de Población de la ONU pone en
claro que dentro de este tipo de violencia UNA DE CADA TRES MUJERES EN
EL MUNDO SUFRE MALOS TRATOS O ABUSOS SEXUALES.

Los hombres que abusan a sus esposas o compañeras vienen de todas


las clases sociales, socio-económicas, de todas las razas o etnias, reli-
giones y estilos de vida. El agresor puede ser un obrero, alguien con
una carrera profesional, puede ser un hombre que bebe alcohol o que
nunca bebe, puede ser cristiano o de cualquier otra religión, inclusive
ateo. El abusador puede ser un buen padre, un buen proveedor, sobrio
y respetado en su comunidad y miembro respetado de su congrega-
ción religiosa, puede ser encantador y extrovertido (West, 16).
Algunas realidades y suposiciones sobre la violación sexual
Usted está seguro en el trabajo.
Más de 13 000 mujeres son violadas en el trabajo anualmente en EE.UU.
Las violaciones no suceden con frecuencia.
Cada 6 minutos una persona es violada en EE.UU.
La violación no es “gran cosa”.
La violación tiene un efecto devastador en las víctimas y casi una tercera parte
sufren de Post Traumatic Stress Disorder (estrés ocasionado por la violación).
Las violaciones reales son cometidas por extraños.
Un alto número (4 de cada 5 víctimas) conocían a su atacante.
Las mujeres que son violadas es porque ellas mismas se lo buscan.
Nadie, por ninguna razón, merece ser violado. Las víctimas no pueden ser
culpadas por acciones de otras personas.
A menos que se haya usado un arma, no se puede llamar violación.
Siempre que alguien utilice la fuerza en el acto sexual, es una violación.
Fuerza puede ser intimidación, uso de armas, drogas,
alcohol o si la víctima es menor de edad o discapacitado.
Si él pagó con la cena, ella tiene que pagar con el sexo.
Nadie “debe” sexo a nadie por ninguna razón.
Si la mujer no se defiende de su atacante, no es realmente violación.
Cualquier acto sexual forzado es una violación. No importa si la víctima
pudo defenderse o no.
Si la víctima no es virgen, no es una violación.
Aunque la víctima no sea virgen, si fue obligada a tener sexo, es una violación.
Las mujeres acusan de violación porque cambiaron de opinión después de
tener sexo.
La violación es de los crímenes menos reportados en el país. Solo el 16 % es
reportado alguna vez a la policía.
Si hubiera sido una violación, lo hubiera reportado enseguida.
La mayoría de los casos son reportados poco tiempo después de ocurrir. Sin
embargo, un 25 % es reportado a las 24 horas de la violación.

140
La sexualidad en el misterio del ser humano

Ella realmente quería tener sexo, así que estuvo bien utilizar la fuerza.
Todos tenemos el derecho de decir NO o de cambiar de opinión. No
importa qué pasó antes del “NO”.

La violación solo le sucede a mujeres que andan tarde en la noche.


Las violaciones suceden en todas partes: en el trabajo, en el hogar, en los
parqueos y en las escuelas, entre otros lugares.
No conozco a nadie que haya sido violado alguna vez.
Víctimas de violación son médicos, profesores, enfermeras, esposas
de pastores, cajeros, contadores, ingenieros o cualquier otra persona.
La mayoría de las personas conocen a alguien
que ha sido violado, lo que no saben quién es.

Manifestaciones de violencia sexual


contra las mujeres
La violencia conyugal física: golpes, empujones, bofetadas, patadas,
lanzamiento de objetos, fracturas, amarres, desgarros, cuchilladas
y machetazos que pueden dar lugar a incapacidad parcial o per-
manente y a homicidios.
Violencia conyugal emocional y psicológica: cuando se fomentan
sentimientos de culpa y se utilizan burlas, gritos, ofensas, chan-
taje, aislamiento de familiares y amigos, ironías, mentiras, repro-
ches, espionaje, acusaciones, amenazas –de muerte, de quitarle
a los hijos, de abandonarla, de expulsarla de la casa–; cuando no
se le escucha, no se le respeta su opinión, se le impide la recrea-
ción, se le es infiel, se le niega ayuda cuando está enferma, se le
deja en un lugar peligroso, impide que trabaje, se le pide explica-
ción de todo y se le quiebra su confianza, rompiendo las prome-
sas hechas.
Abuso sexual conyugal: este tipo de abuso se manifiesta en la burla
o críticas al cuerpo de la mujer y a sus necesidades sexuales, en
realizar actos sexuales que a ella no le producen placer, en tra-
tamientos o caricias no deseadas, en exigir relaciones sexuales
después de una discusión o golpes, en las exigencias para ob-
servar pornografía, en la provocación de dolor durante el acto
sexual, en exigir relación sexual con amenazas, en impedir el
uso de métodos anticonceptivos o de protección contra infec-
ciones sexuales, en violaciones, en impedir visitas al médico
para chequeos y tratamientos ginecológicos.
Abuso económico conyugal: se produce cuando las fuentes de in-
greso a la familia son exclusiva o mayormente aportadas por el
hombre. Consiste en que este obliga a la mujer a comportarse
en determinadas formas y la penalidad por no hacerlo es ne-
garle a ella y en muchos casos también a los hijos ayuda econó-
mica. Cuando el hombre dueño de la casa puede en muchos
lugares echar a la mujer y a los hijos a la calle, este tipo de acción
produce una forma moderna de esclavitud sexual y de género,
bastante extendida por falta de leyes apropiadas y porque

141
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

muchas mujeres no tienen el valor de denunciar el hecho. En


algunos países menos desarrollados la falta de viviendas para
todos provoca que muchas veces la mujer no pueda irse de la
casa donde es maltratada, debido a que no tendría donde vivir y
ello obliga a una convivencia altamente traumática, que en al-
gunos casos conduce hasta el suicidio. También se incluyen
aquí las amenazas y acciones para quitarle a la mujer sus bie-
nes o destruírselos, la obligación de entregarle sus ingresos, el
control excesivo de la economía, el aporte escaso o nulo del va-
rón a la subsistencia familiar y la supresión a la mujer del dere-
cho a opinar sobre las finanzas de la familia.
Abuso conyugal durante el embarazo: se produce cuando el hom-
bre maltrata de palabras y aun de obras a la mujer embarazada
lo que en muchos casos pone en riesgo la vida de la embaraza-
da y de la criatura que gesta en su vientre.
Agresión física por parte de familiares: los golpes, el acoso sexual y
el incesto.
Agresión psíquica o mental de persona a persona y también desde
sectores sociales: esto incluye el acoso, la intimidación, los des-
precios, las amenazas, las acusaciones falsas y la ridiculización
de la persona.
Crímenes sexuales y de género: estos crímenes no incluyen solo
asuntos de celos o prepotencia. También se dan casos, en algu-
nas mujeres y desviados sexuales, cuyos crímenes ocurren en
el marco de la sexualidad y el género. Sus víctimas son abusa-
das sexualmente, algunas veces con tortura y mutilación. Aquí
se puede incluir el infanticidio femenino que ocurre en algu-
nas regiones donde se prefiere el nacimiento de un varón y no
de una hembra, por lo que se priva de la vida a la recién nacida.
Todavía en algunos países se practica el asesinato de la esposa
por el marido cuando ella no le conviene o después de la muer-
te del marido.
Crímenes para restaurar la honra: también en algunas regiones
del planeta, con la complicidad de familiares y comunidades
enteras, se acude al asesinato de la mujer cuando el marido, la
familia y aun la comunidad consideran que ella no ha respeta-
do lo suficiente al marido o que no está cumpliendo los cáno-
nes establecidos por la sociedad. Esto ocurre mayormente en
algunos sectores donde dominan radicales islámicos en el Me-
dio Oriente y en África, aunque es una antigua práctica que se
llevaba a cabo antes de Cristo aun dentro del pueblo judío, que
se extendió durante la Edad Media y que ha llegado hasta la
actualidad.
Violación: está demostrado que la violación no solo consiste en que
una persona sea obligada a tener relaciones sexuales a la fuer-
za, con amenaza de fuerza o sin su consentimiento, para
el disfrute del agresor; sino que es un acto de violencia para
intimidar a la víctima, donde el violador quiere demostrar su

142
La sexualidad en el misterio del ser humano

control y poder, que es verdaderamente lo que lo satisface. El


por ciento de violaciones de mujeres es muy alto, tanto que en
muchos países desarrollados una de cada cinco mujeres ha sido
violada y no se quedan muy por detrás los menos desarrollados;
en ambos casos ocurre que no se produce la denuncia por la
intimidación del agresor, porque la víctima no quiere que se
conozca en público su humillación, porque no se tiene con-
fianza en la actuación de las autoridades o porque queda psí-
quicamente muy lastimada y no quiere ni recordar el hecho.
Mutilaciones genitales: consiste en suprimir el clítoris y su capu-
chón a la mujer; pero en muchos de los casos se elimina tam-
bién parte de los labios menores (en algunas regiones se los
cosen) o los labios mayores, con el fin de que solamente pue-
dan orinar y salir los residuos de la menstruación. A la forma
más severa se le llama infibulación y consiste en la extirpación
completa de la vulva. Se les practica a niñas y a mujeres con el
fin de destruir el deseo sexual y asegurar que la mujer no ten-
ga relaciones sexuales antes del matrimonio. Según la UNICEF
los cálculos sobre el total de mujeres que han sido sometidas a
la mutilación / excisión genital en África varía entre cien millo-
nes y ciento treinta millones. Alrededor de veintiséis millones
han sido sometidas a la infibulación, la forma más grave de
mutilación / excisión genital femenina. Dadas las tasas actua-
les de nacimiento, esto significa que alrededor de dos millones
de niñas corren el riesgo de sufrir alguna forma de mutilación
/ excisión genital, incluso infibulación, todos los años. Estas
prácticas se han registrado por lo menos en 28 países de África,
en varios grupos de Asia meriodional y oriental y entre algunos
emigrantes a Europa, América del Norte y Australia (vea http:/
/www.unicef.org).
Matrimonio y abandono precoz: el matrimonio precoz tiene lugar
cuando la adolescente o joven es obligada por sus familiares a
casarse o convivir con un hombre cuando ella no quiere, o con
un hombre que ella no ama; se dan casos también de padres
que para prevenir la promiscuidad de sus hijas adolescentes
facilitan la convivencia sexual con algún joven de su agrado. El
abandono precoz se produce cuando la mujer es abandonada
muy poco tiempo después de iniciadas las relaciones matrimo-
niales o de pareja sin que aparentemente existan razones para
ello.
Acoso sexual: se considera acoso sexual el hecho de tratar de soste-
ner conversaciones sobre asuntos relacionados con la sexuali-
dad, realizar proposiciones de índole sexual o tomarse ciertas
libertades, como besar en la mejilla o tocar alguna parte del
cuerpo de la persona sin su consentimiento y que esta se sien-
ta molesta o tensa con dichas acciones. Este proceder no se da
solamente en conversaciones privadas sino que es muy común
en centros de trabajo y de estudio y su objetivo es el de obtener

143
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

favores sexuales de una persona que se vea amenazada de per-


der su empleo, obtener un ascenso, aprobar asignaturas o
mejorar sus calificaciones, molestar a una persona, aprovechar-
se de la indefensión para regalarse momentos de lujuria, etcéte-
ra. Generalmente este es un tipo de conducta masculina
heterosexual aunque también se da en lesbianas, homosexuales
y aun en algunas mujeres heterosexuales. Algunas personas co-
locan en la pantalla de la computadora u ordenador, que usan en
sus centros de trabajo, fotos de mujeres desnudas como una
forma de imponer la exposición de sus preferencias sexuales. La
mayoría de las veces este tipo de conducta no se denuncia por el
temor que siente la víctima a que la consideren conflictiva o
pasar por la vergüenza de hablar sobre el asunto, y por miedo al
ridículo o a la venganza. Acoso sexual también es la exhibición
de los órganos sexuales (exhibicionistas) y aprovecharse de los
amontonamientos de las personas para tocarlas sexualmente.
También los mirones furtivos forman parte de esta conducta.
Esto está asociado a algunas de las parafilias conocidas.
Violencia laboral y escolar: Otros victimarios se encuentran a me-
nudo en personas que ocupan cargos gubernamentales, em-
presariales y en centros de estudios y otros en los cuales,
generalmente los hombres, buscan cambiar favores sexuales
por puestos de trabajo, ascensos, calificaciones y otras facilida-
des. Los cómplices son aquellas personas que facilitan la ac-
ción, que no ayudan a la presunta víctima. Muchas de las
víctimas por verguenza o temor a represalias no denuncian es-
tos hechos.
Tráfico sexual: vea el capítulo “La sexualidad y el comercio”.
Manifestaciones de violencia sexual
contra los hombres
Por parte de otros hombres: violaciones en asaltos callejeros, cuan-
do la persona está inconsciente por motivos de drogas o alco-
hol, en cárceles y campamentos militares, como parte de la
guerra psicológica en los conflictos armados y por guerra de
pandillas, etcétera.
Por parte de mujeres: golpes, insultos y otras vejaciones; negarse a la
relación sexual por conveniencia o castigo, acoso sexual y otros.
Manifestaciones de violencia sexual
contra los menores
Los abusos cometidos generalmente son caricias en los genitales
de los menores o inducirlos u obligarlos a acariciar a la persona
que lo abusa, y puede incluir la penetración vaginal o anal.
El abuso sexual también implica incluir a un menor en la pornogra-
fía y la prostitución.

144
La sexualidad en el misterio del ser humano

Estos actos son realizados contra niñas, niños y adolescentes que


no han alcanzado ni la madurez ni el conocimiento suficientes
como para darse cuenta del alcance de sus actos. Los
perpetradores de tales acciones son adultos o adolescentes que,
con el fin de obtener satisfacción sexual, se valen del engaño,
de ofrecer cosas y aun de la violencia.
Es de importancia conocer que muchos de estos perpetradores
sexuales fueron a su vez abusados cuando eran menores. Este
tipo de atropello causa en la víctima problemas no solamente
físicos sino también psíquicos que se manifiestan en alteracio-
nes de la conducta individual, familiar y social.
Manifestaciones de violencia sexual física y psicológica
contra homosexuales (gays o lesbianas), travestis,
transexuales y transgéneros
Violencia física: agresión y violación.
Violencia psíquica: rechazo social y familiar
Violencia social: sufren muchas discriminaciones para obtener tra-
bajo y escalar posiciones en sus centros laborales, y lo mismo
pasa en cuanto a los estudios. Muchas veces son objetos de
burlas y rechazos en las calles, los vecindarios, los centros labo-
rales, las escuelas y también por parte de la familia.
Manifestaciones de violencia sexual física y psicológica
contra prostitutas y prostitutos
Violencia física: golpes, encierros, trabajo excesivo y falta de aten-
ción a su salud física y mental por parte de sus explotadores.
Golpes por parte de sus parejas.
Violencia psíquica: sufren desprecio y vejaciones por parte de mu-
chas personas e instituciones. Muchas veces se ven obligados al
consumo del alcohol y las drogas debido al medio en el cual se
desempeñan y por la depresión causada al perder su
autoestima.
Violencia social: sufren múltiples discriminaciones y abusos.
Manifestaciones de violencia sexual física y psicológica
contra la mujer adulta mayor o anciana
Este tipo de violencia se produce cuando su compañero tiene una
erección nocturna y obliga a la mujer a tener una relación sexual
para la cual ella no está preparada ni psíquica ni físicamente ya
que puede no desearla en ese momento; por la ausencia de cari-
ño y caricias ella no siente excitación ni tiene lubricación algu-
na, lo cual le provocará molestias o dolor vaginal. La mujer por lo
general cede ante los deseos de su compañero, pero en realidad
lo que está aconteciendo es un abuso sexual o violación.

145
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Consecuencias de la violencia sexual


Según estudios realizados en diversos países las consecuencias de
la violencia afectan psíquica y físicamente a la persona y en muchos
casos el daño es permanente.

Algunos de los efectos de violencia sexual


contra las mujeres

Psíquicas y sociales:
depresión;
falta de apetito;
pesadillas;
falta de sueño;
afectación de la autoestima;
daño al desarrollo de la personalidad;
falta de control de las emociones;
afectación de las relaciones interpersonales con la pareja, la
familia y otras personas;
sentimientos de culpa;
desprecio del cuerpo propio;
afectación de la capacidad para el aprendizaje;
disfunciones sexuales como la falta de deseo sexual y la aver-
sión a la sexualidad;
dependencia del alcohol y de otras drogas;
tendencia al suicidio.
Corporales:
falta de lubricación vaginal;
inflamaciones pélvicas;
trastornos cardíacos;
problemas urinarios;
colon irritable;
dolores de espalda;
jaquecas.
Algunos de los efectos de violencia sexual
contra los menores

Psíquicas y sociales:
trastornos del sueño: pesadillas, dificultad para dormir o difi-
cultad para despertarse;
culpa y vergüenza;
ansiedad;
baja autoestima;
conducta autodestructiva;
agresividad dentro y fuera de la familia;
en la escuela: comportamiento antisocial, retraimiento, pro-
blemas con el aprendizaje, fugas;

146
La sexualidad en el misterio del ser humano

fugas de la casa;
automutilaciones;
crueldad;
conductas delictivas;
comportamientos regresivos como la enuresis (incontinen-
cia de la orina), encopresis (incontinencia fecal), rabietas y
gimoteos;
trastornos por estrés postraumático;
trastornos neuróticos;
intentos de suicidio.
Corporales:
laceraciones o abrasiones en las partes genitales y extragenitales;
infecciones de transmisión sexual;
infecciones en el conducto urinario;
dolor o prurito rectal o genital;
embarazo adolescente.
A largo plazo se pueden presentar algunos de los siguientes problemas:
depresión;
baja autoestima;
sentimientos de culpabilidad y desamparo;
miedos y rechazos;
conducta antisocial;
alcoholismo o drogadicción;
hostilidad no solo hacia el abusador sino también hacia los
padres, porque piensa que no lo protegieron lo suficiente;
ansiedad ante la experiencia de una intimidad física;
intentos de suicidio;
la persona puede convertirse en un abusador de los demás,
incluido el abuso sexual;
posible abandono temprano del hogar, al decidir vivir con otras
personas o casarse;
convivencia con parejas o personas violentas;
falta de deseo sexual;
promiscuidad sexual;
homosexualidad (masculina o femenina);
falta de deseo sexual y de orgasmos;
abandono de la pareja;
prostitución;
trastornos de la personalidad.

VICTIMARIOS Y CÓMPLICES

Resulta increíble y no menos atroz el hecho de que la mayor parte


de los abusos sexuales y las violaciones contra las niñas y los niños
es cometida por familiares cercanos: padres, padrastros, tíos y aun
hermanos; no falta, aunque en menor medida, la violación de un
menor por parte de algún miembro femenino de la familia. A este

147
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

tipo de acción por parte de familiares cercanos se le llama incesto.


Dicho círculo se expande a amistades supuestamente íntimas de la
familia que se aprovechan de esta circunstancia.
Generalmente cuando algún menor es abusado o violado, la
persona que comete el hecho lo amenaza diciéndole que si lo ha-
bla le traerá consecuencias muy malas con otros familiares y con la
sociedad. Esta es una gran razón para que los padres, las madres y
otros familiares responsables estén atentos a las personas en las que
depositan su confianza y también en algunos cambios en la conducta
de la niña o del niño que puedan evidenciar que ha sucedido algo no
saludable para ellos; esto es más fácil cuando los padres han manteni-
do una buena comunicación con los hijos sobre los asuntos sexuales.
La mayoría de las veces se da el caso de que otros familiares y aun
el padre o la madre del menor, o ambos, saben lo ocurrido pero no
realizan ningún tipo de acción. En el caso de las esposas cuyos maridos
hayan sido los abusadores o violadores se mantienen en silencio para
no buscarse un problema matrimonial. Los familiares callan también,
se hacen cómplices con su silencio y sus acciones porque no quieren
avergonzar a la familia, o no tienen otro lugar adonde ir. Otras veces
callan porque no tienen cómo mantenerse ellos solos y dependen del
victimario. Pero el silencio o la complicidad son crímenes por el daño
que le causan al menor, que puede llegar a ser irreparable dados los
efectos devastadores que provoca en su psiquis.
Existen personas, casi exclusivamente hombres –llamados
depredadores sexuales– que por una razón u otra se dedican al asal-
to y a la violación sexual en calles, en casas y centros de trabajo. Son
personas muy peligrosas, por lo que deben tomarse precauciones si
se sospecha de alguien; de conocerse algún acto perpetrado por uno
de ellos debe ser denunciado de inmediato a las autoridades.
Algunos de los efectos de violencia sexual
contra los hombres

Son muy pocos los datos que hemos encontrado porque este fenóme-
no, debido a razones culturales se trata muy poco. De todas formas se
sabe que es mucho más frecuente y numeroso entre los hombres que
lo que se piensa y que les provoca traumas psíquicos y físicos.

Algunos de los efectos de violencia sexual


contra los homosexuales (gays o lesbianas), travestis,
transexuales y trangéneros

Debido a la cultura en la cual nos hemos desarrollado existe una


gran violencia psíquica y física contra muchas de estas personas, lo
que les provoca traumas psíquicos y físicos. Es muy alta la inciden-
cia y persistencia de los primeros.

148
La sexualidad en el misterio del ser humano

Algunos de los efectos de violencia sexual


contra las prostitutas y los prostitutos

Este es un ámbito muy violento dada la explotación a que son so-


metidas dichas personas, que atenta gravemente contra su inte-
gridad física, psíquica y espiritual y que impide a algunas salir de
este círculo y recuperarse de los daños. Es de gran importancia la
asistencia médica y de otros especialistas en estos problemas co-
nectados con la violencia sexual y de género.

Ámbitos más frecuentes de la violencia sexual


Matrimonial: debido a la cultura de género a favor del varón, conse-
cuencia de una estructura patriarcal que ha sido sostenida por
siglos y en la que las religiones han participado, se entiende
que el hombre es superior y por lo tanto tiene el dominio so-
bre la mujer sometida. Muchas veces cuando el hombre no se
ve obedecido o complacido llega a pegarle, fenómeno que con-
vertido en hábito puede conducir a serias golpeaduras, heridas
y hasta la muerte de la mujer. Todo se agrava con el consumo
del alcohol, las drogas y el estrés que pueda estar sufriendo el
hombre.
Familiar: las familias tienen una gran responsabilidad en cuan-
to al uso de la violencia tanto por el contenido de las ense-
ñanzas que dan a los niños y adolescentes como por los
ejemplos que ellos pueden experimentar en el hogar y en
otros familiares. Un niño o adolescente educado familiar-
mente como una especie de depredador o cazador sexual
con respecto a las hembras, o que aun la propia madre le
enseñe a ser duro con las mujeres, hará esto si no concu-
rren circunstancias que puedan cambiar su manera de pen-
sar.
Centros laborales: lamentablemente en muchos centros labo-
rales tanto las mujeres como las personas que tienen otras
preferencias sexuales –gays, lesbianas y transgéneros– son
tratados sin la consideración que merecen. En muchos de
estos lugares el acoso sexual es tan frecuente que llega a
ser algo normal, como también las ofensas al pudor y las
agresiones verbales (bromas de mal gusto, el choteo y
otros). Directores, gerentes, administradores y otras per-
sonas con determinadas responsabilidades, con reiteración
abusan de su poder, tratando de conseguir favores sexua-
les a cambio de ocupar o mantener un puesto de trabajo. A
veces la moral llega a ser tan baja que las relaciones sexua-
les se realizan en horas laborales y con el consentimiento
de los jefes. La exhibición de materiales pornográficos y el
uso del alcohol son utilizados como trampas para hacer caer
a las menos expertas o para debilitar la resistencia de las
que no quieren realizar aquello que se les sugiere o exige.

149
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Centros de estudio: los centros de estudio de nivel secundario


y mayormente preuniversitario, universitario y técnico, en
los cuales hay internados, han sido y serán lugares propi-
cios para una mayor relación entre hembras y varones. Como
a más edad hay más libertad, esto facilita no solo las rela-
ciones sexuales de muchos jóvenes que se aman sino de
otros muchos que hacen de la sexualidad un juego o una
diversión irresponsable sin llegar al matrimonio. Lo más
peligroso en algunos planteles estudiantiles ocurre cuan-
do se relaja la disciplina –por falta de valores morales o por
falta de condiciones materiales– a tal punto que todo pu-
dor llega a ser prácticamente imposible. A veces en estos
centros muchas jovencitas son prácticamente conducidas
a una no deseada primera relación sexual. Se practica la
promiscuidad y las relaciones sexuales frente a los demás.
Se han conocido casos en que las hembras son violadas por
los varones o por algunos profesores. UNA GRAN CANTIDAD DE
VIOLACIONES OCURREN EN LAS UNIVERSIDADES.
Grupos minoritarios:
Cárceles: lamentablemente muchas cárceles padecen de dos
grandes problemas: uno es que los dormitorios y otras de-
pendencias no tienen las condiciones necesarias, y reclusos
y reclusas son vejados y violados por otros prisioneros o por
sus custodios, o tienen que pagar favores y servicios por
medio de relaciones sexuales. Muchos son los escándalos
que se han dado en diferentes partes del mundo debido a
estas circunstancias. Y el otro es que la falta de realización
sexual incide en la violencia sexual, además de la mala edu-
cación que en este sentido se recibe en los lugares donde
están recluidos.
Guerras: como dijo Winston Churchill, “La primera baja en una
guerra es la verdad”, y entre las verdades que perecen está
el ocultamiento de muchos abusos sexuales cometidos por
soldados, tropas irregulares y otras fuerzas represivas con-
tra la población femenina, en muchos casos orientados o
permitidos por el mando, como parte de la guerra psicoló-
gica contra el enemigo; los ejemplos en la actualidad son
muchos y escalofriantes. Otro asunto notorio está relacio-
nado con las instalaciones militares y la prostitución. Ocu-
rren, entre otras, dos cosas muy dañinas: la primera de ellas
es que muchas mujeres jóvenes son obligadas y hasta es-
clavizadas para ejercer la prostitución entre los soldados,
por comerciantes inescrupulosos y el crimen organizado;
la segunda es la cantidad de maltratos y vejaciones que es-
tas mujeres y también hombres prostituidos sufren a ma-
nos de los soldados y de sus explotadores. En algunas guerras
los ejércitos de los países agresores han creado prostíbulos
para sus soldados en los que usan a las mujeres del país

150
La sexualidad en el misterio del ser humano

agredido. Los Convenios de Ginebra sobre la guerra afir-


man que “las mujeres serán especialmente protegidas [...]
contra la violación, la prostitución forzada y todo atentado
al pudor”.

Ejemplos estadísticos
Violencia física de los esposos contra la mujer

PORCENTAJES DE MUJERES MALTRATADAS


80
75

70 67

60 58,8
60 56,7
53
50
50 46
44,2
42 42
40

30
23
20

10
10

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

1. BEIJIN 8. JAPÓN
2. UGANDA 9. MÉXICO (CAMPO )
3. TANZANIA 10. MÉXICO (CIUDAD)
4. KENYA 11. ESTADOS UNIDOS
5. SRI LANKA 12. CANADÁ
6. PAPUA NUEVA GUINEA

Fuente: Datos publicados en Internet por Inanna La Febre, bajo el título


Violencia contra la mujer: Una violación de los Derechos Humanos.

Violencia física contra el género femenino


- De manera global se estima que el 28 % de los hombres abusan
de la mujer de una forma o de otra y que más del 90 % de estos
incidentes nunca son dados a conocer a las autoridades.
- Cada 12 segundos una mujer es maltratada por su esposo, no-
vio o amante.
- Por lo menos una de cada cuatro mujeres en el mundo sufre de
maltrato doméstico.
- El 93 % de las víctimas de la violencia doméstica son mujeres.
- El 64 % de todas las mujeres serán maltratadas alguna vez en su vida.
- El 60 % de las mujeres golpeadas están embarazadas.
- El 40 % de las mujeres víctimas de intento de homicidio cono-
cen a su atacante.
- Solo el 1 % de las mujeres golpeadas en el hogar informa sobre
los abusos sufridos.

151
- El 40 % de las mujeres golpeadas por su compañero, llevan por
lo menos veinte años soportando este tipo de abusos, con las
marcas físicas, emocionales y psíquicas que esto significa.
- En el ámbito laboral uno de cada cinco días laborales que pier-
den las mujeres están relacionados con la violencia doméstica.
- Las golpizas son la mayor causa de heridas en las mujeres y son
más frecuentes en ellas que el total de los accidentes automo-
vilísticos, asaltos y violaciones que sufren.
- Cada año dos millones de niñas sufren mutilaciones genitales.
- El maltrato ocurre en todas las culturas, edades, nacionalida-
des y niveles socioculturales.
- Por causa de la violencia más de sesenta millones de mujeres y
niñas sufren cada año.

Estrategias contra la violencia


No cabe la menor duda de que por distintas razones –el comercio
capitalista, la cultura, el deterioro de la familia aunque no sea la
tradicional, algunos sectores religiosos, las manipulaciones políti-
cas y de gobiernos y aun la guerra– se crean las condiciones para la
violencia sexual y de género, situación que se agrava por la falta de
leyes o de interés que muchos gobiernos y sectores muestran.
También la televisión y el cine, cuyas imágenes repetidas crean
patrones de conducta, incitan a la violencia y al sexo sin amor; a lo
anterior se suma el hecho de que la sexualidad humana se ha reba-
jado a algo así como un ejercicio del placer sin responsabilidad algu-
na, que la reduce a la genitalidad y donde la promiscuidad se ve
como algo sin importancia.
Es imprescindible que las organizaciones internacionales para
los Derechos Humanos, la ONU y en particular la UNESCO, junto
con los gobiernos, la sociedad civil en general, las instituciones reli-
giosas y las familias actúen concertada y eficientemente para evi-
tar este sufrimiento no solo masivo sino profundamente personal.

DENUNCIAR ANTE LAS AUTORIDADES COMPETENTES Y PÚBLICAMENTE


ESTAS VIOLACIONES, CONTRIBUYE A DISMINUIRLAS. ¡HAZLO!

152
CALMA LA SED CON EL AGUA
DE TU PROPIO POZO
La sexualidad implica placer e intensidad erótica, pero también
expresa capacidad de juego, ternura y un sentido generalizado de
bienestar […]
La afirmación positiva de nuestra sexualidad conduce a la
comprensión de que, cuando abusamos de nuestra sexualidad, no
es porque hayamos sido demasiado libres o demasiado permisivos
o espontáneos, sino porque nuestra capacidad de intimidad y de
comunicación sensual ha sido forzada o deformada por modelos
de relación manipuladores y no recíprocos. Si no podemos tolerar
la comunicación en el respeto mutuo y la realización mutua, si
preferimos los modelos relacionales de conquista o subordinación,
sadismo o masoquismo, o si estamos bloqueados en modelos de
acción compulsivos, inapropiados y repetitivos, es porque no
hemos sido capaces de encontrar el poder positivo de nuestro propio
ser como personas sexuales.
BEVERLY WILDUNG HARRISON

Lo que conocemos como fe cristiana, cristianismo o cristiandad, de-


beríamos llamarlo judeo-cristiana, pues tiene parte de su fundamen-
to en el judaísmo, surgido con el pueblo hebreo donde se insertó la
fe cristiana. Esa es en parte la razón por la cual los cristianos usamos
las Escrituras Sagradas de los hebreos, llamadas Antiguo Pacto o An-
tiguo Testamento, junto con las que llamamos Nuevo Pacto o Nuevo
Testamento; a la suma de todas las Escrituras le llamamos Biblia.
Es bueno que algunas personas conozcan lo anterior pues los
conceptos bíblicos y teológicos que usamos son parte de la revela-
ción de Dios contenida en la Biblia y que es estudiada y enseñada
por la Iglesia. Entre los conceptos más importantes que podemos
encontrar se encuentran los siguientes: el ser humano es integral
y esto quiere decir que el cuerpo, el alma o el espíritu no pueden
existir separadamente: el ser humano es persona, aunque al refe-
rirnos al mismo le llamemos carne, espíritu, cuerpo, alma, etcéte-
ra. El ser persona es algo más importante y complejo de lo que
muchos creen, pues somos, nada más y nada menos, que imagen
de Dios, hijos e hijas suyos y coherederos con Jesucristo; esto im-
plica una universalidad, un poder y una vocación de la cual unos
saben algo y otros ni se lo imaginan.
Todo lo anterior permite comprender la sabiduría expresada
en los siguientes textos bíblicos:
Y creó Dios al ser humano o a la persona; a imagen de Dios los creó; varón
y hembra los creó (Génesis 1: 27). [...] serán una sola carne [...] (2: 24).

153
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos creó un mismo Dios? [...]
cubren el altar del Señor de lágrimas, llantos y lamentos, porque él no
se fija en su ofrenda ni la acepta de sus manos. Preguntan ¿por qué?;
porque el Señor juzga tu causa con la mujer de tu juventud, a la que le
fuiste infiel, aunque era compañera tuya, esposa por medio de un pacto o
alianza. Uno sólo os ha hecho de carne y de espíritu, ese uno busca
descendencia divina; contrólense y no sean infieles (Malaquías 2: 10-15).
Frente a esta enseñanza uno puede hacerse varias preguntas y tomar
algunas opciones:
Creer que el ser humano es solo un producto de lo biológico y
sociocultural y que entonces no depende de ningún ser supe-
rior o divino, pues nuestros límites existenciales están dados
por nuestra propia capacidad o incapacidad y por la muerte.
Creer que somos producto de una creación, que tenemos una vo-
cación y una responsabilidad hacia lo divino.
¿Tuvo Dios algún propósito específico al crear a las personas varón y
hembra, más allá del sobrevivir de la especie?
¿Por qué Dios repite una y otra vez que el matrimonio monógamo
es signo y símbolo de la relación entre lo humano y lo divino?
Lo anterior queda abierto a la reflexión de los lectores.
Se unirán y serán uno solo es el punto focal de este capítulo.
Cuando Dios habla de unidad se refiere a la unidad en el amor, la
diversidad y la igualdad de posibilidades. Dios es uno en el consejo de la
Santísima Trinidad: Yahvé, Jesucristo y el Espíritu Santo.
Además del propósito de Dios, la pareja humana para poderse rea-
lizar debe abrirse camino a través de dos cosas: la cultura y la posibili-
dad o imposibilidad de la contribución de cada uno de sus integrantes.
Cultura es lo que el ser humano es capaz de hacer y transfor-
mar para bien o para mal; cultura son el arte, los deportes, las cien-
cias, las técnicas, la filosofía, el derecho, la moral, la familia, la
sociedad civil, el estado, la religión...
Todo tiene su tiempo y razón, todas las tareas bajo el sol:
tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de destruir, tiempo de construir;
tiempo de llorar, tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar;
tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras;
tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse;
tiempo de buscar, tiempo de perder;
tiempo de guardar, tiempo de desechar;
tiempo de romper, tiempo de coser;
tiempo de callar, tiempo de hablar;
tiempo de amar; tiempo de odiar;
tiempo de guerra, tiempo de paz. (Eclesiastés 3: 1-8)

154
La sexualidad en el misterio del ser humano

Así somos de contradictorios y la intimidad del matrimonio es una


oportunidad muy especial para enfrentar estas paradojas.
Jesucristo es el mejor ejemplo de la negación dialéctica de una
cultura: “Ha venido para llevar a las personas y a la cultura a su
mayor perfección posible previa a la plenitud de lo que llamamos el
Reino de Dios y que siempre está en nuestro horizonte” (cf. Mateo
5: 17), pues como hebreo nació en la cultura judía y aceptó gran
parte de la misma, pero al mismo tiempo superó otras partes seña-
lándoles errores y contribuyendo a rectificarlos. La mayoría de la
humanidad se encuentra dentro de una cultura patriarcal, que
impone el poder del varón sobre la hembra y que contiene reglas –
para la pareja y para la familia– que van contra la mujer o contra
ambos cónyuges, por esta razón, como hizo Jesús, debemos ejer-
cer un análisis crítico sobre nuestra cultura y superarla en lo que
sea necesario, de manera que la pareja pueda encontrar una mayor
plenitud en su realización.
El emparejamiento o la vida en pareja sin que exista un vínculo
matrimonial es posible y puede darse en las siguientes variantes:
• Vivir juntos con amor pero sin obligaciones familiares.
• Vivir juntos sin amor pero con una convivencia y disfrute sexual
aceptable, con la condición explícita de que el vínculo puede rom-
perse en cualquier momento a voluntad de alguno de los dos.
• Mantener relaciones de pareja casual o pragmática, cuya dura-
ción no será larga.
• Vivir juntos con o sin amor pero con entendimiento y respeto,
al mismo tiempo que se pueden mantener relaciones amables
con los familiares de ambos y sin ninguna obligación.
Los grandes problemas que este emparejamiento afronta es
que tienden a crearse vínculos emocionales por uno de los dos o
por los dos, lo cual lleva a decidir acerca del compromiso y la
durabilidad de sus relaciones, así como el surgimiento de celos cuan-
do uno de los dos crea vínculos con otra persona. Por otra parte, el
emparejamiento generalmente no es una situación propicia para
la confiabilidad y la intimidad, ¿cómo entregarse al otro con todo lo
que uno es si la relación es algo transitorio?, claro eso puede ocurrir
también en el matrimonio, pero sobre eso hablaremos luego.
El emparejamiento como mito cultural por lo regular se hace
para evadir la presión de la costumbre social, tener compañía y rela-
ciones sexuales, pero, ¿cuán agradable puede ser una compañía ines-
table o cuán buena puede ser una relación sexual si se constituye en
una especie de meta para tener orgasmos? ¿Y lo demás qué?
En un mundo que se ha hecho, en lo posible, a la medida de los
hombres, las mujeres se sienten prácticamente obligadas a buscar
o mantenerse junto a un hombre, en una dependencia que ha

155
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

fijado la cultura, aunque dicha relación sea un verdadero desastre


devastador para la personalidad femenina y aun para la familia que
hayan podido crear. Por otra parte, ese mundo varonil también es
una trampa para muchos hombres que no logran alcanzar, para
nada, algunas de las ilusiones que se hicieron para establecer una
relación estable.
Hoy en día estamos experimentando en la sociedad occidental
una promiscuidad cada vez más temprana y al mismo tiempo más
frustrante. En la sociedad oriental abunda todavía el contrato fami-
liar para establecer los vínculos matrimoniales y la sumisión de la
mujer al marido en términos humillantes. El proceso de globalización
mundial, consustancial con el desarrollo humano, está permeando
al oriente y al occidente con los conceptos decadentes de ambos
lados y sigue quedando el reto que plantea la Biblia, en esa forma
tan profunda de plantear la realidad que es la poesía.
En verdad los mitos no son falsedades sino otra forma de acer-
camiento y comprensión de las realidades. Así la vida amorosa y
estable de una mujer y un hombre es un reto a la autocomprensión,
la comprensión mutua y el conocimiento del universo del que for-
mamos parte. Debemos por medio de la comunicación compartir
los espacios y el poder, definir y redefinir objetivos comunes en lo
siempre inacabado y perfectible de lo individual y lo social, que cons-
tituye el ámbito de desarrollo personal.
La fidelidad matrimonial parece una tontería y quizás hasta un
chiste para algunos, porque la cultura patriarcal, decadente ya, ha
enseñado aun desde las mismas familias que “el hombre es para
la calle y la mujer para la casa”, lo cual entre otras cosas significa: la
mujer tiene que serle fiel al hombre pero el hombre puede serle
infiel a la mujer.
Resalta en la lectura del Antiguo Testamento o Antiguo Pacto
de la Biblia cómo, desde los tiempos antiguos hasta la presencia de
nuestro Señor Jesucristo, era común que los hombres tuvieran con-
cubinas. Esto no quiere decir que se perdiera dicha costumbre con
la venida del Señor, pero fue claro Jesús cuando confirmó categóri-
camente que el hombre y la mujer deben ser, como lo dispuso Dios
“Una sola carne” (Marcos 10: 6-8) y esto lo confirma el apóstol Pablo
una y otra vez en I de Corintios (6: 16-18) y Efesios (5: 28-32a).
Una sola carne o un solo cuerpo, desde la revelación de Dios,
significa varias cosas:
El ser humano como individuo, de acuerdo a la revelación divi-
na, no es divisible sino que es una entidad única, que en última
instancia y aun de acuerdo a las últimas investigaciones científicas
solo es energía. En una muy especial organización de la energía, la
organizada como persona, no hay tal cosa como cuerpo-alma-espíri-
tu, ya que todo ello es la manifestación organizada en diferentes

156
La sexualidad en el misterio del ser humano

formas de la misma energía. Los hebreos y otras culturas se refirie-


ron a ello en la antigüedad usando diferentes términos.
El hecho de que Dios haya querido expresar la totalidad del ser
humano por medio de lo femenino y lo masculino obliga de una u
otra manera a un completamiento o complementación, que des-
cubre sobre el misterio del ser que no es posible un desarrollo ni
individualista ni disparejo en cuanto a los géneros, el ser humano
–hombre y mujer– solo puede existir y desarrollarse en relación
con el otro o la otra, con la sociedad, con las otras formas de vida
(animal y vegetal) y aun con lo que hemos estado llamando in-
animados (los minerales y los gases) y por supuesto con Dios,
Yavé, quien es la unidad en la unidad por excelencia: la Trinidad.
Esto nos lleva de nuevo a algo ya mencionado antes en Malaquías
(2: 14-16) y confirmado en Efesios (5: 31-32). En ambos pasajes
bíblicos, en primer lugar, se está haciendo una advertencia al varón
porque es quien generalmente es desleal a la esposa, pero también
es para la esposa: la relación amorosa y por supuesto sexual entre
un hombre y una mujer, entre lo masculino y lo femenino confor-
ma una unión espiritual, lo cual significa que sin dejar de ser dos
personas con sus características propias cada una, se crea con la
unión de ambos algo superior en conocimiento y existencia, algo
que precede a los hijos y que se enriquece con la familia y con la
participación beneficiosa como parte de la sociedad.
Estos párrafos bíblicos advierten que la relación masculino-fe-
menina ha de ser fiel porque en ella y por medio de la misma se va
revelando un misterio que se da también entre Jesucristo (el espo-
so) y la Iglesia (la esposa), o sea, que tanto como en el matrimonio
la relación entre Dios y el ser humano es esencial y exclusiva, cosa
que no hemos descubierto o aceptado lo suficiente.
Esta exclusividad no es una obligación sino una donación o un
regalo mutuo (la gracia) que se produce por la buena fe de ambos.
Aquí se pierden los límites y penetran el uno en el otro como en la
más profunda e intensa relación sexual, en la cual el placer o gozo
va mucho más allá de lo orgásmico, para convertirse en la fiesta de
la comunión recíproca, a la que solo los místicos y místicas, los poe-
tas y las poetisas han podido vislumbrar pero no correr completa-
mente el velo. Así y mucho más es la comunión con el Espíritu de
Dios o Espíritu Santo, que es expresión amorosa y fiel de Dios, pa-
dre y madre de todos, y de Jesucristo, inseparable amor por vida,
pasión, muerte y resurrección.
Aunque pueda disgustar considerablemente a muchos y com-
placer a unos pocos, debo decir que a este abrazo de Dios no se
escapan los célibes o solteros y solteras, los gays, las lesbianas y aun
las personas que –por algún motivo– solo puedan experimentar el
placer sexual en alguna forma muy especial. Siendo Dios luz, como

157
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

lo define el Evangelio según San Juan, su arco iris de vida y amor


abarca mucho más allá de lo que a veces nos gusta o nos disgusta.
“Calma tu sed con el agua que brota de tu propio pozo. No
derrames el agua de tu manantial; no la desperdicies derramándo-
la por la calle” (Proverbios 5: 15-16). Estas y otras son expresiones
poéticas que en la Biblia señalan la complacencia sexual que se
puede y debe dar en la pareja, donde son fieles el uno al otro. La
satisfacción sexual en el matrimonio es un pozo y un manantial
exclusivos, pero donde se puede y se debe encontrar toda la satis-
facción que se necesita: cuando no es así se debe acudir a quienes
estén preparados para dar una ayuda adecuada.
La mayoría de las veces en que el gozo sexual se busca fuera de la
pareja es porque no sabemos encontrar el caudal que puede fluir den-
tro del dúo y entonces dejamos que nuestra agua corra por las calles,
buscando y encontrando lo que no nos va a conducir a la plenitud que
requiere lo más profundo y esencial de nuestro ser. Beber en nuestro
propio pozo requiere del amor verdadero, que siguiendo la norma de I
de Corintios (13: 4) y Gálatas (3: 28) no hace superior al hombre sobre
la mujer ni a la mujer sobre el hombre, ni nos consideramos superio-
res a quienes consideramos como diferentes o son diferentes pero
que en una u otra forma cumplen la norma: ama a Dios (en la realidad
de tu vida y no solo en palabras), ama a tu prójimo y ámate a ti mismo.
Así podremos conceder espacios de libertad y poder, se crearán obje-
tivos comunes, reconoceremos nuestros errores y podrán existir la
reconciliación y la alegría.
Además del propósito de Dios, la pareja humana para poderse
realizar debe abrirse camino a través de dos cosas: la cultura y la
posibilidad o imposibilidad de la contribución de cada uno de sus
integrantes a la necesaria unidad, sin que signifique siempre una-
nimidad de criterios.
Todo lo que podamos tratar sobre la pareja requiere de verda-
des centrales alrededor de las cuales gira lo demás. Dos de estas
verdades esenciales, en adición de lo dicho anteriormente, son las
siguientes:
La dimensión personal de la sexualidad
en la pareja
1) Las relaciones que se establecen son entre dos personas y
por lo tanto cada una de ellas tiene una formación, una bio-
grafía y un carácter que debe ser comprendido y respetado.
2) Cada uno de los miembros de la pareja debe ceder o exigir
sin lesionar su propia personalidad o la de su pareja en lo
que respecta a la identidad, integridad, individualidad, auto-
nomía y confianza.

158
La sexualidad en el misterio del ser humano

3) Este es un proceso que, según Lourdes Fernández, integra


de modo dialéctico, vivencias positivas y negativas en coexis-
tencia y variación.
4) Debe existir igualdad en derechos y deberes.
5) Para que esto sea posible es necesario un amor que potencie la
madurez emocional de la personalidad y la calidad del vínculo
amoroso, de manera que ambos sean capaces de brindar viven-
cias y satisfacción a las necesidades mutuas.
Todas estas cosas, si se tienen en cuenta y se actúa en conse-
cuencia contribuirán a enriquecer no solo la relación sino también
la personalidad de cada cual.

La dimensión de la intimidad en la pareja


Existe un conocido refrán que dice: “Cada persona es un mundo”,
pero la mayoría de los humanos no tienen la más mínima idea de
que así es realmente.
Cada persona es un mundo de pensamientos y sentimientos,
de recuerdos y aspiraciones, de logros y frustraciones que alcanzan
una profundidad difícil y en muchos casos imposible de llegar. Ade-
más, dadas las circunstancias en las cuales vivimos, resulta peligro-
so descubrir lo más hondo de nosotros mismos, es decir, nuestra
intimidad psicológica, que es algo sin lo cual no nos es posible desa-
rrollar a plenitud la relación entre dos seres que se aman.
El gran reto para la pareja consiste en lograr una comunica-
ción tal que dicha intimidad pueda ser compartida y propicie unio-
nes más firmes y duraderas. Para que esto suceda ha de existir un
alto grado de confianza entre los integrantes de la pareja, lo cual
no es posible, por supuesto, en muy corto tiempo o si estamos
cambiando de pareja.
La intimidad no es la privacidad a la cual nos referiremos más
adelante ni es tampoco la relación sexual sino que “Supone el dis-
frute de la compañía de la otra persona, intercambio de tiempo,
ideas, emociones, placer y experiencias de modo libre [...] la vía
para alcanzarla es la comunicación afectiva, aunque la intimidad no
es sinónimo de amor afectuoso [...]” (Fernández Rius, 149).
Los requisitos para que se produzca esta intimidad son:
- Aprender a escuchar con atención y paciencia.
- Autenticidad.
- Apertura.
- Madurez psicológica.
- Compartir sentimientos con los cuales el otro o la otra podrían
no estar de acuerdo.
- Identificar nuestras necesidades y sentimientos.

159
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

- Arriesgar el que nuestros sentimientos puedan ser dañados.


- Autoestima.
- No ocultar las cosas sumergidas y difíciles de nosotros mismos.
- Esforzarnos por comprender a nuestra pareja desde su punto
de vista.
- Ser comprensivos, respetuosos e indulgentes.
- Expresar cariño o ternura por nuestra pareja.
- Crear un clima de bienestar para ambos de manera que exista
un clima de seguridad.
- Respetar los espacios y la privacidad de nuestra pareja.
- Contribuir a sanar los conflictos íntimos del otro u otra.
- Abrir caminos para que el otro o la otra puedan desarrollarse
con más plenitud.
- No entender por intimidad psicológica dependencia ni sumi-
sión ya que ha de mantenerse la independencia y autonomía
de las personas.
- Tiene que estar basada en una sexualidad con amor, compro-
miso y fidelidad.
La fe también puede entenderse como un encuentro personal, que
abarca la totalidad de la persona, con su inteligencia, su voluntad y sus
sentimientos. Entonces yo creo significa yo creo en ti, te creo. La fe
entonces viene a ser la forma por la que yo tengo acceso a la persona
del otro, a su intimidad más profunda, su realidad más genuina. Sólo
se conoce la hondura personal en la medida en que se cree a la perso-
na en sí misma que se abre libremente. La fe es entonces respuesta a
una oferta de amor y posibilidad de participar en la vida del amado (o
amada), en su pensamiento, en su manera de ver. La fe ha dejado el
terreno de la sospecha y ha entrado en el ámbito de lo personal, de lo
vivificador y transformador, convirtiéndose en la forma eminente del
conocimiento (Torres Queiruga, 235).

La conflictividad en la pareja
Debe quedar claro desde el principio que un conflicto tiene su base
en la interdependencia de las partes, o sea, que debe haber algún
tipo de relación para que las acciones de una parte afecten a la otra.
Los conflictos son naturales y hasta necesarios. Muchos sur-
gen en la subjetividad de cada persona, entre dos personas y entre
colectivos humanos de diversa índole; pueden contribuir al desarro-
llo o a la destrucción según nuestra capacidad o incapacidad de
manejarlos adecuadamente. Los conflictos pueden tener una base
objetiva o subjetiva, o ambas, dependiendo de si existe un choque
de intereses o lo que tenemos es una interpretación errónea de lo
que está sucediendo. Las necesidades y los temores son dos de los
motivos principales para el surgimiento de los conflictos.

160
La sexualidad en el misterio del ser humano

El conflicto está presente en todo lugar. La historia de la humanidad


podría ser descrita, en buena parte, como la historia de sus conflictos,
expresados de una manera más o menos directa, pero siempre im-
pregnada de procesos conflictuales. Las relaciones personales siem-
pre han sido objeto de conflictos numerosos y repetidos: la relación
entre hombres y mujeres, entre padre e hijos, entre hermanos; la
relación entre compañeros de trabajo y colegas, como vecinos de un
mismo barrio, como vecinos de una misma ciudad, región, nación o
Estado; entre los miembros de religiones diferenciadas y entre los
miembros de una misma comunidad religiosa, entre grupos étnicos o
entre comunidades raciales o lingüísticas. Las diferencias de clase so-
cial, de nacionalidad y entre generaciones. Cualquier elemento
diferenciador por más insignificante que parezca, puede ser causa apa-
rente de conflicto (Vinyamata, 46-47).
Al formarse una pareja la conflictividad está potencialmente presen-
te y los factores que pueden dar lugar a que los problemas surjan
están en cada uno de sus miembros y en los elementos sociocultu-
rales. Junto con los sentimientos amorosos, la atracción erótica y
las ilusiones, existirán también una gran cantidad de asuntos que
pueden dar lugar a conflictos. La respuesta a un conflicto puede ser
constructiva o destructiva. Según Cheryl A. Picard para que un con-
flicto sea constructivo las partes involucradas en el mismo deben
tener las siguientes convicciones:
Primero, deben creer que las personas deben cambiar. En el desarro-
llo de las relaciones interpersonales, las personas usualmente se ajus-
tan, acomodan y comprometen sin perder el sentido de sí mismas y
sin ceder en sus necesidades. La inflexibilidad, sin embargo, destruye
la posibilidad de que afloren conflictos constructivos.
Segundo, las partes deben creer que es inaceptable permitir que el
conflicto se mantenga sin resolverse.
Tercero, las partes deben creer que su punto de vista sobre el conflic-
to puede ser distorsionado o incompleto y que es importante conocer
y comprender el punto de vista que la otra parte tiene de la situación.
Cuarto, las partes deben tener la voluntad de encontrar una solución
que concilie los intereses de ambas. Esto requiere un mayor enfoque
en los aspectos relacionales del conflicto que en los intereses indivi-
duales, así como que se estimule el desarrollo de empatía hacia la otra
parte (Picard, 23).
A continuación examinaremos brevemente muchos de esos facto-
res, con la esperanza de que al reconocer los obstáculos muchas
parejas puedan superarlos.
Según un estudio realizado a finales de los años ochenta del
siglo XX, se detectaron tres tipos de orientaciones hacia el futuro
por parte de las parejas recién casadas. Las planificadoras tienen

161
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

muy claros sus proyectos de vida hacia el futuro. Las aventureras


concebían pocos planes concretos ya que sus estrategias hacia el
futuro no estaban bien definidas. Las vagabundas toman el matri-
monio como una aventura, en la cual se asumen las cosas como
vengan, y no conciben ningún proyecto de vida. Algunas veces uno
de los miembros de la pareja toma las cosas de una manera y el otro
las toma de manera diferente.
Las falsas expectativas
Muchos piensan que al encontrar a una persona especial, amarla y
vivir juntos conllevará a que todas sus necesidades afectivas sean
satisfechas (cariño, aceptación, seguridad, posesión y otras). Pen-
sar así proviene de carencias infantiles no resueltas y que la convi-
vencia amorosa nunca podrá resolver del todo, porque vivir en pareja
no puede solucionar todos los problemas psíquicos que tenemos.
Algunos(as) se imaginan que todas las parejas son iguales, mas
no es cierto ya que cada ser es diferente y así la combinación de las
personas en la pareja dará por resultado una gran variedad.
Otros creen que lograr hacer una pareja depende de lo divino
o de la naturaleza y tienen razón… hasta cierto punto. Sí, Dios
puede ayudar a que dos personas se junten, pero, como dijo Jesu-
cristo, “por la dureza de vuestro corazón [...]” (Mateo 19: 8) es que
se producen los divorcios, o sea, porque no pensamos ni sentimos
ni actuamos correctamente, y ello va en contra de los propósitos
de Dios y ocasiona rupturas.
Ni Dios ni la naturaleza pueden mantener unido lo que noso-
tros, por nuestra libertad y responsabilidad, desunimos. Pudiera
haber algún caso, pero eso queda oculto en los misterios de la so-
beranía divina. Si dos personas quieren que la pareja que han he-
cho continúe unida deben mantenerse alertas y buscar soluciones
oportunas y apropiadas a los conflictos que surjan.
Ciertas personas llegan a creer que si tienen una pareja darán
solución a sus problemas psíquicos. Dichos problemas, más tem-
prano que tarde, se pondrán en evidencia en la relación y actuarán
contra ella, a menos que se comience por donde se debió: la perso-
na que tenga problemas subjetivos deberá acudir a quien tenga
conocimientos para ayudarle.
Muchos creen que la pareja es una unidad inquebrantable, ca-
paz de superar todos los problemas, lo cual contradice el hecho de
que todo lo humano es cambiable, para bien o para mal, y que toda
persona tiene un grado de soledad que en ocasiones, sobre todo en
las situaciones límites (estar atrapado en una situación determina-
da, no poder vivir sin lucha y dolor, sentir culpa, ver sin sentido la
vida y el afrontar la muerte) es difícil y hasta imposible compartir-

162
La sexualidad en el misterio del ser humano

las con otro. La pareja algunas veces entra en contradicción con el


hecho de que somos seres inacabados, siempre en proceso de lle-
gar a ser, con ansias de la perfección y de la trascendencia, aunque
muchas veces no nos damos cuenta de ello.
Cuando una persona nos agrada o nos enamoramos de ella nos
encontramos ante el siguiente dilema:
lo que nos imaginamos que la persona es,
lo que la persona representa ser y
lo que la persona es en realidad.
Lo primero es un juicio subjetivo que hacemos y en el cual intervie-
nen nuestras ilusiones. Podemos crearnos una imagen que no co-
rresponda a la realidad pero que nosotros la alimentamos, porque
queremos que así sea, a pesar de que muchas veces se nos diga que
estamos equivocados. Lo segundo se refiere a que generalmente
cada uno de nosotros representa ser mejor de lo que es en razón de
nuestros intereses y esto se hace más evidente cuando queremos
agradar a alguien en particular. Lo que realmente somos algunas
veces ni nosotros mismos lo sabemos muy bien, pero a la corta o a la
larga se sabe por nuestras palabras y nuestra conducta.
Una pareja no son dos solamente sino seis, pues en cada uno
hay que tener en cuenta lo explicado antes y esto provoca muchas
equivocaciones y desengaños. De ahí que sea tan importante, an-
tes de aumentar el grado de intimidad o de proceder a una convi-
vencia o a un matrimonio, concedernos un tiempo para cortejar,
enamorar o noviar y no cerrar los ojos y los oídos a las buenas o
malas evidencias. Se necesita tiempo para que cada uno de ellos se
conozcan.
Las críticas
La crítica en general y muy especialmente en la pareja debe ate-
nerse a lo siguiente:
• No criticar a su compañera o compañero cuando esté enojado,
porque ello puede degenerar en una fuerte discusión o en una
disputa cuyo carácter agresivo puede dañar mucho. Espere a
calmarse.
• No criticar a su compañera o compañero en una forma que
rebaje su autoestima.
• Meditar en qué forma le gustaría ser criticado, para actuar igual
con el otro o la otra.
• Compartir el cariño junto con las críticas y en este buen am-
biente tal vez llegar juntos a una gratificante comida, a un pa-
seo... o a una expresión más calurosa de la sexualidad.
Las discusiones
La doctora Manuela Fernández, quien fuera una excelente profe-
sora de Español y Literatura, enfatizaba mucho en la importancia

163
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

de reconocer el significado de cada palabra y uno de los ejemplos


que nos hizo examinar fue la diferencia entre las palabras discu-
sión y disputa. La disputa es un altercado en el cual hay porfía,
alteración de los ánimos y ofensas, que puede llegar hasta una pe-
lea con golpes y algo más. La discusión consiste en el examen de
un asunto o materia sobre los cuales se alegan diferentes y opues-
tas razones, es un intercambio de argumentos, pero no existe vio-
lencia en ello, aunque sí pasión acerca de lo que defendemos. En
una pareja, de vez en cuando, surgen discusiones que son parte
natural de la convivencia, pero no debe permitirse que la discusión
se transforme en disputa.
Algunos elementos que pueden contribuir a que las discusio-
nes contribuyan a mejorar las relaciones de la pareja son:
• Si usted va a discutir algo debe tener lo más claro posible en
qué consiste el asunto, de manera que al plantearlo la otra
persona lo entienda bien.
• No use palabras ofensivas.
• Sea cariñoso aun cuando estén discutiendo.
• Evite comenzar una discusión cuando estén airados o de mal
humor. No se “explote”.
• La discusión debe ser participativa; cada cual requiere tiempo
para expresar sus argumentos. ¡Conténgase! No interrumpa al
otro o a la otra, ¡escúchelo con atención y respeto! No hable al
mismo tiempo que la otra persona.
• Haga todo lo posible por no comenzar una discusión en mo-
mentos inapropiados (desayuno y comidas, delante de familia-
res, hijos o amigos, al levantarse, al acostarse, durante o al
concluir una relación sexual). Si alguno de los dos está disfru-
tando de un entretenimiento –escuchar música, leer, ver la
TV...–, no interrumpa para discutir.
• Hable en voz baja, pues elevar la voz lleva a la disputa. No co-
mience una discusión amenazando, ya que entonces está us-
ted haciendo uso de una violencia psicológica que amedrentará
o llenará de ira a la otra persona.
• No insista en una respuesta inmediata, la mayoría de las veces
es innecesario.
• La discusión es un diálogo directo entre personas y dará malos
resultados el sostener una discusión por teléfono, correo elec-
trónico u otra vía indirecta.
• Recuerde que una discusión de la pareja debe ser parte de la
solución de un problema. El amor no debe hacer daño.
La pareja y el poder
Otro factor fundamental en la vida de la pareja es compartir el po-
der. La opresión o dominación del uno hacia el otro, aunque por lo

164
La sexualidad en el misterio del ser humano

general se da del hombre hacia la mujer, en ningún caso es bueno


para la pareja. El reto de nuestro Señor Jesucristo, quien mostró
claramente su reconocimiento hacia los valores de la mujer y la
demostrada capacidad de ella, no dejan dudas acerca de la igualdad
de condiciones que le corresponde junto con el hombre.
El hombre que piensa y actúa desde una posición de superiori-
dad hacia la mujer se pierde muchos de los tesoros que se encuen-
tran en ella. El hombre que en una forma u otra manipula a una
mujer, usándola como un objeto, está mostrando una inferioridad
humana espantosa.
La concentración de poder en uno de los miembros de la pare-
ja supone una situación de debilidad, imposibilidad de defensa y
dependencia del otro miembro de la pareja, que supuestamente
estará recibiendo a cambio una irrisoria y maltrecha cuota de afec-
to y satisfacción sexual.
No siempre existió el matrimonio por amor, y por consenti-
miento mutuo es más reciente todavía.
Cuando cada uno de los miembros de la pareja encuentra la
facilidad de desarrollar las potencialidades –que están en su perso-
na por medio del amor, el conocimiento y la creatividad– sucede
que ambos se empoderan sin competencia y se fertilizan como se-
res humanos y como familia. Impedir el desarrollo del otro o de la
otra es caer en la trampa de la miseria conyugal. “La lucha por el
poder dentro de la pareja, se constituye en su certificado de defun-
ción” (León, 28).
Cada persona debe ser libre, original y tener un horizonte de
posibilidades, todo lo cual debe ser apoyado por su pareja en el
ámbito de un proyecto de vida común.
El trabajo
Después del matrimonio las esposas tienden a dar menos prioridad
al trabajo y más importancia a las responsabilidades domésticas o el
esposo espera que esto sea así. Cualquiera que sea el tipo de desarro-
llo que tenga un país, las preocupaciones y el ritmo de trabajo que
se lleva, provocan que en vez de trabajar para vivir, se viva para tra-
bajar. Los esposos llegan cansados del trabajo diario a enfrentar las
tareas domésticas y casi siempre los fines de semana se convierten
en un maratón para limpiar la casa, lavar la ropa, realizar compras,
cuidar a los hijos… Tanta tensión y cansancio acumulados crea en
la pareja, generalmente en uno de sus miembros, un estado de
depresión y obsesividad. Entonces, a algunas parejas, les resulta
difícil mantener una buena relación y mucho menos una sexuali-
dad satisfactoria. De esto hay que cuidarse, buscando formas que
les permitan relajarse y mantener viva la llama del cariño.

165
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

El espacio de cada cual


Ser pareja no es subordinarse al otro o completarse con el otro,
sino que es una comunión o comunidad en la que ambos deben de
encontrar el ámbito para un desarrollo y apoyo mutuos. Si alguien
debe subordinarse ya no son pareja y lo más que puede pasar es
que, de mutuo acuerdo y temporalmente, uno de los dos asuma
una carga mayor a conveniencia del hogar.
Cada uno de los integrantes de la pareja debe tener libertad de
decisión y preferencias: ello debe ser respetado. Cada quien debe
tener un ámbito en el cual solo se puede estar con su consenti-
miento (una distracción, una relación familiar o amistosa, algún
tipo de acción sexual, etcétera). No respetar esto es cometer un
abuso o una violación que provoca el deterioro del perjudicado y de
la pareja que no dará ningún buen resultado a quien comete el
error. Aquí se cumple la célebre máxima de Benito Juárez: “El res-
peto al derecho ajeno es la paz”. El consenso es ponerse de acuer-
do en un intercambio calmado de opiniones para la aceptación y
comprensión de lo que el otro haga o deje de hacer.
La comunicación
Si en lo biológico una cierta comunicación es necesaria, en lo huma-
no es comunión entendida como solidaridad y sacramento, signos
sensibles de una realidad misteriosa que Dios obra en nosotros. Todo
lo que podamos expresar, como personas o agrupación de individuos,
ha de estar impregnado por nuestro amor y si no lo es, traicionamos
nuestra vocación humana. Estamos interconectados con Dios y todo
lo creado.
En la pareja la comunicación debe alcanzar una expresión solo
superada con la que podemos establecer con Dios e igualada por
quienes tienen el don de un celibato o soltería en función del Rei-
no de Dios. Excepto el templo solitario que cada cual tiene en sí
mismo, en la pareja debe existir una comunicación total en: pro-
yectos de vida, dudas, estados de ánimo, petición de ayuda, apoyo
mutuo, sexualidad, etcétera.
Pero esta comunicación puede ser rota principalmente por la
desconfianza y la timidez propiciadas por una mala educación fami-
liar, traumas psíquicos, violencia física y psíquica y también por la
infidelidad.
En particular es necesaria una buena comunicación acerca de
la sexualidad, de manera que se conozca qué desea y gusta a cada
cual. La creatividad siempre debe estar presente, junto con el res-
peto mutuo, de manera que los acuerdos y desacuerdos deban es-
tar impregnados por el cariño.

166
La sexualidad en el misterio del ser humano

Las relaciones humanas son interpersonales (tú-yo, yo-tú) y el


diálogo es esencial en ellas. Según el psicólogo J. A. León existen
tres tipos de problemas que bloquean la comunicación y provocan
crisis afectivas:
1) Cuando cada uno de los miembros de la pareja procede de un
modelo familiar diferente, cuando proceden de diferentes cul-
turas y etnias y cuando ambos miembros de la pareja han teni-
do diferentes estilos de vida.
2) La llegada de hijos puede afectar la conducta de uno de sus
miembros o de ambos, ya que al asumir la responsabilidad de
los menores se puede poner en segundo plano al otro miem-
bro de la pareja.
3) También la comunicación puede verse afectada cuando para
uno de los miembros de la pareja lo principal es el deber y para
el otro el placer.
Las relaciones sexuales como evasión
Algunas personas creen que en la relación de pareja las relaciones
sexuales son una especie de llave maestra que facilita todas las co-
sas, ya que bajo este manto ocultan problemas emocionales que no
han podido resolver como la falta de cariño, problemas con su iden-
tidad sexual, carencia de suficiente autoestima e incluso el deseo
de ejercer poder sobre su pareja, lo cual convierte a la sexualidad
en un instrumento para tratar de solucionar problemas psíquicos.
Como se podrá apreciar en otras partes de este libro, la verdadera
sexualidad tiene otro sentido.

La otra o el otro
Ninguna pareja está exenta de que aparezca una tercera persona
que pueda dañar o romper la unidad existente. Esto ocurre porque
las relaciones sociales nos están poniendo en contacto con otros y
otras, porque existen personas que nos atraen por su belleza y su
comportamiento, porque algunas veces existen grietas en nuestro
matrimonio o nuestro hogar que nos hacen pensar en nuevas posi-
bilidades, y porque nuestros valores morales y espirituales no están
lo suficientemente fuertes como para defenderse ante la tenta-
ción.
Sea lo que fuere, lo que no contribuye a mantener a la pareja
unida son los celos y las peleas, que causan malestar y deseo de
separación. Una buena pareja debe estar atenta para cerrar las grietas
que se formen y crear un clima donde ambos se sientan bien; en-
tonces es poco probable que la irrupción de alguien ajeno cause
una ruptura, aunque esto siempre es una posibilidad.

167
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

El triángulo
Si en una relación de dos existen complicaciones, entonces en
una relación donde por parte del hombre o de la mujer exista
“alguien más”, se incrementan las tensiones de quienes viven
esa relación colateral, pues tendrán que compartir no solo el
tiempo y las energías, sino que también llegará el momento de
decidir cuál de las dos personas con la que se está relacionado
tiene mayor importancia, sin mencionar lo que ello puede sig-
nificar para el hogar.
La cultura, a la cual nos referimos tantas veces, crea una
especie de permisividad para los hombres en este sentido, aun-
que ya las mujeres no se van quedando demasiado atrás en algu-
nas regiones. De todas formas, la infidelidad cobra su precio al
destruir relaciones buenas y familias bien constituidas. Como
dice la doctora Marcela Lagarde:
Las mujeres tenemos que ponerle un alto a los triángulos. No pode-
mos ser cómplices de la destrucción de otras mujeres, no podemos ser
vehículo del machismo de los hombres, no podemos ser constructoras
de supremacía sexual de ningún tipo [...] Los triángulos pueden ser
vividos con una gran pasión y pueden llevar a goces intensos, pero son
relaciones basadas en injusticias, que producen grandes lastimaduras y
conducen a celos enormes. Resultan funcionales al orden patriarcal
que fomenta la poligamia [...] (Lagarde, 101).

Las sustancias psicoactivas y adictivas


Esto se refiere al alcohol, al tabaco y a otras drogas, problema mu-
chas veces no bien valorado, pero que puede convertirse en una
verdadera pesadilla debido a la estrecha convivencia de la pareja,
que no admite que un asunto como este pase inadvertido.
Si ambos son adictos, sin lugar a duda están atentando contra
su salud física y psíquica, por las alteraciones que causa el uso fre-
cuente de estas sustancias; además hay que tomar en cuenta a
otros familiares que pueden estar viviendo bajo el mismo techo.
Otro aspecto a considerar es que al tener hijos en estas condicio-
nes de adicción ya los están afectando desde el vientre de la madre.
Estas adiciones –por causa de las alteraciones psíquicas que
originan– hacen surgir dentro de la pareja diferentes tipos de abu-
sos familiares como disputas, altercados, golpes, violencias sexua-
les, entre otros.
Si usted quiere unirse como pareja con una persona adicta pién-
selo bien, porque las buenas intenciones suyas al respecto, en la
gran mayoría de las veces no darán resultado para resolver los proble-
mas que indudablemente se presentarán. Si usted es adicto, antes

168
La sexualidad en el misterio del ser humano

de unirse con otra persona, recuerde que usted no puede someter a


su pareja para que le acepte las consecuencias de su adicción.
El hombre o la mujer
Como está explicado en el capítulo sobre la masculinidad, vivimos
dentro de una cultura patriarcal que pone al hombre como supe-
rior a la mujer. ¡Error! Aparte de que ello no tiene ninguna base
científica ni religiosa justificable, no se puede hacer pareja sin que
sea parejo, de eso se trata, porque si ambos, el hombre y la mujer,
no están en igualdad tanto para los derechos como para los debe-
res entonces no se puede constituir un buen hogar. Es cierto que
por medio de la cultura en general, que lo empapa todo, y de la
familia en particular, nuestra primera y perenne escuela, se trans-
miten valores y errores. Por tales razones debemos estar alertas
para no permitir que se reproduzcan en nosotros ni reproducir
aquellas cosas que provienen del pasado o que son fruto del pre-
sente, que se han hecho comunes y corrientes, pero que son
destructivas. En lo que se relaciona al género femenino la injusti-
cia ha sido mucha, extendida y duradera.

Lo biológico
Resulta fundamental para que la vida logre existir y desarrollarse,
que los seres vivientes puedan alimentarse, reproducirse, comuni-
carse y tener un cierto grado de protección contra las amenazas a
su existencia. Esto es lo básico existencial, pero al ser humano la
capacidad para pensar sobre sí mismo –reflexión–, más su creativi-
dad, le dan una libertad y un poder que pueden ser usados para el
bien y para el mal. Precisamente es en lo humano donde se mues-
tra sin duda aquello que es psíquico y espiritual.
Es por eso que cuando nos referimos a la relación de pareja
debemos tener en cuenta el abismo que separa la relación afecti-
vo-sexual que puede darse entre los animales y la que se da en el
ser humano.
La vivienda
Un problema muy común en los países menos desarrollados es la
carencia de viviendas, hecho que perjudica directamente a las nue-
vas parejas que se forman, que se ven obligadas a convivir con otros
familiares, y les quita la oportunidad de entenderse y acomodarse
el uno al otro; falta la privacidad para discutir sus asuntos y para sus
relaciones sexuales. Esto ocasiona en muchos casos que la pareja
no pueda sobrevivir. Las cosas se agravan aún más cuando los fami-
liares o algún familiar en particular “aconsejan” o discuten con
motivo de los asuntos de la pareja.

169
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

La privacidad
Aunque ya mencioné algo de esto en el párrafo anterior debo seña-
lar que la pareja, viviendo con otros familiares o no, y como es natu-
ral, con los hijos, en caso de que los tengan, debe preservar una
habitación en la casa para su descanso y relaciones sexuales, por-
que no hacerlo conspira contra su salud psíquica y contra la necesi-
dad de estar libres, para disfrutar de una intimidad que les permita
tener una sexualidad desinhibida. Esto contribuye también a una
educación y maduración correcta de los hijos.

Lo psíquico
Lo fundamental en cuanto a la psiquis de las personas es que sean
capaces de autodeterminar y autoexpresar su vida; esa es una auto-
nomía que siempre está amenazada por factores internos de la
persona y por el medio que la rodea.
Los factores internos, según algunos autores son: el estrés, la neu-
rosis, la psicosis, las perversiones y la sublimación. Frecuentemente se
da un proceso psíquico que consiste en negar problemas evidentes
de la pareja y al mismo tiempo aferrarse a ilusiones construidas por
uno de sus miembros o por los dos. También influye en la relación
el clima opresivo que las personas experimenten al tener que sen-
tir siempre lo mismo el uno por el otro, en un compromiso perma-
nente de los sentimientos.
Los factores externos más importantes se dan en el ámbito
social, cultural, económico político y espiritual. Es evidente que
estos factores contribuirán o entorpecerán el desarrollo de nues-
tra personalidad, ya que se hacen necesarios el acceso a una infor-
mación objetiva –de manera que podamos formarnos juicios propios
y correctos–, una cultura que admita la diversidad y que cree valo-
res, la posibilidad de tener acceso a decisiones comunitarias y una
economía que nos permita vivir (aunque sea con lo más elemen-
tal). Cuando nos vemos sometidos o autosometidos a condiciones
en las cuales nuestra liberación interior, nuestra autonomía y nues-
tro desarrollo no son tales, se perjudican la convivencia familiar y,
en particular, la pareja.

La economía
Conspiran contra la estabilidad de la pareja los continuos proble-
mas económicos, que llegan a convertirse en un foco de tensión,
capaz de deteriorar y hasta destruir su relación. A esto puede su-
marse el hecho de que el capitalismo actual, con su creciente énfa-
sis en el mercado y el consumo, no solo pone a las mujeres y a los

170
La sexualidad en el misterio del ser humano

hombres en categorías diferentes, sino que empuja muchas veces


a la pareja a situaciones muy destructivas.

La autonomía
El comienzo y la estabilidad de la vida en pareja son reconocidos
por las personas y la sociedad como un espacio de autonomía, que
da derecho a la no interferencia en los asuntos internos de la mis-
ma. El problema surge cuando, basándose en esta “privacidad”, el
más fuerte de la pareja abusa de la vulnerabilidad del más débil para
oprimirlo.

El ciclo de la vida
“Todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar abriendo
caminos [...]”, como dijo el poeta, y así ocurre en la existencia de
cada persona, ya que tenemos un ciclo de vida en el que se produ-
cen cambios (psíquicos y físicos) en nosotros mismos y en nuestra
pareja. Los debemos comprender y aceptar no solo en el ciclo de
vida normal de cada persona, sino también en la manera de pensar
y de vivir, que debemos afrontar y resolver.

Lo que no se puede, no se puede


Me refiero a las preferencias sexuales. Ya hemos escrito sobre
este asunto en otro capítulo y aquí tratamos solamente de acla-
rar que cuando una persona ya tiene preferencias definidas o
establecidas como MsM y HsH, es muy difícil que pueda estable-
cer o permanecer como parte de una pareja heterosexual, y le
pasaría lo mismo a una persona con preferencias MsHsM u
HsMsH. Algunos hombres o mujeres establecen un matrimonio
heterosexual con el fin de quedar bien con la sociedad o porque
contribuirán a que su pareja pueda cambiar y llegar a ser hetero-
sexual también.
Son contados los casos en los cuales estando ya establecida la
preferencia o identidad sexual esta se pueda cambiar. La gran
mayoría de las veces se establece una convivencia que cada vez se
dificulta más, hasta que en los casos de preferencia MsM u HsH
no pueden soportar las relaciones íntimas con alguien que no sea
de su mismo sexo. Otro problema se da cuando el miembro hete-
rosexual de la pareja descubre la verdadera preferencia sexual de
su compañera o su compañero, según el caso, lo que pone las
cosas en la siguiente disyuntiva: separación o continuación con
su pareja, admitiéndole relaciones sexuales con personas de su
mismo sexo.

171
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Un proyecto de vida
Cada pareja debe crear un proyecto común de vida, para el cual
ambos harán aportes. Se trata de planear los objetivos y contenidos
por los cuales los dos se van a esforzar: si van a tener hijos y cuán-
tos, qué deben hacer con respecto a la vivienda en caso de que no
la tengan, la relación con los familiares cercanos de cada cual, los
asuntos económicos, etcétera.
Algunos piensan que un proyecto de vida solo incluye lo rela-
cionado con los hijos o que es algo que cada cual debe hacer por su
lado o que un miembro de la pareja aporte a las carencias del otro
miembro. Cuando una pareja carece de este proyecto se agota en
lo cotidiano, porque no tiene un horizonte común por el cual es-
forzarse, o simplemente en un momento de crisis se queda sin
alternativas por no haber pensado en ellas desde antes.
Valórense a sí mismos
Este tema no puede ser evadido por el bien de la pareja, porque la
carencia del reconocimiento a nuestros propios valores en uno o
en los dos componentes es causa muy frecuente de incomprensiones,
sufrimientos y rupturas. Un miembro de la pareja, con un concep-
to disminuido de sí mismo, muchas veces busca compensar sus sen-
timientos de inferioridad tratando de humillar a su pareja para que
la misma se sienta menos capaz de lo que es, o se deprima por su
supuesta incapacidad. También esto puede llevar al sometimiento
de una persona a la otra, de tal forma que se le imposibilite su
maduración y desarrollo. No son raros los casos en que él o ella
sacrifican libertad y desarrollo, con tal de mantener la seguridad
dentro de la pareja. Cuando esto sucede la personalidad de quien
lo hace resulta mutilada o destruida y en estas ocasiones se efec-
túa una gran contradicción entre la creación y variación que da la
libertad y el repetir los mismos sentimientos o cosas, que es el
precio de la permanencia.

La falta de creatividad sexual


Algunas parejas conciben la sexualidad de manera muy estrecha, o
sea, que para los dos o uno de ellos la sexualidad solo significa cua-
tro cosas:
1) Acariciarse un poquito y luego proceder a la penetración pene-
vagina.
2) La relación se lleva a cabo siempre en la habitación y en la
cama.
3) La posición para realizar esta relación por lo general siempre es
la misma.

172
La sexualidad en el misterio del ser humano

4) “Tener sexo” es para un día y hora determinados de la semana.


Pero lo repetido lleva al aburrimiento y con el aburrimiento
se va perdiendo el interés sexual, se deterioran las relaciones de
pareja o… aparece en el horizonte la infidelidad. Nada hay de
inmoral en buscar, dentro de la misma pareja, nuevas posicio-
nes, actividades, lugares, días y horas. La sexualidad debe ser
gozo y no desilusión.
La pareja debe mantener la mayor comunicación posible,
porque a través de ella puede descubrir que la relación sexual
es algo que siempre se está efectuando en todo lugar y opor-
tunidad pues la misma no consiste solo en la relación de los
genitales sino en expresiones de cariño con palabras y hechos
y de manera muy imaginativa, a esto se le debe sumar la lectu-
ra de materiales adecuados que contribuyan a la búsqueda de
nuevas posibilidades dentro de la pareja.
Sobre todo las mujeres se quejan mucho de la existencia de
este problema pero la mayoría de sus maridos no le da impor-
tancia.
Las enfermedades, los accidentes y las discapacidades
Nunca estamos exentos de cualquiera de estas tres cosas, que pue-
den llegar hasta nosotros de una forma leve o grave, pasajera o
crónica; entonces hay que variar el proyecto de vida según sea el
caso. Algunas personas solo se imaginan la vida en pareja como algo
feliz y para siempre, pero muchas veces llegan tiempos malos a
cualquier edad y puede que no estemos ni medianamente prepa-
rados para ello.
¿Significa esto que se ha frustrado la vida de la pareja? Por
supuesto que no, ya que se tienen el uno a la otra o viceversa, y lo
más importante no ha de ser el provecho que podamos sacar mu-
tuamente, sino que ambos se han escogido para estar juntos y ca-
minar hacia el futuro, construyéndolo: solo que algunas veces el
futuro hemos de construirlo de manera diferente a lo planeado antes.
Debemos considerar en especial a quienes llamamos discapa-
citados o diferentemente capacitados; recordemos que nosotros
para ellos también somos diferentes (y muchas veces crueles). Pero
en realidad no somos ni inferiores ni superiores los unos para con
los otros, y la razón es que, gracias a Dios, la perfección para todos
los humanos es solo un camino ascendente y estrecho por el que
transitamos hacia el Reino de Dios. De tal modo que nunca pode-
mos jactarnos de ser buenos y perfectos, pues seríamos hipócritas,
ya que como Jesucristo afirmó: “Nadie es bueno, sino solo uno,
Dios” (cf. Marcos 10: 18; Lucas 18: 19).

173
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Cuando llegue algún tiempo difícil, corto o largo, para la


vida de la pareja hay una recomendación que es la regla de oro:
“Haz con los demás lo que quieras que hagan contigo”.
• Si tu pareja siente dolor, alíviala con tu cariño.
• Si tu pareja no puede hablar, tú, que la conoces mejor que
nadie, puedes recibir su mensaje.
• Si tu pareja no puede caminar, llévala o facilita que la lleven, no
solo a hacer sus necesidades, sino también a disfrutar de un
paisaje, a cualquier reunión que les sea agradable a ambos.
• Si tu pareja no puede ver, pon tu hombro para guiarla y sé sus
ojos para describirle lo bello y lo bueno.
• Si tu pareja no puede asearse, que sean tus manos cariñosas las
que la atiendan; si no siempre, por lo menos de vez en cuando.
• Si tu pareja no puede escuchar, asegúrate de comunicarte con
ella amablemente y de poner a su disposición todo lo bueno
que pueda disfrutar con los otros sentidos.
• Si tu pareja no puede ni ver ni escuchar, comunícate con ella
con el cariñoso lenguaje del cuerpo, ella o él sentirá el mensa-
je de tus besos y caricias.
• Si tu pareja no puede disfrutar de un estímulo sexual en sus
genitales, recuerda que todo el cuerpo es una zona erógena y
puedes proporcionarle el placer que disfrutará; al mismo tiem-
po descubran juntos cómo te acariciará a ti.
El buen humor en la pareja
Reitero, una vez más, que en la pareja siempre se están produ-
ciendo una y múltiples relaciones sexuales y no solo por las ca-
racterísticas físicas de cada cual (forma corporal y órganos
sexuales) sino por las particularidades de la persona como tal y
especialmente sus peculiaridades emocionales. El buen humor
en la pareja salva la mitad de muchas distancias, alivia las tensio-
nes y facilita nuevas oportunidades. Un ambiente de buen hu-
mor, en el cual de manera deliberada se provocan y aprovechan
las ocasiones de reír por medio de bromas, sorpresas, comenta-
rios y hasta ver películas y espectáculos cómicos juntos, causa
un gran bienestar.
Existen muchos momentos, en particular durante el inter-
cambio de caricias en la pareja, que son muy agradables y otros
que pueden ser frustrantes; ambos deben introducirlos dentro
“de un saco de buen humor” comunicativo y luego, al recordar
estos episodios, nos pueden provocar sonrisas y hasta risas con
un sentimiento mutuo de regocijo y paz.
Lo espiritual
Lo espiritual es esencialmente humano considerando en pri-
mer lugar que el ser humano es algo inacabado, siempre en

174
La sexualidad en el misterio del ser humano

proceso de ser, siempre realizándose, siempre en búsqueda de


la plenitud, abierto a un futuro y a las utopías sobre el bien, la
verdad y la belleza. Ello queda expresado por la religión, la filo-
sofía, los mitos, las artes, las ciencias, la técnica, el derecho, la
familia, la sociedad civil, el Estado, la ética y la moral. Al mismo
tiempo lo espiritual en el ser humano se muestra en la contra-
dicción manifestada al ser capaz de dañarse a sí mismo y a todo
lo que le rodea, destruyendo belleza, bondad y verdad al hacer
negación de su racionalidad y dignidad.
La descripción quizás más antigua, bella y generosa que se hace
del ser humano se encuentra en la primera parte del Salmo 8,
donde se dice:
¡Señor, dueño nuestro, que admirable eres tú en toda la tierra!
[...]
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el ser humano para que te acuerdes de él,
el individuo para que te ocupes de él?
Lo hiciste poco menor que un dios,
lo coronaste de gloria y dignidad [...].
Toda esta grandeza e iniquidad no solo es mostrada ante Dios y el
universo sino también en el medio ambiente en el cual vivimos y...
en la pareja mujer-hombre, que debería ser, con excepción de una
soltería consagrada al bien, el ámbito más íntimo y perfecto al cual
pueden llegar dos seres y que se constituye en símbolo y signo de
las relaciones entre el ser humano y Dios.

La religión y la pareja

La religión, sin negar para nada su valor trascendental, ha sido par-


te de la cultura de los pueblos a través de las diferentes épocas y ha
tenido mucho que ver con la moral sexual pública, y especialmente
con los usos y costumbres sexuales de la pareja en la intimidad.
Para la religión, en algunas culturas, han sido aceptables la po-
ligamia, la poliandria, la unión por intereses socioeconómicos, la
prostitución sagrada de hombres y de mujeres y otros ritos religio-
sos de carácter sexual.
Esto en parte se explica porque inconsciente o conscientemen-
te los seres humanos han apreciado tanto en la sexualidad como
en la religión poderes misteriosos. Ningún integrante de la pareja
debe tomar la sexualidad a la ligera, confundiéndola con el placer
de momentos en la vida más o menos repetidos. La sexualidad tie-
ne un gran contenido espiritual y en alguna medida la experiencia
religiosa se expresa en ella, cuando llega a ser adecuada.

175
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

No importa que muchas religiones o sectores religiosos se ha-


yan equivocado sobre este asunto, lo valioso es que han reconocido
su importancia y ahora nosotros podemos estar mejor iluminados
sobre este aspecto de la vida humana.
Otras consideraciones
Hoy en día se tiene el consenso de que “el matrimonio como rela-
ción suprema, libremente escogida, basada en el amor y en benefi-
cio del individuo; el matrimonio como proveedor de seguridad y
medio de estabilizar las trayectorias vitales aunque esto pueda en-
trar en conflicto con su aspecto de relación abierta y espontánea
en la que se produce el crecimiento personal” (Arber, 137). Esto,
desde el punto de vista del individuo y de la sociedad, es lo más
conveniente. Ha de destacarse que no podemos seguir consideran-
do al matrimonio o a la pareja como una institución, ya sea por
aceptación social o religiosa, sino que ha de ser siempre una rela-
ción que se debe cultivar y proteger.
Respetar es también aceptar que todas las personas tenemos derechos
a pensar, opinar y actuar según nuestra propia elección.
¿Objeciones? Sólo una.
Todos[as] nosotros[as] podemos pensar, opinar y actuar de la forma
que hallamos elegido, mientras con nuestra conducta no limitemos la
vida y el desarrollo de las demás personas.
Yo respeto tu territorio y acepto tus fronteras. Respeta el mío.
Respetarte es aceptar que tú tienes derechos a tener tus límites y que
te reconozco como tu único[a] dueño[a] dentro de ellos.
Te enseño que respetes mis fronteras. Impido que plantes tus árboles
en mi jardín porque ese es mi terreno. Te enseño que yo tengo mi
espacio psicológico, mi intimidad, mi mundo propio. Te lo enseño con
todo el cariño y la suavidad que poseo, pero también con energía y
firmeza.
[...]. No puedes invadirme.
Es preciso que aprendas que YO, al ser distinta[o] de TI, tengo mi
propia verja. Tú puedes cruzar el dintel de la puerta cuando yo doy luz
verde.
Tú no robas mi tiempo soy yo quien te lo regala.
Sé que tus opiniones son tuyas, no tienen que ver conmigo, yo las
escucho y decido si las hago mías en parte, totalmente, o si las dese-
cho. Lo que es bueno para mí no puede serlo para ti.
Y una vez conseguido este respeto a nuestra individualidad, y ahora que
“yo soy yo” [...] y “tú eres tú” [una persona completa], juntos crearemos
ese espacio común y compartido llamado “nosotros” (Llanos, 33-35).

176
La sexualidad en el misterio del ser humano

Finalmente y para que permanezca más en nuestra memoria, cita-


remos otro tema insoslayable:
¡Toma el agua de tu propia cisterna, bebe el agua que brota de tu
fuente! No permitas que tus aguas se pierdan fuera, que las vean correr
por las calles. ¡Que sean sólo para ti, y no para extraños junto contigo!
¡Bendita sea tu fuente, y sea tu alegría la mujer de tu juventud, gracio-
sa cierva, amable gacela! ¡Encuentra el placer entre sus pechos en
cualquier momento, y permanece siempre prendado de su amor!
¿Por qué, hijo mío, te dejarías llevar por la pasión por una desconoci-
da, por qué apretar el vientre de una extraña?
Has de saber que Yavhé observa el comportamiento de las personas
[...] (Proverbios 5: 15-21).

177
ANTES DE LA PLENITUD TOTAL

Dije a la Vida: –Me gustaría oír hablar a la Muerte–. Y la


Vida levantó la voz un poco más, y dijo: –La estás oyendo
ahora mismo–.
AUTOR DESCONOCIDO

La edad otorga un sentido de urgencia –no de desesperación– que


por lo general los jóvenes no conocen. Es el apremio de hacer lo
más y mejor posible antes de la plenitud total y no por ganar méri-
tos, sino para completar en lo posible el sentido de este segmento
de nuestra vida.

Aprender a envejecer
Respondió Jesús y le dijo:
–En verdad, en verdad te digo que el que no nace de nuevo no puede
ver el Reino de Dios.
Nicodemo le dijo:
–¿Cómo puede un hombre nacer siendo ya viejo? ¿Acaso puede entrar
por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? (Juan 3: 3-4.)
De lo primero que debemos de hablar es del envejecimiento, pues-
to que no lo entendemos. Envejecer es la vida que crece y madura,
lo que comienza desde que nacemos y este es un proceso que no
se alcanza teniendo esto o aquello, sino siendo, aunque general-
mente en nuestras sociedades “uno es lo que produce, logra, tiene
y mantiene. De este modo aquellos que se ven obligados por la
edad y/o jubilación a abandonar sus deseos de adquirir más propie-
dades o mayor poder, son dejados de lado por haber pasado la etapa
de la productividad” (Nouwen, 26). Pero la vejez es una senda que
todos recorremos y nuestra mayor equivocación, a cualquier edad,
es pretender que somos inmortales; mientras envejecemos nues-
tras vidas deben ir obteniendo una mayor plenitud, dejando atrás
las cosas que cada vez tienen menor importancia para ir alcanzando

179
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

el sentido de lo que en realidad vale: la familia, las cosas bellas y


buenas que nos ofrece la vida, capacidad para compartir y aprender
de los demás, la humildad, contribuir a solucionar los conflictos y
esperar confiados en nuestro nuevo nacimiento en el Espíritu.
Los más jóvenes deben agradecer a las personas de la edad
madura avanzada la gran lección que nunca se debe olvidar: a la
muerte se llega por muchos caminos y en todas las edades, pero se
alcanza en el momento justo; siempre, como dijo José Martí: “la
tumba es vía y no término”. Mientras más plenamente se vive me-
nos se teme a la muerte.
Como parte de los estudios antropológicos, psicológicos y so-
ciológicos que se han hecho, la mayoría de los autores coinciden
en que siendo la vida de cada persona una continuidad ininterrum-
pida entre el nacimiento y la muerte –donde las diferencias indivi-
duales son de gran importancia– con cierto grado de arbitrariedad,
se puede dividir el ciclo vital en las siguientes etapas: niñez (desde
el nacimiento hasta los 10 años), adolescencia que comienza en la
pubertad (11 a 20 años), juventud (21 a 30 años) etapa temprana
de la edad adulta (31 a 40 años), etapa media de la edad adulta (41
a 65 años), tercera edad o edad madura avanzada (66 hasta los 75),
madurez total (76 años en adelante).
De este proceso de envejecimiento los niños y adolescentes no
están conscientes porque su estado es plenamente de adaptación
y desarrollo; por otra parte, no existe una línea de demarcación
exacta para los hombres y las mujeres en cuanto a tomar concien-
cia de este proceso, que depende del sexo, las circunstancias socia-
les y la personalidad de cada cual. Según criterios del profesor Félix
López, catedrático del Departamento de Psicología Evolutiva y de
la Educación de la Universidad de Salamanca y otros autores, este
transcurso se desarrolla de la manera siguiente:
Entre los 35 y los 45 años los signos corporales aparecen de
manera evidente, aunque la sociedad los valore menos en los varo-
nes y sea más crítica con las mujeres. Los principales aspectos de la
toma de conciencia del envejecimiento –de los que ya no son jóve-
nes– se pueden agrupar como sigue:
1) Las personas perciben claramente que la figura de su cuerpo y
sus capacidades físicas ya no son las mismas dado que entre los
35 y los 40 años aparecen las canas; las arrugas; la calvicie (en
los hombres); las pérdidas de vigor, de rapidez y de flexibilidad
física y cambios que afectan la función sexual.
2) Se toma conciencia de las variaciones que se producen en la
familia: la edad de los hijos les permite a los mismos
independizarse –cuando esto es posible-, por lo que los padres
no pueden seguir ejerciendo la misma labor formativa o

180
La sexualidad en el misterio del ser humano

deformativa sobre ellos (en caso de que no se puedan indepen-


dizar surgen conflictos en razón del derecho que por su edad
cada cual llega a tener); las relaciones o los roles en el seno del
núcleo familiar se modifican –al disminuir el número de sus
miembros o al existir una obligada convivencia familiar que in-
cluye varias generaciones–; ocurren las separaciones, divorcios
y la muerte de familiares cercanos; todo lo que esto conlleva
puede conducir a que disminuyan las relaciones sociales.
3) También esta época va acompañada, generalmente, de enfer-
medades propias o en familiares y amigos, así como del falleci-
miento de algunos de ellos, provocándonos que tomemos
conciencia de que somos frágiles o vulnerables y que la muer-
te no solo ocurre a los demás, sino que llegará a ser una expe-
riencia propia.
4) Entre los cuarenta y los sesenta años, y como continuidad de la
toma de conciencia, las personas aun de manera involuntaria,
valoran las etapas anteriores de su vida en cuanto a la familia, el
trabajo, sus relaciones y sobre su propia persona, desde el pun-
to de vista de los valores comúnmente aceptados y también
por los que sustentan en razón de filosofías o creencias religio-
sas. Este es un momento de gran importancia porque somos
capaces de apreciar con mayor claridad la falta o no de sentido
en nuestra existencia, evaluamos en general el contenido de
lo que ha sido nuestra vida con sus aspiraciones, engaños, des-
engaños, hipocresías, decepciones, fracasos y logros.
5) También en esta etapa muchas personas, sobre todo los hom-
bres, pierden parte de su autoestima al comprobar que ya no
son tan jóvenes y en el caso de los hombres cuando aprecian
que sus erecciones ya no son tan frecuentes y tan sostenidas.
Ello provoca una especie de reacción instintiva e inconsciente
y en vez de afrontar los cambios, lo que hacen es achacarle los
problemas a su pareja y a los problemas del hogar y hasta del
trabajo, razón por la cual buscan parejas más jóvenes y llegan a
abandonar el hogar y hasta el trabajo. El cambio momentánea-
mente puede provocar cierto nuevo estímulo en la vida y la
sexualidad, pero al final tendrán que afrontar lo que son, lo
que puedan y lo que no pueden.
Las personas normalmente recurren al futuro para dar sentido al pre-
sente, esperando que lo que ahora no marcha adecuadamente, lo hará
más adelante. En la vejez el futuro no puede dar sentido al presente,
y se hace inevitable enfrentarse al pasado y al presente como lo único
que se ha tenido y se tiene. Los sentimientos de bienestar y malestar
vienen dados por las cosas que han sido y son, y no tanto por lo que se
espera que sean más adelante [...] los adultos y viejos sufren por sus
propias hipocresías y saben que el mundo nunca será realmente

181
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

arreglado. Esta afirmación es la expresión de lo que puede ser un


balance negativo de la vida cuando la persona no ha conseguido
autorrealizarse (Fernández Ballesteros, 289-290).

Madurar
Madurar es como dar vueltas a la rueda: la gradual realización de la
vida en la que el fruto de recibir es dar, y vivir le da valor a la muer-
te. No se necesita esconder o negar la vejez, sino que se la puede
entender, afirmar y experimentar como un proceso de crecimien-
to en el que el misterio de la vida nos es lentamente revelado
(Nouwen, 12).
En la llamada época victoriana se consideraba que la función
sexual del hombre terminaba a los cuarenta años y la de la
mujer al llegar la menopausia, lo cual era un gran error. De
acuerdo a largas y profundas investigaciones los sexólogos y
otros científicos han llegado a la conclusión de que para el
hombre y la mujer la edad en sí no constituye un límite para
las relaciones sexuales, pues generalmente se mantiene la fun-
ción sexual aunque pueda quedar interrumpida la capacidad
para tener hijos. Las personas de edad avanzada por lo común
mantiene también la necesidad fisiológica, psíquica y espiri-
tual de la realización sexual.
Los diversos factores de los cuales depende la actividad sexual
en la madurez avanzada son:
• Dependencia de factores genéticos o hereditarios puesto que
dichos factores pueden en un sentido u otro contribuir en cierta
medida a mantener nuestra capacidad sexual, aunque el factor
psicológico es más fundamental.
• Guarda relación con la frecuencia de las relaciones sexuales en
los primeros años del matrimonio. Mientras mejor haya sido la
sexualidad en los años anteriores a esta época de la vida, más
satisfactoria será la sexualidad en la edad madura avanzada.
• Tiene que ver con los condicionamientos psicosociales negati-
vos que crean una mentalidad de rechazo al sexo en la edad
avanzada. Dentro de estos condicionamientos se pueden men-
cionar una cultura que ha asimilado un patrón juvenil y de
ciertas características físicas, lo que se refleja en el arte, en el
mercado con sus anuncios y en un pensar despectivo hacia la
sexualidad en la tercera edad, hecho asimilado muchas veces
por los afectados.
• Mantiene una relación con las condiciones de salud de la perso-
na. Algunas enfermedades crónicas afectan más que otras, pero
definitivamente la gran mayoría de ellas no impiden una sana
relación sexual, como muchos piensan.

182
La sexualidad en el misterio del ser humano

• La repetición de determinadas actividades sexuales puede cau-


sar fatiga psíquica, lo que provoca apatía y desinterés por el sexo.
Sin importar la edad, dentro de la sexualidad podemos seguir
siendo creativos, base para aumentar el interés y el placer.
• La pérdida del cónyuge.
• El consumo de algunos medicamentos.
• Las condiciones socioeconómicas en que se desenvuelven las
personas.
• Mantener la mayor comunicación posible con la pareja y tam-
bién con el medio social.
• Tanto el hombre como la mujer deben de abandonar el mito
del pene erecto, patrón sociocultural que ha hecho mucho
daño. Ni la sexualidad ni la relación sexual depende de la erec-
ción en el hombre, pues existen muchas otras caricias placen-
teras y que pueden conducir al orgasmo.
• Sin llegar a exagerar, se debe mantener la estética del cuerpo,
lo que significa que una dieta y ejercicios adecuados pueden
mantenernos en mejor forma.
Para la mujer y el hombre de madurez avanzada es de suma
importancia conocer los cambios anatómicos y fisiológicos que les
ocurren y que son procesos naturales en el organismo humano,
que deben ser entendidos y afrontados con optimismo.
Lo que le ocurre a la mujer
El proceso de la menopausia en la mujer consiste en el cese nor-
mal de la fecundidad y la disminución gradual de determinadas
hormonas, como el estrógeno y la progesterona. Generalmente
la menopausia puede comenzar entre el final de los cuarenta años
y el principio de los cincuenta, aunque existe la posibilidad de
que ocurran variaciones.
Los cambios físicos que van apareciendo en los órganos sexua-
les de la mujer en la menopausia son:
• Acortamiento de la cavidad vaginal.
• Pérdida de elasticidad en el tabique vaginal. La vagina se expan-
de menos durante el acto sexual.
• Descenso generalizado del tono muscular, que influye en parte
en el descenso de los senos y los glúteos.
• Lubricación menor y algo más tardía durante el acto sexual,
pero con excepciones.
• Contracciones pélvicas menos vigorosas.
Sin embargo la actividad sexual retarda este proceso y el hecho de
que vayan apareciendo estos cambios no reduce el deseo sexual en la
mujer ni la capacidad de tener orgasmos, si su salud es relativamente
buena. Por el contrario, se ha comprobado que, generalmente,

183
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

después de la menopausia, muchas mujeres disfrutan más del sexo


por las siguientes razones:
• El cuerpo de la mujer adquiere un nuevo tipo de belleza, ma-
dura pero no menos atractiva.
• El disfrute sexual para la mujer ocurre generalmente más tar-
de que en el hombre, por lo que muchas mujeres alcanzan
más placer a mayor edad debido a que:
desaparece la preocupación por salir embarazada, por lo que
se siente más tranquila durante sus relaciones sexuales;
muchas han terminado la crianza de sus hijos y tienen más
energías para el disfrute sexual.
• La edad hace que la prisa masculina en cuanto a la relación
sexual ceda paso a un mayor tiempo para las caricias, factor
que contribuye en mucho a la satisfacción femenina. (Ver, en
el capítulo sobre la masculinidad, las secciones dedicadas a la
andropausia.)
• En la actualidad la mujer de más edad puede conocer mejor lo
relacionado con su sexualidad y la de su pareja.

La sexualidad puede continuar


El disfrute en la madurez avanzada se da en mayor porcentaje en
parejas que son capaces de romper la rutina sexual y buscar formas
renovadas para mantener el interés sexual y de complacerse mu-
tuamente, pese a alguna enfermedad u otro impedimento. Tanto
el hombre como la mujer pueden y deben encontrar formas de
satisfacción que superen deficiencias y despierten el interés en un
marco de ternura y mutua comprensión.
No son pocas las mujeres mayores que desean y sienten incluso más
que las jóvenes. Mientras en la mayoría de los matrimonios, durante
los primeros años de vida conyugal, es el hombre quien tiene más
deseos de realizar el coito en comparación con la mujer, la frecuencia
de la actividad sexual tenderá a compensarse después, a no ser que la
mujer sea anorgásmica. La fuerte necesidad inicial del hombre dismi-
nuye posteriormente, sin desaparecer del todo, en los decenios si-
guientes de forma más continuada que en la mujer, ya que, en el caso
de ella, esta necesidad dependerá mucho más de la calidad de la rela-
ción de la pareja que de la edad. El intervalo entre los contactos
íntimos se amplía según el estado de salud y el de ánimo, las costum-
bres y los hábitos, así como según las tareas y los deberes laborales.
Sin embargo los buenos matrimonios mantendrán casi invariables, hasta
edades avanzadas, la fuerza de la vivencia y la felicidad que esta pro-
porciona (Schnabl. En defensa del amor, 166).
Recientes encuestas llevadas a cabo en Cuba por el Centro Ibero-
americano de la Tercera Edad, muestran que algo más del cuarenta
por ciento de las parejas de la tercera edad mantienen relaciones
sexuales cada una o dos semanas.

184
La sexualidad en el misterio del ser humano

Tabla 1
PORCENTAJES POR PAREJA QUE REALIZAN EL COITO
DOS VECES POR SEMANA

menos de 30 años 38 %
de 30 a 40 años 33 %
de 40 a 50 años 25 %
de 50 a 60 años 20 %
más de 60 años 6%
COITO ENTRE LOS 60 Y 65 AÑOS COITO CON MÁS DE 78 AÑOS
mujeres 49 % mujeres 22 %
hombres 69 % hombres 30 %
Fuente: Datos tomados de William Masters y otros La sexualidad humana, ed.
cit. en la bibliografía.

El 17 por ciento de las parejas entre 60 y 70 años realizan el acto


sexual una o dos veces por semana y el 75 por ciento, una vez a
la semana o una vez al mes.
Las razones que exponen las mujeres que no tienen actividad sexual son:
muerte o enfermedad del marido,
separación o divorcio,
impotencia o falta de interés del marido.
Las razones que exponen los hombres que no tienen relaciones
sexuales son:
impotencia,
enfermedades,
falta de interés,
falta de posibilidades.
Entre los factores psicosociales que condiciona la sexualidad en el
adulto mayor se encuentran:
• El modelo de sexualidad dominante, que es juvenil, genital y al
servicio de la procreación.
• El modelo de figura corporal atractiva dominante es la juven-
tud, la esbeltez, el vigor físico y la ausencia de gordura. Esto
hace que socialmente se tenga el criterio de que los adultos
mayores parezcan feos y sin atractivo.
• Falta de pareja sexual ocasionada por enviudar, no entablar re-
laciones que pudieran traer compromisos económicos, proble-
mas de vivienda y por verse mal que una persona “mayor” tenga
relaciones con personas más jóvenes.
• Historia sexual de la persona. Si las relaciones sexuales comen-
zaron tardíamente, y fueron mantenidas en forma irregular o
con mucho tiempo entre una relación y otra, conspiran contra
una buena sexualidad en esta edad. Se ha comprobado que los

185
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

adultos mayores que han mantenido una sexualidad activa dis-


frutan más tiempo sus condiciones sexuales.
• Las relaciones sexuales rutinarias, insatisfactorias o conflictivas
disminuyen el deseo sexual.
• Dificultades económicas y sociales que causan tensión y
marginalidad.
• Condiciones físicas inadecuadas causadas por el alcohol y otras
drogas; fatiga mental y corporal; falta de higiene, entre otras.
• El miedo a la incapacidad sexual.
• La actitud de los hijos y de la sociedad hacia el ancianismo o
edatismo.
• Especialmente en la mujer inciden los siguientes problemas:
los hombres en general mueren primero, por lo que el nú-
mero de viudas es mayor que el número de viudos;
una moral sexual más rígida con las mujeres;
muchas no son socialmente activas por lo que pierden vincu-
lación con los hombres;
hay más convencionalismos sociales con respecto a la edad
de las esposas;
el número de mujeres es mayor que el de los hombres.
El hombre en la tercera edad necesita de un estímulo más
prolongado e intenso, por lo que su compañera se lo proporciona-
rá de una manera inteligente, con sus encantos y caricias. La mujer
de la tercera edad puede recibir placer sexual de su pareja aun-
que el hombre no tenga eyaculación y aun si no tiene erección.
Desde el cariño mutuo la relación sexual puede efectuarse con
caricias, masajes y otros estímulos; la mujer de edad necesitará
más tiempo para que se produzca la lubricación vaginal y en algu-
nos casos el orgasmo.
Llama la atención el hecho de que la sexóloga Lou Payet haya
expresado que en la edad madura avanzada la sexualidad del hom-
bre se parece más a la de la mujer. A muchos hombres y mujeres
les puede parecer un disparate pero no lo es, ya que generalmente
lo que perturba las relaciones sexuales varón-hembra es la impa-
ciencia masculina, que provoca que la mujer salga insatisfecha del
encuentro. La edad se encarga de emparejar las cosas y muchos
hombres a esas alturas aprenden a ser más tiernos, cariñosos y a
prolongar las caricias para más placer de ambos. Debo mencionar
que en algunos hombres y mujeres pueden presentarse algunas
dificultades psíquicas o fisiológicas en cuanto a su sexualidad, ra-
zón que nos hace recomendar que no dejen que la pena o el pudor
les impida acudir a una persona especializada en estos asuntos, de
manera que –por medio de la psicoterapia y medicamentos apro-
piados– pueda aliviarse o resolverse la situación.

186
La sexualidad en el misterio del ser humano

Orientaciones para la sexualidad en la vejez

1.-Mantener durante toda la vida una práctica sexual continua y equi-


librada. El sexo no se desgasta, sino que con esta actividad se mantie-
ne adecuadamente el riego sanguíneo de los órganos y sistemas
encargados de la respuesta sexual.
2.-Cuidar el estado de salud general y evitar o controlar los factores
de riesgo de enfermedades vasculares y neurológicas: el tabaco, el
alcohol, el colesterol y el azúcar en la sangre.
3.-Explorar nuevas prácticas sexuales y procurarse una cierta variedad
para no caer en la monotonía y el aburrimiento sexual.
4.-Conocer las variaciones fisiológicas que tienen lugar con la edad,
asumir los problemas que conllevan y mantener una buena comunica-
ción con la pareja, para que estos cambios se acepten y no se
malinterpreten.
5.-Si el coito resulta muy difícil o imposible, adaptarse a una nueva
forma de realizarlo. Es la hora de recuperar aptitudes manuales y
táctiles, posiblemente olvidadas o dejadas de lado durante años, en
beneficio de la actividad sexual.
Hay que hacerse a la idea de una reducción de la frecuencia, de una
sexualidad más tranquila y no tan a la espera de resultados concretos.
En suma, es probable que no se puedan llevar a cabo coitos rápidos e
intensos, pero si se tiene suficiente capacidad de adaptación, estos
pueden ser perfectamente sustituidos por un estilo sexual más relaja-
do, más efectivo, pero igualmente placentero y gratificante (Gispert
y otros, 1: 157).
Pero no solo debemos referirnos a las parejas de la adultez avanza-
da o a las nuevas parejas que puedan formarse en esta edad, sino
que también tenemos que mencionar a las personas de la tercera
edad que no tienen pareja y que mantienen capacidad sexual. Las
estadísticas muestran que muchos hombres y mujeres en esta edad
practican el erotismo individual:
Tabla 2
EDAD HOMBRES MUJERES
60 a 69 52, 6 % 47, 1 %

70 a 79 29, 5 % 49, 1 %

80 a 81 45, 8 % 34, 5 %
Fuente: Datos tomados de William Masters y otros. La sexualidad humana,
ed. cit. en la bibliografía.

187
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Esto, por supuesto, no constituye una anormalidad ni una conduc-


ta pervertida, sino que es la expresión de una vitalidad y de una
necesidad; tal como en otras edades se realiza y proporciona alivio
de tensiones y satisfacción sexual.
Los psicólogos y sexólogos han llegado a las siguientes conclu-
siones con respecto al erotismo individual:
Dentro de una sociedad, cuya cultura erótica exacerbada por
el mercado provoca tanta atención sobre la sexualidad, el ero-
tismo individual es un método inofensivo para aliviar la ten-
sión sexual, dando lugar a tranquilidad y reposo y aun al sueño.
Las relaciones sexuales entre personas de la tercera edad que no
están casadas y la práctica de la continencia son dos asuntos a los
que se debieran prestar más atención.
Ciertamente hay que respetar las culturas y las expresiones de
los individuos porque en la conducta sexual influyen muchos facto-
res y dos de estos son la experiencia religiosa y la capacidad de
asumir las naturales limitaciones de la vida. No todos tendremos
una misma respuesta.
Algunas personas de madurez avanzada no sentirán la necesi-
dad o urgencia sexual en una misma medida, otras personas po-
drán sublimar sus deseos sexuales sustituyéndolos por algún tipo
de actividad familiar, social, artística o religiosa.
Otros y otras sentirán deseos sexuales y requerirán de algún
alivio o realización y por ello no tienen que avergonzarse en dar
salida a dicha presión de una manera conveniente, privada y digna,
que incluso ayude a no destruir hogares. Así se puede evitar la com-
petencia que con uno de los cónyuges puedan hacer otras perso-
nas que se acerquen buscando cierta relación e intimidad.

La higiene y el comportamiento
La higiene y el comportamiento de las personas de madurez avan-
zada que conservan interés por el sexo, son dos aspectos de suma
importancia que no podemos dejar de mencionar en este capítulo.
Toda persona, en cualquier época de su vida, debe mantener bue-
nos hábitos de limpieza para su cuerpo y sus habitaciones.
Con la edad y por diferentes motivos aparecen olores desagra-
dables, que generalmente se deben al descuido de la higiene de
nosotros mismos y que si persisten pese a nuestro cuidado debe-
mos acudir al médico o al dentista.
Debemos tener sumo cuidado en la limpieza de la piel, la cabe-
za, la boca y especialmente la región genital y el ano. Así como
también debemos cuidar de que nuestra ropa interior y exterior
estén limpias en todo momento. El jabón, las colonias y otros per-
fumes y el talco son indispensables.

188
La sexualidad en el misterio del ser humano

Algunas veces no prestamos suficiente atención a nuestra con-


ducta y desarrollamos hábitos desagradables, como exhibir las pró-
tesis dentales cuando no se usan, poner la ropa interior usada al
alcance de la vista de la pareja, hurgarse en la nariz y la boca sin
ningún recato y otras actitudes que causan desagrado a la persona
que nos acompaña.
Si cuidadosos fuimos en la juventud con nuestros hábitos, apa-
riencia y limpieza, en la tercera edad debemos extremar los cuida-
dos, pues aunque el aspecto no sea el mismo que cuando se era
más joven, podemos seguir siendo agradables con higiene personal
y un vestir sencillo y limpio. Nada ofende tanto al amor en la pareja
como los malos hábitos y los malos olores. Una persona limpia y con
maneras agradables será siempre una pareja aceptable.

El ancianismo o edatismo y otros problemas


El ancianismo o edatismo es un fenómeno psicosocial que pocos
reconocen pero muy arraigado en muchas culturas. La vejez es
una definición que hace la sociedad al igual que la niñez, la juven-
tud, la edad madura y también el género. Por ancianismo o edatismo
definimos la intolerancia, la sobreprotección, el rechazo y la falta
de consideración para con las personas de adultez avanzada o de la
tercera edad y la negación del derecho, entre otros, al disfrute
sexual.
Actualmente nuestra sociedad tiene como patrón de valores
un “modelo joven”, que le asigna el mayor poder a los adultos jóve-
nes y a las personas de la tercera edad se les otorga un modelo
marginal y de deterioro. A ello han contribuido el desarrollo cientí-
fico-técnico, la posibilidad que tienen los más jóvenes de realizar
estudios y llegar a oficios especializados, la separación temprana de
la familia, una rápida independencia económica de los más jóvenes,
y la errónea consideración de que el proceso de envejecimiento se
da en hombres y mujeres entre los cincuenta y los sesenta años,
cuando científicamente está comprobado que ya estos procesos
están instalados en el organismo humano a partir del nacimiento,
aunque se va teniendo conciencia de ello a partir de los 30 o 35
años (otros consideran que es a partir de los 40). Las personas que
adoptan esta actitud no son capaces de comprender los grandes e
insustituibles valores de la tercera edad y lo mucho que pueden
aportar a la familia y a la sociedad quienes llegan a ella.
Es de lamentar que no solo familiares y la población en gene-
ral mantengan estos conceptos, sino que también algunos médi-
cos –insuficientemente preparados sobre este asunto– adoptan
actitudes incorrectas frente a personas de la edad madura avanzada

189
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

y hasta les hacen comentarios y recomendaciones negativas, que


pueden deprimirlas y no las ayudan en su salud psíquica y física.
La falta de una educación adecuada y la pobreza llevan a mu-
chas familias a tratar a las personas de edad madura avanzada como
si fueran seres asexuales. No solo les niegan sus derechos al disfru-
te sexual, sino que a veces se toman decisiones muy incorrectas
que atentan contra la necesaria privacidad de ellas: se les pone a
dormir en la sala o junto con los niños y hasta en la misma habita-
ción de una pareja joven, como si no fueran ya seres humanos.
El ancianismo o edatismo ocupa la misma categoría que el
machismo, el racismo y otras expresiones similares, que niegan los
derechos humanos. Toda persona creyente debería examinar su
conciencia ante este fenómeno discriminatorio. Toda persona no
creyente debería examinar su papel de buena voluntad hacia los
demás, valorando cuál es su actitud hacia las personas de madurez
avanzada.
Este respeto conlleva a la aceptación de la sexualidad en la ter-
cera edad como algo natural, que debemos defender y aun estimu-
lar, pues para quienes pueden mantener la actividad sexual y quieren
realizarla ello será un importante componente de la salud psíquica
y física, que deseamos para nuestros padres y abuelos.
Nada puede suplantar la sabiduría que da la experiencia; de ahí
que las personas de la tercera edad, cuando preservan la autoestima
y están conscientes de su papel en la familia y en la sociedad, sean
los representantes de un conocimiento que no solo se puede ad-
quirir por medio de los libros y otras rápidas y confiable fuentes,
sino que tienen una experiencia acumulada que puede contribuir
a disminuir sufrimientos y a encontrar el paso por los escabrosos
desfiladeros que llevan al futuro.
El adelanto de las ciencias médicas, las condiciones adecuadas
de vida y una menor tasa de natalidad, están posibilitando a los
ancianos no solo a vivir más sino que son un por ciento cada vez
mayor de la población. Su participación en trabajos, estudios y otras
tareas es cada vez más significativa, factor que está obligando a
revisar su importancia en todas las esferas de la vida.
Son pocos los lugares del mundo desarrollado o en vías de desa-
rrollo donde se trate lo relacionado con el sexo en la edad madura
y en la edad madura avanzada (tercera y hasta cuarta edad, 60-90
años) con la suficiente claridad y comprensión. Más bien el tema se
deja a un lado como algo vergonzoso o difícil de tratar, y peor aún,
se hace motivo de cuentos de mal gusto o de comentarios irónicos
e hirientes. La realidad es que más allá de los cincuenta y hasta
edades bien avanzadas, el deseo sexual y sus expresiones se man-
tienen en parejas y en mujeres y hombres sin pareja que mantie-
nen la salud y el buen ánimo.

190
La sexualidad en el misterio del ser humano

Mi interés sobre este asunto fue incrementándose en la medi-


da que, a lo largo de los años y como consejero pastoral, fui cono-
ciendo de las frustraciones a que se ven sometidas muchas personas
de edad avanzada por la falta de conocimiento y comprensión: “el
relacionar sentimental e intelectualmente la vida sexual amorosa
con la juventud, no solo es un reflejo tergiversado de la realidad
sino que contribuye a que se alimente la errónea y grave concep-
ción de que el amor, sobre todo el físico, es una cosa exclusiva de la
gente joven, y que para los mayores ya es algo casi inmoral” (Schnabl.
En defensa del amor, 159).
Esto lo asimilan en su medio cultural y por un proceso psicosocial
las personas de más edad. En ellas surge un deterioro de su autoestima
y pierden sus vidas sentido y contenido, se deteriora su personalidad
y aun puede que algunos lleguen al suicidio.
Algunos breves ejemplos servirán para ilustrar en parte lo que
sostenemos:
Durante una entrevista pastoral sobre este tema con un hombre
de alrededor de sesenta años, este me explicó los problemas que
tenía con su esposa pues ella no entendía algunos de los cambios
que a él le estaban ocurriendo en su funcionamiento sexual; en
vez de lograr la satisfacción sexual de ambos en esta nueva etapa lo
acusaba continuamente de infidelidad matrimonial, porque sus
erecciones no eran como antes.
Hace poco conversé con una viuda de más de sesenta años, quien me
confió que su esposo (muerto hacía algo más de tres años) tuvo un
largo proceso de enfermedad, por lo cual sus relaciones sexuales se
interrumpieron. Ella ha encontrado un compañero de aproximada-
mente su misma edad, con quien inició relaciones sentimentales y
más tarde, aunque a ella le había parecido que no sería posible, rela-
ciones sexuales muy satisfactorias.
A un vendedor de artículos sexuales en el extranjero, le pregunté
acerca de clientes mayores de sesenta años que visitaban la tienda.
Él contestó que tanto hombres como mujeres de esa edad acuden
con frecuencia y compran allí juguetes sexuales, películas y revis-
tas, hecho nada raro.
Una señora de más de setenta años fue a ver a su médico y le contó
que había asistido a uno de nuestros cursos, “Un enfoque pastoral
de la sexualidad”, y este le preguntó: “¿Pero a su edad usted se
ocupa de esas cosas?”, y ella le respondió: “¿Y por qué no?”
Una anciana viuda fue llevada por sus familiares a ver a un psiquia-
tra por el deplorable estado mental en que se encontraba desde
poco tiempo atrás. El resultado de las investigaciones arrojó que
en la habitación de dicha mujer y bajo fuerza de la familia habían

191
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

instalado una pareja de recién casados. Le habían quitado su


privacidad, pero además la estaban obligando –como si ella fuera
un objeto inanimado– a tener que compartir las relaciones amoro-
sas de los dos jóvenes enamorados.
Sobre la sexualidad hay diferentes y encontradas opiniones en
sectores de la Iglesia y muchas veces los consejeros y consejeras
pastorales más que orientar, desorientamos a personas de la edad
madura avanzada, cuando no sabemos lo suficiente sobre la sexua-
lidad humana.
Nuestro propósito es contribuir al esclarecimiento del tema.
Se logrará si abiertamente se realizan conversatorios o tertulias y
conferencias, que permitan una mejor comprensión y aceptación
de la sexualidad más allá de los cincuenta, como algo natural y sano.
Quizás alguien se sienta molesto al leer estas cosas, mas le pediría
que sea paciente y llegue al final.
¡Pero los juegos amorosos no son un privilegio de los jóvenes! Estos
deben enriquecer también la vida matrimonial de las personas de eda-
des mayores, con sus grandes posibilidades de variaciones, y proteger-
las del embotellamiento o la rutina, y con eso de la monotonía e
infidelidad. (Schnabl. El hombre y la mujer en la intimidad, 283).
Es importante mencionar aquí algo que muchas veces impide una
buena relación en las parejas con muchos años de casadas o en las
formadas en la tercera edad: no pocos hombres se casan o conviven
con una mujer para tener compañía, relaciones sexuales en lo
posible y disponer de alguien que se ocupe de cuidarlo, hacerle la
comida, lavarle, etcétera. Siempre será un error porque a esta
edad, salvo contadas excepciones, ninguna mujer desea asumir
tales cargas y lo más probable es, al cabo de cierto tiempo, que
todo fracase. Una vida placentera para las parejas de edad avanza-
da es cuando se comparten las tareas en medio de un ambiente
de ternura: no dudemos, esto también ayuda a la sexualidad.

Plenitud
Comienzo por decirles que es prácticamente imposible llegar a
un consenso sobre la interpretación en lo que atañe a la sexuali-
dad, tanto en la Biblia como en la Teología, porque existen diver-
sas opiniones en las distintas confesiones o denominaciones
cristianas, y aun dentro de una misma denominación religiosa.
Es interesante constatar cómo el judaísmo (religión del pue-
blo hebreo), según se aprecia en el Antiguo Testamento, tenía con-
ciencia de las diferencias que debían mantener en cuanto a la
conducta sexual en relación con los demás pueblos.
De manera general y de acuerdo con la Biblia se puede soste-
ner lo siguiente:

192
La sexualidad en el misterio del ser humano

1. La sexualidad y el sexo no son malos en sí.


2. Como producto del pecado humano y al igual que otras con-
ductas, el sexo puede ser bien o mal usado.
Ser un adulto mayor no constituye una enfermedad. Sí ocurre
que debido al natural proceso fisiológico, al decir del apóstol Pablo:
el hombre o la persona se va desgastando (II Corintios 4: 16) y
entonces como parte de ese desgaste seguiremos teniendo órga-
nos sexuales, habrá cesado la función reproductiva y las llamas
declinantes del placer sexual se irán apagando... pero no morirán
porque como también dice el apóstol Pablo: mientras la persona
vieja se va desgastando ocurre un proceso inverso: va naciendo en
nosotros el nuevo hombre y la nueva mujer en Jesucristo.
Con el transcurso de los años, en la esfera íntima de los viejos matri-
monios, todo se vuelve gradualmente más tranquilo. La pasión de las
décadas pasadas es un recuerdo bello. También en los años avanzados
de la vida se despierta el deseo de caricias, y se llega en ocasiones a la
unión íntima, hasta que la expresión sexual de correspondencia mutua
termina por desaparecer, de modo lento y casi sin ser notada. En su
lugar la comunidad en el matrimonio se ha perfeccionado de tal ma-
nera –como sucedió antes en la esfera social de la vida– que la pareja
no echa de menos la sexualidad en el ocaso de la existencia […]
(Schnabl. El hombre y la mujer en la intimidad, 105).
Hace algún tiempo leí un maravilloso párrafo que apunté en mi
libreta de notas, pero como muchas otras cosas, olvidé incluir
la referencia bibliográfica. No importa, aquí está y pretendien-
do la excusa del autor lo expongo a ustedes:
Dios nos regaló el placer sexual, pero sabemos que este cuerpo terre-
no es provisional y que aspiramos al cuerpo celestial o universal que
no hereda la corrupción ni la muerte. ¿Cómo experimentará el placer
este nuevo cuerpo y qué placeres experimentaremos? No sabemos
con exactitud, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que el
placer sexual anuncia un placer todavía mejor y es por ello que a la
Iglesia se le llama la esposa de Dios. Cuando el Esposo y la Esposa se
reúnan en el Reino de los Cielos experimentaremos la plenitud del
placer porque estaremos experimentado la plenitud del amor.
Dice la Biblia: Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero
entonces veremos cara a cara, ahora conozco en parte, pero entonces
conoceré plenamente, como he sido conocido (I Corintios 13: 12).
Anhelamos que llegue el nuevo amanecer cuando aun los misterios
del placer sexual serán revelados. Mientras tanto no nos avergoncemos
ni rechacemos el regalo de Dios en la medida que ello corresponda a
nuestros dones y a la dignidad de ser todos hijos de Dios.
A ti me acojo, Yavhé,
nunca quede confundido.
¡Por tu justicia sálvame, líbrame,
préstame atención y sálvame [...].

193
Se mi roca de refugio,
alcázar donde me salve,
pues tú eres mi peña y mi alcázar [...].
Pues tú eres mi esperanza, Señor,
mi confianza desde joven, Yahvé.
En ti busco apoyo desde el vientre,
eres mi fuerza desde el seno materno.
¡A ti dirijo siempre mi alabanza! [...].

Ahora viejo y con canas,


¡no me abandones, Dios mío!,
hasta que pueda anunciar tu brazo
a las futuras generaciones,
tu poderío y tu justicia,
oh Dios, hasta los cielos.
Tú que has hecho grandes cosas,
¡oh Dios! ¿quién como tú?
Tú que me has hecho pasar
por tantos aprietos y desgracias,
me devolverás de nuevo la vida,
y de las simas de la tierra
me sacarás otra vez;
sustentarás mi dignidad,
te volverás a consolarme [...] (Salmo 71: 1-3; 5-6; 18-21).

Nos desnudamos hasta del cuerpo terrenal para ser revestidos


del cuerpo celestial.
ECLESIASTÉS 5:14

COMO SALIÓ DEL VIENTRE DE SU MADRE,


DESNUDO[A],
ASÍ VOLVERÁ COMO HA VENIDO [...].

194
ANEXOS
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

¿Hay que regular la prostitución?*


Sin cerrar los ojos, dando derechos
MONSERRAT TURA
Llegó desde Rusia con una promesa de trabajo bajo el brazo. El contrato lo
firmó, bajo amenazas, con un proxeneta que la secuestró y obligó a prosti-
tuirse durante meses en una angosta carretera. Internet le permitió conocer
parajes que nada tenían que ver con su Polonia natal y decidió pasar sus
vacaciones en la Costa Brava. La red, implacable, la maltrató, esclavizó y
obligó a prostituirse. Quiso mejorar su calidad de vida y se marchó de Ruma-
nia para trabajar en un hotel costero: acabó hospitalizada tras tirarse por la
ventana de un piso del que huía de compatriotas que la retenían contra su
voluntad y obligaban a prostituirse tras sufrir vejaciones indescriptibles. En
Bulgaria su futuro no era prometedor, algo que, pensó, sí lo sería en España:
resistió más de 100 metros arrastrada por un coche, arañando con su piel el
arcén de la N-2, antes de dejar ir el bolso con el jornal de toda una noche de
sexo de pago y cobrarse cientos de heridas de las que no cicatrizan nunca.
La realidad, algunas veces, supera la ficción. Son cuatro historias reales,
cuatro dramas personales que golpean la conciencia de quien las conoce: cua-
tro titulares que ennegrecen con su tinta la vida de seres humanos, como
nosotros, y que conocemos gracias a operaciones policiales de desmantelación
de redes de proxenetismo y a la desesperación de sus propias protagonistas.
Desgraciadamente, ellas no son las únicas.
Prevenir y promover la persecución de todas las formas de tráfico y trata
de personas, la explotación sexual y la prostitución forzosa es uno de los
propósitos de la actuación diaria de la policía de la Generalitat, que prepara-
rá una ley pionera en España que ha de poder regular, en territorio catalán, los
servicios sexuales remunerados. La aplicación del Derecho Civil catalán nos
permite garantizar la libre decisión de quien presta el servicio, reconocerle
sus derechos y hacerle única titular de los acuerdos con otros. Se trata de
que las prostitutas ejerzan su profesión con libertad y garantías.
Conscientes de la controversia que suscita cualquier intento de regula-
ción y de que esta debe ceñirse a las competencias de la Generalitat, la ley
quiere acabar con la actual hipocresía de que al no figurar en ningún texto
legal la prostitución, sencillamente, no existe. Regular, importante es acla-
rarlo, implica limitar; no hacerlo significa permitir que el fenómeno siga
yendo al alza, creciendo mientras cerramos los ojos. Se trata de poder aca-
bar con situaciones como las que ya se registran en algunas carreteras cata-
* Este artículo y el de Gemma Lienas, “Algo no cuadra”, fueron publicados en
el periódico El País de Madrid, España, el domingo 13 de noviembre de 2005.
Montserrat Tura es consejera del Interior de la Generalitat de Catalunya y
Gemma Lienas es escritora y miembro del Lobby de Dones de Catalunya.

196
La sexualidad en el misterio del ser humano

lanas, donde en menos de dos kilómetros los Mossos han llegado a contabi-
lizar 10 prostitutas.
Entre las finalidades de esta ley destaca el proteger la salud y la seguri-
dad de las profesionales del sexo. Es, de hecho, una prioridad irrenunciable.
Adentrarse en un bosque espeso, en plena noche, en el vehículo de una
persona de la que nadie te podrá proteger; subirse a la cabina de un camio-
nero del que nada sabes son situaciones que conforman una cotidianidad que
debe erradicarse. Acabar con la prostitución de carretera es una obligación
que los poderes públicos no podemos aplazar.
Se trata de que las prostitutas ejerzan
su profesión con libertad y garantías.
Las vemos cuando circulamos por carretera. Les prestamos una atención
relativa y al cruzar las miradas algunos pensamos en lo duro que ha de ser
aguantar el tipo en medio de la nada. Nos alejamos pero ellas permanecen
allí, punteando con el seco rímel de su muda presencia nuestras carreteras.
Nos alejamos y las dejamos en compañía de peligros. Los relacionados con el
tránsito son solo algunos. En muchas ocasiones, las prostitutas se encuentran
en caminos cuyos accesos no tienen buena visibilidad: acceder y volver a
incorporarse a la vía entraña un riesgo evidente. Evidente y objetivo es,
también, el peligro que existe cuando posibles clientes realizan maniobras
bruscas para detener el vehículo y poder contactar con ellas. Asimismo, los
informes de los Mossos d’Esquadra nos advierten de que la integridad de
estas mujeres se ve continuamente en peligro por las coacciones y amenazas
de sus proxenetas. Las agresiones físicas y sexuales consumadas tanto de
proxenetas como de clientes forman parte, desgraciadamente, de su
cotidianidad laboral. Cotidianidad en la que también se registran robos con
intimidación y violencia, dada la vulnerabilidad que supone su presencia en
lugares solitarios, así como detenciones ilegales y agresiones de clientes y
proxenetas de otras prostitutas.
Este es el escenario real en el que trabajan, hoy, algunas de las prostitu-
tas en nuestro país. Acabar con él es uno de los objetivos, no el único, de la
ley que prepara la Generalitat. Existen otras prioridades; entre ellas, garan-
tizar su dignidad y derechos, así como su autonomía, capacidad de decisión
y libertad ambulatoria; evitar su estigmatización, desarraigo y exclusión so-
cial; establecer controles sanitarios adecuados y evitar perturbaciones y
molestias en el entorno social de las comunidades cercanas a los estableci-
mientos donde se prestan estos servicios.
El de los establecimientos es uno de los aspectos en los que la ley hace
mayor hincapié. Prohibir y sancionar la presencia de la prostitución en la vía
pública implica regular el funcionamiento de las distintas modalidades de
locales y establecer un régimen sancionador. El texto prevé que los esta-
blecimientos, que nunca podrán estar en comunidades de vecinos, estén
expresamente autorizados y dispongan de una licencia específica y no trans-
misible que tendrá una validez muy limitada. Las prostitutas, por su parte,
podrán beneficiarse de derechos laborales, salariales y tendrán obligaciones
tributarias como cualquier trabajador. Tendrán derecho, también, a ser aten-
didas de sus patologías específicas por el sistema de salud pública.

197
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Según la Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales, uno de cada cuatro


hombres de entre dieciocho y cuarenta y nueve años residente en España ha
sido cliente de la prostitución alguna vez. Hagamos, vista la demanda, que la
oferta tenga las condiciones necesarias y evitemos que siga proliferando la de-
manda cruel. No dejemos más tiempo que la ilegalidad en la que se encuen-
tra la prostitución beneficie a unos y condene a otros. Seamos valientes,
como lo son algunas de ellas cuando denuncian con riesgo de sus vidas a sus
esclavizadores sabiendo que ningún derecho las asiste o se adentran en terri-
torios desconocidos de la mano de quien puede llegar a ser su verdugo.


Algo no cuadra
GEMMA LIENAS
Desde hace un cierto tiempo y cada vez con mayor insistencia, en España se
escuchan voces que defienden la regularización del comercio sexual, según
parece con tres objetivos: reconocer los derechos individuales de las perso-
nas que ejercen la prostitución considerando su trabajo una actividad econó-
mica más, erradicarlas de calles y carreteras, y censarlas. Pese a que, en
principio, las medidas parecen servir los intereses de quienes se prostituyen
–mayoritariamente mujeres–, algo no acaba de encajar en este postulado.
En primer lugar, quienes más han insistido en la necesidad de regular la
prostitución han sido los empresarios del sexo –antes llamados macarras o
proxenetas–, de modo que podemos imaginar que, si defienden esa idea,
será porque su consecución les reportaría algún tipo de beneficio. Tanto se
han empecinado que, de regularse la prostitución, los proxenetas, erigidos
en guardianes de la moral familiar y callejera, habrían conseguido que sus
negocios fuesen reconocidos como lugares de ocio de pleno derecho. En
cambio, las prostitutas que van por libre y, sobre todo, las más desamparadas
se verían barridas de calles y carreteras, e incluso de pensiones y pisos.
También resulta sospechoso que los empresarios del sexo manifiesten
ese deseo perentorio por pagar impuestos a las arcas estatales y dejar, así, de
tener un negocio que es simple economía sumergida. Desde luego, les hon-
ra esa insistencia, aunque nos permitimos dudar de su honradez. Pero, sobre
todo, lo que causa perplejidad es la pretensión de que las trabajadoras del
sexo no puedan erigirse en empresarias de su propio negocio y montarse un
chiringuito donde les plazca, máxime cuando actualmente, sin leyes que lo
regulen, las que dicen haber elegido libremente vender su cuerpo –un 5 %–
pueden darse de alta de autónomos en otras profesiones.
En segundo lugar, también parece que se beneficiarían de la disposición
los prostituidores, llamados eufemísticamente clientes. Para ellos –uno de
cada cuatro ciudadanos españoles–, la medida supondría mayor impunidad al
utilizar los servicios de una prostituta o al hacer turismo sexual. Si ahora y
pese a que la ONU considera la prostitución una forma de esclavitud y de
maltrato, comprar el sexo de una mujer puede ser relatado como una hazaña

198
La sexualidad en el misterio del ser humano

entre cierto tipo de hombres, la regularización terminaría de despojar a esa


actividad de connotaciones peyorativas y la transformaría en algo parecido a
la visita de un parque temático. Parece que, con ello, las trabajadoras sexua-
les ganarían en dignidad, a la par que ellos disfrutarían de mayor “comodi-
dad”. Aunque, si lo que se pretende es dignificar esta ocupación, no deja de
resultar chocante que, cuando algún canal televisivo ofrece un reportaje
sobre compraventa sexual, muestre claramente los rostros y los cuerpos de
ellas, pero cubra púdicamente los rostros de ellos, los prostituidores.
Por último, están las prostitutas que ejercen sin haberlo elegido: el 95 %
restante, de las que la inmensa mayoría son inmigrantes sin papeles introdu-
cidas en España por las mafias internacionales. Estas no quedan fuera del
sistema por putas, sino que se dedican a la prostitución porque el sistema no
les deja otra alternativa. ¿De verdad van a catalogar a esas más de 400, 000
prostitutas sin papeles? ¿Van a ofrecerles papeles porque se dedican a la
prostitución y establecerán un agravio comparativo con las sin papeles que
limpian casas o cuidan a personas ancianas? ¿O van a dar papeles a cualquier
inmigrante? Si es así, será un alivio no verles morir tratando de saltar vallas
o intentando cruzar el Estrecho en pateras.
En Holanda fue legalizada y en una
década la prostitución ha crecido un 25 %.
En Occidente existen dos modelos de abordar la prostitución: el modelo
holandés y el modelo sueco.
En Holanda, la prostitución fue legalizada con el argumento de que ello
erradicaría el tráfico y explotación de mujeres inmigrantes y supondría un
control para la industria sexual. Sin embargo, las cifras demuestran exacta-
mente lo contrario: en una década, el negocio ha crecido un 25 %; la pros-
titución infantil ha aumentado vertiginosamente (se ha pasado de 4, 000
a 15, 000 niños, de los que la mayoría son niñas); el 85 % de prostitutas
son mujeres víctimas del tráfico sexual y sin posibilidades de regularizar su
situación, y la violencia contra las mujeres se ha exacerbado.
En Suecia, en 1999 se aprobó una ley que penalizaba la compra de
servicios sexuales y despenalizaba su venta. Así, quienes resultan persegui-
dos son los macarras y los puteros, mientras que ellas no solo no resultan
sancionadas, sino que, además, cuentan con unos servicios integrales que las
ayudan, si lo desean, a dejar el oficio. El resultado ha sido una disminución
más que notable del negocio y el éxodo de los traficantes de mujeres, que se
han visto obligados a buscar otros lugares, otros mercados.
Tal vez quede por analizar el efecto que la compra de servicios sexuales
tiene sobre todas las mujeres como género. Porque no olvidemos que este
es un problema de género: el 90 % de quienes ejercen la prostitución son
mujeres, el 3 % hombres y el 7 % transexuales; mientras que un porcentaje
abrumador de proxenetas y clientes son hombres.
El inconsciente, ese espacio apenas intuido hasta hace pocos años y
ahora ratificado por los neurólogos gracias a las nuevas tecnologías, es res-
ponsable de una intensa actividad de la que no somos conscientes. El incons-
ciente acumula creencias y prejuicios, origen de muchos de nuestros
comportamientos. Una de estas creencias seculares, que estuvo en la base

199
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

de la desigualdad entre mujeres y hombres, es la de que el cuerpo femenino


es una mercancía. Otra de esas ideas, desmentida científicamente, es la de
la necesidad sexual masculina tan insaciablemente natural.
En modo alguno conseguiremos una sociedad paritaria si no consegui-
mos borrar ambas ideas de ese inconsciente colectivo. Y, desde luego, regu-
larizar la prostitución no parece el mejor camino. En cualquier caso, mientras
en el mundo tantas mujeres y niñas sean forzadas a prostituirse, serán ellas
quienes nos tendrán a su lado defendiendo sus derechos.

200
La sexualidad en el misterio del ser humano

II

Citas de la Biblia
“¡No hay ni uno solo que sea justo!
No hay quien tenga entendimiento;
no hay quien busque a Dios.
Todos se han ido por mal camino;
todos por igual se han pervertido.
[...].
Su garganta es un sepulcro abierto,
su lengua es mentirosa,
sus labios esconden veneno de víbora
y su boca está llena de maldición y amargura.
Sus pies corren ágiles a derramar sangre;
destrucción y miseria hay en sus caminos,
y no conocen el camino de la paz.
Jamás tienen presente que hay que temer a Dios”.
ROMANOS 3: 10-18

¿No saben acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No se
engañen! Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados, ni homo-
sexuales, ni ladrones, ni avaros, ni borrachos, ni ultrajadores, ni explotado-
res heredarán el Reino de Dios.
I CORINTIOS 6: 9-10

El que tiene amor no hace mal al prójimo; así que en el amor se cumple
perfectamente la ley.
ROMANOS 13:10

Una vez que han muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué
sujetarse, como si aún estuvieran en el mundo, a preceptos como “no to-
ques”, “no pruebes”, “no acaricies”, cosas todas destinadas a perecer con el
uso, y conforme a preceptos y doctrinas puramente humanos? Tales cosas
tienen una apariencia de sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones
y su rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la insolencia de la
carne.
COLOSENSES 2: 20-23

[...] lo que tú siembras, no es el cuerpo que nacerá, sino el grano desnudo,


quizás de trigo o de alguna otra especie [...].
Así es también en la resurrección de los muertos. Se siembra un cuer-
po corruptible, se resucita un cuerpo incorruptible [...] se siembra un
cuerpo natural, se resucita un cuerpo espiritual. Si hay un cuerpo natural,
hay también un cuerpo espiritual [...].

201
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

Como el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el
celestial, así son también los que son celestiales
Y tal como hemos traído la imagen terrenal, traeremos también la imagen
celestial [...].
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto
mortal se vista de inmortalidad.
Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal
se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está
escrita: devorada ha sido la muerte en victoria.
¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu aguijón?
[...] pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro señor
Jesucristo.
I CORINTIOS 15: 37, 42, 44, 48-49, 53-55, 57

202
La sexualidad en el misterio del ser humano

III

Citas de varios autores


El erotismo deriva de la sensualidad, son inseparables. La sexuali-
dad, en cambio, puede prescindir de ambos y ser un acto de pura
brutalidad.
Leí el otro día que el secreto mejor guardado del mundo es que la
mitad de los hombres se vuelven impotentes alrededor de los se-
senta años. ¿Cuántos conoces que lo confiesen?
¿Qué es lo que enciende la pasión? La propia fantasía supongo.
¿Qué la apaga? La rutina, si uno se descuida, y la pobreza. Creo que
la distancia, diferencias de clases, de edad o de razas, hijastros...
todo puede superarse, sin embargo, los obstáculos de conciencia
destruyen la pasión para mí. Si me siento culpable, por ejemplo,
llevo al enemigo adentro y al final, me vence. Por eso no me resulta
la infidelidad a largo plazo, el engaño me arruina el placer.
Cuando digo “hacer el amor” hablo de encuentro que puede o no
incluir sexo, es la comunicación cómplice, la solidaridad, las cari-
cias, el humor. Se puede decir que “hago el amor” con mis nietos.
ISABEL ALLENDE

No permitas que el pasado te domine, pero permite que sea parte de ti.
AUTOR DESCONOCIDO

Cuando alguien busca [...] suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello
que andan buscando, ya no logra encontrar nada ni se vuelve re-
ceptivo a nada porque solo piensa en lo que busca, porque tiene un
objetivo y se haya poseído por él. Pero encontrar significa ser libre,
estar abierto, carecer de objetivo.
HERMAN HESSE

La naturaleza humana responde con todos sus sentidos a las posibi-


lidades sexuales.
CARLOS GISPERT

La salud mental consiste en la capacidad de obtener placer y pro-


ducir.
FREUD

203
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

La revelación divina expresa la necesidad de límites, de un ordena-


miento moral que haga posible la plenitud de vida.
DR. JORGE A. LEÓN

La mujer debe utilizar el sentido común en su conducta sexual y


recordar que la mojigatería, lo mismo que la promiscuidad, son
signos de desajustes de la personalidad.
DR. FRANKS S. CAPIO

Yo soy yo y tú eres tú.


No estoy en este mundo para llenar tus expectativas.
Y tú no estás en este mundo para llenar las mías.
Yo soy yo y tú eres tú. Amén.
FRITZ PERLS

Un matrimonio sano es una unión entre dos capaces de valerse a sí


mismas y de apoyar a otras, y que se comprometen a mantener di-
cha unión [...] Lo ideal es que dentro del matrimonio haya indepen-
dencia equitativa, una dependencia mutua y una obligación recíproca.
DR. METER A. MARTIN

[...] la pornografía es la negación directa del poder del erotismo


pues representa la supresión del verdadero sentimiento. La porno-
grafía pone el acento en la sensación sin sentimiento.
ANDRÉ LORDÉ

El ser humano tiene derecho, según sus necesidades y aspiracio-


nes, a determinar libremente los límites de su sexualidad, seleccio-
nar aquellos valores y modelos de la sociedad que le son significativos,
asumir su orientación sexual y escoger su propia opción al respecto
del matrimonio y a la cantidad de hijos. Solo de esta forma podrá
vivir su sexualidad con profunda autenticidad y plenitud.
AUTOR DESCONOCIDO

La mitad de la vida es el momento de mayor despliegue, cuando el


hombre está enteramente dedicado a su trabajo, con todas sus
habilidades y toda su voluntad. Pero también es el momento en
que comienza el crepúsculo: se inicia la segunda mitad de su vida
[...] En la mitad comienza el descenso que termina en una inver-
sión de los valores ideales de mañana.
C. G. JUNG

204
La sexualidad en el misterio del ser humano

Una vida larga me hace sentir más cercana a la verdad, y sin embar-
go no puedo expresarlo en palabras así que ¿cómo puedo explicar-
lo? No puedo y quiero. Quiero decir a la gente que se está acercando,
y quizás temiendo a la vejez, que este es un tiempo de descubri-
miento por nosotros mismos, de lo contrario no sería un descubri-
miento.
FLORIDA SCOUT-MAXWELL

Todo es más bello porque somos temporales.


AUTOR DESCONOCIDO

Gran parte de la violencia en nuestra sociedad se basa en la ilusión


de la inmortalidad, la ilusión de que la vida es una propiedad que
debe defenderse y no un don para ser compartido.
No sólo tendemos a negar la existencia real de ancianos que viven
en habitaciones cerradas y en asilos, sino también la del anciano
que lentamente despierta en nuestro interior.
El matrimonio que se basa en deseos corre peligro constante, pero
aquel que se construye sobre esperanza tiene un final abierto y
está lleno de posibilidades, ya que es la pareja lo que importa y no lo
que cada uno haga o tenga.
HENRY J. M. NOWEN

El ser humano en cuanto ser cognoscente es un ser en camino,


frente a un horizonte jamás alcanzado y siempre estimulante.
AUTOR DESCONOCIDO

No dejes que el miedo te arrebate tus sueño.


AUTOR DESCONOCIDO

Yo soy lo que he creado.


FIDIAS

Se fiel a ti mismo.
AUTOR DESCONOCIDO

No arruines lo mejor de tu vida sólo porque no estés seguro de


quién eres.
AUTOR DESCONOCIDO

205
REV. RAIMUNDO GARCÍA FRANCO

La pugna entre el alma y el cuerpo sólo existe en las mentes de


aquellos cuyas almas están dormidas y cuyos cuerpos están desafi-
nados.
AUTOR DESCONOCIDO

¡Uf! ¡Dejemos que las mujeres digan cómo es, en lugar de que
todos los hombres nos digan cómo debería ser.
SHERE HITE

Es fácil hacer justicia pero es difícil hacer lo correcto.


AUTOR DESCONOCIDO

Lo que importa no es vivir sino vivir correctamente.


Puedes juzgar a los demás sólo según el conocimiento que tengas
de ti mismo. Dime, ahora: ¿quién de nosotros es culpable, y quién,
inocente?
JACK DOMINAN

A menudo el gran enemigo de la verdad no es una mentira –delibe-


rada, oculta y deshonesta– sino el mito, persistente, persuasivo y
poco realista.
J. F. K.

Y el poder es en sí malo, quienquiera que lo maneje. No es un


permanecer, sino un codiciar y, por eso mismo, insaciable, y por
eso, también, desdichado en sí mismo y que no puede menos de
hacer desdichados a los demás.
SCHLOSSER

Dos grandes problemas: Debo ser responsable de mi hermano pero


no debo ser juez de mi hermano.
AUTOR DESCONOCIDO

El amor que no se renueva cada día, se vuelve un hábito y una


esclavitud.
AUTOR DESCONOCIDO

206
La sexualidad en el misterio del ser humano

IV

¿Qué es ser soltero o célibe?


El celibato y la soltería parecen algo extraño dentro de nuestra cultura debi-
do en primer lugar, a que tendemos a generalizar, a crear patrones de con-
ducta que de una forma u otra queremos imponer a todas y a todos. Pero la
opción por el celibato es muy válida por las siguientes razones:
No todas ni todos tenemos la necesidad de una relación sexual, esto puede
ser un regalo de Dios para algunas personas.
Algunas y algunos pueden sublimizar sus deseos sexuales emponderando o
potenciando su vocación de servir a los demás.
Algunas personas, debido a no encontrar una solución aceptable para sí mis-
ma en cuanto a su orientación sexual, deciden, en la medida en que les
sea posible, renunciar a una relación de pareja.
Otras personas no encuentran una pareja adecuada para casarse o después de
haber tenido desengaños o cuando han enviudado y deciden quedarse
solteras.
Ser célibes no es un defecto ni una frustración cuando se asume volun-
tariamente y cuando tenemos el poder de llevarlo a cabo. Es una opción muy
válida que debe ser tenida en cuenta y que puede ser experimentada sin que
las personas tengan que convertirse en ermitañas ni renunciar a una vida de
buenas relaciones sociales, al éxito laboral y a una realización individual.
La soltería o el celibato pueden y deben cultivarse.

207
V

Sobre la prostitución y la pornografía


1. La prostitución y la pornografía inciden directamente con la discrimina-
ción del género femenino y los homosexuales (lesbianas y gays).
2. Puede calcularse que un noventa por ciento de la pornografía que se ven-
de, manipula las imágenes de las mujeres heterosexuales, las homosexua-
les y las bisexuales en un mercado dirigido directamente a los hombres.
3. La pornografía sobre los homosexuales es un por ciento insignificante
frente a la antes mencionada y ello es en gran parte como defensa de la
imagen machista del hombre.
4. La prostitución y la pornografía se manifiestan en un ámbito de violen-
cia sexual y de género.
5. La prostitución y la pornografía atentan contra los valores de la persona.
6. La prostitución y la pornografía atentan contra la formación de niños,
adolescentes y jóvenes de ambos sexos.
7. La prostitución y la pornografía se han convertido en un jugoso negocio
para un mercado sin valores morales y sin misericordia.
8. La prostitución y la pornografía son manejadas en gran parte por la
delincuencia organizada nacional, regional y mundialmente.
9. La prostitución y la pornografía tienen determinadas vinculaciones con
el alcohol y las drogas.
10. La prostitución y la pornografía en gran parte se nutren de personas y
familias pobres y también de personas que han perdido sus valores hu-
manos.

208
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* Aunque no cumple con los requisitos bibliográficos, asumo la responsabilidad


de mencionarla. Doy las gracias a mi hija Rebeca por su ayuda.

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