Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Derechos Humanos. Vulnera, de formas inexplicables, no sólo a las víctimas y su entorno familiar y
social inmediato, sino a toda la humanidad en su conjunto, ya que la desaparición crea una
incertidumbre aterrorizante y casi permanente sobre el paradero o suerte de las víctimas.
Este crimen ha sido definido por la Convención Internacional para la Protección de todas las
Personas contra las Desapariciones Forzadas como:
El arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra
de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el
apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa de reconocer dicha privación de
libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a
la protección de la ley (ONU, 2006).
La desaparición forzada no es un fenómeno nuevo en México, se practicó con gran intensidad por
autoridades estatales en el periodo conocido como “Guerra Sucia” durante los años sesenta,
setenta y ochenta; seguido del conflicto Zapatista en los noventa y, más recientemente, desde que
inició la guerra contra las drogas en diciembre de 2006.
Más allá de vivir con la incertidumbre de no saber el paradero de la persona desaparecida, los
familiares de las víctimas tienen que enfrentarse a una total impunidad e inacción de las
autoridades y aparatos de justicia, ya que el gobierno de México ha sido renuente a aceptar la
existencia de esta crisis humanitaria, la cual claramente tiene un carácter sistemático y
generalizado.
Derivado del contexto de desaparición forzada en México, se publicó la Ley General en Materia de
Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional
de Búsqueda de Personas (2017). Esta Ley obedece a las exigencias de víctimas, organizaciones y
colectivos de la sociedad civil, así como a recomendaciones de mecanismos internacionales de
supervisión de los Derechos Humanos y a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sobre el Caso Radilla Pacheco contra México (Corte Interamericana de Derechos
Humanos, 2009).
En segundo lugar, una vez obtenida la información, la persona detenida podía ser
eliminada y su cadáver dispuesto de tal forma que se dificultara su ubicación o la
identificación de la víctima, y sin que se dejaran rastros que pudiesen apuntar
hacia los autores de la muerte y las torturas. En o haciéndolos estallar con
explosivos. La CVR tiene indicios suficientes como para sostener que se hicieron
esfuerzos deliberados para eliminar las principales pruebas de los delitos
cometidos en el marco de las desapariciones forzadas.
Para que estos objetivos se alcanzaran, era necesario que las víctimas no
pudieran tener acceso a los mecanismos legales de protección de los derechos
individuales de toda persona detenida por agentes del Estado. Ello se aseguraba
mediante la negación de la privación de la libertad, la ausencia de información o la
difusión de información falsa sobre el paradero de los detenidos.
Por otro lado, al asegurar la impunidad de sus perpetradores así como al generar
una fuerte sensación de incertidumbre e inseguridad respecto del destino de las
personas detenidas por los agentes del Estado, la práctica de desaparición
forzada se constituía en un elemento disuasivo para militantes, potenciales
integrantes o simpatizantes de las organizaciones subversivas. El efecto
intimidante y el mensaje de que también los demás miembros de la familia o de la
comunidad podían sufrir la misma violación, podía servir como un mecanismo que
desalentara a la población a mantener su simpatía, tolerancia o convivencia
forzada con los grupos subversivos. La arbitrariedad y ambigüedad de criterios
con la que fue aplicada, también podían desalentar a la población o a las
organizaciones sociales a denunciar los casos de violaciones de los derechos
humanos que ocurrían en sus localidades, reforzando de esta manera, la
impunidad de los responsables de estas prácticas.
Los derechos afectados, como mínimo, son la libertad física, la integridad personal
y la privación de un debido proceso al sustraerse a la persona de toda protección
legal. Otros derechos pueden ser amenazados o afectados, tales como el derecho
esencial a la vida y a la integridad personal.16 Por ende, es un delito pluriofensivo
que afecta o puede afectar al núcleo esencial de derechos de la persona.
Por su parte, los «Principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos
y abuso de poder», adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas19
señalan en su segundo punto: «En la expresión “víctima” se incluye además, en su
caso, a los familiares o a las personas a cargo que tengan relación inmediata con
la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para
asistir a la víctima en peligro o para prevenir la victimización».
Después del derecho a la verdad, es el acceso a la justicia otro derecho que tiene
la familia como víctima. La familia debe contar con recursos efectivos que le
permitan iniciar acciones judiciales, administrativas o de otra índole tanto en un
plano nacional como internacional. Por último, la familia como víctima tiene
derecho a una reparación, ya sea en forma de restitución, indemnización,
rehabilitación y no repetición.
• Las instituciones del poder civil del Estado, tanto políticas como judiciales, no
ejercieron un control del estricto cumplimiento de las leyes y compromisos
internacionales relacionados al uso de la fuerza pública para reprimir a la
subversión armada. Los gobiernos no tomaron, por lo general, decisiones claras y
responsables frente a las denuncias por desapariciones forzadas. Por otro lado,
las denuncias acerca de las violaciones y arbitrariedades cometidas por las
fuerzas del orden generalmente no fueron investigadas y los responsables rara
vez fueron sancionados. Ello generó una situación de grave desprotección jurídica
de la población de las localidades afectadas por el conflicto armado interno.
Muchas desapariciones pudieron haberse evitado con una pronta y decidida
acción de los órganos jurisdiccionales pertinentes. Al abdicar de sus
responsabilidades, estas instituciones contribuyeron a la impunidad y por
consiguiente a la extensión de la práctica de la desaparición forzada.
conclusiones
En México vivimos una crisis de violencia que, entre otros, se refleja en la magnitud del crimen de
desaparición de personas. Las cifras que exponemos demuestran que desde los años sesenta es
una política del Estado mexicano causar terror en distintos sectores de la población a través de la
esa práctica.
- La instalación de una Fiscalía autónoma que realice investigaciones de contexto con miras a
desmantelar estructuras macrocriminales.