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El proceso de extinción de dominio y las propiedades del

expresidente Kuczynski

La autora es abogada y tiene una maestría en Derecho Civil y Comercial


y un doctorado en Derecho y Ciencia Política (UNMSM). Es, además,
fiscal adjunta provincial (p) de Lima.

POR

JESSICA LÓPEZ HUAYNATE

Sumario: 1. A manera de introducción, 2. Alcances de la nueva Ley de


extinción de dominio, 3. 3. El caso de las propiedades del expresidente
Kuczynski.

1. A manera de introducción

En el Perú, las actividades con capacidad de generar dinero, bienes,


efectos o ganancias de origen ilícito o aquellas vinculadas a la
criminalidad organizada, han tenido un crecimiento alarmante en los
últimos años, trayendo como consecuencia la acumulación de fortunas
de procedencia ilícita que posteriormente son introducidas dentro de la
economía del país y que en otros casos sirven para seguir realizando
actividades ilícitas.

A efectos de combatir tal flagelo y a la luz de sus compromisos


internacionales[1], el estado peruano viene trabajando desde dos
flancos: el primero en el ámbito penal, que no analizaremos en el
presente trabajo, en el que se busca sancionar severamente a las
personas que incurran en las actividades ilícitas antes mencionadas; y,
el segundo, referido a la persecución de los bienes o riquezas obtenidos
por medios ilícitos, toda vez que se entendió que mientras estos se
mantengan en manos de los familiares o allegados de quienes realizan
las actividades ilícitas, al delincuente no le importará pasar unos años
en la cárcel, porque sabe que al salir disfrutará de todo lo obtenido
ilícitamente, así que se hace necesario retirar de su esfera patrimonial
sus activos de origen ilícito.

Para ello, el gobierno reguló el proceso de pérdida de dominio, a través


del Decreto Legislativo 992, que posteriormente fue modificado por la
Ley 29212, apreciándose que la finalidad de ambas normas era
extinguir los derechos y/o títulos de bienes de procedencia ilícita a favor
del Estado, sin contraprestación ni compensación de naturaleza alguna.

Más adelante, se emitió el Decreto Legislativo 1104, norma que


establecía que la pérdida de dominio procede cuando se presuma que
los objetos, instrumentos, efectos o ganancias provienen de la comisión
de hechos delictivos, lo que nos permite colegir que fue concebido como
subsidiario o dependiente del proceso penal, de ese modo, su iniciación
estaba sujeta a la conclusión del primero.

Así las cosas, el inicio del proceso de pérdida de dominio no era muy
eficaz, pues si la decisión de iniciarlo debía darse luego de acreditada
la comisión de hechos delictivos, ello implicaba esperar que los
procesos penales concluyeran, de más está decir que la espera podía
durar muchos años, teniendo en cuenta que los delitos en los que se
aplica la pérdida de dominio son calificados como complejos, lo que
acarrea que los plazos del proceso penal sean más largos de lo habitual.

Es así que, en el contexto de delegación de facultades para legislar,


entre otras materias, la de integridad y lucha contra la corrupción, el
Poder Ejecutivo emitió el Decreto Legislativo 1373denominado Ley de
Extinción de Dominio, precisando que se trata de una norma que
permitirá al Estado “una firme lucha contra la delincuencia organizada y
cualquier acto ilícito”.

Lea también: Decreto Legislativo 1373, sobre extinción de dominio


(antes ‘pérdida de dominio’)

2. Alcances de la nueva Ley de extinción de dominio

El artículo 70 de la Constitución Política del Perú, establece que “El


derecho de propiedad es inviolable. El Estado lo garantiza. Se ejerce en
armonía con el bien común y dentro de los límites de ley. (…)”. Esto
quiere decir que en ningún caso la Constitución del Estado protegerá
una propiedad obtenida como resultado de actividades ilícitas o para la
comisión de las mismas.

Acorde con lo señalado, la Ley de Extinción de Dominio prevé como uno


de sus principios, el de Dominio de los Bienes, que establece que la
protección del derecho de propiedad u otros derechos que recaigan
sobre los bienes patrimoniales, se extiende únicamente a aquéllos que
recaigan sobre bienes obtenidos con justo título o estén destinados a
fines compatibles con el ordenamiento jurídico.

En ese contexto, la Ley de Extinción de Dominio prevé como finalidad,


garantizar la licitud de los derechos reales que recaen sobre los bienes
patrimoniales, evitando el ingreso al comercio en el territorio nacional o
extrayéndolo de éste a aquellos que provengan de actividades ilícitas o
estén destinados a ellas, entendiendo además, como bienes
patrimoniales susceptibles del proceso, a los muebles e inmuebles
según las definiciones de los artículos 885 y 886 del Código Civil.
Aunado a ello, la norma define que los efectos o ganancias de
actividades ilícitas, son todos aquellos bienes patrimoniales que son
resultado directo o indirecto de la comisión de actividades ilícitas.

Ahora bien, es importante delimitar a que actividades ilícitas se refiere


la ley de extinción de dominio, pues no se debe olvidar que una actividad
ilícita, es en sentido lato, un acto o una conducta contraria al Derecho.
La respuesta la encontramos en la propia ley, en la que se señala como
definición de actividad ilícita, a toda acción u omisión contraria al
ordenamiento jurídico relacionada a la obtención de bienes
patrimoniales que constituya objeto, instrumento, efectos o ganancias
que tienen relación o que se derivan de las siguientes actividades
ilícitas: contra la administración pública, contra el medio ambiente,
tráfico ilícito de drogas, terrorismo, secuestro, extorsión, trata de
personal, lavado de activos, contrabando, defraudación aduanera,
defraudación tributaria, minería ilegal y otras con capacidad de generar
dinero, bienes, efectos o ganancias de origen ilícito o actividades
vinculadas a la criminalidad organizada. De manera que cuando nos
referimos a los bienes obtenidos de actividades ilícitas, para los fines
del proceso de extinción de dominio, no se incluyen a todas las
actividades ilícitas, sino únicamente a aquellas relacionadas a la
comisión de las conductas ilícitas descritas.

En cuanto a la naturaleza jurídica de este nuevo proceso, la norma


señala que además de ser autónomo, es de carácter real y de contenido
patrimonial. Su autonomía se explica porque es independiente y
autónomo del proceso penal, civil u otro de naturaleza jurisdiccional o
arbitral; en tal virtud, no puede invocarse la previa emisión de una
sentencia penal, civil o laudo para suspender o impedir la emisión de
sentencia. Aunado a ello, su carácter real y contenido patrimonial
obedece a que recae sobre bienes patrimoniales, entendidos estos
como todos aquellos que pueden generar utilidad, rentabilidad u otra
ventaja que represente un interés económico relevante al estado.
Ahora bien, conocida la finalidad, ámbito de aplicación y naturaleza
jurídica del proceso de extinción de dominio, resulta necesario precisar
cuáles son las etapas de dicho proceso. Al respecto, el proceso de
extinción de dominio consta de dos etapas, la primera de indagación
patrimonial, bajo la dirección del Fiscal Especializado y la segunda, la
etapa judicial que inicia con la admisión de la demanda de extinción de
dominio por el Juez Especializado.

La primera etapa de indagación patrimonial, que además tiene carácter


reservado, se inicia de oficio por el fiscal especializado o a petición de
parte, cuando es a petición de parte, la ley define quienes se encuentran
facultados a solicitar el inicio de la indagación, pudiendo ser estos, el
Fiscal Especializado en Materia Penal, el Juez, el Procurador Público,
el Registrador Público, el Notario Público o cualquier persona obligada
por ley, especialmente las pertenecientes al sistema financiero, que en
el ejercicio de sus actividades o funciones tome conocimiento de la
existencia de bienes que constituyan objeto, instrumento, efectos o
ganancias de actividades ilícitas.

La finalidad de esta etapa consiste principalmente en recopilar medios


probatorios o indicios concurrentes y razonables que demuestren el
vínculo o nexo de relación entre cualquiera de los supuestos para
declarar la extinción de dominio, la actividad ilícita que corresponde y
los bienes objeto de extinción de dominio; así como solicitar y ejecutar
las medidas cautelares pertinentes para garantizar la eficacia del
proceso.

Una vez obtenidas las pruebas o indicios recurrentes y razonables del


origen o destino ilícito del bien, el fiscal formulará demanda ante el juez
especializado, quien al admitirla dará inicio al proceso judicial de
extinción de dominio, en el que se respetarán todas las garantías del
debido proceso. Así, notificado el requerido (demandado) con el inicio
del proceso, deberá absolver la demanda ofreciendo los medios
probatorios que crea conveniente para acreditar la licitud de los bienes,
objetos o ganancias que sean materia del proceso de extinción de
dominio y de esta forma desvirtuar las pruebas o indicios con los que
cuente el fiscal. Siendo así, es claro que en el proceso judicial de
extinción de dominio se debatirá si el bien o bienes patrimoniales
sometidos al proceso tienen o no origen o destino ilícito; y, de
comprobarse dicho origen o destino ilícito, el juez declarará la extinción
de todos los derechos reales, así como la nulidad de todo acto recaído
sobre el bien objeto del proceso o el decomiso de los bienes
previamente incautados a favor del Estado.

3. El caso de las propiedades del expresidente Kuczynski

Como es de conocimiento público, al expresidente Pedro Pablo


Kuczynski Godard se le imputa haber cometido el delito de lavado de
activos en las modalidades de conversión, transferencia y ocultamiento,
previsto en los artículos 1 de la Ley Nº 27765 y 1 del Decreto Legislativo
1106, con la agravante de pertenecer a una organización criminal y de
ser funcionario público. En tal virtud, conforme a lo expuesto, lo primero
que debe señalarse es que la actividad ilícita por la que es investigado
Kuczynski se encuentra contemplado en la ley de extinción de dominio,
al tratarse de un delito que tiene capacidad de generar dinero, bienes,
efectos o ganancias de origen ilícito; siendo así, los bienes
patrimoniales que obtenga como ganancias de la comisión de sus
actividades ilícitas pueden válidamente ser objeto del proceso en
análisis.

En ese contexto, de la Resolución Nº 3 de fecha 15 de abril de 2019


emitida por la Primera Sala Penal de Apelaciones Nacional Permanente
Especializada en delitos de Corrupción de Funcionarios, en el
Expediente Nº 00019-2018-12-5201-JR-PE-03, se aprecia lo siguiente:

(…) durante los años 2003 al 2015, y en su condición de funcionario


público, Ministro de Economía y Finanzas y Presidente del Consejo de
Ministros en los periodos 2001, 2002 y 2004-2005, promulgó normas
adecuadas en la materialización de acuerdos corruptos, a fin de que se
le otorgue la buena pro a la Concesionaria IIRSA Sur (tramo 2 y 3) y
Trasbase Olmos, con el propósito que su empresa Westfield Capital Ltd.
sea contratada en la estructuración financiera que debían cumplir las
concesionarias como una exigencia en las bases. Asimismo, mediante
esta empresa se habría ejecutado los actos de conversión, transferencia
y ocultamiento de activos ilícitos provenientes de las asesorías
financieras antes indicadas.

Para ello, durante el año 2007, el referido imputado habría utilizado su


empresa Westfield Capital Ltd. para recibir transferencias de la
Concesionaria IIRSA Sur (tramo 2 y 3) para ser depositadas en su
cuenta corriente mancomunada con la imputada Kisic Wagner por un
monto ascendente de $ 1 218 347.66 (un millón doscientos dieciocho
mil trescientos cuarenta y siete con sesenta y seis dólares americanos).
Una vez recibidos los activos, realiza la conversión de los mismos a
través de las siguientes acciones: 1) adquirió un inmueble en sociedad
conyugal ubicado en Calle Choquehuanca Nº 895-975, San Isidro; 2)
realizó pagos de cuotas por el monto de $ 48 651.61, correspondiente
a un crédito personal por un monto total de $ 750 000; 3) utilizó los
fondos depositados en la cuenta Wachovia Nº 9982441377, para
cancelar una cuota de $ 380 029.48, correspondiente a su crédito
personal; 4) canceló el monto de su Cuenta Visa Nº
4487170000262654; y 5) transfirió a la empresa Dorado Asset
Management Ltd. El monto de $ 695 000.00; y 5) transfirió a la empresa
Dorado Asset Management Ltd. el monto de $ 695 000.00 para la
adquisición del inmueble ubicado en la Calle Choquehuanca Nº 953-
967, San Isidro. (…) (Énfasis agregado)

De lo señalado, podemos advertir que con lo recibido de la


Concesionaria IIRSA Sur ($ 1 218 347.66), a través de su empresa
Westfield Capital Ltd, Kuczynski adquirió dos inmuebles ubicados en
Calle Choquehuanca Nº 895-975, y Nº 953-967, además de haber
pagado sus deudas en el sistema financiero. Ello es importante para los
efectos del proceso de extinción de dominio, puesto que las
adquisiciones de las propiedades así realizadas por Kuczynski
constituirían ganancias obtenidas de actividades ilícitas, toda vez que el
dinero con el que se pagaron dichas propiedades habrían surgido de las
actividades que el ex presidente realizó como Ministro de Economía y
Finanzas y Presidente del Consejo de Ministros, cuando promulgó
normas para favorecer a la empresa IIRSA Sur, empresa a la que
posteriormente Westfield Capital Ltd., brindó asesoría en la
estructuración financiera que debía cumplir como una exigencia en las
bases.

Así las cosas, resulta perfectamente posible someter las propiedades


de Kuczynski al proceso de extinción de dominio y salvo que el ex
presidente pruebe que sus propiedades fueron adquiridas con otra
fuente de financiamiento lícitas y que no constituyen ganancias de sus
actividades ilícitas, porque claro, como en cualquier proceso, las partes
tienen derecho a la defensa; podría obtenerse una sentencia que
declare la extinción de los derechos reales sobre los inmuebles
ubicados en la Calle Choquehuanca Nº 895-975 y 953-967, pasando
dichas propiedades a la administración del Estado, a través de
PRONABI, pues no debe olvidarse que ¡en ningún caso la Constitución
del Estado protegerá una propiedad obtenida como resultado de
actividades ilícitas!.

[1] Contraídos en la Convención de las Naciones Unidas contra el


Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas (Viena,
1988), Convención Contra la Delincuencia Organizada Transnacional
(Palermo, 2000), Convención de las Naciones Unidas contra la
Corrupción (Mérida 2003), Recomendación 4 del Grupo de Acción
Financiera Internacional (GAFI), así como el Compromiso de Lima (14
de abril de 2018, en el marco de la VIII cumbre de

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