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INTRODUCCION:
La BIBLIA da un montón de PRINCIPIOS para ayudarnos a tomar decisiones buenas que honren a
DIOS y minimizan nuestros conflictos interiores:
Esto quiere decir que, cuando entregamos nuestro corazón a Jesús, pues él nos hace
libres, te preguntaras ¿Libres de que?, Claramente nos hace libres del pecado, libres de
la muerte, libres de la condenación, y libres de toda atadura que martirizaba nuestra vida.
Ere libre porque a él, le plació escogernos para hacernos libres.
Pero en muchas ocasiones la libertad que Dios nos ha otorgado a través de nuestro Señor
Jesucristo, viene a convertirse en un libertinaje, y es ahí en donde debemos hacer un alto
a todo aquello que esta lejos de agradar a Dios, y más bien lo esta desagradando.
La mayoría de los jóvenes, están entusiasmados por el deseos de darle rienda suelta a
vivir la vida erradamente, y optan por no analizar si lo que hacen le es conveniente o no
hacerlo, sino mas bien seducidos por el mundo se dejan caer así como algunas hoja que
un día estuvieron en un árbol.
Es triste que en ocasiones de nuestras vidas después de estar consagrados a Dios, nos
encontremos perdidos en una confusión del mundo todo por creer que “algunas
acciones no estaban mal” y sin darnos cuenta de que estas acciones nos van llevando
lentamente a tener una derrota espiritual.
Por ello, es que debemos reflexionar y darnos cuenta que testimonio damos a los demás,
Para que hacemos las acciones que no edifican en nuestra vida, ni en otra, Preguntemos
¿Que vale más? Agradar a los hombres o agradar solo a Dios?, nuestra respuesta debe
ser sencilla y ya tu la sabes, entonces debemos tomar en cuenta que si vamos a hacer
algo que pisoteara el nombre de Jesús, entonces “No lo hagas” y seguramente Dios se
agradara más de nosotros por la fidelidad en medio de un mundo infiel.
Siempre pensamos que como no haremos nada malo, podemos ir a todos los lugares,
pero obviamente que si puedes ir, pero lo malo sería que el testimonio que darás estando
en diversos lugares, te pondrán como cordero en medio de llenas que quieren devorar.
La Biblia habla que somos cartas leídas para el mundo, esto significa por así decirlo, que
la gente esta muy pendiente de lo que hacemos nosotros y si queremos ganar personas
para Cristo, debemos demostrar que Jesús ha cambiado nuestra vida y que no es
necesario ir a lugares donde no esta él en primer lugar.
Pero tienes que recordar que todo me es licito pero no todo me conviene. Pero también
es una medida para ver quienes de verdad son fieles a Dios, y que aun en medio de la
libertad que Cristo nos dio por elección siempre deciden elegir el agradar a Dios.
Si tu estas en la lista celestial y eres uno de ellos te felicito y te aseguro que hay
galardones que te llegaran desde el cielo a establecerse en tu vida. Te animo cada día a
seguir buscando de nuestro padre celestial, las cosas están hechas por él y para él,
disfruta de todo en este mundo bajo su sagrada voluntad y lleva a otros el testimonio de
servirle a Dios con lealtad y fidelidad.
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. De todo lo que se vende en la
carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia; porque del Señor es
la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os
ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os
dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo
declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. La
conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se ha de juzgar mi libertad
por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser
censurado por aquello de que doy gracias? Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa,
hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la
iglesia de Dios; como también yo en todas las cosas agrado a todos, no procurando mi
propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos”.
INTRODUCCIÓN
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.
Ninguno busque su propio bien, sino el del otro”.
1 Corintios 10:23-24
Los filósofos griegos creían que un hombre libre tenía licencia para hacer
cualquier cosa que le pareciera. Posiblemente, esta premisa fue acuñada por los corintios
de tal manera que aquellos que decían tener un conocimiento superior de las Escrituras
pensaban que podían hacer cualquier cosa como comer de lo sacrificado a los ídolos ya
que un ídolo no era nada. Sin embargo, estaban cometiendo dos errores. Al hacer uso de
su libertad estaban dañando la conciencia de los cristianos débiles que creían que comer
de lo sacrificado a los ídolos era pecado, y algunos tropezaba de la fe lo cual ya era muy
grave. Por otro lado, al no usar de su discreción terminaban involucrado en los templos
paganos donde su alma podía contaminarse de las fiestas inmundas donde los demonios
tenían una fuerte influencia. Si bien Cristo nos ha hecho libres, eso no significa que
debemos usarla indiscriminadamente. Pablo lo dice de esta forma: Todo me es lícito,
pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Obviamente, la clave para
usar nuestra libertad en Cristo es saber si nos conviene practicarla y si realmente
edificara a los demás o solo será tropiezo para su fe. Si nuestras acciones dañaran la
conciencia del débil en la fe o nos conducirán a contaminar nuestra alma, esto es algo
que no nos conviene hacer y definitivamente no edifica. Pablo refuerza su consejo
pastoral estableciendo un principio más que nos ayudara a reforzar lo anterior: Ninguno
busque su propio bien, sino el del otro. En otras partes de la Escritura el apóstol tiene las
mismas recomendaciones, por ejemplo, lo dice en Romanos con estas palabras: “Cada
uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación”, (Romanos
15:2). También lo dice el Filipenses: “no mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros”, (Filipenses 2:4). Como servidores de Cristo, los
intereses de Dios y los demás deben estar por encima de nuestros intereses, y toda buena
obra debe buscar edificar a nuestros hermanos en Cristo.
LA APLICACIÓN DE ESTE PRINCIPIO PARA LOS CORINTIOS
“De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de
conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Si algún incrédulo os invita, y
queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de
conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por
causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la
tierra y su plenitud. La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Pues ¿por qué se
ha de juzgar mi libertad por la conciencia de otro? Y si yo con agradecimiento
participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy gracias? Si, pues,
coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis
tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios; como también yo en todas las
cosas agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que
sean salvos”.
En esta sección el apóstol Pablo les enseña a los corintios a cómo usar su
libertad en lo referente a comer de lo sacrificado de los ídolos. Mucha de la carne que se
vendía en la carnicería provenía de los templos sagrados, y esta carne a su misma vez
provenía de animales sacrificados a dioses paganos. Ahora, Pablo les dice: De todo lo
que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia;
porque del Señor es la tierra y su plenitud. La sugerencia es comprar carne sin preguntar
su origen por motivos de no dañar la conciencia, y justifica su acción diciendo que todo
lo que hay en la tierra, incluyendo esa carne, es de Dios, basado en uno de los
Salmos: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”,
(Salmo 24:1). También era posible que algún incrédulo los invitara a comer, ya que el
hecho de que fueran cristianos no significaba que tenían que romper con las actividades
familiares y sociales de su comunidad. Si esto era así, la recomendación del apóstol
era Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed,
sin preguntar nada por motivos de conciencia. Sin embargo, advierte que: si alguien os
dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo
declaró, y por motivos de conciencia; porque del Señor es la tierra y su plenitud. Las
razones para no comer son dos, por quien lo dijo, ya que posiblemente quería poner a
prueba la fe del creyente, y por motivos de conciencia. Pero a todo esto, la conciencia de
quién: La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro. Este “otro” que Pablo menciona
tiene que ser un creyente débil que está presente cuando el incrédulo hace la declaración
de que la carne que se está comiendo proviene de lo sacrificado a los ídolos. Si el fuerte
en la fe por su conocimiento que un ídolo no es nada sigue comiendo, el débil en la fe
seguirá su ejemplo, pero después su conciencia lo acusara y puede hasta tropezar en la
fe. Por eso Pablo le recomienda al fuerte en la fe no comer, no por él, sino por la
conciencia del débil. Si no se tiene consideración en este punto, la libertad de uno sirve
de tropiezo para otro y esta es juzgada: ¿por qué se ha de juzgar mi libertad por la
conciencia de otro? De igual forma, aunque ore y de gracias por la comida, aun cuando
el incrédulo le dijo con mala intención su procedencia, su acción de gracias se anularía
por la condena del incrédulo a la verdadera fe. Diría, que clase de religión es esta que el
cristiano se contamina con algo abominable, su acción serviría para dar desmerito al
evangelio, por tal motivo, el creyente debería abstenerse de comer: Y si yo con
agradecimiento participo, ¿por qué he de ser censurado por aquello de que doy
gracias? Por tanto, el apóstol nos vuelve a recordar que en todo lo que hagamos
debemos buscar glorificar el nombre de nuestro Dios y el bienestar del prójimo. Estos
principios son los que tiene que regular nuestra libertad cristiana.
3. ¿Va a profanar el templo de Dios? Primera de Corintios 6:19-20 dice: "¿O ignoráis
que vuestro
cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y
que no sois
vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro
cuerpo". No
hay que hacer nada con nuestro cuerpo que deshonraría al Señor.
4. ¿Hará que otros tropiecen? Primera de Corintios 8:8-9 dice: "Si bien la vianda no nos
hace más
aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos,
seremos
menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles".
Uno
debe abstenerse de usar su libertad en un área que podría causar que otros pecaran. Pues
"pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo
cual", dijo
Pablo, "si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no
poner
tropiezo a mi hermano".
no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos". Debemos
pensar en
el efecto que cualquier práctica podría tener en nuestro testimonio a los perdidos.
de ciertas prácticas "por motivos de conciencia". Y Romanos 14:23 dice: "El que duda
sobre lo que
come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es
pecado." Si no
estamos seguros si una acción es agradable a Dios, no debemos hacerla. De esa manera,
nuestra
conciencia se mantendrá limpia y nuestra relación con Dios no se verá afectada.
7. ¿Dará gloria a Dios? Primera de Corintios 10:31 resume todos estos principios al
decir: "Si, pues,
coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios."