Вы находитесь на странице: 1из 145

¿Cuál es la importancia del

apego en la primera infancia?

0
INDICE

CAPITULO Página
1 INTRODUCCION 2
2 REVISION BIBLIOGRAFICA 6
2.1 Concepciones de la Infancia 6
2.2 Teoría del Desarrollo Humano. 7
2.3 Competencias parentales y Desarrollo Infantil. 9
2.4 Ejercicio del Rol Educativo. 14
2.5 Necesidades infantiles y competencias parentales. 17
2.6 El apego. 19
2.7 La historia de los padres y el desarrollo del vínculo de 24
apego.
2.8 El desarrollo de los vínculos de apego. 25
2.8.1 Vinculo afectivo de tipo protector: apego seguro. 31
2.9 Los trastornos del apego. 33
2.9.1 Vínculo de apego inseguro evitativo. 33
2.9.2 Vínculo de apego ansioso-ambivalente. 35
2.9.3 Vínculo de apego inseguro desorganizado. 37
2.10 Modelo ideal de las características de los cuidadores que 39
influyen en el vínculo afectivo de tipo protector.
3 METODOLOGIA. 41
3.1 Metodología de la investigación 41
3.2 Diseño y tipo de estudio 42
3.3 Población y muestra 42
3.4 Procedimiento para la recolección de la información 43
3.5 Procedimiento de análisis de resultados 44
3.6 Procesamiento de la información 45
4 PRESENTACION Y DISCUSION DE RESULTADOS. 47
5 CONCLUSIONES. 126
6 RESUMEN. 132
7 SUMMARY. 135
8 BIBLIOGRAFIA. 136
ANEXO 1 142

1 INTRODUCCION.

Uno de los derechos fundamentales de los niños y niñas es que la


sociedad en su conjunto asegure el acceso a los cuidados, la
protección y la educación que necesitan para desarrollarse y se
transformen en personas sanas tanto física, emocional, social y
espiritualmente. Aportar los cuidados y atención que un niño o una niña
necesita es un desafío para cualquier adulto. En este importante
desafío participan los padres, cuidadores y profesionales que desde los
distintos ámbitos entregan su tiempo, atención, cuidados, protección, y

1
recursos para cumplir de una manera satisfactoria con sus diversas
necesidades. De igual forma, el Estado a través de sus políticas
sociales promueve la urgencia de ciertos cambios y se propone avanzar
en el desarrollo de una humanidad más sana, solidaria, sensible,
feliz y comprensiva. Las investigaciones sobre los procesos de
socialización infantil plantean que un niño o una niña tratada con
cariño y respeto y que además recibe los cuidados que necesitan, son y
serán personas sanas, no sólo del punto de vista físico, sino también
psicológico y social.
A pesar de que existe suficiente evidencia científica, estudios e
innumerables experiencias que reconocen el impacto que tienen las
dinámicas familiares y sociales en el desarrollo infantil, aún
persisten visiones y modelos de mundo que no logran situar y comprender
que educar a los niños y niñas es ante todo un proceso relacional y si
no se da en el contexto de una vinculación afectiva y de respeto este
proceso será deficiente.
En Chile como en los países desarrollados se constata un incremento de
problemas tales como la drogadicción, el alcoholismo, la violencia
intrafamiliar y el maltrato infantil, la anorexia y bulimia, la
criminalidad y la delincuencia. Generalmente estas problemáticas se
asocian a condiciones de mayor complejidad como son la pobreza, la
marginación y la desesperanza. Sin embargo también existe suficiente
evidencia empírica que aquellos niños(as) que han sido víctimas de
malos tratos, se socializan en un contexto que generalmente les conduce
a presentar trastornos del comportamiento, dañándose a sí mismos y a
los demás. Sus consecuencias, se expresan a través de dificultades en
el área afectiva, cognitiva, conductual, en la capacidad de reflexión
ética y en el área relacional. En esta última área se expresan una de
las consecuencias más graves de los malos tratos como son los
trastornos del apego o la vinculación. Mientras más tardía la pesquisa
y la respuesta o intervención oportuna, mayor riesgo existe de no poder
reparar los daños provocados en los niños, niñas y adolescentes y
mayores los costos emocionales, sociales y económicos, para ellos, su
familia, quienes le rodean y porque no decirlo también para las
generaciones futuras.

2
Estas evidencias científicas también constatan que “el buen trato y el
afecto” es una capacidad que el ser humano aprende a través del
contacto afectivo con sus figuras de apego y en edades muy tempranas.
Hasta hace 15 años los especialistas sostenían que el niño(a) al
momento de nacer ya tenía estructurado su desarrollo cerebral y que
básicamente estaba condicionado por la genética , según lo señala un
Informe publicado en 1998, en Revista Creces sobre Desarrollo Cerebral
en el niño, ahora los neurocientistas han encontrado evidencias que
todo el proceso de desarrollo cerebral, incluso antes de nacer, está
influenciado por condiciones ambientales, incluyendo entre ellas la
nutrición, el cuidado, el afecto y la estimulación individual que
reciba cada uno. Se demuestra entonces que el proceso es mas complejo y
sin duda en él tiene una gran influencia el medio ambiente.
En otro artículo sobre Salud Mental Infantil, publicado en el año 1998,
en Revista Creces, citan un informe del comité de expertos de la
Carnagie Corporation de New York, publicado en Abril de 1994, en el
cual se resumen los hallazgos científicos mas relevantes sobre la
importancia de los tres primeros años de vida y del efecto que tiene el
enriquecimiento de experiencias en este período para mejorar el
desarrollo futuro.
La evidencia empírica nos ha brindado la posibilidad de identificar
tanto factores de riesgo como factores psicosociales que protegen a las
personas y en especial a los niños(as) para favorecer un desarrollo
infantil pleno y armonioso. Se constata que es poco lo que podemos
hacer para alterar los componentes genéticos del desarrollo sin embargo
es mucho mas lo que podemos hacer para modificar su medio ambiente.
Aquellos niños y niñas que han crecido en ambientes familiares, a cargo
de padres, adultos o cuidadores que tienen dificultades para actuar
competentemente, a veces desprovistos material y emocionalmente,
desarrollan trastornos del apego.
Entre los factores de riesgo, los trastornos del apego son fuertes
predictores de dificultades del desarrollo y pueden ser pesquisados
oportunamente en etapas tempranas del proceso de socialización de los
niños(as) por diferentes agentes o actores sociales.
El riesgo es que ciertos niños(as) son invisibles para quienes están a
cargo de protegerles o de proporcionales los cuidados necesarios y se

3
desconoce la importancia de favorecer un apego seguro, promover esta
tarea de manera sistemática y explícita, como también la de apoyar a
los padres en esta delicada función.
Entonces, el bienestar infantil por tanto, es producto del buen trato
que el niño recibe y éste a su vez es el resultado de la disposición de
unas competencias parentales que permitan a los adultos responsables
responder adecuadamente a las necesidades de los niños.
Estas competencias parentales están relacionadas con las
características personales de las madres, padres o cuidadores y el
trato que les dan a sus hijos, las que se manifiestan a través de las
prácticas sociales y parentales.
Estas prácticas son observables por quienes están en el ámbito familiar
y socio-comunitario y pueden ser apoyadas y optimizadas.
Esta investigación por lo tanto, opta por abordar el estudio desde la
perspectiva de los adultos, específicamente a través de las madres,
pues son los adultos los responsables de que este proceso afectivo y
educativo sea de mejor calidad. La interrogante clave que guía el
proceso es ¿Cuál es el significado que se le otorga al vínculo de apego
en el desarrollo humano?
Los objetivos del estudio son analizar el vínculo de apego a través
de ciertas características expresadas en el transcurso de tres
generaciones de un grupo familiar y señalar las prácticas parentales y
creencias más importantes que se han transmitido intergeneracionalmente
respecto a la crianza y protección de los niños. Ello se hará a través
de un estudio de casos de tres familias en las que participan la madre,
la hija, y la nieta.
Las limitaciones del estudio están relacionadas con el número de
familias estudiadas que al ser solamente tres, no son representativas
en cuanto a cantidad pero sirven de orientación para comprender los
procesos de apego. Por las características de la investigación
cualitativa interesa en cambio, conocer en profundidad un fenómeno para
tener una referencia de cómo podrían ser estos procesos de vinculación.
La otra limitación del estudio es que no se aplicó un instrumento para
evaluar el apego, en adultos lo que en otros estudios se podría
considerar.

4
También se considera que la falta de participación de los hermanos de
cada grupo familiar estudiado, no permite obtener una visión más amplia
de las diferencias relacionadas con los distintos estilos de apego en
los distintos momentos o ciclos de vida de cada familia.
La importancia de la investigación está dada por la posibilidad de que
a través de sus hallazgos se revise de manera comprensiva el proceso
de vivir y de ejercer la parentalidad desde la perspectiva de la teoría
del apego.
Se espera que los resultados de esta investigación contribuyan también
a incrementar los conocimientos a cerca del desarrollo infantil para
apoyar a padres, educadores, profesionales, o figuras que mantienen
contacto con los niños en diferentes contextos ya sea en la tarea de
ayudar y acompañar a estos niños en su proceso de formación como a
quienes asesoran o implementan proyectos y programas de intervención
familiar. De igual forma se busca compartir una experiencia empírica
que pueda servir para el diseño e implementación de programas de
intervención temprana para promover la salud mental infantil en el
ámbito familiar o socio-comunitario, que involucre más activamente
tanto a madres como a padres en espacios de formación y educación.
Como aporte empírico para el Trabajo Social, la investigación estará
orientada también a relevar el rol del Asistente Social no sólo como
articulador de políticas sociales, que operan con enfoques
tradicionales y muchas veces deshumanizante, sino también capaces de
repensar la forma y las relaciones que se establecen en las prácticas
sociales, especialmente en el ámbito del trabajo con familia y en el
asesoramiento que se brinda en el ámbito de las prácticas parentales y
las relaciones entre el mundo infantil y el mundo adulto.
2 REVISION BIBLIOGRAFICA.

2.1.- Concepciones de la Infancia.

Las diferentes concepciones de la infancia nos confrontan a dos


lecturas del sufrimiento infantil y sus manifestaciones. En la
primera, el niño es el objeto de una teoría, y la causa de sus
sufrimientos se atribuyen a trastornos o enfermedades producidas en su
organismo. En la segunda, el niño o la niña son seres vivos en

5
interacción permanente con su entorno. Son sujetos que participan en
relaciones interpersonales, incluso en su vida intrauterina. El
conjunto de estas relaciones constituye su medio humano, que a su vez
pueden facilitar o dañar su desarrollo.
En lo que se refiere al primer enfoque, muchos profesionales de la
psicología, pedagogía, pediatría, trabajo social y de la justicia,
están todavía prisioneros de sus representaciones y teorías, lo que les
impide ofrecer un vínculo afectivo y de apoyo social a los niños y
niñas. Otros, reducen a los niños a una visión patológica reduciéndolos
a sus síntomas y problemas de comportamientos, ofreciendo
intervenciones que consideran sólo tratamientos individuales. De esta
manera mistifican los entornos familiares y sociales que por sus
carencias y malos tratos son en la mayoría de los casos, la causa de
estos trastornos. (Barudy, Febrero 2005)
Esta investigación se propone plantear una mirada comprensiva desde el
segundo enfoque, intentando incorporar los elementos desde una
perspectiva ecosistémica, pues los niños y niñas interactúan en
contextos microsociales como la familia y la escuela, donde se dan
diversas interacciones que le afectan e influye en su desarrollo.
A veces los factores ambientales presionan fuertemente sobre los
factores personales o viceversa, estos factores regulan el curso de los
fenómenos ambientales y predominan sobre ellos. "Los ambientes sociales
proporcionan muchas oportunidades de crear contingencias que afectan
recíprocamente a la conducta del sujeto." (Bandura, 1982.)
En el desarrollo infantil influyen otros contextos externos, situados
en el nivel macrosistémico que está dado por el contexto cultural y
político, formado por personas e instancias que influyen desde
niveles más amplios en el desarrollo de la infancia. Es el caso, por
ejemplo de los gobiernos, las políticas públicas, los actores o
personas que diseñan y ejecutan las políticas, planes y programas, y en
un nivel más externo el modelo de desarrollo por el que país opta.
Desde este enfoque, se requiere mirar no el comportamiento de los
niños(as) como un hecho aislado y fruto de su maduración, sino siempre
en relación al ambiente en el que se desarrolla.

2.2.- Teoría del desarrollo Humano.

6
Uno de los fundamentos bibliográficos en que se sustentan los objetivos
de la investigación están apoyadas en la teoría del desarrollo humano
(Erikson, 1989), quien postula que el desarrollo humano y el desarrollo
de la identidad se da a través de un proceso que denomina Estadios del
Desarrollo o etapas del Ciclo vital. Este modelo propone conceptos
teóricos sobre la formación de la identidad y sus crisis, que nos
facilitan la comprensión de la evolución de la psiquis humana en su
relación con la sociedad y la cultura. Su enfoque de las múltiples
influencias en el desarrollo, supera el reduccionismo de las tesis
clásicas del psicoanálisis freudiano sin rechazar sus supuestos
básicos. Provee un insuperable aporte a la comprensión de las etapas
infantiles del desarrollo y de los aspectos psicosociales involucrados.
Concibe el desarrollo psicosocial desde un punto de vista evolutivo,
en el que se influyen simultáneamente las fuerzas biológicas con las
psicológicas y sociales en un proceso que está ubicado tanto en el
núcleo del individuo como en el núcleo de su cultura.
Desde esta perspectiva, el desarrollo y la formación de la Identidad
sana se da como el resultado de tres procesos: biológico, psicológico y
social, los cuales están en una interacción ininterrumpida de todas las
partes y gobernado por una relatividad que hace que cada proceso
dependa de los otros.
La concepción de ser humano en desarrollo está entendido como un
sistema complejo cuyas partes están interrelacionadas, que cambia
cuantitativa y cualitativamente a lo largo de la vida como consecuencia
de sus experiencias normativas y no normativas sobre la base de su
dotación genética, en un proceso que implica tanto ganancias como
pérdidas, abierto a otros sistemas más amplios así mismo cambiantes con
los que interactúa, con capacidad para construir experiencias y
volverse cada vez más complejo en función de las posibilidades de
obtener y aprovechar recursos y de generar productos y transmitirlos.
Las familias como sistemas generan prácticas de cuidado y estilos de
relación que se transmiten como un legado de generación en generación.
Estos conocimientos y recursos se recogen tanto desde la línea paterna
como materna y del medio social, económico y cultural que los rodean.
Este ser humano en desarrollo tiene entonces el desafío de cumplir con

7
ciertas tareas en cada etapa de su vida y cada tarea tiene cierto grado
de complejidad, dependiendo el momento, lugar, condiciones en que se
desenvuelven las personas y por supuesto dentro del contexto de un
devenir histórico.
Una de las tareas importantes es el nacimiento de los hijos y el
ejercicio de la parentalidad, las cuales, al igual que otras tareas, se
conciben como un desafío que surgen en un cierto período de la vida del
individuo y que deben ser resueltas para la supervivencia de la
especie. Su resolución exitosa conduce a la satisfacción y el bienestar
y a la adecuada resolución de tareas posteriores. La resolución
inadecuada trae consigo el malestar individual, la desaprobación social
y dificultades con las siguientes tareas.
Este proceso de desarrollo también se da en el ámbito familiar. El
proceso de desarrollo familiar se relaciona con el proceso de cómo va
cambiando la familia y su implicación en el desarrollo humano y cómo a
través de distintos sucesos evolutivos, normativos o no normativos,
ponen a prueba los recursos personales, y familiares y sociales. La
llegada de los hijos es un evento importante en el desarrollo familiar
y provoca cambios en los estilos o formas de vida de cada familia y en
su forma de relacionarse. Se crean también nuevos vínculos afectivos
que podrán transformarse en vínculos de dependencia o independencia.
Desde el vínculo de la dependencia se crea o se construye la
inseguridad y desde el vínculo de la independencia se construye la
autonomía.
Se considera importante desde la perspectiva del desarrollo considerar
a la familia en constante cambio a lo largo del tiempo, pasando por una
serie de fases o etapas. En determinadas etapas del proceso ocurren
cambios o sucesos como formar una pareja, tener hijos, transformarse en
padres, ingresar al mundo laboral, etc. Prestar atención a cómo ocurren
estos cambios implica no sólo reconocer la relevancia que tienen en la
vida de las personas sino también comprender el impacto que generan en
la dinámica familiar. Implica prestar atención a las transiciones que
se producen en el proceso de pasar de un estado a otro distinto. La
transición es un período de cambio significativo entre dos etapas de
estabilidad que exige un importante esfuerzo de adaptación. (Abengózar
2005). Este concepto es importante porque la parentalidad puede

8
transformarse en una fuente importante de desequilibrio a nivel
conyugal y familiar si no se desarrollan formas de resolución
adecuadas. De igual forma un estilo de comportamiento en momentos de
adversidad puede ser un mecanismo utilizado como medio adaptativo para
enfrentar una situación de crisis y no tener necesariamente un carácter
permanente. Así lo sugiere B. Cyrulnik (2005)cuando al referirse a las
nuevas visiones de la existencia y de la Psicología infantil, señala
que ya no tiene sentido hablar de degeneración cerebral, de detención
del desarrollo, de regresión infantil o de inmadurez, dice se trata mas
bien de intentar comprender la función adaptativa momentánea de un
comportamiento, así como la reanudación evolutiva que sigue siendo
posible cuando las guías internas y externas de la resiliencia se han
planteado adecuadamente. Plantea que si nos planteamos dentro de un
razonamiento de ciclo de vida, de historia de una vida entera,
descubrimos que en cada capítulo de nuestra historia, todo ser humano
es un ser total, terminado, con su mundo mental coherente, sensorial,
pleno de sentido, vulnerable e incesantemente mejorable.

2.3.- Competencias parentales y desarrollo infantil.

El primer contexto microsocial en el que interactúa el niño(a) es la


familia, concretamente con los padres o cuidadores.

La familia tiene una función eminentemente protectora y socializadora.


Dentro de ésta, el niño establecerá nexos con el mundo exterior,
haciéndose patente a través de la seguridad que se vaya solidificando
según las relaciones entre los miembros de la familia. Las relaciones
afectivas familiares tempranas proporcionan la preparación para la
comprensión y participación de los niños en relaciones familiares y
extra familiares posteriores. Ayudan a desarrollar confianza en si
mismo, sensación de autoeficacia y valía (Trianes, 2000). Dentro de
esta, la riqueza de las interacciones madre-hijo o cuidador-hijo es el
predictor mas consistente de la habilidad, el conocimiento y motivación
en los niños (Pino y Herruzo, 2000).

Las competencias parentales son uno de los factores esenciales que


aseguran el bienestar infantil en la familia. Estas competencias
parentales se refieren a las capacidades prácticas de los padres para

9
cuidar, proteger y educar a sus hijos y asegurarles un desarrollo sano.
(Barudy, J y Dantagnan, M. 1999). Estos autores plantean que las
competencias parentales son parte de lo que han llamado la parentalidad
social para diferenciarla de la parentalidad biológica, es decir, de la
capacidad para procrear o dar la vida a una cría. Plantean que la
mayoría de los padres pueden asumir la parentalidad social como una
continuidad de la biológica, sin embargo, algunos no lo harán
adecuadamente.
Estos autores señalan que “para que los niños(as) tengan un desarrollo
sano, necesitan unos padres competentes y con unas capacidades y
habilidades que les permita cumplir con unas funciones básicas”.
Plantean que el origen de estas capacidades está determinado por
factores biológicos y hereditarios, sin embargo, son moduladas por las
experiencias vitales e influidas por la cultura y los contextos
sociales. Entre estas capacidades mencionan la capacidad de apegarse y
vincularse afectivamente a sus hijos(as), respondiendo a sus
necesidades, lo que incluye, recursos emotivos, cognitivos y
conductuales.
Que la capacidad del adulto para apegarse no sólo depende de sus
potencialidades biológicas, sino de sus propias experiencias de apego y
de su historia de vida. Que de la misma forma, para que este vínculo
se desarrolle, son importantes los factores ambientales que facilitan y
obstaculizan las relaciones precoces con sus hijos, como pueden ser las
posibilidades de acompañamiento médico y psicosocial de los futuros
padres y madres.
Otras de las capacidades es la empatía, entendida como la capacidad
para percibir las vivencias internas de los hijos a través de la
comprensión de sus manifestaciones emocionales y gestuales con las que
manifiestan sus necesidades. Son padres que pueden sintonizar con el
mundo interno de sus hijos y responder adecuadamente a sus necesidades.
Sin embargo, aquellos padres y madres que presentan trastornos de la
empatía no logran conectarse con las expresiones de estas necesidades y
pueden ignorarlos, sentirse agredidos o provocados por sus hijos(as) y
responder de manera maltratante. Los trastornos de la empatía están en
estrecha relación con los trastornos del apego, y son una consecuencia
en la mayoría de los casos.

10
Otro aspecto importante que plantean es la capacidad de participar en
las redes sociales y de utilizar los recursos comunitarios como apoyo y
sostén a las necesidades de niños(as) y el contexto familiar. Señalan
que para el ejercicio de una parentalidad sana es fundamental que los
padres sean capaces de ejercer ciertos derechos y de movilizarse para
entregar y recibir ayuda tanto en las redes sociales como familiares,
en el ámbito institucional, de servicios sociales y profesionales. La
parentalidad sana implica que los padres sean capaces de movilizarse
para buscar y requerir de apoyo social, de salud, educación, entre
otros y estos sistemas y los profesionales que se desempeñan en ellos,
también coordinarse en red para ofrecer de manera oportuna y adecuada
sus servicios y promover el funcionamiento de redes naturales como la
familia extensa, el apoyo comunitario, etc.
Finalmente, otra capacidad está dada por los modelos de crianza y se
refiere a la manera de responder a las demandas de cuidados de un
hijo(a), las cuales se transmiten de generación en generación y como
resultado de complejos procesos de aprendizajes que se realizan en la
familia de origen y también en las redes sociales primarias, influidos
por la cultura y las condiciones sociales de las personas. Son
fenómenos culturales e ideológicos y también las formas de responder
para satisfacer las necesidades y las maneras de proteger y educar.
Desde esta perspectiva, y de acuerdo a lo citado por Peter Fonagy
(1999) las relaciones de apego juegan un papel clave en la transmisión
transgeneracional de la deprivación y que los adultos seguros tienen 3
o 4 veces más probabilidad de tener niños que estén apegados con
seguridad a ellos. Respecto a cómo influye tal transmisión
transgeneracional, plantea que la genética podría aparecer como
otorgando una explicación obvia, pero que los teóricos del apego han
supuesto que los adultos con apego seguro son más sensibles a las
necesidades de sus niños(as).
Otro aspecto relevante sugerido por este autor es lo relacionado con la
capacidad reflexiva de los padres. Plantea que los padres con capacidad
reflexiva promueven con más probabilidad un apego seguro en el niño(a)
y particularmente en el caso de que sus propias experiencias de
infancia hayan sido adversas, esta capacidad reflexiva es de mayor
importancia. Así también el apego seguro puede ser un elemento

11
facilitador clave de la capacidad reflexiva. De acuerdo a diversos
estudios que han realizado sugieren que la capacidad de los padres para
observar la mente de los niños facilita la comprensión general que los
niños(as) tienen de las mentes a través de la mediación del apego
seguro. Un cuidador/a reflexivo, plantea, incrementa la probabilidad
del apego seguro del niño(a), el cual, a su vez, facilita el desarrollo
de la capacidad de mentalizar. Estos investigadores suponen que una
relación de apego seguro provee un contexto también seguro para que el
niño(a) explore la mente del cuidador(a) y de esta manera conozca más
acerca de las mentes.
La capacidad reflexiva en el niño es facilitada por el apego seguro. El
proceso es intersubjetivo: el niño consigue conocer la mente del
cuidador/a de acuerdo a cómo el cuidador/a intenta comprender y
contener el estado mental del niño(a).
Barudy,J y Dantagnan, M. (1999) asumen que el concepto de competencias
parentales incluye también el desarrollo de habilidades parentales, las
que estarían asociadas a la plasticidad, flexibilidad de padres y
madres, para dar una respuesta adecuada y pertinente a las necesidades
de sus hijos de una forma singular, de acuerdo a sus fases de
desarrollo y a desarrollar procesos adaptativos para hacer frente a
situaciones de estrés.
De acuerdo a Cyrulnik, B, 1994; la función parental tiene tres
finalidades fundamentales: la socializadora y educativa y la función
nutriente. La función socializadora y educativa están relacionadas
entre sí, siendo la socializadora, la forma en que contribuyen los
padres a la construcción del concepto de si mismo de sus hijos y la
educativa corresponde a la facilitación de experiencias relacionales
que sirvan como modelos de aprendizaje para vivir de manera
respetuosa, adaptada y armónica en la sociedad.
La función nutriente se trata de un reconocimiento mutuo entre los
progenitores y sus crías, lo que es de carácter fundamentalmente
sensorial y emotivo. Para que este reconocimiento ocurra, es
indispensable la integridad de los canales de comunicación sensorial,
acompañados de la puesta en marcha de un proceso emocional de
familiarización, ligado a la impresión de esta experiencia en la
memoria.

12
Este autor plantea de acuerdo a sus investigaciones, que la experiencia
emocional que permite nutrir y cuidar a sus hijos está dado por el
apego seguro y la capacidad de empatía que nace de este proceso, como
componentes esenciales de la sana parentalidad. Señala que un
componente esencial es la “impronta”, lo que se logra a través de un
proceso en el cual el bebe adquiere neurológicamente una sensibilidad
que le permite incorporar a su memoria las características sensoriales
de su madre, lo que está mediado por un determinante cronobiológico: la
secreción de la acetilcolina, el neuromediador de la memoria. El
beneficio de la impronta será la supervivencia en la medida en que las
crías se vinculan con un adulto que les cuidará y les servirá de tutor
para su desarrollo. Un clima de respeto y cuidados aumenta la fuerza de
la impronta y las carencias y la sobre estimulación por estrés la
reduce. Lo nutritivo también permite que el bebé perciba el mundo como
un lugar seguro. De esta forma, propone, el niño y la niña entran en la
vida por la puerta del apego seguro.
En cambio cuando el mundo percibido carece de experiencias nutritivas y
de cuidados, y además es inundado de experiencias de violencia o
estrés, toda la información proveniente del medio adopta el contenido
emocional de una agresión, lo cual provoca miedos e inseguridades que
entorpecen una vinculación segura con sus figuras de apego y dificultan
o impiden, los aprendizajes del desarrollo. La puerta de entrada a la
vida será una de las formas de apego inseguro o trastorno del apego.

2.4.- Ejercicio del rol educativo.

Barudy y Dantagnan (2005) incorporan el concepto de parentalidad


bientratante para referirse al ejercicio del rol educativo, y reconocen
que la función educativa de los padres es algo que no se discute y que
al igual que otros aspectos está influida por el contexto histórico-
cultural. La educación según estos autores sirve para formar a un
niño o a una niña a nivel individual, pero sobre todo es el proceso que
posibilita pertenecer a un tejido social más amplio, a una sociedad, a

13
una comunidad. Dentro de este contexto, el niño(a) se prepara para
colaborar en la construcción del bienestar común. Y en este sentido,
señalan que, la integración de las normas, reglas, leyes y tabúes, que
permiten el respeto de la integridad de las personas, incluyendo la de
los niños(as), en las dinámicas sociales, es uno de los logros de una
parentalidad competente o bientratante.
Estos autores han participado a través de la observación participante y
atención clínica directa de procesos educativos en escuelas, familias y
centros de acogida. A través de su experiencia han constatado lo que
otros autores defienden con vehemencia: “que los niños y niñas aprenden
para alguien” (Barudy 2005). Plantean un modelo en el cual toman en
cuenta cuatro contenidos de los procesos educativos: el afecto, la
comunicación, el apoyo en los procesos de desarrollo y la exigencia de
madurez y el control. Plantean que según la manera en que los padres,
profesores, educadores operen en cada dominio, estaremos frente a
modelos educativos de buen trato o maltratadores.
El afecto en los procesos educativos se refiere a que cuando el cariño
y la ternura están presentes en el proceso educativo, refleja un modelo
educativo nutridor y bientratante y cuando están ausentes o son
ambivalentes se está en el dominio de los malos tratos.
La comunicación se refiere a que cuando los padres o educadores se
comunican con sus hijos en un ambiente de escucha mutua, respeto y
empatía, pero manteniendo una jerarquía de competencias, entonces se
estaría en el dominio educativo bientratante. De forma contraria,
cuando están presentes la imposición arbitraria de ideas , sentimientos
y conductas o cuando los padres ceden siempre a lo que los hijos opinan
o piden, distrayéndoles, cambiando de tema, engañándoles o
insultándoles, son un reflejo de una incapacidad educativa.
El apoyo en los procesos de desarrollo y la exigencia de madurez se
refiere a que las niñas y niños no sólo necesitan nutrientes para
crecer y desarrollarse; sino que además requieren estímulos de los
adultos significativos y del reconocimiento y la gratificación por
estos logros.
El control se refiere a la necesidad de promover en los niños y niñas
la modulación emocional y conductual, lo que se reconoce como uno de
los grandes objetivos de la educación. Se plantea que los niños(as)

14
necesitan aprender a modular sus emociones, vale decir, a desarrollar
una inteligencia emocional. (Goleman, D., 1996). De igual forma
plantean que los niños deben aprender a controlar los impulsos de sus
comportamientos, que pueden presentarse cuando desean algo o ante la
frustración por no tener lo que quieren. Señalan que para adquirir
controles internos, los niños y niñas primero necesitan conocer la
experiencia de regularse mediante fuerzas de control externo y que en
su modelo reconocen como “disciplina”. En el caso de la parentalidad
competente, como en la enseñanza y el trabajo educativo, el control se
ejerce de una manera educativa por los adultos y esto implica que éstos
brinden oportunidad de mantener espacios de conversación o reflexión
sobre las vivencias emocionales y las formas de controlar las
emociones, así como formas adaptativas y adecuadas de comportarse
cuando se producen transgresiones. En este sentido, la repetición de
las faltas va acompañada de una reflexión sobre los efectos en sí mismo
y en los demás, así como el sentido de los castigos y los actos
reparatorios.

Por último, el ejercicio de la función educativa con las


características descritas se ejerce en un sistema familiar o
institucional nutridor, donde existe una jerarquía clara y explícita,
donde la atribución de roles y funciones está claramente definida,
siendo al mismo tiempo flexible para hacer frente a los cambios y
desafíos familiares. En este contexto, las normas, reglas y leyes que
modulan los comportamientos son enseñadas en un marco de relaciones
afectuosas, reforzadas a través de las conversaciones cotidianas y
significativas.

En síntesis estos autores afirman que la parentalidad bientratante


presenta un estilo educativo centrado en las necesidades de los
niños(as), que los padres asumen la responsabilidad de ser los
educadores principales de sus hijos, ejerciendo una autoridad afectuosa
caracterizada por la empatía y la dominancia. La idea de dominancia
está asociada a la autoridad de los adultos, que mantienen una
estructura jerarquizada entre padres e hijos(as), está también
vinculada a la idea de competencia, de manera que en una familia sana,
la dominancia existe siempre y está basada en el respeto mutuo, de tal
manera que los niños y los jóvenes son considerados según su edad y

15
posibilidades como actores y actrices coparticipantes de los procesos
familiares y sociales en los que están inmersos.
Comparten que ser madre o padre es uno de los desafíos más difíciles y
complejos que el adulto debe afrontar, que en torno al ejercicio de la
parentalidad se han generado una serie de mitos, como el mito del
instinto maternal por medio del cual se cree que por el sólo hecho de
tener la potencialidad biológica de procrear, se puede ejercer la
parentalidad social de manera adecuada, lo que no siempre es así.
Estos investigadores señalan que las mujeres desempeñan el papel más
importante en la producción de buenos tratos y de cuidado a los demás,
lo cual se expresa especialmente en lo relacionado con el cuidado de
los niños(as). Sin embargo a través de su experiencia han corroborado
que durante las últimas décadas, también han constatado, que ha
aumentado el número de varones que -siempre han existido aunque en
forma minoritaria – que se han implicado en el mundo de la afectividad
y del cuidado de los niños(as). Esto sugieren, ha implicado pequeños
cambios en los roles impuestos por la ideología patriarcal y han
favorecido que los varones adopten nuevas formas de ser hombres y
padres. De esta forma, los buenos padres no sólo son capaces de
proporcionar el sustento a sus crías sino también de ser amorosos,
cuidarles, proporcionarles compañía y demostrar orgullo por ellos.
Reconocen entonces que es posible que muchos hombres sean buenos
padres, porque deciden serlo o porque han sido apoyados por mujeres que
se han emancipado de la opresión patriarcal, que les permite liberarse
del miedo a la ternura y entregarse a los cuidados corporales de sus
hijos. Y cuando lo logran, los autores plantean que pueden ser
excelentes organizadores y animadores de los juegos de sus hijos y ser
más vigorosos con sus bebés que las madres y constituirse en un
contexto estimulante para su desarrollo.
Por lo tanto, ambos padres, de manera complementaria entonces, pueden
contribuir a formar una base segura para el ejercicio de una
parentalidad sana.

2.5.- Necesidades infantiles y competencias parentales.

16
La relación entre necesidades infantiles y competencias parentales
responde al principio de la teoría general de sistemas conocido como
“equifinalidad” (Watzlawick P., Beavin J., Jackson D. 1981). Esto
asociado al ámbito de la familia, significa que idénticos resultados
pueden provenir de sistemas y dinámicas muy diferentes. Es el caso de
los niños(as) criados por madres solas, o sólo por abuelas(os), o
padres adoptivos y que pueden producir los mismos cuidados de calidad
para asegurar el buen trato que los niños(as) necesitan, aún cuando
tienen una estructura distinta y no responden a la representación
dominante de la familia con un padre y una madre.
En cuanto a la satisfacción de necesidades los niños(as) tienen derecho
a la satisfacción de necesidades fisiológicas básicas como permanecer
vivos y con buena salud, recibir alimentos en calidad y cantidad
suficiente, vivir en condiciones adecuadas, abrigados y protegidos del
ambiente y de los peligros que amenacen su integridad, disponer de
atención médica y vivir en un ambiente que permita actividad física
sana.
Necesitan también satisfacción de necesidades afectivas que les permita
vincularse con sus padres y con los miembros de su familia, tejer lazos
con su medio ambiente natural y humano y desarrollar un sentimiento de
pertenencia a su familia y comunidad. Necesitan un contexto de
seguridad emocional y de lazos afectivos con adultos que estén
suficientemente disponibles y accesibles, que les transmitan aceptación
y apoyo dentro de un clima donde la expresión de los afectos sea
posible.
Existe acuerdo entre los investigadores de la infancia que para lograr
la salud mental de los niños, hace falta asegurarles lazos afectivos de
calidad, incondicionales, estables y continuos. (Barudy 2005). Los
múltiples cambios de familia que en ocasiones son necesarios por
diversas razones, deben procurar asegurar la continuidad de vínculos
afectivos significativos para construir su identidad. Cuando esto no
ocurre, provocan lo que denominan “el síndrome del peloteo”, el cual
puede generar uno de los trastornos más graves del apego, el apego
desorganizado. Estas perturbaciones producen niños(as) desconfiados,
con comportamientos violentos, incapaces de crecer con los demás y para
los demás.

17
Otras necesidades que deben satisfacer los niños(as) son sus
necesidades cognitivas, como son las de conocer, comprender y encontrar
un sentido al mundo en que viven, adaptarse y realizarse. El ambiente
que lo acoge debe ser capaz de facilitar interacciones que promuevan la
satisfacción de estas necesidades, por lo tanto debe ser estimulado el
desarrollo de sus órganos sensoriales, su percepción, memoria,
atención, su lenguaje, pensamiento lógico y de manera especial su
capacidad para pensar y reflexionar. Los investigadores Barudy y
Dantagnan (2005) resaltan la importancia de que los adultos o
cuidadores significativos hagan todo lo posible por satisfacer las
necesidades cognitivas de estimulación, experimentación y de refuerzo.
Las necesidades cognitivas de estimulación se satisfacen cuando los
adultos o cuidadores estimulan la curiosidad por lo que le rodea, la
exploración y el conocimiento del mundo. Esto nos lleva a reconocer la
importancia que tiene la comunicación entre adultos y niños, la
disposición afectuosa para la transmisión de historias y experiencias a
través de las cuales los niños(as) reconocen su cultura y su historia.
Cuando estas necesidades no son satisfechas se pueden manifestar mas
tarde a través de dificultades de aprendizaje y de fracaso escolar. Por
su parte un exceso de estimulación también puede ser nefasto porque
puede generar angustia y estrés.
Las necesidades cognitivas de experimentación son indispensables para
que los niños(as) aprendan a relacionarse con su medio, aprender a
conocerlo y a actuar, porque esto les generará luego una mayor libertad
y seguridad personal. La satisfacción de las necesidades de
experimentación está fuertemente vinculada con las necesidades de apego
pues cuando sus figuras de apego les brindan seguridad los niños(as)
pueden explorar su entorno.
Las necesidades cognitivas de refuerzo se refiere a que los adultos
deben reforzar positivamente los esfuerzos y logros de los niños(as),
pues de esta forma estimulan el aprendizaje y transmiten a los
niños(as) que su conducta, aciertos y errores tienen un resultado que
es percibido por los adultos y que puede ser corregido o reforzado.
Los niños(as) también tienen necesidades sociales pues a medida que
desarrolle su autonomía participará de diversas instancias en que
tendrá que interactuar con otros en su entorno social. Los adultos

18
debieran apoyar el desarrollo de la autonomía en los niños(as)
apoyándoles en sus capacidades y animándoles a ser responsables tanto
en el ejercicio de sus derechos como en el ejercicio de sus deberes.
Esto implica mostrarles que son seres interdependientes y eso implica
aceptar las reglas que aseguran el respeto a toda persona y de sí
mismo. Entonces serán personas que aprenderán a convivir, cumpliendo
sus deberes y responsabilidades dentro de su comunidad. Sin embargo,
para aprender a sentirse parte de una comunidad todo niño(a) necesita
ser reconocido como persona con méritos, con valor y dignidad.
Como se puede apreciar, ser padre, madre o cuidador, implica, responder
a las necesidades múltiples y evolutivas de los niños(as) lo que
significa que los padres biológicos o los cuidadores deben tener las
capacidades para satisfacer no sólo necesidades físicas, biológicas
sino también necesidades afectivas, cognitivas, sociales y éticas.
(Barudy 2005). Ellos tienen derecho a vivir en un contexto de seguridad
emocional, así como disponer de lazos afectivos con adultos que estén
accesibles.

2.6.- El apego.

Los aportes de las investigaciones sobre los procesos de socialización


infantil desde la teoría del apego plantean que un niño o una niña
tratada con cariño y respeto y que además recibe los cuidados que
necesitan, son y serán personas sanas, no sólo del punto de vista
físico, sino también psicológico y social.
En cambio, aquellos que se socializan en un contexto relacional
sobrecargado de tensiones y cuyos padres tienen dificultades para
afrontar las crisis y transiciones asociadas a la parentalidad, pueden
presentar dificultades en el área afectiva, cognitiva, conductual y en
el área relacional.
El primero en desarrollar una teoría del apego fue John Bowlby, en el
año 1969 y posteriormente revisada en los años 1973 y 1980. Esta teoría
ha contribuido a mejorar el entendimiento de los procesos de la
personalidad y las diferencias individuales de los adultos, ya que
según la teoría y las investigaciones tendrían una correlación con
variables importantes en la vida adulta, como lo son las

19
características de personalidad, la forma en que establecemos
relaciones interpersonales, características de los procesos cognitivos
y emocionales. En esto radica la importancia del estudio del apego,
porque el conocimiento de éste, nos permite explorar distintas
dimensiones del comportamiento humano.
John Bowlby fue el pionero en elaborar una teoría del apego para
explicar y describir desde una perspectiva evolucionaria cómo y por qué
los niños se convierten en personas emocionalmente apegadas a sus
primeros cuidadores y emocionalmente angustiados, cuando son separados
de ellos (Bowlby citado en Feeney, B. & Kirkpatrick, L. 1996). Según
este autor, el comportamiento de apego es organizado y controlado por
sistemas de control dentro del sistema nervioso central; ya que éste
está al servicio de una función evolucionaria de protección y
supervivencia: "cuando un niño (y presumiblemente un adulto) está
alarmado, ansioso, cansado o enfermo, la activación del sistema
nervioso central lleva al individuo a buscar protección, comodidad, y
apoyo de una persona que le brinde cuidados" (Bowlby citado en Feeney,
B. & Kirkpatrick, L. 1996. 255 pp).
Bowlby sostiene que el sistema de apego está compuesto de tendencias
conductuales y emocionales diseñadas para mantener a los niños en
cercanía física de sus cuidadores durante la historia de la evolución.
El permanecer en cercanía de los cuidadores ayudaría para protegerlos
de algún peligro o depredación. Los niños que poseen estas tendencias
de apego, tendrían mayor probabilidad de sobrevivir, de llegar a la
edad reproductiva y traspasar estas tendencias a futuras generaciones.
(Simpson, J. 1990).
Bowlby define el apego como la conducta que reduce la distancia de las
personas y objetos que suministrarían protección. Entre estos
comportamientos figuran por ejemplo señales como el llanto, la sonrisa,
vocalizaciones, orientación de la mirada, movimientos relacionados con
otra persona como seguir al otro o aproximarse, y los intentos de
contacto físico como subir, abrazar, coger, aferrarse, etc.
Ainsworth (1978) lo define como aquellas conductas que favorecen ante
todo la cercanía con una persona determinada.
Ortiz Barón y Yarnoz (1993) lo definen como el lazo afectivo que se
establece entre el niño y una figura específica, que une a ambos en el

20
espacio, perdura en el tiempo, se expresa en una tendencia estable a
mantener proximidad y cuya vertiente subjetiva es la sensación de
seguridad.
Barudy (2005) considera al apego como el vínculo que se establece entre
el niño(a) y sus progenitores, a través de un proceso relacional que
para la cría es primeramente sensorial durante la vida intrauterina,
pero que apenas ocurrido el nacimiento rápidamente se impregna según la
reacción del adulto de una afectividad que puede ser negativa o
positiva según los contextos y las experiencias de vida-sobre todo
infantiles-de la madre y secundariamente del padre. De acuerdo a su
modelo plantea que el apego une a padres e hijos en el espacio y en el
tiempo, lo que se manifiesta especialmente durante la infancia por la
tendencia a mantener proximidad física.
Un apego sano genera sentimientos de pertenencia a una relación en
donde el niño se siente aceptado y en confianza. Los padres por quienes
el niño siente un apego seguro son internalizados como fuentes de
seguridad que permitirá explorar su entorno, construyendo poco a poco
su red psico-socioafectiva. Por lo tanto, cuando este apego es sano se
expresa en las personas, desde el punto de vista subjetivo o vivencial,
como sensación de seguridad. El apego para este autor es fundamental no
sólo para el logro de la seguridad de base, a partir de la cual el niño
llegará a ser un ser social capaz de vincularse y aprender en la
relación con los demás.
Como se puede apreciar el concepto de apego ha evolucionado y tiene en
común tanto los aspectos protectores del vínculo como aquellas
conductas que expresan accesibilidad y cercanía física y emocional del
o los cuidadores hacia el niño(a), la sensación de seguridad y
confianza en el niño(a)y el desarrollo de habilidades sociales para
relacionarse con los demás.
Para Barudy (2005) es importante entonces favorecer la calidad del
apego, pues influenciará la vida futura del niño en aspectos tan
fundamentales como, el desarrollo de la empatía para manejar impulsos,
deseos, pulsiones, la construcción de un sentimiento de pertenencia a
través del desarrollo de sus capacidades de dar y recibir, la formación
de la conciencia ética, así como el desarrollo de recursos para manejar

21
situaciones emocionalmente difíciles como las separaciones, pérdidas y
rupturas.
En el sentido contrario, cuando un niño(a) no ha podido establecer un
apego selectivo de calidad, como máximo en los dos primeros años de
vida, también hay suficiente evidencia que existirán dificultades en el
ámbito del comportamiento social que pueden dañar gravemente sus
capacidades de vincularse positivamente con los demás. En el ámbito de
las investigaciones clínicas de este autor, señala que ha podido
argumentar que todas las formas de violencia intrafamiliares tienen
como base un trastorno del apego. (Barudy, 1998)
¿Cuando se inicia este proceso de vinculación de la madre con el bebe?
De acuerdo a las investigaciones recientes, el vínculo o relación
vincular de la madre con el bebé tiene lugar a partir del momento en el
que la madre percibe al inicio los movimientos fetales, situación que
establece una relación con un objeto externo aunque dentro del cuerpo.
(Lartigue y Vives, 1992).
Cyrulnik, B, (2003) reconoce que en la actualidad gracias a los
adelantos tecnológicos se puede hacer realidad la observación natural
de la vida intrauterina, en especial, el desarrollo de los canales de
comunicación sensorial como el tacto, el gusto y el olfato. También las
respuestas del feto ante el sonido pues provoca una vibración del
cuerpo de la madre y el niño reacciona a menudo con un sobresalto, una
aceleración del ritmo cardíaco o un cambio de postura. Se trata, según
él, de la adquisición de un comportamiento que comienza a configurarse.
Señala que las respuestas intrauterinas representan ya una adaptación a
la vida extrauterina y entonces mucho antes de que se produzca el
nacimiento el bebé deja de estar dentro de la madre y pasa a estar con
ella, en interacción con su madre y respondiendo a su comportamiento, a
sus sobresaltos, a sus gritos o a su sosiego mediante cambios de
posturas y aceleraciones del ritmo cardíaco. Según este autor el niño
aun no ha nacido y ya se esta tejiendo la memoria de corto plazo que
surge en ese momento y que permite los primeros aprendizajes. Se trata
dice de una memoria sensorial, una especie de sabiduría del cuerpo que
conserva las informaciones llegadas del exterior y da forma a nuestros
modos de reaccionar. Agrega que en sus observaciones de bebes
prematuros, se constata que aquellos capaces de moverse hasta entrar en

22
contacto con lo que les tranquiliza son aquellos que han estado en el
seno de una madre sosegada. Por el contrario los bebes que se mantienen
prácticamente inmóviles o los que se comportan de un modo frenético y
resultan difíciles de calmar serían los pertenecientes a madres
desdichadas o estresadas, o madres deseosas de abandonar al niño, o al
contrario, tendientes a ocuparse de él en exceso. De esta forma, señala
que se hace visible que el estado mental de la madre puede modificar
las adquisiciones de comportamiento del bebe que alberga. Plantea que
el contexto afectivo y social es el que puede atribuir un sentido
distinto a un mismo acontecimiento. En el caso de aquellas madres cuyos
embarazos representan hechos dolorosos o lamentables o evoca recuerdos
insoportables tendrán una representación mental distinta a aquellas
cuyo significado sea de amor y satisfacción. Las pequeñas moléculas del
estrés atraviesan fácilmente el filtro de la placenta y el abatimiento
o la agitación de la madre, su silencio o sus gritos cuajan en torno al
feto un medio sensorial materialmente distinto, lo que equivale a decir
que las representaciones íntimas de la madre, provocadas por sus
relaciones, ya sean actuales o pasadas, sumergen al niño en un entorno
sensorial de formas variables y el niño podrá aprender comportamientos
de apaciguamiento o puede aprender a aletargarse o volverse frenético.
Entonces se inicia una espiral de interacción y desde esta perspectiva,
plantea este autor, podemos describir “el como” del primer encuentro.

2.7.- La historia de los padres y el desarrollo del vínculo de apego.


“Ningún bebe es responsable de su madre, del mismo modo que ninguna
madre es responsable de su historia”. B. Cyrulnik.

En opinión de B.Cyrulnik (2003) cuando un bebe viene al mundo, lo que


ese bebé es en ese momento provoca un sentimiento en el mundo con
historia de la madre. Su apariencia física implica un significado para
ella, y esa representación provoca una emoción que la madre expresará
al niño, con lo cual se comienza a tejer lo que él denomina el jersey
temperamental.
La palabra temperamento según este autor ha evolucionado adaptándose a
recientes descubrimientos de los genetistas y de los estudios

23
neuropsicológicos y propone hablar de disposiciones temperamentales, de
tendencias a desarrollar la propia personalidad de una cierta manera.
Es un “como” del comportamiento, una manera de construirse en un
entorno ecológico e histórico, mucho mas que un rasgo innato. Hoy en
día cuando se habla de temperamento se hace referencia a una
disposición elemental ante la experiencia de las cosas del mundo, ya no
se trata de un destino o de una sumisión a unas leyes de la naturaleza.
Es una fuerza vital carente de forma, que nos empuja a encontrar algo,
un carácter sensorial, una persona o un acontecimiento.
Para este neurólogo y psiquiatra, para poder describir las primeras
puntadas del jersey temperamental hay que hacer una mirada en espiral,
que considere la interacción madre-bebé, con la historia de la madre.
Sugiere que hay que observar lo que hace el niño, el efecto que causa
en el ánimo de la madre, cuál es el elemento que organiza las
respuestas que se dirigen al niño y cuál es el elemento que modifica en
sentido inverso, vale decir lo que el bebé hace como respuesta. Por
ejemplo la apariencia física del bebe implica un significado para la
madre y esa representación que hace la madre provoca una emoción que la
madre expresará al niño. Señala que el sexo del niño(a), por ejemplo,
es un poderoso vehículo de representaciones que hará que el bebe se
desarrolle en un mundo sensorial integrado por comportamientos cargados
de significados.
De igual forma, los rasgos físicos del niño(a) adquieren para los
padres un significado privado que les habla de su propia historia y por
lo tanto es común que en la mayoría de las ocasiones buscan el menor
indicio físico que les pueda permitir percibir al recién nacido como
hijo suyo, como por ejemplo tiene la nariz de su padre, o el color de
ojos de la madre, etc. Entonces, desde el primer momento la morfología
del niño(a) les habla de la genealogía. Este relato dice, permite
acoger al niño y concederle un lugar en la historia de la familia.
Pero también, la forma en que se comporta el bebe durante las primeras
semanas que siguen a su nacimiento, influyen en la forma en que los
demás se comportan con él.
El sentimiento que los padres atribuyen al bebé arraiga en su propia
historia, sin embargo, las historias se reorganizan sin cesar, por lo

24
que hay que reconocer la función de los acontecimientos inesperados que
pueden transformar una situación negativa en positiva. Cyrulnik (2003).

2.8.- El desarrollo del vínculo de apego.

En cuanto al desarrollo del apego, hay opiniones que plantean que el


contacto de la madre durante las primeras horas de nacimiento, dan
lugar a un mayor apego, mientras que en investigaciones recientes no
se le da tanta importancia a este hecho si no que se considera que lo
importante sería el establecimiento de un buen lazo afectivo con los
padres y las respuestas oportunas y de buena calidad de los cuidadores
con las tareas evolutivas características de cada etapa.
Barudy (2005) sugiere que estas respuestas suponen la existencia de lo
que denomina competencias parentales. Estas competencias sería lo que
permitiría una vinculación constructiva o destructiva con sus crías.
Señala que los estudios sobre resiliencia, es decir, de la capacidad de
una persona de mantener un desarrollo suficientemente sano, a pesar de
las dificultades, conflictos e incluso traumatismos que le hayan tocado
vivir, muestran que uno de los factores más relevantes en el desarrollo
de esta, es de haber conocido por lo menos una experiencia de apego
suficientemente sana. Esto coincide con lo sugerido por Cyrulnik,
cuando señala que uno de los indicadores mas significativos de
resiliencia es la relacionada con la existencia de sufrimiento en la
infancia y ser en el presente, padres suficientemente competentes. Lo
cual es de mucha importancia, puesto que permite comprender lo que
Cyrulnik (2005) plantea, cuando se refiere a la importancia de las
guías de resiliencia. Cuando la ausencia de padres o figuras
protectoras en un momento determinado de la vida del infante, o la
existencia de experiencias traumáticas infantiles, hacen prever un
desastre en el desarrollo infantil, a veces surgen experiencias
nutritivas o figuras que pueden transformar estos eventos en nuevos
recursos personales para el niño(a), para que pueda continuar con las
tareas de su desarrollo.
Entre las tareas del desarrollo se mencionan por ejemplo para
niños(as) de 0-1 año la regulación biológica,(control de esfínteres,
cambios en la alimentación, etc.), la interacción con la madre o padre

25
armoniosa y la formación de una buena relación de apego. Respecto a la
interacción con la madre, padre o cuidadores se sostiene que la
capacidad del bebe para seguir con la mirada los movimientos del adulto
es una de las primeras manifestaciones conductuales de sus capacidades
relacionales. La existencia de este comportamiento depende de factores
madurativos del bebe, así como de la presencia de una madre, padre o
cuidador que interactúa frecuentemente y adecuadamente con el niño(a).
Esta capacidad está cada vez mas presente a medida que se acerca a su
primer año de vida. El desviar la mirada es algo normal en los bebés,
pero cuando esto se transforma en algo permanente, este puede ser un
indicador de trastornos de la relación de los cuidadores con el bebe.
Otro indicador que permite reconocer la calidad del apego existente es
el ofrecer los brazos para que lo tomen, lo cual se da a partir de los
6 meses. Este comportamiento da información también sobre el desarrollo
de la capacidad del bebe para reconocer a sus padres y de la capacidad
de los padres para responder de forma adecuada a las demandas del bebe.
Otro indicador se refiere a la presencia de vocalizaciones y las
respuestas a los estímulos sonoros. Los bebes comienzan a balbucear y a
veces a gritar a partir del segundo mes de vida y es un indicador de
una adecuada estimulación de sus cuidadores.
Para los niños de 1 a 2 años y medio, estaría el apoyo y guía para la
exploración, experimentación y dominio del mundo externo. Entre los
indicadores esta la capacidad del niño(a) para conocer su entorno e ir
logrando mayores grados de autonomía para explorarlo, mirando de vez en
cuando a su cuidador, el niño(a) aprende a solicitar ayuda a su
cuidador si se siente angustiado o temeroso; el niño(as) pide y le
gustan los contactos físicos, es sociable y busca preferentemente a su
cuidador. Estas son las tareas denominadas de individuación y
desarrollo de mayor grado de autonomía y de responder al control
externo de los impulsos. (Trianes, 2002).
Desde el momento del parto y en las semanas posteriores, el apego de la
persona se va consolidando. Uno de los aspectos que influye en su
desarrollo estaría dado por la accesibilidad y disponibilidad física y
emocional de las madres o cuidadores. Se ha constatado que las madres
cansadas o deprimidas en las semanas siguientes del parto incrementan
la posibilidad de que sus hijos mayores se vuelvan retraídos, se reduce

26
el apego por la falta de atención habitualmente dispensada por la
madre. Sin embargo, desde el punto de vista sistémico, no hay que
buscar el origen de los problemas en la depresión de la madre, sino más
bien en los factores que generan su depresión y darle oportuna
atención.
(Ortigosa, 1999). Se reconoce que en presencia de una figura materna
sensible a sus requerimientos, por lo común el bebe se muestra contento
y una vez que adquiere cierta movilidad suele explorar el mundo
circundante lleno de confianza y valor. Según Bowlby en ausencia de
aquella figura, mas tarde o mas temprano el bebe experimenta un
sentimiento de angustia y responde con una viva sensación de alarma a
cualquier situación imprevista, por levemente extrañas que le resulten.
Ante la inminente pérdida de la figura materna o cuando ésta no puede
ser hallada, el pequeño suele emprender una acción dirigida a detenerla
o buscarla y logra superar su ansiedad hasta que logra cumplir sus
objetivos.
Desde los siete meses de edad, los niños son muy sensibles a las
separaciones y vulnerables a percibir separaciones inesperadas como
amenazas a la relación de afecto con su madre o padre. Antes de esta
edad no son tan sensibles porque los lazos afectivos se están formando.
Sears (1989, citado por Aizpuru. 1994) menciona que el apego a la madre
o cuidador primario es solo uno de varios apegos que ocurren en la
vida.
Freud (1926) (citado por Bowlby, 1998) postula que el temor a la
ausencia materna nace cuando el bebe aprende que al hallarse ausente
la progenitora, sus necesidades fisiológicas no pueden satisfacerse, lo
cual redunda en la acumulación de tensión, que si no se descarga
provocan una situación traumática. El bebé descubre que al quedarse
solo es incapaz de descargar estos elementos acumulados, esta situación
de peligro le provoca temor y se transforma en una situación de
desamparo reconocida, recordada y esperada.
Al cumplir los dieciocho meses, la gran mayoría de los niños se siente
apegado al menos a una figura más, y con frecuencia a varias. Entre
esas otras figuras, el padre era quien más frecuentemente daba lugar a
la conducta de apego. Después de los 4 años de edad los niños(as) no
son tan sensibles pues han adquirido las habilidades cognitivas que

27
mantienen la relación con sus figuras de apego cuando están ausentes.
En este proceso muchos niños utilizan muñecos y otros objetos que les
inspiran confianza y les ayuda a controlar la ansiedad de la
separación. (Trianes, 2002)
Las formas de apego se desarrollan en forma temprana y poseen alta
probabilidad de mantenerse durante toda la vida (Griffin, D. &
Bartholomew, K. 1994).
Desde la perspectiva del vínculo, B. Cyrulnik (2003) señala que el
tejido del vínculo también depende de lo que sus padres sientan
respecto a su llegada. Sugiere que algunos bebes tendrán un
temperamento fácil y puede que sus padres no sientan que la llegada del
bebe es un hecho que modifica radicalmente sus vidas y pueden seguir
sintiéndose libres para desarrollar su intensa vida social. Entonces
plantea que se corre el riesgo de que el niño(a) se vea solo, lo que
podría alterar el eslabón siguiente de su desarrollo. En cambio un bebe
problemático puede que obligue a los padres a una mayor vigilancia y
esto puede llevar a que se mejore el tejido del vínculo. En otro caso
un padre agotado por el cansancio laboral o entristecido por el
significado que adquiere el niño, ya sea porque lo ve como un gasto
excesivo, algo que le impida viajar o ser mas libre, o una madre que se
siente sobrepasada en su rol de cuidadora y trabajadora, vivirán el
llanto del niño(a) y sus requerimientos de atención y compañía como una
voluntad persecutoria, entonces agotados y decepcionados se defenderán
agrediendo al supuesto agresor, el cual sintiéndose inseguro chillará y
aumentará mas aún su temperamento arisco.
En este sentido un niño(a) de temperamento arisco induce un medio
afectivo muy diferente al que propicia un lactante de temperamento
fácil. Los comportamientos del niño(a) entonces es un factor que
influye en el desarrollo del vínculo. Sus gestos, mímicas o movimientos
generan en sus cuidadores determinados significados y emociones, ya que
por lo general el adulto que percibe una mímica facial en el bebe
atribuye a esta percepción una emoción que procede de su propia
historia. Según sea su propio imaginario, le atribuirá a las mímicas
faciales el significado de una emoción de ternura, desagrado o
malestar. Cada una de estas interpretaciones provoca comportamientos

28
que se dirigen al niño(a) de formas diferentes, ya sea tiernas u
hostiles, y a su vez, el niño(a) responderá a estos comportamientos.
Cuando una madre se dirige a un bebe de tres meses y le habla como se
le habla a los adultos no hay duda de que lo hace porque se adapta a
una representación que se hace de su hijo(a) y porque debido a su
propia historia, no desea “rebajarlo” considerándolo como un lactante.
Esto es un contrasentido, según este autor, pues es preciso adaptarse
al nivel de desarrollo del niño para educarlo.
Entonces el bebé tendrá que desarrollarse en un mundo sensorial
integrado por los comportamientos que le habrá de dirigir una madre que
participa de un contexto, donde se asocian e interactúan las
representaciones de cada uno de los miembros de la familia, incluido el
padre, dando como resultado un determinado estilo familiar.
Plantea que habrá que pensar el vínculo como un sistema de
comportamiento en cuya organización intervienen todos los que
participan en la interacción.
Incluso proponen que ya no se trata solamente de observar la díada
madre-hijo, como se ha venido haciendo, sino que habría que estudiar
también el efecto introducido por el padre. Las investigadoras citadas
por Cyrulnik,(2003) Elisabeth Fivaz y Antoinette Corboz, sugieren
considerar a la familia como una unidad funcional, un grupo práctico en
que cada acción de uno de sus miembros provoca las reacciones de
adaptación de los demás. Por consiguiente proponen que el triángulo es
la situación natural de desarrollo de todo ser humano. Sostienen que en
las familias cooperadoras, los tres miembros del triángulo permanecen
en contacto unos con otros y coordinan sus mímicas, sus palabras y sus
actos. Si las parejas establecen una alianza basada en el estrés el
escenario de las interacciones adquiere una forma distinta.
Lo importante es que también influye en el desarrollo del vínculo el
entorno sensorial que los padres organizan alrededor de sus hijos(as),
a través de la respuesta que los padres dan a los comportamientos de
sus hijos(as) a través de gestos, actitudes, mímicas, vocalizaciones o
palabras. Cyrulnik (2003) utiliza la expresión “medio sensorial dotado
de sentido”, proponiendo que el medio sensorial se halla compuesto por
las respuestas de comportamiento que se dirigen al niño(a) y que la

29
atribución de sentido a los comportamientos del bebe se deben a la
historia de los padres.
Según propone, un mismo rasgo de temperamento puede adquirir distintos
significados, según como sean las familias. Incluso en una misma
familia, se puede manifestar un estilo de comportamiento con un niño y
otro distinto con su hermano(a), lo que estimularía la resiliencia en
uno y la vulnerabilidad en otro. Esto permite comprender el porqué
algunas madres maltratan de modo increíble a un bebe y se muestran
adorables con sus hermanos y hermanas.
Bowlby (1969/1982) y Cyrulnik (2005) concuerdan en que el lactante se
impregna con las características mas destacadas de su entorno, las
aprende, las incorpora y a partir de ese momento el principio de su
vida psíquica queda organizado en lo que denomina Modelo Operativo
Interno, el cual es una forma predilecta de tratar las informaciones
del medio y de responder a ellas. El apego se desarrolla como un modelo
mental interno que integra creencias acerca de sí mismo, de otros y el
mundo social en general y juicios que afectan la formación y mantención
de las relaciones íntimas durante toda la vida del individuo (Bowlby
citado en Bourbeau, L. et al. 1998).
Estos modelos operatorios internos, impregnados en la memoria
biológica del niño por el medio sensorial dotado de sentido de los
padres, constituyen sus guías de desarrollo. Por lo tanto, la figura
del vínculo afectivo, sea madre, padre u otro cuidador que se ocupe con
regularidad del niño, además de tener una función protectora, permite
la puesta en marcha de un estilo de desarrollo emocional e induce una
predilección de aprendizaje.
En síntesis, la espiral de interacción funciona desde los primeros días
de la siguiente forma; el niño va a buscar en su madre o en su cuidador
principal informaciones sensoriales que necesita, ya sea a través del
olor, del brillo de los ojos, el tono o las frecuencias de su voz, para
establecer un sentimiento de familiaridad, tan pronto como siente
seguro, comienza a explorar el entorno. Sin embargo, su forma de
explorar depende de la forma en que su madre haya respondido a su
búsqueda de familiaridad. En menos de tres meses el bebe habrá
adquirido un “como” de la relación, una forma de ir el mismo en busca
de un tranquilizante natural y del estímulo para la exploración. Antes

30
de que termine el año, se sabrá como el bebe procederá para expresar
sus angustias, para calmarse, para seducir a los desconocidos o huir de
ellos o en ocasiones para agredirles. Las conductas de seducción son
aquellas manifestaciones de comportamiento propias de la búsqueda de
afecto en el bebe y que son características de los niños que se han
impregnado de un vínculo protector. Según los autores del apego, los
niños(as) hipercinéticos, que vociferan y no se están quietos, acaban
por generar en sus padres una actitud de permanente prohibición, que
exaspera a todo el mundo; por su parte los niños amorfos que no
reaccionan nunca a las invitaciones, acaban por generar en sus padres
una actitud de permanente estimulación que los agota; en cambio los
niños(as) que ya han aprendido a resolver sus problemas mediante
conductas de seducción siempre regocijan a los adultos. La adquisición
de ese comportamiento de seducción es testigo de un estilo de relación
y de una forma de resolver los conflictos.
Este “como” permite describir según lo propuesto por Ainsworth, M
(1978) cuatro estilos de apego o tipos de relación de vínculo afectivo:
protector, de evitación, ambivalente y desorganizado.

2.8.1.- Vínculo afectivo de tipo protector: apego seguro.

El vínculo afectivo protector es el que muestra un niño que, al obtener


seguridad gracias a la presencia de su madre o de la persona con que
está familiarizado(a), no duda en alejarse de ella para explorar su
entorno y volver después a su lado para compartir con entusiasmo sus
descubrimientos. En el momento de la separación este niño(a) encuentra
una solución para resolver su angustia y es capaz de aceptar
parcialmente los intentos de apaciguamiento de un extraño y tan pronto
la madre regresa, se precipita hacia ella para intercambiar el
contacto, sonrisas y el resultado de sus exploraciones.
Tomando como base la clasificación de Ainsworth y cols (1978), se
procede a describir las características del apego seguro.
Plantean que un patrón óptimo de apego expresado mediante la
sensibilidad materna, la percepción adecuada, interpretación correcta y
una respuesta contingente y apropiada a las señales del niño,
fortalecen interacciones sincrónicas (Aizpuru, 1994).

31
Señalan que las personas con estilos de apego seguro, son capaces de
usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están
angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus
necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de apego estarán
disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad.
Los niños que tienen un apego seguro son hijos de padres
suficientemente competentes. Estos corresponden sobre todo a madres o
adultos disponibles que cuando por ejemplo sus hijos lloran o buscan la
proximidad, ellos se muestran acogedores, ofreciendo enseguida un
contacto con el niño(a). (Barudy 2005).
En este tipo de vínculo protector el niño(a) adquiere un recurso
interno, ya ha aprendido cómo utilizar a su madre o a sus cuidadores
para explorar su mundo y compartir sus victorias, sabe cómo encontrar
un sustituto en un objeto como por ejemplo un osito, o un juguete
impregnado que represente la madre ausente o en una persona desconocida
que trata de establecer con él un nuevo lazo de seguridad. Estos niños
tienen un pronóstico de desarrollo mejor y una mejor resiliencia, ya
que, en caso de desgracia, habrá adquirido un comportamiento de
seducción capaz de enternecer a los adultos y transformarlos en base de
seguridad.
En el dominio interpersonal, estas personas tienden a ser más cálidas,
estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio
intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con
perspectivas coherentes de sí mismo. De igual forma, muestran tener una
alta accesibilidad a esquemas y recuerdos positivos, lo que las lleva a
tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros, a
confiar más y a intimar más con ellos (Feeney, B. & Kirkpatrick, L.
1996, citados por Gayó, 1999).

2.9.- Los trastornos del apego.

Según diversos estudios realizados a partir de Bowlby (1998), López, F.


1993; Barudy, J. 1998; Cyrulnik, B.2003, plantean la importancia de un
apego sano y que la existencia de relaciones sanas entre padres e hijos
depende en buena parte en cómo se produjeron los procesos de apego.

32
B.Cyrulnik, (2003) sugiere que la tendencia actual ya no es la de
explicar los trastornos mediante una causalidad lineal e irreversible
sino que a través de un razonamiento sistémico.
Barudy y Dantagnan (2005) en sus prácticas clínicas utilizan una
clasificación de Mary Ainsworth (1978) y refieren tres tipos de
trastorno del apego:
1.- apego inseguro evitativo,
2.- apego inseguro ansioso – ambivalente y
3.- apego inseguro desorganizado.

2.9.1.- Vínculo de apego inseguro evitativo.

El vínculo de evitación es aquella conducta, que tiende a aumentar la


distancia de personas y objetos percibidos como amenazantes. Es
característica de niños(as) que tienden a evitar y/o rechazar el
contacto con sus padres, por ejemplo tienden a ignorar o esquivar a su
madre, presentan mas señales de miedo y de desconfianza delante de sus
padres o cuidadores que delante de personas extrañas, o no muestran
ninguna diferencia significativa en sus comportamientos en presencia de
sus cuidadores o de desconocidos. En presencia de su madre, el niño(a)
juega y explora pero no comparte. Cuando la madre se ausenta, su
desamparo es difícil de consolar. Sin embargo cuando ella vuelve, no
corre hacia ella para obtener seguridad y como mucho dirigirá su
atención hacia un juguete.
Estos niños(as) pueden dar la apariencia de ser indiferentes y fríos
frente a los intentos del adulto de establecer relación con ellos.
En caso de desaparición de la madre, el niño(a) no podrá encontrar un
sustituto capaz de brindarle seguridad o bien ir en busca de un nuevo
vínculo afectivo con una desconocida. Los niños con vínculos afectivos
de evitación mantienen a distancia a los responsables que estarían
dispuestos a ocuparse de ellos.
El estilo de apego inseguro evitativo se caracteriza por ser un
mecanismo de autoprotección que consiste en evitar o inhibir los
elementos conductuales que buscan la proximidad con su figura de apego.
Cuando las respuestas obtenidas por parte de ésta no sólo no satisfacen
las necesidades afectivas del niño(a), sino también son generadoras de

33
estrés, angustia y dolor, la inhibición de sus conductas de apego, como
todo lo relacionado con su mundo emocional, le proporcionan una
vivencia de seudo seguridad.
Las personas con estilo evitativo, desarrollan modelos de sí mismos
como suspicaces, escépticos y retraídos, y de los otros como
desconfiables o demasiado ansiosos para comprometerse en relaciones
íntimas, se sienten incómodos intimando con otros y encuentran difícil
confiar y depender de ellos (Simpson, J. 1990).
Las personas con este tipo de apego, tienen despliegues mínimos de
afecto o angustia hacia el cuidador, o evasión de esta figura ante
situaciones que exigen la proximidad y rechazan la información que
pudiese crear confusión, cerrando sus esquemas a ésta, teniendo
estructuras cognitivas rígidas tienen más propensión al enojo,
caracterizándose por metas destructivas, frecuentes episodios de enojo
y otras emociones negativas (Gayó, 1999). Algunos niños sujetos a un
régimen imprevisible parecen llegar a un punto de desesperación en el
que, en vez de desarrollar una conducta afectiva caracterizada por la
ansiedad, muestran un relativo desapego, aparentemente sin confiar en
los demás ni preocuparse por ellos. A menudo esta conducta se
caracteriza por la agresividad y la desobediencia, y esos niños son
siempre propensos a tomar represalias. Este tipo de desarrollo es mucho
más frecuente en los varones que en las niñas, en tanto que ocurre a la
inversa en el caso de una conducta de fuerte aferramiento y ansiedad
(Bowlby, 1998).
En el comportamiento de evitación la madre no ha adquirido el status
privilegiado de figura de vínculo afectivo, su presencia no provoca la
cálida interacción que permite al niño restablecer sus recursos
internos. Las madres de estos niños(as) no sólo son insensibles a las
comunicaciones y demandas del niño(a), sino que además impiden o
bloquean activamente los esfuerzos por acceder a ellas.
Una conducta de apego insegura-evitativa, también se ha asociado con
madres que maltratan a sus hijos, ya sea de manera física, verbal, a
través de la indiferencia o por una inhabilidad psicológica, (Barudy y
Dantagnan, 2005), (Egeland y Ericsson, 1987; mencionado por Lartigue y
Vives, 1992). Este tipo de apego no seguro, se ha asociado con la
presencia del "síndrome no orgánico de detención del desarrollo" que se

34
caracteriza por carencias nutricionales y/o emocionales que derivan en
una pérdida de peso y un retardo en el desarrollo físico, emocional y
social. Muestran tener una menor accesibilidad a los recuerdos
positivos y mayor accesibilidad a esquemas negativos, lo que las lleva,
en el caso de las personas evasivas, a mantenerse recelosos a la
cercanía con los otros y a las personas (Leventhal et al, 1988;
mencionado por Lartigue y Vives, 1992).
Las madres evitativas también pueden ser sobreestimulantes e intrusitas
(Aizpuru, 1994).

2.9.2.- Vínculo de apego ansioso-ambivalente.

El vínculo afectivo de carácter ambivalente, muestra un niño(a) muy


poco dado a la exploración mientras su madre está presente. Su angustia
es grande cuando desaparece e incluso cuando regresa es difícil de
consolar. Los bebes poco dados a la exploración son difíciles de
consolar y no han aprendido a establecer mas relación de ayuda que la
que obtienen mediante la expresión de su angustia. Las personas con
estilos ansiosos tienden a desarrollar modelos de sí mismos como poco
inteligentes, inseguros, y de los otros como desconfiables y reacios a
comprometerse en relaciones íntimas, frecuentemente se preocupan de que
sus parejas no los quieran y sienten temor al abandono.
El apego inseguro ansioso-ambivalente se caracteriza por la vivencia de
una ansiedad profunda de ser amado y de ser lo suficientemente valioso
o valiosa, así como por una preocupación en el interés o desinterés y
en la disponibilidad emocional que muestran los otros hacia él o ella.
El niño(a) desarrollarán sentimientos de ambivalencia ante las figuras
de apego debido a sus necesidades afectivas insatisfechas. Pueden
reaccionar hacia su madre con cólera, rechazando el contacto y
enseguida buscar ansiosamente el contacto.
Por lo tanto, los sujetos ambivalentes son aquellos que buscan la
proximidad de la figura primaria y al mismo tiempo se resisten a ser
tranquilizados por ella, mostrando agresión hacia la madre. Responden a
la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego
con expresiones de protesta, enojo y resistencia.

35
Estas personas están definidas por un fuerte deseo de intimidad, junto
con una inseguridad respecto a los otros, pues desean tener la
interacción e intimidad y tienen intenso temor de que ésta se pierda.
De igual forma, desean acceder a nueva información, pero sus intensos
conflictos las lleva a alejarse de ella (Gayó, 1999)
Una situación especial en la que se produce conflicto entre la conducta
afectiva y la conducta de alejamiento, es la que se produce cuando la
figura de apego es también la que provoca temor, al recurrir, quizás, a
amenazas o actos de violencia. En esas condiciones, las criaturas más
pequeñas no suelen huir de la figura hostil, sino aferrarse a ella
(Bowlby, 1998).
Todo apego regido por la ansiedad se desarrolla no sólo porque el niño
ha sido excesivamente gratificado, sino porque sus experiencias lo han
llevado a elaborar un modelo de figura afectiva que suele mostrarse
inaccesible o no responder a sus necesidades cuando aquél lo desea.
Cuanto más estable y previsible sea el régimen en el que se cría, más
firmes son los vínculos de afecto del pequeño; cuanto más imprevisibles
y sujetos a interrupciones sea ese régimen, más caracterizado por la
ansiedad será ese vínculo (Bowlby, 1998).
Los niños con estilos de apego inseguro, tanto evitativo como ansioso-
ambivalente, organizan su forma de comportarse con el fin de obtener
una vivencia de cercanía con su figura de apego, inhibiéndose o
reactivándose.
De acuerdo a lo constato por Barudy y Dantagnan (2005), los padres de
los niños que presentan esta modalidad de apego presentan diferentes
grados de incompetencias parentales, por lo que producen discursos y
comportamientos negligentes tanto en el ámbito de los cuidados
corporales como en los psico-socio afectivos. En general estas madres y
padres de niños(as) ansioso-ambivalentes no responden adecuadamente a
las señales se los niños(as) a través de las cuales manifiestan sus
necesidades, pero en general no les pegan ni los rechazan activamente.
Por otra parte, señalan, estos niños(as) han sufrido a menudo
separaciones y rupturas precoces con personas y elementos
significativos de su entorno, lo que explica el carácter ansioso y
desconfiado de sus modelos relacionales.

36
Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus
cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al
acceso y respuesta de los primeros.

2.9.3.- Vínculo de apego inseguro desorganizado, como la palabra lo


indica, los niños(as) con apego inseguro desorganizado tienen
experiencias relacionales tempranas tan dolorosas y caóticas que ni
siquiera pueden organizarse en responder de una forma regular y
característica en su relación con sus cuidadores.
El vínculo afectivo de tipo desorganizado, describe la situación de
aquellos bebes que no han podido elaborar estrategias de comportamiento
que les permita consolarse, tranquilizarse y explorar. El niño
permanece inmóvil, a veces se aproxima a ella con la cabeza vuelta
hacia otro lado, llegando incluso a golpearla o morderla. Estos niños
se encuentran totalmente desorientados, no han podido desarrollar la
menor estrategia de búsqueda afectiva o de lucha contra la
desesperación. Su madre es a la vez fuente de consuelo y de origen del
temor a la pérdida. No saben utilizar a su madre como fuente de
seguridad cuando esta se halla presente y tampoco cuando regresa, y
tampoco saben acudir a la extraña. No saben encaminarse hacia un objeto
u orientar su atención hacia su propio cuerpo, el cual siendo
absolutamente familiar, podría proporcionarles un sentimiento de
seguridad mediante comportamientos autocentrados de balanceo, ritmos de
amodorramiento o chupeteos del pulgar. Este niño no comunica nada,
ningún significado con su cuerpo inmóvil, su mirada ausente y sus
gritos imprevisibles, dan una impresión de extrañeza que desorienta al
adulto.
Barudy y Dantagnan (2005) reconocen que estos niños(as) desarrollan
modelos relacionales que se caracterizan por ser cambiantes y además
indiscriminados, lo que significa que estos niños(as) con la misma
facilidad que se apegan a una persona, se desapegan de ella para
apegarse de otra, pero siempre de una manera superficial, muchas veces
sin tomar en cuenta las necesidades del otro y por lo tanto,
desarrollan modelos de vinculación predominantemente utilitarias con
el mundo adulto, con el fin de protegerse de la frustración y la
vulnerabilidad frente el poder de los adultos.

37
Según estos autores, este estilo se genera en ambientes familiares con
padres o cuidadores que han ejercido estilos de relaciones parentales
altamente incompetentes y patológicas como consecuencia de haber
sufrido experiencias severamente traumáticas y/o pérdidas múltiples no
elaboradas en su propia infancia. Experiencias que no pudieron ser
elaboradas, pues estos padres, cuando niños, no recibieron protección
ni ayuda. Esto corresponde a lo que frecuentemente se observa en
familias cuyos padres producen simultáneamente diferentes tipos de
maltrato. Incluso afirman que los niños(as) abusados sexualmente por
tiempos prolongados y al interior de sus familias pueden también
presentar este modelo de apego. Esto puede explicarse, de acuerdo a su
experiencia, por la confusión relacional que los abusadores inducen en
sus víctimas, provocándoles sentimientos de impotencia, traición,
sexualización traumática y estigmatización.
De acuerdo a la opinión de Cyrulnik (2003) los trastornos en los
estilos de apego no duran mas que lo que duran los contextos, los
cambios en el estilo de relación que a menudo se observan cuando se
producen modificaciones en el entorno, dependen de la separación entre
los comportamientos temperamentales adquiridos por el niño y las
diferentes interpretaciones que puedan encontrarle los adultos. Esta es
la razón de que un cambio social de los padres suponga una modificación
en la trayectoria del desarrollo de los niños(as).
Los vínculos afectivos pueden modificarse tan pronto como surja un
acontecimiento que cambie un solo punto del sistema y tienen un buen
pronóstico a corto plazo.
Sin embargo se debe tener en cuenta que los vínculos afectivos de los
tipos ambivalentes y desorganizados son de mal pronóstico, ya que los
adultos, debido a lo difícil que es querer a estos niños, se despegan
de ellos o los rechazan.

2.10.- Modelo ideal de las características de los cuidadores que


influyen en el vínculo afectivo de tipo protector.

Para facilitar el análisis de los resultados de la investigación se


construyó un modelo ideal que recoge las características más
importantes de los cuidadores y que influyen en el vínculo afectivo de

38
tipo protector, de acuerdo a los aportes teóricos sugeridos por Barudy
(IFIV Enero 2005) y Cyrulnik, (2003).

Aspectos que promueven el Conductas de la madre o adultos cuidadores.


vínculo.
1.- Disponibilidad de la  La figura de apego es alguien que se muestra
figura materna y de los disponible tanto física como emocionalmente.
cuidadores para percibir  Adultos sensibles a las señales y necesidades de
las señales de los sus hijos y capaces de responder oportunamente.
niños(as) y responder  Adultos capaces de observar los cambios en el
adecuadamente. Capacidad estado mental y emocional del niño.
empática y control de  Adultos con inteligencia emocional: capacidad
impulsos de los padres. para reconocer, aceptar y manejar sus propias
emociones.
 Adultos con capacidad para poder discriminar en
que registro emocional está funcionando el bebé.
 Adultos pueden aceptar las emociones como
naturales, responden en consonancia, para luego
canalizarlas mediante comportamientos y discursos
que lo apacigüen.
 Adultos con capacidad de autocontrol.

2.- Capacidad para  Cuidadores perciben adecuadamente las señales del


responder a las niño(a) y ofrecen acogida y contacto con el
necesidades de apego de niño(a).
los niños(as) de acuerdo  dan una respuesta adecuada. No interpretan las
a su proceso evolutivo. conductas de manera persecutoria.
 Adultos responden oportunamente o piden ayuda
para lograrlo. No ignoran a sus hijos(as) para
evitar atenderlos.

3.- Adultos con  Adultos expresan el afecto a sus hijos y se


capacidad para expresar mantiene aun en momentos en que el niño(a) llora
afecto a su hijos(as) y o está irritado. Afectividad no está alterada por
comunicarse con ellos de los cambios de humor, estrés o fatiga del
manera asertiva. cuidador.
 Adultos que utilizan diferentes estrategias para
comunicarse con el niño(a) de acuerdo a su etapa
de su desarrollo. Ej: sonrisas, miradas,
caricias, palabras, etc.
 Adulto tiene expectativas positivas del niño(a) y
es capaz de brindarle seguridad y confianza.
 Adultos que hacen sentir a los niños que son
importantes y valiosos.
 Adultos envían mensajes de aceptación
incondicional a sus hijos(as)sobre lo que el
niño(a) siente, piensa o hace.
 Adultos que se valoran a si mismos y a los demás
de forma positiva.

39
4.- Capacidad para aceptar  Adultos que son capaces de estructurar el
sus responsabilidades como comportamiento de sus hijos, estimulan sus
padres en lo que acontece a iniciativas y facilitan la interiorización del
sus hijos. Capacidades autocontrol.
protectoras.  Adultos con capacidad para poner límites de
forma constructiva y eficaz.
 Adultos que asumen su responsabilidad frente
al cuidado y protección de los niños(as).

3.- METODOLOGIA.

3.1 Metodología de la investigación.

La presente investigación corresponde a un diseño cualitativo de


carácter descriptivo, comparativo por cuanto la realidad investigada es
observada, descrita y analizada desde la perspectiva de los individuos
que son parte de ella. La investigación cualitativa releva la
importancia de la comprensión de las complejas relaciones entre todo lo
que existe. La comprensión es una forma de empatía o de recreación en
la mente del pensador, del clima mental, los pensamientos, los
sentimientos, las motivaciones del objeto de su estudio. Desde este

40
punto de vista, las acciones humanas pocas veces tienen una causa
simple, por lo tanto genera explicaciones finales de comprensión de
procesos, más que de causas y efectos. (Stake 1998). Cabe destacar que
la investigación cualitativa muestra su interés especialmente por el
significado que los participantes atribuyen a sus vivencias y a las
situaciones específicas en que se desarrollan.
Esta metodología produce datos descriptivos “las propias palabras de
las personas habladas o escritas y la conducta observable”, como lo
señala Taylor y Bodgan (1987). En esta metodología, los investigadores
desarrollan conceptos e interrelaciones a partir de los datos,
siguiendo un diseño de investigación flexible, para tratar de
comprender a las personas dentro de un contexto. Es decir, mantiene una
perspectiva holística, donde las personas, los escenarios o los grupos
no son reducidos a variables, sino considerados como un todo.
La investigación será de carácter naturalista, pues se requiere
estudiar tal cual ocurren y se relacionan los fenómenos naturales sin
intervención. También es de tipo fenomenológica pues interesa conocer y
comprender el significado de la experiencia humana. También recoge la
influencia teórica de la Hermenéutica por que ésta comprensión se da
dentro de un contexto histórico, social y cultural. Entre sus objetivos
está el poner énfasis en el individuo, en su experiencia subjetiva y
el descubrimiento de la estructura de significados, a través de
manifestaciones orales, especialmente mediante historias de vida.
Según Erikson (1989), una distinción crucial para la investigación
cualitativa es la distinción entre conducta (acto físico) y acción (que
supone la conducta física más las interpretaciones de significado del
actor y aquellos con quienes interactúa). El objeto de la investigación
social cualitativa es la acción y no la conducta, y ello se debe a la
naturaleza de la causa en la vida social. Si las personas actúan
basándose en la interpretación de las acciones de otros, entonces, la
interpretación de significado es, en sí misma, causal para los seres
humanos. Las personas le adjudican significado simbólico a las acciones
de otros y emprenden sus propias acciones de acuerdo con la
interpretación de significado que han realizado. Dado que dichas
acciones se basan en elecciones respecto a la interpretación del

41
significado, siempre están abiertas a la posibilidad de una
reinterpretación y de un cambio.

3.2.- Diseño y tipo de Estudio.

El diseño del estudio corresponde a un estudio de casos de carácter


cualitativo descriptivo, que permite abordar y describir las
principales modalidades de formación, estructuración o de cambio de un
fenómeno, y sus relaciones con los otros (Briones, 1992). En este caso,
se describe las principales características del vínculo de apego, desde
la perspectiva de los sujetos que pertenecen a tres generaciones de una
misma familia.
La unidad de estudio son los casos, vale decir 3 familias cuyos
miembros provienen de la ciudad de Valdivia, Rio Bueno y Lago Ranco.

3.3 Población y Muestra.

La población está constituida por 3 familias, que tienen las


características requeridas para la investigación. La investigación se
realizó en Valdivia, durante el período comprendido entre Noviembre del
2005 y Marzo del 2007.
La elección de los sujetos de estudio se hizo tomando en cuenta que
eran familias compuestas por tres generaciones vivas, que estaban
interesadas en compartir sus experiencias infantiles respecto a sus
vínculos de apego, que eran accesibles durante el período de tiempo que
duraba la investigación y que en su interior estaban disponibles para
participar las tres figuras femeninas Abuela, hija y nieta.
Los criterios de inclusión para la selección de las mujeres: que la
madre de la primera generación tenga menos de 80 años y sean
integrantes de generaciones lineales. El otro criterio fue la
escolaridad de la Abuela, vale decir la primera familia tiene la abuela
con escolaridad básica incompleta, la segunda abuela tiene nivel
Humanidades y la tercera tiene enseñanza de nivel superior o
universitaria. A través del criterio escolaridad se desea explorar a
cerca de las posibles diferencias que pudieran existir en relación a lo

42
que consideran importante respecto a la crianza y protección de los
niños(as).

3.4.- Procedimiento para la recolección de la información.

La recolección de la información se realizó a través de entrevistas en


profundidad, apoyadas con un instrumento diseñado especialmente para
los fines de esta investigación, tipo guía que contiene tres ámbitos o
temáticas relacionadas con las historias de vida al nacer, las
prácticas parentales que influyeron en el desarrollo del vínculo y la
percepción que tienen de cuales fueron los aspectos importantes que
privilegiaron sus padres y cuidadores en relación a la crianza y
protección de los niños (as). Este instrumento está diseñado de acuerdo
a la bibliografía revisada respecto a los procesos de apego y apoyada
en la estructura de la Guía de Valoración de competencias parentales
del Dr. Barudy (2005) del IFIV (Instituto de Formación, Investigación e
Intervención sobre la violencia familiar y sus consecuencias de España
y Bélgica). En la construcción de este instrumento se han realizado las
necesarias adecuaciones tomando en cuenta las características de la
población y la concordancia con la realidad de nuestro país. Es un
instrumento que fue aplicado con bastante flexibilidad tomando en
cuenta las características de las participantes, la disposición para
abrir temas y aspectos relacionados con su infancia y con las
necesidades de profundizar y recordar que cada una tenía.
Esta técnica de entrevista en profundidad permite recoger de manera
paulatina las maneras y los modos con que el individuo construye y da
sentido a su vida en un momento dado. No se pretende un relato objetivo
de los hechos. Lo importante es captar la experiencia subjetiva, desde
la infancia hasta el presente, así como la visión subjetiva con la que
cada persona se ve a sí misma, a sus figuras significativas, al mundo
de sus relaciones y descubrir las claves de los fenómenos sociales que
sólo encuentran explicación a través de la experiencia personal de los
individuos concretos. Sus datos provendrán entonces de la vida
cotidiana, del sentido común, de las historias que les han contado de
sus infancias, las figuras que estuvieron presente en esa etapa de su
desarrollo, de las explicaciones y reconstrucciones que cada una de

43
ellas ha efectuado para vivir. Para ello es necesario considerar que en
ocasiones, es necesario realizar una o dos entrevistas, dado el
carácter vivencial y frente a la necesidad de respetar el ritmo de
trabajo de las participantes, así como su estado de ánimo, compromiso
afectivo, nivel reflexivo y capacidad para traer al presente hechos que
han estado por largo tiempo guardados.

3.5. Procedimiento de Análisis de Resultados.

La validez de la pauta de entrevista se verificó mediante la opinión de


expertos en el tema. El instrumento fue aplicado de manera experimental
y se le hicieron las modificaciones pertinentes antes de ser aplicado
definitivamente.
Los procedimientos que permiten cautelar los hallazgos en la
investigación cualitativa, vale decir, la calidad y la objetividad de
los resultados, se verificaron mediante la triangulación de la
información recogida por el investigador a través de los relatos de los
informantes, la perspectiva teórica de los procesos de apego y la
perspectiva del investigador.

3.6. Procesamiento para el análisis de los resultados.

La técnica de análisis de la información utilizada fue el análisis de


contenido, a través del cual se identificaron los ejes temáticos del
estudio, tomando en cuenta el objetivo de la investigación.
Para ello se desarrolló una matriz de categorías y subcategorías de
cada unidad o eje temático. Cada uno de los temas relevantes de las
unidades, así como las categorías y subcategorías se ordenaron y se
dispusieron en forma paralela para visualizarlas a través de las tres
generaciones de cada familia. Con ello se facilitó la posibilidad de
comparar la información al interior de cada familia, encontrar patrones
comunes y los cambios realizados por cada una de las generaciones.

44
Posteriormente se inició el análisis apoyándose en el análisis de las
diferentes fuentes de información. Finalmente se trianguló la
información recogida según los objetivos de la investigación,
contrastando los datos de acuerdo a las características del conjunto de
las familias analizadas.

La matriz construida tiene la siguiente estructura:


I Unidad de Análisis Categorías
Condiciones personales y familiares en 1.1.- Características de los padres y condiciones del
que se produce el embarazo y su embarazo.
influencia en la calidad del vínculo en
el momento del nacimiento 1.2- La información sobre su nacimiento y
comportamiento.

1.3.- Posibilidades de acompañamiento y apoyo familiar


en la etapa de recién nacida.
II Unidad de Análisis. 2.1.- Competencias parentales de la madre, padre o
Características del vínculo de apego cuidadores.
desarrollado con sus figuras
significativas. 2.2.- Percepción que tiene acerca de la calidad del
vínculo de apego en relación con sus figuras
significativas.

2.3.- Percepción que tiene acerca de la capacidad


protectora de su madre o cuidadores.

2.4.- Ejercicio del rol educativo de los padres o


cuidadores.

III Unidad de Análisis. 3.1.- Aspectos importantes para sus padres en relación
Actitudes y prácticas parentales que a la crianza y protección de los niños(as).
se relacionan con la crianza y
protección de los niños(as) y que se
3.2.- Legado transgeneracional.
transmiten de manera intergeneracional.
3.3.- Aspectos que considera importante en relación a
la crianza de los niños(as).

El análisis descriptivo e interpretativo de las unidades corresponde a


3 unidades de análisis, con sus correspondientes categorías y
subcategorías. Los hallazgos se estructuran a partir del discurso,
entregado por los propios actores. Los sujetos de estudio son mujeres
que serán identificadas en términos de su relación de parentesco como
Madre, Hija y nieta, cada una perteneciente a una familia específica
denominada familia 1, 2 o 3. Sus relatos, vivencias, reflexiones,
recuerdos y experiencias se recogieron a través de una entrevista en
profundidad apoyada en una guía que se construyó para hacer la
revisión histórica de su pasado. Esta guía se estructuró para revisar
en forma cronológica los hechos, desde el pasado hacia el presente y
se aplicó tomando en cuenta la disposición emocional de las mujeres

45
para abrir sus experiencias tempranas y compartir sus ideas, opiniones
y sentimientos. El instrumento se muestra en el Anexo 1.
La primera unidad de análisis recoge información acerca de las
condiciones personales y familiares en que se produce el embarazo de
sus madres y su influencia en la calidad del vínculo en el momento del
nacimiento. Conocer el contexto permite situar los hechos dentro de un
espacio temporal, histórico y social y explicarlos en términos
comprensivos, no de manera causalista, sino como resultado de procesos
que son dinámicos e interrelacionados a nivel individual, familiar,
social, cultural, etc.
Las categorías de esta unidad se relacionan en primer lugar con las
características de los padres y condiciones del embarazo. En segundo
lugar la información sobre su nacimiento y comportamiento y la
influencia en la forma en que interactúan con el niño(a) y en tercer
lugar las posibilidades de acompañamiento y apoyo familiar en la etapa
de recién nacida.
La segunda unidad de análisis se refiere a las características del
vínculo de apego desarrollado con sus figuras significativas. La
primera categoría de esta unidad está relacionada con las competencias
parentales de la madre, padre y cuidadores. La segunda categoría se
refiere a la percepción que tiene acerca de la calidad del vínculo en
relación con sus figuras significativas. La tercera categoría está
relacionada con la percepción que tiene acerca de la capacidad
protectora de su madre y cuidadores y por último la cuarta categoría se
refiere al ejercicio del rol educativo de los padres y cuidadores.
La tercera unidad de análisis se refiere a las actitudes y prácticas
parentales que se relacionan con la crianza y protección de los niños y
que se han transmitido de manera intergeneracional.
El legado transgeneracional se refiere a aquellas actitudes, conductas,
creencias y estilos de comportamientos que creen haber heredado de sus
figuras significativas en relación con el cuidado y protección de los
niños(as).
En esta unidad hay tres categorías; en primer lugar los aspectos
importantes para sus padres o cuidadores en relación a la crianza y
protección de los niños, en segundo lugar el legado transgeneracional y

46
en tercer lugar los aspectos que considera importantes en relación a la
crianza de los niños(as).
Las unidades de análisis, sus categorías y subcategorías se presentan
en el Anexo 2.

4.- PRESENTACION Y DISCUSION DE RESULTADOS.

Cuadro 1. Características generales de los sujetos de estudio.


Caract. Familia 1 Familia 2 Familia 3
Rol Madre Hija Nieta Madre Hija Nieta Madre Hija Nieta
Edad 78 60 37 76 51 31 76 52 30
2º 6º 7º 3º
Educación Ed.sup. Ed.sup. Ed.sup. Ed.sup. Ed.sup.
Bás. Bás. Bás. Hum.
E. Civil Viuda Viuda Sep. Cas. Cas. Cas. Sep. Sep. Cas.
Orden de
1ª 2ª 2ª 3ª 3ª 1ª 5ª 1ª 1ª
nacimiento
Total
hijos
11 3 2 3 3 1 8 4 1
Familia de
origen

4.2.- Análisis de las características generales de los sujetos de


estudio.

Este cuadro muestra las características generales de las familias que


han participado en este estudio. Se han clasificado de acuerdo al rol,
edad, grado de escolaridad, estado civil, orden de nacimiento al
interior de su familia y el total de hijos que formaron parte de su
familia de origen.
Los roles bajo los cuales serán identificadas a través del estudio será
para la primera generación Madre, para la segunda Hija y para la
tercera nieta.
En este cuadro se muestran las tres familias estudiadas y el total de
participantes que asciende a 9 personas. Las familias fueron ordenadas
en función del nivel de escolaridad de la Madre. En la Familia 1 la
Madre tiene escolaridad básica incompleta, en la Familia 2 la Madre
tiene escolaridad Humanidades y la Familia 3 Escolaridad Superior.
En general sólo tres personas del total de participantes tienen
escolaridad básica incompleta, que corresponden en su totalidad a la

47
familia 1. Una persona tiene escolaridad humanidades y las cinco
restantes escolaridad superior.
Las Madres que tienen escolaridad humanidades o superior tienen hijas
y nietas en un 100% con educación superior. En general, si se observan
las tres familias se constata que el nivel de escolaridad de la Madre
es un importante predictor de escolarización de las generaciones
futuras.
Otra característica que se muestra en el cuadro Nº 1 se refiere a la
edad de los sujetos de estudio. Si se hace la comparación entre las
tres familias participantes, se aprecia que las madres tienen una edad
que fluctúa entre los 76 y 78 años, todas ellas al momento del estudio
se encuentran activas, se manejan en forma autovalente y dos de ellas,
tanto la viuda como la que se encuentra separada viven solas. Ellas
nacieron en la época correspondiente a los años 1927-1929. En esta
primera generación sólo la que tiene educación superior trabajó fuera
de su hogar y debió compatibilizar la crianza de sus hijos con el
trabajo. Las otras dos madres en cambio se dedicaron al cuidado de sus
hijos(as) y de su hogar, tarea que no es reconocida por ellas como
trabajo, como lo señala una de ellas cuando reflexiona y dice “yo no he
trabajado nunca, nunca, nunca, siempre he sido mantenida”. Esta
percepción la comparte su hija, quien señala “mi mama no trabajó
nunca”. Ambas percepciones están asociadas a la idea de que el cuidado
de los hijos(as) y del hogar no es trabajo, o que por no ser remunerado
no es validado como tal. La mayoría de la gente está de acuerdo que ser
madre es un trabajo muy duro, pero hay menos acuerdo respecto a cuál es
exactamente el trabajo de una madre. Pareciera que cuidar un bebe o los
hijos(as) no tuviera nada que ver con el trabajo que se supone que debe
hacer una madre.
La segunda generación corresponde a aquellas que tienen la denominación
de Hijas. Ellas tienen entre 51 y 60 años, nacieron entre los años 1945
y 1954; la mayor de ellas nació y vive en el sector rural, tiene
escolaridad básica incompleta, porque según manifiesta en el campo no
se le daba importancia a la educación de las mujeres, había poca
valoración de los estudios y pensaban que “la cabeza tampoco les daba
para más”. Las otras dos madres tienen educación superior y vivieron
toda su vida en zonas urbanas. Para ellas el estudiar y obtener una

48
profesión era una meta que sus padres se habían propuesto como algo
importante dentro de su proceso de desarrollo, pues era considerado un
imperativo para “tener seguridad y lograr mayor grado de autonomía”.
Ellas se casaron, entre los 18 y los 21 años y en ese período asumieron
el rol de madres y esposas. Entre las hijas hay dos casos con
escolaridad superior porque continuaron estudios en forma paralela al
ejercicio de la maternidad, gracias al apoyo de sus familias de origen.
La totalidad de las hijas debieron compatibilizar el ejercicio del rol
de madres, esposas y trabajadoras; en la actualidad ninguna de ellas
tiene hijos a cargo, ya que todos(as) se han ido del hogar familiar,
ellas aún se encuentran en etapa activa desde el punto de vista
productivo y hasta el momento del estudio se encuentran trabajando y
generando ingresos al hogar familiar.
La tercera generación esta formada por mujeres que tienen la
denominación de nietas. Ellas tienen entre 30 y 37 años, nacieron entre
los años 1969 y 1976, sólo la que pertenece a la familia 1 tiene
escolaridad básica incompleta, al igual que su madre y su abuela. Ella
desertó del sistema escolar en 7º básico, a la edad de 13 o 14 años
porque “ya era adulta no le tomaba parecer a nadie y tome la decisión
de dejar de ir a la escuela porque me iba mal y no aprendía mucho”. Las
otras dos mujeres tienen educación superior. Las tres trabajan
actualmente, sólo dos de ellas son madres y tienen entre 1 y dos hijos.
Se considera importante también identificar el Nº de orden en que ellas
nacieron, dentro de su familia de origen, para conocer si al momento de
su nacimiento, su madre había vivido la experiencia de ser madre, para
tener en cuenta la etapa evolutiva en que se encontraba la familia en
el momento de su nacimiento y especialmente para revisar que relación
se dio entre el orden de su nacimiento y la atención y protección que a
juicio de ellas, se les brindó en relación a los demás hermanos.
En este aspecto hay diferentes situaciones y por lo general se observa
que el orden del nacimiento es un aspecto que influye en el desarrollo
del vínculo ya que en el caso de las hijas mayores, que son en total
cuatro, algunas reconocen que hubo una mayor inexperiencia de sus
padres y por lo tanto valoran positivamente que en sus casos, sus
madres hayan recibido apoyo y acompañamiento familiar, especialmente de
abuelas(os)y tías(os). En cambio los aspectos que valoran menos

49
positivamente se refiere a la confusión de roles parentales pues sus
madres por lo general eran desplazadas por las abuelas especialmente en
su función educativa. En varios casos también se constata que el ser
hija mayor se asocia a tener que asumir a temprana edad el cuidado y
protección de los hermanos menores y también se plantea que la llegada
de los hermanos genera cierto grado de abandono y distanciamiento de
parte de sus padres o figuras significativas.
En el caso de la familia 1 se observa que la madre fue la hija mayor de
un total de 11 hermanos y por lo tanto su nacimiento fue la primera
experiencia de sus padres como tal y según su testimonio se convirtió
en un evento traumático para su madre, no sólo porque no tenía
experiencia sino porque además se dio en un contexto de aislamiento
social y violencia intrafamiliar. En cambio en la familia 2 y 3 las
madres nacieron en el tercer y quinto lugar y sus visiones no son
concordantes, pues mientras que para la que nació en tercer lugar
representa un beneficio pues siente que fue “mas regalona”, para la que
nació en el quinto lugar fue un hecho que a su juicio implicó para su
madre mucho sacrificio y sufrimiento que lo asocia a una recarga
excesiva de trabajo. Al referirse a ella, manifiesta profundos
sentimientos de dolor y se emociona al recordar “yo creo que mi mama
tiene que haber sufrido mucho por nosotros..mucho..porque tenía tanta,
tantas, cosas que hacer, ella era profesora, trabajaba en la huerta,
cocía, hilaba, era sacrificada”, “yo pienso que fue difícil porque
imagínate yo era la quinta de la familia”.
En el caso de la segunda generación, vale decir, las hijas, sucede algo
muy similar pues una es hija mayor y las otras dos son la segunda y
tercera hija respectivamente. Quien nació como hija mayor recuerda”en
ese tiempo las leyes laborales no eran como ahora, mi mama trabajaba,
hacía incluso turnos de noche y entonces yo quedé muy a cargo de mi
papa”, “cuando era chica como era la hija mayor me daban
responsabilidades que no eran para mi edad, siempre se me inculcó mucho
el rol de hermana mayor”. En este caso, como en el de la madre de la
Familia 1 se da el fenómeno que en el ámbito social se conoce como
“hijas parentalizadas”, que se refiere a aquellos niños(as) cuyos
padres les delegan a temprana edad, las tareas y responsabilidades de
los adultos, en este caso el cuidado y protección de sus hermanos o el

50
cumplimiento de ciertas tareas o quehaceres del hogar, peligrosas o
inadecuadas para su edad. Lo que se observa en la práctica social es
que estos niños(as) por lo general presentan dificultades en algunos
aspectos de su desarrollo infantil, porque muchas veces se les trata
como adultos, no se les da tiempo para jugar, para interactuar con sus
pares o para desarrollar las tareas propias de su edad y desde el punto
de vista afectivo sienten que deben proteger a otros, cuando ellos
todavía necesitan de cuidado y protección. En opinión de Cyrulnik, no
es raro que los niños(as) tratadas como adultos luego sientan que deben
cuidar y proteger a los padres. Estos comportamientos conducen a veces
a cuadros de ansiedad y miedo, porque en ocasiones los adultos
sancionan y castigan a los niños(as) cuando sus hermanos menores tienen
problemas. Tal como lo recuerda la hija de la familia 3, cuando se le
consulta a cerca de lo que dirían las personas que la conocieron cuando
niña, de la forma en que la trataban sus padres. Ella reconoce “bueno
yo creo que por el hecho de que yo era la hija mayor, mi mamá me
trataba bastante como una persona mas bien adulta que como una niña“.
“mi mamá partía de la base que yo tenía que entender las
cosas”,”entonces eso de repente cuando tu eres muy chica es como…
tratarte talvez un poco mal y lo otro es darme responsabilidades con
mis hermanas”, “…yo cuando era chica siempre se me inculcó el rol de
hermana mayor y el que tenía que apoyarla a ella en todo”.
En el caso de la Madre de la familia 1 responde “ dirían que me
trataban mal no más, que mi mamá tenía hijos tan seguidos, 11 en total
y yo los iba criando pues, lavándoles, llevándoles cuando iban a hacer
sus necesidades, limpiándolos y yo era una guachita no mas, desde los 8
años me llevaron”, “había una vertiente en la vega abajo, me hicieron
un canastito y un baldecito ¡y una cuesta que había que subir!, yo iba
a lavar los pañales, iba a lavarles la ropa a los chicos, subía con mi
baldecito y mi canastito de ropa¡ por eso no crecí ná, donde me hacía
trabajar tanto mi mama!”, “mi papá cuando mi mamá se fue, me hizo una
artesita y me hacia lavarle las camisas y yo una guachita no mas que no
podía ni refregar bien esas camisas!. Estas experiencias a veces
evidencian algunas incompetencias de los adultos a cargo, quienes, de
esta forma se desligan de la responsabilidad que les corresponde por
derecho propio y dañan gravemente a sus hijos.

51
Estas situaciones de riesgo no se expresan de igual forma en todas las
familias estudiadas. En el caso de la tercera hija dice “…como fui la
tercera no hicieron mayor historia con mi nacimiento, siempre saque esa
sensación de que yo era la cola de los grandes, mi comportamiento fue
súper normal, casi desapercibida”. En cambio quien fue la segunda hija
recuerda “yo fui muy regalona de mi papa, en cambio mi mami no fue
cariñosa conmigo cuando yo era chica, porque yo siempre fui como la
última”. En este caso, desde el punto de vista de la entrevistada, se
dan ambos comportamientos, de parte del padre una mayor vinculación y
atención y de parte de la madre un mayor desapego.
En la tercera generación, en el grupo de las nietas, se mantienen
ciertas características, especialmente en el caso de las mujeres cuyas
madres trabajaban. Ellas reconocen haber percibido a sus madres
sobrepasadas, cansadas y en ocasiones tristes, “mi mamá parece que se
sentía sola, la relación con mi mamá es que me dejaba muy sola”, “creo
que se sentía absolutamente sobrepasada”. Se constata que la variable
trabajo y maternidad es una fuente de importantes conflictos en todas
las mujeres entrevistadas independiente a la edad, escolaridad, o al
acompañamiento que hayan recibido en esa etapa.
La característica Nº de hijos familia de origen se refiere al número de
hermanos que nacieron en cada hogar familiar y tiene el objetivo de
visualizar fundamentalmente el tamaño de las familias, recoger la
experiencia de haber crecido con o sin hermanos (as) y también porque
en algunos casos se logra conocer a través de las entrevistadas la
percepción que tienen de sus padres desde una perspectiva más completa
que involucra todo el período de crianza de los hijos, el rol que ellas
cumplieron con sus hermanos(as), el apoyo mutuo y los estilos de
relación entre padres e hijos(as).
Se constata que la familia 1 y 3 por ejemplo fueron familias muy
numerosas, de origen campesino, con mucho involucramiento de la familia
extendida en la función educativa de parte de abuelos(as), tías, tíos,
primos)(as) que acogen, apoyan, tanto económicamente como
emocionalmente. Se percibe también que la familia numerosa la asocian
con un sentimiento de mayor unión y sentido de pertenencia y que desde
el punto de vista de las entrevistadas, en su rol de hijas, a veces
esto implicó menor participación directa de sus padres en la crianza de

52
ellas, en ocasiones pérdida de la autoridad de sus padres, haberse
sentido maltratadas de parte de tíos o tías, sentirse solas sin la
supervisión cercana de los adultos y sensación de que no son
importantes como niñas, aspectos que serán dados a conocer en la
tercera unidad de análisis.
La existencia de hermanos también genera en cada familia una dinámica
distinta porque en ocasiones los hermanos(as) son reconocidos por las
entrevistadas, como fuente de apoyo y compañía y en otros casos
expresan - que sus madres mayoritariamente - las ignoraron y
desplazaron afectivamente por darle una mayor atención a alguno de
ellos en especial. Por ejemplo en la familia 1 la hija recuerda “a mi
hermana mi mamá le llevaba una muñeca de loza y a mi me llevaba una
muñeca de trapo, yo pensaba que a lo mejor ella a mi no me quería”, “yo
creo que cuando nació mi hermana sería que ya me echaron pal lado, ahí
me tiraron pal lado”. De manera similar la nieta recuerda “le daban más
cariño a mi hermano que a mi”, “me hubiese gustado que me diera mas
apoyo a mi, como hija mujer”.
En cambio en la familia 2 la madre recuerda “mis hermanos me querían
mucho porque como era la mas chica eran preocupados de mi”. La hija
coincide y plantea “mi hermana Vero la tengo con mucho amor y de hecho
es mi mejor amiga ahora, pero la que era mas importante para mi era la
Vivi, porque la Vivi era como mi mami o sea, ella estaba siempre
conmigo hablándome”, “mis hermanas, te puedo decir que las dos fueron
como muy a cargo”, refiriéndose a que estuvieron a cargo de su cuidado
cuando era pequeña. En la familia 3 sólo la hija hace mención a sus
hermanas, pero especialmente en relación a la responsabilidad que
asumió en su cuidado como hermana mayor.

4.3.- Primera Unidad de Análisis: Condiciones personales y familiares


en que se produce el embarazo y su influencia en la calidad del vínculo
en el momento del nacimiento.

Mucho antes de que se produzca el nacimiento de un niño(a) existen en


el entorno inmediato determinadas condiciones y factores que pueden
favorecer o disminuir las posibilidades de que sus padres puedan
ejercer sus funciones parentales en forma adecuada y en el caso de que

53
así ocurra estaremos frente a lo que se denomina parentalidad sana.
Aunque la mayoría de los expertos coincide en que la crianza,
protección y cuidados personales de los niños(as) son producto de
ciertas características de los adultos o cuidadores que se denominan
capacidades parentales, también hay suficiente evidencia de que el
contexto social, económico y cultural, influye en la calidad de las
relaciones entre el mundo adulto e infantil. Cada niño(a) que nace
también llega en un momento determinado de la historia de sus padres y
del ciclo familiar que también es único y ofrece distintas condiciones
según sea la oportunidad en que ocurra ese nacimiento. También hay
coincidencia de que la tarea de ser padres es delicada y compleja y
puede generar crisis personales o familiares si no se cuenta con los
recursos socio-familiars suficientes y apropiados para enfrentarla.
(Cyrulnik, 2003).

Las capacidades parentales fundamentales son el conjunto de


capacidades cuyo origen está determinado por factores biológicos y
hereditarios, que son moduladas por las experiencias vitales e
influidas por la cultura y los contextos sociales. (Barudy, J. y
Dantagnan M. 2005)
Una de estas capacidades está dada por la posibilidad que tienen los
padres y cuidadores de participar en las redes sociales y de utilizar
los recursos sociales y comunitarios como apoyo y sostén a las
necesidades de los niños(as) y el contexto familiar. Para el ejercicio
de una parentalidad sana es fundamental que se desarrolle la capacidad
de buscar y recibir ayuda tanto en las redes familiares como sociales,
implica que los padres sean capaces de movilizarse para buscar y
requerir de los servicios de salud, de apoyo social, educación, entre
otros. En esta unidad revisaremos las características de los padres y
las condiciones en que se produce el embarazo; la información sobre su
nacimiento y comportamiento y la influencia en la forma en que
interactuaron con el bebé para finalmente revisar las posibilidades de
acompañamiento y apoyo familiar que hubo en la etapa de recién nacida y
conocer la influencia que estas condiciones tuvieron en el desarrollo
del vínculo de apego. (Barudy, J. y Dantagnan M. 2005).

54
4.3.1.- Categoría 1: características de los padres y condiciones del
embarazo.
Cuadro 2. Condiciones del embarazo y edad de la madre.
Variables Familia 1 Familia 2 Familia 3
Rol Madre Hija Nieta Madre Hija Nieta Madre Hija Nieta

Edad de la
23 16 22 SD 25 19 43 24 21
madre.
Escolaridad 2º 6º 3º Educ. Educ. 4º
SD SD 3º Hum.
de la madre Bás. Bás. Medio Sup. Sup. Medio
Embarazo
ND D D D F F F D D
D/ ND/ F
Educ.
Actividad Casa Secreta
D/C D/C D/C D/C Prof. Enfermera Párvul
de la Madre Part. ria
os.
Actividad Trab. Trabaj Trab. Jefe Prof.
Militar Indep. Comerc -
Padre. Agric. .Agric Agric Admin Abogado
Obs: D = Deseado, ND = No Deseado, F = Fortuito.
SD= se desconoce.

Este cuadro muestra la edad que tenía la madre de cada una de las
entrevistadas al momento en que se embarazó de ella. La edad de la
madre al momento del embarazo se considera relevante porque muestra la
etapa evolutiva en que se encuentran estas madres al momento del
embarazo y parto. De acuerdo a lo informado por las entrevistadas
cuando ellas nacieron sus madres tenían edades heterogéneas, pero
dentro de un rango de edad joven entre 19 y 24 años. La mas joven se
embaraza a los 16 años y la de mayor edad a los 43, ambas etapas de
mayor riesgo psicosocial. La hija de la familia 1 recuerda que su madre
tenía 16 años cuando la engendraron lo cual lo interpreta como un abuso
de autoridad de su abuelo materno, quien lo habría hecho por evitar que
“pueda quedar embarazada porque la pillaron pololeando”, recuerda que
en forma autoritaria la obligaron a casarse cuando según ella aún “era
una niña inocente”. Este hecho a su juicio influyó posteriormente en el
desarrollo del vínculo pues la recuerda distante y fría, muy poco
apegada a ella y por esta razón su abuela materna y sus tías debieron
asumir en gran parte su cuidado. Desde el punto de vista del desarrollo
evolutivo en este caso hay un factor de riesgo que esta relacionado con
la inmadurez emocional de la joven, lo que unido a la historia de la
madre y a las características de la familia, luego se manifestaron a
través de problemas de negligencia y abandono emocional.
El cuadro muestra a continuación la escolaridad de sus madres en el
momento en que se produjo la gestación. Se aprecia que en la familia 1

55
las madres de la hija y la nieta habían desertado del sistema escolar y
estaban realizando quehaceres del hogar. En la familia 2 tanto la hija
como la nieta fueron concebidas mientras sus madres eran estudiantes.
En la familia 3 la madre y la hija fueron engendradas cuando sus madres
ya habían egresado y se encontraban trabajando, mientras que la nieta
nació cuando su madre egresaba de la enseñanza media. En total solo 2
personas se gestaron en un período en que sus madres ya habían
concluido su formación profesional, las demás o habían desertado o se
encontraban estudiando, lo cual es un factor de tensión y que de alguna
forma interrumpe un proceso que es importante para la socialización
futura de la madre.
El tercer aspecto que se muestra se refiere a las condiciones del
embarazo desde el punto de vista de la actitud de los padres en cuanto
a la acogida o rechazo del bebe que está por nacer.
Se proponen tres categorías, embarazo no deseado, fortuito y deseado.
Para efecto de este estudio se considera embarazo no deseado (ND) aquel
que se produce sin que haya sido deseado por sus progenitores y que en
los casos estudiados implicó además un rechazo y abandono de parte de
la familia de origen de algunos de los padres hacia la embarazada y el
bebe que estaba por nacer. Este aspecto se tomó en cuenta
fundamentalmente porque existe suficiente evidencia científica que
plantea que el estado mental y emocional de la madre influye en las
condiciones de bienestar del feto, en la actitud de aceptación o
rechazo de la madre hacia el bebe por nacer y por ende en su proceso de
apego. (Cyrulnik 2003)
El embarazo fortuito (F) se considera aquel que no esta planificado, se
produce sin que los padres hayan tomado la decisión de tener un hijo(a)
o es un hecho que está dentro de las posibilidades cuando viven en
pareja. Cuando hay una actitud de acogida y aceptación de los
progenitores hacia el niño(a) que está por nacer, esto influye en la
madre y el niño(a) pues el embarazo se puede dar en un clima de
tranquilidad emocional. Por último, el embarazo deseado (D) se trata
por lo general de embarazos que eran esperados como parte natural del
proceso de vida de la pareja y que en la totalidad de los casos, se
dispuso alrededor de ellas un sistema familiar protector y en el cual
se involucraron ambos padres.

56
Del total de mujeres estudiadas solo en dos casos el bebe que esta por
nacer no es deseado, la Madre de la familia 1 y la nieta de la familia
2. Los resultados desde el punto de vista del proceso de apego son
totalmente diferentes, aún cuando el embarazo en ambos casos fue
considerado un hecho inoportuno.
En el caso de la Madre de la familia 1 aún cuando su madre tenía 23
años al momento del embarazo, expresa que por haber existido
desaprobación y grandes diferencias sociales y económicas entre las
familias de su padre y de su madre, ella fue rechazada al momento del
embarazo por sus padres y expulsada de su familia de origen. La
gestación de su embarazo se produce entonces, en circunstancias en que
su madre, estaba en absoluta situación de abandono y aislamiento tanto
durante el embarazo como en el parto lo que le habría generado
posteriormente, graves problemas de salud mental. Estos problemas se
mantuvieron en el tiempo y se agravaron debido a situaciones de
violencia conyugal y maltrato infantil. La situación fue totalmente
distinta en el caso de la familia 2, donde aun cuando el embarazo no
fue deseado y ocurrió mientras sus padres estaban pololeando, los
padres de la joven y del pololo, la apoyaron, se involucraron activa y
afectivamente en su cuidado durante su embarazo y luego en las etapas
posteriores de su nacimiento, lo que contribuyó al desarrollo del
vínculo de apego y a su desarrollo posterior.
También se informa acerca de la actividad de los padres, en la primera
familia todos son pequeños agricultores que trabajan en forma
independiente, que viven de la explotación del campo y la ganadería.
Por lo general, no tenían previsión ni acceso a beneficios económicos,
solamente a servicios públicos ya sea educacionales o de salud. Los
padres de la segunda y tercera familia en cambio son en su mayoría
profesionales que trabajan en forma dependiente y con acceso a
beneficios sociales de salud y previsión.
Esto nos permite comprender la importancia que tienen las condiciones
sociales y familiares desde el momento de la gestación y la relevancia
que tiene el poder detectar las situaciones de riesgo oportunamente
para ofrecer vínculos de apoyo, sostén y acompañamiento psicosocial
para proteger a la madre y al bebe. Como plantea Cyrulnik (2003), una

57
madre que recibe apoyo afectivo y sostén social puede ofrecer mejores
brazos a su hijo(a).
Según los estudios del apego en la infancia los lazos emocionales se
establecen con los padres en busca de protección y apoyo, los cuales
prosiguen a lo largo de todo el ciclo del desarrollo, pero pueden ser
complementados por nuevos lazos de acuerdo a los periodos evolutivos.
(Cyrulnik, 2003). Estos nuevos lazos no solo darán apoyo al bebe que
nace sino que también a los padres o cuidadores primarios si éstos
tienen dificultades o conflictos. Así los nuevos lazos pueden
transformarse en una fuente indispensable de recursos afectivos y
protectores tanto para los padres como para el recién nacido. Desde la
práctica social, también se reconoce que estas figuras pueden también
servir, en caso de que existan situaciones de maltrato o situaciones de
violencia en opciones de control social, de parte de las instancias que
intervienen en el ámbito de la salud, del ámbito de la justicia, de
sistemas de atención a niños(as), etc. También como alternativas
familiares en los casos de mayor gravedad cuando se requiere sacar y
trasladar a los niños(as) respetando su derecho a vivir en familia.
Otro aspecto del contexto familiar que influye en el proceso de apego
de manera importante son las crisis conyugales, las que tal como las
propone la teoría del desarrollo humano, evolucionan, porque los
miembros de la pareja no son inmutables (Abengózar, M. 2005). Así lo
demuestran las madres de este estudio, que experimentaron separaciones
o formaron nuevas parejas. Ellas asumieron en su totalidad el cuidado
de sus hijas(os) y se percibe que gran parte de sus capacidades
protectoras se fortalecieron gracias al apoyo de la familia de origen o
al apoyo dado por la familia paterna. Las madres mejoran tan pronto
encuentran apoyo, cuando la madre falla, el padre puede proponer al
niño(a) recursos protectores, que serán diferentes a causa de su
distinto estilo sexual, pero que poseerán la suficiente eficacia como
para dar seguridad y estímulo. (Cyrulnik 2003). En nuestro estudio,
cuando ambos han tenido dificultades para ejercer adecuadamente la
parentalidad, las abuelas, tías y parientes políticos, son quienes se
han convertido en fuente de afecto y protección.

58
4.3.1 Categoría 2: La información sobre su nacimiento y comportamiento
y la influencia en la forma en que interactúan con el bebé.

Los resultados de las investigaciones sobre el vínculo de apego


plantean que la memoria del bebe se impregna muy tempranamente, aún
antes de nacer, con las características mas relevantes de su entorno,
que el bebe las incorpora y se transforma en un aprendizaje que
utilizará en etapas posteriores de su desarrollo. (Cyrulnik (2003). En
este proceso es importante como se va formando lo que denominan el
mundo sensorial o “medio sensorial dotado de sentido”, el cual se va
configurando a través de las respuestas que los adultos dirigen al
niño(a). Plantean que los comportamientos de los bebes son dotados de
significado y de sentido para los adultos de acuerdo a la propia
historia de ellos. Interesa entonces conocer a través de las historias
que los padres y madres les han contado de su nacimiento y de su
comportamiento, cuales son los contenidos de estos relatos para revisar
si existe relación con la forma en que se comportaron con ella como
bebe y que pudo tener influencia en el establecimiento del vínculo de
apego.
La información que les han entregado sus madres, padres y cuidadores
sobre su nacimiento y comportamiento tiene el objetivo de conocer los
hechos que tuvieron relevancia para los adultos en la época en que
ellas nacieron, las expectativas que tenían los padres antes de que
nacieran y al mismo tiempo, revisar la influencia que pudieron tener
estas situaciones en la forma en que interactuaron y se vincularon con
ella.
En general se constata que al aspecto físico del bebe se le asigna un
valor importante en las familias estudiadas y el nivel de aceptación o
rechazo, cercanía o mayor vinculación está mediado por cómo las han
percibido sus madres y padres desde el punto de vista físico. Tanto la
belleza física, el color de la piel, de los ojos, el peso, son aspectos
que resaltan en las historias y que luego se traduce en actitudes de
mayor atención de parte de sus figuras significativas y que en otros
casos se ha traducido en un cierto abandono y rechazo de parte de la
figura materna especialmente.

59
En la familia 1, la Madre por ejemplo recuerda “me dijeron que parecía
una laucha, que era negrita y que ellos pensaban que iba a salir rubia
con ojos azules”, luego dice con mucha tristeza “mi mama decía ésta
sacó todo el moho de la olla porque la única más morena de las mujeres
era yo”. En cambio, la hija de la familia 1 por su parte recuerda “me
dijeron que yo era bonita y que nací con la nariz respingá, que me
parecía a mi papa”. En cambio la nieta reconoce que no le han contado
casi nada de su nacimiento, “lo único que sé es que era una pelota no
más, que era muy gordita”.
Respecto al contenido de los relatos y la forma que en que las
trataron, en el caso de la Madre estos relatos los asocia a
sentimientos de rechazo de su madre, expresa “me trataban mal, no me
querían como los otros hijos que eran gringos pos”, reconoce que estos
comportamientos de su madre influyeron posteriormente en su conducta de
timidez y retraimiento y le han afectado hasta su etapa actual. Por lo
tanto, en este caso, su conjuga el hecho de no haber sido deseada, con
su apariencia física, lo que se transforma en comportamientos de su
madre de carácter rechazante y evitativa.
En cambio la hija de la familia 1 hace referencia a su parecido físico
con su padre y lo destaca como un hecho importante para su madre, el
haber tenido los rasgos de la familia paterna y esto repercute luego el
lazo afectivo que forma con él y consecuentemente con la familia
paterna, a quienes recuerda con sentimientos de amor y respeto. Valora
a su padre como una persona muy importante en su infancia, porque
según recuerda se involucró en su crianza y fue quien le entregó mas
cariño y atención. Cuando se le consulta por la figura de apego más
significativa dice “sobre todo mi papa, mi mama no tanto porque ella se
afanaba en la casa”,“mi papi me hizo una cuna con balancines”,”el me
contaba cuentos”.”las hermanas de mi papa me quisieron mucho”.
La nieta de esta familia, por su parte, asocia el comportamiento de sus
padres con los problemas familiares que entonces existían, dice”cuando
mi mami quedó embarazá la familia no la tomó en cuenta”,” a mi padre no
le tenían buena porque lo odiaban a él”, “yo me siento sola ahora de
que estoy sola adulta siento lo mismo que sentí cuando estaba chica sin
mamá y sin papá”. En su relato reconoce no saber mucho de su nacimiento
sin embargo entre las historias que le han contado recuerda un problema

60
de salud que se traducía en un defecto físico, “Salí enferma, hasta los
cinco años anduve con la lengua afuera no mas pus, porque ella tuvo un
antojo y yo salí enferma”. Cuando se le consulta por el comportamiento
de su madre afirma “se veía triste”, “la relación con mi mama es que me
dejaba muy sola”, lo que refleja que su madre era una figura distante y
además con problemas de pareja. Quien se hace cargo de su cuidado es su
abuela paterna, con quien mantiene una relación estrecha durante todo
su proceso de desarrollo posterior.
Con relación al comportamiento de ellas como bebés, en esta familia,
hay cierta coincidencia en los relatos que les hicieron pues a todas
las han descrito como guaguas que eran tranquilas. La madre dice
“tranquila dice mi mamá que era porque no sabía si había guagua o no,
era dormilona …dormía toda la noche y todo el día”; mientras que la
hija señala “era tranquila, no era llorona, dormía bien”, y la nieta
recuerda algo similar, dice “no lloraba, era tranquilita, era buena
para dormir…gordita no mas pus”. Desde la teoría revisada se plantea
que el riesgo que pueden correr los bebes plácidos y de temperamento
tranquilo es que pasen desapercibidos por sus cuidadores, esto se
verifica en el caso de la madre y la nieta, pues ambas reconocen haber
sentido que quedaban muy solas cuando pequeñas. La madre incluso
recuerda que su padre se burlaba de ella de cuando pequeña y dice “mi
papa cuando se enojaba me decía que a mi me habían criado en un saco
colgado así arriba, en una chigua y cuando lloraba me movían así…”.
Estos tipos de vinculación son los que Barudy (2005) denomina ansioso-
evitativo, que supone que el o los cuidadores han estado con mucha
frecuencia preocupados, ansiosos y presentan dificultades para manejar
la agresividad o presentan trastornos depresivos. Por estas y otras
razones, señala, es probable que hayan sometido a sus hijos a momentos
de separación. Esto ha contaminado sus relaciones con sus hijos y por
lo tanto afectado negativamente la constitución de los vínculos de
apego. En este caso la relación es menos sana porque lleva consigo mas
riesgo de tensiones para el niño y por lo tanto de trastornos en su
desarrollo. Estos padres pueden presentar grados moderados de
incompetencia parental en general y en forma transitoria.
En la Familia 2 la madre no recuerda que le hayan contado nada de su
nacimiento, debido a que su madre estaba enferma en ese período y

61
posteriormente murió. En cambio la hija recuerda que le hablaron de su
aspecto físico y reconoce que el haber sido bonita le permitió estar
muy cerca de su madre y mantener una relación de mucha calidez, que
incluso le sirvió de base para su desarrollo futuro. Ella recuerda que
le contaron que “era bonita…que era linda”; “mi mamá muy orgullosa
siempre me mostraba”, “tengo recuerdos de mucha aceptación y de mucha
alegría, de todo el tiempo, yo creo que esa pila que yo tengo de mi
infancia fue fundamental pa mi vida después”, lo que indica que esta
característica fue importante para obtener mayor cercanía y atención.
Ella hace mención también al sexo, lo cual según Cyrulnik es un
poderoso vehículo de representaciones y por lo tanto influye en la
manera en que los padres se relacionan con el bebe. Llama la atención
que en todos los casos, tanto de parte de las madres como de los
padres, las expectativas son respecto a la posibilidad de que el bebe
sea de sexo masculino, no se aprecia que el sexo femenino sea fuente de
igual expectativa.
Esto tiene efectos en el cómo se comportan los padres con el bebé, tal
como lo propone la teoría revisada. La hija recuerda “mi mamá estaba
como media desilusioná porque no había tenido un hombre”,”mi papá le
decía ¡mira si es bonita!, lo que según ella lo hacía para consolarla;
luego se refiere a su papa “después mi papá me decía Jaquelito…porque
querría que fuera hombre”, “me acuerdo haber ido ponte tu a pescar con
mi papa, porque yo sentía que tenía que acompañarlo”. Esto influyó
posteriormente en la relación afectiva que mantuvo con su padre, y
reconoce “yo fui muy regalona de mi papa”. Llama la atención que en
ella se percibe lo que algunos autores del apego llaman como conducta
seductora de los niños(as) con apego seguro, en el sentido de que son
capaces de buscar intimidad y seducir a los adultos que los cuidan.
(Cyrulnik, 2003). Ella dice por ejemplo “mi papá era reposado, era el
más lejano, era militar”, “mi papá era muy lejano pero yo era de pescar
el cachete y sentarme arriba de él, yo creo que conmigo mi papá me
aprovechó bastante, lo pillé mas maduro, fui bien regalona de él”.
Sugiere que ella lo conquistó con sus comportamientos afectuosos y
espontáneos.
En el caso de la nieta de esta familia, las historias que le han
contado se relacionan con el contexto en que se produce el embarazo de

62
su madre, básicamente con el impacto emocional y el nerviosismo de sus
padres y abuelos porque iban a ser papas por primera vez, sin que nadie
lo hubiera previsto mayormente. Ella dice “mi mamá era chica, debe
haber estado muy nerviosa, mi papá no entro al parto, creo no se usaba
mucho…tampoco lo habría hecho, es muy cobarde para el tema médico”, “sé
que mi mamá no tuvo mucha leche”, “tengo la sensación de haber sido muy
querida desde que nací”. Estas representaciones responden de alguna
forma al significado que tuvo este nacimiento para la familia, que los
vio “chicos” y que se transformaron en padres siendo tan jóvenes. Este
mismo significado influyó después en el involucramiento y protagonismo
que asumieron ambas familias en su cuidado y protección en las etapas
siguientes de su desarrollo y que sin duda fortalecieron su vinculación
afectiva.
En cuanto a lo que les contaron sobre su comportamiento, en esta
familia resaltan las historias asociadas a un estilo de comportamiento
apacible de la bebe. La madre recuerda “yo era una guagua parece
regular, no era ni revoltosa ni muy tranquila”, la hija dice me han
dicho que “yo era súper normal, no recuerdo que mi mama haya dicho que
era una hiperkinética”, la nieta por su parte recuerda “creo que era
una guagua tranquila, bien apegada a mi mamá”. En esta familia estos
comportamientos facilitaron su crianza y en ellas se mantiene una
constante de mucha aceptación y cariño. Estas observaciones
corresponderían a lo que se denomina apego seguro y supone una relación
cuidador-niña(o) positiva y por lo tanto un indicador de competencias
parentales adecuadas de las que resultará un desarrollo sano para el
niño(a). (Barudy, J, Dantagnan M. 2005).
En la familia 3 las historias que les han contado de su nacimiento
están relacionadas con antecedentes del parto desde el punto de vista
de la salud, como peso, talla, tipo de parto, etc., con la vinculación
afectiva con la figura paterna y con el aspecto físico.
La madre que es profesional de la salud dice”mira yo no creo mucho en
las historias, pero me dijeron que me parecía a mi papá de cara” ,me
dijeron “que una vez me enfermé porque mi papá tuvo que hacer un
viaje”. La hija dice “yo siento que talvez mi papá pensaba que iba a
tener un hijo hombre”, “me han contado que yo era como muy apegada a mi
papá desde siempre”. Por su parte la nieta recuerda “mi mamá dice que

63
fue sufrimiento fetal”, “que como a los seis meses casi me perdió”,”fue
cesárea como de emergencia, el doctor le dijo que no sabía si yo iba a
nacer viva o muerta”. También hace mención a su aspecto físico, “mi tía
cuenta que cuando ella me vio dijo ¡que guagua mas fea!, pero dice que
me largue a llorar y ahí le conquisté el corazón”. En el caso de la
nieta las historias representan en parte el significado que le dio la
figura materna, quien estaba viviendo una situación de crisis de pareja
en este período, lo que influyó en la salud de su hija antes de nacer.
En cuanto al comportamiento que tenía como bebe, en la familia 3 la
madre, la hija y la nieta reconocen haber tenido un comportamiento
difícil, lo que bajo la denominación que ellas le dan lo señalan como
“carácter fuerte”,”mucho carácter”,“contestadora”. En esta familia se
constata que hay una actitud de mayor preocupación y exigencia en
cuanto a la disciplina del bebe para que aprenda a comportarse, a ser
tranquila y en las tres generaciones reconocen que las figuras maternas
era muy estrictas.
Bajo el concepto de Cyrulnik B (2003), se podría sostener que esta
familia tenía la representación de que el bebe debía ser tratado como
adulto y que el cariño o la expresión del afecto generaría la
posibilidad de que el bebé se “malcríe”, o sea que no incorpore
actitudes de autocontrol, disciplina y normas. Respecto a su
comportamiento la madre dice”como todo niño medio mañosa yo creo que
era, si porque cuando uno es más regalón es más mañosa”. La hija por su
parte señala “yo se que era bastante llorona y de carácter fuerte desde
chica”. La nieta cuenta “ella decía que yo tenía demasiado carácter
para ella”, “ella me ha hecho el comentario de que cuando yo nací yo
lloraba, lloraba y lloraba y ella dijo ¡por favor pónganle un chupete!,
entonces ella me impuso normas ¡desde que me vio pues!”. Menciona que
según su madre ella tenía un comportamiento tranquilo, y dice “la
primera pataleta que tuve me hizo callar”, “yo no sé si me habrán
visto…o qué, parece que era bien inexistente en esa época”, “mi mamá
decía que si me dejaban sentadita, yo ahí quedaba, que no molestaba”,
“mi mamá dice que yo era una guagua súper tranquila, yo lo atribuyo a
que si ella era tan nazi, ni modo que yo iba a ser…”. La nieta entonces
atribuye su comportamiento tranquilo a que su mama era estricta y que
por lo tanto debió ser tranquila, para evitar ser castigada, lo que de

64
acuerdo a la teoría del apego estaría relacionado con el estilo de
vinculación evitativo, cuando la madre no ha adquirido el estatus
privilegiado de figura de vínculo afectivo y su presencia no provoca la
cálida interacción que permita al niño(a) explorar con confianza su
entorno. (Bowlby,J 1998). Barudy (2005) señala que de acuerdo a sus
observaciones esto significa que probablemente los padres o cuidadores
han descuidado gravemente y crónicamente a sus hijos, lo que ha llevado
a estos a replegarse sobre sí mismo y desarrollar un modelo relacional
caracterizado por el miedo y la desconfianza. Además, plantea, se puede
suponer la existencia constante de tensiones en las relaciones
familiares, con una alta probabilidad de violencia conyugal y/o de
maltrato físico y psicológico de los hijos(as). Este modo de apego es
un indicador de incompetencias parentales en el ejercicio de la función
parental.
Como no existe una mirada determinista se sugiere que si el bebe no
dispone en torno suyo mas que de un único vínculo afectivo, su
evolución dependerá esencialmente de las reacciones de ese adulto que
le proporciona afecto. Pero si dispone de varios vínculos siempre tiene
la posibilidad de rehacer su proceso de desarrollo, lo importante es
que encuentre algún adulto cuyo mundo íntimo sepa engranar o sintonizar
con su difícil vinculación. (Cyrulnik, 2003). Para este caso, la niña
tuvo el vínculo protector de su tía materna que fue quien se convirtió
en la figura más significativa desde el punto de vista del apego.
En todos los casos revisados el aspecto físico, el sexo, las
condiciones de salud y la aceptación de la figura paterna son las
categorías destacadas en las historias de las participantes como
representaciones que influyeron en el tipo de vínculo afectivo que se
comenzaba a formar.
Como se puede apreciar y de acuerdo a lo investigado, estos
comportamientos de los adultos van formando una burbuja sensorial que
emigra desde el mundo subjetivo e íntimo de los adultos y termina
guiando la evolución del bebe y, el niño(a) deberá desarrollarse en una
atmósfera generada por la interacción entre él y sus padres o
cuidadores. El vínculo que une la historia de los padres con el
modelado del temperamento del bebe ya ha comenzado a forjarse y se
puede verificar que el niño(a) en forma paulatina se vuelve capaz de

65
influir sobre el mundo mental de los adultos que le rodean, a través de
lo que se denomina intersubjetividad, que significa que aunque el bebe
no hable puede penetrar en el mundo psíquico de los adultos mediante
gestos, mímicas, vocalizaciones, etc. (Cyrulnik, 2003). Por lo tanto,
las diferencias entre las personas entrevistadas al interior de cada
familia se explicarían, tomando en cuenta el carácter sensorial que
rodeó a cada bebé, al sentido que le otorgaron a las representaciones
sus padres y las respuestas temperamentales de las niñas, en constante
interacción. (Cyrulnik, 2003). La mayoría de las entrevistadas reconoce
haber “conquistado” a sus cuidadores, ya sea a través de sus
manifestaciones gestuales, conductuales o afectivas, especialmente a
sus padres, madres, abuelas y hermanos(as). Como lo señala la nieta de
la familia 3 cuando señala “…cuando ella me vio dijo ¡que guagua mas
fea!, pero dice que me largue a llorar y ahí le conquisté el corazón”,
o la hija de la familia 2 que señala por ejemplo “yo se que yo siendo
guagüita les debo haber causado mucha gracia y si era buena ¡mejor
todavía!” Otras creen haber logrado “manipular” a sus padres para
obtener su atención o accesibilidad. La hija de la familia 3 plantea
por ejemplo “era mas fácil el chantaje emocional con mi papá…en cambio
a mi mamá yo no la chantajeaba con el llanto…que es la manera que las
guaguas tienen de quejarse, yo siento que si porque es como el método
más efectivo porque al final por último por cansancio, porque la guagua
llora y llora, al final ¡ya!”

4.3.1. Categoría 3: Posibilidades de acompañamiento y apoyo familiar en


la etapa de recién nacida.

Cuadro Nº 3 Figuras que participaron brindando acompañamiento y apoyo a


la madre de la recién nacida.

Rol Madre Hija Nieta


Familia 1 Ninguna Padres y suegra. Suegra.
Familia 2 Esposo. Suegra y Hermana de la madre, Padres y
servicio doméstico. esposo, dos hijas suegros.
mayores y personal
servicio doméstico.
Familia 3 Hermana de la madre Esposo, suegra y Solo hermana
y personal servicio personal servicio menor.
doméstico. doméstico.

66
Esta categoría tiene como propósito conocer desde la percepción de las
entrevistadas, si su madre al momento de su nacimiento, recibió apoyo
familiar y quienes fueron las figuras que brindaron ese apoyo. Estos
antecedentes se consideran relevantes, pues desde la teoría revisada
existe coincidencia en considerar que cuando una madre está sola con su
bebe, transmite su sufrimiento al niño(a). El sufrimiento de la madre
no prepara bien la relación conjunta y no permite que el niño adquiera
los comportamientos de seducción que confieren a los adultos el placer
de ocuparse de él. Algunas mujeres tiene dificultades para recuperarse
de la conmoción hormonal del embarazo y el parto, muchas madres
primerizas se sienten vacías o sobrepasadas después del parto. En los
casos estudiados se corrobora lo anterior y las causas más frecuentes
de tristeza o depresión posparto están asociadas a problemas de tipo
conyugal, de pareja o de tipo social, como rechazo de la familia de
origen hacia su pareja, rechazo de la familia del esposo hacia ellas,
discriminación social, cultural, etc. En general, la mayor parte de las
personas entrevistadas reconoce que su madre recibió apoyo familiar a
pesar de que ello implicaba algunas veces cierto grado de
conflictividad, especialmente en los casos en que existieron problemas
de relaciones interpersonales entre alguno de los padres y la familia
de origen del cónyuge o pareja.
En la familia 1 la madre recuerda que su mamá vivió su embarazo, el
parto y las semanas posteriores a su nacimiento absolutamente sola y
sin ningún tipo de acompañamiento médico, social o familiar. La guagua
la tuvo en su casa, se asistió sola y este hecho puso en peligro la
vida de la madre y del bebe. Según recuerda “”mi mama me tuvo solita a
mi, nadie, nadie, la acompañó”, “me cortó el cordón con una cuchara”,
“fue muy despreciá de su mama, de su padre, de sus hermanas, ellas no
la quisieron, la desterraron, ya no se preocuparon más de ella”. Cuando
se le pregunta cómo cree ella que se sentía su madre dice “ella con su
angustia, estaba muy triste, muy penosa, ella lloraba, ella lloraba
mucho, clamaba a su mama”. Respecto a sus primeros cuidados refiere que
su madre no pudo darle pecho y que los problemas de depresión, sumado a
la falta de apoyo familiar pusieron en riesgo su vida y la de su
guagua. Relata “cuando yo nací mi mama fue a lavar, había un estero se

67
metió al agua…le dio sobreparto”, “a ella se le hincharon los senos,
entonces no me pudo dar de mamar, me tuvo quince días con pura agüita
de hinojo y yo estaba muriendo es que”.
Solo la hija de esta familia, señala que su madre recibió apoyo
familiar de parte de sus padres y de la familia extensa, como abuelas y
tías tanto de la línea materna como paterna. Reconoce que este hecho
influyó positivamente en la disposición anímica de ella. Reconoce “mi
mama se sentía contenta”, “recibió todo el apoyo porque ella vivió toda
la vida con sus papas, hasta que murió mi papi”, “mi papá, mi abuela,
mis tías, entre todos ayudaban, era un choclón”. Este debió ser un
importante factor protector, en esta etapa de su vida, pues su madre
según ella, por la edad que tenía (16 años) no era una mamá preparada
para brindarle cuidados adecuados. Su abuela entonces fue quien asumió
esta tarea en forma más directa. Según recuerda “era mi abuela que
hacía eso, porque ella nos mudaba con eso que era como lulo, en sus
faldas, quedábamos dormías y nos entregaba dormías”.
En la familia 2 se observa que la madre estuvo acompañada por la suegra
y también una nana. No tuvo mayores referentes familiares porque sus
padres habían fallecido y la familia de su esposo vivía muy lejos.
La hija por su parte recuerda que su madre tuvo bastante apoyo
familiar, de manera especial de la hermana de su madre, de dos hijas
mayores y de personal de servicio doméstico. Este es el único caso de
los estudiados en que la madre, está en casa al cuidado de sus hijos,
tiene apoyo familiar y además contaba con servicio doméstico que la
apoyaba, con lo cual, compatibilizó no sólo las demandas de sus hijos y
del hogar, sino también pudo desarrollar sus intereses personales y
sociales.
Ella valora de manera importante el acompañamiento de sus hermanas
mayores, dice “mis hermanas te puedo decir que las dos fueron como muy
a cargo porque a ellas como que las responsabilizaron desde muy
chiquititas”,” la Vivi era cinco años mayor que yo”, “la Vivi yo tengo
una sensación de mamá tremenda de ella hacia mí, muy maternal mi
hermana mayor”. La importancia de los hermanos y hermanas es sin duda
un aspecto positivo desde el punto de vista social y afectivo para los
niños(as), pero también muestra que al igual que en las demás familias
estudiadas, los adultos delegaron ciertas responsabilidades de cuidado

68
y protección a otros pequeños, específicamente a hermanas mujeres,
cuidado que le corresponde asumir a los adultos.
Las posibilidades de acompañamiento familiar no siempre son posibles
especialmente cuando el momento del nacimiento de los hijos coincide
con una situación de crisis en el ámbito conyugal. En la familia 3 la
nieta recuerda que su madre vivió los momentos de su nacimiento
prácticamente sola, sin la presencia de su esposo, acompañada por su
padre pero solo por un período muy breve de días. Su madre, como era
profesional, estaba en otra ciudad y no la apoyó ni acompañó por
razones de estudio. Ella reconoce que para su madre este período fue
muy difícil y complejo, menciona “yo creo que a mi mama le hizo falta
una mamá que le dijera mira así se muda una guagua, así se baña, así se
le da mamadera, así se le sacan los chanchos, si la guagua llora así,
es porque tiene cólicos, todas esas cosas que hace una mamá, mi mamá no
lo tuvo”, “los únicos que estuvieron con mi mama fue mi Tata y mi tía
que es su hermana menor y que estudiaba en la Universidad y que llegó
ese mismo día…por eso yo creo que no debe haber tenido mucho apoyo”,
“mi tía dice que llegó y mi mama estaba en la casa, que yo lloraba,
lloraba …a mi mama la habían dado de alta y se sentía muy mal, estaba
sola, tuvo una reacción alérgica, estuvo bien fregada”. Cree que fue
muy importante la presencia de su tía, la recuerda y dice “mi tía
siempre dice que ella casi enloqueció así conmigo, pero que era un amor
que casi perdió su carrera porque lo único que quería era estar
cuidándome”. Estamos aquí en presencia de al menos un adulto que pudo
ofrecer a la niña un vínculo afectivo estable y de calidad. Esto nos
recuerda la importancia del entorno como elemento modulador de lo que
llegará a ser un niño o niña en las etapas futuras.
Como se puede constatar, en los casos estudiados en que no hubo
acompañamiento o apoyo familiar, las experiencias relatadas están
marcadas por el dolor, la angustia, tristeza, sentimientos de abandono,
y se verifica que efectivamente influyeron en la disponibilidad
emocional y afectiva de la madre. Sin embargo, quienes contaron con
apoyo social, es decir, buenas relaciones con la familia, estuvieron en
mejores condiciones para desarrollar una vinculación de mejor calidad.

69
4.4.- Segunda Unidad de análisis: Características del vínculo de apego
desarrollado con sus figuras significativas.

Para hacer el análisis de esta unidad se diseñaron cuatro categorías,


la primera se refiere a las competencias parentales de la madre, padre
y cuidadores, específicamente referida a la disponibilidad física y
emocional y la empatía para sintonizar y responder a las necesidades
del bebé de parte de los padres o cuidadores.
La segunda categoría se refiere a la percepción que tienen de la
calidad del vínculo de apego en relación con sus figuras significativas
o cuidadores. Esta percepción refleja la calidad del vínculo desde el
punto de vista afectivo, en el ámbito relacional a través del trato que
le daban siendo niña, la expresión del afecto de sus padres y
cuidadores y las vivencias de cómo se sentía siendo niña.
La tercera categoría recoge la percepción que tienen acerca de la
capacidad protectora de la madre y cuidadores. Se indaga acerca de la
exposición a situaciones de riesgo y los efectos que tuvieron en su
desarrollo infantil y la actitud de su madre y cuidadores respecto su
seguridad.
La cuarta categoría está relacionada con el ejercicio del rol educativo
de los padres y cuidadores. Esto se refiere a las formas en que se
establecían las normas y límites y que reflejan los estilos de
dirección parental que tenían sus cuidadores que pudieron influir en el
desarrollo del vínculo y en su bienestar.

4.4.1.- Categoría 1: Competencias parentales de la madre, padre y


cuidadores para desarrollar el vínculo de apego.

A partir de diversas investigaciones clínicas Barudy J y Dantagnan M


(2005) argumenta que ha podido comprobar la relación que existe entre
las experiencias de apego y las competencias parentales. La existencia
de competencias parentales señala, está en estrecha relación con las
experiencias de apego que los padres conocieron en sus infancias. Estas
son la base que según su contenido les permitirán una vinculación
constructiva o destructiva con sus crías. Si las experiencias de apego
fueran siempre constructivas ellas permitirían que cada sujeto

70
desarrolle capacidades para hacer frente a las vicisitudes de la vida y
también para asegurar una parentalidad sana a sus descendientes.
Reconoce que en la capacidad de una persona para mantener un desarrollo
suficientemente sano, a pesar de las dificultades o conflictos
relacionados con el proceso de desarrollo evolutivo, está el haber
conocido por lo menos una experiencia de apego suficientemente sana.
Las competencias parentales se refieren a las capacidades prácticas de
los padres para cuidar, proteger y educar a sus hijos y asegurarles un
desarrollo sano. Para ello se requiere que los adultos estén
disponibles. La disponibilidad de la figura materna, paterna y
cuidadores se refiere no solo a la presencia física sino que también a
la disposición emocional de los adultos para responder de manera
adecuada y oportuna a las necesidades de sus hijos (as). Se sabe que
para ello es necesario que los adultos sean sensibles a las señales y
que sean capaces de observar los cambios en el estado mental y
emocional del niño. (Barudy, J. 2005)
Se reconoce que este aspecto esta mediado en parte por la cultura y las
creencias que tenemos de los niños(as). Si consideramos que los niños
son un producto biológico, sucederá como ocurre en algunos de los casos
estudiados, que los adultos les han garantizado un entorno higiénico,
con suficiente alimentación, cuidados rigurosos de su estado de salud,
una vigilancia de su comportamiento, pero una desatención importante en
su despertar afectivo, el cual está mediado muchas veces, no solo por
la expresión del afecto desde el punto de vista físico sino también por
la comunicación que se expresa a través de las palabras, conductas y
gestos hacia el niño.(Cyrulnik, 2003).
Este proceso está mediado también por una capacidad indispensable que
es la empatía, la cual implica la capacidad de poder reconocer las
emociones, propias y del niño(a), poder discriminar que tipo de
emociones se está experimentando, el miedo, la rabia, la tristeza, la
alegría, etc., aceptarlas como normales, para poder responder
adecuadamente y en consonancia con estos sentimientos.
La empatía es un recurso indispensable para el ejercicio de la
parentalidad sana. Por lo tanto, la capacidad empática de una madre o
de un padre o cuidador está íntimamente relacionada con la capacidad de
sintonizar con sus hijos, aprender a calmarlos, mediante el contacto

71
físico y verbal. El contacto verbal, a pesar de que no siempre es
reconocido por las entrevistadas como algo importante, los teóricos del
apego aseguran que a través de este contacto el bebe aprende que su
madre, padre o cuidadores saben como él se siente, proporciona al
niño(a) la sensación reconfortante de hallarse emocionalmente conectado
y comprendido por su madre y figuras cuidadoras. (Barudy,2005).
La disponibilidad comprende la exploración acerca de las reacciones
racionales o irracionales de los padres cuando se sienten molestados
por sus hijos. Las preguntas estuvieron destinadas a explorar su
capacidad de controlarse en el contexto de una relación con un niño(a),
así como sus habilidades para manejar la tensión y el estrés inherentes
al desempeño de funciones parentales.
Para revisar este aspecto, en primer lugar se mostrará cada familia por
separado, con los antecedentes relacionados con la percepción que
tienen de la disponibilidad de sus cuidadores incluyendo la figura
materna, paterna y otros cuidadores que participaron en su crianza.

Cuadro 4. Disponibilidad de la figura materna, paterna y cuidadores y


empatía de los cuidadores para sintonizar y responder a las necesidades
del bebe.

Familia 1.
Madre Hija Nieta
 Madre: No disponible.  Madre: Disponible  Madre: Disponible
Delegó su cuidado a una hermana físicamente; delegaba físicamente; delegaba
de su esposo. en su madre el cuidado en su suegra el cuidado
Asume su cuidado desde los 8 de su hija. de su hija.
años.  Padre: Disponible y se
 Padre: se desligó de su involucró activamente.  Padre: Disponible y se
crianza. Bebía y ejercía involucró activamente.
violencia hacia su madre.  Otras figuras: Hermanas
 Otras figuras: del padre.  Otras figuras: Familia
Tíos paternos, Disponibles del padre y abuela.
Desde los 15 días de vida hasta
los 8 años.

Familia 2.

72
Madre Hija Nieta
 Madre: Si. Disponible pero  Madre: Si. Disponible.  Madre: Si.
enferma.  Padre: Si. Disponible. Disponible.
 Padre: Si. Disponible.  Otras figuras: Hermana  Padre: Si colaboraba en
 Otras figuras: Nana. mayor, dos hijas y la su cuidado pero estaba
nana. menos disponible.
 Otras figuras: Abuelos
paternos y abuelos
maternos.

Familia 3
Madre Hija Nieta
 Madre: Disponible  Madre: Disponible  Madre: Disponible
físicamente de manera físicamente de manera físicamente de manera
parcial porque trabajaba. parcial porque trabajaba. parcial. No disponible
No disponible No disponible emocionalmente.
emocionalmente. emocionalmente.  Padre: No.
 Padre: No.  Padre: Si.  Otras figuras: Tía
 Otras figuras: Tía materna  Otras figuras: Abuela materna muy
muy involucrada. paterna muy involucrada. involucrada.

A continuación se hará el análisis de cada una de las familias con las


ideas planteadas por la madre, hija y nieta respectivamente, en primer
lugar acerca de la disponibilidad de la madre, luego del padre y de
otras figuras que participaron en su crianza en esta etapa de su
desarrollo.
En el caso de la madre de la Familia 1, ella recuerda que luego que
ella nació su madre estuvo con depresión, que se sentía sola y
desamparada, lo que indica que no estuvo disponible para vincularse con
ella y tampoco tenía la preparación necesaria para asumir el cuidado de
un bebé. Menciona por ejemplo “mi mamá ella lloraba, muy triste, muy
penosa...ella sufrió mucho mi mamá, sufrió mucho”. Se refiere a la
inexperiencia de su madre y a sus primeros cuidados de guagua diciendo
“me daba pura agüita de hinojo porque era la primera y mi mamá no sabía
de esas cosas, como chicas que se criaron bien no sabía pos ella no, no
sabían esas cosas”. Cuando se le consulta sobre la disponibilidad que
tenía su padre para participar en su crianza dice “ya ella andaba en
los días pa…para tener su guagua, entonces él se fue y llegó a los 15
días”, plantea que fue una figura ausente y que era imposible que se
involucrara de alguna forma pues estaba demasiado ocupado en mantener
relaciones extra conyugales. Dice “mi papa era pícaro, muy pícaro,
mujeriego”. A su juicio sus padres eran personas que no valoraban la
importancia de la vinculación afectiva,”era gente muy bruta, a ellos no
les importaba si la señora o el niño muere, si se crió bien o no”,

73
además dice “mi papá era curao también”,”le pegaba mucho a mi mamá”.
Sugiere que le debe la vida a una tía de su papa que vino en ese
período a ver a su madre, recuerda “entonces vinieron una tía que tenía
mi papá, mi tía Claudina me acuerdo el nombre de la viejita, dice mi
mamá, con don Rumilio su marido, entonces ellos me trajeron , esa tía
me trajo a mi a La Unión”, “ahí me buscaban señoras que tengan
guagüitas y me daban de mamar”, “me llevaron a los 15 días de nacida a
casa de mi tía”.

Sobre la disponibilidad de estas figuras para percibir sus necesidades,


recuerda “mi tía Claudina era familia de mi papá, era una buena tía, me
trató bien, me trató bien porque me daba mis alimentos a la hora y
limpia y bien ordenadita”. También a su tío o padre sustituto lo
recuerda con afecto, y dice “yo no le decía papá a mi papá, yo le decía
papá a mi tío Rumilio, a él le decía mi papá”. Ella señala que su tío
no se involucró en tareas directas de su cuidado, pero sí recuerda
haberse sentido querida y respetada por él. “don Rumilio él era muy
caballero, ¡me quería!, muy regalona era yo de él”.

Por lo tanto las figuras disponibles tanto desde el punto de vista


físico como emocional, fueron sus tíos paternos, los que cuidaron de
ella hasta que tenía 8 años. Esta experiencia la recuerda como muy
importante porque con ellos desarrolló vínculos de apego de carácter
protector y seguro. Ella reconoce que sus tíos eran personas sensibles
y preocupadas por su bienestar. El período que sigue de su infancia
cuando regresó a su hogar paterno está marcado por experiencias de
negligencia, maltrato físico y psicológico, porque allí recuerda que no
había una valoración de los niños(as) de parte de los adultos. Ella
recuerda “mis papás, uno no valía para ellos, sino que los guapos (se
refiere a las amenazas), para que uno no haga nada malo”, “uno no es
nada para ellos”,”no le miraban nunca la cara a uno tampoco”. Este es
un claro ejemplo de lo que Barudy, J y Dantagnan, M (2005)reconocen
como parentalidad biológica, que es la que permite procrear y dar vida
a una cría y la parentalidad social como una continuidad de la
biológica, que permite que los padres cuiden, eduquen y protejan a sus
hijos. En este caso los padres tuvieron la capacidad biológica de
engendrar y traerla al mundo pero no tenían habilidades para ejercer
una práctica parental en forma adecuada, sin embargo los padres

74
sustitutos la cuidaron y protegieron, lo que también resalta la
importancia de los recursos sociofamiliares y la relación que existe
entre parentalidad y apoyo social. Desde esta perspectiva el
acogimiento familiar es considerado un recurso que una comunidad pone
al servicio de sus niños(as), para asegurarles una parentalidad social
complementaria a la biológica, pues en ocasiones los padres por sus
condicionantes históricos, sociales o económicos no están en
condiciones de asegurar los cuidados que sus hijos necesitan. (Barudy,
J y Dantagnan, M 2005).
En las dos generaciones siguientes de esta familia, se aprecia que las
madres si bien estuvieron presentes delegaban su cuidado a las abuelas.
Ambas recuerdan a sus madres como figuras distantes, encerradas en sus
problemas personales y de pareja y preocupadas más de los quehaceres
del hogar. La hija dice “mi mamá fue muy cerrada, nunca tuvo mucha
comunicación con nosotros, porque siempre fue muy apegada a sus papas”.
La nieta respecto de su madre coincide y señala “mi mamá se sentía
sola, porque mi papi tomaba”,”yo me crié poco con mi mami pos”. Por lo
tanto la madre y la hija coinciden que si bien la figura materna estaba
presente, en ambos casos, emocionalmente no estaban disponibles. En
ambos casos podemos ver que la disponibilidad emocional está
interferida por condiciones psicosociales que influyen en que esa
disponibilidad sea de menor calidad y de allí la importancia de
situarlas dentro de un contexto histórico y relacional. En el caso de
la Madre hay que tener en cuenta sus propias historias de sufrimientos
personal provocados por situaciones de maltrato infantil y el
alcoholismo del padre; en el caso de las condicionantes psicosociales
de la hija, ella tenía problemas de tipo conyugal que estaban
vinculados al alcoholismo de su pareja. En ambos casos el alcoholismo
de padres o parejas, influye en la calidad del vínculo y en la
disponibilidad de la figura materna y cuidadores para percibir las
necesidades de sus hijos(as).
Sin embargo, en las dos últimas generaciones – tanto de la hija como de
la nieta -se recoge de acuerdo a sus testimonios que la figura del papá
ocupa un lugar muy importante aunque no en el cuidado personal de ellas
sino más bien como fuente de ternura, compañía y afecto. La hija
recuerda “mi papá me contaba cuentos, me cantaba, siempre nos andaba

75
trayendo a chique, mi papá me consolaba”, mientras que la nieta dice
“mi papá se daba tiempo para hacerme cariño, para acunarme y me contaba
cuentos”, “yo era muy regalona de mi papá”. Este papá según relatan
tenía problemas de consumo de alcohol, no ejercía violencia física
hacia su esposa ni hacia sus hijos, sin embargo, destinaba una parte de
sus ingresos a la compra de bebidas alcohólicas, lo que repercutía en
las condiciones económicas de su familia. Estos problemas económicos se
atenuaban en parte por el hecho de que vivían allegados en casa de la
madre de él, pero también influía en que su esposa tuviera que aportar
ingresos trabajando fuera del hogar como trabajadora de casa
particular. En el ámbito de pareja su esposa sentía que él la dejaba
sola y que no compartía en forma adecuada con su familia.
Como se puede apreciar, en esta primera familia, la presencia del
padre se da de dos formas muy distintas, en una de ellas es un adulto
que ignora y no reconoce las necesidades de acogida y vinculación hacia
su hija, en el caso de la madre y en el caso de la nieta un padre que
a pesar de que tiene problemas de consumo de alcohol, es percibido por
ella como su principal fuente de afecto, cercanía y atención, lo que
influye en el desarrollo del vínculo de apego.
A continuación se revisará lo relacionado con la capacidad empática de
los cuidadores de esta familia, recogiendo las percepciones que tienen
las entrevistadas acerca de la capacidad de sus padres y cuidadores
para percibir lo que ellas sentían, la capacidad de responder con
paciencia para calmarles y si estaban conectados con sus necesidades
infantiles.
La madre reconoce que para sus tíos paternos su bienestar era
importante porque no tenía hijos. En su opinión ellos tenían paciencia
para calmarla, para hablarle con cariño y para brindarle los cuidados
que necesitaba. Dice “Mi tía Claudina me trató bien, ella siempre si,
me consolaba, ella me decía cállate hijita ¿ya?, me hablaba...…mi tío
Rumilio también ”,”bueno tenía que haberle dado lástima porque yo...me
tenía, me estaba viendo ella y estaba conmigo pos, me había llevado
para cuidarme pos”. También sugiere entonces que los cuidados que le
ofrecieron estuvieron dados en el contexto de una relación compasiva y
de consideración por su condición de hija no deseada. Es importante
este hecho de haber sido cuidada y tratada con respeto en estos

76
primeros 8 años, por adultos que Barudy (2005) denomina competentes,
porque gracias a ellos y a que fue sacada de su hogar paterno, fue
protegida de situaciones mas graves de maltrato, abandono y sentaron
las bases para su desarrollo posterior. Lamentablemente al regresar a
su hogar paterno las condiciones de riesgo se reanudaron. Estas
situaciones de acuerdo a lo recogido en la entrevista se tradujeron
posteriormente en episodios graves de violencia intrafamiliar y
maltrato físico y psicológico, desde su padre hacia su madre y de su
madre hacia ella, situaciones que nadie detectó y de las que solo logró
escapar cuando, según cuenta, su padre la casó con un joven que recién
había conocido. Como niña guarda sentimientos de rechazo de parte de la
familia de su madre, la cual era, de acuerdo a su opinión de un nivel
social más alto que el de su padre, lo que permite constatar que las
diferencias sociales entre los miembros de la pareja, también pueden
ser fuente de tensiones por la estigmatización y rechazo de parte de
aquellos que se consideran de un nivel socioeconómico superior e
influir en el desarrollo del vínculo de apego entre padres e hijos.
Esta situación fue importante en esta historia de vida pues según
relata esta entrevistada con ellos mantuvo contacto desde pequeña y se
dio cuenta, aunque no comprendía, que ellos tenían una predisposición
negativa. Cuando se le consulta acerca de la disposición para aceptarla
y acogerla dice “no, no, no, mis tías porqué me iban a tener en brazos,
mi tía Ema, mi tía Hortencia, mi tía Estela, ¡que!, ¡no!, cuando era la
hija de un pobre, si pos, si la verdad era esa, yo era hija de un pobre
y qué ellas se iban a rebajar con tenerme cargada o hablarme con
cariño, porque ellas estaban en un nivel mas encopetado”.
La falta de empatía de sus padres biológicos, se reproduce en las dos
generaciones siguientes. La hija, cuando se le consulta si sus padres a
juicio de ella, eran personas con capacidad para percibir lo que ella
sentía dice ““yo creo que no, ellos estaban en un mundo aparte”,”yo
creo que antes se pensaba muy distinto, pensaban en trabajar, hacer la
comida, limpiar y tenerlos limpios no más pos”. Respecto a su madre
señala”no hubo mucho apoyo de mi mami conmigo pos, hubo mucho
desapego”. En el caso de la nieta también se reproduce en parte la
falta de empatía, ella menciona “mi mami acudía cuando me caía no más
pus”.

77
En resumen en esta familia se aprecian condiciones que hablan de
ciertas incompetencias parentales, de acuerdo a lo propuesto por Barudy
(2005). El desafío de ser padres implica poder satisfacer múltiples
necesidades no sólo de alimentación y cuidados corporales, sino
satisfacer también sus necesidades de protección, necesidades
cognitivas, emocionales, socio-culturales, etc. Las incompetencias de
los cuidadores, están con relación a la falta de disponibilidad
emocional, de empatía y la falta de sensibilidad hacia las necesidades
psicoafectivas de sus hijos. En el caso de la madre especialmente, sus
progenitores tenían poca capacidad para controlarse, con tendencia a
explotar o a pasar al acto físico o verbal en situaciones de tensión o
estrés. Esta situación cambia en la situación de la hija y la nieta,
por cuanto sus madres contaban con alguien, que por lo general era el
padre o abuelas que acudieran en su ayuda regularmente para apoyarlas.
El elemento protector para el caso de la segunda y tercera generación,
desde el punto de vista de los cuidados y el afecto fue configurado por
la figura paterna, las abuelas y tías paternas. Sin embargo, no se
percibe que los adultos estén centrados en las necesidades infantiles
sino más bien en los aspectos prácticos de alimentación, higiene, y
disciplina.
En la Familia 2 todas las entrevistadas reconocen que hubo mucho mayor
involucramiento y empatía de ambos padres, junto a familiares y
servicio domestico. Sus integrantes tienen un nivel socioeconómico
superior en cuanto a educación, ocupación laboral del padre e ingresos
de los padres. Se recoge a través de los testimonios que en los adultos
existía hacia los niños(as) un sentimiento de mucho respeto y
protección. La madre recuerda que aun cuando su mamá estaba gravemente
enferma, estaba siempre con ella. Dice “mis papas eran preocupados,
ella estaba delicada de salud, yo no sé cuanto tiempo se habrá sentido
mal, débil, de su enfermedad, pero hizo lo que pudo por nosotros en el
poco tiempo que tuvo”, cuando se le consulta respecto a la disposición
para acudir en forma oportuna cuando eran pequeños, dice “siempre nos
iban a ver …y hasta que nos calmábamos no nos dejaban solos”,”mi papá
nos contaba cuentos, historias, a él le gustaba cantar, nos bailaba
así, yo me paraba en sus zapatos me acuerdo”, “estaba con nosotros en
las tardes, conversábamos con él, teníamos llegada con él”.

78
La hija de esta familia mantiene recuerdos similares aunque respecto de
su madre sugiere que tenía menor disponibilidad física principalmente.
Esta disponibilidad la asocia a las características personales de su
madre, a quién ve como una persona muy práctica. Dice por ejemplo “mi
mama el primer sentimiento que tenía era de acogerme de ver qué pasa,
de solucionarlo, mi mamá es una virgo, es solución, ella actúa, ellas
solucionan el problema, entonces si había que dar de comer, había que
dar de comer, si había que hacer callar la guagua, hacía callar la
guagua y después seguramente me encargaba e iba a hacer otra cosa”. Lo
que sí reconoce que su madre se encargaba personalmente de atenderla y
luego que estaba tranquila la entregaba para que la cuiden. En cuanto a
la disposición de sus padres para acudir cuando los necesitaba dice “yo
creo que ellos se pararon todas las veces que hubo que pararse en la
noche para atendernos”, “yo creo que si lloraba me metían en su cama”,
“yo creo que mi mamá todo lo hacía con alegría y amor…ella era una
persona muy positiva”. En lo que respecta a su cuidado personal,
manifiesta que su madre involucraba a su padre en su cuidado, lo cual
lo percibe como una señal de abandono materno. Plantea “yo creo que mi
mamá puede haberse hecho mas la lesa para que mi papá me pescara o
fuera a prepararme la papa”. Sugiere entonces que sus padres estuvieron
disponibles, aún cuando su madre, delegó en ocasiones su cuidado para
cumplir otras actividades. Ambos habrían estado - de acuerdo a su
percepción - disponibles tanto física como emocionalmente. Sugiere que
esta disponibilidad de sus padres también en parte estaba dada por sus
características personales como guagua, vale decir, porque considera
que ella como bebé era de un carácter tranquilo y amable. Dice “dice mi
mamá que yo era buena, como te digo una guagua buena y muy..o sea todo
el mundo atento, entonces yo creo que no tenía tiempo para molestar,
siempre había alguien que me tomara en brazos, que me llevara a
pasear”.

La nieta de esta familia, coincide con la madre en cuanto a la


disponibilidad tanto física como afectiva de su madre especialmente,
porque su padre era una figura menos disponible, menciona por ejemplo
“mi papa me calmaba en brazos pero con mucho menos paciencia, entonces
duraba menos rato consolándome”.

79
Recuerda “mi mamá no trabajaba, (fuera de casa) estaba conmigo siempre,
es súper guaguatera… me estimulo mucho desde muy chiquitita”. Respecto
a la disponibilidad de otros cuidadores señala “debe haber sido muy
duro saber que esperaban un hijo por lo chicos que eran….ella tenía 19
y mi papa 22…tuvimos la suerte de tener 4 abuelos maravillosos siempre
presentes y cariñosos…para mis padres esto ha sido fundamental”.
Los relatos de esta familia transmiten las mismas ideas, de
acompañamiento, disponibilidad y empatía.
La forma en que los adultos significativos tratan a sus hijos(as),
jugará un papel fundamental en el aprendizaje del manejo constructivo
de las emociones, elemento fundamental de la inteligencia emocional.
Cuando la práctica parental es de buenos tratos, en sus interacciones
los adultos están continuamente enviando mensajes de aceptación, entre
otros, de su experiencia emocional y por lo tanto más posibilidades
tendrán de conocerse emocionalmente. Esto forma parte del complejo
proceso de conocerse a sí mismo y de tener una visión positiva consigo
mismo, es decir, una autoestima elevada. Otro rasgo común en esta
familia es la paciencia y la capacidad de control para responder en
forma adecuada y comprender los requerimientos de atención, tensión o
necesidades de sus hijas. En esta familia se percibe que los adultos o
cuidadores tienen inteligencia emocional, lo que facilitó el desarrollo
de un vínculo de apego a través de prácticas basadas fundamentalmente
en la valoración de los niños y en la cooperación de las figuras que
acompañaron este proceso de vinculación.
En la familia 3, cuando se le consulta a la madre acerca de la
disponibilidad de la figura materna dice “no se, yo creo que si”, “yo
no se cuanto tiempo tampoco sería pues si al final fuimos 8 (hijos)..yo
digo ya, dos es mucho”. De la disposición para sintonizar con sus
necesidades de niña, ella no recuerda ningún momento de abandono, pero
tampoco momentos en que según ella “haya estado algo especial”. Sobre
la capacidad de sus cuidadores para percibir lo que sentía cuando niña,
dice que cree que si, y destaca a su padre como una figura que tenía
mucha empatía con la gente del sector donde vivían cuando le pedían
ayuda. Sin embargo, cuando habla de él también reconoce que era un
hombre autoritario; dice “el recuerdo que tengo de mi papa es que yo le
entendía con una mirada, fíjate..no, no recuerdo que nunca me haya

80
tocado, no, sólo ¡hija ¿en qué quedamos?!”, “pero ¡sí me hablaban
fuerte!”. Las dos primeras generaciones mencionan que sus padres les
hablaban fuerte, sólo la última lo explicita como un comportamiento
agresivo. Dice “mi mama cuando se enojaba ella gritaba ¡pero como
loca!, descontrolá”.
Respecto a la paciencia para acudir en forma oportuna si lloraba o se
sentía angustiada la madre dice “no sé, seguramente que si está
cocinando, que se yo, bueno todo niño tendrá que llorar un poco creo
yo, sin que por eso tenga que sufrir”. Cuando se le consulta por la
forma en que habitualmente la consolaban dice “no se, me darían un
dulce”. En cuanto a la disponibilidad de su padre, manifiesta que
estaba mediada por las expectativas de género de esa época, dice “mira
yo no sé en ese tiempo los hombres realmente no…..pero mi papá era una
persona de mucho apoyo y yo lo recuerdo como un hombre dedicado a su
familia”. Habla de que los roles masculinos y femeninos estaban bien
delimitados y cada uno asumía lo que de acuerdo a esa época era
natural. Dice “había roles de mi mamá y de mi papá, cada uno le
correspondía, esto estaba establecido dentro de lo que a cada uno le
correspondía”, “mi papá por decirte una cosa trivial, se preocupaba
que no falte leña, que no falte tal o cual cosa, su rol de proveedor”.
Cuando se consulta su percepción a cerca de la disponibilidad física de
su madre sugiere que sí había mucho tiempo para estar con los
hijos(as), pero que estaba limitada en parte por la gran cantidad de
trabajo diario que asumía. Dice “yo creo que si, porque había espacios
muy largos y en una isla, había mucho, muchos espacios en que tu tenías
oportunidad para estar mucho con tus padres, mucho tiempo”, sin embargo
también señala que estaban muy ocupados, por ejemplo cuando piensa en
su madre reflexiona “mi mamá debe haber sido bien querendona con
nosotras porque siempre nos hacía esos delantalcitos con vuelos, eso
moñitos, unas blusas con hartos vuelos y ella misma los hacía ¡pero si
hacía una cantidad de cosas! y en esos tiempos las escuelas eran todo
el día, se salía a las 4 de la tarde, era muy sacrificada”. Había
entonces tiempo y oportunidades para estar con los hijos, aún cuando lo
relacionado con la disponibilidad emocional era pobre. Ella al recordar
a su madre en este aspecto, empatiza con ella y dice “como mamá yo la
entendía a veces porque tenía tanta, tanta, tantas cosas de que yo

81
sentía a veces de que no tenía tranquilidad emocional como para decir
¡hoy está feliz mi mama!”. Ella compara las condiciones de vida de sus
padres con las de ahora, para referirse a los problemas de aislamiento
que tenían y dice “no hay ninguna comparación con mis años, entre andar
en lancha, a caballo, llegar a tomar el tren, qué se yo, caminar no sé
cuanto…es decir, ¡era otra cosa!”
Estas condiciones nos permiten visualizar que la disponibilidad física
y emocional de los padres también estaba mediada por factores que
tienen relación con la búsqueda de mayor bienestar económico, con
condiciones de vida difíciles ya sea porque vivían en sectores
aislados, rurales o sin vías de comunicación. Nos hablan de una época
marcada por el esfuerzo físico, con mayor tiempo para estar con los
hijos, pero con poco contacto afectivo.
La hija por su parte cuando se le consulta a cerca de la disponibilidad
de su madre menciona “yo creo que mi mamá menos que mi papá, porque mi
mamá trabajaba…era como un trabajo bastante esclavizante y ella era
como el soporte económico más fuerte en el hogar”, “yo siento ahora que
mi mamá estaba mas bajo presión de lo que pudo haber estado mi papa, mi
mamá estaba siendo observada, sobre todo por la suegra, por cada cosa
que hacía o que dejaba de hacer en relación conmigo”.”Mi mamá pudo
haberse sentido cansada en algún minuto, entonces lo único que quería
era llegar a la casa y a lo mejor hasta evitaba llegar tan luego a la
casa”. Ella plantea que quienes estuvieron muy disponibles fueron su
padre y su abuela materna. Dice “siempre estuve acompañada, o sea si no
estaba mi papá estaba con la abueli o si no estaba con una nana, mi
mamá no tenía mas tiempo y talvez yo creo que ella me acunaba y todo
pero mi papá era como el más cariñoso, era como el que asumía más, o
sea yo sé que mi papá era como un hombre bastante doméstico para los
años que corrían, el no se hacía ningún problema en preparar mamaderas,
en mudarme, incluso en lavar pañales”. Respecto a la paciencia para
calmarla señala “para mi mamá era importante el hecho de no dejar así
al libre albedrío a la guagua, sino más bien inculcarle desde chica
algunos hábitos, en cambio mi papá era distinto, si yo me despertaba a
las 12 de la noche él era capaz de estar conmigo entreteniéndome, en
cambio mi mamá necesitaba dormir, porque al otro día tenía que
trabajar”. Se destaca aquí como un factor importante en el desarrollo

82
infantil de la madre, la disponibilidad del padre. En este período de
su infancia se observa la presencia de un papá al cual Cyrulnik
describe como padre real que asea, juega, alimenta, muda, enseña, riñe,
acompaña, hace dormir y que provee de estrategias apaciguadoras.
Cuando se le consulta por la actitud de sus padres para calmarla ella
dice “yo creo que mi mamá perdía mas la paciencia”,”yo creo que mi mamá
sentía desesperación”, “la manera de consolarme de mi papá era mecerme,
cantarme, mi papá me cantaba mucho, si súper, era muy bueno para cantar
canciones infantiles”. Cuando se indaga acerca de la capacidad de sus
padres para percibir lo que ella sentía reconoce que su madre se
centraba en sus necesidades biológicas, en cambio el padre era más
sensible a sus necesidades afectivas. Dice “mi mamá era más bien
científica por los estudios que ella tenía, yo creo que con el que se
daba más la conexión emocional era más con mi papá, mi mamá era mucho
más racional, mi mamá era mucho más rígida”.
Por su parte la nieta reconoce que su madre tenía dificultades para
estar disponible tanto física como emocionalmente, manifiesta que
acudía en forma oportuna si ella necesitaba atención, pero que no tenía
una actitud paciente y tolerante. Cuando se le consulta como cree ella
que la consolaban, dice “¡ah no!, mi mamá yo creo que hablándome como
adulta, nazi de chiquitita, yo creo que ella me tomaba en brazos no más
y me hablaba como adulta”. Respecto a la actitud paciente para calmarla
y acogerla dice “¡ah no! Mi mamá era lejos la persona con menos
paciencia”. Cuando se le consulta acerca de lo que su madre hacía si
ella lloraba dice “a mi mamá le daba mucha rabia, especialmente las
pataletas le daban mucha rabia, como que se ponía frenética, porque
cuando ya era más grandecita me mechoneaba o me gritoniaba, de chica,
de que recuerdo mi mamá me mechoniaba, de dos o tres años”. Sobre la
capacidad para percibir lo que ella sentía ella reconoce que su madre
no tenía esa capacidad. Reconoce varios episodios de violencia en su
infancia, lo que de acuerdo a la experiencia de Barudy, estaría dentro
del contexto de los malos tratos infantiles.
Estos comportamientos son los que Barudy reconoce como capacidad de
autocontrol de un padre o de una madre, en lo que se refiere a sus
emociones, pulsiones e impulsos en presencia de sus hijos y las
habilidades para manejar la tensión o el estrés propio al desempeño de

83
sus funciones parentales. En este caso estamos en presencia de un
adulto con pocas capacidades de autocontrol, empatía y con un riesgo de
hacer daño a su hija.
Este autor define los malos tratos infantiles, no sólo por la
presencia de agresiones físicas de parte de los adultos cuidadores sino
que también los conceptualiza desde una perspectiva más amplia, como
una producción social, es decir comportamientos producidos por seres
humanos en contextos ideológicos y de estrés ambiental desfavorables.
Plantea que los diferentes tipos de malos tratos que sufren los niños
denuncian la incompetencia de sus padres, pero también la de toda la
comunidad adulta que no ha podido protegerles y que el bienestar
infantil es también y sobre todo la consecuencia de los esfuerzos y
recursos coordinados que una comunidad pone la servido del desarrollo
integral de todos sus niños(as).
Esta perspectiva propone que la adquisición de competencias parentales
es el resultado de procesos complejos en el que se entremezclan las
posibilidades personales innatas marcadas sin ninguna duda por factores
hereditarios, por procesos de aprendizaje influenciados por la cultura,
así como las experiencias de buen trato o mal trato que la futura madre
o futuro padre hayan conocido en sus historias personales,
especialmente en su infancia y adolescencia.
La característica común en las tres generaciones de la tercera familia
es que todas tuvieron madres profesionales que por razones laborales
permanecieron la mayor parte de su tiempo fuera del hogar, con escaso
tiempo para mantener contacto físico con sus hijas. Desde el punto de
vista emocional, todas las personas entrevistadas expresan de manera
explícita o implícita haber sentido que sus madres tenían poco tiempo,
que estaban sobrepasadas, angustiadas y con dificultades para
vincularse de una manera empática. Estas dificultades no sólo están
asociadas al trabajo materno y al tiempo que permanecían en el hogar
sino también a ciertas características personales de las madres y de
los bebés que se repiten en las tres generaciones. En sus relatos hay
pocos elementos que muestren que ellas hayan logrado relacionarse con
sus hijas afectuosamente, con tolerancia y paciencia. Las tres
generaciones también muestran madres estrictas con la disciplina del

84
bebé y de los niños(as) en general, exigentes y muy preocupadas de
surgir y con un gran espíritu de superación.
En general cuando se visualizan las tres familias, se verifica que
cuando se ha desarrollado entre los padres una relación de tipo
colaborativa o complementaria y el papa participa y se involucra tanto
afectiva como materialmente cuidando directamente a su hijo(a), mejora
cualitativamente el cuidado y la atención del bebe.
También se comprueba que la mayoría de los padres o cuidadores de la
familia 1 y 3, son a su vez hijos de padres que presentaban trastornos
de la empatía. Algunos de ellos maltrataron a sus hijas y de esa forma
no les predispusieron para que desarrollaran esta capacidad. Se
confirma lo planteado por los teóricos respecto a que cuando los padres
son incapaces de sintonizar emocionalmente con sus hijos, es decir,
presentan trastornos de la empatía, no controlan ni sus impulsos ni sus
comportamientos. Si esto se repite continuamente, el niño(a) tendrá a
su vez serias dificultades para aprender a manejar sus emociones y
desarrollar empatía. Cuando los padres fracasan reiteradamente en
mostrar empatía hacia una determinada gama de emociones de su hijo(a),
ya sea la risa, el llanto, la necesidad de ser abrazado, etc., éste
dejará de expresar e incluso dejará de sentir este tipo de emociones y
es posible entonces que de este modo, muchas emociones comiencen a
desvanecerse de su repertorio organísmico y por lo tanto no sea capaz
de reconocer y respetar las emociones de sus hijos(as)(Barudy J. 2005).
Tales dificultades se perciben especialmente en la madre, hija y nieta
de la familia 1 y de la madre e hija de la familia 3.

4.4.2.- Categoría 2: Percepción que tiene acerca de la calidad del


vínculo de apego en relación con sus figuras significativas.

La calidad del vínculo de apego está estrechamente ligado al ejercicio


de competencias parentales, como la disponibilidad y empatía de los
cuidadores, pero también tiene relación con la capacidad de apegarse y
vincularse afectivamente a sus hijos(as), respondiendo a sus
necesidades, lo que incluye, recursos emotivos, cognitivos y
conductuales.
Esta categoría recoge la percepción que tienen las entrevistadas del
resultado de estos procesos relacionales para establecer vínculos de

85
apego, de la calidad del vínculo en su relación con la madre, como
figura importante en este proceso. Esto se muestra a través cinco
subcategorías; la primera muestra la percepción que tienen de la
relación con su madres a través de frases o palabras que la
representan; la segunda la percepción que tienen del trato que recibían
cuando eran pequeñas de parte de sus cuidadores; la tercera
subcategoría muestra la forma en que le expresaban el afecto; la cuarta
cómo se sentían cuando eran niñas y la quinta las figuras de apego que
a su juicio fueron las más significativas e importantes durante su
infancia.

Cuadro N° 5: Percepción que tiene acerca de la calidad del vínculo de


apego en relación con sus figuras significativas.

El análisis del cuadro N° 5 nos permite recoger las percepciones que


tienen los integrantes de las familias estudiadas de la calidad del
vínculo de apego en su relación con la madre y cuidadores, sobre la
expresión del afecto, las experiencias de cómo se sentían siendo niñas
y quienes fueron a su juicio, las figuras de apego más significativas.
En la familia 1 la percepción que tienen de la relación con su madre es
que con ellas mantuvieron relaciones distantes, con escasa
disponibilidad y muy poca comunicación. Los discursos y comportamientos
de las madres en las tres generaciones ponen énfasis en el control del
comportamiento y la seguridad de ellas frente a situaciones de riesgo.

86
Familia 1
Subcategoría: Percepción que tiene de la relación con su madre. (frases que la
representan)
Madre Hija Nieta
 Mi mamá era guapa.  No hubo mucho apoyo.  Mi mama me dejaba muy
 Mi mamá era estricta.  Hubo mucho desapego sola pos!,me dejaba a la
 A ella no le gustaba que conmigo. munda no más.
fuéramos desobedientes.  Siempre tuvo cuidado  Me pegaba mucho.
 Mi mamá nos pegaba porque conmigo pero nunca me  Siempre me protegía de las
hacíamos maña. dijo lo bueno ni lo cosas malas.
malo.  Mi mamá donde me veía
 Siempre nos compraba  tenía que estar, donde
ropa bonita p´al 18. mis ojos te vean.

Subcategoría: Percepción a cerca del trato que le daban sus padres o cuidadores.
Madre Hija Nieta
 Me trataban mal no más.  mi mamá nunca tuvo mucha  Me trataban mal.
 Mi mamá tenía sus hijos comunicación con  Que todo hacia malo.
tan seguido y yo los iba nosotros.  Se preocupaban de mí.
criando.  Siempre sabia que  Era estricta, no le
 Que no me querían como a estábamos comidos, gustaba que saliera y me
los otros hijos. limpios y nada mas. juntara con amigas.
 Yo me crié con el cogote,
la única presa que
pescábamos cuando llegaba
visita.
Subcategoría: Expresión del afecto de sus padres o cuidadores.
Madre Hija Nieta
 Mis papas no eran  Mi mami no fue muy  Poco cariño. Era
cariñosos. cariñosa conmigo. cariñosa cuando estaba
 Que me acuerde yo, nunca  Mi papa si, sobre todo mi de buena.
me hicieron cariño. papa, con un beso, con  Mi mamá le daba mas
 Mi tía Claudina si me cargarme en la pierna. cariño a mi hermano que
quería la viejita.  Si lloraba me compraba a mí.
dulces.  Mi papa si, me tomaba en
brazos, me daba abrazos
y besos.
 Me daba dulces o me
regalaba algo.
Subcategoría: Como se sentía siendo niña.
Madre Hija Nieta
 Yo siempre andaba como  Solitaria.  No tenía amigas con
espirituada asustada,  Con pocos amigos. quien jugar.
tenía miedo y presentía  Tímida.  Reservá.
cuando le pegaban a mi  Alegre.
 Alegre.
mamá.
 Rica.  Rica.
 Triste, por el solo hecho
 Simpática.  Simpática.
de ver sufrir tanto a mi
mama.  Cuando llegaban visitas
 Siempre me sentí pobre. nosotros ¡p´fuera pos!
 Siempre fui tímida, yo me
aislaba.
 Cuando llegaban visitas
nos echaban p´fuera.
 Muchas veces me sentí
rechazada y un estorbo.

Subcategoría: Figuras de apego más significativas.


Madre Hija Nieta
 Mi tía Claudina y mi tía  Mi papá y mis tías, las  Mi papá y mi abuelita
Tín. Hermanas de mi papá. hermanas de mi papá. paterna.

87
Familia 2
Subcategoría/rol Percepción que tiene de la relación con su madre. (palabras que la
representan)
Madre Hija Nieta
 Me sentí muy ligada a  Cercana, siempre me sentía  Me transmitió que me
ella. cercana a ella. quiere por sobre todas
 Fuimos muy unidas.  Amiga, conversaba mucho las cosas.
 La recuerdo y quiero conmigo.  Es muy cariñosa física y
mucho.  Yo admiraba que ella era emocionalmente.
 La extraño, me hizo falta exitosa.  Es alegre.
su cercanía.  Mi mama era súper alegre,  Me enseñó cosas desde
 Era muy bonita mi mama. me gustaba oírla reír. chiquitita.
 Tenía buen humor.  Me da seguridad de que
siempre puedo contar con
ella.
Subcategoría: Percepción a cerca del trato que le daban sus padres o cuidadores.
Madre Hija Nieta
 Que me trataban bien.  Que estaba orgullosa de  Me trato con mucho amor.
 Que mi mamá era cariñosa mí.  Muy cariñosa.
conmigo.  Que me dejó mucho en manos
 Era preocupada de mis hermanas.
 Me regaloneaba.  Que me llevaba mucho con
ella a cosas de ella.
Subcategoría:. Expresión del afecto de sus padres o cuidadores
Madre Hija Nieta
 Eran a la vez cariñosos y  Esa sensación de amor es  Mi papa es menos de
estrictos mis padres. de los dos. La calidez de piel.
 Nos demostraron el cariño mi mamá me marcaron a mí.  Mi mama es súper
estando con nosotros,  Mi papa me tomaba en guaguatera, es muy de
jugando, abrazándonos. brazos, él sabe decir abrazos y de besos.
palabras tiernas.
 Mi papa era el que ponía
más la ternura.
Subcategoría:. Como se sentía siendo niña.
Madre Hija Nieta
 Alegre, yo era juguetona y  Muy aceptada.  Alegre.
cantaba todo el día.  Muy alegre.  Extrovertida.
 Aceptada por la gente.  Yo sentía que el mundo me  Que no éramos ricos pero
adoraba. tampoco sentí que nos
 Extrovertida. faltaban cosas.

Subcategoría: Figuras de apego más significativas.


Madre Hija Nieta
Mi mamá, papá, mis hermanos,  Mi papá y mi mamá, mi  Mis padres y abuelos
mi abuela paterna. hermanas mayores. maternos y paternos.

88
Familia3
Subcategoría:. Percepción que tiene de la relación con su madre. (palabras que la
representan)
Madre Hija Nieta
 Yo creo que mi mama era  El hecho de engendrar un  Amistosa porque puedo
ansiosa. hijo es un tremendo acto decirle lo que pienso.
 Mi mamá la recuerdo como de amor.  Caprichosa porque
una persona con bastante  Me merece respeto. siempre quiere hacer su
carácter.  Temor, mi mama tenía un voluntad.
 Mi mamá fue una persona carácter bastante fuerte  Manipuladora: trata de
con alto sentido de que me provocaba temor. imponerse ante mí.
superación.  Disciplina, me inculcaba  Hija porque trata que yo
 Yo creo que cuando joven normas y yo tenía que la proteja.
era explosiva. respetar.  Orgullosa, refleja que
 Responsable, cumplió bien  Autonomía, me permitía soy súper importante
su rol. tomar mis decisiones. para ella.
 Muy querendona cuando
éramos chicos.
Subcategoría:. Percepción a cerca del trato que le daban sus padres o cuidadores.
Madre Hija Nieta
 Dirían que era buena.  Cuando chica me trataba  Mi mama siempre me
mas bien como adulta que trataba como adulta.
como niña.  Mi tía Gloria siempre
 Mi mama no estimulaba mis fue la protectora yo me
fantasías. siento mucho mas cercana
 Mi mama es tratarte un a ella.
poco mal.  Mi tata siempre estaba
 No me pudo disfrutar. preocupado de mí.
 Mi tío Rodrigo era el
que me regaloneaba y me
premiaba.
 Con la Xime fue una
relación súper difícil
porque era súper jodida.
Subcategoría:. Expresión del afecto de sus padres o cuidadores.
Madre Hija Nieta
 Siempre la mama es mas  Mi mama me expresaba el  Mi mama no era
cariñosa. afecto de una manera más regaloneadora, no era de
 Fuimos muy queridos, en el material, que no me falte añuñucos.
sentido que seamos gente la comida, que ande  Por el que más me sentí
útil, que tengamos limpia. querida fue por mi tío
capacidad para estudiar.  Mi papa era muy afectivo, Rodrigo, él era un papa.
me acunaba, me tomaba en  Mi tía era enferma de
brazos, me regaloneaba. malcriadora.
 Mi tata era muy cariñoso
Subcategoría: Como se sentía siendo niña.
Madre Hija Nieta
 Siempre me gusto  Yo me sentía muy  Me sentía pobre en la
distraerme sola. inteligente. parte comida.
 Me gustaba mucho leer y  Era seria, media grave.  Yo sentía que tenía que
escribir.  Me sentía mas bien ganar espacios donde
 Yo salí de mi casa a los retraída. estaba.
10 años.  Era una niña mas bien  Yo sentía que tenía que
 Yo misma me hice como una tímida, miedosa de adaptarme al resto.
barrera protectora. exponerme a riesgos.  Hasta el día de hoy soy
una persona bastante
introvertida.
Subcategroría: Figuras de apego más significativas.
Madre Hija Nieta
 Mis padres.  Mi papá y mi abuela  Mi tío Rodrigo y mi tía
paterna. Gloria.

89
Todas comparten la vivencia de sentir que sus madres no eran cariñosas,
que “las trataron mal” y una experiencia subjetiva de no sentirse
valoradas como alguien especial y merecedor de cariño y ternura. La
figura materna la asocian con la satisfacción de necesidades
biológicas, con la disciplina y el castigo, en ocasiones de tipo
físico.
Cuando se explora acerca de sus vivencias infantiles de cómo se sentían
siendo niñas, la mayoría dice que se sentía triste y solitaria, con
escaso contacto social con otros niños(as) de su edad pues sus madres
les prohibían salir a jugar fuera de casa y evitar que les ocurra algo
negativo. Se dan entonces ciertas características señaladas por los
teóricos del apego que demuestran un grado de sobre protección en
algunos aspectos y de negligencia parental en otros. La percepción de
la madre de la familia 1 es selectiva pues su vivencia está inundada
por graves episodios de violencia intrafamiliar, sentimientos de miedo
y pena al ser testigo de reiterados actos de violencia física grave de
parte de su padre hacia su madre. En cambio la hija y la nieta aún
cuando reconocen que sus madres eran distantes y poco afectuosas,
rescatan de sus recuerdos la sensación de sentirse queridas o amadas
por sus papás, quienes les expresaban el afecto a través de abrazos,
besos, juegos compartidos y compañía. La nieta por ejemplo reconoce que
su mamá no era una figura cariñosa, excepto dice “cuando estaba de
buena”, lo que hace referencia a la capacidad de vinculación y de
respuestas afectivas independientemente a su estado de ánimo.
La hija y la nieta recuerdan que vivieron en el campo con bastante
acceso y contacto con la naturaleza para salir con sus papás
acompañándolos en sus trabajos agrícolas. Esto es un elemento que es
concordante con la sensación que tienen de haber sido niñas que se
sentían alegres, simpáticas y ricas. La experiencia de riqueza está
relacionada con sentir que todas sus necesidades de confort, de comida,
abrigo, vivienda y salud fueron satisfechas en forma adecuada.
Reconocen como figuras de apego a sus papás y a los familiares de la
línea paterna, como tíos, tías y abuelas.
En esta familia sus miembros se refieren en forma frecuente a lo que en
opinión de Barudy J y Dantagnan M (2005) reconocen como el síndrome

90
abandónico, el cual está caracterizado por carencias de cuidados
maternales precoces y continuos.
Asimismo, hay coincidencia en relación con los factores ambientales
como la cultura, que identifican como marco ideológico de los malos
tratos infantiles cuando los adultos no reconocen las necesidades de
los niños(as) producto de factores como las creencias violentas y los
roles abusivos impuestos por una cultura patriarcal. Es el caso de la
familia 1 por ejemplo, la madre y la hija recuerdan que sus padres
“los echaban para afuera cuando llegaban visitas” y les daban alimentos
de diferente calidad. La hija cuando se refiere a este aspecto dice “yo
me crié con el cogote, la única presa que pescábamos cuando llegaba
visita”, lo que refleja que los niños(as) en ocasiones eran rechazados
por que se consideraba que molestaban y no se valoraba el derecho que
tenían de compartir con otros adultos y socializar.
En la segunda familia la percepción que tienen las entrevistadas de la
relación con sus madres es coincidente, respecto a que era una figura
cercana y con la cual tenían la sensación de sentirse unidas y queridas
por ella. Comparten también el sentimiento de haber sido tratadas con
amor o de una forma respetuosa y cariñosa. A pesar de esto la hija
reconoce que hubo comportamientos negligentes de su madre porque
delegaba su cuidado en sus hermanas mayores, aunque al mismo tiempo
señala que su madre la llevaba con ella donde iba y esto habría
contribuido en parte a que ella fuera sociable y no tuviera actualmente
dificultades para interactuar con distintos grupos o personas.
Sus cuidadores, según recuerdan, les expresaban el afecto de manera
verbal, física y mediante comportamientos de acompañamiento,
oportunidades para jugar, les cantaban y realizaban actividades
conjuntas como familia, donde participaban adultos y niños(as) en forma
regular. Sus padres mantenían una importante vida social, lo que
reconocen como una experiencia positiva pues les permitió aprender
habilidades sociales, a compartir con otras personas e incorporar
normas de conducta.
Cuando se les consulta a cerca de la experiencia subjetiva de cómo se
sentían siendo niñas las tres comparten que se sentían alegres,
aceptadas y extrovertidas. Llama la atención en el caso de la madre, la
vivencia de estos sentimientos considerando que perdió a su madre a la

91
edad de siete años, lo que fue según reconoce, un evento muy doloroso.
Sin embargo ella recuerda que afortunadamente su padre fue una figura
que se involucró en forma activa en todo su proceso de desarrollo y que
posteriormente cuando volvió a contraer matrimonio su madrastra se
convirtió en una figura muy protectora hacia ellos. De esta forma el
impacto de esta pérdida fue mitigado en gran parte por la actitud y el
acompañamiento de los cuidadores, vale decir, su padre, su abuela
paterna y luego su madrastra.
Las personas entrevistadas de la familia 3 tienen una percepción de la
relación con su madre que están representadas con palabras y frases
tales como carácter fuerte, estricta, responsable, con alto sentido de
superación, preocupada por la disciplina, explosiva y que merece
respeto.
La madre por su parte, cuando se refiere a esta figura manifiesta
cierta ambivalencia pues por una parte dice “fue muy querendona cuando
éramos chicos”, “cumplió bien su rol” y por otro lado expresa “yo creo
que mi mama era ansiosa”, “mi mamá la recuerdo como una persona con
bastante carácter”, ”yo creo que cuando joven era explosiva”.
Cuando se analizan los contenidos de las descripciones que hace de la
percepción que tiene de sus figuras de apego, hay elementos
coincidentes con lo sugerido por Barudy como una vinculación de tipo
insegura evitativa. El estilo de apego evitativo se caracteriza por ser
un mecanismo de autoprotección que consiste en evitar o inhibir los
elementos conductuales que buscan proximidad con su figura de apego.
Cuando las respuestas obtenidas de parte de ésta no sólo no satisfacen
las necesidades afectivas del niño(a), sino también son generadoras de
estrés, angustia y dolor, la inhibición de sus conductas de apego, como
todo lo relacionado con su mundo emocional, le proporcionarán una
vivencia de seudoseguridad.
Las investigaciones muestran que los niños(as) que han desarrollado
este estilo de apego, han sido cuidados en su primera infancia por
padres o cuidadores cuyas relaciones con el niño son una combinación de
angustia y hostilidad.
Estos adultos toman distancia física y psicológica hacia sus hijos(as)
y ellos podrán tener dificultades para desarrollar relaciones de
calidad, con confianza, intimidad y empatía.

92
La hija por su parte cuando se le consulta a cerca de la percepción que
tiene a cerca de la calidad del vínculo con sus figuras parentales,
cuando se refiere a su madre señala “ella tenía un carácter fuerte que
me provocaba temor”,”me inculcaba normas y yo tenía que respetar”,
luego valora que le haya dado autonomía y mayor libertad, “mi mamá
sentía que uno de repente era capaz de buscar y de hacer las pequeñas
cosas por ti misma”. Cuando define su relación con ella cuando
pequeña, expresa que su mamá era más bien racional y rígida, dice “mi
mamá no estimulaba mis fantasías”, “mi mama es tratarte un poco mal”,
“no me pudo disfrutar”, “mi mamá era ante que nada una profesional que
trabajaba mucho o sea ella era muy preocupada de los uniformes, de cómo
vas al colegio, si tienes tus libros”, “yo creo que ella tenía grandes
inseguridades”. Cuando se refiere a su papá reconoce que él era una
persona que tenía un estilo permisivo e indulgente, estilo que de
acuerdo a lo revisado es aquel en el cual los niños(as) crecen con la
ilusión de un poder y de unas capacidades que no han logrado
desarrollar, lo que les dificulta su adaptación al entorno social. Son
padres que pueden estar disponibles pero no ejercen la autoridad que
sus hijos necesitan, evitan la confrontación educativa con ellos. Ella
lo plantea del siguiente modo “ese acompañamiento que yo tuve sobre
todo de mi papá fue un lazo demasiado sobre protector lo que me impidió
con los años asumir con madurez porque siempre me costó mucho sacar la…
o sea asumir que ya no era una niña”.
La nieta cuando se refiere a la relación con sus cuidadores se refiere
a su madre en el presente y dice “mi mamá es amistosa porque puedo
decirle lo que pienso“, lo cual sugiere que ahora mantiene una relación
más horizontal, agrega “mi mamá es caprichosa, manipuladora, siempre
trata de imponerse ante mí”, lo que indica que la percibe con
tendencia a dominar y tomar siempre la iniciativa en el ámbito de su
comportamiento. Cuando se refiere a su niñez reconoce que su madre
tenía comportamientos dominantes y controladores, recuerda “mi mama
siempre me sacaba en cara y siempre me manipulaba con la cuestión de la
plata, si yo no quería hacer algo o cumplir, mi mamá me echaba”. Cuando
se le consulta a esta familia acerca de la percepción que tienen del
trato que le daban sus cuidadores, la madre dice “dirían que era buena”

93
y no se explaya mayormente, en cambio la hija y la nieta reconocen
haber sido tratadas más como adultas que como niñas.
En cuanto a la expresión del afecto, la madre reconoce que fueron muy
queridos en el sentido “que seamos gente útil y que tengamos capacidad
para estudiar”, lo cual muestra una percepción del cariño de sus padres
asociado a sus logros académicos. La hija señala que su madre le
expresaba el afecto de una “manera más material, que no me falte la
comida y que ande limpia”, en cambio su padre era el que le expresaba
el afecto de manera incondicional, dice “como papá siempre conmigo fue
como muy parejo, siempre sentí que estaba ahí o sea aún cuando se fuera
él siempre se las ingeniaba de alguna manera para estar presente y
afectivamente hacer sentir que él a la distancia igual te quería”.
La nieta reconoce que su madre “no era de añuñucos, que no era
regaloneadora, me abrazaba pero no era así hostigante”. Incluso señala
que cuando fue creciendo, a veces pensaba “que mi mamá me quería sólo
cuando era chica”, “yo sentía que mi mamá, me quería pero no como , no
lo suficiente, no como debe querer una mamá”. Recuerda que en parte
este distanciamiento afectivo de debió a razones de cambios de
residencia, porque se separaron y ella quedó al cuidado de abuela y
tías maternas en forma intermitente, con reiterados cambios de
domicilio y de adultos responsables. De su padre dice “por mi papá
específicamente durante muchos años sentí que no me quería”. De las
figuras más importantes desde el punto de vista afectivo recuerda “por
el más yo creo que me sentí querida fue por mi tío Rodrigo, él era un
papá, me costó mucho superar la pérdida de mi tío”.
Cuando se les pide que recuerden cómo se sentían cuando niñas, la madre
dice “Siempre me gusto distraerme sola”,”me gustaba mucho leer y
escribir”. Afirma que salió a muy temprana edad fuera de su casa a
estudiar y que estas experiencias tempranas de desarraigo familiar la
llevaron a desarrollar una distancia afectiva, dice “yo misma me hice
una barrera protectora”, porque recuerda que en algunas pensiones tuvo
que vivir con adultos que la hostilizaban, le criticaban, le daban poco
cariño y entonces la experiencia había sido extremadamente dura.
La hija cuando se le pregunta acerca de cómo se sentía cuando niña dice
“Me sentía mas bien retraída”,”yo era una niña mas bien tímida, miedosa

94
de exponerme a riesgos”, “me sentía inteligente”, “era seria, media
grave”. “era agrandada”.
La nieta recuerda que en su infancia no se sentía aceptada por ser ella
misma, dice “no por lo que yo era sino por lo que ellos querían que yo
fuera, entonces al final siempre trataba de ser como buena,
responsable”. Recuerda que nunca se sintió un estorbo pero dice “si me
sentí bola guacha, es decir que andaba pacá y pallá, que nunca tenía
casa”
Cuando se les consulta sobre el efecto que tuvieron estas experiencias
en su estilo de vinculación la madre expresa “yo no puedo ser mas
dulce, porque esa fue la escuela de la vida que me formó así”, “lo que
yo tengo de malo es que cuando estoy molesta con alguien, yo no la
critico, se me fue de la mente, no me acuerdo más, se me borra del
mapa”. La hija reflexiona a cerca de su estilo de vinculación y dice
“”eso ha hecho que yo siempre en la vida sea un poco más libre no más o
sea que no tengo tantos apegos…yo armo círculos y se desarman y no me
afectan mayormente o sea yo no tengo dependencia afectiva grande”, “yo
he utilizado con los años el mecanismo de la huída”.
La nieta por su parte señala “yo creo que hasta hoy soy una persona
bastante introvertida”,”cuando siento que alguien me acoge con mucho
cariño me aguacho, pero con las personas que no son así, no y no tengo
ningún …yo corto el vínculo y lo corto no más”, “me resigno fácilmente
a los cambios”, “soy demasiado controlá y nunca por ejemplo andar
demostrando las cosas que me afectan, si a mi algo me duele, yo
generalmente no lo digo, me la trago”, “como que necesito mucho la
aprobación de las personas de mi familia”.
De acuerdo a la teoría revisada acerca de los aspectos que promueven el
vínculo estaríamos ante madres que tenían dificultades para expresar el
afecto y comunicarse con sus hijas de manera asertiva y empática.
Figuras que no podían vincularse empáticamente porque no habían
adquirido esta competencia parental en su propia infancia producto de
un estilo centrado en las necesidades, creencias y derechos
absolutistas de los padres. Este tipo de cuidadores tienen en común
características como distancia o ausencia afectiva, mantienen una
comunicación con sus hijos unidireccional, el control parental se
ejerce de manera rígida, inflexible, a través de castigos o amenazas,

95
humillaciones o rechazo, limitan la creatividad de los procesos de
desarrollo de sus hijos, son adultos obsesionados por el respeto de las
normas y no por transmitir el significado y el sentido de éstas.
Son cuidadores que raramente están disponibles desde el punto de vista
afectivo y que puede disponer este contacto hacia sus hijos/(as) de una
sola forma como hablarle, mirarle o proveerlos materialmente. Pueden
estar disponibles de manera irregular, por períodos cortos o cuando el
niño(a) muestra una conducta complaciente o está poco irritable.
(Barudy J y Dantagnan, 2005). Afortunadamente la hija y la nieta
tuvieron acceso a otros referentes parentales que les mostraron mayor
aceptación, las acompañaron, les hicieron sentir el afecto de manera
incondicional y les reconocieron como personas valiosas e importantes.
Cuando se les consulta acerca de cuáles fueron a su juicio sus figuras
de apego más significativas, la madre dice mis padres, la hija reconoce
como figura de apego significativa a su padre y su abuela paterna y en
el caso de la nieta manifiesta que entre todas las figuras adultas que
se hicieron cargo de ella en distintos períodos de su niñez, reconoce
que la más significativa fue una tía y un tío por parte de la familia
de su mamá.
En esta familia, al igual que en la familia 1, se recogen experiencias
infantiles que de acuerdo a la bibliografía consultada corresponderían
a vínculos de apego más bien de tipo ansioso evitativo, con cuidadores
con comportamientos ansiosos, centrados en las necesidades de los
adultos, con escasa disponibilidad emocional, donde la afectividad esta
alterada por cambios de humor o estrés o fatiga, lo que en ocasiones
los lleva a ejercer sobre sus hijos malos tratos infantiles y
dificultades para sintonizar con las necesidades de los niños(as). Es
importante agregar, que tal como lo afirman Barudy J y Dantagnan M
(2005), la peor de las violencias y los más graves abusos se cometen
desde la temeridad de la ignorancia, de la poca experiencia y de la
incompetencia.
También se verifica lo planteado por Cyrulnik (2003)en el sentido de
que el desarrollo del vínculo de apego es un proceso dinámico y en su
conformación participan no sólo la madre sino también otros
significativos que usualmente nutren y reparan el tejido y los
niños(as) pueden así reanudar su desarrollo evolutivo.

96
Barudy J, Dantagnan M (2005) y Cyrulnik (2003) conciben el apego como
el vínculo que se establece entre el niño(a) y sus progenitores, a
través de un proceso que apenas ocurrido el nacimiento rápidamente se
impregna según la reacción del adulto de una afectividad que puede ser
positiva o negativa según los contextos y las experiencias de vida,
sobre todo infantiles, de la madre y secundariamente del padre. Según
ellos el apego se manifiesta sobre todo durante la infancia por la
tendencia a mantener una proximidad física y cuya expresión subjetiva,
cuando este apego es sano, es la sensación de seguridad. Es esta
seguridad la que facilitará la diferenciación necesaria para llegar a
ser un adulto capaz de ofrecer en su turno, una vinculación de apego
sano a sus propias crías. Un apego sano se asocia a sentimientos de
pertenencia donde el niño(a) se siente aceptado y en confianza.

Si el niño(a) no ha tenido la posibilidad de establecer un apego


primario de calidad en el curso de sus primeros dos años de vida, él o
ella tendrán siempre lagunas en el ámbito de sus comportamientos
sociales que podrán dañar gravemente sus capacidades de vincularse
positivamente con los demás.

97
4.4.3.- Categoría 3: Percepción que tiene acerca de la capacidad
protectora de su madre o cuidadores.

Cuadro N° 6: Exposición a situaciones de riesgo y actitud de la madre y


cuidadores en relación con su seguridad y protección.

Familia/Rol/subcategoría. Exposición a situaciones de Actitud de la madre y


riesgo. cuidadores en relación con
su seguridad y protección.
 Padre en estado de  Nos cuidaban y nos
ebriedad intenta asesinar aconsejaban.
a su madre en presencia  Mi mamá siempre andaba
Madre de sus hijos. cuidándonos.
 Allegado a casa paterna  Siempre nos hablaron que
intenta abusar no aceptemos que nos
sexualmente de ella. toquen nuestro cuerpo.
Familia 1  Intento de abuso sexual de  Madre ansiosa y
parte de un tío. aprehensiva.
Hija
 Abuela protectora y
controladora.
 Golpe de estado. Fue  Protectora, controladora,
testigo de maltrato a su estricta y rígida.
Nieta
padre.  Padres preocupados por su
 Hospitalización. salud.
Madre  Orfandad materna.  Padre protector.
 Veraneo lejos de hogar  Padres protectores.
Hija
familiar.  Hermanas protectoras.
Familia 2
 No tuvo experiencias de  Padres y abuelos
riesgo. protectores.
Nieta
 Madre reconoce señales
(llanto y mirada)
Madre  Emigración campo ciudad  Padres protectores.
por razones de estudio.
Hija  Separación de sus padres  Madre con sobrecarga
Familia 3 cuando tenía 9 años. laboral y emocional.
 Diversas situaciones de  Adultos a cargo no
riesgo. protectores.
Nieta
 Madre no pudo percibir
situaciones de riesgo.

Este cuadro muestra las experiencias de riesgo psicosocial en la


infancia y la capacidad de los adultos o figuras cuidadoras, para
prevenir situaciones que pongan en peligro la integridad física y
psicológica de sus hijos(as), percibir estas situaciones de riesgo y
actuar adecuadamente para protegerles.
Esta capacidad parental se relaciona con el vínculo de apego en el
sentido de que de acuerdo a lo revisado teóricamente cuando hay adultos
con capacidad protectora ellos son capaces de percibir las señales
tanto verbales, gestuales, comportamentales o emocionales de sus
hijos(as), porque tienen una actitud y conducta atenta, accesible,
perceptiva y oportuna, por lo tanto pueden responder de manera adecuada

98
a las situaciones de riesgo, ya sea brindando apoyo o defendiendo a sus
hijos(as) ante situaciones de amenaza. Otra característica se relaciona
con las relaciones de confianza que promueven una comunicación abierta
que permite que los niños(as) acudan en forma espontánea, confiada y
segura a pedir ayuda y socorro.(Barudy J, Dantagnan M, 2005), (Cyrulnik
B, 2003).
En la familia 1 se puede observar que la madre estuvo expuesta a
reiteradas situaciones de riesgo, especialmente siendo testigo de actos
de violencia conyugal y en riesgo de abuso sexual. Los episodios de
violencia conyugal, intentó olvidarlos y no los compartió con nadie,
pero reconoce que le afectó mucho especialmente en su infancia, porque
se aislaba y se transformó en una persona tímida y retraída. Respecto a
su madre dice “ella no tuvo la culpa fue su mala suerte, su destino fue
así que ella que hizo esa...metió las patas pos”. Reconoce que ella no
sabía como protegerlos frente a la violencia de su esposo, solamente
interponiéndose para que no les castigara o agrediera. Sin embargo
también recuerda que ella les castigaba mucho, dice “a mi no me pegó
mucho pero a mi hermana le pegaba más porque era porfiada, yo no era
porfiada, yo era tímida”. Cuando se consulta respecto a cómo era la
actitud de sus cuidadores y su madre frente a su seguridad y protección
dice que los cuidaban y les aconsejaban, aunque la mayor parte de estos
cuidados estaban orientados a evitar que les abusaran sexualmente. A
pesar de que reconoce que tenía información al respecto, cuando uno de
los adultos allegados a su hogar familiar intentó abusarla, ella no se
atrevió a compartir esta experiencia con nadie. Reconoce el evento como
un hecho muy traumático para ella, pero que no se sintió capaz de pedir
ayuda. Recuerda “ me marcó porque yo era una mocosa y una cosa que vi
eso y me dio...no sé...una cosa tan asquerosa, miedo, miedo me dio,
miedo, ay Dios!, “no le dije a mi mamá ni a mi papá p´ que no me
peguen, nunca le dije a mi mamá y quedé con eso”. Cuando se le consulta
si cree que su mama se dio cuenta de que estuvo expuesta a esta
situación abusiva dice que no porque sus padres salían y las dejaban
solas en compañía de una abuelita que no tenía capacidad para ocuparse
de ellos. Dice “salían ellos y llegaban tarde, salían todo el tiempo,
me acuerdo y no llegaban hasta¡el día del queso!, y nosotros ahí solas
y ¡que mi abuelita nos iba a por suerte uno tímida pos si hubiera sido

99
otra niñita”. Otra situación de riesgo es la que se refiere a la
exigencia del cuidado de sus hermanos menores. En este aspecto se
constata que existe una inadecuación de los roles pues los adultos
piden a sus hijos(as) ayudas inapropiadas para sus edades.
Cuando se revisan junto a ella los aspectos protectores de su madre, la
caracteriza diciendo “era guapa mi mamá”, “era nerviosa, le daba rabia
a veces, pero un rato, explotaba y después quedaba bien”, “era
controladora y estricta”. En general, se percibe que la madre si bien
mantuvo una actitud vigilante o preocupada de su seguridad les dejaba a
cargo de adultos que a su juicio no tenían capacidad para protegerlos.
Los hijos(as) por su parte sentían que no tenían la confianza
suficiente para solicitarles ayuda, pues si lo hacían les agredían y
eso indica que eran percibidos como figuras temerarias.
En el caso de la hija la única experiencia de riesgo está situada en el
contexto de intento de abuso sexual de parte de un hermano de su madre.
Ella recuerda que tuvo la confianza suficiente para contárselo a su
madre, pues ella siempre mantenía una buena comunicación con los
adultos que la cuidaban. Recuerda sin embargo que no le creyó y por lo
tanto sintió que su madre no confiaba en ella. Señala “ella pensó que
eran mentiras que cómo podía ser eso que su hermano iba a hacer eso”,
cuando se le pregunta cómo interpreta esta actitud responde “que no
creyó no mas, que seguramente no tenía confianza conmigo pos, pensó que
yo le estaba mintiendo”, “me sentí mal porque quedé por mentirosa”.
Cuando se le consulta por otras situaciones de riesgo dice que no
porque nunca quedaban solas, siempre estaban a cargo de figuras
protectoras como su abuela y una tía materna. De la actitud de su madre
respecto a su seguridad reconoce que su madre era ansiosa, aprehensiva
y desconfiada y no les permitía salir lejos de casa y que siempre
estaba vigilándoles. No le recuerda como una figura sobre protectora,
pero sí controladora y estricta.
La hija por su parte reconoce como situaciones de mayor riesgo cuando a
la edad de 4 años fue testigo cuando su padre fue castigado por
militares durante el golpe militar el año 1973 en Arquilhue, Comuna de
Futrono. Recuerda que se sintió en peligro porque imaginaba que ella y
sus padres podían perder la vida. Relata “lo único el peligro que nos
podían matar pos”,”llegaron tantos milicos con revólver con todo y

100
metralletas apuntándonos...eso fue el peligro que sentía yo”. Respecto
a la actitud de su madre se percibe que ella mantuvo la calma y
permaneció junto a ellos protegiéndoles. Al respecto reflexiona “si
ella se dio cuenta y nos protegió”, recuerda que su madre les explicó
en un lenguaje sencillo lo que pasaba y les aseguró que no les
ocurriría nada. Así ocurrió y a su padre lo dejaron libre y ambos
continuaron trabajando normalmente.
Otro episodio que reconoce de riesgo es el que vivió a raíz de una
hepatitis a la edad de 9 años, donde debieron separarla de su familia y
hospitalizarla en una ciudad distinta al lugar donde ellos vivían. De
acuerdo a su percepción este evento no tuvo el carácter traumático de
la experiencia anterior debido a que su madre le explicó porqué la
dejarían allí. Cuando se le consulta por la experiencia dice “no me
gusta esa experiencia, es que me daba miedo, nunca había estado en un
hospital, me sentía sola” dice en un tono cada vez más bajo. Recuerda
que estuvo bastante tiempo y que la experiencia fue dura debido a que
se sentía muy sola pues sus padres, por razones económicas no podían ir
a visitarla. Si recuerda que hubo allí una figura protectora, que la
acompañó y la apoyó. Fue una Enfermera que dice “estaba conmigo pos
para que no me ponga a llorar, me explicaba porqué mi papá no venía”.
Esta experiencia le sirvió según lo que plantea “me sirvió que...mis
papás estén mas atentos no más pos, que estén mas atentos a mí no más,
porque preguntaban por mí, cómo estaba, por mi se preocuparon mucho
cuando estuve enferma cuando era chica”. Cuando se le consulta si su
madre era capaz de percibir las situaciones de riesgo y qué actitud
asumía ella reconoce que tanto su madre como su abuela paterna la
cuidaban, sin embargo creía que su madre era ansiosa y aprehensiva y su
abuela en cambio era más protectora y la controlaba para que no saliera
lejos del hogar. Asimismo, señala que el control era excesivo y que a
la edad de 13 años se rebeló y salía del hogar sin tomar en cuenta a
sus padres y abuela.
En esta familia se observa que frente a las situaciones de riesgo los
adultos cuidadores en ocasiones no actúan diligentemente, que aún
cuando son capaces de ejercer el control y la vigilancia, algunas
figuras adultas no reaccionan en forma coherente pues tienen tendencia
a controlar excesivamente a sus hijos(as), limitando o bloqueando sus

101
iniciativas para explorar, no permiten a la niña(o) ver o frecuentar
amigos y/o mantener contactos en el exterior de la familia y presentan
comportamientos ansiosos. Los aspectos protectores se vinculan con la
existencia de otros adultos a cargo, presentan buenas relaciones con
sus redes naturales como la familia extensa, conocen los riesgos para
su seguridad y muestran una actitud atenta respecto a su cuidado.
En la familia 2 la situación de mayor riesgo desde el punto de vista
psicosocial es la orfandad materna cuando la madre tenía 7 años, la
cual ocurre luego de un período de tiempo importante en que estuvo
enferma y en cama, con limitadas capacidades para desplazarse y cuidar
personalmente de sus hijos. Ante esta situación es el padre, con la
ayuda de una nana, quien desde los inicios de la enfermedad asume la
protección de los niños(as) y quien, al fallecer su esposa, toma la
decisión de traer a la abuela de los niños(as) para que le ayude en el
proceso de crianza. La entrevistada manifiesta que los adultos
manejaron en forma muy adecuada todo este período de crisis, su padre
les comunicó, tomando en cuenta la edad que ellos tenían, lo que había
ocurrido, les dejó transitoriamente en una familia de acogida, pero
siempre mantuvo contacto permanente con ellos, asumiendo personalmente
todas las responsabilidades respecto a sus necesidades. Siente que
cuando reorganizaron la vida familiar y vino la abuela paterna a
ayudarles, ella era una figura muy estricta y ordenada. Sin embargo
también se da cuenta de que ella era una persona que les daba mucho
cariño y gracias a su apoyo no hubo situaciones difíciles ni momentos
que recuerde de abandono o negligencia. Ella reconoce como figuras
protectoras a su padre, a su abuela paterna y a sus hermanos mayores
porque estaban siempre atentos a su seguridad como hermana menor.
La hija no recuerda haber estado expuesta a situaciones de riesgo, sólo
en una oportunidad cuando ella y sus hermanas fueron enviadas a
veranear junto a una familia amiga de sus padres. La experiencia la
define de riesgo porque recuerda que tenía 7 años y para ella fue muy
difícil enfrentarla, desde el punto de vista afectivo, pues extrañaba
mucho a sus padres. Según lo que recuerda señala que experimentó mucha
pena y por esta razón tuvieron que ir a buscarlas a ella y a sus
hermanas. Respecto a la capacidad protectora de sus padres y
cuidadores, ella reconoce que siempre estuvieron muy cercanos e

102
involucrados con sus hijos, de manera que eran capaces de percibir
situaciones de riesgo y actuar en forma oportuna para evitar que sean
dañados. Esta cercanía estaba facilitada pues se dio en un contexto de
mucha comunicación tanto con su padre como con su madre, aunque
reconoce que su padre era más autoritario, la madre era la figura que
facilitaba la comunicación entre ellos, especialmente cuando ella fue
adolescente.
La nieta no recuerda haber estado expuesta a situaciones de riesgo. La
única experiencia que recuerda dolorosa fue cuando debió salir de su
hogar familiar para ir a estudiar su carrera. Reconoce que es muy
apegada a su familia, que sufrió mucho porque no recuerda haber sido
separada de su familia, pero que sin embargo era bastante
independiente. Dice “he sido bastante independiente, siempre tuve
muchos amigos y salía harto”, “el primer año fue muy duro pero salí
adelante”. Cuando se le pide su percepción respecto a la capacidad
protectora de su madre dice” es una mamá protectora, tranquila, alegre,
segura y por sobre todo cariñosa” y cuando se le consulta acerca de su
actitud si así hubiera ocurrido dice “no dudo que mi mamá me protegería
de cualquier cosa”. Cuando se le consulta sobre la capacidad de su
madre para percibir situaciones de riesgo cuando era pequeña dice
“conociendo mi llanto, mi mirada”. En esta familia se percibe que los
adultos han ejercido la parentalidad de una forma autónoma, pero en
interdependencia con los miembros que conforman su red social. Es
probable que la muerte de la madre en la primera generación haya sido
una situación muy grave y estresante para los adultos, sin embargo la
entrevistada reconociendo que se trató de una gran pérdida, también
muestra que el sistema familiar, gracias al apoyo social y familiar,
protegió a los niños(as) y les brindó condiciones seguras para que
puedan continuar desarrollándose. Otro elemento interesante fue la
actitud del padre, quien aun cuando trabajaba y no podía cuidar
personalmente de sus hijos, asumió su rol paterno con responsabilidad,
logró encontrar una alternativa de acogimiento temporal adecuado para
sus hijos (as) y así amortiguar en parte el sufrimiento infantil
generado por la pérdida de la madre, el cambio de domicilio y el
cumplimiento de todas las tareas propias de la edad de sus hijos.

103
En la familia 3 la madre percibe que la experiencia de mayor riesgo la
vivió a la edad de 10 años, cuando por razones de aislamiento debió
salir de la isla donde vivía e irse a vivir a la ciudad de Puerto
Montt, para continuar estudiando. Este episodio lo define como
traumático porque en donde ella vivía sus padres eran personas que
vivían y trabajaban cerca de casa y por lo tanto había una permanente
interacción entre padres e hijos(as). Su padre era comerciante, su
madre profesora y la casa familiar estaba al lado de la Escuela, por lo
tanto, siempre había mucha comunicación, apoyo mutuo y un sentimiento
de mucha seguridad, de los adultos hacia los niños(as). También había
familia extendida, tías y conocidos de la comunidad que ampliaba las
oportunidades de contacto, compañía y recreación. Al salir a la ciudad,
en cambio, quienes la cuidaron, fueron adultos que en general, no le
manifestaban afecto, controlaban y cuestionaban sus hábitos y
costumbres de vida, como por ejemplo su alimentación, su vestuario y
comportamiento. También recuerda que hubo profesores que le rechazaban
y la trataban mal. Se sintió muy sola y desprotegida, sentimientos que
le hacen replantearse al momento de la entrevista su opción de haber
salido a estudiar y de transformarse posteriormente en profesional.
Respecto a la capacidad protectora de sus padres o adultos a cargo ella
señala que por la gran distancia geográfica era muy difícil que sus
padres se hayan percatado de su sufrimiento. Recuerda que nunca
compartió estos sufrimientos con ellos para evitar que su madre
sufriera, dice “no, fíjate que eso tuve siempre desde niña, yo creo que
quedé tan traumada, bueno, es que ¡por nada del mundo la habría hecho
sufrir!,”yo siempre he sufrido por estas cosas” demostrando gran
conmoción emocional cuando lo recuerda, lo que confirma lo sugerido por
Cyrulnik en relación a ciertos niños(as) que sienten que son
responsable del cuidado de sus padres. Sin embargo, ella piensa que su
madre intuía su sufrimiento, “es decir que sufría, seguramente, pero no
sabía que tenía cosas así tan duras diría yo”. Ella siente que su madre
siempre se preocupó de ella, su padre también pero de una forma
distinta. Respecto a la posibilidad de actuar para protegerla, señala
que su madre acudió y le ofreció opciones de traslado que mejoraran sus
condiciones de vida en los años siguientes, pero que sin embargo tuvo
que aprender a cuidarse sola. Dice “yo sentía como la voz de mi mamá y

104
de mi papá, ponte tú que no salir tarde, no tener malas amistades en el
sentido que consejos y cosas así”. En este caso se percibe que si bien
los adultos eran figuras protectoras hubo otros factores de carácter
geográfico y de aislamiento social que influyeron en la protección de
ella, en las posibilidades de acompañamiento afectivo y en el
desarrollo de recursos personales para enfrentar tales condiciones de
manera segura.
La hija por su parte reconoce que no estuvo expuesta a situaciones de
riesgo pues siempre quedó al cuidado de personas adultas que estaban
preocupadas de su seguridad y de la satisfacción de sus necesidades
biológicas, de salud, educación y seguridad. Sin embargo, sus padres se
separaron cuando ella tenía 9 años y esto trajo consigo dificultades
más bien en el área de las relaciones afectivas con su madre y
hermanas. Reconoce que ambos padres se ocuparon por igual para asegurar
su mantención y proveerla de todo lo necesario, por lo tanto, hubo un
buen cumplimiento parental, desde este ámbito. A su madre le reconoce
el que ella le haya dado la suficiente autonomía para elegir con quién
vivir, lo que le permitió permanecer un tiempo con su padre y
posteriormente con su madre. Respecto a la capacidad de su madre para
percibir situaciones de riesgo, sugiere que estaba sometida a
condiciones estresantes y que era difícil que asumiera totalmente su
cuidado o protección. Plantea “ella era una mamá trabajadora y era mamá
esposa, con un matrimonio no tan bien avenido, entonces siento que ella
como bastante...una carga emocional grande también”. Sin embargo, ambos
adultos con el apoyo de las familias de origen del padre y de la madre
ofrecieron oportunidades para que ella se desarrollara en un contexto
de mayor protección, aunque no exenta de tensiones e inestabilidad
familiar.
En el caso de la nieta, la situación es distinta, especialmente porque
ella se desarrolló en condiciones de mayor riesgo, vinculadas a lo que
Barudy denomina “síndrome del peloteo” cuando se refiere a niños y
niñas que viven condiciones de mayor inestabilidad familiar, que no
permiten o no facilitan la continuidad de los vínculos de apego que
necesitan y no aseguran los cuidados que ellos requieren para
desarrollarse.

105
Ella reconoce haber estado expuesta a varias situaciones de riesgo, que
le generaron mucho dolor y sufrimiento infantil. Plantea por ejemplo
“yo tuve situaciones muy...muy delicadas que viví cuando chica producto
del pasar de casa en casa y de repente no estar al cuidado, pase cosas
muy, muy pencas que...que me costó mucho superar”. Cuando sus padres se
separaron, vivió con su madre y luego por razones de estudio fue
acogida en casa de parientes y familiares por parte de su madre, por lo
tanto, su abuela y tías maternas fueron los adultos que la acogieron
durante la mayor parte de su niñez. Cuando revisa estas situaciones de
riesgo, plantea “mi mamá fue una mamá muy ausente”. Reconoce que a
pesar de que la visitaba frecuentemente, no mantenía con ella una
relación de cercanía, comunicación y confianza. Cuando recuerda las
experiencias dolorosas menciona que la situación que considera de
mayor riesgo por el impacto emocional que tiene para ella, ocurrió
cuando se debió separar de un tío con el cual había desarrollado un
fuerte vínculo afectivo, porque era la figura a quién ella quiso como
papá. Las razones de la separación estaban relacionadas con un cambio
de residencia de sus tíos y la continuidad de sus estudios de ella.
Recuerda “yo me acuerdo que para mí así lo más doloroso, doloroso de
las separaciones fue cuando se fue Rodrigo con la Any a Quellón y yo me
tuve que ir a la casa de mi abuela... ¡eso si que fue terrible!
La experiencia de vivir con su abuela significó a juicio de ella el
estar expuesta a situaciones de mucha carencia material, abandono
afectivo y riesgo físico y psicológico. Recuerda “la casa de mi abuela
no me gustaba, yo cuando salí de esa casa para mi fue como una
liberación, no quería volver”,”una vez se nos estaba quemando la casa
con mi abueli y si no es por unos vecinos nos fueron a avisar, yo tuve
que sacar a mi abuela a la rastra, ¡nos quemamos las dos pos!”.
Respecto a la capacidad de los adultos a cargo para percibir estas
situaciones de riesgo señala “me memeé en la cama hasta que llegué a la
pubertad pos y teniendo mamá Parvularia, abuela Enfermera
Universitaria, ninguna de las dos les cayó la chaucha que no era
normal...mi mayor apoyo emocional era mi nana, la Nancy”.
Cuando se le consulta respecto a la percepción que tiene de la
capacidad de su madre para darse cuenta de que estaba en riesgo señala
“no, mi mamá pa ná, nadie, nadie, nadie, ni la nana”, “yo creo que mi

106
mamá debió haber creado un vínculo como más de confianza y no lo tuve
de parte de ella, como que daba por hecho de que yo cualquier cosa se
la iba a contar, pero con su mismo predicamento que yo no podía darle
más problemas de los que ella ya tenía, yo no me atrevía a contarle
nada pos”, “mi mamá nunca me dio el canal como pa contárselo”. Sin
embargo reconoce que si su madre se hubiera dado cuenta de estas
situaciones, ella la habría defendido.
Cuando se le pide que se refiera a la actitud de su madre o cuidadores
en relación de su seguridad reconoce que cuando era pequeña, su mamá
era sobre protectora, “yo no podía cruzar la calle sola, cuando cruzaba
la calle tenía que tomarle la mano y eso fue como hasta que tuve 10
años, me mandó en un furgón escolar hasta los 12 años”. En cambio
cuando creció su percepción era de que “mi mamá vivía su vida, muchas
veces pensé que yo era como un cacho para mi mamá, como que mi mamá, no
había podido vivir su vida por culpa mía o que mi mamá no sabía asumir
bien su rol de madre”, “en algunas cosas era como muy adulta y en otras
era como muy sobre protectora”.
En este caso la madre asumió sin la ayuda del padre el cuidado y
protección de su hija, pidió apoyo a sus familiares, se lo brindaron
pero el contacto que mantuvo con su hija fue insuficiente y no logró
establecer un vínculo de confianza de tipo protector que le permitiera
mantener el control y asegurar la adecuada protección de su hija.
Sobre los efectos que tuvieron las experiencias infantiles relacionadas
con la mayor o menor capacidad protectora de los adultos o cuidadores
se consultó a cada una de las entrevistadas de qué forma creen ellas
que les influyeron en su desarrollo desde el punto de vista de la
vinculación afectiva.
En la familia 1 la madre recuerda que le afectó especialmente en el
área de las relaciones interpersonales, recuerda “en la escuela cuando
estuve yo me aislaba así, porque ¡todas jugando!, ¡todas jugando! y yo
aislada, aislada siempre recostada en un cerco, siempre anduve huyendo
de la gente”, me afectó mucho, siempre fui tímida”, “muchas veces me
sentí rechazada, un estorbo, porque por mí , mi madre sufrió, porque no
habría sido por mí , mi mamá no habría sufrido, ella llorando me lo
decía”.

107
La hija plantea que sus padres no le tenían confianza y por lo tanto se
encerraba en sí misma y reconoce que se sintió sola, que no tenía
amigos e influyó en ser poco amistosa.
La nieta señala que la forma en que ejercieron el control le hizo
sentirse sola, “que sigo siendo sola ahora que estoy sola adulta siento
lo mismo que sentí”.
En la familia 2 la madre dice que siempre sintió la falta de su madre y
que el efecto que tuvieran esas experiencias dolorosas es que intentó
ser una buena mamá con sus hijas y cuidar su salud, para estar con
ellas más tiempo.
La hija por su parte, plantea que el hecho de haber experimentado tanta
pena al verse separada temporalmente de su familia, le hizo valorar la
importancia del cariño de sus hermanas, “valorar lo que era estar
unidas como hermanas”. La nieta señala que haber estado muy apegada a
su familia puede influir un poco cuando salió a estudiar fuera de su
casa en que el primer año fue muy duro, pero que sin embargo salió
adelante.
En la familia 3 la madre reconoce que las experiencias de desarraigo
familiar que sufrió siendo pequeña, influyeron en su forma de ser
actualmente, dice “a medida que fui creciendo me di cuenta de que
realmente ¡yo tenía que tratar de formarme una personalidad!, “yo no
iba a terminar así ¡ay mijita!, allí en mi casa, así que debido a eso
es mi personalidad así que tengo, no de ser atropelladora, pero si
defender mis derechos”, “estas experiencias te van formando un carácter
distinto, fuerte”, “yo encuentro que eso significa de que tu sientes no
vacíos en la vida sino que hubo áreas que no corresponden a tu edad”,
“yo soy mas secona, así firme, es difícil de que si yo encuentro que
tengo la razón no me defienda”.
En las tres familias se puede apreciar que, independiente a la
disposición de figuras protectoras, en su mayoría se vivieron
situaciones de riesgo que se transformaron en condiciones de mayor
vulnerabilidad en la etapa infantil. Sin embargo en algunas personas
estas situaciones se transformaron en fuente de recursos personales
protectores y en otros en conductas de mayor aislamiento, rudeza o
desapego.

108
Esto tiene relación con lo que plantea Cyrulnik respecto a la
resiliencia, la capacidad de resistir las magulladuras de la herida
psicológica y el impulso de reparación psíquica que nace de esa
resistencia. Afirma que la adquisición de recursos internos ha dado al
herido que es resiliente la confianza y la alegría que le caracterizan.
Estas aptitudes, asegura, adquiridas en la infancia, lo han dado el
vínculo afectivo de tipo protector y los comportamientos de seducción
que le permiten permanecer al acecho de toda mano tendida. Sin embargo,
y dado como se sabe, aquellos que se han visto privados de estas
adquisiciones precoces podrán ponerlas en marcha más adelante, aunque
lentamente, con la condición de que el medio, habiendo comprendido cómo
se forja un temperamento, disponga en torno a los heridos unas cuantas
guías de resiliencia.

4.4.4.- Categoría 4: Percepción que tiene acerca del ejercicio del Rol
educativo de sus padres y cuidadores.

Barudy y Dantagnan (1999) cuando se refieren al concepto de


parentalidad bientratante lo relacionan con el ejercicio del rol
educativo, y reconocen que la función educativa de los padres es algo
que no se discute y que al igual que otros aspectos están influidos por
el contexto histórico-cultural. Señalan que, la integración de las
normas, reglas, leyes y tabúes, que permiten el respeto de la
integridad de las personas, incluyendo la de los niños(as), en las
dinámicas sociales, es uno de los logros de una parentalidad competente
o bientratante. Esta función educativa se da a través de un proceso
educativo. La forma en que se desarrollan estos procesos educativos es
importante pues según la manera en que los padres, profesores,
educadores operen en cada dominio, estaremos frente a modelos
educativos de buen trato o maltratadores.
Los aspectos que participan de estos procesos educativos serían el
afecto, la comunicación, el apoyo en los procesos de desarrollo y la
exigencia de madurez y el control. El estilo educativo de una
parentalidad sana y de buen trato está centrado en las necesidades de
los niños(as) y en donde los padres y adultos asumen la responsabilidad
de ser los educadores principales de sus hijos, mediante el ejercicio
de la autoridad afectuosa caracterizada por la empatía y de manera
competente, de tal forma que los niños(as) y jóvenes son considerados

109
según su edad y posibilidades como actores coparticipantes de los
procesos familiares y sociales en los que están inmersos.
A continuación se mostrará a través del Cuadro N° 7 la percepción que
tienen las personas entrevistadas a cerca del los estilos educativos
predominantes en sus padres durante su infancia.
Cuadro N°7: Rol Educativo: percepción que tienen de los estilos
educativos predominantes en padres y cuidadores durante su infancia.

Subcategoría: Percepción que tiene de la forma en que impartían la disciplina


y las figuras que participaban.
Familia 1
Madre Hija Nieta
 Mi mamá era guapa y muy  A mí mis papas no me  Cuando era chica no me
estricta, se preocupaba castigaron nunca, si me castigaban con golpes.
de que no seamos mal corregían, pero de  Mi papi siempre me castigó
habladas, porfiadas y castigo no. con la indiferencia, con
siempre ordenaditas,  Mi papá no me prohibía no hablarme.
pobres pero limpias. nada.  Mi mami me pegaba mucho.
 Nos pegaba porque hacíamos  Nunca me pegó mi mami.  Mi abuelita era la que más
mañas.  Me castigaban con no salir me corregía, a palmetazos.
 Ellos querían sacar buenos a jugar afuera, estar en  Los niños(as)no tenían que
hijos, darles su la cocina, haciendo cosas contestar a los mayores.
educación, que se en la casa o acostándome.
comporten y que no tengan  Yo recuerdo que mis
malas costumbres. abuelos me castigaban,
 Mi mamá tenía una ellos más los que me
chicotera grande. disciplinaban, mi abuela
 Pero nunca me pegaron en era más vigiladora.
la cabeza, siempre me  Mis abuelos me corregían
pegaron en el poto. hablándome.
 Mi tía Claudina me
corregía con palabras
cariñosas, me hablaba con
amor, no con golpes.
Familia 2.
Madre Hija Nieta
 Mi mamá tiene que habernos  La verdad es que re pocas  Nunca hubo una disciplina
criado dentro de lo que veces me siento haber fuerte, lo normal sin
podía por su enfermedad, sido corregida. reglas demasiado
tenía un carácter muy  Mi papá tenía una estrictas, pero con
suave, no era estricta. presencia que marcaba. límites claros.
 Mi abuelita era muy  Mi papá era más  Mi mama nos contaba
estricta, era buenísima autoritario. cuentos e inventaba
pero muy estricta.  El que ponía más reglas y personajes pero nunca
 No me recuerdo que me disciplina era mi papá. fueron de imponer muchos
pegaran o me golpearan. hábitos ni horarios.
 Mi mamá era mas blanda, si
 Con mi papa conversábamos, más flexible.  Mi papá era explosivo y
teníamos llegada con él. decía cosas hirientes.
 Mi mamá era mucho de
 Nos castigaban con no hablarme y yo creo que se  Mi papá castigaba con saca
salir a jugar con otros entretenía además. Me la tele de tu pieza.
niños. decía, si pos tienes que  Me castigaban mas que nada
lavarte el potito ¿ya? con no ir a casa de alguna
pero como niña chica. amiguita o la fiesta.
 Mi mama me enseñó cosas
desde bien chiquitita.

110
Familia 3.
Madre Hija Nieta
 Eran estrictos, pero no  De chica, chica no  Cuando era chica mi mamá
rígidos. recuerdo castigos. era sobre protectora.
 Los límites no había como  Yo creo que mi mamá usaba  Todos daban por sentado
salirse de las normas, mucho esa cosa del grito, que yo sabía lo que tenía
era bien difícil. hablaba fuerte. que hacer y ahí me llegaba
 El recuerdo que tengo de  Para mi mamá era muy pos.
mi papá es que yo le difícil porque siempre  Mi mamá de chica de que
entendía con una sola estaba en medio mi papá y recuerdo me mechoniaba.
mirada. si no estaba mi abuela.  Había que ser golpe-
 Físicamente yo no recuerdo  Yo creo que mi papá era impacto.
que me hayan castigado. mucho más permisivo.  Mi mamá era estricta y
 Nos castigaban dándonos  Si me portaba mal mi mamá rígida.
menos cariño o me daba unas buenas  Mi mamá si yo le mentía y
seguramente dándonos poca palmadas. me pillaba me castigaba o
importancia. sea me pegaba.
 Nos retaban. Me hablaban
fuerte. Esto no se hace
por tal y tal motivo.

De acuerdo a la teoría revisada en la familia 1 tanto la madre como la


nieta mantuvieron estilos educativos predominantemente maltratantes,
pues la función educativa era ejercida principalmente a través de
castigos físicos y psicológicos como golpes, indiferencia o
incomunicación. Existía una clara jerarquía entre adultos y niños(as),
los adultos no brindaban espacios para conversar o reflexionar, más
bien mostraban señales de impulsividad en cuanto al manejo de
emociones. Estos estilos se daban en un contexto en el cual los niños
no eran vistos como sujetos con necesidades propias, ni en donde se les
tratara con respeto. Los adultos asumían la responsabilidad de educar y
corregir a sus hijos, pero de forma más bien autoritaria, porque los
niños no tenían derecho a ser escuchados. (Barudy, J 1998), (Aizpuru, A
1994). (Barudy, J; Dantagnan M, 2005).
En el caso de la hija, reconoce que no hubo castigo físico, y que la
función educativa la asumían sus abuelos preferentemente, sancionándola
a través del cumplimiento de tareas en el hogar. Su padre no se
involucraba en la función educativa y su madre participaba pero sin
tanto protagonismo como sus abuelos.
La tarea educativa en la madre y la hija era ejercida mediante el
control más bien de tipo externo, sin que se le muestren los efectos de
su conducta y se le permita realizar actos reparatorios. La función
educativa de los adultos tiene el propósito de obtener un
comportamiento social respetuoso, con énfasis en los hábitos de higiene
personal.

111
En la familia 2, hay diferentes estilos educativos, uno que es ejercido
predominantemente por la autoridad paterna y otro por la autoridad
materna, aun cuando hay un adulto que mantiene mayor dominancia, en
este caso el padre. Un estilo es de tipo autoritario y otro más bien
permisivo.
Los papás en su mayoría imparten la disciplina poniendo normas y
límites claros para ayudar al desarrollo del autocontrol, las reglas no
se negocian, están definidas de antemano y los niños(as) no tienen
posibilidad de infringirlas. Los padres son vistos y reconocidos como
figura de autoridad principal.
Las madres realizan la función educativa de manera complementaria pero
con estilos diferentes, con una actitud más flexible, cercana,
dialogante, utilizando recursos afectivos y educativos de naturaleza
más lúdica, a través de discursos adecuados a la edad, cuentos,
anécdotas y haciendo partícipes a los niños(as) en las tareas
educativas. Las formas de corregir que utilizan por lo general
restringen la libertad de los niños(as) y no les aplican maltratos
físicos ni psicológicos.
En la familia 3 la función educativa la ejercen los padres y madres de
manera distinta. La madre recuerda un padre autoritario que con la sola
presencia y mirada inspiraba respeto, mientras que la hija refiere
haber tenido un padre permisivo que la defendía de las agresiones de su
madre, quién le gritaba y castigaba físicamente.
La nieta no tuvo un padre biológico ni social presente en su primera
infancia y su formación quedó mayoritariamente en poder de su madre y
tías. Ella manifiesta que hubo un estilo educativo, de tipo sobre
protector, con una madre que ejercía un control excesivo sobre su
conducta para evitar que se equivoque y al mismo tiempo, poca
tolerancia para aceptar los errores y con formas de sancionar mediante
castigos físicos.
La figura materna en esta familia es percibida como estricta, que pone
límites y normas claras para guiar el comportamiento de sus hijos(as).
Ellas, en opinión de las entrevistadas, regulan la conducta de sus
hijos(as) mediante actos maltratantes y manipuladores, que muestran
hostilidad y/o agresividad.

112
Los autores consultados en este estudio plantean que el área afectiva
del buen trato está constituida por la satisfacción de las necesidades
de vincularse, de ser aceptado y de ser importante para alguien.
(Barudy, Dantagnan, 2005), (Barudy, J 2005),(Cyrulnik B, 2003).
Respecto a la necesidad de vínculos señalan que los vínculos profundos
que se establecen con padres o cuidadores significativos les otorgan a
los niños(as) la experiencia de familiaridad y de pertenencia a su
familia de origen y a su comunidad. Que entonces uno de los desafíos
del ejercicio de la parentalidad es lograr un apego sano y seguro, pues
es la fuente de amor que es responsable del desarrollo de la empatía.
(Bowlby, 1998, Barudy, 2005). Una experiencia de este tipo de vínculo
asegura el desarrollo de la capacidad de diferenciarse, para
convertirse en una persona singular, psicológicamente sana y con
vínculos de pertenencia a su familia.
La necesidad de aceptación se satisface en la medida que los niños(as)
reciben gestos, palabras o mensajes de aceptación. El niño y la niña
que se siente aceptado(a) sentirán que se confía en sus capacidades,
podrá aceptar a otros, diferenciarse del otro y ser una persona
autónoma en la medida en que posee un lugar donde desarrollarse.
La necesidad de ser importante para alguien, al menos para un adulto,
implicará que la vida de un niño(a) adquiera una dirección y un
sentido, que luego podrá trascender y pasar de una generación a otra.
Estos hallazgos se relacionan con las capacidades parentales de los
adultos o cuidadores, se puede ver que la empatía es el elemento que
menos se refleja en los estilos educativos autoritarios y rígidos y tal
como lo sugiere la bibliografía consultada las raíces de la empatía se
encuentran en la más temprana infancia cuando los niños(as) han
conocido una historia de buenos tratos. A través de la empatía los
niños(as) integran que los sentimientos ajenos son diferentes a los
propios y así se vuelven más sensibles a las indicaciones que les
permiten conocer cuáles son realmente los sentimientos de los demás. A
partir de este logro, pueden comenzar a controlar sus impulsos. En
etapas posteriores de su desarrollo, si las condiciones familiares,
sociales y culturales lo han fomentado, entonces serán capaces de
percibir el malestar del otro, mas allá de la situación concreta y
comprender que hay situaciones o circunstancias que hacen sufrir a un

113
semejante, con lo cual se constituye la base del respeto por los que
son más vulnerables que él. También será sensible y responsable para
darse cuenta cuando sus comportamientos pueden ocasionar daño a alguien
que se encuentra en una situación de dependencia o de subordinación a
él.
En este estudio hay familias, madres, padres y cuidadores que han
logrado transmitir la empatía, el amor hacia los niños(as) y un sentido
de que sus hijos son valiosos. Estos padres aprendieron a responder a
las necesidades de sus hijos e hijas y han sido capaces de hacerlo
considerando que son múltiples y evolutivas, cambiantes con el tiempo,
otros cuidadores en cambio, no poseen lamentablemente las competencias
para ejercer una práctica parental adecuada y no han logrado que sus
hijos(as) desarrollen un buen vínculo de apego.

4.5.- Tercera Unidad de análisis: Aspectos que se consideran


importantes en relación con la crianza y protección de los niños(as) y
que se transmiten de manera transgeneracional.

Cada familia cuando nace un hijo (a) pone en marcha una serie de
practicas parentales para asegurar la crianza, protección y cuidados de
sus hijos(as). Estas prácticas están influenciadas por la cultura y el
contexto inmediato de la familia de origen y las redes sociales
primarias. Los padres, madres y cuidadores, van procurando satisfacer
diversas necesidades y al mismo tiempo preocupándose de velar porque
algunos aspectos se resguarden como prioritarios dentro de un momento
determinado de la historia familiar. Interesa conocer en esta
investigación cuales fueron los aspectos a los cuales cada familia les
imprimió una mayor relevancia para el desarrollo de sus hijos(as), de
qué se preocuparon especialmente durante la crianza de ellos, para
comprender de cierta forma la concepción que tenían de la infancia y de
los niños(a).
Se darán a conocer los aspectos que se consideraban importantes que se
relacionan con la crianza y protección de ellos cuando eran niñas,
niños(as) desde la perspectiva de sus cuidadores, para luego revisar
cual fue el legado transgeneracional que han recibido de sus padres o
cuidadores, que contiene las ideas más relevantes que comparten o han

114
hecho vida durante el período de vida adulta. Finalmente se muestran
los aspectos que cambiaría de su crianza para mejorar la protección y
el cuidado infantil.

4.5.1.- Categoría 1: Aspectos importantes con relación a la crianza y


protección de los niños.

Cuadro N° 7: Aspectos importantes para sus padres relacionados con el


cuidado y protección de los niños.

Familia 1
Madre Hija Nieta
 Que estén bien  El mudarme, que no esté  La disciplina y el orden.
limpiecitos, bien mojá, que esté sanita y  Que no me falte nada
fragantitos o bien que esté limpia. material.
lavaditos.  Darlos tetita, acostarlos  Los niños tenían que
 La disciplina. y limpiarlos. respetar a los adultos.
 Que los hijos se comporten  Miraban en menos los  De no salir más fuera de
y no tengan malas niños. la casa.
costumbres.

Familia 2
Madre Hija Nieta
 Tener mucha paciencia de  Tenían que alimentarnos  El cariño, lo más
partida. súper bien. importante para un niño es
 Yo creo que la salud de  Para ellos era importante contar con el amor y la
nosotros. la cercanía, de hablarse, aprobación de sus padres.
 La disciplina, pensaban de levantarse en la  En cuanto a educar,
que había que noche, de no pasárselo a hacerlo con cariño, con
disciplinarnos sin ser la nana. relajo, aprender a decir
sumamente estrictos ni  Era importante que había que no cuando hacen algo
tan cerrados. que darle amor a los malo.
 Que fuéramos buenos niños, había que darles
hermanos. compañía.
 En el aspecto afectivo era  Que los niños eran
algo normal querer a los importantes.
hijos.  Siempre nos distribuyeron
 las tareas.
Familia 3
Madre Hija Nieta
 Yo tuve una maternidad  Hábitos de comer y de  La disciplina era
bastante atormentada, limpieza. importante.
porque me sentí con  Criar hijas profesionales.  Creyó que con las cosas
responsabilidades que  Mi papa tuvo como mucho la materiales o dándonos una
tuve que afrontarlas. comunicación. educación buena suplía el
 Los hábitos.  La estimulación de la resto.
 Había más respeto. intelectualidad más que
 Espíritu de solidaridad, nada.
de lealtad de  Desarrollarme mas la
compañerismo. inteligencia intelectual
que emocional.

En la familia 1 los aspectos más importantes en relación con la crianza


y protección de los niños estuvieron relacionados con la satisfacción
de necesidades básicas como alimentación, la higiene adecuada, la

115
disciplina y la seguridad. Entre los aspectos que se relacionan con la
concepción de los niños(as) es que piensan que los niños no son
importantes y que debían ser respetuosos con los adultos.
Hay un énfasis en el aspecto de la sobre vivencia física de los
niños(as)y en las necesidades educativas. Desde la teoría revisada se
trata de necesidades sociales de estructura, el derecho de todo niño(a)
de aprender a comportarse de acuerdo con las normas sociales de su
cultura, pero también de rebelarse si las normas son injustas, porque
las normas culturales no son legítimas en sí mismas, sino que en la
medida que estén basadas en el respeto a la vida, a la integridad y
derechos de todos. Si embargo, no se satisfacen adecuadamente las
necesidades afectivas y a nivel de vivencia se traduce en que ellas
sienten que no fueron lo suficientemente amadas y agradables para los
adultos y estos sentimientos deterioraron su autoestima, el
autoconcepto y también la visión de mundo. Estas experiencias de alguna
manera les predisponen para dar por sentado que no son importantes
para sus cuidadores, que nadie podrá interesarse realmente por ellas ni
mucho menos llegar a quererles.
En la familia dos, en las tres generaciones hay coincidencia de que es
importante tener paciencia con los niños/as), brindarles amor,
aprobación y que los niños(as) son importantes. Coinciden con las demás
familias en que es importante la satisfacción de las necesidades
básicas y el cuidado de la salud, así como también la importancia de la
disciplina para estructurar el comportamiento de los niños. Lo
importante es que este aspecto educativo dicen que debe hacerse con
flexibilidad, con cariño y que se les debe inculcar la actitud de
ayudar en el orden del hogar. También resaltan la importancia de
brindarles compañía y estar disponibles para ellos.
En la familia 3 es importante inculcar a los niños(as) hábitos y
disciplina, es importante el respeto, la comunicación, estimular sus
habilidades intelectuales y que logren ser profesionales. La madre
reconoce que en esa época había más respeto, sin embargo lo que se
percibe es que el respeto se da desde los niños hacia sus padres y no
es recíproca pues en la relación adulto-niño(a) hay frecuentes signos
de autoritarismo, que en algunas familias se traducían en conductas
abusivas y maltratadotas.

116
En el aspecto relacionado con las necesidades cognitivas, en esta
familia, sin duda hay una valoración especial y un énfasis porque los
niños(as) desarrollen sus necesidades de estimulación, experimentación
y refuerzo. Lo señala la hija cuando reconoce que en su familia, uno de
los aspectos importantes en relación con la crianza y protección de los
niños era “la estimulación de la intelectualidad más que nada”. De
acuerdo a lo señalado por sus participantes, los adultos se preocupaban
de estimular la comunicación, el habla y el lenguaje, lo que facilita
el conocimiento y la comprensión del mundo que les rodea. Sin embargo,
las necesidades cognitivas de experimentación están fuertemente
vinculadas a las necesidades de apego en lo que se refiere al
establecimiento de la confianza básica para relacionarse con su medio
ambiente y quienes les rodean. Este aspecto estaría en parte
interferido por prácticas sobre protectoras y maltratantes de parte de
adultos que de acuerdo a lo descrito por las participantes, no les
brindaron confianza y por lo tanto aunque les estimularon sus órganos
sensoriales y funciones cognitivas como el habla, lenguaje, memoria,
pensamiento, etc., no disponían de ambientes de escucha mutua, respeto
y actitudes parentales de acogida y empatía que facilitara la
comunicación entre adultos y niños(as).
El otro aspecto que se considera importante en esta familia es el
reconocimiento de la hija en relación a que en su familia “se
preocuparon mucho de desarrollarme talvez la inteligencia más
intelectual que emocional”. Esto reafirma lo sugerido por los
investigadores del apego, respecto a que el ejercicio de la
parentalidad requiere tener suficiente inteligencia emocional. Es la
capacidad para manejar su mundo emocional y para lograrlo no basta con
reconocer sus emociones sino también canalizarlas constructivamente
mediante comportamientos y discursos respetuosos, porque dependiendo de
la forma en que el niño(a) es tratado por los adultos significativos
que le rodean, aprenderá a interactuar de una manera positiva y
respetuosa. Uno de los componentes de la inteligencia emocional que es
a la vez un recurso personal para el ejercicio de la parentalidad es
la empatía y en las dinámicas familiares de esta familia se percibe
que algunos adultos no la han desarrollado suficientemente.
Coincidentemente todas plantean que siempre les hablaron y les trataron

117
como adultas porque consideraban que ser niño(a) no significaba que
fueran deficientes. En este sentido hay un énfasis en la disciplina y
en que los niños(as) aprendan desde pequeños a comportarse, a
incorporar las normas y límites, que se cumplan con los horarios y no
permitir a los niños(as) actitudes excesivamente demandantes de
atención. Esto es concordante con el énfasis que según ellas pusieron
sus cuidadores en el logro de la autonomía. Esto se refiere a los
contenidos de los procesos educativos que es parte de la función
parental, dirigidos a brindar apoyo en los procesos de desarrollo y en
la exigencia de madurez. Los padres y cuidadores competentes son los
que en este aspecto ofrecen apoyo y retos para estimular los logros de
los niños(as). Pero es importante que en este trabajo educativo estén
presentes el reconocimiento y la gratificación, pues en ocasiones se
perciben comportamientos y discursos negligentes o que subestiman las
capacidades de los niños(as). La disciplina permite que el niño aprenda
a controlar los impulsos de sus comportamientos cuando se frustra o
cuando se producen transgresiones. Sin embargo este control se ejerce
de una manera educativa, donde los adultos facilitan espacios de
conversación o de reflexión sobre las vivencias emocionales y formas de
controlar los impulsos, o formas adecuadas de comportarse cuando se
producen transgresiones. Como todo proceso educativo debe estar mediado
por el ejercicio de una autoridad afectuosa caracterizada por la
empatía y la dominancia que se da en una estructura jerarquizada entre
padres e hijos(as). (Barudy, J; Dantagnan, M 2005), (López F, 1993).
En esta familia hay elementos que muestran características de una
parentalidad maltratante, donde la función educativa de control y apoyo
en el proceso de desarrollo se da en un contexto que mantiene actitudes
de rechazo, actos de violencia y abandono afectivo, lo que además
interfiere generalmente los procesos cognitivos que están intentando
estimular. Como la base de sus dificultades son los trastornos del
apego y de la empatía no se representan a sus hijos como sujetos con
necesidades propias y singulares y mucho menos como personas con
derechos. Por lo tanto aún cuando tienen las posibilidades materiales
para hacerlo no pueden entregar los nutrientes que sus hijos necesitan
especialmente los afectivos estables e incondicionales que faciliten el
tejido del vínculo de apego. (Cyrulnik, 2003).

118
4.5.2.- Categoría 2: Legado transgeneracional con relación al cuidado y
protección de los niños/as).

Cuadro N°8. Legado transgeneracional.

Familia 1.
Madre Hija Nieta
 De ser trabajadora, limpia  De mi padre que se  Yo hago lo mismo de mi
y ordenada. amurraba, yo me enojo no papi, la indiferencia.
 Yo no soy cariñosa, soy me pasa, y no digo lo que  Lo que me hicieron le hago
descariñá con mis hijos. me molesta. a mi hija pos, de no salir
 Yo no estuve con mis hijos  Heredé de mi madre que no fuera de la casa.
para darle el apoyo. soy abrazadora.  Yo no le pregunto a mi
 Yo no me preocupé nunca,  Yo nunca castigué a los hijo que te pasa, porque
pero yo llegaba cansada chicos. estas triste, nada.
de mi trabajo, llegaba  Heredé el estar atenta a  Soy muy mal genio con
con hambre y frío, los hijos. ellos.
entonces no estuve al  que no les falte nada,  No les digo palabras de
lado de ellos. darle cosas materiales, cariño.
apoyo y cariño.  Yo no castigo a mis hijos.
 Muy pa entro, muy reservá.
Familia 2
Madre Hija Nieta
 La protección hacia ellos.  El amor a los niños es  Tener un hogar seguro y
 El cariño y la confianza. algo heredado. acogedor.
 Enseñarlos bien, la  La paciencia con los  Tener sentido de familia,
educación. niños. de pertenencia.
 La paciencia.  De mi papá el poder pasar  Tener mucha paciencia.
 Tampoco fui golpeadora con toda una tarde con un  Ser muy cariñosa.
mis niños. niño sin sentir que estás  Poner horarios para
perdiendo el tiempo. dormir.
 Exigirles que sean
ordenadas, limpias con  Que también me gusta el
horario. diálogo.

Familia 3
Madre Hija Nieta
 Tener el hábito del  Estimulación del lenguaje.  Mi mama me manipulaba con
estudio.  El énfasis en que tu la plata, el efecto es que
 El orden y el respeto. tienes que ser autónomo. para mí la plata es poder.
 Tener hábitos de higiene.  Los horarios, no ser tan  No tengo hijos porque son
 Ser responsable. rigurosos ni tan libre un gasto.
 La protección de la salud. demanda.  A los niños chiquititos
 Que el niño esté en su uno tiene que hablarles,
cuna con sus juguetes y pero no andar haciendo
aprenda a entretenerse muecas o sonidos, porque
solito. los cabros no son taraos.
 Mi mamá gritaba y yo lo  Para mí es súper
heredé. importante la disciplina.
 La dependencia familiar.  Tienen que saber
comportarse.
 Enseñarles a hablar bien.

El legado transgeneracional se refiere a aquellas actitudes, conductas,


creencias y estilos de comportamientos que creen haber heredado de sus
figuras significativas en relación con el cuidado y protección de los
niños(as). (Fonagy Meter, 1999).

119
En la familia 1 reconocen haber heredado mayoritariamente rasgos o
conductas que se refieren a la manera de vincularse afectivamente con
los niños. Se refieren a la falta de expresión del afecto, tanto verbal
como físicamente, a la distancia afectiva y las dificultades tanto para
expresar de manera adecuada sus emociones como para comunicarse con sus
hijos(as). Reconocen que heredaron de sus familias el no castigar
físicamente a sus hijos(as) aun cuando en ocasiones los ignoraban o
mantenían actitudes de indiferencia y apatía. Otro aspecto se refiere
al abandono o conductas negligentes para cuidar de manera oportuna a
sus hijos, esto lo reconoce especialmente la madre quien aduce razones
laborales y de cansancio físico para no hacerlo. Ella señala que tuvo
una vida muy dura, que sufrió mucho en su niñez y adolescencia y
reconoce que nunca se preocupó de sus hijos(as) “porque yo llegaba
cansada de mi trabajo, llegaba con hambre y con frío, entonces yo nunca
estuve al lado de ellos”. Según lo que plantea, ella fue una niña que
se veía como un ser incapaz, sin valor, culpable del sufrimiento y de
lo que le pasaba a su madre, que era víctima de violencia conyugal. Que
muchas veces se sintió que tenía que proteger a su madre para que su
padre no la castigara. De acuerdo a la revisión teórica, estas madres
se sienten desvalorizadas, disminuidas, en ocasiones tienen
dificultades para madurar y diferenciarse de sus figuras parentales,
por lo tanto mantienen dinámicas que muchas veces son incompetentes.
Esto permite comprender la delegación total que hizo del cuidado de sus
hijos a sus padres, traspasando el rol y el ejercicio de sus funciones,
lo cual también es un indicador de que no asumió con autoridad su
responsabilidad como cuidador principal y optó por actuar como una
figura más bien pasiva, dejando a sus hijos muchas veces en situaciones
de desprotección.
En el ámbito personal y respecto de esta madre, es importante tener en
cuenta los efectos que tuvieron los malostratos de su infancia en el
desarrollo de su autoestima y como se transmiten sus incapacidades a
las generaciones siguientes. Ella, según reconoce no tuvo la capacidad
de reconocer las cualidades, el valor ni las capacidades de sus
hijos(as) porque a ella nadie se lo reconoció siendo niña, incluso cree
que era invisible y que nadie la veía. A nivel interno, no se aceptaba,

120
creía que era fea, sentía vergüenza de si misma y por esta razón tuvo
dificultades para vincularse con afectos positivos hacia sus hijos(as.
Lo importante es que esta familia pudo detener el proceso de
transmisión de la violencia y que fueron capaces de brindar mejores
condiciones de vida que las que tuvo la madre, a las generaciones
siguientes.
En la familia 3 coinciden las tres generaciones que es importante la
disciplina de los niños(as), el orden, el respeto, que sepan
comportarse, que siendo niños se aprendan a entretenerse solos y que
tengan buenos hábitos de estudio. También reconocen que en la forma de
comunicarse con los niños para educarlos o corregirlos ha existido la
tendencia a hablarles como adultos, no como niños y a gritarles. En el
ámbito de las relaciones también se ha heredado el mantener un cierto
grado de dependencia familiar, aun cuando se valora que los niños(as)
adquieran cada vez mayor autonomía.

La madre hace mención a una característica de la resiliencia, cuando


reconoce que algo valioso que heredó fue “la fuerza interior” dice
“porque otra cosa es que uno no puede ser como un pollito que todo lo
echa para abajo, es decir cada vez que uno se caiga debe saber
levantarse”. Ella lo define como espíritu de superación y refleja lo
importante que es para ella ser fuerte emocionalmente.

La nieta por su parte expresa “soy demasiado controlá y nunca por


ejemplo andar demostrando las cosas que me afectan…si hay algo que me
duele…me lo trago”. Cuando se refiere a la crianza de los niños(as)
dice “yo creo que uno tiene que preocuparse solo de los niños como
adultos chicos, pero exigirles en la medida de sus posibilidades, ahora
yo creo que yo voy a ser bien exigente”, “a mi me cargan los cabros
chicos mal criados y manipuladores, debe haber sido porque somos simil
de especie”, “no me gustan los cabros chicos así que lloran por todo”,
“yo mantendría la disciplina”. El contenido de estas ideas y creencias
pueden representar pérdidas afectivas tempranas que se traducen en
frialdad emocional, negación, desconfianza en sí mismos y en los demás,
lo que puede reproducirse posteriormente como trastornos del apego.

4.5.3.- Categoría 3: aspectos que cambiaría de su crianza con relación


al cuidado y protección de los niños(as).

121
Cuadro N° 9: Aspectos de su cuidado y protección que cambiaría.

Familia 1
Madre Hija Nieta
 le daría harto apoyo a mis  No darles un jarro con  Yo cambiaría de darles mas
hijos. harina con murra a mis cariño a mis hijos.
 Les daría harto amor, con hijos, que participaran  Me gustaría que me den más
caricias, abrazándolos, con las visitas. tiempo para poder
besándolos, peinándolos,  Sería más comunicativa. conversar, para sentarme y
dándoles de todo.  Más contacto, mas preguntarme que me pasa,
 Yo le tendría más abrazadora. que deseaba hacer.
confianza.  Criaría mejor a mis  Que me acostumbraran a
 Le daría aceptación. hijos(as) con más cariño. acostarme mas temprano.
 Mas dedicación a ellos, a
estar mas pendiente de
ellos, corregirlos y
darles disciplina.

Familia 2
Madre Hija Nieta
 Me preocuparía de que  Le habría dado más boleto  Falto con nosotros el
hubiera terminado mis a esa guagua en orden y ayudar en las
estudios. potenciarla, creo que esa tareas de la casa.
guagua podía mucho más.  Mi papá es explosivo y
 Le habría dado más puede decir cosas
seguridad, porque en mi hirientes cuando se enoja
adolescencia noté eso yo sé que no lo haría
falencias. con mis hijos.
 Que conozcan mas a su
papá.

Familia 3.
Madre Hija Nieta
 Lo ideal es que los hijos  Dejaría turnos para estar  No darme tantas
estén con sus padres, mas presente en todo este responsabilidades siendo
pero no siempre es proceso y que no me niña, todos me exigían no
posible. arrebataran este derecho me dejaron ser niña.
que yo tengo a criar como  No tratarme como adulto no
yo quiero. siéndolo.
 Cortar el cordón umbilical  Darle un hogar estable.
con más comunicación.  Mas involucramiento de mi
 Sería más de piel, mas mamá en la parte
presente de tocar, estudiantil.
acariciar, con mas  Mas presencia.
seguridad.
 Crear un canal de
 Entendí que la vida tiene comunicación para contar
de dulce y de agria y que mis problemas.
tienes que probar lo
 Que no sea un problema que
agria para poder
yo tenga problemas.
disfrutar lo dulce.
 Es deber de los padres
educar, no podís sacárselo
en cara a los hijos.

Para construir esta categoría se les pidió a las entrevistadas, que


pensaran en ellas cuando eran niñas, con la experiencia que ahora
tenían y revisen qué aspectos habrían mejorado o, si ahora fueran

122
madres, cambiarían de su infancia para que sus experiencias infantiles
sean mas sanas, protegidas y felices. Sus respuestas reflejan en parte,
las reflexiones que se fueron generando paulatinamente en el transcurso
del diálogo, cuando revisaban y recordaban sus experiencias
infantiles. Otras situaciones las habían hecho conscientes mucho antes
de la entrevista, especialmente cuando tuvieron hijos(as) y
reconsideraron el trato recibido cuando niña, los sentimientos de
aceptación que experimentaron y con el aporte de los aprendizajes
recibidos de sus esposos y la familia paterna de sus hijos(as).
Las figuras de la primera familia señalan que se darían mas tiempo para
estar con sus hijos(as), que les demostrarían el afecto, se permitirían
demostrar mas abiertamente sus sentimientos, diciéndoles que los
amaban, que eran personas importantes y brindándoles no sólo los bienes
materiales o satisfacción de necesidades básicas sino también a través
del contacto afectivo como abrazos, besos y caricias. También
mejorarían el trato que le dieron a los niños(as), esto lo hacen a
través del reconocimiento de prácticas que los ignoraban o les enviaban
mensajes de rechazo, cuando llegaban visitas al hogar familiar. La hija
de esta familia comparte que ella sufrió mucho por esta actitud de sus
abuelos y cuidadores y que se propuso como madre incluir a sus hijos
siempre en todos los espacios de convivencia familiar o social y darles
el mismo trato que se les daba a las visitas. Tiempo y cariño pareciera
ser en esta familia la principal crítica que sus miembros le hacen a la
forma de estar y de ver a los niños(as).
En la segunda familia mencionan que estimularían más el aspecto
intelectual de sus hijos(as), les brindarían mayores oportunidades para
desarrollar sus potencialidades cognitivas, seguridad personal y les
pondrían un mayor nivel de exigencia para colaborar en las tareas
domésticas del hogar. Esto indica que sienten que ciertas necesidades
cognitivas no fueron satisfechas suficientemente y que a juicio de las
entrevistadas, les habrían permitido un mejor desarrollo de su
seguridad y acceder a otros logros profesionales y artísticos que
creen eran necesarios. El aspecto relacionado con la colaboración en
las tareas domésticas seguramente está asociado al hecho de que en esta
familia siempre tuvieron acceso a personal de servicio doméstico para
el cuidado del hogar y de los quehaceres domésticos, lo que sin duda

123
también es un aspecto importante, especialmente si se considera que
cada vez es más difícil desde el punto de vista económico, el financiar
el gasto de asesora de hogar. Este aspecto que mencionan tiene desde el
punto de vista educativo y de la responsabilidad, una gran importancia
porque representa en parte la disposición de los integrantes de una
familia, de acuerdo a la edad y capacidad, para colaborar en forma
conjunta en algunas tareas del hogar y así ser partícipes del cuidado
de su ambiente inmediato, aprender a desempeñar tareas entre padres e
hijos(as), ser solidarios en prestarse colaboración entre sí y a su vez
ir desarrollando destrezas que siempre serán útiles y necesarias en la
vida de adultos. Estos contenidos educativos debieran entonces ser
mostrados por los adultos tanto a niños como a niñas, pues por lo
general las tareas del hogar se comparten fundamentalmente con las
niñas y los niños por lo general son marginados de tales
responsabilidades.
En general si se analizan, de acuerdo a lo sugerido teóricamente, las
diferentes características del vínculo de apego se aprecia que en esta
familia, aún cuando existen aspectos que a juicio de sus integrantes,
habría que mejorar, se puede señalar que los adultos o cuidadores
lograron desarrollar un vínculo afectivo de tipo protector en la
mayoría de las personas entrevistadas.
La tercera familia cuando se refiere a los aspectos que cambiaría
respecto al cuidado y protección de los niños señala que destinarían
mas tiempo para estar con ellos y expresarles el afecto a través de
caricias, cercanía física y contacto físico.
Les gustaría cambiar que los niños(as) sean tratados como niños(as) y
no como adultos, facilitándoles experiencias educativas adecuadas para
su edad. Mejorarían la comunicación, ofrecerían espacios de mayor
estabilidad familiar y asumirían su función educativa con más
responsabilidad aceptando que es tarea de los padres cuidarlos,
protegerlos y educarlos.
Como se puede apreciar, en la mayoría de las familias entrevistadas hay
coincidencia en que algunos adultos actuaron de manera incompetente a
través de prácticas parentales inadecuadas, abusivas, negligentes o
abandonadoras, lo cual tuvo importantes efectos en su desarrollo
posterior y específicamente en el desarrollo del vínculo con sus crías.

124
Aquellas que sintieron que sus padres y cuidadores les valoraban,
respetaban y querían incondicionalmente, están de acuerdo en señalar
que aprendieron a ser adultos más apegados, alegres, abiertos,
respetuosos y en ellas prevalecen características relacionadas con
vínculos de apego seguro.
Las mujeres que mayores dificultades tuvieron para desarrollar un
vínculo de apego de tipo protector o seguro, en algunos casos, contaron
con el apoyo del padre y/o de la familia extendida especialmente
abuelas y tías, lo que sin duda representó un factor protector para el
tejido del vínculo, sin embargo, los efectos negativos en algunos
aspectos son evidentes y hay claras señales de que sus hijos(as)
desarrollaron estilos de apego inseguro de tipo evitativo.
Por otra parte, si bien se reconoce el indudable aporte que hicieron
los integrantes de la familia extensa en el cuidado y protección de los
niños(as), colaborar no implica que tengan que asumir roles que le
competen a los padres. Sin embargo, es difícil lograr la diferenciación
de roles cuando aún se mantienen lazos de dependencia afectiva con los
propios padres y el resultado puede ser que los límites sean difusos y
los niños(as) queden sin dirección y protección.
El ejercicio del rol de madre tiene un impacto importante en la vida de
los niños(as) sin embargo, para algunas madres este desafío es
percibido como algo que sobrepasa las capacidades y las fuerzas físicas
y emocionales. Algunas intentaron enfrentar la tarea tratando de ser
fuertes y autónomas, pero no lograron ser empáticas y seguras e
ignoraron el sufrimiento de sus hijas. Pareciera un desafío muy
complejo y difícil de lograr. El involucramiento del padre y de la
madre es un imperativo, independientemente al tipo de familia que
constituyan y pareciera que está en proceso el encontrar la forma de
asumirlo sin que les implique conflicto de intereses, entre los
distintos roles que cada uno está asumiendo. Talvez lo importante sea
coincidir en que los niños y niñas necesitan tiempo para estar con sus
cuidadores, necesitan cuidados e involucramiento de ambos padres y en
un ambiente donde sean considerados con amor y respeto.
5.- CONCLUSIONES.

Independientemente a las diferentes tipificaciones de familias y a las


distintas épocas y expectativas del medio, la familia tiene un papel

125
central en la protección de los hijos(as) y sólo los adultos son los
responsables de crear contextos sociales y culturales que impiden o
entorpecen el ejercicio de la capacidad biológica y social de ser
padres. La llegada de los hijos(as) plantea al sistema familiar, mayor
demanda de tiempo, disponibilidad, flexibilidad, cuidados oportunos,
protección y educación. El ejercicio de esta función, implica asumir
determinados roles para garantizar el bienestar y el buen trato hacia
los niños(as). Aunque en lo cotidiano muchos padres reconozcan “no nos
enseñaron a ser padres”, en la práctica se constata que las formas de
proveer estos cuidados muchas veces está influida por lo que han
transmitido los padres o cuidadores a sus hijos(as), lo que no implica
un determinismo, sino un factor que es importante tener en cuenta a la
hora de buscar estrategias de enfrentamiento para optimizar el
desarrollo infantil.
Los objetivos del estudio fueron analizar el vínculo de apego a través
de ciertas características expresadas en el transcurso de tres
generaciones de un grupo familiar, señalar las prácticas parentales y
creencias más importantes que se han transmitido intergeneracionalmente
respecto a la crianza y protección de los niños y verificar si existían
diferencias significativas entre la calidad del proceso de vinculación
y la escolaridad de la familia, tomando como referencia el nivel
educacional de las Madres.
Respecto al primer objetivo, en este estudio se muestra que algunas
familias han tenido dificultades para enfrentar esta etapa del proceso
evolutivo en forma adecuada y sus descendientes crecieron a cargo de
adultos que ejercieron las funciones parentales de manera agresiva,
negligente o incompetente. Algunas mujeres, a partir de estas
experiencias traumáticas, desarrollaron recursos resilientes y cuando
fueron madres estuvieron conscientes de que sus padres les hicieron
daño cuando niñas y por lo tanto intentaron evitar el mismo
sufrimiento a sus hijos(as). En otros casos, estas relaciones con sus
padres se idealizaron o se consideraron normales negando el daño que
les hicieron o justificando sus actuaciones por diferentes razones
sociales, laborales, económicas u otras, lo que lamentablemente aumenta
la posibilidad que estos estilos se mantengan y se reproduzcan los
trastornos del apego en las generaciones futuras.

126
Dentro de este contexto, se recogen testimonios de niñas(as) que
estuvieron expuestas a situaciones de estrés y vulnerabilidad durante
su infancia y sin embargo, gracias al apoyo de figuras cercanas, como
tías(os), abuelas o hermanas(os) mayores, se transformaron en adultos
capaces de proteger y cuidar adecuadamente a sus hijos(as).
Esto significa que los padres si son apoyados, guiados u orientados,
pueden desarrollar competencias y habilidades para ejercer
adecuadamente la parentalidad si es que han tenido experiencias
negativas durante sus propios procesos de apego. Sin embargo, para
lograrlo algunos necesitan reparar y elaborar sus propias experiencias
dolorosas.
En estos casos se comprueba lo que muchos estudios sobre salud mental
infantil sugieren sobre la importancia de una familiaridad sana para el
desarrollo de recursos resilientes, porque permiten a los niños(as)
hacer frente a los desafíos de su crecimiento, incluyendo las
experiencias adversas que les toca vivir.
La investigación permite corroborar que la capacidad del adulto para
apegarse no sólo depende de sus potencialidades biológicas, sino de sus
propias experiencias de apego y de su historia de vida. En los casos
estudiados se puede apreciar que en el proceso de apego influyeron
aspectos tales como condiciones económicas, sociales, educacionales,
geográficas, la edad de los padres, las características de género,
problemas de discriminación social, la estabilidad de la pareja, etc.
Sin embargo, lo que influye de manera más significativa son las
visiones y valoraciones que los adultos tienen de los niños(as). Se
constata que las ideas y concepciones que tenían los adultos de los
niños(as) influyeron en la forma en que les trataron en su infancia y
que mientras en algunas familias existió coincidencia en que los niños
eran importantes, en cambio en la mayoría, no eran valorados o eran
considerados como adultos pequeños.
Cyrulnik (2003) afirma que una alteración metabólica es con frecuencia
más fácil de corregir que un prejuicio y es lo que se verificó en
varias familias en que hubo discriminación social hacia uno de los
padres por su condición socioeconómica e incluso por el lugar
geográfico de donde provenía. Esto provocó graves conflictos que
influyeron de manera muy significativa en el desarrollo del vínculo de

127
apego hacia sus crías. Es por ello que adquiere mayor sentido la
urgencia de avanzar en el ámbito educativo.
Se corrobora que hay una relación directa entre valoración positiva y
respeto hacia los niños(as) y prácticas parentales bientratantes.
Desde el punto de vista del contexto social y familiar, se logra
confirmar que en estos procesos es fundamental contar con redes de
apoyo que faciliten la tarea parental y brinden recursos afectivos,
contención emocional, sostén social y apoyo educativo para cumplir con
tan importante desafío. Sin embargo es necesario tener claro que los
primeros responsables del cuidado infantil son los padres o adultos
cuidadores y no otros niños (as) o el personal de servicio doméstico.
En cuanto al desarrollo del apego, en esta investigación se ha podido
constatar que algunas mujeres muestran evidencias de haber crecido a
cargo de madres que tenían las características asociadas al estilo
evitativo. Sin embargo, aseguran que la presencia de un padre
disponible, nutritivo, cálido y acogedor les brindó la posibilidad de
sentirse amadas y valoradas.
Se recoge en este sentido la pertinencia de lo planteado por Barudy
(2005) y Cyrulnik (2003), en el sentido de que la presencia de por lo
menos un progenitor que asegure una parentalidad competente y que
proporcione afecto a sus hijos es un factor de resiliencia. Esto
reafirma el papel de los padres y cuidadores como fuente necesaria de
los buenos tratos a sus hijos(as), a pesar de las dificultades y de las
experiencias traumáticas vividas.
Se confirma también lo planteado por Cyrulnik (2003) en relación a la
importancia de las guías o tutores de resiliencia, en el sentido de que
cuando la ausencia o incompetencia de alguna de las figuras protectoras
o la existencia de experiencias traumáticas infantiles hacen prever un
desastre en el desarrollo infantil, surgen figuras nutritivas que
pueden transformar estos eventos en nuevos recursos personales para el
niño(a).
Es un planteamiento que incentiva, que propone que a pesar de las
condiciones adversas, los recursos personales y familiares pueden abrir
nuevas posibilidades de desarrollo humano.
En este estudio se reconoce la importancia del desarrollo de un apego
seguro para el buen desenvolvimiento durante la vida de cada una de las

128
personas. El papel de las figuras de apego, la conciencia del cuidado y
responsabilidad que ellas tienen nos recalca la trascendencia de los
vínculos desde la etapa prenatal.
Respecto a cuáles han sido las figuras de apego más significativas
para las entrevistadas, ellas reconocen como tal en primer lugar a sus
papas, a las abuelas paternas, maternas y en menor proporción ambos
padres.
Se confirma también que los diferentes trastornos del apego generan en
la niñez temprana, adolescencia y adultez estilos de relación afectiva,
distantes, agresivos o provocadores o con estrategias de protección, de
evitación social, acompañado de diversos problemas de integración y
desempeño social y/o escolar.
Entre los factores de índole emocional, algunas mujeres entrevistadas
reconocieron que sus madres tenían dificultades para expresar y modular
sus emociones, recordando que ellas eran explosivas, ansiosas, hostiles
o agresivas. La mayoría de estas madres ejercieron violencia hacia sus
hijos(as) o utilizaron estilos maltratantes. En ellas se perciben
trastornos especialmente de la empatía y en la capacidad de sintonizar
con las necesidades de sus hijos(as).
En relación al segundo objetivo que se refiere a las prácticas
parentales y creencias más importantes que se han transmitido
intergeneracionalmente respecto a la crianza y protección de los niños,
las diferentes fuentes teóricas revisadas y la experiencia recogida a
través de los testimonios de las familias estudiadas, muestra que los
modelos de crianza de los padres hacia sus hijos están de una forma
significativa influidos por la percepción que éstos tienen de sus
propias experiencias de apego, así como de los buenos o malos tratos
que conocieron en su infancia.
Se corrobora que los modelos de crianza son aprendidos, la manera de
responder a las demandas de cuidados de un hijo(a), de protegerlos y
educarles, se transmiten de generación en generación desde la familia
de origen y también en las redes sociales primarias. En este aspecto,
hay concordancia entre los adultos entrevistados que los niños (as)
necesitan ser protegidos y satisfechas sus necesidades biológicas, de
educación, control y disciplina. Pero muy pocas centran su atención de

129
manera conciente en la satisfacción de necesidades psicológicas y
afectivas.
Quienes reconocen que lo más importante en el cumplimiento de la tarea
parental es el afecto, la paciencia y el respeto, son las que
manifiestan mayor éxito en el proceso de vinculación.
Mientras que aquellas familias que consideran importante que los niños
(as) se transformen en personas sanas, autónomas, responsables y
trabajadoras han tenido mayores dificultades para vincularse.
Se destaca la estrecha relación que existe entre los estilos de apego y
las relaciones interpersonales que se desarrollan a lo largo de la
vida. En este aspecto, las mujeres que crecieron a cargo de adultos que
ejercieron la parentalidad de manera maltratante, reconocen que esto
les afectó en el ámbito de sus habilidades sociales, de sus relaciones
de pareja y quienes han sido madres, en la manera de relacionarse con
sus propios hijos(as), repitiendo muchas veces los modelos y las formas
de tratarlos.
Con relación a las diferencias que se esperaba encontrar a partir de
las distintos niveles de escolaridad de la abuela o de los padres y
madres, se puede señalar que la escolaridad de los cuidadores no fue en
este estudio un factor determinante para asegurar la calidad del
vínculo de apego, pues las familias que tienen niveles superiores de
escolarización, no todas desarrollaron vínculos de apego seguro hacia
sus hijos y algunos adultos a pesar de tener conocimientos, preparación
y capacidades intelectuales, ejercieron algunas funciones de la
parentalidad de manera incompetente. De manera que las diferencias se
manifestaron más bien respecto del tipo de vinculación afectiva
desarrollada en sus infancias y con la capacidad empática de las madres
y figuras significativas. Aquellas personas cuyos padres desarrollaron
en su niñez una vinculación de tipo protector, son quienes tienen las
características asociadas al apego seguro. En cambio quienes fueron
cuidados por adultos que tenían dificultades para actuar en forma
competente desarrollaron trastornos del apego de tipo ansioso
evitativo.
Este estudio sugeriría entonces que las instancias que trabajan o se
relacionan con niños(as), familias o con padres que presentan algún
grado de incompetencia parental y como consecuencia, dañan a sus hijos,

130
debieran desarrollar, programas educativos que promuevan el desarrollo
de vínculos seguros, diseñar estrategias preventivas a nivel
comunitario, educacional o de salud, como también generar espacios para
evaluar las necesidades especiales de los niños(as) dañados por estas
incompetencias y por otro lado para rehabilitar las competencias
parentales cuando corresponda.
Otra de las conclusiones de este estudio y que emerge de la
investigación es lo relacionado con la percepción que tienen las
mujeres del trabajo de ser madres o de estar a cargo del cuidado de sus
hijos o del hogar. La gran mayoría no reconoce el trabajo que llevan a
cabo y a menudo se sienten incapaces de describirlo, muchas se quejan
del cansancio extremo, de la ansiedad, de haberse sentido muy solas,
de la falta de comprensión y apoyo social ante esa tarea prodigiosa que
estuvieron ejecutando. Porque en ese tiempo ellas estuvieron
relacionándose con sus hijos y talvez esa relación invisible es la que
quizás les parezca que “no hacen nada más” que estar en casa. Al mismo
tiempo, aquellas madres que debieron salir a trabajar fuera del hogar,
compartieron también su dolorosa sensación de “fracaso”, de haber sido
criticadas, discriminadas, sobre exigidas y viviendo la maternidad de
manera conflictiva, lo que refleja la tensión que muchas mujeres han
enfrentado en sus proyectos de vida intentando conciliar varios roles
al mismo tiempo. En este sentido, se podría afirmar que en estas
mujeres el trabajo, la relación de pareja y la búsqueda personal fueron
aspectos de gran importancia y que en cierta forma compitieron con la
maternidad porque ellas ya no se identificaron exclusivamente con el
rol de reproductora y socializadora. Sin duda la maternidad ha variado
mucho según el tiempo y la cultura, sin embargo una mujer que cuida a
su hijo(a) está haciendo algo.

7.- RESUMEN

Esta investigación tuvo por finalidad analizar el vínculo de apego en


el transcurso de tres generaciones. Se estudiaron tres familias y en
cada una de ellas participó la madre, la hija y la nieta. En total

131
participaron nueve mujeres provenientes de las comunas de Valdivia, Río
Bueno y Lago Ranco.
El objetivo del estudio es analizar el vínculo de apego a través de
ciertas características expresadas en las diferentes generaciones de un
grupo familiar y señalar las actitudes y prácticas parentales que se
relacionan con la crianza y protección de los niños que se transmiten
de manera intergeneracional.
El método de investigación es de carácter cualitativo pues interesa
profundizar en los casos estudiados. Por ello la limitante de este
estudio es que los resultados se circunscriben a lo descrito por las
participantes de las tres familias estudiadas. Aún así, sus hallazgos
permiten obtener una orientación a cerca de los procesos de vinculación
afectiva, los contextos en que se produjeron los procesos de apego y
la percepción que tienen familias de distintos niveles sociales y
educacionales.
Los resultados de la investigación permiten corroborar lo planteado por
los teóricos del apego, que la capacidad del adulto para apegarse no
sólo depende de sus potencialidades biológicas, sino de sus propias
experiencias de apego y de su historia de vida. Se confirma que los
modelos de crianza de los padres hacia sus hijos están de una forma
significativa influidos por la percepción que éstos tienen de sus
propias experiencias de apego, así como de los buenos o malos tratos
que conocieron en su infancia.
El apego es comprendido como el vínculo que se establece entre el
niño(a) y sus padres o cuidadores a través de un proceso relacional que
para el bebé es primeramente sensorial durante la vida intrauterina
pero que luego de ocurrido el nacimiento, rápidamente se impregna según
la reacción afectiva del adulto, que puede ser positiva o negativa
según los contextos y las experiencias de vida, sobre todo infantiles,
de la madre y secundariamente del padre.
Para que este proceso de desarrolle de manera sana es necesario que el
niño(a) disponga a su alrededor de adultos o figuras significativas
competentes que dispongan de capacidades y habilidades que les permita
cumplir con unas funciones básicas.
En este estudio se muestra que algunas familias han tenido dificultades
para enfrentar esta etapa del proceso evolutivo en forma adecuada y sus

132
descendientes crecieron a cargo de adultos que ejercieron las funciones
parentales de manera agresiva, negligente o incompetente. Algunas
mujeres cuando fueron madres estuvieron conscientes de que sus padres
les hicieron daño cuando niñas y por lo tanto intentaron evitar el
mismo sufrimiento a sus hijos(as). En otros casos, estas relaciones con
sus padres se idealizan o se consideran normales negando el daño que
les hicieron o justificando sus actuaciones por diferentes razones
sociales, laborales, económicas u otras, lo que lamentablemente aumenta
la posibilidad que estos estilos se mantengan y se reproduzcan los
trastornos del apego en las generaciones futuras.
Estos hallazgos permiten corroborar lo que los expertos han señalado
que existe una importante relación entre trastornos del apego e
incompetencia conyugal y parental y que los padres que producen este
tipo de parentalidad se vinculan con sus hijos(as) en un modelo
afectivo de apego inseguro.
Las tres familias se clasificaron de acuerdo al nivel de escolaridad de
la abuela, la primera familia tenía una abuela con escolaridad básica
incompleta, la segunda familia tenía una abuela con enseñanza media
incompleta y en la tercera la abuela tenía un nivel de educación
superior o universitaria.
Interesaba conocer si existía relación entre la calidad del vínculo de
apego y el nivel de escolaridad de los adultos significativos o
cuidadores. En la investigación se compararon los niveles educacionales
de todas las madres o cuidadores y se relacionaron con las
características de los vínculos de apego. No se logró establecer que la
baja escolarización de los cuidadores fuera un factor determinante para
asegurar la calidad del vínculo de apego. En cambio se verificó que
algunas de las madres entrevistadas fueron cuidadas en sus infancias,
por madres, padres o cuidadores con estudios universitarios o
superiores, cuyas relaciones con sus hijos(as) fueron una combinación
de angustia, hostilidad, expresadas en actitudes y conductas
negligentes, violentas o abusivas. Estos adultos a pesar de tener
conocimientos, preparación y capacidades intelectuales, ejercieron
algunas funciones de la parentalidad de manera incompetente o con
prácticas parentales maltratadoras y sus hijas desarrollaron trastornos
del apego de tipo ansioso evitativo.

133
Las diferencias de las características en los estilos de apego se
manifestaron mas bien respecto del tipo de vinculación afectiva
desarrollada en sus infancias y con la capacidad empática de las madres
y figuras significativas. Aquellas personas cuyos padres o cuidadores
desarrollaron en su niñez una vinculación de tipo protector, tienen las
características asociadas al apego seguro y reconocen que sus padres
fueron en su mayoría personas comunicativas, con capacidad para
expresarles el afecto de manera permanente, fueron empáticas,
pacientes, les transmitieron sensaciones de apoyo incondicional y
además respetaban y valoraban a los niños(as).
Este estudio sugeriría entonces que las instancias que trabajan o se
relacionan con niños(as), familias o con padres que no poseen las
competencias parentales y como consecuencia, dañan a sus hijos,
debieran desarrollar, programas educativos que promuevan el desarrollo
de vínculos seguros, diseñar estrategias preventivas a nivel
comunitario, educacional o de salud, como también generar espacios para
evaluar las necesidades especiales de los niños(as) dañados por estas
incompetencias y por otro lado para rehabilitar las competencias
parentales cuando corresponda.
Se plantea el desafío de aportar de esta manera al logro de un mundo
mejor, con prácticas respetuosas y sin violencia para los niños y
niñas.

134
7. - SUMMARY.
This investigation aimed to analyze the attachment bonding along
three generations. Three families were studied and in each one of them,
three members participated: the mother, the daughter and the
granddaughter.
Altogether, nine women participated from the locations of Valdivia,
Bueno River and Ranco Lake. The objective of the study was to analyze
the attachment bonding expressed through certain characteristics in the
different generations from a familiar group, and to indicate the
attitudes and parental practices that are related to the raising and
the protection of children who are born in an intergenerational way.
The investigation method was of qualitative character because it needed
to deepen in each case. For that reason, the limiting of this study is
that the results are confined to the facts described by the
participants from the three studied families. Even so, their findings
allow to obtain a sense of the processes of affective entailment, the
contexts in which the attachment processes took place, and the
perception that families from different social and educational levels
have.
The results of this investigation allow to corroborate what has already
been proposed by the theoreticians of the attachment phenomenon, in
that the capacity of the adult to become attached itself, not only
depends on its biological potentialities, but also on its own
experiences of attachment and its own history of life.
It is confirmed that the raising models that parents apply towards
their children, are significantly influenced by the perception that
they have of their own experiences of attachment, as well as of the
quality of the cares that they received in their childhood. The
attachment is understood as the bond that is established between the
son and its parents or caretakers through a relational process. For the
baby is firstly sensorial –like during the intrauterine life but after
birth, it is quickly influenced according to the affective approach of
the adult. This can be positive or negative, according to the contexts
and the experiences of life of the mother and secondarily of the
father, mainly during their infancy.

135
In order for this process to develop in a healthy way, is necessary for
the infant to be surrounded by significantly competent adults or
figures, who have the capacities and abilities that allow them to
fulfill basic parental functions.
This study shows that some families have had difficulties to face this
stage of the evolutionary process in a suitable manner, and that its
descendants became in charge of adults who exerted the parental
functions in an aggressive, negligent or incompetent way. Some women
were conscious that their parents damaged them when they were young and
therefore, they tried to avoid the same suffering to their children
when they became mothers. In other cases, the relationships with their
parents were idealized or considered normal, denying the damage that
they inflicted to them, and justifying their performances with
different reasons, such as work, economic status or others.
Unfortunately, this favors the possibility these attachment styles to
persist over time, and the upheavals of the attachment to continue in
the future generations. These findings corroborate what the experts in
this field have already indicated, that exists an important
relationship between upheavals of the attachment and the conjugal and
parental competency, and that the parents who produce this type of
parenteality bond with their children, establish an affective model of
insecure attachment.
The three families were classified according to the level of study of
the grandmother. The first family had a grandmother with incomplete
basic level studies, the second family had a grandmother with
incomplete second level education and in the third grandmother had
superior or university education. It interested to find out if a
relationship existed between the quality of the attachment bond and the
level of education of the significant adults or caretakers. In this
investigation, the educational levels of all the mothers or caretakers
were compared and were related to the characteristics of the attachment
bonds. It could not be established that the low level of education of
the caretakers is a determining factor to assure the quality the
attachment bond. However, it was verified that some of the interviewed
mothers were taken care of in their childhoods, by mothers, parents or
caretakers with university or superior studies, whose relationship to

136
their children was a combination of anguish and hostility, expressed in
violent or abusive attitudes and negligent conducts. These adults, in
spite of having intellectual knowledge, preparation and capacities,
exerted some of their parental functions in an incompetent or abussive
ways. Their daughters developed upheavals of attachment of the avoiding
and anxious type.
The differences in the characteristics of the attachment styles were
related to the type of affective entailment that was developed in their
childhoods and with the emphatic capacity of the mothers and the
significant figures as well.
Those people whose parents or caretakers established with them a
protective type of entailment during their childhood, have the
characteristics associated to the safe attachment and recognize that
their parents were in their majority communicative people, with the
capacity to express love to them in a permanent way, they were
emphatic, patient, and transmitted them feelings of unconditional
support. In addition they respected and they valued their children.
This study suggests that the authorities that work with children,
families or with parents whose parental competitions damage they
children, should develop educational programs that promote the
development of safe bonds, with the aim to design preventive strategies
at a communitarian, educational or health level, generating spaces to
evaluate the special necessities of children damaged by these
incompetences and to rehabilitate the respective parental competitions
when it corresponds.
This raises the challenge to contribute in this way to the development
of a better world, with respectful practices and without violence for
the children.

137
8.- BIBLIOGRAFIA.

Abengózar, M. (2005). Desarrollo Familiar y Relaciones


Intergeneracionales. Facultad Psicología Evolutiva y de la Educación.
Universidad de Valencia. España.
Aizpuru, A. (1994). La teoría del apego y su relación con el niño
maltratado. Psicología Iberoamericana, 2, 1, 37-44.
Ainsworth, M. (1978) El vínculo entre la madre y el bebé: la
socialización como producto de la responsabilidad recíproca a las
señales.
Barudy, J.(1998) El dolor invisible de la infancia. Una lectura
ecosistémica del maltrato infantil. Editorial: Paidós Ibérica, S.A.
Barcelona.
Barudy J. y Dantagnan M. (2005) Los buenos tratos a la infancia.
Parentalidad, apego y resiliencia. Editorial: Gedisa, S.A. Barcelona.
Barudy J. (2005) Guía de valoración de las competencias parentales a
través de la observación participante. IFIV.
Benoliel, J.Q. (1984). Advancing nursing science: Qualitative
approaches. Western Journal of Nursing Research, 6, 1-8.
Bandura, Albert,(1982) Teoría del aprendizaje social. Ediciones Espasa-
calpe, Madrid, España.
Blumer, H. (1982). El Interaccionismo Simbólico. Perspectiva y método.
Barcelona: Hora, 1982. (Edición original en inglés 1969).
Bourbeau, L., Diehl, M., Elnick, A. & Labouvie-Vief, G. (1998). Adult
attachment styles: Their relations to family context and personality.
Journal of personality and social psychology, 74, 6, 1656-1669.
Bowlby, J. (1973). Attachment and Loss, vol II. Separation: Anxiey and
anger, Nueva York, Basic Books.
Bowlby, J.(1969/1982). Attachment and Loss. Vol I Attachment. London:
The Hogarth Press.
Bowlby, J (1997). La pérdida afectiva: tristeza y depresión. Barcelona.
Paidós.
Bowlby, J (1998). El apego y la pérdida 1: el apego. Barcelona. Paidós.
Bowlby, J (1998). El apego y la pérdida 2: la separación. Barcelona.
Paidós.

138
Briones, G. 1990, Métodos y Técnicas Avanzadas de Investigación
Aplicada a la Educación y a las Ciencias Sociales. Módulo 2. En
Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación. Curso de
Educación a distancia. Santiago, Chile.
Cyrulnik, B. (2003) Los patitos feos. La resiliencia: Una infancia
infeliz no determina la vida. Editorial: Gedisa, S.A. Barcelona.
Goleman, D., (1996) La inteligencia emocional. Editorial Javier Vergara
Editor. Buenos Aires. Argentina.
Erickson, F. (1989). "Métodos cualitativos de investigación sobre la
enseñanza". En M. C. Wittrock (comp.), La Investigación sobre la
enseñanza. II, Métodos cualitativos y de observación. Barcelona:
Paidós.
Fonagy Peter. (1999). Persistencias transgeneracionales del apego: una
nueva teoría.
Feeney, B. & Kirkpatrick, L. (1996). Effects of adult attachment and
presence of romantic partners on physiological responses to stress.
Journal of personality and social psychology, 70, 2. 255-270.
Griffin, D. & Bartholomew, K. (1994). Models of the self and other:
Fundamental dimensions underlying measures of adult attachment. Journal
of personality and social psychology, 67, 3, 430-445.
Kotliarenco, M. A., Cáceres, I. y Alvarez, C. (1996).Resiliencia.
Construyendo en adversidad. CEANIM. Santiago de Chile.
Lartigue, M & Vives, J. (1992). La formación del vínculo materno
infantil: un estudio comparativo longitudinal. Revista Mexicana de
Psicología, 9, 2 127-139.
López, F. (1993).“El apego a lo largo del ciclo vital”. En: Ortiz
Barón, J. y Yarnoz Yaben, S., Teoría del apego y relaciones afectivas,
Universidad del País Basco. Bilbao.
Manciaux, M., Vanistendael, S., Lcomte, J. y Cyrulnik, B. (2003)La
resiliencia: resistir y rehacerse. Editorial: Gedisa, S.A. Barcelona.
Mayne, J.(2001). “Emotions and Health”. En Mayne, T, y G. Bonanno.
Emotions. 361-397. The Guilford Press: New York.
Michelson L. (1983)Clasificación de habilidades sociales infantiles.
Paniego, J. A. y LLOPIS, C. (1994).Educar para la solidaridad.
Editorial: CCS. Madrid.

139
Navarro, A y Stela.C. (1986). Abandono paterno y proclividad al
alcoholismo: una revisión de la literatura. Revista Mexicana de
Psicología.
Ortigosa, J (1999). El niño celoso. Madrid. Pirámide.
Ortiz Barón, M. J., Yárnoz Yaben, S., comp. (1993). Teoría del apego y
relaciones afectivas. Bilbao: Servicio Editorial de la Universidad del
País Vasco.
Pino, M & Herruzo, J. (2000). Consecuencias de los malos tratos sobre
el desarrollo psicológico. Revista Latinoaméricana de psicología, 3, 2,
253-275.
Simpson, J.(1990). Influence of attachment styles on romantic
relationships. Journal of personality and social psychology, 59, 5,
971-980.
Stake, R.E. (1998). Investigación con estudio de casos. Madrid. Morata.
Taylor, S. y Bodgan R. (1987). Introducción a los métodos cualitativos
de investigación, Paidos, Barcelona.
Trianes, M. (2002). Estrés en la infancia: prevención y tratamiento.
Madrid: Nancea.
Referencias electrónicas.

 Fonagy P (1999). Apegos patológicos y acción terapéutica.


http://www.aperturas.org/4fonagy.html
 Gayó, R. (1999). Apego. http://apsique.virtuabyte.cl/tiki-
index.php?page=SociApego.
 Salud Mental Infantil. Julio. 1998. Revista Creces.
http://www.creces.cl/new/index.asp?tc=1&nc=5&tit=&art=729&pr=
 Desarrollo Cerebral del Niño. Agosto. 1998.
http://www.creces.cl/new/index.asp?tc=1&nc=5&tit=&art=184&pr=

140
Anexo Nº 1: Instrumento de investigación

El instrumento que se diseñó es una guía que permite facilitar el


diálogo con las personas que serán sujetos de estudio. Se pretende que
a través del diálogo el investigador ofrezca un espacio relacional que
pueda permitir que las mujeres hablen de sus respectivas historias
familiares, evocando las experiencias con sus figuras de apego tanto
del ámbito familiar como social . Se intenta recuperar de su biografía
personal las percepciones que tienen de sus experiencias y figuras de
apego, y cómo creen que estas experiencias han influenciado su vida
adulta.

Modulo 1: Elementos de las historias de vida relacionados con las


condiciones ambientales de sus procesos de apego al nacer. (contexto
afectivo y social).

1.- Cuando su madre quedó embarazada de ella ¿qué edad tenía ella?
2.- Si cree que su madre eligió tenerla o fue un evento fortuito.
3.- Si cree que su padre deseaba que naciera.
4.- Si cree que su madre fue aceptada y acogida cuando se embarazó.

5.- Historias que le han contado acerca de su nacimiento.( parto


normal, cesárea, amamantamiento, mamadera , nodriza, etc.)
6.- Quien o quienes fueron las personas que estaban a cargo de ella
cuando nació. (madre, padre, abuelita, tías, madrinas, etc.)
7.- Si su madre recibió apoyo de su entorno familiar para que pueda
crecer sana y protegida. De quienes? Comentar acerca de la importancia
que le asigna a este hecho y la influencia cree que tiene esta
experiencia para su vida de adulta.

Modulo 2: Características del vínculo de apego.

a) aspectos afectivos.
1.- Qué sabe de cómo era su comportamiento cuando estaba recién
nacida, quién le ha hablado de ello.

2.- Sabe si sus padres se daban espacios y tiempo para entregarle


cariño y afecto. De qué forma lo hacían, si se darían tiempo para
acurrucarla, regalonearla, acariciarla, acunarla, hablarle. Separar lo
que cree de la madre, del padre o de otro cuidador.
3.- Si cree que ellos acudían siempre que lloraba para consolarla. Cómo
cree que la consolaban, qué hacían para lograrlo.
4.- Cuando era bebé, piensa que para sus padres o cuidadores era
importante acogerla y pasearla en brazos. Separar madre y padre u otro.
5.- Que cree que pensaban sus padres si lloraba o estaba inquieta o
tenía dificultades para dormir.
6.- Qué sentimientos cree que experimentaban cuando lloraba o reclamaba
por alguna necesidad. Lo que le han contado.

141
7.- Si cree que tenían paciencia para calmarla.
8.- Si cree que eran capaz de conectarse, darse cuenta y percibir lo
que ella sentía.
9.- Cuáles eran ideas o creencias más importantes para sus padres en
relación a la crianza y protección de los niños(as).
10.- Cuál de esas creencias comparte actualmente y que influyen en su
manera de ser o pensar a cerca de la crianza de los hijos.

b) aspectos educativos, límites y normas.


1.- Qué recuerdos tiene de acerca de la actitud que sus padres o
cuidadores tenían acerca de la disciplina, de poner límites y normas.
Cómo la corregían.
2.- Si recuerda que le hayan castigado si se portaba mal o cometía
errores cuando era pequeña. Si recuerda cómo la castigaban o corregían.
Si recuerda que edad tenía. Si cree que mereció o no los castigos que
le dieron.
3.- Si recuerda que la hayan amenazado mucho si no se portaba bien o
desobedecía.
4.- Si cree que el que le hayan castigado cuando era niña le afecta en
algo en su vida de adulto y cómo o de qué manera le pudo ayudar o
afectar.
5.- Cuál de esas creencias cree haber heredado de sus padres y que
influyen en su manera de ser o pensar a cerca de la crianza de los
hijos.

c) aspectos protectores de los padres o cuidadores.

1.- Si recuerda cómo era la actitud de su madre en relación a la


seguridad y protección de ella cuando era niña: sobre protectora,
ansiosa, aprehensiva, , controladora, estricta, rígida, atenta,
tranquila, segura ,otra.
2.- Si recuerda alguna oportunidad o circunstancia cuando era pequeña
haber estado en peligro o expuesta a situaciones de riesgo.
3.- Recuerda si su madre percibió esas situaciones de riesgo y pudo
hacer algo por protegerla.
4.- Cuando era pequeña, recuerda haber sido separada de su familia o
haber sido internada, hospitalizada o trasladada a otro hogar
familiar.

5.- Si Supo porqué, alguien le explicó lo que ocurría.

6.- Se acuerda de cómo lo vivió cuando era niña, cómo la trataron en


ese lugar donde le tocó vivir, ¿Qué recuerdos tiene?, ¿qué piensa de
sus padres por esto?,¿Hubo alguien que fue muy importante para Usted
cuando eso ocurrió?

7.- Influencia de esta experiencia en la vida adulta.


8.- En caso de NO haber sido separada de su familia de origen, ¿cómo
le afecta en su vida adulta la experiencia de haber vivido siempre con

142
su familia? Efectos que pudo tener esta experiencia en el desarrollo
del vínculo. Ejemplo, mayor apego, nivel de autonomía, etc.)
d) Percepción que tiene de la calidad y tipo de vínculo de apego
desarrollado con sus figuras significativas y significado que le
otorga.
1.- Piense en su figura materna y mencione 5 palabras o frases que
describan su relación con su madre cuando era pequeña.
Palabras elegidas:
Porqué eligió esas palabras:

2.- Si alguien que le hubiera conocido cuando era niña estuviera aquí:
¿qué diría de la forma en que su madre le trataba?

3.- Desde el punto de vista emocional ¿Cómo cree que se sentía su madre
cuando era pequeña?

4.- Si cuando era pequeña se sentía amada por sus padres o adultos que
le cuidaron?
5.- Si se sentía aceptada y querida por lo que era.
6.- Alguna vez se sintió abandonada, rechazada o un estorbo.

7.- Cómo recuerda que se sentía cuando era pequeña: alegre, triste,
rica, pobre, simpática, retraída, introvertida, u otro.
8.- Si piensa que sus padres se daban cuenta de que era una niña con
sentimientos y necesidades propias.

9.- Si revisa los primeros recuerdos que tiene de cuando era pequeña,
¿recuerda algún momento en que se haya sentido amada intensamente y
protegida? Quién es la figura significativa que le hizo sentir esa
sensación?

10.- Si siente que sus padres le cuidaron como se merecía?

11.- Quién o quienes fueron a su juicio las figuras de apego más


importante durante su infancia.

Módulo 3.Transmisión intergeneracional de las prácticas parentales.

1.- En su opinión , qué cree que era lo más importante para sus padres
en la época en que ella nació respecto a la crianza y protección de los
niños(as).
2.- si fuera ahora su propia madre o padre o adulto a cargo de su
cuidado, ¿qué cosas mejoraría de su crianza y porqué?
3.- Cuales son las creencias y/o prácticas que cree haber heredado de
su familia de origen en relación a la crianza y protección de los
niños(as).

143
ANEXO Nº 2 : Unidades de análisis, categorías y subcategorías.

Unidad de Análisis Categorías Subcategorías.


I.- Condiciones 1.1.- Características de los 1.1.1- Edad de la madre al momento del
personales y padres y condiciones del embarazo.
familiares en que se embarazo. 1.1.2.- Escolaridad de la madre, estado
produce el embarazo civil, orden nacimiento, total hijos
y su influencia en familia de origen, actividad de la madre,
la calidad del 1.1.3.- Actividad del padre.
vínculo en el 1.1.4- Aceptación del embarazo por la
momento del madre y el padre.
nacimiento
1.2- La información sobre su 1.2.1.- Información sobre su
nacimiento y comportamiento comportamiento.
y la influencia en la forma 1.2.2.- Influencia en la forma en que
en que interactúan con él interactúan con él.
bebé.

1.3.- Posibilidades de 1.3.1.- Aceptación y acogida de la madre


acompañamiento y apoyo al momento del embarazo, figuras que
familiar en la etapa de participan y brindan apoyo familiar.
recién nacida.
II.- Características 2.1.- Competencias 2.1.1.- Disponibilidad de la figura
del vínculo de apego parentales de la madre, materna, paterna y empatía de los
desarrollado con sus padre o cuidadores. cuidadores para sintonizar y responder a
figuras las necesidades del bebé.
significativas.
2.2.- Percepción que tiene 2.2.1.- Percepción que tiene de la
acerca de la calidad del relación que tuvo con su madre en su
vínculo de apego en infancia.
relación con sus figuras 2.2.2.- Percepción que tiene respecto al
significativas. trato que le daban cuando era pequeña.
2.2.3.- Expresión del afecto de los padres
y cuidadores.
2.2.4.- Como se sentía cuando niña.

2.3.- Percepción que tiene 2.3.1.- Exposición a situaciones de


acerca de la capacidad riesgo.
protectora de su madre o 2.3.2 .- Actitud de la madre o cuidador en
cuidadores. relación a su seguridad y protección y
capacidad para percibir situaciones de
riesgo.

2.4.- Ejercicio del rol 2.4.1.- Formas en que establecían las


educativo de los padres o normas y límites.
cuidadores. 2.4.2.- Estilos de dirección parental.

III.- Actitudes y 3.1.- Aspectos importantes 3.1.1.- Aspectos relacionados con el


prácticas parentales para sus padres en relación cuidado y protección.
que se relacionan a la crianza y protección de
con la crianza y los niños(as).
protección de los
niños(as) y que se 3.2.1.- Aspectos relativos a la crianza y
3.2.- Legado
transmiten de manera protección de los niños(as) que ha
transgeneracional.
intergeneracional. heredado y mantenido.
3.3.- Aspectos que considera
3.3.1.- Aspectos que cambiaría de su
importante en relación a la
crianza.
crianza de los niños(as).
3.3.3.- Aspectos que mantendría de su
crianza.

144

Вам также может понравиться