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La estructura jurídica común a la deducción trascendental


de la Estética y la Analítica de la primera Crítica*

Beatriz von Bilderling


Universidad de Buenos Aires

En las últimas décadas han aparecido una serie de trabajos en los que se ha sostenido que las
constantes alusiones a la terminología jurídica presentes en especial en la Crítica e la razón pura
[KrV] no constituyen simples metáforas. Por el contrario, se trataría de expresiones mediante las
cuales Kant pretende dar a entender que el carácter mismo de la razón crítica es jurídico 1.

En un sentido más específico, pero bajo el mismo espíritu, se ha vuelto a poner de relieve las
connotaciones legales que tiene para Kant el término deducción 2. Inspirados en ello algunos
investigadores incluso han emprendido estudios historiográficos con el fin de mostrar, en primer
lugar, la filiación de las piezas argumentativas capitales de la filosofía crítica con documentos de
la época. Se trata de aquéllos que en el ámbito del derecho recibían la misma denominación. En
segundo lugar, han pasado a proponer una estructura común de deducción filosófica, que Kant
habría adoptado como el programa unitario que guía las argumentaciones de su sistema conforme
a dicha práctica legal.

Tal es el espíritu que anima, por ejemplo, un ya muy citado estudio de Dieter Henrich acerca de la
noción kantiana de deducción3. Allí, Henrich en principio da cuenta de esos Documentos
(Deduktionsschriften) que llegaron a multiplicarse por miles en los cuatro siglos que van del
catorce al dieciocho. Destaca que estos tenían como propósito justificar pretensiones legales, en
su mayoría con respecto a la heredad de territorios o a la sucesión de reinos, sobre las que estaban
en controversia numerosos príncipes de los territorios independientes, repúblicas y demás
integrantes del Sacro Imperio Romano. Contenían argumentos, que bajo figuras retóricas
preferentemente establecidas4, justificaban el derecho en cuestión por remisión a aquellos actos
sobre la base de los cuales éste había tenido origen. Esa misma procedencia mostraba a su vez
que el derecho siguiera vigente y persistiera a través de generaciones 5.

La innovación metodológica que Kant emprende, entonces, como parte de su proyecto de


revolución copernicana es la de trasladar este modelo de argumentación legal al terreno de la
filosofía. Pretende con él justificar la posesión y empleo de aquellos elementos no empíricos de
conocimiento que, no obstante, constituyen las legítimas condiciones de posibilidad de la
experiencia. Lo hace, conforme a dicha práctica jurídica, retrotrayéndose a aquellas fuentes
originarias, que en el dominio gnoseológico no pueden ser otras que las facultades racionales de
conocimiento.
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Sin embargo, a pesar de lo fructíferas que resultan estas indicaciones de Henrich, el centramiento
exclusivo en la cuestión del origen, si bien puede ser esencial desde el punto de vista de la
justificación legal y de la adopción kantiana como parte de la justificación del derecho
cognoscitivo, no parece alcanzar para dar plena cuenta de éste. Es decir, una remisión exclusiva a
las facultades originarias de conocimiento no asume por completo la situación de controversia
que determina llegar a la necesidad de una apelación, sea ante las Cortes, sea ante el tribunal de la
Razón pura. En este último caso, el juez habrá de dirimir y dictar sentencia, debido a que también
otras corrientes filosóficas pueden presentarse aduciendo reclamos de derecho de pretensiones
cognoscitivas originadas en facultades y elementos entendidos de modo divergente. De manera
que una justificación plena demanda no sólo (1) la remisión a los actos originantes del derecho,
sino también (2) excluir los reclamos del adversario acerca de satisfacer la misma pretensión de
originaria legitimidad.

Es por eso que otros investigadores, entre ellos principalmente Rüdiger Bubner, hayan destacado
más bien este segundo aspecto como el punto esencial de la cuestión de justificación involucrada
no sólo en las deducciones críticas, sino en todos aquellos argumentos que puedan junto con los
de Kant recibir la denominación de “argumentos trascendentales” 6. Bubner lo ha rotulado como el
momento de la comprobación de la carencia de alternativas (Alternativenlosigkeit). Ha señalado,
además, que es el paso obligatorio y en exacto sentido, negativo, al que deben recurrir todos estos
argumentos que, a causa de autorreferencialidad, carecen de principios con estatuto metafísico
supremo como premisas de prueba y que, debido a su pretensión de probar conocimientos a
priori no admiten el recurso a pruebas empíricas.

Por lo que respecta a la autorreferencialidad se trata de la especial característica que revisten


todos estos argumentos que pretenden de manera genérica probar condiciones de experiencia,
conocimiento, lenguaje o incluso del argumentar mismo. A grandes rasgos puede señalársela
diciendo simplemente que en todos los casos ya se está inmerso en esa experiencia, conocimiento,
lenguaje o modo de argumentación. De manera que enfrentados al problema de la justificación,
no pueden darla para los conceptos implicados sino desde dentro del contexto en el que ellos
mismos se despliegan y que a su vez siempre los presuponen. De allí, que para no caer en
circularidad, sólo valga aquel procedimiento negativo consistente en mostrar la carencia de
legitimidad semejante que pretenda esgrimir cualquier presunta alternativa 7.

Lo que quisiera proponer aquí es que Kant pareciera en la KrV tener, por cierto, en mente esas
dos instancias jurídicas. En primer lugar, aduciré que sólo sobre la base de ellas, las dos primeras
reglas disciplinarias de las pruebas trascendentales que presenta en la primera sección de la
Doctrina trascendental del método encuentran un sentido claro. En segundo lugar, mostraré que
las dos animan el desarrollo de las principales deducciones de la primera Crítica, las cuales por
3

tanto, exhiben en razón de ellas una estructura común. Se trata de la deducción trascendental tanto
de la Analítica como asimismo de la Estética. Y con esto, quisiera finalmente y en tercer lugar,
sostener que este esquema jurídico ampliado permite dar cuenta de por qué Kant se refiere en
algunos pasajes de la Lógica a una Deducción trascendental de las formas de la sensibilidad,
sobre cuya estructura habría desarrollado de manera semejante la posterior deducción
trascendental de las categorías.

I.

En el contexto de la Doctrina trascendental del método Kant denomina a la proposiciones que


deben encontrar justificación dentro de la filosofía práctica, “proposiciones trascendentales” y, se
refiere a aquellos argumentos que han de legitimarlas, empleando antes que el término
“deducciones”, el de “pruebas” que detentan el mismo carácter 8. Sostiene además que estas
pruebas trascendentales están regidas por tres reglas. Más que como metodológicas, Kant las
piensa, como reglas disciplinarias. Justamente todas estas reflexiones están contenidas en el
capítulo denominado “La disciplina de la razón pura”, por la cual Kant entiende una legislación
negativa, incluso represora, que fielmente seguida impide a la razón caer en las ilusiones
engañosas y sofísticas de la metafísica dogmática 9. Y ése es precisamente el espíritu que anima la
prescripción de la primera regla. Ella establece

[…] no intentar ninguna prueba trascendental sin antes haber reflexionado y justificado en este caso,
de dónde [podríamos parafrasear, de qué fuentes originarias] se quiere tomar los principios sobre los
cuales se piensa erigirlas y con qué derecho se puede esperar de ellas el buen resultado de los
razonamientos10.

Cuando no se la descarta lisa y llanamente como “inútil” desde un punto de vista lógico-
metodológico11, es usual interpretar esta regla como una nueva muestra de la discusión que Kant
estaría sosteniendo en la Doctrina trascendental del método con el racionalismo dogmático. En tal
sentido sólo se la rotula como una suerte de “regla de prudencia”. Indicaría cautela frente a las
pretensiones desmedidas de sistemas filosóficos como por ejemplo aquel que aún imperaba en las
enseñanzas escolares de los tiempos de Kant. Se trata del de Christian Wolff, en el que se ponía a
la razón –o al entendimiento equiparado con ella–, como legisladora suprema incluso en
conocimientos de experiencia, tomando como base principios meta-físicos justificados por
apelación a una dudosa intelección intuitiva. La regla que adelanta Kant exige entonces frente a
ello, reflexionar en las facultades del conocimiento como fuentes de principios cognoscitivos, que
sustenten aunque sea lo que mínimamente hayamos de considerar como conocimiento empírico.
Y es claro que esa reflexión ha de condenar a la razón, en tanto facultad de lo meta-físico, de lo
extra-empírico a quedar relegada ante la mayor idoneidad de la sensibilidad y el entendimiento
para erigirse como fuente u origen de condiciones de experiencia lícitas.
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Sin embargo, bajo la advertencia de que una deducción como práctica legal debía mostrar las
acciones originarias que convalidaban el derecho a un uso o una posesión, la lectura que ahora
puede hacerse es la de que Kant está pidiendo una reflexión acerca de cuáles son las facultades
que se presentan como reclamando aportar conocimiento genuino, cuáles son los elementos que
para ello ponen en juego y dar la muestra del derecho sobre el cual fundan el reclamo. Pasando
entonces a los textos de la KrV donde todo ello se ha desarrollado por anticipado, se comprende
que Kant comience por asilar cada facultad, que las disponga desde la sensibilidad a la razón en
función de su mayor cercanía o idoneidad como principios de experiencia posible, que determine
sus operaciones y elementos propios y que haya de entrar en desarrollos discursivos, aunque no
demostrativos12, por lo que todos esos elementos -sean formas o funciones, intuiciones o
conceptos- den la muestra de ser condiciones de posibilidad de la experiencia.

Ahora, por lo que respecta a la segunda regla, ésta se presenta como la muy discutible afirmación
de que

[…] para cada proposición trascendental puede hallarse una única prueba”13.

Cuando Kant pasa a explicar esta regla, por el contraste que en toda esa sección está haciendo
principalmente entre las demostraciones matemáticas, pero también entre las inducciones
empíricas y las pruebas filosóficas, parece primero indicar que en el caso de validaciones de
proposiciones empíricas y matemáticas se puede llegar a la misma proposición por diferentes
caminos, y eso indicaría posibilidad de pruebas plurales 14. Para las proposiciones trascendentales,
en cambio, reglamenta que la prueba ha de ser única. Y, entonces, por contraposición se interpreta
que Kant estaría queriendo decir que en ese caso hay sólo una secuencia de prueba posible, lo
cual ha sido también criticado bajo consideraciones lógico-metodológicas 15. Sin embargo, la
explicación que Kant da de la regla, deja sugerir otra cosa y de nuevo permite una interpretación
que cuadra con esa necesidad, planteada desde el ámbito del derecho, de que se excluyan en las
controversias pretensiones alternativas de legalidad.

El fundamento que Kant encuentra para la regla en cuestión es el de que para el caso de las
proposiciones trascendentales, el argumento se desarrolla teniendo en cuenta un solo concepto.
Kant toma como ejemplo que lo que se quiera probar sea por caso la necesidad de la ley causal
como condición de nuestra experiencia. Y pasa a sostener la unicidad de la prueba sobre la base
de la concepción igualmente única del concepto de causa como sucesión necesaria 16. Estas
apreciaciones sólo encuentran cierta plausibilidad, si Kant estuviera a la vez pensando que a partir
de una sola y única forma de concebir las facultades de conocimiento surgen asimismo sus
elementos entendidos de una única manera y que, por tanto, sólo sobre ellos recae la última
justificación que merecen sus fuentes como acciones originarias. Es decir, hemos sugerido que la
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primera regla remite a las facultades del conocimiento como el ámbito del que brotan aquellas
formas y actos que demarcan cualquier conocimiento legítimo por poder sustentarse
discursivamente como condiciones de posibilidad de la experiencia. Pero esa legitimidad y
derecho exclusivo podría ser puesta en tela de juicio si alguna otra corriente filosófica pudiera
presentarse aduciendo reclamos de derecho de facultades y elementos entendidos de modo
divergente. Es el caso señalado por Kant ya desde el Prólogo de 1781 de las corriente
racionalista-dogmática y la empirista-escéptica. Ambas reclaman también para sus especiales
concepciones de sensibilidad y entendimiento o razón, derechos de conocimiento. De manera que
exigir una prueba única es el reverso de sostener que ello implica haber descartado todas estas
exigencias alternativas inconducentes.

II.

Ahora bien, aun cuando, como he dicho, y se comprueba por los términos con que se expresan las
reglas, Kant parece denominar a los argumentos lícitos de la KrV, “pruebas trascendentales”, las
dos primeras prescripciones metódicas autoimpuestas son cumplidas por Kant ten el contexto de
las que en el cuerpo de la obra llama, a la manera estrictamente legal, “deducciones”. De modo
que podría decirse que, conforme al espíritu de las dos primeras reglas disciplinarias, son las
deducciones las que se presentan como pruebas de derecho y de validez objetiva por remisión a
orígenes –los cuales, para Kant, se encuentra, como ya hemos señalado, en las facultades del
conocimiento. Pero para que esto no se confunda sólo con el lado metafísico de la deducción 17, se
ha de reparar también que ellas, propiamente se desarrollan a partir incluso de algo más básico
que intuiciones y conceptos puros que buscan su remisión justificada a una especial capacidad
sensible y a un especial tipo de entendimiento. Las deducciones, como específicamente
trascendentales se despliegan dando cuenta de cómo aun las creencias cognositivas más mínimas
que aceptan incluso los oponentes escépticos se originan en esas mismas capacidades y facultades
de conocimiento. En el transcurso del argumento de la Estética se muestra principalmente que
cualquier impresión sensible como contenido o materia cognoscitiva demanda como condición de
posibilidad de su aparición una forma originada a su vez en la aprioridad de la capacidad sensible.
En el argumento de la Analítica se prueba en principio que no habría ninguna concepción de
unidad compleja o unidad de un múltiple, si no estuviera a la base como su condición la acción
sintética de un entendimiento discursivo.

Pero, en el transcurso de los respectivos argumentos tanto una como otra conclusión se ve
reforzada efectivamente por ese movimiento de exclusión de alternativas, que desestima la licitud
de dar cuenta de lo mismo por parte de cualquier otra pretensión. La única diferencia patente
entre la Estética y la Analítica es que en la primera, esa exclusión se centra en las figuras
divergentes que pueden asumir los elementos de la sensibilidad, más que la sensibilidad misma.
6

Pues si racionalistas y empiristas son los oponentes filosóficos en cuestiones de conocimiento,


ellos, al igual que el filósofo crítico, acuerdan una misma concepción de sensibilidad como
capacidad pasiva de recepción de datos. También todos coinciden en que dicha capacidad exige
formas para que la materia pueda hacer su aparición. Si aquellas se reducen a espacio y tiempo, lo
único que Kant debe excluir y de hecho hace es que sean entendidas a la manera empirista de
representaciones empíricas o a la manera racionalista de representaciones innatas, pero por ello
mismo, estrictamente conceptuales. Es lo que lleva a cabo en parte de los célebres argumentos de
la denominada “exposición metafísica”. En cambio, dentro de la Analítica hay un desacuerdo
básico que involucra no sólo a los elementos del conocimiento sino a la facultad misma que lo
dispensa. El empirista relaciona la unidad de lo complejo directamente con la sensibilidad o a lo
sumo aduce para ello una imaginación de operación regular pero meramente contingente. El
racionalista, en cambio, invoca un entendimiento que en sus momentos cognoscitivos supremos
se manifiesta como intuición intelectual simple. De modo que lo que está en este caso en
controversia no es que las representaciones en cuestión sean conceptuales, sino que sean acciones
a priori de un entendimiento que en su sentido propio es sólo sintético-discursivo. De allí los
esfuerzos de Kant por excluir en la versión de la deducción de 1787 el alcance cognoscitivo de
conciencias empíricas a la Hume (§ 16), la idoneidad del entendimiento racionalista intuitivo (§
16-17), e incluso ya dentro de su propio planteo la posibilidad de que sensibilidades receptivas no
humanas pretendan conocimiento legítimo al mancomunarse con la acción de un entendimiento
lícitamente discursivo (§ 23).

Ahora bien, cumplido todo eso Kant desarrolla otro tipo de argumentos, los únicos que dentro de
la Analítica son antecedidos en todos los casos por la palabra “prueba” (Beweis). Se trata de los
argumentos que convalidan a cada uno de los Principios del Entendimiento. De modo que
también esta estructura de filiación legal permitiría sustentar que las deducciones, guiadas bajo el
espíritu de las dos primeras reglas de disciplina, son sólo la antesala de las pruebas
trascendentales propiamente dichas, aquellas, que según la tercera regla deben seguir un camino
directo y que, como acabo de sugerir, pasarían entonces a estar instanciadas por las pruebas
críticas de la Analítica de los principios18.

III.

De lo que antecede muchos puntos podrán ser controvertidos. Pero el que creo tal vez lo sea más
inmediatamente, es el aceptar que en la Estética Trascendental hay contenida al igual en que en la
Analítica una deducción trascendental. Por lo general los estudios de filosofía teórica kantiana
ponen cierto énfasis en señalar una supuesta diferenciación de los procedimientos argumentativos
de las dos partes positivas de la Doctrina trascendental de los elementos. Kant mismo habría
querido indicarlos expresamente a través de los títulos que nos hablan de “exposiciones” en el
7

caso de la Estética y sólo de “deducciones” en el caso de la Lógica. Además, no pueden


establecerse estrictos paralelos entre las versiones metafísicas y trascendentales de unas y otras.

Sin embargo, por lo que respecta a lo primero, rara vez, por lo que yo sepa, se ha advertido que el
término que Kant introduce en la segunda edición de la KrV para titular aquellas secciones que
prueban el carácter intuitivo a priori de espacio y tiempo es Erörterung, palabra alemana que
alude a exposición, pero más bien en el sentido de la discusión de aquello que está en
controversia. De ser así, las distancias entre una exposición y una deducción se acortan hasta el
punto de convertirse en la misma senda19.

A su vez, y por lo que respecta a lo segundo, esto es, a la ausencia de paralelismo entre estas
ahora más propiamente dichas “discusiones” metafísica y trascendental de la Estética y las
correspondientes deducciones de la Analítica poco se han advertido los siguientes aspectos. En
primer lugar, cabe recordar que los desarrollos trascendentales que involucran al espacio y al
tiempo se encuentran en una sección especial sólo en la segunda edición de la KrV. En la primera
ersión, en cambio, se entremezclan con los argumentos metafísicos implicando una cierta unidad.
Mejor aún podría decirse que resultan tan escasos que Kant pareciera pensar que aun no es
momento de establecerlos suficientemente. Tal vez ellos también debieran esperar su lugar
apropiado en la Analítica de los Principios y constituirse más que en exposiciones, en verdaderas
pruebas trascendentales20.

En segundo lugar, si se repara en los desarrollos mismos, con independencia de las


denominaciones que los encabezan, se podrá advertir que el § 1 y el inicio del § 2 de la Estética
guardan una similitud bastante estrecha con aquello que en la Analítica se reconoce comúnmente
como una deducción metafísica. En esta última, como se sabe, el argumento comienza con una
aclaración de lo que es el entendimiento para pasar a precisar la relación que dicha facultad tiene
con funciones de enlace, sea en los juicios, sea en las categorías. Pero, si se observa con
detenimiento también en el caso de la Estética se comienza con una aclaración de lo que la
sensibilidad es para pasar a precisar la relación que dicha capacidad tiene con formas que dan
cuenta de la aparición de la materia. Por algo que requiere una elaboración más amplia que lo que
nos permite el tiempo (y/o el espacio) que nos quedan, también se puede mostrar que en ambos
casos se establece una nómina completa sea de formas sensibles, sea de funciones trascendentales
de enlace conceptual21.

Ahora, por lo que respecta al resto de la sección correspondiente al espacio y a aquellas que
incluyen las argumentaciones acerca del tiempo, cabe señalar que en ellas, el segundo argumento
del primer par puede caracterizarse propiamente como trascendental, en el sentido de la
deducción, en la medida en que muestra no sólo que espacio y tiempo son representaciones a
priori sino que son condiciones de posibilidad de las intuiciones empíricas, de los fenómenos, y
8

en una palabra del aspecto de aparecer que tiene la experiencia. Asimismo, se ha de reparar en
que el segundo par de argumentos, esto es, aquellos en que se prueba que espacio y tiempo no son
conceptos, sino intuiciones, los remite a su origen. Pues mostrar que tienen carácter intuitivo y no
conceptual es marcar su filiación pura y exclusivamente con la capacidad sensible. De nuevo,
pues, nos encontramso con un aspecto que, como acaba de verse y según las prescripciones del
derecho, hacen a lo que en el dominio crítico es propiamente una deducción trascendental. Y creo
no necesitar reiterar con demasía las indicaciones que alertan que también dentro de estas
secciones de la Estética, al igual que en el argumento de la Analítica de 1787, está contenido el
restante momento de la exclusión de alternativas. He adelantado que éste se encuentra desplegado
en las versiones negativas de esos argumentos que Kant parece ir presentando por partes. Cuando
se prueba negativamente el carácter no empírico de las representaciones sensibles se están
excluyendo los reclamos empiristas. Al probarse negativamente el carácter ya a priori pero no
conceptual de esas mismas representaciones se está excluyendo el reclamo racionalista de
concebirlas como ideas innatas. Pero, además, nótese ahora, que al no introducir Kant en la
versión de la Estética de 1781 aquellas secciones que en 1787 titulará como “exposiciones
trascendentales”, los argumentos encuentran continuidad y se complementan con un nuevo,
tercero y último par. Es aquel que bajo los apartados (a) y (b) dan inicio a las llamadas
“Conclusiones”. En ellos vuelve a plantearse en principio una alternativa, para luego
definitivamente sentar la posición kantiana. Si desconociendo los desarrollos de la Dissertatio ,
newtonianos y leibnizianos volvieran a reclamar derechos de que espacio y tiempo fueran
condiciones objetivas de las cosas, que o bien las anteceden también objetivamente, o bien que
surgen objetivamente de ellas, se muestra, primero, que no hay razones para eso. Que como
destaca el segundo momento de la argumentación sólo vale que sean condiciones subjetivas que
por su aprioridad hacen, no obstante, a la objetividad de los fenómenos.

Sobre esta estructura unívoca y jurídica de deducción que ha de contener, entonces, esos dos
momentos básicos del (1) establecimiento de un derecho por remisión a los actos originarios que
lo han instituido, y de (2) exclusión de reclamos de derecho alternativos, cabe decir, entonces, que
el argumento de la Estética es propiamente una deducción trascendental. Pero eso, Kant mismo lo
ha afirmado. Lo hace justamente en esa sección que explicita el carácter jurídico de una
deducción que, además ya desde su título se presenta como necesaria para cualquier
representación a priori en general22. Dice allí, de un modo que ahora podemos plenamente
aceptar:

Más arriba hemos perseguido hasta sus fuentes [es decir, hasta su origen] los conceptos del espacio
y del tiempo, mediante una deducción trascendental, y hemos explicado y determinado su validez
objetiva a priori. 23

Como he tratado de mostrar el lugar exacto de ese “más arriba” es el contexto de la Estética
9

trascendental. Ella también ha desplegado dicha deducción porque ha rastreado a espacio y


tiempo hasta sus orígenes y los ha validado sólo y exclusivamente –o por exclusión– como
condiciones subjetivas de posibilidad de apariciones de intuiciones empíricas, sean externas, sean
internas. Ha desplegado pues un argumento bajo la pauta legal, un argumento de estructura
semejante a la que luego habrá también de someterse la más famosa y lógica deducción
trascendental de las categorías24.
10

* Ponencia aceptada por el comité del X Congreso Internacional Kant, San Pablo, Brasil, Septiembre,
2005.

1 Para una resención general de los mismos, véase HERNÁNDEZ MARCOS, MAXIMILIANO, 1992,
“Sobre el carácter jurídico de la razón crítica: logros y expectativas”, en Daimon, 4, pp. 55-71.

2 Sabido es que al encarar Kant en la KrV la que considera su tarea más costosa, es decir, la de justificar
los que llamará conceptos puros del entendimiento o categorías, denomina a esa tarea “deducción”,
término que también aparece en la Disciplina de la Doctrina trascendental del método, pero junto con la
denominación más estricta de pruebas trascendentales. Con esos términos Kant alude a los
procedimientos justificatorios de principios metafísicos no dogmáticos. En la Analítica advierte que
toma el término y el concepto que pretende señalar del ámbito jurídico. Dice allí:
“Los maestros de Derecho, al hablar de facultades y pretensiones, distinguen en un asunto jurídico
la cuestión sobe lo que es de Derecho (quid juris ) de la que se refiere al hecho (quid facti ) y, al
exigir prueba de ambas, llaman deducción a la primera, que expone la facultad o la pretensión
jurídica”. A 84 =B 116.
Esto ha sido puesto nuevamente de relieve profusamente en las investigaciones de los últimos años
incluso en aquellas cuyo interés se vuelca a emparentar las pruebas de Kant con los hoy llamados
“argumentos trascendentales”.

3 Se trata de HENRICH, DIETER; 1989; “Kant's notion of a Deducción and the Methodological
Background of Kant's 'Trascendental' Strategy in the First Critique”; en Kant's Trascendental
Deductions . E. Förster (ed.). Stanford, California; Stanford University Press, pp. 29-46. (Hay una
traducción al castellano: HENRICH, DIETER; “La noción kantiana de deducción y los antecedentes
metodológicos de las primera Crítica”, Trad. de Pedro Stepanenko. En Isabel Cabrera Villoro (comp.),
1999. Argumentos trascendentales. México, UNAM, pp. 395-416).

4 Los juristas, como parte de la consolidación de la teroía del derecho moderno se abocaron a estudios
metodológicos que, entre otras cosas, proporcionaban análisis de aquello en lo que consistía una
deducción, a la par que daban guías de redacción para sus posibles autores. Se detenían especialmente en
brindar criterios de excelencia con respecto a lo que debía considerarse como una buena deducción.
Señalaban así la brevedad, la solidez y la claridad. Al mismo tiempo rechazaban las digresiones
innecesarias, las generalizaciones, los debates acerca de principios y todo lo que fuera de interés teórico,
basándose en la razón de que la deducción no consistía de por sí en una teoría, sino en una
argumentación destinada a justificar de modo convincente la pretensión legal de una posesión o el
derecho de un uso. Cf. D. HENRICH, 1989, op. cit., pp. 33-34.

5 Al aclarar la noción kantiana de “deducción” mediante el examen de la deducción jurídica, Henrich


concluye que lo que define a una “deducción” como tal es su objetivo de justificar un derecho adquirido
por referencia a sus orígenes. Al hacer una clasificación de derechos, Pütter y Achenwall –profesores en
leyes, cuyas obras eran conocidas por Kant e incluso utilizadas en sus Lecciones sobe derecho natural–
distinguen entre derechos absolutos e hipotéticos. Estos últimos se originan en un hecho o acción que
debe darse con anterioridad para que el derecho en cuestión pueda ser adquirido (a diferencia de los
derechos absolutos que son innatos y propios de la naturaleza humana como tal). En tal sentido, sólo hay
deducciones con respecto a los derechos hipotéticos. Pero además, esto señala que “por definición, una
deducción debe referirse a un origen”. Cf. D. HENRICH, op. cit., p. 35.

6 Cf. BUBNER, RÜDIGER, 1974. "Zur Struktur eines transzendentalen Arguments"; en Kant-Studien, 65.
Jahrgang. Sonderheft, Akten des 4. Internationalen Kant-Kongresses; G. Funke/J. Kopper (Hrsg.). Mainz
6.-10 April 1974. Berlin/New York, Walter de Gruyter, pp, 15-27. (Hay traducción inglesa: 1975. "Kant,
Transcendental Arguments and the Problem of Deduction"; en Review of Metaphysics , Vol. XXVIII, Nº
111, pp. 453-467). y BUBNER, RÜDIGER, 1984. "Selbstbezüglichkeit als Struktur transzendentaler
Argumente"; en Bedingungen der Möglichkeit . E. Schaper und W. Vossenkuhl (Hrsg.). Stuttgart, Klett-
Cotta, pp. 63-79. (Hay traducción francesa de una versión anterior, ambas de 1981: "L'Autoréférence
comme structure des arguments transcendentaux". Traduit de l'allemand par Joëlle Masson et Olivier
Masson. En Les Études Philosophiques , Nº 4, pp. 385-397).

7 Cf. R. BUBNER, (1974) 1975, pp. 462-466, R. BUBNER, (1981) 1984, pp. 69-75 y también E.
FÖRSTER, 1989, (“How Are Trascendental Arguments Possible?, en Reading Kant. New Perspectives
on Transcendental Arguments and Critical Philosophy. SCHAPER, EVA und VOSSENKUHL,
WILHELM (eds.). Oxford, Basil Blackwell) pp. 11-14 y A. C. GENEVA, 1982, (”Kant-s Notion of
Trascendental Presupposition in the First Critique”. J. N. Mohanty and R. W. Shahan (eds.). Essays on
Kant's Critique of Pure Reason. USA, University of Oklahoma Press/Norman), p. 111 y o 123.
11

8 Cf. A 720 = B 748 y A786 = B 814.

9 Cf. A 708-712 = B 736-740.

10 A 786 = B 814. Los énfasis son míos.

11 En el caso particular de la primer regla disciplinaria, M. Gram considera que se trata sólo de una
admonición y que podría aplicarse a cualquier argumento. Además, al prescribir la reflexión sobre la
fuente de la cual emanan los principios de prueba, confundiría dos problemas distintos: (1) cómo se
descubren las premisas de un argumento y (2) cuál es la estructura del argumento mismo. De allí que, en
definitiva, se torne una regla “inútil”. Cf. M. GRAM, (1978) 21984 , (“Do Trascendental Arguments
Have a Future?”; en Kant: Disputed Questions ; Atascadero (USA), Ridgeview, pp. 133-166. También en
Neue Hefte für Philosophie. 14. Zur Zukunft der Traszendentalphilosophie. pp. 23-56.), p. 139.

12 Cf. A 734-5 = B 762-3.

13 A 787 = B 815. El énfasis es mío.

14 En matemáticas, las construcciones se realizan con base en intuiciones puras. Justamente las intuiciones
se diferencian de los conceptos discursivos y generales por el hecho de ser representaciones singulares y
únicas [Cf. A 320 = B376-377]. Sin embargo, a pesar de éste carácter unitario contienen en sí una
multiplicidad de partes homogéneas: volúmenes en el caso del espacio, duraciones en el caso del tiempo.
De este modo no es necesario que toda construcción comience desde alguna de estas partes en especial,
ni que despliegue una forma de enlace única y determinada. De allí que, para Kant, las pruebas
matemáticas puedan desarrollarse por más de una secuencia de prueba [Cf. A 787 = B 815].

15 Cf. M. GRAM, (1978) 21984 , op. cit. , p. 1389.

16 Cf. A 815-7 = B 787-9.

17 “En la deducción metafísica, quedó mostrado el origen de las categorías a priori , en general, por su
completa concordancia con las funciones lógicas universales del pensar”. B 159. El énfasis más marcado
es mío.

18 “ La tercera regla particular de la razón pura cuando está sometida a una disciplina con respecto a sus
pruebas trascendentales es que sus pruebas nunca deben ser apagógicas , sino siempre ostensivas.” A
789 = B 817.

19 Conversamente, también ha de llamar la atención que los ejemplos que Kant da en la Doctrina
trascendental del método para indicar conceptos –en el sentido genérico de “representaciones”– que sólo
pueden exponerse y no estrictamente definirse como los matemáticos. Ellos son los de “sustancia”,
“causa”, “derecho”, “equidad”. (Cf. A 728 = B 756). Si bien les sigue con un “etcétera” en el que otros
deben incluirse, lo que sorprende es que se señalen explícitamente dos categorís o conceptos puros del
entendimiento, que en la KrV serán sujetas a una “deducción” tanto metafísica como trascendental,
mientras que no se nombra justamente a aquellas representaciones de la Estética que, según los títulos,
son objetos de “exposición”, esto es, espacio y tiempo. Pued eque ellos estén entre esas “demás”
representaciones que incluye el “etcétera”, pero, de ser así, ello sólo sirve para reforzar su hermandad
con toda otra representación a priori, más directamente aún con las categorías. Es decir, tal como puede
señalarse en base a las consideraciones kantianas del § 13 que toda representación a priori exige una
deducción, considero que ahora puede observarse que todas ellas merecen, según Kant, una exposición.

20 Es decir, tal como yo interpreto el argumento de la llamada ''exposición trascendental'', Kant aduce sobre
la base de que espacio y tiempo son a priori , pero intuiciones, no conceptos, que ellos dan lugar a
juicios sintéticos a priori, justamente aquellos que están a la base de las ciencias matemáticas
(incluyendo geometría, aritmética y mecánica). Sin embargo, el mero carácter de intuición de las
representaciones de espacio y tiempo no parece bastar para responder por qué ellos pueden ser
fundamento de una articulación de conocimientos. En su caso, lo que ellos contienen es una
multiplicidad homogénea; no se trata de conceptos plenos de notas o características diversas que por
análisis pudieran dar lugar a conocimientos derivados. Su función con respecto a las proposiciones
matemáticas es más bien la de servir de marco para la construcción de la síntesis que ellas expresan y
que no puede operarse sin la guía de conceptos. De allí que, hasta que una teoría de estos últimos no esté
también desarrollada en una Lógica trascendental, propiamente no puede haber una explicación plena de
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cómo son posibles los juicios sintéticos a priori matemáticos. Considero además que Kant advierte esto.
De allí sus palabras en la Analítica de los Principios: ''[...] nos limitamos a aquellos principios que se
refieren a las categorías. Los principios de la estética trascendental, según los cuales el espacio y el
tiempo son las condiciones de la posibilidad de todas las cosas, como fenómenos, así como la restricción
de estos principios, a saber, que no pueden referirise a cosas en sí mismas, no pertenecen al delimitado
campo de nuestra investigación. Tampoco los principios matemáticos constituyen parte alguna de este
sistema, porque son sacados de la intuición solamente y no de los conceptos puros del entendimiento sin
embargo su posibilidad, ya que son juicios sintéticos a priori , hallará lugar aquí necesariamente, no
ciertamente para demostrar su exactitud y certeza apodíctica, cosa que no necesitan, sino para hacer
comprensible y deducir la posibilidad de semejantes evidentes conocimientos a priori .'' (Analítica de los
Principios, Segundo Capítulo: Sistema de todos los principios del entendimiento puro, A 149 = B 188-
189.) El énfasis es mío.

21 Para ello puede verse mi trabajo: VON BILDERLING, B. 2004. ''¿Qué puedo intuir? La esforzada tarea
de completar lo que Kant estimó sencillo''. En El legado de Immanuel Kant. Actualidad y Perspectivas.
Graciela Fernández y Diego Parente (editores). Mar del Plata, Ediciones Suárez, pp. 149-160.

22 El título del parágrafo es “De los principios de una deducción trascendental en general” A 84 = B 116. El
énfasis es mío.

23 A 87 = B 119. La relación entre rastreo del origen, determinación de validez objetiva y deducción
también la traza Kant en Prolegómenos, extendiéndola a todo el ámbito de lo que puede denominarse
''razón pura'', esto es sensibilidad-entendimiento-razón, en sus aspectos a priori . Cf. Ak, IV, 257 y 260-
261.

24 Obsérvese al respecto los planteos de Kant en A 92-4 = B 124-7.

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