Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Exposición del libro IV (Las diversas formas de las constituciones) del texto Política de
Aristóteles
Introducción
El presente texto, pretende sintetizar y exponer las ideas fundamentales insertas en los 15
capítulos que conforman el libro IV de la Política de Aristóteles, el cual de acuerdo a la
traducción ha recibido diversas denominaciones, las cuales, no obstante, siguen el hilo
conductor y las directrices establecidas por el filósofo de Estagira, para configurar parte de
su ambicioso proyecto ético-político. Es importante acotar que la configuración de este
documento esta ceñida a la traducción de Editorial Gredos, pero que es complementada por
otras ediciones, que hacen más didáctica la presentación, sobre todo para los neófitos en el
tema, como quien escribe estas líneas.
Primeramente, es importante remarcar que el objeto del precitado libro IV o Teoría general
de la ciudad perfecta, es abordar los problemas relacionados con los regímenes que la ciencia
política debe resolver, para lo cual, los acápites del mismo se han discriminado de la siguiente
manera:
jerarquía entre dichos bienes, siendo los más altos los del alma, puesto que no se consiguen
por azar. De conformidad con las leyes de la naturaleza, los bienes exteriores solo son
apetecibles en interés del alma y no a la inversa. Por otra parte, la posesión de bienes
exteriores no garantiza la obtención de los bienes del alma, puesto que son estos los que
hacen posible la obtención de riqueza y prosperidad.
En este apartado indaga Aristóteles, si hay una concordancia entre la felicidad del individuo
y la felicidad respecto al Estado, señalando el filósofo que todo parece indicar que sí, debido
a que según se haga consistir la felicidad de este en la fortuna, en el poder o en la virtud, se
predicará entonces, que un estado rico, despótico y honesto, respectivamente, es dichoso. De
manera que cualquier estado para ser perfecto, debe hacer viable a todos sus súbditos el
ejercicio de la virtud. No obstante, piensa Aristóteles, que los partidarios más sinceros en
todas las épocas de la virtud han abrazado o la política o la filosofía.
es decir, las buenas leyes producen un buen orden, aunque el orden es imposible en una
muchedumbre para considerar los negocios, repartir los cargos y funciones según los méritos.
Por tanto, es relevante que los ciudadanos se reconozcan entre sí y se aprecien mutuamente,
por lo que no recomienda Aristóteles como extensión propicia del Estado, el que este se
configure en una ciudad populosa. Por otra parte, cree el filósofo que, amparándose en la
muchedumbre, los esclavos y extranjeros usurparían el derecho de los asociados. El número
más adecuado es el mayor posible para abastecer todas las necesidades de la existencia, pero
no tan numerosos que dificulte la inspección y la vigilancia, y que además impida un estrecho
conocimiento entre los individuos de las polis.
realizar los trabajos manuales y la agricultura, teniendo para ello la condición de esclavos,
puesto que la propiedad de las tierras debe estar en manos de los ciudadanos libres.
En esta parte del libro IV, centra su atención el filósofo estagirita, en una parte relevante de
la ciudad perfecta, haciendo una notable exposición arquitectónica. Indica Aristóteles que
los edificios sagrados, dedicados al culto, tienen que construirse, de manera que puedan ser
observados desde los cuarteles de la ciudad. Una especial atención debe dársele a la plaza
pública, que debe lucir siempre limpia, impecable, silenciosa, y en la que no podrán ingresar
los artesanos, labradores, ni individuos de dicha estirpe, puesto que, al interior de esta plaza
los hombres de edad madura se dedicarán a los ejercicios gimnásticos. Además, lejos de esta
plaza y en otro punto de la ciudad deberá estar construida otra plaza, dedicada exclusivamente
al tráfico e intercambio de mercancías. Las comidas de los sacerdotes y pontífices,
encargados del culto en la ciudad, tendrán lugar en los templos, la de los magistrados o
ciudadanos encargados de fallar todos los pleitos, se realizarán en algún lugar próximo a la
plaza pública.
Piensa vehementemente Aristóteles que todos los hombres aspiran a alcanzarla y tienen como
fin, la felicidad, que no es algo diferente a la práctica idónea y completa de la virtud absoluta.
Además, piensa el filósofo que este fin es, en sí mismo bueno, sin embargo, no a todos los
individuos les está permitido alcanzarlo. Hace notar Aristóteles que para ello se requieren
ciertas circunstancias y condiciones que posibiliten alcanzar este fin supremo. Acota además
el filósofo que, es incuestionable e incontrovertible el hecho de que un estado será virtuoso,
únicamente si la totalidad de sus ciudadanos lo son, por lo cual es pertinente advertir, cuales
son las condiciones que hacen posible al ciudadano llegar a la virtud. Dichas entidades son
tres: la naturaleza, la costumbre y la razón. Primeramente, es necesario que la naturaleza
pueda convertirnos en hombres, y no en otra especie de animales, por otra parte, es perentorio
y necesario que otorgue ciertos dones corporales y espirituales. Sin embargo, hay que señalar
que a veces estos dones naturales no alcanzan y es imperioso modificar las cualidades
naturales por la costumbre, bien sea viciándola o mejorándola. Finalmente, advierte
Aristóteles es el momento de constatar que el hombre cuenta con la razón para influir sobre
la naturaleza y los hábitos.
7
Indica Aristóteles en el último capítulo del libro IV de la Política que desde los siete años
hay dos etapas, una hasta la pubertad y la otra hasta los veinte años. Vehementemente, señala
el filósofo que la vida no debe meditar por septenarios, sino por segmentación natural. El
interés evidenciado en Aristóteles por el tema de la educación infantil, se hace latente en la
precisión y abundancia de detalles que expone sobre este particular, tanto que llega incluso
a plantearse si es o no conveniente prohibir a los niños llorar y gritar.
Referencias Bibliográficas
_________. Política. (1993). (Trads. Carlos García Gual y Aurelio Pérez Jiménez). Altaya.
Barcelona-España.