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Escuela de Humanidades
0.- Introducción
Si buscamos el fundamento de este hecho que los historiadores comprueban son los
filósofos, los que pueden darnos la razón del mismo:
"Si nunca hubo una filosofía cristiana históricamente observable, es porque la noción misma es
contradictoria e imposible."4
1
GILSON, E., El espíritu de la filosofía medieval, 2ª ed. (Madrid 1981), 13
2
Cfr. Ibid.
3
BREHIÉR, É., Histoire de la philosophie T. 1, (París 1927), 493
4
GILSON, El espíritu de la filosofía medieval, 14
3
Esta opinión la comparten los racionalistas puros y los neoescolásticos. Los primeros
ven entre filosofía y religión una diferencia de esencia, que hace imposible todo tipo de
colaboración entre ellas. Sin acordar acerca de la esencia de la religión sí acuerdan que
no es del orden de la razón y que ésta no puede depender del orden de la religión. Siendo
el orden de la razón el orden de la filosofía, existe en ella una independencia esencial de
todo lo que no es filosofía.5 Si bien, no sería posible encontrar un neoescolástico que
admitiera que no existe ninguna relación entre filosofía y religión, lo que los separa de
los racionalistas es, o bien un desacuerdo sobre los hechos ya que "(...) niegan que ningún
pensamiento cristiano haya conseguido constituir una filosofía, pues sostienen que Santo Tomás
fundó una (...)"6, que es la única que existió por haberse constituido en un plano puramente
racional; o bien un desacuerdo sobre los principios, pero no en lo que atañe a la noción
de filosofía sino al lugar que ocupa en la jerarquía de las ciencias: "Mientras que el
racionalista puro coloca a la filosofía en la cima y la identifica con la sabiduría, el neoescolástico
la subordina a la teología, única que merece plenamente el nombre de sabiduría (...)" 7
Eso no termina de explicar por qué algunos neoescolásticos piensan que, aún estando
subordinada a la teología, su filosofía permanece idéntica a la que no reconoce una
Sabiduría por encima de ella.8 Para evitar el peligro que supondría la confusión de la
filosofía y de la teología, algunos escolásticos admiten que la única doctrina digna de ser
reconocida como filosofía es la de Tomás, ya que dentro del tomismo las conclusiones
filosóficas son extraídas de premisas puramente racionales. La teología se ubica en la
cúspide de las ciencias y la filosofía si bien se subordina a ella, como tal no depende sino
del método que le es propio, realizando espontáneamente su acuerdo con la fe sin tener
que sufrir deformaciones, si concierta con ella es simplemente porque es verdadera, y la
verdad no puede contradecirse a sí misma.9 La diferencia radical que sigue existiendo
entre un racionalista puro y este planteo escolástico es que para éste último la fe subsiste
y todo desacuerdo que pueda surgir entre la fe y la filosofía se debe a un error en ésta,
que lo obligará a revisar sus conclusiones y sus principios, hasta descubrir sus vicios.
Si el neoescolástico no logra comprenderse con el racionalista, su fundamento no puede
estar nunca en solicitarle a aquél que sea creyente; la verdad de las afirmaciones desde
las que discuten es una verdad puramente racional y por ende no depende de la fe en
modo alguno. Esta postura justifica que, cuando los agustinianos le reprochan a los
5
Cfr. Ibid. 14
6
Ibid. 15
7
Ibid.
8
Cfr. Ibid. 15
9
Ibid.. 16-17
4
Siguiendo a Tomás, Gilson sostiene que es imposible creer y saber la misma conclusión
a la vez y bajo la misma relación, ya que si se suprime la fe en la existencia de Dios, la
teología se queda con un objeto cuya existencia misma es establecida por el
conocimiento filosófico, pero mantener la fe en dicha existencia después de la
demostración, es invitarnos a creer lo que ya sabemos, lo cual es imposible. De lo dicho
podemos concluir que el conocimiento de fe y de razón no pueden confundirse puesto
que no son de la misma especie, ni aún del mismo género. Sostener lo contrario nos
llevaría a afirmar que el conocimiento natural de Dios puede ponernos en un
conocimiento de su existencia que pueda reemplazar el conocimiento que nos da la
economía de la salvación.15
10
Cfr. Ibid. 18
11
Ibid. 18
12
Cfr. Ibid.
13
Ibid.
14
GILSON, E., Introducción a la Filosofía Cristiana, traducido por ESTELEY, MIGUEL (Córdoba 1982), 90
15
Cfr. Ibid. 9-10
5
Tomás el término "filósofo" significaba, entre otras cosas, “pagano”, alguien que
habiendo nacido antes de Cristo no había sido informado de la revelación cristiana. Si
bien este alcance no era absoluto, en general, la relación de la palabra "filósofo" con la
de “pagano” era estrecha.16 Como consecuencia de esta distinción la filosofía se presentó
para muchos teólogos como una masa indiferenciada de doctrina que contiene las
enseñanzas de casi todos los que, no conociendo la verdad cristiana o no aceptándola,
intentaron llegar a una opinión consecuente del mundo y del hombre utilizando sólo la
razón.
Tomás, trabajando en los escritos de Aristóteles, cuando éste contradice la revelación o
se aparta de ella, lo advierte claramente o no le atribuye lo que no dijo expresamente.
Asimismo, cuando advierte que algunos puntos están tratados de forma incompleta, no
entiende que sea preferida al original una interpretación de los mismos si puede
conciliarse mejor con la enseñanza de la fe.17
No es en sus obras filosóficas, específicamente en sus Comentarios a Aristóteles, donde
Tomás remueve los obstáculos a la fe cristiana que aparecían implícitos en su doctrina,
sino en sus obras teológicas. Pero no bastaba con eliminar lo que no aparecía claramente
explícito en la doctrina de Aristóteles como contrario a la fe cristiana, sino que se veía en
la necesidad de completar dicha doctrina en relación a ciertas verdades que el filósofo
griego no había alcanzado a ver. Frente a esta tarea Tomás se encontró con que, aun
cuando fuera exenta de grandes errores, la doctrina de Aristóteles no podía darle una
filosofía desde la cual servirse sin más. Siendo un instrumento útil a su tarea como punto
de partida, requería profundas modificaciones en algunas de sus nociones básicas.
Gracias a Aristóteles, Tomás supo hasta donde podía llegar la razón humana por sí
misma, es decir sin el apoyo de la revelación cristiana, ya que consideraba a aquél como
expositor si no de toda la verdad que es accesible a la razón humana, sí de toda la verdad
filosófica.18
Por este motivo Tomás logró "(...) una clara noción de lo que significa filosofar." 19 Alcanzar
esta noción es la que permitió a Tomás no caer en el simplismo de otros teólogos. Si
Tomás necesitaba una filosofía en el desarrollo de su teología, aquélla no podía consistir
en tomar de distintos sistemas filosóficos los elementos que mejor sirvieran a tal fin, por
conciliar con la verdad de la fe presentada en la revelación. En otras palabras, si
16
Cfr. GILSON, E., Elementos de Filosofía Cristiana, traducido por GARCÍA ARIA, AMALIO, 2ª ed. (Madrid 1977), 14
17
Cfr. Ibid. 15-16
18
Cfr. Ibid. 17
19
Ibid.
6
20
Cfr. Ibid.
21
Cfr. GILSON, E., El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, traducido por MUGICA,
FERNANDO (Pamplona 1978), 20-23
22
GILSON, Introducción a la Filosofía Cristiana, 6
23
GILSON, El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, 21
24
Ibid. 22
25
Cfr. Ibid.
7
particular sino del fin del universo. Como el fin de un objeto se confunde con su principio
o su causa, con Aristóteles podemos decir que la filosofía primera se ocupa de estudiar
las primeras causas. El primer autor y primer motor del universo es una inteligencia, y su
fin al crear y mover el universo, será el fin o el bien de toda inteligencia que es la verdad,26
Tomás entiende que el objeto de la metafísica o filosofía primera es:
"(...) la verdad; no (...) cualquiera verdad, sino aquella que es el origen de toda verdad, es decir,
aquella que se refiere al primer principio del ser de todas las cosas; de donde se sigue que también
la verdad de la filosofía es el principio de toda verdad." 27
26
Ibid. 35-36.
27
AQUINO, Santo Tomás de; Suma contra los Gentiles, I, C. I
28
GILSON, El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, 36
29
Cfr. Ibid. 38
30
Ibid.
8
Así todo el conocimiento teológico que podemos tener de Dios comienza por un acto de
fe en la revelación, que Dios mismo hace de su existencia, colocándose el Ego sum, qui
sum del Éxodo, como previo a todas la pruebas racionales y filosóficas de la existencia
de Dios.35
La noción de El que Es, es considerada por Gilson como el único punto de perspectiva
a partir del cual nuestro conocimiento de Dios, por más pobre que sea, ofrece una real
analogía con el que Dios tiene de Sí mismo. Como Dios lo sabe todo sabiéndose y la
ciencia que tiene de Sí es su esencia, el ser puro; la teología puede, siendo una, abarcar
con una sola mirada la totalidad del ser, por organizarse en torno a una noción de Dios
semejante a la que Él tiene de sí mismo y de todo, por el hecho de que Él es. Es decir
que cuando Dios se revela como El que es, revela su esencia, que es puro acto de ser y
como lo que revela es la ciencia que tiene de Sí, partiendo nuestro conocimiento de Dios
31
GILSON, Introducción a la Filosofía Cristiana, 6
32
Ibid. 9
33
Cfr. Ibid.
34
Ibid.
35
Cfr. Ibid. 8-9
9
de la misma noción de El que es, puede la teología abarcar de una sola mirada todo el
ser, Dios, revelándose a sí mismo como El que Es.36
Así lo “revelado” se presenta como todo conocimiento sobre Dios, que sobrepasa el
poder de la razón humana. Si Dios no lo revela, el contenido de lo “revelado” no puede
conocerse, la sola fuerza de la razón humana no puede acceder a él. Junto a esta noción
de lo “revelado”, podemos reconocer que existen conocimientos revelados por Dios que,
por el contrario, no son inaccesibles a la razón, es decir que en su esencia no pertenecen
a lo “revelado”, y que Tomás denomina revelabile, lo “revelable”. Considerada en sí
misma la revelación es un acto que, como tal, apunta a un fin, cual es hacer posible la
salvación del hombre. Puesto que para el hombre la salvación consiste en alcanzar su
fin, el hombre no puede alcanzarlo sin conocerlo. Como este fin es Dios, un objeto que
excede infinitamente al conocimiento natural, era preciso que Dios le revelase al hombre
conocimientos que exceden los límites de la razón, conjunto de conocimientos que se
denomina: ciencia sagrada o teología. El fundamento de la teología es la fe en la
revelación hecha por Dios a los Apóstoles. La revelación es la que confiere a los
Apóstoles una autoridad divina y sobre la fe en su autoridad, reposa la teología. 38
Es decir que el conocimiento de la Sagrada Escritura, producto de la acogida intelectual
del dato revelado a la luz de la razón natural, es parte de la Ciencia Sagrada o teología
en cuanto constituye una elaboración legítima de la Sagrada Escritura y aun cuando no
es conocimiento revelado para la salvación (revelatum) sí se ordena a ella como su fin
último. La revelación está al servicio de la salvación, es el instrumento necesario para
nuestra salvación. La teología o Ciencia Sagrada en cuanto es la explicación de la
revelación está al servicio de la salvación y en la medida en que no entorpezca este fin
permanecerá fiel a su esencia.
36
Ibid. 60
37
GILSON, El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, 26
38
Cfr. Ibid.27-28
10
Gilson nos está previniendo del error de pretender que la filosofía de Tomás pueda
comprenderse separada de su conexión con la teología, como si él hubiera querido
elaborar una doctrina filosófica por sí misma, cuando Tomás entiende que la utilidad de
la filosofía se subordina a la ayuda que brinda a la comprensión de las verdades de fe
propias de las formulaciones teológicas.
Cuando se presenta a Tomás, muchos de sus intérpretes modernos lo hacen como a un
filósofo preocupado en no comprometer la pureza de su filosofía con la menor mezcla de
teología. Teniendo como fundamento lo hasta aquí visto podemos afirmar con Gilson
que: "(...) el Santo Tomás histórico se preocupaba por lo menos, otro tanto de lo contrario."40
La preocupación de Tomás no fue la de mantener completamente separada su filosofía
de su teología de modo tal de no comprometer aquélla en su pureza. El problema se
planteaba más bien en relación a cómo integrar la filosofía en la enseñanza de la ciencia
sagrada o teología, sin que la filosofía perdiera en ello su esencia y sin que la enseñanza
sagrada perdiera la suya. El temor de Tomás no está en la integración de la filosofía con
la teología sino en el modo en que dicha integración no corrompe la pureza de la
revelación ni de la razón. Para que la teología siga siendo una ciencia formalmente una
es preciso que sea la misma teología la que "(...) atraiga a la filosofía, la eleve a sí y la asimile,
de modo que todo conocimiento natural que esta contiene se ordene y subordine en ella al punto
de vista propio del teólogo que es la revelación."41
Tomás reconoce el orden filosófico y el orden teológico, como órdenes distintos. El fin de
la asimilación de la filosofía por la teología es que el conocimiento natural que aquélla
contiene se ordene y subordine al punto de vista de la teología, que como vimos es la
revelación. Este saber humano, natural, filosófico, asumido por la teología para servir a
sus fines es lo que Tomás ha denominado lo revelable.42
Las verdades contenidas en lo revelable son accesibles para la razón humana, son
conocimiento que no excede los límites de la razón humana, que el hombre podría
39
Ibid. 23
40
Ibid. 24
41
Ibid. 25
42
Cfr. Ibid.
11
alcanzar por sí mismo, sin necesidad de ser revelados; mas cuando de derecho sean
cognoscibles, de hecho no necesariamente lo son, y tratándose de verdades necesarias
para la salvación de cada uno, comprensible es que Dios las haya revelado. La teología
o ciencia sagrada, en cuanto es explicación de la revelación, que contiene toda verdad
salvadora, permanece fiel a su esencia, tratando tanto a los conocimientos naturales
como a los sobrenaturales según métodos apropiados, con tal que el fin perseguido no
entorpezca al de la revelación, cual es el de poner en posesión del hombre todos los
conocimientos que le permiten alcanzar la salvación. En esto se pone de manifiesto la
unidad de la ciencia sagrada, cuando el teólogo habla como filósofo, no es porque ha
cesado de trabajar para la salvación de las almas sino que todo lo contrario. Si se
comprende así, la unidad de la teología es la unidad de la revelación, cuya complejidad
debe respetar.43
Es a través de la noción de revelable, que se entiende cómo la filosofía puede ser
asumida, elevada, integrada por la teología sin hacerle perder a ésta su unidad,
conservando su esencia. La noción de lo revelable aparece como la que abre las puertas
a esta posibilidad.
Lo que asegura la unidad de la ciencia sagrada es la consideración de sus objetos desde
un único punto de referencia o bajo la misma razón formal, cual es el de la teología: la fe
en la revelación que salva.
4.2.- Fe y razón
El objeto propio de la fe, es justamente lo que la razón no alcanza, de lo que se sigue
que todo conocimiento racional que puede fundamentarse por resolución de principios,
escapa al dominio de la fe. De hecho la fe sustituye a la ciencia en un gran número de
nuestras afirmaciones, haciendo que por la verdad de fe de algunas afirmaciones, aún
accesibles a la razón, sea posible que todos puedan participar fácilmente del
conocimiento de Dios sin temer a la duda o el error, de lo que no existe certeza de poder
sustraerse, prueba de lo cual es el desacuerdo reinante entre los pensadores sobre un
mismo tema.44
"La fe en lo incomprensible confiere, (...), al conocimiento racional su perfección y su
acabamiento."45
43
Cfr. Ibid. 31
44
Cfr. Ibid. 39
45
Ibid. 40
12
46
Ibid. 42
47
Cfr. Ibid.
48
Ibid. 44
13
admitido ciertamente nunca que cualquier prueba metafísica pueda dispensar al cristiano de creer
un solo instante en la existencia de un Dios que este mismo Dios nos enseña." 49
En relación a las verdades de fe inaccesibles para la razón ésta tiene el encargo de
demostrar que lo enseñado por la revelación es posible, que no contiene contradicción o
absurdo racional; y en relación a las verdades de fe accesibles a la razón, le es posible,
a ésta, construir más fácilmente el cuerpo de doctrinas filosóficas verdaderas que le es
presentado por la fe, ya que el pensamiento humano raramente lo poseería intacto y
completo por las solas fuerzas de la razón.50
Siendo estas las relaciones íntimas que se establecen entre la teología y la filosofía se
puede afirmar finalmente que: "(...) constituyen dos dominios formalmente distintos."51 Si bien
sus territorios ocupan en común una cierta área, sin embargo no se confunden, no
coinciden. Siendo la teología la ciencia de las verdades que son necesarias para la
salvación, y no siendo todas las verdades necesarias para tal fin, queda pues un espacio,
al margen de la teología, para la ciencia que se ocupa de las cosas naturales, en sí
mismas y por sí mismas en tanto que la teología las considera a todas bajo la perspectiva
de la salvación del hombre y por referencia a Dios. Incluso en el terreno que es común a
ambas disciplinas, éstas siguen conservando los caracteres que las distinguen: difiriendo
en los principios de la demostración, lo que definitivamente impide que se confundan, ya
que el filósofo toma sus argumentos de las esencias, en consecuencia de las causas
propias de las cosas; el teólogo por su parte argumenta a partir de la primera causa de
todas las cosas, que es Dios y apela a argumentos que nunca serán satisfactorios para
el filósofo como son el principio de autoridad, el principio de perfección y el poder de Dios
como infinito. A su vez difieren en el orden: en la filosofía se parte de las criaturas para
llegar a Dios, en tanto que en la teología la consideración que se da primero es la de
Dios y a continuación y por referencia a aquélla, se consideran las criaturas.52
El secreto del tomismo reside en el
"(...) inmenso esfuerzo de honestidad intelectual por reconstruir la filosofía en un plano tal que su
acuerdo de hecho con la teología aparezca como la consecuencia necesaria de las exigencias de
la misma razón y no como el resultado accidental de un simple deseo de conciliación." 53
49
GILSON, E., El filósofo y la teología (Bilbao 1962), 101
50
Cfr. GILSON, El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, 45
51
Ibid. 46
52
Cfr. Ibid. 46-47
53
Ibid. 50-51
14
esfuerzo se abocará a la búsqueda de enseñar una filosofía que "(...) será más verdadera
cuanto más cristiana sea y que (...) será más cristiana cuanto más verdadera sea." 54
En la seguridad de que la verdad no puede contradecirse a sí misma, cuando filosofa
Tomás no teme que la teología pueda privar a su filosofía de racionalidad, sino que por
el contrario, entiende que la fe plenifica la tarea de la razón, poniéndola en posesión de
un objeto que le es inaccesible por sí misma. Así puede realizar su trabajo con la certeza
de que la verdad de la razón y de la fe coinciden por provenir de la misma fuente que es
Dios. Fe y razón en Tomás no pueden ni contradecirse, ni ignorarse, ni confundirse. Por
mayores argumentos con que la razón justifique la fe jamás la hará razón, ya que en el
momento en que abandone la autoridad (de la revelación) en beneficio de la prueba, deja
de creer para saber.
"La fides quaerens intellectum es una fe que permanece irreductiblemente fe (...)"55
A su vez, por más que la fe guíe y mueva a la razón, ésta jamás dejará de ser ella, ya
que en el momento en que renuncie a proporcionar la prueba que demuestra sus
enunciados, se negará a sí misma y se anulará para dar lugar a la fe.56
Tomás estaba plenamente convencido de que cuando se intenta alcanzar un objeto que
su misma esencia hace inaccesible nuestra razón se muestra impotente y deficiente por
todas partes, más si aplicó incansablemente este pobre instrumento a los objetos más
elevados, es porque "(...) los conocimientos más confusos y aquellos mismos que apenas
merecerían el nombre de conocimiento, dejan de ser despreciables cuando tienen por objeto la
esencia infinita de Dios."57
Palabras finales
La realización de este trabajo supuso para nosotros asumir que adentrarnos en la
problemática propiamente metafísica, requería iluminar el sentido de la relación Filosofía
- Teología en el pensamiento de Etienne Gilson a partir de la obra de Santo Tomás. No
podemos concluir este trabajo sin reconocer la claridad del pensamiento de Etienne
Gilson iluminado por la obra de Tomás, que nos ha mostrado que en filosofía lo único
válido es buscar la verdad. En Santo Tomás y Etienne Gilson nos sentimos reconfortados
y animados en la búsqueda y pedimos al Señor la gracia de permanecer fieles en ella,
con la certeza de que lo que en definitiva se juega es nuestra salvación y la de toda la
humanidad.
54
Ibid.
55
GILSON, Introducción a la Filosofía Cristiana, 22
56
Cfr. GILSON, El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino, 51
57
Ibid. 52
15
BIBLIOGRAFIA
———, Elementos de Filosofía Cristiana, traducido por AMALIO GARCÍA ARIA, 2ª ed, Rialp
(Madrid 1977).