Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
*Efesios 2:21-22. En quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser
un templo santo en el Señor. 22, en quien vosotros también sois juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Ef. 5:8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad
como hijos de luz.
Col. 3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable
misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.
1 P. 1:15 “sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en
toda vuestra manera de vivir”
En estos versos podemos ver que cada uno es responsable de buscar la santidad,
que ésta no nos cae del cielo sino que es consecuencia de una búsqueda personal.
En 2º de Crónicas 5:1-14 se destaca la importancia de la dedicación al templo que
había construido el rey Salomón, el cual se había destinado para la adoración. Los
levitas debían saber que ese lugar era donde estaba su deleite destinado al gozo,
como dice el Salmo 87:7:
Y cantores y tañedores en ella dirán: Todas mis fuentes están en ti.
Podemos ver aquí que el esfuerzo, ánimo y corazón de un levita es la adoración a
Dios. El templo es símbolo del perdón, la gracia y la misericordia divina, por esta
razón el levita debe entender claramente y enseñar al pueblo que este es el lugar
en el que la oración es un vínculo para con el Padre. Te pregunto: ¿Es esta tu
motivación cuando te dispones a ministrar? Recuerda que la disciplina está unida
con la consagración, y que cuando esta falta, la iglesia pasa por una etapa de
esterilidad, ¡debido a la ausencia de gloria! Esto no debe ser así; el servicio tiene
que ser glorioso.
En 2º Cr. 5:4 leemos lo siguiente:
“Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel, y los Levitas tomaron el arca”.
Esto muestra que fue necesario usar las manos para tal propósito. Te pregunto:
¿Cómo están tus manos? ¿Acaso tomas de lo inmundo y luego tomas el arca?
Jamás se te olvide que las manos son el reflejo de tu conducta cristiana, la cual
debe ser digna del Dios al cual servimos.
En nuestra época, es un hecho, estamos frente a la adulteración de lo santo con lo
inmundo, de lo que muchos danzores y músicos participan. De igual manera vemos
a la iglesia participando de lo inmundo y luego llegando al lugar de reunión para
“alabar a Dios” como si nada hubiera pasado, sin ningún temor de Dios en sus vidas.
Lo peor de todo, es que la santidad de muchos de los llamados danzores (levitas),
músicos o salmistas, está diluyéndose junto con buena parte de la iglesia.
El llamado de Dios para ministrar es primero para los levitas y sacerdotes. Observa
lo que dice el verso 12:
“Y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán, y los de Jedutún,
juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con
címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes
que tocaban trompetas”
Nuestro ministerio como levitas esta enfáticamente especificado. Sin embargo hoy
en día algunos músicos no se distinguen, no se sabe si son parte del grupo o no. La
falta de disciplina en sus vidas los lleva a una irresponsabilidad en su trabajo
ministerial, lo que se refleja, por poner un ejemplo, en sus constantes ausencias al
grupo de ARTES O ALABANZA sin notificar. Estos aparecen de repente después
de unas “vacaciones” y pretenden volver a ministrar como si nada hubiera pasado.
Esta clase de danzores y músicos agreden la reputación del ministerio porque no
se puede contar con ellos. Y son los indisciplinados, que hasta se autodenominan
“apóstoles”, “misioneros” o “evangelistas”, dándose el lujo de adjudicarse el título
que les place, menos el de cumplidores de su ministerio de adoradores o salmistas.
Esto no debe ser así, cada adorador debe estar comprometidos íntegramente, al
cien por ciento, dando su vida al Señor en el ministerio donde fue establecido.