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SI te has ganado el gran honor de brindar el discurso de graduación de tu clase, esto significa que
serás la voz de tus compañeros. Esta será una inmensa responsabilidad, pero también una gran
suerte. Para brindar este discurso, tendrás que escribir algo que sea fácil de recordar e
importante, practicar de antemano, memorizar la mayor parte del discurso pero teniendo apuntes
claros, usar un lenguaje corporal atrayente, y hablar a un ritmo lento pero natural. Si escribes un
discurso de graduación fantástico, pronunciarlo delante de tus compañeros, padres y profesores
será una experiencia que nunca olvidarás (y que con suerte, tampoco olvidarán dichas personas).
Método1
Ten una “tormenta de ideas” sobre lo que tu experiencia en la escuela ha significado para ti. Ya
has estado estudiando por algún tiempo. Pregúntate a ti mismo: ¿qué me ha enseñado a mí y a
otros esta experiencia acerca de la vida, del éxito y de crecer en el proceso?
¿Cómo he cambiado desde que comencé este nivel educativo? ¿Cómo han
cambiado otros compañeros de clase desde que empezaron?
Empieza a desarrollar un tema. Quieres que tu discurso de graduación tenga un tema. Tu tema
puede ser muy específico o muy general, pero necesitas uno para unir el conjunto. Sin un tema,
podría parecer que solo estás haciendo que el tiempo corra, diciendo cosas “sin ton ni son” o sin
“moraleja”. Algunos temas comunes para discursos de graduación son:
Adversidad. Adversidad es los desafíos que vosotros como grupo hayáis superado
para llegar a donde estáis ahora. Tal vez uno de tus compañeros fue diagnosticado
de cáncer, y enseñó al resto de la clase cómo luchar, no precisamente con una
enfermedad, sino contra cualquier obstáculo que se presente. Esto es adversidad.
Piensa en la estructura de tu discurso. La estructura es donde colocas cada una de las partes en el
discurso para que lo que digas tenga sentido.
Comienza la introducción con algo cautivador. Puede ser una cita interesante, un acontecimiento,
una historia o un buen chiste sobre tu escuela o tu clase. Sea lo que sea, ha de captar la atención
de tu audiencia. Esto significa que ha de ser relevante y cautivador. Tal vez puedas empezar con
algo como esto:
"Recuerdo el momento en que todos nosotros llegamos a este aula hace cuatro
años. Parecíamos jovencitos recién levantados de la cama. Y, aunque ahora
parecemos más mayores, veo que la mayoría de nosotros parecemos tan dormidos
como aquel fatídico día."
"No quiero alarmarles, pero esta clase del dos mil… tiene un serio problema. No es
un problema financiero. No es un problema intelectual. Es un problema de
“actitud”. La clase del dos mil… tiene el problema de ser asombrosa y genial."
Haz interesante el cuerpo de tu discurso y recuerda unirlo todo con tu tema. Comienza con
fuerza. Pon tu mejor idea justo al principio para atrapar la atención de la gente.
Usa tu conclusión para sacar una moraleja. Saca tu tema y pregunta “entonces, ¿qué?”. ¿Qué
podemos aprender de este tema? Esta será tu lección. Algunas lecciones pueden sonar algo así
como:
"En conclusión, la escuela secundaria nos ha enseñado que las calificaciones que
obtenemos no son tan importantes como la educación que recibimos. Ganamos
una calificación en un examen de historia. Conseguimos una educación al entender
que la esclavitud es inmoral. Ganamos una calificación en un examen de
matemáticas. Conseguimos una educación al entender que los modelos
matemáticos nos pueden ayudar a volar. Ganamos una calificación por escribir un
ensayo en inglés. Conseguimos una educación al entender que las palabras son
poemas y los poemas son hermosos."
Método2
Habla despacio. Cuando te encuentras frente a un montón de gente, con el corazón latiendo y la
boca seca, podría ser tentador acelerar las cosas. Los buenos discursos, sin embargo, casi siempre
se pronuncian despacio, con fuerza y sentimiento tras cada palabra. Recuerda bajar el ritmo.
Escucha un discurso de Martin Luther King, Jr., uno de los oradores públicos más
eficaces de todos los tiempos, y presta atención a cuán despacio hablaba. Los
discursos lentos suenan realmente bien porque permiten a la audiencia ir
procesando lo que oyen.
Pausa para enfatizar. No tengas miedo a respirar profundo un par de veces tras pronunciar una
frase. Da tiempo a tu audiencia para que le encuentre el sentido a lo que estás diciendo. Haz una
pausa después de decir una frase realmente motivadora para profundizar en el sentido de la frase.
Ten el discurso casi memorizado. Tener memorizado el discurso te ayudará a no mirar tanto tus
notas, y no leerlo de un pedazo de papel. Si lees el discurso sonará robótico, quitándole su ritmo
natural y la fluidez del lenguaje.
Mantén buen contacto visual con tu audiencia. Tener contacto visual te permitirá atrapar a la
audiencia no solo con tus palabras, sino también con tus ojos y tu presencia. Esta habilidad es algo
realmente importante para un orador público, pero se suele pasar por alto con facilidad porque es
difícil de dominar.
Infunde sentimiento a tu voz. No divagues con una voz monótona por ocho minutos o dormirás a
todo el mundo. Mantén el entusiasmo con tu discurso, y deja que tu entusiasmo se refleje en tu
voz. Modula tu voz cambiando el tono, la velocidad y el volumen para que tu presentación sea aún
mejor.
Se confiado, no chulesco. Confía en tu habilidad para hacer reír a las personas, para hacer que te
entiendan mejor, para motivarlas a ser mejores personas y darse cuenta de su auténtico potencial.
Tú estás pronunciando ese discurso por una razón, ¿verdad? Confía en la gente que confió en ti y
recompénsalas por su confianza.
Practica tu discurso con suficiente tiempo. Practicar el discurso con tiempo de antelación, tal vez
delante de algunos amigos de confianza, te ayudará de dos formas:
Te indicará qué funciona y qué no en el discurso. Todavía tendrás tiempo de
cambiar ese chiste que nadie entendió, o enfocarte en esa parte que de verdad les
gustó a tus amigos.
Consejos
Habla con naturalidad, Tal vez creas que debes ser formal, pero es probable que el
discurso sea más significativo si luce como si las palabras vinieran de tu corazón.