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Dios interpuso su poder y David fue librado del gigante Goliat; las bocas de
los leones fueron tapadas y Daniel escapó ileso; los tres jóvenes hebreos
fueron echados en el horno de fuego y salieron sin daño ni quemadura.
Los ángeles son siervos de Dios y escuchan siempre su voz y cumplen sus
mandamientos (1°Crónicas 21:15-28) (Hechos 12:11) (Apocalipsis 22:6)
(Mateo 24:31).
Dios también gobierna sobre los demonios (Jueces 9:23) (1 Reyes 22:23) (1
Samuel 16:14).
Sí, el propio Satanás está absolutamente sujeto al control de Dios. Acusado
en el Edén, escuchó su sentencia sin pronunciar palabra. No pudo tocar a Job
hasta que Dios le diera autorización. También tuvo que esperar autorización
antes de “zarandear” a Pedro.
Y como acto final sabemos que será echado al lago de fuego que ha sido
preparado para él y sus demonios.
¿Porqué no todos los que escuchan el Evangelio son salvos? ¿Rehúsan creer?.
Bien, es cierto, pero esa es solo una parte de la verdad. Es la verdad vista
desde el aspecto humano. Pero hay también un aspecto divino. Es Dios
mismo quien hace distinción entre el escogido y el no escogido.
Antes de la fundación del mundo Dios hizo una selección, una elección. Ante
sus ojos omniscientes estaba toda la raza humana de Adán y de ella escogió
un pueblo, y lo “ordenó” para vida eterna (Hechos 13:48) (1 Corintios 1:26-
29) (Efesios 1:3-5) (2 Tesalonicenses 2:13) (2 Timoteo 1:9) (1°Pedro 1:2)
(Romanos 8:28-29). Resumiendo las enseñanzas de estos pasajes
aprendemos: Que Dios ha ordenado para vida eterna a ciertas personas; y
que, como consecuencia de su ordenación, ellos, a su debido tiempo,”creen”.
Ésta ordenación para salvación que Dios hace de sus elegidos no se debe a
nada bueno ni a mérito alguno en ellos, sino exclusivamente a su “gracia”.
Sabemos que Cristo intercede ahora como Gran Sumo Sacerdote. Pero ¿por
quién intercede? ¿por toda la raza humana o solamente por su propio
pueblo?.La respuesta es muy clara. Nuestro Salvador ha entrado en el cielo
personalmente “para presentarse por nosotros en la presencia de Dios”
(Hebreos 9:24),es decir, por los que son “partícipes de la vocación celestial”
(Hebreos 3:1). Esto concuerda con las palabras de nuestro Señor en Juan
17:9.....”Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me
diste, porque tuyos son”.La salvación de cualquier pecador entra dentro de la
esfera del poder divino.
“Porque de Él, y por Él, y en Él, son todas las cosas” (Romanos 11:36)
¿Está Dios ahora gobernando el mundo, y a todos, y a todo lo que hay en él?
SI
¿lo gobierna de acuerdo a un propósito concreto o lo hace sin objetivo y al
azar?
Y si lo gobierna conforme a un propósito,¿cuándo fue formado ese propósito?
¿Está Dios cambiando continuamente su propósito y formando uno nuevo
cada día o estaba ya formado desde un principio?
Dios creó todas las cosas. Dios formó primero el propósito de crear y luego
realizó el acto creativo en cumplimiento de dicho propósito. Es obvio que Él
no se propuso simplemente crear el mundo y colocar al hombre en él, para
luego abandonar a ambos. Es preciso que veas que Dios tiene alguna gran
finalidad en su propósito; y que Él está actualmente gobernando el mundo
con objeto de realizar estos fines.
Entonces ¿con qué gran propósito fueron creados este mundo y la raza
humana?. La respuesta encontrada en la Biblia es: “Todas las cosas ha hecho
Jehová por sí mismo” (Proverbios 16:64).
Pero ¿qué diremos del gobierno de Dios sobre la familia humana?¿Qué revela
la Escritura respecto al modus operandi de su administración sobre la
humanidad?¿Hasta qué punto y por medio de qué influencias controla Dios a
los hijos de los hombres?.
Los hijos de Dios son capacitados para pelear la buena batalla de la fe y para
contender con las fuerzas adversarias que les hostigan. Ellos de por sí no
tienen fuerza alguna; dice la palabra de Dios: “El da esfuerzo al cansado y
multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna” (Isaías 40:29).
Dios nos guiará obrando en nosotros tanto el querer como el hacer por su
buena voluntad. Que Dios nos guía en la forma indicada se desprende
claramente de las palabras del apóstol en Efesios 2:10:”Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó para que anduviésemos en ellas”.
“Jehová guarda a todos los que le aman; pero destruirá a todos los impíos”
(Salmos 145:20).No podemos perseverar sin que Dios nos preserve.
¿Había sido decretado que el Salvador sería traicionado por uno de sus
discípulos? (Salmos 41:9- Mateo 26:50).
¿Se había decretado que el traidor recibiría por su actuar treinta siclos de
plata?
¿Se había decretado que esta paga de la traición sería empleada con un fin
particular, a saber, la compra del campo del alfarero? (Mateo 27:7)
¿Se había decretado que habría quienes serían testigos falsos contra nuestro
Señor? (Salmos 35:11)
¿Se había decretado que el Señor de la gloria sería blanco de “injurias y
esputos”? (Isaías 50:6)
¿Se había decretado que el Salvador sería contado con los transgresores?
¿Se había decretado que le sería dado a beber vinagre estando en la cruz?
¿Se había decretado que los soldados echarían suerte sobre sus vestiduras?
¿Se había decretado que ninguno de sus huesos sería quebrantado? (Éxodo
12:46- Números 9:12)
Lo mismo ocurrió luego en relación con Sehón, rey de Hesbón, por cuyo
territorio tenía que pasar Israel en su éxodo hacia la tierra prometida
(Deuteronomio 2:30).
“Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su
buena voluntad” (Filipenses 2:13)
En Adán, antes de caer, la voluntad era libre en ambos sentidos; libre hacia el
bien y libre hacia el mal. Con el pecador las cosas son diferentes; el pecador
nace con una voluntad que no está en equilibrio moral, porque en él hay un
corazón engañoso. Pero con respecto al Señor Jesús la cosa fue muy distinta.
Cristo difería radicalmente. Él no podía pecar porque era “el Santo de Dios”.
Para que un pecador sea salvo fueron indispensables tres cosas: Dios Padre
tuvo que “proponerse” su salvación; Dios Hijo tuvo que “comprarla” y Dios
Espíritu Santo tiene que “aplicarla”.
Decir que Dios ha ordenado que los destinos humanos puedan ser cambiados
y moldeados por la voluntad del hombre es absolutamente falso. EL
DESTINO HUMANO NO LO DECIDE LA VOLUNTAD DEL HOMBRE, SINO
LA VOLUNTAD DE DIOS (1 Samuel 26:8).
En tercer lugar, la oración ha sido mandada por Dios para que busquemos en
Él las cosas que necesitamos. Pero aquí surge una dificultad: si Dios antes de
la fundación del mundo, ha determinado todo lo que ocurre dentro del
tiempo, ¿de qué sirve la oración? ¿para qué orar? ¿de qué sirve que yo
comparezca ante Dios y le diga lo que ya sabe?
¿no será la oración una práctica poco provechosa? NO. Es evidente que la
oración no carece de significado ni de valor, así lo dice la Escritura: “Orad sin
cesar” (1 Tesalonicenses 5:17); “Es necesario orar siempre” (Lucas 18:1); “la
oración de fe salvará al enfermo” ; “la oración del justo puede mucho”
(Santiago 5:15).
¿Cuál es entonces la relación entre la soberanía de Dios y la oración cristiana?
Ante todo dejemos bien en claro que la oración no tiene por objeto alterar el
propósito de Dios. Dios ha decretado que ciertos acontecimientos tengan
lugar, pero también ha decretado que estos acontecimientos tengan lugar a
través de los medios que Él ha designado para su cumplimiento. El Evangelio
es uno de los medios establecidos para el cumplimiento del eterno consejo
del Señor, como la oración es otro.
¿Acaso el Hijo de Dios no sabía que ninguno de los suyos perecería? Sin
embargo rogó al Padre que los guardara (Juan 17:11).
Notemos la experiencia de Job, aquel de quien el propio Señor dijo: “No hay
otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y
apartado del mal” (Job 1:8).Al final del libro de Job se lo muestra en
presencia de Dios; ¿y cómo se comporta? Job dice: “De oídas te había oído,
más ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco y me arrepiento en el
polvo y en la ceniza” (Job 42:5).Así la visión de Dios hizo que Job se
aborreciera a sí mismo y se humillara ante el Omnipotente.
En el capítulo seis de Isaías se nos ofrece una escena pocas veces igualada.
El profeta contempla al Señor en su trono “alto y sublime”.Sobre este trono
hay serafines con rostros cubiertos dando voces, diciendo:
“Santo,Santo,Santo,Jehová de los ejércitos”.¿Cuál es el efecto de ésta visión
en el profeta?.”Entonces dije: Ay de mí que soy muerto; que siendo hombre
inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios
inmundos, han visto mis ojos al Rey” (Isaías 6:5).La visión del Rey humilló a
Isaías hasta el polvo.
Aquí vemos una vez más que la visión del Dios soberano hace que el esfuerzo
de la criatura se marchite y ésta sea humillada.
Entonces ¿cuál debe ser nuestra actitud para con el Soberano Dios?
Nuestra respuesta es:
1. SANTO TEMOR
¿Porqué las masas están hoy tan despreocupadas de las cosas espirituales y
aman los placeres del mundo más que a Dios?.La Biblia dice en Romanos
3:18: “Porque no hay temor de Dios delante de sus ojos”.Proverbios 1:7 cita:
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”.Feliz el alma que ha sido
atemorizada por una visión de la majestad de Dios, que ha tenido una
percepción de la grandeza de Dios.
2. OBEDIENCIA IMPLÍCITA
3. ENTERA RESIGNACIÓN
Es natural quejarse cuando nos vemos privados de aquellas cosas en las que
habíamos puesto nuestros corazones. Pensamos que cuando hemos
desarrollado nuestros planes con prudencia y esfuerzo, tenemos derecho al
éxito, que cuando estamos rodeados de una familia venturosa, ningún poder
puede penetrar y herir a un ser que amamos; pero si en cualquiera de estos
casos llega a producirse un disgusto, el instinto pervertido del corazón
humano lo lleva a clamar contra Dios.
Si, es ante la voluntad del Señor que debemos inclinarnos. Es Él quien debe
decir donde debo vivir, en que circunstancias he de vivir, y cuanto tiempo he
de hacerlo.
5. ADORACIÓN
Es muy triste que hoy en día la doctrina sea popularmente considerada como
poco práctica.
Dios es demasiado sabio para errar y demasiado amante para hacer derramar
a sus hijos una sola lágrima innecesaria.
El valor de esta doctrina garantiza el triunfo final del bien sobre el mal. Desde
el día que Caín mató a Abel, el conflicto entre el bien y el mal en la tierra ha
sido un penoso problema. Cuando uno mira a su alrededor descubre que casi
todo aquí en la tierra está en confusión, en caos y en ruinas; parece como si
Satanás estuviese llevando la mejor parte en la batalla. Pero cuando uno mira
hacia el cielo, el ojo de la fe ve claramente un trono, estable y seguro, en el
que se sienta Aquel cuyo nombre es Omnipotente. Dios está en el trono, el
timón está en sus manos, y por consiguiente su propósito no puede fallar.
El valor de esta doctrina ofrece un lugar de reposo para el corazón. Aquel que
está sentado en el trono del cielo no solo es infinito en poder, sino también
en sabiduría y bondad.
CONCLUSIÓN
Si Dios ha fijado ya el número de los que han de ser salvos, siendo los demás
vasos de ira preparados para muerte, ¿qué estímulo tenemos para predicar el
Evangelio a los perdidos?.
¿por qué debemos preocuparnos del destino eterno de aquellos con los cuales
entramos en contacto?
Dios no nos ha enviado a disparar un arco al aire. Cuán alentadoras son para
el alma aquellas palabras de nuestro Señor: “También tengo otras ovejas
(observen que dice tengo y no tendré, ya han sido dadas por el Padre) que no
son de este redil; aquellas me conviene traer, y oirán mi voz” (Juan
10:16).No dice “es posible que oigan mi voz”,ni “lo harán si quieren”;”Oirán
mi voz” es su promesa sin reservas, es absoluta.
AMÉN