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EL REINO NAZARITA DE GRANADA:

La expansión militar castellano-leonesa de los siglos XI –XIII no consiguió liquidar el dominio


islámico de la Península. Una buena parte de Andalucía permaneció hasta finales del Siglo XV
bajo la órbita musulmana. Se trataba del reino nazarita, cuya capital se hallaba en Granada.

Este reino surge en la península a raíz de la victoria cristiana de las navas de Tolosa. Un cabecilla
local, el señor de Arjona Muhammad I fue incorporando territorios hasta lograr el importante
éxito de ocupar Granada. Posteriormente incorporo a sus posesiones Málaga y Almería. De esta
manera se consolida el reino con la primera dinastía nazarita.

POBLACIÓN, ECONOMÍA Y SOCIEDAD:

Población: los efectivos demográficos su fueron incrementando con el tiempo, pues muchos
musulmanes emigraban a Granada a medida que los cristianos avanzaban por tierras
meridionales. La población global del reino de Granada fue mayor en vísperas de su conquista por
los Reyes Católicos que en cualquier otro momento de su historia.

La población musulmana era de una enorme complejidad ya que predominaban un nucleo de


origen bereber, aunque también había árabes sirios, muladíes, eslavos etc. Se debe sumarla
gentes originarias del norte de áfrica. Pero el fuerte de su población se compone de los cautivos
tomados en batallas.

La ciudad más poblada era Granada, en las 70 hectáreas de su superficie urbana vivían alrededor
de 50.000 habitantes. Esa vitalidad demográfica era consecuencia lógica de su papel rector en el
terreno politico, social y económico.

Sociedad: desde el punto de vista religioso había en la Granada nazarita dos grupos
fundamentales de población, los musulmanes y los tributarios (podían ser cristianos o judíos.

Economía: a primera vista Granada ofrecía una agricultura pujante, una artesanía especializada y
un comercio exterior muy desarrollado. La agricultura basaba su relativa prosperidad en la
laboriosidad desplegada por los moriscos en el trabajo de campo y en la maestría en el dominio de
la técnica hidráulica.

Un rasgo dominante de la agricultura nazarita era la diversificación: productos de huertas, árboles


frutales, caña de azúcar, azafrán, lino, moreras etc. El mediterráneo ofrecía excelentes
posibilidades para la pesca, además el reino contaba con grandes recursos minerales, en buena
parte explotados (hierro, plomo, piedras preciosas, mármol blanco etc.). La industria más destaca
era la seda, originaria de las serranías, donde había moreras y gusanos.

El reino de Granada jugo un importante papel en el comercio mediterráneo de los siglos finales de
la Edad Media. Su gran inserción en las rutas internacionales se debió a la llegada a sus tierras de
mercaderes italianos, especialmente genoveses. A mediados del Siglo XIV la apertura del estrecho
de Gibraltar al comercio internacional revalorizo aún más el sur de la Península.
INSTITUCIONES DE GOBIERNO:

Sultanes o emires: eran jefes espirituales y temporales y ejercían funcione de carácter secular,
civil y militar. Desde el punto de vista cultural, los sultanes granadinos desarrollaron, en general;
una saludable labor de mecenazgo. Por lo que respecta a la sucesión de su cargo, se debe que no
siempre fue respetada la primogenitura.

El cargo más importante después del sultán era el visir, el cual era una especie de ministro de
Estado, su elección dependía exclusivamente del deseo del soberano. Sus atribuciones eran muy
amplias: trasmitían las órdenes del sultán, redactaba los diplomas reales, llevaba las negociaciones
con los príncipes extranjeros etc.

El reino granadino tenía una administración centralizada, localizada en el recinto de la Alhambra


(cuidad que se compone de un conjunto de palacios, jardines y fortalezas). Los altos cargos de la
administración eran elegidos entre los dignatarios de la Corte y revocados según el deseo del
príncipe. Una característica de toda la administración nazarita era el formalismo.

LOS ACONTECIMIENTOS POLITICOS:

El reino nazarita de Granada tuvo, durante dos siglos y medio de su existencia, una vida muy
azarosa. A las frecuentes disputas internas (la mayoría de sus emires murieron asesinados o
fueron depuestos violentamente), había que añadir la permanente amenaza que, procedente de
los castellanos, se proyectaba sobre sus fronteras. Solo en la segunda mitad del siglo XIV conoció
el reino de Granada una prolongada época de paz.

Mahmmad I, primer emir nazarita, gobernó durante buena parte del siglo XIII, desde 1237 hasta
1273, puso los cimientos del reino de Granada, beneficiándose ampliamente de las aportaciones
mudéjares posteriores a las sublevaciones de Andalucía Bética y de Murcia. El poder real
granadino se consolido con los emires Muhammad II y Muhammad III, pero con la expulsión de su
trono del nuevo emir, Nasr víctima de una revuelta popular, se inició una aguda crisis en tierras
granadinas.

En tiempos de Ismail I los infantes castellanos Don Pedro y Don Juan penetraron hasta la vega de
Granada, aunque allí fueron derrotados y muertos. Durante el emirato de Muhammad IV
nuevamente aliados de los merinies, los castellanos y los aragoneses se unieron contra los
nazaritas pero culmino con un fracaso.

Después de unos años confusos, en los que se sucedieron el destronamiento del emir Muhammad
V y los reinados brevísimos de Ismail II y Muhammad VI, Granada conoció el periodo de mayor
esplendor de su historia. Los destinos del reino nazaritas fueron regidos e esos años por
Muhammad V, que consiguió recuperar el trono, dando paso con ello a su segunda etapa de
gobierno. El mismo mantuvo estrechas relaciones con Pedro I de Castilla, pero cuando este
perdió el trono, a manos de Enrique II, el sultán granadino no dudo en aliarse al monarca
Trastamara, esta actividad diplomática permitió que Granada tuviera paz en sus fronteras.
Al final del Siglo XIV se reanudaron las hostilidades entre Castilla y Granada. Los combates
fronterizos se hacían cada día más frecuentes, esta situación se agravo durante el emirato de
Yusuf III. La derrota de la nobleza castellana en la batalla de Collejares fue un leve respiro para los
granadinos.

El reino nazarita se vio sumido, desde principios del siglo XV, en una profunda crisis, que ya no
conseguiría superar en lo que quedo de existencia. Al constante hostigamiento sobre sus fronteras
se añadirían las disputas internas entre los poderosos (inestabilidad política diez emires en menos
de diez años).

En 1454 fue elevado al trono de Granada, gracias a la acción de los Abencerrajes, el emir Sad.
Enrique IV de Castilla, Contemporáneo reanudo la lucha contra los nazaritas. Realizo campañas
de devastación, con la esperanza de destruir las bases de aprovisionamiento de los granadinos. El
emir fue destituido por su propio hijo, de esta manera dio comienzo a la última fase del reino
granadino.

Los Reyes Católicos: la unidad dinástica de Castilla y Aragón.

El matrimonio de Isabel I (Reina de Castilla desde la muerte, en 1474, de su hermano Enrique IV) Y
Fernando II (Rey de Aragón desde el fallecimiento de su padre Juan II en 1479). Más conocidos
como Reyes Católicos dan comienzo al punto de partida de la unidad y de la grandeza de España.

El acceso de Isabel al trono de Castilla se topo con muchas dificultades. En el interior de Castilla
una fracción de la alta nobleza acaudillada por el marqués de Villena, y la que más tarde se uniría
el arzobispo Carrillo, defendía los derechos al trono de Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV.
Isabel contaba por su parte con el apoyo de otro sector de la nobleza, a cuyo frente se hallaba la
familia Mendoza. Se planteaba, además, un problema de carácter internacional. El matrimonio de
Isabel con Fernando suponía una alianza de Castilla con Aragón.

Esta situación desemboco en una guerra de sucesión, iniciada a raíz de la invasión de Castilla por
las tropas de Alfonso de Portugal. Pero después de unos progresos espectaculares de los lusitanos
que llegaron hasta Baltanas, la reacción castellana, encabezada por Fernando el Católico, dio sus
frutos. La rotunda victoria de los castellanos en las proximidades de Toro sentencio el curso de la
guerra y consolido la posición de Isabel. La paz de Alcacobaca, firmada tres años más tarde en
1479, liquido todos los asuntos pendientes entre Castilla y Portugal.

Fundamentos económicos y sociales: el reinado de los Reyes Católicos supuso la consolidación de


las estructuras económicas y sociales vigentes en los reinos hispánicos a fines de la Edad Media.

Economía: tenía como pivotes básicos la prosperidad de la ganadería lanar trashumante y la


exportación de materias primas. La agricultura, en cambio, se hallaba estancada. Los reyes
católicos otorgaron numerosos privilegios a la Mesta. Esto significó una potenciación de la
ganadería trashumante, en detrimento, por supuesto, de la agricultura.
Los Reyes Católicos se mostraron dispuestos a favorecer las actividades industriales de los reinos
hispánicos, tomando para ello medidas de carácter proteccionista, la producción de manufactura
fue muy limitada, orientándose casi en exclusiva al consumo interno. Por el contrario, el comercio
internacional desempeñaba un papel de primera fila en la economía hispánica.

También era muy intensa la actividad mercantil de Andalucía suroccidental, dominada


básicamente por los hombres de negocios genoveses. De tierras hispánicas salían en primer
lugar lana y hierro, pero también frutos y otros productos.

Social: los Reyes Católicos fortalecieron las posiciones de la alta nobleza, concedieron nuevos
títulos etc. La legislación favorecía los intereses de los poderosos, como se puso de manifiesto con
las leyes de Toro 1505, que regulaban el sistema del mayorazgo. La justicia estaba de parte de la
clase dominante. La incorporación del reino de Granada hizo posible la creación de nuevos
señoríos, algunos de enorme amplitud como el de los Vélez, otorgando a la familia murciana de
los Fajardo. La apropiación de tierras comunales por las grandes familias estaba a la orden del
día, originando pelitos interminables con los concejos.

LA REORGANIZACION POLITICA: El matrimonio de Fernando con Isabel trajo como consecuencia la


unión de las coronas de Castilla y Aragón. En adelante en los diplomas expedidos por la Cancillería
el nombre de Fernando, por ser varón, precedía al de Isabel pero los títulos reales de Castilla y
León irían por delante del de Aragón. Cada uno de los monarcas tenía los mismos poderes que su
cónyuge en ambos reinos.

Esta unión tenía carácter dinástico, no podemos hablar de unidad nacional ya que puede resultar
equivoco, pues en modo alguno se creó un estado centralista y unificado para el conjunto de los
territorios. Tanto el reino castellano – leones como la Corona de Aragón mantenían sus
instituciones propias, sus respectivas Cortes, e incluso sus aduanas y sus sistemas monetarios.

Así cuando murió Isabel en 1504, le sucediera en el trono de Castilla su hija Juana y no su marido
Fernando. No obstante, el peso de Castilla era mayor, contribuían a ello su mayor extensión
territorial y su evidente dinamismo, demográfico y económico. El propósito de los Reyes Católicos
de fortalecer su poder encajaba mejor con la tradición política castellana, caracterizada por la
tendencia semiabsolutista.

Se debe destacar que las huellas de la obra emprendida por los Reyes Católicos están presentes
en los más variados ámbitos, en el terreno de la administración de justicia, decidieron crear una
segunda cancillería establecida en la cuidad real , se reformo la hacienda aunque apenas
modificada en cuanto a su estructuras, fue saneada. En la época de los Reyes Católicos se
generalizo el régimen de corregidores, dotando de facultades políticas y judiciales, los
corregidores eran delegados del poder regio en las ciudades y villas del reino castellano-leones.
Ellos presidian los ayuntamientos, juzgaban, cuidaban del mantenimiento del orden y en la
práctica designaban a los procuradores en Cortes de sus respectivas ciudades y villas.
La expansión de los reinos hispánicos:

El reino nazarita de Granada atravesaba desde hacía tiempo un profunda crisis interna, la cual fue
aprovechada por los Reyes Católicos partir 1480 se reanudaron los combates fronterizos, el reino
nazarita volvió a ser un hervidero de discordia. Las hostilizaros inició una vez culminada la guerra
de sucesión en Castilla.

Estos nuevos ataques se realizaron con un nuevo rumbo, lo primero fue poner en marcha una
amplia movilización de recursos humanos, económicos y militares para culminar esta empresa.
Además aprovecharon la debilidad interna que sufría el reino a su favor. De esta manera
comenzaron a tomar territorios hasta que solo quedo Granada bajo el poder musulmán. Por fin el
2 de enero de 1492, los Reyes Católicos entraron en la capital del reino destituyendo al último
emir nazarita.

La incorporación del reino de Granada a la Corona de Castilla abrió paso a la repoblación del
territorio. Estudios recientes permiten conocer con mayor detalle las directrices generales de este
proceso. La preocupación esencial de los monarcas castellanos era establecer en el reino de
Granada pobladores que asegurasen la defensa del territorio. El aspecto más llamativo de la
expansión de los reinos hispánico en tiempos de los Reyes Católicos fue el descubrimiento de
América. Este acontecimiento protagonizado por el marino genovés Cristóbal Colon el cual
proponía un camino nuevo y más rápido para llegar a las indias. El 3 de agosto de 1492 partía
del puesto de Palos tres pequeños navíos con un grupo de intrépidos marinos, en su mayoría
andaluces. El 122 de octubre, despues de un viaje muy rápido, debido a la utilización de los
vientos todos tierra llegando de esta manera al nuevo mundo.

Esta nueva conquista repercutió en la firma de 1494 del tratado de Tordesillas, suscrito por
Castilla y Portugal. En él se decidió la partición del océano entre lusitanos y castellanos por una
línea situada en el meridiano que se hallaba a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. El
espacio al oeste de dicha línea se reserva para Castilla, la cual consiguió de este modo títulos que
legitimaran su dominio sobre las tierras recién descubiertas. Asimismo, en 1503, se creó la Casa de
Contratación, con sede en Sevilla y cuya finalidad era centralizar todo el comercio que se realizase
con el nuevo mundo.

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