Вы находитесь на странице: 1из 6

Las Coronas de Genoveva Alcocer [Comentario Literario]

Juan E. González

Juan E. González, Filósofo. Especialista en Educación Cultura y Política (UNAD).

Las ideas expuestas en el presente ensayo son responsabilidad del autor.

Las observaciones en relación con este ensayo deben remitirse al correo electrónico:
juanegonzalez@usantotomas.edu.co
Las Coronas de Genoveva Alcocer | Juan E. González

Las Coronas de Genoveva Alcocer (Ensayo)

El presente ensayo trata sobre la obra “La Tejedora de Coronas” (Germán Espinosa,
1982). Una monumental obra (555 p.) que describe un viaje por la historia del mundo a partir de
1680 y hasta 1870 –a caballo entre los siglos XVII y XVIII– y desde la otrora codiciada ciudad
de Cartagena, marcada por la Inquisición y por los conocidos conflictos políticos, económicos y
socioculturales propios del periodo colonial, pasando por las ideas, pensadores, autores y
problemas que caracterizaron el movimiento iluminista de la Ilustración en Europa –incluyendo
las azarosas pero prometedoras décadas previas a la Revolución Francesa (1789)–, para ir casi
que a parar en las disputas y conflictos que precedieron la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos de América (1776) y, por último, regresar nuevamente a Cartagena, todo ello a
través de la vida de una mujer: la bellísima, sensual, promiscua, recursiva, sufrida y longeva
Genoveva Alcocer, también llamada La Tejedora de Coronas, y del relato que ella describe en
primera persona en la obra citada. Según Espinosa el nombre de la protagonista –Genoveva, a la
vez que el nombre dado por su enamorado Federico Goltar al verde planeta descubierto con un
viejo telescopio, el séptimo de nuestro sistema planetario– significa tejedora de coronas. Son
referidos, de forma metafórica, múltiples tipos y formas de coronas, materiales y espirituales:
coronas de espinas para reflejar el sufrimiento tejido irreversiblemente por el destino para
Genoveva, sus allegados y los cartageneros, coronas celestes al modo de anillos de gases girando
al rededor del recién descubierto planeta verde, coronas como auras sobre las sienes de algunos
de los personajes, ya sea como elogio de virtudes o de forma irónica.

Germán Espinosa nació en Cartagena de Indias el treinta de abril de 1938 y falleció a los
sesenta y nueve años en Bogotá, D.C., el diecisiete de octubre de 2007, a causa de una neumonía
y de un cáncer en la lengua que le dificultó el habla los últimos cinco años. Curiosamente, al
igual que otros intelectuales colombianos como el también escritor Álvaro Mutis no terminó el
bachillerato. En su palmarés se pueden mencionar al menos cuarenta obras entre cuentos,
novelas y poemarios. Quizá su obra más representativa sea la que se toma aquí como objeto de
análisis (La Tejedora de Coronas, 1982), ya que en 1992 obtuvo el visto bueno de la UNESCO
que la catalogó como: “una de las «obras representativas de las letras humanas»” (Caracol Radio,
2007).

1
Las Coronas de Genoveva Alcocer | Juan E. González

Además de lúcida y cautivadora, la obra es un viaje a través de un castellano


extremadamente rico en términos y expresiones, la novela se cuenta en diecinueve capítulos en
los cuales no se encuentran divisiones por párrafos, es decir, cada capítulo es un único párrafo,
no se emplean signos de puntuación diferentes de la coma y el punto final: nada de puntos
seguido, suspensivos o aparte, como tampoco punto y coma ni dos puntos; mucho menos se
emplean signos ortográficos como los paréntesis o los corchetes. Llama poderosamente el hecho
de que no se empleen diálogos, como si lo hicieran Gabriel García Márquez en su obras (p. ej. en
“Cien años de soledad”, 1967) y Tomás Carrasquilla (v. g. “La marquesa de Yolombó”, 1997); la
novela es una obra de arte en cuanto a la coherencia e ilación de las ideas, se presenta un manejo
del tiempo de forma excepcional, es posible ir –sin solución de continuidad, sin interrupción o
problema alguno– de las imágenes y figuras sugeridas por el autor durante la Expedición de
Cartagena (1697) a los prolegómenos del movimiento emancipatorio norteamericano (1762).

Es bien cierto que Espinosa no aceptó encasillamiento con corriente o género literario
alguno, no obstante, es posible percibir en la obra el ornamento excesivo, así como el pesimismo
y el desencanto de la vida propios del barroco; también se pueden identificar algunos de los
elementos propios del romanticismo como lo son los extensos discursos sobre astronomía
mezclados con datos históricos y científicos relevantes, el bucolismo, manifiesto en las
magníficas descripciones de paisajes exuberantes de Cartagena o en la precariedad debida al frío
por el crudo invierno en Europa. Incluso se puede catalogar la obra con la categoría de novela
histórica y costumbrista, ya que al modo de Tomás Carrasquilla u otros autores, refieren de
forma pormenorizada las prácticas y tradiciones heredadas de la cultura española: el aprecio por
los personajes o personalidades de la corona y el cumplimiento de los impuestos (los quintos
reglamentarios), la división social en negros, zambos, criollos y españoles, la simpatía por la
forma de vida cortesana, entre otros.

Espinosa propone una obra cosmopolita y para no desentonar con esa apuesta, incluye,
para sorpresa del lector, apartes en francés, latín e inglés; es pues una obra vigorosa y sugestiva,
que al guiar al lector por los pasajes de la historia de Cartagena, París, Santo Domingo, New
York, Virginia, entre otras de las importantes ciudades del mundo, cuya ubicuidad señala las
coordenadas que han integrado el pensamiento, las costumbres, las tradiciones, el espíritu y la

2
Las Coronas de Genoveva Alcocer | Juan E. González

realidad del hombre durante la época premoderna, para instalarlo con posterioridad en la
modernidad.

A partir de un impulso primitivo del mar, el Caribe, el Atlántico u otro de similar bravura
en el cual las embarcaciones zozobren o sean atacadas por numerosas cuadrillas de piratas y
filibusteros, Espinosa recrea un período en el cual el conocimiento, la ciencia, la iniciativa y la
creatividad resultaban peligrosas; y recorre lugares y momentos en donde la astronomía, la
astrología, las matemáticas, el arte (estética), al tiempo que los mitos y las supersticiones en el
viejo y en el nuevo mundo, se planteaban a la vez como aventuras que como retos sumamente
riesgosos, máxime en una época caracterizada por la intolerancia, la violencia y la guerra. El
autor describe los últimos estertores de una época contradictoria dominada por la superstición, en
la cual la crueldad, el desenfreno, la misoginia y los deseos de poder calan en lo más profundo
del espíritu de los pueblos, pero dominada también por la inteligencia, la intuición, la proyección
e iniciativa de pensadores (los ilustrados franceses: Diderot, d’Alembert, entre otros), inventores
(p. ej. Benjamín Franklin), revolucionarios (como George Washington) y disidentes (v. g.
Voltaire); esos prospectos del espíritu humano que ejercieron notable influencia sobre las
generaciones posteriores.

Espinosa, gran erudito, describe de forma magistral –de forma apasionada– la Toma o
Expedición de Cartagena (1697), pone en juego todo el arte de sus capacidades descriptivas,
generando un sinnúmero de figuras con diferentes tintes y matices: las fortificaciones de la
ciudad, las tradiciones y costumbres de los pobladores, las diferencias sociales, el tema del
mestizaje y de lo afro, las ideas de vanguardia venidas de fuera, por mencionar solo algunas.

La Expedición de Cartagena –epicentro de la obra– se dio en el marco de la Guerra de los


Nueve Años (1688-97), que enfrentó a la Francia de Luis XIV –potencia de la época– contra
Alemania, Inglaterra, España, Portugal y Suecia (la Gran Alianza), por los procesos
expansionistas que habrían de definir la posesión de los territorios en disputa en Europa y en las
Colonias Americanas –que no solo las 13 a partir de las cuales surgió Estados Unidos; fue una
toma en procura de mermar las fuerzas de España y de hacerse con los recursos económicos –
principalmente oro, plata, piedras preciosas y otros objetos de valor– para financiar la
permanencia de Francia en la guerra, así como para forzar un tratado de paz más favorable. La

3
Las Coronas de Genoveva Alcocer | Juan E. González

toma se inició el sábado 13 de abril de 1697 con el avistamiento de la flota de guerra francesa y
terminó el primero de junio del mismo año –también un sábado, como sábado fue el día de
nacimiento de Espinosa–, luego de 49 difíciles días para los cartageneros; no obstante, fue una
campaña planeada minuciosamente con bastante antelación (desde el siete de enero de 1697).

En la Toma de Cartagena participaron 1200 soldados franceses, al mando del almirante


Jean-Bernard de Pointis, además de 650 filibusteros, a cargo del Gobernador de Santo Domingo
Jean-Baptiste Du Casse. En la novela Espinosa refiere que todos estos asaltantes llegaron en
treinta embarcaciones: diez navíos de guerra de alto bordo y diez fragatas, entre otros. Con un
ejercito tan numeroso, armado tan espléndidamente (solo la nave principal, la almiranta disponía
del lado de babor, setenta y cuatro cañones), no alcanza la imaginación a proyectar el grado de
destrucción provocado en la ciudad y la barbarie de que fueron víctimas sus pobladores:
violaciones, asesinatos, robos, desmembramientos, en fin, todo tipo de violencias. Urge aclarar,
que esta violenta toma es diferente de la que se presentó a partir de 1747 en la cual los atacantes
fueron los ingleses, y ese es otro de los méritos que hay que concederle al autor, rescatar para la
memoria uno de tantos actos de barbarie –que no quizás el más declarado pero si tan cruento
como los otros– sufrido por su natal Cartagena.

La obra sirve, entre otras cosas, para repasar esa situación de rapiña y saqueo de la que
fue víctima Cartagena, pero de forma extensiva, cada ciudad y cada país de América Latina,
primero a manos de los españoles, luego por obra de los franceses y, por último, debido a las
ínfulas de los británicos, Europa entera dedicada al saqueo; asimismo, el sesgo de tipo académico
y científico que han puesto sobre las ingeniosas gentes de estas tierras: no era de esperar que le
fuera reconocido al joven astrónomo empírico Federico Goltar, lejos de todas las academias
europeas y de sus –para la época sofisticados observatorios– el descubrimiento del pequeño
planeta verde denominado Genoveva, llamado de esa forma gracias a la corona de gases y
material espacial que lo circundaba y giraba en torno suyo. Ni que decir de la Inquisición, quizá
el mejor instrumento de represión y tortura, a partir de cuya estela de miedo y de terror –que caló
el alma de los pobladores de América Latina– se promovió una identidad inhibida. Inquisición
misma de cuyos principios más satánicos que píos no descansarían hasta ver a la menor de los
Alcocer arder en las llamas de la hoguera bajo acusación de bruja.

4
Las Coronas de Genoveva Alcocer | Juan E. González

Referencias Bibliográficas

Caracol Radio. (17 de Octubre de 2007). Caracol Radio. Recuperado el 30 de Septiembre de 2019, de
Murio el famoso escritor colombiano Germán Espinosa:
https://caracol.com.co/radio/2007/10/17/nacional/1192596060_494530.html

Espinosa, G. (1982). La Tejedora de Coronas. Bogotá, D.C, Colombia: Punto de Lectura.

Guñida, V. (16 de junio de 2008). Poemas del Alma. Recuperado el 30 de Septiembre de 2019, de
Biografía de Germán Espinosa: https://www.poemas-del-alma.com/blog/biografias/biografia-
de-german-espinosa

Вам также может понравиться