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FUNDAMENTOS DEL DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO

El tema relacionado con los “Fundamentos” o “Fundamento” del Derecho Internacional Público remite a dos
categorías de problemas. Por una parte, a la de la propia existencia de este ordenamiento jurídico. Por la otra, a las
consideraciones derivadas del por qué de su obligatoriedad. La discusión en torno a la propia existencia del DIP se ha
disipado con el transcurrir del tiempo, toda vez que han sido cada vez mayores las evidencias sobre su participación
destacada en el conjunto de las relaciones internacionales. De esta forma, la dimensión del “Fundamento” que
continúa planteando desafíos, alude, básicamente, a la materia referida a la obligatoriedad de este Derecho. Las
doctrinas o tesis generadas en torno a este tema han sido agrupadas en dos categorías, a saber, teorías voluntaristas y
teorías objetivas.

Entre las doctrinas voluntaristas pueden citarse las siguientes: la de la autolimitación; la de la delegación del derecho
interno; la de la voluntad común de los Estados; y la de la voluntad de la comunidad internacional. Como principal
exponente de la doctrina de la autolimitación se cita al jurista alemán Georg Jellinek. Según esta postura, el Estado,
como expresión absoluta de soberanía, decide, autonómamente, obligarse en el plano internacional, sin más requisito
que su propia voluntad, pudiendo dar por terminado, también unilateralmente, cualquier compromiso. En cuanto a la
doctrina de la delegación del derecho interno, se cita como su principal exponente al también jurista alemán Max
Wenzel. De acuerdo con éste, el Derecho Internacional sería, básicamente, una fuente normativa que deriva su
legitimidad de la propia Constitución de cada Estado, por lo que su vigencia estaría vinculada, directamente, a lo que
ésta disponga. La doctrina de la voluntad común de los Estados, por su parte, y siendo su máximo exponente el
también jurista alemán Heinrich Triepel, sostiene que siendo el acuerdo(tácito o explícito) la fuente fundamental de
las obligaciones internacionales, las mismas no pueden derivarse sino de una voluntad común, puesto que la mera
voluntad individual no basta para crear o derogar una norma, cuya existencia no depende únicamente de ella. En
cuanto a la doctrina de la voluntad de la comunidad internacional, se tiene a su principal representante en el jurista
británico Hersh Lauterpacht, quien sostiene que así como existe una voluntad del Estado de la que emana la
obligatoriedad del derecho interno, existe igualmente una voluntad de la comunidad internacional, expresada en
costumbres y tratados, de la cual emana la obligatoriedad de este ordenamiento jurídico, y que se expresa en la
máxima Voluntas Civitatis Maximae est Servanda.

Entre las doctrinas o teorías objetivas podemos citar: la basada en la norma Pacta Sunt Servanda; la sociológica; la
normativista; y la jusnaturalista. Uno de los principales exponentes de la tesis sobre la Pacta Sunt Servanda es el
jurista italiano Dionisio Anzilotti, para quien la obligatoriedad del Derecho Internacional radica en el principio de que
los Estados deben cumplir los pactos que han concluido, siendo que este principio tiene naturaleza suprajurídica, es
decir, más allá de lo jurídico. La doctrina sociológica, por su parte, tiene como su principal exponente al jurista
francés George Scelle, para quien la existencia y obligatoriedad del derecho internacional derivan, al igual que
cualquier otra rama de derecho, del hecho social, que se expresa en la solidaridad del grupo, sin la cual éste se
desvanece y desaparece. La doctrina normativista, por su lado, tiene como principal exponente al jurista austríaco
Hans Kelsen, quien se propuso desarrollar una ciencia normativa pura, desprovista de consideraciones sociológicas o
políticas. De acuerdo con este autor, la validez de toda norma, tanto interna como internacional, depende siempre de la
validez de otra norma previa y superior. A partir de este razonamiento, Kelsen llega a la conclusión de que la norma
básica del derecho internacional es aquella que admite a la costumbre como un hecho creador de normas, pudiendo
expresarse como sigue: ..“los Estados deberán comportarse como lo hayan hecho por costumbre”. El jusnaturalismo,
por su parte, si bien entronca su origen con los planteamientos de los primeros tratadistas como lo fueron Vitoria y
Grocio, sufre algunas adaptaciones a partir de los razonamientos de autores más recientes tales como el jurista francés
Luis Le Fur, el británico J.L.Brierly, el austríaco Verdross, el japonés Tanaka y el españor Truyol y Sierra. De acuerdo
con esta concepción, el derecho Natural, del que deriva su validez el Derecho Internacional es una realidad anterior y
superior al hombre, que extiende sus preceptos a las sociedades mismas. Bajo este esquema, el derecho positivo no
crea, sino que simplemente expresa el contenido del Derecho Natural. De esta forma, dos serían los preceptos básicos
sobre los cuales se estructura el andamiaje de instituciones del derecho Internacional, a saber, la obligación de cumplir
los compromisos libremente adquiridos y la obligación de reparar los perjuicios injustamente causados.

Una forma también extendida de apreciar este tema, aunque desde un punto de vista bastante más general, es la que
remite al iuspositivismo en contraposición al iusnaturalismo. Este último se basa en los preceptos referidos en el
párrafo inmediantamente superior, en tanto que el iuspositivismo alude a la mera descripción de la realidad, sin
enjuiciar reglas, estudiando las fuentes materiales o formales, realidades sociales o normativas.

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