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Asimilando los conceptos de fe y razón por igual, fe, por el lado del camino de la verdad
absoluta, y las explicaciones que esta conlleva, comprensión, para examinar la verdad de
aquello que podemos comprender y encontrar a Dios, armonizando el propósito y fin de
ambos conceptos y adaptándolos a nuestra vida en general para resaltar la cercanía entre
nuestra razón y Dios, siempre con el objetivo de lograr tanto ser fiel en la fe siguiendo y
aceptando los principios de esta sobre los conflictos de su contraparte y lograr un balance
en tu mente, como pensar como un ser perfectamente razonable y comprensivo, que
entiende que no todo pasa porque pasa, sino que todo tiene un principio lógico y complejo,
citando a San Agustín; Cree para comprender, comprende para creer. Refiriéndose a que
lo mejor para nuestra vida plena, vía correcta y razonable, obra perpetua y mente lógica,
seria que la verdad y principio absoluto de nuestra existencia, capacidad de pensar y
movimiento se deben a lo que nosotros comprendemos como Dios, en otras palabras, la
verdad y principio absolutos son Dios.
Por otra parte, los conceptos mencionados anteriormente no siempre fueron considerados
lógicos ni fueron considerados así en un principio, muchos de ellos caen en contradicción
desde su propio origen hasta el clímax del desarrollo, tomando un camino totalmente
diferente a los anteriormente mencionados; para examinar casos que además de no poder
pasar desapercibidos, carecen de sentido y escapan de nuestra realidad física, chocando
directamente con el propósito de la razón, se apela a la ignorancia de lo que en realidad
está sucediendo ,apoyando la idea de que “Ocurre porque ocurre”, yendo directamente en
contra del concepto general de la verdad absoluta, por lo que no se busca la verdad
realmente sino que ,mejor dicho solamente busca acabar con la búsqueda de la verdad
absoluta, citando a Tertuliano; Credo quia absurdum,” Creo porque es absurdo”. Cuando
algo no se puede explicar con nuestra lógica humana simplemente escapa de nuestra
comprensión y por ello no podemos explicarlo, y claro, si bien esta es una justificación hacia
nuestra ignorancia, además de ser una justificación para nuestra poca capacidad de
cordura, no es una respuesta correcta, cae directamente en lo opuesto a lo que el hombre
siempre busca, cae en él conformismo de simplemente no querer comprender lo
incomprensible, y ello, al menos en muchas opiniones, es considerado emocionante y
desconcertante, pero a la vez mediocre.
Pero tributado de el anterior aspecto, nace la idea de que la verdad en realidad se separa
en dos verdades absolutas y no una sola verdad definitiva, verdades independientes, una
de forma teológica, explicando aquello sobrenatural y espiritual, llevando la explicación para
la existencia del hombre y su sentido en esta vida, clasificando el evangelio, verdades
reveladas de la biblia y otros derivados no menos importantes, y por otro lado la verdad con
una forma filosófica mas apegada a la razón, llegando a la conclusión de que estas dos
verdades no interfieren una con la otra, en efecto esta pueden relacionarse en algún punto
pero no pueden ir de más allá de simples referencias, sin embargo ambas cuentan con una
importancia similar, ya que la verdad filosófica se refiere a la explicación de lo natural y
medidas de lo posible que puede salir a la luz de todos los hombres, por otro lado la verdad
teológica se refiere a todo tipo de conocimiento que puede ser percibido a través de la
iluminación divina y no menos que eso.
Podemos concluir que poseemos una gran capacidad de raciocinio como para lograr una
forma de pensamiento crítico hacia lo que nos rodea, hacia aquello que nos motiva y nos
mueve cada día y hacia nuestra fe en Dios, y una leve comprensión hacia lo que; no vemos,
pero si sentimos, fuera de nuestro mundo material, además de poseer tanto la fe que nos
define como seres buscadores de la verdad más allá de nosotros mismos y lo que nos
concierne, como la capacidad de la razón para la compresión y examinación de aquello que
podemos comprender, sin embargo gran parte del conocimiento profano o divino, simple y
llanamente escapa de nuestra comprensión, puesto a que ello podría ser demasiada carga
para nuestras mentes, y mucho de ello podría inclusive romper nuestra fina capa de
cordura, asombrándonos hasta el punto del colapso, en resumen pues, no estamos listos
para aquel conocimiento que escapa de nuestra imaginación, y hay que admitirlo.
Bibliografías:
-Fe y Razon en Guillermo de Ockham.
-Biografía de Agustín de Hipona; Creer para entender.
-Credo quia absurdum.
-Filosofía de Tomas de Aquino "Credo ut intelligam" de San Agustín.