Sartre comienza esta conferencia planteando que el verdadero concepto de existencialismo se ha
perdido y que su significado se ha ampliado hasta el punto de no significar nada, y que por tanto se le atribuyen y se le reprochan al existencialista actitudes e ideas falsas. Posteriormente, el filósofo nos da un recorrido a través del verdadero significado del existencialismo y las diferencias de opinión entre distintos pensadores de la misma ideología, lo que ha creado confusión y complicaciones al intentar comprenderla. Menciona que existen dos tipos de existencialistas: los cristianos y los ateos. Y lo que tienen en común ambos es que consideran que la existencia, precede a la esencia (es decir que primero surge el hombre, y después la idea, y no primero la idea y después la creación del hombre). Kant, por ejemplo, dice que la esencia del hombre precede una existencia histórica que encontramos en la naturaleza y que todos los hombres poseen las mismas cualidades básicas que surgen de esta naturaleza. Según Sartre, el hombre empieza por el existir y posteriormente se define, es por esto que si el hombre no es definible por el existencialista es porque el hombre parte de la nada, no hay naturaleza humana y el hombre es lo que él se hace. Si la existencia verdaderamente de la esencia, esto quiere decir también que el hombre es responsable de lo que es y no sólo de sí mismo sino que es responsable también de todos los hombres, porque al momento en que creamos al hombre que queremos ser, creamos también la imagen del hombre como nosotros consideramos que debería ser. El existencialista dice que el hombre es angustia, porque al momento de darse cuenta de que al elegir lo que es, elige también lo que la humanidad debe ser, no puede escapar ese sentimiento de enorme responsabilidad. Aquel que se excusa diciendo que lo que elige él no es lo que eligen los demás y por tanto no siente esa angustia, no está bien con su conciencia y la angustia que enmascara generalmente tiende a reflejarse. El existencialismo se opone a aquella moral laica que surge de la tendencia francesa del radicalismo, donde se intentó suprimir la idea de Dios pero, para no perder la existencia de la moral, la sociedad y un mundo vigilado y controlado, se propone que Dios es sólo una hipótesis pero se toman ciertos valores de la doctrina religiosa y se consideran existentes y necesarios (honradez, progreso, humanismo, etc.). Sin embargo, el existencialista sabe que si Dios no existe, todo está permitido, y el hombre queda abandonado y sin excusa alguna para aferrarse a estos valores. El hombre está condenado a ser libre, condenado porque no se creó a si mismo, pero libre porque una vez en el mundo es responsable de todo lo que hace.