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Spotters, los otros cazadores

Por Guillermo Cardinale

En el mundo existen dos tipos de personas, las que escuchan el sonido de un motor
en el aire y miran al cielo, y las que no. Entre los primeros, hay quienes tienen por
hobby cazan esos momentos, ya sea a través de la fotografía video, o simplemente
identificando la aeronave y/o su matrícula. Ellos son los spotters, un grupo que crece
día a día con la nueva realidad aerocomercial del país.

Frente a la cabecera 35 de la pista de aterrizaje del Aeropuerto El Palomar, y con la


Avenida Márquez a sus espaldas, casi 200 personas se reunieron para poder ver, disfrutar y
fotografiar el despegue de los aviones de la Fuerza Aérea Argentina que se dirigían al
desfile aéreo por el 202 aniversario del Día de la Independencia. Un evento-síntesis de lo
que ocurre cotidianamente en los aeropuertos comerciales del país.

Este tipo de eventos, autoconvocados por spotters y aficionados al mundo de la aviación,


suele comenzar mucho antes. En las vísperas del 9 de julio, la Fuerza Aérea Argentina
realizó prácticas de vuelo con sus aeronaves, a lo largo y ancho del conurbano bonaerense.
Habida cuenta del revuelo que generaron el sonidos de los motores de los aviones, muchas
personas tomaron la decisión de ir a El Palomar en la fecha patria a verlos despegar. El 8

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de julio por la noche, Leonel Depalma, spotter y miembro de Argentina Spotters, me
confirmó su asistencia junto al resto del grupo argentino de spotters. La síntesis ideal de un
día cotidiano en los aeropuertos iba tomando forma.

El 9 de julio, a las 7 de la mañana, Leonel me envía por whatsapp un croquis final de cómo
y dónde será llevado a cabo el encuentro. Para llegar allí, tomé el colectivo de la línea 182
que va hacia Lacarra. Bajé en el límite entre Hurlingham y El Palomar, más precisamente en
la parada frente a la fábrica 3M. Luego crucé el puente de Avenida Marquez en dirección a
El Palomar.

Eran las 10:13 de la mañana, el cielo estaba nublado pero algunos destellos de luz
traspasaban las nubes, había poco viento y la temperatura era de 21° C. En ese instante,
pude ver a la derecha de las vías del ferrocarril San Martín, a lo lejos sobre una loma y
frente al alambrado del aeropuerto, a las primeras personas tomando posición para poder
tener la mejor vista y disfrutar del evento. Pensé que esa era una imagen que hubiera sido
muy distinta hace unos años atrás. Por ejemplo, antes no estaba ese cerco y la idea de
tener aerolíneas ultra lowcost como Flybondi y JetSMART en El Palomar, incluso en el país,
era cuanto menos, impensada.

Es así que, mientras me acercaba al grupo y me detenía a pensar en todo esto, de


imprevisto, y tras de mí, comenzó a sentirse un fuerte silbido agudo y luego un sonido grave
que cubrió toda mi cabeza. Se trataba de un Boeing 737-8 de Flybondi que realizaba lo que
se conoce como aproximación final a El Palomar. Pasó tan bajo y tan cerca que hasta pude
ver su matrícula: LV-HFQ. Así, oficialmente, se dió por comenzada la jornada, y más de un
spotter pudo dar sus primeros gatillazos con sus cámaras.

Crucé las vías del San Martín, y llegué al punto de encuentro. Para ese entonces, Leonel
me estaba esperando con su novia Micaela y me invitó a buscar a dos personas que no
sabían como llegar hasta el punto. En un momento escuchamos la bocina del tren San
Martín, él se quedó a un costado de las vías, sacó su celular y comenzó a filmar. “Es para
mi hijo”, me dijo. Guardó su celular y continuamos con la marcha, en búsqueda de esas dos
personas. Me sorprendí al ver que las personas que íbamos a buscar eran menores de
edad, tenían un entusiasmo propio y contagioso de quien disfruta de algo antes de que
suceda, como cuando alguien va a un recital y lo empieza a vivir en la fila de la entrada del
estadio.

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Leonel se fue con el otro chico. Yo me quedé con Fernando y fuimos al punto de encuentro.
Me contó que tiene 17 años y es de zona sur. Fue inevitable caer en la cuenta de que casi
la mayoría de los spotters presentes tienen un denominador común: Ezeiza. A la mayoría le
queda cerca el aeropuerto internacional y, por ende, tienen la chance de hacer una
escapada a ver los vuelos internacionales que llegan y se van del país. Y cuando se habla
de vuelos internacionales se habla de aviones muy pocos vistos en los cielos argentinos.
Entre tanta emoción me contó que hace poco tuvo la oportunidad de tomar unas fotos de
uno de los Ilyushin que tiene Cubana de Aviación, una aeronave que es muy poco vista,
incluso a nivel mundial.

Eran las 10:30, y en la pista, un vehículo del aeropuerto lanzaba cohetes al aire para
espantar a los pájaros que suelen sobrevolar la zona. Paralelamente, en el punto de
encuentro, Javier Sagarna, administrador del grupo de spotters argentinos, me saludaba y
noté que llevaba una radio portatil handy en su pecho. A través de ella pude escuchar a
alguien decir que el avión Hercules TC-70, estaba encendiendo sus cuatro motores
turbohélices. Comenzaba la función.

Es de destacar que para el spotter, tanto el uso del handy, que permite escuchar las
radiofrecuencias aeroportuarias, como así también, el contacto con pilotos aerocomerciales,
de alguna fuerza, o bien dentro del aeropuerto, permite que la información pase entre los
espectadores en tiempo real. Es que en este hobby, me contaba Javier, mientras sacaba su
cámara de fotos Nikon, el acceso a la información es casi tan fundamental como el uso de
las cámaras.

Al rato, Fernando me consultó si yo era spotter y si tenía algún usuario en Instagram. Le


contesté que solo soy un aficionado a la aviación. Enérgicamente, me invitó a que me sume
a la “movida” y me contó que participó del Spotter Day del 2018 organizado por Aeropuertos
Argentina 2000. Es que el spotting, me señalaba, es una actividad que venía siendo
reclamada desde hace años pero que siempre encontraba oídos sordos del lado de las
autoridades. Normalmente, desde los aeropuertos, no sólo no se alentaba al spotting, sino
que lo perseguían. Ahora con las nuevas autoridades de AA2000, anualmente se organizan
este tipo de eventos en el que se invita, en dos categorías diferentes, a adolescentes y a
adultos a participar. También hay premios para los ganadores del concurso de fotografía.

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Este tipo de eventos que acá en Argentina es relativamente nuevo, en los principales
aeropuertos del mundo, es moneda corriente, concluyó.

A las 10:50 un móvil de la Policía de Seguridad Aeroportuaria pasó frente al grupo, algunos
presentes bromeaban con que nos iban a invitar a retirarnos del lugar. Leonel sugirió que se
levanten las cámaras en señal de que solo hay aficionados. No fue necesario ya que
camioneta se retiró antes. Sin embargo, al rato volvió la misma camioneta de PSA, pero
esta vez acompañada por una escalera motorizada de Flybondi. Allí nos dimos cuenta de
que esa escalera buscaba tener una posición privilegiada para el fotógrafo oficial de la
fuerza aérea. Esto generó controversias entre los presentes porque esa escalera, de varios
metros de altura, casi tapó a cualquier aeronave que decidiera despegar por la pista lo que
hubiera impedido obtener una buena fotografía por parte de los spotters.

Eran las 11:00, ya habían casi 200 personas en el lugar. Desde la radio confirmaban que el
despegue iba a ser desde la pista 35 hacia la 17. Leonel me explicó que estos números son
determinados por la dirección en grados con respecto al norte magnético a la que se
encuentra dirigida la pista. Esto permite que los pilotos puedan identificar fácilmente la pista
y el lado de esta que deben utilizar. En definitiva, que despeguen desde la 35 hacia la 17
permitirá a los spotters tomar fotos del despegue desde detrás de las aeronaves.

Nuestra charla se vio interrumpida cuando vimos que iban apareciendo en fila las siluetas
del Hercules, de un Fokker F-28 y al final de la fila, un Learjet 35. Sin cesar se escuchó a
las cámaras tomar las fotografía y se podía ver una masa coordinada de personas, que iban
de un lado a otro, para obtener tomas desde diferentes ángulos. Desde la torre de control
dieron luz verde para que despeguen los aviones. Nadie hablaba, solo se escuchaba el
ruido de las cámaras tomando las fotos y el sonido de los motores. Seguido de este
despegue, se prepararon para despegar desde la 17 hacia la 35, es decir en dirección hacia
nosotros, cuatro aviones de entrenamiento Texan II. Despegaron en pareja. Los primeros
dos fueron intrépidos y lo hicieron más bajo que lo normal, por lo que la zona quedó
inundada de euforia y los gritos de alegría por parte de los espectadores.

Sin embargo, ni el ruido de los Texan II, del Fokker o del Hercules juntos se comparaba con
las estrellas del día: los cazabombarderos A-4AR Fightinghawk. A las 11:43 despegaron en
dos grupos de dos con diferencia de 10 segundos cada uno. Casi nadie estaba preparado
para lo que sucedió, la mayoría de los presentes eran aficionados a la aviación comercial, y

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nunca habíamos escuchado un turborreactor J52 sobre nuestras cabezas, ni aún menos,
sentido el estruendo en nuestros pechos como lo hicimos esa tarde con los A-4AR. Ahí en
medio del estruendo, se podía ver al público gritar en silencio, el rugir de los motores de los
cazabombarderos tapaban absolutamente cualquier sonido que pudieran emitir.

Dos A-4AR Fightinghawk despegando en El Palomar ese mismo día


(Foto: Leonel Depalma)

Una vez que despegaron todas las aeronaves, por la aplicación Flightradar24 (app móvil
que permite ver los vuelos en tiempo real), varios spotters pudieron observar que los
aviones se encontraban sobrevolando la ciudad de La Plata y que de allí irían hacia la
Avenida Libertador. Solo restaba esperar que volvieran.

A las 12:05 fuimos a almorzar a una parrilla ubicada frente al aeropuerto, sobre la Ruta
Provincial 201. Tomamos asiento y con Leonel nos pusimos a hablar. Para entrar
nuevamente en tema, le pedí que me contara un poco sobre Argentina Spotters. Mientras
comía su sanguche me contó: “El grupo surge en el año 2015 y de ahí fue creciendo hasta
llegar a los 9 integrantes. Esta bueno porque es un grupo humano con compañerismo y hay
mucha confianza entre todos, no hay problemas. Nos une la pasión por los aviones, lo que
nos gusta es sacar fotos.” No pude no preguntarle si consiguieron algún beneficio con el
grupo. “Gracias al grupo, conseguimos varias cosas de la aviación, con las aerolíneas

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también.”, me comentó. Y agregó, “O sea, algún que otro sorteo pudimos hacer, por
ejemplo, Ethiopian Airlines, nos dio un kit de cosas para sortear por nuestra cuenta de
instagram.”

Terminamos de almorzar a las 13:00 y alguien avisó que los aviones estaban regresando a
la base. La gente corrió de vuelta a sus posiciones. Los aviones uno a uno fueron
aterrizando, a excepción del Hercules. Desde el handy se escuchó que desde torre de
control le dijeron que vaya a posición NEPIS. Nadie recordaba lo que significaba, hasta que
se acercó Brian Ubal, miembro del grupo de spotters, indicando que se dirigía en dirección a
Junín a la espera de la orden de volver. Una vez más, el compañerismo y la solidaridad con
la información se hacía presente entre la gente.

A las 14:30 los Texan II regresaron a Córdoba, no sin antes hacer un despegue a baja
altura. Y las 15:15, desde el final de la pista 17, uno por uno los A-4AR fueron despegando,
cada uno con un sello distintivo, virando de un lado a otro o pasando bien bajito. Un gesto
de reconocimiento por parte de los pilotos para con los presentes. Allí el evento se estaba
dando por terminado, pero aún quedaba una última salva de fotos por tirar. Se trataba del
nuevo Boeing 737-8 de Flybondi, el LV-HKN que abrirá la ruta a Río de Janeiro. A las 15:56,
el HKN llegó por primera vez a su nueva casa y Argentina Spotters dió por terminada su
jornada.

El éxodo se hizo de a poco y cada persona se fue con su auto. Yo me quedé con Leonel e
intercambié unas últimas palabras. Me dijo: “Cada vez que hacemos reuniones, avisamos.
Puede venir quien quiera, sin cámara o con cámara, con lo que sea, la cosa es que si te
gustan los aviones podés acercarte. Lo importante es que vean lo que hacemos, que les
interese, que aprendamos juntos. Hay gente que por ahi es medio tímida y tal vez ni sabe
que puede ir al aeropuerto. Eso es lo lindo de todo esto, integrar a gente que le apasiona lo
mismo que a nosotros: la aviación”

Nos despedimos con un gran abrazo. Él se fue de la mano con su novia, de vuelta a Lanús.
Yo me tomé el 182 de vuelta a Bella Vista, mientras un JetSMART despegaba hacia un
nuevo destino, donde seguramente, un spotter lo esperaba para ​cazarlo ​con su cámara.

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