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C O N CILIUM

Revista internacional de Teología

52
LITURGIA
LA ORACIÓN

MADRID
1970
CONCILIUM
Revista internacional de Teología

Diez números al año, dedicados cada tino de ellos


una disciplina teológica: Dogma, Liturgia, Pastoral,
Lcumenismo, Moral, Cuestiones Fronterizas, Histo-
ia de la Iglesia, Derecho Canónico, Espiritualidad
Sagrada Escritura.

CONTENIDO DE ESTE NUMERO

'resentación 165
A. Gibbard: La oración en un tiempo de duda. 169
. Peters: La pluriformidad de la oración única. 186
. Gelineau: ¿Nuevas formas en el canto y en
la música litúrgica? 197
). Hurley: La oración del obispo en su iglesia. 209
. van Cauwelaert: La oración del obispo en
su comunidad 213
i. Broceólo: La oración del sacerdote en medio
de la familia humana 219
L Zarri: La oración de la mujer y la liturgia
hecha por el hombre 238
. Pratt: Oración en el hogar 253
). Power: Grupos reducidos de oración y ofi-
cio divino 259
!.. Ledogar: Bendición de la mesa y eucaristía. 272

.OLETINES

oraciones y cánticos en familia del hombre de


nuestros días 286

IOCUMENTACION CONCILIUM

\ Murray: El lenguaje en el culto cristiano ... 303


5. Quack: Un congreso internacional de mú-
sica litúrgica 306

Traductores de este número:


Un grupo de profesores del
Estudio Teológico de Madrid

Director y editor de la edición española:


P. JOSÉ MUÑOZ SENDINO
No podrá reproducirse ningún artículo de COMITÉ DE DIRECCIÓN
esta revista, o extracto del mismo, en nin-
gún procedimiento de impresión (fotocopia, Directores de sección:
microfilm, etc.), sin previa autorización de
Edward Schillebeeckx OP Nimega-Holanda
la Fundación Concilium, Nimega, Holanda. Hermán Schmidt sj Roma-Italia
Alois Müller Friburgo-Suiza
Hans Hüng Tubinga-Alemania Occ.
Franz Bockle Rbttgen-Alemania Occ.
Johannes Baptist Metz Münster-Alemania Occ.
Roger Aubert Lovaina-Bélgica
Teodoro Jiménez Urresti Madrid-España
Christian Duquoc OP Lyon-Francia
Pierre Benoit OP Jerusalén-Israel
Roland Murphy o. CAR Washington-Estados Unidos

Consejeros:
Juan Alfaro sj Roma-Italia
Marie-Dominique Chenu OP París-Francia
Yves Congar OP Le Saulchoir-Francia
Andrew Greeley Chicago-Estados Unidos
Rene Laurentin París-Francia
Jorge Mejía Buenos Aires-Argentina
Karl Rahncr sj Münster-Alemania Occ.
Roberto Tucci sj Roma-Italia

Secretario general:
Jan Micklinghoff OP Nimega-Holanda

Secretario-adjunto:
Jan Peters OCD Smakt-Holanda

Secretariado

Arksteestraat, 3-5, Nimega (Holanda)


Depósito legal: M. 1.399.—1965
COMITÉ DE REDACCIÓN DE ESTE NUMERO

Director:
Hermán Schmidt sj Roma-Italia
Director-adjunto: PRESENTACIÓN
David Power o MI Piltown-Irlanda
Nadie que tenga un cierto sentido de la historia puede asom-
Director-adjunto para la música:
brarse por las cosas que están ocurriendo en la liturgia romana.
Helmut Hucke Neu-Isenburg-Alemania Occ.
Podríamos referirnos aquí a autores que no están directamente
Miembros: implicados en la tarea práctica de la renovación litúrgica que se
Jan van Cauwelaert Roma-Italia está llevando a cabo en nuestros días. Durante los siglos1 TV al VI,
Irénée-Henry Dalmais OP París-Francia cuando la liturgia romana creó un rito propio, como se estaba ha-
Luigi della Torre Roma-Italia ciendo en otros muchos sitios, nos es dado observar cómo se pro-
Balthasar Fischer Tréveris-Alemania Occ. dujo una conmoción muy semejante a la que hemos presenciado en
Adalberto Franquesa OSB Tréveris-Alemania Occ.
Joseph Gelineau sj París-Francia nuestros días. El conocido liturgista padre Cabrol hablaba en 1928
Denis Hurley Durban-Sudáfrica de la «revolución litúrgica» del siglo TVi. Bourque hizo suya esta
Joseph Jungmann sj Innsbruck-Austria expresión en su clásica obra sobre los sacraméntanos romanos: «En
Aidan Kavanagh OSB Notre Dame-Estados Unidos Occidente tuvo lugar un cambio radical, una verdadera revolución.
Robert Ledogar MM Maryknoll-Estados Unidos
Emil Lengeling Wolbeck-Alemania Occ.
Cada una de las misas del Temporale y del Sanctorale tuvo desde
Juan Llopis Barcelona-España entonces su propio formulario. Con esto quedaba abierta de par en
Gerard Lukken Den Bosch-Holanda par la puerta a aquellos autores deseosos de ejercer sus talentos en
Thiery Maertens OSB Saint André-Bélgica la composición de textos litúrgicos. Hubiera sido extraño que este
Hendrik Manders CSSR Wittem-Holanda primer entusiasmo no llevara a algunos conversos a caer en exage-
Salvatore Marsili OSB Roma-Italia
José Martín Patino sj Madrid-España raciones, provocando con ello quejas y restricciones» 2. C. Vogel,
Juan Mateos sj Roma-Italia en su obra modelo sobre las fuentes de la liturgia, se expresa en
Frederick McManus Washington-Estados Unidos términos semejantes. Uno de los capítulos lleva el siguiente título:
Jairo Mejía Medellín-Colombia El período de la improvisación oral y escrita. Desde los primeros
Placid Murray OSB Murroe-Irlanda
Franz Nikolasch Salzburgo-Austria pasos hasta Gregorio I (590-604) 3 . En el prólogo, este historiador
Ignacio Ofiatibia Vitoria-España hace una observación muy realista: «Este volumen aparece tan sólo
Joseph Pascher Munich-Alemania Occ. unos meses después que la Constitución sobre la liturgia (4 de di-
Jordi Pinell Pons OSB Roma-Italia ciembre de 1963) y la Instrucción sobre la aplicación de la Cons-
Heinrich Rennings Tréveris-Alemania Occ.
Juan Rivera Recio Toledo-España
Philippe Rouillard OSB Saint-Omer-Francia 1
La Messe dans la liturgie. VI. La révolution lilurgique du IV siécle:
Alfredo Trusso Buenos Aires-Argentina «Dict. Théol. Cath.», X, 2 (1928), 1365-1366.
Cipriano Vagaggini OSB Bolonia-Italia 2
E. Bourque, Etude sur les Sacramentales Romains (Cittá del Vaticano,
Cyrille Vogel Estrasburgo-Francia 1948), vol. I, 11-12.
Guilford Young Sandy Bay-Australia 3
C. Vogel, Introduction aux sources de l'histoire du cuite chrétien au
moyen &ge (Biblioteca degli Studi Medievali, 1), Spoleto, 1966, 20-42.
166 Presentación Presentación 167

titución sobre la liturgia (26 de septiembre de 1964) del Vatica- ha de ser la oración en sus iglesias (se ha eludido intencionada-
no II. La Iglesia latina acaba de poner en marcha su segunda revo- mente la expresión «con su rebaño»); un sacerdote expone su ex-
lución lingüística en el culto, entre otras reformas. La ruptura entre periencia personal de oración en una gran ciudad, rodeada de pue-
el formulario latino y los que se desarrollen en otras lenguas pronto blecitos y suburbios; una mujer examina una liturgia hecha por
será completa. No se trata de una traducción de los Sacraméntanos hombres; una madre habla de cómo reza ella con sus niños. Se rela-
Leonino o Gregoriano, exceptuando alguna que otra transposición cionan con la eucaristía y el oficio divino la oración y el reunirse
casi mecánica. Pronto seguirá una total ruptura con el sistema caro- para comer y beber de las personas corrientes. El Boletín se ocupará
lingio de lecturas y la instauración de una nueva lista de éstas. de la literatura sobre la oración moderna.
Puede que esta introducción tenga actualidad en cuanto a ciertas De esta manera, la oración queda situada en el centro mismo
partes de la liturgia, quizá hasta 1965, pero no cabe duda que será de la familia humana y de la familia de Dios. Para concluir, nos
catalogada muy pronto entre los estudios de las antigüedades litúr- podríamos referir a dos conocidos cuadernos de fotografías con
gicas.» texto dedicados al tema de la oración 4.
Al movimiento litúrgico se le aplica hoy el término de «revo-
lución». Este fenómeno no es moderno, hablando con propiedad, H. SCHMIDT
por lo que no debería darse lugar al pánico, aun en el caso de que D. POWER
se sienta un cierto respeto por la historia y la tradición. Esta se- H. HUCKE
gunda revolución litúrgica no es, en cierto sentido, sino la repeti-
ción de lo que ya ocurrió en la era clásica de la liturgia romana.
Pero también es cierto que presenta rasgos propios. A partir del
Vaticano II la liturgia se ha ido realizando con independencia de
unos principios que dominaban en ella desde el Concilio de Trento.
Después de Trento, la herencia litúrgica latina fue seleccionada,
fijada e impuesta obligatoriamente a toda la Iglesia mediante unos
libros iguales en todas partes. Esta obsesión de la uniformidad ha
sido superada a partir del Vaticano II, de manera que el acento
se está desplazando de lo «universal» a lo «local», y la comunidad
litúrgica está perdiendo su carácter clerical para hacerse más del
pueblo. Eran de esperar las tensiones. Donde hay vida no se pueden
evitar las crisis y los conflictos.
En este número intentamos ofrecer una descripción fenómeno-
lógica de la vida de oración tal como hoy se nos presenta, sin perder
de vista al mismo tiempo el desarrollo de la liturgia. El «cómo»
y él «qué» reza hoy el laico, lo que es o lo que debería ser la ora-
ción nos servirá para esclarecer lo que realmente es la oración.
Tres artículos principales pasan revista a los signos de los tiempos,
así como a las diferentes expresiones lingüísticas y musicales de
esta oración. En una segunda sección se examina el «cómo» y el 4
The Family of Man, Maco Magazine Corporation, Nueva York; Peace on
«qué» de la oración con más detalle; algunos obispos explican cómo Earth, an encyclical letter of his Holiness Pope John XXIII, Nueva York.
LA ORACIÓN EN UN TIEMPO DE DUDA

I. ORAR EN MEDIO DE LA DUDA

Hay muchos motivos para creer que las personas oran hoy
menos de lo que acostumbraban antes, o al menos que oran con
una fe menos firme; y entre esas personas las hay que ocupan pues-
tos de responsabilidad en la Iglesia. Este dilema referente a la
oración está claramente expresado en la obra de Michael Novak
Belief and Unbelief: «Parece que existen hoy muchos hombres
—y su número tiende a crecer constantemente— que creen y no
creen a la vez, que no son agnósticos, pero que en sus corazones
sienten una fidelidad dividida. A través de todas sus afanosas acti-
vidades para hacer mejores a los hombres, mantienen una 'mentali-
dad abierta' con respecto a un poder o a una inteligencia que no
se atreven a llamar con el nombre de 'Dios'... ¿Quién será capaz de
decir, para su propia satisfacción o a requerimiento de los demás,
qué es creer o no creer en absoluto?» 1.
Que semejante situación es hoy muy común, se vio claro en
la Cuarta Asamblea del Consejo Mundial de las Iglesias celebrado
en Uppsala. La Asamblea aceptó un informe sobre el culto, que,
después de afirmar que son muchos hoy los que siguen encontran-
do en las formas tradicionales del culto una fuente de alegría y
orientación práctica, decía: «Sabemos hasta qué punto la cuestión
del culto afecta a muchos llenándolos de ansiedad. Muchos cris-
tianos tratan de mantener un ritmo de oración personal, a pesar
de sus muchos fallos. Muchos sienten nostalgia de la sustancia de
».
la oración, según se les va haciendo cada vez menos efectiva la
presencia de Dios en la oración. Muchos se sienten culpables por
su falta de oración. Algunos han renunciado casi del todo al es-
fuerzo por hacer oración» 2 .
1
qv M. Novak, Belief and Unbelief, Londres, 1966, 15.
2
Uppsala '68 Speaks, Ginebra, 1968, 78.
270 M. Gibbard La oración en un tiempo de duda 171

Quienes encuentran estas dificultades para orar deben hacer totalidades 3 . Estos teólogos nos dicen que Dios penetra de dife-
frente, honrada y decididamente, a las cuestiones ideológicas que rentes formas todo el universo, el curso de la historia y de la hu-
ello les plantea. Para algunos puede que lleve bastante tiempo. manidad en particular. El Logos ilumina a todo hombre en algún
Aquí no intentaremos abordar los problemas filosóficos ni los que sentido, tanto si éste es consciente de ello como si no lo es. Dios, en
con éstos tienen directa relación. La única cuestión de que nos su inmanencia dinámica, llena todas estas esferas, si bien nosotros,
ocuparemos en este artículo podría formularse así: ¿Deberán sen- en contraste con el Panteísmo, afirmamos que además es el Señor
tirse obligadas estas personas, por honradez intelectual, a renunciar que a todo trasciende. Esta concepción equilibrada se encuentra
a todo tipo de oración hasta tanto no hayan esclarecido su situa- frecuentemente en los teólogos orientales y en los místicos. Pero
ción con respecto a Dios? Personalmente, creo que no. Hay dos «1 teísmo tradicional se ha visto muchas veces arrastrado hacia una
medidas prácticas que desearía sugerir. En primer lugar, en el que especie de deísmo. Estos escritores contemporáneos están prestan-
emprende esa búsqueda hay algo que ya puede considerarse como do valiosos servicios a la teología y también, de rechazo, a la espi-
una especie de oración, que es su encuentro con los demás y el ritualidad. El profesor John Macquarrie ha escrito: «La crítica del
servicio que les presta, aunque él mismo no entienda las cosas en teísmo tradicional se da de mano con el desarrollo de nuevas for-
mas de teísmo, y a la larga esto conducirá a un entendimiento más
este sentido. En segundo lugar, puede que haya una forma de refle-
profundo de la fe cristiana en conjunto. Tillich, Hartshorne, Ogden,
xionar y de adentrarse en la vida, un tipo de meditación del que
Herzog, Dewart, he aquí unos cuantos nombres de algunos que,
podrá servirse sin menoscabo de su integridad intelectual. Este tipo
conscientes de las inadecuaciones del teísmo tradicional, tratan, por
de reflexión podrá irse transformando en alguna de las formas de
diferentes caminos y con éxito distinto, de explicar la idea de Dios
oración ya conocidas, como los colores del espectro, que pasan gra- de forma que los hombres de hoy puedan conocer su realidad» 4 .
dualmente de uno a otro. Ambas sugerencias prácticas se harán
más aceptables si conseguimos ampliar nuestra idea corriente de Lo cierto es que Urs von Balthasar va tan lejos como hasta
lo que es la oración. afirmar: «El terrible fenómeno del ateísmo moderno podría ser,
entre otras cosas, una enérgica medida de la Providencia para hacer
que la humanidad, y el cristianismo en especial, retorne a una idea
más correcta de Dios» 5 .
II. UN CONCEPTO MAS AMPLIO DE ORACIÓN Este enriquecimiento de la idea de Dios, subrayando su inma-
nencia viva, puede hacer que se amplíe también nuestra idea acerca
Nuestro concepto de oración se ha vuelto estrecho, porque de la oración. Como Dios no es un ser, una entidad, sino el Ser,
nuestra idea de Dios es inadecuada. Se ha visto la oración muy cimiento y sustento del universo, en el que, sin embargo, no está
frecuentemente como un conjunto de palabras, pensamientos y confinado, también la oración, que es un encuentro con el ser de
deseos dirigidos a Dios, un Alguien en el más allá, una tercera
3
entidad al margen del mundo y de nosotros mismos. Esto ha ocu- Cf., por ejemplo, John Macquarrie, Studies in Christian Existentialism,
Londres, 1966; id., God-Talk, Londres, 1967; Norman W. Pittenger, Process
rrido porque la enseñanza popular ha subrayado la trascendencia Thought and Christian Faith, Londres, 1969; Ian Ramsey, Religious Lan-
hasta casi borrar su inmanencia. Pero hoy son muchos los teólogos guage, Londres, 1957, en que se hace frente a las cuestiones planteadas por
que insisten en una idea más equilibrada del ser de Dios. Se sienten el empirismo. Teilhard de Chardin presenta afinidades con los filósofos evo-
impulsados a hacerlo porque quieren establecer alguna relación lutivos.
* John Macquarrie, God and Secularity, Londres, 1968, 109.
entre la fe cristiana y el actual pensamiento occidental, por ejemplo, 5
H. U. von Balthasar, The God Question and Modern Man, Nueva York,
i'on el existencialismo, el empirio-criticismo y la filosofía de las 1967, 96-97.
172 M. Gibbard La oración en un tiempo de duda 173
Dios, puede ser tan amplia como la vida. El encuentro con los oración la comunidad de los creyentes; creemos que esta comunidad
demás y el servicio que se les rinde, así como la reflexión y el aden- está abierta para ayudar a los vacilantes y que el deseo de orar es
trarse meditativamente en la vida, pueden ser auténtica oración el camino que lleva a tientas desde la duda hasta la fe» 6 .
en este sentido, puesto que todas estas actividades son un encuen- Esta idea no es nueva. Hay indicios de ella en la Biblia. El
tro real con Dios, oculto muchas veces en virtud de su inmanencia. Eclesiástico dice de los operarios de la ciudad: «Aseguran la crea-
Muchas personas avanzan durante largos períodos de tiempo por ción eterna; el objeto de su oración son los trabajos de su oficio»
estos caminos, sin llegar a caer en la cuenta de que realizan un (Eclo 38,34). De manera parecida también Jeremías expresaba su
encuentro con Dios. Pero podemos confiar en que, gradual o re- aprobación con respecto al rey Josías: «Juzgó la causa del humilla-
pentinamente, llegarán a saber que se han encontrado con Dios do y del pobre, e iba bien. ¿No es esto conocerme? —oráculo de
como Ser personal, o mejor, que Dios los ha encontrado a ellos: Yahvé—» (Jr 22,16). Y nótese que el profeta no dice que el juzgar
«Habéis llegado a conocer a Dios, mejor dicho, sois conocidos por al pobre y al necesitado sea una consecuencia de haber conocido
Dios» (Gal 4,9). a Dios a través de la oración, sino más bien que en ese mismo juicio
Si a alguien se le ocurre pensar que semejante ampliación del está el conocimiento del Señor. Más aún, tenemos la afirmación
concepto de oración no es legítima, podríamos hacer notar que del Evangelio: «Estuve preso y vinisteis a visitarme» (Mt 25,36).
San Pablo amplió de manera semejante el concepto de culto. En Ahora bien: si el núcleo de la oración es el dirigirse al Señor, en-
Rom 12,1 tomó el término latreia, comúnmente utilizado para tonces estas palabras significan que este acto de servicio es en sí
designar el culto en el sentido estrecho de cultus, y lo amplió hasta mismo una clase de oración. Tenemos, pues, razón suficiente para
hacer que abarcara toda la vida en su conjunto: «Os exhorto, en- afirmar que quienes ejercen algún servicio de carácter altruista
tonces, hermanos por las misericordias de Dios, a presentar vues- están empezando a orar en este sentido más amplio, a pesar incluso
tros cuerpos como sacrificio vivo, grato a Dios: vuestra adoración de que ellos mismos no caigan en la cuenta.
razonable» (logiké latreia). Luego dedicaría el resto del capítulo Es preciso hacer una advertencia. Pocas cosas exasperan tanto
a explicar lo que abarca esta clase de culto; latreia significa, según a los agnósticos humanitarios, o creyentes en algo indefinido, que
él, un empleo de todos nuestros dones decidida y corporativamente la suposición de que sin darse cuenta son, de alguna manera, cre-
para servicio de todos los hombres, amigos o enemigos. yentes y hombres de oración. Los cristianos deben eludir, a fuer
de honrados, toda terminología que pueda dar impresión de pro-
selitismo. Pero lo cierto es que el servicio que prestan los agnós-
III. «LABORARE ET ORARE» ticos a sus hermanos, aun sin ser verdadera oración desde su punto
de vista, puede, sin embargo, considerarse, en una visión cristiana
Quizá nos sea posible dar un nuevo giro también a la antigua a la luz de la fe, como un comienzo al menos de oración en este
expresión laborare et orare. Podríamos utilizarla entonces para sentido más amplio. Pero son necesarias dos cosas para que el en-
demostrar a quienes encuentran difíciles la fe y la oración en senti- cuentro y el servicio a los demás se conviertan en una oración más
do convencional que el encuentro con los demás y el trabajo en profunda: en primer lugar, es preciso que estemos cada día más
favor de los otros pueden constituir, al menos, un comienzo de al tanto de las necesidades totales de nuestros prójimos; en segundo
oración en este sentido más amplio. El informe de Uppsala urge lugar, las motivaciones de nuestro servicio deben estar progresiva-
a las Iglesias para que adopten esta posición a fin de prestar ayuda mente más limpias de cualquier egoísmo.
a los hombres que hoy vacilan en su camino hacia la fe y la ora- Ante todo, nuestro servicio a los demás debe empezar por ase-
ción: «Creemos que, a través del servicio a los demás, los hom-
bres pueden llegar al encuentro con el Señor, al que espera en la « Uppsala '68 Speaks, Ginebra, 1968, 78.
274 AL Gibbard La oración en un tiempo de duda 175

gurarles el alimento, el techo y la atención médica que necesiten. nuestra reputación; miramos menos hacia nosotros mismos y hacia
También será preciso planear todo lo concerniente a las necesida- nuestras preocupaciones personales para fijarnos más en Dios, que
des de educación. Ello puede llevar consigo el ejercer presiones so- es todo en todas las cosas. Así, vamos creciendo sencillamente
ciales y políticas sobre las autoridades. También estas acciones en el deseo de entregarnos más a Dios, para que El se sirva de
formarán parte de nuestra oración, en este sentido más amplio. nosotros en la forma que El quiera. Si esta religiosidad es genuina
También puede enumerarse entre estas necesidades que exigen satis- y profunda, esta generosidad despreocupada de sí mismo se va
facción la exigencia de un nivel más alto en las relaciones inter- desarrollando muchas veces casi inconscientemente hasta conver-
personales. Todas estas necesidades están patentes a cristianos y tirse en servicio y en relación diaria con los demás. Con toda hon-
agnósticos por igual. La realidad de la atención y el servicio que radez hemos de reconocer que algunos individuos, observantes es-
Jesús prestaba a los demás estaba inseparablemente entretejida con trictos del culto formal, resultan autocomplacidos y centrados en
su propio sentido de una dependencia personal y directa con res- sí mismos, al paso que muchos agnósticos son admirables por su
pecto a Dios; los cristianos tendrán que afirmar que otra necesidad despreocupación en el servicio prestado a los otros. Hay muchas
de la naturaleza humana es precisamente este sentimiento de unión pruebas que confirman el aserto de que «si queremos hacer el bien
con Dios, análogo a nuestra necesidad de relaciones humanas. De con la seguridad de que se acredite como tal bien y no como mal,
esta manera, la experiencia de un intento de salir al paso de todas habremos de actuar con espíritu de humildad; sólo la verdadera
las necesidades humanas puede que nos lleve alguna vez a la con- piedad puede hacernos humildes» 8 . En consecuencia, la piedad
vicción que Hans Urs von Balthasar expresaba sucintamente: «La puede limpiar de egoísmos nuestro servicio.
persona humana a quien se ama sólo es captada en toda su realidad
si está también referida a Dios» 7 . Por este camino, nuestra oración
y nuestro servicio se harán más profundos parí passu. IV. REFLEXIÓN Y EXPLORACIÓN
En segundo lugar, la otra condición requerida para que el ser-
vicio a los demás desemboque en una oración más profunda es la Hay otra manera de orar, en este sentido más amplio, a dispo-
progresiva purificación de nuestras motivaciones para que vayan sición de quienes no ven claro con respecto a Dios. Se trata de una
quedando libres de todo egoísmo. Nuestra ayuda a los demás fácil- especie de meditación; concretamente, de una reflexión y una explo-
mente puede ser dañada por un toque paternalista. Estos fallos son ración que trate de adentrarse en las riquezas de la vida. Podemos
el resultado casi inevitable de ese orgullo y ese estar centrado en esperar confiadamente que, con el tiempo, ello lleve a que muchos
sí mismo que tan sutil y profundamente se enraizan en nuestra realicen un encuentro personal con Dios, trascendente e inma-
humana naturaleza. La experiencia nos enseña que somos incapa- nente a la vez, y a expresarle su gratitud, sus deseos y sus peti-
ces de eliminar estos defectos por nosotros mismos. De hecho, cuan- ciones. Pero ahora muchos tendrán que empezar por una honrada
do tratamos de hacerlo consciente y sistemáticamente mediante reflexión no religiosa sobre la vida, pues para ellos el lenguaje
nuestros esfuerzos personales, el resultado es, con mucha frecuen- religioso casi no significa nada. Para que esta reflexión sea valiosa,
cia, que nos sentimos orgullosos de no ser tan orgullosos como los individuos en cuestión habrán de tomar como punto de partida
antes. Nos encontramos atrapados en el círculo vicioso del orgullo. algo que para ellos sea real y auténtico. De ahí que este punto de
La manera de romper este círculo podrá ser una determinada forma partida, para ellos, no pueda ser Dios, o, al menos, un Dios enten-
de oración y de religiosidad, pues en el verdadero culto empezamos dido según pensaba mucha gente en el pasado. La reflexión habrá
a desentendernos de la preocupación por nosotros mismos y por de iniciarse preferentemente sobre las propias experiencias, y si

' H. U. von Balthasar, op. cit., 147. • K. E. Kirk, Vision of God, Londres, 1931, 449.
176 M. Gibbard La oración en un tiempo de duda 177

esta reflexión es todo lo sincera y profunda que pueda ser, resultará humana como para afirmar la fe religiosa, de manera que ambas
una oración en su más amplio sentido. Por supuesto que un agnós- realidades se apoyan mutuamente. «La dependencia es, de hecho,
tico se negará a hablar de sus propias reflexiones con este lenguaje, un elemento inseparable de la naturaleza humana, y todo el des-
pero los creyentes pueden, con la luz de la fe, considerar de este arrollo del amor y del afecto brota de la necesidad que tenemos
modo las reflexiones del agnóstico, pues, como dice von Balthasar, unos de otros. Desde este punto de vista, la religión está vinculada
«tenemos que recordar que Dios, océano y abismo del Ser, no es al hecho fundamental de la relación personal y la búsqueda por el
un ser entre los demás y, por consiguiente, tampoco un 'objeto' ser humano de una solución radical a los problemas que se plantean
que pudiera separarse de un mundo en torno y mucho menos del a partir de su naturaleza dependiente» u.
sujeto cognoscente»9. La apertura hacia los demás puede ayudarnos a abrirnos tam-
Hoy, lo prudente será empezar por reflexionar sobre las expe- bién con respecto a Dios.
riencias de asombro, de alegría, de liberación y de gratitud, mejor Aparte de estas exclamaciones espontáneas en que se expresa
que sobre las de necesidad o debilidad, particularmente porque, la gratitud, también es preciso buscar momentos para una gratitud
como dice Bonhoeffer, muchos hombres de hoy sospechan que la reflexiva. En este sentido será muy útil buscar algún tipo de nexo
religión «anda husmeando en los pecados de los hombres a fin de natural entre estas experiencias. De esta manera, se profundiza
atrapar a éstos», y también porque importa mucho dejar bien sen- más en las relaciones personales, cuando los amigos reflexionan
tado de una vez que «reconocemos francamente que el mundo ha agradecidos sobre anteriores encuentros y conversaciones. Seme-
llegado a su mayoría de edad y que los hombres ya han alcanzado jante intercambio de reflexiones puede ir dando a nuestra vida
la madurez, y que no hablamos mal del hombre en su mundanidad, una nueva textura a base de gratitud, haciendo más profunda nues-
sino que lo llevamos a una decisiva confrontación con Dios» 10. tra confianza en la vida y dándonos el deseo y el valor necesarios
Como paso previo hacia este reflexionar con gratitud acerca de para adentrarnos en ella y explorarla.
la vida podría inculcarse a las personas la costumbre de expresar Estos momentos pueden aumentar su valor todavía más si inclu-
este sentimiento espontáneamente en la vida diaria. Que exclamen, yen una reflexión que procure aumentar la estima hacia otras per-
con mayor o menor espontaneidad, en los momentos de satisfac- sonas, especialmente en relación con aquellas cuya capacidad y
ción, de exultación o plenitud, «¡gracias a Dios!», aunque sea muy cuyos logros podrían despertar envidia en nosotros, o contra las
vaga la idea que tengan de Dios, o que digan, simplemente, «¡gra- que podríamos sentirnos resentidos. Esta reflexión contribuiría
cias!». Que expresen también su gratitud y su satisfacción más a hacernos más realistas y más libres de celos y animosidad; nues-
libre y espontáneamente a sus amigos, teniendo siempre en cuenta tra exploración de la vida se volvería más objetiva y clarividente.
los diferentes temperamentos de las personas. Las palabras en que En los hombres de fe y oración encontramos este tipo de gratitud
se expresa gratitud no sólo dicen, sino que ahondan nuestro sentido reflexiva. El apóstol Pablo escribía a los cristianos de Filipos: «Doy
de interdependencia, y estas expresiones de gratitud puede que en gracias a mi Dios siempre que pienso en vosotros» (Flp 1,3); y
un momento dado conduzcan a un sentimiento de dependencia de hasta de la Iglesia de Corinto, dividida por rivalidades y escánda-
aquella gran realidad fundante a la que los creyentes llaman Dios. los, podía decir: «Siempre estoy dando gracias a Dios por vos-
El doctor Harry Guntrip, psiquiatra, ha dicho que este sentimien- otros. Le doy gracias por todo el enriquecimiento que os ha sido
to vivo de dependencia es esencial tanto para adquirir la madurez dado en Cristo Jesús» (1 Cor 1,4-5). A través del poco agradable
exterior de aquella comunidad cristiana, Pablo intuía y reflexio-

' H. U. von Balthasar, op. ctt., 147. 11


10
D. Bonhoeffer, Wiederstand und Ergebung: Briefe und Aufzeignungen H. Guntrip, citado en E. James, Spirituality for Today, Londres,
aus dem Haft, Munich, 1952, 235-236. 1968, 33.
12
178 M. Gibbard La oración en un tiempo de duda 179

naba sobre los signos de bondad que allí se manifestaban. Este más de lo que son capaces de apreciar bastantes cristianos. Tenía
sentimiento de gratitud animaba a Pablo para entregarse aún más razón Karl Rahner cuando escribía: «La capacidad y la costumbre
a su servicio; en este contexto existencial tenía lugar su oración de captar la palabra poética es una condición previa para escuchar
por ellos. Gratitud, entrega al servicio, oración; esta misma secuen- la Palabra de Dios... En su íntima esencia, lo poético es un pre-
cia podría llevar hoy a muchas personas hasta la intercesión. requisito para el cristianismo» n. Son innumerables las personas
La gratitud reflexiva podría extenderse en nuestros días a la que deberían sentirse agradecidas por el arte y la música, puesto que
acción de gracias por la ciencia, la medicina y la tecnología. Este estas realidades han desempeñado un papel importante en su perso-
aspecto de la gratitud reflexiva también podría contribuir indirec- nal enriquecimiento, que les ha hecho subir en la escala de la vida,
tamente a alejar un tanto el infundado temor que amenaza a tan- abriéndoles esas profundidades en que Dios se manifiesta. La apre-
tas personas, en el sentido de que la ciencia es enemiga de la fe ciación de la belleza, de los matices de la vida y, sobre todo, el
y de la oración. Pero en esta edad de la tecnología quizá corramos enriquecimiento de la vida, gracias al compañerismo y al amor,
el peligro de que muchas personas adopten una actitud mental alimentan esta gratitud reflexiva y llevan muchas veces a la comu-
de dominio, dado que en su trabajo diario tienen que situarse por nión con Dios, que se presenta como corazón y centro de la realidad.
encima de la naturaleza para controlar y aplicar sus recursos y Al insistir tanto en la gratitud reflexiva no olvidamos el catálo-
energías a unos planes de desarrollo. Pero una actitud dominadora, go de males que ofrece la vida y que no podrían encajar bien en
aunque sea adquirida, no es buena ni para las relaciones personales aquel sentimiento n. No podemos minimizar estos problemas a base
ni para la vida de fe y oración. Aquí es donde podemos compren- de respuestas superficiales. Es verdad que prácticamente en todos
der el efecto equilibrador que podría tener una apreciación gratuita los campos de la reflexión y el estudio se presentan dilemas sin
de la literatura y la poesía. El aficionado a la literatura tiene que solución, pero en el terreno de la fe este catálogo de males se
someterse al texto dado, a diferencia del tecnólogo, y dejar que ofrece ciertamente con un carácter temible. Estos males son como
aquél hable por sí mismo. Tiene que leerlo con docilidad, no con los cantos erráticos de los geólogos, extraños y que no correspon-
una docilidad infantil, sino con una «docilidad ilustrada», que se den a las capas del terreno estudiado. Nuestra gratitud reflexiva
apoye en sus pasadas experiencias y en sus estudios. En la tarea de no puede volvernos ciegos ante su realidad ni hacer que nos some-
edificar unas relaciones personales satisfactorias, esta «docilidad tamos a ella, sino más bien ha de fortalecernos ante el reto que
ilustrada» puede ser un buen punto de apoyo que haga posible suponen, dispuestos a luchar contra su presencia. Este reflexionar
superar el pasado y capacite para lanzarse hacia el futuro. También y explorar la vida nos llevará en algún momento a compartir la
podrá constituir un buen punto de partida para la exploración de visión de San Pablo: «Y sabemos que en los que aman a Dios
la vida que es la oración. En esta búsqueda son muchos los que todo colabora al bien, porque están llamados según designio»
han llegado a experimentar un encuentro con Uno que estaba infi- (Rom 8,28). El Apóstol sabía hacer frente al lado duro de la vida,
nitamente más allá de ellos. Quizá sea imposible expresar el núcleo inspirando a otros con su propio valor.
de esa experiencia, tal como ocurre en muchas experiencias de amor
y de amistad; pero si es posible valerse de palabras en algún sentido, Si es cierto que estos momentos de reflexión pueden tener un
lo mejor será tratar de expresarse con un lenguaje poético y sus efecto tan beneficioso en la vida de muchos hombres, ¿cuál sería
luminosas imágenes. La Biblia ha recogido mucho de la experien- la mejor manera de emplearlos? Cada cual habrá de descubrir lo
cia vivida por los pioneros de esta búsqueda, así como las pruebas 12
K. Rahner, La palabra poética y el cristiano: «Estudios Teológicos», IV
de la torpe resistencia de una naturaleza humana centrada en sí (Madrid, 1962), 453.
15
misma; la Escritura es, en gran medida, una biblioteca de poesía Sobre el problema del mal, cf. John Hick, Evtl and the God of Love,
llena de estas imágenes cargadas de sentido, desde luego mucho Londres, 1966; Austin Farrer, Love Almighty and Ills Unlimited, Londres,
1962.
180 M. Gibbard La oración en un tiempo de duda 181

más eficaz para él y qué es lo que debe cambiarse en su propio tiempo, una manera de sustraerse a otras tareas y deberes más
caso. Podemos aprender de los demás, y siempre será menos triste urgentes. Pero si la reflexión meditativa se convierte efectivamente
aprender de los errores ajenos que de los propios. Muchos cristia- en una reorganización de nuestra situación, un ahondamiento en
nos, cuando dedican algún tiempo a la reflexión, empiezan por el aprecio de los demás y una forma de reagrupar nuestras fuerzas,
situarse en la presencia de Dios. No debe entenderse por tal cosa entonces podrá afirmarse que su práctica regular será un tiempo
el hacerse una imagen de Dios con la fantasía; lo mejor es reflexio- gastado de la mejor forma posible. Cuando no queda más remedio
nar sobre algunas palabras de la Escritura. Puede pensarse en Jesús, que suprimirla, en días de agobio fuera de lo normal, la visión
en sus palabras o acciones, pues para los cristianos Dios se revela de habitual que mediante ella han adquirido las personas las alentará
manera singular en Jesús, ese Dios que es la realidad fundante para atravesar estos momentos excepcionales.
de todas las cosas. Por otra parte, las personas que aún no ven
claro en lo referente a Dios es de suponer que también podrán ser-
virse de métodos similares para concentrar su atención preparando V. LA IMPORTANCIA DE UN CONSEJERO
así un panorama en que pueda desarrollarse su reflexión. Creo que
todos podrán hallar una orientación esperanzadora en esta descrip- Todo el mundo es capaz de encontrar su propio camino. No
ción de la reflexión meditativa que nos ofrece una monja católica: hay por qué acosar a nadie. Pero un buen monitor siempre podrá
«El momento de oración es necesario si se pretende estar plena y salvarte de pasar por una serie de experiencias de frustración. Po-
humanamente presente a nuestros prójimos cuando llega la ocasión drá advertirte cuáles son los caminos que pueden llevarte a un
de establecer un encuentro. Estos tiempos de meditación suponen callejón sin salida. Pero es probable que sus funciones principales
una continua revisión del valor que atribuimos a las cosas huma- consistan en orientar tus lecturas y ayudarte en los momentos de
nas... y una profundización de las propias valoraciones mediante desaliento.
el contacto con el prójimo y con el mundo... Tenemos necesidad Sobre este punto existe una inmensa literatura. La cuestión es
de retirarnos de cuando en cuando para obtener más amplia visión, saber qué es lo que fomentará y prestará una orientación a tu re-
para evitar que nuestras pequeñas aficiones particulares, los rinco- flexión. Nuestros predecesores, hombres y mujeres de muy dife-
nes seguros del mundo que nos apropiamos, nos cieguen la visión rentes tipos, nos dejaron sus relatos personales, diarios, plegarias
cósmica que deberíamos tener» 14. y escritos, que generalmente resultan más estimulantes que las re-
fundiciones en que se describen los métodos de meditación y ora-
Estos tiempos de reflexión pueden renovarnos y darnos nuevo
ción. Pero todo aquel material ha de ser leído con discernimiento
impulso en medio de los agobios de la vida, aunque hemos de estar
y adaptándolo a la propia persona, dado que su panorama filosófico,
atentos para que no degeneren en una especie de ensueño diurno.
teológico y religioso distaba mucho del nuestro; muchas de aque-
Muchas personas descubren el valor que para ellas reviste la cos-
llas obras fueron escritas cuando el conocimiento de ciertos aspec-
tumbre de reflexionar con cierta regularidad, diariamente si es po-
tos de la naturaleza humana era, inevitablemente, menos profundo
sible. Pero ocurre que incluso el más cuidadoso llega a perder el
que en nuestros días. Especialmente valiosos son algunos escritos en
tiempo por culpa de la pereza o por exceso de indulgencia para
que se hace gala de un conocimiento directo de ciertos problemas
consigo mismo. Pero no siempre son éstos los motivos del fallo,
típicos del hombre moderno; así, la obra de Dag Hammarskjóld
sino que, en ocasiones, la misma reflexión hecha en tono de ora-
Markings, Londres, 1964 15.
ción se presenta como una forma de lasitud, un desperdicio del
15
Muchos creen que el valor de este libro se ha duplicado con la obra
14
G. M. Schutte, Reflections on Prayer and Worldly Holiness: «Worship» de Henry P. van Dusen Dag Hammarskjóld, en A Biographical Interpreta-
{febrero 1967), 110. ron, Nueva York, 1966; Londres, 1967.
182 M. Gibbard

La Biblia será un libro básico en este itinerario, pero los hom-


bres de hoy quizá no estén dispuestos a aceptar su valor normativo, VI. BÚSQUEDA Y ORACIÓN COMUNITARIAS
puesto que ven en ella más bien una especie de biblioteca en que
se contienen libros de muy diferente nivel. No estará de más adver- Hoy llama la atención el hecho de que numerosos grupos pe-
tir a los lectores que empiecen por centrarse en aquellos pasajes queños, informales, desplieguen una gran eficacia en la tarea de
que realmente sirvan para fomentar su sentido de la gratitud y su ayudar a muchas personas en el descubrimiento de lo que es real-
confianza, dejando el resto para más tarde. Von Hügel, investiga- mente la oración. No se parecen a los círculos piadosos conocidos
dor enciclopédico y hombre de oración, advertía a los principiantes de antiguo en la Iglesia. Más bien se trata de grupos mixtos, en
que hiciesen como los terneros en el prado, que se alimentan de la que algunos individuos tienen ya alguna experiencia de la oración,
hierba que por el momento les va bien, y no desperdician sus ener- y otros son personas que andan buscando su orientación. Es pre-
gías protestando contra las hierbas que les resultan incomestibles, ciso que unos y otros lleguen a conocerse lo bastante bien como
sin olvidarse de lo importante que es rumiar l0 . para compartir, libre y humildemente, sus convicciones y experien-
La segunda tarea que compete al consejero es ayudarnos a cias. No han de considerarse unos como maestros y otros como
seguir adelante a través del desaliento, que es seguramente el más discípulos, pues parece ser que todos salen igualmente gananciosos
serio obstáculo que se opone a este adentrarse en la vida por la con esta unión. Fruto, al parecer, de uno de estos grupos ha sido
plegaria. Muchas veces parecerá que no ocurre nada, como tam- un libro, lo menos convencional y pretencioso que se pueda ima-
bién sucede en el terreno del compañerismo y el amor humanos. ginar, que en sus numerosas traducciones ha servido de estímulo
Hay momentos cumbre y hay también períodos vacíos, monótonos. a una gran variedad de personas, Oraciones para rezar por la calle lfS.
Y puede haber también ocasiones en que no se acierte con una res- En estos grupos se fomenta la apertura y la confianza mutuas.
puesta. Marchar unidos a través de todas estas experiencias es lo que Una de las cosas que más estorban al avance en la vida de oración
ayuda a los amigos y a los enamorados a profundizar sus mutuas re- es la falta de buenas relaciones personales. Santo Tomás tiene una
laciones. Lo mismo ocurre en la exploración de la vida que es la aguda sentencia en Contra Gentiles: «Un individuo, para abrirse
oración. La luz brilla muchas veces inesperadamente, cosa que tam- a las cosas divinas, necesita tranquilidad y paz; ahora bien: nada
bién ocurre en el terreno de las ciencias naturales". Es lo que se como el amor mutuo es capaz de remover los obstáculos que se
cuenta de Arquímedes, cuando salía del baño, preocupado por en- oponen a la paz» 19. El amor mutuo (dilectio mutua) crea la tran-
contrar la manera de determinar si la corona del rey era de oro puro
quilidad de la mente, que a su vez es condición previa para dedi-
o de una aleación, y echó a correr desnudo, gritando: «¡Lo encon-
carse a Dios de veras (vacare Deo). Esto mismo es lo que real-
tré!» Así también a los que perseveran en la búsqueda de la oración
mente quiere decir la primera Epístola de Juan: «Todo el que
la luz se les aparecerá repentinamente, o gradualmente, como la
ama es hijo de Dios y conoce a Dios; pero el que no ama, nada
aurora del día. Habrán de ser llevados hacia un cambio de postura
sabe de Dios» (1 Jn 4,7). Los grupos que llegan a alcanzar este nivel
en la vida, que el Nuevo Testamento llama metanoia, y en este
de confianza y amor mutuos no pueden ser organizados; por el
camino comprobarán que necesitan una relación personal y una
contrario, parece que hoy lo simplemente humano es el terreno
entrega a Dios. Estas cosas ocurren de modos muy diferentes, y es
una gran suerte disponer de un guía experimentado. más adecuado para su desarrollo.

16 " M. Quoist, Frieres, París, 1954.


F. von Hugel, Selected Letters, Londres, 1927, 268.
" Sobre la importancia del descubrimiento repentino y la iluminación en " Ad hoc quod homo divinis vacet, indiget tranquillitate et pace. Ea
las ciencias naturales, cf. profesor M. Polanyi, Personal Knoioledge, Lon- vero quae pacem perturbare possunt, praecipue per dilectionem mutuam
dres, 1958. tolluntur (Santo Tomás de Aquino, Contra Gentiles, III, cap. 117).
184 M. Gibbard La oración en un tiempo de duda 185

Además del diálogo, estos grupos sienten la necesidad de dedi- el culto carecieran de sentido, al menos tal como estas realidades
carse durante determinados períodos de tiempo al silencio y a la se entendían tradicionalmente. Nada significaba la idea de orar
oración, que se desarrollará unas veces de manera libre y otras en a alguien, de hablar a alguien, de intentar situar la propia volun-
forma litúrgica. Lo que nunca podrá hacerse es forzar la marcha. tad en la línea de la voluntad de Dios... Pero el único servicio que
Cada grupo habrá de descubrir por sí mismo el equilibrio que le tenía algún sentido era la eucaristía, como reunión de toda la co-
corresponde en su vida de oración. En muchos sitios el Oficio de munidad local que aceptaba situarse en torno a la representación
Taizé ha dado satisfacción a las necesidades de muchos grupos, del Cristo que se entrega. Reunidos todos en este contexto, la
que lo utilizan entero o se sirven de algunas de sus partes 20 . Una Iglesia se siente capacitada para amar y aceptar» 2 .
publicación más reciente, el Daily Office21, compilación realizada La Iglesia de Inglaterra, en su nueva liturgia provisional, ofrece
por un grupo oficial integrado por anglicanos, presbiterianos, me- un texto que sirve como base para estas eucaristías; tiene una
todistas, congregacionalistas y baptistas, con un observador ca^ó-' estructura clara, es flexible y admite plegarias libres o formas ya
lico, ofrece un conjunto de materiales entre los que seleccionar establecidas, por igual23.
aquello que más convenga. Trae un leccionario bíblico, una corta Quizá debamos lamentar que en tantas de nuestras iglesias pa-
selección de salmos y cánticos y también unas directrices para la rroquiales la eucaristía adopte una forma tan estilizada y conven-
acción de gracias y la intercesión que podrán utilizarse en la ple- cional. Pero no olvidemos, en medio del actual entusiasmo por los
garia libre. grupos reducidos que celebran la eucaristía doméstica, que la gran
Algunos grupos han descubierto que una eucaristía puede cons- eucaristía del domingo sigue ocupando un lugar importante en la
tituir una excelente situación existencial para sus diálogos y otras vida de la Iglesia, y que tiene su razón de ser incluso para los que
manifestaciones de hermandad. La eucaristía, en sus diferentes for- aún andan buscando. Pues en ciertas etapas de esta búsqueda puede
mas, siempre ha sido el ámbito en que los hombres han reflexio- que deseen, con razón, pasar inadvertidos, y según Harvey Cox,
nado sobre lo que les ha sido revelado en las Escrituras acerca de la posibilidad del anonimato es una de las ventajas que presenta la
la finalidad del mundo y de la Iglesia, donde han participado juntos vida en las grandes ciudades seculares. Más adelante se alegrarán
de un mismo alimento, donde han podido realizar su entrega en de tropezar con los grupos reducidos, mixtos e informales. Un grupo
la oración para el servicio del mundo. La eucaristía celebrada en así puede hablar en nombre de la propia experiencia ayudando a
un hogar o en un grupo de estudiantes puede resultar más flexible los que buscan aún para que perseveren a través de los desalientos
y menos estilizada que en una iglesia parroquial. Es sorprendente y pasos en falso que son prácticamente inevitables en esta explora-
hasta qué punto la eucaristía en estos ambientes puede resultar ción de la vida a que hemos dado el nombre de oración. Uno de
expresiva y prestar una gran ayuda a quienes andan llenos de dudas. estos grupos de amistad estará en condiciones de confirmar per-
Un estudiante de teología explica en una publicación a los antiguos sonalmente las palabras de Cristo al vacilante en los Pensées de
miembros de su seminario lo que para él significaba la eucaristía Pascal: «No me buscarías si realmente no me hubieras encontrado
en el ambiente de la residencia estudiantil, incluso en momentos ya>>
de gran perplejidad: «La noción del mundo que yo tenía no de- ' M. GIBBARD

jaba lugar a un Dios trascendente... Esto hacía que la plegaria y 22


«Fresh Springs», 3 (1965). Publicación ocasional del Lincoln Theologi-
cal College, Inglaterra.
20 23
Office de Taizé, Taizé, 1964, con el salterio de la Biblia de Jerusalén An Order of Holy Communion: Alternative services, second series,
y un suplemento con el oficio de la Bienaventurada Virgen María para uso Londres, 1967. Esta misma liturgia se ofrece en inglés contemporáneo en
de los católicos. Modern Liturgical Texis, Church of England Liturgical Commission, Lon-
21
Daily Office, por un grupo litúrgico conjunto (ed. por Ronald C. D. Jas- dres, 1968.
24
per, Londres, 1969). B. Pascal, Pensées, vu, 554.
La pluriformidad de la oración única 187

ejercitar una reflexión. El creer no encuentra su meta final en la


formulación de la fe o en la reflexión sobre esta formulación, sino
en la realidad de la fe. Esta experiencia no ha de ser siempre nece-
sariamente positiva: a menudo algunos cristianos la formulan, justa
o injustamente, diciendo que «Dios ha muerto» '. Es evidente que
LA PLURIFORMIDAD DE LA ORACIÓN ÚNICA
esto no pretende ser una expresión noética ni tampoco ética: este
slogan quiere simplemente traducir que para la experiencia coti-
La actitud y la acción mediante las cuales aceptamos con fe el diana del hombre todo ocurre como si Dios hubiera muerto. Esto
mensaje evangélico como normativo para nuestra vida comunitaria pone ya de manifiesto que el momento experiencial en la actividad
y personal admite una reflexión en tres momentos al menos. o en la actitud humana no es lo decisivo, aunque, no obstante, per-
Al igual que toda actitud humana consciente o que toda acción tenezca a ella. Hemos dicho expresamente que podemos distinguir
deliberada, la acción humana por la que definimos nuestra actitud «al menos» tres aspectos en la actividad humana sobre los cuales
frente al mensaje evangélico presenta también un aspecto noético, es posible ejercitar una reflexión. Naturalmente, existen más aspec-
un aspecto ético y un momento experiencial. Al afirmar el cristiano tos mediante los cuales el acto humano puede convertirse en objeto
que para él Dios «es padre», va implicado en ello un momento de otras reflexiones científicas, como, por ejemplo, la psicología,
noético: partiendo de la cultura y de la ciencia en que se halla la sociología o las ciencias de la conducta. Nos limitamos, sin em-
inserto se hace reflexivamente consciente de lo que quiere decir bargo, a las tres reflexiones antes mencionadas, que la fe plantea
con esto. No puede dejar en un vago grito el hecho de llamar «pa- de suyo a la teología: a la teología dogmática, a la ética cristiana
dre» a Dios. Es incluso una exigencia de la fe el que intente ejer- y a la disciplina teológica, que es llamada espiritualidad con una
citar una reflexión renovada una y otra vez sobre esta afirmación, palabra extraña y, francamente, inexacta. En esta colaboración ha-
de manera que en cada cultura vuelva a serle evidente lo que quiere bremos de dedicar la máxima atención a este momento experiencial,
decir con esta afirmación. Una reflexión semejante sobre el mo- teniendo en cuenta el concepto de espiritualidad. Cuando hablemos
mento noético de la actitud creyente del hombre pertenece pro- de la oración creyente, hablaremos, al menos implícitamente, del
piamente a la teología temática. aspecto experiencial de la fe. Se trata del aspecto que mayor difi-
Además de este aspecto noético, la actitud de fe presenta tam- cultad presenta para ser tratado en nuestra época.
bién un aspecto ético: la afirmación de que Dios es «padre» para Esto, probablemente, guarda relación con el aspecto negativo
el hombre lleva consigo implicaciones éticas. El convencimiento de nuestra experiencia religiosa: experimentamos impotencia, in-
de que Dios es padre penetrará de modo permanente el modelo de seguridad y amenaza, y nos resulta difícil conciliarios con nuestra
la actividad humana. Para la actividad del hombre no es indife- concepción positiva de la omnipotencia de Dios, de la acción libe-
rente el que veamos a Dios como Padre, como el Absoluto o como radora de la redención, de la realidad protectora que debería ser la
el Fundamento de nuestra existencia. La fe exige de suyo que ter- Iglesia. Y puede estar en relación también con el hecho de que
mine de llevarse a cabo una reflexión contemporánea también sobre la dificultad de encontrar al Dios desconocido corre pareja junto
este aspecto. Puede considerarse como cometido propio de la éti- al dios demasiado conocido. Pues es de este dios harto conocido
ca el efectuar esta reflexión de manera permanentemente renovada, del que nuestra experiencia dice que ha muerto, mientras que la
para elaborar con responsabilidad una ética contemporánea. 1
Por último, en la base de la confesión de que Dios es «padre» Puesto que en nuestra Documentación, La oración en una sociedad
secularizada: «Concilium», 49 (1969), hemos profundizado más sobre esto,
se encuentra asimismo una experiencia. Este momento experiencial bástenos aquí con aludir a esa documentación y a la bibliografía a que se
es el tercer aspecto de la actitud creyente sobre el que es preciso hace allí referencia.
188 J. Peters ha pluriformidad de la oración única 189
experiencia del Dios realmente vivo, pero invisible y desconocido, Uno podría sentirse inclinado a atribuir la naturalidad con que
está aún demasiado tierna y apenas si es reconocible como expe-
aparece la oración en la Escritura a la ingenua comprensión que
riencia religiosa y cristiana; antes bien, se presenta como una toma
de sí mismo tenía el hombre del Antiguo Testamento o a una con-
de conciencia profana de los límites humanos imposibles de tras-
ciencia mítica. Nos parece, empero, que el carácter de evidencia
pasar y que el hombre ha dejado de aceptar. La bien conocida y
natural de la oración en los libros de la Revelación tiene un sentido
reconocida impotencia humana también puede experimentarse por
más profundo. Para el Antiguo Testamento la oración es un ingre-
el lado religioso.
diente de la piedad de Israel, que se apoya en la convicción del
Esta experiencia religiosa y cristiana de la impotencia inherente carácter verdaderamente bilateral de la alianza. La típica figura
al hombre en toda clase de situaciones límite se expresa en una orante del Antiguo Testamento es Moisés: en él la oración está
actitud humana y cristiana que llamamos oración. No es por ello
explícitamente relacionada con el nacimiento de Israel como pueblo
tan extraño que ni en la historia de la cultura ni en la del Antiguo
propio de Dios (Ex 33,17; Nm 11,12). Todo hecho importante
o Nuevo Testamento pueda señalarse un momento en el que se
es precedido por la oración y seguido de una acción de gracias
invente la oración. La oración es algo presupuesto, sobrentendido.
(cf. 2 Sm 7,25; 2 Cor 14,10; 2 Me 15,14). Los salmos son una
Tampoco se da justificación de ella en ninguna parte expresamente;
repetición de los mismos hechos salvíficos y de las promesas que
parece justificarse a sí misma: en el mismo hecho de orar, la oración
también se narran en los libros históricos, pero presentados ahora
se autojustifica, lo mismo que el amor no precisa ninguna justifica-
en forma de plegaria. De esta manera los salmos no constituyen un
ción a priori, sino que se justifica a sí propio amando. Así, pues,
fia oración es un determinado nivel de vivencia del ser cristiano: duplicado de los libros históricos, como tampoco lo son éstos res-
> es el funcionamiento concreto en todo el hombre de su convicción pecto de los proféticos. Los hechos históricos son narrados en
\ i sobre toda su actitud sobre aquel que en el Nuevo Testamento se indicativo (libros históricos), en futuro (libros proféticos) y, de
revela como Padre y como Amor, partiendo de la certeza de fe nuevo en los salmos, en optativo. El análisis lingüístico de nuestra
de que este Dios redentor se ofrece a sí mismo como respuesta época nos ha hecho darnos cuenta de estos tres modos del lenguaje
liberadora y dilatadora para el hombre impotente. Dicho de otra humano, correspondientes a aspectos verdaderamente humanos de
manera: orar es la^acci^n característica que brota de la impotencia la actitud que el hombre adopta frente a la realidad. La plegaria
hecha consciente en la fe. Es lo mismo que se dice en la hermosa tiene en el Antiguo Testamento carácter de oración preparatoria
definición de Jacquemont: orar es hacer pasar a través de nosotros y subraya el carácter de promesa y de futuro. Lo mismo que en el
la Palabra de tal manera que encuentre un acceso al Padre 2 . En Antiguo Testamento, tampoco en el Nuevo Testamento se habla
este sentido, la oración es el núcleo de la fe, y la plegaria sirve de del carácter necesario de la oración. Se la considera más bien como
expresión al núcleo de la vida religiosa. En esta situación general, un privilegio, como algo para lo cual el hombre está dispuesto en
la oración es aún informe; pero, no obstante, puede expresarse su impotencia. El hombre no se encuentra aplastado en su impo-
como súplica, como contemplación, como oración formularia, como tencia, sino que puede emplearla en sentido religioso de manera
culto. Las distintas formas están, sin embargo, estrechamente vincu- que no lo aliene de sí mismo, sino que lo eleve por encima de sí.
ladas a la cultura. Pero sobre esto volveremos en seguida. Por el En el Nuevo Testamento se trata de una vivencia de la actitud
momento, y partiendo de la Escritura, vamos a destacar lo que humana hacia Dios, cuyo paradigma es el padrenuestro (Le ll,2s;
liemos dicho. Mt 6,9-13). Lo mismo que los salmos expresan el mensaje de la
salvación en optativo, en forma de oración, asimismo el padre-
2
P. Jacquemont, Oser prier ou Voriginalité du chrétien, París, 1969: nuestro es la realidad de la salvación en optativo, y es caracteri-
«La priére, c'est le passage de la Parole en nous, qui nous fait passer vers zado acertadamente por los Padres como breviarium totius Evan-
le Pére.»
gelii, un resumen de la Buena Noticia, pero en optativo. En
190 J. Peíers La pluriformidad de la oración única 191

Jesús mismo, la oración está en estrecho contacto con su misión en que amenaza desplomarse todo cuanto se ha puesto sobre ella.
o con la formación de sus discípulos: en el bautismo (Le 3,21); Partiendo de esto hay que señalar una cierta necesidad de la fe
en la elección de los doce (Le 6,12); en la transfiguración, el diá- en nuestra época. Podemos esbozarla indicando con von Hügel 3
logo del Antiguo Testamento (Moisés, la Ley y Elias, el profeta) los diversos elementos complementarios de la religiosidad. En los
con la Noticia como cumplimiento de la Ley y los Profetas (Jesús); mejores momentos de todas las grandes religiones se ve un entre-
antes de la Pasión (Me 14,36), desarrollada en forma de oración cruzamiento de elementos cultuales, de aspectos dogmáticos y éti-
sacerdotal y no de relato por Juan, el evangelista contemplati- cos. Hay religiones rituales o formas de religiosidad que reducen
vo (16ss). La resurrección se entiende como cumplimiento de la prácticamente la vida religiosa a tomar parte comunitaria en una
vida de oración de Jesús, gracias a la cual se convierte en Inter- determinada acción externa del culto. Existe una religiosidad dog-
cesor bueno en favor de los suyos (Heb 7,27). Sin embargo, este mática que ve demasiado unilateralmente la vida religiosa en la
Intercesor sigue estando presente junto a su Pueblo (cf. Le 24,53; aceptación racional de la confesión ortodoxa. Existe una religiosi-
Act 5,12). La oración precede igualmente los momentos importantes dad ética que quiere reducir la vida religiosa a un determinado ca-
de la primitiva Iglesia, sigue a ellos como acción de gracia y acom- pítulo de la ética. Y existe también una religiosidad que insiste
paña su vida cotidiana como celebración cultual. Pablo vincula la unilateralmente sobre la actitud orante, la conversión mística o la
oración, que tiene gran parte en su vida personal y en su misión experiencia religiosa. Cuando una de estas acentuaciones se vuel-
(cf. Rom 15,30s), con el envío del Espíritu, que es el espíritu de ve exclusiva, la buena salud y el aspecto liberador y redentor de
Jesús y que pone al creyente en condiciones de comportarse como la religión se ven amenazados: el anquilosamiento ritualista, el for-
«hijo de Dios» (título de Israel como Pueblo elegido) y ser así mulismo dogmático, la mundanización ética o la angosta seculari-
el verdadero Israel según el Espíritu. Los escritos neotestamenta- zación; la evaporación mística o la alienación espiritual. Si bien
rios terminan con una oración, y subrayan así el «carácter opta- es posible hablar de un despertar teológico en el campo de la teo-
tivo» de las realidades del Nuevo Testamento. Diversas formas logía temática y de la ética, seguimos extraviados en cambio en
tradicionales de la oración (intercesión, adoración, oración comu- lo referente a la espiritualidad. Sin embargo, esta espiritualidad,
nitaria, oración litúrgica, súplica, oración de conversión) aparecen con la cual cuenta en todas sus conexiones el cultivo de la oración,
ya en el Nuevo Testamento en forma rudimentaria. La oración sólo podrá revivir sobre la base de esta reflexión dogmática y
cristiana en el Nuevo Testamento presenta un carácter altruista por ética, a menos que se quiera caer en una oración que revista los
excelencia y se concentra en la voluntad de Dios como voluntad caracteres de la magia (conjurar o invocar la realidad: los elemen-
efectiva de salvación para su pueblo a cualquier nivel. Al oponerse tos fáusticos de toda cultura) o de la imposición (la constricción
a la oración de los paganos (fatigare déos: hacer cambiar de opinión externa a la oración). La verdadera necesidad de la oración procede
a los dioses) se pone claramente en evidencia que la oración es del propio mensaje cristiano. El cristiano que experimenta su
algo muy distinto del conjuro del poder de la divinidad: consiste impotencia fundamental con relación a este mensaje no puede poner
más bien en una confesión, al nivel de la fe, de la radical impo^
tencia en que el creyente se encuentra frente a los imperativos
3
del Sermón de la Montaña y la venida del Reino de Dios como F. von Hügel, The Mystical Element of Religión, vol. I, Londres, 1908.
salvación, no como necesidad. La religión recibe de la sociedad el encargo de forjar una lengua para todo
tipo de experiencias que no encuentran expresión en la vida social, y no aspi-
Es sólo contra el telón de fondo de la salvación anunciada como ra a más; pero lo contrario parece ser también verdadero: cuando la expe-
se revela la profunda necesidad de la oración. Orar es básico para riencia de la oración carece de oportunidades en la Iglesia, busca una salida
en las sectas o, en una forma secularizada, en un nuevo género literario:
el cristianismo. La necesidad de esta base sólo se pone de mani- el diario íntimo; cf. A. Girard, Le journal intime, París, 1963, XI-XVII
fiesto cuando falta de manera apreciable, es decir, en el momento y 601-605.
192 ]. Peters La pluriformidad de la oración única 193

por obra, de ninguna otra manera, el convencimiento que profesa I)l¡miento de la concepción unilateralmente jurídica y de la con-
sobre su origen y su futuro ni llevar a cabo las posibilidades inter- cepción contemporánea que sólo quiere verla como acontecimiento:
nas de autorrealización y de liberación auténtica. Esto traería como •ii algo acontece, hay evangelio, hay Iglesia, hay liturgia.
consecuencia que la tematización dogmática y ética de su fe se A la luz de todo lo que precede no resulta tan evidente como
convirtiera en ideología o en gnosticismo. se hace creer la distinción entre oración privada y oración pública;
Ahora bien: el hombre puede estar convencido de la nece- entre devoción y oración oficial; entre piedad litúrgica objetiva y
sidad de la oración, pero experimentar al mismo tiempo que creatividad subjetiva in religiosis, etc. Esta distinción tiene sin duda
no se encuentra en condiciones de orar. Teóricamente, la posibili- su utilidad y es significativa si se parte de la existencia de una
dad de orar está en el cristianismo claramente al alcance de la Iglesia instituida oficialmente que se expresa a sí misma en deter-
mano, ya que esta posibilidad resulta del carácter fundamentalmen- minados actos litúrgicos y que considera las demás formas de ora-
te dialogado del mensaje cristiano y del carácter de alianza que ción tal y como aparecen ante sus ojos: expresiones subjetivas de
tiene la acción salvífica de Dios. En la confesión de fe del cristia- la piedad personal que han de medirse, en su ortodoxia y en su
nismo hay siempre un «frente a» personal. La salvación no pro- licitud, por esta oración «objetiva» de la Iglesia. Esto guarda un
cede nunca en el cristianismo de un anónimo «otro lugar», sino sospechoso parecido con lo que en algunas formas de la sociedad
que viene siempre de una realidad a la que se puede hablar. Si se preconiza como «arte oficial». Cuando en el Pueblo de Dios
Jesús es reconocido en la confesión como consumador de la Reve- aparece la oración en la forma anteriormente descrita, dondequiera
lación, el diálogo con este Jesús tiene que ser posible, habrá que
que la comunidad de los cristianos se hace consciente, a la luz de
hablar de una presencialidad a la que es posible dirigir la palabra;
nuestra cultura contemporánea, de su impotencia para realizar el
tendrá que existir la posibilidad de escuchar de nuevo la Palabra
Reino de Dios, allí donde los cristianos se sienten únicamente «dis-
como Revelación del Padre.
cípulos del Evangelio», allí está presente la oración de la Iglesia.
También podrá señalarse la posibilidad de la oración para nues- El que esto tenga lugar en un marco determinado, en un edificio
tra época a partir de indicios antropológicos. El hombre es el ser sagrado y según un formulario oficial, o bien en familia, en reunio-
que constantemente supera sus limitaciones: del sonido hace un nes de grupo o en la espontánea creatividad de los creyentes es,
lenguaje; del ruido, música; del eros, ágape; de los individuos, por lo que atañe al carácter de la oración, accidental. Lo principal
comodidad; de la tierra baldía, tierra de labor; del alejamiento,
es que tenga lugar y que tenga lugar a partir de una toma de posi-
cercanía. Nunca está satisfecho con el mundo dado, sino que se
ción del creyente frente a la Buena Noticia. Donde esto tenga
empeña con éxito evidente en lograr un mundo deseado. Incluso
lugar habrá de ir acompañado de la pedagogía de la Iglesia en ma-
trasciende su impotencia fundamental. La manera religiosa de rea-
lizarlo es la oración. Esta impotencia se deja sentir en la creciente teria de oración. La diversidad de tipos psíquicos, la situación cam-
toma de conciencia de que con la realidad histórica «iglesia» (toda-/ biante del hombre, su índole diferenciada, de la que es hoy mucho
vía) no ha logrado realizar lo que el mensaje evangélico entiende más consciente que antes, gracias a la popularización de las ciencias
por Reino de Dios; de que aún no está tan liberado interiormente del hombre, traerán consigo diferentes formas de oración: no son,
como para poder presentarse como aquel que vive en la libertad sin embargo, sino variantes de la actitud básica del creyente, que
de los hijos de Dios. ¿Son éstas limitaciones a las que ha de re- se hace consciente de su limitación, ya descrita anteriormente. Que
signarse, o tiene que manifestarse esta incapacidad a manera de esta limitación pueda experimentarse hoy de manera distinta (por
oración? ejemplo, como Iglesia de los pobres) a como lo fuera en la Edad
Optamos, no sin razones, por esto último, y así nos acercamos Media o en la evidencia natural del estado de orden es algo acci-
a la «oración oficial de la Iglesia», que puede ser a la vez un cum- dental. Lo fundamental sigue siendo que también los cristianos de
13
194 J. Peters
La pluriformidad de la oración única 19 J
hoy puedan medir en profundidad estas nuevas limitaciones me-
diante la sonda del Evangelio. pregunta: «¿de qué me sirve Dios a mí?», sino más bien en un
Es posible, por supuesto, preguntarse si la experiencia en la proceso de toma de conciencia creciente que desemboca en la pre-
fe de estas limitaciones humanas ha de tener lugar como individuo, gunta: «¿de qué le sirvo yo a Dios?», en la que «yo» significa
como grupo o al enfrentarse a las tareas de nuestros días, o si no ejemplarmente «nosotros los hombres». Vamos a añadir algo más
basta con aceptar sobriamente estas limitaciones y hacer con ellas para evitar que el concepto de «experiencia» que hemos empleado
lo que hay que hacer: resignarse a ellas «en nombre de Dios», como vea mal entendido. En esta experiencia no se trata de sentimientos
decía una antigua fórmula. En la oración nunca puede hablarse de ni tampoco de una identificación entre la realización de un acon-
un auténtico «tener que»: todo queda siempre en el ámbito del «po- tecimiento y una afirmación teológica; se trata, en definitiva, de
der», del «tener la posibilidad de», del privilegio, de la creatividad saber si en el proceso de maduración de nuestra conciencia expe-
posible. Hacer de la oración un mandato ha sido lo más nefasto lí mentamos algo del carácter de realidad de la redención y de la
para el cultivo de la oración, que sólo puede desarrollarse en el liberación, lo cual es uno de los aspectos de una antropología cris-
ámbito del privilegio y no en el marco de las prescripciones. En liana. La teología ha de tener también la seguridad de que en su
el marco de la prescripción languidece la creatividad, se desvanece «discurso» da respuesta a una existencia verdaderamente humana
la capacidad de asombro y crece la tendencia a darlo todo por su- para evitar una alienación científica. Si la teología tratara sólo de
puesto y evidente; y, sín embargo, lo único evidente es la impo- algo que se desarrolla fuera del ámbito de experiencia del hom-
tencia, no la oración. Cabe pensar que hemos vivido demasiado bre, entonces alienaría al hombre de sí mismo; tampoco puede limi-
tiempo de la rica expresión verbal de la oración que nos han dejado tarse meramente a repetir lo que en otra parte (en la psicología, por
veinte siglos de cristianismo, y hemos hecho escasa provisión para ejemplo, o en la economía, la sociología, etc.) se ha dicho mucho
los tiempos en que la «palabra de Dios se haría rara» (cf. 2 Re 14) mejor sobre el hombre: ha de traer a la consciencia una profundi-
y no se podría desperdiciar ni una migaja de ella. Estamos mimados dad de la existencia humana que de otra manera sólo estaría pre-
por la riqueza de nuestras oraciones y no somos por ello capaces sente en lo no reflexivo del acto de fe o en el acto consciente de
de descubrir ninguna nueva oración. Esta última afirmación es incredulidad: la experiencia de la impotencia cristiana. Si no lo
demasiado poco matizada; queda, no obstante, en pie la cuestión liace, entonces languidecerá en cuanto teología, pero también se
de saber si es posible tener en nuestra época una experiencia en la liabrá perdido la oportunidad de que existiera en nuestro tiempo
fe de nuestra impotencia como la describimos anteriormente, como una espiritualidad de la oración; la experiencia no tiene, pues, de
forma fundamental de la oración. suyo principios suficientes como para poner de manifiesto su
Vergote 4 tiene que afirmar en su investigación sobre la fe de contenido en un sentido cristiano.
los intelectuales que no sólo no tienen ninguna experiencia reli- En otro lugar de este número se señala de diversas maneras.,
giosa, sino que incluso desconfían de ella. Sabrían demasiado (¿o .i través de todas las articulaciones de Pueblo de Dios en marcha,
demasiado superficialmente?) de la religión como consuelo, o como l.i aparición de un nuevo desarrollo de la oración. Con esto no se
proyección, o como egocentrismo disimulado. Tal vez las formas supera aún la situación de crisis: tampoco aquí una golondrina hace
contemporáneas de oración dejan ver con más claridad que antes verano. De manera discreta, constituye, sin embargo, un signo que
que la oración no puede formularse en primera instancia en la <s preciso no entender equivocadamente: aunque con dificultades,
se va encontrando una nueva vía hacia la oración. Ni siquiera con
4
A. Vergote, Christendom en ritus: «Tijdschrift voor Liturgie», 52, 1 l.i nueva racionalidad de las ciencias del hombre se ha vuelto éste
(enero 1968), 52 y 53; A. Dumas, Dieu de la réalité et la réalité de Dieu: transparente del todo para sí mismo ni para los demás hombres.
«Esprit» (noviembre 1968), 563-576; K. Rahner, Glaube und Gebet: «Geist
und Leben», 52, 3 (junio 1969), 179 y 183-184 (e). Sin duda, ya no podrá ser tan ingenuo en su intimidad con Dios
tomo antes de Freud. Pero esto no impide que pueda alcanzar una
196 J. Peters

verdadera intimidad y una experiencia de fe de su limitación, la


vivencia de una experiencia de dependencia que, incluso después
del descubrimiento del psicoanálisis, puede llamarse «la condición
de hijo de Dios». También para el hombre de hoy se plantea la
tarea de unirse con una realidad que es mayor y más personal que
él mismo, y que esta unificación es posible acercarse mediante la ¿NUEVAS FORMAS EN EL CANTO
realidad que la tradición humana llama amor y que en la experiencia Y EN LA MÚSICA LITÚRGICA?
de la fe es experimentada como Dios: Dios es amor. La cuestión
de la oración pública de la Iglesia parece agudizarse desde la pri- CARÁCTER FAMILIAR DEL CANTO Y MÚSICA FAMILIAR
mera invocación del padrenuestro: ¿cómo podemos nosotros, libe-
lados de todas las ilusiones, hablar con buena conciencia de una Según la sabiduría de la China antigua, «la música
jrealidad a la que podemos dirigirnos como «padre» y a la que, es lo que unifica, los ritos son lo que diferencian;
en cuanto comunidad, podemos invocar como «Padre nuestro»? por la unión hay amistad mutua, por la diferencia
Esto no puede tener lugar tan sólo en la humanidad: el hombre no hay respeto mutuo. Cuando predomina la música,
hay negligencia; cuando predominan los ritos, hay
es digno de adoración ni es absoluto. Tampoco podemos mentar separación»'.
con este nombre las oscuras realidades que limitan en parte el
trayecto de toda encamación. Si fiados en la palabra de Jesús po- La comunicación simbólica —a cuyo ámbito pertenece la co-
demos dirigirnos a esa realidad que nos supera llamándola «Padre municación litúrgica— introduce en la experiencia humana una
nuestro», la experiencia demostrará que esto no nos aliena de nos- «distancia». No queda suprimida la experiencia, pero la relación
otros mismos, sino que nos acerca más a nosotros mismos. simbólica provoca una superación de la experiencia inmediata. Lo
La oración es sólo un aspecto de la vida. En cuanto vida de real es captado más allá del significante que lo revela. Su presencia
fe cristiana y humana exige otros muchos elementos de la cultura es percibida en una ausencia, de manera que los signos litúrgicos
humana que no se han tratado aquí o a los que se ha aludido sólo nos llevan a reconocer que en ellos no tenemos una experiencia
de paso. Desde la oración de súplica hasta la oración contemplativa, sensible, inmediata de Dios, sino una relación más profunda y más
la oración es una manera selectiva de estar en la vida. Esta selec- auténtica, de orden simbólico y sacramental, en la fe. Los ritos,
ción no considera una parte de la realidad con exclusión de la al subrayar la distancia que hay del significante al significado, nos
otra, sino que aspira a sondear una de ellas, la dimensión más pro- inculcan por ello mismo el respeto hacia un «otro».
funda de toda realidad. Es una selección que no se reduce a lo Es preciso, por tanto, ir más allá de la experiencia inmediata
superficial o a lo momentáneo o a lo factible, sino que relativiza para establecer la relación simbólica. Pero siempre acecha el peli-
y profundiza en una aproximación positiva los valores terrenos en gro de que ésta se quede en algo formal, vacío, si le falta una expe-
el sentido de su radical orientación a la salvación. En este sentido riencia vital que asumir y superar. Esto ocurre cuando en la litur-
la oración lee la realidad (lectio spiritualis), escudriña su poder de gia se desemboca en el ritualismo formalista o en el hieratismo
significación (simbólica) e intenta hacer visible a la comunidad alienador. Cuando ello es así, el respeto y la distancia se convierten
de Dios y a todos los hombres la presencia oculta en ellas de la en una mera no-relación.
trascendencia de Dios.
1
JUAN PETERS Libro de Yoki, citado por M. Courant en A. Lavignac, Encyclopédie
de la musique (París, 1913), 1.* parte, t. I, 207. Es evidente que los campos
semánticos abarcados aquí por los términos «música» y «ritos» son un tanto
diferentes de como nosotros los entendemos.

/
198 J Gelineau Nuevas formas en el canto 199

La música puede entonces desempeñar un papel privilegiado en- el grupo se disuelve, lo que más se retiene no son las palabras, sino
tre los demás signos litúrgicos. Indudablemente, la música se da las melodías que se han vuelto «familiares».
entre los demás ritos como un símbolo, sobre todo y en principio. Una liturgia sin canto ni música siempre será, en general, más
La sola «experiencia estética», y menos aún la pura experiencia acús- fría. Palabra y rito son suficientes para renovar el pacto de la
tico-sensorial, no podría considerarse ya como un rito. Pero sin Alianza. Pero el canto les añade un calor comunicativo.
dejar de situarse en el plano de la relación simbólica, la música
corre menos peligro de vaciarse de experiencia vital que el len-
guaje articulado o el gesto ritualizado. No es rara en este ámbito VIDA Y FORMAS DEL CANTO LITÚRGICO
la palabra que se ha quedado reducida a un flatus vocis, incapaz
ya de comprometer a nada y a nadie. Dígase lo mismo del signo de En la asamblea de los creyentes canto y música constituyen
cruz automático, sin referencia alguna a la vida. Pero ¿y el canto? una nota característica de la vida del grupo. Para Pablo era algo
Se nos objetará que ya hemos conocido, desgraciadamente, mu- evidente (Col 3,16). Plinio lo observa como de pasada (dos signos:
chos cantos litúrgicos desvitalizados y carentes, al parecer, de toda asamblea y cánticos entre los cristianos de Bitinia). También en
relación simbólica: salmodias soporíferas, propios gregorianos eje- la actualidad, al entrar en una asamblea, lo mismo si se trata de
cutados de manera puramente formal, etc., y que la música actual- una gran iglesia que de una pequeña sala, no hay ningún otro
mente difundida por los medios de comunicación masiva no nos signo mejor que el canto, capaz de revelar si es un grupo vivo y
pone a resguardo de estas alienaciones. fraternalmente unido. Nos referimos al acto de cantar, no al reper-
Pero, a pesar de todo, es preciso constatar un hecho relativa- torio o al estilo.
mente nuevo en muchos lugares: en las asambleas litúrgicas, los Pues el acto de cantar es un acontecimiento transitorio, no
mismos que no tienen inconveniente en acudir y rezar en ellas un documento que se conserva. Indudablemente, el aconteci-
están cada día menos dispuestos a cantar cuando el canto no co- miento puede dejar tras sí una serie de obras; luego, a partir de
rresponde, en su sentir, a una experiencia viva. las costumbres y los usos, será posible destacar unas formas. Esto
A la inversa, el canto como expresión de la comunidad de gru- es precisamente lo que nos transmite la tradición y queda recogido
po permanece como un dato sociológico casi universal, hoy tanto en los libros litúrgicos. Son puntos de referencia útiles para recrear
como ayer. Lo característico del canto y de la música sigue siendo el acto, y su interés habrá de juzgarse según las oportunidades de
la capacidad de instaurar una relación comunitaria lo mismo en éxito que ofrezcan.
grupos muy pequeños (incluso de dos o tres miembros) que en Ahora bien, en este punto, lo mismo que en otros muchos, la
otros muchos mayores (hasta de centenares de personas). Si bien reforma litúrgica (y no sólo por lo que se refiere a los ritos, sino
es verdad que el coeficiente de comunicabilidad se altera necesa- más aún en cuanto a las asambleas que los celebran) se ve obligada
riamente según las dimensiones del grupo, no obstante es mucho a admitir determinado número de conclusiones.
menos variable que en el caso del gesto corporal o la palabra na- Por una parte, la tradición reciente nos ha ofrecido unas formas
tural, sobre todo cuando se trata de canto coral, que produce en el de canto: responsorios, antífonas, himnos, salmodias, letanías, etc.,
grupo una especie de refuerzo sinergético de la imagen sonora. que pretenden hacer realidad determinadas «funciones» de la cele-
La nota íntima que va unida a la experiencia del canto y de la bración. Lo que ocurre es que algunas de estas formas no «funcio-
música se explica, indudablemente, por un determinado número nan». Así, por ejemplo, el gradual ejecutado en gregoriano por una
de características acústicas y psicológicas del fenómeno musical. schola durante la misa cantada, a continuación de la epístola, para
Cantar juntos supone ya una proximidad o, al menos, hace que muchos no era más que un tiempo de espera vacío, cuando no un
caigan las barreras. Es una actividad de tipo «familiar». Y cuando motivo de aburrimiento para quienes eran insensibles a los me-
200 J. Gelineau

lismas. Y, sin embargo, este canto era una «respuesta» según la TIPOS Y FORMAS
tradición. ¿Por qué se dejó de responder? Los musicólogos van
entonces a consultar a la historia y caen en la cuenta de que el Al hacer esta enumeración se cae en la cuenta de que no se
gradual ha sufrido una deformación. Por consiguiente, tendremos trata realmente de «formas» en el sentido musical clásico del tér-
que reformarlo y devolverle su figura de salmo responsorial, con mino, sino más bien de «tipos» de expresión y de comunicación. La
estribillo cantado por el pueblo en respuesta al salmista. Pero, una determinación de una forma, en efecto, supone un sistema de dife-
vez que se ha dado con la forma auténtica, ¿«funciona» el salmo renciación recibido y significativo dentro de una cultura dada. Las
en nuestras asambleas? ¿Es realmente un canto vivo en que se formas se analizan y clasifican por referencia al sistema de la cul-
escucha con avidez la Palabra del salmo, a la que se responde con tura musical clásica: fuga, suite, sonata, obertura, etc. La musico-
interés? Si no ocurre así, ¿por qué? logía litúrgica ha clasificado y analizado el responsorio, el tropo,
Por otra parte, estamos rodeados de una música coral cuyas la antífona, la letanía, etc., por referencia a los sistemas represen-
formas, desde luego, no son todas igualmente significativas y efi- tados en los «ritos» litúrgicos del culto cristiano (sirio, bizantino,
caces, pero algunas de las cuales es indudable que «funcionan» en romano), encargándose luego los libros litúrgicos de poner en circu-
su propio orden: la canción de moda que uno se pone a tararear, lación aquella nomenclatura.
el disco que colocamos en el plato del pick-up por simple gusto de Pero ocurre que los sistemas socioculturales de los «ritos» his-
escucharlo, etc. tóricos están a punto de desmoronarse. Elaborados en ambientes
Una forma sólo tiene sentido en un contexto. No está viva relativamente homogéneos y estables, pierden su significación dife-
más que en un medio cultural determinado. Si se toma en conside- rencial en una sociedad pluralista y abierta, salvo que consigan
ración, por ejemplo, el medio cultural occidental de nuestros días preservar su sabor arcaizante, destino común a todos los «folklores».
se comprobará que hay muchos tipos de expresión que estuvieron La reforma del rito romano (el único que hasta el momento ha
vivos en otros tiempos dentro del ámbito mediterráneo, donde se tomado nota de la mutación ocurrida en su contexto sociocultural)
elaboraron las formas fundamentales del canto litúrgico cristiano, desemboca inevitablemente en una derromanización histórica (sirva
pero que ya se han atrofiado o han desaparecido: aclamación, res- de ejemplo el abandono del latín), y, por ello mismo, supone una
ponsorialidad, recitación ritmo-melódica (cantilación), jubilas me- crítica de las formas rituales. Traducir una oración romana equivale
lismático, etc. a destruir su forma literaria. Traducir un canto de introito es des-
Hoy encontramos estas formas en otras culturas y en otros truir su forma musical originaria. Por esta causa los nuevos libros
continentes, lo que nos permite estudiar el tipo de comunicación litúrgicos llegan necesariamente a trazar las «estructuras» funda-
que mediante ellas conseguía la liturgia. Pero, en nuestras asam- mentales que responden a las exigencias del culto cristiano (estruc-
bleas, parecen muchas veces cosas arcaicas o exóticas. tura-tipo de la liturgia de la Palabra, de la liturgia eucarística, etc.),
En compensación, nuestro ambiente cultural posee otros tipos desentrañando después el sentido de cada «función ritual» (procla-
de comunicación musical, de uso corriente, que no son utilizados mar la Palabra, partir el pan, etc.). Indudablemente, sigue siendo
—o lo son muy poco— en la liturgia: ciertos estilos de canto necesario que ofrezcan modelos ya redactados de plegaria, así como
(emisión vocal, procedimientos de dicción), el hablar sobre un unas directrices ceremoniales: textos latinos y rúbricas generales.
fondo sonoro, la creación de un ambiente rítmico y armónico me- Pero su forma no es significativa por sí misma, como podría serlo
diante el empleo de instrumentos; todo ese campo, en fin, tan en Roma durante el siglo vi una oración latina del Gelasiano o un
amplio que ha llegado a abarcar el lenguaje musical contemporáneo. rito de exorcismo. La significación de la forma sólo se pondrá de
manifiesto en la práctica concreta de la celebración dentro de tal
o cual asamblea.
202 J. Gelineau Nuevas formas en el canto 203

Así, pues, cuando hablamos hoy de formas litúrgicas, ello no En buena pastoral litúrgica son insostenibles ambas posiciones
puede entenderse en el marco de un sistema histórico diferenciado, extremas. El hieratismo ceremonial puede tranquilizar un deter-
pues nuestra época no nos lo ofrece en relación con la liturgia 2 . minado tipo de sentimiento religioso o satisfacer unas preferencias
Se trata más bien de modelos prácticos a los que se ajustan o no estéticas, pero apenas deja espacio para que irrumpa la palabra
se ajustan determinados tipos de expresión y comunicación del de Dios y no compromete a la reforma de la vida o al sacrificio
grupo celebrante. espiritual. El happening, por el contrario, caldea y despierta, pero
al mismo tiempo exige un desgaste emocional extraordinario y
ofrece el riesgo de situarlo todo al nivel de una experiencia reli-
LA NECESIDAD DE «MODELOS PRÁCTICOS» giosa inmediata.
Desde el punto de vista del funcionamiento de la comunicación,
Se puede enfocar la liturgia como bappening (acontecimiento) que es el que nos interesa aquí, ni lo formal ni lo informal son en sí
o como obra hecha (ceremonia). La verdadera celebración siempre suficientes. Tomemos el ejemplo de una colecta. Amoldarse siempre
es ambas cosas: historia y documento. Pero puede presentarse de y estrictamente al texto dado por el misal supondrá muchas veces
manera que predomine uno de los dos aspectos, como «haciéndose» para el celebrante una desventaja en cuanto a introducir eficaz-
o como «hecha». mente a tal asamblea y en este día concreto en una plegaria común
A consecuencia de la generalización de las rúbricas, nuestra viva. Pero la pretensión de improvisar íntegramente y todos los
liturgia romana llegó a nosotros como cosa hecha hasta en sus más días la plegaria significa correr demasiados riesgos: pobreza, repe-
insignificantes detalles. Se tenía en cuenta y se daba por supuesto ticiones, oscuridades, hasta incongruencias. Dígase lo mismo de
el acontecimiento invisible del hodie de la salvación. Pero, aparte las intenciones de la plegaria universal.
del hecho en sí de reunirse y de la predicación, cuando ésta se daba, En realidad, el presidente de la asamblea debe tener no sólo
casi nada hacía que se manifestase visiblemente la novedad. Toda el carisma, sino también el arte de formular la plegaria. Como todo
la atención quedaba acaparada por la calidad formal de los ritos arte, supone el aprendizaje de unos medios conducentes a lograr
(valor literario de los textos, belleza de la música, perfección de el efecto pretendido (por ejemplo, en una colecta: invocación diri-
las ceremonias). gida a Dios, motivación, petición, conclusión que pida el amén;
Después se descongelaría la celebración, como consecuencia de aparte de todo esto, lenguaje sencillo, contenido exacto, contacto
la necesidad de traducir los textos y por las modificaciones intro- con la asamblea, estilo oral, dicción clara, etc.).
ducidas en las rúbricas. Se ha manifestado luego, en ciertos países Entre la pura improvisación y la cosa hecha, la celebración
y en determinados grupos, el deseo incoercible de dar cabida en necesita modelos prácticos que, a la vez, permitan una auténtica
la celebración a la expresión del acontecimiento como algo actual, espontaneidad creadora y garanticen una comunicación efectiva,
mediante un retorno a una cierta espontaneidad: improvisación pues todo grupo, para poderse comunicar, necesita unos códigos;
individual o colectiva de plegarias, de letanías, de gestos, de cán- el modelo práctico respondería a esta exigencia. Pero en su puesta
ticos. En este caso, la forma resultante (calidad literaria o musical) en práctica ha de permitir un cierto juego, especialmente la posibi-
ya no se toma en consideración, sino que se valora ante todo la lidad del feed-back en beneficio de la comunicación.
intensidad de la acción.
2
Al menos en la civilización urbana. El caso puede ser distinto allí donde
la liturgia debe adaptarse o implantarse en culturas más homogéneas y todavía
cerradas. ¿Sería posible, en este caso, prever ciertas transposiciones de sis-
tema a sistema?
Nuevas formas en el canto 205

en la liturgia de la palabra no debe sentirse atado a una «compo-


EN LA MÚSICA Y EL CANTO sición» musical preexistente sobre ese salmo, limitándose a ejecu-
tarla como un trozo de canto en un programa de concierto; pero
Si la palabra es capaz de significar con fuerza el acontecimiento, tampoco debe entregarse a la pura improvisación, ordinariamente
la música no es menos poderosa en su propio orden. Al servirse de tan cortos alcances, si es que decide prescindir de la composi-
mucho más de la duración como medio de diferenciación significa- ción previa. En cambio, si cuenta ya de antemano con un modelo
tiva, es capaz de connotar la historia. práctico de salmodia, éste le dará la oportunidad de salir airoso en
Lo cierto es que la liturgia, por muy ritualizada que haya esta- el acto de salmodiar, proclamando estos poemas según su propia
do, siempre dejó un amplio margen de creatividad gracias a la naturaleza lírica (paralelismo, cadencia poética, arte de la conjun-
música. Mientras que los textos habían quedado fijos desde hacía ción y de la disyunción) de acuerdo con la significación que la litur-
mucho tiempo, sobre ellos se creaban continuamente nuevas melo- gia les confiere en este momento determinado (función) y en una
días. La misma ejecución de las obras ya existentes es siempre comunicación real con la asamblea. La forma musical se relativiza,
recreación en algún sentido. Finalmente, la improvisación (espe- quedando totalmente subordinada a la totalidad del gesto ritual.
cialmente en el órgano) nunca desapareció del todo.
Antes de intentar la realización de unas «obras» musicales des-
Y a pesar de todo, la música litúrgica se formalizó excesiva-
tinadas a imponerse como se impusieron el proprium gregoriano
mente. En primer lugar, debido a la pérdida de vitalidad de ciertos
o la misa a estilo de Palestrina, nos es preciso hoy reconstruir unos
«tipos» de expresión que se habían vuelto demasiado formalistas;
modelos prácticos que nos permitan dar realidad eficaz a los gran-
por ejemplo, la cantilación de las lecturas y de las oraciones —que
des gestos celebratorios que piden la colaboración de la música:
es de suyo un «arte de decir» ritmo-melódico en que el recitante
aclamar, dialogar, proclamar, meditar, suplicar, alabar, andar, guar-
aplica libremente un «tono» según el mensaje que ha de comuni-
dar silencio, etc. Por supuesto que estos modelos no podrían inven-
car, con un aspecto necesariamente improvisatorio— se había con-
tarse, aprenderse y enseñarse, difundirse o perfeccionarse si no es
vertido, al hacerse sobre una lengua muerta, en puro ejercicio de
mediante unas realizaciones sonoras. Pero éstas han de ser tomadas
canto consistente en colocar unas notas sobre unas sílabas, según
y aceptadas únicamente a modo de ejemplo, como una fórmula de
reglas precisas. Tanto o más ocurría con una laus canora melódica,
referencia que luego habrá de aplicarse o adaptarse, nunca como
el prefacio, que ya no era una proclamación pública de los mirabilia
una «obra» de arte.
Dei. Idénticas observaciones podrían hacerse a propósito de las
aclamaciones, el jubilus, etc. En segundo lugar, la idea romántica Esta manera de enfocar el canto y la música hace, por otra
del chef d'oeuvre artístico, bello por sí mismo, glorificador de Dios parte, que la práctica litúrgica se aproxime de manera singular al
por su calidad intrínseca, corrompió la naturaleza misma de los arte popular vivo —como el jazz, que también responde a modelos
signos litúrgicos al cargar sobre la llamada «calidad artística» el prácticos— y a ciertas tendencias de la música contemporánea (con-
interés que realmente correspondía a la calidad de la plena comu- creta, aleatoria, etc.). Probablemente se acerca también a lo que
nicación en la fe. La obra musical llegó a suplantar al acto de orar debió de ser la práctica vocal del canto litúrgico antes de que éste
cantando. quedara fijo en repertorios, y que han conservado algunos psaltes
El modelo práctico puede servirnos de ayuda para salir de esa orientales.
situación, salvando al mismo tiempo el punto muerto de una esté- Si se ponen en práctica esos modelos será posible observar
tica de puro recreo y los riesgos del simple happening. Ni música sus formas resultantes. Es posible que se llegue a la comprobación
pura ni el solo sentimiento religioso, sino relación simbólica en la de que algunas de estas formas son muy parecidas a las tradicio-
fe. Así, por ejemplo, el salmista que propone un salmo interleccional nales y que no es tan necesario como se cree «buscar de nuevo».
206 J. Gelineau

De todas maneras sería preciso, ante todo, reinventar el modo de


utilkarlas. Es el hombre vivo el que crea un arte vivo, no las EL «SONIDO» Y EL «RUIDO»
formas de éste.
Entre los elementos nuevos que observa hoy una musicología
litúrgica en plena evolución 3 señalemos, sin que nos sea posible
NO UN INVENTARIO «A PEIORI» DE FORMAS CONTEMPORÁNEAS, profundizar en este tema, dos fenómenos que modifican profunda-
SINO EXPERIENCIAS CONTROLADAS mente las concepciones generalmente admitidas en relación con la
música de iglesia: la importancia del «sonido» y la existencia del
Si las cosas son como hemos dicho, sería un esfuerzo inútil el «ruido».
hacer inventario de las formas contemporáneas de canto y de mú- Entendemos por «sonido» la impresión global que recibe el
sica para buscar después cuáles podrían ser «transportadas» a la oyente de un canto o de una música. Unas veces no se sentirá afec-
liturgia. Con ello no se conseguiría otra cosa que pasar del arcaísmo tado, porque aquella música le suena arcaica, académica, exótica,
al folklorismo o al modernismo. Pero no se habría resuelto el erudita o eclesiástica. Otras veces se sentirá afectado, positiva o
problema. negativamente, porque aquello le suena a «moderno», «joven»,
No queda, por tanto, otro camino que experimentar en la cele- «vivo», «agradable», «hermoso» o, por el contrario, «feo», «vul-
bración —bajo ciertas condiciones y con un mínimo de garantías— gar», «irritante», etc. Ahora bien: el que una música suene de una
los tipos posibles de expresión, para juzgar su valor de expresión manera u otra no está condicionado exclusivamente por la misma
y comunicación litúrgica. Así, por ejemplo, después de una era en obra. Una misma obra puede «sonar» de manera distinta y aun
que el órgano detentaba la hegemonía casi indiscutida y exclusiva, opuesta a un mismo grupo, según los diferentes contextos. Es decir,
se descubre ahora que la guitarra o los instrumentos ligeros de per- que su capacidad significativa dependerá de toda una semiología
cusión ofrecen unas ventajas de que carecía el órgano. Después en que entrarán en juego, reforzando o bloqueando la comunica-
del imperio de un estilo musical que se consideraba «sagrado» por ción, la naturaleza del grupo oyente, el local, la ocasión, el ambien-
lo que tenía de «grave», el empleo de ciertos valores rítmicos se te, las experiencias anteriores, el tipo de ejecución, etc.
acredita como beneficioso para la plegaria común. Por otra parte, Esta observación, aparentemente trivial, y en modo alguno nue-
la música electrónica ofrece un inmenso campo de posibilidades va en sí misma, se considera hoy decisiva en la liturgia por lo que
sonoras; sería muy extraño que la significación del misterio no respecta a la comunicación sonora. La obra musical tiene, hablando
pudiera sacar provecho de ellas. en general, menos importancia en la celebración que su «sonido
Pero esto supone dos cosas: primero, un verdadero dominio resultante». Si ello es así, es necesario preocuparse más de los
técnico de los medios de comunicación que se utilicen; después, elementos psicosociológicos que condicionan cómo «suena» una
un juicio espiritual a cargo del grupo sobre los efectos de tales melodía que de juzgar sobre su factura intrínseca. Puede alterarse
experiencias en un auténtico proyecto litúrgico. Pero la verdad es por completo el efecto de un canto al pasar, por ejemplo, de un
que todavía contamos con muy pocos expertos en estas técnicas acompañamiento de órgano al de guitarra, y a la inversa, porque
(hasta ahora no eclesiásticos), aparte de que también serían muy al «sonar» de manera diferente se ha atravesado un nuevo umbral
pocas las asambleas, salidas apenas de la pasividad o del individua- de significación.
lismo, capaces de discernir en esta materia. La segunda observación es que el canto y la música, durante la

3
Especialmente gracias a los trabajos de G. Stefani (Roma) y J.-Y. Hame-
line (Angers-París), resultado de cursos, conferencias y conversaciones.
208 J. Gelineau

celebración, se realizan en una situación «ruidosa». Con ello que-


remos expresar el hecho de que el proyecto litúrgico no es formal-
mente musical, a diferencia del concierto o de la audición de
música, sino que canto y música se insertan en una acción com-
pleja cuya intención directriz los desborda por completo. Hay que
contar, pues, no sólo con los ruidos materiales de una asamblea LA ORACIÓN DEL OBISPO EN SU IGLESIA
que no se limita a escuchar la música como tal, sino además con
la interferencia profunda de una atención que va más allá. El idioma inglés tiene la suerte de poseer la palabra leadership,
Por consiguiente, la experiencia musical en la liturgia no puede «jefatura». Resulta notablemente adecuada para designar la fun-
equipararse —como tantas veces se ha hecho— a la del melómano ción del obispo. Recuerdo mis esfuerzos por encontrar un término
que escucha un concierto o un disco o que «hace música» por su latino equivalente para un discurso en el Vaticano II, sin resultado.
cuenta. En compensación, se aproxima más a lo que ha significado, Cualquier barbarismo que me decidiera a emplear habría de ser
en casi todas las culturas, el uso de la música en la «fiesta», reli- ilustrado de todas maneras con el vocablo inglés.
giosa o no, e incluso a lo que pretenden hoy los medios de comu- El obispo es el dirigente eclesial en su diócesis. El enorme pro-
nicación social cuando difunden canciones, bailables o música am- blema que hoy se le plantea al obispo es el de evolucionar desde
biental en locales públicos, almanecenes, apartamientos, etcétera. su condición de depositario prácticamente impersonal de una juris-
También aquí se relativizan las obras y las formas con vistas al tipo dicción eclesiástica hasta convertirse en un exponente personal de
de estímulo que se busca y al modelo práctico que se aplica para la jefatura cristiana. Nuestra teología vio siempre tres facetas en
conseguir el efecto deseado. la función episcopal: la doctrina, la liturgia y lo jurisdiccional. Esto
La originalidad de la música «en situación» dentro de la litur- dio motivo a que en el Concilio se expusiera una queja muy razo-
gia no consiste en los medios de comunicación utilizados, sino más nable: que los obispos auxiliares, como los coadjutores, podían
bien en la intención y en la naturaleza de la relación que se trata contarse entre los seres más dignos de compasión, cuyo único de-
de establecer. Cierto que no todos los medios son buenos para este recho era el de la sepultura eclesiástica. Como consecuencia del
fin. Pero también es verdad que para ser eficaces en su propio Concilio, hoy se carga el acento en la función doctrinal y litúrgica
orden han de constituir auténticos medios de comunicación desde del episcopado, mientras que lo jurisdiccional se entiende menos
el punto de vista de quienes hacen la celebración. Este es el campo en términos legales de derecho y obligación y más como una res-
en que se desarrolla hoy una parte importante de la investigación ponsabilidad de orientación pastoral.
relativa a la música litúrgica. La distinción entre esos tres aspectos conserva su validez, con
J. GELINEAU tal que no se convierta en una separación, sino que se utilice como
un artificio con vistas al estudio y la investigación, así como a la
concentración, organización y delegación de unas tareas. Los tres
aspectos de la función episcopal pertenecen a una misma realidad
y difícilmente habrán de separarse en el ejercicio de esa función.
Ello es mucho más evidente en la jefatura litúrgica que el obis-
po debe ejercer en su diócesis. Cuando el obispo ora en su iglesia,
además de presidir el culto público, se constituye también, y de
manera muy relevante, en maestro y guía pastoral. Cuando hablo
del obispo que ora en su iglesia utilizo este término «iglesia» no en
14
220 D. Hurley La oración del obispo en su iglesia 211

el sentido del edificio material, sino en el de la comunidad eclesial nidad que es sacramento de la presencia de Cristo. El mismo es
de la diócesis. La oración del obispo tiene una enorme importancia una sola cosa con esta comunidad en el cuerpo de Cristo, en el
e influye decisivamente en la oración de todos aquellos que están pueblo de Dios, en la posesión del Espíritu. El mismo es todavía
puestos bajo su dirección: sacerdotes, laicos y religiosos. La oración más sacramento de la presencia de Cristo para esta comunidad,
del obispo tiene unas dimensiones eclesiales en su diócesis y re- pues en virtud de la ordenación sacramental tiene una responsa-
percusiones en las de sus hermanos del colegio episcopal, cosa que bilidad especial: dar testimonio de Cristo, el Buen Pastor que ha
él nunca debe olvidar: las dimensiones y repercusiones de su jefa- dado su vida por su rebaño. Al mirar a su derecha y a su izquierda
tura litúrgica. ve junto a sí la comunidad de su presbiterio, los hermanos que, en
Orar como cabeza de la comunidad eclesial lleva consigo cier- virtud de su ordenación, comparten con él los trabajos del Buen
tas convicciones profundas que uno debe esforzarse por llevar a la Pastor, le alivian la carga y le confortan con su simpatía y su ca-
práctica. La más importante de ellas es la sacramentalidad; con pacidad.
ello quiero expresar que el sentido del misterio es el corazón mismo
Esta es la convicción que debe animar al obispo cuando ora en
de la religión. No podemos ver a Dios cara a cara, así que tenemos
su iglesia, y hay dos cosas que debe hacer en virtud de esta convic-
que encontrarnos con él en el misterio. El misterio es la situación
ción: debe cultivarla en sí mismo y debe comunicarla a los que le
creada en que Dios hace sentir su presencia, y el sentido del mis-
rodean, en primer lugar a sus sacerdotes, y después, junto con ellos
terio es la capacidad humana para reconocer y responder a esta
y a través de ellos, a su pueblo.
presencia. La presencia de Dios es difícil de formular en conceptos.
Hablando humanamente, la presencia implica proximidad física, Cultivar esta convicción en sí mismo lleva a la consideración
pero en el caso de un Dios incorpóreo no puede hablarse de proxi- de que, si bien ha de haber distinción entre la oración privada y
midad física. Tenemos que acudir a la idea de comunicación. Dios la litúrgica, no debe darse, sin embargo, separación entre ambas,
está presente dondequiera que se comunique, mediante su sabi- pues uno de los medios de cultivar la convicción de la presencia de
duría, su amor, su poder creador. Más aún, nuestra fe en Cristo Cristo es la piadosa meditación del Evangelio, meditación que va
nos asegura que el misterio divino ha asumido además la dimen- disponiendo la mente y el corazón del obispo para aquellas ocasio-
sión de la Encarnación y que, como consecuencia, trae consigo el nes en que ora públicamente con su pueblo, y para todas las demás
que la humanidad resucitada de Cristo crucificado se nos comunica, situaciones en que debe ser una encarnación sacramental del Buen
comunicación que se realiza en el don del Espíritu que ha sido Pastor.
derramado sobre nosotros. Comunicar esta convicción a los demás exige desarrollar en sí
La sacramentalidad admite diferentes grados, como la comu- mismo y en sus sacerdotes todas las capacidades humanas de comu-
nicación de Dios, que también es diversa en cuanto a su intensidad. nicación que posean, poniéndolas sin reservas al servicio de Cristo.
Todo el universo tiene un carácter sacramental porque irradia la La capacidad básica es la de hablar, y habrá de ejercerse tan clara,
presencia de Cristo. La Iglesia es sacramental en un grado más melodiosa, honrada y convincentemente como ello sea posible. La
alto, porque en la Iglesia se da una comunicación especial de Cristo. segunda entre las más importantes formas de comunicación es el
Y dentro de la Iglesia el grado supremo de sacramentalidad se al- canto, especialmente el comunitario. Como ya sabemos hoy, sin
canza en la eucaristía. el canto no puede haber una liturgia auténtica. Ambas formas de
El obispo que se sitúa en medio de su iglesia para orar debe comunicación deben expresar una fe transparente en Cristo, pre-
tener muy en cuenta este misterio de la presencia de Cristo, en el sente y activo en la comunidad, y una preocupación manifiesta por
que también se encuentra implicado profundamente él mismo. lograr que la comunidad llegue a un profundo conocimiento de sí
Cuando tiende su mirada por encima del altar contempla una comu- misma y de Cristo, a una participación plenamente consciente en
212 D. Hurley

los misterios y a un reconocimiento verdaderamente humano y


cristiano de todos los miembros entre sí.
El obispo que ora en su iglesia es responsable, ante todo, de
comunicar todas estas actitudes a sus sacerdotes y a su pueblo.
Pero a fuer de humano y de hombre sujeto a la debilidad humana,
también tendrá que aprender muchas cosas de los demás, de los LA ORACIÓN DEL OBISPO
sacerdotes y del pueblo. Deberá ser muy humilde para aprender, EN SU COMUNIDAD
para que a su vez pueda crecer en transparencia y eficacia como
sacramento de la presencia de Cristo. Se me pide un testimonio personal, vivo, sobre mi oración de
D. HURLEY
obispo en medio de mi iglesia. Trataré de hacerlo con la mayor
sencillez. Este testimonio sería más bien el ideal a que siempre
he aspirado, pero no una experiencia ya plenamente realizada. Ante
todo, me siento solidario de todos los que luchan para mantenerse
fieles a la oración y que han de estar levantándose siempre para
volver a empezar.
No creo que mi oración ofrezca una gran originalidad. Más
bien tengo la impresión de que se inserta en el actual movimiento
renovador de la Iglesia. Lo que quizá mejor la caracterice es que
se enraiza vivamente en la necesidad que siento de una comunidad
donde me sea posible unirme a los demás para participar con ellos
en el misterio de Cristo vivo en su Iglesia. Mi experiencia de obis-
po creo que sólo ha venido a acentuar este aspecto.
Tuve la gracia de vivir en una familia que tenía en grande es-
tima la oración común, donde ésta se embebía del calor y la felicidad
del hogar. Junto con nuestros padres participábamos en la celebra-
ción de las grandes fiestas en la parroquia, seguidas de reuniones
familiares muy atrayentes y alegres. Recuerdo mis visitas a un
primo, miembro del Priorato de Chevetogne. Estas visitas consti-
tuían acontecimientos memorables. Mi primo celebraba la liturgia
bizantina en nuestra casa, utilizando la lengua flamenca, y nos
distribuía la comunión bajo las dos especies. Estas celebraciones
en familia dejaron en mí una honda huella. Hicieron que ya desde
la juventud me entusiasmara por una liturgia más comunitaria
y totalmente comprensible. Las celebraciones del colegio, aunque
eran muy cuidadas, me resultaban más bien desagradables. ¿Sería
por culpa del reglamento, que nos obligaba a asistir a ellas? Por
el contrario, las misas en que nos reuníamos todos los scouts bajo
una misma tienda de campaña, cerca del altar y rodeando al sacer-
214 J van Cauwelaert ha oración del obispo en su comunidad 215

dote, que compartía enteramente la vida con nosotros; la oración demás durante las celebraciones, yo me las ingeniaba para crear de
de la tarde durante el fuego de campamento, así como las confe- todas formas una verdadera comunidad de oración. Recurría, sobre
siones, que hacíamos paseando con el capellán por la tarde, son todo, a comentarios, exhortaciones, oraciones y cánticos adecuados
cosas que me dejaron un recuerdo imborrable que siempre ha sido y a una catequesis totalmente centrada en la participación litúrgica.
para mí fuente de inspiración. Mientras recitaba el texto latino procuraba inspirarme, sobre todo,
En el seminario León X I I I de Lovaina se nos formaba en una en aquellos comentarios y exhortaciones, a los que adaptaba el
espiritualidad impregnada de espíritu litúrgico, gracias al fervoroso ritmo de mi celebración. Al paso que otros compañeros se queja-
entusiasmo de nuestro presidente, el canónigo Brohé, y de nues- ban de las distracciones por culpa de aquellas intervenciones, yo
tro director, abate Buissert. Nuestras celebraciones tenían un tono encontraba en ellas una ayuda preciosa para intensificar mi oración
marcadamente comunitario. La gran libertad que reinaba en aquel se- mientras me mantenía en comunión con los asistentes. Me sentía
minario, la confianza que nos demostraban nuestros superiores, aislado cuando había de celebrar solo o ante una comunidad pasiva
así como su mismo ejemplo, favorecían nuestra apertura hacia ellos y muda.
y entre nosotros. El espíritu de un veterano del seminario, el abate Tenía que viajar en condiciones primitivas para visitar las co-
Poppe, cuyos escritos leíamos con avidez, contribuyó en gran medi- munidades cristianas de las aldeas. Esto me daba ocasión para dis-
da a promover esta comunión espiritual. Fue también por en- frutar de la gran hospitalidad de aquellas gentes y compartir su
tonces cuando descubrí los libros de dom Marmion, sobre todo vida con mayor intimidad que en el puesto de misión. Así tuve
Cristo, vida del alma y Cristo en sus misterios. Me han ayudado la experiencia de cuánto contribuye a establecer comunión en la
mucho a ver en mi oración una manera de participar en la vida plegaria el contacto íntimo y vivo. Mis largas conversaciones con
de Cristo en su Iglesia, realizada concretamente en una comunidad los aldeanos cada tarde en torno al fuego, o con el catequista y mis
de oración. ayudantes durante los viajes por tierra o por agua, me ayudaron
Al ingresar luego en la Congregación misionera de Scheut en- mucho a insertarme cada vez más íntimamente en su mentalidad,
contré en ella un espíritu de comunidad especialmente fraternal y dejando que Cristo se encarnase en su realidad mediante una pre-
juvenil, según su lema: Cor unum et anima una. Pero allí la espiri- dicación y unas celebraciones más en consonancia. Ocurría con fre-
tualidad estaba menos ligada a la oración de la Iglesia y más en cuencia que mis acompañantes lo comentaban al terminar un largo
relación con los ejercicios piadosos tradicionales. El espíritu litúr- viaje: «Ahora le comprendemos mucho mejor, porque habla como
gico se mantuvo vivo en mí a través de la lectura diaria meditada nosotros.» Por lo demás, esta participación en la vida de los con-
de los escritos de Pius Parsch y las visitas regulares a la abadía de goleños y aquellas celebraciones tan sencillas, pero intensas, me
Mont-César, donde participaba en las celebraciones. También debo ayudaron a comprender mejor la vida de Nuestro Señor. A partir
mucho a las enseñanzas de un eminente teólogo perteneciente a de entonces aprendí a nutrir mi oración personal no sólo con la
nuestra Congregación, el padre A. Janssens. Su tratado sobre los lectura de la Palabra en la Escritura, con las oraciones litúrgicas
sacramentos estaba fundado más en un estudio profundo de la o los autores espirituales, sino también mediante la participación
tradición patrística y litúrgica que en razonamientos escolásticos. en la vida misma de la comunidad en que yo debía anunciar y
Apenas llegado al Congo fui encargado de dirigir una escuela celebrar la Palabra.
y de visitar las aldeas cercanas. Mi vida de oración se inspiraba La renovación suscitada por las grandes encíclicas Corpus
entonces en mis esfuerzos por conseguir que mis alumnos, cristia- Mysticum y Mediator Dei dejó huellas en mi vida de oración duran-
nos y catecúmenos, participasen en la gran oración de la Iglesia. le algunos años que pasé como profesor en el seminario regional
Por entonces las posibilidades eran aún muy limitadas. Pero, alen- tle Kabwe, en el Congo, y en nuestro escolasticado de Bélgica. En-
tado por la necesidad de mantenerme en comunicación con los cargado además de los cursos de catequesis, entré en contacto con
226 /. van Cauwelaert La oración del obispo en su comunidad 217

el movimiento de renovación catequética, con lo que pude com- debo reconocer que aquellas reuniones eran para mí, tanto como
prender que la catequesis ha de ser una iniciación al misterio de para ellos, tiempos fuertes de oración y de entrega pastoral.
Cristo vivo en medio de la comunidad de fe, de culto y de caridad, En cuanto a la oración de un obispo, lo que juzgo decisivo no
para desembocar en un compromiso de fe en las celebraciones litúr- es que él se sienta más responsable que los demás en cuanto a orar
gicas en que se va edificando esa comunidad. Toda mi espiritualidad, por aquellos que le han sido confiados y en su nombre, sino que
centrada de este modo en los grandes temas de la renovación litúr- ore siempre en contacto vivo con ellos, mediante la participación
gica y catequética, era una experiencia vivida en la comunidad en en su plegaria y en una comunidad concreta de su diócesis.
que yo debía enseñar. Sentía intensamente la necesidad de vivir Pero en cuanto obispo también me he sentido presidente y res-
la vida de mis alumnos, de evitar cualquier privilegio que pudiera ponsable de organizar la oración en mi diócesis. Siempre he pro-
disfrutar por mi condición de profesor. Lo que a otros hubiera curado inspirarme en aquellas palabras de los apóstoles: «No con-
podido parecer un gran sacrificio, era para mí fuente de auténtica viene que dejemos la Palabra de Dios para servir en las mesas...,
espansión: me sentía plenamente integrado en la comunidad de en cuanto a nosotros, permaneceremos asiduos en la oración y en
los estudiantes. el servicio de la Palabra.» Alentado por este principio, y con el
Hecho obispo de la diócesis de Inongo, en el Congo, encontré apoyo de mis colaboradores para la organización de las obras asis-
allí con toda naturalidad una comunidad en que insertar mi vida tenciales y de enseñanza, siempre me ha sido posible encontrar
de oración. Para mí la diócesis no era ante todo una entidad jurí- tiempo para estar al tanto de la renovación catequética y litúrgica,
dicamente constituida, sino el conjunto de las diversas comunidades enviar directrices a mis misioneros y componer un abundante mate-
concretas en que yo había de vivir unido a mis colaboradores y mis rial para la progresiva renovación de la vida litúrgica en mi dió-
fieles. Jamás tuve la idea de instalar una capilla privada. Celebraba cesis. Cuanto les proponía ya lo había experimentado yo mismo con
y rezaba con la comunidad en que vivía o a la que visitaba. Si bien ocasión de mis visitas a los puestos de misión y a las aldeas del
siempre he sentido con mucha fuerza la necesidad de recogerme, interior. También aprovechaba ampliamente las sugerencias y ex-
de reservarme unas horas para sentirme más intensamente unido periencias de los demás. Pero sobre todo me daba cuenta de que
a Dios, ello nunca me ha impulsado a islarme de la comunidad o la renovación exige una conversión de las mentalidades, el paso de
de su oración. De esta manera buscaba hacer mi retiro en los pues- una devoción individualista a una devoción comunitaria y eclesial,
tos de misión más alejados, donde presidía diariamente la oración inserta en la gran corriente del misterio pascual, cuya eficacia se
de los fieles. El primer directorio para la participación activa en hace sentir en nuestras comunidades. Mi oración personal no con-
la misa que se hizo en mi diócesis fue el fruto de uno de estos sistía más que empaparme día tras día de este gran misterio, para
retiros, en que yo era el primero en vivir intensamente lo que pen- poder nutrir luego con sus frutos a mi rebaño, conduciéndolo hacia
saba proponer a mis misioneros y a los fieles. Experiencias privi- la Parusía del Señor victorioso que actúa allí donde dos o tres se
legiadas eran las reuniones con los catequistas o los grupos diri- reúnen en su nombre.
gentes de los movimientos apostólicos. Organizadas según el Cuando se nos pidieron sugerencias para la preparación del
modelo de la comunidad de Jerusalén, estaban concebidas como ex- Concilio, yo envié el votum siguiente, que me parece expresar bien
periencias que luego habrían de realizar ellos, hasta donde les fuera mi experiencia personal y el ideal a que siempre aspiré: «Espera-
posible, en sus respectivas comunidades. La base estaba constituida mos, en particular, del Concilio unas directrices audaces en cuanto
por la celebración de la misa y de la Palabra preparada mediante a la renovación litúrgica. Las ceremonias del culto deben ser ente-
las instrucciones, junto con las comidas que tomábamos en común ramente expresión de la comunión que hay entre la comunidad de
y que habían sido preparadas por las esposas de los reunidos. Yo los creyentes y Cristo. A este fin, las celebraciones deben ser sen-
mismo vivía con ellos como un miembro más de la comunidad, y i'illas, claras, populares. Nada debe haber en el culto que engendre
218 J. van Cauwelaert

separación entre el sacerdote, que preside en nombre de Cristo, y


el pueblo fiel. Todo ha de resultar comprensible. De esta manera
no será difícil dar a la enseñanza de la fe su plena significación
como anuncio de la salvación en Cristo. Se romperá definitiva-
mente el aislamiento del clero, y el pueblo volverá a encontrar,
en la jerarquía que lo dirige, el misterio de Cristo, cabeza del Cuer- LA ORACIÓN DEL SACERDOTE EN
po Místico, por quien todo el cuerpo, sostenido por las articula- MEDIO DE LA FAMILIA HUMANA
ciones y los músculos, crece hasta la madurez divina. Cada celebra-
ción recordará a los fieles el significado de su misión; les dará la La situación en que se encuentra la plegaria litúrgica refleja
fuerza necesaria para anunciar al mundo la salvación en nuestra los cambios que estamos viviendo en nuestros días. Bajo las direc-
unión con Cristo y para santificar su vida familiar y social en el trices del Consilium romano, muchas estructuras y formas litúr-
servicio de la unidad. De esta manera no será sólo el pan lo que
gicas se consideran ya oficialmente caducadas. A pesar de ello, y
quedará consagrado como cuerpo de Cristo, sino la comunidad
debido a la falta de preparación y de formación en materia litúrgica
entera. Así es como la cristiandad volverá a vivir de nuevo el ideal
en muchos sectores, aún siguen vigentes la mentalidad y no pocas
de Jerusalén.»
de las presunciones antiguas con relación a la liturgia. Por una
J. VAN CAUWELAERT parte, numerosos sacerdotes tratan de encajar las nuevas orienta-
ciones en los anteriores esquemas legalistas y se sienten sumamente
decepcionados por la confusión y la «falta de claridad» que de todo
ello parece resultar; por otra están los que se impacientan por
el paso lento y gradual de los cambios oficiales; éstos han aban-
donado muchos de los «textos prescritos», metiéndose de lleno en
el inacabable tejido de las creaciones caseras en todas sus variantes.
Parece ser que ambos casos coinciden en atribuir gran importancia
al elemento externo de la liturgia, a lo antiguo confortable o a lo
nuevo tonificador, en vez de insistir en lo interno de la liturgia,
en sus dimensiones de fe y oración. A un grupo le preocupa saber
si algo está legalmente permitido, mientras que a los otros sólo
les interesa que las cosas sean inmediatamente significativas. Pero la
cuestión real debería ser: ¿cómo es la oración —la auténtica ora-
ción— de un sacerdote en medio de la familia humana?
En un intento subconsciente de dar respuesta a esta pregunta,
muchos sacerdotes han venido cumpliendo escrupulosamente, hasta
donde su capacidad se lo ha permitido, cada una de las normas de
los cambios litúrgicos decretados. Han ejecutado fielmente todos
los pormenores de cuanto se supone que ha de hacerse en la «nueva
liturgia». Pero una vez que se hubo disipado la primera impresión
de novedad, el pueblo, en su mayor parte, parece mantenerse tan
apático y falto de interés como antes. Se suponía que los cambios
220 G. Broceólo
La oración del sacerdote en la familia 221
litúrgicos iban a transformar las parroquias en comunidades cris-
hoy se plantea no es ya la de saber si algo es legalmente correcto
tianas, pero lo cierto es que todos los esfuerzos y el tiempo emplea-
o no. Tampoco se trata ya de saber si una determinada forma litúr-
do en esta labor parecen haber causado un impacto muy leve en la
gica estimula y despierta el interés o el sentimiento. La cuestión
vida diaria de los feligreses. En consecuencia, muchos sacerdotes
real que se plantea es cómo un sacerdote puede ser espiritualmente
de buena voluntad y dotados de gran celo pastoral han sacado la
eficaz en su función como dirigente de la oración comunitaria.
conclusión de que el problema debe estar en las estructuras y en
los textos prescritos. Se decidieron, pues, a crear unas estructuras
más naturales, con lecturas seculares contemporáneas o a base de
I. EL PRESIDENTE DE LA ORACIÓN COMUNITARIA
plegarias espontáneas, sobre todo en la atmósfera más bien in-
formal de un domicilio privado o con ocasión de una misa «sub-
El sacerdote como Espíritu
terránea». En lugar de las plegarias venerables del misal romano
se introducían lecturas de Camus, Berrigan, Sartre, Gibran, Kier- En un primer paso para resolver esta cuestión, yo sugeriría
kegaard, Hammarskjold, Simón y Garfunkel, etc. También se ha que la clave inicial puede hallarse en una actitud que entienda al
hecho amplio uso de textos más «importantes», tales como los que sacerdote como un alter Spiritus2. Durante mucho tiempo hemos
se puede encontrar dentro de las coloreadas encuademaciones de visto en el sacerdote un alter Christus, un individuo que se con-
los nuevos libros de oraciones contemporáneas; en las obras, por formaba totalmente a Cristo. Si bien ello es cierto, parece que ésa
ejemplo, de Michel Quoist, Malcolm Boyd, Huub Oosterhuis, es la vocación común a todo cristiano, a todo miembro del pueblo
Louis Evely, Douglas Rhymes, etc. Y, sin embargo, parece ser sacerdotal de Dios. Quizá fuera más provechoso ver en el sacerdote
que también estas liturgias que la iniciativa creadora pone en mar- una «personificación sacramental» del Espíritu Santo 3 .
cha están siendo atacadas por el virus de la desilusión; los hom- Hay una gran semejanza entre la misión y la función del Espí-
bres se marchan casi convencidos de que una de las más hermosas ritu Santo en cuanto a edificar la nueva creación de la familia hu-
necesidades humanas, la de una celebración ritual, ha perdido sen- mana y la función del sacerdote en medio de ella. Lo mismo que
tido y carece de valor para el hombre moderno. La atención a la el Espíritu transmite a los hombres los dones de Dios, también
liturgia ha decaído ya del todo entre algunos grupos de vanguardia, el sacerdote engendra la Palabra cuando comunica a los hombres
siendo totalmente reemplazada por el diálogo y la acción social. los divinos misterios de la salvación. Lo hace así revelando la pri-
En medio de todo este malestar contemporáneo es necesario macía de la caridad católica en su disponibilidad para con todos
mirar despacio y con todo el esfuerzo que sea preciso hasta ver qué los hombres, en todas sus necesidades y preocupaciones. De modo
es exactamente la oración litúrgica que se supone corresponder al semejante personifica también al Espíritu cuando consuela, anima,
sacerdote celebrante. Qué criterios pueden sentarse para asegurar orienta y conforta; cuando convence al mundo de pecado; cuando
una validez o un fruto duraderos a los intentos de la legislación enseña e inculca a los demás la visión cristiana de la existencia
oficial y a los esfuerzos de la iniciativa privada por conseguir una humana. Aun cuando haya otros cristianos que se pongan al servi-
liturgia viva. Quienes ejercen el ministerio sacerdotal y poseen el cio de la familia humana frecuentemente en alguna de estas formas,
«carisma de presidir a la comunidad» comprenderán la urgencia ello no obsta para que sea el sacerdote el que ha recibido específica-
que impone esta crisis'. Para muchos sacerdotes la cuestión que 2
La constante alusión a las relaciones del sacerdote con el Espíritu, en
el presente artículo, en modo alguno excluye, ignora o niega sus relaciones
1
Sobre una explicación dogmática del «carisma sacerdotal de presidencia con Cristo. Porque sólo hay un Espíritu, el Espíritu Santo de Jesucristo.
3
en la comunidad», cf. W. Kasper, Nuevos matices en la concepción dogmá- Resultaría interesante desde el punto de vista pastoral, por ejemplo,
tica del ministerio sacerdotal: «Concilium», 43 (1969), 375-389. sustituir la palabra «Espíritu» por «sacerdote» en la lectura continua de
)n 14-17.
222 G. Broceólo La oración del sacerdote en la familia 223

mente el carisma del servicio para hacerlo así 4 . En el sacramento una parroquia el autor de este artículo tuvo la suerte de encon-
del orden, la Iglesia invoca a Dios para que confiera un carisma, trarse con un pastor así, un hombre que verdaderamente daba
profético especial del Espíritu a un hombre en el que se ha reco- «alma» y «resurrección» a los sufrimientos y pruebas de muchas
nocido públicamente el carácter propio de un dirigente de la co- personas, un hombre que caldeaba los corazones con su entrega
munidad, semejante al caso de Josué en el Antiguo Testamento sincera a los demás, un hombre que supo infundir muchas «virtu-
(Nm 27,15-20); de este modo, el sacerdote recibe una designación des» en la vida de su parroquia a través de una profunda actividad
pública para que personifique al Espíritu en medio de la familia de consolar, enseñar sabiduría y constituyéndose en abogado. Cuan-
humana. do tropezamos con un sacerdote así, capaz, en una palabra, de vivir
De hecho, una enumeración de las actividades pastorales del la primacía de la caridad universal, nos resulta mucho más fácil
sacerdote se asemeja mucho a la actividad que comúnmente se entender esta asimilación del sacerdote al Espíritu.
atribuye al Espíritu Santo. «En San Pablo, el Espíritu Santo es
el Espíritu del Hijo que ha sido enviado por Dios (Gal 4,6); el Función del Espíritu en la eucaristía; función del sacerdote
Espíritu caldea los corazones con el amor divino (Rom 5,5) y
Quizá sea más visible esta configuración con el Espíritu com-
produce con su actividad profunda todas las virtudes (Gal 5,22).
parando las funciones del Espíritu y del sacerdote en la eucaristía.
Santifica y regenera a los hijos de Dios en el bautismo (Tit 3,5) e
La función del que preside la asamblea cristiana no sólo se ase-
infunde en ellos el sentimiento filial en virtud del cual llaman
meja, sino que realmente «sacramentaliza» o «media» la función
Padre a Dios (Gal 4,6; Rom 8,15). Es el Espíritu de la vida di-
del Espíritu Santo en la acción eucarística (función esta última que
vina (Rom 8,2); da vida al alma y resucita el cuerpo (Rom 8,11).
ha sido poco tenida en cuenta durante mucho tiempo en la teología
Obra suya es toda actividad sobrenatural entre los miembros de
eucarística occidental). Se invoca al Espíritu Santo para que haga
Cristo; El es incluso la fuente escondida de donde mana todo el
realidad viva el cuerpo de Cristo en medio de la asamblea de culto
poder de la oración (Rom 8,26-27). Es manantial de vida interior y para que haga fructificar la unidad, la fe y el amor armonioso de
en el hombre, así como de todo conocimiento sobrenatural de los comulgantes. Pero es justamente el sacerdote quien incorpora
Cristo (Ef 3,14-21). Por él caminamos de gloria en gloria en nues- en sí, quien «encarna» esta acción del Espíritu. Su persona, sus
tra progresiva configuración o asimilación a Cristo (2 Cor 3,18). palabras y su actividad son el cauce por donde discurre esta acción
Gracias al impulso del Espíritu Santo, la Iglesia anhela su defini- del Espíritu.
tiva y perfecta unión con Cristo (Rom 8,23)» 5 .
Más aún, el sacerdote realiza su función en la situación exis-
Esta comparación de la misión del Espíritu Santo con la acti-
tencial litúrgica porque ésta es en realidad su función propia dentro
vidad pastoral del sacerdote no sonará a cosa irreal, idealista, a
de la vida total de la Iglesia. Pero el sacerdote habrá de cumplir
quienes pertenezcan a una parroquia bendecida con la presencia
esta misma función en la vida diaria de la comunidad humana, a fin
en ella de un sacerdote que sea verdaderamente un «hombre de
de que su actividad litúrgica suene a cosa auténtica. El sacerdote
Dios para los demás» 6. Cuando fue enviado por primera vez a
es la persona lógica y naturalmente adecuada para presidir las
4
reuniones litúrgicas de una comunidad justamente en virtud de su
Cf. C. Spicq, Spiritualité Sacerdotale d'aprés Saint Paul, París, 1954, función como Espíritu que edifica la familia de los hombres hasta
51-71, donde se comentan los temas de la «gracia» y la «función pública»
sacerdotales. constituir con ella el único cuerpo de Cristo en las situaciones
5
J. Powell, The Mystery of the Church, Milwaukee, 1967, 39-40. extralitúrgicas7. En el sacramento del orden se confiere al sacerdote
6
Cf. la fina descripción de la naturaleza y funciones del sacerdote que 7
trae M. Bourke, The Catbolic Priest: Man of God for Others: «Worship», Cf. Vaticano II, Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros,
43 (1969), 68-81. número 6.
224 G. Broceólo La oración del sacerdote en la familia 225

el don del Espíritu a fin de que inspire la vida de una comunidad Dios a los miembros del pueblo cristiano (Rom 8,14), y a menos
cristiana y ésta se vuelva capaz de «recordar» al Señor. El es el que éstos sean santificados como hijos del Padre en el culto litúr-
portavoz natural en la acción memorial de la Iglesia, en la euca- gico que practican, será muy dudoso aquello que afirmamos de
ristía, porque cumple el papel de «intérprete profético» o de «con- nuestra liturgia: que Dios es glorificado en ella. Pero toda esta
ciencia salvífica» en medio de todos los acontecimientos diarios que actividad del Espíritu ha de encarnarse de alguna manera en una
ocurren en la comunidad cristiana 8 . humanidad a fin de que tenga plena eficacia en una asamblea de
seres humanos. Esta responsabilidad del sacerdote dirigente de la
El sacerdote como Espíritu en la oración de una comunidad oración que ha de manifestar y formar el don del Espíritu en la
comunidad no puede quedarse en una mera convicción de tipo
Si admitimos esta configuración al Espíritu como base de la intelectual, sino que ha de cumplirse y comunicarse exteriormente
autoidentificación y de la espiritualidad del sacerdote, no sólo ha- en una manera humanamente tangible de oración.
bremos perfilado su función o servicio dentro de la familia huma- Godfrey Diekmann ha escrito: «Muchos de vosotros podréis
na (una persona que se constituye en dirigente de la comunidad recordar aquellos retiros en que el director repetía a los sacerdotes
por su total disponibilidad para las exigencias de la caridad uni- que tenía ante sí que habían sido ordenados para ocupar el lugar
versal, puesto que ha sido designada para «inspirar» el continuo de Cristo, y que en modo alguno podían permitir que sus prefe-
crecimiento del cuerpo de Cristo), sino que además habremos espe- rencias personales o su manera de ser interfiriesen en la acción sa-
cificado ya la modalidad de su oración. Pues si es por designación grada. Es Cristo el que actúa ex opere opéralo, y, por consiguiente,
pública de oficio un alter Spiritus, ello quiere decir que cuando el el celebrante de la misa debía ser —y lo era de hecho— 'un sacer-
sacerdote ora en medio de los hombres debe hacerlo de tal modo dote sin rostro', anónimo. ¡Qué lejos estamos hoy de aquellos
que los estimule a orar. Lo mismo cuando se sirve de los textos días! Insistir en la santificación de los hombres significa precisa-
oficialmente prescritos en una liturgia eclesial que cuando crea
mente que el sacerdote debe hacer de su misa una experiencia tal
su propia oración en un ambiente informal (ex abundantia cordis
que verdaderamente avive la fe y, por encima de todo, la caridad,
o utilizando fórmulas contemporáneas de oración), lo importante
Esta es nuestra labor ministerial, una tarea enorme, que no puede
es que su manera de orar manifieste y engendre el don del Espíritu
realizarse automáticamente»9.
en el pueblo que le rodea. Lo mismo que San Pablo daba testi-
Cuando un hombre se halla verdaderamente poseído por el
monio del poder y de la acción del Espíritu en su predicación
(1 Cor 2,4), también es el Espíritu el que, dentro de la comunidad Espíritu en lo profundo de su fe y en la ejecución humana de su
cristiana, realiza el memorial eucarístico del Señor (Jn 14,26). Es función básica, el Espíritu estará eficazmente activo en él incluso
también el mismo Espíritu el que «nos hace gritar Abba, Padre» cuando tenga que utilizar las fórmulas prescritas en el misal roma-
(Rom 8,15). Es el impulso del Espíritu el que hace ser hijos de no. Porque el problema real que hoy se plantea no está tanto en
los textos escritos, tradicionales o modernos, sino más bien en el
8 dinamismo interno del Espíritu que posea el sacerdote, que no se
En Jn 14,26 se nos dice que es el Espíritu el que, de hecho, «recuerda» comunica muchas veces a la asamblea en la oración litúrgica. Si
a la Iglesia lo que tiene que «hacer en memoria de» Cristo. La función del
sacerdote, en virtud del Espíritu que recibió en la ordenación, consiste en un artista no hace más que rechazar todos los pinceles, los lienzos
estimular a la comunidad cristiana para que «recuerde» al Señor y no o los tubos de pintura que se le ofrecen, diciendo que no le sirven,
pierda de vista el significado existencial que tiene la vida de sus miembros es para dudar de que realmente posea capacidad artística o profe-
de acuerdo con su muerte y resurrección. Esta función «profética» del sacer-
dote es descrita muy bien, en términos de anamnesis eucarística, por V. Joan-
nes, Sacerdozio in un tempo nuovo: «Rivista di Pastorale Litúrgica», 33 ' G. Diekmann, The Liturgy and Personal Piety: «The Priest», 25 (1969),
(1969), 113-133. 31-33.
15
226 C. Broceólo La oración del sacerdote en la familia 227

sional alguna. La creciente desilusión que cunde en la actualidad píritu, entonces puede decirse que está en inmejorables condicio-
con respecto a la plegaria litúrgica, tanto por parte de quienes se nes para orar —orar verdaderamente— en medio de la familia
atienen a los textos prescritos como de los que prefieren experi- humana. Un hombre que fomenta la visión de su autoidentidad, que
mentar en un esfuerzo de creación, es prueba de un desajuste renueva frecuentemente el compromiso de su misión, como un
interior del sacerdote más que de una inadecuación de los mismos alter Spiritus, se va llenando progresivamente de un dinamismo
textos. Todas las plegarias nuevas y todas las intuiciones espon- que resulta contagioso. El don del Espíritu, otorgado al sacerdote
táneas del mundo serán litúrgicamente ineficaces para evocar una en el sacramento del orden y revitalizado en su oración personal
respuesta duradera en la comunidad cristiana si el «intérprete pro- no es para él solo, sino para que se beneficie la comunidad a cuyo
fético», la «conciencia salvífica» de esta comunidad deja de mani- servicio está.
festar y de engendrar el carisma del Espíritu que recibió mediante «Pues el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a
la imposición de las manos. Dios, pues nadie le oye y dice misterios en espíritu; pero el que
profetiza dice a los hombres edificación, consuelo y exhortación.
Incremento del Espíritu a través de la oración personal El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; en cambio, el que
profetiza edifica a la comunidad... Si das gracias con espíritu, ¿cómo
Para fomentar y «volver a encender» (2 Tim 1,6-7) el don del dirá el 'Amén' a tu acción de gracias el que queda en condición
Espíritu que constituye la identidad y la función del sacerdote, de ignorante, puesto que no sabe qué dices? Tú, ciertamente, das
éste debe disponerse a recibir en la oración personal aquello mis- gracias muy bien, pero el otro no se edifica... Pues cuando se reúne
mo que habrá de transmitir a los demás en la oración pública. El la Iglesia entera a la vez y todos hablan en lenguas, si entran no
lenguaje de la liturgia sólo puede edificar la familia humana, ha- iniciados o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Y en cambio,
ciendo de ella la comunión de la Iglesia, cuando brota y resplan- si todos profetizan, y entra un no iniciado o incrédulo, queda
dece en comunión con la Trinidad. Sólo una comunidad puede puesto en cuestión por todos, y es juzgado por todos: lo oculto de
dar origen a una comunidad. El «hombre del Espíritu» (Os 9,7) su corazón queda visible, y así, cayendo de cara, adorará a Dios,
no puede llevar a cabo un descubrimiento profético en favor de confesando: Realmente está Dios entre vosotros» (1 Cor 14,2-4;
los demás si él mismo ha dejado de «admirarse» en la silenciosa 16-17; 23-25).
reflexión de su soledad interior o cuando no se ha decidido aún
Cuando una asamblea litúrgica encuentra de verdad en su
a orar junto con el puñado de amigos que para él son mediadores
sacerdote un «intérprete profético» de la realidad, todos responden
del Espíritu. La oración personal del sacerdote debe ser un empa-
con el «Amén» de sus corazones y sus vidas. De esta forma, la
parse del Espíritu a través de la meditación de las Escrituras, la
comunión del sacerdote en el Espíritu de Cristo, que es el funda-
reflexión profunda sobre lo que él es y lo que él significa, a la luz
mento de su condición profética en la comunidad, florece en la
de una lectura de la teología y el magisterio (los documentos del
comunión de la comunidad con Dios y de unos con otros. La acti-
Vaticano II, por ejemplo), y especialmente mediante una oración
tud eucarística en el pueblo de Dios, mediante la que toda la crea-
espontánea y comunitaria junto con sus compañeros de tareas en
ción es santificada, es el fruto de una experiencia: el encuentro con
las rectorales, casas de estudio, etc. Sólo cuando él mismo ha be-
alguien que es para ellos mediador del Espíritu que les ayuda a
bido en las profundidades del Espíritu a través de esta oración
«recordar» el sentido de su humano existir y a gritar «Abba, Pa-
personal podrá esperar que su presencia manifieste y engendre el
dre». Esta transmisión del Espíritu por contagio no puede conse-
Espíritu en su oración litúrgica.
guirse a base de una mera fidelidad a las directrices litúrgicas o
Cuando la oración del sacerdote supone una reafirmación de mediante la simple apertura a las innovaciones litúrgicas. Única-
su conciencia personal como personificación sacramental del Es- mente puede convertirse en una realidad a través de la dinámica


228 G. Broceólo La oración del sacerdote en la familia 229

humana efectiva cuando un «alter Spiritus» ora —de verdad— en consecuencias de esta desgraciada anomalía. Sin embargo, el caso
medio de la familia humana. El misterio de la salvación hoy sólo más común parece ser no el de los sacerdotes que no oran, sino
se realiza cuando hay alguien cuya «palabra», condición sacra- el de los sacerdotes y seminaristas que emplean hoy nuevas for-
mental y estilo presidencial cala en la conciencia de una comuni- mas de oración. La cuestión crítica consiste en saber si estas nuevas
dad a la manera de un profeta, que es capaz de abrir los ojos a formas son o no tan válidas, tan auténticas como las formas más
los demás. La intuición profética, raíz en el sacerdote de su acción tradicionales, en el sentido de verdadera oración.
profética, es un don del Espíritu, un don que ha de ser «encen-
dido» en la medula y en la entraña del «hombre de Dios para los
Nuevos tipos de oración
además».
Para mayor claridad presentamos ahora cinco ejemplos de estas
nuevas formas de oración junto con sus antiguas contrapartidas.
II. LA ORACIÓN DEL SACERDOTE, HOY Estos casos, elegidos al azar, ayudarán a ilustrar el problema real.
Ante todo, está la situación de un ser querido que ha muerto.
Crisis contemporánea en la oración del sacerdote En tiempos pasados, el duelo se hubiera reunido en torno al fére-
Hay, por consiguiente, buenas razones para que los responsa- tro mientras el sacerdote lo presidía rezando el rosario. Ordina-
bles de la formación sacerdotal se sientan preocupados por la vida riamente, esta costumbre era muy apreciada por los familiares más
de oración de estos individuos. La gracia de la jefatura espiritual allegados del difunto, mientras que la mayoría de los amigos y los
sólo puede echar raíces donde hay condiciones suficientes para ex- parientes más lejanos encontraban casi siempre la repetición del
presarla luego visiblemente. Es principio básico en la economía avemaria como una prueba desalentadora, que eludían siempre
sacramental y de encarnación en que vivimos el que las realidades que ello les era posible. No digamos nada del mismo sacerdote,
espirituales internas se configuren en una expresión o significación que frecuentemente estaba ansioso por «pasar» el rosario todo lo
externa de estas mismas realidades. «La transformación en Cristo de prisa que le fuera posible y marcharse. Los resultados, normal-
se realiza a través de unas acciones sacramentales específicas» I0. mente, no eran tan edificantes o espiritualmente beneficiosos como
Por consiguiente, unos hombres que no oran en modo alguno cuando hoy se realiza un «servicio bíblico fúnebre» en vez de rezar
pueden esperar que su presencia inspire la oración en la familia el rosario. Las lecturas bíblicas, los cantos y quizá la breve homilía
humana. El autor de este artículo, plenamente entregado a la parecen tener mucha más fuerza que el rosario para proporcionar
tarea de la formación de seminaristas y del clero, no puede por en esta situación un verdadero consuelo cristiano y un sentimiento
menos de sospechar que, en cierto sentido, la gran preocupación de esperanza a quienes participan en el duelo.
que hay acerca de la vida de oración de los sacerdotes y futuros En segundo lugar, muchos de nosotros recordamos la costum-
sacerdotes está un tanto injustificada. bre piadosa que había en nuestras parroquias de hacer todas las
Es cierto, y no queda más remedio que admitirlo honrada- semanas una novena en honor de la Santísima Virgen, de Santa
mente, que hay sacerdotes y seminaristas que no oran en absoluto. Ana, etc. Tenía un valor real esta oportunidad que se nos daba de
Igualmente evidente es el hecho de que algunos sacerdotes no fomentar nuestra vida de devoción en una u otra forma, aparte
oran en ningún sentido, incluso cuando están presidiendo la euca- de los actos litúrgicos de la Iglesia, de carácter más oficial. Esta
ristía. La Iglesia de nuestros días está sufriendo las espantosas práctica respondía a la necesidad humana de expresar y formar
el sentimiento y los niveles subordinados de la espiritualidad per-
t0
U. S. Bishops' Committee on Priestly Formation, Interim Guidelines sonal o de los pequeños grupos cristianos, de forma que la vida
for Seminary Renewal, 2." parte, c. II, art. 1.°, n. 9. sacramental y estrictamente litúrgica pudiera prolongar su efecto
230 G. Broceólo La oración del sacerdote en la familia 231

vitalizador hasta repercutir en la comunidad eclesial, más amplia. el enriquecimiento espiritual que son capaces de promover los
Ahora se están introduciendo, como legítimos sustitutivos de aque- sacerdotes acostumbrados a rezar juntos sobre los textos bíblicos
llas prácticas, otras más próximas a la liturgia, en una infinita es mucho mayor, si se reconoce una adecuada jerarquía de valores.
variedad. Aunque su intención y sus resultados son a veces los Otro caso de nuevas formas de oración que podríamos citar
mismos, lo cierto es que estos tipos más recientes de «devociones» es la composición en nuestros tiempos de fórmulas para la misa.
van más de acuerdo con la cultura y la mentalidad de nuestra nueva Con frecuencia, estas composiciones más recientes expresan los
generación. En esta era «McLuhan» de comunicaciones no verba- mismos sentimientos y actitudes que las oraciones tradicionales
les, de medios de difusión social, se introducen visiones y sonidos, del misal romano, aunque el lenguaje ha sido puesto al día. Así, por
producidos mecánicamente, en la vida devocional, especialmente de ejemplo, la oración que trae el misal para la misa del domingo de
nuestros cristianos más jóvenes. Y con razón. Por consiguiente, Pentecostés dice así: «Oh Dios, en este día has instruido los cora-
de vez en cuando nos llegan noticias de unos servicios paralitúrgicos zones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo. Concede que por
que casi resultan psicodélicos en su forma y muy actuales en cuan- el mismo Espíritu seamos verdaderamente sabios y gocemos siem-
to al contenido sobre unos temas como, por ejemplo, la soledad, pre de su consolación. Por Jesucristo... por los siglos de los siglos.
la alienación, el ansia de reconciliación fraterna, etc. Pero en la Amén.»
medida en que estas nuevas formas de oración muestren una visión En cambio, una composición moderna para esta misma fiesta
y una orientación verdaderamente cristianas, pueden resultar es- dice así: «Señor, éste es el día en que diste al mundo el aliento
piritualmente tan valiosas para los cristianos de hoy como lo fue- vital, cuando encendiste un fuego de amor en los hombres. Este es
ron en el pasado las antiguas devociones. Hay, sin embargo, una el día en que hemos sido llamados a formar juntos tu Iglesia. Te
diferencia importante, y consiste en que algunas de estas formas damos gracias con las palabras, semilla que Tú has sembrado en
de devoción exigen del sacerdote que las preside una mayor inven- nosotros, y te admiramos en el poder del Espíritu Santo y te
tiva y también una más profunda sensibilidad carismática. proclamamos gozosamente como nuestro Padre» n .
En la recitación del divino oficio practicada por los sacerdotes Aunque puedan suscitarse serias dificultades de tipo legal en
puede advertirse un tercer cambio en la forma de orar. A todos cuanto al uso de este último texto en una liturgia que aspira a
nos resulta familiar la estampa del sacerdote en su parroquia, ren- ser universal como eucaristía de la Iglesia, no pueden negarse
dido después de un día de trabajo en la viña del Señor, musitando sus méritos como verdadera «oración» de una comunidad cristia-
concienzuda —y rápidamente— las oraciones de su breviario antes na contemporánea. Aunque no haya sido oficialmente aprobada
de que sonara la medianoche. Su empeño casi heroico en medio para usos litúrgicos, lo cierto es que es, sencillamente, una forma
de una somnolencia irresistible ofrecía un cuadro a la vez hermoso nueva de la plegaria tradicional para esta ocasión. No podría de-
y triste. La insistencia en el carácter comunitario de la misa ha cirse que orar así es tanto como abandonar la verdadera oración,
logrado mucha mayor eficacia a la hora de introducir nuevos cam- sustituyéndola por algo que no es oración.
bios que todas las convicciones acerca de la estructura coral del Un último ejemplo de nuevas formas de oración nos lo brin-
oficio divino. Por consiguiente, no hay razón para lamentarse por- dan, por ejemplo, muchas composiciones contemporáneas para la
que cada día sean más los sacerdotes que practican en grupo la plegaria eucarística de la misa. La oración, pidiendo frutos efica-
lectura y la oración sobre algunos pasajes de la Escritura, aunque ces de la misa en la plegaria eucarística I (canon romano), dice
muchas veces falten en cuanto a «abarcar toda la materia» pres- así: «Dios todopoderoso, te pedimos que tu santo ángel lleve este
crita en el breviario romano. Aun cuando las normas jurídicas no sacrificio hasta tu altar en los cielos. Para que así como recibimos
deben ser tomadas a la ligera en una Iglesia sacramental, confi-
gurada según la encarnación («institucional»), con todo parece que " H. Oosterhuis, Your Word is Near, Westminster, Md., 1968, 103.
232 G. Broceólo

de este altar el sagrado cuerpo y la sangre de tu Hijo, seamos Criterios para valorar la oración de los sacerdotes
llenos de toda gracia y bendición.»
Discernir la autenticidad de la oración es algo que va estrecha-
Una versión contemporánea de este mismo pasaje dice: «Te
mente unido al «don de discernimiento de espíritus». Las compli-
pedimos, Señor Dios nuestro, que envíes sobre nosotros tu Santo
caciones que tal hecho lleva consigo hacen que la tarea de sentar
Espíritu, el espíritu que hace fructificar en vida el poder de Je-
unos criterios válidos resulte muy delicada y ciertamente peligrosa.
sucristo. Pedimos que este pan y esta copa que te ofrecemos con
Sin embargo, y a pesar de los riesgos implicados, se presentan aquí,
humildad sean realmente el signo de nuestra entrega a ti. Pedimos
a modo de conclusión, tres orientaciones que resultan de conside-
que en medio de este mundo, y ante los ojos de todos aquellos con
rar la función del sacerdote como personificación sacramental del
quienes estamos unidos, vivamos tu Evangelio y seamos el signo
de tu paz; que acertemos a sobrellevarnos y servirnos unos a otros Espíritu.
en el amor, de forma que nuestros corazones estén abiertos al po- 1. La manera de utilizar los textos de oración. En primer
bre, al enfermo y al moribundo, a todos cuantos se encuentren en lugar podría plantearse la cuestión: ¿Rezan verdaderamente el pue-
una necesidad. Que de esta manera formemos la Iglesia de Jesu- blo y los sacerdotes en la actual situación o se limitan a recitar
cristo, unidos a nuestro obispo y al papa...» 12. plegarias? Durante siglos, la condición humana ha exigido la ayu-
da de textos escritos para sus diferentes liturgias y paraliturgias.
Una vez más, cualquier objeción que hubiera de oponerse a
Dar una ayuda litúrgica que no sea al mismo tiempo un sustitutivo
esta plegaria habría de ser sobre la base de si actualmente podría
litúrgico no es tarea fácil. En su Tradición apostólica, San Hipólito
utilizarse legítimamente, pero no desde el punto de vista de su
ofrece textos, pero advirtiendo que esas fórmulas tienen única-
valor como oración. La cuestión no se plantea en términos de
mente valor normativo: no «rezar esto», sino «rezar parecido a
oración o no oración. Se trata, sencillamente, de una puesta al día
esto». La misma mentalidad se manifiesta en muchas rúbricas ela-
o adaptación de una antigua forma de oración.
boradas por el Consilium para la liturgia de Roma. Decir que
Considerando estos ejemplos exclusivamente como meras for-
Sacerdos... sponsum et sponsam humaniter salutet supone un giro
mas nuevas de plegaria, como otras tantas formas de oración que
feliz en el tipo de directrices que hasta ahora daban los libros
son utilizadas hoy por sacerdotes y futuros sacerdotes, es de espe-
litúrgicos. Es de esperar que esta misma mentalidad se extienda
rar que se calmen los sobresaltos de tantos como creen que nues-
también a la selección de textos y fórmulas B . Si bien esta liber-
tros sacerdotes ya no rezan. Nuestra fidelidad a las antiguas for-
tad exige una formación adecuada por parte de los sacerdotes,
mas de oración no debería cegarnos hasta el punto de no reconocer
muchos de ellos se han acreditado merecedores de esta confianza en
el posible valor de algunas formas más recientes. Los defensores
de las «formas», tan seguros de sí mismos, deberían sentir el temor la forma de ejecutar la «Plegaria de los fieles» en muchas parro-
de volverse insensibles a la auténtica «oración». De hecho, tanto quias desde hace un par de años.
los progresistas de vanguardia como los conservadores intransi- Sin embargo, el problema está aún en que son demasiados los
gentes caen con mucha frecuencia en la misma falta: preocuparse sacerdotes —jóvenes o mayores— que no saben cómo servirse de
más de la forma externa de la oración que deba o no deba emplear- las plegarias contenidas en el misal romano. «¿Estoy rezando de
se que del valor interno de la oración, que puede encontrarse lo verdad o sólo recitando plegarias?» Tal es la pregunta que el sacer-
mismo en las antiguas que en las nuevas formas de oración. Dis- dote habría de estarse planteando incesantemente. Más aún, debe-
cernir si algo es o no es verdadera oración es, por otra parte, cues- ría hacerles esta misma pregunta a otros sacerdotes capaces de
tión nada fácil. 13
Para un ejemplo de libro litúrgico que estimula la oración auténtica
ofreciendo directrices generales en vez de normas detalladas obligatorias,
12
The Underground Mass Book, S. McNiemey, Baltimore, 1968, 103. cí. Consultation of Church Union, An Order of Worship, Cincinnati, 1968.
234 G. Broceólo ha oración del sacerdote en la familia 235

darle una respuesta honrada. La mayor parte del tiempo, el sacer- «Abba, Padre» (Rom 8,15) ni el «Amén» (1 Cor 14-16) en la
dote está orando interna y externamente cuando actúa en el altar comunidad reunida en oración, pues a ésta le faltaría el Espíritu,
y piensa que transmite todas estas cosas a la comunidad. Sin em- que «recuerda» a los cristianos cómo «hacer esto en memoria de»
bargo, en realidad, y fijándonos en el orden objetivo, resulta que Cristo (Jn 14,26).
no hay una verdadera comunicación del Espíritu. Nunca como hoy Cuando en medio de su pueblo ora un hombre que posee el
han estado los sacerdotes tan expuestos a caer en la decepción, don de la jefatura espiritual, estimula a orar por su propia manera
problema que no es prerrogativa sólo de quienes han preferido de hacerlo. Las formas o estructuras que utilice tendrán una im-
atenerse fielmente a los textos prescritos en el misal, sino que se portancia secundaria. Las cinco formas de nuevas plegarias que
manifiesta por igual en muchos que utilizan las modernas compo- hemos presentado anteriormente reflejan mejor la cultura y la men-
siciones litúrgicas. El uso del video-tape en la educación de los talidad contemporáneas en su formulación; sin embargo, no habrá
seminaristas enseña a éstos cómo presidir desde el altar, y es un oración más efectiva con estas formas nuevas que con las antiguas,
medio de valor incalculable para que el individuo vea por sí mismo a menos que haya un hombre del Espíritu capaz de dar vida a las
su eficacia o falta de eficacia en la tarea de comunicar el Espíritu. palabras escritas en medio de una asamblea. Únicamente cuando
Mientras no se ponga remedio a este problema en el orden externo en una comunidad surge el Espíritu por Cristo y hacia el Padre se
de la comunicación humana, todas las observaciones hechas anterior- puede decir que allí hay verdadera oración. La voz del Espíritu no
mente en este artículo acerca del hombre del Espíritu que ora en está en los textos impresos, sino en los corazones del pueblo de
medio de la familia humana no serán sino concepciones puramente Dios. Mediante su testimonio profético, el sacerdote ha de conse-
intelectuales. guir que este Espíritu se manifieste. Pues para que haya verda-
2. Pruebas de poseer el carisma de la jefatura espiritual. En dera oración ha de oírse la voz de esta comunidad aquí y ahora.
estrecha relación con el problema de cómo utilizar adecuadamente 3. Eficacia espiritual. Hoy se critica a algunos sacerdotes
las plegarias escritas hay otro, común a muchos sacerdotes, en los porque se apartan de los textos prescritos. Pero no deberíamos per-
que no se echa de ver claramente la «gracia de la jefatura espiri- der de vista, al mantener la legítima disciplina de la Iglesia, que
tual». Si un hombre carece de las cualidades humanas, naturales, estos hombres son, de hecho, mucho más eficaces en cuanto a
que distinguen al dirigente de una comunidad, si es incapaz de estimular a los fieles en el camino de la oración y la unión con
inspirar espiritualmente a los demás, encontrará enormes dificul- Dios que algunos hijos obedientes capaces de condenar, pero no
tades para encarnar el carisma del dirigente profético o de la con- de inspirar. Cristo en persona nos ha dado el criterio definitivo
ciencia salvífica en medio de su pueblo y en el acto de orar. En el para valorar a estas personas: «Los reconoceréis por sus frutos»
futuro habrá que prestar gran atención a la necesidad de esta cua- (Mt 7,16). «Los fariseos... imaginan que el ritual los dispensa de
lidad natural antes de elegir a un hombre para el orden sacerdotal. ser sinceros, y la comunión, de compartir; llevan sus dones al
No todo hombre posee las cualidades de dirigente que poseían un altar, pero permanecen distantes e indiferentes para con sus her-
Juan XXIII, un Martin Luther King o un Robert Kennedy. Sin manos; profesan amar a Dios, a quien no ven, y esto los tranqui-
embargo, puesto que el sacerdote habrá de ser un dirigente de la liza, aunque no aman a su prójimo, al que ven» 14. La misión del
oración comunitaria, deberá estar en condiciones, al menos en sacerdote no consiste en ser guardián de unos libros, sino padre
cierto grado, de inspirar unos valores espirituales y cristianos al de un pueblo al que debe comunicar la vida del Espíritu para que
pueblo que le rodea. Tiene que ser un hombre de visión, capaz pueda cumplir su misión cristiana en el mundo. «Orar es meter a
de compartir esta visión de forma tan dinámica como para suscitar Dios en nuestra vida de manera que él nos ayude a meter también
una respuesta. Debe manifestar y engrendar el don del Espíritu
cuando ora públicamente, pues de otra manera no brotará el 14
L. Evely, Enséñanos a orar, Barcelona, 1965.
236 G. Broceólo La oración del sacerdote en la familia 237

al prójimo en ella» J5 . Cuando un sacerdote actúa como mediador tico de la asamblea de culto. Las estructuras litúrgicas (la homilía,
de este Espíritu de Dios para una asamblea de culto, por su estilo la plegaria de los fieles, etc.) ofrecen el ámbito en que la manera
presidencial y por su caridad pastoral en la vida diaria de su pueblo, de orar el sacerdote encuentra la oportunidad de «dar sentido»
de forma que todos se sienten más preocupados por los demás, no sólo a la acción litúrgica comunitaria, sino a toda la existencia
entonces está cumpliendo realmente su función como «líder» de de su pueblo día tras día. Únicamente un hombre que sea la per-
la oración comunitaria. Algunos «jóvenes sacerdotes desobedien- sonificación sacramental del Espíritu, tanto en su dinamismo inte-
tes», a pesar de su insensibilidad con respecto al carácter eclesial rior como en su función pública, puede llevar a cabo la tarea de
e institucional de la liturgia, oran realmente con mayor edificación transformar la comunidad cristiana en hijos del Padre y en Cuerpo
espiritual de su pueblo, porque se sienten más familiarizados con de Cristo. El sacerdote debe manifestar y engendrar este Espíritu,
las formas contemporáneas de oración. Hay también, sin embargo, pues sólo el Espíritu realiza el auténtico culto cristiano y la ora-
sacerdotes capaces de llevar a cabo esta misma obra de edificación ción en la familia humana.
espiritual utilizando los textos prescritos, porque son hombres de G. BROCCOLO
visión más amplia y más «libres». En cualquier caso, no olvide-
mos que la diferencia está en una determinada cualidad espiritual
del mismo sacerdote que ora. Las oraciones, formas y textos tienen
sólo una importancia secundaria. Lo que tenemos que inculcar y
formentar es esa cualidad espiritual del sacerdote en oración, no
la exactitud legal. Todo juicio sobre los méritos o el valor de una
manera de orar habrá de tener en cuenta la intención a que apunta
esa oración. El objetivo de la oración, como el de la liturgia y el
de toda la Iglesia, es contribuir a edificar el pueblo de Dios. En
la medida en que un sacerdote orando en medio de su comunidad
consiga este objetivo podrá decirse que su oración es auténtica.

Resumen
La oración pública del sacerdote debe ser, a la vez, una ayuda
y un reto lanzado a la vida espiritual de la comunidad. Su manera
de orar debe demostrar que realmente está orando, no simplemente
ejecutando unas rúbricas y recitando las palabras prescritas. Debe
llevar a la asamblea el sentimiento y la convicción de una autentici-
dad externa y tangiblemente perceptible. Pero más que nada, su
estilo de presidir debe ser un estímulo que inspire a los fieles, en
virtud del carisma de jefatura espiritual, una auténtica oración.
Cuando un sacerdote ora —de verdad— en medio de la fami-
lia humana, se convierte en conciencia salvífica e intérprete profé-
15
Ibíd.
La mujer y la liturgia 239

muchas —escribía un autor del siglo xvi—, la formación moral


de las mujeres puede atenerse a unos cuantos preceptos, porque
los hombres actúan en casa y fuera de casa, en los asuntos privados
y en los públicos. Las normas para tan numerosas y variadas acti-
vidades requieren grandes volúmenes. En cambio, la única preocu-
LA ORACIÓN DE LA MUJER pación de la mujer es la honestidad. Cuando se ha tratado suficien-
Y LA LITURGIA HECHA POR EL HOMBRE temente de ella, la mujer queda oportunamente instruida. Por ello
resulta tanto más execrable el delito de quienes tienden a corrom-
La búsqueda de los valores femeninos presentes en la liturgia per esa única virtud de las mujeres, como si alguien pretendiera apa-
se ha revelado más bien difícil y de resultados bastante escasos. gar la poca luz que le queda al que ya está ciego de un ojo» \
Un primer motivo de esta carencia reside en el tono un tanto gené- Semejantes textos —aunque, evidentemente, se trate de casos
rico del lenguaje litúrgico, bien a causa de un comprensible pudor extremos— demuestran cuan escasos eran la consideración y el
que evita las efusiones demasiado privadas, bien a causa de que la ámbito de virtud concedidos a la mujer: la casa, la iglesia, la mo-
liturgia tiene un destino universal que exige un denominador común destia, la paciencia y nada más. La valentía, por ejemplo, no es
muy amplio, en el cual se disuelven las diversidades. Por tanto, asunto suyo. Así se ve en el oremus del común romano de las
sería inútil (y no es tal nuestro objetivo) buscar una liturgia para mártires: «Deus, qui... etiam in sexu fragili victoriam martyrii
hombres o para mujeres, o bien para jóvenes o para intelectuales. contulisti...», donde ese etiam no es ciertamente un elogio; al
Aun cuando para el futuro pueda preverse tal vez cierta diferen- tema predominante del poder divino se añade el concepto de una
ciación, hoy tenemos simplemente la liturgia de la comunidad, en particular debilidad de la mujer: concepto, por lo demás, corrientí-
la que «no hay hombre ni mujer» (Gal 3,28). Pero existe otro simo en la filosofía, la psicología y la ascética de una civilización
motivo que explica esta escasa cualificación, y es el que más nos virilista que ha perdurado hasta los umbrales de nuestro tiempo.
interesa: la liturgia ha sido hecha por hombres. Y no sólo eso. Al El mismo concepto aflora en la misa de los esposos, donde la mujer
menos en Occidente, ha sido hecha por hombres célibes y a veces es objeto de una particular atención; pero tampoco esto es un
un tanto desexualizados. Aun tratándose de un caso extremo, cumplido: es la atención que se dedica al más necesitado. Tampoco
Orígenes puede ser considerado como símbolo de una sutil virilidad aquí falta una alusión a su debilidad («... muniat infirmitatem suam
psíquica, operada a menudo por esa platónica suspicacia hacia los robore disciplinae»), y las prerrogativas que se sugieren son, como
valores de la carne que fue incorporada a la ascesis de hombres de costumbre, rigurosamente domésticas.
inconscientemente necesitados de hallar una justificación filosófica
a su renuncia existencial.
Tales hombres —por esa situación psicológica y por el ambien- LITURGIA DE LA VIRGINIDAD
te histórico en que vivieron— no eran quizá los más indicados para
comprender los valores femeninos y para nutrir estima hacia la Si el ámbito de la virtud femenina se presenta tan restringido,
mujer. Su estima, cuando se daba, tenía un radio muy restringido la mujer parece ser, en compensación, el lugar privilegiado de la
y un poco retórico: la relegaba a la casa, hacía de ella «la reina virginidad. Y si para explicar aquella escasez puede bastar un de-
del hogar», pero siempre sometida al varón, ocupada en tareas terminado clima sociológico, para interpretar esta insistencia creo
«femeninas» por una atávica atribución sociológica y excluida de que debemos apelar al sexo y a la situación de los autores litúrgi-
tareas más ambiciosas; se le asignaban virtudes domésticas y limi-
]
tadas. «Si las instrucciones para la formación de los hombres son Juan Vives, Formación de la mujer cristiana, Madrid, 1959.
240 A. Zarri La mujer y la liturgia 241

eos: hombres y célibes, atraídos comprensiblemente por la virgini- nización. Tal vez se pensara que constituía un modelo difícil de
dad femenina, que aparece, entre otras cosas, como la situación imitar y, sobre todo, que no debía imitarse: un modelo mal acep-
mejor para defender a la mujer de deseos inconscientes y para tado o incluso molesto. Y un dato que parece indicar la situación
permitir una ideal complacencia en ella. De este modo, si la mujer, desexualizada y desexualizante de los autores litúrgicos lo tenemos
por una parte, atrae por su feminidad, por otra es como desexua- precisamente en el oficio de esas «santas mujeres» casadas: uno
lizada para purificar el atractivo que ejerce y permitir su culto. En de los menos felices, con una misa que es la más gris y la más
la misma Madre de Cristo la liturgia parece ver más un modelo «administrativa» de todo el misal romano. En ella no se respira
abstracto de feminidad que una mujer de carne y hueso; y dígase amor, sino preocupación por las tareas domésticas y el libro de
lo mismo de esa especie de proyección mariana que es el culto a gastos. Y en el fondo se adivina una tensión que ha sentido la
las vírgenes. necesidad de lanzar, con pedantería predicatoria, su pulla contra
Es significativo el hecho de que, mientras se subraya así la la belleza (fallax grada et vana est pulchritudo) y de reducir la
virginidad femenina, falta en la liturgia romana un común de la vir- imagen de la enamorada a la desvaída figura de una buena mujer
ginidad masculina. La virtud del hombre es absorbida por otros práctica, minuciosa, economizadora y un poco tacaña, que tiene a
títulos: obispo, abad, doctor y, a falta de otro, confesor (título punto la ropa de su marido y le ayuda a figurar en el pueblo.
que no aparece en la liturgia de las mujeres). ¿Por qué la santidad Sin embargo, un hombre virgen puede acercarse al amor con
femenina, cuando no cuenta con otros títulos, gravita en torno a amor. Si es sencillo y maduro (o, mejor diríamos, si es virgen y
la virginidad, mientras que la masculina se centra en el testimonio? no sólo célibe: valor negativo si no se remonta a nivel de carisma)
Quizá ya se ha respondido a la pregunta. Tal vez en una liturgia he- está en las mejores condiciones para hacerlo. La renuncia y la
cha por mujeres podríamos disponer de un común de varones vír- distancia, con esa sana nostalgia que puede coexistir perfectamente
genes. Pero en la actual, no; y, a falta de martirio, episcopado o con una entrega decidida, le permitirían una sublimación que difí-
doctrina teológica, aun disponiendo de la virginidad, se prefiere cilmente un casado estaría en condiciones de alcanzar. A base de
subrayar la confesión de fe (la cual, dentro de su carácter genérico, componer unos textos y de elegir los oportunos pasajes bíblicos
es un título altamente positivo). En cambio, por lo que se refiere (¿por qué no, por ejemplo, el Cantar de los cantares, ahora reser-
a la mujer, si exceptuamos el martirio, la virginidad prevalece sobre vado a las vírgenes como para sustraerlo al matrimonio humano?),
los demás testimonios; y, cuando no hay lugar para hablar de vir- él podría ofrecernos una magnífica liturgia del amor conyugal:
ginidad, quedan también excluidos los títulos de «confesor» o una liturgia de la que carecemos por completo, como si nos diese
«doctor» (y, por supuesto, el de obispo): todo se reduce (o, por miedo. Tal vez los autores litúrgicos eran más célibes que vírgenes:
lo menos, se reducía hasta hace poco) a una calificación tristemente más centrados en el «no» al amor humano que en el «sí» al amor
negativa —y casi diríamos a una descalificación, puesto que no divino, que, cuando es total y consumado, no conoce el miedo,
cualificaba o cualificaba sólo bajo el signo del no—: pro nec virgine porque no experimenta ya ninguna antítesis.
nec martyre. Hoy la situación ha mejorado algo, y estas santas sin En todo esto —insistencia en la virginidad y neutralización
virginidad y sin martirio disponen del común de las laicas o segla- del matrimonio— parece advertirse el signo de un naturalísimo
res (y quizá no carece de significado el hecho de que esa clasifica- atractivo que en vano se intenta reprimir elevando la mujer a la
ción negativa haya desaparecido en un tiempo en el que nace una categoría de símbolo lo más desexualizado posible: la virgen o la
espiritualidad del matrimonio y, a la vez, entra en crisis el celibato madre, entendidas inconscientemente como refugio y cobertura de
obligatorio de los sacerdotes). Por lo demás, las santas clasificadas
unos valores más vivos y conturbadores; el signo de una relación
con el nec, nec eran casos raros. Para una mujer que no hubiera
de odio-amor en la que se debate a menudo el hombre célibe.
alcanzado la ventura del martirio había pocas esperanzas de caño-

16
La mujer y la liturgia 243

ción. Si así fuera, habríamos titulado nuestro ensayo La mujer en


LITURGIA MARIANA la liturgia, y el tema podría haberse agotado en una queja, tan
estéril como obvia, sobre el poco espacio y la escasa consideración
Este culto a la virgen, que supone una determinada antropolo- que se le dedica. Nuestro tema, por el contrario, es más preciso:
gía y se exalta en una característica situación psicológica, culmina «la oración de la mujer y la liturgia hecha por el hombre». Esto
en la Virgen por antonomasia, asociándose al culto de la madre, exige un análisis más profundo, que estudie la oración femenina
que puede resultar, a su vez, desexualizante: la mujer ya apartada y, yendo más al fondo, la feminidad en sus valores propios. Exige,
y como perdonada del amor por una destinación procreadora. La en una palabra (si no queremos limitarnos a un puro empirismo
liturgia mariana no tiene la pobreza de los textos a que nos hemos psicológico), una antropología y una sexología metafísica. No ex-
referido, pero su esplendor es de nieve, abstracto y un poco frío: trañará, pues, que dediquemos una parte de nuestro estudio a un
es el esplendor del mármol, no el de la carne; el esplendor de intento de ontología de los sexos, sin el cual la referencia a la fe-
Dios, no el del hombre y la mujer; a lo sumo, el esplendor de una minidad correría el riesgo de quedarse en vaguedades y afirma-
femineidad no encarnada, en la que María se nos presenta en un ciones gratuitas.
espacio casi exclusivamente teológico: la virgen, la «corredento-
ra», la janua coeli. La misma maternidad parece estar sólo en fun-
ción de la soteriología; se puede montar una disputa sobre la ONTOLOGÍA DE LA FEMINIDAD
theotókos o christotókos más que una consideración sobre una
mujer concreta de la tierra. La lectura de las letanías lauretanas Hablar de la mujer significa, obviamente, hablar también del
(por citar un texto paralitúrgico) nos ofrece un ejemplo de esta hombre —término que le sirve de referencia y por el cual se de-
sustracción de María a una feminidad encarnada y de su inclusión termina, al igual que el hombre se determina por ella—; significa,
en la esfera del símbolo. El título más repetido es el ampuloso de pues, hablar de la pareja humana y del hombre en la acepción de
«reina» (12 invocaciones): sorprendentemente, se insiste más en criatura humana, criatura que existe concretamente sólo en la en-
él que en el mismo título de «madre» (6 invocaciones); siguen carnación sexualizada: un existencial específico con respecto a un
otros epítetos más bien grandilocuentes y retóricos: «rosa mystica, abstracto genérico que determina al hombre desde su raíz.
turris davidica, turris ebúrnea, domus áurea, foederis arca...». Fran- El ser mujer, como el ser varón, no es algo accesorio: es uno
camente, resulta difícil pensar en una mujer como torre de David de los dos únicos modos posibles de ser hombre. Un hecho dema-
o arca de la alianza; también es difícil invocarla como «gloria de siado profundo para que pueda reducirse a una simple caracterís-
Jerusalén, alegría de Israel, honor de nuestro pueblo»: es difícil tica biológica; por el contrario, indica de por sí, paralelamente,
aun teniendo en cuenta las diferencias de gusto y lenguaje de los cuerpo y alma, biología y fe, operatividad y oración. En consecuen-
semitas. Los títulos de virgen y madre tributados a esta criatura cia, podemos partir —por la coherencia que vincula a toda la per-
de dimensiones cósmicas (mulier amida solé) se ven enfriados sona en unidad— de cualquier polo para señalar una línea homo-
por adjetivos distanciantes: «inviolada, sin mancha, venerable, po- génea de desarrollo. Podemos partir también del hecho biosomático-
derosa», y no parece suficiente un confortable «refugio de los pe- —como del más evidente y menos sujeto a discusión— para remon-
cadores» o «consoladora de los afligidos» para dar una dimensión tarnos a un dinamismo personal y personalizante que envuelve al
más doméstica a este monumento de mármol esculpido por un hombre entero. Y, si queremos partir de este dato —el más humil-
hombre que parece tener miedo de la mujer. de—, salta inmediatamente a la vista el distinto dinamismo sexual:
Nuestra búsqueda, sin embargo, no se refiere a lo que se dice primariamente activo en el hombre y receptivo en la mujer. Y nóte-
de la mujer en la oración oficial ni a cómo la considera esta ora- NC que hablamos de receptividad y no de pasividad; por eso po-
244 A. Zarri La mujer y la liturgia 243

demos referirnos a ella en un sentido dinámico, ya que la recepti- El hombre no da a la mujer algo de sí: se da a sí mismo por
vidad tiene un inmediato aspecto activo, lo mismo que la actividad completo, se objetiva completamente en ella. La mujer lo es en
tiene, a su vez, un inmediato aspecto receptivo: un doble aspecto cuanto que es expresada; y si el hecho de recibir parece constituirla
que se compenetra recíprocamente. en una situación de dependencia, el hecho de recibir todo la res-
Sin embargo, en esta superación de concepciones pasivistas de tablece en una situación de igualdad. Si es lícito continuar el pa-
la mujer parece también incontrovertible que corresponde al varón rangón, diremos que la mujer es la segunda, como el Verbo, con
una especie de comienzo del proceso. La mujer inicia su aventura una secundariedad primaria, por así decirlo, porque es insustituible
sexual recibiendo: un recibir que se hace inmediatamente activo, en la parábola del hombre, lo mismo que el Verbo es insustituible
pero que, en la recepción, tiene la raíz de su propia actividad. La en el giro del arco trinitario que introduce la pluralidad en la unidad
misma morfología, más externa y saliente en el hombre, íntima y divina 2.
•acogedora en la mujer, con el dinamismo correspondiente, subraya
'-esta distinta posición. Por tanto, podemos decir que el ritmo del UNIDAD, ALTERIDAD, TRINIDAD
dar y del recibir constituye como la geometría física y biológica de
la sexualidad, a la cual no puede por menos de responder una geo- Con estas consideraciones sobre el dar y el recibir, sobre el su-
metría más interior que realice las mismas posiciones en un plano jeto y el objeto, estamos descendiendo a las raíces más profundas
psicológico y metafísico. del ser y de la persona: esas raíces que no sólo regulan la relación,
En efecto, precisamente porque comienza dando, el hombre sino que la crean, creando, junto con la alteridad, su espacio. Y aquí,
es inicialmente sujeto: está constituido en una situación que podría tal vez, se toca otro punto fundamental de la pareja humana. La
parecer privilegiada si el mismo sujeto no se determinara en re- mujer —precisamente porque es lo otro— introduce la dimensión
lación con el objeto, sin el cual no podría existir como sujeto. Sería de lo múltiple en un mundo que antes era monista y monolítico.
una cifra cerrada, sin relaciones y sin nombre, en espera de deter- Así como sin objeto no podía darse el sujeto determinado como
minarse y llegar a ser alguien mediante la relación con alguien, en tal, así también sin la mujer no podía darse el hombre determinado
espera de hacerse persona en el diálogo, que es personalizante in- como varón. Existía solamente la criatura humana: una pasta gené-
cluso antes de ser interpersonal, y es interpersonal precisamente rica e informe, todavía no diferenciada en la sexualidad.
porque personaliza. Es el objeto el que determina al sujeto, hacién- La mujer, y el sexo con ella, proviene de un amorfismo de
dose a su vez sujeto de tal determinación. En realidad, más que tipo viril, en cuanto que es activo y engendra unas formas que
hacer algo hacemos a alguien, comenzando por nosotros mismos: emergen de su amalgama confusa. Y aquí no tiene gran interés el
hacemos a la vez al objeto y al sujeto en cuanto personas. Y somos análisis histórico y biológico de un proceso que es, sobre todo,
personas precisamente en cuanto hacemos a alguien y somos hechos metafísico; no obstante, ese análisis debe hacerse. La multiplicidad
por ese alguien. De este modo, el hombre hace a la mujer, pero es de las formas se desarrolla a partir de un caos primigenio, así como
también hecho por ella. Eva (y podemos valemos de este nombre la dualidad de los sexos proviene quizá de un inicio de hombre: una
ampliamente simbólico para designar la feminidad) hace como especie de caos humano que podemos llamar preadamítico y que
desarrollo y segunda etapa del hombre, como contraposición de culmina en el mismo Adán, en quien los padres griegos y capado-
Adán; es su imagen, su espejo, su palabra, una alteridad total que, 2
;i la vez que es determinada, lo determina en una psicología más El paralelismo entre los sexos humanos y las personas de Dios —aunque
con un planteamiento distinto— no es nuevo en la teología. Baste pensar en
i-xistencial. La mujer es la segunda cara del hombre, así como el el paralelo de Adán con el Padre y de Eva con el Espíritu Santo, que fue
Hijo es la segunda persona de Dios, sin que ello comporte un bastante frecuente en el siglo IV, desde Metodio a Gregorio de Nisa, Gregorio
significado jerárquico, sino solamente una indicación metafísica. de Nacianzo y Efrén.
246 A. Zarri La mujer y la liturgia 247

cios vieron, siguiendo a Platón, un andrógino primordial que, en unidad perfecta es trinitaria. Por tanto, la multiplicidad no parece
Eva, habría dado vida a la sexualidad. Tal interpretación puede ser •atentar contra la unidad, sino que revela su naturaleza y, en cierto
estimulante y preciosa en el plano metafísico, si bien en el plano sentido, su estructura. La trinidad es la luz de la unidad, su mo-
histórico y biológico es fantástica y apenas si merece atención. Pero vimiento permanente, su vida. Así, pues, nos hallamos ante una
la historia no era la principal preocupación de los padres ni de los realidad unitaria muy precisa, que no es monolítica, sino dotada de
autores bíblicos. «La ontología arcaica —observa Mircea Eliade— varias facetas; no monista, sino articulada y movida; no quieta,
se expresa en términos biológicos»; y es posible que los primeros sino en perenne movimiento: en una verificación continua del su-
capítulos del Génesis se valgan de la biología para hacer ontología. jetq en el objeto y en el perenne encuentro de ambos, unificados,
En esta perspectiva podemos leer también el relato de los orí- en el vértice; verificación que se da en un «tercer momento», que
genes en el Génesis, sin entrar en la cuestión de la historicidad de sirve de cierre sobre lo uno al círculo indefinido de lo múltiple.
sus protagonistas, que, en cualquier caso, son principalmente sím- Por tanto, lo múltiple, que podría ser antítesis de lo uno, si no
bolos y valores, y como tales pueden ser considerados sin vicio fuera asumido en ello, es, por el contrario, su modo de ser, lo que
alguno de literalismo, antes apoyándonos en una interpretación lo constituye, fuera de toda generalidad, en un movimiento y en un
de tipo simbólico y patrístico. Adán —la figura de significación desarrollo interno que le da vida y consistencia. Lo que crea la
y dimensiones cósmicas— está dormido. Si ahondamos en este verdadera unidad es la trinidad, así como lo que confiere consis-
sueño —en el que los viejos exegetas veían un estado místico, pero tencia al sujeto es el objeto. El devenir sigue al ser; pero la ple-
que podemos considerar también como el sopor de la conciencia nitud del ser sigue necesariamente al devenir, que restituye lo
primigenia que antecede al discurso de la conciencia lógica—, po- uno a sí mismo (con un lenguaje aproximado podríamos decir que
demos descubrir en él una alusión a la prehistoria del hombre: a la Trinidad restituye Dios a Dios: lo hace consistir en una concreta
las lentas preparaciones biológicas, el sopor animal que asciende relación interpersonal, comunitaria).
hacia el despertar de la conciencia, hacia la subjetivación y la per-
sonalización; la gradual explicitación del plan divino y de la his-
toria de la salvación en marcha hacia la humanidad y la divinidad, LA MUJER, DIMENSIÓN EXISTENCIAL
hacia el primero y el segundo Adán, recapitulador de la historia. De
ese «sueño», tan denso en significado, nace Eva: la sexualidad, la Si aplicamos estas consideraciones a la realidad creada, y en
multiplicidad, la historia de la pareja y de la estirpe que encamina particular al sexo, podemos hacer deducciones vitales. Podemos
la aventura del mundo hacia el ésjaton. La mujer es la fase inter- intentar una metafísica de la feminidad que ve en la mujer el prin-
media de la parábola humana; pero su mediación es permanente, cipio de la multiplicidad —con las articulaciones, las distintas fa-
porque los valores de número y de historia que comporta (y que cetas y también los dramas que comporta— y la premisa de la
son la esencia de la feminidad) son el flujo perenne que construye unificación; el sentido profundo de la historia y, al mismo tiempo,
la unidad. Porque —y éste es el punto fundamental— la unidad el desencanto histórico; la sensibilidad para lo horizontal, lo exis-
se construye con el número, y Eva, por tanto, precisamente por tencíal, lo encarnado; la invitación a la disponibilidad receptiva que
introducir la multiplicidad, crea, por medio de ésta, la unidad. Lo se da en toda criatura, pero que se acentúa en ella de modo par-
uno, en efecto, existe sólo como síntesis y vértice de lo múltiple. ticular, iluminándonos sobre el tipo de su relación religiosa y sobre
Antes de lo múltiple no existe todavía lo uno, sino solamente lo la tonalidad de su oración. Parece, en efecto, que es posible intuir
confuso. dos espiritualidades diferenciadas: una ascesis viril del dar, que
Además, contamos con el arquetipo divino. Si Dios es uno, la tiene sus puntos de fuerza en el orgullo y en la generosidad, y una
unidad resplandece en El con la más pura perfección. Pero esta nscesis femenina del recibir, que se centra en la humildad, la aper-
248 A. Zarri

tura, la disponibilidad y la fidelidad para escuchar, que —más que /


tomar iniciativas— atiende a la iniciativa de Dios; una ascesis ten- LAS ORACIONES DEL DESPRECIO
dencialmente mística que ve en la mujer el lugar privilegiado d?
la oración en general y de la oración pasiva en particular. Só?o La mujer no puede rechazar el tiempo: se rechazaría a sí misma.
ahora, después de estas reflexiones previas, podemos comparar'la Puede desear evadirse de él, y lo desea con frecuencia, porque el
oración litúrgica hecha por el hombre con la tonalidad específica sentido de la historia no siempre va acompañado de confianza en
de la oración femenina. la misma historia, sino que, a menudo, acontece lo contrario: que
En tales oraciones, especialmente en los oremus, se advierte las personas más inmersas en el tiempo padecen ante él cierto des-
cierto geometrismo abstracto, que es debido a una técnica estilística engaño. Pero este cansancio, este desgaste, esta melancolía des-
(forma paratáctica, paralelismo, antítesis...), pero que se emplea engañada es una repulsa consecuencial, fruto de una experiencia
de modo esquemático, paradigmático y seco, sin ductilidad, sin que la mujer consuma siempre a nivel metafísico y psicológico,
calor existencial. Son fórmulas demasiado globales, genéricas, vas- cuando no existencial. Mientras en el hombre puede darse una re-
tas, tal vez cósmicas, pero rígidas, sin el movimiento variado y pulsa apriorística, que no es todavía desencanto —sino, por el con-
mutable de la pluralidad: se ora más por el hombre que por los trario, defensa ante una atracción, un no querer entrar en una
hombres; en ellas se percibe la dimensión inmensa de la huma- experiencia fascinante, miedo ante una vida todavía por vivir—, en
nidad, pero no el acento vivo de la individualidad con el nombre la mujer se da más bien un querer salir de una experiencia decep-
propio de cada uno. Se habla de lo creado, pero casi siempre con cionante, un cansancio ante una vida ya virtualmente vivida, un
dimensiones oceánicas: se alude al cielo y la tierra, al mar y a los desencanto que se retira de un camino demasiado fatigoso. El aprio-
cedros del Líbano, no al umbral de la casa y al tiesto de hierba- rismo es la repulsa del antes; el desencanto es la repulsa del des-
buena (el panorama se presenta mejor en los pasajes de la Escri- pués. Los separa toda una experiencia existencial, pero sólo los
tura, donde, al lado de los cedros, encontramos el bálsamo y la distingue un matiz literario. Y es ese matiz el que parece faltar a
canela, y los animales, cada uno con su vida y su madriguera; véase, la oración litúrgica, que, por regla general, es olímpica incluso
por ejemplo, el espléndido salmo 103, que se lee en sexta del cuando es pesimista: un pesimismo dado por supuesto y sin dra-
sábado). ma, cuando una oración femenina sería más doliente, dramática,
Además, se ora poco para la tierra y por el hombre en su di- desgarrada, expresando no tanto el miedo y la defensa cuanto el
mensión terrena. Con frecuencia, el hombre es sólo un alma: con- desengaño ante lo ya intentado. Por eso el hombre pide que «des-
cepto que, como sabemos, es más griego que cristiano, y que se ha preciemos las cosas terrenas y amemos las celestiales», mientras
infiltrado ampliamente en el estilo litúrgico. Aun cuando se hable que la mujer preferiría pedir: «Después de tanto cansancio y des-
del hombre en su totalidad (y la verdad es que se habla casi siem- engaño en las realidades de la tierra que hemos amado inútilmente,
pre), se siente casi únicamente la dimensión vertical. Sus relaciones concédenos al fin reposar en Ti, que no decepcionas.»
con la tierra son escasas y a menudo son objeto de exorcismos. Evidentemente, nuestra liturgia tiene también oraciones de este
Merecerían un capítulo aparte todas esas oraciones del miedo tipo (véase, por ejemplo, la salve, una plegaria hermosa y sufrida),
y del desprecio, en las que se refleja una repulsa apriorística del pero no parecen ser la mayoría. La mayoría —que, bajo apariencias
tiempo, del mundo y de la experiencia humana, que difícilmente de rigor, esconden a menudo una actitud psicológica regresiva e
podría hacer suyos una mujer en esos mismos términos. infantil o incluso utópica: el quedarse en comportamientos defen-
sivos o el salto en Dios, sin la mediación humana— expresan un
estado de ánimo distinto. La mortificación ascética de la curiosidad
existencial se traduce, aun cuando sea auténtica, en una repulsa de
250 A. Zarri La mujer y la liturgia 251

la dimensión femenina y a veces en una repulsa de la mujer: re- también a nivel de hipótesis teológica cuando se estima, quizá con
pulsa más consecuente de lo que se podría suponer, porque Dios demasiada facilidad, que la mujer está en condiciones de captar
es el futuro inmediato de la mujer, mientras que la mujer (la his- mejor la realidad del Espíritu Santo. También yo lo creo, pero no
toria, la experiencia existencial) es el futuro inmediato del hombre. tanto porque el Espíritu es el Amor cuanto porque es el Amado,
Por eso, el apelar a Dios puede traducirse en la tentación de saltar el término del amor divino. También la mujer quiere ser amada,
por encima de la mujer, que es como el dilatarse histórico-existen- y se podría hacer una amplia colección de oraciones que reflejan
cial del hombre. Se trata de una tentación particularmente discer- esa actitud y que raras veces encuentran cabida en la zona litúrgica.
nible en el célibe, habituado a ver en el contacto con el elemento La liturgia pide preferentemente: «Señor, concédenos tener siem-
femenino la tentación por antonomasia y a interpretar erróneamente pre, por tu santo nombre, temor y amor» (oración del 2° domingo
el celibato como un prescindir de la mujer. Como se ve, hay un después de Pentecostés: una de las muchas en que aparece esta
tipo de oración que pone en tela de juicio muchos factores y parece petición). La mujer, aunque se asocie sin dificultad a una súplica
expresar, una vez más, no sólo una mentalidad viril, sino una viri- de este tipo, se inclinaría a formularla de otro modo, expresando
lidad a menudo inmadura. no tanto su voluntad de amar cuanto su deseo de aguardar el amor:
De lo dicho resulta también que el hombre considera a Dios «Concédenos, Señor, ser amados por Ti»; o con mayor confianza y
preferentemente como impulso y fuerza motriz, mientras que la audacia: «Amaños, Señor» (una petición inútil, está claro; pero
mujer lo considera más bien como fuerza de atracción y consuma- también son inútiles, desde una perspectiva de petición, todas las
dor final (en el límite, como refugio que resuelve, y en el hombre, oraciones más sublimes).
como refugio que protege). De ahí las muchísimas oraciones que Hemos elegido, entre los muchos posibles, el ejemplo de sor
comienzan con una referencia a Dios de quien venimos, a Dios que Isabel de la Trinidad. Las imágenes a que recurre son sumamente
da (Dios, de quien procede...; Dios, que concedes...; Dios, que significativas: «Me entrego a El como una prenda capturada» 3 ,
haces...); la mujer, en cambio, preferiría subrayar la idea de Dios como «la taza que está bajo la fuente» 4 . Los verbos que emplea
que espera, hacia el que estamos encaminados. Es demasiado evi- continuamente en forma pasiva son «sumergir», «invadir» 5 (ejem-
dente que ambas ideas se entrecruzan y que no pueden aislarse; plo: «Dejémonos invadir por la linfa divina») 6 . Sor Isabel escribe:
sin embargo, se puede advertir en la misma fusión una diversidad «Sólo tengo que amarle y dejarme amar» 7 ; y ora con frases como
de acento, de dinamismo, de tonalidad. éstas: «Que yo esté... abandonada a tu acción creadora... y que
el Maestro me lleve adonde quiera» 8; «Espíritu de Amor, des-
ciende a mí..., y Tú, Padre, dígnate inclinarte sobre esta pobre y
LAS ORACIONES DE ACOGIDA pequeña criatura, cúbrela con tu sombra» 9 ; «Maestro, tómame,
tómame toda entera» 10.
Pero donde el tono aparece más diferenciado es en el plano de
la acogida del amor. Y nótese que no digo «del amor», sino «de la 3
Elisabeth de la Trinité, Ecrits spirituels, Ed. du Seuil, París, p. 173.
acogida del amor», que es un modo muy concreto de amar. Creo, 4
Ibíd., p. 109.
en efecto, que es preciso esclarecer un equívoco que atribuye sim- 5
Ibíd., pp. 61, 65, 69, 72, 81, 97, 105 106; sólo el verbo «envahir».
6
plistamente a la mujer el amor, asignando al hombre más bien el Ibíd., p. 106.
7
entendimiento. Me parece que, ni siquiera en el plano de un puro Ibíd., p. 73.
predominio, cabe hacer matizaciones semejantes. La realidad es ' Testamento spirituale — Ultimi ritiri, Postulazione genérale O.C. D.,
Roma, 1953, p. 15.
que se trata de un distinto tipo de inteligencia y de amor: más ac- ' Ibíd., p. 98.
tivo en el hombre y más pasivo en la mujer. Este equívoco se da ,0
Ecrits spirituels, p. 41.
252 A. Zarri

Se tiene la impresión de que cuanto más avanza la mujer en su


itinerario de oración tanto más pide ese amor. Lo pide más que
prometerlo, porque el querer ser amada es su modo específico de
amar: un dejarse amar que no es un simple ser amada (un hecho),
sino un querer ser amada (una tensión), con todo lo que esto com-
porta de apertura, disponibilidad y humilde entrega. Hemos ha- ORACIÓN EN EL HOGAR
blado de una ascética del recibir, pero se podría hablar, con mayor
TESTIMONIO DE UNA MADRE DE FAMILIA
razón, de una mística del recibir (¿acaso hay una mística que no
sea del recibir y una ascética que no sea también, potencialmente,
mística?). El desarrollo de la conciencia religiosa en el niño y la respuesta
Por último, es de notar que, si la mujer puede quizá acercarse que ésta dará a Dios, una de cuyas facetas es la oración, depende
mejor al Espíritu Santo, el Espíritu Santo puede acercar a la di- en gran medida de las calidades que tenga la vida cristiana en el
mensión femenina. Tenemos un ejemplo en el Veni, Sánete Spi- hogar. Desde los primeros años, y aun meses, el niño experimenta, |
ritus, de planteamiento netamente femenino. Y femeninas son, antes de que sea capaz de comprender, la actitud de los padres y de'
por otra parte, las oraciones del hombre cuando éste alcanza la los otros niños con respecto a Dios.
dimensión mística, que es esencialmente receptiva. En este punto, La experiencia del amor y de la seguridad en el hogar es esen-
al menos en el plano de la apertura al don recibido, no hay mucha cial para el desarrollo de una personalidad madura, capaz de amar "
diferencia, y una mujer puede sentirse plenamente centrada en al- generosamente a Dios y al prójimo. No basta con que la familia "i
gunas páginas de contemplativos, las cuales, por desgracia, no han recite regularmente sus oraciones. Es preciso que todos sus miem-
entrado en la liturgia, ni quizá —dado su carácter— habrían podido bros vivan según el espíritu de Cristo, pues de otra manera los
entrar. Pero se puede esperar que, como ya ha sucedido en el bre- niños sentirán que las oraciones son únicamente un servicio rendido
viario (primer nocturno del sábado de la tercera semana de Pas- a Dios con los labios. Muchas veces ocurrirá que los padres fallen
cua), sea incluida en el leccionario ferial la última página de la
en vivir su vocación cristiana, pero lo que realmente importa es J
Escritura, el espléndido broche del Apocalipsis, tan estupenda-
que los niños adviertan la importancia que dan al esfuerzo por í
mente femenina: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y quien
agradar a Dios. Esta es misión del padre y de la madre. Con de- )
escucha dice también: Ven..., ven, Señor Jesús» 11 .
masiada frecuencia es la madre únicamente la que enseña a los /
niños sus oraciones o les habla de Dios; es necesario que también ]
ADRIANA ZARRI el padre comparta esta tarea, a pesar de que disponga de menos [
Ap 22,17-21. tiempo. De otro modo, los niños, y especialmente los mayorcitos,
abandonarán la religión en los años siguientes, como si se tratase
de algo casero y femenino que poco tiene que ver con el mundo de
fuera.
Una de las grandes ventajas que ofrece la oración en el hogar es
el estarjibre d^reglaTyfofmas establecidas, con lo que se hace
posible adaptar lo que se~desee" aríaTÜecesidades de los niños. Así,
por ejemplo~,~h~áMámosl3éTfiosirt6¥ ñiños, y ello no siempre es po-
sible hacerlo aparte de la oración; lo uno se entremezcla con lo otro.
Esta espontaneidad es útil porque da la oportunidad de que el ha-
254 I. Pratt Oración en el hogar 255

bkr de Dios y el rezar, así como la relación que hay entre Dios y el modelo del Seder judío, llevado a cumplimiento por Cristo'.
el hombre, entren a formar parte de la vida diaria, reflejándose Invitamos a un cierto número de amigos con sus niños, y cuando
sobre los intereses y actividades de nuestros niños. nos es posible contar con un sacerdote, la cena va precedida de
Sabemos por experiencia que el niño pequeño no encuentra una sencilla eucaristía que incluye el Mandato. Nos ha parecido
dificultad en dar gracias y alabar a Dios por todas las cosas buenas mejor lavar las manos, en vez de los pies, no sólo para evitar el
que hay en su vida: sus juguetes y las cosas agradables de comer, engorro con las prendas de vestir, sino porque, además, nos parece
las manos que Dios le ha dado para que haga cosas con ellas, los más expresivo. Lavar los pies ya no tiene el significado que tenía
pies que Dios le ha dado para que corra, sus amigos preferidos. en tiempos de Nuestro Señor. Una de las ventajas _que ofrece la
La admiración que se va desarrollando en el niño frente al mundo celebración del Mandato en el hogar es que todos pueden tomar
de la naturaleza también puede ser encauzada hacia la oración y la parte, sin diferencias de edad o sexo.
acción de gracias no sólo mediante oraciones sencillas, sino recu- La parte central de esta celebración pascual son los manjares
rriendo incluso al empleo de algunos salmos. Los niños que desde tradicionales del Seder, tan cargados de simbolismo: el cordero y
los primeros años se han acostumbrado a recitar o cantar salmos el huevo cocido, que representan los sacrificios del templo; los ""
como el 135 (136): «Dad gracias al Señor porque es bueno», corre- rábanos y las hierbas silvestres amargas, que recuerdan los sufrí- ._
tearán por el jardín, desde la edad de tres años, cantando espon- mientos de los hebreos; el jaroset, pasta hecha con nueces, fru- I f
táneamente: «Bendito sea el Señor por las flores, las mariposas ta, etc., que significa probablemente la argamasa utilizada en los
o la luz del sol». Hay algunos salmos especialmente acomodados trabajos forzados. Hay también matzot o panes sin levadura y agua
a los niños. El salino 99, por ejemplo, junta las ideas de alegría, salada, que representa las lágrimas vertidas en el exilio. También
de pertenecer al pueblo del Señor, que debe bendecirle y darle ponemos vino para las copas de bendición.
gracias, y del amor de Dios que permanece para siempre. Los niños tienen reservado un papel principal en este servicio. \
Para que el ciclo litúrgico diga algo a los más pequeños será A ellos corresponde hacer las preguntas tradicionales: «¿Por qué 2.
preciso introducirlo en el hogar bajo una forma simplificada. Ante esta noche es distinta de todas las noches?» «¿Por qué comemos ~~
todo, es preciso conseguir que la Pascua„^£_destaque como punto cordero en esta noche?», etc., a las que responde uno de los pa-
culminante de tqdo_ el año litúrgico» Las ceremonias que tienen dres haciendo un breve relato en que se destacan aspectos del éxodo
lugar en la parroquia resultan excesivamente largas para los pe- en relación sobre todo con la nueva Pascua realizada por Cristo.
queños, aparte de que el lenguaje empleado en ellas está más allá Se bendicen y beben cuatro copas de vino (o de zumo de uva para
de sus posibilidades de entender. La solución estará en adaptar la los niños) y se intercalan durante la cena algunos salmos o cánticos
liturgia de la Semana Santa para-su-uso en el hogar. sobre tema del Evangelio. En medio del servicio se toma la cena
~MTesposo y yo tratamos de conseguir que la Pascua sea efec- real, cordero asado. El ambiente festivo, las charlas y las risas
tivamente la fiesta más importante de todo el año para nuestros mezcladas con las oraciones y los cánticos ofrecen una provechosa
niños. Estos se pasan semanas antes de la fecha preparando adornos experiencia litúrgica, una mezcla de alegría espiritual y temporal.
con motivos litúrgicos, como el cordero pascual o el cirio, y hacien- Nosotros hemos visto que los niños de todas las edades, desde los \
do modelos de la tumba vacía para colocarlos en la casa y en el más pequeños a los adolescentes, ganan mucho participando en
jardín. La hucha en que los niños han ido depositando el producto estas cenas pascuales.
de sus limosnas penitenciales (con idea de aportarlas a algún pro- Nuestros niños son todavía muy pequeños para acudir a la
yecto concreto, como la compra de un tractor para un país sub-
desarrollado) es colocada en lugar preferente en la mesa pascual. 1
P. Rosenberg, A Christian passover servtce, apéndice a O. e I. Pratt,
Durante la Semana Santa celebramos una cena pascual sobre Liturgy Is What We Make It, Seed and Ward, Londres, 1967.
2% I. Pratt Oración en el hogar 257

vigilia pascual de la parroquia, así que celebramos nuestra cere- hambriento, el pobre, el extranjero; en el rostro de cualquier
monia en la tarde del sábado santo, encendiendo nuestro propio hombre.»
cirio pascual —previamente decorado por los niños—, haciendo Nuestros hijos mayores tienen siete y nueve años, y ya están
una corta lectura del relato del éxodo, a cargo de uno de los pa- interesados en encontrar temas para las oraciones de la mesa y en
dres o de un niño mayorcito y cantando algún salmo de alabanza componer sus propias plegarias. En una ocasión se decidieron, des-
o acción de gracias. Renovamos a continuación nuestras promesas pués de discutirlo, por el tema de decir «sí» a Dios. Dibujaron a
bautismales, sirviéndonos para ello de una forma simplificada: por Adán y Eva desobedeciendo a Dios, y a María diciendo «sí» en la
ejemplo, nos «apartamos de Satanás y de todo mal» en vez de «re- Anunciación. El mayor compuso una oración sobre este asunto y
nunciar a sus seducciones». eligió una lectura de la Biblia infantil, el relato de Samuel en el
A lo largo del año hemos encontrado que la oración familiar templo diciendo: «Heme aquí, Señor.» Juntos inventamos una
en las comidas es muy eficaz. Tomando como base el ágape de los nueva letra para el conocido tema musical Kumbaya, pidiendo al
primitivos cristianos, puede constituir realmente una acción de Señor que nos ayude a amarle, vivir en paz y ser buenos para con
gracias continua que convierte la mesa familiar en un símbolo de todos.
la unidad y el amor que Cristo nos mandó manifestarnos unos Estas oraciones en la mesa parecen poseer mayor eficacia para»
a otros. Se leen pasajes de una Biblia para los niños y se rezan conseguir que los niños oren con un efectivo interés personal,
plegarias espontáneas por las necesidades de la familia, la comu- más bien que las oraciones de la noche, pues estas últimas encierran \
nidad local y el mundo entero, referidas muchas veces a problemas el peligro de caer muy rápidamente en la rutina. Las oraciones antes
actuales o a acontecimientos tales como el hambre, la guerra o una de irse a dormir pueden ser un buen momento, por ejemplo, para
catástrofe local. Hay también bendiciones por la comida y la bebida que el niño dé gracias a Dios por todas las cosas buenas que han!
(adaptadas de la Didajé) y entonamos cánticos evangélicos o mo- disfrutado durante el día y para pedir perdón por sus malas aeckw
dernos de inspiración religiosa. Utilizamos muchas veces el arreglo nes, pero justamente porque esto es lo que se hace todos los días,\
«Caribe» del padrenuestro, con gestos, y la versión del Ubi Ca- aunque se varíen las oraciones, se hace más difícil el interés per-'
ritas, por Geoffrey Beaumont, Tbere is God2. El verso que dice: sonal. Sin embargo, las ceremonias realizadas en casa causan un
«Que acaben las palabras amargas y las querellas, de manera que mayor impacto precisamente porque sólo se celebran en contadas
Cristo nuestro Dios esté en medio de nosotros», es muy expresivo ocasiones y porque se acercan más al tipo de experiencia total que
para los niños, y lo cierto es que nuestro hijo de nueve años lo afecta de una manera más completa a toda la persona, ya que en
elige como su oración favorita para irse a dormir. También nos ellas tienen cabida la música, el símbolo, la mímica y las artes vi-
servimos con frecuencia de modernas canciones evangélicas, como suales tanto como las palabras. Los padres con hijos mayores,
el When He Comes Back, de Malcolm Stewart 3 , que fue escrito cuando oyen hablar por primera vez estas comidas-plegarias, pien-
especialmente para el Congreso Mundial de los Laicos, en 1967. san con frecuencia que sería imposible introducirlas en sus familias. N
Al igual que otras muchas canciones de este tipo, tiene una apre- Conocemos, sin embargo, una familia que tuvo la experiencia de
< iable sencillez y apunta directamente a las exigencias del cristia- ver cómo sus hijos, ya adolescentes, vencieron rápidamente el
nismo: «Con la luz de nuestro vivir sobre la tierra descubriremos recelo y la oposición iniciales. Han seguido celebrando el ágape con
MI rostro. Porque el rostro del Señor siempre está cerca: en el entusiasmo e invitan a participar en él a sus amigos.
Conforme los niños se van haciendo mayores, el acento habrá
' 2()ili Ccntury Church Light Music Group, Is This Your Life, J. Wein- de cargarse más en las consecuencias prácticas del cristianismo, en
l'rigrr l.iil., Londres, 1967. un mundo lleno de injusticias sociales, hambre y pobreza, tensión /
' (iVn/ic/ Song Jiook, Chapman, Londres, 1968. racial y guerras. Importa mucho, tratándose de adolescentes, que.^
17
258 I. Pratt

la oración evoque una respuesta del corazón tanto como de la


mente, de forma que se sienta afectada toda la persona. A este
propósito tiene un valor especial la música folk. Muchas canciones
de este género que hoy están en boga expresan verdades cristianas,
por ejemplo, en relación con el amor fraterno, la justicia y la paz,
con unas ideas, lenguaje y sentimientos muy de acuerdo con el GRUPOS REDUCIDOS DE ORACIÓN
alma juvenil. Y OFICIO DIVINO
Es normal que al hacerse mayores los chicos prefieran orar con
los que tienen su misma edad, en el colegio o en el grupo juvenil, Al oficio divino se alude corrientemente como «oración de la
en lugar de hacerlo con la familia; pero antes de que alcancen esta Iglesia». Nos ocuparemos en este artículo de investigar hasta qué
etapa es necesario que la familia los haya entrenado para participar punto está justificado considerar el oficio divino como oración de
con espíritu de iniciativa en la vida cultual, de forma que sean ca- la Iglesia, excluyendo otras formas de oración paralelas a él. Otros
paces dé organizar servicios y componer plegarias según lo requie- artículos de este mismo número exponen cómo se practica actual-
' - ran~las distintas ocasiones. Algo que nuestra formación cristiana mente la oración entre los cristianos. Aquí trataremos de valorar
en el pasado descuidó en gran parte. Si bien muchos de nosotros la situación, fijando una actitud con respecto a las diferentes formas
estamos adquiriendo práctica en la composición de plegarias espon- de oración que se dan en la actualidad.
táneas, son pocos los que alcanzan en esta tarea el alto nivel con-
seguido por muchos miembros de otras iglesias. Yo misma me he
sentido muy impresionada, al tomar parte en una celebración do- I. 1ÍL OFICH) DIVINO
méstica ecuménica, por la capacidad que tienen especialmente los
metodistas para improvisar plegarias espontáneas, llenas, al mismo El desarrollo que en la antigüedad tuvo el oficio divino fue
tiempo, de devoción e interés. Si fuéramos capaces de ayudar a debido a un deseo de dar cumplimiento al mandato del Señor, en
nuestros hijos a hacer lo mismo, habríamos enriquecido su vida el sentido de que debíamos orar ininterrumpidamente. Al mismo
espiritual y los habríamos preparado para establecer una relación tiempo iba estrechamente unido a la conmemoración de la muerte
J entre su oración y su vida cristiana. Si pretendemos transformar y resurrección de Cristo. Son tres las fuentes que nutrieron el
., el mundo habremos de asegurarnos de que nuestros hijos, que son desarrollo del oficio diario; concretamente, la advertencia dada a
I la comunidad cristiana del futuro, sean capaces de relacionar íntima- los individuos sobre la oración cotidiana, la costumbre de rezar
* mente la piedad y la acción. La una sin la otra serían estériles. todos los días en la comunidad de la iglesia local y las sesiones de
oración, más largas, que tenían los ascetas y los monjes. De esta
I. PRATT forma, el oficio divino, tal como hoy lo tenemos, responde a dife-
rentes exigencias de oración. La idea de que es ofrecido a Dios como
oración de la Iglesia y en el nombre de la Iglesia es relativamente
reciente. Dígase lo mismo acerca de la idea de que ciertas personas,,
los sacerdotes y religiosos, por ejemplo, están encargados de reci-
tar el oficio en nombre de la Iglesia.
El problema a que debe hacer frente la reforma del oficio di-
vino está en que habrá de resolver las necesidades de oración en la
actualidad. Las reformas corren el peligro de ser algo impuesto
Grupos de oración y oficio divino 261
?(,() D. Power
aquellos que han recibido de la jerarquía tal encargo, pues esta
jerárquicamente, a priori, en vez de un desarrollo vivo, emergiendo
designación significa que oran en nombre de la Iglesia.
del cuerpo de la Iglesia, que cuenta con la guía del Espíritu. Si algo
Estas afirmaciones plantean una serie de preguntas. ¿Tiene el
puede decirse con seguridad acerca de la oración en la Iglesia pri-
mitiva es que brotaba de su mismo cuerpo, que era dirigida por oficio recitado, en privado o en común, por personas designadas
sabios consejeros, pero nunca estructurada con rigidez o impuesta para ello, un valor realmente especial? ¿Ha de considerarse nece-
umversalmente. Es un error abordar la cuestión de la renovación sariamente que es mejor la oración hecha de acuerdo con unos
del oficio divino sobre la base de una teoría preconcebida acerca textos prescritos aprobados por la jerarquía que la oración hecha
de lo que debe ser éste, como si la «oración de la Iglesia» hubiera con otros textos? ¿Puede convertirse en oración de toda la comu-
de adoptar necesariamente una forma determinada. Mejor sería nidad eclesial el oficio tal como hoy lo tenemos, aun cuando fuera
averiguar las verdaderas necesidades que tiene el pueblo en ma- oficialmente revisado en cuanto a la forma?
teria de oración, hacerles frente de acuerdo con la tradición cris-
tiana, pero respetando al mismo tiempo las nuevas condiciones,
y permitir que se desarrolle luego una teología de la oración que II. ORACIÓN DE GRUPO
tenga en cuenta la acción del Espíritu en la Iglesia y los cambios
que se van produciendo bajo su influjo. No sólo los laicos, sino Más allá de la posición oficial con respecto a la oración de la
también los monjes y los clérigos tienen la impresión, cada día más Iglesia, tendremos que examinar los hechos de oración que se dan
acentuada, de que el oficio que se les impone como «oración de la en la vida del pueblo fiel de Dios. Sólo entonces estaremos en con-
Iglesia» es una cosa extraña *. Se siente la necesidad de nuevas diciones de ver el papel que incumbe a la Iglesia institucional en
formas de oración, de nuevos modos de expresarse en este terreno. la tarea de guiar y orientar la oración de la Iglesia. Porque cierta-
Lo que la Iglesia no reza de hecho, difícilmente puede considerarse mente le corresponde cumplir alguna función en todo ello, pero ¿es
como oración de la Iglesia sobre la base de teorías preconcebidas. exactamente el papel que hoy está tratando de desempeñar?
En la aportación del Padre Salmón a la edición hecha en 1961 Una mirada a los hechos nos bastará para comprender que hoy
de la obra de Martimort, L'Eglise en priére, encontramos la afir- son muy numerosos los intentos de buscar nuevos caminos para
mación de que el laico que recita privadamente el oficio divino el contacto con Cristo y el Padre a través de una oración hecha en
realiza una buena obra, pero de hecho no ofrece una oración litúr- unión con los hermanos. Estos intentos se desarrollan con prefe-
gica. El autor lo explica diciendo que tal oración no es asumida rencia en el hogar o en grupos de oración, más que en la Iglesia.
por Cristo como cabeza del Cuerpo Místico ni recibe un valor por Se piensa y se desea una oración espontánea que no encuentra fácil-
los méritos de la Iglesia 2 . Para orar en nombre de la Iglesia es pre- mente satisfacción en las formas oficiales de orar. Hay toda una
ciso recibir de la jerarquía un mandato y servirse de un texto apro- gama de libros dedicados a la oración que parten de la plegaria
bado por esa misma autoridad. No es muy diferente de esta pos- bíblica y de otras formas tradicionales en un esfuerzo por lograr
tura la que revelan los documentos del Concilio Vaticano sobre la un lenguaje contemporáneo. Hay nuevas formas de utilizar la Bi-
liturgia. Por una parte, es evidente que se quiere reinstaurar un blia como base de la oración, adoptando ante ella una actitud refle-
oficio como oración de la comunidad eclesial, y para ello se pide xiva y de diálogo, «escuchando» lo que dice, con preferencia a la
una mayor participación del pueblo. Pero, por otra, sigue atribuyen- lectura proclamada ante una asamblea. Hay también el empleo de
do un especial valor al oficio divino cuando éste es recitado por acciones simbólicas que no se encuentran en los ritos litúrgicos,
el uso del canto y de la danza, de los recursos visuales como otros
• CÁ. «La Maison-Dieu», 95 (1968), 7-141. tantos medios para buscar la presencia de Cristo en su pueblo y
C,í. P. Salmón, La priére des beures, en A. Martimort, L'Eglise en el contacto de unos con otros «en el Señor». Se ha visto que todo
prlfrc, PmísTournai, 1961, 869-870.
262 D. Power Grupos de oración y oficio divino 263

esto es posible dentro de los grupos pequeños, que constituyen cuencia es dentro de estos grupos —especialmente por lo que se
verdaderas comunidades vivas integradas por personas unidas ya refiere a los niños en relación con la familia, pero lo mismo podría
por vínculos de intereses y preocupaciones comunes, pero no tie- decirse de los demás grupos— donde el individuo aprende a orar,
ne cabida en las iglesias públicas, donde puede comprobarse la rea- y no en la iglesia. Algunos de estos grupos logran desarrollar su
lidad desalentadora de que las personas están reunidas, pero no dimensión cristiana mediante la oración, y también gracias a ella
unidas. consiguen que las relaciones humanas vivas se incorporen al reino
Al tratar de valorar las diferentes formas de oración no pode- de Dios.
mos contentarnos con tener en consideración únicamente su esta- Pensarán algunos que al destacar como lo hacemos el valor de
tuto oficial y su estructura sacramental. También habremos de aten- la oración en los minigrupos estamos rebajando el de la plegaria
der a su capacidad para dar respuesta a las necesidades humanas. en la comunidad eclesial, presidida por un ministro ordenado y
Cuando nos hemos cerciorado de cuáles son estas necesidades, po- llevada de acuerdo con unas estructuras y fórmulas aprobadas por
demos preguntar cómo es posible hacer que encuentren respuesta la autoridad. Pero no es así; vistas las cosas con ecuanimidad, la
en las estructuras formales de la oración. Para conseguirlo pode- impresión debería ser que estamos aplicando la norma de «hacer
mos contar con la ayuda de las ciencias sociológicas y psicológi- esto sin descuidar lo otro». La oración en los grupos familiares o
cas 3. El hecho de pertenecer a una comunidad presupone que cada en cualesquiera otros de dimensiones reducidas no se opondrá, sino
miembro tiene conciencia de formar parte de ella y que acepta y que trabajará a favor de una mayor eficacia de la oración en la
personifica las valoraciones que sirven de base a esa comunidad. asamblea mayor de la Iglesia.
De los resultados obtenidos por la investigación sociológica y psi- Para empezar, los grupos de oración podrán impulsar la ver-
cológica se desprende que los grupos más reducidos son de una dadera estima de la oración litúrgica, influyendo también ocasio-
importancia decisiva para ayudar al individuo a relacionarse con la nalmente en su contenido. Para valorar la plegaria de la Iglesia y
sociedad más amplia, de la que también es miembro, y para des- la acción de Dios a través de ella, el contenido de la oración tiene,
arrollar unas actitudes religiosas. Son los grupos pequeños los que por lo menos, tanta importancia como la designación oficial de
inculcan en el individuo la estima de unas valoraciones, le ayudan las personas o la aprobación jerárquica de los textos. Dios está pre-
a asimilarlas y a expresarse a sí mismo de acuerdo con ellas. Por sente en el momento que dos o tres se reúnen en nombre de
lo que se refiere a las actitudes religiosas y a la pertenencia a la Cristo, en la fe que poseen, en la palabra que escuchan y en el gemir
Iglesia, el individuo cristiano recibirá una gran ayuda para alcanzar del Espíritu que busca expresarse a través de los deseos que ellos
la madurez cristiana a través de la participación en la vida y en la formulan. Al igual que nadie puede aprender a apreciar la música
acción de los grupos más reducidos. En los años primeros de la o el arte con sólo ponerse en contacto con obras de este tipo, tam-
vida, el más importante de estos grupos es la familia. Durante poco es posible valorar y tomar parte en la liturgia simplemente
la adolescencia y la edad juvenil, la familia es suplementada con la por presenciar su desarrollo. La enorme ventaja que presentan los
influencia del colegio, del club o de los grupos apostólicos. Tam- grupos de oración, familiares o de otra clase, consiste en que al
bién el adulto necesita la ayuda del grupo para desarrollar sus rela- permitir una mayor holgura y espontaneidad ayudan a los partici-
ciones con la Iglesia y con la sociedad. Dado que la oración tiene pantes a captar y valorar el contenido de la liturgia. Los miembros
de estos grupos aprenden, a través de lecturas, diálogos, reflexión
decisiva importancia en la formación de las actitudes religiosas, el
y plegarias espontáneas, a descubrir a Dios y a Cristo en la Biblia,
orar dentro de estos grupos es no sólo útil, sino necesario. Con fre-
en la vida humana y en el prójimo. No hay posibilidad de autén-
3
tica liturgia a menos que se dé este triple descubrimiento: que nor-
Cf. F. Houtart-J. Remy, Estado actual de la sociología aplicada a la malmente la realiza el niño con más facilidad en la vida del hogar
pastoral: «Concilium», 3 (1965), 97-123.
264 D. Power Grupos de oración y oficio divino 265

que en la iglesia; el adolescente, en los grupos naturales propios de qué bases ha de apoyarse la comunidad cristiana individual en la
esa edad, con tal de que se les oriente en el camino de la oración, sociedad de nuestros días. La oración dentro de tales grupos es abso-
y el adulto, en la intimidad de aquellos con quienes comparte unas lutamente necesaria para dar la base adecuada en la palabra y en
mismas necesidades, intereses o preocupaciones. Los grupos de el poder de Dios a estas congregaciones cristianas y a todas las
oración pueden adoptar las mismas estructuras y contenidos que demás estructuras que de ellas vayan surgiendo. Al mismo tiempo,
siempre ha tenido la liturgia, pero en un estilo menos formalista. cuando se trate de las asambleas mayores, como las que suelen
Esto supone el empleo de la Biblia como base para la reflexión y la reunirse en los locales públicos dedicados al culto, no se debería
plegaria, la expresión por parte de la comunidad de sus sentimien- caer en el error de actuar en ellas dando por supuesto que son
tos de admiración, acción de gracias, arrepentimiento, alabanza y comunidades estrechamente trabadas, con personas íntimamente
deseo, así como el recurso a los gestos y acciones simbólicas. En unidas unas con otras. El culto en estas asambleas habrá de tender
cuanto a los textos empleados para la reflexión o la autoexpresión, a unir momentáneamente a unos extraños en un culto común a
la Iglesia primitiva no dudaba ir más allá de la Biblia o las formas Dios, dando a los participantes un cierto sentimiento de pertenen-
oficiales. En este sentido sufrimos las consecuencias de un cierto cia al grupo que les ayude a identificarse con la Iglesia. Parece, sin
estancamiento. La Iglesia jerárquica podría aprender de estos grupos embargo, que la oración pública en estas agrupaciones más numero-
de oración qué textos y qué acciones simbólicas poseen mayor ca- sas, en los locales públicos de culto, depende en gran medida del
pacidad expresiva para las personas de nuestro tiempo, según los aprendizaje llevado a cabo en los pequeños grupos de oración, y no
diferentes lugares, para incorporarlos después a la liturgia oficial. sería sensato esperar que las personas saquen de estas asambleas
La vida de estos grupos de oración podrá influir también en mayores aquel tipo de satisfacción o sentido de identidad que real-
nuestra idea de lo que es la comunidad de la iglesia local. Cada vez mente corresponde, por su misma naturaleza, a la oración realizada
se impone con más fuerza la convicción de que no puede dividirse en los grupos reducidos.
la Iglesia en comunidades básicas sobre el fundamento de los lími- De todo ello podemos deducir que para la vida del culto son
tes geográficos. Esto es cierto en relación con la parroquia, pero necesarios ambos tipos de reunión. Ante todo, debe darse la co-
también se aplica en cierta medida a la diócesis. Las personas que rrespondiente al grupo primario: familia, colegio, club, círculo de
viven en una misma área geográfica, especialmente en las ciudades, estudio, asociación apostólica, etc. Sin embargo, si los cristianos
no forman en realidad comunidades estrechamente cerradas. De redujeran su vida cultual a la actividad de estos grupos podrían vol-
ahí que no sea posible encuadrarlas en comunidades vivas y ope- verse introvertidos, centrados en sí mismos, despreocupados con
rantes de personas. Esto implica que hemos de replantearnos las respecto a los problemas de la Iglesia en su conjunto. De ahí que
estructuras eclesiales y las formas del culto. La formación de grupos sean necesarias también las reuniones mayores de la Iglesia. Pero
sobre una base voluntaria y quizá transitoria ayudará a la Iglesia ha de tenerse en cuenta que los dos tipos de reunión responden a
a encontrar sus nuevas estructuras 4 , así como a descubrir sobre diferentes necesidades y que forman, conjuntamente, aquello que
en concreto puede designarse como oración de la Iglesia, si por ello
4
Cf. J. H. Fichter, Social Relations in the Urban Parish, Chicago, 1954, entendemos la oración que ofrece la Iglesia en la práctica y si esta-
156-157: «... el esfuerzo por incluir todas las actividades parroquiales volun- mos de acuerdo en que ambos tipos de asamblea son necesarios
tarias de los laicos en algunas organizaciones formales relativamente poco para que haya genuina oración, fundada en una fe viva, dentro del
numerosas y artificiales reduce al mínimo tanto la eficacia (realización del cuerpo del pueblo de Dios.
proyecto) como la eficiencia (conseguir que las personas aporten su esfuer-
zo)..., descuidar las pequeñas agrupaciones informales (llamadas a veces 'gru-
pos naturales') constituye una de las mayores pérdidas sociales del potencial
de la parroquia».
Grupos de oración y oficio divino 267

de sus miembros. Tan importante debe ser la ayuda que ha de


III. FUNCIÓN DE LA AUTORIDAD ECLESIAL prestarse a quienes tratan de descubrir la forma y el contenido de
una oración que se acomode a las exigencias de la familia o del
Sería, por consiguiente, un error el que la autoridad de la Igle- grupo. Por supuesto, esta ayuda no puede ser prestada únicamente
sia se preocupase únicamente del culto público o del oficio divino por una autoridad central, sino que en gran medida debe constituir
entendido como oración oficial y recitado según unos textos preesta- tarea de las jerarquías locales.
blecidos. La autoridad debe ofrecer una orientación también a los
grupos de oración y con vistas a la piedad familiar. También esta
oración es oración de la Iglesia, y aunque nos gustaría conservar IV. LA ORACIÓN DE LA IGLESIA
el término de oficio divino para designar el culto público y oficial,
no deberíamos olvidar que en su origen el oficio divino suponía La teología del oficio divino sugiere muchas veces que éste tiene
un intento de dar a todos los miembros de la Iglesia una orientación un valor especial para dar gloria a Dios o para santificar a los hom-
para la práctica y el aprendizaje de la oración. En su forma actual bres precisamente por su carácter oficial. Se rodea al oficio divino
recoge unos elementos que al principio pertenecían al culto comu- de una cierta aureola mística, en gran parte debido al empleo de
nitario celebrado bajo la presidencia del obispo, el presbítero o el expresiones como «la oración de la Iglesia», «orar en nombre de
diácono, con carácter más personal o privado, y que era también la Iglesia» y «ex opere operantis Ecclesiae». Habrá que revisar estas
la oración comunitaria de los grupos monásticos o ascéticos no expresiones y revalorizar, en consecuencia, las diferentes formas de
clericales. Era, evidentemente, un intento de resolver necesidades oración en uso.
diferentes de grupos diferentes y de maneras también diferentes. No es la aprobación de la jerarquía la que crea la oración de la
En la actualidad, los esfuerzos de las familias y de los grupos pri- Iglesia, sino el gemir del Espíritu, que da la fuerza y la gracia nece-
marios y naturales por unirse a Dios en la oración y por asumir la sarias para dirigirse a Dios como a un Padre. La oración de la Igle-
tarea de llevar a la presencia de Dios la carga de sufrimientos que sia no es tal porque haya sido oficialmente sancionada, sino porque
pesa sobre el mundo merecen también que se les considere como surge de la entraña de la Iglesia en respuesta a los impulsos del
parte integrante de la oración de la Iglesia. No hay motivo para Espíritu que nos enseña lo que hemos de orar. La sanción oficial
que sólo una forma de oración sea considerada «oración de la Igle- es un criterio de ortodoxia o la necesaria institucionalización de un
sia» o para que la autoridad de la Iglesia limite su atención a pro- interés común. Se diría que en materia de regulación de oraciones
mocionar el oficio divino como oración oficial. la función de la autoridad consiste más bien en sancionar y aprobar
La intervención de la autoridad para orientar la oración fami- que en crear, siendo así que hasta ahora todos sus esfuerzos van en
liar y de grupos es delicada, pero necesaria. Su papel no puede la línea del crear e imponer.
consistir en imponerse, sino en orientar, advertir y sancionar, ase- Cuanto se ha venido fomentando últimamente en materia de
gurando así la fidelidad y la continuidad dentro de una tradición, oración dentro de la Iglesia no ha sido realmente oración de la
así como el sentido de que se forma parte de una Iglesia. A la hora Iglesia, sino oración de unos grupos específicos dentro de la Iglesia,
de revisar las actuales estructuras o de ayudar a la familia de Dios especialmente de clérigos y religiosos. Los avances realizados son
a encontrar sus propias formas de oración, la jerarquía cometería exponente de la preocupación que siente la jerarquía por la oración
un grave error limitándose a fijar la atención en un oficio divino y la santidad de estos sectores específicos, su ansiedad por alentar
oficial, con textos aprobados, pero rígidamente fijos, previstos la devoción en ellos y por prestarles ayuda para que respondan ade-
para su uso en las asambleas públicas o por personas oficialmente cuadamente a su vocación. Únicamente en las últimas décadas, y
designadas. Esto sería tanto como desentenderse de la mayor parte especialmente a partir del Vaticano II, hemos vuelto a contemplar
268 D. Power Grupos de oración y oficio divino 269

un deseo de reinstaurar el oficio como oración de la comunidad en la primera tenemos una oración que es consecuencia de la pre-
eclesial. Es de alabar este deseo de restaurar una comunidad orante, sencia de Cristo en su Iglesia y una forma de oración que resulta
o de asentarla sobre bases más firmes y auténticamente cristianas beneficiosa para la misma Iglesia.
allí donde ya existía, gracias a las devociones populares. Acudiendo a La expresión ex opere operantis Ecclesiae se aplica algunas
fuentes más ricas de espiritualidad, y en especial a la Biblia, será veces al oficio divino con intención de destacar aquello que se juzga
posible contribuir a la formación de una sólida espiritualidad cris- como el elemento que lo hace especialmente eficaz. Pero al igual
tiana tanto en los laicos como en los clérigos, y en este sentido que la otra expresión, ex opere operato, sólo puede significar que
reviste especial interés el contenido del oficio divino, especialmente esta eficacia especial se da en el oficio divino cuando éste es par-
una vez que haya sido revisado. De todas formas, sería un error ticipado adecuadamente; esa eficacia deriva del hecho de que supone
forzar a los creyentes a aceptar unos esquemas rígidos de oración una manifestación sacramental de la Iglesia más plena que la de
bajo normas estrictas universales, como sería también otro error los grupos de oración, al menos cuando la recitación del oficio
menospreciar el valor de la oración familiar o por grupos realizada tiene lugar en una auténtica comunidad de oración. Su especial valor
de una manera más informal. como intercesión consiste en el hecho de que constituye una mani-
Parecería más bien arbitrario el clasificar únicamente el oficio festación especial de la voluntad salvífica de Dios que lleva consigo
divino en la categoría de oración oficial y llamar a todo lo demás la nueva creación de la comunidad creyente de una especial manera.
devociones públicas u oración privada. La oración de la Iglesia abar- El individuo tiene necesidad de participar en esa oración porque
ca una amplia variedad de realidades, y cada forma en particular le es preciso apropiarse personalmente la fe de la Iglesia, experi-
habrá de ser valorada según la medida del fervor de los partici- mentando y aceptando el hecho de ser miembro de la comunidad
pantes y la realización sacramental de la Iglesia que en cada una eclesial. Pero al igual que ocurre con la participación en los sacra-
tenga lugar. Lo primero es un imponderable, pero bajo la guía del mentos, carecerá de valor a menos que sea consciente, activa y
Espíritu y con la ayuda de todos los miembros de la Iglesia hemos generosa.
de buscar las formas y el contenido de la oración más capaces de La afirmación de que los sacerdotes y religiosos oran en nombre
suscitar una ardiente y auténtica devoción cristiana en la Iglesia de de la Iglesia parece suponer actualmente que la oración de aquéllos
nuestros días. En cuanto a lo segundo, podrá conseguirse en muy reviste una especial significación. Pero es preciso notar que la expre-
diferentes grados. sión «en nombre de» fue elegida para evitar otra: «en persona de»,
La específica eficacia de toda acción litúrgica procede de que y que tuvo su origen en un contexto jurídico, sin una especial inten-
manifiesta sacramentalmente el misterio de Cristo en su Iglesia. ción teológica, simplemente para explicar la obligación de recitar
Cristo está presente y activo en la liturgia, debido a las diferentes el oficio divino que se imponía a tales personas 5 . La obligación
formas en que esta presencia se manifiesta: en la reunión de dos del oficio en los sacerdotes y religiosos debe considerarse como una
o tres en su nombre, en su palabra, en la oración de la fe formu- manera de asegurar que responderán a su vocación, que ciertamente
lada de acuerdo con los impulsos del Espíritu, en las diferentes incluye el dedicarse a una oración más devota. Pero lo que tiene
acciones simbólicas que indican la comunión personal con él y en verdadero valor para la Iglesia es la vocación carismática y la res-
la persona del ministro ordenado que actúa representando a Cristo puesta a la misma, no la designación oficial para orar. Sin la gracia,
en su condición de Cabeza. Es posible que se den todos estos ele- la caridad y el fervor, la oración de estas personas no tendría un
mentos simultáneamente o sólo algunos de ellos. En la medida que 5
Cf. B.-D. Marliangeas, «In persona Christi», «In persona Ecclesiae».
alcance cada uno de ellos, podremos hablar de una oración de la Notes sur les origines et le développement de l'usage de ees expressions dans
Iglesia. Algunos de ellos se dan ciertamente en la oración familiar la théologie latine, en J.-P. Jossua e Y. Congar, La Liturgie aprés Vatican II
o de grupo, lo mismo que en las asambleas públicas, de manera que (Unam Sanctam, 66), París, 1067, 283-288.
270 D. Power Grupos de oración y oficio divino 271

valor especial6. El sentido del mandato oficial ha de considerarse hombre desconoce los ritmos naturales y trata de imponer el suyo
en el orden del signo; es la manera que tiene la institución de propio, de acuerdo con las exigencias de sus tareas?
indicar su interés en asegurar la presencia en la comunidad eclesial La práctica de la oración diaria y el uso del oficio divino en
de unas personas que se obligan a orar con más frecuencia y con calidad de oración cotidiana de la asamblea cristiana no puede sepa-
mayor fervor por la Iglesia, respondiendo así a una llamada espe- rarse de la diaria celebración de la eucaristía. El oficio se desarrolló
cial de la gracia. Es una manera de constituir a los clérigos y reli- primeramente en una época en que ello no era lo acostumbrado,
giosos como signos o testigos de la dependencia y la unión que de manera que en realidad la oración diaria de la comunidad con-
tiene la Iglesia con respecto a su cabeza, Jesucristo. La oración de sistía en el oficio, no en la misa. En la actualidad, la oración fami-
estas personas, signo profético y ejemplo aleccionador para los liar o de grupo es más verosímilmente la oración diaria, o al menos
demás miembros de la Iglesia, debe ser estimada y gozar de un la oración de un día por semana (porque otra cosa no sería posi-
estatuto oficial, al igual que en los primeros tiempos la oración del ble) de muchas personas, en lugar de la misa o del oficio. Los que
orden de las viudas y vírgenes tenía un carácter público y un puesto acostumbran recitar diariamente el oficio son esos grupos espe-
en el ordenamiento de la Iglesia 7 . La prescripción de unos textos ciales concretos: los sacerdotes y religiosos, que también están
especiales de oración es la manera que tiene la autoridad de asegu- acostumbrados a la misa diaria.
rar que esa vocación tendrá la respuesta más adecuada y conve- ¿Hasta qué punto es realista el intento de reinstaurar el oficio
niente. Al igual que todas las normas, las que imponen unos textos divino como oración de la comunidad eclesial en la asamblea públi-
y formas deben ser flexibles, pues de otro modo fracasarían en su ca al lado de la eucaristía como reunión diaria? ¿Es de esperar que
intento de asegurar, concretamente, una oración ferviente y bené- se acepte la misa como única asamblea diaria de oración en los
fica por parte de aquellos para quienes fueron promulgadas. lugares públicos de culto? ¿Acaso no deberíamos estar dispuestos
a admitir más bien que, supuesto que la oración, incluida la misa,
depende en gran parte de la fe de los participantes, sería preferible
IV. LA SANTIFICACIÓN DEL TIEMPO en determinados días establecer como plegaria común el rezo de
maitines o vísperas en lugar de la misa? Esta última práctica estaría
La Constitución sobre la liturgia del Vaticano II habla también más en consonancia con el énfasis que es preciso dar a la fe de los
de la santificación del tiempo, y por este motivo manda que se participantes en la liturgia y a la urgencia de promoverla y educarla
atienda especialmente a la recitación de las diferentes horas canó- en muchas y diferentes maneras. Pero sea lo que fuere de cuanto
nicas a su debido tiempo. Pero el ritmo previsto por el oficio es haya de hacerse en los lugares públicos de culto —misa u oficio—,
el mismo que corresponde al día natural. ¿Hasta qué punto va habrá de admitirse el hecho de que la oración familiar o por gru-
de acuerdo con la distribución del tiempo en una era en que el pos tendrá en adelante una enorme importancia práctica en la vida
de muchas personas, mayor que la de cualquier otra asamblea. De
6
hecho, este tipo de oración constituye una gran parte de la «oración
«De la misma forma que la recepción frecuente de los sacramentos no de la Iglesia» y, en consecuencia, es de esperar que recibirá la ade-
incrementa automáticamente la gracia ni da mayor gloria a Dios, a menos
que vaya acompañada de una más profunda entrega en la fe, así tampoco es
cuada atención y la orientación pastoral que le es debida por parte
'mejor' el breviario precisamente por ser 'la oración de la Iglesia' y por de los ministros ordenados de la Iglesia.
recitarse en virtud de un 'mandato oficial'. Es mejor siempre —y únicamen-
D. POWER
te— cuando es signo de una entrega más profunda al Señor...». Cf. A. Háuss-
ling, art. Brevier: «Sacramentum Mundi», I, Friburgo, 1967, col. 634.
7
Cf., por ejemplo, Hipólito de Roma, Tradición apostólica, edición por
G. Dix-H. Chadwick, Londres, 1968, 20-21.
Bendición de la mesa y eucaristía 273

eucarística. Mejor diríamos que no es exagerado afirmar que la


actitud religiosa con respecto a los alimentos, expresada en la cos-
tumbre tradicional de bendecir la mesa, es de una importancia
decisiva. La teología moderna considera dato adquirido el que nin-
guno de los sacramentos pueda ser considerado aislándolo de las
BENDICIÓN DE LA MESA Y EUCARISTÍA realidades humanas que son fuente de su capacidad significativa
como signo. La unción de los enfermos no puede aislarse del sen-
CUESTIONES PLANTEADAS DESDE tido que tiene la enfermedad en una vida humana; el sacramento del
LAS CIENCIAS SOCIALES
matrimonio tampoco puede aislarse de todo el contexto que forman
las instituciones humanas llamadas matrimonio y familia, o de los
Todos admiten ya que la liturgia debería estar más abierta a acontecimientos del encuentro y la comunión interpersonal. Los
las ciencias sociales y que los estudios litúrgicos han de orientarse, sacramentos son realidades humanas que ya tienen una «significa-
de ahora en adelante, con más decisión en este sentido. CONCILIUM ción» antes de convertirse en signos cristianos de salvación *
responde al tipo de revista que podría marcar la pauta en esta nueva La eucaristía no es sólo una comida y un sacrificio de acción
dirección. de gracias; presupone, como punto de partida, una actitud de ac-
Pero el problema es muy amplio. El dominio de todo cuanto ción de gracias. La eucaristía no es, primariamente, un gesto de
se ha escrito sobre la eucaristía, desde un punto de vista histórico acción de gracias a Dios por todas las cosas buenas de la vida y
y teológico, es tarea capaz de llenar toda una vida. Los estudios de la creación; da por supuesta esta actitud y avanza más allá, cele-
interdisciplinares exigen el conocimiento de muchas ciencias nue- brando la salvación en una perspectiva expresamente escatológica.
vas, aparte de que sería preciso elaborar una metodología especial. Pero toda la tradición de la plegaria eucarística se ha elaborado
Sería obra de un equipo, pero resulta difícil encontrar una termi- en torno a la idea de que el pan y el vino ofrecidos para el sacri-
nología y unos criterios de clasificación comunes. ficio tienen ya, antes de convertirse en cuerpo y sangre del Señor,
Pero el tema de las oraciones que se dicen como bendición de un carácter simbólico. Son ya dones de Dios, elegidos de suis donis
la mesa es lo bastante reducido e importante como para constituir ac datis. «Le ofrecemos lo que es suyo», dice Ireneo 2 , y la plegaria
un buen enfoque, a fin de considerar algunos de los problemas eucarística de San Juan Crisóstomo concluye su anamnesis con
implicados. palabras semejantes: «Al ofrecerte unos dones que ya eran dones
Las siguientes páginas significan un esfuerzo de un autor espe- tuyos a nosotros, te alabamos...» 3 .
cializado en teología e historia de la liturgia que trata de examinar Cuando Pablo, en 1 Cor 10,16, habla de la eucaristía como
un problema litúrgico a la luz de algunas briznas de información koinonía en el cuerpo y sangre de Cristo, se ve claramente por el
que ha ido descubriendo en los escritos de sociólogos y antropó- contexto que un pan y una copa son signos de koinonía ya antes
logos, campo en el que no es especialista. Los autores consultados de tener una referencia específicamente cristiana. Incluso las moder-
son inevitablemente americanos en su mayor parte. nas teologías que hablan de «transignificación» eucarística se fun-

1
I. IMPORTANCIA TEOLÓGICA DE LA BENDICIÓN DE LA MESA Cf. E. Schillebeeckx, Het Huwelijk: aardse werkelijkheid en heilsmys-
terie, Bilthoven, 1963.
* Adv. Haer., IV, 31, 3.
No es fácil caer en exageración al destacar la enorme importan- 3
F. E. Brightman, Liturgies Eastern and Western, vol. I: Eastern Litur-
cia que tiene la bendición de la mesa con vistas a una teología gies, Oxford, 1896, 329.
18
274 R. Ledogar Bendición de la mesa y eucaristía 275

dan en la idea de que el pan y el vino tienen una significación según la cual la primitiva cristiandad no distinguía muy claramente
previa. entre una comida compartida entre los discípulos del Señor y una
Por consiguiente, la actitud religiosa ante el alimento reviste conmemoración específica de la Ultima Cena, en que se incluyesen
una importancia fundamental para la teología eucarística. Esta las palabras de la institución 6 , la atención, en este caso, se cen-
actitud religiosa se iría asimilando no sólo a través de la misma traría naturalmente con más facilidad en todo el contexto de comi-
eucaristía, sino en el hecho de tomar el alimento día tras día. das y bendiciones de la mesa de la cristiandad primitiva, de los
Allí donde el alimento constituye un signo de hermandad y par- tiempos de Jesús y del mundo helenístico.
ticipación en el misterio de la vida, allí donde se reconoce en el Independientemente de las respectivas tendencias al respecto,
alimento común un don de Dios, autor de la vida, se tiene ya el los exegetas en general ven algún rasgo eucarístico en muchas de las
contexto tradicional de la eucaristía cristiana. Dondequiera que comidas descritas o mencionadas en el Nuevo Testamento, aparte
este contexto se pierde, la eucaristía se queda como aislada, sin de la cena de despedida celebrada por el Señor, y especialmente en
relación con la vida diaria, y adopta rápidamente el aire de un las comidas relacionadas con los relatos de la resurrección7. Su
rito mágico. gran interés por el género literario o cultural de la plegaria euca-
rística ha hecho que los historiadores de la primitiva Iglesia y de
la antigua liturgia pasaran a investigar el significado religioso que
II. IMPORTANCIA HISTÓRICA DE LA BENDICIÓN pudieran tener en el judaismo las comidas y la bendición de la
DE LA MESA EN EL CRISTIANISMO mesa 8 . El tema de alabanza y acción de gracias que predomina en
la plegaria eucarística, en todas las liturgias, ha demostrado tener
Históricamente, la importancia de la bendición de la mesa tiene su origen en una determinada forma de la berakah judía que se
su raíz en el hecho de que la eucaristía se celebraba teniendo una pronunciaba sobre el pan y el vino durante las comidas9.
comida como contexto. La progresiva separación de la eucaristía con respecto a su pri-
Es sumamente curioso observar cómo crece la importancia his- mitivo contexto de una comida es un fenómeno del que sabemos
tórica que se atribuye a las comidas ordinarias y a la bendición muy poco. Si bien eran un hecho ya a mediados del siglo H en la
de la mesa conforme se va adoptando una línea más radical en la comunidad romana que nos describe Justino 10, la separación quizá
crítica del Nuevo Testamento en cuanto al tema de los orígenes de no fuera ni total ni universal en aquel tiempo n . A finales de este
la eucaristía. Si ésta se relaciona muy estrechamente con el banquete mismo siglo sabemos de una comida de hermandad con neto matiz
pascual judío, siguiendo a J. Jeremías 4 , resulta entonces que el
contexto existencial de la eucaristía queda muy circunscrito (aun- ' E. Schweitzer, The Lord's Supper: According to the New Testament,
que no del todo carente de una profunda significación para la Filadelfia, 1967 (traducción revisada del artículo Abendmahl I: Die Reli-
interpretación religiosa de todo tipo de comidas). Si la eucaristía gión in Geschichte und Gegenwart, 3.a ed., vol. I, 10-21; R. D. Richarson,
Supplementary Essay, en H. Lietzmann, Mass and Lord's Supper, Leiden, s. f.,
se considera más bien en el contexto de las comidas festivas, dis- publicación todavía en curso, fase. 5, 221ss).
tintas de las «comidas diarias», siguiendo a H. Schürmann5, la 7
Sobre Lucas, cf. referencias en Jerome Biblical Commentary, editado
relación de las comidas diarias con la participación en la Cena del por R. E. Brown y otros, Englewood, N. J., 1968, 44, n. 177. (En breve apare-
Señor se hace más visible. Pero si se acepta la crítica más radical, cerá este Comentario a la Biblia en Ediciones Cristiandad.)
' Cf. L. Bouyer, Eucbaristiae, París, 1966.
' J. P. Audet, La Didaché, Instructions des Apotres, París, 1958, 375-387.
4 10
T. Jeremías, Die Abendmahlsworte ]esu, Gotinga, 1960. «Apología I», 67 (J. Quasten, Monumenta Eucharistica et Litúrgica
1
II. Schürmann, Palabras y acciones de ]esús en la última Cena: «Con- Vetustissima [Bonn, 1935], 19).
cílium», 40 (1968), 629-640. " Cf. Epistula Apostolorum (Quasten, 337).
276 R. Ledogar Bendición de la mesa y eucaristía 277

religioso, pero no eucarístico, descrita por Hipólito en Roma y por mesa en el cristianismo primitivo, es evidente que el sacramento de
Tertuliano en África n. Es la comida conocida con el nombre de la Cena del Señor nació en una cultura en que toda comida, si no
ágape, que parece haber sido una institución viva, aunque quizá era ya de por sí un acontecimiento de profundo sentido religioso,
sólo ocasional, en Alejandría durante el siglo iv 13. De ella se en- podía convertirse en tal con mucha facilidad. El pan y el vino eran
cuentran vestigios incluso en fecha más tardía M. cosas sagradas antes de que se convirtieran en cuerpo y sangre del
Los cristianos celebraban frecuentes banquetes relacionados con Señor, pues «todo lo que Dios ha creado es bueno, y nada ha de
los funerales y los aniversarios de los difuntos antes del siglo v, ser rechazado cuando se toma con acción de gracias, pues por la
como lo prueban la arqueología, las pinturas y los escritos15. No palabra de Dios y por la oración queda santificado» (1 Tim 4,4).
está del todo clara la relación que pudiera haber entre la eucaristía
celebrada en memoria de los muertos (especialmente de los már-
tires primitivos) y este refrigerium o banquete funeral. Si es erróneo III. IMPORTANCIA DE LA BENDICIÓN DE LA MESA
describir como inseparables ambas celebraciones, también sería EN EL CRISTIANISMO CONTEMPORÁNEO
equivocado considerarlas como aisladas entre sí.
E. von der Goltz, en un estudio básico sobre este problema 16, Como se demuestra en otros artículos de este mismo número,
aporta numerosos ejemplos de una referencia eucarística en las es necesario que la liturgia «oficial» establezca relaciones más
bendiciones de la mesa de las comunidades religiosas orientales. El estrechas con la vida de oración que se desarrolla en los diferentes
pan bendito, llamado eulogia, tiene un puesto significativo en la tipos de familias cristianas. Una renovación litúrgica que carga el
piedad cristiana. Parece haber sido práctica muy común de los acento únicamente en la eucaristía oficial y no busca apoyarse en
obispos a finales del siglo v el intercambiar dones consistentes en la renovación de la vida de oración de los cristianos en todos los
pan bendito (en tiempos anteriores el intercambio era de la misma niveles y en todas las circunstancias sería poco más que un simple
eucaristía)17 como símbolo de mutua unión 18. La práctica de dis- cambio de mobiliario. El modelo clásico en que se basa nuestra
tribuir pan bendito a los que no habían podido tomar la eucaristía liturgia eucarística es una asamblea integrada por muchas y muy
en la liturgia dominical perduró hasta bien entrada la Edad Media diferentes familias «de toda raza, pueblo y lengua». Ahora bien:
en Occidente, y se prolonga hasta nuestros días en Oriente 19. cada una de estas familias debe aportar a esta asamblea su propio
Si bien apenas sabemos nada acerca de las costumbres espe- sentido y su tradición, su estilo de oración y especialmente su ma-
cíficas de la familia «nuclear» con respecto a la bendición de la nera de dar gracias, a fin de que todas ellas sean verdaderamente
12 partícipes y no simples espectadores.
Tertuliano, «Apologeticum», 39 (Corpus Christianorum, I, 150-153);
Hipólito, Tradición apostólica, 25, 28 (ed. Botte [Münster, 1963], 64-73). La reciente reforma litúrgica ha sido, en gran parte, una res-
13
R. Coquin, Les Canons d'Hippolite (Patrología Orientalis, XXXI, 2 tauración de aquella sencillez propia de unos tiempos en que la
[París, 1966], 402-409). liturgia era algo vital, capaz de nutrir y sostener la fe de un pueblo
14
H. Lietzmann, Das Sakramentarium Gregorianum (Liturgiegesch. Quel- que comprendía personas de alta posición y otras más humildes.
len und Forschungen, 3), Münster, 1926, 126, n. 210.
15
Cf. diccionarios y enciclopedias bajo el epígrafe Refrigerium. Una liturgia como ésta presupone ciertas actitudes culturales y
16
E. von der Goltz, Tischgebete und Abendmahlsgebete in der Altchrist- religiosas propias de aquel tiempo. Pero en la medida en que tales
lichen und in der griechischen Kirche (Texte und Untersuchungen, N. F. 14, actitudes se hayan perdido ya, el significado de los ritos litúrgicos,
2b), Leipzig, 1905. perfectamente válidos en sí mismos, se habrá perdido también para
17
Eusebio, Hist. Eccl, V, 24, 15; PG 20, 505. nuestros contemporáneos.
18
A. Franz, Die Kirchlichen Benediktionen im Mittelalter, I, Friburgo
de Br., 1909, 240.
" Ib'ii., 229-278.
Bendición de la mesa y eucaristía 279

IV. PROBLEMAS PLANTEADOS POR LA SOCIOLOGÍA dar» y en la de «ayuda que estamos dando». Pero los jóvenes, en
cambio, calificaban muy bajo aquel mismo epígrafe en la categoría
Se han hecho algunas estadísticas sobre la frecuencia de la ben- de «ayuda que necesitamos»24.
dición de la mesa en la vida familiar americana. Parece que esta Es evidente que la catequesis sobre este tema tropieza con una
costumbre, al igual que otras prácticas devocionales familiares, es gran resistencia en el protestantismo americano. No se puede decir
más frecuente entre los protestantes que entre los católicos (por que es temeraria la sugerencia de que lo mismo debe ocurrir entre
lo menos tratándose de católicos de origen irlandés)20. Entre todas los católicos, en Norteamérica y en otros continentes.
las posibles formas de devoción familiar, la «acción de gracias en Este declinar de la devoción formal en la familia americana,
las comidas» tiende a desaparecer más lentamente 21 , pero ocurre sin embargo, no significa que haya decaído también la actividad
con frecuencia que es una práctica exclusiva de los niños y, de ritual. En la región de Filadelfia se llevó a cabo un notable estudio
continuar la tendencia que se ha manifestado en los años cuarenta dirigido por Bossard y Boíl, Ritual in Family Living, que fue pu-
a cincuenta, parece que correrá la misma suerte que las restantes blicado en 1950. Si bien la configuración sociológica de esta región
devociones familiares22. ha cambiado mucho en los veinte últimos años, muchos de los datos
Es interesante notar que los clérigos y educadores protestantes contenidos en el estudio conservan todo su valor para nuestra
han practicado una catequesis fiel y constante en relación con la investigación. Entre otras cosas, los autores estudiaban el esquema
oración familiar. Fairchild y Wynn escribían en 1961: «El tema de la actividad ritual en una familia a lo largo de tres generaciones,
familiar que recibe mayor atención que cualquier otro en los ser- enumerando una serie de factores que tendían a favorecer la super-
mones es el culto familiar. Este ideal tradicional de las familias vivencia de esta actividad ritual en la vida familiar, junto con otra
protestantes reunidas para practicar una devoción cristiana se ha lista de cosas que podían influir en su desaparición 25. Todo el que
intente preparar una colección de plegarias familiares y un elenco
transmitido de generación en generación en los sermones y en la
de costumbres religiosas para el hogar hará bien en consultar este
literatura eclesiástica... Ensalzada en miles de artículos de las re-
estudio.
vistas, en sermones y advertencias cada año, la práctica religiosa
en el hogar florecía entre las familias que nosotros atendíamos... Este trabajo y otros parecidos nos hacen tomar conciencia de
Algunos padres ingenuos dicen sinceramente lo que otros quizá que la clase social, la composición de la familia y el nivel de in-
también sienten: que no tienen especial interés en estas prácticas gresos son factores que inducen notables diferencias en cuanto a
y que no están convencidos de que sirvan para mucho» 23 . la importancia que se da al alimento en el conjunto de la vida 26 ,
Un estudio sobre la juventud luterana realizado entre 1958 y así como en lo referente al grado en que la mesa se convierte en
1962 mostró que los dirigentes eclesiásticos y los dedicados a obras un verdadero lugar de reunión familiar. «En la familia de clase
juveniles clasificaban muy alta «la insistencia en las devociones más bien baja... la madre, o una hermana mayor, prepara la comida,
familiares en cada hogar» en la categoría de «ayuda que podemos pero el resto de la familia llega y la toma cuando y donde les pa-
rece. Muchas de estas familias no llegan a reunirse alrededor de
20
J. Bossard y E. Boíl, Ritual in Family Living: A Contemporary Study, una misma mesa para tomar juntos la comida, excepto los domin-
Filadelfia, 1950, 120; cf. también P. D'Arcy, Factual Difjerences between gos. Incluso para esta comida algunas familias tienen que hacerlo
the sexes in the Field of Religión (disertación sin publicar, Catholic Univer-
sity of America, 1947). en tandas, o en habitaciones diferentes, porque no hay espacio
21
R. W. Fairchild y J. C. Wynn, Families in the Churcb: A Protestant 2<
Survey, Nueva York, 1961, 188ss.; O. E. Klapp, Ritual and Family Solida- M. E. Strommen, op. cit., 184.
25
rity. «Social Forces», 37 (marzo 1959), 212-214. Bossard y Boíl, op. cit., 186.
22
Fairchild y Wynn, op. cit., 184. " F. I. Nye y F. M. Berardo, Emerging Conceptual Frameworks in Ftmily
23
lbíd. Analysis, Nueva York, 1966, 250-251.
280 R. Ledogar

suficiente para todos en la misma mesa» 27. En semejantes circuns- V. PROBLEMAS PLANTEADOS POR LA ANTROPOLOGÍA
tancias no es de extrañar lo que más adelante se nos dice a propó-
sito de esto mismo: «Son las familias de clase media aquí descritas A primera vista se diría que los antropólogos se interesan más
las que portan la antorcha de la religión en el hogar... Frecuen- positivamente por el significado religioso del alimento y de los ritos
temente se dice la acción de gracias en las comidas, y con dife- que rodean el acto de tomarlo. También nos recuerdan que «el ali-
rentes fórmulas»2S. Es muy interesante la observación de que las mento es realmente algo diferente para el hambriento y para el
oraciones en la mesa faltan casi totalmente en las familias de clase harto» M. En las llamadas «sociedades primitivas», donde escasea
superior (haute bourgeoise), que, sin embargo, observan muy el alimento, éste pasa a ser naturalmente el centro de atención en
estrictamente otros rituales relacionados con las comidas. la vida del individuo y de la familia, adoptando fácilmente un sig-
La conclusión más significativa de este estudio, sin embargo, es nificado sagrado. Constituye además un símbolo de unión entre los
que mientras la actividad ritual en la vida familiar de los ameri- hombres.
canos constituye una realidad permanente, y hasta puede ir en Ciertamente, si en este terreno es válida alguna generalización,
aumento por lo que se refiere a los ritos individuales, el proceso parece posible afirmar que en la sociedad humana el alimento no
de secularización ha avanzado a paso rápido. Los ritos no están es simplemente algo que se consume, sino que es también una rea-
en trance de desaparecer. Los ritos religiosos van siendo reempla- lidad simbólica. Y. A. Cohén ha enumerado cuatro tipos de sociedad
zados por ritos seculares29. Un interesante ejemplo de seculariza- humana de acuerdo con su disposición a compartir o no compartir
ción a nivel de la literatura popular puede verse en un artículo del el alimento con otros. Concluye diciendo que «hay pruebas conclu-
«Reader's Digest», publicado en 1940 y reimpreso en 1963. Se ti- yentes de que las formas de consumir el alimento están regidas
tulaba Acción de gracias en la mesa, pero dando al término «gracia» casi siempre por símbolos culturales y que la manera de distribuir
su sentido más amplio de «agradable»; en un punto decía este y consumir el alimento es un reflejo del estilo predominante en
artículo: «El sentido de bendición puede mantenerse incluso sin una determinada sociedad en cuanto a las relaciones sociales y a la
pronunciar una acción de gracias formal, con tal que hagamos agra- manera en que se agrupan especialmente aquellos que comparten
dable la reunión en torno a la mesa, aportando lo mejor de nosotros unos mismos vínculos de parentesco»34. Esto no significa, por su-
mismos, sin ninguna mezquindad, cuando estamos en compañía de puesto, que lo normal en todas las sociedades y en cuanto a todos
nuestros amigos y familiares»30. los miembros de una familia sea sentarse juntos a la mesa. Lo que
Los sociólogos saben que el ritual puede desempeñar un papel sí quiere decir es que la eucaristía, en cuanto alimento, cuenta con
importante en la tarea de mantener unidas las familias31. Donde una base sólida de referencia como signo de la solidaridad humana.
estos ritos tienen un carácter religioso tenderán, de hecho, a mante- El liturgista siente que se le despierta el apetito con estas con-
ner este rasgo, pero se tiene la impresión de que esta revalorización sideraciones, y se dispone a sumergirse en el estudio de la antro-
sociológica del rito tiene muy poco que ver, per se, con el conte- pología. Descubre entonces que hay todo un apartado de esta cien-
nido religioso32. cia, la llamada «antropología culinaria», a la que algunos desearían
27 dedicar una publicación aparte 35. Explorando la bibliografía se en-
Bossard y Boíl, op. cit., 116.
28
Ibtd., 120. 33
2
' Ibíd., 26. A. I. Richards, Hunger and "Work in a Savage Tribe, Meridian Paper-
30
J. Richards, Grace at Table: «Reader's Digest», 83 (agosto 1963), 116. back, 1964, 14. Publicación original en Inglaterra, en 1932.
34
51
O. E. Klapp, op. cit. Y. A. Cohén, Food: Consumption Patterns: «International Encyclope-
32
Cf. una serie de artículos sobre los ritos por K. Lorenz, J. Huxley, dia of the Social Sciences», vol. I, Nueva York, 1968, 513.
55
E. H. Erickson, E. Shils, W. F. Lynch y otros en The Religious Situation: Cf. R. L. Freedman, Wanted: A Journal in Culinary Antbropology:
1968, Boston, 1968, 695-765. «Current Anthropology», 9 (febrero 1968), 62ss.
282 R. Ledogar Bendición de la mesa y eucaristía 283

cuentra con un artículo titulado Ritos del alimento, por R. R. Mar- en que podría apoyarse tal definición. Marret desarrolla su con-
ret, donde puede leerse: «Aunar no equivale en modo alguno a unir. cepción de unas comidas festivas y otras sacramentales sobre la
Supone una dualidad trascendente más que una unidad, que es tal base del tabú y el «temor sagrado». El teólogo cristiano tiene que
por naturaleza. Según esto, también sugiero que el llamado rito insistir en que Jesús vino a destruir todo esto. Las numerosas esce-
del alimento comunal se prevé ya desde su mismo comienzo como nas del Evangelio, especialmente las que presentan unas comidas
realizador de un milagro en la línea del aunar, a fin de tender un después de la resurrección, en Lucas y en Juan, tienen un aire
puente sobrenatural que salve una división natural» x. «... en su familiar y una naturalidad que parecen oponerse a la religiosidad
origen, el banquete sacramental es distinto del banquete festivo, a dominada por el temor de las llamadas sociedades primitivas.
pesar de que las prácticas religiosas posteriores tiendan frecuente-
mente a confundirlos»37.
Es evidente que semejantes afirmaciones ofrecen un enorme VI. RESPUESTA DE LA TEOLOGÍA
interés al teólogo que se esfuerza por analizar la relación histórica
que media entre la eucaristía y las comidas ordinarias. Este pasaje En relación con el problema de lo sagrado, el teólogo se en-
parece aclarar en especial la cuestión de cómo y por qué se separó cuentra frente a la sociología y la antropología. El sociólogo le dice
la eucaristía de su primitivo contexto, que era una comida, y ofrece que, en cuestión de ritos familiares y especialmente de plegarias
una serie de ideas a quienes desearían restaurar la relación de la relacionadas con los alimentos, el proceso de desacralización está
eucaristía con las comidas, especialmente en un contexto domés- avanzando a pasos agigantados en la sociedad occidental. El antro-
tico. pólogo le ofrece una perspectiva histórica más amplia sobre el
Pero entonces acudimos a un manual de antropología y busca- proceso de desacralización. Le recuerda que este proceso es, en
mos el nombre de R. R. Marret. Marvin Harris dice de este autor: parte, un fenómeno propio de la sociedad europea y americana, no
«Marret intentó corregir la postura excesivamente intelectualizada necesariamente inevitable en cualquier otro sitio. También hace
de Tylor y Frazer insistiendo (sin provecho alguno para el trabajo saber el antropólogo al teólogo que, indirectamente, el cristianismo
de campo) en que los primitivos distinguen emocionalmente entre está profundamente implicado en el proceso de desacralización. El
fenómenos sobrenaturales y ordinarios... Al igual que Frazer, misionero cristiano que se enfrenta al problema del hambre en
Marret se sitúa en la misma divisoria que separa al científico del África o Asia y trata de resolverlo mediante la aplicación de fer-
escritor» 3S. tilizantes en vez de promover ceremonias religiosas especiales, es
Se empieza entonces a caer en la cuenta de que el problema un agente de desacralización. Si luego estos individuos se sienten
aquí no es nuevo. Es el mismo al que tuvieron que enfrentarse menos inclinados a dar gracias a Dios por el alimento que comen,
los teólogos de la generación anterior cuando trataron de explicar tendrán que recriminarse por ello a sí mismos más que a nadie. La
en qué sentido es la misa un «sacrificio». Acudieron a las religiones teología cristiana no tiene derecho a acusar a una fuerza anticris-
comparadas para dar con una definición de sacrificio, para encon- tiana como culpable del fenómeno de la secularización ni puede
trarse al final con que: 1) los expertos no estaban de acuerdo, y tampoco aceptar todo lo secular como «santo» sin haber ejercido
2) el cristianismo pretende haber superado todas las concepciones antes una profunda crítica profética.
Parece estar claro que la moderna sociedad no ha privado al
36
R. R. Marrett, Food Rites: Essays Presented to C. G. Seligman, edita- alimento de todo valor simbólico. Todavía puede significar con
dos por E. E. Evans-Pritchard y otros, Londres, 1934, 205. toda facilidad la solidaridad humana. Si bien es cierto que las má-
31
Ibíd., 207. quinas automáticas para servir comidas amenazan en nuestra socie-
38
M. Harris, The Rise of Anthropologicál Theory: A History of Theories
of Culture, Nueva York, 1968, 205. dad urbana con quitar a la comida diaria todo sentido comunitario,
284 R. Ledogar Bendición de la mesa y eucaristía 285

por otra parte la comida en casa o en el restaurante es todavía algo Todos suponemos que el ladrón tendrá al menos la decencia de
que se comparte, algo que reúne a los hombres y les ofrece la opor- quedarse en silencio.
tunidad de establecer una comunión, con tal que no hayan perdido Es posible que esta renuncia del hombre occidental, y de los
esta capacidad en absoluto. cristianos americanos en particular, a «dar gracias» en sus comi-
Pero el alimento como don de Dios —por el que damos gra- das tenga su origen en un sentimiento latente de honradez. Allá
cias— plantea un problema más difícil. ¿Cómo va a dar gracias a en el fondo de su conciencia siente que este alimento que se dis-
Dios el habitante de la ciudad o el obrero de una explotación pone a tomar no es ni un don personal de Dios que le ha sido otor-
agrícola mecanizada por un alimento que ha sido fertilizado, cul- gado ni una realidad secular puramente «neutra». Es algo com-
tivado, plantado y cosechado mecánicamente, que ha sido protegido prado gracias a un poder adquisitivo que él tiene y del que los
en el campo con cubiertas de plástico y almacenado en sacos tam- demás carecen. Tiene el decoro de no dar gracias a Dios por su
bién de plástico? ¿Cómo podrá mirar el pan con sentimientos de poder adquisitivo, porque no está claro del todo que semejante
gratitud hacia la divina Providencia un hombre cuya supervivencia poder le haya sido concedido por Dios.
depende de la esperanza que tiene en el ingenio humano acierte Por consiguiente, el teólogo podría responder al sociólogo, en
con la forma de multiplicar por siete la producción agrícola del relación con los datos que hablan de una disminución de la piedad
mundo? en torno a la mesa entre los cristianos, que detrás del fenómeno de
la secularización hay un problema humano más profundo: la «con-
Hay algo perturbador en las acciones de gracias a Dios ofre-
ciencia culpable» de toda una sociedad.
cidas por un hombre que tiene más comida que su prójimo, al igual
En la eucaristía podemos seguir dando gracias a Dios por la
que también hay algo perturbador en el hecho de que los políticos
esperanza de la reconciliación entre los hombres (mediante el re-
americanos entonen piadosamente alabanzas a la Providencia por-
troceso de la injusticia) prometida en la resurección de Jesús. Pero
que nosotros tenemos más cosas de comer que el resto del mundo. hacerlo así sobre la base de una acción de gracias por los alimentos
Quizá deberíamos olvidar las palabras del salmista: «Ofrece será cada vez más difícil, a menos que esa acción de gracias se
a Dios sacrificios de acción de gracias» (Sal 50,14), para recordar convierta en lo que debería ser: una confesión de la verdad.
las del profeta: «Odio y abomino vuestras fiestas... ¡Que fluya el Quizá no nos cueste tanto trabajo dar gracias a Dios por nues-
juicio como agua, y la justicia como un torrente inextinguible!» tro alimento, aunque se trate de alimento sintético fabricado por
(Am 5,21-24). el hombre, el día en que éste se distribuya más equitativamente
De hecho, la primitiva noción bíblica de acción de gracias es por todo el planeta.
un acto de entrega a la verdad. Brota de un sentimiento de que R. LEDOGAR
debe reconocerse cuál es la fuente de donde procede todo lo que
se tiene. Todo lo que no es mío (es decir, todo) debe reconocerse
públicamente como un don o como un bien robado (cf. Jos 7,19).
Es exactamente el mismo sentimiento que obliga a «confesar» pú-
blicamente la alabanza de Yahvé como fuente única de todos los
bienes el que exige «confesar» también cuando uno ha tomado
para sí algo que no le pertenecía. El término judeocristiano
exbomologeisthai se encuentra en relación con ambas ideas. Dar
gracias a Dios por un alimento que ha sido arrebatado al pobre
sería reconocido por todos como un acto de hipocresía monstruosa.
Oraciones y cánticos en familia 287

Estas consideraciones ofrecen un primer criterio para valorar las relacio-


nes entre oración = piedad popular y liturgia e indican también un camino
para su integración. La oración = piedad popular que degenera en folklore,
o que se limita a ser «devoción» sin llegar a ser expresión e inspiración de
vida cristiana, en los individuos y en la comunidad, no tiene posibilidades de
integrarse en la liturgia ni tiene tampoco garantías de validez o de una función
Boletines
propia en el pueblo cristiano. Por otra parte, la liturgia que se complace en
ritualismos eclesiásticos y conserva formularios arcaicos, sin comunicar con
ORACIONES Y CÁNTICOS EN FAMILIA la vida del pueblo cristiano, no es capaz de recibir y asimilar los valores de
DEL HOMBRE EN NUESTROS DÍAS contenido y las formas de expresión propios de la oración = piedad popular.
El terreno en que se pueden encontrar, para completarse mutuamente, enri-
INTRODUCCIÓN quecerse e integrarse, es el de la existencia concreta del hombre de hoy. En
este plano ha de situarse el juicio sobre su capacidad de ofrecer a los fieles
El resumen general (III) va precedido de informaciones sobre la vida de estímulos, motivos, sugerencias, formas expresivas y modalidades comunes
oración en Italia (I) y en Irlanda (II), dado su influencia en el mundo a causa de contenido y de método para tomar conciencia viva y operante de la rea-
de la emigración. En relación con la América Latina, hubiera sido necesario lidad bautismal y realizarla en consecuencia'.
hacer algo semejante con España y Portugal. Pero no hemos tenido la suerte A la luz de estas breves notas analizamos la situación de Italia. La familia
de encontrar un colaborador, y por razones bien comprensibles: la situación italiana, ¿vive y concreta en su existencia ese tipo de religiosidad? No es po-
es allí mucho más complicada y exige por ello un amplio estudio. sible una valoración exacta y exhaustiva. No nos lo permiten la falta casi
absoluta de estudios sobre el tema y la limitación de la experiencia. Los índi-
ces de religiosidad de la familia italiana en la actualidad —según nos los
I ofrecen algunos datos estadísticos efectuados a escala nacional o más bien
limitados a regiones, diócesis y parroquias, así como numerosas publicaciones
ORACIONES Y CANTOS EN FAMILIA sobre aspectos generales del problema— nos abren una amplia visión que toca
DEL HOMBRE DE HOY tangencialmente nuestro tema2.
La mayoría estima que sólo es oración la que se hace en la iglesia, operando
Ante todo, una precisión: el término «familia» no se toma aquí simple- así una fractura en la existencia humana entre la vida diaria —trabajo, empleo,
mente en su acepción estricta de varias personas unidas por vínculos de sangre, profesión— y la vida espiritual, relegada al frío y anónimo espacio sagrado.
sino que se extiende a un grupo, a una asamblea, incluso a una comunidad Esto es fruto de una enseñanza formalista y vacía y también de una pasiva
de vastas proporciones, cuyos miembros tienen en común la misma fe y el receptividad. No obstante, hay que reconocer una clara mejoría debida al im-
mismo bautismo y profesan la misma adhesión, aunque en distinto grado, pulso litúrgico, en especial después del Vaticano II.
a Cristo y a la Iglesia. También el término «oración» se toma en su acepción Cada vez son más numerosos y frecuentes los grupos que se reúnen en
más amplia. Y consideramos que el término «liturgia» no debe restringirse a oración: oración informal, pero enriquecida por la aportación de cada uno,
las acciones cultuales, sino extenderse de manera que abarque cualquier y sobre todo viva y operante no sólo en el interior, sino que se proyecta
acción u oración. en impulsos generosos e informa y caracteriza la vida y la actividad de los
La experiencia litúrgica, en efecto, no es la totalidad ni siquiera lo más individuos.
importante de la vida cristiana o la actividad eclesial. Es un aspecto deter- En el seno mismo del núcleo familiar van tomando cuerpo y matices de
minante, obligatorio y decisivo tanto para la vida de cada cristiano como para oración religiosa numerosas iniciativas de diverso tipo, pero siempre sólidas.
la vida de la comunidad. Pero no es un aspecto exhaustivo y totalizante. Es Se celebra el aniversario del bautismo con un tono religioso: se enciende la
—por decirlo con el Vaticano II— el culmen et fons, puesto que no existe vela que se recibió el día de la celebración de ese acto, y el acontecimiento
cumbre sin base y está seca la fuente a la que no sigue un arroyo. Y con- se conmemora con la participación activa en la misa y comunión. La fiesta
viene subrayar que en la comunidad cristiana no existe una habilitación es- de la primera comunión y de la confirmación se va desarrollando en un am-
pecífica o una deputación particular del nuevo pueblo de Dios para el culto
que se halle separado, o sea, independiente de la vida. Es la vida la que ad- ' L.. della Torre, Liturgia e pietü popolare: «Studi Cattoliej», 89-90 (1968),
quiere un significado cultual, de manera que todas las actuaciones, manifes- 587-594.
taciones y realizaciones de la existencia cristiana son realmente sacerdotales. ' S. Burgalassi, Italiani in Chiesa, Brescia, 1967 (cf. atentamente la bi-
bliografía en las páginas 221-230).
288 D. Bilotti Oraciones y cánticos en familia 289

biente de oración profunda, en la cual se sienten comprometidos todos con nuovo ", Tu sei un amico difficile 15. En cada una de estas obras será fácil
una participación más cualificada en los sacramentos. hallar otras muchas indicaciones y referencias.
Van afirmándose algunas prácticas muy significativas: la corona de laurel Los medios de comunicación social, radio y televisión, ofrecen una valiosa
con las cuatro velas en Adviento. El belén es ciertamente un hecho folklórico, colaboración con vistas a una más amplia difusión y a la consiguiente sensi-
pero capaz de reunir en torno a sí a toda la familia en oración sencilla e bilización religiosa. Entran en el corazón del núcleo familiar con extensas
informal, pero sincera. Esta novedad permite a los más jóvenes una inicia- y profundas repercusiones. Entre los distintos y laudables programas seña-
ción en el desarrollo de los sentimientos religiosos. lamos: «Evangelio vivo», la misa y homilía en los días festivos, las retrans-
En especial, la palabra de Dios contenida en la Biblia comienza a ser misiones y crónicas de celebraciones religiosas y la presentación de obras de
comprendida y penetra en el entendimiento y en el ánimo del hombre de fondo y contenido religioso.
hoy. En algunas familias, antes de la cena, se lee una página de la Biblia y se Tales perspectivas, lejos de constituir una situación general color de rosa,
discute sobre su contenido. Se practica poco la oración antes y después de son reflejo de un pequeño sector de la familia del hombre de hoy, a la vez
las comidas en casa y en el restaurante. Es laudable y alentadora la oración que ponen sobre el tapete un problema y llaman la atención —a título de
que el padre y la madre recitan con sus pequeños antes de acostarlos. indicios, señales, iniciativas— sobre lo que puede hacerse y que dará una
El adiós definitivo a las personas queridas sigue teniendo lugar en una nueva faz a la sociedad.
atmósfera de religiosidad y oración. Cuando el fallecimiento no tiene lugar Más inexplicable se presenta la situación del canto. Italia, que cuenta con
en familia, el difunto es trasladado a casa desde el depósito del hospital para una respetable tradición de canto, con cultivadores de la música y composi-
que allí reciba la emocionada despedida de los suyos; posteriormente es tras- tores de fama mundial, canta poco en el plano religioso. En la iglesia, la
ladado a la iglesia. Es aquí donde, la mayoría de las veces, se advierte un asamblea canta con dificultad; en familia, absolutamente nada. Salimos de una
estridente contraste entre la religiosidad serena y ordenada que tiene lugar rica tradición de polifonía, cuya ejecución impecable era privilegio de muy
en el seno de la familia y el apresurado, agitado e incomprensible rito que pocos; los compositores han gastado lo mejor de su genio en un material de
se desarrolla en la iglesia. repertorio confiado a una lengua muerta e incomprensible.
La bendición de las casas va tomando un particular tono de oración reli- La recuperación es evidente en numerosos intentos, que, aun entre mil
giosa; con tal ocasión se celebra una verdadera liturgia de la palabra y a obstáculos, van adquiriendo consistencia. En esta nueva floración señalamos
veces incluso eucarística. ¿Y el rosario en familia? Se conserva en escasos los libritos de la LDC, las fichas ECAS y los nuevos repertorios publicados
sectores como una herencia, por lo general, entre personas de avanzada edad. por D. y G. Stefani, L. Picchi, E. Costa, así como las misas «beat» de M. Giom-
Y no es de extrañarse, dado que en las pocas iglesias donde se mantiene en bini. Para completar el panorama señalemos los artículos de G. Stefani, ¿Es
práctica se reza como de relleno y en latín (!). aún necesaria la música en la liturgia?, y de H. Hucke, Jazz y música popular
La misma cultura parece más sensibilizada al problema de la oración en en la liturgia, ambos publicados en «Concilium», 42 (1969).
familia. Adquieren una gran difusión ciertas publicaciones de autores italia- Al final de estas breves notas se impone una constatación: la familia del
nos como II breviario dei laici3, II guastafeste4, Alzo zero 5, Prima che il hombre de hoy en Italia no ora mucho y canta todavía menos. Y no sorprende
gallo cantis, ha preghiera nella poesía italiana7, La poesía dei cattolici italiani la escasa sensibilidad religiosa que se observa en la iglesia, precisamente porque
1909-1968", Cuore d'uomo - Cuore di Dio', Osiamo diré'", Come é grande il en la familia no se cultiva ni se fomenta el espíritu de oración, y menos aún
tuo nome su tutta la térra ". No menor acogida encuentran algunas traduccio- en las escuelas. No es fácil captar, por ejemplo, el simbolismo del banquete
nes de obras extranjeras, entre las que sobresalen Dio e Co., preghiera d'un eucarístico si el hombre de hoy no sabe poner sus comidas diarias en una
laico renitente", Tutti i figli di Dio hanno le ali13, Preghiera dell'uomo realidad expresiva de oración.
Cuanto hemos expuesto puede servir de invitación y orientación.
' L. Rusca, II breviario dei laici, Milán, 1963.
' A. Pronzato, II guastafeste, Turín, 1968.
1 D. BILOTTI
M. Tosco, Alzo zero, Turln, 1968.
* T. Manfredi, Prima che il gallo canti, Roma, 1968.
' V. Volpini, La preghiera nella poesía italiana, Catania, 1969.
" M. Uffreduzzi, La poesía dei cattolici italiani 1908-1968, Roma, 1969.
• L. Rosadoni, Cuore d'uomo - Cuore di Dio, Turín, 1968.
" F. Barbero, Osiamo diré, Turín, 1968.
" A. M. Auxilia, Come é grande il tuo nome su tutta la térra, Turín, 1967.
" A. Muller-Felsenburg, Dio e Co., preghiera di un laico renitente, Asís,
1969.
" Quoist-Lebret-C. López-Lelotte, Tutti i figli di Dio hanno le ali, Turín, " F. C. López, Preghiera dell'oumo nuovo, Roma, 1964.
1966. " H. Oosterhuis, Tu sei un amico difficile, Asís, 1968.
19
Oraciones y cantos de la familia actual 291

nuestra música vernácula religiosa, en irlandés, posee una singular belleza,


y tanto las oraciones como las melodías se acomodan perfectamente al uso en
el culto público. En nuestros nuevos himnarios litúrgicos ya es posible en-
contrar algunos de estos cánticos. La creciente popularidad de nuestra música
y de nuestras baladas tradicionales llevará —Dios lo quiera— al conocimiento
y al empleo de esta música sagrada tradicional.
II En cierto número de diócesis hay una costumbre que merece con todo
derecho el nombre de «liturgia familiar». Se trata, en realidad, de la misma
ORACIONES Y CANTOS DE LA FAMILIA ACTUAL liturgia normal, generalmente conocida como «misa de estación». Cada parro-
quia está dividida en varios distritos «estacionales» y la misa se celebra dos
Al hablar de este tema con respecto a Irlanda, y aunque sólo se trate de veces al año en diferentes casas de cada distrito (normalmente, en otoño y
hacer una breve nota, hemos de tener en cuenta que hasta hace muy poco primavera), reuniéndose para ello los vecinos. Asisten dos sacerdotes y oyen
tiempo el idioma irlandés no fue sustituido por el inglés en muchas partes las confesiones antes de la misa. La costumbre tiene su origen en los tiempos
del país y que el irlandés sigue siendo hoy la lengua vernácula en muchos de la persecución, cuando estaba prohibida la misa y había que celebrarla en
sitios. Este hecho no carece de importancia, pues la fe y las tradiciones que secreto. Por diversas razones se siguió manteniendo esta costumbre en mu-
le van anejas se configuraron hasta adquirir unos rasgos distintivos irlandeses chas áreas rurales después de alcanzada la libertad religiosa. Incluso en nues-
precisamente en este idioma. Por aludir solamente a una faceta de estas tradi- tros días esta misa de estación es bien acogida, especialmente por los ancianos
ciones, hasta nuestros días ha llegado en idioma irlandés un Corpus voluminoso y enfermos. En 1850, cuando la jerarquía irlandesa se reunió en un sínodo
y único, según creo, de oraciones tradicionales, muchas de las cuales tienen para organizar la Iglesia irlandesa de los tiempos posteriores a la persecución,
sus raíces en la oración universal de la Iglesia y, además, presentan un mar- uno de los obispos resumía el valor pastoral de las estaciones, aparte de su
cado carácter familiar. En su mayoría, se expresan corporativamente, de manera especial significación sacramental, diciendo que los sacerdotes «reprimen cual-
explícita o implícita. Hay oraciones de todas clases y para todas las ocasiones, quier escándalo que haya, zanjan las querellas, cultivan la amistad y la cari-
plegarias para la misa; otras dirigidas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; dad para con todos y ejercen la función de consejeros»3. Las magníficas posi-
a Nuestra Señora, a los grandes santos de la Iglesia y a los santos locales. La bilidades pastorales de esta costumbre, a la luz de cuanto ha sucedido y viene
Santísima Trinidad es invocada constantemente. sucediendo desde el Concilio Vaticano II, no necesitan ser destacadas, y de
Poquísimas de estas oraciones pasaron al inglés. Ocurre así que las ora- hecho podemos dar muchas noticias de cuanto se va haciendo en este senti-
ciones y cánticos de que hablamos, fuera de las áreas en que se habla irlandés, do 4. Mucho depende del celo de los sacerdotes.
difieren muy poco de las oraciones y cánticos del llamado mundo anglopar- Otra costumbre familiar de la mayor importancia es el rezo del rosario.
lante. De ahí que el canto religioso en la mayor parte de Irlanda podría des- Podríamos decir que ésta es la liturgia familiar diaria. No cabe duda de que
cribirse con un par de sentencias: «No sería exagerado decir que sobran dedos la razón más importante para que se siga teniendo un gran amor y devoción
de las manos para contar los himnos que se cantan comúnmente en todo el al rosario (aunque algunos se han dejado influir por la actual desestima de
país. Algunos de ellos son herencia desdichada de la Inglaterra victoriana. Su esta práctica) es la conexión que tiene con la misa. En tiempos de la perse-
música es muchas veces insulsa; las palabras, floridas, sentimentales y ajenas cución, cuando con tanta frecuencia era absolutamente imposible acudir a
al genio de nuestro pueblo...» 1 . La tendencia dominante en la música de misa, el rosario era la oración. He aquí (en parte) una traducción de un típico
iglesia (como en todas las demás cosas) es importarlo todo de Inglaterra y ofertorio del rosario: «Nosotros ofrecemos este rosario en honor y en el
América. Nótese que en la mayoría de las diócesis irlandesas los textos cate- nombre de Jesús y en honor de la gloriosa Virgen María, para participar en
quéticos en uso —con ligeras adaptaciones— son de origen estadounidense. el santo sacrificio de la misa; con la misma intención con que nuestro Salva-
Sin embargo, se va imponiendo, aunque lentamente, la convicción de que, dor se ofreció en el árbol de la cruz por nosotros; unidos a las intenciones
en cuanto se refiere a nuestra vida litúrgica y espiritual, hemos de buscar iden- del papa y de la Iglesia católica romana; por todas las almas que más sufren
tificarnos con lo que nos es propio. «Nuestra música vernácula para la nueva las penas del purgatorio, especialmente por nuestros pobres difuntos, si es
liturgia debe arrancar de nuestra propia cultura, ser compuesta por compo- que algo les faltó en materia de confesión o se olvidaron de la misa; que sus
sitores nuestros y poseer unas calidades indígenas, irlandesas»2. De hecho, penas sean aliviadas y aumentada su gloria; que los incrédulos del mundo se
conviertan al estado justo y que cuantos ya están en estado de justicia per-
1
C. H. O'Callaghan, Music in the New Liturgy: «Irish Ecclesiastical Re- ' Cf. P. C. Barry, The Legislatlon of the Synod of Thurles 1850: «Irish
cord», 5 (1966), 286. El autor fue en otro tiempo profesor de música sagrada Theological Quarterly» (abril 1959).
en el seminario nacional de Maynooth. ' Cf. «The Furrow», XVII, 1 (1966), 288, 381; XIX, 10 (1968), 559-570.
1
IMd., 285.
292 D. O'Laoghaire
manezcan en él. Todo esto pedimos a Dios, y lo pedimos en virtud de estas
oraciones...»
Hay muchas variantes de este ofertorio; normalmente se añaden otras
•muchas oraciones después del rosario, por ejemplo, el Visita de Completas.
Se ha sugerido acertadamente que muchas peticiones de estas plegarias adhe-
ridas al rosario en familia podrían pasar a la plegaria de los fieles de la misa 5 .
De hecho, habríamos de tener más conciencia de la gran oportunidad que
III
ahora se nos presenta, de acuerdo con la Constitución sobre la liturgia (espe-
cialmente par. 38), para integrar entre las oraciones del santo sacrificio las ple-
RESUMEN GENERAL
garias y salutaciones de nuestro pueblo, que precisamente, por su tono sencillo
y directo, poseen toda la dignidad del lenguaje litúrgico. Hay, gracias a Dios, En la ciencia litúrgica, la exégesis de los textos de oración ha llegado a una
esfuerzos que van en esta dirección, pero hay que darse prisa si queremos elevada perfección, aunque no quiere decir esto que ese estudio esté completo.
-que el Pobal Dé (el Pueblo de Dios, como los sacerdotes irlandeses llaman Mucho se ha discutido en este siglo sobre la distinción entre oración pública
•tradicionalmente a su rebaño) en Irlanda aplique todo su potencial, en el y privada', un tema que por fin se ha liberado de mucho lastre jurídico y
'hogar y fuera de él, a la vida de la Iglesia de Dios. canónico, y que por ello puede adquirir una dimensión distinta. Ahora que
la liturgia se celebra en la lengua del pueblo y que recibe de esta manera un
D. O'LAOGHAIRE carácter de pueblo, las oraciones y los cánticos «no litúrgicos» revisten una
especial importancia. En los últimos diez años ha surgido una extensa litera-
tura no sólo de estudios sobre la oración en esta época, con su propia proble-
mática 2, sino también de textos contemporáneos de oración. Es difícil acceder
a estos textos, ya que en gran parte su utilidad práctica directa es sólo local.
La preparación de una colección internacional de libros de la oración de nues-
tros días no es sencilla; esto lo pueden asegurar, sobre todo, las librerías que
han prestado su apoyo a la constitución de una colección. La bibliografía es
insuficiente y toda colección queda incompleta. Es posible, sin embargo, atre-
verse a presentar una selección crítica para ofrecer una modesta base a una
investigación ulterior.
En este boletín la crítica de un material tan heterogéneo ha de proceder
con muchas reservas. Para quien trabaja en un medio internacional resulta
evidente que el juicio sobre las oraciones ha de ser muy dispar, puesto que se
trata de expresiones de culturas de muchos pueblos. Es evidente que en la
enseñanza no puede faltar una colección de discos de música religiosa contem-
poránea, porque ¿cómo se pueden juzgar los cánticos religiosos sin haberlos
oído? 3. El que haya observado con atención las reacciones del público inter-
nacional asistente a la presentación de cánticos religiosos de África, América,
Asia y Europa, sabe que no existe unidad de apreciación.
Parece por ello importante hacer una observación: sólo se pueden enjuiciar
con exactitud las oraciones y los cánticos si uno mismo ora y canta con ellos.
Si se rezan con regularidad textos variados antes y después de las clases o se-
minarios, haciendo previamente o a continuación una breve indicación, los
* La sugerencia la hizo el padre Benedlct, O. C. D., en un artículo sobre
las oraciones que se recitan antes y después del rosario en familia, «Knock estudiantes estarán en condiciones de juzgarlos orando y cantando. Es posible,
Shrine Annual» (1969), 33. John Henning, en un interesante articulo sobre
la berakah judía y la beannacht irlandesa: «Ir. Eccl. Rea», CVI, 1 (1966), ' El problema ha sido desarrollado con extensa bibliografía en H. Schmidt,
dice- «No hay nada en la vida cristiana actualmente que más se aproxime Introductio in IÁturgiam Occidentalem, Roma, "1967, 88-130: Liturgia et Per-
a la liturgia familiar conservada en el judaismo que el rosario en familia. l'cctio Christiana.
Igualmente estrecha es la relación que existe entre las velas que encienden ' Ct. Presentación de este número.
1
los judíos piadosos en la víspera de Chanukkah y las que ponen los irlan- Véase H. Hucke, Jazz y música popular en la liturgia: «Concilium», 42
deses en las ventanas de sus hogares la víspera de Navidad.» (10(19), 303-341.
294 H Schmidt Resumen general 295

por tanto, llegar a las conclusiones siguientes a) Juzgar las oraciones y los de oraciones con los jóvenes y de los jóvenes «Nos esforzamos todos en sacar
cánticos sacándolos de su propia situación, así, por ejemplo, en un seminario las oraciones de la Biblia misma De esta manera, día a día, se reúne una serie
científico o sentados en un escritorio, tiene muy poco valor y no demasiada de oraciones enteramente bíblicas Algunas palabras apenas, alguna frase para
autoridad b) Juzgar las oraciones y cánticos según la terminología de la ciencia relacionarlas unas con otras Nuestro empeño era conservar íntegra la expresión
teológica al uso y, por tanto, sordos para el lenguaje de la oración (lenguaje del Evangelio y de Pablo »
de la vida, coloquial, poesía, música) es fatal e injusto c) Someter las oracio b) El padrenuestro es central 5 Son conocidos los intentos de lograr nue-
nes y cánticos de nuestros días exclusivamente a los criterios de la refinada vas traducciones y un acuerdo ecuménico Roger Hicks ofrece una base para
cultura del repertorio latino, que tiene más de mil años, es un apnonsmo in- grupos de discusión, para formular preguntas tomadas del padrenuestro, a las
admisible que cada uno responde o no
Si se ofrece aquí una bibliografía de oraciones y cánticos de nuestra época c) Los salmos tienen hoy sus dificultades, pero son al mismo tiempo fuen-
no se trata de hacer publicidad ni propaganda Se ofrece un material de estu te de inspiración para salmos de nueve cuño 6 Ernesto Cardenal, nacido en
dio que no puede faltar en una época en que la liturgia se pone en marcha Nicaragua en 1925, conoció los campos de concentración y la tortura, más
para ahora y para el futuro tarde se hizo monje y actualmente trabaja en la instrucción de los pequeños
campesinos En sus salmos se hacen actuales los salmos de David El «yo» de
esos salmos es David y Ernesto Cardenal, Israel y la comunidad, es, en prime-
1 ORACIONES TOMADAS DE LA BIBLIA ra y última instancia, el Mesías La generación joven de Latinoamérica los
llama «el catecismo rojo», una pieza de teología de la revolución Raymond
Lo que nos llama la atención en las oraciones y en los libros de cánticos Hearn que en 1962 ocupó el cargo de profesor de religión en una escuela se
de nuestros días es su impronta bíblica Intentan hacer la palabra de la Escri- cundana de varones de Londres, se las arregló para poner en contacto con
tura accesible al hombre de hoy, siguiendo así fielmente la tradición de las Dios a su comunidad, a pesar de su mezcolanza religiosa De los mil salmos
Iglesias cristianas escritos por muchachos de doce a dieciséis años con sus propias palabras pu
a) Colecciones generales4 En algunas colecciones «revolucionarias» se blicó los mejores Totalmente distintos son los salmos de Ernst Eggimann,
hace una indicación Robert Raines trae «Lecturas para treinta y cuatro días, nacido en Berna en 1936 Su mística está, sin duda, fuertemente influida por
para agudizar el pensamiento y provocar la reflexión El esquema diario típico el budismo Zen, pero al mismo tiempo sigue conservando un tinte cristiano
incluye una reflexión, dos o tres pasajes bíblicos y una breve oración o comen- Al fondo se encuentra el maestro Eckhart Su lírica sufre el influjo del japonés
tario La meditación creativa produce la acción Así, pues, disponeos cada día Haiku y de la poesía concreta de Gomnnger Pero desborda la concisión de
a abrir una puerta (Ap 3,20) o a llamar a una (Le 11,5 10), a retener una pa- éstos, tanto por su sentido hímnico como por su mayor riqueza verbal, seme
labra (Mt 7,1) o a pronunciarla (Act 9,10 17, cf 9,17), a diferir una visita jante a la poesía de los beatmks americanos
(Rom 15,22) o a hacerla (Act 10, cf 10,23), a disculparos (Mt 5,23-24) o a
Pasando a otras ediciones, ha de señalarse que cuanto más modernas son
organizar una fiesta (Le 14,1 24), a ver una visión, a soñar un sueño (Joel 2,
28, cf Act 2,17) Répondez, s'il vous plait1 Cantad una canción (Sal 96,1), las oraciones tanto más se inspiran en la Biblia, incluso aunque no se presenten
saltad por encima de un muro (Sal 18,29) » Cari Burke publicó «interpretado expresamente a título de piedad bíblica
nes de pasajes y narraciones de la Biblia, tal y como fueron contadas por ánge
les de Dios, enojados y con halos restallantes Este libro fuera de lo corriente * P Bonnard, J Dupont y F Refoule, Notre Pére qu% es aux cieux La
es el resultado de un experimento en comunicación con adolescentes en cárce- priere oecumenique (Cahiers de la Traduction Oecumenique de la Bible, 3)
les, campos y reformatorios» Fermín Cebolla López ha preparado una edición París, 1968, R Coste, Notre Pére sur le monde (Spirituahte), París, 1966,
W Dirks Unser Vater, Rand und Vorbemerkungen zu einem aktuellen Tatbe-
stand «Hochland» 60 (1968), 193 200, G Ebelmg, Vom Gebet Predigten uber
4 das Vater Unser (Siebenstern Taschenbuch, 89), Munich, 1967 (1 * ed , 1963)
A Auxilia (ed), Come é grande il tuo nome su tutta la térra Preghiere R Hicks, The Lords Prayer and modern man A contemporary approach,
bibliche per ogni eta e ogm vicenda della vita (Biblioteca della gioventü 11) Londres, 1967 J Pascher Das Vaterunser der Christen des deutschen Sprach
Turín, 1967, C Burke (ed), God is for real, man, Nueva York "1967, F Ce gebietes «Liturgisches Jahrbuch», 18 (1968), 65 7 1 , H Thielicke, The Prayer
bolla López, Plegarias del hombre nuevo, Salamanca, 1963, Prophetenqrbet that span the -vuorld, Londres, 1965
buch, Munich, 1965, R Raines, Creative Brooding, Nueva York, "1968,
A Renard, Frieres de simphcite avec les evangiles des dvmanches r¿ Jetes • E Cardenal, Salmos, Medellm, 1964 Avila, 1967, E Eggimann Psalmen
(Presence Chrétienne), París, 1965, H Schurmann, Worte des lítrrn, F n <Limes Nova 18), Waesbaden, 1967, R Hearn, Modern psalms by boys, Lon
burgo, 1968 Algunos estudios J de Frame, Prier avec la Bible Les ante dres, 1966 Algunos estudios B de Wit, Kunnen wi) de psalmen nog m
cedents bibliques de grandes priéres chretiennes, Brujas, 1961, A v d Drift, gemeenschap bidden'' «Tijdschnft voor Liturgie», 52 (1968), 105 119, P Drrj
Bidden uit de Bijbel «Euchanstia», 60 (1968), 4, 15 25, W Fürst, Der Geist vers, Psalmen bidden. «Eucharistia», 60 (1968), 4, 26 35, P Emery, La médi
des Gebets Beten und Beter in der Bibel (Stundenbuch 59), Hamburgo, 1966, tation de l'Ecnture et des psaum.es, Taize, '1967, A Rose Psaum.es et priere
W Neü, The Plam Man Looks at the Bible (Fontana Books), Londres chrétienne (Coll de Pastorale Liturgique, 66) Saint Andre, 1965
Resumen general 297

copilaciones de datos siguen siendo valiosas. Las oraciones de personajes


2. COLECCIONES recientes y conocidos son sugerentes para el hombre de hoy. Para el teólogo
son especialmente interesantes las oraciones de Sóren Kierkegaard. Merecen
En los últimos años se ha incrementado la tendencia a coleccionar oraciones atención las oraciones de Peter Marshall, que en su condición de «Chaplain of
de todas las épocas y religiones. E n estas colección se pone de manifiesto lo the United States Senate» inició con la oración las sesiones del Congreso du-
tradicionales que son sus autores: para ellos, ni la época, ni el lugar, ni la reli- rante muchos años.
gión desempeñan ningún papel; publican lo que les parece valioso en las ex-
presiones de la oración para todo tiempo y todo lugar, al menos como fuente 3. NUEVAS ORACIONES
de inspiración.
a) Las colecciones generales7 son, junto con la herencia litúrgica latina, a) Es imposible trazar líneas definidas a través del inmenso cúmulo de li-
una fuente imprescindible para la liturgia en vías de formación, que debe faci- bros modernos de oración que se encuentran en el mercado. Como la colección
litar el acceso desde todas las culturas a todo cuanto se ha orado y cantado, disponible es demasiado pequeña, hay que contentarse con algunas indicacio-
antes y ahora, con los ecos más puros. Algunas indicaciones bastan. Son clási- nes. La mayor parte de lo que se ofrece es una prolongación de la tradición
cas las colecciones de Alfonso di Ñola, Christoph Einiger, H . Finberg, E. Goud- sin sacudidas violentas. Este es el caso, sobre todo, de William Barclay en sus
ge, W. y F. von Hahn y Walter Nigg. Lo que ofrecen «Courtes priéres», Man- numerosas publicaciones. Algunos autores son revolucionarios y por ello objeto
fred Seitz y Friedrich Thiele, Fulton Sheen y John Wallace Suter está expre- de discusión 10. Es conocido Malcolm Boyd, con quien mantuvo corresponden-
samente sintonizado con el hombre moderno. cia C. Lewis ". Citamos aquí la oración que da título al libro de oraciones, que
b) Oriente. Se conocen dos colecciones recientes de la Iglesia ortodoxa siempre suscita discusiones en una comunidad heterogénea: «Ya es de día,
rusa*. Jesús. Es de día y ya están aquí otra vez esa luz y ese sonido. / Tengo que
c) Personalidades*. Deberían ser más frecuentes las colecciones de ora- darme prisa...: ir al baño, lavarme, tomar un bocadillo y seguir corriendo. / La
ciones de los Padres de la Iglesia y de antiguos escritores espirituales: las re- verdad es que no tengo ganas, Señor. Lo que de veras querría hacer es volver
a meterme en la cama, taparme con las mantas y dormir. Parece que hoy todo
' F. Cebolla López y J. Sierra Benayas (ed.), Plegarias de todos los hom- lo que quiero es dormir mucho, y tengo que volver a correr. / ¿Adonde corro?
bres (Estela, 67), Salamanca, "1968; R. Claude y J. Feder (ed.), Prie dans le Tú conoces estas cosas que yo no puedo entender. No es que necesite que
secret. Recueil de priéres, Tournai, 1966; F. Colquhoun (ed.), Parish Prayers,
Londres, 1967; Courtes priéres pour le chrétien dans le siécle, Brujas, 1965;
A. di Ñola (ed.), Le preahiera dell'uomo. Antología delle preghiere di tutti i " G. Appleton, One man's Prayers, Londres, 1967; J. Baillie, A Dlttrt/ of
tempi e di tutti i popoli, Parma, 1957; C. Einiger (ed.), Die schonsten Gebete Prívate Prayer, Londres, 1936; W. Barclay, Een vijftiental gebedriiboeken
der Welt. Der Glaube grosser Persbnlichkeiten, Munich, '1967; H. Finberg uitgegeven bij London, SCM en Collins; C. Benito Plaza, Oraciones jxira
(editor), Manual of catholic Prayer, Londres, 1962; Gott ist gegenwartig. cuando llegue la noche, Bilbao, 1967; A. Bittleston, Meditative Prayers for
Gebete evangelischer Frómmigkeit, Munich, 1968; E. Goudge (ed.), A diary today, Londres, '1966; M. Boyd, Are you running with me, Jesús? l'raiivrs,
of prayer, Londres, 1966; Groot gebedenboek, Utrecht; W. y F. von Hahn Londres, 1967; M. Boyd, Book of Days, Londres, 1968; R. Castle, hlliinu of
(editores), Brevier des Alltags. Meditationen und Gebete aus 20 christlichen the Ghetto: «New Christian» (2 junio 1966); R. Castle, Prayer* ,,from a
Jahrhunderten, Pfaffenhofen-Ilm, 1966; W. Nigg (ed.), Gebete der Christen- Burned Out City. Christus-Gebete, editado por la abadía de Mivi'lii l i,lt,<li,n,
heit (Siebenstern-Taschenbuch, 46), Munich, '1967; W. Nigg (ed.), Gott ist Munich, 1968; Hermana Corita (Mary Corita Kent), Footnotes tiltil I load-
gegenwartig. Gebete evangelischer Frómmigkeit, Munich, 1967; Prayers new Unes. A play^pray book, Nueva York, 1967; G. Courtois, You v>ltn ure snnt.
and oíd, Londres, 1966; Priére simple. Petit recueil de priéres, Taizé, 1966; Prayers for the apostolate, Nueva York, 1966; W. Gossman, WUrter mieli.nn
Recueil de formules de priére universelle, París, 1967; N. de Robeck (ed.), Gott (Unterweisen und Verkünden, 5), Einsiedeln, 1968; C. Hcrzcl, Prtii/rrs
Praise the Lord. An anthology, Chicago, 1967; M. Seitz y F. Thiele (ed.), Wir of the people of God, Filadelfia, 1967; D. Hurley, Every day ltiiyer Jlook,
beten. Gebete für Menschen von heute, Bad Salzuflen, '1968; F. Sheen (ed.), Londres, 1966; L. Jerphagnon, Nostre preghiere, Vicenza; J. JOIICN, frailera
That tremendous love. An anthology of inspirational quotations, poems, for the people. A memorial collection of pulpit prayers, RICIIIIIIIIHI, 1IKIH;
prayers and philosophical comments, Nueva York, 1967; P. Strodach (ed.), Kelley, Men before God. Prayers and thoughts, Westminster, 190Ü; W. I ilnricn-
Oremus. Collects, devotions, litanies; from ancient and modern sources, Min- berg, Dúe Menschheit betet. Praktiken der Meditation in der Welt, Munich;
neapolis, 1966; J. Suter (ed.), Prayers for a new world, Nueva York, 1964. A. Maltha, Nieuwe gebeden, Nimega, 1965; E. Martin, Talking lo (¡tul, Lon-
• The Art of Prayer. An orthodox anthology, Londres, 1966; K. Rose (ed.), dres; A. Müller-Felsenburg, Gott und Co. Gebete eine renílenteti l.ttlen,
Christ ist erstanden. Osteralaube in der russischen Dichtung, Berlín, 1966. Friedberg; W. Opel, Seeing and Praying: «New Christian» (H wptli'inbre
• Anselmus Cantuariensis, Gebete, trad. de L. Helbling (Sigillum, 24), 1966); W. Purcell, The Plain Man looks at himself, Londn'H; 1). Hi>llt» y
Einsiedeln, 1965; Agustinus Hipponensis, Lobpreis und Anbetung, trad. de F. Steffensky (eds.), Das polítische Nachtgebet in Koln, MaKimrln, 1009;
J. Mader, Viena, 1966; S. Kierkegaard, The Prayers (Phoenix Book, P 131), A. Stoger, In Christus Jesús. Gebete des Neuen Bundes, Viena, 19(14; .1. Van-
Chicago, "1965; P. Marshall, The Prayers, Nueva York, "1954; Th. More, The denberg, Leven zonder grenzen; overwegingen; verzinnebeeld In zeskleiiríge
heart of. Readings for every day of the year (The Golden Library), Londres, tekeningen, Brujas, 1967; L. Weatherhead, A prívate house of J'rat/er, Lon-
1966; J. Newman, The heart of. Síntesis preparada por E. Przywara, con dres, '1966.
una introducción de H. Davis (The Golden Library), Londres, 1963. " Cf. Presentación.
298 H. Schmidt
me lo digas. Lo que importa es que alguien lo sepa, y ése eres tú. Eso ayuda
muchísimo. / Así que voy a seguir, ¿vale? Pero guía tú, Señor. Ahora tengo 4. LA ORACIÓN DESDE EL NACIMIENTO A LA MUERTE
que correr. ¿Corres tú conmigo, Jesús?» En su Book of Days (pensamientos
para cada día del año), figura en el 11 de octubre nada menos que: «¿Bombar- Ahora que la liturgia ha vuelto a descubrir al pueblo, es necesario que su
deas tú conmigo, Jesús? Póster avanzaba en una manifestación en favor de la oración se integre allí donde están los hombres. La oración extralitúrgica ha
paz en San Francisco, en la primavera de 1967.» Aún más notable es el libro dedicado a ello siempre una gran atención, prescindiendo ahora de juzgar de
de sor Corita, en cuya cubierta se lee: «Footnotes and Headlines, que se es- su calidad.
cribe para toda la nueva generación de hombres, de cualquier género de vida,
a) La familia y la juventud15 exigen la máxima atención por parte de la
de cualquier fe y de fe desconocida (y de toda edad), hombres que se dan la
liturgia en trance de formación, a menos que se quiera ver en la vida familiar
vuelta apenas oyen hablar de u n 'libro de oraciones'. Este es un libro serio para
un dato meramente biológico que, según algunos, carecería ya de toda función
la gente que se niega a tomarse en serio.» De muy distinto valor es el impor-
en un mundo secularizado. Es tan poco lo que ofrece la bibliografía, que parece
tante libro de Wilhelm Gossmann, conocido por su estudio sobre el lenguaje
que aún está por comenzar todo el trabajo.
sacro ". Alfred Müller-Felsenberg llama a sus plegarias «oraciones de un laico
renuente». La oración política de la noche en Colonia es un fenómeno de la b) La mujer16. Todo cuanto se escribe sobre la oración de la mujer suscita
época y, por tanto, un signo de contradicción. En la bibliografía no se han un problema: ¿es necesario crear una oración típicamente femenina en la litur-
incluido las oraciones de Louis Evely, Romano Guardini *, Jacques Lebret, gia, o sería esto una nueva discriminación de la mujer? ¿Se puede responsable-
P. Lyonnet, Michel Quoist y Karl Rahner, puesto que son suficientemente mente calificar la liturgia existente como demasiado «masculina» y no sufi-
conocidas. cientemente «femenina»? ¿ O no es la liturgia ni masculina ni femenina, sino
b) África a. Fritz Pawelzik, joven dirigente obrero que trabajó para la «divina» y, por tanto, «neutra»?
CJMV en Ghana, ha reunido y editado las conversaciones con el padre de c) Existen muchos libros de oración para enfermos y moribundos; junto
quince cristianos. Estas oraciones son notables por su simplicidad, por su a ellos prolifera una inmensa literatura sobre devociones, espiritualidades y
concreción y por su fuerza imaginativa. culto de los santos. Nos llevaría muy lejos abordar este capítulo, sin duda
c) Spirituals y Beatles ". Estos dos no tienen necesariamente que ser men- importante. Señalamos únicamente oraciones para la bendición de la mesa ",
cionados juntos. Por razones prácticas sólo se citan algunas ediciones en la examen de conciencia 18 y oraciones por la unidad de los cristianos ".
extensa literatura sobre el particular. Las colecciones citadas son útiles para
tomar contacto con los Espirituales. Por lo que respecta a los Beatles, se llama
" A. C, Liturgie ais Formprinzip in der katholischen Familíe: «Liturgie
la atención sobre su opera omnia y sobre un serio estudio de Georg Geppert, und Monchtum», 19 (1956), 62-66; F. Barbero (ed.), Osiamo diré. Preghiere
en cuyo prólogo se pregunta Karl Rahner: «¿Acaso un predicador de la pala- per i giovani e le famiglie, Turin, 1968; Th. Bogler (ed.), Die Familie, Gottes-
bra de Dios no tiene que entrar en contacto con los fans de los Beatles, si no werk und Menschenmühen: «Liturgie und Monchtum», 23 (1958); H. Caffarel,
quiere predicarse a sí mismo y a sus iguales? ¿Acaso no son estos discos una Présence a Dieu. Cent lettres sur la priére (L'Anneau d'Or), París, 1967;
J. Cassidy y B. Sharratt, Come to the Lord. An assembly book for secondary
buena introducción a estos fans, que sienten lo que en ellos se interpreta como schools, Londres, 1968; Dein Reich komme. Gebete für junge Christen,
su propia vida?» Wurzburgo, 1957; Mother St. Dominic, Prayers for young christians. An
assembly book for secondary schools, Londres, 1966; T. Goffi, Spiritualita
famüiare (Famiglia e Pastorale), Roma, '1968; C. Janssens, D. Mous y
N. Nooren, Thuis bidden, 's-Hertogenbosch, 1967; Kelley, Youth before God.
Prayers and Thoughts, Westminster, 1957; M. Kitson, Infant Prayer, Lon-
dres, '1967; F. Lelotte, Giovani verso Cristo, Roma; W. Wilson, Hymns
" W. Gossmann, Sakrale Sprache (Theologische Fragen Heute, 3) Mu- for young christians, Londres, 1967.
nich, 1965. " Beck-Miller, Frauen vor Gott. Gedanken und Gebete, Kevelaer, "1968;
* Ediciones Cristiandad publicó el precioso libro de Guardini Oraciones Th. Schneider, Frau und Gebet: «Liturgie und Monchtum», 35 (1964), 38-51;
teológicas en 1959. {N. del T.) L. Sergio (ed.), Prayers of women, Nueva York, 1965; H. van Zeller, Durch-
" F. Pawelzik (ed.), Ich liege auf meiner Matte und bete, Wuppertal, e blicke. Gebet im Alltag der Frau (Licht vom Licht, nueva serie, 2), Ein-
Ich singe dein Lob duren den Tag, Wuppertal, 1965; J. Nketia, Prayers at siedeln, 1965.
Kple Worshlp (África), 1963; B. Nyom, Priére biblique et priére négro- " M. Bouyer, Frieres -pour le repas, París, 1966; J. Hennig, Zur Stellung
africaine, 1965; O. Wermter, Gotteserlebnis in Negerkral: «Orientierung», 32 des Tischgebets in der Liturgie: «Liturgisehes Jahrbuch», 18 (1968), 87-98.
(1968), 9, 110-111. " L. Rosadoni, Cuore d'uomo, cuore di Dio. Esame di coscienza per tutti,
" The Beatles, Complete Works, Amsterdam, 1969; G. Geppert (ed.), Songs Turín, 1968.
der Beatles. Texte und interpretationen (Schriften zur Katechetik, 11), Mu- 11
P. Rouillard (ed.), Le livre de l'unité. Frieres oecuméniques, París,
nich, 1968; K. Hansen (ed.), Go down, Moses; 100 Spirituals und Gospel 1966; New hymns for a new day, publicado por World Council of Churches;
Songs, texto original y versión alemana (Studenbuch, 26), Hamburgo, 1963; P. Scheele, Vater, die Stunde ist da. Gebete der Oekumene (Herder Bücherei,
M. Stewart (ed.), Gospel Song Book, Londres, 1968. 194), Friburgo, 1964.
Resumen general 301
5. LITURGIA b) Eucaristía. A pesar de celebrarse la misa latina en la lengua del pue-
blo, se siente aún la necesidad de textos libres. Algunas publicaciones dan tes-
El propósito de este volumen es registrar todo cuanto hay de vivo al lado timonio de la existencia de este problema 23 .
de la liturgia oficial y lo que sobre ella se escribe. Por ello no es necesario c) Oración coral, breviario, lecturas. No es verdad que la oración coral
detenernos en la inmensa literatura sobre la oración litúrgica ni tampoco en carezca de problemas en nuestros días; todo lo que hay de inquietud latente
los nuevos textos latinos, editados oficialmente con vistas a la renovación de se expresó en un congreso celebrado del 1 al 4 de julio de 1968 por el grupo
la liturgia latina, traducidos luego a las lenguas modernas. Tampoco se ofrece «Liturgia y Monasterios» en la «Fraternité des Dominicaines de Méry-sur-
la literatura relacionada con las «oraciones de los fieles» o las «preces intro- Oise» 24 .
ductorias», aunque se trate de un tema importante, ya que en ellas se permite La crisis del breviario es tan conocida que no es necesario escribir siquiera
oficialmente cierta libertad. Estos textos se dan por sabidos por la literatura sobre ella. Se está de acuerdo en que urge la necesidad de ofrecer a los sacer-
estrictamente litúrgica, pero, sobre todo, por la experiencia personal. Resulta dotes con toda rapidez una oración cotidiana, integrada en su trabajo diario,
útil remitir aquí a la extensa bibliografía de «Les Questions Liturgiques et sea o no litúrgica.
Paroissiales» y a las noticias sobre la literatura del tema en el «Archiv für
En Italia principalmente ha surgido un nuevo tipo de lecturas espirituales
Liturgiewissenschaft» 2I).
para cada día del año. Estas publicaciones son también tradicionales, ya que
a) Estudios. Algunos estudios de carácter general nos valen para nuestro toman sus textos de todas las épocas. Presentan, empero, la particularidad de
tema 21 . Es clásica la investigación del concepto de pietas llevada a cabo por ofrecer también lecturas sacadas de la literatura universal, ya que ésta forma
Walter Dürig. Las obras de Albert Hófer, Ernst Lange y Gerhard Schnath parte de la tradición y en cierto sentido puede ser considerada como prolon-
tratan la problemática de la liturgia en nuestros días y constituyen un reto gación de los «libros espirituales» en estricto sentido a .
que no puede ser ignorado. d) Holanda y Flandes. Es evidente que en Holanda y en Flandes se trata
En las revistas se presta atención, sobre todo, a la problemática de la ora- de crear una liturgia, al igual que ocurre en otras partes, sobre todo en los
ción litúrgica en nuestro tiempo 22 . Estados Unidos. Pero puesto que Holanda ha aparecido en la prensa mundiai
de manera sensacionalista, ha cobrado una importancia revestida de un inte-
*• Literaturberichte: «Archiv für Liturgiewissenschaft», X, 2 (1968), 577- rés sin duda malsano. Pero ya que los hechos son así, sea como sea la actitud
586; Th. Gantner y P. Wiertz, Religibse Volkskunde: «Archiv für Liturgie- emocional que se adopte ante ellos, la ciencia ha de prestarles atención. Por
wissenschaft», X, 2 (1968), 476--520; E. von Severus, Die Liturgie in der Spiri-
tualitat und in der Frbmmigkeit. tanto, sería de desear una bibliografía al respecto.
" W. Dürig, Pietas Litúrgica. Studien zum Fr'ómmigkeitsbegriff und sur Existen centros que difunden textos a mayor o menor escala; su número
Gottesvorstellung der abendlandischen Liturgie, Ratisbona, 1958; A. Hófer, va reduciéndose a proporciones normales. El centro más importante de Holan-
Modelle einer pastoralen Liturgie. Vorschlage zur Reform (Offene Fragen),
Graz, 1969; E. Lange, Chancen des Alltags. Oberlegungen zur Funktion des da es la editorial litúrgica N . V. Gooi en Sticht, de Hilversum. Atiende a toda
christlichen Gottesdienstes in der Gegenwart (Handbücherei des Christen in la provincia eclesiástica de Holanda, siguiendo métodos modernos de edición
der Welt, 8), Stuttgart, "1966; G. Schnath (ed.), Fantasie für Gott. Gottes- y organización. Posee un sistema perfecto de información y de recopilación
dienste in neuer Gestalt, Stuttgart, "1965.
" J. Beex, Gebed-Stilte-Rust: «Tijdschrift voor Liturgie», 49 (1965), 319- " R. Berthier, Vivante parole, pour vivre la Messe, Limoges, 1967; P. Bruy-
323; Th. Bogler (ed.), Frómmigkeít: «Liturgie und Monchtum», 27 (1960); lants, Op zoek naar een nieuwe stijl in de vertaling van de gebeden van het
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of the Christian Mystery, 1967; D. Cremer, Das Wort ais Begegnung und an. Eucharistische Gebete für das Kirchenjahr, Kevalaer, "1966; G. Danneels
Fülle; zum Beten des Christen in der Kirche Christi: «Liturgie und Monch- y Th. Maertens, La priére eucharistique. Formes anciennes et conception
tum», 29 (1961), 37-50; J. Grootaers, De spanningen tussen liturgisch en nouvelle du canon de la messe (Vivante Liturgie, 79), París, 1967; A. Schilling,
persoonlijk gebed in het verleden: «Tijdschrift voor Liturgie», 46 (1962), 5-9; Orationen der Messe in Auswahl. Sin Beitrag zum Problem ihrer über-
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und Hymnologie», 9 (1964), 1-28; A. Schoenen, Das immerwahrende Gebet: ¡¡.Prima che il gallo canti mi rinneoherai tre volteti. Esame di coscienza del
«Liturgie und Monchtum», 27 (1960), 72-86; E. von Severus, Liturgie und novecento, Fossano, 1968; A. Pronzato (ed.), 11 Guastafeste. Breviario di
personliche Frbmmigkeit: «Liturgie und Monchtum», 9 (1951), 9-16; W. Simp- rimorsi, Turín, 1967; L. Rusca (ed.), II breviario dei laici, Milán, '1963; II
son, Jewish prayer and worship, Londres, 1965; H. Wegman, «Wat is dan de secondo breviario dei laici, Milán, "1964; II terzo breviario dei laici, Milán,
mens, dat gij aan hern denkt?i> Het gebed in de liturgie: «Theologie en 1965; M. Tosco (ed.), Alzo zero. Provocazioni quotidiane per vincere l'isola-
Pastoraat», 64 (1968), 96-111. mento in questo mondo tutto da rifare, Turín, 1968.
302 H. Schmidt

de textos. A efectos de instrucción práctica, edita asimismo discos bajo el tí-


tulo de «Didascalia». Para cada domingo y festivos publica por separado la
celebración eucarística completa, en pequeño y gran formato, para uso de
sacerdotes y fieles, con el título de Bron van christelijke geest (Fuente del
espíritu cristiano).
No existe en Holanda libro alguno que ofrezca una síntesis de la marcha Documentación Concilium *
de los acontecimientos; un libro semejante resulta superfluo, ya que las cele-
braciones litúrgicas se conocen por experiencia. Sin embargo, en Alemania ha I
aparecido un extenso libro sobre la liturgia holandesa a .
Pueden añadirse diversas ediciones, la mayor parte de las veces de ámbito EL LENGUAJE EN EL CULTO CRISTIANO
modesto: textos para los oficios comunes 21 y algunos folletos de cánticos 2! .
El Grupo de Trabajo para la Liturgia en Lengua Popular, de Amsterdam, es El lenguaje del culto cristiano presenta actualmente cuatro problemas capi-
el más conocido: es un equipo de liturgistas, exegetas, literatos y músicos. En tales: el impacto de los medios de comunicación; el uso de las imágenes
el extranjero es conocido, sobre todo, el poeta H u u b Oosterhuis, ya que se ha bíblicas en el lenguaje moderno; la necesidad de un estilo hablado aplicable
traducido un cuaderno suyo s . E n colaboración con los exegetas Pius Drijvers a los textos litúrgicos; finalmente, la verdadera naturaleza del lenguaje y sus
y Han Renckens, Huub Oosterhuis y Michel van der Pías han publicado un funciones. Estos cuatro dominios fueron abordados con minuciosidad en la
intento de nueva traducción de cincuenta salmos que merece que se tenga en primera reunión general de la Societas Litúrgica, sociedad internacional para
cuenta 30 . la investigación y renovación litúrgicas, celebrada en Glenstal Abbey, Irlanda,
Para circunstancias particulares también se han editado textos, entre los del 2 al 5 de septiembre de 1969.
cuales se encuentra el sepelio de monseñor Willem Bekkers, obispo de Los trabajos de esta conferencia pueden resumirse como sigue: El len-
's-Hertogenbosch 3I . guaje de los medios de comunicación no es poético, sino fríamente descriptivo,
D e manera discreta se han comenzado a publicar lecturas para cada día del y la amplia difusión que han tenido estos medios de comunicación ha traído
año, tomadas de escritores antiguos y modernos 32 . consigo una disminución del vocabulario en todos los terrenos, pero muy
en especial por lo que afecta al mundo teológico. Mucho antes de que apa-
HERMÁN SCHMIDT
reciesen los medios de comunicación, todo el sector del vocabulario cristiano
histórico resultaba ya arcano para un gran número de laicos. El único efecto
achacable a los medios de comunicación fue el que ese eclipse se acelerase.
" A. Schilling, Fúrbitten und Kanongebete der hollándischen Kirche. Podemos lamentar los estragos causados por la cultura contemporánea en el
Materialien zur Diskussion um zeitaemasse liturgische Texte, Essen, "1968. área del lenguaje común, pero no nos queda opción. No hay más remedio
" W. Barnard, Gebeden in de gemeente, Amberes, 1968; W. Barnard,
Gebeden voor de gemeente die zich op het Pascha voorbereidt, Amberes, 1969; que llevar a cabo el correspondiente reajuste del lenguaje cultual, pues la
R. van den Bosch, Alie eer en glorie, Helmond, '1967; R. van den Bosch, Wij materia prima de nuestro trabajo es, inevitablemente, el lenguaje común. Es
vieren feest, Helmond, '1967; R. van den. Bosch, Schríftlezingen en gebeden muy probable que las liturgias de mañana tengan un lenguaje más simplificado;
voor vigilie en ochtend van de uitvaart der overleden gelovigen, Haarlem,
1966; Levende liturgie, Nimega, 1967; Liturgisch kerkboek, Mechelen, 1965; muchas de nuestras liturgias históricas resultan hoy sobrecargadas de pala-
W. Reckman, Ph. Stein y W. ter Burg (eds.), Werkmap voor liturgie, Hil- bras, pues datan de una época en que la comunicación verbal era la única
versum; Ph. Stein, De Dienst van de maaltijd, Voorburg, 1966; Zolang er disponible. El nuevo lenguaje expresivo «no lineal», que combina palabra e
mensen zijn. Oecumenisch liederenboek, Hllversum, !1967. imagen para lograr una síntesis, se aplica ya en muchos lugares de culto, espe-
" I. de Sutter, Een kerk die zingt. Het niewwe kerklied, geest en praktijk,
Amberes, 1962; I. de Sutter, Een nieuw lied. Een bundel niewwe en eewwig- cialmente en los Estados Unidos. En la discusión que siguió a las comunica-
jonge kerkliederen, Amberes, "1962; G. Helderenberg, Nieuwe kerkliederen; ciones del profesor Skoglund y del doctor Hageman hubo acuerdo general
dichtproeven, Amberes, 1965; Th. Naastepad, Op de dorsvloer. Toespraken en en que se abría la puerta a una nueva dimensión de la comunicación en el
nieuwe liederen uit het Leerhuis. Hilversum, 1964; Het nieuwe kerklied:
«Ontmoeting», 15 (1962), nr. 7-8. culto, pero ocurre que apenas nos hemos recuperado del primer impacto
" H. Oosterhuis, Bid om vrede, Utrecht, "1968; H. Oosterhuis, Hand op causado por los medios de comunicación y ya nos encontramos frente al pro-
mijn hoofd, Utrecht, 1965; H. Oosterhuis, In het voorbijgaan, Utrecht, 1968. blema de hallar un lenguaje litúrgico.
" Vijftig psalmen, Utrecht, 1967. Con respecto al uso de las imágenes bíblicas en una liturgia vernácula,
" Eucharistieviering met toeristen: «Theologie en Pastoraat», 63 (1967),
113-128; 64 (1968), 113-128; Uitvaart van mgr. W. Bekkers, Bischop Bekkers, los problemas que habitualmente se plantean en las distintas áreas lingüísticas,
Utrecht, 1966, 421-444. aun sin ser idénticos, presentan notables semejanzas. Así, por ejemplo, las
" In dienst van het Woords, reunidos por J. Kocken y M. Sterke, Haar-
lem, 1968ss. * Bajo la responsabilidad del Secretariado General.
304 P. Murray El lenguaje en el culto cristiano 305

traducciones de la Biblia hechas en España no se adaptan al genio lingüístico quiera de ambos casos, se precisa que tengan un cierto ritmo, y deberá cui-
de la América Latina. Por lo que se refiere a las versiones inglesas, ninguna darse especialmente la yuxtaposición de las consonantes, de manera que el
de ellas se consideró adecuada para responder a las exigencias de la liturgia lector pueda enunciarlos claramente, transmitiendo su significado sin excesiva
en cuanto a la necesaria combinación de claridad, estilo y lenguaje actuales. dificultad. Por lo que se refiere a los textos que han de cantarse, importa
Lo que en realidad se echa de menos es una total reestructuración que vaya mucho que en todas las etapas de su elaboración intervengan algunos exper-
de acuerdo con el estilo del lenguaje actual, ya sea español *, inglés o cualquier tos en cuestiones musicales, de forma que puedan aportar sus conocimientos
otro. Para ello se requiere, más que la capacidad del exegeta o del liturgista, especializados y de todo ello resulte la creación de una letra realmente adap-
la maestría del escritor. Durante la conferencia funcionó un grupo de trabajo tada al canto. Llegada la ocasión en que se logre una música aceptable, se
que preparó las lecturas del domingo de Pascua, traduciéndolas directamente procurará que el texto cantado tenga aplicación por un tiempo más prolon-
del griego, con vistas a su aplicación en la liturgia. Este grupo, bajo la direc- gado que los textos meramente recitados, pues la asociación de música y
ción del doctor Russell, de Belfast, informó que antes de proceder a la traduc- palabras tiende de por sí a dejar una huella más permanente en las personas
ción sería preciso seleccionar las lecturas. El primer paso, por consiguiente, que las simples palabras dichas.
habría de consistir en llegar a un acuerdo sobre el leccionario. Con ello, los Con respecto a la función del lenguaje en el culto, la conferencia dedicó
traductores se encontrarían en disposición de tratar cada lectura como una el primer día a examinar la comunicación del profesor H. Schmidt sobre este
unidad, dándole un comienzo que pusiera más de relieve su significado. En tema.
una Biblia para uso litúrgico es de capital importancia la puntuación, pues En cada sector de la vida humana se tiende a hacer un uso propio del
la persona que ha de leer en alta voz para una asamblea necesita orientaciones lenguaje, con una terminología técnica especial. De ahí que sea inevitable el
más detalladas sobre las pausas que habrá de hacer, de forma que los oyentes empleo de «términos religiosos» en la liturgia. Pero éstos han de quedar
puedan entenderle mejor. reducidos al mínimo indispensable, a fin de inculcar a todos la idea de que
El tercer problema importante, objeto de debate en la conferencia, fue la la comunidad de culto está integrada por personas de muy diferente género
necesidad de dar con un estilo de lenguaje hablado en los textos litúrgicos. de vida, además de estar llamada a englobar una serie de individuos con un
Hay dos factores que han influido en el envejecimiento de nuestro lenguaje conocimiento muy reducido de la fe cristiana. Sin embargo, no es preciso
litúrgico: su vocabulario y su sintaxis. Hasta los más conservadores sienten que los participantes en un acto litúrgico comprendan todas y cada una de
la necesidad de suprimir las palabras que hoy resultan arcaizantes y susti- las palabras, pero habrán de captar con claridad el significado de ese acto
tuirlas por otros términos más inteligibles. Ahora bien: quedarse sólo ahí de culto. El lenguaje litúrgico habrá de ser tal que cause el máximo impacto
sería tanto como hacer frente al problema con una chapuza. La cuestión de en el mayor número posible de personas. Además, como la liturgia es una
la sintaxis —la construcción gramatical de las frases— es aún más seria y acción, en la práctica no resulta provechoso hablar del lenguaje litúrgico pres-
presenta mayores dificultades. En tiempos de la Reforma, los textos litúrgicos cindiendo de las acciones litúrgicas. En relación con este problema es de gran
se tomaron de sus originales latinos, conservando en la traducción la sintaxis valor e importancia la distinción entre «lengua» y «habla».
latina y sus fórmulas retóricas. Esto quizá fuera admisible en aquellos tiempos, La liturgia no es asunto que pueda avanzar en los gabinetes de los inves-
pues muchas personas estaban familiarizadas con el latín, pero lo cierto es tigadores, sino que deberá brotar de la misma vida de la Iglesia. Es indu-
que los diferentes idiomas europeos han sufrido profundos cambios en los dable que los investigadores tienen su función que cumplir, pero el desarrollo
cuatro pasados siglos, y el proceso de cambio en el idioma se ha acelerado de este modelo litúrgico habrá de contar con las aportaciones de otros miem-
actualmente. Ha desaparecido o ha pasado de moda la construcción grama- bros de la Iglesia procedentes de todos los niveles. Hablar de una liturgia que
tical a base de una oración principal con numerosas oraciones subordinadas, avanza y se desarrolla no significa que consideremos malas las liturgias del
que daba por resultado una frase larga y complicada. En el lenguaje actual, pasado y que, por consiguiente, creamos necesario corregirlas. Lo cierto es
las frases son cortas y se suceden a un ritmo más vivo. Se emplean menos que la creación de formas litúrgicas que respondan a las necesidades de nuestra
adjetivos y el estilo tiende a ser terso y escueto. época lleva consigo el supuesto de que en este mundo cambiante la liturgia
En la preparación de los modernos textos litúrgicos habrá de tenerse en ha de renovarse continuamente, de forma que se haga patente su importancia
cuenta que están destinados a ser dichos en alta voz o cantados. En cual- para la actual situación de los hombres y les ayude a comprender la realidad
de Dios.
* Ediciones Cristiandad, de Madrid, está publicando, con el título Los Li- La Societas Litúrgica ha elegido por tema para su próxima reunión «El
bros Sagrados, una nueva traducción de la Biblia realizada por el padre Luis trasfondo teológico de las liturgias experimentales».
Alonso Schokel, padre Juan Mateos y el profesor José María Valverde, que La organización de esta reunión correrá a cargo del presidente entrante,
persigue ese objetivo: fidelidad máxima a los textos originales y lenguaje
vivo y actual del pueblo. Tanto la Comisión Litúrgica Española como el CELAM, canónigo R. C. D. Jasper, D. D., 1, Little Cloister, Westminster Abbey, Lon-
de Hispanoamérica, han adoptado esas traducciones para los textos litúrgicos. dres, SW-1. p_ M u R R A Y
(N. del T.)
20
Un congreso internacional de música litúrgica 307

música de iglesia, la cual debe tener en cuenta la nueva concepción del sig-
nificado de las formas litúrgicas, del canto en el culto y del empleo de ins-
trumentos. La formulación de abundantes preguntas al público hizo que toda
la asamblea se sintiera como una comunidad viva de trabajo. También hubo
una colaboración unánime en la ejecución de las tareas de organización. Algu-
nos miembros del círculo actuaron como traductores, y así, mediante una
II versión simultánea, superaron las dificultades debidas a la presencia de cinco
UN CONGRESO INTERNACIONAL idiomas distintos en el congreso.
DE MÚSICA LITÚRGICA La escala de las piezas iba del género folklórico al artístico, del canto
comunitario al canto virtuosista para coro y solos, del acompañamiento im-
El grupo internacional de estudio Universa Laus organizó en Turín, del provisado con guitarra a la compleja partitura para orquesta. Respondiendo
1 al 6 de septiembre de 1969, una peculiar semana de estudios: una rassegna, a la nueva situación del culto y a la estructura de las actuales asambleas,
es decir, una muestra de obras de la nueva música litúrgica, en la que fueron predominaron las formas sencillas. Entre la gran lista de compositores po-
presentadas y discutidas cerca de 60 piezas musicales procedentes de unos demos mencionar: Huijbers, Misch, Blarr, Krenek, De Fatto, Woll, Senator,
veinte países. No se trataba, como dijo J. Gelineau en la inauguración, de Manzano, Prophette, Eben, Schieri, Zimmermann, Trexler, Arguello, Con-
una visión sistemática, sino más bien de un examen aclaratorio de la situación, nolly, Berthier, Giombini, Kendall, Puig, Meister, Paccagnini y Williams.
en la cual es también importante la expresión sonora elemental, todavía no En la sesión de clausura, E. Quack intentó ofrecer un balance del con-
plasmada en forma artística, de una asamblea. G. Stefani explicó los métodos greso. En un análisis de las obras presentadas, dijo, se advierten dos carac-
de trabajo del congreso. La presentación de las piezas y la discusión pública terísticas generales de la nueva música litúrgica. En primer lugar, la relativa
por un grupo de expertos quería ser un intercambio de experiencias lo más uniformidad de la música sagrada ha sido sustituida por una extraordinaria
amplio posible y un estímulo para los autores de textos, los músicos y los multitud de tipos y estilos. Esto se debe al empleo de la lengua vernácula y,
liturgistas. en consecuencia, a los matices resultantes de la lengua, la región y la nacio-
En la ponencia principal sobre «Canto y música en la renovación litúr- nalidad. En segundo lugar, la uniformidad de las formas de la música litúr-
gica», H. Rennings se refirió al nuevo papel de la música y del músico de gica, tal como aparecen en el coral gregoriano y en la polifonía vocal clásica,
iglesia. Dado que el canto y la música están plenamente integrados en la ha sido sustituida por una gran variedad de formas litúrgicas, que no se
liturgia, el músico de iglesia tiene la misión de colaborar en la creación de ajustan primariamente a unas rúbricas señaladas de antemano, sino a cada
la misma liturgia. En el proceso global de la renovación del culto está inclui- situación litúrgica y a la estructura religiosa y social de la comunidad que
da, como parte de la liturgia, la música religiosa. Los motivos y el valor de celebra el culto.
tal renovación deben aparecer también en la actual situación, en la que las Como rasgos peculiares de la música de la nueva liturgia, el ponente se-
formas y los signos litúrgicos —por tanto, también la música y el canto— han ñaló cinco tendencias que se habían puesto claramente de relieve en la audi-
de ser profesión y expresión de la decisión de fe y de la conciencia de que ción y discusión de las obras. La primera tendencia, el predominio del elemen-
Dios está con nosotros. to folklórico, se debe a la participación activa de la comunidad en el canto.
G. Sobrero, responsable de la organización local, saludó a los cerca de En los pueblos románicos se traduce en una adaptación a la música profana;
200 asambleístas procedentes de los diversos países europeos y creó una atmós- en los pueblos germánicos, en una renovación y un empleo más intenso del
fera amistosa ilustrando sus palabras con fotografías de Turín y sus alrede- canto de iglesia y sus formas análogas. La segunda tendencia apunta al canto
dores. La alocución del cardenal Pellegrino animó a los asistentes a interesarse dialogado, tal como lo exige la asamblea articulada. En este aspecto se tiende
por los trabajos de la semana. a una expresión espontánea e improvisada. La tendencia que más choca cor»
Las obras selecionadas fueron presentadas en catorce sesiones de trabajo. la música de iglesia tradicional es el avance del elemento rítmico. Este rasgo
De acuerdo con su función y contenido, resultaron los siguientes grupos: debe considerarse como expresión del sentimiento actual. De él depende
cantos de entrada, proclamación de la palabra, salmos, himnos, oraciones. Las estrechamente la cuarta tendencia: el mayor uso de instrumentos y la amplia-
piezas típicas de la nueva «música rítmica» fueron estudiadas en un grupo es- ción del arsenal de instrumentos empleados en la iglesia. Ningún instrumento
pecial, a fin de poder discutir ampliamente este género vinculado al estilo queda proscrito como antilitúrgico. En contraposición con estas tendencias
contemporáneo. La presentación acústica iba acompañada de una proyección elementales aparece, en quinto lugar, una tendencia a la diferenciación artís-
de las partituras. El director de la sesión daba oportunamente una breve in- tica, la cual busca, al mismo tiempo, conectar con las formas populares de
troducción sobre el origen, la forma y la intención de cada pieza. En una expresión. A este respecto se presentaron algunos ejemplos de soluciones
serie de conferencias se desarrolló técnicamente la problemática de la actual felices (P. Eben, E. Krenek).
308 E. Quack
Así, pues, se ha visto en el congreso que la actual música de iglesia, si
bien registra algunos intentos a ciegas e incluso numerosas equivocaciones,
está realizando, en muchos ejemplos de nuevo desarrollo vital, la exigencia
conciliar de aggiornamento. Se ha visto que esta música se está liberando
del peso de una mentalidad rubricista y busca abrir el camino a una expresión
auténticamente humana en el culto.
J. Gelineau aludió, en sus palabras finales, a varios aspectos del futuro COLABORADORES DE ESTE NUMERO
desarrollo. Refiriéndose a las ideas de la ponencia introductoria, explicó que
la liturgia es esencialmente comunicación entre Dios y los hombres y que
necesita, para expresar esa relación, un signo que entiendan los hombres. Cuan- MARK GIBBARD
do nos reunimos para la celebración litúrgica ponemos ese signo, que alcanza
su cumbre en la expresión de la voz, en el canto. Una música de iglesia que Nació el 6 de abril de 1910 en Inglaterra y fue ordenado en la Iglesia an-
permanezca fiel a la renovación y quiera ser siempre «cántico nuevo» habrá glicana en 1933. Estudió en la Universidad de Cambridge y en el Cuddeston
de tener conciencia de ese carácter de signo. Theological College de Oxford. Maestro en teología, es miembro de la comu-
El octavo congreso de Universa Laus ha constituido un signo de esta nidad religiosa de San Juan Evangelista (Oxford) y profesor invitado de la
naturaleza. Se ha dejado llevar por el espíritu de una colaboración cordial y Divinity School de Berkeley (Estados Unidos). Entre sus publicaciones pode-
abierta a lo humano. Y así resulta obvio que concluyera felizmente con una mos citar Vnity is not enough (La unidad no basta), 1965, y Should toe pray?
celebración común de la eucaristía, en la que los distintos idiomas dieron (¿Debemos orar?), 1969.
expresión a la proclamación de la palabra, a la súplica y al canto.
JUAN PETERS OCD
E. QUACK
Nació el 25 de abril de 1921 en Esloo (Holanda) y fue ordenado sacerdote
en 1946. Estudió en las Universidades de Lovaina y Nimega. En 1957 obtuvo
el doctorado en teología. Ha sido profesor de dogmática y espiritualidad en
el Teologado de los carmelitas descalzos de Smakt-Venray (Holanda) de 1949
a 1966. Desde 1966 es secretario de la Redacción de CONCILIUM. ES, asimismo,
experto en el Concilio pastoral de Holanda y secretario de la Sociedad Cientí-
fica de teólogos católicos de Holanda. Entre otras obras, es autor de Geloof
en mystiek. Een theologische bezinning op de geestelijke werken van St. Jan
van het Kruis (Fe y mística. Reflexión teológica sobre las obras espirituales
de San Juan de la Cruz), Lovaina, 1957, y de Volledige werken van de
H. Johannes van het Kruis (Obras completas de San Juan de la Cruz, tradu-
cidas del español y precedidas de una introducción hermenéutica y crítica),
Hilversum-Amberes, 21963.

JOSEPH GELINEAU SJ

Nació el 31 de octubre de 1920 en Champ-sur-Layon (Francia) y fue orde-


nado sacerdote en 1939. Estudió en la Escuela César Franck de París, en la
Facultad de Teología de Lyon-Fourviére, en el Instituto Católico de París y
en el Pontificio Instituto Oriental de Roma. Doctor en teología (1960) y di-
plomado en composición y órgano, es profesor de pastoral litúrgica en el Insti-
tuto Superior de Pastoral Catequética de París, miembro del Centro Nacional
de Pastoral Litúrgica de Francia, consultor para la reforma litúrgica, redactor
de la revista «Eglise qui chante» y miembro del praesidium de la asociación
«Universa Laus». Ha creado una salmodia en lengua francesa y ha compuesto
310 Colaboradores de este número Colaboradores de este número 311

numerosos cantos litúrgicos. Además de Chant et musique dans le cuite chré- cias sociales. Es escritora y forma parte del Consejo de Apostolado Familiar,
tien, 1961, ha publicado muchos artículos sobre liturgia y canto en diversas de la Asociación Newman y de un Consejo de liturgia. Es autora de un libro,
revistas. escrito en colaboración con su marido: Liturgy is what you make it (La litur-
gia es como vosotros la hacéis), Londres, 1967.
MONS. DENIS HURLEY OMI

Nació el 9 de noviembre de 1915 en Ciudad del Cabo (África del Sur). DAVID POWER OMI
Fue ordenado sacerdote en 1939 y recibió la consagración episcopal en 1951.
Estudió en el Angelicum y en la Gregoriana de Roma. Licenciado en filosofía Nació el 14 de diciembre de 1932 en Dublín y fue ordenado sacerdote en
y en teología desde 1951, es arzobispo de Durban (África del Sur). Ha publi- 1964. Estudió en el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo (Roma).
cado diversos artículos sobre la segregación racial, la dignidad humana, la li- Licenciado en filosofía y doctor en teología (sección liturgia) en 1968, es pro-
bertad en la Iglesia, etc. fesor de liturgia y superior del estudio teológico de su Congregación en Pil-
town (Irlanda). Ha escrito sobre la pobreza religiosa. Actualmente prepara la
publicación de su tesis doctoral: The Presbyterate. An Investigation of the
MONS. JAN VAN CAUWELAERT Román Ordination Rites and of Vanean II about the Presbyterate (El presbi-
terado. Estudio de los ritos romanos de ordenación y del Vaticano II sobre
Pertenece a la Congregación de Scheut. Nació el 12 de abril de 1914 en el presbiterado).
Amberes (Bélgica). Fue ordenado sacerdote en 1939 y recibió la consagración
episcopal en 1954. Estudió en la Universidad de Lovaina, donde obtuvo la ROBERT LEDOGAR CFMS
licenciatura en filosofía. De 1959 a 1967 fue obispo de Inongo (Congo-Kinsha-
sa). Es autor de numerosas colaboraciones sobre el ecumenismo en las misio- Nació el 3 de agosto de 1933 en Nueva York y fue ordenado sacerdote en
nes, las misiones y la liturgia, etc. 1959. Estudió en el Maryknoll Seminary y en la Fordham University, así como
en el Instituto Católico de París. Maestro en liturgia y doctor en teología
(1964), es profesor de teología en el Maryknoll Seminary (Nueva York). Ha
GERARD BROCCOLO
publicado Acknowledgment: Praise-Verbs in the Early Greek Anaphora (Re-
Nació el 14 de junio de 1939 en Chicago (Estados Unidos) y fue ordenado conocimiento: Verbos de alabanza en las anáforas griegas primitivas), Roma,
1968.
sacerdote en 1964. Estudió en la Universidad Gregoriana y en el Pontificio
Instituto Litúrgico de San Anselmo (Roma). Licenciado en teología y maestro DOMENICO BILOTTI SJ
en liturgia, es profesor de liturgia en el Seminario de St. Mary of the Lake,
Mundelein (Estados Unidos), y secretario general para la liturgia en la archi- Nadó el 26 de noviembre de 1934 en Cosenza (Italia) y fue ordenado
diócesis de Chicago. Está preparando su tesis doctoral. sacerdote en 1962. Estudió en la Universidad de Milán, en la Facultad de
Teología de Ñápeles y en el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo
ADRIANA ZARRI (Roma). Licenciado en filosofía y en teología, prepara su doctorado en teo-
logía (liturgia). Es profesor de liturgia en la Facultad de Teología de Ñapóles
Nació el 26 de abril de 1919 en San Lazzaro di Savena (Italia). Es católica. y profesor auxiliar de liturgia en la Universidad Gregoriana. Es autor de
Cursó estudios clásicos y siguió varios cursos de teología. Algunas de sus obras Preghiere liturgiche, Ñapóles, 1968.
han recibido premios literarios. Ha colaborado y sigue colaborando en revistas
y diarios italianos y extranjeros. Es codirectora de la revista «Kenosi» y miem- BIARMUID O'LAOGHAIRE SJ
bro del consejo director de la Asociación Teológica Italiana. Mencionemos
entre sus publicaciones Impazienza di Adamo: ontologia della sessualitá (tra-
Nació el 1 de agosto de 1915 en Dublín y fue ordenado sacerdote en 1948.
ducción francesa: L'impatience d'Adarn), Turín, 1964, y Teología del probabi-
Estudió en el University College de Dublín y en el University College de
le, Turín, 1967.
Gales. Licenciado en filosofía y doctor en filología celta, enseña en una escue-
IANTHE PRATT la secundaria de Dublín. Citemos entre sus publicaciones Irish Spirituality
(Espiritualidad irlandesa), 1957, y Our Mass, our Life. Some Irish Traditions
Nació el 7 de diciembre de 1926 en Londres. Es católica. Estudió en la and Prayers (Nuestra misa, nuestra vida. Algunas tradiciones y oraciones ir-
Universidad de Oxford y en Londres y está diplomada en historia y en cien- landesas), 1968.
HERMÁN SCHMIDT SJ

Nació el 26 de junio de 1912 en Roermond (Holanda) y fue ordenado


sacerdote en 1940. Estudió en la Facultad teológica de la Compañía de Jesús
en Nimega, así como en el Pontificio Instituto Oriental, en el Pontificio Ins-
tituto de Música Sagrada y en la Escuela de Paleografía del Vaticano. Licen-
ciado en filosofía y doctor en teología (1946), es profesor de liturgia en la
Universidad Gregoriana desde 1947 y en el Pontificio Instituto Litúrgico de
San Anselmo desde 1962. Mencionemos entre sus obras hiturgie et langue
vulgaire, Roma, 1950; Introductio in Liturgiam Occidentalem, Roma, 31965,
y Constitutie over H. hiturgie (La Constitución sobre la Sagrada Liturgia),
traducido a cinco idiomas, Amberes, 1964.

PLACID MURRAY OSB

Nació el 7 de octubre de 1918 en Lismore (Irlanda) y fue ordenado sacer-


dote en 1941. Estudió en el Estudio benedictino de Maredsous (Bélgica) y en
el Colegio de San Anselmo (Roma). Doctor en teología (1964), es monje de la
abadía de Glenstal (Irlanda), consultor de la Comisión Nacional Irlandesa de
Liturgia y de la Comisión Internacional para el inglés en la liturgia. Ha publi-
cado, entre otras obras, The Canon of the Mass (El canon de la misa), May-
nooth, 21961.

ERHARD QUACK

Nació el 5 de enero de 1904 en Trippstadt/Pfalz (Alemania). Es católico.


Estudió en varias escuelas superiores de música y está diplomado en música
religiosa y enseñanza de la música. Es relator de música religiosa en el Institu-
to Litúrgico de Tréveris (Alemania). Podemos mencionar entre sus publicacio-
nes Das Kircbenlied in der erneuerten hiturgie (El canto de iglesia en la nueva
liturgia), Essen, 1969.

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