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PROGRAMA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA (Bachillerato)
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Principio: Del latín principium, comienzo, origen, fundamento, principio, derivado de princeps, príncipe, derivado a su vez de
primus y capio: el que ocupa el primer lugar. Lo que es fundamento, origen y comienzo de algo en general, o de cualquier
modo.
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Causa: Aquello de lo que algo procede de un modo determinado, es decir, lo que produce el efecto.
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naturaleza misma, y propone una solución materialista, es decir, todo el cosmos es materia y su “arjé” ha de
ser material.
Anaximandro
El principio constitutivo de la naturaleza para Anaximandro es lo que no tiene límites, algo
indeterminado, lo indefinido. En griego, “ápeiron” es lo indeterminado. Para este autor lo que debe ser
común a toda la naturaleza, no debe ser nada en concreto, puede serlo todos por no estar determinado.
Anaximandro representa la postura opuesta a Tales de Mileto: El “Arjé” no es material.
Anaxímenes.
Dice que el Arjé es el aire. Intenta reconciliar a los autores anteriores. Es decir, admite que el origen
de todas las cosas es indeterminado, pero se niega a aceptar que sea un misterio. Tiene que ser posible
conocerlo por la experiencia. Pensó que el aire cumplía con los dos requisitos.
Heráclito y Parménides.
Son contemporáneos pero no se conocieron. Ambos siguen intentando encontrar lo que da
explicación a la naturaleza.
Heráclito afirma que el cambio es lo más común en la naturaleza, no hay nada que permanezca. La
mejor forma de conocimiento es la discusión o la polémica. Lo que mueve el cosmos es la lucha de
contrarios, la guerra. Pero todo este aparente caos, está organizado, la explicación del caos es el “Logos”
(orden, inteligencia,...). El Logos es equiparable al fuego; como el fuego destruye y regenera; ha sido, es y
será, siempre encendiéndose y apagándose según convenga a la naturaleza.
La razón (logos) del caos está en que todo es contrario a si y a la vez lo mismo, siempre cambiante
Ej.: El río, que fluye y siendo el mismo nunca lleva el mismo agua.
Parménides escribe más como poeta que como filósofo. Para entender lo que dice Parménides hay
que distinguir entre ente y ser. Lo ente es lo que aparece, lo constituido como existente, determinado, visible.
El ser es el aparecer mismo, lo que hace que algo en general aparezca. (Parménides pretende quitar al ser
todas las determinaciones del ente o dicho de otra manera todo no ser). Lo ente, por determinado, en realidad
es apariencia, propiamente no es.
Parménides dice que lo verdaderamente “ente”, lo que deber considerarse como existente, es el ser. El
“ente” es propiamente inmóvil, no cambia, siempre permanece. Las cosas sensibles, por ser sensibles
propiamente no son “ente”, cambian, no permanecen. Pensar es oponerse al conocimiento sensible para
buscar el conocimiento en lo inmutable, es decir, en lo verdaderamente ente: el ser. Quedan establecidas las
características del Ser (inmutable, eterno, uno) y el concepto occidental de ciencia (conocimiento universal y
necesario), fundado en el principio de no-contradicción (o de identidad): el ser es y el no ser no es.
Tanto Heráclito como Parménides tratan de salvar la distinción entre el ser y la apariencia de ser,
entre ser sensible y ser inteligible, es decir, buscan una unidad inmanente a las cosas que al mismo tiempo
nos permita comprender la determinación y explicar la diferencia. Esa unidad es en lo que consiste la “fisis”.
Pitágoras.
Los anteriores autores pueden ser considerados monistas, es decir, un solo principio da explicación a
la “fisis”. Pitágoras funda una escuela, mezcla de casta religiosa y mística, que inicia el dualismo. Para
Pitágoras son los números los principios del cosmos, los cuales se reducen al Uno, fruto de la dualidad
par/impar, ilimitado/limitado. Su escuela desarrollará las matemáticas como lenguaje, capaz de representar la
armonía musical del cosmos. Tras Sócrates, Pitágoras será la mayor influencia sobre Platón: inmortalidad del
alma, transmigración, y la semejanza o identificación de las ideas con los números(explicación del mundo
sensible).
Los pluralistas.
La filosofía en Grecia tomará partido por el materialismo, más o menos suavizado, tras los ensayos
que hemos descrito. Dicho materialismo coincide con una visión pluralista, y tiene, entre otros dos
principales representantes: Empédocles y Demócrito.
El primero, recogiendo variadas tradiciones, piensa que todo en la naturaleza es el resultado de la
composición de cuatro elementos fundamentales y originarios: aire, fuego, agua y tierra. Dos principios
enfrentados, (atenuando su materialismo), Amor y Odio, se encargan de mover la naturaleza y provocar las
combinaciones de los cuatro elementos.
Demócrito iniciará el atomismo. Todo está compuesto por partículas indivisibles, átomos, a los que
otorga las características del ser de Parménides. Todo el cambio es consecuencia del choque entre los átomos
(mecanicismo), separados por el vacío. No cree necesaria ninguna fuerza oculta que explique el movimiento,
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como su antecesor, ni tampoco es necesario un fin en el movimiento (contra el teleologismo). Es el azar el
que explica la combinación y el choque de los átomos.
PLATÓN
2.- EL PROBLEMA DE LA NATURALEZA
Biografía.
Platón nació en Atenas el año 427 a.C., hijo de una influyente familia, y murió en la misma ciudad
el año 348 a.C. Dos elementos influyeron en su vida y en su filosofía de forma decisiva: su vocación
política y sus relaciones con Sócrates. Platón tenía veinte años cuando conoció a Sócrates, quien influyó
en su decisión de dejar los intentos literarios que había hecho hasta entonces y dedicarse a la filosofía.
Profundamente impresionado por la condena y muerte de Sócrates, Platón se alejó de su ciudad y realizó
largos viajes, que le llevaron hasta Egipto y, tal vez, hasta otros países de Oriente. En Sicilia pasó luego
una larga temporada, y allí recibió la influencia de los pitagóricos, como quedará reflejado en su
pensamiento posterior. Sus ideas políticas (su concepción del gobernante-filósofo) le movieron a intentar
educar en la filosofía al tirano Dionisio de Siracusa, empeño en el que fracasó estrepitosamente. Esas
mismas ideas le llevaron a fundar la Academia en el año 387 a.C., centro dedicado a formar sabios que
pudieran dedicarse a la política, donde enseñaba a sus discípulos sin cobrarles nada. A esta actividad se
dedicó prácticamente el resto de su vida, hasta que murió a la edad de 80 años.
Platón escribió muchas obras, generalmente diálogos, en los que suele aparecer su maestro
Sócrates. Las más importantes son: Gorgias, sobre la virtud y la cuestión de si se puede enseñar.
Banquete; trata del eros como fuerza que nos impulsa hacia la belleza y la bondad. Fedón, sobre la
inmortalidad. Fedro, sobre la teoría de las ideas y la división del alma en tres partes. Timeo, donde se
expone la filosofía platónica de la naturaleza. Leyes, su última obra, que dejó inacabada, sobre los
fundamentos del Estado y la educación de los ciudadanos. Menon, dedicado al tema de la virtud y el
conocimiento. Y La República, con mucho su obra más completa donde prácticamente se encuentra todo
el pensamiento del autor.
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Intuición es conocimiento inmediato, en el que el objeto conocido es captado directamente por la facultad correspondiente, la
sensibilidad o el entendimiento.
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El mundo de las ideas está jerarquizado. En cierta manera unas ideas participan de otras. Este modo
de participación se llama comunicación. La comunicación explica que todas las ideas sean ser en sí,
jerárquicamente, porque todas participan de la idea de Bien. Cada idea de orden inferior está incluida en otra
idea de orden superior, la cual, a su vez, incluye otras ideas al mismo tiempo que está contenida dentro de
una idea de orden superior. Esta jerarquización de las ideas culmina en la idea suprema, la idea de Bien.
Dicha idea no debe entenderse en su sentido meramente moral, sino que la idea de Bien es equivalente a la de
Orden, y es un principio de inteligibilidad o de racionalidad, por ello podemos decir de una cosa que está
“bien” en la medida en que realiza todas las funciones que le son propias según sus fines. Así, la idea de Bien
como culminación de todas las ideas indica que todas ellas están ordenadas jerárquicamente según un orden,
y es la que permite que, en el mundo de las ideas, todo cuanto es sea como debe ser, es decir, según su orden.
En la cumbre de la jerarquía de ideas se sitúan de menor a mayor las ideas de Justicia, Belleza y Bien.
El Bien es lo más perfecto, la causa de todo lo justo y de todo lo bello. La idea que ofrece toda verdad. El
bien tiene un doble papel: Difusivo y Unitivo. Difusivo porque es causa de todo y unitivo porque es la
cúspide de toda la realidad.
La estructura de las ideas es dialéctica, puesto que las ideas son fundamento ontológico de los seres
sensibles, y a la vez están en comunicación con otras ideas superiores. Ascendiendo de idea en idea se llega
progresivamente a una manifestación más universal de la realidad, hasta alcanzar la idea de bien. Esta
dialéctica pretende superar la oposición establecida por Heráclito y Parménides.
Ante la pregunta ¿Cuántas ideas existen?, cabe contestar:
- Hay tantas ideas como especies de cosas en el mundo sensible.
- Hay tantas ideas como conceptos abstractos podamos pensar.
En los últimos diálogos Platón tiene ciertas dudas sobre la teoría de las ideas, al tener que admitir
ideas que se corresponden con la esencia de cosas ridículas. Así, Platón evoluciona, por influencia pitagórica,
de lo cualitativo a lo cuantitativo, concibiendo las ideas como esencias objetivas, realmente existentes,
independientes de la mente humana, y son el fundamento del conocimiento, a la vez que las bases
ontológicas del conjunto del mundo sensible. Y no es necesario afirmar (como lo había hecho en “la
República”) que hay ideas de todas las cosas (incluidas las artificiales, como las mesas o las camas), sino
sólo es preciso aceptar la existencia de algunas clases de ideas: la idea del Bien, la de la Belleza, la Verdad y
la Simetría; las ideas éticas y las virtudes fundamentales (justicia, sabiduría, templanza, fortaleza), y las ideas
de las relaciones y entidades matemáticas y lógicas (mayor que, menor que, igual a, etc.).
3.- LA ANTROPOLOGÍA.
3.1.- La influencia socrática
Sócrates del que no tenemos más noticias de las que nos da Platón, se empeñó en una oposición a la
filosofía sofista que dominaba su tiempo. Pretendía una ética de carácter científico, es decir, basada en
verdades universales y necesarias. Su pensamiento se denomina intelectualismo ético, por hacer coincidir los
conceptos de verdad y bien, de sabiduría y virtud.
El método de la filosofía de Sócrates tiene dos procedimientos, que más tarde serían repetidos por
Platón: La Mayéutica y la Ironía. Con la ironía se libera al interlocutor de sus prejuicios y opiniones
gratuitas, para que tome conciencia de su ignorancia. Más tarde, con la mayéutica, a partir de preguntas, se
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saca a la luz los conceptos exactos que estaban ocultos en el alma. Este método presupone admitir las ideas
innatas, y que el conocimiento no consiste más que en descubrirlas.
El intelectualismo ético supone que virtud y sabiduría se identifican, dicho de otro modo, la sabiduría
consiste precisamente en el ejercicio de la virtud. El fin de todo esto es lograr la autoconciencia que se define
con la famosa frase: “Conócete a ti mismo”.
Como la conciencia moral no es distinta de la conciencia social, solo en la “polis” 1 puede alcanzarse
la auténtica realización de la persona humana. Este modo de pensamiento, propio de Sócrates, es asumido sin
diferencias por su discípulo, Platón.
3.2.- El conocimiento.
Estas ideas no pueden obtenerse por los sentidos corporales, puesto que toda experiencia las
supone, ya que, ¿cómo podríamos dirigir nuestra investigación hacia algo si no supiéramos ya
previamente, aunque de manera difusa e imprecisa, qué es lo que buscamos? Este es el tema que Platón
expone en el conocido ejemplo del esclavo del Menón. En este ejemplo, Sócrates, mediante unas cuantas
preguntas dirigidas a un esclavo analfabeto logra que éste, solamente razonando, logre descubrir el
teorema de Pitágoras. Mediante las preguntas el esclavo recuerda el teorema geométrico. Esta presencia
en nuestra mente de unas directrices del conocimiento, así como la posibilidad de relacionar, comparar,
establecer juicios, etc. es previa a toda experiencia, y en el acto del conocimiento lo que hacemos es
recordar o reactualizar. Así, conocer es recordar: el conocimiento es “anámnesis”. Nuestra alma inmortal,
preexistente al cuerpo y puesto que ha morado en el mundo de las ideas, puede, mediante la ayuda de los
datos sensoriales o guiada por el maestro, recordar un conocimiento que ya poseía. Esta es la base de la
teoría platónica del conocimiento. No es que ya conozcamos desde siempre, es que poseemos desde
siempre, en tanto que humanos, la posibilidad de juzgar, de valorar, de relacionar, de comparar, de
establecer relaciones; en definitiva, de “recordar” las ideas fundamentales. Es decir, en tanto que seres
racionales poseemos el logos que nos permite pensar y aprehender la verdadera realidad, y es este logos
(orden, pensamiento) el que nos preexiste.
En este proceso de conocimiento Platón distingue diversos grados: desde la “doxa” (opinión), que
incluye la “eikasía” (imaginación) y la “pístis” (creencia), hasta la “episteme” (ciencia), que incluye la
“diánoia” y la “nóesis” (conocimiento discursivo y razón intuitiva), que es verdadero conocimiento en
tanto que es conocimiento de lo universal. El proceso del conocimiento que se eleva desde lo inferior
hacia lo superior es la dialéctica ascendente, mientras que el proceso de explicación de lo inferior por lo
superior es la dialéctica descendente. Para explicar estos grados de conocimiento y sus relaciones con los
diversos ámbitos de lo real (con la ontología), Platón utiliza la conocida metáfora de la línea y el mito de
la caverna A su vez, para explicar el motor que impulsa hacia la búsqueda del conocimiento y nos
permite superar el estado de encadenamiento en el fondo de la caverna-ignorancia, propone diversas
explicaciones: uno de los motores es, sin duda, el maestro, cuya personificación es Sócrates; otro de ellos
lo proporciona el amor; otro lo proporciona (por ejemplo, en el Menón) la misma reminiscencia o
“anámnesis”; en el Fedón y en el Fedro, se acude a la inmortalidad del alma y a su preexistencia; en el
Teeteto, sitúa la admiración como inicio del filosofar.
1.- BIOGRAFÍA.
Aristóteles nació en Estagira (Macedonia), en el norte de la Grecia actual, el año 384 a.C., en el
seno de una familia de médicos. Cuando tenía dieciocho años se trasladó a Atenas para formarse como
filósofo en la Academia de Platón, donde permaneció durante los siguientes veinte años. Tras la muerte de
Platón, Aristóteles dejó Atenas y vivió durante algún tiempo en Asia Menor, en la corte de un tirano que
había sido condiscípulo suyo, con cuya hija adoptiva se casó. Posteriormente Filipo, rey de Macedonia, lo
llamó a su corte y le encargó la educación de su hijo Alejandro. Poco después de iniciar Alejandro su
reinado, Aristóteles regresó a Atenas y allí fundó su propia escuela, el Liceo, donde desplegó una
importante labor de investigación y enseñanza en las distintas ramas del saber. Con la temprana muerte de
Alejandro, Aristóteles, protegido suyo, tuvo que hacer frente al sentimiento antimacedonio que estalló en
Atenas. Acusado de ateísmo, Aristóteles tuvo que exilarse y se refugió en Calcis, donde moriría al año
siguiente, el 322 a.C., a los 62 años de edad.
Las obras de Aristóteles pueden clasificarse, según su contenido, en los distintos grupos: Obras de
Lógica, recopiladas en la antigüedad con el nombre de Órganon o “instrumento” para pensar rectamente.
Escritos sobre ciencias de la naturaleza: Física, Del cielo, De la generación y corrupción, Sobre el
alma... Los ocho libros de Política. Obras sobre literatura: la Retórica y la Poética. Metafísica, escritos
que tratan de las causas generales de las cosas. Se trata de catorce libros, cursos impartidos por Aristóteles
en el Liceo. Y los diez libros de la Ética a Nicómaco.
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Esencia es lo que designamos en la definición, por lo que algo es eso y no otra cosa.
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Forma es aquello por lo que la materia es de una especie o de otra. La forma es, junto con la materia, un principio constitutivo
del ser o de la sustancia. Si designamos un objeto por lo que es valido para todos los de su especie (su universal), nombramos
la esencia, mientras que la forma es sólo propia de la sustancia individual.
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Siendo la materia el principio que subyace en el cambio y la forma lo que cambia podría pensarse que
la forma es algo externo, sin embargo, es algo tan intrínseco a los cuerpos como la materia. No es algo que se
une a la materia, sino algo que es sacado, extraído de la potencialidad de la materia.
Además de cambios sustanciales encontramos cambios accidentales, es decir, cuando cambia la
cantidad de un ser sin dejar de ser la misma cosa, decimos que aumentan o disminuyen. Esta clase de cambio
supone una sustancia que permanece. El hilemorfismo también explica este tipo de cambio con los conceptos
de materia y forma.
La materia segunda es un ser, una sustancia con todas las determinaciones propias de su forma
sustancial, pero susceptible de modificaciones accidentales. Aunque es en acto una sustancia, aún está en
potencia de recibir formas accidentales.
La forma accidental es forma porque determina con nuevas características a la sustancia (a la
materia segunda), pero es sólo accidental, no sustancial, sencillamente porque la sustancia ya está
constituida.
Con esto, Aristóteles ha resuelto el problema del movimiento, definiéndolo como el paso del ente en
potencia al ente en acto. Así resolvemos el problema de Parménides, que lo entendía como el paso
contradictorio del no ser al ser, y, por tanto, imposible. Siendo el ente en potencia anterior al movimiento, el
ente en acto, posterior, y el movimiento exactamente el tránsito de uno a otro, la definición aristotélica
correcta fue el acto del ente en potencia en cuanto está en potencia.
Causas intrínsecas
No son causas estrictamente productivas, son causas posibilitadoras. Hacen posible todo
proceso, porque la materia es el elemento que recibe en sí toda determinación y la forma consiste en esa
misma determinación producida en el proceso (pudiendo tratarse de una forma sustancial cuando en el
proceso aparece una nueva sustancia, o de una forma accidental si se trata de la transformación de una
sustancia ya existente).
Causas extrínsecas
La causa eficiente es la encargada de poner en marcha y de realizar el proceso, es la causa
activa o productiva propiamente. La eficacia, la rapidez, etc., de un proceso suele depender de la causa
eficiente. A la vez, la causa final es la encargada de dirigir u orientar la trayectoria del proceso, ya que
llamamos fin a aquello por razón de lo cual, o en orden a lo que, se hace algo.
Ej.: Miguel Ángel, el escultor: Causa eficiente.
El propósito de la estatua (decorar): Causa Final.
Mármol: Materia.
El aspecto, o figura: Forma.
Aristóteles es de la misma opinión que Platón. El conocimiento científico consiste en la búsqueda de
las causas y lo que de universal hay en las cosas. Pero disiente en situar determinadas causas y,
especialmente, el universal, fuera de las cosas mismas.
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Ideal que prefigura y predetermina en orden a un fin.
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alma inferiores. Para Aristóteles, las plantas tienen un alma (vegetativa), los animales (sensitiva) y los
hombres (racional).
El problema es saber en qué momento o cuando tenemos alma o dejamos de tenerla. Alma vegetativa
y alma sensitiva aparecen y desaparecen con la generación y corrupción del compuesto ser vivo. Le parece
claro que el alma racional tiene que ser inmortal, y que por tanto no desaparece al corromperse el compuesto
ser vivo-hombre.
Piensa que es inmortal por influencia platónica, pero si el alma es forma del cuerpo, correspondería
que fuera tan mortal como el cuerpo al que informa. Si el alma racional puede realizar operaciones al margen
de la materia (el conocimiento intelectual o no sensible), es porque ella está al margen de la materia, es decir,
es espiritual.
Para Aristóteles la actividad humana se divide en dos campos: El conocimiento y la voluntad. La
voluntad es siempre posterior al conocimiento (intelectualismo), y tiene 2 fases de actuación, la deliberación
y la ejecución. La deliberación es el cálculo de las consecuencias del futuro acto. La ejecución es
precisamente el acto mismo.
4.2- La Ética.
La ética de Aristóteles se centra en ver primero, cuáles son los motivos que determinan a la voluntad,
y luego cuales deben ser los que determinen a la voluntad. Como animales, Aristóteles admite, en principio
que apetecemos lo concreto para cumplir con las exigencias de las facultades vegetativas y sensibles, pero
para resolver el deber ser, es más platónico, y se pregunta por el bien supremo y más absoluto que debe regir
toda la actividad humana, definiéndolo de la siguiente manera: El fin supremo de toda la actividad del
hombre es la felicidad (Eudemonismo).
a) La felicidad.
Todas las filosofías en principio están de acuerdo en que la felicidad existe. La diferencia está en qué
se entiende por felicidad. Algunos sitúan la felicidad en un aspecto concreto (salud, riqueza, placer, poder,...).
Otros entienden la felicidad de modo absoluto, es decir, más que un bien para los hombres es un bien en sí
mismo. Entre el subjetivismo primero y el objetivismo radical, Aristóteles se sitúa a medio camino.
Aristóteles afirma que el bien y el fin del hombre ha de ser algo práctico y realizable. Si lo característico del
hombre es poseer alma racional y lógicamente perfeccionarla, se puede concluir que la felicidad ha de
encontrarse en la vida racional misma. La felicidad no es otra cosa que la actividad del alma racional
ejerciéndose conforme a la virtud.
b) La virtud.
En contra de Platón, la vida racional no es sólo teórica, sino también práctica, por eso hay dos tipos
de virtudes. Virtudes intelectivas o dianoéticas (las teóricas), y virtudes morales o éticas (prácticas). El
problema es saber qué es virtud. La virtud no puede ser una mera afección. Un movimiento involuntario, ni
una potencia o disposición natural.
Las virtudes exigen una disposición permanente y una elección voluntaria. Son hábitos, una manera o
aptitud permanente de comportarse en un sentido determinado. No todos los hábitos son virtuosos, lo son
aquellos que evitan el exceso y el defecto, aspirando a un justo término medio.
Las virtudes éticas son la justicia, fortaleza y templanza y ejemplo de las no éticas la prudencia.
4.3.- La política.
De forma parecida a Platón la política de Aristóteles se subordina a la ética. Al definir el hombre
como animal político o social concluye que el bien supremo o la felicidad sólo es alcanzable dentro de una
sociedad que tenga como fin el bien común. Aristóteles reconoce 3 tipos de Estado u organizaciones de la
polis: Monarquía, Aristocracia y Democracia. Lo que caracteriza a la democracia es que todos los ciudadanos
participan del poder y tienen los mismos derechos. La aristocracia reduce la participación y los derechos a
una minoría, y la monarquía a uno solo. Para Aristóteles el régimen por excelencia es la democracia, pero los
otros dos son también legítimos mientras tengan como fin el bien común.
Admite que toda forma de Gobierno puede degenerar hacia la injusticia, cuando se abandona el ideal
de bien común, apareciendo así la tiranía, la oligarquía y la demagogia (respectivamente degradación de los
anteriores). Entiende Aristóteles que hay un proceso cíclico que comienza y acaba de nuevo en ella.
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TEMA 3: HOMBRE Y DIOS EN EL PENSAMIENTO MEDIEVAL.
1.- Introducción.
1.1.- Cristianismo y filosofía.
1.2.- Las escuelas medievales.
1.3.- Las universidades.
1.4.- La Escolástica
1.5- El aristotelismo medieval.
2.- Tomás de Aquino.
2.1.- Datos biográficos.
2.2.- Punto de partida de la filosofía de S. Tomás.
2.3.- Principios fundamentales.
a) Principios aristotélicos.
b) Principios no aristotélicos.
2.4.- Necesidad y contingencia en la ontología tomista.
2.5.- Estructura de la realidad creada.
a) El hombre
2.6.- Ética y concepción tomista del Estado.
1.- INTRODUCCIÓN.
1.1.- Cristianismo y filosofía.
La filosofía cristiana será el resultado de un intento de síntesis entre los dos supuestos fundamentales
de la tradición filosófica pagana, (la inteligibilidad natural del mundo y la razón como facultad principal del
conocimiento), y las verdades reveladas por la nueva religión.
No se debe olvidar que el cristianismo no es una filosofía, porque los conocimientos que aportan
provienen de una autoridad fuera de la razón humana. Por otro lado según avanzó el tiempo, en el Imperio
Romano el saber filosófico tradicional se fue mezclando con actitudes y conceptos religiosos.
Podemos hablar de filosofía cristiana desde el momento en que algunos cristianos utilizaron la
filosofía griega con fines apologéticos que favorecieran la difusión de la nueva religión. Esos primeros
cristianos son los llamados Padres de la Iglesia, y así la primera filosofía cristiana se llama patrística: La
revelación cristiana es la culminación natural del saber filosófico. Se abren así, para los filósofos, nuevos
temas para la reflexión, por ejemplo, la creación, la contingencia del mundo, la espiritualidad del hombre
humano. Todo ello parecía oponer dos fuentes de conocimiento: Razón y Fe.
La filosofía patrística encontró , entre otras, tres corrientes filosóficas asentadas en su época:
1- El neoplatonismo, en principio el más atractivo para el cristianismo, por la distinción
entre el mundo de las ideas y el mundo sensible, queriéndose identificar lo sobrenatural, lo divino, la
salvación eterna con el mundo de las ideas.
2- El aristotelismo, que era más difícil de cristianizar por su empirismo y “materialismo”.
3- El estoicismo, fue una filosofía ética posterior a Platón. Uno de sus principales
representantes fue Séneca, que propugnaba el dominio de la razón sobre las inclinaciones naturales del
hombre, en contra del hedonisno, o epicureístas, que afirmaban que el fin del hombre era la felicidad en los
placeres.
La filosofía patrística se puede dividir en tres períodos:
1.- Período de formación hasta el concilio de Nicea en el 325. En este período habrá dos corrientes
claramente enfrentadas, una benevolente con la cultura y filosofía griega y otra contraria que es la que
menos fortuna tuvo1.
2.- Período de apogeo que va desde el concilio de Nicea hasta la segunda mitad del siglo V.
3.- Período de decadencia que en el imperio de Oriente llega hasta el siglo VIII, mientras que en
Occidente llega hasta la mitad de la Edad Media, como mínimo hasta el siglo XIII.
1.4.- La Escolástica.
En las universidades, el paradigma filosófico y teológico más aceptado, era el que seguía las
enseñanzas de Agustín de Hipona. Sobre el típico problema del antagonismo entre fe y razón, antes de
Anselmo de Canterbury, encontramos en la Escolástica dos corrientes: los dialécticos, que no admitían más
fuentes de conocimiento que la Razón y, los teólogos, que no admitían que la Fe fuera contaminada por la
Razón.
La solución de Anselmo de Canterbury, coherente con el pensamiento agustiniano, se ha hecho
célebre en la fórmula “fides quaerens intellectum”, Tener Fe para tener conocimiento, o dicho de otro
modo, la fe se sirve del intelecto para hacerse inteligible2.
De todas formas Anselmo de Canterbury, en su pretensión de “creer para entender” llegó un poco
lejos, intentando fuesen comprensibles y demostrables todos los dogmas cristianos. En definitiva, unir
filosofía y teología de una forma absoluta. Fue un extremismo corriente en la Edad Media, confundir que la
fe deba ser razonable con el racionalismo de la fe. Cuestión que sólo es superada por Tomás de Aquino.
1
Escolástica: Desde el Renacimiento es el término que designa la filosofía y teología que se enseñaba en las escuelas
medievales, y por extensión, la filosofía medieval. Tras la aparición y asunción del pensamiento de Santo Tomás, el término se
hace sinónimo de escuela tomista.
2
En esta solución se incluye el argumento ontológico de la existencia de Dios propuesto por Anselmo de Canterbury, más tarde
rechazado por Tomás de Aquino y admitido por Descartes: Todos tenemos una idea de Dios, "ser mayor que el cual no puede
haber otro", ser perfecto; como es más perfecto existir en la razón y también en la realidad, que sólo en la razón, para no caer
en contradicción el "ser mayor que el cual no puede haber otro", en el que pensamos, debe existir.
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versión del aristotelismo, especialmente a partir de la Contrarreforma (Concilio de Trento, siglo XVI). Esa
aceptación dará lugar a la corriente aristotélico-tomista, mayoritaria dentro del dogma católico.
Al final de la Edad Media, también surgirán escuelas opuestas al tomismo dentro de la Escolástica,
como por ejemplo, Duns Escoto o Francisco Suárez.
2.3.-Principios fundamentales.
Debemos aclarar cuáles son los principios que Tomás de Aquino adopta de Aristóteles, y cuáles son
ajenos al aristotelismo.
a) Principios aristotélicos.
Asume casi sin modificación los principios metafísicos y físicos del que llama “el Filosofo”: la
analogía del ser, la distinción entre sustancia y accidentes, el hilemorfismo, la teoría de la potencia y el acto,
la definición general del movimiento o cambio, la teoría de las cuatro causas y el argumento del Motor
Inmóvil.
Más adelante, rechazando algunos planteamientos agustinianos sobre el conocimiento, también
aceptara algunos principios gnoseológicos: la teoría empirista de Aristóteles de que todo conocimiento
comienza por los sentidos; la distinción de dos intelectos en el hombre, y, con modificaciones la
abstracción.
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Por último acepta los principios antropológicos de la unidad hilemórfica del hombre y la teoría
sobre la virtud.
b) Principios no aristotélicos.
Especialmente importante es la distinción Esencia-Existencia, procedente de los comentaristas
árabes y judíos de Aristóteles. Con este principio se completa el esquema aristotélico sobre los entes,
como veremos más adelante.
También asume dos principios platónicos. La participación, lo que supone una modificación
radical del aristotelismo, provocada por la distinción citada anteriormente. Y, por otro lado, la causalidad
ejemplar, pero no de las ideas respecto al mundo sensible, sino Dios como modelo que imitan
imperfectamente las criaturas.
Por último, le servirá especialmente en la imagen jerárquica del Universo y como una de las
demostraciones de la existencia de Dios, el principio de los grados de ser o perfección. Es este un
principio neoplatónico, no señalado por Platón, pero que coherente con el de participación, explica la
mayor o menor lejanía a la causa primera (Dios), la mayor o menor participación en su perfección.
1
Contingente: Lo que siendo, podría ser o no ser. Opuesto a necesario .
2
Lo contrario de infinito. Es sinónimo de limitado.
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cambio”. Y en efecto, todos los seres por nosotros conocidos se hayan sometidos al devenir, es decir, a la
mudanza; no son seres perfectos e inmutables, como lo es necesariamente el ser mismo” (Etienne Gilson).
Concluimos:
1- Dios es el ser pura y simplemente (eterno, necesario, infinito y único).
2- Los seres no forman parte de este ser, porque el ser único no puede estar formado de
partes. Todo no es Dios.
3- Los seres son “adjetivos”, es decir, no necesitan ser. La perfecta unidad del SER (Dios)
excluye toda multiplicidad; lo múltiple y cambiante ni quita ni pone a Dios; pero podría no ser, es decir, los
seres aparecen como contingentes.
Contingencia significa, que se tiene la existencia de modo participado, los seres contingentes no son
partes del SER, participan en el SER. Tomás de Aquino dice: los seres contingentes distinguen su esencia de
su existencia (y esta última no la tienen por sí), y en Dios, Ser necesario, Esencia y Existencia se identifica:
Es el ser que consiste en existir. Los demás seres consisten (por su esencia) en ser ángeles, hombres,
animales, plantas, etc.; y esa esencia tiene además una existencia.
Frecuentemente se confunde contingencia con creación, es decir, el ser contingente, lo es por ser
creado, y lo creado por serlo es contingente. Falso. La contingencia la descubre la razón en la pluralidad de
seres que además son cambiantes, y de ahí se deduce la necesidad de una creación y no al revés.
Además, admitiendo que la contingencia de los seres se deduce racionalmente de la necesidad del
ser, esto sería situar las pruebas de la existencia de Dios en un plano “a priori”, es decir lo contrario de lo
que nuestro autor considera correcto, deducir de la contingencia la necesidad (“a posteriori” y no al revés).
La composición de los seres contingentes. Potencia (Esencia) y Acto (Existencia), requiere una
efectuación al término de la cual se encuentra el ser necesario. De ahí la necesidad de una prueba a
posteriori, que se remonta por distintos caminos (vías), de los seres a Dios. De este modo se muestra:
1- El modo de la creación.
2- La necesidad de que el SER sea identificado con Dios.
La relación entre el SER, y los seres, postula una relación de causalidad. La causación es la
explicación más coherente para una relación entre lo contingente y lo necesario, sin que esto último (Dios,
el ser necesario), pierda, ni gane nada en esa relación. Por tanto todas las vías de Tomás de Aquino se basan
en el concepto de causalidad, y al final de cada una de ellas aparece la causa, según los cinco aspectos
descubiertos por la experiencia en los seres contingentes:
1- Primer motor.
2- Primera causa.
3- Ser necesario.
4- Ser perfecto.
5- Ser inteligente (ordenador o causa final).
Que estos cinco atributos confluyan en el mismo principio determinan su carácter divino, y permite
de nuevo identificar a Dios con el SER.
De la misma manera, el modo de la creación ha de ser causal, es una causación radical que consiste
en otorgar el ser de modo absoluto. Cada ser causa en la medida misma de su propio ser; por eso los seres
finitos sólo pueden ser causas segundas (causan el ser de modo finito). Por eso solo Dios (el SER, el existir
puro) puede causar el ser de modo absoluto. Propiamente las causas segundas no causan el ser.
1
Nominalismo. (del latín nomen, nombre, término) En la cuestión de los universales, la postura, iniciada por Roscelino, que
sostiene que los universales no son ni conceptos (conceptualismo) ni objetos (realismo), sino sólo «nombres», que se aplican a
grupos de cosas semejantes; la única realidad que corresponde al nombre es la emisión de sonido al pronunciarlo (flatus vocis)
y la del individuo singular al que se aplica. Los principales nominalistas medievales son Juan Roscelino, Pedro Abelardo y
Guillermo de Occam.
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Admitiendo que es posible conocer intuitivamente lo individual, sin recurso alguno a la
abstracción y a entidades ocultas, formas o conceptos -entidades todas, a las que aplica el criterio de
economía del pensamiento-, construye su propia teoría del conocimiento (explicada sobre todo en su
importante prólogo al Libro I de las Sentencias): la base de todo conocimiento es el conocimiento
intuitivo1 del singular, al cual llama notitia intuitiva intellectualis; el conocimiento abstractivo que se
añade a todo conocimiento intuitivo, notitia abstractiva, no supone ninguna nueva operación del
entendimiento para la formación del concepto: se llama abstractivo, porque abstrae (prescinde) de la
existencia del individuo y, en él, el término se considera en sí mismo: es representación del objeto, en
cuanto es signo, pero no es una abstracción del objeto.
La lógica de Ockham (su importante Summa logicae) trata de los términos en cuanto forman parte
de un sistema de signos lingüísticos. Divide el signo en escrito (scriptus), que puede distinguirse también
como vox, oral (prolatus) y mental (conceptus). El concepto es el signo mental (intentio) que remite a las
cosas existentes; sólo él es universal, por naturaleza, porque puede representar a una pluralidad de
individuos. En cambio, los términos escritos o hablados, que son convencionales, no pueden ser
naturalmente universales. Su referencia a los objetos individuales es su significado. El significado lo
explica mediante la suppositio, “suposición”, la capacidad del signo para ocupar el lugar de un objeto o de
una colección de objetos. La suposición es personal, si un término ocupa el lugar del individuo: «mi
amigo del alma»; es simple, si ocupa el lugar de muchos, siendo entonces propiamente una intentio de la
mente (que posee esta capacidad de elaborar signos naturales), como “todos los hombres son hermanos”,
y material, si el término se refiere a sí mismo, como “hombre es bisílabo”.
a) Realismo extremo o platonismo: la afirmación de que los universales existen realmente, como las ideas
platónicas.
b) Realismo moderado o conceptualismo: la afirmación de que sólo existen como entidades mentales o
conceptos, a los que en la realidad corresponden propiedades de las cosas.
c) Nominalismo: la afirmación de que los universales no son más que nombres; sólo existen individuos (y,
si acaso, para la filosofía moderna, algunas entidades abstractas, las menos posibles, como las clases).
El primer autor medieval que opinó sobre la cuestión fue Roscelino, que sostuvo la tesis de que los
universales son sólo una “emisión de voz”, acentuando que los predicables no son sino sonidos, (flatus
vocis), nombres (fonemas). Abelardo, discípulo primero de Roscelino y luego de Guillermo de
2
Tanto Leibniz como Kant insistieron en esta preferencia por la simplicidad. En la Crítica de la razón pura, Kant subraya la
importancia de este principio en el contexto del uso regulador de las ideas.
1
Intuición. En sentido filosófico, se define como un conocimiento inmediato, en el que el objeto conocido es captado
directamente por la facultad correspondiente, la sensibilidad o el entendimiento. Como conocimiento, la intuición puede
referirse a una u otra de las facultades mencionadas; en el primer caso se trata de conocimiento intuitivo sensible, o experiencia
de lo particular y concreto, y en el segundo, de un posible conocimiento intuitivo de carácter intelectual de un principio, una
idea o un concepto, conocimiento que generalmente no se admite o, por lo menos, cuyo sentido es muy discutible. Como
conocimiento inmediato, la intuición elimina todo tipo de proceso o elemento intermedio entre el sujeto que conoce y el objeto
conocido (la filosofía tradicional dice: sin medio quod, ni quo ni ex quo): excluye, por ejemplo, la mediación de la inferencia,
de la abstracción o del concepto, o de algún otro objeto o procedimiento intermedio.
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Champeaux, se opuso tenazmente a la postura de realismo exagerado sostenida por este último. Para
Abelardo, sólo existe lo individual, y sólo las palabras pueden ser universales; es el significado lo que les
da universalidad.
El realismo moderado, inspirado en Aristóteles y Avicena, y cuyo representante más notable es
Tomás de Aquino, sostiene que los universales existen como formas (esencia, naturaleza) de las cosas
individuales. Esta postura supone una elaborada teoría de la abstracción y de la constitución de las cosas
por materia y forma, de inspiración aristotélica. El resultado es que lo universal no existe separado de las
cosas, pero existe como esencia o naturaleza de cada cosa de la que se afirma: la “humanidad” no existe
separada; sólo existe en la naturaleza de Pedro, Juan y Ana. Por lo mismo, el universal es también un
concepto abstracto, porque por su medio conocemos lo que son (quo est) los individuos, los únicos que
son (quod est). A esto se une la afirmación de que los universales existen también en la mente divina, a
modo de arquetipos, o ideas ejemplares, (tesis ya defendida por S. Agustín), ordenados a la creación.
Al realismo se opone la nueva lógica de Guillermo de Ockham. Igual como sostenían los
nominalistas anteriores, no existe nada fuera de la mente que sea universal; todo lo que existe es
individual. Para explicar, no obstante, el conocimiento, además de crear un nueva teoría del conocimiento
intuitivo del singular (que hemos visto más arriba), crea una teoría lingüística de los términos lógicos. Un
término, un nombre, es una vox (voz), en el sentido de producto fonético, o un sermo, o vocabulum,
emisión de voz con significado; éste convierte una vox en un sermo. El significado le llega a un término
por la suppositio simplex: capacidad de un término para significar a muchos individuos concretos. Los
nombres abstractos (intenciones o signos) pueden ser absolutos o connotativos. El nombre o término
absoluto tiene como referente el objeto individual o una cualidad del mismo (la sustancia o la cualidad),
mientras que el término connotativo, cuyos referentes serían las categorías aristotélicas restantes (a
excepción de la sustancia y la cualidad), no tiene otro referente que el individuo, siendo el resto operación
del entendimiento. Los nombres, por tanto, según Ockham, sólo se refieren o a individuos o a cualidades
del individuo (lo que con el tiempo corresponderá a los nombres y propiedades). En esta reducción de la
referencia de los nombres está su nominalismo. La mente posee la capacidad natural de convertir en signo
de muchos lo que ha sido conocido intuitivamente como un objeto particular. Así, lo universal es sólo
mental y, en los individuos, nada hay de universal o común, de la misma manera que no hay “esencias”. A
un universal de la mente sólo le corresponde, por una parte un nombre y, por otra, una colección de
individuos.
Entre los filósofos modernos se repiten las posturas clásicas de los escolásticos (que se reducen en la
práctica a dos: realismo y nominalismo) en el intento de responder a la pregunta acerca de “qué cosas, de las
que hablamos, existen”; cuestión, por lo demás, relacionada con los problemas del realismo científico.
1. INTRODUCCION.
Suele entenderse por racionalismo el modo de pensamiento filosófico que aparece en Europa
durante el s. XVII, y suele oponerse al empirismo, predominante en las Islas Británicas. Ambas filosofías
no son del todo contrapuestas, pues admiten tesis comunes. La principal diferencia reside en el modo de
entender la razón. El racionalismo tiene como prototipo la razón matemática, teórica. Los empiristas
consideran la razón desde un punto de vista práctico, pero para ambos “razón” es la “palabra mágica” que
representa la objetividad frente a los prejuicios, lo intelectual frente a lo revelado.
Racionalismo continental: se centra en el hombre como punto de partida para tratar los temas de la
filosofía tradicional (Dios, el mundo y el alma), queriendo conectar con los orígenes de la filosofía clásica
y la consideración de la Edad Media como un período de oscuridad en la historia de la filosofía (criterio
impuesto por el Renacimiento). Propiamente el racionalismo como corriente filosófica nace con
Descartes culminando con Leibniz a principios del XVIII. Tiene su continuación en el idealismo hasta
que, contemporáneamente, se abandone la metafísica como principal tarea de la filosofía.
El intelectual del XVII, se encuentra sin los puntos de referencia tradicionales, por ejemplo, se
imponía una nueva imagen de Dios más íntima, en cierto sentido cercana a los planteamientos de Agustín
de Hipona. Por otra parte, desde el siglo anterior la ciencia había caminado de espaldas a la tradición
aristotélica, por considerarla en el contenido estéril y en el método inoperante. La física y la matemática
se habían convertido en “la Biblia”, para comprender el mundo. La eficacia del método científico se
trasladó a la filosofía y en la teoría del conocimiento, el racionalismo exageró el papel de la conciencia
ayudada por el método matemático y minimizó el papel de la experiencia. Máxima del racionalismo será:
no hay más fuentes de conocimiento y verdad que la razón.
Además el racionalismo, fue fiel al principio de inmanencia nacido en el nominalismo del XIV 1, lo
que se concreta en que el punto de partida del análisis filosófico es el Yo. Toda construcción especulativa
debe dar sentido a la razón individual frente a la revelación divina y a la visión tradicional del mundo. El
racionalismo fue un intento de explicar un nuevo mundo para un hombre que se define no por ser hijo de
Dios, sino por poseer una razón infinita e ilimitada, instrumento adecuado para dominar y transformar su
mundo.
3. DESCARTES:
3.1.- La filosofía cartesiana.
Descartes es el ejemplo del paso histórico del renacimiento a la modernidad. Su filosofía retoma
cuestiones del XVI según el modo de pensar del XVII. El pensamiento renacentista reclamaba volver a los
orígenes de la filosofía en la subjetividad humana, frente al teocentrismo medieval. Todo el pensamiento de
Descartes se inicia en el “yo”, individual, sustancia, ser en sí. Su filosofía es un humanismo intelectualista,
desde el interior subjetivo, el hombre debe encontrar el camino que le eleve a Dios y al mundo (influencia
de Agustín de Hipona). Características de la filosofía de Descartes son:
a) Intuicionismo: Critica contra los prejuicios, tanto en su física como en su metafísica se exige que
la razón imponga sus propios derechos.
b) Su sistema no se desarrolla mediante analogías que manifiestan la arbitrariedad del yo, sino por el
ideal de rigor matemático.
c) La filosofía se construye desde la luz natural de la razón, al margen de cualquier otro modo
posible, y sobre todo al margen de la teología.
1
Dios es la única garantía de conocimiento; es lo único que nos permite trascender del ámbito de nuestra conciencia hasta el
mundo real.
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3.2.- Vida y Obra.
Renato Descartes nació en la Touraine en 1596, en el seno de una noble familia francesa. Estudió
con los jesuitas en el colegio de La Flèche, de donde sacó una gran afición a las matemáticas y un cierto
escepticismo con respecto a las demás ciencias. Después de participar durante una breve temporada en la
vida social de París, se encerró por dos años en una vivienda de esta ciudad, oculto incluso a sus amigos,
para entregarse por completo al estudio de las matemáticas. Tras este retiro, se alistó como soldado y
participó en la Guerra de los Treinta Años, no porque se sintiera movido a ello por sentimientos
patrióticos, sino porque quería conocer a fondo el mundo y la naturaleza humana. A esta etapa militar
siguieron varios viajes por Europa, tras los cuales decidió establecerse en los Países Bajos, donde pasó un
largo período de casi veinte años, dedicado al retiro y a la investigación científica. Llamado por la reina
Cristina de Suecia, que quería que el propio Descartes le explicara algunos puntos de su pensamiento, se
trasladó a Estocolmo en el año 1649, pero su salud no soportó el clima de esas latitudes y murió en esa
ciudad el año siguiente.
Entre sus obras encontramos: Discurso del método, Reglas para la dirección del espíritu y
Meditaciones metafísicas
1
La moral provisional son sólo “tres o cuatro máximas”, que se resumen en cautela (obedecer las leyes y seguir las costumbres
moderadas y comúnmente aceptadas), evitar la indecisión (admitir lo probable como si fuera verdadero), estoicismo (dominar
los deseos antes que alterar el orden del mundo), y elegir la mejor ocupación entre las posibles (para él conocimiento de la
verdad según su método).
2
Verdad: Adecuación de la mente con la realidad, pero quedará como coherencia, una vez admitido el principio de inmanencia.
3
Evidencia: Es un criterio de verdad que proporciona certeza y que concede el objeto por sí mismo. Puede ser mediata o
inmediata.
4
Certeza: estado de la mente ante la verdad. Su contrario no es error, es duda.
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3.4.- El proceso de la duda.
Lo que vamos a describir es el camino que siguió Descartes para encontrar un primer principio para
toda su filosofía posterior según los criterios que había previsto en su método. El proceso de la duda está
justificado en su libro “Meditaciones metafísicas”. Se trata de una crítica sobre los principios en los que se
apoyan todos los conocimientos y creencias, la duda es un artificio para esa crítica por eso se llama duda
metódica, es un método para liberar a la mente de prejuicios. Por lo tanto, no es una duda ontológica o
metafísica, en realidad Descartes no duda. Siendo imposible repasar todas las opiniones y creencias que ha
mantenido el hombre de una forma acrítica, Descartes decide someter a la duda metódica las razones por las
que irreflexivamente se cree tener certeza.
En primer lugar: El hombre está acostumbrado a aceptar como evidente lo que recibe de sus
sentidos y sin embargo a veces se ha dado cuenta de que el conocimiento sensible puede producir
engaños. Consecuentemente, si los sentidos me han engañado alguna vez, no es aventurado suponer que
engañen siempre.
En segundo lugar: Durante el sueño muchas veces creemos realizar lo que es pura ilusión.
Descartes aquí radicaliza la duda mediante un motivo verosímil: la confusión de la vigilia con el sueño.
No hay ninguna razón poderosa que permita distinguir sin lugar a dudas entre esos dos estados de
conciencia: sueño y vigilia.
En tercer lugar: Descartes usa ahora un motivo metafísico, ni real ni verosímil: El Dios
engañador. Al ampliar la duda metódica al campo de las ciencias exactas, tenemos que abandonar el
ámbito de la sensibilidad. En resumen: si Dios es libre y omnipotente, podría habernos hecho de tal
manera que el conocimiento humano llevara a un constante error. Podríamos aducir la bondad divina pero
por el momento no es valido porque si Dios fuese sumamente bueno debería haber evitado que el hombre
se equivoque.
En cuarto lugar: Dejando de lado al Dios engañador podemos suponer la existencia de un “genio
maligno” cuya única y total actividad consiste en destruir nuestra posibilidad de certeza y verdad. Este
último nivel de la duda metódica no añade nada porque en el anterior ya se ha dudado de cualquier
posibilidad de conocimiento. Sin embargo, es el que más claramente demuestra el carácter metódico de la
duda de Descartes. El genio maligno no es ni un motivo real, ni verosímil, ni metafísico, es hipotético,
fruto de la ficción con el fin de acabar con cualquier posible prejuicio.
En esta situación en la que ha perdido validez todo conocimiento, es el momento en el que aparece
la 1ª verdad totalmente evidente de la que no se puede dudar y que nos permite formular la 1ª
proposición, principio de la nueva metafísica: “pienso, luego existo”. Ya sea soñando o despierto, cuando
dudo es indudable que pienso y porque pienso existo o cuando pienso existo.
Si el “pienso” se descubre al final de la duda, resulta que ésta no puede ser escéptica porque nos
ha proporcionado una verdad, la primera certeza: mi existencia. No se trataba de negar la posibilidad de la
verdad (escepticismo), sino al contrario, alcanzar la 1ª verdad, la fundamental. Por todo ello, Descartes
inaugura una nueva etapa en la filosofía, que consiste en afirmar la superioridad del sujeto frente al
objeto. ¿En qué consiste el “pienso”?: Este sujeto no es otra cosa que pensamiento, cosa pensante, la 1ª
sustancia: “Res cogitans”. El primer ámbito de la realidad es pues sustancia pensante. Sustancia, en
cuanto a que es en sí y por sí, pensante, en cuanto a su atributo (en lo que consiste). La diversidad de
sustancias con el mismo atributo está determinada por el modo. Lo siguiente será intentar demostrar la
evidencia del mundo (“res extensa”, sustancia medible o con extensión), o los objetos acerca de los que
pensamos.
3.5.- Dios.
Una idea (como el “pienso”) es verdadera cuando es evidente, es decir, clara y distinta. ¿Cómo
podemos asegurarnos de la verdad de nuestros conocimientos sobre el mundo?. ¿Cómo asegurarnos de la
inmutabilidad de las verdades de la ciencia, que una vez conocidas por intuición quedan después en la
memoria? Se requiere la ayuda de un Dios completamente veraz, que garantice estas verdades.
La veracidad infalible de Dios, exige previamente una prueba de su existencia. Si la sustancia
pensante individual sólo posee ideas, la demostración de la existencia de Dios debe partir de ellas. Para
esta demostración no contamos con otra idea que la de infinito, idea que existe verdaderamente en el yo.
La idea de infinito no puede ser creación humana, exige la existencia real de un ser que posea
formalmente la infinitud. El argumento de Descartes para demostrar la existencia de Dios se basa en el
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principio de causalidad: Dios que consiste en ser infinito causa en nosotros (seres finitos que consistimos
en pensar), la idea de infinito.
De un modo adicional, Descartes acude también al argumento ontológico: En este argumento
pasamos de la idea de un ser infinitamente perfecto, que realmente existe en mí, a postular la existencia
real de ese mismo ser, para no caer en contradicción (pensar algo que tiene todas las perfecciones,
incluida la existencia, pero que no existe de hecho). Demostrada la existencia de Dios, Descartes ha
encontrado la segunda realidad fundamental, que será puente hacia el mundo de la extensión. Este Dios
igual que el Yo, es entendido como una realidad sustancial, que cumple de modo más perfecto el concepto
de sustancia: ser en sí y por sí. Dios es sustancia espiritual infinita.
1
Descartes consideró la glándula pineal como el nexo de unión entre el alma y el cuerpo, que a través de la sangre y los
nervios relaciona la res cogitans con el cuerpo o res extensa, orienta el movimiento e influye sobre el alma. En la actualidad se
sabe que la glándula pineal o epífisis contiene células pigmentarias que reaccionan a los cambios lumínicos, y es la responsable
de la segregación de la hormona melatonina, que regula los ritmos vitales y los estados de sueño.
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TEMA 6: EL EMPIRISMO. CONOCIMIENTO Y ÉTICA. HUME.
1. Características generales.
2. El escepticismo fenomenista de Hume.
2.1.- Datos biográficos.
2.2.- El conocimiento.
a) Elementos del conocimiento.
b) Las leyes de asociación y teoría de la causalidad.
c) Valor fenoménico del conocimiento.
d) Crítica de la sustancia y del yo pensante.
2.3.- Ética, política y religión.
2.4.- Conclusión.
1. CARACTERÍSTICAS GENERALES.
El término empirismo tiene diferentes aspectos, en primer lugar, atendiendo a su etimología,
significa el intento de fundamentar en la experiencia, todo el saber del hombre. Dicho de otra manera, la
experiencia se convierte en el concepto básico de la cultura sobre todo británica que abarca una parte del
siglo XVII y parte del siglo XVIII (“empeiría”, en griego, experiencia).
Pero además empirismo tiene que ser entendido como una coordenada filosófica de la historia
contrapuesta al racionalismo continental. Esto puede inducir a un error: entender el racionalismo como la
filosofía de la razón y el empirismo como la filosofía de la experiencia. Sin que la oposición carezca de
fundamento, ni todo el racionalismo ignoró la experiencia, ni el empirismo despreció la Razón: los
principales empiristas ingleses se formaron leyendo los filósofos racionalistas (tanto Locke como Hume
mantienen influencias de Descartes).
Además hay coincidencias temáticas. En el campo de la teoría del conocimiento, ambas corrientes
hacen del concepto de idea el núcleo fundamental. Pero para los racionalistas, las ideas son innatas, para
los empiristas, no, son adquiridas siempre.
También coinciden en la importancia dada a la conciencia, igualmente con diferencias, conciencia
sustancial para los racionalistas, conciencia funcional para los empiristas, especialmente Hume.
En cualquier caso, hay diferencias indiscutibles (y además incompatibles). Los empiristas exigirán
que todo conocimiento comience en la experiencia y esté certificado por ella, y por lo tanto el método se
basará sobre todo en la observación, inducción y análisis de los hechos. El pensamiento racional depende
siempre de lo experimentable.
Una experiencia con tantas prerrogativas ha de ser necesariamente entendida de modo amplio, por
ejemplo experiencia es sensación, percepción, ideas, asociación de imágenes, hábitos psíquicos, en
definitiva, casi todo hecho externo o interno que pueda ser observado y explicado con una cierta
legalidad. Lo que hay que desterrar (porque no es observable) es el universal. Los empiristas son como
Ockam, nominalistas1.
2.2.- El conocimiento.
a) Elementos del conocimiento.
Desviándose de la terminología de Locke, Hume divide los actos y contenidos de conocimiento (que
en general llama percepciones) en impresiones e ideas.
Las impresiones son los actos y contenidos originarios del conocimiento, y las ideas lo que se deriva
de las impresiones. Las impresiones pueden ser de dos clases, impresiones de sensación e impresiones de
reflexión. Las de sensación se deben gracias a los sentidos externos y son absolutamente originarias. Las de
reflexión surgen de nuestra actividad mental interna y a la vez son el resultado de la activación de las ideas
(no olvidemos, que las ideas se derivan de las impresiones).
El proceso de los actos y de los contenidos del conocimiento, para Hume sigue estas etapas:
1.- Impresión de sensación.
2.- Idea (copia debilitada o derivación de la impresión antecedente).
3.- Impresión de reflexión (resultado de la avivación o activación de una idea).
4.- Idea.. 5.- Impresión. 6.- Etc...
La diferencia básica entre ideas y impresiones radica en dos características: Las impresiones son
originarias respecto a las ideas (las auténticamente originarias son las de sensación, mientras que las de
reflexión, tienen sólo una originalidad relativa, en orden a aquellas ideas que puedan derivarse de ellas).
Las impresiones son más vivaces que las ideas. El criterio de distinción entre impresiones e ideas es la
vivacidad1.
Propia de la Investigación es una distinción inspirada en Leibniz (racionalista): las verdades de
razón son necesarias y su opuesto es imposible, y las verdades de hecho, que son contingentes y su
opuesto es posible. Las primeras son innatas, tautológicas y se basan en el principio de identidad o de
contradicción. Las de hecho se basan en el principio de razón suficiente y se refieren a la realidad. Para
Hume: las relaciones de ideas se identifican con las verdades de razón, correspondiendo a razonamientos
demostrativos o intuitivos, pura operación del entendimiento; mientras que las cuestiones de hecho
(verdades de hecho) son sólo probables, su contrario es demostrable y las afirmamos por costumbre o
creencia (ejemplos son la causalidad y cualquier otro objeto de la Física). Evidentemente a los
planteamientos de Leibniz, Hume introduce los principios del empirismo: no existen ideas innatas.
b) Las leyes de asociación y teoría de la causalidad.
Las impresiones e ideas no actúan aisladamente en el conocimiento, sino agrupadas asociativamente.
Hume señala 3 leyes de asociación: ley de semejanza, ley de continuidad y ley de causalidad.
Entre ellas destaca la ley de causalidad o de causa y efecto. Es la clave de la filosofía de Hume, a
pesar de que Hume es el mayor crítico de la causalidad. Hume critica la causalidad real, o mejor dicho,
Hume niega críticamente que nosotros podamos llegar a conocer ningún proceso real causal. Lo más que
conocemos es un fenómeno, al que llamamos causa, que antecede a otro fenómeno que llamamos efecto.
Conocemos que esos dos fenómenos se dan en conexión sucesiva, de modo habitual. Ejemplo del Billar:
Experimentamos que el impacto de la 1º bola antecede al movimiento de la segunda, pero no
experimentamos la causalidad real. Esto no quiere decir que no tengamos que pensar los fenómenos como
unidos en una relación de causa y efecto (estamos obligados a ello). La ley de la causalidad no es una ley de
las cosas, es una ley de nuestro modo de pensar las cosas, debido a nuestra experiencia, a nuestro hábito,
etc..., que nos determina a entender así los fenómenos.
c) Valor fenoménico del conocimiento.
1
“Todas las ideas, especialmente las abstractas, son naturalmente débiles y oscuras. La mente no tiene sino un dominio
escaso sobre ellas; tienden fácilmente a confundirse con otras ideas semejantes; y cuando hemos empleado muchas veces un
término cualquiera, aunque sin darle un significado preciso, tendemos a imaginar que tiene una idea determinada anexa. En
cambio, todas las impresiones, es decir, toda sensación -bien externa bien interna-, es fuerte y vivaz: los límites entre ellas se
determinan con mayor precisión, y tampoco es fácil caer en error o equivocación con respecto a ellas. Por tanto, si
albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado o idea alguna [como ocurre con demasiada
frecuencia, no tenemos más que preguntarnos de qué impresión se deriva esta supuesta idea, y si es imposible asignarle una;
esto serviría para confirmar nuestra sospecha.” D. Hume, Investigaciones sobre el entendimiento humano.
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Tras lo dicho se entiende la dificultad de Hume para justificar el conocimiento de la realidad. Como
no conocemos causas reales resulta que no sabemos a que se debe las impresiones de sensación, que son los
conocimientos absolutamente inmediatos a la realidad. Y si en el momento principal del conocimiento hay
desconexión entre éste y las cosas o cualidades que queremos conocer resulta que todo lo que conocemos
carece de base: Tenemos impresiones que no sabemos a qué se deben, (porque no se trata de una causalidad
real). Por lo tanto, tampoco sabemos qué valor tienen ni las ideas ni las impresiones de reflexión, puesto que
se apoyan en las impresiones de sensación.
Consecuencia: no hay conocimiento, en sentido estricto, del mundo. Esto no quiere decir que Hume
niegue la realidad. Además del conocimiento hay otros modos de acceder al mundo, por ejemplo, mi propia
naturaleza, mi instinto me obliga a creer en la realidad del mundo. La creencia tiene en Hume más
importancia que el propio conocimiento. Ha quedado demostrado que el conocimiento no transciende fuera
de mi conciencia, no alcanzan las cosas tal como son en sí mismas, mientras que a la creencia le está
permitido todo. La creencia no es sino un sentimiento particular que acompaña a una asociación de ideas, de
tal manera que dicha asociación “se impone a la mente”. Se fundamenta en un hábito o costumbre mental, a
partir de la experiencia repetida de la conjunción de determinadas impresiones. Por ejemplo, la asociación
entre fuego y quemadura será acompañada de un sentimiento vivísimo -la creencia- que hace aparecer la
causa de la quemadura como algo tan real y evidente como si se tratara de una impresión. Gracias a la
creencia y el hábito, subsiste el hombre.
Por todo esto se afirma que la teoría del conocimiento de Hume es fenomenista: no es posible
conocer nada más allá de los fenómenos; y escéptico, todo lo que está más allá de los fenómenos es objeto
de creencia.
d) Crítica de la sustancia y del yo pensante.
Toda idea a la que no pueda señalársele la impresión de la que deriva carece de valor. Este es el
fundamento de la crítica a la idea de sustancia.
Hume dice que la idea de sustancia es ilegítima porque no podemos encontrar una impresión de la
que derive. Esto está en la línea de lo dicho por Locke 1, pero Hume va algo más allá. La sustancia es un
artilugio de la imaginación, para poder explicar la permanencia con que las cosas se nos presentan. Hay que
imaginar las cosas como sustancias, pero no poseemos la idea de sustancia.
La tradición racionalista afirma que el yo es sustancial, que consiste en pensar, igualmente artilugio
de la imaginación. No hay impresión de la que derive la idea de “Yo pensante” como sustancia.
Cuando volvemos sobre nosotros mismos encontramos percepciones diversas (“estados de
conciencia”). Ninguna de ellas pareciéndose al yo sustancial. Igual que fingimos un sujeto que soporte las
cualidades de las cosas, fingimos un sujeto que soporte las percepciones, impresiones o ideas. Este segundo
sujeto fingido es el yo. Hume no niega que existamos, Hume dice que creemos en el yo como creemos en el
mundo, y, en sentido estricto, tampoco lo conocemos.
1
La sustancia es, para Locke, incognoscible; idea compleja que se asigna a un sustrato material desconocido, cuya existencia
se afirma, pero se supone.
2
Locke considera un “estado de naturaleza”, en el que se dan derechos y deberes naturales, pero en el que difícilmente puede
defenderse el derecho a la propiedad. Surge así por “contrato social” (expresión no utilizada por Locke) el Estado. Propone la
separación de poderes, legislativo (poder supremo) y ejecutivo, sancionando el dualismo monarca-Parlamento. Desarrollará,
también, el concepto de tolerancia.
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También el interés y la utilidad justifican la creencia religiosa. En primer lugar no se puede
demostrar que Dios exista. Ni encierra contradicción la proposición “Dios no existe”, ni la causalidad
permite descubrir la existencia de un Dios único y personal. Su estudio sobre la historia natural de la
religión le lleva a afirmar que el politeísmo es anterior al monoteísmo, y que éste conduce a la intolerancia.
Propone un escepticismo moderado para superar el dogmatismo y la superstición.
2.4.- Conclusión.
Es posible la ciencia que se base en la experiencia, pero sobre lo general, no sobre lo universal. Esta
ciencia buscará leyes generales que expliquen el funcionamiento de lo particular, porque por experiencia,
sólo conocemos lo particular. El ejemplo de esta ciencia empirista es Newton. Newton desarrollará el
llamado método matemático experimental o analítico- inductivo. Newton desarrolló este método en sus dos
grandes obras: “Principios” y “Óptica”.
“Decir que cada especie de cosas está dotada de una igualdad específica oculta (...), es no decir
nada. En cambio, derivar dos o tres principios generales del movimiento a partir de los fenómenos y
decirnos luego, cómo las propiedades y acciones de las cosas corpóreas se siguen de estos principios
manifiestos sería un gran paso para la filosofía, por más que las causas de estos principios no hayan sido
descubiertos todavía”.
El empirismo, como reacción al racionalismo, no puede ser entendido fuera del contexto de las
luchas político-religiosas de la Inglaterra de los siglos XVII-XVIII, y que es más propio de la Ilustración
que de la cultura barroca, (Hume es precisamente la excepción escéptica que preludia el pensamiento de
Kant: fin de la metafísica como pretensión científica y aplicación del método científico de Newton).
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TEMA 7.- KANT: USO TEÓRICO Y PRÁCTICO DE LA RAZÓN
1.- Kant y su momento histórico.
2.- Biografía y obras.
3.- “Crítica de la razón pura”. Teoría del conocimiento.
3.1.- La revolución copernicana.
3.2.- Clasificación de los juicios.
3.3.- Fenómeno y conocimiento.
3.4.- Facultades cognoscitivas.
a) Espacio y tiempo como formas a priori de la sensibilidad.
b) La imaginación.
c) El juicio objetivante: entendimiento y categorías.
d) Dialéctica transcendental: las ideas.
4.- “Crítica de la razón práctica”: Ética.
4.1.- La conciencia moral.
a) Imperativo Categórico.
b) Imperativo Hipotético.
4.2.- Autonomía de la voluntad: Ética formal.
4.3.- Postulados de la razón práctica.
a) Existencia de la libertad.
b) Inmortalidad del alma.
c) Existencia de Dios.
1
En sentido etimológico, lo que está por encima del mundo sensible; lo que supera el límite de lo sensible. Entre los
escolásticos, los trascendentales son aquellos conceptos que, más allá de las categorías, se aplican a todo: verdad, bondad,
unidad y belleza. El uso más conocido del término se debe a Kant, para quien trascendental es toda condición de posibilidad
que sea necesaria, universal y a priori, y por lo mismo opuesta a empírico. Así, llama trascendental al conocimiento en cuanto
se ocupa, no de los objetos conocidos, sino de las condiciones que en el sujeto hacen posible el conocimiento de objetos; es,
pues, toda condición de posibilidad del conocimiento antes y más allá de todo conocimiento actual.
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a) Espacio y tiempo como formas a priori de la sensibilidad.
La pluralidad de datos que aportan los sentidos comienza a organizarse para llegar a constituir objeto
del conocimiento en la propia sensibilidad. Esta organización objetiva es posible gracias a dos formas a
priori que tiene la sensibilidad: espacio y tiempo. Está claro que para Kant, ni el espacio ni el tiempo son
algo de las cosas, ni siquiera de las afecciones que nos producen las cosas, sino que son algo que pertenece,
independiente de la experiencia, a nuestra facultad de sentir. Dicho de otra manera, nuestra sensibilidad está
configurada a priori de una determinada forma para que estructuremos espacial y temporalmente las
afecciones que provocan en nosotros las cosas. El espacio es la forma a priori de la experiencia externa y el
tiempo de la interna. No son reales, son nuestras condiciones para organizar y unificar las afecciones
sensibles. Las llama formas porque hacen ser (eso y no otra cosa) objeto de la sensibilidad a las afecciones
sensibles (originariamente dispersas, caóticas, sin fondo).
Porque el espacio y el tiempo son formas a priori, pueden ser fundamento de universalidad y
necesidad y por tanto fundamento de las ciencias: De las que se ocupan del espacio (geometría) y del
tiempo (aritmética).
Por fin, el espacio y el tiempo son concebidos como intuiciones puras de la sensibilidad, en
oposición a las intuiciones empíricas. La intuición empírica es sinónima de afección sensible (lo que se
siente de inmediato). Una intuición pura es la inmune o no afectada de experiencia. Lo correcto es decir
que son formas puras y a priori. Decimos a priori desde la perspectiva de la sensibilidad conociendo y
decimos puro desde la perspectiva del filósofo que estudia la sensibilidad.
b) La imaginación.
Entre nuestra facultad sensibilidad y nuestra facultad entendimiento se sitúa la imaginación, porque
el entendimiento es el único capaz de formar juicios y para Kant, el objeto de conocimiento sólo se da
propiamente en el juicio. Ha quedado claro que la sensibilidad no juzga, es una facultad sobre todo
receptiva, mientras que el entendimiento es activo. La sensibilidad sólo inicia la reducción a unidad de la
pluralidad dispersa, mientras que el entendimiento completa la unidad objetiva. Es evidente que hace falta
un “puente” entre una y otra. La imaginación pone remedio a la heterogeneidad de sensibilidad y
entendimiento participando en las características de ambas facultades, por eso puede recibir las intuiciones
empíricas de la sensibilidad, informadas por el espacio y el tiempo para remitirlas al entendimiento, nivel
último de la objetivación. Pero la imaginación no es sólo vehículo, tiene también un papel en el proceso de
objetivación. Si la sensibilidad cuenta con formas a priori, la imaginación cuenta con esquemas
transcendentales.
Los esquemas transcendentales son reglas de la imaginación por las que se sintetiza el material de
las intuiciones sensibles con los conceptos del entendimiento. El propio Kant dice que el dinamismo
transcendental de la imaginación, es un arte oculto en las profundidades del alma humana. Tiene que
quedar claro que la imaginación obra una síntesis, una unificación de las intuiciones espacializadas y
temporalizadas, porque de otro modo, no sería posible finalizar el proceso de conocimiento objetivo en el
juicio.
c) El juicio objetivamente: entendimiento y categorías.
Una vez estructurada, espacial y temporalmente la pluralidad dispersa de sensación mediante las
formas a priori de la sensibilidad, y después unificadas con los esquemas transcendentales de la imaginación,
hace falta el juicio (que corresponde al entendimiento), para conseguir auténtico conocimiento objetivo. El
entendimiento también tiene sus formas a priori, llamadas categorías 1. Las categorías son conceptos puros,
no empíricos, que posee el entendimiento al margen de la experiencia. Son las formas supremas de unidad
del objeto, que cumplen su función en el juicio, al ser aplicadas a la materia fenoménica de la sensibilidad
llegada a través de la imaginación.
Con el acto de juzgar, se determina objetivamente (universal y necesariamente) los fenómenos, es
decir, se constituye el objeto propio del conocimiento. Ahora por fin, Kant ha dejado explicado el juicio
sintético a priori. Este juicio cuenta con la experiencia (los fenómenos estructurados por la sensibilidad) y al
1
Para Kant son los conceptos puros del entendimiento, o las formas a priori necesarias para pensar la experiencia; las
fundamentales son, a su entender, sustancia y causalidad. La diferencia fundamental entre las categorías aristotélicas y las
kantianas consiste, en primer lugar, en que las primeras se refieren primariamente a la realidad y a las cosas mismas, mientras
que las segundas se refieren sólo a los fenómenos o a las cosas tal como el hombre las percibe y, en segundo lugar, en que las
aristotélicas dependen de la naturaleza de las cosas, mientras que, en Kant, es la naturaleza o la experiencia lo que dependen de
las categorías.
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mismo tiempo es universal y necesario porque se fundamenta en las categorías o conceptos a priori del
entendimiento.
d) Dialéctica transcendental: las ideas.
Hasta este momento, para exponer la teoría del conocimiento de Kant, hemos tenido en cuenta sólo
dos partes (estética y analítica) de la “Crítica de la razón pura”. La dialéctica pone de manifiesto la
preocupación de Kant por la metafísica; en orden a determinar si es o no verdadera ciencia (si cumple las
condiciones exigidas a los juicios que utilice).
Para Kant la metafísica se circunscribía sobre todo a los autores racionalistas y especialmente a
Leibniz, en cuya tradición se formó. La metafísica racionalista se concentraba en 3 temas: el yo sustancial,
el mundo como un todo y Dios. La pregunta entonces es clara. ¿Se pueden tener juicios sintéticos a priori
sobre estos 3 objetos de conocimiento?. No, porque no hay intuiciones empíricas de los 3 temas.
Estos 3 temas no son objeto del entendimiento, sino de la razón, que para Kant es facultad de pensar
y no de conocer. De la misma manera que conocemos mediante categorías, pensamos mediante ideas,
tenemos ideas del yo, del mundo, y de Dios y no juicios sintéticos a priori en los que estas ideas sean sujeto
o predicado.
Estas ideas no son inútiles o arbitrarias. El dinamismo del hombre, las hace necesarias: no nos basta
con conocer, sino más allá, tenemos que pensar, para unificar mediante el pensamiento todos los
conocimientos objetivos que permiten obtener las distintas ciencias. Necesitamos pensar en un fundamento
de toda la variedad de fenómenos que conocemos o podemos conocer objetivamente.
La idea del yo comprende, como totalidad, el conjunto de fenómenos de nuestra experiencia interna.
La idea del mundo es la totalidad que fundamenta el conjunto de fenómenos ajenos a la subjetividad y
externos a ella. La idea de Dios es la totalidad que fundamenta de modo último todos los fenómenos. Es
decir, tenemos que pensar, o mejor Dios tiene que ser pensado (no conocido, como tampoco el yo o el
mundo).
Concluyendo, la metafísica racionalista tradicional no es ciencia. Es importante, pero no es ciencia.
La razón es una facultad para pensar y es importante. El hombre sólo se desarrolla de modo integral,
completo, conociendo y también pensando.
1.- INTRODUCCIÓN.
Por un lado el marxismo es un sistema filosófico que tiene sus raíces en la filosofía alemana de
Hegel y de un seguidor a la vez crítico de éste, iniciador del materialismo moderno, el también alemán
Feuerbach. Por otro lado es la teoría que fundamenta el pensamiento político del movimiento obrero
contemporáneo, elaborado fundamentalmente por Marx y Engels, con los añadidos de Lenin. Pero además,
el marxismo como movimiento filosófico es muy complejo, abarcando multitud de “revisionismos”, que en
algunos casos se atienen muy poco a la ortodoxia original de sus creadores.
Así podemos hablar de un marxismo ortodoxo y otro heterodoxo. En general se ha confundido el
primero con el marxismo oficial en la antigua URSS. La filosofía oficial en la URSS, marcó la provisional
división del marxismo en materialismo dialéctico y materialismo histórico. En realidad, el marxismo nace
como una visión materialista de la historia que justifica el proceso revolucionario que predica. Pero tanto
Engels, como Lenin vieron la necesidad de fundamentar en un sistema filosófico más general ese
materialismo histórico. Esa base filosófica es lo que se llama materialismo dialéctico.
3.3.- La alienación.
Para Hegel la Idea, (la realidad, el Espíritu), es dialéctica, es decir, tiene en sí misma una
contradicción que la lleva a salir de sí (para conocerse tiene que pasar de la idea en sí a la idea para sí), a
alienarse. La idea en sí se hace objeto en la naturaleza. Se exterioriza para conocerse. Esta alienación es
necesaria; es una reconciliación de la idea consigo misma en la naturaleza. Este estadio es la síntesis, la
identificación del objeto con el sujeto (idealismo).
En Feuerbach, se invierten los términos. La realidad no es la idea sino la materia, y concretamente,
el hombre (el género humano). El hombre se enfrenta consigo mismo (se objetiva), para conocerse. Así es
como el hombre produce a Dios objetivando fuera de sí cualidades que son suyas. Su alienación consiste en
quedarse en este momento. Se libera volviéndose a encontrar a sí mismo. Fundamentalmente la alienación
en Feuerbach es religiosa.
En Marx la alienación religiosa es secundaria; desaparecerá cuando liberemos al hombre de la
alienación económica. Con el trabajo el hombre humaniza la materia; se exterioriza en ella. Con la
propiedad privada el hombre se encuentra desposeído de sí mismo, no estando el producto de su trabajo
bajo su dominio. Definimos la alienación, en general, como la pérdida de la posesión sobre uno mismo, el
hecho padecido por el que pertenece a otro. El trabajo asalariado produce la alienación económica en una
cuadruple dimensión:
1.- con respecto al producto del trabajo, que convertido en capital resulta un poder independiente
frente al trabajador;
2.- con respecto a su propia actividad, vendida por salario al capitalista;
3.- con respecto a la Naturaleza, parate de la propiedad de los medios de producción, ajenos al
trabajador;
4.- con respecto a los otros hombres: el hombre, a diferencia de los animales, trabaja no sólo para sí
mismo, sino tabién para los demás, por la especie; pero en el trabajo alienado, cada uno trabaja para sí
mismo, y los demás son extraños, rivales que poseen trabajo o el producto del trabajo.
Como la alienación económica está en el cimiento de cualquier otra alienación, podríamos distinguir
las demás alienaciones como superpuestas a la principal. Así podemos hablar de alienación política, en tanto
que el Estado burgués coacciona para mantener el poder de la clase dominante; alienación religiosa, en tanto
que la moral y la religión son instrumentos de dicha coacción; y del mismo modo con cualquier otro
producto de la conciencia (derecho, arte, etc.), n definitiva, ideología de la clase dominante para sostener su
dominación.
1
Estructura o infraestructura: Es el conjunto de relaciones de producción. Superestructura: Es el conjunto de ideas, creencias,
instituciones y normas que configuran la conciencia social. Puede ser: jurídico-política, normas y leyes que reglamentan la
sociedad; ideológica.
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La ideología se fundamenta en la división del trabajo y en la propiedad privada. Su papel está
marcado por la clase dominante. La ideología siempre será la de la clase dominante. Es una teoría que
justifica sus intereses: el mantenimiento de la opresión. La lucha de clases traerá la conciencia de la clase
oprimida, que elaborará su propia ideología para justificar la revolución.
La ideología religiosa juega un doble papel: por un lado, es elaboración del pueblo (la miseria de
éste) que adorna con mitos su esclavitud. Por otro lado, es la justificación de la clase dirigente. La religión
es resignación y explotación.
Las ideologías desaparecerán inevitablemente cuando se instaure la sociedad sin clases. Los
proletarios, gracias al marxismo, descubren los mecanismos de la clase dirigente y se liberan de las
ideologías.
5.- EL HOMBRE.
Todo lo que era válido es ahora caduco. Con respecto al hombre, el análisis racional no demuestra
más que su miseria. Hay que establecer por tanto una meta ideal que el hombre debe alcanzar. La psicología
muestra que la absoluta espontaneidad de la libertad humana es el medio mediante el cual el hombre se
produce a sí mismo. Por lo tanto la libertad muestra el ideal, lo que el hombre debe llegar a ser:
superhombre. No es una realidad, no existe, es sólo un ideal.
En la concepción de la naturaleza humana de Nietzsche predomina lo biológico, el hombre es uno de
los animales, todo lo que ha hecho y hace el hombre es continuación de la animalidad. Pero el hombre es el
único animal todavía no fijado. Los demás animales tienen en el instinto el medio infalible para llegar a ser
lo que son, y el hombre no. Hay algo fundamentalmente defectuoso en el hombre, dice Nietzsche que es
como una enfermedad en el universo, y eso, sin embargo, constituye a la vez su valor. ¿Qué es lo que hace
que el hombre se convierta en la enfermedad del universo? ¿Qué hace que aún el hombre no esté fijado?
Seguramente está en que el hombre ha innovado, ha provocado al destino más que ningún otro animal. Ha
sido el único en luchar con el animal y con la naturaleza para llegar a dominar. Ha sido el único
eternamente vuelto hacia el futuro.
El mayor peligro del hombre está en volver a ser como los otros animales, en dejar de ser
enfermedad, en convertirse en animal doméstico y acabar fijado de esta errónea manera.
DESTRUCTIVA VALORES
TRADICIONALES RELIGIÓN
CRÍTICA MORAL
MUERTE DE DIOS
NUEVOS VALORES
ALTERNATIVA
SUPERHOMBRE NIHILISMO
1.- INTRODUCCIÓN.
1.1.- El contexto filosófico.
El existencialismo es una corriente filosófica de finales del XIX y principios del XX, cuyas
influencias van más allá de la Segunda Guerra Mundial. El e. es sucesor de la filosofía de Nietzsche; no
existe como teoría filosófica propiamente dicha, más bien es un conjunto de autores que piensan y viven
existencialmente. La más clara influencia de Nietzsche es la negación a considerar el hombre en abstracto, o
sujeto de categorías metafísicas. No les interesa qué es el hombre (su esencia) sino profundizar en su
existencia real y completa.
Los acontecimientos que dominan la primera mitad del siglo XX (casi 60 millones de muertos entre
las dos Guerras Mundiales, las revoluciones rusa y china, las dictaduras en Italia y Alemania, la crisis
económica de los años 30 y la energía atómica con fines bélicos) determinaron un proceso de
despersonalización según el cual el individuo pierde identidad diluido en una masa social fácilmente
manipulable.
Además las dos corrientes filosóficas predominantes al comenzar el XX (idealismo de origen
hegeliano y mecanicismo positivista) habían mantenido el criterio común que considera al sujeto humano
como un ser pasivo, carente de esencia y personalidad completas.
La respuesta existencialista es una protesta contra la despersonalización, considerando al hombre
como actor de su propia historia. Quieren abandonar la actitud distante de la filosofía tradicional que analiza
al hombre como espectador de los acontecimientos. El e. no quiere ser objetivo ni académico; se declara
apasionadamente comprometido con el individuo. En síntesis, otorga prioridad a lo siguiente:
1.- a la existencia sobre la esencia;
2.- a la vida sobre la razón (rechaza la abstracción);
3.- a la praxis sobre la teoría; y
4.- a la libertad sobre la determinación.
4.- PERSPECTIVISMO.
Si la perspectiva es la construcción de una imagen en función del punto de vista del observador, el
perspectivismo, como concepción filosófica, supone que toda representación es dependiente del sujeto
que la constituye. Nietzsche defiende una posición perspectivista que concibe como articulación entre
conocimiento y necesidades vitales. Esta tesis se funda en una concepción del ser entendido como devenir
(en el que no existen verdades absolutas, pues toda verdad es interpretación), y del conocimiento
entendido desde el punto de vista de su unión con las necesidades vitales.
En cierto sentido la Monadología de Leibniz es un perspectivismo (cada mónada es una perspectiva
del universo), por ello Ortega cita este texto de Leibniz: “una misma ciudad mirada desde diferentes lados
parece completamente distinta y se multiplica perspectivamente [...] hay diferentes universos que, no
obstante, son perspectivas distintas de uno solo, según los puntos de vista de cada mónada”. La realidad,
pues, se ofrece en perspectivas individuales: “donde está mi pupila no está otra”. El ser del mundo no está
dado de una vez para siempre, sino que siempre es una perspectiva que aparece así como una condición
epistemológica para captar la auténtica realidad. Este perspectivismo permite a Ortega superar tanto el
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escepticismo como el racionalismo. Además, la perspectiva no aparece desde un punto de vista abstracto, ya
que el Yo no es algo dado, sino una unidad dramática de Yo y Mundo, es decir, “vivir es no tener más
remedio que razonar ante la inexorable circunstancia”. La circunstancia y la perspectiva se articulan
permitiendo el acceso a la verdad.
5.- RACIOVITALISMO.
Ortega y Gasset, como Nietzsche critica la dictadura de una razón abstracta en el mundo
occidental de origen socrático, sustenta que ni debemos aceptar el unilateral punto de vista del vitalismo,
ni tampoco el no menos unilateral del racionalismo. Es decir, no podemos reducir lo humano a mero
fenómeno biológico, pero tampoco podemos aceptar una razón que ha suplantado la vida y ha puesto ésta
en función de aquella: “La razón pura no puede suplantar a la vida: la cultura del intelecto abstracto no
es, frente a la espontánea, otra vida que se baste a sí misma y pueda desalojar a aquélla. Es tan sólo una
breve isla flotando sobre el mar de la vitalidad primaria. Lejos de poder sustituir a ésta, tiene que
apoyarse en ella, nutrirse de ella como cada uno de los miembros vive del organismo entero”. Para
superar los dos polos mencionados del mero vitalismo y del nudo racionalismo, Ortega crea la noción de
razón vital. Ésta valora la racionalidad, pero es consciente de sus raíces en las necesidades vitales, y la
pone al servicio de la vida, que es la realidad auténticamente radical. Esta radicalidad de la vida, no
obstante, en el hombre exige un saber, que es un saber a qué atenerse, y éste es el fundamento de la razón.
La noción de un saber a qué atenerse va unida al perspectivismo y circunstancialismo. Pero tomada
abstractamente, la fusión de una razón vital como la descrita con el perspectivismo, podría dar lugar a una
concepción relativista, bien lejana de las tesis orteguianas. Pero es que dicha fusión debe efectuarse de
manera concreta, y la concreción de ambas nos la proporciona la historia. Por esta razón, la razón vital se
constituye como razón histórica, ya que el hombre no tiene naturaleza, sino historia. De esta manera,
Ortega supera el punto de vista meramente biologista de la racionalidad que tan en boga estuvo entre
varios seguidores de las corrientes vitalistas de su época.
7.- CONCLUSIÓN.
La obra de Ortega, además de la gran influencia que ha ejercido sobre la filosofía española, y que
ya hemos destacado, también ejerció un notable influjo en la filosofía alemana (Heidegger), y de
determinados planteamientos existencialistas, por ejemplo, en su concepción de la autenticidad y de la
inautenticidad: la vida auténtica implica conocer y asumir su “circunstancia”, de forma que el yo pueda
coincidir consigo mismo; mientras que la inautenticidad es provocada al caer en el marasmo de las
sensaciones y se manifiesta en la “masa” impersonal. También Ortega declara el carácter
irreductiblemente libre del yo abierto al mundo: “somos libres a la fuerza” (estamos”obligados a ser
libres”, diría Sartre).
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APÉNDICE.- MARCOS HISTÓRICOS, SOCIO-CULTURALES Y FILOSÓFICOS
PLATÓN
La segunda etapa viene marcada por el imperio marítimo ateniense (477-425), cuyo desarrollo conduce a
la apertura de la ciudad-estado al mundo, la cosmopolitización de Atenas y su hegemonía sobre la Liga
Ático-Délica.
Finalmente, la última fase la marca la Guerra del Peloponeso (431-404) contra Esparta, que pone punto y
final a la supremacía de Atenas provocando la definitiva crisis de las ideas democráticas (instauración de
la oligarquía de los Treinta Tiranos), y de disolución de la polis. En general, tras la Guerra del Peloponeso
se inició el derrumbe del mundo griego.
Marco filosófico
Se inicia con una crisis en las investigaciones presocráticas sobre la physis y el auge del pensamiento en
torno a los asuntos humanos: la ética y la política.
Para Sócrates la virtud que es consecuencia del saber, puede ser enseñada y aprendida. Platón sigue a su
maestro y, ya en el s. IV, Aristóteles afirmará que, aunque la virtud no es antinatural, tampoco es por
naturaleza sino que se adquiere por hábito, hasta que llega a ser como una segunda naturaleza. En lo
tocante a su enseñanza, ésta solo es efectiva cuando ya se posee el hábito; en caso contrario, es muy
difícil.
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TOMÁS DE AQUINO
Culturalmente, el s. XIII destaca por la aparición y auge de las Universidades, surgidas a partir de la
evolución de las escuelas catedralicias. Destacan las de París, Oxford, Bolonia, Salamanca, Cambridge,
etc. Por otra parte, aunque a la Edad Media se la trata como una Edad oscura para el saber, es indiscutible
que algunas ciencias recibieron un importante empuje, como la Química, la astronomía y la medicina en
el pensamiento musulmán, por poner unos ejemplos. Así mismo, el Derecho tiene un fuerte desarrollo al
convertirse en la herramienta mediante la que el emperador Federico II y Felipe II, buscan independencia
del poder civil frente al papado.
Destaca también el aumento de las traducciones de filósofos griegos, árabes y judíos, trabajo en el que
destaca de Escuela de Traductores de Toledo. Las traducciones de Guillermo de Moerbeke serán
fundamentales para Sto. Tomás.
Por otra parte, se fundan las órdenes mendicantes, principalmente la de los dominicos, órden de Tomás, y
de los franciscanos, que llegaran a ocupar las principales cátedras de las Universidades.
Finalmente, hay que destacar el desarrollo de la literatura en lengua vulgar (narración, teatro y lírica), así
como el auge del arte gótico.
Marco filosófico
En el contexto filosófico, el siglo XIII supone el período de apogeo de las principales discusiones
teológico-filosóficas medievales:
a) De las relaciones razón-fe se hace una distinción, aunque sin llegar a separarlas, con lo que la
Filosofía se hace distinta de la Teología, aunque no independiente.
b) La naturaleza de los universales: ¿Qué tipo de realidad les corresponde?: Enfrentamiento de
platónicos-agustinianos y aristotélicos, realistas y, ya en el XIV, nominalistas.
c) Diferencia esencia-existencia, punto central de la metafísica tomista.
d) Relaciones entre el Creador (Dios, Ser necesario) y los seres creados (contingentes), la creación y
la conservación del mundo, todos ellos de gran relevancia en el pensamiento de nuestro autor.
Pero, en concreto en el siglo XIII, resultará especialmente novedoso el redescubrimiento, aunque con
prevención por parte de muchos, de la física y metafísica aristotélica, vértebra fundamental de la síntesis
tomista, aunque también mantenga relaciones con la doctrina platónica y neoplatónica.
El averroísmo latino surge en la Universidad de París, y hay que entenderlo como un aristotelismo
arabizado, siendo Averroes el primer comentarista del Estagirita. Los primeros en cristianizar el
pensamiento aristotélico serán S. Alberto Magno y Sto. Tomás de Aquino.
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KANT
Políticamente, es el siglo del Absolutismo, es decir, los reyes ejercen el poder sin limitaciones a
excepción de la monarquía parlamentaria británica. El poder real evolucionará hacia el Despotismo
Ilustrado, caracterizado por el reformismo económico y la promoción de las artes y las ciencias desde las
instituciones, en el espíritu que muestra la tópica expresión “todo por el pueblo pero sin el pueblo”
(Catalina, la Grande, en Rusia o Carlos III en España). La burguesía irá adquiriendo tal importancia
económica que reclamará la reforma social (la desaparición de la estructura feudal de los estamentos) y su
acceso al poder político. En el último tercio, este empuje de la burguesía cristalizará en la revolución de
las colonias americanas y la revolución francesa.
La economía sigue siendo fundamentalmente agrícola, pero se introducirán una serie de reformas en los
sistemas de cultivo y avances tecnológicos que traerán una revolución. La revolución agrícola, junto al
capitalismo mercantilista basado en la explotación de territorios coloniales en ultramar, abrirán el camino
de la revolución industrial, primero en Inglaterra, donde se cumplían desde antes y más intensamente tales
condiciones.
En Arte, el Barroco dejará paso al Neoclasicismo, caracterizado por la racionalidad, la sencillez y el órden
racional de las formas (espíritu cartesiano), especialmente apoyado en la imitación de las formas clásicas
greco-romanas. En Ciencia, será el siglo de los grandes avances científicos que abrirán la aplicación
técnica y práctica del siglo siguiente. La mecánica de Newton, junto a otros avances en matemáticas,
química o medicina, protagonizan el citado desarrollo.
Marco filosófico
En el terreno filosófico, es un siglo dominado por la continuación de la dualidad racionalismo/empirismo,
la ilustración y el naturalismo.
El s. XVIII se caracteriza también por el naturalismo: se defiende la idea optimista de que la Naturaleza
puede ser abarcada por la razón, explicada mediante leyes científicas deterministas y rechazando con ello
lo sobrenatural. Kant tratará los temas tradicionales de Dios, la naturaleza, la libertad del hombre, y la
moral (los tres últimos típicamente ilustrados). Los pilares del sistema de Kant son la naturaleza y la
libertad. El primero tiene como modelo a Newton, y la teoría del conocimiento de Kant justifica ese
modelo; y el segundo, más importante para Kant (su principal originalidad), es una ética basada en la
libertad donde el hombre asume la responsabilidad de su propia vida.
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NIETZSCHE
Marco histórico
Nietzsche nace el 1844 en Röcken, en la Turingia sajona unida a Prusia, y muere en 1900. En este periodo
de tiempo, Prusia se refuerza como potencia hegemónica contra Francia, y se produce la unificación de
Alemania, precisamente cuando publica su obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
En 1815, con la derrota de Napoleón, Prusia se anexionó Renania, según lo establecido en el Congreso de
Viena, y los príncipes alemanes crearon la Confederación Germánica de 39 estados independientes en
todo, menos en la política exterior. Dentro de estos estados, Austria y Prusia se perfilaban como
dominantes, lo que creó una tensión entre ambos. En 1834, Prusia instauró la Unión Aduanera del Norte
de Alemania (Zollverein), de la que Austria quedó excluida. Esta unión duplicó el comercio y aumentó la
preponderancia de Prusia en el mundo alemán y en Europa. No obstante en 1864 Austria y Prusia
estuvieron aliadas en la Guerra de los ducados. El ducado de Holstein quedó bajo dominio de Austria y
los de Schleswig y Lauenburg bajo el de Prusia; sin embargo no cesaron las tensiones entre ambas
potencias. Con la llegada del canciller Otto von Bismark, se inicia una importante estrategia, para aislar a
Francia y sustituir su hegemonía en Europa, por la Hegemonía Germana, derivada de la unión de los
estados de habla alemana, liderados por Prusia, que mantenía el mejor ejército de Europa. En octubre de
1865, Bismark consigue del emperador francés Napoleón III, que Francia se mantenga neutral ante un
previsible conflicto entre Austria y Prusia.
La disputa entre Austria y Prusia por la hegemonía de la unificación alemana se resolvió en 1866, con la
victoria de Prusia en la Guerra de las siete semanas. La unificación se llevó a cabo en torno a la
Confederación de la Alemania del Norte, concebida por Bismarck. El Reichstag se inauguró en 1867. En
1870 surge la guerra franco-prusiana. La victoria definitiva lograda por Prusia sobre los ejércitos de
Napoleón III, fue la cúspide que permitió la efectiva unificación de Alemania bajo el Segundo Reich, II
Imperio alemán, liderado definitivamente por Prusia. El rey Guillermo I se convirtió en el Kaiser
Guillermo I de Alemania, en la Sala de los espejos del palacio de Versalles, el 18 de Enero de 1871.
Nietzsche, que había colaborado voluntariamente en la guerra franco-prusiana, apoyó a Bismarck, artífice
de la unificación y canciller imperial, durante su época de profesor de filología en Basilea.
Bismarck tuvo el control de la política interior y exterior de la nueva Alemania, en la que el Reichstag,
(cámara baja del Parlamento), -constituido por cuatrocientos diputados elegidos por sufragio universal
masculino-, votaba el presupuesto y las leyes que debían ratificarse en el Bundesrat o Consejo Federal
con representación de todos los estados, aunque dominado por Prusia, es decir, por los antiguos junkers,
aristócratas terratenientes, quienes se aliaron con los industriales acaudalados para mantener sus
privilegios, frente a las fuerzas socialistas y progresistas surgidas a raíz de la industrialización y
modernización de Alemania.
En esos momentos Alemania era uno de los países más industrializados de Europa. En el último decenio
del siglo XIX se incrementó su producción industrial debido a su preponderancia socio - política y
también gracias a sus relaciones con Inglaterra. Si bien es verdad que Nietzsche fue contrario al
racionalismo del Estado, sin embargo es indudable que la exaltación del Imperio Alemán influyó
poderosamente en su concepción de la verdad como un acuerdo social, tema fundamental del texto, y
sobre todo en el nihilismo, como transmutación de los valores tradicionales y expresión de la decadencia
de Occidente, así como su afirmación del vitalismo y del superhombre. Es verdad que el discurso
nietzscheano es bastante simbólico y permite incluso interpretaciones contrarias, pero en esa época
histórica muchos intelectuales -incluido nuestro autor- tenían grandes expectativas sobre el nuevo Imperio
alemán, que venía a continuar el Sacro Imperio Romano Germánico o primer imperio de la Edad Media,
que equivalía al I Reich (800 - 1806).
Los románticos vieron en la razón humana una fuerza infinita, capaz de conocer la totalidad, lo absoluto.
Unos, como Fichte, Schelling y Hegel, entendieron la infinitud de la conciencia como una actividad
racional necesaria y dialéctica; otros como Schleiermacher, Schlegel, Tisch y Novalis, entendieron esa
infinitud, como una actividad libre, privada de una determinación rigurosa, que identificaban con el
sentimiento.
En la segunda mitad del siglo, se produjo un fuerte rechazo al romanticismo, en particular al idealismo
hegeliano, en varias perspectivas.
a) Desde el materialismo de la izquierda hegeliana, Feuebarch con su concepto de "alienación
religiosa", y desde el materialismo histórico de Marx, que critica el fraude hegeliano de interpretar
las producciones del espíritu -superestructura- sin advertir su soporte económico, basado en la
injusticia social -superestructura-.
b) Desde un materialismo positivo, que, tomando como paradigma los descubrimientos científicos,
critica como ilusoria la metafísica hegeliano, es el positivismo por ejemplo de Augusto Comte.
c) Desde un individualismo pesimista que interpreta el mundo como la expansión de una voluntad
cósmica. Es la postura de Schopenhauer.
Nietzsche enlaza más directamente con esta última perspectiva, cuando habla en el texto de la "ilusión de
la verdad", critica el idealismo hegeliano y el conceptualismo.
Sin embargo la genialidad del pensamiento de Nietzsche, se desmarca de todas las corrientes de su época,
incluso de las más críticas. Su formación clásica y sus dos símbolos: Apolo y Dionisos, le sirvieron para
pensar la cultura griega con nuevas categorías y sobre todo para elaborar una nueva perspectiva original y
trágica, cuya influencia pervive hasta nuestros días.
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ORTEGA Y GASSET
Marco histórico
José Ortega y Gasset nace en Madrid el 9 de mayo de 1883. Desde 1875 reinaba en España Alfonso XII.
En 1885, cuando murió el rey, comenzó el periodo de regencia de Mª Cristina de Habsburgo-Lorena, que
duraría hasta 1902. En 1892 sobrevino la guerra entre España y los Estados Unidos de Norteamérica que
culminaría en 1898 con el tratado de París y la pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico.
Desde 1902 hasta 1923 reinará Alfonso XIII. Cuando en 1898 se perdieron las colonias, el país quedó
sumido en un profundo pesimismo, comenzando un periodo de regeneracionismo, de características
complejas y no unitarias, en el que participaron todos los estamentos y todas las tendencias y que intentó
renovar el sistema político partidista y modernizar las estructuras del Estado o, como diría Ortega,
sustituir "la vieja por la nueva política". En 1904 se promulgó la ley de descanso dominical. En 1908 se
reguló el derecho a la huelga y, en 1919, se estableció la jornada laboral de 8 horas.
La actividad de Ortega trascendió a la vida pública a partir de 1910, cuando tomó posesión de la cátedra
de Metafísica en la Universidad de Madrid, ocupación que compaginó con la publicación de numerosos
artículos periodísticos y con actividades culturales y políticas. En este último sentido fundó en 1914 la
Liga de Educación Política Española, con el que se insertó en el proyecto regeneracionista, con ideas
similares a las defendidas por Joaquín Costa. Comenzó en este año la I Guerra Mundial, que durará hasta
1918. Un año antes, en 1917, tuvo lugar la Revolución rusa.
En 1923 acaeció el golpe de Estado del general Primo de Rivera, a quien el rey nombró presidente de un
Directorio militar que pervivió hasta el año 1925, en el que se creó un gobierno con participación civil.
Ortega se enfrentará con la dictadura de Primo de Rivera como consecuencia de la intervención de ésta en
la Universidad, llegando en 1929 a dimitir de su cátedra. Tuvo entonces que realizar su función docente
en lugares extraacadémicos, como la Sala Rex y el Teatro Infanta Beatriz (actualmente el restaurante
Teatriz), en donde, ante gran cantidad de público, pronunció las últimas cinco lecciones de ¿Qué es
filosofía?, de las que la décima constituye el texto de trabajo.
Esta salida de la filosofía del ámbito de las aulas causó un gran impacto social, ayudando a crear un cierto
interés por el pensamiento filosófico, sobre todo entre la juventud.
En 1930, el general Berenguer ocupó la presidencia del gobierno. Ortega recuperó su cátedra y escribió
contra el general un artículo famoso "El error Berenguer", en el que defendía el advenimiento de la II
República, cosa que ocurrirá en 1931. En este año fundó, junto con otros intelectuales, entre los que se
encontraba Gregorio Marañón, la Agrupación al servicio de la República. Ese año fue elegido diputado,
renunciando tres años después ante el poco eco que sus ideas produjeron entre los gobernantes.
De 1936 a 1939 tuvo lugar la Guerra civil española, tras la que ocupó el poder el general
Franco. Descontento con el régimen dictatorial de éste, Ortega se autoexilió, primero en Francia y luego
en Holanda y Argentina, pasando en 1942 a residir en Portugal. Al término de la II Guerra mundial, en
1945, regresó a España. A partir de entonces, su incidencia pública consistió fundamentalmente en
impartir conferencias. En 1948 fundó el Instituto de Humanidades, con el que volvería a trasladar la
filosofía a lugares ajenos a las aulas académicas. En 1950 viajó a Alemania, en donde debatió con
Heidegger. En 1955 volvió a España, muriendo el 18 de octubre de 1955.
Marco socio-cultural
En los años finales del siglo XIX y los primeros del XX, España vivía con gran lentitud un proceso de
desarrollo industrial que no lograría superar del todo las estructuras y las actitudes tradicionales, tanto en
el campo económico como en el social.
La capa más alta de la sociedad la constituía la aristocracia, a la que se asociaban burgueses y políticos,
que intentaba imponer sus valores en los estratos altos de la sociedad y que ya en 1920 se encontraba
bastante aislada. El estilo aristocrático se reproducía en los pueblos en la figura del cacique. Estaban
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luego los grandes financieros y empresarios, de gran influencia social y económica en las grandes
ciudades. La clase media, de donde procedía buena parte de los intelectuales, carecía de peso específico
en la sociedad y estaba muy dividida, tanto cultural como ideológicamente. La clase obrera tenía en
general largas jornadas de trabajo, con bajos salarios y unas condiciones laborales no muy buenas. La
formaban un gran número de campesinos, artesanos y asalariados, con una fuerte capacidad asociativa en
sindicatos denominados "sociedades de resistencia".
Desde 1868 hasta la caída de la II República, en 1936, tuvo lugar en España un renacimiento cultural,
cuya piedra angular fue la ley de prensa de 1883, año del nacimiento de Ortega. También ayudó a dicho
renacimiento la reposición de la libertad de expresión y una política tolerante y de fomento de la cultura.
Hasta mediados del siglo XIX, la Iglesia católica había influido notoriamente en el pensamiento de todas
las clases sociales españolas. En el último cuarto de siglo, los obreros y campesinos fueron adoptando
formas de pensamiento en unos casos idealistas y en otros materialistas. La clase media estaba, hacia
1875, dividida en múltiples tendencias, pero la iglesia logró rehacer su influencia sobre ellas hasta 1931,
si bien ideológicamente las posturas eran diversas: desde una postura elitista, racionalista o integrista,
hasta un populismo democratizador y otro anarquista.
Esta diversidad de pensamientos hizo que la cultura fuera menos dogmática, más abierta y más
favorecedora de la creación científica y cultural. Así, en la generación anterior a Ortega, la de 1898,
encontramos nombres tan eminentes como Ramón y Cajal (1852- 1934), Torres Quevedo (1852-1936) o
Menéndez Pelayo (1856-1912). A Ortega se le suele integrar en la llamada generación de 1913, junto con
figuras de la talla de los historiadores Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984), Américo Castro (1885-
1972) y Salvador de Madariaga (1886-1978); los poetas, Juan Ramón Jiménez (1881-1958), Luis
Cernuda (1902-63), Rafael Alberti (n. 1902), Federico García Lorca (1898-1936) y Jorge Guillén (1893-
1984); los novelistas Rosa Chacel (1898-1994), Francisco Ayala (n. 1906) y Max Aub (1903-72); los
científicos Severo Ochoa (1905-93) y Julio Rey Pastor (1888-1962) y, por fin, el músico Pablo Casals
(1876-1973).
Esta generación había recibido la herencia del pesimismo surgido en España tras la pérdida de las
colonias y que en política había dado lugar al regeneracionismo. Los intelectuales reaccionaron frente a
ese pesimismo proponiendo la búsqueda de nuevas metas y objetivos para el país, tanto en el terreno
económico como en el social. En 1913, Ortega, junto con Manuel Azaña (1880-1940) y Fernando de los
Ríos (1879-1949), lanza un manifiesto convocando una Liga de Educación Política con el ánimo de crear
una mentalidad científica y moderna, en consonancia con las ideas elitistas de la Institución Libre de
Enseñanza. Este grupo de intelectuales lograron impulsar el nivel cultural del país, superando el ambiente
localista y casticista en el que se había movido la generación del 98, y creando una élite intelectual de
relevancia. Se estimuló a la burguesía para que saliera de su aislamiento y se propició la actividad
científica e intelectual. Esta actitud perduró hasta el advenimiento de la II República.
De 1913 a 1931 entraron en escena las masas populares y, con ello, dos posturas políticas contrarias.
Mientras Ortega era partidario de mantener una élite intelectual que dirigiera las masas y creara un
optimismo burgués y una concepción vitalista de la cultura, Azaña defendía una mayor participación de
éstas en el proceso político. El asunto es tratado por Ortega, por ejemplo, en La rebelión de las masas.
Se incrementaba, de todas formas, la presencia de nuevos medios de comunicación. El cine y los deportes
se fueron convirtiendo en espectáculos de masas. El hecho de que las películas se proyectaran a la vez en
muchos lugares del país contribuyó a la aparición de pautas culturales comunes. Los deportes que más
espectadores concitaban eran el boxeo y, sobre todo, el fútbol.
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La caída de la II República y la Guerra civil dieron paso a la dictadura del general Franco. La sociedad se
sumió en una situación dura, de escaseces y de cultura dirigida, de la que tardaría aún muchos años en
salir.
Marco filosófico
La filosofía europea de mediados del siglo XIX estaba dominada por el positivismo de Comte, que
defendía la necesidad de atenerse rigurosamente a los hechos. Uno de los riesgos del positivismo era el de
reducir el pensamiento a ciencia y considerar la filosofía, a lo sumo, como una mera teoría del
conocimiento. Por este motivo, surgieron en Europa corrientes de pensamiento que volvían a reconsiderar
filosofías pasadas, como las de Kant, Hegel y la Escolástica. Junto a ellas, descollaban las figuras de
Nietzsche y Dilthey.
Ya en el siglo XX surgió uno de los movimientos más importantes de la filosofía, de la mano de Edmund
Husserl: la fenomenología. De sus fuentes beberán grandes figuras de la filosofía del siglo, como son
Henri Bergson (1859-1941), Max Scheler (1874-1928), Kart Jaspers (1883-1969), Martin Heidegger
(1889-1976), J. Paul Sartre (1905-80) y el mismo Ortega. Junto a esta corriente fenomenológica, se
situaban otras de indudable interés, como la filosofía analítica, que se preocupará fundamentalmente de
los problemas del lenguaje, el neopositivismo, surgido a partir del Círculo de Viena, y el marxismo.
Por lo que respecta a España, en la II República había surgido un grupo de pensadores e intelectuales de
importancia, entre los que cabe citar a Manuel García Morente (1888-1942), Xavier Zubiri (1898-1983) y
José Gaos (1900-69). Los tres, junto con algunos discípulos de Ortega, como Julián Marías (n. 1914) o
María Zambrano (1904-1991), formaron la llamada Escuela de Madrid. Como veremos más adelante,
durante la Guerra civil o después de ella, tuvieron que exiliarse del país.
Durante los años del régimen del general Franco que coincidieron con la vida de Ortega, el panorama
filosófico español bajó mucho del nivel alcanzado, sin que surgiera ninguna figura de renombre.
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PLATÓN
INFLUENCIAS
De los presocráticos:
Parménides (al que dedicó un diálogo):
o El concepto del Ser (inmutable)
Anaxágoras:
o La inteligencia ordenadora (nous) es un antecedente del Demiugo (pero sin el
mecanicismo presente en los atomistas).
Pitágoras y su escuela:
o En el Menón se prueba la teoría de la reminiscencia a partir de un ejmplo geométrico. En
la República la matemática es un grado anterior a la dialéctica.
o Primacía del alma frente al cuerpo.
Los continuadores de su pensamiento en la Academia (la escuela que fundo en Atenas en el 387 a.
C.). De los períodos que conoció la Academia, el más fiel al pensamiento de Platón es el primero,
siglos. IV y III a. C., que sigue las doctrinas de Platón, acentuando las ideas pitagóricas y de sus
últimos escritos.
El neoplatonismo (siglos III-VI d. C.), especialmente, Plotino (205-270), muy influyente en la
filosofía cristiana.
Aristóteles, su discípulo más importante, formado en la Academia.
o Criticó la teoría de las Ideas al rechazar las ideas trascendentes e independientes del
mundo físico, pero mantuvo las entidades universales (esencias o formas), situadas lo
individual.
o El carácter divino e inmortal de la razón ( lo que Aristóteles llamará “entendimiento
agente”).
o La consideración del hombre como una ser social por naturaleza.
En la filosofía medieval:
Los judíos, cristianos y musulmanes entendieron la Idea de Bien (como la Verdad, Belleza y
Bondad) en términos monoteítas. Perfectamente compatible con las creencias religiosas su
concepción del alma e importantes tesis éticas
o En el pensamiento musulmán: Alfarabi (870-950).
o En el judío: Avencebrol (1020-1059).
o En el cristiano lo encontramos en San Anselmo (1033-1109) y San Buenaventura (1221-
1274), pero especialmente en:
o San Agustín (354-430) y el agustinismo:
Dualismo antropológico.
La existencia de entidades universales ( situadas en la mente de Dios).
Rechazó a una concepción empirista del conocimiento.
Sustituye la reminiscencia por la iluminación divina.
o Tomás de Aquino:
Utiliza el concepto platónico de participación para las relaciones entre Dios y las
criaturas.
Para la cuarta demostración de la existencia de Dios usa de la aplicación
neoplatónica en los grados de perfección.
En la filosofía moderna:
En el Renacimiento encontramos:
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o La Academia platónica de Florencia, con Marsilio Ficino (1473-1546), y
o las utopías de Tomás Moro y Campanella, inspiradas en la República.
Olvidado por el empirismo, es determinante en el racionalismo e idealismo:
o Descartes:
Defendió una teoría innatista de las ideas muy en relación con la teoría de la
reminiscencia.
Comparte la sospecha de la capacidad de los sentidos y el dualismo antropológico.
o Con diferencias sustanciales Kant es deudor de las Ideas de Platón en sus “ideas puras de
la razón”.
En la filosofía contemporánea:
TOMÁS DE AQUINO
INFLUENCIAS
La filosofía antigua
o Platón
San Agustín (354-430) (en la relación de los atributos de Dios, idea de la creación
o la tesis de la inmaterialidad del alma)
Boecio (480-524) y Pseudo-Dionisio (siglo V), (que le influyen en los aspectos
neoplatónicos de sus obras, como el concepto de participación y la cuarta vía)
San Alberto Magno, su maestro en Aristóteles.
REPERCUSIONES
Hubo una importante oposición a su filosofía, particularmente de los franciscanos, que reivindicaban a San
Agustín (paradigma del pensamiento cristiano hasta entonces); la oposición culminó en la condena de
algunas de las doctrinas tomistas por parte de las autoridades eclesiásticas de París y Oxford en 1277. Más
tarde tras la canonización de Santo Tomás en 1323, el tomismo se aceptó, primero entre los dominicos –su
orden religiosa– y posteriormente en toda la Iglesia Católica.
En la filosofía moderna:
o En la Escuela de Salamanca, Francisco de Vitoria (1483-1546) (aplicación de la ley natural
en su desarrollo del “derecho de gentes”).
o En el llamado Iusnaturalismo de Hugo Grocio (1583-1645).
o En las Disputaciones metafísicas de Francisco Suárez (1548–1617).
o Por oposición su presencia es innegable en Descartes (además, algo hay del uso de la
causalidad en el sentido tomista para la demostración de la existencia de Dios).
o En Leibniz que, también para demostrar la existencia de Dios, empleará la tercera vía (vía de
la contingencia).
En la filosofía contemporánea:
o La aparición de nuevos sistemas filosóficos incompatibles con el dogma católico explica la
encíclica de León XIII Aeterni Patris (1879) que defiende el pensamiento de Tomás de
Aquino como el más adecuado al cristianismo. Esto impulsó el neotomismo o neoescolástica:
J. Maréchal, J. Maritain y E. Gilson.
o Santo Tomás se ha convertido en el filósofo con más presencia en el seno de la Iglesia
Católica:
Fijó para sus centros de enseñanza superior, seminarios y facultades de Teología los
principios de su doctrina.
Su concepción de la naturaleza humana y la idea de la ley natural fundamentan las
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enseñanzas morales de la Iglesia.
Su obra inspiró los Concilios (especialmente el de Trento).
Su teología se recata en los sucesivos Catecismos.
KANT
INFLUENCIAS
Es común citar el pietismo, proveniente de su educación materna: El estricto concepto del deber y del uso
del término moral en su propuesta de imperativo categórico, se relacionan con dicha educación.
Platón:
o Las ideas, concepto modificado en “ideas puras” de la razón (alma, mundo, Dios).
o El concepto de Bien Supremo, pero en relación con los postulados de la razón práctica.
NIETZSCHE
INFLUENCIAS
Filosofía griega:
Especialista en filología griega.
En El nacimiento de la tragedia reivindica el mundo dionisíaco, frente al apolíneo, representado
en la filosofía socrática y platónica, responsable principal de la decadencia de la cultura
occidental.
Heráclito. El único filosofo que no ha falseado la realidad según Nietzsche. Encontramos
influencia en:
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o El estilo aforístico, la apuesta por la contradicción, la coincidencia entre realidad y
devenir.
Los sofistas: relativismo de la verdad y el lenguaje como un simple instrumento sin fundamento
objetivo.
Los estoicos: idea del eterno retorno.
De la filosofía moderna:
Simpatías, más que influencias por Voltaire y por Hume (rechazo de la metafísica).
Contra los ideales racionalistas e ilustrados, en cuanto al conocimiento (su perspectivismo es
claramente opuesto por subjetivista e individualista.
o Especialmente crítico con Descartes y Kant ( forma sofisticada de platonismo).
De la filosofía contemporánea:
La influencia más importante es Schopenhauer:
o La “voluntad de vivir” como principio de los fenómenos del mundo, se relaciona con la
voluntad de poder.
o Nietzsche rechazó su pesimismo.
Con la “izquierda hegeliana” (Feuerbach y Marx) su rechazo de la religión por entender que
anula la libertad del hombre y considerar a Dios como una invención.
Con Freud hay semejanzas en la valoración de lo irracional en el hombre (el mundo de los
instintos y lo inconsciente).
Contra la ciencia positivista y los movimientos socialistas, últimas manifestaciones de la
decadencia de occidente.
Otra influencia que paso luego por oposición fue la del músico Wagner, que con sus óperas
parece recuperar el espíritu de la tragedia griega presocrática, que Nietzsche reivindica.
REPERCUSIONES
Cierta línea de pensamiento contemporáneo coincide con Nietzsche en:
o La reivindicación de la contingencia y la finitud
Nietzsche no ha dado lugar a una escuela filosófica establecida, pero sus ideas están presentes de
modos diversos en pensadores: Jaspers, Scheler y Heidegger.
La más clara repercusión es en el vitalismo.
En el existencialismo: concepción del hombre "no fijado", que debe hacerse; que no es, que debe
llegar a ser.
Actualmente Paul Ricoeur le incluye en el grupo de los llamados filósofos de la sospecha, junto
con Marx y Freud guarda importantes semejanzas, principalmente por el papel que ambos dan a lo
irracional (el mundo de los instintos y lo inconsciente) en el mundo humano.
En España:
o La filosofía de Ortega y Gasset: relación entre el hombre como proyecto (futurización) de
Ortega, y el animal eternamente vuelto hacia el futuro de Nietzsche.
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o Fernando Savater, estudioso de su obra
Y en ideologías contemporáneas:
o La interpretación (hoy parece errónea) de su influencia en el nazismo.
ORTEGA Y GASSET
INFLUENCIAS
o El movimiento regeneracionista.
De su formación en Alemania:
o el neokantismo: Cohen y Natorp. Mantendrá el espíritu del quehacer filosófico, pero
rechazará el regreso al idealismo.
o la fenomenología de Husserl.
defensa de la intencionalidad
preocupación por hacer de la filosofía una ciencia estricta, en relación con el
principio orteguiano de autonomía.
Discrepan en la determinación de la "realidad radical": la conciencia para la
fenomenología, la vida para Ortega.
De Nietzsche:
o Siempre le atrajo su discurso y comparte el concepto de perspectivismo (modificado, no
acepta el irracionalismo y el relativismo).
o la defensa de la vida y los valores vitales.
Del existencialismo:
o Destaca Heidegger:
REPERCUSIONES
Ortega y Gasset es el filósofo español más influyente y con relevancia internacional.
En la España anterior a la guerra civil:
o Protagonista de la vida cultural: conferencias, artículos periodísticos, la cátedra en la
Universidad y el mundo editorial ( fundó y dirigió "Revista de Occidente", publicación
cultural y editorial).
o Protagonista de la vida política: oposición a la dictadura de Primo de Rivera, fundación
de la "Agrupación al servicio de la República” (1931) y diputado en las Cortes
Constituyentes (1931).
Tras la Guerra Civil:
o Marginado de la Universidad, ejerce su influencia, tanto en el exilio como en el interior,
tras su regreso.
o Toda la filosofía española, y parte de la latinoamericana, es heredera de sus ideas.
Destacan como orteguianos: Xirau, Gaos, Marías, Ferrater Mora, Laín Entralgo, Aranguren.