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Volviendo a los centros, la experiencia del Di Tella sirvió como matriz de la que surgieron varios
centros privados de investigación que oficiaron de refugio a docentes e investigadores expulsados
de las universidades nacionales. Por otro lado, en estos centros, frente al retroceso de los fondos
públicos y a un estado carente de espacios institucionales, la modalidad de financiamiento
inaugurada por el Di Tella se extendió: fueron los aportes privados y los subsidios provenientes de
fundaciones internacionales los que contribuyeron a solventar la creación y permanencia de estos
nuevos centros.
Dentro de los nuevos centros podemos nombrar al FIEL creado a mediados de la década del 60
conformado por una combinación de economistas formados en el país y en el extranjero y en la
cual se da la preeminencia de aquellos formados en EEUU
Los economistas argentinos, a través de las “becas Ford” otorgadas por fiel y convenios con
universidades partían a estudiar a EEUU. Además, la participación como profesores permitió a
varios argentinos prolongar los vínculos con el mundo académico del cual habían sido alumnos.
Por lo tanto, el regreso al país no era definitivo: algunos siguieron publicando ya en el país
artículos con profesores y colegas norteamericanos, otros dictaron cursos en universidades de
EE.UU. y también, como consultores, gran parte de los jóvenes economistas desarrollaron estudios
para el FMI y el banco mundial y también participaban en congresos organizados por estas
instituciones
Una vez en la función pública, los economistas tuvieron también ocasión de conservar y fortalecer
los lazos con este espacio técnico-político-académico trasnacional. El conocimiento personal entre
las autoridades económicas locales y extranjeras fue fructífero para reforzar la posición de los
expertos en la elaboración de los programas económicos y en el desarrollo de las negociaciones
con la comunidad financiera internacional.
Un conjunto de rasgos se reiteran en las trayectorias de estos economistas: la gran cantidad de
posgrados en el extranjero, el absoluto predominio de la formación en universidades
norteamericanas, el notable apoyo de fundaciones y agencias internacionales ligadas con los EEUU
y, frente a ello, la falta total de planificación por parte de la Argentina de los programas e
instituciones de educación superior
Ante esto, las posibilidades de los graduados residían en la capacidad para hacer valer frente al
estado y la sociedad su prestigio y esos nuevos saberes del mundo occidental de los cuales eran
depositarios e importadores.
Debemos considerar que para la época en que los argentinos se incorporaron a las universidades
estadounidenses, la teoría monetarista se había lanzado a la discusión pública al tiempo que sus
referentes tejían estrechas relaciones con el mundo de las finanzas y los organismos
internacionales de crédito. Con la crisis de la economía de posguerra, el nuevo enfoque fue
tiñendo los espacios de poder norteamericanos y alcanzo, por intermedio de estos, al mundo
intelectual argentino.
Estos estudiantes y graduados, nuevos representantes del liberalismo, tanto por su origen
académico como por sus vínculos empresarios, se relacionaban con las entidades más
modernizadoras y dinámicas de la argentina posperonista, mientras tejían fuertes lazos con el
mundo universitario anglosajón y, dado las dificultades de la organización económica de posguerra
y la desarticulación estatal se presentó la oportunidad para que estos nuevos economistas
intentaran conciliar las propuestas que importaban del extranjero, con las necesidades de los
actores económicos y políticos locales.
Además, por esa época, se creó el CEA que se destacó por su elitismo: solo podía admitir en su
seno a un pequeño número de dirigentes de empresa en función de su nutrida trayectoria en la
conducción empresaria.
Luego de manifestar severas críticas a las administraciones de Frondizi e Illia, los grandes hombres
de negocios recibieron con fuertes expresiones de apoyo el golpe militar del 66. Este presento la
ocasión para que numerosos empresarios pertenecientes a ACIEL y algunos jóvenes economistas
de FIEL se incorporaran a altos cargos del gobierno.
Por esta época, FIEL se transformó en una moderna consultora, mientras era patrocinada por
empresas nacionales y extranjeras, siendo algunas de las más importantes celulosa argentina,
Pirelli, Esso y Shell.
Esta transformación de FIEL en una moderna consultora coincido con el reemplazo de Pastore por
Palazzo, quien contaba con las competencias y las redes necesarias para promocionar y vender los
estudios de consultoría de FIEL en un contexto de preocupante escasez de recursos
Por otro lado, se creó la ADIC que obedeció al acercamiento de un conjunto de empresarios
cordobeses en este campo: los dirigentes de esta asociación llegaron a la conclusión de que la
geografía política se hallaba en el origen de la pérdida de dinamismo de la industria cordobesa. Un
estudio sirvió de sustento a un diagnostico según el cual ciertas peculiaridades de la legislación
laboral local (el sábado ingles), las tarifas de energía eléctrica y el precio del combustible pesado y
de los fletes, discriminaban negativamente a la región mediterránea.
Estas preocupaciones alentaron la elaboración de un estudio sobre la distribución nacional del
gasto público y de un proyecto de promoción industrial que fue presentado por ADIC a las
autoridades peronistas de 1973, pero no se llegó a llevar a cabo por los obstáculos impuestos por
el ministro de economía.
La indiferencia de las entidades nacionales fueron precisando la intención de crear un sustento
institucional propio que revitalizara el gremialismo empresario del interior: así se creó la FM
La experiencia en la ADIC y el ejemplo de FIEL le revelo a FM las ventajas de vigorizar el
gremialismo patronal con la creación de un centro de estudios afín a sus ideas, creándose el IERAL.
El IERAL en sus inicios estaba compuesto por empresas cordobesas entre las cuales se destacaban
Arcor o la aceitera general dehesa: todas ellas eran compañías independientes, de capital nacional
y predominaban las dedicadas a la producción de alimentos, materiales para construcción y
metalurgia.
Al año de existencia, el grupo de patrocinantes se duplico gracias a la admisión de bancos,
financieras y compañías de seguros; pero el verdadero salto ocurrió luego del paso de Cavallo por
la presidencia del banco central, donde se funda la filial de Bs AS con la participación de un
conjunto de empresarios que diferían del núcleo original. La nueva sede contaría con el apoyo de
empresas de la talla de Bagley y Bago. Con estas incorporaciones, la FM lograría aliviar sus
restricciones presupuestarias, consecuencia directa de la grave situación atravesada por las
pequeñas y medianas empresas fundadoras. Poco después de esto, la fundación adquiriría un
carácter nacional con sucursales regionales en distintos puntos del país.
IERAL – FM se distinguió de FIEL por la estrategia de dirigirse a su auditorio: mientras FIEL apenas
tuvo eco en la prensa, la fundación cordobesa pretendió señalar su historia con un fuerte
simbolismo, dejar asentado cada uno de sus actos y cultivar una imagen de liderazgo.
Los objetivos enunciados por la FM a la prensa fueron: crear un foro apartidista donde se discutan
los grandes problemas nacionales y latinoamericanos, donde hombres estudiosos aporten su
inteligencia para diseñar soluciones económicas.
Además de estas instituciones, estaba el CEMA, que también es el resultado del encuentro entre
empresarios individuales y economistas con estrechos vínculos con el extranjero. La diferencia de
esta con las otras asociaciones fue que no la patrocinaban empresarios industriales sino bancos o
empresas del sector agropecuario.
El CEMA creo un posgrado en economía que ofrecía becas de dedicación exclusiva a sus
estudiantes y tenía como fin contribuir al entendimiento y desarrollo de la economía política,
especialmente dentro del marco de los problemas económicos argentinos, la formación de
economistas profesionales a través de un programa de posgrado y la difusión de los últimos
adelantos en materia de investigación económica a través de seminarios, cursos de actualización y
publicaciones.
Las posiciones liberales de estos jóvenes economistas les suscito numerosas críticas, por lo cual
disminuyo el número de quienes estaban dispuestos a financiarlos. Surgió entonces la idea de
convertir el centro en una institución de educación superior que ofreciera maestrías en economía
y administración de empresas. Así, los programas con becas para los estudiantes, fueron
reemplazados por otras propuestas que adaptaban sus horarios y la propia sede de la institución a
las necesidades de los alumnos que contribuían a partir de ese momento con sus cuotas a la
manutención del centro
Dado el perfil más académico de la institución, las publicaciones del CEMA presentan rasgos más
técnicos que las de sus pares.
El rumbo de la política económica de Vasena y las dificultades del plan Gerlbard, desbordados
ambos por la creciente conflictividad social y política, constituyen la antesala de una reconversión
ideológica profunda en las elites sociales y económicas del país.
Así, el derrumbe del gobierno elegido en el 73 fue interpretado como una ocasión inédita para la
normalización política y económica del país. Confluían de esta manera la voluntad militar de
eliminar al enemigo interno con cierto diagnostico liberal según el cual era necesario rectificar la
relación del estado tanto con la clase obrera indisciplinada como con un empresariado industrial
proteccionista.
Los grandes trazos del diagnóstico económico se cristalizaron en el discurso de Martínez de hoz:
en él, la exaltación de la actividad empresaria y la libre empresa de acompañaba de la condena a la
intromisión estatal en la actividad económica.
La inflación, por otra parte, era interpretada como consecuencia directa de los gastos
improductivos del estado y se anunciaba, por tanto, una drástica racionalización de sus ingresos.
En este escenario participaban en el gabinete económico figuras vinculadas con fiel: la fundación
aportaba dueños o representantes de grandes empresas como así también economistas
profesionales.
En materia económica, una vez que el ministro Martínez de Hoz logro obtener del FMI y de un
conjunto de bancos privados el crédito necesario para resolver la situación externa del país,
bastaron algunas medidas para apaciguar la economía: se liberó la fijación de precios, con
excepción de los salarios del sector público que fueron congelados y se tomaron un conjunto de
medidas para recuperar los ingresos del estado tendientes a mejorar su recaudación.
En pocos meses, el gabinete podía mostrar como logros la reducción del déficit fiscal y la
desaceleración (lenta) de la inflación.
Estas medidas fueron pronto acompañadas por otras que pretendían introducir modificaciones
más profundas en el funcionamiento económico: se produjo una progresiva apertura comercial
que disminuyo los aranceles que protegían a diversos bienes y fue lanzada la reforma financiera
que consistió en la liberalización y suba de la rasa de interés.
Estas transformaciones fueron percibidas como una oportunidad por los empresarios cordobeses,
aunque la participación del FM en el gabinete nacional fue insignificante en los primeros años del
proceso: los técnicos del FM se dedicaron, a través de sus publicaciones, a estudiar los aspectos
técnicos de las reformas pretendidas y sus observaciones criticas tenían como objeto aportar
mejores elementos de juicio para que quienes deben adoptar decisiones puedan hacerlo con el
mayor conocimiento posible de los efectos que cabe esperar de esas decisiones.
Al mismo tiempo que los técnicos discutían aspectos específicos de la apertura comercial y la
liberalización financiera, fue la política antiinflacionaria la que concentro la atención de los
liberales tradicionales.
Así, la mayor parte de los comentarios de empresarios y analistas se centraron en la impotencia
oficial para reducir el incremento de precios
Para el diagnostico de los liberales tradicionales existía solo una manera de resolver el incremento
periódico de precios: la contracción de la oferta monetaria a través de la reducción del gasto
público. Compartían así una interpretación monetarista clásica de la inflación: en tato la moneda
es considerada como una mercancía más, los monetaristas concluyen que cuando la moneda es
escasa se torna costosa y cuando es abundante es barata. Esto significa entonces que los bienes y
servicios que esta moneda abundante permite adquirir son onerosos en términos de esa misma
moneda.
Desde esta perspectiva, el déficit estatal financiado por la emisión monetaria, estaría en el origen
del fenómeno inflacionario.
Ante esto, los liberales tradicionales reclamaban la racionalización de la administración pública, la
reducción de la inversión en infraestructura y la privatización de las empresas estatales.
Por este motivo, el equipo económico fue desarrollando políticas antinflacionarias, entre ellas un
congelamiento de los salarios y una liberalización de los mercados. Sin embargo, estas estrategias
insuficientemente acompañadas por una contracción del gasto público, no lograron frenar la
inflación.
Bajo los límites estrictos que imponía la resistencia militar al ajuste estatal propuesto por los
liberales tradicionales, Martínez de hoz tuvo que servirse de una estrategia alternativa para atacar
la persistencia inflacionaria: el enfoque monetario de la balanza de pagos. Así, el tipo de cambio
debía ser establecido anticipadamente a través de una tablita cambiaria que fijara una devaluación
de la moneda local inferior a la tasa de inflación. El esquema presuponía que las disminuciones en
las tasas de crecimiento de las variables bajo control provocarían una declinación de la tasa de
inflación. La clave estaba en la combinación de estas pautas con la apertura comercial y financiera
que llevaría a un aumento de la competencia y por lo tanto a un disciplinamiento de los precios
internos.
Como el disciplinamiento de los precios no ocurría en los tiempos esperados, las autoridades
endurecieron la apertura comercial al propiciar rebajas arancelarias en aquellos precios que no
siguieran las pautas esperadas por el equipo económico: la consecuencia de esto fue la pérdida de
competitividad de los productores locales, tanto en los mercados externos como internos.
Ante esta situación, los representantes del CEA hicieron llegar al ministro sus reclamos en pos del
achicamiento del gasto público y también los productores agropecuarios, que fueron perjudicados
por el valor del dólar, llevaron a que la situación sea aún más conflictiva
Por este motivo, Alsogaray polemizaba con los expertos que habían diseñado el plan
antiinflacionario señalando que había que terminar con los experimentos monetarios para volver a
una moneda sana dado que, con los “ensayos de este tipo” solo hay dos opciones: obligar a la
economía real a ajustarse a las pautas, para lo cual hay que volver al totalitarismo económico o se
deberían suprimir las pautas en cuyo caso los precios subirían más de lo que hubieran subido de
no existir aquellas.
Las generalizadas críticas de empresarios y analistas no tuvieron eco en la política oficial, que
persevero en la orientación trazada.
El gabinete económico fue intransigente ante las críticas de los representantes del liberalismo
tradicional, por lo que al reclamo por la reducción del estado, se sumaron las críticas a la
sobrevaluación del tipo de cambio y a la pérdida de rentabilidad empresaria.
En un contexto de marcada incertidumbre política y de creciente volatilidad de los mercados, se
pedía al equipo económico que abandonara la política antiinflacionaria escogida e implementara
medidas para evitar la inminente crisis financiera.
Los nuevos liberales (tecnócratas) se diferencian de los más antiguos por su origen de clase y sus
círculos de pertenencia: mientras los tradicionales pertenecían a familias tradicionales y cultivaban
estrechas relaciones con las fuerzas armadas y las corporaciones empresarias, los más jóvenes
provenían de las clases medias en ascenso y se vinculaban con las ideas liberales por su formación
profesional en las grandes universidades norteamericanas y no por su pertenencia social. Sus lazos
más fluidos eran aquellos que los vinculaban con los círculos académicos y financieros del norte-
En materia económica, mientras los liberales tradicionales defendieron una interpretación precisa
de la inflación instando a la reducción del estado y a la fijación de un tipo de cambio acorde con las
ventajas comparativas del país, los jóvenes economistas se centraron en los aspectos más técnicos
de las reformas, como la liberalización del sistema financiero, el programa de estabilización
inspirado en el enfoque monetario de la balanza de pagos y el seguro de cambio para los deudores
en dólares.