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LIMA – PERU
2018
INTRODUCCION
DEDICATORIA
Este trabajo monográfico de investigación se la dedico a Dios, quien supo guiarme por el
buen camino, darme las fuerzas para seguir adelante y no desmayar en los problemas que
se presentaban, enseñándome a encarar las adversidades sin perder nunca la dignidad ni
desfallecer en el intento.
A mis padres por su apoyo, consejos, comprensión, amor, ayuda en los momentos difíciles y
por ayudarme con los recursos necesarios para estudiar. Me han dado todo lo que soy como
persona, mis valores, mis principios, mi carácter, mi empeño, mi perseverancia, mi coraje
para conseguir mis objetivos.
A usted; Mg. GUTIERREZ RODRIGUEZ JUAN ALBERTO, por su gran apoyo y motivación para
con el curso de CRIMINLOGIA, que nos servirá para nuestra carrera profesional y por la
elaboración de este trabajo monográfico de investigación.
INDICE
DEDICACION:
INDICE:
INTRODUCCION:
- CUERPO DE LA INVESTIGACION
A) MARCO TEORICO:
a) CRIMINOLOGIA EN AMERICA LATINA.
b) POLITICA CRIMINAL EN AMERICA LATINA.
c) CRIMINOLOGIA EN PERÚ.
d) POLITICA CRIMINAL EN EL PERÚ.
B) MARCO PRACTICO
a) EL ALUMNO INVESTIGARA:
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
A) MARCO TEORICO:
CRIMINOLOGÍA LATINOAMERICANA
En 1878, se publica en Argentina la obra de José María Ramos Mejía, "Las neurosis de
los hombres célebres en la historia argentina". En 1893 se publica la obra de Martínez
Baca y Vergara "Estudios de Antropología Criminal" (Puebla. México).
Otros países que no quedan al margen de este desarrollo son Bolivia, con la
publicación, en 1901, de la obra de Bautista Saavedra, "Compendio de Criminología" y
México, donde Julio Guerrero publica su obra "Génesis del Crimen en México" (1901).
Desde finales de la II Guerra Mundial, se aiste a una gran expansión de los postulados
de la Criminología Crítica por Hispanoamérica (en paralelo la teología de la liberación),
como frente contra la injusticia social en la que vive el continente.
Autores de este período se pueden citar al brasileño Roberto Lyra Filho "Criminología"
(1964); al venezolano Elio Gómez Grillo "Introducción a la Criminología" (1966); al
colombiano Alfonso Reyes Echandía "Criminología" (1968) o al mexicano Luis
Rodríguez Manzanera "Criminología" (1982). Pero sin olvidar a los argentinos Osvaldo
N. Tieghi, Roberto Victor Ferrari, impulsor de la criminología social y a Eugenio Raúl
Zaffaroni, uno de los autores más críticos contra el sistema.
RETOS DE LA CRIMINOLOGÍA.
Uno de los retos que busca la criminología es el de transformar su objeto de estudio en
América Latina. La actual necesidad del derecho penal y la criminología de cumplir una
función que ayude al cambio social. El criminólogo debe procurar una delimitación
correcta y adecuada de las problemáticas con las que trabaje. Debe estar consciente
de las dificultades de las ciencias sociales que afrontara para lograr captar un trazo
óptimo de la realidad. Debe buscar averiguar cómo suceden las cosas en la realidad y
de estudiar las causas de la realización entre sociedad y orden jurídico.
Otro reto es lograr la desmitificación del estigma de la criminalidad, el definir el
problemático concepto de criminalidad, a partir de discursos generados por
construcciones sociales del fenómeno de criminalidad, elaborados por los políticos, la
ciencia jurídica, los medios de comunicación masiva y la opinión pública. El someter a
estudio la imagen construida en la percepción social de la criminalidad en general y sus
elementos mistificadores, se convierte en un reto más para los criminólogos.
El buscar un proceso adecuado que lleve a cabo una eficaz reinserción social de los
delincuentes representa uno de los retos más importantes y actuales de los
criminólogos. Tratan de refundar esta ciencia a través de una ideología que necesita
ser reincorporada en el discurso científico a través de elaboraciones racionales,
tomando su función auxiliadora de las ciencias penales.
CAMPO PROFESIONAL.
La licenciatura en Criminología es importante en la formación y preparación de
profesionales relacionados a un conjunto de ámbitos de actividades relacionados con el
delito, la atención al criminal y a la víctima.
CONCLUSIÓN
Mediante la información que obtuvimos, podemos concluir que la criminología no es
una disciplina de la cual no valga la pena estudiar, ya que es importante para la
sociedad, desde sus diferentes campos de estudio ayuda a la seguridad, a la
prevención de los delitos y la ayuda hacia las víctimas, por lo tanto es importante su
estudio, La criminología es de vital importancia para la vida en sociedad, dependemos
de la eficacia de nuestros cuerpos de seguridad para el bienestar colectivo. El grado en
criminología abarca ámbitos como: la justicia, la seguridad, la legislación actual, etc.
Los estudios de Criminología tienen como objetivo la formación de profesionales
especializados en temas relativos a la delincuencia y seguridad ciudadana, tanto en su
dimensión preventiva, como en aquellos otros aspectos relativos al proceso después de
que se ejecuta un delito y superación.
La estabilidad social y política reinante en esos países permite canalizar los cambios
evitando perturbaciones sociales de carácter radical. Diferente es la situación en los
países subdesarrollados, donde el contexto socio-económico se caracteriza por una
violencia e inestabilidad 16 subyacentes a todo el sistema. Las desigualdades sociales
son enormes. La desocupación es crónica y afecta a una gran parte de la población.
Los Estados deben adoptar medidas de prevención para que los detenidos no se
organicen dentro de las prisiones con el fin de dominar su territorio con la ley del más
fuerte y así prevenir el tráfico ilícito de drogas, bebidas alcohólicas con complicidad de
funcionarios o empleados del mismo establecimiento de rehabilitación social, mientras
que en países desarrollados el Estado debe tomar alternativas en el desarrollo de la
criminalidad en un orden científico-tecnológico el cual produce modificaciones sociales
profundas que repercuten de manera evidente en la sociedad por ejemplo; la evolución
de la informática los medios de comunicación y la genética que dan lugar al
cometimiento de actos delictivos.
La Política Criminal Durante la Última Década (ZUÑIGA RODRIGUEZ, 2001)p 156, nos
dice; “En este sentido, las Naciones Unidas en su resolución 36/21, de 1981, sobre
justicia penal, le pide a los gobiernos que se lleven a cabo los necesarios esfuerzos
para establecer sobre tal base, una justicia penal teniendo en cuenta factores políticos,
económicos, culturales, sociales y otros a fin de establecer una justicia penal basada
en los principios de una justicia social. Bajo este prisma el Comité de Prevención y
Control del Crimen de las Naciones Unidas, en marzo de 1984 adoptó los Principios
Rectores en Materia de Preven La prevención del crimen debe estimarse como
instrumento de Política Social.
Debe establecerse acceso ilimitado a la justicia penal, así como asegurar en ésta la
participación de la comunidad, tener debidamente en cuenta los derechos humanos,
crear una justicia social penal. La prevención del crimen sea eficaz en la formulación
del sistema penal y en su funcionamiento han de tenerse muy presente el estudio
cuidadoso de los costos directos e indirectos del crimen, así como las consecuencias
sociales que entrañan su aumento.
La tecnología debe utilizarse, pero no hacer uso indebido de ella. Es preciso una mayor
cooperación internacional, nacional y regional. En las últimas dos décadas,
Latinoamérica y el Caribe han pasado por una tremenda agitación. Si bien la región se
ha alejado de las guerras civiles hacia democracias representativas, y ha
c) CRIMINOLOGIA EN PERÚ.
CRIMINOLOGIA EN EL PERU
A fines de la década de 1850 la visión del delito como un “problema social” –es decir,
un fenómeno que iba más allá de la acumulación de violaciones individuales de la ley y
que aparecía como un tipo de patología que amenazaba el orden social, moral y
político del país– emergió en el Perú (específicamente, en Lima) como una reacción
autoritaria conservadora a una serie de cambios sociales y políticos recientes. Las
inquietudes generadas por reformas sociales tales como la abolición de la esclavitud
(1854) y la abolición de la pena de muerte (1856) y por sucesos dramáticos como los
violentos motines de artesanos de diciembre de 1858 dieron origen a la percepción
crecientemente generalizada entre juristas, líderes políticos, periodistas, viajeros y
otros analistas de la elite de que la “criminalidad” se había transformado en un
problema social de envergadura para el país. Una vez inventada, esta descripción de la
criminalidad como un problema social fue aceptada por expertos y políticos de diversa
persuasión ideológica quienes, a pesar de sus diferencias, compartían la misma
obsesión por la “decadencia moral” y el “desorden social” y una misma aversión por
formas populares de socialización. Las sucesivas situaciones de crisis económica y
social (acentuadas dramáticamente a partir de la Guerra del Pacífico) y las crecientes
distancias culturales entre las elites europeizantes y los grupos plebeyos multiétnicos,
adicionalmente, contribuyeron a la interpretación de la criminalidad como un
“problema social” cuyas dimensiones, sin embargo, no fueron siempre consideradas
“alarmantes”.
La importancia relativa de los factores sociales y biológicos para explicar las tendencias
criminales fue un tema de intensa polémica. Este artículo analiza la adopción y
desarrollo de la criminología positivista en el Perú, y demuestra que las versiones más
radicales del determinismo biológico fueron rechazadas por los criminólogos peruanos
en favor de una interpretación “social” del delito. Sin embargo, al hacerlo, los
criminólogos peruanos enfatizaron aquellos elementos sociales que estaban más
cercanamente relacionados a los rasgos morales de los grupos populares y de color,
reforzando así en lugar de superar la perspectiva tradicional que veía al delito como
un fenómeno moral asociado con ciertos grupos raciales, sociales y laborales.
La delincuencia en el Perú afirmando que el crimen debía ser tratado como “una
manifestación de actividad biológica”, terminó sosteniendo que los factores “exógenos”
eran particularmente importantes en el estudio de la criminalidad indígena. Según él
“en un ambiente de servilismo, bajo un régimen de opresión incesante, son fácilmente
explicables las reacciones violentas. Y porque esas condiciones, lejos de atenuarse, se
acentúan más y más, persisten y tienen marcada tendencia a crecer las cifras de la
delincuencia de la raza indígena” (Valdizán 1910:147). La Sociología criminal peruana
de Víctor Modesto Villavicencio comprendía extensos debates acerca del bandolerismo,
el delito indígena, la prostitución y la influencia de factores económicos en la
criminalidad. Por ejemplo, argumentó que todos los defectos atribuidos a los indígenas
–crueldad, holgazanería, ignorancia, y la ausencia de sentimientos de honor,
nacionalismo, o clase– eran resultado de un sistema feudal explotador. “Todas sus
aptitudes y energías no las ha empleado [el indio] para hacerse un tipo biológico de
selección, sino para defenderse desesperadamente de la opresión económica, política y
social que ha pasado sobre sus hombros” (Villavicencio 1930:65).
Las agresivas declaraciones racistas como las de El porvenir de las razas en el Perú, de
Clemente Palma, perdieron vigencia. El historiador Frederick Pike ha llamado
“neopositivistas” a aquellos intelectuales que, a finales de la década de los 80 del siglo
XIX, comenzaron a reconsiderar las teorías raciales Darwinistas sostenidas por ciertos
intelectuales peruanos y se mostraron más preocupados por “ayudar y elevar a los
indígenas en vez de eliminarlos y desaparecerlos” (Pike 1967: 159). Durante el cambio
de siglo, los debates políticos e ideológicos sobre el destino de la nación peruana y los
diferentes roles que los grupos étnicos y sociales desempeñarían en la construccion del
futuro del país, también empezaron a reflejar estas influencias.
CONCLUSIONES
Se ha intentado mostrar que los criminólogos peruanos de comienzos del siglo XX por
lo general rechazaron las explicaciones biológicas de la criminalidad y optaron por
describirla como el resultado de múltiples causas, la mayoría de ellas relacionadas con
prácticas sociales y culturales y, en algunos casos, con la injusticia social y la
desigualdad. Aunque los criminólogos peruanos aceptaron la mayoría de dogmas de la
criminología positivista (la exigencia de la investigación científica del criminal, la
atención que debía brindarse a los rasgos biológicos y hereditarios, la importancia
atribuída a la medicina en el tratamiento de criminales), se inclinaron por rechazar las
versiones mas extremas del determinismo biológico lombrosiano cuando intentaron
explicar las conductas delictivas.
Los indígenas y los criminales fueron considerados “redimibles” pero, para las elites
modernizantes peruanas, esa redención requería una obligatoria operación de rescate
por parte de las fuerzas de la civilización. Sólo después de un proceso de sanitización
cultural y social la población indígena podía ser aceptada como miembro de la
comunidad nacional. La tan mencionada propuesta “social” en torno a la criminalidad
fue elaborada de tal manera que llegó a ejercer una fuerte atracción entre las elites
modernizantes.
La criminología como disciplina posee una naturaleza dual. Es, al mismo tiempo, una
estrategia de investigación acerca de los seres humanos y de problemas sociales
específicos –tal como eran definidos por los criterios científicos y legales de la época–,
y también una serie de proposiciones en favor de formas más intrusivas de
intervención estatal y regulación de la vida de la población. En ambos aspectos, la
POLITICA CRIMINAL
No existe un concepto claro acerca de lo que es la Política Criminal; sin embargo, se ha
afirmado que ésta es una disciplina que está vinculada con una serie de ciencias y que
se nutre de diferentes saberes, cada uno de los cuales posee un fondo de
conocimientos históricamente configurados, tales como el Derecho Penal, la
Criminología, la Sociología, las Ciencias Políticas (Zúñiga, 2001, p. 21); o, quizás,
como señala Delmas-Marty (1986, p. 19), puede ser que la Política Criminal no sea
más que palabras vacías o demasiado llenas de pluralidades de significado. Por otra
parte, los límites de la Política Criminal son difusos y, tradicionalmente se ha entendido
como parte del Derecho Penal o de la Criminología, condenándola a no tener materia
propia (Zúñiga, 2001, p.21). La verdad es que a pesar de la importancia de la Política
Criminal en la vida social y para la política en general, sigue resultando una materia de
fronteras científicas borrosas (De Sola Dueñas, 1986, p. 245), donde sus límites se
confunden entre la Criminología y el Derecho Penal, es decir, es una disciplina que
hasta ahora no está dotada de un mérito científico de racionalidad, de claridad en el
objeto y en el método (Zúñiga, 2001, p. 21).
La Política Criminal, por lo tanto, está en constante revisión de acuerdo con las
posibilidades de mejorarla. Por su parte, Delmas-Marty (1986, p. 19) define a la
Política Criminal como el conjunto de métodos con los que el cuerpo social organiza las
respuestas al fenómeno criminal. Como se observa, ambas definiciones son diferentes
en cuanto a su contenido, ya que mientras Zipf plantea que la Política Criminal es el
conjunto de respuestas penales del Estado; es decir, tiene como ámbito la justicia
criminal, Delmas-Marty señala que se trata del conjunto de respuestas de la sociedad
frente a un fenómeno social que es la criminalidad, es decir, parte de una concepción
social del fenómeno criminal. 102 La Política Criminal, como parte de la política general
Esta política plantea los criterios básicos del sistema de justicia penal, pero no toda
reacción estatal dirigida a evitar comportamientos delictivos o suprimir ciertas
situaciones criminógenas forman parte de la Política Criminal; aunque ésta goza de
una cierta autonomía en el marco de la política estatal, se integra, más bien, en una
perspectiva vasta de política social, ya que una buena política social constituye una
condición indispensable para organizar y desarrollar una Política Criminal eficaz. Sin
embargo, no todo el ámbito social abarcado por la Política Criminal constituye un dato
objetivo, pues las nociones de delincuencia, crimen o criminal, son el resultado de
discusiones sobre criterios de Política Criminal; criterios que condicionan la
determinación de los comportamientos que deben ser criminalizados.
La pena era así concebida como el único medio para disuadir a las personas de
cometer infracciones y una vez cometidas, para restablecer el orden perturbado, por lo
que en un primer momento se creyó que el fin de la Política Criminal era la mera
represión del delito.
Esta era la postura de Feuerbach (Delmas-Marty, 1986, p.19), para quien la Política
Criminal es el conjunto de métodos represivos con los que el Estado reacciona contra
el crimen. Sin embargo, las últimas tendencias apuntan hacia una concepción más
amplia de los fines de las actuaciones políticas y jurídicas del Estado en relación con la
delincuencia, considerando no sólo a la prevención de la delincuencia, sino también al
objeto de controlar todas sus consecuencias, como pensaba von Liszt (Zúñiga, 2001,
p. 38), para quien la Política Criminal adquiere su naturaleza gracias a que con el
surgimiento del Estado Social, se considera que la prevención de la delincuencia debe
ser uno de los objetivos de la Política Criminal, de tal manera que con el positivismo y
el advenimiento del Estado Social se sustentó como fin concreto de la Política Criminal
la prevención de la delincuencia. Con el positivismo italiano, que está en el origen de la
Criminología y constituye un fruto del desarrollo de las Ciencias Naturales en el siglo
XIX, la negación del principio de culpabilidad y de la pena retributiva provocó una
renovación del discurso y de la práctica del Estado en relación con la delincuencia.
Por esto, la Criminología, nacida de este movimiento positivista, 105 impulsó las
investigaciones dirigidas a individualizar, a nivel biológico, psicológico o sociológico, las
causas de la criminalidad y la actividad del Estado, la cual debía estar orientada a
neutralizar los factores criminógenos mediante procesos de tratamiento, reeducación y
resocialización. Si se parte de la idea de que el delincuente y el crimen sólo
constituyen creaciones del sistema penal, ya que el delito no tiene realidad ontológica,
sino que es una creación de la sociedad, puede afirmarse que la Criminología debe
ocuparse del análisis del proceso de criminalización, y que la Política Criminal debía
tratar de delimitar el poder punitivo del Estado y sus efectos severos, caso contrario,
dejaría de ser una Política Criminal preventiva para convertirse decididamente en una
Política Criminal represiva. Al ser la prevención de la delincuencia, el objetivo
fundamental del sistema y del control social en general, viene a constituir el eje de
toda Política Criminal moderna, afirma Zúñiga (2001, p. 39), ya que la cuestión de la
racionalidad de la prevención estará centrada en sus límites, en el respeto a los
parámetros de licitud y en la actuación de los poderes públicos y privados.
Por otra parte, no debe olvidarse que la prevención, sin el contrapeso de sus límites
centrados en el respeto de los derechos fundamentales de las personas, puede
La prevención del delito está ligada a un modelo básico de sociedad. En este modelo
básico moderno de la prevención del delito, los ciudadanos no solamente son
beneficiarios pasivos de las políticas estatales, sino también partícipes activos en este
proceso preventivo, debiendo éste mantener un equilibrio adaptativo, dinámico entre
los derechos del individuo y los intereses de la sociedad.
De ahí que la noción de delito en una sociedad democrática está limitada a ciertas
normas de conducta, particularmente definidas por la ley, que atacan o ponen en
peligro valores fundamentales que son vitales tanto para el individuo como para la
sociedad, tales como la vida, la integridad física y moral y la propiedad.
La prevención, entonces, sugiere evitar futuros resultados indeseables, por lo que esta
idea incluye la legislación, la intervención policial, la instalación y administración de los
sistemas penitenciarios y cárceles, y una gama de actividades dirigidas a la evitación
de delitos futuros.
B) MARCO PRÁCTICO
1.- UN CASO PENAL JUDICIALIZADO EN DONDE SE DESARROLLE DELITOS EN
AMERICA LATINA.
CONCLUSIONES
Luego del estudio de todo este compendio teórico, se puede observar el como todos y
cada uno de estos autores, desde los inicios del siglo pasado han venido tratando de
interpretar el porqué de la delincuencia.
Desde el punto de vista criminológico, estos temas son totalmente importantes para
distinguir los basamentos teóricos necesarios para llevar a cabo cualquier estudio
o investigación en esta área, permitiendo así la comprensión de todos y cada uno de
los posibles escenarios que se puedan presentar, basados en rangos de edades, con
textos socioeconómicos determinados y hasta de factores geográficos.
Particularmente, el estudio de todas estas teorías en su conjunto permitirá solventar
cualquier vacío hipotético, dejado por el uso o aplicación de una sola teoría.
A modo de reflexión se puede inferir, entonces, que los Códigos Penales que rigen hoy
en nuestros países, son, por una parte, reflejo de nuestra sociedad y de su capacidad
de asimilar las nuevas realidades, y por otra parte, de su voluntad de redefinir sus
instrumentos y modernizar sus instituciones que hagan viable operar los cambios que
deberán estar orientados a procurar la justicia social y garantizar el respeto a la
dignidad humana.
BIBLIOGRAFIA
FERRI, ENRRICO. Los nuevos horizontes del Derecho y del Procedimiento Penal.
España. 1933. JIMENEZ DE ASUA, LUIS. Tratado de Derecho Penal, tomo II. Buenos