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La filosofía conservacionista de la vida silvestre y la tierra para los occidentales es una consecuencia
a la preservación de la predominancia humana sobre todas las cosas, que para ellos tiene mayor
transcendencia en todos los niveles.
Basándose en textos bíblicos y culturas de civilizaciones antiguas donde se describe al ser humano
como dueño y señor de la naturaleza, mostrando los beneficios que ésta podría brindarle, sin
atribuirle otra utilidad más que para beneficio humano: vestido, alimento y satisfacer las
necesidades de la sociedad; el ciclo natural desemboca siempre en pro del hombre.
Debido a que su cultura se basa en conservación del hombre como ser predominante en la tierra,
también están en pro de conservar el entorno que les favorece y hace fructífera su vida, ya que si
los animales y plantas que sirven de alimento escasean, el sustento humano ser vería afectado; así
como la contaminación atmosférica, la alteración de los ríos y el aumento del nivel en el mar
producto del deshielo a causa del calentamiento global los pone en peligro.
Por lo tanto, los occidentales están en pro de la conservación del medio ambiente únicamente para
poder preservar la vida humana y así seguir siendo la especie predominante sobre los demás seres
vivientes y sobre la tierra misma. Presentan una actitud consecuente para su preservación como
entes superiores.