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Thomas Piketty: La economía de las desigualdades.

Las desigualdades en los ingresos del trabajo.


Si bien durante mucho tiempo se hizo hincapié en las ganancias del capital y su desigual distribución como el
principal causante de las desigualdades de ingreso estas son desde hace un tiempo explicadas mayormente por
las diferencias en los ingresos del trabajo. Esta desigualdad en los salarios ha aumentado en los últimos
tiempos e incluso es la causa de la inversión de la curva de Kuznets.1 Por eso es necesario desechar la idea de
que el trabajo es homogéneo y que la fuente que la provocaba era la desigualdad entre capital y trabajo. El
foco debe estar puesto en la creación de la desigualdad en los ingresos del trabajo.
La teoría del capital humano
La teoría del capital humano de Becker sostiene que dada la distribución de la población en distintos niveles de
capital humano (la oferta de trabajo) y la demanda de bienes, servicios y capital humano necesarios para
producirlos (la demanda de trabajo), la interacción entre estas dos dará lugar a los salarios y a la desigualdad
entre los mismos.
Poder predictivo de la teoría del capital humano
Durante la primera mitad del siglo XIX la creciente mecanización aumentó la demanda de trabajo calificado e
hizo crecer así la brecha. Esto se dio en simultáneo con el aumento de la oferta de trabajo no calificado debido
al éxodo rural. Sin embargo, cuando esta migración del campo a la cuidad se estabilizó, sumado al aprendizaje
que llevaron a cabo los mismos, hizo aumentar la oferta de trabajo calificado y la brecha comenzó a descender.
Una vez que vemos que la teoría puede tener poder explicativo para las brechas de ingreso cabe preguntarse si
también es capaz de explicar el crecimiento de las desigualdades salariales observada a partir de 1970. Desde
fines de los 60 en los Estados Unidos se empezó a dar un proceso de desindustrialización y un viraje hacia
nuevos sectores que tienen una gran necesidad de trabajo altamente capacitado. Se da un cambio tecnológico
sesgado en provecho de los individuos más calificados. Mirando datos para Estados Unidos a partir de 1980 se
puede ver como las desigualdades ligadas al nivel de calificación han aumentado. Sin embargo, el problema es
que gran parte de esta desigualdad se dio entre individuos con mismas características observables como los
años de educación. Esto se debe según el autor a que, en años de educación, por ejemplo, no se observa la
universidad ni el título obtenido. Entonces se puede estar dando que hayan aumentado las desigualdades
según los títulos obtenidos para una misma cantidad de años de estudio. Esto indica que las diferencias entre
capital humano siguen siendo importantes para explicar las brechas, pero son difíciles de medir.
¿Cómo redistribuir los salarios?
Una cuestión importante es conocer la elasticidad de sustitución entre los distintos tipos de trabajo, es decir,
qué tanto varía la demanda de trabajo poco calificado con respecto a la de trabajo calificado ante aumentos en
el ratio entre el costo de trabajo calificado y poco calificado. Si esta elasticidad no es significativa, esto significa
que en la economía se utilizan proporciones fijas de los diferentes tipos de trabajo. Si es ese el caso, una
redistribución directa- que en este caso consistiría en forzar a las empresas a achicar la brecha salarial entre
los distintos trabajos- es equivalente a una redistribución fiscal- gravar los salarios elevados para transferirlos a
los salarios bajos o para rebajar sus impuestos.
Sin embargo, si la elasticidad de sustitución mencionada es significativa, por lo que, la redistribución fiscal pasa
a ser la mejor alternativa, ya que se evita aumentar el precio del trabajo poco calificado para las empresas.
Además, el hecho de que el trabajo calificado sea más caro genera incentivos a las empresas a orientarse hacia

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La curva de Kuznets sostiene que los países con bajo ingreso per cápita son poco desiguales, a medida que el ingreso
aumenta también lo hace la desigualdad hasta un punto en el cual si el ingreso sigue creciendo la desigualdad vuelve a
caer. Gráficamente tiene la forma de una “U” invertida.
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bienes y servicios intensivos en trabajo poco calificado; la redistribución fiscal preserva esta función asignativa
del sistema de precios.
¿De dónde viene la desigualdad del capital humano?
De acuerdo a la teoría de las inversiones del capital humano propuesta por Gary Becker y sus colegas de
Chicago, la adquisición del capital humano se desarrolla de la misma manera que una inversión típica: estudio
si el costo de la inversión (el costo total del estudio) es menor a la ganancia de la inversión. Implicancias:
 redistribución fiscal perjudicial porque reduce las ganancias esperadas de un trabajo calificado y por lo
tanto también reduce los incentivos a invertir en capital humano.
 la decisión de la inversión se debe a las preferencias individuales, y el Estado no debería interceder e
 es inútil una redistribución eficaz, esto es, que el Estado intervenga en el proceso de formación de la
desigualdad del capital humano, porque las personas ya están maximizando la rentabilidad de su
inversión en el mercado, por lo que cualquier distorsión generaría una asignación ineficiente.
Justificacion de políticas públicas educativas:
 intervención “paternalista” del Estado.
 imperfección del mercado de crédito:hace imposible para algunos la posibilidad de invertir en
aprendizaje, aunque pueda ser una inversión más que rentable.
Hay una influencia determinante de los orígenes sociales. No se puede esperar disminuir las desigualdades de
capital humano con políticas públicas educativas. Si la financiación de los estudios fuese el factor explicativo
fundamental, se debería observar en los países con mayor financiación pública de los estudios una mayor
movilidad intergeneracional en términos de niveles educativos, sin embargo, esto no es lo que sucede.
El papel de la familia y de los gastos en educación
Es en el papel central de la familia donde la desigualdad encuentra su persistencia inevitable. Es atendible que
el efecto de los gastos de educación sea débil no solo porque el entorno familiar de origen determina las
posibilidades de éxito escolar, sino también porque el efecto de la composición social de los alumnos de la
escuela y del barrio donde viven es mucho más importante que el efecto de los gastos de educación. Las
posibilidades de éxito escolar dependan más de la calidad de sus compañeros de clase que de la calidad de los
docentes. Por lo tanto, se sugiere la necesidad de recurrir a herramientas de redistribución más radicales,
como el reparto geográfico del alumno.
Sindicatos
En un modelo económico tradicional los sindicatos tienen un poder de monopolio a la hora de fijar el salario.
Los sindicatos trataran de exigir salarios altos, con el riesgo de bajar el nivel de empleo.
Teniendo en cuenta esto, las herramientas utilizadas por los sindicatos para aumentar el nivel general de los
ingresos y disminuir la desigualdad entre asalariados no son eficaces para mejorar la redistribución. El
problema con el accionar de los gremios es que manipulan el ratio capital trabajo. Su accionar hace que las
empresas utilicen más capital que trabajo y, además, más trabajo calificado que no calificado, lo que aumenta
la desigualdad. Siempre es posible financiar con mayor eficacia la misma redistribución si se utilizase la
redistribución fiscal, gravando los salarios altos y que estos financien a los salarios bajos.
Sindicatos, ¿sustitutos de la redistribución fiscal?
La redistribución del ingreso solo mejorara si los métodos que remplacen al sindicato sean métodos eficientes
realizados por el estado. Empíricamente las redistribuciones fiscales fueron pocas, lentas y nunca redujeron
realmente la brecha salarial. Donde la política fiscal de redistribución es pobre, los sindicatos pueden tener un
rol.
Poder monopsonio de los empleadores
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Los empleadores que se encuentren en situación de monopsonio pondrán un salario inferior al salario de
mercado, a riesgo de desalentar algunos asalariados, y así disminuir el nivel del empleo. Esto puede combatirse
con un salario mínimo legal. En este caso, la redistribución directa es superior a la fiscal. En el análisis empírico
el monopsonio de los empleadores es poco relevante a la hora de explicar la desigualdad.
Qué pasaría si lo único que determinase los salarios fueran la oferta y la demanda. Empíricamente vemos que
los salarios acordados son mayores que los que saldrían de la teoría económica. Esto ocurre porque los
asalariados cooperan más si consideran que lo que les pagan es justo, por ende, las empresas prefieren pagar
más para que estos hagan el trabajo mejor. Como los salarios son mayores que los de equilibrio habría
desempleo. Generado como una consecuencia de un conflicto distributivo. Para mejorar la eficiencia entonces
la redistribución fiscal debe acercarse a la redistribución percibida como justa para evitar aumentar la
ineficiencia de la redistribución directa. Se debe gravar menos a los salarios bajos y más a los beneficios de las
empresas y a los salarios altos.

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