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La curva de Kuznets sostiene que los países con bajo ingreso per cápita son poco desiguales, a medida que el ingreso
aumenta también lo hace la desigualdad hasta un punto en el cual si el ingreso sigue creciendo la desigualdad vuelve a
caer. Gráficamente tiene la forma de una “U” invertida.
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bienes y servicios intensivos en trabajo poco calificado; la redistribución fiscal preserva esta función asignativa
del sistema de precios.
¿De dónde viene la desigualdad del capital humano?
De acuerdo a la teoría de las inversiones del capital humano propuesta por Gary Becker y sus colegas de
Chicago, la adquisición del capital humano se desarrolla de la misma manera que una inversión típica: estudio
si el costo de la inversión (el costo total del estudio) es menor a la ganancia de la inversión. Implicancias:
redistribución fiscal perjudicial porque reduce las ganancias esperadas de un trabajo calificado y por lo
tanto también reduce los incentivos a invertir en capital humano.
la decisión de la inversión se debe a las preferencias individuales, y el Estado no debería interceder e
es inútil una redistribución eficaz, esto es, que el Estado intervenga en el proceso de formación de la
desigualdad del capital humano, porque las personas ya están maximizando la rentabilidad de su
inversión en el mercado, por lo que cualquier distorsión generaría una asignación ineficiente.
Justificacion de políticas públicas educativas:
intervención “paternalista” del Estado.
imperfección del mercado de crédito:hace imposible para algunos la posibilidad de invertir en
aprendizaje, aunque pueda ser una inversión más que rentable.
Hay una influencia determinante de los orígenes sociales. No se puede esperar disminuir las desigualdades de
capital humano con políticas públicas educativas. Si la financiación de los estudios fuese el factor explicativo
fundamental, se debería observar en los países con mayor financiación pública de los estudios una mayor
movilidad intergeneracional en términos de niveles educativos, sin embargo, esto no es lo que sucede.
El papel de la familia y de los gastos en educación
Es en el papel central de la familia donde la desigualdad encuentra su persistencia inevitable. Es atendible que
el efecto de los gastos de educación sea débil no solo porque el entorno familiar de origen determina las
posibilidades de éxito escolar, sino también porque el efecto de la composición social de los alumnos de la
escuela y del barrio donde viven es mucho más importante que el efecto de los gastos de educación. Las
posibilidades de éxito escolar dependan más de la calidad de sus compañeros de clase que de la calidad de los
docentes. Por lo tanto, se sugiere la necesidad de recurrir a herramientas de redistribución más radicales,
como el reparto geográfico del alumno.
Sindicatos
En un modelo económico tradicional los sindicatos tienen un poder de monopolio a la hora de fijar el salario.
Los sindicatos trataran de exigir salarios altos, con el riesgo de bajar el nivel de empleo.
Teniendo en cuenta esto, las herramientas utilizadas por los sindicatos para aumentar el nivel general de los
ingresos y disminuir la desigualdad entre asalariados no son eficaces para mejorar la redistribución. El
problema con el accionar de los gremios es que manipulan el ratio capital trabajo. Su accionar hace que las
empresas utilicen más capital que trabajo y, además, más trabajo calificado que no calificado, lo que aumenta
la desigualdad. Siempre es posible financiar con mayor eficacia la misma redistribución si se utilizase la
redistribución fiscal, gravando los salarios altos y que estos financien a los salarios bajos.
Sindicatos, ¿sustitutos de la redistribución fiscal?
La redistribución del ingreso solo mejorara si los métodos que remplacen al sindicato sean métodos eficientes
realizados por el estado. Empíricamente las redistribuciones fiscales fueron pocas, lentas y nunca redujeron
realmente la brecha salarial. Donde la política fiscal de redistribución es pobre, los sindicatos pueden tener un
rol.
Poder monopsonio de los empleadores
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Los empleadores que se encuentren en situación de monopsonio pondrán un salario inferior al salario de
mercado, a riesgo de desalentar algunos asalariados, y así disminuir el nivel del empleo. Esto puede combatirse
con un salario mínimo legal. En este caso, la redistribución directa es superior a la fiscal. En el análisis empírico
el monopsonio de los empleadores es poco relevante a la hora de explicar la desigualdad.
Qué pasaría si lo único que determinase los salarios fueran la oferta y la demanda. Empíricamente vemos que
los salarios acordados son mayores que los que saldrían de la teoría económica. Esto ocurre porque los
asalariados cooperan más si consideran que lo que les pagan es justo, por ende, las empresas prefieren pagar
más para que estos hagan el trabajo mejor. Como los salarios son mayores que los de equilibrio habría
desempleo. Generado como una consecuencia de un conflicto distributivo. Para mejorar la eficiencia entonces
la redistribución fiscal debe acercarse a la redistribución percibida como justa para evitar aumentar la
ineficiencia de la redistribución directa. Se debe gravar menos a los salarios bajos y más a los beneficios de las
empresas y a los salarios altos.