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ÍNDICE
1. Introducción…………………………………………………………………………………………………..pág.
2. ¿Qué es el maltrato infantil?...........................................................................pág.
3. Tipos de maltrato infantil……………………………………………………………………………...pág.
4. Perfil del agresor, víctima y espectador (Consecuencias)………………….……….…pág.
5. ¿Cómo se explica la existencia del maltrato infantil?......................................pág.
6. Factores de riesgo………………………………………………………………………………………….pág.
7. El papel de los medios de comunicación……………………………………………………….pág.
8. Detección y prevención del acoso escolar…………………………………………………….pág.
9. Declaración de los derechos del niño……………………………………………………………pág.
10. Conclusiones…………………………………………………………………………………………………pág.
11. Bibliografía y webgrafía………………………………………………………………………………..pág.
1. INTRODUCCIÓN
2. ¿QUÉ ES EL MALTRATO INFANTIL?
Al igual que ocurre con una gran parte de importantes conceptos, el maltrato infantil, al
tratarse de un problema muy complejo y de causas realmente muy diversas, se convierte en un
término bastante controvertido, que hace que poder definirlo se convierta en una ardua tarea.
Son muchas las opiniones vertidas por muchos autores acerca de lo que para cada uno de ellos
es el maltrato infantil.
Pero, debemos comprender que, cualquier definición que se pueda dar de maltrato
infantil, debe ser entendida dentro de la cultura en la que se encuentra. Gran parte de lo que
compone este fenómeno deriva del sistema social en el que se estructura el grupo humano,
relacionado además con aquellas prácticas de crianza que la sociedad ha acordado como
correctas o penables.
En lo referido a la idea anterior, ADIMA, afirma que: “…la ausencia de criterios claros y
operacionales, la diversidad de criterios ideológico-culturales y otros factores provocan la
aparición de multiplicidad de definiciones que hacen que un mismo caso pueda ser considerado
como maltrato o no, en función de quién lo detecte o investigue, o dónde se detecte o investigue”
(ADIMA 1993, p.18).
Por su parte, y apoyando la anterior idea expresada, Soriano comenta que: “No basta
con que una determinada conducta sea nociva o perjudicial, sino que, además, debe violar
alguna norma de aquello que se considera apropiado, de acuerdo con los valores de la sociedad”
(Soriano 2001, p.34).
Por otro lado, algunos autores, indican que las razones por las cuales es difícil encontrar
una buena definición de maltrato infantil, son porque algunas de las que se dan carecen de
claridad y concisión. Así, autores como Mahyhall y Norgard, afirman que para que una definición
pueda ser considerada buena y aceptada, debe cumplir los siguientes requisitos:
Lo cierto es que, aunque puedan variar de unos autores a otros, las definiciones de este
preocupante fenómeno guardan un aspecto en común: todas concluyen en que la mayor
importancia debe ser otorgada a la protección y bienestar del menor, y que en la mayoría de las
ocasiones existe un cercano contacto entre maltrato y necesidades básicas insatisfechas.
Por otro lado, debemos indicar que nos ha parecido realmente positivo que el maltrato
psicológico no quede fuera de estas consideraciones de maltrato infantil. Bien es sabido por
muchos, que hasta no hace mucho tiempo, de lo que más hablábamos y lo que considerábamos
que tenía mayor repercusión negativa sobre el menor, era del maltrato meramente físico. Sin
embargo, el mundo en el que vivimos, ha propiciado que cada vez más, se conozca qué es el
maltrato psicológico y que él es también causante de numerosísimas consecuencias para
aquellos pequeños que lo sufren.
Finalmente, y antes de hablar acerca del siguiente apartado, hemos de comentar que en
algunas definiciones que hemos leído, se añade un aspecto más, que no aparece en aquellas que
hemos adjuntado. Es realmente importante marcar el espacio temporal (en lo que a edad se
refiere) de lo que podemos entender como maltrato infantil, así Soriano indica que el maltrato
infantil: “Es cualquier daño físico o psicológico producido de forma no accidental a un niño
menor de dieciocho años y que es ocasionado por individuos o instituciones, que ocurre como
resultado de acciones física, sexuales o emocionales, de acción u omisión y que amenazan el
desarrollo normal, tanto físico como psicológico del niño” (Soriano 2001, p.35). Con esta
definición, el autor pone límite a lo que consideramos maltrato infantil, y ese límite se rompe en
el momento en que el pequeño pasa a ser mayor de edad, a los dieciocho años.
A continuación, hablaremos de por qué se produce maltrato infantil. Desde nuestra piel,
parece impensable poder encontrar una lógica y coherente razón que pueda explicar cómo, por
ejemplo, un padre es capaz de maltratar a su hijo. Sin embargo, es cierto que existen una serie
de factores que explican (que no eximen de culpa ni justifican al maltratador), las razones que
pueden llevar a una persona a maltratar a un menor. Los factores de los que estamos hablando,
son los siguientes:
Una vez expuestos todos estos factores que rodean el mundo del maltrato, hemos de
indicar que la mayoría de las fuentes consultadas, concluyen que el maltrato no es el resultado
de la existencia de tan solo uno de ellos. Uno solo de estos, no es suficientemente fuerte para
inducir una situación de maltrato, de ahí que la mayoría de importantes investigaciones e
investigadores rechacen la explicación unicausal del maltrato infantil. En la mayoría de las
ocasiones el hecho de que se produzca este fenómeno depende y es fruto de la combinación
sino de todos, de varios de estos factores.
Finalmente, hemos de indicar que se han desarrollado en los últimos años una serie de
modelos que tratan de explicar el porqué de estos malos tratos, modelos que analizaremos más
adelante.
3. TIPOS DE MALTRATO INFANTIL
Cuando hablamos de maltrato infantil, debemos tener en cuenta que son múltiples las
formas en las que un niño puede o no ser maltratado. Desde siempre, la forma más común y de
la que más se ha hablado al referirnos a este fenómeno, ha sido la del maltrato físico. Sin
embargo, poco a poco, hemos ido conociendo cual es realmente el complejo entramado de
tipologías de maltrato infantil.
En primer lugar, aportaremos una primera clasificación sobre los tipos de maltrato
infantil, enfocados estos desde diferentes perspectivas.
- La primera de ellas hace referencia al maltrato por su carácter o forma, dentro del cual
hacemos referencia a dos tipos, a saber, el maltrato físico y el maltrato psicológico.
- La segunda de las perspectivas, hace referencia al maltrato por su expresión o
comportamiento, dentro de la cual podemos hablar de maltrato activo, que es aquel en el que se
daña al niño física, psíquica o sexualmente, o de maltrato pasivo, que es aquel producido cuando
los tutores o encargados de cuidados del niño dejan insatisfechas algunas de sus necesidades
básicas. -
La tercera y última perspectiva, hace referencia al ámbito de ocurrencia del maltrato, de modo
que podemos hablar de maltrato familiar (que como su nombre indica es aquel que se produce
dentro del seno familiar) y de maltrato extrafamiliar (que es aquel en el que el niño recibe daños
de cualquier tipo por personas o instituciones que nada tienen que ver con su núcleo familiar).
a. Maltrato físico.
Debemos decir que este tipo de maltrato es: “Cualquier acción no accidental llevada a
cabo por cualquier persona que provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en
grave riesgo de padecerlo” (Soriano 2001, p.38).
Generalmente, el maltrato físico es aquel tipo de daño que más fácilmente se puede
detectar, debido a que existen una serie de indicadores tales como, señales corporales externas
(golpes, hematomas, quemaduras, mordeduras, intentos de asfixia, raspaduras, heridas
producidas en brazos, piernas o torso, alopecia traumática), comportamientos típicos del niño
que sufre este tipo de maltrato (temeridad al contacto con sus padres u otros adultos, durante el
llanto el pequeño no muestra expectativas de ser consolado, trata de estar el mayor tiempo
posible fuera de casa, es autodestructivo, muestra conductas de retraimiento o agresividad…) y
emociones características tales como un bajo nivel de autoestima, sentimiento de rechazo,
creencia de que se merece ese maltrato unida a un sentimiento de culpa.
Finalmente, adjuntamos una noticia en la que vemos un claro ejemplo de este maltrato
físico:
“Una pareja ha sido detenida en la localidad malagueña de Vélez-Málaga como
supuesta autora de malos tratos a su bebé de tres meses y medio(…)El pequeño fue trasladado al
centro médico con fractura en el húmero de un brazo y arañazos. Esto despertó sospechas en los
facultativos que lo atendieron de que la lesión pudiera haber sido causada por posibles malos
tratos en el ámbito familiar. Los pediatras comprobaron que el menor ya había sido atendido
semanas antes en el centro por lesiones costales y en el húmero del otro brazo, además de una
hemorragia retiniana, por lo que la Junta de Andalucía ha iniciado los trámites para decretar el
desamparo provisional del pequeño, según ha informado el diario Sur de Málaga.” (El País 2011).
El marco del maltrato infantil va mucho más allá del anteriormente explicado como
maltrato físico. Este artículo es una de las numerosas muestras que en nuestros periódicos nos
podemos encontrar, acciones que responden bajo el nombre de negligencia. De manera formal,
podemos definir este tipo de maltrato como: “Falta de cuidados básicos, supervisión o atención
que afecte al desarrollo físico, emocional y/o intelectual del niño, por parte de padres o
cuidadores. El máximo grado es el abandono, que tiene repercusiones psicológicas y
características somáticas” (VVOO 2005, p.46).
El hecho de que se produzca esta tipología de maltrato, puede ser provocado por dos
razones: que los padres o cuidadores dejen de satisfacer las necesidades básicas del niño
conscientemente, o que, por otro lado, esos mismos responsables no las cubran por ignorancia y
falta de recursos económicos.
Al igual que lo explicamos en el maltrato físico, esta negligencia cuenta con una serie de
indicadores que ayudan a poder detectar este tipo de problema. Así, podemos hablar de
indicadores físicos (referidos a la mala alimentación, carencia de higiene y de vestido adecuado,
falta de cuidados médicos y educativos), conductuales (Somnolencia, robos, llega tarde a la
escuela, conducta agresiva o tremendamente pasiva, abuso de drogas y alcohol o fugas
reiteradas de casa) emocionales (pesimismo, falta de confianza o incapacidad de mantener
relaciones duraderas).
c. Abuso sexual.
Este es casi sin duda, uno de los tipos de abusos más horribles y que más escandalizan a
la sociedad. Sin embargo, y a pesar de este sentimiento, los abusos sexuales son uno de los tipos
de maltrato que más se oculta, sobre todo cuando se producen en el seno familiar. Puede que la
falta de salida a la luz pública sea debida a que son muchos los tabúes que aún rodean a los
temas sexuales.
Por otro lado, hemos de comentar que las investigaciones acerca de este tipo de
maltrato son relativamente recientes, puesto que hasta hace no mucho, no se daba ninguna
credibilidad a testimonios de abuso sexual vertidos por niños. La mayoría consideraban que todo
aquello no eran más que inventos fruto de la imaginación de los niños.
Son cuatro, los tipos de abuso sexual ante los que nos podemos encontrar:
- El primero de ellos, recibe el nombre de Incesto, y se produce cuando el abuso sexual
hacia el menor, es llevado a cabo por algún miembro de su familia, o alguna con la que el niño
convive de forma habitual.
- El segundo de ellos se denomina violación. Al contrario que lo que ocurre con el
incesto, la violación es un abuso sexual a un menor, llevado a cabo por alguien no relacionado
con el ámbito familiar.
Por otro lado, muchas investigaciones han demostrado que la mayoría de los abusadores
suelen ser varones (adultos, jóvenes o adolescentes) que tienden a mantener estrechas
relaciones con las familias del niño abusado. Estos abusadores, usan diversas argucias para
poder cumplir sus deseos. Así, suelen aprovechar la posición de autoridad que tienen sobre el
niño, tratan de ganarse su confianza y falsa amistad, suelen recurrir a la fuerza y a las amenazas
sobre todo después del primer contacto sexual propiamente dicho…
Finalmente, hablaremos sobre cuáles son los indicadores del abuso sexual así como
haremos un breve recorrido por las consecuencias que estos actos pueden generar en los
menores que, por desgracia, lo padecen.
En primer lugar, y si hablamos de los indicadores, podemos distinguir los siguientes:
- Indicadores inespecíficos detectados en función del período evolutivo del niño: en edad
preescolar, con problemas de sueño, erotización prematura, comentarios sexuales tempranos…;
edad escolar, con agresividad sexual hacia otros niños, tendencia a la prostitución, resistencias a
quitarse la ropa en los vestuarios del colegio…; y en la preadolescencia-adolescencia con
promiscuidad, abuso de drogas o intentos de suicidio. - Indicadores
inespecíficos detectados en la asistencia sanitaria, como resistencias extremas a las
exploraciones genitales, terrible miedo al momento de la visita médica, fenómeno denominado
hospitalismo inverso. - Indicadores
inespecíficos detectados en el ámbito escolar, con ausencias prolongadas, síndrome inverso de
escolaridad, tendencia a quedarse dormido en clase o falta de concentración y de trabajo.
En segundo lugar, hemos
de decir que las consecuencias más comunes que se reflejan en los niños que han sufrido abuso
sexual son la agresividad, los problemas de ajuste social, la depresión, la conducta suicida, la
depresión, el autoconcepto negativo…
Para acabar con este tipo de maltrato, adjuntamos una noticia publicada este mismo año
en El Mundo: “La
Fiscalía de Castellón (…) ha ordenado la detención e inmediata puesta a disposición judicial del
profesor del colegio Maestro Vicente Artero de Castellón acusado de abuso sexual a nueve
alumnas menores de edad (…) El profesor (…) presuntamente no sólo abusó de las menores sino
que grabó algunos de estos abusos en su cámara. La Policía le requisó hasta 13 tarjetas de
memoria en su domicilio con contenido de pornografía infantil”. (El Mundo, 2012)
Este tipo de maltrato, se define como: “La hostilidad verbal crónica en forma de insulto,
burla, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de
interacciones infantiles, por parte de cualquier adulto” (Soriano 2001, p.53).
Lo cierto es que la identificación de este tipo de maltratos, puede ser una de las más
difíciles de todas. Sin embargo, gracias a múltiples investigaciones, se han conseguido enumerar
una serie de indicadores que dan ciertas ideas sobre los comportamientos de aquellos pequeños
que sufren maltrato psicológico. Algunos de ellos, son los siguientes: conductas antisociales,
recelo, depresión, desórdenes emocionales, enuresis…
Finalmente, para acabar con este tipo de maltrato, adjuntaremos el siguiente testimonio:
“Estoy muy triste. No tengo amigos, pero no puedo hacer nada. Solo tengo ganas de llorar. Mis
padres dicen que soy una inútil, que todo lo hago mal. Ni siquiera se dormir” (Soriano 2001, p.53)
e. Acoso escolar.
En primer lugar, aportaremos una clara definición sobre lo que es el acoso escolar. Así,
diremos que: “Es el hostigamiento, intimidación o amenaza sistemática de un escolar o de un
grupo de escolares hacia un compañero suyo. Su fin es producir daño, destruir, contrariar o
humillar al otro (…) Acción violenta que se ejerce por parte de un grupo o individuo que tiene
más fuerza y poder, contra alguien que está en inferioridad de condiciones”. (Matamala y Huerta
2005, p.159).
Así, cuando hablamos de acoso escolar, debemos tener en cuenta que hacemos
referencia a una serie de actitudes hostiles que se reiteran a lo largo del tiempo y que por
supuesto no son acciones esporádicas o peleas de niños aisladas.
Son variadas las formas en las que se ha denominado a este fenómeno, cambiando estas
en función del su lugar de localización. Así, en los países escandinavos hablan de mobbing, en el
medio anglosajón se usa bullyng y en castellano, a partir del 2000 (momento en el que el
Defensor del Pueblo sobre Violencia Escolar), se habla de maltrato por abuso de poder entre
iguales.
Dentro de este tipo de maltrato, podemos hablar de dos protagonistas: por una parte
hablamos del victimario, que es el agresor, la parte fuerte y dominante de esta relación de
abuso; y por otro lado, hablamos de la víctima, que es aquella que recibe el maltrato por parte
del anterior, y que se suele encontrar en una situación de inferioridad y sumisión.
Por otro lado, podemos destacar que existen una serie de acciones tipo que sufren
aquellos niños que están sometidos a este tipo de maltrato. Estas acciones son la exclusión
social, la agresión verbal o física, las amenazas y el acoso sexual.
Al hablar de acoso escolar, estamos haciendo referencia a una serie de agresiones que
tienen lugar en el ámbito escolar, de ahí que un papel muy importante en la detección y
prevención de estos actos esté en manos de los profesores. Más adelante, en otro de los puntos,
trataremos exclusivamente cuál es la labor y la forma en la que estos profesionales del ámbito
educativo tienen que actuar si se encuentran alguna vez con este problema.
Una vez expuestos de manera más extensa estos cinco tipos de maltrato, haremos una
breve referencia a otras modalidades de este fenómeno. Así, podemos hablar de las siguientes: -
En primer lugar existe un tipo de maltrato denominado maltrato prenatal, que tiene lugar
cuando la madre estando embarazada no cuida como debiera su cuerpo para evitar cualquier
daño en el feto. Los ejemplos más claros de este maltrato prenatal se suelen traducir en
consumo y abuso de drogas y alcohol. -
En segundo lugar, podemos hablar de la explotación laboral, la cual consiste en someter a los
menores a la realización de una actividad continuada, propia de los adultos, y en la que el niño
recibe una remuneración económica. -
Podemos también hablar de la mendicidad infantil, que es aquella situación en la que el menor
(instigado o no por un adulto) pide dinero en la vía pública. -
En cuarto lugar podemos hablar de la corrupción, que consiste en la instigación por parte del
adulto a que el niño lleve a cabo una serie de conductas antisociales o desviadas, que perjudican
el correcto desarrollo del menor. -
Finalmente haremos referencia a un fenómeno que se esconde bajo el nombre del síndrome de
Münchhausen por poderes. Para su definición hemos tomado como referencia a Soriano, quien
indica que este síndrome consiste en: “Aquellas situaciones en que el padre/madre
(principalmente) someten al niño a continuos ingresos y exámenes médico, alegando síntomas
físicos patológicos, ficticios o generados de forma activa por el padre/madre” (Soriano 2001,
p.64).
Primeramente hay que hacer una diferenciación entre los chicos y las chicas. Según
hemos comprobado en los libros, parece ser que los chicos en general, adoptan mayores
conductas intimidatorias que las chicas, aunque también suelen ser en gran medida víctimas de
ellas. Las chicas, por su parte, suelen adoptar conductas de acoso indirecto, mientras que los
chicos lo hacen a través de acoso físico.
A continuación, vamos a pasar a analizar las conductas y las consecuencias que las
mismas producen en el agresor, víctima, espectador y en el adulto.
Agresor: Es la persona que siente cierta satisfacción cuando produce dolor en el otro, por
lo que no aparece ningún síntoma de empatía. A los agresores, se les suele describir “individuos
enfrentados a los adultos, antisociales y más propensos que otros alumnos a contravenir las
normas de la escuela”. (Harris y Petrie. 2006. Pág.22.)
Otro grupo que podemos encontrar dentro de los agresores, es el “agresor pasivo”, el
cual sigue constantemente las pautas del agresor. Este nuevo grupo, solo participa en el acoso,
pero no en la agresión. Mientras el nuevo participante representa un 8% de los adolescentes, los
acosadores suponen el 3%. (Díaz Aguado, 2007).
A la hora de hablar de las consecuencias, nos gustaría aclarar que primeramente nos
vamos a centrar en los niños que acosan, y posteriormente haremos una mención a las
consecuencias que se les plantean a estos niños en su vida adulta.
Por otro lado, es necesario decir que esta actitud de dominio, se generalizará a otros
grupos en los que se integre, lo que lleva a un aprendizaje negativo a la hora de establecer
relaciones sociales.
Por último, los niños que en el colegio han mantenido actitudes acosadoras, y se han
identificado como tales, presentan mayor probabilidad de abandonar los estudios más tarde,
además de cometer actos considerados como delitos.
En la etapa adulta, las personas que admiten haber sido acosadores en su edad escolar,
expresan que tienden a tener mayor grado de depresión que aquellos que no acometieron
contra sus compañeros u otros. Además, tratan a sus propios hijos con mayor agresividad y
severidad. Esto significa, que estos últimos, lleven a cabo actitudes similares a la de los padres y
lleven a cabo actuaciones de intimidación y malos tratos en la escuela, convirtiéndose así en
acosadores.
Esto explicado anteriormente, se puede comprobar por los resultados obtenidos en dos
investigaciones de dos autores distintos:
- En un estudio llevado a cabo en 1991, Olweus decía que “el 60% de los alumnos
identificados como agresores de los cursos sexto al noveno a sus 24 años habían sido
condenados por la comisión de algún delito”. (Harris y Petrie. 2006. Pág. 24).
- Garbarino (1999), en su libro lost boys, dice que “los chicos se convierten en
acosadores para “compensar su condición de víctimas en casa” pág.193. (Harris y
Petrie. 2006. Pág. 24).
- Víctima: son las personas que sufren el acoso de su agresor. Se les suele describir como
personas inseguras, ansiosas, calladas, que tienen miedo a la confrontación.etc.
Los rasgos de personalidad y físicos que se pueden destacar son los siguientes:
a) Las víctimas suelen señalarse como tímidas, ansiosas, cautas, sensibles y con bajos
niveles de autoestima.
b) Suelen ser menos fuertes físicamente, menores que el agresor y más débiles.
c) Suponen el 3% de los adolescentes. Tienden al aislamiento.
d) Son chicos con algún signo visible como las gafas, dificultad en el habla. Etc.
Aunque es preciso decir, que el agresor, una vez haya elegido a su víctima, le va a
dar igual los rasgos físicos que presente, puesto que le va a explotar de igual
forma.
e) Las víctimas pueden llegar al sentimiento de estúpidas, fracasadas y falta de
atracción.
Los aspectos anteriormente señalados, son rasgos determinados de forma general por
investigaciones. Ya que dentro del tema “víctima” se puede indagar mucho más y observar que
hay dos pequeños grupos dentro de ellas: víctima activa o provocativa, y víctima pasiva.
La víctima activa combina los aspectos anteriormente señalados con una reacción
agresiva, ya que suele actuar como agresor mostrándose violenta y desafiante. Estos sujetos son
más activos, firmes y suelen mostrar más seguridad en ellos mismos.
Dicha víctima tiende a molestar a sus compañeros y a burlarse de ellos hasta que se toman
represalias contra ellos. Aunque pierdan la batalla, la víctima activa, seguirá realizando su
trabajo.
Estas personas suelen tener problemas en las relaciones sociales incluso pueden sufrir
alguna discapacidad de aprendizaje, problemas de concentración, etc. Lo que le lleva a tomar
este tipo de actitud irritante ante sus compañeros.
Según Daniel Olweus, la víctima activa es “la persona menos popular entre los
compañeros de clase, porque su conducta en el aula suele ser tan problemática que todos
reaccionan negativamente ante ella” (Harris y Petrie. 2006. Pág. 23).
La víctima es quizás quien puede tener mayores consecuencias negativas incluso cursar
síntomas clínicos. El hecho de haber sido víctima del acoso en la escuela, puede producir en los
niños consecuencias tanto a corto como a largo plazo.
El haber sido acosado, muestra actitudes de depresión, suicidio, baja autoestima…En
diversos estudios, se ha comprobado que estos chicos y chicas intimidados, evitan la escuela por
miedo, y son afectados en el rendimiento académico puesto que muestran una menor capacidad
de aprendizaje debido al estrés y ansiedad que el miedo les produce.
Por otra parte, los estudios realizados sobre los malos tratos por parte de las familias,
demuestran que los niños maltratados son más propensos a convertirse en agresores en edades
posteriores, o al tener su propia familia.
En un estudio reciente, se demostró que los niños que poseen una baja autoestima, son
más propensos a ser esclavos del acoso escolar, pero al igual, ellos mismo, tomaron esta
conducta más adelante. Estas personas, entran dentro de la categoría “acosador/víctima”, las
cuales son víctimas del acoso que admiten su condición de acosadores.
- Espectador. En el caso del maltrato entre iguales, los espectadores del problema,
conocen perfectamente dicha agresión, aunque no sean protagonistas de la misma. Se produce
un contagio social, es decir, los compañeros de clase, en general apoyan poco a estas víctimas, y
se produce la participación por parte de ellos, debido sobre todo a la influencia que los
agresores ejercen sobre ellos.
Muchos estudios han demostrado que los alumnos y compañeros de víctimas que
sienten hacer algo para remediarlo no lo hacen, debido principalmente al miedo de ser incluido
dentro de la victimización por parte del agresor.
Como consecuencias que aparecen dentro de este grupo, se pueden entender las
siguientes:
a) La visión de la conducta que toma el agresor, puede llevar a construir en el
espectador un aprendizaje sobre cómo comportarse ante situaciones injustas.
b) Los espectadores pueden sentirse indefensos al igual que lo siente la víctima.
c) Pueden tomar una actitud no empática ante el sufrimiento de las víctimas.
d) Observan repetidos actos agresivos en los que no son capaces de intervenir para
evitarlos ni de elaborar estrategias para prevenir esos malos tratos.
Al hablar del problema del acoso entre iguales, se suele ignorar a un grupo de niños o
personas que son muy importantes en este acto, y estos son los espectadores. Estos ven lo que
ocurre, pero los adultos y educadores que tratan este problema, suelen marginal la visión de
éstos, solo se centran en el agresor y la víctima.
Los testigos pasivos, al ver los actos de acoso e intimidación, suelen producir unos
sentimientos de enfado, tristeza, miedo e indiferencia. En diversos estudios se ha descubierto
que tanto víctima como espectador suelen reaccionar de forma parecida fisiológicamente, ya
que se ven expuestos bajo el dominio de un ser superior. Estos sujetos que se encuentran en
contacto con la violencia, comienzan a desensibilizarse ante conductas negativas en la escuela y
a no empatizar con los demás.
Así, y tras realizar esta breve introducción sobre los modelos teóricos, vamos a proceder
a realizar un recorrido por aquellos modelos más característicos sobre maltrato infantil,
centrándonos sobre todo en el modelo sociológico, al ser éste, el modelo que más relación
guarda con la parte de la asignatura ante la que nos encontramos.
El primer modelo que explica las causas de este fenómeno es el denominado “Modelo
psiquiátrico”. Las explicaciones que este modelo mostraba a cerca de cuáles eran las causas o
razones que explicaban por qué los niños eran maltratados, provenían del ámbito de la
medicina, centrando sus estudios principalmente en sí los padres maltratantes padecían algún
tipo de problema mental o alteración psiquiátrica, más concretamente, relacionada con
desórdenes de tipos psicológicos o relativos a la personalidad. Como podemos comprobar, la
perspectiva que aborda este modelo es de tipo intraindividual. Ésta perspectiva, persevera en la
idea de que el origen del maltrato proviene del interior de la persona que se encarga de
maltratar. Este modelo, establece diferentes características propias de los padres que
maltrataban:
Impulsividad, por tanto poco control ante las reacciones inmediatas y falta de
previsión de las consecuencias en la toma de decisiones.
Visión más negativa, ante la conducta de sus hijos, que la de los demás padres.
Sin embargo, había ciertos casos, en los que los padres de los niños maltratados no
padecían ningún tipo de trastorno mental o psicopatológico. Esto llevo a cuestionarse el enfoque
que planteaba dicho modelo, optándose así por un cambio hacía los modelos de tipo
psicológico.
El segundo modelo que explica las causas de este fenómeno es el denominado “Modelo
psicológico”. Éste surge debido a las dificultades que presenta el modelo anterior, pues era
difícil demostrar que las causas ocasionantes del maltrato se debieran únicamente a la
presencia de alguna psicopatología. Así, una vez explicada la causa de su aparición, y dispuestas
a abordar el modelo en sí, podemos decir que éste modelo se encarga de investigar diferentes
aspectos individuales propios de la infancia de los padres, como son, por ejemplo, sus
capacidades cognitivas, sus habilidades, su forma de crianza, su puesta en práctica a la hora de
resolver sus propios problemas….
Como podemos comprobar, este enfoque, al igual que el anterior, también es de tipo
intraindividual, lo que sucede es que el otro se centraba más en sí los padres habían padecido
algún tipo de problema mental, y éste, por el contrario, deja de poner tanto énfasis en dicho
aspecto, y comienza a centrarse más en otros de tipo evolutivo y cognitivo, siempre procedentes
o referidos a los padres. Así, comienza a conceder especial importancia a dos aspectos clave, la
madurez personal y la complejidad psicológica de los padres, pues este modelo, se fundamenta
en la idea de que los padres que se dedican a maltratar a sus hijos son principalmente personas
inmaduras, es decir, que no han logrado alcanzar los diferentes estadios que te llevan hasta la
madurez psicológica, quedando así estancados en estadios previos.
Es, por este motivo, por lo que dichos padres no tratan de forma correcta a sus hijos,
pues para ellos, las conductas que su hijo debe mostrar son las propias de un adulto, sin tener en
cuenta, que se trata de un niño y como tal su comportamiento es diferente. Así, podemos decir,
que lo que estos padres esperan de sus hijos son respuestas madurativas, y no las típicas
rabietas o pataletas que los dan a los niños cuando no se les concede lo que desean. Todo esto,
lleva a dichos padres a actuar con total impulsividad, pues su punto de desquiciamiento es tan
alto, que no son capaces de calmarse y actuar con control.
Por último, es conveniente señalar, que este modelo, al igual que el anterior,
simplemente se centró en los aspectos propios de los padres, sin tener en cuenta que en el
maltrato infantil también, quizás, podían influir otros factores. Este hecho, impulsó en gran
medida la creación de nuevos modelos en los que se tuviera en cuenta, la influencia que los
factores sociales y familiares ejercían sobre dicho fenómeno.
Así, tras dicha idea, surgen los llamados “Modelos sociológicos”. Es, con la aparición de
estos modelos en la década de los setenta, cuando comienzan a tenerse en cuenta entre los
factores que explican u originan el maltrato infantil, aquellos de tipo socioeconómicos, y los
valores y prácticas culturaless que justifican el por qué o el motivo de usar la violencia. Además,
comienzan a tenerse en cuenta aquellas situaciones de estrés o de inquietud que viven las
familias normalmente por el hecho de padecer problemas de tipo social o económico.
Según los sociologistas, la principal causa que explica el por qué se produce el maltrato
proviene de la sociedad ante la que nos encontramos. Hay ciertos aspectos propios de nuestra
sociedad, como son la pobreza, el aislamiento social, el desempleo….que llevan a los padres a
padecer altos índices de estrés y nerviosismo. Son, estos índices de estrés, lo que hacen que los
padres no sean capaces de controlar sus actos, y realicen, casi de forma inconsciente, tales
hechos violentos contra sus hijos, quienes simplemente actúan “como elementos de descarga”.
Además, los sociologistas, sostienen la idea de que si además de todos estos condicionantes
sociológicos, los cuidadores o padres padecen algún tipo de estrés concreto, por ejemplo, si
cuentan con un gran número de hijos y su poder económico no es suficiente, se pueden producir
bien, un alto índice de maltrato hacía ellos, o simplemente, un completo desentendimiento.
Como hemos podido comprobar, este modelo apoya que los factores socioeconómicos
son una de las principales causas que explican el maltrato infantil, sin embargo, es conveniente
aclarar, que si atendemos a dicho factor, es obvio que no todas las clases sociales van a padecer
dicho fenómeno en la misma proporción, pues como bien sabemos, hay ciertas clases sociales
que viven en mejores condiciones que otras. Así, y atendiendo a este dato, numerosos trabajos
han comprobado que las clases sociales más afectadas, son las bajas. Dato, que lleva a oponerse
a aquellos autores que consideraban que el maltrato, no era para nada un fenómeno
relacionado con el empobrecimiento de la sociedad. De esta manera, y siguiendo con este
aspecto, hemos de decir, que numerosos trabajos han establecido una estrecha relación entre el
empobrecimiento social y el maltrato infantil, por lo que se demuestra, que el estrés
socioeconómico y el maltrato aparecen interrelacionados.
Así, a modo de síntesis, cabe decir que los modelos sociológicos, atribuyen sus
principales causas de maltrato a los niveles económicos y sociales en los que se encuentra la
familia maltratante. Es por esta razón, por lo que esta perspectiva se centra tanto en el contexto
macrosocial, referido a la sociedad, como microsocial, relacionado con la familia, tomando como
elementos claves las condiciones sociales y de vida que pueden llegar a afectarlas, es decir, el
desempleo, la falta de apoyo social…
De esta manera, y atendiendo a todos estos factores, podemos presentar las siguientes
variables:
Por último, cabe mencionar, que tanto este modelo, como los anteriormente vistos,
apoyan de forma implícita la idea de que las relaciones entre padres-hijos son unidireccionales,
pues consideran que son los padres los que únicamente influyen sobre sus hijos, sin tener en
cuenta, que las características de éstos también gozan de gran importancia en dicha relación.
El cuarto modelo que explica las causas por las que se produce el maltrato infantil, es el
denominado “Modelo centrado en la vulnerabilidad del niño”.
Hasta ahora, hemos considerado al niño maltratado como un elemento pasivo, teniendo
solamente en cuenta las características de los padres, sin embargo, hemos de saber que las
actitudes y características de éste también ejercen una gran influencia en la relación establecida
entre ambos. Por eso, siempre que analicemos un caso de maltrato infantil, debemos de tener
en cuenta dicho aspecto, pues su influencia puede ser tan grande en el ambiente familiar, que en
ocasiones, puede llegar incluso a provocar situaciones de abuso. Además, es conveniente
señalar, que los niños que más daño físico suelen recibir son los más débiles. Ciertos estudios,
han demostrado que aquellos niños que han sido separados de sus padres, por motivos de
maltrato, puede seguir padeciéndolo incluso de nuevo en los centros adoptivos.
Por otro lado, es aconsejable tener en cuenta que algunos factores que provocan este
maltrato, pueden ser incluso previos al nacimiento del niño, por ejemplo, si éste viene de forma
no deseada. También influye, si al nacer, el niño padece algún tipo de malformación o
necesidades especiales, o sí, se trata de niños hiperactivos o llorones.
Como estamos viendo, este modelo tiene en cuenta no solo las conductas del padre que
se encarga de maltratar, sino también el perfil del niño que ha sido maltratado, y la relación
establecida entre ellos.
A continuación, mostraremos cuales son aquellos factores que condicionan que el niño
sea más propenso a recibir maltrato:
Finalmente, cabe decir, que tanto este modelo como los anteriormente presentados,
muestran ciertas limitaciones para explicar de forma completa la procedencia del maltrato
infantil, pues como hemos ido comprobando, ninguno ellos s mostraba variables suficientes que
explicasen verdaderamente su aparición.
El último modelo que se ha creado para explicar las causas del maltrato infantil, es el
llamado “Modelo sociointeracional”. Este modelo fue llevado a cabo por Belsky en 1980, y este
lo que hace para explicar las razones por las que se producen esas situaciones de maltrato, es
adoptar la siguiente terminología “microsistema familiar, exosistema, macrosistema y desarrollo
ontológico” (Soriano 2001, pág. 83) y después, englobar en cada uno de esos niveles los
diferentes factores que han ido aportando los modelos anteriores. Como podemos comprobar,
este es uno de los modelos más completos que explican el maltrato infantil.
- Macrosistema (Sociedad): Este nivel hace referencia a los valores culturales y sistema
de creencias que propician la aparición del maltrato infantil a través del dominio de
los otros tres niveles. Por ejemplo, ciertas situaciones sociales como la crisis
económica, la movilidad social, la emigración,… contribuyen a la aparición de
maltrato. Dentro de este nivel, podemos hacer mención a tres variables:
Como hemos podido comprobar, este modelo estudió el fenómeno desde un punto de
vista multicausal. Éste no se interesa simplemente en cómo pueden afectar dichos factores, sino
por los efectos que pueden producir si esos factores actúan conjuntamente.
6. FACTORES DE RIESGO
El maltrato, se considera un problema complejo y mundial que puede producir graves
consecuencias para toda la vida. Es una causa de sufrimiento para niños y familias. Causa estrés
y se asocia a trastornos del desarrollo cerebral temprano.
Es difícil el estudio de dicho problema, y definir qué y por qué se produce. El origen del
maltrato, no se puede explicar por la presencia de un solo factor de riesgo, si no que se
considera, que los malos tratos son el fruto de la acumulación de varios factores como son el
niño, la familia, el entorno. Etc.
Tras haber mostrado las principales características de forma general que presentan los
padres o cuidadores, vamos a explicar los factores de modelo de reacción agresiva:
1. Actitud emotiva de los padres o cuidadores. Es muy importante la actitud emotiva que
se toma en los primeros años, ya que si se toma una actitud negativa y carente de
afecto, es probable que el niño se convierta posteriormente en una persona agresiva con
los demás.
2. Grado de permisividad de los padres ante la conducta agresiva del niño. Si los padres
optan por una actitud demasiado permisiva con sus hijos, estos nunca lograrán ver
dónde está el límite de lo que se considera conducta agresiva hacia los demás, y podría
encadenar un modelo de reacción agresiva.
Por tanto, y en relación a lo explicamos, se considera que para educar y crear niños
independientes y armoniosos, es necesario el cariño y la dedicación de los cuidadores, así como
la presencia de unos límites bien definidos sobre las conductas que son aceptables y las que no
lo son.
Por un lado, los medios de comunicación han sido considerados como una de las
primordiales causas que provocan la violencia tanto en niños como jóvenes, pues son
numerosos los dibujos animados, programas informativos, series…que muestran día a día
escenas de maltrato.
Además, podemos decir que ciertos estudios científicos llevados a cabo en relación con
este tema, han señalado que todas las actuaciones y comportamientos que se transmiten en la
televisión, ya sean positivos o negativos, son captados directamente por los niños, reflejándose
así en la mayoría de sus comportamientos y actitudes. De ello, se deriva la necesidad de proteger
al niño, en la medida de lo posible, de todos esos contenidos perjudiciales, sustituyéndoles por
otros contenidos de carácter más educativo como son, por ejemplo, aquellos que les enseñen
cooperación, solidaridad, prevención del maltrato…
También, han detectado que la cantidad de violencia que ven durante la infancia influye
de manera proporcional a la cantidad de violencia que ejercen durante su adultez. De esto,
podemos deducir que la influencia que ejerce la televisión sobre nosotros, desembocará no solo
en nuestras actuaciones recientes, sino también futuras. Sin embargo, es conveniente mencionar
que la influencia de estas escenas en el futuro, también dependen de las relaciones que el niño y
el adolecente establecen, pues a partir de ellas interpretarán todo los que les rodea, incluso el
contenido televisivo. Por ejemplo, si un niño está viendo en casa continuamente como su madre
es maltrata por su padre, y además ve escenas parecidas o similares a las que él vive, de forma
repetida en la televisión, es posible que el niño comienza a habituarse y lo considere como algo
normal, reduciéndose de esta manera la empatía del niño por aquellas personas que padecen
maltrato. Por ello, es conveniente, promover en los niños y en los adolescentes una actitud
reflexiva de todo lo que sucede a su alrededor en relación con este tema, ya que si no, todos
estos hechos y circunstancias favorecerán a que en futuro, ese niño desempeñe también dichas
actuaciones.
Por otro lado, y tras hablar de los efectos negativos, nos gustaría tratar el tema de las
campañas publicitarias llevadas a cabo contra el abuso y el maltrato infantil. Éstas, son una
forma bastante positiva y propicia para concientizar y prevenir a la sociedad de un fenómeno tan
maligno como es el maltrato infantil.
Estas campañas publicitarias que se exhiben por televisión y se anuncian en las radios,
suelen durar aproximadamente entre 30-60 segundos, y lo que se pretende con ellas, es que los
espectadores reflexionen de forma crítica sobre los grandes daños que genera un aspecto de tal
intensidad. Algunas de las campañas que nos han resultado interesantes mostrar son:
Es conveniente que todas estas campañas, cuenten además, con el compromiso por
parte de todos los miembros de la sociedad por respetar a los niños y jóvenes que sufren
maltratos, no solo de tipo físico, sino también psicológico y social.
Sin embargo, ¿Consideráis que estas campañas sobre el maltrato infantil son suficientes
para prevenir dicho fenómeno? En nuestra opinión, es obvio que consideramos que no son
suficientes, pues de que sirven todas estas campañas, si después en cualquier programa, serie,
noticiario o película se te van a mostrar imágenes o escenas de tal índole.
Por ello, consideramos necesario que además de la existencia de todas estas campaña,
los medios se encarguen de eliminar de sus programas estos contenidos, es decir, que se
establezca un consenso entre toda la televisión, para así lograr la conciencia y tratar de educar,
en la medida de lo posible.
8. DETECCIÓN Y PREVENCIÓN DEL
ACOSO ESCOLAR
El acoso escolar, no es un problema fácil de detectar ya que no en todas las ocasiones se
presentan huellas visibles, o el niño no es capaz de exteriorizar esa angustia y temor. Por este
motivo, todo profesional o adulto, debe conocer y tener en cuenta una serie de indicadores para
que les sea más fácil visionar dicho maltrato. También es muy importante tener en cuenta las
características evolutivas de cada etapa de desarrollo, puesto que el mismo rasgo puede ser
característico en una edad y no en otras.
Retraso no orgánico del Muestran actitudes tímidas, Culpan al niño por todo. Son
crecimiento. pasivas y asustadizas. fríos y niegan amor y cariño.
Retraso en las áreas Sus relaciones sociales son Exigen cosas al niño que están
madurativas. escasas y conflictivas. Poseen por encima de su capacidad
conductas convulsivas. física, intelectual y psíquica.
Existen otro tipo de habilidades que el adulto debe estudiar y conocer para poder
detectar estas conductas de maltrato en el niño y en la familia, y así, si está ante una sospecha
de maltrato, puede actuar en consecuencia para proteger al niño.
A la hora de intervenir en este problema tan grave, un profesional o adulto, debe tener
en cuenta varios criterios a tratar. Debe empatizar, es decir, ponerse en el lugar del niño y la
familia. Debe utilizar la observación directa, la escucha activa ¿qué te ha contado?, incluso poner
en juego otras herramientas como son el dibujo o las entrevistas abiertas.
Algunas premisas generales que se pueden utilizar para la prevención del acoso entre los
niños, son las siguientes:
Como ya sabemos, uno de los grandes espacios donde se produce el maltrato infantil, es
en los colegios, mejor conocido como acoso escolar. Los profesores, deben estar preparados y
formados para saber identificar un caso en el que se produzca el bullying. Una vez que éstos, han
identificado los síntomas, pueden involucrarse y ayudar a los niños maltratados siguiendo una
serie de pautas:
- El profesor debe conseguir que el niño se sienta querido por él y por sus compañeros.
Debe aumentar la confianza en sí mismo y en el aula, haciéndole sentirse querido por
todos. Las relaciones con los demás deben ir mejorando, ya que muchos niños
maltratados consideran que no son aceptados por los demás.
- El docente debe dar oportunidades al alumno para demostrar que no es inferior que sus
compañeros y que sus capacidades en relación con el rendimiento son positivas.
- Se deben reforzar sus conductas positivas, ya que muchos profesores hacen lo contrario.
Si sus conductas negativas son reforzadas, el sentimiento de culpa aumenta, por lo que
nunca llegará al cambio y continuará con la estigmatización.
Algunos estudios manifiestan que los niños que habían sido maltratados por sus
compañeros, habrían deseado que el profesor les hubiese preguntado ¿Qué pasaba?, ¿por qué
se comportaban de esa forma?.
Los profesionales y profesores, como ya hemos visto antes, pueden aportar su “granito
de arena” desde los centros escolares. No solo deben ser expertos en la detección del acoso
escolar, si no también ayudar en la prevención del mismo. Esto se puede lograr transmitiendo
nuevos valores y actitudes como la cooperación, el contacto personal, la resolución de conflictos
de manera pacífica y el desarrollo de habilidades sociales. Algunas ideas recogidas del Programa
Nacional por los derechos del menor y del adolescente, y que podemos trabajar para la
prevención de situaciones de maltrato, son:
8. Derecho a estar en todas las circunstancias entre los primeros que reciben protección y
auxilio.
Unos años más tarde, concretamente, el 20 de Noviembre de 1989, las Naciones Unidas
aprueban la denominada “Convección de los Derechos de la Infancia”, la cual será modificada
poco después, el 30 de Noviembre de 1990, por España. Esta Convección, perfecciona los
principios que habían sido establecidos en el año 1959 en la “Declaración de los Derechos del
Niño”, completando aquellos aspectos que consideraban de interés y elaborando un elemento
internacional obligatorio, según el cual, todos los estados que realizarán cualquier tipo de
modificación, se comprometían directamente a respetar y luchar por los derechos establecidos,
pasando además a pertenecer a la legislación interna de esos países. Con esta Convección,
comienzan a cambiar las ideologías, ya que hasta ese momento el niño apenas tenía
protagonismo en la sociedad, sin embargo, es con el establecimiento de este Tratado, cuando se
comienza a conceder más importancia al papel que el niño está ejerciendo en la sociedad,
otorgándole de esta manera un mayor protagonismo.
Es conveniente señalar, como bien aparece en el prólogo de este tratado, que el niño
necesita de una serie de elementos para tener un buen desarrollo. Estos elementos son
básicamente amor, comprensión, afecto, seguridad…y establece como principal medio para
proporcionárselos la familia, aunque sí es cierto que ésta no siempre está presente, por lo que
consideran que en el caso de que así sea, se debe buscar y proporcionar al niño los mejores
suplentes posibles.
Así, solo cabe decir, como ya hemos señalado anteriormente, que aquellos estados que
decidan modificar la Convención de los Derechos de la Infancia, deben ser conscientes de que
tienen que responder a los siguientes objetivos establecidos:
También, nos gustaría señalar, que en uno de los capítulos pertenecientes a la Constitución
Española de 1978, concretamente el que abarca los principios rectores de la política social y
económica, se destaca, la obligación que tienen los Poderes Públicos por garantizar a la familia, y
de forma más concreta a los menores de ésta, una fiel protección social, económica y jurídica.
Como podemos comprobar, a lo largo de todo la constitución, se tiene muy en cuenta la etapa
de la infancia, pues es necesario, que tengamos en cuenta que los niños, al igual que el resto de
los miembros de la sociedad, cuentan con unos derechos comunes, y por ello, se les debe
otorgar la misma importancia.
Así, por último, nos gustaría añadir que si estas acciones son ejecutadas por algún
ascendiente, tutor o maestro propio del niño, las penas establecidas serán aún más fuertes.
10. CONCLUSIONES
11. BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
- BIBLIOGRAFÍA:
- DÍAZ-AGUADO. MJ. (2006): Del acoso escolar a la cooperación en las aulas. Madrid: Ed.
Prentice Hall.
- WEBGRAFÍA:
- http://nuestrosninos.com/PDFs/043-acosoinfantil.pdf
- http://www.semergen.es/semergen/microsites/manuales/maltrato/imaltrato_infantil.pd
f
- http://www.ekun.cl/wordpress/?p=31
- http://www.youtube.com/watch?v=mpHd19ZunMc&feature=related
- http://www.youtube.com/watch?v=Q77B5jX_hMk
- http://www.youtube.com/watch?v=cZRkn60bM3E
- http://www.youtube.com/watch?v=Ay3YyZnvHdo
- http://www.youtube.com/watch?v=1kQr7-Pp820
- http://www.youtube.com/watch?v=CpRYZCPvUHs
- http://www.youtube.com/watch?v=MnRKfhgzs0A&feature=related
- http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs150/es/index.html