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rsicoanausis

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ografía completa de Sigmund Freud -la primera escrita


latinoamericano-, que incorpora los hallazgos recientes
jvedades bibliográficas más significativas. Su autor: Emi-
Irigué, argentino, psicoanalista y escritor de amplia tra-

id Freud, El Siglo del Psicoanálisis recorre cada una de las


ias biográficas del hombre cuyo descubrimiento es el he-
is decisivo y controversial de los últimos cien años. Con
rfundidad y un conocimiento exhaustivo tanto de la vida
grafiado como de lo que ésta proyecta sobre su obra, Ro-
desmenuza las relaciones personales y profesionales de
sus deseos y sueños, ilusiones y errores. Este trabajo de
ción está signado por una interpretación extraordinaria,
nás pierde de vista la importancia de los procedimientos
lalíticos para destacar algo que parecía insignificante o
enturar una hipótesis estremecedora.
>ro capital en dos volúmenes puede considerarse sin ^ g i
n como un acontecimiento histórico en la literatuW^H
tica mundial.
ISBN 950-07-1155-9

9 789500 711555 > AME ¿A N A


Diseño de tapa: María Chimondeguy/lsabel Rodrigué
EMILIO RODRIGUÉ

SIGMUND FREUD

El Siglo del Psicoanálisis

00022730F

K.01 R696s

Rodrigue. Emilio

Sigmund Freud

EDITORIAL SUDAM ERICANA


BUENOS AIRES
Segunda parte

CAPÍTULO 33

EL TIEMPO DE LOS TRIÁNGULOS

Sabina Spielrein era una joven judía de 19 años, de trenzas lar­


gas hasta la cintura, ya con las “formas de una mujer madura”. La
piel, suave, recuerda a la sensual niñera de Cari Gustav. Sabina, la
gran paciente histérica de la segunda carta de Jung, fue responsable
de un célebre adulterio y de un conturbado triángulo. Figura protagó-
nica en la correspondencia de Jung con Freud*1.
Oriunda de Odessa, Sabina había sido enviada por los padres a
Zurich para estudiar medicina y, en un estado de sufrimiento deses­
perado, inició un tratamiento psicoanalítico con un joven psiquiatra,
Cari Gustav Jung. Peter Gay nos dice sumariamente que “ella se
enamoró de su analista, y Jung, aprovechándose de esa dependencia,
la tomó como amante”1. El asunto es mucho más complejo e instructi­
vo. En el torbellino transferencial, Sabina inventó su mito personal
de tener un hijo de Jung, una criatura de amor que se llamaría Sieg-
fried: un héroe, inspiración sublimada de las dos razas. Siegfried era
un mito familiar. Ella recordaba a su formidable bisabuelo, rabino
muy respetado de Ekaterinoslov, gran hombre lleno de bondad, siem­
pre vestido de negro, que tenía el don de la profecía y supo prever la
hora exacta de su muerte. Él - hélas- se opuso con vigor al romance
FACULTAD DE PSICOLOilJi. ¡ de su hijo con una joven cristiana, y lo obligó a casarse con una moza
~ Invenicuio; judía. “Visiblemente -escribe Sabina en su diario- mi abuelo conser­
2273 0 vaba dentro de sí la imagen de su primer amor, y ponía el estudio de
la ciencia cristiana por encima de todo”2.
Ese abuelo envió a su hija, la madre de Sabina, a una escuela
. •«
cristiana, y después a la universidad. Ella, temiendo encontrar el
amor en un hombre prohibido, rechazó el pedido de mano de un cris­
tiano, que al día siguiente se mató de desesperación. Sabina cargaba
con esa “sombra” junguiana. Cuando partió para Zurich, sucedió lo
IMPRESO EN LA ARGENTINA que tenía que suceder; la joven encontró el médico cristiano necesario
para la repetición del romance familiar. Cari Gustav la llama “La
Queda hecho el depósito Egipcia”.
que previene la ley 11.723
© 1996, Editorial Sudamericana S.A.
*1- Aldo Carotenuto escribió su libro Una secreta simetría: Sabina Spiel­
Humberto / 531, Buenos Aires rein entre Freud y Jungf 1980, basándose en documentos hallados en el Pala­
cio Wilson de Ginebra, que incluyen un diario de Sabina Spielrein, cartas de
ISBN 950-07-1155-9 Spielrein a Jung, de Jung a Freud y de Freud a Sabina Spielrein.

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De la misma manera que otrora Emma Eckstein (posible Irma)
había desempeñado un papel importante en la amistad conflictiva de Jung fue hipócrita en su respuesta:
Freud y Fliess, Sabina Spielrein hará surgir, con sutileza de mujer,
nuevas fisuras en la relación entre el Maestro y su Discípulo. El ro­ La historia que Muthmann ha estado propagando es chino para
mance se inicia en 1908. En la segunda carta de Jung a Sabina, él le mí. Nunca tuve, en verdad, una amante, y soy el más inocente de
escribe: “No sabes lo que significa para mí encontrar una persona con los maridos. ¡De allí mi violenta reacción moral! Simplemente no
quien me atreva a amar ... y sería muy grande mi felicidad si encon­ consigo imaginar de quién se trata ... Tengo horror a tales histo­
trara a esa persona en ti”3. Fueron escarceos amorosos pero sin “cono­ rias9.
cimiento” bíblico. La propia Sabina habla de “sesiones de poesía”, sin
aclarar de qué se trata. En junio de ese año, ella le dijo a Freud que Dos meses más tarde, Sabina Spielrein le escribe a Freud su pri­
Jung fue el primer hombre que la besó4. En ese clima de encanta­ mera carta: “Le estaría muy agradecida si me concediera una entre­
miento lírico y amor casi cortés, Sabina fabricó su fantasía de tener a vista. Tiene que ver con algo de gran importancia para mí, que usted
Siegfried, crisol de razas. Tal vez Jung, en el primer .momento, entró estará probablemente interesado en escuchar”10.
en el delirio judeo-teutónico, en la medida en que Siegfried, en la pe­ Freud se comunica de inmediato con Jung: “¿Quién diablos es
numbra de las sesiones, se convirtió en el objeto erotizado de la trans­ ella? ¿Una entrometida, una chismosa o una paranoica?”11 A pesar de
ferencia sublimada. A Jung, como sabemos, le fascinaba lo mítico*2. su “tribunal de la conciencia” Jung vuelve a intentar una respuesta
El joven psicoanalista de 30 años hacía sus primeras armas al pie del evasiva: “Spielrein es la persona sobre la que le escribí. En forma re­
diván, y entró en la inevitable crisis deontológica de los analistas con­ sumida, su caso fue hecho público en mi conferencia de Amster-
cupiscentes. El italiano Carotenuto comenta que Sabina se presentó dam...12 Fue, por así decir, mi caso-test*4, razón por lo cual guardé
como “una típica imagen de anima*3, atrayente y rechazante, maravi­ por ella un cariño y una gratitud especiales. Como sabía, por expe­
llosa y diabólica, exaltante y deprimente”.5 riencia previa, que sufriría una recaída inmediata, prolongué mi rela­
Se desencadena la tormenta. En marzo del año siguiente, Jung ción por años, y acabé por sentirme en la obligación moral de consa­
habla de complicaciones con una paciente, sin mencionar el nombre: grarle una gran parte de mi amistad, hasta notar que las cosas
“Una paciente que hace años saqué de una neurosis incómoda, sin es­ habían tomado un cariz indeseable, cuando por fin rompí con efia”13
catimar esfuerzos, traicionó mi confianza de la manera más mortifi­ La carta se vuelve más sombría: “Es claro que sistemáticamente
cante que se pueda imaginar. Resolvió armar un torpe escándalo sim­ planeaba seducirme, lo que juzgué inoportuno. Ahora quiere vengar­
plemente porque me negué el placer de hacerle un hijo”6. se. Últimamente ha estado haciendo correr el rumor de que voy a di­
Jung se justifica: siempre fue “un perfecto caballero”, pero “ante vorciarme para casarme con una estudiante, lo que dejó a varios de
el tribunal de mi conciencia no me siento realmente inmaculado”7. mis colegas en la mayor conmoción. Ignoro lo que ella trama. Temo
Freud responde a vuelta de correo con una carta que recuerda la que no sea nada bueno ...”14
“pesada carga del hombre blanco” de los ingleses en la India: Freud responde a vuelta de correo, entrando a su vez en el mun­
do del fingimiento: “Entendí muy bien el telegrama, su explicación
También oí hablar de la paciente a través de la cual usted entró confirmó mis suposiciones. Bastó recibirlo para que yo le escribiese a
en contacto con la gratitud neurótica de los rechazados. Cuando Fráulein Sp. una carta, en la cual fingí ignorancia”*5’ l5.
Muthmann vino a verme, aludió a una señora que se presentaba A continuación, Freud adopta un tono paternal: “Aunque peno­
como amante de usted, pensando que se dejaría impresionar sas, tales experiencias son necesarias y difíciles de evitar. Es imposi­
fuertemente por la libertad que usted conservaba. Ambos presu­ ble que, sin ellas, conozcamos realmente la vida y las cosas con las
mimos que la situación era muy diferente, y que la única explica­ cuales lidiamos. Yo mismo nunca he pasado por tales apuros, aunque,
ción posible era una neurosis de la informante. Seremos difama­ no pocas veces he estado muy cerca, divisando por fin un narrow es­
dos e importunados por el amor con que operamos; tales son los cape. Creo que ... el hecho de ser diez años más viejo que usted cuan­
riesgos de nuestro oficio, pero no por ellos vamos a renunciar8. do me dediqué al psicoanálisis me salvó de experiencias análogas. Pe­
ro el daño que causan no perdura. Ellas nos ayudan a desarrollar el

*2. “En Jung, la psicología misma tiene que ser tomada en sentido míti­
co” (Philip Rieff, O triunfo da terapéutica, 1990, San Pablo, pág. 120).
*3. Ánima: personificación de la naturaleza femenina en el inconsciente *4. Ella fue su primera paciente. Su Anna O. El fantasmático Siegfried
recuerda la gravidez histérica de Anna O.
del hombre.
*5. O sea que Sp. no sabía que él estaba al tanto del asunto por Jung.
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caparazón que necesitamos y a dominar la «contratransferencia» que Años después, en 1913, Freud volvió a escribirle, en términos
es al final, para nosotros, un permanente problema ... ”16 aún más categóricos: “Mi relación con su héroe germánico ha sido to­
Freud cierra el asunto hablando pestes de esas mujeres, en un to­ talmente demolida. Su comportamiento fue demasiado ruin”21.
no tradicional de conversación entre hombres: “La manera que las Las relaciones entre Freud, Jung y Sabina son, como el título del
mujeres encuentran para atraernos con toda la perfección psíquica, libro de Kress-Rosen lo indica, “Tres figuras de la pasión”22. Bruno
hasta que se salen con la suya, es uno de los grandes espectáculos de Bettelheim, hoy en día sometido a duras críticas, intenta, como el
la naturaleza. Una vez que han alcanzado la meta, o que sea seguro propio Carotenuto, rescatar a Jung de ese calvario, absolviéndolo:
lo contrario, la constelación cambia espantosamente”17. “Sea cual fuere nuestro juicio sobre la conducta de Jung con Spiel­
Las hadas se vuelven brujas. rein, probablemente su primera paciente psicoanalítica, no se debe
Al día siguiente, asumiendo el papel de “intermediario”, por el olvidar la más importante consecuencia: él la curó del trastorno que
momento un poco tendencioso, Freud le escribe a Sabina Spielrein: motivó su intervención. [En cambio] debemos preguntarnos: ¿qué
“El Dr. Jung es mi amigo y colega. Estimo que lo conozco muy bien, y prueba tenemos de que se habría alcanzado el mismo resultado si
lo considero incapaz de una conducta frívola o poco noble... ¿No será Jung hubiera actuado con ella siguiendo los cánones de una terapia
que la disponibilidad de él para ayudar a alguien necesitado despertó convencional?”23 Esto equivale a condecorar al violador que embaraza
su simpatía? Me inclino a pensar que sí, ya que conozco muchos ca­ a una mujer estéril. - o ¿
sos...”18. Sabina Spielrein, por su parte, tuvo un reconocimiento tardío:
Mientras tanto, Jung se tranquiliza. Sabina Spielrein no era la “¿Por qué nosotros -se preguntó Freud- necesitamos tanto tiempo
responsable del rumor. Recapitulando, reconoce que él veía “todo ne­ para decidirnos a reconocer una pulsión destructiva?”24 Éste era un
gro”. Ahora cae en la cuenta de que se trataba de sus “ideas de refe­ comentario sobre el ensayo titulado “La destrucción como causa del
rencia” y desea “retractarse sin demora”. Con ese espíritu, Jung se venir-a-ser”25, donde Sabina especulaba sobre los impulsos destructi­
abre a Freud: “En obediencia a mi principio fundamental de tomar a vos contenidos en la propia pulsión sexual26. Freud, en la ocasión, le
todas las personas en serio, hasta el límite extremo, discutí con ella el hizo una observación maliciosa a Jung, demostrativa de que no esta­
problema del hijo [Siegfried], imaginando que hablaba en términos ba dispuesto a tomar en serio a esa mujer: “Fráulein Spielrein leyó
teóricos cuando en realidad Eros se agitaba sordamente entre basti­ ayer un capítulo de su ensayo, seguido de un esclarecedor debate. Hi­
dores. Atribuí a mi paciente todos los otros deseos y esperanzas, sin ce algunas objeciones a su método de abordar la mitología y las pre­
ver en mí la misma cosa. Cuando la situación se volvió tan tensa que senté en la discusión con la muchacha. Debo decir que ella es bastan­
la prolongada persistencia del vínculo sólo podía resolverse por actos te amable y comienzo a comprender27]!!]” (el énfasis en “muchacha” y
sexuales, me defendí de una manera que no encuentra justificación los signos de admiración son míos).
moral. Poseído por el delirio de ser víctima de las estratagemas se­ Por ese tipo de intervención, Sabina Spielrein tiene su lugar ase­
xuales de mi paciente, le escribí a la madre de ella, diciéndole que yo gurado en el panteón de las feministas. Para finalizar su historia,
no era el gratificador de los deseos sexuales de su hija ... Consideran­ ella se convirtió en miembro de la Sociedad de Viena (1911). En 1921-
do el hecho de que hasta poco antes la paciente había sido mi amiga 3 ejerció en Ginebra. Con ella Jean Piaget hizo su análisis didáctico.
... mi gesto fue una auténtica canallada que sólo con mucha reluctan­ En 1923 regresó a la Unión Soviética y trabajó en la Universidad del
cia le confieso como si fuese mi padre”19. K Cáucaso del Norte. Se le perdió la pista a partir de 1933, cuando el
¡Este Jung se las trae! El análisis epistolar termina en confesión, movimiento psicoanalítico fue abolido. En 1942, después de la inva­
en la más rigurosa tradición del mea culpa cristiano. Freud se indig­ sión nazi a la Unión Soviética, ella y sus dos hijas fueron fusiladas a
na y, a vuelta de correo, le escribe a Sabina: sangre fría por soldados alemanes.
Jung-Sabina-Freud inauguraron el Tiempo de los Triángulos; a
Estimada colega: continuación hubo otros. Antes, durante y después de la guerra, bajo
el rugir de los cañones, la sexualidad fluía entrecruzada euclidiana-
Me informé por el propio Dr. Jung acerca del tema de la visi­ mente. Fue la época de Sabina, Minna, Gizela y su hija Elma, Loe y
ta que proyecta hacerme. Ahora veo que yo tuve razón en algu­ Lou. Ellas configuraron varios triángulos -la mayoría escalenos- en
nos asuntos y me equivoqué en otros, para su desventaja. Deseo torno de la figura de Freud, con Ferenczi, Jung, Jones y Tausk en
pedirle disculpas en la medida en que mi juicio fue erróneo ... Le sus vértices. Tiempos transgresivos en los que los secretos de alcoba,
ruego que acepte la expresión de mi total simpatía por la manera vía diván, hacían estragos en las trincheras transferenciales. Comen­
digna con que usted supo dar cuenta del conflicto20. cemos por Elma. En julio de 1911 Ferenczi le comunica a Freud su
decisión de tomar en análisis a esta joven de 24 años, hija mayor de

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Gizela Palos, su antigua amante, y expresa: “Por el momento las co­ Con respecto a su señora: ella marcha muy bien, y podemos redu­
sas marchan”28. El ritmo de ese análisis se vio interrumpido por el cir la morfina a la mitad (3 más 3) ... Me fue posible reconstruir
suicidio del enamorado de Elma. Ferenczi le cuenta a Freud que las los puntos centrales de su interesante historia, haciendo que ella
cosas se complican: la relación pierde su benévolo clima terapéutico. comprenda algunos de los hechos nodales de su vida33.
Ferenczi explica: “No consigo conservar la fría actitud quirúrgica del
analista, lo que me llevó inexorablemente a una aproximación, y ya A continuación, hace un comentario sobre el carácter psicopático
no puedo asumir la posición benévola del médico o del amigo pater­ de la paciente:
nal”29. Esto ocurre bajo la mirada comprensiva de Gizela, que está al
tanto de todo. Ferenczi le pide encarecidamente a Freud que tome a En mi opinión, el único punto oscuro se debe a una insuficiente
Elma en análisis. El Profesor se siente conminado a aceptar. resistencia. Ella se muestra satisfecha con su modo de ser34.
De esa manera comienza el análisis de Elma con Freud, análisis
una vez más atravesado por indiscreciones masculinas. Ferenczi, a su Peter Gay señala que Freud, “haciendo a un lado la regla sagra­
vez, oscila entre su deseo de casarse con la joven y la intención de re­ da de la confidencialidad, informaba a Jones sobre los progresos de
tomarla en análisis, una vez terminado el período terapéutico en Vie- Loe en el diván ... A veces le daba consejos. Al enterarse de que Jones
na. Freud se pronuncia contra el casamiento. Su candidata es la ma­ se ha enredado en otra relación amorosa, Freud exclama: «Me hará el
dre. En esa época Ferenczi tenía 38 años, Gizela, 46 y Elma, como favor personal de no hacer del casamiento el próximo paso de su vida,
vimos, 24. No queda clara la posición intervencionista de Freud en lo [y] de dedicar una buena dosis de reflexión al asunto»”35.
que se refiere al desajuste de edades: Elma era un mejor partido que La indiscreción freudiana. El propio Jones le hace una crítica en
Gizela, ya que nuestra sociedad le otorga un descuento de más del su biografía oficial: “De modo bastante curioso, Freud no era alguien
10% a los poseedores de pene. Andró Haymal opina que el hecho de a quien le resultara fácil guardar el secreto ajeno... Varias veces me
haber analizado a Elma perturbó la relación de Freud con Ferenczi. contó cosas sobre la vida privada de colegas que no debería haber co­
El enredo transferencial se complica aún más cuando Freud le escri­ mentado” 6‘ 36.
be a Gizela, “a espaldas de Ferenczi”, esquelas como la siguiente: “Mi El análisis continúa y los resentimientos de Loe comienzan a ma­
última carta estaba dirigida sólo a usted, por ser demasiado sincera nifestarse; primero con su madre y luego con el poligámico Jones. Las
para él”30. Estas insinuaciones, que se repiten con Sabina, Loe y Em- cosas empeoran cuando éste visita Viena, rumbo a su análisis con Fe­
ma Jung, muestran el lado más vulnerable del carácter de Freud. De renczi. En ese momento entra en acción el segundo Jones: Herbert
hecho, nadie salió ileso del “affaire Elma”. El asunto fue una mancha Jones. Loe rompe con Emest. El juvenil Herbert Jones conquista el
en el prontuario de Ferenczi que lo perseguirá por el resto de su vida. corazón de Loe, y Freud, junto con Rank, concurre al casamiento cele­
El asunto se arrastró en tormentosos zigzagueos hasta 1919, fecha en brado en Budapest, donde Ferenczi funciona como intérprete37. Caso
que Ferenczi finalmente acató el consejo de Freud y se casó con Gize­ cerrado. Jones, como buen gentleman inglés, asimila la noticia, aun­
la, como premio consuelo. que probablemente no perdonó la aparición de ese hombre al que de­
Segundo flash: Loe Kann. Aquí entramos en la complicada histo­ nomina, con flema inglesa, “Jones II”. Meses después empezó a corte­
ria de los dos Jones. Loe Kann era la amante de Emest Jones en Ca? jar a Anna Freud.
nadá. Él la define del siguiente modo:
Volviendo a la política institucional, en 1910 Freud viaja a Mu­
f

Es una inválida que sufre de pielonefritis crónica y otras* compli­ nich para conversar con Bleuler. El encuentro es exitoso: “Llegué a
caciones, razón por lo cual padece de severos dolores constantes un total acuerdo con él y logré una buena relación. A fin de cuentas él
que la llevaron a tomar altas dosis de morfina, las cuales la afec­ es sólo un pobre diablo, como todos nosotros ... Es casi seguro que in­
taron tanto física como espiritualmente31. gresará en la Sociedad de Zurich, y entonces se remediará la división
allí”38. Al día siguiente de la partida de Bleuler, Freud conversa con
Loe detesta a Canadá y a los canadienses. Entonces, “mi única Jung: “[Jung] estuvo magnífico y me hizo muy bien. Le abrí mi cora­
alternativa, ya que para mí la separación es impensable, consiste en zón sobre el caso Adler, mis propias dificultades y mi preocupación en
volver a Londres”32. En la encrucijada del amor, Jones retoma a Lon­ cuanto a qué hacer con el tema de la telepatía ... Estoy más convenci-
dres, la ciudad de sus antiguos fantasmas pedofílicos. Loe va a Viena
para analizarse con Freud. Éste la llama “Sra. Jones”. Tanto él, como
luego su hija Anna, quedan encantados por el atractivo “salomeico”
*6 . Ejemplo: la masturbación de Stekel.
de Loe. Freud le escribe a Jones:
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do qu e n u n ca de que él es el hom bre del futu ro. Sus propias in vesti­ car esas objeciones, ni desde el punto de vista personal ni desde el
g a cion es lo lleva ron lejos en el cam po de la m itología, que él quiere punto de vista filosófico”44.
abrir con la llave de la teoría de la libido”39. Al considerar esos primeros contactos, Jung agregará luego: “Fue
Lo cierto es que la convivencia feliz entre esos dos hombres principalmente esa actitud con relación al espíritu lo que me pareció
pronto llegará a su fin. A principios de 1912, rememora Jones, las nu­ problemático. Cada vez que la expresión de una espiritualidad se ma­
bes esbozadas durante el viaje a los Estados Unidos comenzaron a os­ nifestaba en un hombre o en una obra de arte, él desconfiaba y recu­
curecerse. Ese año Freud se vio forzado a ver que Jung se encamina­ rría a la hipótesis de una «sexualidad reprimida». Todo lo que no era
ba en una dirección que lo conducía a la separación ideológica40. de inmediato interpretable a la luz de la sexualidad se reducía, según
En más de una oportunidad Jung dijo que era herético -casi tan­ él, a la «psicosexualidad»”45.
to como Freud. El suizo operó como cómplice político en las manio­ Jung conserva el recuerdo vivido de un encuentro posterior, en el
bras de la IPA. Tal vez Freud sobreestimó el maquiavelismo junguia- que, en un momento de intimidad, Freud le dice al oído:
no. Su anhelo, al promoverlo al frente de la Internacional, era
convertirlo en pivote de todas las actividades psicoanalíticas institu­ “Querido Jung, prométame que no abandonará nunca la teoría
cionales. Actuaría como nexo entre las incipientes sociedades, super­ sexual. ¡Es lo que importa, esencialmente! Debemos hacer de ella
visando las tareas administrativas de los congresos. Un gerente gene­ un dogma, un baluarte inexpugnable.” Decía eso lleno de ardor,
ral del psicoanálisis. Sucede que Jung trabajaba mejor solo, y no como un padre que dice a su hijo: “¡Prométeme que irás todos los
tenía la menor vocación para los trámites burocráticos. En suma, era domingos a misa!”46
inadecuado para la posición ideada por Freud41. Más aún, al Príncipe
Heredero lo agobiaban las exigencias administrativas. Los temores Jung, un tanto espantado, le pregunta:
de Freud de que Jung quisiera derrocarlo como cabeza de la Causa
eran infundados42. Colín Wilson señala que Freud se dejó engañar - Un baluarte, ¿contra qué?
por el aire de eficiencia de Jung, por sus gafas con armazón de acero, Y Freud le responde:
por el montaje del Congreso en Salzburgo, por su entusiasmo con el - Contra la ola de lodo ... -aquí vaciló un momento y concluyó- ...
experimento. Él no era un hombre práctico sino un gran romántico, ¡del ocultismo!47
un bisnieto de Goethe, sobre el telón de fondo de mesas que se despla­
zan y otros portentos. Jung comenta que Freud se transformaba al abordar la temática
El suizo, además, siempre fue un corresponsal algo remiso, ab­ de la libido. Metamorfosis. “Una extraña expresión de inquietud apa­
sorto como lo estaba en su errático “tribunal de la conciencia”. Con el recía en su rostro, borrando su habitual actitud escéptica y crítica. La
tiempo se volvió cada vez menos asiduo. Freud, desde los tiempos de sexualidad era para él una realidad «luminosa»”48.
la Academia Española, se esmeraba en un intercambio epistolar sen­ Estas diferencias en el terreno de la sexualidad no eran sólo “éti­
sible, y exigía una puntual reciprocidad; cualquier atraso podía ser cas” (en el sentido con que Jung usa la palabra), sino también teóri­
interpretado como alejamiento. Rondaba el fantasma de Fliess: la pri­ cas. Los reparos junguianos a la teoría de la libido se centraban en
mera señal de enfriamiento del rinólogo había sido su correspondeii- tres nociones básicas: 1) la sexualidad infantil, 2) el llamado “período
cia irregular. Que Jung jurara fidelidad eterna no bastaba. j de latencia”, y 3) el papel de las experiencias infantiles en el desenca­
En los tiempos míticos de Siegfried, prosigue la polémica sobre denamiento de la neurosis en el adulto.
la sexualidad, en términos teóricos. Anticipando los argumentos de Para Jung, según Sulloway, la sexualidad infantil era “biológica­
Pfister en El porvenir de una ilusión, Jung escribe: “No deberíamos mente inadmisible”49. O sea que carecería de soporte biológico-hormo-
colocar la teoría de la sexualidad en primer plano. Tengo muchas nal. Por otra parte, “el placer no es en modo alguno asimilable a la
ideas sobre eso, especialmente sobre los aspectos éticos de la cues­ sexualidad”50. La teoría de la libido en Jung tiene alma de acordeón y
tión. Creo que al anunciar en público ciertas cosas cortaríamos la ra­ eja de ser^una cosa estrictamente genital para convertirse en “ínte­
ma en la que reposa la civilización, malogrando el impulso a la subli­ res general”. Es curioso como, al final del camino, Jung y Reich se en­
mación”43. cuentran tomados de la mano, en esta biosacralización del sexo.
Reflexionando a los 82 años, Jung pondera el tema: “Lo que él me La crítica al “período de latencia” (o sea, el lapso que va entre los
dijo de su teoría sexual me impresionó. Sus palabras, no obstante, no cinco años y la pubertad) también se basa en supuestos biológicos;
pudieron remover mis escrúpulos y mis dudas. Se los expuse varias ung la sustituye por su opuesto: la sexualidad se inicia en la laten-
veces, pero él me recordaba mi falta de experiencia. Freud tenía ra­ nr* -a Sea (*ueí en términos freudianos, la sexualidad nace de su re-
zón. En aquella época yo no tenía experiencia suficiente para justifí- P esión (lo que no es una mala idea).

14 15
Finalmente Jung, como Adler, pone el énfasis en el conflicto ac­ ses de 1911 todavía lo consideraba su Príncipe Heredero. Fue el tiem­
tual, en el desencadenamiento de las neurosis: “El hecho es que la re- po en que las cartas del suizo comenzaron a menguar.
gresión de la libido anula en gran parte la importancia etiológica de Cuando estaba terminando de escribir el Wandlungen II (dice
las experiencias infantiles ... Desde este punto de vista, las experien­ Jung, en sus memorias), “sabía que el capítulo «El sacrificio» [le] cos­
cias infantiles sólo son importantes cuando una regresión de la libido taría la amistad con Freud. En él expuse mi propia concepción del in­
les confiere dicha importancia”51. cesto, de la metamorfosis decisiva del concepto de libido y otras ideas
Freud, más tarde, llegó a una conclusión similar. que representaban mi alejamiento de Freud”55. Para Jung, el incesto,
Sulloway resume de la siguiente manera la teoría junguiana de constituía una complicación personal sólo en casos extremadamente
las neurosis: “La libido, que en buena medida no es sexual, se ve lle­ raros. La mayoría de las veces representa un contenido altamente re­
vada por los conflictos actuales a expresarse regresivamente, produ­ ligioso, siendo ése el motivo de que desempeñe un papel central en
ciendo síntomas que tienen tanto rasgos arquetípicos como infantiles. casi todas las cosmogonías y en incontables mitos. El incesto como
De ese modo, la infancia y la sexualidad pierden su estatuto privile­ momento iniciático. “Freud, ciñéndose al sentido literal del término,
giado en el'revisionismo junguiano de la teoría psicoanalítica”52. no podía comprender el significado psíquico del incesto como símbolo,
Después del viaje a América, el panorama comenzó a cambiar. y yo sabía que jamás lo aceptaría”56. Con esto Jung se aproximaba a
Junto con la difusión del psicoanálisis, aumentaban las críticas a la las formulaciones de Adler, aunque para éste lo simbólico era una
teoría sexual -en Suiza en primerísimo lugar. Proliferaban en la “ficción”. Según Jung, “el incesto está prohibido, no porque sea desea­
prensa artículos que denunciaban las iniquidades de la perversa Vie- do, sino porque la angustia libre reactiva de modo regresivo datos in­
na, antro que amenazaba corromper el espíritu puro de los cantones. fantiles y los transforma en una ceremonia de expiación”57. En este
Los suizos son propiamente suizos. Los analistas helvéticos tuvieron punto, Lacan es junguiano, en la medida en que destaca el valor sim­
serios contratiempos, tal como lo atestiguan las cartas de Pfister a bólico de la situación.
Freud*7. El hecho es que, en dos años, todos los analistas de Suiza, A partir de allí, el término “libido” comienza a designar sólo una
con dos o tres excepciones, renunciaron a sus “errores” y abandona­ tensión general. Otras divergencias menores, como la necesidad de
ron la teoría maldita de la sexualidad. una “psicosíntesis”, datan de 1909. Cuando el Profesor leyó el libro,
En julio de 1911 aparece la segunda parte del célebre ensayo de en setiembre de 1912, la relación entre ellos se había enfriado en al­
Jung titulado Transformaciones y símbolos de la libido. Es en esta se­ guna medida, como consecuencia de un malentendido: Freud iba a
gunda parte del libro donde surgen las divergencias teóricas. Jung se reunirse con Jung en Kreuzlingen, pero éste recibió la carta cuando
vuelve junguiano. Freud, que había leído el borrador, envió varias pá­ ya era tarde. Freud, frustrado, lo aguardó todo el fin de semana: “Pa­
ginas de críticas y sugerencias, junto con algunas observaciones elo­ sé dos días y una noche en un tren, para pasar dos noches y dos días
giosas. Emma Jung observó que, cuando el Profesor estuvo con ellos en un lugar, y usted no apareció”58. A continuación, en octubre, Jung
durante el verano, parecía muy reservado con relación al asunto. Po­ volvió de América, y en el círculo de Viena corrió el rumor de que sus
co después, ella, preocupada, le escribió expresando su temor de que conferencias habían incluido críticas a Freud. Jung le escribe: “Creo
no apreciase la segunda parte del ensayo de su marido53. Freud recof que mi versión del psicoanálisis conquistó la simpatía de muchas per­
noció más tarde que las diferencias de sus temperamentos, fuertes, sonas que, hasta el momento, estaban confusas con el problema de la
heréticos, pero radicalmente opuestos, hacían que la separación fuese sexualidad en las neurosis”59. El tono de la carta era frío. Jung dice
inevitable. * que el “malentendido de Kreuzlingen” le causó una herida duradera.
Para el discípulo, como vimos, la gran des-idealización se produjo Le aseguro que no hay resistencias de mi parte, a menos que sea mi
durante las semanas en América: “Comencé a ver claro; él mismo su- negativa a que me traten como un bobo lleno de complejos”60.
una neurosis, fácil de diagnosticar, con síntomas bastante moles­ La respuesta de Freud comienza con un “Estimado Dr. Jung” (en
tos, tal como pude descubrir en ocasión de nuestro viaje a América”54. lugar del acostumbrado “Querido Jung”), para luego afirmar con irri-
Entre tanto, no hay pruebas de que los sentimientos de Freud ación: “Usted redujo una buena cantidad de resistencias con sus mo-
para con Jung hayan cambiado en ese momento. En los primeros me* mcaciones, pero yo no le aconsejaría que anote eso en la columna del
aber, porque, como usted bien sabe, cuanto más se retire de lo que
es uuevo, más seguro estará de los aplausos y menos resistencia en­
contrará”61.
*7. “Sin el psicoanálisis, habría sucumbido”, carta de O. Pfister a Freud Es posible que, desde el lado de Jung, hayan sido varios los fac­
del 24 de noviembre de 1927, Correspondance de Sigmund Freud avec le pas- tores responsables de que el vino se avinagrase. El triángulo Freud-
teur Pfister, 1967, París, Gallimard, pág. 167. ng-Sabina, con la correspondencia mentirosa. Más importante fue

16 17
el viaje a los Estados Unidos, con los análisis oníricos y las interpre­ Llama la atención que Jung, un hombre que tuvo que lidiar con
taciones salvajes. El cristal de la amistad se quebró. todas sus fuerzas contra sus propios desmayos de púber, sea tan ma-
En 1912 se produce el segundo desmayo de Freud. Fue en la vís­ chista en esa frase lapidaria.
pera del Congreso de Munich. Él y Jung dieron un paseo matinal, pa­ Poco tiempo después Freud le confió a Jung la explicación de ese
ra conversar sobre la crisis provocada por Stekel en relación con el ataque: “No puedo olvidar que seis o cuatro años antes sufrí síntomas
Zentralblatt. En ese paseo hubo una confrontación dramática en la semejantes, aunque no tan intensos, en la misma sala del Park Ho­
que el Profesor “no midió sus palabras”62. Después del almuerzo en el tel. Estuve en Munich por primera vez cuando visité a Fliess durante
Park Hotel, la conversación se remontó al antiguo Egipto, y Abraham su enfermedad, y esa ciudad parece haber adquirido una fuerte cone­
subrayó que la actitud negativa de Amenofis IV con respecto a su pa­ xión con mi relación con ese hombre. Hay una dosis de indomable
dre estaba en el origen de su fundación del monoteísmo. Jung se irri­ sentimiento homosexual en la raíz de la cuestión”67. Jones agrega que
tó, señalando que Amenofis fue un hombre profundamente creativo, en una visita a Freud en Viena, él confirmó la historia. O sea que
un gran revolucionario para su época, cuyos actos no podían ser redu­ ahora Jung era un nuevo Fliess redivivo.
cidos a meros efectos de resistencia paterna. En ese momento Freud Jung pronto comienza a distanciarse, de manera ostensible, en el
se desplomó, desmayado. Jung comenta: “Lo recogí en mis brazos, y plano teórico. En una serie de conferencias dadas en Londres, a “su”
lo llevé al cuarto vecino. Mientras lo cargaba, vi que se recuperaba un psicoanálisis lo denomina “psicología analítica”. Declara que la teoría
poco, mirándome desde el fondo de su aflicción, con una expresión psicoanalítica tiene que ser “liberada del punto de vista puramente
que jamás olvidaré”63»*8. sexual. En su reemplazo, me gustaría introducir, en la psicología de
Cualesquiera que hayan sido las causas de ese síncope, y del las neurosis, el punto de vista energético”68. Junto con la “des-libidini-
otro en Bremen, ambos desmayos, concluye Jung, tienen en común la zación” de la libido, Jung marca su diferencia al hablar de los sueños.
fantasía del asesinato del padre. El fantasma de la horda primitiva, La “solidez de la teoría de la realización de deseos” concede, es cosa
entonces, fue un desencadenante. Pero, lanzando una flecha capricho­ cierta, “pero esa forma de interpretar los sueños toca apenas la su­
sa, yo prestaría atención al significante “Momia”. Los cadáveres mo­ perficie, y se detiene ante el símbolo”69. Más aún: en algunos aspec­
mificados en el primer desmayo; Amenofis en el segundo. No olvidar tos, como en la cuestión del poder70, él “coincidía por completo con
que Amenofis, con su nuevo nombre dinástico de Akhenatón, será fi­ Adler”71. La disidencia alcanzó su punto cismático.
gura protagónica en el Moisés y la religión monoteísta de Freud. Ha­ Exactamente antes de la guerra, en el invierno de 1914, Freud
blando de momias, resulta interesante que Anzieu ligue el episodio trabajaba en dos textos cuya finalidad era dar cuenta de las aposta-
de los desmayos con el sueño de la Autodisección64. En ese sueño, sías de Adler y Jung. Elaboraba una impasse con un ataque frontal
Freud ve las piernas y su propia pelvis disecadas y, en un segundo sin descuidar los flancos, para decirlo con una metáfora bélica ade­
tiempo, recupera la parte inferior de su cuerpo, pero sus piernas des­ cuada al momento. El Narzissmus72 se constituía en una sofisticada
fallecen y él tiene que ser cargado por un fornido guía alpino (¿una arma teórica. “Contribución a la historia del movimiento psicoanalíti
anticipación de Jung?). co”73, apodada “Bomba” por los todavía imberbes Señores del Anillo,
Jones hace una observación interesante al ligar los desmayos era un panfleto. La bomba explotaría en el campo junguiano.
con la curiosa conmoción que Freud sufrió en la Acrópolis en 1904, y Después del tenso y malogrado congreso en Munich, con sus gri •
que el propio Freud relacionó con el hecho de haber realizado el deseo tos y desmayos, la ruptura con Jung era inminente. Los dos hombres
prohibido de superar al padre65. » / no se hablaban, pero Jung todavía sobrevivía en la presidencia de lí.
En los dos episodios de desmayo con Jung (y probablemente en el IPA. A Freud lo encolerizaba que tanto Adler como Jung siguieran
desmayo con Emma Eckstein) se tiene la impresión de un Freud llamando “psicoanálisis”*9 a su práctica.
aplastado por la tormenta interior de sus emociones. Tal vez el sínto­ El cisma era preocupante, pero el mapa psicoanalítico se había
ma era señal de capitulación; quizá no soportaba un conflicto cara a ampliado. En torno de la dividida Viena y de la rebelde Suiza estaban
cara. Ésa fue la conclusión que sacó Jung: “Él no podía soportar una las Asociaciones inglesa, alemana y húngara. Gay, removiendo archi­
palabra de crítica. Igual que una mujer, que si la colocamos frente a vos, encontró una circular de Abraham con “la propuesta de que en
una verdad desagradable, se desmaya”66. mayo [de 1913J, los grupos psicoanalíticos de Berlín. Londres. Viena

*8 . Según Jones, en ese momento Freud murmuró: “ ¡Qué pacífico es mo­ u Si bien es cierto que Adler, ya antes de 1910, llamaba a su doctrina
rir!” (Ernest Jones: A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janeiro, anaUtica*a *ní^ v*<*ua^» ^ «íung pronto denom inará a la suya “psicología
Imago, II, pág. 155).

18 19
y Budapest exigiesen la renuncia de Jung. No sorprende que, a la ca­ Jung recuerda el episodio del análisis cruzado de los sueños, al
beza del memorando, dirigido sólo a unos pocos, haya escrito «¡Confi­ que más tarde se referirá en sus Memorias:
dencial!»”74 Hubo muchas discusiones sobre la táctica para librarse K /
del suizo. Frente al enemigo, los vínculos se estrecharon. Los miem­ Nuestro análisis, usted debe recordarlo, llegó a su fin por su ob­
bros del Comité Secreto intercambian fotos, y Freud le comunica a servación de que «no podría someterse al análisis sin perder su
Abraham que “su fotografía ocupará el lugar de la de Jung en la pa­ autoridad». Esas palabras quedaron grabadas en mi memoria co­
red de mi consultorio”75. Abraham, fortalecido, reitera la sugerencia mo un símbolo de todo lo que sucedió”80.
de que los presidentes de las filiales repudien a Jung. Jones reco­
mienda prudencia, y su intuición es certera: el 30 de abril de 1914, La respuesta de Freud es sorprendentemente serena:
Jung presenta una renuncia que el Comité no esperaba. Abraham es
nombrado presidente interino. No debe temer que yo encuentre impropio su “nuevo estilo”. Con­
¿Qué estará planeando Jung?, se pregunta el Comité Secreto, y sidero que, en las relaciones entre analistas, como en el propio
Freud responde con una “inverdad”: “... ésa cuestión nos es indiferen­ análisis, toda forma de franqueza es permisible. También yo fui
te”76. Él mismo, de hecho, recogía informaciones sobre el grupo de Zu- perturbado, durante algún tiempo, por el abuso del psicoanálisis
rich, y durante algún tiempo temió que Oskar Pfister se uniera al al cual usted se refiere, o sea en polémicas, particularmente con­
enemigo. Tenía razón para preocuparse. Jung, presidente de la Aso­ tra las nuevas ideas. No sé si existe algún modo de prevenir esto
ciación Psicoanalítica Internacional, era conocido mundialmente co­ enteramente; por el momento sólo puedo sugerir un remedio ca­
mo el propio Freud quiso que lo fuese: como el Número Dos. sero: que cada uno de nosotros preste más atención a su propia
Finalmente, la guerra. En carta a Jung, Freud dice que el des­ neurosis que a la del prójimo81.
mayo de Munich fue causado por una jaqueca, “más un factor psíqui­
co que no tuve tiempo de investigar”. A eso se suma la presencia de La relación acaba. A fin de año se encontraron en el Congreso
“un poco de neurosis que realmente necesito investigar”77. Según Co­ Psicoanalítico de Munich, donde, después del segundo desmayo, hubo
lín Wilson, esta admisión fue para Jung como “oler sangre”. Él cruel un intento de reconciliación. Jung aclaró satisfactoriamente el equí­
heredero saltó, implacable, para alcanzar la yugular. Su carta co­ voco de Kreuzlingen. Pero, en una carta ulterior a ese congreso, co­
mienza así: metió un “lapsus freudiano”: “Ni aún los amigos de Adler me conside­
ran uno de los vuestros”, cuando lo que realmente quería decir era
Küsnacht, Zurich, 3 de diciembre de 1912 “uno de ellos”82. Freud, lógico, martilla sobre el lapsus y su obvia in­
terpretación lleva, como última gota de agua, a la explosión final.
Esta carta es una tentativa atrevida de acostumbrarlo a mi esti­ Jung, en su respuesta, comienza por decir que la técnica de tra­
lo. Por lo tanto, ¡cuidado! tar a sus discípulos como pacientes era un error colosal:

Querido Profesor Freud, De esa manera usted obtiene hijos serviles o chiquilines impu­
dentes (Adler-Stekel y toda la pandilla insolente que ahora cam­
Mis mejores agradecimientos por un pasaje de su carta en el bia de rumbo en Viena). Soy suficientemente objetivo como para
que habla de un “poco de neurosis” de la cual todavía no se libró. darme cuenta de la celada. Usted anda por ahí, husmeando todo
Ése “poco”, en mi opinión, debe ser un hecho tomado muy en se­ cuanto es acto sintomático en torno suyo, reduciendo de ese modo
rio ... Sufrí con ese poco en mis contactos con usted, aunque us­ a todo el mundo al nivel de hijos e hijas, que confiesan con rubor
ted no lo haya comprendido adecuadamente cuanto intenté acla­ la existencia de sus faltas. A todo esto usted se instala en la cima
rar mi posición78. como un padre, sintiéndose un santo83.
*

Luego viene la segunda dentellada: A continuación sobreviene lo insólito:


En cuanto a ese poco de neurosis, permítame llamarle la aten­ Por pura obsecuencia, nadie se anima a tomatal profeta por las
ción sobre el hecho de que usted abre La interpretación de los barbas y preguntarle, de una vez por todas, qué le diría a un
sueños admitiendo en tono de lamento su propia neurosis - el paciente que tiene tendencia a analizar al analista y no a sí mis-
sueño de la Inyección de Irma: identificación con el neurótico que jn° ... Escuche bien, mi estimado Profesor, mientras usted transi­
necesita tratamiento. Muy significativo79. ese tipo de cosas, no doy un rábano por mis acciones sintomá-

20 ! 2 1
ticas; ellas desaparecen ante el formidable rayo de luz de mi her­ tos, de pie contra la pared, bramaron: Queremos ver a Dios. ; Dónde
mano Freud84. está? ¿Murió?”*10
V
Tal vez la mayor contribución de Jung, paradójicamente, esté re­
“¡... hermano Freud”! lacionada con el concepto freudiano del narcisismo. La cosa comienza
con la noción de “introversión”. Ese término, introducido en 1910, ba­
Ésta es la carta más reveladora que Jung haya escrito. No cabe se de la primera tópica jung;uiana, designaba el desprendimiento de
duda de que el suizo podía pegar duro. Abría el juego y declaraba su la libido de sus objetos exteriores y su retirada al mundo interior. Así
independencia. El discípulo, a esta altura, había alcanzado fama in­ se llena un vacío en la interpretación de la patología paranoica de
ternacional, aunque su lugar se debía en gran parte a su posición co­ Schreber. Éste sería el primer momento del circuito del narcisista.
mo primer lugarteniente freudiano. Lo que deseaba, realmente, era Freud le reconoce mérito: “Una precondición invariable e indispensa­
continuar en el movimiento psicoanalítico, siempre y cuando fuese re­ ble en todo comienzo de psiconeurosis es lo que Jung apropiadamente
conocido como su principal teórico. “Una especie de Platón para el Só­ denomina «introversión»” 93.
crates de Freud”85. El problema inicial que vinculó a ambos hombres fue el mecanis­
La respuesta del Profesor, una vez más, fue blanda, ya que la­ mo psíquico subyacente de la demencia precoz. Esa aproximación to­
mentó “que mi mención del lapsus lo haya irritado tanto”86, pero eso mó forma en el interés de Freud por el caso Schreber, “el gran intro­
no reflejaba sus sentimientos. Ese “hermano Freud” fue, realmente, vertido”, gracias a una recomendación de Jung. Freud, para explicar
la gota de agua que colmó la copa. En carta a Jones, se quejó de que la fantasía de “fin del mundo”, adujo una proyección del caos “inter­
Jung le hubiera escrito “una carta con la máxima insolencia”87. no” como una verdadera implosión del mundo externo. Pero no quedó
Esa “carta no puede ser respondida”, se lamenta Freud88. Jung satisfecho con esa explicación, ya que no daba cuenta de los efectos
había violado una “convención entre analistas que establece que las sobre las pulsiones del yo. Entonces, en “ausencia de una teoría de
acusaciones de neurosis son golpes bajos”. Por lo tanto - y aquí viene las pulsiones bien fundamentada”, se consideraron dos hipótesis: ha­
el corte-, “propongo que abandonemos enteramente nuestras relacio­ bía que presumir que la libido sexual coincide con los “intereses en
nes personales”89. Fin de una relación. general”, o que un trastorno en la distribución de la libido ejerce un
Todo esto sucedía en vísperas del Congreso de Munich, que se iba efecto negativo sobre el yo94. Jung, en Wandlungen II (1912), cita tex­
a realizar en setiembre de ese año bajo un cielo tormentoso. Jung tualmente ese pasaje crucial del ensayo freudiano, y opta por la pri­
ejerció la presidencia de una manera —según Jones—“poco amistosa e mera de las dos alternativas, o sea la de que la libido coincide con el
incorrecta”90. Fue reelegido en una votación que refleja el mar de fon­ “interés en general”, expresión que subrayó en su texto. Argumenta­
do y también la poca información de los congresales. Tuvo a su favor ba que el psicótico aleja del mundo exterior no sólo sus intereses se­
55 votos; hubo, empero, 22 abstenciones. xuales, sino toda su potencia afectiva. Este monismo de Jung tenía
Los biógrafos de Freud no mencionan los efectos de las rupturas que ser refutado.
de los disidentes. Las cabezas ruedan, y ellos simplemente son borra­ Como lo señala Seleznick, a “Freud [le] tomó más de un año res­
dos del mapa. Jung se lamenta de lo doloroso del alejamiento. “Des7 ponder a los argumentos de Jung, ya que se vio obligado a realizar
pués de la ruptura con Freud, todos mis amigos y conocidos se sepaj una revisión de su teoría de la libido para aceptar el desafio”95. Allí
raron de mí. Mi libro dejó de ser considerado una obra seria. Riklin y comienza el desenlace, que se abre en el texto “Introducción del narci­
Maeder fueron los únicos que quedaron a mi lado. Pero yo había pre­ sismo . Ya en la segunda página se traza la distinción: al retirarse
visto mi soledad y no me ilusioné acerca de las reacciones de los pre­ e mundo exterior, el psicótico fija la libido en su yo; el neurótico re­
suntos amigos ... Vi que el capítulo «El sacrificio*» representó real­ lene una imagen de los objetos, razón por la cual no pierde su rela­
ción con la realidad.
mente mi sacrificio”91.
Los años pasaron. En su autobiografía Memorias, sueños, refle­ En a con^roversia fue muy fructífera para la teoría psicoanalítica.
xiones, Jung comienza diciendo: “Mi vida es la historia de un incons­ 68 ensayo sobre el narcisismo, el conflicto entre pulsiones del yo
ciente que se realizó”92. No cabe duda de que Jung fue otro gigante
por propia naturaleza. Tuvo una vida plena, con salud, dinero, amor,
éxito y aventura. Su famosa “tendencia poligámica” lo llevó a encruci­
jadas románticas; es el héroe de la novela de Morris West El mundo sus “S ie te ^ g° rV ^„ate8on °PÍna que Jung estaba psicótico cuando escribió
de cristal, que narra su aventura con Magda von G. Pero en su misti­ gory B atP ^rm£neS y que ese texto le permitió recuperar su equilibrio (Gre-
cismo fue demasiado lejos para mi gusto. El segundo de sus Siete ser­ House, póg 455) * *° Echoio^ ° f Mind> 1972> Nueva York, Random
mones a los muertos comienza así: “En medio de la noche, los muer­

22 23
y pulsiones sexuales es sustituido por un nuevo dualismo de libido te*11. Para Jung, “un hombre que sueña con una joven muy triste
del yo y libido objetal. Al mismo tiempo, se postula que parte de las puede estar expresando su propia tristeza” y era típico del suizo
pulsiones del yo son no-libidinales, dejando así abierto el camino para pensar que un hombre podía haber perdido contacto con su feminei­
las revisiones finales de la teoría de la libido que Freud presentaría dad (“anima”), de igual modo que muchas mujeres sufren por la fal­
en Más allá del principio de placer, y que desarrolló plenamente en ta de acceso a su faceta masculina (“animus”). Siguiendo ese princi­
El malestar en la cultura. pio autorregulador, “en el hombre, el inconsciente tiene rasgos
El inconsciente, por su parte, fue un verdadero minué metapsi- femeninos; en las mujeres, masculinos ..»”105. En realidad, son va­
cológico. Para Freud, el inconsciente era primordialmente hijo de la rias las contribuciones de Jung en este campo. Analistas como Ma­
represión. Jung, en cambio, consideraba sus propiedades creativas, rión Milner, Winnicott y Rycroft hablan de un inconsciente crea­
y veía en lo desconocido por lo menos tanta fuerza de vida como de tivo106.
muerte. De ahí las opiniones contrapuestas sobre el papel de la fan­
tasía. Freud llegó a afirmar que una persona feliz nunca fanta­ Para la psicología analítica “los sueños pueden contener verda­
sea...”96 El suizo, en cambio, escribe: “Tengo a la fantasía en alto des finales, proclamas filosóficas, ilusiones, fantasías extravagantes,
concepto. Para mí es el aspecto maternalmente creativo del hombre recuerdos, planes, premoniciones, experiencias irracionales, incluso
masculino ... Como dice Schiller, el hombre es completamente hu­ visiones telepáticas”107. Jung coincidía con Nietzsche en que ellos an­
mano sólo cuando juega”97. A juicio de Freud, los sueños no son ticipan la verdad. Maeder, discípulo de Jung, también habló de la
creativos. Su razón de ser: la realización de deseos, la extinción pul- “tendencia prospectiva de los sueños”108. En mi hipótesis final del
sional. Para Jung el soñante puede estar buscando una solución éti­ sueño de la Inyección de Irma, yo mismo soy junguiano.
ca98. En este punto, muchos analistas son junguianos sin saberlo,
comenzando por el propio Freud cuando analiza su sueño en el que
pierde la cartera99- Tanto Lacan como Erikson interpretan el sueño NOTAS
de Irma como una producción onírica destinada a descubrir el psi­
coanálisis100. Jung señala que Freud “también les atribuye a los
sueños una función compensatoria en la medida en que preservan el 1. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
dormir”. Companhia das Letras, pág. 364n.
Jung rechaza asimismo la distinción trazada por Freud entre 2 . Aldo Carotenuto, Una secreta simetría: Sabina Spielrein entre Freud y
contenido manifiesto y contenido latente. El mensaje está contenido Jung, 1980, Barcelona, Gedisa, pág. 47.
en todo el sueño, como posteriormente lo pensó Erikson. El suizo, en 3. Carta de Jung a Sabina del 30 de junio de 1908; ibíd., pág. 86.
sus Memorias, señala: “Nunca pude concordar con la afirmación de 4. Ibíd.,
5. Cartapág.
de Sabina
79. Spielrein del 9 de junio de 1909, ibíd., pág. 194.
que el sueño era una «fachada» tras la cual permanece oculto su sig­
nificado: un significado ya conocido pero negado «maliciosamente», 6. Carta de Jung a Freud del 7 de marzo de 1909, Freud-Jung, Corres­
por así decirlo, a la conciencia. Para mí todos los sueños son una par­ pondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 257.
7. Ibíd.
te de la realidad que no abriga intenciones de engañar, sino que ex­
presa algo de la mejor manera que puede”101. 8 . Carta de Freud a Jung del 9 de marzo de 1909, ibíd., pág. 260.
Jung tenía la opinión de que “entre lo consciente y lo inconscien­ 9. Carta de Jung a Freud del 11 de marzo de 1909, ibíd., pág. 262.
te existe una relación compensatoria y ... el inconsciente siempre tra­ 10. Carta
rotenuto, de pág.
op. cit.f Sabina
193Spielrein
. a Freud del 30 de mayo de 1909, Aldo Ca­
ta de completar la parte consciente de la psique, agregándole las par­
tes que faltan, con lo que impide un desequilibro peligroso”102. En su 11. Carta
pondencia de Freud
completa, pág. a277.
Jung del 3 de junio de 1909, Freud-Jung, Corres­
concepción monista, la mente es “un sistema autorregulado que man­
tiene su equilibrio de la misma manera que el cuerpo... La existencia 12. Cf. C. G. Jung, “The Freudian Theory o f Hysteria”, CW, IV.
de demasiado poco de un lado produce, como consecuencia, mucho del 13. Carta
pondencia de Jung
completa, pág.a 279
Freud
. del 4 de junio de 1909, Freud-Jung, Corres­
otro”103. 14. Ibíd.
Hay otro punto en el que la mayoría de los analistas también
son junguianos sin saberlo104. Se trata de la idea de que los perso­ 15. Carta de Freud a Jung del 7 de junio de 1909, ibíd., pág. 281.
najes oníricos pueden representar aspectos del yo del soñante.
Freud, al interpretar el contenido latente, creía que los personajes
del sueño representaban a personas de la vida pasada del soñan-

24 25
49. Frank J. Sulloway, Freud, biologiste de iesprit, 1981, París, Fayard.,
16. Ibíd. pág. 414.
17. Ibíd. 50. C. G. Jung, The Theory o f Psychoanalysis, 1913, CWy IV, pág. 107.
18. Carta de Sabina Spielrein a Freud del 7 de setiembre de 1909, citada
51. Ibíd., IV, pág. 107.
por J. M oussaieff Masson, Against Therapy, Ernotional Therapy and the
52. Frank J. Sulloway, op. cit.y pág. 416.
Myth o f Psychological Healing, 1988, Nueva York, Atheneum, pág. 173.
19. Carta de Jung a Freud del 21 de junio de 1909, Freud-Jung, Corres­ 53. Carta de Emma Jung a Freud del 30 de octubre de 1911, citada por
Peter Gay, op. cit.ypág. 215.
pondencia completa, pág. 287. 54. C. G. Jung. Memorias, sonhos, reflexóes, pág. 149.
20. Carta de Freud a Sabina Spielrein del 24 de junio de 1909, citada
55. Ibíd., pág. 149.
por J. Moussaieff Masson, op. cit., pág. 175. 56. Ibíd., págs. 149-50.
21. Carta de Freud a Sabina Spielrein del 20 de enero de 1913, Aldo Ca-
57. Carta de Jung a Freud del 17 de mayo de 1912, Freud-Jung, Corres­
rotenuto, op. cit., pág. 100. pondencia completa, pág. 574.
22. Nicole Kress-Rosen, Trois figures de la passiony Springer-France,
58. Carta de Freud a Jung del 13 de junio de 1912, ibíd., pág. 579.
1993. • i. ' 9 • J i
59. Carta de Jung a Freud del 11 de noviembre de 1912, ibíd., pág. 585.
23. Prólogo de Bruno Bettelheim a Aldo Carotenuto, op. cit., pág. 34
60. Ibíd. . '
24. SE, XXII, pág. 103.
25. S. Spielrein, “Die Destruktion ais Ursache des Werdens”, Jahrbuch 61. Carta de Freud a Jung del 14 de noviembre de 1912, ibíd., pág. 587.
für psychoanal. und psychopath. Forschungeny 1912, págs. 465-503. 62. Carta de Freud a Ferenczi del 26 de noviembre de 1912, Sigmund
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 454.
26. Peter Gay, op. cit.y pág. 364. .. ,
27. Carta de Freud a Jung del 30 de noviembre de 1911, Freud-Jung, 63. C. G. Jung. Memorias, sonhos, reflexóes, pág. 142.
64. Didier Anzieu, A auto-análise de Freud e a descoberta da psicanálise,
Correspondencia completa, págs. 534-5. 1989, Artes Médicas, Porto Alegre, pág. 323.
28. Carta de Ferenczi a Freud del 14 de julio de 1911, Sigmund Freud-
65. Ernest Jones, op. cit.y II, pág. 155.
Sandor Ferenczi, Correspondancey 1992, Calman-Levy, pág. 312.
29. Carta de Ferenczi a Freud del 3 de diciembre de 1911, ibíd., pág. 66. C. G. Jung. Memorias, sonhos, reflexóes.
67. Carta de Freud a Jung del 29 de noviembre de 1912, Freud-Jung,
334. Correspondencia completa, pág. 394.
30. Carta de Freud a Gizela Palos del 11 de febrero de 1917, citada por
Andró Haymal en “De la correspondance (avec Freud) au Journal (de Ferenc­ 68 . C. G. Jung, “On Psychoanalysis”, conferencia pronunciada en el 27°
zi f , Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, 1989, II, pág. 171. Congreso Internacional de Medicina, 1913, publicada como “Psychoanalysis
31. Carta de Jones a Freud del 13 de julio de 1911, R. Andrew Paskau- and Neurosis”, en Jung, Freud and Psychoanalysis, pág. 247.
sas (comp.), The Complete Correspondence o f Sigmund Freud and Ernest Jo­ 69. Carta de Jung a Freud del 29 de julio de 1913, Freud-Jung, Corres­
pondencia completa, pág. 621.
nes, 1908-1939, 1993, Londres, Harvard University Press, pág. 110.
70. C. G. Jung, Memories, dreams, reflections, 1989, Nueva York, Vinta-
32. Ibíd. ge Books, pág. 153.
33. Carta de Freud a Jones del 8 de noviembre de 1912, ibíd., pág. 170.
71. Jung, “Psychoanalysis”, conferencia pronunciada en la Sociedad Psi-
34. Ibíd. comédica de Londres el 5 de agosto de 1912, incluida en Jung, Freud and
35. Peter Gay, op. cit., pág. 182. Psychoanalysis, pág. 240.
36. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
72. SE, XIV, págs. 67-103.
ro, Imago, II, pág. 409. / 73. SE, XIV, págs. 7-66.
37. Carta de Freud a Jones del 2 de junio de 1912, R. Andrew Paskausas
74. Peter Gay, op. cit.y pág. 226.
(comp.), op. cit.y pág. 285. j
38. Carta a Ferenczi del 29 de diciembre de 1910, Sigmund Fréud-Sarí- 75. Carta de Freud a Abraham del 16 de marzo de 1914, A Psycho-
analytic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-
dor Ferenczi, Correspondance, pág. 256. 1926, 1965, Nueva York, Basic Books, pág. 188.
39. Ernest Jones, op. cit.f II, pág. 149.
76. Carta de Freud a Ferenczi del 24 de abril de 1914, Sigmund Freud-
40. Ibíd., II, pág. 150. Candor Ferenczi, Correspondance, pág. 589.
41. Ibíd., II, pág. 151.
42. P. Roazen, Freud y sus discípulos, pág. 257. 77. Carta de Freud a Jung del 29 de noviembre de 1912, Freud-Jung,
orrespondcncia completa, pág. 594.
43. Carta de Jung a Jones, citada en Ernest Jones, op. cit.y II, págs. 148-49.
44. C. G. Jung. Memorias, sonhos, reflexóes, Nova Fronteira, Río de Ja­ 78. Carta de Jung a Freud del 3 de diciembre de 1912, ibíd., págs. 595-6.
79. Ibíd.
neiro, 1962, pág. 135. 80. Ibíd., pág. 596.
45. Ibíd., págs. 135-6.
81. Carta de Freud a Jung del 5 de diciembre de 1912, ibíd., pág. 599.
46. Ibíd., pág. 136.
82. Carta de Jung a Freud del 14 de diciembre de 1912, ibíd., pág. 604.
47. Ibíd.
83. Carta de Jung a Freud del 18 de diciembre de 1912, ibíd., pág. 606.
48. Ibíd., pág. 137.

26 27
84.
85. Ibíd.
Colín Wilson, Jung, señor del mundo subterráneo, 1984, Buenos Ai­

res, Urbano, pág.


86 . Carta de 89.
Freud a Jung del 22 de diciembre de 1912, Freud-Jung, Co­
CAPÍTULO 34
rrespondencia
87. Carta completa,
de Freud pág. 608.del 26 de diciembre de 1912, The Complete
a Jones
Correspondence de Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. 186. ADLER Y EL GOLPE DE NUREMBERG
88 . Carta de Freud a Jung del 3 de enero de 1913, en Peter Gay, op. cit.y

pág. 610.
89. Ibíd. ¿En qué punto estaba la Causa, en vísperas del Segundo Congre­
90. Ernest Jones, op. cit.yII, pág. 156. so de Nuremberg? Después de la Circular de Roma de 1907 y de la
91. C. G. Jung. Memorias, sonhos, reflexoesypág. 150.
creación de la sociedad vienesa, Freud comienza a pensar en una aso­
92. Ibíd., pág. 19. ciación internacional. Tiempos triunfalistas. Las noticias del otro la­
93. SE, XII, pág. 75. do del Atlántico no podían ser más auspiciosas. Stanley Hall escribe
94.
95. Ibíd.
S. T. Selesnick, “C. G. Jung” , A historia da psicanálise através de que, en el Congreso de Psicología de Harvard, se había dedicado toda
una tarde al psicoanálisis. En una carta entusiasmada a Jung, Freud
seus pioneirosypág. 88 . le dice: “Estoy convencido de que la bandera del psicoanálisis debe
96. SE, XII, pág. 152.
97. C. G. Jung, “The aims o f psycotherapy”, 1931. flamear sobre el territorio de la vida amorosa normal ...wl. La victoria
98. C. G. Jung, The Development o f Personality, CW, XVII. de Eros. En esa misma carta, reflexiona sobre un proyecto que revela
99. su disposición institucionalizadora: “Me pregunto, aunque la idea no
100.SE,
E. VI, pág. 237. “The dream specimem o f psychoanalysis” , J. Amer.
H. Erikson,
está madura, si nuestros partidarios no podrían afiliarse a una orga­
Psychoanal. Ass.y 1954, II, págs. 5-56. nización mayor con fines prácticos”2. “Partidarios”, palabra nueva en
101. C. G. Jung. Memorias, sonhos, reflexóes, pág. 145.
102. C. G. Jung, “General aspects o f dream psychology”, 1916, CWyVIII, el vocabulario freudiano. Le pide su opinión al Príncipe Heredero:
“Hay una Fraternidad Internacional por la Ética y por la Cultura que
pág. 45. se constituye ... y cuyo gran incentivador es un farmacéutico de Ber­
103. Ibíd., CWyVIII, pág. 51. na, Knapp, que acaba de visitarme. ¿No sería oportuno que ingresá­
104. Paul Roazen, op. cit.y págs. 297-8.
105. Jung, The Practice o f Psychotherapyy pág. 15. ramos todos?”3
106. A. Samuels, Jung e os pós-junguianos, 1989, Río de Janeiro, Imago, Era una liga antialcohólica con Forel como presidente. Jones con­
cluye: “Nada resultó de este intento, que fue luego sustituido por la
pág. 27.
107. C. G. Jung, “On the nature o f dreams”, 1945, CWyVIII, pág. 237. formación de una asociación puramente psicoanalítica”4. Cabe la pre­
108. C. G. Jung, The Practice o f Psychoterapy, pág. 147. gunta: ¿por qué una liga antialcohólica para bosquejar su propia in­
ternacional?
Creo que el asunto pasa por el alcohol - el alcohol como carnada.
La propuesta de Knapp era suscrita por el renombrado Forel. Bleu-
ler, discípulo y sucesor de Foreln , participaba de la cruzada. La es­
cuela de Zurich se proclama abstemia con sello de garantía suiza. La
consulta del Profesor quizás estuviera destinada a agradar a los sui­
zos y a encaminar la perversa criatura psicoanalítica por la senda de
a av^^er^ a<l y la moral. Momento Schnorrer.
r reud desiste de la idea porque Jung, irónicamente, responde
4 e la religión sólo puede ser reemplazada por la religión”5. Jung,

Ti V ^u^us^° Forel (1848-1931) fue la piedra fundamental de Burghólzli.


(1866-lQ ^ff randeS discíPulos: Eugéne Bleuler (1857-1939) y Adolf Meyer
50), el padre de la psiquiatría dinámica norteamericana.

29
28
como señala Roustang, tiene el arte infausto de pinchar todos los glo­ tro privado con el Profesor en Viena. Éste, en carta a Jung, declara:
bos freudianos. De hecho, ya salido del capullo del espléndido y som­ “La compañía de Ferenczi, el domingo pasado, fue un alivio para mí,
brío ostracismo, Freud comenzaba a gozar de cierta reputación en pues tengo en él una confianza total y puedo conversar con él sobre
Viena; no solamente entre los estudiantes, donde era casi un objeto las cosas que de hecho me importan”. Freud no informó a Jung de las
de culto, sino en la clase intelectual en general. A la sazón estaba ter­ cosas que le importaban11.
minando su Leonardo, acosado por calambres de escritor. Acababa de Encontramos claramente formulada por primera vez la incompa­
tener la primera entrevista con el Hombre de los Lobos, y estaba en­ tibilidad entre democracia y psicoanálisis. Retomaremos este impor­
tusiasmado con la Verlag, atareándose en la corrección de pruebas de tante punto al hablar de la Psicología de las masas.
las cinco conferencias de Worcester. El congreso tuvo lugar el 30 y 31 de marzo de 1910. El primer día
El devenir de la historia se comprende mejor si comenzamos con fue dedicado a las contribuciones científicas. Hubo cinco en total.
dos cartas que Freud escribe a Ferenczi y Jung los días Io y 2 de ene­ Freud abrió la marcha con “Las perspectivas futuras de lá terapia
ro de 1910, tres meses antes del Congreso de Nuremberg. Cartas de psicoanalítica”; Abraham presentó “Psicoanálisis del fetichismo”. Hu­
año nuevo, década nueva y planes nuevos. A Ferenczi: “¿Qué piensa bo aportes de tres ilustres desconocidos: Marcinowsky, Stegmam y
de una organización más rigurosa, con la formación de una asociación Honegger. En total, una pobrísima cosecha. En el trabajo de Freud no
y una pequeña contribución? ¿Cree que será provechosa? Le escribí había nada nuevo. Como él dijo, “escogí un tema práctico para esta
unas palabras a Jung sobre el asunto”6. conferencia inaugural, con miras a despertar en ustedes su interés
Las palabras a Jung fueron: “En ese momento [en el Congreso de médico y no científico”12. El trabajo de Abraham exponía un caso de
Salzburgo] la preocupación dominante era conocernos e intercambiar fetichismo de corsé13, de tipo stekeliano, de poco interés. Jones, siem­
ideas sobre lo que había que decir y realizar. La consecuencia natural pre ufano, comentá que “la parte científica tuvo mucho éxito y demos­
fue la fundación del Jahrbuch, que pasó a asumir esa función. El Pró­ tró lo provechosas que eran las nuevas ideas”14. ¿Qué nuevas ideas?
ximo Congreso, por tanto, podrá dedicarse a otras tareas, como la dis­ Las ponencias de Nuremberg no se comparan con las de Salzburgo,
cusión y la organización de algunos puntos de importancia básica. Me dos años antes, donde Freud disertó sobre el Hombre de las Ratas; el
inclino por pocas y bien escogidas conferencias y por prestar una tema de Abraham había sido “Diferencias psicosexuales entre demen­
atención mayor a la cuestiones prácticas relacionadas con el presente cia precoz e histeria”; el de Jung, “Demencia precoz”; el de Stekel,
y el futuro inmediatos. ¿Qué le parece?”7 “Histeria de angustia”; el de Adler, “Sadismo en la vida y neurosis”, y
Jung no responde o responde indirectamente, pidiéndole que “se Jones introdujo la noción de racionalización. El vaticinio de Freud se
presente al Profesor material clínico”, que trate de “arrancar a sus cumplió. Salzburgo fue un congreso científico; Nuremberg, político. El
discípulos una u otra conferencia”8. La respuesta de Ferenczi es mu­ calambre de escritor del Profesor sería el síntoma de los tiempos.
cho más significativa: El segundo día se dedicó a los informes. Stekel presentó un tra­
bajo sobre simbolismo*2. Jung narró la experiencia de Worcester. El
Yo no pienso que la concepción psicoanalítica del mundo conduz­ plato fuerte fue el aporte de Ferenczi, titulado “Sobre la necesidad de
ca al igualitarismo democrático. La elite espiritual de la humani­ una mejor unión entre los adeptos a las enseñanzas de Freud, con su­
dad debe conservar el predominio; creo que Platón preconizó algo gerencias para una organización internacional permanente”.
semejante9. [El énfasis en “elite espiritual” es de Ferenczi.] Jones narra que “después del programa científico, Ferenczi se pro­
0
nunció sobre la futura organización analítica. Hubo de inmediato una
Freud entra en la misma onda: “Ya alguna vez pensé en la ánalo- ola de protestas. En su presentación, el húngaro hizo algunas observa­
gía con la hegemonía de los filósofos platónicos”. Acto seguido, reco­ ciones muy despectivas sobre la calidad de los analistas vieneses, y su­
mienda cautela: girió que el centro de la futura administración fuese Zurich, con Jung
como presidente. Cabe decir que Ferenczi, a pesar de su encanto perso­
Le encarezco, por su propio bien, que tenga cuidado en lo que nal, tenía un lado decididamente dictatorial, y algunas de sus propues­
concierne a la organización10. ta fueron más allá de lo habitual en los círculos científicos”15.

Varias cosas se desprenden de este intercambio de cartas. Cuan­


do Freud pide cautela, eso significa que existe un plano político deba­
jo del tapete. Segundo, parece ser que Jung quedó fuera de la conspi­
ración. Respaldando la tesis del complot, es interesante consignar ‘ 0nce82rellgaf™ e r s?mhnT la proPuest* d« investigar la cuestión, hasta en-
que Ferenczi viajó, el día 2 de febrero, desde Budapest a un encuen- Ahraham, Maedér y Stekel ,8m° P“ * d,Ch° fin 86 f° rmó una comisión con

30 31

k
El informe de Ferenczi, a pesar de la crítica de Jones, fue polémi­ Por eso, él observa que
co y fundamental. Abordaba los elementos primordiales de la institu-
cionalización de la nueva ciencia y se trató del primer documento que La mayoría, habituada al orden y a la disciplina, encuentra [en
encaró la transmisión del psicoanálisis. Es curioso que este antepro­ la desorganización] un alimento que nutre sus resistencias. Por
yecto de estatuto haya sido redactado por el más informal de los psi­ último, no hay que olvidar a las personas timoratas que vacilan
coanalistas, el único de los grandes pioneros que, a pesar de ser padre en tomar partido, pero que estarían muy dispuestas a entrar en
de la propuesta inicial, nunca fue presidente de la IPA. una organización.21
Documento notable, agudo, a veces ingenuo, siempre profético.
La organización allí vislumbrada apunta a un doble objetivo: velar Organización es conservadurismo. Resulta obvio que Ferenczi,
por el cuerpo doctrinario (existencia del inconsciente, papel de la se­ hijo de un revolucionario de la Primavera de los Pueblos, no se hace
xualidad, método interpretativo), y, al mismo tiempo, constituirse co­ muchas ilusiones sobre el tipo de adeptos que el psicoanálisis recluta­
mo foro para un “análisis permanente del psicoanálisis”, un lugar pa­ rá en esa nueva fase. Él teme a los medrosos y recela del encuadra-
ra la “crítica” mutua de sus miembros. miento. Alude a la patología de las asociaciones. En ningún momento
Ferenczi hace una breve historia del movimiento, en la que reco­ pretende minimizar los riesgos de la institucionalización. Anticipan­
noce dos tiempos. Primero, la década heroica del espléndido aisla­ do Tótem y tabú, toma como modelo a la familia, en la que la figura
miento. La hora de la burla y del sarcasmo, cuando el mayor cumpli­ autoritaria del padre domina a los hijos en la pugna por el poder.
do posible para con Freud era lamentar que “semejante talento fuese Además confiesa su propio lugar en la horda:
víctima de tamaño error”16. A continuación Ferenczi discierne una se­
gunda época, marcada por la “aparición de Jung, a quien le cabe el Una prueba, entre otras, deriva del hecho de que aun nosotros,
mérito de haber introducido, con los métodos de la psicología experi­ analistas salvajes y sin organización, condensamos en nuestros
mental, una convalidación de las ideas de Freud...”17. sueños la figura paterna con la de nuestro jefe espiritual. Con
Dicho lo cual, Ferenczi lanza el fósforo encendido junto al barril mucha frecuencia aniquilé y enterré, bajo una forma más o me­
de pólvora, y propone a Jung como presidente de la Asociación Psi- nos disfrazada, al padre espiritual, altamente respetado pero, en
coanalítica Internacional. el fondo, figura molesta a causa de su misma superioridad inte­
En la apertura del documento, Ferenczi deja ver su ambivalencia lectual y que, incluso, presentaba ciertas características de mi
ante el acto de institucionalización, es decir, ante su propia propuesta: propio padre”22.

Como primeros inmigrantes al nuevo continente, hasta el día de Ferenczi, al confesar el contenido de sus sueños, perpetúa el lu­
hoy hemos tenido que sostener una guerra de guerrillas, sin di­ gar de la libertad de la palabra plena, continuando la tradición de la
rección espiritual, sin unidad táctica ...18 Traumdeutung23.
Finalmente, hay una analogía entre el desarrollo del niño y la
Se da cuenta de que vida de las instituciones: “La actual fase autoerótica de nuestra aso­
ciación será sustituida por la fase más madura del amor objetal, en la
En ciertos estratos de la sociedad, fue precisamente ese combate cual la satisfacción ya no se busca en la excitación de las zonas eróge-
no organizado, casi revolucionario, el que conquistó simpatizan­ nas psíquicas (la vanidad, la ambición), sino en los propios objetos de
tes; los temperamentos artísticos, dada su comprensión intuitiva nuestro estudio. Tengo la convicción de que una sociedad psicoanalíti-
de los problemas que nos ocupan, junto con su aversión a todo lo ?? trabajara de ese modo crearía condiciones internas para su ac-
que sea académico, se sumaron a nuestras filas...19 ividad, y que esta sociedad sería respetada en el exterior”24.
Así habló Sandor Ferenczi, el Gran Visir del psicoanálisis.
Pero, junto con sus ventajas, Lxtraño discurso: tan joven en la época, tan viejo hoyen día.
se tra*Se compren(^e mejor la referencia platónica. La elite de la que
la guerra de guerrillas ... supuso inconvenientes considerables. « rata es ,a de «na banda subversiva, dispuesta a conquistar el
La ausencia de una dirección favoreció la proliferación desmedi­ c¡xnevo coní:inente” a cualquier precio. Incluso al precio de la ejecu-
da de las tendencias individualistas de las posiciones científicas sumaria del compañero que claudica.
personales aisladas de algunos [combatientes] en detrimento del Lacair*0 ^eva a Pensar en cómo abre Roudinesco su biografía de
interés común ...20

32 33
Jacques Lacan procuró introducir la peste, la subversión y el de­ 3 de abril de 1910
sorden en el corazón tibio del freudismo vigente. Un freudismo
que, después de haber sobrevivido al fascismo, sabrá adaptarse Q uerido amigo: ^
a la democracia al punto de olvidar la violencia de sus oríge­
nes25. No cabe duda de que fue un gran éxito. Y, sin embargo, noso­
tros dos tuvimos poca suerte. Evidentemente, mi comunicación
La reacción de los vieneses, lógicamente, tenía que ser virulen­ recibió una respuesta tibia; no sé por qué. Tenía mucho para des­
ta. Se sintieron traicionados. La discusión que desencadenó la lectu­ pertar interés ... Su enérgico llamado tuvo la desgracia de provo­
ra del Informe “fue tan áspera que hubo que continuarla al día si­ car tanta contradicción que ellos se olvidaron de agradecerle las
guiente”26. Adler y Stekel se opusieron categóricamente a la im portantes sugerencias presentadas. Toda sociedad es ingrata:
postulación de Jung para el cargo de presidente de la nueva interna­ eso no importa. Pero ambos fuimos un poco responsables por no
cional psicoanalítica. Ellos, que habían sido apóstoles de la primera prever el efecto que tendría sobre los vieneses. Le hubiera sido
hora, se veían postergados de la noche a la mañana. Y, para colmo, fácil om itir enteramente las observaciones críticas y asegurarles
por un grupo de goyim (Binswanger, otro ario, sería el secretario). su libertad científica; así los habríamos privado de buena parte
“Ellos, que -decía el leal Hitschmann- tomados como raza, son com­ de su fuerza. Considero que mi aversión a los vieneses, hace mu­
pletamente diferentes de nosotros, los vieneses...”27 Adler juzgaba cho contenida, se combinó con su complejo de hermano, de modo
que exaltar a los suizos era un error. Mientras que Freud argüía que que nos volvimos miopes34. i
“el anatema impuesto al psicoanálisis llevaba a sus partidarios a
unirse en una organización internacional”, el discípulo era de la opi­ ¿Era miopía o un forcing político destinado a desestabilizar a los
nión que se sobreestimaban los “peligros”. Se trataría del “senti­ disidentes? Al final de la carta, Freud no deja dudas de sus intenciones:
miento de inferioridad” del Profesor28. Los vieneses presentes en Nu-
remberg temían, además de la pérdida de poder, que la “censura” Con el “golpe” de Nuremberg se cierra la infancia de nuestro mo­
propuesta por Ferenczi resultase en “restricciones a la libertad cien­ vimiento; ésta es mi impresión. Espero ahora un rico y promiso­
tífica”29. rio período de juventud35.
Se celebra una reunión de emergencia en la habitación de Stekel.
Motín a bordo del Grand Hotel. El propio Freud, al enterarse del con­ La respuesta de Ferenczi es significativa. Abatido por el “golpe
clave, se apersonó para hacer un apasionado llamado a la fidelidad. de Nuremberg”, rememora una canción húngara que dice “Nadie en
Insistió en la necesidad del apoyo solidario frente a las resistencias la faz de la Tierra es más huérfano que yo”, para concluir:
imperantes. Después, en un gesto dramático, tiró su saco, declarando:
“A mis enemigos les gustaría verme pasar hambre; me despojarían Me sentí conmovido por la profunda tristeza que la decisión de
hasta de la camisa”. Según la versión de Stekel: “Ellos me niegan transferir la dirección a Zurich provocó en Adler36.
hasta la ropa que llevo puesta; no sé si en el futuro me podré ganar el
pan”30*31. “Nunca lo vi tan agitado”, rememora Wittels.32 Abraham, de vuelta del congreso, en marcado contraste, escribe:
Este desplazamiento del centro de poder fue una terrible afrenta
para los miembros de la Sociedad de los Miércoles. A fin de apaciguar Estimado Profesor:
los ánimos, se proyectó una nueva revista, el Zentralblatt für P$y-
choanalyse, cuyos redactores serían Adler y Stekel. Esta publicación Imagino que ha regresado de Nuremberg completamente sa­
-escribe Freud en su “Historia”- “estaba evidentemente destinada a tisfecho. La mayor satisfacción para mí fue comprobar el estado
representar a la Oposición; su objetivo era reconquistar para Viena la de ánimo con que los participantes dejaron el Congreso. Viajé de
hegemonía amenazada por la elección de Jung”33. El propio Jung ya vuelta con Eitingon, Hirschfeld y Koerber y, durante las nueve
era redactor del Jahrbuchy primera revista dedicada exclusivamente horas del trayecto, intercambiamos impresiones sin cesar37.
al psicoanálisis. Con el mismo espíritu, Adler fue nombrado presiden-
te de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, con Stekel en la vicepresi­ He Hpartl r este m°niento, Freud tuvo que defender al Príncipe
dencia. ficad erj/* e sombrios celos generalizados y, en buena medida, justi-
De vuelta a casa, Freud envió a Ferenczi el siguiente “epílogo”, lism°S *a ^e^re P ática se instaló en esa caldera, y el maquiave-
como él lo denominó, sobre el congreso: del c° COma desenfrenado. Incluso Abraham, que retorna eufórico
ongreso, está celoso. Para aplacar los ánimos, Freud le escribe:

34 35

k
Por favor, sea tolerante y no olvide que para usted es más fácil greso. Un rico paciente de Chicago -un McCormick- estaba grave­
seguir mis ideas que para Jung, porque, en primer lugar, usted mente enfermo. Emma Jung toma las riendas y le escribe al aprensi­
es completamente independiente y está más próximo a mi consti­ vo Profesor que su marido “le pide que no se preocupe en absoluto por
tución intelectual a causa del parentesco racial. Él, como cristia­ Nuremberg, porque con toda certeza él estará allí”42 (el énfasis es de
no, hijo de pastor, encuentra grandes dificultades en su camino Emma). Freud, inquieto, comenta en una carta a Pfister:
de acercamiento a mí. Por esa razón su asociación con nosotros es
tanto más valiosa. Casi diría que su aparición ha sido lo que le Todavía no me conforme con el hecho de que usted no irá a Nu
permitió al psicoanálisis evitar el riesgo de convertirse en una remberg. Bleuler tampoco va, y Jung está en América, lo que me
cuestión nacional judía38. causa temor en cuanto a que no pueda volver a tiempo. ¿Qué s T
cedería si mis zunqueses me abandonaran?43
Ese mismo día, Freud le escribe a Jung:
Difícil enfrentar a los vieneses sin los zuriqueses. Aparentemen­
Tengo que pedirle un gran favor. No dejé de percibir que se está te, Jung estaba al margen del complot. Aterrizó en Nuremberg, reple­
abriendo una brecha entre usted y Abraham. Somos tan pocos to de dólares y fue designado primer presidente de la Asociación Psi-
que debemos mantenernos unidos, y una fricción por motivos coanalítica Internacional (IPA). No sabemos cómo reaccionó al hecho,
personales, entre nosotros, es más grave que lo habitual. Consi­ ya que, después del Congreso, él y Freud pasaron un día descansando
dero al hombre [Abraham] de gran valor, y no querría verme for­ en Rothenburg.
zado a prescindir de él, aunque sea evidente que no puede susti­ A modo de resumen: el Congreso de Nuremberg fue magro para
tuirlo a usted ante mis ojos. Tengo, por consiguiente, que pedirle la teoría psicoanalítica, determinante para la doctrina psicoanalítica,
ese favor: trate de prestigiarlo ...39 siniestro para el devenir político del Movimiento. Adler, por su parte,
no se consoló con el evidente premio consuelo: ganaba la presidencia
Existe una chocante duplicidad en estas cartas. A Abraham le di­ de una sociedad local, pero el premio mayor se lo quedaba Jung. El
ce que tenga paciencia con Jung, porque la Causa necesita de él, aun­ nuevo cargo de Adler no lo hizo más dúctil; al contrario: a partir de
que el suizo sea goy*3. En la carta a Jung, le manifiesta que “no que­ allí creció su anhelo de independizarse. Era un hombre ambicioso. No
rría verme forzado a prescindir de Abraham”, aunque la posibilidad le resultaba fácil ser subordinado. En un momento dado, cuenta
de sacrificarlo queda abierta... En este caso Freud sería el Abraham Freud, Adler se le aproximó y le dijo: “¿Piensa que me da tanto placer
bíblico, e Isaac el Abraham psicoanalista. permanecer toda mi vida a su sombra?”44 Según la leyenda, la ambi­
Son los años “políticos”, los años de la enfermedad juvenil del psi­ ción del discípulo era una actitud reactiva a su ya mencionada infan­
coanálisis como institución. cia enfermiza. Adler explica: “En circunstancias favorables, ciertos
Ungir a Jung como “Príncipe Heredero” no era, en modo alguno, defectos de un niño engendran una disposición para un mayor rendi­
sólo una maniobra política, un proyecto frío. “El rostro de Freud des­ miento”45.46.
bordaba alegría siempre que hablaba de Jung: «Éste es mi amado hi­ “Las diferencias científicas de Adler con relación a Freud eran
jo en quien tengo colocadas todas mis complacencias».”40 tan fundamentales -dice Jones- que sólo puedo espantarme, como me
espanté con el episodio Fliess, ante la paciencia [que tuvo Freud] para
Cuando el Imperio que he fundado quede huérfano, únicamente intentar trabajar con él durante tanto tiempo”47. El discípulo era
* Jung podrá heredarlo por entero41. fliessiano en la forma de encarar la bisexualidad humana. El lado fe-
* m m m m « “nrotcstci masculina .
menino del hombre es reprimido y ' d a J an en todos los fren-
Así hablan los Patriarcas. Freud se había identificado desde mu­ Las dificultades entre ambos h£ ” \._maSiado interesado en una
cho antes con Moisés, con el conductor de un pueblo que, en lugar de tes. Freud juzgaba que Adler es a 4s Reconocía que éste era
agradecerle, iba a volverse contra é l ... psicología superficial y en el C0^ L P . psicoanálisis”, pero conc ui
“un campo bastante descuida o P a formas del pensamien o
Jung, en esta historia, más que Príncipe Heredero parece la Be­ que dicho énfasis significaba uni pudo apreciar debidamen-
lla Durmiente. Partió para las Américas veinte días antes del Con­ propias de la vieja psicología. A d e tenci6n se centra en el yo y en los
te los datos psicológicos, porque s nc¡coanálisis comprende las c
procesos conscientes, mientras que P gon los que produ-
sas basándose en el inconsciente y e iCo\ogía profunda. Sin
*3. Expresión peyorativa yídish para “no judío". cen las neurosis”49. Adler naufraga en la psicologi p em-

36 37
bargo, él entendía estar ampliando el dominio de esa psicología pro­ «r g Adler es un pequeño Fliess redivivo y también paranoico,
funda. “El sentimiento de inferioridad -opinaba- no es consciente pa­ qtekel en tanto apéndice, por lo menos se llama Wilhelm”56.
ra el neurótico en la medida en que es eficaz”.50 c pjay más que ironía en esta agudeza. Junto con Adler, tanto Sad-
aer51 como Stekel58 habían adoptado la concepción íliessiana de la bi-
Después del Congreso de Nuremberg, los grupos psicoanalíticos sexualidad en la represión. Stekel postulaba dos “fuentes” sexuales en
ya existentes se registraron como sociedades filiales de la IPA. La pri­ el inconsciente -una homosexual, otra heterosexual- y le asignaba a
mera fue la de Berlín. Abraham era su presidente y contaba con nueve este conflicto intrasistémico una importancia grande en la clínica del
miembros, de los cuales sólo se recuerda a Eitingon. A continuación diván59 En su libro sobre la neurosis de angustia también se interesó
adhirió el viejo grupo de Viena, un mes más tarde, con 21 miembros, or ja periodicidad de Fliess ligándola al “lenguaje de los órganos”60.
bajo la presidencia de Adler. Zurich se sumó poco después, con 19 Hermann Swoboda, por su parte, desarrolló una teoría modificada de
miembros, y Binswanger en la presidencia. Bleuler y algunos otros se los biorritmos fliessianos en la interpretación de los sueños61. Freud
separaron de la Sociedad, con el pretexto de que pertenecer a una or­ tuvo al principio una actitud ambivalente, aunque experimentó el mé­
ganización internacional iba contra sus principios. ¡Estos suizos! todo de Swoboda con sus propios sueños, consignados en una extensa
En la arena de Nuremberg, Freud enfrentó a Adler por primera nota al pie de página en La interpretación de los sueños, en 191162.
vez. Al año siguiente se produjo la confrontación final. Adler había Después de la segunda reunión de febrero, esa misma noche,
expuesto sus puntos de vista por escrito a la Sociedad en enero y en Adler y Stekel renunciaron a sus cargos de presidente y vice. Freud,
febrero de 1911. El Profesor atacó. Jones (que por lo general aplica a pedido de Hitschmann, asumió la presidencia. Hitschmann queda­
paños fríos) en este caso es categórico: “El propio Freud fue implaca­ ba como vicepresidente, Sachs como bibliotecario, y Rank y Steiner
ble en su crítica”51. Para dar la estocada final apeló a una concepción conservaban sus antiguos cargos. “En esa reunión se aprobó por una­
metodológica que él mismo había superado, ya que afirmó que había nimidad una resolución en la que se agradecía a Adler y a Stekel por
datos verificables, enteramente distintos de las “interpretaciones, que los servicios prestados, y se expresaba la esperanza de que continua­
están sujetas a la opinión personal”. Freud sostuvo que el psicoanáli­ ran en la sociedad ... Adler permaneció en ella por poco tiempo; su úl­
sis había descubierto un conjunto de datos nuevos que hacían de él tima aparición en una reunión se produjo el 24 de mayo.”63
un Corpus de conocimientos. Adler amenazaba con descartar tales ha­ Freud le comenta a Jung: “Desde anteayer asumí el liderazgo del
llazgos con nuevas/viejas “especulaciones”. grupo vienés. Era imposible continuar con Adler; él mismo lo enten­
La disputa iba más allá de las consideraciones científicas. No se dió y admitió que sus nuevas doctrinas eran incompatibles con la pre­
trataba sólo de preservar al psicoanálisis de los “enemigos externos”. sidencia. Stekel, que ahora es carne y uña con él, lo acompañó en la
La intelligentsia vienesa seguía este duelo de cerca. Freud denunció a decisión y, después de esa tentativa malograda, retomé las riendas,
Adler. Graf comenta: “Freud -como dirigente de una iglesia- expulsó dispuesto a no aflojarlas ni un poco”64. Y así fue.
a Adler, lo expulsó de la iglesia oficial”52. Se trataba, no cabe duda, de El siguiente paso de la “revolución palaciega”65 consistió en pedir
un juicio. La acusación: herejía. La pena: excomunión del hereje. la dimisión de Adler al cargo de codirector del Zentralblatt, o sea, al
Éste fue el segundo “golpe” pos-Nuremberg: destituir a Adler y a premio consuelo. Adler ahora era soldado raso.
los disidentes que lo acompañaban. Freud lo consideraba un Judas, “La reacción de Adler -según Jones- consistió en explotar la si­
alguien que traiciona la verdad revelada. Roazen, que pontifica como tuación, formando un grupo con la denominación, hasta cierto punto
inquisidor de la Inquisición, considera que fue Freud, y no Adler, el de mal gusto, de Sociedad de Psicoanalistas Libres” 66.
responsable del cisma53. Sachs juzga: “Él no se compadeció de su ad­ Finalmente, en reunión extraordinaria del 11 de octubre de 1911,
versario y usó palabras ásperas y observaciones mordaces”54. El fiel reud anunció la renuncia de Adler, Bach, Maday y Barón Hye. En
Sachs permaneció del lado del Profesor. En la misma línea, aunque esa oportunidad quedó establecido que ningún miembro podía partici-
Richard Wagner apoyara a Freud, admitió que se trataba de un juicio n f-if11 ambas sociedades. A raíz de esta resolución se alejaron Furt-
inquisitorial55. f 10 Ofensor del pluralismo científico67; Franz y Gustav Brüner;
Freud sabía ser cruel. Cierta vez citó con “gusto” las palabras de a valiosa Margarete Hilferding, Klemperer, y Oppenheimer68. Jones
Heine: “Tenemos que perdonar a nuestros enemigos, pero no antes de Fiir^entíii^Ue *a ma^oría *os seguidores de Adler eran socialistas.
que hayan sido ahorcados”*4. niüller, su biógrafo, tuvo una activa carrera política69**5. La So-
En carta a Ferenczi, Freud se pronuncia: “Ahora he superado a
*5 P
nard HanHk * e n ana aPreciación adleriana del momento, léase de Berh-
e -r

♦4. Citado en SE, XXI, pág. 110. uer, Adler-Freud Kontroverse, 1990, Francfort del Meno.

38 39
ciedad Psicoanalítica de Viena perdió más de un tercio de sik miem­ mente por la dependencia del psicoanálisis respecto de las editoriales.
bros. La Sociedad de Psicoanalistas Libres, a partr de 1912 pasó a Ya vimos la problemática del “huevo del cuclillo” en el caso Dora,
denominarse Asociación para la Psicología Individual. Individual: ex­ cuando él temió que los editores, Wernecke y Ziehen, no publicaran
traño nombre para un pensador vuelto hacia lo colectivo. su Psicopatología de la vida cotidiana.
La explosión de la Causa psicoanalítica a partr de 1908 provoca La primera obra lanzada por la Verlag fue, precisamente, la sex­
asombro por su acelerada cronología. Recapitulemos: en 1902el cuar­ ta edición de ese libro, seguida por Tótem y tabú1*. A partir de 1921
teto inicial recibe la invitación para iniciar las reuúones de bs miér­ comenzó a editar los textos mayores de Freud, empezando por Más
coles. Poco a poco comienza a llegar gente, de a un<, de a dospor año. allá del principio de placer.
Cuando Eitingon aparece en 1907, había 10 persenas preseites esa ¿Cómo se explica esa explosión?
noche. Ferenczi ingresa en 1908; los discípulos >an llegando. Y de Junto con la capacidad productiva de Freud, tenemos el dinamis­
pronto vemos que en 1908 se realiza el Primer Congreso en Sálzburgo mo del Visir Ferenczi, el hombre que “por sí solo vale por una socie­
y, al año siguiente, el Segundo Congreso en Nurenberg, con la parti­ dad”74, y, finalmente, la contribución del contingente de Zurich con
cipación de americanos, húngaros, alemanes, suizo* y holanebses. Jung y Riklin a la cabeza, y Bleuler en la retaguardia. A esos ingre­
Asombra el esfuerzo editorial que acompañad derrotero de la dientes se sumaba el fermento de una idea nueva, cuyo potencial revo­
Causa. La primera revista publicada en la época Ue el Jahibuch für lucionario todavía nos sorprende casi un siglo después. Además, cam­
psychoanalytische und psychopathologische Forshungen ( Anuario biando de óptica y de registro, tendría que preguntarle a mi amigo
de las investigaciones psicoanalíticas y psicopat>lógicas”) dirigido astrólogo qué constelación de planetas configuraba el hemisferio norte
por Freud y Bleuler en 1908, con Jung como redíctor. En 1911 apa­ en 1910-11, años en los cuales, junto a la producción psicoanalítica, y
rece el Zentralblatt für Psychoanalyse. Después le la separación de bajo el mismo cielo de ese hemisferio, Wertheimer y Kohler fundaron el
Adler, Freud publica, en lugar de este periódico,y a partir de 1913, movimiento de la Gestalt, Watson lanzó el behaviorismo, Moreno el
la Internationale Zeitschrift für árztliche Psychoaiolyse (“Revista In­ psicodrama, y Pavlov escribió sus primeras notas sobre el reflejo condi­
ternacional de Psicoanálisis”), con el carácter deórgano ofeial de la cionado. La “Carta Astral Psicológica” del siglo XX ya estaba asentada.
IPA. El año anterior había aparecido /mago, ~uyo subtítulo era No fue fácil, no. La empresa habría sido más simple si “El libro
Zeitschrift für Anwendung der Psychoanalyseauf die Ceisteswi- de los sueños” hubiese sido un éxito de librería. Freud, irónicamente,
ssenschaften (“Revista para la aplicación del psicoanálisis i las cien­ sólo llegó a ser best-seller con el postumo Wilson, la más pobre de to­
cias humanas”)70. das sus obras. Tan tarde como en diciembre de 1915, cuando le escri­
El mundo de las publicaciones, como los hmgos en Aussee, no bió a Ferenczi que había obtenido “una gran victoria diplomática: [el
termina allí. Desde 1906, en colaboración con el ditor Fraiz Deutic- editor) Heller acordó tomar mis dos libros y mantiene la revista”75.
ke, Freud organiza una colección que compila enpequeños libros los Por fin, cuando el gran cervecero húngaro Tony von Freund, en
artículos ya aparecidos. Se trataba de la Sammling kleinerSchriften 1918, creó una fundación de apoyo al psicoanálisis, Freud logró su in­
zur Neurosenlehre (“Colección de pequeños artícüos relacionados con dependencia editorial, fundando una “casa editorial internacional del
la teoría de las neurosis”). Este proyecto, que comienza cin la nota psicoanálisis”76. Así nació la Internationaler psychoanalytischer Ver­
necrológica de Charcot, continúa hasta 1922. Y, orno si tod) esto fue­ lag, empresa que publicó libros durante más de 20 años. Fecha insti­
ra poco, también a partir de 1906 surge otra colcción: Sclriften zur tucionalmente importante: el psicoanálisis, después de la primera
angewandten Seelenkunde (“Textos de psicología aplicada”). Esta se­ guerra, estaba pronto para dar el segundo salto de gato.
rie, dedicada “a la publicación de los aportes psiológicos a los temas/
del arte y la literatura, así como a la historia de a civilizaciónV de la
religión”71, fue inaugurada con el ensayo sobre l¡ Gradiva,y después
incorporó el Leonardo. NOTAS
Freud, a partir de 1906, vela personalmentcpor la poltica edito­
rial. En ese sentido, es lo opuesto a Lacan, qu habla dd material
editado como basura, y se refiere a la “poubelliation”, juefo de pala­ 1. Carta de Freud a Jung del 13 de enero de 1910, Freud-Jung, Corres-
bras que podría traducirse como “basuricación” La letra mpresa se pondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, págs. 341-2.
2. Ibíd.
constituye en arma de singular importancia pra la difinión y per­ 3. Ibíd.
suasión. Esa política editorial aparece enfatizad en su “Cintribución
. 4' F. Jones>A vida e a °bra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janeiro
a la historia del movimiento psicoanalítico”72. imago, II, pág. 81.
Mantener este aparato editorial no era trea fácil, oarticular-

40 41
b

5. Carta de Jung a Freud del 11 de febrero de 1910, Freud-Jflg, Corres­ 38. Carta de Freud a Abraham del 3 de abril de 1908, ibíd., pág. 33.
pondencia completa, pág. 348. 39. Carta de Freud a Jung del 3 de mayo de 1908, Freud-Jung, Corres-
6 . Carta de Freud a Ferenczi del Io de enero de 1910, Signiud Freud- pondéncia completa, pág. 191. y
Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, pág!30. 40. Emest Jones, op. cit.y II, pág. 48.
7. Carta de Freud a Jung del 2 de enero de 1910, Freud-JPg, Corres­ 41. L. Binswanger, Freud, Reminiscenc.es of a FriendshipyNueva York,
Gruñe e Stratton, 1957, pág. 31.
pondencia completa y pág. 336.
8 . Carta de Jung a Freud del 10 de enero de 1910, ibíd., pág.;39. 42. Carta de Emma Jung a Freud del 8 de marzo de 1910, Freud-Jung,
9. Carta de Ferenczi a Freud del 5 de enero de 1910, Signtnd Freud- Correspondencia completa, pág. 356.
Sandor Ferenczi, Corre spondance, pág. 142. 43. Carta de Freud a Pfister del 17 de marzo de 1910, Correspondance
10. Carta de Freud a Ferenczi del 8 de enero de 1910, ibíd., fg- 144. de Sigmund Freud avec le pasteur Pfister, 1967, París, Gallimard, pág. 70.
11. Carta de Freud a Jung del 2 de febrero de 1910, Freud-J^g» Corres­ 44. SE, XIV, pág. 51.
pondencia cojnpleta, pág. 345. 45. Alfred Adler, en Minutes, II, pág. 260. Véase también su famoso es­
tudio sobre “la inferioridad de los órganos”.
12. SE, XI, pág. 141.
13. Cari Abraham, “ Remarks on the psychoanalysis o f a cas o f foot and 46. Paul Roazen, Freud y sus discípulos, 1974, Buenos Aires, Alianza,
corset fetichism", Selected Papers on Psychoanalysis, 1927, Lond-s, Hogarth pág. 204.
47. Emest Jones, op. cit., pág. 141.
Press.
14. Emest Jones, op. cit.y II, pág. 81. 48. Paul Roazen, op. cit.ypág. 209.
15. Ibíd., II, pág. 82. 49. Reunión científica del 22 de febrero de 1911, Actas de la Sociedad
16. S. Ferenczi, De Vhistoire du mouvement psychoanalyti'¿e, en Oeu- Psicoanalítica de VienayII, págs. 538-40.
5 0 .Ibíd.
vres completes, I, pág. 163.
51. Emest Jones, op. cit.yII, pág. 141.
17. Ibíd., pág. 164.
18. Ibíd. 52. M. Graf, “Reminiscences o f Professor Sigmund Freud”, The Psychoa-
nal. Quarterly, 1942, II, pág. 267.
19. Ibíd.
53. Paul Roazen, op. cit.ypág. 210.
20. Ibíd., págs. 164-5.
54. Sachs, Freud, pág. 51.
21. Ibíd., pág. 165.
55. Paul Roazen, op. cit.ypág. 210.
22. Ibíd.
23. Ph. Julien, uEl debate entre Freud y Ferenczi”, en Ornica , I, pág. 83. 56. Carta de Freud a Ferenczi del 16 de diciembre de 1919, Sigmund
24. Ibíd., pág. 168. Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 253.
25. Elisabeth Roudinesco, Jacques Locan, 1993, París, Faytd, pág. 11. 57. Isidor Sadger, “Die Bedeutung der psychoanalytischen Methode
26. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 198! San Pablo, nach Freud”, Zentralblatt für Nervenheilkunde und Psychiatrie, 1907.
Companhia das Letras, pág. 210. 58. W. Stekel, Die Sprache des Traumes: eine Darstellung der Symbolik
27. Reunión Científica del 10 de octubre de 1909, Actas día Sociedad und Deutung des Traumes und ihre Beziehungen zur kranken und gesunden
Psicoanalítica de Viena, org. por H. Nunberg y E. Fedem, 197 Buenos Ai­ Seele, für Árzte und Psychologen, 1911, Wiesbaden.
res, Nueva Visión, II, pág. 77. 59. Frank J. Sulloway, Freud, biologiste de Tesprity 1981, París, Fayard,
pág. 410.
28. Minutes, II, pág. 464.
29. SE, XIV, pág. 44. 60. W. Stekel, Nervóse Angstzustánde und ihre Behandlungy 1908, Viena
30. W. Stekel, Autobiography o f Wilhelm Stekel: the Life-pry o f a Pio­ y Berlín, Urbam.
neer Psychoanalysty 1950, Nueva York, pág. 129. j 61. Hermann Swoboda, Die Periode des menschlichen Organismus in ih-
31. Emest Jones, op. cit.y II, pág. 82. % rer psychologischen und biologischen Bedeutung, 1904, Viena, Deuticke.
32. Fritz Wittels, Sigmund Freud: his Personality, his Te&ing and his 62. SE, IV, págs. 166-7.
School, 1924, Londres, Alien & Unwin. pág. 140 63. Ernest Jones, op. cit.yII, pág. 142.
33. SE, XIV, págs. 44-45. 64. Carta de Freud a Jung del 3 de marzo de 1911, Freud-Jung, Corres­
34. Carta de Freud a Ferenczi del 3 de abril de 1910, Sigund Freud- pondencia completa, pág. 458.
Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 165. 65. Carta de Freud a Jung del 14 de marzo de 1911, ibíd., pág. 462.
35. Ibíd. 66. Emest Jones, op. cit.yII, pág. 143.
36. Carta de Ferenczi a Freud del 5 de abril de 1910, ibi, pág. 167 y 67. Reunión científica del 17 de mayo de 1911, Minutes, pág. 259.
68. Ibíd.
169. 69. Ibíd.
37. Carta de Abraham a Freud del 28 de abril de 1910, Bie Abraham
y Ernst Freud (comp.), A Psychoanalytic Dialogue: the Letteiof Sigmund <0. Use Grubrich-Simitis, “Histoire de l’édition des oeuvres de Freud en
Freud and Karl Abraham , 1907-1926y 1965, Nueva York,{asic Books, angue allemande”, Revue Internationale d'Histoire de la Psychanalyse, 1991,
^ pág. 18.
pág. 88 .

42 43
71. S. Freud, Anzeige, GW, Nachtragsband, 1907, págs. 695-6, citado por
Ilse Grubrich-Simitis, ibíd., IV, págs. 19.
72. SE, XIV, págs. 47-9. . #
73. Ilse Grubrich-Simitis, IV, pág. 22.
74. SE, XIV, pág. 33.
75. Carta de Freud a Ferenczi del 6 de diciembre de 1915. CAPÍTULO 35
76. S. Freud, “Internationaler Psychoanalytischer Verlag und Preiszu-
teilungen für psychoanalytische Arbeiten”, GW, XII, pág. 333. ¿QUÉ SUCEDIÓ EN SIRACUSA?

“Soy un niño feliz.”


Sandor Ferenczi

En las vacaciones de ese inolvidable año 1910, Freud proyecta


viajar con Ferenczi a Sicilia. Ya habían pasado con Jung el verano de
1909, en la aventura americana. Tiempo en que se inicia un capítulo
fundamental de la transmisión del psicoanálisis. La ruta pasa por Si-
racusa.
Freud, una vez más, pone todo su interés en los preparativos. Se
suceden largas conversaciones telefónicas con el agente de turismo
en La Haya, y telegramas a Lloyd, su agencia favorita. Las cartas a
Ferenczi recuerdan las escritas a Fliess en oportunidad de los “con­
gresos”.
El plan original era doble: conocer Sicilia y realizar un crucero
por el Mediterráneo. A último momento el viaje se complica, y no es
posible hacer ambas cosas. Antes de elegir, Freud habla del “cautive­
rio” a bordo de un navio. “Ya hicimos un viaje recientemente y pode­
mos juzgar por experiencia propia.” 1 Recuérdese que el viaje en el
George Washington se había convertido en un gigantesco laboratorio
de sueños cruzados, donde se desmenuzaron los sueños de Freud,
Jung y Ferenczi, en una carambola contratransferencial a tres ban­
das. Ferenczi, por su lado, también hace una referencia a ese viaje:

Las consideraciones sobre su insatisfacción con el ambiente vie-


nés podrían ser, en última instancia, una alusión a sus colegas
>
de Viena, pero le confieso honestamente que, analizando sus sue­
ños, pensé asimismo que estaban en juego la preocupación por
los miembros de su familia, y la insatisfacción con ellos”2- *l.

El viaje a Worcester había dejado marcas. Veamos una de ellas


en una carta de octubre de 1909:

La referencia a su edad madura, a su edad (en el sentido intelec-

*1* ¿El sueño de Minna bajo el baldaquín?

45
44
tual), el hecho de que usted haya superado todo lo que es huma­ Budapest, 3-10-10
no, todo eso corresponde exactamente a una larga meditación rea­
lizada en el navio, después de haber tomado conciencia, de una Querido Señor Profesor, ?
manera un poco dolorosa, de mi propio infantilismo, en compara­ tÉ¡

ción con usted (ejemplo digno de ser imitado)3. Esperé su carta con un estado de tensión no despreciable
-casi escribo angustia”. Intenté, en el pensamiento, familiari­
Luego Ferenczi entra en una actitud que denomina de “desafio”: zarme con todas las posibilidades y hasta me preparé para el ca-
so de que usted juzgara que ya no valía la pena interesarse por
Me gusta ser como soy, por lo menos soy feliz, soy un niño feliz. mi. Mi plan heroico era permanecer fiel, sin tener en cuenta
En cuanto a usted (Prof. Fr.) es notoriamente tan viejo intelec­ nuestras relaciones personales11.
tualmente, explicándolo todo, disecando todas sus pasiones y
pensamientos, que no puede ser feliz. En el párrafo que sigue explica su malestar:

Desde esa perspectiva, retomemos el viaje a Sicilia. El discípulo Lo que me inhibía y me llevaba al silencio y, a veces, a hacer ton­
está de acuerdo en simplificar el viaje y pregunta: “¿Tenemos que lle­ terías, era precisamente aquello de lo que usted se quejaba. De­
var frac y esmoquin?”4. Ni una cosa ni otra, responde el Profesor. seaba ardientemente una camaradería personal, libre de toda
Ferenczi visita primero a la familia de Freud, de vacaciones en coacción (yo sé ser alegre, hasta locamente alegre) y me sentía,
Leyden; luego los dos hombres parten para Sicilia, haciendo una es­ en cambio, colocado en un papel infantil12.
cala en París, donde Freud le hace conocer, en el Louvre, la Vierge
aux Rochers de su alter ego Leonardo. Por supuesto, Roma es la para­ Y así se armó la tienda transferencial en la tórrida Sicilia. La de­
da siguiente. Freud, ya en su casa en la capital católica, también es el manda, el deseo de Ferenczi, era una fusión oceánica total. Su anhelo
cicerone. Después bajan a Palermo, a comienzos de setiembre; visitan configura la demanda de todo paciente: “Precisamente lo que usted
ruinas, revisan papiros, degustan un Bardolino suave. Finalmente no me puede dar”.
llegan a Siracusa, la meta final. Esta ciudad, según Diane Chauvelot, En esa misma carta el húngaro cuenta un sueño que habla de re­
impresionará a Freud, y “Ferenczi tampoco podrá olvidarla, aunque molinos transferenciales: “En el sueño lo veía desnudo frente a mí ...
por razones que, como veremos, poco tienen que ver con la estética”5. Este sueño simboliza de una manera transparente: 1) la tendencia
Roma, París, Siracusa, fin del recorrido ... homosexual inconsciente y 2) el deseo de franqueza absoluta entre los
Ernest Jones comenta sin adornos: “La estada de los dos amigos dos”13.
en Sicilia fue decisiva desde el punto de vista de sus relaciones fu­ La respuesta del Profesor fue un decidido intento de apagar el in­
turas”6. cendio. Lo ha conmovido la investidura libidinal de su discípulo. Asu­
. ¿Qué sucedió en Siracusa? me, entonces, el discurso pedagógico de un padre enérgico, y se pre­
Después del viaje, Ferenczi escribe una carta que revela un ma­ gunta: “¿Por qué yo no lo insulté, abriendo de esa manera el canal de
lestar profundo: “Lamento ... que haya encontrado en mí a un compa­ la reconciliación?”14 El insulto, en el momento oportuno, es siempre
ñero de viaje con tanta necesidad de educación”7. Se define como un una interpretación. Freud afirma su posición: “Yo ya no tengo necesi­
alumno rústico. Estamos ante un gran “goloso de análisis” que inten­ dad alguna de esa apertura total de la personalidad”. Él está en otra.
taba llevar a Freud al lugar del yo ideal en un setting de análisis per­ e allí la pregunta: “¿Por qué usted se empecinó?”15
petuo8. Ronda el fantasma de Fliess: “Desde el caso Fliess, en cuya supe­
El discípulo teme el repudio de su maestro, pero éste le responde ración usted me vio precisamente ocupado, esa necesidad se ha apa­
de una forma solícita. Afirma que vuelve “a pensar en su compañía rad0 en h^- Pecluena parte de mi investidura homosexual fue reti-
durante ese viaje con sentimientos cálidos de simpatía. Yo habría ^ y utilizada para el crecimiento de mi propio yo. Tuve éxito allí
preferido encontrarlo diferente en muchos aspectos ... habría deseado donde el paranoico fracasa”16.
que saliera de ese papel infantil... Usted estaba inhibido y perdido en preu.a n?ce.8^ a<* de relaciones platónicas intensas ya había pasado.
sus sueños”9. la m e i r :m> No (luiere entrar en la pedagogía íntima del erasta. En
Carta paternal: Freud es solícito. Ferenczi responde con una ilus­ la memo ra. de l°s sabios sufíes, habla del “trabajo” benéfico de
tración antológica de lo que Nunberg entenderá por “disposición a la acluellon na GS mej° r elvidar. La memoria “depurará” las aristas “de
transferencia” en el inicio de un análisis10: k° que\SUCedÍÓ: el traba«i° de ^a memoria consiste en olvidar17.
a ocurrido sólo se vuelve pasado cuando es recordado y

46
luego olvidado. Este bello estado de ánimo, en el que la memoria “óp­ Freud quería hablar del demonio Fliess; Ferenczi quería oír y, co­
tima” el yesterday, será acabadamente descrito por Freud en su ensa­ mo vimos, el circo estaba montado. ¿Qué ocurrió entonces, cuál fue la
yo sobre “la transitoriedad”18; con el correr amargo de los años, dará calamidad que malogró el espectáculo?
lugar al pesimismo de El malestar en la cultura. El problema no fue de falta sino de exceso. En esa encrucijada
Ferenczi no se consuela con la pátina del tiempo, y continúa ma­ Ferenczi escuchó de más. Escuchó lo que no estaba preparado para
nifestando su temor a que la relación se haya estropeado de modo escuchar; oyó de boca del Maestro cosas humanas, demasiado huma­
irremediable. Freud vuelve a intentar un abordaje paternal: nas, más que humanas. No soportó las confidencias prematuras de
un padre que, en la catarsis del momento, habló más de lo debido. Pe­
Querido hijo ... Le responderé con brevedad, sin decir nada nuevo ro hablar de más conjura lo opuesto. No es que Ferenczi no deseara
... Estoy ciertamente acostumbrado a sus complejos y hubiera oír lo que Freud tenía que decir: él quería saberlo todo de su “analis­
preferido un amigo lleno de confianza; pero cuando usted crea ta-analizante”, saberlo todo acerca de ese misterioso pasado. En el ac­
tantas dificultades, tengo que tratarlo como hijo19. to de saberlo, empero, se precipitó desde la neurosis de transferencia
a una “psicosis pasional”, exagera Chauvelot que, en este punto, con­
Sandor Ferenczi, en efecto, tenía un “complejo filial”. La muerte fía en la maledicencia jonesiana. Pero no estaba preparado para la
paterna prematura había dejado una marca, un amor insaciable al descripción de la “escena primaria” de la relación homosexual de
padre odiado por perdido o perdido por odiado. Este anhelo de fusión Freud con Fliess.
aparece en sus cartas de una manera desgarrada, que irrita a Freud. Un año separa el episodio de Siracusa de las “sesiones oníricas”
La fijación se repite. Lo mismo había sucedido con Miska Scháchte- en los Estados Unidos con Jung. Ambas fueron relaciones peligrosas,
ner, que Sandor conoció 12 años antes. Miska fue un padre ideal, un diálogos de alto riesgo en la “ruleta psicoanalítica”. Tanto Ferenczi
modelo incomparable, para quien trabajó con tanto ahínco que se ga­ como Jung quedaron marcados para siempre. Y Freud, probablemen­
nó el apodo de “Scháchtenerminiatura”. te, también. Tal vez fue en el desenlace de esta aventura cuando
Y ahora el discípulo, preso en su vértigo transferencial, se ha Freud, alarmado, publicó su “Análisis silvestre”.
convertido en una “Freudminiatura”, un chimpancé de frac. Dice lo Por otra parte, tanto en Siracusa como a bordo del George Was­
que los otros callan, habla de la maldición de estar atravesado por la hington, se están explorando los límites del psicoanálisis. No los limi­
transferencia con un genio. Un genio que, en el escenario de Siracusa, tes teóricos, ni los clínicos, sino los límites institucionales que lleva­
lo pone en el lugar de analista. Freud estaba pronto para ventilar su ron a Ferenczi, en el famoso discurso de Nuremberg, a esperar una
transferencia analítica con Fliess, decantada en los alambiques del fase de amor de objeto entre los analistas. El nuevo hombre allí vis­
caso Schreber. Freud había necesitado de Fliess, y en ese momento lumbrado lo lleva a desear “ardientemente una camaradería personal
necesitaba de Ferenczi. Quería asociar libremente con su colega. De con usted, libre de toda coacción”21.
allí la necesidad de ese viaje, de esa peregrinación París-Roma-Sira- En otras palabras, el trío formado por Freud, Jung y Ferenczi ex­
cusa. El escenario psicodramático estaba montado, con papiros, rui­ perimentaba con los límites de esa droga milagrosa que era el psicoa­
nas y la caliente brisa nocturna de Sicilia. nálisis circa 1908.
Ferenczi, que había sido su Visir, tenía ahora el papel de passeur
del final del “análisis” con Fliess. Ésa es la osada tesis de Chauve-
lot20. El “pase”, como sabemos, es un dispositivo institucional, inven­
tado por Lacan, mediante el cual un aprendiz de analista expone el .r NOTAS
análisis de su propio análisis a un passeur, tal vez aprendiz como él,
que ofrece su escucha. No tengo experiencia sobre el pase, aunque, en
el intento de ser crítico, me aventuro a decir que este dispositivo re­ 1. Carta de Ferenczi a Freud del 5 de octubre de 1909, Sigmund Freud-
cuerda el estadio pedagógico “annafreudiano” en la terapia de ni­ Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, Pans, Calman-Levy, pág. 84.
ños*2. Pero en el caso específico de Siracusa, se trata más de exorcis­ 2. Ibíd., pág. 213.
3. Carta de Ferenczi a Freud del 5 de octubre de 1909, ibíd.
mo que de pase. 4. Carta de Ferenczi del 19 de agosto de 1910, ibíd., pág. 220.
5. D. Chauvelot, “Siracusa 1910: el supuesto pase de Freud , Ormcar., 1,
1981, Barcelona, Petrel, págs. 60-1. , T
*2. Este dispositivo tiene a su favor que aparece como el “reverso de la 6. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Rio de Janei­
institucionaiización del movimiento psicoanalítico”, en la medida en que evo­ ro, Imago, II, pág. 94.
ca los años informales de las reuniones de los miércoles.

48 49
7. Carta de Ferenczi a Freud del 28 de setiembre de 1910, Sigm und
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 224.
8 . J. Dupont, “La relation Freud-Ferenczi á la lumiére de leur correspon­
dance”, Revue Internationale d'Histoire de la Psychanalyse, IV, 1991, París,
CAPÍTULO 36
PUF,9.pág. 187.de Freud a Ferenczi del 2 de octubre de 1910, Sigmund Freud-
Carta
Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 225. ASESINATO DE ALMAS
10. H. Nunberg, “Transference and Reality”, International Journal o f
Psychoanalysis , 1951, XXXII, págs. 1-9.
11. Carta de Ferenczi a Freud del 3 de octubre de 1910, Sigmund Freud-
El “Caso Schreber” fue publicado en la misma sección del Jahr-
Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 227. buch en la que apareció también Wandlungen I de Jung. Apropiado
12. Ibíd. nicho común. Fue el suizo quien llamó la atención de Freud sobre las
13.
14. Ibíd.
Carta de Freud a Ferenczi del 6 de octubre de 1910, ibíd., pág. 231. Memorias de Schreber, publicadas en 1903. Jones, que no quiere re­
conocerle el mérito al Príncipe Heredero, asevera que Freud “encon­
15. Ibíd. tró casualmente” el diario de Schreber1. Sucede, sin embargo, que
16. Ibíd. Freud estudió con cuidado la Dementia Praecox del suizo, que contie­
17. Ibíd. ne seis referencias a las notas autobiográficas del Senatprásident.
18.
19. SE,
CartaXIV,
depágs.
Freud303-9.
a Ferenczi del 17 de noviembre de 1911, Sigm und Jung bate palmas: “Sólo ahora, habiendo recibido las pruebas, puedo
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 236. apreciar su Schreber. Provoca carcajadas, pero también está brillan­
20. D. Chauvelot, ibíd. temente escrito. Si yo fuese un altruista, estaría dispuesto a decir
21. S. Ferenczi, Oeuvres completes, I, pág. 164. cuánto me alegro al verlo apegarse al Schreber y mostrar a la psi­
quiatría los tesoros que allí yacen” (el énfasis en el “su” es mío)2.
Con Schreber, Freud entra en el reino de las psicosis. La para­
noia había sido mencionada una década antes, en 1895, en el Manus­
crito H. Allí se presenta el caso de una solterona"1, y la paranoia es
descrita como una neurosis de defensa, caracterizada por la proyec­
ción*. Un año después, en el Manuscrito K, se habla del autorrepro-
che paranoico4.
Antes de Siracusa, Freud estaba leyendo las pruebas del Leonar­
do; después de Siracusa comienza el caso Schreber. Llevó a Sicilia las
Memorias de un enfermo de los nervios, y ésa fue su única lectura en
el perturbado viaje. Trabajó el caso en el Hotel de France, en Paler-
y continuó al regresar a Viena.
“Emocionalmente, cronológicamente, temáticamente, el caso Sch­
reber compone un par complementario con el Leonardo”, compara Pe-
H ay> con clerto exceso adverbial. Ellos son “los dos grandes anali-
a os que no «conocieron» su diván”5. El tercero será el presidente
tamh*¿ ^ Primero había sido él mismo. Como Leonardo, Schreber
ranoA n era homosexual. Freud consideraba “maravilloso” a ese pa-
bradAn Una carta a Jun& le dijo que “debería haber sido nom­
bre este1*0 eS°f P ^ a t r í a y director de un hospicio”6. Escribir so­
caso fue una fuente de verdadero placer ... y de agonía, en la

^ trata de una “solterona de cerca de treinta años” (!!).

50
medida en que tanto el Leonardo como Schreber se convirtieron en tado muchas controversias. Freud, en su estudio, sólo tuvo acceso a
obsesiones. Agonía en la medida en que era exorcizado el fantasma las mencionadas Memorias. Nuevos e importantes datos fueron resca­
Fliess. tados gracias a los trabajos de Baumeyer11, Macalpine y Hunter12, y
Estamos en los tiempos tormentosos del pleito con Adler. En car­ de esa autoridad en Schreber que es Niederland13.
ta a Jung, Freud escribe: Llama la atención el silencio en torno a la figura de la madre.
Cuando publicaba su último artículo, Niederland descubrió que su
Es bueno saber que usted ve a Adler como yo. La cosa sólo me in­ nombre era Pauline*3.
tranquiliza por reabrir las heridas del problema con Fliess. Este Mucho se sabe, en cambio, por obra del perseverante Niederland,
mismo sentimiento perturbó la paz que disfruté durante el tra­ sobre el padre, Daniel Gottlieb Moritz Schreber (1808-1861), ortope­
bajo sobre la paranoia; esta vez no sé bien hasta qué punto pude dista, pedagogo, conferenciante, eminente profesor de la Universidad
mantener a un lado mis propios complejos, y de buen grado acep­ de Leipzig. En el siglo pasado, su nombre era conocido en toda Ale­
taré críticas. No se espante si no me encuentra en la mejor for­ mania por sus libros sobre la educación de los niños; fue el creador de
ma...7 la “gimnasia natural” (Zimmergymnastik), basada en la higiene, la
ortopedia y la helioterapía.
Estudiar a Schreber equivalía a conjurar a Fliess; pero recordar Daniel Paul, por lo que sabemos, puede haber sido un niño relati­
a Fliess también equivalía a entender a Schreber -y a entenderse a sí vamente “normal”. El segundo de cinco hijos, buen alumno, discipli­
mismo. nado, un adolescente que no da problemas."Creció honorablemente y
El ensayo fue publicado con el título de “Puntualizaciones psicoa- se convirtió en un distinguido hombre del Poder Judicial. Se casó a
nalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia Paranoides) descrito los 28 años y poco se conoce de su vida sexual en tiempos de salud y
autobiográficamente”8. Este título refleja, una vez más, en qué lugar de paz14. Sabemos que el matrimonio era estéril.
se ubicaba Freud en el importante debate nosográfico entre Jung, Este hombre sin historia sufrió tres episodios psicóticos. El pri­
Bleuler y Kraepelin. El abordaje de la psicosis desde el ojo freudiano mero, el más leve de todos, se produjo a los 42 años, cuando compitió
difiere de la visión junguiana, que anuncia la psicología analítica, y por una banca en el Reichstag como candidato único del Partido Libe­
de la óptica bleuleriana de una psiquiatría dinámica. Freud optó por ral Nacional -una facción antibismarckiana- que representaba la
la paranoia de Kraepelin contra la esquizofrenia de Bleuler9. Ley y el Orden. Schreber fue estruendosamente derrotado por el can­
Cabe la pregunta: ¿por qué “parafrenia”? Freud señala que “le didato socialdemócrata15. Una derrota humillante. Su ánimo fue so­
parece más conveniente dar a la demencia precoz el nombre de para- cavado por el titular de un diario local que se preguntaba: “¿Quién es,
frenia ... porque [éste] no tiene connotación especial y serviría para a fin de cuentas, el Dr. Schreber?”16
indicar la relación con la paranoia ...”10. La lógica de este argumento, El brote psicótico comenzó con delirios hipocondríacos, seguidos
por sí solo pobre, tal vez gane consistencia si pensamos en el pleito por dos tentativas de suicidio. Pasó un tiempo en la clínica psiquiátri­
nosológico anterior, en el que Freud rechazó la idea breueriana de ca de Leipzig, tratado por el Dr. Flechsig, que después, en el segundo
“histeria hipnoide”, en favor de “histeria de defensa”. En ambos casos episodio psicótico, se convertirá en objeto persecutorio. Recibió el alta
él prefiere lo dinámico por sobre lo estructural. El “estado hipnoide”, en junio de 1885.
como Ja “esquizofrenia”, implica una escisión del yo, una Spaltung, Recuperado, fue un hombre de comprobada competencia en la
término que Bleuler también empleó y que Freud adoptará en sus úl­ magistratura. Llevó durante ocho años una vida afectiva normal, sólo
timos escritos*2. * ensombrecida por el hecho de no tener hijos17. Su brillante carrera lo
llevó a ser nombrado, en 1893, presidente del Tribunal Supremo de
Daniel Paul Schreber nació el 25 de junio de 1842. Poco se sabe Sajonia. Después del nombramiento comienza a quejarse de insom­
de su infancia. El capítulo III de sus Memorias, con todos los datos nio, pesadillas, ideas suicidas; sueña que reaparece su enfermedad.
referentes a los primeros años de vida, fue destruido; los editores juz­ En esa época tiene la fantasía de que “sería bueno copular como una
garon que no era apto para la publicación. Fue una pena: hubiera evi- mujer”18. Antes de asumir el cargo, Schreber termina internado de
nuevo en la clínica de Leipzig. Tenía 51 años. Fue en este segundo
episodio, que se prolongó hasta 1902, cuando él redactó sus vividas y
fantásticas Memorias de un enfermo de los nervios19, escritas durante
*2. Esto aparece claramente desde un aprés-coup kleiniano. Para Mela-
nie Klein, la “posición esquizoparanoide” representa la fragmentación del yo
por la ansiedad paranoide. *3. Nombre significativo, ya que el hijo se llama Paul.

52 53
los últimos meses de su internación y publicadas al año siguiente. Pa­ en la biografía de Ritter, revela que el padre de Schreber sufrió una
ra completar la historia, una vez dado de alta, en 1902, Schreber lle­ seria lesión en la cabeza cuando tenía 51 años. Accidente que marca
vó una vida considerada normal hasta el accidente vascular de su el comienzo de su deterioro final. El hijo, Daniel Paul, enferma tam­
mujer, en 1907*4; tuvo entonces su tercer y último brote psicótico. bién a los 51 años, y los primeros síntomas hipocondríacos son dolo­
Permaneció internado, en desorganización hebefrénica, hasta su res de cabeza, la sensación de que su cerebro se ablandaba, desinte­
muerte, en 1911, mientras el libro de Freud se encontraba en prue­ grándose. Dos años más tarde, cuando cumplía los fatídicos 53 (el
bas de galera. padre había muerto a esa edad) él registra en sus Memorias: “El mes
El segundo episodio psicótico de Schreber tuvo dos fases distin­ de noviembre de 1895 marca un importante momento en la historia
tas. En la primera, que duró cerca de un año, sufría de terroríficos de mi vida ... Durante ese tiempo las señales de mi transformación en
delirios de persecución, en los que caía víctima de horribles ataques mujer fueron tan notorias en mi cuerpo que no podía ignorar adónde
homosexuales de su antiguo médico, el doctor Flechsig. El sufrimien­ me iban a llevar”29. O sea, a la copulación con el padre deificado. Esa
to era grande, y aparecía ligado a fantasías hipocondríacas de fin del identificación con el padre muerto genera una actitud mesiánica com­
mundo. La muerte se anunciaba como inminente. Lo asediaban insis­ partida: padre e hijo, como observa Lacan, sueñan con una raza supe­
tentes alucinaciones auditivas: voces burlonas lo llamaban “señorita rior.

Schreber”. Otro dato biográfico relevante, investigado por el infatigable Nie­


Una horrible sensación de estar hueco. No tenía estómago y había derland, corrobora la importancia del hermano de Daniel Paul: Gus-
digerido su laringe. Cuerpo sin órganos, tema que luego fascinará tan­ tav. Este hermano mayor se había convertido en jefe de la familia
to a Deleuze y Guattari20, y a G. Michaud21. “A veces -cuenta Freud- después de la súbita muerte del padre en 1861. Gustav se suicidó a
pasaba horas en total marasmo, ansiando morir”22. Lo atormentaban los 38 años, en 1877, poco después de haber sido promovido a juez
delirios persecutorios, la marca registrada de la paranoia. En ese con­ (Gerichtsrat) de la Corte Provincial de Sajonia. Dieciséis años sepa­
texto atacaba el Dr. Flechsig. Él era el “asesino del alma”. Todos, in­ ran los colapsos de los hermanos frente a una situación análoga de
cluso Dios, conspiraban23. Dios lo consideraba un idiota y lo instigaba éxito fatal. Freud no elabora el tema del “fracaso ante el éxito”, que
a evacuar, preguntándole insistentemente: “¿Por qué no cagas?”24 desencadena el suicidio de un hermano y el episodio psicótico del
Schreber intentaba justificar a esa divinidad errática. “Esos in­ otro*5. Para la instalación de la enfermedad postula tres causas posi­
tentos -según Freud- se valían de ingeniosos argumentos, como las bles: el climaterio masculino, la transferencia del padre y el hermano
otras teodiceas”25. La queja central: “¿Por qué Dios no comprende a muerto proyectados en Flechsig (el Flechsig de abajo y el Flechsig de
los hombres?”26 Para un Forel, ese cuadro correspondería a una “con­ arriba en el sistema delirante). Una cuarta causa, sólo presentada al
fusión alucinatoria” o, mejor aún (o peor aún), a un “estupor alucina- final del ensayo, habría sido la frustración por no tener hijos: de allí
la fantasía de ser una mujer fecundada por Dios.
torio”.
En la segunda fase de la enfermedad, el estado de ánimo da un Con una rara franqueza, que Freud consideró digna de nota,
giro de 180 grados. El paciente acepta voluptuosamente su destino, y Schreber no negaba sus delirios. Tanto es así que el tribunal médico
lo deja en las manos de Dios. Dicha entrega cierra el ciclo delirante, que le devolvió la libertad, acordó hacerlo a pesar de que el paciente
iniciado por la sensación erótica inicial de que “sería bueno copular se “juzga llamado a redimir el mundo y devolverle la bienaventuran­
za perdida”.
como una mujer”. La reconstrucción final del mundo es acompañada
de vividas fantasías religiosas, según las cuales él se constituiría en Freud sufría pero también se divertía en el país de los “flujos ce­
el salvador femenino del mundo y engendraría una raza superito. Pa-’ lestiales” con los neologismos de Schreber, tales como “asesinato de
ra Lacan, esta entrega erótica del paranoico constituye el paradigma las almas” (Seelenmord) o ser “milagreado”; tanto es así que la corres­
de la relación sexual: “No hay relación sexual más que con Dios”27. pondencia con sus discípulos estaba atravesada por “schreberis-
La identificación psicótica con su padre ocupa un lugar central mos”30. Esos términos constituían la “lengua fundamental” del Senat-
en la configuración delirante de Schreber. Niederland28, basándose prasident y explican las carcajadas de Jung. Hay aquí un “humor
macabro” típico de la callosidad médica, que nace haciendo bromas
con los cadáveres en las aulas de anatomía. Lacan, por el contrario,

*4. Ahora sabemos, gracias a Niederland, que su madre murió en el


mismo año (William G. Niederland, “Further data and memorabilia pertai-
ning to the Schreber case”, Freud and his Patientst comp. por Kanzer y de S ch relírJl1™ Parte> no debemos olvidar que el primer episodio psicótico
Glenn, 1980, Nueva York, Aronson, pág. 304). se produjo después del vejamen de la derrota electoral.

54 55

t.
se maravilla ante esta “lengua fundamental de las psicosis”, y la com­ ualidad infantil. Freud acababa de llamar la atención sobre este
para con “la lengua de los maternas, capaz de pulverizar el carácter se.adió al seguir la pista del buitre en su trabajo sobre Leonardo.
aleatorio de toda palabra”31. Lacan continuará la aventura de la Len­ Ahora completa lo que ha dicho: el niño, después de atravesar la eta-
gua Fundamental en su interés por el universo joyceano del syntho- ^ in icia l del desarrollo autoerótico, concentra sus impulsos sexuales
me. Pa asegurarse un objeto de amor. Comienza por escogerse a sí mis-
Los neologismos formaban parte de la tentativa delirante de ex­ P toma a su propio cuerpo como objeto, antes de buscar a alguien
plicar un universo fantasmático. La aglutinación de la lengua alema­ de afuera para amar. Freud, inspirado en el trabajo de Sadger6, co­
na permite el exotismo de algunos “schreberismos”; un ejemplo es la menzaba a considerar ese estadio intermedio narcisista como un paso
máquina proyectada por Schreber para mantener la cabeza conecta­ esencial en el camino hacia el amor heterosexual adulto36. La “fija­
da, la Kopfzusammenschnürungsmaschine. ción narcisista”, como él la denominó, contribuye a la homosexuali­
Para Freud, el delirio de Schreber era un bocado de cardenal. dad declarada en la vida, a su sublimación en amistades apasionadas
Sus neologismos, su transparente femineidad, constituían pistas cla­ o en un escenario más amplio, al amor por la humanidad37. Al consi­
ras de las operaciones de su mente. Como antes con Juanito, ahora derar esta fijación narcisista, expresión introducida por Sadger38,
sólo era cuestión de escuchar psicoanalíticamente: la cosmogonía de Freud empieza a distinguir entre diferentes formas de represión. Y
Schreber tenía sentido. Freud “interpretó ese sistema del mundo co­ afirma que no hay represión que carezca de conexión con una fijación
mo un conjunto de transfiguraciones destinadas a hacer soportable lo previa, o sea con una falla pulsional en una determinada fase del de­
insoportable. Schreber había investido a sus enemigos -el Dr. Flech- sarrollo.
sig y Dios- con tanto poder maligno, que debían haber sido muy im­ Existe un pasaje en la Psicopatología de la vida cotidiana que
portantes para él. Y pasó a odiarlos tan profundamente como antes anticipa la visión de la paranoia en el caso Schreber. En 1904, Freud
los había amado”32. escribe:
“Ninguna parte del delirio es tratada por el paciente de una ma­
nera tan exhaustiva ... como su supuesta transformación en mujer. Considero que gran parte de la visión mitológica del mundo, que
Los nervios que él había absorbido asumieron en su cuerpo el carác­ penetra a fondo en las religiones más modernas, no es más que
ter de «nervios femeninos de la voluptuosidad», dejando la marca en proyección psicológica en el mundo exterior. El oscuro reconoci­
la forma de su cuerpo y en la suavidad de su piel”33. El delirio marca, miento de factores endopsíquicos y de relaciones en el inconscien­
modela el cuerpo: “El núcleo del conflicto en la paranoia de un hom­ te se ve reflejado ... en la construcción de una realidad sobrenatu­
bre -concluye Freud- es una fantasía del deseo homosexual de amar ral que, a su vez, está destinada a transformarse, una vez más,
a un hombre”34. Y aquí viene la famosa fórmula: el paranoico trans­ en las manos de la ciencia, en una psicología del inconsciente. Así
forma la declaración “yo lo amo”, en su opuesto, “yo lo odio”, que a su es posible aventurarse a explicar los mitos del Paraíso y la caída
vez se convierte en “yo lo odio porque él me persigue”. O sea que pri­ del hombre, de Dios, del bien y el mal, de la inmortalidad, etc.,
mero viene la inversión y luego la proyección, llaves maestras de la transformando la metafísica en metapsicología [el énfasis es de
paranoia. La fórmula ampliada da cuenta de los cuatro delirios típi­ Freud]39.
cos de la paranoia. Ya vimos el primero. En el segundo caso se niega
el complemento de la oración. Entonces tenemos “yo no lo amo a él”, El paranoico vive bajo una fantasía del fin del mundo, como bien
que la proyección transforma en “ella me ama”, lo que da el delirio o atestigua Schreber. Aniquilamiento del “mundo subjetivo”40. El de­
erotómano. Tanto Schreber en Sonnenstein como Hanold en Pompeya sastre interno de un cuerpo vaciado de libido, de una “desorganiza­
tienen un delirio erotómano. Sólo difiere el signo de las fórmuteis. ción orgánica de los órganos”41, es proyectado afuera, resultando en-
En el tercer caso se niega el sujeto de la oración. Resulta enton­ i*ces en el apocalipsis. La gran obra del paranoico es la
ces la inversión: “No soy yo quien ama, es ella quien ama (a alguien) , céleb ^
strucción del mundo a partir de esa ruina universal. De allí otra
proyección que desemboca en el delirio celotípico. Existe una cuarta Patol ^ C0nc*usi^n freudiana: uLo que consideramos como producción
posibilidad: son negados los tres términos, lo que significa: “No amo h J ° J lca>formación delirante, es, de hecho, una tentativa de resta-
en modo alguno, no amo a nadie”. El resultado es la megalomanía, en «cimiento, de reconstrucción”42.
la medida en que la libido suelta se fija en el sujeto. En el caso Schre­
ber, Lacan propone la siguiente fórmula: Yo no lo amo; es a Dios o,
quien amo, y luego la inversión Dios me ama35.
El paranoico reconstruye el mundo para sobrevivir. Esa recons­ ADs „ ----üiin r ail von multipler Perversión mit i
trucción incluye una regresión narcisista al estadio autoerótico de la n >db. psychoan psychopath. Forschungen, 1910, II, pág. 59.

56 57
Schreber era un gran psicótico, con una paranoia barroca, la “pa_ F1 libro más famoso del Dr. Schreber Sénior, inspirado en la au-
ranoia a porfía” de los psiquiatras españoles. Él fue, sin duda, un co­ afta de San Ignacio de Loyola, lleva un título que recuerda los
mentador lúcido y sagaz de su propio estado. El brillo schreberiano t 1° rismos del hijo: Kallip die Order die Erziehung zur Schónheit
fascinó a un Freud que, desde el estudio sobre Leonardo, seguía las n6° hNaturgetreue und gleichmássige Fórderung normaler Kórper-
huellas de la pulsión epistemofílica. Ahí donde Leonardo -e l homose­ iü (1865). Texto dedicado a la educación de niños entre los dos y
xual- sublima, Schreber -el paranoico- construye su frondoso delirio 1 * ocho años. Niederland opina que “contiene pasajes indicativos de
teogónico. Ya hablamos de la obvia identificación de Freud con Leo­ 08 los métodos y reglas fijados por el Dr. Schreber no constituían
nardo. Ahora ocurre otro tanto con Schreber: ^ preceptos teóricos destinados al mundo académico, sino que
m regular, activa y personalmente aplicados a sus propios hijos,
No temiendo la crítica ni la autocrítica, no tengo ningún motivo hecho consignado con orgullo paterno”46. Este padre era, por encima
para no mencionar una analogía que tal vez perjudique nuestra de todo, un disciplinador. Esa disciplina se imponía mediante casti­
teoría de la libido en la opinión del lector. Los “rayos divinos” ... gos corporales “desde la más tierna infancia ... porque las partes más
no son en rigor más que cargas de libido objetivamente represen­ innobles de la naturaleza vil del niño deben ser vencidas con la máxi­
tadas y proyectadas al exterior, y le dan al delirio de Schreber ma severidad”47. El castigo era público, y el culpable “tenía que ten­
una semejanza singular con nuestra teoría ... Varios otros detalles der la mano al ejecutor para evitar el rencor y la malevolencia futu­
de este delirio parecen percepciones endopsíquicas de los procesos ros”48. Era un fanático de la cultura física, de la dieta, del aire libre y,
que he postulado para comprender la paranoia 7. El futuro dirá si sobre todo, de la postura erecta. Abogaba por medidas marciales para
mi teoría contiene más delirio que el que yo desearía, o si el deli­ que el niño mantuviera rígidamente la postura más correcta mien­
rio contiene más verdad que la que otros creen ser posible43. tras caminaba, estaba parado, estudiaba y dormía. A tal fin “maquia-
veló” (para inventar nuestro propio schreberismo) una serie de apara­
Desde ese futuro, Lacan dice lo siguiente: “El psicoanálisis no es tos ortopédicos que consistían en barras de hierro, bandas metálicas
una ciencia. No tiene el estatuto de ciencia, sólo lleva a aguardarla, a y esposas de contención. Sus hijos, como vimos, fueron los primeros
esperarla. Es un delirio, un delirio que, se espera, producirá una cien­ en usar esos artefactos ortopédicos. Niederland incluye en su trabajo
cia”44**8. ilustraciones de estos aparatos de tortura. Uno de ellos, llamado el
En esa senda, Salvador Dalí responde con su tesis de la paranoia “enderezador” (Geradehalter), consistía en una barra de hierro fijada
crítica, y Lacan con su Estructura paranoica del conocimiento. Se a la mesa delante del pecho, que impidía cualquier movimiento fron­
puede decir que el “mapa del proceso paranoico esbozado por Freud, tal o lateral, de modo que la única postura posible era la erecta.
con base en un único documento, fue un brillante tour de forcé. Los El inventor agrega: “El aparato está hecho totalmente de acero ...
estudios posteriores a lo sumo retocaron sus grandes líneas, pero su impide cualquier intento de mala postura ... viene en dos modelos,
autoridad se mantiene básicamente intacta”45. uno recomendado para el uso en casa y otro para llevar a la escuela,
Con ciertas salvedades, en lo que al caso Schreber se refiere. en particular durante los dos primeros grados de escolaridad prima­
ria”49.
Porque el futuro tiene algo más que decir sobre la naturaleza del
delirio del paranoico de Sonnenstein. Esa revisión se realizó a partir A la luz de estos datos, ciertos delirios del hijo, que en sus Memo­
de los trabajos de Niederland. Él se tomó el trabajo de leer los libros rias él llama “milagros”, adquieren un nuevo sentido. Tenemos, por
del padre de nuestro héroe, y quedó aterrado. El viejo Schreber ha­ ejemplo, el “milagro-de-la-compresión-en-el-pecho”, descrito como uno
bía sido un tirano de marca mayor que impuso a Paul Daniel y a sus e . 8 ™as penosos “ataques” a su cuerpo: “Lo soporté por lo menos
hermanos una infancia terrorífica de opresión física y pesadillas psí­ J íf188 j Cenas cíe vecesi consistía en una compresión, de modo que el
quicas. J tn t^ ü a °P resión, resultante de la falta de aire, se transmitía a la
derez d ” cuerP°” °* Este delirio era una clara secuela del “en-
er z ,o ^st.as Kopfzusammenschnürungsmaschinen entonces,
r * ,

Tausk*1 C *Ue s*mP*es ‘ máquinas de influir”, tal como las describe


*7. Lacan señaló otro paralelo entre la “lengua fundamentar de Schre­
ber -propia del “alma de los nervios”- y el artículo de Freud sobre el sentido
Paterna eman SUS ra*ces reales infantiles en la parafernalia sádica
antitético de las palabras (J. Lacan, Le Séminaire III: Les psychosesf Pa£*
Sénior ^acer con est°s datos revelados? Ellos pintan un Schreber
3 6 ).
*8 . En la misma línea, Lacan dice: “La psicosis es una tentativa de ri­ Su texto cT »C°HtraSt« Atentamente con el elogio de Freud, quien en
gor. En ese sentido, yo diría que soy psicótico por la simple razón de que desarrollo106 ^ ^ actividades en favor de la promoción de un
siempre intenté ser riguroso” (Scilicet, 1973, N° 6 ). armonioso de la juventud, al procurar la coordinación en-

58 59
tre la educación en el hogar y en la escuela, al introducir la cultura fí­ Una cosa es, parafraseando a Winnicott, un “padre razonable-
sica y el trabajo manual con miras a elevar los niveles de salud, ejer­ te bueno”, y otra Frankenstein. Aquí se vuelve a plantear la polé-
cieron una influencia duradera entre sus contemporáneos”51. • me suscitada por el caso Dora, sobre la importancia de la “realidad
Escalofriante contraste. Niederland explica la incongruencia "Eterna”. Sólo que con Dora, el problema era técnico: Dora podría ha-
aduciendo que “resulta evidente que en la descripción de la fama y ei tertenido razón o no al reaccionar con repugnancia a ese precoz beso
trabajo del padre, Freud se abstuvo de decir algo más sobre la perso­ ^ado, pero Freud se habría “equivocado” en la forma y el timing de
nalidad del hombre ... en conformidad con la «política de mesura» que su interpretación. Esto no compromete la apreciación metapsicológica
él mismo explicitó en su monografía”52. Pero obsérvese que no se tra­ del caso. Aquí sí, ya que se plantea una cuestión de prioridades: ¿qué
ta de “decir algo más”, sino de “decir algo menos”; esto es, de no elo­ es más importante en el desarrollo de la enfermedad de Schreber: la
giar al padre tirano. Para Niederland, por ser una historia tan re­ represión de su homosexualidad o las vicisitudes identificatorias con
ciente -aún vivían tres hermanas de Schreber—la actitud elogiosa un padre perverso? Cuando Schreber Júnior delira con los rayos divi­
con que Freud trató al padre estaba justificada. De hecho, Schreber nos de Dios, ¿no está imitando al padre, que declara que los niños tie­
Sénior mereció una fervorosa biografía: Schreber - Das Bildungssys- nen que pensar todos los días en Dios “para reflejar en su ser interior
tem eines Arztes53, lo cual resulta menos extraño cuando comproba­ los puros rayos de sol de Dios, el amado padre universal?”57
mos que el libro fue publicado en 1936, en el apogeo del nazismo. Ida Macalpine y Richard Hunter, en la misma línea, señalan el
Schreber Sénior, a lo largo de sus innúmeros libros y folletos, había papel funesto del padre de Schreber y proponen una interpretación
sido un predicador fanático de la raza superior, siempre “erecta”. winnicottiana de la paranoia de Daniel Paul: una regresión a los es­
Heil! tadios primitivos de una libido indiferenciada58.
Me parece que, en el fondo, aducir la “política de mesura” de Imitando y no, paradójicamente, identificándose. Éste es el punto
Freud empeora las cosas. Prefiero creer en otra explicación: Freud de partida de Lacan, cuando retoma el caso Schreber. Él le dedicó un
nunca leyó el indigesto Kallip die Order die Erziehung zur Schónheit año al estudio de las Memorias y en su Seminario sobre las psicosis
durch Naturgetreue und gleichmássige Fórderung normaler Kórper- “modifica la significación de la problemática freudiana”59. En vez de
bildung. Pecado de omisión y no de comisión. Sabemos, con todo, que considerar la enfermedad como una defensa contra la homosexuali­
sí realizó ciertas investigaciones sobre el “viejo Schreber” a través de dad, señala que un grave defecto en la relación paterna estaría en la
su discípulo Arnold Stegmann, miembro fundador de la Sociedad de base de la paranoia y, por extensión, de todas las psicosis. Lo que im­
Berlín y médico legista de Dresde54. porta es el impacto “estructural de la función paterna”60. Lacan re­
Por otra parte -según Janet Malcolm- Niederland, un analista mata el punto diciendo: “El texto de Freud, incuestionablemente bri­
ortodoxo de Nueva York, presentó sus hallazgos sobre el sadismo del llante, dista de ser satisfactorio. Confunde todo, esto no tiene nada
padre “como una ampliación del libro de Freud, y no como una com­ que ver con una Verdrángung (represión) [de la homosexualidad].
probación de diferencias. En ningún momento sostiene que el análisis ¿De qué se trata cuando hablo de Verwerfung (forclusión*10)? Se trata
de Schreber habría sido diferente si Freud hubiese tenido acceso al e un rechazo del significante primordial hacia las tinieblas externas,
material por él descubierto”55. . un significante que faltará a partir de ese nivel. Allí está el mecanis­
Lacan, curiosamente, concuerda con un analista ortodoxo de la mo fundamental que supongo en la base de la paranoia”61.
isla de Manhattan: no es la cantidad de información lo que interesa, aiim'r* ^orc^usl(^n>en Lacan, se distingue de la represión porque el
lo importante es el hilo conductor56. ¿Será así? ¿No estamos acaso an­ ro r i can^e ^orc^ul(|0 no es integrado en el inconsciente del sujeto, pe-
te un “Asesinato de Almas”? • jj 1 Q e- on\a de *as tinieblas como fenómeno alucinatorio o delirante
La investigación sobre Schreber Sénior fue la materia .prima de sión rnVade u percePción del sujeto. En el caso de Schreber, la forclu-
libro de Morton Schatzman titulado Soul Murder: Persecution in the ecae sobre el nombre del padre, ese bendito padre.
Family (Asesinato de almas: persecución en la familia) 9. P®ra
Schatzman, la tesis freudiana de que la paranoia de Schreber se de-
bía a una represión de la homosexualidad pierde consistencia fren e
tamaña patología paterna. de “escotom' e™ m»° ^orc^uslónr’ fue introducido por Pichón, que lo distingue
escotomizacraCl° n ’ emP*eado Por Laforgue en una polémica con Freud. La
va”. Para La° n 8er} a una anulación de la percepción, una “alucinación negati-
juicio, la nsir0811’ *aurea^dad nunca es verdaderamente escotomizada. A su
*9. Morton Schatzman trabajaba con R. D. Laing, el papa de la antips* Can>op. c¿i ^ ls una deficiencia, un agujero en el orden simbólico” (J. La-
•» Pag. i / 7).
quiatría.

60 61
NOTAS on peter Gay, op. cit., pág. 262.
oí Flisabeth Roudinesco, Jacques Lacan, 1993, París, Fayard, pág. 513.
al' peter Gay, op. cit., pág. 262.
1. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei 33 SE, XII, pág- 32.
ro, Imago, II, pág. 272. 34 SE, XII, Pág- 62.
2. Carta de Jung a Freud del 19 de marzo de 1911, Freud-Jung, Corres 35 Jacques Lacan, Les psychoses - Le Séminaire, livre III, 1981, París,
pondéncia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 466.
3. Carta de Freud a Fliess del 24 de enero de 1885, Correspondencia Sig. SeU,36.aSE, XII, pág. 60.
mund Freud-Wilhelm Fliess, cornp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janeiro 37. SE, X, pág. 61.
Imago, pág. 108. 38. Bertrand Vichyn, “Naissance des concepts: auto-érotisme et narcis-
4. Manuscrito K, ibíd., pág. 168. oí«me” Presse Universitaire, 1984, IX, pág. 667.
5. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo 39. SE, VI, págs. 258-9.
Companhia das Letras, pág. 263. 40. SE, XII, pág. 70.
6 . Carta de Freud a Jung del 22 de abril de 1910, Freud-Jung, Corres­ 41. Gilíes Deleuze y Félix Guattari, op. cit., pág. 196.
pondencia completa, pág. 343. 42. SE, XII, pág. 71.
7. Carta de Freud a Jung del 22 de diciembre de 1910, ibíd., pág. 440. 43. SE, XII, págs. 78-9.
8 . SE, XII, págs. 3-84. I 44. Ornicar?, XIV, pág. 6.
9. Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise na Franqa. A batalha 45. Peter Gay, op. cit., pág. 265.
dos cem anos, 1986, vol. I, Zahar, pág. 123. 46. W. G. Niederland, “Schreber: father and son”, Freud and his Pa­
10. SE, XII, pág. 76. J tients, págs. 253-4.
11. F. Baumeyer, “The Schreber case”, Int. J. Psychoanal., vol. IX, 1956, 47. Citado por Niederland, ibíd., pág. 258.
págs. 513-536. 48. Dr. Schreber, Kallip die Order die Erziehung zur Schónheit durch
12. I. Macalpine y R. A. Hunter, Daniel Paul Schreber: Memoirs ofmy Naturgetreue und gleichmássige Fórderung normaler Kórperbildung, citado
Nervous Illness, 1955. por Niederland, ibíd., pág. 277.
13. William G. Niederland, “Three notes on the Schreber case” Psychoa­ 49. Citado por Niederland, ibíd., pág. 254.
nal. Quarterly, XX, 1951, págs. 579-591; “Schreber’s father”, J. Amer. Psy­ 50. D. P. Schreber, Memoirs ofm y Nervous Illness, trad. de Ida Macalpi­
choanal. Ass.y 1960, VIII, págs. 492-499; “The «miracled-up» world o í Schre­ ne y R. Hunter, 1955, Londres, pág. 97.
ber’s childhood”, Freud and his Patients, M. Kanzer (cora.), 1980, págs. 51. SE. ibíd., pág. 51.
267-294. 52. Niederland, ibíd., pág. 253.
14. William G. Niederland, “The «miracled-up» world of Schreber’s child­ 53. Por A. Ritter, Leipzig.
hood”, ibíd., pág. 269. 54. Carta de Freud a Ferenczi del 6 de octubre de 1910, Sigmund Freud-
15. Daniel Paul Schreber, Denkwürdigkeiten eines Nervenkranken, 1903, Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, Calman-Levy, pág. 232.
Leipzig, pág. 34. , 55. Janet Malcolm, In the Freud Archives, 1984, Nueva York, Knoff
pag. 79.
16. Peter Gay, op. cit., pág. 261.
17. Daniel Paul Schreber, op. cit., pág. 36. f 56. Jacques Lacan, Les psychoses - Le Séminaire, livre III, 1981, París,
Seuil, pags. 133-40.
• 18. SE, XII, pág. 13.
19. D. P. Schreber, op. cit., págs. 3-82. tients]pág' 33i nn y M ' Kanzer>“Interfative summary”, Freud and his Pa-
20. G. Deleuze y F. Guattari, El Anti-Edipo, 1974, Barcelona, Barral
Editores. Ynrlr5u HenX' F: Ellenberger, The Discovery ofth e Unconscious, 1970, Nueva
*°rk Basic Books, pág. 450.
21. G. Michaud, “La notion de l’image du corps dans la clinique psycha-
nalytique”, Esquisses Psychanalytiques, 1987, VII, París. 60 ÍS 3bethRoudmesc°. Jacques Lacan, pág. 378.
22. SE, XII, pág. 25.
23. Daniel Paul Schreber, op. cit., pág. 55. 1- Jacques Lacan, Les psychoses - Le Séminaire, livre III, pág. 171.
24. SE, XII, pág. 26.
25. Daniel Paul Schreber, op. cit., pág. 141.
26. Ibíd., pág. 25.
27. Jacques Lacan, R. S. /., livre XXII, 1974-5, versión de K. Chollet, tra-
ducido al español por R. Rodríguez Ponte, pág. 142.
28. W. G. Niederland, “Schreber: father and son”, Freud and his r a'
tients, pág. 260.
29. Daniel Paul Schreber, op. cit., pág. 134.

62 63
que” se entiende algo así como una estructura de identificaciones
simbólicas. Pero, ¿qué tipo de socialización?
Esto nos remite a Dios. El sentimiento religioso surge frente al
Hilfloss, esto es, al desamparo infantil que clama por un Ser Supe­
rior. La idea del “desamparo original” es vieja, había surgido con el
CAPÍTULO 37 “Proyecto” . Por otra parte, el tema religioso atraviesa la correspon­
dencia con Silberstein. Cipión le escribe a Berganza: “Nadie inventó
EL LIBRO DE LOS MITOS todavía una linterna para iluminar los caminos oscuros de Dios”9. La
linterna de Freud, como la de Arquímedes, ilumina los laberintos os­
curos de las psiconeurosis. El ritual religioso y el obsesivo son homó­
Si la exploración de los sueños fue la puerta del inconsciente, el logos. La religión reposa en la renuncia a impulsos instintivos que
tótem constituye la vía regia para la exploración del vínculo social1. continúan actuando. Ambos rituales tiene la misma filigrana. El sín­
Inmediatamente antes del Congreso de Weimar, Freud le informa a toma religioso es “asintomático” en la medida en que todos estamos
Jones que está comprometido “en una empresa de largo aliento que cautivos en el anfiteatro sacro-societario. Podemos globalizar la cues­
creo va a ocuparme por años y tiene que ver con la psicología de la fe tión diciendo que: “La religión es la neurosis obsesiva de la huma­
y de los lazos religiosos”2. La psicología de la fe se convirtió, en efecto, nidad” 10.
en un texto pensado y repensado, sólo segundo en importancia del La linterna también iluminó el ritual, atizando el interés por el
“Libro de los sueños”. Comienza de hecho con el “Apéndice” al caso mito. Ésos fueron los años dorados de la relación con Jung. Freud le
Schreber, donde se habla de la función protectora del animal totémi- confía a Ferenczi: “Estoy trabajando mucho en la psicogénesis de la
co3, y hace una breve escala en u¡Grande es Diana Efesia!”4. Freud le religión, en la misma senda de las Wandlungen de Jung”11. Tanto los
comunica a Ferenczi: “Estoy escribiendo Tótem con el sentimiento de comentadores freudianos como los junguianos -con la excepción de
que es mi mayor, mejor, tal vez mi última obra”5. Pocos meses antes Samuels12- subestiman la intensidad de la comunión de ideas entre
había dicho: “Soy enteramente Tótem y tabú”6. ambos en 1908-11. Estaban tan próximos que Freud temía plagiar a
Jung:
Con el “golpe” de Nuremberg concluye la infancia del movimiento
psicoanalítico. Se aguarda “un rico y promisorio período de juven­ ... es un tormento pensar, cuando concibo aquí o allá una idea,
tud”7. De allí que Tótem y tabú represente una tentativa de teorizar que podría estar tomándola de usted, apropiándome de algo que
sobre esa enfermedad juvenil del psicoanálisis que fue la Hora de las muy bien podría haber sido adquirido por usted 13**l.
Disidencias. Este ensayo puede considerarse un tratado sobre la am­
bivalencia del hombre, de todos los hombres, en todos los tiempos. Freud emplea luego la “metáfora del túnel”:
Los años juveniles que van desde el Hombre de las Ratas hasta
el fin de la Primera Guerra Mundial presencian la emergencia de una ¿Por qué, Dios mío, me atrevo a seguirlo en este campo? Usted
temática nueva, anclada en la anterior, pero nueva. Basta pensar en debe darme algunas sugerencias. Mis túneles probablemente se­
los conceptos de pulsión, narcisismo, de organizaciones pregenitales rán mucho más subterráneos que sus excavaciones, y sólo toma­
de la libido y angustia de castración para percibir que Freud al mis­ remos conocimiento mutuo cada vez que yo suba a la superficie
mo tiempo continúa y supera las elaboraciones precedentes. En psico- para saludarlo14.
patología, la atención recae sobre la neurosis obsesiva y la paranoia;
estas dos puntas de lanza abren un horizonte teórico que se constitui­ . ¿Qué significa “cavar más hondo”? La imagen, con su cuota de
rá con toda su amplitud en Tótem y tabú. rivalidad infantil, evoca a dos chicos en la playa —en una playa la-
Se problematiza la imagen del padre: deja de ser el perverso se­ niarckiana- al borde del mar, que cavan sus respectivos pozos, pro­
ductor o el objeto de la fantasía, para convertirse en el elemento cen­ curando un encuentro, o un desencuentro, de las manos que tantean
tral de la constitución simbólica del psiquismo humano. En efecto, a en. la arena. La idea del túnel fue de Jung, que meses antes había es­
partir de las críticas de Adler, la cuestión de la socialización de la psi­ crito:
que, como Renato Mezan bien dice, “no puede ser dejada de lado. La
socialización es el proceso por el cual el hombre se humaniza, pasan­
do de ser apéndice del cuerpo materno a individuo social, capaz de
convivir con otros individuos sociales”8. Por “socialización de la psi­ •Como en el caso de Fliess y la bisexualidad.

64 65
Tenemos también que conquistar el ocultismo, a partir de la tG 1 \\aro real para el padre ... el hijo ya no tendría deseos inces-
ría de la libido. En este momento me intereso por la astroloJf ! ger üíl P.e jgjdos a una mac*re con e* vientre caído y venas varico-
que se revela indispensable para la comprensión de la mitologj3’ tuosos ^1gen^ cuegt¿ón de hablar de la estética del deseo (es curioso
Hay cosas realmente maravillosas y extrañas en esos dominio SaS Jung aquí se olvida del simbolismo). ^
oscuros. Los peligros son innumerables, pero no se preocupe, dq! qUC i diferencia entre el túnel cavado por Jung en Transformado-
favor, por mis erráticas exploraciones. Y regresaré con un rico bo­ s ím b o lo s ... y el de Freud en Tótem y tabú, según Renato Mezan,
tín para el conocimiento del alma humana15. neS'd definirse de la siguiente manera: para Jung la mitología expli-
P11^ sexualidad; para Freud, la sexualidad explica la mitología. Atra-
Al borde del mar también existen recelos: 9 ca ® aunque engañosa simplificación. En la tarea de explicar los orí-
^nes ambos excavadores apelan al orden simbólico. Ambos usan
Como mis fuerzas intelectuales se reanimaron, ya trabajo en un ge Acción: en el caso de Freud, tenemos el padre de la horda; Jung,
campo donde le causará espanto encontrarme. Conseguí desen­ Uor su parte, presenta a la Gran Madre, junto con el mito del héroe.
trañar algunos misterios singulares y casi me sentiría forzado a En la simbología triangular de estos mitos está en juego la estructu­
no discutirlos con usted 16. ración del sujeto. Para Jung, en el comienzo de todo está el arquetipo
materno, la misteriosa Madre Naturaleza. Para Freud la historia se
La carta, oh sorpresa, es de Freud, y no de Jung. El tema crece y inicia con el asesinato del Gran Padre. Tótem y tabú es el mito mo­
crece. Surge una metáfora germinativa, fliessiana: “Hace algunas se­ derno del asesinato de Dios22.
manas estoy fecundado por el germen de una síntesis mayor y la da­ El linaje intelectual de Tótem y tabú23 es impresionante; presenta
ré a luz en este verano”17. Y, también, una metáfora casamentera; algunas de las ideas más subversivas. Freud bebió en la fuente de Ja­
después de contarle a Ferenczi que “el trabajo sobre el Tótem es una mes Frazer, que, en 1910, publicó los cuatro colosales volúmenes de
empresa brutal” y que está “leyendo libros voluminosos sin realmen­ Totemismo y exogam ia2* , y en el gran sir Edward Bumett Tylor25, pa­
te interesarme en ellos”, agrega: “Con todo esto, siento como si sólo dre de la antropología evolucionista, para no hablar de las especulacio­
hubiese querido iniciar una aventura amorosa, y estoy descubriendo nes de Darwm sobre la condición social del hombre primitivo. También
que, para mi tiempo de vida, tengo que casarme con una nueva mu­ susurra el espíritu de Schreber; junto con este paranoico lúcido, Freud
jer”18. 1 había investigado las relaciones tenebrosas de los hombres con sus dio­
¿Quién es esta nueva mujer que amenaza desplazar a esa sober­ ses. Tótem y tabú es una síntesis que reúne especulaciones de la antro­
bia bruja llamada Metapsicología? La aventura es con Némesis. Aquí pología, la etnografía, la biología, la historia de la religión y el psicoa­
comienza el examen sistemático de una idea que es central para la nálisis. El subtítulo -tal vez olvidado- es revelador: “Algunos aspectos
coherencia teórica del psicoanálisis: la muerte del padre. Allí comien­ comunes entre la vida mental del hombre primitivo y los neuróticos”.
zan las cosas humanas. En la búsqueda de los orígenes, Freud, en vez de partir de la mi-
Tótem y tabú, originariamente, se inscribió en un amplio proyec­ o ogía griega o indoeuropea, se vuelve hacia los aborígenes austra-
to de síntesis de Freud y Jung, exigido por la propia dinámica psicoa- íanos. Cava su pozo epistémico precisamente en el terreno donde la
nalítica. “Proyecto que obedecía a una doble motivación: por un lado, joven ciencia de la etnología está haciendo su promisorio debut. Pode-
dar pruebas de la universalidad del inconsciente y, por el otro, fundar Hnil3°^fi1Crerar, que ^ames Frazer, con su monumental La rama
ese principio totalizante, aplicándolo a la cultura.”19 Pero la explora- tra h n a ^ ra^t_Fbing de la antropología, actualizador de los
"ción conjunta no prosperó. El otro pozo en la playa se volvió un nido trabajos de Marett y Tylor.
de víboras. ' J tam os^t V n° eS un texto colateral ni una hipótesis ad hoc: es-
¿Cuál era la cólera del profeta? Se sentía traicionado. Considera­ constitnp ° ^nf P*.eza central de la teoría elaborada para explicar la
ba que Jung, después de Wandlungen II, había regresado a posicio­ “heroncin°n • suJet°» irreductible a las experiencias individuales. La
nes prepsicoanalíticas al negarle a la “teoría de la libido” su car^c. , rrollo filo arcaica ef vivido por las generaciones pasadas”27. El desa-
axial. El incesto fue el centro del debate. Para Jung, la “prohibici penaamientnV00 ir “complejo paterno” constituye una constante del
del incestó era simplemente una fórmula o ceremonia de reparaci reudiano, porque permite articular el fantasma con el
in re vili [sin importancia]”20. Su argumento, según mi ver, suena
sólitamente banal: “En la familia, el padre era lo suficientemen
fuerte para mantener al hijo a raya con una zurra ... si, en esos > *2 Conv-
nos años, él demostraba cualquier inclinación incestuosa. En la e torua las pierñnT .r°C°I^ar Óue Frau Jung, además de ser fea, probablemente
más madura, por otro lado, cuando la codicia filial realmente p° P rnas torcidas y varicosas.

66 67
mito; el tótem con el tabú; el ideal del yo con el yo ideal, las religiones Luego tenemos a la suegra. En este apartado sobre el incesto, con
con la cultura28. Aquí tiene su origen el nombre del padre. En este bastante humor, se habla de las vicisitudes de la constelación fami­
sentido, el “Libro de los mitos”, por orden de importancia, es el segun­ liar. La suegra, tanto en Australia como en Austria, es un ser que
do de los textos doctrinarios, y sólo le cede el primer lugar al “Libro de hay que evitar. Por añadidura, a pesar de sus senos caídos, ella reci­
los sueños”. be un excedente de la tendencia al incesto con la madre. “No es raro
La primera parte del ensayo trata sobre el horror al incesto, que que un hombre se enamore de una mujer que después será su sue­
surge en la conjunción del totemismo con la exogamia. Para los etnó­ gra”38, comenta Freud recordando, tal vez, a la madre de Gisela, la
logos, el totemismo constituía la etapa inicial de la religión. La exoga­ estupenda Eleonora Fluss. La suegra, en todo tiempo y lugar, pasa a
mia, o “casamiento fuera”, representaba una ley de los sistemas de ser símbolo universal de “ambivalencia totémica”.
parentesco. Freud concluye que la finalidad de la institución totémica Freud habla del sentido restrictivo de la exogamia, minimizando
es impedir el incesto entre hijo y madre29. Aquí, por primera vez, se sus connotaciones positivas. Para Levi-Strauss, “antecediendo a toda
universaliza el precepto: el deseo incestuoso está presente en todas experiencia, antes de toda deducción individual, aun antes de que se
las sociedades. La fuerza de este deseo es mayor aún en las socieda­ inscriban las experiencias colectivas en relación con las necesidades
des primitivas; ellas están verdaderamente poseídas por el pavor fun­ materiales, algo organiza el campo”, el dispositivo totémico cumple la
dante de la acción totémica30. El incesto define la diferencia entre na­ “función clasificatoria primaria”39. Por otra parte, la prohibición de
turaleza y cultura. tomar mujer en el seno del clan lleva al individuo a buscarla afuera,
Freud cita a Frazer: “En lugar de deducir de la prohibición del con la instauración de la reciprocidad: para recibir la mujer de otro
incesto la existencia de una aversión natural básica, deberíamos infe­ clan es preciso ceder la “joven de la casa” 40. 4
rir la presencia de un impulso natural que lleva al incesto. Si la ley lo Los efectos sociales positivos de este trueque son minimizados
reprime, como reprime a tantos otros impulsos naturales, ello se debe por el Freud de 1913 cuando afirma que el objetivo de la autoridad en
a que los hombres civilizados concluyeron que la satisfacción de esos todas sus formas -horda, familia, gobierno- es el cercenamiento de la
instintos naturales perjudica los intereses generales de la socie­ libertad 3. De esa restricción derivan las características definitorias
dad”31. Una phylia se esconde tras cada phobia. Pero, junto con el de­ del grupo. La gama de las acciones grupales se ve limitada por dicha
seo infantil de matar al padre y poseer a la madre, también existe la coerción libidinal. La libertad individual nunca fue el objetivo de la
obediencia como anhelo positivo. En la encrucijada de coerción y re­ sociedad. Este supuesto es compartido, con matices, por toda la teoría
beldía, Freud se pronuncia a favor de la ley, contra la pulsión. La so­ política, desde Platón hasta Marx, desde Hobbes hasta Freud. Cuan­
ciedad es represiva porque la rebelión no se justifica, ya que los “im­ do los historiadores hablan de la decadencia de una institución, por
pulsos conscientes” del alzamiento tienen sus fuentes inconscientes ejemplo, la Iglesia medieval, se refieren al colapso de su capacidad
coercitiva41.
en la envidia asesina32.
El tabú es constitutivamente ambivalente: por un lado es lo sa­ Tanto Freud como Durkheim señalan el carácter restrictivo de la
grado, y por el otro, lo misterioso, lo prohibido y lo impuro33. Lo atra­ ley en los pueblos primitivos. Existe, empero, una diferencia impor­
yente y lo temido se revelan en el mismo gesto ritual como pánico y tante: Durkheim postula un proceso de individuación en la conciencia
espanto. La fascinación predomina: el deseo tiene por base “una ac­ colectiva, en el fluir de la historia42; para Freud, en cambio, todas las
ción prohibida para cuya realización existe una fuerte inclinación del formas de conciencia se encuentran en el mismo sujeto instintivo al
inconsciente”34. ^ cual la sociedad -ayer y hoy- le impone las reglas del juego. “El pri­
Proliferan múltiples medidas para evitar y descartar la más re­ mitivo que aparece en Tótem y tabú no difiere del hombre contempo­
mota posibilidad de incesto. En el caso del aborigen australiano, la ráneo, salvo que éste tiene el infortunio de albergar a un «moderno»
infracción del tabú termina en muerte sumaria. El primitivo, como el en su interior, mientras que el más contemporáneo de los tipos de ca­
neurótico obsesivo, tiene que llevar al máximo los rituales defensivos, rácter -el neurótico- sufre la presencia de un «primitivo» no identifi­
en los que los síntomas cumplen la misma función que los antiguos cado dentro de sí.”43
tabúes. Los conceptos básicos de este primer ensayo son la universalidad
“La prohibición del incesto es más antigua que el casamiento”35. del complejo de Edipo, la significación paterna del tótem y, finalmen-
En el mismo movimiento, Freud “afirma la hegemonía de la estructu­
ra edípica como principio de la civilización”36. La transición del ma­
triarcado al patriarcado no le preocupa, y tampoco le interesa “la
maternidad caótica primordial”37. Él no le atribuye la mínima impor­ *3. Esta minimización es rectificada en El malestar en la cultura y, par-
lcu ármente, en Moisés y la religión monoteísta.
tancia a la Gran Madre junguiana.

68 69
te, el carácter protector del tabú frente al polimorfismo perverso de en la conciliación de sentimientos encontrados. Antropólogos ulterio­
nuestro patrimonio atávico. Luego veremos, sobre todo a partir de El res como Margaret Mead -e incluso el psicoanalista-antropólogo Geza
malestar en la cultura, que el Asesinato del Padre va paulatinamente Roheim- criticaron este supuesto progreso del mundo civilizado. Para
convirtiéndose en el tabú fundamental de un mundo regido por la Roheim, la cultura nace de un retardo neotécnico del hombre, punto
pulsión de muerte. que luego será elaborado por Devereux.
Un tema recurrente es el del valor de la clínica para la elucida­
En el segundo capítulo, “El tabú y la ambivalencia de los senti­ ción de problemas en los territorios vecinos de las ciencias del hom­
mientos”, Freud entra en el proteico campo de los tabúes. Los tabúes, bre. Esto condujo a una célebre conclusión: “Las neurosis, por un la­
como las perversiones, son innumerables. Entre los polinesios, lo do, revelan notables semejanzas con la gran producción social del
opuesto a tabú es noay que significa lo “general”, lo “común”: tabú, en­ arte, la religión y la filosofía, mientras que al mismo tiempo parecen
tonces, es lo específico, la diferencia. El tabú, dentro del círculo ini- caricaturas de ellas. Podríamos arriesgar la afirmación de que la his­
ciático, sólo tiene lógica interna; él y sus consecuencias son axiomáti­ teria es una caricatura de la creación artística, la neurosis obsesiva
cas. Él es, de la misma manera que nuestra conciencia es, o sea, lo una caricatura de la religión, y los delirios paranoicos una caricatura
que se conoce con la más incuestionable certeza interior. De hecho, de los sistemas filosóficos”.48
“un tabú-conciencia sería la primera forma que asumió el fenómeno La tercera parte de Tótem y tabú se titula “Animismo, magia y
de la conciencia”44. omnipotencia del pensamiento”. Freud, siguiendo a Marett, acepta la
Apoyándose en Wundt, Freud examina tres tabúes esenciales: el división usual del desarrollo de la humanidad en tres estadios: el ani-
de los enemigos, el de los gobernantes y el de los muertos. mista, el religioso y el científico49. Admite la existencia de un estado
Las cabezas decapitadas de los enemigos -en la isla Timor- son preanimista en el que el mundo era un “terror sin nombre”. El ani­
acariciadas, alimentadas y reciben pedidos de perdón. “La conclusión mismo constituye un progreso que va desde la magia pura hasta la
que podemos sacar de estas observaciones es que los impulsos expre­ hechicería.
sados en relación con el enemigo no son solamente hostiles. Existen La parte central del capítulo trata de la omnipotencia del pensa­
manifestaciones de remordimiento, de admiración por el enemigo y miento. El Hombre de las Ratas, ese "inteligente cosmopolita primiti­
de mala conciencia por haberlo matado”45. El adorado enemigo de la vo”50, fue quien acuñó la expresión. Cuando cree en la omnipotencia
ambivalencia totémica. del pensar, la mente se considera capaz de transformar la realidad
Los tabúes referentes a gobernantes -sean reyes o sacerdotes- por el poder de las ideas. El “pensamiento positivo” de Norman Vin-
también presentan una espantosa complejidad. Su forma varía desde cent Peale representa una versión religiosa con la pequeña ayuda del
la Corte del Rey Arturo hasta el Eterno Imperio Japonés, donde el american way oflife. No estamos lejos del juego del carretel, del fort-
Mikado “piensa que es perjudicial para su dignidad y santidad tocar da de Más allá del principio de placer51. La omnipotencia del pensa­
el suelo con los pies; por ese motivo, cuando el Emperador tiene que miento está relacionada con el arte y la realización de deseos: “Sólo
desplazarse, es transportado sobre los hombros de sus hombres”46. en un campo de nuestra civilización se consuma la omnipotencia del
Si la conducta con los gobernantes muestra la ambivalencia, el pensamiento, y ese campo es el arte. Solamente en el arte sucede que
tabú de los muertos elucida su modo operativo: la proyección. Tocar un hombre dominado por deseos realice algo que se asemeje a la rea­
al muerto está prohibido en casi toda la faz de la Tierra, y los que de­ lización de estos deseos, y que lo haga con sentido lúdico, producto de
ben hacerlo quedan igualmente implicados47. Estos tabúes con difun­ efectos emocionales -gracias a la ilusión artística-, como si fuese algo
tos ponen de manifiesto que el espíritu del muerto se vuelve demonio, real”52. Freud analiza la magia “imitativa” y la magia por “contigüi­
como lo atestigua el culto de los eguns en el candomblé. El psicoanáli­ dad”, modalidades que demuestran la eficacia simbólica de la omni­
sis enfatiza la magnitud de la hostilidad inconsciente al cadáver"4. potencia del pensamiento53.
La ambivalencia del primitivo, en suma, es mayor que la nues­
tra; de allí la inferencia de que los pueblos civilizados han progresado* El cuarto ensayo de Tótem y tabú, considerado el más importan­
te, se llama “El retomo infantil al totemismo”. Se pasa del tabú al tó­
tem. Los tótems, al final, son tabúes, o sea objetos sagrados.
Freud toma de Atkinson-Darwin la hipótesis sobre la horda pri­
*4. Aquí Freud hace una rara referencia etnológica a América del Sur: mitiva: el hombre prehistórico había vivido en pequeñas hordas, go­
“Entre los guaycurúes del Paraguay, cuando se produce una muerte, el jefe bernadas por un macho dominante, sexualmente celoso. Robertson
acostumbra cambiar el nombre de todos los miembros de la t r i b u . ( S b , Smith había aventurado que el sacrificio ritual de la comida totémica
XIII, pág. 55). era su componente esencial. “Adoptando la estrategia comparativa tí-

70 71
pica de todas sus teorizaciones -nos dice Peter Gay-, Freud aso • EL t al padre sustituto: el tótem. Oprimidos por la atrición, ins-
esas suposiciones no comprobadas, y bastante inciertas, con las fob* ^ muerU ^ tabúes fundamentales del totemismo, que debían corres­
tauran ( _n t 0 punto, a los dos deseos básicos del complejo de
p o r
animales presentadas por niños neuróticos, ubicando al complejo*?!
Edipo ... en el centro del escenario.”54 Aquí tenemos el retorno d* pon^erja muerte del padre y la conquista de la madre. Sobre la base
Juanito y su fobia a los caballos, junto con el niño de la “fobia a ^ Edip°_ sentimiento de culpa fundarán la civilización. Después del
perros”, estudiado por el psicoanalista ruso Woolf55, y un caso comu8 de eS Cto los “hijos retornaron juntos” y se reconocieron como her-
nicado por Ferenczi, el “Pequeño Arpád”56, que se identificaba con ga~ asC in p e la misma forma que la fraternidad nace en el acto de
Hiñas y, al mismo tiempo, se deleitaba al verlas matar (caso intere­ lfian°irar la filiación se fragua sobre el cadáver. El asesinato trans-
sante de “totemismo positivo”, observa Freud)57. El comportamiento r°nS a literalmente al jefe de la horda en padre; el parricidio inviste
de esos “niños problema” lo lleva a interpretar al animal fobígeno co­ l adre de su función. “El padre no existe de no ser matado real o
mo representación del padre. Concluye que el sistema totémico, tal a. juicamente...”62 Este tema, explicitado aquí por primera vez, se-
como la fobia animal de Juanito y la perversión en el gallinero del sl, jueg0 elaborado por Lacan al hablar del nombre-del-padre. Toda
“Pequeño Arpád”, surgió de las condiciones del complejo de Edipo. la sociedad humana está construida sobre la complicidad en aquel
“acto criminal memorable”. Tótem y tabú puede ser abordado como
“La hipótesis parece monstruosa", nos alerta Freud58»*5. La re­ un mito político, como un contrato que transforma el estado de Natu­
construcción freudiana es bien conocida: tenemos un padre feroz y ce­ raleza en estado de Sociedad.
loso. Padre terrible, que disfruta sin límites del apetito de su sexo,
paradigma del gozo bestial. Él es ley suprema en la horda, se apropia Freud creía que los rasgos adquiridos pueden transmitirse gené­
de las mujeres y expulsa a los hijos a medida que crecen. “Un día los ticamente de una generación a otra. El universo freudiano, en efec­
hermanos que habían sido expulsados se reunieron, apalearon al pa­ to, siempre fue lamarckiano en este punto. El propio Darwin, a fin
dre hasta la muerte y lo devoraron, dando fin a la horda patriarcal. de cuentas, a pesar de sus cáusticas referencias a Lamarck, era la­
Unidos osaron y consiguieron hacer lo que habría sido imposible para marckiano malgré lui al postular que las características adquiridas
el individuo.”59 Con el acto de comer al padre, ellos completaron la pueden heredarse. Fue una “perversión” de la naturaleza no adap­
eficacia simbólica de su identificación paterna y “cada cual se apropió tarse a la impecable lógica de este hombre que, en el siglo XVIII,
de una porción de su fuerza”. La comida totémica - “tal vez la primera anunció la teoría evolucionista. “La idea es poner a Lamarck entera­
festividad de la humanidad”- se revelaba como “la repetición y la ce­ mente de nuestro lado y demostrar que la «necesidad», que según él,
lebración de ese acto criminal memorable”60. transforma los órganos, no es más que el poder de las ideas incons­
La cultura, entonces, nace de “un único acontecimiento catastró­ cientes sobre nuestro propio cuerpo, ideas de las cuales podemos ver
fico”61. Una especie de Big Bang humanizante, análogo, por el factor vestigios en la histeria; en suma, es la «omnipotencia de los pensa­
mientos»”.
sorpresa, a la reacción del infante en el “estadio del espejo” (que luego
consideraremos). El libro termina con el famoso verso de Goethe: “En el principio
Del acto consumado surge el remordimiento. Habiendo odiado y era el acto” (Im Anfang war die Tat). Pues bien, en ese acto se originó
al mismo tiempo amado al temible padre primordial, los hermanos a historia humana, la supremacía de Dios, el nombre del padre. En
antropófagos se sintieron asaltados por remordimientos, que se pre­ al sentido, como señala Alain Besaron, “no se ha advertido que Tó-
sentan como una naciente “conciencia de atrición”. Una especie de y tabú constituye una especie de nuevo Génesis, de la misma ma-
“protoculpa” que, teológicamente, establecería la diferencia que va de era que el Moisés representa un nuevo Éxodo, elaborados ambos so-
la atrición a la contrición. En el crisol de esa muerte, el progenitor se e e Pa^rón darwiniano de la horda primitiva”63.
vuelve más poderoso que nunca en vida. el T - el insdifucionalización del psicoanálisis, ¿cuál era
Los hijos “borran” el gesto parricida con la prohibición de dar* co Hp » Tótem y tabú? Aquí entramos en lo que Roudines-
EdiDfn0miIla Pen °d° dogmático”. Con Tótem y tabú el complejo de
diente Paf ° 8 s.e r.oendral en la doctrina psicoanalítica: su reconoci­
dos de •S^.Cí)nv‘rdló en la contraseña que permitía diferenciar a adep-
*5. El manuscrito original hablaba directamente de una “hipótesi rciento d*e lf dGl d^n t0rn° ^ ^os Señores del Anillo hacían su jura-
monstruosa” (ungeheuerliche Annahme) que, a pedido de Jones, fue diluí
con el agregado de “tiene un aire de” (carta de Jones a Freud del 25 de Jun
HeÓ® ° R e c i b i d o Tótem y tabú?
de 1913, The Complete Correspondence o f Sigmund Freud and Emest Jone >
s visto que la reflexión antropológica de Freud se basaba en
1908-1939, 1993, Londres, Harvard University Press).

73
72
las grandes síntesis etnográficas del principio de siglo. Valiosa J diana míe
que ve los
ios sueños
sul*iiuí>como
ujuiu expresión ^
de deseos «reprimi-
.....
f r e u d i a n a que ______ , ______ mnraioc of¡.
clopedia construida por pensadores que teorizaban sin experienc^^*' teoría f^ U nnñCiente, como el negativo de los principios morales ofi-
recta de field-work. El caso más típico era el de Marett, que acó t* ^ el iint
dos» del idos»7i. Este trabajo de campo genera una serie de
braba decir, no sin razón, que para comprender la mental'H^ cíales y reC0 iugar a ia “famosa controvesia sobre la universa-
primitiva no era necesario vivir con los salvajes: bastaba con frec (V que i_*_ A*\
artículos
tar la sala de profesores de Oxford64. CUen* fidad del compkí^de^E^p propuegta. «Mj¡ deseo es invitar al lector a
E1 ensayo freudiano aparece, por desgracia, en un mome P Malin l ie ^de loglos trabajos redactados en cuartos cerrados, que salga
crucial de la etnografía, marcado por un replanteo que afecta, sim i° q u e se
se aiej donde ge ira sobre
se respira sobre e\ el terreno
terreno de
de las
las investigaciones
investigaciones
«1
al ñire
aire nllore,>u .
reviva ____ _•__-------
conmigo -- nuco nn
el espíritu de los años que pasé en
táneamente, su orientación teórica, práctica e institucional T j|
nueva fundación. Desde el punto de vista teórico, la posición evoltra “ ‘ Tribu d e " ¿ . . . i o s en la Nueva Guinea"’ »-
cionista postulaba una ley común para el desarrollo cultural de tod Una El oolaco reconoce el mérito de Freud por haber abierto la proble-
los pueblos y razas. Esta generalización ya no bastaba. Réquiem na8 . c o n c e r n i e n t e a la “relación entre la vida instintiva y la organi-
ra los “antropólogos de sillón”65. A partir de ese momento, en los co­ social”74, pero afirma que las etapas del desarrollo infantil no
rredores de las universidades prevalece la “autoridad etnográfica”' zacl°nirtinentes para todas las sociedades. Entre los tobriandeses, su-
la voz de quien “estuvo allí”, y que, si habla la lengua del salvaje ?on Pa una regla de filiación matrilineal, “no existe represión ni cen-
mejor. J’ J a” del mismo modo que “no existe reprobación moral de la sexua­
La observación directa se va haciendo prioritaria en dos tiempos lidad infantil de tipo genital, ni un período que corresponda a lo que
En un primer momento, algunos exploradores, que no eran necesaria­ Freud llama «sexualidad pregenital» y, en particular, ningún interés
mente antropólogos profesionales, “organizaron expediciones tipo sur- «anal erótico»”75. Según él, los tobriandeses ignoraban el papel fisioló­
uey”66. Luego, después de la Primera Guerra, surge la necesidad de gico del padre en la procreación. Los impulsos hostiles del bebé mela-
una exploración sistemática e intensiva, que hace lugar a un nuevo nesio se dirigían al tío, y la hermana era el objeto incestuoso. Las cul­
tipo de investigador: el “observador participante”. Radcliffe-Brown es turas regidas por el derecho materno presentaban un “complejo
el exponente de la nueva antropología67. nuclear” caracterizado por el “deseo de casarse con la hermana y ma­
Por esas razones, sin necesidad de calar más hondo, Tótem y ta­ tar al tío materno”76, es decir, por un complejo diferente del complejo
bú fue mal recibido desde el momento de su aparición. El influyente de Edipo.
Boas, pontífice de la antropología norteamericana, cuestionó la uni­ El Profesor, como de costumbre, no entró en el debate, contentán­
versalidad del totemismo68. La obra pretensiosa de nuestro antropó­ dose con una ironía: “¿Cómo es posible? Ese pueblo, entonces, no tie­
logo aficionado vienés fue vista como una incursión extravagante en ne ano”77. Jones, igual que antes con Janet, se lanza a la polémica co­
un campo que la joven ciencia había demarcado con celo. “No pode­ mo paladín de la Causa. Estaba capacitado. Su interés por la
mos aceptar -escribe Boas- como un progreso para la etnología, la antropología era muy antiguo, tanto como su amistad con Trotter, el
transferencia grosera de un nuevo método de investigación psicológi­ “cirujano filósofo”78. Juntos habían estudiado a Tylor.
ca del individuo a los fenómenos sociales”69**6. 1 En el debate con Malinowsky, Jones aborda el tema de la nega­
En realidad, Tótem y tabú fue la obra más rechazada de Freud. ción de la “paternidad copulativa”. Éste había sido uno de los hallaz­
El libro se convirtió en un “asesinato metodológico del gran padre”70. gos más espectaculares de los nuevos antropólogos79. El asunto era:
Era una mera fábula que sólo ilustraba los sombríos prejuicios del ¿cómo nacen los bebés? Jones sugiere que la ignorancia de la paterni­
propio autor. La principal polémica fue con Malinowsky. El antropó­ dad fisiológica no es tan auténtica como parece, y “que el sistema de
logo polaco, formado en Viena y radicado en Inglaterra, parte en ex­ derecho materno, con su complejo avunculado, representa un modo
pedición a las islas Tobriand en 1918 (segunda expedición); allí, si­ de defensa frente al comnlpio do EHino”80. Esto es. un no auerer saber
guiendo el consejo de Seligman, comienza por “poner a prueba la

ce ( "a*re Ubre que se respira” con las tribus de la Melanesia apare-


*6 . En estos tiempos que marcaron el fin de la antropología evolucionis­ Toh1V1<^amen^e <^escrh'° en el “Diario” de su segunda expedición a las islas
ta, aparecieron la antropología funcionalista de Malinowsky y la difusionista Pact^^T^i^Ue Se Prest'ana a un rico ensayo psicoanalítico, pues revela el im-
de Rivers. Esta última, continuación de la evolucionista, postulaba un cu- bre ° 1 ^°S eskelt°s y desinhibidos cuerpos desnudos de las tobriandesas so-
mienzo cultural -E gipto-, punto de partida de una difusión cultural, Freud ^ q -S P°laco “erótico”, atravesado por un voto de castidad (B. Malinowsky,
sería difusionista. “ r l' O' m the Strictest Sense ofthe Term} New York, 1967).

74
sabiendo. El tema no era nuevo para Jones. Él, en 1914, había n kJ í ■ presentaba la excitación de matar v comer al padre, y sus
cado un ensayo, La concepción de la Virgen por el oído81, interpr^t tuSÍaS c a n sólo reactivas”87.
do esta “concepción gaseosa” como una expresión fuertemente suhr' dud^ Y ‘ncz\va más lejos e interpreta el humor de Freud:
mada de las teorías sexuales infantiles, en las que las cigüe'
también tienen su lugar. Escribió entonces: “Es probable que t o d l i o hra es una comida totémica. Usted también es el sacerdote
las creencias en una concepción milagrosa provengan del deseo inf ^ ■ J Mitra que mata al padre con sus propias manos; sus discípu-
til de excluir al padre (genital! de todo lo que tenga que ver con i I e testigos de ese acto “sagrado”. En La interpretación de los
propio nacimiento”82. l0S ños usted libró el combate contra su propio padre; en su tra­
Tótem y tabú fue polémico, aun dentro del grupo analítico. El a bajo sobre el Tótem, lucha con las figuras religiosas paternas tan­
tropólogo Geza Roheim -que ya había refutado la idea de la mavo* tasmáticas.
ambivalencia del salvaje- criticó la teoría de la horda primitiva de
Atkinson-Darwin. Sostuvo además que los trabajos ulteriores realiza Entonces:
dos con primates superiores no ratificaban la dramática teoría de 1n
horda primitiva83. ^ 9 Eso explicaría la fiesta jubilosa durante la génesis de la obra
De la misma manera, Tótem y tabú tuvo poco impacto en la teo­ (en el acto del sacrificio), seguida después por los escrúpulos.
ría política84. Su importancia teórica fue corroída tanto por las gene­ Estoy convencido de que el trabajo sobre el Tótem algún día se
ralidades de una antropología evolucionista como por el problema de convertirá en un punto nodal de la historia de la civilización hu­
la realidad histórica del crimen primario. Peter Gay considera que la mana88.
realidad histórica del parricidio primordial no era esencial para el ar­
gumento del libro. Ese “acto criminal memorable” podía pasar como Grosskurth opina que “Tótem y tabú se mezcla con la vida de fan­
ficción. Los sentimientos de culpa serían transmitidos por mecanis­ tasía de Freud”89. En esa época, según ella, el Profesor tenía buenas
mos menos rebuscados y científicamente más aceptables. Los neuróti­ relaciones con Sabina Spielrein y, al analizar a Elma Palos y Loe
cos, de noche, asesinan a sus padres en sueños, sin tener que ejecutar Kann, “estaba separando a las mujeres de sus «hijos» [de él]”90.
el crimen. “Presentando ese cuento asombroso, no como un hecho Y por si todo esto fuera poco, los Señores del Anillo organizaron
-sostiene Peter Gay- sino como una fantasía que aflige a los jóvenes “una cena festival el 30 de junio, cuando Jones y Ferenczi se unieron
a través de los siglos... Freud podría haber abandonado su tesis la- a Sachs y Rank para ofrecer a Freud una comida «totémica» en el
marckiana”85. Lo mismo cabe decir, como veremos, con respecto al Konstantinhügel, en el Prater. Coronando la noche, Loe Kann le hizo
Moisés, en un principio concebido como “novela histórica”. Existe una entrega de una estatuilla que él adoptó como su tótem oficial”91.
diferencia entre la verdad y lo verosímil. Verdad histórica no quiere
decir la historia de la verdad. Pero Freud insiste: en el principio era Lo que caracteriza el mito de Tótem y tabú es que el padre surge
el acto. Hablando de la compulsión de repetición, el escenario recuer­ ex nihilo, sin haber vencido antes a su propio padre. Es un fundador
da a 1890, cuando le había costado mucho abandonar la teoría “ac­ de genealogía, pero que en rigor se encuentra fuera de ella. Ahora
tuante” de la seducción. Siempre consideró importante ese grano tác­ bien, como lo señala Le Guen, ésta es prácticamente la situación de
tico de arena que aglutina la perla fantasmática. De hecho, hasta el rreud en relación con el psicoanálisis: invención suya, ella lo consti-
final de su vida sostuvo la realidad del parricidio original: “Aún hoy uye en fundador sin origen y sin pasado. “Podemos preguntarnos
defiendo esa construcción -afirma en su Moisés- ; repetidas veces tu­ asta qué punto Freud, dominado por su fantasma, no creó en parte
ve que oír censuras vehementes por no haber modificado mis concep­ una situación en la que se identificaba con el padre de la horda primi­
ciones en ediciones ulteriores del libro, después de que etnólogos más lla. El hecho es que iba a protegerse de la actualización del fantas-
recientes rechazaran la hipótesis de Robertson Smith y presentaran hah?°r mec^° un Pasaje al acto ...” En un primer momento, él se
otras teorías. Pero no me convencí de la corrección de esas innovacio­ mo tal-mpU^St° como Padre, incitando a sus discípulos a tratarlo co-
nes ni tampoco de que fueran erróneas las ideas de Robertson Por a\ , aC*U1 vale e* comentario de Mezan, que se pregunta: “¿Cómo y
Smith”86. | analizó es^ fantasma y, sobre todo, por qué Freud, en vez de
al Qgjp r °> ^Ptó por un «pasaje al acto», que inscribió definitivamente
Tótem y tabú, tomado como una pieza del autoanálisis, fue im; ues?* p ana, is^s en (maléfica, diría yo] historia de las institucio-
portante para la elaboración final del duelo paterno. Jones y Ferenc# “destimlTstang se vale de un argumento similar cuando habla del
leyeron juntos las pruebas, coincidiendo en que “Freud, en su imag1' 81 se tratadeSt° ^e^.pac*re del psicoanálisis, aunque no queda claro
nación, había vivido las experiencias que describía en su libro, su en- I e Un destino funesto o de un designio sombrío. Frente a la

76 77
K f a I ican L'étfrique de la psychanalyse - Le Séminaire, livre
dependencia infantil de los Señores del Anillo, nació una gen •■
de analistas que confundían la teoría con la persona del 2 »J * « • 212
Aun después de su muerte, la constante referencia a la figura eSor< Vil, c’rí. Y ill págs. 1-162.
23 i r Frazer. Totemism and Exogamy, 1910. y
obra del padre fundador perpetuaron esta transferencia condenad** ® 24- i ' r Tvlor The History of Human Marriage, 1901, Londres.
“acto excomulgatorio”. La estocada de Roustang apunta, en rea n ^ 25 j Frazer, The Golden Bough, 1911, Londres.
a Lacan, cuyos discípulos repiten, en escala de grandeza exten*^’
los .fenómenos
, » . que impidieron
. la. resolución
rvrt de la transferirá
^ u aSlVa>
p0r 2?' rdo n b o . “Una articulación de lo simbólico”, en Psicoanáli-
parte de los primeros psicoanalistas92. . ^ e x t e m p o r á n e o , 1987, N° 14, pág. 214.
S,S f 29 SE, XIII, págs. 119-26.
30 Eugéne Enriquez, op. cit, pag. 35.
31 SE, XIII, pág. 30.
32 SE, XIII, págs. 60-4.
NOTAS £ SE, XIII, pág. 38.

o ! Minutes de la Societé Psychanalytique de Vienne, 1975, 1913


1. Eugéne Enriquez, Da horda ao estado, 1990, Río de Janeiro, Zahar QK Francoise Duroux, “Les avatars du Mutterrecht , Revue Internatio-
pág 28. . L Hist0ire de la Psychanalyse, IV, 1991, París, PUF, pág. 526. En este
2 . Carta de Freud a Jones del 9 de agosto de 1911, R. Andrew Paskausas S a j o encontramos una excelente presentación de las vicisitudes del ma-
(comp.), The Complete Correspondence o f Sigmund Freud and Ernest Jones
1908-1939, 1993, Londres, Harvard University Press, pág 113. *1 íriarcado. ^ Bachofen> p as Mutterrecht, ein Untersuchen über die Gynáko-
3. SE, XII, pág. 81. kratie dér alten Welt nach ihrer religiósen und rechtlichen Natur, 1861. Obra
4. SE, XII, págs. 342-3. monumental en sietes volúmenes.
5. Carta de Freud a Ferenczi del 4 de mayo de 1913, Sigmund Freud- 38. SE, XIII, pág. 16.
Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-I^evy, pág. 510. 31 39. J. Lacan, Seminario XI, pág. 23.
6 . Carta de Freud a Ferenczi del 16 de diciembre de 1912. j 40. C. Levi-Strauss, Le totemisme aujourd’hui, París, Payot, 1974.
7. Carta de Freud a Ferenczi del 3 de abril de 1910, Sigmund Freud- 41. P. Rieff, Freud, la mente de un moralista, 1966, Buenos Aires, Pai-
Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 165. 1 dós, pág. 224
8 . Renato Mezan, Freud, pensador da cultura, 1985, San Pablo, Brasi- 42. E. Durkheim, “Sur le totemismeT,Année Sociologique, V, 1902.
liense, págs. 322-6. 43. P. Rieff, op. cit., pág. 225.
9. Carta de Freud a Silberstein del 6 de agosto de 1873, Lettres de jeu- 44. SE, XIII, pág. 67.
nesse, 1990, París, Gallimard, pág. 63. | 45. SE, XIII, pág. 38.
10. SE, XXI, pág. 43. A 46. SE, XIII, págs. 44-45.
11. Carta de Freud a Jones del 4 de noviembre de 1911, citada por Er­ 47. SE, XIII, pág.. 51-64.
nest Jones: A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janeiro, Imago, 48. SE, XIII, pág. 73.
II, pág. 351. 49. R. R. Marett, “Pre-animistic Religión”, Folklore, II.
12. Andrew Samuels, Jung e os pós-junguianos, 1989, Río de Janeiro, 50. P. Mahony, Cry the Wolfman, pág. xix.
Imago, capítulo III. . «I 51. Eugéne Enriquez, op. c i t pág. 39.
13. Carta de Freud a Jung del 12 de noviembre de 1911, Freud-Juig> 52. SE, XIII, pág. 90.
Correspondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 524.„ 53. SE, XIII, pág. 83-5.
14. Carta de Freud a Jung de noviembre de 1911, ibíd., pág. 524. 54. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo , 1989, San Pablo,
15. Carta de Jung a Freud del 8 de mayo de 1911, ibíd., pág. 482. 2 f ompanhia das Letras, pág. 306.
16. Carta de Freud a Jung del 20 de agosto de 1911, ibíd., pág. 501. j 1Q Woolf, “Beitráge zur infantilen Sexualitát”, Zbl. Psychoanal.,
Ay12, II.
17. Carta de Freud a Jung del 12 de febrero de 1911, ibíd., pág. 449. ,1
18. Carta de Freud a Ferenczi del 30 de noviembre de 1911, Sigmum* 72 8 ^ ^ ferenczi, “Un petit homme-coq”, Oeuvres completes, II, págs.
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, pág. 333. ,I
19. Laurence Kahn, “ Le cri sexuel du monde”, Revue Internationale II XIII, pág. 130.
d ’Histoire de la Psychanalyse, IV, 1991, París, PUF, pág. 547. I eq X111- pág- 142n.
20. Carta de Jung a Freud del 8 de mayo de 1912, Freud-Jung, Corres- S - g - X M . Pág- 141.
pondéncia completa, pág. 572. fii t EVX111’ páSs' 125‘6>16°-
21. Carta de Jung a Freud del 8 de mayo de 1912, ibíd., pág. 571. ¿i* * lc“ ard Wolheim, “O gabinete do Dr. Lacan”, en Vidas de freud ,

78 79
Sigmund Freud & o gabinete do Dr. Lacan, comp. por Paulo Souza la I
San Pablo, Brasiliense, pág. 197. ‘
62. Eugéne Enriquez, op. cit.t pág. 31. S
63. A. Besangon, “Freud, Abraham, Layo”, Los caminos del anti-F r i
pág. 26. . w lp0>
64. C. Levi-Strauss, Antropología estrutural, 1958.
65. B. Pulman, “Les anthropologues face á la psychanalyse- premi' C A P IT U L O 38
réactions”, RIHP , IV, pág. 428. ° res
6 6 . B. Pulman, “Ernest Jones et Tanthropologie”, RIHP IV, 1 9 9
, j .
A R T ÍC U L O S T É C N IC O S
503. ’ ' >Pag*
67. A. R. RadcliíTe-Brown, The Andaman Islanders. A Study o f Social
Anthropology , 1922, Londres, Cambridge Univ. Press. Cada caso es una lección de técnica. El curso comienza en los Es-
6 8 . Cf. R. H. Lowie, Histoire de lethnologie classique, 1941, París, Payot dios sobre la histeria1. Todo paciente, en la medida en que se desta-
69. F. Boas, “The methods of ethnology“, American Anthropologist IV 1 su singularidad, cuestiona la teoría. La experiencia del diván es el
pág. 321. ‘ - .... ' '
• hasta el intento final, en el que Freud reconsidera la esencia de
70. P. Rieff, op.cit.y pág. 228. 1
su clínica y escribe “Análisis terminable e interminable”2, compendio
71. B. Malinowsky, The Sexual Life of Savages in North-Westem Melani-
siay 1929, Kegan Paul, pág. 325. de cincuenta años de escucha analítica.
72. B. Pulman, “Les anthropologues face á la psychanalyse”, ibíd pág Dicha escucha forma el núcleo duro de la transmisión psicoanalí-
431. 3 tica. Su método sigue la huella de los hechiceros, los brujos y magos
73. B. Malinowsky, Myth inPrimitive Psychology, 1926. 9 de todas las tierras: iniciación de los más jóvenes por los más viejos.
74. B. Malinowsky, The Sexual Life of Savages in North-Westem Melani- El psicoanálisis es una de las raras disciplinas en las que se asimila
siay pág. 650. teoría en el momento iniciático de la práctica3.
75. B. Malinowsky, Sex and Repression in Savage Society , 1927, I, pág. Mucha técnica pasó bajo los puentes desde ese verano de 1886,
39. , 9 cuando, a la edad de 30 años, el joven Freud asistió a las clases de
76. Ibíd., I, pág. 81. \J Charcot sobre el “estudio científicamente realizado del hipnotis­
77. G. Roheim, Psychoanalysis and Anthropology, 1950, pág. 203, citado mo”' 1. Luego, en los decisivos años 90, encontramos a un terapeuta
en B. Pulman, op. cit.y pág. 441. activo, que presiona con las manos la cabeza de las pacientes, en
78. C. Girard, “ La psychanalyse en Grande-Bretagne”, en Histoire da
una pulseada casi literal con las resistencias. Los casos clínicos a
Psychanalyse, II, 1982, pág. 37.
veces parecen milagros, como lo atestigua la alpestre Katharina, cu­
79. S. Hartland, The Legend o f Perseus. A Study o f Tradition in Story,
Custom and Belief, 1894-6. rada en una única sesión al pie del monte Rax. Por otra parte, las
80. E. Jones, “Mother-right and the sexual ignorance of savages”, en Int. interpretaciones profusas del caso Dora reflejan un estilo de imposi­
J. Psychoanal., VI, pág. 130, citado en B. Pulman, op. cit.y pág. 432. ® ción cuya palabra clave sería transferencia-no-resuelta, y su diag­
81. E. Jones, Essays o f Applied Psychoanalysis, pág. 135-204. r nóstico, furor curandis. En 1904, el breve artículo “El método psi-
82. E. Jones, Jahrbuch der Psychoanalyse, VI, pág. 281. .l( coanalítico de Freud”4, escrito para el libro Las manifestaciones
83. G. Roheim, Australian Totemismy 1925. ifl 0 sesivas psíquicas5, presentó la mayoría de sus preceptos técnicos
84. P. Roazen, Freud, pensamento político e social, 1973, San Pablo, Bra­ un amentales ya asentados; ellos estructuraban la sesión psicoana-
siliense. * '•« a*Un Vlgente en día: silencio, diván e interpretación. Pero
85. Peter Gay, op. cit.y pág. 309-10. *nt° f ilenc- ; Freud era un terapeuta hablador. Su actividad
86. SE, XXIII, pág. 131. T
ornnfCe .c j ramen^e en su artículo “Sobre psicoterapia”6, conferencia
87. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, pág. 353. 3I
88. B. This, “Introduction á l’oeuvre de Ferenczi”, Freud, Ferenczi, Groa- tima c^Cl | a en ^ 0 4 en el Colegio Médico de Viena. Ésta fue su úl-
deck, Klein, Winnicott, Dolto, Lacan, comp. por J. D. Nasio, 1994, París, Riva- niones k \ para/ os médicos, coincidente con el comienzo de las reu-
ges, págs. 115-6. } nardo d ^ y 08 !^^rco^ s- Ln ella aplicó la fórmula artística de Leo-
89. Phyllis Grosskurth, O circulo secreto, 1992, Río de Janeiro, Imago, *a pintura mC1 Para ^^erenciar el psicoanálisis de la sugestión. Así,
pág. 87. 1v a> como la sugestión, trabaja por vía de porre, agregando
90. Ibíd., pág. 87-8. j
91. Ibíd., pág. 88.
92. F. Roustang, Um destino táo funesto, pág. 30.
Págs. 5-17.

80 81
algo a la tela; la escultura opera por via de levare, retirando el «r baño de “autoanálisis permanente”, con la ayuda de los pa-
to” de la piedra7. El psicoanálisis se vale del cincel del escultQ8 en ese
siempre trabaja con restos, fragmentos y lagunas.8 0r> CÍenDurante la redacción de los grandes historiales, Freud comenzó a
En 1910, al presentar en el Congreso de Nuremberg su traba* bir de preferencia los domingos, una especie de “Diario clínico-
“Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica”9, Freud dio ex° efcrl ¡ con la intención de recopilar un manual, y anunció que
presión a una nueva actitud, más recogida, “flotante”, en resguard* í^ n to voy a empeñarme en tratar la interpretación, la transferencia
del silencio. Advirtió a los novatos que casi todo en el campo de la téc V otros elementos de la clínica, en una «Metodología general del
nica “todavía aguarda una determinación definitiva, y es mucho 10 y coanálisis»” . Estos “manuscritos técnicos” constituyen la base de
que apenas está comenzando a aclararse”10. Eso incluía, en particu- P®1consejos para jóvenes analistas que aparecerán entre 1911 y 1915
lar, la entrada de la contratransferencia, concebida como un virus que ya se perfilaban en la cuarta conferencia en Worcester. Los “jó­
transferencial, como una resistencia del analista, “inoculada por el in­ venes analistas” eran Jung y Ferenczi, Jones y Abraham, y hasta el
flujo que el paciente ejerce sobre el sentir inconsciente [de aquél] ”U nastor de almas Pfister. Los seis artículos técnicos aparecen agrupa­
Frente a este peligro, el médico debe apelar al autoanálisis. “Quién no dos en dos series. Los dos primeros, sobre los sueños y la transferen­
consiga nada con ese autoanálisis, puede considerar que carece de ap­ cia son más generales. Los cuatro siguientes llevan el título general
titud para analizar pacientes.”12 Este tema aparece en la correspon­ de “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”22.
dencia con Ferenczi a partir de 1908. En mayo de 1908, el húngaro co­ El primer artículo, aparecido en diciembre de 1911 en el Zentral-
municó su descubrimiento de la “importancia del problema de la blatt fiir Psychoanalyse, tenía el título de “Uso de la interpretación de
transferencia del médico” en la cura13. Su propio trabajo analítico -se­ los sueños en el psicoanálisis”23. Este breve trabajo describe el funcio­
ñala Ferenczi- había mejorado después de que tomara conciencia de namiento de los sueños, en particular la sobredeterminación onírica.
este factor. Freud observa que “los pacientes son odiosos y le brindan El principiante debe colocar el sueño en su contexto, que se engasta
la oportunidad de nuevos estudios técnicos”14. Como señala Thierry en la hora psicoanalítica, y no conviene eternizarse en el análisis de
Bokanowsky, “estos «estudios técnicos», que en ese momento Freud no un solo sueño durante sesiones seguidas'2. Este virtuosismo no es re­
precisa cuáles son, están sin duda en el origen de algunas de las refle­ comendable. “Creo que, en el decurso de un tratamiento psicoanalíti­
xiones esenciales sobre la técnica publicadas más tarde (entre 1911 y co, la interpretación de los sueños no debe practicarse como un arte
1915)”15. Con la aparición de la noción de contratransferencia y sus en sí; su uso debe someterse a las reglas técnicas que rigen el conjun­
implicaciones, “el tratamiento psicoanalítico deja de ser exclusiva­ to del tratamiento”24.
mente «un lugar de abordaje para el desciframiento de los procesos in­ El primer artículo de la serie de “Consejos al médico sobre el tra­
conscientes», y se convierte en el espacio «de una relación interhuma­ tamiento psicoanalítico ”25 habla de la “disposición” del analista, con­
na con todas las vicisitudes imaginarias posibles»”16. cebida como una “atención uniforme y flotante”26, opuesto radical a la
Para Ferenczi, el “trabajo” de la contratransferencia implica au­ atención deliberada” . Este tipo de “atención desatenta” será luego
toanálisis; la contratransferencia es el punto de partida del trayecto e aborada por Bion, cuando habla de la “atención galáctica”, y por La-
autoanalítico: “Tengo la impresión de que cada día convendría pasar can, con su noción de semblante. Contrariando el uso corriente del
el mismo número de horas trabajando con los casos que analizándo­ rmino, el sem blan te lacaniano supone hacer tabla rasa con toda
los. El terreno es tan virgen que se debería tomar nota y asentar las ea, sentimiento y pasión, para convertirse en una superficie virgen
pequeñas novedades, aunque no se encuentre nada de importan­ HOoír27 *>C10nes‘ ^ ^alista, en su escucha, debe hacer semblante de
c ia ”17. Freud responde: “Me satisface comprobar que usted hace lo
que yo hacía en mi tiempo, salvo que yo no tenía a quién mostrar e y el hí¡i m^ ^ °.ras. son ^res: Ia atención que flota, el espejo que refleja
mis notas con sus intuiciones y errores”18. ' J siste e n ! U cll^jano que no tiembla. La maestría del analista con­
En realidad, esa “resistencia del analista” no era algo nuevo, que ser oi?m^a^ ^ Zar es^as disposiciones difíciles de conciliar: tiene
principios de 1893, Freud le había confesado a Fliess: “Me duermo e ^ turí y senVM C°m° ,a suPerílcie de un lago, frío como el acero del bis-
mis análisis vespertinos”19. Durante la depresión, en el eco del si ción de aera f e* corc^° del pescador. Nunca caerá en la tenta-
ció de la Traumdeutung, escuchamos un lamento: “Cada uno de ar*^uando cede a esa tentación, aparece el fu ror curan-
pacientes es un torturador”20. j ej
Ferenczi fue, sin lugar a dudas, el gran discípulo en la sen
propio análisis. “Tengo conciencia de que sólo una disposición de ^
toanálisis permanente ... proporciona la cura definitiva a un ser El sueño de
mano”21. Lo que implica que sólo un analista consigue la cura i * e de los Lobos fue interpretado

82 83
dis. De allí que Lacan, en la primera página del seminario sob i silencios, el tono neutro del analista, que tampoco da
escritos técnicos, compare la práctica del análisis con los métorT ^ ván, l°s ^ t r i b u y e a que los fantasmas del pasado visiten la soledad
los maestros Zen28. Para lograr este dominio es indispensable e°S ^ la mano, con
entre otras cosas, “la tentación de proyectar como teoría científic ar* del sujeto ^ej dinero es un asunto importante. Antes, tal vez aún
aplicabilidad general algunas de las peculiaridades de su propia El paP ej gex0 y ei dinero eran temas que se evitaban. Las per-
sonalidad”29. El pigmalionismo. De allí el énfasis en el autoanáf^ más que oy^ ^ cuestiones de dinero como tratan las cuestiones de
como una especie de “purificación psicoanalítica”. Con respect i sonas tra^ vacuidad, pudor e hipocresía”35.
análisis personal, Freud reconoce el mérito de la escuela de ZurírtS sexo >c0 d pondera aquí las diferencias entre el médico y el psicoa-
por insistir en este punto. ^ . , Ugl dinero es un pago de servicios, pero también un emble-
El artículo de Freud “Sobre la iniciación del tratamiento”30 oalista. 3 ^ dispositivo terapéutico, cargado de simbolismo visce-
blicado en dos partes en 1913, habla del “noble juego” del ajediíe * con arcaicos valores de trueque, que integra el argumento total
metáfora31 que da cuenta del espectro de gambitos posibles en el co i 1 c r^
mienzo de un análisis. Las estrategias deben ser flexibles. Se reco-' ^ Si el paciente hace la infaltable pregunta “¿Cuánto tiempo, doc-
miendan ciertas tácticas: por ejemplo, elegir a los pacientes con cui­ t Freud aconseja tener en mente lo que el Filósofo le dice al Via­
dado -no todo paciente es lo bastante estable o inteligente como para jero en la fábula de Esopo: “¡Camine!”36. O sea que el camino se hace
soportar los rigores de lo que pasó a denominarse proceso analítico
Es mejor que el paciente y el analista tengan un contacto social mí­ al an^ ^ ántas veces? Freud recibía sus pacientes, en general, seis ve­
nimo; ciertamente, una recomendación que el propio Freud nunca ces por semana. Las excepciones era los casos “blandos” y los que es­
acató. taban cerca del final de su análisis, para los cuales bastaban tres se­
La buena analizabilidad de un paciente también supone algunas siones semanales.
características “negativas”. Como dice Berlinck, es necesaria “una “Sobre la iniciación del tratamiento”3' habla en detalle de la “re­
cierta incompetencia. También es preciso reconocer un desconoci­ gla fundamental”, la única regla de ese ajedrez anímico. Freud les de­
miento de sí realmente insuperable, y la convicción de que hay un cía a sus nacientes:
otro que sabe”32. Henry Ford nunca se tendería en un diván.
Freud, en esa época, como muchos analistas hoy en día, realizaba Una cosa antes de comenzar. Lo que usted va a decirme difiere
una serie de entrevistas previas para determinar si el caso era apto o en un aspecto de la conversación común. Generalmente las perso­
no para el análisis. En esos sondeos, el terapeuta debía mantenerse nas mantienen un hilo conductor a través de las asociaciones, ex­
aún más silencioso que de costumbre. El tiempo de prueba, de una o cluyendo cualquier idea extemporánea y cualquier ramificación
dos semanas, tenía también una finalidad diagnóstica, ya que un pa­ discursiva que las llevaría fuera del tema. Pero en este caso us­
ciente con una fachada histérica u obsesiva “puede estar en la fase ted va a tener que proceder de otro modo ... Usted se sentirá ten­
preliminar de una demencia precoz”33. M tado a decir que eso es irrelevante o sin importancia, o sin senti­
Este análisis “de ensayo” proporciona más oportunidades diag­ do ... no debe ceder a esos reparos, debe hablar a pesar de las
nósticas que numerosas entrevistas comunes. reservas; mejor aún, deberá decirlas porque siente aversión a ha­
Las infaltables caricaturas del analista en el sillón, con el cuader­ cerlo38.
no de notas en el regazo, perpetúan la imagen errónea que Freud de­
nunció explícitamente en ese texto. Tomar notas -cualquier artificios- f n ^ i paciente tiene que decir todo lo que le pasa por la cabeza: lo
perturba la escucha pasiva, mejor dicho, la escucha pasivamente acti­ la n ’ ° ^ana) y 1° 9ue da vergüenza. Esta “regla des-reglada”, como
va. Él reconocía que el diván y el analista invisible eran reliquias de pro ama^ Plchon Riviére, imposible de cumplir, está en la base del
los tiempos de la hipnosis, pero tenía una razón subjetiva para insis­ t a r ^ 0 PSÍCOanalí^ . El paciente puede atrasarse en sus pagos y fal-
tir en esa mise en scéne. “No soporto ser mirado ocho horas por valía cM s?s\ones- Esas transgresiones son solucionables en la plus-
día...”34 Había más razones en favor del ceremonial analítico; Freu Co t diván; pueden convertirse en granos para el molino analíti-
no quería que los pacientes observasen su cara, para que no fueran VBr cont a .o b e d ie n c ia sistemática a la regla fundamental, por el
fluidos por las reacciones de él (todo analista hace muecas, créanme;. P^cto lp°t n?a^°^ra fatalmente el análisis. Freud fue taxativo al res-
Mucho se ha hablado sobre la situación de privación sensorial El pacj S fa lmP°sible regla fundamental sustenta el diálogo analítico,
la cual el paciente, en la media luz del consultorio silencioso, es ais taxis f0 ** C¡ aatdándole a la pared, enunciará un discurso sin la sin-
do de estímulos. Montaje deliberado que incita al paciente a regí os ^ en cmm?n< i *V *a '^gica de todos los días, y deberá abstenerse de tener
Todo dispositivo que alimente la vuelta a los tiempos antiguos -e* 1 nta el pudor o el estilo.

84 85
Normalmente, nuestra palabra es selectiva, y no sólo por m r ' V » se) (yo prefiero hablar de psicoan álisis salvaje), artículo
de decoro social; es selectiva para ser eficiente. El coloquio anabv°8 psychoull(* ^ - ^ ¿ 5 en 191043. Para Freud el “buen” analista es, en la
tiene que ser imprevisible, la comunicación se produce entre oí 'C° que Fr( mj()' 0puesto del analista salvaje de la historia. El peligro no
consciente del paciente y el del analista. El paciente habla, el an práct|C'a’ |ainente en los falsos diagnósticos del analista lego, sino
ta calla, a veces interpreta. La interpretación, como tipo de discu 1S reside so ^ ^ ug0 improvisado del psicoanálisis por médicos no califi-
es lo opuesto de la asociación libre. El habla del paciente es libre-T’ tambien gilm ente profanos y deontológicamente omnipotentes.
cados, Pículo akre jag pUertas para una reformulación de lo que se
del analista está subordinada a la consideración del “momento oD’
tuno”, lo mismo que el enroque, para retomar la metáfora ajedrecísH Es^e r idóneo. Iban a pasar diez años antes de que se abordara
ca. La antítesis, empero, no es completa, pues la interpretación tien~ entien ^ relacionándolo con la especificidad del psicoanálisis, o
que ser deliberadamente improvisada. e* Pr^n e¡ núcleo de la cuestión del análisis lego. Ahora se afirmaba
Existe un contrapunto básico entre la regla de abstinencia y 1 sea , necificidad a partir de la implantación de la obligatoriedad del
ley de la asociación libre. El analista abstinente está al servicio del enáUsis personal del futuro analista.
proceso secundario, y el paciente, en su vocación de decirlo todo, se 3 para Freud, ser médico no es en absoluto una garantía de idonei­
somete al azar de su monólogo en el registro del proceso primario39. dad La “práctica del diván” es la tierra natal del psicoanálisis. Freud
Como lo señala Peter Gay, la interpretación psicoanalítica es una teme que sus discípulos, principalmente Jones y Jung, se desvíen del
lectura subversiva que da sentido a lo que dice el paciente. Se trata sicoanálisis clínico, hacia las fronteras del análisis aplicado que aca­
de una deducción del sentido latente de las palabras y de los gestos baban de abrirse: “Sólo quiero observar -le escribe a Jones en 1911- ,
del paciente"3. En suma, la interpretación del analista llama la aten­ como lo hice con Jung en esta Navidad, que corremos el riesgo de ins­
ción del analizado sobre lo que él está realmente diciendo. Interpre­ talarnos en nuestras colonias, donde sólo podemos pasar por extran­
tar que los lobos silenciosos e inmóviles del sueño Sergei Petrov son jeros, por turistas distinguidos, lo que nos obligaría a regresar ince­
representaciones distorsionadas de la escena primaria es “retirar un santemente a nuestro país natal de la Medicina, para volver a
recuerdo del escondrijo de la represión”40. encontrar el fundamento de nuestra ciencia”44.
Saber qué, cómo y cuándo interpretar parte del difícil aprendiza­ En el analista se espera mesura y tacto: una percepción no obsta­
je técnico. Freud tenía una particular aversión a las interpretaciones culizada por su propia neurosis y un savoir faire obtenido en su análi­
salvajes. “No es difícil, para un psicoanalista avezado, detectar los de­ sis personal. En la época en que fueron escritos los artículos técnicos
seos ocultos del paciente, pero sería una total presunción decirle a un todavía no existía la exigencia de un análisis personal previo. Prácti­
extraño que desconoce todos los presupuestos psicoanalíticos ... que él camente ningún analista de la primera generación, antes de la Gran
tiene una fijación incestuosa con su madre, que él alberga deseos de Guerra, había tenido la experiencia de diván.
muerte contra su esposa, a quien supuestamente ama, que él cobija En el artículo “Recordar, repetir y reelaborar”45 aparece por pri­
la intención de defraudar a su patrón ... Oí decir que hay analistas mera vez el concepto de compulsión de repetición, por lo cual éste es
que se jactan de tales diagnósticos instantáneos y tratamientos rápi­ el más anticipatorio de los escritos técnicos. Freud comienza con una
dos, pero advierto a todos que no sigan tales ejemplos”41. I exposición histórica de la técnica analítica: “No me parece ocioso re­
. Cierta vez, una divorciada cincuentona “muy bien conservada y cordar una y otra vez ... las profundas modificaciones que la técnica
“evidentemente con su sexualidad aún vigente” consultó por violentos psicoanalítica viene experimentando desde sus comienzos. En el prin-
e intempestivos accesos de angustia. El joven médico le diagnosticó clpio, en la fase de la catarsis breueriana, se enfocó directamente el
una «carencia sexual», presentándole tres alternativas para recupe­ inomento de la formación del síntoma y se trató de ... reproducir los
rar la salud: volver a vivir con el marido, conseguir un amante o mus- procesos psíquicos de aquella situación a fin de encauzarlos a través
turbarse. Ninguna de estas salidas atrajo a la señora, la cual, puesto Q Una actividad consciente. Recordar y abreactuar eran las metas
que el médico había citado a Freud como fuente de esas ideas, fue a fraGS° ^?rse&uian c°n el auxilio del estado hipnótico”46. En efecto, el
ver al Profesor, no se sabe bien si para consultarlo o para reprender­ la hfS° **e } a anamnesis médica tradicional había llevado a emplear
lo; imagino que para ambas cosas”42. ,* en»v/.fn0S*s Para descubrir las huellas del pasado, inaccesibles al re­
cordar consciente.
Así comienza “Sobre el psicoanálisis «silvestre»” (Über
del métod^6 ^ fC*.r ^ue ^rat>aj° clínico-teórico de Freud, a partir
hipnosis^ ° cataTtl(:0’ transformó la abreacción en transferencia, la
edípica en asociaci(3n libre, y el hecho traumático en la encrucijada
*3. En el sentido en que Suzanne Langer decía que “el psicoanálisis
transforma cada movimiento en gesto”. y Método catártico incluía ya una de las claves de la técnica

86 87
analítica: las imágenes logran una nueva inscripción al arti 1 H f Lacan, quien radicaliza la reflexión freudiana sobre la
con la palabra. A partir de 1895 entra en vigor la noción de « U ar8e retomad° p<£ rencia)’y dice que la resistencia es siempre del analista
extraño”47. Desde entonces, la terapia no consiste ya en extirn CUJrP° contratrans br¡llante intuición clínica). O sea que la resistencia natu-
sino “en disolver la resistencia y así facilitar la circulación p0r ^ a!g0» (ésta es UIJa inevitable, del paciente no sería problemática de no
bito anteriormente bloqueado”. A esta formulación se sumaron11^ ral, esp°n a \ arena de la neurosis transferencial, con la contra-
en el futuro: hacer consciente lo inconsciente, cancelar repres * ra® •5
rellenar lagunas mnémicas, aumentar la permeabilidad de la ¿ *°ne8» parte del a*^m. ori^en heinemaniano, creo píamente en el uso opera-
represiva, donde era el ello debe advenir el yo. rrx‘ra Y °1 contratransferencia y opino que Lacan también, cuando dice:
Ya en 1900 Freud llegó a una concepción metapsicológica con tivo de la ^ contratransferencia la implicación necesaria del ana-
tres registros: dinámico, tópico y económico. El sueño pasa a entien de transferencia ... analizado correctamente, se
vía regia del inconsciente; las asociaciones libres son los equivalen* * lista en <■ simplemente de las consecuencias necesarias de la misma
a los restos diurnos. En 1914 Freud no procura resucitar el pasad trata J?u* ¿¡a»so Precisamente por esa resonancia, la contratransfe-
La rememoración no pretende volver a producir el pasado tal com° transter^^ ^ nombre incomoda a Lacan, a mí no me modesta to-
fue cuando era presente 4. Por eso, para Lacan, los recuerdos encubri° renC1de Maclouglan la expresión de “transferencia del analista”.
dores son al contenido oculto tras la amnesia infantil, lo que el conte^ mar Tenemos resistencia, transferencia y repetición. El cuarto ele-
nido manifiesto es a los pensamientos oníricos. ento es la reelaboración. La reelaboración es un “tiempo de trabajo”
La amnesia infantil designa para Freud un trabajo de olvido que "lie el paciente necesita para vencer sus resistencias. Se trata de un
lejos de borrar el pasado, lo perpetúa. El olvido sólo cancela lo vivido trabajo de simbolización en el cual se tejen lazos asociativos que per­
para el sistema preconsciente-consciente, pero no lo aniquila psíqui­ miten un desprendimiento relativo respecto de la repetición.
camente. Lo olvidado por la amnesia infantil es más activo que lo re­ La “recordación” ahora es apenas un resto de los tiempos de la
cordado. En ese punto Freud concuerda con Bergson. .1 hipnosis: “Tenemos que agradecer a la vieja técnica hipnótica que nos
Olvidar para poder recordar. Esta formulación aparentemente haya presentado ciertos procesos psíquicos de manera aislada y es­
paradójica resume mejor que cualquier otra la concepción freudiana quematizada”51. Saudades, ya que en la técnica actual sólo queda la
del proceso analítico. La “compulsión de repetición”, en la que el pa­ nostalgia de la “deliciosa fluidez” de los tiempos de Katharina en los
ciente repite para no recordar, ocupará luego un lugar central en el Alpes. Ella está a años luz del Hombre de los Lobos. Este paciente,
ensayo Más allá del principio de placer. Lo que más le interesa a como el propio Freud lo da a entender, es el principal material para
Freud en 1914 es ‘la relación de esta compulsión a repetir, con la fijar las reglas prácticas antes de la Primera Guerra Mundial.
transferencia y la resistencia. Después advertimos que ella es una El siguiente texto que consideraremos es “Sobre la dinámica de
pieza de la repetición del pasado olvidado. Tampoco es difícil discer­ la transferencia”52. Este artículo es más teórico que técnico, en la me­
nir la participación resistencial. Cuanto mayor sea esta participación, dida en que se constituye en una reflexión metapsicológica sobre la
tanto más será sustituido el recordar por el actuar (repetir)”48. Para naturaleza del fenómeno transferencial en la relación analítica. Pro­
Luis Hornstein, “la meta del trabajo analítico es realizar una histori- longa las observaciones incluidas en el epílogo del caso Dora. Freud
zación simbolizante. Recuperar algo de ese cuerpo extraño interno, de es categórico: “Todo lo que perturbe el avance del trabajo es una re­
esa tierra extranjera interior, como Freud definirá lo reprimido en sistencia”. Esa idea ya aparecía en los Estudios; el nuevo texto lo des­
1932”49. J taca: “La transferencia acompaña el tratamiento a cada paso; cada
Conviene recapitular lo que Freud entiende por resistencia. Ori­ simple asociación, cada acto del paciente debe contar con esa resis­
ginariamente, ella era todo lo que interrumpía el análisis, el efecto de tencia que representa un compromiso entre las fuerzas que apuntan
lo reprimido en el paciente. Luego se da cuenta, con Dora, de que si el a la cura y las que se oponen a ella”53. La resistencia es inevitable,
analista no está preparado para oír un determinado discurso, la si­ odo sirve com o arma resistencial: el silencio, olvidar sueños, tratar
tuación analítica se ve comprometida. Este tema fue posteriormente e cí).nvertir el tratamiento en una charla intelectual, enamorarse del
a 18^a- H ay formas más sutiles: ñor eiemnlo. el “buen Daciente”

*4. “La historia no es el pasado -puntualiza Lacan-, la historia es el Pf


sado historizado en el presente ... El camino de la restitución de la historia ajeno a / ^ n^Ue cs^° es una simplificación. En realidad, el fenómeno no sería
del sujeto toma la forma de una búsqueda de la restitución del pasado (t* jetiva” a slncronicidad” de Jung, se trataría de una “complicidad intersub-
can, 1953; Séminaire /, 1975, París, Seuil).” 9

88 89
que hace todo según los cánones, es endiabladamente difícil de t l a de la historia: si el analista cede al amor de la paciente,
M°r.a C(.je ja paciente se verá realizado, pero el del analista no”59,
La resistencia aumenta en la medida en que el trabajo analíti *ar
más hondo en busca del núcleo patógeno. Es conocida la met° “el objetiv°|^renlos del deseo del analista que está en el núcleo duro
fiueg0 psicoanálisis. Baste decir aquí que sobre el deseo se es-
freudiana de la cebolla. El trabajo analítico va retirando las c a n . ra
bulbo. El corazón de la cebolla es el núcleo patógeno. * a¡s ^ de la étic,aa(jjapasón de la escucha” del analista60.
t ab le c e e ^ ¿ ej seguro de vida nos lleva al tema de la confesión.
La transferencia como resistencia. El caso Dora atestiguó n
1 la relación entre confesión y psicoanálisis, entre confesiona-
emocional que el paciente establece con el analista es u n f e
¿CuáJ e S propio Freud, en una rara referencia a este sacra-
g j
mentó de antiguos afectos apasionados. La transferencia opera e ^
resistencia en la medida en que la “repetición actuada”, la ilUs*-
rocicfoneiQ on lo morlirío an mía lo arnnnfieinn o n f i i ri° *V 1le dice a Pfister: “Si un pecador pregunta cómo puede saber
transferencial, sustituye al recuerdo vernalizado. Como comentan L ** ment°,uceados serán perdonados, el sacerdote le responde: «Yo, en
planche y Pontalis, la resistencia utiliza la transferencia, pero nn T sl T \ de Dios, te perdono». Entonces -continúa Freud-, imagínese
constituye54. J j| n°m * je jigo a un paciente: «Soy yo, Sigmund Freud, profesor titu-
Freud distingue tres tipos de transferencia: la negativa, la eróti ím*6 quien te perdona». Eso sería un vejamen”61. Así es, el analista no
ca y la amistosa. Tanto la modalidad negativa, por su propia natura­ promete^ícuio «puntualizaciones sobre el amor de transferencia”62
leza, como la modalidad erótica, en su exceso libidinal, son “guardia­
nes de la resistencia”55. Pero felizmente existe la transferencia merece una atención especial. Ustedes conocen el tema. La paciente
amistosa, menos retorcida, que ve al terapeuta como un benévolo se enamora del médico y tira el tratamiento por la ventana. Una ilu­
aliado en la lucha contra la neurosis. Ella es “capaz de mover monta­ sión sin porvenir. La situación es más común que lo que el lego ima­
ñas”. “Nuestras curas -le dice Freud a Jung en 1906- se producen gina, especialmente cuando el analista se enfrenta, como dice Freud,
por medio de la fijación de una libido dominante en el inconsciente con “la incomparable fascinación de una mujer -de una Dama, en la
(transferencia). Es esencialmente una cura a través del amor, y pro­ traducción francesa- de altos principios que confiesa su pasión. La
porciona la prueba más convincente -de hecho, es la única irrefuta­ tentación no viene de los deseos crudos de una paciente, que en gene­
ble- de que las neurosis son determinadas por la historia de amor del ral provocan rechazo”63. La tentación tienta por el lado de la garbosa
individuo.”56 Pero también por la historia de odio. En este artículo, conquista femenina. En fin: que tire la primera piedra el analista que
refiriéndose a la transferencia negativa, Freud le da finalmente el no sufrió por amor de transferencia.
nombre de “ambivalencia” a una “posición” afectiva en la que la afir­ Se trata siempre, según Freud, de una paciente mujer'7. El mo­
mación y la negación son simultáneas e inseparables. La historia, delo que él presenta es el siguiente: “Una paciente declara abierta­
que comienza con Juanito, encuentra su paradigma en el caso del mente o da muestras inequívocas de que está enamorada de su doctor
que la analiza”64. Tema delicado, el amor de la paciente. Pues bien, el
Hombre de las Ratas.
Imaginen una carrera de galgos hambrientos. Allí van, corriendo analista novato que Freud aquí usa como modelo es, en la opinión de
por la pista, estirando sus cuerpos de goma. En la recta final un hu­ Conrad Stein65, el propio Jung. La paciente era una Dama brillante:
Sabina Spielrein.
morista lanza la salchicha de la tentación y la jauría se olvida del
premio57. El analista -¿adivinó?- es el galgo. La salchicha es la con-
tratransferencia*6. M i
También tenemos una historia de curas. Había una vez un mori­
NOTAS
bundo que era agente de seguros y ateo convicto. La esposa, mujer de
fe, finalmente lo convenció de que recibiera la extremaunción. L le g a
el sacerdote, y la entrevista en el lecho de muerte se prolonga tanto
o P ágs. 1-313.
que la mujer comienza a albergar esperanzas de que su marido entre
2-SE, Joan, págs. 211-54.
en el redil. Cuando finalmente se abre la puerta, ella se enfrenta con bin Tu ^herine C lé m e n t, Vidas e lendas de Jacques Lacan , 1 9 8 3 , S a n P a -
el hecho de que “el librepensador no se ha convertido, pero el cura n Wo, Moraes, pág. 28.
suscrito un seguro de vida”58. 9

* 6 . R e c o m ie n d o el a r t íc u lo d e M a n o e l T o s ta B e r lin c k , “ A contratrans. 7. El
r é n c ia c o n t r a a t r a n s f e r é n c i a ” , Psicanálise da clínica cotidiana , 1988 ,
más C? so a n a ü s t a q u e s e e n a m o r a d e u n p a c ie n t e e s m á s r a r o ,
o y h e ro ico .
P a b lo , E s c u ta , p á g s . 1 0 7 -3 4 .

91
90
I
H T . t . n pq A vida e a obra de Sigmund Freud , 1989, R io d e J a n e i-
4 . S E , V II, p á g s . 2 4 9 -5 4 . X
5. L. L o e w e n fe ld , Die psychischen Zwangserscheinungen 1904 *
6 . S E , V II, p á g s . 2 5 7 -6 8 . ‘ ’ * »|
I * l° ¡ f s E , X II. páP « 7-156-
7. S E , V II, p á g . 260. W - 1 5 ' c E X II, p a g 147.
8 . Ihíd. J > ■
f r s e , i i . p ^ 8- 2 9 0 ’ 1
9. S E , X I, p á g s . 1 4 1 -5 1 . S * QF XII» pag- 151.
10. Ib íd ., p á g . 145. ‘X
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^ 5 0 J a cq u e s L a ca n i e transferí - L e Séminaire, livre VIII, 1 9 9 1 , P a r ís ,
12. Ib íd .
13. C a r ta d e F e r e n c z i a F r e u d d e l 9 d e m a y o d e 1 9 0 8 , Sigmund F
Sandor Ferenczi, Correspondance, 1 9 9 2 , P a rís , C a lm a n -L e v y , pág. \\ ■et/cf.
p* 14*.
14. C a r ta d e F r e u d a F e r e n c z i d e l 2 2 d e o c t u b r e d e 1909, ibíd ., pág 93 l l 52. S E . X II. p á g 8 S ’ - 1» 8
15. T. B o k a n o w s k i, “ E n t r e F r e u d e t F e r e n c z i, le u r p a t ie n t s ” , Revue 1 53 SE, X II, p a g s. 101-2.
ternationale de l’Histoire de la Psychanalyse, II, p á g . 2 1 0 . tB
54 Laplanche y P o n ta lis , Diccionario de psicoanálisis, p á g . 4 4 4 .
16. A.
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diennes, 1987, N ° X X X , p á g . 31. 56 C a rta d e F reu d a J u n g d el 6 d e d ic ie m b r e d e 1 9 0 6 , Freud-Jung, Co-
17. C a r t a d e F e r e n c z i a F r e u d d e l 2 5 d e f e b r e r o d e 1 9 1 0 , Sigmund^ rresnondéncia completa, 1976, R ío d e J a n e ir o , Im a g o , p á g . 53.
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18. C a r ta d e F r e u d a F e r e n c z i d e l 3 d e m a r z o d e 1 9 1 0 , ib íd ., págs. 157-8 58. SE. X II, p ág. 165.
19. C a r t a d e F r e u d a F lie s s d e l 15 d e m a r z o d e 1 8 9 8 , Correspondencia 59. Ibíd.
60. J oel B irm a n , “ U rn a fa c a s ó lá m in a ” , Pulsional, 1 9 9 4 , N ü 4 3 , p á g . 6 7 .
Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, 1 9 8 6 , c o m p . p o r J . M . M a s s o n , R ío de Janei­
61. C art a d e F r e u d a P ñ s t e r d e l 2 5 d e n o v ie m b r e d e 1 9 2 8 , Correspon­
ro, Im a g o , p á g . 3 0 4 .
2 0 . C a r ta d e F r e u d a F lie s s d e l 11 d e m a r z o d e 1900, ib íd ., p ág. 405. *
dance de Sigmund Freud avec le pasteur Pfíster, 1 9 6 7 , P a r ís , G a llim a r d , p á g .
2 1 . C a r ta d e F e r e n c z i d e l 17 d e a b r il d e 1 9 1 0 , Sigmund Freud-Sandor 182
Ferenczi, Correspondance, p á g . 173. ’ 62. S E , X II, p á gs. 159-71.
2 2 . S E , X II, p á g s. 1 0 9 -7 3 . 63. S E , X II, p ág. 170.
2 3 . S E , X II, p á g s. 8 9 -9 7 . , .X | 64. Ibíd.
24. Ib íd ., p á g . 94. 1
65. C on ra d S te in , O psicanalista e seu oficio, c a p . X I V , 1 9 8 8 , S a n P a b lo ,

2 5 . S E , X II, p á g s. 1 1 1 -2 0 . .£ ^ X Escuta.
2 6 . S E , X II, p á g s. 1 1 1 -1 2 . j ^ X
2 7 . J . D . N a s io , Cinc legons sur la théorie de Jacques Lacan, 1992, págs.
120- 1. m
28. Jacques Lacan, Le Scminaire /, 1975, París, Seuil, pág. 7. 9
29. SE, XII, pág. 117. ■
30. SE, XII, págs. 123-43. r:X
31. SE, XII, pág. 123. M
32. Manoel Tosta Berlinck, “A mania de saber”, Pulsional, N° 57, 1994,
San Pablo, pág. 32. J
33. SE, XII, pág. 124. fl
34. SE, XII, pág. 134. * Jj
35. SE, XII, pág. 126. |
36. SE, XII, pág. 128. |
37. SE, XII, págs. 121-44. 3^1
38. SE, XII, págs. 134-5. Ij
39. Serge Cotet, Freud e o desejo do psicanalista, Río de Janeiro, Zahar,
pág. 132. ^ X
40. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pab °9
Companhia das Letras, pág. 279.
41. SE, XII, pág. 140.
42. SE, XI, pág. 221. i
43. SE, XI, págs. 219-30. X
92 93
que Jones fue un discípulo relativamente tardío, que llegó después de
Federn, Ferenczi, Abraham, Rank, Eitingon y Tausk.
En su autobiografía, Jones rememora: “Mi primera impresión de
Freud fue que era un hombre sencillo y poco pretencioso. Me saludó
inclinando la cabeza, y dijo: Freud, Wien ... El Profesor ya gozaba de
C A P IT U L O 39 un prestigio ilimitado en el grupo de sus fieles seguidores. Estaba
inevitablemente ligado con sus discípulos por un vínculo común que
L O S S E Ñ O R E S D E L A N IL L O trascendía el mero lenguaje. Freud podía atravesarlos... en un nivel
tanto no-verbal cuanto verbal”4.
Jones nos informa que “el encuentro fue realmente internacio­
Pasada la catarsis transferencial, Jung se dedica con ardor a la nal”. Se leyeron nueve trabajos: cuatro de Austria, dos de Suiza, uno
difusión de la Causa. De sus esfuerzos resulta el Primer Congreso In­ de Inglaterra, uno de Alemania y uno de Hungría. Freud presentó su
ternacional de Psicoanálisis, realizado en Salzburgo en abril de 1908. Hombre de las Ratas; Abraham habló de las diferencias entre la his­
Este congreso comienza con una carta banal de Jung a Jones: teria y la demencia precoz; Jung, ídem; el tema de Stekel fue la his­
teria de angustia; el de Sadger, la homosexualidad; el de Adler, el
Burghólzli, 23.11.1907 sadismo. Jung, como organizador, reaccionó con arrogancia frente al
encuentro: “No consigo saber a título cierto -le escribe a Freud- si
Estimado Dr. Jones conviene evaluar el Congreso por el lado emocional o por el lado prác­
tico. En lo que concierne a los sentimientos, todavía estoy bajo el res­
Me encantaría verlo lo antes posible ... Si usted llega el lunes por plandeciente impacto de su conferencia, la propia perfección a mis
la noche, lo encontraré en el Hotel Baur-au-Lac entre las 11 y 12. ojos. Todo lo demás fue para llenar el tiempo, no pasó de un palabre­
Espero que tengamos muchas conversaciones interesantes. río estéril en las tinieblas de la inanidad”5. Las “tinieblas de la inani­
Con los mejores saludos, dad”: así hablaba el Príncipe Heredero desde su Montaña Mágica.
sinceramente Adler, Stekel, Rank, eran todos pigmeos*1. Vemos que tanto el suizo
Jung como el alemán Abraham consideraban que el grupo vienés era
Dr. Jung1 una calamidad. Lo que no es así. El trabajo de Sadger sobre la homo­
sexualidad preparó el camino para la “Introducción del narcisismo”.
En ese rendez-uous en el hotel del lago nació la idea del primer Nacía la simbólica stekeliana, mientras la erudición de Rank mante­
encuentro de psicoanalistas2. En esa época, en Zurich, se había ini­ nía el nivel.
ciado un pequeño movimiento denominado “Grupo Freud”, fruto in­ Este evento pasa a la historia como un congreso singular. Fue el
mediato de las visitas de Eitingon, Bleuler, Jung y Binswanger a Vie- momento más libre, democrático y de buen “clima” del movimiento
na. Zurich era más que una filial de Viena. Además de ese cuarteto psicoanalítico. Se tomó una única decisión organizacional: la funda­
central, los suizos contaban con la asistencia de Claparéde, Riklin y ción de una revista, el Jahrbuch für psychoanalytische und psychopa-
Maeder, con Oskar Pfister en el banco de los suplentes. Buen equipo. thoLogische Forschungen (“Anales de investigaciones psicoanalíticas y
El grupo se reunía en el Sanatorio Burghólzli, fuente de inspiración psicopatológicas”). Este congreso, que duró sólo un día, no tenía presi­
de La montaña mágica de Thomas Mann, y en sus discusiones estaba dente, secretario, tesorero, consejo ni reunión administrativa: sólo en­
en juego el futuro de la política psiquiátrica. No cabe duda de que el tusiasmo.
“Grupo Freud” suizo tenía más peso específico que el cenáculo vienés. ¡Fin de una época!
El Congreso de Salzburgo pasó relativamente inadvertido en la En el encuentro en el hotel del lago, Jones causó una buena im­
época. Los protagonistas, como es común en el inicio de cualquier ges­ presión en Jung, quien le escribió al Profesor:
ta, no percibieron el carácter histórico de la ocasión. El psicoanálisis,
de la noche a la mañana, entraba en el circuito internacional. Paso ahora a una gran sorpresa: en el contingente inglés había
Jones, en su biografía, crea una ilusión de omnipresencia, y no
queda claro cuándo entró en escena por primera vez. Cotejando su
autobiografía, Free Associations3, vemos que fue allí, en Salzburgo,
donde conoció a Freud. Este San Pablo galés, entonces, idealizó el *1- Su arrogancia se parece a la de Lacan cuando, hablando de los discí­
congreso antes de haber sido presentado al Profesor. La gente olvida pulos de Freud, sentencia: “Ces gens s¿ médiocres!”

94 95
un joven de Londres, el Dr. Jones (un celta del país de Gales), llegó con el afán aventurero de hacerse la América. Desesperadamen­
que conoce bien su obra y ya practica el psicoanálisis6. te pobre, Brill tuvo una astucia de héroe suburbano para sobrevivir.
Otro hambriento, a fin de cuentas. Con mucho trabajo logró recibirse
Jones, por su parte, consideró que conocer a Freud en Salzburgo de médico, dando clases de bandolín, jugando al billar por dinero,
fue “el día más importante en mi vida”7. Ese hombre enjuto y ator­ durmiendo en el consultorio del dentista donde trabajaba como asis­
mentado había encontrado a su Maestro. En su autobiografía cuenta tente11. Se ganó el merecido apodo de “cabeza de fósforo”12. Dólar so­
que viajó con Brill a Viena y que ambos fueron espléndidamente reci­ bre dólar, consiguió ahorrar dinero suficiente para permitirse pasar
bidos por un Freud radiante después del día de gloria en Salzburgo. seis meses en el Burghólzli, en 1907, junto con Jung13. Al año si­
El discípulo narra ese encuentro con entusiasmo, pero, según Steiner, guiente, con Freud en Viena. “Está totalmente americanizado -obser­
esa reunión “no fue algo tranquilo”8. Sucede que, en esa primera ho­ va Freud- pero es un buen muchacho.” Por sobre todo, Brill era un
ra, el preferido fue Brill, y no Jones. Brill, sin más, obtuvo de Freud ambicioso judío apátrida, que hablaba la misma lengua de Freud,
los derechos para la traducción de su obra. La envidia del relegado más Schnorrer todavía que él. Brill no tenía ni un pelo anglosajón.
era inevitable e ilimitada. El, que será recordado por esos monumen­ En esa primera hora, el hambriento Jones no podía ganar.
tos que son la Standard Edition y su The Life and Work o f Sigmund
Freud. De hecho, Jones era un gran ambicioso. Para Anna Freud, su En la famosa foto en la que los Señores del Anillo posaron junto a
ambición tenía que ver con su origen proletario, muy disimulado en Freud, Jones, con su rostro simple y jovial, parece un hombre común
la autobiografía9. Por otra parte, no debemos olvidar que él era doble­ y contrasta con las extrañas figuras de Rank, Eitingon Ferenczi y
mente extranjero: galés entre ingleses; goy entre los judíos de los Sachs Parece un inglés de la calle que nunca escuchó hablar de psi­
miércoles. M coanálisis. Se parece a Robín, el compañero de Batman. En una de
Ahora bien, en el favoritismo con Brill había algo más en juego: sus mejores cartas, Jones se autodefine:
Freud desconfió del galés, según surge de una carta a Jung:
El complejo de originalidad no es mi fuerte; mi ambición consiste
Jones y Brill estuvieron conmigo dos veces. Acordé con Brill la en estar entre bastidores, en saber más que en encontrar. Me doy
traducción de la miscelánea Selected Papers on Hysteria ... \ cuenta de que tengo poco talento para la originalidad: el talento
que poseo tal vez se manifieste en la dirección de aprender rápi­
Y continúa en tono confidencial: damente lo que los otros señalan ... Para mí, el trabajo es como el
de la mujer que cuida a su hijo; para hombres como usted, imagi­
Jones es, sin duda, una persona de las más interesantes y un no que tiene más de fecundación masculina14.
hombre de valor, aunque me da una impresión de ... singularidad
racial. Es un fanático y no come lo suficiente. En cierto modo me i n s ^ S an y R°TbÍn forman una pareja ideal. En 1913 Jones estaba
. recuerda al flaco y hambriento Casio. “Que yo pueda rodearme Peso en <»i°Sie 6n Loadres>revisando viejas cartas y escritos, con un
de hombres gordos”, decía César10. nibiografía3 ^ ° lleVÓ 3 escribir una sentida y conmovedora mi-
César desconfiaba del hambriento Casio y con razón: él fue el Ést
general romano que, junto con Brutus, lo asesinó. Hablar de Césp mentpS|lí K-ti:abaj0.pen.oso ya que veo desplegarse, implacable-
es apropiado, estamos asistiendo a la fundación del Imperio Psicoa- turbulenrí >na 'l6 mí v?da b na historia de mucha agitación y
nalítico*2. . terrumníHfv’ , anc*a infeliz seguida de 10 años de éxito inin-
Del otro lado del Atlántico encontramos a Brill, el preferido, P* toy realmoñt espués una serie de locuras y fracasos, y ahora es­
ñero leal y traductor atroz -eso, dicho sea de paso, aún no se^sa ^ telando h n / sentando cabeza, con mis ilusiones agotadas, in-
Judío de origen, Abraham Arden Brill había emigrado en 188 | d° hacer alg° Que justifique mi existencia^.
Hungría a los Estados Unidos, a los quince años, con tres dólares^
el bolsillo. De espíritu vivaz, generoso, despreocupado, trabaja áj. vejez, escribió ^ rcdexién tenía la edad de Cristo. Más tarde, en lal
° en su autobiografía:
de
*2. C o n v ie n e recordar que el p r o p io Freud, c u a n d o t e n ia ^ gU so- i®79, en la nlp dn'C0 bÜ° de mis padres, el primero de enero de
s e m p e ñ ó el p ap el de B r u tu s , e n u n a r e p r e s e n ta c ió n e sc o la r , ju n » elyr,i6 quia de Llwechwr, en una aldea llamada Rhose-
brino John (SE, V, pág. 424).

96 97
psicoanalítica, hasta llegar a ser la figura dominante de la IPA (fue,
Nació en un país de hadas, con nombres 8*¡bjiantes: “Rhosefelyn con intervalos, presidente de la Internacional desde 1920 hasta
está situada en el centro de Gwyr, en el antigu^ rein0 entre ja bahía 1949). Sería injusto considerarlo sólo un burócrata astuto y un buen
de Swansea y Caermarthen Bay, a seis millas dg distancia de Lawl- organizador. Steiner menciona su intuición política, característica
nelly”17. El padre, Thomas Jones, es descrito ^un hombre alto, que Freud apreciaba. Él fue quien mejor analizó las implicaciones so-
rubio, atractivo, evidentemente un celta”, que ^trabajaba en una mina ciopolíticas de la Primera Guerra22. Tenía una gran capacidad para
de carbón. Su madre, Mary-Ann, en contraste, “ „era pequeña, de cabe­ odiar y también una gran proclividad a ser odiado. Según Paul Roa-
llo renegrido y piel muy alba, celta del tipo "ib¿ érico„”i8 De pura san­ zen era, “en su peor faceta, rencoroso, envidioso y displicente”23.
gre galesa, conocía de memoria las leyendas del , Ju inciUSo la de la Jones cuenta en detalle, tanto en The Life and Work o f Sigmund
• •Ser UnJ hallazgo arqueológico. Freud como en su autobiografía titulada Free Associations, que en
Thomas Jones, sólo tres años mas viejo que F,Frt,udi había elegido el 1912 fue suya la idea que lo puso al frente del movimiento psicoanalí-
nombre Ernest. De cumplirse el deseo de la m* . ’gu hijo se habría tico, lo que constituyó, sin duda, “lo más importante de mi vida”, gra­
llamado Myrddin, del clan de Merlín19. ’ 3' cias a lo cual “no ocuparé un lugar insignificante en la historia de la
En su autobiografía, Jones relata una adollolescenc¡a normal: buen ciencia”24. # ✓
deportista, competente zaguero central, le &usustaba dar iargas cami- Comienza como un fantaseo romántico, “inspirado en las hazañas
nadas por las cocinas de Llandovery en el oto^()fto el patinaje sobre de Carlomagno”, aunque el tema recuerde más la leyenda arturiana
hielo en el invierno. Sentirá una gran hiraeth, “nostalgia”, por el país de los caballeros de la Mesa Redonda. En síntesis, Jones propone
de Gales. Resulta interesante que describa la ja ad0lesceñcia de Sig- crear un grupo de psicoanalistas confiables, de gran fidelidad e hidal­
mund como muy parecida a la suya, hasta en ¿ , detalle de la beauti- guía, que tendrían, con relación a Freud, la función de paladines”25.
ful little girl. La aldea de Rhosefelyn bien p o d r í ^ haber gido Freiberg. Un grupo de psicoanalistas en la guardia pretoriana del Profesor 5.
En el caso del galés, el ario antisemita sería i¡a un arrogante profesor Freud compra la fantasía:
británico.
Una gran amistad marcó sus años de est t. , , . M Lo que luego ocupó mi imaginación fue su idea de un consejo se­
Wilfred Trotter. Se conocieron como residente.tüstuf l.anto e.me, Icl.na* I creto, compuesto por los mejores y más dignos de confianza de
jano sir Victor Horsley. “Recuerdo -rememora-ltcs,del renombrado ciru- nuestros hombres, para velar por el desarrollo del psicoanálisis
un paciente con las piernas aplastadas, lo que 1ra- la vez que recibimos a cuando yo deje de existir ...26
doble. Trotter amputó un muslo, mientras yo ue Y113 amPu
otro ...”20. ‘ 3 Wilfred era el «mejor segundo sólo. yo hacia lo mismo con el
Tal vez sean significativos los párrafos de esta carta que Jones
Trotter, además de cirujano, fue el antropó 0 ^reu * , , i.. px. no incluye en su biografía:
presión “instinto de rebaño”. Aparece varias V( roP° ()^° a^U « i p 9 |
fesor: lo encontramos en 1908, en el Congreso ls * * * * * * ¡ f I Usted dice que tuvo la idea: ella, sin embargo, pudo haber sido
citado en la Psicología de las masas y, fina®80 k a 7 UI? <!lri;Pndo a mia» formulada en tiempos mejores, cuando esperaba que Jung
Freud, en 1938, en Londres. Él le habló de Fre£na,™enT t e’ at ' 17 de la pudiese reclutar ese círculo entre las cabezas de las asociaciones
reseña de los Estudios que había publicado la r Freud a Jones, a raí ocales. Ahora lamento tener que decir que dicha unión tiene que
„ Jones, hasta ese momento, después de un I a r( Vlsta ,üin. , riepeli- acerse con independencia de Jung y de los presidentes electos27.
niano 4, se había interesado por Janet, Boris í un ^ ve pt^ rt n prince,
pero fue la trabajosa lectura del caso Dora enjn s ®lf ls , - 11P hizo la Jones responde:
diferencia. ra en alemán lo que n»
Concuerdo con Steiner en que, leyendo la c * r;a Freud" es formar un consejo no oficial e informal, por lo tanto
Jones, se observa cómo Jones va creciendo d(°.HoaJcorf eS^1
dentro onia
de la institución de in^t^111,611*6 secre^0’ en estrecho contacto con usted, con fines
rucción y crítica ... Lo que tendremos que hacer será pur-
con Gl^
*3. Esto, a su vez, nos recuerda a Abraham, a n ^ ampUtando piernas
ver, en los Alpes. ‘ ^ traba'tv bascan el giiaf ^ r' t'ual del anillo no es propio de los caballeros que
*4. Jones estuvo un tiempo en la clínica de Kr<i ifj-aepelin en Mumc ^’eJCpe Sa a? 0r cortés" na ceremonia más afín al amor cortés (Jacques Sédat,
jando con Alzheimer en histología cortical y con Li y pS en psicolotf1' ^ N1 Pablo, Escuta pá^is*** f>en*itír. Fnsnios de clínica psicanalitica, 1992,
mental (E. Jones, Free Associations, Memories o f a I r psyChoanalyst>
va York, Basic Books, pág. 170). S

98
gar, en lo posible, todas las excrecencias teóricas y (coordinar Roudinesco nos brinda una imagen arturiana de ese momento:
nuestros propios fines inconscientes con las demandas^ e intere­ “Jones avanzó por su andarivel, alzó la maza y la oriflama para piso­
ses del movimiento28. tear a un adversario ya derrotado [por Jung]”33. Jones, radiante, tra­
zó un prolijo relato de su victoria, minimizando la participación de
“Purgar las excrecencias” hace pensar en oscuros sótanos medie­ Jung. “Hubo entre Janet y yo -escribe- un duelo retórico que puso fin
vales. a sus pretensiones de haber fundado el psicoanálisis”34.
En cuanto a los miembros del grupo, el galés piensa p^rimero en Freud respondió prontamente con felicitaciones ditirámbicas:
Ferenczi y después en Sachs. El Rey Sigmund sugiere a A\braham y
después a Rank, cerrando el círculo. Eitingon se suma e n i 1918. Los Mi querido Jones:
Custodios de la Metapsicología.
Freud, en carta a Ferenczi, dice29 sentirse muy feliz co0n sus “hi­ No puedo decir cuán satisfecho quedé con su relato del congreso y
jos adoptivos”, título que poco antes diera a Rank. Grosski^urth le de­ con la derrota que, a la vista de sus compatriotas, le impuso a Ja­
dica un capítulo a esta “cría sustituta”, haciendo notar quue los hijos net. Los intereses del psicoanálisis se confunden con los de su
adoptivos son, por naturaleza, problemáticos30. persona y ahora confío que va a schmieden das Eisen solange es
El Comité Secreto realizó durante 10 años la tarea quue se había warm ist (martillar el hierro mientras esté caliente)35.
propuesto. Subsistió como sociedad secreta hasta 1927, feúcha en que
se disuelve en la dirección oficial de la IPA. Dos vieneses, ( d0s alema­ El Profesor le aconsejó a Jones que se analizara antes de insta­
nes y un húngaro, cinco Lancelotes judíos, bajo la direcciónjn de un ga­ larse en Londres. Es posible que la imagen que Loe Kann -amante de
lés nacido en las tierras de Morgana. Freud dio a los miercmbros de la Jones- le había transmitido en el diván haya pesado en esa opinión.
cofradía un anillo de oro, que se convirtió en símbolo del \ lazo indes­ El analista indicado: Sandor Ferenczi. Jones, entonces, fue el primero
tructible entre el soberano y sus vasallos, los cuales pasai¿ron a deno­ en tener un análisis “didáctico” córame il faut36. Creo que las ocho se­
minarse Señores del Anillo. siones de Stekel con Freud y las sesiones peripatéticas de Eitingon no
cuentan.
El Comité Secreto recuerda la formación del grupo de|e los miérco­ Fue un tiempo de análisis intenso en el marco de la “rutilante
les. Antes los discípulos habían sido cuatro; ahora son cinc^co. Antes la ciudad de Budapest”37. Jones rememora en su autobiografía:
“idea” había sido de Stekel, ahora es de Jones. Antes, la Sociedad de
los Miércoles llenó el vacío de Fliess; ahora los Señores detfel Anillo ob­ Mi análisis, como el resto de mi vida, fue intenso. Tenía dos se­
turan el de Jung. Pero, en primer lugar, el pacto lleva a p< pensar en la siones todos los días durante aquel verano y otoño, y de ellas ob­
quijotesca SSS; esto es, la sociedad secreta española de Cicipión y Ber- tuve grandes beneficios. Logré una mayor armonía interior y una
ganza. i visión insustituible y lo más directa posible de cómo actúa la
Una gran batalla tuvo lugar en el verde turf de Londijdres en el ve­ mente inconsciente, cuya comparación con el tipo de conocimien­
rano de 1913. La arena de la disputa fue el 20° Congreso So Internacio­ to más intelectual fue muy instructiva38.
nal de Medicina. Se organizó una sección especial para disfiscutir el Psl'
coanálisis. De un lado estaba Pierre Janet. En el bando op0puesto, Jung Cuatro meses, al ritmo de dos sesiones por día, da casi doscientas
y Jones. J tim** vue*° Pslcoaiialítico, cantidad equivalente, si pensamos que
Janet blandió una crítica resumióle en tres puntos: p; primero, re­ dos* a un análisis con un lacaniano juicioso durante más de
clamaba la prioridad en la invención de la cura catártica; Si; segundo, cri­ ej ai^P.?s. * dones le escribe a Freud: “Estoy dando lo mejor de mí en
ticaba la interpretación simbólica freudiana de los sueño¿ños y, tercet0! vas fr »18fS ’ .^erenczi descubrió que tenía intensas tendencias agresi-
consideraba el psicoanálisis como un sistema metafísico. «o. En su au la agresiv ff H cu^ e? resP°ndo con supresión y sumisión ...”39 Pero
biografía Jones cuenta que Janet, “con su inimitable maes&estría tea * cias des^f f Persistió: esos meses en Budapest tuvieron consecuen-
causó gran impresión en el auditorio”31. Comentarios sarcarcásticos e ortunadas para la futura reputación del húngaro. Jones
juriosos mancillaron la figura del Profesor. A la hora semeñalada, ^
ladín galés, un outsider en esas lides, recogió el guante y i y acept() ^ ^
safio. Le fue bien: “Con mi práctica en este tipo de debáteles, me rC^ c0^
fácil demostrar la profunda ignorancia de Janet en cuestfestiones P ^ ^ . IVSCt 1,anthroDolim-ai« Un an^^ls^s de dos meses (B. Pulman, “Emest Jo-
nalíticas ...” La victoria fue completa, ya que la respuestasta del^d® p * Pég. 497). *’le * Eevue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse,
do consistió en “la débil excusa de que él no sabía leer alenlemán *

100 101
masacrará a Ferenczi en su biografía oficial. Tanto Balint com J
*"■ ja fe El viejo espíritu de Brücke lleva a Freud a sentirse
chey' ¿tiiiiiicui
afirman qucjttiuao
que jamás ic
le peí
perdonó
umiu que hubiera sido SU
uuuieia SlUO su analist
anaU-*° No era ma ¿ e ia ciencia; juzga que precisamente su judaismo,
mas, según Roazen, tenemos r»s la
la pnvidia
envidia ñor
por hahpr sido X
haber círlr» ?__
Ferenesf
nczi analj. paladín ovy vez le dijo a Abraham, lo libraría de las celadas del misti-
zado por Freud40.
como cier . 0 ¿ e\ fanatismo socialista. Un problema de paja en el
Se sabe que Freud, ya antes de la Primera Guerra Mundial cismo cnsuc
mendaba a los jóvenes médicos que se analizaran, y que Juní? Vrec°'
oj° ¿cómo funcionan esos obstáculos? Aquí entramos en el ám-
primero en proponer el análisis personal como requisito indisn e'
ble para los futuros psicoanalistas. " ensa* *e las “resistencias", caracterizado por todo aquello que obstruye
ergencia del inconsciente. Al teorizar el concepto de resistencia
*a ell*d pasó o considerar que cualquier oposición que encontrara la
El proceso de institucionalización del psicoanálisis se puede d' • n nrnrrrnoA Anr%
doctrina
- • sería
—^ n i n sintomática
f A m a f i P O rde
i o lla
a vvalidez
a l i r 1 o 7 rde
i o esu progreso. TLa
o iidea
dir en cuatro etapas principales. La primera, de 1902 a 1907, fUe
“Hora de la Horda Salvaje”, como la denomina Roustang41. LaseJu * nUera nueva; ya en 1896 Freud caracterizó a la hostilidad como indi-
n°dor seguro del camino correcto: “No tengo ni un solo florín, sino un
da, de 1907 a 1912, abarca la época de la expansión y los cismas E *
bloque informe de mineral que contiene una cantidad desconocida de
la tercera etapa, de 1912 a 1927, tenemos la era del dogmatismo Los
metal precioso. No estoy insatisfecho con mis progresos, pero la hosti­
Señores del Anillo formaban una secta mística y el psicoanálisis asu­
lidad que me demuestran y mi aislamiento me llevan a suponer que
mió la apariencia de una religión. Después de haber querido desju­
he descubierto las mayores verdades”45.
daizar al psicoanálisis durante el período de Jung, Freud volvió a
centrar las actividades del movimiento en Viena, restableciendo los
Yo conocí a Ernest Jones. Llegué a Londres cuatro años antes de
lazos con un judaismo del que nunca en realidad había renegado. “La
su muerte y asistí a varias sesiones científicas en las que estaba pre­
creación del comité secreto fue, de hecho, la actualización del compo­
sente, allí, en la primera fila. Era un señor bajito y enjuto, enérgico,
nente místico del judaismo freudiano, que había sido reprimido por el
con movimientos de pájaro, parecido a Alex Guiness en El puente so­
acceso a otra cultura”42.
bre el río Kwai; tenía un cierto aire de militar británico. A distancia,
La institución creció bajo un poder de dos caras. Una de ellas ex­
me daba la impresión de que hablaba mucho y escuchaba poco.
puesta, la IPA, que daba continuidad a su trabajo unificador en me­
En la revisión de este libro, reparo en que maltrato a Jones, como
dio de las disensiones, exclusiones y suicidios; la otra cara, enmasca­
si fuese mi cabeza de turco. Corro el riesgo de ser injusto. Jones di­
rada, dirigía de modo invisible los asuntos del movimiento. O sea que
vulgó el psicoanálisis en todos los continentes. Tenía el don de la pa­
mientras la IPA tomaba a su cargo la libre asociación entre las socie­
labra simple. Se habla en forma peyorativa de esta vena popularizan­
dades existentes, el Comité Secreto intentaba centrar la política del
te46. Es un error. Jones se veía con relación a Freud como lo que
movimiento basándose en la teoría del inconsciente43.
Huxley fue para Darwin. O, espiritualizando la mira, como lo que Pa­
La cuarta etapa fue de 1927 a 1939, con la disolución de los Seño­ blo fue para Cristo.
res del Anillo, mientras la línea “liberal”, comandada por Nunberg y
Escritor fluido e incansable, Jones estuvo en el lugar ideal para
Fenichel, triunfaba sobre la “elitista”, aunque Jones salió más forta­
ser el biógrafo oficial. Anna Freud le entregó un vasto archivo de ma-
lecido que nunca, asegurándose, como él dijo, “su lugar en la histo­
. nal inédito. La familia del héroe, Anna en particular, ha sido criti-
ria”. El centro del psicoanálisis comienza su gradual desplazamiento
hacia Londres y el Nuevo Mundo, al tiempo que Strachey inicia la j a ^°r SU exa£erad° “celo”. Si yo me meto en su piel -virgen y to­
traducción monumental de las obras completas. la Cn°m^ren^° SU an^us^ a Y sus dudas respecto de la publicación de
Volviendo a quienes quedaron fuera del cauce central del movi­ m\nSreSPj n(*enc*'a con Fliess. Anna, como dije en el prólogo, fue una
mujer medrosamente valiente.
miento, Freud, ya en 1914, interpreta que en el centro de las disen
siones estaban las conversiones místicas: “Los antecedentes teolog^
eos de muchos suizos no desempeñaron, en su actitud frente
psicoanálisis, un papel menor que el de los antecedentes socia is sobre ai o n ae val°r>comenzando por su ensa
6 Gl slmbohsmo47- *7, las nociones de “afánisis” y
de Adler en el desarrollo de su psicología individual”44. O sea qn _^
religión y la moral fueron los obstáculos de Jung y Adler. Ahora, ^ ^
trata de dar al César lo que es del César, bien puede decirse Qu^
judaismo fue para Freud lo que el socialismo fue para Adler y a *7 Cierta
logia protestante para Jung. Freud denunció en sus opositores^^ una nota de ain^* ^ hablando de este trabajo suyo, Jones acotó, con
bajo y s¿ ^ Ja^gura: “Dicho sea de paso, nunca supe si usted leyó mi tra-
pertenencia religiosa o moral que no veía en su propia elabor
r a con mi crítica a Silberer’' (The Complete Correspondence

102
103
12. A. A. Brill, “A psychoanalyst scans his past”, J. Nerv. Mental Desea­
y, en particular, sus trabajos de análisis aplicado, como el artículo so­
ses, 1942, XCV, págs. 537-549.
bre la pesadilla, sus estudios sobre Shakespeare y un ameno tratado 13. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
sobre Morphy, Gran Maestro y “Genio Menor” del ajedrez48***8„ p0r Companhia das Letras, pág. 202. ?
otra parte, debemos considerar su aporte más polémico sobre el desa­ 14. Carta de Jones a Freud del 19 de junio de 1910, The Complete Co­
rrollo sexual de la mujer, que apoya y completa los trabajos de Lampl rrespondence o f Sigm und Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. 61.
de Grot y, sobre todo, de Melanie Klein. 15. Carta de Jones a Freud del 14 de octubre de 1913, ibíd., pág. 230.
Eso nos lleva a otra gran virtud de Jones: es valiente. El mismo 16. Emest Jones, Free Associations, pág. 11.
día en que los nazis entraron en Viena, él tomó el primer avión para 17. Ibíd.
rescatar a Freud. Luego veremos que también dio muestras de coraje 18. Ibíd., pág. 21.
moral al defender a Melanie Klein en su disputa con Anna Freud. 19. Ibíd.
20. Ibíd., pág. 100.
21. Ibíd., pág. 101.
22. Prefacio de Riccardo Steiner á The Complete Correspondence o f Sig­
mund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. xxxvii.
NOTAS
23. Paul Roazen, Freud y sus discípulos, 1974, Buenos.Aires, Alianza,
pág. 367.
1. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­ 24. E. Jones, Free Associations. Recomiendo la lectura de todo el capítulo
X de la autobiografía de Jones. t
ro, Imago, II, pág. 53.
25. Ibíd., pág. 227.
2. Ibíd.
26. Carta de Freud a Jones del Io de agosto de 1912, Ernest Jones, A vi­
3. E. Jones, Free Associations, Memories of a Psychoanalyst, 1959, Nue­
da e a obra de Sigmund Freud, II, pág. 162.
va York, págs. 165-6.
27. Carta de Freud a Jones del Io de agosto de 1912, The Complete Co­
4. Ibíd., págs. 158 y 166.
5. Carta de Jung a Freud del 30 de abril de 1908, Freud-Jung, Corres­ rrespondence o f Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, págs. 147-8.
28. Carta de Jones a Freud del 7 de agosto de 1912, ibíd., pág. 149.
pondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 189.
29. Carta de Freud a Ferenczi del 19 de mayo de 1923, Sigmund Freud-
6. Carta de Jung a Freud del 11 de setiembre de 1907, ibíd., pág. 12S.
Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, pág. 516.
7. E. Jones, Free-Associations, Memories of a psychoanalyst, pág. 201.
8. Prefacio de Riccardo Steiner a The Complete Correspondence o f Sig­ 30. Phyllis Grosskurth, O círculo secreto, 1992, Río de Janeiro, Imago,
pág. 81.
mund Freud and Emest Jones, 1908-1939, 1993, Londres, Harvard Univer-
sity Press, pág. xxii. 31. Emest Jones, Free Associations, pág. 241.
32. Ibíd.
9. V. Brome, Emest Jones: Freud’s Alter Ego, 1982, Londres, Caliban
33. Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise na Franca. A batalha
Books, pág. 6.
dos cem anos, 1986,1, Río de Janerio, Zahar, pág. 132.
10. Carta de Freud a Jung del 3 de mayo de 1938, Freud-Jung, Corres­
34. Emest Jones, Free Associations, pág. 241.
pondencia completa, pág. 191.
35. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, II, pág. 110.
11. May E. Romm, “Abraham Arden Brill”, A historia da psicanálise
através de seus pioneiros, comp. por Alexander, Eisenstein y Grotjahn, 1981, 36. W. Gillespie, “Ernest Jones, the bonny fighter”, Int. J. Psychoanal.,
1979, LX, págs. 273-9.
Río de Janeiro, Imago, pág. 241.
37. E. Jones, Free Associations, pág. 199.
38. Ibíd.
39. Carta de Jones a Ferenczi del 17 de junio de 1913, The Complete Co­
of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Londres, Harvard rrespondence o f Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. 204.
University Press). 40. Paul Roazen, op. cit., pág. 381.
*8. Entre sus ensayos de análisis aplicado se destaca “El Complejo de 41. Véase el capítulo I de Frangois Roustang, Um destino táo funesto,
Dios”, donde Jones habla de un determinado tipo de persona, caracterizada 1987, Río de Janeiro, Taurus, pág. 9.
por un retraimiento social que de alguna manera marca una distancia con el 42. Elisabeth Roudinesco, op. cit., pág. 133.
resto. “Esas personas se envuelven en una nube impenetrable de misterio y 43. Ibíd., I, pág. 111.
reserva.” Finalmente: “Esas personas son ateas; es natural que lo sean, ya 44. SE, XIV, pág. 58.
que no pueden tolerar la existencia de otro Dios”. Todo hace pensar que Jo­ 45. Carta de Freud a Fliess del 4 de mayo de 1896, Correspondencia Sig­
nes estaba tomando a Freud como modelo (Der Gottmensch Komplex, der mund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janeiro,
Glaube Gott zu sein, und die daraus folgenden Charaktermerkmale, 1913, Imago, pág. 186.
Zeitschrift, 1, págs. 313-339). 46. Paul Roazen, op. cit., pág. 32.

104 105
47. Ernest Jones, M The theory of symbolism”, British Journal o f Psycho
logy> 1916, IX, págs. 181-229.
48. Ernest Jones, Essays in Applied Psychoanalysis, 1923, Londres, In
ternational Psychoanalytic Press.

CAPÍTULO 40
LA MUJER DE LOS HOMBRES

El encuentro de Freud con Mahler merece un alto en el camino.


El compositor Gustav Mahler se casó con Alma Mahler, otra gran
“mujer gata” de fin de siglo1, junto con Lou Andreas-Salomé. Cuando
se conocieron, en 1901, él ya era director de la Ópera Imperial de Vie-
na: un gran solitario, veinte años mayor que Alma, genio errático y
singular. La relación entre ellos comenzó a deteriorarse después de la
muerte de su hija Putzi, en 1907. Alma se enamoró después del ar­
quitecto Walter Gropius, fundador de la Bauhaus. El matrimonio en­
tró en crisis2. Mahler, cuatro años más joven que Freud, se vuelve im­
potente y se desespera. El neurólogo Von Nepallek le recomienda a
Freud. El Profesor, que estaba de vacaciones en el Báltico, no podía
negarse a atender a un hombre del valor del músico. Se cruzan tele­
gramas. El futuro paciente concierta una cita y la cancela; concierta y
cancela nuevamente. Freud hace un “telediagnóstico” de neurosis ob­
sesiva y pone una fecha límite, a modo de ultimátum.
El encuentro tiene lugar en Leyden, tierra de Rembrandt, en el
verano de 1908. Jones nos informa que pasaron cuatro horas deam­
bulando por la ciudad, en una terapia peripatética en tomo del cam­
pus de la vieja universidad. Freud se asombra ante la perspicacia psi­
cológica de Mahler; nunca había encontrado a alguien que asimilase
las ideas psicoanalíticas con tanta rapidez. La lucidez del músico des­
pertó su lado sherlockiano en la siguiente intervención:

Presumo que su madre se llamaba Marie. Puedo suponerlo a par­


tir de indicaciones que hallo en lo que hemos hablado. ¿Cómo es
posible, entonces, que usted se haya casado con alguien que se
llama Alma, siendo que su madre desempeñó un papel dominan­
te en su vida?3

El compositor respondió que el nombre de su mujer era Alma


María, y que él la llamaba Marie. A la luz de este pase de magia
transferencial del significante “María” -que recuerda las intervencio­
nes en el caso Juanito- el músico, aterrado, completó la interpreta­
ción:*1 “Mahler súbitamente dijo que no comprendía por qué su músi-

*1. ¿Transferencia de pensamiento?

106
107
ca nunca podía alcanzar el nivel más elevado a través de los pasajes de la emancipación femenina. En 1906 este espíritu religioso sufre
más nobles... siendo perjudicada por la introducción de alguna melo­ una súbita e inesperada “conversión” al psicoanálisis. Conoce a Jones
día banal. Su padre, hombre brutal, maltrataba a su mujer, y de niño en Toronto y meses después asiste a las conferencias de Freud en
Gustav había presenciado una escena particularmente violenta. Él Worcester. Ahora, antes del Congreso, hace escala en Zurich, en la
salió corriendo de la casa en el momento en que un organillo tocaba flamante casa de Jung en Küsnacht, donde tiene una sesión prolon­
en la calle la canción popular vienesa Ach, du lieber Augustin4. ¡Zas! gada de seis horas con Freud, que estaba organizando el evento con el
Ese organillo marcó la conjunción y mezcla de grandiosa tragedia y suizo. Ese encuentro fue tan exitoso como la entrevista intensiva con
melodía barata. No hay sinfonía que aguante. Mahler tres años antes. Allí nació una amistad duradera.
Para Jones, “ese diálogo analítico evidentemente produjo efectos, El Profesor quedó encantado con la fibra moral de Putnam y lo
ya que Mahler recuperó su potencia y la pareja fue feliz hasta su nombró embajador de la Causa en el Nuevo Mundo. Este médico filó­
muerte, que lamentablemente se produjo apenas un año después”5. sofo, que fuera presidente de la Asociación Neurológica Americana,
¿O será que la “constitución” de Mahler (dentro o fuera del chiste ju ­ era el candidato ideal “para la estrategia freudiana de difundir el psi­
dío) no aguantaba emociones excesivas, siendo el lieber Agustín un coanálisis en América entre 1910 y 1918”11.
mecanismo de defensa para no sucumbir a la emoción? Freud hace un elogio crítico de él en su “Presentación autobiográ­
La historia del organillo continúa, brindando un curioso ejemplo fica”, al decir: [En Worcester] “También conocimos a James J. Put­
de sincronicidad junguiana. En 1926, cuando muere Abraham, Theo- nam, el neurólogo de Harvard que, a pesar de su edad, fue un entu­
dor Reik se ve perseguido por un tema de Mahler, cuya insistencia lo siasta defensor del psicoanálisis y volcó todo el peso de su
lleva a escribir Variaciones sobre un tema de Mahler 2' 6. personalidad, universalmente reconocida, en la defensa de los valores
Recordemos otras tres “curas” relámpago de Freud: Katharina7; culturales del análisis y la pureza de sus objetivos. Era un hombre
la cantante del aria de Bizet, en el Manuscrito J8 y, finalmente, la re­ honorable, que desarrolló una cualidad ética, frente a una predisposi­
lacionada con los 2.467 errores del “Libro de los sueños”, en la que un ción a la neurosis obsesiva. Lo único preocupante en él era su afán de
coronel solicita sus servicios diciendo: “Tiene que curarme en ocho ligar el psicoanálisis con un sistema filosófico determinado, poniéndo­
días: estoy encargado de una misión cuyos resultados espera el Em­ lo al servicio de fines morales”12. Freud respetaba la integridad moral
perador”9. Sólo que, en este caso, no conocemos el resultado. de este ilustre discípulo. Se puede decir que Putnam fue su Pfister
americano y que sin mucho éxito intentó convencerlo del valor de
Jung pensó en Lugano, pero la idea de Abraham prevaleció y el Bergson y Hegel.
Tercer Congreso Psicoanalítico fue realizado en Weimar los días 20 y Una carta escrita en 1915 es particularmente reveladora:
21 de setiembre de 1911. Y fue el analista alemán quien jugó en este
congreso el papel hegemónico que Ferenczi había desempeñado en el Mi principal impresión es que soy mucho más primitivo. Percibo
momento político de Nuremberg. Presentó un clásico: su artículo so­ su noble intención, su vivo deseo de conocimiento y comparo con
bre la psicosis maníaco-depresiva10. Jung habló sobre simbolismo; eso mi modo de limitarme a lo más próximo, lo más accesible y,
Sadger, sobre masturbación; Bleuler, sobre autismo y el Profesor pre­ por eso mismo, lo más pequeño, y mi inclinación a contentarme
sentó su “Apéndice” al caso Schreber. Weimar fue mucho más produc­ con lo que está a mi alcance. No creo que me falte la apreciación
tivo que Nuremberg. En 1911 la IPA tenía 106 afiliados, y el total de de aquello por lo cual usted se empeña, pero lo que más temo es
participantes en la ciudad favorita de Schiller superó las expectati­ la incertidumbre de todo eso; tengo un temperamento ansioso y
vas: 55 congresales, entre ellos Bleuler y Pfister, ausentes en el con­ no audaz y de buena gana sacrifico mucho para tener la sensa­
greso anterior. Pero las dos figuras que dejaron la marca de su pre­ ción de pisar terreno firme13.
sencia, contrastantes como la cruz y la danza de los siete velos,
fueron James Jackson Putnam y Lou Andreas-Salomé. A continuación de esta sospechosa revelación de un Conquista­
Putnam era un venerable filósofo norteamericano, influido por dor, Freud habla por primera vez de la ética del psicoanálisis:
Bergson, de inspiración hegeliana. Diez años mayor que Freud, siem­
pre había militado en favor de la libertad, siendo un activo defensor* La indignidad de los seres humanos, aun de los analistas, siem­
pre me causó una profunda impresión. Pero, ¿por qué las perso­
nas analizadas serían mejores que las otras? El análisis propor­
ciona la unidad, pero no necesariamente la bondad. No
*2. Recomiendo la lectura de un artículo titulado “La banda de Mahler y concuerdo con Sócrates cuando dice que todas nuestras faltas
el violín siniestro” de Elaine Starosta Foguel. provienen de la confusión y la ignorancia. Pienso que se im pono

108 109
una carga muy pesada al análisis si se le exige que realice todos tos, pero su compañía era estimulante. Se percibía en ella la
los preciosos ideales14. chispa del genio17.

Por el trato, en efecto, se piensa en Pfister, pero también en Ro- Bjerre la presentó a Freud. Lou, en sus memorias, recuerda que
main Rolland. El americano y el francés tienen algo en común: la el profesor rió ante su “deseo vehemente de estudiar psicoanálisis”18.
creencia de que la intuición del bien es consustancial al ser15. Ella sólo tenía cinco años menos que Freud, comenta Peters, “pero se
De vuelta del Congreso de Weimar, Putnam funda la Asociación comportó como una niña que acaba de descubrir un maravilloso ju ­
Psicoanalítica Americana. Pero este amante de Thoreau, hombre de guete y quiere poseerlo”19. Tres meses más tarde encontramos la si­
los grandes espacios, no representa el espíritu de los tiempos. Brill, el guiente entrada en su Diario: “Incesantemente preocupada por el psi­
audaz “cabeza de fósforo”, con la ayuda de Jones, será la figura ideal coanálisis, con una admiración siempre creciente por la coherencia
para dar curso al pragmatismo norteamericano después de la Prime­ cruel de Freud. Estoy penetrando con mayor profundidad en su obra,
ra Guerra Mundial. más allá de lo que hice con Bjerre. Puedo ver en qué punto Bjerre se
detiene”20.
Pasemos ahora a la Madonna de los Siete Velos. También se puede ver cómo Lou Andreas-Salomé avanza:
Lou Andreas-Salomé viajaba regularmente todas las primaveras
para visitar a amigos y amantes. En uno de esos viajes acompañó a Gotinga, 27 setiembre de 1912
Bjerre al Congreso de Weimar. La historia es la siguiente: en Estocol-
mo ella había conocido al “especialista de los nervios” Paul Bjerre, y Estimado Profesor:
rápidamente se hicieron amantes. Él ya conocía el trabajo de Freud;
en ese momento estaba dando los toques finales al artículo sobre la Desde que asistí al congreso de Weimar ... el estudio del psi­
sublimación que presentaría en Weimar16. Bjerre era 15 años más jo­ coanálisis continúa preocupándome y, cuanto más penetro en el
ven que Lou. Fue una gran pasión. Casi al fin de su larga vida, él hi­ asunto, más me absorbe. Estoy pronta ahora para realizar mi de­
zo el siguiente comentario sobre esa mujer, en el que su sabiduría de seo de pasar algunos meses en Viena. Espero que usted permita
viejo resulta reveladora: que asista a sus conferencias y, aún más, que sea admitida en las
Noches de los Miércoles. El único objetivo de mi visita a Viena es
Lou era una mujer extraordinaria. Tenía el don de penetrar to­ dedicarme con mayor profundidad a todos los aspectos de esa
talmente en el espíritu de los hombres que amaba. Su intenso po­ materia21**3.
der de concentración atraía el fuego intelectual de su compañero.
Atentamente
En mi larga vida nunca conocí a alguien que me comprendiera
Lou Andreas-Salomé
tan rápidamente ... Además era de una franqueza desconcertan­
te. Hablaba de sus asuntos íntimos con la mayor tranquilidad.
Recuerdo haberme escandalizado cuando me contó el suicidio de
Rée. “¿No sientes remordimientos?”, le pregunté. Ella se echó a *3. Pero existe otra curiosa posibilidad, si confiamos en la memoria de
reír y dijo que la conciencia era señal de debilidad. Lucía Morawitz. Tal vez hubo un encuentro anterior. Lou podría haber cono­
cido a Freud 15 años antes, en la primavera de 1895, en el año del sueño de
Irma, cuando estaba viviendo en Viena, en el ocaso de su affaire con Arthur
Bjerre la define como sigue:
Schnitzler; cosa interesante, ya que Schnitzler es el doble de Freud. El hecho
es que Lucía Morawitz rememora: “Me acuerdo nítidamente de que inte­
Podía enamorarse, pero sólo en el momento y con una pasión cu­ rrumpimos una charla, en la primavera de 1895, porque ella debía ir a una
riosamente fría. Creo que Nietzsche tenía razón cuando dijo que entrevista concertada con Freud”. Lou, además de Schnitzler, tenía un círcu­
Lou era diabólica, aunque es preciso entenderlo en el sentido lo de amigos próximos a Freud. La propia Lucía Morawitz vivía con Emma
goetheano del término, según el cual el mal produce el bien. Eckstein. Entonces cabe especular, con un máximo de licencia en nuestro ar­
Ella me hizo mucho mal y me dio mucho. Cuando la conocí, es­ co, que Lou Andreas-Salomé habría sido la primera discípula de Freud, ante­
taba empeñado en identificar las bases de mi psicoterapia, fun­ rior incluso a Max Cahane y a Rudolf Reitl. Fue ese mismo año de 1895
dada, al contrario de la de Freud, en la síntesis. En mis discu­ cuando ella conoció a su “marido oficioso” Pineles, joven médico que “se ins­
siones con Lou, surgieron claramente cosas que yo nunca podría cribió en el curso de Freud sobre las neurosis en el semestre de 1895-6” (H.
haber descubierto solo. Como un catalizador, ella activaba mi P- Peters, Lou, minha irmá, minha esposa, 1987, Río de Janeiro, Zahar, pág.
165). Posibilidad remota, ya que Lou nunca la menciona.
pensamiento. Es posible que haya destruido vidas y casamien­

110 111
Junto con el Hombre de los Lobos, tenemos a la Mujer de los ruso Gustav von Salomé, de 57 años, y de Louise Wilm, 21 años más
Hombres, como la llama Binion22. Ambos rusos, ambos favoritos. Va­ joven. Vino al mundo precedida por cinco hermanos. Los pronósticos,
mos a encontrarnos varias veces con Lou Andreas-Salomé en el curso legos y astrológicos, habían previsto otro hijo. Cuenta la leyenda que,
de nuestro itinerario. En 1882 aparece como una joven histérica de li­ cuando “se supo que Madame von Salomé había traído al mundo una
bro, un peligro de mujer, que fascina a Nietzsche y a Paul Rée. En hija sana, las risas y la alegría colmaron los salones del Estado Ma­
1911 tenemos a una cincuentona sexy, gatuna, maestra en triangula­ yor General. Llegaron felicitaciones de todos los rincones de la Gran
ciones, eternamente femme fatale. Quince años más tarde surge la Rusia. El propio Zar envió un mensaje...”27.
amiga fiel, la “analista'’ de Anna Freud, el consuelo de Freud. Mien­ Louise nació en 1861, año de la emancipación de los siervos. Pe-
tras tanto transitó por grandes y escandalosos encuentros amorosos ters, que habla como “hermano y marido de Lou”, nos cuenta que la
con poetas, caviar, trineos tirados por renos y maridos complacientes. de ella “fue una infancia de cuento de hadas, en la sociedad más fas­
Si pretendiéramos establecer una jerarquía, siempre injusta, Lou iría tuosa de Europa. Mientras el resto del continente se ensuciaba con
a la zaga de Anna O., y Marie Bonaparte a la zaga de Lou 4. hollín y se industrializaba rápidamente ... un brillo de esplendor feu­
Es una maldita. Ernest Jones puede decir lo siguiente, haciendo dal aún perduraba en Rusia ... El círculo íntimo [de la familia Salo­
una recopilación que parece un Who’s who erótico de dos siglos: “Era mé] vivía rodeado de un grupo de oficiales y criados de todas las re­
una mujer con un olfato notable para descubrir grandes hombres; en­ giones del imperio. Había cocheros tártaros reputados por su
tre sus amigos estaban desde Wagner hasta Turgueniev; desde sobriedad, cocineros importados de Nancy, bellas criadas estonias,
Strindberg hasta Rodin; desde Rilke hasta Arthur Schnitzler. De ella campesinos suevos vestidos con sus ropas pintorescas, que cuidaban
se dijo que se relacionó con los hombres más eminentes del siglo XIX la casa de verano de los Salomé, y un ejército de lacayos y jardineros
y del XX: Nietzsche y Freud, respectivamente”23. rusos”28. Todo esto, en su policromía, recuerda las 200.000 ovejas del
La lista continúa: en el banco de los suplentes tenemos al escri­ padre de Sergei Petrov, muertas en una epidemia, y Las mil y una
tor noruego Knut Hansum, al sociólogo alemán Ferdinand Tónnies, noches.
al psicólogo experimental Hermann Ebbinhaus, al filósofo berlinés Como en el caso del Hombre de los Lobos, para Lou el miembro
Paul Desen, al neurólogo Zamek Pineles, al gigante Ssawely ... más importante de ese ejército de servidores fue su Nianka, su santa
Lou Andreas-Salomé aparece oficialmente en el planetario psicoa- niñera rusa. Dirá luego en sus Memorias: “Era una dulce y bella mu­
nalítico en los tiempos conturbados de lo que luego pasó a llamarse “la jer que, más tarde, después de haber hecho a pie un peregrinaje a
Hora de las Grandes Disidencias”. Cuando asistió al primer miércoles Jerusalén, fue declarada «beata», lo que me hizo sentir muy orgullo-
en una noche de 1912, tenía 51 años dorados y bien vividos. Un par de s a ... ”29. ^ I
meses más tarde, Freud rindió homenaje a su formidable presencia, El alemán era su primera lengua. El francés venía en segundo
refiriéndose a ella como “una mujer de inteligencia peligrosa”24: peli­ lugar, y después el ruso, “que en esa época sólo hablaba corriente­
grosa, tal vez, por su flirt con las ideas de Adler. Meses después, el mente la gente del pueblo”30. Los Salomé eran protestantes, y por ese
elogio cala más hondo: “Sus intereses son, en realidad, de naturaleza camino comenzó la larga y estelar vía amorosa de Louise. Ella tenía
primordialmente intelectual. Ella es una mujer admirable”25. 16 años cuando llegó a San Petersburgo Hendrik Guillot, de 37 años,
Freud admiraba su carácter elevado y sereno, que él consideraba, eximio predicador de la Iglesia Holandesa Reformada.
como el de Putnam, muy por encima del suyo26. Hombre apuesto, con rostro de profeta, conquistó a la aristocra­
Louise Andreas-Salomé, “mujer admirable”, merece un espacio cia cosmopolita que se congregaba todos los domingos en su pequeña
especial en esta historia, pues su vida representa el calidoscopio más capilla, junto al magnífico palacio barroco Straganov. Una legión de
fascinante de los tiempos en que el psicoanálisis era joven y el nuevo mujeres acompañaba a Louise en su culto a Guillot, pero ella consi­
siglo apuntaba. Nació en San Petersburgo, hija menor del mariscal guió ser la discípula favorita. El pastor fue su primera víctima. Ve­
mos, entonces, que en plena adolescencia ya apareció lo que iba a ser
su marca registrada: una pasión declarada que fatalmente apasiona.
Su atractivo, que muchos considerarán brujería, pasa por el reino de
*4. Esto no sería así, si confiamos en la siguiente entrada del diario de las ideas. Ella tiene una asombrosa capacidad para incorporar la
Marie Bonaparte. Según ella, Freud le dijo: “Lou Andreas-Salomé es un espe­ Producción intelectual de los otros, como una colosal esponja enciclo­
jo, pero no tiene su virilidad, ni su sinceridad, ni su estilo” (Marie B onaparte» pédica. De ese modo Guillot, en el segundo semestre de esa relación
Cahiers de journal danalyse, 14-12-25, citado en Célia, Bertin, A última Bo- espiritual secreta, ya le confiaba la redacción de sus sermones domi­
naparte, 1989, Río de Janeiro, Paz e Terra, pág. 250). “Virilidad” y “sinceri­ nicales: tan empapada estaba Louise con su pensamiento. Esa compe­
dad”, tal vez; estilo, lo dudo. netración con la obra ajena comenzó con Guillot y terminó con Freud,

112 113
pasando por Rée, Nietzsche y Rilke, aunque este último fue a su vez vista. Por la suma de estos síntomas incapacitantes, tuvo que renun­
esponja de Lou. ^ ciar a su carrera universitaria, pasando a vivir de una modesta pen­
En el caso de Guillot, la pasión de Louise lo elevó al status de sión del gobierno suizo. A partir de entones bajó al sur de Europa, si­
“hombre divino”31. Él la confirmó en la religión protestante holande­ guiendo al sol, viviendo en pensiones mediocres de Niza, Génova,
sa, bautizándola como Lou, nombre de su iniciación que adoptará a Roma y Sicilia.
partir de ese momento. Sucede que Guillot, además de maestro y con­
firmador, quería ser marido. Estaba decidido a tirar todo por la bor­ Vivía -nos cuenta Stefan Zweig- en cuartos oscuros, modestos,
da: mujer, hijos, púlpito, ya que en la Rusia zarista no se jugaba con estrechos, de muebles fríos, donde numerosas páginas, pruebas
el divorcio. Ésto da una idea de la intensidad de sus sentimientos. de galera y notas se apilaban sobre la mesa, sin ninguna foto o
Por su parte, Lou, histéricamente, se congeló; ella estaba prendada adorno y raramente una carta. En un rincón, en el fondo de la
de un “hombre divino” y no de un candidato al casamiento. Así rodó pieza, un pesado y feo baúl de madera, su único bien, guardaba
la cabeza del holandés. dos camisas y un traje viejo ... En una bandeja, numerosos fras­
Después de la insensatez de Guillot, la pesimista e insidiosa es­ cos, potes y pociones: contra el dolor de cabeza, contra los cólicos
trella de Paul Rée reinó soberana. Miembro del círculo de Malwida estomacales, contra los vómitos espasmódicos, contra el intestino
von Meysenburg, la gran mecenas del feminismo en su palacete en la perezoso y, principalmente, contra el insomnio ... Un temible ar­
Via della Polviera, Rée, filósofo, hegeliano radical, amigo de Nietzs­ senal de venenos y drogas, único socorro, en el silencio vacío de
che, era doce años mayor que Lou. Salían todas las noches, y reco­ aquel cuarto inhóspito, en el cual nunca dormía, excepto en cor­
rrían la vieja Roma pecaminosa. Peters pinta el cuadro: “Lou vio nu­ tos sueños artificiales35.
merosas facetas de la vida romana a las que ninguna otra joven de su
condición tenía acceso. La vida nocturna de la Ciudad Eterna: la ele­ Así vivía Nietzsche en el sur de Italia.
gancia y la miseria, la virtud y el vicio, ampliados bajo el manto de la Cuando Rée menciona a Nietzsche como la persona indicada pa­
noche. Transeúntes y prostitutas, bohemios de capa negra, farristas ra completar el terceto, Lou se manifiesta de acuerdo36. Lo que le han
bisexuales, soldados borrachos, enamorados en los bancos de las pla­ contado despierta su curiosidad. Rée le escribe entonces a su amigo
zas, y por doquier monumentos antiguos que proclamaban los esplen­ en Génova. Transcurren semanas; Nietzsche estaba incomunicado en
dores de la Roma Imperial”32. Sicilia. Pero llega el día en que baja de las Siete Colinas, aparece de
Cierta vez, hablando de los laberintos del amor, Lou le confía a manera inesperada y se dirige directamente a Lou con una profunda
Rée un sueño recurrente: reverencia: “¿A qué estrellas debemos el estar reunidos aquí?” El año,
1882, es el mismo en que Freud conoce a Martha, y Virgo, desprovis­
Soñé que compartía un gran departamento con dos amigos. En el ta de toda malicia, domina en el Hemisferio Norte.
centro, un escritorio-biblioteca repleto de libros y flores, y cuartos La seducción fue instantánea. Nietzsche le escribe a Malwida:
a ambos lados. Los tres vivíamos y trabajábamos juntos en per­ “Este año fue maravilloso, por el encanto y la gracia de esta joven
fecta armonía, y el hecho de ser ellos hombres y yo mujer no te­ verdaderamente heroica. Espero tener en ella una alumna y, si mi vi­
nía la menor importancia33. da no dura mucho tiempo más, una heredera y discípula”37.
La trinidad estaba pronta, pero el proyecto era complicado. El
Caso de ménage á trois sublimado en “fraternidad ideal”, el ar­ formidable obstáculo era Madame von Salomé, que quería llevar su
quetipo de sus futuros triángulos borromeos. ¿Rée aceptaría? Y, en hija de vuelta a la pompa convencional de San Petersburgo. La aris­
tal caso, ¿quién sería el tercero? Ante ese desafío, Rée pensó y repen­ tocrática señora juzgaba una locura total que su hija de 21 años con­
só, para concluir que su amigo Nietzsche podría completar el trián­ viviese con dos hombres, lo que resulta comprensible en aquel tiempo
gulo. Friedrich Nietzsche, como Jung, era el único hijo varón de un y lugar o, tal vez, en todos los tiempos y lugares.
atormentado pastor protestante. Creció tan serio y solemne que muy Frente a este serio impasse, Rée intentó reclutar a su desconfia­
precozmente se ganó el apodo de “Pastorcito”34. Era una de esas per­ da madre como dama de compañía, y Nietzsche a su hermana Eliza-
sonas que resulta imposible imaginar como niños. Adolescente genial, beth. La “fraternidad ideal”, por otra parte, era un arquetipo no sólo
cuando tenía 24 años, lo sorprendió su designación como profesor de irrealizable sino también mentiroso. Los dos hombres la amaban, la
literatura clásica en la Universidad de Basilea, posición muy pocas compartían para no perderla. Se celaban, como no podía dejar de ser.
veces concedida a alguien tan joven. Pero esa precocidad tuvo su pre­ La única persona que estaba plenamente a sus anchas, disfrutando
cio. De salud delicada, Nietzsche sufría jaquecas atroces, insomnio del espectáculo libidinal, era Lou. Una escena en el estudio del repu­
contumaz y calambres generalizados. Sobre todo, tenía afectada la tado fotógrafo Bonnet pinta el cuadro admirablemente. Allí “Nietzs-
114 115
che sugirió que, para celebrar la trinidad, se sacasen una foto jun­ Pero el dragón sufrió. Como el jugador que arriesga todo a una
tos”38. Peters pinta la escena : carta y pierde, él se encontró frente a la ruina de sus esperanzas:
“Haces el mal, me hiciste no sólo mal a mí, sino también a todos los
Entre los accesorios del atelier había una pequeña carreta de que me aman. Esa espada queda suspendida sobre tu cabeza. Yo no
campo, ideal para ambientes rurales. Se la podía fotografiar creé el mundo, ni creé a Lou. Si la hubiese creado, le habría dado más
arrastrada por perros o asnos. Cuando Nietzsche la vio, sus ojos salud y, sobre todo ... un poco más de amor por mí ... Adiós mi queri­
brillaron. La carreta fue colocada en el centro, para que Lou la da Lou, no te veré más45.
ocupase. Nietzsche pidió una cuerda, que, atada en torno de un Escribir Zaratustra fue una especie de terapia que le permitió a
brazo de cada uno, pasó a ser riendas en las manos de Lou. Los Nietzsche dominar su desesperación y pensar en ella con mayor dis­
dos hombres quedaron uncidos a la carreta. A pesar de las protes­ tancia46.
tas de Rée, Nietzsche proclamó que ninguna otra pose podría re­ Desmontado el terceto, la situación se deterioró rápidamente.
presentar sus relaciones de un modo más adecuado. Lou, que se Rée confesaba a cielo abierto sus celos de Nietzsche. Pero sin funda­
sentía incómoda en su posición, pidió prisa, pero Nietzsche aún mento, ya que ella no hacía secreto de que lo prefería a él, y de que
no estaba satisfecho ... Descubrieron una vara a la cual ataron viviría con él si no insistiese en el casamiento. Pineles ocupaba ese
otra cuerda, improvisando un látigo que él entregó a la joven39. mismo lugar en Viena. Lou quería ser tratada por Rée como una her­
Un segundo después se escuchó el clic de la cámara fotográfica40. mana. El terceto se convirtió en dueto, un dueto poco común. De he­
cho, en 1883, vivieron juntos en Berlín, mientras Nietzsche se consu­
Esa foto ‘congela” el psicodrama del triángulo. Momento revela­ mía en una soledad errante y sólo hacía raras apariciones. Ellos
dor: Rée aparece con su cara de esquizo; Nietzsche tiene una expre­ vivían en el mismo departamento, en la mayor intimidad consensual,
sión extraña, de “éxtasis”, al parecer de Binion41, que bien puede ser en el doble sentido del término, aunque no eran amantes. “La fuerza
interpretada como de gozo perverso. Con las riendas, Lou, látigo en de voluntad de Lou contenía el ardor de su «hermano»”, comenta Pe­
mano, recuerda a Marlene Dietrich en El ángel azul. Escena que pa­ ters (su “hermano biográfico”), que en ningún momento califica a su
rece sacada del H uís Clos de Sartre. heroína de histérica.
La Vieja le dijo a Zaratustra: “¿Vas a ver mujeres? ¡No te olvides Así transcurrieron cinco años, que Binion considera los más feli­
del látigo!” Lou es la “musa ausente y provocativa” de Zaratustra, la ces de la vida de Lou Andreas-Salomé. Fueron años creativos: Rée es­
más personal, tal vez la más bella de las obras de Nietzsche. El águi­ taba escribiendo El origen de la conciencia moral, y Lou, Una lucha
la y la serpiente son los animales de Zaratustra. “Aguda como un por Dios*1'48. Ella tenía 23 años. Fue escritora en parte para tranqui­
águila y valiente como un león”, dijo él de Lou en una carta a Peter lizar a la familia y escudar su independencia con el estatuto de inte­
Gast42. También les escribió a sus amigos, los Overbeck: “Tuve por lectual. El libro, que mezcla romance, metafísica, alto melodrama y
Lou los sentimientos más locos, sin que hubiera nada erótico en mi los sermones de Guillot, fue un éxito instantáneo, bien recibido por
amor. A lo sumo, yo le habría dado celos a un Dios. Es extraño ... yo los críticos literarios. Ella pasó a firmar autógrafos en las calles de
creía que me habían enviado un ángel que dulcificaría lo que fuera Berlín. El libro de Rée, que iba a ser su manera de entrar en el mun­
demasiado pesado, en el sufrimiento y la soledad y, sobre todo, un án­ do académico, no prosperó: ningún editor quiso publicarlo. Él se su­
gel de coraje y esperanza. Pero no era un ángel. Por lo demás, ya no mió en una negra depresión; ella saboreaba a escondidas la gloria de
quiero tener nada que ver con ella”43. Águila, cobra, ángel, fatal Án­ ser una joven escritora de éxito.
gel Azul: * Más solicitada que nunca, en la encrucijada justa aparece Frie-
drich Cari Andreas. Al cabo de una semana, ella le anuncia a Rée su
Una tarde Zaratustra se durmió debajo de una higuera y, como noviazgo con Andreas y declara que se casará con él. Después de
hacía calor, se cubrió la cara con el brazo. Una serpiente se apro­ aquel día, Lou nunca volvió a ver a “su hermano Rée”. Siete años más
ximó y lo mordió en el cuello. Zaratustra dio un grito de dolor. Al tarde, un obrero lo encontró flotando en el río Inn; él se había tirado
ver los ojos de Zaratustra, el ofidio intentó huir torpemente. “No desde la cima de un acantilado.
te alejes -dijo Zaratustra- deja que te agradezca. Me has desper­ Andreas puede ser considerado un portento genético. El padre
tado en el momento oportuno, porque todavía tengo bastante ca­ descendía de una antigua familia persa de sangre real, los Bagratuni.
mino que recorrer”. “Poco camino podrás recorrer -dijo la ser­ Su abuelo había sido derrotado en una lucha por la sucesión al trono
piente con tristeza- ya que mi mordedura es mortal”. Zaratustra y tuvo que renunciar a su nombre y título. Quedó con su primer nom­
sonrío y le dijo: “¿Dónde se vio que un dragón muriera por la pi­ bre: Andreas. La madre descendía de un médico alemán, radicado en
cadura de una cobra?44 las Indias orientales, donde se casó con una hermosa y dulce tailan-

116 117
cjesa. Andreas nació en 1846 en Java. Pasada su primera infancia, su Ella pronto comprobó que las exaltaciones líricas de su hermano-
familia regresó a Alemania49. amante eran seguidas por accesos de la más negra depresión. Lou, en
Friedrich Cari tenía don para las lenguas. Aprendió alemán, in­ sus memorias, habla de dos Rilke: uno seguro de sí, y el otro domina­
glés y holandés en casa. Después, en Ginebra, perfeccionó su francés do por una introspección mórbida. Era un espectáculo aterrador ver
adquirido en Java y estudió latín y griego. Se especializó en persa surgir al “otro Rilke”, que temblaba de miedo, perdido en la vida, cla­
lengua de sus antepasados, y obtuvo su doctorado en la Universidad vado en su lecho impregnado de sudor54.
¿e Erlangen. Tal vez Lou le dio más a Rainer María Rilke que a cualquier
Para variar, también él se enamoró instantáneamente e inició el otro de sus amantes. Ella fue el Guillot de él. Antes de Lou, Rilke
¿sedio. Nada lo disuadía de su objetivo. Aceptaba cualquier condición, había demostrado una gran habilidad para versificar. Achicorias sal-
vajes da prueba de ello. Pero ese malabarista de las palabras llegó a
ou noviazgo fue puntuado por el siguiente episodio: “En sus largas ca­
minatas nocturnas de regreso a su departamento, Andreas tenía el ser un gran poeta gracias a Lou. El viaje a Rusia que emprendieron
hábito de llevar consigo un cuchillo de hoja corta ... Cierta noche, con junto con Andreas (su segundo triángulo amoroso) fue un mystery
én gesto calmo, súbitamente se lo enterró en el pecho. Medio loca, salí tour educativo.
arriendo, yendo de casa en casa, en busca de un médico ... Cuando lo Lou entra en el quinto decenio de su vida con el brillo pleno de
una joven de 20 años. Las envidiosas mujeres de Gotinga, que ya la
¿ncontré, ya en camino, él me preguntó qué había sucedido. Respondí
que alguien había caído sobre un cuchillo. Mientras examinaba al consideraban “la bruja de Hainberg”, creían que poseía una fórmu­
Hombre inconsciente que yacía en el suelo, su mirada y sus palabras la mágica de la juventud, destilada por su marido de la antigua
Hie indicaban claramente que desconfiaba de mí”50. Persia.
No es para menos. Yo también desconfío. Nadie, por más persa Detalle interesante: las biógrafas del psicoanálisis, casi sin ex­
que sea, se clava con toda calma un cuchillo en el pecho. Tal vez la cepción, como las comadres de Gotinga, detestan a Lou Andreas-Salo-
yirginidad de Lou lo enloqueciera. Es posible que haya intentado ma­ mé. Marthe Robert la ignora por completo en su Revolución psicoana-
jarse ante un matrimonio sin consumación sexual, cláusula que lítica. Estelle Roith enfatiza que Binion la consideraba “casi loca”55.
transformó el vínculo en un infierno blanco. “Lou habla de momentos Chauvelot es aún más expresiva en su desconfianza: “Ninguno de
d1 los cuales, habiendo llegado al fondo de la desesperación, los dos esos nombres es el suyo propio: Salomé es el nombre del padre, An­
pensaban en quitarse la vida.”51 dreas el del marido, y Lou fue el sobrenombre que pronunció involun­
En 1903 Andreas ocupó la cátedra de Lenguas Orientales de la tariamente el primer hombre que la amó”56.
Universidad de Gotinga. Allí, acompañado de Lou y María, la “susti­ Pero, me pregunto, ¿se adquiere el nombre de otro modo? Por
tuía”» vivió hasta su muerte, en 1930. Estuvieron casados 43 años, otra parte, la realidad es otra: Lou fue el nombre que Guillot le dio en
piaría le dio una hija bastarda, Mariechen, que fue la principal here­ la ceremonia de confirmación; sería, entonces, su nombre iniciático.
dara de Lou. Pero todas estas mujeres concordarían con Elisabeth Nietzsche, her­
El novelista Jacob Wasermann le presentó a Lou un poeta aus­ mana del filósofo, que consideraba a Lou “un gusano venenoso que es
tríaco joven y desconocido. Rainer María Rilke tenía 22 años en esa preciso destruir a cualquier precio”57**5.
¿poca; ella, 36. Nuevamente el ciego Cupido lanzó su flecha. Rilke ini- Ella, en 1912, estaba en el apogeo de su fama. Junto a su leyenda
¿a su ascensión, y su estrella se enciende en 1897. de Ayesha de Gotinga, Lou era considerada una buena novelista, en­
Aún estaba muy lejos de ser el gran poeta en el que iba a conver­ sayista y crítica literaria. Su ensayo sobre los personajes femeninos
tirse. Candidato improbable. Joven flaco y frágil, con una barba rala de Ibsen, pero sobre todo su Erótica58, eran bien conocidos. Tanto es
(jue enmarcaba su rostro pálido, era todo ojos.52 Inicia un asedio apa- así que, una semana antes de su aparición en las Reuniones de los
¿onado; un asedio asiduo que superaba en mucho al de sus predece­
sores, Guillot y Rée incluidos. El lirismo poético le daba una nueva
^mensión. Cuando Lou finalmente sucumbe, descubre, para su sor­ *5. Alix Strachey también desconfía de die Lou S.: “Ayer fui a visitar a
presa, que estaba frente a un mozo versado en el arte de amar. En die Lou S.yy ella habló y habló durante dos horas seguidas hasta que me des­
¿is memorias escribe: “Fui su mujer durante años porque [él] fue la pidió sumariamente cuando su paciente golpeó a la puerta. Ella, dicho sea de
primera realidad donde hombre y cuerpo son indiscernibles entre sí, paso, es muy inteligente. Pero, como analista, creo que tiene un residuo de
jecho incontestable de la propia vida. Yo podía decir literalmente lo intención personal que me haría dudar de ser su paciente (Carta de Alix a
¿ue [él] me dijo cuando me confesó su amor: «Sólo tú eres real» James Strachey del 11 de febrero de 1925, Bloomsbury-Freud - Letters of Ja-
framos hermano y hermana, como en un pasado distante, antes de mes and Alix Strachey - 1924-1925, comp. por P. Meisel y W. Kendrick, 1990,
¿ae el casamiento entre hermano y hermana se tornara sacrilego*53- Nueva York, Norton, pág. 200).

119
118
Freud revela un poco de celos:
w ^go “Lou Andreas-Salomé comotes- Acto seguido, r
H E* ausencia en la conferencia de ayer, y me complace saber i
Í S S - '. r ¿ r » e “ ilo .» “ J ^ n t r e loo ¿reoentoo o im p t a * Sentl sU. . ai cam po de la protesta masculina [Adler] nada tu- '
o " " * ? 0" o ’t » Bank la « 8 ‘3 co„fl,cto entre Freud j M- que SU ver con este hecho. He adoptado el mal hábito de dirigir
v0 qUG y mi con feren cia a un miembro definido del auditorio, y
siempre -rada comü s¡ estuviese hechizado, en la silla que le ,
“ " “(■ o » faltó P“d“ S r J r a loo « « “ ^ b ra n d o la Resolución del n
lar, por lo i » ! » 8* ' M Si S o reservada65.

al Proí®J° ¿ c 19U : de asistir a las Noches O fue la relación de Lou Andreas-Salomé con Freud? Aun-
h toado, parece ser que no hubo un vínculo erótico explícito en-
de octubt conocer su inte,nT bertad de decirle algunas qUe hec muchos años después, comentó que había admirado
o me ha hecho con arme la “ bJ u g a d o s a romper to- p r e u d

tre gnsamente á Lou, pero, “lo que es curioso, sin ninguna atracción
,nrn p Por el tono fluido, a cielo abierto, de las cartas, por las entra- i
XUen el diario de ella, no existió el “brillo de la sombra clandestina”,
^correspondencia habla de una relación ejemplar de discípula y
Aunque: maestro. El vínculo cálido de una transferencia amorosa bien resuel­
ta Para Eissler, las diversas conversaciones “personales” entre los
Yo jamás soñaría, estimada señora, con imponerle tal restricción dos constituyen algo así como los “rudimentos de un análisis”66. i
En vista de la situación, yo sólo le pediría -como si usted estuvie­ Siendo una leona de mujer, ella dio muestras extrañas de sumi-1
se en un estado artificial de personalidad dividida- que no haga sión: “Nada me agrada más que andar bajo sus riendas, pero ellas i
ninguna referencia a su contacto con nosotros al estar con ellos v tienen que ser fuertes y largas”67. Las riendas sin látigo habían cam­
viceversa 61 biado de mano. Esa docilidad lleva a Estelle Roith a decir que la “re­
lación presenta nítidas evidencias de una neurosis de transferencia
Antes del Año Nuevo intercambiaron fotografías. Diane Chauve- poderosa y no resuelta”68.
lot, con su olfato femenino, está convencida de que Lou fue a Viena Sí, las biógrafas no la quieren.
porque “quería agregar a Sigmund Freud a sus trofeos de caza”62,
conquistar al Conquistador, ese judío subversivo, de gloria ascenden­
te y pansexualmente escandaloso. Poseer a Freud sería el broche de
oro de la carrera amorosa de esa bella mujer, coronaría su medio si­ NOTAS
glo de existencia.
¿Qué sucedió? J JB
Parece ser que ella lo sedujo, según la opinión de Roazen. Este 1 Célia Bertin, A mulher em Viena nos tempos de Freud, 1989, San Pa­
arquero, generalmente mal pensado, cree que Freud “en 1912 le hizo blo, Papirus, pág. 190.
la corte a Lou, cuyo Journal relata que él le enviaba flores y la acom­ 2. Ibíd., pág. 193.
pañaba a casa a las 2.30 de la madrugada”, y añade: “Lou consigui 3. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
hacer que Freud la amase, si bien de manera sublimada”63. ^ ro, Imago, II, pág. 92.
4. Comunicación Personal de Freud a Marie Bonaparte, 1925, citada por
La posibilidad de un flirt freudiano se basa en una carta que
kmest Jones, ibíd., II, pág. 92.
cuerda, una vez más, a un billete semejante de Emil Jennings, el p Ibíd.
fesor hechizado por el Ángel Azul: P'i 7 Tte°d°r Reik, Varia<¿des sobre um tema de Mahler.
No sé si su programa diario le permitiría una charla después d. ft U,págS 125‘31-
Río di* i anysci*ít° J., Correspondencia Sigmund Freud-V/ilhelm Fliess, 1986,
las 22; sólo a partir de ese momento tengo algún tiempo u q qd u ?’ comP* Por J. M. Masson, Imago, págs. 155-8.
usted decide honrarme con una visita a una hora tan ^ an¿rCo-
con mucho placer la acompañaré de vuelta a su casa. El ni *. 10ma
sión y K 7- *’ Pág 242*“El fundamento psicosexual de los estados de depre-
braham,
les a la noche podremos concertar el día64. Rress. ania *Selected Papers on Psychoanalysis, 1927, Londres, Hogarth

120 121
. Carta de Nietzsche a Lou Andro^c o .
11. Patrick de Mascio, “Psychanalyse, profanes et sauva? 4 5
op. cit., pag. 112 . Sa,°nié, citada en h c
de la pratique de l’analyse aux États-Unis”, Revue Internet 46 . Ibíd., pág. 118. en F. Peters
D---- 1-------7___ T
de la Psychanalyse, TT —
III, Q1A
pág. 314. Jlalp_ d*u: _
'"l"' ^ ^istoi
12. SE, XX, págs. 51-2. 47.
derich. Lou Andreas-Salomé / l P or D ios, l8 8 5 r
° lUCha
13. Carta de Freud a Putnam del 7 de julio de 1915 citad 48. R. Binion, op. cit., Pág. 139. ’ ’ Ber]ín- W. Fre-
Jones, op. cit., II, pág. 189. ' ‘ 1 P0r Eme8t
49. H. F. Peters, op. cit., pág iqq
50. Lou Andreas-Salomé, L ebensrückblick ' o r ^ E™ ‘ « M fc .
15. James J. Putnam, Addresses in Psychoanalysis, 1921 Lo d jl
International Psychoanalytical Press. j()ndres, The Insbade"v peters, op. cit., pág. 143.
16. Ernest PfeifTer, Introdugáo a Freud-Lou Andreas-Salomé rÚJ 51- H- r • , CQ
pondéncia completa, 1975, Río de Janeiro, Imago, pág. 276. * ^0r\ 53 I/) u And re as-Salomé, Lebensrückblick, pág. 173.
17. H. F. Peters, Lou, minha irmá, minha esposa, 1987 Río a t
Zahar, pág. 233. ’ de Jane>ro, 54 g sf enee R m t ^ o lñ f g m a d e Freud, 1987, Río de Janeiro, Imago
18. Lou Andreas-Salomé, Mein Dank an Freud, I n t e m a t io n a lo r P
nalytischer Verlag, 1931, Viena. s-Vcoa* 50- D. Chauvelot, “Siracusa 1910: el supuesto pase de Freud”, Ornicar?,
pág- 56. i.

19. H. F. Peters, op. cit., pág. 235.


I 1981, Barcelona, Petrel, pág. 132.
20. Lou Andreas-Salomé, Lebensrückblick, org. por Emst PfeifTer iqoi 57. H. F. Peters, op. cit., pág. 111.
Insbaden, Inset. * 58. Lou Andreas-Salomé, Die Erotik, 1910, Francfort, Rütten y Loening,
21. Carta de Lou Andreas-Salomé a Freud del 27 de setiembre de 1912
Freud-Lou Andreas-Salomé, Correspondencia, 1972, Río de Janeiro Imairn 1910.59. Reunión Científica del 15 de julio de 1912, Actas de la Sociedad Psi-
pág. 17. ' g0’ coanalítica de Viena, org. por H. Nunberg y E. Federn, 1979, Buenos Aires,
22. R. Binion, Frau Lou, 1968, pág. viii.
Nueva Visión, II, pág. 209
60. H. F. Peters, op. cit., pág. 184.
24. Carta de Freud a Ferenczi del 31 de octubre de 1912, Sigmund 61. Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé del 4 de noviembre de 1912,
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, pág. 443. Freud-Lou Andreas-Salomé, Correspondencia, pág. 18.
25. Carta de Freud a Ferenczi del 20 de marzo de 1913, ibíd., pág. 502. 62. Chauvelot, ibíd., pág. 131. • - n _ __ ~ ^ __i i ^ O •i • /
26. Ernest Jones, op. cit., II, pág. 185. *“* t U A n ó n n o í r c

27. H. F. Peters, op. cit., pág. 23. 44-5.


28. Ibíd., págs. 30-1. 64. Carta de Freud a Lou del 10 de noviembre de 1912, Freud-Lou An­
29. Lou Andreas-Salomé, The Freud Journal o f Lou Andreas-Salomé, dreas-Salomé, Correspondencia, pág. 22.
comp. por Emst PfeifTer, 1964, Londres, Hogarth Press. 65. Ibíd.
30. Ernest PfeifTer, op. cit., pág. 9. 66. K. Eissler, Talent and Genius, 1971.
31. Ibíd., pág. 12. 67. R. Binion, op.cit., pág. 379.
32. H. F. Peters, op. cit., pág. 64. V 68. E. Roith, op. cit., pág. 51.
33. Ibíd., pág. 66.
34. Ibíd., pág. 68. V ■
35. Stefan Zweig, Baum eister der Welt, 1936, Berlín, U. Reichner,
pág. 332.
36. H. F. Peters, op. cit., pág. 72.
37. E. Beaumier, Nietzsche und seine Briefe und Berichtz der Zéltg
nossen, 1932, Leipzig, pág. 268, en H. F. Peters, ibíd., pág. 88.
38. Ibíd., pág. 34. i . J 'H
39. Federico Nietzsche, Así habló Zaratustra, Obras completas, I >
edición, 1965, Buenos Aires, Aguilera, pág. 277. *
40. H. F. Peters, op. cit., pág. 84.
41. R. Binion, op. cit., pág. 108. , ., ge.
42. Erích Podach, Friedrich Nietzsche und Lou Andreas-Salome, i
gegnung, 1882, 1937, Zurich, citado por H. F. Peters, op. cit., pág. 1** jena,
43. C. A. Bernouilli, Frenz Ouerbeck und Friedrich Nietzsche, 19° »
citado por H. F. Peters, ibíd., pág. 114.
44 Federico Nietzsche, op. cit., pág. 277.
123
122
ltiana lo llevó a observar que las Tablas de la Ley estaban tomadas
cabeza abajo y que la mano derecha, que alisaba la majestuosa barba,
no estaba pronta para la acción. Freud hace una minuciosa descrip­
ción de esa mano y de esa barba: “El pulgar está escondido y sólo el
índice entra en contacto efectivo con la barba ... Él presiona con tanta
CAPÍTULO 41 fuerza las suaves masas de pelo que las ondas sobresalen ... Los otros
tres dedos se apoyan en la pared costal, flexionados en el nivel de las
SOBRE BOMBAS Y PEDOS falangetas ... Están, por así decirlo, alejándose de la barba”8.
Por la atenta lectura corporal, que un neorreichiano no objetaría,
Freud burila la siguiente conclusión: Miguel Ángel no tuvo la inten­
La historia del interés de Freud por “El Moisés de Miguel Ángel"1 ción de representar a un Moisés preparado para castigar al pueblo
es larga, antigua y aventurera. Él conocía la estatua por sus repro­ desobediente, como tantos comentaristas supusieron. Por el contra­
ducciones, y Ernest Jones nos informa que existía una copia en yeso rio, la postura del Profeta sólo podía entenderse presuponiendo un
en la Academia de Arte de Viena2. Sea como fuere, el Moisés de Mi­ movimiento previo, no un movimiento futuro. La escena es otra. Moi­
guel Ángel fue una de las primeras cosas que él vio en ocasión de su sés, en ese primer momento, estuvo tentado de abalanzarse sobre la
viaje inicial a Roma en 1901. En una tarjeta postal a su mujer, descri­ turba: la tensión en las piernas y la proyección del pie derecho lo de­
bió con cuatro palabras su reacción ante la estatua -Ausführung muestran. En el momento siguiente, empero, al observar que las pre­
schenke ich mir aber-3, que hablan de haber comprendido la inten­ ciosas Tablas de la Ley estaban a punto de caer de su brazo derecho,
ción de Miguel Ángel. Él esperaba que Moisés se levantara en cual­ se contuvo con un titánico esfuerzo.
quier momento. Aquí Freud se adelanta a la crítica inevitable: “Se me objetará
Jones, reparando en la fecha, hace una aproximación interesante que ésta no es la figura de la Biblia. Porque aquel Moisés tuvo un
al preguntarse si ese mirar iracundo del Profeta no recordaba los te­ ataque de rabia, arrojó las Tablas de la Ley y las hizo añicos9. ¿No
rribles ojos azules de Brücke. “Se puede pensar también que fue en era entonces una blasfemia de Miguel Ángel dar otra versión del de­
1901 cuando su sustituto paterno, Fliess, se distanció airadamente, a senlace? Freud labra dos páginas de erudición para justificar a Mi­
pesar de los intentos de reconciliación de Freud”4. guel Ángel Buonarotti, donde entran desde ciertas incongruencias de
Pasaron más de diez años. “El Moisés de Miguel Ángel” seguía las fuentes bíblicas hasta el espíritu del Renacimiento; la argumenta­
intrigándolo. Como dice Peter Gay, “lo que más intrigaba a Freud era ción concluye como sigue: “... él [Miguel Ángel] agregó algo nuevo y
precisamente el hecho de que lo intrigara tanto”5. “En 1913, a lo largo más que humano a la figura de Moisés; así, la gigantesca escultura
de tres semanas solitarias de setiembre, me detuve diariamente en la con su enorme poder físico se convierte en una expresión concreta de
iglesia delante de la estatua, la estudié, la medí, la sondeé, hasta que la realización mental más elevada que es posible en un hombre: la de
me vino la comprensión que sólo osé expresar en el papel anónima­ luchar exitosamente contra una pasión interna en beneficio de una
mente. Sólo muchos años más tarde legitimé la criatura”6. causa a la que él se ha consagrado”10.
Escultura perfectamente adecuada para despertar la curiosidad. A esta altura podemos suponer que la lectura corporal del mayor
Un coloso. El gigante ostenta en la frente los cuernos míticos, que re­ de los Profetas resuena en otro lugar, y que las fuerzas prodigiosas
presentan la luz radiante que baña el rostro del Profeta después de que están en juego bien pueden ser las del líder del movimiento psi-
ver a Dios. Miguel Ángel, propenso a lo heroico, concibió a Moisés co­ coanalítico consumido por la herejía y por los falsos ídolos. Imagina­
mo un anciano imponente, con una barba que fluye como un río, car mos cuán grande era su furia frente a los disidentes que lo abandona­
gando las Tablas de la Ley. El Profeta está en la encrucijada de su vi­ ban por los becerros de oro de la vida, en el ingrato Congreso de
da, en el momento fundante, cuando desciende del Monte Sinaí Munich. La cronología es clara: aunque la primera visión del Moisés lo
portando el mensaje divino. Allí, abajo, los israelitas apóstatas dan­ haya fascinado en 1901, fue sólo en 1913 cuando bosquejó “El Moisés
zan en tomo del Becerro de Oro. Freud cotejó las numerosas interpre­ de Miguel Ángel”, antes de comenzar a montar la “Contribución a la
taciones existentes sobre el sentido de la obra. Diferían entre sí, aun­ historia del movimiento psicoanalítico”; esto es, la “bomba” que pla­
que concordaban en que la expresión en el rostro era terrible: una neaba lanzar sobre Jung y Adler. Así, desde Roma, Freud le envía una
mezcla potencializada de ira, dolor y desprecio. Freud “siguió su méto­ postal de la escultura a Ferenczi, y escribe: “Moisés le manda saludos
do usual de calar más hondo, no por medio de una impresión general y comparte plenamente su opinión sobre el Congreso de Munich”11. Ya
del todo, sino buscando la clave en detalles pequeños y aparentemen­ veremos hasta qué punto Freud “dialogó” con el Profeta.
te circunstanciales”7. La aplicación de esta lógica típicamente sherloc- El ensayo de Freud es la historia de un hijo bastardo. Fue publi-

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cado en 1914, exactamente en el Año Nuevo que marcaba el fin del Este capítulo llega hasta el reconocimiento internacional. La figura
Tiempo Viejo. El Profesor, a pesar de la insistencia del Comité de Re­ destacada es Ferenczi, “que vale más que toda una sociedad”17.
dacción de la revista Imago, no asume la paternidad. Presenta tres Freud, a pesar de las disidencias, consideraba que “el conjunto, en mi
razones, las tres extrañas. Primero: “Es apenas una diversión”. Se­ opinión, no era inferior en absoluto, tanto en abundancia como en va­
gundo: “Vergüenza frente al evidente poco profesionalismo del ensa­ riedad de talento, al personal de cualquier profesor clínico de la épo­
yo”. Tercero: “Porque la duda en cuanto a mi conclusión es más fuerte ca”. Estaba hablando de los Señores del Anillo, más Tausk y Reik,
que de costumbre”12. El texto venía precedido de las siguientes pala­ más Brill y Putnam en los Estados Unidos, más Pfister en Suiza18.
bras de reserva: “A pesar de que este artículo no corresponde, estric­ Ahora bien, queda por saber si ése fue realmente un elogio, ya que el
tamente hablando, al tipo de contribuciones que son válidas para la “personal de cualquier profesor clínico” no dice mucho. Hoy, casi cien
publicación en esta revista, los editores decidieron publicarlo ya que años más tarde, se advierte que ese grupo era talentoso y que a cual­
el autor, que ellos conocen personalmente, se mueve en círculos psi- quier “profesor clínico” le habría complacido mucho contar con seme­
coanalíticos, y dado que su modo de pensamiento tiene ... una cierta jante staff. Pero dudo de que un profesor pudiera haber soportado a
semejanza con la metodología psicoanalítica”. Compárese esta bastar- esa horda salvaje, atravesada por destinos tan funestos.
dización con el anonimato en “Recuerdos encubridores”: “El sujeto de En esa época, para el público, Freud era el psicoanálisis. Los dis­
esta observación -maquinó Freud en 1899- es un hombre de educa­ cípulos, en cambio, no pasaban de vulgares imitadores. El Profesor, a
ción universitaria de 38 años”, agregando “que su profesión transcu­ decir verdad, ra»a vez los citó con particular entusiasmo. Siempre fue
rre en un área muy diferente de la mía; él se interesó por problemas cauteloso a la hora de mencionarlos. En las nuevas ediciones de La
psicológicos ...” Otro tanto se puede decir del lapso Aliquis. El mismo interpretación de los sueños, sus aportes aparecían más como confir­
estilo. Estamos en 1914; el Comité Secreto acaba de formarse; el ano­ maciones que como contribuciones, con la excepción de Sadger y de
nimato en este caso fue, para Roudinesco, “el equivalente a la mística Jung. De modo que, después de citar a los discípulos, Freud aclara:
de la clandestinidad adoptada por el comité. Respondió al llamado del “Esas publicaciones, empero, no han hecho más que confirmar mis
gueto”13. Tal vez, Roudinesco siempre es convincente, pero creo, ba­ opiniones y no agregan nada a ellas”19.
sándome en la postal enviada a Ferenczi, que se trata de un “pase de Una ausencia notable, que aún será más notable con el correr de
magia” en el que el autor anónimo no era otro que el mismísimo Moi­ los años, se esconde bajo el silencio de la mujer. Ella no cuenta y que­
sés. Un trueque de “moiseses”. Por otra parte, ¿qué hacer con este da en las sombras de la historia, como heroína anónima, en las anéc­
problema de identidad? Éste es un asunto en el que los bastardos dotas eróticas o trágicas, marioneta de transferencias desviadas:
anónimos se multiplican en el espejo de la historia del psicoanálisis*1. Sabina Spielrein, Emma Eckstein, Loe, Elma y Lou, artífices de
El 15 de febrero de 1914, probablemente en el silencio de la no­ triángulos memorables, con o sin Minna. La bomba explota sonora­
che, como era de costumbre, Freud escribe a Abraham: “Hace una ho­ mente en la tercera parte de la Historia, con el siguiente acápite:
ra que acabo de escribir la «Historia del movimiento psicoanalítico».
Fue trabajo duro. Nada tengo que acotar, salvo las celebradas pala­ Am Jüngsten Tag ist’s nur ein Furz!
bras Coraggio, Casimiro!”14. (Goethe)
La “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico” se
divide en tres partes. La primera, autobiográfica, relata los comien­ [¡El Día del Juicio no es más que un pedo!]
zos del psicoanálisis, después de la separación de Breuer. En esta
oportunidad, con la sabiduría del tiempo transcurrido, Freud es gene­ Strachey, como buen caballero inglés, apunta: “Vale la pena aco­
roso con Breuer. No va tan lejos como en la Clark University, pero re-' tar, para los lectores no familiarizados con el alemán, que «Jüngsten
conoce el mérito del Maestro Secreto de la Histeria “en el estadio pre­ Tag» (literalmente último día) no se escribe normalmente con «J»
liminar del psicoanálisis”15. mayúscula”20. O sea que Jüngsten estaba escrito con “J” de Jung. Lo
La segunda parte de su crónica relata la historia del movimiento que quiere decir, aunque Strachey no lo señale, que el ex discípulo
psicoanalítico después de 1902, “cuando un pequeño número de jóve­ no valía un pedo.
nes médicos se reunieron a mi alrededor con la expresa intención de Ernest Jones, visiblemente molesto por el ventoso tono panfleta-
aprender, practicar y extender el conocimiento del psicoanálisis”16. rio, dice “que este ensayo contiene unas pocas expresiones personales
de naturaleza menos objetiva, que deben ser juzgadas teniendo en
cuenta las emociones provocadas por algunas experiencias dolorosas
*1. Sólo en 1924, con la publicación de las Gesammelte Werke, Freud re­ de la época”21. De hecho, Freud fue duro. El blanco principal, sin du­
conoció a la criatura, en los tiempos de la vida acortada por el cáncer. da, era Jung, ya que, como vimos, la ruptura con él aún sangraba y el
126 127
K " n a la metapsicología del narcisismo”. Su intención decla-
Príncipe Heredero no era “un” Adler. Eso lo lleva a apelar al * • t introdacc1^ tjzar ej disenso con Adler, pero sobre todo con Jung. La
canismo de la inversión: “De los dos movimientos que hay ( u'(,() ^
•ada erateabajo, en el invierno de 1914, estaba ocupada por dos ma-
derar, el de Adler es indudablemente el más importante S et C°ns*' «introducción del narcisismo”
nesa de rla “Introducción y la “Contribución a la his-
inesa narcis
pesar de todo, en la teoría de los instintos. Las modificad aSa*a
Jung, en cambio, no establecen una conexión entre el feiww» nes de nUSCríp°l m ovim iento psicoanalítico”, que él iba escribiendo, según de-
t°n® , Jando de rabia”32. En la guerra con los disidentes, Freud
vida instintiva”22. ° men° V la
cía, r la espada y la pluma. La “Historia”33 tuvo el efecto expletivo
La bomba de la “Contribución a la historia del movimient •] utiliz(> » jrájjco panfletario. “Introducción del narcisismo”, en el
coanalítico” explotó seis semanas antes que la bomba de Sarajevo de un a jag ¿deas, fue alta esgrima intelectual. Hoy en día podemos
rein° tí Freud tendría que haber estado agradecido, especialmente
Luego tenemos la cuestión del narcisismo. S
declT ^ gj trabajo del suizo, cuyo mérito no debe ser desatendido, lo
Simplificando las cosas, introducir el narcisismo significaba r ’ a el crisol de la controversia, a dar lo mejor de sí en el plano
troducir el yo en la teoría psicoanalítica. Antes de 1914, cuanH*
Freud consideraba el yo, pensaba en un yo-individuo; después de e ° teórico
fecha, en un yo-instancia (aunque la noción del yo-instancia aparezca Igual que en los Tres ensayos, Freud parte de la definición del
ocasionalmente antes, por ejemplo, en el capítulo VII). De allí que si
narcisismo como perversión, e inmediatamente infiere rasgos que
se busca un pivote, una divisoria de aguas en la teoría psicoanalítica también se encuentran en los homosexuales o en la evolución sexual
el gran candidato, según Strachey23, sería “Introducción del narcisis­
normal. Esta apertura supone una estrategia válida, “ya que muestra
mo”. De ese punto de articulación luego emergerá el self, figura inter­
la amplitud de las cuestiones que abarca, en torno a ciertos ejes con­
media entre individuo e instancia, esto es, “el lugar de las identifica- ceptuales que le dan coherencia y configuran esa saga típicamente
psicoanalítica referente a los «orígenes» de la vida psíquica”34.
Jones considera que el ensayo es perturbador25; Peter Gay, sub­
El concepto del narcisismo como perversión pertenece al psiquia­
versivo26, y para el propio Freud es una criatura de “parto difícil que
tra alemán Paul Nácke35 y a Havelock Ellis36. El término tuvo una
muestra todas las deformaciones”27. Su parición recuerda la del “en­ feliz acogida en el campo de la joven ciencia de la sexología. Es narci-
gendro” llamado “Proyecto”.
sista el perverso que sólo se satisface consigo mismo. Ya en 1909, co­
Ya vimos que Freud usualmente se deprimía después de la apari­
mentando un artículo de Isidor Sadger en la Sociedad Psicoanalítica
ción de una obra significativa. “Introducción del narcisismo”28 fue
de Viena, Freud había sugerido que el narcisismo podría ser “un esta­
una couvade especial, sin ninguna euforia previa29. Esa vez, como
dio necesario del desarrollo en la transición desde el autoerotismo
cuadra al narcisismo, el malestar tenía que ser hipocondríaco: “Mi úl­
hasta el amor objetar37. En el caso de la paranoia, en particular, en
tima perturbación intestinal hizo que mi Leibarzt 2 tomase la precau­
la reconstrucción schreberiana del mundo, se plantea la regresión a
ción de realizar una rectoscopia, después de la cual me felicitó de ma­
un estadio narcisista. Tenemos, entonces, un problema psicogenético.
nera tan calurosa que concluí que había previsto un carcinoma como
¿ orno se lleva a cabo el pasaje del autoerotismo al narcisismo? El
algo altamente probable. Así, no ha sucedido nada grave y debo conti­
narcisismo implica una representación previa, la presencia de un ob-
nuar en la lucha. Aún no me ha llegado la hora”*3’ 30. El médico había J to, aunque sea el sujeto mismo.
previsto lo peor y yo pensé en un parto anal. V jh
La introducción del término narcisismo fue gradual. Apar?c®
por primera vez en la segunda edición de los Tres ensayos, en 19 * lo U\< n*ao au^s^a» ve su imagen en el espejo del ascensor de
13 clínica, y se besa en la boca38.
luego en la discusión del artículo de Isidor Sadger31, cuatro ano^
después. El a
En realidad, el ensayo del que hablamos debería titularse. orientad ó onVnac*° P°r *as pulsiones autoeróticas, necesita una
considerar*n nos ^eva a adelantarnos en el tiempo y
hiendo: el h 1 f sta(^° del espejo”, conceptualizado por Lacan. Resu-
Omblig0 de ^ ° j re °j°s y> como Dios, crea el mundo. Reina en el
>(i ÍCO pCl*" de ahí, prove1fP a*?e*ar*0* El yo corporal se va construyendo a partir
*2. Leibarzt era el término con que la realeza designaba al m g. de identificac? an * en *a fe^a del psiquismo, toda una constelación
sonal. En este caso Freud hace un juego de palabras, ya que Leí ,J norninan Lani°IUlu °Peraci°nes psíquicas particulares”, como las de-
abdomen. spectro del m° de rasgos ancfle y P°ntalis, verdadera precipitación en el psiquis-
*3. Ésta es una de las primeras referencias de Freud al e p M
’ lma&enes, formas tomadas del otro, de la madre. Esta
cáncer.
129
128
proyección de identificaciones, incidentalmente, será el
tida de la noción de identificación proyectiva en Melanij R?to <le Pa
jeto en pañales, como lo denomina Aurelio Souza, se mir- e'n El 3^'
de su madre. En ese juego de miradas, él se aliena y se c *° Gl esPoj0 llave 11 van uesuc c* ----------- ^
partir de ese momento, “el cuerpo pasa a pertenecer ?nstituye. 4 r(,|TÍstroS>q Hel narcisismo, en efecto, es el delirio megalomanía-
Otro y sus marcas se inscriben con diversas ortografías” CarnP{>de| Elíill0W.C^ 4ñ pero antes, en Tótem y tabú, ya habían aparecido
Ahora bien, ¿cuáles son esas ortografías? El cuerpo e te ' m ! c() del PSICÓ. <rcisistas en la “omnipotencia del pensamiento” de
sado por códigos: las células hablan. Como dice Jeliffe el 1 1 atrave- las tendeoci^7‘ A esa lista se suma la hipocondría, la autoabsorción
medicina psicosomática, “un órgano es un trozo de expérie ? / re de la los Prim*.tlV° j ei sueño, la reacción frente al dolor intenso En relación
turada y memorias histológicas”39. El cuerpo, los mil cu^ estruc_ del d°, mir ^on(jría se amplió la teoría de la libido: a la erotización de
cuerpo, necesitan la acción unitaria del narcisismo oup rp,os del con la h,j)(^ j() y los orificios, ahora se suma la catexis de los órganos
taxis del habla corporal. 4 mtlca la sin- la • Esta extensión teórica, no sólo se aplica a la cartografía cor-
La idea del narcisismo desestabiliza el antiguo d u a lism o mteñios. troduce una nueva torsión libidinal, que constituye el
nal. Su entrada altera dicha polaridad simple, al postular una ^ Ünntü central de este ensayo:
sexual en el yo. La libido sexual y la libido del yo se ven reabrí -
como “pulsiones de vida”40. Hasta entonces, la estructura fundam * 1 ...existe una catexis original del yo, a partir de la cual una parte
del conflicto se reducía a una oposición entre las pulsiones sexuales es cedida posteriormente a los objetos, pero que fundamental­
las que tienen por fin la autoconservación. Sabemos que Freud nun * mente persiste, de la misma manera que el cuerpo de una ameba
quedó satisfecho con la primera teoría pulsional. En su “Introducción se relaciona con los seudópodos que lanza ... Así vemos, en líneas
del narcisismo”, él lamenta “la absoluta falta de una teoría de las pul- generales, una antítesis entre la libido del yo y la libido objetal48.
siones capaz de proporcionar una orientación confiable al investigador
de psicología”41. La pulsión, por estar en la frontera entre lo biológico F reu d distingue entonces el tipo de introversión que se produce
y lo psíquico, continuaba siendo un enigma en tierra de nadie. en la s p s ic o n e u r o s is (la libido es retirada e investida en otras personas
“Freud basó su concepto de narcisismo en pruebas provenientes in te r n a liz a d a s ) y el de la introversión en la esquizofrenia (la libido es
de varias fuentes, pero la principal derivaba de su reflexión sobre la in v e stid a e n el propio yo). Hasta ese momento el psicoanálisis había
naturaleza de la demencia precoz, reflexión suscitada por los textos estu d ia d o l a libido objetal. La libido del yo sólo puede ser percibida en
de Jung”42. Jung, como ya vimos, partiendo de las psicosis llega a la la r e c o n str u c c ió n delirante del mundo, finito del apocalipsis psicótico.
conclusión de que, en el fenómeno de la introversión, la libido sexual ¿ D ó n d e está el objeto para el psicótico? Ya no es la representa­
no podía ser distinguida de la energía mental en general. De hecho ción i m a g i n a r i a que mantiene el neurótico. ¿Dónde está el objeto en
Freud, al describir la mecánica de la paranoia de Schreber, en la par­ la h ip o c o n d r ía , cuando el órgano enfermo representa ese falo turgen­
te más densa del texto, explora hipotéticamente dos opciones: “Pode­ te, h ú m e d o , tenso, que no es justamente el pene personal, sino el falo
mos asumir que lo que llamamos catexis libidinal (o sea, la que pro­ del O tr o ? 49
viene de fuentes eróticas) coincide con los intereses en general, o Pero ése es el problema. Jones describe la situación en términos
tenemos que suponer que un grave trastorno en la distribución de la ramáticos en el capítulo XXIV de sus Papers o f Psychoanalysis: “La
libido acarrea un trastorno correspondiente en las catexis del yo • j^zon por la cual califiqué de perturbador el ensayo de Freud sobre el
De hecho, Jung se apoya en la primera opción. Parece obvio qu narcisismo era que le aplicó una desagradable sacudida a la teoría de
Freud apostaba a la segunda alternativa. ces*!8*111^ 8 C°n ^Ue e* P81C0an^*lsls había trabajado hasta enton-
Esto es lo que concierne a Jung. Por el lado de Adler,-Freud ine í*S °^8ervaci0nes en que se basaba la nueva concepción eran tan
bajó con el concepto adleriano de “protesta masculina”, concep 0 sin r V°Cas ^ fácilmente confirmables que teníamos que aceptarlas
designa un comportamiento motivado por sentimientos de in ^j. con hxt *7a-S>*>ero inmedi*to quedó claro que había que hacer algo
dad. En relación con las causas de esta protesta, él aceptó com? . j o estaba ,e° na a ^ue esfáhamos acostumbrados. Pues si el propio yo
da la fenomenología del sentimiento de inferioridad, pero lig a8PectoI n d e hbido, parecía que tendríamos que considerar su
con el complejo de castración44. 9 g^e parte ns * *^ desfácado, el instinto de autoconservación, como una
¿Para qué sirve, a fin de cuentas, la teoría del narcisism o^ nálisis arcisista del instinto sexual. Las críticas contrarias al psicoa-
para elaborar una mejor “fisiobiología” de los instintos, una ^ nto cientes ^an desPreciado una mitad de los conflictos incons-
cología del dormir, para una sistematización más ajustada p(je ja t°ut court a ^ os Cl^ales Freud llamó la atención, y lo han acusado
de vista económico y para la fundación de la segunda tópica. l e “reducir todo a sexo», de «no ver nada más que sexo»”50.

130 131
Salvo el preocupado Jones, los discípulos de la cúpula no perci­ bidinizado sino libidinal en sí mismo. El resto son los seudópodos, las
ban las consecuencias problemáticas de esta libido objetal. Abra- extensiones del yo en el exterior. Para Freud, el narcisismo estaba
hi por ejemplo, después de leer el artículo, hizo una crítica elogio- Atas allá de la representación, más allá de las proyecciones del yo en
Síinque superficial, “coincidiendo con cada palabra” del ensayoi.*5*. el exterior. Lo oculto y misterioso. Como la mujer. Como la pulsión de
Narece comprender lo inédito del pensamiento de Freud, lo que no muerte, aún no concebida54.
eccompletamente dicho y que anticipa la nueva tópica. Narciso Los protagonistas de este ensayo son básicamente dos: el megaló­
p¿ematiza la libido. mano, en la patología, y la mujer, en la vida corriente. “El amor obje­
Sn la “Introducción del narcisismo” se postula la existencia de un tal completo de tipo anaclítico es, hablando con propiedad, una carac­
id: “Sabemos que las emociones pulsionales libidinales sucumben terística masculina”55. Por ser mayor la catexis libidinal en el
ajstino de la represión patogénica, cuando entran en conflicto con hombre, el yo se vacía con mayor frecuencia, y este debilitamiento es
^presentaciones culturales del individuo”52. El ideal ético obliga el correlato económico de la vivencia de estar enamorado. El gran
a »rimir todo aquello que, de emerger en la consciencia, reduciría amor es sólo cosa de hombres. El yo de la mujer no se vacía en el acto
latoestima: “La formación del ideal sería, por parte del yo, la con­ de amar. Las mujeres, especialmente la “mujer fatal”, desarrollan un
di* de la represión”"4. Freud presenta el concepto de “ideal del yo”, tipo de “autosatisfacción” felina. Hay, en efecto, algo felino en esa fas­
foición intrapsíquica relativamente autónoma 5 que sirve de refe- cinación que lleva a Freud a comparar a las mujeres y los niños con
rea al yo. El “yo ideal” es el espejo corrector en el cual se refleja el los “gatos y los grandes animales de presa”56. Ellas, además de la be­
Myctual”. El niño, entonces, sólo abandona el primitivo y primor- lleza, atraen por el atractivo intrínseco de la condición narcisista pa­
diíelirio de grandeza de su fase narcisista cuando erige como susti­ ra los hombres que (en su desarrollo psicosexual) han renunciado al
tuí ideal del yo. En ese pasaje aparece la represión como agente suyo. Este “amor propio”, literalmente hablando, hace imposible que
deunbio, bajo la forma de una instancia que “observa”, semejante a la mujer ame con una intensidad comparable al amor del hombre. El
lación tradicional de conciencia moral. Esta instancia observadora amor a la Dama ocupa un alto lugar “en la vida erótica de la humani­
es*n los orígenes del ideal del yo*6. dad”57.
5n primer lugar, tenemos la elección centrípeta de tipo narcisis­ Aquí entramos en el perfil que Freud traza de la mujer. La com­
ta1 la que se busca en el otro una imagen de uno mismo; en este para con los niños, con los gatos, con los criminales"8' 58. Junto con su
ca^l objeto de amor deriva del yo ideal (perdido)*7. El sujeto se misoginia estridente, considera oportuno señalar que no pretende
an-en el presente, el pasado y el futuro- o ama a alguien que lo re­ “despreciar a la mujer”. Además agrega (y no sé si esto no empeora
pinta. las cosas): “Estoy dispuesto a reconocer que numerosas mujeres
]\ segundo camino se apoya en las pulsiones de conservación del aman como el tipo masculino y desarrollan la supervaloración sexual
yoi que a partir del hambre y de la alimentación materna se desa­ propia de ese tipo”59.
rrimó la corriente libidinal que hará elegir un objeto. O sea, que el
ob> de amor se deriva del objeto de la necesidad. “Uno ama a la El narcisismo primario es un estadio inicial en el que la investi­
mí que lo alimenta” y “al hombre que lo protege”53. Strachey, en la dura por el bebé de su cuerpo tegumentario es total. Tomo el término
Stlard Edition, habla de elección anaclítica. “tegumentario”, de Antoinette Mitchell; aquí significa cuerpo cerrado
«a metáfora de la ameba es expresiva. Muestra un yo no sólo li- a su propio deseo60. Este estado representa el colmo de la introver­
sión. El problema del narcisismo secundario es, valga la tautología,
secundario y no presenta mayores problemas. Para elucidar la cues­
tión del narcisismo secundario, en estados tales como la esquizofre­
i. Op. cit., págs. 93-4. nia, hay que “ ... considerar que el narcisismo que aparece haciendo
5. El ideal del yo es “casi una instancia”; nunca adquirió plenamente retomar de nuevo las catexis de objeto, como un estado secundario
es&atuto.
considerado sobre la base de un narcisismo primario que resulta di­
>. H. Nunberg, a partir de esta diferenciación entre instancia observa­
d a ideal del yo, postula una distinción clara entre superyó e ideal del yo:
versificado por múltiples influencias61. O sea que el narcisismo pri-
“Mtras que el yo obedece al superyó por temor al castigo, se somete al
ideM yo por amor” (Principes de psychanalyse, 1957, pág. 155).
7. André Bretón nos da una buena definición de amor narcisista: “Es
rebote como si me hubiese perdido y alguien viniera de pronto para dar- *8 . “En efecto, también los grandes criminales y los humoristas atraen
m€ticias mías” (Fran^ois Perrier, Ensaios de clínica psicanalítica, 1992, nuestra atención por la coherencia narcisista con que logran alejar del yo to­
Sai»blo, Escuta, pág. 122). do aquello que pueda diminuirlos.” (SE, XIV, pág. 89.)

132 133
mario es una fase, un tiempo hipotético de la libido infant'l 9 Jf , jp Preud a Abraham del 25 de marzo de 1914, Hilde Abraham
pensar como un limbo amniótico, como un universo hecho i ^Ue Cabe 29. Carta ae ^
de nuestros sueños filogenéticos, en el que hasta el auto ? a mec*ida Ernst 1 reU^ ’ d e F r e u d a A b r a h a m d e l 13 d e m a y o d e 1914, ib íd ., p á g . 176.
ría una quiebra inoportuna de la mismidad nirvánica. *°1,srn° se> untnkolle (¿o Minutas?), 10 de noviembre de 1909.
30‘
31* * Freud a Ferenczi del 12 de enero de 1914, Sigmund Freud-
Inr hCenczi, Correspondancc, pág. 569.
Sando ^IV, págs. 7-67.
NOTAS a R, fael Paz, “Narcisismo e transferencia", Transferencias, 1991, San
•^Fscuta, pág. 100.
pablo, , Nácke, “Kritisches zum Kapital der normalen und pathologis-
1. SE, XII, págs. 211-41. Jj Sexualitát”, Arch. Psychia, 1899, XXXII, pág. 356.
CieI136 Havelock Ellis, Studies o f the Psychology ofSex , II: Sexual Inversión,
2. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud 1989 Río a
ro, Imago, II, pág. 363. ’ ’ c Jane*'
* * g Vichyn, “Naissance des concepts: auto-érotisme et narcissisme”,
3. Tarjeta postal de Freud a la familia del 9 de setiembre de 1901
Psychanalyse á IVniversité, 1984, IX, págs. 655-78.
da por Ernest Jones, ibíd. ’ CIta'
r 7 38 E. Rodrigué, “Analysis of a three-year-old mute schizophrenic”, New
Dcvelopments in Psychoanalysis, comp. por Melanie Klein, Paula Heimann y
5. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo
Companhia das i/etras, pág. 293. °* R Money Kryle, 1954, Londres.
39. Nolan D. C. Lewis, “Smith Ely JeliíTe - A medicina psicossomática
6 . Carta de Freud a Weiss del 12 de abril de 1933, Correspondencia
nos Estados Unidos”, A historia da psicanálise através de seus pioneiros ,
Freud-Weiss, pág. 96. Es interesante que Jones traduzca “bastardo” por “hijo
no-analítico” (Emest Jones, op. cit.y II, pág. 365). comp. por Alexander, Eisenstein y Grotjahn, 1981, Río de Janeiro, Imago.
40. P. L. Assoun, “Los grandes descubrimientos del psicoanálisis”, Histo­
7. Ernest Jones, op. cit.y II, pág. 362.
8 . SE, XIII, págs. 222-3. ria del psicoanálisis I, pág. 183.
9. SE, XIII, pág. 230. 41. SE, XIV, pág. 77.
10. SE, XIII, pág. 233. ^^B 42. Emest Jones, op. cit.y II, pág. 307.
43. SE, XIV, pág. 74.
11. Carta de Freud a Ferenczi del 13 de setiembre de 1913, Sigmund
44. Véase el buen artículo de M. C. Lambotte, L ’apport freudien. Élé-
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, pág. 536.
ments pour une encyclopédie de la psychanalyse, comp. por Pierre Kaufmann,
12. Carta de Freud a Abraham del 6 de abril de 1914, Hilde Abraham y
1993, París, Bordas, págs. 257-64.
Ernst Freud, A Psychoanalytic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and
45. Fran^ois Perrier, Ensaios de clínica psicanalítica, 1992, San Pablo,
Karl Abraham, 1907-1926, 1965, Nueva York, Basic Books, pág. 171.
Escuta, pág. 111.
13. Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise na Franca. A batalha
46. Herbert Rosenfeld, “On the psychopathology of narcissism”, Int. J.
dos cení anos, 1986, I, Río de Janeiro, Zahar, pág. 134. i JB
Psychoanal., 1964, XLV, págs. 332-7.
14. Carta de Freud a Abraham del 15 de febrero de 1914, Hilde Abra­
47. Hanna Segal, “Some clinical implications of Melanie Klein’s work”,
ham y Ernst Freud, op. cit.ypág. 165. * B l^ B
Int. J. Psychoanal., 1983, LXIII, págs. 269-76.
15. SE, XIV, pág. 8 . ■« J M
48. SE, XIV, págs. 69-70.
16. SE, XIV, pág. 25.
17. SE, XIV, pág. 33. c*ran<?°*S ^err*er’ °P- >Pág- H3.
T* . • ^rnest Jones, Papers on Psychoanalysis, 1948, Londres, Bailliére,
18. SE, XIV, pág. 31.
19. SE, IV, pág. 93. « 1‘ndall y Cox, capítulo XXIV.
20. SE, XIV, pág. 42. v * ' ! „Carta Abraham a Freud del 9 de marzo de 1914, Hilde Abraham
21. Ernest Jones, op. cit.y II, pág. 362. £ c“ - ■™ m -
22. SE, XIV, pág. 60. H I i ’ XIV>Pag-93
23. SE, XIV, pág. 70. chez 54 XIV- Pág- 90-
cr Narcissisme de vie, narcissisme de morí, 1983, Paría, Minuit.
24. Jean Laplanche, Le fourvoiem ent biologisant de la sexual , oo. bE, XIV, pág. 88 .
Freud, 1993, París, Synthélabo, pág. 85. 1^^9
25. Emest Jones, op. cit.y II, pág. 304. ¿ fbMXIV- * * * '
26. Peter Gay, op. cit.y pág. 314. Ahraham 53 Ibíd,
27. Carta de Freud a Abraham del 16 de marzo de 1914, Hilde Jj 59. Ibíd.
y Ernst Freud, op. cit.ypág. 167. "J .B
28. SE, XIV, págs. 73-102. I_ 9 ®1 ^ tte citada en F. Perrier, op.cit.
■ XIV, pág. 75.

134 135
W . «reahmente inferior” y, cuando la muerte
hiduque con UIí eTad¡nastía, el Emperador habría dicho: “Un po-
lirc mré la P ^ b l e c i ó las r e g k f que yo no supe mantener"». Pero,
f , c Uperlor r - a Piaiisewitz, eneraron en juego otras reglas, concer­
t ó n o s ensenó ^ esta vez entre los hombreS) y ellas deter-
CAPÍTULO 42 C* ntcs a alianza j r
^Toaron la de sol, e f mayo de 1991, el cosmonauta ruso
T T IE M P O S D E G U E R R A
En una ^ Hisnarado d e 4 cosm odrom o Baikonur rum bo a las
Sergei * Ucon destino a lia estación espacial Mir. Su misión:
estrellas, esto hagta octulbre de ese año. ¿Quién hubiera dicho
El 28 de junio dinio de 1914>el Hombre de los Lobos, el “l0hi a » permanecer e Krikalev se desintegraría antes de esa fecha? En oc-
coanalítico, dio un laiun largo paseo por el Prater, reflexionando tal Psi- que la Patna ión espacial ya no> era más soviética, y sí una instala-
bre esa extraña expe1experiencia con Freud que lo había llevado a VG2 SO- la ^ ; la ^ . büca de K a za k stá n . Difícil encontrar una mejor postal
con lucro asegurado irado en la comunidad psicoanalítica, la imagen^H??^ ción de la tiempog contuirbados de este fin de siglo.
lobos silenciosos en e? en el árbol. Cuadro tras cuadro, vertidos en un f n pan°r ando Krikalev aún r o d a b a a p á tn d a , en otra m añana de febre-
naify con los mismos Pmos l°b°s blancos.
, i 992 en Sarajevo, el padree de la novia fue am etrallado cuando
Era “un domingcf11111#0 muy caluroso y sofocante”, recuerda Sergei P P* de una iglesia ortodoxa. Es<te incidente m ovilizó a los cristianos
trov, en sus MemorUmor^asX•El Prater, esa noche, estaba animado con rbios y la ciudad de Sarajevo) vivió una noche de lucha arm ada y
esa calma extraña qiiaa que anticipa la tormenta. Sergei volvió de su cami­ confusión James Graff, correspoinsal de la revista Time, profetizó que
nata con buena dispo disposición. Al llegar a casa, una de sus empleadas le «ge temía que éste fuese el co m ie n zo de una guerra civil en el corazón
entregó la edición ex'(m extraordinaria del Neue Freí que daba noticia del de Yugoslavia, y acarreara una (convulsión m ucho m ayor que la de la
atentado en SarajevcNevo, contra Francisco Fernando, sobrino del Empe­
guerra de Croacia, dos m eses anttes”6.
rador, heredero de la de *a monarquía dual austro-húngara2. Hay ciertos temas sobre los que hoy en día, área 1995, se puede
Ese mismo día esd,a estival, la familia Freud estaba dispersa. Sigmund escribir con una nueva óptica: umo de ellos es la situación de los Bal­
y Martha habían subn subido a las termas de Karlsbad; las dos hermanas canes. Jones, en su biografía, halbla de Sarajevo como si fuese historia
más viejas, casadas, ildas, vivían fuera de Viena; Oliver y Ernst estudiaban antigua, una cosa del pasado, ell último coletazo de las guerras tur­
en Alemania; Anna enna eludía el galanteo de Jones en Inglaterra, mien­ cas. Y esto parecía, si pensamos* que en 1984 el ojo televisivo presen­
tras que Martin, en lo en l°s suburbios de Viena, se incorporaba al ejército ciaba las Olimpíadas de Inviermo en la plácida Macedonia. Pero en
como voluntario en su en su viejo regimiento de artillería3. / ffp jj ios Balcanes, como dijo Shimoro Peres en la primera conferencia de
El Hombre de losde l°s Lobos, la tarde siguiente, visitó a su ex analis­ paz en el Oriente Medio, “los siglos se juntan” en un solo teatro béli­
ta; luego comentaría, raria>con su arrogancia habitual: “Hablamos, como es co7. En aquellos tiempos, como ¿ahora, había antagonismo entre ser­
natural, de los acont£contecimientos del día anterior. La observación del bios y croatas. Los serbios vivieiron durante siglos dominados por los
Profesor (que, en reaP realidad, era ajeno a la vida política) en el sentido emperadores bizantinos, por los griegos y los turcos hasta el siglo pa­
de que, si Francisco P sco Fernando hubiese llegado al poder, p r o b a b le m e n ­ sado. Ellos habían producido los mejores mercenarios de la cuenca
te se habría producid^ucido una confrontación armada entre Austria y Fu- . Mediterráneo. Serbia hizo suya la causa de la liberación de los
sia, pone de manifiesOifiesto hasta qué punto no se sospechaba Países eslavos. Con el nuevo sigilo, este pueblo, que tenía a Alejandro
mentó que el atentad611^ 0 en Sarajevo sería el detonador de la rnm ^ f.gno c°m° figura inspirador», se convirtió en centro de fermento
Guerra Mundial”4. ”4- . . cano eje lco naci°nalista. El gobierno .austríaco, narra Jones, seguía atento
El archiduque, pi^e, príncipe autoritario, hombre de intrigas, c q
sariUr^!T*erit0 *as m*b(aas balcánicas, “temiendo que pudiese pre­
al clero, no era lo qu¿° Que las siete dinastías de Europa dejaba gara^! ° *n*c*° de la disolución (de la antigua monarquía austro-hún-
sucesor ideal del Ion4 longevo Emperador. Por lo que parece,\ P0 casi apr ’ °.clUe da hecho acabó ocuirriendo de una manera que no podía
Francisco José e n ca rd a ™ la muerte de su heredero como un ne’ ‘jc0 del oer prevista”8.
providenciar1. Nuncáíunca había aceptado el casamiento morgan
cun^!)stCnta^° *uvo *u£ar frenite a Ia alcaldía de Sarajevo. Diez mil
c° Ferni pr.esenciaban el desfile de recepción del archiduque Francis-
dé' tiVo nomlr °* ,cuand° un joven terrorista serbio, que llevaba el suges-
*1. El hijo heredenredero, Rodolfo, la niña de sus ojos, había muerto
vólver p Fe . ^rlnclp, asesiné al visitante de un certero tiro de re-
cada y inedia antes en oP en otro episodio dramático: Mayerling. nncip tenía 17 años,, por lo cu a l no pudo ser ah orcado.

136 137
Atentado individual, no había ninguna conspiración detrás de esa fi­ en Sarajevo. Ese mismo día, Freud le envía a Ferenczi una carta que
gura, hoy idealizada. Ese tiro de un menor de edad fue la "chispa que dice: “Escribo aún bajo el impacto del sorprendente asesinato de Sa­
-com o dicen los manuales de historia- encendió la Primera Guerra rajevo, cuyas consecuencias son imprevisibles”11. Y más tarde: “Hay
Mundial”9. Junto a eso, los manuales acotan que, desde 1900, era co­ algo podrido detrás de esto”12.
rriente considerar a los Balcanes como un “barril de pólvora”. Cerran­ Toda Europa, durante el mes de julio, queda en un suspenso de
do nuestro contrapunto, el Imperio Austro-Húngaro en 1914 sería el mal agüero. Las cancillerías guardan silencio. Por fin, el 23 de julio,
equivalente de la Unión Soviética del cosmonauta Krikalev en 1991. el conde Berchtold, ministro de Relaciones Exteriores del Imperio
Un Imperio a la deriva. Austro-Húngaro, dirige un ultimátum a Serbia, que no es totalmente
Cuando tres días antes de Sarajevo, Freud, blandiendo su explo­ aceptado. Austria rompe relaciones, declara la guerra y bombardea
siva “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”, escri­ Belgrado. Rusia se moviliza para intimidar a Austria. Alemania, en
bió que “ahora la bomba va a explotar”, anticipó el chiste del japonés la escalada, encara ese asunto como casus belli, para luego declarar
que tiró la cadena en Hiroshima. Freud no sabía que iba a explotar la guerra a Rusia y Francia. En esa escalada se mezclan una espiral
una bomba mucho mayor que el pedo junguiano, una bomba de ver­ nacionalista delirante con un colosal bluff de póquer planetario. El
dad, que cambió la faz de la Tierra. káiser, finalmente, da el salto de tigre sobre la neutral Bélgica, rum­
La Primera Guerra Mundial marca el final del siglo XIX. En bo al norte de Francia, y eso decide la intervención de Gran Bretaña.
1873, Julio Verne lanza su Vuelta al mundo en ochenta días, calidos­ Les jeux sont faits.
copio del élan del fin de siglo, pintando un mundo opulento circunva­ Como tantas personas en la época, los psicoanalistas tardaron en
lado en globos por señores de frac, con una botella de champaña fran­ percibir la gravedad del momento. En un principio, la política “inter­
cesa en la mano y hielo de los Alpes. Tarjeta postal para las clases na” era más urgente: en este caso, el próximo congreso internacional
adineradas. psicoanalítico, programado para el mes de setiembre, y la cuestión
Tanto en París como Londres, Viena o Berlín, la clase empresa­ del alejamiento de los suizos de la Asociación Internacional. Todavía
rial seguía un tanto inquieta los conflictos periféricos, las revueltas el 27 de julio, con las hostilidades ya declaradas, Ferenczi tuvo que
en la India, el militarismo desenfrenado, la irrelevancia de las demo­ desistir de su proyectado viaje a Inglaterra porque, estando en la lis­
cracias, las rivalidades étnicas y los nacionalismos incipientes. Había ta de oficiales de reserva, no tenía permiso para salir de Hungría. En
en el aire una tendencia favorable a un mercado multinacional; se la misma época, Freud, confirmando la opinión del Hombre de los Lo­
preconizaba una política expansionista, se hablaba de un nuevo mun­ bos, le escribió a Eitingon: “Hay sombras que también amenazan
do, ungido en el progreso. Europa, aparentemente, estaba cansada de nuestro congreso, y no se puede predecir cómo estarán las cosas de
guerras. aquí a dos meses. Tal vez entonces la mayor parte de ellas se hayan
Imperaba, con todo, una amenaza que H. G. Wells, sucesor de ordenado”13.
Verne en la visión futurológica, supo interpretar, anunciando la lle­ Los psicoanalistas no eran los únicos despistados. En Inglaterra,
gada de “una guerra que acabaría con todas las guerras”. La forma­ J. J. Thomson, presidente de la Sociedad Real, afirmó, a fines de ju­
ción de bloques de poder, con Inglaterra y Francia enfrentando la Tri­ lio, que “una lucha armada con Alemania por causa de Serbia y Rusia
ple Alianza de Alemania, Austria-Hungría e Italia, constituía un sería un pecado contra la civilización”14.
presagio ominoso. A eso se sumaba el káiser Guillermo haciéndose un Fue un pecado capital. La guerra declarada horas después de las
lugar al sol, el nefasto Lebensraum que tanto pesará en el futuro, manifestaciones de J. J. Thomson contó con la participación inicial de
la lucha por el espacio vital, en un mundo angostado por la exp °S1 Alemania, el Imperio Austro-Húngaro, Inglaterra, Francia, Rusia,
demográfica y tecnológica, Alemania entró en una com pe ej\c^ Rumania, Bulgaria y Turquía. La causa de los aliados será reforzada,
exasperada con las otras potencias, no sólo en Europa, sino tarr\ , en un segundo tiempo, por la entrada de Italia y los Estados Unidos.
en África y en el Pacífico, desafiando la tradicional supremacía ^ Como lo señala Peter Gay, la reacción general fue sorprendente:
tima de Gran Bretaña. Resultado: la gran carrera armamen is-jjtar “Europeos de todos los tipos se unieron para saludar el evento bélico
los astilleros del Mar del Norte y en el monstruoso complejo con el fervor típico de una experiencia religiosa. Aristócratas, burgue­
creado por la familia Krupp. nterpre' ses, obreros y campesinos, reaccionarios, liberales y radicales, cosmo­
Nadie como el nuevo periodismo norteamericano supo i ícüjoS politas, chauvinistas y particularistas, soldados impetuosos, estudio­
tar los hechos geopolíticos. En 1910 aparecen los primeros a ^ con. sos preocupados y teólogos blandos: todos se abrazaban con belicosa
de un corresponsal visionario, Walter Lippman, que alegría. La ideología triunfante era el nacionalismo, un nacionalismo
frontación mundial en su libro Prefacio de la política, de 1 ntad° llevado al punto más alto de la histeria, incluso por innumerables
El primer acto, entonces, comienza el 28 de junio con e toarxistas”16.

138 139
Tal vez eso se debió al hecho da que este conflicto inauguraba la ham anuncia: “Las tropas alemanas están apenas a 100 kilómetros
era de la guerra-en-casa. Los per*0^ ^ ^ 30 «neo ediciones dia­ de París. Acabamos con Bélgica, con Inglaterra, en tierra también. Lo
rias, con mapas y banderitas dei3a"C3nd« ,3S oscllantes mareas de mismo puede decirse de Rusia. Las victorias austríacas llegan en el
las batallas. El corresponsal extr?^ ¿e ° ’ flRUra que h‘«era su debut momento justo ...”23. Freud, un punto más bajo en la escala bélica,
en el conflicto de los bóers, era uaa P e“ e.nfef 3 contienda de responde: “Parece que las cosas marchan bien, pero aún no hay nada
comunicación casi instantánea. í. \ J*l? . e, e ,e °30’ de a ra' decisivo ...”24.
Eitingon, a su vez, habla de un “inicio incomparablemente es­
dio, del incipiente cine, que iniciib“ ™ n' pulac,on de ™asas ■°
sea la guerra psicológica. Europa v<^ ’ se£ula>fascinada pléndido en el Oeste y en el Este”25.
la macabra progresión de una vioP j S ® ^ ra a en a sala . No obstante, Freud analizaba los altibajos en el frente, y sus du­
La respuesta de Freud a la d< , L ^uer^a>ea una carta a das crecían. En carta a Hitschmann, observa: “Ganamos la campaña
Abraham. fue inesperada. Reaccic33 c~ , n 3fír^ntmo-frente al con­ contra los suizos, pero me pregunto si los alemanes terminarán el
conflicto de modo victorioso y si nosotros podremos resistir hasta ese
dición teutónica de purificación dalos 3rdorf momento ... El furor de los alemanes parece una garantía, y el rena­
militares de los tiempos de Aleji y a. es e el spa de cer austríaco es promisorio”26. Abraham, optimista como siempre, de­
cía que Rusia y Francia ya habían sido derrotadas, de modo que sólo
Karlsbad escribe:
restaba Inglaterra, y allí “podemos confiar en Krupp y en Zeppe-
Por primera vez en treinta a " , sÍento austríaco, y desearía lin”27. *
darle una oportunidad a esUdudofa° ImPer,a La moral es exce- El optimismo beligerante duró un par de meses. Luego, nos cuen­
ta Jones, Freud se desilusionó ante la incompetencia de los austría­
lente16.
cos en el campo de batalla. Los serbios sorprendieron al mundo con
Freud tenía 58 años en esa éi0ca* k °s f reinta años de los que ha- sus victorias. Después de las abrumadoras derrotas en Galitzia, él de­
bla nos llevan al período de‘ su
mi s<
JF™™ militar. También resuena la claró que “estaba alelado” por el mal desempeño de su patria recién
adoptada.
En setiembre, Abraham recibe una extraña carta del Profesor:
Jones, desde la trinchera br , , ’ * .,
se refirió a la irresponsable acci¿ , . 0 como «libera- Las victorias alemanas proporcionaron una base firme para
ción de la tensión mediante un at3df cor3Je>> ■Los franceses, por nuestra moral, y quedamos frustrados en nuestras expectativas
su parte, nunca fueron santos dcSa dev3cl0n. En sia Manuscrito H, de victorias propias [ejército austríaco] ... Jones, mientras tanto,
comentando la Guerra Franco-Pr^ana’ Freud _hab[a df la paranoia es nuestro “enemigo”28**3.
colectiva” de los franceses, que n(consiguen enfrentar la idea de que
han sido derrotados19. Un país deadent®: Li comportamiento asque­ ¿Estaba hablando en serio? ¿Jones, el apóstol Pablo, un enemigo?
roso de los franceses [durante ef®s° ^ eyfu4 j me hace «cord a r lo
que te dije... sobre la decadencia c la **; * En la segunda semana de hostilidades declaradas, Martin Freud,
Freud se apasionó por la gu<, \no la Pen^ar en ningún tra- su hijo mayor, ingresó en el ejército como voluntario. La familia,
bajo y pasaba el tiempo discutiej? los aconteam,entos del día con drásticamente reducida, canceló sus vacaciones. Ése fue el primer
su hermano Alexandre. Afirmó: “oda mi bbldo esta entregada al Im­ agosto en treinta años que se quedaban en Viena. Le escribió a Abra­
perio Austro-Húngaro"21. DespuédaqUQ e ^ emania ^ friera sus tres ham que tenía tiempo libre en su consultorio, como tantas veces lo
declaraciones de guerra, él le es ra am‘ Estaría de todo había ansiado, pero a continuación acotó con ironía wildeana: “¿Es a
corazón con [la guerra), si pudú P sar que aterra no se en­ esto a lo que se parecen los deseos realizados?”"4
cuentra en el lado errado”22. , , e , ,
Al principio, las noticias de f e 1 8 fren.tes hablaban de sucesi-
vas victorias en los campos de b; uan 0 ar*leroi cae, Abra- *3. En esos días de odio, cada bando odiaba a su enemigo y a todo lo que
lo representase. Fueron los tiempos en que los ingleses prohibieron a Wag-
ner y daban patadas a los Dachshund a causa de su origen (Ronald W.
Clark, Freud, el hombre y su causa, 1985, Barcelona, Planeta, pág. 25).
*2. Marconi, físico italiano que Inf Iaterra>había conseguí *4. Oscar Wilde, que nació el mismo año que Freud, decía: “Cuando los
do, en 1901, enviar el primer mensaj» 0 a raves del Atlántico. Dioses quieren castigar a los hombres, les realizan los deseos”.

10 141
Freud sólo tenía dos pacientes. Falta dinero, le faltan los discípu­ Con Ferenczi, su terc^ra ancia periodística, el panorama episto­
los. Pero no quedó totalmente solo: Hans Sachs fue rechazado en el lar es completamente difeienf.e> Freud se olvida de la violencia plane­
examen médico militar por su miopía, y Otto Rank, su otro asistente taria y entra en el mundo ja aRa especulación, la pura fantasía fi-
literario, intentaba evitar el reclutamiento, “luchando como un león logenética. En la misma fecha en que le habla del “desierto” de la
contra su Patria”29. En el ocio forzado, Freud redactó el largo histo­ guerra a Andreas-Salom^ je envía a Ferenczi una misiva que dice:
rial clínico del Hombre de los Lobos. “Sólo quiero confiarle que, finalmente, por caminos hace mucho reco­
Con Ernest Jones en el bando opuesto, Freud se aproximó mucho rridos, encontré la clave d^j enigma del tiempo y el espacio y el meca­
a Abraham. En la hora de la pólvora tuvo tres corresponsales de gue­ nismo largamente buscadt, desencadenamiento de la angustia”37.
rra: Abraham, Lou y Ferenczi30. Con Abraham discutía las últimas Esto lo lleva a reflexic)nar sobre la muerte. Para tal fin, elige una
novedades del frente. En correspondencia de 1915 encontramos una tribuna judía. La primer^ versión del trabajo que apareció en la re­
mezcla de metapsicología con juegos de guerra: “Mi corazón está en vista Imago fue p re s e n tía como conferencia en la B’nai B’rith de
las altas montañas, mi corazón no está aquí. Está en los Dardanelos, Viena, con el sugestivo tí^uj 0 “Nuestra actitud sobre la muerte”.
donde se decide el destino de Europa. Grecia nos declarará la guerra Quiere hablar de la muer{-e con sus hermanos, porque lo que tiene
dentro de pocos días, y entonces no podremos visitar las ciudades que que decir se aplica en forma particularmente aguda” a los judíos38.
más he amado de todas las que conocí”31. El pueblo judío, más que Ningún otro, cree en su propia inmortalidad;
Dicho y hecho. Una flota anglo-francesa, organizada por Churchill tanto es ^así que Freud se pregunta “si algún judío muere de muerte
a partir de febrero de ese año, desembarcó en los Dardanelos, intentan­ natural * . Más aún: “En general n0s comportamos como si deseáse­
do sofocar a Turquía y hacer puente con Rusia. Esta operación fue la mos eliminar la muerte qe ja vjda: queremos, por así decir, matarla
primera ofensiva aliada que no prosperó, por la eficaz resistencia turca. con nuestro silencio: pensamos en ejja ¡como la muerte!” O sea que
Con su segunda corresponsal, Lou Andreas-Salomé, Freud podía en esta reflexión, fruto d^ ja guerra, Freud habla de la muerte como
hablar de las miserias de la guerra. Le confesó que se sentía “frecuen­ una representación sofo(.ada> Ese tema será retomado en Más allá
temente tan solo como en los primeros años, cuando había un desier­ del principio de placer.
to a mi alrededor ...”32. Lou sabe confortarlo:
Jones narra que en ^9 15 ^en parte continental de Europa, aún
Lo que usted escribe me da coraje para adoptar otro tono. No du­ parecía que las Potencias Centrales saldrían victoriosas. En el cuadro
do de que la humanidad sobrevivirá a esta guerra, pero tengo la general de ambos frente^ Alemania, después de la batalla de Yserl,
certeza de que para mí y mis contemporáneos el mundo jamás había rechazado todas 1 1S ofensivas aliadas, estabilizando el frente
volverá a ser un lugar feliz. Es demasiado horrible. Y lo más tris­ oeste. Al Este, el genera Hindenberg venció a los rusos en una serie
te es que se trata exactamente del modo en que deberíamos ha­ de batallas, e invadió Po 0nia y Lituania. Los alemanes llegaron a te­
ber esperado que las personas iban a comportarse, a partir de ner su cuartel general eq Riga. Freud y Abraham se sentían bastante
nuestro conocimiento del psicoanálisis ... Mi secreta conclusión optimistas; pensaban q^e ej fmaf ¿ e \a guerra era cuestión de me­
siempre fue que sólo podemos considerar la más elevada civiliza­ ses
ción actual como cargada de una enorme hipocresía. Nos vemos Un tema de la épocq fue ja ansiedad por los hijos que estaban en
obligados a abdicar ante el Gran Desconocido. Él o Alguna Cosa, el frente. Martin, en Gajj^z¿a y en Rusja Emst, en Italia. Martin fue
emboscada tras el Destino, algún día repetirá esta experiencia condecorado por su vale^fa. oiiver trabajaba en obras de ingeniería
con alguna otra raza33. militar . En las cartas q su hijo Martin se adivina un amor tímido de
padre; le escribe, por emplo, “creo que no necesitas mi consejo en
Extraño párrafo. ¿A qué raza se refiere Freud? Lou Andreas-Sa­ cuanto a ropa de abrigo ^ para finalizar: “Estás desempeñando tu pa­
lomé era su puente con Nietzsche. ¿No estaría profetizando el nazis­ pel en una buena causa >42 Eran cartas precisas y prácticas, con poco
mo? Como lo señala Renato Mezan, al confiar esa conclusión a Lou sentimentalismo y much10S consejos. Martin acota: “Sabía que él esta­
Andreas-Salomé, Freud reitera un pensamiento que viene de lejos, ba muy preocupado por \QS peligros que yo corría ...”43.
cuya primera expresión se encuentra en una nota dirigida a Fliess en Otra preocupación constante fueron las revistas psicoanalíti-
1897: tíLa cultura se basa totalmente en la coerción de las pulsio­ cas, única forma de dqr continuidad al movimiento. Se consiguió
nes”34. Una idea semejante aparece en “La moral sexual «cultural» y salvar el Zeitschrift y la revista Imago, pero el Jahrbuch fue vícti­
la nerviosidad moderna” en 190835. El mismo argumento surge con ma de la guerra. Joneq nos cuenta que Freud tuvo que hacer gran
más fuerza, con la fuerza-de-lo-vivido, en “De guerra y muerte”36, en parte del trabajo editor.^^ ya que Abraham y Ferenczi eran inacce­
la revista Imago, en 1915:. sibles, y Rank acababq ¿ e ser ¡lamado a las armas. El único Señor

142
143
del Anillo que había quedado en Viena era Sachs, con sus gruesos ma de las neurosis de guerra. Se puede decir que las trincheras saca­
anteojos 5. Todo estaba en suspenso. La Sociedad dejó de reunirse ron el psicoanálisis de la marginalidad, gracias al interés de la má­
cuando estalló el conflicto, pero las reuniones se reiniciaron duran­ quina bélica en “procesar” con eficiencia las psicosis traumáticas de
te el invierno, y se realizaban cada tres semanas44. guerra. De lo contrario, el Ministerio de Guerra en Viena nunca ha­
Freud no recibió visitas durante los años de la contienda, con la bría invitado a los psicoanalistas a exponer sus teorías47. El cuerpo
excepción de Ferenczi y Rilke, y casi no viajó, excepto una visita a sanitario del Estado Mayor había leído el libro de Simmels publicado
Hamburgo, a la casa de su hija Sophie, donde descifró el juego del ca­ ese año48. Conocían también el trabajo práctico realizado por Abra­
rretel de su nieto Emst. Viena se convirtió en una ciudad fría, fantas­ ham, a partir de 1915, dirigiendo un hospital militar en Allenstein,
magórica, a media luz. En el fondo del invierno, a fines de enero, Freud en la Prusia oriental49. Los trabajos de Eitingon y Ferenczi también
le escribe a Abraham: “Por el momento me encuentro en una noche po­ fueron considerados50.
lar, y estoy a la espera de que el sol nazca”45. Esta meteorología no era En ese momento, por increíble que parezca, Freud, en una carta
sólo metafórica. Los Freud, como los demás vieneses, sufrieron severas a Ferenczi, escribió en tono lúgubre: “Nuestro psicoanálisis no tuvo
privaciones. No pasaron hambre, pero vivieron en un régimen de suba­ suerte. Apenas comenzaba a interesar al mundo gracias a la neurosis
limentación proteica en el que un huevo era objeto de codicia. de guerra, y [la guerra] se acaba”51. Frase, por lo menos, poco feliz.
La guerra, por otra parte, también fue punto de partida de cierta El psicoanálisis aplicado a la causa bélica comienza con Tausk,
modernidad que reconocemos como nuestra. Dio comienzo, entre que además de su “Psicología del desertor”52 había escrito, cuando es­
otras cosas, a la revolución rusa, el sindicalismo organizado, el movi­ taba en las filas, un artículo sobre las neurosis de guerra53. Una copia
miento feminista, un estado de ser neurótico y la internacional psi- de este trabajo llegó a manos de Simmels, joven médico del ejército
coanalítica. El análisis antes de los años 20 era, en el mejor de los ca­ alemán, que inició una campaña para el tratamiento de los soldados
sos, un curioso movimiento psiquiátrico centroeuropeo, muy distante traumatizados54. Al principio intentó eliminar los síntomas de la neu­
de la “peste” planetaria que Freud había vislumbrado. Baste recordar rosis de guerra por medio de la sugestión hipnótica, para descubrir
que, en 1914, con los “muchachos” en las trincheras, Freud sólo tenía que de tal modo provocaba el aumento de otros síntomas. Realizó, en­
dos pacientes. tonces, una combinación de abreacciones catárticas bajo hipnosis.
Pensaba que la abreacción verbal no era suficiente. Pasó a utilizar un
El Quinto Congreso Psicoanalítico Internacional se realizó en muñeco disfrazado de francés; el soldado neurótico era estimulado a
Budapest, en el salón de la Academia Húngara de Ciencias, el 28 y 29 actuar su agresividad sobre el muñeco. De manera que se lo puede
de octubre de 1918. Internacional a medias, como las Olimpíadas boi­ considerar el abuelo de las técnicas bioenergéticas actuales, en las
coteadas en los tiempos de la Guerra Fría. Junto con los analistas de que los neuróticos acaban con batallones de almohadas.
las Potencias Centrales, sólo había un par de invitados de la filial ho­ Simmels envía su trabajo “Neurosis de guerra y trauma psíquico”
landesa, único país neutral participante. a Freud, quien responde: “Pocos trabajos de principiantes en psicoa­
“El alcalde y los magistrados de Budapest se excedieron en mani­ nálisis me han producido tanta satisfacción”. Tiene ciertos reparos
festaciones de hospitalidad”, narra Jones, el biógrafo ausente por su con el uso de la hipnosis, pero concluye: “Yo mismo aplicaría el méto­
condición de “enemigo”46. Los cuarenta y dos participantes tenían un do hipnótico de encontrarme en su lugar”55.
hotel nuevo a su disposición y un navio amarrado a los docks del Da­ La temática del 5o Congreso de Budapest, entonces, fue la bayo­
nubio. Hubo cenas y recepción. Un clima que parece a contrapelo de neta. Ferenczi presenta su ensayo “Psicoanálisis de las neurosis de
la historia. ¿Acaso el alcalde y los magistrados no tenían una guerra guerra”56. Después de examinar el “trauma de las trincheras” desde
perdida entre las manos? el punto de vista psicoanalítico, realiza una excelente demarcación
Guerra extraña. Al leer las crónicas bélicas de ambos lados, uno del universo psíquico del traumatizado de guerra, “dominado por la
tiene la impresión de que hablan de dos guerras diferentes. Las Po­ depresión hipocondríaca, la pusilanimidad, la angustia y una excita­
tencias Centrales, en esa época, creían que aún había que darles una bilidad pronta para los actos coléricos”57. Es un universo regresado a
oportunidad a las armas. De allí que a este congreso asistieran con un estado de “amor de sí”58. El soldado herido es “como una criatura
interés representantes de las Fuerzas Armadas. Participaron oficia­ de pecho”59.
les austríacos, alemanes y húngaros. Asunto: la gravedad del proble-* En ese seminario bélico también presentaron sus ensayos Abra­
ham y Simmels60. Posteriormente, estos tres trabajos, más otro de Jo­
nes, leído en la trinchera de enfrente, fueron reunidos en un pequeño
libro, con prólogo de Freud, obra que abrió la serie de publicaciones
*5- La implacable Alix Strachey lo llama “hipopótamo macilento”. de la Verlag61.

144 145
10. W. Lippman, Preface to Politics, 1913, Nueva York, Kegan Paul.
El trabajo del Profesor en Budapest estaba en sintonía fina con
11. Carta de Freud a Ferenczi, del 28 de junio de 1914, citada por Jones,
los tiempos: “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica”62. En este
op.cit., II, pág. 178. y
texto simple, casi coloquial, Freud expresa la alegría de un “encuen­ 12. Citado en ibíd., II, pág. 178.
tro después de años largos y difíciles”, y comienza con una recapitula­ 13. Carta de Freud a Eitingon del 29 de julio de 1927, citada por Peter
ción de la técnica psicoanalítica, para luego examinar las nuevas di­ Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo, Companhia das
recciones de desarrollo63. Este artículo es el último texto técnico, y se Letras, pág. 318.
limita a sintetizar los puntos claves de los “Consejos al médico sobre 14. Cambridge Daily N ews, Io de agosto de 1914, citado por Clark,
el tratamiento psicoanalítico”, con el acento en una mayor actividad Freud, pág. 198.
interpretativa por parte del médico en la tarea de frustrar las resis­ 15. Peter Gay, op.cit., pág. 322.
tencias del paciente. Para Strachey, este ensayo anticipa los “méto­ 16. Carta de Freud a Abraham del 26 de julio de 1914, A Psychoanalytic
dos activos” que pronto inauguraría Ferenczi64. Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926, 1965,
En esa época, la expresión “terapia analítica” ya significaba la Nueva York, Basic Books, pág. 186.
17. Carta de Freud a Martha del 2 de febrero de 1886, Sigmund Freud.
aplicación de un saber psicoanalítico fuera del contexto tradicional
Correspondencia de amor, 1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 243.
del diván y de las cinco o seis horas semanales de cincuenta minutos.
18. Emest Jones, op.cit., II, pág. 179.
Es muy posible que los 42 analistas reunidos en el Salón de la Cien­ 19. Carta de Freud a Fliess del 24 de enero de 1895, Correspondencia
cia en Budapest hubieran pensado más de una vez en el papel del Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei­
analista en los momentos de crisis. Los tiempos pedían una “psicote­ ro, Imago, pág. 111.
rapia” para emergencias, de pronto socorro. Ferenczi fue el mejor in­ 20. Carta de Freud a Fliess del 9 de febrero de 1898, ibíd., pág. 300.
térprete de esa nueva demanda terapéutica. Desde siempre había si­ 21. Ernest Jones, op.cit., II, pág. 180.
do un hombre preocupado por la comunidad. 22. Carta de Freud a Abraham del 2 de agosto de 1914, A Psychoanaly­
La estrella del húngaro brillaba: un mes después del Congreso, tic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926,
más de mil estudiantes le solicitaron al rector de la Universidad que pág. 190.
Ferenczi inaugurara un ciclo de psicoanálisis en el aula magna de la 23. Carta de Abraham a Freud del 29 de agosto de 1914, ibíd., pág. 194.
Facultad de Medicina65. Freud tenía toda la razón cuando afirmó que 24. Carta de Freud a Abraham del 3 de setiembre de 1914, ibíd., pág.
el centro del mundo analítico, en 1918, estaba en Budapest. No es de 195.
25. Carta de Eitingon a Freud del 11 de setiembre de 1914, citada por
extrañar, entonces, que el bisoño régimen comunista de Hungría, en
Gay, op. cit.9 pág. 323.
1919, designara a Ferenczi titular de la primera cátedra de psicoaná­ 26. Carta a Hitschmann de agosto de 1914, citada por Emest Jones, op.
lisis jamás creada. Dicho cargo fue otorgado por el gobierno de Bela cit.y II, pág. 180.
Kun como reconocimiento por su trabajo en los movimientos progre­ 27. Carta de Abraham a Freud del 13 de setiembre de 1914, A Psycho­
sistas, y por presión de los líderes estudiantiles66. analytic Dialogue: the I^etters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-
1926, pág. 196.
9ft Parta rio FrPiirl » Ahraham HpI 3 Hp spt.ipmhrp de 1914. ibíd.. nátr.
195.
NOTAS1
9
8
7
6
5
4
3
2 29. Carta de Freud a Ferenczi del 2 de diciembre de 1914, Sigmund
Freud-Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, II, 1994,
pág. 171.
1. Memorias del Hombre de los Lobos, Los Casos de S. Freud, 1971, 30. Carta de Freud a Lou del 30 de julio de 1915, Lou Andreas-Salomé,
Nueva Visión, pág. 111. The Freud Journal o f Lou Andreas-Salomé, comp. por Emst PfeiíTer, 1964,
2 . Ibíd. Londres, Hogarth Press, pág. 49.
3. M. Freud, Sigmund Freud, mi padre, Buenos Aires, Hormé, págs. 31. Carta de Freud a Abraham del 4 de marzo de 1915, A Psychoanaly­
152-3. tic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926,
4. Memorias del Hombre de los Lobos, pág. 111. náfrs 913.4
5. A. J. P. Taylor, Europe, Grandeur and Decline, pág. 79. 32. Carta de Freud a Lou del 30 de julio de 1915, Freud-Lou Andreas-
6 . Time, marzo 16 de 1992, pág. 14. Salomé, Correspondencia completa, 1972, Río de Janeiro, Imago, pág. 49.
7. S. Peres, Compte rendu de la Conférence du 18 avril 1991, pág. xiv. 33. Carta de Freud a Lou del 25 de noviembre de 1914, The Freud Jour­
8 . Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­ nal o f Lou Andreas-Salomé, pág. 35.
ro, Imago, II, pág. 177. 34. R. Mezan, Freud, pensador da cultura, 1985, San Pablo, Brasiliense,
9. Petit Robert, pág. 1652. pág. 430.

146 147
35. SE, IX, pág. 179.
36. SE, XIV, págs. 273-301.
37. Carta de Freud a Ferenczi del 30 de julio de 1915, citada por Ilse
Grubrich-Simitis, Sigmund Freud, Neurose de transferencia, urna síntese,
1987, Río de Janeiro, Imago, pág. 87.
38. Citado por Jacques Le Rider, “La premiére versión d’«Actuelles sur
la guerre et la mort»”, Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse,
CAPÍTULO 43
1992, V, págs. 599-617.
39. SE, XIV, pág. 275.
METAPSICOLOGÍA Y METABIOLOGÍA
40. Ernest Jones, op. cit.yII, pág. 187.
41. Ibíd., II, pág. 189.
42. Carta de Freud a Martin Freud de agosto de 1914, Sigmund Freud, Las noches polares fueron creativas para la teoría. Si hacemos
mi padre, 1966, Buenos Aires, Hormé, págs. 154-5. historia, el término “metapsicología” es viejo, un neologismo de los
43. Ibíd., pág. 156. tiempos de Fliess. En 1896 Freud escribe: “Me ocupé continuamente
44. Ernest Jones, op.cit., II, pág. 188. de la psicología -en verdad de la metapsicología-”.1 Diez meses más
45. Carta de Freud a Abraham del 25 de enero de 1915, A Psychoanaly- tarde la metapsicología es su “cría idealizada y endiablada”2. Pero a
tic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926, principios de 1915 la metapsicología, la Bruja, como él la denomina,
pág. 209. pasa a ser su cuarto corresponsal. ^
46. Ernest Jones, op. cit.> II, pág. 204.
47. Daniel Pick, “«Pourquoi la guerre?»: Freud-Einstein et le XIX siécle, A modo de anticipo metapsicológico, tenemos el pequeño ensayo
Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, 1992, V, pág. 120. escrito en 1910, titulado “Sobre el sentido antitético de las palabras
48. Ernst Simmel, Kriegsneurosen und psychisches Trauma: ihre gegen- primitivas”3. Todo comienza con la lectura, sugerida probablemente
seitigen Beziehungen dargestellt a u f Grund psychoanalytischer, hypnotischer por Stekel, del libro del filólogo alemán Abel. Entusiasmado, Freud
Studier, 1918. le escribe a Ferenczi: “Un pequeño descubrimiento que hice hace po­
49. Phyllis Grosskurth, O círculo secreto, 1992, Río de Janeiro, Imago, cos días me dio más placer que veinte artículos de Aschaffenburg.
pág. 98. Un filólogo llamado Abel publicó en 1884 un ensayo, Über den Ge-
50. Ernest Jones, op.cit., II, pág. 204. wM gensinn der Urworte4, donde sostiene, ni más ni menos, que en di­
51. Carta de Freud a Ferenczi, citada por L. HoíTman “War, revolution versas lenguas -egipcio antiguo, sánscrito, árabe y aun latín- los
and psychoanalysis: freudian thought begins to grapple with social reality”, opuestos eran designados por la misma palabra. Usted percibirá fá­
Journal o f the History o f fíehavioral Sciences, 1981, XVII, págs. 251-69. cilmente cuál es la parte de mis intuiciones sobre el inconsciente que
52. V. Tausk, “Zür Psychologie des Deserteurs”, Int. Zeitschr. fiir Psy-
esto viene a confirmar. Hace tiempo que no me sentía tan victorio­
choanal.y 1916, págs. 161-6.
53. V. Tausk, “Diagnostic considerations concerning the s y m p to m a to - so”5. La tesis del filólogo alemán ilumina uno de los puntos oscuros
logy of the so-called war psychoses” (escrito postumo), en Psychoanalytic del “Libro de los sueños”, que, en efecto, dice:
Quart., 1969, págs. 382-405. * j
54. L. Rosenthal, comunicación personal. Es sumamente notable la manera como el sueño trata las cate­
55. Carta de Freud a Simmel del 20 de febrero de 1918, Simmel Letters, gorías de lo contrario y lo contradictorio; simplemente los niega.
pág. 97. El “no” parece no existir en cuanto a los sueños se refiere. Ellos
56. S. Ferenczi, Psychanalyse III, pág. 27 y sigs. - tienen una particular preferencia por combinar contrarios en
57. Ibíd., págs. 40-1. una unidad, representándolos como una y la misma cosa6.
58. Ibíd.
59. Ibíd. i-uprtad que las pala-
60. S. Simmel, op.cit. JH Lo. sueño., * * * 5 ^ 5 T S S S S Í
61. Strachey, “Notas del Editor”, SE, XVII, pág. 206. 'M
62. SE, XVII, págs. 157-68. menos la cuna del A p arate .Conv g ^ estudl0s d a » otra
63. SE, XVII, pág. 159. de Abel precedió en casi me | ^ del signo, que puede
64. James Strachey, “Notas del Editor”, SE, XVII, pág. 157. Saussure sobre el carácter arbitrario ^ la tradición, solo P
65. Ernest Jones, op. cit.y II, pág. 204. vchoa- ley que la tradición y que, por ‘ connotar
66. F. Eros y P. Giamperi. “The beginnings of the reception o P ^ ^7. ser arbitrario”7. . t uen es usado pa scritu-
nalysis in Hungary, 1900-20”, Sigmund Freud House fíulletin, II, P S9’ En Egipto,
“fuerte” y “débil".elLas
mismo s ig n ific a nera
dos acepciones te ^ disünguidas en la escn

148 149
ra por el dibujo de una pequeña figura después de la palabra: en un los pensamientos que más tarde fueron elaborados en “Duelo y me­
caso, un hombre robusto de pie; en el otro, un pobre tullido8. lancolía”15, y a principios de abril acota: “Terminé ... el segundo artí­
Abel registra numerosos casos de este uso antitético en otras culo de mi serie sintética. Trata de la represión. El primero fue «Pul­
lenguas. La palabra latina sacer significa tanto “sagrado” como “mal­ siones y destinos de pulsión», pero el que más tendrá mi afecto será
dito” (“sacré”, en francés, es una maldición); siccus significa “seco” el tercero, donde trato del inconsciente”16.
mientras que succus significa “jugo”. Por ese mismo camino nos en­ La metapsicología, en su dimensión teórica, es más que el campo
contramos con el “exquisito” ibérico, que se aplica a un manjar en específico de la ciencia psicoanalítica. También es más que un modu­
España, y a algo extraño y de mal gusto en Brasil*1. lador de la especulación teórica. Se articula en una combinatoria
El ensayo sobre el valor antitético de las palabras puede consi­ comparable a la geometría analítica cartesiana; en este caso, un mé­
derarse un aperitivo bien escogido para el plato fuerte de la metapsi- todo deductivo-inductivo se aplica a las propiedades del inconsciente
cología. Freud, en carta a Abraham, informa: “Pretendo incluir una en la matriz de toda teorización. Se trata de coordenadas operato­
docena de artículos y, en tiempos más tranquilos, ofrecerlos a un rias: los maternas de Lacan cumplen una función similar, así como la
mundo incomprensivo, bajo el título de Ensayos preparatorios de rne- grid de Bion y la construcción de Matte Blanco. La metapsicología,
tapsicología'3. En marzo de 1915 comenzó a escribir el primero de la en cuanto cálculo operativo, puede verse como una alianza exitosa de
sene de artículos metapsicológicos. Él mismo formuló su objetivo en la especulación con la ernpirie de los alquimistas: un espacio teórico
ol “Complemento metapsicológico a la teoría de los sueños10: “La in­ cuyos principios sirven de guías técnicas universales, “al mismo
tención de esta serie es esclarecer y profundizar los supuestos teóri­ tiempo que sus postulados pueden ser sometidos a la prueba de la
cos que se podrían colocar como base del sistema psicoanalítico”11. clínica”. Mejor dicho, la metapsicología, como piedra fundamental,
También pertenece a esta serie “Duelo y melancolía”, impreso por recrea la teoría en cada caso.
primera vez en 1917. Los otros tres trabajos, escritos durante la gue­ ¿Cuál es el cuerpo central de esta combinatoria de Freud? Parta­
rra, habían sido publicados en 1915, en números sucesivos de la In­ mos de la base de que toda su obra es “un enorme texto metapsicoló­
ternationale Zeitschrift für árztliche Psychoanalyse. Se trata de los gico”, como dice Abram Ecksterman17. Existe un itinerario teórico
artículos metapsicológicos clásicos: “Pulsiones y destinos de pulsión”, que se inicia con el “Proyecto” (1887), pasa por el capítulo VII de La
“Lo inconsciente” y “La represión”. interpretación de los sueños (1900), es retomado en ‘ formulaciones
James Strachey calificó la empresa metapsicológica como el tra­ sobre los dos principios del acaecer psíquico” (1911) e “Introducción
bajo teórico más importante de toda la obra freudiana.12 “Y cuesta del narcisismo” (1914), para terminar en los cinco ensayos metapsi­
creer —se maravilla Jones—que todos fueron escritos en el espacio de cológicos publicados en 1915 (“Pulsiones y destinos de pulsión , La
seis semanas; pero eso fue lo que sucedió. Tal frenesí de actividad di­ represión”, “Lo inconsciente”, “Complemento metapsicológico a la
fícilmente será igualado en la historia de la producción científica”13. teoría de los sueños”) y 1917 (“Duelo y melancolía”). En un segundo
Freud comenzó a estructurar su metateoría en el clima de la tiempo tenemos Más allá del principio de placer (1920) y El yo y el
inás negra depresión. En el frente metapsicológico, los primeros éxi­ ello (1923). Se puede decir que la metapsicología fue destilada ini­
tos fueron sorprendentemente fáciles, lo que lo sedujo y lo llevó a cialmente para dar bases independientes a la ciencia de los sueños.
continuar con su ofensiva. “Ahora llegué a cosas tan duras y opacas ¿Cuál es la metapsicología presente en el “Proyecto”? Lo metapsi­
que no sé si voy a superarlas”. Dos semanas más tarde sigue en lu­ cológico está constituido por los recuerdos inconscientes cargados de
cha y la victoria le sonríe: “Vivo, como mi hermano dice, en mis trin­ afecto. Algunas de esas memorias, originadas por traumas, estados
cheras particulares. Reflexionando y escribiendo, quebré con éxito, hipnoides o defensas, se asocian entre sí, pero Freud aún no postula
después de duras batallas, la primera línea de enigmas y dificulta­ la existencia de un sistema que organiza ese todo. El yo tuvo un de­
des. La angustia, la histeria y la paranoia capitularon. Vamos ver but metapsicológico más tardío.
hasta dónde podemos llevar las victorias”14. Hablemos primero del ensayo “Formulaciones sobre los dos
Las marchas y contramarchas, la “erupción de ideas”, las vacila­ principios del acaecer psíquico”18. Este artículo fue escrito a media­
ciones se suceden en la blitzkrieg teórica: el día 18 de febrero Freud dos de 1910 bajo la influencia de Jung: “No se espante si reconoce al­
envió a Ferenczi una “página sobre la melancolía”, un borrador de gunas de sus propias formulaciones en un texto mío que pretendo re­
ver en las primeras semanas de mis vacaciones, ni me acuse por eso
de plagiario, aunque la tentación esté presente. El título ha de ser:
Tos dos principios de la acción psíquica y de la educación'19. De he­
*1. En realidad, “exquisitor parece ser una palabra en transición hacia cho, es difícil adivinar el estilo junguiano, excepto en el párrafo dedi­
una polaridad radical. cado al arte.

150 151
Artículo denso que retoma el principio de placer y el nr¿n * . */.n en lo contrai 10,
realidad,
.dad,, ________
como extensión de nduiit
lo quesenaiaao
había señalado quince a<¡3
ñ a ^ 0^
_____ wv. iyj ^uu quince años^~V el Pr°Pio SUjet0’
al introducir el “sistema primario” y el “sistema secundario”. Erf ntes
^ p resión .
artículo se sistematizan las articulaciones entre los dos princin^*
en relación con la producción de la fantasía. El principio del placS* svubHmaClón
----

predomina hasta en el sentimiento religioso de renuncia, pasam?1* L; pra la transformación en lo contrario, tiene dos formas:

por la educación, la creación artística y el amor objetal. Los proces ° una c(,a pnrTión de actividad en pasividad, como en la transformación
mentales inconscientes pueden tener el “realismo” del principio H del safJJcmo en m asoquism o, o del placer en mirar en el placer de ser
realidad; la fantasía produce un espejismo de realidad, idea que su^ m ir a c C Esa inversión afecta sólo en la meta de la pulsión.
pone retomar el viejo problema de la teoría de la seducción, aún no la vu elta contra el sujeto, lo esencial es el cambio de objeto.
totalmente resuelto, nunca realmente resuelto. TI Aquí E ntram os en la parte más problemática del ensayo, muy bien
En 1912 Freud escribe un artículo “casi” metapsicológico, titula­ presentada por Jones: “A Freud no le resultaba fácil encuadrar en su
do “Nota sobre el concepto de lo inconsciente en psicoanálisis”20. Este esquema los datos referentes al amor y el odio: su intercambiabili-
artículo, más que en ningún otro, intenta precisar el significado del dad, C oexisten cia, ambivalencia, etc. Abordó el problema de la si­
inconsciente, se refiere a los tres usos del término, que designa el in­ guiente manera. Primero, registró los tres opuestos: amar-odiar;
consciente descriptivo, el dinámico y el sistémico. El foco del trabajo amar ..ser amado; amar u odiar versus indiferencia. A continuación ob­
está en el punto de vista dinámico. Aparece la siguiente generaliza­ servó, qUe la vida mental está dominada por tres polaridades: sujeto-
ción: todo movimiento psíquico comienza como proceso inconsciente; objet(o; placer-displacer; activo-pasivo. El yo es pasivo en relación con
en un segundo tiempo le será o no permitido llegar a la conciencia. El los estímulos externos, pero activo por medio de sus instintos”24.
inconsciente constituye un sistema distinto con leyes propias que di­ •La polaridad sujeto-objeto fue designada polaridad de la reali­
fieren mucho de aquellas con las que estamos familiarizados en la dad; lia segunda, placer-displacer, polaridad económica; la tercera, ac-
conciencia. Como bien recuerda Jurandir, “el inconsciente no es un tivo-fpasivo, polaridad biológica, e incluye la noción de femenino-mas-
gato”, aunque tenga siete vidas21. culimo.
Hasta este ensayo, empero, no encontramos formulaciones mu­ La última parte del artículo trata de la génesis del amor y el
cho más elaboradas que las que, en esencia, ya estaban presentes en odio;Jse puede decir que constituye el punto de partida de la teoría de
el capítulo VII de La interpretación de los sueños, más algunas de ti­ Melainie Klein. Así: “Para el «yo de placer» el mundo exterior está di­
po dinámico presentadas a propósito de Schreber. Son los cinco artí­ vididlo en una parte placentera, que es incorporada al yo, y un resto
culos de 1915 los que pueden ser considerados el salto epistemo-me- extramo al yo. Al mismo tiempo, una parte es separada del propio yo,
tapsicológico de Freud. siencdo proyectada en el mundo exterior y sentida como hostil”25. O
El primer artículo llevaba el título “Triebe und Triebschicksa- sea qjue el niño introyecta las “fuentes externas de deleite”26, al mis­
le”22, que se ha traducido como “Los instintos y sus destinos” o “Pul­ mo tiempo que proyecta en el mundo externo la tensión desagradable
siones y destinos de pulsión”. Nosotros preferimos “Las pulsiones y proveniente de sus pulsiones27.
sus vicisitudes”. La pulsión está en el límite entre lo mental y lo físi­ ]En un párrafo memorable, Freud habla de su aventura epistemo­
co. A partir de los Tres ensayos, es definida como representante psí­ lógica» como introducción a sus Principia metapsicológica:
quico de una fuente somática que busca un objeto para lograr su fin,
o sea la supresión de la excitación pulsional en la fuente. La pulsión, ¡Frecuentemente escuchamos formular la siguiente exigencia:
de flujo continuo, se distingue del estímulo, que proviene de excita­ ,una ciencia tiene que basarse en conceptos fundamentales sim­
ciones externas discontinuas. Como ya aparece esbozado en el capí­ ples y claramente definidos. En realidad, ninguna ciencia, ni si­
tulo VII de La interpretación de los sueños, la principal función de la guiera la más exacta, comienza por tales definiciones; el verdade­
mente es dominar cualquier excitación, con el objetivo de restaurar ro comienzo de toda actividad científica consiste ... en la
el estado previo de reposo. Ese objetivo es imposible de alcanzar de­ descripción de fenómenos que a continuación son reunidos, orde­
bido a la acción constante de la pulsión, a su presión y al hecho, lue­ nados e insertados en relaciones. Ya en la descripción no se pue­
go enfatizado por la escuela francesa, de que el objeto de la pulsión de evitar que algunas ideas abstractas sean aplicadas al mate-
no es un objeto determinado, como el objeto prefigurado del instinto act Gi28raiC*aS ac*U1 0 y cortamente no de la experiencia
animal23.

Cuatro son las vicisitudes de las pulsiones: O sea que la teoría, en su estadio de diamante en bruto, surge de

152 153
Artículo denso que retoma el principio de placer y el principio de transformación en lo contrario,
realidad, como extensión de lo que había señalado quince años antes vuelta contra el propio sujeto,
al introducir el “sistema primario” y el “sistema secundario”. En este represión, ^
artículo se sistematizan las articulaciones entre los dos principios, sublimación. ...
en relación con la producción de la fantasía. El principio del placer
predomina hasta en el sentimiento religioso de renuncia, pasando La primera, la transformación en lo contrario, tiene dos formas:
por la educación, la creación artística y el amor objetal. Los procesos una conversión de actividad en pasividad, como en la transformación
mentales inconscientes pueden tener el “realismo” del principio de del sadismo en masoquismo, o del placer en mirar en el placer de ser
realidad; la fantasía produce un espejismo de realidad, idea que su­ mirado. Esa inversión afecta sólo en la meta de la pulsión.
pone retomar el viejo problema de la teoría de la seducción, aún no En la vuelta contra el sujeto, lo esencial es el cambio de objeto.
totalmente resuelto, nunca realmente resuelto. Aquí entramos en la parte más problemática del ensayo, muy bien
En 1912 Freud escribe un artículo “casi” metapsicológico, titula­ presentada por Jones: “A Freud no le resultaba fácil encuadrar en su
do “Nota sobre el concepto de lo inconsciente en psicoanálisis”20. Este esquema los datos referentes al amor y el odio: su intercambiabili-
artículo, más que en ningún otro, intenta precisar el significado del dad, coexistencia, ambivalencia, etc. Abordó el problema de la si­
inconsciente, se refiere a los tres usos del término, que designa el in­ guiente manera. Primero, registró los tres opuestos: amar-odiar;
consciente descriptivo, el dinámico y el sistémico. El foco del trabajo amar-ser amado; amar u odiar versus indiferencia. A continuación ob­
está en el punto de vista dinámico. Aparece la siguiente generaliza­ servó que la vida mental está dominada por tres polaridades: sujeto-
ción: todo movimiento psíquico comienza como proceso inconsciente; objeto; placer-displacer; activo-pasivo. El yo es pasivo en relación con
en un segundo tiempo le será o no permitido llegar a la conciencia. El los estímulos externos, pero activo por medio de sus instintos”24.
inconsciente constituye un sistema distinto con leyes propias que di­ La polaridad sujeto-objeto fue designada polaridad de la reali­
fieren mucho de aquellas con las que estamos familiarizados en la dad; la segunda, placer-displacer, polaridad económica; la tercera, ac­
conciencia. Como bien recuerda Jurandir, “el inconsciente no es un tivo-pasivo, polaridad biológica, e incluye la noción de femenino-mas­
gato”, aunque tenga siete vidas21. culino.
Hasta este ensayo, empero, no encontramos formulaciones mu­ La última parte del artículo trata de la génesis del amor y el
cho más elaboradas que las que, en esencia, ya estaban presentes en odio; se puede decir que constituye el punto de partida de la teoría de
el capítulo VII de La interpretación de los sueños, más algunas de ti­ Melanie Klein. Así: “Para el «yo de placer» el mundo exterior está di­
po dinámico presentadas a propósito de Schreber. Son los cinco artí­ vidido en una parte placentera, que es incorporada al yo, y un resto
culos de 1915 los que pueden ser considerados el salto epistemo-me- extraño al yo. Al mismo tiempo, una parte es separada del propio yo,
tapsicológico de Freud. siendo proyectada en el mundo exterior y sentida como hostil”25. O
El primer artículo llevaba el título “Triebe und Triebschicksa- sea que el niño introyecta las “fuentes externas de deleite”26, al mis­
le”22, que se ha traducido como “Los instintos y sus destinos” o “Pul­ mo tiempo que proyecta en el mundo externo la tensión desagradable
siones y destinos de pulsión”. Nosotros preferimos “Las pulsiones y proveniente de sus pulsiones27.
sus vicisitudes”. La pulsión está en el límite entre lo mental y lo físi­ En un párrafo memorable, Freud habla de su aventura epistemo­
co. A partir de los Tres ensayos, es definida como representante psí­ lógica, como introducción a sus Principia metapsicológico:
quico de una fuente somática que busca un objeto para lograr su fin,
o sea la supresión de la excitación pulsional en la fuente. La pulsión, Frecuentemente escuchamos formular la siguiente exigencia:
de flujo continuo, se distingue del estímulo, que proviene de excita­ una ciencia tiene que basarse en conceptos fundamentales sim­
ciones externas discontinuas. Como ya aparece esbozado en el capí­ ples y claramente definidos. En realidad, ninguna ciencia, ni si­
tulo VII de La interpretación de los sueños, la principal función de la quiera la más exacta, comienza por tales definiciones; el verdade­
mente es dominar cualquier excitación, con el objetivo de restaurar ro comienzo de toda actividad científica consiste ... en la
el estado previo de reposo. Ese objetivo es imposible de alcanzar de­ descripción de fenómenos que a continuación son reunidos, orde­
bido a la acción constante de la pulsión, a su presión y al hecho, lue­ nados e insertados en relaciones. Ya en la descripción no se pue­
go enfatizado por la escuela francesa, de que el objeto de la pulsión de evitar que algunas ideas abstractas sean aplicadas al mate­
no es un objeto determinado, como el objeto prefigurado del instinto rial, extraídas de aquí o allá, y ciertamente no de la experiencia
animal23. actual28.

Cuatro son las vicisitudes de las pulsiones: O sea que la teoría, en su estadio de diamante en bruto, surge de

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una matriz en la que lo abstracto precede a lo concreto. Esa teoría, to­ bailo de Juanito), o un elemento que se opone directamente a aquella
davía imperfecta, condiciona la práctica para alimentarse de ella, re­ representación (formación reactiva: solicitud exagerada de una ma­
construyéndose con ella29. La teoría existe antes y después de la prác­ dre para con sus hijos). Estas consideraciones son de orden económi­
tica con la cual está ligada. De allí que: “No sólo aplicamos, a nuestro co; involucran cuestiones de cantidad, que se suman a la concepción
material de experiencia ciertas convenciones, bajo la forma de con­ dinámica anterior. Freud ofrece una definición actualizada de la me-
ceptos fundamentales, sino que nos servimos también de numerosos tapsicología: “Propongo que cuando hemos logrado describir los proce­
presupuestos complicados para guiamos en la elaboración del mundo sos psíquicos en sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos, pode­
de los fenómenos psicológicos”30 mos hablar de una presentación metapsicológica” 15. Acto seguido
El segundo artículo de la serie se titula “La represión”31. Recuér­ intenta una ambiciosa explicación metapsicológica de las tres neuro­
dese que ésta es la tercera vicisitud de las pulsiones. Cronológica­ sis de transferencia.
mente, por lo tanto, es posterior a la distinción entre el inconsciente y La parte más interesante de este denso artículo es la que se ocu­
la conciencia. Antes de ella actúan los mecanismos más simples, o pa del inconsciente como sistema. Son cuatro sus características: a)
más primitivos, considerados en el artículo anterior. No conoce la contradicción. Ideas opuestas o incompatibles conviven
Freud postula una represión originaria (o represión primaria) co­ sin influirse recíprocamente, b) En él, la condensación de ideas y el
mo primer tiempo de la operación. Esta noción ya había sido anticipa­ desplazamiento de afectos de una idea a otra se produce libremente,
da en el trabajo sobre Schreber32. La represión originaria viene acom­ c) El inconsciente no tiene una concepción del tiempo. Ideas e impul­
pañada de una “fijación” del instinto en la idea de la que se trata. La sos de épocas diferentes cohabitan en la atemporalidad de un perpe­
existencia de este tipo de represión se postula a partir de sus efectos. tuo presente, d) No tiene relación con la realidad externa, que es sus­
Una representación ulterior no puede ser reprimida si no recibe la tituida por un sentido de realidad psíquica. Cuando se desea que una
atracción proveniente de contenidos que ya son dinámicamente in­ cosa acontezca, ella simplemente acontece. Para Althusser, el incons­
conscientes. De modo que, la represión originaria es el punto de par­ ciente es eterno, cuna de las ideologías36.
tida de las formaciones inconscientes ulteriores, de las contracatexis, A continuación, son enumeradas las características del sistema
en primer lugar; ésta es la hipótesis “axiomática” básica de la teoría preconsciente, con énfasis en su efecto inhibidor sobre el libre flujo
de la represión*2. La represión originaria se distingue de la llamada del desplazamiento que ocurre en el proceso primario. Freud recuer­
“represión propiamente dicha” o “represión con posteridad” (Nach- da que “esta circunstancia llevó a Breuer a suponer dos diferentes
drángen). La represión es móvil y varía en su intensidad según una estados de la energía de catexis en la vida mental: un estado ligado
serie de factores. Una idea reprimida puede tener acceso a la concien­ “tónico”, y un estado libremente móvil en busca de descarga. En mi
cia en cierto momento, o en determinado contexto, y no en otras cir­ opinión, esta distinción representa el mayor insight que hemos
cunstancias. El mejor ejemplo es la producción onírica o, mejor aún, conseguido hasta el presente sobre la naturaleza de la energía ner­
los chistes. viosa”37.
El artículo siguiente, “Lo inconsciente”,33 es el más extenso de la La sexta parte del artículo, sobre las intercomunicaciones entre
serie y el más importante. Punto de partida: todo lo reprimido “debe los dos sistemas, tal vez sea lo más valioso de este ensayo. El incons­
permanecer inconsciente, pero conviene saber que lo reprimido no es ciente no es el sótano del alma. Al contrario, está en relación dinámi­
todo lo que es inconsciente. El inconsciente abarca más: lo reprimido ca con las otras instancias. Mejor aún: “Causa admiración que el in­
es parte del inconsciente”34. consciente de una persona pueda actuar sobre el de otra, sin pasar a
Para hablar mejor de represión y del inconsciente desde el punto través de la conciencia”38. Además, la separación entre los sistemas
de vista económico, Freud se vale del término “contracatexis”, ron el dista de ser nítida: en estados alterados, particularmente en la psico­
que designa la retirada, por el sistema Pcs, de las catexis hasta en­ sis, pueden mezclarse de un modo fortuito y hasta permutar sus ca­
tonces ligadas con una determinada representación displacentera. El racterísticas.
elemento “contracatextizado” puede ser un simple derivado de la re­ El Verbo, en el tiempo ilusorio del reloj, llega en último lugar: el
presentación inconsciente (formación sustitutiva: por ejemplo, el ca- agregado luminoso de la palabra, feliz metáfora freudiana. Como bien
señala Jones, “lo que la represión realmente efectúa en las psiconeu-
rosis es conseguir que la idea descartada no sea expresada verbal­
mente”39. Mudez de la represión.
*2. Para Lacan, que sigue a Freud en este punto, la represión primaria El siguiente artículo teórico se titula “Complemento metapsicoló-
recae sobre el deseo de la madre; en esa coyuntura, el significante nombre- gico a la teoría de los sueños”40. Este ensayo continúa con el tema de
del-padre actúa como poderosa contracatexis (Lacan, Écrits, págs. 849-50). la “prueba de la realidad”, iniciado en los “Dos principios”; se concep-

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tualiza la diferencia entre imagen real e imagen onírica, por un lado, Yo soy un individuo afligido por una desafortunada predisposi­
y entre sueño y alucinación, por el otro. El retiro del interés del mun­ ción: encuentro todo habitual y me acostumbro fácilmente a todo:
do externo, condición indispensable para el dormir, representa una después de 18 años de pisar tierra firme, me veo súbitamente
regresión a un estado prenatal, con su nido amniótico y nirvánico. transportado a la orilla de uno de los más bellos mares, y éste,
Las personas adoptan una posición fetal cuando duermen. después de dos días, me deja completamente indiferente, como si
Freud reitera el carácter egoísta de los sueños. En contraste con hubiese nacido en un barco de pescadores43.
Jung, que exalta la creatividad onírica, para Freud los sueños sólo
expresan un deseo sexual infantil y sirven para preservar el dormir. Esto es: todo cambia, nada cambia. Freud, cierta vez, le dijo a
Con todo, en este artículo se habla de la “capacidad «diagnóstica» de Marie Bonaparte: “Es la eterna inconstancia de la vida lo que la hace
los sueños”: el retiro de las catexis del mundo exterior y su investidu­ tan hermosa”44.
ra en los órganos del cuerpo permite una percepción agudizada de Volviendo a la historia, el poeta no se convence. Reflexionando
trastornos físicos eventuales. Ya vimos esto en mi flecha sobre el ca­ sobre la cuestión, Freud llega a la conclusión de que lo que pesaba en
rácter diagnóstico del sueño de la Inyección de Irma. el ánimo del joven era la “premonición del duelo” y agrega, “el duelo
Aquí Freud, basándose en los trabajos de Silberer, señala que al­ es un gran enigma”45. ¿Cuál es el enigma de ese sufrimiento? Se trata
gunos sueños admiten dos interpretaciones esencialmente diferentes: de una inversión. El duelo, inmerso en la metapsicología de la melan­
una “analítica” y otra “anagógica”; esta última busca la representa­ colía, en cierto modo anticipa la muerte. El objeto amado es siempre
ción de objetivos más elevados de la mente. Téngase en cuenta que un objeto perdido para el inconsciente que no sabe nada de la muerte
Herbert Silberer y Stekel fueron quienes destacaron la importancia personal pero vive en la inminencia de la muerte del ser querido. Na-
del simbolismo. Esta vertiente anagógica es también junguiana. sio piensa de otro modo: para él, el dolor del duelo no sería un efecto
Volviendo a los tiempos de guerra, en los que se comienza a pen­ de la separación, sino que lo provoca una sobreinvestidura de la re­
sar metapsicológicamente la muerte, Freud abre un artículo en ho­ presentación del objeto perdido. “Lo que duele en el trabajo de duelo
menaje a Goethe hablando de “una caminata de verano por la campi­ no es la ausencia del ser querido, sino el encuentro, la investidura”46.
ña sonriente con un amigo taciturno y un joven pero ya famoso En otras palabras, lo que duele es amar de nuevo, pero en la ausencia
poeta” 3. El paisaje es espléndido. El poeta admira la belleza “sin de la persona imaginaria que da sostén a ese amor. ¿Y cuál es ese
sentir alegría, perturbado por la idea de que toda esa hermosura es­ sostén? Para Nasio se trata de “nuestra propia imagen devuelta por
taba destinada a la extinción: desaparecería con la llegada del in­ el otro vivo y amado”47.
vierno, como toda la belleza humana y toda la belleza y todo el es­ La guerra como un duelo gigantesco:
plendor que los hombres han creado y crearán”41. Para el poeta, esa
inexorable transitoriedad del tiempo fugitivo les restaba valor a las La guerra despojó al mundo de su belleza. A su paso destruyó no
cosas hermosas. sólo la belleza del paisaje y las obras de arte que encontró en el
Freud disentía. En ese paseo de 1913, antes de la guerra, persis­ camino, sino también nuestro orgullo por la realización de la cul­
tía la supremacía del amor. Freud veía júbilo al final del túnel. La tura, nuestro respeto por tantos pensadores y artistas, nuestra
propia evanescencia de la flor de un día realza su belleza fugitiva. esperanza de la superación final de las diferencias entre pueblos
Por más dolorosa que sea la pérdida, ese proceso llega a su fin y en­ y razas. Maculó la altiva imparcialidad de nuestra ciencia, mos­
tonces la libido queda libre para procurarse nuevos objetos de admi­ tró nuestra vida instintiva en toda su desnudez, libertó los malos
ración. Luego, escribiendo bajo el rugir de cañones, Freud acota: espíritus que existen en nosotros. Hizo a nuestro país nuevamen­
“Una vez cerrado el período de duelo se descubrirá que la alta estima te pequeño, y al resto del mundo nuevamente distante. Nos des­
en que tenemos a las producciones de nuestra cultura no sufre con la pojó de muchas cosas que amábamos, y reveló la fragilidad de
comprobación de su fragilidad. Reconstruiremos todo lo que la guerra tantas otras que creíamos sólidas48.
destruyó, tal vez sobre una base mejor y de modo más permanente
que antes”42. El estado de ánimo contrasta con el siguiente pasaje, ya d &uerra como agente devastador que alcanza por igual al mun-
citado, del joven Freud: #¡ dose em° ^ *n*erno- Freud inicia “De guerra y muerte”49 confesán-
n ie n t ^ ^ ^ 0 ^or e* Panorama de la confrontación armada, y total­
e s * : per<**<*° en cuanto al futuro. El ensayo es una tentativa de
cuont r^FiUn rum^°» <<al menos dentro de [mí] mismo”. Pretende “dar
nada fantasear c°lapso de lo que era su visión del mundo” 50.
*3. No se ha podido identificar al poeta, pero no cuesta
que era Rilke. a va^e en el vale-todo de los tiempos de guerra. Ella es un

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agente desenmascarador (un dispositivo analizador, dirán los psicólo­ Luego, en 1915, Freud pasa a considerar la alternancia entre lo
gos sociales franceses): “El individuo ... tiene en esta confrontación normal y lo patológico. En “Complemento metapsicológico a la teoría
una terrible oportunidad de convencerse de algo que en época de paz de los sueños”57 había comparado el sueño con la alucinación; ahora,
sólo llamaba su atención de vez en cuando: que el Estado prohíbe al en “Duelo y melancolía”58, el duelo normal se aproxima a la depre­
individuo la práctica de la mala acción, no porque desee aboliría, sino sión patológica. Freud hace referencia a un interesante pero olvida­
porque desea tener su monopolio, como el de la sal y el del tabaco”51. do artículo de Karl Landauer, donde el autor relaciona la inmovili­
El Estado, ese “Gran Hermano” orwelliano, se presenta como la “Gran dad del durmiente con la rigidez catatónica59. El interlocutor de este
Cosa” escondida detrás del Destino. La lucha armada abre un foso en­ texto es sin duda Abraham. “Acabo de terminar una cosa nueva so­
tre los preceptos morales y las verdaderas inclinaciones pulsionales bre melancolía”, le anuncia Freud en febrero de 1915 a su discípulo
de los hombres. El Estado: monopolio del terror y de la muerte52. alemán60.
Los sueños de Roma, junto con Cerrar los Ojos se inscribían en el Abraham, en 1911, había escrito un artículo pionero titulado
trabajo de duelo desencadenado por la muerte de su padre. Fue nece­ “Notas sobre la investigación y el tratamiento psicoanalíticos de la
sario que pasaran cerca de veinte años para que Freud abordara teó­ psicosis maníaco-depresiva y estados afines”61. Ese ensayo parte de la
ricamente el trabajo psíquico del duelo. Conviene recordar que el año comparación entre la depresión melancólica y la neurosis depresiva,
anterior había muerto su hermano Emmanuel en un accidente ferro­ apoyándose en la sección “g” del historial del Hombre de las Ratas,
viario53. En el mismo año tenemos la ruptura con Jung. El manuscri­ que acababa de ser publicado, con las elaboraciones sobre el sadismo
to final sobre melancolía fue terminado en mayo de 1915. y el erotismo anal. Abraham se preguntaba: “¿Qué daño le hace el
melancólico al objeto con el cual se identifica?”62
La palabra melancolía viene del griego melancholia; melanos, Ése es el punto de partida del ensayo de Freud. El camino pasa
quiere decir negro, y chole quiere decir bilis, o sea bilis negra. El por el proceso identificatorio, concebido como acto canibalístico: “El
término designa un estado anormal caracterizado por irritabili­ yo desea incorporar el objeto y, de acuerdo con la fase oral o canibalís-
dad acentuada y depresión mental. tica del desarrollo de la libido en que se encuentra, lo quiere hacer
devorándolo”63.
Julia Kristeva, en su libro Sol negro: depresión y melancolía, con­ El infante autoerótico de los Tres ensayos, criatura perversa de
sidera que los efluvios de la bilis negra han pasado a ser el mal domi­ puro placer, ahora tiene dientes y se vuelve un bebé caníbal. El sadis­
nante en nuestro fin de siglo*4. Ahora bien, el tema de la depresión es mo desenfrenado lleva al melancólico a la autodestrucción y a los her­
viejo; ya aparece en la correspondencia con Fliess. La entrada más manos de la horda a asesinar al padre. Este sadismo explica la ten­
significativa la encontramos en el Manuscrito N, el mismo en que dencia al suicidio y hace de la melancolía “una enfermedad tan
Freud vislumbra el tema edípico, al definir al “Santo” como aquel que interesante y tan peligrosa”64.
sacrifica su “libertad sexual' en beneficio de la comunidad, instigado
por el “horror al incesto”54. El párrafo sobre la depresión es muy con* ¿Cómo es posible, se pregunta Freud, que un yo, cualquier yo,
densado y, según Strachey55, merece ser citado in extenso: “Los im­ con su inmensa carga narcisista de amor propio, “pueda consentir su
pulsos hostiles contra los padres (el deseo de que ellos mueran) son autodestrucción”? ¿Acaso el sujeto no “mata a la muerte”? La expli­
también un elemento integrante de las neurosis ... Dichos impulsos cación reside en el proceso identificatorio, ese mecanismo ya descri­
son reprimidos en los períodos en que despierta la compasión por los to en el Manuscrito N, que es reformulado: “El análisis de la melan­
padres — en las épocas de enfermedad y muerte. En esas ocasiones, colía enseña que el yo sólo puede matarse cuando, debido al retomo
constituye una manifestación de duelo recriminarse por la muerte © e las catexis de objeto, pasa a tratarse a él mismo como un objeto;
ellos (la llamada melancolía) o castigarse histéricamente, por me U objeto m,,6^era GS caPaz de dirigir sobre sí la hostilidad ligada con el
de ideas de retaliación, con los mismos estados [de enfermedad! <1
ellos padecieron. La identificación que se produce en esas circuns ^or e^° el suicidio puede equipararse con el amor: en ambos ca­
cias, como se ve, no va más allá de un modo de pensar que ellos u na “T <*uec*a anonadado por el objeto. La famosa fórmula freudia-
ron ...”56 ■ como ^ Soni*?ra del objeto cae sobre el yo”66, se aplica tanto al amante
Pn a 8Ulclda. En el caso del amor, tenemos una sombra luminosa;
n laLmama, centellante.
da al *a sombra del objeto perdido tiene que ser toma-
M
De la histeria
*4. Un serio rival: el ataque de pánico (Cf. Suely Rolnik eclipse E ° f ^ tra* Identificación del yo con el objeto produce un
al ataque de pánico”, Zona Erógena, XXIV, 1995). 8a fusión objeto-sujeto sólo se realiza en ciertas circunstan-

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cías. Debe haber una fuerte fijación a un objeto en particular, junto es el polo opuesto de la depresión, del mismo modo que el suicidio es­
con una catexis libidinal pobre. Esta aparente paradoja deja de serlo tá en las antípodas del amor. Estamos ante la liberación del yugo ob-
cuando se piensa en la “ambivalencia” propia de una elección de obje­ jetal; el sujeto “hambriento parte en busca de nuevas catexis de obje­
to de base narcisista. También tiene que ocurrir una regresión al to”72. Pero también está la “omnipotencia de la depresión”, bien
nivel sádico-anal, responsable de la llamada “caracterología melancó­ descrita por Althusser73.
lica”, en la que el miedo a la desdicha y la tendencia a la autodestruc- Si se comparan los artículos de Freud y Abraham, vemos que el
ción son características salientes. discípulo alemán trató la manía con mayor detalle. Fue él quien se­
Consideremos el “trabajo psíquico del duelo”. Este trabajo impli­ ñaló que, en el contrapunto maníaco-depresivo, la depresión tiene un
ca una producción del inconsciente. Así como el trabajo onírico trans­ elemento triunfal y la manía, aun en el “frenesí de libertad”, una cua­
forma el contenido latente en manifiesto, el trabajo de duelo usa el lidad de desesperanza.
desplazamiento y la condensación para metabolizar el objeto perdi- La metapsicología también sufrió su prueba de fuego: la tercera
do67. Pero, ¿cuáles son las diferencias entre el luto normal y la melan­ hoguera. Esta pira, más localizada, pero no por eso menos maníaca,
colía? No son muchas, en el sentido de que esa frontera no tiene fue encendida en 1917. Las llamas redujeron a cenizas siete de los do­
aduanas. Se trata, en parte, de un factor temporal, bien expresado en ce artículos metapsicológicos. Fueron, en realidad, seis y medio, ya
el proverbio “El tiempo cura”. Se puede decir, simplificando, que en el que sobrevivió el borrador enviado a Ferenczi sobre una síntesis de la
trabajo normal de duelo se sufre por la pérdida de un objeto externo, neurosis de transferencia. Ese fuego, lamentablemente, consumió el
mientras que en la melancolía hay una pérdida interna, por una fisu­ ensayo sobre la sublimación, pérdida lamentada por muchos.
ra del yo, una sensación de empobrecimiento interior68.
En la fenomenología del melancólico, el comportamiento del pa­ Robert Fliess, hijo de Wilhelm, afirma que “de las tres hipótesis
ciente no concuerda con el tenor de las autorrecriminaciones. Lejos de básicas del psicoanálisis -dualidad de las pulsiones, naturaleza de la
ocultar, avergonzado, su indignidad, él insiste en ella al punto de os­ libido y herencia filogenética-, esta última es la que más dudas susci­
tentarla69. Hay certeza en su incertidumbre; arrogancia en su mise- tó, incluso en el propio Freud. La denominada «fantasía filogenética»
rabilidad; homicidio en su suicidio, en la medida en que todo melan­ tiene dos supuestos. Se hereda una «disposición» -o sea, modos de ac­
cólico es un maníaco en potencia.
tuar- y se heredan «contenidos» -o sea, huellas mnémicas de expe­
Así como la paranoia es el lugar donde la proyección impera con
riencias de generaciones pasadas”74.
su brillo delirante, anunciando el ocaso del mundo, en la melancolía En 1986, Ilse Grubrich-Simitis, de pasada por Londres, revisan­
la identificación habla del aniquilamiento del objeto y de la desespe­ do la correspondencia de Freud con Ferenczi, encontró una sorpresa
ración suicida del sujeto. Son las dos principales formas de “asesinato en una vieja valija: “Un manuscrito sobre el principio de realidad de
de almas”, para hablar en schreberiano.
puño y letra de Freud, que, por el título y el contenido no conseguí re­
lacionar con ninguna de sus obras publicadas. Una pequeña carta, es­
¿Y la manía?
crita al dorso de la última página, me reveló que se trataba de un bo­
Problema de difícil elucidación. “El contenido de la manía no es rrador del decimosegundo ensayo metapsicológico”75.
diferente del de la melancolía; ambos trastornos lidian con el mismo Me imagino cómo brillaron los ojos de pirata de Ilse Grubrich-Si­
«complejo», pero en la melancolía el yo sucumbe, mientras que en la
mitis; puedo imaginar su trémulo gozo al abrir el cofre del tesoro y
manía el complejo ha sido dominado o expulsado”70. Se trata del
apropiarse del botín de ese manuscrito metapsicológico perdido.
triunfo sobre las inhibiciones del melancólico y funciona del mismo
modo que la liberación por intoxicación alcohólica. Así, “todas las an-
La carta dice:
ticatexis que el sufrimiento penoso de la melancolía había vertido so­
bre el yo, ligándolo, ahora están libres”71. 28 de julio de 1915
El suicidio es una buena introducción a la manía*5. Ésta consiste
en el triunfo del yo del paciente sobre el objeto despreciado. La manía
Estimado amigo:

Le envío aquí el borrador del [ensayo] XII, que sin duda le va a


interesar. Puede tirarlo al canasto o guardarlo. El texto final lo
*5. El máximo peligro en la internación del melancólico amenaza cuan­ sigue frase por frase ... Ahora voy a hacer una pausa, antes de
do el paciente sale de la depresión y entra en la manía (Cf. el prospecto del
Prozac). elaborar definitivamente el Cs [Consciente] y la Angustia76.

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161
En este ensayo Freud intenta completar el programa imaginado el caso de ausencia de satisfacción transforma la libido objetal en
por Ferenczi en su trabajo de 1913 sobre el desarrollo del sentido de angustia real, sino que también tiende en general a angustiarse
la realidad77, para “ordenar los tipos neuróticos de regresión en armo­ ante cualquier cosa nueva82. .*
nía con los estadios de la filogenia humana”78.
En otra carta a Ferenczi, Freud precisa el valor del hallazgo: La edad del hielo persiste, y la humanidad desarrolla la histeria
de conversión:
12 de julio de 1915
Con la continuación de los tiempos difíciles ... el hombre primiti­
Estimado amigo: vo tuvo que resignarse al conflicto entre la procreación y el placer
de procrear, lo que encuentra expresión en la mayoría de los ca­
En la preparación de “Neurosis de transferencia: una síntesis”, sos típicos de histeria. Los alimentos no eran suficientes para
me ocupé de fantasías que me perturban y que difícilmente re­ permitir el crecimiento de las hordas primitivas, y las fuerzas
sultarán en algo para el público. Por tanto, observe: dispuesta humanas eran insuficientes para mantener vivos a los desampa­
por orden cronológico de aparición, existe una secuencia relacio­ rados. La matanza de recién nacidos ciertamente encontró resis­
nada con trastornos singulares, cuyo curso es el siguiente: tencias en el amor, particularmente de las madres narcisistas.
En consecuencia, la limitación de la procreación humana se vol­
Histeria de angustia - Histeria de conversión vió un deber social. Las satisfacciones perversas, que no llevan a
Neurosis obsesiva - Demencia precoz la procreación, escaparon a las prohibiciones, lo que promovió
Paranoia - Melancolía-Manía79 una cierta regresión a la fase de la libido anterior a la primacía
de los genitales. La prohibición tenía que afectar a las mujeres
Las respectivas disposiciones libidinales siguen en general la di­ más duramente que a los hombres, menos preocupados por la
rección inversa, de modo que en las primeras la fijación se locali­ consecuencia de la relación sexual. Esa situación corresponde a
za en las fases tardías del desarrollo, y en las últimas, en fases las condiciones de la histeria de conversión83.
precoces ... En contrapartida, parece que esa secuencia repite fi-
logenéticamente una evolución histórica. Lo que hoy son neuro­ Vemos entonces que la histeria de angustia y la histeria de con­
sis, han sido fases del estado de la humanidad80. versión, que fueron las soluciones creativas del hombre frente al hie­
lo, ocurren fuera del ámbito de la palabra*6:
La fantasía que perturba a Freud se desarrolla de la siguiente
manera. Al principio, en silencio. Mientras macho y hembra mante­ De la sintomatología [de la histeria de conversión] deducimos
nían contacto con regularidad sexual, la palabra no era necesaria. La que el hombre aún no poseía el habla cuando, vencido por la ne­
regularidad sexual estaba asegurada por el olfato, que le permitía al cesidad, se impuso limitaciones procreativas, por lo tanto aún no
macho reconocer el período de fertilidad de la hembra. Esa etapa de había erigido el sistema Pcs por sobre el Ies84.
la filogénesis se caracteriza por un verdadero equilibrio ecopsíquico
que dispensa de la palabra. Tal situación paradisíaca se vio conmovi­ De allí que Berlinck concluya: “Es necesario observar que la his­
da por los trastornos glaciares que pusieron en riesgo la sobreviven­ teria de angustia y la histeria de conversión quedan ontogenética y fi-
cia de la especie. En ese período traumático apareció la histeria iogenéticamente fuera del ámbito de la palabra. Por eso, aunque todo
angustia81: ^atamiento psicoanalítico sea una talking cure, es absolutamente ne­
cesario que la escucha del psicoanalista supere en mucho la audición
... bajo la influencia de las privaciones impuestas por el ^eseIJ ^ e relato para que haya psicoanálisis”85.
denamiento de la era glaciar la humanidad en general se
angustiada ... La angustia real ante cualquier hecho n u e v o t _
ba plenamente justificada. La libido sexual, con todo, no ^
de inmediato sus objetos, por supuesto que h u m a n o s ,
*6 p
comprende que el yo, amenazado en su existencia, aca a ge ca- la c t •j tra parte» Masud Kahn sitúa en esta fase preverbal -ontogéni-
sistiendo de su catexis objetal. Manteniendo la libido en ^ 0¿je- reconocf> *ada h*steria. Para él hay “una insuficiencia de la madre en
transformó en angustia real lo que antes había sido i * en teacuno^i ^iuf^S^a?er las necesidades del yo del niño (Masud R. Kahn. “La
tal. Vemos, pues, en la angustia infantil, que el niño, no e ystérique”, Nouvelle Revue de Psychanalyse, X, 1974, pág 151).

162 163
Freud continúa: silusión sobre lo leído. “Tengo la impresión -admite Freud un mes
más tarde- de que acompañamos a los psicolamarckistas, como por
Después de haber desarrollado habla e inteligencia en la dura es­ ejemplo Pauly, y de que poco de nuevo tendremos realmente que de­
cuela de las eras glaciares, los hombres formaron la horda primi­ cir. Sea como fuere, el psicoanálisis entregó su tarjeta de visita a la
tiva con las prohibiciones del padre primitivo, mientras que la vi­ biología”92.
da libidinal tenía que seguir siendo agresivo-egoísta. Contra ese Freud y Ferenczi, en tiempos de guerra, estaban tejiendo una
retorno se defiende la neurosis obsesiva. Las neurosis siguientes “utopía iluminista”93. Lamarck y la Filosofía zoológica quedó en el
pertenecen a la era nueva y fueron adquiridas por los hijos. tintero, pero el psicolamarckismo reaparece con fuerza en las especu­
Ellos fueron llevados, en primer lugar, incluso a renunciar al ob­ laciones de ambos hombres. Thalassa es, tal vez, su máximo expo­
jeto sexual, eventualmente a través de la castración, privados de nente. La publicación de este ensayo demoró nueve años. Ferenczi re­
toda libido: demencia precoz. memora: “Estas ideas se cristalizaron poco a poco en una teoría
Expulsados por el padre, aprendieron a organizarse sobre una ontogenética y filogenética, que tuve ocasión de exponerle personal­
base homosexual. Contra eso se defiende la paranoia. Finalmen­ mente al Profesor Freud en 1915, cuando él vino a visitarme en mi
te subyugaron al padre, superándolo por identificación, triunfan­ cuartel en Papa”94. Thalassa, por lo tanto, es el doble de la “fantasía
do sobre él, y quedando en duelo por él: melancolía-manía86. filogenética”; comparte la “belleza de la aventura del vuelo especula­
tivo de la mente, la reconstrucción genial de un drama prehistórico
Se trata de una gran fantasía filogenética. Empresa especulativa de la humanidad”95. Esa obra queda como testimonio de la fascina­
de alto vuelo. Si buscamos la fuente de esta fantasía, la encontramos ción que ejercían sobre Freud y Ferenczi las excursiones metapsicoló-
en los tiempos de la Ictiosaura, en el País del Lías de su adolescencia; gicas-metabiológicas del pensamiento*7.
el proceso continúa en los campos de hongos de Aussee, donde pide a En esta fantasía biogenética, “Ferenczi postula una tendencia
Fliess que le transmita el misterio de los “animales inferiores”, sigue regresiva permanente que opera en el psiquismo con el objetivo de
en el dominio del padre primitivo y su horda en Tótem y tabú, y pos­ restablecer una situación comparable con la vida intrauterina, aso­
teriormente se perpetúa en Más allá del principio de placer, para el ciada a una tendencia regresiva más radical cuyo objetivo sería el
gran finale de Moisés y la religión monoteísta. y retorno a la paz inorgánica”96. Esta “regresión thalássica” permite
En ese itinerario es interesante una carta a Pfister en la que, percibir la influencia del “Proyecto Lamarck”; por ejemplo, cuando
una vez más, se admira: “Puedo imaginar que hace millones de años, Ferenczi interpreta los símbolos “como vestigios históricamente im­
en el Triásico, todos los grandes odentontes y saurios se enorgulle­ portantes de hechos biológicos «reprimidos»”.
cían de la raza de los reptiles y contemplaban el futuro sabe Dios con En contrapunto, mientras Freud dice que la finalidad de la vida
qué expectativas de porvenir grandioso”87. Pero, en la carrera de pos­ es la muerte, Ferenczi proclama que deberíamos abandonar la cues­
tas por la supremacía planetaria, el bastón de un futuro grandioso tión e imaginar todo el universo orgánico e inorgánico como un vaivén
pasó de los dinosaurios al hombre, esa especie histérica y angustiada. incesante entre las tendencias de vida y muerte, en el que ni la muer­
Como tenía que ser, Tótem y tabú es mencionado en este ensayo te ni la vida llegan a reinar exclusivamente97.
en el que se habla de la “transmisión hereditaria de disposiciones Ferenczi, delineando el itinerario de los impulsos genitales has­
psíquicas, las cuales, no obstante, necesitan para reactivarse un cier­ ta la tendencia a la regresión “thalássica” (“thalassa” significa mar en
to impulso de vida”88. O sea que entra en escena Lamarck. Aquí, aun griego), creó un nuevo método científico que denominó “bioanálisis”,
más que en Tótem y tabú, la tesis lamarckiana es obstinadamente en el dominio de la metabiología*8.
defendida. Toma forma la idea de una obra conjunta sobre lamarckisr
mo y psicoanálisis. Así, en 1916, Freud escribe: “Desocupado n0p°?~
sigo sentirme bien, de allí que nuestro pretendido trabajo «L y Fs
me vino de súbito a la mente como algo promisorio y rico en con e
d . esos tiempos, después del Leonardo, los discípulos de Freud pro-
do ...”89. Ferenczi confirma “el plan común de trabajo”90 y V Una serie de ensayos poético-especulativos, como el trabajo de Fritz
mer día del año 1917 recibe un esbozo que detalla la lectura de1 «Afr€ 8 Llu-V0 subtítulo era “Poema del mundo primitivo”, y el interesante
losofía zoológica, la obra que inició el desarrollo de una c^ - 0 i* vn macluinÍ8moMde Hanns Sachs (Revista Argentina de Psicoanáli-
sis
científica del origen de las especies. Sigue un incesante i n t e r c a
*8 S I 3-' páes- 167-98).
de cartas para la elaboración del proyecto91. . . coJnen- ción cor recienternente ha resurgido el interés por la metabiología, en rela­
E1 ímpetu inicial, empero -según Ilse Grubrich-Simitis ^ je- mer i <*qaa aventura “genoménica” (Cf. Uillusion métabiologique, Gerard Hu-
zó a amainar. Dificultades de acceso bibliográfico, más una ci * AyJ4>París, PUF).

164 165
De acuerdo con el bioanálisis, el impulso sexual, que tiene como ción”, en su intensidad plena, sólo se podía concebir a través de meca­
propósito depositar el espermatozoide en el útero, también participa nismos biológicos y heredo-genéticos, en el “rastro de la memoria filo-
del acto de retomar a éste. Aquí el útero simboliza el mar, en el cual genética de los tiempos primitivos de la familia prehistórica, cuando
se originó toda la vida. el padre celoso realmente extirpaba los genitales del hijo...”100.
No se trata de un “retomo” a Lamarck, con quien la Historia ha Aquí tenemos el retorno de lo reprimido: en este caso reaparece
sido injusta. A comienzos del siglo XIX, el estudio sistemático de las la vieja teoría de la seducción en la histeria. Freud la retrotrae a la
plantas estaba muy adelantado. Los hombres de ciencia habían perci­ Edad del Hielo, transfiriendo la dimensión ontogenética a la filogené-
bido lo que Linneo denominó “la profundidad del pasado”. Se inicia tica. “Vista así, la vertiente psicolamarckista de la metapsicología es
entonces una clasificación de los fósiles siguiendo las variaciones de como un eslabón que ayudó a Freud a salvar el «abismo entre la psi­
los planos de organización anatómica de las especies. Ante estos estu­ cología individual y la de las masas», y también el abismo entre el ser
dios, dos teorías entran en pugna. Por un lado, el brillante Cuvier, humano y el animal, pues él veía en la herencia arcaica del homo sa­
dandy de la Sorbona profesa, de acuerdo con el discurso bíblico, que piens algo análogo a la dotación instintiva de los animales.”101
las especies son inmutables. Desaparecen con las grandes catástrofes En los tiempos en que Freud escribía su borrador “Neurosis de
de la naturaleza. La otra teoría, defendida por Lamarck, hace descen­ transferencia: una síntesis”, tanto Ferenczi como Abraham compar­
der las especies vivas de antepasados comunes, más simples, que, por tían esa posición. Jung, por su parte, comparaba sus arquetipos con
la presión del medio, fueron transformándose, dando origen a nuevos los instintos de los animales y los consideraba fijados por la herencia
seres. La primera forma de pensar era creacionista; la segunda, evo­ genética.
lucionista. Finalmente, esa actitud freudiana de cerrarse a las críticas sobre
Las teorías de la evolución, todas ellas, postulan que las formas la teoría de Lamarck parece hoy en día reivindicada por los revolucio­
vivas se transforman con el correr del tiempo. Hombres como Buffon, narios descubrimientos de la genética molecular que sólo comenzaron
Goethe y Erasmo Darwin, abuelo de Charles, pensaban de ese modo en los años 40 del siglo XX102. En efecto, la biología molecular está re­
en el siglo XVIII. Tanto Jean-Baptiste Lamarck como Charles Dar­ flotando el lamarckismo, en la medida en que las últimas investiga­
win hicieron de esta idea un sistema general, buscando pruebas en la ciones han comprobado que las proteínas tienen “memoria” y se pos­
naturaleza. Ambos pensaban y escribían con los conocimientos de su tula una genética inmediatista.
tiempo. No debemos olvidar, con todo, que Freud, en este texto, se apoya
En los cincuenta años que corren entre las teorías de Lamarck de mucho más en Darwin que en Lamarck. Aquí tenemos la teoría de la
1809 y El origen de las especies, de Darwin, publicado en 1859, se recapitulación darwiniana y también la “lucha por la vida”, así como
produjo una revolución en el reino de la biología. Baste recordar que la teoría de la horda primitiva. Por otra parte, como lo señala Ber-
en el tiempo de Lamarck aún se creía en la teoría de la “generación linck, a partir de este trabajo, “Freud va desarrollando una nueva
espontánea”; esto es, que bichos como las larvas nacían del limo de concepción del alma, según la cual el contenido del ello es filogenéti-
los pantanos. La embriología, demás está decirlo, no existía. El hecho co. Dice que el inconsciente del ello no es consecuencia de una repre­
es que a Lamarck no lo leyó su generación, ni la siguiente. Cuando sión resultante de un trauma ontogenético que puede ser recordado,
fue descubierto, gracias a la obra de Darwin, el lamarckismo era ob­ sino que está constituido por contenidos no incluidos en el registro de
soleto, , os recuerdos, aunque forman parte de una extraña y misteriosa me-
Lamarck fue considerado un sabio maldito y murió Pobre ,^ nioria de la especie que se inscribe biológicamente y que se manifies-
abandonado. De él sólo queda un monumento, en un rincón olvidado a ontogenéticamente en la repetición”103. De esa manera nace la se-
del Jardín des Plantes, donde sus hijos grabaron la siguiente inscrip­ HNUa de las construcciones en psicoanálisis.
ción: “La posteridad te admirará, ella te vengará”. «J
Interesa consignar que, no obstante las críticas que la ^e0I? a
Lamarck había recibido mientras tanto, Freud se aferró a ella a
el final. Continuó insistiendo, tanto en el texto póstumo Esquema NOTAS
psicoanálisis (1938) como en su Moisés, en “que la herencia
del hombre no solamente incluye disposiciones, sino también coneg»99.
dos, vestigios de m em orias y vivencias de generaciones anterior Sigmuru?1^ * w!reUC* a ^ iess del 13 de febrero de 1896, Correspondencia
¿Por qué sem ejante testarudez? Según Ilse Grubrich-Sim itis, e ^ cQ_ r°, Imago pág i WUhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei-
mo dejó traslu cir algunas de sus r a z o n e s ". El psicolam arc 1S c a ­
3' SEjUdLFl eU.d,-® *!“ “ del 17 de octubre de 1896, ibíd., pág. 217.
m o maximilza d or” . Así, el “terror patogéno de la am enaza de Pags. 153-61.

166 167
••

4. K. Abel, Uber den Gegensinn der Urworte (1885), Sprachwissenschaf- 41. SE, XIV, pág. 305.
tliche Abhandlungen. 42. SE, XIV, pág. 307.
43. Carta de Freud a Silberstein del 5 de abril de 1876, Lettres de jeu-
5. Carta de Freud a Ferenczi del 22 de octubre de 1909, Sigmund Freud-
Sandor Ferenczi, Correspohdance, 1992, París, Calman-Levy, pág. 93. nesse, 1990, París, Gallimard, págs. 189-90.
6. SE, IV, pág. 318. 44 . Citado por Ernest Jones, op. cit., II, pág. 371.
7. Ferdinand de Saussure, Cours de linguistique générale, París, pág. 45. SE, XIV, pág. 306.
108. 46. J. D. Nasio, “El dolor del duelo”, Psicoanálisis francés contemporá­
8. SE, XI, pág. 158. neo. Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, 1987,
9. Carta de Freud a Abraham del 4 de mayo de 1905, A Psychoanalytic XIV, pág. 194.
Dialogue: the Letters of Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926, 1965, 47. Ibíd., pág. 195.
Nueva York, Basic Books, pág. 221. 48. SE, XIV, pág. 307.
10. SE, XIV, págs. 222-35. 49. SE, XIV, págs. 275-301.
11. SE, XIV, pág. 222. 50. Edna Matosinho de Pontes, “Freud e a violéncia da guerra”, Percur-
12. SE, XIV, pág. 70. so, 1991, Año III, N° 7, pág. 32.
13. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­ 51. SE, XIV, pág. 284s.
ro, Imago, II, pág. 193. 52. Edna Matosinho de Pontes, Edna, ibíd., pág. 32.
53. Didier Anzieu, A auto-análise de Freud e a descoberta da psicanálise,
14. Carta de Freud a Abraham del 4 de mayo de 1915, A Psychoanalytic
Dialogue: the Letters of Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926, pág 1989, Porto Alegre, Artes Médicas, pág. 116. 1
220. 54. Manuscrito N, Correspondencia Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, pág.
15. Carta de Freud a Ferenczi del 18 de febrero de 1915. 253.
16. Carta de Freud a Ferenczi del 18 de abril de 1915. 55. SE, XIV, pág. 240.
k /> t i __________________ : a. a m n _______Ji M^^ Cm*~
r un J ÍíV/i»#/■/-H/>1h o í wn i o QQ
17. Abram Ecksterman, en Ilse Grubrich-Simitis, Sigmund Freud, Neu-
rose de transferencia, urna síntese, 1987, Río de Janeiro, Imago, pág. 131. pág. 251.
18. SE, XII, págs. 218-225. 57. SE, XIV, págs. 219-236.
19. Carta de Freud a Jung del 19 de junio de 1910, Freud-Jung, Corres­ 58. SE, XIV, págs. 241-59.
pondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 388. 59. K. Landauer, “Spontanheilkung und Katatonie”, Int. Zeitung Psy-
20. SE, XII, págs. 260-6. choanal., II, pág. 441.
60. Carta de Freud a Abraham del 18 de febrero de 1915, A Psycho­
21. Alain Jurandir, Lacan y la filosofía, 1992, Buenos Aires, Nueva Vi­
sión, pág. 21. analytic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-
22. SE, XIV, págs. 117-40. 1926, pág. 211.
61. Karl Abraham, Teoría psicanalítica da libido, 1970, Río de Janeiro,
23. Jacques Lacan, Les quatre concepts fondamentales - Séminaire XI,
1964-5, 1973, París, Seuil. Imago, pág. 32.
24. Ernest Jones, op. cit., pág. 320. jl 62. Carta de Abraham a Freud del 31 de marzo de 1915, A Psychoanaly­
25. Ibíd tic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, pág. 217.
26. Ibíd. 63. SE, XIV, págs. 249-50.
27. José Bleger, Simbiosis y ambigüedad, 1971, Buenos Aires, Paidós. 64. SE, XIV, pág. 252.
28. SE, XIV, pág. 117. 65. Ibíd.
29. Claude Le Guen, A dialéctica freudiana, 1991, San Pablo, Escuta,
pág. 22.
30. SE, XIV, pág. 117.
-
'iJM|
tSSíSSXu cor,. * » t . IM . H
31. SE, XIV, págs. 141-158. 9 2 68. Melanie Klein, “Mourning and ^
32. SE, XII, pág. 71. ve States”, 1940, The Writings o f Melanie Klein, I, P g •
33. SE, XIV, págs. 166-215. ¡ 69. Ernest Jones, op. cit., pág. 331.
34. SE, XIV, pág. 173. 70. SE, XIV, pág. 254.
71. Ibíd.
35. SE, XIV, pág. 181. ■
72. SE, XIV, pág. 255.
36. L. Althusser, “L’idéologie et les appareils idéologiques de l’Etat ,
Pensée, 1970. j 73. Louis Althusser, O futuro dura muito tempo, San Pablo, Companhia
d*s Letras, pág. 129.
37. SE, XIV, pág. 188. i
38. SE, XIV, pág. 193. Robert Fliess, Erogeneity and Libido, Some Adenda to the Theory o f
J ,p ’cho8exual Development o f the Human, 1956, Nueva York, Inter. Uni-
39. Ernest Jones, op. cit., II, pág. 327. j versity Press, náes. 8-9
40. SE, XIV, págs. 222-236.

169
168
75. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 8.
76. Ibíd.
77. Sandor Ferenczi, Stages.in the Deuelopment ofth e Sense o f Reality,
1913, Londres, Hogarth Press, 1954, pág. 236.
78. S. Freud, Neurose de transferéncia: urna síntese, 1985, editado por II-
se Grubrich-Simitis, 1987, Río de Janeiro, Imago, pág. 72.
79. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 89. CAPÍTULO 44
80. Ibíd.
81. Manoel Tosta Berlinck, “Fungáo e campo da transferéncia na psica- CORAJE, CASIMIRO
nálise”, 1993, original inédito.
82. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 75.
83. Ibíd., pág. 76. Abraham brillaba como la mayor atracción en la Capital de la
84. Ibíd. Psiquiatría. Serio, sobrio, seguro, era un analista formidable.
85. Manoel Tosta Berlinck, ibíd. Grant Alian, hijo de Abraham, cuenta una anécdota que caracte­
86. Ibíd., pág. 90.
riza muy bien la actitud “quirúrgica” de su padre en los momentos de
87. Carta de Freud a Pfister del 7 de febrero de 1930, Correspondance de
decisión. En 1921, Edward Glover, paciente de Abraham, lo acompa­
Sigmund Freud avec le pasteur Pfister, 1967, París, Gallimard, pág. 192.
88. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 78. ♦ ñó a los Alpes austríacos. Cierta noche, un alpinista se fracturó una
89. Carta de Freud a Ferenczi del 22 de diciembre de 1916. pierna durante una avalancha, y fue llevado al chalet donde ellos
90. Carta de Ferenczi a Freud del 28 de diciembre de 1916 pernoctaban. Abraham y Glover -este último cirujano- decidieron
91. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 105. que era preciso amputar inmediatamente. Abraham permitió que su
92. Carta de Freud a Ferenczi del 28 de enero de 1917. hijo de 14 años presenciara la operación, diciéndole que apretara los
93. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 90. dientes1.
94. Sandor Ferenczi, “Thalassa, ensaio sobre a teoria da genitalidade”, Otra historia alpina: Abraham había contratado a dos guías para
Obras completas, III, 1924, San Pablo, Martins Fontes, pág. 255. escalar una alta montaña. Llevaban carne para un asado al fin del
95. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 107. día. Cuando llegaron a la cima, descubrieron que la carne estaba po­
96. Elisa María de Ulhóa Cintra, “Thalassa: matriz de hipóteses kleinia- drida. Aun así, hambrientos, la cocinaron y la comieron mientras se
nas”, Percurso, 1993, San Pablo, VI, N° X, pág. 60.
alentaban diciéndose uno a otro: “¡Coraggio Casimiro!” La expresión
97. Sandor Ferenczi, ibíd., pág. 310.
Coraggio Casimiro aparece repetidas veces en la correspondencia con
98. SE, XXIII, pág. 98. •V
99. Ilse Grubrich-Simitis, op. cit., pág. 111. Freud, en los momentos en que había que levantar los ánimos.
100. SE, XXIII, pág. 117n. Karl Abraham nació en 1877, en la ciudad de Bremen, cerca de
101. SE, XXIII, pág. 153. los pantanos que fascinaron a Jung. El menor de dos hijos de un pro­
102. André Langaney, “Fugue á deux voix pour une théorie*, La quere­ fesor judío de origen hanseático cursó el Gymnasium demostrando un
lle: Vévolution, 1991, pág. 6 . interés precoz por la filología y la lingüística, lo cual hizo de él un po­
103. Manoel Tosta Berlinck, ibíd. lígloto; hablaba fluidamente inglés, español e italiano, y de modo to­
lerable danés, holandés y francés. Sorprendió a sus colegas, en el
Congreso Psicoanalítico de La Haya, al dirigirse a la audiencia en ve­
tusto latín2.
A los 19 años entró en la Escuela de Medicina de Wurzburgo, don­
de se interesó por la embriología, tema básico de su tesis de posgrado
de 1901. Allí comenzó su dedicación a la psiquiatría. Fue importante
para la historia del psicoanálisis que el “primer psicoanalista alemán”,
como Freud lo llamaba, hubiera pasado seis años de práctica intensiva
en sanatorios mentales. Ya recibido, consiguió su primer puesto como
fuédico en el hospital estatal de Dalldorf, cerca de Berlín, donde traba-
J durante cuatro años. Luego pudo ubicarse en el Burghólzli3. Allí to-
“Sob°ntaC^ C°n ^°S ^ra^aj° s de Freud y, en 1907, le envió un artículo,
dem ^ *a s^ 1^lcacidn de los traumatismos sexuales infantiles en la
encía precoz”, junto con una carta (que se ha perdido). En la res-

170 171
puesta, Freud subraya su placer por el hecho de que ese joven psiquia­ cían sus primeras armas, tuvo un impacto más promocional que so­
tra -a diferencia del Príncipe Heredero- fuera directamente al aspecto cial: generó una imagen favorable del psicoanálisis en la opinión pú­
sexual del problema. En una segunda carta, mucho más extensa, el blica. Otto Fenichel, entonces analista debutante, haciendo un balan­
Profesor aborda la cuestión de la sexualidad en la etiología de las psi­ ce en ocasión del décimo aniversario del Instituto, informa que en esa
cosis4. Al poner a disposición de un desconocido esas reflexiones hasta década la clínica había atendido a cerca de dos mil consultantes, entre
entonces inéditas, Freud no sólo desea estimular a un colega joven. los cuales más de 700 habían sido derivados a psicoanalistas. Entre
Abraham, disponiendo del mismo material patológico que Jung, po­ los casos tratados se consignaron 111 curas. Esa “filantropía” en reali­
dría esclarecer la demencia precoz desde un punto de vista propia­ dad demuestra la ineficacia del psicoanálisis como agente terapéutico
mente psicoanalítico (mientras que el suizo, en el Congreso de Salz- social directo. ¡Ciento once curas en 10 años, 11 curas por año!
burgo, había presentado la tesis de un factor tóxico). El Instituto de Berlín estableció un programa de formación que,
En el mismo mes, Abraham hace conocer a Freud sus planes pa­ con pocas variantes, ha llegado hasta nuestros días, basado en tres
ra el futuro: “Voy a dejar Zurich y al mismo tiempo pienso abandonar requisitos: análisis personal, supervisión y seminarios teórico-prácti-
el trabajo psiquiátrico en el hospital. Las razones son obvias. Como cos centrados en el estudio de la obra de Freud. Estos requisitos en­
judío en Alemania y extranjero en Suiza, no he conseguido ninguna traron en vigor en el Instituto de Berlín a partir del Congreso de Bad
promoción en los últimos siete años. Intentaré por lo tanto iniciar mi Hombug en 1923. El análisis didáctico debía durar por lo menos un
práctica privada como especialista en enfermedades nerviosas y men­ año.
tales”5. Berlín fue el punto de partida de analistas ingleses, húngaros,
Interesante la respuesta de Freud, escrita dos días después: franceses, españoles y suecos que llevaron la palabra freudiana a sus
“Desde ya, usted tiene todas mis simpatías en su intención de labrar­ países: Glover y Balint a Londres; Odier, analizado por Alexander, a
se un nuevo camino y, en lo posible, desearía darle una mano. Si mi París; Heinz Hartmann, analizado por Radó, a los Estados Unidos; el
gran amistad con el Dr. Fliess subsistiera, la vía estaría abierta, pe­ español Ángel Garma, oriundo de Bilbao, analizado por Reik, a Bue­
ro, desgraciadamente, ese camino está bloqueado por completo”6. nos Aires. En esa época todos los caminos pasaban por Berlín, para
Luego veremos que el destino, siempre irónico, quiso que Abra­ refluir sobre el mundo entero.
ham y Fliess estuviesen juntos para cerrar el último acto en la vida Berlín, que otrora había sido de Fliess, ahora era la ciudad de los
del “primer analista alemán”7. dinámicos Abraham, Eitingon y Sachs. La segunda generación avan­
Abraham se interesaba por las psicosis. Después de su trabajo za y Freud siente que está envejeciendo: “El 8 de mayo de este año re­
sobre la demencia precoz, presentado en el Congreso de Nuremberg, pentinamente di un paso en dirección a la verdadera vejez. Desde en­
en 1911 escribe su primer gran trabajo teórico, “Notas sobre la inves­ tonces el pensamiento de la muerte no me ha abandonado, y a veces
tigación y el tratamiento psicoanalíticos de la locura maníaco-depre­ tengo la impresión de que siete de mis órganos internos están compi­
siva y estados afines”8. Puede considerarse que este ensayo fue el tiendo entre sí por el honor de poner fin a mi vida. Nada justificó ese
punto de partida de “Duelo y melancolía”. Este tema es retomado paso, salvo el hecho de que Oliver se despidió ese día al partir para
cuando Abraham comienza a esbozar un cronograma del desarrollo Rumania. Todavía no sucumbí a esta hipocondría; la encaro fríamen­
de la libido, tal como aparece en su artículo “Breve estudio del desa­ te, tal como tejo las especulaciones de Más allá del principio de pía-
rrollo de la libido a la luz de los trastornos mentales”9. cer”11.
Ya antes de la guerra, Abraham había empezado a destacarse en­ Carta extraña, si pensamos que fue escrita en 1921, esto es, an­
tre los discípulos de la primera generación. La pieza clave era la clíni­ tes de la eclosión del cáncer. ¿Y por qué “siete órganos”?
ca montada por él, Emst Simmel y Max Eitingon en 1920, financiada ¿Por qué siete?
por este último. El plan de la policlínica surgió en 1918, en el Congre­ Para Freud, ese número era el primero de una serie antiquísima,
so de Budapest. En esa ocasión, Freud hizo un llamado que puede con­ y traía mala suerte. Punto que merece una digresión. En cierta opor­
siderarse utópico: “Algún día -d ice- la conciencia de la sociedad des­ tunidad, Abraham se había interesado por el número siete,12 y Freud
pertará para recordar que los pobres tienen el mismo derecho a la le escribió:
asistencia social que a la asistencia quirúrgica salvadora, y que JaS
neurosis amenazan tanto la salud del pueblo como la tuberculosis”1 • Pongo a su disposición una idea de mucho valor, sobre la cual no
El policlínico berlinés y el Instituto a él asociado fueron la prime­ puedo emitir juicio dada mi ignorancia ... Mi idea se origina en
ra materialización de ese raro momento filantrópico de Freud. L a el una observación relativa a la historia de Asiria, de que 19 era
nica era gratuita; la atendía la primera camada de “candidatos . Lsa también uno de ios números sospechosos, lo que se explica con
asistencia a la población careciente, práctica en la que los j ó v e n e s a referencia a la duración del mes, por la ecuación 30 + 19 = 49, o

173
sea 7 por 7. Pero 19 = 13 + 6, el comienzo de una cuarta serie de amigdalectomía. Hilda recuerda que su padre, en la época, “no habló
6 1. Este sistema de seis sería, por consiguiente, preastronómico. de angustia de castración, tal vez por tratarse de una niña...”17.
Se debería investigar lo que se conoce sobre tal sistema, del cuai Además de este análisis casero, Abraham atendía niños en su
quedan muchos residuos aún hoy (docenas, gruesas, la división clientela privada. En 1913 publicó Efectos psíquicos resultantes de
del círculo en 360 grados). Además, es notable que muchos núme­ la observación de las relaciones sexuales de los padres, sobre dos ca­
ros primos surjan en esa serie: sos: una niña de 9 años y un niño de 12 años. Como señalan los
Geissmann: “Parece ser que los analistas de esa época no encontra­
1 7 13 19 25 es una excepción, pero viene seguido de ban inconvenientes prácticos o teóricos en analizar niños"18. Aquí
31 37 43 49, que es nuevamente 7 por 7 consignamos la experiencia de Jung y su hija Agathli y de Ferenczi
con el pequeño Arpad. Los obstáculos aparecieron más tarde. A
Con los números se pueden hacer las cosas más locas, por lo tan­ partir de 1920 el análisis infantil se problematiza, mejor dicho, se
to, sea cauteloso. politiza.
Alix Strachey la llama “Hug-Hell" (abraza infierno)15*.
Suyo, cordialmente Comentando su libro, lo juzga “una montaña de sentimentalismo
que en última instancia apunta a dominar a por lo menos un ser hu­
Freud13. mano: su propio hijo [aquí se equivoca: se trata de Rolf, el sobrino].
Sinceramente, estimo que un libro de ese tipo puede hacer más mal
Ya que hablamos de números, sería bueno preguntar qué sucedió que bien o les da a padres y profesores una nueva arma. Ahora que
ese 8 de mayo, además del viaje de Oliver a Rumania. Freud acababa saben que los niños se masturban, tienen fantasías y cosas por el es­
de cumplir 65 años y, en el día de la carta a Abraham, también le es­ tilo, quedan con el ojo más avizor para interferir"20.
cribió a Jones: “El 6 de mayo Eitingon vino y me regaló un busto de Melanie Klein, por su parte, la desprecia. En sus notas autobio­
bronce que conozco muy bien ..."14, un busto de él mismo. Los bustos gráficas tenemos la siguiente entrada: “La Dra. Hug-Hellmuth esta­
de bronce -como las placas de mármol- hablan de muerte, y no es de ba practicando análisis de niños en Viena en esa época, aunque de
extrañar que, en esa misma carta, Freud recuerde otra escultura, “la una manera muy limitada. Ella evitaba dar cualquier interpretación,
de Moisés, ese hijo ilegítimo"15 al que él estaba a punto de reconocer. aunque utilizaba material de juego y dibujos. Nunca pude tener una
idea clara de lo que estaba haciendo... Hug-Hellmuth no analizaba
Se puede decir que Berlín fue la cuna del psicoanálisis infantil, niños menores de seis o siete años. Me parece que no es presunción
con la figura de Melanie Klein. También puede decirse que Abraham, mía decir que yo introduje el análisis de niños en Berlín”21.
junto con Freud, fue el abuelo de lo que en esa época se denominaba Angela Graf-Nold sugiere que Hug-Hellmuth fue elegida por
paidoanálisis. » Freud como representante del psicoanálisis infantil en razón de su
Después de leer el caso de “Juanito”, Abraham comenzó a obser­ desmedida fidelidad y de su “ortodoxia absoluta”22. Graf-Nold traza el
var a su hija Hilda con ojos de analista. Ella tenía poco más de dos perfil de una gran “repetidora", incapaz de pensamiento propio. Así
años. El padre realizó un análisis regular y sistemático, a partir de pasó a la historia como replicante fiel y sin brillo, una caricatura de
los 6 años y medio, durante un par de meses, noviembre y diciembre Anna Freud. Lo que es injusto.
de 1913.'Las sesiones consistían en paseos cotidianos. En la primera En 1991, Maclean y Rappen, discípulos de Roazen, publicaron
de ellas, el padre explica por qué proponía ese tratamiento en “[su] una historia tauskiana, en la que Hug-Hellmuth es pintada con colo­
condición de médico". La niña le cuenta sus miedos: miedo a los mo­ res más vivos23.
nos, al fuego y, principalmente, a los gigantes. El padre, pensando en Hermine Wilhelmina Ludovika Hug nació en 1871, en cuna trá­
Juanito, le interpreta que no existen gigantes, y que ella temía a los gica, valga el término, para dar énfasis a la fatalidad que envolvió
hombres. En la segunda sesión, Hilda se niega a “pasear", y el padre su vida y la de su hermanastra Antonia. Hijas de un militar (legíti­
anota: “Resistencia"16. El analista, como cuadraba al “padre de Mela­ ma una, bastarda la otra), pertenecían a una antigua familia de no-
nie Klein", analiza la transferencia negativa (“el hombre malo soy ules católicos. Antonia es el alter ego de Hermine, mejor dicho, su
yo"). El tratamiento se interrumpe en diciembre a causa de una Mister Hyde. Hermine, cosa poco común en su condición y clase, tra-
aJó desde joven como instructora calificada, siendo una de las
J e e r a s mujeres que -primero como oyente- ingresó en la Univer-
ti a Feminista, el tema de su tesis fue la figura carismá-
*1. Los asirios contaban en grupos de 6 . ca ae Marie Curie. A partir de allí, dos acontecimientos cambiaron

174 175
vida”^ ^ primero presagia la muerte; el segundo modifica mo seudónimo uno de los nombres de Rolf, que se llamaba Rudolf Ot-
to Hellmuth Hug.
La muerte anunciada viene por el lado de su alter ego: Antonia No está bien elucidado el papel del juego en la técnica de Hug-
queda embarazada de su amante casado. Ese niño será el tristemente Hellmuth. En una monografía titulada “La vida psíquica del niño. Un
célebre Rolf. El hecho que cambia su vida es el diván de Isidor Sad- estudio psicoanalítico”, publicada por Freud en Schriften zur ange-
ger. Ella inició su análisis en 1908; dos años después cambiaba de ivandten Seelenkunde en 191329, ella habla de la importancia de la
profesión, y se convertía en una de las primeras analistas. *play-therapy” 2. Da la impresión de que Hermine usa el juego de ma­
Hermine puede ser considerada el prototipo de analista de la se­ nera piagetiana, y no como lugar de posibles interpretaciones. Young-
gunda generación. Su propio análisis duró más de dos años (mucho Bruehl concluye que después de la guerra, en el Congreso de La Ha­
para la época), y ella tuvo que aguardar otros tres para que la admi­ ya, Hug-Hellmuth “retomó el trabajo de preguerra en el dominio de la
tieran en la Sociedad Psicoanalítica de Viena; llegó en el momento lucoterapia. También informó a la Sociedad Psicoanalítica de Viena
del cisma como un refuerzo “freudiano”, ocupando el lugar de la lúci­ sobre sus sesiones de juego con niños. Pero fueron Melanie Klein y
da Hilferding, que había renunciado junto con Adler. Asidua concu­ Anna Freud las que hicieron de esta técnica lúdica un verdadero acto
rrente a las sesiones de los miércoles, nunca dejaba de participar psicoanalítico”30. Ella es una precursora y no una pionera.
cuando se trataba de niños. Era estudiosa de la obra de Stanley Hall, Los tiempos, hay que decirlo, no eran fáciles para una analista
y en una charla destacó el trabajo del pedagogo americano con los mujer, no médica, que hablaba de la sexualidad de los niños. A esta
adolescentes. En esa ocasión, Freud señaló que “el juego le permite a altura del recorrido de la Causa, a Freud se lo podía perdonar pero el
la niña vivir sus pulsiones; de esa manera, jugando con muñecas, renombrado William Stern, que antes había criticado el Libro de los
puede satisfacer diversas tendencias sexuales”25. sueños, pontifica:
Freud siempre tuvo el trabajo de Hug-Hellmuth en gran consi­
deración. Lo demuestran los dos ejemplos clínicos de ella que anexó Parece que el caso de Juanito incitó a los alumnos de Freud a ir
a su trabajo “Un recuerdo de infancia en Poesía y verdad”, pequeño más lejos ... El psicoanálisis debería contentarse con desarrollar
ensayo biográfico sobre un recuerdo encubridor de Goethe, que ha­ los aportes positivos a la psicología, que son las nociones de re­
bía arrojado la loza por la ventana, acto que se atribuye a los celos presión, de abreacción, de desplazamiento de afectos, del papel
por el nacimiento de un hermano. Y, lo que es aun más importante, de las pulsiones inconscientes, y no dejarse invadir por la mala
Freud le confió a Ernst, hijo de Sophie, su primer nieto, que pasaría hierba que puede asfixiarlo. De lo contrario, el psicoanálisis re­
a la historia como el “niño del fort-da”. El orgulloso abuelo le dice a trocedería a un nivel inferior al de la frenología y la quiromancia
Abraham: “Mi nieto es un gran chico que siempre tiene una sonrisa ... La teoría de la sexualidad infantil está construida sobre falsas
encantadora cuando alguien le presta atención; es una criatura de­ bases analógicas ...
cente y civilizada, lo que tiene gran valor en estos tiempos de vio­
lencia desenfrenada. Una educación estricta, llevada a cabo por una Luego Stern pone a Hug-Hellmuth en la mira:
madre inteligente, esclarecida por Hug-Hellmuth, le hizo mucho
bien”26. ¿Por qué no analizar a un feto? H. Hug-Hellmuth no retrocede:
Y aquí está el quid de la cuestión. Lo que ella hacía ¿era o no era frente a tamaña insensatez, hasta la risa fracasa. ¿Cuán grandes
psicoanálisis? Melanie Klein diría, categóricamente, que no; el pastor pueden ser los estragos que un educador se arriesga a provocar
Pfister diría que sí. introduciendo con violencia una hipertrofia psicosexual en el al­
¿Qué llevó a Hug-Hellmuth a interesarse por el psicoanálisis de ma de un niño?31
niños? Graf-Nold opina que la existencia de su sobrino Rolf fue la
fuente central de su vocación, lo que puede ser exagerado27. Ella, co­ Acto seguido, Stern presentó una protesta formal que fue firma­
mo luego Anna Freud y tantas otras analistas no médicas, entró por da por más de treinta pedagogos, entre ellos cinco profesores de la
la puerta de la pedagogía. Su sobrino constituía, naturalmente, un Universidad de Breslau. Por la defensa, hubo otros “abajo firmantes”,
material de observación privilegiado. Rolf tenía cuatro años cuando
comenzó su análisis. En 1912, Hug-Hellmuth publicó un artículo ti­
tulado “Análisis de un sueño de un niño de cinco años y medio”28,
donde expuso su técnica: el material fálico y anal del sueño es consi­ *2 Esta monografía fue traducida nada menos que por Putnam en el
derado, pero no interpretado. En ese primer artículo publicado, Her­ Psychoanalytic Quarterly, en 1918. Aquí Putnam acuñó el término play-the-
mine firmó agregando el “Hellmuth” a su apellido. Había elegido co- rapy”.

176 177
organizados por Oskar Pfister. El pastor Claparéde y Sokolnicka con­ liación. Los 120 congresales, entre miembros e invitados, asistieron a
traatacaron de una manera “moderada”, en la medida en que ellos cuatro días de trabajo. “Era conmovedora esa reunión en la que los
desaconsejaban la aplicación del psicoanálisis al niño normal, “ya que analistas de las naciones derrotadas, medio muertos de hambre, fue­
ello puede llevar al niño a una «des-inocentación»”32. Ellos acuñaron ron alimentados y festejados en almuerzos y banquetes opíparos por
el término “paidoanaüsta”. sus generosos anfitriones holandeses”.38 Para los analistas alemanes,
La situación era tensa. Hug-Hellmuth luchó valientemente junto austríacos y húngaros, el evento evocaba un mundo de abundancia ya
con Freud. Él, en esa época, estaba escribiendo su “Contribución a la casi olvidado.
historia del movimiento psicoanalítico”, donde le rinde homenaje e in­ El propio Freud tenía poco dinero en el bolsillo. Cuando fue a un
cluye su nombre en relación con los “hallazgos revolucionarios del restaurante con su hija, él pidió á la caríe, en lugar del menú fijo: to­
psicoanálisis en la vida mental de las niños ...”33. tal, la cuenta fue mortífera. Freud declaró que “nunca iría a luchar á
la caríe por los principios fundamentales del psicoanálisis ...”39, en
La Haya será recordada como la cuna oficial del psicoanálisis de una amarga ironía sobre el Tratado de Versalles. Él, con todo, estaba
niños. Cuando Hug-Hellmuth sube al podio, cuatro congresales la es­ de mejor humor, recuperándose de la muerte de Sophie, esa víctima
cuchan con interés: Anna Freud, Melanie Klein, Eugénie Sokolnicka de la guerra.
y Oskar Pfister. Todos ellos, salvo Anna, habían publicado trabajos Después tenemos el éxito y el escándalo del Diario de una adoles­
sobre el tema. cente, de Hug-Hellmuth, escrito en 1914, y que se convirtió en best-se­
Las palabras iniciales de la expositora marcan con claridad los lí­ ller al ser publicado en 1919. Los Geissmann afirman que “este tra­
mites de esta “paidoanaüsta”: “El análisis educativo y terapéutico no bajo fue íntegramente patrocinado por Freud y la IPA”40.
debe contentarse con liberar a los niños de sus sufrimientos; también El prólogo de Freud, en forma de carta, es todo elogio:
debe proveerles valores morales, estéticos y sociales”34.
Ella recomienda técnicas diferentes para cada edad: Carta a la Sra. Hermine von Hug-Hellmuth
1°) Antes de los 7 años valen las indicaciones proporcionadas por
Freud en el caso de Juanito: consejos basados en una pedagogía psi- Este diario es una pequeña joya. Considero que nadie ha llegado
coanalítica. tan lejos y con tanta lucidez y veracidad en los movimientos del
2°) De los 8 a los 14 años, un tratamiento análogo al del adulto, alma que caracterizan, en los años prepuberales, el desarrollo de
salvo que, a diferencia del adulto que padeció en el pasado, el niño es­ una adolescente ...41
tá enfermo en ese presente, lo que significa que Hug-Hellmuth no to­
caba la transferencia. Por eso mismo, ella aclara que el éxito de la te­ Este diario cuenta las emociones de Rita entre los 11 y los 14
rapia sólo puede ser parcial, para evitar “intimidarlo con un ataque años. Describe el despertar de una muchacha con el estilo románti­
brutal a sus pensamientos íntimos ... conturbando su alma en lugar co de la época. La opinión unánime fue que el diario estaba muy
de liberarla”35. bien escrito. “Esta encantadora joven tiene por añadidura el mérito,
3o) De los 14 a los 18 años la situación es igual a la del análisis de confirmar las nociones freudianas sobre la sexualidad infantil”42.
de adultos, excepto el uso de diván, ya que “la posición reclinada pue­ Lou Andreas-Salomé, Barbara Low, Stefan Zweig, Aichhorn,
de liberar ansiedades extremadamente fuertes”36. “dijeron a coro que era notable que una persona de esa edad descri­
biera tan bien su sexualidad”43. Cyril Burt, analista inglés, también
Como se ve, Hermine estaba lejos de analizar fetos. No podía ser se admira, pero levanta la perdiz: una adolescente jamás podría es­
mayor el contraste con el trabajo que a continuación presentó Mela­ cribir de esa manera. O sea que Rita era Hermine*3. Se trataba de
nie Klein, curiosamente, con el mismo título. Grosskurth, en su bio­ un personaje ficticio, magistralmente producido, destinado a “ratifi­
grafía de Klein, narra que ella intentó polemizar con Hug-Hellmuth, car” las tesis freudianas. Rita, entonces, es una Hermine “adoctri­
pero su rival eludió las preguntas37. Es difícil imaginar un diálogo en­ nada”.
tre el huracán kleiniano y la tímida Hermine. La tabulación continuó hasta la muerte de Hermine, quien jura­
El Congreso de La Haya también marcó la entrada de una nueva ba que Rita existió, que el manuscrito original había sido destruido.
generación de analistas en la arena internacional: Melanie Klein, Afirmaba haber conocido bien a la autora, la cual, por desgracia, ha-
Anna Freud, Joan Riviére, Wilhelm Reich, Otto Fenichel, Helene
Deutsch, Heinz Hartmann. El escenario de las próximas batallas psl'
coanalíticas estaba montándose. Pero, en su momento, el Séptimo
Congreso Internacional de Psicoanálisis fue un encuentro de reconci

178 179
bía muerto con apenas veinte años de edad. Además, “¡¡¿cómo dudar Mudando radicalmente el color de la lente, Phyllis Grosskurth
de la autenticidad de un diario prologado por el propio Freud?!!” nos informa que, “en la tarde del 21 de setiembre de 1921, los siete
Rita es una falsificación, del mismo modo que Rolf, como sobrino, miembros del Comité Secreto se reunieron en el Hotel d’Angleterre,
fue un falso paciente. Aquí entramos, a mi modo de ver, en un campo en Hildesheim, una antigua ciudad de la Baja Sajonia, al norte de los
minado. El tema tiene que ver con la ética. Existe en psicoanálisis la montes Harz”48.
funesta tradición de desfigurar las fuentes del material clínico. El Este encuentro, que celebraba la llegada del otoño, fue coordina­
malestar ético comienza con los “Recuerdos encubridores”, donde do por Abraham. No resultó fácil llegar al lugar del encuentro. Había
Freud pone en boca de un paciente ficticio lo que significó la pérdida tantas huelgas ferroviarias después de la guerra, que los Señores del
de ese paraíso llamado Freiberg; la práctica continúa en el trabajo Anillo tuvieron todo tipo de dificultades para converger en los montes
“autobiográfico” de Anna Freud, después de haber pasado por los hi­ Harz. Freud llegó de Hamburgo, donde había visitado a los huérfanos
jos-pacientes de Melanie Klein. de Sophie. En la estación se encontró con Sachs y Eitingon. Ferenczi,
¿Qué diferencia existe, me pregunto, entre el caso de Rita y la con problemas de salud, acababa de visitar a Groddeck en Baden-Ba-
“invención de nombres” por Stekel? Ambas son ficciones, pero el re­ den. Jones pasó por Holanda. Rank tomó el expreso de Viena. Abra­
curso de Stekel pasó a la historia como una falsificación repudiable. ham llegó el día anterior desde Bremen, y cuidó los últimos detalles.
En cambio, una analista como Helene Deutsch, ante lo hecho por El Hotel d’Angleterre estaba situado “en la cima de un laberinto
Hug-Hellmuth, exclama: “¡Poco importan los datos! El libro es psico­ de viejas callejuelas medievales”49. Excelente comida. Maitre políglo­
lógicamente verdadero, como lo demuestra el hecho de que pasó a ser to, conocedor de vinos. El grupo, que no se encontraba desde ese con­
un clásico entre los escritos psicoanalíticos”44. Deutsch confunde éxito greso feliz de La Haya, pasó otro momento feliz confraternizando.
con verdad. Fueron días de paseos, picnics campestres y cenas opulentas. Al caer
Hermine fue asesinada en setiembre de 1924 por su sobrino Rolf, la tarde, el grupo se reunía para el trabajo científico.
de 18 años. Era directora del Centro de Orientación Infantil de Vie- Los montes Harz, famosos por sus leyendas de brujas, eran el lu­
na, lugar donde Anna Freud, bajo su supervisión, hizo sus primeras gar apropiado para disertar sobre cosas mágicas. Fue allí donde
armas. El International Journal for Psychoanalysis dice lo siguiente Freud habló de telepatía50. Ferenczi, de vuelta a Budapest, escribe:
en la nota necrológica: “Un grito agudo dio fin a una vida fructífera “Felicitaciones por el comienzo de un año de trabajo donde todos con­
de serena investigadora, un poco demasiado modesta. El muchacho seguimos energías renovadas. Días perfectos e inolvidables ... los
que aparece tantas veces en sus primeros trabajos, al cual estaba li­ montes Harz proporcionaron un nuevo ímpetu para el trabajo. Los re­
gada por el destino tormentoso de ser su segunda madre, fue el asesi­ cuerdos agradables de esos días me ayudarán en las horas de depre­
no. Ella temía este desenlace desde hace mucho y, deprimida, hace sión y cansancio. Agradezco a todos por muchas ideas nuevas”51.
tiempo que había perdido su interés por la vida”45. Los miembros no sabían que en el banquete de despedida se cele­
El juicio de este caso tuvo fuerte impacto dentro y fuera de Viena, braba el fin de una época. Los años venideros trajeron el fin del Co­
dentro y fuera del psicoanálisis de niños. Plato servido para la prensa mité Secreto y de muchas cosas.
sensacionalista. Lo que estaba en cuestión era el peligro de levantar
la represión. Tan recientemente como en 1993, la revista Time alertó
sobre la “problemática proliferación, particularmente en los Estados
Unidos, de acusaciones de abuso sexual ... debido a la funesta acción NOTAS
del psicoanálisis”46. Abraham tuvo que esforzarse para impedir que
las críticas dirigidas a Melanie Klein no pasaran a mayores. Como era
de suponer, este caso fue agua para el molino de Wilhelm Stekel, que 1. Phyllis Grosskurth, Melanie Klein, her World and her Work, 1 ,
dio una conferencia sobre “El caso de Hug-Hellmuth y el análisis sil­
vestre”, en la que llegó a la siguiente conclusión: “Sólo el médico es ca­
paz de hacer un diagnóstico diferencial entre la parapatía y la paraló­ mund Freud and Karl Abraham, 190 * w
gica. El caso de Hug-Hellmuth debe hacernos tomar conciencia de
peligro del análisis lego”47. La insinuación es pérfida. PáR 3VMartin Grotjahn, “Karl Abraham, o ^ ^ í ^ x a n d e r , Éi-
história da psicanáhse através de seas
La vida y la muerte de Hug-Hellmuth se constituyen en un sínto­
ma del psicoanálisis. Hug-Hellmuth y Tausk son los grandes fantas­ senstein y Grotjahn, 1981, Río de Jaue'r°» , 1907, Hilde Abraham y
mas de la Causa. Malditos, atormentados, nunca serán olvidados. 4. Carta de Freud a Abraham del . e j 0f Sigmund Freud and
Ernst Freud, A Psychoanalytic Dialogue, t e
Karl Abraham, 1907-1926, págs. 1-4 .

180 181
34. Hermine von Hug-Hellmuth, “Á propos de la technique de l’analyse
5. Carta de Abraham a Freud del 6 de octubre de 1907, Hilde AJbraham d’enfants”, 1921, en Psychiatrie de Venfant, 1975, págs. 191-210.
y Ernst Freud, op. cit., pág. 8. 35. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, op. cit., pág. 76.
6. Carta de Freud a Abraham del 8 de octubre de 1907, ibíd., pág:. 9. 36. Ibíd. ^
7. Carta de Freud a Abraham del 21 de junio de 1920, ibíd., pág. 312. 37. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 91.
8. Karl Abraham, “Notas sobre as investigares e o tratamento ípsicana- 38. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
lítico da psicose maníaco-depressiva e estados afins”, Teoría psicanallítica da Companhia das Letras, pág. 361.
libido, 1970, Río de Janeiro, Escuta, págs. 4-32. 39. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 143.
9. Karl Abraham, “Breve estudo do desenvolvimento da libido át luz das 40. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, op. cit., págs. 70-1.
perturbares mentáis”, ibíd., págs. 81-159. 41. SE, XIV, pág. 341.
10. SE, XVII, pág. 167. 42. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, op. cit., pág. 71.
11. Carta de Freud a Ferenczi del 8 de mayo de 1921. 43. Ibíd., pág. 72.
12. Carta de Abraham a Freud del 22 de agosto de 1924, Hilde Aibraham 44. Citado por Susan Heenen-Wolff, en la reseña del libro Der Fall Her­
y Ernst Freud, op. cit., pág. 365. mine Hug-Hellmuth, Revue Internationale d'Histoire de la Psychanalyse,
13. Ibíd.
1992,45.
V, Josef
pág. 645.
K. Friedjung, “Hug-Hellmuth”, International Journal for Psy-
14. Carta de Freud a Jones del 8 de mayo de 1921, R. Andreew Pas-
kauskas (comp.), The Complete Correspondence of Sigmund Freud cand Er- choanalysis, 1924.
nest Jones, 1908-1939, 1993. Londres, Harvard University Press, pág/. 422 46. “Is Freud dead?, Time, 29 de noviembre de 1993, pág. 31.
15.Ibíd. 47. Artículo reproducido en el N° XXI, de Wiener Medizinische Wo-
16. Hilda Abraham, Karl Abraham - La petite Hilda, 1976, Paríís, PUF, chenschrift, 1925.Grosskurth, O círculo secreto, 1992, Río de Janeiro, Imago,
comp. por Dinora Pines. 48. Phyllis
17. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, Histoire de la psycchanaly-
se de Venfant, 1992, París, Fayard, pág. 42. pág. 43.
49. Ibíd., pág. 44.
18. Ibíd., pág. 43. 50. SE, XVIII, pág. 190.
19. A. Strachey, B-F, carta del 12 de enero de 1925, pág. 180. 51. Carta Circular del 11 de octubre de 1921, Archivo de la Universidad
20. A. Strachey, B-F, carta del 11 de febrero de 1925, págs. 200-11.
21. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 93. de Columbia.
22. A. Graf-Nold, “Der Fall Hermine Hug-Hellmuth”, 1988, Munnich-Vie-
na, Verlag International Psychanalyse, citado por Claudine Geissmannn y Pie­
rre Geissmann, op. cit., pág. 54. ,
23. O. Maclean y U. Rappen, Hermine Hug-Hellmuth, 1991J., Nueva
York, Routledge.
24. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, op. cit., pág. 51.
25. Reunión del 13 de mayo de 1913, Actas de la Sociedad Psicoaanalítica
de Viena, org. por H. Nunberg y E. Federn, 1979, Buenos Aires, Núueva Vi­
sión, II, pág. 182.
26. Carta de Freud a Abraham del 24 de setiembre de 1914, A i Psycho-
analytic Dialogue: the Letters of Sigmund Freud and Karl Abraharrm, 1907-
1926, pág. 197.
27. A. Graf-Nold, ibíd., pág. 54.
28. Hermine Hug-Hellmuth, “Analyse eines Traumes eines Fünftfeinhalb-
jáhrigen”, Zentralblatt für Psychoanalyse und Psychotherapie, 1912,2, N° 2/3,
págs. 122-7.
29. Hermine Hug-Hellmuth, “Aus dem Seelenleben des Kindde8^*1^6
psychoanalytische Studie”, Schriften zur angewandten Seelenkundfo> ’
Leipzig y Viena, Freud Edit.
30. Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, a Biography, 1988, LLondres,
Summit Books, pág. 146. . .
31. Texto leído en la reunión anual de la Sociedad Alemana de I ^s!ílUg
tría, citado por Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, op. cit., pág£8*”
32. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, op. cit., pág. 67.
33. SE, XIV, pág. 38.
183
182
Pero Tausk no soporta la suave rampa de los pequeños éxitos de la
burguesía5. Entonces, huye.
4
El vínculo se disolvió en 1905, y al año siguiente Víctor se trasla­
dó a Berlín. En su soledad indigente surge una nueva fase creativa.
Comienza a escribir, y pronto su talento aflora en múltiples direccio­
CAPÍTULO 453 nes: poemas, piezas teatrales, canciones para acompañar con violín,
dibujos al carbón. El talento sobra pero el dinero es escaso. En las
EL HERMANO AN IMAL cartas a Martha se observa la preocupación por ganar dinero para la
familia. Su identidad de bohemio le procuraba una “cierta base para
su aspiración de ser un genio universal”; una base corroída, según
Lou Andreas-Salomé, la Hechicera de iHainberg, la Señora de los Diane Chauvelot, por un enorme y creciente “sentimiento de auto-
Triángulos, ante la imposibilidad de hacer cde Freud su amante, eligió compasión; tal vez lo que siempre le faltó fue la dimensión del hu­
la figura de Víctor Tausk. Esto indica el litigar jerárquico de este ta­ mor”6. Culpa y pena por él mismo: un par corrosivo.
lentoso analista de 34 años en el gallinero freudiano (con perdón por La pieza teatral Crepúsculo, escrita en 1905, presenta al héroe
la analogía). Roazen nos cuenta que, en 19ii2, Lou lo había calificado Wolfgang, de la misma edad que el autor, como una figura trágica en
como “el más destacado”1de los discípulos. la mejor tradición wagneriana7. Encontramos en este misticismo ger­
Hombre encantador, rubio de ojos azulles, con físico de galán de mánico, mezclado con sangre eslava, su último fantasma: la fascina­
cine alemán. Víctor nació en Eslovaquia q>n 1879, hijo de judíos no ción del desastre y la muerte; esto es, del goce masoquista8. Las ma­
practicantes. El padre, Hermann Tausk, er*a considerado un periodis­ nos de Wolfgang son las de un Midas fanático. Martha lo amó toda la
ta brillante, buen polemista, bohemio y mujjeriego. La madre, Emilie, vida; él la amó tanto que tuvo que abandonarla. Tausk adopta la pro­
es descrita por Paul Roazen como el “arquettipo de la madre judía ma- posición perversa que reza: “Sólo amo a quien es libre, independiente
soquista ,2 capaz de aguantar a un marido ddesaforado, y con alas pro­ de mí. Aquellos que dependen de mí me convierten en dependiente.
tectoras para los hijos. Hermann era un póésimo proveedor de un ho­ Yo me vengo, y entonces me siento culpable”9.
gar endeudado. ' La fórmula es simple: No amo para no tener amo. La culpa es
Lazos fuertes unen a Víctor con su macdre y con la familia croata grande. El crédito se transforma en descrédito. Roazen nos cuenta que
materna, de gente simple, probablemente ssefardí. Como hijo mayor, Víctor “vivía rodeado por una corte de admiradores, hombres y muje­
él encabezaba la rebelión a las andanzas p&atemas. Ya en la escuela res, cuya creencia en los variados talentos de él no ayudaba en nada a
se destacó por su retórica ágil y su don de li(iderazgo. Prototipo de diri­ aliviar su culpa”10. No es de extrañar que esa vida febril, de goce sin
gente estudiantil, politizado, romántico, coni Un libro de Nietzsche ba­ sosiego, de culpa no atemperada, terminara en una clínica donde fue
jo el brazo, pregonaba la metafísica de los ( desposeídos. Típico expo­ internado en estado de agitación extrema y depresión ansiosa. Deses­
nente del militante radical balcánico, hoy enn día reactualizado. Como perado, exclama: “La vida no me moldeó, me aplastó. Soy un horrendo
complemento de su oratoria, se destacaba eijn lenguas; aprendió croa­ hombre impotente, mortalmente cansado y estoy harto de vivir”11.
ta, latín y griego. Quería estudiar m edicina, pero el dinero familiar Chauvelot hace una pausa, en este momento “prefreudiano” de la
sólo alcanzaba para abogacía. De allí que a 1los 20 años llegara a Vie- vida de Tausk, para presentar su duda diagnóstica: ¿neurosis o per­
na para estudiar derecho; al año siguiente süe casó con Martha Frisch, versión?12 Ella se inclina por la segunda opción. Creo, empero, que el
a pesar de la oposición de la familia de la nowia. La Martha de Tausk, diagnóstico no sería correcto si pensamos, con Pichón Riviére, que la
polo opuesto a la Martha de Freud3, era esSe tipo de joven marxista depresión agitada no es un equivalente perverso. El interés que pro­
desgreñada, feminista, que declina depilarsee y rechaza los desodoran­ voca Tausk proviene precisamente de la incertidumbre diagnóstica,
tes. Los dos se emulaban en celo revolucionnario. No es de extrañar, de la dificultad de rotular a esta figura misteriosa en su rico e inago­
entonces, que él fuese a Sarajevo para finalizizar sus estudios. Después table narcisismo. A este “hermano animal”, como lo denominará Lou
de recibido, comenzó a ejercer en provincia. . Fue un defensor nato de Andreas-Salomé.
los pobres. Dicen que, cierta vez, asumió la i defensa de una joven is­ En ese estado descubrió a Freud. Según su hermana menor, Vic-
raelita que había matado a su hijo ilegítimqo. El fiscal pedía la pena °r. e escribió al Profesor respecto de un artículo. Freud responde
de muerte, pero el joven abogado presentó uUn alegato tan elocuente, uñándolo a ir a Viena y estudiar psicoanálisis. El croata acepta.
responsabilizando a una sociedad perversa, qque la rea fue absuelta • bíaCf *r° sa^vac*orl3- Punto de mutación. El mentor que tanto le ha-
Una fecunda carrera le aguardaoa. En Idos siete años que duró e aitado, estaba ahora al alcance de su mano. El hombre sin amo
matrimonio tuvieron dos hijos en un climaa de relativa estabiliza atl°ra ama.

184 185
En el otoño de 1908 Tausk se muda a Viena, para estudiar medi­ Oír a Tausk disertar sobre psicoanálisis daba la impresión de
cina, ya pensando formarse como psicoanalista. Mientras estudiaba, que, “más allá de la teoría freudiana clásica, existía un abordaje reve­
el clan analítico le consiguió émpleo en un periódico vienés. Era la rente y amoroso de los descubrimientos esenciales de Freud ...”15. Lou
época de los miércoles; la solidaridad existía. Tuvo el apoyo personal se quejaba de que Tausk fuera “demasiado freudiano ...”16: O sea, el
de Freud. Además de derivarle pacientes, el Profesor lo ayudó direc­ pecado de “papismo”. Pensaba que, para el propio bien de Tausk, la
tamente con préstamos. Veintiún años mayor, Freud pasó a ser un identificación con Freud no debía llegar a la mimetización.
Breuer para Víctor. El intercambio caló hondo en los primeros tiem­ Estamos en 1913, la hora de los “barones desertores”, como los
pos, en los que la escoba transferencial nueva barre bien. Así había llama Paul Roazen. Al apoyar a Freud en su disputa con Adler,
sido con Stekel. El Profesor veía grandes cualidades en el talentoso Tausk había demostrado un grado de astucia que la propia Lou consi­
croata. Éste, por su lado, hacía de algún modo el don de su persona. deró excesiva e injusta17. No en vano Stekel cayó por su culpa. Y, fi­
A diferencia de los otros analistas médicos de la segunda genera­ nalmente, en el auge de la lucha pública de Freud con Jung, Tausk
ción, Victor Tausk decidió especializarse en psiquiatría. Durante sus tronó contra la herejía junguiana18. “Experto y peligroso, ladra y tam­
años de estudiante de medicina, su vida se polariza entre una activa bién muerde”19, dijo en alguna oportunidad Freud, según Lou An­
participación en el círculo analítico y su contacto con Wagner-Jau- dreas-Salomé. En verdad, “Tausk tenía una boca agresiva; sus bellos
regg"1, sucesor de Krafft-Ebing y capitán de la psiquiatría vienesa. dientes eran una parte notable de su rostro, especialmente cuando
En esa época escribió ‘'Sobre la psicología del delirio de acción de los sonreía. Y en estas batallas verbales era siempre brillante”20.
alcoholistas”, “Una forma particular de los fantasmas obsesivos”, y Lou percibía las líneas de tensión entre los dos hombres. La ca­
luego, durante la guerra, “Contribución a la psicología del desertor”. rrera meteórica de Tausk pasó a ser una preocupación. Binion comen­
Retomemos las andanzas de Lou Andreas-Salomé, Maestra en ta que Ellen Delp, amiga íntima de Lou, pensaba que Tausk era “un
Trinidades, la Mujer de los Hombres. Ella era 18 años mayor que él. genio de la estatura del propio Freud, y que cedía con lealtad en ra­
Fueron amantes a partir del verano de 1912. Todo estaba pronto para zón de los celos del maestro”21. Genio o no, su bagaje teórico era con­
una nueva y compleja triangulación, tal vez la mayor de todas, si siderable; había avanzado más que Freud en ciertas regiones de la
pensamos en la dimensión transferencial. metapsicología. Su trabajo “De la génesis del «aparato de influir» en
¿Cómo se armó este triángulo? la esquizofrenia” pasó a ser gran clásico.22 Según ese ensayo, el “apa­
Aunque ella privilegiase su binomio con Freud, la prudente reti­ rato de influir” es una representación simbólica de la imagen del
cencia del Profesor la llevó al triángulo con Tausk, en el cual Freud cuerpo y de la imagen del pene. Tausk, antes que Rank, postuló una
ocupa el lugar paternal de Andreas. “El dispositivo provocaba frus­ cuarta fantasía originaria (Urphantasie): el retorno al seno materno,
traciones en Freud, aunque también le traía satisfacciones. Freud en­ que completa la tríada fantasmática del sujeto (la escena primaria, la
vidiaba al amante Tausk, más joven, más viril y más robusto. Ya en seducción y la castración)’ 2. Concuerdo con Joel Birman en que el en­
esos tiempos el Profesor tenía los hombros encorvados de sabio. sayo sobre la “máquina de influir”, publicado en 1919, fue verdadera­
Cuando Freud encaraba fascinado la silla vacía de Lou, ella podría mente pionero. En él, siguiendo su destino trágico de mimetización
estar en ese momento en la cama del hermano animal. Por otro lado, con Freud, Tausk “planteó la cuestión de la esquizofrenia valiéndose
si ella informaba a Freud sobre Tausk, era posible mantener bajo de conceptos que estaban entonces disponibles en el campo psicoana-
control a ese discípulo potencialmente subversivo.”14 lítico de manera dispersa y asistemática, y que posteriormente se or­
Alguna vez Freud fantaseó con cortejar a Jeanne Charcot, y dijo denarían con el eje de la segunda tópica”23.
que “la hija de un padre idealizado es irresistible”. Todo hace pensar
que el croata había cautivado a Lou en parte por identificación con
Freud, en el más literal estilo de la conquista edípica. La Hechicera
de Hainberg era, al mismo tiempo, un trofeo para cualquier currícuio *2 . “Admitamos también que la proyección del cuerpo propio es una re­
erótico. Este triángulo entre dos psicoanalistas y una histérica, o tal petición patológica de un estadio psíquico en el que el individuo quiere des­
vez entre dos perversos y un psicoanalista, o mejor aún, entre ao^ cubrir su cuerpo propio con la ayuda de la proyección ... De la misma mane-
Conquistadores y un triste galán de matiné, era un emblema en ra>la proyección patológica resulta de una acumulación de libido narcisista,
reino de la castración. análoga a la libido primitiva, pero intempestiva, regresiva y residual; una li-
1 0 cuya característica es idéntica al narcisismo innato, es decir, que exclu-
J6 |D ^et° mundo exterior." [“Da génesis do «aparato de influencia»", en
1. Premio Nobel en 1927 por la introducción de la malarioterapia en el *lnnan (comp.) Tausk e o aparelho de influenciar na psicose, 1990, San
arsenal psiquiátrico. Wagner-Jauregg fue un gran rival de Freud. 1 abl°* Es<*ta, pág. 64.)

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En efecto, Tausk sostiene que la formación del aparato de influir ner. Varios de sus compañeros estaban en una situación similar, y el
se desarrolla en tres fases: la primera consiste en una sensación de propio Freud, en un primer momento, también sufrió las penurias de
transformación corporal debida a una estasis libidinal; en la segunda, la posguerra.
el sujeto siente extrañeza frente a sus “dejecta membra”\en la terce­ En el Congreso de Budapest, en 1918, Hermán Nunberg propone
ra, el cuerpo “maquínico” es proyectado al exterior24**3. Ahora bien, por primera vez (después de Jung) que todos los futuros candidatos
en Freud el juego de la proyección y la introyección, como procesos fuesen obligados a pasar por un análisis personal como requisito bá­
psíquicos estructurantes del yo, recién aparece en Psicología de las sico para ejercer como psicoanalistas. El propio Nunberg, cuatro años
masas y en El yo y el ello. En ese sentido, la influencia de Tausk so­ más joven que Tausk, había entrado en análisis con Paul Federn. Es­
bre la nueva tópica freudiana fue sólo menor que la de Groddeck. ta propuesta jamás habría sido formulada sin la anuencia del propio
Luego veremos que las máquinas y los aparatos deseantes se aplica­ Freud. Clásico globo de ensayo. Nunberg todavía no era el Nunberg
ron macabramente bien a su destino. que conocemos. Su moción fue rechazada, “porque Tausk y Rank se
El croata, de manera casi parapsicológica, se anticipaba a las opusieron enérgicamente a ella”.
formulaciones del propio maestro. Un fragmento del diario de Lou Es probable que Freud todavía no estuviera convencido de la ne­
Andreas-Salomé nos da una idea de la perturbación del Profesor: “Fui cesidad de un “análisis didáctico”, tal vez porque la idea original ha­
más temprano y caminé con Freud, que me esperaba en la calle. Es­ bía sido de Jung. A pesar de que en su vejez recomendó un reciclaje
taba inquieto y durante la conferencia me pasó un billete: «¿Será que psicoanalítico cada cinco años, en aquellos tiempos se limitó a men­
él ya lo sabe todo al respecto?»”25. cionar la conveniencia de una “purificación” analítica. Sólo en 1926,
El “camaleonismo” tauskiano estaba “en el núcleo de las dificul­ en el Congreso de Bad Hombug, la regla fue finalmente adoptada.
tades de Freud: su temor a que su discípulo le robara alguna de sus Según Paul Roazen, la posición de Tausk ante la propuesta de
ideas también explica la posible utilidad de mantener a Tausk vigila­ Nunberg “pudo deberse al temor de que Freud no lo aceptara como
do por Lou”26. Es probable que este papel de Mata Hari condimentase paciente”28. Sea como fuere, de vuelta a Viena toma coraje y va a pe­
el erotismo de ella. En su Diario, Lou menciona una cena en Bergga- dirle hora. Su gran sueño. El tenía suficiente prestigio y bagaje teóri­
sse 19: “Antes, en la sala, [Freud] llevó la conversación hacia el tema co para sentirse con derecho a un lugar. La respuesta del Profesor fue
de Tausk, y hablamos mucho al respecto; lo mismo sucedió más tarde un rotundo no. Las consecuencias no tardaron en desbordar. Tausk le
en el consultorio, y ya era casi la una y media de la madrugada cuan­ comentó el hecho a su hermana Jelka, y Freud justificó más tarde su
do nos despedimos”*4. actitud, diciéndole a Nunberg que Tausk era un “perro encadenado”.
Como Lou dijo en su Diario: La metáfora animal continúa: Freud temía que Tausk le “ladrara”29.
Cuando Ludwig Jekels, analista polaco, le preguntó por qué no anali­
Existen en Tausk las contradicciones inconciliables entre lo que zaba a Tausk, Freud contestó lacónicamente: “Me mataría”30. El ase­
Freud llama animal de rapiña (que le sirve por lo menos para el sinato del padre de la horda continuaba flotando en el aire.
lado práctico de la vida) y su excesiva sensibilidad, excesiva al Después del “no”, para complicar las cosas, Freud recomendó a
punto de la autodisolución. Con todo, desde el principio me di Helene Deutsch, que a su vez estaba en análisis con él, como psicoa­
cuenta de que esta lucha era lo que más me conmovía. La lucha nalista didacta*5. La recomendación, lisonjera para Helene, constituía
de la criatura humana. Del hermano animal”27. el peor insulto para Víctor. Esta joven psiquiatra era cinco años más
joven que el croata, y colega suya en el hospital. Víctor fue su primer
Al finalizar la guerra, el hermano animal retoma a Viena. Ciu­ paciente*6. La propuesta de que se analizara con ella, mientras que
dad sumida en el caos económico, víctima de la pobreza, la pestilencia
y el vuelo rasante de los buitres. Víctor, que ya tenía casi 40 años,
volvió a vivir como un estudiante pobre, con una familia que mante-
*5. Las derivaciones de Freud podían ser desastrosas, como en el caso
del Hombre de los Lobos, remitido a Ruth Mack Brunswick, o el de Anna
Freud, enviada a sí mismo...
*6. Roazen enfatiza la inexperiencia clínica de Helene Deutsch, pero ella
*3. Este tema fue continuado por CliíTord W. Scott en una serie de ar­ no era una Caperucita perdida en el bosque. Mujer de vanguardia, había
tículos, a partir de “The «body-scheme» in psychotherapy”, Br. J. Med. Psy- asistido en 1910 al Congreso Internacional Socialista de Estocolmo, junto con
chol., XXII, págs. 130-50. su amante, el eminente líder socialista Hermán Lieberman; era además pro-
*4. Lou Andreas-Salomé, The Freud Journal of Lou Andreas-Salomé, iq^7oa C *e ^osa Luxemburgo (Helene Deutsch, Confrontations with Myself,
editado por Ernst Pfeiffer, 1964, Londres, Hogarth Press, póg. 97. 73’ Nueva York, Norton, pág. 99).

188 189
ella a su vez se tendía en el diván de Freud, era doblemente grotesca, con una ex paciente era señal de resentimiento, Freud habría estado
en la medida en que se reinstalaba el triángulo prefigurado con Lou. rodeado por una pandilla de resentidos, comenzando por Ernest Jo­
Por otra parte, conviene tener en cuenta que no era forzoso que nes, y siguiendo por Ferenczi, para no hablar de Glover.
el propio Tausk aceptara la ofensa, pero la aceptó. “¿Por qué?"31, se Tal vez lo que precipitó el suicidio de Victor Tausk fue exacta­
pregunta Paul Roazen. ¿No será que esa situación constituía una mente lo opuesto: una extraña incapacidad para odiar a Freud, para
fuente particular de placer para él? ¿Qué perversión había detrás del hacer uso de su lado de “animal de rapiña”. Decide matarse en la ma­
nuevo triángulo? Considerando la inhibición de Freud frente al croa­ drugada del 3 de julio de 1919. Redacta un testamento con una larga
ta, bien podía tratarse de un caso de fobie-á-deux. Helene, en el diván lista de todo lo poco que posee. También escribe dos cartas, una para
de Freud, podía funcionar como puente entre fóbicos, como emisaria Hilde y otra para Freud, mientras toma Sliwowitz, la bebida nacional
transferencial entre paranoicos y, también, como cadena para el can croata. Después se ata un cordón de cortina al cuello, lleva la pistola
amarrado. El se tendía seis veces por semana en el diván de ella, sa­ militar a su sien derecha y aprieta el gatillo. Era un hombre absolu­
biendo que ella estaría otras tantas en el diván del Profesor. Podía tamente decidido a poner fin a su vida. Además de hacer volar por ios
sentirse analizado de Freud por interpósita persona. A la recíproca, aires una parte de sus sesos, se ahorcó al caer'"8.
para Freud, Helene Deutsch reemplazaría a Lou como espía califica­ Coincido con Birman en que “la mecánica del suicidio fue monta­
da. Tausk, vía Deutsch, entraba en el aparato de influir de Freud. En da por Tausk como una máquina lubrificada e infalible”35. El ritual
efecto, Roustang, con el estilo de Deleuze, habla del montaje de una del suicidio con su seguro de muerte doble, las cartas escritas, las
“máquina maestro-discípulo” 32. “Por supuesto -observa Roustang-, deudas pagas, las recomendaciones a los testamentarios: todo teje un
no se sabe lo que Tausk le decía a Helene Deutsch, ni lo que Helene suicidio perfecto, y descarta cualquier idea de impulsividad. Lou
Deutsch le decía a Freud, aunque esto poco importa. Estamos en pre­ Andreas-Salomé concluye que puede “imaginar que su muerte repre­
sencia de una especie de dispositivo del que sólo conocemos las posi­ sentó una última y suprema satisfacción libidinal, o sea un acto com­
ciones, posiciones relativas y ligazones que produjeron e hicieron fun­ binado de violencia y de sufrimiento”36.
cionar una máquina de triturar.”33 La carta que recibió Freud, estaba en el centro de la ceremonia:
Dicho y hecho. El análisis de Tausk duró apenas tres meses. En
sus sesiones, él hablaba casi exclusivamente de Freud. Cualesquiera Viena, 3 de julio de 1919
que fuesen las dificultades más profundas, esto es, más antiguas,
ellas se concentraban en ese objeto refractario llamado Sigmund Querido Profesor,
Freud. No le tenía rabia, sólo lamentaba la actitud del Profesor. Pen­
saba, como Jung cinco años antes, que la razón de los conflictos y ten­ Cuide, por favor, de mi amada novia, la señorita Hilde Loewi (II
siones residía en dificultades del propio Freud. Kornergasse 2), la mujer que más he querido en mi vida. Ella no
La complicada relación transferencial triangular era insosteni­ le pedirá mucho, porque tiene en sí misma una gran capacidad
ble. Tausk sólo hablaba de Freud con Helene Deutsch, y ella sólo ha­ para ser feliz, pero tiende a presentar síntomas compulsivos e
blaba de Tausk en su análisis con Freud. Esa situación llevó al Profe­ identificaciones. Es noble, pura y buena, y darle buenos consejos
sor a formular el tercer ultimátum de su vida*7: o Helene Deutsch gratifica.
ponía fin a la terapia de Tausk, o ella misma no tendría más análisis Le agradezco todo el bien que me hizo. Fue mucho y le dio signifi­
con él. Helene Deutsch, desde luego, terminó con su paciente bomba. cado a los últimos diez años de mi vida. Su trabajo es genuino y
El juego maquínico estaba desmontado. grandioso; me despediré de esta vida sabiendo que fui testigo del
Ante el fracaso de su análisis, Tausk tomó una nueva mujer: triunfo de una de las mayores ideas de la humanidad.
Hilde Loewi, concertista de piano y ex paciente, 17 años más joven No tengo melancolía: mi suicidio es el hecho más sano y decente
que él. Paul Roazen sorprende al decir que “para un analista, casarse de mi fracasada vida. No acuso a nadie, no tengo resentimientos
con una paciente era cometer el peor delito de su profesión. ... En la en mi corazón; sólo muero un poco antes de lo que ocurriría natu­
elección de una antigua paciente podemos vislumbrar su resenti­ ralmente.
miento cada vez mayor con Freud”34. No estoy de acuerdo: si casarse Mis saludos a la Sociedad Psicoanalítica. Le deseo éxito de todo

*?• El primero había sido dirigido a Emmy von N.; el segundo, al Hom­ *8. En la época circuló el rumor infundado de que también se había cas­
bre de los I»bos. trado.

190 191
corazón. Agradezco a los que me ayudaron cuando lo necesité... debemos agregar al Dr. Tausk"40. Así y todo, el suicidio se produjo el
Espero que usted tenga una larga vida, siempre saludable, fuerte 3 de julio de 1919, una semana después de la firma del Tratado de
y apto para el trabajo. Versalles. Cabe mencionar que esta nota necrológica fue la más larga
Mis calurosos saludos. de todas las dedicadas a sus discípulos: mayor que las de Abraham,
Ferenczi y de la propia Lou Andreas-Salomé. Por debajo de esta de­
claración pública reactiva, el juicio de Freud sobre la muerte de
Su Tausk fue lapidario: “Confieso que realmente no lo echo de menos;
Tausk37
hace mucho tiempo que lo considero inútil y una amenaza para el fu­
¿Esta carta es sincera? Tal vez. C<omo todo suicida exitoso, Tausk turo"41. %
tenía el odio apuntándole a la sien; el ;amor estaba intacto para darlo. Lou concuerda en parte con Freud. Ella también juzga que Tausk
El umbral de la muerte lo tranquilizó y pudo ser grato a su Maestro. era una amenaza para la Causa, pero no puede comprender que “no
Según Roazen, “la carta es una declaración de amor, pero sin falsa in­ lo eche de menos”. Eso, dijo ella, “me parece completamente incom­
timidad, por estar firmada «Tausk», y?a que él nunca había sido «Víc­ prensible”42.
tor» para Freud". Pero la sinceridad! me parece dudosa; esta carta Como lo señalan Roazen, Roustang y Birman, lo incomprensible
suena a formación reactiva y me cuestta creer en el deseo de “larga vi­ en este episodio es el silencio de los historiadores. Max Schur, som­
da". Wolfgang, el alter ego de Víctor em su pieza Crepúsculo, decía de brío expert en muertes, “ni siquiera consigue citar el nombre de
sí mismo: “Cada vez que estaba con lai consciencia pesada, le escribía Tausk”43. Jones omite el suicidio, o sea lo más significativo de esta vi­
una bella carta a alguien". Como observa Paul Roazen, “La carta es da, la herencia de su muerte. Roazen escribió Hermano animal en
demasiado tranquila y no nos cuentat la razón del suicidio”38. Tausk 1969. Este libro, desparejo, tiene el mérito de iniciar una crítica a la
le esconde a Freud su motivación suiciida, pero en el testamento reve­ visión ortodoxa del psicoanálisis. Gracias a Roazen, Tausk no quedó
ló por lo menos sus motivos consciente^: olvidado44.
Tausk, en la hora del suicidio, se valió por última vez de una mu­
Estoy despidiéndome de la vida quie sistemáticamente desintegré jer para llegar al Profesor: primero había sido Lou y después Helene;
desde la infancia y que ahora peiy-dió completamente sentido, ya ahora le encomienda a Hilde. Freud-Hilde-Tausk: el tercer y postumo
que no puedo disfrutarla más. Mii talento no alcanza para ampa­ triángulo.
rarme*9. La conciencia de que soy^ incapaz de encarar alegremen­ En realidad, hubo un cuarto triángulo aprés-mort. No cabe duda
te un nuevo casamiento, de que Sfeoy capaz apenas de mantener­ de que Roazen hizo una identificación intensa con Tausk. Y dice lo si­
nos a mí y a mi novia en conflictos y tormentos es el verdadero guiente: “Cuando inicié mi investigación (en los archivos de Jones],
motivo consciente de mi suicidio. nada podía estar más lejos de mi pensamiento que el hecho de que la
Adiós madre, hermana, hermano^ y amigos. Vivan mejor que yo, vida y la muerte de Victor Tausk habían sido escotomizadas. Su histo­
hijos queridos*10. Olvídenme. Encañé a todos viviendo un papel ria es la más interesante que yo haya encontrado"45. Pues bien, Roa­
para el cual no estaba hecho39. zen, según mis informaciones, es un analizado de Helene Deutsch.
Con Tausk-Helene-Roazen, entonces, culmina la saga triangular.
“Tausk era un salvaje con corazóm tierno”, comentó Lou al recibir
la noticia; Freud, por su parte, escribió una elogiosa nota necrológica:
“Su temperamento apasionado encontraba expresión en críticas agi­ NOTAS
das, a veces incluso crueles...” Freud cconcluye que Tausk fue una víc­
tima de la Primera Guerra: “Entre loss sacrificios, felizmente poco nu­
merosos, impuestos por la guerra en* las filas de los psicoanalistas, 1. L. Andreas-Salomé, The Freud Journal of Lou Andreas-Salomé, Ernst
Pfeiffer (comp.) 1964, Londres, Hogarth Press, pág. 44.
2. Paul Roazen, Irmáo animal, a historia de Freud e 7ausky 1973, San
Pablo, Brasiliense, pág. 21. . T
3. Diane Chauvelot, “Tausk, su muerte como transmisión, Ormcar., ,
*9. Eissler se vale de este argumento , para marcar la diferencia, por otra Pág. 127.
parte, obvia: Freud es un genio, Tausk ti<jene talento (K. Eissler, Talent ana 4. Paul Roazen, Freud y sus discípulos, 1974, Alianza, pág. 23.
Genius, the Fictitious Case o f Freud againsst Tausk, 1971). . 5. Diane Chauvelot, ibíd., pág. 127.
*10. Manoel Tosta Berlinck informa \que descendientes de Tausk e stá n 6 Ibíd., pág. 124.
viviendo en San Pablo.

192 193
7. P. Roazen, Irmáo animal, pág. 24.
8. Chauvelot, ibíd., pág. 126.
9. Carta a Martha del Io de marzo de 1906, citada por Roazen, op. cit
pág. 26. i

y*
10. P. Roazen, Irmáo animal, pág. 25. r

11. Carta a Martha del 29 de noviembre de 1907, citada por P. Roazen,


en ibíd., pág. 31. CAPÍTULO 46
12. Chauvelot, ibíd., pág. 127.
13. P. Roazen, Irmáo animal, pág. 31. a n n a , l a m e l l iz a d e l p s ic o a n á l is is
14. Ibíd., págs. 62 y 46.
15. Freud Journal, pág. 51.
16. Ibíd.
En el año en que comienza el Siglo del Psicoanálisis, Freud se to­
17. Paul Roazen, Irmáo animal, págs. 62 y 49. ma tiempo para elegir el nombre de su futuro descendiente, y le pide
18. Ibíd., pág. 49.
19. Freud Journal, pág. 169. permiso a Fliess para llamarlo Wilhelm en el caso de que fuese va­
20. Paul Roazen, Freud y sus discípulos, pág. 49. rón1; se llamaría Anna si fuera mujer, en homenaje a la única hija de
* 21. Binion, Frau Lou, pág. 401. su querido profesor de hebreo, Samuel Hammerschlag. Aunque tam­
22. Joel Birman, Tausk e o aparelho de influenciar na psicosey 1990, San bién es probable que “Anna” venga de su hermana, la hermana difí­
Pablo, Escuta, págs. 37-79. cilmente olvidada que lo desplazó del lugar del Príncipe Goldener,
23. Ibíd., pág. 108. aquella cuyo piano él desterró.
24. Ibíd., pág. 61. 1894 fue el duro año de la abstinencia, después de la seria alarma
25. Freud Journal, pág. 114. cardíaca. Sin la droga mágica del tabaco las fuentes de inspiración se
26. Paul Roazen, Irmáo animal, pág. 52. secaron, y “la libido hacía tiempo que estaba subyugada”. Así y todo,
27. Freud Journal, págs. 167-8. Martha Freud quedó grávida en una noche invernal de 1895. El bebé
28. Paul Roazen, Irmáo animal, pág. 62. que Martha iba a “sumar” sería el sexto en ocho años; los últimos tres
29. Entrevista de Roazen a Nunberg, citada en Irmáo animal, pág. 63. habían nacido en años consecutivos. En 1894 Freud se lamentó con
30. Ludwig Jekels, Early Psychoanalytical M eetings , Library of Con- Fliess de que Martha estuviera agotada; ella necesitaba descansar de
gress, Bernfeld Papers, pág. 8.
31. Paul Roazen, Irmáo animal, pág. 70. la ruleta de esa preñez perpetua. Y nos enteramos de que la propia
Anna Freud, en edad madura, solía decir que, de haberse inventado
32. Fran^ois Roustang, Um destino táo funesto , 1987, Río de Janeiro,
Taurus, pág. 128. un método anticonceptivo simple y seguro, ella no estaría en este
33. Ibíd., pág. 125. mundo. En efecto, Freud, después de felicitar a Fliess por su “inven­
34. Paul Roazen, Irmáo animal, pág. 105. ción” de uno de tales métodos, agrega: “Llega tarde para mí”2.
35. J. Birman, op. cit., pág. 21. La correspondencia con Fliess muestra que los últimos meses de
36. Ibíd., pág. 134. embarazo fueron sufridos: ‘“Wilhelm’ o ‘Anna’ se estaba comportando
37. Carta de Victor Tausk a Freud del 3 de julio de 1919, citada en Ir- muy mal”3. El parto fue difícil y demorado. A los dos meses, Freud
máo animal, págs. 118-9. envía a su amigo el Manuscrito K (un corto “cuento navideño”) y le
38. Ibíd., pág. 120.
39. Ibíd. informa que “Annerl está espléndida; Martha necesita un largo pe­
40. SE, XVII, pág. 273. ríodo para recuperarse” L
La historia de este nacimiento siempre fue contada desde el “otro
41. Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé del Io de agosto de 1919, lado”; esto es, desde el lado del atribulado padre y de la cansada ma­
Freud-luou Andreas-Salomé, Correspondencia completa , 1972, Río de Janeiro,
Imago, págs. 132-3. dre, disimulándose la cruda realidad de que ella no fue una hija de-
42. Carta de Lou a Freud del 25 de agosto de 1919, ibíd., pág. 134.
43. F. Roustang, op. cit., pág. 120.45
44. Paul Roazen, “Un autre regard sur Victor Tausk”, Revue Internatio­
nale d'Histoire de la Psychanalyse, 1993, pág. 61. *1. El nacimiento de Annerl (diminutivo de Anna) e s ^ m0 un^ e^ 1
45. Paul Roazen, Irmáo animal, pág. 14. videño. En la carta en que habla de “Wilhelm o Anna , reu a * , .
ro que no haya problemas con mi hijo navideño (carta de fliess
31 de diciembre de 1895, Correspondencia Sigmund Freud- Wdhelm
com p . por J. M. Masson, 1986, Río de Janeiro, Imago, pag. 149).------- -------

194 195
seada. Aparentemente el padre habría preferido un varón, ya que es­ ca nunca fue buena. Elisabeth Young-Bruehl cuenta que, antes del
cribió que, “de ser un hijo, te hubiera mandado la noticia por telegra­ viaje del padre a los Estados Unidos, Anna sufrió una apendicecto-
ma”4. La madre no amamantó al bebé como había hecho con los otros mía. Tenía doce años en esa época. “La operación salió a las mil ma­
hijos -n o se sabe si no quiso, no pudo, o las dos cosas- y tampoco le ravillas”, le comunica el padre a Mathilde, la hija mayor15, pero las
buscó un ama de cría (lo que era común en la época). Anna tomaba consecuencias no fueron tan maravillosas. La madre no le había ex­
mamaderas de leche Gertner. Por otra parte, en pleno puerperio plicado a su hija lo que le esperaba. Tomada de sorpresa, ella sólo
Martha se fue de vacaciones sin sus hijos5. Pero, en compensación, percibió el engaño en la hora del bisturí. Furiosa, culpó exclusiva­
Anna llegó con una “estrella en la frente”, y el padre se deleita: “El mente a su madre por lo sucedido.
bebé, como nos gusta creer, trajo un aumento de mi clínica, duplican­ Annerl fue una criatura medio arisca, medio angelical y muy do­
do las entradas”6. tada. Sufría el complejo de patito feo. Impresionaba al padre con su
No faltaban mujeres en el hogar. Las hermanas Martha y Minna, parloteo, y podía ser “atractiva cuando estaba enojada”. Los celos fue­
las “dos Madres”,7 como las llamaba Freud, habían instaurado un ron su cruz. Sophie era la favorita de la madre, y probablemente tam­
prolongado reino dual doméstico. Pero ninguna de las dos tomó la ni­ bién del padre*2. Sólo dos años y ocho meses mayor que Anna, era
ña a su cargo. Una tercera mujer, Josefina Chulez, una niñera espa­ una criatura coqueta, con “cintura de avispa” y el par de piernas que
ñola, cuidó de los tres menores y particularmente de Anna8. Sabemos Freud adivinó en la Gradiva. Anna tenía piernas gruesas y pronto
que las dos madres eran bastante estrictas en la cuestión del control empezó a usar polleras largas. Ante esta competencia desigual, la hi­
de esfínteres y, en general, creían en la educación que convierte a los ja menor supo ganar terreno, poco a poco, tal vez favorecida por su
niños en seres que se ven pero no se escuchan. Ellas no alzaban la “espontánea insolencia”. El período más difícil llegó con la adolescen­
bandera de la “liberación” psicoanalítica. cia. Años de tedio y fantaseos de cenicienta frustrada, en un rarefacto
La niñera, como buena española, fue la fidelidad en persona, y ámbito masturbatorio16 de fantasías sadomasoquistas que su rival,
acompañó a Annerl durante toda la infancia. Cierta vez Martin le Melanie Klein, describirá después vividamente. Podemos adivinar
preguntó: “Si hubiera un incendio, Josefina, ¿a quién salvarías?”; la que, en los tiempos venideros, Melanie sería Sophie.
niñera respondió sin vacilar: “A Anna”9. A los 14 años recibió su primera lección de psicoanálisis dando
Pronto se pudo comprobar que hablaba en serio. Una noche, un paseo con su padre. “¿Ves esas casas con sus fachadas adorables?”,
cuando toda la familia dormía, en Berggasse 19 explotó una garrafa le preguntó él retóricamente. “Detrás de esas fachadas las cosas no
de gas y el estruendo sacudió el edificio. En la confusión reinante, Jo­ son necesariamente tan adorables. Lo mismo sucede con los seres hu­
sefina corrió a la cuna de Anna y sólo fue a buscar a los otros después manos”.17
de haberla puesto fuera de peligro10. Según Michael Burlingham, Anna siempre fue el “arquetipo de
Una tarde, los niños jugaban en los parques de la Ringstrasse hija devota, leal en todo momento a Freud y a la causa psicoanalíti­
con la madre y la niñera. Annerl, que apenas caminaba, se perdió, y ca”18. El padre, empero, sólo la descubrió después del noviazgo de
entró en pánico al perder de vista a Josefina. Muchos años después Sophie con el fotógrafo Max Halberstadt, en 1913, una fecha bastante
ése fue el tema central de un bonito ensayo titulado “On losing and tardía: Anna tenía 18 años. En ese entonces, Freud le escribió a Fe-
being lost” (“Sobre el perder y estar perdido”)11. Es posible concluir renczi que la “condición subjetiva” para su ensayo “El motivo de la
que Josefina era más importante que la propia madre. En ese ensayo elección del cofre” había sido la emergencia de Anna, su Cordelia19, la
Anna comenta: devota hija menor del Rey Lear20. Un año después ya se destacaba de
modo inequívoco, y Freud la consideraba “la más talentosa y comple­
Cuando los sentimientos parentales son ineficientes o ambivalen­ ta” de sus hijos, para finalmente llegar al poderoso pero un tanto
tes en exceso, o las emociones maternas están perturbadas tem­ sombrío elogio de llamarla “mi único hijo [verdadero]”21.
porariamente, los niños se sienten perdidos y, de hecho, se pier­ Como recuerda Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud “nació en
den12. Viena en 1895, en el mismo año en que su padre consideró que había
descubierto el sentido de los sueños, la clave de su creación, el psicoa-
En ocasión de los funerales de Josefina, Anna dijo: “Mi vieja Kin-
derfrau fue la relación más antigua y genuina de mi infancia”13. Sólo
ella la hizo sentirse única. Concuerdo con los Geissmann en que tal
vez aquí se encuentre la raíz de lo que luego describirá como “madre *2. Freud estaba dividido entre Sophie y Mathilde. Conviene recordar el
psicológica”14. s u e ñ o d e H e lia , la sobrina americana de Freud; ésa fue la única vez que él
Da la impresión de que la relación de Anna con su madre bioiog a d m itió d e s e o s edípicos respecto de una hija -Mathilde en este caso.

196 197
nálisis. Su nacimiento inaugura el Siglo del Psicoanálisis, pero desde
El padre protector no se contentó con eso. Cinco días después,
el punto de vista de una niña «perdida» en el mundo, ella y el psicoa­
reitera las instrucciones y monta una estrategia: no huir pero
nálisis eran mellizos que competían por la atención del padre”22.
“mantenerse en una relación amigable", lo que, según Freud, era fá­
Jung, pensando en términos de sincronicidad, repararía en el hecho
cil en la reprimida Inglaterra32. El mismo día le escribió “unas lí­
de que Freud, en junio de 1895, hablando de las nuevas ideas para la
neas” al propio Jones, conforme informó prontamente a su hija. Esas
futura Traumdeutung, le escribió a Fliess: “Sería como mandar un fe­
“pocas líneas” constituyen -concuerdo con Peter Gay- un documento
to de seis meses a un baile”23. Según mis cálculos, Annerl atravesaba
el cuarto mes de vida intrauterina. insólito:
Anna tenía casi 19 años en 1914, cuando despunta el romance en
Tal vez usted no la conozca lo suficiente. Ella es la más dotada y
Londres. Anna y Jones, singular intermezzo. Tal vez una fantasía re­
perfecta de mis hijos y, además, tiene un carácter precioso, lleno de
gistrada en la autobiografía de Jones sirva como introducción. Cuan­
interés en aprender, ver cosas y llegar a comprender el mundo33.
do aún no tenía 13 años, el joven Ernest adoraba patinar sobre la su­
perficie helada del río Towy. Cierta vez imaginó que “la más deliciosa
A continuación Freud se convierte en una figura, por lo menos,
experiencia del mundo sería bailar un vals sobre el hielo con una don­
cella vienesa, al son de música que llegara de una isla encantada”24. patéticamente paternal, a la moda antigua:
Pues bien, esa fantasía casi se realizó años más tarde, créase o no, en
Ella no pretende ser tratada como mujer, está aún muy lejos de
la casa del Barón Frankenstein, en la embajada austríaca en Lon­
cobijar anhelos sexuales ... Hay un entendimiento expreso entre
dres. Allí conoció él a una bellísima joven austríaca que adoraba pati­
nar, pero que no sabía valsar.25 yo y ella de que no piense en el casamiento o sus preliminares
antes de que pasen dos o tres años. No creo que ella vaya a rom­
Anna partió para Londres un mes después del asesinato en Sara­
jevo, acompañada por Anna Hammerschlag. Ernest Jones, con su per este acuerdo34**3.
pinta de militar inglés, con la prepotencia de los petizos, la esperaba
a la llegada del ferry con un ramo de flores26. Ese “acuerdo”, a la hora de la verdad, era imaginario: no pasaba
de la prohibición que hemos citado. Éste fue, de hecho, un aviso no
Freud fue informado por la intrigante Loe Kann de que Jones in­
muy sutil a Jones de que dejase a su hija en paz35. Y ese aviso podía
tentaría seducir a su hija27. El padre, alarmado, alerta a Anna: “Sé
sonar como una amenaza para un hombre que, una década antes, ha­
de muy buena fuente que el Dr. Jones tiene serias intenciones de cor­
tejarte. Se trata de la primera vez en tu vida y no pienso otorgarte la bía tenido que abandonar Inglaterra acusado de paidofilia.
Cuando Jones ejercía en el West End Hospital, en 1908, con sus
libertad de elección que tuvieron tus dos hermanas”28. Freud se apre­
29 años, revisó a una niña de 10 años que padecía de una parálisis
sura a proteger a su “hijita”, como acostumbraba llamarla, y al día
siguiente escribe otra carta, poniéndola en guardia frente a un hom­ histérica. Jones narra en su autobiografía que ella “contó a otros ni­
bre que, a pesar de ser “amigo y colaborador muy valioso ... carece ños que el doctor le había hablado de temas sexuales y eso llegó a oí­
dos de sus padres”. La noticia circuló por el hospital y Jones “fue obli­
del tacto y la consideración más refinada” que Anna, una “mima la”,
además de “muy joven y un tanto reservada”, debería esperar de un gado a renunciar”, sospechado de paidófilo36. Creo que esta historia
marido29. no está bien contada, pero el hecho es que Jones tuvo que abandonar
Inglaterra. En Ontario, Canadá, una de las pacientes lo acusó de ha­
A la hora de Sarajevo, ella aún no tenía 19 años; Jones, con sus
35, casi la doblaba en edad. El preocupado padre, entonces, da una berla atacado sexualmente. Jones, en su defensa, le dijo a Putnam
que esa mujer le había hecho “propuestas deshonestas”, pero a Put­
serie de consejos a su hija. En primer lugar “nuestro deseo es que no
nam le pareció extraño que un hombre que se sentía inocente se hu­
te cases antes de haber visto, aprendido y vivido un poco más”30. Por
lo menos durante cinco años no debería pensar en el casamiento. Fi­ biese dejado chantajear por 500 dólares.
Volviendo a las márgenes del Támesis, pretender que una robus­
nalmente, Freud recordó su propia frustrante espera en el noviazgo
ta señorita de 18 años no tenía ningún sentimiento sexual era -como
con Martha Bemays. En la opinión del padre celoso, ese romance no
podía prosperar. Pero la niña estaba en la cueva del Wolf. dice Peter Gay- “hablar como un burgués convencional que nunca ha­
Quién sabe, y vale como flechita cupídica, si Freud no pensó tam­ bía leído a Freud”37.
bién en los tiempos de París, cuando él, entonces en el lugar de Jones, La respuesta del asediador añade una dimensión histórica:
tuvo su fantasía Schnorrer con Jeanne, la rechoncha hija de Charcot.
¿Recuerdan este pensamiento?: “No hay nada más peligroso que
cuando la joven se parece al hombre que se admira.”31
*3. ¿Qué opinaría Dora de todo esto?
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Querido Profesor Freud: tas ahora soy grande y no es de admirar que [tus libros] me intere­
sen”. Siguió leyendo y pidiendo explicaciones sobre términos técnicos
Circula la noticia, tal vez falsa, de que Austria acaba de declarar como “transferencia”44; en 1916 asistió en primera fila a la segunda
la guerra, y por todas partes corren rumores de un Armagedón serie de conferencias introductorias sobre los sueños, en la Universi­
general ... En caso de necesidad, frente a una emergencia, desde dad. Esas exposiciones didácticas contribuyeron a confirmar su na­
ya me ofrezco a escoltarla de vuelta; por favor, no vacile en pedír­ ciente deseo de ser analista. Al año siguiente, en las conferencias de
melo38. su padre sobre la neurosis, vio entre los colegas de la platea a la figu­
ra rutilante de Helene Deutsch45, con su delantal blanco de médica
Luego de esa introducción, digna de un Señor del Anillo, expone como distintivo profesional. La imagen la impresionó, y volvió a su
sin rodeos, de modo bien directo, lo que pensaba de la “advertencia” casa decidida a estudiar medicina para ser terapeuta. Freud apoyó
paterna: calurosamente esa decisión, pero no le aconsejó que siguiera el “frus­
trante y tortuoso camino de la medicina”. Anna no fue el único aspi­
Ella tiene un bello carácter y ciertamente será una mujer admi­ rante disuadido de ese rodeo46.
rable en el futuro, si la represión sexual no la perjudica. Desde Anna se formó como profesora; trabajó casi seis años en el Liceo
luego, está tremendamente ligada a usted y es uno de los raros Cottage, donde se destacó y llegó a ser Directora de segundo grado y
casos en que el padre real corresponde a la imago paterna39. asistente administrativa a los 23 años47. Fue una excelente profesora
en los difíciles años de la guerra, y esta experiencia sin duda le re­
¿Cómo terminó la aventura inglesa iniciada en vísperas de la Gran sultó de gran utilidad durante la Segunda Guerra Mundial en su
Guerra? Peter Gay nos asegura que Anna Freud “volvió incólume e in­ Hampstead War Nursery.
maculada”. De cualquier manera, queda la duda sobre hasta qué punto Cuando Anna finalmente comienza a ejercer, ella y su mellizo
prevaleció en ese desenlace “la extrema fidelidad de Anna a la volun­ Psicoanálisis no son ya rivales, sino copresencias en el sentido en que
tad del padre, o el respeto de Jones al imperativo del Maestro”40. Rank entiende “El doble”.
Mi flecha, en esta historia, iría por el lado de no confiar en ese Anna Freud, el deseo de ser analista.
saber “de muy buena fuente” del que habla Freud. Es probable que “Recientemente soñé que usted era un rey y yo una princesa, y la
Loe Kann, amante conflictiva, inflase el simple deseo del discípulo de gente quería separarnos con intrigas políticas. No era agradable y fue
ser solícito con la hija del Maestro. El resto corre por cuenta de los [un sueño] muy perturbador.”48 El vínculo filial-transferencial mar­
aguzados celos del padre y de la “solteronicia” precoz e invicta de la chaba a todo trapo.
hija. Acotemos que Jones, casi 40 años más tarde, le confesó a Anna Después Anna pasó a ser un miembro activo del círculo de su pa­
Freud “que la había encontrado (y aún la encontraba) muy atractiva dre, una princesa en la corte psicoanalítica de Viena. Como tal, reci­
... yo siempre la amé, de una manera muy honorable”41. bió un talismán, y se convirtió en la segunda mujer, después de Lou,
Por su parte, Anna, en 1979, en un pasaje en el que la ironía se que tenía el anillo de los iniciados. Era de jade verde49. Invitada al
mezcla curiosamente con la nostalgia, escribe su recuerdo de aquel Congreso Internacional de Budapest en 1918, no pudo asistir por sus
episodio, que había ocurrido sesenta y cinco años antes: obligaciones como profesora. Es decir que no hizo su debut internacio­
nal por falta de dinero. La posguerra era dura. Freud tenía pocos pa­
Desdé luego, me sentí halagada e impresionada, aunque existiera cientes. Dos años más tarde las finanzas mejoraron, y Anna acompa­
la sospecha de que su interés estaba más volcado en mi padre qué ñó a su orgulloso padre cuando los analistas se reunieron en La Haya.
en mí, circunstancia que no me era desconocida... De todos mo­ Durante años le confió a él sus sueños más interesantes, en gene­
dos, él fue muy atento y se desvió considerablemente de su cami­ ral pesadillas. Ella los analizaba y él, en ese circuito de supervisión,
no para llevarme a lugares y mostrarme las bellezas de Inglate­ respondía con más interpretaciones. Anna analizaba sus propios lap­
rra. Hubo un inolvidable viaje en bote por el río Támesis ...42 sus de escritura. Estaba empapada, embebida de psicoanálisis, y era
la primera en leer los manuscritos de Freud. Aprendiza voraz, envi­
La devoción de Anna por su padre se remonta a los campos de diaba abiertamente a los que, como “la pequeña señorita Schott”’ 4, ya
frutillas de su infancia. Cuando muchacha, ella se sentaba del lado estaban analizando niños”50. Los niños eran su futuro.
de afuera de la biblioteca del padre en Berggasse 19, durante las reu­
niones de los miércoles, “para escuchar el debate con las visitas •
Inició el estudio precoz de los libros del padre a los 16 años, casi furti­ *4. Ada Schott, como Melanie Klein, fue una analista de niños, amiga
vamente: “No debe chocarte -escribió a la defensiva-; a fin de cuen- de A lix Strachey, analizada por Ferenczi.

200 201
Los primeros “pacientes” de Anna fueron los hijos huérfanos de poderosa en la vida fantasmática de su hija, la fijó indisolublemente
su hermana Sophie: Ernstl (el niño del “fort-da”) y Heinele. En 1920
pasó meses con ellos en Hamburgo, y en el verano en Aussee. Ernstl, a su vida”57.
¿Qué significa tanta transgresión? Los biógrafos en general sua­
ya con más de seis años, era su principal preocupación. Ella hacía vizan la falta diciendo que, en esos años pioneros, las reglas eran
que él le contase historias y discutiera las cosas de la vida y la muer­ más laxas. De hecho, lo eran: Jüng, en su fase freudiana, intentó
te. “Esas conversaciones informativas -narra Peter Gay- le permitie­ analizar a su mujer; Max Graf “analizó” a su hijo; Abraham, lo mis­
ron interpretar el miedo del niño a la oscuridad como consecuencia de mo; Melanie Klein lo hizo con los suyos; Anna Freud realizó terapia
la amenaza materna de que si seguía «jugando con el miembro, que­ de apoyo con sus sobrinos, y Hug-Hellmuth analizó a su sobrino-ase­
daría muy enfermo».”51 Ya vimos que la familia de Freud no se atenía
a la pedagogía psicoanalítica. sino Rolf.
Sea como fuere, este análisis incestuoso nunca fue fácil; tampoco
Primero fue la supervisión de los sueños de la hija. Luego, en al ser retomado en 1924. La complicación pasó por la aparición de la
1918, el padre la toma en análisis. Acto irregular en extremo. Proba­ figura de la muerte, presentificada en el cáncer de Freud. Él redujo
blemente la mayor transgresión en la vida de Freud, que nos pone sus pacientes a seis, pero en una carta a Lou Andreas-Salomé le dijo
ante un incesto fantástico o de una fantástica represión. Padre e hija que había “asumido un séptimo análisis con sentimientos especiales:
sabían que estaban inmersos en una acción clandestina. Freud nunca mi Anna, que es lo bastante insensata como para aferrarse a su viejo
se refirió a ese análisis en público, ni escribió notas que sobrevivie­ padre”. Y le gbre su corazón: “La pequeña me preocupa: ¿cómo va a
ran. Anna era casi igualmente discreta. Pero en 1919, después de un enfrentar la vida sola?”58 El mismo miedo que tuvo él, poco después,
año de análisis, durante las vacaciones de verano en Baviera, retribu­ con respecto a su madre. Freud reconocía en Anna “un extraordinario
yó las confidencias de su amiga Margareth sobre su tratamiento mé­ don para ser infeliz y, probablemente, sin talento suficiente para que
dico52: “Yo le conté -le dice Anna al padre- que hago análisis con us­ esa infelicidad estimule una producción exitosa”59. No comprendo lo
ted”53. Naturalmente, Lou Andreas-Salomé conocía el secreto, así que Freud quiso decir con falta de talento. Pocos años más tarde opi­
como Max Eitingon, pero no dejó de ser un top secret*5. nará de otro modo: “El único punto luminoso de mi vida se debe a los
La primera temporada de diván duró hasta fines de 1921. El excelentes descubrimientos psicoanalíticos que está haciendo mi hija
análisis fue retomado en 1924. Como señala Peter Gay, “ella mante­
nía a su padre-analista provisto de sueños, junto con sus fantasías Anna”60.
Ese “don para ser infeliz” se ponía de manifiesto en los dominios
torturantes y las historias que se contaba a sí misma”54. Su “vida noc­ del Amor. En la cuenta de Lydia Flem, ella parece haberse enamora­
turna”, como ella la llamaba, acostumbraba ser escabrosa, a menudo do de tres hombres próximos a su padre: Siegfried Bernfeld, Hans
terrorífica; Anna estaba muy lejos de aquella niña que alguna vez so­ Lampl y el inefable y enigmático Max Eitingon; este último fue una
ñó con campos de frutillas. “Ahora, casi siempre ocurre algo ruin en pasión de guerra61. Élla misma confesó que el amor de su vida había
mis sueños, relacionado con matar, fusilar o morir.”55 sido su primo Edward Bernays. Eso hubiera sido un “incesto doble”62.
El secreto era ineludible. Freud había sido taxativamente claro Ellos eran, en efecto, hijos de Freud y Bernays al mismo tiempo.
en sus recomendaciones a los novicios: “La resolución de la transfe­ ¿Donde está la Diosa Libido? No parece visitar a esta hija solíci­
rencia -una de las principales finalidades de nuestro tratamiento- se ta, con karma de solterona. El preocupado padre le preguntó un día a
ve dificultada por una actitud íntima del médico, de modo que cual­ Kardmer -gran conocedor de las mujeres- por qué ella tenía tantas
quier ventaja conseguida en el inicio se ve perjudicada al final. El dificultades para escoger marido. “Bien, mire a su padre”, fue la res­
médico debe ser opaco para el paciente y, como un espejo, no debe puesta; “se trata de un ideal con el cual pocos hombres pueden com­
mostrar nada más que lo que le es mostrado ... El tratamiento tiene petir; sería seguramente para ella una decepción unirse a un hombre
que ser conducido en abstinencia”56. Nada menos opaco, nada más ín­
inferior”63. Un Jones no es un Freud.
timo, que un padre frente al amor de una hija devota. Tiene razón Por algún tiempo, en el verano de 1924, el análisis estuvo a pun­
Roazen cuando señala que Freud, “hombre de genio, figura de por sí to de ser interrumpido, pero prosiguió. “Lo que usted dice sobre las
oportunidades de Anna en la vida -le comenta Freud a Lou Andreas-
Salomé- es totalmente apropiado y confirma cabalmente mis temo-
ros* Sabía que la constante dependencia de Anna con respecto a él,
*5. Roazen entrevistó a Kathia Levy y Oliver Freud, quienes informaron a; final, “era la prolongación inaceptable de una situación que debe-
estar al tanto de la situación. Según Kathia Levy, el análisis había comenza­ r a 8er S(^lo un estadio preparatorio”65.
do antes del Congreso de Budapest (Roazen, Freud y sus discípulosf pág* A pesar de las dificultades, Freud consideró que ese tratamiento
462).
e cua^r° años -mucho tiempo para la época- había sido exitoso. En
202
203
una de sus últimas cartas a Edoardo Weiss, ante la pregunta de si él, sico permite suponer que “lo que la niña muy pequeña hizo cons­
Weiss, podría analizar a su propio hijo, Freud le responde: “En cuan­ ciente, en el sentido libidinal, por primera vez, fue el dolor, gracias
to al análisis de su promisorio hijo, se trata de un asunto delicado. a su sensibilidad epidérmica”71. O sea que el amor y el dolor quedan
Con un hermano menor sería más fácil; con mi propia hija salí bien; íntimamente ligados, alianza ésta que se aplica perfectamente a su
con un hijo, merece reflexión”66. caso.
Edoardo Weiss desistió. En la preparación de este trabajo tomó cuerpo su amistad con
Freud llamaba a Anna “su Antígona”. Lo que nos lleva una vez Lou Andreas-Salomé. Se formó un nuevo triángulo, esta vez benigno.
más a las inquietantes brumas del daimon griego. El nombre subraya Lou rememora:
la identificación de Freud con Edipo, “un hombre extremadamente
poderoso”, el descubridor osado de los secretos de la humanidad, el A la noche, Anna y yo solíamos ir [al] escritorio [de Freud] para
gran parricida. Además los hijos de él, concebidos por su madre, eran hablar de nuestro tema, que nos absorbía de manera inmediata e
tanto hijos como hermanos suyos; o sea que su vínculo era doble, con involuntaria... pasábamos las mañanas en el cuarto de Anna.
Antígona en particular. Anna -la melliza del psicoanálisis- era por Ella me envolvía en una maravillosa manta y se acurrucaba cer­
su lado la compañera valiente y leal de Freud. Así como Antígona, en ca de la estufa. Después de cada sesión analítica, Freud entraba
Edipo en Colono, guía a su padre ciego de la mano, luego veremos que por algunos minutos y conversaba con nosotros, participando de
ella fue devota enfermera en el padecimiento final. nuestro trabajo ... Siempre lo encontraba en una disposición sere­
Hablando de amor, cuando Jones leyó la “correspondencia amoro­ na. Y esa actitud de tranquilo bienestar me impresionó como una
sa” de Freud y Martha, al preparar la biografía del Maestro, los dos característica de toda la familia Freud72.
lo impresionaron mucho, y le escribió a Anna Freud:
El clima nostálgico de ese invierno de 1921 continúa. Confiden­
¡Qué padres tuvo usted! Ha heredado la profundidad de senti­ cias emitidas bajo la luz difusa de la lámpara con pantalla lila:
mientos de él, junto con la firmeza e integridad de ella. Ahora
puedo comprender plenamente una observación de su padre en Cuando me adormecía, lo que generalmente ocurría muy tarde,
1938, en Viena: “Anna es más fuerte que yo”67. aún continuaba conversando con Freud en mis sueños ... cuando
él salía de noche para una caminata, muchas veces el único mo­
Antígona-Anna tiene el “don de ser infeliz”. Disposición “psicas- mento en que salía, conversábamos de vez en cuando sobre asun­
ténica” que venía de lejos, de más allá del tiempo de los celos por Sop- tos bastante variados, y él frecuentemente analizaba a Viena,
hie. Ella fue siempre una joven soñadora y replegada, que urdía fan­ por así decirlo. Las calles bajo la nieve le recordaban el pasado
tasías en las tediosas clases de hebreo. En ninguna parte ese mundo más remoto de la ciudad73.
fantástico aparece con más claridad que en el ensayo “Fantasías de
flagelación y ensueños diurnos”68, su primer texto, leído en la Socie­ No se sabe hasta qué punto Sigmund y Anna Freud usaron el
dad Psicoanalítica de Viena el 31 de mayo de 1922, presentado con material del análisis paterno-filial en los respectivos ensayos. El per­
premura para poder asistir al Congreso de Berlín de ese año. El caso fil de la quinta paciente incluida en “Pegan a un niño” hace pensar en
clínico del artículo era ella misma, descrita como una paciente cuya Anna. Por otro lado, no quedan dudas de que la paciente de “Fanta­
historia estaba siendo reconstruida hasta la edad de quince años, y sías de flagelación y ensueños diurnos” es la propia Anna, hasta “en
que “había sido analizada en profundidad”, pero sin que se menciona­ los detalles mínimos”74. Ese ensayo nos brinda una clave para entrar
ra por quién. O sea que Anna, como su padre en “Recuerdos encubri­ en el fantástico mundo de Anna Freud.
dores”, expone su caso como si fuese el de otra persona69. Las tres partes del trabajo presentan otras tantas fases de las
La idea maestra de este ensayo se encuentra en el trabajo “Pe­ fantasías de flagelación de la persona de la que se trata. La fantasía
gan a un niño”70, publicado por Freud en 1919, donde se considera el nace como un sustituto de una escena incestuosa con el padre, “que
papel del masoquismo en el origen de las perversiones. El análisis de fue distorsionada por la represión, junto con una regresión al nivel
las fantasías de flagelación revela una serie de transformaciones, di­ anal-sádico”, donde se fija el fantaseo de ser azotada75.
ferentes en el varón y en la mujer. En las niñas, en un primer tiempo Estas fantasías culminaban en un acto masturbatorio. Los en­
tenemos “Pegan a un niño”; en un segundo tiempo, “Mi padre me pe­ sueños se iniciaron en el quinto o sexto año, antes del ingreso en la
ga”; el tercer tiempo incluye fantasías masturbatorias. escuela. Luego fueron reemplazadas por “historias ejemplares”. Ta-
El artículo de Anna, que surgió en largas discusiones con Lou es historias parecían no guardar ninguna relación con las fantasías
Andreas-Salomé, postula que la intensificación del autoerotismo fi- e flagelación, aunque éstas a veces las interrumpían, razón por la

204 205
ticipar de las deliberaciones y, ocasionalmente, de las reuniones del
cual la “paciente” se castigaba renunciando temporariamente a grupo”83. Posteriormente, en 1936, cuando puso en las manos de
ellas76. Freud, como presente por su octogésimo cumpleaños, el libro que aca­
Las fantasías de flagelación y las historias ejemplares tenían baba de escribir, El yo y los mecanismos de defensa84>se convirtió en
una estructura similar: “En las fantasías -escribe Anna Freud- los la heredera del mellizo, el psicoanálisis se encarnó en ella. Luego ve­
protagonistas son un fuerte y un débil que se oponen formando la re­ remos que esta encarnación tuvo una nueva gemela antitética: Mela-
lación adulto-niño. A eso se suma una transgresión, aunque sea tan
nie Klein.
vaga como los protagonistas. También encontramos una tensión y
miedo en aumento. La diferencia decisiva se da en el desenlace: en la Freud sentía la vida social de Anna, su dificultad para “sacar su
fantasía sobreviene el azote; en el ensueño, el perdón y la reconcilia­ libido del escondite en que se había metido”85, como una fuente de
ción”77. preocupación. El problema: la ausencia de hombres. Salvo el flemáti­
Siete años después de la fase de las “historias ejemplares” la jo­ co asedio de Ernest Jones y una atormentada aventura con Max Ei-
ven comienza a redactar cuentos cortos, “logrando, finalmente, comu­ tingon, ningún otro candidato apareció en el horizonte sentimental de
nicarse con los otros”. Y, de esa manera, en la última fase del proceso, esa joven demasiado “ejemplar”. Ella sólo tenía ojos para su padre.
ella cierra su mundo fantástico escribiendo “Fantasías de flagelación “No puede por cierto imaginar cuánto pienso continuamente en us­
y ensueños diurnos”. Encontramos la clave de esta plusvalía sublima- ted”, le escribió en 1920. Hija solícita, cuidaba de la digestión paterna
toria en un pasaje de “Pegan a un niño”: con el capricho de una yiddishe mame; mejor aún, de una esposa as-
quenazí de pura cepa.
Sabemos que este tipo de perversión Isadomasoquista] infantil no
persiste para siempre; posteriormente puede ser sometida a re­
presión, ser sustituida por una formación reactiva, o transfor­
marse por sublimación ...78 NOTAS

Como lo señala Elisabeth Young-Bruehl, “el ensayo de Anna


Freud es, al mismo tiempo, un estudio sobre la sublimación y un acto 1. C a r t a d e F r e u d a F lie s s d e l 2 0 d e o c t u b r e d e 1 8 9 5 , Correspondencia
de sublimación”79. De hecho, “Fantasías de flagelación y ensueños Sigmund Freud-Wilhelm Fliess , c o m p . p o r J . M . M a s s o n , 1 9 8 6 , R ío d e J a n e i­
diurnos” es, de lejos, en toda su obra, el texto donde la fantasía fluye ro, Im a g o , pág. 147.
2. C a r t a d e F r e u d a F lie s s d e l 2 5 d e m a y o d e 1 8 9 5 , ib íd ., p á g . 130.
más libremente80.
3. C a r t a d e F r e u d a F lie s s d e l 3 1 d e o c t u b r e d e 1 8 9 5 , ib íd ., p á g . 149.
Tanto Freud como su hija fijan el origen de las fantasías edípicas 4. C a r t a d e F r e u d a F lie s s d e l 3 d e d ic ie m b r e d e 1 8 9 5 , ib íd ., p á g . 1 5 4 .
de flagelación en el “deseo erótico” del niño por el padre: “Todas las 5. J a n e t S a y e r s , Máes da psicanálise , 1 9 9 1 , R ío d e J a n e ir o , Z a h a r , p á g .
pulsiones sexuales estaban concentradas en su primera elección de
objeto amoroso: el padre”81. Aquí la madre no tiene lugar. En el ensa­ 142.
6. Carta de Freud a Fliess del 8 de diciembre de 1895, Correspondencia
yo de Anna Freud, Frau Freud ni siquiera cuenta. Madre e hija, em­ Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, pág. 155. Rin o ra n hv 1988
pero, tienen como vimos una larga y ambivalente historia, que tal vez 7. Citado por Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, a Bwgraphy,
comienza con el pecho que no fue dado, con los lumpfs rigurosamente Londres, Summit Books, pág. 32.
controlados, con la preferencia de la madre por la rival Sophie, con el
engaño de la apendicectomía, y así sucesivamente. i “ p r e S Sigmund Freud, mi pudre, Hormé. Buenos Aires, pie. 37.
10. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pag. 33.
“Mi hija Anna -informó el orgulloso padre al viejo pretendiente 11. Anna Freud, Writings, IV, pág. 371.
Jones- presentó una buena conferencia el último miércoles.”*2 Dos
\ l C ^ d f A n n a Freud a Eitingon del 22 de junio de 1925, citada por
semanas después, habiendo cumplido con la obligación formal, ella
pasó a ser miembro pleno de la Sociedad. Una vez aceptada, su repu­ Elisabeth Young-Bruehl, op. cit.> pág. 35. . , n*»rhn.
14. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, Histoire de la psycha
tación en el círculo íntimo del padre creció rápidamente. En 192o nalyse de l’enfant, 1992, París, Bayard, pág. 97.
Binswanger le observó a Freud que el estilo de su hija ya no se distin­ 15. Carta de Freud a Mathilde del 26 de marzo de 1908, citada por Eli
guía del suyo. A fines de 1924, nos cuenta Peter Gay, “Abraham, sabeth Young-Bruehl, op. cit.ypág. 54.
tingon y Sachs escribieron desde Berlín para sugerir que ella *ueH 16. Ibíd., pág. 53.
incorporada al círculo íntimo; «no debía simplemente trabajar co 17. Ibíd., pág. 52.
la secretaria de su padre», cosa que hacía desde años antes, sino p'
207
206
18. Michael John Burlingham, The Last Tiffany, 1989, Nueva York, At- 49. Michael John Burlingham, op. cit., pág. 192.
heneum, pág. 159. 50. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 160.
19. Carta de Freud a Ferenczi del 23 de junio de 1912, Sigmund Freud- 51. P. Gay, op. cit., pág. 398.
Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, pág. 407. 52. Ibíd., pág. 401. ^ j
20. Uwe Henrik Peters, Anna Freud, a Life Dedicated to Children, 53. Carta de Anna Freud del 24 de julio de 1916, Colección Freud, cita­
1985, Nueva York, Schoben Books, pág. 17. da por Peter Gay, op. cit., pág. 401.
21. En Erik Erikson: “Tributo a Anna Freud”, Bulletin of the Hamps- 54. Ibíd., pág. 401.
tead Clinic, 1983, vol. 6, pág. 52. 55. Michael John Burlingham, op. cit., pág. 81.
22. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 15. 56. SE, XII, pág. 165.
23. Carta de Freud a Fliess del 12 de junio de 1895, Correspondencia 57. P. Roazen, Freud y sus discípulos, pág. 464.
Sigmund Freud Wilhelm Fliess, pág. 132. 58. Carta censurada de Freud a Lou del 13 de mayo de 1924, Colección
24. E. Jones, Frce Associations, Memories of a Psychoanalyst, 1959, Freud, citada por Gay, op. cit., pág. 402.
Nueva York, Basic Books, pág. 46. 5 9 .Ibíd.•
25. Ibíd., pág. 46-7. 60. Carta de Freud a Arnold Zweig del 13 de febrero de 1935, The Let-
26. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 66. ters o f Sigmund Freud and Arnold Zweig, 1970, Nueva York, New York Uni­
27. Carta de Loe Kann a Freud del 13 de agosto de 1914, citada por Eli­ versity Press, págs. 101-2.
sabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 66. 61. L. Flem, A vida cotidiana de Freud e seus pacientes, Río de Janeiro,
28. Carta de Freud a Anna Freud del 16 de julio de 1914, citada por Eli­ L&PM, pág. 139.
sabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 67. 62. Ibíd., pág. 139. i
29. Carta de Freud a Anna Freud del 17 de julio de 1914, Colección 63. A. Kardiner, Mon analyse avec Freud, 1978, París, pág. 115.
Freud, citada por Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San 64. Carta de Freud a Lou del 11 de agosto de 1924.
Pablo, Companhia das Letras, pág. 396. 65. Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé del 10 de agosto de 1924, ci­
30. Ibíd. tada por Peter Gay, op. cit., pág. 402.
31. Carta de Freud a Martha del 20 de enero de 1895, Sigmund Freud. 66. Carta de Freud a Edoardo Weiss del Io de noviembre de 1935, Co­
Correspondencia de amor, 1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 235. rrespondencia Sigmund Freud-Edoardo Weiss, 1979, Barcelona, Gedisa,
32. Carta de Freud a Anna Freud del 24 de julio de 1914. pág. 103.
33. Carta de Freud a Jones del 22 de julio de 1914, The Complete Co- 67. Carta de Jones a Anna Freud del 26 de octubre de 1952, citada en
rrespondence of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Lon­ Young-Bruehl, op. cit., pág. 233.
dres, Harvard University Press, pág. 294. 68. A. Freud, Writings, I, págs. 138-59.
34.Ibíd. 69. La joven del ensayo no podía ser paciente suya: Anna Freud comen­
35. Peter Gay, op. cit., pág. 397. zó a ejercer después del Congreso de Berlín.
36. E. Jones, op. cit., pág. 151. 70. SE, XVII, págs. 178-204.
37. Peter Gay, op. cit., pág. 396. 71. A. Freud, Writings, I, pág. 151.
38. Carta de Jones a Freud del 27 de julio de 1914, The Complete Co- 7 2 .Ibíd.
rrespondence of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. 295. 73. Lou Andreas-Salomé, The Freud Journal, 1964, Nueva York, Basic
39. Ibíd. Books, citado en Freud-Lou Andreas-Salomé, Correspondencia, 1972, Río de
40. Peter Gay, op. cit., pág. 397. Janeiro, Imago, pág. 195.
41. ('arta de Jones a Anna Freud del 5 de julio de 1953, citado por Eli­ 74. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág 104.
sabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 68. 75. A. Freud, “Beating fantasies and daydreams”, A. Freud, Writings, I,
42. Anna Freud, Writings, VIII, Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. pág. 148.
66 . 76. Ibíd., pág. 150.
43. Citado por Joseph Goldstein en carta del 2 de octubre de 1975, en 77. Ibíd., pág. 149.
“Anna Freud in Law”, The Psychoanalytic Study of the Child, 1982, XXXIX, 78. SE, XVII, págs. 181-2.
pág. 9. 79. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 107.
44. Carta de Anna Freud a Freud del 30 de junio de 1915, citada por 80. Comentario de Ruth Fox, citado en Phyllis Grosskurth, Melanie
Peter Gay, op. cit., pág. 397. ^ Klein, her World and her Work, 1987, Cambridge, Harvard Univ. Press, pág.
45. Ibíd., pág. 398. K
-x 164.
46. Según el relato del Dr. J. Katz a Peter Gay, op. cit., pág. 398. 81. A. Freud, Writings, I, pág. 152.
47. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 76. 82. Carta de Freud a Jones del 4 de junio de 1922, The Complete Co-
48. Carta de Anna Freud a Freud del 6 de agosto de 1915, citada por rrespondence o f Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. 467.
Peter Gay, op. cit., pág. 401. ""¡I 83. Peter Gay, op. cit., pág. 399.

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C A P ÍT U L O 47

EL H O M BRE DE LOS LO B O S

El historial del Hombre de los Lobos cierra, políticamente ha­


blando, una trilogía con el Hombre de las Ratas y el Leonardo y, clí­
nicamente hablando, la tetralogía con Dora, el Hombre de las Ratas
y Juanito. Textos polémicos y polivalentes, textos clínicos, preten­
dían ser contribuciones prácticas y teóricas, pero también fueron fin­
tas, lances y escaramuzas en la lucha de Freud contra los disidentes,
Jung en particular. Esto salta a la vista en la primera página del
Hombre de Ids Lobos, que habla de la necesidad de combatir las
“reinterpretaciones distorsionadas” (Umdeutungen) de Jung y Ad-
ler1. El propio título “De la historia de una neurosis infantil'’ levanta
una bandera contra Jung, al realzar la sexualidad infantil en vez de
optar por la condición prácticamente psicótica de ese ruso de 23 años
que fue a consultarlo en febrero de 1910. La riña estaba sin duda
presente, pero creo que la preocupación principal de Freud era conti­
nuar la investigación, iniciada con el Hombre de las Ratas, sobre el
“dialecto” del obsesivo. Esto es, el lenguaje íntimo de la neurosis de
la duda.
“De la historia de una neurosis infantil” es, como lo señala James
Strachey, “el más importante de todos los historiales clínicos”2. El ca­
so Dora es más poético e intimista. El Hombre de las Ratas, posible
gran rival, es más provisional en su mensaje teórico. Juanito no inno­
va; es valioso por las puertas terapéuticas que abre. El Hombre-Lobo,
en cambio, además de completar teóricamente lo dicho acerca del
Hombre-Rata, está hecho de la materia prima de los mitos. Yo, empe­
ro, cuestiono que el Wolfmann haya sido el paciente favorito de
Freud, aunque tenga que admitir que este paciente, Sergei Petrov,
llega a nuestros días con títulos para ser considerado el caso más fa­
moso de todos. Él mismo se presenta de este modo:

Soy un emigrante ruso de 83 años y fui uno de los primeros pa­


cientes de Freud: el conocido como Hombre de los Lobos. Y aquí
estoy, sentado, dispuesto a escribir mis recuerdos infantiles3.
| “Cuando Sergei Petrov, un joven aristócrata ruso, rico y de buena
presencia, consultó a Freud, estaba en un estado psicológico lamenta-
.e>parecía más que neurótico ...”4 Sergei, hombre del siglo pasado,
viajaba en gran estilo con su médico particular, y pasaba de trata-
210
211
miento a tratamiento, de psiquiatra a neurólogo, de ciudad a hospi­ con Ferenczi: “Me confesó las siguientes transferencias: «judío tram­
tal, en un peregrinaje manicomial que buscaba sosiego para su alma poso, él querría romperme el culo y cagarme en la cabeza»”9. Estas
atormentada. Comenzó con un hipnólogo en Leningrado, siguió con declaraciones se asemejan a las “transferencias repugnantes” del
un psicoanalista novato de Odessa y circuló después por las infruc­ Hombre de las Ratas10.
tuosas pero eminentes manos de Theodor Ziehen. Un caso claramente promisorio, comenta Peter Gay, pero pro­
Si Sartre hubiese escrito el guión para una película sobre el bablemente difícil11. De la anamnesis surgió una historia de estí­
Hombre de los Lobos (lo que no hubiera sido una mala idea), sin duda mulos sexuales precoces, angustias devastadoras, más polimorfas
habría iniciado la acción con la llegada de Sergei a la Clínica de Krae- que las del Hombre de las Ratas, “preferencias eróticas especializa­
pelin en Munich. Primera toma: un baile de máscaras en el hospital, das” y una neurosis obsesiva antiquísima que había entorpecido su
la misma noche de su admisión. Es tiempo de Carnaval. En la decora­ infancia.
da sala de fiestas del nosocomio, Sergei Petrov, disfrazado de príncipe Cuando el pequeño Sergei tenía poco más de tres años, su herma­
ruso, o sea de sí mismo, ve por primera vez a Teresa, una cautivante na Anna lo inició en la vida erótica, jugando con su pene. Ella era
odalisca. Ella será su esposa por más de veinte años. “Esa mujer me sensual, objeto de admiración y envidia. Más rival que cómplice. Esa
fascinó de tal manera que yo me preguntaba cómo era posible que esa relación no prospera, y la antorcha pasa a manos de la niñera, él se
aparición, salida de Las mil y una noches, estuviese empleada en un masturba delante de ella. La niñera, impávida, le advierte que los ni­
sanatorio de Baviera.”5 Cierto, la vida es así. ños que hacen tales cosas quedan con un “agujero” en el lugar del
Tal vez fue esta exótica relación amorosa la que llevó a Kraepe- “crimen”. La amenaza demora un tiempo en surtir efecto, pero des­
lin al error de diagnóstico. De hecho, la bella enfermera fue la res­ pués de haber observado a su hermana y una amiga orinando por el
ponsable de los períodos de negra depresión y profunda euforia del mismísimo “agujero”, él se da cuenta de los peligros de la castra­
aristócrata ruso. Kraepelin creía que el paciente padecía una psicosis ción12. Para Fenichel, esta angustia constituye un ejemplo de simul­
maníaco-depresiva. Sergei cuenta en sus memorias: “El profesor taneidad de tentación y castigo13.
Kraepelin, mundialmente conocido, tuvo la honestidad de confesar su Aterrorizado, el pequeño Sergei hizo una regresión, adoptando
error”6. una conducta sadomasoquista. Pinchaba cruelmente mariposas y se
Para Kraepelin la verdadera enfermedad mental no se define por autoflagelaba. Escogió al padre como objeto sexual sádico: ansiaba
síntomas clínicos, variables y cambiantes, sino por la evolución del ser castigado, y se entregaba a orgías de gritos, provocando, o mejor
proceso, que obedece a leyes específicas. Entonces, como lo observa dicho, seduciendo a su padre para que le propinara zurras homéricas.
Postel, esta psiquiatría volcada a la evolución no necesita escuchar al Su personalidad cambió; dejó de ser un niño problema para convertir­
paciente7. Para Kraepelin, “la ignorancia de la lengua del paciente se en un niño bizarro. Aquí es donde el Pequeño Sergei, el niño de los
proporcionaba una excelente condición de observación”8. En ese senti­ lobos, y Juanito, el niño de los caballos, toman senderos diferentes en
do, Freud y Kraepelin son agua y vino. el destino de sus neurosis.
Ziehen, jefe de Psiquiatría del renombrado Hospital de la Chan­ En esa época, Sergei tuvo su famoso sueño de los lobos blancos,
té, de Berlín, había pasado de simpatizante a detractor del psicoaná­ clave para la comprensión del caso:
lisis. Recuérdese que Ziehen, como editor, era el depositario de ese
huevo de cuclillo que fue el Caso Dora. Kraepelin, el padre de la noso­ Soñé que era de noche y estaba en cama, la cual (como en la vida
grafía psiquiátrica moderna, en gran medida ignoraba a Freud, cuan­ real) se encontraba frente a la ventana. De pronto la ventana se
do no lo difamaba. Para el “psiquiatra” Freud, el Hombre de los LoboS abrió, aparentemente por sí sola, y yo quedé aterrorizado al ver a
era un desafío curricular. seis o siete lobos sentados en las ramas de un gran nogal. Eran
Tres suicidios marcaron la vida de Sergei Petrov: el de su herma­ blancos, y más parecían zorros o perros pastores, con colas largas
na Anna en 1906, el de su padre en 1908, y el de Teresa, su mujer, en como de raposa y orejas alertas y empinadas. Con gran angustia,
1938. La muerte de la hermana, dos años mayor que él, lo llevó a ese evidentemente por miedo a ser comido por los lobos, grité y me
sanatorio de Bavaria. Freud, por su parte, supuso que una blenorra­ desperté14.
gia contraída a los 18 años era la responsable. Tal vez ambas noxas
participaron si pensamos en la noción herbartiana de “resonancia so­ Este sueño, en la literatura psicoanalítica, sólo es menos impor­
mática”. Es precisamente la ausencia de sentimientos ante la muerte tante que el sueño de Irma. Fue reiteradamente interpretado a lo lar­
de su hermana lo que más llama la atención en la descompensación go de los años. Múltiples asociaciones: el terror ante el lobo feroz de
del paciente. un libro de cuentos de hadas que su hermana le había mostrado con
El análisis comienza tormentoso, lo que lleva a Freud a com entar P acer sádico; rebaños de ovejas criadas en las estancias que habían

212 213
muerto en una epidemia*1; la historia, contada por el abuelo, de un de ropa, para dormir la siesta. Cuando despierta, él presencia un coi­
lobo rabón. Todos los caminos desembocaban en un miedo antiguo en­ to a tergo [por atrás], realizado tres veces*2; podía ver los genitales de
raizado en la relación con su padre: el miedo a la castración. la madre y el órgano del padre, y comprendió el proceso y su signifi­
El silencio de los lobos. Sergei atribuía gran importancia a la mu­ cado.”18
dez de la escena. El sueño tenía una extraña cualidad estática, y el Una nota al pie de página aclara que Sergei no comprendió el
grito final quebraba el sortilegio. ¿Qué significaban esos lobos inmó­ significado en la época en que el sueño tuvo lugar19.
viles e inescrutables? ¿Cuál era el deseo del sueño? Freud dudaba: ¿era posible “darse cuenta” de la cópula parental
Aquí se elabora lo dicho sobre el “trabajo del sueño” en La ínter- o se trataba de una fantasía? Este interrogante, que sigue en la este­
pretación de los sueños: “Nos vemos así llevados a pensar que en el la de la teoría de la seducción, encuentra una salida brillante: el con­
trabajo del sueño se manifiesta un poder psíquico que, por un lado, cepto de retracción o posterioridad. Al fin y al cabo, no se trata de
despoja de su intensidad a elementos de alto valor psíquico y, por el oponer la fantasía a una visión cierta. El enredo es más complejo: el
otro, gracias a la sobredeterminación, da mayor valor a elementos de pequeño Sergei no comprendió el coito hasta “el momento del sueño,
menor importancia, para que éstos puedan penetrar en el sueño”15. a los cuatro años, y no en la época en que lo observó. A la edad de un
Seis meses después de la pesadilla lupina, brota una severa neu­ año y medio registró las impresiones que posteriormente pudo apre­
rosis de angustia, además de zoofobia. Los rituales obsesivos se mul­ hender, gracias al desarrollo psicomotor y a su excitación sexual”. El
tiplican. Freud duda de la autenticidad de esos episodios infantiles. sueño hace la diferencia: “El sueño confiere a la información del coito
El paciente insiste en que son verdaderos. Los viejos fantasmas y una eficacia con posterioridad [el énfasis es mío]”20.
equívocos de la teoría de la seducción andan sueltos. Pero esos episo­ Esta posterioridad (Nachtraglichkeit) es un concepto sutil, que
dios, aunque se hubiesen producido exactamente como el paciente los no puede ser reducido al mecanismo común de la “acción diferida”.
describía, eran insuficientes para explicar su neurosis infantil16. No se trata simplemente de que exista un lapso temporal variable
Las causas del sufrimiento se mantuvieron oscuras durante años entre estímulo y respuesta. Estamos frente a un proceso de resignifi­
de tratamiento. La elucidación despuntó poco a poco, al pie del árbol cación, que cuenta la historia en sentido contrario al de las agujas
de los lobos. del reloj. El tiempo pierde su “linealidad”*3. El presente configura el
A esta altura del relato, Freud juzga oportuno abrir un parénte­ pasado. En ese sentido, el artículo “Recordar, repetir y reelaborar” es
sis más para crear suspenso que por precaución. “Temo -escribe, pre­ una introducción a esta noción de “posterioridad” (aunque ella sea un
parando al público para las próximas revelaciones- que la confianza legado de la teoría de la seducción). Para Laplanche y Pontalis la
del lector me abandone en este punto”17. Él estaba dispuesto a conje­ idea de posterioridad, o aprés-coup, como dicen los franceses*4, se
turar lo que el soñante había desenterrado de las profundidades de opone a la visión simplista de la historia del sujeto, en la que todo se
su memoria inconsciente: la escena primaria. El acto de abrir la ven­ da secuencialmente a partir de ayer. En esa óptica del tiempo-reloj,
tana, que inaugura el sueño, es interpretado como la forma onírica de camino trillado de muchos analistas, lo más remoto es lo mejor, y se
decir que el pequeño Sergei se había levantado para mirar a los “pa­ llega a la vida intrauterina para dar cuenta de los orígenes del indi-
dres en el coito”. Pero Freud no se detiene allí: ubica la observación
de esa escena a los 18 meses de edad. Y ofrece la siguiente recons­
trucción extraordinaria: el Pequeño Sergei, en esa época, sufría de
malaria, por lo cual estaba en el dormitorio de los padres. “Despertó, *2. Freud aquí se pasó. Este bello tr a b a jo ^ ^ e r lo c k ia n o ^ m U e ^ m -
posiblemente por la fiebre alta, a mitad de la tarde, tal vez a las cinco
padece a ceces de “un mal encaminado esfuerzo de finural o g a CP- ^
... Eso armoniza con nuestra conjetura de que era una tarde cálida de
verano, y podemos suponer que sus padres se habían retirado, ligeros *3. Esta concepción del tiempo es uno de los puntos departida de>la
teoría de la sesión de tiempo variable de Lacan, asa a e mnmentos de
que Freud “anula el tiempo para comprender en beneficio c e ■ en
concluir’ (Écrits, “Interventions sur le transferí , pag. . «___
*1. M
De pronto se desencadenó entre nuestras ovejas una peligrosa epi­ relación con el “ Projeto” se trata de un tiempo bergsomano, próximo pe
demia, y se consideró aconsejable vacunar los animales que todavía estaban
sanos. Cerca de 200.000 ovejas fueron inoculadas. El resultado fue desastro­ n0d°*4fllA Jacques Lacan le corresponde el mérito de haber
so: todas las ovejas murieron porque se les administró un suero errado” ( Re' ción sobre la importancia de este término, diferenciando o e
cuerdos de mi infancia”, en El hombre de los lobos por el hombre de los lobos, vagas como la de “conciencia que constituye su pasado , premisa
págs. 25-26). Estos rusos son trágicos: (‘doscientas mil ovejas! analistas existenciales.

214 215
viduo. En la teoría de la posterioridad, los flujos de la historia corren término de la cura”30. El paciente, después de reiterados embustes,
por una avenida de resignificación perpetua21. Pero no todo el pasado cuando comprobó que la decisión era “irrevocable”, se desprendió de su
es presentificado. Como lo señalan Laplanche y Pontalis, “Lo que se “vocación de ser enfermo”31. El análisis del apático ruso, blasé de la vi­
elabora retroactivamente no es lo vivido en general, sino efectiva­ da, dio un giro y comenzó a surgir el resto del “material”, aunque
mente lo que, en el momento de ser vivido, no pudo integrarse plena­ siempre siguiendo el eje del sueño. Hubo una considerable mejoría
mente en un contexto significativo. El prototipo lo constituye la esce­ sintomática. En junio de 1914, a las puertas de la Primera Guerra
na traumática”22. Mundial, el analista y el propio paciente consideraron que la hora del
En este punto Freud va al encuentro de Jung y explica, por la efi­ “alta” había llegado. Sergei se sentía un hombre sano, listo para casar­
cacia de la posterioridad los acontecimientos infantiles que configu­ se. La odalisca lo aguardaba en el altar. Caso cerrado ... por el mo­
ran la neurosis adulta: la posterioridad se asemeja a los “fantasmas mento. Luego veremos que el salto del león trajo consecuencias.
retroactivos” (zurückphontasieren) junguianos. Según Jung, en los Hubo una metamorfosis, tal vez cosmética, o sea transferencial.
fantasmas, que constituyen expresiones simbólicas de problemas ac­ Sergei Petrov, después de la guerra, dejó de ser un aristócrata ruso
tuales23, el paciente reinterpreta su pasado. Por otra parte, cuando atormentado, y por lo menos fronterizo, para convertirse en el famoso
Freud, en 1914, teoriza que un efecto de posterioridad puede darse a Hombre de los Lobos, el paciente dilecto de Freud. Tal vez Marthe
los cuatro años, está también diciendo que un niño de esa edad es Robert se precipitó al hablar del “feliz término de la cura”. En esa “al­
analizable24. ta” forzada, Sergei quedó una vez más con su narcisismo a salvo. Ser
Extrapolando esta dimensión temporal, Freud se interroga sobre el paciente magnífico del psicoanálisis era un trofeo más importante
la posible existencia de esquemas filogenéticamente heredados, que que una modesta cura. Bucuré bien lo señala: Sergei “continuaba
operan como “precipitados de la historia de la civilización humana”25. siendo un pequeño Dios que eludía, al sesgo, el filo de la castración.
“El complejo de Edipo sería el exponente más conocido de esa clase.”26 La fórmula era muy clara: constituirse en el falo de Freud”32.
El pasado fantasmático de Sergei Petrov abrió el camino para su Podemos hacernos una idea del triunfo de la neurosis sobre el
comportamiento sexual neurótico y moldeó su búsqueda compulsiva análisis en el siguiente comentario de la autobiografía de Sergei Pe­
de mujeres de “traseros grandes” para satisfacer su deseo de relacio­ trov: “Cuando visité al Profesor en la primavera de 1919, de pasada
nes sexuales por atrás -en una “posterioridad” literal-; en ese com­ para Friburgo, estaba de tal modo satisfecho con mi estado mental y
portamiento revela la necesidad de degradar a los objetos de amor, emocional que jamás habría pensado en la posibilidad de que necesi­
con la elección de mujeres desvalorizadas. tara más tratamiento psicoanalítico. Pero cuando le conté todo lo que
El análisis, con sus pétreas fijaciones, se prolongó casi cuatro años fue posible sobre mi estado de ánimo en los años transcurridos desde
y medio. Era mucho el camino recorrido, siempre al pie del nogal de que partí de Viena, él concluyó que había un residuo de material no
los lobos, pero con el tiempo se observó una falta de progreso en el día analizado, y me aconsejó que continuara mi análisis”33.
a día terapéutico. La “indiferente docilidad” del paciente era inexpug­ Si vamos a confiar en la voluble memoria del increíble hombre-lo­
nable27. Su erotismo anal no resuelto, su fijación paterna igualmente bo, en esa primavera de 1919 era Freud quien necesitaba de él, y no
incólume, su “destino” castratorio, se erguían como formidables barre­ él del Profesor. Esta inversión de la demanda, en la lógica de la
ras a todo posible progreso. “Los primeros años de tratamiento no tra­ transferencia, pasó a ser el corolario del “salto del león” en la hora
jeron prácticamente ningún cambio”28, acota Freud de modo lacónico. marcada. En ese “coqueteo histérico”, como lo llama Bucuré, el ana­
Frente a tamaña obstinación resistiva, Freud tomó una medida lista era el polo deseante34. El hecho es que el tratamiento continuó
osada: marcar la hora del final del análisis. El plazo: un año a partir varios meses. Sesiones gratuitas, debido a la bancarrota de Sergei
de la fecha. La decisión suponía riesgos, pero Freud confiaba en que Petrov (tal vez Freud quiso probar que no era un judío tramposo).
el apego transferencial era lo suficientemente fuerte como para hacer Los comentarios del ex paciente muestran que el análisis tomó
frente a la tormenta. un rumbo “poco ortodoxo”. Parece ser que el Profesor procedió con
Los historiales freudianos, en su dramaticidad, atestiguan tanto mucha flexibilidad en cuanto a los contactos extra-analíticos. Sergei
la ortodoxia como las transgresiones. Lo prueban el encuadre “pater­ se sentía un colaborador, que discutía sobre política, arte y la oposi­
no” de Juanito, la famosa merienda con el Hombre-Rata y, ahora, la ción médica al psicoanálisis35- *5. La transferencia se había fundido en
“fecha marcada” como ultimátum. Esta exigencia, que el propio Freud una extraña “transferencia de trabajo”. Fin del segundo acto.
calificó de “medida chantajista”, era una táctica heroica que sólo podía
ser utilizada en el momento oportuno. De allí que él concluya: “El león
salta sólo una vez”29. A primera vista, funcionó. Marthe Robert dice
que “la medida técnica excepcional provocó casi de inmediato el feliz *5. aEn mi análisis con Freud me sentía tanto en la posición de paciente

216 217
Cabe preguntarse si Ruth Mack Brunswick era la mejor opción
El tercero comienza cuando el Hombre de los Lobos vuelve a Berg-
como analista. Fue mejor, eso sí, que la de Helene Deutsch en el caso
gasse 19 en el verano de 1923, el ario del cáncer. Freud acaba de some­
Tausk. Ambos tratamientos, dicho sea de paso, tienen algunos puntos
terse a la primera cirugía del maxilar. El ex paciente llega para recibir
en común. Helene y Ruth hacían de puente entre diván y diván. Ade­
el dinero reunido por el círculo íntimo de los Señores del Anillo, visita
más, Ruth Mack Brunswick era una mujer minada por la morfinoma-
que ya era rutina36. Esta vez, empero, Sergei queda espantado por el
nía y por su dependencia tanto respecto de la droga como respecto de
cambio que se refleja en el rostro del Profesor 6. La transferencia de
trabajo de súbito pasó a ser psicosis transferencial. Sergei no tolera el Freud.
Sin embargo, a Sergei Petrov le fue relativamente bien con ella y,
colapso de su idealización, y desarrolla el delirio de que tiene un aguje­
consuelo de pobres, adquirió suficiente independencia psicológica co­
ro en la nariz, herida que, más allá de su resonancia transferencial di­
mo para finalmente casarse y enfrentar con cierta resignación madu­
recta, recuerda la maldición de la gobernanta rusa. El paciente es deri­
vado a Ruth Mack Brunswick en pleno episodio hipocondríaco. ra la pérdida de la fortuna familiar. Encontró un empleo, pero toda la
vida siguió siendo un gran sufridor y, como lo había observado su
Pesaba sobre Ruth Mack Brunswick el estigma de ser yanqui, pe­
ro Freud, así y todo, gustaba de ella. La prueba es que ganó un ani­ analista, propenso a “atraer catástrofes”. En los cuadernos de notas
de Ruth Mack Brunswick aparece una novedad, Sergei había sido se­
llo"7. Según Schur, fue la favorita número uno de Freud37, íntima
amiga y rival de Anna Freud. Mujer expansiva, inteligente, afable38. ducido analmente en la infancia por un miembro de la familia, dato
Ruth Mack Brunswick funcionó como eslabón entre los analistas nor­ que Freud desconocía, pero que tal vez era una fantasía “lupina”.
El cuarto acto de este maratón psicoanalítico comienza en 1938,
teamericanos y el círculo íntimo de Viena. Ella entraría en el libro de
los récords porque su análisis fue el más largo realizado por Freud: se en Viena, poco después de que los nazis ocuparan Austria. Muriel
extendió entre 1922 y 1938 (con algunas interrupciones). Gardiner^ que había hecho una psicoterapia episódica con Sergei Pe­
trov, con el pretexto de “estudiar ruso”, lo encontró en la calle. El ru­
Atender a Sergei Petrov no era fácil. Ruth Mack Brunswick esta­
ba en transferencia cruzada con Freud y con el propio paciente. En su so se echó a llorar: su mujer se había suicidado. El, en efecto, atraía
historial clínico, ella admite el problema: “Debo confesar ... que me catástrofes. Pero el paciente favorito también era capaz de conseguir
resultó difícil creer que éste era en realidad el Hombre de los Lobos milagros. Muriel Gardiner toma nota de la situación: “Ahora me ma­
de la «Historia de una neurosis infantil» y de las posteriores descrip­ ravillo de haber conseguido lo que parecía imposible en la primavera
ciones del Profesor ...”39. Aguardaba el paciente idealizado a través de de 1938. Escribí a los Freud en Londres, escribí a la princesa Marie
su propia idealización de Freud, y no esperaba al infeliz de Sergei Pe­ Bonaparte en París, escribí a todos los amigos personales, pidiendo
trov, en su realidad de refugiado ruso delirante. Impactada, no pudo las recomendaciones que los cónsules exigían ...”42. ¡Todo para que
sostener la escucha analítica. En la maraña resultante, Mack Bruns­ Sergei Petrov pudiese viajar a Francia y reanalizarse (gratis) con
wick concluyó que “durante el análisis su actitud era hipócrita. No Ruth Mack Brunswick! O sea, un clon de Freud hasta en la odisea del
quería hablar de su nariz ni de sus aventuras con los dermatólogos”, exilio. Ese príncipe ruso de fantasía, que quería cagarle en la cabeza
sin percatarse, como bien dice Bucuré, que, “por desplazamientos a su analista, llegó lejos.
transferenciales, la «aventura» era ahora con ella”40. Volviendo a mi duda inicial: ¿fue Sergei, realmente, el paciente
Ruth se queja de que Sergei Petrov “evitaba cualquier referencia favorito de Freud? Y en tal caso, ¿por qué? Es interesante comprobar
a Freud con una leve sonrisa extraña e indulgente”41. Ella deseaba que tanto Jung, su discípulo favorito, como el Hombre de los Lobos,
que le contaran cosas de Freud, y le incomodaba estar ocupando su no eran judíos. ¿No será que la famosa niñera, la maestra de sexuali­
lugar. Fin del acto tercero. dad, había convertido el inconsciente de Freud al catolicismo, como
conjetura improbablemente Vitz?43 Concuerdo con Ruth Mack Bruns­
wick en no ver nada apetecible en la vida y figura de este sujeto arro­
gante y despistado. Al fin de cuentas: ¿qué tenía de tan especial este
como en la de colaborador, de camarada más joven de un explorador experi­ aristócrata anacrónico? Creo que tenía el apodo. Es indudable que en
mentado que se embarca en el estudio de un territorio recién descubierto. una producción de identidades luce más ser el Hombre de los Lobos
(“Mis recuerdos de Sigmund Freud”, en El hombre de los lobos ... pág. 164.) que su rival, el Hombre de las Ratas. A ñame is a ñame**8. Un signifi­
*6. Parece ser que Sergei Petrov y Wilhelm Reich fueron las personas cante es un significante.
que más se espantaron ante la enfermedad de Freud. A ellos súmese a
Rank.
*7. Las Damas de los Anillos fueron: Anna, Lou, Ruth, Gisela Ferenczi,
Jeanne Lampl-de-Groot, Dorothy Burlingham, Edith Jackson, Henny Ford y
*8. Hay que dejar constancia de que el Hombre de los Lobos nunca apa-
Eva Rosenfeld. Una ausencia que intriga: Marie Bonaparte.

219
218
NOTAS 32. Norberto Oscar Bucuré, “Sergei Petrov y el «Hombre de los Lobos»»”,
Revista Argentina de Psicoanálisis, tomo XLVI, N° 1, pág. 64.
33. S. Petrov, “La vida cotidiana, 1919-1938”, El hombre de los lobos por
1. SE, XVII, pág. 7n. el hombre de los lobos, citado por Bucuré, en ibíd., pág. 133.
2. SE, XVII, pág. 3. 34. Bucuré, ibíd., pág. 64.
3. Sergei Petrov escribió una autobiografía titulada El hombre de los lo­ 35. R. J. Langs, “Missalliance in the Wolf-Man case”, en Freud and his
bos por el hombre de los lobosy 1971, Buenos Aires, Nueva Visión, pág. 19. Patients, comp. por Mark Kanzer y Jules Glenn, pág. 377.
4. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo, 36. Ruth Mack Brunswick, “Suplemento a la «Historia de una neurosis
Companhia das Letras, pág. 267. infantil» de Freud (1928)”, en El hombre de los lobos por ..., pág. 183.
5. Sergei Petrov, op. cit., pág. 66. 37. Carta de Schur a Jones del 30 de setiembre de 1955, Archivo de
6. Ibíd., pág. 160. Jones.
7. J. Postel, Legons cliniques sur la démence et la psychose maniaque-dé- 38. Entrevista a A. Katan de Roazen, op. cit., pág. 450.
pressive, 1970. 39. Ruth Mack Brunswick, ibíd., pág. 194.
8. Roland Jacard, El hombre de los lobos, 1980, Barcelona, Gedisa, 40. Bucuré, ibíd., pág. 67.
pág. 29. 41. Ibíd., pág. 194.
9. Carta de Freud a Ferenczi del 13 de febrero de 1910, Sigmund Freud- 42. M. Gardiner, “Encuentros con El Hombre de los Lobos” , op. cit.,
Sandor Ferenczi, Correspondance, 1992, París, Calman-Levy, págs. 148-9. pág. 227. / t
10. SE, X, pág. 283. 43. S. C. Vitz, Sigmund Freud Christian Unconscious, 1988, Londres,
11. Peter Gay, op. cit., pág. 269. Guilford Press.
12. SE, XVII, pág. 25.
13. Otto Fenichel, Teoría psicoanalítica de las neurosis, 1966, Buenos
Aires, Paidós, pág. 229.
14. SE, XVII, pág. 29.
15. SE, IV, pág. 284.
16. SE, VII, págs. 49-56.
17. SE, XVII, pág. 36.
18. SE, XVII, pág. 37.
19. Ibíd., pág. 37n.
20. SE, XVII, pág. 53.
21. J. Laplanche y J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 1981,
Barcelona, Labor, pág. 282.
22. Ibíd.
23. Ibíd., pág. 282.
24. Claudine Geissmann y Pierre Geissmann, Histoire de la psychanaly-
se de Tenfant, 1992, París, Bayard, pág. 45.
25. SE, XVII, pág. 119.
26. Ibíd.
27. Silvia Leonor Alonso, “Sugestáo-transferéncia: os relatos clínicos de
Freud”, Percurso, 1991, III, N° 5-6, pág. 37.
28. SE, XVII, pág. 276.
29. SE, XXIII, págs. 218-9.
30. M. Robert, La revolución psicoanalítica, 1978, México, Fondo Nacio­
nal de Cultura, pág. 316.
31. SE, XVII, pág. 11. |

rece citado como tal en el historial de Sergei Petrov (Jean-Fran^ois Chianta-


retto, “L’«Homme aux Loups» ou le probléme de la biographie et de la auto-
biographie dans l’histoire de la psychanalise”, Revue Internationale d'Histoire
de la Psychanalyse, 1992, VI, pág. 109).

220 221
básica entre el represor y lo reprimido. El hecho es que, fuera de la
triangulación edípica, en la dialéctica freudiana proliferan opuestos
4
tales como activo-pasivo, masculino-femenino, amor-hambre y ahora,
después de la guerra, vida-muerte*1. En esta última polaridad, el
CAPÍTULO 48 componente agresivo, bajo la forma de pulsión de muerte, alcanza su
estatuto de pulsión primitiva independiente4. En el lugar del monis­
mo místico de Jung, un dualismo todavía más radical: las pulsiones
MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE PLACER
divididas en el corazón del sujeto.
Aquí es donde Freud, pesaroso, evoca su rechazo inicial de tal
pulsión, cuando la idea fue presentada por primera vez por Sabina
En una entrevista concedida a George Viereck, Freud declara:
Spielrein, un miércoles a la noche. Ella se anticipó a Adler al plan­
“La Muerte es la compañera del Amor; juntos rigen al mundo. Eso es
tear el tema en 1911. Hablando por primera vez del masoquismo pri­
lo que dice mi libro Más allá del principio de placer”1*2.
mario, Freud dice: “Una parte considerable de estas especulaciones
Con este texto se produce un giro decisivo en el ideario freudiano.
fueron anticipadas por Sabina Spielrein (1912) en un artículo instruc­
La fecha, 1919, sugiere que esa obra es hija de la guerra. Pero coinci­
tivo e interesante, que, desgraciadamente, no me resultó muy claro a
do con Renato Mezan en que “sería absurdo pretender que la caída de
la sazón. Allí ella describe como «agresivos» los componentes sádicos
la monarquía de los Habsburgo llevó a Freud a inventar el concepto
de pulsión de muerte ... Tal derivación presupone también, de modo del instinto sexual”. >
El hecho de que Adler hubiera apostado a la agresividad en rela­
por completo arbitrario, que el fin del Imperio Austro-Húngaro repre­
ción con la protesta masculina, “explica” la demora freudiana. De la
sentó para él una catástrofe personal, lo que no puede estar más lejos
misma manera, el hecho de que Jung alegara que su noción de libido
de la verdad”3. Es cierto que la vida no explica la obra, pero entre am­
se aplicaba tanto a la vida como a la muerte, tampoco facilitó la acep­
bas existen vasos comunicantes. Por otra parte, como dice Poincaré,
tación del componente destructivo. El Tánatos de Stekel, lo mismo.
el siglo XX perdió su inocencia en las trincheras de Verdón. Fueron
Es posible que haya entrado en juego la ecuación personal de Freud,
cuatro años que conmovieron al mundo. Hay ciertos hechos que, por
la fuerza de su impacto, cambian la realidad del momento. Estos o sea la represión de su lado mortífero5.
Más allá del principio de placer es un hueso duro de roer. Para
acontecimientos, denominados dispositivos analíticos por los analis­
Lacan, “no existe otro texto que cuestione tan en profundidad el pro­
tas sociales franceses, tienen las propiedades de una interpretación
blema mismo de la vida”6. De allí, tal vez, el sabor zaratustriano del
de dimensiones planetarias. Tal sería el caso de Hiroshima, del Holo­
título. Parece escrito en otra clave. Sin embargo Schur se equivoca
causto o de la Primera Guerra Mundial. Siendo así, Freud es inter­
cuando dice: “... las conclusiones de Freud [en este libro] son un
pretado por la Guerra: “Estamos comiéndonos los unos a los otros
le escribe a Ferenczi en enero de 1919. ejemplo de razonamiento ad hoc para probar una hipótesis preconce­
bida ... Esa forma de pensar, tan diferente de su estilo científico ha­
Dos meses después comienza a escribir su Más allá...
bitual, puede ser detectada en todo el (ensayo)”. Él encuentra el esti­
El paisaje lunar de las trincheras sirvió de telón de fondo, pero
lo “insólito”7. Pero no es preconcebido: se trata de la más febril
fueron consideraciones teóricas las determinantes en última instan­
especulación8. Junto a ella encontramos un ejercicio de la imagina­
cia. La noción de narcisismo, una vez establecida, reveló lo inadecua­
do de la división pulsional anterior. La lógica de la libido narcisista ción nunca presentado antes en textos publicados9.
Freud dice: “La tesis kantiana según la cual tiempo y espacio son
exigía un esquema más satisfactorio, esto es, una revolución metapsi-
cológica. formas necesarias de nuestro pensar puede hoy en día ser revisada a
la luz de ciertos conocimientos psicoanalíticos. Sabemos que los pro­
Freud nunca aceptó disolver la libido en el pantano de una ener­
cesos psíquicos inconscientes son en sí mismos «atemporales»”10.
gía universal, a la manera de Jung. Por otro lado, tampoco quería
En ese punto, una vez más se aproxima a Bergson al considerar
sustituir la libido por una fuerza agresiva también universal -lo que,
el carácter heterogéneo del espacio. Por otro lado, Freud, usualmente
según él, era el error fatal de Adler-. Dualista de corazón, necesitó
cauteloso en sus afirmaciones, aquí llega a exagerar en sus reparos.
reformular su teoría por razones clínicas, teóricas y epistémicas. Los
pacientes confirmaban su punto de vista de que el conflicto -la duali­
dad- se encuentra en el núcleo de la actividad psicológica. El propio
concepto de represión -piedra fundamental de la teoría psicoanalíti-
*1. Pero obsérvese que no aparece la oposición pene-vagina. Se trataría,
ca- presupone una división de las operaciones mentales. Disyunción
en todo caso, de “los que tienen” y los que “no tienen".

222
“Alguien podría preguntarme hasta qué punto yo mismo estoy cre­ principio de placer es sustituido por el propio principio de rea­
yendo en las hipótesis aquí presentadas. Mi respuesta sería que per­ lidad17.
sonalmente no estoy persuadido, ni procuro convencer a otros para
que crean en ellas.”11 Con algo de malicia, agrega que ha seguido su Esta “sustitución” no tiene nada de enigmático. Como lo señala
razonamiento hasta donde le fue posible, “simplemente por curiosi­ Peter Gay: “Esa afirmación, por sí sola, no presenta dificultades para
dad científica o, si se quiere, como un aduocatus diaboli, que no por el psicoanalista tradicional; tampoco la aserción de que los conflictos
eso vendió su alma al diablo”12. presentes en todos los seres humanos producen displacer en vez de
El “principio del placer”, circa 1920, no se había revelado aún co­ placer”18. Aunque fuera una novedad decir que el conflicto y el displa­
mo problema metapsicológico. Su definición era límpida y simple: hay cer surgen cuando “el yo, en su desarrollo, pasa a ser una organiza­
placer siempre que se alcanza un equilibrio energético. Nada más que ción más elevada”19. Aquí se insinúa el punto de vista estructural de
eso. El ensayo se abre corroborando el hecho: la segunda tópica.
Hasta este punto, entonces, sin novedad en el frente. Luego
En la teoría psicoanalítica suponemos que el curso de los proce­ Freud enumera ciertas manifestaciones que le permiten hablar de lo
sos mentales es automáticamente regulado por el principio de que está “más allá”. Esos cuatro tipos de fenómenos constituyen los
placer, o sea, sostenemos que dicho curso tiene su origen en una senderos de abordaje del nuevo territorio.
tensión desagradable y que toma una dirección tal que su resul­ El primero es hijo de la guerra: las “neurosis traumáticas”,
tado final coincide con una reducción de esa tensión, es decir con también llamadas “neurosis de las trincheras”. Esta “epidemia béli­
la evitación del displacer o una producción de placer13. ca” que, como vimos, fue el tema central del Congreso de Budapest
en 1918, tenía una sintomatología que mimetizaba la histeria, has­
Vemos, entonces, que el Más allá... se abre con una proposición ta superarla en su cualidad proteica. Llama la atención el carácter
hasta ese momento no cuestionada, que se remonta a los tiempos de repetitivo de los sueños traumáticos. De esta manera, la vieja teo­
la “suma de excitaciones” de Meynert: “El curso de los procesos men­ ría traumática de la seducción retorna con cara de granada. Un
tales es automáticamente regulado por el principio de placer”. La di­ aflujo excesivo de excitación anula inmediatamente el principio de
mensión de lo psíquico, empero, no acaba allí. Ahora se llega a la con­ placer.
clusión de que ese predominio del principio del placer, ligado con el En segundo lugar, tenemos el juego infantil. ¿Cuál es el motivo
principio de constancia, no está en la base de todo. Dicha ley, hasta económico del juego infantil? ¿Qué es lo que lleva al niño a jugar?
entonces soberana, claudica por primera vez. Y queda reformulada Aquí encontramos el famoso ejemplo del fort-da que Freud observó en
como sigue: “Existe en la mente una fuerte tendencia al principio de su nieto de 18 meses, el hijo mayor de Sophie.
placer ...”14. “Tendencia” en lugar de “dominio”. El principio de placer El pequeño Emst, como Juanito, como el pequeño Sigismund, era
impera en su territorio, pero existe un más allá. El tema del ensayo muy apegado a su madre. Tenía fama de “buen” chico que nunca llo­
es la exploración de ese más allá. ra. Cuando la madre salía de casa, Emstl continuaba jugando. Cierta
vez, el perspicaz abuelo, de paso por Hamburgo, observó un hábito de
... la repetición trae consigo la producción de un placer de otro ti­ su nieto que consistía en tomar los objetos que estaban a su alcance y
po, una producción más directa15. tirarlos debajo de su cuna. Mientras hacía eso, Ernstl emitía un largo
“¡o-o-o-o!” de satisfacción. Tanto la madre como el propio abuelo tra­
Y aun: dujeron el “o-o” por la palabra “fort”, que en alemán significa “ido”.
Un día Freud hizo la segunda observación: el niño tomaba un carretel
... hay tendencias que están más allá del principio de placer ... atado a un hilo, y lo tiraba por sobre el borde de la cuna mientras
tendencias más primitivas e independientes16. emitía su acostumbrado “o-o-o”. Después recobraba el carretel tiran­
do del hilo, y saludaba su reaparición con un sonoro “da/”, o sea un
Que por explorar una región del alma donde rigen otros goces, “¡allí!” de satisfacción. “Ése era el juego completo de la desaparición y
otras leyes, más arcaicas y misteriosas. De esa manera Freud se el retomo.”20 El juego sintetizaba admirablemente “el logro cultural
aproxima a la cuestión principal: existen fuerzas fundamentales que del niño, la gran renuncia instintiva realizada a fin de dejar partir a
invalidan el principio del placer. El propio principio de realidad, sin su madre sin protestar”21.
ir más lejos: El juego posibilitaba la renuncia a la satisfacción pulsional y te-
oía una recompensa: la de perder y recuperar a la madre a través de
Bajo la influencia de los instintos de autoconservación del yo, el los objetos al alcance del niño. En términos metapsicológicos, la repe-

224 225
Existe algo misterioso más allá del principio del placer: una ten­
tición del juego articulaba la compulsión de repetición con la ganan­ dencia irresistible a la repetición. Algo que, si bien se opone al princi­
cia de placer inherente a los procesos inconscientes22. En el pasaje de pio de placer, lo complementa en el seno del principio de constancia.
la pasividad a la actividad hay dominio 2. Algo que puede disfrazarse de destino, en la medida en que, en este
Cierta vez que la madre demoró en retornar, Ernst la recibió con dominio, el libre albedrío queda vacío de contenido. Este dispositivo
un nuevo saludo: “Nene o-o-o”. Parece ser que ese día el niño encontró repetitivo, en cuanto destino, puede ser definido por su finalidad. El
una forma de estructurar su propia desaparición. Había entrado laca- carretel del Pequeño Ernst intenta dar cuenta del hecho de que la
nianamente en el “estadio del espejo”, o sea que había descubierto su madre se fue. En ese sentido, entonces, la compulsión de repetición
propia imagen especular y jugaba al fort-da con ella*3. sería un factor de progreso humano, como lo señalan Lacan y Ponta-
El Pequeño Ernst nos ofrece un buen ejemplo del “espacio poten­ lis, aunque difieran en el enfoque. Estaría proponiendo una condición
cial” de Winnicott. Se trata de un “espacio, al mismo tiempo psíquico de apertura, en lugar de ser, como el principio de placer, “una cues­
y real, en el cual puede producirse una actividad, o sea el juego li­ tión de seguridad”. Pero si definimos ese más allá como un mecanis­
bre”23. Pero este juego del fort-da creó un espacio que llevó a Freud a mo, esto implica un automatismo, una regresión. Es como si hubiera
preguntarse: ¿por qué el niño repetía una situación de abandono, al una repetición de necesidades y una necesidad de repetir. Esa ambi­
margen del principio de placer24’ "4. güedad persiste a lo largo del texto y sólo será aclarada en El males­
El juego del carretel muestra que la compulsión de repetición tie­ tar en la cultura**.
ne por finalidad el dominio de las pulsiones. El niño, al asumir un pa­ Esa ambigüedad aparece en el propio estilo de Freud; así como
pel activo, puede elaborar lúdicamente la separación respecto de la había adoptado un estilo obsesivo en el historial del Hombre de las
madre. El juego como eficaz catarsis: Ratas, ahora, cuando el tema es la repetición, usa “desvíos, idas y
vueltas, para montar una obra de arte de intriga narrativa”29. Derri-
Se observa que al jugar los niños repiten todo lo que les causó da toca en la misma tecla cuando dice que el texto posee una “estruc­
una gran impresión y, de ese modo, lidian con la fuerza de esa tura mimétíCa, lo que es una proeza”30.
impresión ... El niño pasa de la pasividad de la experiencia a la Freud ve en la repetición la marca de una exigencia imperiosa,
actividad del juego25. que va más allá del masoquismo moral y genera la “reacción terapéu­
tica negativa” en la que culminan las neurosis de destino. Así, ciertas
En el adulto, empero, ese jugar adquiere una connotación estéti­ personas que se comportan de una manera muy peculiar en el curso
ca, ya que, en el teatro por ejemplo, la tragedia es fuente de emociones del trabajo de análisis. Cuando el analista manifiesta satisfacción por
violentas. Esto “nos convence de que también bajo el dominio del prin­ el progreso del tratamiento, ellas dan señales de malestar, y su esta­
cipio de placer hay medios y maneras de transformar lo que es en sí do empeora. La culpa de ser feliz. Ésa es la reacción terapéutica nega­
desagradable en objeto de rememoración y de elaboración psíquica”26. tiva. Aquí Freud entra de lleno en el problema del sentimiento incons­
Freud, entonces, admite un trabajo lúdico que sugiere una nueva ciente de culpa. Sentimiento mudo y kafkiano: no dice cuál es la
interpretación de la catarsis27. De la catarsis y de la repetición. culpa, ni de qué se es culpado, pero culpa. El tema del sentimiento in­
consciente de culpa será tratado con más detalle en “El problema eco­
nómico del masoquismo” y en “El sepultamiento del complejo de Edi-
po”, publicados dos años después. De allí que la repetición sea el
*2. Lacan cuestiona esta interpretación freudiana. Para él es la punto de partida para pensar el carácter regresivo de la pulsión en
significancia lo que produce la exigencia de repetir el mismo juego. Más que general 5. “Este carácter regresivo de la pulsión parece ser más del
una cuestión subjetiva de dominio, se trata de la insistencia de la cadena de dominio de Tánatos que del dominio de Eros.”31
significantes. Este tema está bien tratado por Eduardo A. Vidal en “A tor^áo El tercer tipo de fenómeno o, mejor dicho, de ejemplo para justi­
de 1920" (Pulsáo e gozo, 1992, Río de Janeiro, Escola da Letra Freudiana). ficar un más allá, tiene que ver con la “neurosis de destino”. La repe­
*3. La cosa es más complicada; para entrar en los enredos del fort-da. el
tición se manifiesta en forma muy clara en las personas “que dan la
niño tiene que haber pasado por ese ejercicio imciótico de la subjetividad que
es el “estadio del espejo”, elaborado por Lacan.
*4. Lástima que esta historia tenga un final trágico: la muerte de
Sophie, cuando al Pequeño Ernst le faltaba poco para los 6 años de edad.
Freud comenta, lacónicamente, en una nota al pie de página de Más allá...: *5. De allí que Lacan diga: “No existe ningún otro texto que cuestione
“Ahora que su madre se había realmente «ido» (o-o-o), el niño no dio señales más el sentido mismo de la vida” (J. Lacan, Le Séminaire II, Le moi dans la
de pesar. Sucede que, en el ínterin, había nacido un hermano, provocando théorie de Freud, 1975, París, Seuil, pág. 35).
violentos celos”.
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impresión de que un destino las persigue, de una orientación demo­ transferencia, cuyo esclarecimiento conduce a la resolución de la
níaca de su existencia”32. Se trata de una fatalidad. En ese sentido, neurosis infantil. Estos datos llevan a reconsiderar la naturaleza y la
se puede decir que la “compulsión de repetición” refuerza la vena pe­ fuente de la resistencia. De aquí en más, “la clínica freudiana ad­
simista de Freud, quien acostumbraba citar esa sombría máxima de quiere otra dimensión. Deja de ser solamente un arte interpretativo
Schopenhauer que compara la vida con un circo en el que el hombre o una construcción del analista, para destacar en la transferencia la
longevo, que sobrevive dos o tres generaciones, se aburre al asistir función de la repetición en acto, que atañe tanto al analizado como al
dos o tres veces al mismo espectáculo con los mismos payasos. La analista”35.
misma historia contada por un idiota, dice el Bardo, full o f sound Impera una nueva óptica: “El inconsciente —en este caso lo repri­
and fury. mido—no ofrece ninguna resistencia a los esfuerzos terapéuticos 36.
Para ilustrar la neurosis de destino, Freud apela a un pasaje de La resistencia proviene de los estratos más organizados de la mente
Jerusalén libertada, de Torcuato Tasso. En un duelo el héroe, Tancre- -organizados, aunque también inconscientes—. “Evitaremos malos en­
do, mata a su amada Clorinda, que lo enfrenta disfrazada con la ar­ tendidos si establecemos un contraste, no entre consciente e incons­
madura de su enemigo. Después del entierro, al entrar en un miste­ ciente, sino entre un yo y lo reprimido."*7
rioso bosque mágico, Tancredo hace con su espada un tajo en un Strachey comenta: “La concepción de una estructura yoica cohe­
árbol, y ve que del corte mana sangre. Se escucha entonces la voz de rente data del «Proyecto»”. Pero este tema, que inaugura la segunda
Clorinda, cuya alma hechizada estaba presa en el tronco, la que lo tópica, es abordado por primera vez, en este ensayo; será desarrolla­
acusa de haber herido nuevamente su amor*6. do en 1923 en El yo y el ello38. Por otra parte, el inconsciente es lo que
Hay, repito, algo “demoníaco” en el más allá del principio de pla­ trabaja en el proceso analítico: el inconsciente no resiste, insiste.
cer. “La palabra «demoníaco» -comenta Peter Gay- no deja dudas so­ El camino está pronto para hablar del “instinto de muerte”:
bre la estrategia de Freud. Él consideraba que esta compulsión a re­ “Nuestras especulaciones sugieren que Eros opera desde el comienzo
petir era una actividad mental extremadamente primitiva, que de la vida como un «instinto de vida», en oposición a un «instinto de
presentaba un carácter pulsional en «alto grado», como lo que lleva a muerte» que surge con la aparición de la vida en la sustancia inorgá­
un niño a insistir en que una determinada historia sea siempre conta­ nica”39. Se puede considerar que Eros es la fuerza subyacente a la
da de la misma manera, coma por coma y punto por punto. Pero la re­ búsqueda, al deseo, al amor, a la perpetuación. “Eros es el hambre
petición incesante de experiencias terroríficas en la transferencia ontológico ”40
analítica también obedece a otras leyes. Brota de una anhelo funda­ Tenemos, entonces, Eros y Tánatos, Vida y Muerte, Vishnú y
mental, independiente del placer y muchas veces en conflicto con él. Shiva. Ahora bien, aquí se produce una inversión en el pensamiento
Freud se vio llevado a pensar que algunas pulsiones son conservado­ freudiano. Tiene que ver con la metáfora de Aristófanes. Los Tres en-
ras, que persiguen la instauración de un anterior estado de cosas sayos habían demolido la idea aristofanesca de la “media naranja . El
inorgánico.”33 En suma: “La finalidad de toda la vida es la muerte”, encuentro de los sexos no es el acoplamiento infalible del Hombre con
pensamiento que la filosofía oriental no se cansa de formular. la Mujer. Ahora la fábula es representada de otro modo: “Dicha hipó­
Este pensamiento es expresado poéticamente en la entrevista tesis es tan fantástica —más mito que explicación científica—que no
concedida a Viereck: “Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuán osaría de introducirla de no ser porque satisface plenamente las con­
intensamente la vida se agite dentro de él, busca el Nirvana, el fin de diciones que procuramos precisar: la necesidad de restablecer un es­
esa «fiebre llamada vivir», anhela el seno de Abraham. Ese deseo tado anterior. Se trata de la teoría que Platón, en el Banquete, pone
puede ser encubierto por digresiones. No obstante, el objetivo final de en boca de Aristófanes”41.
la vida es su propia extinción”34. Ese encaje platónico sería una unión primordial. No se trata, em­
Neurosis de guerra, juego infantil, neurosis de destino y, ahora, pero, de una contradicción. En 1905 Freud quería demostrar que la
la neurosis de transferencia -e l cuarto caso. La transferencia es una pulsión -en oposición al instinto- no tiene un destinatario fijo. Ya
neurosis artificial, en la que el paciente repite su psicopatología con descartada la idea de una sexualidad preformada, la cuestión era
el analista. La neurosis clínica se transforma en una neurosis de ahora afirmar que la pulsión procura retornar a lo que ya estaba en
el inicio de las cosas.
La introducción de un instinto de muerte creó una profunda divi­
sión en el campo psicoanalítico. Por un lado, Melanie Klein y su es­
*6. El lector latinoamericano tiene aquí una buena oportunidad para cuela radicalizaron este concepto. Lacan, posteriormente, habló de su
diferenciar la neurosis de destino del Tancredo de Tasso, respecto de la necesidad teórica. Frente a ellos, Heinz Hartmann, el padre de la psi­
neurosis ante el éxito de Tancredo Neves. cología del yo, prefirió concentrarse en “las pulsiones que realmente

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encontramos en la teoría psicoanalítica clínica, y prescindir del otro
conjunto de hipótesis de Freud, de orientación biológica, sobre los ins­ las vicisitudes de la enfermedad, bajo un fuerte vínculo transferen-
tintos de vida y de muerte”42. Esa posición fue asumida por la mayo­ cial. La prueba del lazo fue el anillo arturiano que recibió el enfermo,
ría de las escuelas norteamericanas, desde Alexander hasta Zilboorg. anillo que abría las puertas al cenáculo de los iniciados. El Profesor,
Lacan tiene razón cuando dice que la biología freudiana no es más allá del cariño, sentía gratitud. Jones piensa que “esa muerte”
biología, es otra cosa, tal vez un lugar para levantar la tienda de la constituyó un pesado golpe personal; el propio Freud [la] consideró ...
especulación y tejer fantasías filogenéticas con su cómplice Ferenczi. como un factor importante en su envejecimiento”44.
Ese lugar había sido alguna vez de Fliess, y Freud, en una fecha tan La tarde en que Antón von Freund fue enterrado llegaron de
tardía, rinde un último homenaje a su adorado enemigo: Hamburgo noticias de la grave enfermedad de Sophie, la bella Sop-
hie. Víctima de la gripe española que asolaba a una Europa desnutri­
De acuerdo con la gran concepción de Wilhelm Fliess (1906), to­ da de posguerra. Rayo en un cielo azul. Freud quedó anclado en Vie-
dos los fenómenos vitales que presenta el organismo - y también, na: no circulaban trenes para Alemania. Oliver y Ernst, que estaban
sin duda, su muerte- están ligados al cumplimiento de determi­ en Berlín, llegaron tarde. Golpe cruel del destino. Sophie tenía 26 ra­
nados períodos, que expresan la dependencia respecto de dos ti­ diantes años.
pos de sustancias vivas (una masculina y la otra femenina) a lo Freud amaba a Sophie, a quien a veces llamaba “hija del domin­
largo del año solar. Ahora bien, cuando vemos con qué facilidad y go”, o sea “hija de lujo”. Ella era tan princesa como Anna, y pertene­
en qué extensión las fuerzas externas pueden modificar el mo­ cía al mismo linaje femenino de Gisela, la Gradiva y Martha, en los
mento de aparición de determinados fenómenos (especialmente tiempos idos de la Dama en el Castillo de Wandsbek.
en el mundo de las plantas), acelerando o frenando los procesos, Cuando Sophie empieza a enamorarse, Freud acusa el golpe, y
surgen dudas acerca de la rigidez de las fórmulas de Fliess, o so­ apela al estilo convencional para responder a Max Halberstadt, su fu­
bre si las leyes que él formuló son los únicos factores determinan­ turo yerno: “Siempre deseamos que nuestras hijas fueran libres para
tes43. elegir marido conforme sus deseos ... Pero, aun así, somos padres y
tenemos fodas las ilusiones propias de esa condición ... y, por eso, qui­
Freud, Fliess, Jung, Tausk, Groddeck, Ferenczi, tal vez Rank, siéramos conocer al vigoroso joven antes de proferir un solemne Sí y
son thalásicos, fáusticos, cargan su demonio. Amén”45.
Fue un choque; él mismo lo admite, quince días después, cuando
Seamos, con Freud, supersticiosos, en el sentido de que “no creo le escribe al novio: “¡Qué cosa curiosa encontrar a nuestra hijita de
en las Brujas, pero que las hay, las hay”*7. Hay cosas entre el cielo y repente transformada en mujer apasionada!”46
la tierra, amigo lobo, en las que el discurso mágico produce escalo­ Y ahora Sophie muere. Ferenczi se preocupa por el efecto de ese
fríos en la ruta de la Acrópolis. golpe en el estado de ánimo de Freud. Éste responde con unas líneas:
El destino infligió dos rudos golpes a Freud en 1920. La muerte
de Antón von Freund fue el primero. La historia comienza dos años Querido amigo:
antes, cuando Toni von Freund, figura meteórica en el movimiento
psicoanalítico, desarrolló una neurosis grave después de una opera­ No se preocupe por mí. Soy exactamente el mismo, salvo que un
ción de sarcoma. Freud lo trató con éxito en 1918. Antón era un rico poco más cansado. El acontecimiento fatal, aunque penoso, no
cervecero de Bucarest, que ayudó materialmente al Profesor en los fue capaz de derribar mi actitud con relación a la vida. Durante
últimos años de la guerra. Hombre encantador, dedicado a la Causa, años estuve preparado para la muerte de mis hijos [en el campo
mano derecha administrativa de Ferenczi. En la época, la “cura” rea­ de batalla], y se produce la de mi hija. Como soy profundamente
lizada por Freud fue considerada un “milagro”. Pero no tardaron en irreligioso, no hay nadie a quien pueda acusar, y sé que no existe
aparecer metástasis abdominales. Freud, durante meses, en una acti­ lugar alguno al que se pueda remitir una queja. “El invariable
tud que recuerda los tiempos de la agonía de Fleischl, siguió de cerca círculo de los deberes de un soldado” y el “Dulce hábito de la exis­
tencia” cuidarán de que las cosas queden como antes. En lo ínti­
mo puedo percibir el sentimiento de una profunda herida narci-
sista que no será curada. Mi mujer y Annerl están terriblemente
*7. “Un poco de superstición tiene su encanto” (Carta de Freud a Martha sacudidas, pero de una manera más humana47.
del 10 de agosto de 1884, citada por Ernest Jones, A vida e a obra de Sig-
mund Freud, 1989, Río de Janeiro, Imago, I, pág. 165). Groddeck probablemente diría que esa “inhumana” herida abier­
ta iba a engendrar esa cosa llamada cáncer.
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NOTAS
Freud completó su M á s allá d e l p r in c ip io d e p la c e r antes de via­
jar en las vacaciones de verano y, aquí viene la parte extraña, le pi­
dió a Eitingon que dejara constancia de que él ya había redactado la 1. SE, XVIII, págs. 7-66.
2. Paulo César Souza, “O valor da vida - Entrevista de Freud a George
mitad del manuscrito en la época en que su hija Sophie gozaba de Sylvester Viereck”, Sigmund Freud & o gabinete do Dr. Lacan, 1989, San Pa­
buena salud, agregando: “Muchas personas van a menear la cabe­
blo, Brasiliense, pág. 120.
za ...”48. Ahora bien: menear la cabeza, ¿por qué? Jones comenta: 3. Renato Mezan, Freud, pensador da cultura, 1985, San Pablo, Brasi­
“Freud parecía esperar que la gente infiriese que sus pensamientos liense, pág. 431.
sobre una pulsión de muerte habían sido consecuencia del duelo por 4. Frank J. Sulloway, Freud, biologiste de Uesprity 1981, París, Fayard,
Sophie, lo que de hecho hizo Wittels49 en su biografía”50. Por eso mis­ pág. 379.
mo le escribió a su primer biógrafo: “Yo mismo por cierto habría sub­ 5. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
rayado la conexión entre la muerte de la hija y los conceptos de M á s Companhia das Letras, pág. 364.
6. Jacques Lacan, Le Séminaire II, Le Moi dans la théorie de Freud,
a llá ... en cualquier estudio analítico sobre otra persona. Pero, así y
todo, se trata de un equívoco. El M á s a l l á ... fue escrito en 1919, 1975, París, Seuil, pág. 35.
7. Max Schur, Freud, vida e agonía, 1981, Río de Janeiro, Imago,
cuando mi hija era joven y vigorosa; ella murió en 1920. En setiem­
bre de 1919 dejé el manuscrito del pequeño libro a algunos amigos de pág. 395. ^
8. J. Lacan, Le Séminaire, V77, pág. 68.
Berlín, para que hiciesen una lectura atenta; faltaba sólo la parte so­ 9. S. Freud, Neurose de transferencia: urna síntese, 1985, editado por Use
bre la mortalidad o inmortalidad de los protozoarios. Lo verosímil no Grubrich-Simitis, 1987, Río de Janeiro, Imago.
siempre es la verdad”51. 10. SE, XVIII, pág. 28.
Freud se empeña en desvincular el libro del duelo por Sophie. 11. SE, XVIII, pág. 59.
Para mí el problema es otro. Retomemos, entonces, la historia del 12. Ibíd.
f o r t -d a . Mi flecha es la siguiente: ese juego fue resignificado con la 13. SE, XVIII, pág. 7.
muerte de la madre. De allí tal vez la nota al pie de página que dice: 14. SEf XVIII, pág. 9.
“Cuando el niño tenía 5 años y 9 meses, la madre murió. Ahora que 15. SE, XVIII, pág. 21.
ella estaba realmente «ida» («o-o-o»), él no mostró señales de pesar”52. 16. Ibíd.
Tal vez esta premonición llevó a Freud a pensar que su duelo -como 17. SE, XVIII, pág. 10.
el de Em stl- no era humano. Por otra parte, el M á s a llá ... fue el ca­ 18. Peter Gay, op. cit., pág. 367.
rretel de Freud. 19. Ibíd.
20. SE, XVIII, pág. 15.
21. Ibíd.
Seamos rigurosos y elijamos con cuidado una virtud. Entre la 22. Eduardo A. Vidal, “A tor^áo de 1920”, Pulsáo e gozo, 1992, Río de Ja­
alegría y la paz, opto, conservadoramente, por la última: puede haber neiro, Escola da Letra Freudiana, pág. 24.
una falsa alegría pero no cabe una falsa paz. La paz, así entendida, 23. Rogerio Luz, uO espado potencial: Winnicott”, Percurso, 1989, Ano II,
se identifica plenamente con la noción del placer tal como Freud lo N° 3, pág. 26.
define en la primera tópica: una caída de la tensión. 24. SE, XVIII, pág. 15.
Mi libro L a lección d e O n d in a intenta responder al hecho de que 25. SE, XVIII, pág. 16.
no tenemos la medida de paz que considero posible. Una noche de 26. SE, XVIII, pág. 17.
amor, escalar una montaña, correr al borde del mar cuando el sol sé 27. Philip Rieíf, “O surgimento do homem psicológico”, Sigmund Freud
levanta, el asombro en la Acrópolis, sonreír a la Mona Lisa, brindan & o gabinete do Dr. Lacan, pág. 94.
28. Participación de Pontalis en el seminario de Lacan (J. Lacan, Le Sé­
preciosos momentos de paz feliz. Raros momentos. En mi ensayo
comprendí el sentido pleno del pesimismo de Freud, que lo llevó a minaire IIypág. 33).
29. Peter Brooks, Yale French Studies, 1977, págs. 280-300.
postular una pulsión de muerte o, si se quiere, la pulsión de muerte 30. Jacques Derrida, Études freudiennes, 1975, págs. 87-125.
cuya existencia justifica su pesimismo. En síntesis, el hombre no tie­ 31. Renato Mezan, op. cit.ypág. 448.
ne paz porque sabe de su muerte. Mientras el hombre sea mortal será 32. SE, XVIII, pág. 21.
“básicamente” infeliz. Siempre existirá una falta, la afrenta insopor­ 33. Peter Gay, op. cit., pág. 368.
table de no-ser; de allí que la castración sea una feliz metáfora infe­ 34. Paulo César Souza, ibíd., págs. 120-1.
liz. M á s allá d el p r in c ip io d e p la c e r inaugura el Imperio de la Muerte 35. Eduardo A. Vidal, ibíd., pág. 11.
y del Goce. 36. SE, XVIII, pág. 19.

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37. Ibíd.
38. SE, XVIII, pág. 19n.
39. SE, XVIII, pág. 40.
40. Ken Wilber, El proyecto Atinan, una visión transpersonal del desa­
rrollo humano, 1980, Barcelona, Kairós, pág. 170.
41. SE, XVII, pág. 57.
42. Heinz Hartmann, “Comments on the psychoanalytical theory o f ins-
tinctual drives”, Psychoanal. Quart., 1948, XVII, pág. 372. CAPÍTULO 49
43. SE, XVIII, pág. 45.
44. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 36. EL LIBRO DE LAS MASAS
45. Carta de Freud a Max Halberstadt del 7 de julio de 1912, Sigmund
Freud. Correspondencia de amor, 1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 339.
46. Carta de Freud a Max Halberstadt del 24 de julio de 1912, ibíd.,
pág. 342. Veamos el panorama social del psicoanálisis en el inicio de los
47. Carta de Freud a Ferenczi del 4 de febrero de 1920. años 20. El pensamiento innovador, sólo con sangre entra -casi siem­
48. Carta de Freud a Wittels del 8 de febrero de 1920, citada por Peter
pre, la propia-. El psicoanálisis, escandaloso por propia naturaleza,
Gay, op. cit.y pág. 363. le parecía un colosal absurdo a la cúpula médica vienesa, conservado­
49. Fntz Wittels, Sigmund Freud: his Personality, his Teaching and his ra también por propia naturaleza. La joven ciencia transitaba en el
School, 1924, Londres, Alien & Unwin. submundo underground exuberante de teorías revolucionarias sobre
50. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 56. política, ciencia y arte de vivir. Freud era tema en los cafés. De esa
51. Carta de Freud a Wittels de diciembre de 1923, citada por Peter época data la malvada mot d’esprit de Cari Claus, que consideraba al
Gay, op. cit., pág. 363.
psicoanálisis como “la enfermedad cuya cura pretende ser” -sutil ca­
52. SE, XVIII, pág. 16n.
ricatura de la “neurosis de transferencia”"1- . La prensa popular, los
periódicos y las revistas difundían como imagen del psicoanálisis la
figura de ^u creador, serio, de barba, tomando notas junto al diván y
viendo sexo en todas partes, incluso en los niños.
El psicoanálisis, la verdad sea dicha, nació con la intención de
derribar las ideas aceptadas de la humanidad. En sus Conferencias
d e in trod u cció n al psicoanálisis, Freud señala que él le propinó la ter­
cera bofetada a la megalomanía de los terráqueos. Primero Copémico
estableció que la Tierra no era el centro del universo, luego Darwin
hizo que el hombre ingresara en el reino animal, y él mismo estaba
demostrando que la conciencia era un epifenómeno del inconsciente1.
¿Se podía esperar que el mundo aplaudiera?
Maldito, Freud pasó a ser primero moda, y después mito. Nuestro
conocido Paul Bjerre, amante de Lou, admirador celoso, declaró que el
psicoanálisis “agitó los sentimientos como si se tratase de una nueva
religión ...2”. Viena pasó a ser una Roma sexual, pero Roma al fin. La
Causa crecía en forma exponencial, con filiales en Viena, Berlín, Lon­
dres, Amsterdam, Budapest, París, dos en la Escandinavia, varias en
los Estados Unidos, Jerusalén y Africa del Sur. Abraham, uHigh Po-
w e r en la opinión de Alix Strachey, ya en 1908 había trasplantado el
modelo de la Sociedad de Viena a Berlín, montando el núcleo de la

*1. Cari Claus era un célebre humorista, firme opositor de Freud no con­
cerniente al problema del “análisis lego” (Harald Leupold-Lówenthal, “Le
procés Theodor Reik”, Revue Internationale d’Histoire de la Psychanalyse,
1990, III, pág. 61).
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sección berlinesa de la Asociación Psicoanalítica Internacional, funda­ Pero ahora no. Freud se siente incómodo con la fama. El éxito,
da en el Congreso de Nuremberg en 1910. Un año después, los médi­ por alguna razón que no pasa por la modestia o timidez, lo deja más
cos de la Costa Este de los Estados Unidos se reunieron en dos orga­ vacío que irritado. No siempre fue así: en algún tiempo, leer una rese­
nizaciones: la Sociedad Psicoanalítica Americana y la Asociación ña sobre su obra podía cambiarle el color del día. Pero, aún antes de
Psicoanalítica de Nueva York, que convivían en un clima de guerra la muerte de Sophie, mucho antes de los primeros síntomas del cán­
fría. Dos años más tarde Ferenczi fundó la Sociedad de Budapest, cer, su carácter se había ensombrecido. En una carta a Pfister recono­
próspera durante cierto tiempo después de la guerra, hasta el ascenso ce que “la causa avanza por doquier”. Lo reconoce, pero sin deleitarse:
al poder del régimen antisemita de Horthy, en 1920. A partir de ese “Usted parece sobrevalorar mi placer en eso. Ya disfruté de todas las
momento reaccionario la ciudad pasó a ser denominada Judapest. satisfacciones personales que se pueden obtener con el análisis en la
Budapest fue cuna de grandes analistas, como Franz Alexander, época en que estaba solo y, desde la adhesión de los otros, me fui sin­
Sandor Radó, Michael Balint, Geza Roheim, René Spitz y David Rap- tiendo más irritado que satisfecho”7. Parece ser que la fama es un go­
paport. En 1924, en el país de Jones, se funda el Instituto de Psicoa­ ce solitario que no se puede compartir. “La popularidad en sí me es
nálisis de Londres, con Glover, la bellísima Joan Riviére y el matri­ enteramente indiferente; hay que considerarla un peligro para reali­
monio Strachey. O sea que los fíeles discípulos Jones, Ferenczi y zaciones más serias.”8 Los éxitos son pálidos antídotos para las pe­
Abraham habían llevado el evangelio freudiano a sus tierras, mien­ nas, las catexis no neutralizan el rencor, que no perdona. Sabía, eso
tras que, a falta de un apóstol galo, el análisis penetraba con mucha sí, que la lágrima y la risa son variaciones del mismo goce. La fama
dificultad en Francia. Paralelamente, en los Estados Unidos, la lite­ agobia, pesa: “Lamento no haber respondido a su última carta. A ve­
ratura psicoanalítica proliferaba como un sarampión3. El psicofisiólo- ces mi lapicera queda exhausta. Tengo que atender mucha correspon­
go norteamericano William McDougall se refiere a los alcances de esa dencia de trabajo; advertir a pacientes que no vengan a verme, ya
nueva moda: “Más allá de los seguidores profesionales, una legión de que no dispongo de tiempo para tratarlos, y recibir ofertas lisonjeras
legos, pedagogos, artistas y diletantes quedó fascinada por las espe­ para escribir un artículo sobre tal asunto para tal periódico. Estos
culaciones freudianas, y les dio una dimensión popular, de modo que son los inconvenientes de la popularidad. Me cuesta ver el lado bueno
algunos de los términos técnicos usados por Freud se insertaron en el de la fama”9.
habla popular, tanto en los Estados Unidos como en Inglaterra”4. Mc­ Freud comenzó la década del 20 con una mala disposición. Com­
Dougall se queja de la “peste” de la que habla Lacan. Tratándose de parando su estado en ese momento con la época en que conoció a Ei-
una moda, muchos de sus detractores, así como muchos de sus admi­ tingon, escribe: “Mi situación ha cambiado mucho estos quince últi­
radores, sólo tenían una vaga noción de su mensaje específico. El te­ mos años. Me veo aliviado de preocupaciones materiales, pero me
rreno era propicio para la proliferación del charlatanismo. repele el alarido constante de la popularidad ...”10. En la misma se­
La Causa también se infiltraba en el continente europeo. “En la mana le envía a Ferenczi una carta reveladora en grado sumo: “Natu­
prensa diaria -observa Abraham en una circular interna- el psicoa­ ralmente me agrada mucho que usted me escriba con entusiasmo, co­
nálisis es noticia, principalmente en sentido negativo, aunque no mo en su última carta, sobre mi juventud y actividad, pero cuando
siempre.”5 Los cursos ofrecidos por el Instituto Psicoanalítico de Ber­ regreso al principio de realidad sé que eso no es verdad, y no me es­
lín estaban atrayendo a un público numeroso6. panta que no lo sea. Mi capacidad para interesarme se agota pronto,
La obligatoriedad del análisis personal aún no había sido sancio­ o sea que se aparta de buen grado del presente, hacia otras direccio­
nada, cuando ya comenzó la lista de espera para la formación didácti­ nes. Algo en mí se rebela contra la compulsión de continuar ganando
ca. Pari passu se multiplicaban las filiales de la IPA; se fundaron so­ dinero, que nunca es suficiente, y a seguir con los mismos artificios
ciedades en Munich, Dresde y Leipzig. La francesa preparaba su psicológicos que durante treinta años me han sostenido ante mi des­
documentación. precio general por las personas y por este mundo detestable. Surgen
Los libros de Freud estaban siendo traducidos a todos los idiomas en mí extraños anhelos ocultos ... de una vida diferente: deseos prove­
importantes. Hasta en la xenofóbica Francia, Gide, director de la nientes del fin de la infancia, que nunca se realizaron y que no se
Nouvelle Revue Frangaise, solicitó autorización para publicar un tex­ conforman a la realidad ... En lugar de eso, nos encontraremos en el
to de Freud en su número aniversario. La Asociación Británica para suelo sobrio de Berlín”11.
el Progreso de la Ciencia invitó al Maestro a inaugurar un sector de­ ¿Cuál es la herencia secreta y cuáles son sus anhelos ocultos?
dicado a la psicología. Freud declinó la distinción. En general, no Freud continuaba analizando en Viena, y se dedicaba cada vez
aceptaba participar en actos públicos; las conferencias de Estados más a aprendices del diván, de preferencia mujeres. Entre sus alum­
Unidos en 1909 fueron una excepción, cuando el proselitismo era una nos de posguerra estaban discípulas tan importantes como Jeanne
cruzada. .^I j Lampl-de-Groot, la princesa Marie Bonaparte y Helene Deutsch. El

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dad, victorias físicas y fracasos simbólicos, interés estético, piacer por
Profesor siempre tuvo debilidad por las mujeres á la Lou Andreas-Sa- lo feo: todo queda asimilado en la fuente unificadora21. Rastreando
lomé: románticas, complejas, fálicamente femeninas e inteligentes, los sentimientos sexuales hasta los primeros años de vida, él puede
como Joan Riviére y la propia Jeanne Lampl-de-Groot. explicar, sobre bases totalmente psicoanalíticas, la aparición de fre­
nos emocionales tan poderosos como la vergüenza y la repugnancia,
La entrada de Freud en la psicología social12 trata de las relacio­ de las normas relacionadas con el gusto y la moral, de actividades
nes entre el poder y las masas manipuladas. También cuenta la his­ culturales como el arte y la investigación científica -incluso el psicoa­
toria del individuo y la sociedad. De lo natural y lo artificial. Del Tó­ nálisis.
tem y la IPA. En ese río con un estuario tan diversificado, el término “sexual”
En el verano de 1920, Freud sube a los Alpes con una pila de li­ adquiere dos alcances diferentes, según la ocasión. Es bueno tener
bros. Le Bon, Trotter (que habla del “instinto de rebaño”)13, Sighele, presente que el sexo, para Freud, siempre fue más que genitalidad.
un par de novelas de Zola y la última novedad de McDougall, The Él insiste en hablar de sexo “para no ceder a la pusilanimidad”22 y
Group Mindli (que postula el fenómeno del “contagio” en la multi­ también, a veces, con ánimo de escandalizar. Pone “sexual” donde tal
tud). Esos textos sobre “conjuntos de personas” constituían la biblio­ vez sería más apropiada la palabra “erótico”. Freud protesta, no com­
grafía de base para montar su ensayo sobre la psicología social, que prende por qué esa palabra provoca tanto escándalo, siendo que él la
venía cocinando a baño María desde el cuarto capítulo de Tótem y ta- toma en su sentido más amplio. Pero, en cuanto se le presenta la
bú15. Ahora, una década más tarde, Freud abandona el recurso de la oportunidad, salta la liebre y “el sexo es sexo puro”23. En esa constan­
prehistoria conjetural en la Edad del Hielo. En vez de considerar te oscilación entre “inocencia” y “lascivia” hay, como lo señala Philip
“una formación grupal relativamente simple”, aborda a las “masas Rieff, “una ambigüedad vital del discurso freudiano, que no se debe
artificiales permanentes y altamente organizadas”16. Esto significaba eliminar «stracheyanamente», porque junto con ella se perderían al­
abandonar las fantasías filogenéticas originales en favor de la com­ gunas construcciones básicas del psicoanálisis. Por ejemplo: las rela­
plejidad ontogenética. ciones sexuales como paradigma de las relaciones sociales”24.
El trabajo progresa rápidamente y a fines del otoño sus discípu­ Esta franqueza freudiana de llamar al sexo por su nombre fue
los alemanes ya pudieron recibir el manuscrito (fueron los primeros, uno de los solventes aplicados a la rigidez de la lengua cultural de la
como venía sucediendo en los últimos tiempos). época. Freud se instala como crítico del lenguaje junto a su coterrá­
“El libro -señala Enriques- comienza con una toma de posición neo Wittgenstein. Pero, a diferencia del filósofo, que proponía el quie­
radical: el cuestión amiento de la oposición entre psicología individual tismo verbal de “callar acerca de aquello sobre lo que no se puede ha­
y social.”17 Leemos en el primero párrafo: “El contraste entre la psico­ blar”, Freud exhorta a “decirlo todo acerca de aquello sobre lo que no
logía individual y la psicología social o de grupo (foule), que a primera se puede hablar”25.
vista puede parecer pleno de significado, pierde gran parte de su niti­ Este amor ampliado tiene su sosias en la antigüedad: el amor
dez cuando se lo examina mas de cerca”18. platónico. Platón, el padre de Eros, también ve la amistad como cohe­
Se trata, según Enriques, de una bomba, porque el psicoanálisis, sión social. Pero el Eros freudiano es radicalmente diferente del Eros
como paradigma de “psicología individual”, subvierte “las relaciones platónico. Más aún: la idea psicoanalítica de la sexualidad sirve como
sociales ficticias, hechas de mentiras y máscaras. Desmitifica los crítica a la idea platónica de la sociedad. Las “intenciones” son dife­
ideales y las ideologías; devuelve la carga dramática a la relación se­ rentes. Para Platón -en El banquete- la emoción adquiere el rango de
xual, que no se da entre dos epidermis sino entre dos sujetos que en su objeto, de modo que el amor más “elevado” es superior al más “ba­
ella viven el apogeo de su placer, de su falta y de su finitud”19. jo”. Freud no hace esa apología de lo sublime.
Freud dice: “Con la palabra «amor», en sus múltiples acepciones, La literatura que se lleva a la montaña le sirve a Freud como
el lenguaje creó una síntesis perfectamente justificada”20 Usa el tér­ punto de partida, funcionando como el primer capítulo histórico de la
mino para designar tanto los vínculos sensuales concretos como los Traumdeutung. Pero en la arquitectura de la obra, su propio Tótem y
sentimientos del padre respecto de un hijo (narcisismo de los padres) tabú tuvo más peso que todos los libros consultados. Lo guiaba esta
y viceversa (deseos incestuosos), así como para hablar de la relación pregunta: ¿qué mantiene unidos a los grupos? Interrogante que inau­
entre el líder y sus seguidores (identificación). Sexo es todo eso y, en gura su incursión en los dominios de lo social. Grupo e individuo son
la polifonías de los sentidos, el término se enriquece en las mil peque­ dos formas de hablar de lo mismo: “En la vida mental del individuo,
ñas muertes del orgasmo. De hecho, Freud lo lleva a su espectro más el otro entra ... como ideal, objeto, auxiliar o adversario; por eso, des­
amplio: sexo equivale a amor. De esa manera es posible unificar to­ de el principio, la psicología individual es, al mismo tiempo, psicolo­
das las emociones como atributos de la sexualidad: simpatía, afecto, gía social”26. Además, no es posible trazar entre ambas psicologías
respeto, desprecio, amor paterno y piedad filial, amistad y animosi-
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una diferenciación absoluta, porque la psicología unipersonal, en últi­ juvenil de París como antro de “guillotineros”. Rieff comenta que Freud
ma instancia, está en función de la relación de una persona con otra. no se preocupa en diferenciar su propio desdén por el pueblo respecto
Conviene recordar que para Pichón Riviére el psicoanálisis es un bi­ del de sus fuentes; transcribe párrafos enteros de retórica profunda­
nomio en la perpetua triangulación edípica. mente antidemocrática. “A pesar de que su deuda con [Le Bon] ... no
La P sico lo g ía d e la s m a s a s 27 también tiene un sesgo político in­ refleja ninguna admiración secreta por la autoridad, aun así, su obra
corporado en el título: se trata de m a s a s . Término cargado de conno­ se tiñe, de un modo no totalmente inocente, con los colores autoritarios
taciones reaccionarias*2. Los textos consultados, incluso Zola, repre­ de sus mentores.”33 Pero, me pregunto, después del Congreso de Nu-
sentaban la corriente de pensamiento político producido a partir de remberg, ¿quién dice que la esencia del psicoanálisis es democrática?
O ríg en es d e la F ra n cia con tem p orá n ea (1868), de Taine. La orden del Es preciso señalar que Freud carecía de sentido político; era casi
día era ir contra el espíritu de la Revolución Francesa, ensañándose una parodia del liberal a la moda antigua. Gay34 y Mitchell35 encuen­
en la autopsia de las nefastas consecuencias del 18 de Brumario. El tran una posible virtud en ese daltonismo: colocarse “afuera”, en una
denominador común entre autores tan dispares como Taine, Bagehot, transferencia apolítica. Pero éste es el típico argumento de la derecha
Trotter, Lombroso y Sighele decantaba en la fascinación aterrada an­ cientificista.
te el vandalismo de las “turbas modernas”. “Para el inglés Trotter28, Los historiadores de la línea conservadora se escandalizan ante
gran amigo de Jones, la turba era alemana. En la misma época, Émi- la política democrática, y no ante cualquier clase de política. Freud
le Zola, en su antológica recreación de una huelga de mineros, pre­ reconoce la aparición de la barbarie en la vida colectiva como tal. El
sentó a la clase trabajadora como una mezcla inflamable de amenaza ciudadano refinado que soñaba á la Rousseau no recibe más crédito
y promesas -m ás amenaza que promesas-. Para los discípulos de que el proletario de la utopía marxista. No es tarea del psicoanálisis
Taine, la masa agitada era una ola vengativa, sedienta de sangre, justificar recelos conservadores ni condenar esperanzas revoluciona­
embriagada e irracional: estaba enjuego la democracia”29. rias. La cuestión es, para Rieff, que “el individuo racional se sumerge
Los teóricos de la “vieja derecha” fueron Tarde y Sighele30. Le en la barbarie bajo las compulsiones de la vida colectiva”36.
Bon bebió de esas fuentes, popularizando el pensamiento político que En suma: las masas son definidas como lo que no es el individuo.
cobró fuerza después de la insurrección de la Comuna, en 1871. Su Se trata de una “cosificación absoluta”37. Ellas creen en el poder má­
P sicolo g ía d e la s m a s a s 31 parte de la base de que todo hombre pierde gico de la§ palabras, que hace posible lo imposible bajo el imperio de
su individualidad en una multitud, para incorporar una parcela de la certeza. La masa se comporta como el sujeto que sueña38. De allí
“alma colectiva”, amorfa, animalesca, acéfala. las pesadillas de la humanidad ...*4
Frente a las masas, Freud, por su parte, sin ir tan lejos, siempre Gustave Le Bon, contemporáneo de Breuer, aunque excluido de
conservó una mezcla de antipatía y desconfianza. Esa actitud ya está la ciencia oficial, tuvo un gran éxito personal; autoridades como Berg-
presente en una carta a Minna Bernays, de los tiempos de París: “La son, Poincaré y Ribot fueron seducidas por el dramatismo de su prosa.
ciudad y las personas son extrañas. Parecen de una especie diferente Marie Bonaparte, como luego veremos, fue subyugada por sus encan­
de la nuestra; siento que están poseídas por mil demonios; en vez de tos39. Él realizó una síntesis perfecta entre las teorías heredo-degene-
Monsieur o «Voilá V E ch o de París», escucho gritar «Á la lanterne” o «A rativas, la hipnosis, el antisemitismo y el odio a la Revolución: lo que
bas» este o aquel hombre. No creo que ellos conozcan el sentido de la Roudinesco denomina “el inconsciente á la francesa”40.
vergüenza o el miedo ... Son personas propensas a las epidemias psí­ La P sy c h o lo g ie d e s fo u les fue lanzada en 1895, en el año de Irma.
quicas y a las convulsiones de masas histéricas” 32. *3 El ejemplar que Freud tenía en sus manos sería de la última edición,
La M a ssen p sych o lo g ie no abandona completamente esa evaluación la trigésima. Uno de los mayores éxitos editoriales de todos los tiem­
pos. Este texto, inspirado en Charcot, parte de la hipnosis esta vez en

*2. El título de la obra en alemán es Massenpsychologie und Ichanalyse.


O sea, “psicología de las masas y análisis del yo”. Strachey tradujo “masa” *4. Pensando en el Carnaval de Bahía, surge la idea de un grupo artifi­
por “grupo”, que es mucho más blando. El propio Freud se quejó a Jones de cial que no se adecúa a la noción de la inanidad inoperante de las masas.
que “«grupo» no parecía muy adecuado”. Emplearemos entonces Psicología Porque en la folia carnavalesca, al son de mil atabaques, en la ruta de los
de las masas. trios eléctricos, la multitud superarmonizada se organiza para crear el “ma­
*3. Encontramos una posición semejante, pero de un conservadurismo yor espectáculo de la Tierra”. Tal vez, en vista de las reglas identificatorias
más sofisticado, en La rebelión de las masas, escrita por Ortega y Gasset en del ensayo de Freud, la diferencia resida en las características del liderazgo:
1930. el Rey Momo reina como un Papá Noel erótico con alma de payaso.

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forma colectiva. La masa magnetizada necesita del líder carismático,
con la imagen de un Rey, de un Führer. Le Bon habla de la “irracio­ Comunión inmediata. Así Perón podía decirle a la multitud en delirio
nalidad de las fuerzas inconscientes”. El inconsciente leboniano es apiñada en la Plaza de Mayo: “Ustedes son quinientos mil; conmigo
una mujer epiléptica41. son un millón”48. Clásico ejemplo de discurso perverso.
Freud distingue “su” inconsciente del de Le Bon: “Una cierta di­ “Error” demagógico: el grupo se modifica pero no se multiplica. O
ferencia entre la concepción de Le Bon y la nuestra resulta de que su sea, no existe potencialización en esa suma, porque el sujeto se en­
concepto de inconsciente no coincide totalmente con el adoptado por cuentra retraído en una situación narcisista. El ideal del yo es la in­
el psicoanálisis. El inconsciente de Le Bon considera, en primer lu­ terfaz que opera dicha reducción.
gar, todas las características más profundas del alma de la raza, que En relación con el “instinto gregario”, la multitud no es un reba­
en verdad no entran en consideración en el psicoanálisis individual. ño, como decía Trotter; está más próxima a la horda primitiva. De allí
No negamos por cierto que el núcleo del yo incluya la «herencia arcai­ que Freud no concuerde en que el pánico, como afirma Le Bon, sea lo
ca» de la mente humana inconsciente, pero distinguimos además lo que desbanda al grupo. El orden es invertido: cuando los vínculos li-
“reprimido inconsciente”, nacido de parte de esa herencia”42. bidinales se deterioran, el pánico entra en acción 5.
Retomemos la pregunta “¿Qué une al grupo?” Lo que da cohe­ Freud retoma el mito de la horda en la Edad del Hielo, pero la re­
sión, “lo que integra a los grupos, las multitudes, las turbas ... son flexión sobre la identificación ahora pasa por dos articulaciones fun­
emociones sexuales difusas; la libido cuya meta fue inhibida”43. Esta damentales, derivadas de los ensayos “Introducción del narcisismo” y
generalización se justifica adicionalmente por el hecho de ser enun­ “Duelo y melancolía”. El narcisismo es una etapa intermedia entre el
ciada al mismo tiempo que Freud, en otro cajón de su escritorio, guar­ autoerotismo y el amor objetal. En la melancolía, la investidura reti­
daba el manuscrito de Más allá... El nuevo Eros crecía en magnitud, rada del objeto se vuelve sobre el yo, estableciéndose una identifica­
como factor unificador, contrastado con la pulsión de muerte. Cabe ción con el objeto abandonado.
agregar que la pulsión de muerte le permitió producir un modelo de Para Le Bon existen sentimientos inconscientes en la multitud;
inconsciente colectivo irreductible a las formulaciones de Le Bon, eli­ los interpreta como una regresión a estados animistas primitivos.
minando las nociones de herencia, profundidad, mentalidad y arcaís­ Freud acota que esta regresión, en sí misma, no resuelve el problema
mo -en suma, el legado de un cierto darwinismo social- en beneficio de la transformación de la personalidad. No se trata de una concien­
de una estructuración de identificaciones inconscientes44. cia colectiva como la concebida por Herder (1744-1803), “campeón del
La tesis de una “psique grupal”, única, diferente de la psique del historicismo”, que postula un “alma del pueblo”49. Bion va más lejos
sujeto, también es rechazada. Freud acepta que determinados conte­ que Freud en este asunto del alma colectiva. Para él la fantasía de
nidos del inconsciente son colectivos, pero no apela a la noción de una que el grupo existe como una entidad supraindividual es en sí misma
psique transindividual, como lo hace Jung. Esta idea de un “núcleo fruto de una regresión. El observador se “contagia” en el clima “des­
del yo” exento de represión fue, según Lucille Ritvo45, el punto de personalizante”, y pasa a creer en la existencia del grupo50. El grupo
partida de los trabajos de Hartmann, Kris y Lowenstein sobre la “psi­ como delirio colectivo.
cología del yo”. Digamos, en passant, que a partir de la antipsiquiatría se acos­
En la medida en que el inconsciente leboniano no conoce la repre­ tumbra postular la inexistencia de ciertas “existencias”. Así, para
sión, queda encerrado en la tesis de Tarde de la “imitación”; el con­ Laing51 y Cooper52 el loco no existe. Para Bion no existe el grupo y, fi­
cepto de identificación le resulta extraño. La identificación es el nalmente, para Lacan, no existen la mujer ni la relación sexual.*6
mecanismo por el cual la personalidad humana se constituye, incons­ A fin de explicar la metamorfosis doble que sufre toda persona en
cientemente, en su identidad subjetiva. “Un grupo primario es un una multitud - “la intensificación de los afectos y la inhibición del in­
cierto número de individuos que ubican un solo y mismo objeto en el telecto”53- , Freud apela al principio identificatorio en la figura del lí­
lugar de su ideal del yo y, consecuentemente, se identifican los unos der. La identificación promueve nexos, erotizando los vínculos. Por
con los otros en su yo.”48 Como los rayos de una rueda. Además, “cada esa vía, la hipnosis y el amor llevan la identificación hasta sus últi-
individuo comparte numerosas mentes grupales -las de su raza, cla­
se, credo, nacionalidad-, pudiendo también elevarse sobre ellas,
siempre que posea un fragmento de originalidad”47. Esta concepción
de la identificación invierte la problemática de la imitación, por tra­ *5. W. R. Bion, “Una revisión de la dinámica grupal”, Nuevas direccio­
tarse de una relación asimétrica en la que el yo no imita al alter egoy nes en psicoanálisisy 1965, pág. 424.
sino que se lo apropia. *6. La formulación más radical de “inexistencia” corresponde a un par
Unión mística. El jefe dice: “Yo existo en ti y tú existes en mí . de discípulos de Thomas Szazz, cuyos nombres no recuerdo, que afirman que
no existe la muerte.
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mas fascinantes consecuencias. En el “magnetismo” de Mesmer, el horda primitiva en el ámbito histórico y cultural. Pero hay una dife­
Maestro fc‘es el único objeto y no se presta atención a nadie más”54. rencia: mientras que en Tótem y tabú el nacimiento del grupo deriva
Ferenczi, al reseñar el libro, señala que la principal innovación del asesinato del padre, en este texto el nacimiento del grupo es con­
se encuentra en el campo de la “psicología bipersonal”, al descubrirse cebido a partir de la “estructura libidinal” de la conspiración de los
“un nuevo estadio del desarrollo del yo y de la libido”. Existe una re­ hijos60. Cara y cruz del mismo fenómeno. Para que un grupo subsista,
formulación, en términos identificatorios, de las tensiones entre el yo es indispensable la existencia de un agente instaurador, idealizado,
y el ideal del yo, o sea el futuro superyó. Esta incursión por lo social fiel de la balanza. “Sea que nos encontremos al principio con un pa­
prepara la nueva instancia del yo en la segunda tópica. dre portador de la muerte o un padre afectuoso, no puede haber gru­
Aquí Freud adopta la tesis de Bernheim55 sobre el papel de la su­ po sin padre, no puede haber grupo sin obligación de pagar infinita­
gestión en el mundo grupal. El vínculo identificatorio entre los miem­ mente la deuda por el derecho a la existencia y por el derecho al
bros de un grupo reposa sobre una cualidad emocional común. Esta sentido.”61
identificación es particularmente intensa en la relación hijo-padre. Fruto de esta deuda con el padre, cada sujeto está sometido a
De allí que el complejo de Edipo sea el modelo básico, punto de parti­ una relación de dependencia, de uno a Uno, con el jefe, el general o
da de la organización social. La cuestión es separar idealización de Cristo. La relación de sometimiento individual fundamenta la forma­
sublimación. En la idealización, como en el caso del apego por el Füh- ción colectiva de la masa artificial62. La lección ética que surge de es­
rer carismático, hay una concentración de libido sobre un objeto so­ te texto es que la familia también es un grupo “artificial”*7, en la me­
porte. Ese objeto amado es “tratado como el propio yo”, investido con dida en que, en los últimos milenios, está basada en una relación de
libido narcisista, y “sirve para sustituir el ideal del yo propio, no al­ autoridad, en la égida despótica del padre. Freud propone un ideal de
canzado”56. El yo derrama su libido sobre el objeto. amor, libre de influencias parentales, un intercambio entre pares. La
Consecuencia central de ese vaciamiento: un yo más modesto, meta terapéutica del psicoanálisis es cortar el cordón umbilical con la
“mientras que el objeto se vuelve cada vez más valioso, hasta obtener autoridad, para que el amor pueda intentar lo imposible: una relación
finalmente la posesión de todo el amor propio del yo. El objeto, por así entre personas y no entre imagos. Ésta sería la utopía psicoanalítica,
decirlo, devora al yo”57. en rigor nunca explicitada a pecho abierto"8.
Las diferencias entre idealización e identificación son claras: em­ Convengamos en que fue una utopía malograda desde el inicio.
pobrecimiento libidinal en el primer caso; enriquecimiento en el se­ Todo ocurrió como si Freud, que critica de modo radical los funda­
gundo. En la idealización, el objeto ocupa el lugar del ideal del yo; en mentos de los grupos artificiales, no hubiera sabido encontrar un mo­
la identificación, el yo se coloca en el lugar del objeto. La idealización delo distinto para guiar a una institución que nació con el “Espíritu
perpetúa la regresión objetal y se opone a la sublimación. Pero la su­ de Salzburgo”, en ese Congreso inicial sin “Actas, sin Asamblea Gene­
blimación no debe ser definida sólo como un alejamiento de la finali­ ral y sin Tesorero”, y después perdió brutalmente su virginidad políti­
dad sexual; incluye, por definición, una identificación en la cual el yo ca. El propio Freud admite su fracaso: “No conseguí hacer reinar en­
renuncia a encontrar sus objetos ideales en el exterior. tre los miembros esa concordia amistosa que debe existir entre
Freud introduce una distinción entre emociones sexuales y socia­ hombres que se consagran al mismo trabajo, y no conseguí eliminar
les, entre el amor de “elección de objeto” y el “amor de identificación”; las discusiones por prioridades ...”63.
de la misma manera, distingue dos tipos de amor: el amor a lo que Para Mezan se trata de saber por qué Freud se dejó enredar en
querría tener (amor de elección de objeto) y el amor a lo que querría la maraña macrotransferencial64. Sucede que él estaba dominado por
ser (amor de identificación). “La identificación representa la forma su fantasma de identificación con el Urmensch, hecho que lo llevó a
más temprana y primitiva de vínculo afectivo”58, ya que precede al inscribir al psicoanálisis en la historia de las instituciones65.
sentimiento sexual. La identificación, por lo tanto, lleva lo social a la
cuna del niño.
De allí que la “relación de un individuo con sus padres y herma­
*7. En los términos de Bion, todo grupo es artificial.
nos, con su profesor y su médico, todas las relaciones que hasta ahora *8. Freud abre un espacio, pequeño por cierto, para la existencia de un
fueron el principal tema de las indagaciones psicoanalíticas, tienen grupo más organizado, cuando señala, como lo hace notar Octavio Souza, que
derecho a ser reconocidas como fenómenos sociales”59. En suma, allí las condiciones negativas de los grupos artificiales (“intensificación de las
donde las palabras hieren, la psicología social es un parásito de la emociones” e “inhibición intelectual”) pueden ser superadas por una “«orga­
teoría psicoanalítica. nización» superior del grupo”; pero ese espacio se cierra, en la medida en que
Los grupos artificiales son centrales en este ensayo; la Iglesia y Freud no elabora el tema; sólo dice que ese posible grupo “adquiere las carac­
el Ejército, sus paradigmas. Ellos representan una prolongación de la terísticas del individuo” (SE, XIV, pág. 88).

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tiendo una salida, llamada Revolución por uno y Cura por el otro. Sus
Una segunda y nefasta lección es recogida por Roustang cuando promesas se basan en la apropiación por el ser humano de las leyes
señala que la IPA es un grupo peor que artificial, un grupo artificialí­ de su funcionamiento. La llave del Mundo para Marx estaba en el
simo66. Todo sucedió como si Freud no hubiera advertido que, igual trabajo; la llave del Alma, para Freud, en el deseo71. Pero las utopías,
que Von Frankenstein, él estaba creando un monstruo, un monstruo como las palabras vanas de amor, son dispositivos peligrosos; se corre
institucional con las taras de la Iglesia y el Ejército. Roustang carga un riesgo doble. Por el lado de la neurosis, el riesgo, en el caso del
las tintas cuando afirma: “Así, la Asociación Psicoanalítica Interna­ marxismo, está en el disciplinarismo laboral comunista; en el caso del
cional, que apuntaba a la propagación de la doctrina con sumisión al psicoanálisis, en el narcisismo de las pequeñas diferencias. Por el la­
jefe, no podía ser otra cosa que un malentendido. El hecho de que es­ do de la perversión, tenemos a la KGB en el primer caso, y a la IPA y
ta Asociación, lejos de referirse a intenciones devotas, «se levante las futuras “ipas” de la vida, en el otro. En la cosa riostra, ambos ries­
contra las mentiras convencionales», la salva de identificarse con una gos proliferan en el destino funesto de los fanatismos cismáticos. El
sociedad religiosa, pero la hace caduca como Asociación. Cuando se agua hierve a los 100 grados.
reconoce como una banda de asesinos, como «horda salvaje», toma la
única forma que le conviene, la única imagen en la que puede susten­ Vimos que Perón, en la Plaza de Mayo, creó la ilusión millonaria
tarse sin desmentir al Psicoanálisis. Toda agrupación de psicoanalis­ de la multiplicación demagógica. “Juntos somos mil.” En ese terreno,
tas trae en sí el principio de desintegración”67. Es cierto, pero una co­ el “Libro de las masas” puede ser considerado profético, pues habla,
sa es una banda de asesinos y otra una horda salvaje. En la horda, la sin saber que lo está haciendo, del mayor grupo artificial que asolará
pulsión mortífera se ha sacralizado. Aquí estoy hablando desde una la tierra: el nazismo. En resumen, el grupo artificial se organiza en
convicción profunda, casi tan profunda como el tabernáculo del ello: tomo de dos ejes: uno vertical, que concierne a la relación de la masa
yo creo ser portador de una peste. Y esta cruzada transgresiva termi­ con el líder; otro horizontal, que designa la relación entre sus inte­
nará por redimirme. Ojalá. grantes. El nacionalsocialismo exalta ambos ejes hasta el frenesí, ge­
Porque tenemos las psicocanalladas del psicoanálisis. ¿No será nerando un Líder y el fanatismo de la esvástica.
esto lo que Roudinesco quiere decir cuando afirma que “las disiden­
cias propias del freudismo pertenecen a la historia del movimiento Los años 20 se revelaron como una década tormentosa para los
psicoanalítico?”68 ¿Una ley del tipo de la que estipula que el agua se países dg Europa oriental. El antiguo Imperio Austro-Húngaro sobre­
vaporiza a los 100 grados? ¿Estaremos constitucionalmente destina­ vivía con sus territorios truncados, en un mundo donde la ley última
dos a la mina institucional? ¿No era eso acaso lo que Ferenczi temía era la de los victoriosos y no muy benévolos aliados. La pequeña re­
en el momento fundante de su Estatuto de Nuremberg —el precio del pública de Austria acabó siendo admitida en la Liga de las Naciones
fin de la “guerra de guerrillas”? en 1920, seis meses antes que Alemania. Fue una pequeña victoria
Comparando el análisis que realiza Freud de la Iglesia y el Ejér­ diplomática, una de las primeras para una potencia derrotada, y tam­
cito con el proyecto fundante de la IPA, expuesto en la “Contribución bién una de las últimas.
a la historia del movimiento psicoanalítico”, se observa una extraña Tiempos conturbados, agitación política. Tensión entre la “Viena
resonancia. Allí vemos que tanto el líder religioso como el líder bélico roja” y las provincias católicas, entre el Partido Socialdemócrata y el
o el psicoanalítico exigen fidelidad y forjan una unidad doctrinaria. Socialcristiano. Nuevos grupos políticos poderosos, como el Partido
Cristo, Napoleón y Freud se ubican en el lugar del ideal del yo. “Aquí del Pueblo Pangermánico y el incipiente nacionalsocialismo, impulsa­
hay mucho más que una paradoja —truena Roustang-; se trata de un ban posturas radicales, envenenaban el aire político. Austria estaba
cuestionamiento al psicoanálisis y a su funcionamiento. Pues si toda dividida. Mientras el gobierno municipal socialista emprendía un am­
sociedad de psicoanálisis reproduce a la Iglesia o al Ejército, si desti­ bicioso programa habitacional, con construcción de escuelas y asis­
la para los miembros, por su estructura, los efectos y los errores de la tencia a los pobres, el Partido Socialcristiano, cuyos miembros eran
identificación y del amor, no queda duda de que el psicoanálisis tam­ feroces antisemitas, estaba decidido a expulsar a los socialdemócra-
bién queda amenazado, de que pierde su filo.”69 tas del poder.
Austria, de hecho, hizo su aporte a la barbarie moderna: uno de
Desde otra óptica, podemos prolongar el pensamiento de Roudi­ sus presentes al mundo se llama Adolfo Hitler. Nacido en 1889 en la
nesco en cuanto a que Dios murió a mediados del siglo XIX, ultimado pequeña Vila de Braunau-am-Inn, en la frontera con Bavaria, hijo de
cuando Feuerbach dio un giro antropológico al sentenciar que “el un oficial subalterno antisemita, vivió primero en Linz y después en
hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza”70. la Viena de Karl Lueger, “el prefecto más poderoso de todos los tiem­
El hecho es que, con Dios muerto, Marx y Freud avanzan. Con­ pos”. Fue en Viena donde absorbió su “filosofía” política, fermento
quistadores ambos, entran de lleno en la arena planetaria, prome­
247
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maligno del antisemitismo racial, caricatura del darwinismo social,
en la que la especie dominante sería el ario puro: Siegfried72.
En 1919, en Munich, después de haber sido licenciado por invali­
dez al final de la guerra, Hitler ingresó en un grupo oscuro de nacio­ e ñ g S e c í a Sémania. Volverse contra los judie» Jota-
nalistas, imbuidos de ideas anticapitalistas, punto de partida del Par­
tido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes, o sea, el
nazismo. Hitler nunca olvidó a sus enemigos mortales: la cultura li­
beral, los demócratas, los bolcheviques y, sobre todo, los judíos. En te en “explicar” la Segunda Guerra Mundial.
una entrevista con Josef Hell, le dijo: “Mandaré erigir patíbulos en
Munich, por ejemplo, en la Marienplatz. Los judíos serán ahorcados
uno a uno, y allí permanecerán hasta que se pudran... Cuando uno
caiga [de podrido], el siguiente ocupará su lugar, y así sucesivamente NOTAS
hasta que el último judío de Munich sea exterminado. Exactamente
lo mismo sucederá en las otras ciudades, de modo que Alemania que­
dará limpia de su último judío”73. Un país limpio de ese modo es el
i : f Í ^ , T e Z e 5S « le gekeü « i r * car L o » » * seeii r f e r KonftikU,
sueño de cualquier exterminador de insectos que se respete. En ese
punto la postura antisemita nazi llevó el racismo a sus últimas conse­
19253Pp e t S Gay. Freud, amo vida para o n o,so lempo, 1989, San Pablo,
cuencias: el judío perdía su condición de ser humano, se convertía en
insecto74. C° T W 1Mca¿ í g “ Uke fn England", en Ha Oall.ne afMncrmal PeycHa■
Fue la obsesión de toda su vida. Los judíos, transmisores de la sí­
filis, dueños del mercado de esclavas blancas, corruptores de la raza ' “ * y'5PáC ¿ u l a r de Berlín del 16 de mayo de 1926, la última firmada por
aria. Como señala Paul Johnson, “el aspecto médico-sexual del anti­
semitismo de Hitler era probablemente el más importante, sobre todo
entre sus propios sectarios”75. Razón de sobra para que el psicoanáli­
sis estuviera en la mira.
El Putsch de la cervecería de Munich, en noviembre de 1923, fa­ 101. 8 Carta de Freud a Samuel Freud del 5 de noviembre de 1920 Rylands
lló de modo estrepitoso, pero Hitler convirtió su fracaso en ventaja:
pasó ocho confortables meses confinado en una fortaleza, trabajando
en el libro que se convirtió en la biblia del movimiento nazi, Mein
Kampf. Era la hora de los demagogos. Por un lado, Benito Mussolini,
el más bombástico de los populistas; por el otro, Hitler, el más cruel
de los dictadores. Pero el mismo año en que Hitler maceraba Mi lu­
as
11. Carta de Freud a Ferenczi del 30 de abnl de 192¿.
~
cha, Freud daba los toques finales a su Psicología de las masas y aná­ 13 « S S l S f c Heri in 1916, Londres.
lisis del yo. Según Stierlin, tanto Freud como Hitler -ironías de la vi­ 14. William McDougall, The Group Muid, 1920, Cambridge.
da- se inspiraron en Le Bon76. 15. SE, XIII, págs. 100-160.
Hay algo paradójico en la erupción antisemita nazi de los años 16. SE, XVIII, pág. 93. , d j aneiro, Zahar,
30. Esta pandemia tiene su misterio. Alemania, fuera de toda discu­ 17. Eugéne Enriques, Da horda ao estado, 1990, Kio ae dañe ,
sión, reinaba como la nación más culta del mundo. “Fue la primera pág. 47.
en adquirir una capacidad literaria madura universal. Entre 1870 y 18. SE, XVIII, pág. 69.
1933 sus universidades eran las más sofisticadas del mundo, prácti­ 19. Eugéne Enriques, op. cit., pag. 5U.
camente en todas las disciplinas. ¿Por qué ese pueblo, altamente civi­ Si Í S S I mente de un moralista, 1966, Buenos Aires, Pi­
lizado, se volvió contra los judíos con una brutalidad gigantescamente
insensata?”77 El misterio aumenta si pensamos, como lo observó Fritz dos, pág. 144.
Stem, que “entre 1870 y 1914 los alemanes surgieron de repente co­ 22. SE, XVIII, pág. 91.
23. Rieff, op. cit., pág. 159.
mo una nación poderosa, con la misma rapidez con que los judíos sur­
gieron como una raza poderosa”78. Existía una ayuda mutua. Los ju­ 25 P h iim M e ff-b surgimento do homem psicológico’ , Sigmund Freud
díos preferían a Alemania porque era el mejor lugar para trabajar. & o g a j e ,,J a iD r.Locan, 1989, San Pablo, Br.siliense, P«g- 81-

248 249
65. Claude Le Guen, “Quand le pere a peur”, en Études freudiennes, N°
5/6, 1972, París, Denoél, págs. 47-8.
26. SE, XIII, pág. 69. 66. F. Roustang, Um destino táo funesto, 1987, Río de Janeiro, Timbres,
27. SE, XVIII, págs. 67-143.
28. W. Trotter, op. cit.9pág. 118. pág. 30. y"
29. Peter Gay, op. cit., pág. 372. 67. Ibíd.
68. E. Roudinesco, op. cit., II, pág. 156.
30. G. Tarde, Les lois de Vimitation, 1890, París. 69. F. Roustang, op. cit., pág. 34.
31. G. Le Bou, Psychologie des foules, 1895, París 70. Ludwig Feuerbach, La esencia del cristianismo, 1975, Salamanca,
32. Carta de Freud a Minna Bernays del 3 de diciembre de 1885,
Sigmund Freud. Correspondencia de amor, 1981, Río de Janeiro, Imago, Sígueme.
71. Miguel Morey, El hombre como argumento, 1989, Barcelona, Antro-
pág. 222.
33. P. RieíT, Freud, la mente de un moralista, 1966, Buenos Aires, Pai- pos, pág. 90.
72. Peter Gay, op. cit., pág. 408.
dós, pág. 230. 73. Robert Wistrich, H itlers Apocalypse: Jcws and the Nazi Legacy,
34. Peter Gay, op. cit., pág. 371.
35. J. Mitchell, Psychanalyse et féminisme, 1975, París, Ed. des Femmes, 1986, Londres, págs. 31-2.
74. Diane Kuperman, Antisemitismo, novas facetas de urna velha ques-
pág. 233.
36. RiefT, Freud, la mente de un moralista, pág. 231. táo, 1993, Río de Janeiro, Notrya.
75. Paul Johnson, Historia dosjudeus, Río de Janeiro, Imago, 1987, pág.
37. Jean Broudillard, A sombra das mayorías silenciosas, 1994, San Pa­
blo, Brasiliense. 470.
76. Helm Stierlin, Adolf Hitler, París, 1980. >
38. D. Anzieu, “Analogie du groupe et du réve, l’étude psychanalytique 77. Paul Johnson, op. cit., pág. 467.
de groupes réels”, Le groupe et Tinconscient, 1975, París, Dunod, pág. 147. 78. Fritz Stem, “Einstein’s Germany”, citado en Robert Wistnch, op. cit.,
39. Célia Bertin, A última Bonaparte, 1989, Río de Janeiro, Paz e Terra.
40. Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise na Franca. A batalha pág. 322 y sigs.
79. Paul Johnson, op. cit., pág. 468.
dos cem anos, 1986, Río de Janeiro, Zahar, II, pág. 214.
41. Ibíd.
42. SE, XVIII, págs. 73-4.
43. SE, XVIII, pág. 91.
44. Elisabeth Roudinesco, op. cit., I, pág. 147.
45. Lucille B. Ritvo, A influencia de Darwin sobre Freud, 1992, Río de
Janeiro, Imago, pág. 107.
46. SE, XVIII, pág. 116.
47. SE, XVIII, pág. 129.
48. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 71.
49. Herder, Del conocer y sentir del alma humana, 1778.
50. W. R. Bion/’Una revisión de la dinámica grupal”, Nuevas direcciones
en psicoanálisis, 1965, pág. 423.
51. R. D. Laing, The Politics of Experience, 1967, Nueva York, Ballantine.
52. David Cooper, “Epílogo a la «Muerte de la Familia»”, Revista Oriente,
1957, Caracas.
53. SE, XIII, pág. 231.
54. SE, XVIII, pág. 127.
55. H. Bernheim, Hypnotisme, suggestion, psychothérapie, 1891, París,
Etudes Nouvelles, Doin.
56. SE, XVIII, pág. 114.
57. SE, XVIII, pág. 115.
58. SE, XVIII, págs. 105-110.
59. SE, XVIII, pág. 69.
60. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 61.
61. Ibíd.
62. Rozitchner, Freud e o problema do poder, San Pablo, Escuta, pág. 47.
63. SE, XIV, pág. 25.
64. Renato Mezan, Freud, pensador da cultura, 1985, San Pablo, Brasi­
liense, págs. 290-1. 251

250
de Adler. Su conversión se produjo un año después, cuando leyó la
Traumdeutung1, esa vez seriamente. El hecho es que era un terapeu­
ta nato. Pero duda y pregunta, tímido, si tiene derecho a llamarse
analista y a ser admitido en la Sociedad Psicoanalítica de Berlín.
Freud responde: “Usted es un analista de primer orden que captó la
CAPÍTULO 50 esencia de la cuestión. Aquel que reconoce que transferencia y resis­
tencia son los ejes del tratamiento analítico pertenece irreversible
EL YO, ESE PAYASO mente a la Horda Salvaje”8. -
Eso de la “Horda Salvaje” parece significativo. Roustang, comen­
tando este pasaje, le cae encima, y dice: “La Asociación Psicoanalítica
-Y o soy un psicoanalista salvaje. se convierte aquí, en sentido propio, en una banda de delincuentes y
Esas palabras de apertura de Georg Groddeck en el Congreso una horda de matadores”9. Me temo que a Roustang a veces le falta
Psicoanalítico de La Haya, en 1920, se volvieron famosas1. sentido del humor. Para mí, pertenecer a la Horda significa recono­
Tal vez Groddeck sabía que eso era exactamente lo que los ana­ cerse afiliado a una postura semejante a la de la bellísima carta a
listas que lo escuchaban, cansados de guerra, procuraban no ser o no Pfister, donde Freud choca al pastor, diciéndole que para ser analista
aparentar ser. Anna Freud, gran debutante en las arenas internacio­ “es preciso ... comportarse como el artista que compra pinturas con
nales, quedó con una mala impresión2. Melanie Klein, con una buena los ahorros domésticos de la mujer o que quema los muebles para ca­
impresión. Peter Gay llama a Groddeck “desgarrado”, una nueva ver­ lentar el taller para su modelo”10.
sión de los tiempos brancaleónicos iniciales, como si fuese la “maldi­ Como recuerda Mannoni, “el sistema de Groddeck tenía una base
ción de Stekel”. Comprometía la respetabilidad pretendida por la metafísica relacionada con el problema insoluble del alma y el cuer­
nueva cosecha de psicoanalistas pos-Versalles3. Groddeck puso una po”11. Usaba un lenguaje provocativo: por ejemplo, “el cuerpo no es un
nota de frescura en una profesión que en la cuarta generación comen­ suburbio del alma”. Obra rica como fuente de ideas12. Creo que no fue
zaba a ser solemne. bien leído. Tal vez sea útil y oportuno un “retorno a Groddeck”, algo
Groddeck, “el analista indómito”4, como lo llama Martin Grot- realizado parcialmente por Deleuze y Guattari en el Anti-Edipo , y
jahn, nació en Baden-Baden, al sur de Alemania, en 1866, vástago de por Chiosa en la Argentina.
una larga familia de médicos. Durante la mayor parte de su vida di­ En 1921 aparece su segunda novela Seelensucher ( El buscador
rigió una clínica de la Selva Negra que alcanzó renombre por sus mé­ de almas”). Ensayo simbólico. Cuenta la historia quijotesca de un sol­
todos terapéuticos heterodoxos pero eficaces. Autodidacto, empleaba terón jubilado que, después de haber perdido la guerra contra las
conceptos afines al psicoanálisis, por considerar la enfermedad como chinches que han infestado su casa, sale a deambular por el mundo
una reacción física del cuerpo al trauma y también como una crea­ en busca del sentido de la vida*2. Ningún editor quería publicar el li­
ción simbólica, fruto de las fuerzas desconocidas de das Es que nos bro, pero a Freud le gustó, y se ofreció a publicarlo en laPsychoanaly-
gobiernan. Como buen analista salvaje, apenas si conocía a Freud de tic Publishing House. A Ferenczi, que luego será amigo íntimo de
nombre. Groddeck, también le encantó el Seelensucher, que comparaba con
Su estilo, más allá de todo, era osado en su comprensión de lo Swift y Balzac por “desenmascarar el espíritu devotamente hipócrita
que más tarde se denominó medicina psicosomática*1. Freud le tenía de nuestro tiempo”14. El celoso Jones fue crítico: Un libro picante,
especial cañño a este “iracundo de la Selva Negra”. El Es, tomado de con algunos pasajes obscenos”15. Por supuesto, Pfister se indignó.
Nietzsche, había sido popularizado por el propio Groddeck. Das Es, el Freud, le responde con sentido del humor: “¿Qué es Jo que usted ha­
ello, un término impersonal empleado para hablar de la parte no-per­ bría dicho de haber sido contemporáneo de Rabelais?
sonal de la mente, distinta del yo.- Groddeck transfirió al Profesor las imágenes de su pasado y lo
En 1912 Groddeck escribe una novela en la que satiriza el panse- amó con devoción sostenida. En verdad, Georg se presenta como her­
xualismo freudiano5. Freud replicará refiriéndose al pampsiquismo mano de leche de Víctor Tausk. La fraternidad es obvia. Seductores,
groddeckiano6. En esos años cismáticos, Groddeck estaba más cerca polémicos y polemistas, con sendas novelas autobiográficas a cuestas,

*1. Expresión que Groddeck despreciaba, porque iba contra su concep­ *2. Don Quijote era su libro de cabecera (G. Groddeck, Memoria , O ho
ción monista de la enfermedad. mem e seu Isso, 1994, San Pablo, Perspectiva).

252 253
y compromiso político con la verdad. Ambos abandonan el establish-
ment y caen en la “incertidumbre”. Tanto Tausk como Groddeck se Con todo, hay diferencias:
baten contra la burocracia de la IPA. En consecuencia impresiona
comprobar la reacción polarizada de Freud: indulgencia total para El arado sólo quiere remover la tierra e ir soslayando las piedras,
con Groddeck; absoluta intransigencia frente a Tausk. Por último se procurando que su filo no se melle22.
puede afirmar que la “máquina de influir” tauskiana tuvo tanta pre­
sencia en la elaboración de la segunda tópica como los insights del Para el arado, el “riesgo de perder el filo es un asunto vital . Pa­
Hombre de las Chinches. ra el labrador, “se trata de un problema monetario”. Porque hay tie­
En la época en que publicó su Seelensucher, Groddeck componía rras y tierras. Hay tierras pedregosas -como el y o - y tierras fértiles
un texto que compendiaría su aporte a la medicina psicosomática, en -como el Ello.
lenguaje accesible, bajo la forma de cartas a una amiga. Él iba mos­
trando sus cartas” al Profesor, que se deleitaba con ellas. “Las cinco Aquí entramos en el meollo de la alegoría:
cartas son encantadoras”, exclama Freud en abril de 1921. En reali-
dad, coma seríala Grotjahn, “más que encantadoras eran revoluciona­ Luego llega la gran piedra o, en todo caso, lo que entiendo por
rias Interpolando el texto con anécdotas y especulaciones explíci­ piedra: lo psíquico. El labrador sabe que es tierra pedregosa el
tas sobre el embarazo y el nacimiento, la masturbación, el amor y el arado lo percibe en la mano cuidadosa que lo guía. También se da
odio el volvía una y otra vez a la noción del “Ello” (das Es), que había cuenta de que el labrador observa atentamente la tierra lértu del
creado anos antes. 18 Ello que lo rodea. No entiende por qué el labrador quiere arar
“Soy de la opinión -escribe en la segunda carta- de que el hom­ primero el campo pedregoso del yo, terreno al que el arado atri­
bre es dominado por lo Desconocido. Hay un «Ello» en él, algo maravi­ buye tan poco valor. El arado penetra con desagrado en la tierra
lloso que regula todo lo que hace y le sucede. La frase «yo vivo», es só­ del yo donde la separación entre lo físico y lo psíquico es tan acu­
lo condicionalmente correcta; ella expresa un pequeño fenómeno sada La frase “En el yo se asienta la conciencia, el dominio de
las vías de acceso a la motilidad y lo que recoge del mundo inte-
Ellot”^ dG 3 Verd3d fundamental: <<EI hombre es vivido por el
rior” significa para él un verdadero tormento .
En busca de ese Desconocido, el pensamiento de Freud presenta­
ba una consonancia notable con el de Groddeck. Tal vez el “Ello” era El arado pierde el filo:
un intento de reformular la noción de lo que es pulsional en el hom­
bre El yo, en sus profundidades, también es profundamente incons­ El arado tiende a considerar al yo como un espejismo del Ello ...
ciente, y aun fluye con el núcleo de lo reprimido ”20 Él no cree que el yo domine la motilidad y los músculos volunta­
El hecho es que el “ello” de Freud y el Ello de Groddeck fueron rios, y mucho menos los intestinos, el corazón, los riñones y el ce­
dados a luz en el invierno de 1923. El Libro del Ello fue el primero- rebro. Con eso el arado no niega el yo y el superyó. Para el son
semanas después apareció El yo y el ello. Caso curioso de conacimien- instrumentos y no existencias24.
to pacifico. .
Pacífico con reservas. Groddeck, después de leer el libro de Ese arado hace de Groddeck, según las palabras de Manoel Ber-
rreud, escribe una carta memorable, que comienza así: linck, el mayor teorizador de la subjetividad freudiana •. Y el primer
crítico de la ego-psychology, acotaría yo. ..
Mi apreciado Profesor: Para situar bien la diferencia entre el ello y el Ello necesitamos
arar nosotros mismos en el terreno de las tópicas, procurando eluci­
/ 1 • ■ el envío de El yo y el ello. Ahora debe­ dar la razón que llevó a Freud a modificar la arquitectura del aparato
ría decir algunas palabras como padrino de la denominación. Lo psíquico. El término “tópica” -nos informan Laplanche y Pontalis
único que se me ocurre, empero, es una alegoría que ilumina significa teoría de los lugares y forma parte, desde la Antigüe a , e
nuestra relación ... En esta alegoría yo aparezco como el arado y lenguaje filosófico. La tópica kantiana determina el lugar que ocupa
usted como el labrador que lo utiliza -como tal vez también utili-
uí otroa- para sus propios fines. Pero usted quiere sembrar y, si
Dios y el mundo lo permiten, levantar su cosecha. En una cosa
estamos de acuerdo: remover la tierra21. *3. Comunicación personal, en la discusión del trabajo “Disso ao Id, um
interludio”, Jornada da historia da psicanálise, de Iraci Fontes, Norbelia
Matto Grosso, Walter Rodrigues Filho, 1994, Cachoeiras.
254
255
consciente. Una forma de expresar esto ya aparece en la carta de
cada concepto. De allí la hipótesis freudiana de una tópica psíquica,
Freud a Groddeck donde habla de un núcleo de lo reprimido (el ello)
que surge en un contexto netamente científico (neurología, psicofisio-
logía, psicopatología)25. bañado por los profundidades del yo 30. **
La instancia contra la cual opera la defensa deja de ser definida
La primera tópica, más radical en su territorialidad, aparece, co­
como polo inconsciente y pasa a ser el polo pulsional. Las fronteras de
mo vimos, en el capítulo VII de La interpretación de los sueños. Ella
esta nueva instancia no están tan claramente definidas como en los
se divide en inconsciente, consciente y preconsciente; cada sistema
sistemas de la primera tópica. Con relación al yo, el límite carece de
posee su función, su energía de investidura o catexis y su operativi-
la nitidez de la censura original que separaba el inconsciente del pre-
dad. La elaboración de esta tópica continúa y desemboca en el estua­
consciente-consciente. “El yo no está netamente separado del ello,
rio de los textos metapsicológicos, donde comienza a quedar desactua­
ellos se mezclan en su parte inferior. Lo reprimido, empero, también
lizada, frente a la observación de las “defensas inconscientes” y la
precipitación de las identificaciones en un yo ideal. se mezcla con el ello, del cual es sólo una parte. Sólo se separa con ni­
tidez del yo por las resistencias de la represión y puede comunicarse
n Entre 1920 y 1923 se van sentando las bases de la “segunda tópi­
ca”. La nueva teoría hace intervenir tres “instancias”: el ello, polo Oí través del cilio.
¿En qué sentido el ello es más que lo inconsciente sistémico de la
pulsional del sujeto; el yo, que se erige representante de los intereses
de la persona, y el superyó, que juzga y critica. primera tópica? La nueva propiedad tiene que ver con la noción de
“depósito o reservorio de la libido”, idea que aparece por primera vez
En realidad, como lo señalan Laplanche y Pontalis, la palabra
en el ensayo sobre narcisismo, en la famosa metáfora de la ameba.
instancia ya había sido utilizada en La interpretación de los sueños;
“Pensamos que existe una catexis original del yo, de la cual una parte
allí tenía el sentido jurídico de “foro”, o sea un lugar o agencia que
es dada a los objetos, pero que fundamentalmente persiste, y está te-
propicia la censura . Ejemplo: “Nada puede alcanzar la conciencia
lacionada con las catexis de objeto, de la misma manera que una
del primer sistema sin pasar por la segunda instancia”26. Sólo en El
ameba se liga a los seudópodos que emite”32. La cuestión es saber
yo y el ello el término adquiere estatuto metapsicológico. En general,
dónde está emplazado ese reservorio primordial. En Más allá del
"sistema” es un concepto dinámico; “instancia”, dinámico-estructu-
principio de placer, el cuerpo de la ameba está en el yo: “El psicoaná­
ral27. El modelo de sistema sería el aparato óptico; el de instancia, la
lisis... llegó a la conclusión de que el yo es el reservorio original de la
Cámara de Apelaciones. La palabra “instancia” está más próxima a
la “posición” en Klein, que incluye la dimensión temporal. libido, y de que sólo a partir de ese reservorio la libido se extiende ha­
cia los objetos33. Tres años más tarde, empero, en su contribución a la
Las tres instancias hacen su debut teórico en El yo y el ello, pu­
Enciclopedia, Freud afirma que: “Ahora que hemos distinguido entre
blicado a comienzos de 1923, o sea una semana antes, como luego ve­
el yo y el ello, debemos reconocer que el gran reservorio de libido está
remos, de la aparición del espectro del Ello maligno en la boca. Stra-
en el ello”34. En el Esquema se pronuncia la última palabra: “Visuali­
chey opina que estamos ante la “última de las grandes obras
zamos algún tipo de estado inicial en el que el total de la energía dis­
teóricas de Freud”, opinión, en general compartida por la Escuela In­
ponible de Eros, que de aquí en más denominaremos «libido», está
glesa, que no tiene en gran estima los escritos llamados “sociológi­
presente en el yo-ello aún indeferenciado”. Más aún: El meollo de
cos , y por la Ego-Psychology, a pesar de sus reservas sobre la pulsión
de muerte 4. Pero, en contraste con Más allá..., aquí se pueden ras­ nuestro ser está formado por el oscuro ello”35.
Por otra parte, el ello freudiano se asemeja al Sí-mismo de
trear los orígenes de las nuevas formulaciones en escritos previos,
Nietzsche, una presencia que gobierna por detrás de la conciencia3 .
particularmente en “Introducción del narcisismo”29.
De la misma manera que el ello es una instancia “somática , en cuan­
Ahora bien, el inconsciente sistémico de la primera tópica no es
to reservorio pulsional, el “Sí-mismo habita en tu cuerpo y es tu cuer­
igual al ello. Es más y, al mismo tiempo, menos. El ello contiene lo
po”37. El Sí-mismo es un ello con pretensiones superyoicas. Podemos
que antes se incluía en el inconsciente, pero no engloba el conjunto
pensar, al mismo tiempo, que el Gran Otro lacaniano es el heredero
del psiquismo sumergido. Todo lo reprimido es inconsciente; el in­
consciente, empero, no es sólo lo reprimido: el represor también es in-* del ello freudiano38.
El inconsciente sistémico es, repetimos, una pieza del aparato óp­
tico; el ello es caballo, o ameba, o tierra fértil: una instancia y no un
sistema. Concepto más “naturalizante”, más groddeckiano. También
*4. Para Melanie Klein la obra más importante de Freud es Inhibición, se puede decir que el ello tendría un espectro más junguiano en sus
síntoma y angustia , (Phyllis Grosskurth, Melanie Klein, her World and her misterios que el viejo inconsciente dinámico. Por otra parte, esta ins­
Work, 1987, Cambridge, Harvard Univ. Press, pág. 293). Curiosamente, ésta tancia nace para dar cuenta de la instauración de la pulsión de muer­
también fue la obra favorita de Anna Freud (Elisabeth Young-Bruehl, Anna
te, contrapartida necesaria en la nueva gestión teórica39.
Freud, a Biography , 1988, Nueva York, Summit Books, pág. 193).

257
256
Pasando de la última a la primera palabra, tanto Jones40 como lace conflictivo53. El superyó nace de la gran y antigua represión an­
Kris41 remontan la semilla del ello a la carta del 2 de mayo de 1897, cestral, en la Edad del Hielo54. La conciencia y los otros valores mo­
en la que Freud le comunica “un gran avance” a Fliess: “Un segundo rales se transmitirían orgánicamente a las mujeres por “herencia
elemento importante de comprensión me dice que las estructuras cruzada”55. Aquí, una vez más, cabe la pregunta de si fue el ello o el
psíquicas afectadas por la represión en la histeria no son, en verdad, yo el que adquirió los rasgos de la conciencia moral en el pasado re­
recuerdos, ya que nadie se entrega a la actividad mnémica sin un moto del hombre: “El superyó, en nuestra hipótesis, es el resultado
motivo y sin impulsos derivados de las escenas originarias”42. O sea de las experiencias que condujeron al totemismo”56. Pero, ¿por qué
que aquí basta sustituir las “escenas originarias” [de seducción] por vía? ¿Por el ello o por el yo? “Una simple reflexión nos lleva a con­
el ello. cluir que ninguna vicisitud de origen externo puede alcanzar al ello
E n g e n e r a l, e n t o n c e s , e n lu g a r d e la e s c is ió n r a d ic a l e n t r e lo s s i s ­ sin la intermediación del yo, que para el ello es el representante del
t e m a s d e la p r im e r a t ó p ic a , a q u í s e t r a t a d e u n a d ife r e n c ia c ió n p r o ­ mundo exterior.”57
g r e s iv a . L a p la n c h e y P o n ta lis tie n e n r a z ó n c u a n d o s e ñ a la n q u e la s e ­ Ese lugar de intermediación “lapida” al yo, convirtiéndolo en el
g u n d a tó p ic a se p r e s ta m á s a u n a in te r p r e ta c ió n b io lo g iz a n t e d el terreno pedregoso de la parábola groddeckiana. Freud compara el yo
a p a r a t o p s í q u i c o 43. de la segunda tópica con la figura del psicoanalista: “Se comporta
¿Por qué introducir un eZ/o?44 Se trata de una referencia a lo pul- verdaderamente como el médico en una cura analítica, recomendán­
sional. “El Ello —según Groddeck—ama la lujuria, es perverso y cobra dose al ello ... como objeto libidinal, tratando de atraer hacia sí la li­
su parte.”45 Tenemos que comprenderlo como una energía vital, me­ bido del ello. Además de asistente de éste, también es su mayordomo
tafísica pero vital, “una forma de tomar lo vital al pie de la letra, en obsequioso, que mendiga el amor de su patrón”58. De allí que, en ese
relación con el estatuto tan particular de lo biológico en el pensa­ difícil papel de mediador, el yo, como el analista, caiga “con frecuen­
miento psicoanalítico”46. En segundo lugar, estamos frente a una op­ cia en la tentación de volverse complaciente, oportunista y mentiro­
ción genética; el inconsciente es a-histórico, mientras que el ello plan­ so, un poco como el estadista cuyas perspectivas son justas, pero
tea la cuestión de los orígenes. Finalmente, para Laplanche, esta quiere granjearse el favor de la opinión pública”59. El yo ahora se
instancia “es un modo de insistir sobre la impersonalidad de lo que problematiza, con su nueva dimensión narcisista, con su angustia de
nos mueve”47. perder el amor.
El otro límite de la instancia ello, en la frontera con el superyó, En la historia teórica del psicoanálisis, el superyó consiste en
tampoco conoce una demarcación nítida, ni histórica ni tópica, en la una elaboración de la noción del ideal del yo, postulada por primera
medida en que gran parte del inconsciente del superyó “está sumer­ vez diez años antes en relación con el problema del narcisismo*5. Pero
gida en el ello”48. La cartografía freudiana tiene ahora fronteras to- ideal del yo y superyó no son la misma cosa: una parte importante del
pológicas. superyó permanece inconsciente. Ese superyó “profundo” es mucho
Freud le asigna al superyó dos orígenes complementarios: uno más radical en su condenación que el aguijón de la conciencia en un
en la infancia; el otro, en la historia de la raza. En la ontogenia, él nivel más elevado. Fue el estudio del “delirio de observación” el que
superyó se forja en las identificaciones parentales: de allí el dictum permitió apreciar por primera vez la virulencia de esa instancia cen-
de que el superyó es “el heredero del complejo de Edipo”49. En el co­ sora interna. Pero en El yo y el ello, ambos términos son prácticamen­
mienzo de la fase oral primitiva, la catexis de objeto y la identifica­ te sinónimos. Lo más que se podría decir es que el ideal del yo es una
ción son indistinguibles: “Detrás del ideal del yo se oculta la primera subestructura particular dentro del superyó60. Sólo en las Nuevas
y más importante identificación del sujeto, su identificación con el conferencias aparece la distinción entre los sentimientos de culpa,
padre en su propia prehistoria personal”50. En realidad, hay identifi­ propios del superyó, y los sentimientos de inferioridad inherentes al
cación con el superyó de los padres, originándose una suerte de “sal­ ideal del yo61.
to” generacional (“punto de malla”, en el arte del croché). De esa Posteriormente, la Escuela Francesa en general, siguiendo una
manera el superyó se vuelve vehículo de la tradición, “de las evalua­ indicación de Nunberg62, ha diferenciado yo ideal e ideal del yo. En
ciones resistentes al tiempo”, que así se propagan a lo largo de las ge­ los términos de Hanley, el yo ideal es una ilusión; el ideal del yo, una
neraciones51.
En cuanto a la filogenia, no queda completamente aclarado el
“protocolo” de esa herencia en la que, como apunta Mezan, “el final
del Edipo parece producirse de modo natural «cuando llega la épo­ *5. Freud le pregunta a Jones: “¿Usted cree que Stekel tiene ideal del
ca» ...”52. Freud, empero, también habla de la “destrucción” y el yo?* (Ernest Jones, Free Associations, 1959, Nueva York, Basic Books, pág.
“naufragio” del complejo de Edipo, metáforas que sugieren un desen­ 220) .

258 259
promesa63. Otra alternativa: el yo ideal es una moratoria; el ideal del heredero de Más allá del principio de placer, está atravesado por 4la
yo, un pagaré. En ese caso el superyó sería una sentencia. Para La- pulsión de muerte”. En 1924, entonces, el yo es una instancia mucho
can, el ideal del yo (Ideal-Ich) está en el plano de lo simbólico, en la más atribulada que el “yo del placer” que debuta en el “Proyecto”. Se
medida en que ocupa un lugar en el conjunto de las exigencias de la trata de algo más neurótico, que anticipa el sujeto barrado de Lacan.
ley64. El yo ideal, por su parte, sería una formación narcisista, perte­ Por otra parte, con la pérdida de la agencia crítica en las garras del
neciente al registro de lo imaginario, originada a partir del estadio superyó, el yo deja de funcionar como árbitro y “corre el riesgo de con­
del espejo65. vertirse en aquello que está en juego”74.
La instancia que llamamos de conciencia moral es un derivado Podemos preguntar por qué El yo y el ello no se tituló “El yo, el
del superyó, y también del ideal del yo. Aunque Freud no fue categó­ superyó y el ello”"6. Es muy probable que Freud haya querido enfati­
rico, los ideales conscientes, los valores morales, pertenecen al ideal zar su dualismo programático. Creo que él consideraba que el super­
del yo, mientras que el superyó, o por lo menos su parte inconsciente, yó era más “yoico” que “elloico”. El hecho es que las tres instancias in­
tiene la función negativa de condenar. Desde ese punto de vista, como teractúan con relativa autonomía. Este esquema tripartito tiene la
lo señala Ernest Jones, el “hombre es más moral y también más in­ ventaja de no simplificar el funcionamiento mental como un conflicto
moral de lo que él sabe”66. La propia conciencia puede ser considera­ entre lo racional y lo irracional. Polarizar consciente e inconsciente,
da como la tensión existente entre el yo y el superyó. como el propio Freud lo hizo en sus primeras obras, significa otorgar
Por otra parte, el superyó se convierte en heredero del complejo una ventaja enorme al polo pulsional: las pasiones son más poderosas
de Edipo cuando el niño renuncia a sus deseos incestuosos. Varios que la razón. Para que la razón tenga posibilidades, es preciso crear
autores han cuestionado este origen relativamente tardío; piensan un “mediador”, una instancia que pueda inclinarse hacia un lado o el
que existen “efectos superyoicos” anteriores al ocaso del Edipo. Fe- otro y que posea su propia fuente de energía.
renczi habla de la internalización de preceptos resultantes de la edu­ Philip Rieff nos recuerda que “Platón dividió la psique en tres
cación de esfínteres67. Melanie Klein insiste en la existencia de un partes y no en dos. Su término para el mediador que mantiene el
superyó ya en la fase oral, como consecuencia de la introyección del equilibrio de poder es thymóides, que generalmente se traduce como
“pecho malo”. Este superyó temprano, heredero del sadismo caótico «espíritu», pero que a mi juicio convendría traducir por «emociones
de la “posición esquizoparanoide”, sería particularmente cruel68. personales»”75. # '
Nunberg69 y Spitz también hablan de formaciones superyoicas pree- Freud procede de modo similar, y describe tres agentes de la psi- {
dípicas70. que, cada uno con su función específica y con “una relación especial ^
Pero el superyó, temprano o tardío, no es sólo residuo de identifi­ fija entre ellos”76. Los tres términos hacen pensar en Platón, con una
caciones; también representa una “enérgica formación reactiva”. “El diferencia: para el griego, la razón (logistikon) es también fuente de £
superyó no se agota en el precepto «Y así (como el padre) deberás juicio moral, mientras que Freud ubica la razón en el yo, en posición £
ser», sino que también abarca la prohibición «Y así (como el padre) no intermedia, separando los apetitos (ello) de la conciencia (superyó).
deberás ser»; o sea que no puedes hacer todo lo que él hace, algunas Freud usa para el yo la imagen que Platón emplea para la razón. El >
cosas están reservadas sólo a él.”71 yo, “con relación al ello ... es como un hombre a caballo, que tiene que j
La “identificación, por tanto, funciona al mismo tiempo como mantener bajo control la fuerza superior del animal”. La condición ;
mandato y como prohibición”72. Sería un “ser y no ser”, contrariando del jinete yoico es más problemática aún, pues, además de vérselas '
al Poeta. Mezan nos recuerda: “La derivación del ideal del yo a partir con su caballo brioso, tiene que lidiar con un enjambre de abejas bra­
del narcisismo no basta para explicar la característica inhibidora ... vas (el superyó). Vemos el yo —escribe Freud—“como una pobre cosa
todo el complejo trayecto muestra que la prohibición proviene del ori­ que está en una triple servidumbre y, en consecuencia, sufre bajo la
gen edípico del superyó, y en particular de la introyección de la ima­ amenaza de los peligros del mundo externo, de la libido del ello y de
gen paterna como obstáculo a la realización del deseo [de poseer a] la la severidad del superyó”77. La idea de la precariedad del yo no es
madre. Esta exposición se ve complicada por la ausencia de un con­
cepto-clave, el de complejo de castración, pero no es posible proceder
de otro modo, ya que este concepto va a ser introducido precisamente
para dar cuenta de los elementos dejados necesariamente en estado *6. Roy Shafer hace esa pregunta en su artículo “Heinz Hartmann con-
de oscuridad en El yo y el ello73. tribution to psychoanalysis”. A juicio de Shafer, el dualismo de Freud lo lle­
En suma, la instancia yo, “bañada en las profundidades del in­ vaba a concebir el yo como un sistema unitario y monolítico, sin reparar en
consciente”, ahora gana en narcisismo y pierde su agencia crítica, en las pruebas clínicas de un conflicto intrasistémico (Roy Shafer, Int. J. Psy-
la medida en que el yo ideal pasa a ser la instancia superyó. Este yo, choanal. LI, pág. 425).

260 261
nueva. En 1911, Freud le escribe a Jung: “El yo es un verdadero pa­ el problema del sentimiento inconsciente de culpa. El tema del senti­
yaso que está siempre metiendo la nariz donde no es llamado, para miento inconsciente de culpa será tratado más en detalle en “El pro­
probar a los espectadores que todo lo que sucede en el circo es obra blema económico del masoquismo”82 y en “El sepultamiento del com­
de él”78. plejo de Edipo”83, publicados un año después, en los Tiempos del
En Platón, el caballero es racional y moral al mismo tiempo; en Cáncer, en la Era de la Castración.
Freud, la razón griega es aún el jinete, pero se ha desentendido total­
mente de todo compromiso moral. Freud insiste en “mantener una
firme separación entre el yo y un agente punitivo, crítico y supervi­
sor”79. Este divorcio de la instancia juzgadora no quiere decir que el NOTAS
yo idealizado carezca de dimensión ética. En su papel de mediador,
viene a representar la prudencia y la racionalidad como valores de
carácter. 1. C. M. y Sylvia Grossman, The Wild Analysi, the Life and Work of
Por otra parte, “el yo es antes que nada un yo corporal; no era só­ Georg Groddeck, 1965, Nueva York, George Braziller, pág. 95.
lo una entidad superficial, sino la proyección de esa superficie” 7. Es­ 2. Carta de Freud a Groddeck del 17 de abril de 1921, Correspondencia
ta enigmática aclaración es interpretada por Laplanche de la siguien­ Sigmund Freud-Georg Groddeck, 1977, Buenos Aires, Anagrama.
te manera: “El yo, además de metonímico, también es metafórico. No 3. Peter Gay, Freud , urna vida para o nosso tem po , 1989, San Pablo,
se trata sólo de una parte diferenciada de la superficie, sino de algo Companhia das Letras, pág. 375. . .
4. M. Grotjahn, “O analista indómito", A historia da psicanalise atraves
que funciona como la proyección de la superficie, algo que, en el inte­
de seus pioneiros, 1966, Río de Janeiro, Imago, II, pág. 351.
rior, se asemeja a la superficie”80. El yo tiene la propiedad de ser au- 5. Carta de Groddeck a Freud del 27 de mayo de 1917, Correspondencia
torrepresentable. Freud-Groddeck, pág. 31. ,
Este yo corporal ya había sido anticipado en el capítulo VII, don­ 6. £arta de Freud a Groddeck del 12 de febrero de 1922, íbid., pag. 84.
de se habla de las marcas mnémicas que imprimen la historia de 7. M. Grotjahn, ibíd., pág. 353. _ _. ,
nuestro carácter. Estamos ante una proposición genética (punto de 8. Carta de Freud a Groddeck del 5 de junio de 1917, Freud, Sigmund,
partida de Lacan, cuando, apoyándose en Wallon, comienza a hablar Correspondencia de amor e otras cartas, 1982, Río de Janeiro, Nova F rontei-
del estadio del espejo), según el cual, el yo es “básicamente derivado r£i j y 308
de sensaciones corporales”. Gran parte de su propia forma se configu­ 9. Frangois Roustang, Um destino táo funesto , 1987, Río de Janeiro,
ra a partir del intercambio con el mundo exterior: de su experiencia Taurus, pág. 34. „ , ,
con las imágenes vistas, los sonidos oídos, los cuerpos tocados, los 10. Carta de Freud a Pfister del 5 de junio de 1918, Correspondance de
Sigmund Freud avec le pasteur Pfister, 1967, París, Gallimard, pág. 74.
placeres explorados, los dolores reprimidos. La idea de un yo corporal
11. O. Mannoni, Freud, el descubrimiento del inconsciente, 1968, Buenos
como proyección de una superficie es tratada de otro modo por An-
Aires, Galerna, pág. 135. , 1K
zieu, para quien la piel cumple el papel de espejo de Lacan. El yo, en­ 12. E. Subirats, prólogo de la Correspondencia Freud Groddeck, pag. 10.
tonces sería, metafóricamente, la “piel del psiquismo”, o “una piel pa­ 13. Gilíes Deleuze y Félix Guattari, El Antiedipo - Capitalismo y esqui­
ra los pensamientos”81. zofrenia, 1974, Barcelona, Barral. „ n .
Ya en 1914, en su texto “Recordar, repetir y reelaborar”, Freud 14. Sandor Ferenczi, “Georg Groddeck, o explorador de almas , Psicana-
había llamado la atención sobre el problema de los casos que “empeo­ lise lll, 1993, Martins Fontes, pág. 133. j T
ran durante el tratamiento”. También habló de “reacciones negati­ 15. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud , 1989, Rio de Janei­
vas” en relación con el Hombre de los Lobos. Pero en El yo y el ello, ro, Imago, III, pág. 92. , ,
propone la idea de una reacción terapéutica negativa. La culpa de ser 16. Carta de Freud a Pfister del 4 de febrero de 1921, Correspondance de
feliz atrae a las abejas bravas del superyó. Aquí se entra de lleno en Sigmund Freud avec le pasteur Pfister.
17. M. Grotjahn, ibíd., pág. 325.
18. Ibíd., pág. 355.
19. Carta de Groddeck a Freud de junio (?) de 1917, Correspondencia
Freud-Groddeck, pág. 40.
*7 . E n la tr a d u c c ió n a l in g lé s h e c h a p o r J o a n R iv ié r e en 1 9 2 7 , F r e u d , a 20. Carta de Freud a Groddeck del 17 de abril de 1921, ibíd., pag. oo.
p e d id o d e la t r a d u c t o r a , a g r e g ó : “ El y o d e r iv a e n ú lt im a in s t a n c ia d e s e n s a ­ 21. Carta de Groddeck a Freud del 27 de mayo de 1923, ibíd., pág. 93.
c io n e s c o r p o r a le s , p r in c ip a lm e n te d e la s q u e s u r g e n d e la s u p e r fic ie d e l c u e r ­ 2 2 .Ibíd.
po. D e b e s e r c o n s id e r a d o , p o r lo ta n to , c o m o la p r o y e c c ió n d e la s u p e r fic ie c o r - 23. Ibíd., pág. 94.
p o r a F (S E , X I X , p á g . 2 6 ).
24. Ibíd.

262 263
63. Ch. Hanley, “Ego ideal and ideal ego”, Int . J. Psychoanal., 1984,
25. J. Laplanche y J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 1981
Barcelona, Labor, pág. 431. ’
ljXV 64&J. Lacan, Le Séminaire I, U s écrits techniques de Freud, 1975, París,
26. SE, IV, pág. 144.
27. J. Laplanche y J. B. Pontalis, op. cit., pág. 197 Seuil, págs. 153-4.
28. SE, XIX, pág. 4. 65. Ibíd., pág. 161.
29. Ibíd. 66. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 284. rn
67. Sandor Ferenczi, “Psicanálise dos hábitos sexuais , Psicanalise í l l ,
30. Carta de Freud a Groddeck del 17 de abril de 1921, Briefe über
das Es. 1993, Martins Fontes, pág. 329. . , , .
68. Melanie Klein, “El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tem­
31. SE, XIX, pág. 61.
pranas”, Obras Completas, 1980, Buenos Aires, Paidós, II, pág. 303.
32. SE, XIV, pág. 75.
33. SE, XVIII, pág. 51. 69. Hermann Nunberg, op. cit. .
70. René Spitz, La premiere année de la vie de lenfant, 1958, París, PUr.
34. SE, XVIII, pág. 257.
71. SE, XIX, págs. 34-6. ^
35. SE, XXIII, pág. 197. 72. Monique Schneider,. “Trauma e Filia^áo em Freud e em berenczi ,
36. Paul-Laurent Assoun, Freud e Nietzsche, 1981, San Pablo, Brasilien- Percurso, 1993, San Pablo, VI, N X, pág. 32.
se, pág. 198.
37. SE, VI, pág. 35. 73. Renato Mezan, op. cit., pág. 469. y
74. O. Mannoni, op. cit., pág. 134.
38. David Levy, “Psicanálise e narratividade”, Pulsional, 1994, LX, pág. 75. P. Rieff, Freud, la mente de un moralista , 1966, Buenos Aires, Pai-
48•
dós, pág. 75.
39. J. Birman, “Os impasses do sexual na psicose”, Tausk e o aparelho de
influenciar na psicose , 1990, pág. 121. 76. SE, XIX, pág. 15.
77. SE, XIX, pág. 30. , r
40. Ernest Jones, op. cit., I, pág. 287. 78. Carta de Freud a Jung del 8 de marzo de 1911, Freud-Jung, Corres­
■ E‘ Kris’ The ° riSÍns of Psychoanalysis, 1954, Londres, Imago, pondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 459.
pag. 197n.
7 Í SE, XIX, pág. 135. .... .
42^Carta de Freud a Fliess del 2 de mayo de 1897, Correspondencia Sig- 80. Jean Laplanche, Le fourvoiment biologisant de la sexualite cnez
mund Freud- Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janeiro
Imago, pág. 240. Freud, 1993, París, Synthélabo, pág. 84. , . RQ
81 Didier Anzieu, Le corps de l’oeuvre, 1981, Pans, Galhmard^pag. 69,
43. J. Laplanche y J. B. Pontalis, op. cit., pág. 114. y “La peau, la mere et le miroir dans les tableaux de Francis Bacon , Nouve-
44. Jean Laplanche, O inconsciente e o id, 1992, San Pablo, Martins Fon- lle Revue de Psychanalyse, 1977, N° 16, págs. 119-34.
tes, pág. 156.
82. SE, XIX, págs. 159-73.
45. G. Groddeck, O livro d’Isso, 1989, Río de Janeiro, Perspectiva
pag. 21. ’ 83. SE, XIX, págs. 173-83.
46. Jean Laplanche, op. cit., pág. 156.
47. Ibíd.
48. SE, XIX, pág. 36.
49. SE, IX, pág. 48.
50. SE, XIX, pág. 28.
51. SE, XIX, pág. 40.
, Renato Mezan, Freud , pensador da cultura , 1985, Brasiliense.
pag. 467.
53. Ibíd.
54. S. Freud, Neurose de transferencia: urna sintese, 1985, Río de Janei­
ro, Imago, pág. 76.
55. SE, XIX, pág. 37.
56. SE, XIX, pág. 38.
57. Ibíd.
58. SE, XIX, pág. 56.
59. Ibíd.
60. J. Laplanche y J. B. Pontalis, op. cit., pág. 421
61. Ibíd., pág. 180.
62. Hermann Nunberg, Principies of Psychoanalysis, their Applications
to Neuroses, 1932, Nueva York, Int. Univ Press.
265
264
conceptos éstos que ella desarrollará luego l. En sus trabajos teóricos,
Melanie menciona más a Abraham que a Ferenczi, pero este último
ocupa un lugar destacado en sus notas autobiográficas.
Melanie Klein comienza una breve autobiografía en 1953 y con­
tinúa escribiéndola en forma intermitente hasta 1959, un año antes
CAPÍTULO 51 de su muerte. Según Grosskurth, estos fragmentos autobiográficos
son “cautos, maliciosos, repetitivos y evasivos’ 6. Da la impresión de
EL HURACÁN KLEINIANO que el diario estaba siendo escrito con un “ojo epitáfico”, como decía
Pichón Riviére, pero incluso así es grano para el molino del histona-

La empleada me hizo pasar al consultorio, un cuarto grande en En 1913, Ferenczi, emulado por el “Juanito”, publicó un artículo
forma de T. Melanie Klein analizaba en la barra larga de la T y su­ corto, “El Pequeño Hombre-Gallo”7, que trata del caso, ya menciona­
pervisaba en la corta. Yo era dos pequeños grandes ojos curiosos que do, de Arpad, un chico con fobia a los gallos, provocada por ansieda­
se detenían en todo, supervisando a mi supervisora. La pared junto des persecutorias, secuelas de la masturbación. Ese texto prevé la po­
al escritorio tenía la foto de una mujer fantásticamente bella: Mela­ sibilidad de comprender mejor la neurosis del adulto a través de la
nie de joven. Sobre esa foto, el retrato sepia oscuro de una elegante observación de los niños. Ferenczi estimuló a la “pequeña” Ada
señora con cara de domadora de tigres: Libusa, su madre. El año: Schott -e incluso a Anna Freud- a dedicarse al psicoanálisis infantil.
1950. La calle: 32, Clifton Hill. Hannah Segal vivía en el N° 30 y yo También alentó a Melanie Klein, que recuerda en sus memorias: “Du­
en el N 26 de la misma callecita, en el tranquilo barrio de Saint Jo­ rante mi análisis con Ferenczi, me llamó la atención sobre mi don pa-
nes Wood, corazón del movimiento kleiniano. ra comprender a los niños ... y me estimuló a que me dedicase al psi­
Melanie Klein fue la menor de cuatro hermanos de padres judíos coanálisis, particularmente al análisis de niños pequeños. Yo tenía
oriundos de Lemberg, Galitzia (actual Ucrania). Nació en Viena en tres hijos a la sazón y pensaba que la educación no bastaba para com­
1882, el año en que Freud conocía a Martha Bernays. El padre, Moriz prenderla personalidad infantil ... Siempre pensé que en el fondo ha­
Reizes abandonó el Talmud por la medicina y, a los 45 años, se casó bía algo que yo no podía alcanzar”8. .
con la fascinante hija de un rabino, la Libusa de la foto. Radicados en Melanie se hizo tratar por Ferenczi después de la muerte de Li- ,
Viena, llevaban una vida fuera de lo común: él como médico de caba­ busa. En sus notas autobiográficas comenta esa experiencia: “La téc- -
ret; ella atendiendo una tienda de plantas exóticas y reptiles. Mela­ nica en esos tiempos era muy diferente de la actual, y el análisis de la
nie creció en una familia poco convencional, casi de circo. transferencia negativa no tenía lugar. Yo desarrollé una fuerte trans- *
Melanie pasa su infancia, adolescencia y primera juventud en ferencia positiva, y siento que no se deben subestimar sus efectos, a f
Viena. Cuando contrae matrimonio con Arthur Klein, a los 21 años, pesar de que ella nunca puede hacer todo el trabajo”9.
la pareja se muda al interior de Hungría. Como observan los Geiss- Melanie Klein le reprocha a Ferenczi lo que Ferenczi le repro- >
mann, ella aún ignoraba la existencia de la obra de Freud1. chaba a Freud (como vemos en “Análisis terminable e intermma- :
En 1912 Melanie experimenta una pérdida doble. Primero muere ble”): no haber analizado suficientemente el odio en la transfe- ;
el padre y después su querido hermano Emmanuel. Ellos eran “almas rencia. s
gemelas . A partir de esa fecha la melancolía se instala en su vida; Su segundo analista fue Abraham, el polo opuesto temperamen-
sufre ataques paralizantes de depresión con insomnio. En esos años, tal de Ferenczi. Abraham amputa piernas frente a su aterrorizado í-
Libusa resultó ser una madre provocadora y sofocante, que se inmis- - jo; Ferenczi, cálido, repartirá besos ... Grandes analistas los dos. Er-
cuía en la relación ya difícil de la pareja3. nest Jones, a pesar de su insondable ambivalencia, los considera los
La historia cuenta que Melanie Klein descubrió el psicoanálisis mejores analistas clínicos entre sus contemporáneos. Para Alix Stra-
en 1914, a los 36 años, cuando leyó el trabajo de popularización de chey, Abraham era “mejor de diván” que el propio Freud. Le escribió
Freud Sobre el sueño”. Súbito despertar de una vocación. A partir de a su marido: “No tengo duda de que Abraham es el mejor analista con
ese momento, esta señora, relativamente inculta, comienza a devorar el que yo podría estar trabajando”. Calcula que cinco meses con Abra-
psicoanálisis4. Otro caso de “transferencia de pensamiento”. Un texto
básico en su formación fue el artículo de 1913 de Ferenczi, su primer
analista, titulado Estadios en el desarrollo del sentido de la reali­
dad 5, donde^se habla de un momento de omnipotencia o “estadio de *1. Este artículo también fue de peso en el pensamiento del joven La-
introyección y un momento de realidad o “estadio de proyección”, can.

266 267
ham equivalían a quince con Freud. Agrega que la “señora Klein" Sociedad Húngara en julio de 1919, y lo vio publicado al año siguiente
piensa lo mismo10»*2. en el Zeitschrift, bajo el título “La novela familiar en status nacendin.
Melanie Klein se cruzó con su futuro analista en La Haya, en ese La “novela familiar” kleiniana fue un mal necesario. En Ruzom-
Congreso de las encrucijadas, donde Tausk conoció a Groddeck y He- bcrok, donde ella vivía, no había posibilidades de reclutar candidatos
lene Deutsch a Rank11. A partir de allí ella decide instalarse en Ber­ para el análisis infantil 3. En realidad, la situación del movimiento
lín. Comienza su análisis a principios de 1924, y termina en mayo del psicoanalítico húngaro era desesperante, después de la contrarrevo­
año siguiente, cuando se desencadena la enfermedad fatal de su ana­ lución antisemita de Szeged que derribó el gobierno de Bela Kun en
lista. Pero es posible que hubiera empezado antes, como lo revelaría 1919. Melanie, con su casamiento al borde del abismo, vislumbraba
la siguiente anécdota: en 1946, cuando Herbert Rosenfeld estaba en un futuro sin futuro. Ambiciosa como lo era, “la perspectiva de pasar
análisis con Melanie Klein, ella le pidió que postergara la publicación el resto de su vida en Ruzomberok le resultaba impensable. Quería
de su ensayo ‘'Análisis de un estado esquizofrénico”12, hasta la apari­ consolidarse en la comunidad psicoanalítica. Para eso, era necesario
ción de “Sobre algunos mecanismos esquizoides”13, histórico trabajo mostrar su trabajo”16. O sea: publicar.
de la propia Melanie. Al hacer ese pedido, le contó que, en su análisis Melanie tenía 38 años cuando se instaló en Berlín, en 1921. Lu­
con Abraham, éste había omitido ciertas interpretaciones, para que gar donde su genio floreció. Refinó su técnica, descubriendo en cada
ella no las usase antes de que él las publicara. Se estaba refiriendo a pequeño paciente una nueva veta de fantasías inconscientes. Así, con
“Un breve estudio de la libido", publicado en 1924, pero en prepara­ Rita, usando agua y fuego para sus fantasías vandálicas, repensó la
ción desde 1922. cronología de la aparición de superyó. Erna, con una historia seme­
jante al Hombre de los Lobos, la llevó a desarrollar la noción de obje­
Entre los trabajos no publicados, Phyllis Grosskurth encontró la to interno. Con Trude completó su “caja de juguetes”*4.
nota siguiente: “Nadie pensó nunca que Abraham fuese un hereje. Su Fueron los años locos. Alix Strachey y Melanie Klein eran ínti­
trabajo fue incluido en el cuerpo clásico de la teoría, pero nunca será mas y les gustaba Berlín by Nacht. El suyo había sido un amor a pri­
plenamente utilizado en psicoanálisis. Abraham, que había descu­ mera vista. La inglesa admiraba el brillo y la “vivacidad erótica” de la
bierto la primera fase anal ... se acercó a la concepción de los objetos húngara. Iban al Unión Palais de Dance para bailar con Hanns
internos. Su trabajo sobre las fantasías e impulsos orales va más allá Sachs, acompañadas por Sandor Radó, “que no baila, pero escribe sus
de Freud. Yo no diría que llegó tan lejos como yo, aunque seguía la artículos al son de música bailable”1'. Esas dos mujeres juntas, con
misma senda ... Creo que representa un eslabón entre mi trabajo y el sus sombreros, fantasías y plumas, eran un peligro. Una carta de
de Freud”14. Alix a su marido pinta magistralmente el clima de la Poliklinik, en
Encontramos en esta mujer una magnífica falta de modestia, lo esos años inquietos de posguerra:
que no quiere decir que fuese arrogante. De la misma manera cabe
afirmar que fue radical sin ser hereje, aunque había un destello de No puedes darte una idea de cuán excitante fue la reunión de
mischief en sus ojos. No es casual que Laplanche haya escrito un ar­ anoche. Die Klein [la Klein] presentó sus ideas y experiencias en
tículo titulado “¿Es preciso quemar a Melanie Klein?”15 análisis de niños y finalmente la oposición mostró su fea cabeza
Sus hijos, Melitta y Hans, fueron criados en gran medida bajo la de oso. Las palabras usadas fueron, es claro, psicoanalíticas: peli­
truculenta custodia de Libusa en los años de depresión profunda, casi gro de debilitar el ideal del yo, etc. Pero el sentido era antianáli­
invalidante de Melanie, que más tarde se acusará de no haber ayuda­ sis puro: no debemos contar a los niños la terrible verdad de sus
do más a sus hijos mayores. Con Eric, el benjamín, la historia es dis-- tendencias reprimidas, etc. Eso a pesar de que die Klein demos­
tinta. Freud ya había sido descubierto. El niño fue sometido a una se­ tró, de modo verdaderamente convincente, que esos niños (de
vera marcación psicoanalítica a partir de los tres años. Él y sus más de 2 años y medio) ya vivían arrasados por la represión de
hermanos (lo cual nos recuerda al Rolf de Hug-Hellmuth) fueron pa­ sus deseos y el más pavoroso sentimiento de culpa18.
cientes de la madre. Melanie Klein presentó el historial de Eric a la

*3. Resulta interesante que Anna Freud, su archirrival, también comen­


zó analizando a sus sobrinos.
*2. Otro tanto sucedió con Helene Deutsch, que se analizó con Freud y *4. El inventario completo era el siguiente: pequeños juguetes, no mecáni­
Abraham. Ella también tenía reservas con respecto a Freud como terapeuta cos, de diverso tamaño y forma; hombres y mujeres de plomo, animales, autos,
(Paul Roazen, Helene Deutsch - A Psychoanalyst Lifef 1985, Nueva York, trenes, aviones, casas, cercas, papel, lápiz, bolitas, plastilina, cordón, tijeras.
New American Library, pág. 193). Los niños podían llevar sus propios juguetes, pero no irse con los de la “Caja”.

268 269
Melanie Klein estaba en la picota. Parece ser que, en el debate, de la contribución teórica de Klein en tres fases bien definidas. La
Franz Alexander fue mordaz e incisivo. Pero primera comienza con su artículo sobre la novela íamiliar20 y culmina
en 1932, con la aparición del libro El psicoanálisis de niños27. La se­
Nadie sabe nada del tema, fuera de Melanie Klein y la señorita gunda gira en torno de la tópica de las posiciones esquizoparanoide y
Schott, que es demasiado tímida para hablar ... Abraham se pro­ depresiva. La tercera, a partir de 1957, se orienta hacia los “efectos
nunció severamente contra Alexander ... se apresuró a defender de la envidia”. Aquí trataremos la primera fase, cuando Klein aún no
a die Klein. De hecho, todo el mundo se unió a ella y atacó a los era kleiniana.
rudos húngaros19. Las formulaciones iniciales se basaban en la idea, presentada en
El yo y el ello2*, de que la culpa deriva de la pulsión de muerte. Klein
Un momento clave en la obra de Melanie Klein fue su texto sobre comienza a hablar de una depresión temprana (que será la “posición
los símbolos20, que, lo mismo que más tarde Lacan, toma como punto depresiva”, de la segunda fase de su teorización). Abraham le escribe
de partida “La teoría del simbolismo” de Jones (1916)21. En ese traba­ a Freud: “En los últimos meses, la Sra. Klein condujo magistralmente
jo, además de cuestionar la noción de simbolismo esbozada por Jung, el análisis de un niño de 3 años, con buenos resultados. El paciente
Jones distingue entre el “simbolismo verdadero”, fruto de la acción de presentaba una genuina depresión básica que yo había postulado en
la represión, y el uso común, más genérico, del término. En la medida conexión con el erotismo oral. El caso permite fantásticos insights en
en que el símbolo verdadero es fruto de la represión, no existe la “vi­ la vida instintiva infantil”29.
cisitud sublimatoria de la pulsión. Dice Jones: “Los símbolos surgen Otra fuente del arsenal teórico de la (no tan) joven Klein fue la
cuando el afecto que inviste la idea simbolizada no ha sido capaz ... reformulación de Freud en el “Libro de la angustia . Melanie Klein,
de la modificación de la cualidad denotada por el término sublima­ profundizando la idea axial de Inhibición, síntoma y angustia, enfati­
ción”22. Melanie Klein, por el contrario, ya en su artículo “Análisis en za que la ansiedad se debe más a la acción de la agresividad que a la
la primera infancia” (1923) había establecido que “el simbolismo está de la libido. A partir del trabajo de Freud “La negación”, de 1926
en la base de toda verdadera sublimación”, y con el nuevo texto, pre­ (“voy a tragar esto; voy a escupir aquello”), ella desarrolla en su con­
sentando el caso de Dick, un niño autista de 4 años, plantea el proble­ creción los conceptos de introyección y proyección, en la matriz de la
ma de la inhibición de los símbolos. Para ella el juego es una activi­ Fantasía inconsciente.
dad sublimatoria y sublimada. Llega a la conclusión de que, en Sus pacientes eran niños muy pequeños. Juanito, con sus casi o
ausencia de símbolos, todo el desarrollo del yo se detiene. años, parece en comparación un “veterano”. Los historiales infantiles
^Dick era un niño absorto, totalmente alienado de su ambiente. Pa­ de los años 20 reflejan un mundo apocalíptico de terror y suspenso,
recía sordomudo. Usaba inadecuadamente su escaso vocabulario. El donde el interior del cuerpo de la madre aparece como una caverna
niño loco entra en el cuarto de juego de la señora Klein, sin dar ni una infernal, teatro de mil atrocidades. Ferenczi y Abraham quedan fasci­
mínima señal de que advierte la presencia de ella. Ese aislamiento lle­ nados y defienden a Melanie Klein contra el sarcasmo de los colegas.
va a la analista a modificar su técnica. En ausencia de cualquier gesto En años posteriores, durante la Batalla del Análisis Infantil, Ferenc­
que revelara alguna intención, la propia Melanie va montando una in­ zi —¡qué pena!—tomó el partido de Anna o, mejor dicho, unió fuerzas
fraestructura de sentido para un posible lenguaje de trueque. Se pre­ con la familia Freud. En una circular del 30 de noviembre de 1930,
sentan dos trenes al niño, diciéndole que el más grande es el “tren-pa- escribió: “Sin negar en principio la importancia y el coraje con que
pá , y el otro el “tren-Dick”. Dick toma el tren que lleva su nombre y lo Melanie Klein encaró el problema [del análisis infantil], las observa­
pone detrás de la cortina; dice: “corte”. Ella le pasa las tijeras ...23 ciones realizadas por nuestro grupo concuerdan en líneas generales
El problema de Dick difería de la esquizofrenia infantil en que con el punto de vista vienés”30.
era una inhibición del desarrollo, y no regresión a una fijación más
remota. Dick, en efecto, puede ser rotulado como un caso típico de
autismo precoz infantil”, entidad nosológica descrita por Leo Kanner
en 1943*5’ 24.
te historial en Londres, comprobé que Melanie Klein no conocía la entidad
Hannah Segal en Introducción a la obra de Melanie Klein25, divi- descrita por Leo Kanner. Ella era una mujer poco ‘‘leída”. De allí que Lacan,
aunque respetaba su trabajo, la llamara maravillosa uvielle tripeuse , que es
una forma poco delicada de decir “mujer de feria”. Francés Tustin, una auto­
ridad en autismo, al leer el artículo de Klein, concluyó que ella estaba ade­
*5. En 1952 publiqué en New Developments in Psychoanalysis un traba­ lantada a su tiempo en años (comunicación personal a Grosskurth, citada en
jo titulado “Analysis of a three-year-old mute schizophrenic”. Al presentar es- Melanie Klein , pág. 167). '

270 271
Si 1923 había sido el año de la polémica de Otto Rank y su “trau­ medida en que ella ahora es reconocida como objeto total, lo que pre­
ma del nacimiento , 1924 le pertenece a Melanie Klein, con la presen­ supone la presencia individualizada del padre, como el “otro’ que cie­
tación, en el Congreso de Salzburgo, de su técnica de terapia por el rra la gestalt materna y da sentido al gran teatro de la vida36.
juego31. El análisis de niños es un procedimiento rigurosamente “ana­ La noción de objeto, tal como Melanie Klein la presenta en su
lítico”, sin aderezos pedagógicos. El juguete “toma la palabra” y Mrs. trabajo sobre la depresión, va un paso más allá de la imagen. El obje­
Klein interpreta el lenguaje lúdico como un sueño, un sueño tridi­ to interno “pesa” más que una imago, tiene la estructura típica del
mensional en el que ella está incluida. El diálogo lúdico, mediado por yo. Metapsicológicamente, una imago se define, desde un punto de
el juguete, le permite calar hondo en la fantasía infantil. Esto la lleva vista dinámico, casi como un visitante fortuito, con el ropaje de las
a cuestionar la fecha de origen del complejo de Edipo, “piedra funda­ imágenes oníricas. Los objetos son encarados desde un punto de vista
mental de la teoría sexual de Freud”32. Ella observa la preferencia económico, como estructuras del aparato psíquico. En ese sentido, el
del niño por el padre del sexo opuesto a partir de los dos años de objeto “a” de Lacan se sitúa a mitad de camino entre la ¿mago y el ob­
edad, trastornando el calendario establecido. En las niñas, la elección jeto kleiniano; tiene algo de efímero en su condición de “resto , tal vez
edípica se produce como resultado del destete. Melanie afirma tam­ sería propio decir de “contingente”. El objeto kleiniano se define me­
bién que el acto sexual es “interpretado” en términos orales. Surge jor en términos constructivistas; el objeto “a” entra en el dominio de
por primera vez la fantasía de la madre castradora. La torsión klei- la representación.
niana ratifica la herejía de Rank, ya que la “madre sustituye al padre La “madre mala” en el vocabulario kleiniano (la “Libusa mala
como generador de neurosis”33. del Diario íntimo) es un objeto interno. Cambiando figuritas, pode­
Hannah Segal resume bien la apuesta de Melanie Klein en este mos decir que el objeto interno se aproxima al arquetipo. Por otra
primer período: parte, la “madre mala”, como imponente objeto primordial, se aseme­
ja a la Gran Madre de Jung37.
Sus primeros descubrimientos sobre las relaciones de objeto sin En 1924, en el Congreso de Wurzburgo, Abraham declara: “El fu­
duda echaron una nueva luz sobre la sexualidad, tanto masculi­ turo del psicoanálisis es inseparable del análisis a través del juego .
na como femenina, revelando en ambos sexos una toma de cono­ Con la muerte prematura de Abraham al año siguiente, Melanie
cimiento precoz de la vagina, y la importancia de las fantasías Klein pierde su escudo protector, y sus oponentes, que son legión, la
relacionadas con el cuerpo de la madre y sus contenidos. La se­ atacan a la luz del día. Radó, Boehm y Alexander piden su cabeza. En
xualidad femenina apareció tal como es, y no como una versión la hora del pánico, Londres es el único refugio. En esa ocasión se sella
castrada de la sexualidad masculina; la posición femenina del ni­ una alianza, consolidada con seducción femenina, entre Klein y Jo­
ño adquirió una importancia mucho mayor. Klein exploró la nes. Ella proclama: “En ningún momento dudé del éxito [de la Cau­
gravitación de los estadios pregenitales y de las relaciones objé­ sa]. No dudo de que se verá facilitado por su efectivo apoyo y, al mis­
tales parciales en el desarrollo tanto del complejo de Edipo como mo tiempo, ese apoyo fortalecerá mi entusiasmo por usted y nunca
del superyó34. olvidaré que usted abrazó mi causa”38.
¡Mi causa!
Aquí llegamos a lo que los opositores llamaron “conspiración de Se trata de un pacto secreto; la señora de Jones no debía enterar­
la fantasía inconsciente”. Fantasía inconsciente vividamente captada se, ya que Melanie acota: “Creo mejor -para no provocar trastornos
en este pasaje de Joan Riviére: en el análisis de su mujer—que no le cuente el contenido exacto de la
presente carta”39. Jones, el Señor del Anillo, el artífice del Círculo Se­
Los brazos estrangularon, golpearon; las piernas patearon, los la­ creto, parece dispuesto a cambiar de causa.
bios chuparon, las manos pellizcaron; los dientes mordieron, des­ Cuando finalmente llega la invitación para ir a Londres ella sin
pedazaron y rasgaron; la boca engullirá, devorará y matará; los vacilar hace sus valijas y parte. Alix Strachey fue la persona que
ojos aniquilarán con la mirada, perforando y penetrando ... Se su­ coordinó la mudanza. Ella misma, en un curso intensivo, enmendó el
pone que el bebé ... más allá de sentir que está practicando esos ac­ precario inglés de su amiga, dándole clases diarias. Alix le enseñó el
tos, tendrá de alguna manera la idea de que los está realizando35. culto británico del té.
Llegada triunfal del huracán Klein. “Las tres semanas que pasé
Metodológicamente, Melanie Klein toma como punto de partida en Londres, dando dos conferencias por semana, fueron uno de los
la escena del carretel. Podemos considerar el fort-da como el juego momentos más felices de mi vida. La amistad, hospitalidad e interés
paradigmático de la “posición depresiva”; en ese juego el niño, en el eran increíbles.”40
psicodrama de la nursery, reescenifica la partida de la madre, en la Entre los asistentes a sus conferencias había figuras que iban a

272 273
desempeñar un importante papel en su futuro londinense: Edward Glover, que a esa altura ya era archienemigo de Melanie. Melitta es­
(ilover, Sylvia Payne, John Rickmann, Joan Riviére. “Durante esas cribirá más tarde: “Edward Glover y yo acordamos juntar fuerzas y
tres semanas ella entró en contacto con Susan Isaacs, notable mujer luchar”44. Inician una campaña de descrédito contra Melanie Klein
que luego será su colaboradora más cercana.”41 en el momento en que ella desarrolla su trabajo sobre la “posición de­
Tres años más joven que Melanie Klein, Susan Isaacs ya había presiva”. En una oportunidad, cuando su madre presentaba un caso,
realizado una brillante carrera en el campo de la psicología infantil, la hija gritó: “¿Dónde está el padre en su trabajo?” y, pisando fuerte,
polemizando con Piaget. En 1924 fue nombrada directora de la Escue­ abandonó el salón. Melitta no tiene nada del azúcar que su nombre
la Malting de Cambridge, una singular pequeña escuela experimental sugiere. En 1936 informó al Comité Didáctico Británico que Klein y
para niños de dos y medio a siete años. El tipo de establecimiento que sus colaboradores habían cometido plagio en el trabajo conjunto On
sólo los ingleses pueden inventar. La escuela proponía una educación the bringing up ofchildren45.
liberal de vanguardia, fomentando la libre expresión de los niños. La
incorregible Alix Strachey la denomina “burdel pregenital”42. El mote Es posible precisar la fecha en que Klein se hizo kleiniana. Fue
es divertido pero injusto. Melanie Klein visitó la Escuela Malting, y en 1934, en el Congreso de Lucerna, congreso que también marca la
ambas mujeres encontraron grandes afinidades en sus respectivas óp­ salida de Reich. Allí comienza la segunda fase de su pensamiento, ya
ticas. La amistad estaba fundada. En escala más reducida, más suave que por primera vez entra en escena la noción de “posición depresi­
y femenina, Marx había encontrado a su Engels. va”. Este concepto será crucial en discusiones posteriores en la Socie­
Jones sabía que la gira de Klein no sería bien vista por Freud. No dad Británica. Lo que estaba en juego era la subjetividad kleiniana.
obstante, envió al Profesor una crónica entusiasta, o sea, provocativa: Tanto Grosskurth46 como Young-Bruehl47 señalan que este trabajo
“Melanie Klein acaba de dar una serie de seis conferencias en inglés tiene una faceta autoanalítica. Ella se zambulló en la morbidez me­
sobre análisis de niños en la Sociedad. Ha dejado en todos nosotros lancólica, su fantasma. El trabajo de duelo, que comienza con la
una extraordinaria impresión y obtuvo los mayores elogios, tanto por muerte doble del padre y del hermano, pasa por la muerte de Abra-
su personalidad como por su trabajo. Desde el comienzo yo apoyé sus ham y termina en el accidente fatal del hijo.
puntos de vista sobre el análisis temprano y, aunque no tenga una Hans Klein solía caminar por los senderos de las montañas Ta-
experiencia personal en juegoterapia, me inclino a pensar que ella es­ tra. Cierta noche, cuando regresaba a su casa, el terreno cedió, y el
tá haciendo una valiosa contribución”43. joven cayó en el precipicio. Melanie quedó tan abatida que no pudo
Si Londres fue hospitalario y receptivo, Viena se congeló en la asistir al funeral.
conferencia que Klein dio en 1924. Hasta la propia Anna Freud dijo ¿Suicidio? Ésa fue la versión que Melitta hizo circular en la So­
que la respuesta de la Sociedad de Viena fue demasiado crítica. Pode­ ciedad Británica, y muchos miembros creyeron en ella. Para empeo­
mos imaginar el clima de esa reunión visitada por el fantasma de rar las cosas, seis meses después de la muerte de Hans, Melitta pre­
Hug-Hellmuth. sentó un ensayo corto sobre el suicidio, en el que afirmaba que “la
Aquí comienza la Batalla del Análisis de Niños. En la heterodo­ angustia y la culpa no son las únicas emociones responsables por el
xia del momento, Klein estaba próxima a Rank. Ambos buscaban un suicidio”, sino que también puede provocarlo “una profunda desilu­
prototipo para la angustia; él en el trauma original del nacimiento; sión con una persona amada”48.
Klein, en la relación ambivalente del infante con el pecho. Ellos, jun­ La posición depresiva se instala cuando el bebé “abarca” su ma­
to con Ferenczi, fueron los primeros en enfatizar la relación materno- dre como objeto total. Esto sucede al promediar el primer año. El in-
infantil, para concluir que la culpa no era solamente el legado del- fans progresa, de una relación caótica y fragmentada con “objetos
complejo de Edipo. parciales” -pecho, manos, cara, ojos-, a una nueva integración en la
En la Batalla del Análisis de Niños, Melanie tenía una temible que la madre aparece totalizada, como alguien que no es él. El bebé
quintacolumnista: su hija, Melitta. La trayectoria de Melitta Schmi- necesita de ese alguien. Esa madre “ajena” genera desamparo y celos.
deberg se desplegó como un calvario psicoanalítico -para ella y para El infans pasa a ser sujeto, un sujeto conflictivo en el emergente
los otros-. Nacida en 1904, Melitta había sido primero abandonada mundo interpersonal.
por su madre y luego analizada por ella*6. El mismo año en que Melanie Klein formula su “posición depresi­
Analizada después por Ella Sharpe, pasó en 1933 al diván de va”, Wallon publica su célebre trabajo “Cómo se desarrolla en el niño
la noción del cuerpo propio” (Comment se développe chez Venfant la
notion du corps propre)49. El psicólogo y pedagogo francés colocó a ni­
ños pequeños en un cuarto con espejos para estudiar sus reacciones.
*6. El caso Lisa en “Contribuciones al psicoanálisis”. De esta manera observó que, hasta el fin del tercer mes de vida, el

274
bebé es insensible a su imagen en el espejo. Poco después la mira con Freud - Letters of James and Alix Strachey - 1924-1925 , comp. por P. Meisel y
fijeza, como si ese reflejo fuese extraño a su propia persona. En el W. Kendrick, 1990, Nueva York, Norton, pág. 198.
quinto mes se reconoce y sonríe. Klein agregará: al reconocerse, tam­ 11. Paul Roazen, Helene Deutsch - A Psychoanalyst Life, 1985, Nueva
bién reconoce al otro y teme perderlo por la fuerza de sus pulsiones York, New American Library, pág. 256.
12. Herbert Rosenfeld, “Analysis of a schizophrenic state with deperso-
destructivas*7. Esta es la base de la ansiedad depresiva propia de es­
nalization”, Int. J. Psychoanal., 1947, XXVIII, págs. 13-33.
ta posición. Reconocerse, en la dialéctica de la vida, significa perder­ 13. Melanie Klein, “Notes on some schizoid mechanisms”, lnt. J. P sy­
se50. Según Klein, la experiencia de la depresión moviliza el deseo de choanal., 1946, XXVII, págs. 99-110.
reparar el objeto destruido. 14. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 109.
La posición depresiva fue la primera de las elaboraciones teóri­ 15. Jean Laplanche, “Faut-il brüler Melanie Klein?”, Psychanalyse a l ’u-
cas de peso en la obra de Melanie Klein; ese concepto integraba los niversité, 1983, VIII, N° 32.
aspectos teóricos de las fases precedentes (superyó temprano, etc.). 16. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 91.
La transformación del objeto parcial en total, hacia el cuarto mes de 17. Carta de Alix a James Strachey del 5 de diciembre de 1925, Blootns-
vida, es fundamental en la constelación depresiva. El objeto ‘ bueno” bury-Freud - Letters o f James and Alix Strachey - 1924-1925, pág. 137.
perdido se eleva a la condición de “objeto interno”51. 18. Carta de Alix a James Strachey del 14 de diciembre de 1924, ibíd.,
Tanto el objeto interno kleiniano como el objeto pequeño “a” laca- pág. 145. y
niano representan el “resto” de una pérdida. La diferencia reside en 19. Ibíd.
20. Melanie Klein, “The importance of symbol-formation in the develop-
que el objeto “a” es irreductible a la simbolización, mientras que el
ment of the child”, lnt. J. Psychoanal., XLI, 1930.
objeto interno se constituye en la matriz del símbolo52. 21. E. Jones, “A theory on symbolism”, Papers on Psychoanalysis, 1961.
¿Por qué “posición” y no “fase”? Posición, de la misma manera 22. E. Jones, ibíd., pág. 215. Véase también mi artículo “Notes on sym­
que “complejo” para Jung, implica una constelación de factores -rela­ bolism”, lnt. S. Psychoanal.
ciones objétales, ansiedades y estadios libidinales- que inciden en un 23. Melanie Klein, “The importance of symbol-formation in the develop-
lugar del desarrollo del sujeto. Esa encrucijada “depresiva”, para la ment of the child”, pág. 59.
teoría de Klein, corresponde al complejo de Edipo en Freud: es un 24. Véase Leo Kanner, Childhood Psychosis, 1973, Washington, Winston
concepto estructurante. and Sons.
25. H. Segal, Inti'odu^áo á obra de Melanie Klein , 1973, Río de Janeiro,
Imago, págs. 12-146.
26. Melanie Klein, “Die Familieroman in statu nacendi”, 1920, IZP.
NOTAS 27. Melanie Klein, The Psychoanalysis o f Children, 1932, Londres, Ho-
garth Press.
28. SE, XIX, págs. 12-68.
1. C la u d in e G e is s m a n n y P ie r r e G e is s m a n n , Histoire de la psychanalyse 29. Carta de Abraham a Freud del 7 de octubre de 1923, A Psycho-
de Venfant, 1 9 9 2 , P a r ís , B a y a r d , p á g . 134. analytic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham , 1907-
2 . P h y l l i s G r o s s k u r t h , Melanie Klein, her World and her Work, 1 9 8 7 , 1926, 1965, Nueva York, Basic Books, pág. 339.
C a m b r id g e , H a r v a r d U n iv . P re ss , p á g . 59. 30. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 200.
3 . I b íd ., p á g s . 6 5 y 69. 31. Melanie Klein, “Infant Analysis”, lnt. J. Psychoanal., 1926, VII.
4. H . S e g a l, Développement dune pensée, 1 9 7 9 , P a rís , P U F , p á g . 29. 32. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 115.
5. S . F e r e n c z i, Oeuvres completes, 1 9 1 3 , II, p á gs. 5 1 -6 5 . 33. Ibíd., pág. 116.
6. P h y llis G r o s s k u r th , op. cit., p á g . 4. 34. H. Segal, op. cit., pág. 19.
7. S . F e r e n c z i, “ U n P e tit H o m m e -C o q ”, Oeuvres completes, II, p á g s. 7 2 -7 8 . 35. Joan Riviére, “On the génesis o f psychical conflict in earliest in-
8. “ N o t a s A u t o b io g r á fic a s ”, c ita d a s p o r P h y llis G r o s s k u r th , op. cit., p á g . fancy”, International Journal o f Psychoanalysis, 1936, XVII, pág. 407.
74. 36. Claude Le Guen, A dialética freudiana, 1991, San Pablo, Escuta,
9 . I b íd ., p á g . 72. Pág. 97.
10. C a r t a d e A lix a J a m e s S tr a c h e y d e l 9 d e e n e r o d e 1 9 2 5 , Bloomsbury- 37. K. G. Jung,“ The Archetypes and the Colective Unconscious”, Obras
completas, IX.
38. Carta de Melanie Klein a Jones del 3 de julio de 1927, Archivos de
Jones, citada por Phyllis Grosskurth, en op. cit., pág. 162.
39. Ibíd.
*7. E l e n s a y o d e W a llo n s e r á , c o m o v e r e m o s , e l p u n to d e p a r tid a d e i c o n ­ 40. Melanie Klein, Autobiografía , citado por Grosskurth, op. cit., pág.
c e p to d e “e s t a d io d e l e s p e jo ”, d e s a r r o lla d o p o r L a c a n en 1 9 4 9 . 137.

276 277
41. Ibíd.
42. Citado en la biografía de Susan Isaacs, escrita por D. E. M. Garner,
1969, Londres, Methuel Education. t

43. Carta de Jones a Freud del 17 de julio de 1925.


44. Melitta Schmideberg, aA contribution to the history o f the psycho-
analytical movement in Britain”, British J. o f Psychiatry, CXVIII, pág. 63.
CAPÍTULO 52
45. J. Rickman y otros, On the Bringing up o f Children, 1936, Londres,
Kegan Paul, citado por Grosskurth, op. cii.t pág. 229.
46. Phyllis Grosskurth, op. cit., pág. 217. LA MALDICIÓN DE IRMA
47. Elisabeth Young-Bruehl, Arma Freud, a Biography, 1988, Londres,
Suinmit Books, pág. 261.
48. Melitta Schmideberg, “Technical problems of a suicidal case”, 1936, A mediados de febrero de 1923, o tai vez antes, Freud detectó un
Minutes, British Institute of Psychoanalysis. tumor, como un carozo en la boca. Al principio no tomó ninguna pro­
49. H. Wallon, Journal de psychologie, 1931, págs. 705-48. videncia1. Sin duda temía la prohibición de fumar. De hecho, ya
50. Betty Joseph, “Different types o f anxiety and their handling in the había percibido en 1917 una hinchazón dolorosa semejante en el pa­
analytical situation”, Int. J. Psychoanal., 1978, LIX, págs. 223-8. ladar. Irónicamente, esa tumoración luego diminuyó cuando un pa­
51. R. D. Hinshelwood, Dicionário do pensamento kleiniano, 1992, Porto ciente le regaló una maravillosa caja de habanos -engañador oasis de
Alegre, Artes Médicas, págs. 153.
humo azul. En 1923 el tumor había crecido demasiado como para ig­
52. J. D. Nasio, Cinq le$ons sur la théorie de Jacques Lacan, 1992.
norarlo. En esa época, lo mismo que cuando padeció el problema car­
díaco, Freud no tenía médico personal, aunque fuese un médico ro-
dead9 de médicos.
Él sospechó la enfermedad antes de ese fatídico año 1923. Había
habido malos augurios: la muerte de Von Freund y de Sophie, el pre­
nuncio tumoral de 1917. En el campo de las premoniciones tenemos
esa extraña carta a Ferenczi, de mayo de 1921, en la cual, al cumplir
65 años, dice que “siete de mis órganos internos están luchando por
tener el honor de poner fin a mi vida”2.
Posteriormente, a fines de la segunda semana de abril, coinci­
diendo con la aparición de El yo y el elloy Freud consulta al dermató­
logo Max Steiner. ¿Por qué un dermatólogo? Max Schur explica: “La
mucosa bucal es una región «limítrofe», compartida por los especialis­
tas de oído, nariz y garganta, por los cirujanos de la boca y por los
dermatólogos”3.
Steiner lo examina y concluye que el tumor es maligno: un epite-
lioma. Indica la remoción quirúrgica, pero engaña a Freud, diciéndole
que se trata de una leucoplasia4. La leucoplasia es una tumoración
benigna, una lesión precancerosa de la mucosa bucal, asociada al ta­
baquismo impenitente. De modo que habría una pequeña interven­
ción preventiva. Max Schur agrega: “Steiner prohibió los cigarros,
medida médicamente adecuada aunque psicológicamente errada. A
juzgar por mi experiencia posterior en el caso, este consejo era mucho
i
más amenazador e inaceptable que la intervención quirúrgica”5.
En la misma semana, Félix Deutsch visita a Freud por asuntos
privados. El Profesor, antes de que se vaya, llama a su discípulo a un
aparte para que le examine su boca, agregando: “Prepárese para ver
algo que no le va a gustar”6. Tenía razón. Félix lo examinó a la luz
oblicua de la ventana y, “ya a primera vista”, vio que la lesión era
cancerosa: “De entrada no tuve duda de que se trataba de un cáncer

278 279
avanzado. Para darme tiempo (para pensar] realicé un segundo exa­
a un especialista eminente, un Pichler, por ejemplo? No hay una res­
men, y decidí llamarlo «un mal caso de leucoplasia», por fumar en ex­
puesta fácil. Según Anna Freud, la decisión fue del propio^ Freud16. Se
ceso, que requería una biopsia con resección de la mucosa. Freud pro­
puede conjeturar, pensando psicoanalíticamente, en una “reacción te­
metió seguir el consejo y me contó que hacía mucho tiempo que tenía
rapéutica negativa”, en el sentido más amplio, una oscura resistencia
esa lesión y que recientemente había empeorado'’7.
a la cura, ligada al sentimiento inconsciente de culpa. Tal vez.
Félix Deutsch, marido de Helene Deutsch, era un clínico gene­
El hecho es que Freud compareció en la clínica, a la “hora qui­
ral, analizado de Siegfried Bernfeld, que acababa de “organizar la
rúrgica”, sin decir nada en su casa. Fue operado en una silla17. J.
primera clínica de «organoneurosis» en 1919”8, con un curso sobre lo
Schavelzon, en su libro Freud, un paciente con cáncer, incluye una fo­
que luego será la medicina psicosomática. O sea que estaba a años
to de la sala en que se realizó la operación; un lugar precario y lúgu­
luz de la oncología. Entonces, ¿cómo pudo diagnosticar con certeza un
bre que hace pensar en la sala suburbana de un centro de salud ter-
tumor maligno mirando la boca abierta de Freud a la luz de una ven­
cermundista. Un dato singular: Deutsch lleva al paciente hasta el
tana? Desde el primer momento las piezas no encajan.
hospital, pero no lo acompaña durante la intervención quirúrgica.
Deutsch, según Jones, quedó perturbado “cuando Freud le pidió
Probable reacción fóbica, junto con el deseo de minimizar la cosa.
que lo ayudara a «desaparecer del mundo con decencia», si acaso es­
La operación, bajo anestesia local, consistió en la resección del
taba destinado a morir con sufrimiento. A continuación habló de su
paladar derecho anterior, que quedó abierto sobre la cavidad bucal,
anciana madre, que difícilmente aceptaría la noticia de su muerte ...
en un corte que llegaba al reborde dentario derecho. Intervención
Deutsch se contentó con ratificar que había una simple leucoplasia y
prolongada. Al cabo de dos horas, debido a una fuerte hemorragia, el
que era aconsejable intervenir quirúrgicamente”9.
acto quirúrgico fue interrumpido y no se rellenó la herida con tejido
Acto seguido, la elección del cirujano. Se pensó en Markus Hajek.
orgánico. Schavelzon opina que la rama palatina anterior (arteria
Deutsch cuenta.* Hablamos sobre posibles cirujanos, y Freud sostuvo
que corre por el canal óseo del paladar) fue seccionada accidental­
que tenía que ser alguien que, aunque buen cirujano, no fuese amigo
mente; ésta es una arteria muy difícil de ligar o pinzar. En suma, se
suyo. Yo sé, decía, de la ambivalente actitud de ese hombre [se refe­
ría a Hajek], y nadie debe recurrir a un amigo para que lo opere”10. puede pensar en una seria pifia quirúrgica18.
La operación terminó con el taponamiento de la fuerte hemorra­
Deutsch y Steiner presionan para que se realice una interven­
gia y un mensaje a la familia: “Traigan ropa limpia . Martha y Anna
ción inmediata, y todo hace pensar que Freud tomó esa insistencia co­
corrieron al lugar y encontraron a Freud sentado en una silla de la
mo signo de un diagnostico sombrío. Pero los puntos oscuros de esta
cocina del hospital, con la ropa ensangrentada. No había cuarto ni ca­
historia continúan: fue escogido Hajek. Deutsch, con razón, se extra­
ma libres en el hospital, de modo que armaron una hamaca en un cu­
ña ante esta decisión. Sachs dirá luego que Hajek había sido paciente
bículo ya ocupado por otro paciente, que Anna posteriormente descri­
del Profesor. Jones, a su vez, comenta que el cirujano, “en respuesta a
una pregunta [de Freud] hizo este funesto comentario: «Nadie puede bió como “un enano retardado”19.
esperar vivir eternamente»”11. Cuenta la historia que ese enano salvó la vida del Profesor. Re­
sulta que esposa e hija tuvieron que dejar el ambulatorio, porque a la
Deutsch tenía una buena opinión del rinólogo profesor Markus
hora del almuerzo no estaban permitidas las visitas. Se fueron con la
Hajek. Peter Gay, con cierta osadía, dice en passant que se trata de
garantía de que el estado del paciente era satisfactorio. Al volver
“otro Fliess”*1’ 12. Para Emest Jones, Hajek fue “descuidado”13, mien­
comprobaron que el paciente había sufrido una fuerte hemorragia. La
tras que Max Schur formula reparos de orden técnico: “El profesor
campanilla no funcionaba; Freud quedó desamparado. Felizmente el
Hajek logró renombre en función de investigaciones valiosas sobre la
enano salió corriendo a buscar ayuda, y la hemorragia, con cierta difi­
patología de los senos maxilares, pero tenía fama de ser un cirujano
en cierto modo mediocre ...”14. Ciertamente no estaba calificado para cultad, fue controlada20.
Frente a este horripilante episodio, Anna se negó a dejar solo a
una operación mayor que, como veremos, envolvía la resección de la
su padre. “Las enfermeras -recuerda-, que no sabían del defecto de
bóveda del paladar y de una parte del maxilar superior. Una opera­
la campanilla, fueron muy bondadosas. Me dieron café^ negro y una
ción de esa magnitud caía en el dominio de los cirujanos de la boca15.
silla; mi padre, el enano y yo pasamos la noche juntos.”21 En la ma­
Entonces cabe preguntarse: ¿por qué Hajek? ¿Por qué no buscar
drugada, Freud sufrió una nueva hemorragia; el hospital no tenía en­
fermera nocturna22. Anna taponó la herida. Su padre estaba débil por
la pérdida de sangre, semidrogado con analgésicos y muy dolorido.
En la mañana siguiente, Hajek, con la morbidez paquidérmica de los
*1. La comparación sólo cabe si pensamos que ambos fueron rinólogos y
que yo no me dejaría cortar ni las uñas por ninguno de los dos.
médicos, presentó el caso a un grupo de estudiantes. El estado del pa­
ciente no permitía su traslado a una clínica adecuada, aunque a po-
280
281
en Viena, era conducido de un modo aleatorio. Lo único que hizo la
eos pasos estaba el buen Instituto Low, que, como veremos, será tea­
radiación recibida fue causar daños a los tejidos y dolores violen­
tro de futuras intervenciones. Al día siguiente Freud abandonó esa
tos”28. Schavelzon opina: “No tenemos referencias técnicas sobre el
lúgubre clínica y pudo volver a su casa. Así terminó la primera de las
tratamiento de radioterapia y, en cuanto al radium, la dosis fue un
33 operaciones a las que fue sometido antes de encontrar el “éxito le­
despropósito, algo así como 150 mg (la dosis recomendada es de 6 a
tal”, para usar el término legista patibulario.
En resumen: la intervención fue un desastre. “Hajek sabía que el 15 mg, excepcionalmente más)”29.
Este Hajek no vale nada. En realidad, no es fácil de comprender
procedimiento que recomendó era superficial e inútil, y realizó la ci­
la actitud de los protagonistas del drama: el comportamiento de
rugía descuidadamente, sin tomar las precauciones mínimas.”23
Deutsch, de la familia, de los discípulos y del propio Freud.
Primera inconsistencia', ¿era realmente superficial una interven­ Tomemos el caso de Deutsch ante el pedido de Freud de que lo
ción que duró más de dos horas e incluyó la resección de medio pala­
ayudara a “desaparecer del mundo con decencia”. Jones opina que
dar? Según Jones, la biopsia del tumor extirpado reveló su maligni­
Félix Deutsch tomó ese comentario como una amenaza de suicidio, a
dad. El tejido extirpado fue analizado, pero no se pudo localizar la
raíz de lo cual se limitó al diagnóstico encubridor de leucoplasia30. La
biopsia, o sea que no se sabe quién hizo el diagnóstico24. Por otro la­
historia me parece improbable. El pedido eutanásico sólo se hace co­
do, el susodicho Hajek no tomó las precauciones de rigor para evitar
mo desesperado recurso frente a una situación insoportable. El propio
la retracción del tejido cicatrizal. Se produjo entonces una considera­
Deutsch, dicho sea de paso, nunca confirmó esta historia. El misterio
ble contracción que ocasionó mucho sufrimiento en el posoperatorio
tal vez se esclarezca en pocos años. Deutsch, por “razones persona­
Este fue su error imperdonable. En adelante, el problema más doloro­
les”, depositó ciertos datos bajo siete llaves en la Biblioteca del Con­
so y difícil de tratar será ese “encogimiento” cicatrizal, razón princi­
greso de Washington, para que se los libere al público en el año
pal por la cual ninguna de las múltiples futuras prótesis fue satisfac­
toria. 200031. Schavelzon opina que “el tumor que se reconoce clínicamente,
entre fines de marzo y junio, tenía las características de una «leuco­
En relación con la boca mutilada, Freud, en un primer momen­
plasia proliferativa papilar», circunscrita en el paladar superior dere­
to, reaccionó por el lado de la vanidad y de la herida narcisista: “Es
cho”. Segunda inconsistencia, esta vez diagnóstica: el tumor no era el
un problema que surge en el caso de anteojos, dentaduras postizas y
epitelioma que Steiner pensó y Deutsch endosó.
pelucas, pero no tan insistentemente como en el caso de una próte­
Pasemos a Freud. El hecho de que no hubiese contado nada a su
sis”25. El pesado aparato, que hacía las veces de bóveda de la boca
familia es comprensible; más aún, previsible. Max Schur señala que
pasó a ser un verdadero instrumento de tortura, símbolo de su sufri­
miento 2. en 1884, durante la seria enfermedad cardíaca, él no le comentó nada
a su esposa sobre sus temores. Por otra parte, Anna Freud era toda­
Coincido con Jones en que no es fácil entender la actitud descui­
vía muy joven en 1923, y él seguramente quiso preservarla. La carta
dada de Hajek25. Por empezar, no redactó el protocolo de la interven­
que escribió a Jones cinco días después de la operación es reveladora.
ción. Conocía la gravedad del caso. La prueba está en que prescribió
“Hace dos meses que detecté un crecimiento neoplásico en mi maxilar
un tratamiento con rayos X, seguido de terapia con cápsulas de ra­
dium. y en la parte derecha del paladar, que removí el día 20. No retomé to­
davía mi trabajo y no puedo tragar. Me aseguraron la benignidad de
Como era de esperar, en los cuatro meses siguientes no hubo una
este crecimiento, pero, como usted bien sabe, nadie puede garantizar
hora sin sufrimiento27. Freud padeció una grave intoxicación quimio-
la conducta de la excrecencia, si se le da por expandirse aún más. Mi
terápica: dolores generalizados, cefaleas, vómitos y una astenia reni­
propio diagnóstico de epitelioma no fue aceptado. El acto de fumar es
tente, secuelas de la terapia con radiación. Max Schur emite su opi- -
estigmatizado como factor de la etiología de esta rebelión de los teji­
món médica, que coincide con la de Schavelzon: “Primeramente, la
radioterapia, en este tipo de enfermedad, no da resultados satisfacto­ dos”32 [el énfasis es mío].
Volvamos al sueño de Irma. Aquí encontramos alpinas semejan­
rios. Eso fue más tarde confirmado por los especialistas profesores Ri-
zas espantosas. Recapitulemos: ese 7 de abril, en la primera consulta,
gaud y Lacasagne, directores del Instituto Curie de París. En segun­
Freud llevó a Deutsch hacia una ventana y le pidió que le examinase
do lugar, el tratamiento con radium, fuera de París y especialmente*
la boca, observando: “Prepárese para ver algo que no le va a gustar”.
Comparemos la escena con la apertura del sueño de la Inyección de
Irma: “Ella [Irma] parece pálida y edematosa. Pienso haber omitido
algo de carácter orgánico. La llevo hasta la ventana y examino su gar­
*2. La herida ulcerada recuerda otro posoperatorio desdichado- el gra- ganta ... Entonces ella abre bien la boca y encuentro a la derecha una
nuloma en el pulgar de Fleischl, en el que “la piel no conseguía adherir los
lados de la herida, que se abría continuamente, en una rebelde ulceración”. gran mancha y, más allá, formaciones extrañas, encrespadas, que re-

283
282
cuerdan visiblemente los cornetes de la nariz y que presentan grandes otras facultades y susceptibilidades -una especie de tejido neo­
escaras blanco-grisáceas”33 [el énfasis es mío). plásico que se infiltra en lo humano y, finalmente, lo sustituye-.
Compárese además la ubicación con la descripción de Freud en la Mi destino no es mucho mejor —ni peor—. En mi caso, el trabajo y
carta a Jones: “Hace dos meses que detecté un crecimiento neoplásico las actividades lucrativas coinciden, transformándome completa­
en mi maxilar y en la parte derecha del paladar”3* [el énfasis es mío]. mente en un carcinoma. Al neoplasma, en sus estadios de desa­
¿Irma como Angel de la Muerte? Irma fue Emma Eckstein, que rrollo más recientes, le gusta el vino. Hoy se espera que yo vaya
casi muere de una hemorragia -responsable del primer desmayo de al teatro; pero eso es ridículo —como la tentativa de hacer un in­
Freud—, la paciente mal operada por Fliess, con un descuido semejan­ jerto en un carcinoma. Nada se adhiere a él, de modo que, de
te al de este otro rinólogo llamado Hajek. Vimos que, después de la ahora en adelante, la duración de mi vida será la del neoplas­
operación, el estado del paciente impidió el desplazamiento a un sa­ ma36.
natorio adecuado, aunque a escasos cien metros estaba la Clínica
L°w. Ahora bien, sabemos por Max Schur que fue en esa clínica don­ ¿El sueño de Irma, entonces, fue profético?
de Fliess realizó la también malhadada operación de Emma Eckstein Según Freud, esta posibilidad merece al menos que se la consi­
-o sea, ¡en Irma! No creo en las Brujas, pero ... dere. En La interpretación de los sueños, él dice: “El poder adivinato­
José Schavelzon ha sido el único, que yo sepa, que estableció una rio de los sueños es un tema en discusión... afirmaciones obstinadas y
relación entre Irma y Freud 3. Él dice: repetidas aluden a dudas difíciles de disipar ... hay que evitar cual-
quier escepticismo, porque la posibilidad de una explicación psicológi­
Si vemos la situación en que [Freud] quedó luego de su opera­ ca natural puede estar muy próxima”37.
ción... notaremos que lo que se refiere en Irma no es sino su pro­ En el comienzo de la Primera Guerra Mundial, Martin Freud es­
pia [condición futura] ... “La gran mancha blanca”, su leucopla- taba en el frente del Este. En la noche del 8 al 9 de julio de 1915,
sia... Los cornetes nasales”, que luego de sus operaciones y al Freud tuvo lo que llamó un “sueño profético , que tenía como conteni­
desaparecer el paladar eran claramente visibles por la boca y “las do manifiesto, “muy nítidamente, la muerte de mis hijos, Martin en
grandes escaras blanco-gnsáceas”, resultado de las operaciones y primer lugar”38. Poco después supo que Martin, el día del sueño, fue
de las innumerables electrocoagulaciones a que fue sometido herido en el brazo. Este y otros fenómenos son los que lo llevaron a
[posteriormente] . . . 3 5 preguntarse si “estas ocurrencias misteriosas no merecen, de hecho,
ser investigadas”39.
¿Será ése el precio de la placa de mármol? Una especie de corto­ En otro pasaje Freud agrega: “La antigua creencia en los sueños
circuito fáustico liga la placa de mármol con su destino de muerte. proféticos no es totalmente falsa. Al retratar nuestros deseos como
El 19 de febrero de 1899, mientras revisa las pruebas de página realizados, los sueños, al fin de cuentas, nos van conduciendo al futu­
de su Traumdeutung, Freud le escribe a Fliess una extraña carta: ro. Pero este futuro, que nos representamos como presente, es mode­
lado por su indestructible deseo en una perfecta semejanza con el pa­
Querido Wilhelm, sado”40.
Lo destacado en “modelado” es mío; lo introduzco para enfatizar
Tú también comienzas en el día 11 unas cartas que sólo consi­ que el deseo indestructible, en este caso un deseo de muerte, prefigu­
gues continuar en el día 16 y, en el día 16, no consigues escribir ra, delinea el futuro. Conviene resaltar que Freud cierra su Traum­
sobre nada que no sea el trabajo enorme que exige cada pensa­ deutung con esta frase.
miento, que se agita y que consume, gradualmente, todas las Algunos autores, como Adler, Maeder y Oppenheimer, intentan
explorar esta “explicación psicológica natural”. Freud menciona que
Adler “insiste en que los sueños tienen la función de «pensar por ade­
lantado»”41. Maeder, por su parte, pretende demostrar que los sue­
*3. Grande fue mi agridulce sorpresa -m ás agria que dulce- cuando des­
ños, además de ser realizaciones de deseos, tienen una “función se­
cubrí que José Schavelzon había trazado esta comparación. Yo pretendía ser
el primero. En 1970 escribí una novela, Heroína, donde el protagonista, un
cundaria”: algunos sueños intensan resolver conflictos4 . Freud
analista japonés, disertaba en Bariloche sobre el sueño de Irma. Allí hago de­ pondera la hipótesis y la descarta. La función adleriana de “pensar
cir a un personaje: por adelantado” le parece mera actividad preconsciente, lo que tam­
-Entonces Irma es Freud. bién vale para la “función secundaria” de Maeder43. En su ensayo es­
Lo que constituye una buena aproximación, pero no basta para merecer crito en colaboración con D. E. Oppenheimer, en 1911, titulado “Sue­
mi placa de mármol. ños en el folclore”, ratifica que los sueños “no son premoniciones de

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un futuro aún no revelado, sino la realización de deseos, la satisfac­ Trajimos de Hamburgo al hijo menor de Sophie, Heinele, de cua­
ción de necesidades que surgen durante el dormir”44**4. tro años y medio de edad. Mi hija mayor, Mathilde, y su marido,
Aquí vamos a intentar otra “explicación natural” del “efecto” pre­ prácticamente lo adoptaron y pasaron a quererlo de tal manera
monitorio, no como vaticinio sino como anticipo. El sueño de Irma nos que no se puede describir. Es, en verdad, un chico encantador y
da la pista. En un libro que lleva el sugestivo título de Uinconscient á yo diría que nunca amé a un niño con tanta intensidad. Lamen­
venir, Nasio se pregunta: “¿Qué sucede con el sueño una vez soña­ tablemente Heinele era muy débil, estaba siempre en estado fe­
do?”45 ¿Adonde va? Para él, el sueño es un decir verdadero, a diferen­ bril, una de esas criaturas cuyo desarrollo mental se amplía a ex­
cia de las palabras “que no valen nada cuando llega el amor”, como pensas de su fortaleza física. Pensábamos que en Hamburgo le
dice María Betania. En contraste con la palabra vana del placer, el faltaban cuidados necesarios o una asistencia médica adecuada.
decir verdadero “penetra en el cuerpo? arranca un trozo y retorna en
la boca de un otro, en otra escena”46. Esa es la ruta deseante del sue­ Heinele tiene una enfermedad grave:
ño que llevó Hanold, el joven arqueólogo, a Pompeya. El sueño, en­
tonces, queda enterrado en las “ruinas arqueológicas” de la represión, ...con fiebre de 38 a 40 grados, dolores de cabeza, sin síntomas lo­
pero retorna. Freud, en esa oportunidad dijo: “Tal vez los efectos pos­ cales definidos, sin diagnóstico por un largo período. Finalmente
teriores del sueño sobre la vigilia de Hanold puedan proporcionarnos se vio que padecía ... una tuberculosis miliar; estaba condenado.
un punto de partida”47. Permanece ahora en estado de coma, con parálisis, despierta a
Syra Tahin Lopes, como vimos, da un nombre a estos “efectos veces y está tan sumegido en sí mismo que difícilmente se puede
posteriores del sueño : “resto de sueño”46. O sea que el sueño conti­ dar crédito a lo que uno ve ... los médicos afirman que puede du­
núa. El fantaseo de Freud de que tendrá que operarse anónimamente rar una semana, tal vez un poco más, y que la recuperación no es
de glaucoma es un resto de sueño del sueño de la Biografía Botáni­ deseable y es felizmente improbable. Esta pérdida me resulta di­
ca49. Este fantaseo llevó a su memoria un recuerdo clave para la com­ fícil de soportar. Pienso que nunca experimenté un sufrimiento
prensión del sueño: “Sólo después de recordar este fantaseo compren­ de esta especie; tal vez mi propia enfermedad contribuya a confi­
dí que detrás de él estaba el recuerdo de un hecho específico [la gurar el choque. Ahora trabajo debido a un puro estado de nece­
operación de glaucoma del padre]50. sidad; en el fondo, todo ha perdido sentido para mí51.
¿No será que el sueño de Irma representó la primera señal de la
enfermedad en su cuerpo? El sueño-síntoma habría iniciado un perío­ Heinele murió exactamente una semana más tarde. Frente a es­
do de incubación de cerca de veinte años. La escena con Deutsch ha­ ta muerte, “el hombre sin lágrimas”, llora. “Nunca tuve una depre­
bría sido entonces una actuación del sueño, en la vigilia de un colosal sión antes; ésta debe ser una. Él significaba el futuro para mí, y se
resto de sueño que modela un cáncer y hace nacer el psicoanálisis. llevó el futuro consigo”52. Los comentadores se sorprenden ante esta
La tesis es la siguiente: el sueño de Irma no profetiza el cáncer, singularidad. ¿Cómo es posible que fuera la primera vez, si él ya ha­
lo modela. No es premonitorio sino prefigurativo. El resto de sueño, bía hablado del “paisaje lunar” y el “hielo interior” del alma? Debe­
en la fuerte expresión de Nasio, “penetra en el cuerpo, arranca un mos tomar en serio a este maestro del autoanálisis. La muerte de
trozo y retorna en la boca de un otro que es la de Freud en 1923. Sophie y de Heinele, la maldición del cáncer se suman, y esta vez no
La Maldición de Freud continúa. puede aliviar su desesperación con una metáfora. La vida vino a con­
Han pasado tres años desde el fallecimiento de Sophie, y nueva­ firmar su predicción a Lou Andreas-Salomé, en el comienzo de la gue­
mente la muerte visita la familia. Esta vez llama a Heinele, el hijo rra: “Tengo certeza de que ... el mundo jamás volverá a ser un lugar
menor de Sophie, hermano del chico del fort-da. Apenas tenía cuatro feliz. Es demasiado horrendo”53.
años. Nada puede describir mejor el drama que la carta que Freud Cuando Ernst, el autor del fort-da 5 -el hermano mayor de Hei-
escribió a dos amigos húngaros:

*5. Giros extraños en el destino de Ernst Halberstadt: primero inventa


el célebre juego del carretel que tanto placer dio a los psicoanalistas; luego
*4. Freud, en su trabajo metapsicológico “Lo inconsciente”, habla de la pierde a la madre, pierde al hermano, cae en desgracia con el formidable
capacidad «diagnóstica» de los sueños”; dice que el retiro de las catexis del abuelo y, finalmente, cerrando el ciclo, nuevamente entra en la ruta psicoa-
mundo exterior y la investidura sobre los órganos del cuerpo permiten la per­ nalítica al convertirse en el primer nieto psicoanalista de Sigmund Freud.
cepción cierta de un trastorno físico. Como último sobreviviente de aquellos tiempos, en 1989, escribió un conmo-

286 287
nele- pasa dos meses con los abuelos, Freud afirma: “No lo considero disposición semejante en relación con Abraham. Usted empleó un
un consuelo”54. La pérdida de Heinele era insuperable. lenguaje más afable incluso durante la guerra. Espero que no haya
Si en relación con la sexualidad Freud estuvo dispuesto a oír, diferencias entre usted y nosotros”58. La implicación es clara: “entre
imaginar y comprender cada vez mejor lo que los pacientes aporta­ usted y nosotros”.
ban, no ocurrió lo mismo en el reino de la muerte. La aceptaba pero El clima de irritación en el seno del Comité crece. “El hacha de
no la representaba, agregando una justificación teórica discutible: el Rank cayó una vez más -sentencia Jones en una circular de verano
inconsciente no incluiría la representación de la muerte. Su autoaná­ de 1922-, esta vez sobre Londres, a mi ver, muy injustamente.”59
lisis fue un gran trabajo de elaboración de la sexualidad. Ahora él lle­ Otro tanto ocurre con el tomahawk de Freud, y Jones cae en desgra­
gaba a la crisis siguiente, la que Erik Erikson caracteriza por el par cia: “En los catorce años de trato con Freud -se queja Jones- nues­
desesperación-sabiduría: donde la muerte es la sombra gigante de tras relaciones personales nunca habían sido perjudicadas por nin­
nuestra vida. Freud le confía a Lou: “Una costra de indiferencia está gún tipo de desavenencia"6; varias veces recibí su elogio, tanto en
lentamente insinuándose sobre mí: un hecho que afirmo sin quejar­ términos personales como en relación con mi trabajo. Por lo tanto fue
me. Es una evolución del todo natural, una manera de volverse inor­ un choque descubrir que su opinión de mí se deterioraba. A comien­
gánico ... Debe estar relacionada con un desvío decisivo de las dos zos de 1923 quedé extrañado y mortificado por la siguiente carta”60:
pulsiones postuladas por mí. ... Todo es tan interesante como antes ...
pero falta una especie de resonancia”55. Estimado Jones:
Paralelamente se estaba produciendo una crisis institucional en
la cúpula del Comité Central. Para Freud, la preservación de la ar­ Este último año me ha traído una desilusión nada fácil de sopor­
monía en el Comité era asunto prioritario. Pero, ¿cuánto tiempo po­ tar. He comprobado que usted posee menos control sobre sus es­
día perdurar la paz en un grupo compuesto por hombres con tempe­ tados de ánimo y sobre sus pasiones, que es menos coherente,
ramentos tan diferentes? Durante más de diez años se había logrado sincero y confiable de lo que yo tengo derecho a esperar de al­
una relativa armonía; ahora, empero, el líder estaba mortalmente he­ guien que ocupa una posición tan conspicua. Y aunque usted fue
rido. Jones comenta: “el mal espíritu de la disensión despertó y, en quien propuso [originariamente] el Comité, no se abstiene de
1923, el Comité ... parecía estar desintegrándose”56. De hecho, dejó de amenazar la intimidad de éste con susceptibilidades injus­
funcionar por algunos meses. tas...61.
En 1920 Jones funda el International Journal of Psychoanalysis,
y la aparición de la revista agria sus relaciones con Rank. Jones se Freud estaba más cerca de Rank y Ferenczi, pero necesitaba
resintió por lo que interpretaba como una interferencia inadmisible también de los otros62. En 1923, acosado por el tumor y la pérdida de
en su política editorial. Con el deseo de reducir la participación ale­ Heinele, esperaba que por lo menos se pudiese restaurar un mínimo
mana, en una época en que el sentimiento antigermánico seguía sien­ de amistad en el Comité en pugna.
do fuerte, e igualmente ansioso de conseguir contribuciones nortea­
mericanas, Jones aceptó una serie de artículos de una mediocridad
que asustaba [según Rank). Rank considera que la cosecha america­
na es “basura de ultramar”. Jones llama a Rank “judío tramposo”, ba­ NOTAS
jando el nivel57. El Profesor encara la pelea como una amenaza a la
transmisión pacífica del psicoanálisis. La polaridad Viena-Nueva
York subía de tono. Él aún confiaba en Rank, y en más de una opor­ 1. Max Schur, Freud, vida e agonía , 1981, Río de Janeiro, Imago, III,
tunidad lo había elogiado ante Jones. Toma entonces un decidido par­ pág. 428.
tido por el “hijo adoptivo” al escribirle al inglés: “En sus observacio­ 2. Carta de Freud a Ferenczi del 8 de mayo de 1921.
nes sobre Rank noto cierta aspereza que trae a mi memoria una 3. Max Schur, op. cit.t III, pág. 431.
4. Ibíd.
5. Ibíd.
6. Ibíd.
vedor relato de la experiencia del Anschluss , que tuvo lugar mientras él vivía
en la casa de sus abuelos (W. Ernst Freud, “Souvenirs personéis á propos de
l’«Anschluss» de 1938”, Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, *6. Evidentemente ha olvidado la actitud de Freud cuando corrió el ries­
1990, pág. 409). go de convertirse en su suegro.

288 289
44. S E , X I I , p á g . 180.
7. Félix Deutsch, “Reflections on Freud’s one hundred birthday”, Psycho- 4 5 . J . D. N a s io , L ’inconscient á venir, 1 9 8 0 , p á g . 103.
sornatic Medicine, 1956, pág. 297. 46. Ib íd .
8. Glenn W. Flagg, “Félix Deutsch: a psicanálise e a medicina interna”, 4 7 . S E , DC, p á g . 56. ‘ '
A historia da psicanálise através de seus pioneiros, pág. 342. 48. E . R o d r ig u é y S. T a h in L o p e s , Um sonho de final de análise, 1986.
9. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­ 49. S E , IV , p á g . 170.
ro, Imago, III, pág. 103. 50. S E , IV , p á g s . 1 7 0 -1 .
10. F. Deutsch, ibíd., pág. 279. 5 1 . C a r t a d e F r e u d a K a tá y L a jo s L e v y d e l 11 d e ju n i o d e 1 9 2 3 , c ita d a
11. Ernest Jones, op. cit.f III, pág. 103. p o r M a x S c h u r , op. cit.y III, p á g s . 4 4 0 -1 .
12. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo, 5 2 . C a r ta d e F re u d a F e r e n c z i d e l 18 d e ju n i o d e 1923.
Companhia das Letras, pág. 384. 5 3 . C a r t a d e F r e u d a L o u A n d r e a s - S a lo m é d e l 2 5 d e o c t u b r e d e 1 9 1 4 ,
13. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 104. Freud-Lou Andreas-Salomé, Correspondencia completa.
14. Max Schur, op. cit., III, pág. 432. 54. E lis a b e t h Y o u n g -B r u e h l, Anna Freud , a Biography , 1 9 8 8 , L o n d r e s ,
15. Ibíd. S u m m it B o o k s , p á g . 99.
16. Carta de Anna Freud a Jones del 4 de enero de 1956, citada por Pe­ 5 5 . C a r ta d e F r e u d a L ou d e l 10 d e m a y o d e 1 9 2 5 , Freud-Lou Andreas-
ter Gay, op. cit.y pág. 384. Salomé, Correspondencia completa, p á g . 2 0 2 .
17. J. Schavelzon, Freud, un paciente con cáncer, 1983, Buenos Aires, 56. E r n e s t J o n e s , op. cit., III, p á g . 104.
Paidós, pág. 57. 5 7 . C a r ta d e J o n e s a K a t h a r in e J o n e s d e l 2 8 d e a g o s t o d e 1 9 2 3 , c ita d a
18. Ibíd., págs. 57-8. p o r P e te r G a y , op. cit., p á g . 3 8 8 .
19. Carta de Anna Freud a Jones del 16 de marzo de 1955, Archivos de 58. C a r ta d e F r e u d a J o n e s d e l 23 d e d ic ie m b r e d e 1 9 1 9 , R. A n d r e w P a s-
la British Psychoanalytical Society, citada por Peter Gay, op. cit.y pág. 384. k a u s k a s c o m p ., The Complete Correspondence de Sigmund Freud and Ernest
20. José Schavelzon, op. cit.t pág. 58. Jones, 1908-1939 , 1 9 9 3 , L o n d r e s , H a r v a r d U n iv e r s it y P re s s , p á g . 3 6 1 .
21. Carta de Anna Freud a Jones del 10 de marzo de 1955, citada por 59. C ir c u la r d e J o n e s a l C o m ité , a g o s t o d e 1922.
Peter Gay, op. cit.y pág. 384. 6 0 . E r n e s t J o n e s , Free Associations , 1 9 5 9 , N u e v a Y o r k , B a s ic B o o k s ,
22. Ernest Jones, op. cit.y III, pág. 103. pág. 301.
23. Peter Gay, op. cit.y pág. 384. 6 1 . C a r ta d e F re u d a J o n e s d e l 7 d e e n e r o d e 1 9 2 3 , The Complete Corres­
24. José Schavelzon, op. cit.ypág. 58. pondence o f Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939 , p á g . 507.
25. Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé del 11 de agosto de 1824, 6 2 . P e t e r G a y , op. cit.y p á g . 3 8 7 .
Freud-Lou Andreas-Salomé, Correspondencia completa, 1972, Río de Janeiro,
Imago, pág. 181.
26. Ernest Jones, op. cit.y III, pág. 104.
27. Félix Deutsch, ibíd., págs. 280-1.
28. Max Schur, op. cit.y III, pág. 632.
29. J. Schavelzon, op. cit.y pág. 61.
30. Ernest Jones, op. cit.y III, pág. 103.
31. J. Schavelzon, op. cit.y pág. 48.
32. Ernest Jones, op. cit.y III. pág. 102.
33. SE, IV, pág. 107.
34. Ernest Jones, op. cit.y III, pág. 102.
35. José Schavelzon, op. cit.ypág. 77.
36. Carta de Freud a Fliess del 19 de febrero de 1899, Correspondencia
Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei­
ro, Imago, págs. 345-6.
37. SE, IV, pág. 65.
38. Carta de Freud a Ferenczi del 10 de julio de 1915.
39. Peter Gay, op. cit., pág. 328.
40. SE, V, pág. 621.
41. SE, V, pág. 579n. Freud se refiere al trabajo de Adler “Beitrag zur
Lehre vom Wilderstand”, Zbl. Psychoanal.f I, pág. 214.
42. A. Maeder, uÜber die Funktion des Traumes”, Jb. psychoanal. psy-
chopath. Forsch.y 1912.
43. SE, V, págs. 579-80n.

291
290
ción frente a la religión: “En El porvenir de una ilusión hice una valo­
ración esencialmente negativa de la religión. Posteriormente encon­
tré una fórmula más ecuánime; aceptando que su poder reside en la
verdad que contiene, mostré que dicha verdad no es material sino
histórica”7.
CAPÍTULO 53 En mayo de 1935, en el mismo post-scriptum, Freud declara que
“después de mi hipótesis sobre la existencia de dos clases de pulsio­
DOCTOR PICHLER Y MISTER HAJEK nes (Eros y pulsión de muerte) y desde que propuse una división del
o
aparato mental en yo, superyó y ello, no realicé ninguna contribución
significativa al psicoanálisis”8. No podemos ignorar que ésa había si­
La Presentación autobiográfica1 fue publicada en 1925. A Freud do también la fecha del tumor.
no le gustaban las biografías ni escribir por encargo. El texto estaba ¿Qué ocurrió? •
destinado a una colección editada por L. R. Grote, La medicina actual ¿Se agotó la vena creativa, arrasada por la enfermedad y las pér­
en autorretratos 1. Freud traza una distinción entre las páginas escri­ didas? No, nada de eso. Sucede que Freud cambió ante esa situación
tas por impulso interior y las que no responden a ese imperativo2. de muerte anunciada. Sufrió lo que él denomina un “desarrollo regre­
Prefería las obras hijas de la inspiración. Las escritas a pedido (la sivo”9: “Mi interés, después de dar un largo rodeo a través de las cien­
Presentación autobiográfica, “Dostoievski y el parricidio”, “¿Por qué cias naturales, la medicina y la psicoterapia, retornó a los problemas
la guerra?” y los artículos para enciclopedias) son más didácticas y culturales que desde siempre me fascinaron, hasta de muy niño,
están redactadas con la frialdad formal de un requisito ajeno. cuando apenas tenía edad para reflexionar”10. O sea, una vuelta a las
La intención de la recopilación médica era destacar la parte cien­ primeras fuentes en una parábola que apunta al futuro. Creo que se­
tífica de la vida de los médicos famosos. El elemento biográfico, en­ ría mejor denominar “trabajo de muerte” a ese desarrollo regresivo.
tonces, tenía una función de relleno, como contexto de los descubri­ Tiempos conturbados. La salud de Freud continúa siendo fuente
mientos. Pero a juicio de Jones, la Presentación autobiográfica y su de rumores. En la misma carta a Abraham en que anuncia haber fi­
post-scriptum, de 1935, constituyen la obra de referencia más impor­ nalizado su Presentación autobiográfica, acota: “¡Cuán ambivalentes
tante para los interesados en el Freud histórico3. Ocurre que tal vez pueden ser los rumores! En Viena me declaran muerto cada quince
sea la menos leída. días, y en Berlín, se me aguarda para que dé una conferencia. Ningu­
La Presentación autobiográfica es una continuación mansa de la na de las dos cosas es verdadera, la verdad se encuentra en el me­
“Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”4; aun así, dio”11. Pero, ¿cuál es el medio?
algunos protagonistas se sintieron afectados. Bleuler, por ejemplo, a
quien Freud critica por haber tirado al bebé junto con el agua de la La escena se traslada a Lavarone. Un Freud todavía convalecien­
bañera. El suizo replicó que las diferencias eran mínimas, agregando, te va de vacaciones a los Alpes dolomíticos, donde lee novelas policia­
con su talento para las metáforas, que “quien intentara comprender les de Agatha Christie y Dorothy Sayers12. Lavarone, “el nido de
la neurología o la psiquiatría sin conocimiento del psicoanálisis me águilas”, como lo llamaba Freud, está suspendido en la parte más al­
parecería un dinosaurio; digo «parecería» y no «parece», pues no que­ ta de los peñascos calcáreos del pico Marmolada. El atribulado Comi­
dan personas así, ni siquiera entre las que se complacen en despre­ té Secreto se reúne en San Cristóforo, sobre el lago Caldanozzo, aldea
ciar al psicoanálisis”5. situada seiscientos metros abajo del reducto del Profesor.
La Presentación autobiográfica está más volcada a los primeros La reunión se realiza a pedido de Freud. Encuentro quizá monta­
años, y evoca a Goethe, Darwin y la Oda a la Naturaleza. Brücke, do a modo de test. Los Señores del Anillo tendrían que encontrarse
Fleischl, Meynert, Charcot, entran en la ronda de la nostalgia, mien­ primero sin él, para saldar cuentas, ventilar resentimientos y conse­
tras que Martha es mal recordada, como responsable de que él no hu­ guir armonía, principalmente entre Jones, Rank y Abraham. Freud
biera recibido la “parte del león” en el episodio de la cocaína6. se ofrecía como premio: de salir bien en la prueba, él estaría dispues­
Cabe resaltar que en el post-scriptum, Freud atempera su posi- to a recibirlos, ahí donde viven las águilas.
Los discípulos, entonces, estaban reunidos al pie de la montaña.
Otto Rank es el único que está enterado de la muerte anunciada. ¿Có­
mo se enteró? Es muy probable que haya sido por Félix Deutsch; ellos
*1. L. R. Grote, Die Medizin der Gegenwart in Selbstdarstellungen, 1923- eran amiguísimos. La pregunta, creo yo, es otra: ¿por qué los demás
29, Leipzig. no sabían? Grandes piruetas psíquicas fueron realizadas para no sa-

292 293
ber. Tal vez eso explique la risa histérica e incontrolable de Rank en una recidiva (o una resección insuficiente) a los setenta días de la
su momento. primera operación se quedaría esperando otros ochenta días o más
Es una pena que el guión de Sartre termine antes. Ese verano en hasta que el enfermo regresara de su viaje?”18. Tercera gran incon­
los Alpes dolomíticos daba para una gran escena. Arriba, el Maestro gruencia.
en su Vía Crucis; abajo, los discípulos reconciliándose de mil peleas,
Digamos que la conducta desastrada muestra una colosal ambi­
negando, aterrorizados, la sentencia de muerte que pesaba sobre el valencia frente al “trauma” del cáncer. Deutsch, afirmado en su poder
Profesor. Por los corredores del tiempo, esto recuerda el Monte de los médico, años después se justificará reiterando que “Freud no estaba
Olivos, el Monte Sinaí. suficientemente preparado para enfrentar la realidad”19. En realidad,
El tumor, todavía sin nombre, apareció nuevamente. Freud, des­ nadie estaba preparado para enfrentar la realidad. La muerte anun­
de Lavarone, envía un billete a Hajek para concertar la próxima con­ ciada del líder llevó a la horda a la parálisis, tal vez con la ilusión ca-
sulta. El increíble Hajek demora dos semanas en responder que “...no tatónica de congelar el tiempo.
era necesario que volviera a verlo ’13. Los dolores habían aumentado. Este acto de renegación se complica si pensamos que los discípu­
Freud llamó a Deutsch, quien verifica la gravedad del cuadro y com­ los, siguiendo las incongruencias registradas a lo largo de la enferme­
prueba la existencia de una recidiva en el mismo lugar. Parecía nece­ dad, estaban ocultando un diagnóstico errado, lo que sugiere una
saria una segunda y más radical operación. Deutsch desciende los complicadísima ambivalencia, de esas que sólo el Diablo inventa.
seiscientos metros e informa a los miembros del Comité sobre la rea­ Anna Freud se destaca como la persona con la cabeza más sensa­
lidad de la situación. No sabemos, a ciencia cierta, cómo fue recibida ta del cenáculo. Después de la reunión informativa con el Comité, ella
la infausta noticia. El Comité, después de deliberar, “decidió” dejar bajó a San Cristóforo y se unió al grupo para cenar. Nada se dijo en
que el Profesor siguiera adelante con su plan de pasar dos semanas torno de la sombría mesa. Luego, avanzada la noche, Anna subió la
en Roma, en compañía de Anna. montaña en compañía de Félix Deutsch y, antes de llegar a Lavaro­
Jones nos informa que, quince años más tarde, en Londres, se
ne, supo extraerle astutamente la verdad, preguntándoles, con tono
animó a contarle la “omisión” de San Cristóforo. Parece que Freud, ingenuo: “¿Nos podríamos quedar más tiempo en Roma?” Alarmado,
con fuego en los ojos, inquirió: “Afó w elch em R e c h t? ” (“¿Con qué dere­ Deutsch le imploró que ni lo pensara20. En efecto, “aquello -comentó
cho?”). Conviene recordar que, en una carta a Fliess, en 1899, había Anna décadas más tarde- fue bastante claro”21.
senteciado: “El arte de engañar a los pacientes no es por cierto muy Por otro lado, si pensamos en la aventura desde el lado senti­
necesario ... El cristiano, por lo menos, recibe el último sacramento mental, o sea, humano versus médico, ella fue un éxito, y que Scha­
unas horas antes ... Espero que, cuando me llegue la hora, pueda en­ velzon me perdone. Se puede pensar en días de amor edípico sublima­
contrar a alguien que me trate con respeto y me diga cuándo debo es­
do por el dolor en el alma. Anna rememorará “que hice un viaje
tar preparado”14. inolvidable a Roma ...”. Freud, más que nunca, fue un solícito guía, y
Bien, no fue Deutsch ni los miembros del Comité quienes tuvie­ “tiraron sendas monedas en la fuente [de Trevi], formulando el deseo
ron ese “respeto”. En realidad, todo el grupo, asustado, se negó a de volver, sabiendo que ... eso era dudoso”22. La siguiente carta de
aceptar la realidad, en un acto de renegación colectiva. De hecho, só­ Anna a Eitingon describe bien el panorama anímico de la pareja: “Pa­
lo la pérdida de la noción de realidad explica que el Comité lo dejara pá [como ella lo llamaba] quería mostrarme muchas cosas, y yo de­
viajar a Roma, perdiendo un tiempo precioso. Se puede pensar que seaba ver esas cosas con él. No estábamos siempre en la mejor forma,
Deutsch, preocupado con la depresión de Freud por la muerte de su porque había una considerable angustia y desánimo [por su enferme­
nieto, no tuvo el coraje de impedir el viaje a Italia. Anna no conocía dad], sentimientos de que «no debíamos» y de «tener que partir», una
Roma. Padre e hija habían soñado y planeado la ocasión15. Asombra ‘
mezcla de despedida en nuestros encuentros. A pesar de todo, sería
aún más que los biógrafos encaren ese viaje a Roma como una cosa difícil imaginar un viaje más maravilloso”23.
buena, enfatizando la veta romántica de un padre enfermo y valiente
Volviendo a nuestro villano Número Uno, el profesor Hajek, poco
que lleva a su hija a la Ciudad Eterna. Jones describe la decisión del tiempo después de la operación de Freud se hizo tristemente notorio
Comité “como la más humana y constructiva de todos esos meses”16, por la manera de tratar a otro paciente que más tarde alcanzó la cele­
lo que indica la pésima calidad de esos tiempos. Fue un desatino mé­ bridad. Se trata de Franz Kafka, que padecía una laringitis tubercu­
dico de grandes proporciones. Los Señores del Anillo suscriben la opi­ losa en su fase terminal, y fue internado en condiciones que conmo­
nión de Deutsch de hacer de cuenta que Freud puede viajar; progra­ vieron la opinión cultural de la época. Franz Werfel, en particular,
man una nueva consulta y “aguardan pacientemente” hasta el 26 de
intervino enérgicamente para que Kafka, casi moribundo, fuese tra­
setiembre para concretarla17. José Schavelzon, mi mentor oncológico, tado con más consideración. Hajek respondió de modo lamentable:
concluye: “¿Pensaría Deutsch que el cáncer que él diagnosticó como “Un tal Werfel me escribe pidiendo que yo haga algo por un tal Kaf-
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295
ka. Sé quién es Kafka. Es el paciente de la cama número 12 . Pero, Hajek y Pichler examinaron conjuntamente al paciente. Jones,
¿quién es Werfel?”24’ *2. en el final del tercer tomo de su biografía, incluye el minucioso proto­
Hajek se presta a las maravillas para el papel de chivo emisario, colo quirúrgico de Pichler. En la primera entrada vemos:
porque esta historia está muy mal contada o él merece que le retiren
el diploma en la tumba. Tal vez tenga razón Sachs, quien señala que Notas de Pichler 1
Hajek fue analizado por Freud, con una brutal transferencia mal re­
suelta25. Consulta con el Dr. Hajek. En la primavera de este año tuvo lu­
Aquí entra en escena Helene Deutsch, mujer de Félix. Su trans­ gar la resección radical de leucoplasia proliferativa, en el arco
ferencia con Freud era muy intensa. Botón de muestra: cierta vez, sa­ palatino anterior derecho. El procedimiento, como mero propósito
liendo de la sesión, se paró frente a su imagen reflejada en una vi­ diagnóstico, al principio, fue extendido más allá del tejido com­
driera y exclamó para sí: “¿Qué va a hacer la pobre Frau Profesor?”26 prometido ...32
Buena anécdota de esta analista que, como vimos, quedó presa en la
imagen especular de Freud y Tausk, y salió de ese triángulo funesto Dos cuestiones de peso se desprenden de este informe. La prime­
para caer en otro, como analizada de Freud y esposa de su médico. ra confirma que el diagnóstico no era epitelioma, sino leucoplasia pro­
Tropezamos, entonces, con la conocida advertencia del primer artícu­ liferativa papilar, y este tipo de lesión no tiene carácter maligno, ni lo
lo de la serie “Consejos al médico”: “Cuando un analista decide, por­ tenía según el criterio imperante en la época*3. El segundo punto fue
que así lo dicta el deber, tratar a la esposa o al hijo de un amigo, de­ que la intervención de Hajek en realidad había sido meramente ex­
berá contar con la pérdida de esa amistad, cualquiera que sea el ploratoria - o sea, no terapéutica- y que se desperdiciaron cinco pre­
resultado de ese análisis”27. Pero Freud rara vez escuchaba sus pro­ ciosos meses. Pero, por otro lado, si este diagnóstico de leucoplasia
pios consejos. No debe asombrarnos que sus relaciones con Félix se era correcto, no había una urgencia quirúrgica tan esencial.
enfriaran considerablemente a partir de 1925. Pichler fue la elección ideal. Jefe del nuevo Departamento de Ci­
A todo esto, Félix en Viena preparaba la segunda operación. rugía Oral, había operado a centenares de soldados mutilados duran­
Freud fue informado de la verdadera naturaleza de su enfermedad te la Primera Guerra Mundial, improvisando procedimientos osados
solamente a la vuelta del viaje. Según Schur28, enfrentó el cáncer con con resultados sorprendentes. Schur nos informa que tuvo que inven­
una “perfecta compostura”, como se pone de manifiesto en la carta tar una nueva técnica quirúrgica para atender la boca mutilada de
que le envió a Eitingon el día que fue examinado por primera vez por Freud33;
el profesor Hans Pichler: “Hoy puedo satisfacer su necesidad de tener Cuando Pichler lo examina por primera vez puede verificar que,
noticias mías. Se decidió que debo someterme a una segunda opera­ junto a una gran recurrencia crateriforme ulcerada en la parte dere­
ción, una resección parcial del maxilar, porque mi querido neoplasma cha del paladar blando, el tumor se ha extendido al mentón y al ma­
ya ha vuelto. La operación será realizada por el profesor Pichler, el xilar inferior. Había también una marcada retracción cicatrizal, se­
mayor especialista en la materia, que también está preparando la cuela de la primera cirugía. El bisturí de Hajek había causado daños
prótesis”29. irreparables. Ahora era necesaria una intervención mucho más am­
Aquí cabe una duda: cuando un paciente con cáncer es informado plia, con una técnica que Pichler tuvo que poner primeramente a
de su estado, el paciente de alguna manera niega, o la noticia le es prueba en un cadáver. Además pensó en diferentes tipos de prótesis.
transmitida con cierta ambigüedad, o ambas cosas. En esta carta, Lo importante era separar las fosas nasales de la boca. Pichler, en
Freud habla de su “querido neoplasma”, pero ya antes había hablado, contraste con Hajek, redactó un detallado protocolo quirúrgico, con
de su “epitelioma”. La carta que dirige a su sobrino Sam está escrita notas pormenorizadas de procedimientos y consultas.
en un lenguaje un tanto velado, como observa Peter Gay30: “No supe­ La intervención se realizó en dos tiempos, en el sanatorio Auers-
ré los efectos de mi última operación en la boca, tengo dolores y difi­ preg. El 4 de octubre de 1923, bajo anestesia local, se ligó la carótida
cultad para tragar y todavía no estoy seguro en cuanto al futuro”31. externa y fue vaciado el sistema glandular cervical y submandibular,
De hecho, nada sustancial cambió con la revelación. con el fin de inhibir posibles metástasis. Felizmente, las glándulas

*2. Para el lector latinoamericano, que no tiene la obligación de conocer *3. Desde los tiempos de Skoda, hasta el gran Billroth, pasando por Ro-
a Franz Werfel, digamos que fue un gran novelista austríaco, autor de los Los kitansky, Viena fue un gran centro mundial en el estudio de la anatomía pa­
cuarenta días de Musa Dagh, lectura recomendada, gran texto pacifista. tológica.

296 297
tumefactas no revelaron compromiso neoplásico. Fue en la segunda ningún vaso sanguíneo importante. Osteotomía y movilización de
parte de la operación -realizada una semana más tarde- en gran me­ ese segmento óseo y diéresis de las conexiones con el tejido blan­
dida con escoplo y martillo, nuevamente bajo anestesia local, cuando do...38
se realizó la cirugía más radical, que consistió en la resección de casi
todo el maxilar derecho, una parte considerable de la mandíbula, el Solamente entonces el cirujano se dio por satisfecho, y con razón.
lado derecho del paladar y las membranas mucosas bucal y lingual. La intervención en sí fue un éxito total. Freud no murió de una posi­
El cirujano vació la boca. Finalmente sustituyó por injerto de piel (in­ ble metástasis del [hipotético] cáncer original. No hubo más secuelas
jerto de Thiersch) las partes de las membranas mucosas removidas de peso, pero él recibió una serie de aplicaciones de rayos X. Es bueno
que no podían ser suturadas, y colocó la prótesis en su lugar. Ese fue recalcar que nunca hubo metástasis ni compromiso ganglionar, datos
el primero de una serie de artefactos que recuerdan la dentadura pos­ éstos que hablan contra el diagnóstico inicial de tumor maligno.
tiza de Irma. Cirugía exitosa aunque mutilante. Era imposible montar una
Freud recibió una dosis de sedativos y durmió durante la mayor prótesis satisfactoria por la falta de salientes óseas de apoyo y la pér­
parte de la operación. El posoperatorio, pasada una fiebre inicial, fue dida de gran parte de la mucosa bucal, que no podía reemplazarse
bueno. Durante varios días el paciente no pudo hablar, y la alimenta­ con injertos. El resultado fue una tortura en forma de prótesis. Freud
ción, como era costumbre en la época, se realizó mediante una sonda sólo podía comer, fumar, conversar, con gran esfuerzo y dolor. Si “el
nasal. monstruo” "4 cerraba adecuadamente las cavidades oral y nasal, le
Un par de días antes del alta, Freud recibió una de las cartas op­ ocasionaba ulceraciones dolorosas y presionaba la articulación man­
timistas de Abraham. El berlinés tenía noticias frescas del éxito qui­ dibular. Si la prótesis se aflojaba, la locución y el acto de comer se
rúrgico por Lampl, y enviaba fotografías egipcias y recortes de perió­ volvían más difíciles.
dicos para el convaleciente34. La respuesta de Freud es característica:
“Mi querido e incurable optimista: hoy me quitaron las vendas. Lo Notas de Pichler III
que queda de mí ha sido vestido”35. A fin de mes le hace llegar una
tarjeta postal a Pfister: “Por el momento estoy fuera de combate, de­ 06/12/23: Mejora el dolor con la nueva prótesis 2, con agrava­
bido a mi operación. Dentro de algunas semanas podré alistarme miento, empero, de la masticación e ingestión de líquidos, que re­
nuevamente”36. En efecto, en cuanto consigue dormir sin una inyec­ gurgitan por la nariz en virtud del juego de la placa palatina. Pa­
ción hipnótica, Freud vuelve a su casa, después de diecisiete días de rece insuficiente apretar el tornillo una vuelta y media.39
posoperatorio.
Esa semana, Pichler examinó cuidadosamente la herida, obser­ El hecho es que la recidiva que lo llevó a la tercera operación fue
vando un área tenuemente ulcerada bajo una pequeña parte necrosa- muy decepcionante. Mientras aguardaba esa “batalla” (como le dice a
da del injerto. Se realizó una biopsia. Del informe histopatológico del Pfister) se preparó para lo peor, o sea, para no poder continuar traba­
profesor Oskar Stoerk resultó que aún había tejido tumoral. Pichler jando. Agregó entonces algunas cláusulas a su testamento, bajo la
mostró aquí su fibra y su coraje37. forma de una carta a su hijo Martin. Las principales providencias se
A esta altura, la mayoría de los cirujanos habrían desistido. referían a su mujer y a su hija menor. Pedía que los hijos renuncia­
Pichler le dice la verdad a Freud, sugiriéndole una intervención sen a parte de la herencia en favor de la madre, y que la dote de An-
quirúrgica inmediata; el paciente concuerda. La operación -la terce­ na fuese aumentada a 2.000 libras.
ra o la cuarta, si consideramos que la segunda fue en dos tiem pos-' Tal vez esos sombríos temores generaron algo insólito: Freud se
tuvo lugar esa misma tarde, nuevamente bajo anestesia local y se­ sometió a una pequeña cirugía en los testículos, una ligadura de los
dativos. vasos deferentes, operación ideada por el polémico Eugene Steinach.
Este endocrinólogo fue uno de los descubridores de las células inters­
Notas de Pichler II ticiales de los testículos, productoras de hormonas masculinas. La in­
tervención se puso de moda porque supuestamente ayudaba a recupe­
Por la tarde, cirugía en el sanatorio Auerspreg. Asistentes: Dr. rar la potencia sexual declinante. Freud creía que esta operación
Hoffer y Dr. Hertzka. Después de pantopón, escopolamina, blo­ (mencionada al final de Más allá del principio de placer40 y en su tra-
queo anestésico. Incisión en la región cicatrizal de la mejilla en
dirección al reborde bucal. Incisión a través del paladar blando
aproximadamente a 1,5 del borde libre y de ahí alrededor del tu­
mor hasta el hueso palatino ... Hemorragia significativa pero de *4. Según Schur, esa palabra no fue usada en vida de Freud, pero cabe.

298 299
bajo “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femeni­ existir. La salud de Martha se deterioró, por la enfermedad de su ma­
na”41) daba buenos resultados en la homosexualidad masculina. rido y la muerte de su nieto Heinele; Minna, medio ciega debido a ca­
La operación se realizó el mismo mes del fracasado putsch de Hi- taratas, estuvo internada la mayor parte del tiempo por problemas
tler en Munich. Cosa extraña, Schur sólo le dedica a este incidente cardíacos. Ambas se sintieron desplazadas. Se redoblaron los viejos
una nota al pie de página'5. Efectuada poco después de las tres orda­ celos de doble mano. Anna quería exclusividad. En la Navidad de
lías quirúrgicas -a veinte días, para ser exacto- es muy insólita, y 1926 su padre fue a Berlín a pasar las fiestas con Ernst y Oliver, y
sorprende que los biógrafos la traten con ligereza'6. Esa intervención, Anna quedó en Viena, inmovilizada por una lesión en el pie. Dando
semejante a la actual vasectomía, no puede dejar de sentirse como salida a su amargura le escribió a Eitingon: “... estuve rabiosa porque
una castración. Enésima incongruencia. Papá viajó sin mí. Por mucho tiempo dejé todo de lado para dedicar­
En medio de esta comedia de errores trágicos, Pichler emerge me por completo a él y, de pronto, él se hace el aventurero, y se va
como figura ejemplar. Atiende a su paciente con cuidado, meticulosi­ justamente cuando yo estoy incapacitada para moverme. ¡Eso no es
dad, cortesía. Sus protocolos, redactados con precisión, totalizan 25 justo !”42 Pero, como lo señala Elisabeth Young-Bruehl, Anna no men­
páginas. Durante dieciséis años acompañó a Freud diligentemente, ciona que, en esa oportunidad, Martha ocupó su lugar de enfermera
y se prestó a todo tipo de consultas con cirujanos, radiólogos, ra- en jefe43. Dos años más tarde, cuando su padre planeó una estada de
dioterapeutas y psicoanalistas. Cuando Freud lo abandonó para dos semanas en el sanatorio Tegel, en Berlín, ella reordenó sus hora­
atenderse con Schroeder, en Berlín, él posteriormente acogió a su rios para poder acompañarlo. En una carta a su amigo y cortejante
paciente pródigo sin hacer comentarios. Luego veremos que en 1938 Max Eitingon, le revela: “Mamá, al principio, quería ir, pero yo no
viajó a Londres para someter a Freud a su última intervención. En quería en modo alguno que lo hiciera”44.
esa época, salir de Viena para atender a un judío emigrado no era La propia Anna le admitió a Eitingon, y después a Jones, que
un picnic. sentía celos de las pacientes del “Papá”, y también, a partir de 1922,
Freud evitó ser visitado durante los primeros meses, porque el de su madre y de Tante Minna.
acto de hablar le resultaba muy penoso. También procuraba comer en
privado: era una operación complicada, y a veces tenía que auxiliarse
con el pulgar. Le dictó a Anna unas anotaciones sumarias, pero luego
comenzó a escribir él mismo. Finalmente, en el primer día hábil de NOTAS
1924, el Profesor retomó su clínica, recibiendo seis pacientes por día.
La enfermedad estrechó los lazos de Freud con su hija. Ella lo cuida­ 1. SE, XX, págs. 6-74.
ba. Por otra parte, Anna, en 1924, retomó el análisis con su padre. 2. Joseph Wortis, Fragments of an Analysis with Freud, 1954, Nueva
Tal vez, en situaciones límites, las transgresiones pasan a ser rutina. York, Simón and Schuster.
En esa vorágine transferencia!, tanto la madre como la tía dejaron de 3. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
ro, Imago, III, pág. 127.
4. SE, XX, pág. 5.
5. Carta de Eugene Bleuler del 17 de febrero de 1925, citada por Ernest
*5. Parece ser que cuando asumió el comando médico de las operaciones, Jones, op. cit., III, pág. 127.
Schur quiso saber quién había aconsejado esta intervención, e indagó a 6. SE, XX, pág. 8.
Freud “hasta que me confesó que él mismo [la] había sugerido y que se reali­ 7. SE, XX, pág. 72.
zó el 17 de noviembre de 1923” (Max Schur, Freud, vida e agonía, 1981, Río 8. SE, XX, págs. 71-4.
de Janeiro, Imago, II, pág. 447n). En realidad, la idea fue de Paul Federn. 9. SE, XX, pág. 72.
Éste se hizo asesorar por Von Urban, quien aprobó el procedimento. Se espe­ 10. lbíd.
raba que sirviera para bloquear la vuelta del cáncer y mejorar su “sexuali­ 11. Carta de Freud a Abraham del 17 de octubre de 1924, A Psycho-
dad, su estado general y su capacidad de trabajo”. analytic Dialogue: the Letters of Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-
*6. El gran amigo de Freud en la tercera edad, Amold Zweig, le escribe 1926, 1965, Nueva York, Basic Books, pág. 371.
desde Israel en 1939: “Cuántas cosas habría querido saber sobre su vida, pe­ 12. Carta de Anna Freud a Jones del 15 de marzo de 1955, citada por
ro nunca pregunté, por pudor o modestia: la operación de Steinach, la opera­ Roazen en Freud y sus discípulos, pág. 557.
ción del cáncer, sus experiencias con Jung, Stekel y Rank ... ¡la épica de su 13. Emest Jones, op. cit., III, pág. 105.
vida!” (Carta de A. Zweig a Freud del 25 de marzo de 1939, The Letters of 14. Carta de Freud a Fliess del 6 de febrero de 1899, Correspondencia
Sigmund Freud & Amold Zweig, comp. por Emst Freud, 1970, Nueva York, Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei­
New York Univ. Press). ro, Imago, pág. 344.

300 301
15. Elisabeth Young-Bruehl, Atina Freuci, a Biography, 1988, Londres,
Summit Books, pág. 119.
16. Emest Jones, op. cit.yIII, pág. 106.
17. José Schavelzon, Freud, un paciente con cáncer, 1983, Buenos Aires,
Paidós, pág. 90.
18. Ibíd., pág. 96. C A P ÍT U L O 54
19. Félix Deutsch, “Reflections on Freud’s one hundred birthday”, Psy-
chosomatic Medicine, 1956, pág. 282. E L T R A U M A D E L N A C IM IE N T O
20. Emest Jones, op. cit.yIII, pág. 105.
21. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit.ypág. 119.
22. Carta de A. Freud a William McGuiere del 26 de julio de 1973, cita­
da por Elisabeth Young-Bruehl, op. cit.y pág. 120. Rank, a todo esto, continuaba su trabajo con la misma energía de
23. Carta de Anna Freud a Eitingon del 12 de octubre de 1925. siempre, ahora como director de la Editora Psicoanalítica Internacio­
24. M. Robert, La revolución psicoanalítica, 1978, México, Fondo Nacio­ nal. Tuvo problemas con Ernest Jones por el In tern a tion a l J o u rn a l o f
nal de Cultura, págs. 406-7. P sy c h o a n a ly s is . Las relaciones dentro del Comité, que sólo en el ini­
25. Hanns Sachs, Freud, Master and Friend, 1946, Boston, Harvard cio fueron cordiales, comenzaron a deteriorase seria y rápidamente.
Univ. Press., pág. 234. Las riñas entre los Señores del Anillo eran múltiples. Ya antes de la
26. H. Deutsch, “A foot-note to the history of the psychoanalytical move- guerra Jones y Abraham peleaban en trincheras opuestas, y el galés
ment”, 1940, pág. 189. no le perdonaba a Ferenczi que hubiera sido su analista. Después co­
27. SE, XII, págs. 111-20. menzó el duelo de Rank con Abraham y Jones. Había dos grupos: los
28. Max Schur, Freud, vida e agonía, 1981, Río de Janeiro, II, Imago, médicos “de conducta correcta” (Abraham, Jones y Eitingon) y los
pág. 444.
29. Félix Deutsch, ibíd., pág. 282. “temperamentales” (Ferenczi, Rank, Sachs). Exactamente antes del
30. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo, encuentro en Lavarone el Comité vivía convulsionando.
Companhia das Letras, pág. 389. En ese período de estrecha amistad entre Rank y Ferenczi, ellos
31. Carta de Freud a Samuel Freud del 24 de setiembre de 1923, citada publicaron E l d esa rro llo d el p s ic o a n á lis is ly ensayo que en su momen­
por Peter Gay, op. cit.ypág. 389. to provocó gran revuelo. “Libro valioso -comenta Jones-, en la medi­
32. Emest Jones, op. cit.yIII, pág. 456. da en que presenta un brillante relato de muchos aspectos de la téc­
33. Max Schur, op. cit.yII, pág. 446. nica, pero contiene pasajes incoherentes, además de anunciar una era
34. Carta de Abraham a Freud del 16 de octubre de 1923, A Psycho- completamente nueva para el psicoanálisis.”2 En esa nueva era se re-
analytic Dialogue: the Letters of Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907- dimensiona la figura maternan .
1926, pág. 341. Rank y Ferenczi sostienen que el análisis de la “actuación” del
35. Carta de Freud a Abraham del 19 de octubre de 1923, ibíd., pág. 342. material inconsciente tenía que pasar a ser el propósito fundamental
36. Carta de Freud a Pñster del 30 de octubre de 1923, Correspondance de la terapia. Aparece por primera vez el término “actuación” (a ctin g
de Sigmund Freud avec le pasteur Pfister, 1967, París, Gallimard, pág. 188.
o u t). A ellos les corresponde además el mérito de haber realzado la
37. Max Schur, op. cit.yII, pág. 447.
38. Emest Jones, op. cit. III, pág. 458. transferencia como el principal factor dinámico de la terapia. Al mis­
39. Ibíd. mo tiempo minimizaban el “acto de recordar”3.
40. SE, XVIII, págs. 171-2. Freud lee el manuscrito y le comenta a Ferenczi que el libro le ha
41. SE, XVII, págs. 171-2. encantado, especialmente por el énfasis en la técnica que él mismo
42. Carta de Anna Freud a Eitingon del 17 de marzo de 1927, citada por venía desenvolviendo. Pero, observa Jones, “a medida que el tiempo
Elisabeth Young-Bruehl, op. cit.y pág. 124. pasaba, tenía al libro cada vez en menor estima. «No es sincero»”4.
43. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit.ypág. 124. El panorama se complica aún más cuando Rank publica, ese mis­
44. Carta de Anna Freud a Max Eitingon del 14 de enero de 1929, citada mo año, E l tra u m a d el n a c im ie n to 5. Ni Freud ni Ferenczi habían leí-
por Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 124.*

*1. Jones recuerda que en 1919, cuando encontró a Rank junto con su es­
posa grávida, “él me espantó al decir, con tono sombrío, que los hombres no
tenían importancia en la vida, que la esencia de la vida era la relación entre
madre e hijo”.

302 303
do el manuscrito, aunque conocían el empeño. Para el resto del Comi­ nes lanza varios dardos envenenados: “El libro, mal y oscuramente
té fue una gran sorpresa: una bomba arrojada en el santuario de los redactado, fue escrito en un tono hiperbólico, propio para el anuncio
Señores del Anillo. de un nuevo evangelio religioso. Estaba de acuerdo con la fase hipo-
Ese año de 1923, entonces, resultó ser el año de la encrucijada. maníaca por la que entonces pasaba Rank ... Clínicamente, se con­
Junto con la marca del cáncer, aparecen tres libros cruciales: E l y o y cluía que todos los conflictos se reducían a la relación del niño con la
el e llo , el L ib r o d e l E llo de Groddeck y E l tra u m a d el n a c im ie n to de madre, y que lo que podía parecer un conflicto con el padre, incluso el
Otto Rank. La reacción inicial de Freud al libro de Rank fue, una vez complejo de Edipo, era sólo una máscara de los conflictos esenciales
más, de franca y casi total aceptación. Comentó con Ferenczi: “No sé relativos al nacimiento”11.
si el 66 % o el 33% del libro es verdadero, pero, en cualquier caso, es el La tempestad por el “trauma rankiano del nacimiento” agitaba
más importante progreso desde el descubrimiento del psicoanálisis”6. Berlín, con el hipercrítico Abraham al frente, secundado por Eitin-
Lo que no es poco decir en boca de Freud, aunque él había empleado gon, con su fama de manso, y por Jones del otro lado del Canal.
las mismas palabras para D em en cia p reco z de Jung. Freud sintió que debía aplacar los ánimos. Para dicho fin, envió a to­
Esta aceptación tenía razones históricas. En una nota al pie de dos los miembros del Comité la siguiente Circular, que revela que al­
página de L a in terp reta ción d e los su e ñ o s (2a edición), Freud había se­ go había cambiado en ese Padre herido de cáncer: “En mi reciente en­
ñalado que “el acto de nacimiento es la primera experiencia de ansie­ fermedad aprendí que una barba afeitada tarde seis semanas en
dad, y así pasa a ser la fuente y el prototipo del sentimiento de an­ crecer de nuevo”. Acto seguido, pasa a hablar de E l tra u m a d el n a ci­
gustia”7. Por otra parte, Freud parecía dispuesto a revisar el papel de m ien to : t
la madre en la fase preedípica. El psicoanálisis en, digamos, 1923,
prestaba muy poca atención al papel materno en general. La madre No vacilo en adelantar que considero esta obra altamente signifi­
era vista como una fuente de deseo sexual. Su función protectora y cativa, que me hizo pensar mucho y que todavía no he llegado a
educativa era poco reconocida. No se hablaba de la importancia de la un juicio final sobre ella*2. Hace tiempo que estamos familiariza­
relación madre-hijo en el primer año de vida. En aquella época, dos con las fantasías relativas al útero, y reconocemos su impor­
Freud todavía pensaba que el vínculo humano “primero y más primi­ tancia, pero por la prominencia que Rank les dio, ellas alcanzan
tivo” era con el padre. Todavía en 1918, en “De la historia de una una significación mucho mayor y revelan de inmediato el fondo
neurosis infantil”, Freud habla del padre del Hombre de los Lobos co­ biológico del complejo de Edipo ... Rank, entonces, va más allá de
mo de su “primera elección de objeto que, en concordancia con el nar­ la psicopatología y muestra que los hombres modifican el mundo
cisismo de una infancia temprana, se había producido por vía de la externo al servicio de ese instinto [que apunta a la felicidad),
identificación”8. Por supuesto, Freud no excluía la intervención pato­ mientras que los neuróticos se libran de ese problema al tomar el
génica de la madre, pero la ubicaba en el papel de la seductora, pro­ camino más corto de fantasear el retorno al útero.12
vocadora de la confrontación edípica y de los conflictos homosexuales
en el hombre adulto. Pero:
Como señala Jones, la inclusión del trauma del nacimiento lleva­
ba a pensar que “clínicamente ... todos los conflictos mentales tenían Ahora pasemos al punto donde encuentro que comienzan las difi­
que ver con la relación con la madre ...”9. Sin llegar a esa simplifica­ cultades. Al retorno al útero se oponen obstáculos que despiertan
ción, varias corrientes psicoanalíticas han centrado la atención en el ansiedad, las barreras contra el incesto; pero, ¿de dónde provie­
papel materno, tanto en el desarrollo normal como en el patológico. nen esos obstáculos? Su representante es evidentemente el pa­
Para Donald Winnicott en Inglaterra y Erik Erikson en Norteaméri­ dre, la realidad, la autoridad que no permite el incesto. ¿Por qué
ca, por ejemplo, la madre ocupa un lugar destacado y otro tanto se se estableció la barrera contra el incesto? Mi explicación era his­
puede decir de la obra de Melanie Klein, Susan Isaacs y René Spitz. tórica y social, filogenética. Deduje la barrera contra el incesto a
Por otra parte, “sería injusto suponer que Rank fue el único ana­ partir de la historia primordial de la familia humana, y vi en el
lista de esa época que enfatizó la relegada función materna. Georg padre verdadero el obstáculo real que erige de nuevo la barrera
Groddeck parecía estar llegando a una conclusión semejante, y San- contra el incesto. Aquí Rank diverge de mí. Él se niega a conside-
dor Ferenczi se inclinaba en esa dirección”10.
Pero Otto Rank convirtió a la madre preedípica en centro de su
sistema.
Las tesis rankianas encontraron una fuerte oposición de Abra- *2. El trabajo sobre este texto de Rank, como veremos, dio origen a Inhi
ham y Jones. El primero las calificó de “regresiones científicas”. Jo­ bidón, síntoma y angustia, la respuesta final de Freud.

304 305
rar la filogénesis y encara la ansiedad que se opone al incesto disidentes, sino de una ruptura con su obra anterior. Freud cambia
simplemente como una repetición de la ansiedad del nacimien­ su teoría pulsional y la anatomía de su aparato psíquico, y siente
to... Es verdad que la ansiedad del nacimiento es transferida al simpatía por el “Ello" groddeckiano y las fantasías intrauterinas de
padre, pero, según Rank, el padre es sólo un pretexto para tal co­ Rank. De aquí en más veremos en él una especie de serenidad “me-
sa ... Naturalmente, se podría decir mucho más sobre este punto, tapsicológica”.
y espero que los pensamientos suscitados por Rank sean objeto La desesperanza acompañaba a su sabiduría. En carta a Ferenc­
de muchas discusiones fructíferas.13 zi, en marzo de 1924, se lamenta de que todo hace pensar “que seré
ignorado precisamente cuando me he convertido en un inválido, con
Esta carta, según Ernest Jones, fue “demasiado tolerante”14. No una menor capacidad de trabajo y una constitución mental debilitada
estoy de acuerdo si por tolerante se entiende “indulgente”. Creo que ... No intento llevarlo con esta queja a dar cualquier paso para pre­
fue un genuino intento de lectura reflexiva mientras su barba crecía servar el perdido Comité. Sé que lo que pasó, pasó, y lo perdido, per­
lentamente. Además considero que la Circular era una evaluación so­ dido está. He sobrevivido al Comité que debería haber sido mi suce­
bria del “estado de la ciencia” en el inicio de los años 20 . sor. Tal vez sobreviva a la Asociación Internacional. Espero que el
La historia continúa. La Circular no apaciguó a Abraham, que psicoanálisis me sobreviva a mí”20.
escribió denunciando “señales de desarrollos fatídicos concernientes a La Asociación Psicoanalítica Internacional sobrevivía, pero esta­
asuntos vitales para el psicoanálisis”15. ba en una unidad de terapia intensiva, cuando se abrió el VIII Con­
El desviacionismo rankiano se parecía mucho al de Jung, doce greso de Salzburgo, en la Pascua de 1924. Dieciséis años habían pa­
años antes. Freud, “no muy sensatamente”, según Jones, le transmi­ sado desde ese juvenil y saludable primer congreso realizado en la
tió a Rank la crítica de Abraham y la comparación con Jung. Rank, misma ciudad. Una gripe impidió que Freud participara. Ferenczi y
naturalmente, comunicó la noticia a Ferenczi. “Es difícil saber cuál Rank se negaron categóricamente a tomar parte de cualquier discu­
de los dos se puso más furioso”16. Freud también denuncia la “ambi­ sión de su trabajo. Jones dice: “Ni el incansable Abraham ni yo mis­
ción y los celos sin límites” que estaban detrás de la “máscara de afa­ mo estábamos satisfechos con dejar las cosas como estaban. Juntos
bilidad” de Abraham, y declara que con ese acto él, Abraham, había agarramos a Ferenczi en la primera oportunidad en el Congreso y
sellado el destino del Comité, razón por la cual perdía el derecho a Abraham le dijo, con toda franqueza, que estaba yendo por un camino
ser nombrado presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacio­ que lo distanciaría completamente del psicoanálisis”21 (el énfasis en
nal. En la misma andanada, Freud reprueba a Ferenczi por el retor­ “agarramos” es mío). La actitud de Abraham fue “tan sincera e im­
no de su “complejo de hermano”. Con la barba crecida, la sabiduría personal que Ferenczi sólo pudo responder con una sonrisa y afirma­
recién adquirida sufrió algunos reveses. ciones como «Usted no está hablando en serio». Sobrevino entonces
Freud, comenta Jones, “fue demasiado optimista al suponer que una conversación tranquila y cada vez más amistosa”22. Rank, a todo
nosotros cuatro, Abraham, Ferenczi, Rank y yo [Eitingon fue olvida­ esto, se mostró totalmente inaccesible y dejó el congreso el segundo
do], podríamos resolver las cuestiones de modo tranquilo, y evidente­ día, para viajar a América. La Causa ya había perdido al “hijo adopti­
mente estaba afligido por la tempestad que involuntariamente provo­ vo” de Freud.
có” (el énfasis en “involuntariamente” es mío)17. A mi juicio, Freud se A su vez, la enfermedad hizo que Freud considerara a Rank de
distanció del problema y lanzó “voluntariamente” a sus discípulos a una manera diferente. Meses después de la segunda operación,
pelear en su lugar. Y los discípulos realmente riñeron como fieras. Freud recibió un periódico de Chicago “donde leyó que él «estaba mu­
Abraham y Jones, en particular, atizaron las tensiones entre Freud y riendo lentamente y había abandonado su clínica, pasando sus pa­
Rank. Las cualidades que le habían conseguido a Otto el lugar de hijo cientes a Otto Rank»”23. Freud interpretó esto como señal de que
adoptivo, sin duda estimularon el aprés-coup de un ataque envidioso Rank estaba listo para ocupar su lugar. Entonces Rank se volvió Ju­
tardío. das24.
A esta altura, Freud confía en Rudolf Urbantschitsch: “Mis discí­ *

Este es el drama iniciado en el Monte de los Olivos de Lavarone.


pulos son más ortodoxos que yo”18. Tal vez haya estado dispuesto a no El cáncer de Freud se prestaba a ese tipo de escenificación: el discípu­
distanciarse de Rank, pero el movimiento psicoanalítico en conjunto, lo predilecto, el primero en saber de la enfermedad, se vuelve contra
por la inercia perversa inherente a las instituciones, se deslizaba por el Maestro. Se trata de una traición por amor. Sin duda Rank fue el
el camino de una irremediable separación. Concuerdo con Anzieu en depositario, el “escogido” para representar la enorme ambivalencia
que Freud, en la hora de la barba rasurada, tuvo necesidad de re­ del Comité.
plantear su práctica, los vínculos y la teoría19. Esa vez, a diferencia El capítulo de la “deserción” fue prolongado; duró hasta 1926.
de las crisis anteriores, no se trataba de romper con maestros o con Después de interminables peleas, la mayoría con Abraham, Rank
306
307
aceptó una invitación a visitar América durante seis meses. Se em­ usted dice de la relación de su padre con mi trabajo más reciente es
barcó en 1924, en vísperas de cumplir 40 años. En los años siguien­ una novedad para mí, y ha actuado como un bálsamo en una herida
tes, Otto Rank viajó con frecuencia entre Viena, París y Nueva York. dolorosa que nunca se cerrará”29. Como lo demuestra la carta, en to­
Los analistas norteamericanos, casi todos ellos concentrados en dos esos años Freud no había elaborado satisfactoriamente su aleja­
la Costa Este, necesitaban desesperadamente una formación. Hacían miento de Breuer, el hombre que dio más de lo que recibió. El hombre
fila en la puerta del consultorio de un Rank que llegaba como el lu­ de Anna O. Aquel cuyas cortesías Freud retribuyó con una descorte­
garteniente de mayor confianza de Freud. Tomó entonces gran núme­ sía truculenta. Los tiempos habían cambiado; ahora el discípulo Rank
ro de pacientes, en tratamientos cortos y con honorarios muy eleva­ se alzaba truculentamente contra su Maestro.
dos. Nueva York se convertía en una plataforma para difundir sus Esta historia tiene un epílogo que se separa violentamente del
ideas. ¡Quién lo hubiera dicho de ese joven acomplejado, que necesita­ Vía Crucis. Otto y Tola*3, en París, se convirtieron en mecenas, pro­
ba guantes para dar la mano! tectores de artistas. Su círculo incluía a Henry Miller, Anais Nin y
Freud hizo todo lo posible para llevarlo nuevamente al redil. En pacientes norteamericanos ricos. Aunque ganaban mucho dinero, no
el intercambio de cartas, asumió un papel paternal, señalando que la les bastaba, por la vida extravagante que llevaba el matrimonio. “Las
insistencia de Rank en la omnipresencia de la madre y la exclusión necesidades económicas —escribe Rank en 1931—me obligan a irme a
del padre era ... resultado de las influencias personales de su propia América, porque de lo contrario no puedo ganarme la vida. 30
vida ...”25. ¿Cómo estaba Rank en París? La talentosa Anais Nin dio una ex­
Rank, en la misma línea que antes Jung, respondió: “...usted sa­ celente descripción en su diario. Rank era un “especialista en ideas.
be tan bien como yo que la acusación de que una concepción deriva de Es un filósofo, no un poeta. El poeta se apasiona, es un amante. El fi­
un complejo significa muy poco ...”26. Freud le observa: “Supongamos lósofo es un comentador ... Rank tiene que extraer inmediatamente el
que usted me hubiera dicho alguna vez que no creía en la horda pri­ significado, la esencia ... il pense sa vie31. Su vida auténtica puede
mitiva ni en el padre primordial o que la división en yo y ello es ina­ consistir en el análisis de ella”. Anais Nin contrastó a Rank con
decuada; ¿usted piensa seriamente que yo no lo invitaría a ce­ Henry Miller: “En la vida, Rank es inexperto. No aporta nada al vi­
nar ...?”27 vir. No repara en los detalles de la vida, que tanto fascinan a Henry.
Ésa es la situación: en los tiempos de Adler y de Jung los ánimos La cara cómica de un transeúnte, el color de una casa, el sabor de las
podían envenenar la comida. El Freud de casi 70 años tenía una dis­ cosas pequeñas. La vida física, visible. Él hace caso omiso de la apa­
posición más afable. riencia, del color, del detalle. Su vida está en las abstracciones ... No
tieneioie de viure”32.
Pasaron seis meses y Rank volvió de América, deprimido y vaga­ Esa es la impresión que da una fotografía tomada con Freud y el
mente arrepentido. Hubo una serie de “experiencias” terapéuticas. El Comité en 1922. Un hombre torturado tras enormes gafas, sin duda
Profesor, en carta a Abraham ,28 le confía que Otto se ha “curado de un “gran” neurótico, pero no el psicótico que pinta el terrible Jones.
su neurosis gracias a estas experiencias, como si se hubiese sometido Posteriormente otros autores, como Marthe Robert y Peter Gay, ha­
a un análisis propiamente dicho”, lo que no deja de ser irónico: Freud blaron de “un lento descenso de Otto Rank a la locura”. Las personas
hizo con Rank una “terapia breve”. que lo conocieron mejor, sus familiares, amigos y pacientes, nunca
Hubo una reconciliación, pero la intimidad entre los dos hombres
nunca volvió a ser la misma. Rank regresó a Norteamérica en enero
de 1925, y en el año siguiente cruzó varias veces el Atlántico con es- -
cala en París. Finalmente, en abril de 1926, tres semanas antes del *3. La historia de Beata “Tola” Rank, la primera traductora femenina de
septuagésimo cumpleaños de Freud, partió para siempre con destino Freud, se aparta de la de Otto en 1926, cuando ella se niega a acompañarlo a
a la Ciudad Luz. Ese mismo año notificó a la Sociedad de Viena que los Estados Unidos y se queda en París. Paul Roazen la entrevistó dos veces
se había “instalado de modo permanente” en Francia. En 1929 dimi­ en 1966, un año antes de su muerte. La separación de Freud y Rank la “afec­
tió discretamente a la Asociación Psicoanalítica Internacional. tó profundamente”. Nunca comprendió por completo las diferencias teóricas
entre ellos, y le fue difícil encarar el conflicto interno que la controversia le
Luego hubo un interludio, durante el cual el tiempo quedó sus­ provocaba. A diferencia del marido, Tola Rank nunca dimitió a la Sociedad
pendido: Joseph Breuer muere en junio de 1925, a los 83 años de de Viena y siguió leal a su “padre” hasta el final, abandonando al marido
edad. Al responder a la sentida carta de condolencias de Freud, en la (Paul Roazen, “Tola Rank”, Revue Internationale d’Histoire de la Psychanaly-
que éste se califica de “viejo discípulo”, Robert, el hijo mayor de se, 1990, III, pág. 434). Tola, más conocida en Norteamérica como Beata
Breuer, le aseguró que su padre había acompañado con simpatía el Rank, hizo después carrera en Boston como analista de niños (Cf. B. Rank,
desarrollo del psicoanálisis. Sorpresa de Freud. Respondió: “Lo que “Where child analysis stands today”, 1942, American Imago, III).

308 309
analytic Dialogue: the Letters o f Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-
percibieron ninguna señal del “colapso mental” que Jones pretende 1926, 1965, Nueva York, Basic Books, pag.
documentar. Caso típico de analista que es borrado de la historia ofi­ 16 Emest Jones, op. cit., IU, pag-
cial de la IPA. Después de su separación del movimiento, Rank no se " S gú "u n if.r U de Urbants.hlUcl, . Jone, del 30 de setiembre de
“insertó en una de las corrientes profesionales existentes, no fundó
una escuela, no intentó hacer discípulos”33. En consecuencia, la ma­ 1956Í9. M iei^’^ U o ^ s T l ( W r * . 1081, Pan'.,Gallimard,pdg.42.
yor parte de los que hablan de él, no conocen la obra de los últimos 20. Emest Jones, op. cit., III, pag- 79.
quince años de su vida, período fértil en dominios tan diversos como
21. Ibíd., III, pág. 80.
la psicoterapia, la religión (La creen cia en el a lm a ), la educación (La
22. Ibíd.
ed u ca ción m o d e r n a ), el arte (A rt a n d A r tis t) y la psicología social.
23. Ibíd., III, pág. 122.
En 1929, en una conferencia en la Universidad de Yale, mencio­
25 -¿iXoRank.1058. Nueva York, Julie» Preas.
nó su proyecto de escribir, en la tercera edad, una historia del movi­
miento psicoanalítico. Nadie, antes o después -n i siquiera Jones- ha pág. 99.
estado mejor calificado para hacerlo. Recuérdese que fue secretario 26. Ibíd., pág. 101.
de la Sociedad de Psicoanálisis de Viena y el colega más próximo a 27. Ibíd., pág. 107 q , diciembre de 1924, A Psycho-
Freud entre 1906 y 1924. Murió joven, sin haber tenido tiempo de es­
cribir “su” historia34. “ ■ , 9 W '

En M o is é s y la religión m o n o te ísta , sin mencionar por su nombre


a Rank, Freud predijo que, “al final” la identificación con el padre se '“ o C . « de Fu-» » ^
30 Jessie Taft, op. cit.. págs. 159-bU.
le impondría una vez más. La profecía de Freud se confirmó. Rank 31 Anais Nin, The Diary o f Anais Nin, I, pag. 327.
murió menos de un mes después de Freud, en octubre de 1939, dos
meses después de su nuevo matrimonio con Estelle Buel, su secreta­ £ c Ííh ,"Íe W l i . ’ Sreundliae e poicoonalMoo durunl, o período da
ria americana. Tenía una simple angina, pero lo aniquiló una reac­
ción a los medicamentos, probablemente al azufre. EG“ .m sPUebe69man: Acia o f Wdl. Ihe U fo and Work o f Orlo R aal.
1985.

NOTAS

I. 0. Rank y S. Ferenczi, The Development of Psychoanalysis, 1924, Vie­


na, Zurich International Press.
2. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
ro, Imago, III, pág. 70.
3. F. Alexander, Reseña de The Development of Psychoanalysis, de S. Fe­
renczi y O. Rank, International Journal of Psychoanalysis, 1925, VI, pág.
494.
4. Ibíd.
5. Ottó Rank, El trauma del nacimiento, 1924, Buenos Aires, Paidós.
6 . Paul Roazen, Freud y sus discípulos, 1974, Buenos Aires, Alianza,
pág. 422.
7. SE, V, págs. 400-1.
8. SE, XVII, pág. 27.
9. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 72.
10. Paul Roazen, op. cit., pág. 422.
II. Emest Jones, op. cit., III, pág. 72.
12. Ibíd., pág. 75.
13. Ibíd., pág. 76.
14. Ibíd.
15. Carta de Abraham a Freud del 21 de febrero de 1924, A Psycho-
311
310
llevan a las neurosis. En esta redeflnición, “«represión» se aplica a un
determinado tipo de defensa”5. Así, el yo puede defenderse frente a
las pulsiones indeseables regresando a una fase anterior de integra­
ción mental, siguiendo el viejo principio de Hughlings Jackson, pero
este nuevo yo se diversifica en su repertorio defensivo, sea proyectan­
C A P ÍT U L O 55
do las pulsiones afuera, sea negándolas, o, como en el caso de la neu­
E L L IB R O D E L A A N G U S T I A rosis obsesiva, aislándolas. Ahora los reflectores iluminan las defen­
sas. Dos nuevos mecanismos entran en este arsenal del yo: el
“anular” y el “aislar”.
Este ensayo retoma la teoría de los afectos desarrollada en el ca­
Pir-hW 19 r5, Freud vivía en el “Paisa.ie lunar”1 de su enfermedad pítulo VII de la Traumdeutung, basándose, una vez más, en la ley
Pichler realiza nuevas intervenciones.
darwiniana del “hábito asociado útil”. Aunque Freud aborda aquí el
afecto de la angustia, no deja de afirmar que dicha concepción es váli­
N o t a s d e P ic h le r I V da para todos los afectos: “En mi opinión, los otros afectos también
reproducen experiencias de orden vital muy antiguas y tal vez prein­
dividuales; me inclinaría a considerarlas ataques histéricos universa­
En el borde de la incisión del paladar duro, hacia el centro dpi
les, típicos e innatos, comparados con los ataques recientes e indivi­
cir cu la r* achatada^ 3 ^ ha aparecido uaa protuberancia dualmente adquiridos, que se producen en las neurosis histéricas y
cuyo origen y significado ... fueron revelados por el análisis”6.
más papilar que antes. El área parece un tanto sospechosa Pue
Escrito “ansiosa, rápida y desordenadamente en julio de 1925”7,
e si^ífiear Una recidlva del tumor. Lo peor de todo es la infla el texto fue terminado al finalizar el año. Freud, a partir de su Sobre
macion de la mucosa nasal. Ya antes de la operación el paciente
las afasias, dedicado a Breuer, dejó de dedicar sus libros. De no ser
“ fSoM ale°s y : S X ^ de así, Abraham, que acababa de morir, habría sido sin duda el destina­
tario de Inhibición, síntoma y angustia. Freud juzga que su obra
Y cuarenta días después: “contiene varias cosas nuevas e importantes, retoma y corrige mu­
chas conclusiones anteriores, pero en general no es buena”8. Esa pa­
Cirugía en mi consultorio. Modiscop (0 7) v tres He » 9 on r\ rece ser también la opinión de Jones, que prácticamente no le dedica
calna al 4%, troncular y bucal. Se abíe la e ^ r d f s S í e espacio en su biografía. Esta vez, ese texto de estilo poco trabajado
podría quizá justificar las reservas de Freud. Por empezar, el título
h>.P«nfen0r lzquiardo)’ donde Presenta una fuerte adherencia al es poco prolijo. Mahony, que sabe de estilo, opina que “de todas las
ueso, comprometido por el proceso inflamatorio. Evacuación de
obras de Freud, ésta es a mi juicio la más trabada y menos rica en
moderada cantidad de secreción purulenta. Curetaje del granulo
ma, de tamaño moderado ...2 J granulo- cualidades estéticas”9**1. Típico libro de alguien con prisa porque tie­
ne la muerte anunciada. Gay formula la siguiente crítica: “Los pasa­
jes sobre la represión, la defensa y la angustia están dispersos en el
texto y escondidos en uno de los apéndices. Es como si se hubiese im­
j ! arn0SprÍmer0 el Paradigma de Inhibición: “Cuando la escritu-. pacientado con la ardua tarea de renovar la estructura analítica”10.
En realidad, este libro comenzó parcelado en diferentes textos,
algunos de los cuales aparecieron luego por separado. En setiembre
de 1925 Freud le comenta a Abraham: “He escrito algunos artículos
abandonaos, porque representan la realización de un acto sexinl

*1. Jones, a quien no le gustó ei libro, opina que M no tiene ningún


atractivo popular y, de todas maneras, el boom del psicoanálisis ya pasó.
Nadie en Inglaterra pensaría en traducirlo” (carta de Jones a Freud del 27 de
enero de 1927. R. Andrew Paskauskas (comp.), The Complete Correspondence
sa pasa a ser la ‘designación general de todas las técnicas”4 que of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Londres, Harvard
University Press, pág. 609).
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aparece cuando el fe e d b a c k no funciona por sobrecarga del sistema,
cortos, pero por el momento no los tomo muy en serio ... Pienso man­
porque el dique de contención fracasa. La situación traumática, con
tenerlo informado. Puedo, eso sí, anticipar los títulos: «Sobre la nega­ su metáfora de “dique amenazado”, desciende directamente de las
ción», «Inhibición y síntomas» y «Algunas consecuencias de la distin­
primeras formulaciones del Manuscrito E20.
ción anatómica de los sexos»”11'. La lectura contextual señala que el
Ahora la “situación traumática” es retomada después de ese
est°s artículos cortos fue “Notas sobre la «pizarra mági­ trauma que fue E l tra u m a d el n a cim ien to . Freud se ve llevado a revi­
ca» , escrito meses antes, donde especula acerca de la noción de
sar su teoría: “La posición de Rank -que originariamente era la mía-
tie m p o , tema que retomará en su ensayo sobre la negación, al hablar
de que el afecto de la angustia es consecuencia del acto del nacimien­
del mecanismo de defensa de la “anulación”. En la carta a Abraham
to ... me forzó, una vez más, a revisar el problema de la angustia
la palabra angustia todavía no había entrado en el ensayo, aunque
Él no minimiza el mérito de Rank por su hallazgo sobre la trave­
de eso se trataba. Entonces, ¿por qué “inhibición” en el título? Mejor
sía traumática del feto por el canal estrecho de la pelvis. Coincide en
hubiera sido llamarlo el “Libro de la angustia”, así como la T r a u m - considerarla prototipo de la angustia automática. Es la primera, tal
d e u tu n g fue el “Libro de los sueños”.
vez la mayor situación de peligro por la que pasa el individuo. Vivir
Freud minimiza el carácter innovador de esta reformulación teó­ es como volar en avión: el mayor riesgo está en el ascenso y el descen­
rica. Era de esperar que mi último libro causara un cierto tumulto so. Pero existen otras fuentes generadoras de situaciones traumáti­
Después de algún tiempo, la calma volverá a reinar. No es malo que cas, y ellas son categorizadas por orden de aparición: nacimiento, pér­
las personas perciban que todavía no adquirimos el derecho a la rigi­
dida de la simbiosis materna, (amenaza de) pérdida del pene y
dez dogmática y que debemos estar dispuestos a remover con frecuen­
pérdida del amor del superyó22.
t a . 13 tierra del viñedo. En todo caso, las modificaciones propuestas Cuatro pérdidas en total: la primera sería la pérdida del Nirvana
al fin de cuentas, no son tan revolucionarias.”13
Ese “al fin de cuentas” es sugestivo: al fin de cuentas, ¿este ensa­ intrauterino. . • ,
Para Freud, lo insatisfactorio en la teoría de Rank es que todas
yo es o no es un texto revolucionario? ¿Se trata de una apertura o de
las neurosis serían neurosis actuales. En la visión rankiana, el trau­
un cierre teórico? ¿Qué opinaría ese arado llamado Groddeck? Quizá
ma del nacimiento opera como un gatillo primordial de angustia au­
que es ambas cosas. Recapitulemos con la ayuda de las excelentes tomática -o sea, carente de contenido psicológico-. Freud da impor­
N o ta s d el e d ito r de Strachey14.
tancia al acto original, en el que el trauma del nacimiento pasa a ser
_ 1(. El Primer ensayo sobre angustia se encuentra en el Manuscrito el “prototipo de un estado afectivo”23. A partir de allí la angustia deja
E redactado en el verano de 1894, que está en la base de su trabajo de ser totalmente automática. Es preciso considerar el lado yoico de
sobre la n e u r o sis d e a n g u stia 1*. En ese manuscrito, la clave está en la
la cuestión: “El yo adquiere poder sobre este afecto y lo reproduce por
abstinencia: eso que las “vírgenes, los puritanos, los presos, los mas-
propia iniciativa, lo emplea como una señal de alarma, como una for­
turbadores y los viejos” tienen en común. “Se trata de una cuestión de
ma de poner en marcha el mecanismo del placer-displacer 24.
Car^a o excitación somáticas - o sea, u n a a c u m u la ció n d e ten sió n s e ­ Así llegamos al meollo del asunto: ¿qué significa poner en mar­
x u a l física . Como dirá todavía en 1920 —en la cuarta edición de los cha el mecanismo del placer-displacer? Significa que la angustia au­
T res e n s a y o s - la libido se transforma de “vino en vinagre”.
tomática está más allá del principio de placer. Ella promueve un “tra­
Las neurosis actuales” siempre fueron consideradas un proceso bajo” del yo, que pasa a reproducirla por propia iniciativa. El yo
exclusivamente somático, o sea, sin una determinación psicológica.
Esa angustia “tóxica” ahora pasa a ser denominada a n gu stia a u to m á ­ transforma la angustia.
Strachey establece la conexión existente entre displacer y señal
tica . Como señala Strachey, Freud permaneció fiel a este punto de
vista durante más de treinta años18. de alarma. En el “Proyecto” -en la Parte II, Sección 6 - en relación
con el problema de la atención, Freud examina el mecanismo dtl
La angustia fóbica también es explicada en términos de libido yo” para inhibir el efecto de las experiencias displacenteras: “De ese
transformada, en este caso, el factor psicológico, la represión, es res­
modo, la liberación de displacer es restringida en cantidad; actúa co­
ponsable del “avinagramiento”. Esto tiene validez general en el uni­
mo una señal del yo para desencadenar la operación normal de de-
verso de las psiconeurosis de defensa. Resumiendo, hasta aquí tenía­
mos un tipo de cuadro provocado por la abstinencia o la represión El
La angustia deja de ser un simple proceso fisiológico, como en la
nuevo ensayo reconsidera la situación en función de dos tipos de an­
gustia: la rea l y la n eu rótica . teoría tóxica para ser considerada efecto de un conflicto. Se invierte la
relación entre ambos factores: la represión no crea angustia; por el
Como Freud lo explica en el A p é n d ic e , el principal determinante contrario, la angustia genera la represión. Funciona entonces como
e a angustia es la situ a ción tr a u m á tic a , ligada con la experiencia de señal ante una “situación de peligro”, externa o interna, real o tantás-
desamparo (h i l f l o s s )19 del yo. En términos cibernéticos, la angustia
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tica. La angustia pasa a ser concebida como un agente más activo y Después de la regresión, Freud estudia los mecanismos de defen­
complejo que lo que Rank había postulado en su teoría del trauma del sa de la anulación y el aislamiento. La anulación es una compulsión a
nacimiento. Tenemos, entonces, que el niño, a partir del desamparo borrar un trozo de historia. En un segundo tiempo se apela al pensa­
generado por el corte del cordón umbilical, va transformando lo que miento antitético, dotado de la capacidad mágica de anular lo aconte­
era un fenómeno pasivo de descarga en un modo activo de comunica­ cido. De allí que este mecanismo, también denominado “anulación re­
ción. El grito comienza a hablar. La angustia -señal, fruto del y o- se troactiva”34, sea considerado como un síntoma difásico: La acción
vuelve adaptativa. que pone en marcha una cierta orden, es seguida inmediatamente
A partir de esta nueva formulación freudiana nace la psicología por otra que la detiene o anula ...”35
del yo -la noción de Realangst en particular-. En 1936 Anna Freud Si en la anulación se cancela el pensamiento, en el aislamiento se
lanza El yo y los mecanismos de defensa26, donde elabora los tres ti­ lo desarticula. Se trata de una ortografía de puntuación errada. Am­
pos de angustia: la angustia objetiva (Realangst), la pulsional y la del bas coexisten en la neurosis obsesiva. Son técnicas mágicas , pero
superyó27. La pulsional, empero, sólo sería sintomática si acarrea el con signo invertido: la anulación es magia negativa; el aislamiento,
riesgo de suscitar un peligro real. Es decir que Anna Freud no cree en positiva. Positiva porque este mecanismo promueve ceremoniales, co­
la amenaza pulsional per se. Un año después Heinz Hartmann publi- mo el clásico lavado de manos compulsivo36. Estas defensas estable­
ca su célebre monografía sobre el concepto del yo28. Para Ellenberger, cen un hiato en la sucesión temporal de pensamientos o actos. El pa­
Inhibición, síntoma y angustia marca una nueva fase en la transfor­ ciente obsesivo "... intercala un espacio en el cual no debe suceder
mación de las teorías de Freud, que pasan de la metapsicología a la nada”37. Un gran ruido inaudible en la comunicación.
psicología del yo ... Como consecuencia de estas nuevas teorías, la te­ “El libro de la angustia” presenta una jerarquía de defensas. La
rapia freudiana dejó de ser análisis de las pulsiones y se convirtió en represión es una defensa en el nivel genital y no resulta en regresión.
análisis del yo, reemplazando el análisis de lo reprimido por el análi­ Las restantes defensas -aislamiento y anulación- son regresivas, lo
sis del represor”29. que implica un retroceso a la fase sádico-anal. El peligro fundamen­
En este punto, Laplanche cuestiona la naturaleza básica de la tal del que el yo necesita defenderse es la angustia de castración, pe­
“angustia real”. Él recuerda lo que Freud había dicho en las Confe­ ligro supremo, que amenaza la “primacía fálica 38.
rencias de introducción al psicoanálisis: Inhibición, síntoma y angustia constituye una importante y con­
flictiva escala técnica en la ruta psicoanalítica. Punto de partida, co­
En cuanto a la verdadera angustia real, el niño parece tenerla de mo vimos, del paidoanálisis de Anna Freud y de la psicología del yo
una manera poco significativa ... Tal vez habría sido mejor que él de Hartmann. También del objeto interno de Melanie Klein. La Bata­
hubiese recibido en herencia un mayor refuerzo instintivo en di­ lla por el Análisis Infantil estaba en el horizonte.
rección de la preservación de la vida; eso facilitaría en buena par­
te la tarea de los encargados de velar por su seguridad30.

Esto es, el niño juega con fuego, con enchufes y no tiene miedo a NOTAS
la altura; carece de “montajes adaptativos innatos”31. Un pichón de
gaviota, por ejemplo, tiene aerofobia hasta que aprende a volar. De
allí que Laplanche concluya: “Lo que viene primero, a nuestro juicio, 1. Carta de Freud a Lou del 11 de mayo de 1927, Freud-Lou Andreas-Sa-
es la angustia no adaptada a lo real, y no la angustia real”32. En otras lomé. Correspondencia, 1972, Río de Janeiro, Imago, pág. 216.
2. Notas del Dr. Pichler, citadas en Ernest Jones: A vida e a obra de Sig-
palabras, la angustia pulsional antecede a la angustia real.
mund Freud, 1989, Río de Janeiro, Imago, II, pág. 463.
En la exploración de los mecanismos de defensa del yo, el interés
3. SE, XX, pág. 90.
recae sobre la regresión. Ésta es una defensa más poderosa que la re­ 4. SE, XX, págs. 195-6.
presión,^pues el impulso reprimido permanece intacto, al paso que la 5. SE, XX, pág. 163.
pulsión regresada , se degrada al retroceder. Para iluminar el punto, 6. SE, XX, pág. 30.
encontramos un paralelo entre el Hombre de los Lobos y el Niño de 7. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
los Caballos. Sergei es mucho más problemático que Juanito: el temor Companhia das Letras, pág. 451.
subyacente en las dos fobias es el filo de la castración, que se expresa 8. Carta Circular de Viena del 18 de febrero de 1926, citada en Ernest
en el miedo a ser mordido por un caballo o a ser devorado por un lo­ Jones, op. cit., III, pág. 141.
bo33. La diferencia surge en el plano sexual, ya que los deseos homo­ 9. Patrick J. Mahony, Freud, l’écrivain, 1990, París, Les Belles Lettres,
sexuales pasivos respecto del padre marcan el Edipo de Sergei. pág. 86.

316 317
10. Peter Gay, op. cit., pág. 441.
11. Carta de Freud a Abraham del 21 de julio de 1925, A Psychoanalytic
Dialogue, the Letters of Sigmund Freud and Karl Abraham, 1907-1926 1965
Nueva York, Basic Books, pág. 391.
12. SE, XIX, págs. 228-34. '
13; Carta de Freud a Lou del 13 de mayo de 1926, Freud-Lou Andreas-
balóme, Correspondencia, pág. 213.
14. SE, XX, págs. 77-86. CAPÍTULO 56
Í5. Manuscrito E; fecha probable: 6 de junio de 1896, Correspondencia
bigmund breud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei­ ¿QUÉ QUIERE LA MUJER?
ro, Imago, pág. 78.
16. “Über die Berechtigung, von der Neurasthenie einen bestimmten
oymptomenkomplex ais «Angstneurose» abzutrennen”, GW I 315 SE III Las M ém o ires de Marie Bonaparte tienen una apertura imperial:
pags. 90-120. * * ’
17. Correspondencia Sigmund Freud-Wilhelm Fliess pág 79 Antes de la memoria, ¿qué existía? Existía, sin mí, el universo, el
18. SE, XX, pág. 81. ,P planeta, la galaxia estelar y el mundo humano. Los astros gravi­
19. SE, XX, pág. 141. taban en el infinito del espacio; en lo finito de la historia, los im­
20. SE, XX, pág. 81.
perios se construían y se aniquilaban1.
' 21. SE, XX, pág. 161.
22. SE, XX, págs. 139-40.
23. SE, XX, pág. 162. A veces Roudinesco puede tener el aguijón de una Alix Strachey,
24. Ibíd. particularmente si no gusta de alguien, ya sea Janet o la princesa de
25. SE, I, pág. 358. la que hablamos. Esta vez el alfilerazo apunta al estilo: “El estilo de
26. A. Freud, Das Ich und die Abwehrmechanismen, 1936, Viena El yo y la princesa obedece a la tradición del diario íntimo y, cuando imagi­
los mecanismos de defensa, 1949, Buenos Aires, Paidós. ' namos su recorrido, nos perturba el fracaso de la redacción. Osemos
27. Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, pág. 209. decirlo: la obra de la gran dama francesa del psicoanálisis es de una
/ , ? 8¿ H*lH artniann’ “The development o f the ego concept in Freuds work” pobreza que contrasta con la importancia del personaje”2. Comentario
Int. J. Psychoanal., 1936, XXXVII. arrasador. Ahora bien, ni tanto ni tan poco. La princesa Marie Bona­
v 1 Hen” Ellenberger, The Discovery of the Unconscious, 1970, Nueva parte fue el estandarte de una generación que hizo del psicoanálisis
York, Basic Books, pág. 517. ’ una linda aventura de mosqueteros y no, es cierto, un castillo teórico
30. SE, XVI, págs. 392-5.
cristalino. Resulta un tanto irónico que haya sido una Bonaparte,
31. Jean Laplanche, A révolution copernicienne inachevée, 1991, París una princesa de Grecia, la que hizo triunfar en Francia una idea ale­
Aubier, pag. 147. * *
32. Ibíd. mana3.
33. SE, XX, pág. 106 y sigs. Roudinesco reconoce que “esta sobrina bisnieta de un conquista­
34. J. Laplanche y J. B. Pontalis, Diccionario de psicoanálisis, 1981 dor heredó la sangre de sus antepasados: era bonapartista hasta la
Barcelona, Labor, pág. 28. ’ médula, estaba atravesada en su propio cuerpo por las pasiones de
35. SE, XX, pág. 113. toda una dinastía, cuyos ojos negros ella llevaba con altivez, como
36. Peter Gay, op. cit., pág. 444. una hembra de la vendetta corsa4. En su relato autobiográfico D errié -
37. SE, XX, pág. 120. re les vitres closes ella hace la siguiente revelación: “Los asesinos me
38. SE, XX, pág. 37. gustaban, me parecían interesantes. ¿No fue acaso mi abuelo un ase­
sino que mató al periodista Víctor Noire? ¡Y mi tío bisabuelo [Napo­
león], qué asesino monumental ! ” 5

Parece ser que una semana después de que el Segundo Imperio


volviese a ser liberal, el príncipe Pierre, al caer la noche, mató a Víc­
tor Noire con un disparo de revólver. “El periodista republicano había
concurrido para pedir reparación por un artículo donde el príncipe in­
sultaba al fundador de La M a r s e lle s a ” 6

Pero Marie era una mujer de paz. En ocasión de la muerte de


Freud, escribió: “A pesar de que desciendo de una estirpe que dio al
mundo a uno de sus mayores conquistadores, además de ser hija de
318
319
“Fue el puritanismo de la abuela [bruja] -interpreta Bertin- lo
uno de los sobrinos nietos del Emperador -m i padre se dedicó a tra­ que hizo de Mimi una rebelde. Para sobrevivir era necesario oponerse
bajos intelectuales-, aprendí, desde la infancia, a dar más valor a las con astucia. En la adolescencia, perdió la espontaneidad ingenua de
victorias intelectuales que a las proezas resultantes de la fuerza y el sus “Tonterías” infantiles. Estaba a la escucha de un tumulto inte­
poder; fue eso, sin duda alguna, lo que me llevó a Freud en una fase
rior, sin conseguir descifrarlo.”1*1
de angustia; Freud, de quien tengo el orgullo de ser discípula”7. A los 40 años, reflexionando sobre sus amores pasados, la prince­
Marie, Mimi, como la llamaban, vivió una infancia triste y solita­ sa escribe unas memorias tituladas: Los hombres que amé. Traza un
ria. “Una bruja -nos cuenta Roudinesco- la había hecho objeto de un cronograma erótico. Los tres primeros fueron pasiones inocentes de
hechizo de cuentos de hadas, transformando su infancia y juventud adolescente: dos cantores, y luego el tragicómico Mounet-Sully. El
en una pesadilla.”8
cuarto amor fue el peligroso chantajista Leandri, secretario del pa­
En 1880, su madre, Marie Félix, hija de Frangois Blanc (a quien dre. El quinto es descrito como sigue: “Perseguida por la memoria de
se debe la idea del casino de Montecarlo) y heredera de una inmensa Pelléas et Melisande, que me hizo sollozar a los 18 años, yo estaba
fortuna, se casó con Roland, hijo de Pierre Bonaparte y nieto de Lu- pronta para la banal aventura, el incesto perfecto. Tomé por Pelléas a
cien, el hermano más joven de Napoleón I. Marie nace en julio de un joven y vulgar mercenario ... Dos días más tarde, Pelléas es convo­
1882; un mes después su madre muere de embolia pulmonar9. El fu­ cado y huye. Su mujer abandonada durante seis meses, pensó en ma­
gaz pasaje en la vida de su hija es consignado en el siguiente epitafio: tarse”. Estos cortos encuentros clandestinos “fueron lo bastante exci­
“Mi madre, poeta y soñadora con alma de música”10.
tantes como para que la frigidez, problema central de la princesa, no
Sólo un efímero mes de madre. “Después de las cuatro primeras
la perturbase en esas ocasiones”17.
semanas de felicidad y de amor, de las que su memoria nunca encon­ Hay un tiempo para todo, reza el Eclesiastés. Llegó el momento
trará las huellas, comienza para la huérfana una existencia cuya de casar a la princesa. Christian IX de Dinamarca, padre del rey de
cruel aridez va a desarrollar poderosos mecanismos de defensa, for­ los helenos y abuelo del príncipe Georges, había adoptado una políti­
jándole un carácter con muy pocas grietas.”11
ca matrimonial que le valió el apodo de “Suegro de Europa”. El hijo
Su padre, el príncipe Roland, fue geógrafo, antropólogo y botáni­ mayor se casó con Bernadette de Suecia y fue coronado como Federico
co aficionado; hombre de biblioteca12. En su casa, en el laberíntico pa­
VIII. Alejandra, la hija mayor, fue cónyuge de Eduardo VII, rey de
lacete de Saint-Cloud, el ambiente era deprimente para una niña. Mi-
Inglaterra. Jorge I, rey de los helenos, tercer hijo de Christian IX, se
mi no tenía a nadie de su edad con quien jugar. Detestaba a su casó con una Romanov, la gran duquesa Olga, hija menor del empe­
abuela, una “verdadera Yocasta”, al tiempo que su padre, como tenía
rador Nicolás I de Rusia; la cuarta, Dagmar, eligió a un Romanov,
que ser, se volvió un claudicante “Edipo Real”13.
Alexandre III, emperador de Rusia; Thyra, la quinta hija, fue la du­
Recibió una educación insólita: ella quería estudiar latín, pero el
quesa de Cumberland, lo que casi equivale a un demérito.
padre, anticlerical truculento, se opuso, de la misma manera que,
En la cabeza del padre de Marie germina el plan de arreglar el ca­
años más tarde, también vetó la medicina, temiendo que esa profe­
samiento de su hija con Georges, hijo de Jorge I de los helenos, nieto
sión impidiese un futuro casamiento brillante14. No tuvo reparos con
el griego. del Suegro de Europa. Él no era el único candidato. El príncipe Her-
mann de la Sajonia, futuro archiduque de Weimar, y el príncipe Luis
Entre los siete y los diez años, Mimi se dedicó a llenar cuadernos
de Monaco, favorito del obispo de Niza, encabezaban la lista. Roland
con historias de brujas y avispas gigantes. Una notable producción
Bonaparte examinó con minucia los curriculum vitae de los candida­
fantástica. Después olvidó la existencia de esos cuadernos, y volvió a
tos, entre los cuales se destacaba, quilate por quilate, el príncipe Geor­
encontrarlos revolviendo papeles cuando se produjo la muerte de su
padre15.” ges. Se tendieron las redes. Un día tórrido de junio de 1907, el príncipe
acepta ir a las 16 al palacete de la Avenida de Iéna. Marie, con 22
Los “Cinco cuadernos”, titulados “Tonterías”, estaban escritos en
años, lo espera pálida, con violentos cólicos menstruales. El príncipe
inglés, en código, por tratarse de los fantaseos íntimos de una criatu­
Georges es un gigante escandinavo que supera a Roland en media ca­
ra solitaria. Esas “Tonterías” fueron la dote de la princesa en el diván
beza. El tío Christian, presente en la ocasión, registró en su diario:
de Freud. En esa época él podía darse el lujo de menospreciar a prin­
“Esbelto, rubio, con un abundante bigote dorado, como su padre, una
cesas en busca de posibles gurúes que dieran sentido a sus vidas insí­
nariz aquilina, ojos azul-celestes que sonríen; cabellos ralos, casi calvo.
pidas. Esta princesa era diferente. El hecho de que contara con seme­
¿Qué importa? Es grande, bello, rubio, y sobre todo parece tan bueno,
jante testimonio de su prehistoria sin duda contribuyó a aumentar la
tan bueno”. Esto comenta el tío Christian, que parece un “experto”18.
“investidura freudiana”, clave de una de las amistades más impeca­
Célia Bertin pinta admirablemente los pormenores del casamien­
bles en la vida del Profesor. Ella, como Lou, tenía el altruismo felino
de las grandes narcisistas. to19. Los prometidos se vieron varias veces en casa de la tía Jeanne.

321
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Marie supo que Georges era 13 años mayor que ella, que había nacido tual. Le Bon le presentó, “sin medir esfuerzos, a los mayores, los más
en Corfú y egresado de la Escuela Naval de Copenhague. raros espíritus de Francia. Mis pequeñas cenas semanales eran una
Fue un casamiento de cuentos de hadas. Al final del año 1907, delicia para mí, y yo sentía un orgullo alegre al ver que agradaba a
las periódicos tenían pocas noticias para publicar. El mundo estaba tales espíritus”25. Poincaré y Tardieu fueron sus invitados, así como
tranquilo ese año en que las Ziegfield Follies hacían su debut en Bergson y Ribot26. En esas reuniones del tou t P a rís nació la duradera
Broadway. Los Jóvenes Turcos ya habían triunfado y ningún inciden­ amistad de la princesa con Colette27.
te grave pesaba sobre Europa; nadie se interesaba por el hecho de Le Bon, en una carrera de postas de padres, le regaló la traduc­
que el Hombre de las Ratas iniciara su análisis en la flamante Berg- ción francesa de las C o n feren cia s d e in tro d u cció n al p sic o a n á lisis de
gasse 19. Los cronistas sociales pudieron cubrir mucho espacio con el Freud.
acontecimiento político y mundano del momento. Marie Bonaparte y Lou Andreas-Salomé fueron, cada una a su
La comitiva que acompaña a Mimi rumbo a Atenas la reconforta. manera, fe m m e s fa ta le s , miembros de la misma raza, halcones eróti­
Va su peluquero, para asegurar que los rizos queden ondulados de cos, tal vez frígidas ambas. Existe, de hecho, una semejanza en el
modo impecable. La comitiva desembarca en el muelle del Píreo a los perfil de esas dos mujeres de sangre azul. Ambas pasaron por una
sones de una banda militar. Ella escucha el discurso en griego del adolescencia tormentosa y sus vidas fueron atravesadas por hombres
prefecto y le sonríe a un niño que le ofrece flores. A lo largo del tra­ notables. Lou es más histérica; Mimi, más obsesiva. A diferencia de
yecto en tren del Pireo a Atenas, hay banderines desplegados con el Lou, la princesa fue una mujer que publicitó su alcoba. Ya nos hemos
nombre de Bonaparte en griego: K a lo m e ri. referido al co m p te r e n d u , en L o s h o m b r e s q u e a m é t de los cinco prime­
La carroza dorada que el rey Jorge compró para la ocasión era la ros. El sexto resultó ser un hermano de su marido, “borracho y grose­
misma que el nieto de Carlos V había encargado para su entrada ro”. El último (no confirmado), en el ocaso de la vida, fue ese encanta­
triunfal en París. Marie ocupa su lugar al lado de la reina Olga, rum­ dor pirata de hombre llamado Errol Flynn28.
bo a la catedral. El rey y sus hijos cabalgan al lado. El ritual ortodoxo El hombre que ella amó aún más que a Le Bon fue Briand. Aris-
de la ceremonia es largo y agobiante. Las coronas de oro son pesadas tide Briand, abogado, periodista, secretario general del Partido Socia­
y Marie está al borde del desmayo. Dos días después la pareja parte lista, “el mayor orador de que se tiene noticia desde la Revolución”29.
en viaje de luna de miel por las islas griegas en el yate real A m p h it r i- Seductor en el tiempo libre. Ella lo conoció en la casa de Gustave Le
te. Bon. En L o s h o m b r e s qu e a m é ocupa el séptimo lugar: “Ha llegado mi
Las semanas transcurren tediosamente para la princesa, en va­ gran amor”30. Durante la Primera Guerra Mundial, Briand es nom­
caciones perpetuas entre la sombría Copenhague y la luminosa Ate­ brado presidente del Consejo y ministro de Relaciones Exteriores. La
nas, pasando por París y Bruselas. La gran distracción en 1909 fue la situación se complica en Grecia; marineros franceses son muertos en
llegada de Cook, que proclamaba haber descubierto el Polo Norte. Atenas, y la flota francesa bombardea la ciudad. Briand propone a los
Luego ella conoce a un hombre clave en su vida: nuestro ya mencio­ gobiernos aliados el derrocamiento del rey Constantino. Suárez seña­
nado Gustave Le Bon. Médico, viajero, considerado el Charcot de la la que “en la prensa y en los medios políticos franceses se sospechó
sociología, era voluble y estaba lleno de energía, a pesar de sus casi que Briand quería favorecer, con la caída de Constantino, el acceso al
setenta años. Él estaba “pronto para desempeñar el papel del padre poder del príncipe Georges de Grecia”31. Vemos entonces que nuestra
cuyo afecto Marie buscaba y a quien pedía que la guiase en el campo heroína casi llega a ser reina. Sí, hay algo de salomesco en Mimi, con
espiritual”20. En esa época, la princesa tenía apenas 32 años. su prontuario de alcobas célebres, en su caso Le Bon, Briand, Mali-
Durante el verano de 1909 la amistad se estrechó rápidamente. nowsky y Errol Flynn. El Tausk de la princesa fue Rudolph Lowens-
Marie le escribe todos los días a ese personaje que tiene algo de es- ‘ tein, colega mucho más joven que ella, analista de Lacan, uno de los
pantapájaros, “con su rostro carnoso y rosado cubierto de pelos que el padres de la e g o -p s y c h o lo g y .
sol ha descolorido”21. Pero el amor es ciego, y la relación duró más de
ima década. En 1919, Marie Bonaparte confiesa: “L. B. se ha conver­ Pasaron los años. Las relaciones con Le Bon y con Briand se ha­
tido en el centro de mi vida. Todo gira a su alrededor de modo jerar­ bían eníriado. Ella dirá más tarde en el diván: “Le Bon y Briand es­
quizado”22. O también: “Él me hizo sentir la rareza de las cumbres”23. tán muertos para mí. Me separé de ellos con mi temperamento de ca­
Le Bon fue su primer “padre”: “Toda mi vida me preocupó la opi­ racol, que siempre vuelve a su caparazón”32.
nión, la aprobación y el amor de unos pocos «padres», que escogí con Le Bon le regaló el libro, pero fue René Laforgue quien tendió el
exigencia cada vez mayor; el último de estos padres fue mi gran puente con el padre del psicoanálisis. Ella tiene 42 años; el joven mé­
maestro Freud”24. dico alsaciano, 30. Fue una relación “transferencial”, en encuentros
Marie Bonaparte soñaba con recibir en su casa a la elite intelec­ que ella llamaba “charlas”. En 1925 Marie Bonaparte invita a Lafor-

322 323
gue a cenar, junto con Otto Rank. Extraño interludio: difícil encon­ cuando uno sabe que posee una certeza real. Éste era mi caso, y por
trar tres personas más diferentes entre sí. La princesa los recibe al eso resistí al desdén y al escepticismo, sin siquiera reaccionar con
pie de la cama, recuperándose de una cirugía plástica. Ésta era la úl­ amargura”38.
tima de una serie de intervenciones, destinadas a extirpar un quiste Marie le “dio” a Max Schur. Sucedió en marzo de 1929. Ella pa­
de ovario, “corregir'’ los senos y rectificar la base de la nariz. Ella dece de una cistitis y queda bien impresionada por el joven médico
misma parecía darse cuenta de que las mutilaciones reflejaban una que la trata con éxito en la Clínica Loew. Freud la visita, allí conoce a
negra depresión. Esa misma noche solicita una consulta con el Profe­ Schur y, por recomendación de la princesa, lo adopta como médico
sor a través de Laforgue33. La carta que éste escribe no pasa de ser personal39. Schur, además de buen clínico, había iniciado su forma­
una “recomendación” tibia: “No sé si Rank le ha dicho que pasamos ción psicoanalítica. De hecho, la princesa venía insistiendo para que
una noche en casa de la princesa de Grecia. La dama sufre una neu­ Freud tuviera un médico que lo acompañase regularmente. Jones nos
rosis obsesiva de considerable porte, lo que, ciertamente, no perjudica cuenta que “en el primer encuentro entre los dos, Freud estableció la
su inteligencia, aunque perturba un poco el equilibrio general de su regla básica de que Schur nunca debería ocultarle la verdad. Agregó:
psique ... Esa dama tiene la intención de ir a verlo en Viena y me pi­ «Puedo soportar mucho dolor y detesto los sedativos, pero confío en
de que le pregunte si eventualmente iniciaría con ella un tratamiento que usted no me dejará sufrir innecesariamente». Habría de llegar el
psicoanalítico”34. día en que Freud le pidió a Schur que cumpliera con esa exigencia”40.
Freud responde: “El señor Rank no me comunicó nada que me Un apretón de manos selló el pacto.
pudiese dar alguna idea sobre la princesa. Estoy dispuesto a recibir a Otro paso que ungió este análisis con una aura especial fue el de­
esa dama si ella quiere venir a Viena antes del 1° de julio, y la tomaré seo de la princesa de traducir el Leonardo. Leonardo, como vimos, ha­
en análisis si usted me da garantías de la seriedad de sus intenciones bía sido un modelo de identificación para Freud. También lo había si­
y de su valor personal”35. do para ella. “A partir de afinidades de ese tipo se consolidó la
A los cuarenta y tantos años la princesa -nos cuenta Roudines- amistad y la confianza entre Marie y su maestro.”41 Esta traducción,
co- todavía esperaba su Padre Azul Encantado. “La Bella Durmiente empero, la alejó de su familia. “Georges tenía celos del psicoanálisis y
del Bosque era sonámbula, y cierto día de 1925 un soberano envejeci­ no los ocultaba.”42 Ella escandalizó a su entorno. “Marie fue acusada
do la despertó en Viena. Todo sucedió como en un cuento: ella se arro­ de un crimen de lesa majestad. Freud había osado sacar a luz las fan­
jó a los pies de su libertador y éste se apasionó por la trágica prince­ tasías sexuales de uno de los mayores pintores de todos los tiempos,
sa. Un amor soberbio e incestuoso se instaló entre la descendiente de cuya pederastía era evidente”43. El príncipe le suplicó que renunciase
un emperador legendario y el hijo de un comerciante judío elevado a a tan “nefastas ocupaciones” en nombre del futuro de sus hijos44.
la gloria de Aníbal.”36 A esta altura, la princesa había trabado amistad con Anna Freud
La generosidad de la princesa no tenía límites en la colosal ma­ y Ruth Mack Brunswick. Los Kris y los Bibring eran sus amigos y
rea transferencial. Le dio sus sueños, sus recuerdos, su dinero. Se asistían a sus almuerzos en el Hotel Bristol. Ella comenzó a transitar
convirtió en una hija, una madre, la amiga de la familia; ocupó el lu­ por el círculo analítico de Viena. De hecho, se fue consolidando como
gar que Lou nunca tuvo, el de paciente favorita de Freud. Al abrir el la legítima representante de la ortodoxia freudiana, e iba a reinar so­
“sótano de su alma”, le brindó espacio para brillantes intervenciones bre el movimiento francés como un mariscal del Imperio45.
psicoanalíticas. Freud, aguzando sus herramientas, como diría Ulloa, No todo fueron rosas. La princesa Adormecida era sumamente
realizó una reconstrucción que postulaba una “escena primaria” pre­ frígida. Su clítoris fue su cruz. El síntoma probó ser rebelde al análi­
coz. Ella noTecordaba nada, pero un trabajo detectivesco y muchas sis. Marie supo de un tal profesor Halban, de Viena, “biólogo y ciruja­
preguntas a su viejo criado probaron que el Profesor estaba en lo cier­ no”, que había perfeccionado una operación del clítoris para el trata­
to*1. El mayordomo fue llevado a admitir que acostumbraba tener re­ miento de la frigidez. Con el seudónimo de A. A. Naijani, ella publicó
laciones con la niñera en presencia de Mimi, cuando ésta tenía un en la revista Brussels Medical un artículo titulado “Consideraciones
año de edad. Analista y paciente quedaron entusiasmados con la veri­ sobre las causas anatómicas de la frigidez en la mujer”. Allí considera
ficación37. Freud escribió: “Usted comprende ahora que la contradic­ dos tipos de frigidez: la frigidez por inhibición psíquica, que puede ser
ción y el reconocimiento pueden ser completamente indiferentes curada con psicoterapia, y otra, debida a la excesiva distancia entre
el clítoris y la vagina. La frigidez de la princesa era de este segundo
tipo. De allí que la descripción de tales mujeres equivalga a una reve­
*
lación autobiográfica:
*1. Esas son las prerrogativas de la aristocracia, tener un viejo criado
que nos vio nacer para contar la historia. Ellas atribuyen ... esa deficiencia a sus compañeros, acusándolos

324 325
de “no saber hacer”. Generalmente acaban por comprender que el cendente, mágica y sobrenatural, y no la variedad puramente turgen­
mal reside en ellas mismas, y se consuelan entonces con la idea te del poder masculino”53.
de que todas las mujeres son igualmente frígidas y sólo en las no­ El falo, símbolo del pene. Árbitro, en la medida en que su ausen­
velas comparten el placer con sus amantes. Esas mujeres no re­ cia o su presencia transforma una variable anatómica en criterio cla-
chazan al hombre y se satisfacen con las caricias que su hombre sificatorio de los seres humanos 2. Según Freud, las niñas y los niños
les hace “antes o después”46. por igual creen inicialmente que todos, incluso la madre, tienen pene.
La mujer, como una especie de hombre amputado, carga con su miem­
Pero si el amante es egoísta la situación: bro fantasma. El pene, por tanto, era la unidad de medida. A partir
de 1923, Freud deja de pensar que los sexos tienen desarrollos para­
se vuelve dramática. Ellas quedan reducidas a la decepción vo­ lelos. Parafraseando el famoso aforismo de Napoleón, dice que “la
luptuosa crónica, que provoca numerosos problemas nerviosos, o anatomía es destino ’54. Pero en ese destino la supremacía del falo,
apelan al recurso del onanismo, siempre psíquicamente insufi­ tanto en su grosera referencia anatómica como en su evanescencia
ciente, o tratan de encontrar un amante más solícito47. simbólica, se consuma a expensas de la vagina, que pasa a ser por­
taestandarte de la falta.
El psicoanálisis avanzaba, pero el síntoma no se rendía. Y parece En el congreso de Bad Hombug, Anna Freud lee el trabajo de su
ser que Marie Bonaparte adoraba el bisturí. Fue operada por Halban. padre “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica en­
El desplazamiento quirúrgico del clítoris duró 22 minutos y fue un tre los sexos”55, donde se habla de la fragilidad del superyó femenino:
fracaso48.
Marie se siente deprimida. El episodio, de hecho, marca el fin de El superyó de ella nunca se vuelve tan inexorable, tan imperso­
la luna de miel con el análisis. Fue amonestada por su actuación. nal, tan independiente de sus orígenes emocionales56.
Contrita, vuelve a París, donde le escribe a Freud, desesperada por
esta tontería adulta. Éste, helas, no podía tirar la primera piedra, ya Además:
que él, tres años antes, se había sometido a la ligadura de vasos.
El clítoris de Marie Bonaparte, gran símbolo de esos años. La na­ Ella muestra menos sentido de justicia que los hombres, más in­
turaleza y función del clítoris era la cuestión del día, junto con su co­ clinación a someterse a las exigencias de la vida. Es conducida
rrelato, el orgasmo vaginal. La idea de una posible transferencia de con mayor frecuencia en sus decisiones por sentimientos compa­
la capacidad orgástica del clítoris a la vagina asumió en la princesa sivos u hostiles57.
un carácter particularmente compulsivo49. En vez de pensar la cues­
tión del complejo de castración en términos de transformación de libi­ El propio Freud, por su parte, vaciló en abrazar su falocentrismo
do autoerótica en libido objetal, ella hizo retroceder la teoría freudia- pero, aun así, pensaba que nadie debía dejarse intimidar por las “pro­
na al terreno de la anatomía50. Retroceder no significa regresar. El testas de las feministas, que quieren imponer una igualdad completa
hecho era que las “implicaciones” anatómicas de las diferencias se­ de los sexos en cuanto a su posición y valor”58.
xuales nunca habían sido examinadas. Alguien tenía que rescatar la Freud se pregunta: “¿Qué quiere la mujer?” (Was will das Weib?),
vagina infantil, la vagina prepuberal. Freud, efectivamente, relegaba más como desafío que como admisión de ignorancia. “La gran indaga­
la anatomía a un “más acá”. Tal vez era el momento para reconside­ ción que ha quedado sin respuesta, a la que yo mismo no he sabido
rar la enigmática cuestión de la sexualidad y, en particular, de la se­ responder, a pesar de mis treinta años de estudio del alma femenina,
xualidad femenina. es la siguiente: ¿qué quiere la mujer?”69 Treinta años sin descifrar
¿Cómo era ese agujero llamado vagina? Había un vacío por lle­ ese enigma, en el que la mujer paraliza su comprensión60.
nar, si no metapsicológico, por lo menos temático. Ésa era la falta que Freud le escribe a Jones en 1928 que “todo lo que sabemos del de­
Freud, en su trabajo sobre “La organización genital infantil”51, en sarrollo inicial femenino me parece insatisfactorio e incierto”61. Como
1923, dejaba sin cubrir. dice en “¿Pueden los legos ejercer el análisis?”, “la vida de la mujer
Ese artículo, definitorio, afirma que “la principal característica adulta es todavía un dark continent para la psicología”62.
de la sexualidad infantil, en su diferencia respecto de la organización
genital del adulto, reside en el hecho de que, en la infancia, sólo im­
porta un órgano genital: el masculino”52.
El tema: el falo, el Gran Falo. “En aquellos tiempos remotos, el *2. Treinta años después, con Lacan, el falo retoma triunfal como “signi­
pene en erección simbolizaba la potencia soberana, la virilidad tras­ ficante del deseo”.

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La perplejidad es grande, pero a él le va bien en ese continente imbecilidad fisiológica de la mujer? Moebius exponía una idea arrai­
ignoto. Recapitulemos. Una joven madre, bella y dominante, lo mode­ gada en la época: que la mujer era el puente entre el hombre y el niño.
la más de lo que él imagina o teoriza. La niñera católica tuvo una Advierte “que si las mujeres no fuesen tan débiles mental y corporal­
participación sanguinolenta y misteriosa, bruscamente cancelada pe­ mente, serían extremadamente peligrosas”66. La mayoría del feminis­
ro indeleble en los sueños clave de su autoanálisis. Ella y su sobrina mo defendía la tesis alternativa de la igualdad de los sexos. Una terce­
Pauline, camarada de juegos, asistieron a sus primeros pasos en la ra tesis que progresivamente iba ganando adeptos encaraba las
senda sexual. Luego tenemos la serie de Gisela, Frau Fluss y la Ich- diferencias sexuales no en términos de superioridad o inferioridad, si­
tiosaura -en el escenario de la Academia Española-, las hermosas no como un par complementario. En los extremos, con gritos extempo­
italianas disecadas y las fantasías Schnorrer con la hija de Charcot, ráneos en medio de la noche, tenemos la vociferante ala radical sufra­
para desembocar en el gran amor cortés con Martha y en ese otro gista, que creía en la superioridad natural femenina, y la posición
enigma que fue Minna Bernays. Su vida profesional estuvo llena de igualmente intransigente de Weininger que, en Sexo y carácter, pro­
mujeres, “todas ellas figuras históricas en el desarrollo del psicoanáli­ clama que la mujer es sólo sexo, “una vagina caminando”, sin carácter.
sis”63. La primera fue la inolvidable Anna O., que Freud, por así de­ Ellenberger encuentra que los principales pioneros del universo
cir, tomó prestada de Breuer. A ella la sucede la histórica galería de psi adoptaron una de las tres tesis principales. Para Freud la supe­
histéricas que le enseñaron el arte de escuchar. Dora lo inició en los rioridad del hombre era obvia; llegó incluso a hablar del masoquismo
vericuetos de la transferencia. En años posteriores tenemos a las Se­ natural de la mujer. Ella era además la campeona del narcisismo,
ñoras del Anillo, encabezadas por Lou Andreas-Salomé y la propia hi­ junto con los gatos, los niños y los criminales. Adler se presentó como
ja Anna: Marie Bonaparte, Ruth Mack Brunswick, Helene Deutsch y un valiente defensor de la teoría de la igualdad sexual. En cuanto
Dorothy Burlingham. Jung, “con su teoría de la Anima en el hombre y el Animus en la mu­
jer, abrazaba la tercera tesis”67.
En 1910, cuando el psicoanálisis era un asunto de hombres, Isi- Yo diría que Fliess, con su bisexualismo y la noción de que el
dor Sadger, analista de Hug-Hellmuth, se pronunció contra la admi­ hombre reprime su lado de mujer, y viceversa, se había anticipado a
sión de mujeres, Freud disintió con firmeza: sería una “seria incohe­ Jung.
rencia que excluyéramos a las mujeres por principio”64. Él acogió a Juliet Mitchell es la feminista que mejor definió la postura de
Margarete Hilferding, la primera mujer aceptada en la Sociedad de Freud, en la que se mezclan prejuicios, investigaciones experimenta­
Viena en 1910, aunque Jones observe: “Tal vez sea justo definir su les e ideas poco convencionales.68**3 Pero sucede que, con su insisten­
opinión sobre las integrantes del bello sexo como que la función prin­ cia en la envidia del pene como fuerza central del desarrollo y el ca­
cipal de ellas es ser ángeles enviados para cuidar de las necesidades y rácter de la mujer, él describió la feminidad enteramente a la sombra
el bienestar del hombre”65. Las mujeres servían mejor como madres de la masculinidad. Hasta la libido es masculina para él, excepto
sustitutas, lo que era un elogio grande pero dudoso; ellas se destaca­ cuando habla de la Diosa Libido para vengarse de Adler*4. Freud veía
ban desempeñando las tareas dictadas por la biología: la condición la sexualidad femenina en los términos de una carencia, razón por la
materna. cual consideraba que las mujeres tendían a ser subdesarrolladas in­
telectualmente y moralmente claudicantes, envidiosas, vanas y otras
¿Era Freud antifeminista? cosas por el estilo. Eran más pasivas y masoquistas que los hombres,
Si lo fue, no debería haberlo sido. Freud tenía una enorme deuda tenían impulsos sexuales más débiles y menor autoestima. Al mismo
con la mujer, ya que, ellas le abrieron las puertas al psicoanálisis. - tiempo, hemos visto que enfatizaba el poder paterno en el seno del
Por eso la cuestión feminista merece una digresión. Ya vimos cómo se complejo de Edipo, minimizando el papel de la madre en el desarrollo
posicionó él frente a las tesis de Stuart Mili. El desafío femenino fue del hijo69. La mujer receptáculo.
un gran tema finisecular. Si buscamos la fuente del movimiento femi­ No resulta sorprendente que la desconfianza que Freud ponía de
nista, debemos decir que nace con la mujer de la Revolución France­ manifiesto en relación con el carácter femenino haya suscitado enér-
sa, que no cerraba los ojos cuando rodaban las cabezas. Pero su ideó-
loga más articulada fue la escocesa Wollstonecraft, arquitecta del
sufragismo.
Las feministas tenían que combatir la voz de la época, según la *3. Hoy en día, una ecofeminista como Carolyn Merchant criticaría más
cual el hombre, por supuesto, era superior en fuerza física, en carác­ a Freud por su insensibilidad ecológica que por su prejuicio contra la mujer.
ter, voluntad y superficie neuronal. De lo contrario, ¿cómo se explica *4. “No cometo, todo mundo é menino”, MD Magno, Polética, 1981, Río
que el manso Moebius escribiera un ensayo con el título: de Sobre la de Janeiro, Aoutra, pág. 230.

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gicas refutaciones, comenzando por las de Adler. A lo que Freud lla­ sificado, “feminizado”. A esto se suma el estatuto problemático del
maba “envidia del pene”, Adler lo denominaba “protesta masculi­ placer. Si la función esencial del sexo es aliviar la tensión, comenta
na”70, por considerar que la envidia femenina era un producto históri­ Rieff, “la idea de placer en la unión se vuelve paradójica, pues el an­
co más que una invariable biológica. No se puede, empero, rechazar helo erótico es abolido en el momento de su realización”80.
la psicología freudiana de la mujer, como si fuera un mero accidente Todo esto hace pensar que Freud estaba imbuido de una tradi­
en el camino. No basta decir que el propio Freud reproduce la “protes­ ción que viene de lejos y que encara el amor romántico cristiano-
ta masculina” característica de su tiempo y lugar. Su posición, como burgués como una exaltación enfermiza y bizarra. La doctrina freu­
lo señala Juliet Mitchell71, cumple una función teórica vital en su edi­ diana de la sexualidad puede verse como resultante de la cultura
ficio conceptual, en la medida en que él plantea un monismo libidi- judía. Esa tradición judaica fundante se combina en Freud con una
nal. ética puritana cristiana. La ética del trabajo de su condición y su
Esta actitud ya se manifiesta en L a in terp reta ción d e los s u e ñ o s , tiempo. Bentham y el Eclesiastés. Las normas puritanas y judías se
en la teoría de los símbolos oníricos. Citemos algunas definiciones del potencian recíprocamente cuando encaran el amor en particular y el
diccionario simbólico del “Libro de los sueños” y también de las C o n ­ placer en general. Esa combinación genera una actitud opuesta al
feren cia s d e in trod u cció n al p sic o a n á lisis. Una casa, una iglesia, una amor cortés. Desde el punto de vista judío tradicional, el amor cor­
ciudad, eran símbolos femeninos, “debido a sus propiedades de ence­ tés, con sus refinamientos, era una forma d e g o y e n n a c h es (locura de
rrar la figura humana”72. Cualquier cosa redonda y líquida es femeni­ gentil).
na; los objetos puntiagudos y duros o de forma compleja son masculi­ Tanto Marthe Robert como Estelle Roith y el propio Rieff señalan
nos. Las personas erguidas y alargadas, no importa el sexo, son la connotación peyorativa de esa supervalorización sexual que llama­
símbolos masculinos; también los pájaros, aviones, dirigibles, globos mos amor. Creo oportuno, no obstante, no subestimar ese profundo
y cometas, porque vuelan73. Los genitales femeninos representan “ór­ clivaje de Freud entre un lado hedonista que se manifiesta en el Ci-
ganos”; los masculinos, “un mecanismo o aparato”74. Los símbolos pión de la Academia Española, en la correspondencia con su Prince­
masculinos son actividades, herramientas, maquinarias, las cosas sa, y aquel otro, sombrío, misógino. Drama de un atormentado sibari­
creadas y creadoras; los femeninos son receptáculos y objetos natura­ ta, escindido entre la atracción y el asco por las figuras del deseo.
les (como la madera y la “cajita de joyas” de Dora). Este paradigma de ambivalencia, dictado por la coexistencia de idea­
En resumen, dividiendo la naturaleza entre los sexos, Freud atri­ lización y denigración, traza las coordenadas de su safari por el Con­
buye significado masculino a los atributos elementales de “presencia” tinente Negro.
(extensión, solidez, saliencia), mientras que el “vacío” es propio de la Rieff, comentando ciertos pasajes que hablan de la sexualidad,
mujer. La m a y o r ía de los símbolos son fálicos, declara Freud. La in­ observa que existe “en los textos de Freud una curiosa tensión que so­
tencionalidad y la decisión son atributos masculinos75. Rieff senten­ lía ser ignorada o vista en términos de realismo sexual crudo”81. Por
cia, “Freud proyecta en el sustrato fijo de la mente sus propios prejui­ ejemplo: “La posición de los órganos genitales - ín ter u rin a s e t f a e c e s -
cios contra la mujer”76. Sea como fuere, el simbolismo de Freud sigue siendo el factor decisivo e inmutable ... Los propios órganos [se­
resulta demasiado generalizado para ser convincente. xuales] no participaron del desarrollo del cuerpo humano en el senti­
¿Cuál es el estatuto y el estamento del amor para Freud? do de la belleza; siguen siendo animales, y por ello también el amor
Él parte de la base de que el yo se empobrece al amar. Entre el permaneció, en esencia, tan animal como siempre”82.
amor y el estado de hipnosis existe “sólo un pequeño paso”, dice en su En la misma línea Freud, en su especulación filogenética, afirma
“Libro de las masas”. Y agrega: “Se encuentra la misma dependencia que fue la repugnancia por los genitales lo que llevó al hombre a asu­
humilde, la misma sumisión, la misma ausencia de crítica ..., el mis­ mir la posición erecta, pasando del predominio olfativo a una supre­
mo debilitamiento de la iniciativa”77. El amor crea condiciones de macía visual. Encontramos una “proto-idea” de ese tipo en la corres­
“masa” en quien está amando. La “sobrevalorización” normal del ob­ pondencia coñ Fliess, donde reflexiona que “libido y repugnancia ...
jeto sexual disminuye [con el coito] y la libido del yo es restaurada en parecen estar vinculadas asociativamente”83. Esa postura erecta tuvo
la obtención de gratificación, de manera que “la gratificación sexual importantes consecuencias para la sexualidad humana y habla de
a floja el relacionamiento sexual y reduce la necesidad con respecto al una “represión orgánica” anterior a los orígenes de la civilización, ya
objeto amoroso y al valor de éste”78. “El placer -comenta Rieff- es de­ que en la transformación “no fue sólo el erotismo anal el que corrió el
finido, a la manera de Schopenhauer, como un fenómeno negativo, co­ riesgo de caer víctima de la represión orgánica, sino toda la sexuali­
mo la lucha de la persona por librarse del displacer, de la tensión [se­ dad”. De allí que la función sexual sea “acompañada por una repug­
xual].”79 nancia ... que impide [su] satisfacción completa, forzándola a desviar­
La “supervalorización sexual” es sinónimo de amor. Un amor ma- se del objetivo sexual, hacia sublimaciones y desplazamientos

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sexuales”. Después de recordar nuevamente el ínter urinas et faeces, femenina debido al prejuicio masculino imperante en el psicoanáli­
Freud acota: “Asimismo, los órganos genitales dan origen a intensas sis93. No se reconocía la importancia de los impulsos vaginales funda­
sensaciones olfativas, que muchas personas no pueden soportar y que mentales. Ella cuestiona el papel fundante del pene en la sexualidad
estropean sus relaciones sexuales”84. El “tabú de la menstruación” femenina, y presenta una tesis alternativa: “Existen sensaciones bá­
proviene de una represión semejante, como defensa contra una fase sicas e impulsos pulsionales en la vagina de la mujer (semejantes a
del desarrollo que ya fue superada, en la que la psique masculina era los fálicos en el hombre) que proveen la fuerza motivadora de deter­
solicitada por los estímulos olfativos menstruales85. En el ensayo “So­ minados anhelos sexuales femeninos, como el deseo de tener un hijo,
bre la más generalizada degradación de la vida amorosa”86, Freud di­ el deseo absorbente del coito y del orgasmo”94. Las sensaciones y fan­
ce que el acto sexual debe ser visto “básicamente como algo degradan­ tasías vaginales son muchas veces reprimidas debido al miedo y a la
te que ensucia él cuerpo”87. culpa originadas en la situación edípica*5. Karen Horney fue la pri­
Concluyamos que el estatuto del amor era doctrinariamente con­ mera en valorizar el orgasmo de la mujer, en detrimento del orgasmo
flictivo. masculino. Para ella la realidad cultural era más importante que la
filogenética. La fase fálica femenina es secundaria; la supuesta igno­
La discusión sobre la psicología de la mujer, en los años 20, siem­ rancia de la vagina es fruto de una represión. “Participando del movi­
pre fue comedida, nunca bajó de nivel, pero su contenido concernía al miento culturalista, no niega el determinismo psíquico, pero describe
núcleo mismo de la teoría psicoanalítica. Los artículos que Freud es­ las neurosis desde el ángulo de su integración en las diferencias cul­
cribió sobre la mujer a partir de 1924 dominaron el debate. La mayo­ turales.”95 También planteó el problema del miedo del hombre a la
ría de las discípulas de Freud siguieron el ejemplo de Jeanne Lampl- mujer. Cuando Marie Bonaparte, cierta vez, habló de ese miedo,
de-Grot y Helene Deutsch, plegándose a la “línea” freudiana con Freud replicó: “Ellos tienen razón”96.
pocos reparos y “correcciones sólo secundarias”88. En el tablero psi- En el campo masculino, Otto Fenichel sustentaba una posición
coanalítico de los años 20, la cuestión teórica difícil de asimilar era la semejante, aunque en una semicorchea menor. Fenichel pretendía
torsión metapsicológica generada por la pulsión de muerte; las ideas más “complicar” que derribar el falocentrismo. Aceptaba las proposi­
sobre la feminidad, en cambio, eran ampliamente aceptadas por los ciones básicas de Freud, especialmente sobre la desilusión de la ni­
psicoanalistas: “pasaron a ser más o menos canónicas”89. ña con la madre y la necesidad de transferir su libido al padre, pero
Lou Andreas-Salomé, amiga, cómplice, sin duda ejerció una sutil para él la “mutilación” y la fase fálica femenina, aunque importan­
influencia en la posición de su “querido Profesor”. Ella era más freu­ tes, “no constituían en absoluto experiencias psicológicas decisi­
diana que Freud en cuestiones de sexo, con la ventaja de que había vas”97.
acuñado sus ideas antes de conocerlo, a fines del siglo pasado. Las Jones, por su lado, basándose en los trabajos de Melanie Klein,
mujeres, según Lou, “libradas a sí mismas ... crearían continuamen­ “reinstala la anatomía en un lugar central para enfatizar su carácter
te, por sí mismas, no sólo «hombres» sino también «dioses»”90. En un instintivo. Él -como Homey- postula la existencia de una libido esen­
artículo publicado en 1899, “Herejías acerca de la mujer moderna”, cialmente femenina y, por lo tanto, la “naturaleza innata” de la bise-
ella discrepa con su amiga, la líder feminista Frieda von Bülow, por xualidad. En esa perspectiva, la sensación de la vagina realmente
considerar que la mujer, al contrario del verdadero artista, tiene “me­ existe: la clínica lo confirma”98. Jones también introduce el concepto
nos capacidad de diferenciación y, por permanecer eternamente liga­ de afánisis, palabra griega que significa “hacer desaparecer”, en rela­
da con su destino biológico, nunca puede ir más allá de la autodupli- ción con el complejo de castración. La abolición por afánisis de la se­
cación en el rol”91. La mujer replicante. xualidad no es lo mismo que la castración. “Muchos hombres desean
En 1909, ya bajo la influencia de Freud, en el libro Eroticism ser castrados por razones eróticas, entre otras, de manera que su se­
—encargado por Martin Buber—ella encaró la sexualidad como prima­ xualidad no desaparece automáticamente con la pérdida del pene.”99
riamente una necesidad física, a igual título que el hambre o la sed, Si ambos conceptos parecen confundirse, ello se debe a que el miedo a
fácilmente satisfecha y saciada, de manera que existe una necesidad la castración es la forma en que se presenta concretamente la idea
continua de nuevos objetos. La propia creencia de Freud de que el va­ más general de la afánisis100. Jones intenta describir la evolución de
lor del objeto sexual disminuye después de la satisfacción sexual está la mujer de manera más específica, poniendo el acento en una sexua-
en total concordancia con dicho modelo.
Luego entra en el debate Karen Homey. La joven y valiente ana­
lista alemana, con más garra que metapsicología, fue capaz de desa­
fiar públicamente al Profesor en su propio terreno92. Analizada de *5. Karen Homey, “The denial of the vagina”, Int. J. Psychoanal.t XIV,
Abraham, Karen Horney sostuvo que no se comprendía la psicología págs. 57-70.

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lidad femenina -junto con la primacía fálica- que tiene sus metas y 22. Citado por Célia Bertin, op. cit.t pág. 171.
su actividad propias. La afánisis, entonces, precede a la castración. 23. Georges Suárez, op. cit., II, pág. 438.
Se trata de la desaparición del deseo sexual. Lacan trabaja este con­ 24. Nota autobiográfica, citada por Claude Stein-Monod, ibíd., pág. 449.
cepto. Para él, Jones habría confundido el pene con el falo. El pene es 25. Citado por Célia Bertin, op. cit., pág. 172.
el órgano propio del hombre; el falo, por así decirlo, es “bisexual”, pe­ 26. Roudinesco, op. cit., 1, pág. 214.
27. Anette Troisier de Diaz, “Souvenir de Marie Bonaparte. Sa vie au
ro, por encima de todo, entra en el orden simbólico. “El falo es signifi­ Lys de mer, sur la plage de Salins, prés de Saint-Tropez”, Revue Internatio­
cante puro de la diferencia.” Tiene un valor y una función idénticos nale d ’Histoire de la Psychanalyse, 1993, VI, pág. 395.
en el hombre y la mujer. Lacan parte del siguiente fragmento de “La 28. Ibíd., pág. 396.
organización genital infantil”101: “El carácter principal de esa «orga­ 29. Jacques Chabannes, Aristide Briand, pág. 78.
nización genital infantil» es, al mismo tiempo, lo que la diferencia de 30. Ibíd., pág. 188.
la organización genital definitiva del'adulto. Esta [diferencial reside 31. George Suárez, op. cit., IV, pág. 41.
en el hecho de que, en los dos [sexos] sólo desempeña un papel un 32. Marie Bonaparte, Journal d ’analyse, 7-1-26, 1926, citado por Célia
único órgano genital, el órgano masculino. No hay primacía genital, Bertin, op. cit.9 pág. 227. .
sino primacía del falo”102. 33. Célia Bertin, ibíd., pág. 238.
34. André Bourguignon, “Correspondance Sigmund Freud-René Lafor-
gue. Mémorial d’une rencontre”, Mémoires, Nouvelle Revue de Psychanalyse,
> pág. 260
NOTAS 35. Carta de Freud a Laforgue del 14 de abril de 1925, citada por André
Bourgignon, op. cit., pág. 260.
36. Roudinesco, op. cit.9 1, pág. 331.
% 37. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
1. Mane Bonaparte, A la mémoire des disparus, I, Derriére les vitres cío- ro, Imago, pág. 133.
ses, 1958, París, PUF. 38. Carta de Freud a Marie Bonaparte del 4 de junio de 1926, citada por
2. Roudinesco, Historia da psicanálise na Franqa. A batalha dos cem Ernest Jones, ibíd., III, pág. 133.
anos, 1986,1, Río de Janeiro, Zahar, pág. 325. 39. Célia Bertin, op. cit., pág. 274.
3. Geofírey Cocks, “Sur un réve de plats jetés par la fenétre”, Revue In­ 40. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 153.
ternationale d’Histoire de la Psychanalyse, 1992, V, pág. 19. 41. Célia Bertin, op. cit., pág. 255.
4. Roudinesco, ibíd., I, pág. 325. 42. Ibíd., pág. 259.
5. Mane Bonaparte, op. cit., pág. 15. 43. Roudinesco, op. cit., I, pág. 334.
6. Célia Bertin, A última Bonaparte, 1989, Río de Janeiro, Paz e Terra, 44. Gallimard, Archivos particulares, Freud, Un souvenir d ’enfance de
pág. 31.
Léonard de Vinci, 1927, París, Gallimard.
7. Claude Stein-Monod, “Marie Bonaparte, 1882-1962”, A historia da 45. Roudinesco, op. cit., I, pág. 333.
psicanálise através de seus pioneiros, Alexander, Eisenstein y Grotjahn, 46. Célia Bertin, op. cit., pág. 230.
1881, Río de Janeiro, Imago, pág. 446.
47. Ibíd.
8. Roudinesco, op. cit., I, pág. 325. 48. Célia Bertin, op. cit., pág. 269.
9. Claude Stein-Monod, ibíd., pág. 448. 49. Roudinesco, op. cit., I, pág. 342.
10. Marie Bonaparte, Monologues devant la vie et la morí, 1951, París, 50. Ibíd.
IMP, pág. 78,.
51. SE, XIX, págs. 141-8.
11. Célia Bertin, op. cit., pág. 50.
52. Ibíd., pág. 142.
12. Ibíd., pág. 15. 53. C. Laurin, “Phallus et sexualité féminine”, en La Psychanalyse,
13. Claude Stein-Monod, ibíd., pág. 448. 1964, pág. 15.
14. Ibíd., pág. 447. 54. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
15. Célia Bertin, op. cit., pág. 71. Companhia das Letras, pág. 467.
16. Ibíd., pág 94.
55. SE, XIX, págs. 248-60.
17. Ibíd., págs. 174-5.'
56. Ibíd., pág. 257.
18. Marie Bonaparte, Extraits du journal de Voncle Christian, citado por 57. Ibíd., págs. 157-8.
Célia Bertin, ibíd., pág. 142.
58. Ibíd., pág. 258.
19. Célia Bertin, ibíd., págs. 149-57. 59. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 445.
20. Ibíd., págs. 170-71. 60. Paul-Laurent Assoun, Freud e a mulher, 1993, Río de Janeiro, Za­
21. Georges Suárez, Briand, II, pág. 438. har, pág. 21.

334 335
61. Carta de Freud a Jones del 22 de febrero de 1928, R. Andrew Pas- 98. Elisabeth Roudinesco, op. cit., II, pág. 549.
kauskas editor (comp.), The Complete Correspondence de Sigmund Freud 99. E. Jones, “Early development of female sexuality”, Collected Papers,
and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Londres, Harvard University Press, pág. págs. 439-40.
241. 100. Laplanche y Pontalis, Diccionar io de psicoanálisis, pág. 11.
62. SE, XX, pág. 212. 101. SE, XIX, págs. 141-9.
63. Peter Gay, op. cit., pág. 456. 102. Ibíd., pág. 142.
64. Protokolle, II, pág. 440.
65. Ernest Jones, op. cit., II, pág. 468.
66. Moebius, Uberden physiologischen Schwachsinn, 1901.
67. Henri F. Ellenberger, The Discovery of the Unconscious, 1970, Nueva
York, Basic Books, pág. 292.
68. Juliet Mitchell, Psychoanalysis and Feminism, 1975, pág. 117.
69. Estelle Roith, O enigma de Freud, 1987, Río de Janeiro, Imago.
70. A. Adler, “Der Aggression Triebreib im Leben und in der Neurose”,
Fortschritte der Medizin, 1908, págs. 577-584.
71. Mitchell, op. cit.
72. SE, XVI, págs. 139, 145.
73. Ibíd., pág. 138.
74. Ibíd., pág. 135.
75. Ibíd., pág. 169.
76. RiefT, Freud, la mente de un moralista, 1966, Buenos Aires, Paidós,
pág. 180.
77. SE, XVIII, pág. 114.
78. Ibíd., pág. 115.
79. RiefT, op. cit., pág. 155.
80. Ibíd., pág. 155.
81. Ibíd., pág. 154.
82. SE, XI, pág. 189.
83. Carta de Freud a Fliess del 24 de noviembre de 1897, Corresponden­
cia Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Ja­
neiro, Imago, pág. 278.
84. SE, XXI, pág. 106.
85. Ibíd., pág. 206n.
86. SE, XI, pág. 186. *

87. Ibíd.
88. Peter Gay, op. cit., pág. 455.
89. Ibíd., pág. 456.
90. Binion, Frau Lou, pág. 71.
91. Ibíd., pág. 233.
92. Peter Gay, op. cit., pág. 455.
93. Karen Horney, “The flight from womanhood: the masculinity com-
plex in women as viewed hy men and women”, Feminine Psychology, Kelman
(comp.), pág. 58.
94. Karen Horney, “The flight from womanhood: the masculinity com-
plex in women as viewed by men and women”, Int. J. Psychoanal., 1926, VII,
pág. 53.
95. Roudinesco, op. cit., pág. 191.
96. Diario de Marie Bonaparte, pág. 3.
97. Otto Fenichel, “The Pregenital Antecedents of the Oedipal Complex”
y The Collected Papers of Otto Fenichel, comp. por Hannah Fenichel y David
Rapaport, págs. 181-203.

336 337
lo s s u e ñ o s ,
ocho. Las primeras versiones no siempre fueron felices.
Las de Brill bordeaban la irresponsabilidad.
Las traducciones siempre son un problema. La tarea ciclópea de
Strachey, a pesar de sus grandes méritos, tiene serias fallas en cuan­
to a la dimensión de la metáfora poética en la pluma de Freud. El
CAPÍTULO 57 defecto más reconocido es el trueque de términos alemanes de uso co­
mún por neologismos sofisticados. El mejor ejemplo es “catexis”, voca­
JAMES STRACHEY Y LA S T A N D A R D E D IT IO N blo ahora plenamente integrado en la terminología psicoanalítica in­
glesa y americana. “Catexis”, palabra griega, vierte el B e s e t z u n g
freudiano, una palabra alemana de uso diario, rica en significados su-
Hasta la llegada de los nazis al poder, en 1933, los congresos gerentes, entre ellos “ocupación por tropas”, “carga eléctrica” o “inver­
analíticos eran eventos fijos en el calendario europeo, ávidamente es­ siones bancariasV
perados y a los que se asistía con fidelidad. Freud, castrado por la
prótesis, desistió de participar en ellos. “Usted tiene razón al obser­ No es casual que en 1923 haya germinado la idea de publicar las
var —le escribe a Abraham en marzo de 1925—que de nuevo hago pla­ obras completas, los G e s a m m e lte S c h r ifte n Ay en diez tomos, “ordena­
nes [para asistir al Congreso de Bad Hombug], pero cuando llega la dos por temas”5. La presencia del cáncer fue decisiva en esta empresa
hora, el coraje me abandona.”1 Falta de coraje y, ¿por qué no?, coque­ que aspiraba a perpetuar la imagen del padre del psicoanálisis. El
tería. Era difícil para un expositor que había sido dueño de una voz propio Freud contempló este proyecto con ambivalencia y en 1925 se
ricamente matizada, presentarse con un timbre hueco y nasal. En su lamentó en una carta a Ferenczi: “Como lo había previsto, la edición
lugar iba Anna. de las O b r a s c o m p le ta s fue una empresa insensata. ¡Parece que sólo
El psicoanálisis crecía bajo un doble mecanismo de poder. La IPA se vendieron cien ejemplares de una tirada de 3.000!”6 Pero la histo­
daba continuidad a su trabajo unificador en medio de las disensiones, ria comienza antes.
exclusiones y suicidios, mientras que el Comité Secreto dirigía los En abril de 1922, Jones envía una larga y tediosa carta a Freud,
asuntos cruciales de la política del movimiento. A partir de 1927 y en la cual se queja de medio mundo en general y de las traducciones
hasta 1939, con la disolución del grupo de los Señores del Anillo, la lí­ de Brill en particular. A continuación viene una sentida promesa:
nea “liberal” triunfó sobre la “elitista”, aunque Jones salió más forta­ “Debe saber que todos estamos trabajando para usted, razón por la
lecido que nunca, asegurándose, como él dijo, “su lugar en la histo­ cual su inspiración y aliento son tan importantes para nosotros. Si lo­
ria”. El centro del psicoanálisis inicia su gradual deslizamiento hacia gro producir sus O b r a s c o m p le ta s en vida, sentiré que mi vida valió la
Londres y el Nuevo Mundo, mientras Strachey comienza la traduc­ pena de ser vivida ...”7
ción monumental de las obras completas. En esos tiempos, en Ingla­ En esa carta nace la intención de “producir” la S ta n d a r d E d itio n .
terra y Estados Unidos se instalaban videntes con el título de “espe­ Pocas traducciones en el mundo han suscitado una polémica tan vio­
cialistas formados en Viena”2. Los periódicos publicaban anuncios del lenta. Por un lado están los elogios. Giovacchini opina que “la Edición
tipo: “¿Quiere ganar mil libras anuales como psicoanalista?”3 El mo­ Standard llega a superar el original”8. Rycroft piensa “que la traduc­
vimiento enfrentaba el mismo problema que había asolado al magne­ ción de Freud realizada por James Strachey es excelente, y le valió el
tismo animal un siglo antes: el charlatanismo. Para bien o para mal, premio Schlegel-Tieck de 1966”9. Jones concuerda con Giovacchini:
el nombre de Freud estaba en la plaza pública. En enero de 1922 su “La traducción inglesa de la obra de Freud, bajo el título de S ta n d a r d
fotografía apareció en la tapa del semanario T h e S p h e r e , la revista E d i t i o n , será, desde el punto de vista editorial, considerablemente
T im e del momento. más confiable que cualquier versión en alemán”10. La lista de los crí­
Como era de esperar, esa difusión indiscriminada se veía acom­ ticos, del otro lado del río de tinta, es grande: Brandt (1961); Brierley
pañada de una hostilidad ampliada por el clima germanófobo. Jones, (1966) ; Bettelheim, Brill (1975); Lacan (1977); Laplanche y Pontalis
guardián de la propagación del psicoanálisis en el mundo anglosajón, (1967) ; Mahony (1981, 1982, 1984)11; Ornston (1978, 1982, 1985)12.
trataba de minimizar uth e G erm á n co n n ectio n ”, afirmando que Freud Tal vez la crítica más vitriólica sea la de Bettelheim, quien dice que
era austríaco, o tal vez checo, y sobre todo judío. En esa década de la S ta n d a r d E d itio n es una obra que traduce “las pulsiones de muer­
“mundialización” del análisis, la difusión era la meta central de las te de los traductores”13. Palabras excesivas. La objeción más difundi­
instituciones. Pocas veces los analistas escribieron tanto. Al mismo da: 'Traición a la obra de Freud”. El lector sería inducido a adoptar
tiempo se empezaron a traducir sistemáticamente los textos rectores. ideas falsas acerca del Maestro, presentado como un hombre de cien­
Los T r e s e n s a y o s tuvieron nueve traducciones, y L a interpretación de cia, e inclinado -esto es, reducido- a la medicina. Ejemplo: toda refe-

338 339
renda al alma, s o u l , en el sentido popular e impreciso, fue eliminada gresa a Inglaterra, vía Hamburgo. Ella vuelve a pie a su confortable
en favor de la traducción sistemática por la palabra m ia d (mente). pensión en el dorado barrio residencial de Grunewald20. Motivo de la
Como lo señala Bettelheim, la palabra S e e l e , alma, fue elegida por separación: el psicoanálisis. Alix estaba en Berlín para analizarse con
Freud precisamente a causa dé esa imprecisión. “La ambigüedad de Abraham21.
la palabra habla de la ambigüedad de la propia psique.”14 La vida de Alix y James Strachey fue el psicoanálisis. Inmediata­
Con todo, la verdad sea dicha, varias palabras objetadas por los mente después de casarse, en 1920, compartieron el diván del Profe­
críticos por ser demasiado “frías” fueron aceptadas o propuestas por sor. En realidad, habían ido a Viena para el análisis didáctico de
el propio Freud en su momento. Tal sería el caso de “Ego”, sugerido a James. Pero Alix tuvo un “ataque de palpitaciones” en una represen­
Jones en 191915. tación del G ó tte r d a m m e r u n g y pidió socorro. Freud aceptó tomar en
La traducción es una operación lingüística que no puede encarar­ análisis a los dos cónyuges simultáneamente, por un período de prue­
se sólo como una cuestión técnica o instrumental. Para Octavio Paz, ba. Ésta fue -que yo sepa- la única vez que Freud intentó analizar a
su problemática está en el centro mismo del pensamiento. La parado­ marido y mujer al mismo tiempo.
ja de la traducción reside en que una poesía es intraducibie y, al mis­ Según Philip, hermano de Alix, ella sufría de melancolía. La plu­
mo tiempo, exige una traducción. “Siempre tuve el sentimiento -con ­ ma ferina de Virginia Woolf la describe en su diario como “inmersa
fía Derrida- de que sólo escribía verdaderamente en mi idioma en una desesperación sepulcral”22. La siguiente entrada es ilustrati­
cuando vertía cosas que se resistían a la traducción.”16 “Estoy sólita”, va23: “Alix sólo piensa en la posibilidad de encontrar algún día un li­
como dice Borges, es intraducibie. Freud también. bro para leer. Probó con el libro de matemáticas de Bertie (o sea los
En realidad el problema de las traducciones de Freud es tan viejo P rin cip ia M a th e m a tic a de Bertrand Russell], pero lo abandonó, sin
como la primera de ellas, publicada en 1910: la versión realizada por descartar totalmente, empero, mi sugerencia de que intente con his­
A. A. Brill de los T res e n s a y o s . Él es, sin duda, el villano Número Uno toria legal. Quiere trabajar en algo que no interese a nadie, que nun­
en esta historia de tra d itori. Las primeras traducciones fueron un de­ ca sea usado, visto o leído, y que sólo se pueda hacer durante tres ho­
sastre; Brill era descuidado, y a veces “temerariamente impreciso”17. ras diarias, ni más ni menos”24**2.
Strachey, que no tiene pelos en la lengua, opinaba que los traducto­ La familia Strachey, por su parte, era magníficamente excéntri­
res, con Brill a la cabeza, habían sido “personas que no entendían el ca. El apellido era antiguo; había habido un Strachey en el siglo XVI,
psicoanálisis, ni el alemán, ni el inglés”18. Jones, por su parte, opina­ William Strachey cuya descripción de un naufragio en la costa de
ba que el L e o n a r d o traducido por Brill “tenía una puntuación más Bermudas fue la fuente de inspiración de L a te m p e s ta d de Shakes­
burda que la de una empleada doméstica”19. La traición máxima de peare25. Después, durante la era de la reina Victoria, los Strachey
Brill fue reemplazar los chistes judíos de la P sicop a tología d e la vida pasaron a ser la quintaesencia de los personajes admirable y cruel­
cotid ia n a por bromas de Brooklyn*1. mente descritos por Lytton Strachey en su clásico V ic to r ia n o s e m i ­
nentes**.
En setiembre de 1924, en la confusión de la estación ferroviaria Lytton y James eran compañeros inseparables. James, el benja­
de Hauptbahnhof, en Berlín, Alix se despide de su marido. James re­ mín, siete años menor, siguió los pasos de su brillante hermano. En
Cambridge ocupó el mismo cuarto que había tenido su hermano en el
T r in ity C o lle g e . El éxito social e intelectual de Lytton le abrió las
puertas del club de los Apóstoles, el sa n cta sa n c to ru m de Cambridge.
*1. El caso de Jacques-Allain Miller con la obra de Lacan tal vez sea el James ingresó en 1906; allí continuó floreciendo a la sombra de su
peor. No se trata de una traducción, sino de una versión establecida. Cesare hermano, y se ganó el apodo de uL ittle S tr a c h e y ” 26.
Colletta presenta tres tipos de “fallas” en la versión de Miller: “Primero, cada Los Apóstoles fundaron una sociedad para combatir la hegemo­
vez que hay un punto oscuro o incierto, automáticamente el pasaje en el cual nía de Oxford. Entre los miembros más famosos tenemos al propio
se encuentra es suprimido. Segundo, nombres y palabras desconocidas, o en Lytton, a Leonard Woolf, Maynard Keynes, el arquitecto de Bretton
lengua extranjera, que faltan o están mal comprendidos en la transcripción,
Woods y Roger Fry. Los Apóstoles eran un grupo decididamente ho-
son suprimidos sin ningún cuidado por llenar las lagunas. Tercero, las citas y
referencias realizadas por Lacan a lo largo de sus seminarios no son nunca
verificadas con los originales” (Danielle Arnoux, “Urna escandalosa incorre­
cto feita no seminário de Jacques Lacan”. Carta publicada en el N° 31/32 de
Littoral, citada por Denise Coutinho em “Controle de qualidade - ou nem to­ *2. ¿Quién no le teme a la formidable Virginia Woolí?
do que cai na rede é peixe”, trabajo presentado en la III Jornada del Espado *3. “Un paradigma de biografía”, según el poeta y crítico de arte Fernán
Moebius, 1993). do Peres.

340 341
mosexual. Al principio Little Strachey siguió la senda libidinal de su ciona con tanta franqueza no es absoluto. De hecho, no habría
hermano, enamorándose del buen poeta Rupert Brooke. Esa relación existido antes de la guerra. Ahora, sin embargo, como usted bien
influyó mucho en él durante sus años en Cambridge, pero luego Ja­ sabe, las cosas han empeorado mucho. Soy de nuevo pobre y ten­
mes se volvió “decididamente heterosexuar27. Decidida -diría y o- pe­ go que trabajar duro para solventar los gastos. De modo que no
ro no completamente heterosexual. Subsistían algunas dudas. En aceptaría a un paciente por el honorario de una guinea, pero el
1914, de vuelta de una tournée europea, se dejó crecer la barba y le caso de un hombre que quiere ser discípulo y convertirse en ana­
escribió a su hermano: “Aun ahora, que soy cosmopolita y tengo bar­ lista está ñor encima de esas consideraciones30.
ba, me cuesta convencer a alguien de que cogí a una mujer”28.
Cuando James conoció a Alix recibió una buena impresión. Fue El análisis comenzó en octubre. Un mes más tarde, James le es­
en una fiesta del Club Fabiano: “Las mujeres -le escribe James a su cribe a Lytton este magnífico relato de cómo era analizarse con
hermano- eran un desastre, excepto una deliciosa Bedelía [Alix] que Freud:
parecía un muchacho total”29. Buen comienzo para una pareja blasé y
perfecta, a la moda de Bloomsbury, que compartía una total incerti­ Todos los días, excepto los domingos, paso una hora en el diván
dumbre en la cosa sexual y en el celo laboral. del Profesor (ya son 34 en total) y [en el análisis] me brinda una
Se casaron, como vimos, en 1920. Ya llevaban un año viviendo contracorriente para la vida. Ahora, respecto de lo que se trata,
juntos en un departamento que Alix había alquilado en Covent Gar- estoy más confuso que nunca, aunque, sea como fuere, es algo ex­
den. Tuvieron que legalizar su situación porque planeaban viajar por tremadamente excitante y, a veces, extremadamente desagrada­
Europa y en esa época comenzaron las formalidades con los pasapor­ ble, de modo que creo que para algo sirve. El Profesor es muy
tes. Cinco días antes del viaje, James decidió ir a Viena para anali­ amable y brillante en su virtuosismo de artista. Casi toda sesión
zarse con Freud: se articula como una unidad estética totalizante. Algunas veces
el efecto dramático es devastador. Al comienzo todo es vago -una
Tengo entendido que el Dr. Emest Jones le mencionó que deseo alusión oscura aquí, un misterio allá-, las cosas se ponen muy
vehementemente ir a Viena para analizarme con usted. Supongo oscuras y uno se siente cada vez peor. Luego él da un ligero toque
que le ha explicado que el objetivo de mi interés es obtener una y uno vislumbra un pequeño hecho, y después otro, y de pronto
base empírica necesaria para complementar mi conocimiento teó­ se encienden una serie de luces; él hace la última pregunta, uno
rico del psicoanálisis. Con tal fin estoy dispuesto a pasar por lo da una última respuesta y, cuando la verdad total se presenta, el
menos un año en Viena ... Temo, con todo, que la cuestión econó­ Profesor se levanta, cruza el cuarto en dirección a la campanilla,
mica constituya un obstáculo. Ante la posibilidad ... de un análi­ y muestra la salida.
sis prolongado, mi situación no me permite pagar más de un gui­
nea*4 por hora. No sé si, en estas circunstancias, hay arreglo Pero eso no sucede siempre:
posible, aunque debo enfatizar la expresión de mi deseo, difícil de
exagerar, de que me sentiría afortunado dé obtener los beneficios Otras veces uno yace toda una hora con una tonelada de peso en
de una experiencia personal en psicoanálisis*5. el abdomen, incapaz de proferir una palabra. Creo que eso, más
que nada, lleva a creer en toda la cosa. Cuando se siente concre­
El día de su casamiento, Strachey recibe la respuesta de Freud: tamente la “resistencia” como algo físico ... uno queda perturba­
___
-V*

*
do por el resto del día31.
Dear Mr. Strachey,
Ahora veamos el otro lado de la moneda. Freud, en una carta a
No sé si usted entiende y lee alemán, por lo cual voy a intentar Jones de la misma época, escribe:
mi mejor inglés, por malo que sea. El obstáculo que usted men­
Tomé al Sr. Strachey por un guinea y no me arrepiento, aunque
su habla resulte tan indistinta y extraña a mi oído que resulta
una tortura para mi atención32.
*4. Una guinea vale una libra y un chelín.
*5. Carta de James Strachey a Freud del 31 de mayo de 1920, Blooms- Una tonelada en la barriga del primero, una tortura en el oído
bury-Freud - Letters of James and Alix Strachey - 1924-1925, comp. por P. del segundo y, entretanto, una de las mejores descripciones de aque­
Meisel y W. Kendrick, 1990, Nueva York, Norton, pág. 28. llo de lo que se trata.

342 343
ubicarse el comienzo de la hegemonía inglesa en el problema “políti­
Los Strachey eran un nuevo tipo de paciente, con un nuevo tipo
co” del control en la difusión de la palabra freudiana.
de demanda, que prefiguraba al analizando actual. Sus neurosis no Steiner cuenta admirablemente la historia de la lucha por el po­
eran incapacitantes. En la búsqueda de ayuda había a p p ea l en el acto der en el seno de la IPA. Recuerda que el Instituto Británico, según
mismo de analizarse. Reich, Fenichel, Helene Deutsch, son otros tan­ constaba en sus estatutos, tenía como principal objetivo: “Imprimir,
tos ejemplares del “nuevo analizando”. Tausk y Rank habrían sido publicar y vender en todos los idiomas y en todo el mundo los traba­
sus precursores.
jos sobre la ciencia del psicoanálisis”37.
Y después tenemos el caso de la bella Joan Riviére. Su análisis Se puede decir que lentamente, muy lentamente, fue creciendo
con Jones termina en una tormenta transferencial. Freud comenta: la idea de publicar una S t a n d a r d E d i t i o n en inglés, de la misma
“No parece ser el cuco que usted pinta. Es posible que los problemas manera que, a partir de 1921, el In te r n a tio n a l J o u r n a l o f P s y c h o a -
aparezcan más tarde. Según mi experiencia, no es preciso escarbar n a ly sis colideraba la producción científica junto con la ln tern a zio n a le
muy hondo en la piel de las mujeres tenidas por masculinas para que Z eitsch rift fü r P sych o a n a lyse. Pero había una diferencia: no se trata­
aflore la feminidad. Me alegro de que no haya tenido relaciones se­ ba de C o m p le t e W o r k s (G e s a m m e lte W e r k e ) t sino de una S t a n d a r d
xuales con ella, como me temía. Sin duda fue un error técnico que in­
E d itio n . Cabe preguntar: ¿por qué “S ta n d a r d ”? ,
timaran antes que su análisis hubiese acabado”33***6.
La guerra se avecinaba. En esa coyuntura, en ese G a t h e r in g
A vuelta de correo Jones se defiende: “Para satisfacer su vani­ S to r m del que habló Churchill, Jones se propone erigir el “único mo­
dad, Joan siempre creyó que yo estaba enamorado de ella ... pero yo numento digno de Freud...” para las generaciones futuras. O sea que
nunca pude confirmar eso en mi autoanálisis”34. Ella fue, quizá, la la S ta n d a r d E d itio n tiene más de mausoleo que de simple traducción.
Sabina Spielrein de Jones.
Como el propio Jones escribió a Sir W. Baggs, se trataba de elaborar
Con respecto al “caso Joan Riviére”, Freud mantuvo la misma ac­ una estrategia para salvar “nuestros tesoros culturales y científicos
titud dudosa que con Jung y Sabina, con Ferenczi y Gizela Palos. Su del Moloch de la destrucción”38. Jones, como la viuda del rey Mausolo,
crítica a la transgresión es atemperada por una cierta complicidad se constituye en “guardián de las reliquias”, elucubra la idea de una
entre hombres. Botón de muestra:
edición inglesa “sin mácula”, “uniforme”, “digna de confianza” y, so­
bre todo, “definitiva”39»*8.
Ella [J. Riviére] es sin duda un ácido concentrado que sólo bien Jones está convencido de que su generación (los Señores del Ani­
diluido puede utilizarse con provecho35.
llo), habiendo recibido la palabra directamente de los labios del Maes­
tro, puede garantizar mejor que nadie la transmisión “definitiva” pa­
Lo que no es el mejor de los “piropos”:
ra la catequesis universal40. Era menester, entonces, “fijar” la
palabra de Freud. Crear una unidad “s ta n d a r d ” para las generacio­
Puedo imaginar —continúa la carta—cuál es su opinión sobre mí en
nes futuras: la S ta n d a r d E d itio n .
este asunto. Usted piensa que la Señora R. se presentó con todo su “S t a n d a r d ” , palabra fuerte en inglés, por un lado recuerda la
encanto y me hechizó, seduciéndome para que saliese en su defen­ “unidad básica de referencia” guardada en Greenwich; por el otro, la
sa, de modo que ahora yo soy una marioneta en sus manos . 36

En 1923, los Strachey y Joan Riviére están de vuelta en Londres.


Jones comienza a montar el sueño de su vida, las “Obras completas”.
Con tal fin organiza el equipo que finalmente traducirá la S ta n d a r d breros osados y sombrilla escarlata”, cuyas traducciones fueron, entre todas,
E d itio n . El trabajo comienza con los C o llected P a p e rs en cuatro volú­ las que mejor mantuvieron la fuerza estilística de Freud (Paula Heimann en
menes, en una esmerada traducción que tomó casi cinco años. Por el “Obituary of Joan Riviére (1883-1962)”, Int. J. Psychoanal.> vol. XLIV,
primera vez Freud es traducido en una “empresa colectiva”, por un 1963, pág. 233).
equipo cuyos principales actores eran James Strachey y su mujer *8. Por otra parte, ese año de 1924, junto con las Gesammelte Werke,
Alix, Joan Riviére 7, John Rickmann, y, a modo de eminencia gris, una pequeña editora española, la Biblioteca Nueva de Madrid, inicia la tra­
Emest Jones. O sea, un equipo de primera línea. Aquí también puede ducción de las obras completas de Freud por la iniciativa del filósofo Ortega y
Gasset. La traducción española de Luis López Ballesteros, salvo algunas
omisiones, es excelente, y mereció una carta elogiosa de Freud. En esa opor­
tunidad Freud habló de su entusiasmo juvenil por “el inmortal Don Quixote”
y la “adorable lengua castellana” (SE, XIX, pág. 289). Pregunta: ¿por qué se­
*6. ¡Antes que su análisis hubiese acabado!
incomparable Joan Riviére, esa “alta belleza eduardiana con som- rá que Freud nunca visitó España?

345
344
bandera, el e sta n d a r te imperial. Como señala Moreau-Ricaud, es pre­ mán*9. Pero este argumento no me convence. Creo que se trata de
ciso develar “los parámetros humanos, institucionales, relaciónales un h a n d ica p ideológico.
-juegos de poder- económicos, materiales y lingüísticos que presidie­ Riccardo Steiner nos recuerda que, cuando L a in terp reta ció n d e
ron la «fabricación» de la S ta n d a r d E d itio n ”41. los su eñ os fue editado en Inglaterra, el prefacio advertía que “la venta
El proyecto se concretó en setiembre de 1939. Freud acaba de de este libro está reservada a los miembros de las profesiones médica,
morir. El psicoanálisis corre peligro. Viena, Budapest y Berlín están docente, jurídica y eclesiástica”48. La tarea de Jones no era la S t a n ­
perdidas, y cae sobre los países anglosajones la “responsabilidad por d a r d E d itio n , además de uniformar la palabra freudiana, tenía una
el destino de esta ciencia”42. Se produce un movimiento de “diviniza­ segunda función, más sutil y política: dar respetabilidad al texto. Con
ción”. Pero, a pesar de que hay quien afirma que los textos de Freud tal fin aparecen las raíces latinas y griegas, tomadas de la lengua de
son de “una simplicidad extrema y de una transparencia cristalina43, la medicina. M in d es más respetable que so u l, y así sucesivamente.
traducir la Palabra, en su inmovilidad hierática, no es empresa fácil! Moreau-Ricaud concluye: “Steiner nos lleva a pensar sobre la
En la obra freudiana convergen las tradiciones culturales más diver­ cuestión de nuestras ilusiones en cuanto a una traducción que se pre­
sas, articuladas en un diálogo complejo, conducido en varios niveles, tendería «ideal, standard y definitiva», congelando el texto en una
consigo mismo, con diferentes autores y con ese interlocutor imagina­ «cientificidad» prestada. Y así nos invita a un nuevo «retorno a
rio que es el lector. El ritmo cambia de un momento a otro, dentro del Freud» a través de una «verdadera» relectura, o sea, una relectura ac­
mismo texto, como lo demuestra el análisis lingüístico que hizo Ma- tiva y creativa”49. i
hony del historial de Katharina. El propio Mahony recuerda la predi­ No cabe duda de que el camino recorrido por Steiner es básica­
lección de Freud por Lessing, fundada en que Lessing, “entre los es­ mente válido. Pero el énfasis en la empresa colectiva británica, en el
critores de prosa alemana, era un notable maestro de la p e n s é e esp rit d e co rp s, parece excesivo. No reinaba esa armonía en sus filas.
p e n s a n te , de la mente descubriendo su desarrollo, pensando mientras La siguiente carta de James a Alix Strachey revela una situación
escribe”44. muy diferente (y divertida): “Tuve hoy una hora de abrumadora dis­
Pero si aceptamos que en el universo cultural de la escritura todo cusión con Jones y Mrs. Riviére. El little 6easí*10 (si puedo usar esa
texto es una traducción, “el mundo se nos presenta como una super­ expresión) es realmente insoportable ... Ellos quieren llamar I d al E s .
posición de textos, cada uno ligeramente distinto del anterior, tra­ Yo dije que todo el mundo iba decir “el Yidd”. Jones replicó que esa
ducciones de traducciones de traducciones ... cada texto es único y, palabra no existía en inglés. Y agregó:
simultáneamente, traducción de otro texto”45. Se trata de la intertex-
tualidad del^ texto original. Además se puede decir, con Cotet y -Existen las palabras Y id d is h y J u d e en alemán.
Ranzy, que Freud creó su propia lengua, que no es la lengua alema­ -Discúlpeme, doctor -respondí-, Y id d es la palabra en jerga para
na46. judío.
James Strachey era la persona ideal para oficiar de traductor ofi­ -¡Ah! -dijo él-. Una expresión popular. No puede estar muy di-
cial. Es una figura que trae el aval de Bloomsbury, donde junto a Lyt- fündida, entonces.
ton Strachey encontramos a Bertrand Russell, H. G. Wells, Bernard Y todo eso porque ese bastardo de marca mayor nunca escuchó la
Shaw y también a los Woolf, Virginia y Leonard. La crema de la cre­ palabra50.
ma. i
Entonces cabe preguntar por qué un grupo de indudable talento, Los traductores, sin duda, son traidores, pero los críticos de los
que hizo un trabajo meritorio como hazaña editorial, no voló muy alto traductores son fastidiosos que buscan pelos en la sopa. Yo creo que
en la dimensión estética de la cosa. La traducción carece precisamen­ tenemos una deuda de gratitud con este excéntrico matrimonio que
te de esa imaginación poética que era lo que sobraba en ellos: sensibi­ dedicó su vida a una ingrata y perversa tarea.
lidad, espiritualidad, fla ir.
De hecho, L it t le S tr a c h e y tenía un formidable dominio del in­
glés. Su punto débil pudo haber sido el alemán. En 1914, en su to u r-
n é e por Europa, James le escribe a Lytton: “No entiendo nada de
alemán, ni escrito ni hablado, y -a grega - no deseo entenderlo”47.
Tenía 27 años, edad un poco avanzada para absorber una lengua
que evidentemente no lo cautivaba. Siete años más tarde empezó a *9. La excepción sería el más traditore de todos: Abraham Arden Brill,
traducir. En realidad, ninguno de los primeros traductores de Freud que nació en Austria y emigró a América a los 15 años.
(Chase, Sprott, Riviére, Jones) tenía un dominio perfecto del ale- *10. “Mostrenco”.

346 347
NOTAS 30. Carta de Freud a James Strachey del 4 de junio de 1920, ibíd., págs.
28-29.
31. Carta de James a Lytton Strachey del 6 noviembre de 1920, ibíd.,
1. Carta de Freud a Abraham del 3 de marzo de 1925 (Karl Abraham págs. 29-30.
Papers, LC., citado por P. Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, 32. Carta de Freud a Jones del 12 de octubre de 1920, The Complete Co­
San Pablo, Companhia das Letras, pág. 423). rrespondence de Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939 , pág. 393.
2. V. Brome, Les premiers disciples de Freud, pág. 211. 33. Carta de Freud a Jones del 27 de febrero de 1922, ibíd., pág. 464.
3. Ernest Jones, Free Associations, 1959, Nueva York, Basic Books 34. Carta de Jones a Freud del 1° de abril de 1922, ibíd., pág. 466.
pág. 249. 35. Carta de Freud a Jones del 11 de mayo de 1922, ibíd., pág. 475.
4. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­ 36. Carta de Freud a Jones del 4 de junio de 1922, ibíd., pág. 483.
ro, Imago, III, pág. 69. 37. R. Steiner, Urna marca de autenticidade mundialmente reconhcci-
5. A. Freud, Vorwort der Herausgeber, 1952, pág. v. da ?, 1987, Río de Janeiro, Imago, pág. 15.
6. Carta de Ferenczi a Freud del 1° de diciembre de 1925 (RIHP, V, 28). 38. Carta de Jones a W. Baggs, pág. 47.
7. Carta de Jones a Freud del 10 de abril de 1922, The Complete Corres- 39. Carta de Jones a Strachey del 28 de setiembre de 1939.
pondence of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Londres, 40. Steiner, op. cit., pág. 22.
Harvard University Press, pág. 473. 41. Moreau-Ricaud, op. cit., págs. 373-4.
8. P. Giovacchini, Roteiro á leitura de Freud, pág. vii. 42. Steiner, op. cit.
9. Ch. Rycroft: Introdugao ao dicionário crítico de psicanálise, 1968, Río 43. Ornston, “Strachey’s influence, Int. J. Psychoanal., vol. LXII, págs.
de Janeiro, Imago, pág. 19. 409-426.
10. Ernest Jones, “Crítica a la traducción de Strachey de La interpreta­ 44. Mahony, Freud as a Writer, 1982, pág. 164.
ción de los sueños”, British Medical Journal ofPsychology, 1955, pág. 1119. 45. O. Paz, Traducción: literatura y literalidad , 1971, Barcelona, Tus-
11. Mahony, Cries ofthe Wolf-Man, 1984, Int. Univ. Press; “Towards the quets, pág. 9.
understanding of translation in psychoanalysis, Meta, 2, Freud l’écrivain, 46. Cotet y Ranzy, “Singularité d’une langue", Rev. Frang. de Psycha-
etc. ... nal.t vol. XLVII, pág. 126.
12. Ornston, “On projection, a study of Freud’s usage”. 47. Carta de James a Lytton Strachey del 6 de enero de 1914, citada en
13. B. Bettelheim, Freud and Man’s Soul, 1983. Bloomsbury-Freud - Letters o f James and Alix Strachey - 1924-1925 , pág. 21.
14. B. Bettelheim, Freud e a alma humana, 1982, San Pablo, Cultrix. 48. Riccardo Steiner, carta de Strachey a Glover del 28 de abril de 1940,
15. Carta de Freud a Jones del 18 de febrero de 1919, The Complete Co- en “É urna nova forma de diáspora ...**, Revista Internacional da Historia da
rrespondence of Sigmund Freud and Ernest Jones, pág. 334. Psicanálise, 1988,1, pág. 26.
16. Entrevista a Jacques Derrida, Limiares do contemporáneo, org. por 49. Michelle Moreau-Ricaud, reseña del artículo de Steiner, Revue Inter­
Rogério da Costa, 1993, San Pablo, Escuta, pág. 22. nationale dHistoire de la Psychanalyse, 1988,1, pág. 375.
17. Peter Gay, op. cit., pág. 423. 50. Carta de James a Alix Strachey del 4 de octubre de 1924, Bloom s­
18. Carta de Strachey a Fenichel del 3 de agosto de 1945, Strachey Co- bury-Freud - Letters o f James and Alix Strachey - 1924-1925, pág. 83. Convie­
llection. ne reparar que la discusión del término “Id* se remonta al año siguiente a la
19. Carta de Jones a Freud del 15 de diciembre de 1921, The Complete aparición de El yo y el ello.
Correspondence de Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, pág. 448.
20. Meisel y Kendrick (comp.), Prólogo a Bloomsbury-Freud - Letters of
James and Alix Strachey - 1924-1925, 1990, Nueva York, Norton, pág. 3.
21. Ibícj.
22. Annie Oliver Bell, editora, The Diary of Virginia Woolf, 5 volúmenes;
1977-84, Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, I, pág. 61.
23. Ibíd., I, pág. 61. Citado en Bloomsbury-Freud - Letters of James and
Alix Strachey - 1924-1925, pág. 7.
24. Ibíd., I, pág. 63.
25. Meisel y Kendrick (comp.), op. cit., pág. 15.
26. Ibíd., pág. 16. •
27. Ibíd., pág. 18.
28. Carta de James a Lytton Strachey del 23 de enero de 1914 ibíd
pág. 21.
29. Carta de James a Lytton Strachey del 12 de setiembre de 1910, ibíd
pág. 23.

348 349
No era la primera vez que Freud recibía una propuesta inusitada
de los Estados Unidos. El año anterior, Randolph Hearst en persona
-el supuesto inspirador del C itizen K a n e de Orson Welles- le ofreció
“cualquier suma” para que fuera a analizar a dos asesinos que habían
cometido el “crimen perfecto”7.
CAPÍTULO 58 La historia no termina allí. Después de Goldwyn, Neumann, un
productor europeo, insistió en hacer una película que ilustrase los ca­
LA BATALLA DE LOS “CURANDEROS DE ALMAS” sos del psicoanálisis. Abraham suscribió el proyecto. Neumann era
director del departamento cultural de la productora UFA. Se trataba
de una propuesta más seria, menos sensacionalista. Abraham escribe
Abraham planeaba pasar la Pascua en Viena. Freud aguardaba a Freud:
ese encuentro con ansiedad. Sabemos por Jones que Pichler estaba
remodelando la prótesis; mientras tanto, Freud no podía hablar de El director de una importante compañía cinematográfica vino a
modo inteligible. Para su gran pesar tuvo que prescindir de Abra­ verme con la intención de producir una película de populariza­
ham, con la esperanza de verlo en el verano. Ésa fue la última opor­ ción sobre el psicoanálisis, con su autorización ... No preciso decir
tunidad para un encuentro, ya que en el verano Abraham estaba en que este tipo de cosa no es muy de mi agrado. Tampoco preciso
convalecencia de la primera fase de su enfermedad fatal1. explicar que semejante proyecto está de acuerdo con el espíritu
La relación entre los dos hombres pasaba por un momento difícil. de la época y que c ierta m en te será ejecutado, si no con n o s o tr o s ,
El cine fue el responsable. Ésta es una historia ejemplar que muestra por personas incompetentes. Tenemos en Berlín tantos analistas
la turbulencia causada por el hecho de que el psicoanálisis se pusiera “salvajes” ... Citaré sólo a Kronfeld, Schultz, Hattinberg ... Es
de moda. Samuel Goldwyn, un magnate de Hollywood, en camino a evidente que existe una notable diferencia entre esta propuesta y
Europa, le dijo a un reportero del N e w Y ork T im e s que iría a visitar a la del americano Goldwyn. El proyecto es el siguiente: la primera
Freud, “el mayor especialista en amor del mundo”2. Su finalidad: parte servirá de introducción, presentando ejemplos sugestivos
ofrecerle la “principesca” suma de 100 mil dólares*1. El reportero aco­ para ilustrar la represión, el inconsciente, los sueños, los actos
ta que Goldwyn pretendía persuadir a Freud de que “fuera a América fallidos, etc. El director, que conoce sus escritos, se entusiasmó,
y les diera un «impulso» a los corazones de esta nación”. por ejemplo, con la comparación que usted hace con el intruso,
La idea era que Freud colaborase en una película sobre el amor, en las C in c o co n feren cia s para ilustrar la represión y la resisten­
en la que desfilarían los grandes amantes de todos los tiempos, co­ cia. La segunda parte deberá presentar un destino humano a la
menzando por Cleopatra y Marco Antonio. A Freud, nos informa Jo­ luz del psicoanálisis, y mostrar cómo se curan los síntomas ner­
nes, “lo divirtió ese ingenioso modo de explotar la asociación entre viosos ...8
psicoanálisis y amor, pero naturalmente no aceptó la propuesta e in­
cluso se negó a recibir a Goldwyn”3. Freud, una hora después de recibir la carta, responde:
Freud estaba cobrando 20, como máximo 25 dólares la hora; ésa
era una oferta que, observa Peter Gay, “no podía rechazar”4, pero lo Estimado amigo:
hizo. El N e w York T im e s publica en primera página: F reu d le dice no
a G o ld w y n 5.. El famoso proyecto no me agrada ... Mi principal objeción es que
Marthe Robert cuenta otro desenlace. Freud no se habría opues­ no me parece posible hacer una presentación plástica mínima­
to a la popularización de sus ideas, y “no le molestaba esa propuesta, mente seria de nuestras abstracciones. No vamos ... a concordar
cuya seriedad, pensó, quedaría garantizada por su firma. Además, las con algo insípido. El Sr. Goldwyn por lo menos era lo suficiente­
arcas de la V e r la g estaban casi vacías y el contrato era muy tenta­ mente inteligente como para atenerse al a sp ecto d e n u estro tem a
dor”. La tentación era tan grande que “aceptó y no tardó en arrepen­ qu e p e r m ite p e r fe c ta m e n te u n a p r e se n ta c ió n p lá s tic a , a sa b e r , el
tirse de su ingenuidad”6. Las conversaciones se interrumpieron. a m o r . El pequeño ejemplo que usted menciona, la presentación
de la represión a través de mi comparación de Worcester, me pa­
rece más ridículo que instructivo ...
*1. “Principesca' relativamente. En el universo de Hollywood, la suma
de 1 0 0 mil dólares no era gran cosa, si pensamos que Marión Brando cobró Su Freud9
un millón por 10 minutos de participación como papá de Superman.

350 351
Y tenía razón. El ejemplo mencionado era el del intruso que sa­ pecialmente en el trabajo de expresión de las sutilezas psicológicas.
can afuera por la puerta y vuelve por la ventana. En realidad, una es­ Esta película nos cautiva desde el primer instante, el suspenso y el
cena típica del cine mudo. Sabemos por Clark que Freud, después de interés humano no disminuyen en momento alguno ... Wemer Krauss
su primera noche en el cine en Nueva York, había quedado irritado interpreta el papel de paciente con maestría’"3 ... Provocó una ova­
con las “locas persecuciones del cine mudo”10. ción”14. El éxito fue bombardeado por E l a cora za d o P o tem k in . La pelí­
Hubo un intercambio de cartas. Abraham escribe: “El trabajo de cula de Eisenstein se estrenó exactamente un mes después de S e c r e ­
la película avanza bien. Sachs se dedica integralmente a él, con mu­ tos d e un a lm a . “El éxito de P o tem k in prácticamente borró del mapa
cho talento; por mi parte, intento dar lo mejor de mí*11. todo lo anterior”15. La imagética marxista triunfó sobre la freudiana.
Pero el tráfico epistolar no es fluido: “Usted sabe, estimado profe­ Jones asistió a la p re m ié r e , pero sólo comenta que la película tu­
sor, que no me agrada realmente volver a discutir este caso de la pelí­ vo una repercusión negativa en la prensa británica; dice que causó
cula. La acusación de aspereza (en su circular) me coloca nuevamente consternación saber que había sido autorizada por el presidente de la
en una situación en la que lamentablemente me he visto muchas ve­ Asociación Psicoanalítica, o sea por Abraham. En la misma línea, en
ces”12. agosto, Freud se quejó de que la compañía cinematográfica, sin su
De hecho, esta polémica sobre la “figurabilidad en el celuloide” consentimiento, estuviera presentando la película como realizada
tiene que ser considerada en el marco más general de las relaciones “con la cooperación de Freud”16. En Nueva York corría la voz de que
entre Viena y Berlín. Estas relaciones estaban bastante tensas desde “cada centímetro del celuloide había sido planeado y examinado por
el Congreso de Salzburgo, del cual, como vimos, había resultado la el Dr. Freud”17. Por otro lado, Sachs, principal responsable del filme a
ruptura con Otto Rank. causa de la enfermedad de Abraham, se quejó de que Storfer hubiera
Tal vez esa riña fue la responsable del malentendido cinemato­ publicado y distribuido un artículo desvalorizador de la película.
gráfico. Porque, ¿cómo es posible que el hombre que describió el tr a ­ Freud consideraba exagerado el punto de vista de Abraham; éste le
ba jo d e l su e ñ o y las condiciones de figurabilidad del proceso primario envió una elaborada exposición de sus críticas y le recordó que su jui­
no reparase en la entrañable afinidad entre la imagen onírica y la cio había demostrado ser correcto en el pasado. Eso irritó a Freud, to­
imagen cinemática? El cine como fábrica de sueños. ¿Cómo es posible, davía susceptible por el pleito anterior. Dijo que .no había razón para
en la misma línea, que Freud no explorase la “isonomía” plástica, en pensar que “el primer analista alemán” estuviese siem p re en lo cierto.
este año de 1925 en que acaba de explorar las posibilidades de la “pi­ La carta terminaba en ese tono, pero con Freud expresando calurosos
zarra mágica”13. deseos por la recuperación de Abraham.
A todo esto, la filmación de la película continuaba de acuerdo con
el cronograma. Georg Wilhelm Pabst, el director, tenía 40 años y ha­ Cosa que no se produjo. Abraham, con todo, siguió escribiendo
bía comenzado su carrera en 1919. Su estilo fue caracterizado como cartas optimistas. Y Fliess entró en la historia. Abraham escribe:
“realismo fantástico social”, de base expresionista, típica de la bri­
llante camada de jóvenes directores alemanes de posguerra, como Debo someterme ... a un tratamiento que concierne a mi nariz y
Fritz Lang y Lubitsch*2. Su última película, L a calle sin a le g r ía , es­ garganta, con Fliess. Si esta carta no fuese tan larga, le contaría
trenada en 1925, marcó la entrada triunfal de Greta Garbo. Pabst es cómo mi enfermedad viene confirmando, de manera extraordina­
un inspirador de la estética del cine de Deleuze. ria, los puntos de vista de Fliess sobre la periodicidad18.
En la noche del estreno de S ecreto s d e un a lm a , la platea del Glo-
ria-Palais aplaudió sin reservas; la reacción de la prensa alemana fue Las vueltas irónicas del destino. Abraham -e l Santo Tomás, el
de una rara unanimidad. El B e r lin er M o r g e n p o st proclama: “El prin­ antisupersticioso, el “sobrio científico” como lo llama Max Schur- y
cipal problema era traducir en imágenes los sueños y visiones fantás­ Fliess19.
ticas ... cosa que el realizador G. W. Pabst concretó con maestría. La carta siguiente retoma el tema:
También aquí se pone de manifiesto la grandeza de su dirección, es­ T

Quizá le interese saber que Fliess, que tuvo noticias de su enfer-

*2. “Pabst es, entre los maestros, el que hace surgir un mundo extraño,
cuyos elementos son tomados de la vida cotidiana ... Lo más importante para *3. Wemer Krauss fue uno de los “monstruos sagrados” del cine alemán.
él era la composición de la imagen” (comentario de Jean Renoir en Patrick Actuó junto con Greta Garbo en La calle sin alegría, pero su más importante
Lacoste, Psicanálise na tela, 1990, Río de Janeiro, Zahar, pág. 20). papel fue el del Doctor Caligari (Psicanálise na tela, op. cit., pág. 66).

352 353
medad hace dos años, me preguntó repetidas veces por el estado voy a partir yo; los otros, espero que mucho después, pero nuestro
de su salud, con el más cálido interés20. trabajo debe continuar ...”28.
Abraham, como vimos, había estudiado embriología antes que
Freud no acusa recibo de esos saludos, y en la circular que envía psiquiatría29. Su trabajo más importante versa sobre los estadios de
a los miembros del Comité comenta que “esta expresión de simpatía desarrollo de la libido30-31. Él hizo más complejo el esquema epigené-
después de 20 años me deja completamente indiferente”21. La misma tico de Freud, desdoblando cada uno de los estadios libidinales. Así
circular se refiere al “problema cinematográfico”, señalando la “grose­ tenemos una fase oral de succión y otra llamada oral-canibalística ,
ría de Abraham22. Sin duda a Freud no le cayó bien la manera elo­ bajo la primacía de los dientes; un estadio anal retentivo y otro expul­
giosa y admirativa con que era recordado Fliess. Su irritación con sivo, antes que advenga una fase genital, pasaje previo al momento
Abraham por la riña con Storfer habría sido, entonces, una reacción fálico final. Este cronograma se complica aún más porque marcha en
desplazada. paralelo con estadios del desarrollo del yo [autoerótico, narcisista y
Para Pentecostés, comenta Jones, Abraham dio conferencias en anaclítico] y estadios del desarrollo de las relaciones de objeto (par­
Holanda y volvió con una grave bronquitis. “La historia que nos con­ cial, total). La secuencia genética de Abraham gozó de mucho presti­
taron*4 en ese momento era que inadvertidamente había tragado una gio hasta los años 50. Luego, lo que se denominó el “estadismo” de
espina de pescado que se incrustó en un bronquio, provocando una in­ Abraham comenzó a ser criticado, incluso por Anna Freud. Ella escri­
fección purulenta.”23 En julio fue a recuperarse a una casa de reposo. be: “La fase oral, por ejemplo, persiste por meses después del estable­
Durante el Congreso de Bad Hombug, en el que tuvo que ejercer la cimiento de la organización anal. Las manifestaciones sádico-anales
presidencia, se lo vio enfermo y bajo la influencia de la morfina, única no desaparecen con el comienzo de la fase fálica. El período de laten-
manera de controlar la tos24. cia está presente uno o dos años, coexistiendo con las tendencias del
La salud de Abraham se deterioró rápidamente en setiembre de período infantil”32. Esa cronología fija no está en la obra de Freud,
1925, y nunca más pudo retomar su práctica psicoanalítica. Jones di­ quien afirma: “Estamos retratando cada una de esas tendencias (se­
ce que Fliess fue “el principal responsable de su tratamiento durante xuales) como una corriente que ha sido continua desde el principio de
la enfermedad final”25. En octubre de 1925, el discípulo aún conti­ la vida, pero que dividimos, hasta cierto punto artificialmente, en su­
nuaba escribiendo cartas optimistas, pero después comenzó a hun­ cesivas embestidas separadas”33.
dirse rápidamente y murió el día de Navidad de ese año. Todo hace Lacan, por su lado, critica toda esta concepción del desarrollo que
pensar que su muerte se debió a un cáncer de pulmón, y que fue ace­ parte de un punto de vista genético, aunque su “estadio del espejo” se
lerada por una operación de vesícula biliar realizada a fines de octu­ presenta como momento fundante.
bre, en el día establecido por los cálculos de Fliess26. Su muerte súbi­
ta y prematura conmovió a la comunidad psicoanalítica. “Su muerte Según Ernest Jones, 1926 fue un “año típico”34, sin grandes in­
es una iniquidad del destino”, comentó Freifd, tomando coraje para tervenciones. ¡Sólo hubo 48 visitas al consultorio de Pichler, una
escribirle a la viuda: “Desde que le mandé el telegrama, al recibir la biopsia, dos cauterizaciones y ensayos con tres prótesis!
noticia de la muerte de su marido, no conseguí escribirle. Era dema­ En febrero Freud sufrió accesos de angina en la calle y fue inter­
siado difícil y esperaba que se volviese más fácil ... Pero me doy nado tres semanas en el Sanatorio Cottage, donde continuó atendien­
cuenta de que postergar fue inútil: resulta tan difícil ahora como lo do a dos pacientes diarios. Desde el sanatorio le envió una extensa
fue antes. No encuentro sustituto para él, ni palabras de consuelo carta a Eitingon que traduce bien su situación física y emocional: “Sí,
para usted”27. con certeza recibiré al Comité, a usted, Ferenczi, Jones y Sachs, a co­
Abraham fue uno de sus grandes muertos, junto con Sophie, su mienzos de mayo. Pretendo interrumpir mi trabajo del 6 al 10 de ma­
nieto y Antón von Freund. En una carta a Jones le abre su corazón: yo para dedicarme exclusivamente a ustedes, mis huéspedes. Algo que
“Quién hubiera pensado, cuando nos encontramos en Harz, que él se­ contribuye a ese encuentro es la idea de que éste bien puede ser el úl­
ría el primero en partir de esta vida irracional. Debemos continuar timo con mis amigos. Digo esto sin animosidad contra el destino, sin
trabajando, manteniéndonos juntos. Nadie puede personalmente sus­ ningún esfuerzo de resignación, sino simplemente como un hecho 35.
tituir su pérdida en el trabajo, aunque nadie es indispensable. Pronto Éste es un tema que reiterará en innumerables cartas: “Es indu­
dable que presento signos de una afección del miocardio que no se
puede tratar simplemente dejando de fumar. Mis médicos dicen que
es sólo algo leve, que pronto habrá una mejoría y cosas semejantes ...
4. ¿Quién la contó? Da la impresión de que la historia de la enfermedad pensando ... que yo me comportaré bien y no atentaré contra las con­
de Abraham está mal contada. venciones establecidas ”36.

354 355
¿Cuáles son esas convenciones? Probablemente el suicidio, ya continentes lo saludaban: desde Rabindranath Tagore de la India
que Freud continúa: “Usted puede imaginar que ante esta conjunción hasta Honorio Delgado del Perú; desde Einstein hasta Salvador Da­
de datos ... no puedo sentirme descontento por mi corazón, ya que la lí, pasando por Romain Rolland, Yvette Gilbert y la Universidad He­
afección cardíaca abre ante mí la perspectiva de un final no muy dila­ brea de Jerusalén, de la cual él era uno de los directores honora­
tado ni demasiado desafortunado”37. rios45. La carta más conmovedora fue la de la viuda de Breuer, a la
“Evidentemente Freud tampoco podía escapar a la diferencia cual respondió como sigue: “Su carta trajo de vuelta, como un rayo,
emocional entre enfermedad cardíaca y enfermedad neoplásica.”38 Ma­ todas las cosas, desde el momento en que, al mirar por la puerta del
les que están en las antípodas de nuestro imaginario. Es interesante consultorio, la vi por primera vez sentada con su hija de unos dos
consignar que el corazón es el único órgano que no acepta al cáncer. años de edad ... todos esos años en que casi pude considerarme como
La muerte cardíaca podía ser un anhelo, pero el estado físico re­ de su familia, y después todos los nuevos acontecimientos en mi vi­
sultante, combinado con el insulto corporal del neoplasma y sus se­ da. Acepte mi agradecimiento más sentido, también en recuerdo del
cuelas, habían minado las energías del viejo. Su estado anímico era pasado”46.
pésimo. Reich, que lo vio en esa época, se espantó ante su “expresión En esa época, Romain Rolland era una estrella de primera mag­
triste, realmente desesperada”39. También a Ferenczi, que lo visitó de nitud. Freud no lo admiraba como maestro o conquistador, pero se
paso por Viena, lo alarmó el estado del Profesor. El húngaro ofreció entusiasmaba con el ideólogo, con el pacifista, con la sabiduría del
quedarse en Viena para analizarlo40. Jones comenta que “Freud que­ hombre. Rolland había ganado el Premio Nobel de la Paz. Predicaba
dó sensibilizado por la oferta...”41. la justicia, la tolerancia, la reconciliación de los pueblos, como lo ates­
Junto a la enfermedad y sufrimiento físicos también estaba fres­ tigua su Jean-Christophe. Ecléctico en la visión presocrática del tér­
co el entierro de Abraham. Súmense a eso sus inminentes setenta mino, él combinaba su pasión por las religiones orientales con, curio­
años. Freud había dejado de frecuentar la Sociedad de Viena desde su samente, una firme aproximación a la Unión Soviética.
gran operación, pero se empeñó en estar presente en la reunión en El asunto comienza con la timidez de los adolescentes: Freud es­
memoria de Abraham. El número siguiente de la Zeitschrift iba a de­ cribe a Monod-Herzen, en 1923:
dicarse a la celebración de su septuagésimo cumpleaños, pero él ins­
truyó a Radó para postergarla en homenaje a la memoria del Primer Ya que usted es amigo de Romain Rolland, puedo pedirle que le
Analista Alemán42. “No se puede celebrar ninguna fiesta hasta tanto transmita la respetuosa admiración de un desconocido47.
no se cumpla con el deber del duelo.”43
Por otra parte, su cardiólogo, que había diagnosticado una mio­ Así se inicia la historia de un conmovedor correo sentimental.
carditis, le recomendó que dejara de trabajar por un tiempo, pero Después de algunas cartas, los dos hombres deciden encontrarse; Ste-
Freud decidió continuar con un régimen moderado de pacientes. De­ fan Zweig los pone en contacto. “En Viena, hacia las nueve horas de
seaba seguir tratando a Marie Bonaparte, mientras ella estuviese en un jueves de mayo de 1924, Freud y Rolland saborearon un té chino y
Viena. bombones.”48
Freud venía de su primera operación y su francés, que nunca fue
Notas de Pichler V bueno, necesitaba la traducción de Stefan Zweig. Hablaron de El al­
ma encantada, la última novela de Romain que Freud había leído con
Desde la última consulta, el paciente fue atendido dos veces por placer. La colección de antigüedades llamó la atención del visitante,
el Dr. Wolf a raíz de un absceso paradentario en el primer pre­ quien luego le hará un comentario a un amigo sobre ese “departa­
molar inferior izquierdo. Gran mejoría después del curetaje. Co­ mento lleno de pequeños dioses, de millares de monstruos en minia­
mo el ápice puede ser alcanzado por el escarificador y el paciente tura, fetiches, proyecciones alucinadas de los sueños religiosos y eró­
está por ausentarse de Viena, el diente fue extraído con los dedos ticos de las razas humanas”49.
y sustituido por gutapercha blanca, en una reproducción de la Encuentro memorable, en el que Freud instaura a Romain Ro­
prótesis. lland en el lugar fliessiano de su analista imaginario50: “Cuando es­
toy solo en mi gabinete de trabajo, a menudo pienso en la hora en que
En cuanto a los 70 años, además del peso implícito de la edad, usted nos hizo el regalo de su presencia, a mí y a mi hija, y mi imagi­
las conmemoraciones lo incomodaban. No estaba para fiestas. Por nación lo pone de nuevo en la silla roja ...”51.
un momento pensó en escapar, enclaustrándose en una clínica, “pe­ Los confites van:
ro concluyó que eso sería demasiado cobarde e indelicado con quie­
nes le deseaban bien”44. Llovieron telegramas y cartas. Los cinco ¡Hombre inolvidable -escribe Freud- que volaste a tales alturas

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enfrentando tantas dificultades y sufrimientos! Que lo reveren­ En el día de su aniversario, el 6 de mayo, los discípulos se reunie­
cien como artista y apóstol del amor entre los hombres ...52 ron en la sala de espera de Berggasse 19 y le entregaron 30.000 marcos
(4.200 dólares) reunidos entre los miembros de la Asociación. Él desti­
Y vuelven: nó las cuatro quintas partes a la V e r la g , y un quinto a la Clínica de
Viena. Ernest Jones, que estaba presente, recuerda que en el discurso
¡Que por mucho tiempo todavía -responde Romain Rolland- pue­ de despedida, Freud hizo un llamado para que “diésemos testimonio
da la luz de su espíritu atravesar la noche de la vida ! 5 3 frente a la posteridad de los buenos amigos que él tuvo”59. La parte
más enfática, empero, fue su alerta para que “no nos ilusionemos por
¿De qué amor se trata? Rolland es diez años menor y tiene la ce­ los éxitos aparentes, en la confrontación con las fuerzas de la oposición
lebridad mundana de su lado. Antiguos sentimientos, antes suscita­ que aún no han sido superadas”60. Al día siguiente tuvo lugar la anun­
dos por Fleischl o por el propio Jung, despiertan ahora ante el padre ciada sesión con todo el Comité. Duró siete horas y media. Ésa fue la
de Juan Cristóbal. No todo son rosas en la correspondencia. Después última vez que Freud se reunió con los Señores del Anillo en pleno.
de leer E l p o r v e n i r d e u n a i l u s i ó n , Romain Rolland le reprocha a La “fuerzas de la oposición”, en efecto, subsistían. El mundo aca­
Freud que no haya basado la vivencia religiosa en lo que él denomina démico de Viena ignoró por completo las celebraciones, y poco des­
“sentimiento oceánico”, expresión tomada de los místicos hindúes. pués hubo una ola de reacción negativa, en parte atribuida a la reper­
Ese sentimiento para él es “completamente independiente de todo cusión de la acción judicial promovida contra Theodor Reik, acusado
dogma, de todo credo, de toda Iglesia constituida, de todo libro santo, de “charlatanismo”61. Era el primer ataque dirigido contra un analis­
de toda esperanza de sobrevida personal, etc.; se trata de la sensación ta no médico, que planteó la importante cuestión del análisis lego.
simple y directa de lo E te r n o ...”54. Freud no se siente cómodo en ese
frente. Más tarde escribirá en E l m a le sta r en la c u ltu ra : “Las opinio­ La cuestión del análisis lego como causa, como síntoma de la ins-
nes expresadas por un amigo muy admirado ... me causaron bastan­ titucionalización del psicoanálisis, merece especial atención. Polémi­
tes dificultades. Yo no puedo descubrir ese sentimiento «oceánico» en ca en la encrucijada de la década del 20. La prehistoria de este pro­
mí. No es fácil lidiar científicamente con sentimientos”55. Freud cree blema es antigua, él viene en la cola del cometa llamado hipnotismo.
que tal sentimiento se basa en un deseo infantil de protección pater­ Hagamos historia.
na y, de hecho, le reprocha a Romain Rolland que sea junguiano. Po­ En agosto de 1889, después de su visita a Nancy, Freud viajó a
demos considerar el primer capítulo de E l m a le s ta r . .. como una carta París para asistir al P r im e r C o n g r e so In te r n a c io n a l d e H ip n o t is m o
abierta a su amigo francés. Si bien Freud no experimentaba el senti­ E x p e r im e n ta l y T era p éu tico , que tuvo lugar en agosto de ese año. En­
miento oceánico, podía, “por lo menos, otorgarle, un estatuto metapsi- tre los inscriptos figuraban grandes pesos pesados del universo psi:
cológico”56. Era un retorno al estado de fusión del yo primitivo del be­ Babinski, Bernheim, Binet, Delboeuf, Forel, Gilíes de la Tourette,
bé, un retorno a la simbiosis primordial con la madre. William James, Lombroso, Van Emden, además del propio Freud.
m Se puede conjeturar, empero, que hubo un cierto malestar entre Ésa fue la primera vez que Freud, para dar una nota frívola, conoció
el “animal terrestre y su amigo oceánico”57, según el sugestivo título a Yvette Gilbert, la ch a n son iére “irrespetuosa”62.
del ensayo de Fisher. Freud demoró dos años en enviar el libro a su Dos grandes polémicas dominaron ese congreso de fuertes pasio­
amigo. Luego hubo un silencio de cinco años, hasta que Freud, en nes. La primera, más previsible, planteaba la vieja historia del esta­
ocasión de los 70 años de Romain Rolland, escribe la famosa carta en tuto de la histeria, y podría resumirse como sigue: la hipnosis ¿era
la que le confía el episodio de la Acrópolis. Carta que va derivando, una forma artificial de histeria (Salpétriére), o un legítimo método te­
en sus asociaciones libres, a la manera de una sesión psicoanalítica. rapéutico (Nancy)? La segunda polémica -sutilmente relacionada con
Se puede decir que, en ese verdadero texto fundamental, Freud da la primera- “fue más marginal y rápidamente ocultada por un voto
término al autoanálisis que había iniciado con Fliess. casi unánime de los participantes”63.
Se refería al estatuto del hipnotizador. ¿Quién estaba legitimado
Volviendo a los setenta años de Freud, todos los periódicos de para practicar el hipnotismo? Paul-Louis Ladame, de la escuela de la
Viena y la mayoría de la prensa alemana publicaron artículos espe­ Salpétriére, sostenía que era un asunto puramente médico, un recur­
ciales. El alcalde de Viena le entregó personalmente el diploma de so más de la panoplia terapéutica. Su oponente, Joseph Delboeuf,
B ü r g e r r e c h t de la ciudad y el periódico de la B’nai B’rith publicó un profesor de la Universidad de Lieja, sostuvo que no existía ningún
número de homenaje. Freud comentó: “Me considero uno de los más ra p p ort entre la medicina y el hipnotismo, del mismo modo que no lo
peligrosos enemigos de la religión, pero ellos no parecen tener la me­ había “entre la geometría y la religión, ni entre la física y la música
nor sospecha al respecto”58. ... aunque lo ideal sea un hipnotizador médico”64. En 1889 (acababa

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de fundarse el Instituto Pasteur), el poder médico estaba en su apo­
después de afanarse subiendo los cuatro pisos a pie, apareció inespe­
geo, y la posición de ese teórico del hipnotismo que era Delboeuf fue
violentamente rechazada. radamente en mi departamento en Berlín. Yo acababa de casarme y
¿Dónde se ubicaba Freud en este debate? era tan pobre como sólo un estudiante de filosofía puede serlo. Freud
me trajo la noticia de que la Sociedad Psicoanalítica había resuelto
Es una pena que en la correspondencia con Fliess haya una lagu­
concederme el premio establecido para el mejor trabajo psicoanalítico
na que va desde el 29 de agosto de 1888 hasta el 21 de julio de 1890.
en el campo del análisis aplicado. Parecía un cuento de hadas, y el
Se pensaba que Freud había favorecido las ideas de la escuela de la
hecho más milagroso era la sonrisa de Freud; claramente se veía que
Salpétriére, tomando partido por Ladame y apoyando la limitación de
la hipnosis para los médicos65. Desde hace poco, empero, gracias a lo hacía feliz entregarme la suma de dinero que no era muy grande,
Duyckaerts, sabemos que hubo entre Delboeuf y Freud un intercam­ pero que para mí representaba una fortuna”70.
La denuncia se produjo a comienzos de 1925, cuando funciona­
bio de cartas en el cual el vienés le agradeció al hipnotizador de Lieja
rios municipales, aparentemente alertados por Wilhelm Stekel, acu­
que lo hubiera “estimulado en la práctica de la hipnosis”66. Delboeuf,
saron a Theodor Reik de ejercicio ilegal de la medicina71. Se le ordenó
hoy olvidado, tenía gran renombre en la época. Con este precedente
nos aproximamos a la cuestión del psicoanálisis lego tal como surgió que interrumpiera los análisis”72.
en 1925. Reik continuó, y al año siguiente fue denunciado por un paciente
norteamericano, llamado Newton Murphy, un médico que había ido a
Antes de la Primera Guerra Mundial los psicoanalistas no médi­
Viena para analizarse con el Profesor. Como no tenía hora libre, él lo
cos eran escasos. Según Marthe Rohert67 no estaban más que el pas­
envió a Theodor Reik, con quien Murphy trabajó algunas semanas.
tor Pfister y la pedagoga Hermine Hug-Hellmuth, que se dedicaban
En ese lapso desarrolló una psicosis, en un caso dramático de transfe­
exclusivamente al “paidoanálisis”*5. Inmediatamente después de la
guerra Melanie Klein inició su brillante carrera de analista de niños, rencia enfermiza73.
El llamado “proceso” a Theodor Reik (en realidad no hubo proce­
y Rank comenzó a realizar clínica. Anna Freud, otro tanto. Poco a po­
samiento judicial) tuvo lugar en un momento en que el psicoanálisis,
co se sumaron otros analistas no médicos y el tema del análisis lego
pasó a ser importante dentro y fuera de la institución68. entrando en una ola expansiva, amenazaba a sus rivales en un mer­
cado sofocado por la crisis económica74. La Asociación de Analistas
Médicos Independientes, fundada y dirigida por Stekel, lanzó reitera­
Theodor Reik todavía no tenía 22 años en 1910, cuando escribió
dos ataques a la Sociedad Psicoanalítica de Viena, particularmente
su tesis de doctorado de filosofía sobre Las tentaciones de San Anto­
en torno de la cuestión de los analistas no médicos. En una conferen­
nio, de Flaubert. Le envió el manuscrito a Freud, que quedó intriga­
cia titulada El caso Hug-Hellmuth y el análisis profano, Stekel fue in­
do y le dio cita en Berggasse 19. Reik, como Rank un lustro antes,
cisivo: “Sólo un médico es capaz de hacer un diagnóstico diferencial
nunca olvidó esa ocasión. Mientras subía las escaleras rumbo al con­
entre la parapatía y la paralogía. El caso Hug-Hellmuth debe alertar­
sultorio -recordaría treinta años después- “me sentía como una
doncella yendo a un encuentro amoroso, a tal punto que me latía el nos sobre los peligros del análisis lego”75.
corazón”69. El malestar por la cuestión lega, en efecto, se remonta al “caso
Hug-Hellmuth”. También pesaba el suicidio de Tausk. Stekel, perso­
Reik fue la “víctima” de la cuestión lega. Había pensado estudiar
naje funesto en este momento de su historia, advierte: “¿No llama la
medicina como paso previo a su derrotero psicoanalítico. Freud, como
atención que tantos analistas hayan puesto fin a sus vidas? Hombres
en tantos otros casos, lo disuadió. “Él tenía otros planes para mí. Me
de gran talento, hombres geniales, con grandes esperanzas para el fu­
alentó a que dedicase mi vida al psicoanálisis y a la investigación psi­
turo... Me contentaré con mencionar a los vieneses Tausk, Schrótter
coanalítica.” Y así lo hizo. Pero Freud no se contentó con dar el conse­
y Herbert Silberer”76.
jo. Nuevamente, como en el caso de Rank, le consiguió un empleo y,
En la cuestión lega todas mis simpatías acompañan a Freud, sin
durante años, le pasó una cierta suma de dinero, porque Reik era un
reservas. Él batalló con lucidez, sosteniendo una posición teóricamen­
joven paupérrimo. Finalmente lo presentó a la Sociedad Psicoanalíti-
te correcta, golpeando por encima de la cintura. Fue una lucha desin­
ca de Viena y, en 1914, en la hora de las trincheras, le consiguió una
teresada, aunque desease legitimar a su hija. Su respuesta central se
hora con Abraham. ^Todavía puedo ver su sonrisa cuando cierto día,
concretó en ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (Laienanalyse)77. Pe­
queño libro singular, escrito en un mes al correr de la pluma. Por su
contenido teórico, estipula la especificidad del campo psicoanalítico,
pero también puede ser considerado un panfleto dirigido al exterior,
*5. Es posible que hubiera otros “analistas legos” clandestinos, a la ma al Consejo Médico, y al interior, como disparador de la discusión den­
ñera, por ejemplo, de Emma Eckstein, y sin dudas, Lou Andreas-Salomé.
tro de la IPA78. Lejos de ser una obra de popularización (se la inter-
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pretó así, erróneamente), “la cuestión del análisis lego es la cuestión no cabe duda de que los médicos están mejor preparados que los le­
misma del análisis”79. gos, ya que un paciente afectado de neurosis puede padecer también
Freud optó por el género del diálogo, forma literaria que se pres­ de otras patologías.”86 A veces la “neurosis” enmascara una grave psi­
ta para una exposición informal6. Queda claro en el subtítulo: “Con­ cosis o un daño neurológico.
versación con un interlocutor imparcial”. “La batalla en favor del análisis lego debe emprenderse en algún
¿Quién era ese interlocutor? Dos son los posibles candidatos: Al- momento y librarse hasta el final. Mientras tenga un soplo de vida,
fred Durig, presidente del Consejo de Salud Pública de Viena, y Ju- me opondré a que la medicina degluta el psicoanálisis.”87 En una car­
lius Tandler, secretario del Ministerio de la Salud. Para Karl Sa- ta a Pfister va aún más lejos: “No sé si ha percibido el vínculo secreto
blik80, es más probable que fuese este último, opositor benévolo de entre análisis lego y [el porvenir de una] ilusión. En el primero deseo
Freud, que lo llamaba cariñosamente “viejo salvaje”81. en aquel proteger al análisis contra los médicos, y en el segundo con­
En 1990 apareció una carta inédita de Freud que expresa de la tra los sacerdotes. Querría entregarlo a una profesión inexistente
manera más simple y didáctica el punto central de la cuestión. Esta hasta ahora, una profesión de curadores legos de almas, que no tiene
carta sin fecha ni nombre del destinatario probablemente fue dirigida nada que ver con médicos ni con sacerdotes”88.
a Tandler. “¿Qué es lo que hay que llamar laico o profano en materia Freud, como Feuerbach, prefería considerarse un “investigador
del psicoanálisis? -se pregunta Freud-. Soy de la opinión de que intelectual de la naturaleza”89, a lo cual sumaba la necesidad de un
[esas palabras] se aplican a quien no tiene una formación teórica y programa epistemológico y político autónomo90.
técnica suficiente en psicoanálisis, independientemente de que posea Para Freud la medicina no es el tabernáculo del psicoanálisis. El
o no un diploma médico. Los médicos que no estudiaron psicoanálisis sueña con una Universidad Psicoanalítica en la que los estudiantes
en nada se diferencian de los legos, siendo todavía más peligrosos recibirían una formación humanista además de estudiar biología y
porque no se sienten responsables, escudados tras el diploma.”82 psiquiatría. Eso era -y todavía es- una empresa utópica. Freud insis­
En ¿Pueden los legos...? Freud sostiene que los médicos no tienen te en la especificidad de la práctica psicoanalítica, que define un nue­
motivos históricos para considerarse los únicos que pueden tratar las vo territorio, fronterizo tal vez, pero independiente de la medicina. De
perturbaciones neuróticas. En la Universidad, el futuro profesional hecho, Bemfeld, unos años antes, en 1919, había propuesto la forma­
recibe una enseñanza “que es casi la opuesta de la que se necesita pa­ ción de una sociedad de no médicos, afiliada a la Sociedad de Viena.
ra la formación psicoanalítica, particularmente si se considera que la El proyecto, respaldado por Ferenczi, no prosperó cuando fue pro­
educación médica establece una actitud nociva en relación con las puesto en el Congreso de Bad Hombug, en 1925. Hablando de uto­
neurosis”83. pías, el movimiento surrealista, al final de la década del 20, tenía una
En efecto, en el prólogo al libro pedagógico de Pfister, Freud ha­ postura todavía más radical en lo que concierne al análisis profano: el
bía escrito: La práctica del psicoanálisis tiene mucho menos necesi­ objetivo surrealista no era sólo conceder a los no médicos el derecho
dad de formación médica que de una preparación educativa en psico­ de hacer clínica, sino operar un corte radical entre el psicoanálisis y
logía y libre percepción humana. La mayoría de los médicos no están los preceptos médicos*7.
preparados para el trabajo del psicoanálisis”84. En su libro, para darle fuerza autobiográfica a su posición huma­
Arrastrar a los analistas a los tribunales era una arma más efi­ nista, Freud declara: “Ya que mi persona está comprometida, puedo
caz que las viejas calumnias. Freud le escribe a Eitingon: “El movi­ ofrecer a todos los interesados en tales asuntos una cierta idea de mis
miento contra los analistas legos no me parece más que un residuo de motivos personales. Después de 41 años de actividad médica, mi au-
la vieja resistencia contra el psicoanálisis en general. Considero todo toconocimiento me dice que nunca fui realmente un médico. Me formé
este movimiento como una expresión de la ira de los vieneses ante el como médico por un desvío forzado de mi intención original ... Pienso
benévolo interés suscitado en el exterior por mi septuagésimo aniver­ que mi falta de una auténtica vocación médica no perjudicó mucho a
sario. Por eso me siento parcialmente responsable”85. mis pacientes”91.
En Laienanalyse Freud toma en cuenta la problemática del diag­
nóstico, que sólo un médico puede realizar. “En cuanto al diagnóstico,
¥7. El tema “enseñar psicoanálisis en la Universidad” es un hueso duro
de roer. Laplanche le dedica una serie de reflexiones a lo largo de El incons­
ciente y el ello, donde plantea el problema del análisis personal obligatorio,
*6. Aquí Freud retoma con toda soltura el “estilo retórico” que Patrick que implicaría, “simplemente el fin del análisis como proceso independiente,
Mahony analizó en el historial de Katharina (Patrick Mahony, Sobre a defi­ atópico, no normativo” (Jean Laplanche, O inconsciente e o id, 1992, San Pa­
nido do estilo de Freud, 1986, Río de Janeiro, Imago, pág. 47). blo, Martins Fontes, pág. 2).

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En los años 20 los analistas tenían que manejarse cuidadosa­ ra americana, comenzando por el time is money: “No se comprende
mente con las instituciones médicas y psiquiátricas. Además, las So­ que intenten constantemente convertir el tiempo en dinero con tanta
ciedades Analíticas estaban volviéndose corporaciones respetables. prisa”96. A esto se suma inescrupulosidad y deficiencia intelectual, ya
Los alumnos extranjeros, al volver a sus países de origen para hacer que “los buenos libros en inglés son demasiado difíciles para ellos, y
clínica, pensaban en las ventajas económicas del orden establecido. los alemanes, inaccesibles”97. Todavía peor: “Algunos de ellos, des­
“En esa empresa, los analistas laicos eran vistos como intrusos ...”92 pués de haber llevado durante años una vida de pirata, amasando
Las nuevas camadas querían ser cualquier cosa menos “curanderos fortunas, finalmente vienen a Europa, por escrúpulos de conciencia, a
laicos de almas*. fin de legitimar su relación con el psicoanálisis ...”98.
La campaña de Freud en pro de la apertura del psicoanálisis A. A. Brill es el mayor pirata yanqui99. Su posición contra los le­
nunca fue un punto pacífico para la grey. La cuestión se volvió alta­ gos ya se había puesto de manifiesto en 1921, cuando subrayó que el
mente contenciosa, generó debates inconciliables en las revistas psicoanálisis lamentablemente había “atraído a muchos charlatanes
psicoanalíticas y soluciones contemporizadoras en los congresos. El li­ y curanderos que en él encuentran un medio para explotarla las cla­
tigio comenzó en el encuentro de La Haya, en 1920, y fue particular­ ses ignorantes, prometiendo curar todas las enfermedades”. Y agre­
mente virulento en el Congreso de Innsbruck, en 1927. La mayoría de gaba: “Como yo me siento un tanto responsable por el psicoanálisis
los institutos pasaron a exigir el título de médico. Ésta fue la única en este país, quiero simplemente decir que, en la medida en que el
cuestión en que “los psicoanalistas que endiosaban a Freud y apela­ psicoanálisis es un descubrimiento en la ciencia mental tan maravi­
ban a sus textos como Biblia sagrada, desconocieron su voluntad y se lloso como, digamos, los rayos X en cirugía, sólo puede ser utilizado
arriesgaron a contrariarlo*93. por personas formadas en anatomía y patología”100.
A. A. Brill estaba hablando por esa mayoría: “Hace mucho, mu­ Allí está el problema. Un psicoanalista no es un radiólogo . En
cho tiempo, que aprendí a aceptar lo que el maestro dice incluso an­ realidad, la cuestión lega era el epifenómeno, crucial en esa coyuntu­
tes de convencerme por mí mismo, ya que la experiencia me enseñó ra, de una problemática más vasta que tiene que ver con esa extraña
que, toda vez que juzgaba que una afirmación era incorrecta, luego nueva profesión de “analista”. Tras la cuestión lega, estaban en jue­
descubría que estaba equivocado. Por otra parte, durante muchos go posiciones más profundas, que tenían que ver, en última instan­
años he intentado concordar con el Maestro sobre la cuestión del aná­ cia, con el lugar del psicoanálisis en el espectro de las ciencias del
lisis lego, pero no he sido capaz de aceptar su opinión*94. hombre. Durante toda su vida Freud afirmó que lo que él había des­
La cuestión laica se convirtió en una batalla en el seno de la Cau­ cubierto y el aparato teórico concomitante tenían un espectro de
sa en el Congreso de Bad Hombug, en 1925. En esa ocasión se afilia­ aplicación extremadamente amplio, que articulaba la totalidad de
ron cinco sociedades norteamericanas. Las nuevas fuerzas de ultra­ las ciencias sociales en una red en expansión. Mito, folclore, arte,
mar, masivamente antilegas, comenzaron a tener un peso político historia, pedagogía, hasta los gambitos de ajedrez eran grano para
considerable. Al año siguiente el estado de Nueva York declaró ilegal su molino. “Todas esas infinitas potencialidades se perderían si el
el ejercicio del análisis lego. Antes, Brill ya había anunciado su deter­ psicoanálisis acaba por quedar confinado a una pequeña sección del
minación de romper relaciones con Viena. Se comprende entonces capítulo sobre terapias de un manual de psiquiatría, al lado de la su­
que, cuando un paciente le pidió a Freud que lo recomendara al Co­ gestión hipnótica, la hidroterapia, etc. Eso podría ocurrir si el psi­
mité Psicoanalítico de la Sociedad de Nueva York, el Profesor le dijo: coanálisis pasara a encararse como una rama de la clínica médi­
Usted tal vez no sepa que yo no tengo ni una mínima influencia so­ ca.”101
bre el grupo norteamericano*95. En cierto sentido, el psicoanálisis es inclasificable e incalificable.
Como era de esperar, Freud descubrió que los verdaderos villa­ Coincido con Lacan*10 en que quien puede autorizar a una persona
nos de la historia eran los norteamericanos. Él siempre criticó the
American way o f life. Tal vez las púas más envenenadas aparezcan
en algunos párrafos del Posfacio de 1930, que Eitingon consideró pru­
dente censurar*8. Allí Freud enumera varios de los vicios de la cultu­ *9. Por cierto, un psicoanalista no es un radiólogo, pero Brill no era un
médico común, como su historia lo demuestra. Entre 1908 y 1910, él fue el
único analista de la ciudad de Nueva York -en verdad, de todo el país—. En
1911 fundó la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York. Desde el comienzo fue
8. Este texto fue descubierto por Use Grubrich-Simitis y publicado en el jefe incuestionable del movimiento en los Estados Unidos, donde reinará
Zurück zu Freuds Texten, 1993, Francfort del Meno, Fisher Verlag, págs. hasta su muerte, en 1948, ayudado por Jones y la IPA.
225*9« *10. Con todo, hay que observar que Laienanalyse es un libro poco cita-

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con edad para votar, docta o profana, hombre o mujer, homo o hetero­ dosa. Hizo concesiones tácticas significativas; acordó que la Sociedad
sexual, para ser analista, es ella misma. La naturaleza íntima del de Nueva York admitiría a algunos no médicos en sus filas105. “Estoy
“procedimiento” se opone a los reglamentos institucionales. Ésa es su muy contento -le escribió Freud a Jones en esa época- porque el con­
fuerza y su flaqueza. greso transcurrió de manera tan satisfactoria.”106
Los analistas reunidos en Bad Hombug fundaron una comisión Coincidentemente, Jones y Eitingon, o sea las nuevas eminencias
internacional para fijar los criterios de admisión a los institutos psi- grises, programaron “una discusión preliminar sobre la forma de los
coanalíticos. Nace el análisis didáctico, la exigencia del análisis per­ trabajos publicados en el International Journal y en la Zeitschrift, ór­
sonal, además de seminarios y supervisiones. “La práctica del psicoa­ ganos de esa Asociación107”. Se publicaron veintiocho de esos traba­
nálisis con finalidad terapéutica -decían los estatutos de la sociedad jos, incluso dos epílogos de Freud y Eitingon108. El resultado fue ad­
neoyorquina, ratificados en 1926- deberá limitarse a médicos gradua­ verso a la causa laica. El Profesor no consiguió mantener alineadas ni
dos por escuelas médicas reconocidas, que hayan tenido formación es­ siquiera a sus propias tropas locales. Varios antiguos adeptos deser­
pecial en psiquiatría y psicoanálisis y se conformen a los requisitos de taron. Eduard Hitschmann, patricio de la antigua guardia, un cama-
las leyes a las cuales están sujetos.”102 rada de la clase 1905, dijo claramente: “Doy mi firme adhesión a la
Después del Congreso de Bad Hombug, los ánimos se caldearon norma legal establecida por el Ministerio de Salud, de que el psicoa­
aún más. Ln 1928 Freud le dijo a Raymond de Saussure que los nor­ nálisis es un asunto de médicos”109. Isidor Sadger, pionero en la no­
teamericanos habían instituido una Doctrina Monroe que impediría a ción de narcisismo, no fue menos categórico: “Sostengo sólidamente y
los europeos cualquier injerencia en sus asuntos103. por principio la opinión de que las personas enfermas deben ser tra­
A fin de comprender mejor la batalla entre las márgenes del tadas exclusivamente por médicos, y que cualquier análisis [lego] de
Atlántico conviene partir del hecho de que en los Estados Unidos la esas personas debe ser evitado”110, *12. Ni siquiera el escurridizo Félix
tradición psiquiátrica es menos fuerte que en Europa. El universo Deutsch hizo más que ocultar su opinión de que el “asunto de la cura
“psi” americano no comparte conceptos arraigados en el Viejo Mundo, era un problema del médico”111. Su mujer, Helene, estaba en el otro
como el de degeneración o las taras lombrosianas. Los yanquis con­ bando.
servan la idea de que cualquier terapéutica del alma debe formar Entre las dos líneas en debate, en su contribución al simposio,
parte del campo de la medicina, pero su concepción del saber médico Jones se posicionó más cerca de la causa de los médicos que lo que
es, desde el comienzo, más dinámica y alejada de cualquier configura- consta en su biografía oficial. Inició su declaración de una manera
ción hereditaria. La visión norteamericana, como luego veremos, pri­ mordaz: “En los primeros tiempos, cuando el psicoanálisis todavía te­
vilegia el yo en detrimento del inconsciente, en la medida en qué en­ nía que luchar por su propia sobrevivencia, uno no podía darse el lujo
cuentra en la doctrina freudiana los medios de adaptar al sujeto a de ser selectivo, «ya que los mendigos no pueden ser remilgados»
una sociedad sin los vicios decadentes de la vieja Europa104. [beggars are not choosers]. Cualquiera era bienvenido, si estaba dis­
El riesgo de una escisión era real. Jones estaba convencido de puesto a luchar de nuestro lado”112. B
que su acto institucional más importante fue mediar entre Nueva Para Jones, el título de médico representaba una “garantía’ , ya
York y Viena, tarea ingrata que le valió la animosidad de Freud y de que “no podía concebir ninguna formación previa que pudiese consti­
Bnll. A esta gestión diplomática él le dedica todo un capítulo (el IX) tuir una protección mayor contra ... los desvíos posibles en relación
del tercer volumen de su biografía**11. con las formas del pensamiento materialista 113. Además, la medica-
Freud llegó a preguntarse si no sería razonable separarse pacífi­ lización del psicoanálisis lo hacía más respetable -el psicoanálisis se
camente de los analistas norteamericanos, y no ceder en su defensa vería protegido por las reglas deontológicas hipocráticas.
del análisis lego. A estas alturas, empero, Brill desplegó cualidades Freud tenía sus defensores entre los participantes del simposio:
de estadista; no quería llevar a sus colegas a una independencia du­ varios psicoanalistas ingleses —John Rickmann y Edward Glover, en
particular, y ni qué decir los Strachey—no veían nada objetable en la
realización de análisis por terapeutas no médicos, siempre que se
mantuviese la terapia “claramente diferenciada del diagnóstico”
En Inglaterra prosperaban los analistas legos y cerca del 40 por cien­
do por Lacan, quien, además, tenía una sala de espera atestada de pacientes to de los miembros de la Asociación eran no médicos115. En la trinche-
típico maltrato de los médicos.
*11. La compleja actitud de Jones ante el “problema lego” ha sido bien
estudiada por Claude Girard en “Positions de Emest Jones et de la API de-
vant l’analyse «profane»”, Reuue Internationale d’Histoire de la Psychanalv-
se, 1990, III, págs. 105-27. J y *12 Curioso, él fue el analista de Hug-Hellmuth.1
¡ .

366 367
ra del Profesor también estaba la Sociedad Psicoanalítica Húngara, ¿Cuál fue el rastro y el resto de esa feroz batalla por la posesión
la cual, con disciplina partidaria, afirmaba que el análisis laico, “con­ del psicoanálisis? La medicina perdió, la batalla fue ganada por la
forme el libro de Freud lo demuestra teóricamente, no sólo está justi­ psicología y su ejército de psicólogas. Nunca una cátedra tuvo taniapa
ficado sino que también es deseable para el progreso de nuestra cien­ fuerza explosiva de crecimiento. En París, pero* también en Nuéva
cia”116. Los húngaros, comandados por Ferenczi, fueron los primeros York, en Buenos Aires, los psicólogos entraron en la vida universita­
en destacar que “el análisis personal debe representar lo esencial de ria en número creciente y democratizaron el psicoanálisis. Hasta, ese
la formación”117. entonces, la transmisión del pensamiento freudiano corría por cana:
La talentosa joven guardia, encabezada por Reik y Nunberg, y les elitistas. En adelante el saber se masifica, para mortificación de
por supuesto Anna Freud, estaba a favor de la apertura lega. “Tengo quienes lamentan una posible caída de la calidad. La vida se nos pre­
la impresión -insiste Hermann Nunberg- de que la resistencia a la senta como una espiral siempre conflictiva, y podemos decir que el
práctica del psicoanálisis por laicos no siempre se basa en considera­ psicoanálisis, como el héroe de las historietas, se zafó de las garras de
ciones puramente teóricas. Me parece que otros motivos, como el los médicos y del óleo santo de los curas, para caer en el subyugante
prestigio médico y razones de naturaleza económica, desempeñan un abrazo amigable de las psicólogas.
papel. En nuestras filas, como en otras partes, la lucha económica en­
cuentra su ideología.”118 Con bastante ironía, Nunberg agrega que si
el espíritu de sacrificio del médico es tan importante, “una enfermera
religiosa obtendría el primer premio”119. Reich es el único de la joven NOTAS
guardia que se inclina por la medicina. Apasionado por cuestiones
energéticas, consideraba indispensable la formación médica, en lo po­
1. Emest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
sible pasando por una especialización neurofisiológica. “¿Por qué el
ro, Imago, III, pág. 120.
prejuicio somático -se preguntaba- sería más dañino que el prejuicio 2. New York Times, artículo del 21 de diciembre de 1924.
filosófico?”120 3. Emest Jones, op. cit., III, pág. 125.
Ésa era la temática en los tiempos en que fue escrito ¿Pueden los 4. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
legos...? El debate eclipsaba un tema viejo y un tema nuevo, ambos Companhia das Letras, pág. 414.
candentes. El viejo era el problema Rank, que se arrastraba desde el 5. New York Times, 24 de enero de 1925.
año del cáncer de Freud. El nuevo, la disputa entre Anna Freud y 6. M. Robert, La revolución psicoanalítica, 1978, México, Fondo Nacio­
Melanie Klein. nal de Cultura, pág. 434.
Considero que en esta batalla de los curanderos de almas pesó 7. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 115.
mucho el hecho de que Freud estuviera ausente, desde 1924, de la 8. Carta de Abraham a Freud del 7 de julio de 1925, Hilde Abraham y
arena de los congresos, ya que se reunió por última vez con el Comité Emst Freud, A Psychoanalytic Dialogue: the Letters of Sigmund Freud and
en 1926. Su peso político menguaba junto con su salud declinante. El Karl Abraham, 1907 1926, 1965, Nueva York, Basic Books, pág. 362.
9. Carta de Freud a Abraham del 9 de junio de 1925, ibíd., pág. 365.
Freud de posguerra, digamos el del Congreso de La Haya, nunca ha­ 10. Ronald Clark, Freud, el hombre y su causa, 1985, Buenos Aires, Pla­
bría tenido esa rebelión en la granja. neta.
Anna Freud fue al Congreso de Oxford, en 1929, como paladín de 11. Hilde Abraham y Emst Freud, op. cit., pág. 392.
su padre, con la retaguardia cubierta por la princesa Marie Bonapar- 12. Carta de Abraham a Freud del 27 de octubre de 1925, ibíd., pág. 398.
te. Su papel pacificador resultó exitoso. Llevaba una carta paterna 13. SE, XIX, págs. 228-233.
para leer protocolarmente en el quincuagésimo cumpleaños de Emest 14. Patrick Lacoste, Psicanálise na tela, 1990, Río de Janeiro, Zahar,
Jones, la víspera del congreso, en la sala de recepción del Queen pág. 60.
Anns College, bajo la mirada vetusta de un par de magníficos Dure- 15. Siegfried Kracauer, De Caligari a Hitler, 1988, Río de Janeiro, Zahar.
ros. Freud le aconsejó a su hija que no se tomara en serio el “congreso 16. Emest Jones, op. cit., III, pág. 125.
entero”. “Trata a Oxford como una aventura interesante, y de cual­ 17. Revista Time, 27 de octubre de 1925.
quier manera felicítate por no haberte casado con Jones.”121 18. Carta de Abraham a Freud del 8 de setiembre de 1925, Hilde Abra­
En el largo plazo se puede decir que los perros ladraron pero la ham y Emst Freud, op. cit., pág. 395.
19. Max Schur, Freud, vida e agonía, 1981, Río de Janeiro, Imago, II,
caravana laica pasó. Más aún: en las décadas siguientes el psicoaná­ Pág. 475.
lisis quedará en manos de dos analistas profanas, Anna Freud y Me­ 20. Carta de Abraham a Freud del 19 de octubre de 1925, Hilde Abra­
lanie Klein. ham y Ernst Freud, op. cit., pág. 397.

368 369
21. Carta-circular del 20 de octubre de 1925 a los miembros del Comité. 53. Carta de Romain Rolland a Freud del 6 de mayo de 1926, citada por
22. Max Schur, op. cit., II, pág. 476. Roudinesco, op. cit., I, pág. 97.
23. Emest Jones, op. cit, III, pág. 122. 54. Carta de Romain Rolland del 3 de octubre de 1927, Cahiers de R o­
24. Ibíd., III, pág. 123. .
mán Rolland , 1967.
25. Ibíd., págs. 123-6. 55. SE, XXI, págs. 64-5.
26. Carta de Abraham a Freud del 19 de octubre de 1925, Hilde Abra- 56. H. y M. Vermorel, ibíd., II, pág. 285. -
hain y Erast Freud, op. cit., pág. 397. 57. David James Fisher, “Psicanálise e engajamento: Otto Fenichel e os
27. Carta de Freud a la señora Abraham del 17 de enero de 1926 Hilde freudianos políticos”, Revista Internacional da Historia da Psicanálise , I,
Abraham y Emst Freud, op. cit., págs. 399-400. 1988, Río de Janeiro, Imago.
28. Carta de Freud a Jones del 10 de diciembre de 1925, The Complete 58. Carta a M. Bonaparte del 26 de abril de 1926.
Correspondence of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Lon­ 59. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 135.
dres, Harvard University Press, pág. 591. 60. Ibíd.
29. James Brown, Freud and the Post-freudians, 1961, Penguin Books 61. Carta-circular del 19 de julio de 1926.
pág. 21. 62. The Diary o f Sigmund Freud 1929-1939, editado por Michael Mol-
30. Karl Abraham, “Un breve estudio de la evolución de la libido consi­ nar, 1994, Londres, The Freud Museum, pág. 47.
derada a la luz de los trastornos mentales”, Psicoanálisis clínico, 1924, págs. 63. Fran^ois Duyckaerts, “Delboeuf-Ladame: un conflit paradigmati-
319-81. que!”, Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, III, 1990, pág. 26.
31. Karl Abraham, “La formación del carácter en el nivel genital del de­ 64. J. Delboeuf, Le magnétisme animal. A propos dune visite a l’Ecole de
sarrollo de la libido”, ibíd., págs. 311-18. Nancy , 1889, París, Alean, citado por Fran^ois Duyckaerts, ibíd., III, pág. 27.
32. Anna Freud, “Indications for child-analysis”, 1945, The Psychoanalv- 65. SE, I, págs. 75-88.
tical Study of the Child, I, págs. 215-45. 66. Frangois Duyckaerts, “Les réferences de Freud á Delboeuí , Revue
33. SE, XVI, pág. 340. International d ’Histoire de la Psychanalyse, 1993, VI, 1993, pág. 234.
34. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 135. 67. M. Robert, op. cit. 242.
35. Carta de Freud a Eitingon del 19 de marzo de 1926, citada por Er­ 68. Ibíd. _ _
nest Jones, op. cit., III, págs. 131-3. 69. Theodor Reik, From Thirty Years with Freud , 1940, Nueva \ork, Fa-
36. Ibíd., pág. 132.
rrar & Rheinhart, pág. 45.
37. Ibíd., pág. 133.
70. Ibíd., pág. 55. .
38. José Schavelzon, Freud, un paciente con cáncer, pág. 101. 71. Carta de Theodor Reik a Abraham del 11 de abril de 1925, citada en
39. W. Reich: Reich habla de Freud, 1970, Barcelona, Anagrama, pág. 21. Harald Leupold-Lowenthal, “Le procés Theodor Reik”, Revue Internationale
40. Carta de Ferenczi a Freud del 26 de enero de 1926. d ’Histoire de la Psychanalyse, 1990, III, pág. 61.
41. Emest Jones, op. cit., III, pág. 131. 72. Peter Gay, op. cit., pág. 445.
42. Ibíd. 73. Harald Leupold-Lowenthal, ibíd., III, pág. 58.
43. Carta de Freud a Radó del 28 de enero de 1926, citada por Ernest 74. Karl Sablik, “Sigmund Freud et Julius Tandler”, Revue Internationa­
Jones, op. cit., III, pág. 131. le d ’Histoire de la Psychanalyse, 1990, III, pág. 91.
44. Ibíd., III, pág. 133. 75. Harald Leupold-Lowenthal, ibíd., III, pág. 19.
45. Carta-circular de Viena, 18 de febrero de 1926. 76. W. Stekel, “Límites, peligros y abusos del psicoanálisis”, 1922.
46. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 134. 77. SE, XX, págs. 183-257.
47. Carta de Freud a Monod-Herzen del 8 de febrero de 1928, Sigmund 78. H. Leupold-Lowenthal, ibíd., III, pág. 62.
Freud. Correspondencia de amor, 1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 398. 79. Citado por Jacques Schotte, “La signification de Tanalyse profane ,
48. E. Roudinesco, Historia da psicanálise na Franca. A batalha dos cem Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, 1990, III, pág. 40. Se re­
anos, 1986, Río de Janeiro, Zahar, I, pág. 97. comienda la lectura del prólogo de Pontalis a la traducción francesa de este
49. D. J. Fisher, “Sigmund Freud and Romain Rolland: the terrestrial ani­ libro de Freud.
mal and his great oceanic friend”, American Imago, 1976, XXXIII, págs. 1-59. 80. K. Sablik, ibíd., III, pág. 97.
50. H. y M. Vermorel, “La correspondance de Sigmund Freud et de Ro­ 81. Manuscrito N° 4017/22, de la colección de la Universidad Médica de
main Rolland”, Revue Internationale d’Histoire de la Psychanalyse, II, pág. Viena, citado por Sablik, ibíd., pág. 96.
284. 82. Carta a un corresponsal anónimo, Revue Internationale d Histoire de
51. Colette Comubert, Freud et Romain Rolland: essai sur la découverte la Psychanalyse, 1990, III, pág. 17.
de la pensce psychanalytique par quelques écriuains francais, citado por H. y 83. SE, XX, pág. 252.
M. Vermorel, ibíd., pág. 284. 84. Prólogo al libro de Pfister, Die psychoanalytische Methode , 1913.
52. Carta de Freud a Romain Rolland del 29 de enero de 1926, Sigmund 85. Carta de Eitingon del 17 de julio de 1926.
Freud. Correspondencia de amorf 1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 420. 86. SE, XX, pág. 240.

370 371
87. Carta de Freud a Federn del 27 de marzo de 1926 citada cor Fe
are th' fre“di“" S? ^ " marb *° »» unpubl¡.hed
88. Carta de Freud a Pfister del 25 de noviembre de 1926 Corresoon
dance de Sigmund Freud avec le pastear Pfister, 1967, París, Gaílimard, pág.

on pUf W‘,! j eUwrbach’ Das Wesen des Chnstentumes, 1843, pág x C A P ÍT U L O 5 9


de l/n rin tnC^ di-Ma?CI0> “Psy9hanalyse, profanes et sauvagesfpféhistoire
* '* ^ m R , '” u
U S T E D D E C ID E
91. SE, XX, pág. 253.
92. Peter Gay, op. cit., pág. 449.
93. Ibíd. ___ •

En la mañana del 24 de enero de 1988, Peter Gay se llevó un sus­


61 E^ d Journal of Medie, to al abrir la parte literaria del New York Times. En ella Stephen
Schwartz, identificado “como un miembro del Instituto de Estudios
res, Co5r r e S p á g .^ "’ C°n Freud' 1974>Bueno« Ai- Contemporáneos de San Francisco”, hacía acusaciones gravísimas
treal9pág. l 02eUd’ ÍnédÍt0”’ Trans revue de Psychanalyse, 1993, Mon- contra Max Eitingon1. Schwartz se basaba en la Historia de la KGB
de John Dziak2, donde aparecían una serie de incriminaciones contra
97. Ibíd.
98. Ibíd. el último de los Señores del Anillo, fundadas en las revelaciones de
dos disidentes soviéticos, Vitaly Rapoport y Yury Alexev3. Las acusa­
99. Peter Gay, op. cit., pág. 451.
ciones, repito, eran gravísimas. Eitingon habría “participado en el
pág. iv°' A A BrÍ11’ Fundamental Conceptions of Psychoanalysis, 1921, proceso secreto de 1937, en el cual las más altas autoridades del ejér­
101. Ernest Jones, op. cit., III, págs. 288-9 cito soviético, entre ellas el comisario en jefe y ocho generales, caye­
ron víctimas de la máquina de muerte estalinista”4. Se lo acusaba
X S í Gaín„“ c % aS S' ' - « ' I . P fe 283. también de connivencia con Reinhard Heydrich, miembro del servicio
de espionaje de Hitler, y de estar “implicado en el asesinato de Ignace
iii-xif ° 4' C ° berndorf’ A Hlst°ny Of Psychoanalysis in America, 1953, pág.
Reis y en la desaparición del general Miller”, en 19405. Finalmente,
105. Peter Gay, op. cit., pág. 454. aunque de modo indirecto, habría sido responsable del asesinato de
106. Carta de Freud a Jones del 4 de agosto de 1929 The Cnmniot» r León Trotsky ese mismo año.
Frente a tamañas acusaciones, Peter Gay confiesa: “Ese artículo
X: sssssa r -m-
rreSP° ^ e^ ^ ^ f mund Freud™d Ernest Jones,, 1908-1939, pág. 661.
^ 294
109. En “Discussion on Lay Analysis”, loe. cit., VIII, pág. 124
me resultó extremadamente inoportuno. Yo nunca había oído hablar
ni leído nada al respecto sobre Eitingon, y los capítulos de mi biogra­
fía ya habían pasado por las pruebas de galera ...”6. Gay, de hecho,
II P Ibíd” 'mC X i T hnf> rúr Pwch°a"°¡y*- 1S27- XIII. P ie 274 . había pintado el Eitingon banal que nos ha legado Jones como única
fuente de referencia7.
112. Susan Heenen-Wolff, “La discussion sur l’-analyse profane» de n »
¿Quién fue entonces Max Eitingon?
113. Ibíd. Pasemos del vuelo de pájaro a la lupa sherlockiana, ya que de
114. Internationale Zeitschñft für Psychoanalyse, 1927, XIII, pág 211 una historia detectivesca se trata. La versión oficial jonesiana
}}£• Ernest Jonea, op. cit., III, pág. 293. ’Pg cuenta que nació en Rusia y que creció primero en Galitzia y des­
116. Discussion on Lay Analysis”, loe. cit., VIII, pág. 251. pués en Leipzig. Era el menor de cuatro hermanos y “pertenecía a
una familia judía pudiente y ortodoxa. A los doce años comenzó a
118 i S u X T x m 'S f í f ' P ’ y C h m ’ uU >" * ' 1927-™ I. N*3 .Pág. 323. asistir a la escuela y le causó problemas una tartamudez que lo
119. Ibíd. ’
acompañó toda su vida”8. Pero al margen de su educación formal
págs. 238-241helm Re,Cb‘ Reich htMa d* freud, 1970, Barcelona, Anagrama, encontró la manera de estudiar historia del arte y luego filosofía en
Marburgo con el neokantiano Hermann Cohén, gran campeón del
racionalismo de las Luces9. Entró después en la escuela de medici-
na> de la que egresó sin pena ni gloria. Finalmente trabajó con
372
373
? 1f l!lerJ Unt0.a *!Ung’ Binswanger y Abraham en la clínica Burg- vespertina de varias semanas de duración, iniciada en 1908 y reto­
ho\zh. Ahí nació la amistad con el Primer Analista Alemán que iba mada en 1909. En la ocasión, Freud le informa a Jung: “Eitingon esta
a durar toda la vida L . ahora en Viena y se deja analizar por mí en largos paseos que damos
al caer la noche”14. _ . _ .-
Primer dato sugestivo: este joven de 26 años, tartamudo, de as­ Max Eitingon, como Rank, cambió con la Primera Guerra Mun­
pecto inofensivo, fue el primero del grupo suizo en aproximarse a dial Instalado en Berlín, tuvo un papel central en la fundación de la
r reud. Continuando con nuestra lectura desconfiada, llama la aten­ Policlínica de Berlín. Fue el factótum invisible de esa empresa desde
ción que el hábil Bleuler lo enviara a Viena “con la misión de aven- el primer ladrillo, cuando confió la construcción a Ernst, hijo de
p a r lo que puede aprender un psiquiatra”10. Asistió a la reunión de Freud. Él se dedicó en especial a la formación de analistas, particu-
los miércoles del 23 de enero de 1907, como “invitado de la clínica larmente a las supervisiones. Como lo señala Moreau-Ricaud, su pa-
Burgholzh , participando en la discusión11. Obsevamos también una peí institucional es notable: recibe a todos los pacientes ... decide so­
semana después, en la reunión científica del 30 de enero, la temática bre las admisiones y sobre las derivaciones entre los analistas de
delineada por Eitingon. Leemos en las Minutas: turno. Supervisa a los analistas en formación”15. En el informe de la
Policlínica, el propio Eitingon define su función en los siguientes tér­
En el transcurso de la última reunión, el señor Eitingon, de la minos: “Soy yo el que tiene el control en las manos”16.
clínica de Bleuler, planteó los siguientes interrogantes sobre la Repito: soy yo el que tiene el control en los manos.
etiología y la terapia de las neurosis: En realidad, después de 1920, Eitingon tuvo muchas cosas en las
1. ¿Qué otros factores deben entrar en funcionamiento, además manos En 1921 asumió la dirección de la Verlag, salvándola de la
de aquellos ya conocidos por nosotros? quiebra gracias a la Fundación Eitingon. A partir de 1925 ocupo la
2. ¿Cuál es la esencia de la terapia? ¿Está dirigida o no contra el presidencia del Comité Internacional de Enseñanza, creado por el. En
síntoma? ¿Se sustituye el síntoma por otra cosa (según la for­ 1927 llegó a ser presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacio­
mulación de Jung, un complejo sustituye a otro) o se “extirpa” nal. La cima de la pirámide burocrática. .
como lo expresa Freud al trazar una analogía entre la escultu­ Eitingon era el emisario elegido por Freud, responsable de los
ra y la pintura? ¿Cuál es el papel de la transferencia? asuntos delicados17. En calidad de trouble soother dialogó con la So­
3. ¿En qué se convierte la histeria después del tratamiento psi- ciedad Suiza de Psicoanálisis. Freud le escribe a Pfister: “Liquidar es­
coanalitico? ^ te asunto será la tarea de Eitingon; oficialmente yo no puedo inmis-
cuirme”18. Así se convirtió en “especialista en tratados de paz . U-ra
La discusión de este noche -termina el informe- tiene por objeti­ un gran “agente camaleónico” de relación entre las corrientes psicoa-
vo responder a estas preguntas12. nalíticas: en Zurich era vienés; en Viena, berlinés, y en Berlín sonaba
con Jerusalén. Roudinesco, que conoce bien la palabra justa, observa
•Resulta•evidente que Eitingon, en esa reunión de 1907, estaba que “Eitingon fue el propio síntoma del psicoanálisis errante en busca
bajando la linea burghólzliana” de Bleuler y Jung. De allí que Freud de legalización”20. En eso lo ayudó el dinero. Él era rico, muy rico, y
demorase anos en convencerse de su lealtad. Sólo en 1913 le escribirá brindó un apoyo material constante a la Causa. Pero no estamos ante
en términos que recuerdan el Nuevo Testamento: “Usted fue el pri- , un simple benefactor bonachón. La temible Alix Strachey señala: El
mero ep aproximarse al solitario y será el último en dejarlo”13. es totalmente implacable en su fanático celo filantrópico > .
be dice que el análisis inaugural fue el de Jones con Ferenczi pe­ Los institutos actuales de psicoanálisis, por otra parte, le deben
ro en realidad ese honor le cabe a Eitingon, si descartamos las ocho mucho. En el Congreso de Bad Hombug, en 1925, antes de la creación
sesiones de Stekel con Freud. Se trató de una terapia peripatética de la Comisión Didáctica, Eitingon presentó un proyecto que tema
por objetivo homogeneizar la transmisión del psicoanálisis . La mo­
ción discutida con Abraham poco antes de su muerte, se basaba en
tres propuestas. En primer lugar, la formación no debía depender de
ion» ' ^ PnnciP10>C01) todo, Abraham no opinaba bien de Eitingon. En
1908, evaluando a sus colegas, afirmó que “no se puede contar con la colabo-
Ahrnh aCtlV* de Eitingon aunque demuestre mucha comprensión” (carta de
Abraham a Freud del 16 de julio de 1908, Hilde Abraham y Emst Freud A *2 “Eitingon es una persona encantadora, ¿no te parece?; hay algo «fun­
dido» (melted) en él y temo que pueda sablearme [tap me}.... estoy convencida
m f S y1965,
WV/-1V26, ^ DlN °gUVYork,
Nueva hí LBasic
ÜtterSBooks,
ofSlZmund Freud and Kart Abraham,
pág. 45). de que es totalmente implacable en su fanático celo filantrópico.

374 375
hace pensar en donjuanismo. Y Jung responde: “Considero a Eitingon
iniciativas individuales, o sea, no debía estar bajo la jurisdicción del
un infeliz totalmente inconsistente ... Sólo surge en mí ese pensa­
analista. Segundo, cada asociación debería responder por la acepta­
miento poco caritativo, y se me ocurre que tengo envidia de la abreac­
ción o el rechazo de un candidato local ante la IPA, que ratificaría la
ción desinhibida que él hace de su instinto poligámico. Sin duda, nun­
medida bajo su responsabilidad. El tercer punto introducía la regla­
ca llegará a nada; a no ser que un día se convierta en miembro de la
mentación de la supervisión. A partir de esa fecha, el análisis pasó a
Duma”27. ¿No será que Jung era brujo? La Duma era el infame Parla­
ser necesario pero no suficiente; se estableció una supervisión deno­
minada “análisis de control”. mento ruso. , , , . . , i
De hecho, el “Caso M. E.” habla del valor del escándalo en la vida
A mediados de los años 20 no había criterios unificados sobre có­
de los hombres. Este oscuro lugarteniente, que antes no se había ga­
mo realizar la supervisión. Simplificando, existían dos líneas: la de
nado una biografía comme il faut*3, a partir de 1989 se convirtió en
Viena y la de Berlín. En la capital alemana, el analista “didacta” no
objeto predilecto de los historiadores. Draper, Paskauskas, Moreau-
era la misma persona que supervisaba, mientras que en Viena se juz­
Ricaud y Schrótter se ocupan de él. Draper nos recuerda que, si la
gaba que ese mismo analista - “instructor” en la terminología de la
acusación es cierta, “el Dr. Max Eitingon habría sido uno de los ma­
época- era la persona más apta para la tarea de control. La posición
yores casos de double vie o personalidad doble jamás visto. En una de
de Viena era compartida por Ferenczi y su escuela. Eitingon, tal vez
sus encamaciones era un hombre cuya existencia estaba aparente­
por tratarse del legado de Abraham, no vaciló en tomar el partido de
mente dedicada a la promoción del psicoanálisis. En la otra encama­
Berlín, “subrayando que ese punto de vista tenía la ventaja de pro­
ción era miembro de una «unidad especial» que habría ejecutado al­
porcionarle al futuro profesional una doble referencia y un aval más
gunas de las misiones más asesinas de Stalin fuera de Rusia
fuerte”23. La moción fue aceptada por unanimidad. Por otra parte, el
Paskauskas, por su lado, pontifica que “en el momento en que
hecho de que la elección del supervisor no fuera de la incumbencia
Schwartz sugiere que Eitingon es al mismo tiempo un profesional
del didacta” diluía el sentimiento de investidura del analista en esa
transferencia en dosis doble. respetable, correligionario de Freud, y también un matador de la
KGB, se aprende más sobre Schwartz que sobre Eitingon” . Claro
ejemplo de terrorismo ideológico. Yo no quiero que el señor Paskaus­
Freud le escribe a Jones: “Usted, Eitingon y Ferenczi son de he­
kas sepa nada sobre mí, pero no se trata de pensar que ser correligio­
cho individuos cruciales en el movimiento, y el futuro depende princi­
nario de Freud sea pasaporte seguro en el portal de San Pedro. Creo
palmente de la unanimidad entre ustedes”. Eitingon, a pesar de estos
que, si M. E. es el espía que Schwartz nos cuenta, estamos de hecho
logros y hazañas, que incluyen un romance con Anna Freud (el único
frente al mayor escándalo de la historia del psicoanálisis.
del que se tenga conocimiento)24, fue el último y más inexpresivo de
todos los Señores del Anillo.
Entonces, ante este enigmático currículo, cabe la pregunta: ¿qué
En las fotos vemos a un hombrecito insignificante, de expresión
pasmada, con un pequeño bigote y anteojos redondos. Recuerda a Her- fue lo que Peter Gay no leyó o escuchó?
Retomemos el tema de las mujeres. Max Eitingon se casa con
cule Poirot, el astuto antihéroe de Agatha Christie. Pues bien, ante las
Mirra Jacovleina Raigorodsky, actriz del Teatro de Moscú. Mirra era
acusaciones de Schwartz, surge la duda y entonces pensamos: “Tiene
una vieja amiga de la cantante Plevitskaya, quien, por su parte, es­
la cara de ángel ideal para ser un superespía”. Ya que una fachada de
taba casada con el general Skobline, agente doble comprometido en
inocua inocencia es el mejor atributo en el mundo de Mata Hari.
el secuestro del general Miller. El proceso resultante alcanza a Ei­
tingon, como sospechado de actividades criminales. Los analistas
• yolvjen d o al inicio de nuestra pesquisa, el alarmado Peter Gay
franceses, Marie Bonaparte y René Laforgue en particular, testimo­
decidió “investigar el asunto de manera exhaustiva, consultando a
nian en favor del colega30. “Hicieron de mí un personaje bizarro a
Wolfgang Leonhard, eminente especialista sobre la «iniquidad sovié­
partir de mi primo de Nueva York y de elementos misteriosos toma-
tica». Leonhard nunca había oído hablar de Max Eitingon, y no consi­
guió encontrar nada sobre él en su vasta biblioteca especializada”25.
Simpatizando con la aflicción de Peter Gay, decidimos revisar
nuestras notas sobre Eitingon, desde una óptica paranoica. Entonces
hallamos una serie de rastros ambiguos pero interesantes. *3. Hasta hace poco tiempo, que yo sepa, sólo había sido “historiado en
El primero comienza en Florencia, al final del verano de 1907. la minibiografía, simpática pero banal de Sidney L. Pomer (Sidney Pomer, A
historia da psicaánalise através de seus pioneiros, Alexander, Eisenstein y
Freud encuentra a Eitingon cortejando a una joven. El Profesor con­
Grotjahn, 1881, Río de Janeiro, Imago, págs. 65-78), y en las notas necrológi­
versa benévolamente con Jung: “Parece que anda de nuevo detrás de cas de Gumbel y Dreyfuss).
una mujer, práctica que es un obstáculo para la teoría”26. “De nuevo”

376
dos al azar. El proceso terminó el día 14 y la acusada recibió una pe­ comité soviético y el libro de Hugh Thomas es considerado
na demasiado severa, a pesar de la ausencia de pruebas. Una histo­ ciÓn T definitivo sobre la Guerra Civil española. Cuestiono el silen-
ria horrible. 31 el texto a ^ corredores de ia ¡PA. Me parece extremadamente
Pensamos en un contrapunto entre Freud y Eitingon que nos lle­ cío sepu _ nadie conociera el planteo de Márcio Gomes, un abo-
va al tema del doble, a la manera del Dr. Jekyll y Mr. Hyde o del Dr. Ímr°hahiano Típica historia “tapada”.
Pichler y Mr. Hajek. Existe una obvia atracción entre los dos hom­ gad F1 segundo punto es tal vez más significativo. Si Kotov es nuestro
bres. Jerusalén está en la mira de ambos. Eitingon sueña con una el que presentó la posición suiza en dos noches de los mier-
Tierra Prometida. Judío errante, hijo de la diáspora, síntoma —como i c el óue fundó el brillante Policlínico de Berlín, el que estructuro
vim os- del psicoanálisis. Para él, la Tierra Prometida era un locus u formación analítica en la IPA, el patrocinador del psicoanálisis a
geográfico preciso. El organizó en Palestina, en tierra árabe, una so­ través de su Fundación, el presidente de la Asociación Psicoanalitica
ciedad de psicoanálisis. M. E. concretará el sueño oculto de Freud: Je- Internacional, el que comandó la guerra de guerrillas al sur de Alba­
rusalén. “Para Freud, la soledad teórica; para Eitingon, el desierto de cete aparece entonces como una eminencia gris de tales dimensiones
Moisés. Para Freud, el pansexualismo teórico; para Eitingon, la po­ que nos forzaría a emprender una revisión dramática de la historia
ligamia de la vida cotidiana. del movimiento psicoanalítico. A , . . ,
Entonces, antes de proseguir, ¿cuál es el veredicto del lector*? P e r s o n a l m e n t e , me cuesta creer, desde el punto de vista econó­
¿Inocente o culpable? m i c o freudiano, en una sola vida tan polifacética, con tantas investi­
duras. El propio M. E. habló de un primo en el proceso de París Mi-
' , Márcio Gomes33, leyendo el primer tomo de la historia completa y chael Molnar cree en la existencia de un tal Leonid Eitingon ...
exhaustiva de la Guerra Civil española34, de Hugh Thomas, tropezó E n t o n c e s , tal vez, quién sabe, quizá.
con datos que arrojan una inesperada luz sobre esta historia Usted decide.
Año 1936. Comienza la guerra civil. Cuando Franco todavía está
en el sur de España, llegan contingentes de diversos países para su-
ruarse a los dos lados de la contienda. Una legión de Camisas Negras,
turistas armados”, como los llamó Winston Churchill, desembarcan NOTAS
en Cádiz, para reforzar las fuerzas franquistas, “en batallones co­
mandados con el uniforme de la Legión Extranjera Española. El nú­ 1. Peter Gay, Freud , urna vida para o nosso tempo , 1989, San Pablo,
mero de soldados y pilotos italianos en España alcanzó los 14.000
hombres . A ellos se suman 7.000 alemanes. Companhia das Letras, pág. 670. T
2. John J. Dziak, Chevisty. A Study o f the KGB, 1987, Nueva York, Ivy
El bando republicano recibió refuerzos -la mayoría ingleses y Books. , . . r_
norteamericanos- provenientes de Francia. Por otro lado “en Moscú 3. V. Rapoport y Y. Alexev, High Treason, 1985, Duke Umversity Press.
17 pilotos fueron declarados «héroes de la Unión Soviética» por de­ 4. R. Andrew Paskauskas, “Le théme du double et du secret dans la so-
sempeñar «tareas difíciles del Gobierno», esto es, por servicios en Es- ciopolitique de la psychanalyse: le cas de Max Eitingon, Otto Fenichel et Wi -
paña. ...Otros oficiales rusos aparecían en Madrid, con misiones va­ helm Reich”, Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse , 1992, V,
nadas. No es fácil distinguirlos, pues usaban nombres falsos”36. pág. 46.
Contra ese telón de fondo tenemos el siguiente pasaje: “El ruso 5. Ibíd.
que dirigió el sabotaje y las guerrillas en territorio nacionalista, bajo 6. Peter Gay, op. cit.9pág. 670.
las órdenes de Orlov (que relató esos hechos ante el Subcomité del 7. R. Andrew Paskauskas, ibíd.
8. Sidney L. Pomer, “Max Eitingon, 1881-1943. A organizado da forma­
Congreso en 1957) fue Eitingon (también conocido como Kotov) Él d o psicanalítica”, A historia da psicanálise através de seus pioneiros9Alexan-
era el amante de la comunista de Barcelona, Carmen del Río, cuyo hi­ der, Eisenstein y Grotjahn, 1881, Río de Janeiro, Imago, pág. 66. w
jo, Ramón ... más tarde fue el instrumento del asesinato de Trotskv”37 9. Michelle Moreau-Ricaud, “Max Eitingon (1881-1943) et la pohtique ,
(el énfasis en “Eitingon” es mío). Revue Internationale d'Histoire de la Psychanalyse, 1992, V, pág. 57.
1 0 I b í d - „

Sorprendente revelación. Por dos motivos. Primero, de ser núes- 11. Reunión científica del 23 de enero de 1907, Actas de. la Sociedad Psi-
í; ° ^ i tmg0n- y° ’ como Peter Gay, nunca, ni remotamente, sospeché coanalítica de Viena, org. por H. Nunberg y E. Federn, 1979, Buenos Aires,
de Eitingon antes de la denuncia de Schwartz. Pero luego la cosa se Nueva Visión, pág. 103.
complica. Me cuesta creer que el eminente kremlinólogo Wolfgang 12. Reunión científica del 30 de enero de 1907, ibíd., pág. 113.
Leonhard nunca haya leído nada al respecto: Orlov hizo su declara- 13. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei-

378 '3 7 9
ro, Imago, II, pág. 34, y también Correspondance de Freud avec le pasteur
Pfister, 1991, Gallimard, pág. 322.
14. Carta de Freud a Jung del 17 de octubre de 1909, Freud-Jung, Co­
rrespondencia completa, 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 307.
15. Michelle Moreau-Ricaud, ibíd., pág. 61.
Eitingon, “Report on the Berlín Psychoanalytical Policlinic” CAPÍTULO 60
1923, Int. J. Psychoanal., I-II, págs. 254-9.
17. Michelle Moreau-Ricaud, ibíd., pág. 61.
18. Correspondance de Freud avec le pasteur Pfister. EL CASO REICH
*9 p arta de Freud a Eitingon del 23 de setiembre de 1927, citada por
Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, a Biography, 1988, Londres, Summit
Books, pág. 171. La travesía meteórica de Reich por el psicoanálisis merece ser
20. E. Roudinesco, Historia da psicoanálise na Franga. A batalha dos contada en detalle. Protagonista del primer acto de la tormenta en
cem anos, 1986, Río de Janeiro, Zahar, I, pág. 150. ciernes. .
21. Carta de Alix a James Strachey del 3 de diciembre de 1924, Blooms- En 1920 Wilhelm Reich le escribe una larga e insólita carta a
buiy-Freud- Letters of James and Alix Strachey - 1924-1925, editado por P Adler, tratándolo de igual a igual: “A pesar de toda la admiración que
Meisel y W.Kendrick, 1990, Nueva York, Norton, pág. 135. siento por su doctrina de la psicología del yo -o precisamente a causa
22. “Preliminary Discussion of the Question of Analytical Trainine” Bo­ de ella-, no puedo descartar ciertas dudas que me asaltan, no sobre
letín de la IPA del 3 de setiembre de 1925
23. Ibíd. su validez, sino sobre su aplicación general, especialmente en el cam­
po de las neurosis y las perversiones ... Me pregunto con perplejidad
24. Athol Hugues, “Lettres de Sigmund Freud á Joan Riviére”, Revue In­
ternationale d’Histoire de la Psychanalyse, 1993, VI, pág. 429. cómo usted, en una conferencia que se sumerge en las profundidades
25. Peter Gay, op. cit., pág. 671. de la psicología individual, desatiende el fenómeno sexual, al punto
26. Carta de Freud a Jung del 19 de setiembre de 1907, Freud-Jung Co- de no mencionarlo
rrespondéncia completa, pág. 131. Carta atrevida, escrita por un joven de 21 años; carta que lo pin­
27. Carta de Jung a Freud del 25 de setiembre de 1907, ibíd., pág. 132. ta de cuerpo entero. Dos años más tarde, todavía estudiante de medi­
i i28, Th, £ ? per- “The miste,Y of Max Eitingon”, The New York Review, cina, pasó a ser miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. En­
14 abnl de 1988.* tre 1924 y 1930 fue director del Seminario de Terapia Psicoanalítica.
29. R. Andrew Paskauskas, ibíd., pág. 51. El material obtenido en ese seminario clínico le proveyó^ las bases pa­
30. Michelle Moreau-Ricaud, ibíd., pág. 65. ra su primer texto importante, wÜber Charakteranalyse”1.
31 Carta inédita de Eitingon a Freud del 19 de diciembre de 1938 cita- Freud, al principio, gusta de él: “Tenemos aquí un Dr. Reich, un
da por Moreau-Ricaud, ibíd., pág. 65.
32. Elisabeth Roudinesco, op. cit.f pág. 151. joven valiente, un poco impetuoso, que ahora saluda en el orgasmo
33. Márcio Gomes, comunicación personal. genital al antídoto para todas las neurosis”2.
34. Hugh Thomas, A Guerra Civil Española, 1964, Río de Janeiro Civili­ Reich, en efecto, ya en esos tiempos daba prioridad a la genitali-
zado Brasileira, en 2 tomos. dad del paciente. “Un análisis no se puede considerar completo mien­
o r i l /j ¥ „ #.
35. Ibíd., I, pág. 29. tras el paciente no libere su genitalidad del sentimiento de culpa, re­
36. Ibíd. tirándola del objeto incestuoso, superando de ese modo su nivel de
37. Ibíd., I, pág. 365. organización pregenital. Los criterios de estos cambios se encontra­
38. Comunicación personal rán en las fantasías y en los sueños transferenciales.”3
Los fundamentos de la técnica reichiana aparecen en un artículo
titulado “La técnica de la interpretación y el análisis de la resisten­
cia”, publicado en la Zeitschrift de 19274. En este ensayo, Reich -c o ­
mo luego Melanie Klein—enfatiza la importancia del análisis de la
transferencia negativa, y adelanta una de las piedras angulares de su

*1- W. Reich, carta dirigida al seminario de sexología el 10 de marzo de


1920, en Reich habla de Freud, págs. 136-7.

380 381
técnica: no dar “ninguna interpretación de contenido sin interpretar pensamiento paranoico: “Por favor, no me pregunte detalles sobre co­
primero la resistencia al proceso de la asociación libre”. Aquí anticipa legas que aparentan buenas intenciones para conmigo ... La actitud
a Lacan, al introducir la resistencia del analista. del Comité Ejecutivo sólo se explica si pensamos que nuestra asocia­
ción está infestada de envidias internas. Todo está inundado por un
Entre los tipos de resistencias que se encuentran en la clínica, escepticismo paralizador”9. Probablemente tenía razón en sentirse
Reich observa un “complejo defensivo” que denomina de “resistencia perseguido: el grupo psicoanalítico acababa de experimentar un fenó­
de carácter”. Aunque otros analistas, principalmente Alexander y Ed- meno revulsivo que había comenzado con Tausk, pasaba por Rank y
ward Glover, habían diferenciado la neurosis de carácter de la neuro­ Hug-Hellmuth, y había dejado a un lado el cadáver de Silberer.
sis sintomática, para Reich el carácter neurótico constituía la base La “posición” paranoide, en el sentido kleiniano y lacaniano del
subyacente de la neurosis sintomática. “La diferencia entre las neuro­ término, piensa bien, pero actúa mal. De allí que Reich le escriba al
sis de carácter y las neurosis sintomáticas reside en el hecho de que, Profesor, en abril de 1928:
en estas últimas, el carácter neurótico también produce síntomas ... y
cuanto más profundizamos en los determinantes de un síntoma, tan­ Mi querido Profesor:
to más nos alejamos del terreno de la sintomatología propiamente di­
cha, y tanto más el sustrato caracterológico pasa a primer plano.”5 Le escribo en su calidad de presidente de la Asociación Psi­
Reich siguió las huellas de Abraham, que ya en 1921 había publi- coanalítica de Viena, para quejarme del Dr. Paul Federa, presi­
cado^u “Contribución a la teoría del carácter anal”. Abraham trazó dente ejecutivo de las asambleas ... Con gran asombro de mi par­
una “tipología caracterología” del desarrollo libidinal, hablando de te escuché al Dr. Federa declarar que lo que yo había
un yo oral, un yo anal y un yo genital. Pero para Abraham el carácter cuestionado era algo tan trivial que lo consideraba impropio de la
era una resistencia transitoria en el recorrido libidinal, mientras que Asociación. Eso puede ser o no cierto, pero me considero obligado
Reich lo veía como una función estructurada del yo, cuya disolución a protestar por el tono malintencionado y altanero ... Esa actitud
pasaba a ser la meta central de todo análisis. tan poco digna de un profesional, de un presidente, no puede ni
Aun antes de su “Análisis del carácter”6, Reich ya había publica­ debe ser tolerada10.
do diversos artículos que proponían una terapia más activa, próxima
a la línea de Ferenczi y Rank. Debido a la inaccesibilidad de Freud Carta a la medida para irritar a Freud. El carácter querellante
(cuyo tiempo y energía estaban reservados para colegas más viejos y de Reich, su énfasis en la sexualidad en una época errada, sus inno­
consagrados), los analizandos que viajaban a la meca psicoanalítica vaciones técnicas que lo aproximaban a Ferenczi, and last but not
de Viena recibían de los analistas didactas de Nueva York, y de Fe- least su militancia política, le causaron diíicultades ya a fines de
renczi, el consejo de que realizaran sus análisis personales con Reich. 1928. En 1952, poco antes del juicio que lo llevó a la cárcel, habló de
Podemos imaginar, entonces, el impacto de este joven brillante y esos años: “Quisiera formular una advertencia a cualquier movimien­
atrevido, dispuesto a darle a Adler lo que era de Adler, en el medio to de higiene mental del futuro: ¡no se debe llevar nunca la lucha al
altamente competitivo de Berlín. Además Reich era comunista, con terreno político! Las personas reaccionarán con mucho entusiasmo.
una militancia muy semejante a la de Adler. Se inflamarán. Arderán por uno. Pero sus estructuras no acompaña­
En esos años, marcados por el cáncer del Profesor, Paul Federa rán. La estructura del carácter no puede acompañar. Y ahí comien­
como vicepresidente de la Sociedad de Viena*2, comandaba la socie­ zan los enredos ... Yo fui demasiado lejos. Desplegué un entusiasmo
dad con tolerancia afable7. Parece ser que a Reich no le caía bien el excesivo desde el primer momento. Al mismo tiempo, me gané mu­
patriarcal Federa. Hubo ásperas discusiones. En una oportunidad, chos enemigos. ¿Freud? No lo sé. No creo que Freud estuviera contra
Reich le escribió: Mi actitud que, junto a las cosas positivas, también mí. Los psicoanalistas, socialistas, comunistas y nazis, sí. Y los libe­
tiene sus^aspectos negativos, me dio fama de comportarme en forma rales también. Todos estaban en contra”11.
agresiva , y luego hace la siguiente comparación, que cala hondo: Antes del Congreso de Lucerna, después de las leyes de Nurem-
“Comparto esa suerte con Tausk”8. berg de 1933, se produjo un significativo intercambio de cartas entre
Wilhelm Reich da aquí un diagnóstico que tiene todo el brillo del Anna Freud y Jones, que ilumina un punto oscuro de la historia psi­
coanalítica. Reich, en su doble condición de judío y comunista, entra­
ba en el grupo de alto riesgo. Anna es muy explícita: “Todo el mundo
sabe ya lo que las Actividades políticas de Reich pueden significar pa­
2. Freud era el presidente “en uso de licencia”; a fin de evitar que Rank ra la comunidad psicoanalítica. Aquí estamos muy dispuestos a asu­
ocupase ese cargo, Paul Federa actuaba en su lugar. mir riesgos por el psicoanálisis, pero ciertamente no por las ideas de

382 383
Reich, que nadie suscribe. Como mi padre bien dice, si el psicoanáli­ esos años de preguerra, tenía una mejor apreciación política del esce­
sis debe ser prohibido, debe serlo por lo que es, y no por la mezcla de nario mundial, como lo prueban los artículos sociales de Jones y dos
política y psicoanálisis encarnada en Reich”12. A Reich se lo ve, no sin notables ensayos: War, Sadism, and Pacifism, de Edward Glover20 y
razón, como un barril de pólvora. Había una imperiosa necesidad de Aspasia21, la utopía psicoanalítica de Money-Kyrle.
alejar al máximo el psicoanálisis del comunismo, en la medida en que Pero poco después Jones Cambia de opinión, y suscribe la expul­
los nazis “tenían tendencia a confundir la Asociación Psicoanalítica sión de Reich del grupo berlinés. Dijo entonces, con carácter oficial.
Internacional con la Internacional Comunista”13. Pero Anna Freud se «No existe la menor sombra de duda de que, si le damos rienda suel­
equivoca cuando dice que “nadie suscribe sus ideas”. Eso se aplicaba ta las actividades de Reich comprometerán muy gravemente” la fina­
a la Vieja Guardia; Reich tenía sus seguidores, Otto Fenichel en pri­ lidad científica de la IPA. Le recomendó a Anna que viera si el regla­
mer lugar. El y su círculo suscribían, para irritación de Freud, el mento de la Sociedad de Berlín tenía, como el de Londres, una
marxismo de Reich, tanto en público como en privado. Según Fis- cláusula que permitiera la exclusión de miembros si la votaba una
her14, Fenichel apreciaba la originalidad de Reich, particularmente mayoría de dos tercios. “De ser así, [la Sociedad] tendría derecho a
su brillante estudio La psicología de masas del fascismo, publicado en usar tales poderes.” A continuación agrega, esta vez con dudosa etica:
1933 3 «Ya que los miembros que permanecen en Berlín han decidido alejar
El gran giro en la vida de Reich se produjo en'1933, junto con la a todos los judíos de las posiciones oficiales dentro de la Sociedad, es­
publicación de su libro sobre el fascismo. Un mes y medio después de to demuestra que están tomados por un estado de ánimo tal que no
la toma del poder por Hitler, en una carta del 21 de marzo, Freud le vacilarían en la cuestión del comunismo, por las razones que alegué
pide a Eitingon que proteja el Instituto Psicoanalítico de Berlín y la más arriba”22. Jones sugiere aprovechar la leyes nazis de Nuremberg
Sociedad Psicoanalítica Alemana “cueste lo que costare”; ahora bien, para instrumentar la expulsión.
Max Eitingon, en su calidad de judío ruso, no sería tolerado más El acto siguiente transcurre en Londres, donde Reich es interro­
tiempo por los dirigentes del nuevo orden. Para que el Instituto y la gado por Jones, Melanie Klein y Joan Riviére. Como resultado de esa
Sociedad continuaran funcionando, Eitingon tendría que renunciar, entrevista, Jones da una versión más blanda o más “ponciopilatica
confiando la presidencia a una persona “indiferente como Boehm”15! de sus intenciones, según surge de la carta del 9 de diciembre. Senti­
Freud quería mantener el Instituto, aunque el precio fuese la “ariani- mos que sería demasiado rígido pretender que un analista pueda ser
zación” del Comité Directivo. A partir de ese momento, el psicoanáli­ desautorizado para tomar parte activa en la vida y en los movimien­
sis, bajo el Tercer Reich, quedará en manos de Boehm y Müller- tos sociales, cualesquiera que fueren, y pensamos que corresponde a
Braunschweig. la Sociedad del país donde se produzca un conflicto ... resolver esa
Aun antes que la nueva dirección asumiera, Eitingon le comunicó cuestión”23
a Reich que se le prohibía el ingreso al Instituto, por temor a que fue­ A continuación formula un juicio que luego contradecirá en su
se arrestado en el lugar16. De esa época data la infeliz frase de Freud biografía cuando habla del “fanatismo” comunista de Reich: El co­
dirigida a Boehm: “¡Líbreme de Reich!”17 munismo de Reich no es tanto económico; él se aferra esencialmente
En realidad, las cosas no fueron tan simples. Anna Freud le pide a la convicción de que el comunismo procuraría mejores oportunida­
a Jones su juicio sobre “el caso Reich”, y el presidente de la IPA le des para la reforma sexual, que es la gran concepción de su vida . Jo­
responde con prudencia: “Antes de dar una opinión, querría estar me­ nes concluye diciendo: “Parece profundamente honesto y de extrema
jor informado . Jones caracteriza a Reich como un “analista bastante seriedad”.
inteligente, pero demasiado fantasioso y poco confiable en sus posicio­ La suerte de Reich estaba echada. No renunció, como señala Jo­
nes teóricas”18. En su opinión, “es considerado un buen analista di- nes, sino que fue “semiexpulsado” con la siguiente carta ambigua de
dacta en Berlín ... y no veo cómo Eitingon o quien sea podría impedir Müller-Braunschweig del 1° de agosto de 1934:
su actuación 19. O sea que Jones, que tan a menudo aparece en estas
páginas como el villano de la película, esta vez se salva, en la medida Estimado colega:
en que intenta alguna defensa. En mi opinión, el grupo inglés, en
Con motivo del próximo Congreso, el director de la IPA pro­
yecta publicar un registro que incluya a los miembros de la Aso­
ciación Psicoanalítica. Las circunstancias parecen exigir la elimi­
3. Para un análisis inteligente de la relación entre Fenichel y Reich, nación de su nombre del registro de la Sociedad Psicoanalítica
vease el polémico libro de Russel Jacoby, The Repression o f Psychoanalysis, Alemana. Sería sumamente grato que juzgara con comprensión
Otto Fenichel and the Political Freudians, 1983, Nueva York, Basic Books. nuestro pedido, dejando de lado cualquier sentimiento personal

384 385
en interés de nuestra causa psicoanalítica en Alemania, y mos­ do no aceptase a Reich como miembro. De esa manera triste y, por lo
trando su acuerdo con esta medida24. menos, poco elegante, la IPA expurgó a su primer miembro. Ernst Fe-
dern, hijo de Paul Federn, llega a decir: “A pesar de todas las pruebas
La carta termina solicitando “una respuesta inmediata”. Carta que demuestran lo contrario, hay hoy en día quien defiende la tesis
indefinida, escrita en condicional. ¿Se trata de una expulsión? ¿Qué de que fue excluido de la Asociación por causa de sus ideas políticas”
significa, al fin de cuentas, esta omisión en el registro? Esa ambigüe­ (!!!). Ernst Federn merece un párrafo aparte, por representar la típica
dad llevó a Roazen a decir: “Reich creía que había sido expulsado de eolítica hipócrita de la IPA. Él abre su artículo “Sobre los psicoanalis­
la Asociación Psicoanalítica Internacional, mientras que Jones era tas políticamente activos”30 diciendo: “Mientras Freud estuvo vivo,
del parecer de que había dimitido”25. esto es, hasta la declaración de la Segunda Guerra Mundial, el «movi­
Reich, por su parte, es bien claro en la carta que le escribe a An- miento psicoanalítico» se comportó de modo neutral”. Y da el ejemplo
na Freud, secretaria general de la IPA: “Para la gente, la omisión de de Marie Langer, que pudo ejercer su “actividad política en Viena y
mi nombre significará que se me ha expulsado o que he renunciado. España”31. Pero basta abrir la biografía de Marie Langer, donde ve­
Pero como no tengo la intención de hacer lo segundo y como, según mos que: “Para proteger el psicoanálisis y sus pacientes, el estado
tengo entendido, no se trata de lo primero, la actual tentativa de re­ mayor que rodeaba a Freud decidió que ningún psicoanalista tenía
solver la dificultad no puede tener éxito”26. A continuación le pide que derecho a realizar cualquier actividad en un partido político prohibi­
transmita al Comité Ejecutivo su “protesta contra tal medida y solici­ do y menos aún a tratar a sus miembros como pacientes. En aquella
to una vez más que las actuales dificultades y cuestiones litigiosas se época [1934J, el Partido Socialista, el Partido^Comunista e incluso el
discutan, como es de práctica, ante la amplia tribuna de nuestros Partido Nacionalsocialista estaban prohibidos”32.
miembros y lectores”27.
En su respuesta del 8 de agosto de 1934, Anna Freud miente: No cabe duda de que la expulsión fue una decisión política y no
científica; decisión dictada por justificables reflejos de pánico ante
En cuanto a su queja contra la Sociedad Alemana, la remito al una situación de gran riesgo real. Y el pánico, para Freud, es el fruto
Dr. Jones. Desconozco en absoluto todo este asunto y le pregun­ de una retirada libidinal previa. Reich, la verdad sea dicha, era una
verdadera bomba de tiempo. De allí la coincidencia irónica de que,
taré a Jones si sabe algo. Él se comunicará directamente con us­
ted28. ese mismo año, él fuera también expulsado del Partido Comunista.
La intuición de Reich al compararse con Tausk fue sin duda cer­
Reich, en vísperas del Congreso de Lucerna, se encuentra por tera: los dos, por arrogancia e inestabilidad, provocaron la aversión
azar con un miembro del Comité Ejecutivo en el palier. Esa persona del viejo Profesor. Como bien dice Roudinesco, Reich, para sustentar
no identificada le dice privadamente que la Sociedad Psicoanalítica su tesis de una liberación pulsional, convoca a la genitalidad en el lu­
Alemana ha acordado expulsarlo. También se entera de que ha sido gar de la sexualidad, y hace de la potencia libidinal un equivalente de
Eitingon quien, ya el año anterior, inició, en carácter de presidente la felicidad social fuera del trabajo alienado. Si Jung desexualiza el
de la Sociedad Alemana, la démarche de su expulsión29**4. sexo en beneficio de una especie de élan vital, Reich procede a una
Así llegamos al Congreso de Lucerna. Los participantes recibie­ desexualización de la libido en favor de una genitalidad orgástica en
ron el anuncio de la retirada de Reich con perplejidad. Por un lado te­ perpetua expansión33. Dicho de otro modo, el desvío de Reich no es
nían la impresión de que la “omisión” de Reich era un mero formulis­ tanto una biologización de lo sexual como una “instintivización de lo
mo,, una precaución frente a las leyes de Nuremberg, y que él podíá sexual”34.
La mística “energeticista” reichiana como la mística del cuerpo
pasar a ser miembro de la filial escandinava*5. El Comité Ejecutivo,
empero, estipuló que se reconocería al grupo noruego siempre y cuan­ materno rankiana y la mística thalásica del fondo del mar de Ferenc-
zi crearon una brecha cada vez mayor. Por todo eso, Reich fue el sín­
toma principal del malestar del psicoanálisis en la Europa convulsio­
nada de la preguerra.
4. Eitingon, al tomar conocimiento de esta versión, aseguró que no era A vuelo de pájaro, Reich y Jung son las dos alas políticas del mo­
correcta. Desde Palestina, le escribió a Reich: “En 1933, cuando yo aún esta­ vimiento psicoanalítico: el suizo, a la derecha, equilibra al alemán.
ba en Alemania, me opuse a su expulsión de la Sociedad Alemana, llegando Jung se volvió religioso; Reich, político. Freud no estaba ni a la dere­
hasta señalarle al Comité Ejecutivo que durante mi mandato no permitiría cha ni a la izquierda y, por el artificio de su metapsicología, tampoco
una cosa semejante” (carta de Eitingon a Reich del 29 de diciembre de 1935). en el centro35. Era posible tratar psicoanalíticamente las cuestiones
5. Reich estaba en estrecho contacto con los analistas de Noruega, gru­
po éste que él ayudó a formar. políticas, pero el psicoanálisis no podía ser tratado políticamente. Ésa

387
386
fue la herejía original de Reich. ttSi Freud era el economista clásico 8. Carta de Wilhelm Reich a Paul Federn del 12 de febrero de 1926, en
de la vida sexual, Reich aspiraba a ser su Karl Marx.”36 Fue Reich Reich habla de Freud , 1970, Barcelona, Anagrama, pág. 147.
quien se aventuró a la mayor distancia de la actitud analítica, a una 9. Ibíd., pág. 209.
10. Carta de Reich a Freud del 18 de abril de 1928, ibíd., págs. 149-50.
distancia tal que terminó ignorado como excéntrico. Continuando con 11. Entrevista del 12 de octubre de 1952, ibíd., pág. 87.
la polifonía: “Por debajo del inconsciente de las represiones, donde 12. Carta de Anna Freud a Jones del 27 de abril de 1933, citada por Ri-
Jung ubicaba los arquetipos, Reich había descubierto el inconsciente ccardo Steiner, “É urna nova forma de diáspora ...”, Revue Internationale
esencial de los «impulsos biológicos primarios». El instinto es puro, d’Histoire de la Psychanalyse, 1988,1, pág. 260.
bueno y bello”37. Nadie está más lejos de la pulsión de muerte que 13. Pearl King, “Sobre las actividades y la influencia de los psicoanalis­
Reich. tas británicos durante la Segunda Guerra Mundial”, Revue Internationale
Políticamente, Reich era un saint-simoniano; más anarquista d’Histoire de la Psychanalyse, I, 1988, págs. 119-46.
que leninista. Los instintos nunca habían tenido, desde los tiempos 14. David James Fisher, “Psicanálise e engajamento: Otto Fenichel e os
del matriarcado, una oportunidad justa para expresarse. El hombre freudianos políticos”, I, Revista Internacional da Historia da Psicanálise,
histórico está encorsetado en una estructura psíquica represiva que 1988, Río de Janeiro, Imago, pág. 333.
refleja a una sociedad vampirizante. La llave maestra de la represión 15. Carta de Freud a Eitingon del 21 de marzo de 1933, citada en Bemd
Nietzschke, “La psychanalyse considerée comme une Science apolitique”, Re­
es la familia. En ese sentido, Reich fue un precursor de antipsiquia­
vue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, pág. 172.
tras como Laing y Cooper. No debe sorprender que su teoría haya ex­ 16. F. Boehm, “Informe a Jones” de 1934, citado por K. Brecht, “Ici la vie
perimentado un renacimiento después del mayo francés38. continué d’une maniere fort surprenante”, Revue Internationale d’Histoire de
la Psychanalyse, 1987, pág. 99.
Es bien conocido -aunque folclóricamente- el destino ulterior de 17. Ibíd. .
Reich. La teoría del “orgón” y la fabricación de acumuladores para la 18. Carta de Jones a Anna Freud del 20 de abril de 1933, citada por
cura del cáncer, en mi opinión, posiblemente prejuiciosa, bordea el Steiner, ibíd., I, pág. 261.
delirio; recuerda el “aparato de influir” de Tausk y la famosa baquet 19. Ibíd.
de Mesmer39. El uso de esa parafernalia lo lleva a un enfrentamiento 20. E. Glover, War, Sadism, and Pacifism, 1933, Londres, Alien & Unwm.
con la Food and Drug Administration de los Estados Unidos. Coinci­ 21. R. Money-Kyrle, Aspasia , 1932, Londres, Unwin.
do con Roazen cuando sostiene que Reich “estaba probablemente 22. Carta de Jones a Anna Freud del 2 de mayo de 1933, citada por Stei­
trastornado mentalmente en la época de su juicio; su condena a pri­ ner, ibíd., I, pág. 261.
sión es un ejemplo de la crueldad de que es capaz una sociedad mo­ 23. Carta de Jones a Anna Freud del 9 de diciembre de 1933, citada por
derna. El gobierno norteamericano destruyó sus escritos y Reich mu­ Steiner, ibíd., págs. 261-2.
rió en la cárcel federal en 1957”40. 24. Wilhelm Reich: Reich habla de Freud, pág. 183.
25. Paul Roazen, Freud y sus discípulos , 1974, Buenos Aires, Alianza,
pág. 525.
26. Wilhelm Reich: Reich habla de Freud, pág. 244.
27. Ibíd.
NOTAS1
7
6
5
4
3
2 28. Ibíd., pág. 245.
29. Documento originariamente publicado en Zeitschrift für politische
Psychologie und Sexualókonomie, vol. II, págs. 54-61; citado en Reich habla
1. Reich, “ Über Charakteranalyse”, 1928, Int. Z. Psychoanal.. págs. de Freud, págs. 242-47.
180-96. 30. Emst Federn, “Sur les psychanalystes politiquement actifs”, Revue
2. Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé del 9 de mayo de 1928, Freud- Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, 1991, V, pág. 37.
Lou Andreas-Salomé, Correspondencia completa, 1972, Río de Janeiro, Ima- 31. Ibíd., pág. 38.
go, pág. 228. 32. Marie Langer, De Vienne á Managua. Itinéraire d’une psychanalyste,
3. Trabajo presentado al Congreso de Salzburgo en 1924. Friburgo, Kore, pág. 88.
4. W. Reich, “The technique of interpretation and resistance analysis”, 33. Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise na Franca. A batalha
Int. J. Psychoanal., vol. VIII, págs. 142-159. dos cem anos, 1986,1, Río de Janeiro, Zahar, II, pág. 59.
5. Wilhelm Reich, ‘The genital and the neurotic character”, en R. Fliess, 34. Jean Laplanche, Le fourvoiment biologisant de la sexualité chez
The Psychoanalytic Reader, 1948, pág. 131. ^arís, Synthélabo, pág. 19.
6 . Wilhelm Reich, Análisis del carácter, 1957, Buenos Aires, Paidós. 147 ^ triunfo da terapéutica , 1990, San Pablo, Brasiliense,
7. Lrnest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­
ro, Imago, III, pág. 118. 36. Ibíd., pág, 149.

388 389

1
37. Ibíd., pág. 152.
38. Ernst Federa, ibíd., V, pág. 37.
39. H. Ellenberger, Freucl, pág. 245.
40. P. Roazen, op. cit., pág. 525.

CAPÍTULO 61
LA BATALLA DEL ANÁLISIS DE NIÑOS

En 1920 Freud publica “Sobre la psicogénesis de un caso de ho­


mosexualidad femenina”1, que puede considerarse “el retorno de Do­
ra” después de veinte años. La nueva paciente también tenía 18 años
en la hora del diván; ambas son descritas como bonitas e inteligentes
y ambas entraron en análisis bajo la presión parental. La Sra. K de
Dora fue en este caso una society lady, diez años mayor y bisexual.
La paciente sentía una “devota adoración” por ella, para gran preo­
cupación de la familia, especialmente del padre. La amenaza de sui­
cidio, como en el caso Dora, impulsó a los padres a pedir ayuda. Las
semejanzas son tan impresionantes que llevan a Azar y Sarkis a ha­
blar de una Dora II2. Al comprobar el parecido de ambas “Doras”,
Guillaumin se pregunta cómo el propio Freud no reparó en el hecho3.
Tal vez la falta de síntomas histéricos en Dora II hacía la diferencia.
Freud habla de una paciente “que nunca fue neurótica”4, lo que no
deja de ser sumamente sugestivo.
La tentativa de suicidio las separa. No se trata de la nota fortui­
ta de Ida Bauer; la paciente homosexual se había arrojado al foso del
tranvía y no murió de puro milagro. Esta seria tentativa de suicidio,
que requirió hospitalización, se produjo después de que el padre le
dirigiera una mirada colérica al sorprenderla en la calle en compañía
de la fatal mujer fatal.
Trabajo incompleto, mucho más fragmentario que el “fragmen­
to” del historial de Dora. Por empezar, la paciente no tiene nombre.
A falta de seudónimo clínico, Lydia Flem la denomina la “Señorita de
1920”5. Además, el estilo de este historial es curiosamente neutro y
poco intimista. Por otra parte, Dora II no tiene sueños; esto es, no
tiene sueños cuyo contenido merezca ser interpretado. Freud juzgó
que la producción onírica de la paciente era “falsa e hipócrita; con
ella intentaba engañarme de la misma manera que habitualmente
engañaba a su padre”6. Tenía sueños que anticipaban la cura de su
omosexualidad y ponían de manifiesto su alegría en un escenario
ae felicidad conyugal.
Esto nos lleva al terreno de la transferencia. Freud se queja de
4 ^e solo hubo una manifestación de transferencia positiva por parte
visto paciente>y ^ue>precisamente, en los sueños hipócritas. Por lo
res T P? r(¡ce ser °Iue Ia contratransferencia tampoco era de las mejo-
odo hace pensar que el Profesor no se llevaba bien con las jóve-
390
391
nes histéricas. Con Dora, se compró una pelea transferencial; con Do­ so gastar una flecha para concluir que Freud tenía a su hija presente
ra II se muestra escéptico. mientras analizaba a esta paciente homosexual. El paralelismo es ob­
Uno de los temas del trabajo es la analizabilidad. Hay un doble vio. Es muy posible que otra Freud, Martha Gertrude, también ocu­
escollo. Primero está el problema de la demanda. Freud recuerda: la pase su mente. Martha G. Freud era sobrina de Freud, hija de Mitsi.
“situación ideal se da cuando alguien autónomo sufre un conflicto que Joven talentosa, fue la autora de los primeros cuentos infantiles de
no puede resolver solo; entonces lleva su problema al analista e im­ orientación psicoanalítica15. A Martha G. no le gustaba su condición
plora ayuda”7. Éste no era el caso, ya que la joven no se sentía “de de mujer y cambió su nombre por el de Tom, en uno de los primeros
ninguna manera enferma”8 y fue a parar al diván por la presión pa- pedidos de este tipo que llegaron al Registro Civil. Anna Freud co­
rental. En segundo lugar, por primera vez Freud se explaya sobre su mentó: “Ella era una joven sumamente dotada, pero odiaba ser mu­
experiencia en la clínica de la homosexualidad. Admite que los resul­ jer, razón por la cual se cambió de nombre”16. Tom tenía 26 años en
tados no son alentadores, por dos motivos: la resistencia a abandonar la época en que Dora II fue analizada.
un objeto de placer y la naturaleza secundaria de la demanda - el ho­ En 1919, Freud comienza a preocuparse por la sexualidad gine-
mosexual quiere tratarse para huir del oprobio social. En realidad, el cofílica de su hija*2. Le transmite su preocupación a íntimos como Ei-
paciente preferiría una legislación más tolerante*1. El problema no tingon: “Anna tiene una comprensible sed de amistad con mujeres,
consiste en resolver un conflicto neurótico “sino en convertir una va­ después de que partieran, por diversas circunstancias, la inglesa Loe
riedad de organización genital en otra”9. La salida más exitosa sería [Loe Kann], la húngara Rata [Levy] y su Mirra [Eitingonl. Estoy con­
“restaurar la plena función bisexual”10. tento de verla madurar y sólo deseo que pronto encuentre una razón
En relación con este problema de la demanda, Freud habla en para cambiar la ligazón con su viejo padre por alguien durable” (lo
términos que luego serán elaborados por Zetzel con su noción de que es una forma extraña de decir “más joven o más apropiado)17.
“alianza terapéutica”n : “El médico trabaja entonces con una porción Hay algo trágico en los Freud que padre e hija comparten, algo que
de la personalidad dividida, en contra de la otra parte en conflicto”12. tiene que ver con extremos y paradojas. Ese sentimiento que Unamu-
Dora II era la segunda de cuatro hermanos, los otros tres varo­ no definió como “la luz en las tinieblas”. Padre e hija, ambos conquis­
nes. De la infancia sólo sabemos “que tuvo las características norma­ tadores presos. Sigmund, bohemio en noches propicias, hombre que
les de un complejo de Edipo femenino y luego comenzó a sustituir a saboreaba un buen vino, los anillos de humo azul y los Steinpiltz de
su padre por el hermano mayor”. Fue en relación con este caso que la vida, vivía los tormentos plenos de su neurosis. Anna, esa niña en­
Freud dijo que no veía “ningún sentido en introducir la expresión cantadora, de debut promisorio con su sueño de las frutillas y sus
«complejo de Electra»”13. De ese modo se descarta la idea de una si­ fantásticas fantasías, padecerá pesadillas nocturnas y una vigilia de
metría en el desarrollo de ambos sexos. Electra no es el doble femeni­ solterona. Ella, la “Princesa” del psicoanálisis, heredera en teoría de
no de Edipo, lo cual contradice la noción junguiana de la complemen- una sexualidad liberada, nunca se casó, y todo hace pensar que murió
tariedad de animus y anima. doncella. Para ambos el sexo fue la llave y la cerradura*3.
Cuando Dora II tenía 13 o 14 años desarrolló un “afecto intenso”
por un chico de menos de tres años; ese afecto representó el despertar En el otoño de 1924, el psicoanálisis está a la orden del día en la
de sentimientos maternales. El apego se transformó después en indi­ Costa Este de los Estados Unidos. Morton Prince daba sus semina­
ferencia, precisamente en la época en que la madre tuvo su cuarto hi­ rios a dos cuadras de Wall Street. Putnam hablaba sobre Freud y He-
gel en Boston. Obendorf y Frink acababan de regresar de análisis di­
jo. Fue en ese momento cuando comenzó a interesarse por mujeres
dácticos con el Profesor, trayendo enigmáticas noticias de la pulsión
atractivas, mayores que ella. Freud concluye: “El análisis demostró,
sin sombra de dudas, que la society lady era un sustituto materno14.
Ahora tenemos que pasar de Dora II a Anna Freud. En 1919,
Freud analizaba a la paciente homosexual y a Anna Freud. No preci­ *2. Alguna vez había hablado de “androfilia” con relación a Breuer: “Él
proporcionaría un bello ejemplo de las realizaciones en que es posible subli­
mar la corriente androfílica de los hombres” (carta de Freud a Fliess del 7 de
agosto de 1901, Correspondencia Sigmund Frcud-Wilhelm Fliess, comp. por
*1. El panorama no ha cambiado sustancialmente en 1995. El sexólogo
Tnpps afirma categóricamente: “Está comprobado que la homosexualidad y *^asson’ (>* Río de Janeiro, Imago, pág. 448).
*3. Buen momento para introducir a otro hijo problemático, Oliver. El
la psicoterapia son incompatibles” (C. A. Tripps, The Homosexual Matrix, era el más hermoso de los tres hermanos varones y tal vez el más talentoso:
1995). Esta es una exageración, pero las Gay Clinics, en los Estados Unidos, 8!n duda el más neurótico. En la época en que Freud tomó a su hija en análi­
obtienen mucho mejores resultados que las terapias convencionales, incluso sis, envió a Oliver a Franz Alexander.
el psicoanálisis. ffl
393
392
de muerte. Otto Rank, en Nueva York, el analista de los analistas matrimonio Sweester. En la ocasión, Freud le escribe a su yerno, Hal-
hablaba por primera vez del trauma del nacimiento. El psicoanálisis berstad t: “Anna está tratando a criaturas americanas maleduca-
ampliaba su espectro.
das”20.
Fue en ese otoño cuando Dorothy Burlingham, nieta del fabuloso Las almas gemelas se encuentran en el momento oportuno. Anna
Charles Tiffany, asistió a una conferencia de Otto Rank en la Acade­ era cuatro años más joven que Dorothy. Ambas hijas menores de fa­
mia de Medicina de Nueva York. El tema era el tratamiento de las milias prolíficas. Introspectivas, solitarias, personas que soñaban con
llamadas enfermedades psicosomáticas, y se habló en particular de los ojos entreabiertos. Durante todo ese otoño e invierno anudaron la­
un caso de asma bien resuelto. Esa conferencia fue decisiva en la vida zos en largos paseos por los bosques de Viena sobre campos de fresas
de Dorothy.
salvajes y sábanas de nieve. El hecho de tener auto, una rareza en la
A los 33 años, ella era una mujer admirada y criticada por igual. Viena de posguerra, hizo de Dorothy el chofer ocasional del Profesor.
Su matrimonio estaba malogrado por la naturaleza ciclotímica de su Antes de la llegada del verano, las amigas llevaron el Ford T a la
marido, Robert Burlingham 4. La gran preocupación de Dorothy eran campiña y Anna, como antes hiciera su padre con ella, le enseñó el
sus cuatro hijos, particularmente la salud de Bobby, de diez años, que secreto de los hongos. Otras veces, acompañadas por los “Cuatro , es­
sufría de una grave bronquitis asmática. En la ocasión del caso clíni­ calaban las mismas montañas que había escalado Freud. Recorrían
co presentado por Rank, ella se enteró de que la hija de Freud había los valles escondidos donde crecen las Walderdbeeren, habitados por
comenzado a analizar niños en Viena. Las noticias llegadas vía Oben- elfos y otros portentos21, tirando el setting por la ventana.
dorf eran entusiastas. Entonces decidió probar fortuna. En esa época, Freud le hizo el siguiente comentario a Binswan-
Dorothy tenía un matrimonio amigo en Génova: Ruth y Arthur ger: “Nuestra simbiosis con una familia americana (sin marido), a cu­
Sweester, que habían abierto una escuela para niños de habla ingle­ yos niños mi hija está conduciendo analíticamente con mano firme,
sa. Dorothy matriculó a sus cuatro hijos. Desde allí contactó a Anna está cada vez más fuerte, de modo que compartimos el bienestar de
Freud y pidió hora para Bobby. Pensaba permanecer seis meses en este verano”22. Que yo sepa, Freud no habla de simbiosis en su obra,
Europa, tal vez un año. Dorothy y los “Cuatro” -com o los llama su y sospecho que dicha palabra tiene un eco de ambivalencia. Michael
biógrafo y nieto M. J. Burlingham-18 “llegaron a Génova cuando la Burlingham comenta que, “para Dorothy, el lado positivo de la sim­
ciudad despertaba en una gloriosa primavera. Ella atravesaba el trá­ biosis fue el estímulo generado por los Freud. ... Anna ejerció una in­
fico en su Ford T, bajo la mirada glacial del Mont Blanc, como sólo fluencia «nutricia» indudable sobre Dorothy ... ya que ella no era una
una norteamericana podía hacerlo”19. intelectual nata y se metamorfoseó por amor a su amiga 23.
Su nieto desconoce los detalles del primer encuentro; sólo se sabe La amistad con el propio Freud también crecía, y él le regaló a
que Dorothy retomó a Génova con la noticia de que Anna había deci- Dorothy un magnífico broche de ópalo de fuego en una montura de
dido tom ara Bobby en análisis. En una grabación hecha para Rod- oro macizo. Dorothy perdió el broche en el acto. Eva Rosenfeld, amiga
man Gilder 5 ella confiesa: “Bobby fue mi única razón para ir a Viena. íntima de Anna, lo encontró semanas después entre las frutillas, don­
Bob era difícil, me preocupaba, y ahí estaba yo”. Además de asmático, de había caído. La determinación de Eva de encontrar el broche habla
Bob tenía problemas de conducta y el síndrome de chico rico y mima­ de sus celos de esta americana que tan rápidamente había conquista­
do. Dorothy también pidió hora para ella a la analista de su hijo, pe­ do los corazones de los Freud. Lo cierto es que el Profesor sentenció:
ro, por cuestiones de setting, fue derivada a Theodor Reik. Las cosas “Eva puede quedarse con el broche; ya mandé hacer otro para Do­
comenzaban a ir por el buen sendero. Los Burlingham se instalaron rothy”*6.
en la casa de un príncipe húngaro, una mansión con amplio jardín en - De pronto Dorothy ya no estaba sola en este mundo. Aún no ha­
el exclusivo barrio de Dombach. Bob asistía diariamente a las “leccio­ bían pasado nueve meses desde su llegada a Viena, cuando los í reud
nes con Anna Freud. Más tarde Mabbie, la segunda hija, entró tam­ la invitaron al veraneo en Semmering, hazaña sólo superada por Fe­
bién en la cadena terapéutica, y otro tanto sucedió con una hija del renczi en 1908. Ella fue en su Ford con los Cuatro.
Dorothy representa un nuevo tipo de analista mujer. Llegó en el
momento exacto. En esa época las mujeres pasaron a tener un peso
*4. Robert Burlingham era un cirujano que sufría una severa psicosis político y teórico de primera magnitud. Cambió el sociodrama analíti­
maníaco-depresiva, junto con alcoholismo, lo que motivó una serie de interna­ co. A partir de 1920, las mujeres reempazan a los hombres, en el co-
ciones. Finalmente consintió en consultar a Ferenczi en Budapest, pero esta­
ba totalmente en contra del psicoanálisis.
*5. Rodman Gilder, psicoanalista, sobrino de Dorothy, grabó una larga
entrevista poco antes de la muerte de su tía, en junio de 1978. *6. Carta de Eva Rosenfeld, pág. 25, Ross Collection.

394 395
razón de Freud. Diez años después de la fundación de la mesa redon­ El historial de Bobby es uno de los 10 casos incluidos en la Intro­
da artunana, las mujeres reciben sus anillos. Primero, Lou Andreas- ducción a la técnica del análisis de niños. Anna Freud habla de¡ per­
oalomé; luego, por supuesto, Anna; después se suman la norteameri- versiones, ansiedades diversas, actitudes semidelictivas . Se trata de
cana Ruth Mack Bruñswick, Marie Bonaparte, Helene Deutsch y un “niño de 10 años que presenta una oscura mezcla de ansiedades,
Dorothy Burlingham. El de Dorothy era “un anillo de oro con una pie- falta de sinceridad y hábitos perversos infantiles 31. Agrega: Vanos
dra de jade negro tallado con la figura de Zeus montado en su cuadri­ pequeños robos y uno más serio se habían producido en los últimos
ga 24. Las Señoras del Anillo. años El conflicto con sus padres no era abierto m consciente y, a pn
A los 22 años, con el casamiento de Sophie, Anna, la única solte­ mera vista, no existía ningún insight de esa situación. Su actitud con­
ra de la familia Freud, se quedó con los padres y Tante Minna. A migo era de total rechazo; todos sus esfuerzos estaban dingidos a pro-
ella, como vimos, no le interesaba la compañía masculina, con la ex­ tecer sus secretos sexuales de mi . . . o
cepción de Eitingon. El padre todavía tenía esperanzas de que Anna 8 Bobby estimaba que no tenía ningún problema y miraba a su
encontrase un pretendiente, pero el año en que llegó Dorothy él le analista con profundas sospechas. Este caso es particularmente in­
escribió a su yerno, Max Halberstadt: “Ya cumplió sus treinta años y teresante por mostrar mejor que ningún otro el abordaje técnicod
no parece inclinada a casarse”. Aparte de esto, esos años fueron deci­ Anna Freud y la naturaleza de la polémica con Melanio Klein. Aquí
sivos para la inclusión plena de Anna Freud como psicoanalista dis­ aparece, por primera vez, la noción de “alianza terapéutica , bajo la
puesta a hacer su contribución. Estaba abriendo un campo nuevo de­ forma de un “período preparatorio” que precedía al análisis propia­
mostrando que tenía sangre de pionera. Los Burlingham pasaron a mente dicho. Eso exigía que ella fuese “primero interesante, luego
ser el vinculo transferencial de todo eso. Anna le escribe a Edith útil y finalmente indispensable para Bobby, poniéndose a su servi­
Jackson: A veces pienso que no sólo quiero que ellos [Bob y Mabbiel cio y^luego haciéndole todo tipo de pequeños favores, como dactilo­
se curen, sino que también deseo que sean parte de mí misma. Por grafiar sus cartas (largas) o protegerlo del castigo devolviendo el di­
ahora, ese deseo es bueno para mi trabajo, pero llegará el momento nero robado”33. Es muy posible que las sesiones fuesen un infierno,
en que pueda serles perjudicial. A ese anhelo mío sólo le cabe la pala­ con un pequeño millonario, un Hombre de los Lobos en miniatura
bra «estúpido» Luego añade: “Con la madre de los chicos siento lo suelto en el consultorio infantil, en el mejor estilo de La naranja
mismo . Y concluye la confesión diciendo: “Me siento muy avergonza­
da por estas cosas, especialmente ante papá; no se las cuento”25. Éste meCtPasados algunos meses, Anna Freud observó que Bobby ya era
seria el ultimo capítulo de las fantasías annafreudianas “dependiente” de ella, de modo que había llegado el momento para
Anna habla con Eitingon de la problemática de su deseo, de ese exigir una mayor cooperación”34. El pequeño paciente comen»6 a
afán de actuar en la vida de los otros. Dorothy la comprende mejor comprender “el significado del análisis y su finalidad terapéutica ,
que Lou Andreas-Salomé. “Una vez hablé con Lou -le confía a Do­ como surge del siguiente ejemplo: En un período pos erior e su
rothy- sobre esto, hace años. Ella estaba tan totalmente en otra cosa análisis, él entabló una conversación en la sala de espera con un pa-
que terminamos riéndonos de nuestra completa incapacidad para ciente adulto de mi padre. Este hombre le contó que su perro a a
comprendemos.”26 Lou no era filántropa. P matado a la gallina del vecino, y que él tuvo que pagar por e a.
Esta tendencia a velar por el otro le permitía vivir vicariamente «Tendrían que llevarle el perro a Freud», dijo mi pequeño pacien e,
su vida sexual. Anna no se permitía ser femenina, pero vivía esa fe­ «necesita análisis». El paciente adulto dio muestras de disentir, ¡yue
minidad en la simbiosis con Dorothy y, en un segundo plano, con Eva idea más extraña tenía este chico del psicoanálisis! En e perro no
Rosenfeld: dos figuras maternas que, en más de un sentido, compen- había nada mal: sólo quería matar la gallina, y la mató. Yo sabia
saban las antiguas secuelas dejadas por la madre y Tante Minna. A exactamente lo que Bobby estaba pensando. «Pobre perro», debe de
medida que la persona de Dorothy crecía en importancia, ella pudo haber pensado, «hace todo lo posible para ser un buen perro, pero no
primero hacer de cuenta que apoyaba con altruismo el interés de su puede. Algo dentro de él lo lleva a matar gallinas»".35 Difícil encon­
amiga por hombres, y después apoyarlo realmente, mientras esas re­ trar una viñeta más acabada de la filosofía terapéutica color e rosa
laciones íueran “platónicas y no amenazaran su amistad”27. Anna de Anna Freud. .a
confiaba en que su amistad era “la relación más preciosa que Dorothy En una evaluación de la terapia de Bobby, ella habla del carác­
tenía . Esa fortisima relación entra las dos mujeres fue una persis­ ter pasivo-femenino del niño”, concluyendo que la “relación objetal
tente fuente de rumores de lesbianismo20. El “amor ginecofílico” de con la madre había sido reemplazada por una identificación con ella.
que habla Freud en el caso Dora30. Elisabeth Young-Bruehl opina Su agresión masculina primitiva se manifestaba ocasionalmente en
que ese amor no se concretó y que Anna, como dijo Marie Bonaparte, conductas agresivas con sus hermanos y en actos delictivos, que eran
fue la “vestal” del psicoanálisis. seguidos de violentos accesos de culpa y depresión”36.

397
396
Ademas de las marcas de la psicosis maníaco-depresiva del pa­ mente, se trataba de un análisis á la Tiffany: ¡seis sesiones por sema­
dre la analista estaba preocupada por la total identificación con la na palacio de príncipe húngaro y Peter Bloss como profesor: Esto re­
Cra “un. caso de Iibro de texto de homosexualidad laten­ cuerda el “socialismo a la Rothschild” de Gramsci 9.
te . Debido a eso hizo despedir al profesor de inglés, por ser dema­
siado apuesto Lo sustituyó el joven Peter Bloss*7, que iba a ser un Anna Freud, además de vocera del padre en la cuestión del “aná­
psicoanalista de renombre. lisis profano”, presentó un trabajo al Congreso de Oxford, Melanie
na„oE1 -Mt0 de ? ° rothy Burlin£ham comenta, con conocimiento de J^Eder ambos de la Sociedad Psicoanalítica Británica. Anna Freud
ex*ste.■ninguna prueba de que la homosexualidad de
Bobby haya sobrevivido a su «latencia» ... Sea como fuere, la orienta- iueabacomo visitante. Su trabajo se titulaba “Una contrapartida a
las fobias de animales en niños”4!. No tenía “el tono polémico anti-
casamiento ” 0 8 6 tem3 princiPal en su análisis, aun después de su
ba enTambio una revisión crítica de Inhibición, síntoma y angustia;
La guerra entre Melanie Klein y Anna Freud se libró en varios se lo puede considerar el primer paso en dirección a El yo y los meca­
frentes. Elisabeth Young-Bruehl observa que algunos jóvenes (y no nismos de defensa, que publicaría en un futuro cercano. Anna se va­
tan jovenes) terapeutas y pedagogos ingresaron en la escuela de aná- lía de dos ejemplos clínicos para refutar la aseveración de que la dife­
rencia entre Juanito y un niño con un Edipo “normal era la
S 5í e fnin°ii en Vl6na C° m° parte de un ProgTama de activismo so­ “ sustitución del padre por un caballo”40. Cuestionaba esa compara­
cial. Entre ellos se contaron Bernfeld, Edith Sterba y Aichhorn, pione­
ro en el problema de la delincuencia juvenil. Según su biógrafo, Anna ción presentando el caso de un chico de siete anos que odiaba y temía
Freud no era socialista ni tenía militancia juvenil de izquierda pero S padre! como Juanito, pero que, a diferencia de éste, habla desarro­
sus simpatías estaban claramente volcadas hacia el socialismo, por
motivos científicos y políticos. En contraste, Melanie Klein y el grupo
inglés no se inclinaban a fundar instituciones comunitarias ... y sus íaT aterna ía naturaleza del desplazamiento contaba y marcaba a
tradicioneSade ckse alta y su conservadurismo político hacían toda la diferencia sintomática. Según Young-Bruehl, esta distinción entre lo
diferencia . Young-Bruehl da el siguiente ejemplo de “activismo so- normal y lo patológico puede considerarse una generalización de la
cial que no deja de ser un tanto cómico: “El primer experimento pe­ propia experiencia de Anna narrada en -Fantasías de flagelación y
dagógico de Anna Freud fue una extensión práctica de su idea de que ensueños diurnos”. “Ella era una «fantaseadora» que se había satisfe­
os mnos en análisis necesitan de un ambiente escolar psicoanalítico cho con su anhelo de que «Papá sólo me ame a mi», anhelo m alqu is­
que os ayude a articular el trabajo analítico con su vida social diaria ta pero no necesariamente neurótico.”44 Su paciente tenía su león
imaginario manso -sustituto paterno- que el había domesticado, a
n n í i S 1’ ?°n a ayuda deEva R°senfeld, Anna y Dorothy montaron que amaba y cuidaba. El otro caso, un chico de diez anos, tema no so-
una escuela, que en un primer momento funcionó en la casa de Eva y
luego en un pequeño edificio, construido especialmente, en el jardín lo una fiera sino todo un circo de animales entrenados por el.. rero
de la casa de los Burlingham. Los niños Burlingham, los niños Swees- Melanie no era un león manso. “Anna no tenía lastre frente a ura
ter y algunos otros chicos de siete a trece años recibían lecciones de cán kleiniano
Peter Bloss y su asistente, un artista llamado Erik Erikson, que iba a Melanie Klein aportó algo más ambicioso al Congreso de Oxford.
ser el más famoso discípulo de Anna Freud”40- *8. “La importancia de la formación de símbolos en el desarro o e
¡Se puede decir cualquier cosa, menos que esa escuela, construi­ yo”46. Tanto este artículo como el de Anna parten de la revisión c i
da en forma de chale suizo en el jardín de la mansión de la nieta del ca de la misma fuente: Inhibición, síntoma y angustia. En es e ex o
fabuloso joyero, era el escenario de un experimento socialista! Real­ se corrige la imagen un tanto patética del yo presentada en bl yo y e

*9. En marcado contraste, en tierra socialista, en 1921, Vera Schmidt


_ *7' Pete/ Blos.s Posteriormente emigró a los Estados Unidos y alcanzó fundó la célebre Casa de los Niños de Moscú, inspirada en las ideas de esa
renombre internacional por sus trabajos sobre adolescencia. (Cf. On Adoles­
cente, Nueva York, Free Press, 1969). Precursora que fue Tatiana Rosenthal. Esta institución fue el primer jardín
de infantes psicoanalítico del mundo (S. Neidisch, “Die Psychoanalyse m
Treinta y och° años más tarde, en Stockbridge, Massachusetts, par- Russland wáhrend der letzten Jahren”, Internationale Zeitschnft fur rsy-
r^-nf H 1 a comaa,dad terapéutica de lujo, con Erik Erikson, que en algo
recuerda la “escuehta” de Anna Freud. choanalyse, 1921, VII, págs. 384-5).

398 399
ello ,según la cual todas las instancias llevan al yo a la precaria con­ se ve fortalecida por mi admiración a las cualidades de ella, incluso
dición de payaso a la deriva en la vida. las analíticas”52. ., * , ,
La nueva teoría situaba la angustia en el yo, postulando que ella Freud no respondió directamente al tono perdonavidas del ga­
actúa como señal en las situaciones de peligro (y no es fruto de la re­ lés; utilizó el argumento ya empleado en el debate en torno de Rank:
presión). Ese ensayo de Freud favorecía la posición de Anna, al soste­ “Cuando dos analistas, con diferentes opiniones sobre un punto, asu­
ner que “las primeras manifestaciones de angustia, que pueden ser men que el enfoque errado de uno de ellos se debe al hecho de que no
de gran intensidad, ocurren antes de la diferenciación del superyó”47. está completamente analizado ... esto puede en ciertos casos estar
Klein, por su parte, afirmaba que “los primeros estadios del conflicto perfectamente justificado, pero, en las polémicas prácticas, considero
edipico están dominados por el sadismo”48, y situaba la agresión en el que dicho argumento es inadmisible, porque cada una de las partes
centro del desarrollo infantil. A partir de la confrontación de Oxford puede hacer uso de él y no ayuda a aclarar cuál de la dos partes tiene
las dos rivales elaboraron hipótesis sobre la defensa psíquica, basa­ razón”53. . , . , ^ ,
das en el mismo texto de la angustia señal, pero siguiendo caminos Por otra parte, Joan Riviére estaba ahora en la mira de rreud.
radicalmente diferentes. Una diferencia sideral separa a la Erika de Él que antes le había dado un tirón de orejas a Jones por criticarla,
Melanie Klein, con su locomotora ardiente, del manso domador de escribe: “Lo más desconcertante en esta tempestad en un vaso de
leones. Este león, en realidad, merece ser considerado el punto de agua son las proposiciones teóricas de Riviére, especialmente por la
partida de la p s ic o lo g ía d e l y o , según la cual el yo puede domar los alta opinión que yo tenía de ella. Aquí debo recriminarle su excesiva
instintos y ser autónomo. La interpretación kleiniana de contenidos
sádicos y agresivos no tenía nada que ver con la “alianza terapéutica” Freud intentaba quedar fuera de la Batalla del Análisis Infantil.
y el período preparatorio” preconizados por Anna Freud. La lucha No obstante, reiteró su opinión de que “las posiciones de la Sra. Klein
continuaba. sobre la conducta del yo ideal (o superyó) infantil me parecen comple­
Para Melanie Klein, los métodos “pedagógicos” de Anna Freud tamente inaceptables y entran en contradicción con todos mis su­
eran un impedimento para el desarrollo del psicoanálisis infantil. So­ puestos básicos”55. El debate epistolar continúa y él sigue firme en su
lía decir que Juanito constituía el prototipo de una terapia infantil posición: “Quisiera contradecir a la Sra. Klein cuando considera que
conducida según los principios del análisis de adultos49. Consideraba el superyó de los niños es tan independiente como el de los adultos.
que Anna -como mera “repetidora”50 de la posición teórica de su pa- Creo que Anna tiene razón al enfatizar que el superyó infantil esta
dre- resistía inconscientemente a los llamados del ello, debido a un todavía bajo la influencia directa de los padres 56.
análisis insuficiente y transferencialmente adulterado. Joan Riviére Freud intentó ser neutral. Su fa ir p la y duró hasta el simposio de
traductora y ex paciente de Freud, formuló de la siguiente manera,’ Londres. Tanto es así que su hija tuvo dificultades para convencerlo
en el S y m p o s iu m de 1927, el meollo de la crítica kleiniana: de que interrumpiera su descanso de vacaciones dando una leída a
los artículos del simposio, que acababan de llegar a Viena. Con la
i . . lo que sucede en la imaginación ayuda de Ferenczi, que estaba de visita, ella lo forzó a leer lo que Me-
de los ñiños provoca fuerte aversión y repulsa aun hoy en día. lanie Klein, Joan Riviére, Susan Isaacs y el propio Emest Jones ha-
Por esto los analistas dudan en penetrar en esas profundidades. bían escrito como críticas a su libro57. Freud, furioso, mandó una car­
ero ésa es la cuestión misma del psicoanálisis, que no se intere­ ta indignada a su futuro biógrafo, haciéndolo responsable de
sa por el mundo real, ni por la adaptación del niño o del adulto a “organizar una verdadera campaña contra el análisis de niños de An-
ese mundo real. El psicoanálisis sólo toma en cuenta los ensue­ na”, y de permitir que Melanie Klein hiciera una declaración delibe­
ños de la mente infantil, con sus placeres fantaseados y sus fan­ radamente tergiversada58.
tasías temidas51. Freud intentó contener su furia delante de Anna, del mismo mo­
do que su hija había refrenado su propia rabia contra Rank en una si­
Joan Riviére está obviamente hablando de la pusilanimidad de tuación análoga. Con Eitingon, sin embargo, él explotó: Me irrita
Anna Freud. Este mensaje era la versión pública de una carta de Jo­ mucho más de lo que aparento frente a Anna. No disimulé nada con
nes a Freud: “Lamento no poder concordar con algunas de las ten­ Jones [en la carta] y condené severamente su frivolidad, sus dudosas
encias presentes en el libro de Anna, y sólo puedo pensar que se de­ intenciones y el increíble disparate teórico que aparece [en el simpo­
ben a ciertas resistencias imperfectamente elaboradas. De hecho, sio] ”59. Está claro: quería crucificar a Jones, el hambriento Casio. Le
creo que puedo demostrarlo en detalle. Es una pena que haya publi­ reprochaba que traicionara el sentido del psicoanálisis tal como él y
cado el libro tan encimado a sus conferencias, aunque espero que su hija lo habían concebido60. “No creo que Jones sea malintenciona­
pueda, como el padre, estar abierta a la experiencia. Esa esperanza do conscientemente, pero es una persona desagradable, está ansioso

400 401
por aparecer como líder, agitando y provocando, y entonces aflora su incierta posición de Jones durante la cuestión lega: para él, el riesgo
deslealtad de galés.”61 de escisión era inminente.
Freud le envió al “méntiroso galés” una carta que muestra mejor En cuanto al segundo punto, Jones contraataca:
que nada las dificultades del momento. Él acababa a su vez de recibir
una carta de Brill, “la primera en no sé cuántos años”62. En ella Brill Cuando Anna presentó su trabajo en Berlín ... Mrs. Klein envió
manifiesta un acuerdo absoluto con Jones en la cuestión del análisis su contribución escrita a la discusión, la cual fue suprimida. ...
lego. Aparentemente había circulado el rumor de que Freud preten­ Yo le escribí a Radó pidiendo que el libro de Anna fuese reseñado
día expulsar de la IPA a la Sociedad de Nueva York. En la respuesta simultáneamente por dos personas con diferentes puntos de vis­
a Brill, el Profesor señala que ese rumor es infundado, pero lanza la ta, y su respuesta reveló que sólo se publicaría una reseña favo­
siguiente andanada, “nada perderíamos a nivel humano, científico o rable. ... Usted se puede imaginar que nunca pensé que ella ape­
material” si esa secesión se produjera”63. Dicho eso, Jones queda en laría a la inmunidad a la crítica de sus escritos y, menos aún,
la mira de munición aún más pesada: que usted reclamaría dicha inmunidad. Estaban en juego temas
de gran importancia científica, y el curso lógico me pareció una
No comprendo su actitud. En el Congreso [de Innsbruck] usted discusión abierta entre todas las partes67.
fue quien amenazó con la secesión de la Sociedad de Nueva York.
Pero [al mismo tiempo] estaba dispuesto a publicar los argumen­ La pelea fue fea, la sangre casi llega al río. Con Abraham muerto
tos de mi suplemento*10, que sin duda ofenderían a los líderes de y la disidencia de Rank, no es de extrañar que los restantes Señores
la Sociedad de Nueva York, un texto que había sido escrito sólo del Anillo deshicieran su pacto.
para los amigos, sin la intención de hacerlo público. ¿Usted persi­ Ni Freud ni Jung creyeron nunca en la veracidad de Jones. ^ a en
gue sus propios designios o está una vez más dejándose llevar 1908 Jung había dicho lo siguiente: “Jones es un enigma para mí. La
por su inclinación a ser desagradable?64 dificultad en comprenderlo es enorme y ya cae en el dominio de lo
fantástico. ¿Hay en él más de lo que la vista divisa, o no hay absolu­
¿Cuál es la tuya, Jones? A continuación, Freud aborda el tema de tamente nada? Sea como fuere, está lejos de ser simple ... Lo conside­
la Batalla del Análisis de Niños: ro mentiroso, incomprensible”68. A lo que Freud responde: “No sé
cuánto hay de verdad en ese retrato. Me inclino a pensar que miente
Eso no es todo. En Londres, usted está organizando una campa­ con los otros, pero no con nosotros”69. Podemos suavizar las cosas di­
ña contra el análisis de niños de Anna, acusándola de no haber ciendo que Jones sólo mentía cuando la política ocupaba un lugar im­
sido analizada en profundidad, como ya una vez usted me lo es­ portante. Y en este caso, al asumirse como campeón de Melanie
cribió. Puedo garantir que Anna fue analizada durante más tiem­ Klein, Jones fue valiente y defendió una causa justa: así piensa este
po y más a fondo que, por ejemplo, usted65. biógrafo con pasado kleiniano.
En su correspondencia con Ferenczi y Eitingon, Freud habló
Jones responde una semana más tarde. Primero se defiende: abiertamente de que la hostilidad de Jones con su hija se debía al
abortado romance de 19 1470. También sospechaba que Jones estaba
Cuando leí su pequeño ensayo [el suplemento] en La Haya, le co­ valiéndose del trabajo de Melanie Klein para lograr una originalidad
menté a Eitingon que creía que ni el tono ni el contenido podrían de la cual él nunca había sido capaz. “Desde la noción de racionaliza­
ofender a los americanos. La única reserva se refería a tres pá­ ción de su primer artículo, no ha tenido ni una sola idea original, y su
rrafos que sugerí fuesen omitidos66. transmisión de las mías no sale del nivel escolar. ’71 Freud es injusto
con un hombre que habló de la afánisis, que hizo su aporte al tema de
Jones agrega que todo lo que Freud escribe merece ser publicado. la sexualidad femenina y a la teoría del simbolismo; al mismo tiempo,
Según él, su interés en este punto es “restaurar en lo posible la armo­ Freud le hace justicia indirectamente a Melanie Klein, en la medida
nía entre ellos y nosotros, tratando de reducir los factores que conspi­ en que reconoce implícitamente la originalidad de ella*11.
ran contra esa armonía”. Aquí cabe añadir que ya vimos cuál fue la

11. Freud le escribe a Eitingon: “Comparada con las opiniones de la


ein» su posición [la de Anna] es conservadora, hasta se puede decir que
*10. Este “suplemento” luego apareció como epílogo del ensayo sobre accionaria, pero me da la impresión de que está en lo cierto” (carta de
análisis lego. u a Eitingon del 21 de noviembre de 1926).

402 403
En público, Freud fue reservado y no hizo conocer su opinión so­ portancia del reclutamiento de candidatos genera una activa militan-
bre Melanie Klein. De hecho, nunca tuvo una pelea importante con cia partidaria, realizada con gran celo. En ese clima, cuando Strachey
ninguna mujer. La confrontación con la Sra. Klein sin duda fue la se manifiesta “ferozmente partidario de un acuerdo”, está enunciando
mayor de todas y, en vista de su incapacidad para disputar directa­ el lema de la plataforma del Middle Group.
mente con su adversaria, el desplazamiento sobre Jones, como chivo El “Grupo del Medio” fue el importante “equilibrador” de la So­
expiatorio, era inevitable. Freud conjeturaba que el ataque de Jones ciedad Británica de Psicoanálisis; medio entre kleinianos y annafreu-
a Anna constituía, a su vez, un desplazamiento táctico en la hija, y dianos, posicionándose en general más cerca de Melanie que de An­
que el blanco era el padre, como “un fragmento de su superyó ... insa­ na. Formaron parte de él Winnicott, Marión Milner, Sylvia Payne,
tisfecho con su yo”72. Rickmann, Masud Khan y el propio Strachey.
Ferenczi y Eitingon tenían hipótesis políticas. Especulaban en Al mismo tiempo, coincido con Roudinesco en que, en la historia
1925 que Jones había realizado intentonas de rebelión palaciega, con del movimiento psicoanalítico, el kleinismo representa, frente a la or­
Glover a la cabeza, y que había llevado a Melanie Klein a Londres pa­ todoxia de la IPA, la primera tentativa de un retomo teórico a Freud.
ra reforzar las baterías. Adhesión interesada. Fuera cual fuere el pa­ Retomo en el sentido en que “Melanie Klein redescubrió el gesto freu-
norama, Freud tenía las manos atadas por la sospecha de parcialidad diano inicial; lo hizo a partir de la infancia y, después, a partir de la
que flotaba en el aire. ‘Tenemos que evitar a cualquier precio la apa­ psicosis, o sea, desde los campos que ella pasó a cultivar. Más que
riencia de nepotismo.”73 discípula, fue innovadora”77. Klein, en el rigor de su práctica, era dis-
cípula de Ferenczi y Abraham, cuya obra continuó. Sería entonces
Pasaron algunos años. Una mañana de abril de 1940, James nieta de Freud, y no hija cismática a la manera de Adler o Jung. Tal
Strachey se despierta engripado, y ésa tal vez fue la razón o el pre­ vez esta distancia generacional y esta inversión de sexo permitió que
texto para no participar de otra de las desgastantes reuniones polé­ su pensamiento quedase dentro de los confines de la Causa.
micas: Anna Freud versus Melanie Klein. Strachey está harto y le Se puede decir que Melanie Klein, más que Anna Freud, fue el
confía a Glover: paradigma del “psicoanálisis no-médico”, la gran “curandera lega de
almas” visualizada por Freud en su Laienanalyse. La senda está tra­
Me siento en la piel de Mercutio. ¿Por qué es preciso que esos mi* zada. Concuerdo con Roudinesco en cuanto a que, “a pesar de la pro­
serables fascistas y comunistas (malditos extranjeros) invadan funda divergencia teórica entre las dos elaboraciones, la aventura la-
nuestra tranquila isla? ... Pero veo que estoy más febril de lo que caniana está ligada al evento kleiniano. Existe una continuidad
pensaba74. histórica entre los dos movimientos, uno de los cuales es el preludio
del otro”78. Yo diría interludio más que preludio. El camino es el mis­
Si Strachey era Mercutio, ¿quién serían los Capuletos? Difícil mo, se trata de una modulación de la misma cantata: un devenir teó­
imaginar a Anna Freud en el papel de Julieta. Pero la carta con­ rico del pensamiento de Freud.
tinúa: Existe un lugar histórico, una esquina geográfica, donde Klein
y Lacan cruzan sus vidas. Marienbad, lugar de la película de los mil
Quiero que usted sepa, para su gobierno, que ... soy ferozmente espejos, se constituyó en el escenario ideal para ese encuentro. Fue
partidario de un acuerdo a cualquier precio. Todas las dificulta­ en 1932, en el Congreso presidido por Jones, donde Lacan presentó
des me parecen provenir del extremismo de ambos bandos. Mi su trabajo sobre el estadio del espejo. Lacan era un ilustre descono­
punto de vista es que debemos a la Sra. Klein algunas de las con- cido que deambulaba por los dorados corredores del Hotel Royal de
... tribuciones de mayor importancia para el psicoanálisis, pero es Marienbad. Jones interrumpió su ponencia cuando sólo había ha­
absurdo sostener que agotan el asunto o que su validez es axio­ blado 10 minutos. La cólera de Lacan ante el desaire reverberó por
mática. Por otro lado, pienso que no es menos risible, por parte los túneles del tiempo y treinta años más tarde, cuando publica su
de la Señorita Freud, pretender que el psicoanálisis es el coto de ensayo en los Écritsy él recuerda el día y la hora justa en que fue in­
caza privado de la familia Freud y que las ideas de la Sra. Klein terrumpido.
deben ser necesariamente subversivas. Esas actitudes, de una En ese mismo lugar, en otra hora, pero tal vez el mismo día, Me-
parte o de otra, son sin duda puramente religiosas, y representan anie Klein libró otro round de la desgastante pelea con Glover y Me-
la propia antítesis de la ciencia75*76. * a Schmideberg. Curioso, el estadio del espejo y la posición depresi-
a estaban presentes, pero nadie habría podido percibir ni inferir
Strachey tiene razón, especialmente si consideramos la religión nada de ese hecho.
como el brazo espiritual de la política, en una Sociedad donde la im­ Pero, en el caso de Klein, el retorno a Freud tiene una fuerte co-

405
lean Guillaumin, “La technique de Freud en 1920 comme efíet d a-
loración política"12. Esto aparece claramente en una carta a Jones - g'coúp tardif d’un échec thérapeutique, et défense differee contre le tra-
donde ella escribe que “el propio Freud, después de haber dado lo me­ P 1 Dsvchique du deuil relatif á Dora”, Psyché, études psychanalytiques sur
jor de sí en Inhibición, síntoma y angustia, no sólo no fue más adelan­ Z r é S p s y c h w e , 1983, París, PUF, pág. 113.
te, sino que más bien retrocedió. En sus contribuciones teóricas ulte­ 4 . SE, XVIII, pág. 155. .
riores, algunos de sus hallazgos mayores se debilitaron o fueron 5 L. Flem, A vida cotidiana de Freud e seus pacientes, pag. 14 .
olvidados, y sin duda no extrajo el máximo provecho de su obra. Pudo 6. SE, XVIII, pág. 165.
deberse a varios motivos, como la edad, la enfermedad y al hecho de 7. Ibíd., pág. 130.
que hubiera alcanzado el punto en que una persona, por genial que 8. Ibíd.
sea, no puede ir más allá de su propio descubrimiento. Estoy conven­ 9. Ibíd., pág. 150.
cida, hélas, de que la influencia de Anna fue uno de los factores que lo U. EUsábeth Zetzel, “The so-called good hysteric”, International Jour­
bloquearon ...”79. nal of Psychoanalysis, 1968, IXL, págs. 250-60.
Lo que invierte el clásico clisé del padre castrador. En la misma 12. SE, XVIII, pág. 150.
línea de ese dudoso retorno a Freud se puede ubicar el siguiente co­ 1 3 . Ibíd., pág. 155n.
mentario realizado a Winnicott en el fragor de la lucha: “Sería peli­
groso dar la impresión de que [consideramos que] Freud es más o me­ j 5 TheDidry^of Sigmund Freud 1929-1939, editado por Michael Mol-
nos historia antigua, por el simple hecho de no ser verdadero. Los o- iQQ4 Londres, The Freud Museum, pág. 273.
16 Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, a Bwgraphy, 1988, Londres,
escritos de Freud están muy vivos, y continúa siendo una guía para
nuestro trabajo (aunque desde entonces se ha hecho mucho que va Sum^í|t Carta de^Fremf a Eitingon del 11 de noviembre de 1921.
más allá de él o lo contradice); esta posición debe ser enfatizada por 18. Michael John Burlingham, The Last Tiffany, 1989, Nueva York, At
ser verdadera y por motivos tácticos”80.
Strachey se engripaba y Jones hacía malabarismos en el medio, heneum, pág. 154.
como lo demuestra la siguiente carta a Anna Freud, donde él intenta 20. Lucy Freeman y Herbert Stream, Freud and Women, 1981, Nueva
establecer su posición en el filo del conflicto: “Es cierto que considero York, Frederick Ungar, pág. 81.
que Melanie Klein ha hecho importantes contribuciones. Ahora bien, 21 Michael John Burlingham, op. cit., pag. loo. . _ ..
cuántas de ellas son realmente nuevas es otra historia, porque creo 22. Carta de Freud a Binswanger citada en Anna Freud, A Life Dedica-
que es posible encontrar planteos previos, en la mayoría de los casos, ted to Children, págs. 119-20.
en escritos psicoanalíticos anteriores ... Ella obviamente magnifica la 23. Michael John Burlingham, op. cit., pag. ¿ ¿ ¿ ■
novedad de su contribución, pero, en mi opinión, es indiscutible que 24. Ibíd., pág. 192. .... , ooa
su trabajo nos ha obligado a ver la gran importancia de los mecanis­ 25. Cita de Michael John Burlingham, ibíd, pág. ¿ ¿ a .
mos de introyección y proyección. También pienso que ella demuestra 26. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 133.
la existencia de estos y otros mecanismos en una edad más temprana 27. Ibíd, pág. 137.
28. Ibíd, pág. 138
de lo que se creía. ... Por otra parte, no tiene una mente científica u 29. Ibíd., pág. 196.
organizada. Y también es indudablemente neurótica, con una testa­ 30. SE, VII, pág. 19. _ _i
rudez que resulta fastidiosa”81. 31. Anna Freud, Introduction to the Technique o f Child-Analysis, en el
capítulo sobre los diez primeros casos.
32. Anna Freud, The Writings o f Anna Freud , I, pág. 11.
33. Michael John Burlingham, op. cit., pág. 169.
NOTAS 34. Anna Freud, The Writings of Anna Freud , I, pág. 13.
35. Ibíd., págs. 17-8.
36. Michael John Burlingham, op. cit., págs. 163-7.
1. SE, XVIII, págs. 147-74. E.f* 37. Ibíd., pág. 172.
2. Amine Azar, y Antoine Sarkis, Freud, les femmes, Vamour, 1993, Pa­ 38. Ibíd., pág. 173.
rís, Z’Editions, pág. 156. 39. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 178.
40. Ibíd., pág. 178.
gf; 41. Véase W ritings II, págs. 71-82.
; 42. Young Bruehl, op. cit., pág. 181.
*12. El “retorno” lacaniano también, por supuesto, pero es más sutil, 43. Ibíd.
más platónico. ■- ‘
407
406 »
79. C a r t a d e M e la n i e K le in a J o n e s , s i n f e c h a , c it a d a p o r E li s a b e t h
44. Ibíd., pág. 182.
45. Elisabeth Roudinesco, H istoria da p sica n á lise na Franca. A batalha V n u n c -B r u e h l, op. cit., p á g . 265. , oqq

d os cem a n o s , 1986,1, Río de Janeiro, Zahar, I, pág. 158.


46. Melanie Klein, ^The importance of symbol-formation in the develop-
ment of the childn, Int. J. P sych oan al., 1930, pág. 59.
i asssr.'ffifiSSAssass
de Jones, citada por Phyllis Grosskurth, ibíd., pags. 289-90.
47. SE, XX, pág. 94.
48. Melanie Klein, C o n t r i b u i d o á p s ic a n á lis e , 1964, Río de Janeiro,
Imago, pág. 249.
49. S ym posium o f C hild-A nalysis, pág. 376.
50. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit ., pág. 169.
51. S ym posium o f C hild-A nalysis, 1927, pág. 376.
52. Carta de Jones a Freud del 16 de mayo de 1927, R. Andrew Pas-
kauskas (comp.), T he C om p lete C orresp on d en ce o f S igm u n d F reu d a n d E r -
n est J o n e s , 1908-1939, 1993, Londres, Harvard University Press, págs.
616-7.
53. Carta de Freud a Jones del 16 de mayo de 1927, ibíd., pág. 619.
54. Carta de Freud a Jones del 9 de octubre de 1927, ibíd., pág. 633.
55. Ibíd., págs. 618-9.
56. Anna Freud, The W ritings o f A n n a F reu d , I, pág. 512.
57. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit ., págs. 170-1.
58. Carta de Freud a Jones del 23 de setiembre de 1927, citada por Eli­
sabeth Young-Bruehl, ibíd., pág. 171.
59. Carta de Freud a Eitingon del 23 de setiembre de 1927, íbíd., pág.
171.
60. Prefacio de R. Steiner a T he C om plete C orresp on d en ce o f S igm u n d
F reu d and E rnest J on es , 1908-1939 , pág. xxxix.
61. Carta de Freud a Eitingon del 13 de octubre de 1927.
62. Carta de Freud a Jones del 27 de setiembre de 1927, T he C om plete
C orrespondence o f S igm und F reu d and E rnest J on es ,.1908-1939 , pág. 623.
63. Ibíd.
64. Ibíd.
65. Ibíd.
66. Carta de Jones a Freud del 30 de setiembre de 1927, ibíd., pág. 625.
67. Ibíd.
68. Carta de Jung a Freud del 12 de julio de 1908, F reud-Jung, C orres­
p on d en cia com p leta , 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 211.
69. Carta de Freud a Jung del 18 de julio de 1908, ibíd., pág. 213.
70. Carta de Freud a Eitingon del 14 de enero de 1929.
- 71. Phyllis Grosskurth, M ela n ie K lein , h er W orld a n d h er W ork, 1987,
Cambridge, Harvard Univ. Press, pág. 386.
72. Carta a Eitingon del 14 de enero de 1929.
73. Carta a Eitingon del 20 de diciembre de 1929.
74. Riccardo Steiner, carta de Strachey a Glover del 28 de abril de 1940,
en “É urna nova forma de diáspora ...", RIHP, I, pág. 26.
75. Ibíd. 1
76. Este tema del coto de caza de la familia Freud ya había sido emplea­
do por Jones 13 años antes (carta de Jones a Freud del 30 de setiembre de
1927, T he C o m p lete C o rresp o n d en ce o f S ig m u n d F reu d a n d E rn est Jones,
1908-1939 , pág. 629).
77. Elisabeth Roudinesco, op. cit., I, pág. 157.
78. Ibíd., pág. 158.

408
ampliación retrospectiva, que Jung, con su Grande Madre Naturale­
za fue más ecológico que Freud con su Padre Muerto.
Está bien, la naturaleza perdió fuerza en el macrosistema Tierra,
«
oero continúa siendo el agente de nuestra muerte. Y Freud dice que
“ p r o b a b le m e n te nunca se encontrará ninguna hierba medicinal
** “probablemente”: sugestiva referencia en un hombre condenado
a muerte por el cáncer. El fracaso de la ciencia le brinda, como señala
C A P ÍT U L O 62 <?rhur3 un “porvenir sin ilusiones”. Sólo le resta soñar, en secreto,
con el elixir de la inmortalidad, en ese triste año de 1927, mientras
E L L IB R O D E L A D E S IL U S IÓ N
termina el ensayo del que hablamos. En una carta a Eitingon, le es-
í-ribe- “¡Así que usted se encuentra entre los visionarios. Aquella [pró­
tesis] «casi» perfecta tiene su fuente en la ilusión aún no abandonada
Desde la primera página El porvenir de una ilusión se presenta de aue Pichler conseguirá remover el último foco ... Pero el ultimo fo­
como un extraño panfleto. Las reflexiones iniciales sobre la cultura co es sólo el próximo que sigue al penúltimo ... Y, asi, esa ilusión to­
tienen una intención: laicizar el tema, comenzando por donde había ma el camino de las otras”4 (el énfasis en “ilusión es mío).
terminado Tótem y tabú. La religión, inscripta en una antropología
cultural se vuelve accesible a la investigación científica. Freud le nie­
Notas de Pichler VI
ga a la fe cualquier estatuto de verdad revelada. Lo revelado tiene
que ser develado.
12-8-27: Los resortes de la prótesis 4 fueron nuevamente afloja­
Las premisas son dos. La civilización se funda “en el hecho de dos y soldados con un punto ... Encaja bien. La prótesis 4 sigue
\ res ? ° les gU8ta.’trabaJar y <lue ningún razonamiento provocando hinchazones y compromete la audición, tal vez en vir­
nsigue hacer frente a sus pasiones”1. A continuación se presenta la tud de la obstrucción de la trompa de Eustaquio .
triada fru stra ció n , p r o h ib ic ió n y p r iv a c ió n . La segunda regula la pri-
Tótem y tabú aborda los temas de la ambivalencia totémica, el
S S l e a^ v m /á d o r de 18 SeSUnda PrÍVaCÍÓ" y *rabaj0 “ ,nsti' “y“
tabú-conciencia y el mito de la “aurora de la humanidad’ , estructura­
E l p o r v e n ir d e una ilu sión enumera las “privaciones” que la civi­ do a partir del asesinato del padre. Como vimos, en el principio lúe el
lización cobra a los seres humanos, el precio que impone para defen­ acto. En ese ensayo, Freud exploró la región del animismo, en el que
derlos de la naturaleza. Pero la naturaleza está muy lejos de haber el sentimiento de atrición representa el inicio de la socialización. El
sido conquistada. Hay una larga lista de calamidades telúricas y físi­ porvenir de una ilusión aborda el tema de la religión instituida y de
cas, desde terremotos hasta “el enigma doloroso de la muerte, contra la culpa. Ambos textos parten del hilflos, del desamparo infantil.
la cual por el momento no se ha encontrado, y probablemente nunca
se encontrará, ninguna hierba medicinal. Con esas fuerzas, la natu­ El origen de la actitud religiosa se remonta claramente al desam-
raleza se levanta contra nosotros, grandiosa, cruel, implacable. Para
paro infantil6.
la humanidad como un todo, así como para el individuo, la vida es di­
fícil de soportar 2.
Calando más hondo, el teísmo emerge del pavor humano ante el
Tal vez hoy en día sorprenda esta visión de una naturaleza “gran- espanto de la muerte. Nace como ilusión primordial para remediar
íosa, cruel, implacable”. La naturaleza era majestuosa por su propia ese “escándalo” sin fin que es nuestra desaparición total .
naturaleza, y nadie podía emular sus desplantes, hasta 1943. A partir Freud aborda además el tema de la ‘“culpa”: en realidad, del sen­
de esa fecha el hombre incuba la temperatura del sol en el interior de timiento de culpa, en tanto hecho psicológico y no moral. Como señala
una bomba y toma fotos del planeta verde-azul desde el suelo lunar. Y Rieff, Men la retórica freudiana, la represión tiene un significado muy
eso fue solo un aperitivo. Ahora la biología genética amenaza artificia- especial, tanto individual como social; ... es en este concepto donde el
lizar la naturaleza, lo que tal vez sea nuestro próximo desafío. La si­ psicoanálisis se muestra radicalmente opuesto al cristianismo . bn
tuación se ha invertido: la depredada natura tiene que ser protegida la psicología cristiana, lo que se considera reprimido es el sentido
de nuestra voracidad tecnológica. Vivimos en un planeta mucho más tt^oral, o sea la naturaleza elevada del sujeto; en El porvenir..., lo re­
tóxico, contaminado, hambriento de proteínas, apiñado, explosivo. En primido es lo que causa culpa: la naturaleza baja del individuo, sus
ese^sentido, Freud no tenía la menor preocupación ecológica. El térmi­ deseos instintivos. En la Iglesia de Cristo el sentimiento de culpa es
no ecología fue acuñado precisamente ese año por Charles Elton en señal de pureza y elevación moral; en el molino psicoanalítico, en
su libro sobre la ecología del Polo Norte. Se puede decir en una gran
411
410
cambio, pasa a ser un ingrediente psicopatológico, responsable de las Este ensayo, fiel al título, es un estudio sobre la ilusión. Un nue­
enfermedades individuales. Junto con eso, al definirse la cplpa como vo lugar le es concedido a este espejismo que no cesa cuando es reco­
represión de la naturaleza baja del sujeto, se desenmascara el fondo nocido como tal. Lo ilusorio, pasado y futuro se presenta como un fe­
traicionero de la piedad convencional. Freud ironiza: “El misticismo nómeno esencial en el proceso civilizador. No sólo la ilusión religiosa,
ruso llegó a la sublime conclusión de que el pecado es indispensable sino “también otros factores culturales que tenemos en alta conside­
para gozar de todas las bienaventuranzas de la gracia divina, siendo, ración y por los cuales dejamos que nuestras vidas sean reguladas”14.
en consecuencia, grato a Dios”9. O sea que, junto con las religiosas, tenemos las ilusiones políticas,
Punto importante: el “sentimiento de culpa” puede ser incons­ eróticas, artísticas, etc.
ciente, constituyéndose como una determinación esencial de la natu­ ¿Qué es una ilusión?
raleza humana. Esta idea ya había sido introducida, pero no elabora­ Se trata, para Descartes, de la malicia del genio maligno: Va­
da, en el artículo “Acciones obsesivas y prácticas religiosas” publicado mos a suponer que hay ... un cierto genio nocivo, tan astuto y enga­
en 190710. El tema será examinado en detalle en E l m a lesta r d e la ñador como poderoso, que utiliza toda su capacidad para engañar­
cultura. nos”15. La ilusión cartesiana se confunde con el fraude. La posición
racionalista es clara: de un lado tenemos la ilusión, el genio maligno;
Conviene apuntar que Freud, una vez más, no quedó nada con­ del otro, el pensamiento verdadero, Dios como guardián universal.
tento con el fruto de este “parto de los montes”, y descalificó a su E l La posición freudiana es más compleja, aunque a veces retorne a la
p o rv en ir. .. como insignificante, “pueril”, con “contenido analítico muy postura clásica16. , ttTT ..
ralo, e impropio como confesión personal”11»*1. Precisemos mejor el estatuto de lo ilusorio en Freud: una ilu­
Ese tipo de comentario “puerperal” se había convertido en un há­ sión no es lo mismo que un error; tampoco es necesariamente un
bito. Pero tal vez se comprenda esta crítica si consideramos que el error”17. Ejemplo: ver quebrado un bastón sumergido en agua. La ilu­
texto aporta poco de nuevo a lo dicho sobre el animismo y sobre la sión es indiferente a la realidad, existe fuera de cualquier razón. Pue­
Iglesia como grupo artificial. Más aún: la visión que Freud tiene aquí de ser un trom pe-oeil , un truco telúrico, un arco iris. De todas las ilu­
de la culpa representa un paso atrás en comparación con Tótem y ta­ siones, la religiosa es la más inexplicable y la más tenaz. Se basa en
bú, ya que la considera sólo como ingrediente psicopatológico, mini­ el amor a un objeto invisible. Luego veremos que la transferencia es
mizando los datos presentados en el capítulo “Animismo, magia y el paradigma de la quimera, pero para eso tendremos que aguardar
omnipotencia del pensamiento”, sobre el valor fundante de este senti­ la llegada de Winnicott y Marión Milner.
miento. Este punto de vista fue posteriormente elaborado por Mela- “Lo característico de las ilusiones es que derivan de deseos hu­
nie Klein, con su noción d e p o s ic ió n d e p r esiv a 12, en la cual la culpa manos.”18 Transportan la insistencia de una pulsión y están muy
representa un factor de integración del sujeto, en la medida en que “próximas a los delirios psiquiátricos”19. Freud, como Marx, considera
moviliza el mecanismo de reparación del objeto destruido*2. Tal vez que la teología es una gran pero hueca superestructura cultural. Hu­
sea mejor pensar en dos tipos de sentimientos de culpa, como lo hace mo que obnubila en el fumadero de opio de los pueblos. De allí que
Melanie Klein: una culpa depresiva y una culpa paranoide13. meta la teología racional de Santo Tomás de Aquino y la lógica afila­
Esta indefinición en el concepto de culpa sólo será superada en la da de Calvino en la misma bolsa que los clavos de Lutero y el sudario
elaboración postuma del M o is é s , precisamente al hablar de la contri­ de Cristo como paradigmas de la insensatez de la humanidad. Pavos
ción de los israelitas por el asesinato del Patriarca. De esa represión, , reales y toros sementales, tótems en procesión ante los hermanos de
de esa fértil culpa sofocada, nace la religión monoteísta que Moisés la tribu, familias reales unidas por pactos, ritos de iniciación e imáge­
nos legó. Por otros caminos, la idea de que la culpa redime (con inter­ nes de fertilidad: esto es para Freud la religión.”20 Un circo imagina­
pretaciones diferentes, tanto laicas como sacras) es compartida tam­ rio de dimensiones planetarias. En el rechazo de toda ilusión, él se
bién por la religión, punto que, por motivos doctrinarios, Freud no es­ asume como ateo inveterado. Por ello el psicoanálisis se presenta co­
taba dispuesto a aceptar. mo una ciencia de la desilusión 21.
En contraste con la “fe atea” freudiana22, Breuer se consideraba
agnóstico, y aceptaba la ilusión en el límite de la racionalidad. En
una carta a su amigo Brentano se inscribió en la línea de Renán: “To­
*1. No queda claro cuál es la “confesión personal”, a menos que se trate do es posible, hasta Dios”23. Pero Breuer no creía en “un dios extrate-
de esa alusión indirecta al filtro de la inmortalidad. tt'eno hecho a imagen del hombre”24.
*2. El propio Freud habló de culpa y reparación en el primer artículo pa­ Un agnóstico es un ateo soñador. Kant, con su “noúmeno , esto
ra la Enciclopedia Británica (1922) (SE, XVIII, págs. 235-255). es>su objeto de conocimiento intelectual puro, era agnóstico sin sa-

412 413
berlo. “Agnosticismo” es un término moderno, acuñado por Thomas dad, mejor aún, no se digna diferenciar “cultura” de “civilización”.
Huxley, el abuelo de Aldous y Julien, en 1867, en oposición a los Veamos, más de cerca, lo que Freud entiende por el término cultu­
“gnósticos” medievales. Darwin se declaró agnóstico en una carta pú­ ra”: “La cultura humana, entendiendo por ella todo lo que en la vida
blica; Spencer, también., Brücke era ateo, pero Du Bois-Raymond, en del hombre supera sus condiciones zoológicas y se distingue de la vi­
su enunciado de L o s siete en igm a s del m u n d o , con su famoso Ignora- da de los animales ... presenta ... dos aspectos diferentes al observa­
m u s socrático, demostró ser agnóstico. dor. Comprende por un lado todo el saber y el poder conquistado por
los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza y ob­
1927, año triste aunque relativamente calmo. La primavera tener bienes materiales para satisfacer las necesidades humanas y,
avanzaba lluviosa, color de nieve sucia. La batalla contra el cáncer no por el otro, todas las organizaciones necesarias para regular las rela­
daba tregua. La enfermedad continuaba, con su calvario de prótesis. ciones de los hombres entre sí y, en particular, la distribución de las
El fantasma del momento, junto con el “Monstruo” en forma de próte­ riquezas alcanzables”30. . . . . . ,
sis, era la economía estancada de la V erla g "3. Se arrastraban otros Según Kaufmann, Freud no separa civilización de cultura por­
problemas, ya crónicos, como la cuestión lega, la confrontación Anna que la solidaridad entre estas dos nociones revela la propia constitu­
Freud-Melanie Klein, el fantasma Rank y la nostalgia por los campos ción de las organizaciones sociales que resultan de la superación de la
en flor. vida animal”31. Superar la bestia implica respetar la exigencia civili­
Schur pasó a ser el médico de la muerte de Freud -el Fliess euta- zadora de que “los individuos que, como tales, son «virtualmente» los
násico, como lo denomina Cristina Ferraz25- , mientras Lou Andreas- enemigos de la civilización, acepten sacrificios que acarrean la renun­
Salomé era su confidente y cómplice generacional. Lou residía en Go- cia a los instintos antisociales, esto es, anticulturales”32. Surge enton­
tinga, con su marido viejo y abstinente m a lg ré lu i, y viajaba poco; ces la gran cuestión: “¿Hasta qué punto es posible disminuir la carga
Freud estaba enclaustrado en Viena. Se veían muy pocas veces. La de los sacrificios pulsionales impuestos a los hombres, reconciliándo­
fuerte amistad, con su transferencia de sentimientos, no se había los con aquellos que necesariamente deben permanecer, proporcio­
agotado, porque él admiraba el espíritu “indómito” de esa gran mujer nándoles alguna compensación?”33
del látigo y la seducción. Tal vez recordara aquellas noches antiguas Freud se pregunta si la culturización civilizadora no ha ido más
de los miércoles en las que su mirada se perdía en una silla vacía... lejos de lo que debía, si pensamos en términos de neurosis. La cultu­
¡Mi querida e indómita amiga! Leí su carta de aniversario con la ra, melliza de la civilización, es la insoportable amiga del hombre.
misma sensación que se tiene, sentado al lado de la chimenea, en el Aquí, entonces, aparece la primera ilusión psicoanalítica. ¿será posi­
invierno, recibiendo su calor. Pero a mí me ha llegado la edad del de­ ble, en el nivel macro, sacudir significativamente el yugo que la cul­
sasosiego, un estado de total desilusión, cuya esterilidad total es com­ tura nos impone? ¿Es posible suavizar lo que luego, en E l m alestar de
parable con un paisaje lunar, con una edad del hielo interior ...”26 la cultura, se llamará superyó colectivo, esa agencia que prohíbe los
En el páramo, como el Ave Fénix, quizá surja alguna cosa de las tres deseos antisociales básicos: asesinato, canibalismo e incesto? Ese
cenizas lunares: "... Tal vez el fuego central aún no se ha extingui­ bestialismo nuestro, ¿no puede ser programado de otra manera.'*
do ... y la esterilidad sólo afecte las capas periféricas y ... pueda haber Interdicciones antiguas, indispensables en la construcción de la
una nueva erupción ...”27. humanidad34. Pero la identidad entre civilización y cultura trae sus
Necesita una ilusión para renacer. Como lo señala Gay, “la auto- problemas. La civilización se aproxima más a colonización que a cul­
flagelación de Freud no debe oscurecer el hecho de que E l p orven ir de tura. La civilización doma la pulsión; la cultura, no. Consecuente­
una ilusión era un libro que él tenía que escribir”28. Por una cuestión mente, en la visión política del fenómeno, Freud se ubica en un lugar
de principios. Se puede decir que el psicoanálisis fue “la última gran que privilegia el carácter represivo de ese frente común que sería lo
formulación del laicismo del siglo XIX, completa, con su doctrina y social. Sostiene que los anhelos de la sociedad y del individuo son
culto sustitutos. En efecto, la tesis psicoanalítica es vasta, ecuménica, irreconciliables. El dominio de las elites se justifica por las tenden­
de amplitud semejante al cálculo social de Bentham, a la sociolatría cias anárquicas, pasivas e indolentes de las masas. La genealogía de
de Comte y al materialismo dialéctico de Marx”29. esa idea parte de la creencia liberal vigente, darwinianamente orto­
Pero, a diferencia de Bentham y de Comte, él no siente necesi- doxa, que postula el agenciamiento de privilegios por parte de líderes
Poderosos. Se trata de la “pereza” arraigada de las masas. Esto apa­
rece de modo inequívoco tanto en E l p orven ir de una ilusión como en
su Psicología de las m a sa s. En ambos textos el tema es expuesto con
*3. ¿Por qué la V e r l a g siempre estuvo al borde del caos? ¿Por qué su c aridad: los hombres tienen que trabajar. El sudor del castigo bíblico
hermana inglesa, la Hogarth Press, siempre fue rentable? es convertido en fuente de maduración y perfeccionamiento personal.

414 415
freud reconozca la necesidad de ^ “ "succdTque « e s *un liberal a
Si tomamos en cuenta que los “hombres no son, por naturaleza,
amantes del trabajo”, y si añadimos la “ineficacia de los argumentos
contra las pasiones”, llegamos a “las circunstancias ampliamente di­
fundidas entre los hombres”35 que hacen inevitable la coerción social.
Freud, liberal empedernido, tiene la firme convicción de que las TMem y tabú, el surgimiento de la s ‘ , „ obiemo de la hor-
masas son irracionales. Admite que pueden llegar a experimentar
sentimientos sublimes “de abnegación, desinterés y sacrificio por un f f J t a S Í en la hora „ h da pri-
ideal”, pero a sus ojos eso no basta para redimirlas. El logro moral freud considera a esta ca50 la p„ lsl4„ disgregadora de
grupal palidece ante el hecho de que los poderes de raciocinio quedan mltiva. Pero la horda -o ■ . d creándose una cierta tensión
obnubilados en el calor de la camaradería. Desde esa perspectiva,
Rieff tiene razón al afirmar que “la racionalidad opera como un desin­ t ^ d Uey; S £ Se S t Ssdde la familia y las exigencia, crudas y
tegrador de la vida grupal”36.
La tesis igualitaria no es considerada. Si la sociedad, gracias a la S “t « T v e f o W a l r gue contribuyd * £ £ % £ £ £ £ £
dependencia y el respeto por el líder, determina una relación de po­ mentaba con este ensaco aya n prjmer lugar, son llama-
der, ese vínculo, esa transferencia, habla de una desigualdad consti­ rio. La religión, los filosofos ®rda a Zaratustra. Identificado
tutiva en el corpus social; la libertad y la fraternidad tal vez subsis­ dos a rendir cuentas»» pSu tanow* d signiflcado de las pa­
tan, pero no se puede ni pensar en la igualdad. cón Moisés,los acusadefenaaiw P leto su sentido original .
labras hasta hacerles ^ P los ángeles que hay en la
Quizá sea su vena mesiánica la que lo lleva a admirar a las mi­ f ^ S ^ n r S i d e n t e s como Reich, que degradan
norías despóticas37. En las Nuevas conferencias..., Freud imagina
una república platónica. Escuchemos este pasaje un tanto escalo­
friante: “El hecho de que los hombres se dividan en dirigentes y diri­ SUS DeTnmediato cabe la P ^ ^ ^ ^ s i ^ u n d i n ^ eÍ este caso,
gidos es una expresión de su desigualdad innata e irremediable. Los
subordinados forman la inmensa mayoría y necesitan de una autori­
dad que tome decisiones por ellos, para someterse a ellas incondicio­
nalmente ... Es preciso poner el mayor empeño en educar a un estrato ortodoxia estricta: Jacob Freud * * « ; , los dientes? Tan-
superior de hombres dotados de pensamiento independiente, inaccesi­ bien permisivo. ¿Contra cluien’ , ensayos atingentes a Dios, el
bles a la intimidación, que luchen por la verdad y a los cuales les co­ to en su El p o r v e n ir ... de la religión en general, tiene en la
rresponde la dirección de las masas dependientes ... La situación
S r í t l m S Iglesia Católica Apostólica Romana es ei en
ideal sería la de una comunidad de hombres que hubiesen sometido
su vida pulsional a la dictadura de la razón”38.
“Freud, ¿reaccionario empedernido?”, se pregunta Renato Mezan. ■“ " Ü Ü Í S Í con esa
Y responde que la postura freudiana “no es una apología, sino una ve­
rificación”. Ocurre que tanto Mezan como Ernest Jones y Peter Gay leves, hasta tibiamente cordial . „ rQ en una carta a su
intentan justificarlo, cosa que yo ni siquiera me siento tentado a rea- * de la religión judía como de cualqui ^ ca|nin0 a \a verdad es mu-
lizar. El Profesor era sordo en asuntos políticos, así como carecía de ' compadre Abraham dijo sin ironi q
oído musical. Sus argumentos tienen un olor rancio. La “nueva dere­
cha francesa” es mucho más persuasiva. La tolerancia benévola de la
desigualdad es típica del pensamiento liberal. Se considera necesaria
una cierta manera de coerción social*4. La consigna tácita es la ade­
teriales existentes y en los arreglos para raba^compulsivo y la renuncia
cuación a la estratificación social, y no su abolición. El hecho de que brimiento de que toda cultura reposa e . despierta la oposición de
instintiva, y do por lo tanto, ¿cursos, los
los afectados por tales exigencias, resu /Retribución no pueden ser ya
medios para adquirirlos y los arreglos para su ^ rebeldía y por
*4. Más de una vez Freud expuso públicamente su actitud con relación la característica esencial o única; pues son amenazados por ia 3?)
al socialismo marxista. En E l p o r v e n i r d e u n a ilu sió n él abre un capítulo di­ las pasiones destructivas de los miembros de la cultura ... I?»»,
ciendo: “Al principio nos tentó ver la esencia de la cultura en los recursos ma-
417
416


cho más Simple para el Pueblo Elegido de Jehová, gracias a la “arqui- Oskar Pfister. Tal vez, para Pfister, Freud era un “inveterado paga­
tectura anímica del judío44. 1 no” ñero el reverendo amaba entrañablemente al Profesor. Por otra
Lo mejor que podía decir en favor de las creencias religiosas era parte, el Laienanalyse está sutilmente ligado a este texto:
que eHas domesücqn al individuo y lo amparan de la soledad. A pro­
posito del Hombre de los Lobos, aclaró: “Podemos decir que en este No sé si usted ha advertido la vinculación secreta entre L a ien a ­
caso la religión realizó todas las cosas para las cuales es introducida nalyse y E l p orven ir de una ilusión. En el primero deseo proteger
en la educación del individuo. Ella domó sus luchas sexuales ofre­ al análisis de los médicos y, en el último, de los curas .
ciéndole una sublimación y un sólido apoyo ...”45 ’
La religión corresponde a la infancia, medrosa y obsesiva, del es­ Viejos amigos, Freud y Oskar Pfister se encontraron en 1908.
píritu humano. Además de infantil, Freud la considera fundamental­ Pfister fue uno de los extranjeros que visitaron al Profesor ese ano le
mente femenina. Esto no quiere decir que son más las mujeres que encuentros con personajes notables. Era de Zurich, pastor e hijo de
van a misa. Le parece lamentable que el hombre religioso se vea “for­ nastor Había tomado conocimiento del psicoanálisis vía Jung y Bleu-
zado, como una mujer, a una obediencia incondicional”46 Ser religio- fer En el año cismático de 1913, él siguió fiel a la tesis vienesa, a pe­
so equívaíe a ser pasivo, complaciente, dependiente: rasgos esendal- sar de su resistencia en la cuestión de la sexualidad. La relación de
mente fememnos. El delirio de Schreber (volverse una mujer amistad entre los dos hombres fue creciendo, a medida que Freud ^

misión'teísta4^ Dl0S maSCulmo) es tomado como paradigma de la su- Slebre carta donde comparó al buen analista con el pintor que que­
•i iTer? ’ h.abIando de ilusiones, el escéptico Freud alberga su propia ma los muebles a fin de calentar el taller para su modelo (desnuda,
ilusión: la de que la ciencia pueda vencer. Esa hipótesis esperanzada
es el complemento de la critica a las ilusiones pasadas. Por esto se eVldpasada la guerra, el pastor pasó a ser interlocutor privilegiado,
puede decir que, al contrano de lo que se piensa, éste es su libro más su Hombre en Zurich. La correspondencia previa entre ellos, que pa­
optimista con ecos del discurso utópico de 1918 en el Congreso de rece salida del Siglo de las Luces, fue una densa aunque amigable po­
Budapest, donde Freud soñó con una sociedad futura que brindara lémica religiosa que culminó en este “debate científieo^ Conviene re
asistencia psicológica a los menesterosos. El tono, por momentos cordar que, fuera del libro, Pfister respondió en un folleto titulado
triunfalista , contrasta con el pesimismo de E l m alestar en la cultu- “La ilusión de un porvenir”, con un “quiasmo com o el que Marx ha­
m . El confia en el renacimiento y en el progreso constante de la his- bía aplicado a Proudhon, convirtiendo L a filosofía d é l a m iseria en
tona europea. Valora la postura” científica: miseria de la filosofía. Sólo que Pfister no era Marx
El Hombre de Zurich tampoco era medico pero pretendía est
El espíritu científico genera una cierta postura en relación con blecer vínculos entre el diálogo pastoral y la relación analítica ere
las cuestiones de este mundo50. en la posibilidad de que los ángeles ayudaran en la limpieza de la chi­
menea. Así, Pfister siempre estuvo interesado en una forma de peda­
Se detiene un instante, vacila, y finalmente traspone el umbral: gogía adaptativa “que consistía en apoyar a las ovejas infehces en ^
esfuerzo por curarse de sus síntomas” . Freud respondió con el viej
En este proceso no hay obstáculos; cuanto más accesible se vuel­ argumento del bisturí, la «neutralidad analítica»: el psicoanalista no
va el tesoro de nuestros conocimientos, más aumentará el aban- puede buscar recursos en otro lugar que no sea su ciencia, no dene
dono de la creencia religiosa; al principio sólo [se abandonarán] aconsejar a su paciente, ni dirigir sus pensamientos, sino s o escu
sus ropajes más obsoletos y estridentes, pero después también charlo e interpretar sus sueños y sus síntomas. . . .
sus pensamientos fundamentales51. En el penúltimo capítulo, Freud propone a su opositor la siguien­
te definición.
Éste es el meollo del pensamiento freudiano: la percepción inte­
gral de las cosas nunca fue fuente de optimismo. En eso Freud se pa­
rece a La bontaine. En segundo lugar, las propias premisas de la
ciencia son incompatibles con la fe. La religión es el otro de la ciencia. *5. Roudinesco recuerda la polémica entre Freud y Pichón. I ero en ese
En el L a ien a n a lyse Freud había apelado en su retórica a un “in­ «aso se trató más de paronimia que de quiasmo. Frente a El malestar en
terlocutor ímparcial” en la figura de Julius Tandler; en los dos últi­ cultura, Pichón escribió El bienestar de la cultura (E. Roudinesco, Historia
mos capítulos de E l p o rv en ir de una ilusión vuelve a utilizar ese re­ da psicanálise na Franca. A batalha dos cem anos, 1986, Rio de Janeiro, ¿a-
curso. Esta vez el “opositor” angelical no podía ser nadie más que har, II, pág. 145).

418 419
3 . Max Schur, F r e u d , v id a e a g o n ía , 1981, Río de Janeiro, Imago, II, pág.
Las ideas religiosas constituyen enseñanzas y afirmaciones sobre
datos y condiciones de la realidad externa (o interna) que infor­ 483' 4 . Carta de Freud a Eitingon del 6 de junio de 1927, citada por Schur,
man de algo que [el paciente] no descubrió por sí mismo y que
configura una apelación a su creencia53. 5 Y r X s t 4 Jones, A v id a e a o b r a d e S i g m u n d F r e u d , 1989, Río de Janei­
ro, Imago, III, pág. 464.
Y “Pfister” replica: 6 . SE, XXI, pág. 22.

8 . Rieff^ F reu d , la m e n t e d e u n m o r a l i s t a , 1966, Buenos Aires, Paidos,


El deseo de salvación es coextensivo a la salvación, y ésta queda­
ría completamente arruinada si desapareciese el pedestal religio­ pág» 270.
9. SE, XXI, pág. 38.
so en el cual se funda”54.
10. SE, IX, págs. 9 y 123.
11 Carta de Freud a Ferenczi del 23 de octubre de 19¿7.
En ausencia de un Ser Todopoderoso y Justo, el hombre se senti­ 12 Melanie Klein, “Mourning and its relationship with mamc-depressi-
ría “exento de toda y cualquier obligación ... y el caos que desterra­ 19 4 0 T h e W r itin g s o f M e la n ie K le in , I, págs. 344-69,
mos a través de muchos millares de años de trabajo civilizador retor­ VC 13. Melanie Klein, “On the theory of anxiety and guilt”, 1948, ibíd., III,
nará una vez más”55. Considero legítimo pensar que este opositor págs. 3-24.
imaginario, este pastor en la incómoda postura de abogado de Dios, 14. SE, XXI, pág. 34. „
expresa en parte el pensamiento del propio autor, “exactamente la 15 Renato Descartes, “Primera Meditación . . r/ ,
parte contra la cual se defiende y que le angustia”56. La tesis es sóli­ 16. Eugéne Enriques, D a h o r d a a o e s ta d o , 1990, Rio de Janeiro, Zahar,
da y bien fundada; tal vez Freud pensó en el régimen estalinista que pág. 86.
acabó con Dios para poner en su lugar una religión del Estado aún 17. SE, XXI, pág. 30.
más monolítica. Si la religión es un factor de orden, hay que conser­ 18. Ibíd., pág. 31.
varla. Y si se la destruye, los hombres se ven llevados a construir otro 1.9. Ibíd.
sistema doctrinario57. 21. Fabio H em ñ n n /‘Mal-estar na cultura e a psicanálise no fin do secu­
Contra esta tesis se aducen tres argumentos: Io) la religión no es to”, P e r tu r b a d o r m u n d o n o v o , 1994, San Pablo Escuta, pag^ , .
una necesidad intrínseca de la civilización; 2°) ella es solamente una 22. Jacques Lacan, L ’é t h i q u e d e la p s y c h a n a l y s e ■ L e S e m .n a i r e , liv r e
fase de la evolución humana; 3o) es posible implantar una educación 1986, París, Seuil, pág. 227.
V il, ... j ofn
que permita la liberación de tales ilusiones. 23. Emest Renán, “Examen de conscience philosophique . F e u ille s d e ta
“Freud intentaba demostrar que no se podía conciliar la religión ch ées, 1892, París, pág. 1169. , & - A
con la ciencia ni la práctica del inconsciente con las ilusiones de una 24. Albrecht Hirschmüller, J o s e f B r e u e r , 1991, París PUF, pag. .4.
pedagogía directiva.”58 “Pfister”, por su parte, denunciaba mansa­ 25. Ensayo leído en las J o r n a d a s d e C a c h o e ir a s en 1991, medito.
mente las ideas cientificistas de Freud. En realidad, resulta difícil de­ 26. Carta de Freud del 11 de mayo de 1927, F r e u d -L o u A n d r e a s -S a l o m e ,
cidir quién salió mejor parado del debate. Por momentos los argu­ 1972, Río de Janeiro, Imago, pág. 215
mentos del opositor parecen más fuertes. De allí, tal vez, la virulencia 27. Ibíd., pág. 216. Q p K.
28. Peter Gay, F r e u d , urna v id a p a r a o n o s s o t e m p o , 1989, ban i amo,
de la autocrítica freudiana que ya comentamos. Frente a la ilusión
Companhia das Letras, pág. 476.
teísta, no sabemos si los hombres pueden obedecer a leyes temporales
29. Rieff, op. cit., pág. 253.
que no sean garantidas por un orden trascendental, no sabemos si
30. SE, XXI, págs. 5-6. , , . * .. , _
pueden vivir en la incertidumbre, adoptando una actitud científica. 31. P. Kaufmann, “Freud, la théorie freudienne de la culture , citado en
Pero, por encima de todo, el elogio a la ciencia, hoy en día, en el final Eugéne Enriques, op. c it., pág. 1 1 2 .
del segundo milenio, después de Hiroshima, es insostenible. 32. Ibíd., pág. 83.
33. SE, XXI, pág. 10.
34. Eugéne Enriques, op. c it., pág. 83.
35. SE, XXI, pág. 13.
NOTAS1
2 36. Rieff, op. c it., pág. 244.
HhAf- 37. Ibíd., pág. 243.
R 38. SE, XXII, pág. 212.
1. SE, XXI, pág. 8. 39. Rieff, op. c it., pág. 258.
2. Ibíd., pág. 47. 40. SE, XXI, pág. 32.

421
420
r “ k l“ 8 ™ * * * * * r . rae C k r o n i efe

42. Carta de Freud a Martha del 16 de diciemhrp Hp iq « q o;„ ,

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te* S ar-
ilrSSSíSto CAPÍTULO 63
t k t ¡ r Pé S 1965■N” va York' Bnsic Books ^ 3s-
46. SE, XXI, pág. 161. . EL MANDAMIENTO IMPOSIBLE
47. Rieff, op. cit., pág. 262.
48. SE, XVII, pág. 167.
E l m alestar en la cultura se abre con una visión fantástica de Ro­
pág. 218PatriCk J' Mah° ny’ F r e U d ’ V é c r iv a in > 1990>París, Les Belles Lettres,
ma. En esa gran metáfora arqueológica, el “viejo edificio” del alma es
50. SE, XXI, pág. 34. comparado con la Ciudad Eterna, donde se han levantado sucesivas
51. Ibíd., pág. 31.
capas urbanas. Pero, a diferencia de Roma, ninguna parte de la psi­
52. Carta de Fieud a Píister del 25 de noviembre de 1 9 9 » que sepultada puede haber sufrido una destrucción total: “Todo suce­
Págala? l8 m U n d Freud avec le Pasteur Pfister, 1967, París,’ Gallimard’ de como si los palacios de los Césares aún estuviesen de pie en el Pa­
53. SE, XXI, pág. 25. latino y ... como si el Palazzo Caffarelli se elevara en el mismo lugar
5 4 .Ibíd. del templo de Júpiter Capitolino, y no sólo con el aspecto con que lo
55. SE, p : i , págs. 34-35. vieron los romanos en los tiempos de los Césares, sino también con su
56. Eugéne Enriques, op. c it., pág. 90 apariencia inicial, cuando aún tenía un perfil etrusco y adornos de te­
57. Ibíd. rracota”1.
58. E. Roudinesco, op . c it., pág. 144. Freud remata esta metáfora pluridimensional comentando: “No
tendría sentido llevar esta fantasía a su límite, porque ella conduce a
representaciones absurdas. Cuando se quiere traducir en términos
espaciales una secuencia histórica, no lo podemos hacer a menos que
pongamos una cosa junto a otra en el espacio; la unicidad de un lugar
no tolera dos contenidos diferentes. Nuestra tentativa parece un jue­
go fútil. Sólo se justifica para hacernos ver cuán lejos estamos de po­
der percibir, mediante imágenes visuales, las características de la vi­
da del espíritu”2. Imposible, en aquella época, aunque no sé lo que
sucedería ahora con un buen programa de realidad virtual.
Por otra lado, como veremos en el artículo “Construcciones”3, el
analista trabaja con un método semejante al del arqueólogo, pero le
lleva ventaja, porque dispone de un dispositivo de gran valor: la repe­
tición4.
La metáfora arqueológica retoma la idea de la zeitlos, la “atem­
poralidad del inconsciente”, tema que ahora se liga a la pulsión de
fuerte. Por otra parte, la muerte está al acecho en las esquinas de
as gandes ciudades alemanas. Hitler ya proyecta su sombra sobre el
continente europeo. Impera una grave crisis económica. Así como la
echa de aparición de La interpretación de los su eñ os había sido alte­
rada, el M a lesta r salió de la imprenta el 29 de octubre de 1929, pero
la contratapa se leía “1930”5. O sea que conoció la luz una semana
de la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York, en la ca-
w^ofe de Wall Street que dio comienzo a la Gran Depresión6.
ja p. vivamos al verano de ese promisorio año de 1907. Freud, desde
ludad Eterna, le escribe a Jung: “Aquí, en Roma, llevo una exis-
422
423
tencia solitaria, inm erso en fantasías ... Al principio de las vacaciones procurar la asisten cia del em in en te p rofesor S chroeder. P arece ser
me alejé resueltam ente de toda ciencia, pero querría ... regresar a la aue el propio Pichler estuvo de acuerdo con la decisión. Freud se tras­
n orm a lid a d y p ro d u cir a lg u n a cosa. E sta ciu d ad in com p a ra b le es ladó a Berlín. Todo fue altam ente confidencial. “Por el m om ento se va
ideal para eso. A pesar 'de que m is trabajos principales probablem en­ a decir que estoy visitando a mis hijos. Ergo: discreción.” 15
te ya fueron realizados, alim ento la esperanza de m antenerm e en sin­ Los exám enes y ajustes en B erlín fueron desagradables en extre­
tonía, por el tiem po que m e sea posible, con usted y los m ás jóvenes. mo, pero a él le gustó Schroeder. La excursión médica dio fruto: la nue­
C uando logre dom inar com pletam ente mi libido (en el sentido com ún) va prótesis era mucho m enos incóm oda; aliviaba el dolor, aunque dis­
com enzaré a escribir una «H istoria Sexual de la H um anidad»”7. torsionaba su voz más que las de Pichler, dificultando el trabajo clínico.
El tiem po llegó, pero entonces, veintidós años después, Freud es­ Ese año Freud tuvo la últim a cita con su am iga Lou. En la auto­
taba pronto para escribir una historia m ucho más som bría, m ás fan á­ biografía, ella describe ese en cuen tro final, fuera de Viena, cerca de
tica. El tem a cen tra l de su H istoria de la H u m an idad, com o vim os, Bellevue: “Sentía dentro de mí la pena por aquellos espantosos, terri­
tiene que ver con el irrem ediable antagonism o de las exigencias p a ­ bles y difíciles años que él v en ía sop orta n d o; años en que todos los
sionales y las restricciones im puestas por la cultura8. que lo rodeábam os nos preguntam os cuánto m ás podían aguantar sus
fuerzas. En ese m om ento algo sucedió, algo que no pude controlar, al­
En la p rim era versión del m an u scrito, el títu lo p rovision a l era go que escapó de mis labios trém ulos, en protesta contra su destino y
D as U n g lu ck in d er K u ltu r9, con “ U nglück” en lugar de “U nbehagen”, su m artirio: «¡T odo lo que yo algu n a vez expresé en mi entusiasm o,
dada la difícil tradu cción de la prim era de estas voces al inglés De usted lo realizó!» Espantada por la franqueza de mi alusión, lloré rui­
h aber quedado con el título origin al, tendríam os E l in fortu n io en la dosa e incontrolablem ente. Freud no respondió, sólo sentí su brazo en
cultura, que en cierto m odo creo que transm ite m ejor la idea de la re­ torno de m f 16. _ , . , , A
signación freudiana. Pero el vínculo epistolar continuó. En el com ienzo del verano de
Texto “m ás fácil de leer con placer que de resum ir” 10. De allí que 1929, lejos del m undo, en Schnew inkl, Freud le escribe:
sea uno de los libros m ás leídos y m enos citados de Freud. Fue nece­
saria la obra de N orm an Brown E ros y T ánatos11 y el “ M ayo Francés” Carísima Lou
para que p u d iéram os com p ren d er que se trata de la “com probación
más violenta ja m á s elaborada sobre las consecuencias nefastas de la Con su agudeza habitual, usted debe de haber adivinado por
obra civilizadora” . Está prohibido prohibir. qué dem oré tanto en responder a su carta. A nna ya le contó que
El año 1928 fue tan d ep rim en te y su frid o com o el anterior. “El estoy trabajan do sobre un cierto a su n to y h oy escribí la últim a
M onstruo” continuaba siendo su tortura diaria. En ju lio Freud le con­ frase, que, en la m edida de lo posible, sin una biblioteca, com ple­
fió a Jones “un pequeño secreto que debe continuar secreto” . Estaba tó mi trabajo.
pensando en abandonar a Pichler. “Este últim o año sufrí m ucho bajo
los esfuerzos de Pichler por conseguir una prótesis m ejor ... y el resul­ ¿De qué trata el trabajo?
tado fue m uy poco satisfactorio. Así, finalm ente, cedí a la presión de
diversos lados para que busque a otra persona.” 12 Las notas de Pich­ Trata de la civilización, del sentim iento de culpa, de la felicidad y
ler sobre el caso son, en efecto, desalentadoras. de tem as elevados por el estilo, y m e parece, sin duda con razón,
f%/ká •* muy superfluo, en contraste con trabajos anteriores, que siem pre
N otas de P ich ler VII brotaron de una necesidad interior. Pero, ¿qué más puedo hacer?
No se puede fum ar y ju ga r a las cartas todo el día ... Por lo tanto
16-4-28: T od o va m al. D olor en la reg ión p osterior, donde se escribí, y de ese m odo el tiem po pasó de m anera bastante agrada­
observan edem a, eritem a e hiperalgesia en la pared faríngea pos­ ble. E scribien do este libro d escu b rí de n u evo las verdades m ás
terior. R em oción de la gu taperch a en la parte superior; soporte banales17.
derecho cam biado por soporte de oro m acizo13.
C arta extrañ a, p arece e scrita en el v ie jo estilo id iótico. F reud
24-4-28: La prótesis 5 no puede ser usada, m uy grande y gruesa. proclama que el libro no nace de una necesidad interior, pero sin em-
Parte de la pasta rem ovida es sustituida por laca. Todavía muy bargo toma com o punto de partida el fin a l'd e El porvenir de una ilu-
grande. Se rebaja el punto de presión de la prótesis 4 14. ** ■ *!l6n- En realidad, estam os ante un texto casi apocalíptico; de allí la
lr°n ía sobre p asa r el tiem p o “de m a n era b a sta n te a gra d a b le ; en
A n te esta boca llaga d a, F reud se con ven ció de que le convente cuanto las “verdades banales” , ellas lo llevan a considerar la posible

424 425
d la raza hun“ana. Por otra parte, la comparación entre Fn la guerra perdida del hom bre por la felicidad tenem os las “po­
este texto y fumar y jugar a los naipes va lejos. “Pues fumar, para al­ sibilid ad es su b lim a toria s”27. E lla s no pueden am p liarse en exceso,
guien que sufre de cáncer, no es una actividad insignificante ”18 Hu­ dvierte Freud, tal vez pen san do en su h ija A nna. El business-m an
mo y tarot: un juego ferino con la muerte. nn Done todo su capital en una sola canasta28. .
ontirni«¡m>n p o rv en ir de una ilu sión termina con una nota de Pp ero la su blim ación “p osib ilita la rea liza ción tra n sa ccion a l del
optimismo. La ilusión tiene un porvenir en la ciencia. En El m alestar deseo a través de una form ación de com prom iso, sin recurrir a la re-
en la cu ltu ra , el tono cambia. Ya no hay certidumbre de que exista ^ e s ió n , aunque sea una form a de re to m o de lo reprim ido 29.
una salida científica: desaparece el estilo normativo de una reflexión P Freud dice que la sublim ación posee un carácter particular que,
que se pretende segura de sí misma y portadora de la verdad19. Esta- por cierto, algún día podrem os caracterizar m etapsicologicam ente .
mos ante un libro trágico.
No es fácil ser sublime.

texto fluido, escrito con el estilo que los críticos


E l m a le s ta r ..., Frente a los “ infortunios” de la vida, se yergue la civilización, de­
echaron de menos en Inhibición, síntom a y angustia 20. Mahony habla finida en térm inos sem ejantes a los utilizados en El porven ir de una
Friulr Ppr«tS1° n a e S ,tl ° ar<?uitectónico de las obras asociativas de ilusión “ La palabra civilización describe la sum a integral de realiza­
Freud , esto es La interpretación d e los sueños, M á s allá d el p n n c i-
se a í e i a Í Í T y El- mf eStar l n la cultu™21- Aquí, nuevamente, Freud
se aleja de la paciente investigación del pasado. Es el porvenir lo que proteger a los hom bres contra la naturaleza, y el de ajustar las rela-
e interesa. Se pregunta: ¿adonde lleva esa cultura elevada de la cual
el hombre actual esta tan orgulloso? ¿Adonde vamos? ¿Vamos? Ci0n<N adié duda de la hazaña hum an a, desde la conquista del fuego
11D i " ? 0,S’ sin 5®medl0> di«ses caducos; “Dioses protéticos” para hasta el trem endo adelanto que parece llevarn os rum bo a l p estre-
usar la feliz metáfora que luego discutiremos. El cuerpo adolece y de- lias. N adie duda de que la civilización ha alcan zado el control d
unepInnatUra 623 " u 3C0Sa C° n SUS truenos. eI Prójimo nos asalta en naturaleza. En efecto, desde la lú cida invención de la rueda el hom ­
un callejón oscuro. Hacemos desesperados esfuerzos para atravesar bre realizó progresos tecnológicos asom brosos. Som os dueños del fue-
los campos minados de la vida. Somos perversos lobos rapaces, ham- g y7 e “ ^ S u r c a m o s t e cielo». , n avios sumergidos, con senso-
nentos como todo lobo de ley. Bajo la influencia del principio de pla­ íe s de m u rciéla g o, n a v eg a n e n tre p ece» a b .sa le s ¿ o » m ed.oa de
cer nos procuramos “diversiones poderosas, que nos permítan mini­ com unicación son am plios, ráp id os y seguros. nm ninotencia
mizar nuestra miseria, gratificaciones paliativas, sustancias tóxicas tras vidas en la Tierra se dilata. P rácticam ente toda la om nipotencia
que nos hagan insensibles a ella”22. El brillo de la “droga mágica”. que otrora atribuíam os a los dioses, ahora es nuestra88. El hom bre se
Infelices, buscamos la felicidad. La paz de ser feliz. Pero los pla- ha convertido en un “ Dios protético”84, lo que no deja dei ser una « j i n ­
ceres no se comparan con la dosis diaria de infortunio en nuestro va- da m etáfora para quien está siendo m asacrado por artefactos t
l ^ e,lagrim as,La cu®stlón es “el sentido de la vida”22. La vida en es- rantes que reem plazan la bóveda que separa la boca e a n •
En un punto Freud coincide con C om te. E stas conquistas m ate­
S S ió n ° 68 dUr3' C° r ° VÍm° S en El P °rvenir d e una ilu sión , la
“N ifm ínf í Pe? 3S Un pallatlvo- °Pio también. El trabajo es mejor.
E 1
riales e intelectuales son valiosas, y “no podem os dejar de reconocer
que donde tienen vigencia, y en especial donde son dom inantes hay
»„ S a ^ programáti“ al “ « ^ 0 a la realidad
implícito un alto nivel de civilización”85- n . Los problem as sen os sur­
hnmh1 trfabaj°ú 61 famos„° s,udor bíblico, es una “bendición maldita”. El gen del pleito entre los hom bres. Pugna que pasa por la hbertacf La
hombre tiene aversión al trabajo25: “La posibilidad que ofrece para vida en com ún sólo es viable si las pulsiones son dom es ica as p
el desplazamiento de grandes cantidades de componentes libidinales, código que fije la territorialidad del sujeto, generando obligaciones y
ean e os narcisistas, agresivos o hasta eróticos ... le confiere un va- deberes. Estas codificaciones se tran sform an en los derechos hum a-
nada despreciable ... como algo indispensable para la preservación
y justificación de la existencia en sociedad. La actividad profesional
es una importante fuente de satisfacción cuando ha sido libremente *1. Freud habla de adelantos tecnológicos, tema iniciado en su Noto
escogida ... Con todo, como camino a la felicidad, el trabajo no es valo­ bre la «pizarra mágica»”, donde aborda la existencia de aparatos auxiliares
rizado por los hombres. La gran mayoría de las personas sólo traba­ de nuestros sentidos “construidos sobre el modelo de los órganos sensonale
jan por pura necesidad, y la reticencia natural del hombre ante el tra­ (SE, XIX, pág. 228), y comenta que todavía no se ha podido auxüiar a la
bajo plantea un considerable problema social”26. El trabajo y su «noria (la “pizarra mágica” sería un intento). La prótesis mnemica
contrafigura, la desdicha. 25 años en desarrollarse bajo la forma de la computadora.

426 427
M arcado contraste. M arcado contraste, tam bién, con el estado de
os, garantizando que una ley, una vez creada, no sea violada en
psuíritu de 1913, cu an do escribió su artícu lo “ La tra n siton ed a d
favor del individuo' . En consecuencia, el derecho impide la libertad
En esa época aún despertaban su jú b ilo los cam pos floridos. La p ro­
!n ? ,que Ileva a Freud a escribir su célebre frase: “La liber­ pia evanescencia de la flor de un día realzaba su belleza huidiza. Las
tad del individuo no constituye un don de la civilización”37.
?osas contaban, antes de la Prim era G uerra M undial. Eso había ter­
Esa libertad individual, en estado natural, no es más que la ley
m inado, p éta lo por pétalo. De hecho, el pesim ism o nace de una ílu-
de la selva Pero también existe la libertad en el movimiento de rebe-
S ó n perdida, la que se encuentra en el párrafo que ya hem os citado,
hon del individuo frente a las instituciones consideradas injustas.
de una carta a Jung: “Estoy convencido de que la bandera del psicoa­
Entramos en la dialéctica del opresor y el oprimido. Las tesis expues-
n á lisis d eb e on d ea r sobre el te rrito rio de la v id a am orosa n o r­
tas en Tótem y tabú y en P sicología d e las m asas aquí son revisadas
desde la idea del poder y su equilibrio. Toda civilización debe asumir m al...”49.
compromisos con las exigencias individuales, debe “encontrar una
El ensayo que estam os considerando podría denom inarse Libro
acomodación conveniente -esto es, una acomodación que traiga felici-
de la culpa” : “ Escribí este libro con intenciones puram ente analíticas,
dad_ »38trDUna reiv“ dicación del ind>viduo y las reivindicaciones del p re o cu p a d o por llev a r a sus ú ltim a s con secu en cia s la n ocion de
graP° :, ™ ro sucede que esa acomodación se basa en “la renuncia
sen tim ien to de cu lp a ... A h ora les to ca a u sted es ju g a r con esa
pulsional , lo cual acarrea graves peligros. La sublimación tiene sus
A ” 50
imites, deyonir libros, como dice Lacan, no sacia el hambre40. Los
V e u d tam bién ju ega con el papel de la m ujer en el destino de la
^sacntidos de esa represión se manifiestan en el malestar cultural
civilización. Ella ocupa un lugar com plejo, a veces contradictorio. La
Es una locura forzar la naturaleza más allá de cierto punto, es una
m ujer es la guardiana de Eros; resiste a la co m e n te civilizadora, que
la subhmacion de la libido humana contornos indefi­ le roba una parte de la libido de su com pañero: ... la m ujer se descu­
nidos. Freud vaticina: “La cuestión de la suerte de la especie hu­
bre relegada a un segundo plano por las exigencias de la civilización,
mana parece plantearse del siguiente modo: el progreso de la civiliza­
y adopta una actitud hostil”51. Ella, que en un principio sentó las ba­
ción ¿podra ... dominar las perturbaciones introducidas en la vida en
ses de la civilización por la fuerza de su am or , ahora ejerce una ín
común por los impulsos de agresión y de autodestrucción? Desde ese
fluencia “retrógrada” , anclada en la fam ilia: “ Una cualidad antisocia
punto de vista, la época actual merece particular atención. Los hom­
caracteriza a todas las relacion es sexu ales. L a pareja se ba sta a si
bres de hoy han llevado tan lejos el dominio sobre las fuerzas de la
m ism a, y las fam ilias tam bién resisten la in clu sión en asociaciones
naturaleza que con esa ayuda les resulta fácil exterminarse mutua-
más am p lias”53. “V ín cu los que con figu ran el espacio donde se d esa­
Ellosio sabea- y esto explica buena parte de su agitación ac­ rrolla lo que está e n ju e g o en la paternidad y en la m aternidad. Ellos
tual, de su infelicidad y de su angustia”42.
constituyen ... el úuico lugar donde el p la cer del cuerpo y el P ^ e r del
! p,nLr ; hK°mbreS de ho/ ’ de los que habla Freud en ese turbulento alm a pueden no ser disociados.”54 E n riques realiza una interesante
, .. estaban preparándose para la más sangrienta guerra de todos
los tiempos. elaboración de la posición freudiana sobre el amor. Para el, la m ujer
es la que dice la verdad sobre el am or. L a m ujer, en suma, desconfía
i C° m° senala peter Gay, “E l m alestar en la cultura es el más lú-
de esa civilización construida en los andam ios de un vinculo hom ose­
gubre de los libros de Freud”43. En realidad, la teoría social pesimista
xual m asculino. Ella sabe que el grupo que se sustenta en el vinculo
ya había aparecido en T ótem y tabú, “haciendo nacer a la humanidad
libidinal es en realidad el sepulturero del verdadero am or que se n u ­
de un crimen cometido en conjunto, crimen del cual la humanidad no
tre de «diferencias», de hesitaciones, de rem ordim ientos y de creativi­
podra jamas liberarse”44. Un punto es incuestionable: “la felicidad
humana no parece ser el propósito del universo”45. dad”55.
a i u' ^ Pesimismo no abraza ninguna utopía que aguarde al final
En esa época Freud se enteró de la existencia de un m ago prote-
del túnel. La satisfacción es el espejismo del deseo. “El malestar en la
tico arm enio, llam ado V araztad K aran jian , cirujano oral de B oston
cultura es reducible, de hecho, al malestar del deseo.”46 La felicidad,
que hacía m aravillas. Ruth M ack B runsw ick hizo la conexión, begun
como la zanahoria del burro, es un señuelo para que sigamos arras­
M olnar, la respuesta de Freud, a la prótesis de prueba de K aranjian
trando la carga. Estamos inmersos en el malestar de la imposibilidad.
fue asom brosa56. Freud escribe: “Sucedió lo increíble: en un día y m e­
• uÁ eSt j 3 an° S luz de aquel J°ven que Ie babía confiado a su no­ dio, el m ago im provisó una prótesis provisional que pesa la m itad de
via: Cuando seas mi querida esposa ante el mundo, y uses mi apelli­
do, pasaremos nuestra vida en calma felicidad, ... en trabajo fervoroso las an teriores, con la cual puedo m asticar, hablar y fum ar an 1 ,
como antes”57. Pero no fue tan así. La prótesis definitiva de 6 m il do­
para la humanidad, hasta que cerremos nuestros ojos en un sueño
eterno ... 47. J lares term inó creando problem as.

428 429
Freud retom a aquí el tem a del pasaje a la posición erecta. Se tra ­ a eu stin ia n a de la b on d a d h u m an a. En rea lid a d , “ el p rójim o es a l­
ta de un tu rm n g p oin t filogenético: “Dicho de m odo grosero, el recuer­ guien que intenta satisfacer su agresividad, explotar la capacidad de
do realm ente apesta, de la m ism a m anera que, en el presente, el obje­ trabajo [de los hom bres] sin com pensarlos, utilizar al otro sexualm en-
to h u e le m al; y, del m ism o m od o que a leja m os n u e stro órg a n o te sin su consentim iento, apoderarse de sus bienes, hum illarlo, cau ­
sensorial (la cabeza y la nariz) de los genitales, el preconsciente y el sarle sufrim iento, torturarlo y m atarlo. H o m o h o m im s lu p u s . ¿Quien,
se n tid o de la con cien cia se a p a rta n del recu erd o. E so es la rep re- con toda su experiencia de la vida y de la historia, tendrá el coraje de
f • La rePresión, entonces, “surge de la sexualidad (virtual) extin- discutir esta aseveración?”65 ,
ta ; o sea, a cuestas del olor fuerte del sexo. La m ism a idea aparece No será Sade. responde Lacan. En efecto, el párrafo citado parece
en los Tres en sa yos, cuando se habla de los determ inantes del período extraído de la plum a del M arqués66. Freud aquí dem uele la proposi­
de iatencia: Se tiene la im presión de que la construcción de esos d i­ ción de hacer bien al próxim o, el m andam iento im posible.
qu es de contención, en las criaturas civilizadas, es el produ cto de la “La acusación es violenta y severa. N o se trata de la benigna pu -
educación, y no cabe duda de que la educación participa. En realidad sión de dom inación que subyace en la crueldad infantil, sino de una
em pero, ese desarrollo aparece orgán icam en te determ in ado y fijado pulsión m ortífera que recorre todos los cam pos del com portam ien to
por la herencia ...”60. J J humano, expresándose tanto a través de las conductas sociales im pe­
U na tra v e sía an áloga está p resen te en E l m a le s t a r ..., d on d e rantes (explotación del trabajo del otro) com o a través de conductas
h reud señala que la visión pasa a ser el factor determ inante cuando asociales: asesinar. En esas condiciones, se puede afirm ar que la e x ­
el h u m a n o id e asu m e la p osición vertica l. N u ev a m en te h a b la de la plotación del trabajo es una form a de a sesin a to del individuo C o­
d esv a loriza ción de las sen sacion es olfativa s com o resu lta d o de una mo dijo un an alista anónim o: “V iv a la pulsión de m uerte .F r e n te a
represión orgán ica”, precondición para la aparición de la excitación una postura tan radical, el lobo necesita vestirse de oveja. De allí la
con sta n te, paso previo, a su vez, del nacim iento de la institución so­ necesidad tam bién radical del “ideal im puesto de am ar al próxim o co­
cial. El pasaje del hom bre a la posición vertical se en con traría e n ­ mo a sí m ism o”68.
tonces, en el origen del proceso cultural ... La concatenación evolutiva
pasa de la desvalonzación de las sensaciones olfativas y el aislam ien- Freud está con H obbes, en oposición a Rousseau. N o se trata de
to de la m ujer m enstruante, al predom inio de los estím ulos visuales, que el h om bre sea esen cialm en te bueno y la sociedad m ala, sino de
la invisibihdad de los órganos genitales ... y la fundación de la fa m i­ que el hom bre es anárquico y la sociedad lo refrena. El hom bre n atu ­
lia, llegando con ésta al um bral de la civilización hum ana”61. La bipe- ral es antisocial por naturaleza. El h om o h o m im s lupus del autor del
destacion com o evento fu n d a d or en la cam inata del h um anoide62. Es- Leviathan atraviesa toda la psicología social de Freud. Esta m etáfora
te s e n a el m ito prehistórico que precede a la em ergencia del tem ible “lobisoniana” no tiene sentido, en la opinión de los etólogos, ya que el
padre de la horda. lobo nunca ultim a a su rival vencido. Som os, eso si, rapaces y egoís­
En 1894 F reud había escrito: “C onfidencialm ente, no cedo a n a­ tas. Con todo, a diferencia de H obbes - d e vuelta en la hit parade filo­
d ie la p riorid a d de la idea; en m i caso, esa n oción esta b a lig a d a al sófica a c tu a l-, F reu d ta m b ién recon oce la sociabilid ad h u m an a in ­
p a p el m o d ifica d o d esem p eñ a d o por las se n sa cion es del olfa to: la trínseca, la “pu lsión gregaria” , com o la denom ina Lacoste , " u ®st™
adopción de la m archa erecta, la nariz alejada del su elo y, al m ism o in cesan te in te n to em ocion a l de in te g ra rn os en u n a com u n id a d . El
tiem po, la transform ación de diversas sensaciones que antes desper­ hom bre n atu ral es lib id in a l por in stin to. E stos opu estos se en cu en ­
taban interés, ligadas con la tierra, en sensaciones repulsivas ...”63 tran en la “ley de la am bivalencia prim ordial” que asigna a todo odio
Esl extraño; treinta años m ás tarde reaparece, sacada de la gale­ una co n tra p a rte de am or, y re co n o ce en tod o acto de agresión una
ra, la n ariz” de Fliess. Freud, en realidad, nunca suscribió la tesis de contraparte de culpa*2. ', _ , . „
H ie ss sobre la “neurosis nasal”, idea que sólo se reconoce en la teoría Ni H obbes, tu tor m aquiavélico de C arlos II, m Freud se con ten ­
por no llam arla fantasía filogenética”- de la bipedestación y el asco. taron con suponer que la vida social es in stitu ida por la fuerza ru a.
i a Pleza m aestra de E l m a lesta r... se encuentra en el capítulo V, Am bos im a g in a ron que el E sta d o tien e u n a base m ás perm an en te,
don de F reud continúa elaborando su concepto de pulsión de m uerte, en la que el consenso m odela una especie de idea germ inal, un con­
cu rio sa m e n te silen cia d o en E l p o r v e n ir ... El p u n to de p a rtid a es: trato social” . H ay una diferencia: las teorías sobre el contrato social,
A m a a tu prójim o com o a ti m ism o” . Esta m áxim a fundam ental de la
devoción cristiana es problem ática para Freud. “Mi am or es algo va-
íoso para mí, y no debo desperdiciarlo indiscrim inadam ente.”64
elo por el am or, particu larm en te cuando el prójim o es m i ene­ *2. “El caníbal tiene un afecto devorador por sus enemigos, y sólo come a
m igo y m erece mi odio. Enfrentam os, concluye Freud, la gran ilusión aquellos que le gustan” (SE, XVIII, pág. 105).

430 431
que formularon tanto Hobbes como Locke y Rousseau, tenían por ob­ .prior En otras palabras, Tánatos no es una pulsión suicida, ciega,
jetivo la Legitimación de la sociedad. La ficción antropológica de un í aían aborda este tema cuando, en “El mito individual del neuroti-
contrato de base que Freud propone con su mito de los orígenes de­ n»74 incluye la muerte como un cuarto elemento para completar la
CO y «. t i . . ___~___ —l « \r% A A n o f i t n p i ñ n Hp I ftiupt.n.
sempeña un papel diferente. La legitimidad no lo preocupa; la filoso-
fia soda1no es su coto de caza. En vez de tratar a la sociedad política
como un artefacto, producto del miedo y de la prudencia (Hobbes) Tánatos era el signo del momento. La sombra de Hitler brillaba
sobre el incendio del Reichstag en 1933. Un ano antes, coincidiendo
autoridaadCOnSldera 6XpreSÍÓn del anhel° N acional de restaurar lá con la aparición de Mein Kampf, Einstein le había escnto a Freud:
La pulsión de muerte no se manifiesta en su muda mudez. Pero
también puede aparecer como agente transformador, y por tanto al Caputh, cerca de Potsdam, 30 de julio de 1932
f la c «vdlzacion' Freud, es cierto, opone Eros, con su poder
” af lutinar a mdividuos humanos aislados, después a familias ... Querido Profesor Freud,
h n m V n T Í 08 t w " 68’ 6n una Única gran unidad- la unidad de la La Liga de las Naciones ... me ha pedido que invite a una
nnnTrc d^d ’ rePre8entado por la “hostilidad de cada uno
contra todos y la de todos contra cada uno”™. Aquí estamos ante una persona escogida por mí para un franco intercambio de puntos de
vista sobre cualquier problema, también de mi elección. Aprov
í w S f Parad°Ja:
8 Posible que la disyuntiva tanática sirva
a la cohesión civilizadora? La respuesta está en el sentimiento de cul­ cho la oportunidad para intercambiar ideas con usted sobre una
pa. Lo que nos remite nuevamente a Melanie Klein. cuestión que, en el momento actual, parece ser la mas apremian­
Freud habla ahora de dos fuentes del sentimiento de culpa Una te que la civilización enfrenta. El problema es el siguiente ¿exis­
te una forma de liberar a la humanidad de la amenaza de la gue-
na T h !na en-!a perdlda del amor: el niñ0 teme el castigo de la perso­
no nr QUe 6 inviste de omnipotencia, castigo que tomará la forma rra?75

La agresión es internalizada, volviéndose contra el yo, bajo la forma Con esta invitación se inició un intercambio de cartas entre los
de sentimiento de culpa. Pero el acto identificatorio, en sí mismo meses de julio y setiembre de 1932. En 1933, el año en que Hinden-
burg designó a Hitler canciller alemán, las cartas fueron editadas si­
e ? l9 1 2 n lpa’ uCOm,° Ferenczi ^a 10 había comprobado multáneamente en francés, inglés y aleman. Su circulación fue prohi
? 1 E la relacion ambivalente con el padre, el niño no tiene
otra salida que identificarse con él. El superyó funciona entonces co­ bida en el Tercer Reich. ,
mo instancia que sociabiliza” la pulsión asesina. Así se desarrolla Como recuerda Daniel Pick™, Einstein escribe su carta exacta­
mente un siglo después del clásico bélico Sobre la guerra, de Clause-
Domí r £ T te’ Unisentimient0 difuso de culpa, que atraviesa todos los witz, año en que los ingleses invadieron las islas Malvinas. Los f
poros de lo social y que se muestra tanto más activo cuanto que nin-
sofos de la guerra”, esto es, Clausewitz, Hegel y Proudhon, no son
e“ eL“re¿P °nsable' P»d™ » s. Enriques, ta- tenidos en cuenta. Freud señala claramente cual es su an o.
luHón 1 f pensamiento de Freud de la siguiente manera: “La evo-
guerra está en radical oposición a la actitud psíquica impuesta sobre
u n S de destrucción- Cuanto más se manifiesta la vida, más nosotros por el proceso de la civilización, y por esa razón tenemos que
■dachi^eróticasn se construyen y, correlativamente, la pulsión de rebelamos contra ella. Éste no es un mero repudio intelectual o emo­
estniccion encuentra mas objetos para agredir. Se podría hablar de cional; nosotros, los pacifistas, tenemos una intolerancia constitucio­
un desafio pulsional. En ese escenario, cada uno representa para el nal frente a la guerra ...”7-7. , ., , __ _
otro alguna cosa de la imagen paterna, y cada uno puede desear ocu­ El problema de la supervivencia de la humanidad aparece como
par la posición de padre. La agresividad dirigida contra el padre aho­ una angustiante pregunta que alimenta el pacifismo pesimista de
ra se dirige hacia afuera del grupo. Para impedir esta posibilidad de Freud. El “proceso evolutivo de la cultura”, al cual “le debemos lo me­
jor de lo que somos”, es igualmente responsable “de una parte de lo
dc^cldpa^,7^ ^ e^a^2a^a, ^ c^v^ zacrán debe reforzar su sentimiento que sufrimos”78. Este proceso “bien puede conducir a la extinción de la
Eros, por su parte, también representa el deseo imposible de in- raza humana, ya que, de varias maneras, se opone a la función sexua ,
™??íaípdad; Eros>s.egún la feliz frase de Wilber, es “hambre ontológi- las razas incultas y las capas inferiores de la población ya se muitip i-
ca . I anatos es el Señor del Tiempo. Frente a la muerte, se puede can con mayor rapidez que las más cultas 79. Aquí, una vez mas, P^r
hablar de una angustia patológica, generadora de sentimiento de cul­ sisten los ecos leboniamos, en la medida en que Preud por momen os
pa y de una angustia de otro tipo, de la percepción de una verdad in- incurre en la larga y controvertida tradición del darwimsmo socia

432 433
acerca de la superioridad y, a la inversa, de la degeneración de ciertos Instituto Kaiser Wilhelm, un instituto de física de Berlín, donde
componentes de la especie”»». Duele, una vez más, comprobar con qué se están repitiendo algunos trabajos con uranio85.
facilidad Freud habla de “razas incultas” y “capas inferiores”.
Por otra parte, frente al pacifismo ingenuo de Einstein, Freud La intención de Einstein: construir una bomba para destruir una
presenta un pacifismo más militante, más subversivo, que tuvo in­ bomba. Esa carta tenía un peso difícil de sobrestimar. Hoy en día no
fluencia en los escritos de los analistas ingleses de la década en par­ existe ni físico ni hombre de ciencia del calibre político de un Albert
ticular en ese extraño clásico de Glover que fue El peligro de ser hu- Einstein en los años 30.
mano81, escrito en 1936. Roosevelt responde:

En la hora en que Freud moría, Einstein estaba inmerso en un A gradezco su carta reciente y el m aterial que anexa. Esos datos
epilogo tremendo a sus cartas sobre la paz. No cabía ninguna duda son tan im portantes que convoqué a una sesión extraordinaria .
sobre su propósito. Era clara la naturaleza del conflicto: había que
impedir, por un lado, que la ciencia fuese el Merlín de la guerra ban­ El resto es historia oficial: se lanzó el “Proyecto Manhattan" Fer­
dera crucial en la correspondencia con Freud, y, por el otro, se corría mi y Oppenheimer, en Los Álamos, escribieron el primer capítulo del
el riesgo de que, en una nueva edad tecnológica, Alemania, bajo la folclore atómico. La historia cambia de cara en un mundo radiactivo.
inspiración de Hitler, dueña de los nuevos medios de destrucción pu­ El m alestar,., podría ser un epitafio premonitorio de los tiempos que
diese inaugurar una era de dominio mundial. vendrán. Podemos, con Lyotard, puntuar el fin de la historia evolu­
¿Existe una forma de liberar a la humanidad de la amenaza de la cionista. El posmodernismo nace en 1943, en los campos de concen­
guerra7, había preguntado Einstein en 1932. Siete años más tarde es- tración de Dachau, y recibe su bautismo en Hiroshima8 . La acelera­
cribio otra carta tal vez la más cargada de consecuencias del siglo ción histórica” pasó a ser “pulverización histórica”88.
XX. Estaba dirigida a Franklin Roosevelt. Comenzaba así:

Algunos trabajos recientes de Enrico Fermi y Leo Szilard, cuyos


manuscritos leí, me llevan a pensar que el elemento uranio pue- NOTAS
® Vf . Q energía en un futuro
inmediato82.
1. SE, XXI, pág. 69.
La carta continúa con un tono de urgencia. Dada la situación in­ 2. Ibíd., págs. 70-1.
ternacional, Einstein piensa que tiene el “deber de elevar a la consi­ 3. SE, XXIII, págs. 355-70.
4. Sophie de Mijolla-Melhor, “Construiré son histoire , Revue Internatio­
deración de ustedes los siguientes datos”: Joliot Curie, en Francia, y nal d’Histoire de la Psychanalyse, 1993, VI, pág. 21.
4' G i ^ ®z^ar(*> en l°s Estados Unidos, habían demostrado que era 5. James Strachey, Notas del editor, SE, XXI, pág. 59.
factible generar reacciones nucleares en cadena con grandes masas 6. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
de uranio, de modo que resultaba posible construir bombas de extre­ Companhia das Letras, pág. 493.
ma potencia83. 7. Carta de Freud a Jung del 19 de setiembre de 1907, Freud-Jungt Co­
rrespondencia completay 1976, Río de Janeiro, Imago, pág. 131.
Una sola bomba de este tipo, transportada por un navio o detona-~ 8. SE, XXI, pág. 60.
da en un puerto, podría destruirlo por completo junto con una 9. Ibíd., pág. 59. __ _■», , T
gran parte del territorio circundante84. 10. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Rio de Janei­
ro, Imago, III, pág. 336.
Habla de puertos y navios porque los padres de la bomba atómica 11. Norman Brown, Life Against Deathy 1959, Middletown, Wesleyan.
12. Carta de Freud a Jones del Io de julio de 1928, The Complete Corres-
aún no tenían los medios para construir un artefacto que pudiera pondence of Sigmund Freud and Ernest Jones, 1908-1939, 1993, Londres,
transportar un avión, dando comienzo a la tecnología de la miniaturi-
zación. La última parte de la carta dice: Harvard University Press, pág. 648.
13. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 464.
14. Ibíd., pág. 465. , ^
He sabido que Alemania suspendió las ventas del uranio extraído 15. Carta de Freud a Jones del Io julio de 1928, The Complete Corres­
de las minas checoslovacas. Parece extraño e interesante que el pondente of Sigmund Freud and Ernest Jones 1908-1939 pág. 648.
, y

hijo del subsecretario del Estado alemán esté trabajando en el 16. Lou Andreas-Salomé, Mirada retrospectiva págs. 151-2.
y

434 435
Freud-Lou A n dreal& dom é ^ m r ts p ^ n d é n ^ 0^ ^ 28 de julio de 1929> 57. Carta de Freud a Eitingon del 3 de agosto de 1931, citada por Mi-
Imago, pág. 237. ’ resP°ndencia completa, 1972, Río de Janeiro, chael Molnar, pág. 102.
58. Ibíd., pág. 281.
Pág. H EUgéne EnriqUeS* hord° «« astado, 1990, Río de Janeiro, Zahar, 59.Ibíd.
19. Ibíd., pág. 96. 60. SE, VII, págs. 177-8.
20. SE, XIX, págs. 228-34. 61. SE, XXI, pág. 90n.
62. Renato Mezan, Freud, pensador da cultura, 1985, San Pablo, Brasi-
* ° * * * * > d° 1986, Río liense, pág. 486.
22. SE, XXI, pág. 75. 63. Carta de Freud a Fliess del 14 de noviembre de 1897, Corresponden­
23. Ibíd. cia Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Ja­
24. Ibíd. neiro, Imago, pág. 280.
25. Ibíd., pág. 80. 64. SE, XXI, pág. 109.
26. Ibíd., pág. 80n. 65. Ibíd., pág. 111.
27. Ibíd., pág. 84. 66. Jacques Lacan, op. cit., pág. 217.
28. Ibíd. 67. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 109.
68. SE, XXI, pág. 122.
cas, % % £ H0n,Sl' ¡n’ C“™ >990, Porto Alegro, Artos Médi- 69. Patrick Lacoste, Psicanálise na tela, 1990, Río de Janeiro, Zahar,
30. SE, XXI, pág. 79. pág. 111. ^
31. Ibíd., pág. 89. 70. SE, XXI, pág. 122.
32. Ibíd., pág. 92. 71. Sandor Ferenczi, “Le concept d’introjection”, Psychanalyse, Oeuvres
completes /, 1912, París, Payot.
S ' SE,
34. S tew ray’
XXI, °P C¿t
pags. ’ Pág- 495’
91-2. 72. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 115.
35. Ibíd., pág. 97. 73. Ken Wilber, El proyecto Atman, 1989, Barcelona, Kairós, pág. 170.
36. Ibíd., pág. 95. 74. Jacques Lacan, “El mito individual del neurótico o poesía y verdad
37. Ibíd. en la neurosis”, Centre de Documentation Universitaire, 1953, establecido por
38. Ibíd., pág. 96. J. A. Miller, Ornicar?, 1979, págs. 289-307.
39. Ibíd., pág. 97. 75. SE, XXII, pág. 199.
76. Daniel Pick, “«Pourquoi la guerre?»: Freud-Einstein et le XIX siécle”,
vil, de 1(1 psychanalyse - Le Séminaire, livre Revue Internationale d'Histoire de la Psychanalyse, 1992, V, pág. 117.
77. SE, XXII, pág. 215.
nal de Cultura, pág L^ volucwn PSicoanalítica, 1978, México, Fondo Nacio- 78. Ibíd., pág. 214.
42. SE, XXI, pág. 145. 79.Ibíd.
43. Peter Gay, op. cit., pág. 193. 80. Daniel Pick, ibíd., pág. 117.
81. E. Glover, The Danger of Being Human, 1936, Londres, Alien & Un-
45' ? ^ ? rJones,
45. Emest EnriqUe8’ °P- CÍt’
op. cit, pág-337
III, pág. 29-. win.
82. Citada en Giovanni Berlinguer, “Einstein: política e ciencia”, Ques-
pág, 122 ^ °M ' F n U Í ‘ °* do Janeiro, ¡Mar, tóes de vida, 1991, San Pablo, Hucitec, pág. 124.
83. Ibíd.
S I ^ 0p“ s: ?s5" ‘" píe I49' 84. Ibíd.
85. Ibíd.
8 6 .Ibíd.
P°',dÍ o : 87. Frangís Dosse, “L’histoire devient le caractére psychique de son ob-
Detroit,VÍynTstaterUnÍTOrStyeSCe,lCeS °f ° Viene8es Psychoanalyst, 1982, Jfcct”, Histoire Internationale de la Psychanalyse, 1993, VI, pág. 149.
51. SE, XXI, pág. 107. 7' 88. Jean Chesneaux, De la modernité, 1973, París, Maspero.
52. Ibíd. I
53. SE, XXII, pág. 130.
55 K i t ™ EnrÍqUeS) op cit >páS- 105.

nar, 1994, iln d S , The F reud''iluíeuifplg. f o ? ’ edÍtad° ^ ***

436
437
solo punto del determinismo de la naturaleza, echa por tierra toda la
cosmovisión científica. En este sentido, podemos ver cuánto más con­
secuente consigo misma es la cosmovisión religiosa que asegura ex­
plícitamente que ningún gorrión cae del tejado sin la voluntad expre­
sa de Dios”5.
CAPÍTULO 64 El determinismo, como nos lo recuerda Hornstein, tiene un as­
pecto positivo, la predicción, y uno negativo, el fatalismo6. Para un
EL AZAR determinismo absoluto, el futuro es totalmente dictado por el presen­
te. Toda reflexión sobre el futuro es una reflexión que concierne a la
historia. Todo es previsible, hasta el azar, en un mundo de casualidad
Ese año 1932, Einstein entra nuevamente en la vida de Freud. causal...
Esta vez ambos están decididamente en el mismo lado. El 20 de octu­
bre el Profesor recibe una sugestiva carta de la princesa Bonaparte: La ciencia siempre detestó el azar. Su gran triunfo sobre lo for­
tuito culminó en el siglo XIX, con el mecanicismo. El azar “parecía
He conocido aquí [en Copenhaguel a Niels Bohr, quien, como us­ haber sido pulverizado a golpes de ecuaciones diferenciales . Para la
ted debe saber, es uno de los más eminentes físicos de nuestro ciencia, las secuencias deterministas constituían el modelo concep­
tiempo. Con todo, no puedo aceptar uno de los puntos de sus teo­ tual por excelencia; lo aleatorio constituía la excepción. Hoy en día se
rías sobre el “libre albedrío” del átomo. El átomo ahora debe ser acepta la idea opuesta. Tanto Einstein como Freud apostaron siem­
excluido del determinismo. Me reconfortó saber que Einstein lo pre a la hipótesis de variables ocultas para negar la existencia de la
había objetado diciendo: “No puedo imaginarme a Dios jugando a indeterminación. “Complejizar”, para mantener el principio del deter­
los dados”1. minismo, era la única salida posible en la época.
Cuando los sistemas se alejan del equilibrio termodinámico, sus
Dos días después, Freud, inmediatamente antes de terminar las soluciones pierden unicidad. Ellas se bifurcan, pero sólo una vale. El
Nuevas conferencias, responde: azar decide cuál es la verdadera. Los sistemas que se alejan del equi­
librio, como sucede con el ser vivo, tienden a formar nuevos estados
Lo que usted me dice sobre los físicos modernos es realmente no­ imprevisibles -llamados estructuras disipativas por Prigogine-, que
table. Es allí donde efectivamente se está realizando la cosmovi- suponen un nuevo estado de la materia. Éste nuevo orden se denomi­
sión de nuestros días. No nos queda más que esperar para ver^. na orden por fluctuaciones8.
Atlan titula su libro Entre el cristal y el humo. El cristal -con el
¿Qué es lo que vemos, después de más de sesenta años? perdón de los holistas- representa el modelo de la redundancia, de
El siglo XIX estuvo marcado por la noción del proceso histórico, la repetición rígida. El humo es la metáfora de la variedad. Lo vivo
en su aspecto de progreso de la razón y de la sociedad. En una visión se sitúa entre el cristal y el humo, ya que posee una estructura de­
iluminista, ciertas categorías descriptivas abarcativas revelaban el terminada, pero es capaz de modificarse, adquiriendo nuevas propie­
desarrollo cultural de la época: racionalismo-romanticismo, indivi­ dades.
dualismo-socialismo, realismo-naturalismo. A pesar de su reduccio- • Nuestro ser o en todo caso los microelementos de nuestro ser, to­
nismo, ellas sirvieron para descifrar la producción cultural con el sen­ dos esos cuatrillones de átomos en sus infinitas órbitas, tienen dispo­
tido más amplio de la vida3. Ésta fue nuestra amarra y éste nuestro nibilidad para el cambio continuo. Heráclito lo sabía: somos perpetuo
legado. cambio en nuestra perpetua repetición. Para dar cuenta de esa diver­
Ya avanzado el nuevo siglo, tropezamos con “la muerte de la his­ sidad sin fin —mejor dicho, oponiéndose dialécticamente a esa fuerza
toria y el fin del determinismo. Nuevas construcciones quebrantan cósmica—, existe algo que se puede llamar esencia, un elemento de
los principios de unificación y cohesión, y lo que entonces se nos pre­ contención que da continuidad a nuestras biografías. Si los microele-
senta es una gran fragmentación en el teatro de las ideas4. ] nientos se nos presentan como paradigma de la metonimia, la Esen­
Mucho ha sucedido en este tiempo, que es el nuestro. Asistimos cia en cambio es metafórica. Se puede decir —Fliess tal vez lo sabía­
al fin del determinismo. La vieja doctrina filosófica que pregonaba el l e la salida de la repetición está en el ritmo. La pulsación ritualiza
encadenamiento riguroso de causas y efectos ha sido “dada de baja”. repetición. Por otra parte, nuestra esencia, nuestra repetición, no
Freud era determinista al postular que, en el dominio psíquico, todo es sólo “mismidad” ciega.
es pasible de interpretación. Fue categórico: “Si alguien quebranta un Poseemos conciencia, tenemos necesidad de esa mismidad, de lo

438 439
contrario, entraríamos en el delirio estelar de los esquizofrénicos. En­ Lo no reversible está directamente ligado a la entropía. La entro­
tre el cristal y el humo. pía*1 es una magnitud que expresa la irreversibilidad de un proceso y
La ciencia y la filosofía, como vimos, repudian el caos, en la medi­ que al mismo tiempo nos habla de la degradación de la energía de un
da en que el orden implica una reducción de lo arbitrario, de lo que sistema físico. No se trata ya de un desorden derivado del orden, sino
no es inteligible. ‘ La gran amenaza a la inteligibilidad plena es el pu­ de un desorden constitucional15.
ro azar, el azar que no es considerado desvío del orden sino pura alea- La idea de que el orden y el desorden surgen simultáneamente
toriedad.”9 plantea la cuestión sobre nuevas bases. El desorden, antes identifica­
En el mundo cartesiano no hay nada arbitrario. La ciencia new- do con la degradación y la muerte, pasa ahora a designar también en­
toniana, ciencia moderna, perla del iluminismo, constituye un orden cuentros aleatorios, dispersión, desigualdad, turbulencia, ruptura, ca­
eterno regido por un pequeño número de leyes inmutables. Nos pre­ tástrofe, inestabilidad, difusión, etc.16
senta una naturaleza concebida como un robot perfecto, regido por La física actual no descarta la idea de un caos original, cosmogó­
las leyes matemáticas de un Dios Relojero. nico. Una nueva concepción del caos, en la cual deja de ser identificado
Ese Dios Relojero comienza a ser desmontado con la aparición de con lo negativo y se lo considera dotado también de positividad17. Esta
la termodinámica. Vislumbrada por Herón de Alejandría, en el pri­ transformación sufrida por la idea de desorganización -que de degra­
mer siglo de nuestra era, pero sólo conceptualizada en la primera mi­ dación y muerte de un sistema se convierte en azar creadorlH- resulta
tad del siglo XIX. El azar adquiere estatuto de cientificidad. Se trata enfatizada cuando tratamos del concepto de pulsión de muerte™.
aún del azar original, como el concebido por Lucrecio ... pero ya per­
mite percibir una brecha en el orden absoluto proclamado por la cien­ Las pulsiones se constituyen con el nacimiento del lenguaje, y
cia clásica10. también son ordenadas por efecto del lenguaje. El cuerpo resul­
Importancia del azar en la biología molecular: la evolución no es tante de ese ordenamiento pasa a ser un cuerpo sometido al or­
explicada en los términos de una necesidad ciega, sino como produc­ den simbólico, un cuerpo apropiado e informado por el lenguaje.
to del azar. Las alteraciones accidentales que modifican el código ge­ Será, por lo tanto, cuerpo-lenguaje ... la verdadera dualidad en
nético son expresiones de puro azar11. El hombre es un accidente, psicoanálisis no pasa por el par cuerpo-lenguaje, sino por la anti­
como tantos otros. “El universo no estaba grávido del hombre”, dice nomia cuerpo-lenguaje versus pulsiones anárquicas. Esa oposi­
Monod; el hombre es producto del azar, y no de la necesidad divina. ción recíproca podría ser concebida como Orden versus Azar ... 20.
“Entre los incontables acontecimientos únicos ocurridos en la biosfe­
ra, uno fue la aparición del lenguaje simbólico.”12 Desde nuestra es­ El Demiurgo creó en el hombre una réplica de su propia persona.
pantosa singularidad, Monod murmura: “Es preciso que el hombre El Demiurgo platónico construye el mundo sensible a imagen y seme­
por fin despierte de su sueño milenario para descubrir su soledad to­ janza del mundo de las Ideas. “Se constituye una naturaleza primera
tal, su extrañeza radical. Ahora sabe que, como un gitano, está al en relación con la cual la naturaleza actual es una degradación. El
margen del universo en el que debe vivir. Universo sordo a su músi­ factor de esa degradación es la emergencia del hombre.”21 El hombre,
ca, indiferente a sus esperanzas, como a sus sufrimientos o a sus crí­ por su autonomía, quiebra el orden natural. Ese corte que Platón le
menes”13. atribuye al hombre es fruto del lenguaje, el gran desnaturalizados
¿Qué hacer, entonces? “El hombre es así, simultáneamente, parte de la naturaleza y princi­
Prigogine propone una nueva alianza, a partir de la irreversibili­ pio de perversión.”22
dad deUtiempo. “El empleo en física de una concepción del tiempo Lo que tenemos aquí es el orden y su desvío. No hay en la filoso­
considerado como irreversible aproxima las ciencias naturales a las fía platónica lugar para el azar. Para Garcia-Roza, ése sería el punto
ciencias humanas, reconciliándolas.” ' itS de vista freudiano, dos milenios después, en la primera teoría de las
Antes la macrofísica era tratada como un esquema determinista, pulsiones, cuando nos presenta la pulsión como un desvío del instinto.
mientras que la microfísica era probabilista. La novedad de Prigogine
reside en que aplica el probabilismo a los conjuntos macroscópicos14. Retomemos la antinomia cuerpo-lenguaje versus pulsiones-anár­
La termodinámica introduce la irreversibilidad del tiempo. La quicas. Volvamos al cuerpo erógeno, o sea, al cuerpo sometido al len­
irreversibilidad no es ya la marca de lo negativo, sino una caracterís­ guaje23. La verdadera dualidad para el psicoanálisis sería la consti-
tica fundamental de un mundo en el cual el azar desempeña un papel
tanto o más importante que la necesidad. En esa nueva alianza, el
mundo natural tiene que ser referido necesariamente al hombre. ¿Es­
to no implica una dosis de idealismo? *1. Concepto introducido por Rudolph Clasius en 1851.

440 441
cultura, todo tiene su precio. La sublimación va lejos, pero conoce su
tuida por lo que es ordenado (que incluye tanto el lenguaje como la
representación del cuerpo) y lo que es exterior al orden: las pulsiones límite. La pulsión, por su propia naturaleza, exige una medida real
de satisfacción. Y también exige la mediación de un objeto tangible,
en estado bruto. Lacan es claro: el lenguaje transforma el organismo
vivo en cuerpo. El cuerpo de la histérica, que también llamamos de no sublimatorio. .
El microcosmo de las imágenes ligadas con las pulsiones no tiene
cuerpo erógeno, siempre será un cuerpo imaginario y no un cuerpo
absolutamente nada que ver con el macrocosmo. “Está claro que la li­
pulsional. El cuerpo pulsional es de otro orden. No es representable,
bido —nos aclara Lacan—, con sus características paradójicas, arcaicas,
no es atravesado por el lenguaje, no se constituye como sentido, no es
denominadas pregenitales, con su eterno polimorfismo, con su galaxia
del orden del acontecimiento. El cuerpo pulsional se distingue tanto
de imágenes ligadas con los modos pulsionales de los diferentes esta­
del cuerpo simbólico como del cuerpo biológico. Es el cuerpo del azar
¿Qué es lo primero: el esqueleto del hombre o su palabra? dios ..., en síntesis, [está claro] que este microcosmo no tiene nada
que ver con el macrocosmo y sólo engendra un mundo de fantasía ■
“El «dato» primero del psicoanálisis no es el cuerpo anatómico
En su ensayo sobre Das Ding, en 1954, Heidegger se pregunta
smo el lenguaje. El huevo mítico del psicoanálisis es el discurso”24.
qué es una cosa. ¿Cómo se diferencia del objeto? “Objeto es aquello
Al mismo tiempo, como consecuencia de la desnaturalización del
que se pone ante nosotros, aquello que se distingue del acto por el
cuerpo y de la pulsión, el objeto absoluto falta, y ésta es la marca an-
cual es pensado. En ese sentido un objeto no implica una existencia
timetafísica del psicoanálisis. Por “objeto absoluto” debemos entender
en sí. Se puede pensar en un objeto alucinatorio. El objeto de la per­
aquel que haría posible la satisfacción plena. Ese objeto absoluto es
cepción, de la memoria y de la imaginación se pone «ante nosotros»
la Cosa a la cual Freud hace referencia en el “Proyecto” como un va­
cío en tomo del cual se organizan las Vorstellungen. como una imagen. **
La Cosa, das Ding, a diferencia del objeto, se caracteriza por su
La pulsión se caracteriza por no tener objeto propio. Un objeto
“posición autónoma”33. Lo que hace de la cosa una cosa no es el hecho
sólo se constituye en objeto de la pulsión si es objeto del deseo. Si el
de que sea un objeto representado34. No debemos confundir la objeti­
objeto absoluto falta, algo queda en su lugar para marcar esa falta.
Lacan lo denomina objeto a. El objeto a no es el pecho, no es el cuerpo vidad del objeto con la cosa-en-sí.
¿Cuál entonces es la “cosidad” de la cosa? Para Heidegger, el ja­
de la madre, ni tampoco se identifica con la Cosa; es aquello que, en
el espacio de la representación o en la red de los significantes, apare­ rro es una cosa. Lo que hace un jarro de un jarro es su cualidad de
ce como falta central. Lo que puede ser considerado real no es este o continente. Una vez producido, el jarro se mantiene por sí mismo. Lo
aquel objeto, sino precisamente el agujero, la falta25. Carecemos de que hace del jarro una Ding no reside en la materia que lo constituye,
certeza objetal. sino en el vacío que contiene.
Para Freud, das Ding es un objeto perdido que hay que reencon­
Frente a ese agujero, mejor dicho, en el reborde de ese agujero, se
estructura lo que René Thom denomina el “ser vivo considerado en su trar. “En esa búsqueda de la Cosa se forma la trama de las represen­
pregnancia,^como un potencial que se actualiza al mismo tiempo que taciones a través de los caminos de la memoria, caminos que fueron
se conserva”26. La ausencia evoca una presencia27. marcados otrora por la Bahnung, por la facilitación. 35
Freud hace distintos usos de dos términos que en lengua alema­
na significan “cosa”: die Sache y das Ding (Sache es cosa; Ding es Co­
Consideradas en sí mismas, las pulsiones se caracterizan por lo
sa). Esto significa claramente que las cosas (Sachen), por constituir
que Lacan denomina “deriva” 28 (Trieb se puede traducir como “pen­
sar a la deriva”)29. Estar a la deriva es ser remitido al azar de los en­ un mundo organizado, pasan por la palabra, y están sometidas al or­
cuentros. Encuentros siempre con falta, que van a ser ordenados por den simbólico ya presente desde el inicio. Das Ding designa la Cosa
el mundo de los signos. Esa deriva pasional es “ordenada” por la red que habita otro lugar, más allá del universo del lenguaje.
de significantes, y encuentra siempre una satisfacción parcial en un Fue en los artículos “Lo inconsciente” y “La represión”, ambos de
1915, donde Freud opuso la “representación-cosa” (Sachenvorste-
campo que no le es propio. La satisfacción plena es imposible en el
castillo de arena de las pulsiones. Cuando la pura deriva se canaliza, llung) a la “representación-palabra” (Wortuorstellung). Mientras que
a cambio de la satisfacción total quimérica, se multiplican lasposibi- la primera se da en el inconsciente, la segunda pertenece al precons-
lidades de satisfacción. “Éste es el equívoco fundamental de la pul­ ciente-consciente. Pero, en el inconsciente, la Sachenvorstellung no
sión. 30 El mundo al cual ella se dirige es un mundo prestado, y ella formaría un mero conjunto aditivo de representaciones anárquicas,
busca un objeto perdido que jamás lo habitó. Caza de minotauros con sino, según Lacan, una verdadera estructura del significante.
escopetas de juguete; en el mejor de los casos, conseguimos subli­ Cabe trazar una distinción entre el lenguaje como función y el
mar. lenguaje como estructura. La función tiene que ver con el ejercicio de
No obstante, nos advierte Freud, hablando del malestar en la lo simbólico, que se da en el nivel del preconsciente-consciente; el se-

443
442
gundo aspecto se refiere al lenguaje como estructura-estructurante “interior excluido”, que permanece alejado de la organización psíqui-
de la red de significantes, en el nivel del inconsciente. _ Rse “interior excluido” es el Real-Ich, el “real postrero de la orga­
Para Freud, la Vorstellung es la forma de presentificación de la nización psíquica”41. Se trata de un estado originario del psiquismo
pulsión en el aparato psíquico; alude al elemento imaginario del obje­ pn el cual aún no hay distinción entre el yo y el mundo exterior ni
to, lo que Lacan llamó '“sustancia de apariencia”36. “La Vorstellung es tampoco está la oposición placer-displacer pues el yo satisface ¡.a®
lo que se constituye alrededor de la Cosa (Ding) como «aparición»; co­ pulsiones en sí mismo (auto-eróticamente). El bebe sale del limbo del
mo fantasma. 37 Real-Ich cuando aprende a distinguir “interior” de exterior por la
V
Esas representaciones no tendrían ninguna realidad para la con­ acción muscular. El estímulo que viene de afuera puede ser eludido,
ciencia si no fuesen mediadas por el discurso. Son las palabras las ñero no hay fuga posible ante los estímulos internos_ Estos últimos
que articulan las representaciones en el preconsciente. En función de con la marca del mundo interior. A partir de esta diferenciación, el
esa articulación entre Sache y Wort, Lacan se aventura a formular Real-Ich inicial se transforma en Lust-Ich. Este pasaje marca el co­
mienzo de la organización psíquica, caracterizada por la dominante
h T c o s lSt düS W° rt deS Dlnges' 9ue die Sache es la palabra de
función del Vorstellungsreprasentant.
El principio de realidad no dice nada respecto del mundo exterior Lo real, como tal, jamás es dado, será siempre supuesto y, por
como tal, sino que se refiere a los signos que aluden a ese mundo. El tanto, sólo objeto del pensamiento y no de la percepción. Le cabe a a
principio de realidad actúa en el nivel del proceso secundario regu­ filosofía construir sus teorías sobre lo real y su articulación con lo
ando lo que Freud denomina Note des Lebens, necesidades vitales, no imaginario. La filosofía, a partir de Platón, considera que lo real es
las necesidades de la biología, sino algo más apremiante: el “estado impensable. Más de veinte siglos después, volvemos a encontrar o
de urgencia de la vida” del que nos habla Lacan. real con Kant, identificado con la cosa-en-sí, con lo que esta mas alia
,. f aP,arato psíquico, teniendo como referencia la experiencia de
1
de la “pensabilidad” científica. Esa extraterritorialidad no es un de­
satisfacción, produce una acción específica cuyo objetivo es encontrar fecto del pensamiento filosófico, sino lo que constituye su campo pro­
pio. Todo saber tiene su más allá. No hay universo sin su mas alia.
es d?SacA e Cia’ Mt° ^ reencontrar das Ding>Pero lo que encuentra ;Qué es, entonces, lo real para el psicoanálisis / Tiene que ser
El aparato psíquico, tal como fue concebido a partir de la aquello que queda fuera de lo simbólico y de lo imaginario. No se
iraumdeutung, opera la relación con el mundo de la cosa-Sache identifica con la realidad percibida ni con la realidad psíquica, que
mientras que el aparato neuronal del «Proyecto», fue concebido para designa la realidad del inconsciente, del deseo y de sus fantasías La
explicar la relación con el mundo de la Cosa-Ding
. ” 3 9 realidad exterior es identificada por Freud con el mundo material en
En la relación madre-hijo, la Cosa-madre ocupa el lugar de das cuanto percibido por el sujeto. Lo real psicoanalítico se sitúa mas
Ding en la medida en que ella es el centro en torno del cual gravitan aquí y más allá del orden y de la ley, fuera del campo del principio de
las Sachenvorstellungen. Desear a la madre es, por lo tanto, desear
das Ding Sabemos que esa “Cosa-madre” no es accesible en cuanto P Retomando la idea de inconsciente, en la primera tópica la pala­
tal, sino solo como Sache. bra se emplea como sustantivo para designar su propiedad sistemica.
La “madre-Cosa” es interdicta por la cultura, y ese interdicto nos En la segunda tópica se adjetiva, por ser algo que se aplica tanto al
constituye como humanos. Según Garcia-Roza, podemos decir que, si ello como al yo y al superyó. El inconsciente de 1900 no es el mismo
el deseo de poseer das Ding se satisficiera, cesaría toda demanda, pe­ que se piensa hoy, con las contribuciones de la lingüística y i. a e ,
ro es precisamente esa demanda la que funda el inconsciente huma­ nología, después de la lectura que hizo Lacan de la obra de Freud.
no. Pienso que en ese sentido Jung habla del papel fundante de la Para Lacan el inconsciente está estructurado como un lenguaje.
fantasía de incesto40. En Freud, el inconsciente piensa; Lacan agrega: esos pensamientos
, Aunque ^as Ding no habita el aparato psíquico, algo al nivel de se forman a partir de una red de oposiciones significantes.
os significantes señaliza la Cosa. Ese vacío, que no puede ser colma­ Lacan ilustra su tesis con la noción de función simbólica clasifi-
do por objeto alguno, es lo que Lacan denomina “objeto a”. El objeto a, catoria primaria, tomada del Pensamiento salvaje de Levi-Strauss.
entonces, no es siquiera el objeto del deseo, pero sí el “objeto causa Este pensamiento en “estado salvaje” es irreflexivo e ingenuo, y la
del deseo El objeto del deseo es la fantasía. La función del objeto a, función simbólica clasificatoria primaria desempeña un papel funda­
causa del deseo, es ser productor de la falta, y su relación con la pul­ mental, resultante de la propia relación que el hombre mantiene con
sión es ser contorneado por ella. la naturaleza: “La naturaleza provee ... significantes, y esos signiti-
„ ^as referencias de Freud a das Ding se encuentran en el “Proyec­ cantes organizan de modo inaugural las relaciones humanas, les dan
to y en su monografía sobre las afasias, donde se habla de algo, un las estructuras y las modelan”42. Son estos significantes los que %an a

444 445
brindar la estructura fundamental del inconsciente humano y a con­ 30. Garcia-Roza, op. cit., pag. 70.
ferirle su estatuto43. El mundo natural “sugiere” ciertos temas de 31. Lacan, op. cit., pág. 110.
oposición: día-noche, alto-bajo, móvil-inmóvil, caliente-frío, fort-da, 32. Cf. Uimaginaire, de Sartre, cap I.
macho-hembra, y de ese modo se van organizando los ladrillos dé 33. M. Heidegger, “La chose”, en Essais et conférences.
nuestro universo. No sé trata de una teoría sobre el origen natural 34. Garcia-Roza, op. cit., pág. 84.
del lenguaje, pero casi lo es. Esas son algunas de las cosas que suce­ 35.Ibíd.
den entre el cristal y el humo. 36. J. Lacan, op. cit., pág. 86.
37. Garcia-Roza, op. cit., pág. 86.
38. J. Lacan, op. cit., pág. 82.
39. Ibíd., pág. 87.
40. R. Stein, Incest and Human Love, 1974, Baltimore, Penguin.
NOTAS 41. J. Lacan, op. cit., pág. 128.
42. J. Lacan, Le moi dans la théorie de Freud et dans la technique de la
psychanalyse - Séminaire I I , 1957, París, Seuil, pág. 26.
1. MaX Schur, Freud, vida e agonía, 1981, Río de Janeiro, Imago, III, 43. Ibíd., pág. 97.
pág. 5o5.
2. Ibíd.
3. C. E. Schorske, Viena fin-de-siecle: política e cultura, 1988, San Pablo
Companhia das Letras. ’
4. Ibíd.
5. SE, XV.
6- Luis Hornstein, “De la repetición a la verdad histórica”, Manuscrito
del Colegio de Estudios Avanzados en Psicoanálisis pág. 14
7. Ibíd., pág. 15.
. Pn^°^ine e r- Stengers, Entre el tiempo y la eternidad, 1990, Ma­
drid, Alianza.
9. L A. Garcia-Roza, O mal radical en Freud, 1980, Río de Janeiro, Za-
har, pag. 38.
10. Ibíd., pág. 40.
11. J. Monod, Acaso e necessidade, pág. 137.
12. Ibíd., pág. 190.
13. Ibíd.
14. Garcia-Roza, op. cit.t pág. 44.
15. E. Morin, La Méthode, cap. I.
16. Ibíd.
17. Garcia-Roza, op. cit., pág. 51.
Poers^er» self-organizing systems and their environ-
ments , Self-Organizing Systems.
19. Garcia-Roza, op. cit., pág. 50.
20: Ibíd., pág. 19.
21. Ibíd., pág. 23.
22. Ibíd.
^ Serge Leclaire, O corpo erógeno, 1992, San Pablo, Escuta, págs. 83-
A . A. V / •

24. Garcia-Roza, op. cit., pág. 61.


25. Ibíd., pág. 68.
26. René Thom, Esquisse dune sémiophysique, 1966, París, Interditions.
. Pichel Porte, “Atemporalité, histoire e sémiophysique”, Revue Inter­
nationale de la Psychanalyse, 1993, VI, pág. 172. M
28. Garcia-Roza, op. cit., pág. 70. '
29. Lacan, Séminaire VII, pág. 108.

446 447


lativizar la culpa del estad ista am ericano. Freud responde: “E ntonces
él no debería haber hecho todas esas p rom esas”9.
L a an im osid ad contra W ilso n fue viru len ta y d uradera. C u an do
i Freud tom ó a B u llitt en an á lisis en 1 9 2 0 , é ste habló de su deseo de
escribir un libro sobre el Tratado de V ersa lles, donde el arquitecto de
CAPÍTULO 65 la Liga de las N aciones tendría el papel estelar de vü lan o. En la oca­
sión “los ojos de F reu d -n a r r a B u llit t - brillaron . B u llitt sedujo a
MOISÉS CREÓ A LOS JUDÍOS Freud. E l paciente diplom ático com enta: “M e dejó atónito al decir que
le g u sta r ía colab orar conm igo en la p rep aración del ca p ítu lo sobre
W ilson *11.
Wilson fue el tercer paciente sin diván, pero, a diferencia de Sch- B u llitt es recordado com o encantador, im p u lsivo, trabajad or in ­
reber y Leonardo, el presidente de los Estados Unidos no fue pintado cansable, gran causeur, “entrador” de dudosa fam a: cualidades idea­
con compasión Hubo una total falta de empatia. Allí tal vez se escon­ les para u n diplom ático de “diez p u n tos”. Conocía a m edio m u n d o y,
da la razón del poco éxito del estudio, aunque esa falta sea, en sí mis- como v ere m o s, fu eron su s contactos los que en el m om en to decisivo
ma, interesante. hicieron p osib le el éxodo de su “ am igo de V ie n a (com o lla m a b a al
Thomas Woodrow Wilson: un estudio psicológico1 presenta los Profesor). é . . .. ,
problemas de una obra escrita a cuatro manos por dos personas de di­ Freud, aunque tentado a em barcarse en la colaboración, retroce-
ferente estatura. Además el hecho de que un coautor fuera paciente dió por pen sar que “el psicoanálisis no debe practicarse en un m d m -
duo [histórico] v iv o ” 12. E se tip o de vivisección no se ría ética. O cho
^r. __ 1•A^ •• a( ^ ^a pesar de que Jones
afirma que no es difícil distinguir las contribuciones analíticas de años después, em pero, cedió a la tentación, prestándose a ese proyec­
uno de los autores de las contribuciones políticas del otro”2. to “clandestino”: la em p resa se m antuvo en secreto. E n ese m om ento
Freud participó en la redacción, salvo en el capítulo de Bullitt so­ le confió a A m o ld Zw eig que estaba “n u evam en te escribiendo u n a in­
bre la infancia y juventud de Wilson: “En lo tocante a la parte analíti­ troducción para algo que está haciendo otra persona. N o le puedo de­
ca, somos ambos igualmente responsables”3. Pero, el manuscrito que cir de qué se tra ta , pero es un análisis y, al m ism o tiem po, un asunto
Jones leyó en 1956, ¿es el mismo del que Freud habla en 1936? Hay de gran interés contem poráneo, casi político. U sted nunca podrá adi-
dudas en el aire. La historia de la concepción, elaboración y publica­ vinario” ^ .
ción de este libro -el único escrito en colaboración después de los Es- N os resta ad ivin ar por qué Freud se em barcó en e sta a ven tu ra.
tudios sobre la histeria—es laberíntica. P eter G a y p ie n s a en u n a razón econ óm ica. L a Verlag e s ta b a u n a
Schur, años después, conversó con Bullitt sobre este tema y su­ vez m á s al borde del a b ism o 14. U n libro sobre el polém ico e sta d ista
po que cuando el diplomático “tuvo que dejar París con prisa, duran- te n ía u n é x ito de v e n ta s a se g u ra d o *1. “ B u llit t e s tá aq u í de n u ev o
guerra>todas las notas y cartas fueron quemadas por descui­ - l e escribe F reu d a E itin gon a fin es de 1 9 3 1 - p a ra p rosegu ir el tra ­
do . Por sugerencia de Schur, Bullitt envió el manuscrito original a bajo en su a n á lisis y sobre W ilso n . D e hecho, sigo ten ien do la espe­
Anna Freud, quien concluyó “que solamente la Introducción presen­ ran za de qu e e ste libro ayude a la Verlag a su p erar el periodo m á s
taba, inequívocamente, el carácter del estilo de Freud, así como su difícil de su recu p era ció n fin a n c ie r a .” 15 D ich o y h ech o : e se m ism o
pensamiento” Otros autores, como Erikson, coinciden con ella6, año, él recibió de B u llitt 1 0 .0 0 0 d ólares com o anticipo de derech os
tmairn Samuel Katz, en su excelente presentación de la traducción
rasi eña, va aún más lejos, pues dice que “ni el primer capítulo nos A u n q u e los d ó la r e s y la a n im o sid a d p e rso n a l fu ero n fu e r te s
suena como «un Freud»”7. Pero es “un Freud”. En carta a Marie Bo- acicates p a ra e s ta a v e n tu r a , h u b o ta m b ié n otro m o tiv o , m á s su til:
naparte, a fines de 1933, Freud escribe: “No tengo noticias directas W ilson era el “doble nefasto” de Freud. W ilso n era todo lo que¡el abo­
de Bullitt. Nuestro libro [Unser Buch] nunca será publicado”8 (el én­ m inaba, lo que él “no era” y no quería ser. U n anti-Leonardo. C om p á-
fasis es mío). rense estas dos introducciones:

La historia comienza con la actitud del Profesor para con Wilson.


Jones cuenta que Freud, como muchos europeos, al principio se entu­
siasmó con este Quijote yanqui. Pero ya en 1919, cuando el Tratado
de Versalles comenzó a revelar su cara utópica y cruel, Freud se desi- *1. La aparición del libro en 1967 fue un éxito editorial y podemos consi-
lusiona y se irrita en un encuentro con Jones, cuando éste intenta re- derarlo el único best-seller de Freud.

448 449
[Leonardo], alto y bien proporcionado, [tenía] rasgos ... de una obtuso, resuelto y confuso, emotivo y gélido, combativo y tímido, acti­
hermosura enorme y estaba dotado de un cuerpo fuera de lo co­ vo y pasivo24. Parece ser que, como rector de la Universidad de Prin-
mún. Hombre encantador, elocuente sin par, alegre y amable con ceton, antes de asumir la presidencia, introdujo reformas notables en
todo el mundo. Amaba la belleza de las cosas de su entorno ... se el sistema educacional, pero sus buenas intenciones fueron subverti­
rodeaba de música y de poetas que recitaban odas16. das por lo que Freud y Bullitt denominaron su tendencia inconscien­
te al martirio"25. , ,
Por otro lado, Como Katz lo señala, según la tesis central del libro el protago­
nista es un sujeto “fijado para siempre en la pasividad reprimida por
Debo comenzar con una confesión: la persona del Presidente nor­ su relación con el padre”26. En consecuencia, él “tenderá a volver al
teamericano me resultó antipática desde el principio, y esta aver­ núcleo psíquico así formado, que contiene todas las posibilidades, no
sión no hizo más que aumentar a medida que iba conociéndolo sólo del psiquismo, sino de la historicidad de Wilson 27. Pero esto se­
mejor ,..17 ría simplificar en exceso la coyuntura histórico-social de la Liga de
las Naciones, como si la política norteamericana hubiera sido deter­
Mayor contraste, imposible. El propio Bullitt nos da una pista so­ minada por los procesos psíquicos de su presidente28.
bre la animadversión freudiana cuando señala que el interés de Además, esa pasividad de boy scout no era tan grande como pare­
Freud surgió al descubrir que “ambos habían nacido en 1856”18. Ésa cería. Durante su gobierno, los Estados Unidos intervinieron activa­
es la senda que toma Roazen al observar que ellos tenían hábitos y mente en la política filipina, transformaron Haití en un protectorado
vicios en común, como el placer oral en la oratoria del Presidente y en norteamericano, invadieron Santo Domingo y lucharon contra Pan­
los cigarros del Profesor. “A los dos les faltaba amplitud mental, am- cho Villa. “¿Esto es pasividad?”, se pregunta Katz.
bos crecieron rodeados de hermanos, ambos eran inválidos y vivían Sin haber salido nunca de las fronteras de los Estados Unidos,
en un relativo aislamiento.”19 El juego identificatorio de Roazen sue- Wilson no conocía la geografía de Europa y no hablaba ninguna otra
na forzado, bullittiano. lengua fuera de la materna. En poco tiempo, este gran pequeño hom­
Los 14 puntos del Tratado de Versalles, anunciados con la fanfa­ bre se vio atropellado por una colosal tragedia de la cual nada cono­
rria reservada a los eventos que conmueven al mundo, traen a la me­ cía: la guerra internacional, la guerra global. Quiso ser el misionero
moria las Tablas de la Ley. En efecto, Freud, en su P sicolo g ía d e las de la paz y se convirtió en el artífice de una nueva guerra, al fundar
m a s a s , ya habla de las “fantásticas promesas de los 14 puntos del la Liga de las Naciones antes de discutir las condiciones del armisti­
presidente americano”20. Wilson “confiaba salir de la guerra como el cio. Creía tener en los 14 puntos la clave de la fraternidad planetaria.
Salvador del Mundo”21. En esa calidad de iluminado trasnochado, era el reverso de Aníbal;
Este “estudio psicológico” de Wilson pinta al padre del Tratado mejor aún, Wilson era el anti-Moisés.
de Versalles como un sujeto preso de una antigua identificación con Un Moisés schreberiano. El relato del caso constituye, según
la persona de su incomparable padre”, pastor presbiteriano y gran Roudinesco, “un segundo fascículo de las aventuras del Presidente
predicador. Wilson se tomará inicialmente por el hijo de Dios, antes Schreber”29. Buena parte del ensayo está dedicado a describir la per­
de convertirse a una nueva religión, en la cual se atribuía el lugar del sonalidad del Presidente como malograda entre una parte femenina,
propio Dios. Para realizar sus sueños mesiánicos, escogió la carrera frágil, retraída, fantasiosa, y una parte masculina, que, en la visión
de estadista, procurando asemejarse a Gladstone, cuatro veces p r i­ de Freud, se asemeja a una parodia del cowboy.
mer ministro inglés22.
Era un hombre enfermizo. Es retratado como un estadista inca­ La redacción del libro marchó a ritmo lento, acompañando la sa­
paz de interpretar los trágicos datos de la guerra, como alguien que lud claudicante de Freud. Finalmente el manuscrito fue completado
creía que Dios era bueno y la enfermedad mala, ya que la enferme­ en abril de 1932. Pero la publicación demoró 35 años. Bullitt la frenó
dad estaba en contradicción con la naturaleza divina. “¿Cómo espe­ por motivos políticos, ya que su partido, que era el de Wilson, estaba
rar —escribe Freud—que un terapeuta de esa escuela se interese por en el poder: el Estudio psicológico sería munición ideal para los repu­
la sintomatología? ’ “Feo, mediocre, neurasténico y miope”, Gérard blicanos. Posteriormente, es muy posible —como especula Roazen-
Miller lo compara con el P ére U b u 23, personificación de un soberano “que Bullitt haya resuelto editar el libro debido a su precaria salud,
demente, una marioneta ávida, imbécil y cobarde; alienado del mun­ pudo suponer que el texto sería revisado por alguien de la familia de
do real, pretendía aplicar a la política los métodos de la Christian Freud, si era publicado después de su propia muerte”30. Una de las
S cien ce. razones de la demora fue la longevidad de la segunda Sra. Wilson,
Wilson pasó a la historia como un puñado de dilemas: brillante y que murió en 1961.

450 451
La aparición del ensayo, a pesar de su éxito como best-seller pue­ consultados por Freud, había sido el primero en conjeturar que Moi­
de considerarse un fiasco. Abundaron las críticas, comenzando por las sés no era judío, sino un sacerdote egipcio36.
de los propios psicoanalistas. “El estilo es espantosamente malo”, se
espanta Roazen31. Las frases cortas son impropias de la fluidez freu- Ése era el Moisés de Freud, quien a su vez, era un nuevo Moisés
diana: las interpretaciones son mecánicas y sin ilación. Para Gay se que hablaba alemán. Pero existía otro candidato: Theodor Herzl.
trata de una “caricatura de análisis aplicado”32. Herzl, cuatro años más joven que Freud, era hijo de un banquero mi­
, . ,Jo™ s' al leer el manuscrito en 1956, llegó a cuestionar su auten­ llonario de Budapest, que perdió su fortuna en el colapso de 1873.
ticidad33. Había recibido una educación semejante a la de Freud; no aprendió
Este repudio masivo y emocional despierta sospechas. La prime­ hebreo ni pasó por la iniciación del bar-mitzvá. Vestía elegantemente,
ra de ellas se basa en el hecho de que el libro no es ni fue leído: es ra­ como Freud, pero, en contraste, se casó con una mujer inmensamente
ro encontrarlo en las bibliotecas de los analistas. ¿No será que Freud rica lo que le permitió dedicarse a las letras y al ocio. Ostentaba
nos ha contagiado su aversión por el presidente Wilson? Tal vez nos una exuberante barba negra al estilo asirio y sus ojos negros tenían
moleste esa mala alianza con Bullitt, ya que, hablando en términos un brillo romántico.”37 Su porte era magnífico, digno de un profeta, y
de huevos de cuclillo” (según la metáfora de Freud en el caso Dora) sus maneras teatrales emulaban a Disraeli. Franz Rosemberg decía
sentimos que el diplomático americano depositó su huevo parásito en que Herzl “demostraba que Moisés había sido una persona real . En
el regazo del viejo Profesor. efecto, las masas judías lo consideraban un nuevo Moisés, condenado
Pero el ensayo tiene sus defensores. Roudinesco opina “que este a no conocer jamás la Tierra Prometida. Es curioso que Freud en su
retrato psicoanalítico es una de las grandes obras de Freud. El habla correspondencia con Amold Zweig, nunca mencione al padre del sio­
“ ®¿a Pohtica Y del gobierno a la manera del Príncipe de Maquiave- nismo. Zweig, gran admirador de ambos hombres, hubiera sido el
lo Gérard Miller suscribe ese juicio, ratificando que este libro nos puente natural entre ellos. Tal vez el mundo era demasiado pequeño
muestra “un Freud sorprendente, casi «brechtiano» ...”35. para dos “Moiseses”. . .
Creo que cabe llamar la atención sobre este texto olvidado Re­ La vieja cuestión de ser judío. En el discurso pronunciado en la
pensarlo, sin exagerar. Bullitt no es Maquiavelo y Wilson no es el Pé- B’nai B’rith, en 1926, aparece una declaración de tono testamentario:
re Ubu 2. Por el momento, yo diría que Wilson fue un borrador del
Moisés de Freud. El hecho de que ustedes sean judíos no puede dejar de serme
agradable, porque yo mismo lo soy, y negarlo siempre me pareció
Una excavación arqueológica descubrió la tumba de un cierto indigno y literalmente absurdo. Lo que me ha ligado al judaismo
príncipe Thothmes en Tel-el-Amama. Impresionado, Freud sospecha -debo confesarlo- no fue la fe, ni tampoco el orgullo nacional,
que podría ser “su Moisés”. La figura del Gran Profeta siempre lo ha­ pues nunca fui creyente, por haber sido educado sin religión ...
bía fascinado. Conocía su historia. Moisés no fue sólo el más influyen­ Cuando me sentí inclinado a la exaltación nacional, siempre me
te judio de la antigüedad, sino también el único que causó impacto en esforcé por reprimirla como algo catastrófico, e injusto, asustado
el mundo pagano. Los griegos consideraban que él había inventado la como lo estaba por el ejemplo de los pueblos entre los cuales vivi­
escritura hebraica. Para Eupolemo era el primer sabio en la epopeya mos nosotros, los judíos. Pero quedaban muchas cosas capaces de
e la humanidad. Artapanos le atribuía la organización del sistema hacer irresistible la atracción del judaismo y de los judíos, mu­
egipcio de gobierno, y Aristóbulo creía que Homero y Hesíodo se ha­ chas oscuras fuerzas afectivas, tanto más poderosas cuanto que
bían inspirado en él. Josefo le atribuye la invención de la palabra eran difíciles de captar en palabras, más la clara conciencia de
ley entonces desconocida en Grecia, y dice que fue el primer legisla­ una identidad interior, el sentimiento íntimo de una misma ar­
dor del mundo. Numenio de Apamea, siglo II d. C., pensaba que Pla- quitectura psíquica39.
on era como un Moisés que hablaba griego. En síntesis, los escritores
antiguos lo consideraban una de las figuras forjadoras de la cultura Para Freud, ser judío significaba identidad e historia. Este tema
en la cuenca del Mediterráneo. Maneto, 250 a. C., uno de los autores merece una digresión. Analistas escépticos tratan de demostrar que
el psicoanálisis no busca la verdad histórica: las construcciones só o
deben aspirar a ser verosímiles. Ellos minimizan la importancia que
Freud le adjudicaba a la búsqueda de núcleos de verdad histórica .
*2. Recomiendo un interesante ensayo de Charles Deikman, “The Spiri- No podemos olvidar que en 1938, en su artículo sobre las Construccio
tual Fighter”, en el que se equipara la personalidad de Wilson con la de Fore- nes, escribió: “Ninguna verosimilitud, por seductora que sea, nos res
man, el “boxeador místico” (Sources, reseñado en Revista Hueso, Lima, 1991). guarda del error; aunque todas las partes de un problema parezcan

452 453
ordenarse como las piezas de un rompecabezas, es preciso tener en Moisés creó a los judíos. Entonces mi ensayo ... recibió el título de El
cuenta que lo verosímil no es necesariamente verdadero, y que la ver­ hombre Moisés, una novela histórica”50. Curioso alambique: para des­
dad no siempre es verosímil”41. tilar la esencia de lo judío, Freud convoca a quien creó los judíos, sin
Lo que está en juego es la “verdad histórica”, que algunos consi­ ser judío él mismo. . _
deran una fantasía retrospectiva, proyectada en el pasado. Según es­ El texto se basa en dos hipótesis atrevidas: 1) Moisés tue asesina­
te criterio, hacer historia es un asunto ilusorio. Tema candente en el do; 2) Moisés era egipcio. Osadas, aunque no totalmente originales.
mundo posmoderno. Hoy en día, la historicidad está siendo interroga- En 1922, Ernst Sellin, profesor de Antiguo Testamento de la Uni­
da. La cuestión es vital en la medida “en que la meta del trabajo ana­ versidad de Berlín, publicó un libro que causó revuelo en la época, ti­
lítico consiste en realizar una historización simbolizante”42. Porque tulado M o i s é s y su sig n ifica ció n p a r a la h isto ria isra elita y j u d í a .
en análisis la historia no se resuelve en un registro olvidado y conge­ En este ensayo, Sellin propone la idea de que Moisés fue víctima de
lado del pasado: se trata de un trabajo que se hace en la sesión, don­ un asesinato colectivo, ratificando la tesis darwiniana expuesta por
de el pasado es apropiado y transformado. El diván sería el lugar de Freud en T ó te m y ta b ú . Ahora el propio Freud se vale del ensayo de
interfaz. Esta historia se funda en el olvido. En efecto, el trabajo de la Sellin, que “encontró en el profeta Oseas (segunda mitad del siglo
amnesia infantil no hace al pasado ineficaz: al contrario, la amnesia VIII a. C.) pruebas irrefutables de que el fundador de la nueva reli­
hace al pasado perpetuo”43. gión había muerto de muerte violenta”, a manos de su pueblo5 .
El problema de la verd a d y la m en tira ya había sido considerado Freud tampoco ignoraba que Goethe03, más de un siglo antes, ha­
en P sicop a tolog ia d e la vida co tid ia n a 44, para resurgir, años después, bía lanzado una hipótesis semejante, sosteniendo que Josué y Caleb,
previa escala técnica en la G r a d iv a en el epílogo de su P resen ta ció n impacientes por la indecisión de Moisés en cuanto a entrar en la Tie­
a u to b io g rá fica . Al principio él concibe la construcción como el deve­
4 5 rra Prometida, asesinaron al viejo54.
lar de una verdad preexistente, como una recuperación del pasado. A Vemos que Freud, al tema del asesinato original, le suma el del
partir de E l p o r v e n ir d e una ilu sió n 46, precisamente al trabajar la no­ origen egipcio de Moisés. Encontraba allí la confirmación de las posi­
ción de ilusión, Freud entiende la verdad histórica como algo que hay ciones analíticas sobre la novela familiar del neurótico y sobre el mito
que construir. del nacimiento del héroe. En 1909, Rank había dado una nueva inter­
pretación a la leyenda con la cual los pueblos glorifican sus pro­
Freud produce una “novela histórica”. Pero su M o is é s alberga la hombres: desde Moisés hasta Edipo, pasando por Rómulo y Remo.
esperanza de haber construido una verdad histórica. Freud no se con­ Los héroes fundadores siempre son presentados como criaturas aban­
tenta con encarar a su héroe mosaico como un mito; busca verdades donadas por los padres en razón de un vaticinio nefasto55. Aquí se ex­
objetivas. No escribe una teoría de los dioses, pero se acerca mucho47. presaría, en forma inversa, lo que encontramos en la novela familiar
Le Guen opina que la cuestión de la verdad histórica es el tema del neurótico: los héroes se libran de una familia real para crearse
defmitono que determinará el futuro del pensamiento psicoanalítico48, una familia conforme a sus deseos. Digamos en un aparte: la leyenda
para lo cual vemos un doble impedimento: primero, el obstáculo meca- de que Moisés fue recogido del Nilo por una princesa egipcia lleva a
mcista de creer en una verdad objetivable y fija; segundo, el obstáculo Krüll a concluir que estamos aquí ante la fantasía de Freud de ser el
idealista de “negar toda referencia a un núcleo de realidad histórica, hijo de Mónica Zajic; ella también era una “egipcia”, en el sentido de
limitando lo real al discurso del aquí y ahora”. El historiador no “en­ no-judía. Por otra parte, esta identificación con la “niñera idólatra
cuentra la historia, ella se hace al andar, como manda el poeta. podría estar en el origen de su pasión de coleccionista de estatuillas
antiguas de divinidades. S i non é vero, é ben e trova to.
La fuente de las religiones de Occidente es el monoteísmo judío. Por otra lado, la “desjudaización” de Moisés tampoco era una
Moisés marca el acto fundante. Profeta que baja de la montaña y ve idea totalmente nueva; ésta fue una posibilidad explorada por histo­
su Ley burlada, para luego ser reverenciada y amada como palabra riadores y egiptólogos, comenzando por el ya citado Maneto.
divina. Freud, perturbado por el problema de sus orígenes, espantado Freud le explica “su Moisés” a Lou Andreas-Salomé. En una lar-
por la virulencia del antisemitismo nazi, intuye que la fórmula está ga carta aparece el guión de la “novela histórica 3. Aquí se pregunta
en Moisés. En él busca la clave de esa “cosa misteriosa que es el he­
cho de ser judío 49, escrutando la vida del Profeta como otrora lo hizo
con la Efigie.
En vista de las recientes persecuciones -le escribe a Arnold *3. La novela histórica, que cayó en desuso después de Alejandro Dumas
Zweig-, cabe la pregunta de cómo los judíos han llegado a ser lo que hijo, volvía a estar de moda gracias a las Historias de José, de Thomas Mann,
son y por qué atraen ese odio indeleble. Pronto descubrí la fórmula: el Napoleón de Emil Ludwig y las biografías noveladas de Stefan Zweig.

454 455
por prim era vez quién era ese hom bre. “La respuesta a esa pregunta vieja noción de “período de laten cia” . E sta expresión, legado fliessia-
ha sido dada en una especie de novela histórica. Él no era ju d ío , sino no cuya fu n ción aparece en los Tres ensayos, h a b ía sido resu citad a
un egipcio de alta cuna, un alto oficial, tal vez un sacerdote y un de­ ñoco antes en El malestar... con referencia a la extinción de la fase ol­
tensor celoso de la fe m onoteísta, que el Faraón A m en h otep IV había fativa en la posición erecta. Del m ism o modo que existe una etapa de
convertido en religión dom inante hacia el 1 3 5 0 a. C .”56. detención” en la evolución de la se x u a lid a d , que m arca el ocaso del
Freud continúa tejiendo su relato novelado: después de la caída com plejo de E dipo, ahora se p ostu la un período de latencia, durante
de Amenhotep, Moisés, decide valerse de una tribu semita para el cual los procesos de “n a tu ra leza sex u a lm en te agresiva ... son d es­
a b a n d o n a r su tierra n a ta l y crear u n a n u ev a n ación ” , d e stin a d a a viados y olvidados”, aunque dejen un rastro perm anente Puesto que
cultivar la religión monoteísta e “introducir la circuncisión, que era la huella queda, el asesinato de M oisés no señ ala el fin del m onoteís­
u n a costu m b re entre los egipcios y solam en te entre ellos ... C on esa mo- al contrario, pasada la latencia, perm ite que se consolide la idea
opcion y con el don de la nueva religión, él creó al ju d ío”57. E l pueblo de un Dios único. O sea que la historia de la hum anidad es analoga a
judio carecía de fibra moral para tolerar la exigente religión del Dios la h istoria del individuo. Freud es explícito: “ ... existe una conform i­
Atón y, luego de una revuelta, Moisés fue asesinado. Posteriormente dad casi com pleta entre el individuo y el grupo”; en este, una im pre­
el D ios m osaico fue am algam ado “con el culto a un dios volcánico que sión del pasado es consignada en rastros m ném icos inconscientes
v iv ía en el M o n te S in a í y q u e se d e n o m in a b a J a h v é ”. E l re m o rd í- E n 1 9 6 3 , E is s le r llevó e s ta a n a lo g ía h a s ta su s ú ltim a s e l o ­
miento por la muerte del Profeta continuó actuando en forma sorda y cuencias, sugiriendo que la historia de los g n ip o s podía ser estudiada
con el tiem p o, el belicoso J a h v é de las Doce T ribu s acabó perdiendo v m odificada com o si fuese la h istoria psicológica individual. E l cree
sus atributos guerreros y “se fue transformado en una réplica del aue así com o “la revelación de lo reprim ido m ed ian te la in terp reta­
Dios de Moisés . ción psicoanalítica capacita al paciente p ara liberarse de sín tom as e
E n este ensayo, Freud reconoce que la civilización puede ser m o- inhibiciones anteriores, lo m ism o puede suceder con las naciones •
vída por m alestares espirituales tanto como por m alestares p a s i o n a ­ En consecuencia, dice el Moisés de Freud, al revelar la culpa edipica,
les. M á s aun, sostiene que “las religiones deben su poder com pulsivo parricida e inconsciente de los ju d íos, actuó como una su p en n terp re-
al retorno de lo reprimido. Son recu erd os rea ctiv a d o s de ep iso d io s tación, tan exitosa que les hizo posible a los judíos refundar su patria
m u y an tigu os, olvidados y a lta m e n te em ocionales de la h isto ria hu­ en Israel. L a interpretación freudiana h abría sido casi m as poderosa
m an a. Y a dije eso en Tótem y tabú. A h ora lo expreso con la fórm ula que la h a za ñ a de M oisés al dividir las agu as del M a r Rojo.
sig u ien te: la fu erza de la religión no reside en su (verdad] material T a l vez, quién sabe, quizá.
sino en su verdad histórica”58. ’
Moisés y la religión monoteísta e s, entonces, una n otab le excep- R esu lta ilustrativo com parar el trato benévolo otorgado a la reli­
gión ju d ía con las observaciones sobre el cristian ism o en El porvenir
re * d h a b la P ° sitiv a m e n te de la religión . E n la n u e v a
versión, el Profeta es repudiado por su pueblo adoptivo. E l triunfo de de una ilusión. M oisés fue el gran profeta que marcó al pueblo judio
su d octrin a d ep en d e p recisa m e n te del fracaso o sten sib le del héroe, pero Freud no le asigna a Jesú s u n a posición sem ejan te. M in im iza el
oob re este punto reposa toda la reconstrucción freudiana del m ono­ dram a del G ólgota, como una m era “repetición del prototipo m osaico .
teísm o hebreo y ... del cristianism o: derrocam iento del héroe m oral y T a m b ién d escarta la s en señ a n za s de M a h o m a “como u n a repetición
los r e m o rd im ie n to s s u b s ig u ie n te s .”59 C reo que R ie ff tie n e razón a b re v ia d a de la religión ju d ía ”63: “S i M o is é s fu e el p rim e r M e s ía s ,
cuan o dice que en la m itología freudiana de los orígenes del m o n o -; Cristo fue su su stitu to y sucesor, y P au lo pudo proclam ar con cierta
teísm o se ad m ite la posibilidad de u n a rebelión contra el con form is­ ju stifica ció n h istórica: «¡P resta d aten ción ! E l M e sía s h a vu elto: fue
m o m oral en nom bre de un ideal aún m ás estricto”60. Pero, y a que h a­ asesinado ante vuestros propios ojos». A q u í tam bién h ay un fragm en ­
blam os de m itos, da la im presión de que, para Freud, M o isé s nunca to de verdad h istórica, porque J esú s era M o isé s resurrecto y, detrás
tue ju d io , o m ejo r, n u n ca fu e u n a fig u ra relig io sa . C om o fu e n te de de él, el padre de la horda prim ordial ...”64.
identificación, era un conductor de pueblos, “esa figura m á s que h u ­ A h ora bien, resu lta problem ático p en sa r la m uerte de C n s to co­
m a n a de la que nos h a b la en “E l M o isés de M igu el Á n g e l”, “con su mo repetición del asesinato de M oisés. Secuencia com plicada si consi­
en orm e poder físico que no es m á s que una expresión concreta de la deram os que en ese texto el Profeta funciona como padre. J esú s, por
rea liza ció n m e n ta l m á s e lev a d a que es posible en un h om b re: la de
lu ch ar contra u n a pasión in terna en beneficio de u n a cau sa a la que
el se consagra”61.
*4. Kurt R. Eissler, “Freud and the psychoanalysis of history”, J. Amer.
P ara dar cuenta de este reto m o de lo reprim ido, Freud apela a la Psychoanal. Ass.f 1963, XI, pág. 683.

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su propia naturaleza, asume el papel de hijo. Para concluir: si el ase­ gioso judío, sea o no ortodoxo, sostener que el hijo dilecto de las Doce
sinato del padre es el gran ausente en la tradición judía, podemos de­ Tribus era egipcio y no judío, sólo puede compararse, echando mano a
cir que el asesinato del hijo se convirtió en el gran ausente en la doc­ una analogía futbolística, a proclamar que Maradona es gallego: una
trina psicoanalítica, una vez que la teoría de la seducción pasara a un filiación inconcebible para todo argentino.
segundo lugar, oficiosamente"5. Pero, ¿cómo se articulan ambas felo­ Por otra parte, los críticos más importantes de la hermenéutica
nías? ¿Cuáles son los mecanismos por los cuales el hijo muerto pasa a bíblica descartan la versión oficial de que Moisés vivió en Egipto, y
ser el padre muerto?65 ¿Dónde el filicidio se convierte en parricidio?*6 sostienen que fue un sacerdote madianita del Dios volcánico local.
El M o is é s es la última etapa de un largo proyecto iniciado con T ó ­
tem y ta b ú . La pretensión inicial se amplifica y, más allá del totemis­ Una digresión sobre este judío que fue egipcio nos lleva a Abra-
mo, contemplamos el nacimiento de las religiones. El tema había sido ham; a dos Abrahames, para ser más preciso.
esbozado en E l p o r v e n ir d e una ilu sión y en E l m a le sta r en la cu ltu ra . El primero es Karl Abraham. El segundo desmayo de Freud, en
Pero Freud aún no trataba de la religión judeocristiana. Ahora se Munich, había sido provocado por la crítica de Jung al trabajo de
permite pintar un gran fresco, en relación con el cual él tiene una in­ Abraham sobre Amenhotep IV. Sucede que Freud, al redactar su
tuición que desemboca en una teoría de la cultura”66. La linterna de Moisés, omitió toda referencia a ese trabajo de Abraham, lo que fue
la Academia Española, iluminando su caminata en busca de Dios, lo considerado por el propio Freud como una especie de acto fallido.
lleva hasta aquí. El segundo Abraham es el patriarca de Ur, Caldea, padre de
En setiembre de 1934 le anuncia el proyecto a Arnold Zweig; dice Isaac, genitor de las Doce Tribus, o sea o tr o padre de los judíos. El
que, “no sabiendo qué hacer con mi tiempo libre, he escrito algo que, primer padre, ya que llevó a las tribus a Egipto, donde Moisés entró
contra mi intención original, me absorbió tanto que hice a un lado to­ en la historia y, en un segundo tiempo, las condujo a la Tierra Prome­
do lo demás”67. tida.
Fue en ese período, después de un intervalo de un año y medio, Uniendo las dos historias, ¿no será que el lapsus de Freud fue do­
cuando Schur observó la aparición de una lesión más sospechosa que ble? En ese caso, por detrás del olvido del “primer analista” alemán
cualquier otra anterior68. Pichler realizó una amplia electrocoagula- habría borrado la imagen del patriarca de Ur, que era caldeo. Tal vez
ción en abril de 1935. sea exagerado admitir -y aquí lanzo mi flecha- que los judíos tuvie­
ron dos padres no-judíos, el segundo de los cuales invirtió la intención
N o ta s d e P ich ler V III del primero. ¡Complicado!
Sucede que, si Moisés no era egipcio, merecía serlo; esto tiene
30-4-1935: Infiltración del área con 1,5 cc de novocaína sin adre­ sentido histórico. Cabe preguntar: ¿por qué el hecho de que Moisés
nalina, y amplia [electro] coagulación de la región modificada; te­ inventó a los judíos está en la base del antisemitismo? ¿Una vieja me­
jido coagulado retirado con pinzas69. moria racial de “Moisés” reemplazado? Como si hubiese algo encerra­
do en esta narración en la que el Pueblo Elegido de Dios fue escogido
Los resultados de la biopsia fueron sombríos: “Leucoplasia proli­ por un hombre. Relato prodigioso: “Creo que es el único ejemplo de
ferante, probablemente en estadio precanceroso”. Pero el tumor ma- este tipo en la historia de las religiones. Comúnmente, Dios y el pue­
ügno aún no había sido diagnosticado70. Hubo que construir una nue­ blo están indisolublemente ligados, desde el inicio de las cosas. Sin
va prótesis para reemplazar una bóveda de la boca casi totalmente duda, a veces oímos hablar de un pueblo que adquiere un Dios dife­
extirpada. rente, pero nunca de un Dios que busca a un pueblo diferente”71.
El M o is é s de Freud tenía que pasar entre el Escila de la teología Como lo señala Enriques, “Freud ... realiza una pirueta teórica
ortodoxa judía y el Caribdis de los bibliólogos modernos. Para un reli­ de gran porte: retoma la teoría de la seducción que yacía semiabando-
nada”72. Vemos entonces que el líder, en el proceso identifícatorio, se
vale de los mecanismos de la fascinación y la seducción, procurando
formar a la multitud a su imagen. Con esa perspectiva, Freud escri­
be: “Un gran hombre se vuelve un día importante. Sabe que en la ma­
*5. El problema del filicidio constituye uno de los temas básicos de la
obra de Arnaldo Rascovsky, con una serie de artículos a partir de “Del objeto sa humana existe una poderosa necesidad de una autoridad que pue­
interno al objeto externo” (Revista de Psicoanálisis, 1956, XIII). de ser admirada, ante la cual inclinarse ... Ya aprendimos con la
*6. En mi ensayo “Una fantasía teogenética” hablo de la triple muerte de psicología de los individuos cuál es el origen de esa necesidad de las
Dios: la primera se produjo en el episodio con Lucifer; la segunda en el Gólgo- masas: se trata de un anhelo de padre”73.
ta, y la tercera, el siglo pasado, en la inversión antropológica de Feuerbach. La tentativa de seducción y el deseo de sumisión van de la mano.

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montaña. ¿Recuerdan este pasaje?: “¡Cuántas veces he subido la em­
íí| POn T OSJniagÍnar^ na inocencia original ni una violación primor-
pinada cuesta que va desde el feísimo Corvo Cavour hasta la plaza
solitaria donde se encuentra la iglesia abandonada, tratando de so­
T ,fe ,H
P7 feí 3 e,SCÜge 3 SU PUGbl° ’ 10 ÍUnda portar la mirada colérica del héroe bíblico! Innumerables veces me
el líder conduce a los esclavos al mundo de la cultura. Moisés, liberta- deslicé temeroso ... como si yo mismo fuera uno de aquellos a los que
rio el reverso del jefe de la horda, es su encarnación y, por la lógica él fulminaba con su mirada, esa gentuza incapaz de mantenerse fiel a
convicción alguna, que no tiene fe ni paciencia y que se regocija al re-
ruoerar sus ídolos ilusorios 81. . . — , .
P Este pasaje explica los ataques de desprecio de Freud por la
“g en tu za ” ju d ía . P arad ójicam en te, los añ os del n azism o despiertan
r * rae con sin ia mmrte m gran «• ese viejo antisemitismo que una vez vimos en el tren de vuelta ¡¡*
Marthe Robert sentencia: “El psicoanálisis nació del drama de la Freiberg. A propósito, Jones nos cuenta que en la época circulaba una
uerte de Jacob Freud y, aunque haya recorrido un círculo enorme historieta de humor negro sobre una “supuesta manifestación j
sa d p íT fa 6 1 1 M ° lsésy ,la rel¿S“>n monoteísta, com o u n a v is ió n g r a n d io -
dios en Berlín que llevaban pancartas con la inscripción «/Afuera con
nosotros.'» Típico humor macabro judío; Freud lo toma en serl° J le es’
M ciói”^ dl° JUdl° ’ d Pnmer aCt° qUe da inici° a toda una civili- cribe una implacable carta a Arnold Zweig, en la cual dice que la fa -
Aquí encontramos una vez más la tesis lamarckiana de la heren­ ta de dignidad revelada era típica de los judíos .
cia de los caracteres adquiridos. Para Freud, sólo así se explica la
“Moisés y la religión monoteísta se desvía de los trabajos habitua­
“o r e ^ n te e íf * * g o l i s m o d el lenguaje. La función simbólica,
les de Freud. Uno de los más peculiares aspectos de sus libros reside
Z T . r lT ¡ revelaría la existencia de ^¡nculaclenea del pea- en su fascinante estructura arquitectónica. En general los textos
Bamiento entre ideas ... establecidas durante el desarrollo del ha- freudianos se despliegan ante el lector “como un único y gran silo^s-
mo”83. Éste no es el caso. Por otra parte, así como el se había refuta­
Así hagamos a la parte más problemática del ensayo: tanto el pa­ do en el anonimato con “El Moisés de Miguel Angel , en este caso de­
ralelo entre un periodo de latencia individual y un período de latencia moró la edición de su “novela histórica”, para finalmente publicarla,
colecüvo como la teoría de la conservación filogenética de las huellas capítulo por capítulo, como si fuese un folletín. ,
Coincido con Marthe Robert en que, si Freudhubiese llevado a
no e^np? SU6nan P° COCOn'íÍrlCentes. Concuerdo con Enriques en que
cabo la idea inicial de producir una “novela histórica , se habría c
“Todo acón?” 0 n° CÍÓn de P r e n d a de las huellas. tado buena parte de las críticas vitnólicas. Todos tenemos el derecho
Todo acontecimiento importante es un acontecimiento simultánea-
balzariano de discutir el estado civil”8*. O sea que en el universo de
nueva W F n t * tra ™ f r e s o r - Li(luida la ley antigua y funda una
la novela-ficción, el autor puede crear la filiación de SUb paraaaajC ’
ya que el punto en cuestión es la verdad psíquica. Pero el
la,S fanta;sías y " ™ * que instituye liTonduc to en que abandona su proyecto novelesco y entra en la palestra com
1 \ °f. ° } ra P a i *te , t o d a c i v i l i z a c i ó n s e c o n s t r u y e s o b r e
escritor “serio”, las cosas se complican. La primera en sentir e piso-
sívH pITh1K 3 3S s a t l s f a c c i ° n e s P a s io n a le s . La s e x u a lid a d y la a g r e -
tón en el callo fue la teología; luego vinieron la filología, la arqueólo
D e iíe tíJ o J ? 8Cr rf P ” nl l d a s ’ eI a s e s in a t o fu n d a d o r t ie n e q u e í e r

gia y¿ 3í T r t e m S Abraham Shalom Yashuda, famoso estudioso de


n p 'n L pí T ’/ 1 llda,?ara todas Ias reliÍP°nes, es aún más perti­ la Biblia, rechaza en bloque los argumentos genealógicos y termma
m en z6 con la prohibición de fabricar una imagen de D?os! °e su reseña de la siguiente manera: “Me parece que en esas palabras
oímos la voz de uno de los más fanáticos cristianos en su «dio a Is­
rt» renuncias
de ™ ? rnl° Cadai V“ ”?á3J,Son
pulsionales 79. el decur3° de I»* siglos, en una religión rael, y no la voz de un Freud que odiaba y despreciaba tales fenatis-
. MEn !a renuncia. el mensaje del padre es fundamental. En el caso mos con todo su sentimiento y fuerza Ésa fue a cri íc
de Moisés, tenemos un mensaje divino. Estamos frente a una paterni- mún. Pero la peor de todas era que Freud habría dado nenda suelta
drp phnTr!Ca y partfen°Sea,oa>lo que acarrea la transformación del pa­ su odio secreto al espíritu judío. ttriionj . lin
dre en líder espiritual del Pueblo Elegido por Dios80. En el jardín de los elogios, Salo W. Barón declara: Cuando
pensador de la estatura de Freud toma posición sobre una cuestión
M oisés es el Z aratu stra de Freud; el gran hom bre que baja de la que le interesa vitalmente, el mundo debe escucharlo

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22. Ibíd., pág. 88.
No cabe dudar de que Freud fue un parricida contrariado. Prime­ 23. G. Miller, “Thomas Woodrow Wilson: entre Maquiavelo y Ubu”, Ma-
ro postuló la pedofilia de los padres, esto es, la predisposición perver­ gazine Littéraire, 1989, pág. 38.
sa paterna; luego montó el derrotero parricida del hombre: trilla que 24. Peter Gay, op. cit., pág. 505.
va desde el padre de la horda hasta Moisés, a través de Edipo. Pero 25. Sigmund Freud y William C. Bullitt, op. cit., pág. 90.
Freud, ese “viejo salvaje”, no quiere ser Moisés, no quiere ser parte de 26. Chaim Samuel Katz, ibíd., pág. 9.
esa filiación asesina que caracteriza nuestro valle de lágrimas. Él, co­ 27. Ibíd.
mo el terrible padre de la horda, no quiere ser hijo de nadie. Estamos 28. Ibíd.
de acuerdo con Marthe Robert cuando señala que Freud no quiso ser 29. Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise na Franga. A batalha
Shlomo, hijo de Jacob: “él no es más judío que Moisés ... él quiere ser dos cem anos, 1986,1, Río de Janeiro, Zahar, I, pág. 141.
el hijo de su obra”87. En esa fantasía teogenética, Freud es Dios. El 30. Paul Roazen, op. cit., pág. 196.
Siglo del Psicoanálisis vive en ese planetario. 31. Ibíd., pág. 195.
32. Peter Gay, op. cit., pág. 507.
33. Carta de Jones a Bullitt del 7 de junio de 1956.
34. Elisabeth Roudinesco, op. cit., I, pág. 141.
35. G. Miller, ibíd., pág. 38. .
NOTAS 36. Paul Johnson, Historia dos Judeus, 1987, Río de Janeiro, Imago,
pág. 39.
37. Ibíd., pág. 390.
1 Sigmund Freud y William C. Bullitt, Thom as W oodrow W ilson: um re­ 38. Ibíd.
trato p sicológ ico, 1984, Río de Janeiro, Graal, págs. 18-269. 39. SE, XX, pág. 271.
2. Ernest Jones, A vida e a obra de S igm und F reud, 1989, Río de Janei­ 40. Luis Hornstein, “De la repetición a la verdad histórica , Manuscrito
ro, Imago, III, pág. 159. del Colegio de Estudios Avanzados en Psicoanálisis, pág. 2.
3. Sigmund Freud y William C. Bullitt, op. cit., pág. 21. 41. SE, XXIII, pág. 268.
4. Max Schur, F reu d , vida e a g o n ía , 1981, Río de Janeiro, Imago, III. 42. M. Dayan, “Réalité psychique et vérité psychique”, Psychanalystes,
pág. 606. 1985, pág. 20. " , „ , ,
5. Ibíd. 43. Luis Hornstein, “Recordar, repetir y reelaborar: una lectura , Lectu­
6. E. H. Erikson, “Reseña do libro Thom as W oodrow W ilson: um retrato ras de Freud, 1990, Buenos Aires, Lugar.
p sico ló g ico ’’, Int. J. P sych oanal., 1967, XLVIII, págs. 462-8. 44. SE, VI, pág. 256.
J Chaim Samuel Katz, presentación de la traducción brasileña, T hom as 45. SE, XX, pág. 72.
W oodrow W ilson: um retrato p sicológico, pág. 8. 46. SE, XXI, pág. 44. T ■ r
8. Max Schur, op. cit., III, pág. 548. 47. Jacques Lacan, L ’éthique de la psychanalyse - Le Seminaire, Livre
9. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 34. Vil, 1986, París, Seuil, pág. 203.
10. Sigmund Freud y William C. Bullitt, op. cit., pág. 15 48. Le Guen, La psychanalyse, une Science?, 1989, París, Relies Lettres.
11. Ibíd. 49. Carta de Freud a Barbara Low del 16 de abril de 1936, citada por
12. Carta de Freud a Hale del 20 de enero de 1922, citado por Gay, Marthe Robert, D ’Oedipe a Moise, 1974, París, Calman-Levy, pág. 63.
F reu d , urna vida p a ra o n osso tem p o, 1989, San Pablo, Companhia das Le­ 50. Carta de Freud a Arnold Zweig del 3 de setiembre de 1934, The Let­
tras, pág. 508. ters o f Sigmund Freud and Arnold Zweig, pág. 91.
13. Carta de Freud a A. Zweig del 7 de diciembre de 1930, The L etters o f 51. Emst Sellin, Moise und seine Bedeutung für die israelitisch-jüdische
S igm u n d F reu d and A rn old Z w eig, 1970, Nueva York, New York University Religionsgeschichte, 1922, Leipzig.
Press, pág. 25. • 52. SE, XXIII, pág. 36.
14. Peter Gay, ibíd. 53. J. W. von Goethe, Noten und Abhandlungen zum besseren Verstand-
15. Carta de Freud a Eitingon del 15 de noviembre de 1931, citada por nis des westóstlichen Diwans, 1981, Bonn, Hempel, IV.
Gay, op. cit., pág. 509. 54. SE, XXIII, pág. 89.
16. SE, XI, págs. 64-5. 55. Otto Rank, Myth ofthe Birth o f the Hero, 1913, J.N.M.D., XI.
17. Sigmund Freud y William C. Bullitt, op. cit., pág. 18. 56. Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé del 6 de enero de 1935,
18. Ibíd., pág. 15. B Freud-Lou Andreas-Salomé, Correspondencia completa, 1972, Río de Janeiro,
19. Paul Roazen, F reud, p en sa m en to p o lítico e socia l, 1973, San Pablo, Imago, págs. 265-6.
Brasiliense, pág. 203. 57. Ibíd., pág. 266. m r , .
20. SE, XVIII, pág. 95. 58. Carta de Freud a Arnold Zweig del 6 de enero de 1935, The Letters of
21. Sigmund Freud y William C. Bullitt, op. cit., pág. 240. Sigmund Freud and Arnold Zweig, págs. 266-7.

462 463
•g. Z07l O.
P& QRiefT’ FreUd' la mente de un morallst^ 1966, Buenos Aires, Paidós
60. Ibíd.
61. SE, XIII, pág. 133.
■ 62. SE, XXIII, pág. 94.
63. Ibíd., pág. 92.
64. Ibíd., pág. 90. CAPÍTULO 66
w 6.5-. Erns„t Sellli 1- °P; «*•> y Jean-Pierre Winter, “Acerca de «Moisés e o
Monoteísmo» , en ¿El psicoanálisis es una historia judía?, pág. 98 F IN IS A U S T R IA E
. Eugéne Enriques, Da horda ao estado, 1990, Río de Janeiro, Zahar
pag. oU.
67. Carta de Freud a Amold Zweig del 3 de setiembre de 1934, The Let-
ters o f Sigmund Freud and A m old Zweig, pág. 91. En los años 30; desde la óptica de un freudiano, los conceptos de
68. Max Schur, op. cit., III, pág. 557. Jung fueron haciéndose cada vez más ambiguos. Ese estilo impreciso
69. Emest Jones, op. cit., III, pág. 475 permitió a los racistas usar el “inconsciente colectivo” para sus pro­
70. Ibíd. pios fines, una falsa interpretación que Jung no suscribe, pero que
71. SE, XXIII, pág. 45. tampoco refuta. El inconsciente colectivo tiene tres dimensiones: la
72. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 122. humanidad, la tribu y la familia. La segunda vertiente -la tribu- es
73. SE, XXIII, pág. 109. el inconsciente étnico, noción un tanto resbaladiza, que designa un
74. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 123. conjunto sociocultural y un sustrato arquetípico, pero también puede
75. Marthe Robert, op. cit., pág. 12. ser empleada, en la mira racista, para designar un “grupo genobioló-
76. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 125.
77. SE, XXIII, pág. 99. gico” determinado. Y ésa fue, precisamente, la interpretación adopta­
78. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 127 da por la Alemania hitlerista.
79. SE, XXIII, pág. 118. Pesan sobre Jung acusaciones serias de simpatía pro nazi y anti­
80. Eugéne Enriques, op. cit., pág. 132 semitismo. Figuras como Franz Alexander y Erich Fromm, en el
81. SE, XIII, pág. 213. campo freudiano, y los “posjunguianos” en general lo han defendido,
82. Ernest Jones, op. cit., pág. 204. pero subsiste la sospecha de que colaboró con el nazismo. Esta mácu­
* * Wu,* / An aPPreciation o f Freud’s Moses and Monotheism", en la se basa en su participación en la D e u ts c h e A llg e m e in e Á r z tlic h e
Max EUingonin M em onam , Sociedad Psicoanalítica de Israel, pág 141 G e se llsc h a ft fü r P s y c h o th e r a p ie , entidad organizada en 1933 por el
84. Marthe Robert, op. cit., pág. 269. Dr. Mathias Goering, primo del nefasto mariscal Hermann Goering.
85. Citado por Ernest Jones, op. cit., III, pág. 363 Mathias Heinrich Goering, figura clave de la psiquiatría del Tercer
«7 Yerushalmi>U M °ise de Freud, Libération, 1993. Reich, “analizado por dos adlerianos, era un pietista confeso y un na­
87. Marthe Robert, op. cit., pág. 278.
zi temible”1. Tenía cara de ángel, de allí el seudónimo de “Papá
Noel”2.
Jung asumió la presidencia y fue editor de la publicación oficial
Z e n tr a lb la tt fü r P s y c h o th e r a p ie , órgano de la D e u ts c h e A llg e m e in e
A rztlich e G esellsch a ft fü r P sych o th era p ie. En uno de los primeros nú­
meros, en 1934, el suizo presenta este perfil del judío simbiótico: “Los
judíos tienen esta peculiaridad en común con las mujeres: como son
físicamente más débiles, necesitan atacar en las rendijas de la arma­
dura del adversario ... También deben a la experiencia de una cultu­
ra antigua la capacidad de convivir conscientemente con sus propios
defectos y tener con éstos una actitud benévola, cordial y tolerante,
mientras que nosotros somos tan jóvenes que aún tenemos ilusiones
con respecto a nosotros mismos ... El judío, como individuo relativa­
mente nómade, nunca produjo y probablemente nunca producirá una
cultura propia, ya que todos sus instintos y dones requieren, para
desplegarse, un pueblo más o menos civilizado que lo hospede ... El
inconsciente ario tiene un potencial más alto que el judío”3.
464
465
Tenemos, entonces, un pueblo “parásito”, término predilecto en el Luego le lanza una estocada directa a Freud:
vocabulario de Hitler4.
En el primer númpro de la revista, Mathias Goering escribe: “Se En mi opinión, ha sido un grave error aplicar indiscriminada­
espera que todos los miembros de la Sociedad ... lean con detenimien­ mente categorías judías de psicología médica a la cristiandad
to e ínteres científico el libro fundamental de Adolf Hitler Mein germánica y nórdica. Debido a eso, el secreto más precioso del
Kampf, y reconozcan que es esencial [para el trabajo]”’ 1. pueblo germánico -la profundidad intuitiva y creativa de su al-
La tormenta se desencadena cuando Gustav Bally, psiquiatra y ma- fue explicado como si fuese un charco de infantilismo banal,
psicoanalista suizo, publica un artículo donde señala que la Zentral- mientras mi voz de alerta, durante décadas, despertó la sospecha
blatt se ha nazificado” y que Jung es responsable de su contenido de antisemitismo. La sospecha emanaba de Freud. El no com­
Bally cita en particular el siguiente pasaje: “Las diferencias que exis­ prendía a la psique germánica, como tampoco comprendió a sus
ten entre la psicología germana y la judía, que siempre fueron recono­ seguidores germanos. ¿Acaso el formidable fenómeno del nacio­
cidas por las personas inteligentes, no pueden ser subestimadas y nalsocialismo, que el mundo mira con ojos atónitos , no le ense­
'no hacerlo] será benéfico para la ciencia”5. ’ ñó una lección? ¿Dónde estaba esa energía sin par cuando aun no
Jung contestó pronta y detalladamente: “¿Debería yo, como neu­ existía el nacionalsocialismo? Un movimiento que moviliza a to­
tral prudente, retirarme a la seguridad de este lado de la frontera y da una nación tiene que haber madurado también en cada indivi­
lavarme las manos en señal de inocencia, o debo arriesgar la piel v duo9.
exponerme a los inevitables malentendidos que se producen cuando
por alta necesidad, se tiene que pactar con los poderes políticos exis- El número VII de la Zentralblatt, el primero con el nombre de
tentes en Alemania? 6 Jung en la tapa, enturbia aún más las aguas. Allí aparece un articulo
Esa “alta necesidad” que lo llevará a pactar se debía al temor de de K Gauger, titulado “Psicoterapia y política global , que contiene el
que la psicoterapia desapareciese de la Alemania nazi. En esa misma siguiente párrafo: “A partir de Adolf Hitler, las palabras Volk y pa­
linea de pensamiento, Jung continúa diciendo que la “medicina no tria, disciplina, fidelidad y honra recobraron su importancia biológica
tiene nada que ver con la política ... Los médicos que durante la gue­ en Alemania ... La medicina adquirió una significación política que
rra asisten a los enemigos heridos, por cierto no pueden ser conside­ nadie se habría atrevido a prever. Aquí me basta con referirme a los
rados traidores a la patria”7. Pero, en este caso, el herido, la “víctima” grandes proyectos políticos concernientes a la población, planeados
asistida, no era el judio sino el opresor. Además, ¿cómo se justifica el por el Führer, orientados con sentido médico, que establecen medidas
siguiente pasaje de otro artículo de Jung, publicado al año siguiente? extraordinariamente significativas en cuestiones de higiene racial y
otros asuntos”10.
La raza judía como un todo -a l menos en mi experiencia- posee “Higiene racial” aquí significa el exterminio de los enfermos men­
un inconsciente que sólo con muchas reservas puede ser compa­ tales, llevado a cabo por los psiquiatras alemanes. Se calcula que cer­
rado con el inconsciente ario. Con la excepción de los individuos ca de 350.000 locos fueron asesinados*3' n .
creativos, el judio medio es demasiado consciente y está demasia­ Los “otros asuntos”, si cabe, deben de haber sido aun peores.
do diferenciado para hacer suyo el futuro que aún no nació. El in­
consciente “ano” tiene un potencial mayor que el judío; ésa es, al En 1938 Jung concede una entrevista al reputado corresponsal
mismo tiempo, la ventaja y la desventaja de una juventud que extranjero H. R. Knickerbocker, en la que llama la atención su evi­
áun no ha superado una cierta barbarie8. dente complacencia para con Mussolini y la descripción sibilina que
hace de Hitler. Mussolini -dice- era un “hombre de estilo y buen gus­
to, cálido y humano. No puedo evitar tenerle simpatía • e 1 ei"
afirma: “No me cabe duda de que Hitler pertenece a la ca egoria c
chamán místico (medicine man). Como alguien comento en la ultima
. l L ALauuelaCÍ°neS de Goerin& con Jung no eran tan buenas. En una car- convención del partido en Nuremberg, desde los tiempos de Mahoma
a a A. Aichhorn, el alemán definió como sigue sus intenciones ideológicas:
Lo que mas me importa es uniformar las diferentes orientaciones a fin de
crear una psicoterapia alemana: ella no puede reposar sobre ninguna base
judia (Freud, Adler), ni sobre un fundamento occidental (Jung). Tiene que
ser específica (citado por H. Leupold-Lówenthal, “L’émigration de la famille *2. Cabe que miremos con ojos atónitos los ojos atónitos de Jung.
,eud en 1938”, Revue Internationale d’Histoire de la Psychanalyse, 1990, II, *3. Mitscherlich, un psicoanalista alemán, fue evitado por sus c g
pag. 452). después de escribir el libro.

467
466
el mundo no ha visto nada igual. Esas características marcadamente éxito con Freud. Ante su insistencia, Freud fue brusco. Según Han­
místicas de Hitler son las responsables de que él haga cosas que pa­ nah, le dijo: “Me niego a ser deudor de mis enemigos”. El hecho de
recen ilógicas, inexplicables, curiosas e insensatas ... De modo que que Riklin afirmase que ni su padre ni Jung tenían “ninguna animo­
Hitler es un chamán, una forma de vaso espiritual, un demiurgo o, sidad contra Freud” no lo hizo cambiar de idea19.
mejor aún, un mito”12. Cuando este artículo apareció en la cadena pe­ La pesquisa de Gay sacó a luz otra información que “en parte co­
riodística Hearst, Freud ya se había refugiado en Londres, salvándo­ rrobora pero modifica significativamente la versión de Hannah”. Apa­
se por poco ... rentemente, “no fueron los judíos ricos sino Riklin y Jung quienes
En 1948, respondiendo a la acusación de nazi y antisemita lanza­ reunieron 10.000 dólares de su propio peculio y destinaron ese dinero
da por el S a tu rd a y E uening P ost, Jung intenta una defensa. Con refe­ exclusivamente a Freud. Cuando Riklin llegó a Berggasse 19, Anna
rencia a su declaración de que el judío era parasitario, con un incons­ Freud sólo entreabrió la puerta y no le permitió entrar en el departa-
ciente inferior al ario, dice: “Yo tenía que ayudar a esa gente [¿qué mentó, aduciendo que su padre no lo recibiría. Entonces Freud se
«gente»?]. Tenía que dejar en claro que yo, ario fuera de Alemania, lu­ acercó y pronunció las palabras que Hannah le atribuye: Me niego a
chaba por una abordaje científico de la psicoterapia. ¡Ése era el pun­ ser deudor de mis enemigos”20. Coincido con Gay en que esta versión
to! [¿qué «punto»?] No consigo ver nada en esa exposición, absoluta­ parece más fidedigna y, entre otras cosas, habla de la complejidad de
mente nada que pueda ser interpretado como antisemitismo”13 (los ese místico que iba a la taberna con un revólver en el cinto. Por otra
interrogantes son míos). parte, Jones, en 1936, tuvo una reunión con el Goering de la Zentral-
a La obra de JunS está salpicada de comentarios racistas. Dice que hlatt -o sea, el Goering de Jung- y le pareció “una persona bastante
el americano nos presenta un extraño cuadro: un europeo con manie- amable y sensible”21. Es muy posible, entonces, que por esas piruetas
rismos negros y alma india"14. Lo mismo se puede decir de sus escri­ del destino, Jung haya sido un instrumento para salvar a Freud.
tos sobre Africa y los africanos. En un artículo reciente, Dalal conclu­
ye que Jung era racista, ya que consideraba a los negros inferiores y Finalizada la guerra, la postura de Jung dio un giro completo. En
no simplemente diferentes: les faltaba -según él- un “estrato de con­ su artículo más conocido, “Después de la catástrofe , Hitler es lapida­
ciencia 15. Por mi parte, creo que era un racista “global”, no muy dife­ do con calificaciones como “psicópata megalómano” y “espantapájaros
rente, en este sentido, del propio Freud, que hablaba de “razas incul­ psíquico ...”22. _
tas y “capas inferiores”16. Si el racismo viniera en bolsas Jung Muchos analistas junguianos, particularmente E. A. Bennet
cargaría tres, y Freud una o dos. (M eetin g w ith J u n g ), Aniela Jaffé (F r o m the L ife a n d W ork o f C . G .
Según el argumento cojo del que se valieron los defensores de J u n g) y Lauren van der Post (J u n g a n d the S to r y o f our T im e) han
Jung, en las filas junguianas, ése era el espíritu de los tiempos. Un intentado justificar la actitud de Jung “durante” la catástrofe, y Ben­
antisemitismo banal, social, imperante en la cultura. Una variante net llega a afirmar que “Jung estaba en la lista de muerte de los na­
de esta defensa contrasta el comportamiento de Jung con su produc- zis”. En el campo opuesto, según Roazen, existía un d o ssier contra
ción intelectual. Pero, como lo señala Samuel, no podemos olvidar Jung en el Foreign Office inglés, y se pensó incluso en juzgarlo como
que él fue el autor de la teoría de las “coincidencias significativas”; criminal de guerra23. Para completar el cuadro de insania total, yo
esto es, de la “sincronicidad”*4- 17. habría propuesto que Eitingon fuera el juez de ese tribunal.
En esta historia se destaca la postura de Jaffé, la secretaria y
Por otra parte, Peter Gay, ese incansable buscador de huellas, discípula fiel de Jung, la que considera que él cometió “un grave error
encontró “un relato muy interesante” de Barbara Hannah, biógrafa humano”24. Yo mismo, pensando que algunos de mis peores amigos
de Jung. Parece ser que Franz Riklin Júnior, hijo del viejo pionero son antisemitas, concluyo que al biógrafo le resulta difícil alcanzar
zuriqués del mismo nombre, “había sido elegido por algunos judíos ri­ un juicio ponderado en este asunto. Es muy probable que Jung aya
cos para que fuera in m ed ia ta m en te a Austria, con una considerable sido sincero al afirmar que asumió esos cargos e iniciativas para te­
suma de dinero, e hiciera todo lo posible a fin de convencer a los ju­ ner un mayor margen de acción, que le permitiese ayudar a colegas
díos importantes de que abandonaran el país”18. Riklin hijo no tuvo judíos. También es probable que, esa vez, en la encrucijada, el haya
escuchado la “Voz del Diablo”, en lugar de la voz de la conciencia.
Conviene recordar que las teorías de Jung desempeñaron un gran pa­
4. La sincronicidad implica que el mundo psíquico y el mundo material pel en la N o u v e lle D roite de la década del 7025. La posteridad, por
están entrelazados de manera a-casual. El concepto de sincronicidad partió otra parte, lo ha juzgado más severamente que a Heidegger, aunque
de la lectura del I Ching (Henri F. Ellenberger, The Discovery o f the Uncons- éste estuvo más comprometido con la ideología hitlerista y fue miem­
cious, 1970, Nueva York, Basic Books, pág. 721). bro activo del partido nazi.
468 469
Estamos ante un problema particularmente difícil, porque se tra­ diario. Hubo tres diarios en su vida. El primero fue escrito en los
ta de ese hueso indigerible que fue la Segunda Guerra Mundial, con años color de rosa del noviazgo. Durante dos años, ese diario biperso-
su genocidio y su Hiroshima. Money-Kyrle, en su ensayo sobre las nal, redactado alternadamente por el novio y la novia, narró a cuatro
^creencias , escrito poco después del fin de la guerra, afirma que, en manos una saga de amor. El segundo diario es de 1916: un registro
esa guerra estaba claro que existía un bien y un mal claramente si­ de guerra, en el que la ansiedad por los hijos en el frente y la ubicui­
tuados, en un mundo de luz y tinieblas26. dad de la muerte eran los temas ineludibles. El tercer diario, llamado
En 1994, en el cincuentenario del desembarco aliado en Norman- Segunda crónica, fue más dilatado en el tiempo: cubrió desde 1929
día, Ernst Nolte publicó un artículo en el Frankfurter Allgemeine Zei- hasta 1939, desde el día en que Wall Street quebró hasta una semana
tung, comparando el genocidio de los judíos con el de los armenios por antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Resultó, por tanto,
los turcos y, especialmente, con las matanzas estalinistas. Nolte agre- otro diario de guerra. , „ ,
Al escuchar los gritos de los canillitas en la calle tumultuosa, ese
Pj Parte de lo que los nazis hlcieron>con la excepción del mé­ sábado por la tarde, Freud le dice a Paula, la empleada.
todo del gas, fue realizado [antes] por los turcos en Armenia” Esta
posición desató una tormenta de protestas. El filósofo Habermas res­ -Paula, pronto, traiga eXAbend [La Tarde].
pondió en la revista Die Zeit: “Los crímenes nazis se vuelven com­ La mujer cruza la calle y vuelve con el periódico. Freud lee los ti­
prensibles si los comparamos con las amenazas de exterminio bolche­ tulares y luego escribe en su Segunda crónica'. Finis Austriae . Max
vique. Auschwitz queda reducido a una innovación técnica ...”. Nolte Schur, al enterarse de la noticia, va en taxi hasta Berggasse 19. Las
es acusado de dar argumentos a la extrema derecha. Algo está claro: calles’estaban colmadas de tropas de asalto. Algunos amigos se ha­
mientras la historia está caliente, no puede ser objetiva. De allí que bían reunido en la casa de Freud y todos intentamos convencerlo de
Habermas considere inconveniente que un suceso se vuelva compren- que abandonara el país. Al día siguiente pareció dispuesto a hacerlo,
Mble. Tuvieron que pasar siglos para que fuera posible evaluar la cul­ pero ya era tarde, y fue necesario esperar un «permiso especial».
pa de Nerón por el incendio de Roma. Una negra sombra pesaba sobre Austria. Freud, el 28 de febrero
En este “juicio” a Jung, creo que la posición de Rieffes la más lú­ de 1938, escribió en su Diario: “Malos días”34. El día anterior había
cida. El parte de la premisa de que “era razonable esperar de Jung anotado una sola palabra: “Shusschnigg”. El futuro de Austria pare­
que interpretara su vida en términos junguianos”27. cía depender de él.
^>ara el suizo, el inconsciente es un “Dios subterráneo”, que tam- Una semana antes, Hitler había llamado al canciller austríaco,
bién puede ser un Dios-Demonio, Jung legitima lo demoníaco y des­ Kurt Shusschnigg, a la Berchtesgaden, para entregarle un ultimá­
tructivo como “teniendo derechos propios basados en la fuerza de su tum. Le ordenaba nombrar a cinco nazis en los puestos clave de su
potencial terapéutico”28. Por lo tanto, “cuando el Dios subterráneo ministerio, y libertar a los prisioneros políticos nazis. Caso contrario:
irrumpe desde el inconsciente de los alemanes, Jung no se indigna ni invasión alemana. Shuschnigg intentó zafarse, nombrando a hombres
se siente moralmente ofendido. Por lo contrario, había razones jun- que optaban por una Austria nazi autónoma de la Alemania hitlens-
guianas para suponer que esa erupción era un realineamiento tera­ ta. Al mismo tiempo, el canciller anunció la celebración de un plebis­
péutico de un inconsciente colectivo alemán desequilibrado”29. cito el día 12 para saber si el pueblo austríaco deseaba conservar su
Esta concepción romántica de un inconsciente arquetípico, wag- independencia. Los analistas políticos del Reich estimaron que solo el
nenano, influida por la cosmovisión de Carus30, explica a Jung pero 33 por ciento de la población favorecía la anexión. Hitler ordeno la in­
no se si lo justifica. Este argumento también sería válido para Hei- vasión sin demora. “Austríacos -exclamó Shusschnigg por la radio-,

degger. Cuando se construye sobre la base del “mito personal”, la pro­ Hitler ha pedido mi renuncia y la cancelación del plebiscito. Si no di­
pia psicología se vuelve cosmogónica. mito en una hora, las tropas alemanas invadirán a Austria. He dimi­
Samuels, analista junguiano y judío, concuerda con Rieff. Intenta tido, para evitar el derramamiento de sangre. ¡Que Dios salve a Aus­
comprender a su Maestro a partir del concepto de “sombra” En el tria!” Horas después, mientras Shusschnigg iba rumbo a la cárcel,
prefacio de un ensayo de 1947 titulado Essays on Contemporary una lluvia de volantes caía sobre Viena proclamando “¡La Austria na­
tvents, Jung menciona la necesidad de saber que el “peor enemigo zi da la bienvenida a la Alemania nazi!
está en Jo más profundo de cada uno”, y trata a la sombra como aque-
o que nadie desea ser’, pero que de una u otra manera somos. Para La invasión parecía inminente desde el inicio del año^ Freud, en
aamuels, ese ensayo de 1947 fue un intento de Jung de integrar su la tensa espera, le escribió a Eitingon: Nuestro bravo go íerno, sin
sombra personal31. cero a su modo, está más enérgico que nunca en la defensa contra.ios
nazis, aunque, en vista de los más recientes acontecimient os en
La sombra personal cotidiana de Freud, a veces aparecía en su mania, nadie puede estar seguro de cuál será el desenlace

470 471
bravo gobierno cayo, y el nazi austríaco Seys-Inquart reemplazaba a desconcertados, se batieron en retirada. Freud, al enterarse, comen­
Shusschmgg. Su primera medida consistió en invitar al ejército ale- tó con pesar que a él nunca le habían pagado tan bien por una única
H6 entrara en el paif- A1 amanecer, una división Panzer, con visita”40
Ernst, el hijo de Sophie, fue a la Ringstrasse para ver de cerca la
entrada del ejército alemán, y comprobó con sorpresa que alpinos ve­
S “ T UV ! érC,t° de bra“ s alzadi, de hículos militares aún eran tirados por caballos. Él esperaba que el
Heü Hitler. . A p a r e c i ó tnunfalmente en el balcón del Hotel Impe-
i I h ’ 6n u lugar donde>el ano anterior, Thomas Mann había presen­ “temible teutón” estuviese totalmente motorizado. Viena, aturdida
tado un homenaje a Freud por su octogésimo cumpleaños”. Gran des- era un remolino de rumores. En el mundo psi, cuenta Schur, com a el
file a paso de ganso por la Ringstrasse. Como el propio Shusschnigg rumor de que en la cúpula del Partido Nazi se perfilaban dos tenden­
eSC¡\ib!i) ea sus memorias, Hitler, aunque nacido en Austria odiaba a cias. La fracción Himmler-Goebbels, que apostaba al efecto parali­
su Madre Patria y estaba determinado a destruirla36. zante del terror, proponía el exterminio de los analistas; Goering» P°*
su parte, bajo la influencia de su primo psiquiatra, era partidario de
En la madrugada del 11 de marzo de 1938, la Luftwaffe inicia el la moderación41. En esa época, el Ministerio de Relaciones Exteriores
Anschluss volando a baja altura sobre la ciudad de Viena. Ernst hijo alemán aún se preocupaba por la opinión pública internaciona .
de Sophie, el famoso inventor del fort-da, fue despertado por él es­ A todo esto, figuras claves del panorama político internacional
truendo de los aviones y abrió la ventana de su pequeño departamen­ estaban informadas de la riesgosa situación de Freud y dispuestas a
to en Eroicagasse. Más tarde recordará que no reaccionó “sólo con es- intervenir, con diferente grado de compromiso. índusoRoosevelt ha­
panto y miedo, sino con una cierta fascinación por los pilotos que bía sido alertado. El camino diplomático fue el siguiente. Willia •
volaban bajo sobre los techos”3?. Pasado ese primer bautismo bélico Bullitt, embajador de los Estados Unidos en Moscú, asigno a John
el muchacho, que tema 23 anos, decidió que el refugio más seguro se- Cooper Wiley, agregado en Viena, la misión de velar p0¿ E[ aad y
na Berggasse 19. Allí, además del (dudoso) escudo del nombSTde su familia. “Cuando Austria fue ocupada -narra Schur-, Bullitt inme
diatamente le indicó a Wiley que «hiciese a(to de p r e s ^ . . A «mta-
Dahan’lte*!fna 3 protección de los extranjeros. Los Burlingham ocu­
paban los dos pisos superiores; se contaba además con la presencia
constante de Jones y la princesa Marie Bonaparte Ernst fue acomo un aristócrata de carrera de la vieja guardia a quien expuso en ios
dado en el sofá de la sala de Tante Minna. °' más fuertes términos las consecuencias en los Estados Un:idcj
cualquier afrenta a Freud ... Finalmente telefoneo a Washington soli­
P ío .?+in Pí d:dade al día simiente, Anna convocó al Comité
Ejecutivo de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. En el orden del día citando que el presidente Roosevelt brindara un total apoyo a su ín-
\a disolución de la Sociedad. En adelante, la sede estaría donde estu­
viese Freud. Este comentó: “Después de la destrucción del Templo de terVRoosevelt sabía que la Princesa de Grecia acogería a Freud en
Francia. Dio instrucciones a Cordell Hull para que enviara el s i e n ­
te mensaje a Hugh Robert Wilson, embajador de los EstadosJ ^ ld
cerío’Ssmo0 Aei r enHJabneh P3r3 el estudio de la Tora Vamos ana­ en Berlín: “Wiley informó por cable ayer desde Viena, que teme q
cer lo mismo. Al fin de cuentas, estamos acostumbrados a la persecu-
el Dr. Freud corra peligro a pesar de su edad y enfermedad. El Fres
rieñ d ^ erso?a l”38^tona' tradÍdÓn y>aIgUnos de P«r expe- dente me ha ordenado que le pida a usted que se encargue de asunto
personal y extraoficialmente ... Sería preferible, en mi opmión, que
e s c r ilo -M e lTZ*™T ^ 3 M a r t h a ’ y a c ita d a > en la h a b ía no mencione el nombre del presidente en este asunto, sino que senale
que, en vista del lugar prominente que el Dr Freud ocupaenelrnu
sacrificar
sacnticar Íú I h1"881011
mi vida C°ngran
por una qUe causa”39
6 l0S defendieron Templo y podría do científico, semejante acto de las autoridades austríacas contribuí
ría a generar una opinión muy desfavorable en nuestro país y en e
ces larcaalTaHer p del-iSaqUe0- ? 3ndaS de las SA invadieron varias ve-
cuen?a nue M fV? Ud y apos,taron un centinela en la puerta. Jones
qf Martha invito al hombre a sentarse, porque a ella no le S No había pasado una semana desde la anexión cuando el eaibaja­
dor norteamericano en Berlín recibió nuevasinstruccionesi de*que m
S z o a u m e n t é eXt™ñode pie en Su casa- “Eso cawó algún emba- terviniera, sondando la situación en la capital alemana. ELvis to
influente Víctor von Weizsácker, padre de la antropología 1^ 08100,^
eran hahíid i 3 , PUS° S° bre la mesa con las Palabras que le
oran habituales allí: «¿Los señores quieren servirse?»». Después Anna d e s p u é s re d a c tó e l s ig u ie n te in fo r m e : M e p a r e c ió r e c ib id o u n

f E 2 ¿ - a?°mpanr° hasta la ca-ia Vierte, en otro cuarto, y la abrió”,


botín de las SA fue de 850 dólares. Los visitantes, aparentemente t e le g r a m a d e W a s h in g t o n e n e l q u e s e m e c o m u n ic a b a q u e e l P ro te so

472 473
Freud viejo y enfermo, deseaba dejar Viena con su familia para ir a “Estaba ansioso por mi padre ese domingo de mañana -relata Mar­
x ans, donde sus amigos se encargarían de él”44. tin- pero preferí ir primero a la editorial.”50 Allí tenía una tarea deli­
En el otro bando, Edoardo Weiss contó a Jones que “Mussolini cada. Como abogado, “debía destruir documentos legales de gran im-
también hizo una dém arche directamente con Hitler o con el embaja­
dor en Viena. El Duce seguramente recordaba una cortesía de Freud P Había invertido en el exterior dinero de su padre y de otros clien­
para con el, cuatro años antes”45. Según Carloni, éste fue “un peque- tes y tenía la certeza de que “los nazis, hambrientos de dólares, lo
no drama en dos actos’ . El tema se presta a confidencias, equívocos considerarían un delito, y el castigo por lo menos seria la confisca­
e interpretaciones múltiples. La historia comienza con Ethel Concet- ción”52. Tenían que desaparecer todas las pruebas. Pero una cuadrilla
de nazis invadió la Verlag antes que tuviese tiempo de quemar los do­
p V ™ í lflcl' paciente„d« Edoardo Weiss, hija del famoso dramaturgo
Giovacchino Forzano- Weiss lleva a la paciente en consulta a Bergga- cumentos. “Eran una docena, un extraño conjunto de andrajosos que
incluía a un muchacho obeso de unos catorce años, el cual, a pesar de
e ? H ™ ^ ° rZaT ’ ^ aií 5 ° del D u ce> los acom paña. El dram aturgo, su edad, participaba de las discusiones y tenia voto. Un hombre
a despedirse le pidió a Freud que firm ara una fotografía y le dedica-
enjuto, revólver en mano, vociferaba: “¿Por qué no terminamos con
d r , hb; ° 3 Mu,SSO mi Ei Profesor- algunos dicen que con ironía, le él? Deberíamos matarlo ahora”. El relato continúa: “Aunque estaba
dedico ¿Por que la gu erra ?, pero ése era su último libro, el que tenía
sobre la mesa Pero el problema es la dedicatoria: “A Benito Musso- inmovilizado en el sillón de mi oficina y dos de mis guardias apreta­
hm de un hombre viejo que saluda en el Duce al héroe de la cultura”. ban sus rifles contra mi estómago, el tiempo pasó bastante rápido ...
El Profesor era un eximio “dedicatorista”, pero esa vez, al hablar de Lo irreal de mi situación se vio reforzado cuando apareció en la edito­
heroe de la cultura” se le fue la mano. Estaba, digamos, en una si- rial el doctor Ernest Jones, gran amigo de mi padre, y ahora su bió­
tarara delicada, en la medida en que el psicoanálisis en Italia venía grafo. Después supe que había volado de Londres para ayudarlo en
S ^ n?° e a? UL impl?Cable del Vaticano. Imposible negarse al pe­ estos días críticos”54. , ., , __
Esa mañana, Ernest Jones había tomado el primer avión al con­
a lo, leones del Coliseo. Accerboni presume que tal vez á Freud ^ tinente. El aeropuerto de Viena estaba cerrado a los vuelos interna­
había impresionado la campaña de excavaciones patrocinadas en esa cionales. Él se dirigió a Praga, y allí tomó un monoplano biplaza rum­
bo a la convulsionada Capital del Vals. “El paisaje, en la 1 egada
ton /ten í 6 ° UCe t a WC1S,S’ 3Un máS 8utU’ interpreta que esa dedica- -narra Jones-, era desolador. La pista de aterrizaje estaba repleta de
tona tema un sentido oculto: “«Yo lo admiro en la medida en que sir­
aviones militares que volaban constantemente para intimidar a los
i p i 1j Í T ’ S°í° í entr° de 6S0S límites”49- RePÍto, esa dedicatoria vieneses.”55 Jones va primero a Berggasse 7. Martin Freud -prosi-
ab a d° demasiado lejos, pero cuatro años más tarde, por los cami­
nos tortuosos de la vida, pudo haber ayudado a remediar la situación gue el galés- estaba sentado en un rincón, detenido, y las «autorida­
des» nazis se empeñaban en contar el poco dinero para gastos diarios
sa d í Í T e ™ ¿ nqUeS n GStaban 6n la calle>Wiley acudió a la ca- que había en un cajón. Jones también fue detenido J Una hora des­
sfmúenL n Para mo,ntar esquema de seguridad. Planearon lo
pués, tras el examen de sus documentos, recupero la libertad y se ai-
Tue S h a Bur ingham tenía una línea telefónica privada
que ligaba los dos departamentos. De esa manera los Burlingham es­ rigió al número 19. •, 00
tarían informados de cualquier provocación nazi, y se pondrían en Bajo ese impacto, el valiente discípulo tuvo una conversación
ontacto inmediato con Wiley. Personal de la embajada, entonces, ria con el Profesor. Jones “temía que Freud se inclinara a permanecer
caería por casualidad de visita a Berggasse 19. en Viena”. Adujo que su vida era muy preciosa como símbolo. Freud
El Ee. ja d ía n las redes, comenzaban a tenderse desde ambos lados. respondió: “Ah, si yo estuviera solo, hace mucho que habría puesto ti
El problema era triple: conseguir un permiso de salida, el visado del a mi vida”57. Dijo que estaba demasiado débil para viajar y que nin­
país anfitrión y, last but not least, convencer al propio Freud. El “vie­ gún país permitiría su entrada. .
jo salvaje , acorralado, vacilaba. Sus complejos motivos pasaban in- Jones, en su biografía, pondera la validez de ese argumento.
cluso por una fobia a emigrar y por su notable testarudez. Es muy “Hoy es difícil comprender que los países eran violentamente mhóspi
probable que el hecho de que advirtiera las dificultades para obtener tos”58 Dicho eso, Jones se esmera en una explicación que, a mi ver,
u^ a v'lsa, esto es, la posibilidad de que no lo recibieran con los brazos no tiene cabida en este caso: señala que el rechazo de inmigrantes se
abiertos, hiriese su orgullo (y con toda razón). debía “al fuerte sentimiento relacionado con el desempleo . E,n reali­
Los acontecimientos se precipitaban: el 15 de marzo los nazis dad, llama la atención que una figura de fama mundial, candidato a
irrumpieron en las instalaciones de la V erla g, arrestando a Martin premio Nobel, que contaba con el apoyo de Roosevelt, de autoridades
freud. Lo retuvieron horas a punta de bayoneta. La editorial queda­ inglesas, de la Princesa de Grecia y hasta de Mussolini, haya encon-
ba en Berggasse 7, a pocas puertas del departamento de los Freud. trado tantos obstáculos. Se comprende que sus archienem igos e n

474 475
garan el permiso de salida, pero parecen absurdos los obstáculos para contacto con su viejo amigo Wilfred Trotter, que formaba parte del
Consejo de la Sociedad. Éste le dio una carta de presentación para Sir
s a S w J ^ V1Sa de Un PaíS, alÍad0’ Podemos P^sar, con una dosis
William Bragg, físico de renombre, presidente de la Royal Society.
leneiÍ ,n L Í híaran° ia’iqU6Af Pslcoanáhsis g^era una macroambiva-
encia indeleble, o que los Aliados estaban aterrorizados por Hitler O Bragg, a su vez, le dio una carta para Hoare. Jones “conocía superfi­
ambas cosas. F u cialmente a Sir Samuel Hoare por pertenecer al mismo club de pati­
viva m os a la discusión de ese domingo aciago. Freud, presiona­ naje”65. “Para mi alivio, pero no para mi sorpresa -dice Jones-, Sir
do por Jones, quema su último cartucho: partir sería abandonar su Samuel Hoare, sin ninguna vacilación, demostró sus habituales cuali­
patria como un soldado que deserta. Jones, providencialmente, recor- dades filantrópicas y me dio carta blanca para llenar formularios in­
J , K t hlS? ia oportuna. Parece ser que el segundo oficial del Tita- cluyendo el permiso de trabajo, para Freud, su familia, sus emplea­
Sfld° Cí apultad° al mar P°r la explosión de las calderas del dos, su médico personal y algunos de sus discípulos con sus
ransatlántico. Al ser amonestado con severidad por hacer abandono respectivas familias.”66 . . , ,
del navio, el oficial replicó, flemático: “Yo no abandoné el barco- el Solucionado ese aspecto subsistía el problema principal, los na
zis Para lidiar con una burocracia corrupta y voraz, Freud contrato a
conCs„m4 abaní 0nf 3 ™ ”¡ Aas‘ ria>como él mismo había reconocido
con su Finís Austnae , lo había abandonado. Freud, finalmente un abogado, el Dr, Alfred Indra, hombre de bien que hizo todo lo posi­
acepto la lógica del argumento y consintió en partir59. ble para suavizar la espera y buscar la salida en el laberinto de la^ le
n_ Lfa j 0tA de agua(Jae c°lmó la copa, más que el T ita n io, fue el yes raciales. Freud había declarado en 1937 un patrimonio de
arresto de Anna por la Gestapo, una semana después de la primera 166 000 chelines austríacos. Tenía que pagar esa suma, como parte
v1S,ta de los SA. El peor dia eo la vida do Freud. Parece ser que en el de la “desjudaización” de la economía, basada en la imputación de
rtf* general de la Gestapo, Anna se mantuvo calma. Su miedo que los judíos, como parásitos de la nación alemana, debían indemni-
principal era quedar abandonada en el corredor y olvidada hasta zarla°por el dinero qíe le hablan -chupado al pueblo*". Jones señala
que el cuartel cerrase. En ese caso, temía ser arrestada con otros pri­ que los nazis “exigieron grandes sumas de dinero en concepto de im-
sioneros judíos y eventualmente deportada o fusilada60 61. Los nazis puestos imaginarios de todo tipo68. Mane Bonaparte adelanto los che-
? aar}aa ^formación sobre la naturaleza de la Asociación Psicoanalí-
hneSLosCtrámites demoraban, surgía un obstáculo tras otro. Era, evi­
dentemente, un caso de “complejo de Shylock invertido - p or suerte e
iTanTl « a M,entí ,Ca y ap0l“ ica La 8ituadóa P^ciaOm inosa píre comisario Dr Sauerwald, un nazi antisemita, designado por la Ges
la analista Maenchen, amiga de Anna y Dorothy Burlingham mon-
tando guardia, vio el auto de la Embajada Americana patrullando por tapo para’ supervisar el trámite, resultó ser útil. Este supervisor ad-
miraba al profesor Herzig, quien era un viejo amigo judio de Freud;
Entonces, la excepción que hace la regla ... Por ejemplo en la declara
fumando sb!'para?“ “ SU)aU,a' Cam¡naba de un lugar para otro, ción constaba que él tenía dinero en el extranjero, hecho que compli­
caba el éxodo. Sauerwald, con gran riesgo para el mismo, ignoro
un I W Í K Í S S J . 4 - Fread' ViPrhn ”69 , „
„¡ f ’ la V0lvi0 a su *Ma- Muy Pocas veces Freud se mostraba expan- En esos tres meses de espera, de sustos y sobresaltos, ^ familia
v en su expresión de afecto, pero esa noche sorprendió a Schur64. Freud conoció sus horas más negras. Anna Freud, desesperada lig ó
ihn ^ ane BonaParte llega desde París el 17 de marzo. La princesa a decir: “¿No sería mejor que todos nos suicidáramos? ¿Por que. -ai
jo Freud-. Sería darles el gusto”70. , ,{n
eud , mientras que Jones tenía la ardua tarea de obtener la auto- Jones, incansable, estuvo magnífico: un verdadero paladmde la
en.trada e" ^nglaterra, para lo cual era esencial el apoyo Causa. Como por encanto, las diferencias entre ellos se esfu™* °¿e
de la influyente Royal Society británica. A dicho fin, Jones entró en La siguiente carta, detrás del recato, muestra ei agradecimiento de
Freud a este hombre que quiso casarse con su hija y que apoyaba
Melanie Klein:
A veces me perturba la idea de que pueda creer que u °8«tros
_a T *5\Ef e es el momento que Eric-Emmanuel Schmitt escogió para su pie-
pensamos que usted está simplemente cumphendc.con su deber,
‘ Le Vlsiteur' con Anna en la Gestapo, Freud mantiene un diálogo con un
personaje que puede ser un loco, una alucinación o Dios. sin que valoricemos adecuadamente los profundos y smeerossen
, , 6- Entretanto, elIa ]ogró retirar la correspondencia con Fliess de la caja timientos expresados en sus acciones. Le asepiro que
de segundad del banco, y enviarla a Grecia. de eso, que reconocemos su amistad, que contamos con ella y q

476 477
NOTAS
es plenamente recíproca. Ésta es una expresión solidaria de mis
sentimientos, pues entre amigos queridos mucho debería ser ob­
vio y permanecer tácito7*. 1 . E lis a b e t h R . u d i n e . c , p sica M .se
d
a
isón
H A
dos cem anos, 1986, Río de Janeiro, Zahar, II, pag. 169.
Freud preparó la siguiente lista para que fuese considerada por 3. C.G . Jung, “Zum gegenwartigen Leben der Psychotherapie”, Zbl. Psy-
Consulado Británico en Viena:
1 Prof. Sigmund Freud, 82 años chotherapie, 1934, págs. 1-16 natinnale national-socialisme et psy-
4. Andrew Samuels, I sychologi g ’Histoire de la Psychanalyse,
2 Su esposa, Martha, 77 años chologie analytique”, Revue Internationale d Histoire de
3 Su cuñada, Minna Bernays, 73 años 1992, V, pág. 193. „ 17 Hp febrero de 1934, citado por J.
4 Hija Anna, 42 años 5. G. Bally, Neue Zurc/ier ípuíung, 17 ° Thcrapy and the Myth of
5 Hijo Martin LL. D., 48 años
6 Mujer del hijo, Esti, 41 años
7 Su hijo Walter, 16 años 6 Jung, Complete Works, X, págs. 535-6.
8 Su hija Sophie, 13 años
9 Su sobrino Ernst Halberstadt, 24 años 8 c G Jung, "Th. SUte of Psychotherupy-, für
rapUund V e o L e p e d i c e . CW, X, pág.. 157-73.
10 Hija casada Mathilde, 60 años
11 Su marido R. Hollitscher, 62 años TO^Gauger, “Psychotherapyand^ e PoRtical WOTld View". Zentraí-
12 Su médico personal, Max Schur, 41 años
13-14-15 Su mujer y dos hijos pequeños Wa“ f í r ¡ K f f i K M i e i k e , The Dea.h Dadora. 1949,
16 Su empleada doméstica, Paula Fichtl, 36 años72.
Londres, Elek Books. . International Cosmopolitan, 1939.
12. H. R. Knickerbocker, Hearst ; entrevistas e encontros,
Podemos imaginar la agonía implícita en la elección. ¿Quiénes 13. Carol Baumann (entrevista con Jung), Jung,
quedaron fuera del Arca? Las viejas hermanas de Freud que, como 1977 San Pablo, Cultrix, pág. 183.
luego veremos, tuvieron un triste fin.
¡ 5. racial-, Brit. J. M * . 1988, IV, p * . 3.
A comienzo de mayo ya se veía la luz al final del túnel. Jones na­
rra que una de las condiciones para la concesión de un permiso de sa­ 16. SE, XXII, pág. 214 .
lida era que Freud firmase un documento que decía lo siguiente: “Yo, 17 Andrew Samuels, ibíd., * , «r j e
Prof. Freud, por la presente confirmo que después de la anexión de & r Z 'd ^ M a pa°ra o 1989, San Pablo,
Austria al Reich alemán fui tratado por las autoridades alemanas y,
Companhia das Letras, pág. 691.
en particular por la Gestapo, con todo el respeto y consideración debi­
do a mi reputación científica; que pude vivir y trabajar en total liber­ S ; E rn est J o n e sfA u .d a ea adra de S i t u a d F r e u d , . 9 8 9 , R io d e J a n e ,-
tad, que pude dar continuidad a mis actividades como lo desease, que
tuve pleno apoyo de todos los involucrados en este aspecto y que no ">■ '7 Í 1! : Jungí “Después d e la c a t á .t r o f e - , Neue Rundschau.
tengo la menor razón para ninguna queja”73.
Martin Freud acota que su padre, antes de firmar, “preguntó si
podía agregar la siguiente frase: «Puedo recomendar calurosamente a °f a ° 1 9 n' Nueva
la Gestapo a cualquier persona», usando el estilo de un comercial”74.
No se sabe si esto es cierto o leyenda, pero se trata de un paradigma
de humor judío.
Y
ort¿.xssssSK-D
a
coanálisis, comp. por Roland Jacord, 1, 1984. ua
La primera en salir, por motivos no esclarecidos, fue Minna Ber­ 225‘ 26. Rogar Money-Kyrle. “r.ychoanalysis and Elides',
nays, recién operada de cataratas. Luego les tocó a Martin Freud y a
Mathilde. Finalmente, el 4 de junio de 1938, con todos los papeles se­ choanal, 1952, XXXIII, págs. 225 • ^937 Brasiliense, pág. 119.
27. Ph. Rieff, O triunfo da terapéutica, 1^01,
llados y en orden, Freud, con su mujer y su hija, se despidió de la
28. Ibíd.
abominable y querida Wien, ciudad de los sueños.
30. Andrew Samuels, ibíd., V, pág. 204.
31. Ibíd., pág. 195.

479
478
32. M. Freud, Sigmund Freud, mi padre, 1966, Buenos Aires, Hormé,
pág. 174.
n c S f deUFreSdCa JonesdS 28 de abril de 1938 R. Andrew Paskaus-
33. Max Schur, Freud, vida e agonía, 1981, Río de Janeiro, Imago, III,
pág. 604. kas (comp ), The Complete Correspóndete of Sigmund Freud and Ernest Jo­
34. Diario de Freud, Colchester, citado en Clark, Freud, el hombre y su
nes, 1908-1939, 1993, Londres, Harvard Umversity Press, pag. 76 .
causa, pág. 268.
73 . Comunicación de R.^fene^feld, citada por Jones, op. cit, pág.
35. Carta a Eitingon del 6 de enero de 1938, citada por Jones, op. cit.,
pág. 221. 230. , 1QO
36. M. J. Burlingham, The Last Tiffany, pág. 259. 74. Martin Freud, op. cit., pag. íoy.
37. W. E. Freud, “Souvenirs personnels á propos du «Anschluss» de
1938”, RIHP, 1990, pág. 410.
38. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 226.
39. Carta de Freud a Fliess del 2 de febrero de 1896, Correspondencia
Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei­
ro, Imago.
40. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 224.
41. Max Schur, op. cit., III, pág. 606.
42. Ibíd., III, pág. 605.
43. Correspondencia Hull-Wilson, 16 de marzo de 1938, National Ar­
chives.
44. Ibíd.
45. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 225.
46. Glauco Carloni, “Freud and Mussolini: a minor drama in two acts,
one interlude and five characters”, LTtalia nella psicoanalisi, 1989, Roma,
Instituto della Enciclopedia Italiana, págs. 51-60.
47. Ana María Accerboni, “Psicoanálisis y fascismo: dos abordajes in­
compatibles. El difícil papel de Edoardo Weiss”, Revue Internationale d’His-
toire de la Psychanalyse, 1988, I, pág. 201.
48. Ibíd., pág. 200.
49. E. Weiss, Sigmund Freud as Consultant, 1970, pág. 20.
50. M. Freud, op. cit., pág. 176.
51. Ibíd.
52. Ibíd., págs. 176-7.
53. Ibíd.
54. Ibíd.
55. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 223.
56. Ibíd., pág. 224.
57. Ibíd.
58. Ibíd., págs. 224-5.
59. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 225.
60. M. Freud, op. cit., pág. 214.
61. Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, a Biography, 1988, Londres,
Summit Books, pág. 227.
62. Max Schur, op. cit., III, pág. 607.
63. Wiley-Secretaría de Estado, Washington, a Bullitt, Nat. Arch.
64. Max Schur, op.cit., III, pág. 608.
65. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 226.
66. Ibíd., pág. 227.
67. H. Leupold-Lówenthal, “L’émigration de la famille Freud en 1938”,
Revue Internationale d'Histoire de la Psychanalyse, 1990, II, pág. 451.
68. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 227.

481
480
Jones, en esta última escala, se comporta como un perfecto lord,
solícito y eficiente. Ese galés tosco, de cuna casi proletaria, había lle­
gado muy lejos en Pall Malí, y eso ayudó. Su amigo el lord De la Warr
obtuvo privilegios diplomáticos para la comitiva, que pasó por la
aduana sin ninguna formalidad.
C A P IT U L O 67 En Londres Freud se convirtió en una celebridad instantánea. Su
exilio, desplegado en la primera página de los periódicos, simbolizaba
EN LA HORA DE LA M UERTE la barbarie de Hitler. Una multitud lo esperaba en la Victoria Sta-
tion; Jones “consiguió que el tren se desviara hacia una plataforma
que no era la habitual, a fin de engañar al batallón de periodistas y a
En la madrugada del 5 de junio de 1938, Freud, con todos los pa­ la profusión de cámaras”5.
peles en orden, toma el Expreso de Oriente rumbo a la frontera con Después de un itinerario turístico improvisado entre el Bucking-
Francia y, nos cuenta Jones, “dio un suspiro de alivio al pensar que ham Palace y Picadilly Circus, pasando por la estatua de Eros, llena
nunca más tendría que ver a otro nazi” 1. Dejaba atrás la ciudad en de implicaciones, llegaron a Elswoorthy Road 39, donde Ernst Freud
que vivió 79 años. había alquilado una casa para que los Freud hicieran pie, mientras él
Marie Bonaparte lo recibe en París. Bullitt también está en la es­ seguía buscando una vivienda permanente. j
tación. Freud, Anna y Martha pasan el día en la bella casa de la prin­ Los quince meses y veinticinco días que Freud pasó en Londres
cesa, en la calle Adolphe Yvon2. Habían sido invitados algunos ana­ representaron el tiempo agridulce de los honores, de la gloria plena,
listas franceses. de los encuentros, de las despedidas, del dolor y del “trabajo de muer­
¿Lacan? te”. Miel y cicuta. Eros y Tánatos. Sabiduría y desesperación.
En esa tarde parisiense, tal vez lo más importante haya sido un Los honores fueron muchos y bien recibidos. El aplauso abriga a
encuentro que no tuvo lugar. En la década del 30, Francia era el pati­ un alma que tiene frío. A veces Freud vibra: le informa con evidente
to feo del psicoanálisis. París estaba fuera, muy lejos de la triangula­ orgullo a Arnold Zweig que tres secretarios de la Royal Society lo han
ción Viena-Berlín-Londres. Lacan lo experimentó en su propia piel. visitado llevando “el libro sagrado de la Sociedad Real” para que lo
En 1932, el joven analista francés, lleno de expectativas, le había en­ firme. “Me dejaron un facsímil del libro y, si usted estuviese aquí, yo
viado a Freud su tesis sobre la paranoia. Freud acusa recibo con le podría mostrar las firmas, desde Isaac Newton hasta Charles Dar-
“educación e indiferencia”3. Escribe: “Le agradezco el envío de su te­ win.” ¡Buena compañía!6
sis”. No se interesa por las aventuras de Aimée, así como Charcot no El placer sin duda fue doble cuando supo que la visita de los se­
había prestado oídos a las tribulaciones de Anna O. Gran desilusión cretarios no tenía precedente: sólo una vez antes habían sacado el li­
de un Lacan dispuesto a ocupar el lugar de Jung como heredero inte­ bro para que alguien lo firmara, y el honrado había sido un rey.
lectual. De allí que no se presentara al segundo encuentro forjado por Los honores, la diferencia entre el viejo ilustre y el viejo anóni­
el destino. Fue invitado pero no concurrió. Más tarde dirá “que no mo. ¿Es posible alcanzar la sabiduría en la tercera edad sin la cose­
quería hacer gentilezas a la princesa”4. Puede ser, aunque el “desai­ cha de las fases anteriores? Creo que sólo un viejo notable se salva de
re recibido ocho años antes sin duda había dejado su marca L la soledad del anciano. De todos modos, cabe acotar que Freud no fue
En el silencio de la madrugada del 5 de junio de 1938, Freud un sabio: es difícil que un genio logre la sabiduría.
atraviesa el Canal de la Mancha en ferry. A los 82 años se realiza su A Freud le gustó el alboroto. Jones narra que en su primer paseo
antiguo deseo de vivir en Inglaterra. Esa noche sueña que llega a Pe- por el jardín, el impenitente exiliado levantó el brazo en forma carac­
vensey, como antes que él, casi un milenio antes, había desembarca­ terística y exclamó “Estoy casi tentado de gritar «Heil Hitler»!”7’ 8 Por
do Guillermo el Conquistador. Otro de la misma raza. Pero el viejo otra parte, “cuando aquel que los vieneses dejaron partir como un cul­
cuerpo desfallece. El esquife lo espera en el río Támesis. pable fue acogido en Londres como un héroe, es imposible que no ha­
ya pensado una vez más en Edipo en el santuario de Colono 9. ^
Freud se deleita con este ostracismo de ostras y champaña. El
*1. Roudinesco da dos versiones: en la primera, parece ser que Lacan no
“viejo salvaje” está libre: no le debe nada a nadie, ha cumplido su
quiso asistir a ese encuentro (Elisabeth Roudinesco, Historia da psicanálise destino. , ,
na Franga. A batalha dos cem anos, 1986, II, Río de Janeiro, Zahar, pág. Las primeras cartas tienen un estilo periodístico que recuerda la
152), en la segunda, no fue invitado (Elisabeth Roudinesco, Jacques Lacan, correspondencia con su novia desde París. Una en especial, dirigi a a
1993, París, Fayard, pág. 121). Marie Bonaparte, refleja con fidelidad su estado de ánimo.

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Hay muchas cosas por aquí, la mayor parte bellas, algunas inclu­ La visita de Salvador Dalí merece un párrafo aparte. Stefan
so muy bellas ... Estamos inmersos en un diluvio de flores. Las Zweig acompañó al pintor, quien, en su autobiografía, cuenta lo si­
cartas son interesantes, sólo tres coleccionistas de autógrafos; guiente: “Contrariamente a lo que había pensado, hablamos poco, pero
una pintora que desea hacer mi retrato después que haya des­ nos devoramos con los ojos. Freud conocía mis pinturas, que admiraba
cansado; también un único pedido de consulta de una hija para ... Antes de irme quise entregarle una revista en la cual había publica­
su madre, considerada incurable; además, el anuncio de una refi­ do un artículo sobre la paranoia. Abrí entonces la publicación en la pá­
nada casa de D elikatessen ... y, como piéce de résistance, un tele­ gina donde estaba mi texto, pidiéndole que lo leyera si disponía de
grama extravagante de Cleveland, Ohio, firmado por los “ciuda­ tiempo para hacerlo. Freud continuó con su mirada clavada en mí, sin
danos de todas las religiones y profesiones”10. prestarle ni una mínima atención a la revista. Para interesarlo, le ex­
pliqué que no se trataba de un mero diuertim ento surrealista, sino que
Imaginen, ¡un telegrama de cuatro páginas! Por un momento era un ambicioso artículo científico ... Su imperturbable indiferencia
Freud se entusiasma, como lo había hecho casi cuatro décadas antes, hizo que mi voz adoptara un tono más agudo y estridente. Entonces,
ante ese otro diluvio de flores que recibió al ser nombrado Profesor. insistiendo en contemplarme con una mirada fija en la que parecía
En una carta dirigida a Alexandre, su compañero de “perturbación” concentrarse todo su ser, Freud, dirigiéndose a Stefan Zweig, exclamó:
en la Acrópolis, completa la información: “Esta Inglaterra ... a pesar «Jamás vi un ejemplo más completo de español., ¡Qué fanático!»”.
de todo lo que nos impresiona como extraño, singular y difícil (y de Al fin de la entrevista Dalí hizo un dibujo del ilustre vienés, con
esto hay bastante), es un país bendito, feliz, habitado por un pueblo la cabeza en forma de caracol. Freud, que hasta entonces había mal­
bienintencionado y hospitalario ... Recibimos una recepción cordial, tratado a los surrealistas, quedó impresionado, y al día siguiente le
más de lo que pueden expresar las palabras. Fuimos conducidos en escribió a Stefan Zweig: “Realmente le agradezco que me haya traído
las alas de una psicosis de masas (me siento llevado a expresarme la visita de ayer. Pues hasta ahora me inclinaba a considerar que los
poéticamente). Después del tercer día, el correo nos entregó cartas, surrealistas, que aparentemente me han adoptado como su santo pa­
sin error, dirigidas al «Dr. Freud, Londres», o a «Frente a Regent trono, eran idiotas completos (digamos al 95%, como el alcohol). Ese
Park»; un chofer de taxi que trajo a Anna exclamó, al ver el número: joven español, con sus ojos cándidos y fanáticos, y con su innegable
«¡Oh, es la casa del Dr. Freud!»”11 maestría técnica, me ha hecho cambiar de opinión ... sería interesan­
En el British M ed ica l Journal apareció un editorial elogioso: “La te investigar analíticamente cómo creó ese dibujo15.
clase médica de Gran Bretaña se sentirá orgullosa de que su país ha­ Sí, el hombre viejo, que fulmina al otro con la mirada, es capaz
ya ofrecido asilo al Profesor Freud”12. Por su parte, The L a n cet , revis­ de reformular una opinión y de reconocer su propio fanatismo en el
ta médica que siempre había brindado espacio a los opositores del fanatismo del otro; incluso imagina, lo que es aún más sorprendente,
psicoanálisis, dijo: “En cierto momento, sus doctrinas suscitaron con­ un posible ensayo futuro.
troversias agudas y fogosos antagonismos, como en los días de Dar- Visitas a un Freud de visita, más cálidamente recibidas aquí que
win. Ahora, en la ancianidad, son pocos los psicólogos, de cualquier en Berggasse 19. Exhibe la tranquilidad del refugiado que ya no se
escuela, que no admitan su deuda con él”13. sobresalta cuando golpean a la puerta. Hasta tiene nostalgias por
Viena, o sea, la perdona: “El sentimiento de triunfo por estar libre -le
Los encuentros. Sam Freud, hijo de su querido hermano Emma- cuenta a Eitingon- está fuertemente mezclado con pesar, pues siem­
nuel, llegó desde Manchester. Su nieta Eva, hija de Oliver, fue desde pre amé inmensamente la prisión de la cual fui liberado”16. De modo
Niza. La lista de amigos, ex enemigos y admiradores era grande: Ma- que al final confiesa lo inconfesable: su apego a Viena. No se nos es­
linowsky, Dalí, H. G. Wells, Chaim Weizmann y el príncipe Loewens- capa la elección del interlocutor para esta confidencia: Eitingon, el
tein. misterioso judío errante, la gran posible eminencia gris.
El encuentro con Bronislaw Malinowsky representó la reconcilia­ Continúa la serie de visitas: Leonard y Virginia Woolf fueron in­
ción después de una vieja disputa antropológica. Ya vimos que habían vitados a un té en Maresfield Gardens. Ellos eran dueños de la H o -
cruzado lanzas en torno de Tótem y ta b ú , aunque en aquella época fue garth P ress , la Verlag británica. Leonard Woolf, lleno de admiración,
Jones el caballero que defendió los colores freudianos. Freud se mos­ le dedica más de una página en su autobiografía: Freud “no era sólo
tró agradablemente sorprendido de que Malinowsky fuera un “adepto un genio, sino también, al contrario de muchos genios, un hombre
al psicoanálisis”14. Mucha agua había pasado bajo el London Bridgef muy agradable”. Parece ser que el viejo Profesor “fue cortés en extre­
desde los tiempos en que el antropólogo polaco consideraba que los to- mo, y de una manera formal y antigua, le obsequió una flor a Virgi­
briandeses no tenían erotismo anal y creían en la cigüeña. nia. Había en él algo como de volcán semiextinguido, algo sombrío,
suprimido, reservado”17. Su mujer, Virginia, émula de Alix Strachey,

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comentó: Un hombre muy viejo, encogido y contorsionado, con oios cular, en el Esquema, se introduce el concepto de Spaltung, “esci­
de mono18' 2. sión”, para aclarar los alcances de la renegación. Se trata de una esci­
Tres días después del encuentro con Dalí, Freud, fanático a su sión conflictiva de dos partes del yo, una división salomónica en la
vez de la escritura, retoma la pluma el 22 de julio*3 para iniciar su cual el yo queda partido por el medio. De esa manera, en el capítulo
Esquema del psicoanálisis19. Escrito con fuerzas menguantes, febril­ VIII del Esquema del psicoanálisis, Freud se reconcilia con la idea
mente. Strachey, en su excelente Nota del editor, nos señala su estilo breueriana de “estado hipnoide’ , cerrando el círculo teórico de su vi­
inusual, con abreviaturas, casi telegráfico, en particular en el impor­ da. Fue también allí donde selló en forma definitiva la problemática
tante capítulo titulado “El desarrollo de la función sexual”20. del narcisismo primario, al afirmar: “El meollo de nuestro ser está
El Esquema, aunque tenga forma de esbozo, no es un texto de di­ formado por el oscuro ello”25.
vulgación, todo lo contrario: se trata de una sobria revisión panorámi­ Comentando el estilo, Mahony señala: “Tal vez en ningún otro lu­
ca de la teoría y la técnica, con destino a analistas avezados. Es un gar el estilo de Freud alcanza tal nivel de síntesis y de lucidez”26. To­
texto que no puede leerse sin consultar el capítulo VII de la Traum- do el texto da una sensación de libertad en su presentación, que es
deutung y El yo y el ello. Para quienes conocen el psicoanálisis al de­ exactamente lo que cabe esperar del último trabajo de un maestro de
dillo, las setenta páginas del Esquema son una lectura fascinante. las ideas que le son propias”27. El Esquema es “un digno epílogo , un
Además de actualizar allí la terminología, adecuándola a la segunda broche de oro.
tópica, Freud reformula la noción de Spaltung*4, clivaje del yo, a par­ , . t
tir del estudio del fetichismo. Se puede considerar que este ensayo in­ En agosto de 1938, mientras Freud vivía en el Hotel Esplanade,
concluso prolonga el breve trabajo “La escisión del yo en el proceso mientras se refaccionaba su casa en Maresfield Gardens, se descubrió
defensivo”21, escrito en la Navidad de 1937, también inconcluso, don­ un punto sospechoso en la zona operada del paladar, cerca de la fosa
de se elabora el tema de la “denegación”, matriz de la perversión, y, orbital. La lesión continuaba creciendo. El examen radiológico no re­
al mismo tiempo, se esboza una nueva metapsicología. veló signos patológicos, pero se realizaron dolorosas aplicaciones de
“Freud nos dice ahí que el perverso, en función del proceso de de­ diatermia. Fue consultado Cárter Braine, especialista en radium,
negación, mantiene una solución de difícil economía. Él, al mismo quien reforzó la opinión de Max Schur sobre la necesidad de una in­
tiempo que niega la castración de la madre, la reconoce, lo que provo­ tervención quirúrgica. George Exner, por su parte, el especialista re­
ca una escisión del yo. Con esta escisión, según Sande, podemos ha­ comendado por Pichler, tenía sus dudas. Pero se decidió operar. El
blar de una tercera tópica, aquí sólo esbozada.”22 magnífico Pichler, una vez más, sacó 10 puntos. Con la guerra a las
El concepto de renegación (Verleugnung) fue introducido en 1923, puertas, viajó desde Viena el 7 de setiembre, en el momento de la
en el ensayo “La organización genital infantil”, en relación con la cas­ anexión de Checoslovaquia y en las vísperas de Munich.
tración. ante la ausencia de pene en las niñas, los niños “reniegan” la En efecto, la presa siguiente fue Checoslovaquia. La población de
realidad de esta carencia23. La “renegación” fue retomada en “Algu­ los Sudetes, en su mayoría germana, impulsada por la propaganda de
nas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los se- Hitler, inició una intensa agitación política. El gobierno checo hizo
xos , donde la Verleugnung aparece como un mecanismo normal en la concesiones pero, como en el caso de Austria, ellas no bastaron, y Ale­
infancia pero que “en el adulto constituye el punto de partida de una mania ocupó la región. Esta iniciativa fue la antesala de Munich.
psicosis . En La escisión del yo en el proceso defensivo” y, en parti­ Max Schur informa que Pichler, al llegar a Londres, lo consultó
sobre si el corazón del paciente soportaría el trauma quirúrgico. “Le
expresé mi convicción de que podía seguir tranquilamente preparan­
do la operación, pero dejamos la decisión final a Freud, que dio su
2. En el último libro que Freud leyó, La piel de zapa, fábula fáustica de consentimiento.”28 .
Balzac, el héroe pacta con el diablo y recibe un trozo de piel mágica de asno, Schur, curiosamente, no tiene en cuenta la historia cardiaca de
capaz de satisfacer todos sus deseos. Pero, con cada anhelo cumplido, la piel
Freud en los años 30. El Diario de Sigmund Freud, 1929-3929 consig­
se encoge y se acorta su vida. Freud comenta: “Exactamente el libro que te­
nía que leer trata del encogimiento ...” (Max Schur, Freud, vida e agonía,
na varios ataques cardíacos relativamente serios a partir del comien­
1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 643). zo de la Segunda crónica en 1929. En noviembre de 1929 tuvo “Asma
*3. Jones, por su lado, dice en la biografía que Freud inició el libro en cardíaca” con insuficiencia ventricular izquierda30 y “arritmia y fibn-
Viena, mientras aguardaba el exilio (Ernest Jones: A vida e a obra de Sig- lación” el mes siguiente. Hay también una entrada de setiembre de
mund Freud, 1989, Río de Janeiro, Imago, III, pág. 242). 1933 que dice: “Operación - Ataque cardíaco - Comienzo de enferme­
*4. Spaltung aparece en el artículo “Neurosis y psicosis”, de 1923 (SE, dad”31.
XIX, págs. 149-55). Schur no toma en cuenta una entrada de las Notas de Pichler

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que dice: 15/9/33. El paciente se siente muy mal después de una pe­ comenzando por el jardín: “...vasto espacio atrás de la casa; sus can­
queña cirugía, angina de pecho con infarto coronario. Desarrolló, pos­ teros tenían muchas flores y arbustos, altos árboles lo separaban de
teriormente, una neumonía del lóbulo inferior derecho”32. En julio de las casas vecinas. Freud permanecía todo el tiempo posible en ese jar­
tes”33 °tra 6ntrada del Dlano registra: “Ataque cardíaco - extrasísto- dín, en una confortable reposera dotada de un parasol. Su consultorio
se abría, a través de french Windows, directamente al jardín, el lugar
exacto donde murió, un año más tarde”40. .
La operación se realizó en la London Clinic, utilizándose aneste- Martha comienza a hacerse cargo de su nuevo hogar británico.
sm general e intubación endotraqueal por vía nasal, técnica que sig- Como gran Hausfrau de Hamburgo, ella misma iba a la feria y fue,
n“ !ca j Un gran Progreso- Dato psicológico importante: Freud fue según su marido, la mujer de la familia que mejor se adaptó. Lo prue­
obligado una vez más a afeitarse la barba. Jones lo visitó en la ante­ ba la carta que envió a sus cuñadas en Viena: “Seríamos completa­
sala quirúrgica y “por primera vez lo vi totalmente rasurado”, señala mente felices si nuestros pensamientos no estuviesen fijos en los se­
como si el Profesor estuviese desnudo”34. Él tuvo que enfrentar una res queridos que dejamos atrás. Ustedes no pueden imaginar cuan
nueva intervención sin patria, sin casa, sin cachorro y sin barba en honrada se siente la ciudad por la presencia de nuestro modesto y
la venerable impotencia de sus 82 años. amado viejecito”41. '* •
El acto operatorio fue complejo: “Se aplicó una amplia incisión Freud podía respirar aliviado, con gran parte de su familia mas
vertical, seccionando el labio inferior, siguiendo por el surco lateral próxima a salvo. Mathilde, Martin y Ernst estaban en Inglaterra con
derecho hasta la proximidad del párpado inferior. Quedó de esta ma­ sus hijos. Oliver y los suyos se encontraban en Niza. Max Halbers-
nera expuesta la rama anterior del maxilar superior, que ya había si­ tadt, viudo de Sophie, había emigrado a Africa del Sur, con su hijo
do comprometida en la primera cirugía (en 1923). Se resecó amplia- Ernst. Alexander iba rumbo al Canadá. La única sombra eran las
mente con electrobisturí, aunque varias muestras examinadas por cuatro hermanas que habían quedado en Viena. Freud y su hermano
congelación no parecen carcinomatosas, sino simplemente tejido cica- les depositaron la considerable suma de 160.000 chelines (22.400 dó­
tnzal. Se efectuó la eletrocoagulación del tejido óseo remanente”35. lares), que serían suficientes para la vejez de ellas, siempre y cuando
Una década más tarde, cuando Pichler muere, Schur, en la nota ne­ los nazis no los confiscaran. Tenía motivos para estar preocupado,
crológica, señala que “hasta 1936 no hubo elementos patológicos de particularmente después de noviembre de 1938, cuando los nazis, co­
malignidad 36. 6 mo represalia por la muerte de un diplomático alemán a manos de un
Entonces, una vez más, ¿hubo o no hubo cáncer?*5 joven judío polaco, iniciaron un vandálico pogrom, destruyendo siete
Parece ser que fue una intervención desdichada, fruto del remoli­ mil tiendas, incendiando prácticamente todas las sinagogas y llevan­
no emocional colectivo del exilio. El propio Schur admite: “Esta vez el do cerca de 50.000 judíos a los campos de concentración. Esas repre­
informe patológico sólo revelaba lesiones precancerosas, lo que provo­ salias “exacerbaron el problema de lo que se debía hacer con las cua-
co el comentario de Exner de que, al fin de cuentas, la operación pudo tro viejas hermanas, ya casi de 80 años”42. Marie Bonaparte, esa
haber sido superflua. Este comentario me hizo aún más consciente de Antigua Princesa de la Guarda, intentó llevarlas a Francia, pero su
la carga de mi responsabilidad. Sentí la falta de Pichler ...”37. Ade­ démarche no dio resultado43. Freud sufría de lo que denominó, en car­
mas, Schavelzon señala un error de técnica quirúrgica: “Electrocoa- ta a Romain Rolland, “la culpa del sobreviviente”44.
gu ar el hueso es inaudito. Condena al paciente a la necrosis ósea y a
grandes dolores”38.
Después de la cirugía, Martha y Paula Fichtl, la empleada, ocu­ El juez Smirnow, de la Corte de Nuremberg, te pregunta al testi­
paron la casa de Maresfield Gardens, para una operación de limpieza go:
y, al cabo de una semana, el Profesor y Anna las siguieron. La fiel —¿Conoce usted a Kurt Franz?
memoria de Paula y el sentido arquitectónico de Ernst Freud logra­ Testigo:
ron reproducir en Maresfield Gardens, detalle por detalle, estatuilla -É l era el comandante delegado del campo de concentración, el
por estatuilla e icono por icono, el consultorio de Berggasse 1939. Ma­ representante de Sterner, y el principal asesino del campo ....
resfield Gardens —el actual Museo Freud—es una bonita mansión, si­ Juez:
tuada en Swiss Cottage, lugar pintado por Tumer. Jones la describe, -¿Puede contar de qué modo Kurt Franz mató a la mujer que se
presentó como la hermana de Sigmund Freud?
Testigo:
-Sucedió de la siguiente manera. El tren llegó de Viena. Yo esta­
*5. Véase el “Epílogo” a continuación. ba en la plataforma cuando las personas salían de los vagones. Una

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mujer de edad (Rosa Freud tenía 82 años) se acercó a Kurt Franz Anna y Schur se repartían toda la responsabilidad en la batalla
mostrando su A u siu eis , y dijo ser la hermana de Sigmund Freud. Pi- contra el cáncer. Durante los últimos meses de la enfermedad, el pa­
dió que le dieran un trabajo de oficina. Franz examinó atentamente ciente fue atendido durante las veinticuatro horas, lo que implicaba
el A u sw e is y comentó que probablemente hubo un error; la llevó al ta­ levantarse repetidas veces de noche para aplicar Orthoform en las
blero de horarios de la estación y le garantizó que en dos horas ella heridas, así como el aseo constante de boca y prótesis. La vida de An­
volvería a Viena. Rosa podría dejarle todos los documentos y objetos na era cuidar al padre. En 1965, cuando leyó el Ultimo capítulo de
de valor a él, ir a las duchas y después de tomar un baño, sus docu­ Schur, ella comentó: “Allí está contenida toda mi biografía"52.
mentos estarían a su disposición. Naturalmente, ella entró en las du­ Freud, en carta a Marie Bonaparte, después de quejarse de la
chas de exterminio y nunca más fue vista45. imposibilidad de escribir, hablar y fumar, añade: Esta operación fue
Rosa era la hermana favorita de Freud. la peor [die schw erste], «la más negra» desde 1923. Estoy abominable­
De hecho, las cuatro viejas, a pesar de los esfuerzos realizados, mente cansado y débil hasta para moverme, aunque ya comencé con
no pudieron salir de Viena y murieron en las cámaras de gas de los tres pacientes, pero no es fácil”53. (Increíble: ¡¡¡tres pacientes!!!) Los
campos de concentración 6. médicos le habían prometido una recuperación en pocas semanas,
que no se produjo*7. “En realidad nunca se recuperó plenamente de
los efectos de esa grave operación, y estaba cada vez más débil” .
Pasada la operación, Anna escribe su célebre frase: “Estoy con­ Schavelzon parece tener razón sobre la iatrogenia de la electro-
tenta de que ya sea hoy y no ayer”46. Pero ese 7 de setiembre de 1938 coagulación; el hueso comenzó a crear problemas. Schur registra: “En
marca el fin de la producción escrita de Freud. Veinte días antes ha­ la primera semana de diciembre observé, en el área necrosada, una
bía redactado la última entrada en su “Diario” de H a lla zg os , ideas y hinchazón inequívoca, muy sensible, que se parecía a un proceso in­
p r o b le m a s : ‘Mística, la oscura autopercepción en el reinado exterior flamatorio. La secreción se volvió fétida y Freud sentía dolores inten­
al yo, al ello”47. ¿Cuál será ese reinado que está afuera en la realidad sos ... Teníamos la esperanza de que apareciese el fragmento del osí­
exterior? ¿Dios? Del mismo día hay otra entrada: “El espacio puede culo necrosado y lo esperábamos con impaciencia”55. Esta astilla
ser la proyección de la extensión del aparato psíquico. Ninguna otra enclavada fue objeto de ese extraño “humor patibulario” freudiano.
derivación es probable, en lugar de los determinantes a p rio r i de En una carta a Eitingon, le comenta: “Estoy esperando, como un can
Kant de nuestro aparato psíquico. La psique es extensa, ella no sabe hambriento, un hueso que promete aparecer, sólo que es un hueso de
nada de esto”48. Aquí Freud se aproxima al Principio Antrópico de mi propio esqueleto”56. .
Bergson. El hueso, como dice Aragón, “nace fósil”; es nuestra percha calci­
La escritura cesó con el E sq u em a d el psicoan álisis casi termina- ficada. El secuestro óseo se aproximaba a la superficie y, a fines de
do. Freud continuaba activo y alerta, seguía los acontecimientos. Ha­ diciembre, Schur pudo “remover un fragmento óseo solitario y volu­
bía llegado la hora de Munich. minoso. Esta medida le trajo un inmediato alivio y también alguna
Cuando H. G. Wells le preguntó qué necesitaba, Freud dio una esperanza. De modo que el año de 1939 comenzó mejor. Por pocas se­
respuesta extravagante: deseaba morir siendo súbdito británico. ¿An- manas. Ya en el mes de enero apareció una nueva formación tumoral,
glofiha? ¿Precariedad típica del exiliado49? ¿Chiste de S ch n orrer ? A cerca del área de necrosis, debajo del piso orbital, en una posición
todo esto, la situación internacional empeoraba sensiblemente. aún más alta e inaccesible”37.
La amenaza de guerra “estaba suspendida sobre el mundo civili­ De entrada Max Schur sospechó que la nueva lesión era un epite-
zado como una nube venenosa”50. El 29 de setiembre de 1938, Freud, lioma, o sea un carcinoma maligno. Pero “en esa localización, la ciru­
convaleciente en su jardín, se enteró de que Daladier y Chamberlain gía sería imposible de realizar ... por primera vez, nada se podía ha­
se habían reunido con Hitler en Munich, evento que pasó q ser sino- cer, sólo cabía una vigilancia constante”58.
nimo de rendición cobarde51. Occidente padeció una funesta Verleug-
n u n g de la realidad histórica. En abril de 1939 Italia invade Albania, mientras Alemania inicia
sus negociaciones sobre el “corredor” polaco. El tablero macropolítico
de Europa se complica con el pacto germano-soviético.

T6. Los intentos realizados están bien documentados en un artículo de


Harajd Leupold-Lówenthal, titulado “L’émigration de la famille Freud en
1938” (Revue Internationale d ’Histoire de la Psychanalyse, 1990, II, págs. *7. Anna -d e tal palo ... tal astilla- atendía a seis o siete pacientes por
449-462). día.

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En mayo de 1939, Indra, el abogado de Freud en Austria, lo visi­ en la reducida cuota de visas de entrada. Pero el plazo para ingresar
ta de regreso de América, rumbo a Viena. Freud dice: “Así que usted en los Estados Unidos expiraba en abril. Partió entonces el 21 de
regresa a ... ¿cómo se llama ese sitio?”59 Roazen duda de la interpre­ abril, regresaría a Londres el 8 de julio. Esta partida fue “un golpe di­
tación de Jones de que se trata de un falso olvido irónico60. Quien lee fícil de superar”, comenta Jones, “ya que Freud dependía de su médi­
el Esquema advierte que las dudas de Roazen son absurdas. El viejo co personal”68. Esto se refleja en una carta a Marie Bonaparte: “Tan­
estaba lúcido. to mi pluma como mi médico me han abandonado, así como otros
George Exner, después del fiasco de setiembre, se mantenía ex­ órganos externos”69.
pectante. Pero Schur no puede refrenar su impaciencia -ni el peso de Aquí tenemos invertida la metáfora del cáncer. El “tejido neoplá-
su responsabilidad médica- y solicita otra opinión. Freud fue enton­ sico” lo invade, se instala, lo sustituye. Él, “como can hambriento ,
ces examinado por Wilfred Trotter, esa rara combinación de cirujano aguarda que aparezca su hueso, mientras desaparecen su pluma y su
y psicólogo, amigo íntimo, de infancia, de Jones. Trotter lo ve en tres médico. Ellos son los “órganos externos”, las partes de su cuerpo, en
oportunidades durante el mes de febrero, y se muestra renuente a este cuadro schreberiano de “cuerpo sin órganos , de huesos secues­
adoptar una medida terapéutica drástica, para desesperación de trados, astillados, fagocitados por ese maligno sosia caníbal. Freud se
Schur y Jones61. Pichler aconseja una nueva electrocoagulación y lue­ identifica con el epitelioma: él es el cáncer que ataca los órganos ex­
go tratamiento con radium. Finalmente se acude al Dr. Lacasagne ternos de su cuerpo.
director del Instituto Curie de París. Él revisa a Freud el 26 de febre­
ro de 1939, y “encuentra la lesión bastante sospechosa; solicita una La Blitzkrieg está pronta a comenzar en varios frentes. Los tan­
biopsia, rayos X de la estructura ósea y una evaluación quirúrgica de ques se concentran en las Ardenas, mientras el grueso del ejército
la posibilidad de otra intervención”62. No recomendó la electrocoagu- se dirige a la frontera con Polonia. El Estado Mayor francés comien­
lación (lo cual confirma el parecer de Schavelzon), por estimar que el za a tener serias dudas sobre la invulnerabilidad de la línea Magi-
peligro de necrosis ósea era grande. La biopsia fue realizada dos días not.
más tarde. Se trataba de un epitelioma maligno típico: el primer
diagnóstico inequívoco de cáncer. “El caso -sentencia Jones- pasaba En la hora de la muerte llega el tiempo de las despedidas, por
a llevar el título fatal de cáncer incurable e inoperable.”63 En efecto, carta, con gestos, con algunas palabras sofocadas. Mane Bonaparte,
en una consulta final de la que participaron Trotter y el otorrinola- que había hecho repetidos viajes a Londres, lo visita por última vez a
ringólogo Hamer, se llegó por consenso a la conclusión de que un acto fines de julio de 1939. Fue una despedida silenciosa70. En el día 5 de
quirúrgico, a esa altura, con ese diagnóstico y en esa localización, era marzo Freud le escribe su última carta al “Maestro” Arnold Zweig:
demasiado arriesgado; ese riesgo era inaceptable, pues los resultados “Sólo espero al Moisés, que creo que saldrá en marzo; después no ne­
serían magros. En su lugar, se decidió aplicar nuevamente radiotera­ cesitaré ningún otro libro, hasta la próxima encarnación 71. Y agrega,
pia, una vez más, el Dr. Schavelzon lo encuentra inexplicable64. entre paréntesis: “(No hay ninguna duda de que irrumpió un nuevo
avance de mi querido y viejo cáncer, con el que comparto mi existen­
Alertado sobre su estado, Freud le escribe a Eitingon el 5 de mar­ cia desde hace 16 años)”72.
zo de 1939. Ahora sabemos, más o menos, dónde estamos. Una biop­ La actitud de Freud no fue la del estoico que mira a la muerte
sia muestra que realmente tropezamos con una nueva tentativa del con indiferencia, ni mucho menos la del místico, ni tampoco la del re­
cáncer de ocupar mi lugar. Durante bastante tiempo dudamos acerca belde: fue el silencio de quien se muerde los labios para no llorar, por­
de las diversas posibilidades de defensa, pero ahora todos estamos de que el psicoanalista no llora73. Él tenía un tremendo apego a la vida
acuerdo con el tratamiento externo de rayos X, del cual todos los inte­ pero después de esos trece años de sufrimiento, había ido más allá del
resados —no sé si debería incluirme- esperan buenos resultados”65. límite de lo tolerable.
Las aplicaciones diarias dejaban al paciente exhausto. Aparecie­
ron las típicas reacciones a la terapia radiante: fatiga, vómitos y la En mayo de 1933, Freud escribió uno de sus obituarios más sen­
barba del paciente fue quedando rala66. Además sufrió hemorragias tidos, in memoriam de su discípulo y amigo Ferenczi. En esa ocasión
recurrentes, que finalmente pudieron ser controladas. En este punto, recordó un cuento sufí: “El Sultán ordenó que dos sabios le hicieran el
Schavelzon comenta que el tratamiento radiante tuvo un efecto anal­ horóscopo. El primero dijo: «Su Excelencia ha nacido con una estrella
gésico inmediato. El paciente mejoró durante el mes de abril67. Schur en la frente. Está escrito en el cielo que verá morir a todos sus subdi­
aprovecha ese lapso de calma para viajar a Nueva York. Su decisión tos». El profeta fue ejecutado. El segundo sabio dijo: «Su Excelencia
era acompañar a Freud hasta el fin, y luego emigrar a los Estados ha nacido con una estrella en la frente. Está escrito en el cié o que so
Unidos con su familia. De origen polaco, Max Schur logró ser incluido brevivirá a todos sus súbditos». Y fue ricamente recompensado . &

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492
otras palabras, la rage de vivre. Esto vale como primera aproximación coinciden; entonces me he transformado completamente en un carci­
a la idea de muerte en Freud. noma”80.

Tenemos una segunda aproximación en el verano en Semme- Poco después del viaje de Schur a América, Dorothy Burlingham,
ring, una decena de años antes, cuando Freud le concede una entre­ que entonces vivía en el N° 2 de Maresfield Gardens, también decidió
vista al periodista norteamericano George Sylvester Viereck; allí ha­ ir a Nueva York para el parto de su hija mayor. Otra separación. Ese
bla con poesía y verdad de su posición ante la vida y la muerte: 25 de agosto, que coincidió con la partida de Eva, la nieta preferida,
Freud escribió la última entrada en su D ia rio : “K riegspanik ” (“pánico
Detesto mi maxilar mecánico porque la lucha con el aparato me de guerra)81.
consume mucha energía preciosa. Pero prefiero un maxilar mecá­ El pánico de guerra se debía al fracaso de la última tentativa de
nico a ningún maxilar. Todavía prefiero la existencia a la extin­ Chamberlain de apaciguar a Hitler y evitar la invasión a Polonia. Hi-
ción. Tal vez los dioses sean gentiles con los humanos, al hacer­ tler reaccionó redoblando sus exigencias. Alemania había firmado el
nos la vida desagradable en la medida en que envejecemos. Al “Pacto de Acero” con Italia, y otro similar con Japón. Cuando, dos
final la muerte nos parece menos intolerable que el fardo que días antes de la última anotación de Freud, el 23 de agosto, Von Rib-
cargamos75. bentrop suscribió el pacto de no agresión con Stalin, la suerte del
mundo quedó echada.
Esto recuerda el día en que Freud supo, por boca de su madre,
que alguna vez iba a morir. Y ya hemos citado otro comentario suyo: El “corredor polaco” está amenazado. La prensa británica co­
“No se debe dejar escapar nada, se debe aferrar lo que se pueda tener mienza a publicar noticias sobre el poderío alemán. Se aceleran los
... la vida es tan corta, la muerte inevitable”76. preparativos para la defensa civil de Londres, Liverpool y Manches-
La entrevista continúa. El periodista narra: ter. Roosevelt lucha contra la fuerte tendencia pacifista americana,
pero las fábricas de armamentos trabajan 24 horas diarias.
Estábamos subiendo por un sendero en la cuesta del jardín de la
casa. Freud acarició tiernamente un arbusto en flor. Schavelzon observa que no se tienen datos sobre el estado de sa­
“Me interesa mucho más este pimpollo que lo que me pueda suce­ lud en el mes de junio, no porque hayan sido tiempos relativamente
der después de muerto”77. tranquilos, sino porque Max Schur, el cronista de la agonía, estaba en
Nueva York. Ante esa ausencia, Anna se volvió aún más indispensa­
Luego el Profesor le explica al periodista la pulsión de muerte co­ ble. Freud le escribe a Marie Bonaparte: “Usted sabe que Anna no va
mo “una necesidad biológica”: a la reunión en París; cada vez dependo más de ella”82.

Tal vez morimos porque deseamos morir ... En todo ser normal el En la hora final, dos silencios resultan particularmente sugesti­
impulso de vida es suficientemente fuerte para contrabalancear vos. En primer lugar, Martha. Ella, como personaje protagónico, de­
el impulso de muerte. Podemos mantener la fantasía de que saparece después de la escena en Berggasse 19, cuando da dinero a
nuestra muerte viene por nuestra propia voluntad. Tal vez po­ los SA. Ya vimos la rivalidad de la hija, que la reemplazó junto al le­
dríamos vencer a la Muerte, si no fuera por el aliado que tiene cho del enfermo. Es probable que la quebrantada Martha haya que­
dentro de nosotros78. dado paralizada por el trauma de esa situación intolerable. Sabemos,
por Dorothy Burlingham, que se negó a aceptar las máscaras antigás
Y Freud redondea con un sonrisa: repartidas durante la crisis de Munich83.
En segundo lugar, ¿qué pasó con Jones? Él mismo, en el último
En este sentido, quizá se justifique decir que toda muerte es un capítulo de la biografía de Freud, habla poco de su presencia en la ho­
suicidio disfrazado79. ra de la agonía. Ese hombre, que en marzo de 1938 había alquilado
un monoplano para llegar a la capital austríaca, ahora estaba ausen­
Hacía cuarenta años que Freud albergaba ese sentimiento. En te, permanecía en su cottage de Essex. Según cuenta, “el 19 de se­
una carta a Fliess, en febrero de 1899, donde habla del arduo trabajo tiembre fui llamado para despedirme. Como Freud estaba adormeci­
que le exigía L a in terpreta ción d e los s u e ñ o s , lo comparó con “una do, lo llamé por el nombre. Él abrió los ojos, me reconoció e hizo una
especie de tejido neoplásico que se infiltra en el ser humano y final­ señal con la mano, dejándola caer con un gesto expresivo, que trans­
mente lo sustituye. En mi caso, el trabajo y la actividad lucrativa mitía diversos significados: nostalgia, despedida, resignación 8 .

494 495
En 19 de setiembre, Freud escribe la siguiente carta:
Tal vez se pueda explicar la ausencia de Jones como una evita­
ción fóbica. El párrafo de su despedida está precedido por un relato
dramático, tal vez el más patético de todos: Estimado Sr. Schaeffer:
A

¡Qué carta tan inesperada y bienvenida! Cuántas veces pensé en


En agosto todo entró en una rápida declinación. Un síntoma incó­ mi poeta durante estos tiempos vacíos ... No todo lo que podría
modo era el desagradable olor proveniente de la herida. Así, decirle a mi respecto coincidiría con sus deseos. Pero tengo más
cuando le llevaron su perra chow predilecta para visitarlo, ella se de 83 años, de hecho mi hora ya pasó, y realmente nada me res­
encogió en un rincón del cuarto, una experiencia mortificante que ta, a no ser seguir el consejo de su poema: Esperar, esperar ...89.
le reveló al hombre enfermo la situación a la que había llegado85.
Esta carta, según la Correspondencia de amor, es la última de
Jones hizo otro tanto: no toleró el fétido olor de la muerte.
Freud. Tendría que haberlo sido, pero en realidad no lo fue. La carta
a Schaeffer*9 había sido escrita el 12 de agosto, y no el 21 de setiem­
En el Diario la anotación del Io de agosto dice “Desbandada de
bre. De hecho, las últimas cartas no tienen la menor importancia.
los pacientes”86. Desde junio de 1938 hasta julio de 1939 Freud tuvo
cuatro pacientes regulares. El colapso se produjo cuando él tuvo un
El 21 de setiembre de 1939, en el primer día de otoño, Freud to­
ataque de asma cardíaca con fibrilación auricular”, aunque la causa
de la “desbandada” fue el olor pútrido resultante de la necrosis ósea. mó la mano del médico y le dijo:

Liebes Schur, querido Schur, seguramente usted recuerda nues­


La guerra parece inminente. La expectativa de raids aéreos au­
tra primera conversación. Usted me prometió entonces que no
menta. Cinco columnas Panzer, en un ataque relámpago, invaden el
corredor polaco de Danzig. me abandonaría cuando me llegase la hora; ahora todo es sólo
una tortura y ya no tiene ningún sentido90.
El primero de setiembre, Max Schur, de vuelta de América, pasó
Schur dio a entender que no había olvidado, y Freud “respiró con
a vivir en Maresfíeld Gardens, a fin de estar a mano ante cualquier
alivio, me tomó la mano con más fuerza y dijo: «Ich danke Ihnen» («Se
eventualidad87. A esta altura de los acontecimientos, su médico per­
lo agradezco») y, después de un momento de vacilación, agregó: «Sa-
sonal se había convertido en alguien tan fundamental como Anna. Él
gen Sie es der Anna» («Hable con Anna»). Todo esto fue dicho sin aso­
era el vigía constante del estado físico de Freud, cada día más deplo­
mo de sentimentalismo y con plena conciencia de la realidad”9 . Esta
rable. La figura de Schur iba creciendo a medida que el fin se aproxi­
es la versión que da Jones de la conversación final, eutanásica, entre
m a * En ese sentido cabe decir que Schur fue el Fliess de la muerte
de Freud 8. el moribundo y su médico92.
El Capítulo final” de Schur tiene la descripción siguiente: Schur termina su relato de la siguiente manera:

Informé a Anna de nuestra conversación, tal como Freud me ha­


La enfermedad avanzaba, en su curso implacable. Sobre el hueso
bía pedido. Cuando él entró en agonía, le di una inyección de dos
de las mejillas, la piel se volvió gangrenosa, abriéndose una co­
centigramos de morfina. En seguida se sintió aliviado y cayó en
municación entre la cavidad oral y la parte externa. Esto trajo
un sueño tranquilo. La expresión de dolor y sufrimiento desa­
una ligera mitigación del dolor y toda el área se hizo más accesi­
pareció. Repetí esta dosis después de 12 horas. Freud, obviamen­
ble a las aplicaciones de Orthoform, pero el mal olor resultaba
te, estaba tan próximo al fin que entró en coma y nunca más sa­
aún más fuerte. Hubo que cubrir el lecho con un tul, porque el
olor fétido atraía a las moscas88. lió. Murió a las 3 de la madrugada del día 23 de setiembre de
193993.
En una palabra: caquexia. Boca sin bóveda, sin piel.

*9. Schaeffer fue un poeta que escribió un ensayo sobre el fuego, en el


cual cuestionaba la teoría freudiana (The Diary o f Sigmund h reud 1.
8. Recomiendo la lectura del ensayo de Cristina Ferraz sobre el contra­
punto entre Fliess, el médico del autoanálisis de Freud, y Schur, el médico de 1939, editado por Michael Molnar, 1994, Londres, The Freud Museum, pag.
su eutanasia. 296).

497
496
El cuerpo de Sigmund Freud fue cremado en Golder’s Green. Ste- 25. SE, XXIII, pág. 197.
ían Zweig y Ernest Jones pronunciaron las oraciones fúnebres. Sus 26. Patrick J. Mahony, Freud, Técrivaint 1990, París, Les Belles Lettres,
cenizas fueron colocadas en una urna italiana antigua, presente de pág. 36.
Marie Bonaparte; en realidad,, era una vasija para mezclar vino94. 27. SE, XXXIII, pág. 143.
28. Max Schur, op. cit.y III, pág. 621.
29. The Diary of Sigmund Freud 1929-1939, editado por Michael Mol-
nar, 1994, Londres, The Freud Museum.
NOTAS 30. Ibíd., pág. 55.
31. Ibíd., pág. 156.
32. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 471.
1. Ernest Jones, A vida e a obra de Sigmund Freud, 1989, Río de Janei­ 33. The Diary of Sigmund Freud 1929-1939, pág. 187.
ro, Imago, III, pág. 231. 34. Ernest Jones, op. cit.y III, pág. 235.
2. Ibíd. 35. J. Schavelzori, op. cit.y pág. 147.
3. Roudinesco, Historia da psicanálise na Franga. A batalha dos cem 36. M. Schur, “Necrology of Pichler”, Bull. Amer. Association ofPsychoa-
anos, 1986, Río de Janeiro, Zahar, II, pág. 153. nal.y 1949, V, pág. 74.
4. F. Ansermet, “Entretien avec J. A. Miller”, Bloc-Notes de la Psycha- 37. Max Schur, op. cit., III, pág. 622.
nalyse, 1985, París, Navarin. 38. J. Schavelzon, op. cit.y pág. 147.
5. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 232. 39. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 236. ¿
6. Carta de Freud a Arnold Zweig del 28 de junio de 1938, The Letters o f 4 0 .Ibíd.
Sigmund Freud and Arnold Zweig, comp. por Ernst Freud, 1970, Nueva 41. Carta de Martha Freud a las hermanas de Freud del 22 de junio de
York, New York Univ. Press, pág. 164. 1938, Biblioteca del Congreso.
7. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 233. 42. Carta de Freud a Marie Bonaparte del 12 de noviembre de 1938.
8. Maren y Marcelo Viñar, Exilio e Tortura, 1992, San Pablo, Escuta. 43. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 235.
9. O. Mannoni, Freud, el descubrimiento del inconsciente, pág. 145. 44. SE, XXII, pág. 247.
10. Carta de Freud a Marie Bonaparte del 8 de junio de 1938, citado 45. Extracto del procedimento de la Corte Internacional Militar del Pro­
por Max Schur, Freud , vida e agonía , 1981, Río de Janeiro, Imago, III, págs. ceso de Nuremberg, tomo VIII, pág. 360, 27-2-46. (Citado por Harald Leu-
615-6. pold-Lówenthal, “L’émigration de la famille Freud en 1938”, Revue Interna­
11. Carta de Freud a su hermano Alexandre del 22 de junio de 1938, tionale dHistoire de la Psychanalyset 1990, II, pág. 460.)
Sigmund Freud. Correspondencia de amor , 1981, Río de Janeiro, Imago, pág. 46. Carta de Anna Freud a Marie Bonaparte del 8 de setiembre de 1938,
516. citada por Max Schur, op. cit., III, pág. 622.
12. Editorial del British Medical Journal del 11 de junio de 1938, citado 47. SE, XXIII, pág. 300.
por Ernest Jones, op. cit., III, pág. 234. 48. Ibíd.
13. The Lanccty 11 de junio de 1938, pág. 1341, citado por Ernest Jones, 49. Maren y Marcelo Viñar, op. cit.
op. cit.y III, págs. 233-4. 50. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo,
14. Manuscrito de la London School o f Economics, 22 de junio de 1938, Companhia das Letras, pág. 573.
citado por George W. Stocking, Revue Internationale d'Histoire de la Psycha- 51. Ibíd.
nalyset IV, pág. 449. 52. Elisabeth Young-Bruehl, Anna Freud, a Biography, 1988, Londres,
15. Carta de Freud a Stefan Zweig del 20 de junio de 1936, citada por Summit Books, pág. 234.
Ernest Jones, op. cit., III, págs. 238-9. 53. Carta de Freud a Marie Bonaparte del 4 de octubre de 1938, citada
16. Carta de Freud a Eitingon del 6 de junio de 1938, citada por Ernest por Max Schur, op. cit., III, pág. 623.
Jones, ibíd., III, pág. 234. 54. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 236.
17. Leonard Woolf, Downhill all the Wayf 1967, págs. 168-9. 55. Max Schur, op. cit.y III, pág. 625.
18. V. Woolf, The Diary o f Virginia Woolf, 1984, V, pág. 202. 56. Carta de Freud a Eitingon del 19 de diciembre de 1938, citado por
19. SE, XXIII, págs. 144-207. Max Schur, op. cit., III, pág. 624.
20. SE, XXXIII, pág. 142. 57. Max Schur, op. cit., III, pág. 631.
21. SE, XXIII, págs. 271-8. 5 8 .Ibíd.
22. Eduardo Sande, “A metapsicología nao concluida-pérdida de Freud”, 59. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 234.
texto presentado en el Espacio Moebius en setiembre de 1992, Salvador, Bahía. 60. Paul Roazen, Freud y sus discípulos, 1974, Buenos Aires, Alianza,
23. SE, XIX, págs. 143-4. pág. 558.
24. Ibíd., pág. 252. 61. Max Schur, op. cit., III, pág. 631.
62. Ibíd., pág. 632.
498
499
63. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 243.
64. J. Schavelzon, op. cit., pág. 153.
65. Carta de Freud a Eitingon del 5 de marzo de 1939, Max Schur, op.
cit., III, pág. 634.
66. J. Schavelzon, pág. 153.
67. Ibíd., pág. 154.
68. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 247. E P ÍL O G O
69. Carta de Freud a Marie Bonaparte del 21 de abril de 1939, citada
por Max Schur, op. cit., pág. 638.
70. Ibíd., III, pág. 642. Gay, en una extensa nota que cierra su libro, presenta una ver­
71. Carta de Freud a Arnold Zweig del 5 de marzo de 1939, The Letters sión sutil, pero significativamente diferente de la de Schur en Vida e
of Sigmund Freud and Arnold Zweig, pág. 178. agonía. Gay se basa en un memorando inédito del propio Schur, titu­
72. Ibíd. lado “La historia clínica de Sigmund Freud”, del 27 de febrero de
73. Zeferino Rocha, “O trabalho da morte na vida de Freud”, Freud: 1954. Este informe estaba destinado a los Archivos Freud; su finali­
aproximagóes, 1993, Recife, UFPE, pág. 12. dad: servir de a id e-m ém oire para el último capítulo de la biografía de
74. SE, XXII, pág. 27.
Jones. Gay considera que este “Memorando” es más fidedigno; a su
75. George Sylvester Viereck, Glimpses of the Great, 1930, Londres, juicio, tanto la biografía de Schur como la conferencia que dio en
Duckworth, citado por Paulo César Souza, “O valor da vida”, Sigmund Freud
e o gabinete do Dr. Lacan, 1989, San Pablo, Brasiliense, pág. 118. 1964, distorsionan los hechos por motivos de conveniencia legal, per­
76. SE, IV, págs. 207-8. fectamente razonables.
77. Paulo César Souza, ibíd., pág. 118. En primer lugar, este “Fliess eutanásico”, como lo denomina
78. Ibíd., pág. 121. Cristina Ferraz, minimiza el papel de Anna en la hora final. En el
79. Ibíd. “Memorando”, en lugar de “hable con Anna”, se consigna un “Bespre-
80. (/arta de freud a Fliess dei 19 de lebrero de 1899, Correspondencia chen Sie es A n n a ” (“Discútalo con Anna”), lo que no es lo mismo. La
Sigmund Freud-Wilhelm Fliess, comp. por J. M. Masson, 1986, Río de Janei­ hija habría participado en la decisión de la eutanasia. Gay concluye
ro, lmago, págs. 345-6. que “el consentimiento [de Anna] de dar fin al sufrimiento de su pa­
81. Elisabeth Young-Bruehl, op. cit., pág. 238. dre le valió un pesado fardo de culpabilidad”1.
82. Carta de Freud a Marie Bonaparte del 18 de abril de 1939. En segundo lugar, la dosis. Gay sostiene que la dosis de morfina
83. Michael John Tiffany, The Last Tiffany: a Biography of Dorothy Tif- aplicada fue mayor que la que Schur registró en su biografía. Él te­
fany Burlingham, 1989, Nueva York, Atheneum, pág. 274.
mía complicaciones legales por haber practicado la eutanasia. No hay
84. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 248.
85. Ibíd. coincidencia con respecto a las dosis: Schur menciona dos inyeccio­
86. The Diary of Sigmund Freud 1929-1939, pág. 269. nes, y Jones sólo una. Schur, en la carta a Anna del 19 de marzo de
87. Max Schur, op. cit., III, pág. 643. 1954, reconoce haber “consultado con un abogado sobre la cuestión
88. Ibíd., III, pág. 642. de la eutanasia, y que por eso atemperó los datos”2. Según los espe­
89. Carta de Freud a Albrecht Schaeffer del 19 de setiembre de 1939, cialistas consultados por Gay, “una dosis de 3 centigramos sería
Sigmund Freud. Correspondencia de amor, pág. 529. prácticamente letal para cualquier persona”3.
90. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 249.
91. Max Schur, op. cit., III, pág. 445. Por otra parte, resulta inexplicable que sólo en 1939 Lacasagne
92. Ernest Jones, op. cit., III, pág. 249. haya llegado a la conclusión de que la lesión era “bastante sospecho­
93. Max Schur, op. cit., III, pág. 645. sa”, con lo cual, como dice Jones, “el caso p a sa b a a llevar el título fa ­
94. Detlef Berthelsen, Vida cotidiana de Freud (Las memorias de Paula tal de cáncer”. También me parece inexplicable que sólo a Schavelzon
Fichtl).
parezca incomodarlo esta incongruencia kafkiana. Me espanta que
nadie diga: “Un momento: ¿era o no era un cáncer?” Ante semejante
mala práctica médica, ni el valiente Pichler ni el fiel Schur se salvan
de perder el diploma en una Corte Celestial.
Me cuesta creer, por otra parte, que esta seguidilla de desacier­
tos, que comienza con Hajek y Félix Deutsch, pasa por enanos salva­
dores y termina en prótesis monstruosas y radiaciones contraindica­
das, sea fruto exclusivo de la idiotez imperante. En este punto, e

500
propio Freud es imputable: ¿cuál fue su papel en medio de tanta ia-
trogenia? Su relación con los médicos siempre fue problemática. No
era fácil como paciente. En el episodio del “corazón partido”, fue
Breuer, en calidad de médico, él abatido por el fuego cruzado de la
transferencia negativa. Freud, como médico, resultó ser su propio ANEXO
Fliess. Esto es, errático y desacertado
Fue un “trabajo de muerte”. Creo que Freud, como persona, cam­
bió para mejor en esta gesta. No olvidemos mi hipótesis de su pacto Transcribo a continuación las conclusiones de Schavelzon:
fáustico, sellado en torno del sueño de la Inyección de Irma. Con el
cáncer pagó la deuda fáustica. En adelante pudo partir hacia la se­ Sigmund Freud padeció de una enfermedad tumoral no conocida
gunda tópica. El cáncer como punto de mutación*1.
en su época, denominada actualmente papilomatosis florida oral (o
carcinoma verrugoso de Ackerman). Dicha conclusión resulta del es­
tudio de las biopsias y preparados histológicos enviados en consulta
al Dr. Lacasagne, del Instituto Curie de París, desde 1927 hasta
NOTAS
1939.
Además se fundamenta en el análisis de sus lesiones clínicas, in­
1. Peter Gay, Freud, urna vida para o nosso tempo, 1989, San Pablo, terpretadas a través de la “Historia clínica del paciente Freud” que
Companhia das Letras, pág. 653. confeccionó el Dr. Pichler ... así como de las publicaciones de su médi­
2. Citado por Peter Gay, ibíd., pág. 653. co personal, el Dr. Max Schur, y de la desbordante bibliografía inter­
3. Ibíd. nacional.

Nuestro diagnóstico se basa, por lo tanto, en:


1) El aspecto clínico de las lesiones: leucoplasiformes, verrugo­
sas, vegetantes ...
2) El análisis de las imágenes microscópicas.
3) La tendencia, recidivante, pertinaz, con la aparición de nuevas
lesiones en el mismo u otros lugares ...
4) La ausencia de adenopatías metastásicas y de fenómenos de
generalización de la enfermedad.
5) La progresión de las lesiones, que en la etapa final alcanzaron
a invadir el piso de la órbita derecha.
6) La evolución prolongada de la enfermedad.

El desarrollo de la papilomatosis florida oral estuvo tal vez condi­


cionado por la existencia de “factores preneoplásicos” (tabaco, radio-
dermitis crónica, fibrosis cicatrizal) y también por la existencia de le­
siones distróficas ... Es posible que estos factores hayan actuado
aumentando la tendencia recidivante y progresiva, solamente obser­
vable en los casos graves.

Schavelzon llega a la siguiente conclusión:

Las lesiones que presentó Freud probablemente se transforma­


ron en un cáncer típico por la acción carcinogenética de radiaciones
aplicadas en exceso y a lo largo de 13 años.
*1. Recomiendo la lectura de O cáncer como ponto de mutaqao, de Law-
rence Le Shan (San Pablo, Summus).
503
502
IN D IC E D E N O M B R E S

Abel, 149, 150 Atlan, 439


Abraham, Karl, 18, 19, 20, 31, 35, Azar, 391
36, 83, 95, 100, 103, 108, 126,
140, 141, 142, 143, 144, 145, 150, Babinski, 359
159, 161, 167, 171-183, 193, 203, Bach, 39
228, 235, 236, 267, 268, 271, 273, Bagehot, 240
275, 289, 293, 303, 304, 305, 306, Baggs, W., 345
307, 308, 313, 314, 332, 338, 341, Balint,«Michael, 102, 173, 236
350, 351, 352, 353, 354, 355, 356, Balzac, Honorato de, 253
360, 374, 375, 376, 382, 403, 405, Bally, Gustav, 466
417, 459 Barón, Salo W., 461
Accerboni, 474 Bauer, Ida (Dora), 391
Adler, Alfred, 13, 17, 19, 21, 31, 34, Baumeyer, 53
35, 37, 38, 39, 52, 64, 95, 102, ben Sakkai, Jochanan, 472
112, 120, 121, 125, 129, 130, 187, Bennet, E. A., 469
211, 222, 223, 253, 285, 308, 329, Bentham, 331, 414
330, 381, 382, 405 Berchtold, conde, 139, 140
Aichhorn, 179, 398 Bergson, Henry, 88, 109, 223, 241,
Alejandro Magno, 137 323, 490
Alexander, Franz, 173, 230, 236, Berlinck, Manoel, 84, 163, 255
270, 273, 382, 465, 484, 489 Bemardette, de Suecia, 321
Alexandre, 484 Bernays, Edward, 203
Alexandre III, 321 Bernays, Martha, 198, 266
Alexev, Yury, 373 Bernays, Minna, 240, 328, 478
Althusser, Louis, 155, 161 Bernfeld, Siegfried, 203, 280, 363,
✓ Amenhotep IV, faraón, 456, 459 398
9%
Amenofis IV, 18 Bernheim, Hippolyte, 244, 359
Andreas, Friedrich Cari, 117 Bertin, Célia, 321
Andreas-Salomé, Lou, 107, 142, 143, Besaron, Alain, 73
179, 184, 185, 186, 187, 191, 202, Bettelheim, Bruno, 11, 339, 340
203, 204, 205, 238, 287, 323, 328, Bibring, 325
332, 396,414, 455 Binet, 359
Anzieu, Didier, 18, 262, 306 Binion, 119
Aragón, 491 Binswanger, Ludwig, 94, 374, 395
Aristóbulo, 452 Bion, 83, 151, 243
Aristófanes, 229 Birman, Joel, 187, 191, 193
Artapanos, 452 Bizet, Georges, 108
Atkinson, 71 Bjerre, Paul, 110, 111, 235

505
de Saussure, Raymond, 366 Federn, Ernst, 387
Blanc, Frangois, 320 Calvino, 413 Delboeuf, Joseph, 359, 360 Federn, Paul, 95, 189, 382, 383, 387
Bleuler, Eugene, 13, 29, 37, 40, 41, Carloni, 474 Deleuze, Giles, 54, 190, 253, 352 Félix, Marie, 320
52,94, 108,292,374,419 Carlos II, 431 Delgado, Honorio, 357 Fenichel, Otto, 102, 173, 178, 213,
Bloss, Peter, 398, 399 Carlos V, 322 Delp, Ellen, 187 333, 334, 384
Boas, 74 Carotenuto, 8, 11 Derrida, Jacques, 340 Ferenczi, Sandor, 11, 13, 30, 31, 32,
Boehm, 273, 384 Carus, 470 Descartes, René, 413 33, 34, 35, 38, 40, 41, 45, 46, 47,’
Bohr, Niels, 438 Cavour, Corvo, 461 Desen, Paul, 112 48, 49, 64, 65, 66, 72, 76, 77, 82,
Bokanowsky, Thierry, 82 Claparéde, 94 Deuticke, Franz, 40 83, 95, 97, 100, 101, 102, 126,
Bonaparte, Marie, 112, 157, 219, Clark, 352 Deutsch, Félix, 279, 280, 281, 283, 127, 139, 142, 143, 144, 145, 146,
237, 241, 319, 322, 323, 326, 328, Claus, Cari, 235 286, 293, 294, 295, 367, 501 149, 150, 161, 165, 175, 181, 191,
333, 356, 367, 377, 396, 438, 448, Clausewitz, 137, 433 Deutsch, Helen, 178, 180, 189, 190, 193, 197, 213, 222, 230, 231, 236,
472, 476, 477, 482, 483, 489, 491, Cleopatra, 350 193, 201, 219, 237, 268, 280, 296, 237, 244, 246, 253, 266, 267, 271,
492, 495, 498 Cohén, Hermann, 373 328, 332, 344, 396 274, 279, 289, 303, 304, 306, 307,
Bonaparte, Napoleón, 319 Comte, Auguste, 414 Dietrich, Marlene, 116 339, 344, 355, 356, 363, 368, 376,
Bonaparte, Pierre, 320 Concetta, Ethel, 474 382, 383, 387, 401, 403, 404, 405,
Draper, 377
Bonaparte, Rolland, 321 Cook, 322 432, 493
Du Bois-Raymond, 414
Bonnet, 115 Cooper, 243, 388 Durig, Alfred, 362 Fermi, Enrico, 434, 435
Borges, Jorge Luis, 339 Copérnico, 235 Durkheim, Emile, 69 Ferraz, Cristina, 414, 501
Bragg, William, 477 Cotet, 346 Duyckaerts, 360 Feuerbach, Ludwig, 246, 363
Braine, Cárter, 487 Curie, Marie, 175 Dziak, John, 373 Fichtl, Martha, 488
Brandt, 339 Cuvier, 166 Fichtl, Paula, 488
Brentano, Franz, 413
Ebbinhaus, Hermann, 112 Fisher, 358
Breuer, Josef, 126, 155, 241, 308, Chamberlain, 490, 495 Eckstein, Emma, 8, 18, 127, 284 Flaubert, Gustave, 360
309,313, 328, 357, 502 Charcot, Jean Martin, 40, 81, 198, Ecksterman, Abram, 151 Flechsig, 53, 54, 55, 56
Briand, Aristide, 323 241, 292, 322, 328, 482 Eder, David, 399 Fleischl, 230, 292, 358
Brierley, 339 Charcot, Jeanne, 186 Edipo, 457 Flem, Lydia, 203, 391
Brill, Abraham Arden, 96, 97, 110, Charleroi, 140 Einstein, Albert, 246, 357, 433, 434, Fliess, Robert, 161
127, 339, 364, 365, 366, 402 Chase, 346
435, 438, 439 Fliess, Wilhelm, 8, 19, 37, 39, 47, 48,
Brooke, Rupert, 342 Chauvelot, Diana, 46, 48, 49, 119, Eissler, 121, 457 49, 52, 82, 100, 103, 124, 149,
Brown, Norman, 424 • 120, 185
Eitingon, Max, 35, 38, 40, 94, 95, 97, 158, 172, 173, 195, 198, 230, 258,
Brücke, Ernst, 103, 124, 292, 414 Chiosa, 253
100, 101, 139, 141, 145, 172, 173, 280, 284, 294, 329, 331, 353, 354,
Brüner, Franz, 39 Christian IX, 321
174, 181, 202, 207, 237, 295, 296, 358, 360, 414, 430, 439, 494, 496,
Brüner, Gustav, 39 Christie, Agatha, 293, 376
301, 303, 305, 306, 362, 367, 373- 502
Brunswick, Ruth Mack, 218, 219, Chulez, Josefina, 196 380, 384, 396, 401, 402, 403, 404, Fluss, Eleonora, 69
325, 328, 396, 429 Churchill, Winston, 142, 345, 378 411, 449, 469, 471, 485, 491, 492 Flynn, Errol, 323
Buber, Martin, 332
Ellenberger, 316, 329 Ford, Henry, 84
Bucuré, Norberto, 217, 218 Da Vinci, Leonardo, 51, 81, 450 Ellis, Havelock, 129 Forel, Augusto, 29, 54, 359
Buffon, 166 Daladier, 490
Elton, Charles, 410 Forzano, Giovacchino, 474
Bullitt, William, 448, 449, 450, 451, Dalal, 468
Engels, Friedrich, 274 Franco, 378
452, 473, 476, 482 Dalí, Salvador, 58, 357, 484, 485 Enriques, 432, 459, 460 Franz, Kurt, 489, 490
Burlingham, Dorothy, 328, 394, 396, Darwin, Charles, 67, 71, 73, 103, Erikson, Eric, 24, 288, 304, 398 Frazer, James, 67, 68
398,474, 476, 495 166, 235, 292,414,483 Freud, Anna, 13, 103, 104, 112, 176,
Eupolemo, 452
Burlingham, Michael, 197, 394 Darwin, Erasmo, 166, 167 177, 178, 180, 195-210, 252, 267,
Exner, George, 487, 488, 492
Burt, Cyril, 179 De la Warr, lord, 483 274, 281, 283, 292, 295, 316, 317,
de la Tourette, Gilíes, 359 Federico VIII, 321 325, 327, 328, 355, 360, 367, 383,
Caleb, 455 de Saussure, Ferdinand, 149
507
506
384, 386, 391-409, 414, 448, 476, Graf, Max, 39, 203 Himmler, 473 289, 292, 293, 294, 303, 304, 306,
477, 478, 482, 490, 491 Graf-Nold, Angela, 175, 176 Hindenberg, Gral., 143 307, 310, 313, 327, 328, 333, 334,
Freud, Emmanuel, 484 GrafT, James, 137 Hirschfeld, 35 338, 339, 340, 342, 343, 344, 345,
Freud, Ernst, 143, 483, 488, 489 Gramsci, 399 Hitler, Adolf, 247, 248, 300, 373, 346, 347, 350, 353, 354, 355, 356,
Freud, Heinele, 286 Groddeck, Georg, 181, 230, 231, 252, 384, 423, 433, 434, 466, 467, 468, 359, 367, 376, 383, 384, 385, 386,
Freud, Jacob, 417, 460 253, 254, 255, 257, 258, 268, 304, 469, 471, 476, 483, 487, 490, 495 400, 401, 402, 403, 404, 405, 406,
Freud, Martha, 195, 478, 482 314 Hitschmann, Eduard, 39, 141, 367 416, 448, 452, 469, 472, 474, 475,
Freud, Martin, 141, 285, 474, 475, Gropius, Walter, 107 Hoare, Samuel, sir, 477 476, 477, 478, 482, 483, 488, 492,
478, 489 Grosskurth, Phyllis, 77, 181, 267, Hobbes, 69, 431, 432 493, 495, 496, 497, 498, 501
Freud, Matilde, 478, 489 268, 275 Hollitscher, R., 478 Jones, Herbert, 13
Freud, Oliver, 143, 173, 174, 489 Grote, L. R., 292 Homero, 452 Jones, Thomas, 98
Freud, Rosa, 490 Grotjahn, Martin, 252, 254 Honegger, 31 Jorge I, 321
Freud, Sam, 484 Grubrich-Simitis, Ilse, 161, 166 Horney, Karen, 332, 333 Josefo, 452
Frink, 393 Guattari, 54, 253 Hornstein, Luis, 88, 439 Josué, 455
Frisch, Martha, 184 Guillaumin, 391 Horsley, Victor, 98 Jung, Cari Gustav, 7, 8, 9, 10, 11,
Fromm, Erich, 465 Guillermo, káiser, 138 Hug-Hellmuth, Hermine, 175, 176, 13, 14, 15, 17, 18, 19, 20, 21, 22,
Fry, Roger, 341 Guillot, Hendrik, 113, 114, 117, 118 177, 178, 179, 180, 203, 268, 274, 23, 24, 25, 29, 30,31,32,36, 37,
Furtmüller, 39 328, 360, 382 39, 40, 41, 49, 51, 55, 65, 66, 67,
Habermas, 470 Hull, Cordel 1, 473 83, 87, 90, 91, 94, 95, 97, 99, 100,
Garbo, Greta, 352 Hajek, Markus, 280, 281, 282, 283, Hunter, Richard, 53, 61 . 101, 102, 108, 109, 114, 125, 127,
Garcia-Roza, 441, 444 284, 294, 295, 296, 297, 378, 501 Huxley, Thomas, 103, 414 129, 130, 151, 156, 158, 167, 171,
Gardiner, Muriel, 219 Halban, 325, 326 Hye, Barón, 39 172, 175, 187, 189, 198, 203, 211,
Garma, Ángel, 173 Halberstadt, Max, 197, 231, 395, 216, 219, 222, 223, 230, 242, 262,
Gauger, K., 467 396, 489 Ibsen,119 270, 273, 276, 304, 308, 329, 344,
Gay, Peter, 7, 13, 19, 51, 72, 76, 86, Hall, Stanley, 29 Ignacio de Loyola, San, 59 358, 374, 375, 376, 377, 387, 388,
124, 128, 139, 199, 200, 202, 213, Hammerschlag, Anna, 198 Indra, Alfred, 477, 492 403, 405, 411, 419, 423, 424, 429,
225, 228, 241, 252, 280, 296, 309, Hammerschlag, Samuel, 195 Isaacs, Susan, 274, 304, 401 444, 465, 466, 467, 468, 469, 470,
313, 350, 373, 376, 377, 378, 414, Hannah, Barbara, 468 482
415, 428, 449, 452, 468, 469, 501 Hanold, 56, 286 Jackson, Edith, 396 Jung, Emma, 37
Geissmann, 266 Hansum, Knut, 112 Jackson, Hughlings, 313
Gertrude, Martha, 393 Hartmann, Heinz, 173, 178, 229, Jaffé, Aniela, 469 Kafka, Franz, 295, 296
Gide, André, 236 242,316,317 James, William, 359 Kann, Loe, 77, 101, 198, 200
Gilbert, Yvette, 357, 359 Hattinberg, 351 Janet, Pierre, 75, 98, 100, 101 Kanner, Leo, 270
Gilder, Rodman, 394 Hearst, Randolph, 351 Jekels, Ludwig, 189 Kant, Immanuel, 413, 445, 490
Giovacchini, 339 Hegel, Georg, 109, 433 Jennings, Emil, 120 Karanjian, Varaztad, 429
Gladstone, 450 Heidegger, Martin, 443, 469 Johnson, Paul, 248 Kardiner, 203
Glover, Edward, 171, 173, 191, 236, Heine, Heinrich, 38 Jones, Ernest, 11, 13, 14, 18, 20, 22, Katz, Chaim Samuel, 448, 451
274, 275, 367, 382, 385, 405, 434 Hell, Josef, 248 29, 31, 32, 37, 38, 39, 46, 51, 64, Kaufmann, 415
Goebbels, 473 Heller, Hugo, 41, 120 75, 76, 77, 83, 87, 94, 95, 96, 97, Keynes, Maynard, 341
Goering, Hermann, 465 Hellmuth Hug, Rudolf Otto, 177 99, 100, 101, 102, 103, 107, 108, Khan, Masud, 405
Goering, Mathias Heinrich, 465, Heráclito, 439 109, 110, 112, 124, 127, 128, 132, Klein, Arthur, 266
466, 469 Herón de Alejandría, 440 137, 140, 141, 142, 143, 144, 145, Klein, Hans, 275
Goethe, Johann Wolfgang, 14, 73, Herzl, Theodor, 453 150, 153, 155, 174, 181, 191, 193, Klein, Melanie, 104, 130, 153, 174,
127, 156, 166, 292, 455 Hesíodo, 452 199, 200, 203, 204, 207, 231, 232, 175, 176, 177, 178, 180, 197, 203,
Goldwyn, Samuel, 350, 351 236, 240, 253, 258, 260, 267, 270, 207, 229, 252, 256, 260, 266-291,
Heydrich, Reinhard, 373
Gomes, Márcio, 378, 379 273, 274, 280, 282, 283, 284, 288, 304, 317, 333, 360, 367, 381, 385,
Hilferding, Margarete, 39, 176, 328

508 509
397, 398, 399, 400, 401, 403, 404, Leandri, 321
405, 406,412,414, 432, 477 Leonardo, 448 Mezan, Renato, 64, 67, 77, 142, 222, Obendorf, C., 393
Klemperer, 39 Leonhard, Wolfgang, 376, 378 245, 260, 416 Odier, 173
Kijapp, H., 29 Lessing, Gotthold, 346 Michaud, G., 54 Oppenheimer, 39, 285, 435
Knickerbocker, H. R., 467 Miguel Ángel, 124, 125, 456 Orlov, 378
Levi-Strauss, Claude, 69, 445
Koerber, 35 Linneo, 166 Mili, Stuart, 328 Ornston, 339
Kohler, Wolfgang, 41 Lippman, Walter, 138 Miller, Gérard, 450, 452 Oseas, 455
Kotov, 379 Locke, John, 432 Miller, gral., 377
Kraepelin, 52, 212 Miller, Henry, 309 Pabst, Georg Wilhelm, 352
Loewenstein, 484
KrafTt-Ebing, 67, 186 Milner, Marión, 25, 405, 413 Palos, Elma, 77
Loewi, Hilde, 190, 191
Krauss, Werner, 353 Mitchell, Antoinette, 133, 241 Palos, Gizela, 344
Lombroso, 240, 359
Kress-Rosen, 11 Mitchell, Juliet, 329, 330 Paskauskas, A. R., 377
Lopes, Syra Tahin, 286
Kreuzlingen, 21 Low, Barbara, 179 Moebius, 328, 329 Pauly, 165
Krikalev, Sergei, 137, 138 Moisés, 36, 453, 457 Pavlov, Ivan P., 41
Lowenstein, Rudolph, 242, 323
Kris, 242, 258, 325 Molnar, Michael, 379, 429 Payne, Sylvia, 274, 405
Lubitsch, 352
Kristeva, Julia, 158 Money-Kyrle, R., 385, 470 Paz, Octavio, 339
Lucrecio, 440
Kronfeld, 351 Monod, Jacques, 440 Peale, Norman Vincent, 71
Ludovika, Hermine Wilhelmina, 175
Krüll, 455 Monod-Herzen, 357 Peres, Shimon, 137
Lueger, Karl, 247
Krupp (flía.), 138 Moreau-Ricaud, M., 346, 347, 375, Perón, Juan Domingo, 243, 247
Lyotard, 435
Krupp, 141 377 Peters, H. F., 111, 113, 114
Kun, Beia, 269 Moreno, Jacob Levy, 41 Petrov, Sergei (El hombre de los
Macalpine, Ida, 61, 53
Morphy, 104 lobos), 86, 113, 136,211-221
Maclean, O., 175
La Fontaine, 418 Mounet-Sully, 321 Pfister, Oscar, 14, 83, 91, 94, 108,
Maclouglan, 89
Lacan, Jacques, 17, 24, 33, 34, 40, Müller-Braunschweig, 384 109, 110, 176, 178, 253, 299, 360,
Maday, 39
48, 54, 56, 58, 61, 73, 78, 84, 88, Murphy, Newton, 361 362, 363, 375, 419, 420
Maeder, A., 25, 94, 285
89, 129, 151, 227, 236, 260, 262, Mussolini, Benito, 248, 467, 474, Piaget, Jean, 11, 274
Maenchen, 476
270, 334, 339, 355, 382, 405, 428, 475 Picbler, Hans, 281, 296, 297, 300,
Mahler, Alma, 107
431, 433, 442, 443, 444, 445, 482 Muthmann, 9 312, 350, 355, 378, 411, 424,
Mahler, Gustav, 107, 108, 109
Lacasagne, 282, 492, 503 425, 458, 487, 488, 492, 501,
Mahony, P., 313, 339, 346, 426, 487
Lacoste, Patrick, 431 Nácke, Paul, 129 503
Malcolm, Janet, 60
Ladame, Paul-Louis, 359, 360 Napoleón, 246 Pick, Daniel, 433
Malinowsky, Bronislaw, 74, 75, 323,
Laforgue, René, 323, 324, 377 Nasio, Juan David, 157, 286 Pineles, Zamek, 112, 117
484
Laing, R. D., 243, 388 Nerón, 470 Platón, 22, 30, 69, 229, 239, 261,
Maneto, 452, 455
Lamarck, Jean-Baptiste, 73, 165, Neumann, 351 262, 441, 445, 452
Mann, Thomas, 94, 472
166, 167 Newton, Isaac, 483 Plevitskaya, 377
Mannoni, Octave, 253
Lampl, Hans, 203 Nicolás I, 321 Poincaré, R., 222, 241, 323
Maquiavelo, 452
Lampl-de-Grot, Jeanne, 104, 237, Niederland, William G., 53, 54, 55, Pontalis, J. B., 90, 129, 215, 216,
Marcinowsky, 31
238, 332 58, 59, 60 227, 255, 256, 258, 339
Marco Antonio, 350
Landauer, Karl, 159 Nietzsche, Elisabeth, 119 Postel, J., 212
Marett, R. R., 67, 71, 74
Lang, Fritz, 352 Nietzsche, Friedrich, 25, 110, 112, Prigogine, I., 439, 440
Marx, Karl, 69, 246, 247, 249, 274,
Langer, Marie, 387 114, 115, 116, 117, 142, 184, 252, Prince, Morton, 98, 393
388,413,414,419 Proudhon, Pierre-Joseph, 419, 433
Laplanche, Jean, 90, 129, 215, 216, McCormick, 37 257
255, 256, 258, 262, 268, 316, 339 Nin, Anais, 309 Putnam, James Jackson, 108, 109,
McDougall, William, 236, 238
Le Bon, Gustave, 238, 240, 241, 242, Noire, Victor, 319 110, 112, 127, 199
Mead, Margaret, 71
243, 248, 322, 323 Mesmer, Franz, 244, 388 Nolte, Emst, 470
Le Guen, Claude, 77, 454 Nunberg, Hermann, 189, 260, 367 Rabelais, Fran^ois, 253
Meynert, Th., 292 Radcliffe-Brown, Alfred, 74
Numenio de Apamea, 452
510
511
Radó, Sandor, 173, 236, 269, 273, Roosevelt, Franklin, 434, 435, 475, 282, 283, 28, 297, 300, 325, 353, Storfer, 353, 354
356, 403 495, 473 411, 414, 458, 471, 476, 478, 487, Strachey, Alix, 175, 235, 236, 267
Raigorodsky, Mirra Jacovleina, 377 Rosemberg, Franz, 453 488, 491, 492, 495, 496, 497, 501, 269, 273, 274, 319, 341, 344, 347*
Rank, Otto, 39, 77, 95, 97, 100, 120, Rosenfeld, Eva, 395, 398 503 367, 375, 485
142, 143, 181, 187, 268, 272, 274, Rosenfeld, Herbert, 268 Schwartz, Stephen, 373, 376, 377, Strachey, James, 102, 150, 158, 2 1 1 ,
288, 289, 293, 303-311, 315, 316, Roudinesco, Elisabeth, 33, 73, 101, 378 229, 236, 314, 315, 338-349, 367,’
324, 344, 352, 360, 367, 375, 382, 126, 241, 246, 319, 320, 324, 375, Searl, Nina, 399 404, 405, 406, 486
383, 394, 401, 403, 414, 455 387, 405, 451, 452 Segal, Hannah, 266, 270, 272 Strachey, Lytton, 341, 343, 346
Ranzy, 346 Rousseau, Jean Jacques, 241, 431, Seleznick, 23 Strachey, William, 341
Rapoport, Vitaly, 373 432 Seligman, Charles, 74 Strindberg, 112
Rappaport, David, 236 Roustang, 30, 77, 78, 102, 190, 193, Sellin, Ernst, 455 Suárez, George, 323
Rappen, 175 246, 246, 253 Seys-Inquart, Arthur, 472 Sulloway, Frank J., 15
Rée, Paul, 110, 112, 114, 115, 117, Russell, Bertrand, 341, 346 Shakespeare, William, 104, 341 Sweester, Ruth y Arthur, 394, 395
118 Rycroft, 25 Sharpe, Ella, 274 Swift, 253
Reich, Wilhelm, 15, 178, 275, 344, Shaw, Bernard, 346 Swoboda, Hermann, 39
356, 381-390,417 Sablik, Karl, 362 Shusschnigg, Kurt, 471, 472 Szilard, Leo, 434
Reik, Theodor, 108, 127, 173, 359, Sachs, Hanns, 38, 39, 77, 97, 100, Sidis, Boris, 98
360, 361, 367, 394 142, 144, 173, 181, 269, 280, 296, Sighele, 238, 240 Tagore, Rabindranath, 357
Reis, Ignace, 373 303, 352, 353, 355 Silberer, Herbert, 156, 361, 383 Taine, Hyppolyte, 240
Reizes, Moriz, 266 Sade, 431 Silberstein, 65 Tandler, Julius, 362, 418
Rembrandt, 107 Sadger, Isidor, 39, 57, 95, 108, 127, Simmel, Ernst, 145, 172 Tarde, G., 240
Renán, Ernest, 413 128, 129, 176, 328, 367 Skobline, 377 Tardieu, André, 323
Ribot, 241, 323 Samuels, Andrew, 65, 470 Smirnow, 489 Tasso, Torcuato, 228
Rickmann, John, 274, 344, 367, 405 Sande, 486 Smith, Robertson, 71, 76 Tausk, Hermann, 184
Rieff, Philip, 239, 241, 261, 330, 331, Sarkis, 391 Sócrates, 22, 109 Tausk, Victor, 11, 59, 95, 127, 145,
411,416, 470 Sartre, Jean-Paul, 212, 294 Sokolnicka, Eugénie, 178 180, 184-194, 230, 253, 254,
Rigaud, 282 Sauerwald, 477 Souza, Aurelio, 130 268, 296, 344, 361, 382, 383,
Riklin Júnior, Franz, 468, 469 Sayers, Dorothy, 293 Spencer, Herbert, 414 387, 388
Rilke, Rainer María, 41, 94, 112, Scháchtener, Miska, 48 Spielrein, Sabina, 7, 8 , 9, 10, 11, 77, Thom, René, 442
118, 119, 144 Schaeffer, 497 91, 127, 223, 344 Thomas, Hugh, 378, 379
Ritter, 55 Schatzman, Morton, 60 Spitz, René, 236, 260, 304 Thomson, J. J., 139
Ritvo, Lucille, 242 Schavelzon, José, 281, 282, 283, 284, Sprott, 346 Thoreau, Henry, 110
Riviére, Joan, 178, 236, 238, 272, 294, 295, 488, 491, 492, 495, 501, Ssawely, 112 Tiffany, Charles, 394
274, 344, 344, 346, 347, 385, 400, 503 Stalin, 377, 495 Tito, 472
401 Schiller, Friedrich von, 24, 108 Stegmann, Arnold, 31, 60 Tomás de Aquino, Santo, 413
Riviére, Pichón, 85, 185, 240, 267 Schmideberg, Melitta, 274, 405 Stein, Conrad, 91 Tónnies, Ferdinand, 112
Roazen, Paul, 38, 99, 102, 120, 175, Schnitzler, Arthur, 112 Steinach, Eugene, 299 Trotsky, León, 373, 378
184, 185, 187, 189, 190, 192, 193, Schopenhauer, Arthur, 228, 330 Steiner, Max, 279, 283 Trotter, Wilfred, 75, 98, 238, 240,
386, 450, 452, 469, 492 Schott, Ada, 267, 270 Steiner, Riccardo, 39, 98, 99, 347 243, 477, 492
Robert, Marthe, 119, 216, 217, 309, Schreber, Daniel Gottlieb Moritz, 53 Stekel, Wilhelm, 18, 21, 31, 34, 95, Trude, 269
331, 350, 360, 460, 461, 462 Schreber, Daniel Paul, 23, 48, 51-63, 100, 101, 149, 156, 180, 186, 187, Turgueniev, Iván, 112
Rodin, Auguste, 112 64, 67, 108, 152, 154, 418, 448, 223, 252, 361, 374 Turner, Joseph Mallord William,
Roheim, Geza, 71, 76, 236 451 Sterba, Edith, 398 488
Roiih, Estelle, 119, 121,331 Schroeder, 300, 425 Stern, Fritz, 248 Tylor, sir Edward Burnett, 67, 75
Rolland, Romain, 110, 357, 358, 489 Schultz, 351 Stern, William, 177
Romanov, Olga, 321 Schur, Max, 193, 218, 223, 279, 280, Stierlin, H., 248 Ulloa, Femando, 324

512 513
Unamuno, Miguel de, 393 Wiley, John Cooper, 432, 473, 474,
Urbantschitsch, Rudolf, 306 476
Wilm, Louise, 113
van Emden, 359 Wilson, Thomas, 51
van der Post, Lauren, 469 Wilson, Colín, 14, 20
ÍNDICE DE OBRAS DE FREUD
Verne, Julio, 138 Wilson, Hugh Robert, 448, 449, 450,
Viereck, George, 222, 228, 494 451, 452, 473
Villa, Pancho, 451 Winnicott, Donald, 25, 61, 226, 304,
Cinco conferencias sobre psicoanáli­ 310, 412, 448-464, 454, 456, 457,
Vitz, S. C., 219 405, 406,413
sis , 351 458, 460, 461, 493
von Frankenstein, 246 Wittels, 34, 232 Conferencias de introducción al psi­ Nuevas conferencias de introducción
von Freund, 279 Wittgenstein, Ludwig, 239
coanálisis, 235, 316, 323, 330 al psicoanálisis, 259, 416, 438
von Nepallek, 107 Wolf, 356
Construcciones en psicoanálisis, 453 Presentación autobiográfica, 292,
von Ribbentrop, 495 Wollstonecraft, 328 “De la historia de una neurosis in­ 293, 454
von Bülow, Frieda, 332 Woolf, M., 72
fantil", 2 1 1 - 2 2 1 Proyecto de una psicología para neu­
von Freund, Antón, 230, 231, 354 Woolf, Leonard, 341, 485
El delirio y los sueños en la «Gradi- rólogos, 315
von Freund, Tony, 41 Woolf, Virginia, 341, 485
va» de W. Jensen, 454 Psicología de las masas y análisis
von Meysenburg, Malwida, 114 Wrefel, Franz, 295, 296
“El Moisés de Miguel Angel”, 461 del yo, 31, 235-251, 415, 428, 450
von Salomé, Gustav, 113 Wundt, Wilhelm, 70
El malestar en la cultura, 24, 48, 70, Psicopatología de la vida cotidiana,
von Weizsácker, Víctor, 473
358, 412, 415, 418, 423-437, 457, 41, 57, 340, 454
Yashuda, Abraham Shalom, 461
458 ¿Pueden los legos ejercer el análisis?,
Wagner, Richard, 38, 112 Young-Bruehl, Elisabeth, 177, 197,
El porvenir de una ilusión, 14, 293, (Laienanalyse) 362, 405, 418, 419
Wagner-Jauregg, Julien, 186 275, 301, 396, 398, 399
358, 410-422, 425, 426, 427, 430, Sammlung kleiner Schriften zur
Wallon, H., 262
454, 457, 458 Neurosenlehre (“Colección de pe­
Wasermann, Jacob, 118 Zajic, Ménica, 455
El yo y el ello, 151, 229, 256, 259, queños artículos relacionados
Watson, John, 41 Zetzel, Elisabeth, 392
260, 261, 262, 271, 279, 304, 399, con la teoría de las neurosis"), 40
Weininger, 329 Ziehen, Theodor, 41, 212
486 Schriften zur angewandten Seelen-
Weiss, Edoardo, 204, 474 Zilboorg, 230
Ensayos preparatorios de metapsico- hunde (“Textos de psicología apli­
Weizmann, Chaim, 484 Zola, Émile, 238, 240
logia, 150 cada”), 40
Wells, H. G., 138, 346, 484, 490 Zweig, Arnold, 449, 453, 454, 458,
Esquema del psicoanálisis, 166, 487, Sobre las afasias, 313
Wernecke, 41 461,483, 493
490, 492, 486 Thomas Woodrow Wilson: un estu­
Wertheimer, Max, 41 Zweig, Stefan, 115, 179, 357, 485, 498
Estudios sobre la histeria, 81, 448 dio psicológico, 41, 448, 450, 451
Inhibición, síntoma y angustia, 312- Tótem y tabú, 33, 41, 64-80, 131,
318, 399, 406, 426 238, 239, 245, 410, 411, 412, 417,
La interpretación de los sueños 428, 455, 456, 458, 484
(Traumdeutung), 20, 33, 39, 77, Tres ensayos de teoría sexual, 128,
81, 151, 152, 198, 214, 239, 253, 129, 152, 159, 229, 314, 338, 340,
256, 284, 285, 304, 313, 314, 430, 457
330, 338, 347, 423, 426, 486, 494 “Puntualizaciones psicoanalíticas so­
“Manuscrito E", 314 bre un caso de paranoia (Demen -
Más allá del principio de placer, 24, tia paranoides) descrita autobio­
41, 71, 8 8 , 151, 173, 222-234, gráficamente", 51-63
242, 256, 257, 261, 299, 426 Un recuerdo encubridor de Leonardo
Moisés y la religión monoteísta, 18, da Vinci, 325, 340

515
514
INDICE GENERAL

CAPÍTULO 33. EL TIEMPO DE LOS TRIÁNGULOS............................. 7

Sabina Spielrein. El mito de Siegfried. El triángulo de Freud, Sabina,


Jung. Sabina Spielrein y la pulsión de muerte. Sabina Spielrein en el
panteón de las feministas. Triángulos escalenos con Elma, Loe, etc.
Elma, hija de Gizella Palos. El caso con Elma. El caso de Loe Kann.
Los dos Jones. Freud se transformaba al hablar de sexualidad. Jung
no era un buen administrador. Wandlungen II. Interpretación jun-
guiana del incesto. El malentendido de Kreuzlingen. Segundo desma­
yo de Freud. Jung comienza a alejarse. Renuncia de Jung. Finalmen­
te, la guerra. Jung huele sangre. Final de la relación de Freud con
Jung. Jung habla de lo doloroso que fue el alejamiento. Jung lleva a
Freud a revisar su teoría de la libido. El inconsciente fue un minué
metapsicológico. Los sueños según Jung.

CAPÍTULO 34. ADLER Y EL GOLPE DE NUREMBERG...................... 29

Segundo Congreso Psicoanalítico de Nuremberg. Tiempos triunfalis­


tas. La liga antialcohólica. Incompatibilidad de democracia y psicoa­
nálisis. Salzburgo fue un congreso científico; Nuremberg, un congreso
político. Informe de Ferenczi. Guerra de guerrillas. Ferenczi hace la
autocrítica del psicoanálisis. Roudinesco y la democracia. “Me niegan
hasta la ropa que llevo puesta”. El Danubio siempre le pareció lodoso.
Adler, presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Viena. Stekel, vice­
presidente. Duplicidad chocante en las cartas a Abraham y Jung.
Freud desbordaba alegría cuando hablaba de Jung. Adler no se con­
soló. Diferencias científicas de Adler. Presidencia de Adler. Crítica
teórica a Adler. La excomunión de Judas. Freud sabía ser cruel. Ad­
ler, un Fliess redivivo. Renuncia de Adler. La explosión de la “Causa”
psicoanalítica. Historia editorial.

CAPÍTULO 35. ¿QUÉ SUCEDIÓ EN SIRACUSA?.................................. 45

El viaje a Siracusa. Freud no puede ser feliz. ¿Qué sucedió en Siracu-


sa? El complejo filial de Ferenczi. Ferenczi como passeur. Freud que­
ría hablar del demonio Fliess.

517
CAPÍTULO 36. ASESINATO DE ALMAS 51
Tres “curas” relámpago de Freud. Putnam. Putnam funda la Asocia­
El “caso Schreber”. La demencia precoz, la parafrenia y la esquizo­ ción Psicoanalítica Americana. Bjerre. Lou Andreas-Salomé. El re­
frenia. Historia de Schreber. Infancia de Schreber. La segunda en­ cuerdo de Lucía Morawitz. Lou Andreas-Salomé y sus grandes hom­
fermedad de Schreber. Suicidio del hermano de Daniel Paul. Schre- bres. Louise Andreas-Salomé. Guillot. El hermano Rée. Nietzsche.
berismos. La fórmula de la paranoia. Revisión de Niederland. El Foto que congela el psicodrama. Zaratustra. Freiedrich Cari Andreas.
“asesinato de almas”. Rilke. La hechicera de Hainberg.

CAPÍTULO 41. SOBRE BOMBAS Y PEDOS............................................. 124


CAPÍTULO 37. EL LIBRO DE LOS MITOS.............................................. 64

El Moisés de Miguel Ángel. La interpretación por Freud del gesto de


La imagen del padre se problematiza. La religión es la neurosis obse­
siva de la humanidad. La metáfora del túnel. Freud se vuelve hacia Moisés. Moisés, historia de un hijo bastardo. Historia del movimiento
psicoanalítico. Elogio a Breuer. El Profesor era cauteloso para citar a
los aborígenes australianos. T ó tem y ta b ú . El tabú, una cuestión del
su discípulo. Jung no vale ni un pedo. Sobre el narcisismo. El sh o w
padre. El horror al incesto. La suegra, símbolo universal de la “ambi­
case del narcisismo es el delirio megalómano. La metáfora de la ame­
valencia totémica”. El tabú y la ambivalencia de los sentimientos.
ba. El ideal del yo. Yo ideal y yo actual. La doble elección de objeto. El
Tres tabúes esenciales. Animismo, magia y omnipotencia del pensa­
miento. El retorno infantil del totemismo. Acto criminal memorable. gran amor es sólo cosa de hombres.
¿Cómo fue recibido T ó tem y ta b ú ? La polémica con Malinowsky. T ó ­
CAPÍTULO 42. TIEMPOS DE GUERRA................................................... 136
tem y ta b ú , pieza del autoanálisis de Freud. Comida totémica de los
Señores del Anillo.
El Archiduque, príncipe autoritario. Sarajevo, antes y hoy. La vuelta
CAPÍTULO 38. ARTÍCULOS TÉCNICOS...................... :.......................... 81
al mundo en ochenta días. El Káiser da el salto del gato sobre la neu­
tral Bélgica. Entusiasmo inicial por la declaración de guerra. Toda mi
libido está entregada al Imperio Austro-Húngaro. Freud tuvo tres co­
Las perspectivas futuras de la técnica psicoanalítica. La contratrans­
rresponsales de guerra. La muerte y nosotros. Quinto Congreso Psi­
ferencia implica autoanálisis. Diario clínico-técnico. El manejo de L a
coanalítico Internacional. Las Potencias Centrales consideraban que
in terp reta ción d e los su e ñ o s en el psicoanálisis. Recomendación a los
había una oportunidad. Simmels, neurosis de guerra. Freud: líneas
médicos que ejercen el psicoanálisis. Sobre el inicio del tratamiento.
de avance en la terapia psicoanalítica. La estrella del húngaro brilla­
El papel del dinero. Qué, cómo y cuándo interpretar. El “psicoanálisis
silvestre”. Recordar, repetir y reelaborar. Olvidar para poder recor­ ba. Rank volvió cambiado de las trincheras. Tola Rank.
dar. La dinámica de la transferencia. La transferencia como resisten­
CAPÍTULO 43. METAPSICOLOGÍA Y METABIOLOGÍA...................... 149
cia. Tres tipos de transferencias. Observación sobre el amor de trans­
ferencia.
La serie de artículos metapsicológicos. La significación antitética de
las palabras primitivas. Pulsiones y destinos de pulsión. Formulacio­
CAPÍTULO 39. LOS SEÑORES DEL ANILLO........................................ 94
nes sobre los dos principios. Algunas observaciones sobre el concepto
de inconsciente. Las pulsiones y sus vicisitudes. Pulsión: transforma­
en el hotel del lago. El “Grupo Freud” suizo. Primer Con­
R e n d e z -u o ü s
ción en lo opuesto. Pulsión: vuelta contra el sujeto. Represión. Lo in­
greso en Salzburgo. Jones crea una ilusión de omnipresencia. Sadger
consciente. Suplemento metapsicológico. Carácter egoísta de los sue­
y la homosexualidad. Jung: la noche de inanidad. Fin de una época.
ños. La transitoriedad. Duelo y melancolía. Abraham y la melancolía.
Jones y Brill viajan a Viena. Freud desconfía del galés. Brill era un
El trabajo psíquico del duelo. La manía. La tercera hoguera. Neurosis
ambicioso judío apátrida. Batman y Robin forman una pareja ideal.
de transferencia. Una síntesis. La fantasía filogenética. Freud y Fe­
Trotter. Jones va creciendo dentro de la institución. Jones, presidente
renczi entretejen una “utopía iluminista”. Thalassa. Lamarck. Freud
del Comité Secreto. La gran batalla entre Janet y Jones. Jones se
analiza con Ferenczi. creyó en el lamarckismo hasta el final. En el rastro de la memoria fi­
logenética.
CAPÍTULO 40. LA MUJER DE LOS HOMBRES..................................... 107
CAPÍTULO 44. CORAJE, CASIMIRO........................................................ 171

El Congreso de Weimar. Mahler. Continúa la historia del organito.


Amputación en los Alpes. Abraham. El policlínico de Berlín. El poli
518
519
CAPÍTULO 49. EL LIBRO DE LAS MASAS 235
clínico, más promocional que social. Número 7. Abraham analizó a su
hija. Hug-Hellmuth. Hermine Wilhelmina Ludovika Hug. Hug-Hell- El psicoanálisis como la enfermedad que pretende curar. Las tres he­
muth, analista de segunda generación. Crítica de William Stern al ridas narcisistas. La “Causa” crecía en forma exponencial. El nombre
paidoanálisis. Haia, cuna oficial del psicoanálisis de niños. Congreso de Freud se estaba convirtiendo en moneda corriente. Jean Lampl-
de Haia. Rita es Hermine. Una falsificación de Stekel. Hermine asesi­ de-Groot. Entrada en la psicología social. Continuación de Tótem y ta­
nada por su sobrino Rolf. El apóstol Simón se convirtió en Judas. Idi­ bú. El sexo siempre fue más que genitalidad. Platón, el padre de
lio en el monte Harz. Banquete de despedida del Comité Secreto en Eros. Los teóricos de la “Vieja derecha”. Le Bon. El papel de la identi­
los montes Harz. ficación. Los grupos artificiales. Psicanalladas del psicoanálisis. El
agua hierve a los cien grados. “Viena roja” y las provincias católicas.
CAPÍTULO 45. EL HERMANO ANIMAL.................................................. 184 Hitler. Tanto Freud como Hitler se inspiraron en Le Bon.
Victor Tausk. Casamiento. Encuentro con Freud. Triangulaciones CAPÍTULO 50. EL YO, ESE PAYASO....................................................... 252
transferenciales. Lou percibió tensión entre los dos hombres. Helen
Deutsch. Análisis de Tausk con Helen Deutsch. Suicidio. Testamento Yo soy un psicoanalista salvaje. Tausk y Groddeck, hermanos de le­
de Tausk. El silencio de los historiadores. che. El “ello” de Freud y el “Ello” de Groddeck. Groddeck es el arado.
Las tópicas en Lapanche y Pontalis. El espectro del ello maligno en
CAPÍTULO 46. ANNA, LA MELLIZA DEL PSICOANÁLISIS................ 195 la boca. Reservorio de la libido. El ello freudiano y el sí-mismo
nietzscheano. Por qué introducir un ello en el psicoanálisis. Orígenes
Anna, si fuera mujer. Hija no deseada. Las dos madres. Josefina del superyó: filogenético y ontogenético. Distinción entre yo ideal e
Chulez. Relación con la madre. Anna, complejo de patito feo. Un feto ideal del yo. Origen relativamente tardío del superyó cuestionado.
de seis meses. Dueto en la casa de Frankenstein. Romance con Jo­ Freud y Platón. El yo como payaso. El yo es antes que nada un yo
nes. Freud exagera las cualidades de su hija. Paidofilia de Jones. corporal.
Anna en el Liceo Cottage. Anna Freud comienza su práctica psicoa-
nalítica. Una princesa en la corte psicoanalítica de Viena. Los prime­ CAPÍTULO 51. EL HURACÁN KLEINIANO............................................ 266
ros pacientes. Freud analiza a su hija. Anna como Antígona. Cuando
Jones leyó el epistolario amoroso. Fantasía de flagelación y ensueños La empleada me hizo pasar al consultorio. Melanie Klein fue la me­
diurnos. nor de cuatro hermanos. Ferenczi analista de Melanie Klein. Su se­
gundo analista fue Abraham. Abraham, “mejor de diván”. Melanie
CAPÍTULO 47. EL HOMBRE DE LOS LOBOS........................................ 211 Klein se instala en Berlín. Alix Strachey y el “Berlim by Nacht”. Me­
lanie Klein estaba en la berlina. Melanie Klein y el simbolismo, par­
El Hombre de los Lobos. Historia de una neurosis infantil. Baile de tiendo de Jones. Los historiales presentaban un mundo apocalíptico.
máscaras en el nosocomio. El sueño de los Lobos Blancos. Re­ Cuestionamiento de la fecha de origen del complejo de Edipo. La
construcción del sueño. Posterioridad. Ultimátum. Ruth Mack fantasía inconsciente según Joan Riviére. La noción de objeto en
Brunswick analiza al Hombre de los Lobos. El Hombre de los Lobos, Melanie Klein. Con la muerte de Abraham, ella perdió su escudo
clon de Freud. Por qué el Hombre de los Lobos y no el Hombre de las protector. Muerte de Hans Klein. La posición depresiva. Wallon y el
Ratas.
espejo.
CAPÍTULO 48. MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE PLACER................... 222 CAPÍTULO 52. LA MALDICIÓN DE IRMA.............................................. 2 79

La guerra como dispositivo analítico. Un dualismo aun más radical. En febrero de 1923 Freud detectó un tumor en la boca. Félix Deutsch
Más allá del principio de placer. La neurosis traumática. Juego infan­ le diagnostica cáncer junto a la ventana. Hajek. El enano salvador.
til: el fort-da. Trabajo lúdico. Existe una tendencia irresistible a la re­ En resumen: la intervención fue un desastre. Retracción cicatrizal. El
petición. La neurosis de transferencia. Instinto de muerte. La media sueño de Irma ¿fue profético? La muerte de Heinele. Crisis institucio­
naranja. La muerte de Antón von Freund. La muerte de Sophie. El nal en la cúpula del Comité Central. Disputa entre Jones y Rank. El
Más allá fue el carretel de Freud. El sentido pleno del pesimismo de clima de irritación en el seno del Comité aumentaba.
Freud.

521
520
CAPÍTULO 53. DOCTOR PICHLER Y MISTER HAJEK 292
Polémica en torno a la S ta n d a r d E d itio n . Bill, el vi­
m elle S c h r ifte n .
llano número uno. La vida de Alix y James Strachey fue el psicoaná­
Estudio autobiográfico. Epílogo. Tiempos perturbados. Lavarone. El
lisis. Lytton y James eran compañeros inseparables. Strachey le es­
increíble Hajek demora dos. semanas en responder. ¿Con qué dere­
cribe a Freud. Cómo era analizarse con Freud. El caso de la bella
cho? Tercera incongruencia. La complicadísima ambivalencia de los Joan Reviere. La lucha por el poder editorial. La S ta n d a r d E d itio n .
discípulos. Anna Freud, la cabeza más asentada. Franz Kafka. Helen Strachey era la persona ideal. La sucesión de Freud. Polémica sobre
Deutsch entra en escena. Freud es informado de su estado. Notas de
la palabra “/d ”.
Pichler I. Cuarta incongruencia. Pichler, primera intervención. Notas
de Pichler II. Tercera cirugía. La prótesis, el “Monstro”. Notas de CAPÍTULO 58. LA BATALLA DE LOS “CURANDEROS DE ALMAS” ... 350
Pichler III. Operación de Steinach. Pichler, figura ejemplar. Anna
cuida de su padre y retoma el análisis.
Samuel Goldwyn. Los secretos de un alma. La muerte de Abraham. El
desarrollo de la libido. Lacan critica el cronograma de Abraham. 1926.
CAPÍTULO 54. EL TRAUMA DEL NACIMIENTO.................................. 303
Notas de Pichler V. Los setenta años. Carta a la viuda de Breuer. Ro-
main Rolland: el sentimiento oceánico. Freud y el Hombre Inolvida­
Disputas antes de Lavarone. La amistad de Rank, Ferenczi y Grod- ble. La última reunión de los Señores del Anillo. El análisis lego. La
deck. El trauma del nacimiento. El año 1923... Circular de la barba cuestión lega en la hipnosis. El proceso a Reik. Stekel y la cuestión le­
afeitada. El trauma del nacimiento avalado por Freud. Freud critica ga. Julius Tandler. Curadores legos de almas. La batalla en el seno de
a Abraham. “Mis discípulos son más ortodoxos que yo.” VIII Congreso la “Causa”. Los rústicos norteamericanos. Brill. El Congreso de Bad
de Salzburgo. San Cristóbal. Rank se convirtió en Judas. Rank en Homburg. El riesgo de escisión era real. Húngaros e ingleses en la
Nueva York. Freud realiza una “terapia breve” con Rank. La muerte trinchera del Profesor. ¿Cuál fue el saldo de esa feroz batalla?
de Breuer. El matrimonio Rank en París. Rank en M o i s é s y la r e li­
g ió n m o n o teísta . Rank murió menos de un mes después de Freud.
CAPÍTULO 59. USTED DECIDE............................................................... 373
CAPÍTULO 55. EL LIBRO DE LA ANGUSTIA........................................ 312
Acusación de Stephen Schwartz. Eitingon, bajando la línea zuri-
quesa. El control en las manos. Hercule Poirot. Eitingon se casa con
Notas de Pichler IV. Inhibición, síntoma y angustia. La libido se trans­ Mirra Jacovleina. ¿Inocente o culpable? Eitingon en la guerrilla espa­
forma de “vino en vinagre”. Se retoma una “situación traumática”. La
ñola. Usted decide.
angustia como señal de alarma. Hartmann publica su monografía so­
bre el concepto del yo. Mecanismos de la anulación y el aislamiento.
CAPÍTULO 60. EL CASO REICH............................................................... 381
CAPÍTULO 56. ¿QUÉ QUIERE LA MUJER?........................................... 319
Análisis del carácter. Reich irrita a Freud. El “Caso Reich”. La carta
de renuncia. Anna Freud miente. La expulsión de Reich. Reich y
Las memorias de Marie Bonaparte. Mi tío bisabuelo, ¡qué asesino mo­ Jung son las dos alas políticas de Freud. Reich muere en la cárcel fe­
numental! Infancia triste y solitaria. La abuela, “verdadera Yocasta”.
deral en 1957.
Los tontos. “Los hombres que amé”. Marie Bonaparte y Le Bon.
Amistad con Laforgue. Escena primaria del mayordomo de Mimi.
CAPÍTULO 61. LA BATALLA DEL ANÁLISIS DE NIÑOS.................... 391
Ella le presentó a Max Schur a Freud. Traducción del Leonardo. La
función del clítoris era la cuestión del día. “¿Qué quiere la mujer?” Dora II. Pasando de Dora II a Anna Freud. Dorothy Burlingham. Se
Las Señoras del Anillo. El feminismo. Juliet Mitchell. La mayoría de encontraron dos almas gemelas. Tirando el s e ttin g por la ventana.
los símbolos son fálicos. El simbolismo de Freud. Repudio del amor Simbiosis. Las Señoras del Anillo. El rumor de relación homosexual.
cortés. La repugnancia por los genitales. La psicología de la mujer en Bobby. Filosofía terapéutica de Anna Freud. La guerra entre Melanie
la década del 20. Karen Horney. Fenichel y la sexualidad femenina. Klein y Anna Freud. “Socialismo a la Rotschild.” El Congreso de Ox­
Jones y la afánisis.
ford. Revisión crítica de In h ib ició n , sín to m a y a n g u stia . Joan Ri viere
en la mira de Freud. Freud intentó contener su furia con Jones.
CAPÍTULO 57. JAMES STRACHEY Y LA STANDARD EDITION ....... 338 Freud no dejó trascender su opinión sobre Melanie Klein. Strachey y
los malditos extranjeros. El M id d le G r o u p . Melanie Klein, primer re­
Strachey comienza la traducción. Los C o lle c te d P a p ers. Los G esa m -
torno a Freud. Dos gestas: el análisis de niños y la cuestión lega.

522
523
CAPÍTULO 62. EL LIBRO DE LA DESILUSIÓN 410 co Libro con las firmas de Newton y Darwin. Los encuentros. Dalí,
¡qué fanático! El magnífico Pichler. Martha se hace cargo de su nuevo
El futuro de una ilusión. Nadie podía emular sus desplantes, hasta hogar británico. Rosa en Treblinka. Anna y Schur en la batalla con­
1943. Notas de Pichler VI. Sentimiento de culpa. Todo es posible, tra el cáncer Freud se acerca a la idea de Dios. Leonard y Virginia
hasta Dios. Las finanzas de la Verlag. Schur. Paisaje lunar. Freud no Woolf Esquema del psicoanálisis. El estilo de Freud. Nuevamente
separa la civilización de la cultura. La igualdad va por abajo. Freud Trotter. Las despedidas. El sultán y los dos sabios. Entrevista a Vie-
es “un liberal a la antigua”. Religión y sublimación. En el lugar del reck. Viaje de Schur a América. Jones no tolera el olor fétido de la
Dios que mató Feuerbach. muerte. El cuerpo fue cremado en Golder s Green.

501
CAPÍTULO 63. EL MANDAMIENTO IMPOSIBLE................................. 423 EPÍLOGO

La gran metáfora arqueológica. La hazaña humana de la conquista 503


ANEXO..................
del fuego. El libro más lúgubre de Freud. Notas de Pichler VIL El
malestar en la cultura. El sentimiento de culpa. La mujer es la guar- ÍNDICE DE NOMBRES
505
diana de Eros. La “Historia sexual de la humanidad” en 1907. La na­
riz alzada del suelo. La pulsión de muerte. Hobbes. Rousseau. La 515
ÍNDICE DE OBRAS DE FREUD
sombra de Hitler. Einstein escribe a Freud. El pacifismo militante de
Freud. Carta a Roosevelt.

CAPÍTULO 64. EL AZAR............................................................................ 438

Bohr. La termodinámica. El universo no estaba grávido del hombre.


Orden y azar. La Cosa. El cristal y el humo.

CAPÍTULO 65. MOISÉS CREÓ A LOS JUDÍOS...................................... 448

La animosidad contra Wilson. Wilson, un Moisés schreberiano. La


verdad histórica. Moisés, una novela histórica. Moisés creó a los ju ­
díos. Retorno histórico de lo reprimido. Notas de Pichler VIII. Críti­
cas al Moisés. El Zaratustra de Freud. El antisemitismo en Freud. La
crítica del “temible” Abraham Shalom Yashuda. Freud no quiere ser
hijo de nadie.

CAPÍTULO 6 6 . FINIS AUSTRIAE..................................................... 465

El inconsciente étnico de Jung. Mathias Goering, “Papá Noel”. Jung y


el inconsciente judío. La sincronicidad. Riklin golpea a la puerta de
Freud. La Segunda Guerra Mundial, ese hueso indigerible. Jung in­
terpreta su vida en términos junguianos. Finis Austriae. Una banda
de S. A. invaden la casa de Freud. Roosevelt. Mussolini. Los nazis en
la Verlag. Jones da el primer aviso. Yo no abandoné el barco. El
arresto de Anna por la Gestapo. Marie Bonaparte y Jones. ¿Suicidio?
Freud se despide de la ciudad de los sueños.

CAPÍTULO 67. EN LA HORA DE LA MUERTE...................................... 482

La madrugada del 5 de junio de 1938. Lacan no asistió. Rodeo turísti­


525

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