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En una hora se logra indagar los motivos por los cuales el consultante solicita un tratamiento y se obtienen
datos personales, se debe efectuar un examen del estado mental (EEM) formal. No se debe extender el
encuentro. Una entrevista, no una prueba de resistencia, y requiere estar lo suficientemente lúcido como
para continuar evaluando.
Cerrar una entrevista inicial implica tener cierto reparo. Cerrar no es sinónimo de resumir lo hablado en la
sesión, ayuda al paciente y al clínico a continuar sobre lo que se habla y retomarlo en las próximas sesiones.
El consultante, ha depositado su confianza y esperanza, en el transcurso del tratamiento, está expectante de
algún dato que pueda llevarse de ese encuentro. Dependerá del vínculo terapéutico que se fue construyendo.
Para el ejercicio responsable de la profesión, Morrison (2015) sugiere los siguientes pasos:
1) Sintetizar lo trabajado en sesión.
2) Con la colaboración del consultante, crear un plan para el desarrollo futuro.
3) Pautar fecha y hora para el próximo encuentro.
4) Incorporar un mensaje esperanzador para el futuro. Por ejemplo: “Con base en lo que me ha contado,
parece que su esposo y usted han tenido muchos problemas para asimilar la muerte de su hija. Es algo de lo
que no han hablado mucho y están sufriendo por falta de comunicación. Creo que puedo ayudar, pero antes
de decidir un plan de acción me gustaría hablar con su esposo. Usted mencionó que piensa que él está
dispuesto a venir. ¿Podría pedirle que haga una cita para la próxima semana?”
En cualquier sesión tan intensa como la entrevista inicial típica, suele suceder que se omite alguna temática.
En esos casos se sugiere preguntarle al paciente si desea agregar algún tema que no haya sido abordado.
Antes de finalizar, se le pregunta al paciente si quiere agregar algo:
“¿Qué preguntas tiene sobre lo que hemos dicho hasta aquí?” (se lo incentiva a expresarlas). Para algunos
consultantes, la opción “¿Tiene alguna pregunta?” puede cerrar esta vía de comunicación.
“¿Hay algún tema importante que no hayamos tratado?”. “¿Desea agregar algo más?”.
Al momento de cerrar la sesión, hay pacientes que guardan información significativa y la comparten al finalizar
el encuentro. Por temor a exponer sus problemas o por entusiasmo se exceden del tiempo pautado y se
prolonga la cita. Situación que puede sortearse con sumo respeto e interés diciendo que serán abordadas la
próxima sesión: “Me alegra que haya mencionado eso. Es algo de lo que quisiera saber más. Ese será nuestro
primer tema la próxima vez”.
Cuando la información es extrema (ideas suicidas u homicidas), se le otorgar tiempo extra. Si estas situaciones
ocurriesen con frecuencia, se deben conversar al comienzo de las sesiones.
Terminar antes de tiempo
Paciente poco habitual puede intentar finalizar la sesión antes del tiempo. Se da en pacientes que presentan
algún tipo trastorno de la personalidad (psicosis, intoxicación o estrés extremo). ¿Qué hacer cuando esto
ocurre? :
Indica que para finalizar se necesitan unos minutos más.
Selecciona las preguntas de mayor relevancia que hayan quedado sin esbozar.
En consultantes nuevos, evitar confrontaciones directas.
Si el consultante no comprende los motivos por los cuales se realiza la entrevista, se le deberá explicar de nuevo.
Mostrarse empático.
Ejemplos: “Puedo ver que se siente bastante molesto. Siento contribuir a su molestia, pero necesitamos
hablar. Solo de ese modo puedo obtener la información necesaria para ayudarlo”.
“Usted parece muy incómodo. ¿Podría decirme qué siente en este momento?”.
Se puede indagar sobre las emociones, el enojo, el miedo o el malestar, preguntando y ayudar al paciente a
que exprese su malestar:
Entrevistador: Veo que esto le ha molestado. ¿Podría decirme qué siente en este preciso momento?
Paciente: (Levantándose para marcharse) No puedo soportarlo. ¡Es igual que la última vez!
Entrevistador: ¿También estaba tan molesto?
Paciente: ¡Claro que sí! Usted también lo estaría si su terapeuta lo tratara del modo en que el mío me trató.
Entrevistador: Debe haberlo hecho sentir sumamente molesto.
Paciente: (Sentándose otra vez) Me sentí humillado. Y asustado.
Si en las entrevistas previas no se obtuvieron los resultados deseados, se debe estar atento y no descalificar
ni criticar al profesional anterior, ya que los datos recabados hasta el momento pueden ser parciales.
Si el consultante desea terminar la sesión, se respeta la comodidad y privacidad de este, se le expresa que
tiene derecho a decidir y que se lo respetará, dejándole en claro que hará un próximo intento:
Veo que tendremos que terminar ahora. Está bien, usted tiene derecho a que no lo molesten cuando se siente
así de mal. Pero, en verdad, es importante que entendamos las dificultades que lo trajeron al hospital. Puedo
regresar por la tarde, cuando haya tenido tiempo de descansar un poco. tiempo con el que se cuenta es
acotado, es el clínico quien finaliza antes la sesión. Morrison señala casos como los siguientes:
El consultante está enojado y se resiste a cooperar.
Es tarde en la noche, está recién llegado en el hospital y tanto el paciente como el terapeuta están agotados.
Por algún trastorno grave (psicosis o depresión), no logra concentrarse en la entrevista por más de unos
pocos minutos.
Se pautó una breve entrevista en un día agotador. El terapeuta preguntará lo suficiente para abordar las
temáticas más importantes y acordarán el siguiente encuentro.
Diagnóstico y recomendaciones
Finalizadas las entrevistas, evaluar los datos recabados, deben organizarse de forma que sean útiles para hacer
recomendaciones y comunicarlas tanto al paciente como a otros profesionales.
Diagnóstico y diagnóstico diferencial
Tiempo atrás los clínicos no estar a favor del diagnóstico, lo consideraban una manera de “etiquetar” negando
su singularidad. Actualmente se reconoce al diagnóstico como fundamento principal para las actividades
clínicas: recomendar un tratamiento, predecir el desenlace del padecimiento, advertir a los familiares y
comunicarse con otros profesionales de la salud mental.
Una vez que el diagnóstico está realizado, puede ser dificultoso invertir las fallas: este pasa de un clínico a
otro, las fallas cometidas son trasladadas consigo durante años, en forma de mitología familiar, y pueden
pasar años antes de que un clínico, con una nueva mirada, se tome el trabajo de examinar la historia de
padecimiento mental crónico del paciente. Es viable evitar todos estos errores si se tienen ciertos recaudos
desde el comienzo en que se está realizando el diagnóstico.
Los profesionales de la salud mental formula sus impresiones en términos de diagnóstico diferencial. Consiste
en un listado de posibles diagnósticos por cada paciente; incluir en el diagnóstico diferencial cada trastorno
que se piense.
Para la elaboración del diagnóstico diferencial, hay dos principios:
Comenzar haciendo un listado de los diagnósticos: en primer lugar, el más probable y en último lugar, el
menos probable. Al primero se lo denomina mejor diagnóstico, explica de manera más clara signos, síntomas
y los datos de la historia en general. Resulta necesario el listado con otros diagnósticos que deben quitarse o
refutarse. Esa lista determinará el orden en que se exhiban los posibles diagnósticos; compone el diferencial.
Al segundo se lo denomina principio de seguridad: siempre existen posibilidades en el listado diferencial con
consecuencias potenciales nefastas que es muy riesgoso ignorar; deben colocarse al principio del diferencial
para ser las primeras en desechar. Generalmente, estas consideraciones de seguridad son padecimientos
relacionados con enfermedades médicas (físicas) y el uso de sustancias que podrían explicar los síntomas
identificados.
Para resolver el conflicto entre estos dos principios, se recomienda sobreponer el segundo principio sobre el
primero.
Elegir el tratamiento
La importancia de contar con un plan bien organizado para llevar a cabo los problemas y circunstancias de
cada paciente: ayuda al paciente a comprender cuáles son los problemas y cómo se procederá, y otorga al
afectado y al clínico referencias para evaluar el progreso.
Modalidades de tratamiento en salud mental:
. Psicológica. . Individual. .Cognitiva o cognitiva-conductual. . Orientada a la introspección.
. Análisis. . De corto plazo. .Grupal. . Orientada a la enfermedad (alcohólicos anónimos, clínicas de litio).
. Clínicas de fármacos generales. . Terapia familiar. . Grupos de apoyo general. . Conductual. . De contención.
. Desensibilización sistemática con inhibición recíproca. .Apoyo grupal de corte conductual. . Economía de
fichas.
.Detención del pensamiento. . Biológica. .Fármacos. . Terapia electroconvulsiva.
.Estimulación magnética transcraneal. .Estimulación del nervio vago. .Terapia de luz.
. Psicocirugía. . Intervenciones sociales. . Rehabilitación vocacional. . Entrenamiento en habilidades sociales.
Algunas preguntas que ayudan a formular el plan de tratamiento:
.¿Existe algún tratamiento que pueda invertir el proceso del trastorno? Muchas ocasiones, la respuesta es no.
Pueden reducirse las consecuencias de sus síntomas, no para todos los trastornos hay un tratamiento
específico que elimine por completo los resultados finales.
¿Cuál es el nivel de certeza del diagnóstico? Tiene más éxito cuando el diagnóstico fue realizado de manera
confiable. Si es acertado, produce confianza. El diagnóstico no es lo único importante en el momento de
decidir un tratamiento. En algunos casos el paciente está tan enfermo que el tratamiento tiene que comenzar
antes de que el diagnóstico este definido (psicosis aguda).
¿Qué tan urgente es el tratamiento? Los pacientes hospitalizados, es de inmediato; en los pacientes externos,
la urgencia puede ser menor. La inmediatez se incrementa en las siguientes circunstancias:
o Que aumente el número de síntomas. crisis de pánico durante años, recientemente manifiesta falta de
apetito, problemas de sueño y depresión.
o Comienzan a empeorar los síntomas. pensamientos como los de quitarse la vida.
o Los síntomas llevan a consecuencias alarmantes. se comenzó a sentir incapaz de trabajar y tomó la decisión
de renunciar a la empresa en la que trabajó durante años.
¿Cuál es el costo del tratamiento? situación económica, no se le debe indicar una terapia prolongada o un
fármaco muy costoso.
¿Cuáles son las contraindicaciones relativas de la terapia en que se está pensando? situaciones que podrían
hacer abandonar un tratamiento, pero que no lo impiden en absoluto; alergias a algún fármaco, psicoterapia
intensiva a una persona que tenga poca capacidad de introspección.
¿Se han considerado todas las modalidades factibles de tratamiento? La mejor profilaxis es una actitud flexible.
Los psiquiatras deberían estar alerta a otras posibilidades, la terapia familiar, que en algunos casos es más
efectiva y rápida que los fármacos, y ni los psicólogos, trabajadores sociales, deberían ignorar la eficacia que
tienen en algunos padecimientos el tratamiento con fármacos.
Gran parte de los trastornos mentales tiene múltiples causas. Este hecho debe potenciar en todos los
profesionales la implementación de más de una modalidad terapéutica con cada uno de los pacientes.
Evaluar el pronóstico
Pronóstico: significa “saber de antemano”, lo que resulta un tanto imposible; los avances científicos de los
últimos tiempos nos han demostrado que se pueden obtener resultados probables.
El término pronóstico puede involucrar diferentes significados como, por ejemplo:
Síntomas. ¿Se aliviarán parcial o totalmente, o nada en absoluto?
Curso del padecimiento. ¿Será crónico o episódico? Si es episódico, ¿habrá uno o muchos episodios?
Respuesta al tratamiento. ¿Qué tan rápido aparecerá? ¿Será completa, moderada, leve o nula?
Grado de recuperación. Una vez que el episodio agudo se ha detenido (por el tratamiento o paso del tiempo),
¿la personalidad previa del paciente quedará restablecida por completo, o habrá déficits residuales?
Curso temporal del padecimiento. ¿Cuánto tiempo tomará la recuperación? Si el padecimiento es episódico,
¿cuánto tiempo podría estar bien el paciente entre cada episodio?
Consecuencias sociales del padecimiento. ¿Cuáles serán los efectos en el desempeño laboral del paciente? ¿En
la vida familiar? ¿En la independencia? ¿Será necesario apoyo económico? Si es así, ¿por cuánto tiempo?
¿Este padecimiento implica la necesidad de tutela u otro proceso legal especial? ¿Cómo afectará la capacidad
del paciente para votar, conducir un auto o firmar un contrato?
¿Otros miembros de la familia están en riesgo de sufrir este padecimiento? Si es hereditario, ¿qué nivel de
riesgo existe para los familiares de primer grado? ¿Qué se debe aconsejar al paciente que pregunta sobre
tener hijos?
¿Cómo un factor puede influir en el resultado de un caso?
Diagnóstico principal: Los diagnósticos con los principales efectos (como el trastorno del estado de ánimo, la
demencia y la esquizofrenia) suelen tener mayor poder predictivo que aquellos con efectos más restringidos
(trastornos de la conducta alimentaria, de la eliminación del sueño y del sexo). Los trastornos de la
personalidad pueden tener especial importancia para el pronóstico si no existe un diagnóstico principal y si
éste no se puede hacer con certeza. Si el paciente tiene más de un diagnóstico, se deben tener todos en
mente al discutir los diferentes aspectos del pronóstico.
Disponibilidad del tratamiento para el trastorno primario: hay diversos factores que pueden influir en el
tratamiento. lugar geográfico en donde vive el paciente. Si este no cuenta con un centro cerca para realizar
el tratamiento, este puede dificultarse. Lo mismo sucede con el factor económico: que el paciente no pueda
costear los fármacos o que sus precios sean muy elevados.
Duración y curso del padecimiento: La conducta pasada predice la conducta futura Si el paciente ha tenido
episodios previos del padecimiento (como trastorno del estado de ánimo), se puede predecir con cierta
confianza que habrá episodios futuros. A menos que se corrijan errores previos en el diagnóstico, un paciente
enfermo durante muchos años tiene escasas probabilidades de recuperarse por completo.
Respuestas previas al tratamiento: La respuesta a tratamientos previos es sólo tan buena como el tratamiento
anterior. Si en el pasado el paciente fue tratado por manía sólo con antipsicóticos, es posible mejorar el
pronóstico mediante una orden de magnitud una vez que la terapia estabilizadora del estado de ánimo haya
empezado.
Adherencia al tratamiento: Incluso un tratamiento muy eficaz carece de valor si el paciente se niega a
aceptarlo. Es necesario considerar los principales diagnósticos mentales y trastornos de la personalidad, así
como la historia clínica, al valorar la adherencia al tratamiento.
Apoyo social disponible: para evitar que el paciente deje el tratamiento, es fundamental contar con el apoyo
de su familia, amigos, grupos de apoyo, profesionales, etcétera. De esta forma, se logra un grado de
contención y se evita que el paciente recaiga en uso de sustancias o en acciones dañinas.
Personalidad premórbida: El pronóstico se relaciona de manera directa con el funcionamiento del paciente
antes de caer enfermo. Una vez que el afectado se recupera de un episodio agudo de trastorno mental, tiende
a retomar los niveles premórbidos de funcionamiento. Quienes han mantenido amistades, trabajaron bien en
sus empleos y proveyeron a sus familias con lo necesario, probablemente lo hagan otra vez. Si todo lo demás
está igual, las predicciones paralelas suelen estar justificadas para quienes tuvieron niveles inferiores de
funcionamiento antes del padecimiento.
Reciente nivel de funcionamiento: si el paciente en los últimos meses tuvo productividad laboral o le fue bien
a nivel académico, podrá retomar ese estatus una vez que resuelva su estado actual de padecimiento.
Puede ser necesario un estudio ulterior para confirmar o descartar diagnósticos específicos. Las fuentes de
esta información incluyen las siguientes:
Una revisión de hospitales previos y otros expedientes
Pruebas de laboratorio, incluyendo estudios radiográficos
Evaluación neuropsicológica formal
Entrevistas con familiares.
Canalizaciones
Es de suma importancia conocer los límites y capacidades propias y derivar a otro profesional los aspectos de
las dificultades del paciente que otros consigan abordar mejor. Plantea que la necesidad de ayuda exterior
dependerá de los factores que se enumeran a continuación:
Tipo de problema.
Gravedad del problema.
Motivación y cooperación del paciente.
Formación, experiencia y disponibilidad de tiempo del clínico.
Todos los profesionales de la salud mental tienen la obligación de conocer los tipos de servicios disponibles
en la localidad donde se desempeñan. A continuación, se presenta el listado:
Otros terapeutas: nadie puede saber todo, de modo que es recomendable derivar al paciente con el
profesional experto en su problemática.
Hospital mental: Aunque en general se considera la hospitalización como el último recurso, en varias
situaciones, los hospitales mentales son el recurso más adecuado:
Cuando el paciente es un peligro para sí mismo
Cuando el paciente es un peligro para los demás
Cuando el paciente no puede cuidar de sí mismo
Cuando el tratamiento deseado sólo está disponible para los pacientes internos
Cuando el paciente debe ser retirado de su ambiente
Cuando se requiere una valoración intensiva para fines médicos o legales.
Albergues: en su significado más amplio, es un tipo de lugar que aloja, asila o refugia. En este caso son vitales
para aquellos pacientes que por algún motivo no puedan vivir en su hogar, pero que a la vez no necesitan ser
hospitalizados. Existen otros tipos de albergues que protegen a las mujeres que sufren violencia, niños
víctimas de abuso, personas en situación de calle
Ayuda legal: cuando el paciente cuenta con recursos inadecuados, la ayuda legal lo asiste y lo orienta
profesionalmente.
Grupos de apoyo: por lo general, aquellas personas que experimentan situaciones parecidas en su vida acuden
a estos grupos y se ayudan entre sí a sobrellevar las situaciones que acontecen en su vida. Suelen seguir el
modelo de los doce pasos de alcohólicos anónimos, y generalmente son gratuitos y están en todo el país.
Otros recursos
Tratamiento para el uso agudo de sustancias. Los servicios de desintoxicación suelen estar disponibles
mediante una canalización de los centros de salud mental locales.
Valoración médica. Disponible en hospitales locales, estatales y privados para la valoración de violaciones,
traumas, VIH y enfermedades de cualquier tipo.
Servicios vocacionales. Incluye la valoración de discapacidades, capacitación laboral y seguros por desempleo;
se puede tener acceso a estos servicios por medio de los departamentos locales de empleo.
Comunicar los resultados al paciente
“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma
humana. C. G. Jung”
Para que la información sea escuchada y aceptada, Morrison (2015) sugiere ciertas reglas sencillas en el
momento de comunicar los resultados:
Resumir los problemas: se entiende por qué el paciente buscó ayuda, tiene la posibilidad de explicar más y al
hacerlo se queda más tranquilo.
Dar un diagnóstico: trazar el mejor diagnóstico en términos adecuados a la capacidad de comprensión del
paciente.
Hacerlo sencillo: transmitir puntualmente lo que el paciente necesita saber.
No usar tecnicismos: no utilizar lenguaje rebuscado, ya que el paciente trata de descifrar y pierde la
información importante.
Pedir retroalimentación: a través de preguntas como “¿Cómo se siente?”, “¿Quiere hacer alguna pregunta?”,
“¿Dudas?”.
Hacer hincapié en lo positivo.
Mostrar compasión.
Discutir el tratamiento: el diseño del tratamiento debe ser colaborativo entre el paciente y el profesional.
Aunque requiere un esfuerzo mayor en un comienzo, a la larga se verán beneficiados todos.
El paciente y el profesional formulan juntos el plan. Esto no quiere decir que el paciente consiga todo lo que
desee, sino que el hecho de que el profesional lo escuche puede alentar al paciente a “elegir” el mejor plan.
Se debe escuchar y aceptar la elección, aunque no sea la que el clínico le recomendó. En la elaboración
conjunta del plan de tratamiento, se deben tener en cuenta varios puntos:
1) Discutir las opciones: se utiliza como punto de referencia para evaluar los inconvenientes y beneficios
potenciales de las otras opciones.
2) Mencionar los inconvenientes: ningún tratamiento está libre de estos. Por mencionar algunos, la
psicoterapia lleva mucho tiempo; los fármacos tienen efectos secundarios y son costosos; los pacientes tienen
que contar con esta información para poder tomar decisiones racionales.
3) Estar en favor de una opción: alentar al paciente a aceptar lo que le ayudará.
4) Asegurarse de que el paciente comprenda las opciones: se le pide al paciente que repita lo dicho. Otra
manera de ayudar al paciente a comprender es brindarle un resumen simple por escrito con las
recomendaciones.
5) Evitar hacer promesas más allá del compromiso de hacer todo lo posible por ayudar: cuando se brinda
esperanza, debe ser en el marco de una mirada realista de la situación y con un plan racional para el futuro.
Se debe hacer hincapié en la importancia de que el paciente colabore con el tratamiento, cuestionando los
aspectos que no le queden claros.
Motivar al paciente
Sin motivación, los resultados no serán los esperados, a pesar de que el clínico hace su mejor esfuerzo. El
paciente puede olvidar tomar los fármacos, descuidar los ejercicios o continuar bebiendo o consumiendo
alguna droga de todos modos.
La entrevista motivacional (EM) está enfocada en el consultante. El objetivo es intentar persuadir a la persona
para que adopte nuevas conductas con el fin de cuidar su salud. La EM ayuda a sacar a las personas de la
ambivalencia inútil del pasado y a identificar su propia motivación interna. Se asienta en el principio de que
es más simple lograr que los pacientes realicen algo positivo que impedir que hagan algo negativo. A
continuación, se resumirá en cuatro pasos básicos:
1- Empatizar. Sin criticar, ayudar al paciente a expresar sus sentimientos y puntos de vista. No es necesario
estar de acuerdo con el punto de vista del enfermo, sólo facilitar que se exprese. Quienes practican la EM
llaman a este paso: “Expresar empatía”.
2- Ayudar al paciente a reconocer la manera en que la conducta actual frustra sus deseos de largo plazo. La
percepción de esa discrepancia es lo que motiva al paciente a buscar un cambio de conducta. El nombre de
este paso es “Crear discrepancias”.
3- No pelear con las resistencias. Es mejor usarlas como oportunidad para explorar más los sentimientos del
paciente. En la EM, las resistencias significan que el clínico necesita adoptar un método diferente. Este paso
se denomina “Dar un giro a las resistencias”.
4- Brindar esperanza mostrando que se cree al paciente capaz de lograr el cambio. Hacer sentir al paciente
confianza en que el cambio es posible. Este paso se llama “Fomentar la autoeficacia”.
Los clínicos que empoderan a sus pacientes en la toma de decisiones antes del tratamiento frecuentemente
descubren que promueven una mayor satisfacción del paciente. Estudios han demostrado que los enfermos
aceptan el tratamiento y lo culminan mejor cuando el clínico expresa empatía, comparte y explica información
y se dirige a los pacientes de una forma clara y accesible. Cabe aclarar que no se pueden esperar estos
resultados en casos de psicosis incuestionable, demencia avanzada o ideación suicida, ya que está en peligro
la vida del paciente (Morrison, 2015).
Discusión con la familia
La calidad del contacto de la familia con el clínico puede tener relación directa con lo siguiente:
La cantidad de contacto que tengan con el clínico.
La información que sientan que se les brinda.
Qué tan afectuoso es el clínico.
La opinión que tenga el paciente sobre el tratamiento y el profesional.
Según Morrison (2015), si se pauta una entrevista con la familia sin la presencia del paciente, este debe estar
al tanto. Se pueden evitar problemas de confidencialidad reuniendo a la familia en presencia del paciente; se
debe ser cuidadoso y evitar detalles de datos confidenciales.
En la primera entrevista con los familiares, se puede comenzar preguntando qué saben sobre el trastorno. Se
esta manera se conocerán las suposiciones y se evitarán los malentendidos y las contradicciones. Este
encuentro es también una buena oportunidad para transmitir algún mensaje positivo que el paciente haya
presentado como, por ejemplo, la inquietud por los efectos de la enfermedad en los familiares. Una vez
recabados los datos que se necesitaban, se podría esbozar el plan de tratamiento (con los puntos débiles y
fuertes) para, de esta manera, advertir recriminaciones ulteriores si surgieran problemas más adelante.
Destacar aspectos en los que tanto amigos como familiares podrían colaborar. Por ejemplo, los cambios en la
conducta y el estado emocional pueden ser más notorios para la familia que para el mismo paciente.
“En conclusión, debes asegurarte de decir a los familiares como ponerse en contacto contigo, y enfatizar que
todos trabajen en conjunto para resolver el problema”.
¿Qué ocurre si el plan es rechazado?
Es esperable que alguien –en la mayoría de los casos, es el paciente, pero a veces es algún familiar– presente
objeciones contra el tratamiento. Si es un amigo o familiar y el paciente y el clínico están de acuerdo en cómo
continuar, se sigue con el plan, pero se le dice algo al familiar para exponer que se ha tenido en cuenta el
punto de vista discordante. Morrison presenta este ejemplo:
“Respeto su opinión en estar en desacuerdo con la hospitalización de su hermano. Pero él y yo acordamos
que es lo más seguro por el momento, así que considero que debemos hacerlo. Espero que lo visite. Usted lo
conoce mejor que nadie, así que necesitaré sus ojos y oídos para ayudarme a evaluar el progreso” (Morrison,
2015, p. 2011).
En el caso de que sea el paciente el que se resiste al tratamiento, Morrison (2015) propone los siguientes
pasos para salir del impasse:
1) Tratar de develar qué parte del tratamiento es rechazada y luego transmitirle seguridad.
2) Identificar las partes en las que está de acuerdo.
3) Indagar qué medida terapéutica el paciente aceptará.
4) Poder aprobar una prueba experimental.
5) Buscar una segunda opinión.
6) Por último, suele ocurrir que rechacen el tratamiento que el clínico considera indispensable. En tal caso, se
lo ayuda al paciente a encontrar otro profesional.
El informe escrito
Los datos deben estar organizados antes de informarlos. Se realizan del mismo modo los informes escritos y
los orales, los primeros suelen ser más completos.
El autor presenta la siguiente manera de organizar la información:
Datos de identificación: proveen al lector un cuadro del cual pueden constituirse una imagen mental del
paciente cuya historia se informa. En la primera línea, datos demográficos básicos, contienen el nombre del
paciente, edad, sexo, estado civil, religión y otro dato pertinente. registrar si ha sido atendido o si es nuevo
en la dependencia.
El motivo de consulta: razón expresada por el paciente para buscar un tratamiento; se redacta como una cita
directa, pero también se resume o parafrasear, si es impreciso, multicausal o extenso. El clínico redacta dos
motivos de consulta: uno del paciente y otro de un familiar o amigo; el doble informe es de especial uso para
aquellos pacientes que no cooperan, son demasiado jóvenes o están muy confundidos, para contestar de
forma adecuada a las preguntas.
Informantes: nombres de las personas que suministraron información y se valora la confidencialidad de cada
uno. Nombrar a los familiares, amigos y otros profesionales de la salud, así también expedientes antiguos,
todo elemento o persona que haya sido utilizado para completar el cuadro del paciente.
Historia del padecimiento actual: es la selección más importante de todo el informe. Es importante tener en
cuenta varias reglas en el momento de la redacción:
Que sea una historia cronológica: debe contar con un principio, un desarrollo y un final. Se comienza con el
inicio del primer episodio del trastorno. Por ejemplo: “El señor X estuvo bien hasta los 33 años, cuando sufrió
el primero de varios episodios de depresión”. Este breve relato alerta al lector sobre La principal área de
interés clínico (trastorno del estado de ánimo: depresión); la edad de inicio; el hecho de que el problema del
señor X no es nuevo, y el buen estado de salud del paciente durante la década de su vida adulta previa al inicio
de este padecimiento.
Una vez que la narración está en marcha, se debe seguir de manera cronológica y culminar con los motivos
que incitaron al paciente para buscar ayuda.
Sustentar el mejor diagnóstico: la información que se presente debe representar los criterios diagnósticos
actuales (DSM-5, episodio depresivo mayor, grave, con características psicóticas y características melancólico)
del trastorno calificado como el más probable. El documento debe ser un todo consistente entre la historia,
el estado mental y el diagnóstico, ya que son piezas que se apoyan entre sí.
Si la historia es complicada, tratar de esclarecerla: una forma de alcanzar esto es dejar los detalles para más
adelante, ya que no son relevantes para el mejor diagnóstico.
Editar el material: resumir los tratamientos previos en una o dos oraciones, enumerar hospitalizaciones y
hacer un listado de síntomas. Esto le ahorra al lector repeticiones de datos idénticos en esencia.
Incluir las respuestas negativas significativas: estas facilitan escoger el diagnóstico más probable de un listado
diferencial.
Informar los hallazgos en lenguaje llano: se recomienda evitar el uso de abreviaturas diferentes a las que se
usan en las revistas científicas. La voz activa y las oraciones breves expondrán con claridad las ideas.
El paciente es una persona, no un caso: esta forma ayuda a preservar en el lector un sentimiento por la
humanidad del paciente. Hay que referirse al paciente como una persona con depresión, no como este
depresivo.
Historia personal y social: de la infancia a la vida adulta
Comenzar por el nacimiento y la infancia temprana, continuar con la educación, sexualidad, matrimonio,
historia laboral, la historia legal y la religión. Se omite la información del padecimiento actual, las anécdotas y
detalles frívolos, se deben incluir las respuestas negativas, como la ausencia de abuso infantil en un paciente
con un posible trastorno disociativo o la asistencia perfecta en el colegio en un paciente con un posible
trastorno de personalidad antisocial; además, es importante incluir las respuestas positivas del pasado, como
el abuso de sustancias, lo cual tal vez se omitió en la historia del padecimiento actual porque actualmente no
afecta la vida del paciente.
Historia familiar: Se indica en párrafo separado, destaca los efectos biológicos y ambientales que las familias
tienen en el desarrollo individual. Se incluyen datos sobre trastornos físicos y mentales y cualquier dato que
confirme o contradiga el diagnóstico.
Historia médica: Señalar cualquier enfermedad médica importante, fármacos actuales y recientes,
operaciones y hospitalizaciones por razones no relacionadas con la salud mental. Elaborar un listado de
alergias, a los fármacos; si no hay ninguna, anotarlo. Estos datos pueden atesorar importancia si una terapia
de fármacos es en una posibilidad para el paciente. Señalar cualquier hábito, como el uso alcohol, tabaco o
marihuana.
Examen del estado mental (EEM): tener en cuenta qué detalles para corroborar o refutar los trastornos
incluidos en el diagnóstico diferencial; incluir información positiva y la negativa importante que posibilite
colocar los diagnósticos antes o después en la lista diferencial.
Describir la apariencia general y la ropa; contrastar la edad aparente con la que el paciente dice tener.
Procurar mencionar todos los aspectos del estado afectivo; si es ordinario, “regular” será el descriptor, pero
también mencionar la labilidad y qué tan apropiado es el afecto de acuerdo con el contexto. Cuando se trate
de describir anomalías, no usar términos generales, como “extravagante” o “extraño”, pues carecen de
precisión y no aportan nada para que el lector se cree una imagen de la conducta o apariencia del paciente.
En lugar de emplear frases como “los accesorios de la paciente eran extravagantes”, porque carece de
precisión, se debería decir: “La paciente tenía un collar de oro con 12 diamantes brillantes y un anillo de rubí
que llevaba en su dedo”.
Los registros escritos son documentos legales. Pueden ser solicitados como pruebas por los abogados y los
propios pacientes, así que el tono y la redacción deben resistir un examen minucioso...
En el rubro de curso del pensamiento, procura mencionar cualquier anomalía de las asociaciones, así como
velocidad y ritmo del habla...
Los hallazgos que se informan en el rubro de contenido del pensamiento, por lo general reflejan lo que ya se
ha mencionado en la historia del padecimiento actual.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial sirve para determinar: las diferencias entre un síntoma y otro, si los síntomas
corresponden a un trastorno o a una enfermedad y si es o no es un trastorno.
Trastorno neurocognitivo con psicosis (delirios). Historia de trauma en la cabeza hace ocho años.
Uso de sustancias. Bebía mucho cuando ocurrieron los dos episodios psicóticos, pero no ha vuelto a beber
desde que la psicosis se resolvió.
Depresión. La señora Juneau se siente triste, sin esperanza y culpable por algún pecado inespecífico que
cometió antes de casarse. Es anoréxica, casi no ha dormido y ha bajado casi 5 kg de peso.
Esquizofrenia. tiene delirios. Durante un episodio previo, creyó que había sido enviada al mundo para salvar a
los judíos.
Factores intervinientes:
Dinámicos; Biológicos; Sociales; Psicológicos.
Una base biológica del padecimiento de la señora Juneau puede verse en la historia familiar: su madre sufrió
depresiones recurrentes. Un desencadenante psicológico puede ser la muerte de su padre hace dos meses.
Los gastos médicos de los episodios anteriores pueden estar contribuyendo a la profundidad de la depresión
actual.
Plan de tratamiento
Con base en el ejemplo anterior, sería:
Biológicas: Litio, 900 mg/día para prevenir la reaparición de la manía Fluoxetina, 20 mg/día para la depresión
Olanzapina, la necesaria para controlar la psicosis
Psicológicas: Psicoterapia focalizada en los sentimientos de culpa y dolor
Sociales Ayuda con una planeación financiera (?) Derivación a Alcohólicos Anónimos
Educación de la familia Juneau en relación con el trastorno bipolar I.
Presentación oral
La presentación oral del material de la entrevista generalmente sigue el mismo esquema que el informe
escrito, pero suele ser más breve. Cualquier presentación oral de más de 5 o 6 minutos puede dispersar la
atención del que escucha y aburrir. Asimismo, se debe presentar de modo completo y bien desarrollado, debe
explicar qué tan bien se ha comprendido al paciente. Además, es necesario indicar cómo fue organizado. En
el caso de una presentación formal, hay que esbozar los hallazgos en una pequeña tarjeta; esto le otorga
cierto dinamismo a la presentación, ayuda a la memoria si hace falta y evita la molestia de pasar las hojas del
expediente una y otra vez en busca de cierta información sobre el paciente.
Clasificación de las entrevistas
El proceso de preguntar se debe transformar en un proceso de conversación. Hay diversas clasificaciones:
La entrevista puede ser de dos tipos: abierta y cerrada. La segunda, las preguntas ya están previstas, tanto
como lo están el orden y la forma de plantearla, y el entrevistador no puede alterar ninguna de estas
disposiciones. En la entrevista abierta, el entrevistador tiene amplia libertad para las preguntas o para las
intervenciones, permitiéndose toda la flexibilidad de cada caso particular. La entrevista cerrada es un
cuestionario, que toma contacto estrecho con la entrevista en cuanto que un manejo de ciertos principios y
reglas de esta facilita y posibilita la aplicación del cuestionario.
Otra clasificación gira en torno a la cantidad de participantes, así la entrevista individual de la grupal.
Los objetivos que persigue la entrevista, encontramos la entrevista en beneficio del entrevistado, la entrevista
de investigación, fines científicos, entrevista en beneficio de un tercero (institución). La principal diferencia es
la motivación del entrevistado, solo se da en el primer tipo de entrevista, las otras dos se deberán crear
estrategias para aumentar la motivación para que se interese y participe.
Entrevista de embudo o semiestructurada
Se divide en etapas. Comienza como una entrevista libre, el paciente expresa su problemática configurando
el orden y la temática que expondrá. La segunda etapa es estructurada, y el entrevistador llena las lagunas,
rellena y ordena la información.
Este tipo de entrevista se inicia como la entrevista libre y, poco a poco, el entrevistador va conduciendo la
conversación hacia los aspectos específicos y concretos que determinan el diagnóstico psicodinámico
necesario para establecer un pronóstico y una estrategia de ayuda al adolescente, ya sean con fines de tipo
escolar, vocacional, laboral, social, clínico o de cualquier otro tipo.